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Acerca del conocimiento

La pregunta por el conocimiento es una de las más misteriosas, no sólo para la filosofía, sino
para el hombre. Hay muchas vertientes de esta pregunta, como ¿por qué conocemos; qué
hace posible al conocimiento; o qué sí es conocimiento y qué no lo es? Claro, que brindar
una respuesta a la pregunta es tan complicado como comprender qué está implicado en ella.

En este escrito intentaré dar una explicación de las tres preguntas. El punto de partida puede
ser la relación que el hombre tiene con el mundo. En el nivel más básico de nuestra
experiencia, es decir, dejando de lado un aparato teórico que nos brinde respuestas sobre qué
es el mundo, nos enfrentamos a la información de nuestros sentidos. Los sentidos son aquello
que nos informa de la existencia de algo diferente a nosotros. Lo único que podemos señalar
acerca del mundo es que es. Sin embargo, por medio de los sentidos, eminentemente se nos
presentará la experiencia de la falsedad. Ejemplo de lo anterior, es que al señalar algo
particular como: es de día, puede ser verdad en determinado momento y espacio, pero
eventualmente la verdad de esa afirmación se esfumará, pues eventualmente será de noche.

Por lo anterior podemos notar un primer asunto fundamental. La experiencia del hombre con
el mundo es problemática, porque su decir del mundo es finito; la experiencia de la falsedad
es lo que la hace problemática, pues observa que no puede aprehender con sus palabras al
Ser. Así, el hombre busca conocer el mundo, poder aprehenderlo con su pensamiento. Esto
teniendo en mente la experiencia sensorial. Por lo que hemos de notar, que por medio de los
sentidos parece ser imposible el conocimiento.

El hombre no sólo se enfrenta a la imposibilidad de conocimiento por medio de los sentidos,


sino que incluso su pensamiento parece tener ciertas limitaciones. Por un lado, nuestras
palabras son inmóviles, por ello al afirmar que es de día, la noche nos dará la falsedad
eventualmente; Otro problema sería la posibilidad de que la palabra árbol incluya tanto a
todos los árboles, en todo momento, pues un brote de árbol es muy distinto a un árbol de mil
años. Nuestras palabras tienen esa limitación, ellas son conceptos inmóviles, y el mundo nos
muestra su movilidad. Además, el problema final al que nos enfrentamos en el conocimiento
es el de la unidad de la multiplicidad, y con ello la capacidad de reconocer.
En cuanto a este último asunto, el problema se trata sobre cómo las palabras pueden abarcar
la multiplicidad de objetos; es decir, cómo la palabra árbol puede abarcar a todos los árboles,
o cómo la palabra perro puede abarcar a todos los perros.

Estos asuntos son los que están inmiscuidos en el problema del conocimiento. Pero lo que
me interesa señalar con todo esto, es que el problema del conocimiento surge de lo
problemático que es la experiencia humana en relación con el mundo. Si no tuviésemos
experiencia del fallo o de la negación, si todo el tiempo tuviésemos certeza, entonces no
habría mayor complicación. Sin embargo, nuestra misma experiencia es la que nos hace ver
que nuestro pensamiento no es como el Ser, que incluso puede ser completamente diferente,
pues puedo decir “Es de noche” y que en realidad sea de día.

Así, considero que el problema del conocimiento se revela como la relación entre el hombre
y el mundo, o la relación entre Ser y Pensar. Pero para dar un matiz con relación a las tres
preguntas que mencioné, podría decir que el conocimiento en el hombre es una clase de
apetito o deseo, que es natural en medida que surge de la relación entre él con el mundo;
Aunque la recitada frase de Aristóteles parece explicarlo, lo que no vemos es que se trata de
un apetito, de una relación peculiar del hombre con su entorno; pues en tanto que es apetito,
se hace tan necesario como cualquier actividad de la que tenemos apetito, como el comer.
Así, si el conocimiento es posible, es porque él es tan natural para el hombre como la comida.
Y Aristóteles con su frase nos indica que, además, es un estado en el cual nos encontramos,
no hay que acceder a él. Sin embargo, las preguntas y los problemas más complicados del
conocimiento sí son de un complicado acceso, el cual depende del estado de aporía, es decir,
de notar la incapacidad nuestra de llegar al conocimiento del Todo, observando que nuestro
pensar siempre estará limitado a menos que tengamos el ánimo de enfrentar las aporías:
hacer filosofía.

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