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LA ORGANIZACION

Caso: El Directorio
Ultima revisión: 2014

La escena tiene lugar en el quinto piso de un edificio situado en pleno centro de la ciudad. El lugar es
una sala de reuniones y son las seis y media de la tarde de un día de julio. De pie, y cerca de las
ventanas que dan a la calle, ya oscura, un grupo de individuos, los directores, conversan
animadamente, acercándose, de vez en cuando, a una mesita de centro sobre la cual se ve una
bandeja de aperitivos y otra con fuentes de galletas y queso. Esta escena es característica de estas
reuniones, aun en el caso de reuniones extraordinarias, como es el caso de hoy. La reunión estaba
fijada para las siete de la tarde y en estos momentos la mayoría de los miembros del directorio ya se
encuentran presentes. Faltan sólo dos. Uno de los cuales hace su aparición unos pocos minutos
después.

Faltando quince minutos para las siete aparece el último de los miembros del grupo. Sin embargo, el
señor Gonzalez, que es el anfitrión, señala que ha citado a la secretaria taquígrafa, encargada de
levantar el acta de la sesión, para las siete, así es que sería mejor esperarla. El grupo de hombres
de empresa parece no tener apuro, de modo que la charla prosigue, girando alrededor de las últi-
mas disposiciones que afectan a los bancos y a otras organizaciones financieras.

Puntualmente, a las siete de la tarde, la secretaria taquígrafa hizo su aparición en la sala, recibiendo
el amable saludo de los participantes. Minutos después cada uno de los directores comenzó a ocupar
sus puestos (ya tradicionales) en la larga mesa de reuniones. El señor González, como presidente, se
instaló en la cabecera de la mesa, teniendo a su derecha al señor Gómez, secretario del directorio
y al señor Donoso, gerente de la Organización. En el extremo opuesto a la ubicación el presidente
se sentó la secretaria taquígrafa, la señorita Menéndez. Los señores Tobías y Laurent lo hicieron
enfrente, al lado del gerente. Los puestos restantes lo ocuparon los señores Pérez, Vargas, Romero
y Mejías. Esta fue, pues, la distribución de los doce miembros del directorio y la secretaria
taquígrafa.

El señor González abrió la sesión explicando la razón de esta reunión extraordinaria y, poste-
riormente leyó la tabla que se había preparado para esa ocasión. Un par de minutos después, el
grupo se encontraba enfrascado en una animada discusión en torno a un proyecto especial que
había presentado el gerente, señor Donoso, y para el cual pidió la aprobación. En dos
oportunidades el señor Gómez, secretario, fue requerido para recordar algunos artículos del
reglamento de la organización. El señor Donoso tuvo que contestar una serie de preguntas sobre
el proyecto que reflejaban ciertas dudas de los señores Pérez y Vargas. Cuando parecía que el
asunto ya concluía, el señor Mejías, apoyando a Pérez y Vargas, atacó el proyecto. Se podía
observar que estos tres directores no estaban de acuerdo con la idea. Por su parte, Donoso
recibía el apoyo del presidente, de Tobías, Laurent y Venegas. Éstos tres últimos, junto con el señor
Paredes, el presidente y secretario, y el gerente formaban un comité que se encargaba de
asesorar directamente al gerente y que se reunían todas las semanas para este fin. Las
reuniones de todo el directorio se hacían, normalmente, una vez al mes.

Debido a que la discusión, reavivada por Mejías, y apoyada por Pérez y Vargas, no daba muestras
de llegar a algún fin, por lo menos en un tiempo aceptable, el señor González decidió sus-
pender la reunión por quince minutos, para que, junto con servirse un café, los directores
cambiaran opiniones entre ellos y así, una vez reiniciada la sesión, se llevara el proyecto a
votación. El presidente no era partidario de las votaciones y esperaba que durante esa
tregua se llegaran a cienos acuerdos que permitieran una aprobación unánime.

La señorita Menéndez, aprovechando el momento para descansar un rato, fumar un cigarrillo y


tomar un café, observó que los directores se separaron en tres grupos. Uno formado por Pérez,
Vargas y Mejías; el otro por González, Donoso, Tobías y Laurent, y el tercer grupo por los
restantes, los señores Gómez, Paredes, Venegas y Romero. Sin embargo, ella notó que al cabo
de unos minutos los grupos se modificaron. Vargas fue a hablar con los miembros del tercer
grupo, los aparentemente indecisos. También llegó a ellos el señor González, a su vez, Mejías
y Pérez se acercaron a Donoso, Tobías y Laurent y así, se formaron dos grupos.

Alrededor de quince minutos después, el presidente llamó a reiniciar la sesión. Todos volvieron a
sus respectivos puestos. Parecía que se había llegada a un acuerdo. Eso es lo que pensó la señorita
Menéndez, al observar la cara de satisfacción del señor González. Efectivamente así fue. No
hubo necesidad de tomar una votación, pues Donoso introdujo un par de cambios en el
proyecto original y todos lo aprobaron. Se había logrado la unanimidad deseada por el
presidente.

Como aún quedaban treinta minutos para el término de la sesión, el señor González le pidió
al señor Gómez que leyera un informe que había elaborado un instituto universitario y que,
según el presidente tenía mucho que ver con las actividades de la organización. Al cabo de
unos cinco minutos de lectura, la secretaria notó que parecía que el señor González se había
equivocado, ya que observaba una serie de interacciones que se desarrollaban entre los
miembros y que, al parecer, nada tenía que ver con lo que leía Gómez.

En efecto, Vargas conversó al oído con Pérez. Este tomó un lápiz y papel y escribió algo, luego
dobló el papel y se lo pasó, más o menos disimuladamente a Mejías. Este lo leyó y sonrió. Luego
le mostró la nota a su vecino, el señor Romero quien, también sonriendo, hizo un gesto
afirmativo. En ese mismo momento. Donoso y González iniciaron una breve conversación al
oído. Como resultado de esto, Donoso comenzó a revisar sus papeles, buscando algo.
Finalmente lo encontró y se lo mostró al presidente. Este le hizo un gesto para que se lo
pasara a Tobías, quien lo leyó y quedó pensativo. A todo esto, el señor Gómez seguía su
lectura con una voz que se hacía cada vez más monótona. El señor Pérez le pidió, con un
ademán, el documento a Tobías, quien se lo pasó. Luego de leerlo, miró a Romero, se-
ñalándole el papel que antes había recibido y haciéndole un gesto. Ambos miraron al
presidente mientras movían su cabeza afirmativamente. Quince minutos más tarde Gómez dio
por finalizada la lectura del informe y González levantó la sesión. Minutos más tarde, la sala
quedó vacía y en penumbras.

Determine, ¿de cuántas maneras nos comunicamos? y ¿qué espacios – momentos,


diferentes ofrece, esta organización (El Directorio) para actuar?.

Enero 2014.

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