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MAURICIO PIZARRO VILLARROEL,

ROBO CON VIOLENCIA


ROL UNICO 1.300.369.921-2
ROL INTERNO 122-2013

San Bernardo, veinticuatro de enero de dos mil catorce.


VISTOS:
Que, ante este Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de San Bernardo constituido por, don
Daniel Ricardi Mac-Evoy quien presidioó la audiencia, donñ a Carolina Picoó n Pertuiset y
donñ a Maríóa Joseó Araya AÁ lvarez, se llevoó a efecto el juicio oral correspondiente a la
causa rol uó nico Nº 1.300.369.921-2, rol interno del tribunal N° 122-2013, seguido
en contra de MAURICIO PIZARRO VILLARROEL, chileno, ceó dula de identidad N°
19.115.241-7, nacido el 4 de marzo de 1995, soltero, carpintero, domiciliado en Pasaje
Almirante Rivero N° 0681, San Bernardo.
Sostuvo la acusacioó n el Ministerio Puó blico representado por el Fiscal Juan
Carlos Hidalgo Reyes, con domicilio y forma de notificacioó n, registrados en el Tribunal.

La Defensa del acusado estuvo a cargo de la Defensora privada Claudia Flores


Garcíóa, con domicilio y forma de notificacioó n, registrados en el Tribunal.

PRIMERO: Que el Ministerio Puó blico dedujo acusacioó n en contra del encartado, seguó n
se lee en el auto de apertura del juicio oral, fundaó ndola en los siguientes hechos:
“LOS HECHOS:

El díóa 12 de abril de 2013, siendo aproximadamente las 20.45 horas, cuando la


víóctima Fernanda Arriagada Sepuó lveda conducíóa su automoó vil marca Chevrolet placa
patente uó nica FBYE-54 por la Avenida Padre Hurtado en direccioó n al norte a llegar a
avenida San Joseó de la comuna de San Bernardo y se detuvo al enfrentar un semaó foro
en luz roja, sorpresivamente se acercoó al vehíóculo el acusado Marcelo Nicolaó s AÁ guila
Munñ oz quien, con un objeto contundente, le quebroó el vidrio del costado del copiloto,
logrando abrir la puerta y seguidamente la intimidoó con un arma de fuego,
agarraó ndola de la ropa y exigieó ndole con insultos y garabatos “baó jate gueona, entrega
el vehíóculo” tironeaó ndola, logrando que la víóctima bajara del vehíóculo, resultando eó sta
con contusiones muó ltiples de caraó cter leve; luego el acusado Mauricio Rodolfo Pizarro
Villarroel, quien tambieó n portaba un arma de fuego, apunta a la víóctima con eó sta,
subieó ndose al vehíóculo en el asiento del conductor y otros dos sujetos no identificados
suben en la parte trasera del vehíóculo huyendo todos a bordo del moó vil de propiedad
de la víóctima.

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Posteriormente, aproximadamente a las 21:00 horas, ambos acusados son
detenidos por personal de Carabineros de la 14° Comisaríóa de San Bernardo, en la
interseccioó n de Padre Hurtado con Santa Teresa, encontrando en poder del acusado
Mauricio Rodolfo Pizarro Villarroel una escopeta artesanal compuesta de dos tubos
cilíóndricos con dos cartuchos calibre .12 percutados y dos cartuchos calibre .12 sin
percutir y en poder de Marcelo Nicolaó s AÁ guila Munñ oz un revolver calibre .22, serie N°
60446 con municioó n calibre .22”.

A juicio de la Fiscalíóa, los hechos descritos son constitutivos del delito de robo
con violencia, tipificado y descrito en el artíóculo 436 inciso primero del Coó digo Penal,
en relacioó n a los artíóculos 432 y 439 del mismo cuerpo normativo, el delito de porte de
arma prohibida del artíóculo 14 en relacioó n al artíóculo 3° de la Ley 17.798 y el delito de
tenencia ilegal de arma de fuego, ilíócito previsto y sancionado en el artíóculo 9 en
relacioó n a los artíóculos 2º y 4º de la ley Nº 17.798, correspondieó ndole al acusado
participacioó n en calidad de autor, seguó n lo dispuesto en el artíóculo 15 N° 1 del
mencionado cuerpo normativo, por haber tomado parte en la ejecucioó n del hecho de
manera inmediata y directa.
En concepto del ente persecutor al acusado lo perjudica la agravante prevista
en el artíóculo 456 bis N° 3 del Coó digo Penal, esto es ser dos o maó s los malhechores; asíó
como tambieó n la agravante prevista en el artíóculo 12 Nº 16 del Coó digo Penal, esto es,
haber sido condenado por delito de la misma especie.
En definitiva, solicitoó que se condene al acusado a la pena de quince años y un
día de presidio mayor en su grado máximo, maó s accesorias de inhabilitacioó n
absoluta perpetua para cargos y oficios puó blicos y derechos políóticos y la de
inhabilitacioó n absoluta para profesiones titulares mientras dure el tiempo de la
condena, seguó n lo establecido en el artíóculo 28 del Coó digo Penal, por el delito de robo
con violencia y la de cinco años de presidio menor en su grado máximo, maó s las
penas accesorias de inhabilitacioó n absoluta perpetua para derechos políóticos y la de
inhabilitacioó n absoluta para cargos u oficios puó blicos durante el tiempo de la condena,
seguó n lo establecido en el artíóculo 29 del Coó digo Penal, por el delito de porte de arma
prohibida; Ademaó s se solicitoó el comiso de las especies incautadas (arma hechiza),
con expresa condenacioó n en costas, seguó n lo senñ ala el artíóculo 45 y siguientes del
Coó digo Procesal Penal.
En su discurso inicial, el Ministerio Puó blico ratificoó el contenido de su
acusacioó n, ofreciendo acreditar cada uno de sus fundamentos, por lo que indicoó las
pruebas que rendiríóa durante la audiencia de juicio oral, todas las cuales permitiríóan
arribar a la conviccioó n, respecto a la perpetracioó n del ilíócito y la participacioó n culpable

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del encartado, como, a su vez, senñ aloó , que acreditaraó las agravantes que indicoó en su
libelo acusatorio.
En su alegato de cierre, el Ministerio Puó blico analizoó pormenorizadamente la
prueba que incorporoó al juicio, insistiendo en la solicitud de condena a las penas que
se senñ alaron en el auto de apertura.

SEGUNDO: Que en su alegato de inicio, la Defensa sostuvo que el robo con violencia
se acreditaraó con la declaracioó n del acusado, sin embargo respecto del delito de porte
ilegal de armas, el tribunal deberaó absolver por ser atentatorio contra el Principio de
Nom Bis in Idem.

Respecto de las agravantes invocadas por el Ministerio Puó blico, en lo que


refiere a la pluralidad de malhechores, senñ aloó que no lograraó acreditarse su
concurrencia por cuanto existe un solo acusado en la audiencia y en lo que refiere a la
agravante del artíóculo 12 N° 16 del coó digo Penal, sostuvo que reservaríóa su alegacioó n
para una eventual audiencia del artíóculo 343 del Coó digo Procesal Penal.

En su alegato de clausura, la Defensa sostuvo que quedoó acreditado el delito


de robo con violencia, no solo con la prueba aportada por el Ministerio Puó blico, sino
tambieó n con los dichos de su defendido, por cuanto se ubicoó en el lugar y hora de los
hechos coincidiendo su relato con aquel proporcionado por la víóctima. Sin embargo,
consideroó que no concurrioó la agravante del artíóculo 456 bis N° 3 del Coó digo Penal,
pues no fue la existencia de los sujetos lo que produjo la intimidacioó n, sino del arma y
reiterando su solicitud de absolucioó n por el ilíócito de porte de arma de fuego
prohibida, reservando el resto de sus alegaciones para la audiencia a que se refiere el
artíóculo 343 del Coó digo Procesal Penal.
TERCERO: Que, no se celebraron convenciones probatorias entre los intervinientes.
CUARTO: Que, renunciando a su derecho a guardar silencio y exhortado a decir
verdad, el acusado, manifestoó que es cierto que el 12 de abril a las ocho de la tarde se
encontroó con cuatro conocidos en Los Morros con Balmaceda quienes le dijeron que
los acompanñ ara a robar un auto. EÁ l aceptoó y llegaron hasta San Joseó con los Morros. En
ese lugar, paroó en el semaó foro en rojo un auto azul, Chevrolet. Uno de sus companñ eros
lanzoó una piedra, otro va a la parte del chofer y eó l, junto a otros dos, se subioó a la parte
de atraó s del vehíóculo. Luego, se dieron a la fuga por San Joseó hacia Santa Teresa y de
ahíó, llegaron al pasaje Carpato en Los Anes I, donde estuvieron como 5 minutos,
cuando se acercoó otro sujeto que echoó un bolso en la parte de atraó s del auto, en el que
llevaba una escopeta hechiza. Salieron hacia Santa Teresa, se encontraron con
Carabineros, quienes los persiguieron, chocaron en Los Morros con Santa Teresa, por

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lo que se bajaron del vehíóculo y se dieron a la fuga. Sin embargo lo detuvieron a eó l y a
Marcelo (el monito). A los otros, no los pillaron.

Al Fiscal le senñ aloó que sabíóa que el sujeto que se subioó al vehíóculo en Los
Morros con pasaje Carpato llevaba una escopeta en el bolso porque dijo que la iba a ir
a dejar donde su abuela, agregando que cuando los Carabineros lo pillaron lo llevaron
de vuelta al auto y ahíó estaba el arma en la parte de atraó s en el bolso.

Explicoó que los otros sujetos con quienes andaban eran el flaco ale, el monito,
el guatoó n y el pollito, asegurando que el guatoó n y el monito, fueron los que sacaron a la
persona del auto, mientras que en la parte de atraó s del vehíóculo se subioó eó l, el flaco
alex y el pollito.

Agregoó que el monito tiroó una pierda y portaba un arma y el guatoó n abrioó la
puerta y la persona se bajoó sola, bastoó el piedrazo y el arma, porque la persona a que
le robaron era mujer.

A su defensora le respondioó que lo que contoó sucedioó el 2013, la sustraccioó n


fue como a las ocho y media u ocho cuarenta.

Reiteroó que esperaron que el semaó foro estuviera en rojo y justo llegoó el auto
azul. Habíóa pocos vehíóculos al lado. Le lanzan un camotazo, y el monito intimidoó a la
mujer apuntaó ndola con un arma. Se sube el guatoó n y el monito y despueó s ellos tres
atraó s.

Repitioó que le abrieron la puerta a la víóctima que como estaba asustada, se bajoó
del auto, pero le costaba porque parece que estaba amarrada con el cinturoó n.

Agregoó que en el vehíóculo habíóa un teleó fono y que al momento de la detencioó n


iban en el auto eó l, el guatoó n, el monito, el flaco ale y el pollito y que el bolso estaba en
la parte de atraó s del vehíóculo a mano derecha, pero cuando eó l fue detenido no le
encontraron armas.

QUINTO: Que, a fin de acreditar los hechos materia de la acusacioó n y la participacioó n


del encartado, el Ministerio Puó blico incorporoó como prueba testimonial, la
declaracioó n de la víóctima Fernanda Arriagada Sepuó lveda y la de los funcionarios
policiales, Rodrigo Leiva Romero, Hugo Araya Espinoza y Patricio Berríóos Fuentealba;
la declaracioó n del perito armero Claudio Rojas Reyes; Documentos, que consistieron
en: Dato de Atencioó n Medicina Servicio de Urgencia Nº 0790853, de fecha 12 de abril
de 2013, de Fernanda Betzabet Arriagada Sepuó lveda, emitido por el Hospital
Parroquial de San Bernardo, Copia de Certificado de Inscripcioó n y Anotaciones

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Vigentes en el Registro Nacional de Vehíóculos Motorizados, correspondiente a
automoó vil Placa patente UÁ nica FBYP-54 y Oficio de la Direccioó n General de
Movilizacioó n Nacional Nº DGMN.DECAE: Nº 1595/5519, de fecha 18 de junio de 2013,
suscrito por Ignacio Eduardo Nuó nñ ez Soto, Jefe Depto. Control de Armas y Explosivos
(S); Prueba Material, esto es Dos piezas metaó licas con forma y caracteríósticas de un
tubo de canñ oó n y un tubo cuerpo del tipo escopeta de fabricacioó n artesanal, adaptada al
calibre .12, con N.U.E. 1921201 y Una vaina percutida calibre .12, con N.U.E. 1921201;
Ademaó s de Otros medios de prueba que consistieron en dos set de fotografíóas.
SEXTO: Que la defensa, para acreditar sus alegaciones, no incorporoó prueba propia y
se valioó de la misma prueba rendida por el Ministerio Puó blico, haciendo uso, en su
oportunidad, de la facultad de contra interrogar a los testigos que depusieron durante
la audiencia de juicio oral.

SÉPTIMO: Que del tenor de los alegatos efectuados por los intervinientes, es posible
colegir que la defensa no cuestionoó la imputacioó n efectuada por el acusador en torno a
que el encausado, participoó en el hecho que le atribuyoó el Ministerio Puó blico, sin
embargo, cuestionoó la existencia del ilíócito de porte de arma de fuego prohibida y
tambieó n, sus esfuerzos se centraron en acreditar que no concurríóa la agravante
solicitada y que al encartado le beneficiaba la atenuante de responsabilidad
contemplada en el artíóculo 11 N°9 del Coó digo Penal.

OCTAVO: Que, los elementos probatorios consignados en la motivacioó n quinta, y


consistentes en los relatos de la víóctima, testigos y perito, plenamente coincidentes
entre síó, en su aspecto sustancial, unidos eó stos, a la prueba documental, material y
Otros medios de Prueba, permitieron a estos sentenciadores formarse conviccioó n en
torno a la ocurrencia del mismo, antecedentes apreciados libremente de conformidad
a lo estatuido en el artíóculo 297 del Coó digo Procesal Penal, sin contradecir con ello, los
principios de la loó gica, las maó ximas de experiencia y los conocimientos cientíóficamente
afianzados, dando por acreditado, maó s allaó de toda duda razonable, el siguiente hecho:
“El díóa 12 de abril de 2013, siendo aproximadamente las 20.45 horas, cuando
Fernanda Arriagada Sepuó lveda conducíóa su automoó vil marca Chevrolet placa patente
uó nica FBYE-54 por la Avenida Padre Hurtado en direccioó n al norte a llegar a avenida
San Joseó de la comuna de San Bernardo y se detuvo al enfrentar un semaó foro en luz
roja, se acercoó al vehíóculo un sujeto que, con un objeto contundente, le quebroó el vidrio
del costado del copiloto, logrando abrir la puerta del copiloto y seguidamente la
intimidoó con un arma de fuego, forcejeoó con ella y la tironeoó , resultando eó sta con
contusiones muó ltiples de caraó cter leve; al mismo tiempo, Mauricio Rodolfo Pizarro
Villarroel, quien tambieó n portaba un arma de fuego, apunta a la víóctima con eó sta,
subieó ndose al vehíóculo en el asiento del conductor, mientras que otros dos sujetos no
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identificados, subieron en la parte trasera del vehíóculo huyendo todos a bordo del
moó vil de propiedad de la víóctima.
Posteriormente, aproximadamente a las 21:00 horas, Mauricio Rodolfo Pizarro
Villarroel, es detenido por personal de Carabineros, en la interseccioó n de Padre
Hurtado con Santa Teresa, encontrando en su poder una escopeta artesanal
compuesta de dos tubos cilíóndricos con dos cartuchos calibre .12 percutados y dos
cartuchos calibre .12 sin percutir.”

NOVENO: Que los hechos descritos en el acaó pite precedente configuran el ilíócito de
robo con violencia, en grado consumado, previsto y sancionado en los artíóculos 436
inciso 1°, en relacioó n con los artíóculos 439 y 432 del Coó digo Penal, toda vez que hubo
de parte del agente apropiacioó n de especies muebles ajenas, con aó nimo de lucro y sin
la voluntad de su duenñ o, hacieó ndose uso para ello de violencia, elementos propios del
tipo penal por el cual se dedujo acusacioó n, por cuanto, quedoó acreditado con la
prueba de cargo rendida en estrados, que el acusado Mauricio Pizarro Villarroel,
junto a otros tres individuos, embistieron agresivamente en el semaó foro de la
interseccioó n de Av. Padre Hurtado con San Joseó Luis Matte a Fernanda Arriagada
Sepuó lveda. El acusado, premunido con una escopeta hechiza intimidoó a la mujer para
que descendiera de su vehíóculo y a traveó s de víóas de hecho, esto es, golpeaó ndola en la
piernas para que soltara su cinturoó n de seguridad, ademaó s de tironearla, bajoó a la
joven de su vehíóculo, en tanto sus companñ eros, intimidaron a la víóctima y se subieron
al vehíóculo para fugarse con el automoó vil sustraíódo.
Asimismo, los hechos descritos en el considerando precedente, constituyen el
delito de porte de arma de fuego prohibida establecida en el artíóculo 14 en relacioó n al
artíóculo 3 de la Ley 17.798, por cuanto con posterioridad a la sustraccioó n del vehíóculo,
el acusado fue detenido en la víóa puó blica sorprendieó ndosele con una escopeta hechiza
en su poder.
En efecto, en lo que ataña al delito de robo con violencia que se tuvo por
acreditado, y analizando pormenorizadamente la prueba, la víóctima Fernanda
Arriagada Sepúlveda a traveó s de un relato claro, preciso y que impresionoó como
veraz, permitioó a estos sentenciadores formarse conviccioó n inequíóvoca, toda vez que
se situó a en espacio y tiempo en los hechos, narrando circunstanciadamente lo
ocurrido, asíó como la accioó n desplegada por los agentes y requerida por el tipo penal.
De esta forma, senñ aloó al Tribunal, que el 12 de abril conducíóa su vehíóculo Chevrolet,
azul metaó lico patente FBYP54, por camino Padre Hurtado hacia el norte. Venia de su
domicilio al centro de San Bernardo. Paroó en un semaó foro en rojo llegando por Padre
Hurtado a San Joseó , cuando vio un sujeto que vestíóa ropa negra y era de estatura
media baja, que lanzoó un objeto y reventoó el vidrio del copiloto. Por el lado izquierdo,
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subioó un joven alto, maceteado que la empezoó a bajar (reconoce al acusado como tal).
Anñ adioó que como ella estaba con el cinturoó n de seguridad abrochado, no se podíóa
bajar del auto, por lo que el sujeto que llevaba la escopeta hechiza le empezoó a pegar
en la piernas para que se bajara.
Agregoó que mientras esto ocurríóa, ademaó s de ser intimidada por el joven alto y
maceteado con la escopeta hechiza, el sujeto de negro, la intimidoó con un revolver
pequenñ o y otros dos sujetos se subieron en la parte de atraó s del auto y la intimidaban
con un cuchillo por la espalda, sin perjuicio de decirle garabatos y ordenarle con ellos
que se bajara del auto. Luego de forcejear, la bajaron del auto y se fueron con el
vehíóculo, su cartera, el celular y todo lo que estaba en el interior del auto.
Explicoó que luego de lo ocurrido, unos joó venes que iban en un Corsa la
socorrieron y la fueron a dejar donde un amigo que vivíóa cerca del lugar de los hechos.
Despueó s, fue a la comisaria e hizo la denuncia y allíó, se enteroó que encontraron el
vehíóculo, pero no en buenas condiciones. Posteriormente, la policíóa le mostroó
fotografíóas en las cuales identificoó a dos de los sujetos que la habíóan asaltado, mientras
que no pudo reconocer a los sujetos que subieron detraó s del vehíóculo.
Tal como se ha referido y aunque no fue cuestionado por la defensa, la versioó n
entregada por la víóctima impresionoó como creíóble y a traveó s de su relato el Tribunal
pudo se formoó plena conviccioó n respecto de la forma en que acaecieron los hechos, lo
que en los sustancial coincide plenamente con la acusacioó n fiscal, hechos de los cuales
se desprendieron los elementos del tipo penal Robo con Violencia.
Ahora bien, como la víóctima refirioó , fue agredida por el acusado golpeaó ndola en
las piernas mientras descendíóa del vehíóculo, lo que se corroboroó con el dato de
atención médica del Servicio de Urgencia nuó mero 0790853 de 12 de abril de 2013
que da cuenta que Fernanda Arriagada Sepuó lveda seguó n el anamnesis, fue agredida
por terceros, presentando en la cabeza dolor frontal medio y en las extremidades. En
la cara interna del muslo izquierdo, erosiones y hematomas, diagnosticando erosiones
y contusiones simples de pronoó stico leve.
Otro elemento que contribuyoó a formar conviccioó n en el Tribunal, fueron las
fotografíóas ofrecidas en el acaó pite otros medios de prueba, exhibidas por el Sr. Fiscal
en la audiencia, a traveó s de la declaracioó n de la víóctima en las cuales fue posible
observar el vehíóculo de la víóctima, desde diversos aó ngulos y las condiciones en que
aquel automoó vil quedoó despueó s del asalto, se divisa roto el vidrio del copiloto y
chocado, tambieó n es posible observar que se trataba por la patente y sus
caracteríósticas de un vehíóculo nuevo tal como refirioó la víóctima y como se desprende
del certificado de inscripcioó n de vehíóculos motorizados del registro civil.

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En efecto el referido certificado de Inscripción y Anotaciones Vigentes en el
Registro Nacional de Vehículos Motorizados, correspondiente a automoó vil Placa
patente UÁ nica FBYP-54, referido por la víóctima y observado en las fotografíóas, da
cuenta que el automoó vil Chevrolet sail, 1.4, azul metaó lico estaó inscrito a nombre de
Fernanda Arriagada Sepuó lveda y fue adquirido en octubre de 2012.
Concordante y refrendando los dichos de la víóctima, depuso en estrados, el cabo
primero de Carabineros, Rodrigo Antonio Leiva Romero, senñ alando que el 12 de
abril de 2013, aproximadamente a las 21:00 horas, mientras estaba en patrullaje
recibieron un comunicado, en el que se les indicaba que funcionarios motoristas
seguíóan un automoó vil marca Chevrolet Seil, azul, que habíóa sido sustraíódo. Al seguir al
vehíóculo, eó ste chocoó en Padre Hurtado con Santa Teresa y bajaron sus ocupantes.
Siguioó al conductor del auto moó vil, en la persecucioó n oyoó un disparo y luego otro,
finalmente detuvo al conductor del vehíóculo que portaba una escopeta hechiza.

En consecuencia, refrendando los dichos de la víóctima, el funcionario Leiva


Romero, participoó en la detencioó n del acusado, tras recibir un llamado comunicaó ndole
lo sucedido, logrando dar con el automoó vil sustraíódo e iniciando una persecucioó n que
culmina con la detencioó n del conductor del vehíóculo portando una escopeta hechiza.

Concordante con lo anterior, declaroó en estrados, el cabo primero de


Carabineros, Hugo Andrés Araya Espinoza, quien sostuvo que en abril del anñ o
pasado, cuando se desempenñ aba como motorista, la central les comunicoó que un
vehíóculo habíóa sido robado, dieron con el vehíóculo con las caracteríósticas
proporcionadas y eó ste por calle Padre Hurtado perdioó el control y chocoó . Con ayuda
del personal de la SIP, salieron en persecucioó n de dos individuos a uno de los cuales al
lograr su detencioó n, se le incautoó una escopeta hechiza. El por su parte, detuvo a otro
sujeto que vestíóa de poleroó n negro, ropa oscura y capucha al que luego de registrarlo
le encontroó un arma de fuego en la cinta del pantaloó n.

El testigo Araya Espinoza, como recieó n se analizoó tomoó conocimiento de la


sustraccioó n del vehíóculo y participoó en la detencioó n de quienes intimidaron a la
víóctima. En efecto, eó l logroó la detencioó n del sujeto que vestíóa de poleroó n oscuro y ropa
oscura, ademaó s de una capucha, quien la víóctima describioó como aquel que la intimidoó
con un revolver pequenñ o, mientras que un funcionario de la SIP detuvo al otro
partíócipe con un arma hechiza, concordando con la prueba anterior, es posible
concluir entonces que mientras Araya Espinoza detuvo al sujeto que vestíóa ropa
oscura, el funcionario Leiva Romero, detuvo al acusado, pues no hubo maó s detenidos
en el proceso, a quien le encontroó una escopeta hechiza.

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Tambieó n confirmoó las declaraciones anteriores, el atestado del Sargento
Segundo de Patricio Hernán Berríos Fuentealba, quien manifestoó que en abril de
2013 estaba de guardia en la comisaríóa, cuando llegoó una víóctima denunciando el robo
de su vehíóculo en San Joseó con Padre Hurtado. La víóctima le refirioó que al enfrentar la
luz roja en las calles ya senñ aladas, se detuvo y fue interceptada por varios sujetos con
armas de fuego que la obligaron a descender intimidaó ndola y se llevaron el moó vil.
Como se ha referido, Berrios Fuentealba confirmoó lo expuesto por la víóctima
por cuanto una vez que la víóctima se acercoó a hacer la denuncia a Carabineros, eó ste
funcionario oyoó de labios de la víóctima todo lo que le ocurrioó , esto es, que fue
abordada en su vehíóculo por varios sujetos que la obligaron a descender de su
vehíóculo intimidaó ndola y se lo sustrajeron.
Asíó las cosas, establecidos los hechos y la dinaó mica de los mismos, pudimos
tambieó n determinar que concurren los elementos del tipo penal por el que se acusa.
En efecto, en lo que dice relacioó n con la naturaleza mueble de los bienes sustraíódos –
un automoó vil, un celular y la cartera,- tal emana de la sola individualizacioó n que de
eó stos realizoó su propietario, quien describioó detalladamente no soó lo el bien sustraíódo,
sino el modo de operar de los hechores, quienes la intimidaron y golpearon en sus
piernas, la increparon y la bajaron de su auto, estando obligada a acatar por cuanto,
siendo mujer, cuatro individuos la abordaron portando armas de fuego y arma blanca,
y luego huyeron del lugar manejando el vehíóculo con las demaó s especies en su interior,
lo cual permite determinar, que los objetos sustraíódos son faó ciles de transportar de un
lugar a otro por una fuerza externa. Automoó vil que el tribunal tuvo a la vista a traveó s
de la introduccioó n de fotografíóas como ya se analizoó .

Igualmente, el testimonio de la víóctima ha permitido acreditar la ajenidad de


los bienes sustraíódos, ya que describe de manera detallada la especie que le pertenecíóa
y de la cual fue despojada, sin perjuicio de contar ademaó s con el correspondiente
certificado de inscripcioó n de vehíóculos motorizados, que tal como se analizoó dio
cuenta de la inscripcioó n del automoó vil que se sustrajo, a nombre de la víóctima.
Asimismo, el testimonio de la ofendida ha permitido acreditar el aó nimo de lucro
pretendido por el encartado, quien esperaba obtener un incremento patrimonial de la
apropiacioó n efectuada sin hallarse legitimado para aquello. AÁ nimo de lucro que se
desprende ademaó s, de manera inequíóvoca de la naturaleza misma de la especie
apropiada - un automoó vil, un celular y una cartera-, bienes con valor comercial y de
faó cil transaccioó n en los mercados informales, sin que de la prueba rendida se haya
evidenciado un aó nimo diverso a aquel antes establecido.
En lo que respecta a la intimidación o violencia ejercida sobre la víóctima, el
tribunal consideroó conforme las circunstancias del caso en estudio que, la accioó n de
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los sujetos activos, estuvo marcada por un acometimiento material, es decir víóas de
hecho tendientes a la entrega del vehíóculo, -violencia- por cuanto la víóctima fue
golpeada en sus piernas para que descendiera del vehíóculo y se lograra la apropiacioó n,
sin perjuicio que tambieó n el comportamiento de los sujetos que la asaltaron fue
dirigido a afectar la libertad de decisioó n de la víóctima, a traveó s de la vis compulsiva o
síóquica, profiriendo insultos y garabatos para que se bajara del auto e hiciera entrega
del mismo. En efecto es la propia víóctima quien refirioó que al ser mujer y verse
enfrentada a cuatro sujetos que la abordaron y que ademaó s portaban armas de fuego,
no le quedoó maó s que descender de su automoó vil, todo aquello, sin perjuicio que fue
despojada del mismo mediante golpes en sus piernas.

En consecuencia, y a traveó s de los testimonios analizados, estos jueces


determinamos, que la violencia e intimidacioó n consistioó en golpear la víóctima en sus
muslos para que descienda del vehíóculo y en el empleo de armas e insultos proferidos
por los agentes, groseríóa y garabatos para obtener la entrega de las especies, sin
perjuicio, que tambieó n la presencia de cuatro sujetos, por tratarse de maó s de uno o
pluralidad, logroó aumentar el grado de intimidacioó n y doblegar la indefensioó n de la
víóctima.

Asíó las cosas, los actos ejecutados por los hechores, tuvieron el meó rito de forzar
la voluntad de las víóctima, impidiendo que eó sta se opusiera a que sus especies fueran
tomadas, lo que encuadra perfectamente con las hipoó tesis contenidas en el artíóculo
439 del Coó digo Penal, en cuanto senñ ala “…se entenderaó n por violencia o intimidacioó n
en las personas, los malos tratamientos de obra, las amenazas, ya sea para hacer que
se entreguen o manifiesten las cosas, ya para impedir la resistencia u oposicioó n a que
se quiten, o cualquier otro acto que pueda intimidar o forzar a la manifestacioó n o
entrega. …”.

Este Tribunal estimoó que el delito se encuentra en grado de consumado, dado


que, el hechor consiguioó su designio delictivo, cuaó l era la sustraccioó n de especies
muebles, apoderaó ndose de las mismas y sacaó ndolas de la esfera de resguardo de su
propietario, apreciaó ndose que el agente junto a otros sujetos, desarrollaron
íóntegramente la conducta punible consistente en lesionar a la víóctima, proferir insultos
ejercer víóas de hecho, sustraer la especie, mediante ellas, y apropiarse de la misma.

En lo que refiere al delito de porte de arma prohibida, como se ha referido se


acreditoó que con posterioridad a la comisioó n del delito de robo con violencia,
aproximadamente a las 21:00, el acusado fue detenido en la víóa puó blica manteniendo
en su poder una escopeta hechiza.

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En efecto, a fin de establecer la existencia de eó ste ilíócito, declararon en estrados
los funcionarios encargados de la detencioó n del acusado. Sobre el punto, el funcionario
Rodrigo Antonio Leiva Romero, senñ aloó que alrededor de las 21:00, recibioó un
comunicado por un vehíóculo sustraíódo, Al seguir al vehíóculo, eó ste chocoó en Padre
Hurtado con Santa Teresa y bajaron sus ocupantes. Siguioó al conductor del auto moó vil,
en la persecucioó n oyoó un disparo y luego otro, finalmente detuvo al conductor del
vehíóculo que portaba una escopeta hechiza compuesta por dos tubos cilíóndricos que
su empunñ adura teníóa una huincha aisladora de color negro.

Concordante con lo anterior, declaroó en estrados, el cabo primero de


Carabineros, Hugo Andrés Araya Espinoza, quien sostuvo que en abril del anñ o
pasado, cuando se desempenñ aba como motorista, la central les comunicoó que un
vehíóculo habíóa sido robado, dieron con el vehíóculo con las caracteríósticas
proporcionadas y eó ste por calle Padre Hurtado perdioó el control y chocoó . Con ayuda
del personal de la SIP, salieron en persecucioó n de dos individuos a uno de los cuales al
lograr su detencioó n, se le incautoó una escopeta hechiza. El por su parte, detuvo a otro
sujeto que vestíóa de poleroó n negro, ropa oscura y capucha al que luego de registrarlo
le encontroó un arma de fuego en la cinta del pantaloó n.

El testigo Araya Espinoza, detuvo a un sujeto que vestíóa de poleroó n oscuro y


ropa oscura, quien portaba un revolver, indicando que, que un funcionario de la SIP
detuvo al otro partíócipe con un arma hechiza. En armoníóa con la prueba anterior, es
posible concluir entonces que mientras Araya Espinoza detuvo al sujeto que vestíóa
ropa oscura, el funcionario Leiva Romero, detuvo al acusado, pues no hubo maó s
detenidos en el proceso, a quien le encontroó una escopeta hechiza.

Ademaó s como se senñ alaraó el perito armero, Sr. Claudio Rojas Reyes, refirioó que
se le entregoó evidencia recogida del sitio del suceso, encontrando dos vainas
percutadas por la referida arma hechiza, lo que coincide con lo expuesto por Leiva
Romero, en cuanto advirtioó que mientras corríóa en persecucioó n de los sujetos que
huíóan del vehíóculo oyoó un primer disparo y luego otro.

En consecuencia, el elemento porte, se presentoó desde el momento en que los


testigos Leiva y Araya, declararon que el acusado al momento de la detencioó n
manteníóa en su poder una escopeta hechiza una escopeta hechiza compuesta por dos
tubos cilíóndricos que en su empunñ adura teníóa una huincha aisladora de color negro, lo
que le da el caraó cter de consumado al ilíócito.

Por su parte, el segundo elemento, constituido por el objeto material, esto es,
el arma de fuego prohibida, se acreditoó con la el set de fotografías que dan cuenta de
la escopeta artesanal incautada, ademaó s de dos vainas y la pericia de Claudio Rojas
11
Reyes, que da cuenta que el arma incautada al acusado corresponde a una escopeta
artesanal compuesta por dos tubos. El tubo canñ oó n mide 35 cm. Que ademaó s presenta
un tubo a modo de asa y el tubo cuerpo con tapa con un percutor soldado que permite
a percusioó n de cartuchos calibre 12 de escopeta. Se efectuoó la prueba de disparos que
permitioó establecer que es apta para el disparo de cartuchos calibre 12 de escopeta. Se
procedioó a una microcomparacioó n con lo que determinoó que las vainas analizadas
fueron percutidas con la escopeta que pericioó .
Cabe senñ alar que el perito complementoó su exposicioó n con las fotografíóas de las
especies incautadas como ya se refirioó , exhibiendo ademaó s en la audiencia la escopeta
artesanal como evidencia analizada y las vainas que pericioó .
Por uó ltimo, en cuanto al elemento normativo, esto es, la falta de competente
autorizacioó n para el porte del arma de fuego, aquello se acreditoó con el Oficio
DGMN.DCAE N° 1595/19 de la Direccioó n General de Movilizacioó n Nacional que
informa que Mauricio Rodolfo Pizarro Villarroel no tiene armas inscritas y no registra
permiso de porte de armas.
Acreditados con prueba suficiente los elementos del tipo penal porte de arma
prohibida, la mayoríóa del tribunal estuvo por desestimar la alegacioó n de la defensa
referida a que condenar por la infraccioó n a la ley de armas implicaríóa una vulneracioó n
al principio de nom bis in idem.
En efecto la mayoríóa del Tribunal consideroó que la infraccioó n a la ley de armas
constituye un delito distinto y separado del delito de robo con violencia o
intimidacioó n previo. En primer lugar, porque se ejecutoó en un espacio de tiempo y
lugar diverso, esto es, cuando estaba consumado el delito de robo y ya se habíóa
procedido con víóas de hecho contra la víóctima, pues como dieron cuenta en estrados
los testigos funcionarios policiales, una vez que lograron al poco tiempo del primer
ilíócito individualizar el vehíóculo en la víóa puó blica, salieron en persecucioó n del
automoó vil, instantes en que el conductor del vehíóculo sustraíódo a la víóctima perdioó el
control del vehíóculo y chocoó contra un poste, por lo que sus ocupantes huyeron en
distintas direcciones, quedando el automoó vil abandonado en la víóa puó blica, y es en
esos momentos, al salir en persecucioó n Leiva Romero del acusado, es que escucha dos
disparos. En segundo lugar, lo que se incautoó es precisamente un arma de fuego de
tipo artesanal, ilíócito de especial gravedad, tratado en una ley distinta al Coó digo Penal,
la que protege bienes juríódicos distintos de aquel bien juríódico resguardado por el tipo
penal Robo, pues el hecho de elaborar un arma de fuego de tipo artesanal significa
evitar cualquier mecanismo de control administrativo sobre dicha especie,
desconociendo la cantidad y propietarios de las mismas, lo que es causa un grave
peligro para la seguridad colectiva. Con todo, es que la opinioó n de mayoríóa consideroó

12
que lo referido, unido a que se acreditoó que al momento de la detencioó n, la escopeta
hechiza fue percutada por el acusado abriendo fuego y colocando en peligro a los
policíóas y el resto de las personas que se podríóan encontrar en el lugar, permiten
concluir que se tratoó de un episodio diverso, en el que se vulneroó la seguridad puó blica
como bien distinto al del robo que ya habíóa acaecido con anterioridad, cuya disvalor
no puede ser subsumido en la figura de robo con intimidacioó n o violencia.
DÉCIMO: Que la participacioó n del acusado en el delito de robo con violencia
imputado, no obstante, no haber sido cuestionada por la defensa, se encuentra
acreditada mediante la declaracioó n y reconocimiento que de su persona realizoó en
estrados la víóctima Fernanda Arriagada Sepúlveda reconocimiento que se mantiene
constante en el tiempo, ya que, en la etapa investigativa se le exhibieron fotografíóas del
acusado, y en el estrado manifestoó que mantiene latente las caras de los individuos
que la asaltaron, identificando al acusado como aquel sujeto que, portaba una
escopeta hechiza, con la que presume la golpeoó en las piernas, observaó ndolo en todo
momento, mientras que el acusado la bajaba despojaó ndola del automoó vil de su
propiedad y de las especies que manteníóa en el interior.
Preciso es senñ alar que dada la valoracioó n que de la prueba se ha efectuado, los
dichos de la víóctima impresionaron a estos jueces como veraces, toda vez que depuso
de manera loó gica y coherente la ocurrencia de situaciones que estuvieron bajo la
accioó n de sus sentidos, no advirtieó ndose razoó n alguna en virtud de la cual hubiesen de
cambiar o alterar la realidad en la narracioó n de los mismos, refrendando su testimonio
los funcionarios de Carabineros, quienes tomaron conocimiento de los hechos y
realizaron el procedimiento de detencioó n del acusado, recuperando el automoó vil
sustraíódo.
En lo que dice relacioó n con el delito de porte de arma prohibida, la
participacioó n del acusado quedoó acreditada por los dichos de los funcionarios Leiva y
Araya, en tanto Leiva, si bien no estuvo en condiciones de reconocer en audiencia al
acusado, manifestoó en su relato que detuvo al conductor del vehíóculo sustraíódo
portando una escopeta hechiza, mientras que Araya manifestoó que detuvo a un
individuo que portaba un revolver y usaba ropa oscura, indicando que personal de la
SIP ( Servicio al que entonces pertenecíóa Leiva conforme su propia declaracioó n),
detuvo al otro sujeto portando una escopeta hechiza, por lo que al existir solo dos
detenidos en el proceso uno de los cuales seguó n las afirmaciones de Araya fue
detenido por el portando un revolver ( y que seguó n los intervinientes, ya cumplioó su
etapa procesal ante el Juzgado de Garantíóa), solo nos queda inferir que la persona que
detuvo Leiva es el acusado.

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Conforme a tales antecedentes, este Tribunal ha adquirido la conviccioó n que
Mauricio Pizarro Villarroel, intervino en la ejecucioó n de los hechos de manera
inmediata y directa, seguó n lo dispone el artíóculo 15 Nº1 del Coó digo Penal,
correspondieó ndole participacioó n en calidad de autor en cada uno de los ilíócitos por los
que fue demandado.

De conformidad con la prueba del acusador, se pudo establecer que el encartado


actuoó junto a otros tres individuos, y mientras otro sujeto ejercíóa actos de
intimidacioó n, eó l violentaba, intimidaba y sustraíóa la especie, esto es, un vehíóculo, con
los enseres personales de la víóctima, evidenciaó ndose de la dinaó mica de los hechos, que
los sujetos que intervinieron en el ilíócito, se dividieron la realizacioó n del mismo, en
teó rminos tales de disponer del codominio del hecho, sobre cuya consumacioó n
decidieron en conjunto, razoó n por lo que la actividad ejecutada por el acusado es
funcional a la ejecucioó n total, motivo por el que es considerado autor.

UNDÉCIMO: Que tal como se establecioó en el veredicto, perjudica al acusado la


circunstancia agravante especial contemplada en el artíóculo 456 bis N° 3 del Coó digo
Penal, esto es, ser dos o maó s los malhechores, circunstancia que, se estimoó
suficientemente acreditada en la audiencia al haberse establecido la participacioó n, del
acusado y otros individuos, y teniendo en consideracioó n, que el fundamento de la
agravacioó n de responsabilidad criminal, lo constituye el hecho de que frente a varios
agresores, se debilitan las posibilidades de defensa de la víóctima, se aumenta la
desproteccioó n del bien juríódico y la posibilidad que tienen los ejecutores de asegurar
la comisioó n del delito y su impunidad, pues se ha dado en el referido ilíócito la
multiplicidad de partíócipes, entendido como quienes obran su mal designio,
concurriendo materialmente en el momento y lugar, lo cual aumenta el injusto ya que
pretendieron asegurar, por un lado, la impunidad de los autores a merced de la ayuda
mutua que se proporcionaban, y por otro lado, aseguroó , esta pluralidad, el delito,
debilitando la defensa de la víóctima y aumentando la peligrosidad inherente al ilíócito
sub-lite. El acusado, junto a otros sujetos, actuaron conjunta y mancomunadamente,
uno en primera instancia para intimidar al ofendida colocaó ndole un revolver, el
acusado golpeaó ndola en las piernas y amenazaó ndola con una escopeta hechiza y otros
dos sujetos que subieron en la parte trasera del vehíóculo colocaó ndole un cuchillo por
detraó s para quitarle el vehíóculo. Violencia que, como se proboó , fue efectuada con la
finalidad de que se entreguen o manifiesten las cosas; actuacioó n conjunta que se
acredita inequíóvocamente del tenor de las amenazas proferidas a la víóctima y del
actuar de los individuos, siendo imposible deducir algo diferente.
DUODECIMO: Que, en la oportunidad prevista en el artíóculo 343 del Coó digo Procesal
Penal, y una vez pronunciada la decisioó n de condena, se abrioó debate con el propoó sito
14
que los intervinientes discutieran acerca de las circunstancias modificatorias de
responsabilidad penal ajenas al hecho punible y otros factores relevantes para la
determinacioó n y cumplimiento de la pena. En este contexto, la Defensa del acusado
solicitoó se reconociera en su favor la atenuante del artíóculo 11 N° 9 del Coó digo Penal,
toda vez, que tras haber renunciado a su derecho a guardar silencio, declaroó
situaó ndose en el lugar y tiempo de los hechos. Alegacioó n a la que el Ministerio Puó blico
se opuso.
Este Tribunal estima que para configurar esta atenuante, el acusado debe
desplegar una actividad colaborativa, es decir, de ayuda a los oó rganos competentes a
realizar su labor, la que ademaó s, ha de ser sustancial, esto es, de trascendencia, no
siendo suficiente el aporte de antecedentes baladíóes, o de poca monta, y finalmente,
que tiendan a esclarecer los hechos de la acusacioó n. La referida atenuante, entonces,
beneficia al sujeto activo que en su actuar procesal, permite acreditar o esclarecer los
hechos de la acusacioó n, y asíó facilitar la labor Fiscal para establecer la manera en que
eó stos ocurrieron. El hecho que el acusado haya declarado en la audiencia de juicio oral
renunciando a su derecho a guardar silencio, y se haya situado en el sitio donde eó stos
ocurrieron, fecha y hora en que acaecieron, no es suficiente para configurar la
atenuante en cuestioó n, toda vez que sus dichos no revisten el caraó cter de sustanciales.
En efecto, con la prueba del ente fiscal fue perfectamente posible establecer los
antecedentes proporcionados por el acusado, por lo que no de no mediar su
declaracioó n el tribunal habríóa obtenido tales datos de todas maneras. En cuanto a su
participacioó n, en el primer ilíócito por el que se le condenaraó , el encartado buscoó
aminorar la referida participacioó n situaó ndose como un sujeto que se limitoó a
acompanñ ar a otros cuatro individuos a robar, observando como supuestamente otras
personas intimidaban y bajaban a la víóctima del vehíóculo para luego subirse en la
parte trasera del mismo y huir, dichos que quedaron desmentidos a traveó s de la
prueba incorporada en el juicio, establecieó ndose una dinaó mica diversa a la planteada
por el encausado. En efecto y tal como se ha referido, se acreditoó que fue el acusado
quien lesionoó a la víóctima, la intimidoó y la bajoó de un auto, mientras que otros sujetos
subieron en la parte trasera del vehíóculo.
En lo que respecta al segundo delito, el acusado senñ aloó que la escopeta hechiza
pertenecíóa a otro individuo al que pasaron a recoger despueó s del atraco por cuanto,
llevaríóa la referida arma a la casa de su abuela, y afirmoó que al momento de la
detencioó n la escopeta hechiza se manteníóa en un bolso en la parte trasera del vehíóculo,
lo que quedoó desmentido por la declaracioó n de los funcionarios Leiva y Araya, en
cuanto se senñ aloó que tras correr en persecucioó n del acusado y lograr su detencioó n se le

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incautoó la escopeta echando por tierra la declaracioó n del acusado negando
participacioó n en el segundo ilíócito.
Por estas consideraciones, creemos que la declaracioó n del acusado no tuvo el
caraó cter de colaboracioó n, ni menos de sustancial por lo que el tribunal rechazaraó la
solicitud respecto de la minorante invocada.
DECIMOTERCERO: Que en la misma oportunidad procesal el Ministerio Puó blico
senñ aloó que perjudica al acusado la circunstancia agravante contemplada en el artíóculo
12 Nº 16 del Coó digo Penal, fundando su solicitud, en el extracto de filiación y
antecedentes de adolescentes del Servicio de Registro Civil e Identificación, que
efectivamente da cuenta que Mauricio Pizarro Villarroel fue condenado por
resolucioó n de 4 de enero de 2013, en causa R.I.T. 11.256- 2012, por el 11° Juzgado de
Garantíóa de Santiago, a Tres anñ os de Libertad Asistida Especial, como autor del delito
de Robo con Intimidacioó n; Incorporoó a demaó s, la copia de la respectiva sentencia de
4 de enero de 2013, en procedimiento abreviado, en la cual figura, la referida
condena.
La defensa, se opuso, considerando que no se puede debe considerar la
modificatoria en comento, respecto de delitos que el acusado cometioó , bajoó el estatuto
juríódico de los adolescentes; y solicitoó , a su vez, se reconozca en favor de su defendido
la atenuante del artíóculo 11 N° 6 del coó digo Penal.
Esta agravante seraó rechazada, siguiendo los argumentos expuestos por la I.
Corte de Apelaciones de San Miguel, que en causa RUC 1100045388-0, de fecha 20 de
enero de 2012, seguó n los cuales “ para los efectos de establecer si correspondía aplicar
… la agravante del N° 16 del artículo 12 del Código Penal por haber sido sancionado
con anterioridad como infractor de un hecho similar previsto en el artículo 436 inciso
primero en relación al artículo 439 del Código Penal, junto a lo establecido en el motivo
anterior, se tendrá en cuenta lo siguiente: a) que en el mensaje del ejecutivo al presentar
al legislativo el proyecto de ley sobre responsabilidad penal adolescente, se hizo
presente (entre otros objetivos): que “se dirige a la determinación de las consecuencias
jurídicas de las infracciones a la ley penal cometidas por adolescentes” . Que “es una
respuesta del Estado ante los actos que revisten carácter de crimen o simple delito,
cuando ellos son cometidos por personas menores de dieciocho años, introduciendo por
primera vez en Chile un sistema de responsabilidad penal especial”. Que “la propuesta se
basa en el principio de responsabilidad según el cual el adolescente es un sujeto que, si
bien es irresponsable como adulto, se le puede exigir una responsabilidad adecuada a su
carácter de sujeto en desarrollo”. b) que, a su vez, el mensaje del ejecutivo al enviar al
Congreso el proyecto de la ley 20.253 (antidelincuencia) al referirse a la modificación
que se efectúa al Código Penal en materia de “reincidencia” se hace presente ( entre

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otras motivaciones) en el epígrafe b) “Estatuto especial para reincidentes en delitos
graves” : Que, “ una principal causa de sensación de inseguridad se encuentra en el
hecho de que un porcentaje importante de los delincuentes que cometen delitos graves
de manera reiterada”. Que, “El presente proyecto… busca sancionar de manera más
enérgica a aquellos que cometen delitos graves de manera reiterada”. Que, “Para estos
efectos se introduce un párrafo nuevo en el Código Penal, estableciendo reglas
diferenciadas de aplicación de las penas para estos delincuentes, que obligan a un
castigo más severo a partir de la primera reincidencia en delitos graves”. Que, además,
procede tener en consideración que para la doctrina, el fundamento de la agravante de
reincidencia es “la mayor peligrosidad demostrada por el agente, al no ser intimidado
por la condena anterior, lo que demuestra insuficiencia de ésta para el hechor de una
marcada pertinacia a infringir la ley penal”. “se desprende que la reincidencia prevista
como agravante en el N° 16 del artículo 12 del Código Penal, está considerada
solamente respecto del adulto que comete un nuevo delito (en este caso el mismo hecho
ilícito), pero no para aquellos sujetos (como el acusado de autos) que con anterioridad
han sido sancionados como menores de edad, conforme a la ley 20.084 de
responsabilidad penal adolescente ( y de acuerdo ,además, de la Convención de los
Derechos del Niño, en que se sustenta en gran medida), sin que se les hubiese
considerado como “delincuentes”, sino “infractores”, por tratarse de menores de
dieciocho años. Por todo esto, no puede estimarse que la infracción anterior del
imputado de la causa pueda catalogarse de la misma manera que la situación delictual
establecida en este proceso, en que obró como mayor de edad y con plena capacidad
volitiva y de desarrollo, debiendo, por tanto, descartarse la reincidencia invocada por el
Ministerio Público.”
A mayor abundamiento, cabe manifestar sobre este punto que la clausura del
sistema de responsabilidad penal adolescente en tanto un sistema de consecuencia
juríódicas asociada a ciertas infracciones cometidas por un grupo determinando de
personas, importa expresamente que los registros relativos a dichos procesos no
pueden ser invocados en la vida adulta del infractor; lo cual se tuvo en consideracioó n
por el sistema de proteccioó n internacional de menores integrado por diversos
instrumentos internacionales como las reglas míónimas de Naciones Unidas para la
administracioó n de la justicia de menores, conocidas como reglas de Beijing, adoptadas
por la Asamblea General en su resolucioó n 40/33 de 28 de noviembre de 1985 y que
constituyen orientaciones generales para la aplicacioó n de la justicia de menores,
indicaó ndose en su artíóculo 21.2 que los registros de menores delincuentes no se
utilizaraó n en los procesos de adultos relativos a casos subsiguientes en los que esteó
implicado el mismo delincuente, referencia que apunta a lo antes indicado, en el

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sentido que no puede utilizarse las condenas de cuando se era menor en la vida de
adulto, pues con ello se afecta la integracioó n perseguida por la legislacioó n respecto de
los menores en su autonomíóa progresiva y por otra parte, esa conducta es de menor
reprochabilidad que cuando se trata de un adulto dada la diferente aprehensioó n del
contenido de las normas penales que presentan los menores de edad. Pues bien, aun
cuando se indique, que tales reglas soó lo son meras recomendaciones para los paíóses
firmantes, no puede desconocerse que la Convencioó n de los Derechos del Ninñ o,
aprobada por Chile, contempla en su Preaó mbulo, una remisioó n expresa a las Reglas
Míónimas para la Administracioó n de Justicia, lo que implica un reconocimiento a la
aplicacioó n de dichas reglas para resguardar el intereó s superior del ninñ o, esto es, una
satisfaccioó n integral de sus derechos y la primacíóa de los mismos cuando surgen
dificultades en la aplicacioó n de dichas normas, las que se deben resolver a favor de la
proteccioó n del menor, y a su vez, que dichas reglas son las primeras en considerar en
un sistema integral proteccioó n de menores, que no soó lo contempla la convencioó n sino
tambieó n, las citadas reglas de Biejing. Asimismo, el mensaje de la ley 20.084,
contemploó , entre otros instrumentos internacionales, las Reglas de las Naciones
Unidas para la Administracioó n de Justicia de Menores -expresamente asíó se senñ ala-, al
presentarse el proyecto respectivo, lo que implica la aplicacioó n de estas reglas en casos
de interpretacioó n de las disposiciones de esta ley, como sucede en este caso,
es plenamente aplicable, pues fueron normas consideradas como vigentes por el
colegislador (poder ejecutivo) y a las cuales expresamente se remite la Convencioó n de
los Derechos del Ninñ o.
DECIMOCUARTO: Que no obstante, lo senñ alado, el Tribunal rechazaraó la solicitud de la
defensa en cuanto beneficiar al acusado con la atenuante del artíóculo 11 N° 6 del
Coó digo Penal, por cuanto su conducta anterior en calidad no se encuentra exento de
maó culas ,pues si ha sido objeto de reproche penal como adolescente tal como se refirioó
precedentemente, adhiriendo a su historia de adolescente una anotacioó n por un delito
de hurto seguó n resolucioó n de octubre de 2012, sin perjuicio que su extracto de
filiacioó n y antecedentes como adulto no registre condenas.

DECIMOQUINTO: Que el delito de robo con intimidacioó n, se encuentra sancionado


con la pena de presidio mayor en sus grados, míónimo a maó ximo; es decir tres grados
de una pena divisible. Perjudicando al encausado una circunstancia agravante de
responsabilidad penal, y sin que le beneficien atenuantes, se excluiraó el grado inferior
de la pena, de acuerdo a la regla del artíóculo 68 del Coó digo Penal, por lo que la pena
deberaó fijarse desde el grado de presidio mayor en su grado medio, fijaó ndose en eó ste
grado en este caso por las circunstancias del delito y por resultar lo maó s beneficioso
para el condenado.
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Respecto del delito de porte de arma prohibida, este delito se encuentra
sancionado con la pena de presidio menor en su grado maó ximo a presidio mayor en su
grado míónimo. Al no existir en este caso atenuantes ni agravantes que considerar el
Tribunal es libre para recorrer la pena en toda su extensioó n, que en eó ste caso fijaraó en
el míónimo del grado inferior de la pena por resultar maó s beneficioso para el
condenado.
DECIMOSEXTO: Que, atendida la extensioó n de la pena corporal que se impondraó en la
parte resolutiva de este fallo, no se concede al sentenciado ninguno de los beneficios
establecidos en la Ley N°18.216, modificada por la Ley 20.603, debiendo en
consecuencia cumplir real y efectivamente la pena privativa de libertad que por esta
resolucioó n se le impone, sirvieó ndole de abono, los díóas que estuvo
ininterrumpidamente privado de libertad por esta causa, esto es, desde el 12 de abril
del anñ o 2013, seguó n consta en el auto de apertura que dio origen a este juicio oral y
hasta el díóa de hoy.
DECIMOSEPTIMO: Que atendido el rango de pena que se impondraó al sentenciado, se
hace aplicable en el caso del delito de robo con violencia, la norma del artíóculo 28 del
Coó digo Penal y para el delito de porte de arma prohibida, la del artíóculo 29 del mismo
Coó digo, imponieó ndole al sentenciado las penas accesorias que el dichos precepto
mandan respectivamente.
Respecto de la solicitud de comiso referida en el auto de apertura, se daraó lugar
a la misma, y en consecuencia, se ordenaraó el comiso del arma hechiza incautada.
En cuanto a la solicitud de costas se eximiraó del pago de ellas al sentenciado,
dado que, ha permanecido privado de libertad, lo que no le ha permitido obtener
recursos para el pago de las mismas.
Por estas consideraciones, y visto, ademaó s, lo dispuesto en los artíóculos 1; 3, 7,
14 N°1; 15N°1, 24, 28, 31, 50, 68, 432, 433, 436, 439 y 456 bis del Coó digo Penal; 1, 3,
14 de la Ley 17.798; 295, 297, 298 y siguientes, 323, 340; 341; 342; 343; 344; y 348
del Coó digo Procesal Penal, y 600 del Coó digo Orgaó nico de Tribunales, se declara:
I.- Que se condena a MAURICIO PIZARRO VILLARROEL, ceó dula de identidad N°
19.115.241-7, ya individualizado, a sufrir la pena de DIEZ AÑOS Y UN DÍA DE
PRESIDIO MAYOR EN SU GRADO MEDIO, y a las penas accesorias legales de
inhabilitacioó n absoluta perpetua para cargos y oficios puó blicos y derechos políóticos y
la de inhabilitacioó n absoluta para profesiones titulares mientras dure la condena, por
su responsabilidad como autor del delito consumado de robo con violencia,
perpetrado en la comuna de San Bernardo, el díóa 12 de abril de 2013.

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II.- Que se condena a MAURICIO PIZARRO VILLARROEL, ceó dula de identidad N°
19.115.241-7, ya individualizado, a sufrir la pena de TRES AÑOS Y UN DÍA DE
PRESIDIO MENOR EN SU GRADO MÁXIMO, y a las penas accesorias legales de
inhabilitacioó n absoluta perpetua para derechos políóticos y la de inhabilitacioó n
absoluta para cargos y oficios puó blicos durante el tiempo de la condena, por su
responsabilidad como autor del delito consumado de porte de arma de fuego
prohibida, previsto y sancionado en el artíóculo 3 en relacioó n al artíóculo 14 de la Ley
17.798 perpetrado en la comuna de San Bernardo, el díóa 12 de abril de 2013.

III.- Que, atendida la extensioó n de la penas corporales impuestas, no se concede al


sentenciado ninguno de los beneficios establecidos en la Ley N°18.216, modificada por
la ley 20.603, debiendo en consecuencia cumplir real y efectivamente la penas
privativas de libertad que por esta resolucioó n se le impone, debiendo comenzar a
cumplir por la maó s grave, esto es, diez anñ os y un díóa, sirvieó ndole de abono, los díóas que
estuvo privado de libertad por esta causa, esto es, desde el 12 de abril de 2013, seguó n
consta en el auto de apertura que dio origen a este juicio oral hasta esta fecha.
IV.- Que se ordena el comiso de la escopeta artesanal o hechiza incautada con motivo
de este proceso.
V.- Que se exime al sentenciado del pago de las costas de la causa, por encontrarse
privado de libertad, presumieó ndosele pobre por este hecho.
VI.- Conforme lo establecido en el artíóculo 17 de la Ley N° 19.970 proceó dase a incluir
la huella geneó tica del sentenciado en el Registro de Condenados, previa toma de
muestra bioloó gica.
VII.- Dese cumplimiento en su oportunidad a lo dispuesto en el artíóculo 17 de la Ley
18.556, modificado por la ley 20.568 de 31 de enero de 2012.

Devueó lvase a los intervinientes, en su oportunidad, los elementos de prueba


incorporados en la audiencia.
Una vez ejecutoriado el presente fallo, dese cumplimiento al artíóculo 468 del
Coó digo Procesal Penal, y remíótase la presente sentencia al Juzgado de Garantíóa para los
efectos de la ejecucioó n de la pena.
Regíóstrese, comuníóquese en su oportunidad al Juzgado de Garantíóa para su
cumplimiento.
Redaccioó n de donñ a Maríóa Joseó Araya AÁ lvarez.

Voto disidente:

20
Que la Jueza Araya Álvarez consideró que no obstante acreditarse con prueba suficiente
para establecer los hechos y la participación del condenado en la figura de porte de
arma de fuego prohibida, ésta debe ser subsumida por el tipo penal de robo con violencia
o intimidación, por tratarse la escopeta hechiza de uno de los medios empleados para la
apropiación del automóvil objeto material del delito de robo, utilizándose además al
momento de la detención para favorecer la huida y la impunidad del enjuiciado tras la
comisión del robo. En efecto, con la prueba incorporada en el juicio, se acreditó que el
delito de robo con violencia acaeció a las 20:45 horas y solo 15 minutos más tarde fue
detenido el condenado con el arma en su poder, por tanto, este tiempo tan inmediato
entre la comisión de un ilícito y otro apoya la opinión de esta disidente, máximo si el
encartado fue detenido en circunstancias de huida del lugar de comisión de los hechos,
en la misma Avenida en que se cometió. Creemos que pensar en contrario sería castigar
dos veces por un mismo hecho, infringiendo la regla del artículo 63 del Código Penal, por
lo que no concurre con su voto a la condena por infracción a la Ley de Armas.
Prevención:
Que aunque no fue discutido por los intervinientes, la juez Araya Álvarez,
consideró que las vías de hecho utilizadas por el condenado provocando lesiones en la
víctima aún forman para de la vis compulsiva, por cuanto la víctima resultó lesionada
producto del forcejeo para despojarla de su automóvil, considerando que le costó bajar
por estar atada al cinturón de seguridad.

ROL UNICO 1.300.369.921-2


ROL INTERNO 122-2013

PRONUNCIADA POR EL TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL DE SAN


BERNARDO, EN SALA PRESIDIDA POR DON DANIEL RICARDI MAC-EVOY, Y LAS
JUEZAS DOÑA CAROLINA PICÓN PERTUISET Y DOÑA MARIA JOSÉ ARAYA
ÁLVAREZ. LOS JUECES RICARDI Y PICÒN NO FIRMAN LA PRESENTE SENTENCIA
POR HABER RETOMADO FUNCIONES EN SUS RESPECTIVOS TRIBUNALES DE
ORIGEN

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