Sei sulla pagina 1di 17

España es uno de los paladines

de la Contrarreforma. Los jesuitas

españoles luchan en Trento para defender la indiscutibilidad del dogma

y la primacía absoluta de los asuntos espirituales sobre los materiales,

y por otra parte la acción de la Inquisición velará porque así sea. El

poder de la Iglesia será tremendo y dada la unidad española y su expansión

americana tendrá mayores consecuencias que en la dividida Italia. Esto

explica las más notorias características de nuestro barroco: la primera

es que la temática plástica tendrá un definido carácter religioso; la

segunda es que el arte, al igual que en Roma, será utilizado como argumento

convincente del poder católico. También aquí, y con gran éxito, el arte

se dirigirá antes a la sensación que a la razón.

Pero además de esto hay otras singularidades que deben citarse como

características diferenciales de otros barrocos, especialmente su gran

originalidad, pues quizás desde lo mudéjar no había alcanzado España una

tan clara definición de su propio yo, como lo hizo en los siglos XVII

y XVIII.

1
Nunca un estilo alcanzó tan hondas y prolongadas resonancias en la

plástica

popular. El

barroco español

es una poderosa

mezcla de

ornamentación y

sobriedad:

junto a los más

dislocados

asuntos

arquitectónicos encontramos amplios paramentos lisos que no osan

curvarse o quebrarse. En el siglo XVIII la ornamentación es tan abundante

y complicada como el rococó alemán; pero las diferencias son notables.

Mientras que el primero resulta elegante y femenino, el barroco hispano

es siempre emotivo y alucinado.

2
Otra característica es la pobreza de los materiales. El siglo XVII,

con su brillo, oculta en España una economía débil. El oro de América,

mal empleado, no ha hecho sino precipitar las cosas. Pero no se quería

renunciar al papel de gran potencia que asumió en el siglo XVI, no lo

quería ni el rey ni la Iglesia, cada uno por diversas razones, aunque

obvias, todas ellas. Por eso se levantan magníficas iglesias y grandes

palacios pero el ladrillo es mucho más frecuente que la piedra y el mármol.

El barroco español, tras la época de oficial austeridad del

Escorial, parecerá dispararse a modo de riquísimos fuegos de artificio

en mil innovaciones llenas de fantasía creadora. La última característica

que señalamos es su enorme variedad, ya que casi cada autor es un estilo

distinto. Ello hace difícil, y a veces imposible, una clara agrupación

por escuelas.

En arquitectura, el barroco español mantendrá los esquemas

fundamentales del edificio, sobre los que diseñará toda la fantasía

ornamental. Sin embargo no se atreverá a modificar sustancialmente las

plantas, como lo hicieron los italianos; de este modo los espacios

3
internos no se dislocan excesivamente y mantienen una unidad

relativamente clásica.

En la arquitectura aparece un repertorio de infinitas curvas.

Elipses, hipérbolas, cicloides, sinusoides, hélices, sustituyen al

perfecto equilibrio del medio punto romano. Ahora las columnas se ciñen

de fajas o se retuercen en hélices salomónicas, los frontones son curvos

y mixtilíneos. Los muros pierden el sentido plano y se curvan a la búsqueda

de mil quebradas perspectivas y efectos luminosos. Finalmente, la

tradicional planta rectangular, heredada de la escultura greco-latina,

cesa en su lógica cartesiana para dar paso a plantas elípticas, circulares

y mixtas.

4
Ahora será la arquitectura

quien gobierne la dirección

plástica. Escultura y

pintura se acogerán a ella,

y se llega a una verdadera

simbiosis de las artes. No sólo la

pintura, sino también la

escultura, se aunarán para

formar con la arquitectura un

todo magnífico en el que la

percepción visual no sabrá distinguir dónde empieza lo uno y dónde termina

lo otro. La cúpula, uno de los máximos logros renacentistas, seguirá

utilizándose en su apariencia externa, pero en su interior se verá

aniquilada, como superficie semiesférica pura, por el torbellino de

figuras que parecen ascender al infinito. La pintura al fresco cobra así

un nuevo empuje que logra sacarla del humilde lugar al que le había

relegado la pintura de caballete del Cinquecento. También así, toda suerte

de estucos y dorados crearán una ilusión nueva en la cual cada una de

5
las artes vendrá a confundirse, subvertirse e integrarse en una nueva

dimensión. La arquitectura ocultará las estructuras fundamentales

mediante enlucidos, relieves, ilógicos soportes, quebrando las cubiertas

con fingidos cielos, la escultura fingirá transparencias etéreas, más

propias de la pintura, y la pintura imitará sólidas arquitecturas. Así

se creará el riquísimo y peculiar nuevo lenguaje que caracterizará al

barroco.

DEFINICIÓN DE ROCOCÓ

Barroco y Rococó son los estilos artísticos que predominan en el

espacio final del período históricamente denominado Antiguo Régimen. Al

establecer esa relación ponemos el acento en una concepción de la historia

del Arte que raya más allá del enfoque formalista o simplemente

culturalista. Durante mucho tiempo el rococó venía estudiándose como la

exacerbación del barroco, como el epílogo de tal estilo. Sin embargo en

la actualidad ha ganado autonomía, realizando un progreso equiparable al

6
efectuado por el Manierismo. Testimonio de esta nueva perspectiva fue

la Exposición que en 1958 organizó el Consejo de Europa en Munich bajo

el lema de "La época del Rococó".

El Barroco era un arte que presentaba dos direcciones bien marcadas,

una al servicio de las cortes católicas y otra en función de una sociedad

protestante y burguesa; el Rococó dejará de ser un arte regio para ser

preferido por la aristocracia y la alta clase media, amantes de un estilo

mundano, atractivo, íntimo y delicado. El nuevo gusto, a mitad de camino

entre aquel barroco cortesano y el prerromanticismo burgués, encontrará

en el rococó el necesario estilo-puente que conduzca a una posición

alejada de los lenguajes formales barrocos y en mayor grado del

Renacimiento.

7
Al canon versallesco dominado por LUIS XIV Y LE BRUN es decir, al

imperio de los gustos regios y la academia sustituyen las nuevas

preferencias que caracterizan los estilos de la Regencia y el Rococó;

ambos dejan extinguirse los ideales varoniles y heroicos de Luis XIV

(1661-1715) frente a la nobleza principesca y su pasada influencia. La

élite intelectual y artística gusta de reunirse en los salones dirigidos

por damas (POMPADOUR, DU BARRY) o en círculos privados; los temas

artísticos varían igualmente, siendo preferidos las "fêtes galantes",

aventuras amorosas, rigodones, minués, fiestas campestres, mientras se

8
recobran las simpatías por Venus y el Amor siempre en alegre tono de

sociedad.

Desde el punto de vista formal, lo más característico del estilo

rococó es la utilización de un tipo de decoración con forma mixta de

palmeta y concha (rocaille y coquille que darán origen al término rococó),

rocalla, de gran aceptación para ornamentar interiores y grandes lienzos

de paredes, o bien en puntos de sutura de dos elementos espaciales

distintos. Semeja una concha de trazado irregular y asimétrico cuyo borde

se enrolla en torno a una escena bucólica o un espejo.

El estilo LUIS XV (1715-1774), rococó pleno, había estado, pues,

preparado por la tradición barroca anterior, se consolidará en los años

centrales del siglo y a partir de Francia se difundirá hacia los reinos

germánicos pero sobre todo en Baviera y en Austria.

9
LA ARQUITECTURA ROCOCÓ

Principales características:

El rococó impone la acumulación de elementos decorativos barrocos

(líneas ondulantes, elementos irregulares, etc.), pero traduciendo una

nueva sensibilidad y un nuevo talante que resume los deseos de galantería,

ironía e interés por cosas pequeñas de la época.

- En los edificios permanece un trazado externo simple, sin embargo,

en el interior la decoración se desborda.

- El palacio urbano, en el que se pretende disfrutar de una cómoda

intimidad, sustituirá al edificio pensado para resaltar un esplendor

público y oficial, propio de la época inmediatamente anterior.

- Alcanza mucha difusión el gusto chino -chinoiseries- que había

entrado en Europa con las piezas de porcelana, telas o lacas, y que

decorará los salones occidentales con sus temas más representativos

(faisanes, puentes, comerciantes de porcelanas, paisajes con

10
pabellones, entre otros).

Arquitectura rococó en España

En España el advenimiento de la dinastía borbónica trajo como

resultado la interrupción de la tradicional manera barroca y la adopción

del gusto francés con cuantiosas influencias italianas. El rococó español

encontró un terreno abonado por la herencia de los CHURRIGUERA, C. RUDOLF

y otros de gusto semejante, que se refleja particularmente en el interior

de !os palacios barrocos que se construyen en esta época, por ejemplo

el Salón Gasparini del Palacio Real de Madrid.

CHURRIGUERESCO EN ESPAÑA

En España, el Barroco, especialmente en lo arquitectónico, recibió

el nombre de estilo "Churrigueresco". Este estilo predominó en el siglo

XVII hasta el siglo XVIII. Su más exacta denominación es la de barroco

español, pero el renombre adquirido por José Churriguera dio origen a

11
la atribución antes citada.

El churriguerismo no es más que la fase final de una evolución, de

cuyas exageraciones no fue responsable aquel gran arquitecto.

El barroco

español surgió del

arte borrominesco

(Borromini), a través

de Crecenzi, como una

reacción contra el

arte herreriano e

italianizante, y como

un renacimiento del Plateresco, ahogado en flor por aquellas tendencias.

Los más

12
caracterizados artistas fueron: Alonso Cano, en la Catedral e Iglesia

de la Magdalena en Granada; su discípulo Sebastián Herrera Barnuevo, en

la capilla de San Isidro, aneja a la Iglesia de San Andrés en Madrid;

José Jiménez Donoso, en la portada de la Iglesia de San Luis, hoy

trasladada a la del Carmen y en el patio del Colegio de Santo Tomás, también

en la capital, donde asimismo trabajaron José Jerónimo y Nicolás

Churriguera. Pero el verdadero representante del churriguerismo, en su

forma más exaltada, es Pedro Ribera, autor de la Iglesia de Montserrat,

de la Fachada del Hospicio y de otras obras, muchas de ellas desaparecidas

como consecuencia de la modernización de Madrid, aunque subsiste el

13
magnífico puente de Toledo. Antonio Narciso Tomé e hijo, merecen especial

mención porque el primero proyectó, construyó y modificó el último y

famoso "Transparente de la Catedral de Toledo", alarde de fantasía y

ejecución, que rompe la severa majestad de tan admirable templo. Otros

artistas trabajaron aún en esta corriente,

como Bada, que en el trascoro de la catedral granadina llevó la agitación

ornamental a un grado elevadísimo, todavía acentuada hasta el paroxismo

en la sacristía de la Cartuja, de la misma ciudad, por Fray Manuel Vázquez.

Estos datos demuestran que tan interesante estilo es, en su iniciación,

anterior a Churriguera, y en su mayor exaltación, ulterior.

El Churriguerismo, desprovisto muchas veces de la sólida base

constructiva y falto de un intérprete genial que le diera alientos y

espíritu verdaderamente innovador, representa tan sólo la penosa

renovación de la perdida tradición plateresca, en un sentido puramente

externo, de simple forma, y viene a ser en la historia de la arquitectura

española lo que es el gongorismo en lo literario. No obstante, no debe

ser despreciado ni desconocido, pues sus obras más discretas serán siempre

14
estimables.

JOSÉ CHURRIGUERA

Arquitecto y escultor nacido en 1665 y fallecido en 1725, que según

algunos modernos, dio su nombre al estilo llamado churriguerismo o

churrigueresco, del que fue uno de los más discretos intérpretes. Sus

primeras obras en Salamanca, fueron la terminación de la torre y la

sacristía de la catedral, donde procuró hermanar en la decoración los

elementos góticos con los platerescos y barrocos. Adquirió gran

popularidad con la pasajera construcción del catafalco elevado en Madrid

para las honras fúnebres de la reina MªLuisa de Orleans, primera esposa

de Carlos II (1689), y este éxito abrió amplio cauce al nuevo estilo,

en el que olvidando las cualidades de sus obras de Salamanca, se abusó

-más por sus discípulos que por él- de los relieves, guirnaldas,

quebrantamiento de líneas etc. Obras suyas son también las puertas de la

Academia de San Fernando, muy reparadas posteriormente; la Iglesia de

15
San Cayetano, en Madrid, y las Casas Consistoriales, en la Plaza Mayor

de Salamanca. Churriguera creó escuela; sus mejores discípulos fueron sus

hijos, Jerónimo, Nicolás y Andrés, Jerónimo García de Quiñones, Pedro

Ribera y Narciso Tomé.

16
17

Potrebbero piacerti anche