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Orando en las Relaciones de Discipulado entre Hermanas

Por Carrie Russell

«¡Oraré por ti!»


Muchas veces lanzamos esta declaración a los amigos, pero ¿qué tan frecuentemente realmente
oramos por ellos? Mientras considero mis relaciones de la iglesia, anhelo ser una hermana en
Cristo que está comprometida con la oración. Si definimos el discipulado como
«deliberadamente hacer un bien espiritual a alguien para que él o ella sea más como Cristo»,
entonces ciertamente la oración juega un papel crítico en nuestras relaciones de discipulado. Así
que, mientras influenciamos y discipulamos mujeres, sería sabio considerar como incorporar la
oración a nuestras interacciones diarias.

Comprométete a orar en tus relaciones de discipulado


¿Qué distingue tus relaciones cristianas de tus otras amistades? Tengo muchos amigos no
creyentes que están «pensando en mí» y «enviándome buenos deseos», pero lo que tiene más
valor en mi vida son esas mujeres que se que están comprometidas a orar por mí. Anhelo ser ese
tipo de amigo en mis propias relaciones de discipulado en la iglesia.
En nuestro pacto de iglesia, cada miembro de mi iglesia hace un compromiso para «caminar
juntos en el amor cristiano, ejerciendo un cuidado afectuoso y cuidando unos por otros… orando
unos por otros». Esto significa que, ante Dios, es nuestro deber orar unos por otros,
especialmente por aquellos que estamos discipulando.
El compañerismo cristiano no es simplemente «andar con otros cristianos»—y discipular no es
sólo hablar y escuchar. Cuando discipulamos a otros, tenemos el privilegio de ayudarles a seguir
a Jesús, y dos herramientas críticas para ello son la Palabra de Dios y la oración. Sin este
poderoso par, no soy más que un oído que escucha, y cualquier influencia espiritual que tenga
será mínima. De hecho, he dejado muchas reuniones preguntándome si lo que dije fue de
edificación. Pero nunca he cuestionado eso cuando nuestras reuniones incluyen la oración y el
estudio de las Escrituras. Mis palabras y consejo pueden en ocasiones ser insuficientes, pero
acercarnos al trono de Dios a favor unos de otros siempre traerá bendición.

Ora la biblia
Orar la Palabra de Dios es una herramienta poderosa en lucha por la santidad. Cuando nuestros
corazones son propensos a vagar, y somos tentados a seguir nuestras emociones, es una
bendición tener una compañera cristiana que desee orar las Escrituras contigo. Ha habido muchas
ocasiones cuando no sé exactamente cómo orar por alguien, pero afortunadamente las Escrituras
son suficientes. Algunas veces, la mejor manera de comenzar es clamando «¡no sabemos qué
hacer, pero nuestros ojos están en ti!» (2 Crónicas 20:12).
Recordatorios útiles
Mientras oramos por hermanas en Cristo, a continuación algunos recordatorios útiles:
1. Ora por los atributos de Dios.
Recuérdense unos a otros con frecuencia quien es Dios; alábenle por ser soberano, que no
cambia, santo, que lo sabe todo, etc.
2. Ora las promesas del evangelio.
Recuerda el don precioso de Dios de la salvación por medio de Cristo. Tenemos una herencia
incorruptible en los cielos para nosotros, y Dios recuerda ya no recuerda nuestras transgresiones.
Él nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad.
3. Mientras oras, recuerda quien Dios nos ha llamado a ser en Cristo.
Somos propensos a olvida que somos hijos, escogidos, redimidos y perdonados.
4. Ora a través de pasajes específicos por esa persona.
¡Abre esa concordancia y deja que la Palabra viva y activa de Dios hable! Las epístolas son un
buen lugar para orar unos por otros.
Al discipular a otros, puedo decirle alguien que se vuelva del pecado, pero el mayor
quebrantamiento surge cuando oramos Colosenses 3 juntos. Puedo decir palabras de consuelo a
alguien que lucha con la ansiedad, pero orar 1 Pedro 5:6-7 generalmente produce un mayor
consuelo. Cuando una amiga está cuestionando si el plan de Dios para su vida es bueno,
Romanos 8 tiene una palabra de mucho valor.
Mientras hacemos oraciones de alabanza y acción de gracias, mientras clamamos por provisión y
misericordia, llenando nuestras palabras con fundamentos de las Escrituras y nuestros corazones
con la verdad, esto nos lleva a tener una fe más profunda en Cristo.

Ora por la unidad y el amor


No es sorpresa que crecemos en el amor cristiano por aquellos que oramos. Aún en las
comunidades más cerradas, podemos encontrarnos lidiando con la comparación y la envidia. Es
fácil caminar hacia la iglesia, mirar a las mujeres que están en los alrededores, y creer las
mentiras que nos decimos a nosotras mismas—sus vidas deben estar libres de luchas, sus
matrimonios y familias deben ser perfectas, seguro que no pueden relacionarse conmigo.
Pero mientras discipulamos y somos discipuladas por otras, somos recordadas de que no somos
las únicas que luchan con el temor y la ansiedad, nos impacientamos con nuestros hijos, o
dudamos de la bondad de Dios.
Cuando invertimos en las vidas de otros miembros de la iglesia y nos comprometemos a orar por
ellos, creceremos en unidad. Las oraciones derriban las paredes de la inseguridad y el temor y
nos permiten unirnos a otros cristianos mientras luchamos juntos para seguir a Jesús.
Hace algunos años atrás, una mujer que conocí compartió algo sobre una situación con la que
ella estaba luchando con relación al plan de Dios para su vida. Su disposición a compartir
abiertamente me ayudó a orar por ella, y orar por ella me llevó a amarla, ¡aún cuando no la
conocía!
Aunque es verdad que oras por aquellos a quienes amas, también es verdad que creces en amor
por aquellos por quienes oras.

Ora cuando no es conveniente


La oración no tiene que ser larga o perfectamente planificada. Puede ser ruidosa, interrumpida,
con niños alrededor. Nunca olvidaré una reunión con una mentora años atrás cuando no tenía
hijos y ella tenía tres. Acababa de ir a hacer algunas cosas con ella y hablar sobre la vida.
Cuando nos detuvimos en la entrada de su casa, ella dijo «simplemente oramos aquí en el carro
antes de entrar al caos».
Cuando comenzamos a orar, una pelota de basquetbol chocó su ventana. Ella bajó el cristal y le
dijo al que tenía la pelota: «estoy orando y terminaré en unos minutos». Luego ella cerró
nuevamente el cristal para terminar de orar.
Su ejemplo se quedó grabado en mí. A veces pienso equivocadamente que el discipulado tiene
que ser con Biblias abiertas y muchos tiempos de quietud dedicados a orar, pero esa no es la
realidad de la mayoría de las personas.
A continuación algunas sugerencias prácticas para incluir la oración en tus relaciones de
discipulado:
 Ora mientras estás caminando.
 Ora en el carro después del almuerzo o café.
 Ora en el teléfono mientras conduces hacia la casa.
 Asegúrate de preguntar cómo puedes orar por ellas durante la semana.
 Sé lo suficientemente vulnerable como para pedir oración por ti.
 Envía un mensaje de texto a una amiga para dejarle saber que estás orando por ella.

¡Simplemente ora!
Frecuentemente abandono mi tiempo con hermanas en Cristo deseando haber orado con ellas o
por ellas. Orar no siempre es fácil, y no siempre es conveniente o práctico. Sin embargo, siempre
es bueno, y siempre seremos bendecidas al hacerlo.
Así que, mientras nos reunimos como mujeres—compartiendo sobre nuestros matrimonios,
nuestra crianza, nuestras luchas espirituales—hagamos el compromiso de orar unas por otras.
Abandonemos nuestro tiempo juntas, confiadas en que nos hemos hecho un bien espiritual unas a
otras.
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Traducido por Samantha Paz, República Dominicana.

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