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Comentario (Estudio de la Biblia)


Isaías 55:01-13
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

PASAJE BÍBLICO: Isaías 55:01-13

COMENTARIO (Estudio de la Biblia):


ISAÍAS 40-55: EL CONTEXTO

En Isaías 40-55 (Segundo Isaías o Deutero-Isaías), el profeta prepara al pueblo para el final
de su exilio y su regreso a Jerusalén. Comienza diciendo, “Consolaos, consolaos, pueblo
mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén: decidle á voces que su tiempo es
ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por
todos sus pecados” (40:1-2). Les comunica la promesa de Dios, “Todo valle sea alzado, y
bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y
manifestaráse la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; que la boca de Jehová
habló” (40:4-5). Capítulos 40-55 están llenos de promesa y hacen un llamamiento para una
respuesta alegre de la gente.

Capítulos 42-53 del libro de Isaías contienen cuatro Canciones del Siervo. El Siervo es el
agente de Dios que cumple con la obra de Dios en la tierra.

• La primera canción relata la llamada del Siervo que “dará juicio á las gentes” (42:1).

• En la segunda canción (49:1-6), Dios detalla aún más la misión del Siervo. El Siervo ha
de “levantar las tribus de Jacob, y para que restaures los asolamientos de Israel”
(49:6a). Pero la misión del Siervo no termina con Israel. Dios dice, “también te dí por luz
de las gentes, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra” (49:6b).

• La tercera canción (50:4-9) no usa la palabra “siervo,” pero describe la obra y la fe tenaz
del Siervo. Dios le ha dado al Siervo una lengua para enseñar y alentar a su pueblo
(50:4). Dios le ha dado un oído para oír a Dios y a la gente (50:5). Aunque el Siervo
experimente oposición violenta, “el Señor Jehová me ayudará” (50:7, 9), entonces el Siervo
se fortalecerá como un pedernal (50:7), con plena confianza que vencerá sobre sus
adversarios (50:8-9).

• La cuarta canción (52:13 – 53:12) – la canción del Siervo que Sufre – habla de un Siervo
que sufre por el pueblo para redimirlo de sus pecados y sufrimiento. Este Siervo, “herido
fue por nuestras rebeliones” y “por su llaga fuimos nosotros curados” (53:5). “Angustiado
él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero… no abrió su boca”
(53:7). “Y dipúsose con los impíos su sepultura” (53:9), pero “con su conocimiento
justificará mi siervo justo á muchos, y él llevará las iniquidades de ellos” (53:11).

La identidad del Siervo, que parece ser un individuo en algunos lados y un grupo en otras,
ha sido tema de debate erudito, pero sin llegar a mucho consenso. Algunos piensan que el
Siervo es Israel, y es probable que el profeta también lo piense – aunque podría ser que el
profeta estuviera pensando en un individuo, como Ezequías o Ciro.

De todos modos, al final, aunque no se le nombre en este libro, el Siervo será el mesías – y
el mesías será Jesús:

• Mateo conecta el Siervo con Jesús cuando dice, “tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias” (Mateo 8:17, citando Isaías 53:4).

• Mateo lo hace una segunda vez en 12:17-21, donde cita Isaías 42:1-4.

• En el libro de Hechos, el eunuco de Etiopia citó Isaías 53:7-8, y Felipe usó estas palabras
para explicarle Jesús al eunuco (Hechos 8:32-35).

• En su carta a la iglesia romana, Pablo cita Isaías 52:15 para hablar de la predicación del
evangelio de Cristo (Romanos 15:20-21).

“Identificar al Siervo como Cristo permitió que la Iglesia desarrollara el concepto de un


Mesías que sufre – un concepto prácticamente desconocido en el judaísmo” (Myers, 928).

Capítulos 54 y 55 siguen detallando la obra del Siervo. Llaman a la gente para que
regocije, porque “tu redentor, (es) el Santo de Israel” (54:5). Prometen, “no se apartará de
ti mi (de Dios) misericordia” (54:10). Invitan a los sedientos diciendo, “Venid, comprad,
sin dinero y sin precio, vino y leche” (55:1). Aconsejan, “Buscad á Jehová mientras puede
ser hallado” (55:6), y prometen que “con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos” (55:12).

ISAÍAS 55:1-7. UNA INVITACIÓN URGENTE

Una docena de verbos en el imperativo dan a versículos 1-7 un tono de urgencia – pero una
urgencia alegre. Estos verbos invitan al oyente a comer y beber (vv. 1-2) – a oír y vivir (v.
3) – a experimentar un pacto y un amor eterno (v. 3) – a glorificarse (v. 5) – a encontrar al
Señor (v. 6) – y a recibir la misericordia del Señor (v. 7).
Suena demasiado bueno para ser verdad, como las promesas de uno que grita anunciando
eventos en un carnaval o los anuncios de una agencia promotora en la Avenida Madison –
pero estas ofertas no vienen de alguien que trata de explotar nuestras debilidades, sino de
Yahvé, que nos quiere salvar. Estas promesas vienen con el apoyo del que creó el universo
– del que está dispuesto y es capaz de cumplir sus promesas. Además, espera con ansia,
como un padre que espera el regreso de su hijo perdido – esperando la oportunidad de dar –
de satisfacer – de amar – de salvar.

ISAÍAS 55:1-2. COMED DEL BIEN

1A todos los sedientos: Venid á las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y
comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche. 2¿Por qué gastáis el dinero
no en pan, y vuestro trabajo no en hartura? Oídme atentamente, y comed del bien, y
deleitaráse vuestra alma con grosura.

“A todos los sedientos: Venid á las aguas” (v. 1a). Yahvé extiende una invitación que al
principio parece universal, diciendo – “todos.” Pero entonces vemos que la invitación se
limita a – “todos los sedientos.” Los que no tengan hambre o sed no deben asistir.

La sed es una necesidad física – aún más fuerte que el hambre. Una persona no puede
sobrevivir mucho tiempo sin agua. El que que cruza el desierto o que flota sin rumbo en
una balsa sobre el océano quiere agua más que nada. Pero el hambre y la sed también son
metáforas (símbolos) para el hambre y la sed espiritual. Jesús prometió,
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos”
(Mateo 5:6).

¿Pero quiénes no tienen sed? Los que tienen agua en abundancia seguramente no sienten
sed. Un llamamiento a beber sonará mejor para unos que para otros. Los que oirán mejor
la voz del que anuncia que vende agua en un mercado serán los que la buscan con
desesperación. Oirán la palabra “agua” y buscarán de donde procede. Oirán esa voz a
través del bullicio de la gente. Su corazón se alegrará ante la posibilidad de beber – si es
que tienen una moneda para comprar una taza de agua. Si no tienen dinero, una invitación
así solo servirá para recordarles su sed y su pobreza.

A nivel espiritual, los santurrones y los que están satisfechos con sí mismos no tienen
hambre ni sed por justicia. Se creen estar perfectamente bien – superiores a los
demás. Oran, “Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres” (Lucas 18:11),
pero sus oraciones no les consiguen nada. En cambio, los que tienen hambre y sed por
justicia oran, “Dios, sé propicio á mí pecador” (Lucas 18:13), y se van a sus casas
justificados – “porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla,
será ensalzado” (Lucas 18:14).

Generalmente, los que se ensalzan a si mismos son los que tienen motivo para estar
orgullosos de todo lo que han logrado. La riqueza dificulta la humildad. Jesús dice,
“¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque
más fácil cosa es entrar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el
reino de Dios” (Lucas 18:24-25). Los que se creen artífices de su propio éxito tienen un
problema. Pero la gente religiosa también tiene un problema. Los escribanos y fariseos y
altos sacerdotes – los que mataron a Jesús – no eran lo peor de lo peor, sino lo mejor de lo
mejor. Los que estamos en un puesto de liderazgo en la iglesia debemos orar, “Dios, sé
propicio á mí pecador.”

“y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed” (v. 1b). ¡Qué inesperado! La
invitación de Yahvé está abierta a los que no tienen dinero. Una persona sedienta no tendrá
que producir una moneda que no tiene para poder beber. El hambriento no tendrá que
confrontarse con los precios inflados que vemos en las ferias o eventos deportivos. Los
padres no tendrán que hipotecar la casa para comprar a sus hijos una bebida o algo de
comer. ¡Todo es gratis!

“Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche” (v. 1c). Esto parece paradójico
(absurdo o contradictorio). ¿Cómo puede una persona comprar algo sin dinero? Si Dios
pretende ofrecer algo sin tener que pagar por ello, esperaríamos que la invitación dijera,
“Venid y tomad lo que necesitáis.”

Las palabras “sin precio” nos dan una pista. Yahvé ofrece algo que no tiene precio – algo
que no se puede cuantificar – algo demasiado precioso para ponerle precio. Algunos se
podrían quejar que todo tiene un precio y que todas las personas también lo tienen. Sin
embargo, las cosas que son verdaderamente preciosas en la vida no tienen precio. Si
alguien quisiera comprar a su hijo, ¿qué cobraría? ¿Cómo le pondría un precio? Es verdad
que hay momentos en los que no cobraría mucho, pero esos momentos pasan. ¿Cuánto
cobraría por su libertad? ¿Por sus ojos? ¿Por su salud? Estas cosas no tienen precio – no se
pueden cuantificar.

Yahvé ofrece lo que no tiene precio – algo demasiado precioso para tenerlo. “Vino” y
“leche” son metáforas para estas cosas – para lo que sostiene la vida. Pero Yahvé no solo
ofrece vino o leche, sino que también ofrece un puesto a la mesa del banquete. ¿Qué
cobraría un rey por un puesto en su mesa? ¿Cuánto puede cobrar Dios por un puesto en la
suya? Si Dios nos pusiera un precio, ¿cómo conseguiríamos el dinero?

Pero ésta es una oferta de pura gracia. Dios tiene algo invaluable que ofrecer, pero aun así
le pone un precio que todos podemos pagar – ¡gratis! El único requisito es que
respondamos a la invitación – que “vengamos y compremos y comamos.” Aunque este
versículo no dice que los que no respondan tendrán hambre, sí lo da a entender. “Venid,
comprad, y comed” es la invitación. ¡Ya no tengáis hambre!

“¿Por qué gastáis el dinero no en pan, y vuestro trabajo no en hartura?” (v. 2a). En
este contexto, “gastar el dinero” es metáfora (un símbolo) para invertirse en la vida. “Pan”
es metáfora para aquello que da fuerzas y sostiene la vida. Yahvé le pregunta a su pueblo
porque invierte en lo que no da fuerza y lo que no puede sostener vida. ¿Por qué invierte en
algo que no da ganancias? ¿Por qué malgasta su vida en cosas que no cuentan?
Solo imagine las posibilidades que este versículo ofrece para predicar. Piense en la
frivolidad con que gente gasta su dinero – coches caros y botes y caravanas y
mansiones. Esas cosas proveen cierto placer, pero en muchos casos cuestan más de lo que
se puede pagar y, por lo tanto, uno hipoteca su futuro. En muchos casos se intenta comprar
prestigio – impresionar a los vecinos. Uno se pregunta si los vecinos no se quedarían más
impresionados con una palabra cariñosa o con un gesto de generosidad o al ver una vida
bien vivida.

Y uno se pregunta cuánto durará el placer. Es muy divertido conducir un coche caro y
nuevo o un bote o una caravana. ¿Pero qué pasa después de cinco años? ¿Todavía será
divertido cuando los gastos de mantenimiento empiecen a subir? ¿Celebraremos aún
nuestra decisión de comprar un juguete caro cuando se encuentre hecho chatarra? ¿Por qué
queremos impresionar al vecino que realmente no nos cae bien? ¿Por qué compramos un
lugar en la carrera? ¿Por qué trabajamos para lo que no nos satisface?

Claro, muchas personas que nunca podrían comprar un coche de lujo o una caravana
invierten en una vida que no les satisface de todos modos. Gastan dinero en cosas frívolas
y tiempo en una vida sin propósito. ¿Por qué gastan su dinero “no en pan” y su “trabajo no
en hartura”?
“Oídme atentamente, y comed del bien, y deleitaráse vuestra alma con grosura” (v.
2b). Esto no es un regaño, sino una invitación. Yahvé invita a esta gente (y a nosotros) a
“comed el bien.” Esto no es una invitación a ponernos a dieta de verduras y trigo. Yahvé
dice, “deleitaráse vuestra alma con grosura” – refiriéndose a comida abundante y deliciosa.

Claro, tampoco es una invitación a comer bistec o postres grandes. Es una invitación a
invertir nuestras vidas en cosas que satisfacen de verdad – cosas con abundante propósito y
significado. Realmente, es una invitación para sentarnos con Yahvé en su mesa de
banquete – a invertir nuestras vidas en una relación con Dios – a permitir que Dios
determine la dirección de nuestras vidas – a vivir con la fe que Dios proveerá y que
debemos vivir con alegría. Vivir con este tipo de fe aminora nuestro temor y aumenta
nuestra confianza. Nos lleva a una vida con propósito – a una vida que nos trae gran
satisfacción.

ISAÍAS 55:3-5. HARÉ CON VOSOTROS PACTO ETERNO

3Inclinad vuestros oídos, y venid á mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros
pacto eterno, las misericordias firmes á David. 4He aquí, que yo lo dí por testigo á los
pueblos, por jefe y por maestro á las naciones. 5He aquí, llamarás á gente que no
conociste, y gentes que no te conocieron correrán á ti; por causa de Jehová tu Dios, y del
Santo de Israel que te ha honrado.

“Inclinad vuestros oídos, y venid á mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros
pacto eterno, las misericordias firmes á David” (v. 3). Yahvé extiende la invitación con
dos beneficios adicionales. El primero es que “vivirá vuestra alma” y el segundo tiene que
ver con un “pacto eterno.”

“pacto eterno” (v. 3). Antes, Yahvé le prometió a David: “será afirmada tu casa y tu reino
para siempre delante de tu rostro; y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:16;
véase también 2 Samuel 23:5; 1 Reyes 8:23-26; 1 Crónicas 17:23-26; 2 Crónicas 1:9). La
incondicionalidad (el carácter eterno) de ese pacto se compara con el pacto que Dios hizo
con Moisés. En ese pacto, Dios prometió bendiciones a la gente si fuera fiel, pero advirtió
que habría castigo severo para los infieles (Deuteronomio 28).

No obstante, aún bajo el “pacto eterno,” Yahvé no tiene la obligación de ignorar la falta de
fe de su pueblo. Dijo:

“Si dejaren sus hijos mi ley,


y no anduvieren en mis juicios;
si profanaren mis estatutos,
y no guardaren mis mandamientos;
entonces visitaré con vara su rebelión,
y con azotes sus iniquidades.
Mas no quitaré de él mi misericordia,
ni falsearé mi verdad.
No olvidaré mi pacto,
ni mudaré lo que ha salido de mis labios.
Una vez he jurado por mi santidad,
que no mentiré á David.
Su simiente será para siempre,
y su trono como el sol delante de mí.
Como la luna será firme para siempre,
y como un testigo fiel en el cielo. (Selah.)”
(Salmo 89:30-37).

De hecho, esto es lo que ha pasado. Por la falta de lealtad de la gente, Yahvé ha permitido
que los babilónicos destruyan Jerusalén y se lleven a su pueblo al exilio. Ahora Yahvé
pone fin a ese exilio. Ha levantado a Ciro, el rey persa, que permitirá que los exiliados
regresen a su patria y reconstruyan la ciudad de Jerusalén.

“He aquí, que yo lo di por testigo á los pueblos, por jefe y por maestro á las naciones”
(v. 4). El “lo” en este versículo es David. Dios hizo un pacto con David, el cual se
convirtió en testigo, líder, y comandante. Con la ayuda de Dios, David se convirtió en un
gran rey e Israel en una gran nación. Los logros de David fueron testimonio del poder de
Dios – y de los planes de Dios para Israel.

Pero David había muerto hacía ya mucho tiempo. Ahora, Israel, liberado del exilio, será
testigo de Yahvé (43:10; 44:8) (Muilenburg, 646; Hanson, 179).

“He aquí, llamarás á gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán á
ti” (v. 5a). En este versículo, ¿a quién se refiere “te” y “a ti”? Puede ser Israel, aunque las
referencias a Israel generalmente están en plural mientras que “te” y “a ti” están en el
singular. Puede ser el Mesías Davídico (Oswalt, 440). Dunn piensa que este versículo se
dirige a Darío, el rey persa (Dunn, 818). La pregunta sigue sin resolverse.

“por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado” (v.
5b). Aunque la identidad de “te” siga sin resolverse, la identidad del que habla está
clara. El que habla es “Jehová tu Dios, el Santo de Israel” – el que creó el cielo y la tierra –
el que es completamente santo pero que, de todos modos, se identifica con Israel que a
menudo desobedece.

ISAÍAS 55:6-7. BUSCAD A JEHOVÁ MIENTRAS PUEDE SER


HALLADO

6Buscad á Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. 7Deje
el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase á Jehová, el cual
tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.

“Buscad á Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (v.
6). ¿Es que no siempre se puede encontrar a Yahvé? ¿No está siempre cerca? Aunque es
verdad que Dios no rechaza a los que le buscan (Salmo 9:10) y que “los que buscan á
Jehová, no tendrán falta de ningún bien (Salmo 34:10), también es verdad que hay veces
cuando el Señor parece más o menos accesible.

Estos exiliados se acercan al final de su largo exilio – décadas de exilio que fueron castigo
por sus pecados. Durante este exilio, han llegado a pensar que el Señor les ha
abandonado. Ahora el profeta trae palabra que su exilio se acaba y que el Señor se ha
acercado de nuevo. Es un momento dorado, uno que no pueden dejar pasar sin
reconocer. Si buscan al Señor ahora “mientras puede ser hallado,” el Señor tendrá
misericordia de ellos y les perdonará (v. 7). Si no buscan al Señor ahora, la implicación es
que Yahvé les dejará con su maldad. Durante el exilio, han aprendido cómo se siente ser
abandonado. Ahora tienen oportunidad de cambiarlo. Lo único que tienen que hacer es
“buscad a Jehová mientras puede ser hallado” y “llamadle en tanto que está cercano.”

Este versículo tiene muchas posibilidades para la predicación. Hay momentos y


temporadas cuando es fácil buscar y encontrar al Señor. Puede que para un joven en un
grupo de la iglesia sea fácil buscar al Señor. Cuando nos casamos o cuando tenemos un
hijo, buscamos la bendición del Señor. Buscamos la ayuda del Señor cuando nos acecha
una enfermedad o cuando la tristeza nos consume. Hay otros momentos en los que, sin
razón aparente, nos sentimos misteriosamente cerca del Señor. Como respondemos en esos
momentos determina la dirección que tomamos – posiblemente para el resto de nuestras
vidas – para la eternidad. Es sumamente importante que invitemos al Señor en nuestras
vidas en momentos cuando “puede ser hallado” – cuando “está cercano.”
De manera parecida, hay momentos cuando los padres pueden ayudar a sus hijos a
establecer una relación con el Señor – momentos que pasan rápidamente y pocas veces se
repiten. Cuando nuestros hijos son pequeños, ellos adoptan nuestros valores
espirituales. Si buscamos al Señor en nuestras vidas, nuestros hijos estarán más dispuestos
a buscar al Señor en las suyas. Si la oración y la alabanza son una parte importante de
nuestras vidas, nuestros hijos estarán más dispuestos a hacerlas parte de las
suyas. Tenemos pocos años en los que podemos leerles a nuestros hijos las historias de la
Biblia y llevarles a la iglesia y a la escuela del domingo. Tenemos pocos años para
alentarles a participar en un grupo joven de la iglesia. Esos años pasan rápidamente, y con
cada año que pasa nuestra influencia disminuye mientras que la influencia de sus
compañeros crece. Es de vital importancia que ayudemos a nuestros hijos a buscar al Señor
mientras aún tienen tiempo de encontrarle.

“Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos” (v. 7a). Brueggemann
describe al “impío” en este contexto como el judío exiliado que se ha acostumbrado a vivir
en Babilonia, y que ya no tiene ninguna intención de acompañar a los exiliados que pronto
saldrán para Jerusalén (Brueggemann, 160). En nuestro contexto, la impiedad y la
injusticia tienen mil caras – rebelión religiosa, no amar al prójimo, robo, falta de castidad –
la lista es larga.

“y vuélvase á Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será


amplio en perdonar” (v. 7b). Son estas personas impías e injustas (v. 7a) las que el Señor
quiere salvar – no los mejores, sino los peores. El Señor les mostrará misericordia – les
perdonará con abundancia – les pondrá ante un camino nuevo. El Siervo hará todo esto
posible.

Pero primero esta gente debe regresar al Señor. No habrá misericordia si no responden a la
oferta del Señor.

ISAÍAS 55:8-9. PORQUE MIS PENSAMIENTOS NO SON VUESTROS


PENSAMIENTOS

8Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis


caminos, dijo Jehová.
9Como son más altos los cielos que la tierra,
así son mis caminos más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos” (v. 8a). Solo nos podemos
imaginar lo que estarán pensando estos exiliados. Gente sometida suele enfocarse en cómo
llevarse bien – cómo evitar castigo – cómo ganar ventaja – cómo conseguir un poco más de
pan o hacer mejor trabajo. Los cautivos resienten, quizá hasta odian, a sus captores, pero
de todos modos tratan de ganarse su favor. Estos exiliados resentirán a Dios por haberles
puesto en tan infelices circunstancias – ¿y quién les puede culpar? Pueden tener esperanza
de escapar, pero temen las consecuencias de un fracaso. Muchos de ellos preferirán
quedarse en su situación actual en lugar de volver a una ciudad destruida. Muchos de ellos
tratarán de disuadir a los demás de marcharse.

Pero el pensamiento de Dios no está limitado por esta manera tan miope de pensar. Dios
puede pensar en una gran estrategia para liberar a los exiliados – una estrategia que incluye
levantar a un rey persa que permitirá marchar al pueblo de Dios. Es un argumento
inverosímil – uno que un editor rechazaría como improbable – pero Dios piensa estas cosas
y después las hace realidad.

También, los pensamientos de Dios son mucho más elevados que los nuestros. No es que
no tengamos pensamientos como Dios, porque la mayor parte de nosotros los tiene. Sin
embargo, también tenemos otros pensamientos – y algunos no tienen nada que ver con los
pensamientos de Dios – pensamientos privados y creencias que muchas veces se encuentran
en lo más profundo de nuestros corazones. A veces están tan escondidos que ni nos damos
cuenta de que están ahí. A veces son tan oscuros que tendríamos dificultad
reconociéndolos como nuestros. A veces son el producto de la racionalización – “¡Tuve
que hacerlo!” – “¡Todo el mundo lo hace!” – “¡Se lo merecían!” – “¡Fue por una buena
causa!”

Una razón por la cual los pensamientos de Dios no se parecen a los nuestros es que los
pensamientos de Dios no están contaminados por el mal. Otra razón es que Dios es amor (1
Juan 4:8, 16) y nosotros ni si quiera nos podemos acercar a ese estándar.

“ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová” (v. 8b). Nuestros “caminos” son
nuestras acciones, que crecen, naturalmente, de nuestros pensamientos (Mateo 12:34;
15:19; Marcos 7:21). Esta es una razón por que es tan importante invitar a Dios y pedirle
que limpie nuestros pensamientos. Malos pensamientos dan paso a malas acciones.

“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (v. 9). El
entendimiento de Dios es infinito y el nuestro tiene límites. Dios habla una palabra y crea
un universo – un universo tan complejo y lleno de maravillas que descubrimos una
maravilla tras otra solo para darnos cuenta que siempre hay más por explorar – y Dios hace
todo esto mientras que nosotros luchamos por entender el primer año de álgebra.

Lo mismo es verdad, claro está, a nivel espiritual. Nuestro entendimiento de cosas


espirituales apenas rasca la superficie. Para entender los pensamientos y las acciones de
Dios, tendríamos que multiplicar nuestro entendimiento espiritual por el infinito (lo cual es
una operación matemática imposible). Pero Dios nos ha revelado mucho a través de las
escrituras y a través de Jesucristo – nos ha revelado todo lo que necesitamos saber. Aun
así, en nuestro mejor momento nuestros pensamientos y maneras son infantiles en
comparación a los pensamientos y maneras del Señor.

A menudo nos comparamos con otros seres humanos. Sacamos cierta satisfacción (o quizá
consternación) cuando nos damos cuenta de lo bien (o lo mal) que nos comparamos con los
demás. Pero la escala con la cual nos comparamos a otros es muy pequeña – como los
milímetros de una regla. Podemos ser un milímetro mejor o peor que otra persona. Sin
embargo, si nos midiéramos según los estándares de Dios, la regla tendría que ir más allá de
la estrella más lejana para empezar a mostrarnos la estatura de Dios.

ISAÍAS 55:10-11. MI PALABRA NO VOLVERÁ Á MÍ VACÍA

10Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve,


y no vuelve allá, sino que harta la tierra,
y la hace germinar y producir,
y da simiente al que siembra, y pan al que come,
11Así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá á mí vacía,
antes hará lo que yo quiero,
y será prosperada en aquello para que la envié.

“Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que
harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al que siembra, y pan al
que come” (v. 10). En un clima seco, la lluvia y la nieve dan vida – son causa de
celebración. La lluvia y la nieve hacen brotar semillas y crecer las plantas. Este ciclo da
“simiente al que siembra, y pan al que come.” Ambos simiente y pan son esenciales. El
pan da vida ahora y la simiente promete vida para el año siguiente.

“Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá á mí vacía, antes hará lo que yo
quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (v. 11). Tal como la lluvia y la
nieve cumplen el propósito de Dios y proveen pan, también así es la palabra de Dios
hablada por el profeta. Cumple su propósito de crear y sostener vida. Dios ejerció poder
desde el principio por medio de su palabra:

• “Dios dijo, “Sea la luz: y fue la luz” (Génesis 1:3; véanse también 1:6, 9, 11, 14, 20, 24,
26, 29-30).

• “Porque recta es la palabra de Jehová” (Salmo 33:4).


• “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos” (Salmo 33:6).

• “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos” (Salmo 119:89).

• La palabra de Dios “Lámpara es á mis pies tu palabra, Y lumbrera á mi camino” (Salmo


119:105). “El principio de tu palabra es verdad” (Salmo 119:160).

Ahora Dios ejerce poder a través de su palabra, hablada por el profeta.

ISAÍAS 55:12-13. PORQUE CON ALEGRÍA SALDRÉIS


12Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados
levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de
aplauso. 13En lugar de la zarza crecerá haya, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán: y
será á Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.

“Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados
levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas
de aplauso” (v. 12). Esto describe el viaje que los exiliados van a hacer para regresar a
Jerusalén – el nuevo Éxodo. No saldrán con temor sino con alegría. Ningún soldado les
perseguirá como ocurrió durante el primer Éxodo (Éxodo 14), y estos exiliados disfrutarán
de un viaje tranquilo. No tendrán motivo de preguntarse, como durante el primer Éxodo,
por qué Dios les ha puesto entre la espada y la pared.

Con un poco de licencia poética, el profeta ve montañas y colinas que rompen en canto y
árboles que aplauden mientras los exiliados pasan en camino a casa. La llegada a casa
promete ser una gran celebración.

La redención siempre es causa de celebración. En el Evangelio de Lucas, Jesús cuenta una


serie de parábolas de celebraciones iniciadas por la redención de pecadores. Habla de un
pastor que tiene cien ovejas, una de las cuales está perdida. El pastor deja a las noventa y
nueve ovejas para encontrar a la perdida. Cuando la encuentra, regresa a casa y “junta á
los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja
que se había perdido. Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que
se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento”
(Lucas 15:6-7).

Entonces Jesús habla de una mujer que tiene diez monedas y pierde una. Busca y encuentra
la moneda perdida. “Y cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas,
diciendo: Dadme el parabién, porque he hallado la dracma que había perdido. Así os
digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”
(Lucas 15:9-10).

Y entonces habla de un hijo que toma su parte de la herencia y la malgasta en una vida sin
sentido. El hijo por fin toca fondo y regresa a casa para suplicarle a su padre que le dé un
trabajo. El padre le saluda con alegría y dice a los criados, “Sacad el principal vestido, y
vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y traed el becerro
grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: Porque este mi hijo muerto era, y ha
revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron á regocijarse” (Lucas 15:22-
24). Cuando el hijo mayor protesta, el padre responde, “Mas era menester hacer fiesta y
holgar nos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es
hallado” (Lucas 15:32).

Debemos suponer que hay una sección animadora en el cielo que regocija cada vez que
tomamos una buena decisión, y que reza por nosotros cuando no lo hacemos. Debemos
anticipar oír grandes aplausos al entrar en el cielo – un gran rugido de todos los santos
reunidos.

“En lugar de la zarza crecerá haya, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán” (v.
13a). La zarza y la ortiga son plantas nocivas que dificultan la vida. Como tal, son la
metáfora perfecta para el exilio que esta gente ha soportado.

El viajero que se encuentra con zarzas y ortigas debe buscar la manera de pasar por ellas sin
hacerse daño. El granjero que las tiene que cortar del campo debe evitar sus
espinas. Como un árbol que no rinde fruta, zarzas y ortigas no son buenas para nada
excepto para ser echadas al fuego (Mateo 7:19). El granjero puede quedar satisfecho al
verlas arder, pero más allá de eso, las zarzas y las ortigas no traen ningún placer.

Sin embargo, el ciprés y el arrayán sí son deseables. Como tal, son una buena metáfora
para el trayecto que estos exiliados tendrán que hacer por el desierto camino a Jerusalén.

El Arca del Pacto, la morada de Dios en el tabernáculo y el templo, estaba hecha de ciprés
(Génesis 6:14). Salomón usó ciprés y cedro para construir el templo (1 Reyes 5:8-10), y
forró el santuario con ciprés (2 Crónicas 3:5). La gente usará ramas de arrayán (junto con
ramas de otras maderas) para construir cabañas para la Fiesta de los Tabernáculos
(Nehemías 8:15).

El punto aquí es que Yahvé eliminará obstáculos y preparará un camino agradable por el
desierto para que estos exiliados vuelvan a Jerusalén.

“y será á Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída” (v. 13b). ¿A qué
se refiere lo que será señal eterna para Jehová? No puede ser la alegría que acompaña a
estos exiliados a Jerusalén, porque eso solo será un momento en el tiempo en vez de una
memoria duradera. No puede ser la sustitución de ciprés y arrayán por zarzas y ortigas,
porque eso también sería pasajero. La memoria ha de ser esta gente – el pueblo de Dios –
su restauración – “la obra salvífica de Yahvé” (Newsome, 162). Es la redención de esta
gente que será “señal eterna que nunca será raída.”

POSDATA:

Hay cierta licencia poética aquí. Los exiliados regresarán a Jerusalén, pero las montañas y
las colinas no romperán en canto durante su trayecto. Los árboles no aplaudirán. Los
exiliados enfrentarán el arduo trabajo de restaurar Jerusalén mientras se encuentran
rodeados de vecinos hostiles. Pero el Rey Ciro les liberará y les permitirá reconstruir el
templo – y devolverá los vasos del templo que Nabucodonosor se había llevado de
Jerusalén hacía muchos años. Los exiliados restaurarán la alabanza a Yahvé en Jerusalén y
reconstruirán el templo. El Rey Darío apoyará sus esfuerzos. Véanse los libros de Esdras y
Nehemías para leer más de los esfuerzos y los triunfos de los exiliados.
TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina
Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la
Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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