Sei sulla pagina 1di 122

Mensaje 1 - Gerardo Arenas

Usos de la interpretación en las psicosis. Invitación al debate.

Queridos colegas,

A lo largo del XI Encuentro Internacional del Campo Freudiano, varios debates recorrieron las diversas
mesas de discusión y conversación en forma "diagonal" a los principales ejes temáticos convocantes.

Quisiera destacar uno de esos debates, que incluso se prolongó hasta el día 18 de julio en el transcurso
de la Conversación del Instituto Clínico de Buenos Aires (ICBA) animada por Eric Laurent: se trata del
debate acerca de los usos de la interpretación en las psicosis.

Intentaré resumir lo que considero que han sido las principales posiciones y argumentos esgrimidos al
respecto, para así promover un debate ampliado en torno a las mismas, siguiendo el espíritu de
intercambio y discusión que signa los tiempos que corren en (y entre) las diversas Escuelas de la AMP.

La estructura lógica del debate requiere efectuar algunas precisiones introductorias a fin de establecer
una terminología común mínima. Para ello deberemos primero distinguir dos modos de interpretación y
delimitar las tres situaciones clínicas en las que el uso de la interpretación está en cuestión.

1. Dos modos de interpretación

(a) Interpretación-traducción

Es la interpretación propia del dispositivo freudiano, cuya estructura es la del discurso amo (S1-> S2). El
analista, amo del sentido, realiza el inconsciente a partir de los dichos del sujeto, al traducir los
significantes amo apoyándose en el Nombre-del-Padre (NP). Se trata entonces de una interpretación que
da sentido.

(b) Interpretación-corte

Es la interpretación "al revés", propiamente lacaniana, cuya estructura es la del discurso analítico
(S2//S1). El analista, objeto a, separa los significantes amo (S1) de la trama de saber que los cifraba
como sentido (S2). Esta interpretación no requiere del NP y es a-semántica.

2. Tres situaciones clínicas

(1) Estamos ante un analizante cuyo diagnóstico estructural aún no hemos podido establecer.

(2) Estamos ante un analizante cuya estructura es psicótica pero cuya psicosis no se ha desencadenado.

(3) Estamos ante un analizante cuya psicosis ya se ha desencadenado.

3. Posiciones y argumentos del debate

(0) Todos parecen acordar en un punto: que en ninguna de las tres situaciones clínicas referidas se debe
emplear la interpretación de tipo (a), dado que ella enfrenta necesariamente al sujeto con su forclusión
estructural y eso solamente puede producir efectos catastróficos.

El debate se restringe entonces al uso de la interpretación de tipo (b). Las posiciones y argumentos son:

(A) Dado que cualquier forma de interpretación, (a) o (b), puede eventualmente enfrentar al sujeto con
su forclusión estructural, en ninguna de las tres situaciones se debe emplear la interpretación de tipo (b).

(B) Dado que la interpretación de tipo (b) no depende del NP (y por tanto no corre el riesgo de enfrentar
al sujeto con su forclusión estructural), en cualquiera de las tres situaciones se puede emplear ese tipo
de interpretación.
(C) Igual que (B), pero no sólo "se puede" sino que se debe emplear la interpretación de tipo (b), ya que
ella efectúa la cesión de goce requerida.

He sacrificado algunos matices a fin de situar con claridad las posiciones fundamentales del debate (por
ejemplo, algunas se han sostenido con exclusión de la esquizofrenia). No obstante, se ve que las
posiciones (B) y (C) son globalmente similares, mientras que la posición (A) se opone a ambas. El debate
es necesario y, además, soluble: la posición (A) contradice lógicamente las otras dos, mientras que entre
(B) y (C) la diferencia es modal y ética. Una geometría mínima visualizaría las posiciones (A) y (C) en los
extremos de un segmento, y (B) en un lugar intermedio, próximo al de (C).

He omitido también los nombres de quienes han sostenido las diversas posiciones, a fin de que el debate
no muera prematuramente en el recurso a argumentos de autoridad (propios del discurso universitario)
sino que se despliegue en el doble terreno de la demostración lógica y la experiencia clínica.

Esto último nos introduce en la cuestión de la modalidad que propongo para la realización del debate:

4. Dos modos de participar en el debate

- Presentación de material clínico que confirme o refute alguna de las posiciones en cuestión.

- Presentación de argumentos lógicos que demuestren o refuten dichas posiciones.

Para finalizar, un triple anzuelo: Lacan nos ha dicho que el psicoanálisis llegará hasta donde cada analista
lo haga llegar, y también nos ha indicado no retroceder ante la psicosis. Como la situación clínica (1) nos
concierne a todos, creo que nadie puede dejar de interesarse en el debate.

Debo decir que, en el curso de las diversas discusiones mantenidas en los últimos días, mi posición
inicial, que era la que he llamado (B), se desplazó netamente a la (C) en parte gracias a los argumentos
expuestos en la Conversación del ICBA, en donde se debatió entre las posiciones (A) y (C).

Invito a todos a participar en el debate y resolverlo.


[Mensajes 2, 3, 4, 5, 8, 14, 19, 43, 50, 59, 68, 79, 92, 142,146, 163]

24 de julio de 2000

Mensaje 2 - Silvia Szwarc


Traducción y psicosis

[Mensaje 1]

Resulta interesante trabajar lo que se entiende por "traducción" en relación a las psicosis. Para mí fue
toda una novedad fundamentada en lo que fue la tercera de la serie denominada "La psicosis ordinaria",
después del Conciliabule d’Angers y la Conversation d’Arcachon (o sea, los textos reunidos en Los
inclasificables de la clínica psicoanalítica), la correspondiente a la tan anunciada Convention d’Antibes.

La traducción es el pasaje de lalengua privada del psicótico via la transferencia, y hace lazo social, allí
donde no había sino el autismo del goce.

Creo, sin haber asistido a la reunión del ICBA, que lo que se denomina como (a) tiene en ese texto una
pertinencia muy bien fundada en la dirección de la cura en las psicosis y que no se correspondería para
nada con la definición esquematizada. Creo que entre nosotros ese texto aún no es conocido. Y allí
latraducción aparece como herramienta fundamental.

[Mensaje 4]

27 de julio de 2000
Mensaje 3 - Amelia Imbriano

La ética del psicoanálisis se sostiene en una lógica inherente a la experiencia analítica. Es desde ella,
únicamente, que puede pensarse la posición del analista, ante la cual no debe retroceder: si sucediera,
"un tratamiento posible" se transformaría en "un tratamiento cualquiera" (no determinado, no definido, i-
responsable, haciendo uso de los términos de Lacan en Variantes de la cura-tipo: responsable, definido,
determinado). Un analista adviene a su posición a través de su experiencia: no hay ningún significante
que diga del ser del sujeto en el campo del Otro. Y es desde este lugar que puede estar al servicio del
psicótico. Éste se encarga de testimoniar que la existencia del sujeto tiene su oportunidad en el punto
donde se comprueba la imposible existencia del Otro. Orientándonos sobre esa imposibilidad hay, quizás,
una oportunidad para el sujeto. Y de ello se trata en la ética de la intervención.

¿Que puede ofertar un analista frente a las psicosis desencadenadas? Indudablemente presta su
presencia (lo pienso como intervención), o sea, su capacidad de soportar la transferencia. En todos los
casos, por más diversas que sean sus maniobras a nivel táctico, jamás podrán apuntar a otra cosa que a
diferir la inminencia del encuentro fatídico y aniquilante del sujeto. Si el sujeto psicótico es presa de
fenómenos de goce que surgen por fuera del desfiladero de la cadena significante, en lo real, se tratará
de obtener un influjo de lo simbólico sobre lo real. Se tratará de construir barrera al goce (S//a). Esto nos
introduce en la concepción que, en este tratamiento, hay que formarse de la "maniobra de transferencia"
(Lacan, De una cuestión preliminar...). A través de una "prudente" y "oportuna" intervención podrá
intentarse la operación denominada "maniobra de transferencia" por la cual se posibilite el pasaje de
sujeto de goce (subsumido por la pulsión de muerte desenfrenada) al de sujeto acotado por el
significante (en donde el significante opera de freno a la pulsión de muerte). ¿Se tratará de una
transferencia de los fondos de goce?

Es en el campo de la psicosis donde el goce revela lo que es una excitación ruinosa para el sujeto que
desborda el cuerpo y el campo del significante.

Entonces, en esa coyuntura donde él está solo para tener que trabajar, es que puede esperar de un
analista que esté de su lado, es decir, de lado del sujeto, porque él espera una oportunidad de sostener
su existencia. La maniobra será acompañar al sujeto en su esfuerzo saludable, cuando puede. Para ello
Lacan recomienda orientarse en la estructura.

El saber del psicótico es respecto de que el goce es ineliminable del mundo de los seres hablantes; esto
se le revela a la luz del día poniéndolo en peligro. El psicótico sabe de lo aniquilador de la pulsión, y que
la misma es pulsión de muerte. Por tanto, deberemos pensar que estar del lado del sujeto es orientarnos
respecto de la estabilización del sujeto en su relación con el goce. El concepto de suplencia, sin perder de
vista una estabilización del significante con el significado, coloca de manera central lo que está en juego:
en qué punto va a poder poner un goce en función por el significante. Y en ello va implícita la ética de la
intervención.

Para las psicosis desencadenadas, en mi experiencia con estos pacientes, la intervención posible es la
(C). Luego se puede debatir respecto del cálculo de la intervención.

[Mensajes 6, 7, 8, 50, 60]

27 de julio de 2000

Mensaje 4 - Silvia Szwarc


Lalengua y la transferencia.

Amigos,
Les envío un breve resumen del texto mencionado (La psicosis ordinaria)[1], donde se trabaja el tema de
la traducción en la psicosis [Mensaje 2]. He intentado contextuar la discusión y, sobre todo, su lógica.

Parte II: La convención. Capítulo: Del psicótico al analista

Apartado 17: La lengua y el lazo social [y siguientes]

Frente a la frase del informe de Angers ("Recordemos solamente que es porque el analista ha decidido
hacerse el destinatario de los signos ínfimos del real de lalengua ... que tiene una chance de convertirse
en el partenaire del psicótico en lalengua de la transferencia, y que puede permitir de ese modo
enganchar al sujeto psicótico en un lazo social en la perspectiva de una elaboración de saber"),
Geneviève Morel se pregunta si será necesario aprender la lengua fundamental, en el supuesto de tener a
Schreber en análisis. ¿Cuál sería la diferencia – se pregunta ella – entre hablar la lengua del psicótico y
ponerse a delirar con él? Subraya que su tendencia hasta el presente en la cura de psicóticos era inducir
a un esfuerzo de traducción, hacer que el sujeto hiciera el trabajo penoso de traducir esta lengua para la
analista.

Entonces, pareciera que hay dos tesis que se contraponen: pedirle al sujeto un esfuerzo de traducción, o
intentar aprender su lengua con el riesgo de delirar con él. En realidad, recuerdan que Lacan planteó que
no hay que tener miedo de delirar con el paciente. No se trataría de dos tesis contrapuestas, sino que lo
que tienen en común es encontrar un lazo de conversación con el sujeto psicótico.

Mientras lalengua, en tanto concepto, capta el fenómeno lingüístico al nivel donde nadie se entiende con
nadie, puesto que la investidura libidinal de la lengua es propia para cada cual, es a partir del lenguaje
que cada uno hace su propia lengua (aporta Jacques-Alain Miller). Alexandre Stevens vuelve a plantear la
pregunta con respecto a si hace falta entrar en lalengua o traducir su lengua. Y se pronuncia por inducir
en el sujeto psicótico la idea de que él debe traducir su lengua. Por otro lado, esta discusión tendría la
virtud de establecer, llegados a este punto, la diferencia entre las enfermedades de la mentalidad y las
enfermedades del Otro. Se entra en lalengua (siempre tomando como referencia el informe de Angers)
cuando se trata de enfermedades de la mentalidad (niños abandonados de institución para niños
psicóticos) en los que entrar en el pequeño juego de significantes que allí se propone es una vía
espontánea por donde enlazar algo que pueda hacer modificar una posición. Pero difícilmente se podría
entrar en lalengua en la paranoia.

Eric Laurent plantea que se ha tocado una cuestión crucial en la reflexión que están llevando a cabo en
relación a la articulación de la transferencia, de lo que se transfiere alrededor de esta cuestión de
lalengua. Con el funcionamiento de lalengua en la psicosis, ¿se podría oponer aprendizaje y traducción?

El aprendizaje de una lengua... Uno no aprende una lengua de otro modo que por una traducción
permanente y constante, es decir por el uso, por los usos más o menos reglados, más o menos
adecuados.

Para la psicosis, sigue diciendo, el estado de funcionamiento de lalengua está de antemano desligado de
todas las ilusiones del funcionamiento normado, común, estándar. El lazo social ha sido tocado, y se tiene
siempre una dimensión de lengua privada. Se tiene una lengua con resonancias particulares (desde el
componente fonemático hasta la pragmática más refinada, pasando por la componente semántica hasta
la sintaxis... todo está tocado, hasta niveles inimaginables fuera de la experiencia misma, en todo lugar
donde la particularidad impacta). Informarse de esta particularidad es, al mismo tiempo, librarse a la
traducción.

Estamos intentando, agrega Jacques-Alain Miller, establecer las condiciones de la conversación con el
psicótico.

Posteriormente, refiriéndose al modo que tenía Bion de supervisar (donde insistentemente le preguntaba
al analista practicante que desarrollaba ante él, en la terminología de Bion, qué ocurría con la paciente,
Bion una y otra vez insistía con qué lengua hablaba su paciente), Eric Laurent señala que se trataba de
desorganizar la bella lengua interpretativa demasiado fijada. Es necesario, subraya, preguntarse qué
lengua habla el sujeto, sabiendo que se trata de un bricolage particular. Avanzando en el debate, se
propone la tesis siguiente: el momento de desenganche (no de desencadenamiento), tal como había sido
planteado en Arcachon, consistiría en el alejamiento entre lalengua y el lenguaje. El desenganche del
Otro (tema que había sido desarrollado en la Conversación de Arcachon) puede ahora, desde una vuelta
clínica más, definirse como el momento en que lenguaje y lalengua se desarriman. Y esto a partir de
establecer que los problemas de lenguaje, en la última enseñanza de Lacan, se resumirían en un fuera de
discurso.

Eric Laurent volverá a intervenir para señalar que por nuestra práctica misma nosotros nos constituimos
en Otro de aquel que llega con su lengua privada, nos hacemos el Otro de esta lengua atravesada por la
pulsión. Por la transferencia, el sujeto nos cede algo de su sentido gozado. Esto supone una cierta
creencia en que el Otro efectivamente comprende. Es necesario que esta creencia se instale. Pero es
indispensable evitar que termine mal. No se trata de la traducción mutua. Hay que recordar la
erotomanía mortífera de la que hablaba Lacan a propósito de Schreber. Eso designa a la vez algo
particular a la transferencia schreberiana pero también algo que aparece siempre en la psicosis. Desde
que hay regresión tópica al estadio del espejo, se puede tener contacto con esta zona. Eso puede desatar
estados de pánico, estados que el sujeto quiere nombrar a todo precio y pide al Otro hacerlo con una
insistencia tal que provoca el pasaje al acto. ¿Cómo hacer con este amor brutal? Se trata de favorecer
todas las prácticas que hacen bordes: está la traducción, digamos la traducción generalizada, esta
práctica que ponemos a punto, pero hay también el examen de toda la pragmática de la lengua que
forma parte de la conversación con el psicoanalista, el examen de lo que el sujeto hace. El problema de
un fin de análisis con un sujeto psicótico consiste en separar lo que es obtenido de la elucubración de
saber y su significación de verdad. Se trata de evitar que atraviese la superficie sobre la cual se inscriben
el saber y la verdad. Podría tratarse de tomar apoyo sobre lo que hace síntoma para el sujeto
aprovechando aquello que ha sido construido en el curso de esta conversación. El sinthome en este
sentido está del lado de la elaboración de saber, desabonado de la verdad del inconsciente. En este
sentido es posible hablar de otra cosa que de la verdad inconsciente, hablar si hace falta de literatura o
de la historia del mundo.

Tal vez el esquema denominado (a) por Gerardo Arenas[Mensaje 1] adquiera su pertinencia pensando
en que si se trata de volver a arrimar lenguaje y lalengua, es necesario construir un S1->S2 para cernir el
punto de imposible y que el sujeto se reconstituya. Eso también sirve para estabilizar el sentido y forma
parte de la pragmática de la conversación con el analista, como lo señala Eric Laurent al final del volumen
mencionado (que he intentado resumir, así como establecer sus coordenadas en relación al punto en
cuestión).

[Mensajes 6, 7, 8, 13]

28 de julio de 2000

1-La psychose ordinaire. La convention d'Antibes. J.-P. Deffieux et C. Dewambrechies-La Sagna (Eds.). Le Paon, Seuil, 1999.
[El resumen corresponde a las págs. 331-370.]

Mensaje 5 - Céline Menghi


Debate sobre las psicosis.

[Mensaje 1]

Estimados colegas,

Disculpen mi castellano. Quiero participar en el debate propuesto por Gerardo Arenas a partir de la
Conversación del ICBA que considero un momento fundamental de este Encuentro en Buenos Aires.

Quería subrayar otro punto muy importante que surgió del debate: la cuestión de la dirección de la cura,
su particularidad en la psicosis. Gracias a Jacques Lacan tenemos la lógica que nos permite plantear la
diferencia entre neurosis y psicosis con respecto a la manera de obrar en la cura. Es éste, entre otras
cosas, un punto crucial de diferencia con la IPA. Tenemos los instrumentos para poder hablar de dirección
de la cura, del lado neurosis, y de tratamiento de lo real, del lado psicosis.

Gerardo Arenas saca de la Conversación las dos modalidades de interpretación: (a) S1->S2, propia del
dispositivo freudiano, en el sentido de la traducción, interpretación que requiere del NP; (b) S2//S1,
típicamente lacaniana, en el sentido del corte, interpretación que no requiere del NP; y plantea que lo
que surgía del debate era sobre todo el uso de la interpretación de este tipo para el sujeto psicótico que
no puede recurrir al NP.
Propongo reflexionar sobre la diferencia entre interpretar y tratar.

Me parece que, en la enseñanza de Lacan, la interpretación es lo que apunta a lo real para el sujeto, lo
que apunta a lo que no se puede decir, el ser del sujeto. La interpretación típicamente lacaniana,
connotada por Miller como à l’envers, trabaja para construir/deconstruir/atravesar el fantasma, velo
contra lo real; por eso podemos decir que es un acto, un acto que busca en el "más allá" desde una
posición del analista que es de Otro supuesto saber y de a (figura de lo real, causa del deseo), acto que
produce cambio en el sujeto.

¿Podemos pensar lo mismo para el sujeto psicótico? ¿Obrar desde la misma posición? ¿Interpretar?

Me parece que el transfert en la psicosis es particular: para el sujeto psicótico el mundo simbólico está
turbado, su síntoma es particular, no es metáfora del sujeto, la pulsión no se transforma en pregunta, el
deseo no es subjetivado: el Otro está enfermo. Como dice Antonio Di Ciaccia, el psicótico busca un Otro
menos loco. Entonces el analista no debe encarnar una suposición de saber, ni detener el enigma del
deseo, ni ocupar una posición paterna, sino una posición de lo que regla el goce, la irrupción de lo real.

En este sentido me parece que, más que interpretar para llegar a lo real, se hace un tratamiento de lo
real. Este fue un punto del debate que me pareció crucial a partir de una pregunta sobre lo que hace el
analista: si instituye un Otro o si da responsabilidad al sujeto.

Creo que el analista, no instituyéndose él como Otro, instituye un Otro de la ley, una ley también para él
mismo, y obra para excavar un lugar en la enunciación del sujeto, para que el sujeto pueda anudar algo
de su historia, desde una posición del analista que es de "secretario", de "archivista".

La interpretación sería un peligro, un riesgo muy fuerte de apuntar el ser del sujeto psicótico, de clavarlo,
él, que no tiene el recurso a la metáfora paterna.

Entonces, ¿hasta dónde en el tratamiento de la psicosis se puede interpretar si es posible? ¿Y de cuál


interpretación podríamos hablar? ¿De (b), o de otra interpretación? ¿Y cómo obrar en la clínica así
llamada continuista?

[Mensajes 7, 9]

31 de julio de 2000

Mensaje 6 - Céline Menghi


Respuesta y preguntas a Amelia Imbriano.

[Mensaje 3]

Querida Amelia,

Gracias por interesarse en este debate, que nos concierne a todos. Quiero responder ahora a su primer
aporte.

En este debate se trata, precisamente, de una cuestión ética, pues toca a la responsabilidad del analista.
Usted lo advierte. Se trata también, como usted lo señala, de dar oportunidad al sujeto.

Usted se pregunta qué puede ofertar un analista frente a las psicosis desencadenadas (estamos, pues, en
la situación 3): además de su presencia (que no deja de ser una intervención), las maniobras del analista
apuntan a "diferir la inminencia del encuentro fatídico y aniquilante del sujeto" (como dijo Colette Soler).
El debate gira en torno a la modalidad de intervención, exactamente.

"Se tratará de obtener un influjo de lo simbólico sobre lo real" y "construir barrera al goce". Estoy de
acuerdo, pero ése es el problema del psicoanálisis más allá de la estructura del sujeto.
¿Cómo pasar del "sujeto de goce" al "sujeto acotado por el significante"? Ésa es la cuestión. Usted hace
las preguntas correctas.

El sujeto "puede esperar de un analista que esté de su lado, es decir, de lado del sujeto". Concuerdo.
"Estar del lado del sujeto" es algo que usted liga a "la estabilización del sujeto en su relación con el
goce", o sea "poner un goce en función por el significante". De acuerdo.

Usted concluye que, en su experiencia, "para las psicosis desencadenadas, la intervención posible es la
(C)". Dado que sólo hemos hablado de intervenciones de tipo (a) y (b), supongo que usted se refiere a
que su posición en el debate es la (C) - o sea que, ante psicosis desencadenadas, utilizaría la
interpretación-corte (b). Corríjame si me equivoco.

Cuatro preguntas para finalizar:

- Usted dice que su posición (C) surge de su experiencia en el tratamiento de psicosis desencadenadas.
Yo comparto esa experiencia. Pero ¿cuál es la razón de su elección?

- ¿Qué haría usted en las otras dos situaciones clínicas (psicosis diagnosticada pero no desencadenada, o
incertidumbre diagnóstica), y por qué?

- Silvia Szwarc [Mensaje 4] ha subrayado la pertinencia de la noción de traducción en el tratamiento de


las psicosis. ¿Qué opina usted de esto? ¿Qué le respondería?

- Usted ha planteado algo muy importante: la necesidad de debatir con respecto al cálculo de la
intervención (a este tema he dedicado mi libro Estructura lógica de la interpretación). ¿Qué puede usted
aportar con respecto al cálculo de la intervención en las psicosis?

4 de agosto de 2000

Mensaje 7 - Silvia Szwarc


Respuesta y preguntas a Amelia Imbriano.

[Mensaje 5]

Me parecían muy bien situados por nuestra colega italiana los ejes del debate: el problema es el
tratamiento de lo real en nuestra intervención en la psicosis. Si se trata en una clínica continuista de
evitar los desenganches, los desencadenamientos, de que el psicótico se sirva del analista para lograr
una suplencia que le permita evitar el encuentro mortífero (como señalaba
Amelia Imbriano [Mensaje 3] y subraya Eric Laurent en el texto que yo comenté [Mensaje 4]), ya sea
del lado de la construcción de la metáfora delirante o ya del lado de un punto de capiton, se trata
entonces de volvernos dóciles a la invención de algo que valdrá por un S2. No es el analista el que
produce el S2, sino que, haciéndose el destinatario de los signos ínfimos de lo real de lalengua, posibilita
la entrada en un discurso. El ejemplo clínico retomado por el informe de Antibes [pág. 149ss] es el caso
de Gabriel Lombardi presentado en el Conciliabule d’Angers (y que está en Los inclasificables de la clínica
psicoanalítica), como "Un caso de mutismo", creo.[2] Desde lo indecible de un goce ("veo puntitos") y el
mutismo total al "yoescribopoemas" y su culminación en su ironía y su capacidad de hacer chistes,
aparece el saber-hacer con lo real en la dirección de la cura.

[Mensaje 15]

4 de agosto de 2000

Mensaje 8 - Gerardo Arenas


Respuesta a Silvia Szwarc.

[Mensaje 4]
Querida Silvia,

Gracias por participar tan activamente en el debate. Quiero responder ahora a tu aporte con cuatro
precisiones:

1. Geneviève Morel y Alexandre Stevens subrayan que en la cura de psicóticos ellos inducen a un
esfuerzo de traducción, a que el sujeto haga el trabajo penoso de traducir esta lengua para el analista.
Estamos entonces en las situaciones clínicas (2) o (3) – es decir, sabemos de la estructura psicótica del
sujeto, más allá de que se haya desencadenado o no.

Pedirle al sujeto un esfuerzo de traducción, e intentar aprender su lengua (con el riesgo de delirar con él)
no son, en efecto, dos tesis contrapuestas, pues tienen en común la búsqueda de un lazo de
conversación con el sujeto psicótico. Uno no aprende una lengua de otro modo que por traducción.
Informarse de la particularidad de la lengua privada del psicótico es librarse a la traducción. Estoy de
acuerdo.1

Pero es importante notar que aquí se está hablando de otra modalidad de traducción. No se trata de que
el analista traduzca (interpretación-traducción) sino de que el analista "se hace traducir" (insta al sujeto
a traducir para el analista).

Esto me parece de suma importancia por dos motivos. Primero, es algo de la práctica cotidiana no sólo
en el tratamiento de las psicosis sino aun en las presentaciones de enfermos. Segundo, este "hacerse"
traducir es homólogo a la estructura de la pulsión, y quizás ésa sea la razón última de su efectividad;
habría que pensarlo más y mejor.

2. En Antibes se propone que el momento de desenganche (no de desencadenamiento) consiste en el


alejamiento entre lalengua y el lenguaje. Laurent dice que, por la transferencia, el sujeto nos cede algo
de su sentido gozado. Esto supone una creencia en que el Otro comprende. Es necesario que esta
creencia se instale, y es indispensable evitar que termine mal. No se trata de traducción mutua,
concluye.

En opinión de Laurent, pues, entiendo yo que no se trata de que el analista traduzca para el psicótico,
sino solamente de que se haga traducir por él. Es decir que aquí se muestra claramente la diferencia que
he señalado entre los dos usos de la traducción.

3. Se trata de favorecer todas las prácticas que hacen bordes: está la traducción generalizada, y también
el examen de la pragmática de la lengua que forma parte de la conversación con el analista. Podría
tratarse de tomar apoyo sobre lo que hace síntoma para el sujeto aprovechando aquello que ha sido
construido en el curso de esta conversación.

Estoy de acuerdo con todo esto, que toca a lo que Amelia Imbriano [Mensaje 3] llamaba la ética de la
intervención – que excede el campo de la interpretación. Por ejemplo, la erección de un tabú a partir de
un bricolage de elementos de un delirio puede servir a tal efecto. Es una intervención cercana a la
construcción [Mensaje 15].

4. Concluye tu aporte diciendo que quizás "el esquema denominado (a) por
Gerardo Arenas [Mensaje 1] adquiera su pertinencia pensando en que si se trata de volver a arrimar
lenguaje y lalengua, es necesario construir un S1->S2 para cernir el punto de imposible y que el sujeto se
reconstituya. Eso también sirve para estabilizar el sentido y forma parte de la pragmática de la
conversación con el analista".

Esto parece ir contra el consenso más o menos general que yo he llamado la posición (0): que nunca se
debe usar la interpretación-traducción (a). Sin embargo, la distinción que acabo de hacer entre traducir y
"hacerse traducir" cambia las cosas. Por otra parte, en la situación que llamo (1) – cuando aún no
sabemos el diagnóstico estructural –, usar la interpretación (a) ¿no podría desencadenar una psicosis, si
la estructura lo permite? El debate sigue en pie.

[Mensajes 10, 11, 13, 15]

4 de agosto de 2000
Mensaje 9 - Gerardo Arenas
Respuesta a Céline Menghi.

[Mensaje 5]

Querida Céline,

Muchas gracias por participar del debate. Sus precisiones son bienvenidas. Quiero responder a algunas
de ellas.

Usted propone reflexionar sobre la diferencia entre interpretar y tratar. La interpretación apunta a lo real
para el sujeto, lo que no se puede decir, el ser del sujeto. La interpretación (b), agrega, es un acto que
produce un cambio en el sujeto, y pregunta: ¿Podemos pensar lo mismo para el psicótico? ¿Obrar desde
la misma posición? ¿Interpretar? ¡Esa es la cuestión!

Usted dice que el analista debe encarnar una posición que regule el goce, y que más que interpretar para
llegar a lo real se hace un tratamiento de lo real. Efectivamente es así. ¡La cuestión es cómo!

Usted aclara que la interpretación sería un peligro, y yo supongo, por lo que dice luego, que usted se
refiere a lo que he llamado la interpretación-traducción (a) – corríjame si me equivoco –, de modo que
usted parece coincidir con la posición (A) del debate.

Y luego usted se pregunta hasta dónde en el tratamiento de las psicosis se puede interpretar, y de qué
interpretación podríamos hablar: ¿La (b) u otra? Yo creo que la (b), pero usted habla de otra forma y me
parece, por lo que dijo antes, que no es la (a). ¿A qué se refiere?

Por último, usted plantea una pregunta tan interesante como enigmática: ¿cómo obrar en la clínica
llamada continuista? Si plantea esta pregunta, es porque ya tiene una hipótesis; la invito a explicitarla.

[Mensaje 12]

4 de agosto de 2000

Mensaje 10 - Silvia Szwarc


Un caso no tan raro.

[Mensaje 8]

Querido Gerardo,

En Los inclasificables..., el caso planteado por Deffieux que tituló "Un caso no tan raro", el paciente,
como recordarás, venía con diagnósticos diferentes. Y Miller subraya: llega Deffieux y allí donde se
pensaba en una histeria, en un borderline, etc., él concluye Es una psicosis.

¿Qué le permite establecer ese diagnóstico de estructura, allí donde la excelente educación de ese sujeto
y un cierto semblante de lazo al Otro se mantenían? Ciertas incongruencias, una pérdida de peso notable
a la que el sujeto no parecía atribuirle ninguna significación. Momentos de cambio abrupto, estudios,
trabajos, un pasaje de la heterosexualidad a relaciones homosexuales sin que mediara ninguna pregunta,
sino tan sólo la afirmación No tengo energía. Deffieux registra que esos cambios ocurrieron siempre en
una determinada época del año, la misma. El paciente recuerda una escena de sus ocho años donde fue
atacado por un hombre que quería cortarle los genitales, y agrega: No sé si sentí dolor. De pronto
escuchó una vocecita y salió corriendo. Todo lastimado se lo cuenta al padre, que no le creyó. Se
establece allí la existencia de un fenómeno elemental (en la Conversación de Arcachon). Se establece la
cuestión del desenganche del Otro, etc.
Creo que es un notable ejemplo de cómo, instando a la traducción de ese "No tengo energía", se llega a
la "chispa de vida" que marcó el final de análisis. Tal vez nos sirva para pensar lo que dejabas planteado
como pregunta.

7 de agosto 2000

Mensaje 11 - Amelia Imbriano

[Mensaje 8]

Estimado Gerardo,

Comparto totalmente el "hacerse traducir"; de eso se trata definitivamente. El psicótico es el único que
"sabe", no demanda un SsS. Sí puede demandar la presencia del analista, y esta demanda surge
directamente de la forclusión.

Recuerdo a Michel Silvestre que señala que el psicótico puede suponerle al analista un saber-hacer con
las palabras. El saber en las psicosis corresponde a un sujeto forcluido a ese exterior que es el campo del
Otro, desde el momento mismo en que se propone como objeto. Habrá un saber que es goce y hay un
sujeto de ese saber. Lo que no habrá, a diferencia del neurótico, es el supuesto afectando al saber como
al sujeto en la relación transferencial.

La intervención tipo (a), interpretación-traducción, en la concepción clásica, en mi opinión, puede


desencadenar una estructura psicótica no desencadenada, o desestabilizar aún más una psicosis
desencadenada, lo cual puede ocasionar un cuadro de excitación psicomotriz o un pasaje al acto. Pues
este tipo de intervención tiene mucha posibilidad de ocupar la plaza de Un-Padre y entrar en oposición
simbólica esforzando al rechazo de un significante, operatoria que lleva al pasaje de registros, de lo
simbólico a lo real.

Entiendo que, con el tipo de interpretación-traducción, es muy posible y frecuente introducir un


significante imposible de subjetivar que realizará el camino de retorno en lo real. El sujeto no podrá
responder desde su posición fálica, sino que es allí donde desencadena su psicosis.

[Mensaje 15]

7 de agosto de 2000

Mensaje 12 -Céline Menghi

[Mensaje 9]

Querido Gerardo,

Intentaré una respuesta, en esta lengua ¡que espero no se transforme en una pura lalengua!

Claramente no pienso que sea la interpretación-traducción (a) la que se debe emplear en la psicosis. Mi
posición coincide con la posición (A) del debate, en tanto que me parece que también la interpretación
(b) tiene su riesgo, precisamente en tanto es interpretación. No tenemos que relanzar nada, tal vez
tenemos que frenar al sujeto psicótico que trabaja mucho. Ni podemos usar la interpretación para
apuntar a lo imposible. Reflexionaba en lo que dice Miller en "El monólogo de la apalabra" cuando habla
de la palabra psicótica, palabra "que toma a su cargo la interpretación". Ya hay interpretación en la
palabra psicótica. Es una palabra sin Otro, no dirigida a un Otro, es una palabra sin diálogo, es una
apalabra. Como dice Miller en "El monólogo...", no hay un querer decir.
¿Cómo hacer?, me preguntas. Pienso que, si con la interpretación (b) apuntamos el punto de imposible
para que el sujeto lo vea y lo asuma, poniendo el analista límite al todo sentido, al goce de la palabra por
medio de la interpretación, con el sujeto psicótico se trata más bien de construir un punto de imposible,
tal vez de imponerlo reprimiendo el Otro que goza del psicótico, el Otro que le impone algo, el Otro que
no está en una relación de diálogo. Y, como tú decías, hacemos una invención, inventamos un S2 para
que el psicótico entre en el discurso, discurso que ya hace límite, que ya tiene su imposible por
estructura. Como yo he entendido lo que dice Miller, si con la "interpretación analítica", la (b), vamos a
"verificar lo real", vamos a verificar lo imposible de lo real, esto es precisamente lo que no se puede
hacer en la psicosis, porque falta el anclaje de lo simbólico, falta por estructura. Se puede tratar lo real,
se puede ablandar su violencia, se puede darle un lugar, el lugar que excavamos para la enunciación del
sujeto, para que no se extravíe en el Otro.

Me parece que tratar, construir, no es lo mismo que interpretar. Soportar una bulimia, por ejemplo, para
que sea una suplencia vivible, no es como interpretar y apuntar a lo real de este sujeto bulímico para que
el fenómeno bulímico se transforme en síntoma-metáfora y en demanda de análisis.

¿Cómo hacer? En mi experiencia se trata de favorecer que se hagan puntos de capiton dando la
posibilidad al sujeto de explicar lo que pasa en su vida, creyendo en lo que siente, poniéndose de su lado
en frente al Otro para que algo pueda hacerse historia por medio de anudamientos, desde una posición
que no sea ni de deseo, ni de saber, ni de querer, haciéndose intratable. Estoy reflexionando en esto y el
debate es para mí una preciosa ocasión.

¿Clínica continuista? No tengo una verdadera hipótesis. Me pregunto, si pensamos en una clínica
continuista, del no clasificable, ¿cuál es el punto, el confín para decidir una dirección de la cura o un
tratamiento de lo real? Evitar el desencadenamiento, sí, pero ¿cuándo y cómo ponerse en esta
continuidad en una u otra posición como analista para que la cura se desarrolle en un caso (neurosis) o
un tratamiento de lo real en el otro (psicosis)? Es para mí y para unos colegas italianos una cuestión que
nos interroga mucho. Alfredo Zenoni en el Encuentro y, me parece, también en la Conversación, planteó
esta problemática. Tengo que trabajarla y espero vuestra ayuda.

[Mensajes 14, 19, 105, 122]

7 de agosto de 2000

Mensaje 13 - Silvia Szwarc

Hacerse traducir.

[Mensaje 8]

Me parecía que el "hacerse traducir" es lo que se desprende, con toda claridad, del texto que había
puntuado [Mensaje 4]. Y por ello era importante introducirlo en la discusión.

7 de agosto 2000

Mensaje 14 - Paula Vallejo

Comentario sobre la posición de Céline Menghi.

[Mensaje 12]

Céline,
Me parece encontrar en lo que usted ha introducido un apoyo para plantear mi pregunta que hace a la
diferencia del tratamiento de lo real en la psicosis y en la neurosis, en tanto mi experiencia ha sido la de
operar con el psicótico inscribiendo una y otra vez la barra sobre el Otro, incitando a una construcción
que permita "hacer historia" para el sujeto, a partir de poner freno al goce intrusivo.

En este punto me resulta extraño hablar de interpretación en las psicosis, en cualquiera de sus formas,
pues mi trabajo ha sido más bien el tratar de poner un límite, apelando a que el psicótico ceda su
posición de objeto ante el Otro y asuma un lugar de sujeto responsable. Es cierto que esta perspectiva
deja al analista como un otro testigo, secretario del alienado, que lleva al infinito la posibilidad de lo que
su delirio le ofrece como realización. Es decir que, en mi caso, me he mantenido en la posición (A), no
obstante lo cual me resulta absolutamente congruente con la lógica que Gerardo plantea, la puesta en
función de la interpretación-corte como medio de obtener la cesión de goce por parte del
sujeto [Mensaje 1]. Pero me pregunto: ¿No es riesgoso plantear el corte como intervención, en tanto
éste es pasible de convertirse en intervalo enigmático para el sujeto, pudiendo precipitarlo al borde del
agujero simbólico?

[Mensajes 16, 21, 22]

8 de agosto de 2000

Mensaje 15 - Gerardo Arenas

Dos viñetas. Una discusión con Eric Laurent.

Hemos opuesto a la interpretación-traducción (a), el "hacerse traducir". La primera puede desencadenar


una estructura psicótica no desencadenada, o desestabilizar aún más una psicosis ya desencadenada.
¿Por qué?

En mi primera invitación al debate, propuse que esto es así porque la interpretación (a), cuya estructura
es S1->S2, se apoya en el Nombre-del-Padre (NP). Como señala Amelia Imbriano [Mensaje 11], "este
tipo de intervención tiene mucha posibilidad de ocupar la plaza de Un-Padre".

Silvia Szwarc [Mensaje 7] precisa, en este sentido, lo siguiente: "Se trata entonces de volvernos dóciles
a la invención de algo que valdrá por un S2. No es el analista el que produce el S2 sino que, haciéndose el
destinatario de los signos ínfimos de lo real de lalengua, posibilita la entrada en un discurso".

Efectivamente, el NP es un S1 ubicado en posición de S2, y su forclusión deja al sujeto, frente a S1, sin
respuesta (he ahí la razón de su perplejidad). Producir una estabilización es, en este sentido, engendrar,
inventar un aparato simbólico que haga las veces de S2.

Sin embargo, creo que el analista puede ser no sólo receptor de los signos del sujeto, sino también
colaborar en la construcción de ese aparato. Por eso señalé (en un aporte anterior [Mensaje8]) la
construcción del tabú como una modalidad privilegiada de esta invención. Pensémoslo en torno a dos
viñetas clínicas.

Primera viñeta
Una mujer escucha una voz que le dice: ¡Chocolate! (en el sentido de ¡Chocolate por la noticia! = ¡Ya lo
sabía!). Más tarde, la voz se torna amenazadora y le prohibe comer. En su ayuno pierde el 30% de su
peso. Cuando la veo por primera vez, y me cuenta su historia, le pregunto si se supone que ella está
obligada a obedecer a esa voz. Es una apelación al sujeto que tiene por efecto la desobediencia. Cuando
vuelve a comer, la voz le ordena no hacerlo con la familia. Aunque era un avance, eso la dejaba aislada.
Construyo un tabú enlazando estos tres momentos: chocolate - no comerás - con tu familia (la
prohibición recae entonces exclusivamente en el hecho de comer chocolate en compañía de familiares), y
comparándolo con la prohibición del Génesis. El tabú funciona como estabilizador, ya que es un S2 que
puede hacer las veces de punto de capiton. [3]
Segunda viñeta
El 18 de julio, en la Conversación del ICBA, Anne Szulzynger presentó el caso de un sujeto que se
producía un coma alcohólico cada vez que decidía ir a visitar a su hijo. Eric Laurent planteó que se
trataba de un suicidio, pero yo opiné que era el único modo en que el sujeto podía impedir el encuentro
aniquilante. Esto además posibilita un margen de maniobra al analista: se trataría de encontrar un
aparato simbólico que permitiera al sujeto mantener a distancia el encuentro con el agujero forclusivo sin
necesidad de llegar para eso a la aniquilación subjetiva. Apostar a la construcción de un tabú no sería en
este caso una apuesta predestinada al fracaso. [4]

[Mensaje 16]

8 de agosto de 2000

3-El caso, presentado por extenso en el mensaje 122, es retomado en los


mensajes 30, 35, 52, 58, 65, 70, 75, 80, 110, 117, 121, 134,135, 138, 139, 145 y 155.

4-El caso es comentado en los mensajes 16, 50 y 63, y reseñado en el mensaje 87.

Mensaje 16 - Céline Menghi

Respuesta-comentario a Paula y Gerardo.

[Mensajes 14, 15]

Paula,

Es precisamente lo que entiendo, cuando pienso que hay un riesgo en la interpretación, en la medida en
que por un lado apuntamos a un real para un sujeto que ya está demasiado en lo real, y por otro lado el
enigma para este sujeto permanece como algo que no puede anclarse. Esta cuestión me hace pensar
también en el problema del tiempo en la sesión con el psicótico. Cortar la sesión en la neurosis puede
significar poner un enigma, puede significar apuntar a lo real, hacer del tiempo mortificado por lo
simbólico un tiempo de lo real, como dice Jacques-Alain Miller en L’expérience du réel dans la cure. En la
psicosis vale la pena cortar haciendo un anudamiento, proponiendo retomar el discurso en la próxima
sesión, haciendo límite a lo real, introduciendo un poco de simbólico en tanto que, para el psicótico, el
tiempo de la sesión no tiene la misma significación que para el neurótico. Hay algo del capriccio.

Otra cuestión, pero no sé si he entendido bien: usted, cuando habla del analista "testigo", ¿plantea la
posibilidad de un riesgo de infinitización del delirio? Creo que existe este riesgo, que tenemos que
pensarlo desde una posición en la cual el analista es secretario y también el que hace límite, dice no al
Otro, lo "contrasta", como dice Virginio Baio.

Gerardo,

Me interesa tu apunte sobre la interpretación de suicidio que ha dado Laurent en la Conversación para el
caso de Anne Szulzynger. Me hace pensar en muchos casos en que se ve una doble vertiente de anorexia
en la psicosis: por un lado como empuje a la muerte, a la Cosa, pero por otro lado como suplencia de la
forclusión. Pienso en una joven mujer que trabaja para hacer puntales con su anorexia y al mismo tiempo
su anorexia es como la píldora de cianuro (¿se dice así?) siempre preparada.

[Mensajes 22, 50, 122, 151]

9 de agosto de 2000
Mensaje 17 - Enrique Rivas

Interpretación y psicosis.

Estimados amigos y colegas,

Deseo participar en el debate abierto sobre la interpretación en las psicosis. Pero sería necesario conocer
de forma más completa los textos y debates que tuvieron lugar en la jornada del ICBA en el Hotel
Sheraton. Si hubiera alguna transcripción, os rogaría me la enviarais.

En todo caso sí quisiera aportar alguna consideración al respecto. En el trabajo con psicóticos no es
oportuna la inyección de sentido en las intervenciones del analista, es decir no es correcta la intervención
que implique una referencia a la significación fálica. Entre otras cosas porque el sujeto está fuera de la
misma por razones estructurales. Por lo que no sería tan grave el que se deslizara alguna intervención
que propiciara alguna significación. El psicótico es impermeable a las mismas; otra cosa es que la
significación abierta por el analista certifique para el sujeto que aquél es quien sabe y goza de él. No
habría que temer tanto esta posibilidad, y no caer en una especie de petrificación que paralice al analista,
puesto que si el sujeto entra en el dispositivo y se le sostiene en la transferencia finalmente colocará al
analista en ese lugar. Diga o no diga el analista, el sujeto psicótico le espera como aquel que sabe sobre
su catástrofe subjetiva, su posición de objeto de manipulación del Otro real.

Lacan nos recuerda – y todos lo podremos comprobar en nuestro trabajo con psicóticos – que aquel que
entra en la transferencia y desencadena una psicosis es porque aquella ya estaba presente
inexorablemente y al confrontarse al saber no puede responder desde la dimensión simbólica. Abriendo el
camino al retorno de lo Real.

Bien, son algunas ideas para sumarme a la reflexión sobre esta enigmática e inquietante práctica. En
próximos días me gustaría introducir algunas cuestiones en torno al trabajo con psicóticos en los recursos
comunitarios, Centros de Día, pisos protegidos, grupos, etc.

[Mensajes 23, 25, 36, 50]

10 de agosto de 2000

Mensaje 18 - José Ioskyn

Objeción y acuerdo.

Querido Gerardo,

1. Una objeción de tipo formal, aunque basada en la experiencia, acerca de la interpretación lacaniana –
interpretación sustentada en el corte, que produce la extracción de S1 – para la psicosis: me refiero a lo
que se halla en la base de la pertinencia de este tipo de interpretación, en el sentido en que el S 1 resulta
un producto del dispositivo analítico tal como se plantea en el discurso del analista:

a ---> $

--- ---

S2 S1

Esto supone a su vez, para que sea operable, que el sujeto se encuentre circulando en un lazo social
efectivo, cuestión a descartarse en la psicosis. O, también, la misma cuestión planteada como pregunta:
¿Qué jerarquía y ubicación otorgamos al S1 en la psicosis?
2. En tal sentido, acuerdo con las posiciones planteadas que se orientan a hacer entrar en la
conversación al sujeto psicótico, posiciones que a su vez han planteado el tema de la traducción. Resulta
esclarecedora la diferencia entre el analista traductor y el que impulsa al esfuerzo de parte del psicótico
en cuanto a traducir para el analista, quien "se hace traducir" desde la lengua privada.

Quizá resulte conveniente a esta altura del debate introducir desde el campo de la hermenéutica la
relación estrecha que existe entre la traducción y la creación, la cual apunta a la dificultad del traductor
de conservar la fidelidad al texto original, siendo inevitable que se coloque el traductor – él mismo – en
cuanto productor. En este sentido, el hacerse traducir es congruentemente superior desde el punto de
vista del análisis a que el analista oficie de traductor. En el caso del analista-traductor podría suceder,
como muchas veces de hecho termina pasando, que el analista se ponga a asociar mientras el psicótico
asiste pasivamente a las asociaciones del analista.

[Mensajes 24, 25, 26, 27]

10 de agosto de 2000

Mensaje 19 - Gerardo Arenas

Sobre el aporte de Céline Menghi. Una indicación de Eric Laurent.

[Mensaje 12]

La lista Interpsicosis (para el debate sobre los Usos de la interpretación en las psicosis) ya tiene cerca de
120 suscriptos; como no todos tienen a su disposición los términos de laInvitación al
debate [Mensaje 1], los recordaré brevemente antes de comentar el aporte de Céline Menghi y traer a
colación una indicación de Eric Laurent pertinente al debate.

1. Dos modos de interpretación

(a) Interpretación-traducción

Es la interpretación propia del dispositivo freudiano; su estructura es la del discurso amo (S 1->S2). El
analista, amo del sentido, realiza el inconsciente a partir de los dichos del sujeto, al traducir los
significantes amo apoyándose en el Nombre-del-Padre (NP). Se trata entonces de una interpretación que
da sentido.

(b) Interpretación-corte

Es la interpretación "al revés", propiamente lacaniana, cuya estructura es la del discurso analítico
(S2//S1). El analista, objetoa, separa los significantes amo (S1) de la trama de saber que los cifra como
sentido (S2). Esta interpretación no requiere del NP y es a-semántica.

2. Tres situaciones clínicas

(1) Aún no establecimos el diagnóstico estructural del analizante.

(2) La estructura es psicótica pero la psicosis no se ha desencadenado.

(3) La psicosis ya se ha desencadenado.

3. Posiciones y argumentos del debate

(0) Todos parecen acordar en esto: en ninguna de las tres situaciones clínicas se debe emplear la
interpretación (a), pues ella enfrenta al sujeto con su forclusión estructural y eso puede producir efectos
catastróficos.
El debate se restringe entonces al uso de la interpretación de tipo (b). Las posiciones y argumentos son:

(A) Dado que cualquier forma de interpretación, (a) o (b), puede enfrentar al sujeto con su forclusión
estructural, en ninguna de las tres situaciones se debe emplear la interpretación de tipo (b).

(B) Dado que la interpretación de tipo (b) no depende del NP (y por tanto no corre el riesgo de enfrentar
al sujeto con su forclusión estructural), en cualquiera de las tres situaciones se puede emplear esa
interpretación.

(C) Igual que (B), pero no sólo "se puede" sino que se debeemplear la interpretación de tipo (b), ya que
ella efectúa la cesión de goce requerida.

Céline Menghi coincide con la posición (A) del debate; afirma que ambas formas de interpretación, (a) y
(b), tienen riesgos por ser interpretaciones.

Pregunto entonces: ¿Qué entendemos por interpretación? ¿Qué tienen en común los tipos (a) y (b)? Una
es efectivamente el reverso de la otra, y sin embargo para Céline parecen tener algo en común.

Céline nos recuerda, siguiendo a Miller, que ya hay interpretación en la palabra psicótica.

Es verdad, pero pregunto: ¿De qué interpretación se trata? ¿Es alguna de las anteriores o estamos
introduciendo en el debate, veladamente, una tercera forma de interpretación?

Céline agrega que, si con la interpretación (b) apuntamos al punto de imposible, con el psicótico se trata
más bien deconstruir un punto de imposible, tal vez imponerlo reprimiendo el Otro (que goza del
psicótico, que le impone algo), e inventamos un S2 para que el psicótico entre en el discurso (discurso
que ya hace límite, que ya tiene su imposible por estructura).

Sin embargo, pregunto: ¿Inventamos un S2 separado de S1, o bien un S2 que traduzca el S1? Planteo así
el problema de definir qué relación tendrá ese S2 con el S1: ¿S1->S2 o S2//S1? Es decir, ¿interpretación
(a) o interpretación (b)? Así volvemos a caer en el problema de la interpretación.

Céline agrega que en su experiencia se trata de favorecer que se hagan puntos de capiton que posibiliten
al sujeto explicar lo que le pasa, para que algo pueda hacerse historia por medio de anudamientos.

Y pregunto: ¿Cuál sería el matema de esa operación? Si no es ninguno de los dos anteriores, tal vez
deberíamos inventarlo.

Sin embargo, en la Conversación clínica de julio en Buenos Aires, Eric Laurent dijo que hay que
interpretar en las psicosis, y agregó: "Ir contra la interpretación que da sentido es la interpretación (al
revés) que hay que hacer en la psicosis", que es "una interpretación separada de la significación", y
concluyó: "La forclusión impide interpretar en el Nombre-del-Padre y del sentido, pero no impide
interpretar dirigiendo el sujeto al Otro forcluido como tal". Por lo tanto, la posición de Laurent parece ser
la (C), es decir que en las tres situaciones clínicas no sólo se puede sino que se debe emplear la
interpretación (b). Aunque Laurent no proporcionó el fundamento de su indicación, yo creo (como lo
expuse en la Invitación al debate) que la razón de la misma es que la interpretación-corte (o
interpretación al revés) – es decir, la interpretación (b) – no requiere el sostén del Nombre-del-Padre e
introduce la cesión de goce requerida. Amigos míos, ¡el debate continúa!

[Mensaje 22]

11 de agosto de 2000

Mensaje 20 - Gloria Aksman

¿Qué cuidados?
Me interesa incorporarme al debate sobre la psicosis acerca de lo que leo como: "hay que tener
cuidado", o bien "no corresponde interpretar", etc.

Me parece que el camino para poder pensar la interpretación en la psicosis hace a la conceptualización
que tenemos acerca de "qué se interpreta". Si se trata de ubicar al sujeto, ¿de qué hay que tener
cuidado? No me queda claro.

Mis preguntas son: ¿Cuál es el estatuto del S1? Para ser más precisa: si lo definimos como un significante
en lo real, ¿qué es lo que precipita de efecto catastrófico si lo interrogamos? Gerardo: ¿Es a esto que te
referís? Me interesa tu respuesta.

Mi punto de partida es el siguiente: no se trata de meterse con la realidad del paciente, ni en la neurosis
(lo cual promueve elacting-out, en el mejor de los casos, tal como nos lo enseñan los "sesos frescos") ni
tampoco en la psicosis (Flechsig informando de cierta operación "emasculación" tal como lo denuncia el
delirio de Schreber). Entiendo entonces que el efecto catastrófico hace a la intervención que,
pretendiéndose verdadera, olvida que la realidad en juego es la que el sujeto relata. Por lo tanto, creo
que se debe.

[Mensajes 26, 27]

14 de agosto de 2000

Mensaje 21 - Gerardo Arenas

Sobre el aporte de Paula Vallejo.

[Mensaje 14]

Paula Vallejo señala que, en su experiencia, opera con el psicótico inscribiendo la barra sobre el Otro,
incitando a una construcción que permita "hacer historia" para el sujeto, poniendo freno al goce intrusivo.
Por eso le resulta extraño hablar de cualquier forma de interpretación en las psicosis, pues ella más bien
trata de poner un límite, apelando a que el psicótico ceda su posición de objeto ante el Otro y asuma un
lugar de sujeto responsable, aunque esto deje al analista como un testigo, "secretario del alienado". En
suma, Paula se mantiene en la posición (A), aunque le resulta congruente con la lógica que yo planteo, la
puesta en función de la interpretación-corte (b) como medio de obtener la cesión de goce por parte del
sujeto. Empero, ella cree que puede ser riesgoso el corte como intervención, pues éste puede convertirse
en intervalo enigmático para el sujeto y precipitarlo al borde del agujero simbólico.

Yo creo que inscribir la barra sobre el Otro es una operación que se efectúa en el análisis más allá de la
estructura del sujeto. Y que para ello nos valemos de la interpretación (b).

Ahora bien, ¿por qué creemos que el corte puede ser riesgoso? ¿Tenemos pruebas clínicas de ello, o se
trata de un prejuicio? No he encontrado hasta ahora una demostración del riesgo posible que ello
entrañaría para el sujeto.

Tal vez este debate nos sirva para hallar esa demostración faltante. O bien para disolver un prejuicio que
veladamente limita nuestra operación con el psicótico.

14 de agosto de 2000

Mensaje 22 - Gerardo Arenas

Confieso que he cortado (Dos palabras para Céline).


[Mensaje 16]

Querida Céline,

Nuevamente nos hallamos en la cuestión del riesgo en la interpretación, es decir el problema de la


responsabilidad del analista. Si el psicótico ya está "demasiado en lo real", habría que inyectar "un poco
de simbólico", dice usted, y estoy de acuerdo.

Pablo Neruda escribió Confieso que he vivido. Yo podría parafrasearlo diciendo "confieso que he cortado".
He implementado la interpretación-corte (b) en el tratamiento de sujetos psicóticos, y he hallado que eso
introducía ese "poco de simbólico" al que usted se refiere. Eso también introducía la dimensión del
enigma, y producía efectos de atemperación del goce intrusivo.

He cortado, también, las sesiones en momentos del surgimiento de equívocos que tocaban a los
significantes mayores de un delirio, y eso permitió en muchos casos una articulación entre el delirio y la
historia del sujeto, que tuvo por efecto reducir la omnipotencia del Otro gozador (poner una barra sobre
el Otro del goce, como decía Paula Vallejo en un mensaje reciente[Mensaje 14]).

Lo mismo puedo decir con respecto al tiempo en la sesión. Es cierto, como usted dice, que en la psicosis
vale la pena cortar haciendo un anudamiento, proponiendo retomar el discurso en la próxima sesión. A
veces ocurre lo mismo en la cura de las neurosis. Pero confieso que he cortado también las sesiones en
momentos de suspensión de la significación, y ello ha producido efectos de ir en contra de la
interpretación que da sentido, como Laurent indicaba en el tratamiento de las psicosis [Mensaje 19].

Me gustó la cuestión del capriccio. Pero usted también piensa que el analista hace límite, dice no al Otro,
lo "contrasta", como dice Baio. Y pregunto: ¿Cómo hacerlo si no es por medio de la interpretación-corte?
¡Es algo que vale la pena pensar!

[Mensajes 44, 155]

14 de agosto de 2000

Mensaje 23 - Gerardo Arenas

Respuesta a Enrique Rivas.

[Mensaje 17]

Querido Enrique,

Usted introduce un matiz diferente en este debate, cuando dice que en el trabajo con psicóticos no es
oportuna la inyección de sentido, es decir no es correcta la intervención que implique referencia a la
significación fálica, porque el sujeto está fuera de la misma por razones estructurales, por lo que no sería
grave el que se deslizara alguna intervención que propiciara alguna significación: el psicótico es
impermeable a las mismas.

Efectivamente, hasta ahora se ha planteado que la interpretación-traducción (a) está contraindicada pues
sus efectos pueden ser catastróficos, mientras que usted dice, por el contrario, que esa forma de
interpretación es sencillamente estéril. En síntesis, que la interpretación (a) es inocua, no grave.

Me pregunto entonces qué cosa podría estar en la raíz del desencadenamiento de una psicosis cuando
ésta entra en el análisis. ¿Qué clase de intervención del analista (que no ha hecho un correcto
diagnóstico estructural) puede ser responsable del desencadenamiento de la estructura?
Estoy de acuerdo con usted en que no hay que caer en una petrificación que paralice al analista, y en
gran medida este debate apunta a eso. Pero no creo que inexorablemente se desencadene una psicosis al
confrontarse el sujeto con el saber. Pienso que hay que hilar más fino aún en este punto.

14 de agosto de 2000

Mensaje 24 - Gerardo Arenas

Respuesta a José Ioskyn.

[Mensaje 18]

José Ioskyn plantea una objeción formal acerca de la interpretación-corte (b) para las psicosis: S1 es
producto del discurso del analista, y esto supone que el sujeto se encuentre en un lazo social efectivo;
pero esto ha de descartarse en la psicosis. Entonces pregunta: ¿Qué jerarquía y ubicación damos al S1 en
la psicosis?

Es una buena pregunta. Quizás deberíamos emplear otras categorías. O bien preguntarnos qué significan
"discurso" y "lazo social" en referencia a las psicosis.

Lacan hablaba de sinthome aun en casos de psicosis (v.g., en elSeminario 23, cuando comenta
el sinthome de palabras impuestas de Gérard Primeau). Y por otra parte, planteaba que el síntoma es el
lazo social por excelencia. Si tomamos ambas afirmaciones, ¿deberíamos deducir que también hay lazo
social en las psicosis? ¡Es algo para pensar!

[Mensaje 30]

15 de agosto de 2000

Mensaje 25 - Silvina Elgart

Comentario.

[Mensajes 17, 18]

Estimados colegas,

He leído los mensajes de José Ioskyn y de Enrique Rivas, los cuales me parecen muy interesantes, y por
ello me gustaría sumarme al debate, con lo mucho o poco que pudiera aportar, pero abrir un poco el
tema del debate para que podamos aprovechar esta vía de comunicación permanente.

Cuando hablaban de la ubicación del S1 en la psicosis y Ioskyn plantea que para que sea operable el
sujeto debe estar circulando en un lazo social efectivo (cuestión a descartarse en la psicosis), yo me
preguntaba si esto es tan así, si no existe la posibilidad de instalar y no reinstalar un lazo social efectivo.

Esto me llevó al comentario de Rivas acerca del trabajo con psicóticos en Centros comunitarios, etc., y lo
mismo sucede en los Hospitales de Día que trabajan con psicóticos, donde el lazo social es
importantísimo.

Sería bueno que pudiéramos abrir estos temas a debate. Lo dejo a consideración de ustedes.

[Mensajes 27, 30]


15 de agosto de 2000

Mensaje 26 - Gerardo Arenas

Respuesta a Gloria Aksman.

[Mensajes 20]

Gloria Aksman nos plantea tres preguntas:

1. ¿Qué se interpreta?

2. ¿De qué hay que tener cuidado?

3. ¿Cuál es el estatuto del S1? (si lo definimos como un significante en lo real, ¿qué efecto catastrófico
precipitaría si lo interrogamos?)

Estimo que Gloria misma responde en parte las dos primeras preguntas cuando dice: "No se trata de
meterse con la realidad del paciente... El efecto catastrófico hace a la intervención que, pretendiéndose
verdadera, olvida que la realidad en juego es la que el sujeto relata".

En suma, no se interpreta la realidad, y Gloria nos da ejemplos clínicos que sustentan su aserción.

La tercera pregunta se enlaza con la objeción de José Ioskyn[Mensaje 18], y parece sugerir que no se
trata de interrogar S1en el sentido de la realidad.

Con respecto a esta pregunta, yo creo que no hay modo de distinguir "en sí" el estatuto de S1 en las
diversas estructuras clínicas: es asunto de lalengua. El problema es, a mi entender, el de su relación con
S2. Se plantea allí el problema de la interpretación-traducción: el inconsciente intérprete implica que
S2 (con el apoyo del Nombre-del-Padre) interpreta (traduce) S1.

Gloria concluye: "Por lo tanto, creo que se debe". Es decir, entonces, que ella defiende la posición (C) en
el debate.

15 de agosto de 2000

Mensaje 27 - Gerardo Arenas

Telón de fondo del debate.

Queridos amigos,

José Ioskyn [Mensaje 18] y Gloria Aksman [Mensaje 20]preguntan cuál es el estatuto de S1 en las
psicosis; esa pregunta se entrama con otra de Silvina Elgart [Mensaje 25], quien cuestiona que deba
afirmarse taxativamente la inexistencia de lazo social efectivo en las psicosis.

Creo que se abre así un nuevo debate que se encuentra como telón de fondo del debate original.
Propongo que abramos la discusión a estas preguntas.

[Mensaje 28]
15 de agosto de 2000

Mensaje 28 - Céline Menghi

Cortar o no cortar. Respuesta a Gerardo.

[Mensajes 27]

Querido Gerardo,

Pensaba que el estado del debate estaba como un barco enarenado por esta cuestión de la interpretación
como corte. Me parece muy interesante, entonces, que nos preguntemos sobre el estatuto de S 1 en la
psicosis y sobre la cuestión de si hay o no hay lazo social. Podría ser una salida de esta impasse.

Tenemos que hacer una distinción entre lenguaje y discurso. El psicótico está en el lenguaje pero no en el
discurso. Propongo reflexionar sobre "Clinique ironique" y "La psychose dans le texte", de Jacques-
Alain Miller.

Quizás estamos hablando de la misma cosa: corte, no corte. ¿Cómo contrastar a lo real?

Una referencia en "La psychose dans le texte": cuando Miller dice que a veces es bastante para el sujeto
localizar a un otro para dirigirle su producción.

Posición de escucha, hacerse Otro que tiene falta, hacerse Otro a quien dirigir su producción para que el
psicótico pueda construir su sinthome, hacer su obra. ¡Tenemos que pensar!

P.S. Estamos de vacaciones en Europa, en agosto; entonces, por unos días, no estoy segura de tener la
posibilidad de comunicarme con vosotros, estimados colegas.

[Mensajes 32, 35, 39]

16 de agosto de 2000

Mensaje 29 - Gloria Aksman

Quién sabe en la psicosis.

Me hacen falta algunas definiciones, o quizá convenciones, para poder seguir adelante con este
apasionante debate. Por ejemplo, cuando hablamos del saber, la pregunta que se me ocurre es: ¿Quién
pensamos que lo tiene? ¿Se trata del SsS del lado del analista o del sujeto psicótico? Esto definiría qué
estatuto del Otro estamos pensando.

En esta dirección, no es lo mismo situar un Otro del goce para la neurosis que para la psicosis, o tal vez
se trate de lo mismo. Creo que no. Por lo tanto, tampoco tendrían el mismo estatuto las intervenciones,
sean interpretaciones o cortes. Lo cual introduce la cuestión del objeto y también su estatuto. El tema del
duelo tampoco es ajeno, y...

[Mensajes 31]

15 de agosto de 2000
Mensaje 30 - José Ioskyn

Respuesta al comentario de Silvina Elgart y continuación del debate.

[Mensajes 25]

Agradezco el interés de Silvina Elgart y su llamado a abrir el debate. Me parece una posición saludable.

En cuanto al tema del lazo social en la psicosis, Lacan ha sido claro y explícito en lo que hace a su no
inclusión, aunque considero que en un debate abierto como éste debemos utilizar lo menos posible el
argumento de autoridad; por lo tanto planteo: más allá de cualquier manifestación fenoménica de
vinculación social, y referido a lo que al orden de discurso se trata, habría que probar cuáles son los
modos o posiciones en que un psicótico puede relacionarse al amo que no sean la de ocupar el sitio de
quien soporta el discurso, o sea el lugar del objeto a. Porque, por esto mismo, mientras ocupe este lugar
no podrá hacer barrera al goce del Otro.

La mención que hace Gerardo Arenas [Mensaje 24] acerca delsinthome resulta de sumo interés en
tanto podamos hacerla operable en términos de lo que es la posibilidad de intervención del analista. Para
ello se debe, por lo menos en primer lugar, arrebatarle el sitio de a al psicótico, o dejarlo en suspenso,
cuestionándolo. Pienso que hay algo del orden de este cuestionamiento del lugar de a en el ejemplo que
nos brindó Gerardo, en su interpretación con la que pudo hacer barrera frente a la intrusión de las voces
en su paciente al preguntarle si estaba obligada a hacer caso de la voz que le daba la orden de
ayunar [Mensaje 15].

Y una vez llegados hasta ese punto, ¿cómo hacer para que el psicótico pueda anudar algo allí donde hay
agujero en lo simbólico? ¿Es el tiempo allí de la interpretación o más bien de otro tipo de intervención de
parte del analista para ayudar a que esta construcción de artificio – barrera o suplencia – se constituya?
Y también podemos preguntar: ¿En qué registro se inscribiría esto, con qué elementos se trabaja?

En fin, seguimos abiertos al debate.

17 de agosto de 2000

Mensaje 31 - Amelia Imbriano

Diálogo con Gloria Aksman.

[Mensajes 29]

Si el analista no puede venir a ocupar el lugar que le da la relación de objeto, surge la pregunta: ¿Qué
otro lugar? Para pensar otro lugar, Lacan realiza el rodeo de pensar la relación del sujeto psicótico con el
lenguaje: la de un rechazo del inconsciente. Este rechazo sitúa al sujeto. Por tanto, en la psicosis el
inconsciente está al descubierto (no velado), "a cielo abierto"; es una forma de decir para plantear que
en la psicosis el saber está en lo real, está ahí disponible, no es un saber supuesto, se sostiene en la
certeza, no deja lugar para la suposición, no deja lugar para que un sujeto se interrogue sobre el enigma
de su ser. No hay SsS pivote de la transferencia. La trama lógica significante en la que el psicótico va a
buscar la significación de lo que él es para el otro (restaura al Otro de esta forma, está a su alcance, no
necesita interrogación al Otro), esa trama aparece como un saber expuesto, con el saber del cual él
puede disponer. El esfuerzo saludable del psicótico es hacer entrar al Otro en razón, poner un límite al
exceso de goce.

Lo primero que podemos pensar, entonces, es el lugar del analista como referente real, ocupando un
lugar vacío de saber, para escuchar el saber que el psicótico inventa. El analista, por el punto de arribo
de su análisis, sabe que el sujeto está solo para hacerse cargo del goce, y podrá ocupar el lugar de un
Otro que no está habitado por el saber. Y es desde ese lugar que podrá escuchar al psicótico en su tarea:
producirse como sujeto en el decir, esa elaboración de su decir en la enunciación del saber. Este decir es
el límite que busca para poner un freno a ese goce que lo aniquila como sujeto. Esto posibilitará la
aparición en lo simbólico de un alojamiento y un marco para alojar su goce. Si a través de este trabajo el
psicótico puede considerarse "nombrado a", construyéndose un destino (el neurótico huye de su destino),
éste funcionará como un punto para que la existencia no sea un puro real.

[Mensajes 33, 34, 37]

17 de agosto de 2000

Mensaje 32 - Gerardo Arenas

Posición del analista.

La mayoría de los aportes más recientes al debate apunta, directa o indirectamente, al problema de la
posición del analista.

Se plantea entonces la cuestión de la transferencia en las psicosis – como personalmente me lo ha


señalado Tomás Hoffmann tras seguir de cerca el debate.

Céline Menghi [Mensaje 28] nos recuerda que Miller dice que a veces basta al sujeto localizar a un otro
para dirigirle su producción: "Posición de escucha, hacerse Otro que tiene falta, hacerse Otro a quien
dirigir su producción para que el psicótico pueda construir su sinthome".

Pues bien, todo esto atañe a la cuestión de cuál es la posición del analista frente al psicótico.

Yo creo que la transferencia misma puede constituir un sinthomesuficiente; más que decir que "el
paciente psicótico es para toda la vida", tal vez debamos decir que "siempre seremos para él un sitio
necesario".

Ahora bien, transferencia y sinthome son formas particulares de lazo social; no creo entonces que pueda
admitirse sin reservas la aserción de que "el psicótico no hace lazo social". Lo hace a su manera. Y
agrego: ¿Podría haber lazo social sin discurso? Si este razonamiento es correcto, entonces tampoco
podría aseverarse sin más que "el psicótico está fuera de discurso", como lo afirma Lacan.

Concluyo: mi razonamiento sólo puede ser correcto o incorrecto; si es incorrecto, quisiera saber dónde
falla; si es correcto, deberemos repensar la aplicabilidad del aforismo de Lacan. ¡Espero comentarios!

[Mensajes 35, 67, 73, 120, 142]

17 de agosto de 2000

Mensaje 33 - Gloria Aksman

El lugar del saber en la psicosis.

[Mensajes 31]

Es muy interesante lo que Amelia Imbriano reflexiona acerca del saber en la psicosis.
1) Se pregunta: si el analista no puede ocupar el lugar de objeto, ¿qué otro lugar?

2) Sitúa entonces al analista como Otro vacío de saber; ahora bien, ¿no es éste el lugar de objeto que a
la sazón ocupa el psicótico? Me refiero al objeto a; es decir, se me tornan homólogos (lo pienso desde la
fórmula de la sexuación, donde el S(/A) está del mismo lado que el objeto - lado mujer de la fórmula).

3) Si este saber está en lo real, entonces, tal como lo suponemos, se trata de la certeza psicótica, pero
ahora hay que agregar al punto 2 el saber en lo real; entonces ¿S(/A), Otro vacío de saber y lugar de
objeto, del mismo lado?

Mi pregunta por el saber entonces se dirige a tratar de pensar el lugar del analista, para así ubicar de qué
se trata en las intervenciones, cortes (?). Si el analista está ocupando su lugar de objeto, esto permite
pensar que ha logrado arrebatárselo al psicótico, lo cual no es algo que en la clínica de la psicosis
podamos demostrar; por lo tanto, se me complica pensar cómo sería hacer presente un "Otro vacío de
saber", que en principio no me hace problema para pensarlo así, como definición, pero no hace
diferencia, se me ocurre, con el lugar en la neurosis, ¿o sí? Seguiremos debatiendo.

[Mensajes 37, 41]

17 de agosto de 2000

Mensaje 34 - Gerardo Arenas

Transferencia y saber en las psicosis.

[Mensaje 31]

Coincido con Amelia Imbriano: en las psicosis no hay Sujeto supuesto Saber (SsS). En otro lugar [5] he
propuesto esta fórmula alternativa (aunque no me atrevo a decir que sea universalmente válida
para todas las psicosis): en lugar de SsS, hay Un-padre sabido Gozar (piénsese en el lugar de Flechsig
para Schreber, por ejemplo). Ésa es la certeza: el psicótico sabe que el Otro goza de él, y por eso
rechaza el inconsciente. Pero esto no impide al analista hallar una posición para el tratamiento de la
psicosis.

Amelia Imbriano agrega que el esfuerzo saludable del psicótico es hacer entrar al Otro en razón, poner
límite al exceso de goce.

Estoy de acuerdo, pero esto nos interroga acerca del lugar del analista; ocupar "un lugar vacío de saber –
como sugiere Amelia Imbriano – para escuchar el saber que el psicótico inventa", es una condición
necesaria, pero no suficiente. Si no, bastaría con ofrecer al psicótico cualquier lugar de inscripción (un
papel o una banda magnetofónica, por ejemplo). En mi experiencia, eso no es así: el psicótico no "se
produce como sujeto en el decir" sin el analista – o, más precisamente, sin su amor. (Schreber empieza a
escribir sus Memorias en febrero de 1900, cuando Weber, el director del asilo, lo invita a comer y
conversar juntos – es decir cuando lo hace entrar en su "banquete").

Tal vez ésta sea una nueva manera de leer el matema a->$: si arepresenta la parte del goce que no se
reduce al saber, el analista que la encarna produce el sujeto ($). Así, deberíamos concluir que toda
transferencia es, básicamente, erotomaníaca.

En este sentido, puesto que el complemento del matema a->$es S2//S1, volveríamos sobre la cuestión de
la interpretación-corte (b).

[Mensajes 36, 38, 40, 62, 64]

18 de agosto de 2000
Mensaje 35 - Tomás Hoffmann

Discurso - Fuera de discurso.

[Mensaje 32]

No he podido seguir tan de cerca el debate como Gerardo Arenas amablemente lo menciona.

Sin embargo algo de la mención obliga a intervenir aunque sea precariamente por el momento.

Con los nudos todavía me hago una galleta; me oriento algo mejor en los discursos, lugares del lazo
social.

Por eso, a modo de hipótesis inicial: si el psicótico está fuera del discurso (en principio, del Inc., pero por
lo tanto con imposibilidad de rotación hacia los otros) y suponiendo un analista que se mueve dentro de
los discursos... algunas cuestiones mínimas para empezar:

1. A partir de "hacerse Otro que tiene falta" (Jacques-Alain Miller[Mensaje 28]), por qué no pensar en
cierta operatividad del analista en posición de agente del discurso histérico (como $), interrogando al
S1 intrusivo de goce – más en psicosis desencadenadas que en aquellas que permiten sospechar la
presencia de fenómeno elemental como plomada en el discurso del paciente no desencadenado –,
tratando, con cierto encanto – con cierto "saber" para ubicar al a en el lugar de la verdad – de que dicho
S1, cayendo en "la trampa", acceda a una producción de S2 (que más bien tiendo a considerar como
S1 de otra naturaleza que los de inyección de goce – supongo que allí, "fuera de discurso", se siguen
produciendo S1...), con la expectativa de poner freno al enjambre.

2. Tal vez esto aclare un poco desde otro sesgo lo de "hacerse traducir" y lo del "destinatario" en lugar
del "secretario" del alienado (tan promovido en Arcachon). Hay que "merecer" o "saber", para decirlo de
alguna manera, constituirse en destinatario de un paciente.

3. Por otro lado, a grandes rasgos, intentar ubicarse como agente, en tanto semblante de a, en el
discurso analítico, interpelando al sujeto de la psicosis (si aceptamos esta cuestión en principio como
válida) con el propósito de producir S1, más que un contrasentido peligroso, me parece que, en tanto que
reverso del discurso del Inc., el discurso analítico tiene poco en que sostenerse.

4. Retomando la cuestión del discurso y el armado de un "tabú", en este caso por parte de Gerardo
Arenas (quien se lo comunica a su paciente [Mensaje 15]), ¿qué lazo hace que dicho tabú se sostenga
en la subjetividad de ésta y no funcione como un Uno intrusivo de goce, como podría hacerlo o
despertarlo cualquier Ley enunciada? ¿Por qué funciona dicho tabú? ¿No se podría explicar dicha cuestión
pensándola como resultado de unhacerse cargo, por parte del paciente, de un S1 producido en este caso
por el analista después de haber pasado él por una división subjetiva frente a la certeza alucinatoria de
su paciente? Un poco más: o sea, haciendo jugar cierto saber-hacer con dicha división subjetiva,
permitiendo un cierto cálculo como resultado de una implicación en la cura que no implique la dispersión
de lo que sería su asociación libre si asumiese plenamente el lugar del agente en el discurso histérico.

[Mensajes 52, 62]

18 de agosto de 2000

Mensaje 36 - Leonardo Leibson

Transferencia en las psicosis.

[Mensaje 34]
Me interesa participar en este intenso debate que trato de seguir a través de los mensajes enviados, a
pesar de que algunas cuestiones me dejan la impresión de necesitar un desarrollo más amplio. Por
ejemplo, qué entendemos por interpretación, si se trata de una actividad del analista o de una operación
de lectura en la cual opera el intervalo entre el enunciado y la enunciación; creo que es Foucault quien
dijo que la interpretación es una enunciación que no se desconoce en tanto tal. Por lo tanto, no me queda
claro, cuando se afirma que se debe interpretar, si esto significaría un llamado a la voluntad del analista
o una exhortación a no dejar fuera del diálogo con el psicótico a los posibles efectos de interpretación que
se podrían generar. Esto último me parece interesante, porque se opone a una posición excesivamente
timorata, para mi gusto, según la cual frente al psicótico hay que cuidarse tanto de hablar que se termina
no pudiendo escuchar.

Otro punto es sobre quién recaen los efectos de la interpretación. Según algunos momentos de mi
experiencia en la clínica con psicóticos, hay interpretaciones que se presentan, por así decir, o que "caen"
en ciertos momentos, que no siempre son dichas en voz alta y que afectan la posición del analista
teniendo efectos así sobre el "paciente". En verdad, no estoy muy seguro de que se pueda llamar así a
estas interpretaciones, aunque sus efectos lo sean.

Siguiendo con esta línea, mi impresión es que en las psicosis sí hay un lugar del SsS, y ese lugar lo ocupa
el psicótico para su analista. De todos modos no es una cuestión específica de la psicosis: ya Lacan
plantea que el lugar del SsS lo ocupa el analizante.

Otro punto que me parece importante es que, de haber alguna interpretación, ésta siempre será en el
marco de una escena transferencial y de un cierto juego dramático que allí se establece. La interpretación
se parece a veces a la puesta en evidencia de ciertas reglas de ese juego que jugamos sin saber. Por
supuesto, es un juego donde los cuerpos están implicados, junto con los textos. Creo que si hay alguna
especificidad de la clínica con psicóticos es en el modo, o los modos, en que se plantean estas escenas,
en los modos en que se juega la presencia/ausencia de los cuerpos, en los modos en que la regla de
abstinencia es cumplida o transgredida. Al respecto, me parece que, como dijera alguno de los
participantes del debate[Mensajes 17], es importante tener en cuenta qué ocurre en diversos
dispositivos de tratamiento como hospitales de día, talleres, etc.

[Mensajes 62, 63,71]

18 de agosto de 2000

Mensaje 37 - María Cristina Oleaga

Lugares.

[Mensaje 33]

A propósito del comentario de Gloria Aksman respecto de la puntuación de Amelia


Imbriano [Mensajes 31]:

1) Se me ocurre que sería útil precisar el "hacer semblante de" en dos vertientes: a) Objeto causa u
objeto que presentifica lo real, según los momentos de la cura en la neurosis; b) Un A vacío de saber,
que se presta, como testigo, al intento de armado en el trabajo con psicóticos.

2) Del lado del psicótico, su posición de objeto es en relación al goce del A. En este sentido, la posición
de ignorancia, al servicio de promover un entramado "simbólico" que acote la irrupción de goce, no me
parece homologable. Creo que es difícil saber, fuera del caso por caso, cuándo la intervención-corte actúa
al servicio de esa estrategia. Cuando hay dudas diagnósticas, prefiero ser "clásica" y esto, desde luego,
excluye la interpretación que da significación pero también la que podría dejar el saber del lado del
analista por la vía de la suspensión sin más.

Otro punto que me interesa: la práctica con psicóticos está atravesada por la psicofarmacología. En este
sentido, dentro de la práctica institucional, sobre todo, se ve el "aplanamiento" subjetivo como efecto
indeseado de una medicación que, sin embargo, es necesaria. Considerar esta variable, este efecto, ¿no
es – en parte – lo que nos hace repensar el lugar del analista y ubicar, también para la psicosis, el corte
como instrumento?

[Mensajes 44, 63, 75]

18 de agosto de 2000

Mensaje 39 - Amelia Imbriano

[Mensaje 28]

Además de estos dos textos, hay otro que me parece interesante, y de base, de Jacques-Alain Miller, que
está enMatemas I y se llama: "¿Producir el sujeto?".

[Mensajes 65]

21 de agosto de 2000

Mensaje 40 - Amelia Imbriano

[Mensaje 34]

Gerardo,

Coincido contigo en todo lo que dices en este mail. Al psicótico le es necesario un lugar al que dirigirse de
todas formas. Un lugar a donde dirigirse no es cualquier lugar, cualquier esquina, no es el gentío. Así,
pues, la pregunta por el millón es: ¿Cómo introducir en el discurso analítico a alguien que queda fuera-
de-discurso? A partir de ahí sólo una función puede interesarnos: el aparejo del sujeto al goce.

En principio, se constata para el psicótico que no hay aparejo puesto que eso queda fuera-de-discurso.
Sin embargo se va a poder construir un trámite de suplencia, con él en torno al analista para hacerle
tejido social. Ello puede hacer función simplemente con el dispositivo analítico, lo que no quiere decir que
sea simple.

Si pensamos que el fenómeno de la transferencia es el testimonio de la fórmula: "Allá donde me dirijo,


amo", debemos tener en cuenta que en la psicosis el que aborda al psicótico se encuentra metido en el
mecanismo del proceso de transferencia al revés, que se enuncia: "Es el Otro el que me ama". Por lo que
será necesario operar un movimiento de báscula. Igual que "se dirige a nosotros" es una inversión de la
voz alucinatoria que se dirige a él, así la transferencia sabe estar en correlación a la inversión de esta
erotomanía en sí misma.

La erotomanía de transferencia ¿puede constituir un cierto tipo de lazo social o, más bien, suple la
dificultad que padece el psicótico para hacer lazo social? La cuestión será evitar que la erotomanía se
transforme en una psicosis pasional clínica cuya única salida sea el pasaje al acto. Sólo si el analista
ocupa el lugar de a es que desempeñará una función de condensador de goce. La cuestión es cómo llegar
a ocupar ese lugar. Por supuesto que es necesario ver caso por caso, pero quizás en el debate podamos
realizar algún cálculo posible.

[Mensajes 67]

21 de agosto de 2000
Mensaje 41 - Céline Menghi

Lugar de saber y posición del analista en la psicosis.

Si no hay inscripción del goce por la metáfora paterna, Otro y goce, Otro y objeto primordial, no están
separados, así como se ve en la psicosis.

Pensemos en la preciosa carta de Lacan a Jenny Aubry: el niño como objeto que satura la falta de la
madre en donde se especifica su deseo. Lacan habla, en "Due note sul bambino psicótico", de
"condensador de goce". Para que el psicótico, de objeto pueda devenir sujeto, me parece que la posición
del analista, necesariamente, no puede ser la de objeto, ni de enigma, porque él (el psicótico) es el
objeto que encarna a.

El psicótico se enfrenta al goce mortífero del Otro y no hay interrogación porque es el Otro el que sabe y
el que goza de él. Es una certeza. Entonces, ¿qué lugar ocupar?

1. El lugar de un Otro que no goza de él y el lugar de aquel a quien le falta el saber.

2. El lugar de un vacío en que pueda alojarse la construcción delirante, lo que se sustituye a la falta de
metáfora paterna, a lo que da una versión de lo que es el objeto a. Gloria Aksman [33] se pregunta,
justamente, si el psicótico no ocupa ya este vacío. Lo ocupa, sí, pero como objeto gozado y sabido,
mientras que en el tratamiento del psicótico se trata de posicionarse desde otro vacío: el 1.

3. El lugar de un Otro que deja la posibilidad al psicótico de construir un saber diferente del saber
absoluto del Otro, de su Otro enfermo, de su Otro sin regla. De hacer su propia interpretación.

4. El lugar de escriba o secretario que tiene una tarea de asistencia y que lo ayuda a "verificar" (Baio,
hablando de su práctica) lo que está realizando. Realiza algo diferente de ser, él mismo, la realización de
a.

Me parece que esto es tratar al Otro desde una posición diferente que en la neurosis, desde una posición
que no es la de la interpretación clásica lacaniana de tratamiento del fantasma a partir de una
subjetivación del síntoma y de la instalación de un SsS que es una manera de darle un saber al sujeto.
En la neurosis se va a interpretar el goce, en la psicosis se va a negativizarlo.

Se puede decir que, si no estamos en una posición de interpretación, en un lugar de interpretación de


tipo (b), se trata de todos modos de algo que requiere un punto de salida común: ¿El acto del analista?
¡A seguir debatiendo!

[Mensajes 44, 72]

Mensaje 42 - Enrique Rivas

Psicosis - Lazo social.

El psicótico no hace lazo social, si no hay un Otro que certifique que quien emite el mensaje tiene valor
de sujeto. Quiero decir que haya un reconocimiento expreso y auténtico. Y esta posibilidad no se dará si
no hay un analista que haya esclarecido su relación a la estructura psicótica. Si hay transferencia habrá
vínculo social, siempre que se esté dispuesto a sostener esa transferencia. Lo que implica entre otras
cosas soportar la pulsión de muerte sin la mediación del aparato simbólico, sin el sentido, sin la
significación fálica.
Mensaje 43 - Jorge Moreno

Distintos momentos, transferencias y lugares.

Acabo de ingresar a la lista y he tratado de ponerme al día con las comunicaciones anteriores; pido
disculpas si repito u omito algo ya dicho.

El planteo original de Gerardo [6] es oportuno pero posteriormente el debate parece desvirtuarse respecto
a que existen diversas situaciones clínicas muy diferentes que reclaman diferentes abordajes.

En un mismo caso de psicosis – por ejemplo en un esquizofrénico, que sería lo más apropiado para el
desarrollo que nos proponemos –, cuando llega a la consulta (por lo general lo traen), lo hace
descompensado, es decir, presa de un delirio que hace incompatible la continuación de su estilo de vida.

En este momento, por atractivo, instructivo o apasionante que resulte, ingresar al delirio de nuestro
paciente sólo sirve para conocer la metáfora delirante que lo sostiene y con suerte inferir a partir de él el
significante forcluido, y asistirlo en ese delirio sería malsano.

La madre de un paciente con delirio místico le llevaba agua mineral bendecida en un recipiente que tenía
la forma de una imagen de la Virgen.

En este momento, la intervención – cuesta hablar de interpretación, cuando el psicótico no nos demanda
y, por el contrario, nos enfrenta en defensa de su metáfora delirante – pasará forzosamente por el corte,
y este corte tendrá muchas veces la forma de un acto: internación, medicación con psicofármacos,
aislamiento de los partenaires del delirio.

Lo que obtendremos de esta intervención es la rectificación de la metáfora delirante y la


desestructuración de nuestro paciente.

Sé que suena atroz para el desprevenido, pero no olvidemos de qué estamos hablando y qué significa un
corte para un psicótico. Si en la psicosis está forcluido el Nombre-del-Padre, en el neurótico está forcluido
el sujeto; entonces la interpretación y el corte hacen surgir al sujeto supuesto de ese saber, pero en el
psicótico el corte debe hace surgir el Nombre-del-Padre y el lugar del analista ya no será el de sujeto
supuesto saber sino el de Nombre-del-Padre sujeto supuesto saber.

No olvidemos tampoco que el delirio es restitutivo de la falta en ser del psicótico y sólo es válido si
conduce a una estabilización de la psicosis.

En un segundo tiempo, la interpretación deberá ser traducción de las vivencias psicóticas a los
mecanismos psicológicos normales y de los comportamientos neuróticos a su visión psicótica para
permitirle, ahora sí en el lugar del secretario, ayudarle a encontrar una nueva metáfora capaz de
estabilizar su psicosis.

Una paciente interpretó un gesto de su hermana como amenaza y sus voces comenzaron a decirle que
ella le iba a hacer daño; la traducción fue que ya estaba enojada con su hermana por un hecho previo
que me había comentado, pero como la expresión de sentimientos negativos está para ella forcluida, vio
en ese gesto la recepción y la respuesta a su enojo no expresado.

Otra joven, con una psicosis no desencadenada, no podía entender cómo se interrumpía el trabajo a
media mañana para tomar mate y criticar a todo el mundo cuando había tanto por hacer; la traducción
fue explicar el hecho como un mecanismo neurótico al que convenía condescender para mantener su
posición dentro del grupo y beneficiarse de la información que se filtraba.6

Nuevamente, el lugar del analista no pasa por el sujeto supuesto saber, ya que no es eso lo que
demanda el psicótico, sino el de sujeto supuesto saber el Nombre-del-Padre.

[Mensajes 54, 76]


21 de agosto de 2000

6-Un comentario de ambas viñetas se hallará en el mensaje 76.

[Mensajes 53, 74]

21 de agosto de 2000

Mensaje 44 - Gloria Aksman

El acto del analista.

Céline Menghi [Mensajes 41] se refiere al acto del analista, lo cual tiene el estatuto de ser la clave del
problema; esto es, circunscribe y da marco al problema con el tratamiento posible.

Coincido plenamente con María Cristina Oleaga [Mensajes 37]en ubicar las consecuencias de la
suspensión; el corte deja el saber del lado del analista y, como ya coincidimos entre todos, no se trata
precisamente del SsS sino que el corte hace presente una cuestión que siempre es deseable que no
aparezca, esto es, un saber que introduce al Otro del goce, Otro que sabe y con eso goza.

Y, en el mejor de los casos, se me ocurre que, dada la estructura psicótica, no produce nada como la
interpretación, es decir, no hay del lado del sujeto psicótico quien se haga responsable de ella. Ese Otro
vacío de saber, por lo pronto, pienso que está en el lugar opuesto al del corte-suspensión; ahora bien,
tengo entendido que Gerardo Arenas ha operado con él [Mensajes22].

Me gustaría leer un poco más al respecto, esto es, cómo ubica Gerardo la operación que seguramente en
ese caso ha producido un acotamiento de goce.

[Mensajes 75]

22 de agosto de 2000

Mensaje 45 - Moira Iglesias

Una idea.

Decido incluirme activamente en el debate con una idea que pareciera no querer abandonarme desde mi
lectura delSeminario 23 (El sinthome). Se trata de este último giro que Lacan le da al concepto del
significante del Nombre-del-Padre después de haber comenzado a ¿relativizarlo?, cuando lo pluraliza (los
Nombres del Padre); cuando termina de sacarlo del lugar de ser el fundamento y sostén de la estructura
y lo piensa en términos de una suplencia. En ningún momento sitúa esta función supletoria como sólo
relativa a la psicosis. Se trata de una suplencia generalizada en tanto suple la falla de la estructura, falla
radical, principal, que no se debe a ninguna operación faltante sino que resulta del encuentro del sujeto
con el lenguaje.

Si acordamos con esto, la clínica diferencial ya no puede regirse por la lógica del "hay o no hay"
(castración, NP, lazo social, transferencia, etc.) sino que requeriría otro esquema, que podría ser el de las
distintas maneras de responder a la falla de la estructura.
Entonces, en la psicosis, en la neurosis, en la perversión, ¿no se tratará de, caso por caso, ir
descubriendo cuál es el modo particular de respuesta a esa falla para promover otro más económico, de
menor sufrimiento?

[Mensajes 46, 47, 48, 77, 117]

22 de agosto de 2000

Mensaje 46 - Amelia Imbriano

[Mensaje 45]

Habiendo generalizado el agujero de lo simbólico y el síntoma, le fue necesario a Lacan plantear una
nueva clínica diferencial. En esto, la psicosis es definida como puro síntoma. La psicosis es rechazo del
inconsciente en tanto discurso, mientras que en las neurosis el discurso inconsciente interpreta al
síntoma.

La circularidad entre el inconsciente y el síntoma sólo es posible por una nueva forma de simbólico. Se
trata de la realidad del inconsciente en la cual sitúa al síntoma al decir que lo ha bajado en un grado, y a
la elucubración de saber inconsciente. El síntoma, entonces, forma parte del inconsciente. Lacan explica
así de qué modo es posible incidir en el síntoma via la transferencia y el equívoco. Es posible también
plantear lo diferencial en relación al sentido en tanto fuga y a la certeza. La fuga del sentido es "una
chicana infinita, un real en fuga". Si, en los cuatro discursos, Lacan da lugar al objeto a y por ende al
sentido como fuga, en las psicosis todo se reduce a un S1 sin S2. La certeza no admite fugas de sentido.

Desde la última teoría del síntoma, la estabilización en las psicosis desencadenadas se presenta como un
nuevo modo de escritura del síntoma: la metáfora delirante, que implica un saber-hacer con el goce por
la vía de la invención de saber (todos inventamos algo en el agujero de lo simbólico: el síntoma). Quizás
en las psicosis se puede pensar un Uno que sostiene el agujero. Será entonces en torno al agujero y al
sostén que se produce un modo de anudamiento de lo real, lo imaginario y lo simbólico.

Lacan nos enseña con respecto a una homología de función entre el síntoma y el NP. Función de
nominación, de excepción, de cuarto que anuda los registros. Donde el NP como síntoma particular no
inscribe una letra de goce de los dos lados de la sexuación, otra letra, una cualquiera, cumple la función
de nominación aunque los efectos sean las psicosis.

En la época en que Lacan concebía al síntoma como metáfora, la cura de las neurosis estaba orientada a
deshacer el síntoma por vía de la interpretación. Al definir al síntoma como letra de goce que repite, lo
concibe como el soporte mismo de cada existencia. Entonces, la cura es concebida como un saber-hacer
con el síntoma irreductible, tanto en las neurosis como en las psicosis, y con respecto a ello estas últimas
nos enseñan.

Pienso que si la metáfora delirante sirve como nominación estabilizadora es porque nombra al sujeto con
relación al fenómeno elemental, pero implicándolo en el goce por vía de la invención de saber.

[Mensajes 88]

23 de agosto de 2000

Mensaje 47 - José Antonio Vidal

Distinción esquizofrenia-paranoia.
Me gustaría comentar algo para el debate. No creo que nos ayude hablar de "la psicosis" (interpretación
en la psicosis, transferencia en la psicosis), ya que no me parece que la psicosis sea un conjunto
homogéneo. En esto adhiero a la posición de Moira Iglesias [Mensajes 45] de tomar los casos uno por
uno. De hecho, para el psicoanálisis hay la paranoia; ella está muy precisada tanto en Freud como en
Lacan. La esquizofrenia, en cambio, es incierta. Pertenece más al campo de la psiquiatría y es poco lo
que el psicoanálisis ha establecido para ella.

En el primer caso, la paranoia, se puede captar que el sujeto realiza un trabajo, se plantea él mismo un
tratamiento para el exceso de goce que lo atormenta, y es por eso que el analista puede acompañar de
diversos modos – lo que incluye la interpretación, la sugestión, el acto, etc. – ese trabajo propuesto por
el sujeto.

El esquizofrénico, antes de toda otra diferencia diagnóstica, presenta lo que Kraepelin llama "debilidad
mental", esto es, una profunda dificultad para elaborar un trabajo de estabilización. Así, la estabilización
(si la hay) es siempre lábil y a punto de la descompensación. La intervención del analista, sea del orden
de la interpretación o de otro, corre el riesgo de desencadenar una crisis más por estas condiciones
particulares del sujeto que por representar Un-padre en lo real.

Personalmente, creo que no se debe iniciar un análisis con sujetos que no presenten esta mínima
condición para el trabajo.

[Mensajes 49, 55, 89, 101]

23 de agosto de 2000

Mensaje 48 - Jorge Moreno

Nombre-del-Padre.

Coincido con Moira [Mensajes 45] en que el Nombre-del-Padre resulta fundamental para comprender la
dinámica significante no sólo en la psicosis sino en toda estructura.

Lacan, luego de desarrollar toda una teoría del significante desde la estructura lógica del lenguaje, se da
cuenta de que se necesita un sostén o soporte de la estructura por fuera de ella misma.

Esto fue un problema teórico para Lacan, ya que puede inferirse la existencia del Nombre-del-Padre
desde el discurso pero no puede accederse a él. Es una instancia que asocia con la verdad, la realidad, la
cultura, Dios. De aquí que la psicosis pueda considerarse fuera del discurso o del lazo social.

Por eso le da valor fundante a la suspensión del seminario Los nombres del padre e insiste en decir que
no hablar de ellos tiene su efecto, y hace referencia al nombre impronunciable de Dios.

Una forma de solución resultó el hablar de los Nombres del Padre (en asociación pero no identificación
con el Nombre-del-Padre) como significantes esenciales para que la estructura se sostenga, y que serían
los forcluidos en la psicosis.

Finalmente, la solución teórica surge con el nudo borromeo y la inclusión de un cuarto anillo que anula la
equivalencia de los otros tres y los sostiene, y así el Nombre-del-Padre pasa a ser, junto con Real,
Imaginario y Simbólico, una cuarta consistencia de la realidad.

23 de agosto de 2000

Mensaje 49 - Jorge Moreno


Distinción esquizofrenia-paranoia.

[Mensaje 47]

José,

Desde el punto de vista del psicoanálisis, la psicosis es estructuralmente una, con dos facetas: la
negativa es el desencadenamiento metonímico con la interrupción del pensamiento o la fuga de ideas, y
la positiva es la metáfora delirante – delirante por ser una metáfora fuera del discurso o ajena a la
norma, el Nombre-del-Padre, y que por eso es tan rica para el estudio de la estructura del lenguaje. De
acuerdo a la profundidad del desorden, lo cual está en relación directa a la estabilidad de la idealización
previa y a la edad del individuo, el tono del cuadro será depresivo, proyectivo o disociativo.

En la descripción psiquiátrica clásica, la esquizofrenia corresponde fundamentalmente al


desencadenamiento metonímico y a los síntomas negativos; en la hebefrenia predomina lo disociativo en
forma de alucinación; en la paranoia, lo proyectivo; y en la depresión mayor o endógena, lo depresivo.

Siendo éstas características cualitativas, la nosología psiquiátrica fracasa por la existencia de


esquizofrenias paranoides, trastornos esquizoafectivos, manía y procesos bipolares – todas variaciones de
estos elementos.

[Mensajes 91]

24 de agosto de 2000

Mensaje 50 - Julio Leites

Lugar del analista.

Estimado Gerardo,

Aunque tardíamente, voy a explicar lo que pienso.

1. En relación a las tres situaciones clínicas planteadas[Mensajes 1], creo que son problemas diferentes.
En (1), lo que debe primar es la prudencia y en este aspecto soy absolutamente freudiano: escucho y me
doy el tiempo necesario para tratar de elaborar un diagnóstico por lo menos de estructura, tomando
como ejemplo lo que nos ha trasmitido Jacques-Alain Miller (en el texto de Los inclasificables...) en
relación a la búsqueda del punto de capiton, y tratar de precisar si es una neurosis o psicosis. Dado el
caso de las psicosis no desencadenadas, prefiero no realizar ninguna operación con estos pacientes;
generalmente no consultan espontáneamente, sino que son traídos por un familiar que percibe
pensamientos o conductas "raras". Con estos pacientes mi actitud es de tranquilizar al acompañante y
prevenir que ante cualquier elemento nuevo o conducta llamativa concurran nuevamente a la consulta.
Es en la tercera situación en donde se plantea cómo actuar. Me ha sido de gran utilidad el libro de
Jacques-Alain Miller, Entonces: "Sssh...". Se encuentran en este material indicaciones de mucho valor
sobre el problema que nos ocupa.

2. Acuerdo con Amelia Imbriano [Mensajes 3] en situar nuestro decir en el orden de las intervenciones
pues, como Gerardo aclara también, nuestro cuerpo, su postura y actitud, tienen importancia. En lo que
respeta a las "maniobras de transferencia", es un concepto que no me aparece claro para situarlo
teóricamente en relación con la psicosis. En referencia al cálculo de la intervención, la forma en que
opero en las primeras sesiones es provocar el despliegue del discurso y, como enseña Jacques-
Alain Miller y lo señala Céline [Mensajes 16], "vale la pena cortar haciendo un anudamiento,
proponiendo retomar el discurso en la próxima sesión", aunque, como lo dice nuestra interlocutora,
siempre hay algo de caprichoso en el corte. Entiendo que este corte debe operar también como un límite
al goce, que dice no al goce mortífero del Otro.

3. En relación a la [segunda] viñeta clínica [Mensajes 15], habría que precisar si se trata de una
neurosis o una psicosis, pues conozco algunos casos en donde el alcohol operaba como un elemento de
suplencia y, al internar sus familiares al paciente para una cura de desintoxicación y producirse la
suspensión de la bebida alcohólica, se desencadenó un cuadro de delirios y alucinaciones, y llevó un
tiempo bastante largo lograr una estabilización.

4. Estoy de acuerdo con la propuesta de Enrique Rivas[Mensajes 17], pues con Fabiana, mi mujer,
tenemos una experiencia de algunos años en instituciones (públicas y privadas) que se dedican a la
asistencia de niños.

5. En la discusión entre si se puede o se debe interpretar, pienso que no existe desde el lado del analista
un nivel de discusión, pues si pensamos en que se debe interpretar estamos aceptando la existencia de
un Otro como mandato.

6. Sobre la pregunta acerca de si el psicótico hace lazo social o no, creo que corresponde definir qué
entendemos por lazo social y cuál es su alcance, es decir que creo que podemos utilizar diferentes
grados, y en esta situación estaríamos pensando en una lógica con un modelo continuista según lo
propone Jacques-Alain Miller en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica.

7. En cuanto a si el psicótico está fuera del discurso, siempre lo he entendido como fuera del discurso del
amo, es decir lo que entendemos como que un significante remite a otro significante. No debemos olvidar
que en la psicosis un significante remite a un sujeto para otro significante.

Saludo a todos los colegas de la lista y espero sus aportes.

[Mensajes 52, 56, 60, 92]

24 de agosto de 2000

Mensaje 51 - Gerardo Arenas

Unas palabras del moderador.

Queridos amigos,

Se cumple el primer mes de funcionamiento de la lista Interpsicosis, y quiero decir unas palabras como
moderador.

Agradezco, en primer término, a quienes ya han hecho aportes al debate (Silvia Szwarc, Amelia
Imbriano, Céline Menghi, Paula Vallejo, Enrique Rivas, José Ioskyn, Gloria Aksman, Silvina Elgart, Tomás
Hoffmann, Leonardo Leibson, María Cristina Oleaga, Jorge Moreno, Moira Iglesias, José Antonio Vidal y
Julio Leites). También agradezco a los suscriptos, por interesarse en el debate: actualmente, 130
suscriptos pertenecientes a 11 países reciben los mensajes que circulan por la lista.

Moderar este debate me resulta muy divertido, y ello se debe esencialmente a la seriedad con que se
está llevando a cabo. Por otra parte, no he tenido que rechazar ningún mensaje, y eso ha hecho más fácil
mi labor; dado que la lista es abierta y puede suscribirse a ella quien lo desee, ése era un riesgo posible a
priori. El número de mensajes distribuidos llega hoy casi a 60, y eso me permite concluir que mis
temores eran excesivos.

Para finalizar, dos invitaciones. Primero, a que cada uno de ustedes convide a otros a participar en este
debate; es un debate necesario. Segundo, a que se profundice la práctica del debate en general; el
medio que brindan las listas electrónicas es gratuito y fácil de usar, y promueve que el debate se
despliegue en el nivel que le corresponde: allí donde el argumento es lo que cuenta.

24 de agosto de 2000

Mensaje 52 - Gerardo Arenas

El psicótico y los cuatro discursos.

[Mensaje 53]

Gracias a la intervención de Tomás Hoffmann, se nos plantea ahora la necesidad de discutir la relación
entre el psicótico y los cuatro discursos (lugares del lazo social).

Tomás afirma, con Lacan, que el psicótico está fuera del discurso... del inconsciente (en esto está de
acuerdo con el planteo de Julio Leites [Mensaje 50]). De esto infiere la imposibilidad de rotación hacia
los otros tres discursos.

Planteo en este punto mi discrepancia, fundada en dos cuestiones. Primero, porque la diferencia
estructural específica sólo se sitúa en la puesta en funcionamiento del Nombre-del-Padre, es decir cuando
S2 se ubica en el lugar del trabajo (lo cual deja al psicótico, en principio, fuera del discurso amo – como
dicen Tomás y Julio – pero no de los otros). Segundo, porque el signo de la rotación (o sea, del cambio
de discurso) es, como señala Lacan en el Seminario 20, el amor; y éste no falta en el psicótico. Dicho de
otro modo, si el amor es signo de cambio de discurso, hay rotación en el psicótico.

Paso ahora a los cuatro puntos que plantea Tomás.

1. Sugiere pensar la "operatividad del analista en posición de agente del discurso histérico (como $),
interrogando al S1intrusivo de goce", en psicosis desencadenadas, tratando de que dicho S1 "acceda a
una producción de ‘S2’ – o más bien un S1 de otra naturaleza que los de inyección de goce – con la
expectativa de poner freno al enjambre". Estoy de acuerdo, en principio, con el planteo. Al menos, esto
no es disonante con mi experiencia clínica.

2. Tomás sugiere que tal vez esto aclare lo de "hacerse traducir" y lo del "destinatario" en lugar del
"secretario" del alienado. Me parece posible, en efecto. Es más, Tomás dice que hay que "merecer o
saber constituirse en destinatario de un paciente", y ése me parece un punto crucial en el tratamiento de
las psicosis. Pero agrego: si nos hacemos destinatarios, introducimos un vínculo social.

3. Tomás afirma que intentar ubicarse como agente en el discurso analítico (a) no es tanto "un
contrasentido peligroso", sino que, en tanto que reverso del discurso del inconsciente, el discurso
analítico tiene poco en que sostenerse. Este me parece un punto interesante. Estos dos discursos se
contraponen, precisamente, en un punto clave: su relación con el Nombre-del-Padre. En el análisis nos
servimos de él (discurso amo) para prescindir de él (discurso analítico). ¿No sería posible acaso servirse
de otra cosa? Éste es el problema, a mi modo de ver, en el tratamiento de las psicosis.

4. Por último, Tomás comenta la viñeta del "tabú", pregunta qué lazo hace que dicho tabú funcione, y
sugiere que esto podría explicarse como resultado de que el paciente se hace cargo de un S1 producido
por el analista (que no asume plenamente el lugar de agente del discurso histérico). Este punto me
resulta oscuro, y espero que Tomás lo aclare un poco.

Finalmente, agrego la cuestión – a plantear en este contexto – de la relación del psicótico con el cuarto
discurso (el universitario). Es sabido que los psicóticos pueden sostenerse muy bien en ese lazo social.
¿Qué nos dice esto?

[Mensajes 57, 70, 73, 120]

25 de agosto de 2000
Mensaje 53 - Amelia Imbriano

[Mensaje 42]

Estoy de acuerdo. Pero ¿se puede decir que hace lazo social o que hace suplencia de lazo social a partir
de poder introducirse en el discurso analítico?

[Mensajes 70, 90]

28 de agosto de 2000

Mensaje 54 - Amelia Imbriano

[Mensaje 43]

Me interesa que amplíes un poco más este concepto de supuesto saber el Nombre-del-Padre.

[Mensaje 68]

28 de agosto de 2000

Mensaje 55 - Amelia Imbriano

[Mensaje 47]

Quizás se pueda pensar que con el esquizofrénico le será posible al analista ocupar el lugar de testigo, y
para la paranoia el lugar de secretario.

28 de agosto de 2000

Mensaje 56 - Amelia Imbriano

[Mensaje 50]

Es Lacan quien sitúa el concepto de "maniobras de transferencia" en las últimas palabras de "De una
cuestión preliminar...". No me resultó claro durante mucho tiempo, y creo no se refiere únicamente a
cuestiones de la táctica o de la estrategia en la dirección de la cura, sino más vale un efecto de la política
de la dirección (recordemos en "La dirección de la cura...": táctica, estrategia y política). Un poco se me
ha aclarado el concepto de maniobras de transferencia pensándolo del lado de la transferencia de goce.
28 de agosto de 2000

Mensaje 57 - Amelia Imbriano

[Mensaje 52]

Si pensamos que el psicótico puede entrar en el discurso analítico, ¿haría éste suplencia de lazo social?

[Mensaje 70]

28 de agosto de 2000

Mensaje 58 - Leonardo Leibson

Posición del analista.

Siguiendo la línea planteada de que no se trata, en el tratamiento posible con un psicótico, de lo que no
hay sino de la modalidad de lo que hay (por lo menos en la práctica, quizás en la teoría es más fácil
delimitar el "psicótico teórico" que se ajuste a todos los puntos de la doctrina), me parece que es
importante la cuestión de la posición del analista en relación a la posibilidad o no de que se produzca algo
que tenga que ver con la interpretación. Como varios participantes de esta lista lo han señalado, crear las
condiciones posibles para un diálogo o hacerse merecedor de recibir el testimonio del psicótico no es cosa
fácil. Creo que Lacan da algunas referencias decisivas cuando habla de la conservación de la relación
imaginaria en términos de amistad o philía (cf. "De una cuestión preliminar..."), agregando que esta
relación imaginaria implica, aunque parezca contradictorio, un cierto orden de terceridad. Creo que sería
interesante investigar en qué consiste esta suerte de terceridad imaginaria, porque nos lleva a cuestionar
una concepción demasiado restringida de lo imaginario como puro engaño o ilusión y también a
reconsiderar los anudamientos de lo imaginario con lo simbólico: no sólo que lo simbólico media y regula
la relación imaginaria (cf. Seminario 3) sino como lo imaginario que hace consistencia y de alguna
manera amortigua los efectos del "parásito lenguajero" (Seminario 23 y alrededores).

En este contexto, la interpretación es pensable en tanto releva de cierta terceridad que necesita estar
planteada de entrada en relación a la posición del analista. De hecho, creo que siempre que hay un
diálogo posible con un psicótico es porque prestamos asentimiento a la relación de éste con su Otro (que
lo sabe, que lo goza, etc.). La intervención de Gerardo con la construcción del tabú [Mensaje 15] opera
en ese preciso nivel, no sólo resignificando una serie de palabras venidas de ese Otro sino justamente
develando algo de la estructura de esa situación donde una terceridad es posible (aunque no lo sea en
términos neuróticos).

[Mensajes 61, 66, 70, 110, 118, 120]

28 de agosto de 2000

Mensaje 59 - Fabián Allegro

Un caso clínico.
Realmente me parece un debate interesante. Creo que en la psicosis se extrema la dimensión de la
particularidad del caso por caso, más aún teniendo en cuenta que en la misma no hay recurso a la
función NP.

Por eso, respondiendo a la invitación que Gerardo realizó en un inicio [Mensaje 1], quería participar en
el debate con la reseña de un caso clínico que atiendo desde hace 13 años: una paciente de la cual la
psiquiatría podría dar un diagnóstico de parafrenia y que para nosotros podría incluirse quizá entre las
enfermedades de la mentalidad.

La paciente asiste por propia decisión, a partir de una sensación de extrañeza frente a los fenómenos que
padecía.

Mientras ella sobrellevaba su vida cotidiana con normalidad, en la primera entrevista da cuenta de una
gran variedad de fenómenos de automatismo mental de todo orden (mental, motor, sensitivo, afectivo y
sensorial en la clasificación de De Clérambault).

Por otro lado, en su decir hablaba de ella en primera y tercera persona indistintamente. "Yo me llamo F.
L., ella es una burra con cuatro patas – hablando de sí misma –, ahora vamos a hablar de ella".

Sensaciones cenestésicas, kinestésicas, alucinaciones auditivas, comentarios de actos, alucinaciones


verbomotrices, impulsiones verbales, etc.

La paciente decía estar satelizada y era el satélite el que comandaba todas sus acciones. Un sensor en el
cuerpo le señalaba la presencia del satélite.

Este satélite, como producto del trabajo delirante, carecía de eficacia (aparato de influencia) suficiente
para promover una interdicción de la irrupción de goce.

Pero el sensor se constituía como un significante que se promovía como condensador de goce articulado
a su cuerpo.

Este significante se prestaba, por su uso, a equívocos. Sólo en una ocasión en que este significante se
prestó, claramente, a un sentido en la lectura del mismo, intervine señalándoselo. El efecto fue el
siguiente:

1. Sin ninguna mención a mi intervención, ella dijo: "Algo me está diciendo que estoy censurando... yo
censuro". La intervención tuvo un efecto bajo la modalidad de los fenómenos elementales que ella
padecía.

2. Posteriormente desapareció la mayoría de los automatismos referidos al cuerpo.

3. Un efecto de apropiación de su yo gramatical. Y, paralelamente, dejó de hablar en primera y tercera


persona sobre ella misma.

4. "Ya no estoy satelizada, estoy mentalizada, me comunico por la mente".

5. Comenzó a construir una ficción delirante de redención que se instituyó como eficaz y estable en el
tiempo. Posteriormente, este efecto de comunicación mental desapareció en la medida en que esta
construcción fue progresando. El delirio permanece vívido, pero con cierta distancia al darle la
connotación de que "parece más una novela".

6. Se generó una tensión "transferencial" hacia mi persona, al mismo tiempo que se establecía una
interdicción. Reiteradamente me preguntaba en qué estaba yo pensando. Este efecto cedió.

Esta intervención (que, por otro lado, en la clínica de la psicosis suele ser excepcional – sólo hubo dos
oportunidades más de intervenir de esta forma a lo largo de estos años), que se produjo como efecto que
operó sobre lo real, promovió un cambio de posición subjetiva de la paciente en relación a los fenómenos
que padecía, pese a su condición subjetiva (psicosis), y permitió el apaciguamiento de los mismos.

[Mensajes 61, 111, 114, 118]


28 de agosto de 2000

Mensaje 60 - Céline Menghi

Respuesta a Julio Leites.

[Mensaje 50]

Quiero aportar una pequeña contribución clínica. Estoy de acuerdo con el punto 3 de Julio Leites. En mi
experiencia clínica con anorexia y bulimia se ve muy bien el valor de suplencia que tienen. El
comportamiento alimentario puede ser una manera de tratamiento del Otro y también una manera de
tratar al cuerpo en la esquizofrenia.

Un joven que siempre se veía en la mirada del otro, que veía la mirada del otro mirar a su cara, tiene una
conducta alimentaria bulímica y me pregunta si no es mejor hacer una intervención quirúrgica sobre su
cara para cambiar sus mejillas. Años antes había hecho una tentativa de suicidio, "no para provocar al
otro, como dicen todos, sino porque yo no toleraba la mirada y verme siempre en el otro con esta cara,
con estas mejillas", decía. (Suicidio como "acto", como separación del Otro.) Es un caso muy grave y
riesgoso; me tomo mi tiempo, le digo que se puede reflexionar, pensar, porque ahora no me parece una
buena idea hacer una intervención quirúrgica, y digo también que no tenemos prisa para tomar
decisiones. La bulimia es algo que tiene, que hace un mínimo de escansión temporal. Este caso conduce
a reflexionar sobre el punto 2, que Julio retoma de Amelia [Mensajes 3], en relación a nuestra actitud y
postura. Fue para mí muy difícil buscar una manera de administrar mi propia mirada en la sesión, de
hacerme lugar vacío con las miradas que se encontraban en el vis-à-vis. Me parece, reflexionando sobre
este lugar vacío, este no saber, este /A que somos con el psicótico, que por un lado hacemos un acto de
fe y por otro lado introducimos un "menos", una discontinuidad, un anudamiento en donde no lo hay.
Este joven empieza hablar de su padre que le pellizcaba las mejillas cuando era niño, de su padre que
dice que él está un poquito fuori di testa, un poquito loco, este padre que no le cree. Aquí el punto 7 nos
hace reflexionar sobre el fuera de discurso. Dice: "Mi padre piensa que soy fuori di testa con esta historia
de la mirada. Yo tengo otra lógica, él hace un otro discurso. Necesita hacer un acto de fe, como San
Agustín. El tú no existe. Es el otro el que dice tú para comunicar, somos todos yo. Así como no existen
los hombres y las mujeres. Tenemos solamente un nombre y un apellido". Si hay falta de un significante,
necesita el acto de fe para lo que mantiene un no sentido absoluto. Le digo que yo le creo, que creo en lo
que dice. Estamos sometidos a la ley de la enunciación del sujeto que así puede buscar su lugar en el
Otro. Así el sujeto puede anudar algo de los acontecimientos traumáticos de su vida y hacer historia.
Empieza hablando de algo que le interesa mucho y que tiene un lazo con lo que tenía antes de su
bulimia, es decir la práctica del judo que tuvo que interrumpir a causa de una ruptura del ligamento de la
rodilla: la filosofía Zen. Las sesiones han tomado un estilo de discurso filosófico muy preciso, la lectura de
textos Zen ha tomado un valor particular para este sujeto. No habla más de cirugía, se siente mucho
mejor, pero desaparece. El Zen, la filosofía Zen es una manera de mantener al Otro distante por medio
de un "estar en las cosas en vez de rumiar lo que es imposible; rumiar es diferente que pensar", dice
(rumiar como imposición del Otro; pensar como producción del sujeto), por medio de máximas éticas de
un sabio japonés, Jigoro Kano, que habría gustado mucho a Lacan. Esto le permite hablar de su identidad
en relación a su cuerpo y su familia, etc. Sabemos cómo la identidad se encuentra para el esquizofrénico
en una relación al semblante típica.

Creo, pero puedo también equivocarme, que está bien que haya interrumpido las sesiones.

Estoy interesada en otros aportes clínicos.

[Mensajes 61, 66, 113, 114, 122]

28 de agosto de 2000

Mensaje 61 - Gloria Aksman


Una terceridad posible.

He leído con sumo cuidado e interés la intervención de Leonardo Leibson [Mensaje 58], que nos
propone pensar la particularidadde la psicosis desde un imaginario que guarda equivalencia con los otros
dos registros.

Creo que esta manera de pensar la intervención del analista introduce una terceridad diferente de aquella
que conocemos para la neurosis, y por supuesto va a contrapelo del Un-padre en posición tercera.

Esta posición permite introducir "que algo funcione", y la palabra "función" no es aquí arbitraria sino que
la utilizo en el estricto sentido en que la plantea Fabián Allegro [Mensaje 59]: "función NP". La función
no funciona. El elemento NP no entra en función.

Que algo funcione, entonces, implica una posibilidad de operar la distancia con el Otro, y por lo tanto que
una cierta dimensión yoica aparezca del lado del psicótico.

Esta terceridad posible para el analista producirá en la clínica de la psicosis efectos en la dimensión
imaginaria que anda suelta, y la verificación de esto encontrará al analista hablando de cambios en la
posición del sujeto.

Así es como entiendo, en los casos de Céline Menghi [Mensaje60] y Fabián Allegro, que se han
producido dichos efectos.

Esta terceridad, introducida por la posición analítica, en su caso Céline Menghi lo denomina acto de fe.
"Le digo que yo (el subrayado es mío) le creo, que creo en lo que dice".

Señalo dos cuestiones que me parecen importantes en esta intervención que separa al yo del Otro, es
decir inaugura el lugar (psicótico) del yo y el Otro.

1. El decir es del paciente.

2. Ella (la analista) es quien le cree: introduce así la posición tercera.

En el caso de Fabián Allegro, el cambio se produce a partir de un significante que la paciente escucha por
boca de su analista, y allí señala Fabián: "Efecto de apropiación de un yo gramatical".

La reflexión, en este caso, es una pregunta: ¿Se trata del señalamiento de un significante pronunciado
por ella, o es que aparece dicho por el analista (terceridad posible)?

Lo cierto es que ambos casos introducen de manera paradigmática la posibilidad de pensar el lugar del
analista.

Por supuesto, agradezco sus intervenciones – que espero no sean las últimas.

[Mensajes 66, 71, 73, 114, 118, 120, 144]

28 de agosto de 2000

Mensaje 62 - Gerardo Arenas

Interpretación, voluntad, coraje, SsS y erotomanía.

[Mensaje 36]
Quiero retomar cinco cuestiones recientemente planteadas por Leonardo Leibson en el debate.

1. ¿Qué entendemos por interpretación?, pregunta Leibson. ¿Una actividad del analista o una operación
de lectura en la cual opera el intervalo entre el enunciado y la enunciación? Quisiera detenerme en este
punto antes de abordar otros interrogantes que abre su aporte. Resumiré lo que ya he dicho en otro
lugar.[7]

1.1. Clásicamente, interpretar es traducir. Y el objetivo de toda traducción es asignar a una cadena
significante (S) otra cadena significante (S') que la "traduce" de modo tal que en esta asignación se
conserve el significado (s = s'):

Esta operación es, en sentido estricto, imposible, y, en sentido práctico (en el ámbito del equívoco), es
además impensable. No obstante, cuando, en nuestro debate, introdujimos el "hacerse traducir", lo
hicimos, a mi entender, en estos términos: traducción de una lengua a otra.

1.2. Freud emprendió otra forma de traducción para las formaciones del inconsciente, en la que asignaba
un nuevo significado (sexual, s') a una dada cadena significante, de significado antes enigmático (s):

Esto es lo que en el debate he llamado, propiamente, la interpretación-traducción (a).

1.3. El modus interpretativo introducido por Lacan difiere de ambos esquemas y deja de ser equivalente
a una traducción, en la medida en que rompe el enlace significante, suspendiendo el significado. Eso es,
justamente, lo que en el debate llamé interpretación-corte (b): S//S'.

2. Voy a la segunda pregunta de Leibson: cuando se afirma que se debe interpretar, ¿es esto un llamado
a la voluntad del analista o una exhortación a no dejar fuera del diálogo con el psicótico los efectos de
interpretación que se podrían generar?

Yo creo que, con ciertos matices, no se trata de una alternativa (o) sino de una conjunción (y). A su
segunda cláusula estamos habituados; hablaré entonces de la primera.

Ya se ha rozado en este debate la cuestión de la responsabilidad del analista, y toda responsabilidad


implica deberes. Por otra parte, con respecto a la voluntad, quisiera aclarar un par de cuestiones
vinculadas a este término un poco desprestigiado en estos tiempos. La voluntad, al igual que el deseo,
pertenece al ámbito de la praxis, y la referencia de ésta a su objeto es lo que se llama intencionalidad.
Ahora bien, la intencionalidad es esencial al psicoanálisis, como lo vemos desde los primeros escritos
freudianos hasta los últimos seminarios de Miller. Por lo tanto, no temamos hablar de voluntad del
analista. Efectivamente, el analista tiene una voluntad, y es el psicótico quien se lo hace saber las más de
las veces... Se trata entonces de poder arreglárselas con esa voluntad a fin de poder incluir un cálculo
mínimo de su incidencia en el tratamiento. Aun el silencio y el cruzarse de brazos son actos de voluntad
(y, por lo tanto, intencionales), de modo que esto deslinda la diferencia entre voluntad y "voluntarismo".

Por lo tanto, en estos términos, hay un deber en juego, y ese deber apela a la voluntad del analista.

3. Leibson denuncia una posición timorata, según la cual frente al psicótico hay que cuidarse tanto de
hablar que se termina no pudiendo escuchar.

Concuerdo: la he visto, y no es la posición que conviene al analista, bajo ninguna circunstancia. Como
señalaba Tomás Hoffmann en un aporte reciente [Mensaje 35], el analista tiene que poder arreglárselas
con su propia castración, y esto es así más allá de la estructura del sujeto analizante con quien tenga que
habérselas. Hay que tener coraje.
4. En las psicosis, agrega Leibson, hay un lugar del SsS: ese lugar lo ocupa el psicótico para su analista.
Yo creo que, en sentido estricto, no es así. El saber del psicótico no es supuesto, sino expuesto. El
psicótico nos enseña, de ahí que en las presentaciones de enfermos se dé lugar a una enseñanza,
precisamente. Y el analista puede querer ese saber, como lo revelan sus intenciones para con el
psicótico. Y el psicótico puede enseñarle al analista, además, que no todo en esas intenciones es
reducible a un deseo de saber. Retomando algo que dije hace poco en el debate [Mensaje 34], yo creo
que no es tan correcto decir que la transferencia en las psicosis es erotomaníaca, sino más bien que el
psicótico nos enseña quetoda transferencia lo es.

5. Esto se condice con otro comentario de Leibson, cuando señala que la interpretación se da en el marco
de una escena transferencial, y pone en evidencia "ciertas reglas de ese juego que jugamos sin saber" –
un juego, agrega, donde los cuerpos están implicados. Leibson dice, y estoy de acuerdo, que en la clínica
con psicóticos hay modos específicos en que se plantean estas escenas, en que se juega la presencia o
ausencia de los cuerpos, y en que la regla de abstinencia es cumplida o transgredida.

Agrego a esto, a modo de conclusión, que la especificidad se funda precisamente en lo que discutí en el
punto anterior.

[Mensajes 65, 71, 74, 129]

29 de agosto de 2000

7-Estructura lógica de la interpretación. Buenos Aires, Atuel, 1998, págs. 126-127.

Mensaje 63 - Gerardo Arenas

Cortes.

[Mensaje 37]

María Cristina Oleaga ha dicho en el debate, hace algunos días: "Cuando hay dudas diagnósticas,
prefiero ser ‘clásica’ y esto, desde luego, excluye la interpretación que da significación pero también la
que podría dejar el saber del lado del analista por la vía de la suspensión sin más". Señala además que
considerar "el ‘aplanamiento’ subjetivo como efecto indeseado de una medicación ... nos hace repensar el
lugar del analista y ubicar, también para la psicosis, el corte como instrumento".

Yo quisiera señalar, con respecto a estas dos cuestiones:

1. Esto define la posición "clásica" como la del analista que no interpreta en absoluto. Tomo en este
sentido las palabras de Leonardo Leibson [Mensaje 36] acerca de las interpretaciones que "caen", y
argumento:

- Que el analista se abstenga de interpretar no quita que esté tomado por la interpretación; simplemente
deja la interpretación librada al azar, y se imposibilita a sí mismo cualquier cálculo de la interpretación;
esta posición dificultaría el planteo de cualquier estrategia en el tratamiento.

- Difícilmente el saber quede del lado del analista en el tratamiento de un psicótico, aunque el analista se
dedicara afanosamente a interpretar.

- Si no se interpreta, ¿cómo se pone a prueba la estructura? Creo que sin interpretación es difícil
establecer un diagnóstico psicopatológico. Así, esa posición supuestamente clásica entraría en
una impasse.

2. Creo que, o bien el segundo punto (acerca del uso de fármacos) se contradice con el primero (acerca
de la abstinencia interpretativa), o bien deja el "corte" a cargo del psiquiatra. Sin embargo, hay cortes y
cortes. El efecto de aplanamiento subjetivo es un modo de forclusión del sujeto por vía de la ciencia,
mientras que el corte interpretativo apela al sujeto sin forcluirlo. Es precisamente la tesis que sostuve en
la Conversación clínica del 18 de julio [Mensaje 15] en relación al caso de Anne Szulzynger ("El alcohol
corte" [Mensaje 87]), si bien en este caso podríamos hablar de una "automedicación"...

[Mensaje 66]

29 de agosto de 2000

Mensaje 64 - Gerardo Arenas

Mis acuerdos con Enrique Rivas.

[Mensaje 38]

Enrique Rivas ha dicho hace unos días que el lugar del analista es vacío de saber pero no de ser, y que,
para que se produzca el acto de decir del psicótico, debe advenir un analista que juegue su deseo de ser
la causa del decir del sujeto.

¡No puedo menos que estar de acuerdo!

Rivas agrega que para estar en ese lugar de deseo de analista, para escuchar al psicótico con ese amor al
que yo aludía[Mensaje 34], hay que saber lo que implica el reconocimiento del sujeto y la "creación" de
una estructura de palabra que le dé el ser, en ese diálogo, tanto al sujeto psicótico como al analista.

¡No puedo menos que estar de acuerdo!

Por último, Rivas señala que el establecimiento de esta red que acoja al sujeto es la interpretación
primera. Que es un corte y una "fundación".

¡No puedo menos que estar de acuerdo!

Y no es poco acordar en estas cosas. Creo que el analista que opta por no intervenir queda apegado a
un primum non noceremás peligroso que cualquier otro acto (ya que no intervenir también es un acto);
que así sólo se engaña a sí mismo, creyendo que por ese expediente vacía su ser de goce, y el psicótico,
tarde o temprano, le abrirá los ojos. Reconocer al sujeto como tal, es, en sí, una operación que va en
contra de la forclusión del sujeto propia de la ciencia, e implica la creación de esa estructura de palabra a
la que alude Rivas. Toda la cuestión en este debate es, precisamente, cuál es esa estructura. Y también
creo que la mera presencia de un analista es un corte inaugural, que puede repetirse tantas veces como
encuentros tenga con el sujeto. Por lo demás, la clínica lo demuestra.

[Mensaje 70]

29 de agosto de 2000

Mensaje 65 - Gerardo Arenas

¿Producir el sujeto?

[Mensaje 39]
Amelia Imbriano nos sugirió releer "¿Producir el sujeto?", de Miller (Matemas I, pág. 175). Es un texto
que relaciona el psicótico con los cuatro discursos.

Me llamó la atención reencontrar allí prácticamente mis propias palabras en un mensaje reciente: "Quien
se ofrece como soporte de la epistemofanía se transforma en un objeto erotomaníaco", dice Miller en
relación con la psicosis. (Yo había dicho [62] que el psicótico puede enseñarle al analista que no todo en
sus intenciones es reducible a un deseo de saber, y que no es tan correcto decir que la transferencia en
las psicosis es erotomaníaca, sino más bien que el psicótico nos enseña quetoda transferencia lo es.)

Miller plantea que si se quiere constituir una clínica psicoanalítica de las psicosis, hay que hallar modos de
producir el sujeto; pero eso implica, a su vez, la función de la castración. El caso de Rosine Lefort que
Miller comenta nos muestra que el llamado a la significación fálica puede saldarse con la tentativa de una
sustracción en lo real. He ahí un ejemplo de por qué la interpretación-traducción está allí contraindicada.
En Schreber, por el contrario, se trata más bien de una emasculación asintótica, sostenida por su delirio,
en la reconciliación con Dios. Quizás la construcción del tabú en la viñeta que he
presentado[Mensaje 15] pueda ponerse en serie y en tensión con estos dos ejemplos. Es para pensar...

[Mensaje 72]

Mensaje 66 - María Cristina Oleaga

Diagnóstico.

El debate me resulta cada vez más interesante.

Las dudas diagnósticas promueven la mayor de las cautelas porque los efectos de un desencadenamiento
no tienen retorno. Disponemos, sin embargo, de herramientas clínicas como el interrogatorio, no en la
acepción de la anamnesis sino en el sentido del trabajo bien cercano al discurso del sujeto. Creo que, en
estos casos, la cautela no es pasividad sino todo lo contrario. Supone, más allá de la búsqueda de índices
diagnósticos, el primer armado de la transferencia, pues damos allí pruebas de escuchar lo que
justamente es considerado desechable por cualquier otro interlocutor. Retomando a Céline
Menghi [Mensaje 60], es el "Yo te creo" en acto.

La psicofarmacología: mal necesario; en tanto forma – a veces única – de poner dique al goce, forcluye al
sujeto [Mensaje 63]. Totalmente de acuerdo. El trabajo con los psiquiatras, no siempre fluido, es parte
de la estrategia para preservar al sujeto.

Me interesa particularmente avanzar en la conceptualización del lugar del analista en el trabajo con
psicóticos, en lo que concierne al recurso del registro imaginario, como lo señala
Leibson [Mensaje 58] y lo retoma Gloria Aksman [Mensaje 61]. Creo que efectos de corte, en el
sentido de acotamiento de la irrupción gozante, pueden encontrar su raíz allí, en esa suerte de
"terceridad" pacificadora.

[Mensaje 109]

29 de agosto de 2000

Mensaje 67 - Gerardo Arenas

Dos sospechas, y algo más sobre la erotomanía.

[Mensaje 40]
Respondo a Amelia Imbriano, cuando ella se pregunta cómo introducir en el discurso analítico a alguien
que queda fuera-de-discurso, aclarando que es posible construir una suplencia, con él, en torno al
analista para hacerle tejido social, simplemente con el dispositivo analítico.

No repetiré los argumentos por medio de los cuales ya he puesto en cuestión el sentido y el alcance de la
fórmula "el psicótico está fuera de discurso" [Mensaje 32]. En lugar de ello, trataré de enunciar dos
sospechas.

1. Sospecho que esa fórmula, en la medida en que se la emplee como una prescripción, no hace sino
redoblar la exclusión social de la que el psicótico ha sido históricamente objeto: en lugar de encerrarlo en
un hospicio, lo declaramos fuera de discurso.

2. Sospecho, además, que esta manera de decir es una forma, apenas algo más refinada, de abordar al
psicótico en términos de déficit, algo contra lo cual Lacan nos ha advertido hace tiempo.

Paso a otro asunto que plantea Amelia: si el fenómeno de la transferencia es el testimonio de la fórmula
"allá donde me dirijo, amo", en la psicosis el analista entra en el mecanismo del proceso de transferencia
al revés, "es el Otro el que me ama". Yo creo que siempre es al revés, sólo que el psicótico no se engaña
al respecto, mientras que el neurótico puede desconocerlo (y tiene buenos motivos para ello). Nosotros,
como analistas, debemos no desconocerlo, sobre todo en el trabajo con psicóticos, ¡pero en general
también! El analista es alguien que recibe al sujeto chez soi, y no simplemente para charlar... Como dice
Miller (El banquete de los analistas), el analista queda hambriento en la experiencia – y yo agrego: si
está hambriento,quaerens quem devoret, como señala Lacan en el Seminario 4. ¡Busca qué devorar!

Además, Amelia se pregunta si la erotomanía de transferencia puede constituir un cierto tipo de lazo
social o, más bien, suple la dificultad que padece el psicótico para hacer lazo social. Creo que con lo
anterior se responde a esta pregunta. Amelia agrega que la cuestión será evitar que la erotomanía se
transforme en una psicosis pasional clínica cuya única salida sea el pasaje al acto. Y estoy de acuerdo con
esto, por supuesto.

Por último, Amelia indaga cómo llegar a ocupar el lugar de a, y aclara que, más allá de verlo caso por
caso, quizás podamos realizar algún cálculo posible.

¡De eso se trata! Si hay un cálculo posible, el analista puede realizar ese cálculo – puede, y por lo
tanto, debe.

[Mensajes 69, 70, 80, 117, 129]

29 de agosto de 2000

Mensaje 68 - Jorge Moreno

Distintos momentos, transferencias y lugares.

[Mensaje 54]

Amelia,

La articulación entre Nombre-del-Padre y sujeto supuesto saber es una figura que propone Erik Porge
en Los nombres del padre en Jacques Lacan y que me pareció oportuna para aplicar al problema
planteado por Gerardo [Mensaje 1] del lugar del analista en la interpretación en la psicosis.

Dice Erik Porge: "Dos figuras híbridas derivan del Nombre-del-Padre y del sujeto supuesto saber: el
Nombre del padre sujeto supuesto saber, y el sujeto supuesto saber el Nombre-del-Padre. La primera
corresponde al padre legislador, cuyos efectos devastadores Lacan describe, y la segunda al que conoce
el secreto impronunciable, al mago, al señor de lo oculto".
Me parece cada figura aplicable a los dos lugares y momentos de intervención en la psicosis planteados
como "corte" y como "traducción".

[Mensaje 119]

29 de agosto de 2000

Mensaje 69 - Amelia Imbriano

[Mensaje 67]

Gerardo,

Totalmente de acuerdo. Creo, en principio, que se trata de reivindicar (reivindicar, según la enciclopedia
jurídica Omeba, es "recuperar uno lo que por razón de dominio, cuasi dominio u otro motivo, le
pertenece") el lugar del sujeto psicótico, y Lacan lo ha llevado adelante justamente por no pensar la
psicosis en términos de déficit. Decir que un sujeto está fuera de discurso es decir que el sujeto está
desabonado del inconsciente, de ese mito edípico que es la ley que hace obedecer el goce a la castración.
Esto implica que la relación del sujeto psicótico con el lenguaje es la de un rechazo del inconsciente, pero
es este rechazo mismo el que sitúa la estructura del sujeto como sujeto de goce, así definido por Lacan
en la "Presentación de la traducción francesa de las Memorias del Presidente Schreber" (1966).

En cuanto al "se debe" con respecto al cálculo de la intervención, creo que debe ser así y no sólo en el
trabajo con psicóticos.

En cuanto al lugar del analista en la transferencia, entiendo que el "no retroceder" del que habla Lacan se
refiere a un "no retroceder el analista respecto de su ética", lo cual implica su posición. Y entonces
comparto contigo que el analista debe estar advertido con respecto a su lugar en la transferencia, pues si
se engaña equivocará su lugar. La concepción de "no retroceder", pensada así, es válida para situar la
posición del analista en la dirección de la cura no sólo frente a la psicosis sino que delimita el campo del
acto psicoanalítico.

En 1955, en "Variantes de la cura-tipo", Lacan se expresa sobre el lugar del analista como "responsable",
"determinado" y "definido". Si el analista retrocede con respecto a su posición, "un tratamiento posible"
se convertirá en "un tratamiento cualquiera" (no determinado, no definido, i-responsable).

31 de agosto de 2000

Mensaje 70 - Tomás Hoffmann

A partir de las "Cinco variaciones sobre la elaboración provocada".

"Todos estamos chapuceados". He allí "la verdadera conclusión de La Conversación", según dice Jacques-
Alain Miller citando a Alain Merlet.

Agrego, brevemente, a la breve lista de Merlet: ¿Quién no ha quedado sorprendido, semiperplejo ante un
fenómeno elemental confesado por su paciente psicótico? Un poco más: ¿Cuántos neuróticos han sido
sorprendidos por "su propio insulto", a viva voz o del modo más áfono – insulto o simple frase, estilo "la
paz del atardecer" del Seminario 3 –, sin poder ubicar quién habla? Sea como sea, el significante
traumático tiende a buscar un significante cualquiera en demanda de significación, para hacer algo con el
goce. Que no sea la única vía o que lo logre o no, es otra cosa. Pero lo que me interesa resaltar (podría
hacerlo evocando los momentos de división subjetiva experimentados por los distintos analizantes) es
justamente el efecto sujeto cuando cae del lado del practicante que se implica en el tratamiento de un
paciente psicótico. Y su eventual operatividad.

Quiero expresar mi acuerdo con el acuerdo que Gerardo Arenas[Mensaje 64] presta a Enrique
Rivas [Mensaje 38]. También con la insistente interrogación con la que Amelia Imbriano insta a
responder, especialmente las cuestiones relativas a lazo social-discurso analítico [Mensajes 53, 57].

Me resultó muy agudo y divertido el comentario de Gerardo acerca de la erotomanía [Mensaje 67]. Y
una seria invitación para repensar el papel de lo imaginario a partir del comentario surgido de la práctica
de Leonardo Leibson [Mensaje 58].

Discurso-fuera de discurso:

1. Creo que para que el S2 se pueda ubicar en el lugar de la verdad (o evocación, como lo llama Jacques-
Alain Miller) en tanto enigma o cita, apuntando a que a partir del $ (desde el a en el lugar del agente) en
el lugar del Otro se opere la producción de los S1, o sea cierta operatividad del discurso analítico, deben
darse condiciones que (a) no he constatado en mi práctica, (b) implicarían un "revés" del discurso del
amo que, a mi entender, primeramente debiera estar "al derecho", (c) implicarían una "renuncia" a
ubicarse como objeto de goce por parte del paciente que, si bien es deseable, no se realiza la más de las
veces, (d) son para mí una cuestión fundamental: ¿Cómo operar con el significante para que éste no sea
uno más en el enjambre intrusivo de goce? Mucho del debate gira en torno a eso. (Recuerdo cómo mi "no
intervención", apoyando simplemente mi cabeza sobre mi pulgar e índice en forma reflexiva, significó
inequívocamente para mi paciente que yo le estaba diciendo que estaba loca... Eso también es una
"traducción"...)

2. No sé si pensar la psicosis como un déficit o un superávit excesivo; me inclino por lo segundo. Creo
que Gerardo estará de acuerdo [Mensaje 67].

3. Estoy convencido de la importancia de la cuestión del amor en la psicosis. Más allá de su (a veces
necesaria) eficacia en la conformación narcisista y del papel que, más acá de la erotomanía divina,
Schreber reserva de manera inalterada para con su esposa o con sus lectores (creo que a eso apunta, en
parte, lo señalado por Leonardo Leibson [Mensaje 58]). Si bien Lacan afirma que el amor es signo de
cambio de discurso, ¿eso implica necesariamente que si hay amor en la psicosis hay cambio de
discurso? [Mensaje 52]. Tal vez si consideramos la definición de Lacan del amor en tanto "dar lo que no
se tiene" y lo remitimos en esta cuestión a la división subjetiva misma – que no podríamos decir que "se
tiene" – y un cierto saber-hacer con ella en términos de lo que con ella podemos "provocar" (por
ejemplo, una invención, una elaboración provocada), podríamos considerar esta posibilidad: que el
fenómeno elemental produzca en el analista una división subjetiva tal que pueda instrumentarla
cuestionando, preguntando, "haciéndose traducir" dichos fenómenos a fin de que su paciente sí pueda
producir unos S1 de distinta naturaleza a los del goce intrusivo. Intentar colocarse en el lugar del agente,
como $, conjunto vacío, superponiéndose al Otro hasta hacer jugar su falta, su pregunta, eventualmente
su invención (tabú construido desde ese lugar [Mensaje 15]) a fin de tratar, desde ese lugar, de
capturar, poner a trabajar, transmutar esos fenómenos insoportables a fin de colaborar con el trabajo de
su paciente. Desde allí sí "hacerse traducir"; desde allí también – indefectiblemente – "interpretación-
corte".

[Mensaje 117]

31 de agosto de 2000

Mensaje 71 - Céline Menghi

Terceridad posible y se debe (a Gloria y Gerardo).

[Mensajes 61, 62]


Estoy de acuerdo con la terceridad de que habla Gloria. Creo que este tipo de intervención (acto de fe)
que, como Gloria subraya, pone una posición tercera, opera de manera que el acto de fe da un lugar al
sujeto, a su enunciación, y pone el Otro como un Otro que evita encarnar la suposición de saber y el ser
identificado como perseguidor. Destituyéndose de esa posición, el analista no corre el riesgo de encarnar
la x del enigma del deseo, que en la transferencia neurótica tiene su operatividad. Si, como nos enseña
Lacan en Televisión, el analista es como el santo, el que no hace caridad, el que es un rechazo, un objeto
de rechazo, en la transferencia de la psicosis la maniobra no es la misma, aunque creo que no tenemos
que olvidar esta posición de santo, posición ética. No es la misma porque el psicótico está en una
posición de objeto. Esto necesita una inversión, porque el psicótico se hace objeto de erotomanía. Amor
del saber en la neurosis, erotomanía en la psicosis. Por lo tanto, el analista debe tener una posición de
Otro no completo de saber, del saber sobre el inconsciente. No coincidirá con este saber que funcionará,
en lugar de ello, como tercero. El goce refractario a lo simbólico, el más allá que en la neurosis al
principio es encarnado por el analista como a causa de deseo que deberá subjetivarse, en la psicosis será
el supuesto saber del analista que sabe cómo hacer con su propio goce. Para el psicótico el Otro tiene
que devenir menos loco: saber-hacer con su goce y no gozar de él.

Estoy de acuerdo con lo que dice Gerardo de la voluntad, que es algo que pertenece al analista y que es
muy diferente del voluntarismo que, como nos recordaba Jacques-Alain Miller en Buenos Aires, no es
coraje. La voluntad tiene algo del deseo, del coraje del deseo y de una decisión ética, algo del acto. En
nuestra práctica hacemos actos y estoy de acuerdo con lo que responde Gerardo sobre el "se debe"
interpretar de Leisbon[Mensaje 36]. Se debe hacer lo que nuestra posición pide. Creo que
se debe interpretar, anudar, contrastar al Otro para "no dejar fuera del diálogo los efectos de
interpretación". Pero hay que hacerse, me parece, otra pregunta: ¿Qué son los efectos de interpretación?
Podrían ser también los efectos que resultan de una posición de no-voluntad, no ética, no de deber, del
analista frente a un psicótico muy trabajador, como dice Lacan, además trabajador que necesita ser
parado en sus demasiadas interpretaciones. Un ejemplo puede ser en una anorexia-bulimia psicótica, el
psicótico que cambia demasiado pronto unos hábitos alimentarios a riesgo de un desencadenamiento.
Tenemos que parar, debemos, con mucho cuidado. En este caso podríamos decir que con nuestra
voluntad cortamos la "buena voluntad" del psicótico.

[Mensajes 84, 122]

31 de agosto de 2000

Mensaje 72 - Gerardo Arenas

Lugares del analista.

[Mensaje 41]

El ritmo vertiginoso que últimamente ha tomado este debate sólo me permite participar en él con cierto
retraso. Es por eso que recién ahora puedo retomar una interesante nota de Céline Menghi, fechada hace
diez días, acerca de los cuatro lugares del analista en el tratamiento de las psicosis. La resumo:

¿Cómo puede pasar el psicótico de objeto a sujeto? (Entiendo que esa pregunta se liga a la de Miller en
"¿Producir el sujeto?", que recientemente he comentado [Mensaje 65].) Para lograrlo, dice Céline, la
posición del analista no puede ser la de objeto, ni de enigma, porque es el psicótico el objeto que
encarna a. Él se enfrenta al goce mortífero del Otro y no hay interrogación porque es el Otro el que sabe
y goza de él. Entonces, ¿qué lugar ocupar? Céline propone cuatro lugares:

1. Un Otro que no goza de él y a quien le falta el saber.

2. Un vacío que aloja la construcción delirante.

3. Un Otro que permite construir un saber diferente del saber absoluto del Otro sin regla.

4. Un escriba o secretario que ayuda a verificar lo que se realiza.


Yo creo que los lugares 1 y 3 son uno solo, y que los lugares 2 y 4 también lo son (descarto la posibilidad
del vacío, pues eso implicaría sustraer el cuerpo). Por lo tanto, resumiría la intensión de estos lugares
así:

1. Un Otro que no goza ni sabe de él, y que por eso permite construir un saber reglado.

2. Un Otro que verifica la realización del delirio.

Sin embargo, estos dos lugares no son incompatibles, de modo que si aceptamos la propuesta de Céline,
hallaríamos, por su intersección, las coordenadas de un lugar que siempre debería ocupar el analista
frente al psicótico. Me parece algo interesante a discutir.

En la misma nota, Céline distingue la interpretación tipo (b) de "algo que requiere un punto de salida
común: ¿El acto del analista?". Esto me ha resultado doblemente enigmático. Por un lado, creo que el
acto del analista es una interpretación tipo (b); por otro lado, un analista que no está ni en el discurso
amo ni en el analítico, ¿podría llamarse un analista?

Probablemente en este punto la psicosis también nos interrogue acerca de qué es un psicoanalista.

[Mensajes 80, 83]

31 de agosto de 2000

Mensaje 73 - Moira Iglesias

Una terceridad posible.

La puesta en equivalencia de los registros planteada por Lacan con la escritura nodal junto con la
posibilidad borromea del nudo de tres permiten formular la prescindencia del Nombre-del-Padre.

Si es posible prescindir de él, su función en la estructura ya no es fundante, es una función de suplencia.

Poder concebir esta posibilidad en el plano teórico conmueve nuestra práctica tanto en el trabajo con la
neurosis como con la psicosis.

Siguiendo en la línea propuesta por Gerardo Arenas [Mensaje52] en relación al servirnos de él (discurso
amo) para prescindir de él (discurso analítico), "¿no sería posible acaso servirse de otra cosa?", y en este
"servirse de otra cosa" Gloria Aksman[Mensaje 61] se refiere a una terceridad que ponga distancia con
el Otro dando lugar a la aparición de cierta dimensión yoica de parte del psicótico; ¿no es lo que plantea
Lacan en relación a Joyce, cuando se refiere al ego cumpliendo una función de anudamiento y
reparación?

Ahora, si como dice Gerardo [Mensaje 32], el dispositivo transferencial puede cumplir esta función de
anudamiento haciendo posible el lazo social, ¿cómo pensar algún fin de análisis en el trabajo con la
psicosis?

Saludo a todos los participantes de la lista y agradezco sus valiosos aportes.

[Mensajes 107, 120]

1° de setiembre de 2000

Mensaje 74 - Gerardo Arenas


Nuevos acuerdos con Enrique Rivas.

[Mensaje 42]

El 21 de agosto, Enrique Rivas ha planteado las cosas, a mi entender, del modo más claro. Dice:

"El psicótico no hace lazo social, si no hay un Otro que certifique que quien emite el mensaje tiene valor
de sujeto. Quiero decir que haya un reconocimiento expreso y auténtico. Y esta posibilidad no se dará si
no hay un analista que haya esclarecido su relación a la estructura psicótica. Si hay transferencia habrá
vínculo social, siempre que se esté dispuesto a sostener esa transferencia. Lo que implica entre otras
cosas soportar la pulsión de muerte sin la mediación del aparato simbólico, sin el sentido, sin la
significación fálica".

Efectivamente, ése es uno de los aspectos en que se pone en juego la voluntad del analista, en el sentido
en que lo he planteado hace unos días [Mensaje 62]. Es una de las formas de no retroceder frente a la
psicosis.

1° de setiembre de 2000

Mensaje 75 - Gerardo Arenas

Corte y goce.

[Mensaje 44]

Gloria Aksman, coincidiendo con María Cristina Oleaga[Mensajes 37], afirma que el corte deja el saber
del lado del analista, un saber que introduce al Otro del goce, Otro que sabe y con eso goza. Y agrega
que, en el mejor de los casos, en la estructura psicótica eso no produce nada, y que el Otro vacío de
saber está en el lugar opuesto al del corte-suspensión. Como señala Gloria, yo he operado con él, y
efectivamente eso ha producido un acotamiento de goce.

Someto a consideración de todos esta breve viñeta, que me parece ilustrar la cuestión:

En una sesión la paciente me comenta que la voz le dice¡Andáte!, aludiendo a que se muera de una
buena vez; poco después agrega que, cuando su madre quedó embarazada de ella, quiso abortar. "¡Qué
casualidad!", le dije.

Tras la sorpresa, se rió y dijo: "¡Es lo mismo que con él!". E inmediatamente integró esto al delirio: "O
sea que él usa cosas de mi historia para torturarme".

Una serie de intervenciones análogas permitió ensamblar el delirio con su historia personal; esto implicó,
por un lado, acotar la arbitrariedad y omnipotencia del perseguidor y, por otro lado, la sospecha de que
el analista podía entender algo acerca de su padecer. Espero comentarios.

[Mensajes 80, 121, 155]

1° de setiembre de 2000

Mensaje 76 - Gerardo Arenas

Traducción en las psicosis.


[Mensaje 43]

Quisiera comentar unos valiosos aportes clínicos de Jorge Moreno.

Cuando llega a la consulta un esquizofrénico descompensado – dice Jorge –, ingresar al delirio del
paciente sólo sirve para conocer la metáfora delirante que lo sostiene y con suerte inferir a partir de él el
significante forcluido: asistirlo en ese delirio sería malsano. Estoy completamente de acuerdo.

En ese momento, la intervención – prosigue Jorge – pasará por el corte, y tendrá muchas veces la forma
de un acto: internación, medicación, aislamiento. Esa intervención desestructura al paciente. También es
cierto.

Veamos las dos viñetas que presenta Jorge:

1. Una paciente interpretó un gesto de su hermana como amenaza y sus voces comenzaron a decirle que
ella le iba a hacer daño; la traducción fue que ya estaba enojada con su hermana por un hecho previo
que había comentado, pero como la expresión de sentimientos negativos está para ella forcluida, vio en
ese gesto la recepción y la respuesta a su enojo no expresado.

2. Otra joven, con una psicosis no desencadenada, no podía entender cómo se interrumpía el trabajo a
media mañana para tomar mate y criticar a todo el mundo cuando había tanto por hacer; la traducción
fue explicar el hecho como un mecanismo neurótico al que convenía condescender para mantener su
posición dentro del grupo y beneficiarse de la información que se filtraba.

Yo creo que en ambos casos se trata efectivamente de una interpretación-traducción (a). El analista
opera allí como amo del sentido.

Estas viñetas me han resultado muy útiles para pensar en mi propia clínica. En efecto, se trata de una
clase de interpretación que efectúo a menudo en el tratamiento de las psicosis. Por otra parte, tiene la
misma estructura que la intervención de Lacan en la presentación de enfermos del Sr. Gérard Primeau
(sinthomede palabras impuestas), cuando el sujeto se detiene por haber percibido la intención gozadora
de uno de los asistentes a la misma.

Agradezco a Jorge su aporte.

1° de setiembre de 2000

Mensaje 77 - Gerardo Arenas

Sobre un planteo de Moira Iglesias.

[Mensaje 45]

Moira Iglesias se ha referido al último giro que Lacan da al concepto del significante del Nombre-del-
Padre: una suplencia generalizada de la falla estructural. Así, la clínica diferencial ya no puede regirse por
la lógica del "hay o no hay" sino que requeriría considerar las distintas maneras de responder a la falla
estructural. En todas las estructuras se trataría, caso por caso, de descubrir el modo particular de
respuesta a esa falla, para promover otro más económico, de menor sufrimiento.

Estoy absolutamente de acuerdo con el planteo de Moira – que es el de Lacan, y que ha desarrollado
Miller en los últimos años. Y me parece que el interés central de este debate es, precisamente, ése. Dicho
de otro modo: ¿Cómo hacer para promover ese otro modo, más económico, de respuesta a la falla
estructural?
Una de nuestras herramientas privilegiadas es la interpretación, en sus distintas variantes. Aquí nos
estamos planteando entonces el problema de saber si la interpretación en general o una de sus variantes
particulares responde a ese "cómo hacer".

De todos modos, quisiera incluir aquí – ya que se toca el tema – una cuestión ligada a la relación entre
Nombre-del-Padre ysinthome: en cuanto anudamientos que responden a la falla estructural, son
equivalentes en principio. Sin embargo, el Nombre-del-Padre tiene una función universal (de ahí que la
significación fálica sea compartida) mientras el sinthome atañe a lo más particular de un sujeto – su
nombre de goce: (S1; a). Creo que no hay que perder de vista esta diferencia, por más que trabajemos
desde la perspectiva de lo que se llama la forclusión generalizada.

[Mensajes 86, 173]

1° de setiembre de 2000

Mensaje 78 - Enrique Rivas

Agradecimiento al debate sobre psicosis.

Agradezco a todos los participantes del debate sobre psicosis y especialmente a su coordinador, Gerardo
Arenas. A Amelia Imbriano, Tomás Hoffmann, Céline Menghi, Gloria Aksman, Moira Iglesias, Leonardo
Leibson, Jorge Moreno, José Ioskyn, Julio Leites, Fabián Allegro, Silvina Elgart, María Cristina Oleaga,
José Antonio Vidal, etc. (dispensen si omito algún colega), mi reconocimiento por el valor y coraje de
poner a disposición de cualquier interlocutor las reflexiones sobre su teoría y su práctica en torno a ese
diálogo duro e inquietante que implica confrontarse a diario con lo real que encarna la palabra del
psicótico.

La inteligencia se pone a prueba cuando se escucha el "sinsentido" supuesto de los fenómenos


elementales y los síntomas de aquellos que viven fuera de la casa del padre, aquellos que por los
avatares de su existencia de sujetos no tienen el amparo del soporte del significante paterno. Este
soporte es precario para todo ser parlante, pero para unos más que para otros. La debilidad mental
generalizada en el mundo en que vivimos (avance del discurso científico-técnico, la oferta obscena de
goce-total de la sociedad industrial avanzada, la entrega al consumo-consumidor del sujeto
contemporáneo, la mundialización del discurso único, la voracidad enigmática del deseo del Otro, etc.), la
debilidad mental, digo, gana cotas cada vez más insospechadas, pero a riesgo de ir sometiendo al sujeto
progresivamente al aislamiento y a la derelicción ya que las identificaciones y los significantes maestros
tienen cada vez menos que ver con la historia familiar e íntima del mismo. El síntoma social neurótico se
va trastocando sutilmente hacia el rasgo perverso o hacia formas experimentales de lo real por fuera de
la dialéctica y el amparo de las operaciones de lo simbólico.

Los psicoanalistas estamos ante un reto histórico sin precedentes, porque la demanda del sujeto que
padece de lo real es absorbida o aniquilada por un Otro social que se empeña en hacerse consistente y
ofrecer falsas garantías contra el sufrimiento. Reforzando el imperativo superyoico de un goce sin límites
que envía inexorablemente a la mortificación del sujeto objetalizado y sometido a los intereses oscuros
del Otro. ¿Cuáles serán las nuevas formas de construir su demanda de significación para el sujeto que
tiene ya sus respuestas servidas a través del aparato universal de la técnica y de los potentes medios de
difusión estandarizados? Los analistas tendrán que poner a punto su manera de tratar lo real del discurso
capitalista, si los síntomas son cada vez más impermeables al deseo de saber del sujeto de la
posmodernidad.

Por eso es de agradecer que se abran estos espacios de reflexión y debate entre aquellos profesionales
que no se rinden frente a la omnipotencia del sinsentido adialectizable, ni ante la desubjetivación de la
oferta del discurso de la ciencia que pretende dar sentido a todos los enigmas del sufrimiento.

[Mensaje 83]

4 de setiembre de 2000
Mensaje 79 - Domenico Cosenza

El encuentro con el padre.

Envío para su discusión, de acuerdo con la propuesta de Gerardo Arenas [Mensaje 1], el caso clínico
presentado en la Conversación clínica del ICBA el 18 de julio, en su versión original en lengua italiana. [8]

[Mensaje 81]

1° de setiembre de 2000

8-El texto completo del caso, junto con los demás casos discutidos en la Conversación del ICBA, será publicado próximamente
en otro lugar y por eso se lo omite aquí.

Mensaje 80 - Daniel Aksman

Fuera de discurso.

Me incorporo al intercambio a partir de algunas reflexiones que me suscitó el interesante debate.

Creo que es útil conservar la expresión "fuera de discurso" siempre y cuando no la tomemos con un
sentido ideológico ni segregativo [Mensaje 67]. Creo que, por el contrario, permite evitar toda
segregación del psicótico en la medida en que la noción de discurso de Lacan permitió precisar las
relaciones del sujeto con el goce.

En su sentido corriente, discurso designa series de palabras o frases que alguien emite, o formas en que
se producen enunciados y sus consecuencias. Así, podemos hablar de discurso científico, de discurso
político o de discurso psicótico. Pero, en Lacan, "discurso" designa otra cosa. Se trata de estructuras que
implican términos y lugares, y que constituyen modos de habitar en el lenguaje. Por otro lado, el lazo
social que los discursos articulan, se produce en la medida en que los discursos hacen posible que cada
uno se encuentre con la interdicción al goce, o la castración, como modo particular de tratar con la
castración. ¿Por qué? Porque no existe entre S y A algo que los vincule en el lenguaje, salvo los
discursos.

Entonces, decir que el psicótico está en el lenguaje pero fuera de discurso implica que se trata de un
modo especial de relación entre S y A que no hace lazo social, en la medida en que no se verifican los
pactos y las barreras que introduce la función del discurso sino que, como varios han testimoniado de su
práctica, aparece el Otro gozando de él.

Otra cosa es el "vínculo social" que el psicótico puede muy bien mantener: muchos psicóticos funcionan
bien trabajando en instituciones, por ejemplo. Pero el término "vínculo" habla sólo de una sujeción
continua entre dos, que no necesariamente implica "lazo".

Estoy de acuerdo con la respuesta de Gerardo a Céline en cuanto al lugar que puede ocupar el
analista [Mensaje 72]. También quiero pedirle que amplíe la cuestión de ensamblar el delirio a la
historia, pues la viñeta que aporta el 1º de setiembre[Mensaje 75] muestra cómo se integró el
enunciado del analista al delirio.

[Mensaje 121]
1° de setiembre de 2000

Mensaje 81 - Gerardo Arenas

Traducción del trabajo de Domenico Cosenza.

¡Queridos amigos de Interpsicosis,

Para aquellos que no leen italiano, envío la traducción del trabajo de Domenico
Cosenza [Mensaje 79] realizada por Ennia Favret ("El encuentro con el padre. Un caso de anorexia
masculina transitoria en un sujeto neurótico"). [9]

1° de setiembre de 2000

9-Véase el mensaje 79, nota 8.- El caso no suscitó comentarios en el curso ulterior del debate.

Mensaje 82 - Gloria Aksman

Acerca de la suplencia.

Quiero incorporar textualmente al debate de la psicosis una cita de Lacan del Seminario 5 (pág. 14):
"Creo [...] que el seminario sobre la psicosis les permitió comprender, si no el motor último, al menos el
mecanismo esencial de la reducción del Otro, del Otro con mayúscula, del Otro como sede de la palabra,
al otro imaginario. Es una suplencia de lo simbólico mediante lo imaginario". Si bien sabemos que es una
elaboración temprana acerca de la suplencia, creo que nos aporta a la actualidad del debate.

[Mensaje 104]

1° de setiembre de 2000

Mensaje 83 - Céline Menghi

Lugar y acto.

Yo también agradezco a todos los participantes del debate Interpsicosis y a Gerardo Arenas que lo
coordina a ritmo frenético. Considero que es una prueba y una ocasión preciosa para comunicar algo de
nuestra experiencia, uno por uno y desde una posición de rara humildad. Me parece muy interesante la
reflexión de Enrique Rivas [Mensaje 78] que apunta a la dificultad que encontramos cada vez más en
nuestra práctica frente al sufrimiento de los pacientes y frente a la complicación de nuevas maneras de
ponerse con lo real que nuestra sociedad y "civilización" nos proponen.
Agradezco a Gerardo por haber resumido en dos puntos el lugar del analista que había planteado hace
unos días [Mensaje 72]. Estoy de acuerdo.

Por lo que atañe al "acto" como "punto de salida común", en la interpretación en la neurosis y en el
tratamiento de lo real en la psicosis, entiendo referirme a la responsabilidad ética del analista en lo que
hace a la superación de la antinomia entre pensamiento y acción, entre acto y cálculo (Jacques-Alain
Miller, en Actualités Psychiatriques, N°1), al deber hacer. Lacan nos enseña que el acto es transgresión,
franqueamiento de un código, de una ley que produce cambio en el sujeto. Se trata también del pasaje
de analizante a analista como momento de concluir; momento en que tiempo y real del tiempo tienen su
importancia; momento en que el analista se pone como "figura de lo real" en la sesión analítica. La
referencia al seminario de Miller sobre La experiencia de lo real en la cura (1999) me ha parecido muy
útil para entender algo del acto.

El analista, en la dirección de la cura y en el tratamiento de lo real de la psicosis, opera para que haya
prosecución del trabajo del inconsciente, pero no en la misma manera en las dos estructuras. En la
posición de a sobre S2, el analista apunta a dos vertientes: verdad y saber. De esta verdad y de este
saber, el neurótico y el psicótico no pueden hacer la misma experiencia. Si el a del analista será
el a causa del deseo del sujeto neurótico, su propia verdad, el a para el psicótico debe ser el acon que el
analista sabe cómo hacer. Tenemos cuidado de no hacer delirar al psicótico interpretando y apuntando a
la verdad de su ser.

A pesar de todo eso, creo que hay acto. Acto que cumple el analista (sin olvidar que el psicótico se pone
como a en la falta del Otro) introduciendo un poco de enigma, un poco de significante y anudando al
mismo tiempo para parar al delirio. El acto produce cambio en el sujeto. No en la misma manera en las
dos estructuras. En la psicosis, el tipo de suplencia, por ejemplo, puede cambiar, ser más vivible, pero no
se trata, creo, del mismo cambio para el neurótico que atraviesa su fantasma, que conducimos a ver el
más allá. Como dice Lacan, el acto es un concepto que está ordenado a la noción de pulsión de muerte
(así como el suicidio): hay un "no" dicho al Otro.

El analista, el que se autoriza como analista, siempre se separa del Otro, tiene su propia responsabilidad,
ha caído la ilusión de una garantía. Sin embargo, a pesar de que hay diferencia entre interpretación-corte
y tratamiento de lo real, siempre se trata de acto. Me parece que el acto en la interpretación-corte es un
acto que produce acto en el paciente, en el sujeto neurótico que debe encontrar la pulsión de muerte, lo
real, el real del goce. En el tratamiento de lo real, es un acto que debe intentar mantener al sujeto lejos
de la pulsión de muerte y que pone el analista, cada vez, él con toda su persona, su cuerpo, en este más
allá que le trae el psicótico. (Es una tentativa de responder sobre algo que estoy trabajando y que me
parece muy difícil; también es más difícil decirlo en castellano).

[Mensajes 106, 124]

5 de setiembre de 2000

Mensaje 84 - Amelia Imbriano

[Mensaje 71]

Estoy plenamente de acuerdo. El lugar de Otro no completo para el analista será un recurso que
intentará evitar la erotomanía de transferencia o la paranoización de transferencia.

5 de setiembre de 2000

Mensaje 85 - Jorge Bekerman

¿Y esto?
1. Antecedente.

Recién recibido de médico me dediqué, durante casi 10 años, a la investigación en neurobiología. Luego
me mantuve a la expectativa de novedades que pudieran resultar pertinentes para el psicoanálisis. Debo
decir que no las hubo. Por lo menos hasta hace muy poco.

2. ¿Y esto?

Hojeando un ejemplar de Nature, encuentro un artículo cuyo título me llama estruendosamente la


atención: "Schizophrenia: The Price of Language?". ¡Qué título tan lacaniano!, me digo. Pero ¿qué diablos
hace un título así en Nature?[10]

Me entero entonces de que un psiquiatra inglés, Tim Crow, conduce desde hace poco una línea de
investigación para poner a prueba hipótesis sobre las psicosis sumamente novedosas y (parece)
interesantes para nosotros.

Empiezo a buscar y leer, establezco contacto con Tim Crow.

3. En apretado resumen.

3a. El control cerebral del lenguaje tiene una distribución asimétrica. Esto es, el centro de Broca (que
controla la emisión de la palabra, cuya lesión da lugar a la afasia de expresión) se encuentra en el
hemisferio izquierdo de las personas diestras.

3b. No hay hasta ahora explicación convincente para uno de los interrogantes mayores de la
neurobiología: la razón funcional que justifique la distribución masivamente asimétrica de las funciones
cerebrales.

Tim Crow y sus colegas sugieren que la lateralización del control de la emisión de la palabra habría
forzado una distribución asimétrica del resto de las funciones cerebrales. Es lógico suponer que un control
único del habla, localizado en uno de los dos hemisferios cerebrales, opera mejor que uno duplicado. Se
non é vero...

3c. "The analysis of speech requires a sense of syntax, which requires computation of a special kind ...
this faculty must have come into being all at once. The meaningful units of speech (or text) are clauses,
and their analysis is irreducible – you cannot even tell what is the subject of the verb (or even what word
is the verb) until you have heard the whole clause".[11]

Elijo reproducir esta cita para transmitir la sospecha de que la neurobiología podría estar llegando por sus
propios medios... a la célula elemental del grafo.

3d. La esquizofrenia, las psicosis, estarían relacionadas con una especie de "indecisión hemisférica", es
decir una lateralización vacilante o incierta del control cerebral del lenguaje.

4. ¿Neurobiología de la sintaxis?

Lean otra vez la cita reproducida en 3c. ¿Será posible desarrollar, en términos sintácticos y
computacionales, el algoritmo de la operación del Nombre-del-Padre? ¿El de su forclusión?

Al fin y al cabo las operaciones de anudamiento son, en su esencia, pura sintaxis.[12]

5. Après-coup.

5a. El estudio de Freud sobre las afasias.

5b. La utilización por parte de Jakobson y de Lacan del saber neurológico sobre las afasias como
referencia de la metáfora y la metonimia.
6. Avant-coup.

A quien le interese el tema, que me escriba.

[Mensaje 123]

5 de setiembre de 2000

10-Nature es una de las revistas científicas más prestigiosas.


11-Maddox, J., "Schizophrenia: The Price of Language?". Nature, 388(1997) págs. 424-425.
12-Bekerman, J., y Amster, P., La carta robada y su introducción. En torno del Escrito Uno de J. Lacan. Buenos Aires, Russell,
1999.

Mensaje 86 - Regina Weinschenck

¿Qué hacer?

[Mensaje 77]

Gerardo Arenas se pregunta "cómo hacer" para promover un modo más económico de respuesta a la
falla estructural una vez que nos encontramos en la psicosis con una forclusión generalizada pero, sobre
todo, diría, en nuestra práctica nos encontramos con el sinthome.

Erotomanía, fenómenos elementales, ¡un abuso del exceso! Pienso, este loco abusado – un sinthome.
Más allá de mi deseo, ahí está él – sinthome.

Esta me parece la riqueza que nos trae el trabajo con la psicosis. La interpretación no se construye como
la del supuesto neurótico. La interpretación ahí me parece que camina por diferentes principios lógicos.

El Nombre-del-Padre, cierto tiempo, por su universalidad es correlativo del concepto de forclusión. Indica
la lógica de la Identidad/Diferencia.

Recordando las fórmulas de la sexuación, tenemos del lado del psicótico el empuje a la mujer, la
tentativa de realización subjetiva por el lado de la lógica de lo femenino.

Pregunto: ¿Debemos atenernos al aspecto sintáctico de estas formulaciones? ¡Ellas tienen un valor
semántico!

Tenemos con Lacan una lógica del cuarto excluido, lógica para la cual ser es ser en tres. La diferencia de
denominaciones sólo corresponde a diferencias de perspectivas – de un lado la operatoria y del otro lado
la contra-operatoria o la de los valores propios, en este caso, valores de verdad.

Pregunto: la cuestión que nos presenta la clínica de la psicosis, ¿se encuentra del lado de la lógica de lo
femenino o del lado de la lógica académica? – lógica que, por objetivar conceptos, se pierde en los
principios que la crearon.

Remito nuestra rica discusión a una frase de Newton da Costa, un lógico brasileño: "Una persona A es
indagada por B: – ¿Usted ha robado mucho últimamente? Si A responde sí, o si A respondeno, en ambos
casos se compromete. Luego, la intención de B debe ser previamente discutida por A, y B debe
reformular su pregunta".

Gracias por la oportunidad de esta conversación.

[Mensajes 129, 173]

5 de setiembre de 2000
Mensaje 87 - Gerardo Arenas

Dirección de Anne Szulzynger.

Queridos amigos de Interpsicosis,

Anne Szulzynger (quien presentara uno de los casos discutidos en la mañana del 18 de julio en la
Conversación clínica del ICBA animada por Eric Laurent) se ha sumado al debate y ha puesto a
disposición su dirección electrónica para quienes estén interesados en solicitarle su trabajo ("El alcohol
corte"), que ha sido discutido en nuestra lista. [13] Transcribo su mensaje original:

Estimado Gerardo,

Le agradezco su interés para con el trabajo que presenté en el ICBA. Naturalmente, usted puede difundir
mi dirección en la lista o, si piensa que es mejor, puede presentar el material a los suscriptos, de los
cuales me alegraré de formar parte.

5 de setiembre de 2000

13-Véase el mensaje 79, nota 8.- El caso fue comentado en los mensajes 15, 16, 50 y 63. He aquí un breve resumen: Se trata
de un joven tranquilo que empieza a tomar grandes cantidades de alcohol luego de separarse de su novia por causas
derivadas de la paternidad a la cual él se considera constreñido; cuando ella le comunica que está embarazada, él se encierra
en su casa: "Me corté del mundo y tomé". Pero la ingesta masiva de alcohol sólo comienza cuando la novia lo deja (llevándose
el bebé), y se intensifica luego de un intento de suicidio. Ahora que su hijo "es una linda realidad", cada vez que deja el
hospital con la intención de visitarlo, en menos de una hora es internado en estado crítico por provocarse un coma alcohólico.
Hay tres generaciones de padres que configuran el retrato de "el padre que bebe", y él no quiere eso para su hijo. Pero bebe
para llegar a la oscuridad que realiza el cortarse del Otro, como repetición de su catástrofe subjetiva y de su imposibilidad
para responder al significante del Nombre-del-Padre, sin que el alcohol llegue a funcionar como suplencia.

Mensaje 88 - Gerardo Arenas

S1 y S2.

[Mensaje 46]

Amelia Imbriano ha dicho que en las psicosis todo se reduce a un S1 sin S2. Y agrega que si la metáfora
delirante sirve como nominación estabilizadora es porque nombra al sujeto con relación al fenómeno
elemental, pero implicándolo en el goce por vía de la invención de saber.

Esto me ha llevado a pensar dos cosas.

Primero, en qué se distinguiría el "S1 sin S2" del "S2//S1" del discurso analítico (interpretación-corte).

Segundo, si nominación implica S1, entonces la segunda afirmación sería equivalente a reintroducir al
psicótico en el discurso del inconsciente; y esto me parece improbable.

En síntesis, creo que el aporte de Amelia es esclarecedor, pero que haría falta definir aún mejor los
términos del planteo.
[Mensaje 93]

5 de setiembre de 2000

Mensaje 89 - Gerardo Arenas

El campo de las psicosis.

[Mensaje 47]

Queridos amigos de Interpsicosis,

José Antonio Vidal ha reintroducido la distinción entre esquizofrenia y paranoia como elemento esencial al
debate.

El paranoico – afirma – realiza un trabajo, un tratamiento para el exceso de goce que lo atormenta y por
eso el analista puede acompañar de diversos modos (interpretación, sugestión, acto, etc.) ese trabajo
propuesto por el sujeto. El esquizofrénico, por el contrario, tiene una profunda dificultad para elaborar un
trabajo de estabilización, por eso ésta, si la hay, es siempre lábil. La intervención del analista, sea cual
fuere, podría desencadenar una crisis, más por estas condiciones del sujeto que por representar Un-
padre en lo real. Por eso – concluye – no se debe iniciar un análisis con sujetos que no presenten esta
mínima condición para el trabajo.

Yo opino que esta última aserción es útil desde el punto de vista clínico, si bien me parece que ella es
absolutamente universal y que incluso excede el campo mismo de las psicosis.

Por eso quisiera retomar, a partir de este punto, las dos afirmaciones anteriores, y agregar algo.

Primero, creo que aun cuando esta distinción correlativa de la diferencia paranoia/esquizofrenia es en
general observable, hay que tener en cuenta las posibilidades contrarias (que también se observan):
paranoicos que no se proponen ese trabajo (o que presentan enormes dificultades para hacerlo), y
esquizofrénicos que sí se lo proponen (a pesar de sus dificultades).

Segundo, una toma de posición. No es tan frecuente que los paranoicos (en el sentido más kraepeliniano
del término) consulten al analista, mientras que sí es usual que los esquizofrénicos lo hagan, sobre todo
esos jóvenes a los que acaba de estallarles "una pajarera en la cabeza" (como decía uno de mis pacientes
en el momento del primer brote). Creo que ellos, a pesar de (y debido a) su dificultad para elaborar un
trabajo de estabilización, deben tener una chance de ser alojados por el analista.

Por último, en tren de hablar del carácter no homogéneo del campo de las psicosis, creo que deberíamos
introducir en el debate el tercer elemento del trípode kraepeliniano: la locura maníaco-depresiva. Se
habla poco sobre el tratamiento psicoanalítico de esta psicosis – sobre todo debido a la eficacia de la
medicación existente.

[Mensaje 94, 101, 104, 142]

5 de setiembre de 2000

Mensaje 90 - Gerardo Arenas

El lazo social y el discurso analítico.


[Mensaje 53]

Me ha gustado mucho una pregunta que hizo Amelia Imbriano en relación al problema del lazo social en
las psicosis. La cito: "¿Se puede decir que [el psicótico] hace lazo social o que hace suplencia de lazo
social a partir de poder introducirse en el discurso analítico?".

Me ha gustado por dos razones. Primero, porque introduce la cuestión de la "suplencia de lazo social", un
concepto que habría que interrogar. Segundo, porque considera la posibilidad de que el psicótico entre en
el discurso analítico (lo cual, a mi entender, es correlativo de la interpretación-corte S2//S1).

5 de setiembre de 2000

Mensaje 91 - Gerardo Arenas

Algo más sobre el campo de las psicosis.

[Mensaje 49]

Jorge Moreno ha dicho que la psicosis es estructuralmente una con dos facetas: la negativa es el
desencadenamiento metonímico con la interrupción del pensamiento o la fuga de ideas, y la positiva es la
metáfora delirante. Y agrega que, de acuerdo a la profundidad del desorden, el tono del cuadro será
depresivo, proyectivo o disociativo: la esquizofrenia corresponde al desencadenamiento metonímico y a
los síntomas negativos, en la hebefrenia predomina lo disociativo en forma de alucinación, en la paranoia
lo proyectivo y en la depresión mayor o endógena lo depresivo. Siendo éstas características cualitativas,
la nosología psiquiátrica fracasa por la existencia de esquizofrenias paranoides, trastornos
esquizoafectivos, manía y procesos bipolares, todas variaciones de estos elementos.

El planteo de Jorge conjuga las diferencias entre una nosología estructural y una fenomenológica, y
concluye dando las razones del fracaso de esta última. De todos modos, creo que aún nos queda mucho
por decir, desde el punto de vista psicoanalítico, acerca de las diferencias estructurales entre las diversas
psicosis. ¿Qué caracteriza y distingue estructuralmente una paranoia, una esquizofrenia, y una locura
maníaco-depresiva? No me parece que estemos aún en condiciones de dar una respuesta precisa y
exhaustiva a esta pregunta.

[Mensajes 108, 142]

5 de setiembre de 2000

Mensaje 92 - Gerardo Arenas

Algo más sobre la responsabilidad del analista.

[Mensaje 50]

Julio Leites ha retomado las tres situaciones clínicas que yo he planteado en la Invitación al
debate [Mensaje 1], afirmando que constituyen problemas diferentes. En (1) – cuando aún no sabemos
el diagnóstico estructural –, Julio sugiere prudencia: escuchar y darse el tiempo necesario para elaborar
un diagnóstico estructural, en relación a la búsqueda del punto decapiton, y tratar de precisar si es una
neurosis o psicosis. En (2) – psicosis no desencadenadas, diagnosticadas como tales –, prefiere no
realizar ninguna operación con el paciente, que generalmente es traído por un familiar que percibe
pensamientos o conductas "raras": tranquilizar al acompañante y sugerir que ante cualquier elemento
nuevo o conducta llamativa concurran nuevamente a la consulta. En (3) – psicosis desencadenadas –, se
plantea cómo actuar. En relación a esto, afirma que el corte debe operar como un límite al goce, algo que
dice no al goce mortífero del Otro.

Debo plantear mi discrepancia con Julio en relación con varios de estos puntos. Efectivamente, debemos
actuar siempre con prudencia, pero ello no excluye que al escuchar estemos introduciendo en el
dispositivo mismo la estructura de la interpretación. Escuchar ya implica una interpretación: callar lo es,
hablar lo es, cortar la sesión lo es. Por lo tanto, se plantea el problema de saber qué estructura dar a esa
interpretación y, en la medida en que podamos hacer un cálculo de la misma, se nos plantea el deber de
actuar en consecuencia.

Esto me lleva a discutir otro punto que plantea Julio, cuando afirma que si pensamos en que se
debe interpretar estamos aceptando la existencia de un Otro como mandato. Yo pienso que, si
aceptáramos esta conclusión, caeríamos en pensar que el acto analítico es irresponsable. No lo creo. Y si
es responsable, hay un deber en juego. No veo otra manera de conjugar ambas cosas. Si no fuera así,
¿por qué plantearse la prudencia?

5 de setiembre de 2000

Mensaje 93 - Amelia Imbriano

[Mensaje 88]

Estimado Gerardo,

¿Puedes reenviarme el texto en donde digo que todo se reduce a un S1 sin S2? Ya no lo recuerdo, y el
problema es que no lo pienso así. [14] Pude haberme expresado mal. Hasta tengo un caso publicado
en Testimonios de trabajo, bajo el título "Psicosis y acto analítico"; [15] quizás hoy lo teorizaría distinto,
pero en lo que hace al S1 y al S2 sigo manteniendo la distinción que allí realizo entre estos lugares.

5 de setiembre de 2000

14-El texto solicitado por Amelia Imbriano es el mensaje 46.

15-Buenos Aires, Leuka, 1993.

Mensaje 94 - Amelia Imbriano

[Mensaje 89]

Estimado Gerardo,

Coincido contigo. Justamente en el XI Encuentro presenté conclusiones sobre una investigación llevada
adelante sobre 15 pacientes psicóticos esquizofrénicos, varones, entre 18 y 24 años, primer brote, sin
ingesta psicofarmacológica anterior, sin tratamientos psicoterapéuticos anteriores, habiendo sido
descartadas la epilepsia, otras enfermedades neurológicas, toxicomanías y alcoholismo. Coincido contigo
en que solicitan asistencia, y el analista debe no retroceder de su posición frente a ellos, pues el
dispositivo puede alojarlos y ofrecerles una posibilidad de estabilización ya que se prestan al trabajo – me
refiero al trabajo de su psicosis.

6 de setiembre de 2000
Mensaje 95 - Diana Wajnman

Los cortes.

Creo que deberíamos hablar de los cortes, en plural, ya que existen distintos tipos. No todos los cortes
tienen la misma función. Algunos producen – a la manera de la interpretación-traducción – un plus de
sentido, inclusive la fijación de un sentido; otros suspenden el sentido, produciendo a veces un efecto de
separación del goce, a la manera de la interpretación de tipo (b). Podríamos pensar que el corte del
primer tipo va por el lado del delirio.

Agregaría además que no todos los cortes dejan el saber del lado del analista, ni hacen surgir a un Otro
del goce.

Quisiera comentarles una entrevista con un paciente psicótico en la que el corte fue producido por el
mismo paciente, siendo esto congruente con el lugar del saber del lado del sujeto en la psicosis (y no del
lado del analista).

Recibo a un paciente en la Sala de Internación, luego de que la psiquiatra que lo atendió en la guardia
me dice que se trata de un joven muy violento que le produjo miedo. Lo hago entrar al consultorio, cierro
tras de él la puerta y lo invito a sentarse; me mira entonces sorprendido y me pregunta: "¿Cómo, no me
teme usted?". Yo le respondo: "¿Acaso debo temerle?". Pide entonces dar por terminada la entrevista
(hace aquí el corte) y yo acepto.

Al poco tiempo, y después de haber sido externado, me solicitará emprender conmigo un


tratamiento. [16]

Otro caso es el de un adolescente diagnosticado como Asperger, y que en mi opinión se trata de una
psicosis no desencadenada. Este jovencito estaba más bien concretamente "encadenado", ya que tenía
continuamente, en la mano o en el bolsillo, una cadena que hacía sonar compulsivamente. No tenía
relaciones con otros chicos, se mantenía aislado de toda actividad, no hablaba, en las entrevistas sólo
respondía a mis preguntas con monosílabos, no me miraba, sólo de vez en cuando miraba la hora en su
reloj. Después de un cierto tiempo, vislumbré una queja: si en el colegio lo dejaban salir unos minutos
más tarde (por ejemplo, porque habían salido de excursión), eso lo enojaba sobremanera porque "le
quitaban su tiempo, su libertad". El tiempo en que no estaba en el colegio lo pasaba recostado en su
cama, haciendo sonar la cadena.

Soporté sesiones no-cortas durante un cierto tiempo, hasta que en una sesión, a los pocos minutos de
silencio, corto la sesión y le digo: "Como hoy no hablás, volvé mañana". Entonces me miró por primera
vez, sorprendido, y me preguntó por qué; le repetí que era porque hoy no hablaba. Esto tuvo como
efecto que este paciente comenzara a hablar y luego construyera un síntoma.[17]

[Mensajes 130]

6 de setiembre de 2000

16-El caso será retomado en los mensajes 130, 131 y 167.

17-El caso será retomado en los mensajes 130, 167, 169, 171 y 175.

Mensaje 96 - Gerardo Arenas

Trabajo de Daniel Millas.


Queridos amigos de Interpsicosis,

Daniel Millas ha enviado su trabajo "Al perder la voz" (presentado en la mañana del 18 de julio en la
Conversación clínica del ICBA animada por Eric Laurent) como contribución al debate sobre los usos de la
interpretación en las psicosis. Lo transcribo a continuación. [18]

6 de setiembre de 2000

18-Véase el mensaje 79, nota 8.- El caso será retomado en los mensajes 100, 105 y 131. He aquí un breve resumen:
El paciente llega a la consulta luego de un intento de suicidio: ha perdido las ganas de vivir. Diez años antes se inician sus
trastornos, cuando el médico que había operado a su difunto padre le sugiere operarse de una hernia inguinal: el día de la
operación padece una crisis de excitación que obliga a posponer la intervención y a realizar una breve internación. Dos años
después, cuando por primera vez intenta mantener relaciones sexuales con una mujer, empieza a escuchar voces; luego de un
período de perplejidad, las voces se reducen a una sola: es la voz de Dios que lo guía - viraje del "eso habla de él" a otro que
al dirigirse al sujeto lo fija en una posición. El fenómeno elemental es durante un tiempo el partenaire privilegiado del sujeto.
Esa estabilización dura tres años, hasta que otra voz le dice: "El padre te juzgará"; las voces desaparecen y esto lo hace caer
en una desolación que lo lleva al suicidio por haber padecido una pérdida irreparable.
Una vez comenzado el tratamiento, el paciente empieza a faltar con frecuencia. En una sesión, luego de dos faltas, dice que
sólo espera la muerte; el analista da por concluida la sesión y sin solemnidad le dice que si vuelve a faltar sin avisar dejará de
atenderlo, pues razones administrativas del hospital así lo exigen. La vez siguiente, pese a estar engripado, asiste para ser
atendido; luego de ponerse de acuerdo sobre las ventajas del uso del teléfono, se despiden. Esto introduce un viraje en la cura
y un ordenamiento en la vida del sujeto. Las sesiones operan como punto de capiton que permite recomenzar, adquiriendo la
función de regulación del goce. La operación de desalojo abre las puertas a una estabilización frágil que cae cuando es
abandonado por otra pareja y es empujado nuevamente hacia la muerte. Un día se entera de que se busca un donante de
hígado para un transplante y él lo ofrece; cuando le explican que no pueden aceptarlo porque eso entrañaría su muerte, él lo
exige a gritos pues es lo que quiere; ante la negativa, pide que al menos le quiten un pedazo; lo echan y va a ver al analista,
quien luego de oír su relato exclama divertido: ¡La cara que habrán puesto los médicos al escucharlo! La ironía estructural
deviene un recurso paradójico para acoger el llamado del sujeto. Poco después se reencuentra con el mismo cirujano que le
propone operar su hernia, y él acepta no por su salud sino para morir en la operación, si Dios lo quiere muerto, o vivir, en
caso contrario. El analista se opone con firmeza a estas condiciones, argumentando que si Dios lo quiere muerto no necesita
de la cirugía. Meses después, la hernia comienza a dolerle y el analista apoya entonces la cirugía, que se realiza exitosamente.
Esto tranquiliza duraderamente al sujeto.

Mensaje 97 - Céline Menghi

Trabajo de Céline Menghi.

Queridos colegas de Interpsicosis,

Envío el trabajo presentado en la Conversación del ICBA en Buenos Aires como contribución al debate
sobre interpretación y tratamiento en la psicosis. [19]

[Mensaje 98]

6 de setiembre de 2000

19-Véase el mensaje 79, nota 8.- El caso no suscitó comentarios en el curso ulterior del debate.
Mensaje 98 - Gerardo Arenas

Traducción del trabajo de Céline Menghi.

Queridos amigos de Interpsicosis,

Les envío la traducción que Ennia Favret realizara del trabajo de Céline
Menghi [Mensaje 97] presentado durante la tarde del 18 de julio en la Conversación clínica del ICBA
animada por Eric Laurent. [20]

7 de setiembre de 2000

20-Véase el mensaje 97, nota 19.

Mensaje 99 - Moira Iglesias

Reenvío.

La puesta en equivalencia de los registros planteada por Lacan con la escritura nodal junto con la
posibilidad borromea del nudo de tres permiten formular la prescindencia del Nombre-del-Padre.

Siguiendo la línea propuesta por Gerardo Arenas... [21]

6 de setiembre de 2000

21-El resto del mensaje reproduce textualmente el mensaje 73, y por eso lo he omitido.

Mensaje 100 - Diana Wajnman

[Mensaje 96]

Agradezco a Daniel Millas por poner a disposición de la lista su excelente trabajo. Es un caso sumamente
interesante que permite ver el camino de esta cura, el tratamiento de la esquizofrenia – que es un
tratamiento de lo real por lo real.

El caso comienza con una desestabilización producida al enfrentarse con una amenaza de castración en lo
real, frente a la propuesta de ser intervenido quirúrgicamente (sin el recurso del significante del Nombre-
del-Padre para tratarla desde lo simbólico), y finaliza después de más de 10 años cuando esa
intervención quirúrgica se lleva a cabo, pero esta vez hace de "remedio" en lo real del cuerpo,
permitiendo así un reordenamiento de lo imaginario y una regulación del goce.
Por otra parte, vemos cómo maniobra el analista, su acto. En dos oportunidades consigue producir un
corrimiento del lugar de objeto de desecho en el que el paciente estaba ubicado: una, haciendo un
movimiento de lo trágico a lo cómico; otra, diciéndole "No" a la pulsión de muerte.

Calcula cuidadosamente la "no solemnidad", se corre del lugar del A sin barrar, aludiendo a que es el
hospital el que le exige dejar de atenderlo si falta a las citas.

Agradezco además a todos los colegas que participan en la discusión.

[Mensaje 131]

6 de setiembre de 2000

Mensaje 101 - Céline Menghis

Estoy de acuerdo.

[Mensaje 47, 89]

Estoy de acuerdo con José Antonio Vidal y con Gerardo en que debemos tener cuidado en iniciar un
análisis sin la condición mínima para un trabajo, tanto en la esquizofrenia como en la paranoia.

Estoy de acuerdo con Gerardo en que hay esquizofrénicos que trabajan así como hay paranoicos que no
trabajan y viceversa. Cada sujeto es diferente. En mi experiencia, he encontrado esquizofrénicos que han
hecho un inmenso trabajo.

Creo que el elemento de labilidad es algo que pertenece a las dos. Si puedo decir, me parece que la
labilidad es más frecuente en la psicosis maníaco-depresiva. Hay un punto de equilibrio muy lábil, y me
parece que en este tipo de psicosis, tal vez, hay un elemento de riesgo cuando algo parece funcionar.
Hay que tener un cuidado particular en evitar el pasaje al acto.

[Mensajes 104, 150, 170]

8 de setiembre de 2000

Mensaje 102 - José Ioskyn

Metáfora... ¿delirante?

Querría hacerles llegar una inquietud a los participantes de la lista Interpsicosis, que con tanto
entusiasmo están llevando adelante la discusión.

Me encuentro estudiando el tema de la metáfora delirante, y constato la pertinencia de tal concepto que
se encuentra en una época temprana de la obra de Lacan. Por una parte, está la homología posible entre
esta metáfora y el tema de la suplencia y del sinthome en particular. Claro está que las diferencias entre
estos conceptos no son de detalle, sino que son diferencias en un marco estructural diferente y con
diferentes efectos. Pero lo que más me interesa es el criterio mismo de metáfora delirante, ya que
incluye dos términos antinómicos en Lacan: metáfora (que supone abrochamiento) y delirio (que supone
forclusión). El delirio, que en el Seminario 3 es un fenómeno elemental, en elSeminario 6 es uno de los
objetos a que luego Lacan reduce a cuatro. En todo caso, el delirio por sí solo no lleva a ninguna
estabilización, por eso resulta tan interesante la posibilidad de abrochar una metáfora con sus elementos.
Es su aspecto de metáfora el que sería capaz de hacer la operación de localizar el goce, tarea no poco
ardua en el psicótico, y de darle una posición que él mismo se inventa en relación con el Otro.

Sería interesante saber si también – y a partir de lo anterior – puede así evitar los retornos en lo real que
lo atormentan.

El ejemplo que da Lacan de Schreber, quien se estabilizaría en torno a la posición de ser la mujer que le
falta a los hombres, es un ejemplo en el cual el mismo sujeto ha arribado a una conclusión por sí solo. Lo
que pregunto, y quizás alguno quiera contestarme, es si piensan que en otros casos, cuando esto no
sucede, el analista puede provocar su arribo como una intervención calculada – y sobre qué elementos –,
y qué relación tendría ésta con respecto al tema que nos ocupa, que es el de la interpretación.

[Mensajes 103, 104, 107, 115, 134, 137, 141, 143]

8 de setiembre de 2000

Mensaje 103 - Leonardo Leibson.

[Mensaje 102]

Me parece muy interesante la pregunta que hace José Ioskyn. Yo también me he preguntado, y me sigo
preguntando, qué alcance puede tener la expresión "metáfora delirante", que – como dice Ioskyn – a
primera vista es un oxímoron consumado. Teniendo en cuenta que es una de esas expresiones que Lacan
usa una o muy pocas veces (desconozco si además de laCuestión preliminar aparece en algún otro lado,
y si alguien lo sabe agradeceré el dato) y que, sin embargo, pasan al discurso masivo con un peso
enorme, me parece totalmente pertinente interrogarnos acerca de esto.

Mi impresión es que decir "metáfora delirante"... es una metáfora. Porque, como dice Ioskyn, la metáfora
delirante no es ninguna metáfora aunque "hace las veces de", que no es lo mismo. No es metáfora por la
misma razón que Lacan puede decir que Schreber es escritor mas no poeta.

A partir de esto, se me ocurre otra pregunta: ¿Cuál es el estatuto retórico del delirio? Quiero decir, qué
tipo de construcción es y qué figuras o tropos utiliza – teniendo en cuenta que el delirio se puede
plantear como una ficción que no se reconoce como tal, y esto de manera radical.

También a partir de esto, me parece que el problema de la interpretación en las psicosis se puede ubicar
según otro eje. Porque no es lo mismo la intervención que soporta la construcción de un delirio, o que lo
acota en su despliegue (intervenciones difíciles, raras y generalmente muy valiosas), que la
interpretación psicoanalítica que, a mi entender, sólo puede pensarse como corte en relación a la
producción de un sinsentido en el campo del sentido.

Dicho de otro modo, la interpretación en psicoanálisis es una ficción que se sabe tal y se denuncia en eso.
Para esto, sugiero la lectura de una conferencia de Michel Foucault ("Nietzsche, Freud, Marx"), en donde
habla de la interpretación moderna.

[Mensajes 104, 107, 135, 141, 143]

8 de setiembre de 2000

Mensaje 104 - Laura Rizzo

A propósito de la metáfora delirante.


[Mensaje 102, 103]

El tema que el debate ha traído al primer plano últimamente (con la inquietud de José Ioskyn y la
ratificación de la pertinencia del tema por Leonardo Leibson) me invita a precisar mis propios itinerarios
desde donde sigo atenta este fecundo debate impulsado por Gerardo Arenas.

El problema de la metáfora delirante aparece en directa relación con el eje general, en la medida en que,
participando de la estructura del fenómeno elemental, el delirio funcionaría como una interpretación. Esto
nos pone de cara al tándem alucinación-delirio, y para ello Schreber es un testimonio inagotable. A
propósito de lo que nos recuerda José Ioskyn, quisiera agregar que en el Seminario 6 la voz es entendida
como voz-en-el-delirio, implicando directamente el caso de las frases interrumpidas del Presidente
Schreber. Un tipo de alucinación que no agota el conjunto pero que ilumina ese caso singular que permite
a Schreber arribar a la conclusión del trabajo delirante con efectos evidentes sobre la reducción de la
invasión alucinatoria.

He trabajado sobre el punto en cuestión en las Memorias y pude constatar que el margen de "invención"
es prácticamente nulo: el sujeto cuya enunciación está en las voces logra "emitir" una afirmación – que
es la producción del sujeto del delirio (constricción a ser la mujer de Dios) – a partir de un trabajo sobre
el corte de la frase. Por lo tanto, no es que él se inventa una posición respecto del Otro, es el Otro el que
le atribuye una sin margen de elección pero (he aquí la invención) que el sujeto consiente esta vez
afirmando lo que la forclusión deja suelto (significante-significado, según la formalización de ese
momento) en la "estabilización" que ese punto conclusivo supone. Ese punto no es metafórico, pero el
resultado es una cierta estabilización que justifica evocar la metáfora paterna ausente, con una
"supletoria" metáfora delirante.

La referencia que se nos acercaba sobre el término "suplencia" ya en el Seminario 5 [Mensaje 82],
permite confirmar que Lacan usa ese término para designar el lugar que las alucinaciones de Schreber
(de código y de mensaje) tendrían en el grafo. Están en el lugar de la retroacción imposible y, en esa
medida, evocan la suplencia del significante que en las neurosis está en la base de esa retroacción. Son,
por lo tanto, un retorno en lo real, pero un cierto tipo de ellas funcionaría a la manera de una suplencia,
tratándolo (recordemos que el intento de Lacan mientras va construyendo la noción de metáfora paterna
es tributario de la enseñanza de las psicosis en el Seminario 3 pero parte de la formalización en las
neurosis – grafo –); sucedería cuando se homologan al tratamiento que el sujeto da a lo real de que es
objeto (trabajo del delirio).

No creo que ninguna intervención pueda soportar la construcción de un delirio, como ninguna podría
inventar la significación fálica faltante, pero encuentro en el debate más de una razón para continuar
sondeando qué consecuencias tiene la intervención que nos cabe respecto de la cura que el psicótico se
da, particularmente en casos (como Gerardo Arenas propone[Mensaje 89] y Céline Menghi
enfatiza [Mensaje 101]) donde el retorno es en el cuerpo (la esquizofrenia – recordemos que Schreber
tiene ese diagnóstico y elabora una respuesta paranoica, localizando en un Otro el goce de que es objeto)
y el goce mucho más difícil de localizar en un Otro, acotando con ello la invasión que, por no ser
adscribible a significación alguna, lo deja "en la estocada".

[Mensaje 140]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 105 - Laura Rizzo

A propósito del caso de Daniel Millas.

[Mensaje 96]

Para tomar los casos que recrean el paradigma, he vuelto a la valiosa contribución de Daniel Millas
porque, creo, plantea la pregunta por el estatuto de la voz en la psicosis cuando, como es el caso,
funcionaría del lado del tratamiento dado a lo real.
Mi impresión es que "el fenómeno elemental devenido durante un tiempo partenaire privilegiado en la
economía subjetiva del paciente" llama en causa esa bisagra donde la alucinación es atribuida en su
enunciación a un Otro, con el consiguiente alivio que supone una interpretación. Me pregunto: ¿No es
ésta – "el trayecto a partir del cual puede darse un viraje del ‘eso habla de él’ a un Otro que al dirigirse al
sujeto lo fija en una posición" – la estructura de la interpretación delirante? En la Cuestión preliminar, la
alucinación queda, en efecto, muy cerca de la interpretación, creo, a instancias del caso Schreber, donde
la retirada de Dios (a propósito de la retirada, localizada en el caso en el perder la voz) es contrarrestada
con un sistema de respuesta automática que es correlativo del trabajo delirante, y que pone en primer
lugar la función del corte (corte de la frase alucinada, corte subjetivo y no gramatical, como distingue
Jacques-Alain Miller en su Seminario del DEA, 1987).

La intervención que nos comunica Daniel Millas me lleva a preguntar si el "llamado desesperante" que el
paciente porta, no obstante el carácter de certeza que lo habita, no es signo de un trabajo que el sujeto
ya ha realizado y que, a partir de la correcta posición del analista, deviene susceptible de ser inscripto en
el "saber no saber" (de que nos hablaba Céline Menghi [Mensaje 12]), cobrando el valor de una cierta
reducción del goce sin diques de que testimonia el caso.

Me interesa saber qué hay de esas "ventajas del teléfono" de que nos habla el texto y que precede a la
estabilización por la regularidad de las sesiones (operan como punto de capiton, se nos dice, pero
también de pausa – ¿corte? – ) que permiten al sujeto "entrar a una contabilidad afectada de
consecuencias".

Auguri a la lista, y sigue el debate.

11 de setiembre de 2000

Mensaje 106 - Amelia Imbriano

[Mensaje 83]

Céline,

Así como el a del discurso analítico es como causa de deseo, ¿podrá en la psicosis ser como condensador
de goce?

[Mensajes 128, 148]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 107 - Jorge Moreno

Metáfora y más allá de la realidad.

Estimados amigos,

No veo contradicción en la expresión metáfora delirante, ya que, como dice José [Mensaje 102], está
compuesta por elementos que hacen referencia a cosas distintas.

Metáfora hace referencia a la sustitución significante, propiedad del lenguaje, que permite una ganancia
de sentido; delirantehace referencia a la coherencia o adaptación de ese significante al "sentido común",
léase criterio de verdad o realidad al que nos referimos como Nombre-del-Padre.
Todos contamos con nuestra metáfora personal, que llamamosfantasma, y nada nos dice que no sea
delirante avant coup.

Como juicio après coup es de poco valor y, si es eficiente como estabilización, no se diferenciará de otra
metáfora "no delirante".

Es cierto que Lacan no utiliza la expresión metáfora delirante más que en "De una cuestión preliminar..."
[págs. 558-559]: "Es la falta del Nombre-del-Padre en ese lugar la que, por el agujero que abre en el
significado, inicia la cascada de los retoques del significante de donde procede el desastre creciente de lo
imaginario, hasta que se alcance el nivel en que significante y significado se estabilizan en la metáfora
delirante".

Es así que no tiene sentido preguntarse, como lo hace Leonardo[Mensaje 103], sobre un estatuto
particular del delirio; y por eso es posible, como plantea José [Mensaje 102], acompañar al psicótico al
arribo a un metáfora que lo estabilice.

En conclusión, no existe una verdad en referencia a la cual un significante pueda tener más valor que
otro, sólo se le supone una coherencia con ese referente que llamamos Nombre-del-Padre y que resulta
capaz de unificar los discursos individuales. Es la realidad la que supera la ficción del discurso.

Por eso, también es vano plantearnos si el psicótico hace "lazo social" o está "fuera de discurso", juicios
también après coup y en referencia a la ex-sistencia de ese Nombre-del-Padre garante del sentido.

Así, cuando Moira [Mensaje 73] dice que la equivalencia de los registros puede hacer prescindir del
Nombre-del-Padre, yo entiendo en cambio que Lacan dice que tres y sólo tres círculos pueden ser
equivalentes y que la existencia de un cuarto rompe la equivalencia dando prevalencia a uno de ellos,
configurando así la estructura.

De este modo, la suplencia posible consiste en prestar precisamente eso que falta a la estructura
psicótica, una metáfora coherente con la realidad.

Por último, si el final de análisis consiste en saber qué hacer con nuestra metáfora personal para acceder
a esa realidad que nos ex-siste, real-imaginaria-simbólica, un psicótico nunca llegará a un final de
análisis.

Finalizando estas reflexiones de fin de semana, me parece oportuno recordar, ya que de interpretación
estamos hablando, que ésta sólo es tal cuando tiene un efecto de sentido en nuestro paciente, y así no
todo es interpretación y todo puede serlo, de modo que antes que pensar en interpretar de tal o cual
modo deberíamos estar atentos a nuestros efectos de interpretación en nuestro paciente y más aún si es
psicótico porque no nos va a dar crédito por el acierto.

[Mensajes 115, 141]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 108 - Jorge Moreno

Algo más sobre el campo de las psicosis.

[Mensaje 91]

Gerardo,

Decías: "El planteo de Jorge conjuga las diferencias entre una nosología estructural y una
fenomenológica, y concluye dando las razones del fracaso de esta última. De todos modos, creo que aún
nos queda mucho por decir, desde el punto de vista psicoanalítico, acerca de las diferencias estructurales
entre las diversas psicosis".
Quedando tanto por decir, ¿por qué no empezar y así saber a qué nos referimos cuando hablamos de
psicosis? Yo expuse una opinión; hacen falta por lo menos dos para poder avanzar.

[Mensaje 142]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 109 - Jorge Moreno

[Mensaje 66]

Estimada María Cristina,

Con respecto a la cuestión diagnóstica, coincido contigo en la cuestión de la cautela que no implica
pasividad del analista sino todo lo contrario.

Se me ocurrió armar un pequeño esquema teniendo en cuenta la posición del sujeto frente a lo simbólico,
lo imaginario y lo real, que a mí me orienta en el interrogatorio. Quizás el armado es precario, pues es la
primera vez que lo escribo; en general es una guía o esquema referencial (mental) que tengo para el
interrogatorio. No invento nada, sólo es ordenar algunos datos que nos enseñó Lacan.

Diagnóstico de las psicosis

En mi experiencia, para el diagnóstico de las psicosis, siguiendo las enseñanzas de Jacques Lacan, será
necesario tener en cuenta: presencia de alucinación auditiva, fenómenos de código, regresión tópica-
libidinal, estallido del cuerpo despedazado, instrumentalidad del propio cuerpo, fragmentación,
imputación al Otro, desencadenamiento, cálculo del significante en oposición simbólica, neologismos,
certeza delirante, ausencia de neurosis infantil, alusión del significante rechazado (paterno, sexual) a la
muerte.

Será muy útil tener prolijidad y paciencia, y tener en cuenta, entre otros, algunos elementos
semiológicos:

Análisis de la posición del sujeto con respecto a lo simbólico

Posición del sujeto con respecto al lenguaje

Análisis de las voces alucinatorias

Una voz, varias voces, masculinas, femeninas, mortificantes, imperativas, insultantes, acompañantes; el
sujeto entiende (o no) lo que dicen, ruidos, murmullos, sonidos, música, risas, ecos, gritos; provocan
agitación.

Producción delirante

Sistemática o no; metáfora delirante.

Alteraciones del lenguaje

Alteraciones del lenguaje oral: construcción de neologismos, verborrea, bradilalia, verbigeración, ecolalia,
paralogia, esterotipias verbales, musitaciones, mutismo, coprolalia, jergafasia, fenómenos de código,
pararrespuestas.

Alteraciones de la emisión: disartria, dislalia, disfemia, disfonía.


Alteraciones de la mímica: hipermimias, hipomimias, amimia, paramimias, ecomimias, afasia (sensorial,
motriz, total).

Alteraciones del lenguaje escrito: agrafia, disgrafia.

Análisis de la posición del sujeto en el orden de lo imaginario

Falta de reconocimiento en el espejo, reconocimiento como otro en el espejo, atracción por el espejo,
relación agresiva con los otros, crisis de angustia o pánico, reconocimiento en el espejo con ciertas
condiciones.

Trastornos del yo corporal: anosognosia; síndrome de Antón-Babinsky, síndrome de Gerstmann


(considerar si se trata de acalculia, agnosia digital, agrafia o incapacidad para distinguir
derecho/izquierdo), síndrome de Pick; miembro fantasma; asomatognosia parcial o total;
instrumentalización; esteroagnosia; eautometamorfopsia (considerar si las partes del cuerpo se perciben
marcadamente deformadas tanto en lo que se refiere a tamaño como a distancia); eautoscopía;
alucinaciones musculares de Cramer (considerar si se trata de pesadez o liviandad); pseudopercepciones
vestibulares (considerar mareos, pérdida de equilibro o estabilidad, sensaciones de flotar o que el piso se
mueve); heutoscopía.

Alteraciones de la afectividad: irritabilidad, indiferencia, labilidad, incontinencia, perplejidad, neotimias,


catatimias, paratimias.

Análisis de la posición del sujeto con respecto a lo real pulsional

Impulsiones, actos agresivos, prácticas sexuales exhibicionistas, masturbación compulsiva, angustia


sexual, problemas de identidad sexual, problemas con paternidad-maternidad, rechazo alimenticio,
instrumentalización, alteraciones de la percepción interna del cuerpo.

Análisis de las alteraciones en la articulación simbólico-imaginario

Fenómeno y/o sentimiento de cuerpo caído, presencia de hipotonicidad o hipertonicidad, tristeza-euforia,


ausencia de futuro, angustia, sentimiento de insuficiencia, identificación con un ideal.

Análisis de las alteraciones en la articulación real-simbólico

Necesidad de ubicarse siempre en el mismo lugar, necesidad de realización de la misma actividad,


excitación psicomotriz, automutilaciones, alteraciones del sueño, conductas extravagantes.

[Mensaje 144]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 110 - Gerardo Arenas

Terceridad imaginaria.

[Mensaje 58]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Leonardo Leibson destacó que la interpretación posible en las psicosis releva de la terceridad (imaginaria)
planteada en relación a la posición del analista. Dijo que si hay diálogo posible con un psicótico es porque
prestamos asentimiento a la relación de éste con su Otro (que lo sabe, que lo goza, etc.). Y dijo que mi
intervención con la construcción del tabú [Mensaje 15] opera en ese nivel, no sólo resignificando
palabras venidas de ese Otro sino develando algo de la estructura de esa situación donde una terceridad
es posible.

Quiero plantear mi acuerdo y también mis dudas al respecto. Me parece que hay una terceridad posible,
pero dudo que sea imaginaria. Más bien en este caso creo que tenemos una relación de cuatro términos,
parecida a la del esquema Z: el psicótico (a) y su Otro (A), por un lado, y el analista (a') y el saber del
psicoanálisis (S) por el otro. Esta separación entre el analista y el saber me ha resultado de suma
importancia en la clínica de las psicosis.

Quizás en breve envíe a la lista un escrito más detallado sobre el caso del que extraje la viñeta del tabú.

[Mensajes 114, 116, 118, 122, 145, 155]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 111 - Gerardo Arenas

Sobre la viñeta de Fabián Allegro.

[Mensaje 59]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Quisiera comentar la viñeta enviada por Fabián Allegro. La resumo:

La paciente decía que un satélite comandaba sus acciones, y "un sensor en el cuerpo le señalaba la
presencia del satélite". Aquí "sensor" aparece como condensador de goce articulado al cuerpo, y se
presta al equívoco (sensor/censor). Fabián señala el equívoco, y he aquí los efectos de esta
interpretación:

1. "Algo me está diciendo que estoy censurando... yo censuro".

2. Desaparece la mayoría de los automatismos referidos al cuerpo.

3. Apropiación del yo gramatical. Deja de hablar en primera y tercera persona sobre sí misma.

4. "Ya no estoy satelizada, estoy mentalizada, me comunico por la mente".

5. Ficción delirante de redención, eficaz y estable. La comunicación mental desaparece cuando esa
construcción progresa. El delirio sigue vívido, pero "parece más una novela".

6. Tensión "transferencial", que luego cede.

Concluye Fabián: esta intervención (excepcional en la clínica de la psicosis) operó sobre lo real, promovió
un cambio de posición subjetiva de la paciente en relación a los fenómenos que padecía y permitió el
apaciguamiento de los mismos.

Yo creo que esta interpretación puede considerarse un caso de interpretación-corte. Con respecto a los
efectos, creo que pueden entenderse respectivamente así:

1. Subjetivación del equívoco.

2. Cesión de goce.

3. Separación.
4. Cambio de posición subjetiva.

5. Construcción de un nuevo S2 sin el apoyo del NP.

6. ???

Estoy de acuerdo con las conclusiones de Fabián. Me gustaría que desarrollara el punto 6.

11 de setiembre de 2000

Mensaje 112 - Gerardo Arenas

Trabajo de Maria do Carmo Dias Batista.

Queridos amigos de Interpsicosis,

Les envío el material clínico presentado por Maria do Carmo Dias Batista en la mañana del 18 de julio
para la Conversación del ICBA animada por Eric Laurent, que ha sido traducido por Beatriz Udenio. [22]

11 de setiembre de 2000

22-Véase el mensaje 79, nota 8.- El caso no suscitó comentarios en el curso ulterior del debate.

Mensaje 113 - Gerardo Arenas

Sobre la viñeta de Céline Menghi.

[Mensaje 60]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Céline Menghi hizo el 28 de agosto una contribución clínica donde destaca el valor de suplencia que la
anorexia y la bulimia pueden tener como modo de tratamiento del Otro y también del cuerpo en la
esquizofrenia. Resumo:

Un joven veía la mirada del otro mirar su cara; tiene conducta bulímica y me pregunta si no es mejor
hacer una intervención quirúrgica para cambiar sus mejillas. Antes había hecho un intento de suicidio
"porque no toleraba la mirada y verme siempre en el otro con esta cara, con estas mejillas" (suicidio
como "acto", separación del Otro). Le digo: "No me parece buena idea, no tenemos prisa". La bulimia
hace una mínima escansión temporal. Habla de su padre: le pellizcaba las mejillas, no le cree. "Mi padre
piensa que estoy loco con esta historia de la mirada. Yo tengo otra lógica, él hace otro discurso. Necesita
hacer un acto de fe, como San Agustín. El tú no existe. Es el otro quien dice tú para comunicar, somos
todos yo. Así como no existen los hombres y las mujeres. Tenemos solamente un nombre y un apellido".
Le digo que creo en lo que dice. Estamos sometidos a la ley de la enunciación del sujeto que así puede
buscar su lugar en el Otro. Así el sujeto puede anudar algo de los acontecimientos traumáticos de su vida
y hacer historia. Empieza a hablar de algo que tenía antes de su bulimia: la práctica del judo que debió
interrumpir por una ruptura de ligamento. Las sesiones toman un sesgo filosófico, la lectura de textos
Zen toma un valor particular. Ya no habla de cirugía, se siente mejor, pero desaparece. El Zen es un
modo de mantener al Otro distante, "estar en las cosas en vez de rumiar lo que es imposible; rumiar es
diferente que pensar" (rumiar: imposición del Otro; pensar: producción del sujeto). Creo que está bien
que haya interrumpido las sesiones.

Hay dos intervenciones a considerar. La primera es el no a la cirugía; la segunda es el yo le creo.

Pienso que la primera es una interpretación-corte, mientras que la segunda es, en sí, una suplencia del
NP.

Por otra parte, estoy de acuerdo en que los trastornos de la alimentación pueden funcionar como un
modo de tratamiento del Otro en la psicosis, aunque no siempre lleguen a ejercer una función de
suplencia.

11 de setiembre de 2000

Mensaje 114 - Gerardo Arenas

Función del yo en las psicosis.

[Mensaje 61]

Queridos amigos de Interpsicosis,

El 28 de agosto, Gloria Aksman hizo alusión a la posibilidad de que una cierta dimensión yoica aparezca
del lado del psicótico, entendiendo de ese modo las viñetas de Céline Menghi[Mensaje 60] y Fabián
Allegro [Mensaje 59].

Gloria señala que esta intervención separa al yo del Otro, es decir inaugura el lugar del yo y el Otro.

Yo creo que efectivamente es fundamental recuperar (o construir en el tratamiento) esta función del yo
en las psicosis. Como lo dije en un mensaje reciente [Mensaje 110], en alusión al esquema Z, creo que
para ello es necesario que del lado del analista el saber se encuentre separado del yo.

Probablemente sea el yo mismo, como función, lo que permita construir el anudamiento necesario en
ciertos casos.

[Mensajes 118, 120, 145, 155]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 115 - Leonardo Leibson

[Mensaje 107]

Con respecto a la expresión "metáfora delirante" y lo que de ella dice Jorge Moreno:

a) Dice Moreno: "No veo contradicción en la expresión metáfora delirante, ya que, como dice
José [Mensaje 102], está compuesta por elementos que hacen referencia a cosas distintas. Metáfora
hace referencia a la sustitución significante, propiedad del lenguaje, que permite una ganancia de
sentido; delirante hace referencia a la coherencia o adaptación de ese significante al ‘sentido común’,
léase criterio de verdad o realidad al que nos referimos como Nombre-del-Padre".
Comento y pregunto:

La metáfora, tal como la plantea Lacan (que sigue a los retóricos clásicos pero también se desvía de
ellos) es una sustitución, pero una sustitución entre elementos heterogéneos, que si produce un efecto de
sentido es justamente porque denuncia que no hay "sentido común". Al menos así lo plantea en "La
metáfora del sujeto" y en otros textos. En el delirio no me parece que se trate de sustitución sino de
construcción o, más precisamente, de re-construcción, y la producción de sentido excluye el sinsentido o
el pas-de-sens, en lo cual se opone a la concepción lacaniana de metáfora. Por eso me parece que tiene
sentido plantearse el estatuto retórico del delirio, teniendo en cuenta que la retórica está presente
cuando Lacan avanza eso de "metáfora delirante", y porque además creo que nos ayuda en la tarea de
acompañar al psicótico, en lo que podamos, a su posible constitución.

b) Me gustaría que aclare un poco más lo que quiso decir en este párrafo: "De este modo, la suplencia
posible consiste en prestar precisamente eso que falta a la estructura psicótica, una metáfora coherente
con la realidad".

[Mensajes 119]

11 de setiembre de 2000

Mensaje 116 - Leonardo Leibson

[Mensaje 110]

Con respecto a la terceridad: tal vez me expresé mal, en aras de la brevedad. No creo que se pueda
afirmar que la terceridad es imaginaria en tanto tal, sino que lo imaginario es un modo (privilegiado en
las psicosis) bajo el cual la terceridad se plantea. Algo de lo que se viene planteando alrededor de la
función del yo me parece que tiene que ver con esto.

Por otra parte, coincido con Gerardo en que la separación entre yo y saber es de suma importancia. Me
parece que tiene que ver con la posición misma del analista, que a veces Lacan tematiza al modo
socrático: el analista sólo sabe que no hay saber (acerca del sexo... etc.).

12 de setiembre de 2000

Mensaje 117 - Gerardo Arenas

Respuesta a Tomás Hoffmann.

[Mensaje 70]

Queridos amigos,

Quisiera comentar un mensaje difundido por Tomás Hoffmann el 31 de agosto. Lo retomo y resumo
punto por punto. Dice Tomás:

1) Para que haya cierta operatividad del discurso analítico, deben darse condiciones que:

a) no he constatado en mi práctica,

b) implicarían un "revés" del discurso del amo que primero debiera estar "al derecho",
c) implicarían una "renuncia" a ubicarse como objeto de goce por parte del paciente que, si bien es
deseable, no se realiza la más de las veces,

d) ¿cómo operar con el significante para que éste no sea uno más en el enjambre intrusivo de goce? (mi
"no intervención" apoyando mi cabeza sobre mi pulgar e índice en forma reflexiva significó
inequívocamente para mi paciente que yo le estaba diciendo que estaba loca; eso también es una
"traducción").

Con respecto a este primer punto, digo:

a) yo sí las he constatado en algunos casos,

b) no creo que la existencia de un discurso se sustente en la de su envés (esto en general),

c) efectivamente, esa "renuncia" es la excepción y no la regla, pero si halláramos los modos de lograrla
con mayor eficacia, habríamos avanzado en el tratamiento de las psicosis,

d) el paciente traduce (interpreta) siempre; el problema que origina el debate es el de la existencia de un


cálculo posible de la interpretación en las psicosis; el ejemplo clínico que señala Tomás muestra
claramente que no por estar de brazos cruzados dejamos de estar en un campo interpretativo...

El segundo punto de Tomás dice:

2) No sé si pensar la psicosis como un déficit o un superávit excesivo; me inclino por lo segundo. Creo
que Gerardo estará de acuerdo [Mensaje 67].

En relación con este segundo punto, efectivamente, estoy de acuerdo en principio. Sin embargo, creo
necesario señalar que el problema del déficit o el superávit es relativo al punto en que se ubica el
contador o incluso a la moneda de cambio. Podríamos decir, por ejemplo, que en el psicótico hay un
superávit de goce correlativo de un déficit en la defensa frente a lo real, así como en el neurótico hay un
superávit de defensa frente a lo real correlativo de un déficit de goce. Pero más allá de esto, en ambos
casos nos ubicamos en una perspectiva que compara neurosis y psicosis. Si retomamos el aporte inicial
de Moira Iglesias [Mensaje 45] (que recordaba al último Lacan y los desarrollos actuales de Miller),
probablemente deberíamos dejar de pensar la psicosis en comparación con lo que sea...

El tercer punto de Tomás retoma la cuestión del amor en la psicosis, y dice resumidamente:

3) Aunque el amor sea signo de cambio de discurso, ¿eso implica que si hay amor en la psicosis hay
cambio de discurso? Si el amor es "dar lo que no se tiene" (la división subjetiva misma), podríamos
considerar esta posibilidad: que el fenómeno elemental produzca en el analista una división subjetiva que
él pueda instrumentar cuestionando, "haciéndose traducir" dichos fenómenos para que su paciente pueda
producir unos S1 de distinta naturaleza a los del goce intrusivo. Colocarse en el lugar de agente, como $,
superponiéndose al Otro hasta hacer jugar su falta, su pregunta, incluso su invención
(tabú [Mensaje 15]) para, desde ahí, capturar, poner a trabajar, transmutar esos fenómenos
insoportables colaborando con el trabajo del paciente. Desde allí sí "hacerse traducir", desde allí también
– indefectiblemente – "interpretación-corte".

Yo creo que si el analista efectivamente se las arregla con su propia división al punto de lograr
transmutar los fenómenos intrusivos de goce, entonces: (a) ¡eso es amor! (b) ¡ese amor es signo de un
cambio de discurso! (c) ¡esa interpretación es corte!

Por otra parte, esta idea de Tomás acerca de arreglárselas (el analista) con su división subjetiva
(castración), que es claramente válida para la neurosis, me parece de una fecunda originalidad para
pensar el tratamiento de las psicosis. Creo que es un punto en el que vale la pena detenerse para
examinar su implementación y sus consecuencias.

12 de setiembre de 2000

Mensaje 118 - Gloria Aksman


Función del yo (II).

[Mensaje 110, 114]

Voy a tomar la referencia a mi intervención que hace Gerardo Arenas para avanzar un poco más.

En el mensaje "Función del yo en las psicosis" [Mensaje 114]señala estar de acuerdo conmigo con
respecto a la operación que tiende a separar el yo del Otro, y dice: "Yo creo que efectivamente es
fundamental recuperar (o construir en el tratamiento) esta función del yo en las psicosis".

En otro mensaje [Mensaje 110] que responde a la intervención de Leonardo Leibson [Mensaje 58],
Gerardo se refiere al esquema Z y recuerda: "Es una relación de cuatro términos".

De estas dos reflexiones de Gerardo destaco lo siguiente:función y cuatro términos, justamente porque
considero que son los términos (A, a, $, S1 y S2) los que entran o no en función – tal como lo
remarqué [Mensaje 61] en la intervención de Fabián Allegro [Mensaje 59], cuando dice que el NP no
entra en función. Agrego, es una presencia, si se puede decir, forclusiva, y éste es su modo de no entrar
en función, que no es lo mismo que decir que está ausente: lo que se ausenta no es el significante sino
su operación.

En síntesis, efectivamente se trata de los mismos términos; lo que hace diferencia y nos hace debatir, es
ubicar su modo de operar.

[Mensajes 127, 145]

12 de setiembre de 2000

Mensaje 119 - Jorge Moreno

Metáfora y más allá de la realidad.

[Mensaje 115]

Leonardo,

Creo que decimos lo mismo pero lo entendemos diferente.

Precisamente porque la metáfora denuncia que no hay "sentido común", es que debemos buscarlo fuera
del discurso. El "sentido común" exsiste al discurso y es lo que Lacan llamó Nombre-del-Padre.

¿Cuántas veces hemos tenido que recurrir a la familia del paciente para reconocer si sus dichos son
delirantes o constituyen parte de su historia?

Cuando quinientas personas se reúnen en un lugar elevado para contactar a los extraterrestres, ¿deliran?

Cuando pretendemos avanzar en la comprensión de la psicosis de forma original, ¿no estamos delirando?

Un paciente que explicaba sus síntomas psicóticos diciendo que los hermanos luciferes lo habían
abandonado entre los átomos prismáticos de su cuerpo cuando era niño para observar a los humanos,
ahora pinta y espera hacerse famoso con sus obras; ¿es ahora menos delirante?

Siendo que el Nombre-del-Padre se encuentra fuera del discurso significante, dándole sentido, es que
podemos hacer suplencia de él ayudando a nuestro paciente a encontrar una nueva metáfora no-
delirante que lo estabilice, y para eso debería ocupar el lugar de sujeto supuesto saber el Nombre-del-
Padre al que me refería [Mensaje 68] en un mail anterior.

[Mensaje 136]

12 de setiembre de 2000

Mensaje 120 - Gerardo Arenas

Respuesta a Moira Iglesias.

[Mensaje 73]

Queridos amigos,

Quisiera retomar un mensaje de Moira Iglesias del 1º de setiembre, en el que hace referencia a un
mensaje de Gloria Aksman [Mensaje 61] y a uno mío [Mensaje 52].

Moira retoma mi propuesta de servirnos del NP (discurso amo) para prescindir de él (discurso analítico), y
mi pregunta acerca de si no sería posible acaso servirse de otra cosa. Y enlaza esta pregunta con la
referencia de Gloria Aksman (y Leonardo Leibson [Mensaje 58]) acerca de la terceridad imaginaria,
ahora desde la perspectiva de la función del ego en Joyce.

Yo creo que es una salida posible, y de hecho hace poco he difundido un mensaje en el que hago alguna
referencia a esto[Mensaje 114]. Pero no creo que ello sea posible en todos los casos. Particularmente lo
veo de difícil implementación en la esquizofrenia.

Por otra parte, Moira retoma mi planteo de que el dispositivo transferencial puede cumplir función de
anudamiento haciendo posible el lazo social [Mensaje 32], y pregunta cómo pensar un fin de análisis en
el trabajo con las psicosis.

Con respecto a esto, quiero aclarar que no afirmo que la transferencia haga función de nudo en todos los
casos de psicosis. Sólo quise aclarar que en ciertos casos es la transferencia misma lo que funciona como
suplencia. En estos casos, si estoy en lo cierto, creo que no puede hablarse de un final de análisis. A
estos pacientes me refería cuando dije que para ellos somos un sitio eternamente necesario.

[Mensajes 126, 142]

12 de setiembre de 2000

Mensaje 121 - Gerardo Arenas

Respuesta a Daniel Aksman.

[Mensaje 80]

Me ha gustado mucho la distinción introducida por Daniel Aksman entre el lazo social y el "vínculo
social". Ha sido esclarecedora para mí.
Con respecto a su pedido de ampliación de la cuestión de ensamblar el delirio a la historia (referida a la
viñeta del 1º de setiembre [Mensaje 75]), Daniel dice que el caso más bien muestra cómo se integró el
enunciado del analista al delirio.

Yo creo que la integración es en verdad triple: el enunciado del analista queda incorporado como parte
del nexo recién creado entre el delirio y la historia. Prometo enviar en breve la redacción más extensa de
ese caso.

[Mensaje 122]

12 de setiembre de 2000

Mensaje 122 - Gerardo Arenas

La creación de un tabú.

Queridos amigos de Interpsicosis,

Mucho se ha hablado en este debate con referencia al tema de los trastornos de la alimentación en las
psicosis, en parte por las inquietudes de Céline Menghi [Mensajes 12, 16, 60, 71] y en parte por la
viñeta clínica que envié acerca de la creación de un tabú [Mensaje 15].

Prometí enviar el caso por extenso [Mensajes 110, 121], y cumplo ahora con lo prometido. Tengo dos
escritos sobre ese caso. Uno, publicado el año pasado en una revista de psicoanálisis, contiene una
elaboración teórica. [23] El otro es un escrito empleado para un ateneo clínico en la universidad. Prefiero
el segundo, a fin de no sesgar la discusión de antemano.

En este trabajo hallarán varios motivos para la discusión acerca de los usos de la interpretación en las
psicosis, el problema de la transferencia y otros aspectos del debate que nos concierne. Espero
comentarios.

Los antecedentes

La paciente que presento tiene 50 años. Nació en el seno de una familia adinerada. Su madre, luego de
tener una hija y un hijo, se hizo dos abortos. Ante el siguiente embarazo, su marido decidió no abortar:
ya habían gastado mucho dinero; la madre empezó a hacer equitación para abortar "espontáneamente",
pero fracasó y así nació esta mujer. Fue educada en un severo colegio inglés. Mientras sus hermanos
tenían ciertos títulos que los definían (la inteligente, el varón), ella sólo tenía su propia imagen, una
belleza que los otros le señalaban en su vertiente puramente estética. De niña, se hacía fotografiar en la
playa y luego avisaba a sus padres para que pagaran al fotógrafo. A los 18 años, su padre quebró y
pasaron a vivir en condiciones precarias. El padre le dio entonces un título que la sostuvo:secretaria; sin
consultarla, publicó un aviso en el diario ofreciéndola para trabajar, y así empezó su carrera como
secretaria trilingüe, que duró hasta perder su último trabajo, hace 5 años.

Sus dificultades con relación a la sexualidad aparecieron al inicio de la pubertad. La irrupción de lo que
hoy llama "una energía de más" la llevaba a fantasear orgías (sin poder representárselas, eran sólo
"imágenes simbólicas") y a masturbarse compulsivamente, a fin de poder escapar de la angustia, del
sentimiento de soledad y del terror que la acompañaron toda su vida. Esta "energía" era displacentera
hasta lo insoportable. El primero de sus cinco análisis comenzó a los 10 años de edad, con motivo de su
enuresis nocturna. Más tarde, la masturbación fue en parte sustituida por relaciones sexuales casuales,
también compulsivas. Toda esta actividad sexual le permitía tramitar parte del excedente energético,
pero no mermaba su dolor ni su angustia constantes excepto cuando entablaba alguna relación amorosa,
que le permitía momentáneamente "tapar el agujero" de donde surgía el dolor. Buscando "ser uno con el
otro", pasó por innumerables parejas y tuvo períodos de compulsión a coger, cuando una calentura
excesiva la impulsaba a levantarse a cualquiera.
Estudió pintura pero abandonó la universidad para proseguir en talleres particulares con grandes
maestros. Trabajó como secretaria en empresas de renombre, vivió con sus padres hasta pasados los 30
años, se hizo un aborto a los 36 y nunca se casó. Sólo parece haber tenido cierto lugar en su hermano,
que era su referente afectivo, y sintió mucho su falta cuando él decidió emigrar durante la última
dictadura militar. De hecho, si algo nombró ese "agujero" fue la frase: "No tengo lugar en el Otro". Nunca
supo qué hacer de su vida; quería que los otros se lo dijeran (en particular, el padre); aunque esto la
tornó una secretaria eficiente, nadie respondió a sus grandes enigmas. Cerca de los 40 años, la suma de
sus frustraciones en lo profesional, artístico, afectivo y familiar se materializó en fantasías suicidas que,
empero, no llegaron a concretarse en acto.

Los preparativos

Su familia – salvo el padre y la rama paterna – vivía en un mundo de color "espiritual", en el sentido New
Age del término: su tío materno – un psicótico con trastornos neurológicos adicionales – tenía visiones de
"presencias"; su hermana estudió psicología, especializándose luego en terapia de vidas pasadas; su
hermano, comerciante, consulta una vidente para decidir estrategias laborales. Cuando un conocido le
propuso entrar a un grupo espiritual dirigido por un maestro, ella aceptó de inmediato, en parte por su
familiaridad con ese mundo (pese a su increencia confesa) y en parte a causa de su fracaso en todo lo
"terrenal".

Ella buscaba un padre, y lo encontró en este maestro que, desde su ingreso al grupo, sabía lo que ella
pensaba y sentía (incluso antes de que ella lo supiera), y también sabía qué debía hacer y qué le iba a
suceder. Se lo daba a entender alusivamente, pero ella tenía la certeza de que él sabía. Lo amó con un
amor "espiritual" que duró 6 años, pese a la falta de reconocimiento e incluso el desprecio que sentía
recibir a cambio. Así surgió, a los 40 años, la certeza de estar en comunicación telepática con el maestro.

El universo simbólico del grupo es esotérico; sus referentes son Alice Bailey, Krishnamurti y el Ramana
Maharshi; creen en la metempsicosis y la telepatía, conjugan budismo y cristianismo, karma, seres
extraterrestres, etc. La actividad espiritual se concibe como sublimación de la energía sexual bajo la guía
del maestro, quien propone un camino de superación para pertenecer a la Jerarquía Celeste; ello requiere
borrar el yo, y testimoniar las vivencias, encuentros con espíritus y contactos telepáticos (a esto se llama
"alinearse").

Ella encontró resistencias internas que se materializaron en pensamientos injuriosos dirigidos al maestro
y vividos como ajenos, un fenómeno que ella adscribía a estar habitada por un "personaje interno"
(según le dijo el maestro) que habría sido libertino y pederasta en otra vida pasada (según le informaron
ulteriormente las voces). Llegó a sentir cómo el maestro le activaba los chakras, inundándola de energía
benéfica y placentera. Paralelamente, comenzó a predicar, y eso le costó varias amistades y trabajos.

El padre falleció hace 7 años; cuando ella fue a visitar la tumba por primera vez, sintió que el sol le
enviaba una luz y un calor que adquirieron para ella el sentido de un mensaje de despedida del padre.
Tuvo una serie de visiones donde reconocía sus "vidas pasadas"; en una de ellas, el maestro surgía del
sol y ella, a su vez, surgía del cuerpo del maestro; en otra, Krishnamurti le enviaba un rayo de luz
benefactora y protectora. Estas visiones le sugerían que ella había sido un esenio (al igual que el
maestro), luego una princesa, más tarde la secretaria de un presidente norteamericano; también, que
ella tenía el poder de curar con la palabra y el don de la prédica. Comunicó algunas de sus ideas a los
familiares, y éstos la dejaron aún más de lado.

Hasta aquí, sin embargo, esos primeros 6 años con el maestro y el grupo fueron, en un sentido,
relativamente beneficiosos: halló un padre que le daba un lugar, su energía sexual por fin encontraba
caminos normativizados y moralmente aceptados para su tramitación, y su vida adquiría un sentido y un
valor que la insertaban, a través de un discurso compartido con el grupo, en el orden cósmico y en una
Jerarquía Celeste. Esto la mantuvo estable, pero cuando fue echada del último trabajo debió volver a
vivir con su madre, hace 3 años, y eso precipitó las cosas. Por oposición a la etapa previa, relativamente
silenciosa, la enfermedad se tornó ruidosa. Su vida se centró en el grupo: tradujo al inglés las
enseñanzas del maestro y fue a varios retiros espirituales, siempre sintiéndose no reconocida y hasta
rechazada; las relaciones con el maestro y los compañeros de grupo se volvieron ambivalentes. El
maestro le sugirió enseñar idiomas usando como material la prédica de grandes maestros. Ella decidió
publicar un aviso, pero temía no poder llevar a cabo la propuesta y vaciló; entonces recibió un
excepcional "baño de energía", que interpretó como signo de que el maestro le indicaba seguir adelante.

Las voces
La primera vez que, por su situación económica, no pudo seguir al maestro en uno de sus viajes, la
comunicación telepática empezó a ser verbal: el maestro le hablaba con su voz o con la voz de otros
miembros del grupo, y ella comenzó a dialogar con esa voz. El día del viaje fue el principio del fin de ese
amor pseudo-místico. La voz del maestro le propuso que ella le hiciera una fellatio etérica, y ella aceptó
pues eso indicaba que él la había incorporado al círculo de sus elegidos. Entabló así una profusa relación
sexual telepática. En cierto momento, ella comenzó a sospechar que el asunto tomaba un cariz que
excedía el de una ascesis espiritual, dijo telepáticamente al maestro: Pero... ¡esto es amor!, y la voz le
contestó: ¡Chocolate!(en el sentido de: ¡Eso es obvio!). Coqueteó una semana con esta idea, que la
llevaba a masturbarse decenas de veces por día mientras chupaba la gigantesca imagen del pene erecto
del maestro, quien además sentía su goce y se lo daba a entender. Luego se dijo que sería más correcto
tener una relación sexual normal, y finalmente renunció a esas prácticas libidinosas telepáticas. La voz
adquirió entonces un carácter imperativo: No tenés que comer, para así purificarte. Y
posteriormente: Jamás comas con tu familia, que encarna las fuerzas oscuras; debés convencer a tu
madre de tu enorme valor espiritual; lográ que venda la casa y dame tu parte de la herencia. Ella
obedecía, pero el maestro le jugaba malas pasadas: lo que él le decía en presencia contradecía lo que en
ausencia le decía su voz, o bien ésta le dictaba las palabras que ella debía decir a su madre pero luego
dejaba las frases interrumpidas.

Por fin, cuando ya el ayuno la había llevado a una delgadez extrema, el maestro le preguntó
públicamente por qué no comía, y ella respondió: Porque todo el tiempo escucho tu voz que me dice: No
comas. Él negó todo y ella sintió la traición; dejó el grupo, y entonces la voz se tornó incriminatoria,
amenazante, persecutoria; a la voz se agregaron gritos de él por medio de la garganta de ella, golpes
que él le propinaba moviendo los puños de ella. Él la poseía internamente, la tocaba energéticamente o la
manoseaba con violencia por medio de las manos de ella, habitaba cada una de sus células y
determinaba todo lo que le pasaba.

Antes, la conexión telepática había sido ventajosa: implicaba entrar al círculo de elegidos del maestro y
tener relaciones sexuales etéricas con él. Cuando se tornó persecutoria, el maestro usó la conexión
telepática para tocarla por dentro, producirle dolores y pinchazos, agujerearle y chuparle el cerebro,
inducirle sentimientos dolorosos (que ella llama "el rallador") o eróticos ("gusto y olor a sexo"), y pasarle
imágenes acústicas (canciones) o visuales ("culos de mujeres, para hacerme creer que soy
homosexual"); todo esto le provocaba un "mareo" que culminaba en gritos o en golpes ("no soy yo, es la
energía que él me manda").

Usualmente, los golpes iban acompañados de un grito que la avergonzaba y que se repetía innumerables
veces por día, "como un jingle": ¡Conchita jugosita! Para que pudiera hablar de esto con soltura en el
análisis, le propuse que lo bautizáramos como "el jingle". Fue así como se pudo reconstruir lo siguiente.
El origen de la frase antecede a la fase ruidosa de la enfermedad. En cierta ocasión, ella iba detrás de
una compañera del grupo que caminaba contoneándose, y le apareció esa expresión como un
pensamiento ajeno. Más tarde se la adjudicó al maestro, y adquirió desde entonces una significación
precisa. El jingle era una orden: debía estar "alineada", con los chakras abiertos para recibir al maestro,
sexualmente excitada, pues eso era portarse bien. Mucho después, en una sesión, los golpes fueron
acompañados por un grito más extenso, que señalaba al jinglecomo una frase inconclusa: ¡Conchita
jugosita o chas-chás en la colita!

El tratamiento

La descompensación sufrida a partir del momento en que el maestro se metamorfoseó en perseguidor


transformó su vida en un caos perpetuo. A esto siguieron dos internaciones breves en menos de un año;
los psicofármacos standard que se le administraron en ambas no produjeron alteración alguna en su
padecer. Comencé a atenderla en el curso de la segunda internación, hace casi dos años. Una vez de alta
y comenzado el tratamiento, no aceptó medicación alguna hasta hace siete meses.

Mi primera intervención produjo un cambio de posición en relación a las voces. Cuando me dijo que no
comía porque así lo ordenaba la voz del maestro, le pregunté si ella estaba obligada a hacerle caso. Fue
así que volvió a comer y recuperó su peso normal, pero muchos de los ataques pasaron luego a ser
correlativos de sus comidas: él la llenaba de calor, la helaba, le inducía el atragantarse, no le permitía
evacuar. Siguió sin comer con su familia hasta hace un par de semanas; luego comentaré cómo se dio
este último cambio. Tras quince días de internación se mudó a un hotel, a escasos metros de mi
consultorio. Vino unas pocas veces, no quería hacer tratamiento alguno, y en una ocasión llegó con una
valija para anunciarme que se iría en tren a algún lugar para dejarse morir. Le pedí que no lo hiciera, le
dije que había otros modos de solucionar su problema, y aceptó quedarse. Comencé atendiéndola dos
veces por día, los siete días de la semana.
Los ataques que sufrió durante el primer año y medio del tratamiento eran variados, cotidianos y muchas
veces furiosos; sólo podía "salir" de ellos hablando conmigo o, a veces, con alguien que ella sintiera que
le daba un lugar. Desobedecer a la voz del maestro le permitió recuperar un sentimiento de sí que, pese
a su fragilidad, le dio cierta autonomía en comparación con la anterior enajenación. Las claves de mi
trato hacia ella siempre fueron: absoluta franqueza, cordialidad y afecto. Ella me atribuyó poderes
mágicos que contrarrestaban en parte el ilimitado poder del maestro, quien la amenazaba con la
mutilación, la destrucción y la muerte, tanto de ella como de su familia y aun de su analista.
"Traduciendo" la teoría psicoanalítica al lenguaje esotérico y delirante – al modo en que Freud lo sugiere
al final del historial de Schreber – se pudo entablar un diálogo. Así, la causa de su padecer devino doble:
por una parte, ella siempre tuvo un agujero; por otra parte, en ese agujero se instaló el maestro, que
desde ahí transmuta la energía sexual de ella y le cambia la cualidad (significándola como dolorosa y
persecutoria). Para ella, el trabajo que hacemos en el análisis es la producción de anudamientos y la
restauración del yo, a fin de cerrar ese agujero para que el maestro no pueda ya alojarse allí. Eso le
permitió encontrar una salida que no fuera suicidarse o asesinar al maestro (dos ideas que la
obsesionaron por meses). Ella me cuenta sus sueños y yo los interpreto – dándoles un sentido
esperanzador, sin analizarlos.

La segunda intervención estuvo ligada al saber. Una vez me preguntó si yo había atendido pacientes a
quienes les hubiera pasado algo semejante, y le respondí que sí. Preguntó entonces qué había que hacer,
y le dije que el psicoanálisis tenía respuestas. Eso permitió que su delirio se ensamblara con un saber ya
constituido en otro lugar y, por añadidura, me granjeó una cuota de confianza por parte de ella, sumada
a la esperanza de que yo la ayudaría a quitarse el maestro de encima.

En otra sesión me comentó que la voz le dice ¡Andáte!, aludiendo a que se muera de una buena vez;
minutos después dijo que, cuando su madre quedó embarazada de ella, quiso abortar. "¡Qué
casualidad!", le dije. Tras la sorpresa, se rió y dijo: "¡Es lo mismo que con él!". Pero inmediatamente
integró esto al delirio: "O sea que él usa cosas de mi historia para torturarme". Una serie de
intervenciones análogas permitió ensamblar el delirio con su historia personal; esto implicó, por un lado,
acotar la arbitrariedad y omnipotencia del maestro y, por otro lado, la sospecha de que el analista podía
entender algo acerca de su padecer. Similar efecto provocó otra intervención a propósito de las canciones
que el maestro le envía telepáticamente, con intención alusiva y gozadora. Le pregunté si alguna vez
había escuchado así una canción que ella no supiera. Respondió que no, y dijo: "O sea que él sabe qué
cosas hay en mi memoria, les cambia la cualidad y las vuelve en mi contra".

En las sesiones la escucho, le hablo, le doy a entender hasta qué punto la comprendo, la consuelo y le
doy esperanzas de que por medio del trabajo conjunto su martirio concluirá. Ella me pide que le dé una
mano (literalmente) y se la doy (literalmente). Con frecuencia empleo chistes, giros alusivos e ironías.
Por ejemplo, cuando dijo: "¿Me da su mano?", respondí: "No puedo, porque estoy casado". El mejor
momento para cortar la sesión suele ser el de su carcajada; eso la deja en un estado de completud que
alivia su dolor por horas, aun si la sesión duró pocos minutos. Durante un año y medio me llamaba por
teléfono decenas de veces por día, cuando estaba atacada o sentía que un ataque estaba en ciernes; a
veces se calmaba o mejoraba con sólo dejar grabado un mensaje en mi contestador; hoy en día no pasa
de un llamado diario. Fue importante que no se sintiera censurada ni juzgada sino aceptada en su
totalidad, incluidos los exabruptos surgidos cuando el maestro la comandaba (haciendo que gritara) o
cuando aparecía su personaje interno (que me insultaba). Si gritaba o se golpeaba en el consultorio, lo
mejor era esperar en silencio hasta que se le pasara.

El año pasado, cuando empecé a verla sólo una vez por día y dejé de verla los domingos, me dijo que
necesitaría tener un acompañante terapéutico las 24 horas del día. Le dije que le conseguiría uno y lo
hice: desde hace medio año vive con Bonita, una cachorra que le hace la vida imposible y a la que ama.

Aceptó iniciar un tratamiento psiquiátrico; una nueva medicaciónstandard fue estéril, pero la atípica
combinaciónantipsicótico + antidepresivo mejoró mucho su condición: los ataques pasaron a ser "con
sordina o por lo bajo", los golpes e insultos casi desaparecieron, las voces le hablan esporádicamente, y
sólo quedan en primer plano los trastornos cenestésicos, aunque atemperados y circunscriptos a una
irritabilidad general y a interpretaciones delirantes de dolores reales. El hermano le alquiló un
departamento a una cuadra del consultorio. Actualmente la veo apenas 4 veces por semana.

Un escrito

Hace un año, luego de contar un sueño, dijo que el maestro sabía todo lo que ella pensaba y sentía; eso
no era algo que ella creyese: lo sabía, precisamente porque él actuaba en ella a partir de ese saber. Por
otra parte, dijo que sentía que yo me interesaba en ella porque yo quería saber, pero que lo que a ella la
salvaba era mi amor y el lugar que yo le daba. Luego de la sesión escribió algunas cosas que trajo al día
siguiente (eso era usual: llegó a escribir una treintena de cuadernos). He aquí algunos fragmentos:

Recién vi el lugar del saber, adentro mío; desde donde creo que él sabe todo. Si cambiara eso en mí,
todo cambiaría, pues todo el universo erigido a partir de su saber se derrumbaría o al menos sería puesto
en tela de juicio; todo ese supuesto saber dejaría de serlo. Eso le da fuerza sobre mí y lugar en mí: creer
todo lo que él dijo y su manejo de mi energía. Creo que todo, hasta el agujero, se cerraría si le saco la
fuerza que le di al creerle. Es como si él supiera la intención antes de cualquier expresión. Él se ubicó en
el sitio de lo real; no me deja salir del agujero, por eso tanto dolor. Él es quien más supo de mí. ¿Por qué
no me ayudó? ¿Por qué me trató mal? ¿Por qué me adjudicó cosas que no me corresponden o me hizo
poner en duda mi propia creencia de mí misma, sólo porque yo nunca pude explicarme el porqué de esa
energía? Nunca nadie me ayudó a poner en palabras lo que sentía, nunca comprendieron mi necesidad,
jamás pude saber nada de lo inconsciente porque siempre me interpretaban. Y así dependía siempre de
los otros ... Pensé en escribir lo que sentía de y con ambos; me parece inmoral, pero puede ser
importante clarificar ese punto de creencia y disolverlo. Él representó lo invisible, lo que más respeto y
aquello a lo que tendió toda mi vida. Hacer visible, a través de la palabra, lo invisible, que es un
universo, la creación, lo sagrado, lo que el hombre aspira a conquistar y lo increado; son fuerzas,
impulsos, sentires, afanes, glorias, desesperanzas y fe. Él representó lo que respeto, amo y temo. Ud.
representa el amor y la compasión; la mirada desde el corazón y la mente, sin crítica; una mirada más
allá de lo que hay y de la apariencia: mirar el alma o el espíritu, la mirada del buen Dios. Quiero creer
que el amor triunfa pero me cuesta ver el final. Siempre creí que mi vida tenía un final feliz, y lo deseo
ahora por Ud.; también por mí, pero Ud. merece que mi vida tenga un final feliz, al menos por lo que
lucha conmigo. Él hablaba de hacer llegar la energía en forma de conceptos a la humanidad. Ud. me pide
que le ponga palabras (conceptos) a la energía. Siempre me costó hacer eso. Antes, recibía energía y no
le ponía conceptos, no la podía traducir. Ahora, a veces logro encontrar imágenes (energía) y traducirlas.

Vemos que el saber se sitúa en el maestro mientras el amor se desplazó al analista. Éste la ama pero no
es supuesto saber nada, mientras ella sabe que el maestro lo sabe todo y la odia, gozándola. Ella hizo de
él un padre omnisciente al que amó por su saber, al menos por un tiempo. Si bien el escrito sugiere el
anhelo de dejar de creer, recuerdo una de las primeras frases que me dijo, durante su segunda
internación, hablando de la familia y los médicos que la habían encerrado por no aceptar que ella
pertenecía a la Jerarquía Celeste: "Quisieron borrar mi diferencia, mi singularidad". Esa singularidad la
hacía miserablemente insigne. No es fácil desprenderse de esto.

Un tabú

El tratamiento le permitió restablecer lazos afectivos con su familia y con viejas amistades; volvió a
trabajar y asiste a talleres en los que comparte muchas horas semanales con otros. Aunque recuperó con
creces el peso perdido, hasta hace poco persistía la prohibición de comer con su familia. Eso la excluía de
muchos eventos sociales y simbólicos, pues temía que si participaba en ellos sin comer la tomaran por
loca; esto reforzaba su soledad, dejándola a merced de los ataques. Por eso aposté a construir un tabú,
uniendo elementos del delirio.

Primero le pedí que hablara acerca de la función de la comida en su familia; de eso habló durante varias
sesiones. De sus dichos extraje y subrayé el valor del chocolate, siempre ligado a la función del don.
Meses después le dije: "Al principio la voz le indicaba no comer, y Ud. obedeció; pero luego volvió a
comer y sólo quedó prohibido hacerlo con su familia; sin embargo, la única comida mencionada alguna
vez por la voz fue el chocolate, metafóricamente". Sagaz, ella dijo que, si mi intención era que comiera
con su familia, descartara la idea pues sabía que a eso seguirían feroces ataques contra ella o su familia.
No obstante, poco después hizo la prueba. A la sesión siguiente llegó horrorizada: luego de que ella
probara el primer bocado, su madre se atragantó, y ella debió dejar de comer para que el maestro no
atacara a su madre. Le dije que era un delirio, que su madre se había atragantado por tragar mal, y que
no se ponga paranoica. Eso la calmó. El tercer paso fue construir el tabú: tomando en cuenta la tradición
esenia – que castigaba con la muerte por inanición a quien comiera alimentos prohibidos –, le dije que si
ella quería respetar estrictamente lo que la voz le había indicado, debía tener en cuenta que en relación a
la comida se le habían dicho tres cosas, en este orden: chocolate –no comerás – con tu familia; que eso
sólo prohibe comer chocolate con su familia, y que tal vez lo tuviera prohibido de por vida. Respondió que
eso era una locura, y le dije que sí, pero que tenía sentido. Sin embargo, poco a poco cedió su reticencia,
y por fin se animó a comer en una reunión familiar, sin mayores percances. (Junio de 2000)

[Mensajes 134, 135, 138, 139, 145, 155]

13 de setiembre de 2000
23-Véase el mensaje 34, nota 5.

Mensaje 123 - Gerardo Arenas

Comentario a Jorge Bekerman.

[Mensaje 85]

El 4 de setiembre, Jorge Bekerman nos sorprendió gratamente con su referencia a la relación entre
neurobiología y psicoanálisis, y la lectura que ha hecho del trabajo de Tim Crow (que yo he leído hace
poco, a instancias de Jorge precisamente). En ese trabajo que Jorge resumió para nosotros se destaca
(en síntesis) que: (a) El control cerebral del lenguaje tiene una distribución asimétrica y cruzada con
respecto a la lateralidad de la mano. (b) No se ha encontrado la razón funcional de la distribución
asimétrica de las funciones cerebrales; Crow sugiere que la lateralización del lenguaje habría forzado la
distribución asimétrica de las otras funciones. (c) A través de la sintaxis, la neurobiología podría estar
llegando a la célula elemental del grafo. (d) La esquizofrenia estaría relacionada con una "indecisión
hemisférica" (lateralización incierta del lenguaje).

A partir de esto, Jorge pregunta si será posible desarrollar, en términos sintácticos y computacionales, el
algoritmo de la operación del Nombre-del-Padre (y el de su forclusión), puesto que las operaciones de
anudamiento son, en esencia, pura sintaxis. El mensaje concluye con algunas pinceladas ligadas al
estudio de Freud sobre las afasias y el uso (por parte de Jakobson y Lacan) del saber sobre las afasias en
referencia a la metáfora y la metonimia. (¿Deberemos recordar además los apuntes sobre "biología
lacaniana" en el seminario de Miller de 1998?)

Pese a que Jorge invita a los interesados para que se comuniquen personalmente con él, quisiera decir
algo que toca al debate que mantenemos hace siete semanas en Interpsicosis.

Yo creo que es una línea de investigación que vale la pena proseguir. Sin embargo, no me queda claro
qué es lo que habría que agregar a lo ya realizado por Lacan. La metáfora paterna, la noción de
forclusión y la reformulación de ambas por medio de los nudos, ¿no son acaso los desarrollos que Jorge
busca?

[Mensaje 125]

13 de setiembre de 2000

Mensaje 124 - Gerardo Arenas

Acuerdos con (y preguntas a) Céline Menghi.

[Mensaje 83]

Queridos amigos,

Quiero expresar mi acuerdo con algo dicho por Céline Menghi hace una semana, en referencia al acto
ligado a la responsabilidad ética del analista.
El analista opera para que prosiga el trabajo del inconsciente, dice Céline, pero no de la misma manera
en las dos estructuras (neurosis y psicosis), pues en la posición de a/S2 – agrega – el sujeto no hace
idéntica experiencia (del saber en el lugar de la verdad) en cada caso.

Sin embargo, a pesar de eso Céline cree que hay acto del analista (introducir enigmas y significantes,
anudar para parar al delirio), y que el acto produce cambio subjetivo de diversos modos en las dos
estructuras.

Aquí aparece algo interesante. En la psicosis, dice, el tipo de suplencia, por ejemplo, puede cambiar, ser
más vivible, pero no se trata del mismo cambio para el neurótico.

Sin embargo, si seguimos el planteo lacaniano de la suplencia generalizada, creo que es posible hablar de
cambio de suplencia también en la neurosis.

No obstante – prosigue Céline –, a pesar de que hay diferencia entre interpretación-corte y tratamiento
de lo real, siempre se trata de acto.

Yo insisto: la interpretación-corte es un tratamiento de lo real. No creo que se encuentre allí la diferencia.

Céline aclara, en relación con esto, un punto sobre el que está trabajando: en la interpretación-corte, el
acto analítico produce acto en el neurótico que debe encontrar lo real del goce; en el tratamiento de lo
real, el acto debe intentar mantener al sujeto lejos de la pulsión de muerte.

También aquí insisto: el acto analítico, ¿no apunta siempre a cambiar la relación del sujeto con la pulsión,
más allá de la estructura (neurótica o psicótica) de ese sujeto? Espero que Céline se explaye más en
relación con este punto.

[Mensaje 133]

13 de setiembre de 2000

Mensaje 125 - Jorge Bekerman

[Mensaje 123]

Gerardo Arenas escribió: "Yo creo que es una línea de investigación que vale la pena proseguir. Sin
embargo, no me queda claro qué es lo que habría que agregar a lo ya realizado por Lacan. La metáfora
paterna, la noción de forclusión y la reformulación de ambas por medio de los nudos, ¿no son acaso los
desarrollos que Jorge busca?".

No del todo.

Tomemos, por ejemplo: (d) La esquizofrenia estaría relacionada con una "indecisión hemisférica"
(lateralización incierta del lenguaje).

En el último Caldero aparece un artículo de Pierre Naveau titulado "La alucinación y el tiempo lógico" (El
caldero de la Escuela, 80). Leemos (pág. 96): "El sujeto de la percepción de la palabra esta confrontado
a una distribución de voces. Debe ser tomado en consideración un tiempo de suspensión relativo a esta
distribución de voces. Este tiempo de suspensión se manifiesta bajo la forma de una incertidumbre".

Me parece que hay algo todavía no sabido en esta (posible, debe ser probada) relación entre la
"indecisión hemisférica" postulada desde la neurobiología y el "tiempo de suspensión" que "se manifiesta
bajo la forma de una incertidumbre" que describe la clínica de la psicosis bajo la orientación lacaniana.

Sospecho que este "posible, todavía no sabido" está lleno de valor heurístico. El artículo de Gerardo sobre
analogías [El caldero de la Escuela, 73, págs. 98-106] puede ser de lo más pertinente en este punto.
14 de setiembre de 2000

Mensaje 126 - Amelia Imbriano

[Mensaje 120]

Gerardo,

Estoy plenamente de acuerdo en que, en muchos casos (lo de "muchos" es mío), es el dispositivo
analítico lo que funciona como suplencia. Por ello puedo pensar al dispositivo analítico como la
intervención primera que el analista puede ofrecer al psicótico.

14 de setiembre de 2000

Mensaje 127 - Amelia Imbriano

[Mensaje 118]

Con respecto a este mensaje, sólo quiero recordar que en la conferencia de Apertura de la Sección
Clínica de 1977, y en respuesta a una pregunta realizada por Jacques-Alain Miller, Lacan dice que las
categorías y los matemas ya existentes en función de la clínica de la neurosis, a saber, $, a, S1 y S2, eran
aplicables a la clínica de las psicosis, dejando a sus discípulos la tarea de demostrarlo.

[Mensaje 146]

14 de setiembre de 2000

Mensaje 128 - Céline Menghi

Acuerdo con Amelia.

[Mensaje 106]

Amelia,

Estoy de acuerdo. Así entiendo el a para el psicótico, el a como condensador de goce. En las dos
estructuras, el sujeto tiene que arreglárselas con el más allá, con lo que no se somete a lo simbólico.
Para el neurótico, el a vuelve en causa del deseo subjetivado, para el psicótico causa del deseo que se
supone al analista que sabe cómo hacer con el goce. Con eso entiendo a como condensador de goce.
Para los dos, hay posibilidad de "hacer" desear.

[Mensajes 132, 148]

14 de setiembre de 2000
Mensaje 129 - Gerardo Arenas

Preguntas a Regina Weinschenck.

[Mensaje 86]

Queridos amigos,

Quisiera retomar el mensaje de Regina Weinschenck enviado el 5 de setiembre. Resumo (y traduzco) los
puntos que me han parecido principales.

Yo había preguntado "cómo hacer" para promover un modo más económico de respuesta a la falla
estructural. Regina dice que en la psicosis encontramos erotomanía y fenómenos elementales: un abuso
del exceso. Y agrega que la interpretación no se construye como la del neurótico sino que camina por
diferentes principios lógicos. Este es el punto que quiero examinar en detalle, pues sus afirmaciones son
sugerentes y me han despertado muchos interrogantes.

Dice Regina: "El Nombre-del-Padre, cierto tiempo, por su universalidad es correlativo del concepto de
forclusión. Indica la lógica de la Identidad/Diferencia".

Pregunto: ¿Qué es esa lógica, y en qué la indica el NP?

Dice Regina, recordando las fórmulas de la sexuación, que para el psicótico tenemos "el empuje a la
mujer, la tentativa de realización subjetiva por el lado de la lógica de lo femenino".

Pregunto: ¿Valen las fórmulas de la sexuación sin más para las psicosis? Y si es así, ¿cómo
interpretarlas?

Regina pregunta si debemos atenernos al aspecto sintáctico de estas formulaciones, siendo que ellas
tienen un valor semántico.

Yo pregunto: ¿Cuál sería ese valor semántico?

Regina dice que, con Lacan, tenemos "una lógica del cuarto excluido, para la cual ser es ser en tres".

Me gustaría que Regina especificara mejor las características de esa lógica.

Regina dice: "La diferencia de denominaciones sólo corresponde a diferencias de perspectivas – de un


lado, la operatoria, y del otro lado, la contra-operatoria o la de los valores propios, en este caso, valores
de verdad".

Y en verdad debo confesar que no entiendo a qué se refiere aquí.

Regina pregunta si "la cuestión que nos presenta la clínica de la psicosis se encuentra del lado de la
lógica de lo femenino o del lado de la lógica académica – lógica que, por objetivar conceptos, se pierde
en los principios que la crearon".

Supongo que "lógica de lo femenino" designa, en esta frase, estructura del lado femenino de las fórmulas
de la sexuación. Pero no consigo entender el sentido de la expresión "lógica académica", ni las razones
por las cuales la elección entre ambas lógicas sería excluyente.

Finalmente, Regina nos remite a una frase de Newton da Costa: "Una persona A es indagada por B: –
¿Usted ha robado mucho últimamente? Si A responde sí, o si A responde no, en ambos casos se
compromete. Luego, la intención de B debe ser previamente discutida por A, y B debe reformular su
pregunta".
En relación con este último punto, quisiera decir cinco cosas:

1. Vale la pena leer los capítulos 3 y 4 del libro de John R. Searle,Mind, Language and Society (New York,
Basic Books, 1998), dedicados al problema de la intencionalidad.

2. He examinado el problema de la intención en mi actual seminario de la EOL, Defensas frente a lo real,


analizando el abordaje que del mismo han hecho los discursos lingüístico, jurídico, filosófico y lógico, y
concluí que ninguno de esos discursos responde por la naturaleza de la intención.

3. Ese problema atañe centralmente al psicoanálisis, puesto que él campea desde los primeros escritos
de Freud hasta los últimos seminarios de Miller (por ejemplo, véanse las primeras clases de La
experiencia de lo real en la cura psicoanalítica).

4. Creo que sólo el discurso analítico puede responder por la naturaleza de la intención, en la medida en
que descubre que en la raíz de toda intención de significación se encuentra un modo de satisfacción
sexual.

5. A esto me refería cuando, en mensajes anteriores [Mensajes62, 67], hablaba acerca de la naturaleza
esencialmente erotomaníaca de la transferencia: el psicótico, precisamente, sabe las intenciones del Otro
y sabe que la naturaleza de sus intenciones es sexual; el neurótico lo desconoce.

[Mensaje 173]

14 de setiembre de 2000

Mensaje 130 - Gerardo Arenas

Respuesta a Diana Wajnman.

[Mensaje 95]

Queridos amigos,

Retomo un mensaje de Diana Wajnman enviado el 6 de setiembre, acerca de los distintos tipos de cortes.
Dice Diana que algunos cortes producen – al modo de la interpretación-traducción – un plus de sentido,
inclusive la fijación de un sentido; otros suspenden el sentido, produciendo a veces un efecto de
separación del goce, a la manera de la interpretación de tipo (b). Estoy de acuerdo con eso.

Además – agrega – no todos los cortes dejan el saber del lado del analista, ni hacen surgir a un Otro del
goce. Ejemplifica esto con dos viñetas de casos de psicosis. Las resumo:

1. Un joven violento que amedrentó a la psiquiatra de guardia, al entrar al consultorio y ser invitado a
sentarse mira sorprendido a la analista y le pregunta: "¿Cómo, no me teme usted?". Respuesta: "¿Acaso
debo temerle?". Pide entonces dar por terminada la entrevista (el paciente hace el corte) y la analista
acepta. Luego de la externación, el paciente le solicitará tratamiento.

2. Un adolescente "encadenado" tenía en la mano o el bolsillo una cadena que compulsivamente hacía
sonar. No hablaba, respondía a las preguntas de la analista con monosílabos, sin mirarla, de vez en
cuando miraba la hora en su reloj. Se enojaba si en el colegio lo dejaban salir unos minutos más tarde,
pues "le quitaban su tiempo, su libertad". Fuera del colegio, pasaba el tiempo recostado, haciendo sonar
la cadena. En una sesión, tras pocos minutos de silencio, la analista dice: "Como hoy no hablás, volvé
mañana".

El paciente la mira por primera vez, sorprendido, pregunta por qué, y la analista repite: "Porque hoy no
hablás". El paciente comienza a hablar y luego construye un síntoma.
Yo propongo estudiar la estructura de estos dos cortes.

En el primer caso, creo que el corte es efectuado por la analista, aunque sea el paciente quien da por
concluida la sesión. En efecto, ella introduce un cambio de discurso con su interpretación. Se trata, a mi
modo de ver, de una interpretación-corte, en la medida en que aísla, del enunciado del paciente (objeto
destructivo), su enunciación (demanda de temor) – y, por lo tanto, separa S2//S1.

En el segundo caso – cuyo diagnóstico estructural me resulta problemático – creo que no se trata de una
interpretación-corte, sino de una interpretación-traducción: a partir de ese acto, el estar "encadenado"
pasa a tomar el sentido de un silencio (en lugar del sentido de un tiempo). La interpretación es
equivalente a esto: "No se trata de tiempo, sino de palabras". Aunque la sesión haya sido breve, la
interpretación es en este caso una traducción, que da sentido: S1->S2.

[Mensajes 131, 167, 169]

14 de setiembre de 2000

Mensaje 131 - Gerardo Arenas

Acerca del trabajo de Daniel Millas.

[Mensaje 96]

Queridos amigos,

Diana Wajnman envió el 7 de setiembre [Mensaje 100] un claro resumen del trabajo de Daniel
Millas [Mensaje 96] acotando, acerca de las maniobras del analista, que "en dos oportunidades
consigue producir un corrimiento del lugar de objeto de desecho en el que el paciente estaba ubicado:
una, haciendo un movimiento de lo trágico a lo cómico; otra, diciéndole ‘No’ a la pulsión de muerte.
Calcula cuidadosamente la ‘no solemnidad’, se corre del lugar del A sin barrar, aludiendo a que es el
hospital el que le exige dejar de atenderlo si falta a las citas".

Quisiera agregar algunas puntuaciones más acerca de este caso que ya fuera discutido en la
Conversación clínica del ICBA el 18 de julio.

En primer lugar, acerca de lo que Daniel llama "operación desalojo". Este paciente está desolado por la
pérdida de la voz que lo alojaba. Dice Daniel: "Al perder la voz, el sujeto pierde al Otro, y con éste, su
propio lugar". Sin embargo, "al poco tiempo de iniciados nuestros encuentros, comienza a faltar". "En
una sesión ... le manifiesto, sin ninguna solemnidad, como un comentario hecho al pasar, que si vuelve a
faltar sin avisarme voy a dejar de atenderlo. Ante su sorpresa, le informo que razones administrativas del
hospital así me lo exigen".

Yo creo que, más que una "operación desalojo", se trata de un modo de alojar al sujeto. Lo cual se ve por
sus efectos. Es, a mi entender, una interpretación-corte que tiene la misma estructura que la de la
primera viñeta de Diana Wajnman, que ya comenté hoy (en un mensaje anterior [Mensaje 130]).

Paso ahora a otra intervención de Daniel, que despertó un animado debate en la Conversación.

Un día, el paciente se entera de que se busca un donante de hígado para un transplante: "Se presenta a
los médicos y ofrece su hígado. Cuando le explican que no pueden aceptarlo porque si se le extrae ese
órgano se muere, exige a los gritos que es efectivamente eso lo que quiere. Ante la negativa se muestra
conciliador: que le quiten al menos un pedazo. El personal de vigilancia lo acompaña hasta la puerta y
agitado viene a verme al hospital. Relata este episodio en la sesión con un tono serio y sombrío. Lo
escucho atentamente y cuando ha concluido, rompo el silencio denso que se ha generado, exclamando de
un modo divertido: ¡La cara que habrán puesto los médicos al escucharlo!Tocado por estas palabras
inesperadas se ríe animado, aceptando luego mi ofrecimiento de verlo diariamente. No deja de ser
sorprendente, cómo aquello que hace unos minutos constituía el escenario donde se jugaba su trágico
destino, podía reducirse a una anécdota graciosa. De este modo, encuentro en la ironía determinada por
la estructura, un recurso paradójico que me permite en esa oportunidad alojar nuevamente su llamado
modulando las condiciones que se le imponen al sujeto".

El 18 de julio se discutió que se tratase efectivamente de una ironía. Por el contrario, se lo articuló más
bien con el chiste. Más allá de esto, yo creo que esta intervención es excelente, no sólo por sus efectos,
sino por su estructura. Como dijo Eric Laurent en esa oportunidad, "la forclusión impide interpretar en el
Nombre-del-Padre y del sentido, pero no impide interpretar dirigiendo al sujeto al Otro forcluido como
tal". Y agrego: nuevamente se trata aquí de una interpretación-corte.

14 de setiembre de 2000

Mensaje 132 - Amelia Imbriano

[Mensaje 128]

Mis saludos a Céline y agradezco su respuesta, pues no se escucha hablar del concepto de "condensador
de goce" y me parece que es importante poder aclararlo lo más posible. Tus notas me permiten avanzar
un poco más.

15 de setiembre de 2000

Mensaje 133 - Céline Menghi

Convention d’Antibes.

[Mensaje 124]

Querido Gerardo,

Me hizo reír un poco, hace dos días, leer tu "acuerdo y preguntas", porque me parece que estamos como
en un encuentro de esgrima: el fioretto de la interpretación-corte y elfioretto del tratamiento de lo real.

¿No será quizás que decimos la misma cosa? Pero "insistimos". Este es el trabajo de este debate tan
estimulante.

Me propongo dar una respuesta a tus preguntas con una cita de un pasaje de La Convention
d’Antibes que fue particularmente iluminante para mí y que puede ser una ocasión de reflexión para
todos los amigos del debate. Es seguro que muchos ya lo conocen, pero se puede también releer.

Se plantea allí bien la posición del analista en neurosis y psicosis y se puede deducir cómo la
interpretación pertenece más al trabajo en la neurosis y el tratamiento de lo real al de la psicosis, y cómo
el fin de un tipo de trabajo y del otro no son iguales, y cómo se trata siempre de acto del analista.

Se halla en el capítulo que se intitula "Le psychanalyste comme aide contre" (edición francesa). Dice
(págs. 196-199) [24]

"Relevons simplement ici la place et la fonction inaugurales de l’analyste. C’est en tant qu’être du savoir
qu’il entre dans le processus analytique pour compléter l’être-de-vérité du symptôme. C’est cette
complémentation donc qui noue symptôme et transfert, i.e. qui fait du symptôme initialement incomplet
un symptôme sous transfert. Que l’analyste en vienne par la suite à occuper la fonction de semblant
d’objet a ne dénoue pas ipso facto ce qui s’était là noué. C’est que la complémentation du symptôme par
l’être-de-savoir de l’analyste va mettre le symptôme dans la dépendance directe du transfert. Dans le
procès ainsi engagé, le symptôme peut certes être déchiffré et réduit mais il ne saurait atteindre sa
fonction de sinthome qu’à la condition que son déchiffrement soit ‘concomitant d’un processus de
résolution du transfert’. Ainsi, vidé de son sens, sa jouissance dévalorisée, le symptôme devient
sinthome, soit un symptôme qui atteint le hors-discours – un symptôme qui tourne le dos et se passe de
tout être-de-savoir, un symptôme fermé à l’artifice psychanalytique et réduit à une double fonction:
topologique – de nouage –, et de jouissance – de la lettre ... Peut-on considérer dans le cas de la
névrose, que le psychanalyste qui fut complément du symptôme au départ de l’expérience le demeure à
son terme, une fois le symptôme réduit à son épure? Il semble plutôt que la notion de sinthome objecte à
toute idée de complément – en particulier de complément de savoir –, et que la résolution du transfert
ferme définitivement le symptôme/sinthome à l’Autre, établissant une nouvelle forme d’autisme de la
jouissance, celle de la lettre qui sature la fonction du symptôme: S(x). En revanche, le cas se pose
différemment dans les cas de psychoses, déclenchées ou non. Il est déjà remarquable que ce soit dans
son Séminaire sur Joyce que Lacan ait établi le plus clairement la fonction de l’analyste non plus de
‘complément’ du symptôme mais de sinthome ... Il apparaît clairement dès lors que la perspective
borroméenne de la psychose exclut l’hypothèse d’une complémentation du symptôme psychotique par
l’être-de-savoir du psychanalyste. À cela il y a au moins deux raisons, d’une part contrairement au
symptôme névrotique, le symptôme psychotique est moins un être de vérité qu’un être de jouissance. En
effet, l’être de vérité c’est l’autre nom de la métaphore du symptôme pour autant que la métaphore du
refoulement est constitutive du champ de la vérité. Si le symptôme névrotique est un être de vérité c’est
dans la stricte mesure où il est un retour du refoulé et qu’il a structure de métaphore. On sait qu’il n’est
pas de même pour le symptôme psychotique qui procède de la forclusion. Ce qui fait retour dans le réel
peut-on l’appeler autrement qu’être de jouissance? C’est donc pour la même raison que le symptôme
psychotique ne s’interprète pas, qu’il ne se complémente pas. D’autre part dans les psychoses, il s’agit
presque toujours d’obtenir un nouage là où il a du mal à s’effectuer, d’éviter un dénouage là où le sujet
en encourt le risque, [où d’aider à refaire un nœud là où le précédent s’est dénoué] comme dans les
psychoses adultes déclenchées. Dans la névrose l’opération de l’analyste vise à obtenir la correction du
nœud qui s’accomplit avec le passage du symptôme au sinthome. Dans la psychose, parce qu’il n’y a pas
analyse – pas de déchiffrement du symptôme, pas de construction du fantasme, pas de résolution du
transfert, pas d’interprétation – c’est l’analyste lui-même qui est convoqué à la place du symptôme. En
effet, aucune élaboration signifiante, aucune pacification de la jouissance, aucune stabilisation ne suffit à
faire passer le symptôme psychotique au sinthome. Si dans la névrose l’analyste sature la fonction du
sujet supposé savoir, ne faut-il pas dire que dans la clinique des psychoses c’est la fonction de sinthome
qu’il est appelé à supporter?". [25]

A reflexionar.

[Mensajes 153, 161]

24 de julio de 2000

24-Véase el mensaje 4, nota 1.

25-Un resumen de algunos de estos pasajes se hallará (traducido) en el mensaje 153.

Mensaje 134 - Gerardo Arenas

Algo más sobre la metáfora delirante.

[Mensaje 102]

Queridos amigos,

La semana pasada, José Ioskyn planteó una inquietud acerca de la expresión "metáfora delirante", dando
pie a una serie de comentarios. Hoy quisiera agregar uno más, referido a su inquietud inicial.
Yo creo que la noción lacaniana original de la metáfora no dista mucho de las elaboraciones ulteriores
acerca de la suplencia y elsinthome. Si tomamos, por ejemplo, la metáfora de Juanito (Seminario 4), ya
vemos allí a la metáfora como un modo de enlace entre los tres registros: ciertos significantes (S) cuya
articulación engendra una significación (I) que regula el goce (R) en el síntoma (S). El nudo borromeo
muestra este mismo enlace de otro modo.

En este sentido, "metáfora delirante" no me parece ser una expresión tan antinómica. Efectivamente,
como dice José, "metáfora" supone abrochamiento y "delirio" supone forclusión. Pero se trata de un
modo de abrochamiento allí donde la forclusión impide el abrochamiento standard por el NP. La metáfora
delirante constituiría así un modo de particular de abrochamiento posible sin el recurso al NP. Y en esto la
metáfora delirante sería solidaria del sinthome.

Estoy de acuerdo en que el delirio por sí solo no lleva a ninguna estabilización, pero precisamente el
delirio tiene una estructura metonímica. Sólo la producción de una metáfora delirante es capaz de
localizar el goce en el psicótico y darle una posición en relación con el Otro.

El ejemplo de Schreber se condice con esto, y en efecto él llega a esa solución por sí solo. Cuando esto
no sucede, el analista puede, en principio, provocarla como una intervención calculada. Eso no siempre
ocurre, pero si ocurre sólo es posible hacerlo ensamblando entre sí determinados elementos significantes
propios del delirio (S1). A eso apuntaba precisamente mi construcción del tabú en el caso que
presenté [Mensajes 15,122].

Dejo abierta la última pregunta de José, acerca de la relación entre esto y la interpretación.

[Mensajes 135, 137, 143, 147]

15 de setiembre de 2000

Mensaje 135 - Gerardo Arenas

Retórica del delirio, y algo más.

[Mensaje 103]

Queridos amigos,

Siguiendo con la cuestión de la metáfora delirante, quisiera retomar lo que ha planteado Leonardo
Leibson acerca del estatuto retórico del delirio.

Casualmente, en mi mensaje anterior [Mensaje 134] he dicho, en forma muy amplia, que se trataba de
una construcción metonímica. Probablemente haya que afinar la puntería. "Una ficción que no se
reconoce como tal", dice Leonardo; no conozco una figura retórica que cuadre con esta definición. Tal vez
sea necesario inventar una.

Leonardo retoma también el problema de la interpretación en las psicosis diciendo que "la intervención
que soporta la construcción de un delirio, o que lo acota en su despliegue (intervenciones difíciles, raras y
generalmente muy valiosas)" no es lo mismo que "la interpretación psicoanalítica que ... sólo puede
pensarse como corte en relación a la producción de un sinsentido en el campo del sentido. Dicho de otro
modo, la interpretación en psicoanálisis es una ficción que se sabe tal y se denuncia en eso".

Yo no veo tan clara la diferencia. Creo que la intervención por medio de la cual construí el tabú en el caso
clínico que presenté[Mensaje 122] introduce un sinsentido en el campo del sentido (diría más: en el
campo del sentido pleno ligado a la certeza delirante), y la paciente lo sanciona como tal ("eso es un
delirio", me dice). Si esto es así, esta intervención pertenecería a las dos clases que señala Leonardo, de
modo que la distinción entre ambas no sería excluyente. Es algo para pensar...
Por último, quisiera que Leonardo se explayara aún más en relación a la interpretación como "ficción que
se sabe tal", pues no veo en qué se distinguiría así la interpretación analítica y la producción literaria, por
ejemplo. Creo que hay algo de lo real en juego en la interpretación analítica (de ahí su eficacia en
relación al síntoma) que no está en juego en la literatura.

[Mensaje 138]

15 de setiembre de 2000

Mensaje 136 - Leonardo Leibson

[Mensaje 119]

No me queda claro si realmente decimos lo mismo, pero estoy de acuerdo en que lo entendemos
diferente.

[Mensaje 138]

18 de setiembre de 2000

Mensaje 137 - Leonardo Leibson

[Mensaje 134]

Algo más sobre "Algo más..." (esta discusión sobre la metáfora delirante se está volviendo
sospechosamente metonímica...):

La "metáfora delirante" supone un "abrochamiento". El problema es que la estructura misma de la


metáfora no supone ningún abrochamiento sino un modo de sustitución significante que produce un
efecto de sentido a partir de un vaciamiento de sentido. Entender la metáfora sólo como abrochamiento
entre significante y significado es pensar la metáfora con la estructura de analogía con que ya la
planteara Aristóteles y toda la retórica tradicional.

Podemos legítimamente hablar de abrochamiento, de cuarto nudo, de suplencia, etc. Pero me parece, y
esto es lo que rescataba de la inquietud de Ioskyn [Mensaje 102], que Lacan tiene que recurrir a
hechos de discurso que no encajan con la retórica de los tiempos de La instancia de la letra. O sea que no
dice lo mismo, ni siquiera algo parecido. Y que una intervención que tenga como horizonte el cuarto nudo
o la suplencia, si bien no deja de operar en el campo del lenguaje (porque no hay otra posibilidad), no es
del orden de la metáfora.

Dicho de otro modo: las operaciones con los nudos (escritura matemática) entran en articulación con otro
modo de pensar el lenguaje y el goce (por ejemplo, el "parásito lenguajero"). No creo que Lacan tuviera
esto en mente en la época de la Cuestión preliminar.

Lo que me parece interesante de esta cuestión es que pone en juego la temática de lo escrito, del acto de
escritura como tal y sus efectos, por ejemplo, sobre la consistencia del cuerpo. Me parece, y para mí es
una vía fecunda, que pensar la psicosis con los nudos produce cierto clivaje (relativo) con respecto a
pensarla en términos de forclusión del NP. Los elementos se mantienen, pero – como creo que ya dijo
Gloria Aksman [26] – se ordenan de otro modo y, sobre todo, en otro espacio topológico.

También creo que esto es fecundo porque nos abre la posibilidad de pensar-nos en relación a la psicosis
de una manera menos esquemática.
La seguimos.

[Mensajes 147, 154, 157]

15 de setiembre de 2000

Mensaje 138 - Leonardo Leibson

[Mensaje 135]

Querido Gerardo,

Te agradezco realmente el enorme trabajo que te tomas coordinando esta lista de correo; es notable la
dedicación y detalle con que lees los distintos envíos y la pertinencia de tus respuestas. Hace que
Interpsicosis no se convierta en un cúmulo de mensajes dispersos sino en algo que va haciendo un
entramado, una red. Sabemos que una red se compone de 98.8 % de agujeros y 1.2 % de hilo, pero sin
el hilo ordenado de determinada manera, no habría agujeros.

A esto mismo intenta referirse mi comentario acerca de una ficción que se sabe tal, lo cual no es el caso
de la ficción literaria en general. Me refiero a la posibilidad de la ficción de interrogarse a sí misma acerca
de su propia estructura de ficción. Por otra parte, la idea no es mía sino que, como creo que
dije[Mensaje 103], la tomo a partir de una conferencia de Michel Foucault titulada "Nietzsche, Freud,
Marx", en la cual dice varias cosas interesantes acerca de la interpretación en el sentido actual.

Hacer de un cúmulo de mensajes una trama que tenga algún sentido y que deje también algunos
agujeros me parece que es algo que tiene que ver con la posibilidad de que la interpretación opere, en
tanto operación de lectura y escritura. Tenemos en esta lista un ejemplo "viviente" y ostensivo de ello.

Algunos comentarios más puntuales. Cito:

"Leonardo retoma también el problema de la interpretación en las psicosis diciendo que ‘la intervención
que soporta la construcción de un delirio, o que lo acota en su despliegue (intervenciones difíciles, raras y
generalmente muy valiosas)’ no es lo mismo que ‘la interpretación psicoanalítica que ... sólo puede
pensarse como corte en relación a la producción de un sinsentido en el campo del sentido. Dicho de otro
modo, la interpretación en psicoanálisis es una ficción que se sabe tal y se denuncia en eso’. Yo no veo
tan clara la diferencia. Creo que la intervención por medio de la cual construí el tabú en el caso clínico
que presenté [Mensaje 122] introduce un sinsentido en el campo del sentido (diría más: en el campo
del sentido pleno ligado a la certeza delirante), y la paciente lo sanciona como tal (‘eso es un delirio’, me
dice). Si esto es así, esta intervención pertenecería a las dos clases que señala Leonardo, de modo que la
distinción entre ambas no sería excluyente. Es algo para pensar...".

Sí, creo que es algo para pensar. Por otro lado, nunca dije que fueran excluyentes; es más, creo que
ambas formas tienen una relación circular mas no recíproca.

"Por último, quisiera que Leonardo se explayara aún más en relación a la interpretación como ‘ficción que
se sabe tal’, pues no veo en qué se distinguiría así la interpretación analítica y la producción literaria, por
ejemplo. Creo que hay algo de lo real en juego en la interpretación analítica (de ahí su eficacia en
relación al síntoma) que no está en juego en la literatura".

Hay una larguísima e interesante discusión acerca de las semejanzas y diferencias entre literatura y
psicoanálisis que creo que excede totalmente el marco de esta lista y de mis posibilidades. Incluye, sin
embargo, algunas cuestiones que se han tratado aquí, como ser la problemática de la traducción y las
distintas formas de entenderla, la retórica y sus usos, la ficción, etc. Como digo más arriba, no creo que
la literatura sea una ficción que se sabe tal, salvo escasas excepciones que justamente no son fácilmente
calificables como literatura (por ejemplo, un libro de Marcel Benabou que se titula Por qué no escribí
ninguno de mis libros). Se juega acá el tema de la autorreferencia y sus derivaciones. Pero mi ignorancia
acerca de estas cuestiones sólo me autoriza a plantear una inquietud.
15 de setiembre de 2000

Mensaje 139 - Céline Menghi

[Mensaje 122]

He leído con mucho interés el caso clínico, un caso difícil y con riesgo para el sujeto. Estoy de acuerdo
con esta posición que tomas en tanto analista. Hay un punto importante, me parece; es cuando la
paciente te pregunta si tú habías "atendido pacientes a quienes les hubiera pasado algo semejante" y le
respondiste no sólo que sí, sino también que "el psicoanálisis tenía respuestas". Me parece que en este
momento se plantea una terceridad – el psicoanálisis –, no sólo como lugar posible de una respuesta,
sino como algo que torna al Otro-analista vaciado de saber, de goce, de un deseo sobre el paciente, que
le permite al sujeto su enunciación. Es como si el saber pudiera desplazarse desde el Otro-maestro-
gozador al sujeto. Eso le permite a tu paciente hacer su interpretación respecto al¡Andáte! anudándolo al
deseo de abortar de su madre. La interpretación se deja así del lado del sujeto psicótico.

Me parece también que el darle "literalmente" la mano cuando ella "literalmente" te la pide es una
manera de tratar su sentimiento de caída posible sin interpretar, pero con la presencia del cuerpo – aun
si, en otra ocasión, le respondes con un chiste. Pienso que esto pertenece a la elección del momento en
que el paciente necesita ser tenido y, en otro caso, el momento en que se puede hacer una pequeña
inyección de simbólico. No sé si estás de acuerdo.

[Mensaje 155]

15 de setiembre de 2000

Mensaje 140 - Gerardo Arenas

Respuesta a Laura Rizzo.

[Mensaje 104]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Retomo el problema de la metáfora delirante a partir de la intervención de Laura Rizzo del 11 de


setiembre. Laura afirma que, "participando de la estructura del fenómeno elemental, el delirio funcionaría
como una interpretación. Esto nos pone de cara al tándem alucinación-delirio".

Yo creo que esto es cierto, pero no en todas las psicosis. Efectivamente, hay psicosis en las que el delirio
es una construcción que interpreta la alucinación, en tanto que hay otras en las que el delirio es primario.

En Schreber – prosigue Laura – el margen de invención es casi nulo. Él no se inventa una posición
respecto del Otro: el Otro se la atribuye sin margen de elección pero (he aquí la invención) el sujeto
ahora consiente afirmando lo que la forclusión deja suelto en la "estabilización" que ese punto conclusivo
supone. Ese punto no es metafórico, pero el resultado es cierta estabilización que evoca la metáfora
paterna ausente, con una "supletoria" metáfora delirante. Lacan usa "suplencia" para designar el lugar
que las alucinaciones de Schreber tendrían en el grafo (están en el lugar de la retroacción imposible y
evocan así la suplencia del significante que en las neurosis está en la base de esa retroacción).

Estoy de acuerdo con esto que dice Laura. Y además creo que el analista puede muy bien operar en
relación con este punto de invención.
[Mensaje 142]

18 de setiembre de 2000

Mensaje 141 - Gerardo Arenas

Acuerdos y desacuerdos con Jorge Moreno.

[Mensaje 107]

Queridos amigos,

Me referiré a algunas cuestiones planteadas por Jorge Moreno el 11 de setiembre. Dice allí que, en la
expresión "metáfora delirante", el término "delirante" hace referencia a la coherencia o adaptación de ese
significante al "sentido común", léase criterio de verdad o realidad al que nos referimos como Nombre-
del-Padre.

Esta afirmación me resulta criticable en más de un aspecto. Veamos:

1. En primer lugar, adolece de una circularidad irreductible. Si leemos el artículo sobre "sentido común"
de la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert (1751-1780), veremos que allí se define el sentido común por
oposición al estar "fuera de sí" o "fuera de razón", de modo que "delirante" es, por definición, equivalente
a "fuera de sentido común", y por lo tanto esto no agrega ni quita nada a la expresión "metáfora
delirante".

2. Por otra parte, son conocidas las aporías que entraña la referencia del delirio a la verdad y la realidad.
Remito al artículo de Mark Sedler titulado "Understanding Delusions" (The Psychiatric Clinics of North
America, "Delusional Disorders", Vol. 18, N. 2, June 1995, págs. 251-262), cuyo abstract (loc. cit.,
pág. viii) traduzco: "La definición o clara conceptualización de los delirios ha probado ser más dificultosa
que lo que habitualmente se reconoce. Tradicionalmente se ha definido a los delirios como creencias fijas,
falsas, nacidas de la morbidez. Sin embargo, cuando se realiza un riguroso esfuerzo para demarcar las
fronteras de esa noción, esta consideración convencional comienza a revelar sus inconvenientes".

3. Creo que Lacan ha llegado mucho más lejos en su consideración estructural del delirio y en la crítica
del sentido común como su referente privilegiado. Por otra parte, y en relación con esto, quisiera resumir
algunos dichos de Miller (El lenguaje, aparato de goce, Diva, N. 3, 2000, págs. 12-14): "El simple sentido
común no puede llevarlos muy lejos en la dimensión del inconsciente ... Su fantasía, aunque la disfruten,
no tiene sentido para ustedes, y sin duda no tiene ningún ‘sentido común’ ... El hombre común sólo es
algo ficticio en el campo freudiano"; a esto se refiere "la nueva racionalidad incluida por el análisis
freudiano".

Jorge prosigue diciendo: "Todos contamos con nuestra metáfora personal, que llamamos fantasma, y
nada nos dice que no sea delirante avant coup. Como juicio après coup es de poco valor y, si es eficiente
como estabilización, no se diferenciará de otra metáfora ‘no delirante’".

Creo que, en función de lo aportado por Miller en mi cita anterior, esta caracterización relativa de
fantasma y delirio no se sostiene.

Dice Jorge, oponiéndose a Leonardo Leibson [Mensaje 103], que "no tiene sentido preguntarse sobre
un estatuto particular del delirio; y por eso es posible, como plantea José [Mensaje102], acompañar al
psicótico al arribo a un metáfora que lo estabilice".

Yo estoy de acuerdo con lo segundo (y por ello con José), pero no con lo primero (y por ello sí con
Leonardo). Creo que sí debemos preguntarnos por el estatuto particular del delirio.
Varios de mis otros desacuerdos con Jorge se basan en lo que hasta aquí he dicho. Por ejemplo, cuando
dice que la suplencia consiste en prestar "lo que falta a la estructura psicótica, una metáfora coherente
con la realidad".

Tampoco me parece que su afirmación de que "un psicótico nunca llegará a un final de análisis" pueda
generalizarse (aunque en ciertos casos particulares estoy de acuerdo), y en todo caso falta la
demostración correspondiente.

[Mensajes 172, 176]

15 de setiembre de 2000

Mensaje 142 - Gerardo Arenas

Respuesta a Jorge Moreno.

[Mensaje 108]

Queridos amigos,

El 11 de setiembre, Jorge Moreno retomó un planteo mío[Mensaje 91] ("creo que aún nos queda mucho
por decir, desde el punto de vista psicoanalítico, acerca de las diferencias estructurales entre las diversas
psicosis"), y dijo: "Quedando tanto por decir, ¿por qué no empezar y así saber a qué nos referimos
cuando hablamos de psicosis? Yo expuse una opinión; hacen falta por lo menos dos para poder avanzar".

En mensajes anteriores ya expuse algunos de mis argumentos[Mensajes 89, 91, 120]. Por ejemplo,
creo que no podemos desconocer las diferencias resultantes de que el retorno desde lo real se dé o no en
el cuerpo. Tampoco las que resultan de que el delirio sea primario o secundario (interpretación de la
alucinación [Mensaje 140]). Ni tampoco las que atañen a los casos en los cuales la transferencia misma
opera como sinthomey aquellos en los cuales esto no sucede (y esta diferencia toca a la cuestión del final
de análisis en las psicosis [Mensaje 32]).

Debo recordar que ya en el planteo inicial de invitación a este debate [Mensaje 1] señalé la necesidad
de ahondar en la especificidad de la esquizofrenia en relación a la interpretación, y es también por eso
que invité a discutir sobre los usos de la interpretación en las psicosis (en plural).

Un último comentario. Siempre me ha resultado de utilidad pensar en lo que de nuestras afirmaciones se


podría decir dentro de un par de siglos. Creo que sólo aquellos argumentos que hayamos reducido a sus
razones lógicas podrán perdurar; de los otros, muchos irán a parar al cesto de los prejuicios o las
creencias (si han sido superados) de esos antiguos analistas que nosotros seremos para nuestros
sucesores. El psicoanálisis está en pañales; creer lo contrario sería un error. Queda mucho por decir, y no
creo que mis opiniones o las de Jorge agoten ninguna cuestión. Sólo estamos planteando la pertinencia
de un debate.

En relación a esto, para finalizar, creo que debatir acerca de los usos de la interpretación en las psicosis
puede esclarecernos acerca de la pregunta planteada por Jorge ("a qué nos referimos cuando hablamos
de psicosis"). Para mí, algo de eso ya ha tenido lugar gracias a los aportes de muchos de los
participantes de este intenso debate. Y estoy agradecido por eso.

15 de setiembre de 2000

Mensaje 143 - José Ioskyn

Algo más sobre la metáfora.


[Mensaje 134]

Estoy de acuerdo con Gerardo. El delirio efectivamente – cierto es que no se podría generalizar del todo,
y aquí me parece interesante el comentario acerca de la retórica del delirio de Leibson [Mensaje 103]–
tiene en ciertos casos una cualidad metonímica, y llegado el caso de no conseguir detener el
deslizamiento dentro del dispositivo, muy bien puede culminar en un pasaje al acto, o en una
intervención-corte desde afuera, léase medicación, internación, etc. Por lo menos en mi experiencia.

Sin embargo, no estaría tan seguro de la homología completa entre la metáfora delirante y el sinthome.
Este último permitiría, con su anudamiento a nivel del ego, una mayor operatividad de lo imaginario.

La metáfora operaría en cambio desde lo simbólico hacia lo imaginario – la significación –, con incidencia
sobre lo real. En su caso la suplencia estaría constituida por la misma posición del sujeto con respecto al
Otro, posición que leemos après coup, y por ello mismo planteaba mi pregunta a los intervinientes en el
debate acerca de si pensaban que era factible de ser instrumentada desde el análisis [Mensaje 102].

Pero, si ello fuera posible, y si la metáfora delirante es un mecanismo significante que fija el goce loco,
fuera de la ley, ¿no sería interesante considerarla un mix, una articulación entre la interpretación y el
tratamiento de lo que retorna desde lo real?

[Mensajes 147, 156]

15 de setiembre de 2000

Mensaje 144 - Gerardo Arenas

Cautela no es pasividad.

[Mensaje 109]

Queridos amigos,

Quiero expresar mi acuerdo con lo que Amelia Imbriano dijo el 11 de setiembre (en respuesta a María
Cristina Oleaga [Mensaje66]): "Con respecto a la cuestión diagnóstica, coincido contigo en la cuestión
de la cautela que no implica pasividad del analista sino todo lo contrario".

19 de setiembre de 2000

Mensaje 145 - Gerardo Arenas

Respuesta a Gloria Aksman.

[Mensaje 118]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Siempre con retraso, quisiera ahora retomar un mensaje de Gloria Aksman del 12 de setiembre, donde
se refiere a mi aserción de que "es fundamental recuperar (o construir en el tratamiento) esta función del
yo en las psicosis" [Mensaje 114]y a mi alusión al esquema Z como "una relación de cuatro
términos" [Mensaje 110], en donde Gloria destaca que se trata precisamente de funciones y de
términos que entran o no en función.

Estoy de acuerdo con Gloria. Simplemente quiero agregar que en el caso que presenté al debate ("La
construcción de un tabú"[Mensaje 122]) he implementado recursos técnicos para llevar adelante estos
objetivos. En particular, la ubicación (como referente) de un saber (el psicoanálisis) separado del yo del
analista ha sido un recurso de utilidad en ese caso.

[Mensaje 155]

19 de setiembre de 2000

Mensaje 146 - Gerardo Arenas

Los matemas para las psicosis.

[Mensaje 127]

Queridos amigos,

Me ha parecido oportuna la referencia de Amelia Imbriano a Lacan, cuando en 1977 dice que las
categorías y los matemas ya existentes en función de la clínica de la neurosis, a saber, $, a, S1 y S2, eran
aplicables a la clínica de las psicosis, dejando a sus discípulos la tarea de demostrarlo.

Sólo quiero destacar que precisamente es en eso que se ha basado mi invitación a este
debate [Mensaje 1], ya que he planteado la necesidad de discutir el problema clínico de los usos de la
interpretación en las psicosis tomando como referencia exclusiva esos cuatro matemas que definen los
cuatro discursos.

Nos toca, pues, demostrar lo afirmado por Lacan.

19 de setiembre de 2000

Mensaje 147 - Roberto Mazzuca

Los matemas para las psicosis.

[Mensajes 134, 137, 143]

Me he abstenido de intervenir porque hacerlo seriamente implicaría la lectura de las muchas e


interesantes contribuciones y, en cambio, mi lectura ha sido parcial.

Sobre la cuestión de los nudos y la metáfora, agrego brevemente:

1. Sin duda, la metáfora delirante es una forma de anudamiento. Lacan lo dice explícitamente en la
misma clase en que afirma que la estructura es el nudo borromeo, y agrega: "La diferencia que hay entre
la metáfora y la estructura, es que la metáfora está justificada por la estructura" (8 de marzo de 1977).

2. Hay muchas otras formas de anudamiento que estabilizan una psicosis, diferentes de la metáfora.
3. No puedo coincidir con Leonardo Leibson [Mensaje 137]cuando afirma que "la estructura misma de
la metáfora no supone ningún abrochamiento". Aunque la metáfora consista en una sustitución
significante, su efecto de abrochamiento, o anudamiento, o articulación, o de plomada – como también
dice Lacan –, de punto de capiton, que detiene el deslizamiento entre significante y significado – es decir,
un efecto de fijación, de estabilización del significado – forma parte inherente de su concepto; no es un
rasgo secundario o derivado.

4. Ese efecto de fijación y estabilización no se reduce al registro del significado sino que también abarca
al del goce.

5. Veo entonces una continuidad, y no una ruptura, entre la clínica del anudamiento de los últimos
seminarios y la clínica de la metáfora del Seminario 5 y la Cuestión preliminar. Aquélla subsume e integra
a la metáfora aunque permita distinguir una mayor riqueza y variedad de recursos de anudamiento
estabilizadores. No veo que en la clínica de los nudos haya "un clivaje", como dice Leonardo, con la
forclusión del NP. Este concepto mantiene toda su pertinencia en la clínica de los nudos aunque, también
aquí, con mayor variación y riqueza ya que, además del NP, se distingue el padre que nombra y, sobre
todo, el padre síntoma.

[Mensajes 154, 157, 158, 160, 173]

19 de setiembre de 2000

Mensaje 148 - Gerardo Arenas

Condensador de goce.

[Mensajes 128]

Queridos amigos,

El 14 de setiembre, Céline Menghi expresó su acuerdo con Amelia Imbriano [Mensaje 106] en relación
al objeto a como condensador de goce (en las psicosis).

Yo no entiendo muy bien qué significa eso. Es más, siempre he pensado que la noción de condensador de
goce sólo correspondía al significante-letra S1. Incluso escribí un trabajo donde lo sostengo. [27]

Les pido a ambas, Céline y Amelia, y a todos ustedes, participantes del debate, referencias al
objeto a como condensador de goce. Gracias.

[Mensajes 149, 173]

19 de setiembre de 2000

27-"Ideal, demanda y deseo", en El caldero de la Escuela, 67 (1999) pág 40.

Mensaje 149 - Margarita Álvarez

Condensador de goce.
[Mensajes 148]

Apreciados colegas,

En respuesta a la pregunta de Gerardo Arenas sobre el objeto acomo condensador de goce se me ocurren
dos referencias. Una de Lacan, que se encuentra en "Discurso de clausura de las Jornadas sobre las
psicosis en el niño" (octubre de 1967). Está publicada en la revista El Analiticón, 3 (agotada), Correo-
Paradiso, Barcelona, 1987, pág. 13 (Lacan se refiere al objeto transicional de Winnicott): "Lo importante
sin embargo no es que el objeto transicional preserve la autonomía del niño, sino que el niño sirva o no
de objeto transicional para la madre. Lo que queda ahí en suspenso no hace entrega de sus razones
hasta que el objeto hace entrega de su estructura. A saber, la de un condensador para el goce, en la
medida en que, por la regulación del placer, le es sustraído al cuerpo".

Según lo entiendo, se trata pues de una definición "general" del objeto a como condensador de goce, es
decir como algo que recoge, almacena, el goce sobrante, no algo específico de la psicosis. Es la definición
que da también unos meses antes, en la sesión del 14 de junio de 1967 de su seminario sobre La lógica
del fantasma, aunque ahí no utiliza el término "condensador": "En [ese resto que se llama] el objeto a se
refugia el goce que no pasa a regularse bajo el principio de placer" (la traducción es mía).

La otra referencia es una conferencia de Eric Laurent llamada "Psicoanálisis con niños y sexualidad
femenina" (1991). Está publicada en las Actas de las V Jornadas de Trabajo de Forum-Nueva Red Cereda,
pág. 10 (se refiere a cómo Lacan vino a recordar a los psicoanalistas que en psicoanálisis de lo que se
trata es del goce sexual): "Se olvida, con esta fascinación por la relación madre-hijo, que el hijo ocupa el
lugar de un condensador de goce. Y que la palabra ‘goce’ tiene que estar implicada en esto. Que el
maternaje [...] es una actividad sexual".

Entiendo entonces que la definición del objeto a como condensador de goce no es específica de la
psicosis. Lo que sería diferente es el lugar de objeto en el fantasma de la madre que pasaría a ocupar el
niño en esta última.

El mismo número citado de El Analiticón recoge otro texto de Lacan, "Nota sobre el niño", donde Lacan
precisa bien este punto; diferencia el síntoma del niño como viniendo a decir la verdad de la pareja
parental, del caso en que el niño, al no haber mediación de [la función del] padre, es presa del fantasma
materno: "Se convierte en ‘objeto’ de la madre, y no le queda otra función que la de revelar la verdad de
ese objeto"; "el niño realiza la presencia [del] objeto a en el fantasma".

Aprovecho para presentarme, para dar las gracias por el debate y para enviar un saludo a todos los
participantes de la lista.

[Mensajes 161, 162, 167]

20 de setiembre de 2000

Mensaje 150 - José Ioskyn

Psicosis maníaco-depresiva.

[Mensajes 148]

Querida Céline, [28]

Discúlpeme el "atrevimiento" de dirigirle un mensaje a su casilla de correo particular. Pero es que lo que
ha dicho usted en su mensaje de ayer ha tenido una especial resonancia en mí. Me refiero a aquello de
"Si puedo decir, me parece que la labilidad es más frecuente en la psicosis maníaco-depresiva. Hay un
punto de equilibrio muy lábil, y me parece que en este tipo de psicosis, tal vez, hay un elemento de
riesgo cuando algo parece funcionar. Hay que tener un cuidado particular en evitar el pasaje al acto".
Me ha sonado muy fuertemente, ya que hace más de un año estoy recibiendo en mi consultorio a una
mujer que posee el diagnóstico de bipolaridad (psicosis maníaco-depresiva). Ella tiene un gran caudal de
recursos intelectuales, pero es imposible hasta ahora desplazarla de su posicionamiento en el lugar del
objeto. Mi temor constante es justamente el que usted expresa: la posibilidad, a veces muy cercana, de
un pasaje al acto. Frases como "Soy una persona desagradable, tengo la culpa de que mi marido me
haya abandonado, soy una carga inútil, nada tiene sentido, para qué vivir", son constantes en todas las
sesiones, denuncian una proximidad a la melancolía, a pesar de sus logros reales en la vida y su aparente
estabilización que hace que todo su entorno la "vea" muy mejorada. [29]

Le agradecería cualquier sugerencia con respecto a cómo sacar a la maníaco-depresiva del lugar de
objeto en la fase depresiva, y desde ya le ruego disculpe la molestia.

[Mensajes 151, 170]

20 de setiembre de 2000

28-La siguiente correspondencia entre José Ioskyn y Céline Menghi [150 - 152] transcurrió inicialmente off the record.
Posteriormente, ambos me la enviaron para su inclusión en la lista. Si bien José Ioskyn solicitó luego la eliminación de sus
mensajes (por razones derivadas del secreto profesional), más tarde autorizó incorporarlos a la presente compilación.

29-Una ampliación del caso se hallará en el mensaje 152; otros comentarios, en los mensajes 167 y 170.

Mensaje 151 - Céline Menghi

[Mensajes 150]

Querido José,

Me da mucho placer hablar de nuestras dificultades; me parece muy útil.

He tenido una experiencia de un caso particular, hace unos años, y fue importante el aporte de Eric
Laurent en una presentación del caso que yo hice en la Sección Clínica de Roma, y la ayuda de mi
supervisor, Virginio Baio. Lo que pasaba era que, a pesar de un precedente diagnóstico de histeria hecho
por un colega que había hecho unos coloquios en un servicio público, a pesar de mi confirmación de este
diagnóstico y de la misma confirmación por el analista con el cual hacía el control (Virginio Baio, con su
gran experiencia), después de tres años de un buen trabajo la señora desencadenó un delirio en que se
veía como una "mierda", no digna de vivir, y, como si no fuera bastante, su delirio tenía algo de
erotomaníaco. Se arrodillaba diciéndome que yo era la más hermosa, la más inteligente, que sólo yo la
entendía, que quería ser como yo, pero ella era una "mierda", que yo era tan buena, tan paciente, que
ella me arruinaba con su tormento, etc. No sé por qué razón nunca la había puesto en el diván. Era lo
que me interrogaba mucho. Por qué no lo había hecho. No lo sabía, nadie lo sabía, pero este sujeto era
psicótico y al psicótico, normalmente, no se lo pone en el diván.

Había todos los elementos para un diagnóstico de histeria: la otra mujer, cómo hacer para ser una mujer,
la lucha entre ser madre y ser mujer, el deseo por otro hombre, los celos por su marido (que no era un
delirio, porque su marido tenía una amante). La señora llevaba sueños, hacía asociaciones, etc.

De repente empezó a trabajar (su hija iba a la escuela, finalmente), pero tomó dos trabajos y se cansaba
mucho. Fue una emancipación un poquito exagerada, tenía algo de maníaco. Acusó unos malestares
físicos porque estaba muy cansada y empezó a pensar que tenía un mal incurable. Sentía cosas que no
había: bubones en los brazos, en el cuello, etc. Llegaba para verme y lloraba todo el tiempo, no se
limpiaba, no cuidaba su ropa y se ponía frente a mí en posturas que tenían algo de obsceno, como si
estuviera sin límite. Este fue el momento del delirio.
¿Qué hacer? La escuchaba, le hacía sentarse cuando se arrodillaba a mis pies y tal vez sostenía su mano,
le dije de telefonearme cada vez que no andaba bien, he hablado también por teléfono con su marido.
Hacía la tentativa de trabajar con ella sobre su severidad. Fue también medicada por un colega psiquiatra
y se puso un poco más tranquila. Le he dado mi disponibilidad telefónica en las vacaciones y la
posibilidad de llegar a visitarme si lo quería en el lugar de mis vacaciones.

En la presentación del caso tenía muchas preguntas, y sobre todo sobre el diagnóstico: ¿Cómo prevenir
todo esto? ¿Y cómo hacer?

En el trabajo de supervisión y en la discusión con Eric Laurent, lo que surgía era sobre todo el hecho de
haber frenado, escuchado, hecho un lugar para que toda esta "mierda" pudiera depositarse, y haber
soportado y sostenido la tremenda angustia, este "más allá" a donde el melancólico nos conduce. Lo
importante era saber en dónde posicionar al Otro.

Después de las vacaciones me telefoneó para venir a verme. Llegó con una pequeña planta por regalo y
me dijo que en su análisis había hecho un gran trabajo, que sabía que no era todo, pero que quería
quedarse en este punto y que tenía gratitud por mi calma y mi paciencia. Estaba bien con su hija, con su
marido, con el trabajo. [30]

Como ves, mi respuesta no es una elaboración teórica: es una experiencia.

Ahora trabajo con una anoréxica (el diagnóstico fue preciso enseguida: psicosis) muy trabajadora, y lo
que intento hacer es frenar cuando hace demasiados progresos, cuando "cura" demasiado su
anorexia [Mensajes 16].

Creo que las enseñanzas de Lacan y Miller son extraordinarias cuando nos hablan de la posición del
analista, del Otro y de a. Cada vez, caso por caso, uno por uno, tenemos que considerar esto. Es lo que
hace a la diferencia entre nuestra práctica y la de los postfreudianos, entre nuestro análisis y el de la IPA.
Cómo hacer con el "más allá". Creo que nosotros intentamos hacer.

No sé lo que piensas; si quieres comentar, me interesa mucho.

[Mensajes 152, 168, 170]

20 de setiembre de 2000

30-Un breve comentario adicional se hallará en el mensaje 168.

Mensaje 152 - José Ioskyn

[Mensajes 151]

Querida Céline,

Estoy muy agradecido por su larga y amable carta. Me ha servido de mucho. Cuanto dice de este "más
allá" de la angustia del melancólico (al cual hay que saber recibir, soportar, aguantar y darle un lugar de
alojamiento en la sesión) me resulta de suma utilidad. Creo entender que se trataría más bien de eso que
de tomarlo como un material con el que habría que trabajar a la manera de cualquier otro material de
orden significante, verbal, etc.

En cuanto al debate en general, me ha resultado un descubrimiento, ya que trabajo por la mañana en un


Centro de Día del estado, en el cual recibo pacientes psicóticos, externados de hospitales públicos, y a
neuróticos que vienen también de internaciones; en el medio en el cual me muevo, los profesionales que
actúan conmigo no son psicoanalistas, y compartir y leer las opiniones de otros analistas que trabajan
con psicóticos es un alivio, es muy bueno. Es cierto que a veces ha parecido, de a ratos, que algunos sólo
venían a "decir lo suyo" con prescindencia del debate general, pero quizás sea inevitable. Creo que la
práctica real del psicoanálisis con psicóticos merece ser contada y conocida. Es un logro de la orientación
lacaniana, sobre todo el entusiasmo y la seriedad con la que se lo hace.

A riesgo de sumirla en el aburrimiento total, me gustaría contarle algo más acerca del caso que le he
presentado. Trataré de abreviar:

Esta paciente viene a verme, por decisión propia, luego de un tratamiento de nueve años con una
psicóloga y una psiquiatra. Durante ese tiempo ella se mantuvo, aunque con reticencia, pues creía que su
asistencia a sesiones era una garantía para retener a su marido a su lado, ya que la psicóloga y la
psiquiatra eran personas conocidas de él. Había sufrido hacía nueve años una internación psiquiátrica
luego de que falleciera su padre y le descubrieran a ella un cáncer de mama, del cual fue operada. Todos
le ocultaron ese cáncer, lo que quedó marcado como un momento de goce del Otro que le escondía esa
terrible verdad, sabiéndola y ocultándosela, manteniéndola excluida.

Luego de la muerte de un primo, un mes antes de venir a verme, entra en una crisis maníaca. El marido
y las profesionales quieren internarla, pero ella se escapa, ante la posibilidad de ese "abandono", de ser
"dejada allí sola". Se va caminando hasta un gran neuropsiquiátrico que queda a quince o veinte
kilómetros de la ciudad, en el camino rompe sus documentos de identidad, se presenta así en la guardia
del hospital. Su marido va a buscarla, para luego irse de la casa, dejándola así a cargo del hijo de ambos,
de trece años.

Los primeros tiempos se dedica a recorrer las distintas vías que la llevaron a su crisis: sobre todo sus
celos del marido, que revelan ser más que nada una necesidad de la presencia física de él, que no estaba
mucho en la casa.

La herida por el alejamiento de éste no se mueve, lo vive como un dolor insuperable, y sólo se calma
porque dice que vive en una actitud de "espera" constante de su regreso.

Al principio, tal como su paciente, parece algo histérica. Fantasías de otra mujer, una elegida por el
marido en lugar de ella, trae sueños, es muy inteligente, etc. Pero, al año de su separación, estando en
análisis, escucha en el teléfono dos personas que hablan entre sí, burlándose de ella, ya que fue una
necia y tonta al esperar durante un año a su marido. No me ha llamado, ya que cree posible que alguien
cercano a mi consultorio haya escuchado sus relatos y decidió hacerle así una broma.

Entra en una tremenda fase melancólica en la que permanece: ella es un ser desagradable para todos,
una carga, no encuentra sentido de vivir. Siente dolor moral, un dolor angustioso en el pecho que le hace
sentir que la vida no tiene sentido: la excepción sólo es su hijo, que teme le sea sacado por su marido,
ya que ella "es una loca que no puede ser madre". Justifica no obstante al marido, todo lo que éste hace,
hizo o hará.

A pesar de todo, este año se ha recibido, obteniendo un título terciario, para lo cual no ha sido menor el
apoyo de su analista (insiste: ella es una tonta, cualquiera se hubiera recibido); se ha ido de vacaciones
con su hijo (antes parecía imposible... ¡sin su marido!), todos la ven bien, muy mejorada, casi no toma
medicación, pero esto (que la vean bien) la irrita, ya que ella vive a pesar de todo con el agujero de su
separación.

Tiene todos mis teléfonos pero no me llama cuando se angustia mucho ya que "yo estoy muy ocupado
con cosas importantes, y ella no cuenta". Así que a veces la llamo yo, para ver cómo está ella o su hijo. A
veces me ha parecido que debía ocupar un lugar paterno en la casa, dándole consejos sobre cosas
cotidianas o sobre su hijo.

Pero algo me asombra: no quiere hablar mucho de su dolor, cuando éste no la desborda, y en cambio le
encanta cuando la sesión se reduce a ser una conversación informal (de yo a yo – muy imaginaria),
incluso se ríe y disfruta las sesiones. Mejora. Del dolor inicial pasa a irse contenta.

Sin embargo, con cada ocasión amarga (su marido ahora tiene novia, su hijo le reprocha y le dice que se
irá de la casa, etc.) vuelve mi temor de su pasaje al acto. Sobre todo ahora, que no habla de "esperar" al
marido.

Tampoco quiero avanzar demasiado en la transferencia, no queriendo provocar una erotomanía.


Bien, disculpe esta comunicación tan larga, pero su relato me ha resultado muy grato y me empujó a...
insistir.

[Mensajes 168, 170]

20 de setiembre de 2000

Mensaje 153 - Gerardo Arenas

Sobre la Convention d’Antibes.

[Mensajes 133]

Queridos amigos,

En un mensaje del 15 de setiembre, Céline Menghi citó algunos pasajes de la Convention d’Antibes.
Resumo y traduzco los pasajes citados por Céline que me han parecido más relevantes para el debate,
separándolos en párrafos numerados para luego comentarlos:

1. En la neurosis, la noción de sinthome objeta toda idea de complemento – en particular, de


complemento de saber –, y la resolución de la transferencia cierra el síntoma. Otro es el caso en las
psicosis, desencadenadas o no. Lacan no estableció la función del analista como "complemento" del
síntoma sino comosinthome. La perspectiva borromea de la psicosis excluye una complementación del
síntoma psicótico por el ser-de-saber del analista. Contrariamente al síntoma neurótico, el síntoma
psicótico es menos un ser de verdad que un ser de goce.

2. El síntoma neurótico es un ser de verdad por ser un retorno de lo reprimido y tener estructura de
metáfora. No es así para el síntoma psicótico que procede de la forclusión. Lo que hace retorno en lo real
es ser de goce. El síntoma psicótico no se interpreta, no se complementa; en las psicosis, se trata de
obtener un anudamiento allí donde cuesta efectuarlo, evitar un desanudamiento allí donde el sujeto corre
el riesgo de ello. En la neurosis la operación del analista apunta a obtener la corrección del nudo que se
consuma con el pasaje del síntoma al sinthome.

3. En la psicosis, como no hay análisis – nada de desciframiento del síntoma, ni de construcción del
fantasma, ni de resolución de la transferencia, ni de interpretación –, es el analista mismo el que es
convocado al lugar del síntoma.

4. Ninguna elaboración significante, ninguna pacificación del goce, ninguna estabilización alcanza a hacer
pasar el síntoma psicótico al sinthome.

5. Si en la neurosis el analista satura la función del sujeto supuesto saber, en las psicosis es la función
de sinthome lo que él es llamado a soportar.

Ahora comento:

1. Estoy de acuerdo completamente.

2. Creo que habría que matizar esto, dado que también en las neurosis hay síntomas procedentes de la
forclusión. La referencia tácita en este párrafo es el Nombre-del-Padre, pero, si se lo incluye, se cae en
una circularidad, debido a su homología con el sinthome.

3. Concuerdo con el consecuente pero no con el antecedente. El análisis es allí definido por sus
coordenadas clínicas en la neurosis. Pero si tomamos la definición freudiana del análisis como un modo
de modificar la relación del sujeto con la pulsión (cf. Análisis terminable e interminable), yo no podría
sustentar la afirmación de que en las psicosis no hay análisis. Sin embargo, coincido en afirmar que el
analista mismo es convocado al lugar del síntoma – si no en general, al menos en toda una serie de
casos.
4. No estoy seguro de eso. Y en todo caso, debería agregarse, al final de esta frase, aún. Aún no alcanza.

5. Estoy de acuerdo, pero con ciertos reparos acerca del alcance (general o no) de esta afirmación.

[Mensaje 173]

21 de setiembre de 2000

Mensaje 154 - Gerardo Arenas

Una pregunta a Leonardo Leibson.

[Mensajes 137]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Quiero retomar un mensaje de Leonardo Leibson del 18 de setiembre. Aunque algunas de sus
afirmaciones ya han sido discutidas recientemente por Roberto Mazzuca [Mensaje 147], quisiera
agregar una pregunta que no ha sido planteada y despertó mi interés.

Leonardo hablaba "del acto de escritura como tal y sus efectos, por ejemplo, sobre la consistencia del
cuerpo", y quisiera que ampliara esta cuestión, tanto en relación a las nociones mismas
de cuerpo y escritura como en relación a los alcances clínicos de su afirmación. Tal vez una referencia
clínica sería esclarecedora en ambos sentidos.

[Mensaje 160]

20 de setiembre de 2000

Mensaje 155 - Gerardo Arenas

Estrategias.

[Mensajes 139]

Queridos amigos,

Quiero agradecer a Céline Menghi su comentario de mi caso clínico [Mensaje 122]. Céline subraya el
momento en que la paciente me pregunta si yo "había atendido pacientes a quienes les hubiera pasado
algo semejante" y yo le respondí no sólo que sí sino también que "el psicoanálisis tenía respuestas", y
dice:

"En este momento se plantea una terceridad – el psicoanálisis –, no sólo como lugar posible de una
respuesta, sino como algo que torna al Otro-analista vaciado de saber, de goce, de un deseo sobre el
paciente, que le permite al sujeto su enunciación. Es como si el saber pudiera desplazarse desde el Otro-
maestro-gozador al sujeto".

Yo no podría haberlo dicho tan claramente como Céline. En efecto, es así. Y a eso me refería en mensajes
anteriores[Mensajes 110, 114, 145] cuando hablaba de la pertinencia del esquema Z y la estrategia de
separar el yo del analista (a') del saber (S).
Prosigue Céline: "Eso le permite a tu paciente hacer su interpretación respecto al ¡Andáte! anudándolo al
deseo de abortar de su madre. La interpretación se deja así del lado del sujeto psicótico".

Quiero destacar en esto que se trata efectivamente de un anudamiento. A esta clase de anudamientos
me refería cuando hablaba de entramar el delirio con la historia del sujeto, lo cual tuvo por resultado la
reducción de la omnipotencia del Otro gozador [Mensajes 22, 75].

Por último, Céline dice que "el darle ‘literalmente’ la mano cuando ella ‘literalmente’ la pide es una
manera de tratar su sentimiento de caída posible sin interpretar, pero con la presencia del cuerpo – aun
si, en otra ocasión, le respondes con un chiste. Pienso que esto pertenece a la elección del momento en
que el paciente necesita ser tenido y, en otro caso, el momento en que se puede hacer una pequeña
inyección de simbólico".

Estoy completamente de acuerdo. En ambos casos, agrego, se trata de tácticas diversas que
corresponden a una misma estrategia: asegurarle un lugar en el Otro, en contraposición a su "agujero"
definido por ella como "No tengo lugar en el Otro".

20 de setiembre de 2000

Mensaje 156 - Gerardo Arenas

[Mensajes 143]

Queridos amigos,

Tratando de ponerme al día con la correspondencia de esta lista, quiero responder el último mensaje de
José Ioskyn acerca de la metáfora (18 de setiembre).

En primer lugar, creo que efectivamente la medicación o internación pueden venir en ciertas ocasiones al
lugar del pasaje al acto requerido para detener el deslizamiento metonímico del delirio, en la medida en
que la acción del sujeto se encuentra comprometida en él, como es el caso del síndrome de influencia,
del acatamiento a las voces, o la excitación maníaca de un trastorno bipolar.

Al final de su mensaje, José pregunta si la metáfora delirante (mecanismo significante que fija el goce
loco, fuera de la ley) podría ser considerada un mix, una articulación entre la interpretación y el
tratamiento de lo que retorna desde lo real. Y yo opino que sí.

20 de setiembre de 2000

Mensaje 157 - Gerardo Arenas

[Mensajes 147]

Queridos amigos,

Roberto Mazzuca ha aportado una serie de precisiones al debate que quisiera comentar.

Creo que sus argumentos y referencias permiten dar por demostrado que la metáfora delirante es una
forma de anudamiento posible, si bien no es la única. En efecto, y coincido con Roberto, el efecto de la
metáfora no sólo detiene el deslizamiento entre significante y significado: ese efecto de fijación no se
reduce al registro del significado sino que también abarca al del goce. Así se ve, por ejemplo, en la
estructura de la metáfora paterna.

Planteando entonces "una continuidad, y no una ruptura, entre la clínica del anudamiento de los últimos
seminarios y la clínica de la metáfora del Seminario 5 y la Cuestión preliminar", Roberto agrega que la
clínica de los nudos "subsume e integra a la metáfora aunque permita distinguir una mayor riqueza y
variedad de recursos de anudamiento estabilizadores".

Creo que esto nos permite decir que entonces la metáfora resulta un caso particular (aunque quizás el
más frecuente) de anudamiento. Yo lo comparo con la relación entre la teoría de la relatividad y la teoría
de Newton: la relatividad no contradice a Newton, sino que revela que éste estaba en lo cierto pero en
ciertos casos particulares (bajas velocidades); sin embargo, aunque desde esta perspectiva haya una
"continuidad" entre ambas teorías, no puede decirse que la relatividad generalice la teoría de Newton;
hay también "ruptura" entre ambas (pues la nueva teoría cambia, por ejemplo, el significado del tiempo y
permite cosas impensables para Newton, como los reactores nucleares).

Así lo veo yo en relación con las teorías de la metáfora y de los nudos. Hay continuidad, efectivamente,
pero hay también ruptura. En este punto, mi posición es tal vez intermedia entre la de Roberto y la de
Leonardo Leibson [Mensaje 137].

Tal vez esa ruptura se pueda correlacionar con el cambio, en la enseñanza de Lacan, en la relación entre
lo Real y el Semblante, tal como Miller lo planteara en las primeras clases de su seminario La experiencia
de lo real en la cura psicoanalítica.

20 de setiembre de 2000

Mensaje 158 - Leonardo Leibson

Metáfora, delirio y nudos.

[Mensajes 147, 157]

A partir de la objeción que me formula Roberto Mazzuca y los comentarios y preguntas de Gerardo
Arenas, quisiera hacer algunas aclaraciones y replantear algunas preguntas:

a) No puedo dejar de estar de acuerdo (como diría Gerardo) con Roberto Mazzuca en que la metáfora
supone un efecto de abrochamiento entre significante y significado. Quizás mi planteo tendía a subrayar
el aspecto de paso-de-sentido de la metáfora.

b) El punto de discusión es si podemos hablar de metáfora delirante y no decir que hablar así es
metafórico. Porque cuando Lacan, en el Seminario 3, dice que Schreber es escritor mas no poeta y que
en su texto no se puede encontrar una sola metáfora, ¿dónde estaría entonces la metáfora delirante? Me
parece que esto tiene mucho que ver con el debate que nos ocupa acerca de la interpretación en la
psicosis, que yo reformularía como: de las intervenciones que tienen eficacia en la clínica de las psicosis,
¿a cuál(es) podemos nombrar como interpretación(es)?

c) Aceptando la fórmula de "metáfora delirante", agrego una pregunta: ¿Está presente en el delirio
mismo o para su constitución requiere un trabajo "extra" (que podemos llamar interpretación), o ambas
cosas? Porque, volviendo casi al principio del debate, si el delirio es ya una interpretación y en tanto tal
es productor de sentido, ¿qué diferencia habría entre la interpretación delirante y la interpretación
psicoanalítica (que, a mi entender, tiene que ver con el corte que se opera en la traducción)?

d) Con respecto a los momentos de la enseñanza de Lacan: creo que se trata de puntos de lectura, pero
me gustaría aclarar que cuando hablo de cierto clivaje en relación al NP no me refiero a que éste pierda
vigencia sino a que aparece como algo necesario pero no suficiente para pensar las psicosis. La cuestión
del cuerpo y su consistencia, de la falla del anudamiento del anillo imaginario, etc., si bien son cuestiones
que están planteadas en el Seminario 3 y también antes, están siendo abordadas en una dimensión
distinta. Para seguir la analogía de Gerardo entre Newton y Einstein, la escritura borromea no se plantea
como una escritura en serie sino en otra dimensión. Es notorio que la manera de plantear la cuestión del
padre y del lenguaje, así como la del cuerpo, son muy distintas. Lo cual no creo que anule lo que dijera
en los años ’50, pero me parece que tampoco lo subsume. Hay una suerte de descentramiento, o de
ruptura en la continuidad. Pero entiendo que ésta es una discusión más amplia.

e) Para concluir, una cita de Lacan que me parece que puede aportar al debate y que tiene que ver con la
interpretación y la metáfora: "La poesía, que es efecto de sentido, pero también efecto de agujero. No
hay más que poesía, se los he dicho, que permita la interpretación" (Seminario 24, 17 de mayo de 1977).

[Mensaje 163]

25 de setiembre de 2000

Mensaje 159 - Roberto Mazzuca

[Mensajes 157]

Gerardo,

¿Cuál es la ruptura a la que haces referencia?

[Mensaje 164]

20 de setiembre de 2000

Mensaje 160 - Leonardo Leibson

[Mensajes 154]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Gerardo Arenas dijo: "Quiero retomar un mensaje de Leonardo Leibson del 18 de setiembre. Aunque
algunas de sus afirmaciones ya han sido discutidas recientemente por Roberto Mazzuca [Mensaje 147],
quisiera agregar una pregunta que no ha sido planteada y despertó mi interés. Leonardo hablaba ‘del
acto de escritura como tal y sus efectos, por ejemplo, sobre la consistencia del cuerpo’, y quisiera que
ampliara esta cuestión, tanto en relación a las nociones mismas de cuerpo y escrituracomo en relación a
los alcances clínicos de su afirmación. Tal vez una referencia clínica sería esclarecedora en ambos
sentidos".

Cuando hablo del acto de escritura y su efecto sobre el cuerpo, me refiero a lo que Lacan plantea en
varios lugares – por ejemplo, el Seminario 14, cuando dice que el cuerpo es el Otro y en tanto tal lugar
de inscripción, superficie de inscripción de la palabra del Otro. Intento anudar esto con la concepción de
lo imaginario como consistencia en los Seminarios 22 y 23, y en otros lugares.

Estoy escribiendo un trabajo donde me explayo un poco más sobre el tema.

20 de setiembre de 2000
Mensaje 161 - Céline Menghi

[Mensajes 149]

¡Con mucho retraso!

Estoy de acuerdo con Margarita Álvarez cuando subraya que el condensador de goce no es específico de
la psicosis, sino que se trata de ver cómo el niño tiene función de condensador de goce en el fantasma
materno (Lacan, "Due note sul bambino psicotico"). Si tiene esta función estamos en la psicosis.

Lo que entendía con respecto a la función del a en la cura de la neurosis y en el tratamiento de la psicosis
es que:

1) Lo que pasa en la neurosis es que el analista tiene una posición de sujeto supuesto saber, de un lado,
y una función de semblante de objeto, del otro lado, para el sujeto. Lo que ocurre es la caída de la
suposición de saber y la caída de esta función de semblante de objeto a que causa el deseo, para que el
sujeto asuma su propio deseo subjetivo y que pueda saber-hacer con su a.

2) Lo que pasa en la psicosis es que la destitución del analista, de su supuesto saber, es previa. El
analista no es el que causa enigma o deseo, sino, me parece, aquél sobre el cual el paciente puede
transferir el goce devastador que llega al sujeto desde el Otro que goza de él, para que sea tratado y
poder ser más vivible y entrar en una forma de discurso, de lazo social con el Otro. Eso permitiría al
sujeto desplazarse de su posición de condensador para el Otro. Esto me parece ir en el sentido de la
Convention d’Antibes [Mensaje 133]: de una posición del analista como aide contre, analista convocado
en el lugar del síntoma para el psicótico como sinthome que tiene que soportar. Es así que entiendo, si
no me equivoco, el représenter le lieu d’une jouissance à la dérive (Convention d’Antibes, pág. 212).

Me ha parecido muy interesante una intervención en Arcachon de Gabriel Lombardi, cuando dice que el
sujeto psicótico puede apoyar su goce sobre el analista. Y también una intervención en Bologna de
Virginio Baio sobre el "Farsi partner dell’atto", que me parece ir en el mismo sentido del aide contre.

Espero otros aportes para aclarar este punto que no me parece tan fácil y que pertenece a una clínica
cada vez más sofisticada que encontramos en las últimas Conversaciones y según las últimas
elaboraciones de Jacques-Alain Miller.

20 de setiembre de 2000

Mensaje 162 - Gerardo Arenas

Más sobre el condensador de goce.

[Mensajes 149]

Queridos amigos,

Quiero agradecer a Margarita Álvarez por sus referencias acerca del objeto a como condensador de goce.

Efectivamente, en ellas queda claro que esa definición excede el marco específico de las psicosis.

Quedo en deuda con ustedes en relación al S1 como condensador de goce. He releído El hueso de un
análisis, de Miller, en el fin de semana, pensando que era allí donde había hallado esa definición. Sin
embargo, aunque encontré allí varias referencias que apuntan en ese sentido (págs. 29, 42, 44, 46), no
encontré lo que buscaba.
No obstante, en la pág. 46 de ese texto, dice Miller que hay sujetos que elucidaron el significante de su
destino (S1), pero no ceden el goce fijado a ese significante. Y en la pág. 290 de Los signos del goce,
Miller dice que el S1 es un síntoma en tanto productor de goce.

20 de setiembre de 2000

Mensaje 163 - Gerardo Arenas

Respuestas a Leonardo Leibson.

[Mensajes 158]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Recientemente, Leonardo Leibson reformuló el debate que nos ocupa acerca de la interpretación en las
psicosis en estos términos: de las intervenciones que tienen eficacia en la clínica de las psicosis, ¿a cuáles
podemos nombrar como interpretaciones?

Sólo quiero agregar que su afirmación me parece correcta, que ella amplía la cuestión del debate, y que
al mismo tiempo habría que especificar luego: si son interpretaciones, ¿de qué clase son?

Esto se entrama con otra pregunta de Leonardo, que cito: "Si el delirio es ya una interpretación y en
tanto tal es productor de sentido, ¿qué diferencia habría entre la interpretación delirante y la
interpretación psicoanalítica (que a mi entender tiene que ver con el corte que se opera en la
traducción)?".

En efecto, Freud escribió al final del historial de Schreber que el delirio y la interpretación-traducción son
semejantes. Agrego a esto que hay dos interpretaciones psicoanalíticas, a las que he
llamado traducción y corte [Mensaje 1].

Con respecto a la relación entre la primera y la última concepción lacaniana de las psicosis, Leonardo dice
que entre ambas "hay una suerte de descentramiento, o de ruptura en la continuidad". Y yo estoy de
acuerdo con esto.

20 de setiembre de 2000

Mensaje 164 - Gerardo Arenas

Respuesta a Roberto Mazzuca.

[Mensajes 159]

Queridos amigos,

Roberto Mazzuca me ha preguntado acerca de la ruptura entre la primera y la última clínica de Lacan
(i.e., entre la metáfora y los nudos).

Yo había dicho [Mensaje 157] que esa ruptura podría correlacionarse con el cambio en la relación entre
Real y Semblante, tal como Miller lo planteara en La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica.
Quisiera agregar ahora algunos detalles en ampliación de esto.
En la primera época, podemos decir, el Semblante dominaba lo Real (Se/R: primer algoritmo). En este
sentido, la forclusión del significante del Nombre-del-Padre daba lugar a retornos devastadores que
revelaban la falla del domeñamiento. Cuando, por el contrario, lo Real domina el Semblante (R/Se:
segundo algoritmo), el Nombre-del-Padre "es el nombre, entre otros, de la diosa blanca".

Resumo lo dicho por Miller en la segunda clase de ese seminario:

El cambio de relación entre real y semblante comporta un giro radical en el cual el semblante
(significante/significado) se inscribe allí donde, en lo real, no hay saber. El agujero de lo real es lo que
determina que pueda inscribirse el semblante. A partir de la ausencia de relación sexual como una
fórmula que hace falta como programa en lo real, se puede dar cuenta de la abundancia del significante y
el significado. Eso trastoca la metáfora paterna, que supone que el goce de la madre (DM) es dominado
por el significante NP. En la perspectiva del segundo algoritmo la metáfora se invierte, lo que permite a
Lacan decir que el NP no es más que el nombre entre otros de la diosa blanca, madre de las religiones
primordiales, anteriores a las religiones del NP: la diosa blanca, el Otro para siempre en su goce. Así el
NP es sólo un semblante inepto para domeñar lo real de que se trata, no es más que un nombre entre
otros para el goce totalmente otro. Esto cuestiona la radicalidad de la metáfora paterna, en una
perspectiva donde neurosis y psicosis aparecen como modos diversos de establecer semblantes para
domeñar, en vano, lo real. Es una suerte de deducción a partir del inconsciente: éste aparece como una
respuesta hecha al agujero en lo real, a nivel del semblante, respuesta que apunta al esfuerzo vano de
hacer significar la ausencia de programación sexual a nivel de lo real. Los nudos intentan articular lo real
sin pegarse al par S/s. Todo lo que se dice es semblante en relación a lo real. El inconsciente es hablar
solo en el semblante para defenderse de lo real.

Yo creo, entonces, que si aceptamos esto podemos hablar de una ruptura en la teoría de Lacan. Hay, en
efecto, un cuestionamiento de la radicalidad de la metáfora paterna y, por lo tanto, de la regla del padre
para la distinción neurosis-psicosis. Aparecen, entonces, nuevas categorías clínicas antes impensables
(tales como la enfermedad de la mentalidad, por ejemplo), cuyo estatuto no encaja con la división
con/sin NP.

En fin. Valgan estas someras apreciaciones como soporte de mi afirmación.

[Mensaje 165]

20 de setiembre de 2000

Mensaje 165 - María Celeste Viñal

Ruptura o continuidad.

[Mensajes 164]

Saludo por primera vez a todos los participantes de este debate. Agradezco y celebro la posibilidad de
intervenir en él.

Sólo deseaba incluir una idea y es la siguiente:

Al poner en tensión el concepto de metáfora paterna con elSeminario 23 es posible, de esta manera,
concebir un criterio de ruptura.

Ahora, si tomamos en consideración las transformaciones por las que atravesó el NP, quizás estaríamos
en condiciones de pensarlo acoplando diferentes movimientos en un largo recorrido, que va desde su
función de sustitución significante del DM en el registro de lo simbólico (Seminario 3) hasta su
pluralización: el padre como excepción, el de la nominación y, como modelo de la función, el padre
síntoma (Seminarios 22 y23).
Este proceso, a mi entender, no es discontinuo porque el NP en su inscripción conserva a lo largo de las
transformaciones el valor paradigmático de forma de respuesta. Se presenta como manera privilegiada
de suplencia, frente a la ausencia de relación sexual. Lo cual no invalida que ante su forclusión existan
otras posibilidades de defensa frente a lo real que podrían llegar a su mismo límite estructural de eficacia.

Eso es todo por ahora. Hasta la próxima.

26 de setiembre de 2000

Mensaje 166 - Gerardo Arenas

Momento de concluir.

Queridos amigos de Interpsicosis,

Ya han transcurrido dos meses desde que se iniciara este intenso debate. Me parece oportuno hacer una
escansión: un primer momento de concluir. Esta escansión no implicará el cierre del debate, pues las
conclusiones que de él podemos extraer hasta ahora no son definitivas. Propongo entonces:

1. Que los aportes al debate prosigan hasta el lunes 9 de octubre inclusive. Sugiero en ese sentido que se
retome el tema central del debate (qué usos hacer, en las psicosis, de las dos formas de interpretación) y
se apunte a una toma de posición fundada en razón.

2. Que los suscriptos al debate no cancelen su suscripción al mismo. Simplemente no circularán nuevos
mensajes por la lista. Ésta quedará entonces abierta, e incluso podrán suscribirse nuevos interesados,
quienes podrán consultar los mensajes (ya más de 170) que han circulado en este tiempo, y recibir
novedades ligadas al debate (ver puntos 3 y 4).

3. Luego del 9 de octubre realizaré un archivo con los aportes enviados hasta esa fecha, que será
oportunamente distribuido a todos los miembros de la lista.

4. El año próximo enviaré un mensaje de reapertura del debate a todos los miembros de la lista. Ese
mensaje se distribuirá además por otras listas electrónicas.

[Mensajes 177, 178, 179, 180]

26 de setiembre de 2000

Mensaje 167 - Diana Wajnman

[Mensajes 130]

Queridos amigos,

Retomo después de varias semanas algo de esta conversación electrónica, a la que sigo con mucha
atención y que aporta puntos muy valiosos a la reflexión sobre el tema que nos convoca.

Quiero contestar (y agradecer) a Gerardo Arenas por las reflexiones sobre los dos cortes que planteo en
mi mail anterior[Mensaje 95]:
Estoy de acuerdo contigo en que en el primer caso se trata de una interpretación-corte, una
interpretación que separa el enunciado de la enunciación. (Me pregunto de paso si es lo mismo la
interpretación-corte que el corte-interpretación, y creo que no, porque la primera es una interpretación
que corta, que separa, y me parece que la segunda es un corte que abrocha dos significantes, o sea por
el lado del sentido.)

En cuanto al segundo caso, cuyo diagnóstico estructural te resulta problemático – también a mí –, tiendo
a no estar de acuerdo, y te diré por qué. Pero primero es mejor decir algunas palabras más sobre este
chico.

Este muchachito llega a mi consulta a los 12 años. A los 5 le diagnosticaron "rasgos autistas"; luego tuvo
un tratamiento en un país europeo durante 7 años, antes de que los padres recurrieran a mí.

Es el segundo de tres hijos; el primero de ellos volvía "loca" a la madre porque no dejaba de llorar, eso la
"mataba"; este segundo niño era muy bueno, no lloraba, no demandaba, era un niño "muy cómodo".

En el jardín de infantes, las maestras notan que el niño se aísla, que no hace lazo social con los otros
niños: es entonces cuando recurren al servicio de psicología para hacer un diagnóstico.

En la primera entrevista me pregunta si tengo "algo chiquito para darle de comer"; le digo que no, pero
que escucharé todo lo que tenga que decir.

Es desaliñado, presenta una marcada torpeza motora; cada tanto hace una mueca a manera de sonrisa;
si le pregunto de qué se ríe, dice que no se ríe. No habla espontáneamente, mira hacia los costados.
Dice: "Yo sólo puedo hablar si me hablan, no tengo cosas solo".

Cuando lo insto a hablar dice que no tiene qué decir. "Es difícil encontrar la primera palabra". "Ya la
encontraste", le respondo. Luego me dice: "Sólo si vos me preguntás tengo qué decir... ¿Cuándo me
voy?". "¿Ves? – le digo – Me estás preguntando algo". Entonces me contesta que eso es lo único que se
supone que debe preguntar.

No habla, pero hace sonar unas cadenas que confecciona generalmente con ganchitos o con hilos y
desperdicios; ata al menos un par de objetos, que además deben "sonar". Cuando la maestra le pide que
no juegue con las cadenas, que no las haga sonar y lo impele a abandonarlas, él dice: "Es preferible para
mí cuidar eso en el bolsillo a que me saquen eso". Si no lleva sus cadenas en la mano, las lleva en el
bolsillo. Me parece que Lacan, en unas notas a los psiquiatras, dice algo con respecto a esto, algo como
que el psicótico lleva su objeto en el bolsillo; en este caso me parece que se puede entender esto al pie
de la letra.

A su madre, el ruido de esas cadenas la "vuelve loca".

Este chico no hace nada sin empuje de sus padres, sea levantarse por las mañanas, ir al colegio, o
bañarse; luego se pasa el día tirado en la cama haciendo sonar sus cadenas. No tiene amigos. Si alguien
se dirige a él, se angustia. Intenta mantenerse siempre separado del Otro.

Yo entiendo el estatuto de este objeto como un objeto voz en lo real, un objeto cuya función es la de
revelar la verdad del objeto (a, de la madre), como dice Lacan en "Dos notas sobre el niño". Lo entiendo
como un objeto condensador de goce, o sea que (como aclara Margarita Álvarez, en su mail del 20 de
setiembre[Mensaje 149]) permite almacenar el goce sobrante. Creo que es posible ver en este caso
cómo la pulsión se cierra sobre sí misma, sin pasar por el A.

Me parece además que permite un abrochamiento, un punto decapiton. Algo puede fijarse así también a
nivel del significante.

Creo que mi intervención al cortarle la sesión (a la que me referí en su momento [Mensaje 95], o sea,
al decirle que, como hoy no habla, vuelva mañana nuevamente; debo además aclarar que yo sabía que
eso lo iba a incomodar tremendamente porque él quería nada), viene a decir no al goce. Gerardo, tú has
dicho que crees que es una interpretación-traducción, o sea: "No se trata de tiempo sino de palabras";
bien, eso también puede ser cierto, pero se podría también decir: "No se trata de ruido, sino de
palabras", haciendo un intento de producir un pasaje de lo real a lo simbólico.
Han pasado 5 años desde que este adolescente llegara al tratamiento; hoy es su madre la que está en
análisis conmigo. Hace un par de años, en el curso de su análisis, él comenzó a hacer un síntoma de tipo
obsesivo: tuvo el pensamiento de que los nazis estuvieron acertados en el Holocausto – este niño es
judío. Comenzaron entonces los ritos; por ejemplo, si no se iba a agachar dos veces antes de ir a dormir,
podría sucederle algo terrible; a veces debía dar un paso para atrás al entrar en mi consulta – por la
misma razón. Los padres recurrieron a una psiquiatra y ésta le medicó antidepresivos en altas dosis para
tratar la obsesión. Yo, por mi parte, la alerté contra lo que pensé que podría ser un riesgo, ya que
pensaba que era un buen síntoma. Los medicamentos no afectaron la obsesión; él comenzó a estudiar en
el colegio, a interesarse en política y a entablar ciertas relaciones con otros chicos. Sigue con sus ritos
obsesivos, pero éstos no lo afectan sobremanera en su cotidianeidad.

Entonces, ¿qué diagnóstico? ¿Autismo? ¿Psicosis no desencadenada? ¿Arcachon?

Quisiera pedirle a Céline Menghi si puede aclarar un poco eso de "Tampoco quiero avanzar demasiado en
la transferencia, no queriendo provocar una erotomanía" (en su carta a José Ioskyn).[31] Sabemos que
debemos ser muy cuidadosos en el tratamiento de la psicosis, que la transferencia que se desarrolla es
de tipo persecutorio o erotomaníaco, que debemos maniobrar continuamente, pero no comprendo eso de
"no querer avanzar en la transferencia". Me gustaría que me lo aclares.

[Mensajes 168, 169, 170, 171, 175]

26 de setiembre de 2000

31-Es un error: se refiere al mensaje 152, de José Ioskyn; cf. los mensajes 168 y 170.

Mensaje 168 - Céline Menghi

[Mensajes 167]

A Diana Wajnman,

No he hallado en mi intervención [Mensaje 151] la frase que usted señala entre comillas. Lo que
frenaba no era la transferencia sino que, a partir de la transferencia (o sea, de una posición de escucha
del psicótico y no de SsS o de deseo), intentaba reducir un momento maníaco.

26 de setiembre de 2000

Mensaje 169 - Gerardo Arenas

[Mensajes 167]

Queridos amigos,

Diana Wajnman nos ha enviado un interesante aporte clínico para pensar la cuestión de la interpretación
en las psicosis. Quisiera comentar algunas cosas que me ha suscitado el segundo caso que planteó.

En ese segundo caso, Diana no está de acuerdo conmigo en cuanto a la estructura de la interpretación.
Yo dije [130] que era una interpretación-traducción, por más que fuera efectuada por medio de un corte:
"No se trata de tiempo sino de palabras". Diana dice que su intervención al cortar la sesión (al decirle
que, como hoy no habla, vuelva mañana) dice no al goce, y afirma que se podría decir también: "No se
trata de ruido, sino de palabras", intentando producir un pasaje de lo real a lo simbólico.

Yo creo que este niño habla por medio de su cadena; el ruido que con ésta realiza cumple la función de
una demanda, como se deduce de lo que señala Diana en la ampliación del caso. Y la analista da un
sentido a esa demanda, sin responder a ella.

"Yo sólo puedo hablar si me hablan, no tengo cosas solo. Es difícil encontrar la primera palabra". Como
subraya Diana, él no habla, pero hace sonar sus cadenas. Creo que le falta un S 1, y en su reemplazo
están las cadenas. ¿De qué S1 es suplencia esta cadena?

Diana considera la cadena como un objeto voz en lo real, que permite almacenar el goce sobrante, sin
pasar por el A; pero agrega que ella permite un abrochamiento, un punto de capiton. Algo puede fijarse
así también a nivel del significante.

A partir de esto – pienso yo, por el contrario –, el S1 faltante puede suponerse el Nombre-del-Padre (pues
opera en S2 comocapiton), y la cadena sería entonces una suplencia en sí y por sí. Ante la pregunta de
Diana por el diagnóstico, me inclino entonces por una psicosis no desencadenada.

Por último, el síntoma que Diana describe como obsesivo (surgido cuando este niño judío pensó que los
nazis estuvieron acertados en el Holocausto, y seguido por los rituales) es, efectivamente, un buen
síntoma. De todos modos, para demostrar que sea un síntoma obsesivo le faltarían algunos elementos.

[Mensaje 171]

27 de setiembre de 2000

Mensaje 170 - José Ioskyn

Respuesta a Diana Wajnman.

[Mensajes 167]

La frase acerca de la transferencia a la que hace alusión Diana Wajnman en su último mensaje,
corresponde al caso que le comuniqué a Céline en nuestra correspondencia personal[Mensaje 152], el
cual le pedí a Gerardo que retirase de la lista.[32] Dado que lo preguntas, trataré de todas maneras de
contestarte.

Quizá la expresión que utilicé y que mencionas no sea del todo afortunada. Me refería a que esta
analizante atravesaba en los últimos tiempos una fase depresiva muy pronunciada (ha sido diagnosticada
como bipolar), su angustia era difícil de sobrellevar, era una mixtura entre dolor moral y dolor físico,
durante la cual la significación preponderante era la de que vivir le resultaba intolerable. Pensaba
constantemente en la muerte, ella me preguntaba qué la detenía ante eso, y ella sola se contestaba que
sin duda su hijo era la barrera ante el pasaje al acto, el motivo para seguir adelante. La posibilidad de su
pasaje al acto motivó mi carta a Céline [Mensaje 150], ya que ella había hablado en una
comunicación [Mensaje 101] acerca del riesgo del pasaje al acto en la psicosis maníaco-depresiva, y
esta mujer, que en su fase maníaca parecía eufórica y "loca" para sus allegados, estando medicada y
aparentemente "estable" – quizás un poquito por debajo de la excitación que ella considera indispensable
para vivir con cierto goce "necesario" – caía en una profunda depresión que comenzaba a mostrarse más
riesgosa que su fase de euforia, o por lo menos con otro tipo de riesgo. Ciertamente, la cercanía a
encarnar el objeto era muy grande, y había que pensar cómo sacarla a flote.

En ese contexto, el tipo de intervención que Céline proponía[Mensaje 151], soportando la angustia
como intervención privilegiada, parecía lo mejor. Pero, dado que la paciente nunca había hecho
manifestaciones ostensibles con respecto a la transferencia, consideré que debía tener un resguardo con
respecto a mi posición, sin renunciar a prestarme a encarnar este soporte, pero regulando este aspecto
puesto que lo que a ella le sucedía con la transferencia era una caja negra, y el analista que había hecho
la derivación me había transmitido una observación fuerte en este sentido acerca de la única entrevista
que habían mantenido. La experiencia indica que es muy difícil volver a encarrilar el tratamiento luego de
haberse producido una erotomanía. Ése era el significado de la frase.

Espero haber respondido tu inquietud.

[Mensaje 174]

28 de setiembre de 2000

32-Véase el mensaje 150, nota 28.

Mensaje 171 - Diana Wajnman

[Mensajes 169]

Gerardo,

¿Pensás las cadenas como un significante en lo real que viene a ocupar el lugar de otro significante? ¿Se
trata entonces de una especie de metáfora, aunque en vez de un significante – simbólico – por otro del
mismo tipo, la sustitución se daría en lo real? ¿O tal vez lo pensás como un signo?

Estoy de acuerdo con que las cadenas son una suplencia.

Decís: "El S1 faltante puede suponerse el Nombre-del-Padre". ¿Podrías aclararme un poco esto?

Me parece interesante tu opinión de que lo que falta es un S1 y no un S2. Yo lo pensaba más bien al
contrario; me gustaría que te explayaras un poco más.

En cuanto al "síntoma obsesivo", dije "a la manera de un síntoma obsesivo" [Mensaje 167]: no se me
ocurre que la estructura del síntoma sea la de la neurosis obsesiva.

No seguí atendiendo a este chico. Una vez me encontré con él de casualidad en la calle y se dirigió a mí
(situación que en el pasado lo angustiaba sobremanera – vive a unos metros de mi consultorio); me
saludó y me dijo que algún día me llamaría para solicitarme una cita. Le dije que con mucho gusto; no lo
hizo, pero él sabe que puede hacerlo.

[Mensaje 175]

28 de setiembre de 2000

Mensaje 172 - Jorge Moreno

Acuerdos y desacuerdos.

[Mensajes 141]

Estimado Gerardo,
Recién hoy leo tus acuerdos y desacuerdos conmigo, y me siento confundido. Lo que decís y las citas que
hacés parecen decir lo mismo que digo – que, por ser indefinible el sentido común y tener el Nombre-del-
Padre el carácter de agujero, lo contrario, el delirio, es igual de indefinible y no sería posible darle un
estatuto particular.

Lo que le daría al discurso el carácter de delirio sería la falta de coherencia con algo por fuera de ese
discurso y que le da sustento, y que en su búsqueda Lacan llamó Nombre-del-Padre y del que no por
casualidad nunca habló directamente sino por alusión.

En cuanto al fin de análisis del psicótico, sería por estructura improbable, si tenemos en cuenta que el
mismo consistiría en la destitución o barradura del Otro, que no es tal sino otro en la psicosis por la
forclusión del Nombre-del-Padre.

Dicho simplemente, no se puede estar de vuelta sin haber ido.

Por último, me parece confuso tu comentario: "Estoy de acuerdo en que el delirio por sí solo no lleva a
ninguna estabilización, pero precisamente el delirio tiene una estructura metonímica. Sólo la producción
de una metáfora delirante es capaz de localizar el goce en el psicótico y darle una posición en relación
con el Otro".

El delirio puede ser metonimia o metáfora, no ambas; creo que siempre es metáfora en razón de ser
restitutivo de la falta en ser que provoca el desencadenamiento psicótico.

[Mensaje 176]

29 de setiembre de 2000

Mensaje 173 - Regina Weinschenck

[Mensajes 129]

Querido Gerardo,

Para seguir elaborando en nuestro debate, me extiendo en este mensaje para decir mejor algunos puntos
que quedaron como pregunta. Agradezco las preguntas y la traducción, leyéndolas como la atención que
usted viene dando a esta lista donde promueve algo nuevo y dinámico.

Vamos a nuestro debate:

1. Digo reconocer distintos principios al pensar la interpretación para las clínicas de la neurosis y la
psicosis en cuanto tenemos para el analizante diferentes denominaciones, lo que indica diferentes
perspectivas en cuanto al entendimiento del hablante, frente al uso del lenguaje. Pienso que para que
estas distinciones sean operativas, no deben tener valor de verdad – lo que llamé académico. ¿Ellas
crean categorías, figuras sobre fondo? ¿Cuál es el sentido de estas nomenclaturas de la patología? ¿Una
cuestión de método? Sí, esto es necesario para pensar la clínica; empero, nuestra praxis sufre con el
tiempo. ¿Cuál es la perspectiva del psicoanálisis sin la investigación de nuestra materia prima y sus
nuevos ropajes? Como dije en mi primer mensaje [Mensaje 86], "más allá de mi deseo, ahí está él –
sinthome". Y entonces, del "cómo hacer" [Mensaje 77] que sin duda nos preocupa, quise enfatizar no
la vertiente del método pero sí, aprovechando la compañía de esta lista, re-formular la pregunta frente a
un sintagma que me parece paradojal: interpretación y psicosis.

De allí la referencia a la frase del lógico Newton da Costa[Mensaje 86]. Si la interpretación es la propia
hechura del deseo, como decía Lacan, entonces pregunto: ¿De qué deseo se trata en la clínica,
especialmente la llamada clínica de las psicosis? Agradeceré su colaboración para esta cuestión.

2. Gerardo, dices que sólo el discurso analítico puede responder por la naturaleza de la intención y que la
naturaleza de las intenciones del Otro es sexual. Disiento. Pienso que la erotomanía es una cuestión del
amor y no del Otro. A través del Otro, lo Real hace Síntoma. No pienso que haya intencionalidad en el
Síntoma. Deviene un sinthome. Él está allí del modo en que está, es con esto que nos topamos en la
clínica. ¿Será que podemos pensar que un hablante que no alcanza su decir, generaliza el Amor, busca
en todo el signo del amor que lo devuelva a la posibilidad de ser del habla, parlêtre? ¿Tener con lo
simbólico un ancla para su ex-sistencia? El amor apunta al ser y en el amor, como nos dice Lacan
en Encore, tenemos Uno más aigual a tres. El arte de Joyce busca en la escritura este lugar de existencia,
y vale la pena leer lo que dice Antonin Artaud en su libro Van Gogh, le suicidé de la société (Gallimard,
1990).

3. Identidad-sintaxis-clínica de la metáfora & diferencia-semántica-clínica borromea.


De un lado tenemos, con la lógica del todo/no-todo, la negación y sustitución correlativa de la
universalidad de la función fálica o del pre-supuesto de la significación como efecto del NP.

Por falta del NP, se denomina la psicosis o La mujer, el empuje a la mujer, la metáfora delirante, el goce
del Otro. Creo que estas denominaciones responden al mismo principio, a la investigación del je y
del moi, a la teoría del sujeto lacaniana. Por otro lado, o en un segundo tiempo de Lacan, el principio
para denominar la significación del hablante no se encuentra apenas en la ausencia o presencia del NP,
pero sí por la forma de lo que viene a escribirse en la hoja en blanco del "no hay relación sexual".
Perspectiva que privilegia el valor semántico de la construcción del habla, de los signos del amor, donde
se reconoce que "la actividad pulsional prosigue bajo las apariencias de la pasividad, movilizando al Otro,
para hacerse... por el Otro" (Miller, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, [pág. 371]). Experiencia
que Joyce posibilita a Lacan formular y proponer en su Nota italiana de 1974 (en Uno por Uno, 17, abril
de 1991 [pág. 18]): "Todo debe girar en torno de escritos por aparecer".

4. Céline: como Gerardo [Mensaje 153], insisto en que el acto analítico está siempre al trabajar la
relación del sujeto con la pulsión pero más allá de la estructura, cualquiera sea, pues como dice Roberto
Mazzuca [Mensaje 147], el efecto de estabilización y fijación no se reduce al registro del significado sino
que también abarca al del goce.

Por allí, me agrego a su cuestionamiento sobre el condensador de goce [Mensaje 148], al preguntar si
podemos entender que la vertiente privilegiada de a sería exactamente la de des-condensar el goce, pues
él es efecto de una acción del sujeto construyendo su lengua de lalengua. Así, como elemento pivot de la
toma de la palabra por parte de un sujeto, ¿no sería el a la cifra del lazo del sujeto con su Dasein?

28 de setiembre de 2000

Mensaje 174 - Diana Wajnman

[Mensajes 170]

José Ioskyn,

Agradezco tu respuesta. Estoy de acuerdo contigo en que es muy difícil "encarrilar el tratamiento luego
de haberse producido una erotomanía". Recuerdo que hace unos años un paciente psicótico (que hasta
ese momento parecía estar estabilizado) me dijo, al final de la sesión, que no me iba a pagar porque era
yo la que quería atenderlo. Me di cuenta entonces de que se estaba desplegando una transferencia
erotomaníaca; intenté maniobrar, sólo le dije "Usted debe pagar" – o sea, hice una interpretación-
traducción, al decirle que no es por amor que lo trataba. Yo sabía que ése era un signo de un
desencadenamiento psicótico. Hice otro intento: para la próxima sesión lo cité en un consultorio en donde
yo atendía entonces con otros colegas (y no en mi consultorio particular), pero ya era tarde, y fue
necesaria la hospitalización.

2 de octubre de 2000

Mensaje 175 - Gerardo Arenas


Otras respuestas a Diana.

[Mensajes 171]

Querida Diana,

Con respecto al caso planteado, efectivamente pienso el ruido de las cadenas como un significante que
viene a ocupar el lugar de otro significante, y se trata entonces de la misma especie de metáfora que la
llamada "metáfora paterna", donde NP viene a sustituir un significante que falta (DM = F). En tal sentido,
el ruido de las cadenas es una suplencia.

Trataré de ser más explícito. Mi razonamiento es el siguiente:

1. El ruido de las cadenas funciona como demanda para el Otro (se deduce de la respuesta "enloquecida"
de la madre).

2. Por lo tanto, se trata de un significante.

3. El sujeto dice: "Sólo puedo hablar si me hablan, no tengo cosas solo. Es difícil encontrar la primera
palabra".

4. Entonces, el problema está a nivel del S1.

5. No habla, pero hace sonar sus cadenas.

6. Por lo tanto, en reemplazo del S1 están las cadenas sonoras. ¿De qué S1 es suplencia este sonido?

7. Tú dices [Mensaje 167] (y concuerdo) que las cadenas permiten "un punto de capiton. Algo puede
fijarse así también a nivel del significante".

8. Entonces, deduzco que el ruido de las cadenas es un S1 que opera como S2 (al igual que el NP).

El NP es precisamente un S1 (por definición: es un significante que comanda el goce, que no hace cadena
pero está al principio de todas las cadenas, y a partir del cual toma sentido todo el decir del sujeto) pero
opera como S2 (primer tiempo de la metáfora: DM/x; segundo tiempo: NP/DM).

Y aclaro: me refiero al "ruido de las cadenas" y no a las "cadenas" en sí. La cuestión para este sujeto es
que las cadenas puedan sonar.

5 de octubre de 2000

Mensaje 176 - Gerardo Arenas

Respuestas a Jorge Moreno.

[Mensajes 172]

Querido Jorge,

Yo no he dicho que fuese indefinible el sentido común. Por el contrario, hice referencia al discurso que
explícitamente lo define en la Enciclopedia de las Luces [Mensaje 141]. Y allí "sentido común" significa
particularmente "no delirante".
Tampoco dije que el Nombre-del-Padre tenga el carácter de agujero, ni que lo contrario sea el delirio.

Con respecto a que "lo que le daría al discurso el carácter de delirio sería la falta de coherencia con algo
por fuera de ese discurso y que le da sustento, y que ... Lacan llamó Nombre-del-Padre", yo creo que la
teoría de la forclusión generalizada implica que todo el mundo delira, y la cuestión es saber con qué;
algunos deliran con el NP y otros no; no es asunto de coherencia, en mi opinión.

No estoy de acuerdo con que el fin de análisis del psicótico sea "por estructura improbable". No lo estoy
en general y tampoco particularmente en relación al argumento de que "el mismo consistiría en la
barradura del Otro": (1) la barradura del Otro es estructural; no hace falta el análisis para producirla;
(2) aun si así fuera, no creo que se deba pensar del mismo modo el final de análisis en las diferentes
estructuras.

Con respecto a que "no se puede estar de vuelta sin haber ido", creo que eso no es así para el
psicoanálisis – en general –, debido a la lógica del significante; en particular, no creo que Joyce – por
ejemplo – llegara a ser desabonado del inconsciente por haber estado abonado antes.

Con respecto a mi comentario [Mensaje 141], donde dije que "el delirio por sí solo no lleva a ninguna
estabilización, pero [...] tiene una estructura metonímica. Sólo la producción de una metáfora delirante
es capaz de localizar el goce en el psicótico y darle una posición en relación con el Otro", y tu respuesta
("el delirio puede ser metonimia o metáfora, no ambas; creo que siempre es metáfora en razón de ser
restitutivo de la falta en ser que provoca el desencadenamiento psicótico"), tampoco estoy de acuerdo:
1) no hay oposición estructural entre metáfora y metonimia; 2) si restituyese la falta en ser, sería pura
metonimia (no metáfora) y nos daría la estructura del deseo (metonimia de la falta en ser); 3) la
estructura del significante en lo real (que se conserva en el delirio, tal como lo presentifica la ruptura de
la significación) es responsable del carácter puramente metonímico que adquiere la cadena significante a
la salida de la perplejidad, como creo haberlo demostrado en otro lugar;[33] 4) hay momentos del
desarrollo del delirio que, por el contrario, tienen estructura metafórica, y en ellos se comprueba que esa
metáfora localiza el goce y posiciona al sujeto en relación al Otro como tal (por ejemplo, la reconciliación
de Schreber con la emasculación a fin de engendrar una nueva raza).

5 de octubre de 2000

33-Estructura lógica de la interpretación (Buenos Aires, Atuel, 1998) cap. X, especialmente pág 132.

Mensaje 177 - Céline Menghi

[Mensajes 166]

Queridos amigos de Interpsicosis,

Disculpen mi silencio. Quiero agradecer a todos y a Gerardo especialmente por esta oportunidad de
trabajo que el debate nos ha ofrecido. Esperando el año nuevo para recomenzar el debate, saludos a
todos y buen trabajo.

9 de octubre de 2000

Mensaje 178 - Leonardo Leibson

[Mensajes 166]
En oportunidad de la conclusión parcial de este debate, quiero agradecer nuevamente a Gerardo por
haberlo iniciado y promovido, y a todos los que han participado de él. Me ha ayudado a pensar muchas
cosas en relación a la clínica con psicóticos y a la práctica actual del psicoanálisis.

9 de octubre de 2000

Mensaje 179 - Gloria Aksman

[Mensajes 166]

Me sumo a los agradecimientos por el fecundo debate promovido por Gerardo Arenas. Nos estamos
encontrando el año que viene.

9 de octubre de 2000

Mensaje 180 - Gerardo Arenas

Cierre del debate hasta el año próximo.

Queridos amigos de Interpsicosis,

Ya han transcurrido 11 semanas desde que lancé este debate y, como lo anuncié hace unos
días [Mensaje 166], llega el momento de concluir... por ahora.

La lista permanecerá abierta, y les sugiero no darse de baja de la misma. Recibirán, por este medio,
tanto el archivo con el debate completo como la invitación a la reapertura del debate el año próximo.

Pueden también invitar a otras personas a suscribirse a la lista, enviando un mensaje vacío
a: interpsicosis-alta@eListas.net. La página de Internet quedará abierta, de modo que podrán consultar
allí todos los mensajes individuales.

Finalmente quiero agradecer a todos los participantes del debate por sus diversos aportes. He aprendido
muchas cosas en este tiempo, y eso se lo debo al estímulo que esos aportes han significado. Un cordial
saludo para todos.

9 de octubre de 2000

Potrebbero piacerti anche