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Un tema que debe tenerse presente es el entrelazado que se da entre los Tratados y las

Convenciones Internacionales que afectan directamente a nuestro espacio de reflexión


son:

a) Convención sobre la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la Mujer


–CEDAW–.

b) Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la


Mujer –Convención do Belém de Pará–.

c) Convención sobre los Derechos del Niño.

Los Tratados de Derechos Humanos establecen una serie de principios aplicables a las
relaciones familiares, reconocen los derechos de sus distintos integrantes y legitiman el
papel del Estado en el proceso de tornarlos efectivos. Dicho de otro modo, no es
aconsejable el estudio y análisis de los Tratados y Convenciones de Derechos Humanos
uno a uno; ello restringe el marco de significado de sus normas y no colabora para una
interpretación óptima de su alcance, Más aun cuando está de por medio la
instrumentación de políticas públicas destinadas a reforzar el cumplimiento de esos
derechos.

Desde esa perspectiva a la que he denominado como Derechos entrelazados, el derecho


de familia cumple un papel relevante para el aseguramiento de las relaciones entre sus
miembros y un fuerte reaseguro para el cuidado de niñas, niños y jóvenes.

Pasemos a considerar algunas de las previsiones normativas de los Tratados y


Convenciones arriba mencionadas en relación con la vida familiar en el establecimiento
de derechos y deberes, o responsabilidades, entrelazadas. Citaremos algunas
correlaciones.

4.1. Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra


la Mujer –CEDAW–

Abarca tanto las discriminaciones voluntarias como las no intencionales que afectan a las
mujeres en todos los ámbitos de la vida social y en todas las etapas de su ciclo vital.
Declara:

1. La mujer tiene igualdad con el hombre ante la ley (art. 15).

2. Se debe eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados


con la vida familiar. Los hombres y las mujeres tienen iguales derechos para contraer
matrimonio, durante el matrimonio y en ocasión de su disolución (art. 16).

3. Hombres y mujeres tienen los mismos derechos a decidir libre y responsablemente el


número de sus hijos, y acceder a la información, educación y a los medios que les
permitan ejercer esos derechos (art. 16).

4. Ambos cónyuges tienen los mismos derechos y responsabilidades como progenitores,


cualquiera sea su estado civil (art. 16).
5. El Estado debe garantizar que la educación familiar reconozca la responsabilidad
común de hombres y mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de los hijos (art. 5).

6. En la esfera laboral, prohíbe el despido por motivos de embarazo, maternidad o estado


civil (art. 11).

7. El Estado debe garantizar la licencia por maternidad a todas las trabajadoras y el


suministro de servicios sociales para los padres (art. 11).

4.2. Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia


contra la mujer –Convención de Belem do Pará–

La violencia contra la mujer se define como toda acción que le cause daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico tanto en el ámbito público como privado. Prescribe:

1. Las mujeres deben ejercer libre y plenamente sus derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales (art. 5).

2. Las mujeres tienen derecho a la igualdad ante la ley (art. 4) y a una vida libre de
violencia, tanto en el ámbito público como privado (art. 3).

3. Tienen derecho al respeto de su vida, de su integridad física, psíquica y moral, su


dignidad y la protección de su familia (art. 4).

4. El Estado debe adoptar medidas destinadas a modificar patrones socioculturales de


conductas de hombres y mujeres que se basen en la premisa de inferioridad o
superioridad de cualquiera de los géneros (art. 8) y a promover políticas educativas
tendientes a modificar dichos patrones (art. 6).

5. Debe modificar o derogar leyes o prácticas jurídicas que respalden la persistencia de la


violencia contra la mujer (art. 7).

6. Debe ofrecer a la mujer objeto de violencia, acceso a programas de rehabilitación y


capacitación (art. 8).

7. Las mujeres tienen derecho a la protección de la ley y a acceder a un recurso sencillo y


rápido ante los tribunales que la ampare cuando se violan sus derechos (art. 4).

8. El Estado es responsable de prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer


(art. 7).

4.3. Convención sobre los Derechos del Niño

1. Niño es todo ser humano menor de dieciocho años.

La ley 26.061 remite el límite de edad a la CDN y la define expresamente en el artículo 2.

2. Los niños y niñas deben ser protegidos contra toda forma de discriminación (art. 2) y se
debe respetar su libertad de pensamiento, conciencia y religión (art. 14, CDN).

La ley 26.061 contempla esos derechos en el Título II de Principios, Derechos y Garantías


(artículos 8 al 31).
3. Los niños y niñas pueden expresar su opinión libremente y deben ser escuchados en
relación con todos los asuntos que los afecten, incluso procedimientos judiciales (art. 12,
CDN).

4. Deben ser protegidos de toda forma de descuido, malos tratos, abuso físico y mental,
incluyendo abuso y explotación sexual (art. 19, CDN).

5. Tienen derecho a ser inscriptos en el registro civil inmediatamente después de su


nacimiento (art. 7, CDN).

6. No deben ser separados de sus padres contra la voluntad de éstos. Y, en caso de


estarlo, deben mantener relaciones regulares con ellos (art. 9, CDN).

7. Los niños y niñas mental y físicamente impedidos deben disfrutar de condiciones que
aseguren su dignidad y faciliten su participación en la comunidad (art. 23, CDN).

8. Ambos padres deben cumplir sus obligaciones de crianza de forma equitativa y contar
con servicio de guarda de niños cuando trabajen (art. 10, CDN).

9. El Estado es responsable de prestar asistencia a los padres para el desempeño de sus


funciones de crianza (art.18, CDN).

La ley 26.061 prevé a estos fines, en el Título IV: Órganos Administrativos de Protección
de Derechos (artículos 42 al 68). Entre ellos se destacan la formación de una Secretaría
Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, un Consejo Federal, un Defensor de los
derechos de las niñas, niños y adolescentes, el reconocimiento de Organizaciones no
Gubernamentales –ONG–, así como la obligación general de colaborar en el cumplimiento
de la ley a todas las personas jurídicas y físicas que fueren requeridas por el Defensor de
niñas, niños y adolescentes.

De esta apretada enumeración y selección de normas internacionales y nacionales surge


la íntima relación entre los derechos de la familia, de los niños, niñas y jóvenes y de la
lucha contra toda forma de violencia familiar y social(21).

Este entrelazado de derechos debe analizarse con cuidado, ya que constituye un campo
rico en posibilidades para la interpretación y aplicación de las normas jurídicas. Por medio
de esa interpretación amplia puede potenciarse la efectividad, la vigencia, de la
Convención de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes(22).
Publicación en la pagina del Spem
Importancia de la Ley 26892
EL ACOSO ESCOLAR DAÑA LA SALUD FÍSICA Y MENTAL A LARGO PLAZO:
IMPORTANCIA DE LA LEY 26.892
A fines del año anterior, se sancionó y promulgó la Ley 26.892, denominada “Ley para la
promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las instituciones
educativas”, pero es más conocida como “Ley Anti Bullying”.
En esta ocasión analizaremos la importancia de su aplicación institucional en base a estudios
realizados por diversas universidades respecto a los daños que causa en los pequeños el acoso
escolar.
El objetivo de la norma es establecer las bases para la promoción, intervención institucional y la
investigación y recopilación de experiencias sobre la convivencia así
como sobre el abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas de todos
los niveles y modalidades del sistema educativo nacional.
Prohibiciones. Debe tenerse en especial consideración que la Ley establece imperativamente que
queda expresamente prohibida cualquier norma o medida que atente contra el derecho a la
participación de los docentes, estudiantes o sus familias en la vida educativa institucional.
Pero además y también imperativamente se establece que quedan expresamente prohibidas las
sanciones que atenten contra el derecho a la educación
o que impidan la continuidad de los educandos en el sistema educativo.
Al respecto se podrán dar diversas interpretaciones a esta prohibición, pero claramente indica la
necesidad de tener actitudes inclusivas en las organizaciones educativas, no pudiéndose adoptar
disposiciones que tengan como consecuencia que el estudiante quede excluido del sistema
educativo.
Objetivos. Es importante recordar que los objetivos de la ley son: a) Garantizar el derecho a una
convivencia pacífica, integrada y libre de violencia física y psicológica. b) Orientar la educación
hacia criterios que eviten la discriminación, fomenten la cultura de la paz y la ausencia de maltrato
físico o psicológico.
c) Promover la elaboración o revisión de las normas de las jurisdicciones sobre convivencia
en las instituciones educativas, estableciendo así las bases para que estas últimas elaboren sus
propios acuerdos de convivencia y conformen órganos e instancias de participación de los
diferentes actores de la comunidad educativa. d) Establecer los lineamientos sobre las sanciones a
aplicar en casos de transgresión de las normas. e) Impulsar estrategias y acciones que fortalezcan a
las instituciones educativas y sus
equipos docentes, para la prevención y abordaje de situaciones de violencia en las mismas.
f) Promover la creación de equipos especializados y fortalecer los existentes en las
jurisdicciones, para la prevención e intervención ante situaciones de violencia. g)
Desarrollar investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre la convivencia en las
instituciones educativas y el relevamiento de prácticas significativas en relación con la
problemática.
Proyección del bullying. Remarcando la importancia de la Ley, investigaciones previas ya habían
demostrado que quienes sufrenbullying en su infancia son propensos a sufrirlo de nuevo en el
ámbito laboral y, además, que está estrechamente relacionado con la apariencia física.
Pero fundamentalmente nuevo estudio ha confirmado que el acoso escolar tiene secuelas de por
vida, al demostrar que el grave impacto sobre la salud del niño no cesa cuando se interrumpe el
maltrato, sino que se acrecienta con el paso del tiempo.
La investigación, llevada a cabo por el Hospital de Niños de Boston (EE.UU.), supone un
precedente en el análisis de los efectos de la intimidación a largo plazo, al abarcar la experiencia del
escolar desde la escuela primaria hasta la escuela secundaria. Según la misma, la ansiedad, fobia,
depresión y pérdida de autoestima que experimentan las víctimas de acoso escolar marcan su
salud durante los años siguientes.
Para el análisis, los científicos realizaron un seguimiento de 4.297 niños y adolescentes de edades
comprendidas entre 10 y 16 años. Les entrevistaron periódicamente y les preguntaron sobre su salud
mental y física, y su experiencia respecto a las provocaciones, tanto inocentes como perniciosas, por
parte de sus compañeros de clase. Los resultados revelaron que ser objeto de burlas continuas
repercute de forma directa en la salud del menor, al incrementar los síntomas de depresión y baja
autoestima. Los alumnos sometidos a un acoso crónico durante dichos años mostraban
una considerable merma en su salud, con importantes dificultades en la ejecución de actividades
físicas como caminar, correr o practicar deporte.
Según los autores, esta evidencia refuerza la importancia de una intervención temprana y
continuada contra la violencia física y psicológica a la que muchos niños se enfrentan en sus
primeros años académicos, ya que los efectos de la vejación emocional persisten más tiempo del
esperado.
Disminuye el volumen del cerebro. Pero la trascendencia de la norma se ve consolidada con una
nueva investigación. La misma ha revelado que ser víctima de maltrato físico y psicológico en la
infancia merma el volumen de sustancia gris del cerebro, comprometiendo el desarrollo
cognitivo posterior. Expertos del King’s College de Londres y de la FIDMAG son los artífices del
hallazgo, que no hace más que constatar que las adversidades ambientales a las que se enfrenta un
niño durante sus cinco primeros años de vida marcan su salud cerebral de por vida.
Atendiendo a la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el maltrato infantil es el
abuso ejercido contra un menor de 18 años y que daña su dignidad y salud en cualquiera de sus
formas (agresión sexual, desatención, negligencia, explotación comercial…). Según la presente
investigación, las personas damnificadas por este tipo de violencia tienen menor volumen de
sustancia gris en ciertas regiones cerebrales que se desarrollan durante la adolescencia, y que
podrían explicar los déficits cognitivos y emocionales que manifiestan en su madurez. Esta
alteración de la anatomía cerebral vendría provocada por la cascada de cambios fisiológicos y
neurobiológicos que desencadena el maltrato al actuar como estresor.
Para obtener esta conclusión, el equipo comparó las resonancias magnéticas cerebrales de un total
de 600 individuos de diferentes edades, la mitad de ellos supervivientes de maltrato infantil. Los
resultados mostraron que quienes poseían un historial de abusos en su niñez tenían un volumen
significativamente menor de sustancia gris en varias zonas del cerebro: el giro orbitofrontal y
temporal superior derecho que se extendía a la amígdala, la ínsula y los giros parahipocampal y
temporal medio, así como en los giros frontal inferior y poscentral izquierdos.Estas zonas del
cerebro tienen un desarrollo relativamente tardío, es decir, años después de la situación de
maltrato, lo que reafirma la necesidad de un seguimiento continuado, como ya demostraban los
estudios sobre bullying.
La conclusión del estudio consolida la idea que los niños con carencias, ya sean materiales o
afectivas, en especial durante los cinco primeros años de vida, tienen más riesgo de sufrir
enfermedades crónicas a lo largo de su vida e imposibilidades de obtener una adecuada
educación.
Plan Nacional contra la Discriminación

La discriminación se esconde en todos los rincones sociales adoptando formas complejas.


Si bien sabemos que la humanidad es variada –que nacemos con diferentes rasgos y
distintos colores de piel, que continuamos emigrando de un lado a otro del planeta y que
transcurrimos por las etapas del ciclo vital con aptitudes e identidades diversas–
parecemos empecinados en hacer de la diferencia social o física un argumento para la
hostilidad y la marginación.Nuestro país no es la excepción. En la Argentina del nuevo
milenio convive la discriminación por razones étnicas, políticas, religiosas, económicas
con nuevas formas de marginación e intolerancia. A su vez, la discriminación se proyecta
en la negación de los derechos básicos de las personas a la salud, el trabajo, la
educación, la seguridad, el respeto a la dignidad y a la identidad cultural.En 2001 se
realizó la Conferencia Mundial contra la Discriminación, la Xenofobia y las Formas
Conexas de Intolerancia en Durban (Sudáfrica). Argentina se comprometió a elaborar un
Plan Nacional contra la Discriminación y esta obra es el resultado de ese compromiso. No
es un mero «estudio de gabinete» sobre la discriminación en Argentina sino el producto
de una investigación en todo el territorio del país. Los autores entrevistaron a cientos de
personas, grupos victimizados, especialistas, funcionarios gubernamentales con
competencia en el tema, parlamentarios y organizaciones de la sociedad civil.Sobre esta
base, luego de describir el contexto nacional e internacional, el diagnóstico aborda los
ejes, áreas y ámbitos institucionales en que se proyectan las prácticas discriminatorias.
Finalizando esta suerte de «fresco» nacional de la discriminación, se proponen unas 250
recomendaciones específicas para combatirla.La idea central de este trabajo es que una
sociedad que practica la discriminación y la desigualdad en el tratamiento de las personas
no sólo es injusta sino que también pierde su potencial de desarrollo. Por ello, como
señalan los autores, combatir la discriminación es un deber del Estado y un compromiso
de todos.Mediante el Decreto Nº 1086/05, el Gobierno de la República Argentina aprobó
el documento titulado «Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación – La
discriminación en Argentina. Diagnóstico y propuestas», como política estatal orientada a
la lucha contra la discriminación, la xenofobia y el racismo.

Ley: N° 26892

Ley para la promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las


instituciones educativas

Capítulo I

Objeto, principios y objetivos

ARTICULO 1° – La presente ley establece las bases para la promoción, intervención


institucional y la investigación y recopilación de experiencias sobre la convivencia así
como sobre el abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas de todos
los niveles y modalidades del sistema educativo nacional.

ARTICULO 2° – Son principios orientadores de esta ley, en el marco de lo estipulado por


ley 23.849 -Convención sobre los Derechos del Niño-, ley 26.061 , de Protección Integral
de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, ley 26.206 , de Educación Nacional:

a) El respeto irrestricto a la dignidad e intimidad de las personas.

b) El reconocimiento de los valores, creencias e identidades culturales de todos.

c) El respeto y la aceptación de las diferencias, el rechazo a toda forma de discriminación,


hostigamiento, violencia y exclusión en las interacciones entre los integrantes de la
comunidad educativa, incluyendo las que se produzcan mediante entornos virtuales y
otras tecnologías de la información y comunicación.

d) El derecho a participar de diferentes ámbitos y asuntos de la vida de las instituciones


educativas.

e) La resolución no violenta de conflictos, la utilización del diálogo como metodología para


la identificación y resolución de los problemas de convivencia.

f) El respeto por las normas y la sanción de sus transgresiones como parte de la


enseñanza socializadora de las instituciones educativas.

g) La contextualización de las transgresiones en las circunstancias en que acontecen,


según las perspectivas de los actores, los antecedentes previos y otros factores que
inciden en las mismas, manteniendo la igualdad ante la ley.

h) El derecho del estudiante a ser escuchado y a formular su descargo ante situaciones


de transgresión a las normas establecidas.

i) La valoración primordial del sentido formativo de las eventuales sanciones o llamados


de atención.

j) El reconocimiento y reparación del daño u ofensa a personas o bienes de las


instituciones educativas o miembros de la comunidad educativa por parte de la persona o
grupos responsables de esos hechos.

ARTICULO 3° – Son objetivos de la presente ley:

a) Garantizar el derecho a una convivencia pacífica, integrada y libre de violencia física y


psicológica.

b) Orientar la educación hacia criterios que eviten la discriminación, fomenten la cultura de


la paz y la ausencia de maltrato físico o psicológico.

c) Promover la elaboración o revisión de las normas de las jurisdicciones sobre


convivencia en las instituciones educativas, estableciendo así las bases para que estas
últimas elaboren sus propios acuerdos de convivencia y conformen órganos e instancias
de participación de los diferentes actores de la comunidad educativa.
d) Establecer los lineamientos sobre las sanciones a aplicar en casos de transgresión de
las normas.

e) Impulsar estrategias y acciones que fortalezcan a las instituciones educativas y sus


equipos docentes, para la prevención y abordaje de situaciones de violencia en las
mismas.

f) Promover la creación de equipos especializados y fortalecer los existentes en las


jurisdicciones, para la prevención e intervención ante situaciones de violencia.

g) Desarrollar investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre la convivencia en las


instituciones educativas y el relevamiento de prácticas significativas en relación con la
problemática.

Capítulo II

Promoción de la convivencia

en las instituciones educativas

ARTICULO 4° – El Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo


Federal de Educación, debe promover la elaboración y revisión de las normas sobre
convivencia en las instituciones educativas en cada una de las jurisdicciones educativas
del país para todos los niveles y modalidades de la enseñanza, a partir de los siguientes
lineamientos:

a) Que se orienten las acciones de los integrantes de la comunidad educativa hacia el


respeto por la vida, los derechos y responsabilidades de cada persona, la resolución no
violenta de los conflictos, el respeto y la aceptación de las diferencias.

b) Que se propicien vínculos pluralistas, basados en el reconocimiento y el respeto mutuo,


que impulsen el diálogo y la interrelación en lo diverso.

c) Que se reconozca la competencia de las instituciones educativas para elaborar y


revisar periódicamente sus propios códigos o acuerdos de convivencia garantizando la
participación de la comunidad educativa, adecuándose a las características específicas de
los diferentes niveles, modalidades y contextos.

d) Que se impulsen modos de organización institucional que garanticen la participación de


los alumnos en diferentes ámbitos y asuntos de la vida institucional de la escuela, según
las especificidades de cada nivel y modalidad.

e) Que se prevea y regule la conformación y funcionamiento de órganos e instancias de


participación, diálogo y consulta en relación con la convivencia en las instituciones
educativas, que resulten adecuados a la edad y madurez de los estudiantes. Los mismos
deben ser de funcionamiento permanente y deben estar representados todos los sectores
de la comunidad educativa.
f) Que se impulse la constitución de un sistema de sanciones formativas dentro de un
proceso educativo que posibilite al niño, niña, adolescente o joven a hacerse responsable
progresivamente de sus actos.

ARTICULO 5° – Queda expresamente prohibida cualquier norma o medida que atente


contra el derecho a la participación de los docentes, estudiantes o sus familias en la vida
educativa institucional.

ARTICULO 6° – El Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo


Federal de Educación, debe regular las sanciones a ser aplicadas a los educandos en
caso de transgresión considerando las siguientes pautas:

a) Deben tener un carácter educativo, enmarcándose en un proceso que posibilite al


educando hacerse responsable progresivamente de sus actos, según las características
de los diferentes niveles y modalidades.

b) Deben ser graduales y sostener una proporcionalidad en relación con la transgresión


cometida.

c) Deben aplicarse contemplando el contexto de las transgresiones en las circunstancias


en que acontecen, según los diferentes actores, los antecedentes previos y otros factores
que inciden en las mismas, manteniendo la igualdad ante las normas.

d) Deben definirse garantizando el derecho del estudiante a ser escuchado y a formular


su descargo.

ARTICULO 7° – Quedan expresamente prohibidas las sanciones que atenten contra el


derecho a la educación o que impidan la continuidad de los educandos en el sistema
educativo.

Capítulo III

Fortalecimiento de las prácticas institucionales

ante la conflictividad social

en las instituciones educativas

ARTICULO 8° – El Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo


Federal de Educación debe:

a) Promover junto con los equipos jurisdiccionales el desarrollo de estrategias y acciones


para fortalecer a las instituciones educativas y los equipos docentes y de supervisión,
brindándoles herramientas y capacitación para la prevención y el abordaje de situaciones
de violencia en las instituciones educativas; y debe impulsar la consolidación de espacios
de orientación y reflexión acerca de la conflictividad social.

b) Promover el fortalecimiento de los equipos especializados de las jurisdicciones para el


acompañamiento a la comunidad educativa ante la prevención y abordaje de situaciones
de violencia en la institución escolar.
c) Fortalecer a los equipos especializados de las jurisdicciones a fin de que éstos puedan
proveer acompañamiento y asistencia profesional, tanto institucional como singular, a los
sujetos y grupos que forman parte de situaciones de violencia o acoso en contextos
escolares, de modo de atender las diferentes dimensiones sociales, educativas,
vinculares y subjetivas puestas en juego.

d) Elaborar una guía orientadora que establezca líneas de acción, criterios normativos y
distribución de responsabilidades para los diferentes actores del sistema y las
instituciones educativas de modo de prevenir y actuar ante situaciones de violencia
producidas en el contexto escolar. En esta guía se hará particular hincapié en la
necesidad de desplegar acciones institucionales tendientes a generar condiciones que
inhiban el maltrato, la discriminación, el acoso escolar o cualquier otra forma de violencia
entre pares y/o entre adultos y niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

e) Crear una línea telefónica nacional gratuita para la atención de situaciones de violencia
en las escuelas. Una vez recepcionadas, éstas deberán ser remitidas a la jurisdicción
escolar que corresponda.

f) Promover junto con los equipos jurisdiccionales la articulación con la autoridad local y
los servicios locales de protección integral de derechos de niños, niñas, adolescentes y
jóvenes, con vistas a garantizar la atención de la problemática en toda su magnitud y
complejidad.

Capítulo IV

Investigación y recopilación de experiencias

ARTICULO 9° – El Ministerio de Educación de la Nación tiene a su cargo la


responsabilidad de:

a) Realizar investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre las múltiples facetas que


adquiere la problemática de la conflictividad en las instituciones educativas a fin de
generar y difundir información oficial, pública y confiable sobre las dimensiones y
caracterizaciones de los fenómenos con especial énfasis en los aspectos pedagógicos.

b) Identificar y desplegar iniciativas de diagnóstico de las formas que adquiere la violencia


en las instituciones educativas, ante los nuevos modos de interacción en entornos
virtuales.

c) Identificar, sistematizar y difundir a través de los organismos correspondientes,


prácticas que han permitido crear condiciones favorables para la convivencia en las
instituciones educativas, el encuentro y la comunicación y para abordar los conflictos o
disputas que se expresan en las instituciones educativas, desplegadas por docentes,
comunidades y organizaciones de la sociedad civil.

ARTICULO 10. – El Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo


Federal de Educación, debe elaborar un informe bienal de carácter público acerca de los
resultados de las investigaciones sobre convivencia y conflictividad en las instituciones
educativas, así como sobre las medidas y acciones llevadas a cabo en el marco de la
presente ley, con el objetivo de evaluar el estado de situación para el desarrollo y
orientación de las políticas educativas.

ARTICULO 11. – Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.

DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS


AIRES, A LOS ONCE DIAS DEL MES DE SEPTIEMBRE DEL AÑO DOS MIL TRECE.

– REGISTRADO BAJO EL Nº 26.892 –

AMADO BOUDOU. – JULIAN A. DOMINGUEZ. – Gervasio Bozzano. – Juan H. Estrada.

Subsecretaria de Culto de la Provincia de Misiones

http://www.culto.misiones.gov.ar/bullying

Campaña Provincial contra el


Bullying
en lugares de Culto
¿Qué es el Bullying?

Se denomina bullying al acoso escolar o acoso entre pares. Es el comportamiento agresivo intencional.

Puede ser acoso, como así también agresión, hostigamiento, amenazas, burlas, discriminación e intimidación.

Tiempo

Para ser considerado Bullying, el comportamiento agresivo debe ser prolongado o repetirse en el tiempo causando
en la victima un daño psicológico.

Formas

 Físico (empujones, patadas, agresiones con objetos, etc.)

 Verbal (Insultos, menosprecio en público, resaltar defectos físicos, etc.).

 Psicológico (daña el autoestima y crean sensación de temor hacia la victima).

 Virtual o Bullying 2.0 (Hostigamiento en redes sociales)

 Social (es el que pretende aislar al joven del resto del grupo).

Características

Comúnmente los niños que lo sufren temen denunciar al agresor.

El Bullying puede ocurrir a través del celular o computadora, en persona, escrito, en la escuela, el barrio, transporte,
casa e incluso en las redes sociales.

El Origen

El origen del bullying está en el entorno familiar (de allí surgen los hostigadores).
En Argentina 1 de cada 10 familias ejerce violencia familiar.

Silencio

Según el Ministerio de Educación el 70% sufrió algún tipo de violencia….de este total, LA MITAD no lo denunció.

Como prevenir el Bullying

 Los padres son quienes deben dar el ejemplo (con un buen comportamiento).

 Los padres deben dialogar con los hijos cuando detecten que estos tienen algún problema.

 Deben reconocerles los logros de sus hijos.

 Deben inculcar valores de respeto y tolerancia hacia las demás personas.

Protagonistas
A. HOSTIGADOR O ACOSADOR
B. VICTIMA
C. TESTIGOS

A.Hostigadores o Acosadores:

Son quienes valiéndose de su fuerza, popularidad o deseos de llamar la atención, constantemente buscan humillar,
agredir o amenazar a otros.

Existe cierto consenso acerca de que el acosador presenta generalmente dificultades asociadas al desarrollo de la
empatía y las habilidades sociales como así también, posiblemente, experiencia de actos de violencia en el marco de
su hogar.

Por lo general el agresor tiene bajo respeto y adherencia por las normas y reglas que hacen de una persona
miembro de una comunidad.

B.Víctimas:
Son quienes sufren el acoso.

Generalmente son personas tímidas, tienen algún rasgo físico en particular, o por el simple hecho de ser “diferente”
que la mayoría.

C.Testigos:

Estos perciben la violencia como algo cotidiano, o tienen temor a ser agredidos por detener el acoso o defender los
derechos de las víctimas.

Consecuencias

En las victimas, el bullying suele provocar:

Depresión,

Bajo rendimiento académico,

Baja autoestima,

Aislamiento,

Y en algunos casos, el suicidio.


Además, se detectó en innumerables oportunidades que, en aquellos casos de asesinatos a estudiantes de
universidades y colegios de Estados Unidos o Alemania (principalmente), el o los asesinos fueron víctimas de bullying
en su niñez.
Como ser el caso de la Escuela Secundaria de Columbine, Estados Unidos, en donde “…Los autores de los
asesinatos, Eric y Dylan, eran dos jóvenes normales hasta que entraron a la secundaria, donde las constantes palizas,
empujones, burlas, y otros abusos (como escupir en su comida o meterles la cabeza en el inodoro) les hicieron odiar su
vida y tomar la decisión de matar a quienes abusaban de ellos, dejando escrito su nombre en la historia de Estados
Unidos.” (Fuente Wikipedia).

¿Cómo debe actuar la VICTIMA?

Las víctimas de bullying deben:


a)Contarles a los padres, maestros o a quienes cuiden de ellos.
b)No deben tomar venganza.
c)Deben ayudar promoviendo el respeto y la tolerancia.

¿Qué debemos hacer si nuestro hijo es el acosado?

Si lo vemos salir de la computadora con señales de angustia, de ira, de vergüenza; si luego se encierra o lo oímos
llorar, pegarle a las paredes; si no quiere comer en familia; si pide faltar reiteradamente a la escuela; a nuestro hijo le
está pasando algo que no puede manejar.

Intentemos hablar con él del tema. Si no nos cuenta espontáneamente, avisémosle que vamos a entrar en sus
cuentas de mail y redes sociales para ver qué le produce tanto sufrimiento. Con esto no estamos violando su
privacidad sino que lo estamos ayudando.

Es importante entender que alrededor de los nueve o diez años la conexión con el grupo de pares (amigos o
compañeros) es fundamental, el aislamiento es una de la situaciones sociales más dolorosas para los chicos y
puede estar acompañada de situaciones de maltrato de los pares. A través del deporte o un hobby se puede
ayudar a los chicos a conectarse con sus pares y reducir el aislamiento. Este tipo de actividades ofrece a los chicos
la chance de encontrar refugio y una posible plataforma para la consolidación de la autoestima y la confianza
personal.

Si nos cuenta que está siendo acosado a través de Internet, podemos:

Ayudarlo a identificar al acosador. Actualmente existen maneras de determinar desde qué computadora o teléfono
se realiza el acoso

Ir a la escuela para contarles a las autoridades qué está pasando con nuestro hijo y exigirles una intervención en el
espacio escolar

Hablar con los padres del acosador y, si lo que sucede es grave, no descartar la posibilidad de la denuncia policial

Asesorarnos con un especialista para que nuestro hijo configure todas las seguridades posibles en su cuenta de
Facebook y/u otras cuentas de redes sociales que pueda tener

Pedirle a nuestro hijo que no destruya las evidencias del cyberbullying (en Internet y/o teléfono celular) para usarlas
como prueba de acoso.

¿Sufrís Bullying?
Contactate con Profesionales:

Gabinete Psicopedagógico Interdisciplinario "GPI":


WEB: http://www.cgepm.gov.ar/espacios/gpi/
Email: gpi@cgepm.gov.ar

Contacto: http://www.cgepm.gov.ar/espacios/gpi/contactos.asp

Responsables del Programa "Mesa para la construcción de una nueva


ciudadania": Maria Virginia Labat, Miguel Galarza.

Dirección de Violencia Familiar y Género:


Teléfono: 102
Horario de atención: Las 24 horas.
Dirección: Félix de Azara casi Alvear.

Centro de Atención Psicosocial del Instituto de Previsión Social Misiones (I.P.S.):

Teléfono: (0376) 4448740

Horario de atención: Lu a Vie de 8 a 12 hs. y de 16 a 20 hs.


Dirección: General Paz N° 2085 (e/Entre Ríos y La Rioja).

Videos

BULLYING EXPLICACION (Informe CQC): http://www.youtube.com/watch?v=SGG2tDg7GqE


Bullying en Argentina: http://www.youtube.com/watch?v=zbObKaMg2AQ
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G. R., J. c/Babar Bilingual School Dominique Seguin s/daños y perjuicios Cám. Nac. Civ. Sala A 03/07/2009
DAÑOS Y PERJUICIOS
Responsabilidad de establecimientos educativos
En principio, sólo corresponde al actor demostrar la existencia del evento dañoso y que éste se produjo en las
dependencias del colegio y dentro del horario de clases, para así colocar la presunción de responsabilidad en
cabeza de la accionada; quien a su vez sólo podrá exonerarse por medio de la invocación del caso fortuito, el cual
requiere para su configuración la concurrencia de imprevisibilidad e inevitabilidad.
DAÑOS Y PERJUICIOS
Responsabilidad de establecimientos educativos. Obligación de seguridad
Al haber ocurrido el accidente en oportunidad de encontrarse la víctima dentro de instalaciones pertenecientes al
colegio, pronto a comenzar con una actividad física y estando a cargo de dos profesores, tanto el cuidado del
estudiante y la vigilancia del agresor se hallaban en cabeza del colegio; de allí que, de producirse daños, cabe
pensar en el fracaso por parte del obligado en la tarea de vigilancia y control que sobre él pesaba.
Texto Completo:
En la Ciudad de Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los 3 días del mes de julio del año dos mil
nueve, reunidos en Acuerdo los señores Jueces de la Sala "A" de la Excelentísima Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil, para conocer en el recurso de apelación interpuesto en los autos caratulados: "G. R., J.
c/Babar Bilingual School Dominique Seguin s/daños y perjuicios", respecto de la sentencia de fojas 283/289, el
Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:
¿Es ajustada a derecho la sentencia apelada?
Practicado el sorteo resultó que la votación debía realizarse en el siguiente orden: señores jueces de Cámara
doctores: HUGO MOLTENI, RICARDO LI ROSI y FERNANDO POSSE SAGUIER.
A la cuestión propuesta el doctor HUGO MOLTENI dijo:
1. La sentencia dictada a fojas 283/289, admitió la demanda impetrada por J. G. y M. J. R., en representación de
su hijo menor de edad J. G. R. -quien tomó intervención en autos a fojas 188- y condenó al centro educativo
"Babar Bilingual School" a pagarle al actor la suma de pesos cincuenta y tres mil trescientos ($ 53.300), con más
sus intereses y costas. Asimismo hizo extensiva, en la medida del seguro, la condena a la citada en garantía "Juncal
Compañía de Seguros de Autos y Patrimoniales SA".
Para concluir de ese modo, el señor Juez a quo impuso a la demandada la responsabilidad del accidente ocurrido
el día 11 de junio de 2001, en oportunidad que el actor se hallaba, en calidad de alumno, en el campo de deportes
"Buenos Aires Criquet", pronto a tomar una clase de educación física, cuando al estar hablando con otros tres
compañeros, imprevistamente y por detrás, un chico lo "tacleó" para derribarlo al suelo, por lo que cayó y sufrió
doble fractura de tibia y peroné.
Mediante la expresión de agravios de fojas 328/330, el actor persigue la elevación de los montos fijados para
enjugar los rubros "incapacidad psicofísica-sobreviniente" y "daño moral". Tal memorial mereció réplica por parte de
la accionada y la citada en garantía que obra a fojas 339/341.
Por su parte a fojas 333/338 obran las quejas efectuadas por la demandada y su aseguradora, la que fueron
respondidas a fojas 343/344 por la actora, en las que cuestiona la responsabilidad que se le efectuara a su parte,
así como también que la misma hubiera sido atribuida en un todo a ella. Se queja asimismo de los montos
otorgados para enjugar los rubros "incapacidad psicofísica-sobreviniente", "daño moral" y "gastos de atención
médica y de traslados".
2. Por una cuestión de orden lógico trataré en primer término los agravios efectuados por la demandada y la
citada en garantía, respecto a la atribución de responsabilidad otorgada en la anterior instancia.
Sostienen los recurrentes que el señor juez a quo al atribuir la responsabilidad, omitió considerar las
declaraciones de los testigos O. y A., toda vez que de las mismas se desprende que el hecho de marras resultó
imprevisible e inevitable. Asimismo sostienen que el acontecimiento no se produjo por un obrar negligente de su
parte y que los padres del menor que provocó el daño, resultarían responsables en alguna medida.
Respecto a la falta de ponderación de las declaraciones brindadas por los dependientes de la demandada, diré
que de lo decidido se aprecia que meritó las mismas, ya que concluyó que no resultaban eficaces otras probanzas
referidas a la ausencia de culpa, cuando el caso fortuito alegado no opera en la especie desde que debe ser ajeno al
comportamiento de los educandos.
Sin perjuicio de ello, cabe destacar que contrariamente a lo sostenido por las recurrentes, de lo dicho por el
testigo O. se aprecia que el menor M., autor del tacle, tenía una "conducta mala" y que muchas "veces se portaba
mal", circunstancias que autorizaban a creer que una conducta como la adoptada resultaba posible, por lo que el
colegio debió haber tomado mayores recaudos a fin de evitar la producción de un hecho como el ocurrido.
No obstante ello, a fin de dar una acabada respuesta a la cuestión introducida, cabe señalar que el artículo 1117
del Código Civil, modificado por la ley 24830, dice: "los propietarios de establecimientos educativos privados o
estatales serán responsables por los daños causados o sufridos por sus alumnos menores cuando se hallen bajo el
control de la autoridad educativa, salvo que probaren el caso fortuito".
Aún antes de la modificación indicada, la doctrina y jurisprudencia coincidían en admitir la responsabilidad de
tales entes que al recibir alumnos por delegación de la guarda de sus progenitores asumen un deber de seguridad
(de Borda, "Tratado de Derecho Civil- Obligaciones", T. II, 8.ª ed., pág. 262, núm. 1409). Esta es una obligación
esencial e inherente a la prestación principal de educar, vale decir que se traduce en el deber de garantizar que
como consecuencia de ese específico contrato el menor no sufrirá daños en su persona o bienes (de Novellino,
Norberto José, "Responsabilidad por Daños de Establecimientos Educativos, págs. 70/74 y sus citas). Las
obligaciones están, pues, abarcadas en la relación contractual y son puestas a cargo del propietario del
establecimiento: la de prestación del servicio de enseñanza y la relativa a la seguridad. Más allá de las controversias
doctrinarias en cuanto a si se configuran como de medios o de resultados (Loizaga, Eduardo "Responsabilidad Civil
de los Establecimientos Educativos", págs. 87/88 y ss. y sus citas), el incumplimiento de esta obligación de
preservar la integridad física y moral del educando hace nacer la tácita responsabilidad del establecimiento
educativo (conf. Kemelmajer de Carlucci, "La Responsabilidad Civil de los establecimientos educativos en
Argentina.", LL, 1998-B-1047; Bueres, "Responsabilidad Civil de los Médicos", T. I, págs. 398/399; y págs.
437/438, nota 129; Loizaga, op. cit. págs. 56 y ss.).
Al haber ocurrido el accidente en oportunidad de encontrarse la víctima dentro de instalaciones pertenecientes al
colegio, pronto a comenzar con una actividad física y estando a cargo de dos profesores, se hallaba desplazada la
guarda material del mismo, por lo que tanto el cuidado del estudiante y la vigilancia del agresor, se hallaba en
cabeza del colegio. De allí que, de producirse daños en la persona del educando, cabe pensar en el fracaso, por
parte del obligado, en la tarea de vigilancia y control que sobre él pasaba, conforme la delegación temporal
apuntada.
Es que la obligación asumida por el establecimiento no es sólo a los fines de educar, sino que la misma
contempla un indudable deber de seguridad, que se expande tanto en el plano contractual como en el
extracontractual, abarcando el deber de asegurar la integridad del menor. Así, el factor de atribución que genera
esta responsabilidad es objetivo por el riesgo que conllevan las actividades que involucran a conjuntos de personas
y se incrementa por tratarse de infantes y adolescentes, los cuales por su desarrollo evolutivo, son propensos a la
realización de actos potencialmente perjudiciales (Sumario 17698 de la Base de Datos de la Secretaría de
Jurisprudencia de la Cámara Civil - Boletín 1/2008, conf. CNCiv., Sala "C", L. 469.817).
En consecuencia, en principio sólo correspondía al actor demostrar la existencia del evento dañoso y que éste se
produjo en las dependencias del colegio y dentro del horario de clases, para así colocar la presunción de
responsabilidad en cabeza de la accionada, quien a su vez solo podrá exonerarse por medio de la invocación del
caso fortuito, el cual resulta ser en la especie el único supuesto que logra fracturar la causalidad entre el hecho y
sus consecuencias dañosas.
Empero, el caso fortuito requiere para su configuración la concurrencia de: imprevisibilidad e inevitabilidad,
asimismo necesita que el hecho sea ajeno al establecimiento, elementos que en modo alguno concurren en la
especie, desde que como ya he señalado, el comportamiento desempeñado por el menor M., no surge que pueda
ser calificado como imprevisible e inevitable, así como tampoco que el daño en la persona del actor fue provocado
por un medio ajeno al colegio.
Por último, a mayor abundamiento cabe señalar, como acertadamente lo sostuvo el anterior sentenciante, que el
representante legal de la demandada, Seguin Dominique, al responder a la posición octava, reconoció expresamente
la responsabilidad del establecimiento educativo que representa (v. fs. 121/122), lo cual pone fin a este medular
aspecto del debate.
4. Párrafo aparte merece la cuestión referente a la falta de atribución de responsabilidad respecto a los padres
del menor M.. En un primer acercamiento a la cuestión es de destacar la contradicción en que incurren las quejosas,
desde que al momento de alegar sostuvieron que la parte actora no señaló la responsabilidad que le cabría a los
padres del menor M. (v. fs. 273 in fine), para luego expresar en sus agravios que tanto la parte actora como ellas
solicitaron a lo largo del juicio la atribución de tal responsabilidad (v. fs. 334 tercer párr.).
Por su parte, el hecho de que los padres del menor que causó el daño no hayan sido ni demandados ni citados
como terceros al pleito, sella la suerte de la queja esgrimida, desde que lograr una condena respecto de quien no
resultó ser parte de las actuaciones no encuentra ningún asidero legal, por lo que no debería contemplarse
favorablemente este agravio articulado.
En consecuencia, conforme lo expuesto propongo que el agravio formulado sobre este aspecto de la sentencia
recurrida sea rechazado, sin perjuicio de apuntar que la eventual responsabilidad de los padres del agresor, sería
concurrente a la del colegio y como tal no limitaría la condena resarcitoria frente a la víctima.
5. Concluida la cuestión relativa a la responsabilidad de las partes, corresponde entonces analizar las quejas
efectuadas respecto a las partidas indemnizatorias.
El actor, la demandada y la citada en garantía se quejan del monto ($ 38.000), fijado por la sentenciante de
grado para enjugar el rubro "incapacidad psicofísica sobreviniente", solicitando el primero su elevación, mientras
que los restantes pugnan por su reducción.
De las constancias de la pericia médica obrante a fojas 169/174, se desprende que el actor presenta en la
actualidad una incapacidad psicofísica parcial y permanente del 30% y que debe realizar tratamiento
psicoterapéutico, no menor de dieciocho meses, con una frecuencia bisemanal.
La pericia fue motivo del pedido de aclaración por parte de la actora (fs. 176) y de la impugnación efectuada por
la citada en garantía (fs. 178/179), las que han sido debidamente contestadas por el experto a fojas 192/193, en
donde expresó que el porcentaje por incapacidad física ascendía al 20%, mientras que el de la psicológica era del
10%, indicando respecto a ésta última que si las condiciones que afectan al paciente se revierten, la inhibición
tiende a ceder.
Debe recordarse que aun cuando el dictamen pericial carece de valor vinculante para el órgano judicial, el
apartamiento de las conclusiones establecidas en aquél debe encontrar apoyo en razones serias, es decir, en
fundamentos objetivamente demostrativos de que la opinión de los expertos se encuentra reñida con principios
lógicos o máximas de experiencia, o de que existen en el proceso elementos probatorios provistos de mayor eficacia
para provocar la convicción acerca de la verdad de los hechos controvertidos. Sin embargo, cuando el peritaje
aparece fundado en principios técnicos inobjetables y no existe otra prueba que lo desvirtúe, la sana crítica
aconseja, frente a la imposibilidad de oponer argumentos científicos de mayor valor, aceptar las conclusiones de
aquel (conf. Palacio, Lino E., "Derecho Procesal Civil", T. IV, pág. 720 y jurisprudencia allí citada; Morello-Sosa-
Berizonce, "Código Procesal Civil y Comercial, comentado y anotado", pág. 455 y sus citas; Falcón, "Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, anotado, concordado y comentado", pág. 416 y sus citas; mi voto publicado en LL,
1991-A, pág. 358 y mi voto en libre 375.513 del 19/9/2003).
Esta Sala participa del criterio que establece que para cuantificar la magnitud del perjuicio, no debe sin embargo
asignársele un valor absoluto a los porcentajes de incapacidad informados por el experto, sino que es menester
compulsar la efectiva medida en que dicha mengua física y psíquica ha repercutido patrimonialmente en la situación
del lesionado, tanto sea en la disminución de sus aptitudes para el trabajo, como en otros aspectos de su vida que,
de manera indirecta, le hayan impuesto limitaciones en su vida social y la forma en que esto afectó sus perspectivas
de evolución material (conf. mis votos en libres 239.292 del 22/2/1999; 303.289 del 7/11/2000 y 324.527 del
20/7/2001, entre muchos otros).
Para valorar acabadamente este rubro, resulta entonces de vital importancia analizar las características
personales de las víctima, quien al momento del accidente contaba con quince años de edad. Asimismo se hallaba
cursando sus estudios secundarios en el establecimiento educativo propiedad de la demandada y no posee bienes
inmuebles a su nombre, así como tampoco cuenta con ingresos propios, siendo único sostén económico su padre,
con quien no convive (conf. Expte. seguido por las mismas partes sobre beneficio de litigar sin gastos, 5.056/06).
Corresponde también ponderar lo dicho por el perito médico, por cuanto sostuvo que las fracturas, aún las
consolidadas, siempre pueden presentar dolores futuros y que el traumatismo sufrido por el actor ha repercutido en
las partes blandas de la pierna (músculos, tendones y cápsula articular), por lo que puede llegar a hacer una
artrosis post-traumática en el tiempo (conf. fs. 192/193).
Asimismo, al fijar el monto para enjugar el rubro en cuestión, deben computarse los trastornos de orden
psicológicos que padece la víctima como consecuencia del accidente, los cuales, en cierta medida como sostuvo el
experto, resultan susceptibles de revertirse a través de la realización del tratamiento aconsejado, desde que el
mismo resulta capaz de corregir el perjuicio que el ilícito de autos causó en el actor.
En consecuencia, conforme lo expuesto, propongo que la suma fijada en la anterior instancia para enjugar el
presente rubro, sea confirmada.
5. Se agravian el actor, el demandado y la citada en garantía respecto al monto ($ 12.000) otorgado para
resarcir el rubro "daño moral", solicitando el primero su elevación, mientras que los restantes requieren su
reducción.
El "daño moral" se configura por todo sufrimiento o dolor que se padece, independientemente de cualquier
reparación de orden patrimonial. Es el menoscabo en los sentimientos, consistente en los padecimientos físicos, la
pena moral, las inquietudes o cualesquiera otras dificultades o molestias que puedan ser consecuencia del hecho
perjudicial (conf. Llambías, J. J., "Tratado de Derecho Civil - Obligaciones", T. I, págs. 297/298, núm. 243).
Para la determinación del monto indemnizatorio no se requiere prueba de su entidad, pues se lo tiene por
acreditado con la sola comisión del acto antijurídico, vale decir, que se trata de una prueba in re ipsa, que surge de
los hechos mismos (conf. esta Sala, votos del doctor Jorge Escuti Pizarro en causas 191.386 del 22/5/1996 y
207.360 del 16/12/1996; mis votos en libres 165.704 del 22/5/1995 y 214.108 del 16/5/1997, entre muchos
otros).
El perjuicio que deriva de este daño se traduce en vivencias personales de los afectados y en factores subjetivos
que tornan dificultosa la ponderación judicial del sufrimiento padecido. No se trata de cuantificar el dolor humano en
base a tales subjetividades, ni tampoco atendiendo a la situación económica de la víctima o a la importancia del
daño material inferido, sino de elaborar pautas medianamente objetivas que conduzcan a un resultado equitativo,
en orden a los padecimientos morales sufridos.
A raíz del inesperado suceso dañoso, el actor seguramente ha padecido dolor físico derivado de la doble fractura
de tibia y peroné de su pierna derecha, como también debió trasladarse a un centro asistencial, al que concurrió el
día del evento, así como el posterior, por padecer de cefalea. Asimismo, el día 15, por tercera vez se desplazo hasta
el sanatorio para ser intervenido quirúrgicamente, permaneciendo allí un día internado (conf. historia clínica de fs.
134/141). Corresponde también señalar la evidente inquietud que le debe haber causado la circunstancia haberse
sometido a la indicada operación, por medio de la cual se le colocaron dos clavos (v. H.C. cit.).
Resulta también indudable la preocupación que le debe haber provocado las consultas médicas y tratamientos
ulteriores, como así también las inciertas perspectivas sobre su total recuperación.
Así las cosas, a fin de una correcta ponderación del rubro en estudio debe también tenerse en cuenta la ya
aludida edad de la víctima y las afecciones que le ocasionó el accidente al no poder continuar con el desarrollo
normal y habitual de su vida, como la afección por haber tenido que dejar de concurrir al colegio y a los lugares
habituales de esparcimiento, así como el hecho de haber sido a causa de su impedimento físico, su curso
desplazado hasta la planta baja del colegio al momento en que se reincorporó al dictado de clases (v. contestación
de demanda fs. 46, segundo párr.).
Por tales antecedentes y de conformidad con pautas trazadas por el Tribunal en precedentes de similar entidad
dañosa, estimo adecuado el monto fijado en la instancia de grado, el cual resulta equitativo y adecuado a la referida
intensidad dañosa que en el aspecto extrapatrimonial, tuvo el accidente.
6. Se queja el accionado y su aseguradora respecto al monto de pesos un mil quinientos ($ 1.500) fijado para
enjugar el rubro "gastos de atención médica, farmacéuticos y de traslado", por considerarlo elevado.
Sobre el particular la jurisprudencia ha sentado un criterio amplio en torno a su admisión, toda vez que no se
exigen los comprobantes respectivos, sino que se presume su erogación en función de la entidad de las lesiones
inferidas a la víctima, que en la especie, no resultan cuestionables (conf. CNCiv., esta Sala, mis votos en Libres
285.208 del 20/6/2000; 330.400 del 4/10/2001; 339.635 del 5/7/2002; 363.197 del 11/3/2003, entre muchos
otros).
Respecto a los gastos de curación por medicamentos y traslados, su acreditación concreta y específica no resulta
necesaria, toda vez que aún cuando la atención haya sido prestada en hospitales públicos o por una obra social, de
ordinario, no cubren la totalidad de los gastos en que incurren los pacientes (conf. esta Sala, L. 110.732 del
26/11/1992, L. 142.552 del 18/5/1994, L. 508.349 del 28/8/2008, entre muchos otros).
En consecuencia, conforme la intensidad de las lesiones padecidas por el actor, juzgo prudente y justa la remesa
otorgada por el anterior sentenciante, por lo que propongo se rechace la queja efectuada y se confirme el monto
fijado en la instancia de grado.
7. En definitiva, voto, para que se confirme la sentencia recurrida en todo lo que decide y fuera materia de
agravios. Asimismo, en atención a la suerte desestimatoria de sendos recursos y alcance de los agravios sostenidos
por las partes, propongo que las costas de esta instancia se impongan en un ochenta por ciento (80%) a cargo de la
demandada y citada en garantía y el restante veinte por ciento (20%) a cargo del actor (art. 71, CProc.).
Los doctores Ricardo Li Rosi y Fernando Posse Saguier votaron en el mismo sentido por razones análogas a las
expresadas en su voto por el doctor Hugo Molteni.
Con lo que terminó el acto.
Es copia fiel de su original que obra a fojas . del Libro de Acuerdos de la Sala "A" de la Excelentísima Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil.
Buenos Aires, julio . de 2009
Y VISTOS:
Por lo que resulta del Acuerdo que informa el acta que antecede, se confirma la sentencia en todo cuanto fuera
objeto de recurso. Las costas de Alzada se imponen en un ochenta por ciento 80% a cargo de la demandada y
citada en garantía y el restante veinte por ciento (20%) a cargo del actor.
Atento lo resuelto precedentemente, corresponde entender en los recursos de apelación interpuestos contra los
honorarios fijados en la anterior instancia. Ello así, en mérito a la extensión e importancia de los trabajos realizados
por los beneficiarios de las regulaciones apeladas dentro de las tres etapas en las que se dividen los juicios
ordinarios, monto por el cual prosperó la acción incluidos los intereses conforme el criterio de los miembros de la
Sala, lo establecido por los artículos 1, 6, 7, 19, 37 y 38 de la ley 21839 y concordantes de la ley 24432 como así
también lo decidido por el Tribunal en cuanto a la forma de retribuir los honorarios de los peritos médicos, que
carecen de arancel propio (conf. esta Sala, H.502.567 del 12/3/2008, entre muchos otros), modifícanse las
regulaciones de foja 288 vuelta y se fijan los honorarios del letrado apoderado de la parte actora, doctor Sebastián
S. Rosenberg, en PESOS DIEZ MIL ($ 10.000); los del letrado patrocinante de la misma parte, por su intervención
en la primera etapa, doctor Ricardo Rosenberg, en PESOS TRES MIL QUINIENTOS ($ 3.500); los de la letrada
patrocinante también de la parte actora, por su intervención en la audiencia de que da cuenta el acta de foja 117 y
la de fojas 203/204, en PESOS QUINIENTOS ($ 500); los del letrado de la parte demandada y citada en garantía,
doctor Eduardo P. Luchia Puig, en PESOS NUEVE MIL ($ 9.000); los del perito médico, doctor Alberto A. Sulprizio,
en PESOS DOS MIL QUINIENTOS ($ 2.500) y se confirman, los de los letrados apoderados de la citada en garantía
que intervinieron en las audiencias de fojas 215 y 216 como así también los de la mediadora, doctora Maria S.
Cacopardo.
Por su labor en la Alzada que diera lugar al presente fallo, regúlanse los honorarios del letrado apoderado de la
demandada y citada en garantía, doctor Eduardo P. Luchia Puig, en PESOS DOS MIL DOSCIENTOS ($ 2.200) y los
del letrado apoderado de la parte actora, doctor Sebastián S. Rosenberg, en PESOS CINCO MIL ($ 5.000) (arts. 1,
6, 7, 19, 37, 38 y 14 de la L. 21839 y concs. de la 24432), sumas que deberán ser abonadas en el plazo de diez
días y en las proporciones establecidas en el presente. Notifíquese y devuélvase.

HUGO MOLTENI RICARDO LI ROSI FERNA

ESTELA M. FERREIRÓS

EL DAÑO PSÍQUICO Y EL DAÑO MORAL. SUS


NOTORIAS DIFERENCIAS
En los tiempos que corren, el concepto de daño resulta central en el derecho y
más aún en el derecho del trabajo, pero dentro de su territorio, la diversidad
de tipos de daños nos obliga a profundizar el conocimiento de las
connotaciones de cada uno de ellos, para no confundir ni su concepto, en
cuanto a lo cualitativo, ni sus efectos, en cuanto a lo cuantitativo.

1. EL DAÑO EN GENERAL
Para hablar de daños en general, es necesario no sólo abordar el específico contenido del concepto, sino también tener
constantemente presente la inexistencia de un derecho a dañar y las funciones que viven en él, tales como la función
preventiva, la función sancionatoria y la función reparatoria.

El daño es un elemento del acto ilícito, que genera una responsabilidad frente a otra persona.

Se requiere, entonces, violación de la ley, es decir ilicitud, culpa (lato sensu) y daño, entendiendo por tal, en sentido amplio,
la ofensa o lesión de un derecho o de un interés legítimo, de manera tal que todo acto ilícito produce daño.

Siempre en este sentido amplio, el solo hecho de la intromisión ilegítima obliga al actor a cesar en su acción y a restablecer
la situación alterada.

En ese caso, Orgaz da un ejemplo muy claro, el símil uso comercial de una fotografía ajena, sin el consentimiento del
fotografiado, causa a éste un daño y le da derecho a exigir el cese de tal uso, aunque no lesione sus intereses
patrimoniales.

Empero, cuando nos referimos al daño con la óptica que lo hacemos en este trabajo, y en el sentido que le da el Código
Civil, el concepto expuesto posee un contenido específico y limitado a los supuestos de responsabilidad; se orienta al
menoscabo de valores económicos o patrimoniales, en ciertas condiciones.

Basta para comprobarlo y ubicarlo en su contexto, la lectura del artículo 1068 del Código Civil, cuando reza: "Habrá daño
siempre que se causare a otro algún perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, o directamente en las cosas de su
dominio o posesión o indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos o facultades".

También hay un clara disposición relativa al daño, en el mismo Código, en el artículo anterior, es decir el 1067, cuando
señala: "No habrá acto ilícito punible para los efectos de este Código, si no hubiese daño causado ... y en el artículo 522
incluyéndolo como elemento del daño moral contractual, y en el artículo 1078, referido al daño moral extracontractual".

Como contenido clasificado del daño patrimonial, encontramos, el daño presente y futuro; el daño directo e indirecto; el daño
instantáneo y sucesivo; el daño voluntario e involuntario; el daño jurídico y de hecho.

Por otra parte, el mismo cuerpo normativo, hace referencia al daño moral, ya señalado y al que me he de referir más
extensamente más adelante.

Lo cierto es que, para que un daño deba repararse jurídicamente, es necesario que haya sido causado por un responsable
o por su subordinado o por sus cosas animadas o inanimadas. Así surge de los artículos 1068, 1074, 1109, 1111, 1113,
1114 y demás. Incluso podríamos añadir, contractualmente, los artículos 508, 521 y demás.

Claro está que también deberíamos distinguir, a los efectos de la verdadera comprensión del tema, la diferencia entre
causalidad y culpabilidad; y consecuentemente tener en cuenta cuándo y en qué condiciones un resultado cualquiera debe
ser imputado objetivamente a la acción de una persona; es decir, ¿debe ser considerado este sujeto como autor del daño?
Y, a la vez, tener también en cuenta en qué condiciones un resultado debe ser imputado subjetivamente a su autor, es decir,
¿debe ser también considerado culpable de él, a los fines de la responsabilidad? Obviamente la primera cuestión es previa a
la segunda.

En suma, me refiero a la relación de causalidad, que incide, en nuestro derecho, no sólo como condición general, sino
también en la medida de la responsabilidad.

2. EL DAÑO PSÍQUICO
Es importante distinguir el daño en general, del daño psíquico del daño moral.
Nos hemos referido de manera introductoria al daño en general, pero en el terreno jurídico práctico, el concepto lleva
siempre un aditamento como puede ser "daño material", "daño moral", "daño psíquico", "daño al proyecto de vida", "daño por
la pérdida de la chance", entre otros.

En suma, es bueno distinguir cada uno de ellos, conceptualizarlos, saber en qué consisten, cómo se exteriorizan, sus
causas, prevención y reparación.

El daño psíquico aparece como trastorno emocional, cuya causa viene de una situación anterior que, jurídicamente, puede
haber sido una enfermedad laboral, un accidente, un delito o cualquier otro ataque al valor narcisista de la parte del cuerpo
atacada. Se trata de trastornos emocionales que no han sido pasajeros y que, por tanto, han dejado secuelas
incapacitantes.

Es consecuencia de lo expuesto que la cuantificación de este tipo de daño tendrá también en cuenta la vida que lleva a cabo
y las actividades de la víctima. Es que, aunque a lo mejor no suene de la mejor manera, revisten importancia distinta, a esos
efectos, las manos de un cirujano o las de un pianista; la pierna del vendedor ambulante o de un viajante y el rostro de una
modelo o actriz. Empero, no es porque un daño sea considerado peor que otro, sino porque la repercusión emocional es
proporcional, como decía, al valor narcisista y/o instrumental de la zona corporal afectada.

Es que el desempeño laboral, por un lado, nos permite ganar nuestro sustento, pero por otro, y a la vez, alimenta nuestra
libido y fortalece nuestro estado psíquico.

De tal forma, cuando se afecta o impide dicho desarrollo, se hiere nuestro proyecto de futuro, dando lugar a una disminución
o pérdida de gratificación y tranquilidad, que disminuye notoriamente la autoestima, que generalmente conduce a la
depresión y a la pérdida de placer, con las consecuencias disvaliosas que ello acarrea.

En ese sentido, resulta relevante tener en cuenta la parte instrumental afectada por un accidente, ya que de su importancia
depende que esa situación irreversible se convierta en un verdadero colapso narcisista. De tal forma, puede llegar a
afectarse el núcleo central de la vida psíquica de una persona y generar una frustración bloqueante, no sólo del interés
libidinal, sino también del derrotero vital del afectado, en relación a logros, pretensiones ideales relevantes y posibles.

En ese andarivel, también hay que tener en cuenta que un mismo acontecimiento puede tener un valor relativo y resultar
altamente destructivo para una persona, mientras que para otra, resulta sólo un escollo más, de manera tal que también
habrá de considerarse, a los efectos reparatorios, si el daño funcional material sufrido es susceptible de encontrar otros
caminos o alternativas que disminuyan el impacto de lo acaecido y qué plasticidad posee la personalidad de la víctima para
lograrlo.

Como bien señala Milamiane, los datos brindados por quien sufre son sólo un elemento más en la evaluación a realizar, ya
que el ser humano, en general, tiende a introducir en estos temas, un fuerte valor que debe tenerse en cuenta como un dato
más para arribar a un dato definitivo, a los efectos de la valoración clínica sin distorsiones. Es que el hombre
tiende a obtener ganancias de su padecimiento y minimizarlos o magnificarlos, según sus intereses narcisistas.

En la patología humana, existe una gama de conductas que van desde el masoquista que goza en el dolor, hasta el
psicópata narcisista que no tolera la más mínima lesión.

La psicología actual posee recursos para establecer con certeza la dimensión del daño psicológico.

Risso enumera criterios de inclusión para el daño psíquico y distingue el síndrome psiquiátrico coherente, que señala que el
daño psíquico no puede diagnosticarse sobre la base de un solo síntoma, sino que requiere síntomas coherentemente
agrupados en un cuadro clínico y cualquiera que sea la nosografía que utilice el perito.

Agrega un ingrediente de novedad, ya que expresa que la enfermedad psíquica debe ser novedosa en la biografía del
paciente y el ingrediente nodal, porque dice que debe ser consecuencia del hecho invocado, ya sea accidente, enfermedad,
etc.

A la vez, se refiere a la secuela incapacitante, requiriendo que el trastorno detectado debe ocasionar algún grado de
minusvalía o incapacidad, con respecto a aptitudes mentales previas, que deben ser irreversibles o, al menos, estar
consolidadas.

En el ámbito laboral, se debe tratar de incapacidad para el desempeño de sus tareas habituales; o para acceder al trabajo, o
para ganar dinero, o para relacionarse.

No se requiere, por tanto, que sólo afecte su vida laboral, porque el hombre es uno y si bien la causa de esa incapacidad
puede ser alguno de los hechos dañosos laborales, no puede evaluarse al ser humano parcialmente, es decir sólo como
trabajador, sino en su dimensión humana.

Por otra parte, es importante tener en cuenta que el dictamen pericial que se dicte en una causa ha de brindar al juez datos
estrictamente científicos; con rigurosidad, baremos consensuados y nosografías consagradas.
Las partes, a su vez, tienen el control de la prueba y pueden, a través del mismo, colaborar en la elaboración del
diagnóstico, exigiendo claridad a los peritos y fundamentos científicos.

Los jueces, si bien contamos con una herramienta altamente calificada como es la pericia, no estamos absolutamente
atados ni constreñidos a ella, y podemos volcar en la sentencia un panorama de valoración más amplio.

En suma, el daño psíquico conlleva una alteración de la personalidad, que acarrea síntomas, depresiones, estados de
inhibición, actuaciones, bloqueos, estados de angustia, frustración e insatisfacción.

De ninguna manera, ello puede conducirnos a valoraciones de tipo moral, propias del daño moral; sino que, por el contrario,
en este tipo de daño lo que se evalúa es un daño en la salud de la víctima, y cuando se dice "salud", en este territorio,
estamos hablando de la salud desde el punto de vista psicológico.

Ello debe conducir a considerar los trastornos de la estructura psicológica, las movilizaciones fantasmáticas, las alteraciones
sintomáticas, la disminución de las funciones psíquicas y vitales, para arribar a un diagnóstico clínico que tenga entidad
psicopatológica.

Así, nos encontramos en el territorio de lo objetivo, que se debe distinguir claramente del daño moral, donde nos hallamos
frente a un dolor subjetivo, que no posee relación alguna que revele una alteración psicopatológica.

A lo dicho debe añadirse que el daño psíquico no siempre es consecuencia de hechos traumáticos anteriores, sino que las
propias tareas laborales pueden ser causa de afecciones autónomas de este tipo de dolencias.

A veces, el intenso esfuerzo físico o el tipo de actividad que se lleva a cabo pueden llegar a producir daños de este tipo,
producidos por afecciones psicológicas o síndromes psíquicos, en los cuales se produce la disminución del rendimiento
intelectual, con pérdida de memoria y de atención no siempre pasajeras.

Se pueden desatar, de esta manera, distimias diversas, psiconeurosis y hasta verdaderas psicosis con ideas delirantes,
formas melancólicas, alucinaciones, desdoblamiento de la personalidad, como también fenómenos de tinte neurasténico y
psicasténico.

Son dolencias psicológicas que producen daño psíquico y puede ser que conduzcan a la ruptura del equilibrio funcional de
nuestros órganos haciendo sentir su influencia sobre ellos.

Cuando el trabajo mental es acompañado por tensión emotiva, el desenlace puede ser más penoso aún y si se conjugan
ambos conceptos en ciertos tipos de actividades y personas, no sólo se engendran las concomitantes afectivas normales,
sino que las exaltan produciendo estados parafisiológicos y patológicos.

Es sabido que existen numerosos factores de trabajo que pueden incidir en la aptitud psíquica laborativa del trabajador. Así,
la rutina, la monotonía, las preocupaciones técnicas, económicas, todos o algunos de estos factores, pueden llevar a los
obreros o empleados que tengan cierta disposición, o no, a síndromes consistentes en grandes depresiones, histerias,
manías, y demás. Se produce, entonces, con frecuencia, un daño psíquico, de manera autónoma.

En cualquier caso, no es fácil, en materia de infortunios de cualquier naturaleza, adoptar necesarias medidas de prevención
que se tornan indispensables y tampoco valorar las incapacidades; para ello existen baremos que en recta utilización, como
bien lo señala Rubinstein, tienen presente la incapacidad laboral, la cronología de la afección y el pronóstico acerca del
riesgo laboral y de vida.

3. EL DAÑO MORAL
Tengo dicho antes de ahora que todo bien jurídico puede sufrir un daño y con ello se genera, como contrapartida, una
sanción resarcitoria, que cuando no puede dar lugar a la reparación in natura, se convierte en una indemnización por los
daños y perjuicios sufridos.

El daño moral es una de esas posibles lesiones, pero, en el caso, afecta a la víctima, en cuanto a sus sufrimientos,
molestias no producidas por pérdidas pecuniarias, sino por el ataque a los sentimientos o, como se ha dicho algunas veces,
al patrimonio moral.

Se trata de un detrimento de orden espiritual, de un sentimiento lastimado, de un dolor sufrido y en cuanto a su naturaleza
jurídica, mientras buena parte de la doctrina ha entendido que posee naturaleza reparatoria, otras corrientes, entre ellos,
Llambías se han opuesto a tal tesitura, considerando que se trata de una sanción ejemplar.

Modernamente, se entiende que funciona como toda indemnización, con una función reparatoria y a la vez, como una
sanción, sin que haya incompatibilidad entre ambos conceptos que, muy por el contrario, son concurrentes en la defensa del
bien dañado.
Por otra parte, no puede perderse de vista que el legislador del derecho común ha establecido en el Código Civil un doble
régimen, según se trate de daño moral nacido como consecuencia de un incumplimiento contractual, o de
daño moralemergente de un hecho delictual, correspondiente al ámbito extracontractual.

De tal manera, para las lesiones morales generadas como consecuencia de un incumplimiento contactual, rige el artículo
522 del Código Civil, mientras que cuando las lesiones nazcan en el territorio de la responsabilidad extracontractual, rige el
artículo 1078 del Código Civil.

La diferencia sustancial entre ambos regímenes se desprende con claridad de su propia letra, ya que el artículo 522 del
Código Civil, que rige en el ámbito contractual, el legislador ha registrado el régimen de la siguiente manera: "En los casos
de indemnización por responsabilidad contractual el juez podrá condenar al responsable...".

Es fácil comprender que se trata de una decisión facultativa para el juez que, en cada caso, como ha dicho la propia
jurisprudencia debe tener en cuenta circunstancias particulares, evaluaciones sobre la base de las constancias del
expediente, y, particularmente, que se trate en los sentimientos, que surja como consecuencia inmediata del incumplimiento
de la obligación y aun, cuando el mismo no haya significado un daño material.

En cambio, en el ámbito extracontractual, el artículo 1078 regula el instituto de manera obligatoria para los jueces, cuando
señala: "La obligación de resarcir el daño causado por los actos ilícitos comprende, además de la indemnización de pérdidas
e intereses, la reparación del agravio moral ocasionado a la víctima".

A los efectos de una mejor comprensión del tema, tal vez sea bueno recordar que Vélez utiliza, en el Código Civil, la
expresión "daños e intereses", como sinónimo de "daños y perjuicios" y que la expresión "agravio moral", que diera lugar a
algunas consideraciones especialísimas de Llambías en su momento, no deja dudas en la actualidad, de que es también
sinónimo de "daño moral" y ello se debe a que la doctrina y la jurisprudencia han rechazado la tesis del maestro Llambías en
cuanto a la naturaleza jurídica de la reparación que no se considera punitiva sino reparatoria.

Así, producido el ilícito civil y adentrados en el ámbito extracontractual, como consecuencia de ello, el juez debe hacer lugar
a la reparación por daño moral.

En el territorio exclusivo del derecho del trabajo, existe un ámbito contractual, emergente de los incumplimientos con
respecto al contrato de trabajo y un ámbito extracontractual, cuando se viola el precepto que impone, no dañar, de manera
ajena a las obligaciones contractuales.

El artículo 242 de la LCT autoriza a las partes a hacer denuncia del contrato de trabajo en caso de inobservancia, por parte
de la otra, de las obligaciones resultantes del mismo que configuren injuria y que, por su gravedad, no consientan la
prosecución de la relación.

Por otra parte, en los casos de despido dispuesto por el empleador sin justa causa, habiendo o no mediado preaviso, rige el
artículo 245 de la LCT.

Con las variantes y adiciones, que son propias de este régimen, y con la interpretación que ha traído la CSJN en el caso
"Vizzoti", se suele sostener que de lo que no cabe duda es de que se trata de una indemnización tarifada, que se considera
abarcativa de todos los daños y perjuicios que pueda haber causado la decisión rescisoria.

Empero, más allá de ello y como lo vengo señalando repetidamante, en el último tiempo, existe un despido ilícito y
fraudulento, a mi modo de ver, ajeno al artículo 245 de la LCT. En esos casos, no puede obviarse el daño moral.

De tal manera, la jurisprudencia ha entendido, mayoritariamente, que para que prospere la reparación de daño moral, la
causa, en este caso, no debe ser el despido en sí, sino que debe estar adicionada una conducta del empleador ajena al
contrato, lo cual debe ser probado por el empleador.

Fundan su lógica de que así sea, en que la tarifa para el orden contractual es el todo.

Empero, en los últimos tiempos, se viene abriendo camino una interpretación que admite que el trabajador deseche el
artículo 245 de la LCT, a los efectos reparatorios de los incumplimientos contractuales laborales, y utilice la vía del Código
Civil.

En suma, que estaría postulando esta corriente, la posibilidad del trabajador, de apartarse de la norma específica, y sobre la
base del derecho común, reclamar la reparación de los daños por la ruptura ilegítima del contrato de trabajo, probando los
daños sufridos por ello y su cuantía.

De aceptarse tal propuesta, como señalé muchas veces, ya no habría presunción de daño como en el artículo 245 y el
mismo debería, como dije, ser acreditado en su existencia y en su extensión patrimonial, pero tampoco habría tarifa, ni tope
alguno para las pretensiones del trabajador y además, sería posible el reclamo del daño moral con asiento en el artículo 522
del Código Civil.
Empero, debe recalcarse que, en este caso, es una diversa interpretación y que coincide con la idea del despido ilícito, al
que referí antes.

Se trata de todo un tema en construcción en los tiempos que corren.

Tampoco puede perderse de vista que autores de vieja data y prestigio indiscutido han sostenido en materia de tarifas, que
la cosa no es tan clara y en los casos en que la tarifa es convencional, como en el caso de una cláusula penal, sostienen la
presunción de que el daño moral está comprendido.

Empero, cuando la prefijación de los daños tiene su fuente en la ley, como en el caso de un despido, no hay consenso total,
y suele concluirse, con mayoría, pero sin unanimidad, que la reclamación de daño moral debe rechazarse, sobre la base de
seguridad jurídica y existencia de derechos incausados.

Frente a ello, se oyen voces que creen, dado lo establecido por la ley, que el daño moral debe indemnizarse igualmente,
porque lo comprendido es el daño material, no obstante, esta posición no ha sido recepcionada por la jurisprudencia.

En las arenas extracontractuales, como los accidentes de trabajo, tramitados con la declaración de inconstitucionalidad de
Aquino, por la vía común, no cabe duda, de que de prosperar el reclamo por evento dañoso, en esas condiciones,
peticionado el daño moral por el accionante, éste no requiere prueba ni de su existencia, ni de su cuantía, porque la ley lo
presume iuris et de iure, en el artículo 1078.

No obstante, no es el único caso, el de los accidentes, y pueden darse ilícitos civiles, en el derecho del trabajo, por injuria,
por calumnia, por lesiones, etc.

En tales casos no se requiere dolo, ni daño material, sino que basta con la acreditación del hecho.

Es que, en cuanto a la prueba del daño moral, más allá de lo que puedan aportar las partes, los jueces gozan de un amplio
arbitrio para su determinación, pudiendo tener en cuenta los padecimientos sufridos, pero sin que sea necesario, según lo
han entendido la doctrina y la jurisprudencia, la existencia de un daño material o la guarda de proporción con el mismo, si es
que se hubiere producido.

La segunda parte del artículo 1078 está referida a la legitimación activa, a los efectos del correspondiente reclamo.
En tal sentido, la norma expresa: "La acción por indemnización del daño moral sólo competerá al damnificado directo; si del
hecho hubiere resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los herederos forzosos".

Claro está que existen dos posiciones interpretativas de la cuestión, ya que algunos entienden que sólo están legitimados
los que concretamente sean herederos forzosos en el momento del fallecimiento (entre otros, Borda y Cichero) mientras
que, por otro lado, se ha entendido que la norma se ha referido a todos aquellos que son legitimarios potencialmente, con
independencia, de que de hecho, queden o no desplazados por la existencia de herederos de mejor grado (entre otros
Llambías).

Por su parte, Trigo Represas ha señalado su opinión, en el sentido de que debería abrirse el espectro de los legitimados a
todos aquellos que acrediten un daño jurídico cierto, ya que el campo de los herederos forzosos es demasiado estrecho.

El tema parece, de cualquier manera, requerir una reforma legislativa y mientras tanto, parece importante tener en cuenta
que el instituto del daño moral responde a un tema de reparación altamente sensible y requiere, por ello, una interpretación
amplia, ante las dudas que pudieran suscitarse.

En cambio, ya nadie discute que no poseen legitimación para el reclamo por daño moral las personas jurídicas, debido a la
naturaleza del bien jurídico protegido.

Finalmente, una situación especial se da en el caso de discriminación, donde rige la ley 23592, que especialmente hace
referencia a la indemnización de daño moral en tales supuestos, más allá aun de que se haya producido, en caso de
despido, la reinstalación en el cargo.

Tengo escrito, hace tiempo, que, en el derecho comparado moderno, se están produciendo algunas consideraciones
reparatorias a tener en cuenta, en las cuales se incluye el daño moral.

Así, se entiende que el resarcimiento tiende a poner al acreedor perjudicado en la misma situación económica preexistente
al incumplimiento o al hecho ilícito, incluyendo la ganancia efectiva que presumiblemente el sujeto hubiere obtenido, si el
contrato hubiese tenido ejecución regular o que perdió como consecuencia de la realización del hecho ilícito.

El principio de la full compensatio es indiscutido en el common law y la doctrina y la jurisprudencia francesa, se refieren
constantemente a él (Le Tourneau, Chartier, Baudouin, Viney, Ghestin, etc.). En estos sistemas, la regla que los jueces
aplican es aquella en virtud de la cual el resarcimiento debe tender a una reparación de todos los daños sufridos por la parte
perjudicada, poniéndola en la misma situación en la cual se hubiera encontrado, si no hubiese ocurrido el hecho dañoso.
El principio de la reparación integral surge de la Convención de Viena sobre contratos internacionales, y en los principios del
Unidroit, para los contratos comerciales internacionales, tanto como en el derecho comercial europeo, en el Código
elaborado por la comisión presidida por Olé Lando. Me refiero, en este sentido, al perjuicio patrimonial; empero el mismo no
es ajeno al tema del daño moral, y con respecto a la valoración del dolor, como suelen denominarlo, o del sufrimiento, ha
concluido que para que acompañe la integridad resarcitoria, debe hacerse una remisión a la valoración equitativa del juez,
quien tendrá en cuenta todas las circunstancias del caso que no atañen estrictamente a la magnitud del daño efectivamente
probado en el juicio, sino que nacen de la apreciación ecuánime del juez de mérito, quien podrá tener en cuenta, a manera
de ejemplo, el grado de culpabilidad, la gravedad del hecho, la condición patrimonial del responsable, y sobre todo, el
posible enriquecimiento que el responsable obtuvo en virtud del hecho injusto. Se trata de modalidades peculiares de
reparación, que posee aspectos punitivos y sancionatorios.

Es que el derecho comparado marcha en el mundo hacia la reparación patrimonial y moral, pero la diferencia entre ambas
radica en que la primera tiene una télesis reparatoria-sancionatoria, con miras económicas, y la segunda posee la misma
finalidad, pero su base no es matemática, sino equitativa: ello, sin que deba entenderse que una queda cuantitativa o
existencialmente sometida a la otra.

En el fondo del tema reparatorio, que es a la vez un tema sancionatorio, se concluyen en el derecho francés y colombiano,
donde se han realizado estudios profundos sobre el tema, que fundamentalmente, subyace en el mismo una delicada
situación que requiere mayor atención, cuando lo que está en juego es el perjuicio a la salud, el daño ambiental, los
derechos humanos y los derechos de los más débiles, porque el derecho de daños moderno ya no tiene su primera mirada
en el transgresor y su sanción, sino en la víctima y su reparación.

De cualquier manera, lo que hay que tener presente es que cada especie de daño, responde a una causalidad distinta y
puede requerir evaluaciones, prevenciones y reparaciones distintas.

CONCLUSIÓN
Cuando hablamos de daños en general, abarcamos las notas específicas de todo daño, pero cuando hacemos referencia al
daño material, lo estamos contraponiendo al daño moral, de manera tal que si el primero afecta o menoscaba la materia o
los derechos en sí, el segundo se refiere al dolor en los sentimientos.

El daño psíquico afecta, como su nombre lo expresa, la psiquis humana y puede ser consecuencia de un daño en la salud,
de una injuria, de una calumnia, de un accidente, entre otros. Pero lo que queda afectado es la presencia de untrastorno en
las facultades mentales o en la psiquis propiamente dicha.

Puede existir un daño al proyecto de vida, por aquello que ya he expresado alguna vez, en el sentido de que la vida es una
biografía que se escribe todos los días y que apunta a un necesario proyecto vital; en todo caso lo que habrá que evaluar es
si ese proyecto estaba en marcha y fue truncado.

Empero, las posibilidades de daños especiales no termina aquí, sino que debemos recordar la pérdida de la chance, como
desaparición de la probabilidad de un hecho favorable, cuando la visión de futuro aparece con verosimilitud.

Esa visión, a la que hago referencia, debe llevarse a cabo, teniendo en cuenta el artículo 901 del Código Civil, en cuanto
refiere al curso normal y ordinario de las cosas.

De tal forma, me parece importante profundizar en las diversas clases de daños y la posibilidad de prevención y reparación,
como tema conectado directamente con la salud y la seguridad jurídica.

LUCIANA CATALDI

BULLYING. ACOSO ESCOLAR

ANÁLISIS DE LA LEY DE PROMOCIÓN DE LA CONVIVENCIA Y EL ABORDAJE


DE LA CONFLICTIVIDAD SOCIAL EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

1. INTRODUCCIÓN
El día 11/9/2013 se sancionó en la Cámara de Diputados la ley que los medios de comunicación
denominaron “ley antibullying”. La ley 26892, publicada en el Boletín Oficial de fecha 4/10/2013, aún no ha sido
reglamentada y lleva el nombre de “ley de promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en
las instituciones educativas”.
Esta ley se inició en la Comisión de Educación, Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia; elaborada y firmada por los
diputados Brawer, Mara; Bernal, María Eugenia; Gracia, Andrea Fabiana; Oporto, Mario Néstor; Puiggrós, Adriana
Victoria; Pilatti Vergara, María Inés; Leverberg, Stella Maris; Depetri, Edgardo Fernando; Ferra de Bartol, Margarita.
Antes de adentrarme en el análisis concreto de la ley, me gustaría repasar algunas definiciones de lo que es
el acoso escolar y empezar a revisar términos, ya que esta ley no se reduce solo al término que definiremos, sino
que amplía derechos a los niños, niñas y adolescentes en el ámbito escolar.
Los principios orientadores de la presente ley son la ley 23849, Convención sobre los Derechos del Niño; la
ley 26061 de protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y finalmente la
ley 26206 deeducación nacional. Nuestra ley nacional 23849/1990 ratifica la Convención sobre los Derechos del
Niño. Esta ley fue aprobada por las Naciones Unidas en 1989, estableciendo, a grandes rasgos, que todo niño tiene
derecho a la supervivencia, al desarrollo pleno, a la protección contra influencias peligrosas, los malos tratos y la
explotación y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social. Los cuatro principios fundamentales de
esta Convención son la no discriminación, el interés superior del niño, el derecho a la vida, la supervivencia y
desarrollo y el respeto por los puntos de vista del niño.
Entendemos por acoso escolar el proceso de abuso e intimidación sistemática, por parte de un niño/a o grupo
hacia otro niño o niña, que no tiene posibilidad de defenderse. Siempre está solo.
El primer autor en darle un nombre a este fenómeno fue Dan
Olweus, profesor de psicología de la Universidad de Bergen (Noruega, 1998), para quien la victimización
o maltrato por abuso entre iguales es una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza el alumno o
alumna contra otro u otra. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a las víctimas en posiciones de las que
difícilmente pueden salir por sus propios medios.
Para Planella (1998), por ejemplo, el maltrato es
“aquella situación o situaciones en que dos o más individuos se encuentran en una confrontación, en la cual una o
más de las personas afectadas salen perjudicadas, siendoagredida/s física o psicológicamente”. En este caso, el
autor conceptualiza el maltrato, sin hacer referencia al hostigamiento por un tiempo prolongado.
Ortega (1994) lo define como
“una situación en la cual uno o varios escolares toma como objeto de su actuación, injustamente agresiva, a otro co
mpañero, y lo someten, por tiempo prolongado, a agresiones físicas, burlas,hostigamiento, amenazas, aislamiento,
etcétera, aprovechándose de su inseguridad, miedo y dificultades personales para pedir ayuda o defenderse”,
confiriéndole también como características la duración en el tiempo y el hostigamiento.
Este fenómeno del acoso escolar vulnera varios derechos consagrados en
la Convención de los Derechos del Niño, como el artículo 19:
“Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, socialesy educativas apropiadas para
proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o
explotación, incluso el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo lacustodia de sus padres, de un representa
nte legal o de cualquier persona que lo tenga a su cargo”, y, asimismo, se pone en juego el artículo 16, donde se
establece que
“ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias oilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su corresp
ondencia; ni de ataques ilegales a su honra y a su reputación”.
Hoy en la Argentina hay dos casos marco, sobre fallos a las instituciones educativas. Uno reza así:
“Es responsable el establecimiento educativo, por las agresiones físicas que provocan alumnos menores de suestabl
ecimiento a otros compañeros, sin poder alegar al respecto, el caso fortuito eximente de tal responsabilidad, la sent
encia que responsabilizó a la institución educativa demandada, haciendo extensiva la condenaindemnizatoria a su co
mpañía de seguros, por los daños y perjuicios ocasionados a un menor alumno del establecimiento, que sufrió la agr
esión física de otro compañero, mientras se disponían a iniciar una clase de educaciónfísica en el campo de deportes
del colegio. No corresponde en autos, eximir a la demandada de la responsabilidad objetiva emanada del artículo 1
117 del Código Civil, porque el caso fortuito alegado no puede operar en laespecie, toda vez que resulta ajeno al co
mportamiento de los educandos. El artículo 1117 del Código Civil, modificado por la ley 24830, señala que los propi
etarios de establecimientos educativos privados o estatales, seránresponsables por los daños ocasionados o sufridos
por sus alumnos menores, cuando se hallen bajo el control de la autoridad educativa, salvo que probaran el caso fo
rtuito. Esta responsabilidad surge del deber de seguridadque estos establecimientos asumen como esencial e inhere
nte a la prestación principal de educar. En autos, el invocado caso fortuito de la agresión de un compañero a otro no
puede ser recibido, pues de las pruebastestimoniales se acredita que el menor agresor tenía una mala conducta, ha
bitualmente con problemas de disciplina, por lo que la demandada debió haber tomado mayores recaudos a fin de e
vitar la producción del eventodañoso sub examine”(1).
En el segundo caso, los jueces de la Cámara Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala III del Tribunal
marplatense(2), resolvieron condenar al gobierno bonaerense, que deberá pagar una indemnización de unos 30 mil
pesos más los intereses generados desde que se produjo la pelea. Los jueces señalaron que resulta absolutamente
previsible que un niño o adolescente cometa un acto de indisciplina mientras este se encuentra sujeto a la autoridad
escolar y sus acciones no son ajenas o extrañas al establecimiento que lo tiene bajo cuidado. Para el Tribunal, la
pelea no se trató de un caso fortuito y dejó en claro que no había dudas acerca de la responsabilidad que tuvieron
las autoridades del colegio: dos alumnos de la Escuela de Educación Técnica Nº 4 de Mar del Plata discutieron a la
salida de la clase de química y uno de ellos cortó con una trincheta el cuello del otro.
La presente ley nos habla de dos conceptos fundamentales en los que hace hincapié en todo su
articulado: convivencia y conflictividad; palabras que a simple vista parecieran contraponerse, pero sin embargo se
complementan, ya que no se focaliza en la conflictividad con una connotación negativa, sino como un proceso de
aprendizaje en sí, donde el conflicto no es ni malo ni bueno, sino que depende de su tratamiento las herramientas
que les ofrecemos a la comunidad educativa para educar a los niños, niñas y adolescentes, para hacerle frente a
dicha conflictividad.
Lamentablemente, hoy vemos a la escuela plagada del término “acoso escolar”, está a la orden del día, según
podemos ver y escuchar en los medios de comunicación, pero la intimidación entre iguales no es el único problema
existente en los centros educativos, por lo que es necesario no olvidar las otras violencias. Es preocupante observar
opiniones de profesionales que tipifican cualquier violencia como acoso escolar y fácilmente etiquetan a los niños,
niñas y adolescentes a partir de indicios no verificados o presentan cifras alarmantes de los problemas, sin medir las
consecuencias e impacto de sus opiniones, presentando, en algunos casos, hasta perfiles de hostigadores/víctimas
para niños/as y adolescentes. El acoso escolar es parte de la violencia escolar, es un abuso y, al serlo, es una de las
violencias más extremas; pero, como bien plantea el autor del libro “Si todo es bullying, nada es bullying”, Sergio
Casal, debemos distinguir que todo no es acoso escolar y que hay una multiplicidad de violencias y conflictos, tanto
que podemos decir que la violencia es social y se replica en el plano escolar.
La ley que nos compete se divide en 4 capítulos, a saber: Capítulo I - “Objeto, principio y objetivos”; Capítulo II
- “Promoción de la convivencia en las instituciones educativas”; Capítulo III - “Fortalecimiento de la prácticas
institucionales ante la conflictividad social en las instituciones educativas”; Capítulo IV - “Investigación y
recopilación de experiencias”.

2. COMENTARIO A LA LEY 26892


El artículo 1 de la ley nos dice:
“La presente ley establece las bases para la promoción, intervención institucional y la investigación y recopilación de
experiencias sobre la convivencia así como sobre el abordaje de laconflictividad social en las instituciones educativa
s de todos los niveles y modalidades del sistema educativo nacional”.
Hay que aclarar que la ley se llevó a cabo con los acuerdos alcanzados en el Consejo Federal de Educación que
impulsan el fortalecimiento de las instituciones educativas, docentes y equipos especializados para la intervención
ante situaciones de violencia.
Del primer artículo se desprenden los dos conceptos que a lo largo del desarrollo de la ley siempre se recalcan y
que ya manifestamos: la convivencia y la conflictividad.
¿Qué es la convivencia? Es la capacidad de las personas de vivir con otras, en un marco de respeto mutuo y
solidaridad recíproca; implica el reconocimiento y respeto por la diversidad, la capacidad de las personas de
entenderse, de valorar y aceptar las diferencias; los puntos de vista de otro y de otros. La convivencia escolar es un
aprendizaje que se enseña y se aprende.
“¿Qué es el conflicto? Es connatural a la vida. Nacemos con el conflicto y morimos con él. Los conflictos represen
tan crecimiento y desarrollo, si aprendemos a convivir positivamente con ellos, a gestionarlos y resolverlos. Siel con
flicto nos supera, nos domina y no acertamos a saber qué significa y cómo manejarlo, nosotros mismos nos transfor
maremos en generadores de violencia y destrucción” (autor: Vinyamata, Eduard).
La ley nos habla de ampliar derechos para los niños/as, nos sitúa en estos dos conceptos importantísimos en la
educación como los ejes de la ley.
La ley apunta a mejorar la convivencia escolar como forma de prevención de la violencia.
“Conceptualmente, no existe consenso en cuanto a las distinciones entre agresión y violencia. El límite diferencia
dor es aún motivo de estudio. Existe mayor concordancia teórica en aceptar que el foco de intervención debeestar e
n el estilo o proceso interrelacional anterior a cualquier acto de violencia, más que en el propio hecho de violencia.
De lo anterior se desprende que frente a un conflicto, agresión o violencia se actúa, y se debe abordarcon distintas
herramientas, teniendo en cuenta el contexto en donde se produce”(3). Estos son los lineamentos y el espíritu de
esta ley.
El artículo 2 establece que son principios orientadores de esta ley, en el marco de lo estipulado por ley 23849 -
Convención sobre los Derechos del Niño-, ley 26061 de protección integral de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes; ley 26206 de educación nacional:
a) El respeto irrestricto a la dignidad e intimidad de las personas.
b) El reconocimiento de los valores, creencias e identidades culturales de todos.
c) El respeto y la aceptación de las diferencias, el rechazo a toda forma de discriminación, hostigamiento,
violencia y exclusión en las interacciones entre los integrantes de la comunidad educativa, incluyendo las que se
produzcan mediante entornos virtuales y otras tecnologías de la información y comunicación.
La Declaración de los Derechos del Niño (1989) señala textualmente lo siguiente:
“El niño debe ser protegido contra las prácticas discriminatorias. Si alguno es diferente al resto de los demás porq
ue habla otro idioma, tieneotros gustos, otras costumbres, otras ideas, otra religión o viene de otro pueblo, no de
be hacérsele sentir inferior o extraño, tiene los mismos derechos que los demás. Cualquiera que sea el color de la
piel, de sus ojos o desu cabello, tiene derecho a ser respetado. Debe ser educado en un espíritu de comprensión,
tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal y con plena conciencia de que debe consagrar su
s energías yaptitudes al servicio de sus semejantes” (principio 10). En estos tres primeros incisos de la ley, esta
nos marca un reconocimiento de los derechos humanos, inspirados en
la Convención de los Derechos de los Niños/as y la ley 26061
de protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes, principalmente en los artículos 3, 24 y 28
en los que se protege el interés superior del niño, donde se los debe tener como verdaderos sujetosde derecho y
garantizar el derecho a ser oído y a que sus opiniones sean tenidas en cuenta, a no ser discriminado por ninguna
razón. Están bien establecidos los derechos universales, como la discriminación, el hostigamiento (acá es la
primera vez que habla la ley del acoso escolar, pero lo distingue no solo para el abuso entre pares, sino
para todos los integrantes de la comunidad escolar) y agrega la figura del ciberacoso, al que define
como “violencia que se produzca en los entornos virtuales y otras tecnologías”.
En la Argentina, aún no hay legislación específica sobre ciberacoso, y que regule las actividades en las llamadas
“redes sociales”. En este terreno, suelen entrar en colisión el derecho a la libertad de expresión con otros
derechos y valores sociales. Sería deseable una amplia discusión social sobre estos temas. Si bien existieron
avances en la legislación sobre delitos informáticos, con la sanción de la ley 26388, las figuras delictivas que se
incorporaron no tipifican los casos de ciberacoso. Por otra parte, hay que tener en cuenta que, según la edad de
los autores, muchos de ellos podrían ser penalmente inimputables por ser menores de edad. El abordaje de este
tema es muy importante, ya que el ciberacoso es
el uso de información electrónica y medios de comunicación (correo electrónico, redes sociales, blogs, mensajería
instantánea, mensajes de texto, teléfonos móviles y sitios web) difamatorios, amenazantes, degradantes,
agresivos, para acosar, intimidar o amedrentar. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)
multiplican tanto la potencia de la agresión como la de la audiencia.
Hoy se habla de que el acoso comienza en el colegio, para luego trasladarse al mundo virtual, por eso es bueno
que se haga mención del mismo en esta ley, porque es un tema que se debe tratar en el ámbito educativo, para
poder prevenir situaciones violentas en el entorno de las TIC.
d) El derecho a participar de diferentes ámbitos y asuntos de la vida de las instituciones educativas.
e) La resolución no violenta de conflictos, la utilización del diálogo como metodología para la identificación y
resolución de los problemas de convivencia.
f) El respeto por las normas y la sanción de sus transgresiones como parte de la enseñanza socializadora de las
instituciones educativas.
g) La contextualización de las transgresiones en las circunstancias en que acontecen, según las perspectivas de
los actores, los antecedentes previos y otros factores que inciden en estas, manteniendo la igualdad ante la ley.
h) El derecho del estudiante a ser escuchado y a formular su descargo ante situaciones de transgresión a las
normas establecidas.
Este inciso h) señala el derecho del estudiante a ser oído. Es un principio que se encuentra también en
la ley integral de protección de los derechos del niño/a y adolescentes, ley 26061, artículo 3, inciso b), en especial
que sus opiniones sean tenidas en cuenta. Esto profundiza
la importancia de escuchar y tener en cuenta a los estudiantes como partícipes y miembros activos del proceso en
señanza-aprendizaje.
i) La valoración primordial del sentido formativo de las eventuales sanciones o llamados de atención.
j) El reconocimiento y reparación del daño u ofensa a personas o bienes de las instituciones educativas o
miembros de la comunidad educativa por parte de la persona o grupos responsables de esos hechos.
Este inciso j) pone a los menores como verdaderos sujetos de derecho así como lo establece
la Convención de los Derechos de los Niños/as y Adolescentes. Todos los niños y niñas deben ser reconocidos
como sujetos dederecho. Esto significa que les corresponden los mismos derechos, deberes y garantías que a los
adultos, si transgreden las normas, tienen que reparar su acción. Por su
particular condición de personas en proceso dedesarrollo, los niños/as y adolescentes se encuentran en
una situación de especial vulnerabilidad, ya que dependen de los adultos para poder crecer saludablemente,
participar de la vida en comunidad y desenvolver sus capacidades hasta alcanzar la adultez. Por lo tanto,
el Estado y la ciudadanía adulta en su conjunto son los responsables de garantizar y procurar
la máxima satisfacción de tales derechos, pero los niños/as se tienen que educar, para contraer derechos y
obligaciones como verdaderos sujetos de derechos que son(4).
El artículo 3 dispone que son objetivos de la presente ley:
a) Garantizar el derecho a una convivencia pacífica, integrada y libre de violencia física y psicológica.
Para Galtung (2006), se reconocen tres formas básicas: violencia directa, estructural y cultural. Las tres
modalidades se expresan en diferentes niveles, desde el daño físico y verbal, pasando por la marginación, la
explotación, la discriminación, hasta llegar a una superestructura social que soporta y refuerza los
comportamientos violentos contra las personas más vulnerables de un grupo social, que -para el caso que nos
ocupa- son las niñas y los niños. Es por ello que resulta pertinente la necesidad de reforzar y reivindicar los
principios establecidos en la Convención de los Derechos del Niño, como dijimos, creada en 1989, en la que se
presentan las garantías inalienables a la vida, a la integridad física, libertad y dignidad, que tienen todos los niños
y las niñas del mundo (Verdugo y Soler-Sala, 1996). En la actualidad, se requiere que sean consideradas reglas
generales que exigen su total satisfacción, de forma incondicional, ya que ellas forman parte del conjunto de
normas imperativas aceptadas y reconocidas por la comunidad internacional. Las luchas por los derechos
humanos, especialmente las que están en pro de las niñas y los niños, se fundamentan en la realidad devastadora
que muchos de ellos y ellas viven a
diario. Estos niños y niñas son personas que pueden practicar la tolerancia, la paz,la igualdad y el respeto para es
tablecer sociedades con valores que no incluyan a la violencia como alternativa, por ello la importancia de dirigir
nuestra mirada hacia ellas y ellos, de atender sus necesidades, derechos, intereses, opiniones, desde
una perspectiva incluyente e integradora. Es así como, desde la Convención de los Derechos del Niño, las niñas y
los niños pasan de ser sujetos totalmente dependientes, objetos de asistencia, aser sujetos de derecho, activos,
capacitados para coadyuvar en la construcción de su propia vida y de un mundo diferente(5).
b) Orientar la educación hacia criterios que eviten la discriminación, fomenten la cultura de la paz y la ausencia de
maltrato físico o psicológico.
En este inciso, vuelve a tratar el tema del acoso escolar, haciendo referencia al maltrato físico y psicológico.
Establece la relación que existe entre los derechos humanos y el fenómeno del acoso escolar, como
lo señalaMichael Greene, que permite abrir y comprender mejor este fenómeno tanto desde el punto de vista
teórico como práctico. Se pretende mostrar cómo los derechos humanos son una plataforma ético-
ideológica sobre la cual se articula una estrategia de intervención, de prevención y atención del acoso escolar.
Cabe señalar
que la relación entre el acoso escolar y los derechos humanos ha sido poco abordada en la investigación y en la lit
eraturaespecializada. Por sobre todo, existe una escasa comprensión de cómo una perspectiva de los derechos
humanos es una forma integral y social para atender, prevenir y desarrollar acciones de intervención para mitigar
el acoso en el ámbito escolar. Dan Olweus (2001), que es considerado mundialmente como el pionero del tema
del bullying, acota que es
“democráticamente fundamental y que es un derecho humano que un niño se sientaseguro en la escuela y que no
tenga temor de la opresión repetida y la humillación intencional que implica la victimización de los pares o el bull
ying”. En esta misma línea, el investigador inglés Peter Smith (2002) hace ver que
“el creciente interés que se observa respecto el acoso
escolar se explica por la progresiva toma de conciencia de los derechos que le asisten a las personas”(6).
c) Promover la elaboración o revisión de las normas de las jurisdicciones sobre convivencia en las instituciones
educativas, estableciendo así las bases para que estas últimas elaboren sus propios acuerdos de convivencia y
conformen órganos e instancias de participación de los diferentes actores de la comunidad educativa.
d) Establecer los lineamientos sobre las sanciones a aplicar en casos de transgresión de las normas.
e) Impulsar estrategias y acciones que fortalezcan a las instituciones educativas y sus equipos docentes, para la
prevención y abordaje de situaciones de violencia en estas.
f) Promover la creación de equipos especializados y fortalecer los existentes en las jurisdicciones, para la
prevención e intervención ante situaciones de violencia.
g) Desarrollar investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre la convivencia en las instituciones educativas y el
relevamiento de prácticas significativas en relación con la problemática.
Estos últimos incisos, del c) al g), de la presente ley ya están establecidos también en la ley
nacional de educación, y existe un Observatorio Nacional de Violencia Escolar, el cual estaba destinado a realizar
esa tarea de investigación -la que se incluye en el inc. g), particularmente-. En su reglamentación, quizás se
instruya a este organismo a llevar adelante esta tarea.
Es importante llevar estadísticas actualizadas de la problemática de la violencia escolar. El último trabajo realizado
por el Observatorio de Violencia Escolar es del año 2009. Este mismo organismo se ha planteado desde sus inicios
como uno de sus objetivos principales construir un cuadro riguroso de la situación en nuestro país, a través de un
programa de investigación que busca abordar el fenómeno desde perspectivas tanto cuantitativas como
cualitativas(7).
El artículo 4 establece que el Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo Federal de
Educación, debe promover la elaboración y revisión de las normas sobre convivencia en las instituciones educativas
en cada una de las jurisdicciones educativas del país para todos los niveles y modalidades de la enseñanza, a partir
de los siguientes lineamientos:
a) Que se orienten las acciones de los integrantes de la comunidad educativa hacia el respeto por la vida, los
derechos y responsabilidades de cada persona, la resolución no violenta de los conflictos, el respeto y la
aceptación de las diferencias.
b) Que se propicien vínculos pluralistas, basados en el reconocimiento y el respeto mutuo, que impulsen el diálogo
y la interrelación en lo diverso.
c) Que se reconozca la competencia de las instituciones educativas para elaborar y revisar periódicamente sus
propios códigos o acuerdos de convivencia garantizando la participación de la comunidad educativa, adecuándose
a las características específicas de los diferentes niveles, modalidades y contextos.
d) Que se impulsen modos de organización institucional que garanticen la participación de los alumnos en
diferentes ámbitos y asuntos de la vida institucional de la escuela, según las especificidades de cada nivel y
modalidad.
e) Que se prevea y regule la conformación y funcionamiento de órganos e instancias de participación, diálogo y
consulta en relación con la convivencia en las instituciones educativas, que resulten adecuados a la edad y
madurez de los estudiantes. Estos deben ser de funcionamiento permanente y deben estar representados todos
los sectores de la comunidad educativa.
En estos incisos a), b), c), d) y e) del artículo 4 vuelve a poner al niño como sujeto de derecho, participando
activamente de las decisiones de la comunidad educativa.
“Pero ¿qué significa los niños como sujetos de derecho?Es que a partir de la comprensión de las normas que regul
an sus conductas, pueden obrar en consecuencia y ser responsables de sus actos. Si no hay participación de los ni
ños/as y adolescentes, es muy difícil que secomprometan con las normas escolares. De no participar del armado d
e los códigos de convivencia, de los asuntos de la vida institucional, estaríamos bajo el modelo tutelar/asistenciali
sta; el cual sería totalmente contrario ala ley de protección del menor y los tratados internacionales”(8).
f) Que se impulse la constitución de un sistema de sanciones formativas dentro de un proceso educativo que
posibilite al niño, niña, adolescente o joven a hacerse responsables progresivamente de sus actos.
El artículo 5 dispone que queda expresamente prohibida cualquier norma o medida que atente contra el derecho
a la participación de los docentes, estudiantes o sus familias en la vida educativa institucional.
El artículo 6 establece que el Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo Federal de
Educación, debe regular las sanciones a ser aplicadas a los educandos en caso de transgresión, considerando las
siguientes pautas:
a) Deben tener un carácter educativo, enmarcándose en un proceso que posibilite al educando hacerse
responsable progresivamente de sus actos, según las características de los diferentes niveles y modalidades.
b) Deben ser graduales y sostener una proporcionalidad en relación con la transgresión cometida.
c) Deben aplicarse contemplando el contexto de las transgresiones en las circunstancias en que acontecen, según
los diferentes actores, los antecedentes previos y otros factores que inciden en estas, manteniendo la igualdad
ante las normas.
d) Deben definirse garantizando el derecho del estudiante a ser escuchado y a formular su descargo.
El artículo 7 dispone que quedan expresamente prohibidas las sanciones que atenten contra el derecho a la
educación o que impidan la continuidad de los educandos en el sistema educativo.
Este Capítulo II de la ley se centra en cómo establecer una nueva forma de convivencia para poder prevenir la
violencia.
Vuelve a hablar de derechos humanos como el respeto a la vida, vuelve a poner a los niños/as
como sujetos de derecho al plasmar en la ley los derechos y responsabilidades que tienen las personas, y marca
la resoluciónpacífica de conflictos como elemento de prevención y pacificación. Y aquí me quiero detener
brevemente: una de las formas de resolución pacífica de conflictos es lo que conocemos
como mediación educativa y es un proceso por el cual una tercera persona (el mediador o mediadora u otro
niño/mediador) ayuda a dos o más personas en conflicto a que busquen una solución pactada, conjunta, al
problema que las enfrenta. Cabe señalar que elmediador nunca juzga ni arbitra, no aporta contenido a las
deliberaciones propias del proceso mediador; dicho contenido lo proporcionan siempre
las partes en conflicto. Esta es una forma positiva y sana de enseñar a losniños/as y adolescentes técnicas de comu
nicación y resolución de conflictos en un espacio de reflexión escolar. Hay que decir que
la ley 26206 de educación nacional establece en su artículo 123 que el Consejo Federal deEducación fijará las
disposiciones necesarias para que las distintas jurisdicciones dispongan la organización de las instituciones
educativas de acuerdo con criterios generales, entre los que se incluye
“desarrollar prácticas demediación que contribuyan a la resolución pacífica de conflictos [inc. j)]”.
El Programa Nacional de Mediación Escolar fue creado por la resolución 503 en septiembre de 2003. A partir del
año 2008, se integró a la Coordinación de Programas para la Construcción de Ciudadanía en las Escuelas. Sería una
buena alternativa para que se ponga en funcionamiento, ya que la ley nacional de educación lo establece y es
ahora, con esta la ley de promoción de la convivencia, que se vuelve a ratificar.
Luego, la ley nos remite a las sanciones y la forma de sancionar. Estas deben
ser formativas, reparadoras, educativas y graduales, haciéndose los jóvenes responsables progresivamente de sus
actos, y deja bien establecido que estas sanciones no perjudicarán los derechos de los jóvenes a estudiar. Refuerza
el concepto de que el derecho a la educación es un derecho humano.
Esta ley
“no se enfoca en el individuo como víctima o victimario (de donde proviene la imagen individualista de bullying) sino
que pone el acento en el contexto en que se dan las interacciones”, afirma su autora, la diputada Mara Brawer. Es
muy importante aclarar este punto porque difiere mucho de los conceptos generales que se vierten sobre
el acoso escolar, y que esta visión ayuda más a buscar la prevención a través de la búsqueda de
la convivencia pacífica, la construcción de ciudadanía y la educación en valores, para evitar llegar a esos extremos
de violencia.
Desde una perspectiva de los derechos humanos, y en especial los derechos de los niños/as y adolescentes, la
terminología usada con respecto al acoso escolar de palabras que describen comportamientos y roles para los chicos
como víctimas, agresores matones, hostigados, hostigadores, lo único que hacen
es estigmatizar a los niños, revictimizarlos y no ayudan a la promoción de una convivencia sana. No hay razón para
la elección de estos términos, porque el acoso escolar no es el resultado de rasgos de personalidad en los niños/as
que los lleven a convertirse en matones, víctimas o acosadores. Estas palabras implican permanencia
y resistencia al cambio, no producen empatía por el otro, sino, como decíamos anteriormente,
una revictimización. La ley trata de poner en contexto una situación real, no estigmatizando al niño/a, ya que cuand
o hay un conflicto, violencia o acosoescolar, es una dinámica de grupo, no un problema que se reduce a los implicad
os nada más. La comunidad educativa es la que debe hablar y trabajar con la convivencia grupal. El término
“víctima”, al cual no se refiere esta ley y no lo ha utilizado debido a sus posibles efectos negativos, que crea
condiciones para el etiquetamiento y la formación de una imagen de la persona como pasiva, es decir, que no puede
generar acciones o posibilidades de acción para salir de una dificultad o de la situación definida como problemática.
Otro actor es el niño o niña que ejerce violencia, comúnmente denominado “agresor”, “abusador” o “bully”,
términos que no se utilizan por los mismos motivos señalados respecto al término de víctima. Al igual que con los
niños que sufren violencia, se ha observado que gran parte de los niños que ejercen
violencia lo hacen de manera ocasional.
“Las sanciones educadoras, reparadoras o pedagógicas en la escuela tienen que preservar siempre los derechos
del niño. Por encima de cualquier sanción o castigo, están los derechos del niño. Eso quiere decir que lassanciones ti
enen que ajustarse a las leyes y derechos que protegen al menor, siempre. Algunas de estas sanciones disciplinari
as actuales atentan contra los derechos del menor. Ya sea porque van contra su integridadpsíquica, contra su honor
o al derecho a la educación. El niño-
alumno tiene derecho a que le enseñen cómo comportarse correctamente, de la misma manera que le enseñan a es
cribir, leer, las matemáticas, o cualquier otrocontenido instructivo-educativo escolar social-
moral que le eduque poco a poco a adaptarse a la sociedad y ofrecerle oportunidades de aprendizaje y formación so
cial”(9). Las sanciones reparadoras significan que intentan reparar el daño o molestia causada a los demás, y que no
dañen al alumno que ha realizado la conducta o comportamiento incorrecto, que no le dañen ni física ni
psíquicamente.
“Si este principio de sanción reparadora es válido en un contexto social amplio, como es la sociedad, es mucho
más válido en un contexto social específico de esa sociedad: la escuela, cuyo objetivo prioritario es lasocialización, n
o la exclusión; es la adaptación y formación humana y técnica: educación. Se vulneran los derechos del niño cuando
no se le enseña a comportarse desde pequeño, y en cambio, se le exige que se comporte deuna manera determina
da que no se le ha enseñado, guiado o explicado y se le sanciona por no comportarse de esa manera determinada q
ue va, muchas veces, aprendiendo solo a golpe de sanciones o castigos, y otrasmuchas veces no las aprende con sa
nciones ni castigos, y repite esa conducta solo para evitar el castigo”(10).
En el apartado de Convivencia y Disciplina Escolar de reEduca.com se puede consultar el estudio piloto y los
resultados de la investigación “Disciplina escolar: gestión y control del aula” de M. Vidal Lucena (publicado por el
ICCE como documento técnico - 2000).
Usando las prácticas restaurativas escolares, podemos aplicar sanciones reparadoras o restaurativas. Estas
vienen del derecho penal juvenil, donde la conducta del menor ofensor busca reparar su acción ante la comunidad.
Las prácticas restaurativas son una ciencia social emergente. El objetivo es capacitar a las personas para que
encuentren sus propias soluciones, resolver conflictos, promover relaciones saludables y construir capital social para
la formación de futuros ciudadanos. En las prácticas restaurativas, profesores, personal y estudiantes aprenden a
resolver los problemas de manera colaborativa, y los estudiantes aprenden a tomar responsabilidad por sus
acciones.
El artículo 8 establece que el Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo Federal de
Educación, debe:
a) Promover junto con los equipos jurisdiccionales el desarrollo de estrategias y acciones para fortalecer a las
instituciones educativas y los equipos docentes y de supervisión, brindándoles herramientas y capacitación para la
prevención y el abordaje de situaciones de violencia en las instituciones educativas; y debe impulsar la
consolidación de espacios de orientación y reflexión acerca de la conflictividad social.
Este es uno de los artículos más destacados de la ley y más reclamados por la comunidad educativa, ya que se
esperaba el tema de capacitación, en los aspectos sociales, de conflictividad, violencia y acoso
escolar. Toda lacapacitación que se plantea es tendiente hacia la prevención, creando los espacios necesarios para
la orientación de toda la comunidad educativa. La cuestión del mejoramiento de la convivencia escolar y
la prevención de laviolencia puede ser abordada desde diversos puntos de vista y enfoques, que no se agotan en
la siguiente enumeración:
- En las diferentes áreas y/o asignaturas curriculares, a través de propuestas que promuevan la aplicación
de estrategias de aprendizaje cooperativo, que favorecen la interacción de los alumnos en la construcción de sus
aprendizajes.
- En el área de formación ética y ciudadana, desarrollando los principios de la educación en la paz y
los derechos humanos a través de propuestas que favorezcan en los estudiantes un desarrollo del razonamiento
moral, que tiendan a promover la construcción de criterios de justicia de carácter universal, es decir,
reconociendo a todos los seres humanos en su calidad de tales.
- Mediante la implementación de proyectos orientados a que los alumnos, docentes, directivos y no docentes
puedan aprender habilidades para la comunicación efectiva, la empatía, la comprensión y coordinación de
diferentes perspectivas,
el manejo de las propias emociones y la tensión, el desarrollo de la capacidad de pensamiento crítico y creativo;
en síntesis:
a construir y desarrollar modos de pensar, sentir y actuar que no recurrana la violencia como modo de enfrentar l
os conflictos(11).
- A través de la creación de instancias institucionales como las asambleas de aula, los consejos de convivencia o
los proyectos de abordaje cooperativo de conflictos, tales como la negociación colaborativa y la mediación entre
pares, que permiten profundizar el aprendizaje de esos valores, comprometerse activamente en la construcción
de acuerdos y responsabilizarse individual y colectivamente por su cumplimiento.
Todas estas instancias requieren que las personas adquieran las aptitudes necesarias para enfrentar positiva y
eficazmente los desafíos de la vida diaria.
Estas habilidades se pueden aprender y, por lo tanto, enseñar. Se afianzan con su uso en las diversas
prácticas sociales en las que participen todos.
Continuando con el articulado de la ley:
b) Promover el fortalecimiento de los equipos especializados de las jurisdicciones para el acompañamiento a la
comunidad educativa ante la prevención y abordaje de situaciones de violencia en la institución escolar.
c) Fortalecer a los equipos especializados de las jurisdicciones a fin de que estos puedan proveer acompañamiento
y asistencia profesional, tanto institucional como singular, a los sujetos y grupos que forman parte de situaciones
de violencia o acoso en contextos escolares, de modo de atender las diferentes dimensiones sociales, educativas,
vinculares y subjetivas puestas en juego.
Se acompañará a la comunidad educativa con equipos especializados en las distintas localidades, se dará
asistencia profesional en aquellos casos en que haga falta una derivación a un profesional de la salud, tanto del
niño/a o adolescente como de su familia, se lo orientará.
d) Elaborar una guía orientadora que establezca líneas de acción, criterios normativos y distribución
de responsabilidades para los diferentes actores del sistema y las instituciones educativas, de modo de prevenir y
actuar ante situaciones de violencia producidas en el contexto escolar. En esta guía se hará particular hincapié en
la necesidad de desplegar acciones institucionales tendientes a generar condiciones que inhiban el maltrato, la
discriminación, el acoso escolar o cualquier otra forma de violencia entre pares y/o entre adultos y niños, niñas,
adolescentes y jóvenes.
La ley sigue haciendo hincapié en lo general y no en lo particular, ya que queda claro que cuando se generan
situaciones de violencia en una
escuela, los conflictos no son únicamente de un alumno ni responsabilidad de unsolo docente, sino de todos los mi
embros que integran esa comunidad educativa. Sencillamente porque solo hablar de esta problemática entre dos
niños/as, nos conduciría a una visión reduccionista de los diferentes elementos y contextos que se ponen en juego
en una comunidad educativa. Sería ingenuo pensar la escuela como una isla en la que -además-
la única forma de violencia que se ejerce es la que cometen los/las estudiantesentre sí. La ley marca que
el acoso escolar no es solo la violencia entre pares, sino que también es
el maltrato o violencia de un adulto a un menor; para esto se elaborará
una guía o un protocolo de intervención que instará a la comunidad educativa a utilizarlo en caso
de violencia y conflicto, poniendo en marcha los mecanismos para su intervención de manera eficaz.
e) Crear una línea telefónica nacional gratuita para la atención de situaciones de violencia en las escuelas. Una
vez recepcionadas, estas deberán ser remitidas a la jurisdicción escolar que corresponda.
f) Promover junto con los equipos jurisdiccionales la articulación con la autoridad local y los servicios locales de
protección integral de derechos de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, con vistas a garantizar la atención de la
problemática en toda su magnitud y complejidad.
El artículo 9 dispone que el Ministerio de Educación de la Nación tiene a su cargo la responsabilidad de:
a) Realizar investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre las múltiples facetas que adquiere la problemática de
la conflictividad en las instituciones educativas a fin de generar y difundir información oficial, pública y confiable
sobre las dimensiones y caracterizaciones de los fenómenos con especial énfasis en los aspectos pedagógicos.
b) Identificar y desplegar iniciativas de diagnóstico de las formas que adquiere la violencia en las instituciones
educativas, ante los nuevos modos de interacción en entornos virtuales.
c) Identificar, sistematizar y difundir a través de los organismos correspondientes prácticas que han permitido
crear condiciones favorables para la convivencia en las instituciones educativas, el encuentro y la comunicación y
para abordar los conflictos o disputas que se expresan en las instituciones educativas, desplegadas por docentes,
comunidades y organizaciones de la sociedad civil.
Esta ley toma la convivencia como eje privilegiado para hacer frente a la violencia en la comunidad educativa.
Hablar de convivencia, habilita la construcción de vínculos basados en el buen trato, en una cultura de paz, en
lazos empáticos, solidarios, justos y democráticos. Aprender a convivir -uno de los pilares de la educación señalados
por la Unesco- permite la construcción de una ciudadanía crítica, comprometida y activa, en el contexto del ejercicio
de sus derechos
Finalmente, el artículo 10 establece que el Ministerio de Educación de la Nación, con el acuerdo del Consejo
Federal de Educación, debe elaborar un informe bienal de carácter público acerca de los resultados de las
investigaciones sobre convivencia y conflictividad en las instituciones educativas, así como sobre las medidas y
acciones llevadas a cabo en el marco de la presente ley, con el objetivo de evaluar el estado de situación para el
desarrollo y orientación de las políticas educativas.

3. CONCLUSIÓN
Se espera la pronta reglamentación para que esta ley entre en vigencia y pueda tener aplicabilidad sobre temas
tan importantes como la violencia escolar. Deseamos espacios donde la fuerza y el poder no sean utilizados para
lastimar al otro, donde realmente se aplique la resolución pacífica de conflictos, se utilice
la comunicación no violenta. Que la escuela se convierta en un lugar seguro para los niños y niñas, física y
psicológicamente; que se conviertan en verdaderos ciudadanos de paz. En este camino que propone la ley, de
la violencia a la convivencia pacífica, se puedan respetar y desarrollar en los niños y niñas
los derechos humanos, la educación para lapaz, la perspectiva de género, la participación infantil, juvenil y la resilie
ncia.

Notas:
[1:] “G. R. J. c/Babar Bilingual School Dominique Seguin s/daños y perjuicios” - Cám. Nac. Civ. - Sala A - 3/7/2009
[2:] “S., C. J. c/M., D. E. y otra s/daños y perjuicios - resp. est.- por delitos y cuasidelitos sin uso automot.” - Cám. Civ. y
Com. Mar del Plata - Sala III - 20/11/2012
[3:] Donoso Sereño, René (jefe Unidad de Apoyo a la Transversalidad): “Conceptos clave para la resolución pacífica de
conflictos, en el ámbito escolar” - Chile
[4:] www.unicef.org - consulta: 30/09/2013
[5:] www.unicef.org/mexico/spanish/Proyecto_Somos_comunidad_educativa.pdf. - 4º premio UNICEF - categoría: “Buenas
prácticas sobre los derechos de la niñez y la adolescencia en México” - consulta: 20/09/2013
[6:] Magendzo K, Abraham (coord. Cátedra UNESCO en EDH, Universidad Academia de Humanismo Cristiano). ONG:
Fundación Ideas Chile - pág. 205
[7:] www.me.gov.ar/construccion/pdf_observatorio/violencia_en_las_escuelas_2.pdf
[8:] Lora, Laura: “Nuevos modos socio-jurídicos de pensar la infancia”- 2009
[9:] Piaget, Jean: “El derecho a la educación en el mundo actual” - 1948. Puede ser consultado en el apartado “Ética y
derechos” de reEduca.com
[10:] Vidal, M. en “Habilidades socio-emocionales en el aula” - colección: “Crecer y aprender” - Ed. ICCE - 2004
[11:] “Programa Nacional de Mediación Escolar” - www.infoleg.gov.ar/basehome/actos_gobierno/actosdegobierno24-8

SEBASTIÁN I. NAVAS

RESPONSABILIDAD POR “BULLYING” EN LOS


ESTABLECIMIENTOS EDUCATIVOS

I - INTRODUCCIÓN
En el presente artículo analizaremos la problemática del denominado “acoso escolar” o, en los términos ingleses,
llamado bullying y la consecuente responsabilidad de los establecimientos escolares como de los progenitores
(padres, tutores, guardadores, etc.) por los daños físicos, psíquicos o morales que este accionar provoca en los
alumnos menores de edad por sus pares, tanto dentro del establecimiento escolar como fuera del mismo, y los
alcances que el centro educativo tiene respecto de su responsabilidad civil por aquellos agravios, al igual que los
progenitores por su omisión en el debido cuidado y/o atención en la educación de sus pupilos.
Los daños que genera este accionar ilegítimo en los menores tiene un alcance de especial relevancia, ya que los
afectados son nuestros hijos, cuya intensidad en el sufrimiento que este accionar les provoca puede llevar desde la
depresión hasta lesiones graves, incluso, hasta la propia muerte. Por ello, esta problemática en su tratamiento
desde cualquiera de las ciencias (jurídicas, psicológica, médica, etc.), merece un apartado especial para brindar
diferentes alternativas de solución a los fines de prevenir este tipo de conductas y, por ende, los daños que ellas
provocan en nuestros hijos; me permito esta expresión porque cualquiera de los chicos que asisten a un colegio -
público o privado- puede ser víctima de este maltrato escolar, incluso nuestros propios hijos, de ahí la importancia
de esta temática y la prudencia en su tratamiento, cualquiera fuere su disciplina.
Este “acoso escolar”, tal como lo veremos infra, puede ser la causa de la muerte de los chicos, sea por homicidio
o suicidio del menor agraviado; puede ser evitado de diferentes formas, de acuerdo con las metodologías de cada
una de las ciencias que lo estudie, pero la gravedad de sus consecuencias no puede ser obviada ni por los padres ni
por los responsables de los establecimientos educativos, porque este acoso puede engendrarse en el colegio y
extenderse hasta el espacio extraescolar o viceversa, y ser tanto responsables de sus consecuencias los padres o
tutores de los menores agresores como el establecimiento escolar si, conociendo el hostigamiento, no hicieron nada
dentro de sus potestades, facultades, derechos y deberes para evitar el desenlace dañoso.
En el presente trabajo analizaremos la responsabilidad parental y la del establecimiento educativo a la luz de la
nueva filosofía del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (CCyCo.), el cual incorpora al derecho privado
positivo las dos funciones fundamentales del derecho de daños: por un lado, la función preventiva y, por otro, la
reparatoria, siendo la primera fundamental para el tema que nos ocupa e interpretándose que la resarcitoria
operará solamente cuando el objetivo de la primera devenga infructuoso.

II - CONCEPTOS, CARACTERÍSTICAS Y FORMAS DE BULLYING


En el párrafo anterior señalamos que esta expresión foránea significaba acoso u hostigamiento que sufre una
persona por otras y que está especialmente referido a los hostigamientos que sufren menores de edad de carácter
débil y sumiso de parte de sus pares que, abusando de su situación física superior o de otras características que en
las que sobresalen, agraden física, verbal y de diferentes formas a otro menor que se encuentra en una situación de
inferioridad: en este sentido, se ha afirmado que el bullying “...es una palabra inglesa, también conocido
como ‘acoso escolar’ u ‘hostigamiento escolar’; bullying está compuesto por la voz bully, que quiere
decir ‘matón’ o ‘peleón’ más la terminación ‘ing’ que indica la acción o el resultado de una acción. Este
vocablo no está dispuesto en el diccionario de la Real Academia pero puede ser definido como
el maltrato o la conducta agresiva de un determinado individuo hacia otro, que constantemente se repite con el fin
de producir daño premeditadamente a este. Este tipo de acoso se caracteriza por optar por uncomportamiento
cruel, brutal y muchas veces inhumano con el principal objetivo de infligir daño a una determinada persona
para asustarlo o someterlo”.
Conforme surge de los conceptos vertidos, visualizamos que el bullying constituye sin más un acto violento que
se puede materializar de diferentes formas, es decir, acoso físico o agresión física, verbal, etc., con consecuencias
de similar naturaleza, es decir, daños físicos, psicológicos e incluso un daño moral y, a la vez, ese daño físico puede
ir desde lesiones leves, graves o gravísimas hasta la propia muerte del agredido, sea por homicidio o suicidio, por
padecer semejante hostigamiento que le puede producir (entre otras enfermedades) una depresión aguda que lo
puede llevar al suicidio. En este sentido, se ha afirmado
que “el bullying puede serde tipo psicológico, verbal, social o físico. El psicológico es aquel donde atacan la aut
oestima de la persona e intentan producir sensación de temor en ella. El verbal está caracterizado por todo tipo
de insultos,apodos, sobrenombres, burla, desprecios, atacar los defectos físicos, entre otros, de manera pú
blica. El social busca apartar o exiliar al individuo del resto de los compañeros o grupo. Y finalmente elb
ullying físico, que es el más común, agrede de manera física a la persona por medio de patadas, golpes, em
pujones, etc.”.
Tal como se desprende de lo descripto, el bullying es una acción violenta que se puede extender desde el agravio
físico hasta el psicológico y, dentro del primero, causar lesiones y hasta la propia muerte, sea directamenteo indire
ctamente (por homicidio o suicidio, respectivamente) e, insisto con ello, porque los daños que puede causar esta ac
ción violenta revela la gravedad de la problemática y el riesgo en que todos nuestros hijos seencuentran, porque ca
da uno de ellos actual o potencialmente pueden ser víctimas de este hostigamiento.
Las causas fuente de este accionar de los agresores pueden hallarse (entre otras) principalmente en su entorno
familiar o íntimo, en sus amistades, o bien en el mismo círculo escolar: el agresor puede provenir de un hogar
violento (violencia familiar), donde crece con estos conflictos y piensa que lo que hace es correcto, o bien, pretende
canalizar su conflicto familiar con la agresión a terceros: en este horizonte se ha afirmado
que “el bullyingpuede deberse a múltiples factores que entre ellos están los medios de comunicación, la familia,
entorno escolar, etc. Por ejemplo, en el entorno familiar, cuando los niños se ven expuestos a la violencia
familiar,pueden adquirir ese tipo de comportamiento y manifestarlo con otras personas, dado que la per
cepción de la violencia es la alternativa más viable para ellos”.
Lo cierto es que aun cuando la problemática que genera estas conductas de los menores fuere un conflicto famili
ar violento o hechos semejantes, en modo alguno puede justificar una reacción de esta naturaleza, sino quedeben a
ctivarse los mecanismos tanto escolares como gubernamentales para que ese menor sea objeto de tratamiento, a lo
s fines de su resocialización.
En esta problemática, todos los componentes activos que se vinculan a la educación de los menores (en el ampli
o sentido de la palabra), léase padres, profesores, gobierno, etc., somos responsables y, como tales,debemos evitar
-desde el rol que cumplimos-
este tipo de conductas, porque así como se expresó supra que cualquiera de nuestros hijos pueden ser víctimas de
bullying, también nuestros hijos pueden ser los propiosagresores y esa conducta va a tener un responsable o varios,
pero en modo alguno va a excluirnos como padres y a los profesores como guardadores de la educación de los men
ores en su entorno, porque el acoso puededarse en cualquier ámbito, en la calle, en el establecimiento escolar, en n
uestras propias casas, ya sea personalmente o bien a través de los medios de comunicación virtual (chats, redes so
ciales, etc.). En cuanto al rol de losprofesores o maestros, se ha sostenido: “En cuanto al entorno escolar, aquí l
os profesores cumplen un papel fundamental, puesto que son los encargados de disciplinar los niños en los d
istintos entesestudiantiles, puesto que en ellos es donde más se desarrolla el bullying”, pero como señalé
anteriormente, el hecho de que la mayoría de los casos se dé en el establecimiento escolar o entorno de tal
naturaleza no significa que los profesores sean los principales responsables de ese evento, sino que aquellos como
los padres somos también y de manera concurrente responsables de este accionar de nuestros hijos, cuando ellos
son los agresores, porque los padres no podemos ignorar ni excusarnos en la ignorancia de los hechos para
eximirnos de responsabilidad si nuestros hijos son actores/agresores en estos eventos, sino que debemos arbitrar
los medios desde nuestro lugar y desde el rol de responsables de nuestros hijos para prevenir tanto que incurran en
estas conductas, como también que sean víctimas de las mismas, aunque lo primero podrá estar más al alcance de
nosotros como padres que lo segundo: insisto con ello, la responsabilidad es concurrente y no excluyente, si
nuestros hijos se convierten en victimarios en el hostigamiento escolar (sin perjuicio luego de analizar el grado
de responsabilidad), pero esta siempre va a existir. Tal como señalamos anteriormente, la acción de hostigamiento
o acoso que representa el bullying como fenómeno y en especial, en el entorno escolar puede configurar situaciones
de violencia extrema y que se materializan de diferentes formas y con diversas consecuencias para el agredido. Por
ello se ha señalado que
“cuando hablamos de ‘acoso escolar’ nos estamos refiriendo asituaciones en las que uno o más alumnos
/as persiguen e intimidan a otro u otra -víctima-
a través de insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, motes, agresiones físicas, amenazas y coa
cciones... pudiendo desarrollarse a lo largo de meses e incluso años, siendo sus consecuencias ciertame
nte devastadoras, sobre todo para la víctima pero también para los espectadores y para el propio agreso
ro agresora. Para referirse a estas situaciones de acoso, intimidación y victimización entre iguales, en la
literatura especializada es frecuente encontrar también el término inglés bullying. Por lo tanto,nos refe
rimos a lo mismo cuando hablamos de acoso escolar, maltrato entre iguales o bullying. El primero en def
inir este fenómeno fue Dan Olweus, profesor de psicología de la Universidad de Bergen(Noruega, 1998),
para quien la victimización o ‘maltrato por abuso entre iguales’, es una conducta de persecución física y
/o psicológica que realiza el alumno o alumna contra otro u otra, al que eligecomo víctima de repetidos
ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a las víctimas en posiciones de las que difícilmente
pueden salir por sus propios medios. La continuidad de estas‘relaciones’ provoca en las víctimas efectos
claramente negativos: descenso en su autoestima, estados de ansiedad e incluso cuadros depresivos, lo
que dificulta su integración en el medio escolar y eldesarrollo normal de los aprendizajes”.
Como se desprende de lo señalado, el bullying representa un accionar doloso (podemos interpretarlo a este
factor en su amplia concepción, es decir, dolo directo o indirecto o dolo eventual), donde el agresor tiene la
intención de dañar física o psicológicamente o moralmente a la víctima, causándole un perjuicio en su salud o en su
moral, afectando la autoestima, entre otras consecuencias nocivas. A la vez, este accionar se presenta en la
mayoría de los supuestos (y así debe ser considerado) como una acción continua, no repentina ni esporádica, sino
repetitiva y que culmina con un daño que comienza o puede generarse leve y concluir en una lesión más grave, sea
en la salud física o psíquica o ambas, sin excluir -claro está- el agravio moral.
Sin duda, no puede negarse que se trata de un accionar ilícito (art. 1066, CCyCo.) que genera respecto al actor
principal (agresor) una responsabilidad que concluirá (como veremos infra) siendo refleja o indirecta, ya que los
daños que el menor provoque serán indemnizados por los progenitores del mismo y sin perjuicio (también como lo
analizaremos) de la responsabilidad del establecimiento educativo: en este sentido, se ha afirmado, respecto a la
naturaleza dolosa de la acción del bullying, lo
siguiente: “No se puede calificar de acoso escolar o bullying situaciones en las que un alumno o alumna s
e mete con otro de forma amistosa o comojuego. Tampoco cuando dos estudiantes a un mismo nivel dis
cuten, tienen una disputa o se pelean. Elementos presentes en el acoso escolar o bullying: deseo inicial
obsesivo y no inhibido de infligirdaño, dirigido contra alguien indefenso/a. El deseo se materializa en un
a acción. Alguien resulta dañado/a. La intensidad y la gravedad del daño dependen de la vulnerabilidad
de las personas. Elmaltrato se dirige contra alguien menos poderoso/a, bien sea porque existe desigual
dad física o psicológica entre víctimas y actores, o bien porque estos últimos actúan en grupo. El maltrat
o carece dejustificación. Tiene lugar de modo reiterado. Esta expectativa de repetición interminable por
parte de la víctima es lo que le da su naturaleza opresiva y temible. Se produce con placer manifiesto. El
agresor/a disfruta con la sumisión de la persona más débil (violencia escolar: el maltrato entre igual es
en la educación secundaria obligatoria. Defensor del pueblo. Informes, estudios y documentos,Madrid, 2
000)”.
Como ocurre en toda acción dolosa que configura un ilícito civil o penal, el agresor tiene la intención de dañar;
en el caso del bullying, como conducta especial, se agrava esa acción porque como se señala supra, el agresor
disfruta dañando a la víctima; goza del poder que ostenta y siente el deseo de materializarlo con el agredido por
intermedio de las acciones que configuran el acoso, golpes, burlas, etc., incluso incitando a conductas tácitas en
perjuicio del agredido (por ejemplo, el castigo del silencio), es decir, ignorar a la víctima. Si bien en este caso no
hay una acción positiva en el sentido de agresión, esta se produce por el daño que provoca la ignorancia,
especialmente en la autoestima del agredido, causando un daño psíquico que muchas veces se convierte en
irreversible.
Como señalamos supra, la responsabilidad por prevenir este tipo de conductas nos compete a todos los actores
que rodean a los menores, a nuestros hijos, padres, profesores y todo el entorno familiar, porque de esta manera
podemos ayudar a evitar estos eventos dañosos y, lo que es mejor, podemos prevenir los daños severos que dichas
acciones provocan a los menores: en este sentido, se ha sostenido que
“el maltrato entre igualeses un problema que ocurre en el ámbito social en general. La intimidación de l
os agresores y agresoras ocurre en contextos sociales en los que docentes y familias, pocas veces están
al tanto de suexistencia y los demás niños/as no quieren involucrarse o simplemente no saben cómo ay
udar. Dada esta situación, una intervención efectiva debe involucrar a toda la comunidad escolar. El mal
tratoentre iguales es un problema serio que puede afectar dramáticamente la habilidad de los escolares
a progresar académica y socialmente. Se requiere, pues, un plan de intervención que involucre aalumna
do, familia y docentes para asegurar que la totalidad del alumnado pueda aprender en un lugar seguro y
sin miedo. Para ayudar a comprender estas conductas e identificar a los implicados/as enlos casos de a
coso...”.
En suma, como veremos infra, la responsabilidad tanto social como jurídica es de cada uno de los que, desde
nuestro ámbito, rodeamos a los menores y seremos quienes debamos reparar los daños que, de ser nuestros hijos
los agresores, provoquen a sus pares, porque todos en una medida u otra tenemos la facultad o potestad para
evitar que los hijos incurran en estas conductas y su producción generará una presunción de culpabilidad que vamos
a tener que neutralizar.
En nuestro país, el concepto legal de bullying no está directamente definido en los escasos textos normativos
que regulan la materia, sea a nivel nacional como provincial. Lo podemos deducir de lo señalado en la ley 14750
de antibullying de la Provincia de Buenos Aires, la cual adhiere a la ley nacional 26892 (art. 1, L. 14750) y entre sus
objetivos se encuentra el de cumplimentar aquellos que marca este último cuerpo normativo: decíamos
anteriormente que la citada legislación provincial no establece un concepto de bullying, pero sí se refiere al mismo
como hostigamiento, acoso y otra forma de violencia cuando prescribe -en su art. 3- lo siguiente:
“Esta ley seorienta en los principios establecidos en el artículo 2 de la ley nacional 26892, la normativa
que en su consecuencia se dicte y, en particular, los acuerdos de convivencia, guías y protocolos deinter
vención, deberán basarse en: a) el respeto irrestricto a la dignidad e intimidad de las personas; b) el rec
onocimiento de los valores, creencias e identidades culturales de todos;
y c) el respeto y laaceptación de las diferencias, el rechazo a toda forma de discriminación, hostigamien
to, violencia y exclusión en las interacciones entre los integrantes de la comunidad educativa, incluyend
o las que seproduzcan mediante entornos virtuales y otras tecnologías de la información y comunicación
”. De lo expuesto, se colige que asemeja el concepto de bullying al de hostigamiento, pero también se extiende a q
uedicho accionar comprende toda forma de violencia (física o verbal), actos discriminatorios y exclusión de interacci
ones dentro del centro educativo y se extiende a los medios de comunicación virtual (tal como referíamossupra): no
obstante lo expuesto, podemos resumir el concepto (desmembrado de la norma citada) de bullying, a los fines de l
a ley citada, en que comprende a todo acto violento de hostigamiento que afecte o comprometa ladignidad e intimid
ad de las personas [art. 3, inc. a), L. 14750]. Este concepto resulta ser amplio y abarcativo de todo tipo de violencia
que se genere en perjuicio de un menor dentro del establecimiento escolar, pero nosignifica que excluya la respons
abilidad paterna, porque la misma ley compromete a los padres y al entorno familiar en la prevención de estas cond
uctas, al señalar entre los objetivos de la ley el de “comprometer a losadultos en el rol de sostén y acompaña
miento en el abordaje de la convivencia y la conflictividad social en la escuela y, en particular, en el proc
eso de construcción del acuerdo de convivencia” [art. 4,inc. 8)]”: tanto los padres como los profesores están
legalmente comprometidos en la tarea de prevenir estas conductas, pero también de suceder los hechos y los cons
ecuentes daños, de responder por los mismos (comoveremos infra), ya que la misma legislación citada señala como
principio legal, en el último inciso del artículo 3 de la citada ley [en su inc. J)], lo siguiente: “El reconocimiento y
reparación del daño u ofensa a personaso bienes de las instituciones educativas o miembros de la comu
nidad educativa por parte de la persona o grupos responsables de esos hechos”. Es decir que la víctima del
bullying tiene el derecho legalmenteconsagrado a ser reparado en el daño por los responsables directos del acciona
r violento, entrado a regir aquí lo normado en materia de responsabilidad paterna como lo relativo a la responsabilid
ad de los establecimientoseducativos (como veremos infra).

III - LA RESPONSABILIDAD DEL ESTABLECIMIENTO EDUCATIVO Y DE LOS


PADRES, GUARDADORES Y/O TUTORES
Cuando hablamos de la responsabilidad civil de los centros educativos, como de los padres de los menores que r
esultan agresores en el bullying, debemos distinguir un aspecto esencial conforme al factor de atribución de lamism
a: por un lado, la responsabilidad objetiva y, por otro lado, la subjetiva, y ver cuál de los dos factores es atribuible a
uno u otro de los actores, en el caso puntual, los establecimientos educativos y los padres de losmenores victimario
s, conforme a la reforma del Código Civil argentino (CC): en otras palabras, nos preguntamos, ¿a quién pueden de
mandar los representantes legales de los menores agredidos?, ¿quiénes pueden resultarlegitimados pasivos en esto
s supuestos?, ¿solamente el establecimiento educativo o solo los progenitores de los menores agresores? ¿Puede exi
stir una responsabilidad solidaria o concurrente entre ambos, ponderando lascircunstancias del caso concreto? Trata
remos de ir dilucidando estos interrogantes a medida que desarrollemos esta temática.
1. La responsabilidad de los establecimientos educativos
En primer lugar, y antes de desarrollar este punto, me permito realizar una pregunta: ¿resulta aplicable al su
puesto del bullying lo normado en el antiguo artículo 1117 del Código Civil como fundamentonormativo
y jurídico de la responsabilidad de los centros educativos? Con la reforma del Código
Civil incorporada por la ley 26994, no se produce una diferencia en relación con
el tipo de responsabilidad de losestablecimientos educativos, manteniéndose el factor objetivo como fundamento de
atribución de la responsabilidad incorporado por la ley 24830, mediante el artículo 1117 del otrora Código
Civil: en este sentido, la doctrina,al referirse a este tipo especial de la responsabilidad, ha señalado (en términos ge
nerales) que “la responsabilidad civil de los establecimientos educativos no se modifica sustancialmente
en el CCyCo. respecto alrégimen introducido en el año 1997 por la ley 24830 que sí trajo cambios respec
to al Código Civil de Vélez Sarsfield en el art. 1117, pero es menester señalar que la transformación más
importante eneste aspecto es la unificación de las consecuencias jurídicas de los regímenes de respons
abilidad civil contractual y extracontractual, aunque perduran algunas diferencias entre ambos por ser p
ropias decada uno de esos campos”(1): con la reforma de la ley 24830 se introduce la teoría de la responsabilida
d objetiva respecto de los establecimientos educativos, prescribiendo el citado artículo lo siguiente: “Los propietari
osde establecimientos educativos privados o estatales serán responsables por los daños causados u sufr
idos por sus alumnos menores cuando se hallen bajo el control de la autoridad educativa, salvo queprob
aren el caso fortuito. Los establecimientos educativos deberán contratar un seguro de responsabilidad c
ivil. A tales efectos, las autoridades jurisdiccionales, dispondrán las medidas para elcumplimiento de la
obligación precedente. La presente norma no se aplicará a los establecimientos de nivel terciario o univ
ersitario”: tal como emerge de la citada norma (hoy art. 1767, CCyCo.), el factor de atribución objetivo es el que
funda la responsabilidad del establecimiento educativo y se basa en la obligación de seguridad y/o garantía que
asume el mismo de entregar el alumno a sus progenitores sano y salvo, es decir, libre de todo daño físico o psíquico
y solamente el caso fortuito podrá ser invocado y deberá acreditare para que el establecimiento se exime
de responsabilidad por los daños que sufran los alumnos del establecimiento, como por los agravios causados por
estos, siempre que esos daños se produzcan bajo el control de la autoridad educativa: como bien lo señala la
doctrina
especializada, “la nueva norma tiene un fundamento objetivo de‘garantía’, pues la ley impone a quien brin
da el servicio educacional de modo organizado, el deber de prestarlo sin que se produzcan daños”. Cabe
aclarar que la doctrina citada ser refiere al artículo 1117 del Código Civil y, como afirma la misma, aquí no hay
distinción entre si el centro educativo es privado o público. La responsabilidad por este factor le cabe
igual a priori de la naturaleza del referido centro(2). La responsabilidad es procedente tanto para los daños que sufra
un alumno de parte de otro miembro de la comunidad de ese colegio, como los que sufra por otros motivos (por
ejemplo: caerse en una clase de gimnasia, o bien, tropezando con elementos de la escuela, etc.), como también es
procedente cuando el daño es causado a un tercero por los alumnos de ese establecimiento. En efecto, el daño debe
producirse bajo la esfera del control educativo y puede ser causado por alumnos del colegio hacia compañeros,
como el provocado por alumnos hacia terceros, debiendo el establecimiento ser una entidad primaria o secundaria,
quedando excluidos los terciarios o institutos universitarios. En este sentido, la ley 14750 de la Provincia de Buenos
Aires, establecen en su texto que el texto es aplicable a todo establecimiento público o privado aún con subsidio del
Estado(3): la doctrina ha señalado al respecto lo
siguiente: “Se exigen como recaudos condicionantes de esta responsabilidad, a los siguientes: a) que el a
lumno, víctima o dañador, sea menor de edad; b) que la enseñanza sea inicial, EGB opolimodal, ya expre
samente la parte final del precepto aclara que el mismo ‘no se aplicará a los establecimientos de nivel te
rciario o universitario’; y c) que la producción del daño acaezca durante unaactividad realizada bajo el c
ontrol de la autoridad educativa, lo que apunta a acotar el ámbito de aplicación a un espacio -
la escuela, colegio, etc.- y a un tiempo -
el que los alumnos permanecen en elestablecimiento y el posterior razonable para que sean retirados po
r sus padres o un mayor-
. Aunque con respecto a esto último debe tenerse presente que las actividades docentes pueden no esta
rlimitadas al claustro, existiendo también otras suplementarias, especiales, como visitas a instituciones
oficiales, o la realización de competencias o torneos deportivos y culturales, etc., que normalmenteno se
desarrollan en el ámbito de la escuela; pero que igualmente habrán de comprometer esta responsabilid
ad, en tanto y cuanto hubiesen sido organizadas y/o controladas por el titular delestablecimiento, por sí
o a través de su personal”.
La extensión de la responsabilidad es muy vasta, comprendiendo -como se advierte- también a los hechos
dañosos producidos fuera del establecimiento educativo, pero que se encuentren bajo la custodia de las autoridades
del establecimiento de tal naturaleza: ahora bien, centrándonos en el hecho que motiva estas líneas -esto es,
el bullying-, podemos decir como primer concepto que puede presentarse como un evento que se divide en épocas
o sectores en su producción y perduración en el tiempo: es decir, puede suceder que comience en la casa del menor
agresor, en la calle, es decir, en espacios públicos y continúe en el establecimiento escolar o viceversa; que
comience en la escuela y se siga desarrollando en el espacio público o bien privado de la casa del agresor, de su
entorno familiar o bien de otro miembro del grupo agresor, ya que estos pueden ser varios o un solo individuo. Es
por ello que la responsabilidad del establecimiento o de los padres dependerá especialmente de las particulares
circunstancias del caso, pero en especial si conocían o no la existencia del acoso u hostigamiento sufrido por la
víctima o si debían conocer dicha circunstancia y no actuaron con las facultades o poder que le conferían para evitar
el daño.
El bullying, entre su características principales, se presenta como evento que no se produce repentinamente,
sino que de manera continua, progresiva y agudizando la situación en detrimento de la víctima: como
señalamos supra, puede comenzar en el colegio o bien en un espacio privado o público, pero fuera del control de la
autoridad educativa, y terminar en la misma o a la inversa. Lo relevante a los fines de la responsabilidad del
establecimiento educativo es si este conocía o debía conocer la existencia del hostigamiento y no hizo nada para
evitarlo o mitigarlo. En ello se centra la responsabilidad: al referirme al conocimiento del hecho, hago mención a
que el hostigamiento también se producía en el colegio, circunstancia que las autoridades debían conocer conforme
a sus potestades. En otras palabras, es un hecho que las autoridades no podían ignorar. Por ello, la tarea de
prevención en esta temática es fundamental: el dar a conocer lo que está sucediendo -sea por los compañeros de la
víctima o incluso por los padres del agresor o los familiares de la víctima- a las autoridades educativas es una
acción esencial para evitar el daño o para mitigarlo, porque de ese conocimiento dependerá la responsabilidad del
centro educativo: esta responsabilidad puede ser por acción como también por omisión de tomar las medidas
pertinentes para prevenir o evitar que el acoso se siga produciendo.
El nuevo artículo 1767 del CCyCo. prescribe: “El titular de un establecimiento educativo responde por el d
año causado o sufrido por sus alumnos menores de edad cuando se hallen o deban hallarse bajo elcontr
ol de la autoridad escolar. La responsabilidad es objetiva y se exime solo con la prueba del caso fortuito
... el establecimiento educativo debe contratar un seguro de responsabilidad civil, de acuerdoa los requi
sitos que fije la autoridad en materia aseguradora ...
esta norma no se aplica a los establecimientos de educación superior o universitaria”(4). Como se señaló a
nteriormente, no existen mayoresdiferencias al artículo 1117 del Código
Civil, advirtiendo que se añade la expresión “o deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar”, pero lo
más trascendente es que se mantiene la responsabilidad objetiva y elfundamento del deber de garantía impuesto a l
os establecimientos de devolver al menor libre de todo daño a sus progenitores. En el mismo sentido, se señala que
“...el legislador de 2014 optó por tratar el régimen enuna misma norma tal como lo hizo el de 1997 al s
ancionar la ley 24830 que reformó el originario art. 1117 del Código Civil”.(5)
En efecto, no existe a prima facie distinción alguna en la clase de establecimiento respecto a su naturaleza origin
aria, es decir, si son públicos o privados, y así también lo reconoce la doctrina (con una salvedad comoveremos infr
a): “Para nosotros la nueva norma, como la anterior, abarca a los establecimientos educativos que se re
glan mediante la ley de educación
26206 (BO: 28/12/2006), la que ‘...regula elejercicio del derecho de enseñar y aprender consagrado po
r el artículo 14 de la Constitución Nacional y los tratados internacionales incorporados a ella, conforme
a las atribuciones conferidas alHonorable Congreso de la Nación en el artículo 75, incisos 17, 18 y 19, y
de acuerdo con los principios que allí se establecen y los que en esta ley se determinan’, y a todos aquel
los institutos deenseñanza que mediante las normas provinciales y municipales se incorporen a su propi
o régimen educativo si es que no adhirieron al sistema educativo nacional. Es decir que entendemos que
la normaengloba a todos aquellos centros de enseñanza que imparten la educación mínima regulada m
ediante la normativa educativa específica, sean de gestión privada o estatales, con la salvedad que para
losestatales nacionales haremos más adelante”(6). En efecto, como regla general, entonces la responsabilidad
es objetiva tanto para los establecimientos públicos como para los privados con la salvedad de los tipos deestableci
mientos que la misma norma establece como inaplicable la misma.
Dada la unificación de la responsabilidad plasmada en la reforma establecida por la ley 26994 al Código Civil, res
ulta prescindible -a los fines de atribuir la responsabilidad al establecimiento educativo-
recurrir a la fuente dela misma, es decir, a la órbita contractual o extracontractual, porque aun cuando se trate de
un establecimiento privado donde sí existe una fuente contractual, la responsabilidad sigue siendo igual a un estable
cimientopúblico, porque el origen de aquella es la misma ley. En otros términos, la fuente del deber de responder es
el mismo CCyCo. a priori de si existe o no un vínculo contractual: en este sentido, se ha afirmado por la doctrina qu
eha estudiado este tema en el nuevo régimen que “...al desaparecer la mayoría de las consecuencias jurídica
s de ambos regímenes de responsabilidad civil, ya no podremos determinar si se trata de unaresponsabi
lidad contractual o extracontractual del establecimiento educativo ante daños causados o sufridos por al
umnos menores de edad. Es decir que si el daño lo padeció el alumno en el colegiohabiendo sido produci
do por otro alumno, por personal del mismo o por un ajeno al establecimiento de enseñanza (intruso, vi
sita, por alguien desde afuera de la escuela hacia adentro, por un tercero alcolegio en las lecciones-
paseo o viajes escolares), se tratará a secas de la responsabilidad civil del establecimiento educativo qu
e deriva de la ley, es ex lege, haya o no contrato de enseñanza de pormedio. Aun en aquellos casos dond
e el menor haya fallecido por los daños padecidos, también se trata de una responsabilidad civil nacida
de la ley y no ex contractus, pues el deber de seguridad alalumno no surge del contrato educacional sino
de la norma que así lo impone, esto es que esa obligación se apoya más allá del acuerdo entre las parte
s. En el mismo sentido si el perjuicio lo sufrealguien distinto al propio alumno pero fue causado por este
, puesto que si el daño es originado por un dependiente del principal se regulará el infortunio por las nor
mas específicas previstas en el Códigopara tal eventualidad (arts. 732 y 1753)”(7). En consecuencia, confor
me a lo descripto, el establecimiento educativo (al cual refiere el art.
1767, primer párr.) es objetivamente responsable por los daños que allí refiere yen las circunstancias que establece
la norma, independientemente de si se trata de un colegio público o privado y, en efecto, si existe un vínculo contra
ctual o se trata de un establecimiento público, en todos los supuestos, laresponsabilidad es impuesta por la ley com
o fuente de derecho.
Sumado a lo dicho, la responsabilidad ostenta factor objetivo también a priori de la naturaleza del establecimient
o educativo y de si existe o no vínculo contractual entre este y el alumnado. Existe un deber de garantía y deseguri
dad que pesa sobre el establecimiento y la existencia del daño en el alumnado presume el incumplimiento de aquel
deber, como acertadamente lo indica la doctrina citada(8): “En el artículo 1722 del CCyCo. sedescribe qué es u
n ‘factor objetivo’ de responsabilidad civil: ‘Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la
culpa del agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En talescasos, el responsable s
e libera demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario’. Esto es que más allá de la c
onducta que el establecimiento educativo haya aportado en el evento,obviamente a través de su person
al (o sus titulares), deberá responder ante el daño causado o sufrido por el alumno. El comportamiento
del legitimado pasivo solo interesa en el factor subjetivo deresponsabilidad civil, definido en el artículo
1724 del CCyCo. El titular del establecimiento educativo garantiza -deber de garantía-
que si un alumno menor de edad que se halla o deba hallarse bajo elcontrol de su autoridad escolar cau
sa un daño a otro o él mismo sufre el perjuicio, responderá de las consecuencias y resarcirá al damnifica
do por el evento ilícito. Asimismo, en el art. 1723 del CCC seencuentra una norma genérica de responsab
ilidad civil que fundaría el deber de seguridad con fundamento objetivo como de resultado, si de las circ
unstancias de la obligación o de lo convenido por laspartes, surge que el deudor debe obtener un resulta
do determinado. Aunque es dable remarcar que es el propio artículo 1767 del CCyCo. el que determina e
l deber a cargo del titular del establecimientoeducativo para con el alumno y hacia terceros damnificado
s por estudiantes”. En el caso de los establecimientos educativos, conforme a lo normado por el artículo 1767, aq
uellos solo eximen probando el caso fortuito.
Tanto la ley 26892 de aplicación nacional como la ley 14750 de aplicación en la Provincia de Buenos Aires establ
ecen el deber de los establecimientos educativos de reglamentar protocolos de actuación ante supuestos deacoso u
hostigamiento y, dentro de los principios de ambas leyes (entre otros), se encuentra el de respetar la integridad físi
ca y moral, como la intimidad de los alumnos: como vemos, se encuentra en cabeza delestablecimiento educativo u
n deber legal de actuar con cierta formación ante la producción de estos eventos, pero en especial, los textos norma
tivos hacen hincapié en la prevención de los mismos: en el artículo 3, en susincisos a) y b) de la ley 26892, se estab
lecen expresamente como objetivos de la ley e impuestos a los establecimientos educativos lo siguientes (entre otro
s): 1. garantizar el derecho a una convivencia pacífica,integrada y libre de violencia física y psicológica;
2. orientar la educación con criterios útiles para evitar la discriminación, como la ausencia de maltrato fí
sico o psicológico: a contrario sensu y, siguiendo elfactor objetivo de atribución de la responsabilidad plasmado en
el artículo 1117 antes citado (hoy
art. 1767), si en el colegio existen eventos de la naturaleza de los signados en los incisos citados, se configura un ca
so debullying y los daños generados por el evento o los supuestos hacen nacer la responsabilidad del centro educati
vo, porque la misma ley pone en cabeza de los mismos el deber de prevenir estos hechos conforme a las directivasi
mpuestas en el texto legal.
La existencia de estos hechos violentos nos permite presumir que todas las instrucciones, directrices y demás pr
otocolos a seguir por los establecimientos educativos fallaron en su aplicación y, por ello, ante daños físicos opsicoló
gicos de los menores víctimas de hostigamiento -producido parcial o totalmente dentro del colegio-
, el establecimiento es responsable, sin perjuicio (como veremos) de la responsabilidad de los padres del menoragre
sor.
En este sentido, la misma ley 26892 (en su art. 4) prescribe que resulta ser deber del Ministerio de Educación el
aborar las normas sobre convivencia en las escuelas de todo el país y que ellas deben tener como principiosrectores
(entre otros) que los integrantes de la comunidad educativa respeten la vida, los derechos y la responsabilidades d
e cada persona y fomentar la resolución no violenta de los conflictos, la aceptación de diferencias (ono discriminació
n). Sumado a ello, en concordancia con lo que venimos exponiendo sobre la prevención de estos hechos violentos y
por ende de los daños, la misma ley (art. 8) establece el deber de prevención de lassituaciones de violencia en el col
egio por intermedio de espacios de orientación y reflexión. Sumado a ello, la misma ley hace referencia al deber de
conocer los hechos que se suceden -
como el de comunicar la existencia delos mismos ante su producción, al promover una línea telefónica para las denu
ncias de estos eventos [inc. e)]-
. Las denuncias permiten prevenir los eventos futuros o paralizar los actuales, como los consecuentes daños; porello
, todos estos deberes y programas de acción impuestos por la legislación en la materia ubican al establecimiento es
colar en un grado de responsabilidad de suma magnitud y que, ante su mera falla lo hace responsable, esdecir, la e
xistencia de un hecho de esta naturaleza dentro del colegio y descubierto en el mismo hace presumir que los mecan
ismos de prevención al cual refiere la legislación citada fallaron, fueron defectuosos y por ello naceesa responsabilid
ad a la cual refiere el artículo 1767 en concordancia con los artículos 1712 y 1713 del CCyCo. (función preventiva y
resarcitoria de la responsabilidad civil).
En virtud de lo expuesto, podemos decir que el establecimiento educativo puede ser hallado responsable por un
hecho de bullying, si se comprueba la existencia del mismo dentro del colegio, ya sea parcialmente o en sutotalidad,
sin perjuicio de la responsabilidad de los padres del agresor: en este sentido, la jurisprudencia tanto nacional como
comparada ha atribuido tal responsabilidad al centro educativo por casos de bullying, fundándoseen la ausencia del
cuidado debido, conforme a la autoridad que ostentaba el colegio sobre el menor agresor.
La Audiencia Provincial de Madrid, en un precedente histórico en materia de bullying, condena tanto a los padres
de los agresores como a la institución educativa, revocando parcialmente el fallo del Tribunal Inferior ysosteniendo
que el colegio, no obstante conocer la situación del hostigamiento, no adoptó las medidas pertinentes para prevenir
el hecho y el daño, permitiendo en efecto que el evento ocurriera con la consecuencia fatal parael menor (se suicida
a raíz de los hechos de acoso sufridos).(9)
En el citado precedente, la justicia española habla del deber de prevenir de parte del establecimiento educativo y
el incumplimiento de deber de parte de este, al no adoptar las medidas pertinentes, conforme lo
aconsejarala gravedad de la situación, y no obstante conocer la existencia del hecho. Recordemos lo expuesto supra
sobre la importancia del conocimiento de la existencia de los actos de hostigamiento y las denuncias que se debenh
acer, porque, como señala el fallo y ahí radica el fundamento, nace la responsabilidad por omisión del centro educat
ivo, es decir que, conociendo los hechos, no adoptaron las medidas pertinentes para detenerlo o mitigar lasconsecu
encias. En el caso, la muerte del menor.(10)
La responsabilidad prevista en el artículo 1767 del CCyCo., en concordancia con los artículos 1712 y 1713 que re
fieren a la función preventiva de la responsabilidad civil, conforme a la nueva doctrina adoptada en el CCyCo.,result
a aplicable a los daños que sufren los alumnos bajo la custodia del centro educativo; puede ser invocada como fund
amento para atribuir responsabilidad al establecimiento ante un caso de hostigamiento o acoso, ya quela existencia
del evento (probada la misma) y el daño consecuente hacen presumir el incumplimiento del centro educativo de los
deberes de prevención del hecho, siendo su responsabilidad por omisión, es decir, por no haberadoptado las medida
s pertinentes para prevenir el daño o mitigarlo, negligencia que se presume ante la mera producción del daño, ya q
ue era deber del establecimiento educativo devolver al alumno sano y salvo a losprogenitores que desplazan la guar
da del menor víctima durante la vigencia del turno escolar: los niños tienen el derecho constitucional a ser respetad
o en su integridad física o psíquica, en su dignidad y privacidad, derechosconsagrados en la Convención de los Dere
chos del Niño que establece el principio del interés superior del niño y que nuestra legislación ha receptado por la le
y 26061, que tutela los derechos de los niños, niñas y adolescentes:en esta normativa, podemos señalar que se con
sagran y protegen constitucionalmente los siguientes derechos: “El interés superior de la niña, niño y adolesce
nte, entre los que se destacan relacionados con laactividad educativa, el derecho a la vida (art. 8), a la d
ignidad y a la integridad personal (física, psíquica, sexual y moral) (art. 9), a la vida privada e intimidad
familiar (art. 10), a la identidad (art. 11), ala salud (art. 14), a la prohibición de ser discriminados por e
stado de embarazo, maternidad y paternidad (art. 17), a la libertad (art. 19), al deporte y al juego recre
ativo (art. 20), a ser respetados en sudignidad, reputación y propia imagen (art. 22), a la libre asociació
n (art. 23), a opinar y ser oído (art. 24), a la igualdad (art. 28). Por el artículo 15 de dicha ley se prevé: ‘
Derecho a la educación. Lasniñas, niños y adolescentes tienen derecho a la educación pública y gratuita,
atendiendo a su desarrollo integral, su preparación para el ejercicio de la ciudadanía, su formación para
la convivenciademocrática y el trabajo, respetando su identidad cultural y lengua de origen, su libertad
de creación y el desarrollo máximo de sus competencias individuales; fortaleciendo los valores de solida
ridad,respeto por los derechos humanos, tolerancia, identidad cultural y conservación del ambiente. Tie
nen derecho al acceso y permanencia en un establecimiento educativo cercano a su residencia. En elcas
o de carecer de documentación que acredite su identidad, se los deberá inscribir provisoriamente, debie
ndo los organismos del Estado arbitrar los medios destinados a la entrega urgente de estedocumento. P
or ninguna causa se podrá restringir el acceso a la educación debiendo entregar la certificación o diplom
a correspondiente. Las niñas, niños y adolescentes con capacidades especialestienen todos los derechos
y garantías consagrados y reconocidos por esta ley, además de los inherentes a su condición específica.
Los organismos del Estado, la familia y la sociedad deben asegurarles elpleno desarrollo de su personali
dad hasta el máximo de sus potencialidades, así como el goce de una vida plena y digna’. Por el artículo
16: ‘Gratuidad de la educación. La educación pública será gratuitaen todos los servicios estatales, nivele
s y regímenes especiales, de conformidad con lo establecido en el ordenamiento jurídico vigente’. Y por
el artículo 30: ‘Deber de comunicar. Los miembros de losestablecimientos educativos y de salud, público
s o privados y todo agente o funcionario público que tuviere conocimiento de la vulneración de derechos
de las niñas, niños o adolescentes, deberácomunicar dicha circunstancia ante la autoridad administrativ
a de protección de derechos en el ámbito local, bajo apercibimiento de incurrir en responsabilidad por di
cha omisión’. En función de estaúltima norma, si el colegio no comunica dicha circunstancia, se impone
su responsabilidad civil (Sagarna, F. A.: ‘Responsabilidad civil de los docentes y de los institutos de ense
ñanza. Doctrina yjurisprudencia’ - reimpr. - pág. 141 y ss. Kemelmajer de
Carlucci, Aída en Belluscio y Zannoni: ‘Código Civil y leyes complementarias’ - T. 8 -
págs. 1137/8. Reyna, C. A. en Bueres y Highton: ‘Código Civily normas complementarias. Análisis doctri
nario y jurisprudencia’ - T. 3B -
pág. 31 y ss. Loizaga, E.: ‘Responsabilidad civil de los establecimientos educativos’ -
pág. 146 y ss. y en Bueres y Highton:‘Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y juri
sprudencia’ - T. 3B - pág. 108 y ss. Zavala de González, M.: ‘Resarcimiento de daños’ -
T. 4; ‘Presupuestos y funciones del derecho dedaños’ -
pág. 694. Pizarro, R. D.: ‘Responsabilidad civil por riesgo creado y de empresa. Contractual y extracontr
actual. Parte especial’ - T. III - pág. 399 y ss. Trigo Represas, F. A. y López
Mesa, M. G.:‘Tratado de la responsabilidad civil’ - T. III - pág. 233 y ss.”.
De la normativa citada destaco puntualmente la responsabilidad del establecimiento, lo que prevé el artículo 30
de la citada legislación. Esto es, el deber de comunicar y el fundamento de la responsabilidad por omisión. Esdecir,
ante la vulnerabilidad de los derechos consagrados de los menores, esto es, afección de la integridad física o psíquic
a o moral, etc., los miembros de los establecimientos educativos tienen el deber de comunicar estacircunstancia ant
e la autoridad administrativa: la responsabilidad por omisión no solo alcanza al centro educativo sino también a los
directivos (responsabilidad subjetiva) y el bullying precisamente implica una vulneración a loscitados derechos. Por
ello, ante el conocimiento de un evento de tal naturaleza, el centro educativo debe informar y denunciar esta situaci
ón ante las autoridades y adoptar las medidas que la ley 26892 le impone para prevenirel evento y hacer cesar sus
efectos so riesgo de incurrir en responsabilidad por los daños que dicho hecho cause a la víctima y sin perjuicio, insi
sto, de la responsabilidad paterna, según las circunstancias fácticas.
Lo cierto es que la responsabilidad objetiva plasmada en el artículo 1767 del CCyCo. resulta aplicable en caso de
bullying, porque el menor debe retornar a sus padres o tutores sano y salvo, y la existencia del daño hacepresumir l
a responsabilidad del instituto educativo. Por ello, este debe responder por ese agravio y solo probando el caso fortu
ito se eximirá de responsabilidad, no bastando la existencia de la no culpa, ya que aplicamos unfactor objetivo con l
a limitada eximición de responsabilidad, al cual refiere la norma. Esto es, el caso fortuito. Lo cierto es que pesa sobr
e el establecimiento educativo un doble deber que emerge de la función de laresponsabilidad civil que el nuevo Códi
go adopta -la preventiva y la resarcitoria-
; fracasada la primera, resulta procedente la segunda, pero el deber primario es la prevención de los hechos violent
os y de los daños y su fracasohace nacer para el establecimiento educativo el deber de responder fundado en la obli
gación de garantía que pesa sobre los mismos de mantener indemne la integridad física o psíquica de los menores q
ue se encuentran bajosu custodia (art. 1767, CCyCo.).
2. La función preventiva y resarcitoria de la responsabilidad de los padres, tutores o curadores
En el presente punto analizaremos la responsabilidad de los progenitores por casos de bullying, tanto desde la fu
nción preventiva conforme al rol que desempeñan como guardadores de los bienes y la personas de sus hijos,como
también desde la óptica de su potencial concurrencia o solidaridad con el establecimiento educativo, pues desde ya
podemos descartar que, ante situaciones como las descriptas en el punto anterior y ocurridas fuera delestablecimien
to escolar, es decir, en ámbitos privados o públicos, esta responsabilidad de los progenitores deviene incuestionable
.
En primer lugar y tal como lo describimos supra, la función preventiva resulta primordial cuando hablamos de bu
llying y las acciones preventivas -ya sea extrajudiciales, como de naturaleza judicial-
resultan relevantes paradar cumplimiento a la función preventiva del daño: esta función del derecho de daños, ya d
estacada desde la doctrina especializada e incorporada con la reforma del Código Civil y vigente desde el año 2015,
ha sido receptadaexpresamente por la nueva normativa: así, a quien tiene a su disposición la posibilidad material y
jurídica de evitar un daño, la ley le impone el deber de incoar las acciones legales pertinentes para evitar que el agr
avio seproduzca, o bien, para prevenir que el producido se agrave. En este sentido, la doctrina ha señalado que “el
Proyecto también le asigna a la responsabilidad civil las funciones preventiva y punitiva: a) La finalidad
preventiva también reconoce como fundamento la consagración del alterum non laedere, lo cual se advi
erte en el artículo 1711 en cuanto dispone que ‘la acción preventiva procede cuando una acción uomisió
n antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento’, sin que sea exi
gible la concurrencia de algún factor de atribución; y le atribuye, a toda persona, el deber,en cuanto de
ella dependa, de: a) evitar causar un daño no justificado, b) adoptar, de buena fe y conforme a las circu
nstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, y c) noagravar el daño si este y
a se hubiera producido (art. 1710)”.(11)
Este deber de prevención que el nuevo texto normativo impone a las personas cuando en su poder se encuentra
la posibilidad de evitar un daño, o que el mismo se agrave, se adecua sin duda a la naturaleza,características y func
ionalidad del bullying como acto contrario a derecho y, tal como expresamos supra, la tarea preventiva es esencial p
ara que cesen estas conductas nocivas: este deber pesa tanto sobre el establecimientoeducativo como por sobre los
padres o responsables de los menores. El artículo 1710 del CCyCo. prescribe que “toda persona tiene el deber,
en cuanto de ella dependa, de: a) evitar causar un daño no justificado;b) adoptar, de buena fe y confor
me a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su ma
gnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de undaño del cual un tercero sería responsabl
e, tiene derecho a que este le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si yase produjo”. En coordinación con el viejo artículo 111
7 del Código
Civil respecto a la responsabilidad de los establecimientos educativos que, en términos generales, le imponía el deb
er de entregar a los alumnos sanos ysalvos, y respecto a la responsabilidad paterna sobre los hechos de los hijos, ta
nto los padres como los establecimientos educativos, ante el mero conocimiento de una situación de bullying, tienen
el deber legal de accionarpara que el perjuicio no se produzca o evitar que ese daño se agrave: sin duda que el fun
damento de la incorporación de la función preventiva del daño resulta absolutamente aplicable a la situación del bull
ying, porque, comose ha señalado en el fallo de la Audiencia de Madrid, la función del colegio era la de prevenir que
el daño se produzca no obstante conocer el hecho, la cual no cumplió, y por ello es que esa responsabilidad se exte
ndió tambiéna los progenitores, quienes tampoco cumplieron con ese deber de cuidado y, en efecto, tampoco con la
prevención del daño.
No existe distinción para la aplicación de esta función preventiva de la responsabilidad civil incorporada por el CC
yCo. entre responsabilidad contractual y extracontractual, ponderando esta diferencia en lo que respecta a lanatural
eza del vínculo que une al alumno con el establecimiento educativo, si este es público o privado y en relación con la
responsabilidad de los padres, siendo esta -en este caso-
siempre de naturaleza extracontractual enrelación con la víctima. En este sentido, se ha afirmado, respecto de esta
función preventiva y su ámbito de aplicación, que “vale destacar que todo el articulado posterior, que desarr
olla el contenido de este primerartículo, es aplicable tanto a la responsabilidad contractual como a la ext
racontractual, superándose de esta manera la distinción que actualmente mantiene el Código vigente”(1
2). La función preventiva queconsagra el CCyCo. sin duda le viene como anillo al dedo (en un decir cotidiano) para el
tema objeto de estudio y para analizar especialmente la responsabilidad de los agentes intervinientes, léase el esta
blecimiento educativocomo los progenitores.
Anteriormente sostuvimos que el hostigamiento es un acto antijurídico, un hecho violento que no está justificado (e
n palabras del CCyCo.). El artículo 1710 antes citado le impone al establecimientoeducativo como a los padres de lo
s menores el deber de actuar so riesgo de ser responsable por los daños que su inacción, causaren originariamente
o agravaren el ya existente.
Estas normas nos dan más luz para dilucidar a posteriori el grado de responsabilidad de cada uno de los agentes
activos y potenciales responsables: como se desprende de la norma, los padres,
así como el establecimientoeducativo, tienen el deber de actuar ante el conocimiento de una situación de bullying de
las cuales sus hijos o alumnos respectivamente sean protagonistas o agresores. Sin embargo, como veremos infra,
este deber puedeextenderse incluso a los progenitores de la víctima del bullyng. Los supuestos de bullying -
como ocurre con la prevención del daño ambiental (tratado en la obra citada supra)-
son hechos contrarios a derecho que pueden serevitados con la función preventiva que consagra la nueva normativ
a, porque el daño se puede prevenir, o bien, de haberse producido, se puede evitar y estas acciones son impuestas
a quienes tienen en su poder la posibilidadde evitarlas, precisamente porque las circunstancias de tiempo, modo y l
ugar lo ubican en esa situación de poder y, por ello, la ley les impone el deber de actuar como también le atribuye r
esponsabilidad en caso de nohacerlo: tal como nos ilustra la doctrina, en referencia al daño ambiental, “en materia
de perjuicios ambientales nos encontramos generalmente frente a situaciones continuadas en el tiempo
e irreversibles ensus efectos”(13). Advertimos ut supra que el bullying es un hecho antijurídico que se caracteriz
a principalmente por la serie ininterrumpida de hechos violentos que sufre la víctima en el tiempo, es decir, el hosti
gamiento escontinuado y, como sucede con el daño ambiental, los efectos pueden ser irreversibles: recordemos las
consecuencias fatales del caso de la Audiencia de Madrid, donde el menor termina suicidándose como consecuencia
de loshostigamientos sufridos y provocados por sus compañeros y que tanto el colegio como
los progenitores conocían y no actuaron en consecuencia.
El artículo 1710 del CCyCo. establece un deber generalizado de evitar el daño que se condice precisamente con l
a garantía constitucional del derecho a no sufrir un daño injusto plasmada implícitamente en el artículo 19 dela ley f
undamental (en adelante, CN). Precisamente, la citada norma hace referencia a la prevención de un daño injustifica
do, es decir, ello se vincula también a la cuestión de las eximentes que el artículo 1117 imponía a losestablecimient
os educativos, es decir, que solo se eximían probando el caso fortuito. Con esta norma, tanto los responsables de lo
s menores agresores como el establecimiento educativo deberán acreditar que el daño sufridopor el menor víctima d
el hostigamiento era justificado, obviamente de producirse el daño o el agravamiento del mismo, porque, como mar
ca la norma, en la función preventiva no se exige ningún factor de atribución,precisamente porque el daño no se pro
dujo todavía, sino que se tiende a prevenir el mismo(14): “Este deber genérico de prevención del daño impues
to por el artículo transcripto enmarca de modo certero elprincipio de prevención contenido en el artículo
4 de la ley 25675 y torna exigible a toda persona, dentro del sistema de derecho de daños en general -
y del derecho de daños ambiental en particular-
unaconducta consistente en la evitación de perjuicios. Claro está que la frase ‘en cuanto de ella depend
a’, debiera entenderse como la exigibilidad de acciones que se encuentren al alcance o dentro de laesfer
a de control de la persona, excluyéndose aquellos comportamientos que resulten de cumplimiento impo
sible o que impliquen conductas irrazonables o ‘heroicas’”(15). Es dable aclarar que si la acciónpreventiva tien
de a evitar que el daño se agrave, es decir que ya existe un perjuicio, el establecimiento educativo responderá por e
l daño producido.
Conforme a lo expuesto, tanto los responsables del menor como los establecimientos educativos ostentan esa po
sibilidad material de control sobre los menores y alumnos respectivamente. Por ello, entra a jugar respectode aquell
os este deber primordial de prevenir el daño al cual refiere la norma y dentro de los alcances establecidos en la mis
ma. De no lograrse esta finalidad preventiva, procederá la función resarcitoria y en ello coincidimoscon la doctrina ci
tada cuando afirma que “frente a este tipo de daños, entonces, debe estarse en primer lugar a la evitación
de los mismos, luego y en caso de que la tutela preventiva haya fracasado seintentará la recomposición
del ambiente perjudicado, y por último -y en el supuesto que fuese imposible recomponer-
se ordenará la reparación pecuniaria”(16). Sin duda que, si bien este autor hacereferencia a la prevención del d
año ambiental -
salvando las diferencias respecto a la entidad, naturaleza y demás características del bien jurídico tutelado-
, resultan aplicables estos conceptos de la función preventiva yresarcitoria al ámbito del bullying como actos contrar
ios a derecho, porque hoy con la reforma del Código Civil, basta con que el daño causado sea injustamente sufrido p
or la víctima para que se lo considere un acto contrarioa derecho.(17)
Continuando con el desarrollo de la función preventiva consagrada en el CCyCo., el artículo 1712 establece lo sig
uiente: “Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevencióndel dañ
o”. En este supuesto, podemos sostener que aquellos que tienen el deber de actuar para evitar que el daño se prod
uzca y prevenir su agravamiento son los legitimados activos para accionar: pero también, comosostuvimos supra, lo
s responsables legales de los menores, víctimas del hostigamiento, también están legitimados para iniciar estas acci
ones, precisamente porque ellos son los principales interesados en que el hostigamientocese en perjuicio de sus hijo
s menores y, por ello, tanto el establecimiento educativo como los responsables legales de los menores agresores y
de los menores víctimas del bullying tienen legitimación activa, ya que seencuentran dentro del concepto personas t
itulares de un interés razonable. La diferencia estriba en que los primeros tienen el deber de iniciarlas; los segundos
el derecho y la facultad de actuar para evitar el daño a suspropios hijos; también podemos decir que pesa un deber
de actuar, pero, en este caso, este deber tiene un fundamento diferente en la patria potestad y consiste en velar p
or la integridad de los bienes y de la persona de sushijos.
La interpretación que debe darse al concepto incorporado en la norma debe ser amplio e irrestricto, dado que el f
in primordial e inmediato es la tutela del bien jurídico; en el caso, la integridad física o psíquica del menoragredido y
, por ese
motivo, el tiempo en la acción es primordial y no podemos limitar la legitimación so riesgo de no cumplir con la finali
dad de la función preventiva. Por ello, tal como rige en materia de derecho ambiental (apropósito de la doctrina cita
da y la comparación permitida), la interpretación del concepto de interés razonable debe ser amplia y permitir inicia
r la
acción, tanto a quien tiene el deber de actuar como aquel que tiende aproteger los propios intereses, es decir, el pot
encial victimario como la propia víctima.(18)
La responsabilidad de los padres en el CCyCo. se encuentra regulada en el artículo 1754, que reza: “Los padres
son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se encuentran bajo surespon
sabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente qu
e pueda caber a los hijos”. Como se desprende de la norma, se sienta la solidaridad en laresponsabilidad paterna
, siempre que esos hijos se encuentren bajo la responsabilidad conjunta de ambos y los menores habiten con ellos d
ejando a cubierto la responsabilidad de los propios menores: es decir, resultaindiferente si el menor habita solament
e con uno de los padres a los fines de la responsabilidad conjunta de los progenitores. Estos devienen responsables
de manera conjunta y solidaria, por más que el menor viva con uno deellos.
Por su parte, el artículo 1755 del CCyCo.
prescribe: “La responsabilidad de los padres es objetiva, y cesa si el hijo menor de edad es puesto bajo la
vigilancia de otra persona, transitoria opermanentemente. No cesa en el supuesto previsto en el artícul
o 643. Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta circunstancia
deriva de una causa que les esatribuible. Los padres no responden por los daños causados por sus hijos
en tareas inherentes al ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por tercer
os. Tampoco respondenpor el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente contraídas por
sus hijos”. La norma no deja lugar a dudas respecto al factor de atribución que funda la responsabilidad de los pad
res -léase objetiva-
y ello, respecto al tema objeto de tratamiento, se condice con el factor objetivo atribuido al establecimiento educati
vo. La norma deja a salvo el supuesto previsto en el artículo 643 del citado cuerpo normativo como lo relativoa las o
bligaciones contractuales asumidas por los menores: el artículo 643 referido reza lo siguiente: “En el interés del hi
jo y por razones suficientemente justificadas, los progenitores pueden convenir que elejercicio de la res
ponsabilidad parental sea otorgado a un pariente, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 674. El ac
uerdo con la persona que acepta la delegación debe ser homologadojudicialmente, debiendo oírse neces
ariamente al hijo. Tiene un plazo máximo de un año, pudiendo renovarse judicialmente por razones debi
damente fundadas, por un período más con participación delas partes involucradas. Los progenitores co
nservan la titularidad de la responsabilidad parental y mantienen el derecho a supervisar la crianza y ed
ucación del hijo en función de sus posibilidades”. De acuerdo con lo normado por este artículo, en caso de
delegación del ejercicio de la patria potestad al cual refiere, la responsabilidad paternal quedaría excluida y
devendría responsable el delegado. En efecto, salvo los supuestos de excepción previstos en las normas citadas, los
padres -respecto a los daños derivados de los hostigamientos- son responsables conjuntamente y de manera
solidaria (entre ellos).
Como bien lo resalta la doctrina(19), esta responsabilidad parental compartida y solidaria representa con el
CCyCo. un gran avance, ya que con ello se pone la mira en tutelar los derechos de la víctima, ya que se amplía el
espectro de la legitimación pasiva, pudiendo encontrar con mayor facilidad la posibilidad de obtener una reparación
por el daño sufrido. Por otra parte, ello se condice con la filosofía incorporada por el citado cuerpo normativo y su
reforma en lo que hace a la responsabilidad parental compartida de los hijos prevista en el artículo 638 del CCyCo.,
que
prescribe: “Responsabilidad parental. Concepto. La responsabilidad parental es el conjuntode deberes y d
erechos que corresponden a los progenitores sobre la persona y bienes del hijo, para su protección, des
arrollo y formación integral mientras sea menor de edad y no se haya emancipado”.Como bien se
desprende de la citada norma, la responsabilidad parental corresponde a ambos progenitores y ellos tienen deberes
como derechos sobre la persona de sus hijos y, entre esos deberes, se encuentra el de la formación integral; ello
implica impartir una educación completa tanto desde adentro del entorno familiar como de manera externa, esto es,
cumplimentar por parte de los padres de la obligación de concurrencia al establecimiento escolar por sus hijos. Por
su parte, en el artículo 641 del citado cuerpo normativo se prescribe que
el “el ejercicio de la responsabilidad parental corresponde: a) en caso de convivencia con ambosprogeni
tores, a estos. Se presume que los actos realizados por uno cuentan con la conformidad del otro, con ex
cepción de los supuestos contemplados en el artículo 645, o que medie expresa oposición;b) en caso de
cese de la convivencia, divorcio o nulidad de matrimonio, a ambos progenitores. Se presume que los act
os realizados por uno cuentan con la conformidad del otro, con las excepciones delinciso anterior. Por v
oluntad de los progenitores o por decisión judicial, en interés del hijo, el ejercicio se puede atribuir a sol
o uno de ellos, o establecerse distintas modalidades”. Del juego armónico e interpretativo de las normas
citadas se colige que la responsabilidad de los padres es compartida, conjunta y solidaria, fundada en un factor
objetivo de atribución objetivo de responsabilidad y que solo en los supuestos que marca la norma (arts. 1754 a
1755) se eximen de responsabilidad y estas directrices resultan aplicables a los daños derivados del bullying y
respecto al establecimiento educativo. En efecto, la responsabilidad será objetiva y concurrente, ponderando el
grado de responsabilidad de los padres y del establecimiento educativo, conforme a las circunstancias especiales del
caso concreto. No obstante, considero que la responsabilidad parental en el supuesto de bullying resulta al menos
difícil de ser excluida, porque la educación es un deber que la misma la ley impone a los padres y el
comportamiento agresivo de los hijos permite presumir al menos que el deber de educar y formar que impone el
artículo 641 como el 638 antes citado no fue cumplido y, por ello, la misma la ley los hace responsables por los
daños que sus hijos causen a terceros, y estos principios devienen aplicables al tema que nos ocupa, es decir, los
perjuicios derivados del bullying.
Como acertadamente nos ilustra la doctrina, en el CCyCo. se tiende a la tutela del interés superior del niño por
encima de otros intereses, incluso de los propios progenitores y en coordinación con la garantía constitucional
prevista en el artículo 19 de la CN respecto al derecho a no sufrir un daño injusto y al derecho, de padecerlo, a
obtener una reparación plena: se deja a cubierto en consecuencia el respeto a ese interés superior del niño y a la
Convención de los Derechos del Niño que consagra la tutela de la integridad física, psíquica e integridad moral del
menor. En este sentido, se ha señalado
que “se desprenden en la relación paterno filial, desde elderecho humanitario, los principios de democrat
ización de la familia, la autonomía o capacidad progresiva de los niños, niñas y adolescentes (en adelant
e, NNA) y, finalmente, el interés superior de losNNA”.(20)
El interés superior del niño como máxima de jerarquía constitucional otorga al menor víctima de bullying -donde
los derechos antes mencionados se encuentran en juego- el derecho a obtener una reparación integral, pero antes,
como se sostuvo supra, a prevenir que esas conductas ocurran, porque como el mismo CCyCo. establece,
la responsabilidad civil consagrada con la reforma impone esta dos facetas: la función preventiva y la función
resarcitoria, siendo la primera la que debe prevalecer para evitar la segunda, porque a lo que se tiende es a
prevenir el daño, siendo la función resarcitoria la segunda, aunque en muchos casos la inevitable opción. En este
sentido, se ha afirmado que
“el interés superior del niño, es un principio rector de la CDN, que enuncia que ese interés está primero
en el orden de jerarquía, es decir antes que el de los padres biológicos,antes que el de los hermanos, an
tes que el de los guardadores, antes que el de los tutores, antes de todo otro interés. No solo debe ser el
primero, sino que también el mejor para el niño en cada casoconcreto”.(21)
El menor no tiene la obligación ni el deber de sufrir el hostigamiento que implica el bullying, esos agravios son
injustificados, y, dada la función preventiva, se encuentran a su alcance todas las herramientas procesales para
evitar que estos perjuicios se provoquen y, en su caso, de haberse comenzado a causar, evitar que se agrave: una
de esas herramientas procesales podría ser un recurso de amparo, o bien una medida autosatisfactiva, pero lo
cierto es que tiene derecho a que ese hostigamiento cese y será responsabilidad de los padres del niño agresor
provocar ese cese conforme a lo normado en los artículos 1712 y 1713 antes citados. En otras palabras,
la responsabilidad parental en materia de bullying comprende tanto el deber de prevenir el daño mediante las
acciones preventivas como el de resarcir el mismo o evitar que el daño causado se agrave; en efecto, el campo de
esta responsabilidad se amplía y, a la vez, deviene compartido con el establecimiento educativo. Ambos tienen la
obligación de actuar de manera individual o conjunta para evitar que el hostigamiento se produzca o cese en sus
efectos.
Como bien lo destaca la doctrina
citada, “como se puede observar, los principios desarrollados convergen en la relación paterno-
filial, en tanto, debe escucharse a los NNA (democratización), respectarsus decisiones según su capacid
ad progresiva y velar por su mejor interés. Estos principios impactan en el derecho de daños por cuanto
obligan a los operadores jurídicos a efectuar una mirada diferenteen cada caso concreto, analizando, en
tre otras variables, el sujeto dañador, las circunstancia en que se produjo el hecho lesivo, de qué maner
a se involucraron los intereses de los NNA, cómo actuaron lospadres para evitar o prevenir los daños y qué res
arcimiento corresponde según el damnificado” (el destacado me pertenece).(22)
Tal como se puede colegir de lo expuesto precedentemente, el acento en la responsabilidad parental está puesto
en el nuevo concepto de la responsabilidad civil a la luz de la reforma del CCyCo., en la prevención del daño más
que en la reparación del mismo, y, como se sostuvo ut supra, la función preventiva en materia de bullying es
indispensable y fundamental: esta prevención le corresponde tanto al establecimiento educativo como a los padres,
porque el fin primordial es evitar el daño y, en el caso, prevenir los actos de hostigamiento con los mecanismos que
la ley (L. 26892 anteriormente citada) prevé para los establecimientos educativos y el mismo CCyCo. a los padres al
imponerle el deber de formación integral, entre ellos, el principal deber de no dañar al otro, cualquiera sea la
manera en que se pueda materializar ese acto hostil, siendo el bullying uno de ellos. Como bien nos ilustra la
doctrina
citada(23), “la responsabilidad parental debe ejercerse teniendo en miras el principal, mejor, superior y pr
evalente interés del hijo, permitiendo que actúe según su capacidad progresiva yteniendo en cuenta sus
opiniones de manera prioritaria. Por otra parte, la ley 26061 introduce en el artículo 7 lo que nomina la
‘responsabilidad familiar’, preceptuando que ‘el padre y la madre tienenresponsabilidades y obligacione
s comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos’. En este
sentido, puede afirmarse que el Código Civil argentino se haactualizado, transitando un sendero desde l
a patria potestad (derechos y deberes basados en la autoridad de los progenitores) hacia la responsabili
dad parental, que tiene por finalidad que losprogenitores escuchen, orienten y ‘guíen’ a sus hijos en el c
amino que estos elijan según su capacidad progresiva”.
Por lo expuesto, para concluir este punto de la responsabilidad parental por los daños derivados del bullying, los
artículos 1754 y 1755 del CCyCo. le imponen una responsabilidad conjunta, objetiva y solidaria a los progenitores
por los daños que causen sus hijos menores de edad, dejando a salvo los supuestos de delegación de la patria
potestad en un tercero al cual refiere el artículo 643 del citado cuerpo normativo. Esta responsabilidad en la
temática tratada en el presente trabajo deviene compartida con el establecimiento educativo en el grado que se
determine conforme a la particularidad del caso concreto. Esta amplitud de la responsabilidad parental se funda en
la tutela al interés superior del niño víctima del hostigamiento, del cual se desprende el derecho a no sufrir un daño
injusto (art. 19, CN), como también el derecho a prevenir el daño (art. 19, CN) y, en su caso, el derecho a una
reparación integral del perjuicio cuando la función preventiva plasmada en el artículo 1712 del CCyCo. devino
frustrada tanto en evitar el daño o en prevenir que el producido se agrave.
Es por ello que la responsabilidad parental compartida deviene compatible (a diferencia de la plasmada en el
antiguo CC) con lo normado en la Convención de los Derechos del Niño, con jerarquía constitucional en nuestro país
que establece responsabilidad igual y común para ambos progenitores y, tal como marca la doctrina(24), se pasa de
una responsabilidad unipersonal a una compartida de los padres, en consonancia con los principios sentados en la
ley 26061, que recepta aquel documento internacional en tutela a los derechos del niño. En este sentido, se ha
sostenido
que “deviene fundamental que el Proyecto haya establecido unaresponsabilidad solidaria de ambos prog
enitores frente al hecho de los hijos, sin distinguir si el ejercicio de la responsabilidad parental recaía so
bre uno u otro, aclarándose que la regla es el ejercicio porambos progenitores, conforme al art. 641 Pro
yecto del CCyCo.”.(25)
En suma, la víctima de bullying podrá demandar de manera conjunta y obtener una responsabilidad solidaria de
ambos progenitores del menor agresor, siendo el fundamento de la responsabilidad de estos de tipo objetivo, que
modifica en consecuencia el sistema de distribución de la carga de la prueba, así como también los eximentes
de responsabilidad, generando una presunción de culpa que los padres deberán desvirtuar (26): como bien lo señala
la
doctrina(27), “la tendencia actual del derecho de daños no es reprimir, sancionar o de otro modo castigar
al autor, sino perseguir que el daño sea reparado, es decir que la víctima tenga aseguradala reparación,
por la mayor cantidad de vías posibles. En otras palabras, se indica como positivo sumar ‘reparadores’ (
por ello la responsabilidad concurrente del hijo) y no restar las personas quepueden eventualmente cum
plir ese acto de restitución en especie, frente al daño”.
Por todo lo expuesto, entonces, la amplitud del sistema de responsabilidad consagrada desde la reforma del
CCyCo. permite posicionarse a la víctima de los daños provocados por menores (sin perjuicio de
la responsabilidad concurrente de estos referida en los artículos citados) en el campo de los responsables tanto
respecto a la ampliación de la legitimación pasiva, a la naturaleza de la responsabilidad -esto es, solidaria- como en
referencia al factor de atribución objetivo que no permite a los progenitores liberarse de responsabilidad probando
su falta de culpa. Todas estas “ventajas” de naturaleza sustancial y procesal sentadas por el nuevo régimen de
la responsabilidad civil parental pueden ser invocadas por la víctima de bullying para atribuir responsabilidad a los
padres de los menores agresores: la responsabilidad objetiva sentada por los artículos 1754 y 1755 antes citado
resulta compatible con la atribuida a los establecimientos educativos. Por ello, si bien las eximentes van a ser
propias del factor de atribución referido con las particularidades propias de la responsabilidad parental, lo cierto es
que no pueden eximirse de responsabilidad acreditando que implementaron todas las medidas diligentes para evitar
el evento, es decir, su falta de culpa. En este sentido, la doctrina ha sostenido -en relación con las eximentes para
la responsabilidad parental-
que “vemos cómo se aclaran e identifican las eximentes de responsabilidad, eliminando la prueba de la n
o culpa como causal exoneratoria e incorporando aquellasque derivan de actividades desplegadas por el
hijo, inherentes al ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros, o
por el incumplimiento de obligaciones contractualesválidamente contraídas (art. 1755, párr. 3, Proyecto
CCyCo.). Si la responsabilidad de los padres es objetiva, sería contradictorio que puedan probar los pro
genitores que aun habiendo colocado lamáxima diligencia el hecho haya ocurrido, ya que precisamente l
a vigilancia es lo que debe primar. Es decir, los padres no pueden liberarse de responsabilidad con la pr
ueba de la falta de culpa, sino conla ruptura del nexo causal: la prueba del hecho del damnificado, del te
rcero o el caso fortuito. En conclusión, la tendencia actual del derecho de daños no autoriza a perfilar fle
xiblemente vías de escapede la responsabilidad civil que la ley impone, exigiendo desde la víctima, que l
as excepciones o eximentes que se encuentran en el sistema vigente se interpreten con el rigor exegétic
o pertinente”.(28)
En otras palabras, los padres no podrán eximirse de responsabilidad alegando que fueron diligentes en el
cumplimiento de su deber de formación (arts. 638, 639, 641, CCyCo.), para evitar su responsabilidad por los daños
emergentes del bullying, sino que la delegación (art. 643, CCyCo.) del ejercicio de la patria potestad, el caso
fortuito o el hecho de un tercero servirán para no responder a la víctima del bullying provocado por sus hijos, a
diferencia del establecimiento educativo, que solo se exime probando el caso fortuito.

IV - CONCLUSIONES
Teniendo en cuenta la complejidad del tema objeto de estudio, como también la reforma incorporada por la ley
26994 que modifica sustancialmente la responsabilidad parental y ratifica la responsabilidad objetiva de los
establecimientos educativos (art. 1767, con las salvedades descriptas supra), podemos concluir que
el bullying como hecho humano, voluntario y contrario a derecho que provoca un daño injustificadamente a un
menor por uno o varios agresores, hace nacer la responsabilidad de quienes se encuentran a cargo de los menores
agresores (con la salvedad anteriormente referida establecida en el art. 643, CCyCo.), que esta obligación de
reparar el daño para ambos progenitores es solidaria y que el hecho de que el menor agresor conviva solamente
con uno de ellos no exime por esa sola circunstancia al otro: tampoco esta responsabilidad paterna excluye la del
menor y resulta concurrente con la del establecimiento educativo, ponderando en cuanto al grado
de responsabilidad las particulares circunstancias del caso concreto. La delegación de facultades en un tercero los
exime de responsabilidad a los progenitores, pero aquella es objetiva y no subjetiva, no bastando para eximirse
acreditar la ausencia de culpa.
El establecimiento educativo ostenta una responsabilidad objetiva por los daños que emergen del bullying en
perjuicio del menor agredido; solo se eximen probando el caso fortuito y son responsables junto con los padres de
los agresores por los daños sufridos por la víctima.
Anteriormente, hicimos referencia a la trascendental reforma del CCyCo. en lo referente a la función actual de
la responsabilidad civil, destacando la función preventiva y la resarcitoria plasmada en los artículos 1710 a 1713 del
citado cuerpo normativo: sin duda que la prevención cobra vital importancia en los hechos de bullying. El deber de
prevenir pesa sobre quienes ostentan el poder material de prevenir o evitar que el evento dañoso (hechos de
hostigamiento) se produzca o cese en sus efectos, es decir, son los legitimados activos para iniciar las acciones
tendientes a lograr tal objetivo de la nueva responsabilidad civil, pero también, sostuvimos supra, que los
responsables de los menores que son víctimas del hostigamiento ostentan tal legitimación porque ellos tienen el
derecho, pero a la vez el deber emanado de la patria potestad de velar por la integridad física o psíquica de sus
hijos. Sin embargo, el deber de responder, desde el derecho de daños, pesará sobre los progenitores o personas a
cargo o sobre el establecimiento educativo o bien sobre ambos, si aquellos tenían el conocimiento de que los hechos
de hostigamiento se producían dentro de sus respectivos ámbitos de control.
La responsabilidad de los establecimientos educativos es objetiva, resultando indiferente a tales fines si se trata
de un establecimiento público o privado, es decir, si existe un vínculo contractual o no. La responsabilidad es
impuesta por la misma ley sin distinción de si existe una relación contractual previa y sin entrar en el análisis de la
naturaleza del vínculo que une al alumno con el establecimiento. Aquella deviene procedente sin distinción alguna.
Podemos decir que la función reparatoria del daño emergente del bullying se convierte en subsidiaria aunque no
condicionada a la preventiva. Es decir, la reparación del daño emergente de tan semejante hecho puede ser parcial
o total, porque tendrá que verse si aquel daño pudo prevenirse y, en su caso, en qué proporción, y aquellos serán
responsables por el daño producido de manera solidaria.
El derecho a prevenir el evento dañoso que configura el bullying -parcial o totalmente- como el de la reparación
integral del mismo de no lograrse la prevención, tiene para el menor no solamente su fundamento en el artículo 19
de la CN, que consagra implícitamente el derecho constitucional a no sufrir injustificadamente un daño y, en su
caso, a obtener una reparación integral y, a la vez, establece el derecho conforme a la nueva filosofía del derecho
de daños, a evitar sufrirlo, sino especialmente en la ley 26061 que consagra a la Convención de los Derechos del
Niño como documento jurídico internacional de jerarquía constitucional [art. 75 inc. 22), CN y art. 31, CN] que
ninguna norma puede contrariar so riesgo de ser tildada de inconstitucional: este documento garantiza el derecho
de todo niño y adolescente a la tutela de su integridad física, psíquica y moral: la ley 26892 de bullying consagra un
deber de actuar a los establecimientos educativos para precisamente evitar estos hechos dañosos y su configuración
permite presumir la existencia de un obrar negligente en los establecimientos educativos, en el sentido de que no
adoptaron las medidas de seguridad pertinentes para que, conforme a circunstancias de tiempo, modo y lugar, el
hecho no se produjera o bien no continuare en su ejecución. En este sentido, recordamos lo contundente del
fundamento brindado por la Audiencia de Madrid, al hacer responsable al establecimiento educativo por el suicidio
de un alumno, consecuencia fatal y desencadenante del hostigamiento sufrido, señalando el artículo de noticias que
publica el fallo (citado supra) lo siguiente:
“Este fallo confirma el incumplimiento del deber de cuidado del Colegio Amor de Dios, ante una situación ‘que toda l
a clase y profesoresconocían’ y subraya que no actuó ‘ni castigando las conductas de maltrato, ni llamando a sus
padres, ni aplicando el reglamento interno del centro’. Al contrario, decían a los padres que ‘el niño debe hacer frent
e por símismo’ a los problemas, que ‘más vale solo que mal acompañado’ y otros mensajes que ‘justificaban’ la inac
ción del centro. El fallo invoca la responsabilidad del colegio en cuanto a las facultades de guarda ycustod
ia de sus alumnos, en sustitución de sus progenitores, y considera, según lo señalado ya por el juzgado
en primera instancia, ‘necesario y urgente que en los centros educativos se implementen ylleven a cabo
medidas de prevención de la violencia escolar, que afecta a un número nada despreciable de escolares,
y tiene a veces consecuencias fatales para los menores’”.
El deber de actuar para prevenir el daño (función preventiva del art. 1710) es la actividad fundamental que le
corresponde al establecimiento educativo ante el conocimiento de uno o varios hechos de bullying y el mismo
CCyCo. le otorga la legitimación activa para incoar las acciones pertinentes para dar ejecución judicial a aquella
función: su inacción o pasividad los hace responsables por omisión por los daños que tal conducta cause al menor
agredido de manera concurrente y solidaria con los padres de aquel. Por ello, tanto los padres como el
establecimiento educativo son legitimados pasivos para responder por los daños del menor víctima de bullying,
siendo relevante a los fines de la responsabilidad -especialmente del primero- el conocimiento de la situación
de bullying. Por ello, los padres del menor víctima del hostigamiento deben por cualquier medio fehaciente poner en
conocimiento de la autoridad escolar la existencia del hecho como de los posibles sospechosos de la autoría material
e intelectual de los mismos, para que el colegio ponga en movimiento todo el mecanismo de prevención que la ley
26892 establece para evitar que los hechos continúen y, en efecto, se produzca un daño mayor al ya producido.
El conocimiento de los eventos dañosos y la conducta preventiva son determinantes de la responsabilidad del
establecimiento educativo. Por ello, insisto, estos hechos no pueden ocultarse por ninguna razón al establecimiento
educativo, porque estos tienen el poder material para prevenir e interrumpir estos eventos dañosos y, en efecto,
aplaudimos la incorporación al CCyCo. de la filosofía y los deberes emergentes de la función preventiva en los
artículos citados ut supra, precisamente porque el derecho de daños tiene hoy una finalidad preventiva más que
reparatoria, siendo esta la última ratio.

Notas:
(1) Sagarna, Fernando A.: “Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el Código Civil y Comercial” - RCyS -
T. 2015-IV - pág. 255
(2) Trigo Represas, Félix A.:
“La responsabilidad se hace recaer sobre ‘los propietarios de establecimientos educativos privados o públicos’. Ello importa,
ante todo, que tratándose de establecimientos públicos, la responsabilidad recae sobreel Estado Nacional, Provincial o Munic
ipal, según la jurisdicción a la que pertenezca la escuela. Si se trata de establecimientos privados, por propietario se entien
de a quien es el organizador de la educación, o sea, a quien “emprende” elservicio educativo, quien puede o no ser el titular
del dominio del inmueble en donde se dicten las clases, ya que este puede muy bien ser alquilado”
(3) Art. 2 -
“El ámbito de aplicación de esta ley se extiende a todos los establecimientos educativos públicos de gestión estatal y de ge
stión privada con o sin aporte del estado, dependientes de la Dirección General de Cultura y Educación dela Provincia de Bu
enos Aires, comprendiendo los niveles de educación inicial, primario y secundario, en todas sus modalidades y en aquellas i
nstituciones que responden a formas particulares de organización diferenciada de la propuestacurricular acreditable en los t
érminos del artículo 23 de la ley 13688. No obstante con la intervención del Consejo General de Cultura y Educación se auto
rizará su extensión al nivel superior”
(4) Sagarna, Fernando A.: “Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el Código Civil y Comercial” - RCyS -
T. 2015-IV - pág. 255
(5) Sagarna, Fernando A.: “Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el Código Civil y Comercial” - RCyS -
T. 2015-IV - pág. 255
(6) Sagarna, Fernando A.: “Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el Código Civil y Comercial” - RCyS -
T. 2015-IV - pág. 255. En primer término, puntualizamos que en el art. 1767, CCyCo., no se hizo distinción alguna, puesto
que resultaba innecesario, ya que los establecimientos educacionales son privados o estatales y, por ende, a ambos se
aplica su disposición. Como asimismo se prefirió redactar la norma en singular, a diferencia del art. 1117, CC que lo hace
en plural. La diferencia radica también en un cambio de vocablo, pues mientras el CC utiliza el término “propietarios”, en la
redacción del art. 1767, del CCyCo., se optó por la voz “titular”, puesto que si bien con el art. 1117, CC no había duda
alguna de que al mencionarse a los “propietarios” se entendía que el legitimado pasivo era quien estaba a cargo de la
organización del colegio y no quien tenía el dominio del inmueble, para quien rige los arts. 1757 y 1758, CCyCo., para una
mejor redacción de la norma se eligió la locución “titular”, puesto que expresa con mayor precisión quién resulta el
legitimado pasivo de la norma. En fin, quién está a cargo de ese deber de seguridad de resultado frente a los alumnos y a
terceros por daños causados por estos.
(7) Sagarna, Fernando A.: “Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el Código Civil y Comercial” - RCyS -
T. 2015-IV - pág. 255
(8) Sagarna, Fernando A.: “Responsabilidad civil de los establecimientos educativos en el Código Civil y Comercial” - RCyS -
T. 2015-IV - pág. 255
(9) El caso de Alcorcón, con sus 32.000 euros de indemnización, es la condena de mayor cuantía para un colegio por tolerar
acoso escolar. La que era la más alta hasta ahora la dictó en 2009 la Audiencia Provincial de Madrid -por 30.000 euros-.
Previamente, los padres de los siete acosadores de Jokin fueron condenados a pagar 10.000 euros cada uno a la familia del
niño vasco de 14 años que se quitó la vida, pero el colegio fue absuelto. Este fallo confirma el incumplimiento del deber de
cuidado del colegio Amor de Dios ante una situación “que toda la clase y profesores conocían” y subraya que no actuó
“ni castigando las conductas de maltrato, ni llamando a sus padres, ni aplicando elreglamento interno del centro”. Al
contrario, decían a los padres que “el niño debe hacer frente por sí mismo” a los problemas, que
“más vale solo que mal acompañado” y otros mensajes que “justificaban” la inacción del centro. El fallo invoca
la responsabilidad del colegio en cuanto a las facultades de guarda y custodia de sus alumnos, en sustitución de sus
progenitores, y considera, según lo señalado ya por el juzgado en primera instancia,
“necesario y urgente que en loscentros educativos se implementen y lleven a cabo medidas de prevención de la violencia es
colar, que afecta a un número nada despreciable de escolares, y tiene a veces consecuencias fatales para los menores”
(10) Al colegio se le condena, no por acoso, sino por responsabilidad civil subsidiaria, por no haber intervenido
correctamente. A su juicio, el fallo “no se ajusta a la realidad de los hechos” y por eso se
sienten “insatisfechos y contrariados ...consideramos que sí intervenimos en la medida de nuestras posibilidades”, sostiene
el centro, para explicar que desde que conocieron la primera sentencia, en la que se valoraban como “insuficientes” sus
actuaciones, las han “incorporado aun nuevo protocolo” que, “en previsión, aplican los 23 colegios de la congregación”
(11) Calvo Costa, Carlos A.: “La nueva responsabilidad civil en el Proyecto de Código: un paso hacia adelante y un
interrogante” - RCyS - T. 2013-VI
(12) Lorenzetti, Pablo: “Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de
la Nación de 2012” - RCyS - T. 2013-VIII
(13) Lorenzetti, Pablo: “Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de
la Nación de 2012” - RCyS - T. 2013-VIII
(14) Lorenzetti, Pablo: “Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de
la Nación de 2012” - RCyS - T. 2013-VIII:
“El artículo en análisis no exige la procedencia de ningún factor deatribución, lo cual resulta acertado ya que la tutela inhibit
oria prescinde totalmente de este requisito de la responsabilidad civil. No puede imputarse ningún comportamiento subjetiv
o u objetivo -entendido este último en el sentido tradicionalde los factores objetivos de atribución-
al agente por un daño que todavía no se causó pero que sí puede producirse en el futuro”
(15) Lorenzetti, Pablo: “Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de
la Nación de 2012” - RCyS - T. 2013-VIII
(16) Lorenzetti, Pablo: “Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de
la Nación de 2012” - RCyS - T. 2013-VIII
(17) Lorenzetti, Pablo: “Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de
la Nación de 2012” - RCyS - T. 2013-VIII:
“Vale destacar que en materia ambiental esta postura resultainsuficiente, al punto que parte de la doctrina propicia la inexig
ibilidad del requisito de la antijuridicidad formal para la procedencia del daño, resultando además completamente irrelevant
e la autorización administrativa previa para laactivación del sistema de responsabilidad por daño ambiental. Pensamos que
esta situación queda subsanada si recurrimos al texto de los Fundamentos presentados por la Comisión, según el cual se en
tiende por cumplido el requisito de laantijuridicidad con la mera violación al deber genérico de prevención consagrado en el
art. 1710. El razonamiento resulta convincente debido a que si el Proyecto introduce un deber expreso de prevenir, la sola o
misión de tal exigencia tornaoperativa la acción preventiva regulada en el art. 1711, independientemente de que la activida
d o proyecto cuenten con autorización administrativa o no conculque norma alguna prevista por el resto del ordenamiento j
urídico. Además, elpresupuesto de la antijuridicidad debe ser interpretado de modo armónico con el artículo 1717 del Proye
cto. Esta norma trasunta una diferencia notoria respecto de la vigente -contenida en el artículo 1066 del Código Civil-
al punto que ya norequiere de una violación expresa a normativa alguna sino que, por el contrario, introduce la noción de a
ntijuridicidad de tipo material. Todo daño es antijurídico, en esta concepción, si no se encuentra debidamente justificado. El
centro delas miradas está puesto en la víctima del daño y no en el victimario”
(18) Lorenzetti, Pablo: “Funciones de la responsabilidad civil y daño ambiental en el Proyecto de Código Civil y Comercial de
la Nación de 2012” - RCyS - T. 2013-VIII:
“La única condición que exige el Proyecto radica en la acreditación de un‘interés razonable’ -en nuestro caso-
respecto a la prevención de daños ambientales. Este concepto jurídico indeterminado debiera ser interpretado, ante la dud
a, del modo en que mejor favorezca la tutela del bien colectivo ambiental y,aplicando la máxima del in dubio pro
naturaleza, propendiendo siempre a la apertura legitimatoria como puerta de entrada al proceso judicial en defensa de los d
erechos fundamentales, principal garantía del acceso a la justicia”
(19) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078:
“El ejercicio de la responsabilidad parental, refiere el actuar de los deberes derechos delos padres tanto en los actos cotidia
nos como en las decisiones trascendentes del hijo y, el Proyecto de Código Civil y Comercial como regla general marca un gi
ro cualitativo en la regulación del ejercicio de la responsabilidad parental: elejercicio corresponde a ambos progenitores con
vivan o no. Por consiguiente el ejercicio de la responsabilidad parental corresponde a ambos progenitores, matrimoniales y
extramatrimoniales, convivan o no convivan, con independencia de laresidencia diaria del hijo"
(20) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078
(21) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078
(22) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078
(23) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078
(24) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078. Como observamos anteriormente, se produce un cambio de concepción en la legislación
proyectada, en la responsabilidad parental: partiendo de lo unipersonal (art. 264 y ss., CC) se transita hacia lo compartido
(arts. 641 y 648, Proyecto del CCyCo.). El cambio mencionado ya había sido avanzado por la L. 26061, que en el art. 7
establece que
“la familia es responsable en forma prioritaria de asegurar a las niñas, niños y adolescentes el disfrute pleno y el efectivo ej
ercicio de sus derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades y obligacionescomunes e iguales en lo que
respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos. Los Organismos del Estado deben asegurar políticas, prog
ramas y asistencia apropiados para que la familia pueda asumir adecuadamente estaresponsabilidad, y para que los padres
asuman, en igualdad de condiciones, sus responsabilidades y obligaciones. Lo expuesto importa la mutación en la base de l
a responsabilidad parental puesto que se recorre un sendero compartido, deresponsabilidad solidaria de ambos padres o ma
dres en el cuidado y la atención de sus hijos. Este cambio impacta fuertemente en la responsabilidad civil de los padres por
el hecho de los hijos, como apuntamos más adelante ...
los dañoscausados por los hijos menores sujetos a responsabilidad parental, como principio general, imponen la responsabil
idad civil de los padres -indirecta-
, en los términos del artículo 1114 y concs. del Código Civil. La mayoría de edad se alcanzaen el derecho argentino a los 18
años, por lo que los padres responden por los daños causados por los hijos hasta que estos cumplan esa edad, según el artí
culo 126 del Código Civil. Hasta la ley 26579 del año 2009(24), la mayoría de edadse extendía hasta los 21 años, lo que traí
a como consecuencia que no pocos progenitores emancipaban a sus hijos, intentando con ello, a partir de los dieciocho año
s, eludir la responsabilidad civil que la ley impone a los padres por los dañosque causen sus hijos [arg. artículos 131, párr.
2, 264, 264, 264 quater, inc. 2), 1114 y concs., CC]
(25) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078. Este autor nos recuerda cómo era la regulación con anterioridad a la reforma del CC: el padre
y la madre son solidariamente responsables por los daños causados por sus hijos menores que habiten con ellos y, si no
conviven, es responsable el padre que ejerce la tenencia del menor, salvo que el hecho dañoso se produzca cuando el hijo
estuviere al cuidado del otro progenitor (art. 1114, CC). El ejercicio de la patria potestad y la responsabilidad civil deberán
siempre analizarse en el marco del art. 1114, CC, que regla la responsabilidad de los padres, en relación con el art. 264, CC
que expone el sistema de ejercicio de la autoridad; es decir, observar: a) si el padre y la madre ejercen la patria potestad,
ambos [art. 264, incs. 1) y 5), primera parte; art. 1114, párr. 1, CC]; b) si uno de los progenitores ejerce la patria potestad
de modo preferente [art. 264, incs. 2) y 5), segunda parte, CC; art. 1114, párr. 2, primer supuesto, CC]; c) si uno de los
progenitores ejerce de modo preferente la autoridad, cuándo y conforme a qué régimen el padre no ejerciente de la patria
potestad tiene a su cuidado el hijo menor [art. 264, incs. 2) y 5), segunda parte; art. 1114, párr. 2, segundo supuesto,
CC). Esta es la difícil tarea de la víctima tendiente a individualizar frente a los progenitores, eventuales legitimados pasivos
por los daños ocasionados por el hijo menor, es decir a los presuntos responsables o al presunto responsable, según la
situación de ejercicio de la autoridad que se configure en el caso. En algunos supuestos se presentará un solo título de
imputación, verbigracia, ser el padre ejerciente de la patria potestad o ser ambos los padres ejercientes de la patria
potestad, si conviven en armonía, sean matrimoniales o extramatrimoniales; en otros supuestos, se exhibirían dos títulos
de atribución de responsabilidad, ser padre o padres ejercientes y ser el dueño o titular del rodado con el que se ocasiona el
daño (para el caso de daños causados con automóviles o análogos). En el supuesto del padre no ejerciente de la autoridad -
respecto del que tampoco se da el supuesto excepcional del art. 1114, párr. 2, CC-, no es responsable frente a la víctima.
Como regla general, se expresa que la responsabilidad paterna coincide con el ejercicio de la patria potestad, por lo que en
síntesis los padres convivientes responden solidariamente y, si no conviven, responde aquel que ejerce la tenencia, con la
aclaración efectuada. Si se trata de padres no convivientes y el hecho ocurre cuando el hijo estaba al cuidado del que no
ejercía la tenencia, no surge la responsabilidad para quien ejerce la patria potestad (art. 1114, párr. 2, segundo supuesto,
CC): el padre no ejerciente es el responsable, desplazando la responsabilidad del padre ejerciente de la autoridad. IV.1.3.
Las eximentes consagradas en el CC vigente. Existen eximentes de la responsabilidad paterna, que la ley prevé en el
derecho vigente, y que apuntamos seguidamente. a) la prueba de que ha sido imposible impedir el hecho mediante una
vigilancia activa sobre el hijo (art. 1116, CC). El art. 1116, CC norma que
“los padres no serán responsables de los daños causados porlos hechos de sus hijos, si probaren que les ha sido imposible i
mpedirlos. Esta imposibilidad no resultará de la mera circunstancia de haber sucedido el hecho fuera de su presencia, si apa
reciese que ellos no habían tenido una vigilanciaactiva sobre sus hijos”. Más allá del debate doctrinario y jurisprudencial
estructurado sobre esta norma preconsignada -1116-, a propósito de los daños causados por los menores en presencia de
sus padres o fuera de su presencia, lo esencial a nuestra mirada es que el sistema indica en primer lugar que los padres son
responsables por los daños que causan los hijos menores (art. 1114, CC) y, en segundo lugar, que para liberarse de
esta responsabilidad deben demostrar que les ha sido imposible evitar el daño mediante una vigilancia activa (art. 1116,
CC). b) La transmisión o transferencia de la guarda (art. 1115, CC). El art. 1115, CC estatuye que
“la responsabilidad de los padres cesa cuando elhijo ha sido colocado en un establecimiento de cualquier clase, y se encuent
ra de una manera permanente bajo la vigilancia y autoridad de otra persona”. La transmisión de la guarda del menor, en
ciertas condiciones, configura una causa de exoneración de la responsabilidad de los padres por los daños que ocasionen los
hijos menores. En este supuesto, y cumplidas las condiciones de procedencia de la exoneración, la responsabilidad de los
padres es sustituida por la de aquellas personas a quienes se encargó la vigilancia y cuidado del hijo menor (arts. 1113,
1117 y concs., CC)
(26) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078. Se produce una mutación de relevancia, al determinar normativamente que
la responsabilidad es objetiva, apartando toda duda e interpretación sobre tal aspecto, como regla general. La culpa
presumida o los factores subjetivos son descartados para esta responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos que
descansa, en el Proyecto, en los pilares objetivos, con todas las consecuencias que ello trae aparejado (v. gr., inversión de
la carga de la prueba, limitación de los eximentes a la ruptura del nexo causal, presunción de causalidad, entre otros).
Creemos que esta delimitación conceptual y sistémica constituye uno de los principales cambios paradigmáticos en la
materia eje de esta propuesta de reforma en el derecho de daños
(27) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078
(28) Lloveras, Nora y Monjo, Sebastián: “Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código”
- LL - T. 2013-E - pág. 1078

Jurisprudencia
Cánepa, Santiago Jorge y otros c/Persoglia, Raúl y otros s/daños y perjuicios, Cám. Nac. Civ. Sala E 16/02/2011

Es criterio de la Sala que los elementos que cabe considerar para establecer el quántum indemnizatorio por la
muerte de una persona. Así ha señalado que deben ponderarse diversos factores -todos los cuales quedan librados
al prudente arbitrio judicial-, entre los que pueden citarse, respecto de la víctima, su sexo, edad y tiempo probable
de vida útil, su educación, profesión u oficio, caudal de sus ingresos a la época de su fallecimiento, sus
probabilidades de progreso y ahorro, aptitudes para el trabajo, nivel de vida y condición social; mientras que, desde
el punto de vista de quien reclama la indemnización -en el caso, sus hijos y madre-, habrá de meritarse el grado de
parentesco, la ayuda que recibía de aquélla, número de miembros de la familia, etc. (conf. L.L. 1988-C, 106 y
causas 66.005 del 29-5-90 y 80.205 del 28-2-91, con citas de Cazeaux y Trigo Represas, Derecho de las
obligaciones, 2a. ed., t. 4 pág. 261 nº 66; CNCiv. Sala “C” en E.D. 84-331; Sala “D” en E.D. 75-306; íd., en E.D.
88-808 nº 37; ver también; Kemelmajer de Carlucci en Belluscio, Código Civil y leyes complementarias comentado ,
anotado y concordado, t. 5 pág. 200 y sus citas).
Asimismo, es doctrina de este Tribunal que, a los fines indicados, no pueden aplicarse pautas matemáticas, sino
que es preciso valorar las circunstancias propias de cada caso, sin olvidar que la muerte de un ser querido no
constituye para los suyos un capital que se mida por la renta que puede dar (conf. causas 72.242 del 17-8-90,
101.462 del 11-12-91 y 168.616 del 17-5-95, entre muchas otras; véase también CNCiv. Sala “A”, causa 43.505
del 12-6-89), siendo que el art. 1084 del Cód. Civil deja librada “a la prudencia de los jueces, fijar el monto de la
indemnización...”.
En la causa 69.151 del 4-7-90, in re: “Barrero Raúl Alberto c/ Romeo Eduardo José y otros s/ sumario”, el
tribunal se inclinó por el criterio sustentado por la prestigiosa autora y magistrada de la Corte Suprema de la
provincia de Mendoza -Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci-, en el sentido de que, no obstante reconocer que la vida
humana tiene para su dueño un valor económico y moral, puede suceder que su truncamiento incida
económicamente en otras personas, por lo que la valoración de la vida humana representa la medición de la cuantía
del perjuicio que sufren aquellos que eran destinatarios de todo o parte de los recursos que el fallecido producía
(ver op. y loc. cits., pág. 196 y jurisprudencia y doctrina mencionadas en notas 125 y 126).
Por otra parte, ha decidido en otras oportunidades que el art. 1079 del Cód. Civil establece el principio general
según el cual corresponde indemnizar el perjuicio sufrido no sólo al damnificado directo, sino también a los
indirectos, en tanto los arts. 1084 y 1085 especifican ciertas reglas para las hipótesis del delito de homicidio, sin
excluir la aplicación de aquél. Y estas últimas normas citadas restringen la presunción juris tantum de daños
exclusivamente al cónyuge supérstite e hijos incapaces, pues en el orden natural y ordinario de las cosas sólo éstos
son subvenidos en sus necesidades por los padres, mientras que cabe suponer que los mayores y capaces se
encuentran independizados, por lo que la muerte de alguno de los progenitores no le ocasiona -en principio-
perjuicio material alguno (ver Belluscio, op. y loc. cits., pág. 179 nº 6 y doctrina y jurisprudencia citados en nota
52). Vale decir, estos últimos deben acreditar fehacientemente -en los términos del recordado art. 1079- el daño
alegado (conf. mis votos en causas 76.161 del 11-10-90, 109.175 del 14-5-92 y 181.480 del 30-10-95, entre otras;
véase también C.S., en J.A. 1995-IV-141; Zavala de González, Daños a las personas - Pérdida de la vida humana,
Ed. Hammurabi, t. 2b pág. 206 ap. d). E igual temperamento debe adoptarse, por consiguiente, respecto de los
progenitores del occiso, quienes deberán probar que este último efectuaba aportes a fin de ayudarlos
económicamente.

… El daño psíquico que, en criterio sustentado por esta Sala, forma parte del concepto de incapacidad
sobreviniente (ver, al respecto, causas 170.111 del 7-6-95, 266.256 del 27-4-99 y 555.714 del 17-8-10, entre
muchas otras), no integra -como parece entenderlo lo aseguradora- del daño moral. Es que, en realidad,
constituyen dos partidas que merecen ser, según las circunstancias, indemnizadas por separado, puesto que el daño
moral sucede prevalecientemente en la esfera del sentimiento, en tanto que el primero afecta preponderantemente
la del razonamiento, y además mientras el moral no requiere prueba acerca de su existencia y extensión, el otro
exige demostración de ambos aspectos (conf. Cifuentes, El daño psíquico y el daño moral - Algunas reflexiones
sobre sus diferencias, en J.A. 2006-II-1089; Cipriano, El daño psíquico [Sus diferencias con el daño moral], en L.L.
1990-D-678). Es por ello que se ha aceptado mayoritariamente la indemnización de las secuelas psíquicas que
pueden derivarse de un hecho con independencia de que se conceda también una reparación en concepto de daño
moral (conf. mis votos en causas nº 69.658 del 2-10-90, 81.134 del 24-12-90 y 174.074 del 8-8-95, con cita de
Zavala de González, Daños a las personas - Integridad sicofísica, t. 2a pág. 195 nº 57 y jurisprudencia allí
mencionada).
Así las cosas, la licenciada Eisner, que dictaminara en su carácter de perito psicólogo, concluyó -sin que se
controvierta ya su peritaje- que Santiago Jorge presenta a raíz del fallecimiento de su padre un sentimiento de
desprotección, inseguridad, angustia, desinterés por las cosas, desgano tristeza y desesperanza, todo lo cual
representa un trastorno depresivo mayor, clasificación DSM-IV, de tipo moderado, que autoriza a estimar su
discapacidad en el 25%. Aconseja un tratamiento -que al momento de la pericia estaba realizando- de tres años de
duración, a razón de dos sesiones semanales y costo por sesión de $ 60, lo que hace ascender costo total a $
18.720. De su lado, M. S. si bien está atravesando una etapa de duelo, puede expresar su sufrimiento con más
facilidad que su hermano y siente que está resurgiendo, pudiendo estimarse que está frente a una depresión
reactiva en período leve y una incapacidad del 10%, debiendo encarar también un tratamiento psicoterapéutico de
dos años, con dos sesiones semanales y un costo por sesión de $ 60 y un costo total de $ 12.480 (ver fs. 357/60 y
fs. 430/32).
En lo que concierne a la psicoterapia -contrariamente a lo que sostiene la aseguradora- no es incompatible resarcir por
el daño psíquico y al mismo tiempo por el tratamiento psicoterapéutico a que debe someterse la víctima. Ello no
implica que el primero pase a ser un daño transitorio (conf. esta Sala, voto del Dr. Mirás en causa 345.988 del 29-5-
02 y mi voto en causa 398.997 del 11-8-04) y lo expresado pericialmente en estos autos de ninguna manera significa
que el mal remitirá.

… Sabido es que por daño moral ha de entenderse cualquier lesión a los sentimientos o afecciones legítimas de
una persona, o cuando se le ocasionan perjuicios que se traducen en padecimientos físicos o, en fin, cuando de una
manera u otra se han perturbado la tranquilidad y el ritmo normal de vida del damnificado (conf. CNCiv. Sala “D” en
E.D. 61-779; íd., en E.D. 69-377; Sala “F” en E.D. 42-311; íd., en E.D. 53-350; Sala “G” en E.D. 100-300; esta
Sala, causas 502 del 26-12-83 y 66.984 del 30-5-90).
Asimismo, reiteradamente se ha decidido que estando en presencia de un supuesto
de responsabilidad extracontractual -como lo es el caso de autos-, no cabe requerir la prueba específica de su
existencia, debiendo tenérselo por configurado por el solo hecho de la acción antijurídica (ver Orgaz, El daño
resarcible [Actos ilícitos], 3a. ed., pág. 216 nº 66; CNCiv. Sala “A” en E.D. 67-353; Sala “D” en E.D. 75-306; Sala
“F” en E.D. 92-365; esta Sala, causas 285.983 del 9-5-83, 5.219 del 3-5-84 y 90.799 del 17-6-91). Igualmente, ha
de tenerse en cuenta que incluso en los supuestos de responsabilidad objetiva, en que la culpa es presumida o bien
el riesgo creado genera reprochabilidad, este perjuicio es indemnizable (ver Borda, Tratado de Derecho Civil -
Obligaciones, 8a. ed., t. I pág. 170 nº 174; CNCiv. esta Sala, voto del Dr. Mirás, en causa 41.576 del 16-3-89 y sus
citas: Horacio Guillén, El daño moral en la responsabilidad por el riesgo de la cosa, en L.L. 1983-B-975 y fallo
plenario de la Cámara del Trabajo allí publicado; ver también CNCiv. esta Sala, votos del Dr. Mirás en causa
148.137 del 2-8-94 y votos del Dr. Dupuis en causas 153.719 del 6-10-94 y 191.686 del 3-6-96 y mi voto en causa
338.804 del 27-2-02).
Conforme se ha reconocido la valoración del daño moral y la cuantificación de la indemnización constituyen
motivos de preocupación para jueces y abogados y se trata de un problema difícil. Sin embargo, se ha decidido que
a tales fines deben ponderarse diversos factores, entre los que merecen ser citados, a modo de ejemplo, la
gravedad de la culpa del autor del hecho, la existencia y cuantía de los perjuicios materiales, las condiciones
personales de aquél y las de la víctima, etc., factores todos que quedan librados al prudente arbitrio judicial (conf.
CNCiv. Sala “B” en E.D. 57-455; Sala “D” en E.D. 43-740; esta Sala, causas 19.073 del 13-3-86 y 124.140 del 16-
11-94).
Ello establecido, habida cuenta como sucediera el accidente, la angustia y desazón por la pérdida del padre
sufrida por los hijos en tan dramáticas circunstancias y demás particularidades del caso que ya he reseñado en
anteriores considerandos, la cantidad de $ 50.000 reconocida a cada uno de ellos me parece una adecuada y
equitativa indemnización. Y lo mismo acontece con la restante actora, quien seguramente ante la pérdida de uno de
sus hijos sufrió uno de los mayores dolores espirituales que puede padecer una madre, puesto que en el curso
natural de la vida el ser humano se encuentra más preparado para morir antes que sus propios vástagos.
…7.- En definitiva, voto para que se modifique la sentencia de fs. 499/510 de la siguiente manera: a) se reduzca la
indemnización a favor de M. S. Cánepa en concepto de valor vida a la suma de $ 30.000 y por daño psíquico a la de $
8.000; b) se disminuya la correspondiente a Santiago Jorge Cánepa en concepto de daño psíquico a la de $ 20.000 y
por tratamiento psicoterapéutico a la de $ 16.380; c) con relación a los intereses, ellos se deberán devengar a la tasa
del 6% anual desde la fecha del siniestro y hasta la del citado pronunciamiento, haciéndolo con posterioridad y hasta
el efectivo pago la allí fijada; d) se la confirme en lo demás que decide y fue materia de agravio expreso. Las costas de
Alzada, propicio sean distribuidas en el orden causado, habida cuenta el resultado obtenido en esta instancia (art. 71
del Cód. Procesal) y atento la naturaleza de la acción de que se trata.

Jursiprudencia

Iapozzuto, Gabriel Martín c/L., Rodolfo y otros s/daños y perjuicios, Cám. 1ª Civ. Mendoza, 06/04/2015

Llegado su momento, admito que la accionante denunció que L. obró con “dolo” al causar el menoscabo.
También verifico no obstante que, en la misma pieza inaugural, se citó jurisprudencia que
atribuye responsabilidad a los padres por el accionar meramente culposo o imprudente de sus hijos menores. Frente
a esta realidad puedo decir que: si bien la deliberada intención de provocar el menoscabo podría ser un aspecto
discutible (art. 1072 C.C.), no lo es que, abundar en disquisiciones de ese tipo, resulta, conforme constancias de
autos, estéril. Esto es así no sólo por la dualidad de la imputación sino, básicamente, porque se logró acreditar que
el comportamiento del agresor fue culposo, situación que, en el contexto dado, basta para motorizar la presunción
de responsabilidad indirecta que pesa sobre sus progenitores (Kemelmajer de Carlucci, A., comentarios a los arts.
1.109 y 1.114 del C.C. en Código Civil y normas complementarias, Dir. Belluscio- Coord. Zannoni, Astrea, Bs. As.,
1984, T. V, págs. 91 y 613/14).
No ingresaré en el debate relativo a si el régimen que aplico adscribe a un factor de atribución objetivo o
subjetivo, porque, según infiero, el juez de grado se inclinó por la última de esas opciones, que se corresponde con
lo que en el sistema vigente constituye una de las tendencias que imperan en materia
de responsabilidad parental por daños ocasionados por hijos menores (véase una reseña de las alternativas de
abordaje aludidas en: Leiva, Claudio, Un caso de responsabilidad de los padres por daños causados por los hijos
menores y el factor de atribución aplicable a la luz del derecho vigente. La cuestión en el Proyecto de Código Civil y
Comercial de la Nación 2.012, LL Gran Cuyo 2014 (agosto), 721 y Lloveras, Nora Monjo,
Sebastián, Responsabilidad de los padres por el hecho de los hijos en el Proyecto de Código, LL 2013-E, 1078).
El punto es desentrañar si, desde esa perspectiva, es posible definir la eximición de los progenitores. Anticipo
que mi respuesta será negativa, conforme ampliaré.
Como eximente de la responsabilidad paterna la demandada invocó la establecida en el art. 1.116 del código
civil, conforme el cual: "Los padres no serán responsables de los daños causados por los hechos de sus hijos, si
probaren que les ha sido imposible impedirlos. Esta imposibilidad no resultará de la mera circunstancia de haber
sucedido el hecho fuera de su presencia, si apareciese que ellos no habían tenido una vigilancia activa sobre sus
hijos".
Es conocido el debate que el dispositivo citado ha suscitado en torno a los daños causados por los hijos menores
en presencia de sus padres o fuera de ella (Kemelmajer de Carlucci, comentario al art. 1114 del código civil en
Código..., cit. pág.621). Para evitar incurrir en teorizaciones innecesarias, me limitaré en torno al tema a decir que,
según considero, la liberación de los padres depende en estos casos de que ellos logren probar que les ha sido
imposible evitar el daño mediante una vigilancia activa, entendiéndose por tal “...el conjunto de medidas
conducentes a controlar las actividades del hijo y a educarlo para que su conducta no se constituya en fuente de
perjuicios para otras personas” (C. Civ. y Com. Junín, 21/05/2009, “N., A. M. c. A., E. M. y otros”, LLBA2009
(agosto), 799, Cita Online: AR/JUR/13299/2009).
Es sabido también que cualquiera sea la corriente en que se enrolen, los autores y los fallos sostienen
mayoritariamente que la causal de liberación debe ser interpretada en estos casos con criterio estricto. Así se aduce
por ejemplo que no es suficiente que los padres demuestren que adoptaron las diligencias debidas en lo atinente a
la educación y control del hijo, sino que deben acreditar que hicieron todo lo posible por evitar el daño en lo
concreto (Kemelmajer de Carlucci, cit). Incluso se sostiene, como lo hace la sentencia que en último término cité,
que lo que los padres deben justificar es que medió una causa lesiva extraña al ejercicio de la patria potestad, lo
que sin duda aproxima aún más la cuestión hacia los parámetros que rigen el “caso fortuito” y aleja la opción de
que la liberación ocurra por la mera acreditación de una falta de culpa. Ese último temperamento, que por cierto
comparto, involucra según mi parecer una interpretación coherente con el criterio que modernamente tiende a
cargar las consecuencias del daño injusto a quien lo provocó o a quien, de algún modo, tuvo la posibilidad de
prevenirlo.
Ahora bien, de conformidad con los parámetros que he brindado en esta causa verifico que, los demandados, no
acreditaron la concurrencia de la eximente que invocaron. Por el contrario, fluye del proceso con claridad que, pese
a la dedicación y esmero que pudieron haber empleado los progenitores para educar y formar a su hijo, no lograron
que el mismo, en el momento dado y conforme las especiales condiciones de persona, tiempo y lugar, ajustara su
comportamiento a las reglas de la convivencia social que destierran la violencia como modo de respuesta a los
inconvenientes que normalmente pueden presentarse en la vida de relación. De tal manera, la fractura del nexo
causal no puede en definitiva considerarse operada- ni total, ni parcialmente- porque no emerge de autos, de
manera certera y convincente, que el comportamiento del accionante haya tenido efectiva incidencia en la
producción del daño que el mismo sufrió. Al menos, digo para concluir, las constancias que compulso demuestran
que la reacción del agresor fue desproporcionada e incompatible con la conducta que es dable esperar adopte un
adolescente que sufre algún tipo de molestia - empujones, por ejemplo- generada por sus pares, en el interior de
un boliche.
F. P. V. y otros c/GCBA s/daños y perjuicios (excepto resp. médica), Juzg. Cont. Adm. y Trib. Nº 15, 23/10/2015

IV. Normativa aplicable:


En ese contexto, la cuestión traída a decisión queda subsumida dentro del art. 1117 del Código Civil, tal cual su
vigencia -como se anticipó- al mes de mayo de 2009. En consecuencia, corresponde examinar si se presentan los
presupuestos constitutivos, modificativos, impeditivos o extintivos de la responsabilidad adjudicada al demandado
según la norma antes mencionada y de aquellas que se hallen en concordancia sistémica.
Establecida cuál es la plataforma normativa para abordar la cuestión a resolver, carece de relevancia jurídica -en
razón de la pretensión esgrimida- definir si los daños que pudo sufrir el coactor N. H. F., en su carácter de alumno
en el establecimiento de la demandada, fueron realizados con intención por parte de quien se los habría ocasionado,
quiénes eran los festejantes, etc.
V. Presupuestos de la responsabilidad:
Los presupuestos de la responsabilidad, tal como se discuten en este proceso, exigen verificar y, en su caso,
precisar el factor de atribución de aquella, la antijuridicidad de la conducta omitida, la relación de causalidad
adecuada y el daño. Por razones metódicas, abordaré en primer término la cuestión referida al daño porque sin la
existencia de este requisito, no existe responsabilidad (cfr. art. 1067, 1068 y 1117 del Cód. Civil). Dicho de otro
modo, el daño es un elemento inherente de la causa fuente de obligación reclamada (cfr. art. 499, Cód. Civil) y
aspecto basal que sustenta la pretensión deducida.
V.1. Daño: Para llevar a cabo un tratamiento ordenado, examinaré en forma separada los daños reclamados por
N. H. F., de los reclamados por sus progenitores. El primero reclamó: i) incapacidad sobreviniente; ii) daño moral;
iii) incapacidad psicológica; y iv) gastos futuros. Los segundos, demandaron, bajo el rubro “daño emergente”, por
gastos médicos y farmacológicos. Como esta pretensión depende del éxito del reclamo realizado por el coactor N. H.
F., consideraré en primer término si están acreditados estos daños y los demás elementos que configurarían la
eventual responsabilidad de la demandada.
V.1.1. Incapacidad sobreviniente. Para analizar la evidencia sobre este aspecto de la litis, sin perjuicio de las
directivas generales sobre prueba establecidas en el art. 310 del CCAyT, corresponde valorar la prueba pericial
médica producida (cfr. art. 363, CCAyT).
Surge de la pericia médico legal (cfr. fs. 525/530 vta., y contestaciones del experto de fs. 554/556 vta. a las
impugnaciones efectuadas por el frente demandado) que el experto analizó las lesiones oculares del coactor N. H.
F., tomando en cuenta que éste padece la enfermedad conocida como “Síndrome de Marfan” (fs. 525 vta. y sgtes.).
El perito describió en detalle las alteraciones que el nombrado síndrome puede producir en los ojos, por ejemplo, la
subluxación del cristalino, para luego referirse a los diferentes mecanismos que producen los desprendimientos de
retina traumáticos. Al abordar los puntos de pericia propuestos por las partes, el perito -en lo que aquí resulta
relevante-, expresó: 1) en el examen físico realizado al coactor, que a través del examen del ojo izquierdo -fondo
de ojos- se observa “atrofia del nervio óptico y retina totalmente desprendida” (cfr. fs. 525 vta.); 2) “...que el
mecanismo de producción de las lesiones es compatible con un traumatismo contuso en el ojo, es decir, golpe o
choque con una superficie dura y roma” (cfr. fs. 527); 3) Desde el punto de vista oftalmológico, el ojo izquierdo del
coactor “...presenta una lesión irreversible en la retina del ojo izquierdo, con la consiguiente pérdida de agudeza
visual, siendo el mecanismo del accidente descripto en autos compatible con uno de los mecanismos causales
descriptos en la bibliografía médica para este tipo de lesiones”(cfr. fs. 527); 4) que la incapacidad del actor es del
60% de la T.V., debido a su lesión ocular y estimó que un 42% de aquella puede ser considerada como
sobreviniente al accidente escolar y la restante, imputable a la patología de base preexistente (Síndrome de
Marfan). También consideró irreversible y permanente la lesión y sin posibilidad de tratamiento actual ni
recuperación (v. fs. 527/527 vta., y 528 vta.); 5) El experto destacó que, aun de no presentar el Síndrome de
Marfan, el coactor igualmente podría presentar las lesiones que padece (v. fs. 527 vta.).
El informe médico legal, y las contestaciones del experto a las impugnaciones, resultan sólidos, coherentes con
los hechos debatidos y con argumentos científicos y técnicos que lo tornan convincente (cfr. art. 384, CCAyT). Del
informe surge: a) la existencia del daño; y, b) la razonable y suficiente probabilidad de que la causa del daño haya
sido el traumatismo sufrido por el coactor al finalizar el juego de vóley, es decir, la patada que recibió en pleno
rostro. Me detendré sobre este último aspecto.
Nexo de Causalidad: Debe tenerse especialmente en cuenta que: a) para el derecho, no es esencial la relación
entre causa y efecto sino únicamente la cuestión de si el resultado puede serle imputado a su autor; b) la
imputación objetiva no siempre coincide con la causalidad. Hay casos en los que ha de estimarse la atribución
de responsabilidad pese a la inexistencia del vínculo causal, y otros, donde no obstante el enlace causal entre la
acción y el resultado, no se responsabiliza al encartado (cfr. Prevot, Juan Manuel; Prueba del nexo causal; La Ley
NNOA 2006-A, 745).
El caso bajo análisis, precisamente, busca establecer un nexo entre el daño/resultado (la lesión y los
sufrimientos padecidos), y el traumatismo -puntapié de un alumno, a otro alumno -el coactor- dentro del
establecimiento educativo en horario de clases. De conformidad con los hechos no controvertidos (circunstancias de
tiempo, modo y lugar del accidente) y lo informado por el experto médico, tengo para mí que la relación de
causalidad adecuada está probada, pues según en el modo en que las cosas normalmente ocurren, un puntapié en
el rostro puede provocar un daño como el constatado por el experto (v. fs. 526/526 vta. de la pericia médica,
“Mecanismo de producción de los desprendimientos de retina traumática”). De todos modos consideraré también el
factor concausal preexistente, despejado por el perito médico para cuantificar.
Sobre este último aspecto la demandada invocó como defensa la existencia de caso fortuito. De acuerdo con la
regla del art. 301 del CCAyT, era carga probatoria de la interesada probar los presupuestos de hecho de su defensa.
Esa prueba brilla por su ausencia. Así, por ejemplo, el GCBA no ha suministrado elementos que indiquen qué tipo y
clase de instrucciones habían recibido los alumnos antes de comenzar el juego, cómo debían comportarse y festejar
o aceptar el resultado; no existe una explicación coherente en el frente demandado sobre cómo pudieron los
alumnos involucrados en el accidente, quedar en la misma vertical; la demandada señaló que el alumno G.N. saltó
por arriba del coactor que, según refieren los informes, se habría agachado en ese instante. Tampoco la demandada
explicó cómo el alumno G.N. pudo ir desde su sector de la cancha al otro lado de la red y saltar cerca del coactor sin
que ningún docente previniera una proximidad de esa naturaleza. Hago notar que la profesora Daniela Ravazzani,
en su presentación ante la Directora de la Escuela nº 15 D.E. nº 10, que luce a fs. 276/278, indicó que en el
gimnasio había otros docentes, y que en el caso de los varones se encontraba asistida por el practicante de nombre
Facundo.
¿Cuál era la función concreta de éste practicante? Si efectivamente la profesora Ravazzani “supervisaba ambos
grupos [femenino y masculino] en las correcciones técnicas”, como menciona en la presentación que referimos
previamente, ¿por qué no había un docente -en vez de un practicante- que supervise exclusivamente al grupo
masculino?, tal como lo hacía la docente Mónica Miralles con el equipo de las mujeres. No sabemos nada sobre este
aspecto.
Tengo que resaltar aquí que en materia de responsabilidad de los establecimientos educativos en el actual
derecho de daños, la responsabilidad no recae en tal o cual persona -docente, director, encargado, etc.- sino en la
organización escolar en sí. Ahora bien, el GCBA nos ha privado de todo relato acerca de cómo estaba organizado el
juego de vóley y cuáles eran las pautas de inicio y cese de esa actividad. Al privarnos de esa información no
podemos saber si lo que ocurrió estuvo más allá de los previsible o que, previsto, no ha podido evitarse. Porque lo
previsible no es el instante mismo del accidente -el que sólo podría prever un ser omnisciente- sino las condiciones
previas que lo generan. El instante en que cae una rama de árbol, se rompe un vidrio o se derrumba el cielo raso,
nunca son evitables. Lo que es evitable es la ausencia de prevención y controles.
Prever entonces condiciones que neutralizan una posibilidad dañosa tiene que ver con instrucciones, prácticas,
concientizaciones, simulacros, informaciones, directivas, avisos, comunicaciones, presencias, controles, hábitos, etc.
Es decir, tiene que ver con la organización. Sobre esto la demandada nada ha aportado. Entonces, una de dos; o no
tenía nada para aportar, o teniéndolo, no colaboró. En cualquier caso, la carga procesal de alegación no está
satisfecha (cfr. art. 301 y penúltimo párrafo del art. 145, CCAyT).
Por otro lado debo destacar la endeblez con la cual el GCBA presentó la defensa vinculada con el caso fortuito;
sus términos parecen más un titubeo que una afirmación. En efecto, sobre el particular expresó: “[n]o digo que sea
absolutamente imprevisible que un menor de 13 años se lesione en un partido de pelota, pues la experiencia
demuestra que ello no solo es posible, sino frecuente; pero lo que sí afirmo es que la misma experiencia revela que,
por más medidas que se adopten para procurar evitarlo, es, en realidad, objetivamente inevitable que cosas así
sucedan, salvo que el Estado tenga que destinar cuatro agentes al lado de cada joven que juega un partido de
pelota y posteriormente en el momento de sus festejo (...)”. Ahora bien, la demandada: 1) Confiesa que es
previsible la existencia de lesiones en un partido de pelota, incluso concede que es “frecuente”. Si es frecuente, no
es imprevisible, sobre todo si se conoce lugar y circunstancias (juegos deportivos en el establecimiento educativo).
2) Confiesa que “la experiencia revela” que cualquier medida es inútil -es decir, acepta que sabe de antemano-
sobre la ineficacia de las medidas para evitar esos accidentes, aunque no señaló cuáles medidas serían ineficaces,
parece que para el GCBA todas lo son, lo que en rigor configura una estridente claudicación en materia de eficacia
organizativa. Si esto es así, entonces, cabe preguntarse, ¿por qué se realizan prácticas deportivas en
establecimientos educativos?, pues es frecuente -en la inteligencia del GCBA- que se lesionen los alumnos. La
posición defensiva resulta inconsistente. 3) Por último, el demandado brindó un ejemplo absurdo para neutralizar
accidentes y que sólo permite constatar la falta de organización y prevención sobre un aspecto tan delicado como es
el de posibles lesiones en prácticas deportivas en el ámbito educativo. Llamativamente, guardó silencio sobre un
deporte, como el vóley, que precisamente no es un deporte de contacto y, por lo tanto, resulta más fácil prevenir y
adoptar medidas para evitar roces entre los alumnos. Sobre todo si esos roces no son durante el partido, es decir en
la práctica deportiva concreta, sino cuando el acontecimiento ha finalizado. Recuerdo y remarco: la lesión no se
produjo en el juego, sino una vez terminado. Este dato es central, porque en esa circunstancia la capacidad de
control de las autoridades educativas es todavía mayor y más fácil de desplegar que aquella que puede exigirse
durante la dinámica del desarrollo del juego. De manera tal que la defensa del caso fortuito resulta infundada.
V.1.2. Daño psicológico. En cuanto al daño psíquico, la discusión acerca de su autonomía conceptual y
posibilidad de resarcimiento es hoy en día una cuestión superada. Sin embargo, para que el daño psíquico pueda
ser resarcido, debe presentar el carácter de permanente (Fallos: 315:2834; 321:1124; 322:1792; S.36.XXXI. "Sitja
y Balbastro, Juan Ramón c/ La Rioja, Provincia de y otros s/ daños y perjuicios", 27/05/2003) y debe producir una
alteración a nivel psíquico que guarde adecuado nexo causal con el hecho dañoso (CSJN C. 742. XXXIII, "Coco,
Fabián Alejandro c/ Buenos Aires, Provincia de y otros s/ daños y perjuicios", 29/06/2004).
El daño psíquico se configura mediante una alteración patológica de la personalidad, una perturbación del
equilibrio emocional que afecta toda el área del comportamiento, traduciéndose en una disminución de las aptitudes
para el trabajo y la vida de relación y, como toda incapacidad, debe ser probada en cuanto a su existencia y
magnitud. En esto se advierte una marcada diferencia con el daño moral, el que no se traduce en una alteración
patológica de la personalidad, aun cuando el sufrimiento que conlleve pueda ser profundo pero sin que genere una
incapacidad.
La pericia psicológica que obra a fs. 584/604 vta., y las contestaciones de la experta de fs. 630/631 vta., y fs.
636/645 vta. a las impugnaciones de ambos frentes, me permiten considerar acreditado el daño psíquico. En efecto,
la labor desarrollada por la licenciada en psicología, Daniela V. Bevilacqua, resulta destacable. El informe posee
rigurosidad científica, técnica y un abordaje profundamente humano. La experta expresa que N. H. F. “presenta
daño psíquico en relación al hecho que se investiga en estos actuados” (cfr. fs. 599). Sostiene que el infortunio
sufrido por el actor agravó cuestiones preexistentes. Al referirse al golpe sufrido y sus consecuencias, señaló: “Se
trata de una vivencia que ha dejado ciertas limitaciones y recrudecido ciertas restricciones preexistencias entre
otras, por ejemplo, la limitación más llamativa es la de sometimiento, la pasividad, la dependencia que se han
acentuado...”. El informe considera que el daño psíquico tiene un máximo del 15% pero que en su conformación
existen factores concausales preexistentes. También estimó la necesidad de asistencia psicológica continua con una
frecuencia semanal de una o dos sesiones y con una duración que dependerá de la evolución del tratamiento.
Los cuestionamientos al informe pericial fueron respondidos satisfactoriamente por la perito y, en mi opinión, no
logran conmover en lo más mínimo el informe. En el caso de la impugnación de la pericia por parte de quienes
ejercían la responsabilidad parental y eran los representantes legales de N., los cuestionamientos fueron
respondidos pormenorizadamente y contribuyen a consolidar la coherencia de la labor de la experta. Asimismo, las
consideraciones realizadas por la perito sobre las relaciones familiares resultan pertinentes para un abordaje
contextualizado de la situación psíquica del coactor, que no puede analizarse insularmente y sólo desde el infortunio
ocurrido en el escuela.
V.1.3. Daño moral. Esta clase de daño comprende el menoscabo o lesión a intereses no patrimoniales provocado
por el hecho o acto antijurídico (conf. Zannoni, Eduardo, “El daño en la responsabilidad civil”. 3ª ed., p. 149. Ed.
Astrea. Buenos Aires, 2005) y resulta resarcible en atención a lo establecido en el art. 1078 del Código Civil.
El daño moral debe tenerse por configurado por la sola producción del episodio dañoso, ya que se presume -por
la índole de la agresión padecida- la inevitable lesión de los sentimientos del demandante. Aun cuando el dolor no
puede medirse o tasarse, ello no impide justipreciar -dentro de lo humanamente posible- las angustias, inquietudes,
miedos, padecimientos y tristeza propios de la situación vivida por el actor, cuyo sufrimiento le demandó un largo
proceso de operaciones quirúrgicas, tratamientos y fracasos terapéuticos ante lo insuperable de la situación, que
ocurrió en una etapa -la incipiente pubertad- en donde la construcción de la identidad, la autoestima y los proyectos
resultan frágiles y condicionan las posibilidades del ser. Esa situación ocurrió en la etapa existencial especialmente
tutelada por el sistema jurídico, es decir, cuando su interés superior merecía mayores garantías de cuidado. La
afección y sufrimientos son evidentes y los hechos hablan por sí mismos. Tengo por acreditado el daño moral.
V.1.4. Gastos Futuros. Así las cosas, corresponde ahora examinar el reclamo de N. H. F. por gastos futuros y el
que realizaron sus progenitores en nombre propio.
- Gastos futuros por tratamiento psicológico. Como ya expresé, está probado el daño psicológico y la necesidad
de tratamiento y su periodicidad. Asimismo, en atención a los términos expresados por la pericia psicológica, no es
viable establecer con certeza la duración del tratamiento. En razón de ello y de que la reparación debe ser integral,
estimo adecuado cubrir un tratamiento por dos años y con una frecuencia semanal de dos sesiones, con cargo del
interesado de acreditar debidamente en el expediente, cada tres meses, el consumo de tales gastos. Agotado ese
período, queda a cargo del interesado definir por vía incidental y con la debida anticipación si corresponde extender
el tratamiento y la cobertura. El presente rubro, por su carácter tuitivo del derecho a la salud, resulta de naturaleza
alimentaria. En efecto, por su íntima conexión con la dignidad de la persona humana y sus necesidades inmediatas
e indispensables, la salud mental constituye un aspecto central en la vida de relación y en la posibilidad de dar
plenitud a la autonomía y los proyectos vitales.
- En cuanto al reclamo efectuado por P.V.F. y A.B.G. por gastos médicos y farmacológicos por la suma de pesos
... ($...), la demandada desconoció en forma genérica la documentación adjuntada por los actores (ver fs. 238,
punto 48 del responde), con lo que insatisfizo la carga procesal de negar o reconocer categóricamente esos
instrumentos tal como lo indica el art. 279 del CCAyT. Otro tanto hizo la citada en garantía que se limitó a
desconocer de manera genérica la documentación arrimada por el frente actor (ver fs. 380 vta.). Así las cosas tengo
por acreditada la existencia de los gastos pero no su monto, toda vez que de tickets (cfr. fs. 69, 72/73, 76/79 y
80/83) y demás instrumentos acompañados (cfr. fs. 60) -cuyos originales se encuentran reservados en Secretaría-
el monto sólo asciende a un total de pesos ... ... centavos ($...).
V.2. Antijuridicidad. En cuanto a la antijuridicidad, la infracción a un deber jurídico por parte del Estado es
objetiva, según el art. 1117 del Código Civil. En efecto, la norma establece una obligación de seguridad asumida por
el establecimiento educativo y ello significa garantizar la indemnidad del niño o adolescente en su integridad física y
moral, en forma autónoma a la obligación principal, que es impartir educación. La obligación de seguridad fue
infringida en atención a los hechos acreditados en la causa. También resultó infringida la garantía del art. 29.1.a) de
la Convención sobre los Derechos del Niño, en cuanto es deber del Estado que la educación del niño esté
encaminada a desarrollar la personalidad, las aptitudes y físicas del niño hasta el máximo de sus posibilidades.
También aquí fracaso el Estado.
VI. Cuantificación de los daños sufridos por el coactor N. H. F.: Consideraré los montos reclamados bajo la
premisa establecida en el art. 148, segundo párrafo del CCAyT, en cuanto dispone que: “La sentencia fija el importe
del crédito o de los perjuicios reclamados, siempre que su existencia esté legalmente comprobada, aunque no
resultare justificado su monto”. A continuación determinaré el monto de los rubros reclamados.
VI.1. Daño emergente. Incapacidad sobreviniente. En atención al tipo de lesión padecida por el coactor, la plena
juventud de la víctima, las limitaciones sociales y laborales causadas por la pérdida de visión en uno de sus ojos,
considero tomando en cuenta el factor concausal preexistente indicado por el perito médico, establecer el
resarcimiento por este rubro la suma de pesos ... ($...) conforme lo dispuesto en el art. 148 del CCAyT.
VI.2. Daño psíquico. Por existir factores concausales preexistentes, según se estableció en la pericia,
corresponde establecer el monto de este rubro en la suma de pesos ... ($...). La determinación de la incidencia de
factores concausales resulta difícil de fijar, por lo que estaré a las pautas que sobre el particular me concede el
legislador a través del ya citado art. 148 del CCAyT.
VI.3. Gastos de atención psicológica. Se establecen los necesarios para cubrir un tratamiento de dos sesiones
semanales durante dos años, estimando el costo de la sesión en ... pesos ($...). En consecuencia, por este crédito
se establece un monto de pesos ... ($...).
Cabe recordar, respecto al carácter alimentario de este rubro (cfr. considerando n° V.1.4.) lo establecido por la
Sala II de la Cámara del fuero en los autos caratulados “Hesling Carlos Enrique c/ GCBA s/ Daños y perjuicios
(Excepto Resp. Médica)” Exp. 28505, 29/05/2015 y “Santoni Juan Antonio c/GCBA s/ Empleo Público (no cesantía ni
exoneración)” Exp. 21280/0, 18/10/2011. Comparto ese criterio jurisprudencial porque pone en valor la garantía de
acceso a la justicia (art. 12, inc. 6, CCABA). En consecuencia, los gastos por tratamiento psicológico resultan
ejecutables dentro del plazo de cinco días de quedar firme la presente sentencia hasta su concurrencia con la
remuneración del Presidente del Tribunal Superior de Justicia (cfr. art. 98 CCABA; v. TSJ, “Giovannini Claudia
Mónica c/GCBA s/Empleo Público (no cesantía ni exoneración) s/recurso de inconstitucionalidad concedido” y su
acumulado “GCBA s/Queja por recursos de inconstitucionalidad denegado en `Giovannini Claudia Mónica c/GCBA
s/Empleo Público (no cesantía ni exoneración)’, Expte. 7444/10, 06/04/2011). El remanente, podrá solicitarse por la
vía prevista en los arts. 399 y 400 del CCAyT.
VI.4. Daño moral. El dolor no puede pesarse o medirse. Es intransferible y una experiencia absolutamente
singular. No obstante, tendré en consideración las angustias y padecimientos por todo el proceso vivido por N. H. F.
a raíz del golpe en su cara, las operaciones quirúrgicas -que fueron acreditadas mediante su historia clínica (v. fs.
108/117 vta., 432/438 vta., 663/680 vta. y 725/728 vta.)-, los largos y dolorosos post operatorios y la pérdida
definitiva de la visión de su ojo izquierdo. Tal como fue solicitado por el actor este rubro, es decir, dejando librado a
la prueba a producirse y a la sana crítica del suscripto sobre la evidencia incorporada, considero que corresponde
fijarlo en la suma de pesos ... ($...).
VI.5. Gastos de farmacia y medicamentos. De acuerdo con la documental acompañada, su monto asciende a
pesos ... con ... centavos ($...).
VII. Defensa de exclusión de cobertura. La citada en garantía, Sancor Cooperativa de Seguros Limitada alegando
el carácter contractual de la responsabilidad por daños sufridos por los alumnos, considera el supuesto reclamado
como excluido de la cobertura. Considero improcedente la defensa esgrimida.
En primer término hay que señalar que el principal argumento de la citada en garantía se apoya en la endeble
clasificación que resulta de ubicar los supuestos del art. 1117 del Código Civil en el ámbito de
la responsabilidadcontractual o extracontractual, nichos conceptuales cuyos límites, en numerosos casos, han sido
ambiguos o vagos y provocó la aparición de categorías en la dogmática civil y administrativa que, en el intento de
resolver las aporías de la mencionada clasificación se refirieron a otros estándares, por ejemplo: deber jurídico
previo, confianza o expectativa legítima o, simplemente, a la buena fe propia de toda relación jurídica. Tal situación
ha derivado que en la actualidad se acepte sin mayores dificultades una regulación homogénea del fenómeno de la
ilicitud y sólo se mantengan las diferencias inherentes al incumplimiento de la prestación expresamente
comprometida.
En segundo lugar, la cláusula de la póliza (v. fs. 370) por cuál se enuncia “Objeto del
seguro: Responsabilidad Civil extracontractual por el hecho de los docentes, directores, auxiliares y, en general,
todo personal encargado de la conducción y ejecución de todos los Establecimientos Educacionales dependientes de
esta Secretaría./// Se cubre la actividad docente, de conducción y ejecución de todos los establecimientos
educacionales dependientes de esta Secretaria...” resulta totalmente irrelevante porque siempre como ocurre en el
caso del alumno que sufre daños, éste o quienes ejercen su representación legal, nunca contratan con los
“docentes, directores, auxiliares y, en general, todo personal encargado de la conducción y ejecución” en el
establecimiento educativo, sino que requieren la prestación de un servicio público a cargo del Estado. Por lo que la
redacción de la póliza es absurda a los fines que se instituye, y solo tendría sentido si se demandase al docente o
personal conjuntamente con el Estado. Sin embargo el art. 1117 lo que pretende con la modificación establecida por
la ley 24.830, es establecer una responsabilidad objetiva sin la necesidad de individualizar y establecer
la responsabilidad subjetiva del personal del establecimiento. De tal manera que la forma en que se intenta hacer
valer los términos de la póliza van en contra del sentido mismo del art. 1117 del Código Civil. Asimismo, la ley
17.418 al regular el seguro de responsabilidad civil, no distingue entre responsabilidad extracontractual o
contractual, lo que parece una situación correcta ya que crearía un marco de incertidumbre sobre qué hechos
corresponde definir como contractuales y cuáles no (cfr. art. 109 a 120, ley 17.418).
En tercer lugar, la ley establece para estos casos la contratación de un seguro obligatorio lo que constituye un
dato dirimente para interpretar el alcance de la póliza, según lo que las partes pudieron verosímilmente entender
obrando con cuidado y previsión (art. 1198, Cód. Civil). En tal inteligencia no puede asumirse que el GCBA haya
contratado un seguro de responsabilidad civil con los alcances parciales que le asigna ahora la aseguradora.
Entiendo que la interpretación que intenta esta última no es de buena fe: la finalidad de un seguro obligatorio como
el previsto en el art. 1117 del Cód. Civil es diferente de la puramente económica como la que ocurre en el seguro
voluntario. El seguro de responsabilidad civil obligatorio se establece por cuestiones de orden público y cumple una
función eminentemente social y de seguridad jurídica. Forma parte hoy en día de un elemento central del derecho
de daños. Alterar o pretender eludir el rango de la cobertura de tal tipo de seguros en detrimento de la función que
legalmente debe cumplir -la reparación inmediata de las víctimas, de allí que se consagre
la responsabilidad objetiva ante la infracción a una obligación de resultado-, sólo resultaría en un seguro aparente y
parcialmente obligatorio. Es evidente que éste no es el propósito de la norma -que no distingue campos
de responsabilidad civil contractual o extracontractual- sino que además se halla reforzado al disponer que las
autoridades jurisdiccionales dispongan las medidas para el cumplimiento de la obligación de asegurarse por parte
del propietario del establecimiento educativo

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