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Editores
Luis Jaime Castillo Butters
Hélène Bernier
Gregory Lockard
Julio Rucabado Yong
EDITORES
Luis Jaime Castillo Butters
Hélène Bernier
Gregory Lockard
Julio Rucabado Yong
De esta edición:
ISBN 978-9972-42-836-4
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2008-04854
Prefacio
Luis Jaime Castillo Butters 13
El Horizonte Medio en el valle de Santa: continuidad y discontinuidad con los mochicas del
Intermedio Temprano
Véronique Bélisle 17
Late Moche Pit Burials from San Jose de Moro in Social and Political Perspective
Colleen Donley 119
La tecnología de los tejidos mochica no decorados en el valle del Santa, costa norte del Perú
France Èliane-Dumais 131
Las imágenes escultóricas de los seres sobrenaturales mochicas en la colección del Museo
Arqueológico Rafael Larco Herrera y el problema de la identificación de las deidades: una
aproximación estadística
Milosz Giersz y Patrycja Przadka-Giersz 219
Portachuelo de Charcape: Daily life and political power in the hinterland during the
Late Moche period
Ilana Johnson 261
Los carbones hablan: un estudio del material antracológico de la Plataforma Uhle, Huaca de
la Luna. Acercamiento a la economía vegetal de la costa norte del Perú en la época Mochica
Fanny Moutarde 295
Figurines, Household Rituals, and the use of Domestic Space in a Middle Moche Rural
Community
Jennifer E. Ringberg 341
Prácticas funerarias de elite en San José de Moro durante la fase Transicional Temprana: el
caso de la tumba colectiva M-U615
Julio Rucabado Yong 359
La Tumba M-U1411: un entierro Mochica Medio de elite en el cementerio de San José de Moro
Karim Ruiz Rosell 381
Moche Bean Warriors and the Paleobotanic Record: Why Privilege Beans?
Gail Ryser 397
San Ildefonso and the «Popularization» of Moche Ideology in the Jequetepeque Valley
Edward R. Swenson 411
Los artículos que conforman el presente volu- sante ver como los jóvenes, trastabillando a veces y
men fueron originalmente presentados en la «Pri- con mayor «miedo escénico» propio de la juven-
mera Conferencia Internacional de Jóvenes Inves- tud, supieron, sin embargo, generar más debates
tigadores sobre la Cultura Mochica», que se llevó a dentro y fuera del auditorio. Era evidente que los
cabo en el Auditorio de Derecho de la Pontificia jóvenes que estaban presentes en este evento ten-
Universidad Católica del Perú el 4 y 5 de agosto drían mucho que decir en el futuro de las investi-
del 2004. Esta conferencia, la primera de su tipo gaciones arqueológicas sobre la cultura Mochica.
en la arqueología de la costa norte del Perú, se nu- La organización del evento así como la edición
trió de los trabajos preparados por un numeroso del presente volumen, recayó en mayor medida en
grupo de jóvenes investigadores, asistentes de in- tres jóvenes arqueólogos: Hélène Bernier, doctora
vestigación en los proyectos activos en la región o por la Universidad de Montreal; Gregory Lockard,
directores de proyectos. La oportunidad para este doctor por la Universidad de New México y Julio
encuentro fue la conferencia para investigadores Rucabado, doctorando de la Universidad de Caro-
seniors «Nuevas Perspectivas en la Organización lina del Norte-Chapel Hill, y profesor de la PUCP.
Política Mochica» que organizaron el Museo Ar- En el momento en que se realizó la conferencia to-
queológico Rafael Larco Herrera, Dumbarton Oaks dos ellos estaban en las fases finales de sus investi-
y la Pontificia Universidad Católica del Perú, y que gaciones doctorales enfocados en diversas temáti-
se llevó a cabo dos días después en el local del Mu- cas de la arqueología Mochica, sin embargo asu-
seo Larco. Ambas conferencias conforman un nú- mieron la organización del evento y la preparación
cleo de presentaciones dedicadas a los avances más del presente volumen con dedicación y
importantes en la investigación arqueológica de la profesionalidad. Hélène, Gregory y Julio represen-
costa norte del Perú y en particular al estudio de la tan en sí mismos la diversidad y riqueza de investi-
sociedad Mochica. Sin embargo, más allá de la te- gación arqueológica que se realiza desde hace va-
mática común, las dos reuniones difirieron más de rios años en la costa norte, tanto por su carácter
lo esperado por la trayectoria y experiencia de los internacional como por la variedad de las temáti-
ponentes, por la mayor especificidad de las temáti- cas tratadas. A su cargo estuvo cursar las invitacio-
cas abordadas, por las metodologías aplicadas y en nes a los jóvenes investigadores que trabajaban en-
particular por la novedad de las aproximaciones y tonces en la arqueología Mochica, convocatoria que
el diálogo que suscitaron. Para los que tuvimos la involucró a investigadores peruanos, norteameri-
suerte de asistir a ambas conferencias fue intere- canos, canadienses, franceses, españoles y polacos.
14 ARQUEOLOGÍA MOCHICA
Ellos mismos implican un reconocimiento de los como podemos ver se encontraban en diversos gra-
tres idiomas imperantes en las investigaciones en dos de maduración al momento del evento. En re-
esta región, el castellano, el inglés y el francés. Por conocimiento a la importancia de estos proyectos
esta razón, los editores decidieron publicar los artí- la convocatoria para el evento se hizo preferente-
culos del presente volumen en el idioma en que sus mente a través de sus directores, quienes
autores los presentaron, dando como resultado una gentilmente autorizaron a sus asistentes de investi-
publicación en castellano e inglés. gación a presentar sus trabajos en el evento y pos-
Concluido el congreso pasamos a la fase de pre- teriormente autorizaron la publicación de los pre-
paración y edición del volumen. Nuevamente sentes artículos y el uso de sus materiales, gráficos
Gregory, Julio y Hélène se encargaron de los inves- e información. Miembros del Proyecto Arqueoló-
tigadores de cada grupo lingüístico a lo largo de gico Huaca de la Luna, dirigido por Santiago Uceda
todo el proceso de preparación de textos, correc- y Ricardo Morales de la Universidad Nacional de
ciones formales y estilísticas y preparación de imá- Trujillo o investigadores que habían desarrollado
genes. Quizá ninguno de ellos era consciente de lo sus programas de investigación al amparo del pro-
complejo y largo que sería el proceso para llegar yecto, contribuyeron con 9 artículos; del Proyecto
desde la conferencia hasta la publicación. Algunos Santa de la Universidad de Montreal, dirigido por
autores dieron más trabajo que otros en el largo y Claude Chapdelaine, incluimos 3 artículos; dos
tortuoso proceso de revisiones y preparación de los investigadores asociados al Moche Origins Project
textos, aunque no se pretendió en ningún momen- dirigido por Brian Billman en la parte media del
to dar una voz uniforme para todos. Como se po- valle de Moche presentan trabajos; y 8 contribu-
drá apreciar, las diferencias en aproximación, esti- ciones corresponden a miembros del Proyecto Ar-
lo, retórica y objetivos entre los autores son marca- queológico San José de Moro, dirigido por quien
das, particularmente en el énfasis en lo teórico, lo redacta y afiliado a la Pontificia Universidad Cató-
metodológico o lo fáctico, lo que en realidad re- lica del Perú. Los 5 artículos restantes correspon-
presenta las diferentes escuelas en las que se forma- den a investigadores que han trabajado de manera
ron estos jóvenes investigadores. Los editores han más independiente, estudiando los metales
hecho lo posible por respetar estas diversas voces, (Fraresso), la iconografía mochica (Ryser, Giersz y
trazando un estándar común de calidad narrativa, Przadka), y en proyectos dirigidos por ellos mis-
de documentación de la información y de uso de mos (Lockard y Swenson).
gráficos. No es un secreto que la identidad distintiva, y
El origen de los investigadores participantes nos ojala el éxito de los proyectos de investigación ar-
da una idea de la forma como se ha estado desarro- queológica, grandes y medianos, que se desarrollan
llando la arqueología en la costa norte del Perú en en la costa norte del Perú ha sido la apertura a jóve-
los últimos años. Como se dijo, no sólo se trata de nes investigadores que se han desarrollado al am-
una comunidad internacional sino que nos pode- paro de los mismos. Este énfasis en el carácter pe-
mos percatar de la marcada presencia de algunos dagógico y formativo los ha convertido en verda-
proyectos de gran envergadura y larga duración, en deros proyectos escuela para los alumnos propios,
particular los Proyectos Huaca de la Luna y San pero también para los extraños. Pareciera que este
José de Moro, y los programas de investigación que efecto se está transmitiendo incluso a los proyectos
dirigen Claude Chapdelaine y Brian Billman. Dos más pequeños, que también acogen estudiantes de
ausencias notables fueron jóvenes investigadores afi- los primeros años de formación para la realización
liados a los proyectos Sipán y El Brujo, que si bien de sus prácticas y tesis de pregrado. Tenemos con-
fueron invitados no asistieron al evento. La larga fianza en que los estudiantes formados en éste am-
duración y diversidad de temáticas tratadas en es- biente plural, internacional y de diversidad temáti-
tos proyectos han sido el crisol en que se han for- ca y metodológica formará investigadores más res-
mado la gran mayoría de los participantes, que, petuosos y tolerantes de las diferencias culturales y
Castillo PREFACIO 15
Patricia Arévalo, lo tomó a su cargo y propició su enmarcó en el apoyo a los programas relacionados
preparación final. La publicación de un texto tan con la recuperación del patrimonio cultural que pa-
voluminoso no hubiera sido posible sin el apoyo fi- trocina la Embajada de Francia en el Perú, con el
nanciero y la coedición del Instituto Francés de Es- apoyo decidido del Sr. Embajador Pierre Charasse y
tudios Andinos, cuyos Directores Henri Goddard y la Agregaduría de Cooperación Universitaria a car-
Georges Lomné demostraron una vez más su go de Nelson Vallejo-Gómez. A todos ellos el más
hermanamiento con la PUCP en la búsqueda de profundo agradecimiento en nombre de los partici-
nuevos talentos académicos. Esta cooperación se pantes y organizadores.
Las edificaciones denominadas cercaduras han sido apreciadas, al evaluar la transición entre las fases Moche IV-V, como un tipo de
arquitectura administrativa propia de la última fase moche, que se caracterizó por una reestructuración del panorama político, con
el abandono de Huacas de Moche previo al surgimiento de Galindo. Sin embargo, se ha demostrado recientemente que la ocupación
de Huacas de Moche duró más tiempo de lo que se pensaba, que Huaca de la Luna funcionó hasta mediados del siglo VII d.C. y tuvo
actividades residenciales hasta el 750 d.C. Además, la Plaza 1 de Huaca de La Luna es comparable, en concepción formal, a las
cercaduras y a la plaza del conjunto ceremonial mayor de Galindo. Este artículo analiza el origen y la evolución de las cercaduras y
plazas amuralladas, comparando casos de arquitectura pública en Huaca de la Luna, Galindo, G-121 y G-135; estos dos últimos
son cercaduras Moche IV asociadas al control de áreas especificas del valle de Santa y a la ampliación agrícola hacia el sector
Lacramarca, e investigados por el Proyecto Santa de la Universidad de Montreal. Proponemos que al final de la fase Moche V no
aparecieron nuevas formas de edificaciones públicas sino que se adaptaron modelos que habían sido concebidos anteriormente.
La transición entre las fases Moche IV y V, y el asentamientos (Bawden 1983, 1996; Shimada 1994),
consecuente desarrollo sociocultural mochica en su que habrían contado con formas innovadoras de ar-
fase final, han sido temas de notable interés en la quitectura pública. En este contexto, las edificacio-
arqueología andina de las tres últimas décadas. La nes denominadas cercaduras aparecían como el asien-
última etapa de la historia mochica frecuentemente to de linajes seculares y ejemplos de la nueva organi-
ha sido conceptualizada como un ejemplo de recons- zación de los espacios administrativos y ceremonia-
titución ideológica y social, marcado por cambios les Moche V.
drásticos en las formas tradicionales de gobierno y Esta caracterización de la fase V se basaba en la
por el eventual colapso de las entidades mochica comparación con el corpus de datos para la fase pre-
(Bawden 1977, 2001; Castillo 2001; Moseley 1992; via. La correlación entre ambos periodos condujo a
Shimada 1994). establecer un paradigma que ciertamente estimuló
La cronología de las fases IV y V, los factores la formulación teórica sobre el carácter de la transi-
causales de la reconstitución entre las dos últimas ción Moche IV-V, la reconstitución sociopolítica
fases de la secuencia empleada para la sección meri- evidente en la fase V y el colapso de las organizacio-
dional mochica, y la materialización de innovacio- nes políticas mochica. Sin embargo, el constante
nes o continuidades en la arquitectura pública son aumento de información en la arqueología mochica
aspectos estrechamente vinculados a esta temática. conduce a reevaluar los fundamentos empíricos del
La literatura arqueológica señala que entre fines del paradigma tradicional sobre la reestructuración
siglo VI d.C. e inicios del siglo VII d.C. ocurrió un Moche IV-V, particularmente aquellos referentes a
cambio profundo en el panorama social y político la evolución de la arquitectura pública, un tópico
mochica, con el abandono de asentamientos princi- crucial en el desarrollo de la conceptualización sobre
pales y el consiguiente surgimiento de nuevos cen- las dos fases finales moche. En este trabajo denomi-
tros urbanos y administrativos, la disminución del naremos «arquitectura pública» a las edificaciones
poder político basado en la religión y un auge de cuya planificación y uso fueron logrados mediante
estamentos seculares en el gobierno de los nuevos esfuerzos corporativos y que, a lo largo de su
Figura 1. Mapa de la costa norte del Perú con los sitios mencionados en el texto.
el centro del asentamiento, materializando la sepa- ficios-plataforma» como continentes físicos de su au-
ración entre la población mayoritaria y los actos gu- toridad (Bawden 1994). La propuesta inviabilidad
bernamentales, y sirviendo de asiento a un gobierno en el mantenimiento de ese rol social, durante y con
secularizado e innovador, en menoscabo de las elites posterioridad a la transición, habría contribuido a
sacerdotales carentes del poder que detentaron en una disminución notable del poder y el prestigio de
los centros mochica más tempranos (Bawden 1982: los líderes tradicionales y sus preceptos ideológicos.
317-320, 1994). Las plataformas de Galindo fue- La perspectiva que aquí presentamos sobre la tran-
ron interpretadas como versiones reducidas de auto- sición Moche IV-V en los valles de Santa y Moche
ridad religiosa (Bawden 1982: 293-297, 317), en la estará dedicada a la evolución de la arquitectura de
periferia de la urbe y con función secundaria en la carácter público entre estos dos valles. Analizaremos
vida urbana y la reconstitución Moche V. El origen dos conjuntos distintos de datos proporcionados por
supuesto de esta coyuntura habría radicado en la es- la arquitectura mochica: el origen de las cercaduras
trecha identificación entre los altos jerarcas tradicio- en la fase IV y la relación entre el diseño arquitec-
nales mochica (y su actividad de mediadores entre la tónico de dos edificaciones monumentales en el
población, los ancestros y las divinidades) y los «edi- valle de Moche. Al hacerlo nos aproximaremos a la
206 ARQUEOLOGÍA MOCHICA
Figura 5. Cerámica moche del sitio G-121 (Dibujos originales de Helene Bernier).
de irrigación prehispánico sobre la margen sur del taformas de adobe) asociados a materiales cerámicos
valle bajo de Santa discurría en proximidad al ca- Moche IV (Chapdelaine y Pimentel 2001, 2002;
mino sobre el flanco occidental de Cerros Tambo Wilson 1988: 204). Una concentración de cemen-
Real. No es perceptible un tramo o ramal primario terios y varios sitios residenciales al oeste y sur de G-
del canal cerca a G-135, lo cual dificulta apreciar el 121, parecen corresponder al área más probable de
rol del sitio en el control hidráulico de este sector interacción directa con la segunda cercadura mochica
del valle. del valle de Santa. Estos sitios también presentan
En el sitio G-121 no es perceptible actualmente materiales de la fase IV, con formas y motivos
un sistema de comunicación vial similar. No obs- cerámicos similares a los de G-121.
tante, la localización del sitio y su monumental Ubicadas sobre los bordes del margen sur del valle
cercadura pudieron adquirir un carácter vital para el bajo de Santa, las cercaduras de G-121 y G-135 ocu-
control de la sección media de los canales que a tra- paron un medio donde las actividades humanas se
vés de la margen sur de Santa conducían agua al sec- sucedieron desde el Horizonte Temprano, experimen-
tor de Lacramarca, el cual presenta aproximadamente tando mayor densidad ocupacional en los inicios del
un centenar de sitios (poblados, cementerios y pla- periodo Intermedio Temprano, durante la ocupación
Gamboa PLAZAS Y CERCADURAS EN LOS VALLES DE MOCHE Y SANTA 209
Suchimancillo afiliada a la esfera cultural gallinazo rentesco e intereses comunales, como el manteni-
(Wilson 1988: 151-198). Con la definición de secuen- miento de infraestructura agraria y la posesión de
cias estratigráficas y los fechados radiocarbónicos para tierra productiva durante múltiples generaciones. Es
El Castillo y Guadalupito, y la correlación de estos factible, a partir de las evidencias proporcionadas por
datos con otras áreas del valle bajo de Santa (Chapde- la distribución de asentamientos, caminos y canales,
laine y Pimentel 2001, 2002; Chapdelaine et al. 2003), que en el área entre Cerros Tambo Real y Lacramarca
es posible sostener que entre los siglos V d.C. y VII ocurriera, durante la fase IV, la formación de un sis-
d.C. el área de las cercaduras descritas adquirió un tema local de interacción económica y sociopolítica
nuevo rol en la política y la economía locales y regio- (posiblemente uno de los subsistemas sociopolíticos
nales. Esto ocurrió cuando la sección sur del valle bajo del valle de Santa), implicando a los sitios principa-
de Santa y el sector Lacramarca experimentaron tan- les de la zona y el entorno rural circundante, y am-
to la aparición de nuevos asentamientos residenciales pliando el espacio productivo por la expansión del
y administrativos, como la ocurrencia de artefactos sistema de irrigación hacia Lacramarca.
Moche IV afines a aquellos populares en los valles de En el nivel actual de la investigación sobre la ocu-
Moche y Chicama. pación mochica del valle de Santa se puede sugerir
El escenario geopolítico de ambas cercaduras se que los ocupantes de estas cercaduras estaban más
caracterizaba por asentamientos menores probable- afiliados a la cultura material Moche IV del valle de
mente pertenecientes a grupos vinculados por pa- Moche y Guadalupito (el mayor centro residencial y
210 ARQUEOLOGÍA MOCHICA
arquitectónico preliminar entre ambos conjuntos fue tos espacios contenían vanos de acceso en sus lados
avanzado en 1999, tras excavaciones en la Plaza 1 de septentrionales y, en cada sección lateral oriental, pre-
Huaca de la Luna bajo la dirección de Santiago Uceda sentaban sectores compuestos por dos terrazas su-
(Aguilar et al. 1999; Armas et al. 2003; Gamboa perpuestas, articuladas por rampas adosadas a para-
2001). El contrastar la arquitectura en estas plazas mentos o empotradas en estrechos seccionamientos
implica el problema de la ocurrencia de similitudes de las terrazas, que sostenían corredores elevados y
y diferencias en la organización de estas vastas edifi- estructuras menores.
caciones (figuras 7 y 8), que eran elementos princi- En ambas plazas la sección norte de la primera
pales del paisaje urbano de Huacas de Moche du- terraza presentaba una planta en forma de «L» inver-
rante su ocupación en la fase IV, y de Galindo el tida, configurada por una sección norte casi cuadran-
sitio caracterizado por el estilo Moche V. gular y secciones central y sur más estrechas. En cada
El incremento en la última década de fechados caso la sección norte de estas terrazas presentaba sen-
radiocarbónicos para estos asentamientos ha permi- das rampas adosadas a su lado meridional y que per-
tido iniciar la correlación cronológica de sus edifi- mitían ascender a la cima del primer nivel aterrazado,
cios públicos y sectores. Las fechas para la última delimitado al este por un parapeto. Entre la primera
versión de la Plataforma I de Huaca de la Luna in- y segunda terraza se encontraba un estrecho pero
dican que la construcción del denominado Edificio prolongado corredor, a través del cual discurría el
A ocurrió hacia la primera mitad del siglo VI d.C. principal eje de circulación sobre el área aterrazada
(Uceda y Canziani 1998: 151-152), mientras que lateral de las plazas. En ambas plazas el acceso a la
varios fechados para áreas residenciales adyacentes segunda terraza se encontraba en la sección central
al edificio con plataforma señalan que la ocupación de la misma, por medio de una rampa empotrada,
del sector habitacional próximo habría continuado dispuesta en ubicaciones similares en cada caso.
por parte de pobladores usuarios del estilo cerámico El extremo sur de las terrazas se unía a las esqui-
Moche IV hasta las postrimerías del siglo VII d.C. nas nororientales de las plataformas principales, don-
(Chapdelaine 2000: 137-138, 2002: 77), momen- de se ubicaban los accesos a ellas. Los aterrazamientos
to en el que la Plataforma I y los espacios directa- laterales de las plazas cubrían solo una proporción
mente asociados podrían haberse encontrado aisla- menor del área cercada, el resto del espacio amura-
dos mediante el sellado del acceso a la Plaza 1 llado conservaba el carácter de extensas áreas llanas.
(Aguilar et al. 1999; Uceda y Tufinio 2003: 186, En la parte sur de la plaza frontal de la Plataforma A
215). El conjunto de mediciones radiométricas para de Galindo se encuentra un ambiente rectangular
Galindo, ha sido incrementado recientemente hundido, reminiscencia de los recintos semisub-
(Conrad 1974; Lockard, en este volumen) y com- terráneos registrados en la plaza frontal de Huaca
prende fechados que se concentran entre 650 y 775 Cao Viejo (Franco et al. 1994, 1996).
d.C. La superposición en la historia ocupacional de Las diferencias entre los conjuntos se encontra-
estos sitios ha conducido a considerar la posibilidad ban en el diseño de los accesos a las plazas, la
de una contemporaneidad entre la ocupación final volumetría de las plataformas y la organización de
del sitio Huacas de Moche y el surgimiento y auge los sectores restantes. El ingreso a las plazas princi-
de Galindo (Chapdelaine 2002: 77). pales era radicalmente distinto. El acceso a la Plaza 1
Las similitudes formales entre estos complejos de Huaca de la Luna se daba a través de un sistema
arquitectónicos aparecen en las dimensiones y dise- compuesto por un largo corredor indirecto y vanos
ño de los espacios amurallados frontales a las plata- estrechos, mientras que el acceso a la plaza de la Pla-
formas principales: la Plaza 1 de Huaca de la Luna taforma A de Galindo era dual y arquitectónicamente
(Aguilar et al. 1999; Armas et al. 2003; Uceda y menos complejo.
Tufinio 2003: 182-185), de 175 por 85 metros, y la La Plaza 1 incluía en sus lados norte y oeste un
plaza nororiental de la Plataforma A de Galindo tipo peculiar de muro de refuerzo longitudinal con
(Bawden 1977: 61-63), de 180 por 85 metros. Es- sección triangular (figura 9). Excavaciones en el muro
212 ARQUEOLOGÍA MOCHICA
Figura 9. Sección del muro perimetral oeste de Plaza 1 en Huaca de la Luna (adaptado de Aguilar et al. 1999).
perimetral oeste y en una sección del muro perimetral Huaca de la Luna tenía por acceso una rampa en
norte demostraron que este rasgo formó parte del di- zigzag en el lado oeste y su cima estaba delimitada
seño de la plaza en sus fases finales, coetáneas con los por muros bajos pintados en rojo y azul. El carácter
Edificios A y B de la Plataforma I de la Huaca de la abierto de esta estructura contrastaba con la exclusi-
Luna (Uceda y Tufinio 2003: 182). Estos refuerzos, vidad del adyacente Recinto 2, que era un espacio
además de brindar estabilidad a los amurallamientos completamente cerrado capaz de brindar privacidad
de la plaza, pudieron crear una impresión de mayor a sus ocupantes en su interior de 115 m² y que in-
elevación de estos elementos arquitectónicos (Santia- cluía un corto corredor indirecto de acceso dotado
go Uceda, comunicación personal 1999) al acentuar de un vestíbulo lateral, un patio y una ancha ban-
el talud de sus paramentos. Los muros perimetrales queta con rampa central, similar a los tablados (te-
norte y oeste también presentaban largas y estrechas rrazas exentas con rampa perpendicular central, ver
rampas interiores decoradas con relieves policromos Swenson y Lockard, ambos en este volumen) que se
que conducían a terrazas. Estas rampas difieren de las popularizarían en centros Moche V (Bawden 1982).
altas banquetas en los lados oeste y norte de la plaza La ubicación y dimensiones similares entre la terce-
de la Plataforma A de Galindo, no obstante, ambos ra terraza de Plaza 1 y aquella existente en la plaza de
elementos pudieron estar relacionados a la circulación la Plataforma A de Galindo indicarían un énfasis adi-
en la periferia de las plazas. cional en exponer similitud de estructuras destina-
En el lado este de la Plaza 1 de Huaca de la Luna das a ser ampliamente percibidas desde áreas de con-
existía una pequeña tercera terraza de 3 por 4 me- centración masiva.
tros, adosada al denominado Recinto 2 (figura 10), Es necesario recalcar que podemos estar dejan-
con vano al norte y que contenía un patio y una do de lado uno de los elementos más relevantes en
banqueta posterior con rampa central (Aguilar et al. el diseño y función de estas áreas: los relieves y
1999; Uceda y Tufinio 2003: 185), mientras que en murales portadores de iconografía a gran escala. El
el punto correspondiente de la plaza de la Platafor- frontis norte de la Plataforma I y algunos sectores
ma A de Galindo solo se puede observar una terraza de la Plaza 1 de Huaca de la Luna desplegaron imá-
baja con dos niveles. A pesar de la correlación positi- genes del programa iconográfico del centro cere-
va de localización y dominio visual entre estas es- monial, que incluía, durante la vigencia del Edifi-
tructuras, existen diferencias notables en su planifi- cio A, imágenes de combatientes, oficiantes reli-
cación. La tercera terraza oriental de la Plaza 1 de giosos, personajes zoomorfos y deidades (Uceda y
Gamboa PLAZAS Y CERCADURAS EN LOS VALLES DE MOCHE Y SANTA 213
Figura 10. Sección norte-sur del Recinto 2 de Plaza 1 en Huaca de la Luna (adaptado de Aguilat et al. 1999).
Tufinio 2003: fig. 20.7; Tufinio, en este volumen). del espacio arquitectónico también se aplicaría a la
Anteriores intervenciones y las excavaciones recien- Plataforma A en Galindo, que combinaba la tradi-
tes dirigidas por Gregory Lockard en la Plataforma cional planta asimétrica de su plaza principal con el
A de Galindo permitieron la documentación de diseño rectangular del conjunto y la localización cen-
restos de murales originalmente expuestos hacia la tral del edificio con plataforma, a un modelo experi-
plaza frontal de ese edificio (Conrad 1974; Lockard, mentado en el sitio G-121 del valle de Santa.
en este volumen), sin embargo, aún existe la impo- Lo expuesto señala dos aspectos principales: (a)
sibilidad de contrastar diseños y simbolismo entre la correspondencia de diseños formales se concen-
la iconografía expuesta en ambas plazas y, por con- traba en las plazas principales, específicamente en
siguiente, de evaluar la exposición material y pú- sus variables dimensionales y en la planificación del
blica de la ideología en esos espacios. complejo sector aterrazado oriental, y (b) las dife-
La planta asimétrica de la Plaza 1 y el conjunto rencias en el planteamiento arquitectónico ocurrie-
de Huaca de la Luna difiere de las plantas rectangu- ron principalmente en el acceso a las plazas y en las
lares presentes tanto en las cercaduras Moche IV del plataformas, espacios que correspondían respectiva-
valle de Santa como en el conjunto de la Plataforma mente al inicio y al punto culminante del ceremo-
A y las cercaduras de Galindo. Sin embargo, la plan- nial en cada conjunto.
ta rectangular de construcciones monumentales en Examinar el significado de las similitudes y dife-
la región tiene antecedentes en edificios del Hori- rencias en la planificación de espacios arquitectóni-
zonte Temprano, como La Cantina, en Casma (Tello cos implica otros aspectos de la organización ideoló-
1956), o Dos Cabezas, un sitio Moche Temprano gica y sociopolítica mochica. Creemos que uno de
en Jequetepeque (Donnan 2003). Podemos propo- los aspectos más relevantes para este tema es el cam-
ner, a manera de hipótesis, que entre los siglos VI y po, aún problemático, de la asociación entre la eco-
VII d.C. tuvo lugar en la costa norte tanto la conso- nomía y la reestructuración política de las entidades
lidación del modelo arquitectónico de las cercaduras, mochica entre las fases IV y V. Durante gran parte
como su eventual conjunción con el diseño más tem- de la fase IV el sitio de Huacas de Moche pudo ocu-
prano de plazas frontales y plataformas, y que la con- par un rol prominente en la interacción con los va-
figuración rectangular de los amurallamientos lles sureños, y es bastante probable que la propor-
perimétricos en los edificios públicos de mayores ción de ingresos económicos para los dirigentes de
dimensiones habría empezado a imponerse como un ese asentamiento adquiriera un notable aumento tras
principio básico de planificación arquitectónica a la formación de redes de clientelismo, control direc-
partir de la fase Moche IV, cuando comienza a apa- to, tributación e intercambio con las poblaciones
recer en construcciones como las cercaduras repor- locales y los propios representantes mochica entre
tadas en el valle de Santa. Este tipo de delimitación Virú y Nepeña (Chapdelaine 2001).
214 ARQUEOLOGÍA MOCHICA
Durante y con posterioridad a la emergencia del tura pública mochica en la sección meridional de la
estilo Moche V parece haber sucedido la disminu- costa norte. Estos asentamientos se constituyeron en
ción y eventual pérdida del rol dominante de los los sitios principales del valle de Moche entre los siglos
mochicas en los valles sureños. La interacción de los VI d.C. y VIII d.C. (Bawden 1994; Uceda y Tufinio
pobladores del valle de Moche con el área al sur de 2003). Los grupos humanos concentrados en ambos
Virú continuó durante el Horizonte Medio, y existe asentamientos enfrentaron los cambios ocurridos a
la documentación de materiales cerámicos Moche V partir de la transición Moche IV-V con respuestas di-
en caminos de la intercuenca Chao-Santa (Pimentel versas que atestiguan la variabilidad de intereses so-
y Paredes 2003) y en el propio valle de Santa ciales implicados en el mantenimiento de estas urbes.
(Chapdelaine y Pimentel 2001, 2002; Donnan El interés en mostrar continuidad de algunos gru-
1968). Sin embargo, es más factible que la relación pos dirigentes y segmentos poblacionales de Galindo
entre el valle de Moche y los valles sureños adquirie- identificados por su estilo corporativo Moche V ha-
ra por entonces un carácter distinto, ocurriendo el bría estado explícitamente orientado a reproducir un
intercambio de bienes y productos entre dirigentes espacio público cuya función y forma fueron experi-
mochicas y los líderes tanguche en Santa (Belisle, en mentadas generaciones antes en la Plaza 1 de Huaca
este volumen). de la Luna. No obstante, la plataforma adyacente a
Se ha propuesto que la aparición de Galindo se la gran plaza ceremonial de Galindo no replicó la
debió al desarrollo de una política de concentración dimensión y forma del último momento constructi-
urbana del entorno poblacional rural (Bawden 2001: vo de su contraparte en el sitio Huacas de Moche,
292). Esta probable estrategia de sinoicismo2 pudo adquiriendo un carácter dimensionalmente más si-
implicar una fuerte presión sobre el sistema de cap- milar a versiones tempranas de ese edificio con pla-
tación y redistribución de bienes y productos nece- taforma (Uceda y Canziani 1998). Estudiar la co-
sarios para la subsistencia y la interacción social. La rrelación de este caso con la reducción del área de
demanda poblacional sobre los recursos y la reduc- dominio de los diversos grupos dirigentes en el valle
ción del área geopolítica de dominio e interacción de Moche abrirá nuevas posibilidades de estudio para
de las elites mochicas son factores que pudieron in- temas como la planificación de la arquitectura pú-
cidir en la planificación de los proyectos arquitectó- blica y su relación con prácticas destinadas a legiti-
nicos masivos. En este contexto, la construcción de mar el gobierno, la reproducción del orden político
una extensa plaza amurallada no habría exigido los y las formas de integración social cuando las entida-
grandes volúmenes de mano de obra y gasto econó- des sociopolíticas ingresan a una fase de contracción
mico necesarios para la edificación de una platafor- territorial y cambios en la naturaleza de su poder.
ma monumental. La recreación de una serie de ras- Al analizar la organización del asentamiento
gos de la Plaza 1 de Huaca de la Luna en la plaza de mochica en Galindo diversos autores han señalado
la Plataforma A de Galindo podría evidenciar una diferentes estrategias políticas e ideológicas por par-
situación estructuralmente compleja, en la cual una te de sus componentes poblacionales. Algunos gru-
voluntad política, por asociarse a prácticas y precep- pos de menor estatus socioeconómico habrían desa-
tos ideológicos públicos tradicionales, se vio favore- rrollado una resistencia doméstica para afianzar su
cida por la posibilidad de menor expendio econó- identidad comunitaria, al tiempo que los segmentos
mico en esta parte del proyecto constructivo del con- sociales dominantes manifestaron su rol político a
junto de Plataforma A. través de proyectos masivos (Bawden 2001). Postu-
lamos que algunos de estos grupos de elite pudieron
Continuidad y cambio en la arquitectura pública expresar su poder y prestigio construyendo edificios
Moche IV y V que hacían pervivir el modelo de las cercaduras
mochica más tempranas, aun cuando abandonaron
En Huacas de Moche y Galindo confluyen nues- la disposición de una plataforma extensa central,
tros datos sobre la evolución de dos formas de arquitec- como ocurrió en una de las cercaduras Moche IV
Gamboa PLAZAS Y CERCADURAS EN LOS VALLES DE MOCHE Y SANTA 215
del valle de Santa. Asimismo, a diferencia de los dos ñalando paralelamente que las cercaduras eran ex-
casos en Santa ubicados en puntos distintos del me- presiones de un gobierno innovador y secularizado
dio rural, las nuevas cercaduras en el valle de Moche (Bawden 1994: 405; Moseley 1992). Pero la identi-
fueron planificadas como componentes de un sitio ficación de modelos y elementos de planificación
urbano y sede de las actividades de sus dirigentes. arquitectónica Moche IV, o aun más tempranos, en
Las cercaduras de Galindo, no obstante, continua- edificios de la fase V, nos ha permitido considerar
ron enfatizando aspectos como la organización físi- nuevas perspectivas sobre los cambios diacrónicos
ca del espacio a partir de una planta rectangular, el en la arquitectura pública mochica y su relación con
completo amurallamiento perimétrico y la preferen- la dinámica sociopolítica de las entidades usuarias.
cia por volumetría horizontal de la arquitectura. Al haber iniciado el estudio de la evolución ar-
Otros grupos de elite portadores del estilo Moche V quitectónica de plazas, plataformas y cercaduras en
adaptaron el modelo arquitectónico, mucho más el área meridional mochica hemos abordado el pro-
temprano, de las plataformas con plaza frontal, apo- blema de la continuidad cultural a través de las fases
yándose posiblemente en preceptos de legitimidad y IV y V. La identidad social ciertamente adquiere un
antigüedad de funciones ceremoniales públicas aún valor diacrónico, puesto que incesantemente es re-
trascendentes entre la población local, a pesar de la creada por los integrantes de una sociedad, quienes
fragmentación política ocurrida al interior del valle en su vida cotidiana y en las denominadas crisis o
de Moche entre los siglos VII y VIII d.C. reestructuraciones asocian el reconocimiento de per-
Ante la correlación de fechados absolutos y mo- tenencia a una colectividad con la reproducción a
delos de arquitectura pública, es factible suponer que largo plazo de formas de conducta social. Desde fi-
varios grupos de elite afiliados al estilo Moche V per- nes del siglo VI d.C., las poblaciones de valles como
cibían lazos de afinidad social y/o ideológica con cen- Moche y Santa experimentaron cambios que, en el
tros más tempranos, especialmente con el sitio de plazo de algunas generaciones, condujeron al
las Huacas de Moche y el conjunto de Huaca de la reordenamiento del panorama político y social re-
Luna. Algunos de estos grupos, al evaluar su propio gional. En el valle de Santa, que había experimenta-
rol dirigencial, habrían reforzado sus posiciones de do el surgimiento de las primeras cercaduras monu-
prestigio y capacidad de liderazgo dirigiendo la cons- mentales, los símbolos de la presencia Moche IV die-
trucción de un conjunto arquitectónico que recrea- ron paso a una identidad política y cultural con ca-
ba en su plaza mayor al espacio público principal de rácter local. El valle de Moche vio, por varias gene-
Huaca de la Luna, expresando continuidad en el raciones más, el mantenimiento de una identidad
mantenimiento de dogmas y preceptos públicos, en mochica, pero esta herencia cultural fue reevaluada
contraposición a las innovaciones que introducían por sus poseedores, quienes optaron por formas di-
paralelamente en áreas más privadas del conjunto versas de tradicionalismo e innovación.
de la Plataforma A de Galindo. Establecer si la rela- La memoria social mochica se vio reforzada por
ción entre estos linajes y los dirigentes en el sitio de los monumentos arquitectónicos, incluidos tanto los
Huacas de Moche tuvo un carácter genealógico o plenamente funcionales como aquellos que cesaron
adquirió solo forma de proclamación política es una de emplearse pero que mantenían prestigio entre los
tarea que deberá emprenderse en el futuro. antiguos usuarios y su descendencia. Pero este man-
Ciertas formas de arquitectura pública anterio- tenimiento en la memoria colectiva del rol so-
res a la fase V no perdieron su significado y prestigio cial de los monumentos arquitectónicos públicos fue
como medios de integración social, tal como se ha inherentemente selectivo, y habría ocurrido de acuer-
afirmado reiteradamente. Anteriores análisis de la ar- do a los intereses de los grupos implicados, quienes
quitectura pública mochica entre los siglos VI y VIII reforzaban su ideología con expresiones selectas del
d.C. señalaban la ausencia de un estamento religio- pasado, convirtiendo a las construcciones pretéritas
so poseedor de poder político en grado similar al de y presentes en símbolos explícitos de su propia reali-
tiempos anteriores a la transición Moche IV-V, se- dad social e histórica.
216 ARQUEOLOGÍA MOCHICA
Agradecimientos. El autor desea expresar su agrade- 1983 «Cultural Reconstitutions in the Late Moche Period:
cimiento a Santiago Uceda y Ricardo Morales, di- A Case Study in Multi-dimensional Stylistic Analysis».
En Richard M. Leventhal y Alan L. Kolata (eds.).
rectores del Proyecto Huaca de la Luna, por el enor-
Civilization in the Ancient Americas: Essays in Honor
me apoyo al grupo de estudiantes que en el año of Gordon R. Willey. Albuquerque: University of New
1999 realizó excavaciones en la Plaza 1 de ese com- Mexico Press, pp. 211-235.
plejo arquitectónico del sitio Huacas de Moche. 1994 «La paradoja estructural, la cultura Moche como ideo-
Asimismo, a Claude Chapdelaine y Víctor logía política». En Santiago Uceda y Elías Mujica
Pimentel, directores del Proyecto Valle de Santa de (eds.). Moche: propuestas y perspectivas. Actas del Pri-
mer Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 12 al
la Universidad de Montreal (2000-2005), y al equi-
16 de abril de 1993). Travaux de l’Institut Français
po general que ha reiniciado el estudio sobre los d’Études Andines 79. Lima: IFEA, pp. 389-412.
mochicas del Santa. 1996 The Moche. Londres: Blackwell.
2001 «The Symbols of Late Moche Social Transformation».
Notas En Joanne Pillsbury (ed.). Moche Art and Archaeology
in Ancient Peru. Center for Advanced Studies in the
1
El autor participó de las excavaciones en la Plaza 1 de la Visual Arts. Washington D.C.: National Gallery of
Huaca de la Luna durante el año 1999. Como parte del análisis Art, pp. 285-305.
de los datos proporcionados por ese trabajo, presentado en el Castillo, Luis Jaime
informe de prácticas profesionales a los directores del Proyecto 2001 «The Last of the Mochicas: A View from the
Huaca de la Luna, se realizó ese mismo año una primera Jequetepeque Valley». En Joanne Pillsbury (ed.). Moche
comparación entre la arquitectura de la Plaza 1 y las Art and Archaeology in Ancient Peru. Center for
edificaciones del conjunto de la Plataforma A de Galindo. Advanced Studies in the Visual Arts. Washington D.
2
El concepto de sinoicismo incluye la definición y el estudio C.: National Gallery of Art, pp. 307-332.
del proceso de fortalecimiento de las elites y organizaciones 2003 «Los últimos mochicas en Jequetepeque». En Santiago
gubernamentales sometidas a presiones externas, y que recurrían Uceda y Elías Mújica (eds.). Moche: Hacia el final del
al traslado de poblaciones menores hacia un centro poblacional milenio. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura
principal como estrategia de centralización política y económica Moche (Trujillo, 1 al 7 de agosto de 1999). Lima: Fon-
(Marcus y Flannery 2001: 171-175; Bawden 2001: 292). do Editorial de la Pontificia Universidad Católica del
Perú y Universidad Nacional de Trujillo, pp. 65-123.
Castillo, Luis Jaime y Christopher Donnan
Referencias citadas 1994 «Los mochicas del norte y los mochicas del sur». En
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Delicia Regalado Chapdelaine, Claude
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Armas, José, Javier Aguilar, Raúl Bellodas, Jorge Gamboa, chaeology of Human Response. Anthropological Papers
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Uceda, Elías Mújica y Ricardo Morales (eds.). Investi- Joanne Pillsbury (ed.). Moche Art and Archaeology in
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Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna, Universi- Visual Arts. Washington D.C.: National Gallery of
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Bawden, Garth 2002 «Out in the Streets of Moche. Urbanism and
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querque: University of New Mexico Press, pp. 285-320. 2000 del Proyecto Santa de la Universidad de
Gamboa PLAZAS Y CERCADURAS EN LOS VALLES DE MOCHE Y SANTA 217