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AUTORA:
El escritor cubano José Martí, reconocido por su incansable anhelo de ver una América
unida a través de sus luchas políticas y literarias, inmortaliza en su poema Abadala las
siguientes frases en alusión a la patria: “El amor, madre, a la patria, no es el amor ridículo
a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas; Es el odio invencible a quien la oprime,
es el rencor eterno a quien la ataca” (Martí, 2005 (1977): 11). Bajo esta perspectiva
¿Cómo podemos definir o delimitar el espacio geográfico que habitamos para sentirlo
nuestro? ¿Qué tiempo debe transcurrir para sentir algo como nuestro? Ya nacemos
perteneciendo a un país, ostentamos una nacionalidad, conocemos los límites y fronteras
de nuestra patria, entonces ¿Estamos destinados a que nuestros mandantes decidan hasta
cuándo será así o estamos a la deriva de las circunstancias históricas? Tomando en cuenta
que aquella área a la que llamamos casa, barrio, ciudad, provincia, región, país, ha sido
una construcción histórica reflejo de aquello que conocemos, con lo que nos sentimos
identificados, a aquello que sentimos pertenencia y es relativo a una identidad colectiva.
Es así que asociamos todo aquello que representa la geografía de nuestra identidad como
una constante, creyendo que quizá no está sujeta a cambios o inclusive que no es
importante a la hora de predecir otros fenómenos sociales como las guerras, la integración
o el uso de recursos estratégicos. Sin embargo, la formalización del espacio significada
por el mapa no es gratuita ni desinteresada, constituyéndose más bien en un medio de
dominación indispensable, un medio de dominación del espacio (Lacoste, 1977: 4).
Para ello, en primer lugar desarrollaré una conceptualización de geopolítica y cómo ésta
tiene relación con la teoría del denominado “Heartland” o “corazón continental”
presentada por Mackinder; en segundo lugar relacionaré dicha conceptualización
proyectando a Bolivia como aquel espacio estratégico en territorio Sudamericano; en
tercer lugar realizaré un breve relato histórico de lo que significó la Guerra del Pacífico y
la importancia del poder naval, con el fin de establecer un nexo entre dicho suceso
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histórico y la imposibilidad de Bolivia de acceder al mar y sus consecuencias; finalmente
derivado de esta presentación de hechos y teorías, realizaré un análisis de cómo esta visión
ha sido aprovechada para hacer uso de este espacio estratégico.
Halford Mackinder, geopolítico y geógrafo inglés fue autor de la teoría del área pivote y
posterior Heartland, a través de la cual dividía al mundo en tres secciones: La isla
continente que comprendía Asia, Europa y África, las islas continentes de menor impacto
que las constituían América y Australia y finalmente pero no menos importante el área
que ocupaba el Océano. En 1919 en su obra sobre el Heartland resume su teoría
afirmando que aquel que logre gobernar Europa del Este dominaría el Heartland, que
quien gobierne el Heartland dominaría la isla- mundial, y quien gobierne esta isla-
mundial podría entonces controlar el mundo. Esta isla-mundial se extiende desde el río
Volga hasta el río Yangtze y desde el Himalaya hasta el Océano Ártico, ocupando un
espacio terrestre indiscutiblemente influyente, cercado de elementos geográficos como
desiertos, cadenas montañosas y glaciales, por lo que se constituía en un área
presumiblemente difícil de penetrar y por lo tanto desde ese punto podía más bien
extenderse y conquistar todo el territorio que le rodeaba. El Hertland “es una idea
estratégica diseñada teóricamente en el comienzo del siglo y probada empíricamente a lo
largo de dos guerras mundiales” (Mackinder, s/f : 45), tomando en cuenta que la noción
del Heartland es un concepto clave que constituye la piedra angular del poder terrestre,
que tiene su cumbre teórica en una época histórica en la cual la estrategia militar buscaba
descubrir las mejores maniobras que les permitan a los países mantener su hegemonía.
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Otra definición que fue incluida en el libro de Kjellen mientras se suscitaba la Primera
Guerra Mundial, fue el de considerar a la Geopolítica como el estudio del Estado como
organismo geográfico, esto es, como fenómeno localizado en cierto espacio de la Tierra,
luego del Estado como país, como territorio, como región o más característicamente
como dominio político (Castro, 2005:18). A través de lo cual se complementa la visión
de Mackinder al darle al Heartland el enfoque de un espacio que si bien es cierto estaba
caracterizado precisamente por sus elementos geográficos, no se los puede divorciar de
los intereses políticos que involucran intenciones que traspasan los deseos de expansión
militar. Sobre la pugna del poder y cómo se distribuye, es Mackinder quien afirma que
el equilibrio real del poder político en un momento dado es, por supuesto, el producto de
condiciones geográficas, tanto económicas como estratégicas, por una parte, y del
número relativo, la virilidad, los equipos y la organización de los pueblos en pugna, por
la otra (Mackinder, 2010: 318).
Estas teorías geopolíticas tuvieron una importante influencia en los espacios de estudio
sudamericano, pero que lejos de ser analizada críticamente, fue asumida como lo ha sido
generalmente como una materia a ser dirigida exclusivamente por el Estado a través de
su poderío militar. Esto, ya que la geografía se ha constituido en un saber estratégico
estrechamente unido a un conjunto de prácticas políticas y militares (Yves, 2010: 24). Sin
embargo, a inicios del siglo XIX las teorías europeas y estadounidenses no sólo habían
extendido su influencia en Sudamérica sino que nuevamente se estaba aplicando el
concepto de la teoría del Heartland de Mackinder, pero esta vez el continente era otro, así
la teoría geopolítica se trasladaba a América del Sur a buscar su consolidación empírica.
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unen dos de las vertientes hidrográficas más importantes tanto del Océano Pacífico como
del Atlántico, configurándose en un importante potencial del Estado Boliviano para
someter a los países vecinos en temas de movilidad, direccionamiento económico y
aprovechar la fortaleza que crean las cadenas montañosas que configuran la geografía
boliviana. Estos aspectos fueron de relevancia para que el diplomático estadounidense
Lewis Tambs, afirmara que quien dirigiera Santa Cruz, dominaría Charcas y que aquel
que dirija Charcas entonces dominaría el Heartland, por consecuencia dominaría
Sudamérica. Sin embargo hay quien atribuye dicha frase al “ilustre cruceño Lic. Josecito
Ortiz Mercado, durante los debates parlamentarios en el Congreso de la República de
Bolivia” (Capobianco, 2014: 2).
De esta forma lo reitera Thenon, especificando los puntos álgidos que se presentan en la
circunscripción territorial de Bolivia:
La dicotomía entre los intereses de Brasil1 y Argentina siempre ha estado presente en esta
área, precisamente por su intención de dominar esta zona estratégica que incluye además
ciudades mineras con el fin de defender su hegemonía geopolítica en la región. El espacio
o la posición de los recursos naturales y humanos de un país son factores de poder que
afectan la toma de decisiones en el campo de las relaciones interestatales (Haushofer,
1975: 82).
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El interés de Brasil se concentró en dos ejes: uno en la cuenca amazónica y otro en el “triángulo mágico”
que forman las ciudades de Cochabamba, Sucre y Santa Cruz (Klare, 2008: 90).
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los hombres, del suelo y del clima; e incluso ejemplos de proyectos políticos
conscientemente fundados en la Geografía (Ratzel, 1987: 120).
Es importante precisar que las teorías respecto del inicio de este conflicto se constituyen
gracias a la condensación de varios temas álgidos que fueron minando las relaciones
interestatales y que van desde los roces administrativos de los respectivos Ejecutivos, la
imprecisión exacta de los límites fronterizos, el hallazgo de importantes establecimientos
de guano2 y nitrato y posteriores fuentes de salitre. Esta combinación se presume habría
sido el detonante de la también llamada Guerra del Pacífico, que tras vestidores
mantenían el interés de acaparamiento de las importantes fuentes económicas que
existían y aún existen en la región. El conflicto armado culminó en 1884 con la firma del
Pacto de Tregua Indefinido, definiéndose las fronteras definitivas entre Chile y Bolivia
con el Tratado de 1904, mientras que las fronteras limítrofes entre Chile y Perú se las
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resolvió a través del Tratado de Lima en 1929. Es en este proceso donde Bolivia pierde
su única salida al mar.
Bajo estas precisiones históricas, se reconoce que la capacidad del Estado para usar el
mar, se expresa en la proyección no sólo bélica sino también económica y política que
pueda generar, sin ser menos importante el uso de dichos recursos.
El aspecto más visible que nos ofrece primeramente el mar, al considerarlo desde
el punto de vista político-social, es el de un gran camino, o mejor dicho, una vasta
extensión de propiedad común por la que el hombre puede trasladarse en todas
direcciones; sólo que lo frecuentado de ciertos trayectos ha hecho que existan
poderosas razones para elegir con preferencia determinados caminos o derroteros.
A estos caminos se les conoce con el nombre de rutas comerciales (Mahan,
1999:4).
Existen diversos argumentos sobre la relación que existe entre el acceso de los países al
mar y su ventaja o desventaja frente a los demás países en el marco del sistema mundial,
o si quizá es la suma de otros elementos lo que lo determina. Sin lugar a dudas, la temática
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que envuelve el acceso o no de los países al mar ha sido ampliamente discutida y genera
polémica constante, por lo cual la comunidad internacional ha puesto especial énfasis en
este tema, con la finalidad de superar precisamente diferencias entre Estados y responder
bajo un marco normativo consensuado al esclarecimiento de los límites fronterizos
marítimos y demás disposiciones administrativas y técnicas relativas al argumento. De
esta forma en relación a ello, es importante regresar a la historia y recordar que luego de
haberse celebrado las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en
1958 y 1960, en 1982 se aprueba uno de los más importantes tratados multilaterales
denominado Convenio de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).
De vuelta a los antagonismos entre Chile y Bolivia, éstos no cesaron con el fin de la
Guerra del Pacífico, es más, a lo largo de los años hasta la actualidad Bolivia ha intentado
a través de varias vías diplomáticas e instancias internacionales reclamar, lo que ellos
consideran, su salida soberana al mar, que hasta el momento no ha dado frutos concretos.
Desde la firma del Tratado de 1904, se plantearon un sinnúmero negociaciones con el fin
de alcanzar el objetivo planteado, que habían fracasado entre otras cosas por la fluctuante
política doméstica de cada uno de los países, que en ciertos casos estaban de acuerdo en
los términos de las negociaciones y en otros casos no, lo que hacía imposible llegar a un
acuerdo conjunto y permanente respecto de la salida al mar de Bolivia.
Ante este contexto en el año 2013 el presidente boliviano Evo Morales presenta a nombre
del Estado de Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya una demanda con
el fin de este organismo internacional pudiera fungir como intermediario ante una
negociación que permitiera a Bolivia el acceso soberano al mar. Sin embargo Chile
mantiene su postura de rechazo a la petición, alegando que los límites se fijaron en 1904.
Este hecho soberano, sin embargo ha tensionado las relaciones diplomáticas entre ambos
países, que en un marco de integración latinoamericana debilita la unión ante las
instituciones intergubernamentales de Sudamérica. Al momento se espera que se la Corte
comunique los plazos para los alegatos y posteriormente se pronuncie al respecto.
En relación a los costos económicos para Bolivia se constituye en uno de los elementos
base, tomando en cuenta que Bolivia posee por ejemplo los costos de transporte más altos
de América del Sur. Actualmente, Bolivia gana según fuentes de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe, alrededor de 300 millones de dólares por exportar gas a
países como Brasil y Argentina, por lo que en el presunto de que pudiera acceder al
océano Pacífico, entonces sus ganancias se multiplicarían al ampliar su mercado a Asia o
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a países del Hemisferio Norte. Sin embargo, Chile afirma que dicho reclamo violenta el
Tratado de Paz de 1904 y que no posee temas pendientes respecto a fronteras limítrofes,
haciendo hincapié además en que es el mismo gobierno boliviano el que fija las tazas de
preferencias arancelarias relacionadas a su capacidad de importación. Dadas las
circunstancias modernas, el comercio interior de un país que tenga costa, no es más que
una fracción de las transacciones totales hechas por la comarca; esto ya que actualmente
muchas necesidades y lujos que no pueden satisfacerse más que importando los medios
del exterior por vía marítima (Mahan, 1999: 5).
Klare ya lo refiere, al aseverar que las proyecciones no son prometedoras, sobre todo si
nos situamos en un mundo que por un lado está en un proceso de crecientes poderes y por
el otro lado van reduciendo sus recursos, entonces destinado a una apremiante
competencia entre un grupo de naciones que consumen energía para el control de las
reservas restantes de hidrocarburos del planeta y otros materiales industriales clave
(Klare, 2008: 7).
Por las pugnas históricas, en las cuales se notaba de forma evidente el sello de los intereses
comerciales, después de la Guerra del Pacífico, el país boliviano se desmiembra e inicia
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una serie de acciones bélicas que durarían alrededor de treinta años, hasta que finalmente
firma un Acuerdo para el cese al fuego indefinido; sin embargo, no fue sino hasta casi
treinta años más que se firma el Acuerdo en el cual se establecen las descripciones
limítrofes de los países en conflicto, en el que sin lugar a dudas terminó desfavorecido
Bolivia, su salida al mar había sido suprimida de los mapas desde ese momento hasta la
actualidad.
Esto, nos lleva a una última precisión, al reconocer la importante incidencia geopolítica
de Bolivia y su afán de aumentar su influencia en la región es latente. Sin embargo y a
pesar de no haberse tratado el tema sobre su papel en la integración regional en el presente
documento, considero de vital importancia plantearse la interrogante del camino que
tomará en el futuro Bolivia frente a las posición y elaboración de políticas de algunos
mecanismos de integración regional como UNASUR, ALBA, MERCOSUR, CELAC,
organismos a los cuales pertenecen países como Chile y que podrían constituirse en
razones para frenar un proceso de integración, esto, recordando que precisamente uno de
los elementos que ha propugnado la integración regional propugnada en Sudamérica,
pone en manifiesto el rol del Estado que propende una política de protección y de
priorización de la soberanía en los recursos naturales, frente a otros actores como las
empresas y compañías multinacionales en representación de la tan ansiada hegemonía. Es
así como el papel estatal y regional siguen en un proceso de búsqueda con el fin de
constituirse en actores relevantes en la incidencia geopolítica de América y el mundo.
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Bibliografía
Castro, Uraci Bonfin. (2005). Geopolítica. Sao Paulo, Escola de Comando e Estado-
Maior do Exercito.
Copabianco, Guillermo. (2014). Santa Cruz: Corazón de Bolivia y de América del Sur -
Una visión geopolítica de su rol y destino en Instituto Boliviano de Comercio
Exterior. Disponible en: http://ibce.org.bo/publicaciones-
descarga.php?id=2201&opcion= (viernes 11 de agosto del 2017)
Klare, M. (2008). Rising Powers, Shrinking Planet. Glasgow, Bell & Bain.
Martí, José (1977) Política de nuestra América. México, Siglo XXI Editores.
Spykman, Nicholas. (1944). En The Geography of the Peace (pág. 6). New York, Brace
and Company.
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Yves, Lacoste. (2010). En A geografia – isso serve, em primeiro lugar, para fazer a
guerra. Sao Paulo: Papirus.
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