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PSICOANALISIS

INTERPERSONAL
Karina Rosales Flores

25 DE SEPTEMBRE DE 2017

Instituto América
LA VIDA DE KAREN HORNEY
Karen Danielson nació cerca de Hamburgo, Alemania, el 15 de septiembre de 1885.
Fue la segunda hija en un matrimonio desdichado de un capitán noruego a menudo
ausente y su bella esposa de clase alta. Danielson y su hermano mayor, Berndt (quien
más tarde se convirtió en abogado) fueron estrictamente disciplinados por su tiránico
padre luterano cuando volvía a casa de sus largos viajes marinos alrededor del Cabo
de Hornos, a la costa del Pacífico de Centro y Sudamérica. Karen conservó un carácter
muy independiente considerando las claras actitudes religiosas de su padre como
hipócritas y cuestionando las enseñanzas fundamentalistas de su iglesia.
Su padre de ascendencia noruega ejerció mayor influencia en ella. Cuando Horney
nació, él tenía 50 años y era capitán de un barco. Su madre tenía 33 años y un
temperamento muy diferente. Él era religioso, dominante, autoritario, pausado y
callado; en cambio, ella era más atractiva, vivaz y flexible. El padre pasaba largas
temporadas en el mar, pero cuando regresaba a casa la pareja discutía con
frecuencia. La madre no ocultaba su deseo de ver muerto al marido. Le confesó a
Karen que no se había casado por amor, sino por temor a ser una vieja solterona.
En la edad adulta encontró la enorme hostilidad que había desarrollado en la niñez.
En su teoría de la personalidad describe cómo la falta de amor en la infancia propicia
la ansiedad y la hostilidad, lo cual es otro ejemplo de una teoría elaborada
inicialmente a partir de la intuición y las experiencias personales. Un biógrafo llegó
a la siguiente conclusión: “En todos sus escritos psicoanalíticos Karen Horney
luchaba por darle sentido a su vida y por liberarse de sus propios problemas”.

Cuando estudiaba medicina Horney conoció a dos hombres; se enamoró de uno y


se casó con el otro. Oskar Horney estudiaba un doctorado en ciencias políticas y,
una vez casado, se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Karen Horney
destacó en sus estudios y obtuvo el título de médico en la Universidad de Berlín en
1913. Los primeros años de matrimonio fueron sumamente difíciles. Tuvo tres hijas,
pero se sentía muy triste y oprimida. Padecía ataques de llanto, dolores de
estómago, fatiga crónica, conductas compulsivas y frigidez, y sólo quería dormir e
incluso morir. El matrimonio llegó a su fi n en 1927, después de 17 años.
Horney acudió a Karl Abraham (un fi el seguidor de Freud) y el terapeuta atribuyó
sus problemas a la atracción que sentía por hombres dominantes que, según le
explicó, era un residuo de la atracción edípica por su padre prepotente.
El psicoanálisis no tuvo éxito. Horney decidió que le ayudaba muy poco y, así, optó
por el autoanálisis, ejercicio que realizó a lo largo de su vida. El concepto adleriano
de la compensación de los sentimientos de inferioridad influyó mucho en el
autoanálisis de Horney y fue especialmente sensible al comentario de Adler cuando
dijo que la falta de atractivo físico era una de las causas de esos sentimientos. Llegó
a la conclusión de que “necesitaba sentirse superior debido a esa deficiencia y al
sentimiento de inferioridad por ser mujer, lo cual la llevaba a presentar una protesta
masculina” tratando de destacar en un campo dominado por los hombres, como lo
era la medicina en esa época. Aparentemente creía que al estudiar medicina y al
observar una conducta sexual promiscua estaba actuando más como un hombre.
Horney continuó su interminable búsqueda de amor y cada vez escogía a hombres
más jóvenes, muchos de ellos psicoanalistas que ella estaba formando. Sin
embargo, los trataba con frialdad. En cierta ocasión, hablándole a una amiga de un
joven, le confesó que no sabía si casarse con él o si comprarse un cocker spaniel.
Optó por el perro.

La necesidad de seguridad durante la niñez


Según Horney, la necesidad de seguridad predomina en la niñez, entendida como
la necesidad de sentirse seguro y la ausencia de miedo. La normalidad del
desarrollo de la personalidad depende, en gran medida, de que el bebé se sienta
seguro y no sienta temor. Lo que determina la seguridad es el trato que le dan sus
padres. Cuando no le muestran ternura y amor, debilitan la seguridad o la impiden.
Tal como le sucedió a ella en la niñez. Sus padres eran poco cariñosos con Horney
y, después, ella sería igual con sus tres hijas. Estaba convencida de que los
pequeños pueden soportar, sin un efecto nocivo considerable, mucho de lo que se
suele considerar traumático.
Ansiedad básica: la fuente de la neurosis

Horney definió la ansiedad básica como “un sentimiento creciente y generalizado


de que uno está solo e indefenso en un mundo hostil” (Horney, 1937, p. 89). Es el
origen de las neurosis posteriores y es inseparable de los sentimientos de hostilidad.

Independientemente de cómo expresemos la ansiedad básica, todos la sentimos de


forma similar. En palabras de Horney, “nos sentimos pequeños, insignificantes,
desvalidos, abandonados y expuestos en un mundo que trata de abusar de
nosotros, de engañarnos, atacarnos, humillarnos y traicionarnos”.

Horney definió la ansiedad básica como “un sentimiento creciente y generalizado


de que uno está solo e indefenso en un mundo hostil” (Horney, 1937, p. 89). Es el
origen de las neurosis posteriores y es inseparable de los sentimientos de hostilidad.

Independientemente de cómo expresemos la ansiedad básica, todos la sentimos de


forma similar. En palabras de Horney, “nos sentimos pequeños, insignificantes,
desvalidos, abandonados y expuestos en un mundo que trata de abusar de
nosotros, de engañarnos, atacarnos, humillarnos y traicionarnos”.

Necesidades y tendencias neuróticas

Horney pensaba que cualquiera de los mecanismos de autoprotección puede llegar


a ser una parte tan permanente de la personalidad que adopta las características
de un impulso o necesidad que determina la conducta del individuo. Hizo una lista
de 10 de estas necesidades y las llamó necesidades neuróticas, porque
representan soluciones irracionales para los problemas de uno y son:
1. Afecto y aprobación
2. Una pareja dominante
3. Poder
4. Explotación
5. Prestigio
6. Admiración
7. Logro o ambición
8. Autosuficiencia
9. Perfección
10. Límites estrechos para la vida

Horney señaló que todos manifestamos cierta medida de estas necesidades. Por
ejemplo, en algún momento de la vida buscamos el afecto o el logro. Ninguna de
las necesidades es anormal ni neurótica en el sentido común del término. Lo que
hace que sean neuróticas es una búsqueda intensa y compulsiva de su satisfacción
como única vía para resolver la ansiedad básica. El hecho de satisfacerlas no nos
ayudará a sentirnos seguros; tan sólo reafirmará el deseo de no sentir el malestar
que nos produce la ansiedad. Además, cuando tratamos de satisfacerlas tan sólo
para superar la ansiedad, propendemos a concentrarnos en una sola de ellas y
buscamos compulsivamente su satisfacción en todas las situaciones.
Las tendencias neuróticas evolucionan a partir de los mecanismos de
autoprotección y los perfeccionan, es posible encontrar similitudes con nuestras
descripciones anteriores. Las tendencias neuróticas implican actitudes y conductas
compulsivas; es decir, el neurótico siente el impulso de comportarse de acuerdo con
una de las tendencias neuróticas por lo menos. También las manifiesta
indiscriminadamente en cualquier tipo de situación.
Las tendencias neuróticas son:
■ Movimiento hacia otras personas (personalidad complaciente).
Los individuos que tienen una personalidad complaciente exhiben actitudes y
conductas que reflejan su deseo de acercarse a otros: una necesidad intensa y
permanente de afecto y aprobación, la necesidad de ser amado, deseado y
protegido. Manifiestan estas necesidades a todo el mundo, pero por lo general
necesitan a alguien dominante, como un amigo o cónyuge, que se haga cargo de
su vida y les brinde protección y guía.
■ Movimiento en contra de otras personas (personalidad agresiva).
Los individuos que tienen una personalidad agresiva se dirigen contra otros. En
su universo, todo el mundo es hostil y sólo sobrevive el más apto y astuto. La vida
es una selva donde la supremacía, la fuerza y la fiereza son las virtudes más
importantes. Aun cuando su motivación es igual a la del tipo complaciente, estos
individuos jamás muestran miedo al rechazo para aliviar la ansiedad básica. Actúan
como personas rudas y dominantes, sin la menor consideración por los demás. Para
conseguir el control y la superioridad que les resultan tan vitales para su existencia,
se sienten obligados a alcanzar siempre altos niveles de desempeño. Cuando
destacan y reciben reconocimiento, disfrutan la satisfacción de que otros confirmen
su superioridad.
■ Movimiento para alejarse de otras personas (personalidad desapegada).

Los individuos que tienen una personalidad desapegada se alejan de los demás
para mantener una distancia emocional. No deben amar a otros, odiarles ni cooperar
con ellos, y tampoco se comprometen de forma alguna. A efecto de lograr el
desapego total, procuran volverse autosuficientes. Para poder funcionar como una
personalidad sin apegos, tienen que depender de sus propios recursos, los cuales
deben estar bien desarrollados. Los individuos desapegados sienten un deseo, casi
desesperado, de privacía. Necesitan estar solos el mayor tiempo posible y les
molesta compartir hasta una experiencia tan sencilla como escuchar música. La
necesidad de independencia les hace ser muy sensibles a cualquier intento de influir
en ellos, de coacción o de imposición. Evitan toda clase de restricciones: programas
y horarios, compromisos a largo plazo como matrimonio o hipotecas y a veces hasta
la presión de un cinturón o una corbata.
En el sistema de Horney, el conflicto se entiende como la incompatibilidad básicade
las tres tendencias neuróticas; es el centro de la neurosis. Todos, sin importar si
somos neuróticos o no, sufrimos cierto conflicto entre estas tendencias
irreconciliables en esencia.

Narcisismo
Las relaciones enfermizas con otros surgen de un sentido patológico de sí mismo.
Si una persona está insegura de su valía personal, puede intentar parecer valiosa a
través de las diversas orientaciones interpersonales poco sanas que Horney
describió. Al parecer más poderosa que los demás, o más amada, o más
independiente, una persona puede ocultar una incertidumbre central acerca del
valor personal. El foco en uno mismo y la autoadmiración patológicos constituyen el
narcisismo. En menos de una de cien personas, el narcisismo es grave y afecta
tanto a la persona que puede diagnosticarse como un trastorno mental, el trastorno
narcisista de la personalidad. Las personas que sufren este trastorno se centran en
sí mismas en un grado extremo; no tienen mucha empatía por la experiencia de otra
gente. Su sentido de ser únicas, de que merecen atención y admiración especial,
las lleva a usar a los demás como admiradores y seguidores y no como individuos
distintos.

La autoimagen idealizada
Horney sostenía que todos, tanto las personas normales como las neuróticas,
construimos una imagen de nosotros mismos que puede estar basada o no en la
realidad. Una persona normal construye su autoimagen a partir de una evaluación
realista de sus capacidades, potencialidades, debilidades, metas y relaciones con
los otros. Esta imagen confiere un sentido de unidad e integración a la personalidad
y un marco de referencia para acercarnos a otros y a nosotros mismos. Para poder
realizar todo nuestro potencial, ese estado de autorrealización, nuestra autoimagen,
debe reflejar claramente nuestro verdadero yo.
En su esfuerzo por realizar dicho ideal, el neurótico sucumbe a lo que Horney llamó
tiranía de los “debería”. Está convencido de que debería ser el mejor o un perfecto
estudiante, cónyuge, padre de familia, amante, empleado, amigo o niño. Como su
autoimagen real es muy negativa, cree que su conducta debería corresponder a la
autoimagen ilusoria donde se ve bajo una luz sumamente positiva; por ejemplo,
como un ser virtuoso, honesto, generoso, considerado y valiente. Al hacerlo, niega
a su yo real y trata de convertirse en lo que debería o tendría que ser para
corresponder a la autoimagen idealizada. Sin embargo, sus esfuerzos están
condenados al fracaso; nunca podrá hacerla realidad.
Los neuróticos tratan de defenderse de los conflictos internos que provoca la
incompatibilidad de la autoimagen idealizada y la real por medio de la
externalización y proyectan los conflictos hacia el mundo exterior. Es un proceso
que alivia temporalmente la ansiedad que produce el conflicto, pero no aminora en
absoluto la brecha entre la autoimagen idealizada y la real.
TÉCNICAS SECUNDARIAS DE AJUSTE
Puntos ciegos
La gente a menudo no está consciente de algunos aspectos de su conducta que
son ostensiblemente incompatibles con su autoimagen idealizada. Horney
mencionaba el ejemplo de un paciente que “tenía todas las características del tipo
complaciente y que pensaba de sí mismo como una especie de Cristo” pero que
ciegamente no reconocía la agresión expresada por los asesinatos simbólicos de
sus colaboradores. “En las reuniones de personal a menudo le pegaba un tiro a un
colega tras otro con un pequeño movimiento del pulgar”. Esos puntos ciegos
impiden tener conciencia del conflicto entre la conducta y nuestra autoimagen.
Compartimentalización
Otra forma de impedir el reconocimiento del conflicto es la compartimentalización,
que permite que las conductas incompatibles sean conscientemente reconocidas,
pero no al mismo tiempo. Cada una puede ser experimentada en un
“compartimento” separado de la vida: familia o extraños, amigos o enemigos, trabajo
o vida personal, etc. Por ejemplo, una persona puede ser cariñosa dentro de la
familia mientras que al exterior es un implacable competidor de negocios.
Racionalización
Horney llamó racionalización al “autoengaño por razonamiento”. Al usar la
racionalización explicamos nuestras conductas de forma que parezcan congruentes
con lo que es socialmente aceptable y con las cualidades deseables que hemos
aceptado como parte de nuestra personalidad. Horney proporcionó los siguientes
ejemplos: un tipo complaciente que es amable racionalizará que esta acción se debe
a sentimientos de simpatía (ignorando una tendencia a dominar, que también puede
estar presente); un tipo agresivo explicará su amabilidad como una conducta
conveniente. En ambos casos, la racionalización reafirma la autoimagen
Idealizada.
Autocontrol excesivo
El autocontrol excesivo impide que la gente se vea abrumada por una variedad
de emociones, incluidos “el entusiasmo, la excitación sexual, la autocompasión o la
ira”. La ira es particularmente peligrosa y más activamente controlada. La gente que
usa este mecanismo de defensa por lo general evita el alcohol porque puede ser
desinhibidor. En la psicoterapia tiene dificultades particulares con la asociación libre.
Cuando las emociones amenazan con presentarse, estas personas pueden temer
que se están volviendo locas.
Rectitud arbitraria
La rectitud arbitraria “constituye un intento por resolver los conflictos de una vez y
para siempre declarando arbitraria y dogmáticamente que se tiene invariablemente
razón”. Las dudas internas son negadas y los cuestionamientos externos se
desacreditan. La rigidez de esos individuos los hace evitar el psicoanálisis, que
cuestiona las creencias defensivas centrales de la persona.
Elusividad
La elusividad es el opuesto de la rectitud arbitraria. Estas personas no se
comprometen con ninguna opinión o acción porque “no han establecido una imagen
idealizada definida” para evitar la experiencia del conflicto. Aunque el conflicto se
experimenta,la persona que es elusiva no lo mantiene el tiempo suficiente como
para trabajar realmente enuna solución. “Nunca puedes hacer que precisen una
afirmación; niegan haberlo dicho o aseguran que no querían decir eso. Tienen una
capacidad increíble para tergiversar las cosas”. Hacen recordar el chiste acerca del
vecino que, cuando se le pidió que regresara una cubeta que tomó prestada, dice
que no la tomó prestada, que además tenía agujeros cuando la tomó prestada, y
que además ya la regresó.
Cinismo
El cinismo evita el conflicto “negando y ridiculizando... los valores morales”. Una
persona de tipo maquiavélico es conscientemente cínica y busca alcanzar sus
metas sin escrúpulos morales. Otros usan el cinismo de manera inconsciente;
conscientemente aceptan los valores de la sociedad, pero no viven de acuerdo con
ellos.

Psicología femenina: ¿la senda de la maternidad o una carrera profesional?


En 1922 empezó a trabajar en su versión personal de una psicología femenina y,
en ese mismo año, fue la primera mujer que presentó una ponencia sobre el tema
en un congreso internacional de psicoanálisis. Éste tuvo lugar en Berlín y estaba
presidido por Sigmund Freud.
Envidia del útero
Horney rebatió esas ideas afirmando que los hombres envidiaban la capacidad de
la mujer para procrear. Adoptó esta postura debido al placer que le procuró el
nacimiento de sus hijas. Encontró en los pacientes lo que llamó envidia del útero.
Los varones desempeñan un papel tan pequeño en la creación de una vida nueva
que deben sublimar la envidia del útero y compensarla con creces intentando
destacar en su trabajo. La envidia del útero y el resentimiento concomitante se
manifiestan inconscientemente en conductas cuyo fin es desacreditar y
menospreciar a la mujer. Para reforzar su estado de inferioridad. Los hombres
conservan esta supuesta superioridad natural negando a las mujeres la igualdad de
derechos, reduciendo al mínimo la posibilidad de que aporten algo a la sociedad y
restando importancia a sus esfuerzos de logro. En este tipo de conductas
típicamente masculinas está latente un sentimiento de inferioridad que se origina en
la envidia del útero.
Evasión de la feminidad
Como consecuencia de estos sentimientos de inferioridad, las mujeres tal vez opten
por negar su condición y deseen, inconscientemente, ser varones. Horney llamó
evasión de la feminidad a este fenómeno, el cual puede provocar inhibiciones
sexuales.
El complejo de Edipo
Horney tampoco coincidía con Freud respecto de la naturaleza del complejo de
Edipo. No negó que hubiera conflictos entre hijos y padres, pero no creía que
tuvieran un origen sexual. Eliminó el sexo en el complejo de Edipo y lo reinterpretó
como un conflicto entre la dependencia de uno de los padres y la hostilidad hacia
ellos.
Hemos hablado de las conductas de los padres que socavan la satisfacción de las
necesidades de seguridad y protección durante la niñez y que llevan a la aparición
de la hostilidad. Al mismo tiempo, el niño sigue dependiendo de los padres, por lo
cual le resulta inaceptable expresar la hostilidad; podría dañar incluso más su
seguridad. En efecto, el niño piensa: “Debo reprimir mi hostilidad porque te
necesito.”

¿Maternidad o carrera profesional?


En 1934 escribió un ensayo sobre los conflictos psicológicos que definen los
papeles de la mujer, contrastando el ideal tradicional de la maternidad con una
visión más moderna (Horney, 1967). En la concepción tradicional, fomentada y
aceptada por la mayoría de los hombres, el papel de la mujer consistía en amar,
admirar y servir a su marido. Su identidad era mero reflejo de la de él. Horney
sostenía que las mujeres deberían buscar su propia identidad, al igual que ella,
desarrollando sus capacidades y cultivando una carrera profesional.

Factores culturales en la psicología femenina


Horney reconoció la influencia que los factores sociales y culturales tienen en el
desarrollo de la personalidad. También observó que distintas culturas y grupos
sociales ven el papel de la mujer de diferentes maneras. Por lo tanto, puede haber
muchísimas psicologías de la mujer. Las condiciones específicas de una cultura
engendran cualidades y facultades específicas, lo mismo en la mujer que en el
varón”.

TERAPIA
La terapia debe analizar la personalidad entera. En cualquier terapia psicoanalítica
no son posibles intervenciones rápidas que sólo se centren en los síntomas
específicos presentados. Horney reconocía que las psicoterapias breves pueden
ser prometedoras, pero no para las neurosis. El terapeuta debe descubrir las
estrategias inconscientes que el paciente ha estado utilizando para tratar con el
conflicto neurótico. Éstas tienen implicaciones para las relaciones interpersonales,
la autoimagen y la percepción del mundo. Luego se exploran con el paciente las
implicaciones detalladas de esas estrategias para la vida. Esos descubrimientos
proporcionan orientación para construir formas nuevas y menos neuróticas de
resolver el conflicto. El sí mismo idealizado debe ser abandonado y reemplazado
por el sí mismo real con su sentido de “sentirse vivo”
Autoanálisis
Aunque Horney recomendaba el análisis profesional para la neurosis, pensaba que
una persona que trabajaba sola podía lograr algún progreso. Sugería que esto podía
ser particularmente práctico en intervalos entre el final de un análisis y el inicio de
otro. La velocidad del crecimiento empezado en la psicoterapia podría ser
continuada por el individuo solo. El autoanálisis puede ser emprendido
ocasionalmente para tratar con un problema particular que se presenta. Horney
citaba el ejemplo de una mujer que analizó su conducta imprudente en un accidente,
cuando insistió en escalar un camino de montaña en circunstancias peligrosas.
Mediante el autoanálisis lo atribuyó a una experiencia adolescente. O el autoanálisis
puede hacerse sistemáticamente, con un compromiso con el trabajo individual
regular. Por ejemplo, algunas personas analizan todos sus sueños; otros advierten
sistemáticamente sus reacciones emocionales y observan cómo manejan la vida.
Horney practicaba este consejo al llevar sistemáticamente un diario de
autoexploración.

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