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De su propio peculio financió escuelas, hospitales, templos y nuevas doctrinas. Todo lo regalaba y vivía en
gran austeridad y pobreza. He aquí una breve reseña de los lugares que visitó Santo Toribio en cada uno de
sus cuatro viajes pastorales:
1er. viaje (1584-1590): abarca toda la Sierra del Norte peruano, desde Lima hasta Cajamarca, y el Oriente
montañoso de Chachapoyas y Moyobamba. Llegó a los poblados de Pativilca, Cajacay, Huaraz, Recuay, Pallasca,
Conchucos, Cajamarca, Chachapoyas, Huacrachuco, Huánuco, Conchamarca, Sicaya, Huarochirí, San Damián,
Cajatambo, Checras.
2do. viaje (1593-1599):
1ra. etapa (1593-1597): se inicia el 4 de abril de 1593 en Carabayllo y sigue hacia el norte por Aucallama, la costa
de Ancash, Trujillo, Chiclayo y Lambayeque, hallándose en Chachapoyas para la Semana Santa de 1597.
2da. etapa (1598-1599): luego de regresar por el mismo recorrido, dedica dos años a visitar las zonas adyacentes a
Lima y el Callao, como los valles de Mala, Cañete, Chincha e Ica.
3er. viaje (1601-1604): visita Junín y Huánuco, considerables partes de Lima e Ica, y regresa por Cajatambo y
Chancay a Lima.
4to. viaje (1605): por los arenales del norte, llega a Barranca, y remontando el río Pativilca llega a Cajatambo, la
zona de Huaylas, baja a la costa por Casma y sube por el litoral a los valles de Pacasmayo y Chiclayo. El 11 de
marzo lo encontramos en Motupe, y decide quedarse en la villa de Zaña para celebrar la Semana Santa. Pero ya
agotado por los agotadores trabajos de su vida evangelizadora y padeciendo intensas fiebres, fallece el Jueves
Santo, 23 de marzo de 1605.
El mismo Santo Toribio relata de manera resumida sus propias experiencias, en una carta al Papa Clemente
VIII, fechada en 1598: «He visitado por su persona cuando todavía habría de recorrer muchísimas leguas no
incluidas en este recuento [...] muchas y diversas veces el distrito, conociendo y apacentando mis ovejas,
corrigiendo y remediando lo que ha parecido convenir y predicando los domingos y fiestas a los indios y españoles,
a cada uno en su lengua y confirmando mucho número de gente [...] y andando y caminando más de cinco mil y
doscientas leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos y ríos, rompiendo por todas las dificultades y
careciendo a veces yo y mi familia de cama y comida; entrando a partes remotas de indios cristianos que, de
ordinario, traían guerras con los infieles, adonde ningún Prelado o Visitador había llegado».
A los 68 años Santo Toribio cayó enfermo en Pacasmayo (norte de Lima). Murió en Zaña el 23 de marzo de 1606. Y
luego de recibir la Unción de los enfermos, en Jueves Santo, día de su muerte, pide al prior agustino que tañese el
arpa y rezó: “A ti, Señor, me acojo…En tus manos encomiendo mi espíritu”. El “protector de los indígenas”, fue un
infatigable misionero y organizador de la Iglesia en nuestras tierras. Santo Toribio fue beatificado por el Papa
Inocencio IX en 1679 y canonizado por Benedicto XIII en 1726.