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ALTA DESIGUALDAD y PRIVATIZACIÓN DE DERECHOS

SOCIALES
Aunque el porcentaje de pobreza ha disminuido considerablemente, la desigualdad, sobre
todo económica y social, sigue presente en la sociedad chilena, reflejado en los salarios y la
privatización de los derechos sociales.

Respecto a la pobreza y desigualdad social.

-La tasa de pobreza se ha reducido de manera notoria, los ingresos de los hogares han
aumentado de forma considerable, la matrícula escolar y universitaria se ha expandido
significativamente y el sistema democrático se ha mostrado estable. Pese a ello, la
desigualdad sigue siendo una pesada herencia de la cual Chile no parece poder desprenderse
con facilidad. La persistencia de enormes diferencias socioeconómicas, que se reflejan en
espacios urbanos segregados, tratos discriminatorios y capacidades muy distintas de
influencia y poder, son una mancha en un listado de logros de los cuales el país puede
sentirse, con justa razón, orgulloso.

-Se puede afirmar que la pobreza sin duda ha disminuido 68% a un 11,7% es los últimos 15
años (fuente: encuesta casen 2015) (2.046.404 personas equivalentes a 11,7%). Pero, si
algún ciudadano que ha salido de la pobreza y se encuentra en algún trabajo y por alguna
razón lo pierde, cae inmediatamente en la pobreza nuevamente.
En los gráficos 3 y 4, se puede apreciar que
los niveles de pobreza cuando sólo se incluyen
los ingresos autónomos, muestra una especial
fragilidad en dos grupos de la población: i) Los
adultos mayores (60 años y más) que casi quintuplican
su pobreza pasando de 6,6% (pobreza
por ingresos totales) a 30,7% y ii) Las personas
pertenecientes a pueblos originarios, que pasan
de 18,3% a 37,1%.
Gráfico 3: Porcentaje de Pobreza por tramo de
edad según distintas fuentes de ingreso

Por otra parte, en contextos de crecimiento y alta desigualdad como el chileno en este
período es posible que la desigualdad, una medida relativa, se reduzca aun si las distancias
absolutas entre los hogares aumentan. Un ejemplo puede aclarar el punto. Según la encuesta
Casen, el año 2000 los hogares ubicados en el decil 1 de la distribución (el 10% más pobre)
tenían en promedio un ingreso de $ 20.040 per cápita (en moneda de 2015). El ingreso
per cápita en el decil más alto era de $ 801.000. Entre 2000 y 2015 los ingresos del decil 1
crecieron en un 145% real, mientras que los del decil 10 lo hicieron en 30%, por lo tanto la
desigualdad entre ambos grupos disminuyó; sin embargo, en términos absolutos los hogares
del decil 1 aumentaron su ingreso real en $ 29.000 (145% de $ 20.040), mientras que los
de los hogares del decil 10 crecieron en $ 239.000 per cápita (30% de $ 801.000), es decir,
casi nueve veces más.
Un rasgo central de la desigualdad en el país es la concentración de ingreso y riqueza en el
1% más rico. Es una dimensión que no mide la encuesta Casen, puesto que las encuestas
de hogares subestiman o no logran registrar los ingresos de la población más acomodada.
Se trata de un grupo con ingresos muy elevados, puesto que el piso de entrada se estima en $
26,5 millones antes de impuestos, y entre $ 17,2 y $ 21,1 millones después de impuestos,
dependiendo del porcentaje que corresponda a utilidades retenidas.

- La mayor parte de estos ingresos financia inversiones que por una parte contribuyen al
crecimiento de la economía y por otra acrecientan la riqueza de sus dueños, en la forma de
capital accionario y otros tipos de activos productivos o financieros. No se dispone de la
información necesaria para saber si la concentración de los ingresos en el 1% más rico ha
aumentado o disminuido en las últimas décadas, pero el fuerte crecimiento de los activos de
los grupos económicos hace muy improbable que esta dimensión de la desigualdad se haya
reducido.

 Salarios
Los bajos salarios son convenientes para el sistema capitalista chileno. La flexibilidad laboral y
los bajos salarios hacen para el empresario sea más conveniente y más barato, ya que a pesar
de que el empleado no tenga una gran ganancia, el empresario continúa generando ingresos
considerables.

El 50% de los trabajadores chilenos gana menos de $350.000 y 7 de cada 10 trabajadores

menos de $500.000 líquidos.

Sólo el 14,7% gana más de $800.000 líquidos.

84,5% de las mujeres que tienen un trabajo remunerado gana menos de $650.000 líquidos.

Al analizar los datos según categoría ocupacional, se concluye que en el promedio, las personas

que trabajan en el sector público ganan un 14% más que aquellos que trabajan en grandes

empresas del sector privado.

Finalmente, según los datos del XVI Informe de Deuda Personal Universidad San Sebastián -

Equifax, en marzo de 2017, en Chile se registraron más de 4,3 millones de deudores morosos.

El monto promedio de la morosidad es de $1.463.799. Además el 76,1% de los deudores

morosos tiene ingresos mensuales menores a $500.000.


(…)Estas diferencias salariales se relacionan con trayectorias laborales cuya estabilidad
también está fuertemente estratificada. Datos obtenidos para este trabajo muestran que, al
considera run período de 132 meses (11 años), los trabajadores hombres de bajo salario
tuvieron en promedio 10 empleos formales, mientras que los hombres con salario alto
tuvieron en promedio 4,7 empleadores en empleos formales.
Los primeros estuvieron empleados en el62% de los meses del período, con una duración
promedio de solo 8,2 meses por empleo formal. En contraste, los hombres con salario alto
trabajaron un 87% de los meses en el período, con una duración promedio de casi 25 meses
por empleo. Las numerosas transiciones entre un trabajo y otro que experimentan los
trabajadores hombres y mujeres que ganan salarios bajos pueden incluir períodos de
desempleo, inactividad y trabajo informal, lo que agrega otra capa de inestabilidad y riesgo a
sus vidas: es muy distinto vivir con un salario bajo pero seguro y estable que con salarios bajos
en empleos de corta duración,con períodos de inactividad o empleo informal, e incertidumbre
sobre el futuro laboral.

El modelo económico instaurado en dictadura se centraba en una estrategia en el área del


dólar, lo cual significaba a su vez que se restringía el gasto público y la masa circulante, se
reduciría la liquidez del mercado interno en el fondo de salarios.

Para este modelo, era importante que los salarios sean bajos ya que, si fueran altos
incentivaría las expectativas, la organización gremial, la inflación y el movimiento de clase.
Congelando el nivel de salarios, aumentaba la ganancia neta del empresario.
Un salario mensual podía ser aumentado a través de los créditos de consumo,
específicamente, de las tarjetas de crédito, logrando el consumo deseado. Gran cantidad de
trabajadores comenzaron a utilizar este método, diluyéndose la explotación del trabajo a
través de la adquisición de estos créditos.
Respecto a la privatización de los derechos sociales:
-AFP:
Durante la década de los 80 fue reemplazado el sistema de reparto solidario por el sistema AFP.
El cual trata que todos los meses hay que aportar 10% de nuestro sueldo para que estas
administradoras lo inviertan en empresas nacionales e internacionales, con el fin de maximizar
estos recursos.
A partir de un análisis hecho por la Unidad de Data El Mostrador, se detectó que el año 2015 el
monto promedio de pensiones entregadas por el sistema de AFP fue de 7,34 UF, $191.331 por
pensiones de vejez. Además debido a la condiciones precarias laborales(bajos sueldos, sin
contrato, cesantía, sub empleo, empleadores lo pagan cotizaciones).
La rentabilidad de las AFPs si aumenta (30%), mientras que la de los trabajadores sólo un (5%)
Alrededor de la mitad de los jubilados percibe hoy una pensión inferior a un valor mínimo,
definido en este trabajo
como un 70% del salario mínimo. Este resultado considera la pensión contributiva (pagada
por la afp o el ips) más el monto que provee el Estado como aporte previsional solidario
(aps). En ausencia de este componente, un 72% de adultos mayores habría recibido una
pensión inferior a la mínima en 2015.
- SALUD
El 60% de la población chilena ocupa la salud pública.
Es un sistema que colapsa, no cubre todas las enfermedades, precariza a los trabajadores,
problemas de atención, sumado a la desigualdad regional en chile.
Partamos por señalar que el actual sistema de salud tiene dos ejes centrales. El primero es la
idea de que las personas tienen completa libertad para elegir dónde y con quién atenderse.
Esta “libertad de elección”, sin embargo, sólo se cumple para aquellos que pueden pagarla, en
su mayoría profesionales jóvenes y adultos sanos de sectores medios y altos; para el resto de
los chilenos la libertad de elección se traduce en una negación del derecho a la salud.
Un segundo eje capital del sistema es el paradigma de que el Estado es siempre un aparato
ineficiente. De esta convicción surge el principio del “Estado subsidiario” y también la política
de destinar enormes cantidades de recursos públicos a las aparentemente más eficientes
“soluciones privadas”. Esta política, por supuesto no genera soluciones más eficientes desde
el punto de vista de las personas que necesitan atención, sino desde los intereses de las
empresas que lucran con los derechos sociales.

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