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Gerard de Nerval (1808-1855)

(LAS QUIMERAS, 1844)

EL CRISTO DE LOS OLIVOS

(Imitado de Jean Paul)

“¡Dios ha muerto! el cielo está vacío…

¡Llorad ¡ ¡niños, no tenéis más padre! “

(Jean Paul)

Cuando el señor, elevando al Cielo sus delgados brazos

Bajo los árboles sagrados, como hacen los poetas,

Estuvo largo tiempo perdido en sus dolores mudos,

Y se juzgó traicionado por amigos ingratos;

Se volteó hacia aquellos que lo esperaban abajo

Soñando ser reyes, sabios, profetas…

Pero adormecidos, perdidos en el sueño de las bestias,

Y se puso a gritar: “¡No, Dios no existe!

Dormían. “Amigos míos, ¿sabéis la nueva?”

He tocado con mi frente la bóveda eterna;

¡Estoy sangrando, roto, sufriendo por muchos días!”

“¡Hermanos, os engañé: Abismo! ¡Abismo! ¡Abismo!

El dios falta en el altar, donde yo soy la víctima…

¡Dios no está! ¡Dios no está más!” ¡Pero ellos dormían aún…!


II

El repitió: “¡Todo ha muerto! ¡Yo he recorrido los mundos;

Y he perdido mi vuelo en sus caminos lácteos,

Más lejos que la vida, con sus venas fecundas,

Esparciendo arenas de oro y aguas argentadas:

“Por todas partes el suelo desierto rodeado por las aguas,

Remolinos confusos de océanos agitados…

Un soplo vago amotina las esferas vagabundas,

Pero ningún espíritu existe en esas intensidades.

“Buscando el ojo de Dios, no he visto más que una orbita

Vasta, negra y sin fondo, de donde la noche que la habita

Irradia sobre el mundo y se espesa siempre;

“Un arcoiris extraño rodea el pozo sombrío,

Umbral del antiguo caos del que la nada es la sombra,

Espiral, engullendo los Mundos y los Días!

III

Inmóvil Destino, muda centinela,

Fría Necesidad! … Azar que, avanzando

Entre los mundos muertos bajo la nieve eterna.

Enfrías, por grados, el universo palideciente,

“¿Sabes tú lo que haces, potencia original,

De tus soles extintos, unos a otros chocándose…

Estás segura que transmites un hálito inmortal,

Entre un mundo que muere y el otro renaciendo?...

“Oh padre mío! ¿Eres tú el que siento en mí mismo?

¿Tienes poder de vivir y de vencer la muerte?


¿Habrás sucumbido bajo un último esfuerzo

de ese ángel de las noches que lanzó el anatema?...

Pues yo me siento muy solo para llorar y sufrir,

¡Ay! ¡y, si muero, es que todo va a morir!”

IV

Nadie escuchaba gemir a la eterna víctima,

librando al mundo en vano todo su corazón derramado;

Pero, pronto a desfallecer y sin fuerza inclinado,

Llamó al único- despierto en Solyme:

“¡Judas! le gritó, tú sabes lo que se me estima,

¡Apresúrate en venderme, y termina este convenio:

Yo estoy sufriendo, amigo! sobre la tierra acostado…

¡Ven! ¡Oh tú que, al menos, tienes la fuerza del crimen!”

Pero Judas se fue, descontento y pensativo,

Hallándose mal pagado, lleno de un remordimiento tan vivo

Que leía sus infamias en todos los muros escritas…

Al fin Pilatos solo, que velaba por César,

Sintiendo alguna piedad, se volvió por azar:

“¡Id a buscar a ese loco!” le dijo a sus satélites.


V

Era él, ese loco, ese insensato sublime…

Este Ícaro olvidado que remontaba los cielos,

Este Faetón1 perdido bajo el rayo de los dioses,

Este bello Atys2 magullado que Cibeles reanima.

El augur interrogaba el flanco de la víctima,

La tierra se embriagaba con esa sangre preciosa…

El universo aturdido se inclinaba sobre sus ejes,

Y el Olimpo un instante vaciló hacia el abismo…

“¡Responde! gritaba César a Júpiter Amón,

¿Cuál es ese nuevo dios que se impone a la tierra?

Y, si no es dios, es al menos un demonio…”

Pero el oráculo invocado para siempre debió callarse;

Uno solo podía al mundo explicar este misterio:

-Aquel que dio el alma a los niños de barro.

1
Faetón: tuvo en sus manos el gobierno del sol (representado por un carro). No pudo
contener a los caballos y el carro incendió el cielo y la tierra. Zeus, en castigo, lo mató de un
rayo y lo derribó de las alturas, cayendo en el río Erídano. La huella del incendio es la Vía
Láctea.
2
Atys: Mancebo de quien estaba enamorado Cibeles (diosa de la tierra, madre de Júpiter).
Muere mutilado en un rapto de locura, inspirado por Cibeles. Ella lo lloro amargamente, pero
lo diviniza, convirtiéndolo en pino.
VERSOS DORADOS

¡Ea! ¡Todo es sensible!

PITÁGORAS

Hombre, libre pensador- te crees tú el único pensante

En este mundo donde la vida estalla en todas las cosas:

Las fuerzas que tú tienes tu libertad dispone,

Pero de todos tus consejos el universo está ausente.

Respeta en la bestia a un espíritu activo: …

Cada flor es un alma a la Naturaleza abierta;

Un misterio de amor en el metal reposa:

“¡Todo es sensible!”- ¡Y todo en tu ser es poderoso!

Teme en el muro ciego de una mirada que te espía:

A la materia misma un verbo está agregado…

¡No la hagas servir en algún uso impío!

A menudo en el ser obscuro habita un Dios escondido;

Y como un ojo naciendo cubierto por sus párpados,

¡Un puro espíritu crece bajo la corteza de las piedras!

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