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En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado.

“Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.
Durante el primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la
Unidad de Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la
madre se conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres
años y cuatro meses al ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de
encopresis pertinaz realizado por el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició
el tratamiento de la niña centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece
que las recomendaciones relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de
defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente
frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.Durante el
primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la Unidad de
Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la madre se
conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres años y cuatro
meses al ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz
realizado por el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la
niña centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece que las
recomendaciones relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de
defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente
frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.Durante el
primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la Unidad de
Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la madre se
conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres años y cuatro
meses al ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz
realizado por el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la
niña centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece que las
recomendaciones relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de
defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente
frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.Durante el
primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la Unidad de
Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la madre se
conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres años y cuatro
meses al ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz
realizado por el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la
niña centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece que las
recomendaciones relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de
defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente
frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.Durante el
primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la Unidad de
Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la madre se
conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres años y cuatro
meses al ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz
realizado por el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la
niña centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece que las
recomendaciones relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de
defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente
frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.
El despertar es sigiloso y se dirige a su madre con voz
débil y temblorosa. En algunas ocasiones, la madre se ha despertado
y lo ha visto de pie junto a su cama sin decir nada. No ha habido
oposición a que el niño duerma en la cama de la madre cuando
éste lo ha requerido y tampoco a acudir a su cuarto cuando la llamaba
y le pedía que lo acompañase durante la noche en su cama.
En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.El despertar es sigiloso y se dirige a su madre con voz
débil y temblorosa. En algunas ocasiones, la madre se ha despertado
y lo ha visto de pie junto a su cama sin decir nada. No ha habido
oposición a que el niño duerma en la cama de la madre cuando
éste lo ha requerido y tampoco a acudir a su cuarto cuando la llamaba
y le pedía que lo acompañase durante la noche en su cama.
En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.El despertar es sigiloso y se dirige a su madre con voz
débil y temblorosa. En algunas ocasiones, la madre se ha despertado
y lo ha visto de pie junto a su cama sin decir nada. No ha habido
oposición a que el niño duerma en la cama de la madre cuando
éste lo ha requerido y tampoco a acudir a su cuarto cuando la llamaba
y le pedía que lo acompañase durante la noche en su cama.
En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.El despertar es sigiloso y se dirige a su madre con voz
débil y temblorosa. En algunas ocasiones, la madre se ha despertado
y lo ha visto de pie junto a su cama sin decir nada. No ha habido
oposición a que el niño duerma en la cama de la madre cuando
éste lo ha requerido y tampoco a acudir a su cuarto cuando la llamaba
y le pedía que lo acompañase durante la noche en su cama.
En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.
M. tiene siete años y cursa 2* año de primaria, es la menor de cuatro hermanos y
desde su ingreso en el centro escolar (a los tres años y nueve meses) viene
presentando episodios de ensuciamiento. Durante el primer año de su escolarización,
conocida su encopresis, fue atendida por la Unidad de Salud Mental Infante Juvenil
(USMIJ). Por la entrevista mantenida con la madre se conoció que el inicio de la
encopresis puede situarse cuando M. tenía tres años y cuatro meses al ser
hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz realizado por
el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la niña
centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece que las recomendaciones
relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de defecación, al uso del
retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente frecuencia, lo que
posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.M. tiene siete años y cursa 2*
año de primaria, es la menor de cuatro hermanos y desde su ingreso en el centro
escolar (a los tres años y nueve meses) viene presentando episodios de ensuciamiento.
Durante el primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la
Unidad de Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la
madre se conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres
años y cuatro meses al ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de
encopresis pertinaz realizado por el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició
el tratamiento de la niña centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece
que las recomendaciones relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de
defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente
frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.M. tiene
siete años y cursa 2* año de primaria, es la menor de cuatro hermanos y desde su
ingreso en el centro escolar (a los tres años y nueve meses) viene presentando
episodios de ensuciamiento. Durante el primer año de su escolarización, conocida su
encopresis, fue atendida por la Unidad de Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la
entrevista mantenida con la madre se conoció que el inicio de la encopresis puede
situarse cuando M. tenía tres años y cuatro meses al ser hospitalizada duremte diez
días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz realizado por el Servicio de Urgencias. El
equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la niña centrándose prioritariamente en el
ámbito familiar. Parece que las recomendaciones relativas a la alimentación, al
entrenamiento en hábitos de defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a
cabo con la suficiente frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la
encopresis.M. tiene siete años y cursa 2* año de primaria, es la menor de cuatro
hermanos y desde su ingreso en el centro escolar (a los tres años y nueve meses)
viene presentando episodios de ensuciamiento. Durante el primer año de su
escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la Unidad de Salud Mental
Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la madre se conoció que el
inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres años y cuatro meses al ser
hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz realizado por
el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la niña
centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece que las recomendaciones
relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de defecación, al uso del
retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente frecuencia, lo que
posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.M. tiene siete años y cursa 2*
año de primaria, es la menor de cuatro hermanos y desde su ingreso en el centro
escolar (a los tres años y nueve meses) viene presentando episodios de ensuciamiento.
Durante el primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida por la
Unidad de Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la
madre se conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres
años y cuatro meses al ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de
encopresis pertinaz realizado por el Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició
el tratamiento de la niña centrándose prioritariamente en el ámbito familiar. Parece
que las recomendaciones relativas a la alimentación, al entrenamiento en hábitos de
defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la suficiente
frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.
La situación empeoró al iniciar la niña el primer curso de Educación Primaria a los cinco
años y nueve meses; en ese momento, tras el fracaso de la intervención de la USMIJ,
los problemas no sólo se circunscribían a los episodios encopréticos sino que se
ampliaron a las relaciones conflictivas con sus compañeros. La pauta seguida por su
tutora consistió en separar a la niña del resto de sus compañeros después de los
sucesos de ensuciamiento, lo que conllevaba la escasa participación en trabajos de
grupo y el aumento de conductas agresivas. Antes de iniciar el tratamiento, la tutora (y
terapeuta) citó a los padres de la niña mediante una carta en la que les informaba de la
intención de llevar a cabo una intervención para tratar de solucionar el problema de su
hija, y para pedirles su colaboración. Pasadas dos semanas de la citación y tras la no
comparecencia de los padres, se solicitó la colaboración de la trabajadora social del
barrio para que, a través de ella, se consiguiese la participación de los padres, intento
que resultó también infructuoso. Dadas estas circunstancias, el Equipo de Ciclo
determinó realizar la intervención exclusivamente en el contexto escolarLa situación
empeoró al iniciar la niña el primer curso de Educación Primaria a los cinco años y
nueve meses; en ese momento, tras el fracaso de la intervención de la USMIJ, los
problemas no sólo se circunscribían a los episodios encopréticos sino que se ampliaron
a las relaciones conflictivas con sus compañeros. La pauta seguida por su tutora
consistió en separar a la niña del resto de sus compañeros después de los sucesos de
ensuciamiento, lo que conllevaba la escasa participación en trabajos de grupo y el
aumento de conductas agresivas. Antes de iniciar el tratamiento, la tutora (y
terapeuta) citó a los padres de la niña mediante una carta en la que les informaba de la
intención de llevar a cabo una intervención para tratar de solucionar el problema de su
hija, y para pedirles su colaboración. Pasadas dos semanas de la citación y tras la no
comparecencia de los padres, se solicitó la colaboración de la trabajadora social del
barrio para que, a través de ella, se consiguiese la participación de los padres, intento
que resultó también infructuoso. Dadas estas circunstancias, el Equipo de Ciclo
determinó realizar la intervención exclusivamente en el contexto escolarLa situación
empeoró al iniciar la niña el primer curso de Educación Primaria a los cinco años y
nueve meses; en ese momento, tras el fracaso de la intervención de la USMIJ, los
problemas no sólo se circunscribían a los episodios encopréticos sino que se ampliaron
a las relaciones conflictivas con sus compañeros. La pauta seguida por su tutora
consistió en separar a la niña del resto de sus compañeros después de los sucesos de
ensuciamiento, lo que conllevaba la escasa participación en trabajos de grupo y el
aumento de conductas agresivas. Antes de iniciar el tratamiento, la tutora (y
terapeuta) citó a los padres de la niña mediante una carta en la que les informaba de la
intención de llevar a cabo una intervención para tratar de solucionar el problema de su
hija, y para pedirles su colaboración. Pasadas dos semanas de la citación y tras la no
comparecencia de los padres, se solicitó la colaboración de la trabajadora social del
barrio para que, a través de ella, se consiguiese la participación de los padres, intento
que resultó también infructuoso. Dadas estas circunstancias, el Equipo de Ciclo
determinó realizar la intervención exclusivamente en el contexto escolarLa situación
empeoró al iniciar la niña el primer curso de Educación Primaria a los cinco años y
nueve meses; en ese momento, tras el fracaso de la intervención de la USMIJ, los
problemas no sólo se circunscribían a los episodios encopréticos sino que se ampliaron
a las relaciones conflictivas con sus compañeros. La pauta seguida por su tutora
consistió en separar a la niña del resto de sus compañeros después de los sucesos de
ensuciamiento, lo que conllevaba la escasa participación en trabajos de grupo y el
aumento de conductas agresivas. Antes de iniciar el tratamiento, la tutora (y
terapeuta) citó a los padres de la niña mediante una carta en la que les informaba de la
intención de llevar a cabo una intervención para tratar de solucionar el problema de su
hija, y para pedirles su colaboración. Pasadas dos semanas de la citación y tras la no
comparecencia de los padres, se solicitó la colaboración de la trabajadora social del
barrio para que, a través de ella, se consiguiese la participación de los padres, intento
que resultó también infructuoso. Dadas estas circunstancias, el Equipo de Ciclo
determinó realizar la intervención exclusivamente en el contexto escolar
En épocas anteriores estos niños eran privados de

los servicios educativos, o desertaban como consecuencia

de su inhabilidad para responder a los requerimientos

de la escuela. Actualmente y desde hace ya

algunas décadas, existen en el sistema educativo nacional

varios programas de educación especial, con el

objetivo de que los niños resuelvan sus dificultades

en el aprendizaje escolar para que puedan así integrarse

adecuadamente a la instrucción primaria regular,

interviniendo multidisciplinariamente diversos

profesionales de la pedagogía, la psicologíaEn épocas anteriores estos niños eran


privados de

los servicios educativos, o desertaban como consecuencia

de su inhabilidad para responder a los requerimientos

de la escuela. Actualmente y desde hace ya

algunas décadas, existen en el sistema educativo nacional

varios programas de educación especial, con el

objetivo de que los niños resuelvan sus dificultades

en el aprendizaje escolar para que puedan así integrarse

adecuadamente a la instrucción primaria regular,

interviniendo multidisciplinariamente diversos

profesionales de la pedagogía, la psicología


M. tiene siete años y cursa 2* año de primaria, es la menor de cuatro hermanos y desde su ingreso
en el centro escolar (a los tres años y nueve meses) viene presentando episodios de
ensuciamiento. Durante el primer año de su escolarización, conocida su encopresis, fue atendida
por la Unidad de Salud Mental Infante Juvenil (USMIJ). Por la entrevista mantenida con la madre se
conoció que el inicio de la encopresis puede situarse cuando M. tenía tres años y cuatro meses al
ser hospitalizada duremte diez días tras el diagnóstico de encopresis pertinaz realizado por el
Servicio de Urgencias. El equipo de la USMIJ inició el tratamiento de la niña centrándose
prioritariamente en el ámbito familiar. Parece que las recomendaciones relativas a la alimentación,
al entrenamiento en hábitos de defecación, al uso del retrete, etc., no fueron llevadas a cabo con la
suficiente frecuencia, lo que posiblemente condujo al mantenimiento de la encopresis.

La situación empeoró al iniciar la niña el primer curso de Educación Primaria a los cinco años y
nueve meses; en ese momento, tras el fracaso de la intervención de la USMIJ, los problemas no
sólo se circunscribían a los episodios encopréticos sino que se ampliaron a las relaciones
conflictivas con sus compañeros. La pauta seguida por su tutora consistió en separar a la niña del
resto de sus compañeros después de los sucesos de ensuciamiento, lo que conllevaba la escasa
participación en trabajos de grupo y el aumento de conductas agresivas. Antes de iniciar el
tratamiento, la tutora (y terapeuta) citó a los padres de la niña mediante una carta en la que les
informaba de la intención de llevar a cabo una intervención para tratar de solucionar el problema
de su hija, y para pedirles su colaboración. Pasadas dos semanas de la citación y tras la no
comparecencia de los padres, se solicitó la colaboración de la trabajadora social del barrio para
que, a través de ella, se consiguiese la participación de los padres, intento que resultó también
infructuoso. Dadas estas circunstancias, el Equipo de Ciclo determinó realizar la intervención
exclusivamente en el contexto escolar.
Juan es un niño de 9 años que acude a nuestra consulta por presentar,
desde hace aproximadamente cuatro meses, dificultades en
el sueño consistentes en interrupciones frecuentes del mismo acompañados
de requerimientos a su madre para que acuda a su habitación,
o bien acude el niño a la habitación de la madre donde le pide
que le permita acostarse con ella porque tiene miedo a estar solo.
Los antecedentes familiares revelan que es el hijo único de una pareja
separada hace 14 meses, con abandono paterno del régimen de
visita y cambio de provincia del mismo desde hace 8 meses. Desde
ese entonces, Juan ha hablado por teléfono con su padre en cuatro
o cinco ocasiones. Durante los últimos 10 meses la madre convive
con una nueva pareja en el domicilio familiar, aunque en los últimos
5 meses la relación se ha deteriorado. Desde hace 3 meses,
la nueva pareja ya no convive en el domicilio familiar. La madre de
Juan refiere estar pasando “un mal momento” desde la separación
de la primera pareja, y en los últimos 10 meses se encuentra en tratamiento
psiquiátrico por presentar un síndrome depresivo. En los
antecedentes personales médicos, no existen hallazgos significativos.
La primera entrevista, encaminada a explorar todos los apartados
psicológicos del menor, se determina que no existe dificultad
para conciliar el sueño y que cuando Juan se despierta no presenta
pesadillas. El despertar es sigiloso y se dirige a su madre con voz
débil y temblorosa. En algunas ocasiones, la madre se ha despertado
y lo ha visto de pie junto a su cama sin decir nada. No ha habido
oposición a que el niño duerma en la cama de la madre cuando
éste lo ha requerido y tampoco a acudir a su cuarto cuando la llamaba
y le pedía que lo acompañase durante la noche en su cama.
En los últimos meses, el comportamiento general ha cambiado. “Juan
no era así hace un año”. En clase no presta atención a las explicaciones
y es difícil conseguir que se concentre en los deberes. Su
impulsividad ha aumentado, con peleas frecuentes con los compañeros
de clase porque le cuesta esperar su turno. “Aunque siempre
ha sido un niño con mucha energía, en los últimos meses no
conoce la tranquilidad.” Su madre refiere que en reposo mueve y
balancea las extremidades y adopta posiciones inverosímiles en el
sillón. En ocasiones, se levanta y se sienta varias veces sin un objetivo
claro, incluso cuando está comiendo o viendo una película de
su agrado. El rendimiento escolar se ha deteriorado aunque en la
última evaluación no ha suspendido ninguna asignatura. Su tutora
comenta que si sigue así no tardará en empezar a suspender. En
relación al estado de ánimo, la madre comenta que es un niño alegre
aunque últimamente está más irritable y ya no la ayuda en las
tareas domésticas. La observación y la conversación con Juan no
revelan hallazgos significativos más allá de los comentados por su
madre. El dibujo que realiza durante la consulta presenta gran cantidad
de borraduras, y realiza exclamaciones frecuentes del tipo “me
equivoqué otra vez” o “esto está mal”. El cuestionario que rellena
la madre, el cuestionario de cualidades y dificultades (SDQ), se sitúan
en el límite anormal para la subescala de hiperactividad y la subescala
de síntomas emocionales (dicho cuestionario se encuentra en
el capítulo primero del curso de psiquiatría infantil de pediatría integral,
junto a los puntos de corte para la normalidad y anormalidad).
Derivante: Consultas Externas Pediatría (Gastroenterología) • MC: “varón de 12 años con síntomas
de ansiedad y depresión hace semanas. No acudía al colegio por este motivo. Refiere dolor
abdominal, anorexia, astenia. Solicito valoración” • Datos familiares: – Padre: 48 años. Graduado
Escolar. Trabaja en fábrica. – Madre: 50 años. Estudios primarios. Calzado. – Hermana: 19 años.
Estudia Pedagogía en otra ciudad. Abuela materna: Demencia senil, en residencia desde enero 07.
Ellos la han cuidado hasta entonces • Madre: en tto por depresión hace 18 años Desarrollo
psicomotor: • De embarazo normal • Parto: eutócico (peso=3600g) • Lactancia materna • Buena
adaptación a cambio de alimentación • Sostén cefálico: normal

• Sedestación: normal • Marcha: 13 meses • Lenguaje oral: pronto y claro • Lecto-escritura:


normal • Diestro • Esfínteres: control pis tardío (3-4 años). Desde entonces normal • Sueño: sale
habitación de la habitación de los padres al año de edad. Escolarización: • A los 3a le costó un
poco, muchos llantos. Después mejor. • “Le costaba empezar los cursos” • Buen rendimiento
académico • Ha terminado 1º ESO. • Muy responsables y autoexigente.

Primera consulta (finales de Julio) • El 12 mayo pasado fue con su familia a una romeria en su
pueblo. • Al día siguiente empezó con: • Fiebre mayor 38º • Cansancio, astenia • Anorexia: había
perdido 3Kg • Voz filiforme (“afonía”) • Consulta a Pediatría: • Dx: Infección (no especificada) (?) •
Tto: Antibióticos 1 semana (penicilina) • Según los padres: • “Desde entonces ha cambiado: era
rebelde y ahora es pasivo, antes se llevaba bien conmigo y ahora no”. “Ni siquiera sentía el calor”.
Dejó de ir al IES. “No podía con su cuerpo”. Exploración psicopatológica: • C y O auto y
alopsíquicamente. • Actitud apocada, inhibida, voz “filiforme”, de bajo tono casi imperceptible.
Contacto adecuado. • Lenguaje parco pero coherente. • Él no vierte ningún factor estresante ni los
padres tampoco, si acaso muerte abuela paterna a finales de mayo tras tres semanas ingresada. •
Duerme bien. • Hiporexia ( pérdida de 3Kg) • Algo más irritable • Menos ganas de relacionarse
(dejó de ir al IES) • Gran cansancio• Sentimientos de tristeza; llantos frecuentes • Anhedonia total
(“no disfruto de las cosas como antes”) • Preocupación por todo lo que le está pasando • CEDI: 18
p = Depresión Moderada No hay síntomas psicóticos Orientación diagnostica: Sdr. Depresivo
somatogeno u orgánico - a la infección ¿? - al tratamiento antibiótico ¿? • Plan tto: • AD (ISRS):
sertralina 25 A 100 mg/día • Analítica tiroides: normal • Pautas / Consejos a los padres.

Segunda consulta Viene solo el padre • El paciente no quiso perderse el 1er día de IES • El cuadro
empezó a revertir a los 10 días del tto y en estas fechas “ya está como era antes”, incluso ha
recuperado el peso • Quedamos en mantener tto hasta próxima cita Tercera consulta Persiste la
mejoría en todos los sentidos. • Él sigue sin encontrarle una causa a este episodio. Los padres
tampoco. • Tto: sertralina 50 mg/día Cuarta consulta Persiste la mejoría y se le da el alta, sin
medicación. Hasta el día de hoy, tres años después no tenemos información del paciente; lo cual
interpretamos como que sigue asintomático.
Samuel un niño de ocho años de edad es hospitalizado aparentemente por un cuadro de ansiedad,
que en su evolución y acorde a la evaluación clínica, expone la sintomatología de una psicosis
precoz. El motivo de consulta que refiere la madre, es el siguiente: “mi hijo siente un temor intenso
de dormir solo, también ocurre que en la noche se despierta, habla solo, grita, dice que por favor
no le hagan daño, que unos hombres los persiguen, al punto de mostrarse agresivo conmigo,
cuando trato de despertarlo y sacarlo de esa situación”. La historia del infante indica una situación
traumática, que se presenta en la tienda de barrio, propiedad de su padre, quien al cerrar el lugar
es atacado por un grupo de delincuentes y herido con arma de fuego. Durante el tiempo de la
agresión, Samuel se despierta con los gritos y llamados de ayuda, baja rápidamente y ve a su padre
desmayado en el piso.

Días después del incidente, su padre se recupera, pero el menor empieza a manifestar un cuadro
mutista, principalmente en el escenario escolar. Presenta conductas de agresividad con su grupo
de pares y un fuerte retraimiento afectivo con su madre. En la consulta la madre refiere que
“Samuel se rehúsa a ver a su padre” situación que inicialmente es aceptada por ella al considerar
que es una reacción normal al impacto del evento. Una semana previa a la hospitalización Samuel
le describe a su madre “que la pandilla (hombres que atacan a su padre) lo está esperando a la
salida del colegio, que estos hombres lo quieren atacar, que están vestidos de negro, me dicen que
me van a robar, a herir al igual como hirieron a mi papá”. Permanece inmóvil (casi catatónico), por
varias horas en su cuarto, empieza a repetir palilálicamente que su padre ha muerto, que su
cuerpo se ha desfigurado. La madre le indica que esto no es cierto, que deben ir a visitarlo al
hospital, que él está vivo.

Samuel se niega a visitar (a ver) al padre. En la noche nuevamente manifiesta estar viendo a
quienes lo desean atacar. Es llevado en la mañana a la clínica e ingresa por cuadro de ansiedad. Su
atención clínica se concentra inicialmente en la atención del psiquiatra, quien se alarma por las
rupturas psicóticas presentadas por Samuel durante las tres primeras noches de la hospitalización.
Es remitido al grupo de estudio, evaluándose allí la sintomatología, lo que hace sospechar la
presencia de un cuadro de psicosis infantil.

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