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La cultura en el afrontamiento de los traumas psicosociales

- notas de campo desde la perspectiva cultural -

Presentación:

En el presente trabajo ofrecemos una síntesis de reflexiones desarrolladas


durante los últimos años en torno al trabajo psicosocial que venimos
realizando desde el Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial
(ECAP) en el municipio de Rabinal (Baja Verapaz).

Como es sabido, la población maya de ese municipio sufrió una brutal oleada
de violencia desencadenada por la estrategia contrainsurgente del Ejército de
Guatemala y ejecutada en gran parte por la propia población civil militarizada
en las Patrullas de Autodefensa Civil.

En la primera parte del trabajo desarrollamos algunos comentarios de carácter


teórico acerca de los conceptos de cultura, identidad y sujeto, y sobre los
mecanismos psicosociales que son aplicados para despojar a indivíduos o
grupos de su condición de sujetos.

En la segunda parte esbozamos una análisis de cómo la cultura maya de


Rabinal constituye un recurso fundamental para que la población afronte los
traumas psicosociales.

La cultura

La cultura es producto de la condición social de los seres humanos. Aunque


también en los animales se dan altas expresiones de sociabilidad, no les
atribuímos cultura. Lo que hace posible la cultura en los humanos es el
pensamiento: la capacidad de pensar su memoria (pues memoria también
tienen los animales), y la capacidad de pensar su futuro. Así pues, la cultura es
un producto de la condición social de los seres humanos en tanto que dotados
de pensamiento.

Generalmente llamamos cultura al conjunto de respuestas (técnicas,


organizativas y representativas) que los grupos humanos crean ante las
incitaciones de la realidad concreta. Sin embargo, esas producciones
presuponen un elemento inmaterial que las hace posibles: el pensamiento. A
determinadas expresiones culturales corresponden determinadas
configuraciones del pensamiento racional y simbólico. El mismo pensamiento
también integra la cultura.

El pensamiento en la cultura
2

Al decir pensamiento no nos referimos a la sola razón, sino a la facultad


humana de sentir pensando o pensar sintiendo. Observemos, por ejemplo, que
el pensar la memoria es una actividad tan emocional como racional, y cómo
ésta da origen a proyectos de futuro inspirados y alimentados por recursos
tanto racionales como emocionales.

Importa resaltar que esta correspondencia entre expresiones y pensamiento es


recíproca: en el fluir de la realidad, el pensamiento produce sus propias
expresiones, y éstas, a su vez, alimentan y moldean al pensamiento en su
búsqueda permanente de respuestas.

Así, el pensamiento constituye una configuración subjetiva que proporciona


determinada interpretación de la realidad como resultado de esta búsqueda
interactiva de respuestas a los retos que ésta presenta.

El pensamiento se configura en estructuras que subyacen, generalmente de


forma inconsciente, a la construcción de la identidad y a las expresiones de la
cultura. Estas estructuras forman lo que llamamos cosmovisión.

La cultura es un medio humano inteligente

Según esto, nos parece más exacto afirmar que la cultura es el medio humano
donde cada grupo social desarrolla con sentido su vida buscando respuestas
eficaces ante los desafíos de la realidad.

En virtud de la sociabilidad esencial a los seres humanos, los actos, las


conductas y los valores de los indivíduos son mediados por la cultura del
grupo. El trabajo, la fiesta, la convivencia, la comunicación, la relación con el
medio ambiente, las normas de conducta, los mitos y los discursos religiosos,
necesitan ser interpretados en referencia a las características culturales del
grupo.

Grupo de referencia y grupo de pertenencia

Es necesario también distinguir grupo de referencia y grupo de pertenencia.


Llamamos grupo de referencia a aquél al cual son referidos uno o más
indivíduos por parte de los demás. En cambio grupo de pertenencia es el
grupo con el que uno o más indivíduos se identifican voluntariamente. En
Guatemala por ejemplo, existen muchas personas que, a causa de su origen
indígena, son referidos por los demás como indígenas, por más que ellos
mismos se obstinen, incluso ocultando o deformando sus apellidos, por
identificarse con el grupo llamado ladino. El grupo de pertenencia es el grupo
étnico.

Tanto el grupo de referencia como el de pertenencia se expresan mediante


determinada cultura, y no puede ser de otra forma pues la cultura, como se ha
dicho, constituye un medio vital donde los sujetos desarrollan con sentido su
vida.
3

La mediación cultural del grupo y la creatividad individual

Sin embargo, la mediación cultural del grupo no agota la capacidad ni las


expresiones individuales. Los indivíduos disponen de una capacidad creativa
que les permite, llegado el caso, apartarse o incluso enfrentarse a las pautas
culturales de su medio cultural. Con frecuencia las respuestas disidentes
dentro de un grupo constituyen tanteos de afrontamiento a los retos que el
grupo recibe.

Identidad y cultura

Identidad significa singularidad. La palabra “identidad” proviene de la lengua


latina: idem significa el mismo. La identidad es la definición del sujeto,
individual o grupal, en su relación con los otros. Eso hace que la comprensión
que se tiene de la identidad esté afectada emocionalmente por las relaciones
con los “otros”. A causa de esa carga social y emocional, la identidad es un
elemento fundamental en los procesos de restauración psicosocial y en los
proyectos sociopolíticos, pero también un recurso manipulable por las
técnicas de propaganda comercial o política.

La conciencia de identidad es conciencia de singularidad e implica


reconocerse y declararse diferente. Generalmente, los sujetos tenemos una
conciencia de la propia identidad mucho más acendrada, integral, matizada y
profunda que de la identidad de los demás. Caracterizamos con más
indulgencia y complejidad a “yo” o a “nosotros” que a “él” o a “ellos”.

Más aún, tenemos la tendencia a representarnos negativamente la identidad de


los otros cuando los percibimos como rivales a nuestros intereses. Por la
misma razón, podemos valorar como positivas a identidades ajenas cuando
nos parece que de una o de otra manera, refuerzan nuestros proyectos. Es
fácil encontrar en Guatemala multitud de ejemplos de esta construcción de
otredades negativas (según la precisa expresión de M Foucault) o positivas
según los casos.

La conciencia de identidad comporta la autorepresentación del sujeto,


individual o grupal, en el tiempo y en el espacio. La identidad de los sujetos se
construye como resultado de pensar su memoria y proyectarla al futuro
mientras responden a los retos de su circunstancia presente. Dicho de otra
forma, la identidad es la autocomprensión de un sujeto individual o colectivo
que construye su presente imaginando su futuro desde su memoria.

La identidad se expresa en la cultura; ella constituye la palabra, el rostro y las


manos de la identidad. Pero también la identidad se alimenta de sus propias
expresiones culturales. Los sujetos no sólo manifiestan su cultura para
mostrarse ante los otros, sino también para afirmarse a sí mismos. Ello es así
porque la cultura es el medio humano de los sujetos en tanto que vitalizan el
tiempo y el espacio.
4

La versatilidad de la cultura - racional y simbólica, individual y comunitaria,


contemplativa y activa, temporal y eterna, material y mística - permite al grupo
disponer, en muy variadas oportunidades de su vida, de bellos y populares
recipientes de su memoria, múltiples expresiones de sus anhelos e
inagotables recursos de afrontamiento ante los desafíos del presente.

Estos recursos, como veremos, constituyen el insumo fundamental en los


procesos de afrontamiento de traumas psicosociales.

Sujeto y objeto

Sujeto proviene del latín sub-iacere. Significa que algo o alguien se encuentra
debajo, oculto, latente; su fuerza, su vitalidad existe, pero no aparece, está
oculta debajo (sub) de algo. Objeto proviene también del latín ob-iacere. Es lo
que está delante (ob) de nosotros en tanto que disponible. Inicialmente, por
tanto, ambas palabras, sujeto y objeto, designan una cualidad que yo afirmo de
los otros.

Hablando de las relaciones humanas, decir sujeto supone reconocer que


delante de mí se encuentra alguien que no se me manifiesta, pero que sin
embargo, entraña un principio de vida latente; alguien dotado de interioridad,
igual que yo, y que, por tanto, no es manipulable por mí, a quien reconozco y
acepto como distinto, alguien que tiene identidad.

La cultura maya reconoce esa condición de sujeto en todos y cada uno de los
seres, todos esconden un principio inaccesible, sagrado, que los humanos
deben respetar para vivir bien. Recuérdese cómo el Popol Wuj describe la
insumisión de los utensilios y animales domésticos en contra de los primeros
seres humanos hechos de madera, porque éstos no habían sabido tratarles
con respeto.

Negar al sujeto es reducirlo a objeto

Sea en la cultura maya o en los sabios fundamentos de la cultura occidental, a


los que nos adherimos, reconocer a alguien como sujeto implica aceptar su
identidad y respetar sus diferencias, sean biológicas o culturales. Reconocer
que nos encontramos delante de alguien dotado de interioridad, habitante de
un espacio subjetivo, semejante al nuestro, donde la memoria sueña el futuro
afrontando su presente. La primera consecuencia operativa de esta
consideraciones es renunciar a la manipulación.

No corresponde aquí desarrollar las características y las calidades que debería


entrañar ese encuentro entre sujetos. Por supuesto que el respeto o la
renuncia a toda manipulación es tan sólo el principio de cualquier relación
humana; a partir de ahí habría que extenderse sobre la necesaria interacción
entre yo y tú, o, como enseñan los mayas, sobre la ley de reciprocidad que
atraviesa el universo, o sobre la condición dialogal y amante de los humanos
que anhelan los poetas y los místicos. Pero de esto no nos corresponde hablar
aquí.
5

No es posible considerar a alguien como sujeto y pretender explotarlo,


engañarlo, utilizarlo, mucho menos destruirlo. Las pretensiones negativas en
contra de otros indivíduos nos fuerzan a considerarlos no como sujetos sino
como objetos. Ya no son alguien diferente de mí que posee una interioridad y
un proyecto propio, sino algo que está delante de mí disponible para que lo
use o lo destruya.

Para reducir a alguien a objeto es preciso ignorar su identidad

Para convertir a alguien en algo, necesito actuar sobre mis percepciones de


su identidad, de sus atributos y de su cultura. Necesito cambiar mis
pensamientos: Ése que tengo enfrente, en realidad no es como yo; para, a
continuación, reprimir todo pensamiento que reconozca en él cualquier
vestigio de interioridad. De esta manera el otro es despojado de su identidad y
de todo lo que le constituye en diferente, es revestido de negatividad.
Recordemos: en las relaciones humanas identidad es diferencia.

Antes de seguir, queremos insistir en que este complejo mecanismo


psicosocial no es exclusivo de ciertas personas, grupos, etnias o clases
sociales, sino que parte de la misma condición humana, aunque,
indudablemente, configurada siempre por su medio.

Atacar la memoria, la conciencia y el proyecto

La negación de identidad se dirige a todo aquello que permite a los otros ser
ellos mismos: ataca su memoria, negándola o deformándola; falsea la
conciencia de su circunstancia socioeconómica buscando primero tranquilizar
la propia conciencia, pero además, con la intención de provocar en él una
experiencia deformada, dentro de la cual no se perciba a sí mismo como un
sujeto agredido; y manipula sus proyectos de manera que no aspire al futuro
que le corresponde como sujeto, sino al que para él establece su supuesto
dueño.

Construir una otredad negativa

Por su parte, la atribución de una otredad negativa se aplica a las


peculiaridades que califican al otro, sean biológicas o culturales, verdaderas o
elaborados interesadamente por el agresor. Por ejemplo, aunque se haya
demostrado que el concepto de raza carece de fundamento biológico en la
especie humana actual, el agresor de cualquier sujeto humano puede apelar a
consideraciones racistas a partir de ciertas características biológicas de los
indivíduos.

De igual modo produce, modifica y transmite los estereotipos que le sirvan


para desnaturalizar las diferencias de aquéllos cuya condición de sujetos no
soporta.

Cosificar la cultura
6

Con respecto a la cultura, el agresor adopta eventualmente actitudes de


apariencia menos negativa, pero idénticas en el fondo. Es cuando valora o
utiliza ritos y productos culturales de los dominados para sus propios fines de
dominación. Importa notar que todas estas expresiones son cuidadosamente
despojadas de los contenidos identitarios que les dan su razón de ser: la
memoria, la conciencia de la realidad y los proyectos políticos y sociales
propios de los dominados.

Pensemos, por ejemplo, en la utilización de idiomas, símbolos, ritos,


instituciones o expresiones mayas al servicio de proyectos religiosos o
políticos que reactualizan la dominación secular: el ejército poniendo nombres
mayas a sus destacamentos, el presidente Portillo exhibiéndose en ritos
mayas o garífunas a la vez que reprime la memoria del genocidio, o se apresta
a reconocer los sangrientos trabajos de los expatrulleros de autodefensa civil.

Pensemos también en la frivolización de la mujer maya o de los productos de


esta cultura en provecho de una industria turística construída sobre sus
espaldas. Observemos en nuestra Guatemala tantos cuadros, tapices o
grabados donde se admiran formas y colores mayas, pero en los cuales los
protagonistas ¡no tienen rostro o aparecen de espaldas! Son formas sin sujeto.
Son figuras sin memoria. ¿No es ésta una muestra más de la negación de la
identidad maya que, desde la Conquista hasta hoy, los dominadores nos
impusieron?

Pensemos, en fin, en el recurso maya que tantos dólares ha aportado y aporta


a organizaciones, incluso revolucionarias, a gobiernos y a otros grupos de
poder. Pensemos también en el llamado capital político que constituye la
población maya para estas instituciones.1

Podemos ver en el siguiente esquema un resumen de lo que venimos


exponiendo:

Memoria negada/deformada

Experiencia del presente alienada identidad anulada > Sujeto negado = objeto
disponible

Proyectos de futuro desorientados Cultura satanizada, manipulada, alienada

1
La solidaridad internacional es muchas veces sensible al dolor excesivo así como a la calidad testimonial de pueblos perseguidos
como el maya. Sus aportes son bienvenidos, sobre todo en tanto que réditos de una colosal deuda histórica. Sin embargo, lo
intolerable es que esos fondos no sean utilizados en proyectos orientados a la afirmación de este pueblo en su condición de sujeto, y
sólo sirvan para seguir despojándole de su memoria, alienándole en su circunstancia y desorientándole de sus proyectos.
7

En la historia de Guatemala

Por lo que respecta a nuestro énfasis psicosocial


afirmamos que, en Guatemala, la Conquista, la Colonia, la
creación del Estado, las dictaduras cafetaleras, los
gobiernos militaristas y siempre los dominadores de turno
han diseñado estrategias dirigidas a disponer
omnímodamente de los indivíduos y los pueblos
originarios y las clases populares en la condición de
objetos. Objetos útiles para el trabajo esclavo, para la
tributación, para la explotación laboral, para controlar y
exterminar a sus propios hermanos, para comprar, para
votar. Objetos intrascendentes destinados al genocidio.

Para lograr esto han reprimido la memoria del pueblo, han


falseado su experiencia de la realidad, sobre todo
manipulando la religión, han despistado su futuro con
interminables promesas falsas; han satanizado y
estereotipado sus diferencias; han reducido su cultura a
una colección de ritos y de objetos sin sujeto, sin memoria
y sin proyecto.

¿Qué pluriculturalidad?

En esta misma negación de la identidad maya andan muy


ocupados algunos intelectuales quienes proponen una
nueva convivencia nacional para Guatemala donde no
exista la memoria, mediante una abstracta articulación de
las diferencias:

“Y es aquí en donde creemos ver la unidad posible


de lo diverso: ... en el mestizaje que implican los
trajes españoles con que se representa el drama
precolombino ´Rabinal Achi´ como homenaje al
santo patrono de Rabinal; o en el mestizaje que
implica la vestimenta indígena del Maximón de
Santiago Atitlán...; y, en fin, en el mestizaje que
implica la cocina popular compartida y degustada
por todos, indios y ladinos; en donde vemos el
espacio de articulación de las diferencias y del
mestizaje intercultural que proponemos como eje
articulatorio de la identidad nacional...”2.

2
MORALES, MARIO ROBERTO, “La articulación de las diferencias o el
síndrome de Maximón”, FLACSO, Guatemala, 1998, pg. 416.
8

¿Cómo puede un intelectual ignorar el papel fundamental


que desempeña la memoria en la construcción de las
identidades? ¿Por qué un antropólogo no quiere
interpretar la intención latente de los “mayas” por lo que él
llama reinventar su pasado? ¿Cuál es, a su vez, la
intención latente de quienes se obstinan en negar la
memoria de los diferentes sujetos colectivos que hoy
ocupamos Guatemala? ¿Qué pretende defender ese miedo
a la memoria?

El que no exista el indio o el “maya” ni el ladino o el


mestizo químicamente puros (pg. 420), no dice nada en
relación al uso que esos pueblos quieran hacer de su
memoria a la hora de construir y defender su identidad, no
importa lo que coman o beban ni cómo se vistan. En todo
caso son ellos quienes eligen los atributos de su identidad,
no los observadores externos.

Queremos señalar en estas posturas intelectuales, y en la


práctica política que las secunda, el mismo viejo miedo de
aquéllos que, desde el principio, se adueñaron de
Guatemala.

Insistimos: cuando las gentes experimentamos esta fobia


hacia la memoria propia del otro debemos revisar qué
intenciones escondemos hacia su condición de sujeto
entendido con todas las consecuencias.

No veremos una Guatemala pluricultural, y por tanto


pacífica, si no aceptamos que la constituyen diversos
sujetos colectivos, o sea, pueblos cargados cada uno con
su memoria, con su conciencia del presente, y con su
proyecto de futuro; proyecto, que para ser auténtico,
deberá ser hijo legítimo de la propia memoria.

Una pluriculturalidad que no esté integrada por sujetos con


su correspondiente memoria, su conciencia y sus
proyectos propios, sería, otra vez, más de lo mismo.

La cultura, un recurso para afrontar los traumas


psicosociales

En la reciente guerra, en la que el Estado se ensañó contra


de la población civil, la población maya ha sufrido daños
excepcionalmente intensos que han afectado
profundamente a la vida individual y colectiva. Son lo que
psicólogos sociales como M Baró (1990) o M. Beristáin
9

(1999)3 llaman traumas psicosociales. Estos traumas se


suman a los que han sufrido especialmente los pueblos
mayas de Guatemala desde la invasión española.

Todo trauma psicosocial entraña un reto para los sujetos


afectados. Éstos tantean y desarrollan a partir de su
memoria las que considera mejores respuestas posibles
ante la situación traumática. Aquí la cultura actúa como un
recurso versátil y polivalente disponible ante las
situaciones más dispares y extremas.

El recurso básico está en el pensamiento: es la


cosmovisión, el sistema de ideas, acumulado durante
siglos por la memoria del pueblo, que le permite interpretar
la realidad, le ofrece fuentes de sentido para su vida y
sustenta su actividad ritual y simbólica.

Dentro del medio humano inteligente que es la cultura, los


sujetos producen respuestas que tienen que ver con la
sobrevivencia, con la reproducción de la vida y con la
identidad del grupo.

Las respuestas para sobrevivir se dan urgidas por la


inmediatez y contundencia del daño; no son momentos
para pensar otra cosa:

“El pensamiento en estos años fue cuidar a los hijos


y encontrar la comida, no estábamos pensando
mucho en el futuro. En este año 1987 tuvimos entre
quince y veinte salidas de emergencia. El Ejército
buscaba más a la gente que a la guerrilla. Supe esto
porque los helicópteros buscaban a la población y
nos querían exterminar...”4

Las respuestas orientadas a la reproducción de la vida se


orientan más a los medios plazos: dónde y como vivir
garantizando el futuro del grupo, sobre todo familiar,
aunque siempre en medio de graves peligros y carencias:

“Ellos se desmoralizaron y agarraron rumbo para la


capital, siempre ideando, pues, de que en la capital
hay mucha gente y a través de esa gente se pierde
uno, pues entre toda esa gente, porque hay algunos,
hasta su vestuario cambiaron, hay algunos otros que
sabían un poco la castilla. Como podía lo hacía,

3
Martín Baró, Ignacio. “Psicología social de la guerra” UCA, El Salvador, 1990
Martín Beristáin, Carlos, “Reconstruir el tejido social: Un enfoque crítico de la
ayuda humanitaria”, Ed. Fundamentos, 1999.
4
GUATEMALA, MEMORIA DEL SILENCIO, T. IV, pg. 135
10

porque si hablaba en lengua, ya luego lo trataban de


investigar...”5

Las respuestas dirigidas a preservar la identidad del grupo


son de más lenta elaboración, fruto de la recuperación de
la memoria colectiva.

En este escrito queremos ofrecer algunos ejemplos de las


respuestas que el pueblo maya achi’ de Rabinal ha
desarrollado en situaciones traumáticas o muy adversas
con el fin de preservar su identidad a lo largo de su
historia.

Los ritos de duelo

Ellos constituyen un espacio cotidiano, general y a la vez


particular, donde el pueblo maya de Rabinal elabora sus
procesos de afrontamiento de los daños psicosociales,
partiendo de su cosmovisión.

Una primera comprobación que suelen hacer los analistas


y técnicos que se acercan a los pueblos originarios de
nuestro continente es que su percepción de la muerte y de
los muertos es diferente de la que predomina en la cultura
llamada occidental.6

El sujeto cultural maya de Rabinal concibe la muerte como


el paso más trascendental de esta vida a otra superior, y a
los muertos, como nuestras abuelas y abuelos, espíritus
poderosos con los que es preciso practicar una correcta
reciprocidad, mediante símbolos y ritos, para beneficiarnos
de su influencia.

Los procesos culturales del duelo desempeñan tres


funciones principales, orientadas tradicionalmente al
afrontamiento de la pérdida:

• acompañar y despedir al muerto en su paso a una


nueva existencia
• ayudar a sus deudos a enfrentar de nuevo su
realidad en ausencia del ser querido
• establecer la aceptación social de la muerte

Durante dieciocho años de convivencia con este pueblo,


hemos podido observar día a día cómo la cosmovisión y la

5
Id. Tomo IV, pg. 137.
6
Una exposición más detallada de lo que sigue se encuentra en SUAZO, Fernando:
“La cultura maya ante la muerte, - daño y duelo en la comunidad achi’ de Rabinal -
“, Editado por ECAP, Guatemala, 2002
11

práctica ritual funeraria de los mayas de Rabinal


constituyen un recurso psicosocial incomparable para
afrontar la pérdida causada por la muerte y los daños y
traumas causados por la violencia política, así como los
procedimientos y las luchas por el resarcimiento.

El principio de reciprocidad que sustenta la cultura maya,


adopta, ante el último genocidio sufrido por el pueblo de
Rabinal, nuevas aplicaciones que demuestran la
versatilidad y polivalencia de su cultura.

De esta forma, las funciones del duelo permiten despedir al


ser querido en su paso a la otra vida, establecer la
dignidad de las víctimas, contar con su compañía y su
complicidad ritual en la búsqueda del resarcimiento,
consolidar la identidad del grupo en torno a su memoria,
establecer la aceptación social de la muerte y la condena
moral de los criminales, emplazar a éstos y sus cómplices
a que reconozcan su delito, y reclamar la intervención de la
justicia divina y humana.

Esas funciones se refuerzan en otros muchos momentos


rituales, más allá del evento funerario, como lo
expresamos en el cuadro adjunto.
12

Algunas funciones psicosociales desempeñadas por los ritos de duelo en los espacios individual,
comunitario y sociopolítico:

Funciones de los en lo individual en lo comunitario en lo sociopolítico


ritos de duelo
acompañar y Renuncia a toda Solidaridad con familiares Anuncio público de la
despedir al muerto comunicación material del muerto muerte y del inicio de los
en su paso a una con el muerto ritos funerarios.
nueva existencia: Socialización del
Rito de funeral. Dolorosa muerte de la acontecimiento Celebración de los ritos
sensibilidad funerarios, en la cual se
Reconocimiento del honra públicamente al
Inicio de la comunicación muerto en su calidad de muerto y se declara la
ritual y simbólica con el antepasado: dignificación. historia del crimen.
muerto
Establecimiento de Recorrido/manifestación del
canales de reciprocidad grupo portando el féretro
simbólica con el muerto. por los principales espacios
públicos como honra del
Intensa elaboración grupal muerto y, eventualmente,
de la memoria. como denuncia del crimen.

Interpretación grupal de la
situación presente de los
deudos a la luz de los
hechos del pasado.

Exploración de proyectos
orientados a la justicia y el
resarcimiento.
ayudar a los Instauración de canales Invocación ritual del Instauración de eventos o
deudos a enfrentar cotidianos de muerto en las listas de celebraciones
de nuevo su comunicación ritual con antepasados. conmemorativas.
realidad en el muerto
ausencia del ser Elaboración grupal de la Esfuerzos por descubrir la
querido Mecanismos de memoria. verdad de los hechos
reciprocidad aplicados a criminales.
la nueva vida cotidiana: Interpretación grupal de la
vida familiar, situación presente de los Esfuerzos por dar a
sobrevivencia y trabajo, deudos a la luz de los conocer la verdad de los
salud/enfermedad, hechos del pasado. hechos criminales.
convivencia grupal,
luchas legales o políticas,Consolidación de Búsqueda de justicia.
proyectos orientados a la
justicia y el resarcimiento.
Establecer la Denuncias y acciones Cohesión y afirmación del Acusación y condena moral
aceptación social de dirigidas al resarcimiento grupo en su lucha por la contra criminales.
la muerte ante las autoridades justicia y el resarcimiento
Demandas de nuevas
exhumaciones.

Lucha por la justicia y el


resarcimiento.
13

Los ritos de duelo son repetidos una y otra vez de muchas


formas distintas en los espacios privados, comunitarios y
sociales.

Los deudos invocan a sus difuntos, les encienden


candelas, les llevan flores o les queman incienso en su
vida cotidiana, especialmente los días lunes, que es la
versión cristiana del día kemé de los mayas. Cualquier
acontecimiento individual o doméstico puede demandar
estos encuentros rituales: un sueño, un presentimiento,
una enfermedad de las personas o de los animales
domésticos, un problema laboral o comunitario, una
decisión a tomar, un suceso favorable...

El grupo o la comunidad también puede celebrar estos


ritos cuando el acontecimiento le afecta a ella, o cuando
llegan fechas especiales: aniversarios, tiempo de la
siembra o de la cosecha, y por supuesto el Día de difuntos.

La incidencia en los espacios públicos tiene dos versiones.


Una, marcada por las fechas religiosas tradicionales,
especialmente el aniversario de la muerte y el Día de
difuntos. Otra, relacionada con procesos comunitarios o
grupales en pos de la justicia o del resarcimiento. Aquí se
incluyen los eventos organizados en torno a la exhumación
e inhumación de víctimas enterradas en cementerios
clandestinos.

Pero hay más. La dimensión ritual del duelo está presente


también en toda la ritualidad maya tradicional. El prolijo
ceremonial de las dieciséis cofradías que veneran a los
santos incluye un largo ritual del duelo en honor a los
antepasados. Éstos son convocados en listas
interminables que incluyen a las víctimas de la violencia
política. En presencia de los santos, los antepasados
ocupan los lugares principales en la fiesta. No sólo se
agasaja al santo, sino también a los antepasados,
ofreciéndoles candelas, incienso, flores, música, comida y
bebida.

De la misma forma, los ritos que preparan y acompañan la


celebración de los bailes tradicionales comienzan por la
convocatoria de los antepasados, se realizan en su
presencia y bajo su protección, y concluyen con su
despedida.

Los acontecimientos importantes de la vida individual,


familiar, grupal o comunitaria como el embarazo, el
nacimiento, el bautizo, el casamiento, el inicio de algún
14

trabajo, viaje o negocio, la cosecha, la sequía, las plagas,


las enfermedades, la buena venta, las amenazas, los
peligros, las decisiones importantes ... son ritualmente
enmarcadas en presencia de los antepasados, quienes
también son invocados como abogados, guías o
consejeros.

¿Qué significa esta infinita necesidad de antepasados7?.

Preguntémonos antes quién padece en Guatemala esta


insaciable sed de antepasados. Muchas veces,
participando en diferentes ritos mayas, también nosotros
nos hemos sentido envueltos en ésa que los mayas llaman
nube y neblina de nuestros antepasados; y en ese clima
místico han acudido a nuestra mente los personajes que el
Estado racista nos ha impuesto como nuestros próceres.
Qué contraste: los antepasados son convocados, los
próceres son recordados; los antepasados son espíritus
vivos, testigos y acompañantes de la vida cotidiana de los
mayas, los próceres son bustos de piedra o de bronce en
los parques urbanos, ajenos a los afanes de este pueblo;
los antepasados escuchan los gemidos de las víctimas del
genocidio; los próceres ocupan los fatuos discursos de los
victimarios...

Al parecer, éstos no necesitan de antepasados porque


disponen de los recursos para sacar adelante sus propios
proyectos. Tampoco precisan elaborar una memoria que
alimente su identidad y les afirme como sujetos. De la
misma forma tampoco les preocupa atribuírse una cultura.
Nada de eso necesitan en realidad, porque, de hecho, ya
se consideran sujetos a causa de su fuerza y su
prepotencia.

¿Quién padece en Guatemala la infinita sed de


antepasados? Sólo aquéllos que, día a día, necesitan
reafirmar su condición de sujetos, porque no son
reconocidos como tales, sino como objetos. Por esa razón
ocupan los mejores momentos de su vida en recuperar su
memoria, convocando a quienes la pueblan. Libando en su
memoria elaboran día a día su identidad, sueñan proyectos
para su futuro, afrontan su amargo presente y defienden
tozudamente sus idiomas y otras expresiones identitarias
del asedio cultural de los dominadores.

La infinita necesidad de antepasados se traduce en esa


sorprendente insistencia ritual que contínuamente los
7
BRETON, ALAIN, “Una infinita necesidad de antepasados”, en “Los Mayas, la
pasión por los antepasados, el deseo de perdurar”. Ed. Grijalbo, México, 1991
15

convoca en la vida privada y comunitaria. La repetición


ritual se da en proporción directa a la frustración de los
deudos en sus demandas de resarcimiento; una
frustración acumulada durante cinco siglos de implacable
dominación, estratégicamente reforzada mediante
8
episodios de genocidio.

El pueblo maya de Guatemala es especialmente admirable


por su resistencia identitaria. Él ha sabido defender su
identidad, o sea, su condición de sujeto, en las
condiciones más inhumanas. Los comentarios del señor
Mario Roberto Morales a propósito de la hibridación
cultural de los mayas en el caso del baile del Rabinal Achi’,
también tienen su vuelta. En una reciente obra publicada
por el arqueólogo y antropólogo holandés Ruud Van
Akkeren9, éste demuestra cómo el manto del patrón San
Pablo de Rabinal presenta unos signos, hasta ahora
desapercibidos, que, en el contexto cultural precolombino
representaban el glifo propio de Tojil, la divinidad
masculina de los rab’inaleb’, los antepasados de Rabinal.

¿A quién veneran en realidad los mayas de Rabinal, a los


santos cristianos o a las divinidades de sus
antepasados?10

¿Qué mueve a este pueblo a camuflar su memoria debajo


de tanta hibridación? ¿Acaso no es una infinita necesidad
de ser reconocido como sujeto?

Escribió Severo Martínez que la cultura maya no es más


que un producto de la colonia. Podemos decir que sí, pero
exactamente en el sentido contrario al que nuestro
eminente historiador quería. La cultura maya no es un
producto servil de un pueblo esclavizado, sino el
interminable impulso de un pueblo esclavizado por lograr
ser reconocido como sujeto.

8
Cf. el último capítulo de nuestro trabajo “La cultura maya ante la muerte”, ya
citado.
9
VAN AKKEREN, Rudd, “Plase of the Lord’s Rab’inal, its history, its dance -
drama”. Ed. CNWS, Research school of Asian, African and Amerindians Studies.
Leiden, Holanda, 2000.
10
La misma pregunta nos hemos hecho durante casi veinte años al participar en las
celebraciones cristianas de las cofradías de Rabinal, por ejemplo la Santa Cruz, el
Corpus Christi, y los Patrones San Pedro y San Pablo.
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Fernando Suazo
ECAP.
Rabinal, marzo, 2003

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