Sei sulla pagina 1di 1

Crónica de un cafre anunciado: La democracia y el transporte público

Por Juan Manuel Pedraza.

Fragmento del artículo publicado en el diario electrónico El Mexiquense hoy el 6 de mayo de 2017 y misteriosamente
borrado de la página dos días después.
Lugar y fecha: paradero del Metro “El Rosario”, viernes 21 de abril de 2017. Es una tarde calurosa, demasiado calurosa, el
termómetro da 30 grados centígrados en el Valle de México. En este submundo de movilidad una línea es aclamada por su
(mala) fama: la empresa Autobuses Rápidos de Monte Alto que recorre desde hace 46 años las rutas mexiquenses
correspondientes al noroeste de la entidad. La empresa tiene el desdichado record de ser la más extensa dentro del transporte
mexiquense y ser el brazo derecho de ciertos políticos oportunistas ávidos de votos y aceptación popular.
De pronto, mi vista se fija en un destino inusual; el letrero electrónico en la parte superior del parabrisas marca hacia donde
se dirige la unidad: el municipio de Atlacomulco, Estado de México. Deseoso de conocer un poco más la vida cotidiana de
los operadores, de repente me embarco en un viaje de cuatro horas por las más obscuras, recónditas y solitarias carreteras
de mi entidad. El “bus” es un modelo Mercedez Benz Torino con capacidad para 43 pasajeros sentados y los que quepan
parados. Una vez que pagué la cuota de 60 pesos y después de diez minutos de espera me induzco en esta odisea suburbana.
Al principio del viaje nada nuevo que reportar: vendedores, policías de tránsito en busca de su soborno diario, el “talonero”
que te “sugiere” que le des una moneda porque ya se rehabilitó, personas inmersas en la rutina del trabajo y jóvenes
escolapios anhelantes de llegar sanos a su casa. Los primeros municipios por los que transita la unidad son Tlalnepantla y
Atizapán de Zaragoza, en apariencia tranquilos, pero densamente poblados y sin planificación alguna, al llegar al municipio
de Nicolás Romero, conocido coloquialmente como “San Pedro” el paisaje y el ambiente cambia drásticamente. La gente
comienza a descender por cúmulos. Es ahí que mi vista recorre fugazmente la unidad y contabilizo diez pasajeros, entre
ellos yo. Sin saber el porqué exacto, me dirijo al frente de la unidad para tratar de hacer plática al operador que responde al
nombre de “Don Anselmo”. —¿Cuánto falta para llegar a Atlacomulco— Pregunté. — ¡Uy, joven! Faltan como tres horas—
Respondió alegre el operador.
Mi vista se fija en varios afiches, calcomanías e inscripciones del candidato del PRI Alfredo del Mazo: “Del Mazo es mi
amigo”, “Fuerte y con todo” “Vamos a ganar”, son algunas de éstas, le pregunté si apoyaban al candidato oficial, don
Anselmo respondió: “Brincos diera, ese güey, nosotros ponemos eso porque nos lo exigen los líderes y dueños de la línea.
Cada seis años es lo mismo: se postula en candidato, nos ofrece concesiones, mejoras, seguridad, seguro médico y
prestaciones a cambio de que todos los choferes lo apoyemos, una vez que gana se olvida de todo y nos hunde en condiciones
infrahumanas de trabajo”.
El paisaje se torna boscoso, se deja a tras Nicolás Romero para llegar a Villa del Carbón, catalogado como “Pueblo Mágico”
por sus tradiciones y costumbres de hace tres siglos. En estos parajes boscosos y de pronunciadas curvas me es inevitable
preguntarle a don Anselmo. “— Y si tan “gachas” son las condiciones ¿por qué cada seis años apoyan al mismo partido—
Pregunté?”. “Porque no hay de otra— Respondió don Anselmo— A nosotros el patrón de las rutas nos obliga a poner y a
votar por el candidato que se les plazca. Si no lo hacemos nos pueden “pasar a fregar”: nos multan, nos descuentan sueldo,
no nos dejan salir de la base o incluso pueden cancelarnos la unidad”. El grupo de Transportistas del Estado de México es
de las mayores fuerzas políticas de la entidad. En total las asociaciones pueden cooptar hasta dos millones de votantes, lo
que representa el 19 por ciento del padrón electoral mexiquense.
Dejamos atrás los bosques para iniciar unos verdes prados. EL paisaje es digno de una película de la época de oro del cine
mexicano: inmensos páramos donde coexisten una pequeña casa y abundantes milpas; el municipio que tiene estos páramos
es conocido como San Bartolo Morelos. Actualmente, el Estado de México cuenta con 125 municipios, de los cuales en 83
se encuentra gobernando el PRI. No sólo los transportistas, también los obreros, empleados de oficina, burócratas y amas
de casa poco a poco van formando parte del panorama electoral.
Nos acercamos al destino final. Dejamos a tras los páramos y entramos a un libramiento que conecta el municipio de
Atlacomulco con las Autopistas a Morelia, Querétaro y el “Arco Norte”. De pronto don Anselmo grita “¡Terminal
Atlacomulco! La señal para que todos desciendan de la unidad. Al descender es inevitable pensar en Don Anselmo y
millones de mexiquenses más quienes cada seis años se someten a un proceso de democracia selectiva en donde sólo se
beneficia a unos cuántos en detrimento de otros. Mientras desciendo y observo el panorama la publicidad en la taquilla de
los Rápidos de Monte Alto dice lo siguiente: “Rápidos de Monte Alto, empresa modelo en un Estado modelo….”.

Potrebbero piacerti anche