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CON HEIDEGGER

SOBRE NIETZSCHE

Mario Blacutt Mendoza


Los derechos de autor de las versiones impresa y digital de esta
obra están reservados y debidamente protegidos por Ley.

Cualquier cita de una parte de este libro, deberá, necesaria-


mente, incluir la fuente.

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EL HOMBRE SUPERIOR

Mi declaración inicial

Antes de que advenga el ente que quiere ejercer la Voluntad


de Poder, es preciso que sea El Ser de la Voluntad que quiere
ejercer La Voluntad de Poder. El Ser de la Voluntad es ante-
rior a cualquier otro tipo de Ser.

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Nietzsche, hasta nosotros llega la airada voz de tu Zaratustra, di-
rigiéndose a los Hombres Superiores:

“Vosotros hombres superiores, aprended esto de mí: en el


mercado nadie cree en hombres superiores. Y si queréis ha-
blar allí, ¡bien! Pero la plebe dirá parpadeando “todos somos
iguales”.

Por lo visto, Nietzsche, tu hombre superior se considera superior


con relación a los harapos de los más humildes

No en comparación con los hombres libres del hambre

Por otra parte, identificas muy bien a los ambiguos, aunque los
confundes con los humildes; al respecto dices:

Hoy, en efecto, las gentes pequeñas se han convertido en los


señores: todas ellas predican resignación y modestia y cordura
y laboriosidad y el largo etcétera de las pequeñas virtudes.

Estas “gentes pequeñas” son los ambiguos, los que tienen la astucia
como virtud y la doble moral como su práctica

Predican resignación y laboriosidad, pero no como compor-


tamiento propio sino como una imposición a los débiles

Dicen lo que no hacen; no dicen lo que hacen

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¡Para mí no sufrís aún bastante! Pues sufrís por vosotros, no
habéis sufrido aún por el hombre.

Pero los humildes, los pobres, a los que tú desprecias tanto, sufren
de pobreza y de hambre

Los que producen no comen; los que comen no producen

La pobreza y el hambre es el dueto fatídico convertido en el gran


dolor colectivo, el más penoso de todos los dolores

¿Qué clase de hombre superior es el que desea rodearse de


mendigos para ser admirado por ellos?

Eso es un despropósito absurdo

No queráis nada por encima de


vuestra capacidad: hay una false-
dad perversa en quienes quieren
por encima de su capacidad. ¡Es-
pecialmente cuando quieren co-
sas grandes!

Pues despiertan desconfianza contra las cosas grandes, esos refi-


nados falsarios y comediantes

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¿Quiere decir esto que los débiles y enfermos no deben encarar
la tarea de rebelarse?

La plebe no sabe lo que es grande, ni lo que es pequeño; no


distingue lo que es recto y honesto: ¡ella es inocentemente
torcida, ella miente siempre!

Pero hay algo que es francamente contradictorio

En mi país, por ejemplo, hay “hombres superiores” que despre-


cian a los indígenas, a la “plebe@, por ser indígenas

Los desprecian por ello, a pesar de que esos indígenas producen


una buena parte de lo que los “superiores” comen

Tendremos un encuentro para hablar sobre este asunto, cuando


lleguemos al tema sobre la Alienación del Ser

Mientras tanto, podemos constatar que el “hombre superior”, a


diferencia de “la plebe” no es autosuficiente

Es decir, su existir depende, precisamente, de su antípoda social:


del que produce lo que el “superior” consume

Así, llegamos a una extraña contradicción:

¡El “hombre superior” necesita del mendigo para subsistir!


¿Qué clase de hombre superior depende de su enemigo?

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Por el otro lado, el hombre que produce, en este caso, los indí-
genas y mestizos de mi país, son autosuficientes

No necesitan de nadie para subsistir

¿Se desprecia al que produce lo que comes?


¿Se llama Superior al parásito?

¡La diferencia está en que los hombres superiores son hom-


bres valientes! ¡Hombres de corazón abierto

Al preguntarme, te pregunto:

¿En quién debería confiar tu Hombre Superior, dado que no


quiere rivales, sólo mendigos?

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¡Guardaos también de los doctos! Os odian: ¡pues ellos son
estériles! Tienen ojos fríos y secos, ante ellos todo pájaro yace
desplumado.

Así, tu Hombre Superior estará solo


Le será difícil identificar en quién debe confiar

Estará solo frente a los precipicios, sepulturas que él cava en su


peregrinaje en pos de grandeza

Confiará en el hombre que tiene valor

¿Cómo se reconoce a un hombre que tiene valor? pues hay va-


rias maneras de demostrar que se tiene valor

Sin embargo, esa capacidad no está a la vista

Tiene valor el que ve el abismo, pero con ojos de águila, el


que aferra el abismo con garras de águila: ése tiene valor

Si el hombre superior se aferra al abismo con garras de águila,


entonces ¿Dónde está su ser diferenciado?

Porque es necesario aceptar que todo el que está en peligro de


caer al precipicio se aferra a lo que puede

Lo hacen con manos, dedos, uñas y dientes

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Quienes meditan en la senda del Zen, dicen que el que está por
caer al abismo mira la rama de la que se aferra

Mira la rama, no sólo como su eslabón entre la vida y la muerte,


sino que la contempla con embeleso

¿No sería ese meditador un gran hombre superior?

Tu Hombre Superior, parasita, vive parasitando


Hará cualquier cosa, menos trabajar

Tu hombre superior es un samurái extraño: mata para su amo o


mata para robar; en lenguaje actual, es un mercenario

Es el que vive gracias al filo de su katana

Pero el “hombre superior” que existe en la actualidad, no va a


las guerras: las hace, para que otros combatan por él

¡No tienen ni derecho ni fuerza de exigir su egoísmo! ¡Es vues-


tro egoísmo, creadores! Ellos se jactan de no mentir, pero la
incapacidad para la mentira no es ya, ni de lejos, amor a la
verdad. ¡Estad en guardia! Quien no puede mentir no sabe
qué es la verdad.

Cada vez Me asombra más tu capacidad de asombrar


Esa facultad tuya no parece tener fin

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¿La incapacidad para la mentira no es ya, amor a la verdad?
¿Quién no puede mentir, no sabe qué es la verdad?

Pero estas afirmaciones guardan una distancia prudente con la


moralina del cura, para quién el hombre es “malvado”

Han sentenciado que ha nacido con la maldad entre pecho y


espalda y que debe llevar esa cruz por toda su vida

“El hombre es malvado”, así me dijeron, para consolarme, los


más sabios. ¡Ay, si eso fuero hoy verdad! Pues el mal es la
mejor fuerza del hombre. Esto no está dicho, sin embargo,
para orejas largas. No toda palabra conviene tampoco a todo
hocico. Estas son cosas delicadas y remotas: ¡hacia ellas no
deben alargarse las pezuñas de las ovejas! ¡Y allí donde están
los vicios de vuestros padres no debéis querer pasar por san-
tos! ¿Qué es lo más dañoso que cualquier otro vicio? La com-
pasión con los débiles

En eso estamos de acuerdo; la compasión es una red de cangrejos


que atrapa al hombre y lo vuelve más débil

Yo no compadezco a los débiles, más bien quiero volverlos


fuertes, así puedan defenderse de tu hombre superior

Pero no en las condiciones actuales, dado que el hambriento debe


enfrentar a dos enemigos a la vez: al hambre y al rival

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No hay un torneo de caballeros, sólo una batalla del degüello

Mi percepción

De este modo, Nietzsche, tengo una idea formada sobre tu


hombre superior

Describe a los miembros de la Cofradía del Parasitismo,


representada por los que se autocalifican como “nobles”

Cualquier cosa que eso signifique

Para ellos no hay ni espada ni sable


Sólo el cuchillo de cocina, el de los carniceros

En la actualidad, ese “hombre superior” es empresario de las


grandes corporaciones transnacionales

En nuestra época no hay guerreros que escojan enemigos


privados, como en los torneos de “caballeros”

Más bien, hay sabandijas que crean guerras para beneficiarse de


la venta de armas a los dos bandos

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No van a las guerras, envían jóvenes para morir “en defensa” de
la tasa de ganancia del gran empresario

O para dejar la vida en defensa del Político


Ambos, máximos representantes de tu “Hombre Superior”

Por otro lado, tu Zaratustra es un reproductor de generalidades


y de singularidades por igual

Por ello, nunca ha pensado que entre los extremos siempre hay
un término medio, un Tercero Incluido

Un espacio que la mente reconoce como una dimensión que


anula los extremos

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LA INTERPRETACIÓN
METAFÓRICA DE LA HISTORIA

Respetado Nietzsche, coincido contigo, lo que es un privilegio


para mí, en algo que crees de gran comedimiento

En la percepción de que la historia debe ser interpretada meta-


fóricamente, que no hay otro modo de convocarla

Los esfuerzos de conocer la Verdad, como si ésta fuera puri-


ficada, descomprometida de todo interés humano, sería ajena
a toda Voluntad de Poder. La Historia debe ser interpretada;
si la Voluntad de Poder es voluntad de más poder, la inter-
pretación permite el dominio sobre las cosas.

Creo, al igual que tú, que la búsqueda de una Verdad objetiva,


ajena a la interpretación, es para hombres sin alma

En cuanto a mí se refiere, afirmo que la interpretación de la His-


toria está fijada en nuestro ADN histórico

Que esa forma de ver la historia es parte de nuestro cuerpo co-


lectivo y de las acciones que lo distinguen

La verdad como “un ejército móvil de metáforas” nos urge al


abandono de la idea de “representar la realidad” por medio
del lenguaje y, con ello, la idea de descubrir un contexto único
para todas las vidas humanas.

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Postulo que la Interpretación de la Historia es un conjunto de
reflejos ético-estéticos de grupos diferenciados

Conjunto similar al que usamos para interpretar las obras de


arte, la literatura, la filosofía y la música

Lo expreso mejor en el siguiente poema:

¿De qué alejamientos está hecha mi conciencia?


Busco el nexo de las figuras apartadas

para encontrar la metáfora precisa en cada momento

Trae, trae pensamiento


la imagen urgente que postule mi Yo

Vuela, vuela imaginación


hacia la curva indómita

y tráeme un pedazo de misterio


que sea insondable a la razón

para ser asequible a la intuición certera

Mi razón aleja las cosas de mi conciencia


Mi intuición las integra

En el rincón más oscuro del alma


un pozo de luz amasa la tiniebla

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En síntesis: me refiero a la interpretación metafórica, en el sen-
tido horizontal de la palabra

La capacidad artística del hombre, en su afán de configurar el


mundo existente, lo hace tan irregular, tan inconsecuente, tan
inconexo, tan encantador y tan eternamente nuevo, como lo
es el mundo de los sueños.

Pero, la interpretación metafórica también demanda algo extra:


un lenguaje no racionalizado

Un modo expresivo que nos permita el intento de proyectar


nuestras percepciones

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EL LENGUAJE

Fuiste un gran filólogo, por lo que no intentaré la aventura de


evaluar tus conclusiones; quizá pueda complementarlas

Dices que la naturaleza del lenguaje es esencialmente simbólica


o metafórica, lo que me satisface eufóricamente

Patino sobre la misma capa de hielo que cubre el agua ondulante


de los conceptos

Escucho tu alegato, lo hago con gran interés y aprecio:

No existe una realidad-fundamento anterior al lenguaje que


sirva de criterio de verdad para distinguir un lenguaje literal
de otro imaginario. El hombre es un creador de ficciones,
metáforas e interpretaciones. La realidad es una construcción
poética, un simulacro, y nuestras interpretaciones son un arre-
glo del mundo de acuerdo con nuestros particulares intereses
vitales. Somos animales de ficciones, y conocer es trabajar con
la metáfora favorita de uno, porque, la construcción de metá-
foras es el instinto fundamental del hombre. Construimos
nuestras narraciones a la vez que inventamos una vida.

Cada invención metafórica de la vida, como dices, y la forma


que ese invento toma, sería propia de cada cultura

Sobre todo, acorde con la ideología que prima en el grupo

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La verdad proviene de la imaginación, en ningún caso de la
esencia de las cosas. Las “verdades” son ilusiones necesarias,
metáforas convenidas, útiles, que se han impuesto: la causali-
dad, voluntad libre, leyes naturales, espacio, tiempo… todas
son ficciones reguladoras, creencias útiles, mas no verdade-
ras.

Otro motivo de amable coincidencia

Postulo que cada interpretación de la Historia es una expresión


ponderada de alguna ideología grupal o individual

De las cavernas de Platón provienen los conceptos que tenemos


sobre la verdad y cualquier otra

El cosmos no tiene idea de lo que es “la verdad” ni de lo que es


arriba o abajo, ancho o angosto…

El cosmos simplemente es como es; nos cupe a nosotros deter-


minar si Marte está más cerca del sol que Júpiter

De ahí, la deformación de la percepción lograda

La interpretación metafórica de la historia no viene desde algún


vergel de cadencias rítmicas

Más bien lo hace desde inmensos conglomerados que hierven


en el escenario en el que los sucesos se desenvuelven

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Deforman la percepción, al igual que lo hacen los sentidos; para
atestiguarlo, recordemos la sombra de un ejemplo

Tomemos al personaje pintoresco, “Tartarín de Tarascón” del


novelista francés, Alphonse Daudet

Sueña con África y con participar en un safari para cazar leones;


todo ello con el séquito ritual con que orla su deseo

De súbito, por algún desequilibrio en el cerebro, el deseo de ir


al África se convierte en una realidad

En una impresión “verdadera” asilada en alguna neurona dislo-


cada, para la cual el deseo es sinónimo de verdad

Desde ese momento ya no sueña con ir al África: él ya ha estado


en el gran continente y ha cazado leones

Por eso, cuanto relata a sus amigos los pormenores de su proeza,


no dice la verdad, pero tampoco miente

Tal sería la idea-núcleo de tu teoría acerca de la interpretación


de la Historia; la mía también.

El Símbolo

El Símbolo es inigualable para connotar la interpretación meta-


fórica de todo lo que se quiere expresar

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El Símbolo, tú lo sabes más que yo, es la representación del
Todo o de las partes de un todo

Pero que nada tiene que ver, en apariencia, con lo que repre-
senta; el símbolo es la forma paladina de lo oscuro

Su significado es de dominio colectivo

La paloma es el símbolo universal de paz ¿Por qué?


Hay preguntas que no tienen ni merecen respuestas

Sobre esta sucesión de sombras claroscuras, postulo que un río,


por ejemplo, es el símbolo de sí mismo

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Ni los sentidos ni la razón pueden captar el río en toda su riqueza
singular ni en toda su integralidad

No pueden captarla, por ejemplo, en el movimiento de sus áto-


mos y de sus partículas elementales

De aquéllas que conforman la masa de sus aguas, ni en el movi-


miento de todas las ondas que diseña en su recorrido,

Cada una siempre es diferente de las demás y de sí misma


Ese movimiento es aprehendido parcialmente

Por eso, cuando percibimos al río, nuestra percepción es, en este


caso, la percepción de un símbolo del río

No es el río “en sí”; y como es siempre cambiante, el río, siendo


un Todo, es también parte de sí mismo

Por otro lado, el Símbolo es el constitutivo patriarcal del Arte en


todas sus manifestaciones

Cuando nos referimos al poema, tal como lo describes, sabemos


que las palabras son símbolos concatenados

Cada concatenación es una metáfora

Sin embargo, lo que distingue el lenguaje poético del cotidiano,


es el tipo de lenguaje que usa

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El lenguaje poético es un lenguaje estilizado
El lenguaje cotidiano es burdo y descuidado

De esa diferencia provienen dos de los lemas de mi estandarte


ético-estético:

Quien escribe como habla, escribe mal


Quien pretende hablar como escribe, habla con artificio

Por todo lo que sostienes en este punto, asumo que tu opinión


y la mía se complementan entre sí

(Tengo conciencia de que cada vez soy más atrevido)

La Vivencia

Recibo con delicado, pero intenso placer, tu representación so-


bre el proceso de conocimiento.

La invención, la influencia falsificadora de la “creación” poé-


tica, justifican el “mito”. Frente al mundo del “cambiante” y
“evanescente” devenir, se establece, en interés de la compren-
sión y la satisfacción estética de la “fantasía”, un mundo del
“ser”, en el que todo aparece verosímil y completo.

Haciendo rima con tu concepto, postulo que el ser humano


tiene una representación para modelar esa “fantasía”

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En mi filosofía, “La Voluntad de Ser”, la llamo: Vivencia.

La Vivencia es la transmigración empírica de los símbolos que


acuden a nuestra mente cuando percibimos algo

La Vivencia es la polifonía hecha de metáforas por las que co-


nocemos el mundo y la historia

El Símbolo es propio de todo lo que se relaciona con el hombre;


por ello, es el que causa nuestra Vivencia

Conocemos lo objetivo y lo subjetivo por medio de las vivencias


que nos traen los símbolos y las metáforas

Mejor: los símbolos convertidos en metáforas.

Lo que llamamos percepciones está condicionado por las in-


terpretaciones; nunca hay un mero funcionamiento del apa-
rato perceptivo humano, sino que éste opera a lo largo de un
sistema de interpretaciones.

Otra explosión conceptual que hace temblar de ira sacra a los


eternos amapolos de la teoría del conocimiento

En la percepción tradicional, se considera al Símbolo como la


representación de algo diferente a lo que lo representa

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También es el elemento constitutivo de la Relación Interactiva
de las partes con el Todo

Esto es posible por la relatividad del Todo y de la Parte, donde


el Todo es parte y la parte es el Todo

Lo que es el Todo con respecto a sus partes, será también parte


constitutiva de un Todo mayor

El que, a su vez, será parte… y así sucesivamente


Pero, lo que percibimos está siempre proceso de cambio

El Todo no es susceptible de ser percibido por la mente, debido


a la constante mutación de sus partes

Por lo tanto, las percepciones de cada parte del Todo, son infi-
nitas: así, Heráclito antecede a Kant en las antinomias

Sólo queda la Vivencia de la parte que percibimos, tal como


queda definida en nuestra conciencia.

La Metáfora

La construcción de metáforas es el instinto fundamental del


hombre”, y por este impulso artístico, al que también se le
llama simplemente “el impulso mítico”, es llevado, incluso en
el dominio de la teoría del conocimiento, a falsas construccio-
nes. El relato histórico no es idéntico al relato narrativo, pues

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mentir ha dejado de ser algo que pertenezca a la moralidad y
se convierte en “desviación consciente de la realidad que se
encuentra en el mito, el arte, la metáfora”.

Tomemos la definición corriente de la metáfora: “Figura retó-


rica que consiste en identificar un término real con uno imagi-
nario entre los cuales existe una relación de semejanza”. Dado
que la metáfora está constituida por palabras, y siendo cada pa-
labra un símbolo, llegamos a la conclusión de que el lenguaje es
una sucesión de metáforas. La manera cómo metaforizamos la
historia es una de las líneas que dividen a las culturas.

Sin embargo, debo desplegar en el tapete una de mis mejores


cartas: lo que consideramos una metáfora cognitiva desvía úni-
camente la percepción, no la realidad existente fuera de la con-
ciencia. La realidad, cuando cambiada por el hombre, sólo se
debe a la acción constructiva o destructiva ejercida por él direc-
tamente en lo objetivo-subjetivo.

No hay sujeto-objeto, como agentes separados de la acción, ni la


acción separada de aquello que la produce.

La separación artificial que los filósofos han hecho entre un su-


puesto sujeto-activo-que-conoce, por una parte, y un objeto-pa-
sivo-que-es-conocido, por la otra, ha hecho mucho mal a la teo-
ría del conocimiento. De ahí que mi sable de esgrima conceptual
no cruza aceros con la tuya, pes ambos postulamos que no existe

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tal separación. Pero no dejemos de complementar la idea: el su-
jeto, como parte del Todo relativo, interactúa con el objeto, que
también es parte del mismo Todo. Un hombre es tan natural
como puede serlo una piedra o un cocodrilo, pero, parafra-
seando a Marx (a quien detestas sin disimulo alguno) creo que
estaremos de acuerdo en el hecho de que la Naturaleza se co-
noce a sí misma por medio del hombre. Esta afirmación nos trae
un problema adicional: si hay diferentes interpretaciones de la
historia del Ser y de la Naturaleza, ¿Cuál de ellas conoce la na-
turaleza? Tal vez la respuesta la da el propio Marx, al proponer
que el Hombre será realizado como tal, cuando su naturaleza
sea parte de la Naturaleza y la Naturaleza sea parte de la Natura-
leza Humana. Desde entonces la interpretación metafórica de la
naturaleza será menos diluida por la percepción.

LA VOLUNTAD DE PODER

Te convoco, maestro Heidegger, porque tu interpretación de al-


gunas de las obras más importantes de Nietzsche es muy escla-
recedora y útil. Empiezo de inmediato: ¿Qué debemos entender
por Voluntad de poder?

En sentido general, se considera Voluntad como un querer, un


aspirar a algo. En esa misma dimensión, Poder sería el ejercicio
de la fuerza. La mayoría entiende como Voluntad de poder un

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tender a la posibilidad de ejercer la fuerza, un tender a la pose-
sión de poder. Pero esta voluntad de poder, en cuanto pulsión
de tomar el poder es, al mismo tiempo, el puro afán de violencia.
Este tipo de interpretaciones de la «voluntad de poder», defor-
man el sentido de la expresión fundamental de la metafísica de
Nietzsche; en efecto, cuando éste dice «voluntad de poder»,
piensa algo diferente.

¿La interpretación aproximada sería…?

Nietzsche la define como «la esencia más íntima del ser» lo que
significaría que la voluntad de poder sería el carácter fundamen-
tal del ente en cuanto tal. La voluntad de poder es nombrada, en
la segunda parte de “Así habló Zaratustra”. En palabras del per-
sonaje:

“Allí donde encontré algo viviente, allí encontré voluntad de


poder; y hasta en la voluntad del que sirve encontré la volun-
tad de ser señor. De acuerdo con ello, la voluntad de poder
es el carácter fundamental de la vida.

Voluntad de poder
y dominación

Al parecer, Nietzsche considera que “vida” tendría como su


esencia, la Voluntad de Poder

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Así es: pero querer es querer ser señor. Esta voluntad está in-
cluso en la voluntad del que sirve, no en cuanto que aspire a
liberarse del papel de siervo, sino en la medida en que es siervo
y servidor y, en cuanto tal, aún tiene siempre debajo de sí el ob-
jeto de su trabajo, al que «ordena». Y en la medida en que el
servidor, en cuanto tal, se hace imprescindible para el señor y de
ese modo lo constriñe y lo hace depender de él (del siervo) el
siervo domina sobre el señor. Ser servidor es también una espe-
cie de la voluntad de poder.

En este punto debo poner énfasis en mi percepción sobre los


estilos de dominación de Nietzsche. Tengo la íntima convicción
de que deducir que el siervo “domina” a su señor, en razón de
su voluntad de ordenar su trabajo, es cualitativamente diferente
de la facultad de ordenar a las personas. Por otro lado, como
veremos después, la existencia del feudal depende del siervo que
trabaja para él, porque el siervo produce para la subsistencia de
sí mismo y también para la subsistencia del feudal

Querer no sería un querer-ser-señor si la voluntad no pasara de


ser un desear y un aspirar, en lugar tener su base en el ordenar .
Ordenar es ser señor de disponer sobre posibilidades, vías, mo-
dos y medios de producir efectos por medio de la acción.

El siervo sólo puede ordenar su tarea rutinaria: arar el surco,


sembrar la semilla y cosechar, todo eso, con la intención, im-
puesta a él, de entregar al “señor de la tierra” el producto de su
trabajo.

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Ordenar es auto-superación. Sólo es necesario ordenar al que
no se obedece a sí mismo.

En este caso, el señor se obedecería a sí mismo, ordenando la


expoliación del siervo. El feudal, sobre todo, ordena a personas,
mientras que, según la tesis, el siervo sólo “ordena” actividades
rutinarias. El sentido de ordenación, como una propiedad de la
Voluntad de Poder, es muy asimétrico y no se sustenta en una
lógica consecuente, pues en el caso del feudal, él ejerce su poder
sobre el siervo, a quien le debe su existencia. ¿Cómo se puede
afirmar la superioridad de alguien que necesita de su inferior
para subsistir? Ése es un misterio cubierto de telarañas seculares,
develadas sólo por la “metaforidad” singular que los corifeos,
pasados y presentes, del feudal emplean para pretender expli-
carlo.
Voluntad y Poder

Te escuchamos, Heidegger

No obstante, la voluntad no es simplemente poder, y el poder


no es simplemente voluntad. La esencia del poder es voluntad
de poder y la esencia de la voluntad es voluntad de poder. Así,
Nietzsche puede decir “poder” en lugar de “voluntad” y “volun-
tad” en lugar de “poder”. Pero esto no significa una equiparación
de voluntad y poder; por el contrario, la expresión «voluntad de
poder» debe nombrar precisamente la simplicidad inseparable
de una esencia estructurada y única: la esencia del poder.

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Esa afirmación podría interpretarse en el siguiente sentido: la
esencia del poder sería la pulsión de poner en ejecución la vo-
luntad de imponerse sobre los siervos, mientras que la esencia
de la voluntad sería la posesión de capacidad para realizar esos
actos de dominación, es decir, la Voluntad de Poder.

Por otra parte, el poder es poder, sólo y mientras siga siendo


acrecentamiento de poder y se ordene a sí mismo más poder.
Ya el mero detener el acrecentamiento de poder, el mantenerse
en un nivel de poder, marca el comienzo de la impotencia. El
sobre-potenciarse a sí mismo forma parte de la esencia del po-
der. De este modo, el poder está constantemente en camino
«de» sí mismo, no sólo de un siguiente nivel de poder, sino del
apoderamiento de su pura esencia.

El significado de sobrepotenciarse es muy lógico, sería el es-


fuerzo de aumentar el poder para dominar a quienes domina.
Pero el aumento de ese poder no sería necesario si es que no
existiera un ritmo paralelo de acrecentamiento de ansias de li-
bertad de los dominados, quienes aumentan su voluntad de re-
sistir la dominación de los que tienen poder sobre ellos.

Por lo tanto, si el grado de poder que tiene el que domina se


mantiene en el mismo nivel, su capacidad de dominio será me-
nor. Eso sí tiene lógica. Pero aún queda una pregunta al res-
pecto: ¿El Poder y la Voluntad son uno sólo?

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La Síntesis

El poder y la voluntad son lo mismo en el sentido de cooperte-


nencia esencial a la unidad de una esencia. No son lo mismo en
el sentido de unidad de dos esencias por lo demás separadas.
No hay una voluntad por sí como no hay un poder por sí. Sólo
la voluntad de voluntad es voluntad, o sea, voluntad de poder en
el sentido de poder de poder.

Podríamos decir entonces que, ambos, la voluntad y el poder,


conforman una unidad conceptual, pero no una identidad, es
decir, estructuran una síntesis en la que ambos coexisten y no
pueden ser separados una del otro, porque ninguno de los dos
tiene vida fuera de los límites de la síntesis de ambos.

La “voluntad de poder” es la esencia del poder. Es esta esencia


del poder, y no sólo un quantum de poder, lo que constituye la
meta de la voluntad

Diríamos que la esencia y el quantum de poder, de acuerdo con


nuestra interpretación, es la síntesis que se convierte en la meta
de la voluntad, independientemente del “aporte” proporcional
que cada uno de ellos hace a la voluntad de poder en su tour
hacia la meta prevista.

Todo lo que vive es voluntad de poder. “Tener y querer tener


más, en una palabra, “Crecimiento”; eso es la vida misma” Toda
mera conservación de la vida es ya declinación de la vida.

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La sabiduría popular diría: a camarón que se duerme se lo lleva
la corriente.
El Devenir

El poder sólo puede darse poder a sí mismo por una sobrepo-


tenciación en la medida en que ordena a la vez acrecentamiento
y conservación. El “valor” es el punto de vista de las condiciones
de conservación y acrecentamiento, respecto de formaciones
complejas en el interior del devenir”

En seguida veremos que hay dos personajes reales que represen-


tan, muy acertadamente, esta necesidad de acrecentamiento

Si Voluntad de poder es sobrepotenciación del poder, devenir


no quiere decir el indeterminado fluir de un cambio indefinido
de estados; tampoco quiere decir “desarrollo hacia una meta”.
En la percepción de Nietzsche, devenir querría decir movilidad
de la voluntad de poder

Se entiende que esa movilidad de la voluntad de poder en


cuanto carácter fundamental del ente, se refiere a una movilidad
de acrecentamiento del poder, excluyendo cualquier movilidad
que tienda a su reducción.

Fuerza

Los valores “son siempre reducibles a aquella escala numérica y


de medida de la fuerza”.

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“Fuerza” es entendida por Nietzsche en el sentido de poder, es
decir, como voluntad de poder. El número es esencialmente una
forma perspectivista. El valor es “esencialmente el punto de
vista” del ser que ejerce la voluntad de poder.

Tal como la percibo, la “fuerza” parecería ser una dimensión


que tiene grados de cuantificación, mientras que la voluntad de
poder se refiere a la forma cualitativa que esa voluntad de poder
toma cuando el ente la ejerce.

Con frecuencia designa como valores no sólo a las condiciones


de las formaciones de dominio, sino a las formaciones mismas.
En efecto, ellas crean las vías y las instituciones, y por lo tanto las
condiciones bajo las cuales el mundo, que es esencialmente
“caos” y nunca “organismo”, se ordena como voluntad de poder.
De este modo se vuelve comprensible la formulación, de que la
“ciencia” (el conocimiento, la verdad) y el “arte”, son “valores”.

En otras palabras, la voluntad de poder que un individuo ejerce


sobre otro es insignificante en comparación a la que ejerce por
medio de las instituciones y la interpretación del desarrollo, cam-
bio y sustitución de cada una de ellas. Así, el sistema democrá-
tico sería un valor por medio del cual, los que tienen desarro-
llada su fuerza dentro del sistema, ejercen su voluntad de poder.

Querer

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“ ... Querer es lo mismo que querer-devenir-más fuerte, querer-
crecer -y también querer los medios para ello”. La voluntad de
poder, es la voluntad que quiere valores. Por eso es que de ella
sale toda posición de valores y toda estimación del valor: el
«principio de la posición de valores”.

Querer sería la fuerza que empuja a ser para ser más-que-el-otro,


especialmente en un mundo en el cual el capitalismo hace que
el competidor trate de lograr más poder de mercado, disminu-
yendo el que gozan los otros competidores.

La auto-conciencia de la voluntad de poder consiste en pensar


en términos de valor, donde el término “conciencia” no significa
ya un representar indiferente, sino el contar consigo mismo, lo
que ejerce y da poder.

Aquí habría una gran diferencia con la definición marxista, la


que considera que la “conciencia es la capacidad que tiene el ser
humano de reflejar el mundo objetivo”. El marxista percibe la
conciencia como un espejo de calidad veneciana, en el acto de
reflejar, algo que la participación de la subjetividad en el acto de
conocer, ha desmentido.

La voluntad de poder se devela como la subjetividad que se dis-


tingue por pensar en términos de valor. Toda confrontación me-
tafísica es un decidir sobre el orden jerárquico de los valores.

33
Ese orden jerárquico de los valores, son impuestos a la sociedad
por los grupos que dominan por su “voluntad de poder”.

Gracias por la primera parte del soliloquio, Heidegger. Ahora


ingresaremos al análisis de tres personajes que ejercen o han
ejercido en la historia, su Voluntad de Poner. En Primer tér-
mino, el señor feudal. Para ello, acudiremos a un diálogo virtual
que sostuve con Hegel sobre el tema. En primer término, citare-
mos las palabras de Nietzsche con el objeto de compararlas con
la visión de Hegel y exponer la idea que el filósofo de la Razón
Absoluta tenía del “señor”, es decir, del que pertenece a la lla-
mada “nobleza” y que es vencedor en alguna batalla.

EL SEÑOR
Y LA VOLUNTAD DE PODER

Gracias, otra vez, por la reiteración de tu amable presencia, Mar-


tin Heidegger.

Pero querer, es querer ser señor. Esta voluntad está incluso en


la voluntad del que sirve en la medida en que es siervo y servidor
y, en cuanto tal, aún tiene siempre debajo de sí el objeto de su
trabajo, al que “ordena”. Y en la medida en que el servidor se
hace imprescindible para el señor y de ese modo lo constriñe y
lo hace depender de él (del siervo) el siervo domina sobre el
señor. Ser servidor es también una especie de la voluntad de po-
der. Querer no sería nunca un querer-ser-señor si la voluntad no

34
pasara de ser un desear y un aspirar, en lugar de ser desde su
base y exclusivamente: ordenar.

La Alienación
en Hegel

Hegel afirma que hay esclavos y “señores”, porque en las batallas


heroicas los primeros prefirieron rendirse en vez de morir libres.
¿Cuáles batallas, Hegel? ¿Aquéllas en que los pobres mueren
defendiendo los intereses de los ricos?

En las batallas se pierde o se gana, no hay términos medios para


los hombres que son heroicos y dignos de ser libres

Los pobres son los que luchan las batallas de los señores, no
porque hayan perdido ellos mismos alguna batalla. Pero sigamos
¿Qué hacen los vencedores, una vez que la batalla ha sido ga-
nada por ellos, como buenos señores, Hegel?

Se apropian de lo que les pertenece legítimamente como corres-


ponde a todos los vencedores

¿Y qué sería Hegel, lo que “legítimamente” les correspondería


en su calidad de vencederos de una batalla “heroica”?

Lo que encuentren a su disposición: las posesiones de los venci-


dos, sus familias y ellos mismos, como esclavos; eso es lo que
ganan

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Eso suena como un acto de pillaje vandálico bajo la forma de
heroísmo. El vencedor tiene derecho a ser ladrón; ésa sería la
verdadera esencia del heroísmo de los “grandes señores”. Por
otra parte, dices que el vencedor es la Conciencia, el “Ser para
sí”, algo que sólo el Señorío feudal tendría. Con ello nos propor-
cionas conceptos que necesitan ser definidas. ¿Qué son el “Ser
en sí” y el “Ser para sí”, según tu visión del “señor”, Hegel?

El que vence tiene derecho a todo, pero la nueva condición es


dada al Ser por medio del trabajo; no de otra manera, os lo ase-
guro, sin duda alguna.

¿Hemos oído bien? ¿Hegel: dijiste que la condición del “Ser


para sí” es dada sólo por el trabajo?

Lo confirmo y lo reconfirmo: sólo el trabajo es el que transforma


el Ser en sí en el Ser para sí

También dijiste que los únicos que trabajan son los siervos ¿Se-
rían por eso, los únicos Seres para sí?

No; porque el siervo ha enajenado su trabajo y el producto


creado, al no morir por su libertad

En otra de tus obras, tan conocidas, dijiste que el siervo cede el


producto de su trabajo

36
Así es, rechaza el producto de su trabajo por me-dio de la absti-
nencia y la mortificación

¿Es decir, el siervo, al igual que los monjes, ayuna voluntaria-


mente y, además, se mortifica por placer? Avallar tu afirmación
es llevar la apología del parasitismo a dimensiones pocas veces
igualadas. Por otra parte, te contradices, pues el siervo se basta a
sí mismo para garantizar su existencia, en realidad no necesita
de nadie para existir: produce lo que le permite vivir, es autosu-
ficiente, lo que el feudal no es. El rango de Señor es un eufe-
mismo para identificar a los parásitos de todos los tiempos

Para eso están las guerras: adueñarse de siervos que lo manten-


gan, trabajando para él.

De lo cual deducimos que el Señor en un ladrón, un saqueador,


un extorsionista y un verdugo con impunidad.

La Alienación
en Nietzsche

Respetado Nietzsche, se te considera como uno de los filósofos


modernos que más ha destacado la alienación humana; sin em-
bargo, tu concepto de alienación no es el de la sociedad como
un todo, más bien se refiere al individuo. ¿Cómo concibes,
Nietzsche, a los grupos humanos y su relación con el individuo?

37
El Individuo está dominado a la masa y su deber es liberarse de
esa Alienación

¿Sólo de las masas; sólo de la sociedad?

También de la religión; sobre todo, del cristianismo. Por eso es


que hay que dividir la sociedad en dos grupos: la plebe, que se
une en grupos, y el aristócrata que se supera por sí mismo

¿Por qué esa inquina contra la plebe, Nietzsche?

Porque la rebelión de la plebe comienza cuando el resenti-


miento se vuelve un valor en sí. “El esclavo no puede crear valo-
res desde sí mismo”, necesita que alguien le diga cuáles valores
debe adoptar

Pero, según tu teoría, el resentimiento del expoliado por el pa-


rásito, en pos de su voluntad de poder, ¿no sería un valor fun-
damental del ser humano en toda época y espacio?

No; el desprecio con que el hombre superior mira a la plebe, no


se iguala al odio con que la plebe lo mira a él. El hombre del
resentimiento” no es ni franco, ni ingenuo, ni honesto consigo
mismo. Su alma mira de reojo; ama los escondrijos, los caminos
tortuosos y las puertas falsas

El Planteamiento
de un Supuesto
38
Asumamos una situación hipotética: Nietzsche es un siervo ex-
poliado por el parasitismo feudal ¿Vería con buenos ojos a quie-
nes le expoliarían?

Al respecto, citemos lo que dice:

“El hombre noble, reacciona de forma inmediata, por instinto,


por eso es que no envenena como el esclavo; yo reaccionaría de
ese modo. Fíjate en Mirabeau, quien no tenía memoria para los
insultos ni para las villanías. Por eso es que no podía perdonar,
olvidaba; en cambio el esclavo, la plebe, ni olvida ni perdona.
Un hombre como Mirabeau de un golpe se sacude gusanos que
en otros, en cambio, anidan siempre”

Dice que la plebe ansía ser inteligente, mientras que el Ser supe-
rior considera que la Razón es para la plebe. La actitud del siervo
con relación a sus expoliadores, ¿Sería racional?

Claro que sí. Los vocablos “infeliz” y “digno de lástima” señalan


al hombre vulgar, como esclavo y animal de carga. Los bien na-
cidos son hombres íntegros, de fuerza y siempre activos, lo que
la plebe no es. En la plebe, la felicidad no radica en la acción,
como en el hombre superior, sino en la quietud, en la paz.

Sin embargo, las guerras campesinas desde el siglo XVII y los


alzamientos de los trabajadores, no son reflejos de la pasividad
que les atribuyes

39
El hombre del resentimiento no es ni franco, ni ingenuo, ni ho-
nesto consigo mismo. Su alma mira de reojo; ama los escondri-
jos, los caminos tortuosos y las puertas falsas. El hombre noble
honra a su ene-migo; es digno de respeto, por ser superior; si no
lo fuera, no será enemigo. En cambio, la plebe considera que el
enemigo es el “malo” y se autocalifica como el hombre “bueno”

En realidad, la historia, tal como la interpretamos, a sugerencia


tuya, Nietzsche, muestra que todo grupo humano identifica
como malos al enemigo y como buenos a los miembros del pro-
pio grupo. Es decir, esa identificación no es privativa de lo que
llamas la plebe. Las guerras entres ingleses y franceses, entre ale-
manes y americanos… muestran que los respectivos estandartes
son los de los buenos y los otros, de los malos, no importa el
motivo de la guerra o de las batallas.

Las aves
rapaces

Nada hay de extraño si los corderos guardan rencor a las aves


rapaces, por lo débiles. Las aves rapaces dicen: “no estamos
enojados con los corderos; nada hay más sabroso que un corde-
rito” Exigir de la fortaleza que no sea un querer dominar es tan
absurdo, como exigir que la debilidad sea fuerza

Sobre el particular, ese imperativo aceptar el hecho de que el


ser humano, por instinto, guarda una sana repugnancia por las

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aves rapaces; entre ellas, el parásito que se hace nombrar “no-
ble” y los políticos de todas las estofas.

Un quantum de fuerza es un quantum de pulsión, de voluntad


de actividad que el ser superior tiene. Yo sé que mis obras son
conocidas como escuela de recelo, de desprecio, temeridad

Usar ese quantum de fuerza para dominar a los débiles es un


sinsentido propio del hombre superior. La fuerza de un verda-
dero guerrero va dirigida a otros como él, de lo contrario, el
quantum de fuerza es solamente un quantum de verdugo.

“Hablo de la moral inmoral… hablo desde fuera de la moral,


lo hago desde más allá del bien y del mal”

Ésa es la verdadera punción de fortaleza que encierra tu visión,


Nietzsche y el motivo de nuestra admiración por ti, pues al de-
nunciar la moral hipócrita tradicional, lo haces, calificándola
como la “moralina”, propia de los filisteos e hipócritas, por eso
dices que hablas de la moral inmoral

“Me inventé a los hombres libres y les puse el nombre de “hu-


manos, demasiado humanos”. Quise que me hicieran compañía
como valerosos camaradas y fantasmas con los que se charla

Por lo que hemos encontrado en nuestra interpretación meta-


fórica de la historia, los “valerosos cama-radas” a los que men-
cionas, serían los feudales, los dictadores y los políticos

41
¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva el sentimiento y la Volun-
tad de Poder; el Poder mismo del hombre. ¿Qué es lo malo?
Todo lo que procede de la debilidad; todo lo que procede de la
compasión y de la piedad. “¿Qué es la felicidad? El sentimiento
de que el Poder crece; de saber que una resistencia queda supe-
rada”

Hay una lógica interna en tu percepción de lo malo y de lo


bueno que es imposible negar, incluyendo la imagen que tiene
de los débiles. Es conocido tu lema fundamental en las relacio-
nes humanas; la cito:

Los débiles y los malogrados deben perecer: artículo primero de


nuestro amor a los hombres” ¿Qué es lo más dañoso que cual-
quier otro vicio? La compasión con los débiles que es el animal
doméstico, el animal de rebaño, el animal enfermo

En un capítulo posterior de esta obra, plantearé mi interpreta-


ción de los entes débiles y de lo que, con ellos, considero
como “bueno” y como “malo”.

El hombre superior tiene una conciencia nueva para verdades


que hasta ahora han permanecido mudas. Se debe guardar para
sí el respeto a sí mismo; el amor a sí mismo; la libertad incondi-
cional a sí mismo.

Nuevamente nos preguntamos si el Hombre Superior al que te


refieres, Nietzsche, es el individuo parecido al que proclama el

42
existencialismo, es decir, el in-dividuo aislado o, te refieres al
grupo de “hombres superiores” que han unido, en una sola, sus
respectivas voluntades del poder. ¿Qué opinas, respetado Hei-
degger?

Nietzsche llama “veneno doctrinal” a la declaración de igualdad


e idénticos derechos para todos; con el resentimiento de las ma-
sas, esa moral ha forjado su arma contra nosotros, contra los
aristócratas. De allí nace la idea del Superhombre: a la pregunta
¿Cómo se supera al hombre?, Zaratustra responde: Vosotros ha-
béis despreciado, hombres superiores, esto me hace tener espe-
ranzas. Os honro, porque no habéis aprendido las pequeñas cor-
duras. Superad a los hombres hermanos míos, a estas gentes pe-
queñas: ¡son el peligro del superhombre!

Al parecer, Nietzsche llama aristócratas a quienes identifica


como hombres superiores y ejercen la voluntad de poder como
una fuerza dominadora contra los débiles. Me pregunto si todos
los parásitos que se autonombran “nobles” y todos los dictadores
de la historia, están, necesariamente, en esa categoría. Por otra
parte, me gustaría indagar sobre la opinión que tiene de los hom-
bres de talento, los grandes científicos, los hombres que produ-
cen obras de arte… en general, los hombres de gran talento.

Alienación: Resumen

El siervo, su trabajo y la tierra hacen el Ser para sí del feudal y,


al mismo tiempo, el siervo teme que el feudal muera.

43
En cambio, el feudal, que no trabaja, no garantiza su propia exis-
tencia, no sería un Ser para sí, no sería nada. Eso es Alienación:
al renunciar, por la fuerza, al producto de su trabajo y de su pro-
pio Ser, el siervo se aliena a su explotador. Así, el siervo no es
una persona para el feudal; él y la tierra, son sólo instrumentos
de producción; nada más. Ahora viene la gran pregunta: ¿Por
qué el siervo no se rebela? ¿Por qué aguanta esa alienación tan
absurda? La respuesta es única: por miedo: se supone que el
feudal y el rey son representantes de Dios en la Tierra, intoca-
bles. En términos de la Voluntad de Poder de Nietzsche, porque
están sujetos a los valores impuestos por la voluntad de poder
del feudal, de la llamada nobleza y del rey. Si nos atenemos a la
percepción de Hegel y palpamos su lógica, nos damos cuenta de
que el feudal no sería un ser libre, en cambio, el siervo sí sería.
El siervo haría que el feudal fuera para sí, negándose a sí mismo,
según dice Hegel, porque habría perdido la “batalla para ser li-
bre”. El siervo enajenaría voluntariamente el producto de su tra-
bajo y la condición de su propio ser, en beneficio del feudal y la
monarquía. En ese proceso es que radica la Alienación del
siervo al feudal, al rey y a todos los que viven de él. Lo mismo
sucede con la alienación del trabajo al capitalista y al político.
Nuevamente se produce la gran contradicción: el que produce
no es libre; el que no produce, sí lo es.

El Capitalista

Citemos a Nietzsche, en uno de sus comentarios:

44
El acrecentamiento de poder es, en sí mismo y al mismo tiempo,
también conservación del poder. El poder sólo puede darse po-
der a sí mismo en la medida en que ordene a la vez acrecenta-
miento y conservación. Ello implica que el poder mismo y sólo
él ponga las condiciones del acrecentamiento y la conservación.

Esto significa que la Voluntad de Poder tiene grados de más y


de menos. El “acrecentamiento del poder” no es sino el incre-
mento del grado de poder, medido con algo. El capitalista actual,
cuya tarea es maximizar el beneficio de la empresa, sería el re-
presentante genuino de la percepción del acrecentamiento del
poder para ser poseedor de poder. Por eso es que señalamos
que el que tiene el poder para ejercer su voluntad de poder, tal
como lo pone Nietzsche, es un mercachifle o un político. Vea-
mos el caso del mercachifle, cuya única razón de existir es una
de las más extrañas.

¿Para qué trabaja un zapatero


Para ganar dinero
¿Para qué quiere dinero?
Para mejorar la calidad de vida de su familia.

Si le hacemos la misma pregunta a un médico o a un científico,


nos contestará de la misma manera.

Pero si le preguntamos a un capitalista para que trabaja nos dirá


que lo hace para ganar más dinero

45
¿Y para qué querría más dinero?
Para hacer más dinero y luego más y más

El acrecentamiento de poder es el aumento de su patrimonio,


en un principio de correa sin fin. Acrecienta su poder constan-
temente, lo hace impelido por la competencia; si deja de acre-
centar su poder será expulsado del mercado.

Ahora acudamos a las cavilaciones de un político, las que fueron


escritas en una obra anterior.

El Político

La Política es el arte de lograr el Poder, de conservarlo y de


extenderlo; todo lo que se diga y haga para lograr estos pro-
pósitos, será bien recibido; todo lo que se oponga a la conse-
cución de los objetivos trazados debe ser combatido. Por eso
es que la Política es el arte de lo posible y es por eso que exige
una moral que proviene de la ética pragmática, la que acepta
como justificativo todo lo que permite que el grupo al que
pertenecemos se perpetúe y rechaza lo que se oponga al logro
del objetivo. Nosotros, los políticos, somos una especie den-
tro de la especie humana y como tales, consideramos nuestra
sobrevivencia como la aspiración más alta a la que supedita-
mos todas las demás. Pero el Poder por el simple Poder no
tiene sentido: es vacío y huero. El Poder alcanza su razón de
ser cuando es gozado por el que lo detenta; no se ha hecho
para cualquier mortal: ha sido hecho para una clase especial

46
de hombres, para nosotros, los políticos, los únicos que sabe-
mos apreciarlo. Del mismo modo que es una estupidez de
alto grado servir un vino de marca a quien no sabrá degus-
tarlo, también sería una bestialidad confiar el Poder a quien
no sabe usarlo ni catarlo ni retozar en él sin rubor. Los hom-
bres han hecho los dioses omnipotentes como una proyec-
ción de sus ansias de poder, como una objetivación ideal de
sus propios deseos de alcanzar la capacidad de hacer todo lo
quieren y así solazarse en grado supremo ¿Han visto ustedes
cómo reciben las masas la voceada omnipotencia de los dio-
ses? La reciben con veneración. Es que la masa venera el Po-
der, como quien reverencia algo distante y per-verso. Por eso
lo quieren encarnado en la lejanía, más allá de sus horizontes,
más allá de sus lontananzas, más allá de donde ellos jamás
podrán llegar: esto es, en la cúpula del Estado. El pueblo
quiere el Poder como los sapos quieren la luna; lo quieren
por encima, no al lado; arriba, donde estamos los hombres
que forcejean con él y lo vencen...”

Por lo visto, el Hombre Superior de Nietzsche, el que ejerce su


Voluntad de Poder es, por un lado, el feudal parásito; por el
otro, el capitalista, avaro, ocupado sólo en tener más y más ga-
nancias. A los dos personajes, añadimos al Político, ambicioso,
as-tuto, dual. Todos, corruptos. En suma: los tres son la antítesis
de los guerreros nietzscheanos. En la práctica, diremos que Dio-
nisos siempre está ebrio. Apolo languidece, abrumado por la Ra-
zón. El Superhombre es un mercachifle cobijado en las Transna-
cionales; un adorador del dólar, un hipócrita cuyos rivales no son

47
los de un guerrero, sino los que se parecen a él: avaros, miedosos,
astutos… despreciables, al igual que el Político, otro de los “hom-
bres superiores”. La Voluntad de Poder ahora está en manos de
un negro y el Presidente de mi país es un indígena, algo que te
debe causar pesar en el mismo nivel que trae alegría para nosotros.
Ya podemos resumir lo siguiente.

Hegel y Nietzsche

Si Hegel es el teórico de los “Señores de la tierra”, feudales


marrulleros que nada tienen de hombres superiores, Nietzsche
se convierte en el filósofo de los mercachifles, los que sólo tienen
respeto al dinero y a la tasa de ganancia. También sería el aval
filosófico del más astuto de los seres: el Político. No hay “valor
guerrero” en ninguno de ellos, pues están hechos para medrar y
hacer que otros peleen por ellos. Pero hay algo: a Hegel lo
redime el haber revivido a Heráclito, aunque su especial
dialéctica parte de la Razón pura, no de la verdadera interacción
RazónIntuición. A Nietzsche, por su valor genuino demostrado
en su audaz denuncia de la Moralina. Con eso me basta.

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48
EL NIHILISMO

Bienvenido seas, Martin Heidegger, a un nuevo soliloquio para


hacernos conocer algunos de tus puntos de vista sobre los temas
fundamentales en el pensamiento de Federico Nietzsche. Para
comenzar con nuestro intercambio verbal virtual, nos gustaría
saber tu opinión acerca de uno de los lemas de mayor importan-
cia en el escudo de armas nietzscheano. ¿Qué es el Nihilismo
en Nietzsche?
Las Relaciones
de Dominio como Moral

Comprendidas desde la metafísica de la voluntad de poder, las


ideas son pensadas como valores y las unidades más altas, como
valores supremos. En esta interpretación, toda la filosofía se con-
vierte en metafísica de los valores.

Seguramente, la metafísica de los valores es observada como un


proceso que se realiza en el transcurrir de la historia, no sola-
mente en un punto dado de la historia. Nos imaginamos que
conlleva también la tarea de establecer el nacimiento y el desa-
rrollo de los sistemas de valores

Nietzsche percibe lo deseable como «valores supremos”. Toda


metafísica es un “sistema de estimaciones de valor, una moral,
entendida como doctrina de las relaciones de dominio bajo las
que se origina el fenómeno "vida".
49
¿Qué es lo que determina, el cambio de los valores vigentes, Y
la esencia de los valores que habrán de reemplazarlos?

La voluntad de poder es el principio único de la posición de


valores. Allí donde la voluntad de poder osa reconocerse como
el carácter fundamental del ente, todo tiene que estimarse en
referencia a si acrecienta o disminuye o inhibe la voluntad de po-
der. En cuanto carácter fundamental, la voluntad de poder con-
diciona todo ente en su ser. Esta condición suprema del ente es
el valor determinante.

“La voluntad de poder en cuanto principio único de la posición


de valores”, debe partir de alguien, de un ente o grupo de entes
concretos, pero si cada ente obedece a su propia voluntad de
poder, exigirá también imponérsela a las otras voluntades de po-
der concretas y la implantación de un nuevo valor será muy com-
plicada. No olvidemos que la pluralidad de poderes de voluntad
no es reducible a una sola.

La batalla, al estilo de Hegel, determinará cuál voluntad de po-


der será el que se imponga. Nos encontraremos en una perpetua
situación de lucha a muerte no sólo entre los que dominan y los
dominados, sino entre los pares mismos que pertenecen al
grupo de los dominadores. Esto es, habrá una voluntad de poder
colectiva que coincida con cada una de las voluntades de poder
de los entes que tienen el poder de implantar valores.

50
La Transvaloración
de los valores vigentes

La metafísica de la voluntad de poder se vuelve una posición de


valor, una nueva posición de valor. Su novedad consiste en una
“transvaloración de los valores validos hasta el momento”. Esta
transvaloración constituye la esencia acabada del nihilismo. El
nihilismo, según el concepto de Nietzsche, no es una doctrina y
una opinión, más bien establece que es la desvalorización de los
valores vigentes.

De acuerdo; pero esa desvalorización de los valores vigentes y


su reemplazo por las nuevas tiene que surgir de alguien o de
algunos. ¿Cómo se pondrían de acuerdo los entes que participan
en el grupo dispuesto a reemplazar los valores vigentes por nue-
vos? ¿Acudirán al voto democrático? Esto sería contradictorio,
pues uno de los valores que seguramente será reemplazado por
otro nuevo, será el sistema democrático. ¿Los participantes en
el concilio de voluntades de poder, se eliminarán en una lucha
de todos contra todos hasta que se establezca la presencia de una
sola voluntad de poder, en la tarea de imponer los nuevos valo-
res? No parece probable; al contrario, seguramente se con-for-
marán grupos de voluntades de poder que tendrán que luchar
contra otros grupos de voluntades de poder, en el más puro sen-
tido de lucha entre grupos, no de individuos. De lo que deduci-
mos que la voluntad de poder que imponga nuevos valores debe
ser una suma de voluntades de poder, lo que contraría la opinión

51
que Nietzsche tiene de los grupos sociales a los que consideran
que matan al individuo.

El proceso de desvalorización de los valores supremos válidos


hasta el momento no es un suceso histórico entre muchos otros,
sino el acontecimiento fundamental de la historia occidental, his-
toria sostenida y guiada por la metafísica. En la medida en que
la metafísica ha recibido mediante el cristianismo un peculiar se-
llo teológico, la desvalorización de los valores vigentes hasta el
momento tiene que expresarse también de modo teológico con
la sentencia: «Dios ha muerto».

La metáfora “Dios ha muerto”

Hemos establecido que hablamos en metáforas y que la inter-


pretación de la historia es metafórica. La metáfora “Dios ha
muerto” surgiría de la necesidad de crear otros valores comple-
tamente nuevos y opuestos a los que confluyen como simples
“moralinas”. Pero, sucede que, para los creyentes, entre ellos,
muchos de sus “hombres superiores” Dios no ha muerto. De
este modo, la declaratoria se convierte en una hipótesis parecida
a la siguiente: ¿Qué pasaría si Dios muriera? La respuesta que
trae el Nihilismo es una metáfora que pretende dar respuesta a
otra: la muerte hipotética de Dios

En lugar de la autoridad de Dios y de la Iglesia aparece la auto-


ridad de la conciencia, el dominio de la razón, el dios del pro-
greso histórico, el instinto social. Que se desvaloricen los valores

52
supremos válidos hasta el momento quiere decir: esos ideales
pierden su fuerza de configurar historia.

Sobre este aspecto es preciso adelantar algo que vendrá en un


subsiguiente comentario: los “valores supremos válidos hasta el
momento”, han sido formulados e impuestos por la voluntad de
poder de los “hombres superiores”.

Pero, la desvalorización de los valores supremos válidos hasta el


momento conduce en primer lugar a que el mundo aparezca
como carente de valor. Los valores vigentes se desvalorizan, pero
el ente en su totalidad permanece, aunque exige nuevos valores.
Surge un estado intermedio por el que atraviesa la actual historia
del mundo, por la presencia de un nuevo mundo de valores.

En realidad, si los antiguos valores nunca han sido practicados


sino en apariencia, Nietzsche debería tomarlos como nuevos,
con la diferencia de que esos valores nuevos, sin la presencia de
la compasión y otros que valorizan al débil, serían verdadera-
mente ejercidos y establecerían una práctica de vida nueva y
franca, basada en ellos.

El nihilismo es la desvalorización de los valores válidos hasta el


momento en una total inversión de todos los valores. Nihilismo
quiere decir, entonces: los valores vigentes hasta el momento ya
no valen. La transvaloración tiene que ser incondicionada y po-
ner a todo ente en una unidad originaria.

53
Mi sentido de consistencia me urge a ratificar mi percepción: los
valores vigentes nunca han sido puestos en práctica por quienes
los han impuesto a los demás, esto es, por los “hombres supe-
riores que detentarían la voluntad de poder, pero, en la medida
en que esos valores son producto de su voluntad de poder, ejer-
cen esta voluntad para incumplirlos con impunidad reiterada.

Para que el contenido de los nuevos valores no fracase, la inver-


sión incondicionada debe ser implementada por modos de pen-
sar y experimentar completamente diferentes a los vigentes, aun-
que el nihilismo no es una historia ni tampoco el rasgo esencial
de la historia occidental, es la legalidad de tal suceder, su “ló-
gica”.

Para ello, no necesita cambiar los valores; los que existen actual-
mente, tales como honestidad, compromiso, honor y todo ese
ramillete de buenas costumbres, está prácticamente intocado.
Excepto una minoría muy reducida, nadie los ha usado verda-
deramente, mucho menos los hombres superiores que ejercen
la voluntad de poder y creadora de esos valores-fantasma

La causa del nihilismo es la moral, la instauración de ideales su-


pra naturales de lo verdadero, lo bueno y lo bello que tienen
validez «en sí». La posición de los valores supremos pone al
mismo tiempo la posibilidad de su desvalorización, que co-
mienza ya con el hecho de que se muestren como inalcanzables.
Por eso, la «forma preliminar» del nihilismo auténtico es el pe-
simismo, como fuerza

54
En este caso, lo único que se debe hacer para inventariar a los
hombres superiores, es realizar un congreso de filósofos existen-
cialistas, quienes son insuperables en el terreno del pesimismo y
de la náusea de vivir.

El pesimismo que sólo ve la declinación proviene, en cambio,


de la «debilidad», busca en todas partes lo aciago, está al acecho
de las posibilidades de fracaso y cree ver así el modo en que
sucederá todo. Un nihilista es el hombre que observa al mundo
tal Como es, juzga que no debería ser, y del mundo que debería
ser, que no existe»

Cualquier existencialista de rango medio supera, con mucho, la


intención de mostrar cómo debería ser el mundo, pues su pers-
pectiva es más contundente: el mundo y el ser humano deben
desaparecer. Es imposible pedir más voluntad de poder al res-
pecto

Allí donde la voluntad de poder es el principio que se ha adop-


tado para la posición de valores, el nihilismo se convierte en el
“ideal del supremo poderío del espíritu” En la medida en que
se niega todo ente existente en sí y se afirma la voluntad de poder
como origen y medida del crear, “el nihilismo podría ser un
modo divino de pensar” Se está pensando en la divinidad del
dios Dionisos.

Los existencialistas, representantes verdaderos de la Gran Or-


den de la Depresión, esencia fundamental del hombre superior,

55
piensan en la divinidad del vacío, de la nada, de la angustia, del
miedo, de la rutina… ¿Cuán más “superior” deberá ser un hom-
bre para que sea digno de voluntad de poder, al estilo nietzs-
cheano? Esa es una pregunta que algún día deberá tener su res-
puesta.

Gracias Martin Heidegger por tu invalorable aporte a la inter-


pretación de este capítulo sobre el Nihilismo de Nietzsche.
Ahora debo dedicar las próximas páginas a exponer una síntesis
brevísima de nuestra interpretación de la historia. Lo haré para
mostrar que la historia del hombre se rige por la Ley del más
fuerte y que el darwinismo social es el fundamento de la convi-
vencia humana. Ambos son expresiones de la Voluntad de Po-
der desde las épocas en que aparecieron las tribus. La Voluntad
de Poder es inherente a la esencia de la historia del hombre, no
es posible negarlo.

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56
LA LEY DEL SAQUEO

Marx postuló que la Historia estaba regida por leyes y concibió


la lucha de clases como el nervio motor del desarrollo histórico.
Por su parte Ludwig von Mises afirmó que no hay leyes
históricas, puesto que los hechos serían únicos y no se repetirían
en ningún tiempo ni espacio. Esa idea viene directa-mente de los
principios existencialistas de los Caballeros de la Gran Orden de
la Depresión Institucio-nalizada. Pero, en la peregrinación por
las fases de la Historia encuentro una Ley, infinitamente
repetida, a la que denomino: “La Ley del Saqueo”, la única que
existe en la Historia del ser humano. Es de la vigencia constante
de esa Ley que hablaré en las siguientes páginas de esta obra

Los más fuertes saquean


a los más débiles

Encontramos que la Historia Formal idealiza la brutalidad


humana o la atribuye solamente a un grupo, en desmedro de los
“otros”. Lo que recibimos de esa historia no es sino una
deformación de los hechos debido a las preferencias y los
afectos y desafectos de los sonajeros que los relatan. En cambio,
la Historia, como el relato de las formas que adquiere la Ley del
Saqueo, no hace distinciones sobre la bestialidad humana ni
clasifica a los individuos o a los grupos como “nosotros los
buenos y ellos, los malos”. La Ley del saqueo es inherente a
todos y cada uno de los seres humanos, aunque en la mayoría se

57
expresa con un salvajismo propio de la bestia racional. Hay algo
más que debemos anotar: la Ley del Saqueo en la Civilización
de Occidente ha sido moldeada por el gene del miedo y la
violencia que los anunnakis nos han inoculado al acelerar el
proceso evolutivo del hombre desde el último homínido (El
asunto de los anunnakis está contemplado en otra de mis obras
y será dada a conocer a su debido tiempo) Entre todos, el Gran
Astuto es el que tiene un grado de astucia mayor a la de las
masas, recuas humanas, a las que manipula, dado que las masas
son siempre manipulables.

Las manipula para sacralizar la hipocresía y elevarla a la máxima


de las virtudes. Los actos modelados y/o ejecutados por el Gran
Astuto siempre se ha expresado en la forma de la bestia-lidad
humana, en su máximo grado. No hay forma de ocultarlo,
somos, y sabemos que somos, fetos cons-cientes condenados a
cargar sobre la conciencia, la joroba turgente que el sentido de
culpabilidad, emergente del miedo y de nuestro verdadero Ser
Astuto, ha esculpido en el fondo del subconsciente individual y
colectivo. Esta breve introducción me lleva a la necesidad de
estructurar un Teorema

El Teorema del Miedo


El miedo, como el campo magnético en el cosmos, se expande
permanentemente por la mente humana

El Corolario del Miedo


La Ley del Saqueo es el miedo a ser saqueado

58
El precepto del Miedo
Haz a los demás lo que no quieres que te hagan a ti, antes que
los demás te lo hagan

Cualquier repaso de la historia nos muestra que los enunciados


propuestos son válidos

Un ejemplo

La tan comentada democracia de la Grecia Antigua, por ejem-


plo, es sólo un resultado de la capacidad de mercadotecnia de
sus historiadores. En la realidad, al igual que todos los grupos
humanos del mundo, la historia de Grecia es la historia del robo
y del saqueo, ambos idealizados por los constructores de imáge-
nes. Espartanos y Atenieses, por igual, eran asesinos de naci-
miento y de vocación. Como los criminales de todos los tiem-
pos, preferían arriesgar la vida en una guerra, robar el botín y
traer esclavos para que produjeran lo que ellos debían comer;
cada uno de estos “guerreros” pensaba que trabajar honrada-
mente para ganarse la vida, era una muestra de vulgaridad al ex-
tremo, en cambio, el robo y el saqueo de los demás, les parecía
digno.

Aristóteles; defensor de la moral y de las buenas costumbres, se


dio cuenta de que el saqueo traía, entre oro y joyas, algo de ma-
yor valor aún: el saqueo institucionalizado traía esclavos. Tanto
Esparta como Atenas, si estaban escasos de esclavos eran nada.

59
Los esclavos producían lo que los hombres superiores, posee-
dores de la voluntad de poder comían. Pues bien, al darse cuenta
de la riqueza que los esclavos significaban para Antenas, decidió
legalizar la esclavitud, incluyéndolo en las cosas y procesos que
no dependerían de los seres humanos sino, de la naturaleza. El
gran filósofo de la Ética a Nicómaco, el ilustre, el inmortal Aris-
tóteles, afirmó, sin rubores molestosos, que el esclavo lo era por
naturaleza. Ni el mismo Hegel, conocido por su aversión a la
masa y a todo lo que significara democracia, se atrevió a ir tan
lejos. El fundador de la Lógica, sí, lo hizo con una gran naturali-
dad. Con ello, los saqueadores y traficantes de esclavos ya tenían
el “aval moral” que les permitía usar el látigo “legalmente”.

Cuando leemos estos párrafos, quedamos confundidos al ente-


rarnos que Nietzsche no conociera que los hombres superiores,
los que detentan la voluntad de poder, ya habían existido desde
la aparición de los grupos humanos, divididos por el miedo.

EL ETERNO RETORNO
DE LO MISMO

¿Cuál es tu opinión, respetado Heidegger, de eterno retorno de


lo mismo, tal como lo plantea Nietzsche?

Nietzsche comprende todo “sentido” como “fin” y “meta”, pero,


fin y meta como valores. De acuerdo con ello, puede decir: “La
absoluta carencia de valor, de sentido, la carencia de meta en sí,
es el principal artículo de fe” del nihilista”

60
Sin embargo, una vez que los nuevos valores impuestos por la
cofradía de los hombres superiores estén en vigencia, segura-
mente tendrá algo que ver con la identificación de metas

La carencia de valor y de meta tampoco puede significar ya un


defecto, el mero vacío y la mera ausencia. La palabra metafísica
es: el eterno retorno de lo mismo… el ente que tiene el carácter
fundamental de la voluntad de poder sólo puede ser, en su tota-
lidad, eterno retorno de lo mismo.

El significado de “Eterno retorno de los mismo” se presenta un


tanto oscuro al entendimiento

El poder no conoce metas “en sí” a las que podría llegar para
permanecer en ellas, lo importante es la sobre potenciación. Por
ello, para el ente como voluntad de poder no hay ninguna meta
fuera de sí hacia la cual progresar saliendo de sí mismo.

En el Camino
está en la Meta

Hay una percepción del zen taoísta que podría explicar adecua-
damente el concepto: “El camino está en la meta”, en este caso,
la “meta que está en el camino” es la continua repetición de lo
mismo, por lo que nada externo a esa meta-camino existiría
fuera de ella.

61
La voluntad de poder, en cuanto sobre potenciación de sí
misma, retorna esencialmente a sí misma y da así al ente en su
totalidad, es decir al “devenir”, el peculiar carácter de movilidad.
Ahora bien, el ejercicio del poder eterno y carente de meta de
la voluntad de poder es, no obstante, al mismo tiempo necesa-
riamente finito en cuanto a sus situaciones y formas, pues si fuera
infinito en este respecto, en concordancia con su esencia como
acrecentamiento, tendría que «crecer infinitamente».

Si el ejercicio del poder y carente de meta de la voluntad de po-


der es finito, habría una contraposición en denominar como
“Eterno retorno de lo mismo” a lo que, anticipadamente ya exige
un fin, por lo que será preciso preguntar: ¿en qué momento se
conocerá el último ciclo de ida y vuelta de la voluntad de ser, es
decir, el último retorno?

La «Voluntad de poder» tiene una visión muy particular acerca


de lo que es el ente en cuanto tal, es decir, en su constitución. El
«Eterno retorno de lo mismo» postula cómo es el ente de esa
constitución en su totalidad. Ser y devenir se contraponen sólo
aparentemente, porque el carácter de devenir de la voluntad de
poder es, en su más íntima esencia, eterno retorno de lo mismo.

Pero la idea de “retorno” sugiere un acto de aleja-miento previo


del escenario al que tendrá que retornar y volver a ser lo mismo.
Con el fin de dar forma a la metáfora, debo citar una obra que
tiene como tema El Eterno Retorno, de Borges. En beneficio de
la brevedad, iré al punto principal.

62
El Eterno Retorno y Borges

En “La Biblioteca de Babel”, Borges expone su idea de lo infi-


nito, la cual yo cito de inmediato.

En el zaguán hay un espejo


que fielmente duplica las apariencias

Este espejo representa una de las ideas que más ha obsesionado


la metafísica borgeana: la Teoría Cíclica del Universo, más co-
nocida como la Teoría del Eterno Retorno. La doctrina tiene
orígenes registrados en papiros y pergaminos.

Los hindúes, grandes iniciadores de misteriosas inquietudes in-


tuitivas, tuvieron mucho que ver con el asunto antes de entregár-
selo a los budistas, primos carnales en el espíritu. Allí nacen los
Kalpas, etapas que el mundo naciente debe recorrer hasta llegar
a su propio poniente. El nacimiento del mundo se debe a la
compresión ideal y su destrucción a la conflagración; algo más:
el número de Kalpas es infinito tal como el número de ciclos
retornantes también lo es. Heráclito también cedió a la fascina-
ción de la gran rueda cósmica, que naciendo del fuego vuelve
con empecinamiento, otra vez al fuego. Al hablarnos de los es-
pejos que reproducen infinita-mente el original, nos dice, meta-
fóricamente que la Ley del saqueo vuelve en periodos que con-
forman el infinito. Otra vez el libro de las jerarquías llegará a
nuestras manos; otra vez veremos nuestra propia muerte por

63
hambre en medio de la gran abundancia. Hay más sobre la teo-
ría del Eterno Retorno.

Sus expositores y defensores asumen implícitamente su simetría.


El retorno de los átomos se realizaría siempre en conjuntos ho-
mogéneos y simétricos para volver a ser lo que se fue. Este es un
asunto que debe ser aclarado. Para ello recurro a uno de mis
relatos “Una noche de Estilos” (de mi libro “Cuando el Illimani
se fue”, 1986)

En uno de los relatos, el personaje borgeano, al describir la ciu-


dad de La Paz, desde su preceptiva literaria declara que:

“La ciudad de La Paz sería la expresión concreta de la entelequia


y que por ello “estaría en el deber de autorreciclarse”. No faltará
el escéptico que plantee el siguiente problema: si un todo puede
reciclarse para retornar a una posición atómica inicial, esto no
quiere necesariamente decir que todas y cada una de las partes
que conforman ese todo habrán de reciclarse al mismo tiempo,
aunque la teoría de las variaciones de los átomos, al decir que
una de las partes se vuelve a reproducir, da por sentado que to-
dos y cada uno se registran simétrica y simultáneamente. Este
supuesto es demasiado heroico, puesto que da por sentado que
una persona al reciclarse, se recicla integralmente de una sola
vez. El cerebro se recicla al mismo tiempo infinitesimal en que
se recicla el resto del cuerpo. Esto anularía la posibilidad de que
el Partenón se reciclara en partes, cada una atraída por un
tiempo diferente. La película “La Mosca”, es un buen ejemplo.

64
Trata de un ser que al reciclarse en una máquina transportadora
resulta con su propio cuerpo y con la cabeza de la mosca, que
había estado en el recinto reciclador. El reciclaje no se había lle-
vado a cabo de un modo simétrico. Aquí una ficción atestigua la
asimetría de la otra ficción.”

“Después de estas inquisiciones, diríamos que los reciclajes son


siempre simétricos, suceden todos al mismo tiempo y, por lo
tanto, es preciso abjurar de la creencia de desequilibrios cósmi-
cos en la construcción del retorno de lo mismo.”

Este pasaje nos plantea problemas de gran contenido: ¿Cuál será


el “estado inicial” que se reciclará en el infinito? Es decir ¿el
escenario original al que se deberá retornar todo el tiempo?
¿Será el que existía un segundo después de la explosión del
huevo cósmico? ¿El que había un billón de años antes? ¿A partir
de qué instante se iniciará el proceso de repetición? Esta es una
pregunta por demás retórica, puesto que todo el mundo sabría
la respuesta: a partir del momento en el que se produce el Big
Bang. El relato con el personaje borgeano nos lleva a la necesi-
dad de revisar más de cerca la tesis platónica de los siete planetas

“Equilibradas sus diversas velocidades, regresarán al punto


inicial de partida”

“A medida que esas velocidades se equilibran, gran parte de los


arreglos atómicos han recobrado ya su posición original”. En
este sentido, hay una brecha entre los planetas que han vuelto ya

65
a la originalidad y aquéllos que aún no han completado el ciclo.
Pongamos un ejemplo de lo que sucedería en nuestro planeta:
es posible imaginar que Aristóteles ya ha sido reciclado en un
tiempo similar al de Marx. Los tendremos juntos para asistir a
un diálogo de magnitud ártica. Del mismo modo se podría con-
cebir la coexistencia de la Segunda Guerra Mundial con la bata-
lla de las Termópilas, Hitler pidiendo asistencia técnica a Leóni-
das. El rayo láser pelearía con el garrote y los Fantoms tendrían
batalla con los dinosaurios… Eliminada esa posibilidad, recoge-
mos la opción de que los re-arreglos se alcanzan al mismo
tiempo en la centésima de segundo que dura el equilibrio de las
velocidades de los planetas. Imaginemos que eso se producirá
mañana: a las 10.00 a.m. hora de Greenwich. Las velocidades se
equilibran; todos desaparecemos para volver al inicio del “año
perfecto”. Ahora imaginemos lo que sucederá con las capas te-
rrestres, los océanos, los mares que han cambiado de lugar
desde entonces. Las cordilleras, que se han desplazado y las islas
que han aparecido.

Algo más, la Tierra tendría que volver al lugar cósmico que le


correspondió al iniciarse el año perfecto y con ella, todas las es-
trellas, galaxias, metagalaxias, agujeros negros… todo absoluta-
mente todo, deberá retornar al punto de partida del último Re-
torno… En “Los Cuatro Ciclos” anuncia que cuatro son las his-
torias y luego las enumera: la Iliada, Ulises, Jason, y el Vellosino;
y un sacrificio: Odín sacrificando a Odín (...) y Cristo es crucifi-
cado por los romanos. Cuatro son las historias; durante el
tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas.

66
En “His end and his beginning” se refiere a alguien que murió y
que en el cielo no hace sino repetir algo ya hecho. En “Los Teó-
logos”:

…esto ha ocurrido y volverá a ocurrir, dijo Euforbo. No encen-


déis una pira, encendéis un laberinto de fuego. Si aquí se unieran
todas las hogueras que he sido, no cabrían en la Tierra y queda-
rían ciegos los ángeles. Esto lo dije muchas veces

Resumamos: El punto principal de la tesis del Eterno Retorno


es transmitir al lector la impresión de que todo cambia para que
nada cambie. De inmediato va una versión poética del encuen-
tro intuitivo que tengo sobre el eterno retorno a nivel cósmico.

La Carabela

“Un soplo rojo sopla la carabela, que de infinito en infinito se


bambolea… el espacio ondula en vaivenes sin ritmo, al recibir
uno a uno los corpúsculos… explota un corpúsculo de fuego
denso y las esquirlas forman un nuevo universo… el tiempo
torna a nacer sin haber nunca muerto… las esquirlas primeras se
van ¡se van tan lejos!... las sombras de luz surcan los vírgenes
vacíos, extendiendo el TiempoEspacio más y más allá de la
nada… la tormentosa cabellera ondea a todos lados, sin encon-
trar frontera en ninguno de ellos… pero el gran impulso ya frena,
llamado por la motita primera. Fue nada más que un puntito de
aceite: saltó, explotó, se extendió, un universo formó y volvió
para caer otra vez en el enorme caldero. Infinitos soplos rojos

67
soplan las infinitas carabelas que de infinito en infinito bambo-
lean, bambolean”

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EL SUPERHOMBRE

Acudimos nuevamente en tu auxilio, Heidegger para que nos


des la interpretación que tienes acerca de uno de los temas que
más polémica ha causado de los que Nietzsche ha escogido para
sorprendernos

68
El hombre que, estando en medio del ente, se comporta res-
pecto del ente que es voluntad de poder y, en su totalidad, eterno
retorno de lo mismo, se llama superhombre. El “súper” en la
palabra “superhombre” contiene una negación y significa salir e
ir más allá, por “sobre” el hombre habido hasta el momento.

El superhombre reemplazaría al hombre, tal como lo conoce-


mos ahora incluyendo, sobre todo, sus valores

El concepto general alude ante todo a esta esencia nihilístico-


histórica de la humanidad que se piensa a sí misma de modo
nuevo. El superhombre es la negación incondicionada de la
esencia que el hombre ha tenido hasta el momento.

La negación del hombre actual, significaría su reemplazo por


otro de mayor potencialidad para ejercer la voluntad de poder

Pensar, comprendido metafísicamente, es el representar que


percibe aquello por lo que el ente es en cada caso ente. Por eso,
en la interpretación nihilista de la metafísica y de su historia, el
pensamiento, es decir la razón, aparece como el fundamento y
la medida conductora de la instauración de valores. Pero la ne-
gación nihilista de la razón no descarta el pensar, sino que lo
recupera al servicio de la animalidad

Todos los instintos, el de supervivencia, el de procreación y la


sensibilidad de los sentidos son los andamios que sustentan la
animalidad del hombre

69
La Animalidad
La animalidad no es considerada ya como la mera sensibilidad
y como lo inferior en el hombre. La animalidad es el cuerpo
viviente, pleno de impulsos. Sólo la animalidad determina al
hombre como siendo verdaderamente. La razón sólo es viviente
en cuanto vive corporalmente… el que está despierto, el que
sabe, dice: soy totalmente cuerpo, y nada más; y alma es sólo
una palabra para algo en el cuerpo.

En cierto sentido, la tesis nos diría que la racionalidad del hom-


bre se transforma en la animalidad que es la voluntad de ser en
cuanto se cobija en un cuerpo

La metafísica occidental no determina al hombre como ser ra-


cional en todas las épocas… sólo a partir de la época moderna la
razón conquista su pleno rango metafísico… sólo respecto de
este rango puede medirse lo que acontece con este retrotraer la
razón a la animalidad.

Es decir, la animalidad del hombre siempre ha existido, pero la


razón como distintivo principal del hombre, anunciada en la
época moderna, revela esa animalidad. Este sería un movi-
miento dialéctico al estilo de Engels: en el alba misma de la hu-
manidad, el hombre es principalmente, animalidad; en una se-
gunda etapa es, principalmente racional; en la síntesis histórica,
cuando la razón alcanza su máximo poder, el hombre vuelve a

70
la animalidad, pero lo hace en una fase muy superior de pro-
greso y experiencia que la forma original de esa animalidad

En este proceso, el acto de representar se convierte en el tribunal


que decide sobre la entidad del ente, para sentenciar que en el
futuro sólo habrá de valer como ente, lo que en el representar
sea puesto por éste ante sí mismo.

En concordancia con lo dicho, en ese proceso, la voluntad de


ser se conoce a sí misma en cuanto huésped del cuerpo. Nin-
guna representación será valorable si no es la del ente que repre-
senta y que al representar se representa sólo a sí mismo, esto es,
en cuanto a voluntad de poder y en cuanto al eterno retorno de
lo mismo.

En el comienzo de la época moderna, la entidad del ente se


transforma. La esencia de este comienzo histórico se basa en esta
transformación. La subjetividad, la sustancialidad, se determina
ahora como el representar que se representa. Ahora bien, el
hombre, en cuanto ser racional, es el representar que representa.
Por lo tanto, el hombre se convierte en el ente eminente, es decir
en “sujeto”

Sujeto que representa a su propia subjetividad, tal como antes,


representaba su propia sustancialidad.

El Objetivismo

71
La esencia del subjetivismo es objetivismo, en la medida en que
para el sujeto todo se vuelve objeto. Toda objetividad es “subje-
tiva”, porque es instaurado como objeto que se sostiene en sí
mismo. “Entidad es subjetividad” y “entidad es objetividad”, di-
cen lo mismo.

En mi percepción, yo preferiría más bien el concepto de que la


objetividad subjetivizada vuelve al mundo real, objetivamente
subjetivizada

La voluntad de poder no es nada vital ni nada espiritual, sino


que lo vital (lo viviente) y lo espiritual, en cuanto entes, están
determinados en el sentido de la voluntad de poder. La voluntad
racional, hasta el momento al servicio del representar, trans-
forma su esencia en voluntad que se ordena a sí misma.

En este caso, la voluntad del ente cotidiano sería la que deter-


mina la acción, antes de enviar al cerebro la orden de ejecutarla.
En el Superhombre, la orden sería ejecutar la acción de poder.

“La acabada subjetividad de la voluntad de poder es el origen


metafísico de la necesidad esencial del «superhombre”. El crear
es comprendido metafísicamente en el sentido de un represen-
tar pro-ductor. De acuerdo con esta doctrina, el ente es lo creado
por el creador. El derrumbamiento de la pre-eminencia de la
razón representante contiene la esencia metafísica de ese acon-
tecimiento, al que Nietzsche llama la muerte del Dios cristiano-
moral.

72
Lo que expresaría la noción de que el Superhombre no necesita
a nada ni a nadie para representar su propia subjetividad y orde-
nar el acrecentamiento de la voluntad de poder. Él representa e
impone los valores, como una tarea (¿un privilegio?) que ya no
precisa de un ente trascendental.

La Meta

De este modo, puesta en su punto más alto, la voluntad de po-


der, en cuánto subjetividad acabada, es el Superhombre. “¡No la
humanidad, sino el superhombre es la meta!”… el “superhom-
bre” no es un ideal suprasensible; tampoco es una persona que
surgirá en algún momento y aparecerá en algún lugar; es el puro
ejercicio de poder de la voluntad de poder. El pensamiento del
“superhombre” no surge, por lo tanto, de una “arrogancia” del
“señor Nietzsche”.

¿Quién impone la idea de superhombre a la humanidad y, sobre


todo, quién le hacer ver que ese nuevo estatus de existencia es
deseable y mejor que el actual? ¿En qué momento se realiza este
cambio hacia un ente nuevo? Seguramente, cuando Zaratustra
anuncia que “Dios ha muerto”

El superhombre vive en cuanto la nueva humanidad ansía al ente


como voluntad de poder. Así Zaratustra, que enseña el super-
hombre, cierra la primera parte de su enseñanza con las pala-
bras: “Muertos están todos los dioses: ahora nosotros queremos

73
que viva el superhombre”; ¡que ésta sea una vez, en el gran me-
diodía, nuestra voluntad última!”.

El retorno a sí mismo sería el retorno siempre re editado de la


voluntad de poder, refugiada en el Superhombre, quien sería fe-
liz siendo como es sin querer ser otra cosa.

En el momento de la claridad más luminosa, cuando el ente en


su totalidad se muestra como eterno retorno de lo mismo, la vo-
luntad tiene que querer el superhombre; pues sólo con la vista
puesta en el superhombre puede soportarse el pensamiento del
eterno retorno de lo mismo. La voluntad que aquí quiere no es
un desear y un apetecer, sino la voluntad de poder.

Pero la voluntad de poder ejerce su dominio, por lo tanto, es


también un imperativo de ejercer ese dominio. El superhombre
no carece de pulsiones que deben ser satisfechas, de lo contra-
rio, no sería el superhombre, sobre todo, si tenemos que su
esencia es una vuelta a la animalidad, la que siempre ansía.

«La fuerza y el poder de los sentidos, eso es lo más esencial en


un hombre logrado y completo: el espléndido “animal” tiene
que estar previamente dado.

Me pregunto si la consistencia animal-moral del superhombre


exige experiencias de dominio que van más allá de la simple ar-
bitrariedad y de la imposición de valores nuevos y eternamente
re editados

74
El hombre no se vuelve “señor” mediante cualquier violencia,
siguiendo opiniones y deseos casuales. Convertirse en señor
quiere decir, ante todo, someterse a sí mismo a la orden del po-
der. Las pulsiones sólo encuentran su esencia como grandes pa-
siones. Los pequeños gozos se mantienen extraños a las grandes
pasiones. Lo que decide no son los meros sentidos, sino el ca-
rácter del poder en el que están integrados.

Una de las más grandes pasiones del guerrero, es la batalla en


campo abierto. Si bien el “ser del ente” es la voluntad de poder,
no podemos negar que existen varios entes con sus respectivas
voluntades de poder, las que, cobijadas en las subjetividades del
superhombre, demandarán el ejercicio de ese poder, en accio-
nes que no siempre coincidirán con las voluntades de poder de
otros entes-superhombres

“Humanización”, pensada de modo nihilista, quiere decir: hacer


que el hombre se vuelva hombre mediante la inversión de la
preeminencia de la razón en preeminencia del cuerpo. Por ello,
la humanización del superhombre, es la “deshumanización”.
Mediante esta deshumanización el ente se muestra, desnudo,
como el ejercicio del poder y la lucha de las formaciones de do-
minio de la voluntad de poder

La lucha entre Superhombres

Esas luchas se realizan por los entes en forma de superhombres,


con el objeto de imponer sus valores por medio de la voluntad

75
de poder. La pregunta vuelve en pos de una respuesta: ¿Quiénes
luchan en las batallas por la imposición de valores acorde con
las respectivas formas que cada superhombre cobija como vo-
luntad de ser?

Por todo lo analizado, las batallas se realizarán entre grupos de


superhombres contra grupos de superhombres, todos, con la in-
tención de dominar a los no superhombres o al grupo de super-
hombres vencidos

Sólo cuando la subjetividad incondicionada de la voluntad de


poder se ha convertido en la verdad del ente en su totalidad, es
metafísicamente necesaria la institución de un adiestramiento ra-
cial, pero no la mera formación de razas que crecen por sí mis-
mas, sino la noción de raza que se sabe como tal. Así como la
voluntad de poder no es pensada de modo biológico sino onto-
lógico, tampoco la noción nietzscheana de “raza” tiene sentido
biológico, sino metafísico.

Ahora estamos en el campo del Nosotros, lo que implica que no


habrá una sola raza que se conozca como tal, habrá varias de
ellas y entre ellas, se erguirán contradicciones entre la interac-
ción de las voluntades de poder de algunas de esas razas, y la
interacción de las voluntades de poder de otra u otras, lo que
sugiere que la paz no será una condición de existencia del super-
hombre

76
El rango y la ley de un pueblo y de los grupos de pueblos se
determinan de acuerdo con el grado y el modo de la fuerza im-
perativa desde la que se ponen al servicio de la realización del
dominio incondicionado del hombre sobre sí mismo.

Sin embargo, la voluntad de poder impone la exigencia de que


el superhombre se domine a sí mismo y también a los demás,
especialmente a los que se considera “inferiores”

Con ese nuevo tipo de hombre se concreta “la emergencia de


una doctrina que criba a los hombres... que a los débiles los im-
pulsa a tomar resoluciones, y también a los fuertes”

En la segunda parte de esta obra desarrollaré algunos conceptos


propios de mi propia percepción filosófica, a la que he denomi-
nado La Voluntad de Ser cuyos aspectos filosóficos, ideológicos
y doctrinales tienen un fin común: lograr que los débiles y los
enfermos se fortifiquen para hacer frente a quienes los expolian
hoy y, en el futuro, a quienes pretendan imponer su voluntad de
poder, sobre la voluntad de Ser.

77
LA JUSTICIA

Gracias, Heidegger, por participar en nuestro encuentro con el


último de los temas planteados en la tarea de realizar indagacio-
nes sobre lo esencial del pensamiento de Nietzsche. Ahora nos
toca indagar sobre la Justicia.

¿Qué tienes para decirnos acerca de ese tema, Heidegger?

En la visión de Nietzsche, la justicia mira hacia esa humanidad


que debe ser seleccionada para formar el tipo que posea la pro-
piedad esencial de instaurar el dominio incondicionado sobre la
tierra. La justicia es el adjudicar, en una construcción previa, las
condiciones que aseguran un preservar y un conseguir.

¿Cuáles serían los pilares principales en el que esa justicia base


sus fundamentos y su razón de ser?

La justificación consiste en lo único que satisface la esencia como


“supremo representante de la voluntad de poder”. Las cinco ex-
presiones fundamentales que hemos analizado: “voluntad de po-
der”, “nihilismo”, “eterno retorno de lo mismo”, “superhom-
bre” y “justicia” corresponden a la esencia de la metafísica arti-
culada en cinco momentos. Pero la esencia de esa unidad, den-
tro de la metafísica y para ella misma, permanece encubierta. En
tu estudio sobre los puntos fundamentales de la percepción de
Nietzsche, sobre los cuales formulamos nuestras indagaciones,

78
pones de relieve la lógica que une todos esos conceptos, de ma-
nera tal, que la esencia de esa unidad, sería, en mi percepción,
la interacción de los cinco momentos. No habría necesidad de
alguna ontología o alguna óntica para la determinación de esa
esencia, más bien, ése sería un campo que entraría en la jurisdic-
ción de la interacción de esos momentos entre sí. Tal vez habría
un nuevo campo de estudio en la filosofía para identificar ese
momento, al cual podríamos denominar “Iterrelacionalogía”

El pensamiento de Nietzsche se mantiene en el movimiento in-


terno de la verdad en la medida en que, abarca con la mirada la
totalidad y percibe la consonancia de todas. Las preguntas al res-
pecto serían: ¿en qué tiene su fundamento la unidad esencial de
la metafísica? ¿Dónde tiene su origen la esencia de la metafísica?
Recordemos que la metafísica de Nietzsche es caracterizada
como la metafísica de la voluntad de poder

A una voluntad de poder que es absoluta y que se conserva por


el acrecentamiento que exige, a su vez, el eterno retorno de lo
mismo, le corresponderá un tipo de justicia que no sea otra que
la fijación constante de esa voluntad de poder

El qué y el cómo
de la Justicia

En el pensamiento de Nietzsche queda oculto qué y cómo la


“justicia” es el rasgo esencial de la verdad, por lo tanto, no es
lícito elevar la expresión fundamental “justicia” al rango de tí-

79
tulo principal de su metafísica. Metafísica es la verdad del ente
en cuanto tal en su totalidad. La metafísica de la subjetividad in-
condicionada y acabada piensa, sin decirlo, la esencia de sí
misma, o sea la esencia de la verdad, como justicia.

Es de suponer que cuando te refieres a la justicia como esencia


de la verdad, hablas de la verdad impuesta por la voluntad de
poder.

Queda aún la pregunta acerca de qué pueblos y qué humanidad


estarán sometidos de modo definitivo y anticipador a la ley de la
pertenencia de la incipiente historia del dominio de la tierra. Ya
no es, en cambio, una pregunta sino que está decidido cuando
dice: “Se acerca la época en la que se emprenderá la lucha por
el dominio de la tierra, se la emprenderá en nombre de doctri-
nas filosóficas fundamentales”

Podríamos adelantar que los pueblos escogidos serán sobre


todo, los que han llegado a cierto grado de desarrollo material y
tecnológico que les permita hallar el tiempo necesario para esta-
blecer cuáles, en cada grupo humano, serán los rasgos distintivos
de su voluntad de poder

El fin de la Filosofía

También cabe suponer que la filosofía como doctrina y como


figura de la cultura desaparecerá porque, en la medida en que
ha sido auténtica, ya ha nombrado la realidad de lo real, es decir

80
el ser desde el cual todo ente es llamado a ser lo que es y cómo
es

Ésa sí es una suposición heroica, demasiado heroica, pues la fi-


losofía no ha concluido su tarea sobre las indagaciones acerca de
la naturaleza, el hombre, la historia y el pensamiento. Cualquier
suposición en sentido contrario sería una gran arbitrariedad.

Las «doctrinas filosóficas fundamentales» aluden a la esencia de


la metafísica que llega a su acabamiento y sustenta la historia oc-
cidental, bajo la forma europeo-moderna y la destina a la “domi-
nación del mundo”.

De ahí la necesidad imperiosa, el cumplimiento imperativo, de


hacer que nuestros débiles devengan fuertes para que las batallas
del futuro se realicen entre voluntades de contextura diferente,
pero de igual intensidad. En ese postulado se basa La Voluntad
de Ser.

Por último cabe añadir que lo que se expresa en el pensamiento


puede imputarse historiográficamente a la esencia nacional del
pensador, pero no puede hacerse pasar jamás por una peculiari-
dad nacional. El pensamiento de Descartes, la metafísica de
Leibniz, la filosofía de Hume, son, en cada caso, europeos, y por
ello planetarios. Del mismo modo, la metafísica de Nietzsche no
es jamás, en su núcleo, una filosofía específicamente alemana; al
contrario, es una metafísica europeo-planetaria.

81
No; hay una filosofía, la única, que puede ser considerada
como planetaria: la Voluntad de Ser.

Muchas gracias Martin Heidegger por tus valiosos aportes a la


estructuración de esta obra, sin los cuales nuestra tarea habría
sido mucho más difícil y mucho más extensa.

De todo lo dicho es posible establecer que en Nietzsche hay


cinco paradigmas muy importantes

1
EL HOMBRE SUPERIOR
Nietzsche, hasta nosotros llega la airada voz de tu Zaratustra, di-
rigiéndose a los “Hombres Superiores”:

“Vosotros hombres superiores, aprended esto de mí: en el


mercado nadie cree en hombres superiores. Y si queréis ha-
blar allí, ¡bien! Pero la plebe dirá parpadeando “todos somos
iguales”.

Por lo visto, tu hombre superior se considera superior con


relación a los harapos de los más humildes

No en comparación con los hombres libres del hambre

82
Por otra parte, identificas muy bien a los ambiguos, aunque los
confundes con los humildes; al respecto dices:

Hoy las gentes pequeñas se han convertido en los señores:


predican resignación y modestia y cordura y laboriosidad y el
largo etcétera de las pequeñas virtudes.

Estas “gentes pequeñas” son los ambiguos, los que tienen la astucia
como noble virtud y la doble moral como su práctica cotidiana

Predican resignación y laboriosidad, pero no como


comportamiento propio sino como una imposición a los harapos,
a los débiles

Dicen lo que no hacen; no dicen lo que hacen

¡Para mí no sufrís aún bastante! Pues sufrís por vosotros, no


habéis sufrido aún por el hombre.

Pero los humildes, los pobres, a los que tú desprecias tanto, sufren
de pobreza, de hambre y de exclusión; sufren por el hombre

En la lógica disposición que la ley del más fuerte establece, los que
producen no comen; los que comen no producen

La pobreza y el hambre es el dueto fatídico convertido en el gran


dolor colectivo, el más penoso de todos los dolores

83
¿Qué clase de hombre superior es el que desea rodearse de
mendigos para ser admirado por ellos? Ése es un despropósito
absurdo

No queráis nada por encima de vuestra capacidad: hay una


falsedad perversa en quienes quieren por encima de su capa-
cidad. ¡Especialmente cuando quieren cosas grandes! Pues
despiertan desconfianza contra las cosas grandes, esos refina-
dos falsarios y comediantes

¿Quiere decir esto que los débiles y enfermos no deben encarar


la tarea de rebelarse, de tratar de subir escalones empinados?

La plebe no sabe lo que es grande, ni lo que es pequeño; no


distingue entre lo que es recto y honesto: ¡ella es inocente-
mente torcida, ella miente siempre!

Pero hay algo que es francamente contradictorio

En mi país, por ejemplo, hay “hombres superiores” que despre-


cian a los indígenas, a la “plebe, por ser indígenas

Los desprecian por ello, a pesar de que esos indígenas producen


lo que los hombres “superiores” comen a dos carrillos

Tendremos un encuentro para hablar sobre este asunto, cuando


lleguemos al tema sobre la Alienación del Ser

84
Pero no hay que ser gran expedicionario de la sociología para
constatar que el “hombre superior”, a diferencia de “la plebe”,
no es autosuficiente; es decir, su existir depende, precisamente,
de su antípoda social: del que produce lo que el “superior” le
arrebata con zarpas de hierro agarfiado: ¡El “hombre superior”
necesita del inferior para subsistir! Si no fuera por el hombre
excluido, el hombre superior sería un fósil más en el panteón
Por el otro lado, el hombre que produce, es autosuficiente, no
necesitan de nadie para subsistir, viven plenos en su pobreza

¿Se desprecia al que produce lo que comes?


¿Se llama Superior al parásito?

¡La diferencia está en que los hombres superiores son hom-


bres valientes! ¡Hombres de corazón abierto!

Al preguntarme, te pregunto:

¿Con quién debería medir fuerzas tu Hombre Superior, dado


que no quiere rivales, sólo mendigos, sólo hombres derrotados
por el hambre?

¡Guardaos también de los doctos! Os odian: ¡pues ellos son


estériles! Tienen ojos fríos y secos, ante ellos todo pájaro yace
desplumado.

85
Pero los indígenas de mi país cambiaron de norte a sur, cuando
llegaron al poder; cuando lo hicieron, se sintieron Hombres Su-
periores,

Se sintieron tan “superiores” que decidieron que una nación no


era suficiente para que cumplieran sus objetivos

De este modo, dividieron mi país en 36 “naciones”

Ninguno de ellas guarda un lugar para los estratos medios o de


ingresos altos en el país; solamente para los incisos indígenas

Los escritorios públicos fueron ocupados por indígenas que ja-


más habían conocido como se gobierna un país; ni siquiera una
alcantarilla

La ineficiencia se hizo muy grande y se sumó a la corrupción y


al racismo al tratar con desdén a los estratos medios

Su servilismo atávico no les permite el desdén para los que tie-


nen cuentas en los bancos; por eso es no llegan a ser “hombres
superiores”

En su delirio han encontrado un ritmo al que se mueven, exta-


siados, en dos dimensiones anquilosadas: el indigenismo y el
marxismo

86
El hombre-masa está en el gobierno, comiendo a cuatro carrillos
y dibujando la caricatura más espantosa de nuestro país

Ninguno de ellos, masa o líder, tiene noción acerca de lo que es


el individuo, ni la conciencia de la propia individualidad

Sé, estimado Nietzsche, que consideras al grupo humano como


el cerrojo histórico que no permite la libertad del individuo

Por su parte, el indigenismo y el marxismo crean plebes en


forma de hordas en las que no hay instituciones

Sólo existe la relación horda-líder

Cuando salen a las calles exigen hablar con el Presidente, pues,


en su calidad de plebe, sólo reconocen al líder

Como espectador de todo este proceso, comprendí que para ser


Hombre Superior hay una condición necesaria y suficiente

En primer término, el ente que conforma las masas adquiere


consciencia de lo que es el individuo dentro del grupo

Que logre reflejos luminosos de su propia individualidad

Una individualidad dentro del grupo, un Yo en el Nosotros


Eso es algo que nuestra plebe no tiene

87
Quienes ahora gobiernan en mi país, y las masas humanas que
los respaldan, a pesar de tener “el poder”, siguen siendo plebe

De esta manera, tu “hombre superior” es cualquier ser humano


que detenta el poder de decidir qué podrán y no podrán hacer
los demás

Tu “hombre superior”, para ser tal, necesita La Voluntad de Po-


der de un Señor, uno de tus grandes paradigmas

Pero, quienes están en el poder siempre están solos; a todo


“hombre superior” le es difícil identificar en quién debe confiar

El presidente del gobierno indígena de Bolivia no confía en los


médicos bolivianos, ni siquiera para una constipación nasal o de
la garganta

Más bien confía en el gobierno cubano para que le realicen algún


examen físico y otorgarle el certificado socialista de buena salud

Los que detentan el poder están frente a los precipicios y sepul-


turas que cavan en pos del derecho de tener la panza llena

Al preguntarme, te pregunto:

¿En quién debería confiar tu Hombre Superior, dado que no


quiere rivales, sólo mendigos?

88
Confiará en el hombre que tiene valor

¿Cómo se reconoce a un hombre que tiene valor?

Hay varias maneras de demostrar que se tiene valor; pero esa


capacidad no está a la vista

Tiene valor el que ve el abismo, pero con ojos de águila, el


que aferra el abismo con garras de águila: ése tiene valor

Si el hombre superior se aferra al abismo con garras de águila,


entonces ¿Dónde está su ser diferenciado?

Porque es necesario aceptar que todo el que está en peligro de


caer al precipicio se aferra a lo que puede

Lo hace con manos, uñas y dientes

¡Qué diferencia con los que meditan en la senda del Zen!

Los que afirman que el que está por caer al abismo mira la rama
de la que se aferra

Mira la rama, no sólo como su eslabón entre la vida y la muerte,


sino que la contempla con embeleso, porque es una rama bella

¿No sería ese meditador un gran hombre superior?

89
¡No tienen ni derecho ni fuerza de exigir su egoísmo! ¡Es vues-
tro egoísmo, creadores! Ellos se jactan de no mentir, pero la
incapacidad para la mentira no es ya, ni de lejos, amor a la
verdad. ¡Estad en guardia! Quien no puede mentir no sabe
qué es la verdad.

Cada vez me asombra más tu capacidad de asombrar


Esa facultad tuya no parece tener fin; tu lógica es irrebatible

Si alguien no puede mentir es porque no conoce la verdad; la


mentira exige que se conozca acerca de lo que se miente

La mentira es un acto consciente para deformar la realidad; por


eso, alguien puede estar equivocado en algo sin mentir

“El hombre es malvado”, así me dijeron, para consolarme,


los más sabios. ¡Ay, si eso fuero hoy verdad! Pues el mal es la
mejor fuerza del hombre. Esto no está dicho, sin embargo,
para orejas largas. No toda palabra conviene tampoco a todo
hocico. Estas son cosas delicadas y remotas: ¡hacia ellas no
deben alargarse las pezuñas de las ovejas! ¡Y allí donde están
los vicios de vuestros padres no debéis querer pasar por san-
tos! ¿Qué es lo más dañoso que cualquier otro vicio? La com-
pasión con los débiles

En eso estamos de acuerdo; la compasión es una red que atrapa


al hombre y lo vuelve más débil de lo que ya es

90
Yo no compadezco a los débiles, más bien quiero volverlos
fuertes, así puedan defenderse de tu hombre superior

Pero ya no en las condiciones actuales, sino en el encuentro de


voluntades de igual a igual

De este modo, Nietzsche, tengo una idea formada sobre tu


hombre superior, tal como existe ahora

Es uno de los miembros de la Cofradía del Parasitismo,


representada por los que se autocalifican “nobles”

Cualquier cosa que eso signifique; para ellos no hay ni espada ni


sable; sólo el cuchillo de cocina, el de los carniceros.

En el presente, ese “hombre superior” es empresario de las


grandes corporaciones transnacionales

No existen guerreros que escojan enemigos privados

91
Más bien, hay sabandijas que crean guerras para beneficiarse de
la venta de armas a los dos lados combatientes

No van a las guerras; envían jóvenes para morir “en defensa” de


la tasa de ganancia del gran empresario transnacional

O para dejar la vida en defensa del Político, los máximos


representantes actuales de tu “Hombre Superior”

Pero tu Zaratustra es un reproductor de generalidades y de


singularidades

Por ello, nunca ha pensado que entre los extremos siempre hay
un término medio, un Tercero Incluido

Un espacio que la mente reconoce como una dimensión que


exime la de los extremos. Vayamos a otro de tus paradigmas,
muy ligado al anterior.

LA VOLUNTAD DE PODER

Te convoco, maestro Heidegger, porque tu interpretación de al-


gunas de las obras más importantes de Nietzsche es muy útil

Empiezo de inmediato: ¿Qué debemos entender por Voluntad


de poder?

92
En sentido general, se considera Voluntad como un querer, un
un aspirar a algo. En esa misma dimensión, Poder sería el ejer-
cicio de la fuerza. La mayoría entiende como Voluntad de po-
der un tender a la posibilidad de ejercer la fuerza, un tender a
la posesión de poder. Pero esta voluntad de poder, en cuanto
pulsión de tomar el poder es, al mismo tiempo, el puro afán
de violencia. Este tipo de interpretaciones de la «voluntad de
poder», deforman el sentido de la expresión fundamental de la
meta-física de Nietzsche; en efecto, cuando éste dice «voluntad
de poder», piensa algo diferente.

¿La interpretación aproximada sería…?

Nietzsche la define como «la esencia más íntima del ser» lo


que significaría que la voluntad de poder sería el carácter fun-
damental del ente en cuanto tal. La voluntad de poder es
nombrada, en la segunda parte de “Así habló Zaratustra”. En
palabras del personaje:

“Allí donde encontré algo viviente, allí encontré voluntad de


poder; y hasta en la voluntad del que sirve encontré la volun-
tad de ser señor. De acuerdo con ello, la voluntad de poder
es el carácter fundamental de la vida.

Voluntad de Poder y dominación


En éste, como en todos los casos, el “feudal”, será la represen-
tación de todos los parásitos que viven a costa de los demás

93
Al parecer, Nietzsche, tal como lo muestra Zaratustra considera
que la “vida” tendría la Voluntad de Poder como su esencia

Querer es querer ser señor. Esta voluntad está incluso en la


voluntad del que sirve, no en cuanto que aspire a liberarse del
papel de siervo, sino en la medida en que es siervo y servidor
y, en cuanto tal, aún tiene siempre debajo de sí el objeto de
su trabajo, al que «ordena». Y en la medida en que el servidor,
en cuanto tal, se hace imprescindible para el señor y de ese
modo lo constriñe y lo hace depender de él (del siervo) el
siervo domina sobre el señor. Ser servidor es también una
especie de la voluntad de poder.

En este punto debo poner énfasis en mi percepción sobre los


estilos de dominación de Nietzsche.

Yo opino que mostrar al siervo como alguien que “domina” a su


señor, en razón de su voluntad de ordenar su trabajo”, es cuali-
tativamente diferente de la facultad de ordenar a las personas.
Por otro lado, como veremos después, la existencia del feudal
(el parásito actual) depende del siervo que trabaja para él, por-
que el siervo produce para la subsistencia de sí mismo y también
para la subsistencia del feudal

Querer no sería nunca un querer-ser-señor si la voluntad no


pasara de ser un desear y un aspirar, en lugar tener su base en

94
el “ordenar”. Ordenar es ser señor de disponer sobre posibi-
lidades, vías, modos y medios de producir efectos por medio
de la acción.

El siervo sólo puede ordenar su tarea rutinaria: arar el surco,


sembrar la semilla y cosechar; todo eso, con la intención, im-
puesta a él, de entregar al “señor de la tierra” el producto de su
trabajo.

Ordenar es auto-superación. Sólo es necesario ordenar al que


no se obedece a sí mismo.

En este caso, el señor se obedecería a sí mismo, ordenando la


expoliación del siervo. El feudal, sobre todo, ordena a personas,
mientras que, según la tesis, el siervo sólo “ordena” actividades
rutinarias

El sentido de ordenación, como una propiedad de la Voluntad


de Poder, es muy asimétrico y no se sustenta en una lógica con-
secuente

Pues en el caso del feudal, él ejerce su poder sobre el siervo, a


quien le debe su existencia

¿Cómo se puede afirmar la superioridad de alguien que necesita


de su inferior para subsistir?

95
Ése es un misterio cubierto de telarañas seculares, develadas
sólo por la “metaforidad” singular de los corifeos

Corifeos presentes del feudal-empresario, que martillean silogis-


mos forjados en yunques rojos de ambición, servilismo y astucia

Voluntad y Poder

Modificas el concepto al cambiar una preposición por una con-


junción: Voluntad y Poder, en vez de Voluntad de Poder

No obstante, la voluntad no es simplemente poder, y el poder


no es simplemente voluntad. La esencia del poder es voluntad
de poder y la esencia de la voluntad es voluntad de poder. Así,
Nietzsche puede decir “poder” en lugar de “voluntad” y “vo-
luntad” en lugar de “poder”. Pero esto no significa una equipa-
ración de voluntad y poder; por el contrario, la expresión «vo-
luntad de poder» debe nombrar precisamente la simplicidad
inseparable de una esencia estructurada y única: la esencia del
poder.

La relación sería como la que existe entre el día y la noche; am-


bas, causa y efecto uno del otro

Esa afirmación también podría interpretarse en el siguiente sen-


tido: la esencia del poder sería la pulsión de poner en ejecución

96
la voluntad de imponerse sobre los siervos, mientras que la esen-
cia de la voluntad sería la posesión de capacidad para realizar
esos actos de dominación, es decir, la Voluntad de Poder.

Por otra parte, el poder es poder sólo cuando siga siendo


acrecentamiento de poder y se ordene a sí mismo más poder.
Ya el mero detener el acrecentamiento de poder, el mante-
nerse en un nivel de poder, marca el comienzo de la impo-
tencia. El sobre-potenciarse a sí mismo forma parte de la
esencia del poder. De este modo, el poder está constante-
mente en camino «de» sí mismo, no sólo de un siguiente nivel
de poder, sino del apoderamiento de su pura esencia.

El significado de sobrepotenciarse es muy lógico: el esfuerzo de


aumentar el poder para aumentar el dominio a los dominados

Pero el aumento de ese poder no sería necesario si no existiera


un deseo creciente de ansias de libertad de los dominados

Ellos aumentan su voluntad de resistir la dominación de los que


tienen, además de Voluntad de Poder, el poder sobre ellos

Así, si el grado de poder que tiene el que domina se mantiene


en el mismo nivel, su capacidad de dominio será menor

Eso sí tiene lógica; pero aún queda una pregunta al respecto: ¿El
Poder y la Voluntad son uno sólo?

97
La Síntesis
El poder y la voluntad son lo mismo en el sentido de co-perte-
nencia esencial a la unidad de una esencia. No son lo mismo
en el sentido de unidad de dos esencias por lo demás separa-
das. No hay una voluntad por sí como no hay un poder por sí.
Sólo la voluntad de voluntad es voluntad, o sea, voluntad de
poder en el sentido de poder de poder.

Podríamos decir entonces que, ambos, la voluntad y el poder,


conforman una unidad conceptual, pero no una identidad

Es decir, estructuran una síntesis en la que ambos coexisten y no


pueden ser separados una del otro, porque ninguno de los dos
tiene vida fuera de los límites de la síntesis de ambos.

La “voluntad de poder” es la esencia del poder. Es esta esencia


del poder, y no sólo un quantum de poder, lo que constituye
la meta de la voluntad

Diríamos que la esencia y el quantum de poder, de acuerdo con


nuestra interpretación, es la síntesis que se convierte en la meta
de la voluntad, independientemente del “aporte” proporcional
que cada uno de ellos hace a la voluntad de poder en su tour
hacia la meta prevista.

Todo lo que vive es voluntad de poder. “Tener y querer tener


más, en una palabra, “Crecimiento”

98
Eso es la vida misma” Toda mera conservación de la vida es
ya declinación de la vida.

En ese sentido, el sistema capitalista sería el orden natural en el


que se desenvolvería la Voluntad de Poder

En el sistema capitalista, la competencia hace de la voluntad de


poder el nervio motor para dominar a los rivales

En ese caso, el hombre superior no baja la vista hacia los men-


digos para recibir su adhesión

Más bien la dirige al frente, allí donde se encuentra el rival ver-


dadero, el competidor en el mercado, al que debe enfrentar

El empresario ejerce su voluntad de poder para minimizar las


consecuencias del ejercicio de la voluntad de poder del otro

Ambos libran un torneo en el que la creatividad reemplaza a las


lanzas y la innovación toma el lugar de los escudos

La fuerza de los caballos ha cedido a la fuerza de las máquinas,


como al poder del conocimiento y al deseo de querer más

El escenario donde se despliega la energía del empresario es el


patio donde se llevan a cabo los torneos entre señores

Pero estos caballeros no obran por cuenta propia

99
Al estilo de la relación caballero-doncella, representan a sus ac-
cionistas luchando por el “honor” de la empresa

Pero no puede desplegar su Voluntad de Poder a discreción

Su ética personal no puede enfrentar los intereses de la em-


presa, pues todo él pertenece a los accionistas

Su ética le impone el deber de hacer todo lo que debe hacer en


pro de los intereses de sus accionistas

La Voluntad de Poder no está en el Empresario, está en el con-


junto de accionistas, dueños de la empresa

De ahí que el Hombre Superior, es el conjunto de Hombres


Superiores

Por otro lado, lo que sucede en las relaciones políticas es un fiel


reflejo de lo que acontece en las relaciones empresariales

En un sistema democrático, el mandamás no es el presidente,


pues no puede hacer todo lo que su voluntad de poder ansía

Su Voluntad de Poder está mediatizada por las voluntades que


se congregan en el parlamento y en las instituciones

Sólo un dictador, con apoyo de la fuerza, puede ejercer su Vo-


luntad de Poder sobre aquéllos a quienes ha dominado

100
De esta manera, el verdadero Hombre Superior sería el que
ejerce su Voluntad de Poder por el uso de la fuerza, en una so-
ciedad determinada

Comparto con Nietzsche el repudio a la plebe, pero debo com-


parar cada una de las razones por las que lo hacemos

¿Por qué esa inquina contra la plebe, Nietzsche?

Porque la rebelión de la plebe comienza cuando el resenti-


miento se vuelve un valor en sí. “El esclavo no puede crear
valores desde sí mismo”, necesita que alguien le diga cuáles
valores debe adoptar

Pero, según tu teoría, el resentimiento del expoliado por el pa-


rásito, en pos de su voluntad de poder, ¿no sería un valor fun-
damental del ser humano en toda época y espacio?

No; el desprecio con que el hombre superior mira a la plebe,


no se iguala al odio con que la plebe lo mira a él.

El hombre del resentimiento” no es ni franco, ni ingenuo, ni


honesto consigo mismo.

Su alma mira de reojo; ama los escondrijos, los caminos tor-


tuosos y las puertas falsas.

101
Por supuesto que, cuando te refieres al “hombre del resenti-
miento” usas el singular para identificar a todos los seres que
forman la plebe

Por mi parte, detesto a la plebe, al hombre-masa, porque es-


tructura una horda que le permite cobijarse en el anonimato
para obrar como lo hace

No tiene conciencia de que son individuos con deberes y dere-


chos

El marxismo ha identificado muy bien a este tipo de muche-


dumbre: “las masas” conjunto de individuos manipulables ca-
rentes de autoconciencia
El actual neoliberalismo, también quiere “individuos” ajenos a
los grupos organizados, pues el individuo aislado es manipula-
ble

Los conjuntos organizados, como el Nuestro Nosotros, no es


manipulable

El Planteamiento de un Supuesto
Asumamos una situación hipotética: Nietzsche es un siervo ex-
poliado por el parasitismo feudal ¿Vería con buenos ojos a quie-
nes le expoliarían?

Al respecto, citemos lo que dice:

102
“El hombre noble, reacciona de forma inmediata, por ins-
tinto, por eso es que no envenena como el esclavo; yo reac-
cionaría de ese modo. Fíjate en Mirabeau, quien no tenía me-
moria para los insultos ni para las villanías. Por eso es que no
podía perdonar, más bien olvidaba; en cambio el esclavo, la
plebe, ni olvida ni perdona. Un hombre como Mirabeau, de
un golpe se sacude gusanos que, en otros, en cambio, anidan
siempre”

De acuerdo con lo que afirma, Nietzsche podría ser pobre, pero


nunca pertenecer “a la plebe”, en el sentido que la define

La actitud del siervo con relación a sus expoliadores, ¿Sería ra-


cional?
Leamos lo que dice al respecto:

Claro que sí. Los vocablos “infeliz” y “digno de lástima” seña-


lan al hombre vulgar, como esclavo y animal de carga. Los
bien nacidos son hombres íntegros, de fuerza y siempre acti-
vos, lo que la plebe no es.

En la plebe, la felicidad no radica en la acción, como en el


hombre superior, sino en la quietud, en la paz.

Sin embargo, las guerras campesinas desde el siglo XVII y los


alzamientos de los trabajadores, no son reflejos de la pasividad
que les atribuye

103
El hombre del resentimiento no es ni franco, ni ingenuo, ni
honesto consigo mismo. Su alma mira de reojo; ama los es-
condrijos, los caminos tortuosos y las puertas falsas. El hom-
bre noble honra a su enemigo; es digno de respeto, por ser
superior; si no lo fuera, no será enemigo. En cambio, la plebe
considera que el enemigo es el “malo” y se autocalifica como
el hombre “bueno”

En realidad, la historia, tal como la interpretamos, a sugerencia


tuya, Nietzsche, muestra que todo grupo humano identifica
como malos al enemigo y como buenos a los miembros del pro-
pio grupo. Es decir, esa identificación no es privativa de lo que
llamas la plebe.

Las guerras entres ingleses y franceses, entre alemanes y ameri-


canos… muestran que los respectivos estandartes son los de los
buenos y los otros, de los malos, no importa el motivo de la gue-
rra o de las batallas.

Las aves rapaces

Nada hay de extraño si los corderos guardan rencor a las aves


rapaces, por lo débiles. Las aves rapaces dicen: “no estamos
enojados con los corderos; nada hay más sabroso que un cor-
derito” Exigir de la fortaleza que no sea un querer dominar
es tan absurdo, como exigir que la debilidad sea fuerza

104
Sobre el particular, es imperativo aceptar el hecho de que el ser
humano, por instinto, guarda una sana repugnancia por las aves
rapaces

Entre las que identifica al parásito que se hace nombrar “no-


ble” y a los políticos de todas las estofas.
Un quantum de fuerza es un quantum de pulsión, de voluntad
de actividad que el ser superior tiene. Yo sé que mis obras
son conocidas como escuela de recelo, de desprecio, temeri-
dad

Usar ese quantum de fuerza para dominar a los débiles es un


sinsentido propio de tu hombre superior. La fuerza de un ver-
dadero guerrero iría dirigida a otros como él, de lo contrario, el
quantum de fuerza sería solamente un quantum de verdugo.

“Hablo de la moral inmoral… hablo desde fuera de la moral,


lo hago desde más allá del bien y del mal”

Ésa es la verdadera punción de fortaleza que encierra tu visión,


Nietzsche y el motivo de nuestra admiración por ti, pues al de-
nunciar la moral hipócrita tradicional, lo haces, calificándola
como la “moralina”, propia de los filisteos e hipócritas, por eso
dices que hablas de la moral inmoral

“Me inventé a los hombres libres y les puse el nombre de


“humanos, demasiado humanos”. Quise que me hicieran

105
compañía como valerosos camaradas y fantasmas con los que
se charla

Por lo que hemos descubierto en nuestra interpretación meta-


fórica de la historia, los “valerosos camaradas” a los que men-
cionas, serían los feudales (en el sentido que le dimos) los dic-
tadores y los políticos

¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva el sentimiento y la Vo-


luntad de Poder; el Poder mismo del hombre. ¿Qué es lo
malo? Todo lo que procede de la debilidad; todo lo que pro-
cede de la compasión y de la piedad. “¿Qué es la felicidad?
El sentimiento de que el Poder crece; de saber que una resis-
tencia queda superada”

Hay una lógica interna en tu percepción de lo malo y de lo


bueno que es imposible negar, incluyendo la imagen que tiene
de los débiles. Es conocido tu lema fundamental en las relacio-
nes humanas; la cito:

Los débiles y los malogrados deben perecer: artículo primero


de nuestro amor a los hombres” ¿Qué es lo más dañoso que
cualquier otro vicio? La compasión con los débiles, que es el
animal doméstico, el animal de rebaño, el animal enfermo

En un capítulo posterior de esta obra, plantearé mi interpreta-


ción de los débiles y de lo que, con ellos, considero como
“bueno” y como “malo”.

106
El hombre superior tiene una conciencia nueva para verdades
que hasta ahora han permanecido mudas. Se debe guardar
para sí el respeto a sí mismo; el amor a sí mismo; la libertad
incondicional a sí mismo.

Nuevamente nos preguntamos si el Hombre Superior al que te


refieres, Nietzsche, es el individuo proclamado por el existencia-
lismo, es decir, el individuo aislado; o, te refieres al grupo de
“hombres superiores” que han unido, en una sola, sus respecti-
vas voluntades del poder.

¿Qué opinas, respetado Heidegger?

Nietzsche llama “veneno doctrinal” a la declaración de igual-


dad e idénticos derechos para todos; con el resentimiento de
las masas, esa moral ha forjado su arma contra nosotros, con-
tra los aristócratas. De allí nace la idea del Superhombre: a la
pregunta ¿Cómo se supera al hombre?, Zaratustra responde:
Vosotros habéis despreciado, hombres superiores, esto me
hace tener esperanzas. Os honro, porque no habéis apren-
dido las pequeñas corduras. Superad a los hombres herma-
nos míos, a estas gentes pequeñas: ¡son el peligro del super-
hombre!

Al parecer, Nietzsche llama aristócratas a quienes identifica


como hombres superiores y ejercen la voluntad de poder como
una fuerza dominadora contra los débiles

107
Me pregunto si todos los parásitos que se autonombran “nobles”
y todos los dictadores de la historia, están, necesariamente, en
esa categoría

Por otra parte, me gustaría indagar sobre la opinión que tiene


de los hom-bres de talento, de los grandes científicos, de los
hombres que producen obras de arte… en general, de los hom-
bres de gran talento.

Si observamos las cualidades de estos seres y las compararíamos


con la de los parásitos, veremos que la Voluntad de Poder tiene
grados de más y de menos; pero, en todos los casos, el “acrecen-
tamiento del poder” no es sino el incremento del grado de po-
der, medido con algo.

Veamos el caso del capitalista (no del empresario, pues éste es


un asalariado del capitalista)

¿Para qué trabaja un zapatero?


Para ganar dinero

¿Para qué quiere dinero?


Para mejorar la calidad de vida de su familia.

Si le hacemos la misma pregunta a un médico o a un ingeniero,


nos contestará de la misma manera

108
Pero si la pregunta es dirigida, con buen ánimo al capitalista, nos
responderá que lo hace para ganar más dinero

¿Y para qué querría más dinero?


Para hacer más dinero y luego más y más

El acrecentamiento de poder es el aumento de su patrimonio,


en un principio de correa sin fin, que pretende adquirir más lon-
gitud

Siempre acrecienta su poder, lo hace impelido por la competen-


cia; si deja de acrecentarlo será expulsado del mercado

Ahora acudamos a las cavilaciones de un político, las que fueron


escritas en una de mis obras anteriores

El Político
La Política es el arte de lograr el Poder, de conservarlo y de ex-
tenderlo; todo lo que se diga y haga para lograr estos propósitos,
será bien recibido; todo lo que se oponga a la consecución de
los objetivos trazados debe ser combatido. Por eso es que la Po-
lítica es el arte de lo posible y es por eso que exige una moral
que proviene de la ética pragmática, la que acepta como justifi-
cativo todo lo que permite que el grupo al que pertenecemos se
perpetúe y rechaza lo que se oponga al logro del objetivo. Noso-
tros, los políticos, somos una especie dentro de la especie hu-
mana y como tales, consideramos nuestra sobrevivencia como la
aspiración más alta a la que supeditamos todas las demás. Pero

109
el Poder por el simple Poder no tiene sentido: es vacío y huero.
El Poder alcanza su razón de ser cuando es gozado por el que lo
detenta; no se ha hecho para cualquier mortal: ha sido hecho
para una clase especial de hombres, para nosotros, los políticos,
los únicos que sabemos apreciarlo. Del mismo modo que es una
estupidez de alto grado servir un vino de marca a quien no sabrá
degustarlo, también es una bestialidad confiar el Poder a quien
no sabe usarlo, ni catarlo, ni retozar en él sin rubor. Los hom-
bres han hecho los dioses omnipotentes como una proyección
de sus ansias de poder, como una objetivación ideal de sus pro-
pios deseos de alcanzar la capacidad de hacer todo lo quieren y
así solazarse en grado supremo ¿Han visto ustedes cómo reciben
las masas la voceada omnipotencia de los dioses? La reciben con
veneración. Es que la masa venera el Poder, como quien reve-
rencia algo distante y perverso. Por eso lo quieren encarnado en
la lejanía, más allá de sus horizontes, más allá de sus lontananzas,
más allá de donde ellos jamás podrán llegar: esto es, en la cúpula
del Estado. El pueblo quiere el Poder como los sapos quieren la
luna; lo quieren por encima, no al lado; arriba, donde estamos
los hombres que forcejean con él y lo vencen...”

Por lo visto, el Hombre Superior de Nietzsche, el que ejerce su


Voluntad de Poder es, por un lado, el feudal parásito

Por el otro, el capitalista avaro, ocupado sólo en tener más y más


ganancias; añadimos al Político, ambicioso, astuto, dual

Todos, corruptos.

110
En suma: los tres son la antítesis de los guerreros nietzscheanos
actuales

En la práctica, diremos que Dionisos siempre está ebrio. Apolo


languidece, abrumado por la Razón.

El Superhombre es un mercachifle cobijado en las Transnaciona-


les; un adorador del dólar, un hipócrita cuyos rivales son de la
misma laya

Nada tienen que ver con los rivales del guerrero genuino, pues son
avaros, miedosos, astutos… despreciables

Lo mismo con el Político, otro de los “hombres superiores”.

La Voluntad de Poder ahora está en manos de un negro y el Pre-


sidente de mi país es un indígena
Algo que te debe causar pesar por todos lados

Pero no está lejano el día en el que el Hombre Superior verda-


dero, aparezca en la historia

El Hombre Superior será el individuo que se relacione con los


individuos en el grupo que le servirá de campo de operaciones

El que se haya desprendido para siempre del miedo existencial


que lo oprime: el miedo al otro mundo después de muerto

111
Obrará no por miedo al castigo ni por espera de recompensa,
más bien porque estará en su ser obrar así y no de otro modo

Ése es, respetado Nietzsche, el Hombre Superior que yo


anticipo.

EL SUPERHOMBRE

Acudimos nuevamente a tu auxilio, Heidegger para que nos des


la interpretación que tienes acerca de uno de los temas que más
polémica ha causado de los que Nietzsche ha escogido para sor-
prendernos

El hombre que, estando en medio del ente, se comporta res-


pecto del ente que es voluntad de poder y, en su totalidad,
eterno retorno de lo mismo, se llama superhombre. El “sú-
per” en la palabra “superhombre” contiene una negación y
significa salir e ir más allá, por “sobre” el hombre habido hasta
el momento.

El superhombre reemplazaría al hombre, tal como lo conoce-


mos ahora incluyendo, sobre todo, sus valores

El concepto general alude ante todo a esta esencia nihilístico-


histórica de la humanidad que se piensa a sí misma de modo
nuevo. El superhombre es la negación incondicionada de la
esencia que el hombre ha tenido hasta el momento.

112
La negación del hombre actual, significaría su reemplazo por
otro de mayor potencialidad para poseer y ejercer la voluntad de
poder

Pensar, comprendido metafísicamente, es el representar que


percibe aquello por lo que el ente es en cada caso ente. Por
eso, en la interpretación nihilista de la metafísica y de su his-
toria, el pensamiento, es decir la razón, aparece como el fun-
damento y la medida conductora de la instauración de valo-
res. Pero la negación nihilista de la razón no descarta el pen-
sar, sino que lo recupera al servicio de la animalidad

Todos los instintos, el de supervivencia, el de procreación y la


sensibilidad de los sentidos son los andamios que sustentan la
animalidad del hombre

La Animalidad

La animalidad no es considerada ya como la mera sensibili-


dad y como lo inferior en el hombre. La animalidad es el
cuerpo viviente, pleno de impulsos. Sólo la animalidad deter-
mina al hombre como siendo verdaderamente. La razón sólo
es viviente en cuanto vive corporalmente… el que está des-
pierto, dice: soy totalmente cuerpo, y nada más; y alma es sólo
una palabra para algo en el cuerpo.

113
En cierto sentido, la tesis nos diría que la racionalidad del hom-
bre se transforma en la animalidad, que es la voluntad de poder
en cuanto se cobija en un cuerpo

La metafísica occidental no determina al hombre como ser ra-


cional en todas las épocas… sólo a partir de la época moderna
la razón conquista su pleno rango metafísico… sólo respecto de
este rango puede medirse lo que acontece con este retrotraer
la razón a la animalidad.

Lla animalidad del hombre siempre ha existido, pero la razón,


como distintivo principal del hombre, revela esa animalidad

Este sería un movimiento al estilo de Engels: en el alba misma


de la humanidad, el hombre es principalmente, animalidad

En una segunda etapa es, principalmente, racional

En la síntesis histórica, cuando la razón alcanza su máximo po-


der, el hombre vuelve a la animalidad

Pero lo hace en una fase muy superior de progreso y experiencia


que la forma original de esa animalidad

En este proceso, el acto de representar se convierte en el tri-


bunal que decide sobre la entidad del ente, para sentenciar
que en el futuro sólo habrá de valer como ente, lo que en el
representar sea puesto por éste ante sí mismo.

114
En concordancia con lo dicho, en ese proceso, la voluntad de
poder se conoce a sí misma en cuanto huésped del cuerpo. Nin-
guna representación será valorable si no es la del ente que repre-
senta y que, al representar, se representa sólo a sí mismo, esto
es, en cuanto a la voluntad de poder y en cuanto al eterno re-
torno de lo mismo.

En el comienzo de la época moderna, la entidad del ente se


transforma. La esencia de este comienzo histórico se basa en
esta transformación. La subjetividad, la sustancialidad, se de-
termina ahora como el representar que se representa. Ahora
bien, el hombre, en cuanto ser racional, es el representar que
representa. Por lo tanto, el hombre se convierte en el ente
eminente, es decir en “sujeto”

Sujeto que representa a su propia subjetividad, tal como antes,


representaba su propia sustancialidad

El Objetivismo
La esencia del subjetivismo es objetivismo, en la medida en que
para el sujeto todo se vuelve objeto. Toda objetividad es “sub-
jetiva”, porque es instaurado como objeto que se sostiene en sí
mismo. “Entidad es subjetividad” y “entidad es objetividad”,
dicen lo mismo.

Yo diría más bien que la objetividad percibida vuelve al mundo


real, objetivamente subjetivizada

115
La voluntad de poder no es nada vital ni nada espiritual, sino
que lo vital (lo viviente) y lo espiritual, en cuanto entes, están
determinados en el sentido de la voluntad de poder. La vo-
luntad racional, hasta el momento al servicio del representar,
transforma su esencia en voluntad que se ordena a sí misma.

En este caso, la voluntad del ente cotidiano sería la que deter-


mina la acción, antes de enviar al cerebro la orden de ejecutarla

En el Superhombre, la orden sería ejecutar la acción de poder.

“La acabada subjetividad de la voluntad de poder es el origen


metafísico de la necesidad esencial del «superhombre”. El
crear es comprendido metafísicamente en el sentido de un
representar productor. De acuerdo con esta doctrina, el ente
es lo creado por el creador. El derrumbamiento de la pre-
eminencia de la razón representante contiene la esencia me-
tafísica de ese acontecimiento, al que Nietzsche llama la
muerte del Dios cristiano-moral.

Esa declaración, expresaría la noción de que el Superhombre no


necesita a nada ni a nadie para representar su propia subjetividad

Ni para ordenar el acrecentamiento de la voluntad de poder

Él representa e impone los valores, como una tarea (¿un privile-


gio?) que ya no precisa de un ente trascendental.

116
La Meta

De este modo, puesta en su punto más alto, la voluntad de


poder, en cuanto subjetividad acabada, es el Superhombre.
“¡No la humanidad, sino el superhombre es la meta!… el “su-
perhombre” no es un ideal suprasensible; tampoco es una
persona que surgirá en algún momento y aparecerá en algún
lugar; es el puro ejercicio de poder de la voluntad de poder.
El pensamiento del “superhombre” no surge, por lo tanto, de
una “arrogancia” del “señor Nietzsche”.

¿Quién impone la idea de superhombre a la humanidad y, sobre


todo, quién le hacer ver que ese nuevo estatus de existencia es
deseable y mejor que el actual? ¿En qué momento se realiza este
cambio hacia un ente nuevo? Seguramente, cuando Zaratustra
anuncia que “Dios ha muerto”

El superhombre vive en cuanto la nueva humanidad ansía al


ente como voluntad de poder. Así Zaratustra, que enseña el
superhombre, cierra la primera parte de su enseñanza con las
palabras: “Muertos están todos los dioses: ahora nosotros
queremos que viva el superhombre”; ¡que ésta sea una vez,
en el gran mediodía, nuestra voluntad última!”.

EL ETERNO RETORNO

El retorno a sí mismo sería el retorno siempre reeditado de la


voluntad de poder, refugiada en el Superhombre

117
El que sería feliz siendo como es sin querer ser otra cosa.

En el momento de la claridad más luminosa, cuando el ente


en su totalidad se muestra como eterno retorno de lo mismo,
la voluntad tiene que querer el superhombre; pues sólo con
la vista puesta en el superhombre puede soportarse el pensa-
miento del eterno retorno de lo mismo. La voluntad que aquí
quiere no es un desear y un apetecer, sino la voluntad de po-
der.

Pero la voluntad de poder ejerce su dominio, por lo tanto, es


también un imperativo de ejercer ese dominio. El superhombre
no carece de pulsiones que deben ser satisfechas, de lo contra-
rio, no sería el superhombre, sobre todo, si tenemos que su
esencia es una vuelta a la animalidad, la que siempre ansía.

«La fuerza y el poder de los sentidos, eso es lo más esencial


en un hombre logrado y completo: el espléndido “animal”
tiene que estar previamente dado.

Me pregunto si la consistencia animal-moral del superhombre


exige experiencias de dominio que van más allá de la simple ar-
bitrariedad y de la imposición de valores nuevos y eternamente
re editados

El hombre no se vuelve “señor” mediante cualquier violencia,


siguiendo opiniones y deseos casuales. Convertirse en señor
quiere decir, ante todo, someterse a sí mismo a la orden del

118
poder. Las pulsiones sólo encuentran su esencia como gran-
des pasiones. Los pequeños gozos se mantienen extraños a
las grandes pasiones. Lo que decide no son los meros senti-
dos, sino el carácter del poder en el que están integrados.

Una de las más grandes pasiones del guerrero, es la batalla en


campo abierto. Si bien el “ser del ente” es la voluntad de poder,
no podemos negar que existen varios entes con sus respectivas
voluntades de poder, las que, cobijadas en las subjetividades del
superhombre, demandarán el ejercicio de ese poder, en accio-
nes que no siempre coincidirán con las voluntades de poder de
otros entes-superhombres

“Humanización”, pensada de modo nihilista, quiere decir:


hacer que el hombre se vuelva hombre mediante la inversión
de la preeminencia de la razón en preeminencia del cuerpo.
Por ello, la humanización del superhombre, es la “deshuma-
nización”. Mediante esta deshumanización el ente se muestra,
desnudo, como el ejercicio del poder y la lucha de las forma-
ciones de dominio de la voluntad de poder.

La lucha entre Superhombres


Esas luchas se realizan por los entes en forma de superhombres,
para imponer sus valores por medio de la voluntad de poder

La pregunta vuelve en pos de una respuesta:

119
¿Quiénes luchan en las batallas por la imposición de valores
acorde con las respectivas formas que cada superhombre cobija
como voluntad de poder? Por todo lo analizado, las batallas se
realizarán entre grupos de superhombres contra grupos de su-
perhombres, todos, con la intención de dominar a los no super-
hombres o al grupo de superhombres vencidos

Sólo cuando la subjetividad incondicionada de la voluntad de


poder se ha convertido en la verdad del ente en su totalidad,
es metafísicamente necesaria la institución de un adiestra-
miento racial, pero no la mera formación de razas que crecen
por sí mismas, sino la noción de raza que se sabe como tal.
Así como la voluntad de poder no es pensada de modo bio-
lógico sino ontológico, tampoco la noción nietzscheana de
“raza” tiene sentido biológico, sino metafísico.

Ahora estamos en el campo del Nosotros, lo que implica que no


habrá una sola raza que se conozca como tal. Habrá varias de
ellas y entre ellas, se erguirán contradicciones entre la interac-
ción de las voluntades de poder de algunas de esas razas, y la
interacción de las voluntades de poder de otra u otras, lo que
sugiere que la paz no será una condición de existencia del super-
hombre

El rango y la ley de un pueblo y de los grupos de pueblos se


determinan de acuerdo con el grado y el modo de la fuerza
imperativa desde la que se ponen al servicio de la realización
del dominio incondicionado del hombre sobre sí mismo.

120
Sin embargo, la voluntad de poder impone la exigencia de que
el superhombre se domine a sí mismo y también a los demás;
especialmente a los que se considera “inferiores”

Con ese nuevo tipo de hombre se concreta “la emergencia de


una doctrina que criba a los hombres... que a los débiles los
impulsa a tomar resoluciones, y también a los fuertes”

Yo tengo algunos conceptos propios emergentes de mi propia


percepción filosófica, a la que he denominado La Voluntad de
Ser cuyos aspectos filosóficos, ideológicos y doctrinales tienen
un fin común: lograr que los débiles y los enfermos se fortifiquen
para hacer frente a quienes los expolian hoy y, en el futuro, a
quienes pretendan imponer su voluntad de poder, sobre la vo-
luntad de Ser.
EL LENGUAJE

Fuiste un gran filólogo, por lo que no intentaré la aventura de


evaluar tus conclusiones; quizá pueda complementarlas

Dices que la naturaleza del lenguaje es esencialmente simbólica


o metafórica, lo que me satisface eufóricamente

Patino sobre la misma capa de hielo que cubre el agua ondulante


de los conceptos; escucho tu alegato, lo hago con gran interés:

No existe una realidad-fundamento anterior al lenguaje que


sirva de criterio de verdad para distinguir un lenguaje literal

121
de otro imaginario. El hombre es un creador de ficciones,
metáforas e interpretaciones. La realidad es una construcción
poética, un simulacro, y nuestras interpretaciones son un arre-
glo del mundo de acuerdo con nuestros particulares intereses
vitales. Somos animales de ficciones, y conocer es trabajar con
la metáfora favorita de uno, porque, la construcción de metá-
foras es el instinto fundamental del hombre. Construimos
nuestras narraciones a la vez que inventamos una vida.

La invención metafórica de la vida, como dices, y la forma que


ese invento toma, sería propia de los grupos humanos

Lo sería, acorde con sus tradiciones y culturas; pero, sobre todo,


acorde con la ideología que prima en el grupo

La verdad proviene de la imaginación, en ningún caso de la


esencia de las cosas. Las “verdades” son ilusiones necesarias,
metáforas convenidas, útiles, que se han impuesto: la causali-
dad, voluntad libre, leyes naturales, espacio, tiempo… todas
son ficciones reguladoras, creencias útiles, mas no verdade-
ras.

Cada interpretación de la Historia es una expresión ponderada


de alguna ideología grupal o individual

De ahí, la deformación de la percepción lograda

122
La interpretación metafórica de la historia no viene desde algún
vergel de cadencias rítmicas

Más bien lo hace desde inmensos conglomerados que hierven


en pozos de fermento en el escenario en el que se desenvuelve

Deforman así la percepción, al igual que lo hacen los sentidos


Traigamos la sombra de un ejemplo

Tomemos a un personaje pintoresco, Tartarín de Tarascón del


novelista francés, Alphonse Daudet

Sueña con África; estar en un safari para cazar leones

Por algún desequilibrio en el cerebro, el deseo de ir al África se


convierte en una realidad asilada en alguna neurona dislocada

Así, ya no sueña con ir al África: él ya ha ido a cazar leones

Cuanto relata a sus amigos los pormenores de su proeza, no dice


la verdad, pero tampoco miente

Tal sería la idea-núcleo de tu teoría acerca de la interpretación


de la Historia; la mía también.

El Símbolo
El Símbolo es inigualable, para connotar la interpretación meta-
fórica de todo lo que se quiere expresar

123
El Símbolo, lo sabes más que yo, es la representación de algo
con algo que nada tiene que ver con lo que representado

Su significado es de dominio colectivo


Pero voy más allá; un río, por ejemplo, es el símbolo de sí mismo

Los sentidos y la razón no pueden captar el río en toda su ri-


queza singular ni en toda su integralidad

No pueden captarla

Por ejemplo, en el movimiento de los átomos y de las partículas


elementales que conforman la masa de sus aguas

Tampoco en el movimiento de todas y cada una de las ondas


que diseña en su recorrido, las que siempre son diferentes

Ese movimiento no puede ser aprehendido sino parcialmente

Por eso, cuando percibimos al río, nuestra percepción es, en este


caso, la percepción de un símbolo del río, no el río “en sí”

Además, como es cambiante, el río, siendo un Todo, es también


parte

Por otro lado, el Símbolo es un constitutivo fundamental del


Arte en todas sus manifestaciones

124
Por todo lo que sostienes en este punto, asumo que tu opinión
y la mía se complementan entre sí

La Vivencia
Recibo con delicado, pero intenso placer, tu representación so-
bre el proceso de conocimiento.

La invención, la influencia falsificadora de la “creación” poé-


tica, justifican el “mito”. Frente al mundo del “cambiante” y
“evanescente” devenir, se establece, en interés de la compren-
sión y la satisfacción estética de la “fantasía”, un mundo del
“ser”, en el que todo aparece verosímil y completo.

Haciendo rima con tu concepto, postulo que el ser humano


tiene una sensación-representación para modelar esa “fantasía”;
la llamo: Vivencia.

Tenemos la vivencia de los símbolos que nos representamos, y


de las metáforas por las que conocemos el mundo y la historia

El Símbolo es propio de todo lo que se relaciona con el hombre


y es el que causa nuestra Vivencia

Afirmo que conocemos lo objetivo y lo subjetivo vuelto objetivo,


por medio de las vivencias de los símbolos y las metáforas

125
Lo que llamamos percepciones está condicionado por las in-
terpretaciones; nunca hay un mero funcionamiento del apa-
rato perceptivo humano, sino que éste opera a lo largo de un
sistema de interpretaciones.

Otro gran acierto que me apresuro a tomarlo como un gran dis-


paro conceptual. En la percepción tradicional, se considera al
Símbolo como la representación de algo diferente a lo que lo
representa. Pero eso no quita que también sea el elemento cons-
titutivo de la metáfora, el medio por el que se concreta la expre-
sión de la Relación Interactiva de las partes con el Todo. Esto es
posible por la relatividad del Todo y de la Parte, donde el Todo
es parte y la parte es el Todo.

Lo que es el Todo con respecto a sus partes, será también parte


constitutiva de un Todo mayor, el que, a su vez, será parte… y
así sucesivamente; pero, como todo lo que percibimos está en
constante proceso de cambio, las percepciones de cada parte del
Todo, tienden a ser infinitas.

El Todo no es susceptible de ser percibido por la mente, debido


a la constante mutación de sus partes. Sólo queda la Vivencia de
la parte que percibimos, tal como queda definida.

La Metáfora

La construcción de metáforas es el instinto fundamental del


hombre”, y por este impulso artístico, al que también se le

126
llama simplemente “el impulso mítico”, es llevado, incluso en
el dominio de la teoría del conocimiento, a falsas construccio-
nes. El relato histórico no es idéntico al relato narrativo, pues
mentir ha dejado de ser algo que pertenezca a la moralidad y
se convierte en “desviación consciente de la realidad que se
encuentra en el mito, el arte, la metáfora”.

Tomemos la definición corriente de la metáfora:

“Figura retórica que consiste en identificar un término real con


uno imaginario entre los cuales existe una relación de seme-
janza”

Dado que la metáfora está constituida por palabras, y siendo


cada palabra un símbolo, llegamos a la conclusión de que el len-
guaje es una sucesión de metáforas. La manera cómo metafori-
zamos la historia es una de las líneas que dividen a las culturas.
Sin embargo, debo desplegar en el tapete una de mis mejores
cartas: lo que consideramos una metáfora cognitiva desvía úni-
camente la percepción, no la realidad existente fuera de la con-
ciencia. La realidad, cuando cambiada por el hombre, sólo se
debe a la acción constructiva o destructiva ejercida por él direc-
tamente en lo objetivo-subjetivo.

No hay sujeto-objeto, como agentes separados de la acción, ni la


acción separada de aquello que la produce.

127
La separación artificial que los filósofos han hecho entre un su-
puesto sujeto-activo-que-conoce, por una parte, y un objeto-pa-
sivo-que-es-conocido, por la otra, ha hecho mucho mal a la teo-
ría del cono-cimiento. De ahí que mi sable de esgrima concep-
tual no cruza aceros con la tuya, pes ambos postulamos que no
existe tal separación. Pero no dejemos de complementar la idea:
el sujeto, como parte del Todo relativo, interactúa con el objeto,
que también es parte del mismo Todo. Un hombre es tan natu-
ral como puede serlo una piedra o un cocodrilo, pero, parafra-
seando a Marx (a quien detestas sin disimulo alguno) creo que
estaremos de acuerdo en el hecho de que la Naturaleza se co-
noce a sí misma por medio del hombre. Esta afirmación nos trae
un problema adicional: si hay diferentes interpretaciones de la
historia del Ser y de la Naturaleza, ¿Cuál de ellas conoce la na-
turaleza? Tal vez la respuesta la da el propio Marx, al proponer
que el Hombre será realizado como tal, cuando su naturaleza
sea parte de la Naturaleza y la Naturaleza sea parte de la Natura-
leza Humana. Desde entonces la interpretación metafórica de la
naturaleza será menos diluida por la percepción. Pero yo dis-
crepo con Marx, dado mi postulado de que el ser humano es
una parte de la naturaleza, la suya no puede ser diferente del
todo que lo cobija. Por ello afirmo: la naturaleza del hombre
tiene como fuente la naturaleza en general.

El Devenir

El poder sólo puede darse poder a sí mismo por una sobre-


potenciación en la medida en que ordena, ambos a la vez

128
acrecentamiento y conservación. El “valor” es el punto de
vista de las condiciones de conservación y acrecentamiento,
respecto de formaciones complejas en el interior del devenir”

En seguida veremos que hay dos personajes reales que represen-


tan, muy acertadamente, esta necesidad de acrecentamiento

Heidegger, asumo que tienes tu interpretación:

Si Voluntad de poder es sobrepotenciación del poder, devenir


no quiere decir el indeterminado fluir de un cambio indefinido
de estados; tampoco quiere decir “desarrollo hacia una meta”.
En la percepción de Nietzsche, devenir quiere decir movilidad
de la voluntad de poder en cuanto carácter fundamental del
ente.

Entiendo que esa movilidad de la voluntad de poder en cuanto


carácter fundamental del ente, se refiere a una movilidad de
acrecentamiento del poder, excluyendo cualquier movilidad que
tienda a su reducción.
Fuerza
Heidegger nos dice:

Los valores “son siempre reducibles a aquella escala numé-


rica y de medida de la fuerza”. “Fuerza” es entendida por
Nietzsche en el sentido de poder, es decir, como voluntad de
poder. El número es esencialmente una forma perspectivista.

129
El valor es “esencialmente el punto de vista” del ser que ejerce
la voluntad de poder.

Tal como la percibo, la “fuerza” parece una dimensión que tiene


grados de cuantificación, mientras que la voluntad de poder se
refiere a la forma cualitativa que esa voluntad de poder toma
cuando el ente la ejerce.

Con frecuencia designa como valores no sólo a las condicio-


nes de las formaciones de dominio, sino a las formaciones
mismas. En efecto, ellas crean las vías y las instituciones, y por
lo tanto las condiciones bajo las cuales el mundo, que es esen-
cialmente “caos” y nunca “organismo”, se ordena como vo-
luntad de poder. De este modo se vuelve comprensible la for-
mulación, de que la “ciencia” (el conocimiento, la verdad) y
el “arte”, son “valores”.

En otras palabras, la voluntad de poder que un individuo ejerce


sobre otro es insignificante en comparación a la que ejerce por
medio de las instituciones y la interpretación del desarrollo, cam-
bio y sustitución de cada una. Así, el sistema democrático sería
un valor por medio del cual, los que tienen desarrollada su
fuerza dentro del sistema, ejercen su voluntad de poder.

De este modo se demuestra, una vez más, que la democracia no


es sino el sistema de los más fuertes y la creencia de que los más
débiles participan.

130
Querer

“... Querer es lo mismo que querer-devenir-más fuerte, que-


rer-crecer -y también querer los medios para ello”. La volun-
tad de poder, es la voluntad que quiere valores. Por eso es
que de ella sale toda posición de valores y toda estimación del
valor: el «principio de la posición de valores”.

Querer sería la fuerza que empuja a ser para ser más-que-el-otro,


especialmente en un mundo en el cual el capitalismo hace que
el capitalista trate de lograr más poder de mercado, disminu-
yendo el que gozan los otros competidores.

La auto-conciencia de la voluntad de poder consiste en pensar


en términos de valor, donde el término “conciencia” no sig-
nifica ya un representar indiferente, sino el contar consigo
mismo, lo que ejerce y da poder.

Aquí habría una gran diferencia con la definición marxista, la


que considera que la “conciencia es la capacidad que tiene el ser
humano de reflejar el mundo objetivo”.

El marxista afirma que la conciencia es un espejo de calidad ve-


neciana en el acto de reflejar,

Pero, la participación de la subjetividad en el acto de percibir, ha


desmentido en reiteradas ocasiones

131
La voluntad de poder se devela como la subjetividad que se
distingue por pensar en términos de valor. Toda confronta-
ción metafísica es un decidir sobre el orden jerárquico de los
valores.

Ese orden de los valores, son impuestos a la sociedad por los


grupos dominantes por su “voluntad de poder”.

LA INTERPRETACIÓN
METAFÓRICA DE LA HISTORIA

Respetado Nietzsche, coincido contigo, lo que es un privilegio


para mí, en algo que crees de gran comedimiento

En la percepción de que la historia debe ser interpretada meta-


fóricamente; que no hay otro modo de convocarla

Los esfuerzos de conocer la Verdad, como si ésta fuera puri-


ficada, descomprometida de todo interés humano, es ajena a
toda Voluntad de Poder. La Historia debe ser interpretada; si
la Voluntad de Poder es voluntad de más poder, la interpre-
tación permite el dominio sobre las cosas.

Creo, al igual que tú, que la búsqueda de una Verdad objetiva,


ajena a la interpretación, es para hombres sin alma

En cuanto a mí se refiere, afirmo que la interpretación de la His-


toria está fijada en el ADN histórico de cada cultura

132
Que esa forma de ver la historia es parte de nuestro cuerpo co-
lectivo y de las acciones que lo distinguen

La verdad como “un ejército móvil de metáforas” nos urge al


abandono de la idea de “representar la realidad” por medio
del lenguaje y, con ello, la idea de descubrir un contexto único
para todas las vidas humanas.

Por mi parte, postulo que la Interpretación de la Historia es un


conjunto de reflejos ético-estéticos de grupos diferenciados

Postulo que los Seres más capaces para interpretar metafórica-


mente la historia son los Poetas y los Artistas en general

El siguiente es un ejemplo de interpretar metafóricamente la


relación Razón-Intuición en el acto de conocer

El Poema tiene facultades cognitivas que pretendemos ignorar,


en beneficio de la razón pura

¿De qué alejamientos está hecha mi conciencia?


Busco el nexo de las figuras apartadas

para encontrar la metáfora precisa en cada momento

Trae, trae pensamiento


la imagen urgente que postule mi Yo

133
Vuela, vuela imaginación
hacia la curva indómita

y tráeme un pedazo de misterio

Que sea insondable a la razón


para ser asequible a la intuición certera

Mi razón aleja las cosas de mi conciencia


Mi intuición las integra

En el rincón más oscuro del alma


un pozo de luz amasa la tiniebla

Tal la interpretación metafórica, en el sentido horizontal de la


palabra; pero la interpretación metafórica demanda algo extra

Demanda un lenguaje no racionalizado que nos permita el in-


tento de expresar lo que nos representamos

La capacidad artística del hombre, en su afán de configurar el


mundo existente, lo hace tan irregular, tan inconsecuente, tan
inconexo, tan encantador y tan eternamente nuevo, como lo
es el mundo de los sueños

Los tres personajes


Ahora ingresaremos al análisis de tres personajes que ejercen o
han ejercido en la historia, su Voluntad de Poner

134
En Primer término, el señor feudal; para ello, acudiremos a un
diálogo virtual que sostuve con Hegel sobre el tema

Pero, antes, citaremos las palabras de Nietzsche con el objeto de


compararlas con la visión de Hegel

De esta manera exponemos la idea que el filósofo de la Razón


Absoluta tenía del “señor”

Es decir, del que pertenece a la llamada “nobleza” y que es ven-


cedor en alguna batalla.

Hegel y Nietzsche
En la actualidad, si Hegel es ahora el teórico de los “Señores de
la tierra”, feudales marrulleros que nada tienen de hombres
superiores, Nietzsche, por su parte, se convierte en el filósofo de
los mercachifles, los que sólo tienen respeto al dinero y a la tasa
de ganancia.

También sería el aval filosófico del más astuto de los seres: el


Político

No hay “valor guerrero” en ninguno de ellos, pues están hechos


para medrar y hacer que otros peleen por ellos.

Pero hay algo: a Hegel lo redime el haber revivido a Heráclito,


aunque su especial dialéctica parte de la Razón pura

135
No lo havr de la verdadera interacción que permite el verdadero
conocimiento: la RazónIntuición.

A Nietzsche, por su valor genuino, demostrado en su audaz


denuncia de la Moralina; con eso me basta.

EL NIHILISMO

Bienvenido seas, Martin Heidegger, a un nuevo soliloquio para


hacernos conocer algunos de tus puntos de vista sobre los temas
fundamentales en el pensamiento de Federico Nietzsche. Para
comenzar con nuestro intercambio verbal virtual, nos gustaría
saber tu opinión acerca de uno de los lemas de mayor importan-
cia en el escudo de armas nietzscheano. ¿Qué es el Nihilismo
en Nietzsche?

Las Relaciones de Dominio como Moral

Comprendidas desde la metafísica de la voluntad de poder,


las ideas son pensadas como valores y las unidades más altas,
como valores supremos. En esta interpretación, toda la filo-
sofía se convierte en metafísica de los valores.

Seguramente, la metafísica de los valores es observada como un


proceso que se realiza en el transcurrir de la historia, no sola-
mente en un punto dado de la historia. Nos imaginamos que
conlleva también la tarea de establecer el nacimiento y el desa-
rrollo de los sistemas de valores.

136
Nietzsche percibe lo deseable como «valores supremos”.
Toda metafísica es un “sistema de estimaciones de valor, una
moral, entendida como doctrina de las relaciones de dominio
bajo las que se origina el fenómeno "vida".

¿Qué es lo que determina el cambio de los valores vigentes y la


esencia de los valores que habrán de reemplazarlos?

La voluntad de poder es el principio único de la posición de


valores. Allí donde la voluntad de poder osa reconocerse
como el carácter fundamental del ente, todo tiene que esti-
marse en referencia a si acrecienta o disminuye o inhibe la
voluntad de poder. En cuanto carácter fundamental, la volun-
tad de poder condiciona todo ente en su ser. Esta condición
suprema del ente es el valor determinante.

“La voluntad de poder en cuanto principio único de la posición


de valores”, debe partir de alguien, de un ente o grupo de entes
concretos; pero si cada ente obedece a su propia voluntad de
poder, exigirá también imponérsela a las otras voluntades de po-
der concretas, con lo que la implantación de un nuevo valor será
muy complicada. No olvidemos que la pluralidad de poderes de
voluntad no es reducible a una sola.

La batalla, al estilo de Hegel, determinará cuál voluntad de po-


der será la que se imponga. Nos encontraremos en una perpetua
situación de lucha a muerte no sólo entre los que dominan y los
dominados, sino entre los pares mismos que pertenecen al

137
grupo de los dominadores. Esto es, habrá una voluntad de poder
colectiva que coincida con cada una de las voluntades de poder
de los entes que tienen el poder de implantar valores.

La Transvaloración
de los Valores Vigentes

La metafísica de la voluntad de poder se vuelve una posición


de valor, una nueva posición de valor. Su novedad consiste
en una “transvaloración de los valores validos hasta el mo-
mento”. Esta transvaloración constituye la esencia acabada
del nihilismo. El nihilismo, según el concepto de Nietzsche,
no es una doctrina y una opinión, más bien establece que es
la desvalorización de los valores vigentes.

Esa desvalorización de los valores vigentes y su reemplazo por


las nuevas tiene que surgir de alguien o de algunos

¿Cómo se pondrán de acuerdo los entes que participan en el


grupo dispuesto a reemplazar los valores vigentes por nuevos?

¿Acudirán al voto democrático?

Esto sería contradictorio, pues la democracia será uno de los va-


lores que seguramente será reemplazado por otro nuevo

Los participantes en el concilio de voluntades de poder, ¿se eli-


minarán en una lucha de todos contra todos?

138
¿Lo harán hasta que se establezca la presencia de una sola vo-
luntad de poder, en la tarea de imponer los nuevos valores?

No parece probable; al contrario, seguramente se conformarán


grupos de voluntades de poder que tendrán que luchar contra
otros grupos de voluntades de poder, en el más puro sentido de
lucha entre grupos, no de individuos

De lo que deducimos que la voluntad de poder que imponga


nuevos valores debe ser una suma de voluntades de poder que
quiere imponerlos

Esto contraría la opinión que Nietzsche tiene de los grupos so-


ciales a los que consideran que matan al individuo.

El proceso de desvalorización de los valores supremos válidos


hasta el momento no es un suceso histórico entre muchos
otros, sino el acontecimiento fundamental de la historia occi-
dental, historia sostenida y guiada por la metafísica. En la me-
dida en que la metafísica ha recibido mediante el cristianismo
un peculiar sello teológico, la desvalorización de los valores
vigentes hasta el momento tiene que expresarse también de
modo teológico con la sentencia: «Dios ha muerto».

La metáfora hipotética: “Dios ha muerto”


Hemos establecido que hablamos en metáforas y que la inter-
pretación de la historia es metafórica.

139
La metáfora “Dios ha muerto” surgiría de la necesidad de crear
otros valores completamente nuevos, opuestos a los que conflu-
yen como simples “moralinas”. Pero, sucede que, para los cre-
yentes, entre ellos, muchos de sus “hombres superiores”, Dios
no ha muerto

De este modo, la declaratoria se convierte en una hipótesis pa-


recida a la siguiente: ¿Qué pasaría si Dios muriera?

La respuesta que trae el Nihilismo es una metáfora que pretende


dar respuesta a otra: la muerte hipotética de Dios

En lugar de la autoridad de Dios y de la Iglesia aparece la


autoridad de la conciencia, el dominio de la razón, el dios del
progreso histórico, el instinto social. Que se desvaloricen los
valores supremos válidos hasta el momento quiere decir: esos
ideales pierden su fuerza de configurar historia.

Sobre este aspecto es preciso adelantar algo que vendrá en un


subsiguiente comentario: los “valores supremos válidos hasta el
momento”, han sido formulados e impuestos por la voluntad de
poder de los “hombres superiores”.

Pero, la desvalorización de los valores supremos válidos hasta


el momento conduce en primer lugar a que el mundo apa-
rezca como carente de valor. Los valores vigentes se desvalo-
rizan, pero el ente en su totalidad permanece, aunque exige

140
nuevos valores. Surge un estado intermedio por el que atra-
viesa la actual historia del mundo, por la presencia de un
nuevo mundo de valores.

En realidad, si los antiguos valores nunca han sido practicados


sino en apariencia, Nietzsche, deberías tomarlos como nuevos,
con la diferencia de que esos valores nuevos, sin la presencia de
la compasión y otros que devalúan al débil, serían verdadera-
mente ejercidos y establecerían una práctica de vida nueva y
franca, basada en ellos.

El nihilismo es la desvalorización de los valores válidos hasta


el momento en una total inversión de todos los valores. Nihi-
lismo quiere decir, entonces: los valores vigentes hasta el mo-
mento ya no valen. La transvaloración tiene que ser incondi-
cionada y poner a todo ente en una unidad originaria.

Mi sentido de consistencia me urge a ratificar mi percepción: los


valores vigentes nunca han sido puestos en práctica por quienes
los han impuesto a los demás

Esto es, por los hombres superiores que detentan la voluntad de


poder; pero, en la medida en que esos valores son producto de
su voluntad de poder, ejercen esa voluntad para incumplirlos
con impunidad reiterada

Para que el contenido de los nuevos valores no fracase, la in-


versión incondicionada debe ser implementada por modos

141
de pensar y experimentar completamente diferentes a los vi-
gentes, aunque el nihilismo no es una historia ni tampoco el
rasgo esencial de la historia occidental, es la legalidad de tal
suceder, su “lógica”.

Para ello, no necesitarías cambiar los valores

Los valores, tales como honestidad, honor y todo ese ramillete


de buenas costumbres, están sin uso en la mayoría de los casos

Excepto una minoría muy reducida, no se los ha usado verdade-


ramente; en todo caso, no lo usan los hombres superiores que
ejercen la voluntad de poder que crea esos valores-fantasma

La causa del nihilismo es la moral, la instauración de ideales


supra-naturales de lo verdadero, lo bueno y lo bello que tie-
nen validez «en sí». La posición de los valores supremos pone
al mismo tiempo la posibilidad de su desvalorización, que co-
mienza ya con el hecho de que se muestren como inalcanza-
bles. Por eso, la «forma preliminar» del nihilismo auténtico es
el pesimismo, como fuerza

Lo único que se debe hacer para inventariar a los hombres su-


periores, es realizar un congreso de filósofos existencialistas;
ellos son insuperables en el terreno del pesimismo y de la náusea

El pesimismo, que sólo ve la declinación proviene, en cam-


bio, de la «debilidad»; busca en todas partes lo aciago, está al

142
acecho de las posibilidades de fracaso y cree ver así el modo
en que sucederá todo. Pero un nihilista es el hombre que ob-
serva al mundo tal Como es; juzga lo que no debería ser

Cualquier existencialista de rango medio supera, con mucho, la


intención de mostrar cómo debería ser el mundo

Pues su perspectiva es más contundente: el mundo y el ser hu-


mano deben desaparecer

Es imposible pedir más voluntad de poder al respecto

Allí donde la voluntad de poder es el principio que se ha


adoptado para la posición de valores, el nihilismo se convierte
en el “ideal del supremo poderío del espíritu” En la medida
en que se niega todo ente existente en sí y se afirma la volun-
tad de poder como origen y medida del crear, “el nihilismo
podría ser un modo divino de pensar” Se está pensando en la
divinidad del dios Dionisos.

Los existencialistas son representantes de la Gran Orden de la


Depresión, esencia fundamental del hombre superior

Ellos piensan en la divinidad del vacío, de la nada, de la angustia,


del miedo, de la rutina…

¿Cuán más “superior” deberá ser un hombre para que sea digno
de voluntad de poder, al estilo nietzscheano?

143
Esa pregunta algún día deberá tener su respuesta.

Gracias Martin Heidegger por tu invalorable aporte a la inter-


pretación del Nihilismo de Nietzsche.

Ahora debo dedicar las próximas páginas a exponer una síntesis


brevísima de mi propia interpretación de la historia.

Trataré de mostrar que la historia del hombre se rige por la Ley


del más fuerte y que el darwinismo social es el pilar de la convi-
vencia humana

Ambos son expresiones de la Voluntad de Poder desde las épo-


cas en que aparecieron las tribus

En este sentido, La Voluntad de Poder es inherente a la esencia


de la historia del hombre, no es posible negarlo.

La Ley
del Saqueo

Marx postuló que la Historia estaba regida por leyes y concibió


la lucha de clases como el nervio motor del desarrollo histórico

Por su parte, Ludwig von Mises afirmó que no hay leyes


históricas, puesto que los hechos serían únicos y no se repetirían

144
Esa idea viene directamente de los existencialistas Caballeros de
la Gran Orden de la Depresión Filosofada

Pero, en la peregrinación por las fases de la Historia encuentro


una Ley, infinitamente repetida: “La Ley del Saqueo”

La única que existe en la Historia del ser humano.

Es de la vigencia constante de esa Ley que hablaré en las


siguientes páginas de esta obra

Sin embargo, va un pequeño resumen de su esencia

Los más fuertes saquean a los más débiles


La Historia Formal idealiza la brutalidad humana o la atribuye
solamente a un grupo, en desmedro de los “otros”

Lo que recibimos de esa historia no es sino una deformación de


los hechos debido a las preferencias y los afectos y desafectos

Sentimientos que pertenecen a los sonajeros que los relatan

En cambio, la Historia, como el relato de las formas que


adquiere la Ley del Saqueo, no hace distinciones sobre la
bestialidad humana ni clasifica a los individuos o a los grupos
como “nosotros los buenos y ellos, los malos”. La Ley del
saqueo es inherente a todos y cada uno de los seres humanos,
aunque en la mayoría se expresa con un salvajismo propio de la

145
bestia racional. Entre todos, el Gran Astuto es el que tiene un
grado de astucia mayor a la de las masas, recuas humanas, a las
que manipula, dado que las masas son siempre manipulables.
Las manipula para sacralizar la hipocresía y elevarla a la máxima
de las virtudes. Los actos modelados y/o ejecutados por el Gran
Astuto siempre se ha expresado en la forma de la bestia-lidad
humana, en su máximo grado. No hay forma de ocultarlo,
somos, y sabemos que somos, fetos conscientes condenados a
cargar sobre la conciencia la joroba turgente que el sentido de
culpabilidad, emergente del miedo y de nuestro verdadero Ser
Astuto, ha esculpido en el fondo del subconsciente individual y
colectivo.

Esta introducción me lleva a la necesidad de estructurar un


Teorema

El Teorema del Miedo


El miedo, como el campo magnético en el cosmos, se expande
por la mente humana permanentemente

El Corolario del Miedo


La Ley del Saqueo se basa y se expresa en el miedo a ser
saqueado

El precepto del Miedo


Haz a los demás lo que no quieres que te hagan a ti, antes que
los demás te lo hagan

146
Cualquier repaso de la historia nos muestra que los enunciados
propuestos son válidos

Ejemplo
La tan comentada democracia de la Grecia Antigua, es sólo un
resultado de la capacidad de mercadotecnia de sus historiadores.
En la realidad, al igual que todos los grupos humanos del
mundo, la historia de Grecia es la historia del robo y del saqueo,
ambos idealizados por los constructores de imágenes. Esparta-
nos y Atenieses, por igual, eran asesinos de nacimiento y de vo-
cación. Como los criminales de todos los tiempos, preferían
arriesgar la vida en una guerra, robar el botín y traer esclavos
para que produjeran lo que ellos debían comer; cada uno de
estos “guerreros” pensaba que trabajar honradamente para ga-
narse la vida, era una muestra de vulgaridad al extremo, en cam-
bio, el robo y el saqueo de los demás, les parecía digno.

Aristóteles; defensor de la moral y de las buenas costumbres, se


dio cuenta de que el saqueo traía, entre oro y joyas, algo de ma-
yor valor aún: el saqueo institucionalizado traía esclavos. Tanto
Esparta como Atenas, si estaban escasos de esclavos eran nada.
Los esclavos producían lo que los hombres superiores, posee-
dores de la voluntad de poder comían. Pues bien, al darse cuenta
de la riqueza que los esclavos significaban para Antenas, decidió
legalizar la esclavitud, incluyéndolo en las cosas y procesos que
no dependerían de los seres humanos sino, de la naturaleza.
El gran filósofo de la Ética a Nicómaco, el ilustre, el inmortal
Aristóteles, afirmó, sin rubores molestosos, que el esclavo lo era

147
por naturaleza. Ni el mismo Hegel, conocido por su aversión a
la masa y a todo lo que significara democracia, se atrevió a ir tan
lejos. El fundador de la Lógica, sí, lo hizo con una gran naturali-
dad. Con ello, los saqueadores y traficantes de esclavos ya tenían
el “aval moral” que les permitía usar el látigo sin sentido de
culpa. Cuando leemos estos párrafos, quedamos confundidos al
enterarnos que Nietzsche no conociera que los hombres supe-
riores, los que detentan la voluntad de poder, ya habían existido
desde la aparición de los grupos humanos, divididos por el
miedo.
EL ETERNO RETORNO
DE LO MISMO

¿Cuál es tu opinión, respetado Heidegger, de eterno retorno de


lo mismo, tal como lo plantea Nietzsche?

Nietzsche comprende todo “sentido” como “fin” y “meta”,


pero, fin y meta como valores. De acuerdo con ello, puede
decir: “La absoluta carencia de valor, de sentido, la carencia
de meta en sí, es el principal artículo de fe” del nihilista”

Sin embargo, una vez que los nuevos valores impuestos por la
cofradía de los hombres superiores estén en vigencia, segura-
mente tendrá algo que ver con la identificación de metas

La carencia de valor y de meta tampoco puede significar ya


un defecto, el mero vacío y la mera ausencia. La palabra me-
tafísica es: el eterno retorno de lo mismo… el ente que tiene

148
el carácter fundamental de la voluntad de poder sólo puede
ser, en su totalidad, eterno retorno de lo mismo.

El significado de “Eterno retorno de los mismo” se presenta un


tanto oscuro al entendimiento

El poder no conoce metas “en sí” a las que podría llegar para
permanecer en ellas, lo importante es la sobrepotenciación.
Por ello, para el ente como voluntad de poder no hay ninguna
meta fuera de sí hacia la cual progresar saliendo de sí mismo.

En el Camino está en la Meta


Hay una percepción del zen taoísta que podría explicar adecua-
damente el concepto: “El camino está en la meta”; en este caso,
la “meta que está en el camino” es la continua repetición de lo
mismo, por lo que nada externo a esa meta-camino existiría
fuera de ella

La voluntad de poder, en cuanto sobre-potenciación de sí


misma, retorna esencialmente a sí misma y da así al ente en
su totalidad, es decir al “devenir”, el peculiar carácter de mo-
vilidad. Ahora bien, el ejercicio del poder eterno y carente de
meta de la voluntad de poder es, no obstante, al mismo
tiempo necesariamente finito en cuanto a sus situaciones y
formas, pues si fuera infinito en este respecto, en concordan-
cia con su esencia como acrecentamiento, tendría que «crecer
infinitamente».

149
Si el ejercicio del poder y carente de meta de la voluntad de po-
der es finito, habría una contraposición en denominar como
“Eterno retorno de lo mismo” a lo que, anticipadamente ya exige
un fin, por lo que será preciso preguntar: ¿en qué momento se
conocerá el último ciclo de ida y vuelta de la voluntad de ser, es
decir, el último retorno?

La «Voluntad de poder» tiene una visión muy particular


acerca de lo que es el ente en cuanto tal, es decir, en su cons-
titución. El «Eterno retorno de lo mismo» postula cómo es el
ente de esa constitución en su totalidad. Ser y devenir se con-
traponen sólo aparentemente, porque el carácter de devenir
de la voluntad de poder es, en su más íntima esencia, eterno
retorno de lo mismo.

Pero la idea de “retorno” sugiere un acto de alejamiento previo


del escenario al que tendrá que retornar y volver a ser lo mismo.
Con el fin de dar forma a la metáfora, debo citar una obra que
tiene como tema El Eterno Retorno, con referencia al plantea-
miento de Borges. En beneficio de la brevedad, iré al punto prin-
cipal.

El Eterno Retorno y Borges


En “La Biblioteca de Babel”, Borges expone su idea de lo infi-
nito, la cual yo cito de inmediato.

En el zaguán hay un espejo


que fielmente duplica las apariencias

150
Este espejo representa una de las ideas que más ha obsesionado
la metafísica borgeana: la Teoría Cíclica del Universo, más co-
nocida como la Teoría del Eterno Retorno. La doctrina tiene
orígenes registrados en papiros y pergaminos. Los hindúes, gran-
des iniciadores de misteriosas inquietudes intuitivas, tuvieron
mucho que ver con el asunto antes de entregárselo a los budistas,
primos carnales en el espíritu. Allí nacen los Kalpas, etapas que
el mundo naciente debe recorrer hasta llegar a su propio po-
niente. El nacimiento del mundo se debe a la compresión ideal
y su destrucción a la conflagración; algo más: el número de Kal-
pas es infinito tal como el número de ciclos retornantes también
lo es. Heráclito también cedió a la fascinación de la gran rueda
cósmica, que naciendo del fuego retorna, con obsesivo empeci-
namiento, otra vez al fuego.

Volviendo a Borges, al hablarnos de los espejos que reproducen


infinitamente el original, nos dice, metafóricamente que la Ley
del saqueo vuelve en periodos que conforman el infinito. Otra
vez el libro de las jerarquías llegará a nuestras manos; otra vez
veremos nuestra propia muerte por hambre en medio de la gran
abundancia

Hay más sobre la teoría del Eterno Retorno


Sus expositores y defensores asumen implícitamente su simetría.

El retorno de los átomos se realizaría siempre en conjuntos ho-


mogéneos y simétricos para volver a ser lo que se fue. Este es un
asunto que debe ser aclarado.

151
Para ello recurro a uno de mis relatos “Una noche de Estilos”
(de mi libro “Cuando el Illimani se fue”, 1986)

En uno de los relatos, el borgeano, al describir la ciudad de la


ciudad de La Paz, desde su preceptiva literaria declara que:

“La ciudad de La Paz sería la expresión concreta de la ente-


lequia y que por ello “estaría en el deber de autorreciclarse”.
No faltará el escéptico que plantee el siguiente problema: si
un todo puede reciclarse para retornar a una posición atómica
inicial, esto no quiere necesariamente decir que todas y cada
una de las partes que conforman ese todo habrán de reci-
clarse al mismo tiempo, aunque la teoría de las variaciones de
los átomos, al decir que una de las partes se vuelve a repro-
ducir, da por sentado que todos y cada uno se registran simé-
trica y simultáneamente. Este supuesto es demasiado heroico,
puesto que da por sentado que una persona al reciclarse, se
recicla integralmente de una sola vez. El cerebro se recicla al
mismo tiempo infinitesimal en que se recicla el resto del
cuerpo. Esto anularía la posibilidad de que el Partenón se re-
ciclara en partes, cada una atraída por un tiempo diferente.
La película “La Mosca”, es un buen ejemplo. Trata de un ser
que al reciclarse en una máquina transportadora resulta con
su propio cuerpo y con la cabeza de la mosca, que había es-
tado en el recinto reciclador. El reciclaje no se había llevado
a cabo de un modo simétrico. Aquí una ficción atestigua la
asimetría de la otra ficción.”

152
“Después de estas inquisiciones, diríamos que los reciclajes
son siempre simétricos, suceden todos al mismo tiempo y,
por lo tanto, es preciso abjurar de la creencia de desequili-
brios cósmicos en la construcción del retorno de lo mismo.”

Este pasaje nos plantea problemas de gran contenido: ¿Cuál


será el “estado inicial” que se reciclará en el infinito? Es decir
¿el escenario original al que se deberá retornar todo el
tiempo? ¿Será el que existía un segundo después de la explo-
sión del huevo cósmico? ¿El que había un billón de años an-
tes? ¿A partir de qué instante se iniciará el proceso de repeti-
ción?”

El relato con el personaje borgeano nos lleva a la necesidad de


revisar más de cerca la tesis platónica de los siete planetas. “Equi-
libradas sus diversas velocidades, regresarán al punto inicial de
partida”. A medida que esas velocidades se equilibran, gran
parte de los arreglos atómicos han recobrado ya su posición ori-
ginal”. En este sentido, hay una brecha entre los planetas que
han vuelto ya a la originalidad y aquéllos que aún no han com-
pletado el ciclo. Pongamos un ejemplo de lo que sucedería en
nuestro planeta: es posible imaginar que Aristóteles ya ha sido
reciclado en un tiempo similar al de Marx. Los tendremos juntos
para asistir a un diálogo de magnitud ártica. Del mismo modo se
podría concebir la coexistencia de la Segunda Guerra Mundial
con la batalla de las Termópilas, Hitler pidiendo asistencia téc-
nica a Leónidas. El rayo láser pelearía con el garrote y los Fan-

153
toms tendrían batalla con los dinosaurios… Eliminada esa posi-
bilidad, recogemos la opción de que los re-arreglos se alcanzan
al mismo tiempo en la millonésima de segundo que dura el equi-
librio de las velocidades de los planetas.

Imaginemos que eso se producirá mañana: a las 10.00 a.m, hora


de Greenwich. Las velocidades se equilibran; todos desaparece-
mos para volver al inicio del “año perfecto”. Ahora imaginemos
lo que sucederá con las capas terrestres, los océanos, los mares
que han cambiado de lugar desde entonces. Las cordilleras, que
se han desplazado y las islas que han aparecido.

Algo más, la Tierra tendría que volver al lugar cósmico que le


correspondió al iniciarse el año perfecto y con ella, todas las es-
trellas, galaxias, metagalaxias, agujeros negros… todo absoluta-
mente todo, deberá retornar al punto de partida del último Re-
torno… En “Los Cuatro Ciclos” anuncia que cuatro son las his-
torias y luego las enumera: la Iliada, Ulises, Jason, y el Vellosino;
y un sacrificio: Odín sacrificando a Odín (...) y Cristo es crucifi-
cado por los romanos. Cuatro son las historias; durante el
tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas.
En “His end and his beginning” se refiere a alguien que murió y
que en el cielo no hace sino repetir algo ya hecho. En “Los Teó-
logos”:

…esto ha ocurrido y volverá a ocurrir, dijo Euforbo. No en-


cendéis una pira, encendéis un laberinto de fuego. Si aquí se

154
unieran todas las hogueras que he sido, no cabrían en la Tie-
rra y quedarían ciegos los ángeles. Esto lo dije muchas veces

De inmediato va una versión poética del encuentro intuitivo que


tengo sobre el eterno retorno a nivel cósmico.

La Carabela

Un soplo rojo sopla la carabela


que de infinito en infinito se bambolea

El espacio ondula en vaivenes sin ritmo


al recibir uno a uno los corpúsculos

Explota una partícula de fuego denso


y las esquirlas forman un nuevo universo

El TiempoEspacio torna a nacer


sin haber nunca muerto

Las esquirlas primeras se van


¡Se van tan lejos!

Las sombras de luz surcan a través de la nada


Extienden el TiempoEspacio que llena el vacío

La tormentosa cabellera ondea a todos lados


sin encontrar frontera en ninguno de ellos

155
Pero el gran impulso ya frena
llamado por la motita primera

Fue nada más que un puntito de aceite


que surgió del infinito caldero

Saltó, explotó, se extendió, un universo formó


y volvió para caer otra vez en el enorme caldero.

Infinitos soplos rojos soplan las infinitas carabelas


que de infinito en infinito

bambolean, bambolean.

LA JUSTICIA

Gracias, Heidegger, por participar en nuestro encuentro con el


último de los temas planteados en la tarea de realizar indagacio-
nes sobre lo esencial del pensamiento de Nietzsche. El tema de
este capítulo está referido a la Justicia. ¿Qué tienes para decirnos
acerca tu interpretación de ese tema, Heidegger?

En la visión de Nietzsche, la justicia mira hacia esa humanidad


que debe ser seleccionada para formar el tipo que posea la
propiedad esencial de instaurar el dominio incondicionado
sobre la tierra. La justicia es el adjudicar, en una construcción
previa, las condiciones que aseguran un preservar y un conse-
guir.

156
¿Cuáles serían los pilares principales en el que esa justicia base
sus fundamentos y su razón de ser?

La justificación consiste en lo único que satisface la esencia


como “supremo representante de la voluntad de poder”. Las
cinco expresiones fundamentales que hemos analizado: “vo-
luntad de poder”, “nihilismo”, “eterno retorno de lo mismo”,
“superhombre” y “justicia” corresponden a la esencia de la
metafísica articulada en cinco momentos. Pero la esencia de
esa unidad, dentro de la metafísica y para ella misma, perma-
nece encubierta.

En tu estudio sobre los puntos fundamentales de la percepción


de Nietzsche, sobre los cuales formulamos nuestras indagacio-
nes, pones de relieve la lógica que une todos esos conceptos, de
manera tal, que la esencia de esa unidad, sería, en mi percep-
ción, la interacción de los cinco momentos. No habría necesidad
de alguna ontología o alguna óntica para la determinación de esa
esencia, más bien, ése sería un campo que entraría en la jurisdic-
ción de la interacción de esos momentos entre sí.

Tal vez habría un nuevo campo de estudio en la filosofía para


identificar ese momento, al cual podríamos denominar “Interre-
lacionalogía”

El pensamiento de Nietzsche se mantiene en el movimiento


interno de la verdad en la medida en que, abarca con la mi-

157
rada la totalidad y percibe la consonancia de todas. Las pre-
guntas al respecto serían: ¿en qué tiene su fundamento la uni-
dad esencial de la metafísica? ¿Dónde tiene su origen la esen-
cia de la metafísica? Recordemos que la metafísica de Nietzs-
che es caracterizada como la metafísica de la voluntad de po-
der

A una voluntad de poder, que es absoluta y que se conserva por


el acrecentamiento que exige el eterno retorno de lo mismo, le
corresponderá un tipo de justicia que no sea otra que la fijación
constante de esa voluntad de poder.

El qué y el cómo de la Justicia

En el pensamiento de Nietzsche queda oculto qué y cómo la


“justicia” es el rasgo esencial de la verdad, por lo tanto, no es
lícito elevar la expresión fundamental “justicia” al rango de
título principal de su metafísica. Metafísica es la verdad del
ente en cuanto tal en su totalidad. La metafísica de la subjeti-
vidad incondicionada y acabada piensa, sin decirlo, la esencia
de sí misma, o sea la esencia de la verdad, como justicia.

Cuando te refieres a la justicia como esencia de la verdad, hablas


de la verdad impuesta por la voluntad de poder.

Queda aún la pregunta acerca de qué pueblos y qué humani-


dad estarán sometidos de modo definitivo y anticipador a la
ley de la pertenencia de la incipiente historia del dominio de

158
la tierra. Ya no es, en cambio, una pregunta, sino que está
decidido cuando dice: “Se acerca la época en la que se em-
prenderá la lucha por el dominio de la tierra, se la empren-
derá en nombre de doctrinas filosóficas…”

Podríamos adelantar que los pueblos escogidos serán, sobre


todo, los que han llegado a cierto grado de desarrollo material y
tecnológico que les permita hallar el tiempo necesario para esta-
blecer cuáles, en cada grupo humano, serán los rasgos distintivos
de su voluntad de poder

El fin de La Filosofía
¿Qué opinas sobre el fin de la filosofía, Heidegger?

También cabe suponer que la filosofía como doctrina y como


figura de la cultura desaparecerá porque, en la medida en que
ha sido auténtica, ya ha nombrado la realidad de lo real, es
decir el ser desde el cual todo ente es llamado a ser lo que es
y cómo es. Las «doctrinas filosóficas fundamentales» aluden
a la esencia de la metafísica que llega a su acabamiento y sus-
tenta la historia occidental, bajo la forma europeo-moderna y
la destina a la “dominación del mundo”.

Ésa sí es una suposición heroica, demasiado heroica, pues la fi-


losofía no ha concluido su tarea sobre las indagaciones acerca de
la naturaleza, el hombre, la historia y el pensamiento. Cualquier
suposición en sentido contrario sería una gran arbitrariedad.

159
De ahí la necesidad imperiosa, el cumplimiento imperativo, de
hacer que nuestros débiles devengan fuertes para que las batallas
del futuro se realicen entre voluntades de contextura diferente,
pero de igual intensidad. En ese postulado se basa La Voluntad
de Ser.

Por último, cabe añadir que lo que se expresa en el pensa-


miento puede imputarse historiográficamente a la esencia na-
cional del pensador, pero no puede hacerse pasar jamás por
una peculiaridad nacional. El pensamiento de Descartes, la
metafísica de Leibniz, la filosofía de Hume, son, en cada caso,
europeos, y por ello planetarios. Del mismo modo, la metafí-
sica de Nietzsche no es jamás, en su núcleo, una filosofía es-
pecíficamente alemana; al contrario, es una metafísica euro-
peo-planetaria.

Por mi parte, propongo una filosofía, la única que puede ser


considerada como planetaria: la Voluntad de Ser. Muchas gra-
cias Martin Heidegger por tus valiosos aportes a la estructura-
ción de esta obra, sin los cuales nuestra tarea habría sido mu-
cho más difícil y mucho más extensa.

160
El Hombre Superior, nos lleva a deducir que hay una brecha
inseparable entre lo que él denomina Hombre Superior y la
“plebe”. Cada uno de los hombres superiores posee la voluntad
de poder y, con ella, el ansia de dominar a los demás. Para ello,
cada ente superior tratará de imponer los valores de su voluntad
de poder, incluyendo los de la Justicia.

El Nihilismo expresa la necesidad de que los hombres superio-


res adopten nuevos valores, en el marco de la metáfora: “Dios
ha muerto”

El Eterno Retorno es el deseo febril de que cada hombre supe-


rior retorne a un punto de partida en sucesiones perpetuas. No
queda claro cuál habrá de ser el escenario original en el que de-
berán acontecer los fenómenos repetidos, ni las posiciones cós-
micas que deben reinar en el momento del retorno.

Por último, el Lenguaje y la Justicia nos muestra que el Hombre


Superior desea seres “inferiores” para dominarlos

¡Cosa increíble! ansía ganar prestigio con la admiración que re-


cibiría de los harapos

Esta pretensión es la que más me sorprende, pues no concibo


un “hombre superior” que reclame la admiración del mendigo

En mi percepción particular, el hombre superior será superior


en cuanto los demás hombres superiores lo avalen como tal.

161
CONCLUSIÓN

La percepción de Friedrich Nietzsche, cuyos aspectos sobresa-


lientes analizamos con ayuda de Martin Heidegger, nos lleva a
deducir que hay una brecha inseparable entre lo que él deno-
mina Hombre Superior y la “plebe”. Cada uno de los hombres
superiores posee la voluntad de poder y, con ella, el ansia de
dominar a los demás. Para ello, cada ente superior tratará de
imponer los valores que se originan en esa voluntad de poder,
incluyendo los de la Justicia. El nihilismo expresa la necesidad
de que los hombres superiores adopten nuevos valores, en el
marco del postulado: “Dios ha muerto”. El Eterno Retorno ex-
presa el deseo de que cada hombre superior pueda retornar a
un punto de partida en sucesiones perpetuas. No queda claro
cuál habrá de ser el escenario original en el que deberán aconte-
cer los fenómenos repetidos. Por último, el Hombre Superior
desea seres “inferiores” para dominarlos y, cosa increíble, ganar
prestigio con la admiración que recibiría de los harapos.

162
AFORISMOS
COMPLEMENTARIOS
(Nietzche-Blacutt)

El Aforismo es un género literario que encierra, una reflexión,


en su mayor parte referida a la ética o a la estética. Nietzsche lo
ha usado con gran autoridad a lo largo de todas sus obras. Por
mi parte, encuentro que el Aforismo es una expresión cuya bre-
vedad otorga al contenido una densidad que supera a cualquier
otra. En esta obra, he escogido los Aforismos más importantes
de Nietzsche para tomarlos como punto de referencia, en una
especie de contrapunto virtual y complementario con los míos.
Cada aforismo tiene dos versiones: la primera, en todos los casos
es la de Nietzsche (N). La segunda es mía, debajo de B. Invito
al lector para que participe y compare los suyos con los que se
inscriben en esta sección

Abnegación
N
Esta voluptuosidad es de la misma esencia que la crueldad
(Más allá de Bien y del Mal)

B
Los hombres afirmamos que la Abnegación es una virtud pro-
pia de la mujer; por eso la convertimos en virtud

163
Abolengo
N
Vuestro honor no lo constituirá vuestro origen, sino vuestro fin
(Así Habló Zaratustra)

B
El abolengo es el pedigree de los que viven de los muertos; ha-
bría que mostrarlos en exposiciones semestrales

Aburrimiento
N
¡Qué gran asunto para un Poeta! El aburrimiento de Dios el úl-
timo día de la creación (“Humano, demasiado Humano”)

B
Nada aburre más que el contacto con la mediocridad

Academia
N
En todos los lugares donde no entra el aire de la plaza, crece,
como un hongo, una corrupción inocente (Humano…)

B
La Academia es para los fósiles que nacieron fósiles

Admiración
N
Hay una inocencia en la admiración: la del hombre que no

164
contempla la posibilidad de que él también podría ser admi-
rado algún día (Más allá del Bien y del Mal)

B
El hombre común va en busca de la admiración
El genio no la toma en cuenta

Afecto
N
El aspecto del mundo sólo es soportable cuando lo vemos a
través del humo del fuego de pasiones agradables
(Tratados Filosóficos)

B
Nuestros afectos y desafectos son los artífices de nuestras per-
cepciones
Aforismo
N
El Aforismo, la sentencia en la que el que yo soy maestro y el
primero entre los alemanes son las formas de la “eternidad”;
mi ambición es decir en diez frases lo que otro dice en un li-
bro; lo que ningún otro dice en un libro
(El Ocaso de los Ídolos)

B
El Aforismo es el punto de conocimiento intuitivo de densidad
infinita que luego explotará en el Big Bang de una Teoría

165
Agradecimiento
N
Un alma delicada se siente molesta al saber que hay que darle
las gracias; un alma grosera, al saber que tiene que darlas (Hu-
mano, demasiado humano)

B
Para un hombre, recibir un testimonio de agradecimiento es
como recibir un cumplido: incomoda. Sólo una mujer sabe re-
cibir un cumplido.
Albedrío
N
Lo que se llama “Libre Albedrío” es esencialmente la concien-
cia de la superioridad frente al que debe obedecer
(“Más allá del Bien y del Mal”)

B
El llamado “Libre Albedrío” es la utopía inventada por los que
dominan para hacer sumisos a los dominados

Alcurnia
N
Triunfo de la cultura sobre el abolengo
(Humano…)

B
Misteriosa pretensión de resucitar a los muertos para llevarlos a
cuestas, en los recovecos de la vida

166
Alegría
N
Hay que tomar las cosas con más alegría de la que merecen; so-
bre todo porque las hemos tomado en serio más largo tiempo
que el que merecían (Aurora)

B: Alegría, ex abrupto emocional en el Ser Astuto; una expre-


sión espontánea del espíritu en el Ser de la Voluntad

Alemán
N
Los alemanes creen que la fuerza se debe manifestar en la du-
reza y en la crueldad; no creen que pueda haber fuerza en la
suavidad y en la dulzura (Tratados filosóficos)

B
Los alemanes responden al redoble de un tambor como un re-
flejo condicionado de Pavlov

Alma
N
Permanecer echado sin moverse y pensar poco es el remedio
costoso para todas las enfermedades del alma
(“Humano, demasiado humano”)

B
El Alma es la versión poética de la conciencia

167
Altruismo
N
El prójimo alaba el desinterés porque recoge sus efectos
(El Eterno Retorno)

B
El Altruismo es una gran excepción en el modo de comporta-
miento; cuando el Ser de la Voluntad sea, el altruismo no sor-
prenderá a nadie, será el modo de vida normal

Alumno
N: Es indefectible: cada maestro no tiene más que un alumno,
el que le será infiel, pues está predestinado a ser maestro tam-
bién (Humano, demasiado humano)

B
El Alumno es el cuarto creciente de alguna nueva luna

Ambición
N
Sólo las almas tensas saben lo que es arte y lo que es alegría
(Filosofía General)

B
La ambición en el sabio es nervio motor que empuja; en el me-
diocre es un arma cargada que se entrega a un niño

168
Ambiente
N
Nuestro estado de espíritu habitual depende del estado de espí-
ritu en que sabemos mantener a los que nos rodean
(Aurora)

B
Cuando me entero de que hablan cuando hablan, no me in-
teresa acerca de lo que hablan

Amigo
N
… como escribió el poeta en su puerta: el que entre aquí me
hará un honor; el que no entre me proporcionará un placer
(El Eterno Retorno)

¿Eres esclavo? Entonces no puedes ser amigo de nadie ¿Eres


tirano? entonces nadie puede ser amigo tuyo
(Así Habló Zaratustra)

¿Dónde hallaremos nosotros, solitarios entre los solitarios, a


los compañeros del hombre? (Tratados Filosóficos)

¿Habrá algún hombre que no se sienta herido mortalmente si


supiera lo que sus más fieles amigos piensan de él en el fondo?
(Humano, demasiado humano)

169
B
Mi estima por la gente crece exponencialmente con la distan-
cia: más distante más la soporto; mucho más distante, mucho
más la soporto

Hay amigos con una gran capacidad de ubicuidad: desaparecen


cuando los necesitamos y aparecen cuando nos necesitan

Hay quienes cuentan el número de amigos que tienen; excep-


cionalmente, también hay los que cuentan con ellos

El amigo es aquél que hace lo que dice y nos dice lo que hará

Amor
N
“Amor” es el sentimiento de la propiedad o de aquello que no-
sotros queremos convertir en propiedad nuestra
(“Tratados Filosóficos”)

Lo que se hace por amor se hace también más allá del Bien y
del Mal (Más allá del Bien y del Mal)

La Frase más púdica que he oído: “En el verdadero amor, el


alma es la que envuelve al cuerpo”
(“Más allá del Bien y del Mal”)

La exigencia de ser amado es la mayor de las pretensiones


(“Humano, demasiado humano”)

170
Las mujeres llegan a ser, por medio del amor, lo que son en la
mente del hombre que ama (“Humano, demasiado humano”)

A veces unos lentes de más alta gradación pueden curar al ena-


morado (“Humano, demasiado humano)

Amar al prójimo como a nosotros mismos, pero ser primero


de los que “se aman a ellos mismos” con gran amor y con gran
desprecio (“Así Habló Zaratustra”)

B
El amor hace de los pequeños defectos, pequeñas virtudes

Un amor que no se expresa en hechos, es un agujero negro


que no recibe nada y que irradia nada

Amar es desear la felicidad del ser amado y ayudar a buscarla,


aún a costa de la propia

Amar es descubrir que ser es no ser si tú no eres

Amar es ser amigo, compinche, compañero y amante del ser


amado, todo en uno

Nadie puede amar por mandamiento

El amor propio es el más grande, leal y constante de todos los


amores

171
Antítesis
N
Es la puerta estrecha por donde el error se desliza de buen
grado, hasta la verdad (“Humano, demasiado humano”)

B
La Antítesis es la idea desafiante que se alza, para dar su razón
de ser a la idea original
Aristocracia
N
Ante el populacho, sin embargo, no queremos ser iguales
(“Así habló Zaratustra”)

B
La única Aristocracia que yo reconozco, es la del talento; y más
aún, la del genio
Arte
N
Sólo las almas ambiciosas saben lo que es arte y alegría
(“Filosofía General”)

Él es el que hace posible la vida, gran seductor de la vida, el


gran estimulante de la vida (“El Ocaso de los Ídolos”)

Y en este peligro inminente de la Voluntad, avanza entonces,


como un dios salvador que trae el bálsamo saludable; el solo
tiene el poder de transmutar el hastío y lo que hay de terrible

172
en la existencia, en imágenes que ayudan a soportar la vida (“El
Origen de la Tragedia”)

Más tarde comprendí que la liberación más fundamental del


artista es haber visto su propio ideal (“Ecce Homo”)

B
El Arte es el encuentro intuitivo con un Estado Esencial del Ser
y su expresión, forjada por la gravedad ético-estética del artista

El Artista crea mundos que el científico nunca descubre, por lo


que nunca podrá entenderlos ni describirlos

El artista produce su obra sin pensar si gustará o no; una vez


terminada, se alegra de que guste

El artista crea el gusto que guste lo que produce

Arrepentimiento
N
¡No debemos ser viles ante nuestros actos! No debemos poner-
los en jaque; el arrepentimiento es cosa inconveniente
(“El Ocaso de los Ídolos”)

B
El Arrepentimiento es el castigo moral que el Ser de la Volun-
tad se impone a sí mismo por no haber obrado en consecuen-
cia: por haber hecho o por no haber hecho

173
Arrogancia

N
Se olvida la arrogancia cuando se está entre hombres de mérito
(“Humano, demasiado humano”)

Estar sólo hace orgulloso (“Humano, demasiado humano”)

Los jóvenes son arrogantes, pues frecuentan sus semejantes, to-


dos los cuales, no siendo nada, quieren pasar por mucho
(“Humano, demasiado humano”)

B
La llama, la alpaca y la vicuña, son los únicos animales a los
que la arrogancia les sienta bien

El arrogante no tiene la culpa de serlo, pues viene con la estu-


pidez

El arrogante lo es sólo con los humildes; con los superiores es


humilde
Ateísmo
N
El ateísmo es una consecuencia de la elevación del hombre
(“Filosofía General”)

B: El ateo que lucha contra la existencia de dios es un monje al


revés

174
Autor
N
Ya no quiero leer a los autores que han querido escribir un li-
bro. Leeré sólo a los autores cuyas ideas formen inopinada-
mente un libro (“Humano, demasiado humano”)

Aquél que lleva al papel lo que el “sufre” es un autor triste;


pero se convierte en un autor serio cuando nos dice que ha su-
frido y por qué ahora descansa en la alegría
(“Humano, demasiado humano”)

B
Escribir es realizar un acto de exorcismo del espíritu
¿Tengo algo que decir? Lo escribo

El que escribe sobre lo que sufre, carece del pudor de la quin-


ceañera que escribe un diario íntimo: ésta lo muestra sólo a su
mejor amiga; el primero lo hace conocer en masa
Autoridad
N
Donde hay el sentido de obediencia, el “tú debes” no tiene
sentido alguno (“Filosofía General”)

Así como somos, nos hacemos recalcitrantes ante un “tú de-


bes”. Nuestra moral debe decir: “Yo quiero” (“Filosofía…”)

La estimación de la autoridad aumenta en relación a la dismi-


nución de fuerzas creadoras (“Filosofía General”)

175
B
La verdadera Autoridad es una concesión social, no un privile-
gio que alguien cree que tiene

El primer deber de la Autoridad es lograr que las cosas mar-


chen bien sin que la gente se dé cuenta que hay autoridad

La necesidad de la Autoridad es una muestra de que aún esta-


mos en el árbol, pero que ya tenemos conciencia de ello

Belleza
N
La Belleza tiene algo que decirnos, por eso guardamos silencio
(“Ecce homo”)

El silencio en el que caemos ante lo bello es un profundo espe-


rar, un querer oír las más finas y lejanas tonalidades
(“Ecce homo”)

Toda belleza interior no es más que un símbolo algo superficial


al lado de la multitud de las armonías profundas
(“Ecce homo”)

B
Lo Bello, como síntesis ético-estética es propio del ser hu-
mano, no lo es de la Naturaleza

Sólo una mujer puede tener el atributo de ser bella

176
Contemplar a la mujer amada es contemplar la belleza

Bien
N
Hacer el bien es poner una planta a la luz y verla mejor
(“Tratados Filosóficos”)

B
¿Qué sería del Bien sin el Mal? Un cojo sin muleta

Bondad
N
Esa forma de felicidad mezquina que se llama Bondad
(“Ecce Homo”)

¡Hay tal falta de generosidad en el hecho de desempeñar cons-


tantemente el papel de donante y dispensador de beneficios!
(“Aurora”)

La mentira es, si no la madre, por lo menos la nodriza de la


Bondad (“Aurora”)

B
La Bondad es una contemplación autogratificante; la ayuda es
la bondad en acción

La Bondad sin acción no cuesta nada; es igual a los buenos


consejos

177
La Bondad activa para con los demás es una forma de ser bon-
dadoso con uno mismo

Broma
N
La broma y la burla nos sirven de alivio; nos prestan energías
para nuestras actividades (“Filosofía General”)

De cuando en cuando una tontería; ¡como si de pronto nos


hastiase nuestra sabiduría! (“Filosofía General)

B
Una broma es una muestra de estima y de confianza que otor-
gamos a alguien; sólo hacemos bromas a los amigos

Bueno
N
Un hombre que se creyera absolutamente bueno sería espiri-
tualmente un idiota (“Filosofía General)

B
“Ser bueno” es la prueba de falta de carácter; no se puede ser
siempre bueno y, sobre todo, bueno con todos

Caída
N
Lo terrible no es la altura, sino la pendiente
(“Así habló Zaratustra”)

178
B
El que cae debe saber que los demás, aunque parezcan más
grandes, siguen siendo lo que eran: aves de rapiña

Calificación
N
Llamamos buena o mala a una cosa en relación con nosotros
mismos, no con la cosa misma (“Filosofía General”)

B
Hay quienes creen que los demás son mejores de lo que pare-
cen; hay quienes los consideran peores de lo que parecen;
nunca acertamos en decidir cómo son; es que nunca son los
mismos
Calumnia
N
Las calumnias son enfermedades de los demás que estallan en
nuestro propio cuerpo (“Humano, demasiado humano”)

B
La Calumnia es la fuerza de los espíritus más depravados

Callar
N
Es muy difícil vivir entre los hombres porque es muy difícil
guardar silencio (“Así habló Zaratustra”)

179
B
Muy pocas veces me arrepentí por haber callado; muy pocas
veces me felicité de haber hablado

Canalla
N
La vida es un manantial de goces, pero donde la canalla bebe
deja envenenada las fuentes (“Así habló Zaratustra”)

No ha sido el odio, sino el asco lo que ha destrozado mi vida


(“Así habló Zaratustra”)

¡Ay! Muchas veces sentí cansancio de espíritu citando, vi que


también la canalla era ingeniosa (“Así habló Zaratustra”)

B
Es en la turba enloquecida que el hombre muestra lo que real-
mente es: un ser de rebaño, cobarde y arbitrario

La canalla actúa a luz abierta pero sus actos quedan clandesti-


nos; no hay identificación plena, porque no hay individuos

Cansancio
N
Un alarde en la sabiduría de la vida es saber intercalar a tiempo
el sueño en todas sus formas (“Aurora”)

180
¿Qué haremos para estimularnos cuando estemos fatigados y
cansados de nosotros mismos? Dormir mucho en el sentido
propio y figurado, así terminaremos por tener de nuevo nuestra
mañana (“Aurora”)

A veces siento que estoy tan cansado de todo, de mí, de todos,


de nada

B
¡Hay tantos motivos de cansancio! ¿Veremos algún día que el
ser humano se ha cansado de ser un simple bípedo con facul-
tad del habla?
Carácter
N
Antes de que alguien haya puesto su pie sobre nosotros no sa-
bemos si tenemos dientes de serpiente
(“Humano, demasiado humano”)

Nuestro carácter está determinado más por la ausencia de ex-


periencias que por las que hemos vivido
(“Humano, demasiado humano”)

B
El carácter de un hombre se muestra cuando dice “No” en el
momento en que debe decirlo

Hay quienes son capaces de decir “No” sólo a escondidas

181
Carácter (Mal)
N
Hay hombres que no saben desfogar su pensamiento de otro
modo que desfogando su bilis contra todo el mundo
(“Tratados Filosóficos”)

B
Nunca conocí a un hombre que mostrara su mal carácter ante
un superior, tal como lo muestra ante los humildes

Caracteres
N
… el hombre no científico tiene por buena una opinión cuando
le halaga (“Filosofía General”)

B
Todos tienen por buena una opinión que los halaga; excepto el
hombre de talento y el genio

Caras
N
Es dudoso que un viajero alrededor del mundo haya encon-
trado sitios más feos que el rostro humano
(“Humano, demasiado humano”)

B
¡Cómo cambia el rostro cuando cambia el alma! De límpido, se
vuelve astuto; de fresco, siniestro; de franco, se hace torvo

182
Caridad
N
No me inspiran confianza los misericordiosos que son felices
en su misericordia: carecen de pudor
(“Así habló Zaratustra”)

Es preciso suprimir los mendigos, pues nos molestan cuando


no les damos limosna y nos molestan también cuando se la da-
mos (“Aurora”)

B
Abandonar a nuestros débiles y mendigos es abandonar a nues-
tros heridos en el campo de batalla; nunca lo haremos

¡Levantemos a nuestros débiles y mendigos! ¿Por qué? ¡Porque


son nuestros!” es la primera regla que estructura la Acción de
la Voluntad
Castigo
N
Te castigan por tus virtudes, sólo perdonan sinceramente tus
errores (“Así habló Zaratustra”)

El castigo impide, con el ejemplo, que otros incurran en la


misma locura (“Humano, demasiado humano”)

Todo malhechor castigado debe considerarse como un bienhe-


chor de la humanidad (“Humano, demasiado humano”)

183
B
La liberación del culpable atenta en contra de la sociedad; la
condena a un inocente la desmoraliza

El castigo al delincuente no tiene la intención de que pague una


culpa, más bien está orientado a defender a la sociedad

Mientras no haya otra manera, el castigo es la forma para que


las cláusulas de la convivencia humana se cumplan

Celebridad
N
Pero, ¿Por qué evitas a ese gran hombre? Porque no querría
juzgarlo injustamente; yo soy miope y desconfiado y él lleva in-
distintamente diamantes verdaderos y falsos (“Aurora”)

B
El hombre célebre contrae una deuda de honor con la socie-
dad, pues debe comportarse como la sociedad lo imagina

Celos
N
¿No es mejor caer en manos de asesinos que en los ensueños
de una mujer celosa? (“Así habló Zaratustra”)

B
Los celos son la expresión del sentido de propiedad que una
persona guarda con relación a otra

184
Censura
N
Quienes nos censuran quieren hacernos entender en qué m
medida se ocupan de nosotros; los entendemos mal tomando
su censura en serio y defendiéndonos de ellas
(“Humano, demasiado humano”)

Algunas personas excelentes administran sus censuras de ma-


nera tal que con ellas pretenden distinguirnos
(“Humano, demasiado humano”)

Los hombres que quieren suprimir la alabanza y la censura


quieren privarnos de lo maravilloso y esperan que el hombre
espere sólo lo justo y lo recto (“Tratados filosóficos”)

B
No acepto en nadie, absolutamente en nadie ni en nada, la pre-
tensión de censurar lo que debo ver, escuchar o leer

La censura que se hace al derecho de comer todos los días es


la peor de todas

La censura que pone freno a la verborrea es la menos peor de


todas

Los censuradores obran por encargo y nadie los aprecia; aun-


que hay quienes gozan en la tarea de cancerberos

185
Ciencia
N
El científico posee una candidez que raya en miopía: no tiene
la menor idea de los peligros de su oficio; cree en el fondo de
su corazón que su misión es amar la verdad, el bien y la belleza
(“Filosofía General”)

¡Amar la ciencia sin pensar en su utilidad! Pero quizá ella es un


medio para hacer del hombre un artista en un sentido inusi-
tado. Una serie de bellos experimentos es uno de los goces
más teatrales (“Tratados Filosóficos”)

B
La ciencia es la expresión más noble de la curiosidad del Ser
por conocer el mundo

Detesto, desde el fondo de mi ser, al “científico” que mira por


el hombro al filósofo y al artista

Pocos comportamientos son tan caricaturescos como cuando el


científico pretende hablar como “científico”

Cinismo
N
Es la única forma bajo la cual las almas bajas rozan la sinceri-
dad (“Más allá del bien y del mal”)

186
B
El cinismo es la actitud más fácil que los astutos adoptan para
defenderse en su enfrentamiento con los sabios

Citas
N
Los escritores jóvenes no saben que las buenas expresiones y
los buenos pensamientos no se expresan bien más allá que en-
tre sus semejantes (“Humano, demasiado humano”)

B
Los mediocres citan a los grandes hombres en un intento la-
mentable de mostrar una sabiduría que no tienen

Al citar a un personaje de valía, como una pretendida muestra


de erudición, el hombre mediocre cree que se iguala a él

Civilización
N
Los grandes momentos de la cultura fueron siempre momen-
tos de corrupción; al contrario, las épocas de mayor disciplina y
domesticación del animal “hombre” son tiempos de intoleran-
cia para los caracteres más espirituales y audaces (“La Voluntad
de Dominio”)

La Civilización quiere algo distinto de lo que quiere la Cultura;


quizá lo contrario (“La Voluntad de Dominio”)

187
B
La Cultura es la fotografía de las costumbres, tradiciones y es-
cala de valores de un grupo social; la Civilización es la versión
cinematográfica de sus cambios en movimiento

Una persona culta es la que conoce y entiende lo que conoce;


una persona civilizada es la que se comporta como si fuera
culta
Clásicos
N
La lectura de los clásicos es un procedimiento monstruoso, se
hace para jóvenes que de ningún modo están preparados para
ella por maestros cuya palabra pone una capa de polvo sobre
cualquier buen autor (“Humano, demasiado humano”)

Lo opuesto al pesimismo de lo clásico es lo romántico, en el


que la debilidad, el cansancio y la decadencia de las razas se
formula en ideas y en valoraciones (“Ecce homo”)

B
Llamamos “clásico” a lo que nos da las pautas fundamentales
del arte, la música, la literatura y la filosofía

Los clásicos son un punto de partida, no de llegada; una llanura


que dejamos atrás sin olvidarla; no un horizonte

Codicia

188
N
Sin temor y sin codicia, ¿Qué sería del hombre?
(“Tratados Filosóficos”)

B
La Codicia es el pretender algo sin tener los méritos para lo-
grarlo, por eso es inmoral

Cólera
N
No se mata con la cólera sino con la risa
(“Así habló Zaratustra”)

B
La Cólera es un estado temporal de locura

Comentarios
N
El desilusionado habla: “yo esperaba ecos y no encontré sino
elogios” (“Más allá del bien y del mal”)

B
El comentario depende de los afectos y desafectos de quien co-
menta, no de la calidad de la obra que debe comentar

Comerciante
N: Forma una nueva clase de hombres que tienen la misma im-
portancia que los esclavos en la antigüedad (“Tratados …”)

189
B
El Comerciante percibe el mundo como un inmenso bazar del
cual quiere sacar lo que más pueda, dando lo menos posible en
cambio
Comparación
N
Cada cosa se puede medir por medio de otra, pero fuera de las
cosas no existe medida alguna; por eso, en sí, cada cosa es infi-
nitamente grande y también infinitamente pequeña al mismo
tiempo (“Tratados Filosóficos”)

B
Cuando comparamos dos cosas, una con otra, lo que nos per-
tenece y lo que no, somos casi tan parciales como cuando com-
paramos una idea nuestra y una ajena

Compasión
N
Compadecer equivale a despreciar (“Aurora”)

La compasión es un sentimiento que contiene goce y que pro-


porciona el gusto de la superioridad en pequeñas dosis (“Au-
rora”)

Si las limosnas no se diesen más que por compasión, y habrían


muerto de hambre todos los mendigos
(“Humano, demasiado humano”)

190
B
La Compasión está llena de moralina; la Acción de Voluntad
lleva en sí la verdadera intención de ayuda

La Compasión sirve para ganar indulgencias el apoyo mutuo es


el que muestra la esencia de nuestro cariño por el prójimo

Una persona compasiva es una persona que siempre reserva


para sí la compasión mayor

Comprensión
N
Lo que hacemos nunca es comprendido: sólo alabado o censu-
rado (“El Eterno Retorno”)

B
En las relaciones humanas, comprendemos cuando nos identi-
ficamos con quien nos cuenta sus desventuras. Entendemos la
Ley de la Gravedad, comprendemos el problema de un amigo

Concepto
N
Los conceptos más útiles son los que han quedado, por falsos
que sean sus orígenes (“Filosofía General”)

Los que están al acecho de los juicios que se emiten sobre él


siempre se sentirán molestos, pues ya somos injustamente juz-
gados por quienes están más cerca nuestro (“Humano…”)

191
Los juicios de los indiferentes hacen mucho daño, porque tie-
nen cierto tono de imparcialidad, casi de impersonalidad (“Hu-
mano, demasiado humano”)

B
El concepto es la materia prima del pensamiento

Conciencia
N
Cuando se quiere educar a la conciencia, ella nos abraza mor-
diéndonos (“Más allá del bien y del mal”)
Mientras se trata de la propia conservación, la conciencia del
Yo es innecesaria (“Tratados Filosóficos”)

En el hombre hay tantas conciencias como seres contiene su


cuerpo (“Tratados Filosóficos”)

B
La Conciencia sufre cuando nosotros gozamos

Más que el reflejo de la realidad, la Conciencia es el reflejo de


nuestras debilidades

Cuando escucho que alguien dice: “voy a obrar de acuerdo con


los dictados de mi conciencia” sabemos que va a obrar de
acuerdo con sus intereses

Auto Confesión

192
N
El sentimiento más penoso que hay es el descubrimiento de
que siempre lo toman a uno por Algo superior a lo que es
(“Humano, demasiado humano”)

B
Auto-confesarse es ponerse a disposición del más severo de los
jueces
Confianza
N
Sin la gran seguridad en “la creencia” sin la predisposición a la
creencia ni los hombres ni los animales serían capaces de vivir
(“Tratados Filosóficos”)

Nuestra confianza en los demás delata por qué quisiéramos


creer en nosotros mismos. Nuestra necesidad de un amigo es
lo que nos delata (“Así habló Zaratustra”)

B
Confiamos en quienes creemos que debemos confiar; no nece-
sariamente en quienes debemos confiar

Aparte de mi esposa y de mis hijos, prefiero confiar en algo


que en alguien

Los malos nos superan: no confían en nadie, nosotros sí

193
Conocimiento
N
Nosotros, los que buscamos el conocimiento, no nos conoce-
mos a nosotros mismos, y hay una buena razón para ello:
nunca nos hemos buscado, ¿Cómo pues habríamos de encon-
trarnos? (“Más allá del Bien y del Mal”)

Cada uno es el más extraño a sí mismo


(“Más allá del Bien y del Mal”)

El conocimiento mata la acción; es preciso para ésta el espe-


jismo de la acción (“El origen de la Tragedia”)

B
Los hombres de bien temen conocerse a sí mismos; se espan-
tan ante lo que el velo descorrido habrá de revelar

Los hombres de mal nunca se han preocupado por conocerse

Buscamos el Conocimiento para aplicarlo a algo práctico; pero


también lo buscamos para satisfacer nuestra sed de saber, nada
más. El primero es necesario, para la supervivencia del hom-
bre, el segundo lo es para saber si vale la pena sobrevivir

Consejos
N
Todos los demás saben mejor que yo lo que debo hacer y lo
que no debo hacer; ¡Pobre de mí! No sé darme consejos a mí

194
mismo (“Humano, demasiado humano”)

B
Los consejos se devalúan cada vez más, pues todos estamos dis-
puestos a darlos más que a cumplirlos

Consuelo
N
De todas las formas de consuelo la más eficaz es la afirmación
de que para ese caso no hay consuelo; el que recibe la noticia
encuentra en ello una gran distinción y yergue la cabeza (“Au-
rora”)

“El tiempo todo lo cura”; el tiempo no cura nada


(“Tratados Filosóficos”)

Mirando a un desesperado, cada cual recobra su aliento


(“Así habló Zaratustra”)

B
Somos increíblemente fuertes con el dolor ajeno

El consuelo no frena un dolor de muelas, pero imbuye espe-


ranza

Esperamos consuelo de los seres que amamos y que nos aman;


es el único caso en el que se toma el dolor de otro como pro-
pio

195
Contemplación
N
El silencio con el que contemplamos lo bello es un profundo
esperar, un querer oír las más finas y lejanas tonalidades (“Ecce
homo”)

La belleza tiene algo que decirnos, por eso guardamos silencio


y no pensamos en lo que en otra ocasión pensaríamos (“Ecce
homo”)

B
He aquí una gran contradicción: si admiramos un cuadro de
una mujer desnuda y sentimos una erección, nuestro acto de
contemplar no será desinteresado ¿A quién culpar?

Contemplo la belleza con mayor fruición cuando un ser que-


rido está a mi lado, contemplándola también

Contradicción
N
¡Es tan exquisito y acusa tal distinción tener antípodas!
(“Más allá del Bien y del Mal”)

B
La mayor parte de la gente lleva la contra como un arma defen-
siva para pretender esconder su ignorancia

196
Convencimiento
N
Hay personas a quienes se les convence con gestos sublimes,
pero que ante las razones se muestran desconfiadas
(“Filosofía General”)

B
Al amigo se lo convence con los sentimientos; al enemigo, acu-
diendo a sus intereses

Conversación
N
No se debe hablar sino cuando ya no hay derecho a callar y no
se debe hablar más que de aquello que se ha dominado (“Hu-
mano, demasiado humano”)

Los hombres no saben mantener una conversación, ponen de-


masiada atención a lo que quieren decir y a lo que van a con-
testar (“Humano, demasiado humano”)

Cuando dos amigos se vuelven a encontrar después de una


larga separación sucede muchas veces que afectan tener interés
por cosas que ya le son indiferentes
(“Humano, demasiado humano”)

No todas las palabras convienen a todas las bocas


(“Así habló Zaratustra”)

197
B
En las lides de la conversación convencional o de cotidianidad,
debo confesar que soy completamente inútil

Si todos hablaran sólo cuando tienen algo importante que de-


cir, en el mundo reinaría un silencio de tumba

La palabra se ha depreciado, casi nadie se preocupa por mejo-


rar su modo expresivo

Cuando tenemos que escuchar a un enfermo de incontinencia


verbal nos sucede lo mismo que les sucedía a los espartanos en
circunstancias similares: no nos acordamos del comienzo, lo
del medio fue muy complicado y el final, ininteligible

Coraje
N
No sólo se ataca por hacer daño a uno, por vencerle; a veces
por el mero deseo de adquirir conciencia de la propia fuerza
(“Humano, demasiado humano”)

B
La desesperación cambia el miedo en coraje; que lo sepan bien
todos los dictadores

Correspondencia
N: La carta es una visita que no se hace anunciar; el cartero es
el intermediario de estas sorpresas descorteses (“Humano…”)

198
Cada ocho días deberíamos dedicar una hora para recibir la co-
rrespondencia y tomar un baño después
(“Humano, demasiado humano”)

B
Cuando recibimos una carta, sabemos que alguien pensó en
nosotros

En una carta las palabras hablan y la voz no se escucha

Costumbre
N
Toda costumbre hace nuestra mano más ingeniosa y nuestro
genio más torpe (“El Eterno Retorno”)

Siempre que el hombre pueda ejercer una coacción sobre sus


semejantes lo hace para propagar sus costumbres
(“Humano, demasiado humano”)

B
El “hoy” es el puente por el que cruzamos desde las costum-
bres de ayer hacia la innovación del mañana

Acostumbrarse a las costumbres puede convertirse en una en-


fermedad
Creación
N
El querer libera, pues querer es crear (“Así habló Zaratustra”)

199
Crear: éste es el alivio al dolor y lo que hace fácil la vida
(“Así habló Zaratustra”)

Para que exista un creador hace falta muchas crisis de dolor y


muchas transformaciones (“Así habló Zaratustra”)

B
No se crea porque se quiere crear; el hombre crea porque
tiene el talento para hacerlo

Desde el llano hasta la cumbre; desde el valle hasta el abismo,


la creación recorre toda la geografía del talento

Crimen
N
El criminal no está, la mayor parte de las veces, a la altura de su
acto: lo empequeñece y lo calumnia
(“Más allá del Bien y del Mal”)

Los abogados de un criminal, rara vez son lo suficientemente


artistas para utilizar, en provecho del culpable, la belleza terri-
ble de su acto (“Más allá del Bien y del Mal”)

B
No todos los crímenes contra la Ley son crímenes contra la
Justicia

La muerte colectiva por hambre es el crimen más infame

200
201
ÍNDICE

PRÓLOGO… 3

EL HOMBRE SUPERIOR… 5

LA INTERPRETACIÓN METAFÓRICA DE LA HISTO-


RIA… 10
Los Incoloros… 11
El Lenguaje… 12
El Símbolo… 13
La Vivencia… 14
La Metáfora… 15

LA VOLUNTAD DE PODER… 17
Voluntad de poder y dominación… 18
Voluntad y Poder… 20

La Síntesis… 21
El Devenir… 22
Fuerza… 23
Querer… 24
El Señor y la Voluntad de poder… 25
La Alienación en Hegel… 25
La Alienación en Nietzsche… 28
El Planteamiento de un Supuesto… 29
Las aves rapaces… 30
Alienación: Resumen… 33

202
El Capitalista… 34
El Político… 35
Hegel y Nietzsche… 37

EL NIHILISMO… 39
Las Relaciones de Dominio como Moral… 39
La Transvaloración de los valores vigentes… 40
La metáfora hipotética: “Dios ha muerto”… 41

LA LEY DEL SAQUEO… 47


Los más fuertes saquean a los más débiles… 47
El Teorema del Miedo, El Corolario del Miedo… 48
El precepto del Miedo… 48
Algunos ejemplos en la Historia: Esparta y Atenas… 49
La Democracia Ateniense… 50
La legalización de la esclavitud como “Ley Natural”… 51
Roma… 52
La Astucia de Marte… 52
La Fundación… 53
La Primera Guerra Púnica… 54
Aníbal, los elefantes y la Segunda Guerra Púnica… 55

EL ETERNO RETORNO DE LO MISMO… 57


El camino está en la meta… 57
El Eterno Retorno y Borges… 59
La Carabela… 63

EL SUPERHOMBRE 64

203
La Animalidad… 65
El Objetivismo… 66
La Meta… 67
La lucha entre Superhombres… 70

LA JUSTICIA… 72
El qué y el cómo De la Justicia… 74
El fin de La Filosofía… 75
Conclusión… 76

AFORISMOS COMPLEMENTARIOS… 77

204

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