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UNIVERSIDAD TÉCNICA DE COTOPAXI

FACULTAD CIYA

MODERNIDAD Y MODERNIZACION.

OBJETIVO:

Análisis de la relación entre la modernización la globalización y su influencia en que se


sustentaron los diferentes cambios sociales y su impacto en la modernización.

INTRODUCCION.

La Modernidad es un periodo que principalmente antepone la razón sobre la religión. Se


crean instituciones estatales que buscan que el control social esté limitado por una
constitución y la vez se garantizan y protegen las libertades y derechos de todos como
ciudadanos. Surgen nuevas clases sociales que permiten la prosperidad de cierto grupo
poblacional y de la marginalidad de otro. Se industrializa la producción para aumentar la
productividad y su economía; y, finalmente, es una etapa de actualización y cambio
permanente.

La modernización es un proceso socio-económico de industrialización y tecnificación. A


diferencia de la modernidad o el modernismo es, un estado siempre futuro o por venir,
cuyo fin es llegar a la modernidad.

El desarrollo social deja a la vista nuevas realidades y nuevas formas de pensamiento para
interpretarlas y de esta forma lograr una explicación, es lo que hoy en día se le ha dado el
nombre de postmodernidad, es el cambio de pensamientos que sustituyó a los instituidos
en la modernidad, se han llegado a variadas interpretaciones de lo que pudo generar este
cambio de ideologías, pero en realidad si unimos todas las ideas tendremos una mejor
respuesta, ya que en las ciencias sociales, no es solo un acontecimiento el que genera un
cambio, sino todo un conjunto de condiciones, en este caso actuaron diversos
acontecimientos políticos, el desarrollo de las nuevas tecnologías y la preponderancia de
los medios de comunicación, entre muchos otros los cuales modificaron radicalmente la
opinión acerca de lo que era normal unos años atrás.

DESARROLLO.

En realidad la modernidad no es un conjunto de rasgos que caractericen única y


exclusivamente a la Europa y a aquellos otros que hayan seguido sus patrones de
desarrollo, sino una etapa en la evolución de la humanidad globalmente tomada. A la
Modernidad pertenecemos todos, aunque no todos ocupemos en ella el mismo lugar. La
comprensión de la Modernidad no en sentido desarrollista, sino como época en la
evolución de la humanidad, caracterizada, entre otras cosas, por la introducción y fomento
de una gran asimetría en los niveles de desarrollo económico y de bienestar social entre
diferentes partes de la humanidad, unida a la convicción sobre la imposibilidad de evitar
esta situación en los marcos del orden económico y político que ha impuesto la
Modernidad capitalista, lleva a la idea de la necesidad de una nueva etapa en la evolución
global, situada más allá de la Modernidad y asociada a un tipo de socialidad distinta.

El intento de procurar un marco conceptual para la noción de modernización se encuentra


claramente influenciado por el color ideológico y los instrumentos de análisis empleados
por quienes han estudiado este fenómeno. Además, modernización y modernidad se han
utilizado intercambiándolos con otros términos tales como el cambio social, evolución o
desarrollo.

Es preciso diferenciarlos y analizar las causas de esta grave confusión semántica y


conceptual, por aquel entonces, es adoptada por el vocabulario marxista y, en general,
revolucionario de la época. Por esta razón la idea de progreso tiene implicaciones políticas
de izquierda, que la palabra modernización está lejos de poseer.

La modernización en cambio, aparece en la segunda mitad del siglo actual en escritos de


algunos sociólogos americanos, a partir del momento en el cual el centro de la dominación
política y económica de occidente se desplaza de Europa a los Estados Unidos, y entra en
crisis el colonialismo.

Muchos sociólogos describen la modernización como el proceso contemporáneo del


cambio social. Pero desde la perspectiva histórica en la que el cambio social se define
habitualmente, todo cambio social podría denominarse modernización en la medida en
que se contraponga a una situación tradicional previa.

El concepto de modernidad, por su parte, caracteriza toda una época histórica, señalada
por el proceso de capitalización universal del planeta y la instauración y despliegue del
primer sistema mundial de relaciones sociales. Es una época que se corresponde con el
desarrollo explosivo de las fuerzas productivas, en la que este desarrollo se constituye en
el principal signo de progreso, el que a su vez es convertido en categoría central y
asumido como la direccionalidad indefectible de todo decurso histórico, de todo
movimiento del pasado al presente y del presente al futuro.

Es la época en que toda la humanidad se organiza, funciona e interactúa con la naturaleza


y consigo misma sobre la base de un núcleo estructural común: el estado-nación.

Muchos otros rasgos y atributos podrían compendiarse para calificar a la modernidad. Lo


que pretendo es, sobre todo, enfrentar esa visión de la Modernidad que la identifica
únicamente con los modelos euroccidentales de desarrollo y que utiliza como criterio de
inclusión o exclusión el mayor o menor apego a esos modelos.

Con el tiempo la modernidad se fue dividiendo en tres fases, la primera de ellas se da en


el siglo XVI hasta finales del XVIII, y es en esta donde se busca sobresalir por el
vocabulario o sus costumbres. La segunda fase se da en el siglo XIX y es aquí donde
surge el público moderno y empiezan a emerger las ideas de la “modernización y el
modernismo”. Y por último la tercera fase se origina en el siglo XX, donde se expande
por todo el mundo y se generan grandes avances en el pensamiento y en el arte.

El segundo concepto a tratar es el de “modernización”, término que fue adoptado en el


siglo XX debido a que su objetivo es que tanto los hombres como las mujeres se vuelvan
el sujeto y el objeto de dicha modernización, para que de esta manera logren cambiar al
mundo y puedan tener el poder sobre él, aspecto bastante favorable ya que su aporte fue
oportuno para lograr llevar a cabo los diferentes proyectos y facetas que nos llevaron a lo
que somos hoy en día.
El tercer término y el más extenso de todos es el “modernismo”. Quien lo notificó con
más fuerza en la literatura fue Roland Barthes y en las artes visuales Clement Greenberg.
Su objetivo es liberar a los artistas que están sometidos a la vida moderna y a su
adulteración. Existió una visión afirmativa del modernismo generada por diferentes
autores como McLuhan, Alloway, entre otros, en los años sesenta. Esto significaba que
se romperían las barreras entre el arte y diferentes actos y actividades. También es
conocido como el “posmodernismo”, el modernismo puro.

En los siglos XIX y XX se presentaron grandes avances que nos definen hoy en día, entre
ellos los avances tecnológicos que nos ayudaron a desarrollar cualquier tipo de actividad
y asimismo a entretenernos; la pintura, la escultura, el diseño tuvieron grandes progresos.
Sin embargo, el siglo donde más se originaron todo tipo de avances, progresos y
creaciones es el XX, el siglo brillantemente creativo, donde hubo grandes hallazgos y es
precisamente es allí donde se encuentra el comparación entre siglos frente al modernismo.
En el XIX los pensadores tenían como inspiración sus tenciones internas y su ironía hacia
sí mismos, mientras que el pensador del siglo XX era más abierto a nuevas experiencias
que los ayudaran en su pensamiento, pero trataban de salir de sí mismos para lograr de
esta manera generar nuevos pensamientos.

Cómo se origina la modernidad.

Rara vez los seres humanos percibimos la naturaleza de los momentos decisivos que
vivimos, casi siempre suelen pasar por nuestra conciencia como fenómenos cotidianos y
pasajeros, sin dejar huellas inmediatas salvo en la memoria. Uno de los tiempos estelares
en los que se llegó a alcanzar el conocimiento y la conciencia de las profundas
transformaciones en marcha fue en Occidente, en la segunda mitad del siglo XVIII. Estas
transformaciones estaban enraizadas en los cambios que habían venido produciéndose en
los dos siglos anteriores: el giro copernicano, la técnica que iba surgiendo, el
descubrimiento del globo terráqueo y de sus pueblos que vivían diferentes etapas de
evolución, finalmente la disolución del mundo estamental medieval por la acción de la
industria y el capital. Así, las transformaciones se produjeron en la esfera de la vida
material: la revolución industrial; en lo social: el surgimiento del "tercer estado"; en lo
político: los albores de la Revolución Francesa y en lo intelectual: la revolución de la
concepción de la historia.

A partir de entonces, se llegó a percibir y por ende usar el concepto de historia en singular
colectivo porque el nuevo tiempo implicaba una mirada diferente al pasado: todo el
pasado tiene la calidad de historia universal, el diagnóstico del nuevo tiempo y el análisis
de las edades- pasadas se corresponden el uno con el otro).

En este proceso, que simultáneamente es el de la producción de la subjetividad cual rasgo


propio del hombre, el horizonte de la historia brinda los parámetros necesarios para
avanzar en él. A ello contribuía la experiencia nueva del progresar y de la aceleración
histórica, así como el reconocimiento de la simultaneidad cronológica de desarrollos
históricos no simultáneos. Así, el concepto de progreso se acuñó cuando se trató de reunir
y resumir la riqueza cuantitativa y cualitativa de experiencias de los tres siglos
precedentes: Todas ellas remitían a la contemporaneidad de lo anacrónico o, al contrario,
al anacronismo de lo contemporáneo.

El problema de la historia universal residía en la desigualdad de las evoluciones en las


distintas partes constituyentes de la humanidad, la gran divergencia en su formación
intelectual y moral En los siglos XVIII y XIX europeos se reconoce que la humanidad
estaba viviendo, esto es: nuestro tiempo, sino nova aetas, o sea, el nuevo tiempo. Desde
sus comienzos, la modernidad fue presentada como la emancipación de la sociedad, tanto
por la vertiente burguesa como por la contraria: la crítica marxiana. La razón moderna
iba a liberar a la humanidad de la infelicidad. El conocimiento y la ciencia eran las claves
de la innovación permanente.

Dos nociones con lazos indisolubles. El Modernismo ha generado la modernidad literaria.


Para trabajar sobre dicha relación, el autor procede a definir cada término por separado.
El primero es un término general y amplio, que se vincula fuertemente con la aparición
de la burguesía. En Hispanoamérica este fenómeno se presenta hacia finales del siglo
XIX. El Modernismo, por otra parte, es un segmento dentro de esa modernidad.
Si se considera al Modernismo temporalmente, entonces el autor arriesga a dar límites
temporales más o menos precisos. En este sentido, es un espacio cerrado. A su vez,
también es un espacio abierto temporalmente si se considera su diáspora y sus diversas
interpretaciones en tanto fenómeno artístico. En este sentido, es un campo abierto al
debate y la renovación estética. El debate abierto se condice con el concepto de moderno,
aunque su nacimiento fue con la burguesía y el libre comercio, el término ha ido
adquiriendo diferentes identidades, acorde a los tiempos que le tocan vivir. La idea,
pareciera ser, es que ni el Modernismo ni la modernidad resultan ser fenómenos cerrados
y estáticos. Eso no significa que puedan ser intercambiables las diferencias y trata de
establecer la relación entre ambos sin perder la precisión del lenguaje.

Hay elementos que deben ser tenidos en cuenta a la hora del estudio del Modernismo.
París es un lugar importante para sus comienzos. De allí salen los parnasianos, el
naturalismo, el simbolismo y los llamados “decadentes”. Ellos son los primeros en
incorporar el paisaje urbano y la crisis espiritual provocada por la industrialización y el
positivismo. Las capitales más importantes de ese entonces en Hispanoamérica emulan
París. Se produce un trasplante cultural. Ese cambio cultural también trae la incorporación
de la región a la modernidad cultural.

El escritor modernista, al igual que los parnasianos, acusa un refinamiento de


sensibilidad. Esa nueva sensibilidad es la que le permite vislumbrar lo que está ocurriendo
a su alrededor. Ante esto, el escritor modernista reacciona con el instrumento que posee:
la palabra. La palabra adquiere renovado valor de esta manera. Así surge el discurso
preciosista de parnasianos y modernistas, el mismo que ha sido caratulado de exotismo o
escapismo. Hay obras que son fundamentales para entender el Modernismo.

La modernidad ya no puede ni quiere tomar criterios de orientación de modelos de otras


épocas, tiene que extraer su normatividad de sí misma. Como única fuente de lo
normativo se ofrece el principio de subjetividad, el cual brota de la propia conciencia
histórica de la modernidad. La filosofía de la reflexión, que parte del hecho básico de la
autoconciencia, lleva ese principio a concepto. De ahí que la racionalidad del intelecto,
que la modernidad sabe es propiedad y posesión suya y el único vínculo que reconoce,
haya de ampliarse a razón, siguiendo las huellas de la Ilustración.
Pero al elevarse a saber absoluto, la razón acaba adoptando una forma avasalladora, pues
ella ocupa ahora el lugar de un destino y sabe que todo acontecer que pueda tener un
significado esencial está ya decidido. Los problemas de la época pierden el rango de
provocaciones, pues la filosofía (Hegel) que está a la altura de la época los ha privado de
su naturaleza como tales). El futuro se configura entonces como un horizonte de
expectativas contrapuesto al espacio de la experiencia actual, como un desacoplamiento,
y entre estas expectativas ocupa un lugar central el mejoramiento de las condiciones de
vida de la humanidad, hecho posible por el avance del saber y la tecnología.

Lo moderno se convierte en el proyecto de la modernidad en la medida en que la


burguesía, en ascenso y disputándole la hegemonía (en sentido gramsciano) a la
aristocracia, hace ella misma suyo el nuevo tiempo, encarnando así la conciencia histórica
hegeliana. Emblemáticamente, ello ocurrió con la independencia de Norteamérica y la
Revolución Francesa, consolidándose después en la Revolución de 1848 cuando fracasa
definitivamente la Santa Alianza conservadora-restauradora que el Canciller ,los
vencedores no solamente escriben la historia, sino que imponen, al menos en momentos
como el de esa transformación-ruptura epocal en Occidente, también sus proyectos.

En este periodo, que es quizás uno de los más productivos en cuanto a desarrollo
conceptual de los que ha vivido la sociología en América Latina, podemos observar que
los conceptos utilizados por los científicos sociales para caracterizar la situación de la
mayoría de los países latinoamericanos fueron los de modernización, desarrollo y
dependencia. Algunos investigadores tenían como referente a los procesos europeos o
estadounidenses, y se abocaron a estudiar la viabilidad del cambio estructural en América
Latina. Otros asociaron los procesos de modernización con las imposiciones del capital
internacional y las clases dominantes nativas. No obstante, en la mayoría de los casos a
la modernización se la concibe como un cúmulo de procesos en curso, principalmente el
de la industrialización, y a la modernidad como una etapa a alcanzar, si acaso, en el futuro.
Si algunos trabajos son relativamente optimistas, en la mayoría se resaltan las falencias,
los obstáculos, y se visualiza la situación como de carencia, tanto de las condiciones
materiales como de las "espirituales", para el logro de la meta propuesta.
Argumentos finales de la modernidad y modernización.

En los inicios de la vida independiente, el acceso a lo moderno se concebía en estrecha


relación con el legado libertario, emancipador e ilustrado.

En la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX es posible constatar un cierto
pesimismo acerca de la posibilidad de alcanzar los estándares socioculturales,
económicos y políticos de los países de la "modernidad originaria". Se llegó a pensar en
las culturas autóctonas como rémoras que implicaban atraso, y más aún, se produjeron
interpretaciones raciales e incluso racistas de los obstáculos que impedían el acceso de
América Latina a los logros de las sociedades avanzadas del Occidente europeo. Aunque
también, como muestra de la heterogeneidad de interpretaciones existentes desde siempre
en América latina, otros sectores sostenían la "superioridad de la raza cósmica", producto
del mestizaje, así como su potencialidad a futuro.

A mediados del siglo XX, la sociología incipientemente institucionalizada y otras


disciplinas sociales comenzaron a visualizar el desarrollo económico como una meta a
lograr. Se asoció entonces lo moderno con el pleno desarrollo económico, y se estudiaron
los mecanismos y los procesos de modernización que posibilitarían el desarrollo. La
modernidad (aunque el término como tal sólo se utilizó posteriormente) fue pensada ante
todo como un proyecto, como algo a lograr en el futuro.

A partir de fines de los setenta y durante toda la década de los ochenta América Latina
cobró conciencia de las dificultades y obstáculos que impedían el acceso a la modernidad;
sin embargo, por influencia del pensamiento europeo, y por el reconocimiento de la
heterogeneidad y complejidad culturales latinoamericanas, se asumió que a pesar de que
en ciertos aspectos la región no había alcanzado los estándares modernos, en otras
cuestiones participaba de las crisis y malestares de una nueva época: la posmodernidad.
Aunque por un tiempo los estudios sobre este último tema se multiplicaron, no llegaron
a tener un auge que se prolongara mucho más allá de los años noventa.
En ese momento surgió otra noción, igualmente poco unívoca: la de globalización, a la
cual se asoció con fuerza a la temática de la modernidad y de la modernización, y que
hacía referencia a las tendencias mundiales crecientes, tanto en el ámbito económico
como, sobre todo, en cuestiones de cultura, estilos de vida y migraciones.

Si uno se guiara por las entradas en Internet; y por las publicaciones, tanto de libros como
de revistas, de los últimos quince años, se podría asegurar que la temática de la
globalización ha acaparado crecientemente el interés de los sociólogos, y de los
científicos sociales en general, en América Latina y en el mundo.

Una primera conclusión que puede extraerse es que la construcción de las


representaciones de la modernidad ha estado siempre influida por la conciencia de las
diferencias entre la propia situación y la de los países tomados como modelos. Algunas
veces se resaltó la impotencia e imposibilidad de las propias culturas para ser tan
racionales, industriosas y eficientes como las de los modelos, pero en otros casos se
intentó construir la propia identidad, recuperando las propias tradiciones y culturas.

A pesar de que en muchas ocasiones las discusiones teóricas acerca de la modernidad y


los procesos de modernización se dieron en América Latina teniendo como referente a
los debates europeos, sin duda también ha existido pensamiento original en la región;
aunque los enfoques han variado década tras década. Ello ha dependido en gran medida
de las circunstancias sociales, económicas y políticas cambiantes, pero también de la
historia disciplinar, que sufrió los avatares de las políticas públicas en la educación; la
escasez endémica de presupuesto; y el impacto de las modas y de modelos teóricos
fluctuantes.

Lo anterior puede conducirnos a visualizar la situación actual de la sociología en América


Latina como generadora de un discurso menos crítico que el de las décadas anteriores;
más centrado en la expansión de la investigación empírica en campos específicos; menos
preocupado por la originalidad conceptual e interpretativa; y más escéptico y pesimista
con respecto de las posibilidades de América Latina de acceder a los estándares
educativos, sociales, políticos y económicos que se definieron como propios de la
modernidad.

En términos generales la modernidad ha sido el resultado de un vasto transcurso histórico,


que presentó tanto elementos de continuidad como de ruptura; esto quiere decir que su
formación y consolidación se realizaron a través de un complejo proceso que duró siglos
e implicó tanto acumulación de conocimientos, técnicas, riquezas, medios de acción,
como la irrupción de elementos nuevos: surgimiento de clases, de ideologías e
instituciones que se gestaron, desarrollaron y fueron fortaleciéndose en medio de luchas
y confrontaciones en el seno de la sociedad feudal.

Una teoría de la modernización encuentra como punto referencial la asunción de Estados


Unidos como potencia mundial. La modernización, a diferencia de la acumulación
europea, se entiende como una categoría holística en la cual el fordismo fue elemento
central para su construcción estética y analítica. Pero la modernización traspasaría las
fronteras norteamericanas y provocaría impulsos capitalistas similares en Europa, Rusia
y Japón y, en menor escala, algunos países emergentes.

CONCLUSIÒN:

 La modernización es un avance donde se involucra toda la parte tecnológica. Por


otro lado, el modernismo fue un movimiento artístico donde se involucra la
fotografía, la arquitectura, la literatura y la música. Se genera una nueva manera
de ver el mundo desde las diferentes posturas.
 En definitiva la modernización es un proceso socio-económico, que se identifica
con todo lo que tiene que ver con el desarrollo industrial y la tecnología.
 La modernidad fue un movimiento en donde se propuso establecerse metas
lógicas y con razón, pero dependiendo de su propia voluntad, logrando con esto
que se estableciera un nuevo estilo de vida.
 La modernidad se refiere a un grupo de comportamientos que aparecen por todas
partes en la vida social y que reemplazan la constitución tradicional de esa vida,
luego de ponerla en evidencia como antigua u obsoleta
BIBLIOGRAFIA.

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