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LFV 523

1 CORINTIOS 15:9-38

Continuamos hoy con nuestro estudio del capítulo 15 de la Primera


Epístola del apóstol San Pablo a los Corintios. Éste es un gran capítulo que
trata sobre el interesante tema de la resurrección. También es uno de los
capítulos más destacados de la Biblia y hemos visto que aquí también se
presenta el evangelio, o quizás diremos, una parte del evangelio. Pablo les
dijo que él les había comunicado lo mismo que había recibido. Y su
revelación era la siguiente: “Que Cristo murió por nuestros pecados. . . que
fue sepultado y que resucitó al tercer día.” Jesús no se esfumó o
desapareció simplemente. Su cuerpo fue colocado en una tumba. Él fue
resucitado, y la realidad fundamental del cristianismo es que Cristo vive
hoy. Éstos son hechos históricos; el evangelio no es una teoría
simplemente, ni ideas, ni una religión. La resurrección es parte del
evangelio, y esto es lo que Pablo predicaba. Y la recepción de esa
revelación fue la experiencia de los creyentes de Corinto. Comencemos
pues nuestra lectura leyendo los versículos 8 y 9 de este capítulo 15 de 1
Corintios:

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Yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado
apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. 10Pero por la gracia de
Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes
he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios
que está conmigo.

Pablo dijo que era el más insignificante de los apóstoles. Aquí él estaba
siendo muy modesto. La inspiración garantiza que esa declaración salió de
su propio corazón. Pablo se consideraba a sí mismo como el más grande de
los pecadores pero sin embargo era el trabajador más incansable de los
apóstoles. Pero, con una gran sinceridad, manifestó que era la gracia de
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Dios la que le había permitido llevar a cabo sus actividades. Y continuó


diciendo en el versículo 11:

11
Sea yo o sean ellos, así predicamos y así habéis creído.

Nos causa perplejidad encontrar a algunos que profesan ser cristianos y


niegan los hechos fundamentales del evangelio. No es posible que alguien
se defina como cristiano y niegue la muerte, sepultura y resurrección de
Cristo. Por supuesto que cualquiera tiene el derecho a negar tales hechos, si
así lo desea, pero en ese caso no tiene derecho a identificarse como
cristiano. En este pasaje se nos dice que los Corintios oyeron el Evangelio,
que incluye los hechos básicos mencionados, creyeron, y fue entonces que
se convirtieron en cristianos.

La aceptación de estos hechos es crucial y por eso lo enfatizamos, porque


constituye la esencia del cristianismo. ¿Qué es el Evangelio? Pues son las
buenas noticias que anuncian que Cristo murió, fue sepultado, y resucitó al
tercer día. Su tumba quedó vacía. Y en consecuencia, Cristo vive hoy.
Éstos son los hechos históricos. Éste es el Evangelio que Pablo predicó. No
es simplemente una experiencia subjetiva que tuvo el apóstol. Fue un
acontecimiento histórico. En el versículo 1 de este capítulo se nos dijo que
los Corintios recibieron el Evangelio y lo creyeron. Ahora, ¿qué quiere
decir esto de recibir a Cristo? La explicación la tenemos en el capítulo 1,
del evangelio según San Juan, versículos 11 al 13; dice allí: “A lo suyo
vino, pero los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, es
decir, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de llegar a ser hijos
de Dios. Y son hijos de Dios no por la naturaleza ni los deseos humanos,
sino porque Dios los ha engendrado.” Recibir a Cristo significa creer en
Su nombre. El primer versículo del capítulo 15 decía del Evangelio en
relación con los Corintios: “en el cual también perseveráis, o estáis
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firmes.” Ése era su estado presente. Ellos estaban apoyados en una


relación con el Cristo viviente, por medio de una fe viva.

En el versículo 2 “por el cual sois salvos”. El evangelio no salva si se trata


solamente de un conocimiento intelectual. No debe ser simplemente un
asentimiento a los hechos del Evangelio. Es Aquél de quien el Evangelio
habla, es decir, Cristo, el que salva. Cuando usted acepta los hechos del
Evangelio, cuando usted deposita completamente su fe en Cristo, entonces
usted es salvo. O como dijo Spurgeon: “No es el gozo en Cristo el que lo
salva, ni es la esperanza en Cristo lo que lo salva; es Cristo mismo. No es
ni aun la fe en Cristo, aunque ése es el instrumento. Es la sangre y los
méritos de Cristo lo que salva”.

O sea, que el Evangelio fue predicado a los Corintios. Pablo dijo, “lo
recibisteis, en el cual también perseveráis, y sois salvos.” Pero el apóstol
añadió: “si no creísteis en vano”. Y eso quiere decir creer sin causa. Si su
fe no se apoyaba en los hechos históricos de la muerte y resurrección de
Cristo, no había ningún resultado, y la de ellos no había sido una
conversión genuina. Es que la fe en sí misma no tiene ningún mérito. Lo
importante es el objeto de la fe, es decir, en quien cree uno. Estimado
oyente, ¿ha confiado usted en un Salvador que murió, que fue sepultado y
que resucitó de los muertos?

En nuestro programa anterior hablamos del significado del testimonio de


las Escrituras del Antiguo Testamento como una evidencia de la
Resurrección. Luego mencionamos a los testigos que aún estaban con vida
cuando Pablo estaba escribiendo: Cefas, los apóstoles, quinientos
creyentes, Jacobo y finalmente, él mismo. Todos ellos vieron al Jesucristo
resucitado. Y de sí mismo el apóstol Pablo dijo: “como un abortivo, como
uno nacido fuera de tiempo”, porque no había pasado por el período de
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gestación de haber estado con Cristo durante Su ministerio en la tierra.

Continuemos leyendo el versículo 12:

12
Pero si se predica que Cristo resucitó de los muertos, ¿cómo dicen
algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?,

Algunas de estas personas que tenían antecedentes de las escuelas


filosóficas del estoicismo, de los epicúreos, y del platonismo, estaban
negando la resurrección. No era que estaban negando específicamente la
resurrección de Cristo, sino que estaban negando la resurrección en
general.

Pablo incluyó en este pasaje una serie de declaraciones que comienzan con
la conjunción si, que denota una suposición en virtud de la cual un
concepto depende de otros. Por ejemplo él comenzó su lista de
suposiciones diciendo: si Cristo no ha resucitado. No se trata de evitar
hablar del asunto porque haya dudas. Estimado oyente, yo tengo una base,
y ese fundamento es la Roca. Y la Roca es Cristo Jesús. Él regresó de
entre los muertos. Y entonces el apóstol enumeró estas suposiciones como
una demostración de la importancia de la resurrección de Jesucristo.
Leamos el versículo 13:

13
porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.

Ambas partes de esta suposición están estrechamente relacionadas. Y fue


en base a la resurrección de Cristo, Pablo diría más adelante, que Jesucristo
fue como el primer fruto de una cosecha. Lo cual quería decir que después
de Él se recogerían más frutos. Jesús fue el primer fruto y más tarde,
cuando Él regrese, tendrá lugar la resurrección de los suyos. Y dijo el
apóstol Pablo aquí en el versículo 14:
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14
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación y vana
es también vuestra fe.

No sabemos si usted ha tenido contacto con quienes niegan que el Señor


Jesucristo fue levantado de entre los muertos. Ahora, si Cristo no fue
resucitado en forma corporal, nuestra predicación entonces no sirve para
nada. Y no sólo nuestra predicación, sino que también nuestra fe es inútil.
¿De qué sirve entonces asistir a una iglesia para escuchar un sermón, si
Cristo no ha resucitado de los muertos? Y continuó diciendo Pablo en el
versículo 15:

15
Y somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos testificado
que Dios resucitó a Cristo, al cual no resucitó si en verdad los muertos
no resucitan.

Es decir que todos los apóstoles eran mentirosos, si Cristo no había


resucitado. Y cada uno de ellos era un testigo falso, si Cristo se encontraba
aún en la tumba. Y aquí tenemos algo para pensar. ¿No ha notado usted
que las personas no mueren por aquello que ellos saben que es realmente
una mentira? Ahora, las personas que murieron por una mentira, fue
porque pensaban que era la verdad. Por ejemplo, muchos millones
murieron por dictadores en guerras, porque creyeron en ellos. En nuestro
caso, los apóstoles testificaron que habían visto al Cristo resucitado, y
estuvieron dispuestos a morir por causa de esa declaración. Usted mismo
puede juzgar si ellos estaban en lo cierto, o equivocados. Pero las personas
no mueren por lo que ellos saben que es una mentira. Veamos ahora lo que
dicen los versículos 16 y 17, de este capítulo 15 de la Primera Epístola a los
Corintios que estamos estudiando:

16
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17y si Cristo no
resucitó, vuestra fe es vana: aún estáis en vuestros pecados.

O sea que, usted estimado oyente, es un pecador perdido, destinado a la


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condenación, eso es todo lo que podrá ser en el futuro, si Cristo no ha


resucitado. Y todos nosotros estamos aún cargando con nuestros pecados.
Y dice el versículo 18:

18
Entonces también los que murieron en Cristo perecieron.

Hay millones de creyentes que han muerto creyendo en Cristo como su


Salvador. Si Cristo no ha resucitado, entonces cada uno de ellos ha
perecido. Entonces, todos estos millones de personas del pasado, han
perecido en realidad. Y continuamos con el versículo 19:

19
Si solamente para esta vida esperamos en Cristo, somos los más
dignos de lástima de todos los hombres.

Debemos decirle, estimado oyente, que el cristianismo es una religión para


aquí y para ahora. Pablo aclaró esta idea en el capítulo 6 de su epístola a
los Romanos. Pero el cristianismo es también una religión para el futuro.
Pero si Cristo no ha resucitado, hemos sido engañados y somos las
personas más miserables de este mundo. ¡Pero, gracias a Dios, ese no es el
caso y tenemos todos los motivos para alegrarnos! Y aquí finalizó esa serie
de suposiciones que Pablo había estado presentando para demostrar que la
familia humana estaría perdida y sin esperanza si Cristo no hubiera
resucitado de los muertos.

Leamos ahora el versículo 20, porque llegamos a un nuevo párrafo en el


texto, titulado

LA PROCLAMACIÓN DE LA RESURRECCIÓN

20
Pero ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que
durmieron,

Es decir, que Cristo ha sido el primer fruto de la cosecha, el primero en


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resucitar. En el Antiguo Testamento celebraban el festival de las primicias


o de la primera cosecha, cuando ellos presentaban la primera gavilla de
grano ante el Señor. Esto significaba que cosecharían más, de otra manera
no podrían ser los primeros frutos. El cumplimiento de esa fiesta tuvo lugar
en la resurrección de Jesucristo. Él regresó de los muertos con un cuerpo
glorioso. Es el único que ha resucitado de los muertos con un cuerpo eterno
y glorioso. Leamos a continuación los versículos 21 y 22:

21
pues por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un
hombre la resurrección de los muertos. 22Así como en Adán todos
mueren, también en Cristo todos tendrán vida.

Después de la fiesta de las primicias, venía la fiesta de Pentecostés, que se


celebraba unos cincuenta días después. Esta fiesta encontró un primer
cumplimiento en el día de Pentecostés, en el Nuevo Testamento, cuando
comenzó su existencia la iglesia. Pero su cumplimiento total culminará
cuando Cristo venga a buscar a los suyos y ellos resucitarán para
encontrarse con Él. Entonces tendrá lugar el verdadero Pentecostés.
Entonces Cristo, que fue el primer fruto de la cosecha, vendrá a recoger la
totalidad de los frutos de esa cosecha. Ése será el Pentecostés futuro y final
que todos esperamos, que ocurrirá cuando Él venga a buscar y a recoger a
Su iglesia de este mundo. Leamos ahora el versículo 23:

23
Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que
son de Cristo, en su venida.

Es hermoso leer en el versículo 20 que Cristo al resucitar fue el primer


fruto de todos los que durmieron, es decir, de los que pasaron por el
descanso y el sueño de la muerte. Leíamos antes la frase en Adán todos
mueren. Es decir, que la prueba de que pertenecemos a la familia de Adán
es que todos vamos a morir, a menos que el Señor nos recoja con su iglesia.
Y la frase, en Cristo todos tendrán vida, nos recuerda nuestra esperanza
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firme porque Jesús, como Él mismo dijo, es la Resurrección y la Vida. El


versículo 23 continúa con la frase: Pero cada uno en su debido orden. O
sea, que no habrá una resurrección general única. Es interesante notar que
los reformadores recuperaron mucho de la verdad Bíblica, pero no toda.
Creemos que estamos viviendo en un día en el que existen muchos estudios
Bíblicos en el área de la escatología, es decir, de la doctrina de las últimas
cosas, o sea, la profecía. Pero en las épocas en que las grandes verdades se
desarrollan, surge la herejía, muchas creencias absurdas y falsas enseñanzas
sobre la profecía, principalmente por ignorancia del ámbito general de la
enseñanza de la Biblia. Creemos firmemente que el libro de Apocalipsis no
debiera ser enseñado, a menos que uno haya estudiado primero los otros
libros de la Biblia. La profecía es importante, pero no es el todo, e incluye
la enseñanza de que cada uno será resucitado en su debido orden, en el
orden que le corresponda, y que no habrá un día para una resurrección
general. Y destacamos la mención del versículo 23, de que Cristo resucitó
en primer lugar, y después, en el momento en que Cristo vuelva a buscar a
Su iglesia, resucitarán los que le pertenecen. Luego dice el versículo 24:

24
Luego llegará el fin, cuando entregue el Reino al Dios y Padre,
cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y todo poder.

¿El fin de qué? El fin de las edades. ¿Cómo finalizará esta era? Llegará
una gran tribulación y luego será establecido un reino por mil años en la
tierra. Satanás será liberado una vez más, por un breve tiempo y después
será echado para siempre en lo que el Apocalipsis llama el lago de fuego; y
luego Cristo establecerá Su reino para siempre. Ése será Su reino eterno.
En realidad, el reino eterno será, en cierta forma, una proyección del reino
milenial, sólo que el reino de mil años será como un tiempo de prueba.

Dice aquí: Luego llegará el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre.
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¿Cuándo ocurrirá esto? Al final del reino milenial, cuando Cristo derrote a
todos los señoríos, autoridades y poderes. Ahora, el versículo 25, dice:

25
Preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies.

Aquí se estaba refiriendo a Satanás. Ahora, el versículo 26, dice:

26
Y el último enemigo que será destruido es la muerte.

Y después de anunciar esa gran victoria, dice el versículo 27:

27
Porque Él ha puesto todo en sujeción bajo sus pies. Pero cuando dice
que todas las cosas le están sujetas, es evidente que se exceptúa a aquel
que ha sometido a Él todas las cosas.

Parecería indicar que Cristo no estará sujeto a Dios. Pero el siguiente


versículo aclara este punto; en el versículo 28; leamos:

28
Y cuando todo haya sido sometido a Él, entonces también el Hijo
mismo se sujetará al que sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea
todo en todos.

Está diciendo que cuando Cristo complete Su reino milenial aquí en esta
tierra, y haya establecido Su reino eterno regresará a ocupar Su lugar allí
donde mora la divinidad, en los cielos, donde Él se encontraba al principio.
Y así, como finaliza el versículo, Dios será todo en todos.

Leamos ahora el versículo 29, que inicia un párrafo titulado,

EL PROGRAMA Y MODELO DE LA RESURRECCIÓN

29
De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si de
ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan
por los muertos?
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Recordemos lo que dijimos anteriormente sobre el significado de la palabra


bautismo, que significa identificación con alguien, o con algo. Ahora, en
este caso Pablo estaba hablando de identificación con una persona muerta.
Él preguntaba: “¿Por qué lo hacen, o qué conseguirán los que se bautizan
por los muertos, si éstos no resucitan? ¿Por qué, pues, se identifican como
muertos? Esto no implica que los creyentes de Corinto se estaban
bautizando por sus familiares o amigos muertos. Sino que significa que se
estaban bautizando o identificando con Jesucristo, que había muerto por
ellos, y que después había resucitado de los muertos. Así que ellos estaban
como muertos para el mundo, pero vivos para Cristo. Luego dicen los
versículos 30 y 31:

30
¿Y por qué nosotros nos exponemos a peligros a toda hora? 31Os
aseguro, hermanos, por la satisfacción que siento por vosotros en
nuestro Señor Jesucristo, que cada día estoy en peligro de muerte.

Pablo estaba diciendo que si Cristo no había resucitado de los muertos,


entonces ellos serían insensatos al poner sus vidas en peligro. Sin embargo,
ya que Cristo había resucitado, los creyentes estaban identificados con Él.
Como les dijo el apóstol a los creyentes en Roma, en el capítulo 6 de
Romanos, versículos 3 y 4: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por
tanto, hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a
fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos . . . así también
nosotros andemos en novedad de vida.” Nosotros estamos unidos a un
Cristo resucitado y vivo. Ahora, si Cristo no resucitó, dijo Pablo, “estoy
soportando sacrificios inútilmente, porque mi vida está en peligro de
muerte constantemente”. Luego dijo en el versículo 32, de este capítulo 15
de la Primera carta a los Corintios:

32
Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿de qué me sirve? Si
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los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana


moriremos.

Es como si Pablo hubiera dicho: “¿Por qué permito ser encerrado en una
jaula con leones a causa de mi fe en Cristo, si Cristo no resucitó de los
muertos? Yo estoy identificado (o bautizado), con Su muerte. Identificado
como un hombre muerto, porque estoy unido a un Cristo viviente”. O sea,
que el estar identificado con Cristo en Su muerte y resurrección era un
hecho tremendo. Ahora, si Cristo no había resucitado y los muertos no
resucitarían, entonces deberíamos adoptar la filosofía hedonista de los
epicúreos, que decían: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.
Luego, Pablo dijo en los versículos 33 y 34, de este capítulo 15:

33
No os engañéis: Las malas conversaciones corrompen las buenas
costumbres.34Sed sobrios, como conviene, y dejad de pecar, porque
algunos no tienen conocimiento de Dios. Para vergüenza vuestra lo
digo.

Los creyentes de Corinto estaban siendo engañados por aquellos que


cuestionaban la resurrección. Estaban escuchando a quienes tenían mucho
que decir, pero demostraban no tener conocimiento de Dios. Pablo decía
que si ellos recibían información errónea, actuarían mal. Y les reprendió
para que dejasen de pecar, porque sí, habría una resurrección. Y dice el
versículo 35:

35
Pero preguntará alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué
cuerpo vendrán?

Los seres humanos han fracasado en distinguir la diferencia entre la


resurrección del cuerpo y la inmortalidad del alma. Platón y Cicerón
defendieron la inmortalidad del alma. Pablo argumentó a favor de la
resurrección del cuerpo. Y los Saduceos negaban cualquier resurrección,
cualquier vida después de la muerte. Y Cristo mismo les respondió, en
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Mateo 22:31, 32: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¡Y


Dios no es Dios de muertos, sino de vivos!” Y a la pregunta sobre cómo
podía un cuerpo que moría, resucitar y permanecer el mismo, les respondió
que aprendemos de la naturaleza que los cuerpos serán los mismos, pero no
idénticos. Dice el versículo 36:

36
Necio, lo que tú siembras no vuelve a la vida si no muere antes.

Pablo respondió aquí a la primera pregunta: el cómo. En una semilla


sembrada, hay disolución y continuidad. Producirá semillas que
esencialmente son las mismas que aquella sembrada. Pero aquella semilla
ha muerto y se ha desintegrado, así que la nueva semilla producida no será
exactamente la misma que murió. Será como aquella, pero no la misma
semilla. O sea que en toda semilla sembrada hay una desintegración y, sin
embargo, hay también una continuidad. Será un misterio pero no es una
imposibilidad.

¿Y qué es la muerte? Es una separación. Pero no es el final del espíritu. El


espíritu pasa a estar con el Señor, si uno es un hijo de Dios. Lo que se
desintegra es el cuerpo. Así que la muerte es la separación del cuerpo, del
individuo, de la persona. Y el cuerpo se desintegra, decae, se descompone.
La frase de Dios polvo eres, y al polvo volverás se refiere al cuerpo. Luego
Pablo respondió a la segunda pregunta: ¿Qué cuerpo resucitaría? Leamos el
versículo 37:

37
Y lo que siembras no es el cuerpo que nacerá, sino el grano desnudo,
sea de trigo o de otro grano.

Aquí la ilustración fue la siembra de un grano. Cristo es el primer fruto de


la cosecha, y después vendrán los demás. Por ello tenemos la esperanza del
arrebatamiento de la iglesia, momento en el cual los creyentes que hayan
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muerto, serán resucitados. Si algunos estuviéramos entonces con vida,


seremos arrebatados y transformados. Es que la semilla misma, no
producirá un nuevo cuerpo, ni tampoco el sembrador, pero Dios lo
proveerá. Y dice el versículo 38:

38
Y Dios le da el cuerpo que él quiere, y a cada semilla su propio
cuerpo.

Y luego Pablo se refirió a otra área. Todo esto forma parte del misterio de
la vida. Y en realidad, el misterio de la vida es mayor que el misterio de la
muerte. Estimado oyente, le invitamos a confiar en Aquél que por su
muerte en la cruz y su resurrección, es el único que puede dar a quien crea
en Él, la vida eterna, esa vida que va más allá de la muerte.

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