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En general, por lo que se refiere a la narración, me parece oportuno hacer incapié en la forma textual. El texto
de Mario de Andrade Macunaíma es un trabajo que conscientemente quiere huir de las clasificaciones. Los
elementos esenciales de un texto escrito se componen en Macunaíma de una forma que llama la atención
del lector de múltiples formas: lugar primario asume la oralidad del texto. Ésta se hace muy evidente a través
de recursos como la repetición de los sustantivos o del mismo sujeto en oraciones cercanas. Los periodos son
muy cortos, recurso que quiere acercar la narración escrita al habla, que normalmente se construye por
oraciones cooerdinadas y no subordinadas. Otro elemento interesante de tomar en cuenta y que se refiere
especialmente a la manera de narrar de Macunaíma, es que la manera de construir lo narrado se parece al
estilo de la fábula. Sin embargo, hay que acer una precisación acerca de esta afirmación: si el fraseo de este
texto hace recordar al lector la estructura de la fábula, no significa esto que Macunaíma automáticamente
tenga que asumirse como fábula moderna. ¿Qué es lo que tiene una fábula que nos hace definirla como tal?
Pensando en el ensayo de Benjamin, Storytelling, se puede decir que la fábula surge de la oralidad, como la
épica, surge de la suma de las narraciones, la suma de las experiencias, escuchadas y re-contadas, donde el
narrador se vuelve una voz que actúa de intermediario, generación tras generación. Esta manera de narrar se
distingue claramente del formato novela, donde la narración surge de la intimidad del síngolo. Me parece que
en el caso de Macunaíma la narración, sin ser forzadamente fábula, se acerca más a una colectividad que toma
voz y cuenta. El autor toma esas múltiples voces y las ensambla.