Sei sulla pagina 1di 6

Javier Alonso López La resurrección De hombre a dios

Comentario de Antonio Piñero


https://www.tendencias21.net/crist/
Noviembre 2017
“No conozco a ningún autor de lengua
española que sepa mezclar de mejor manera
la información estrictamente científica con la
amenidad y el entretenimiento cuando trata
temas históricos. Y no es nada fácil, porque
las mentes acostumbradas a la investigación
técnica de la arqueología y de la historia
sufren a menudo de una incómoda
deformación profesional, que se muestra en
que –cuando intentan componer un libro
sobre lo que han investigado con la intención
de alcanzar al gran público–, la exposición por
escrito se muestra seca, árida, confusa y
cansina para el lector. Y a otros les ocurre lo
contrario: se pasan al bando opuesto, como
un péndulo desbocado: sus obras son tan
triviales que la información ofrecida al público es muy escasa, parca, incompleta. Javier
Alonso muestra la justa medida entre los dos extremos: pura ciencia y puro divertimento”.
El autor se pregunta: ¿Qué creencias había sobre el más allá en tiempos de Jesús? ¿Dónde
fue enterrado? ¿Cómo era su tumba? ¿Hubo testigos de su entierro? ¿Robaron el cuerpo
los discípulos de Jesús? O ¿lo hicieron desaparecer sus enemigos del Sanedrín? ¿Pudo
haber sido bajado de la cruz todavía vivo? Como puede verse, los temas son centrales y
vitales para comprender el cristianismo.
Entre la muerte de Jesús de Nazaret y el primer testimonio escrito sobre la resurrección, la
primera carta de Pablo a los Tesalonicenses, compuesta en el 51 d. C., transcurren solo
unos veinte años, pero en ellos se genera uno de los procesos más sorprendentes –por su
enorme repercusión– de la historia de la humanidad: el nacimiento de la creencia de que
un muerto en una cruz romana había resucitado. Ahora bien, como desde el punto de
vista de la historia científica parece imposible que un ser humano resucite, o si eso ocurre,
la certificación y valoración de ese hecho sobrepasa la tarea del historiador, el autor de
este libro considera que puede ser interesante para un lector de hoy reunir e intentar

1
descifrar la maraña de informaciones dispersas contenidas en las fuentes cristianas, sobre
todo los Evangelios. Pero lo sugerente de este libro, en mi opinión, es que el autor trata la
cuestión como si fuera un complicado caso histórico-policial reciente que debe estudiarse-
investigarse y resolverse.
El autor repasa las principales teorías o hipótesis existentes entre científicos y aficionados
a la historia sobre la resurrección en sí y en concreto la de Jesús, para ofrecer una
convincente visión de conjunto que ayude a centrar el caso y procure aclararlo en lo
posible. La cuestión es básica para quien vive en una cultura cristiana: san Pablo dejó
escrito en su primera Carta a los corintios una sentencia memorable: “Si Cristo no
resucitó, vana en nuestra fe” (15,17). La resurrección de Jesús, o mejor, la firme creencia
en ella por parte de unos seguidores, al principio decepcionados por la cruel e infamante
muerte de su Maestro, es fundamental para el nacimiento y desarrollo de la religión
cristiana. Es en verdad la primera piedra de la construcción de una teología que con el
tiempo será como una gran catedral del pensamiento, la teología del cristianismo. Y el
honor de ser el fundamento y la base de ella se la lleva la creencia en que Jesús no había
muerto del todo. ¡Jesús vive entre nosotros!, exclamaban los primeros cristianos,
absolutamente convencidos. Y para defender esta verdad estaban dispuestos a morir. Así
que este libro toca el punto nuclear de los inicios de la religión más importante de mundo
occidental, que desde ahí se ha extendido con más o menos éxito por los cuatro puntos
cardinales.
Una visita al índice del libro ilustrará mejor que cualquier otra cosa el contenido del libro.
La primera parte aborda el entorno mental de la creencia entre los cristianos de la
resurrección de su Maestro: ¿qué pensaban los judíos coetáneos de Jesús sobre la
resurrección? Y en segundo lugar, ¿cuáles eran las concepciones sobre la resurrección
entre los vecinos de los judíos, griegos y romanos, que son los que más afectan al
ambiente cultural religioso del Israel del siglo I?
La segunda parte aborda directamente la cuestión de la resurrección de Jesús:
1. Los testimonios escritos sobre esa resurrección.
2. La resurrección en las cartas de Pablo (tema importante, aunque no lo parezca para
algunos, pues éste escribió sus cartas antes de que los evangelistas compusieran sus obras
y se cree con toda razón que el pensamiento del Apóstol influyó mucho en las ideas de los
evangelistas…y en especial sobre el significado de la muerte y resurrección de Jesús.
3. Cómo se describe el entierro de Jesús en los Evangelios: cómo fue en realidad. ¿Se hizo
en una tumba especial y magnífica? O ¿fue en una fosa común? La destinada a los

2
malhechores, según el Imperio que lo había condenado y las autoridades judías que
habían coadyuvado?
4. ¿Cómo describen los evangelistas la resurrección de Jesús?, a saber, los tres evangelios
sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas)? El caso especial del Evangelio de Juan, que va por su
cuenta en notables ocasiones.
5. Preguntas que se suscitan en la mente de los lectores de hoy que leen con atención los
Evangelios. El principio general es: hay muchas preguntas y pocas respuestas que puedan
considerarse ciertas.
• La explicación de la tumba vacía
• ¿Robaron los discípulos el cuerpo de Jesús?
• ¿Robaron otros, por cualquier motivo, el cuerpo de Jesús?
• ¿Se equivocaron las mujeres de tumba cuando fueron a ungir el cadáver de Jesús?
• Otros tipos de respuestas que no están en los Evangelios: ¿Sobrevivió Jesús al
suplicio de la cruz?
• Y por último, las apariciones de Jesús y sus posibles explicaciones
6. La parte sexta es básica: Una hipótesis para explicar los datos que aparecen en los
Evangelios, sobre todo la resurrección de Jesús: ¿Se puede reconstruir el rompecabezas?
El punto de partida de esta hipótesis explicativa está en el hecho de que no se encontró el
cadáver de Jesús. Por tanto, se abren diversas vías de explicación. El autor estudia más en
concreto el precedente ideológico de la creencia previa en la posibilidad de la creencia en
la resurrección entre los discípulos de Jesús, y cómo pudieron pensar
A) Que el caso de su Maestro era extraordinario;
B) Que existían textos de su Escritura sagrada, la Biblia hebrea, que anunciaban que
una cosa así, una resurrección especial, podría acontecer;
C) Cómo puede explicarse el hecho de la tumba vacía, y qué deducciones extrajeron
de ella los seguidores de Jesús.
D) Cómo se explican las apariciones de Jesús; la función de las mujeres del entorno
del Nazareno a la hora de plasmar esta creencia y su difusión entre los discípulos
varones.
E) La ascensión de Jesús y sus posibles explicaciones.
La conclusión del libro sirve de síntesis de la hipótesis que explica la creencia en la
resurrección de Jesús, su surgimiento, los efectos que tuvo esta y la fundamentación del
cristianismo sobre la firmísima idea de que Jesús había muerto ciertamente, pero había
sido luego vindicado por Dios exaltándolo a los cielos.

3
El libro concluye con un breve, pero muy sugestivo, “Epílogo” de Nacho Ares, el conocido
egiptólogo y divulgador de la historia en su programa de radio “Ser Historia”. Este
programa tiene una audiencia de cerca de 500.000 oyentes, certificados por los
contadores electrónicos que numeran las visitas de las reproducciones de sus programas
cuando son visitados en Internet. Nacho Ares reflexiona brevemente sobre lo que significa
la resurrección de Jesús, sin plantearse su historicidad. Y lo hace desde el punto de vista
de un cristiano cultural: todos vivimos en un ambiente de creencias cristianas que nos
proporciona una forma de pensar, de vivir, de observar e interpretar la realidad que es
muy diferente de la de un budista por ejemplo. Y la resurrección significa mucho quiérase
o no.
El libro de Javier Alonso me ha gustado mucho. Por ello haré algunos comentarios aún
más personales, y me atreveré a dar una valoración más concreta de él.

Algunos comentarios y valoración más concreta.


Ahora expongo mis razones: en primer lugar, por la elección del tema: la resurrección es básica en
el cristianismo e interesa de verdad. Digámoslo o no, en el fondo a casi todos nos disgusta morir y
nos fastidia que después de ese trance no haya nada. Segundo, por la claridad y amenidad
expositiva. Tercero, porque el tema está bien rodeado de los antecedentes ideológicos que
ayudan, y mucho, a comprenderlo. Cuarto, porque las soluciones a los posibles “enigmas” son muy
plausibles y convincentes.

Sobre la claridad y la divulgación, en esta obra y en otras, habría mucho que precisar: es cierto que
el autor repite una y otra vez que su obra es divulgativa. Pero esta afirmación es cierta y no cierta
a la vez. Divulga aquel que resume las ideas de otro y las expone al público con claridad. Pero la
claridad del estilo como tal no es por sí misma y obligadamente signo de divulgación, sino de mera
atención respetuosa al lector y de buen ánimo pedagógico. El que procura ser claro lo hace por
respeto a sus lectores, a los que no desea molestar y sí instruir. Pero eso no significa siempre que
el autor esté meramente resumiendo ideas ajenas. No es así. Y no es este el caso de Javier Alonso,
filólogo semítico, biblista, e historiador, que lleva unos veinticinco años dedicado a la historia de
Israel, al estudio de la Biblia hebrea, al Nuevo Testamento y al cristianismo primitivo, y a las
religiones en general. Por tanto, en esos años se ha formado ideas propias…; ha sintetizado,
criticado y asimilado muchas lecturas científicas… y se ha formado sus propias conclusiones: no
repite solo las ideas ajenas.

Por otro lado, este libro sobre la resurrección de Jesús y su historicidad está escrito en diálogo con
especialistas de renombre internacional, como por ejemplo, Gerd Lüdemann, “l’enfant terrible”
de la filología-teología protestante alemana… Pues bien, Javier Alonso corrige nítidamente algunas
concepciones de este afamado profesor y expone su propia síntesis final sobre los relatos de la
resurrección de Jesús, que a mí me parece mejor que la de Lüdemann. No está haciendo
divulgación, sino ciencia histórica con estilo claro y sencillo.

4
Y más: el libro es bueno porque el lector adquiere ideas también claras sobre las creencias en la
muerte y en la resurrección en el judaísmo previo al cristianismo. Como este es una religión
hermana –propiamente no es “hija”– del judaísmo, si comprendemos bien el tronco común del
que proceden las creencias sobre la resurrección en el judaísmo, mejor que mejor. Se entiende
mucho mejor la derivada cuando se comprende la base. Y el lector recibe –con la lectura de este
libro– una buena síntesis del otro puntal en el que se apoya el cristianismo primitivo: las
concepciones de la resurrección en los “vecinos” de los cristianos: los politeístas griegos y
romanos.

También me parecen claras, sintéticas –no se va Alonso por las ramas–, las explicaciones de las
concepciones en torno a la resurrección en Pablo de Tarso, el personaje que inicia la vía de la
verdadera teología judeocristiana y luego simplemente cristiana; y lo que pensaban sus sucesores.
Y, por último respecto a los prenotandos, el lector obtiene igualmente una excelente visión
sintética de los pasos previos a la resurrección: cómo pudo ser el entierro de Jesús. Aquí Javier
Alonso desmitifica bien las leyendas evangélicas.
El análisis de los textos evangélicos sobre la resurrección misma me parece muy correcto. Dice
todo lo esencial. Y es muy buena la explicación del porqué hay tantas contradicciones en los textos
primitivos cristianos, en el Nuevo Testamento, sobre resurrección / apariciones: es el modo de
contar las cosas de los antiguos cuando no sabían bien lo que había pasado, pero sospechaban que
las cosas tenían que haber sucedido de una manera precisa. La aclaración de que haya tantas
contradicciones es porque cada uno cuenta técnicamente lo que cree que ocurrió… y cómo
ocurrió… Pero… ¡al igual que Tucídides! –el verdadero padre de la historia científica, no Heródoto–
cuando reproduce en estilo directo discursos y hechos que él no conoce de primera mano. Escribe
Tucídides lo que a su leal saber y entender debió de ocurrir y lo que el orador Tal o Cuál debió de
haber dicho en tales y cuales circunstancias. Pero otro historiador de la antigüedad lo habría
expuesto de otro modo. No hay estrictamente falsía, sino un sistema de hacer “historia” que hoy
no aceptamos de ningún modo, pero que era propio de la época en todos los autores. Así pues,
aclara muchísimo esta exposición de cómo se escribe “historia” en la antigüedad cuando no se
sabe a ciencia cierta lo ocurrido y por qué se contradicen entre sí las narraciones
Pero lo que me parece de veras estupenda es la hipótesis, o propuesta final, en la que Alonso
López intenta reconstruir –esta vez al modo del historiador actual– lo que debió de haber pasado
en realidad con la idea / creencia de la resurrección de Jesús. No pienso destripar aquí la hipótesis,
o propuesta de intelección, con la que culmina este libro (pp. 159-184). No voy a hacer un
resumen de ella, porque sería igual de malvado que contar el final de una película de suspense o
intriga. Pero sí quiero decir que Alonso destaca, y muy bien, el papel de las mujeres en el caso y
cómo las posibilidades se abren realmente cuando se piensa que jamás se encontró el cadáver de
Jesús...Y el libro se completa con otra hipótesis sobre cómo hay que entender la ascensión del
mismo Jesús.

En síntesis: recomiendo cordialmente este libro, porque su lectura aclara muchísimo. Termina uno
de leer, y siente que tiene ideas claras. Enhorabuena al autor y a la Editorial Arzalla Ediciones por

5
haberlo publicado… ahora…, en un mundo lleno de rufianes, a quienes no les importa la verdad,
sino llevarse el agua a su molino a cualquier precio. Pero este libro explica muy bien, y con todos
los medio de lo que se puede presumir que pudo ser la “verdad” plausible históricamente.

Potrebbero piacerti anche