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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL

ALTIPLANO

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS


Y POLITICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TEMA: “LAS MODIFCACIONES FORMALES Y NO


FORMALES DE LA CONSTITUCION”

DOCENTE: Abog. Mariluz Cruz Mamani

INTEGRANTES:

- Mamani Churata, Jackeline Rocio


- Lupaca Quispe, Tony Harrison

SEMESTRE: V

GRUPO: “U”

Puno, 13 de diciembre de 2017

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Contenido
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................3
I. CLASIFICACION DE CONSTITUCIONES SEGÚN SU REFORMABILIDAD ...........4
1.1. Rígidas ........................................................................................................................4
1.1.1. La Rigidez es una Cuestión de Grado ............................................................6
1.2. Flexibles ......................................................................................................................8
1.3. La Constitución Pétrea ..............................................................................................9
1.4. Tipología de los Límites ............................................................................................9
1.5. ¿Cuál adopta nuestra constitución? ......................................................................10
II. LAS MODIFICACIONES FORMALES DE LA CONSTITUCION (doctrina y casos
en la CPP de 1993) .................................................................................................................13
2.1. ENMIENDA CONSTITUCIONAL.........................................................................13
2.1.1 Reforma y enmienda: ¿diferencia de naturaleza o de forma?...................13
2.1.2. La enmienda en EE.UU. .................................................................................13
2.2. LA REFORMA CONSTITUCIONAL ...................................................................14
2.2.1. Naturaleza de la reforma .....................................................................................14
2.2.2. Límites de la Reforma ..........................................................................................17
2.2.3. Necesidad de la Reforma ....................................................................................18
2.2.4. La reforma en el constitucionalismo peruano ...................................................19
2.2.5. Necesidad de la reforma de la constitución de 1993 .......................................21
III. LAS MODIFICACIONES NO FORMALES DE LA CONSTITUCION (doctrina y
casos en la CPP de 1993)......................................................................................................23
3.1. MUTACION CONSTITUCIONAL ...........................................................................23
3.1.1. Mutación: desviación de poder, prevaricato ............................................................25
3.1.2. Las modificaciones no formales de la Constitución ..................................................27
3.1.3. Los tipos de mutaciones constitucionales ................................................................29
3.1.4. Las convenciones constitucionales ...........................................................................35
3.1.5. Los límites de las mutaciones constitucionales ........................................................36
IV. CONCLUSIONES ........................................................................................................38
Bibliografía .................................................................................................................................40

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INTRODUCCIÓN

Las modificaciones o cambios que se realizan en los ordenamientos jurídicos


constitucionales operan de diversas formas, estos en su inmensa mayoría
obedecen a las necesidades históricas de adaptar la Constitución de un país
determinado a las realidades políticas y jurídicas existentes, lo cual significa que
debe de existir dentro de lo posible una armonía, una concordancia, entre ambas
realidades.

Podemos decir que existen mecanismos formales y no formales de


modificaciones o cambios constitucionales.

Como mecanismos formales de modificación o cambio constitucional, se


encuentran, en primer lugar a la enmienda constitucional que tiene su origen en
los Estados Unidos, y en segundo lugar a la Reforma Constitucional, este
mecanismo se entiende como aquella técnica, mediante la cual se establece
un procedimiento más agravado y difícil para modificar la Constitución que el que
se sigue para modificar la ley ordinaria. Con esto se pretende salvar en tanto el
principio político democrático como el principio jurídico de supremacía
constitucional.

Los cambios no formales aparecen bajo el nombre de mutaciones


constitucionales, es así como la doctrina se ha encargado en denominarlos. En
el presente trabajo trataremos de hacer un análisis de la problemática que
conlleva el tema de las mutaciones constitucionales, su importancia teórica y
práctica, así como sus alcances y consecuencias en la vida del Estado
Constitucional.

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LAS MODIFCACIONES FORMALES Y NO FORMALES DE LA
CONSTITUCION

I. CLASIFICACION DE CONSTITUCIONES SEGÚN SU


REFORMABILIDAD
Según su reformabilidad las constituciones se clasifican en rígidas y
flexibles:

1.1. Rígidas

Es aquella que no puede modificarse mediante procesos ordinarios o incorporan


procesos que dificultan su modificación. Asegura la supremacía, aunque no
permite adaptarla a los cambios, creando con esto tensiones sociales y jurídicas.

La teoría de la rigidez, se fundamenta en el hecho de que para el desarrollo de


todo Estado le es necesario su estabilidad política por todo el tiempo de su
existencia y que tal estabilidad no podría ser posible si la organización y
estructura del Estado tuviese que variar constantemente. Por consiguiente, para
evitar cualquier inestabilidad estatal la Constitución debía ser rígida. Las
modificaciones, si ellas eran necesarias debían realizarse en los lapsos largos
de tiempo. Por ejemplo la Constitución norteamericana es rígida porque no se
pueden proponer reformas ni modificaciones, sino simples enmiendas. La de
Argentina que se reforma con la intervención de un órgano especial: la
Convención Constituyente. (Chaname Orbe, 2013)

En derecho se habla de rigidez de la Constitución cuando las disposiciones de


la misma no pueden ser integradas, modificadas o derogadas, salvo por diversos
procedimientos muy complejos (o, como se suele decir, agravados) respecto a
aquellos previstos por la ley (interés en sentido formal,
como actos del parlamento).

La Constitución que posee tal característica es llamada rígida, en contraposición


a la Constitución flexible, cuyas disposiciones pueden ser, en cambio,
integradas, modificadas o derogadas por los mismos procedimientos previstos
por la ley.

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La rigidez de la Constitución implica que para integrarla o modificarla es
necesario un adecuado acto normativo, la Ley Constitucional aprobada con
procedimientos agravantes respecto a la otra ley (las leyes ordinarias). La
Constitución y las leyes constitucionales están colocadas en un grado superior a
la ley ordinaria en la jerarquía de las fuentes del derecho, con el resultado de
que, cuando las leyes ordinarias contienen disposiciones contrarias a la
Constitución o las leyes constitucionales, el mismo sería nulo en conformidad
con el principio expresado por Brocard de "lex superior derogat inferior". A fin de
dar efecto a la rigidez de la Constitución, debe haber un control de legitimidad
constitucional de la ley ordinaria (y otros actos que tienen la misma fuerza)
aplicado diversas modalidades en varios ordenamientos.

Según algunos autores, la presencia de una Constitución rígida y del control de


legitimidad determina una evolución del Estado de derecho en aquello que se
denomina como Estado constitucional de Derecho. Las Constituciones
modernas son por lo general rígidas, la excepción más relevante es la del Reino
Unido, donde, además, la Constitución ni siquiera consta de un único texto, por
lo que es articulada en una serie de actos a través de los siglos. En Italia es
rígida la actual constitución, cuya revisión e integración está regulada en los Art.
138 y 139; y fue, sin embargo, considera una constitución flexible en el estatuto,
aunque este no contiene ninguna disposición relativa a su examen. (HESSE,
1983)

También las constituciones rígidas son aquellas que requieren de un


procedimiento especial y complejo para su reformabilidad; es decir, los
procedimientos para la creación, reforma o adición de las leyes constitucionales
es distinta y más compleja que los procedimientos de las leyes ordinarias.

En la práctica las constituciones escritas son también constituciones rígidas; es


decir, cuando en un Estado encontramos que existe Constitución escrita,
descubrimos que ésta tiene un procedimiento más complejo de reforma o adición
que el procedimiento para la creación, reforma o adición de una ley ordinaria.

Las Constituciones rígidas, y solamente ellas, gozan de un régimen jurídico


especial, diverso del que tienen las leyes, en el sentido de que

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el procedimiento de reforma de la Constitución es distinto del procedimiento de
formación de las leyes.

Por tanto en términos generales, una Constitución rígida (y más todavía, se


entiende, una Constitución inmodificable) es una fuente que se distingue de
todas las demás (en particular de la ley) en virtud de su posición de "supremacía",
o sea, en virtud de su posición en la jerarquía de las fuentes. Una Constitución
rígida ocupará una posición "suprema" en el ordenamiento jurídico en un doble
sentido.

Por un lado, las normas constitucionales no pueden ser modificadas por la ley.
Por otro, la conformidad con las normas constitucionales es una condición de
validez de la ley misma. De tal forma que una ley que pretenda modificar la
Constitución o (lo que es lo mismo) que esté en contraste con ella, es una ley
ilegítima, es decir, inválida.

En un ordenamiento regido por una Constitución rígida, se distinguen por tanto


dos tipos de leyes: las leyes llamadas "ordinarias" y las leyes "constitucionales"
o de reforma constitucional.

Las leyes ordinarias y las leyes constitucionales se caracterizan (además de sus


diversas denominaciones) por tener procedimientos de formación distintos: en
particular, las leyes constitucionales están sujetas a un procedimiento de
formación más complejo "agravado “respecto al que rige para las leyes
ordinarias. Además, las leyes constitucionales (y solamente ellas) están
autorizadas para modificar (o "revisar") la Constitución.

1.1.1. La Rigidez es una Cuestión de Grado


La rigidez constitucional es tratada habitualmente como un concepto con
dos valores: una Constitución puede solamente ser rígida o no rígida (es decir
flexible). Y en este sentido, en realidad, todas o casi todas las Constituciones
contemporáneas son rígidas. Sin embargo, este punto de vista no es
convincente.

Parece más oportuno tratar la rigidez constitucional como una


cualidad graduable: una Constitución puede ser más o menos rígida, más o
menos flexible.

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Naturalmente, no disponemos de una precisa unidad de medida para determinar
el grado de rigidez de una Constitución. Sin embargo, se puede convenir que el
grado de rigidez de las diversas Constituciones depende del grado de
complejidad del procedimiento de reforma constitucional, en suma, del grado de
dificultad de la reforma. Para aclarar este punto, es suficiente hacer una revisión
sumaria de algunas Constituciones europeas vigentes.

La ley fundamental de Alemania puede ser modificada por una ley que cuente
con la aprobación de dos terceras partes de los miembros del Bundestag y de
dos tercios de los votos del Bundesrat (artículo 79).

La Constitución del Reino de Bélgica establece que el Poder Legislativo (es


decir, las dos cámaras y el rey conjuntamente) tienen el derecho de "declarar"
que una reforma constitucional debe tener lugar. Tal declaración comporta la
inmediata disolución de las cámaras: la reforma será discutida por las nuevas
cámaras (siempre de acuerdo con el rey) por mayoría de dos tercios de los
presentes, y a condición de que al menos dos tercios de los componentes estén
presentes (artículo 131).

La Constitución de la República francesa establece que todo proyecto de


reforma, aprobado por las dos cámaras, sea sometido a referéndum o, como
alternativa, aprobado por las mismas cámaras en sesión conjunta, que deben
aprobarlo por mayoría de tres quintos (artículo 89).

La Constitución de Portugal dispone que la reforma constitucional debe ser


aprobada por dos tercios de los diputados en el cargo, no antes de que hayan
transcurrido cinco años de la reforma precedente (si no han transcurrido aún
cinco años se necesita una mayoría de cuatro quintos) (artículos 284 y 286).

Todas las Constituciones examinadas son rígidas, pero resulta bastante evidente
que la rigidez constitucional es una cosa variable. Algunas Constituciones (por
ejemplo la portuguesa) son rígidas, pero no demasiado: la reforma constitucional
es relativamente fácil. Otras (la belga, la danesa, la holandesa, la de Luxemburgo
y en parte la española) son "muy" rígidas, en el sentido de que su modificación
es extremadamente difícil, sobre todo por el hecho de que la ley de reforma
constitucional debe ser aprobada en dos sucesivas legislaturas y, además, la

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primera aprobación de un proyecto de reforma comporta, para las cámaras que
lo votan, su disolución.

1.2. Flexibles

Es aquella que puede ser reformada a través de una ley ordinaria. Permite
adaptarla a la realidad aunque lleva al caos jurídico. Constitución del Reino
Unido.

La teoría de la flexibilidad constitucional dice que la Constitución no es un


esquema de normas producido por la sola razón o imaginación, sino que para
que tengan vigencia, debe nutrirse en la existencia material misma de la
sociedad, compulsando las aspiraciones y los modos de vida de los miembros
de ella. Y como todo esto se va modificando a medida del tiempo, no sólo por el
mero transcurso de éste, sino por el surgimiento de nuevas condiciones de vida
en la colectividad, la Constitución también tiene que variar. Como ejemplo de
flexibilidad constitucional se cita la Constitución del Reino Unido, la cual no es
un conjunto codificado, sino que es un conjunto de diversas leyes
constitucionales formuladas en distintas épocas y que para su aprobación,
modificación o sustitución, no requieren de mecanismos ni procedimientos
complicados ni prolongados, sino que se puede lograrlos mediante los
procedimientos y métodos ordinarios correspondientes a una ley común. La ley
constitucional, de esta manera, es fácilmente modificable o sustituible. (Vega,
1988)

Por ello estas, se modifican mediante el procedimiento legislativo ordinario, lo


que significa que una ley del parlamento puede cambiarlas. Desde este punto de
vista podemos decir que todas las consuetudinarias son flexibles, pero no todas
las escritas son rígidas porque puede haber Constituciones escritas que no
tengan previsto un procedimiento especial para su modificación.

Se llama "flexible" una Constitución formal que puede legítimamente ser


modificada, derogada o abrogada por el órgano legislativo mediante el
procedimiento legislativo ordinario de formación de las leyes.

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En los regímenes de Constitución flexible, por tanto, la Constitución y las leyes
se encuentran sobre el mismo plano: están dotadas, como se suele decir, de la
misma "fuerza" (o eficacia, en uno de los sentidos de esta palabra).

Las relaciones entre la Constitución y las demás leyes están reguladas, muy
simplemente, por el principio de preferencia de la norma sucesiva: la norma
sucesiva es decir, la más reciente en el tiempo "prevalece" sobre la antecedente,
en el sentido de que, en caso de conflicto, deberá ser aplicada la norma posterior
y descartada la precedente. De ahí se sigue que una ley posterior a la
Constitución la puede modificar, derogar e incluso abrogar. (Vega, 1988)

En suma, si la Constitución es flexible, una ley (ordinaria, ya que no existen otras


leyes), que contenga disposiciones contrastantes con la Constitución vale no
como violación, si no como revisión, o reforma, de la Constitución misma.

1.3. La Constitución Pétrea

Es aquella que no se puede reformar. Por ejemplo la Constitución italiana es una


de ellas. Así, no puede cambiar la forma de gobierno republicano.

1.4. Tipología de los Límites

El poder de reforma constitucional es (como todo poder constituido) un poder


limitado, circunscrito, por las normas que lo regulan. Entre los diversos límites
que pueden circunscribir la reforma constitucional se pueden distinguir los
siguientes.

1. Llamaremos límites expresos (o textuales) a los expresamente estatuidos por


el mismo documento constitucional interpretado a la letra.

2. Llamaremos límites no expresos a todos los demás. Dentro de los límites no


expresos se puede distinguir lo siguiente:

a) Son límites implícitos los que se deducen del texto constitucional mediante
otras (más controvertibles) técnicas interpretativas (interpretación extensiva,
teleológica, sistemática, analógica, y algunas otras).

b) Son límites lógicos (y por tanto necesarios, no contingentes) los que no


pueden ser deducidos del texto constitucional mediante las consabidas técnicas

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de interpretación y/o integración, pero que se asume que derivan del concepto
mismo de Constitución y/o de reforma constitucional y que, por tanto, se
encuentran en cualquier Constitución (independientemente de su interpretación
textual).

Desde otro punto de vista, se suelen clasificar los límites a la reforma


constitucional en límites absolutos y límites relativos, según que el límite de que
se trate pueda o no ser superado (o removido) en forma legal. Un límite relativo
subsiste hasta que no se derogue la disposición constitucional que lo contiene.

1.5. ¿Cuál adopta nuestra constitución?

Según la teoría constitucional, las constituciones se clasifican en rígidas y


flexibles para efectos de su reforma. Son constituciones flexibles aquellas que
pueden ser modificadas por el procedimiento legislativo común. Son rígidas las
que tienen un procedimiento de modificación menos asequible. Hay también, en
algunas constituciones, lo que se llaman normas pétreas, es decir
inmodificables. Tal era el caso, por ejemplo, del art. 142 de la Constitución de
1933, que establecía: «No hay reelección presidencial inmediata. Esta
prohibición no puede ser reformada ni derogada. El autor o autores de la
proposición reformatoria o derogatoria, y los que la apoyen directa o
indirectamente, cesarán, de hecho, en el desempeño de sus respectivos cargos
y quedarán permanentemente inhabilitados para el ejercicio de
toda función pública». Más que normas en verdad inmodificables, se trata de
mecanismos preventivos que tienen por finalidad desalentar propósitos que, a
criterio del constituyente, serían un contrasentido al modelo que la Constitución
consagra".

Problema interesante desde el punto de vista teórico es el de saber si la


Constitución sólo puede ser modificada por este procedimiento. Según la teoría
del Poder Constituyente, el pueblo no está limitado en el ejercicio de dicho poder
y puede rebasar cualquier disposición establecida. Tal fue el caso de la
Asamblea Constituyente de 1978, para cuya instauración participó la inmensa
mayoría del pueblo y, de esa manera, ejerció de hecho su poder. Pero el Poder
Constituyente tiene más bien un carácter restrictivo y no puede ser invocado a

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cada momento, y menos por gobernantes interesados en mantenerse en el
poder.

Karl LOEWENSTEIN sostiene que la ideología del Estado constitucional


democrático exige que la competencia para la reforma constitucional no sea
el monopolio de un único detentador del poder, sino que debe estar lo más
distribuida que sea posible.

Javier VALLE RIESTRA recuerda, por su parte, que el Poder Constituyente


aparece sólo en algunos momentos de la historia constitucional de los países:
cuando nace un Estado; cuando se produce una revolución, como en Francia y
los Estados Unidos; y, cuando una Constitución es marcadamente vetusta, como
se produjo en España con la dación de la Constitución de 1978.

Veamos el caso de la Constitución de 1993. El órgano que la debatió y aprobó


fue el llamado Congreso Constituyente Democrático, que provino de una
elección popular, aunque ésta fue exigida por la presión internacional. No
obstante, el problema principal radica en la legitimidad del gobierno que lo
promovió; ésta resulta harto discutible. Como sostiene el profesor BIDART
CAMPOS al analizar el caso peruano, «el régimen que promovió todo este
proceso provino de un golpe de Estado que destartaló la estructura de los
órganos constitucionales de poder, hecho que determinó que se extraviara su
legitimidad de origen». El primer requisito entonces colapsa con esta dificultad.

Por tanto nuestra Constitución peruana tiene como característica una rigidez de
nivel casi flexible porque en menos de 20 años se han dado 11 reformas
constitucionales siendo la primera mediante Ley Nº 26470 de fecha 12 de junio
de 1995 y la más reciente mediante Ley Nº 28607 de fecha 13 de octubre del
2005; siendo casi risible que mediante reforma constitucional se haya quitado el
nombre del ex presidente de la República Ing. Alberto Fujimori, la cual no es de
importancia ni trascendencia para la historia política de nuestro país.

Siendo oportuno reconocer que las modificaciones o enmiendas a nuestra Carta


Fundamental se deben de efectuar, pero de una manera mesurada y no
alimentarla con reformas que en lo fundamental no contribuyan con

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el desarrollo de nuestro país; y menor llevada por el momento político conforme
manifiesta el candidato Ollanta que de ser elegido cambiara la actual
Constitución, lo que significaría un cambio de tipo de modelo económico, siendo
esto un retrocedo en nuestro desarrollo económico, ya que el modelo actual ha
dado frutos positivos y muestra de ello es el crecimiento económico que nuestro
país ha mostrado en la última década, sumado a ello la victoria que se tuvo al
frenar el narcotráfico y el terrorismo, dos flagelos que han hecho mucho daño a
nuestro país. (Wikipedia, 2017)

La constitución peruana es relativamente rígida, puesto que requiere de


mayorías calificadas para la generación de una reforma, la misma que le
corresponde al Congreso, siendo imposible la recurrencia a una asamblea
constituyente. Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso
con mayoría absoluta del número legal de sus miembros, y ser ratificada
mediante referéndum. Sin embargo, el referéndum puede evitarse cuando el
acuerdo del Congreso se obtiene en dos legislaturas ordinarias sucesivas con
una votación favorable superior a los dos tercios del número legal de
congresistas, en cada una de ellas.

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II. LAS MODIFICACIONES FORMALES DE LA CONSTITUCION (doctrina
y casos en la CPP de 1993)

2.1. ENMIENDA CONSTITUCIONAL

Una enmienda constitucional es un mecanismo útil para adaptar varios aspectos


de la Constitución del Buen Vivir a las nuevas realidades que enfrenta nuestro
país. Es mejorarla, sin alterar el espíritu del histórico trabajo de la Constituyente
de Montecristi. La enmienda es Constitucional, Legal y Legítima.

2.1.1 Reforma y enmienda: ¿diferencia de naturaleza o de forma?

Tanto reforma como de enmienda son modalidades de ejercicio del poder


constituyente derivado.
Por tanto, entendemos que, reforma y enmienda resultan modalidades de
ejercicio del poder constituyente derivado, y la diferencia entre ellas no radica en
su naturaleza o grado, sino en el trámite y forma requeridos por los textos
constitucionales para la validez y legitimidad de los cambios operados a través
de una y otra.
Las enmiendas son agregados que se hacen a la Constitución, y la precisan.
Para enmendar la Constitución, la enmienda propuesta debe ser aprobada en el
Congreso por una mayoría de dos terceras partes de cada Cámara, y a la
votación deben asistir al menos tres cuartas partes de los Estados. En más de
195 años, la Constitución ha sido enmendada en 27 ocasiones. Las primeras 10
enmiendas (la declaración de Derechos), garantizan las libertades individuales:
de religión, de reunión, de expresión, el derecho a un juicio justo, el respeto a la
vivienda de cada uno. (Revista de San Marcos, 2006)

2.1.2. La enmienda en EE.UU.


Los autores de la Constitución norteamericana, consientes que si la Constitución
había de perdurar y seguir el mismo ritmo de crecimiento de la nación, con el
tiempo sería necesario introducir cambios. También estaban conscientes de que
el proceso de cambio no sería fácil, y que no debían permitir que se incorporaran
enmiendas aprobadas con precipitación o concebidas con propósitos malignos.

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Por el mismo motivo, deseaban asegurarse de que una minoría no pudiera
obstaculizar la acción dirigida por la mayor parte de la gente.

Solucionaron este problema mediante la estructuración de un proceso dual para


cambiar la Constitución. El Congreso, con una votación de dos tercios en cada
cámara, puede iniciar una enmienda o bien las legislaturas de los Estados con
dos tercios de votación pueden solicitar al Congreso que convoque una
Asamblea Nacional para discutir y redactar enmiendas. En cualquier caso, las
enmiendas deben ser aprobadas por tres cuartas partes de los Estados para que
puedan entrar en vigor.
Su Constitución ha sido enmendada 27 veces desde 1789, y es posible que se
siga modificando en el futuro. Los cambios más radicales se hicieron dos años
después de su adopción. En ese periodo se agregaron a la Constitución las
primeras 10 enmiendas, que de manera general se conocen como "La
Declaración de Derechos". Fueron aprobadas por el Congreso en su totalidad,
en septiembre de 1789 y ratificada por 11 estados a finales de 1791.
Estas enmiendas siguen intactas en la actualidad, tal como fueron escritas hace
casi dos siglos.

2.2. LA REFORMA CONSTITUCIONAL

El constitucionalismo peruano se ha desarrollado dentro de un clima de


permanente inestabilidad política que no ha permitido que sus principales
instituciones tengan el tiempo necesario para echar raíces que le den solidez y
consistencia. La incomprensión e intolerancia propia de nuestra clase política
encuentra su expresión más patética en los frecuentes golpes de Estado
producidos a lo largo de nuestra historia republicana. Ellos han contribuido a
desconstitucionalizar el país, fenómeno que no es otra cosa que la pérdida de
respeto por el documento fundamental que nació con la finalidad de ordenar la
vida política del Estado. En tal sentido, nuestras constituciones no han sido el
resultado de la necesidad ineludible, sino, más bien, el pretexto con el que han
contado nuestros gobernantes para legitimar sus acciones de fuerza y retomar a

2.2.1. Naturaleza de la reforma


Es un cambio en la Constitución de un Estado. La manera en la que se desarrolla
esta modificación depende de cada país: por lo general, se reúne
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una convención o asamblea constituyente, cuyos integrantes proponen, debaten
y aprueban los eventuales cambios.
Una Reforma Constitucional tiene como finalidad volver más sencilla y justa la
vida entre los ciudadanos de un Estado. Su objetivo es revisar la Constitución y
reemplazar o agregar normas sin cambiar la esencia de la Carta Magna.
Generalmente estos cambios tienen como objetivo actualizar normas que se han
aprobado hace mucho tiempo y que resultan anacrónicas a la época en que se
vive o incluso presentan algún tipo de injusticia ética o moral contra personas o
grupos de personas que forman parte de esa sociedad. Otra posibilidad es que
la reforma corrija o explique normas que suelen generar controversias. En este
caso, no se trata de reemplazar la norma, sino de adaptarla a la realidad
concreta. (Chaname Orbe, 2013)

El acopio de información acerca de esta temática nos muestra que tanto en la


doctrina como en el derecho comparado no existe unanimidad acerca de su
naturaleza.

Tratadistas como Biscaretti Di Ruffia en Europa y Vanossi en América, por


ejemplo, al equiparar el poder de reforma con el poder constituyente, en realidad
lo que hacen es darle una fundamentación predominantemente política. Desde
este punto de vista, resulta lógico que ciertas constituciones como las de Suiza,
España, Colombia y Venezuela, establezcan procedimientos tanto para la
reforma parcial como para la reforma total de sus textos.

Esta concepción acerca de la naturaleza de la reforma ha merecido serias


críticas a partir de algunas experiencias que resultaron traumáticas para la
humanidad. El caso más notorio fue el sucedido en Alemania, en donde Hitler
sin romper de modo definitivo con la continuidad jurídica establecida por la
Constitución de Weimar, impuso la autocracia al concentrar el poder en su
persona y liquidar los principios y valores que sustentaban la república
democrática.

Esta forma de concebir a la reforma hunde sus raíces en los planteamientos


iniciales de los revolucionarios franceses, entre los que destaca Frochotl, quién
en una de las sesiones de la Asamblea Constituyente expresara que «la
soberanía nacional no puede encadenarse y sus decisiones futuras no pueden
tampoco preverse ni someterse a fórmulas determinadas, ya que constituye la
esencia de su poder actuar como quiera y en la forma que quiera».

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Este planteamiento quedó materializado de manera expresa en el artículo 28 de
la Constitución Francesa de 1793 que establecía que «un pueblo tiene siempre
el derecho a revisar, reformar y cambiar su Constitución. Una generación no
puede someter a sus leyes a las generaciones futuras».

Darle a la reforma naturaleza política, como puede verse, resulta no solo


peligroso, sino contradictorio debido a que lejos de asegurar al pueblo su
derecho soberano a modificar la Constitución, lo que en realidad hace es poner
en manos de sus representantes el ejercicio pleno de la soberanía, al condicionar
sus actos a determinados procedimientos y dejar libre tanto su contenido como
su voluntad. Con lo cual ni se garantiza la soberanía ni se asegura la supremacía
constitucional. (Revista PUCP, 2006)

Esta es la razón por la que tratadistas como Bourdeau, Hauriou y De Vega


sostengan la naturaleza jurídica de la reforma al derivar su fundamento del
concepto mismo de Estado Constitucional que, como lo refiere De Vega, cimienta
su estructura «en dos pilares fundamentales: Por un lado, en el principio político
democrático; por otro, en el principio jurídico de la supremacía constitucional».
Por el primero, el poder constituyente es una facultad inherente del pueblo, en
cuanto titular de la soberanía, con lo cual se intenta justificar racionalmente el
poder, y por el segundo, al trasladar la soberanía del pueblo a la soberanía de la
Constitución, lo que se busca es la limitación del poder.

Estos principios dentro de la democracia representativa entrarán en conflicto en


el momento en el que respondiendo a exigencias y requerimientos de la realidad
se haga necesario introducir modificaciones en la legalidad fundamental. El
dilema a resolver queda planteado en los siguientes términos: o se considera
que la Constitución, como ley suprema, puede prever y organizar sus procesos
de transformación, en cuyo caso el principio democrático queda convertido en
una mera declaración retórica, o se estima que, para salvar la soberanía popular,
es al pueblo a quién corresponde siempre, como titular del poder constituyente,
realizar y aprobar cualquier modificación de la Constitución, en cuyo supuesto
quién se verá afectado será el principio de supremacía constitucional.

Con el fin de salvar estos dos principios, cimentadores del Estado Constitucional,
es que surge como una necesidad ineludible la reforma constitucional, como un

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poder intermedio entre el poder constituyente y los poderes constituidos. Así, el
poder constituyente quedará siempre como un poder previo e ilimitado, en
permanente latencia, cuyo fundamento es ontológico existencial, mientras que el
poder de reforma, quedará como un poder limitado al principio de supremacía
constitucional.

Son, pues, las exigencias políticas derivadas del principio democrático, así como
los requerimientos jurídicos emanados del principio de supremacía constitucional
los que explican el origen de la reforma como una institución de naturaleza
jurídica, por la cual se introducen los cambios a los textos constitucionales sin
romper con la continuidad del orden constitucional. Su misión será entonces la
de armonizar la Constitución formal con la realidad, pero nunca destruirla.

2.2.2. Límites de la Reforma


La formulación de los fundamentos del poder de reforma como un poder limitado,
por el cual la estructura del Estado adquiere coherencia, ha sido una
preocupación puesta de manifiesto desde los orígenes del constitucionalismo,
pero que en las últimas décadas ha adquirido particular relevancia. La cuestión
referente a los límites de la reforma constitucional es un viejo problema que en
tiempos recientes ha adquirido una mayor importancia, se trata de dilucidar si la
Constitución está por encima del legislador constitucional o a su disposición.

En la actualidad, la opinión mayoritaria en la doctrina acepta la naturaleza jurídica


de la reforma, lo que significa reconocerla como un poder limitado, destinado a
mantener la coherencia del orden constitucional. En este sentido, resulta lógico
afirmar que vía sus técnicas procedimentales no pueden cambiarse totalmente
las constituciones, puesto que, siendo su naturaleza jurídica, sus actos no
podrán explicarse políticamente. Los cambios totales, consecuentemente, son
obra del poder constituyente que aparece o reaparece únicamente cuando el
proceso político no funciona. (Chaname Orbe, 2013)

Desde este punto de vista, resulta comprensible que las constituciones que
contienen previsiones para el cambio total contradicen y entran en colisión con
la propia lógica del Estado constitucional, razón por la que siempre habrá de
entendérselas como una posibilidad limitada.

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Mucho más común, dentro del derecho comparado, es encontrar constituciones
que consignan expresamente prohibiciones a la reforma en determinados
artículos constitucionales que operan como verdaderas cláusulas de
intangibilidad. Estos límites perfectamente posibles buscan asegurar en el más
alto nivel normativo los supuestos ideológicos y valorativos en los que descansa
el régimen político que la Constitución establece. Hauriou4 al respecto sostiene
que «estas cláusulas expresan los fundamentos en que se apoya la legitimidad
constitucional».

Algunas constituciones, sin embargo, guardan silencio respecto a la reforma total


o parcial y omiten consignar límites explícitos en los textos constitucionales. En
tal caso, la reforma siempre habrá de ser entendida con carácter limitado debido
a que toda Constitución encierra en sus normas unos principios y valores que
identifican un determinado régimen político que quedarán como zonas exentas
de modificación por medio de la reforma. Estos límites pueden ser formales o
materiales y se deducen del principio de supremacía constitucional y de la
soberanía popular.

Es el caso de nuestra Constitución que aunque adolece de un adecuado


preámbulo contiene en el artículo primero, como bien lo puntualiza el Dr. Enrique
Bernales, unos valores que identifican el sistema político y que sirven de
fundamento para la interpretación de las demás normas. (Bernales, 2003)

Esta clase de límites que la doctrina denomina implícitos no será pasible de


modificación mediante la reforma. Su cambio será obra del poder constituyente
que, como hemos sostenido, actúa siempre como un poder previo y externo,
explicable no jurídica sino políticamente.

2.2.3. Necesidad de la Reforma


La supremacía constitucional queda consagrada allí en donde las constituciones
contienen un procedimiento de reforma, lo suficientemente agravado como para
evitar que determinadas mayorías circunstanciales la utilicen como un
instrumento, a favor de sus particulares intereses y pongan en riesgo los
derechos de las minorías. El procedimiento se agrava al imponer mayores
dificultades que las exigidas para el procedimiento de aprobación o modificación
de leyes ordinarias.

18
En consecuencia, a la reforma sólo debe acudirse cuando la necesidad jurídica
determine su conveniencia política y no por cualquier pretexto. El uso
indiscriminado de esta institución expresado en permanentes modificaciones o
cambios en el texto fundamental, lo único que genera es una natural
desconfianza en las instituciones y un debilitamiento en la estabilidad jurídica de
los Estados. Hesses, uno de los más connotados constitucionalistas de los
últimos tiempos, al respecto afirma que «peligrosa siempre para la fuerza
normativa de la Constitución es la tendencia a su reforma frecuente, so pretexto
de necesidades políticas aparentemente ineluctables. si tales modificaciones se
acumulan en poco tiempo, la consecuencia inevitable será el resquebrajamiento
de la confianza en la inviolabilidad de la Constitución y el debilitamiento de su
fuerza normativa. Condición básica de la eficacia de la Constitución es que
resulte modificada en la menor medida posible». (Chaname Orbe, 2013)

Como puede verse, toda reforma encierra riesgos para el prestigio y eficacia de
la Constitución, lo cual no implica que ellas deben ser dejadas de lado cuando
realmente son necesarias. Lo que pasa es que la reforma no debe ser utilizada
para satisfacer caprichos de grupos, por legítimos que parezcan, sino cuando
una necesidad jurídica determinada, bajo condiciones objetivas, evite el peligro
de su manipulación. No olvidemos que los operadores constitucionales cuentan
preliminarmente con otros mecanismos no formales, tales como la mutación o la
interpretación constitucional, a los que pueden recurrir para evitar pasar por el
complejo procedimiento de la reforma, que muchas veces deriva en un trauma
político de impredecibles consecuencias.

En consecuencia, afirmamos que la reforma sólo es necesaria cuando las


normas constitucionales no responden a las nuevas exigencias políticas de un
Estado y mantenerlas pueden significar abrir el camino al fraude o a la
revolución.

2.2.4. La reforma en el constitucionalismo peruano


Casi todas nuestras constituciones han establecido en sus textos un capítulo
especial destinado a regular el procedimiento al que deben someterse los
cambios o modificaciones constitucionales. Aunque son muy pocas las veces
que a ella se ha recurrido en función de dar continuidad jurídica al orden
constitucional, su presencia ha servido para afirmar una incipiente idea, que
19
desde el comienzo se tuvo, acerca de la necesidad de dotar a la Constitución de
su carácter de norma suprema.

Esta idea, sin embargo, en la práctica ha sido dejada de lado debido a que sobre
ella terminó por imponerse el principio de soberanía popular, que explica los
cambios en términos políticos, pero no jurídicos. Al igual que la mayoría de
países del mundo cometimos el error de no crear un órgano de control que
examine y sanciones las violaciones constitucionales. Error, que se subsana,
como creación constituyente, recién con la dación de la Constitución de 1979 y
que mantiene su esencia en la vigente Carta de 1993.

La reforma, dentro de este contexto, es el resultado de dos principios


fundamentales que constituyen la esencia del moderno Estado constitucional: la
supremacía y la rigidez constitucional; principios que, como puede verse, no
fueron extraños a nuestros legisladores que establecieron procedimientos
extraordinarios en casi todos los textos constitucionales y, por los cuales se
autorizaba indistintamente el cambio parcial o total de la Constitución. Así
mientras las constituciones de 1826, 1834, 1839, 1856, 1860 Y 1867 permitían
sólo la reforma parcial; las constituciones de 1823 y 1828 se declararon
partidarias de la reforma total.

Cabe resaltar que las constituciones redactadas en el presente siglo (1920, 1933
y 1979), al respecto, han preferido guardar silencio en lo que a este aspecto se
refiere. Tendencia que sigue la actual Constitución a tenor de lo dispuesto en el
artículo 206°; sin embargo, el artículo 32° contradice esta tendencia al facultar
que por referéndum se puede aprobar la modificación total o parcial de la
Constitución, con lo cual, en la práctica se concede a la reforma naturaleza
política y se le quita la esencia de poder constituido que su razón de ser.

En cuanto al procedimiento de reforma las constituciones del siglo pasado han


optado, en algunos casos, por establecer procedimientos francamente
complicados, como los consagrados en las constituciones de 1826, 1834 Y 1839.
En otros casos, los procedimientos han sido demasiado simples, como los
establecidos en las constituciones de 1856, 1860 Y 1867. Las constituciones del
presente siglo (1920,1933, 1979 y 1993), por su parte, se han inclinado por

20
incorporar procedimientos más bien equilibrados, esto es ni muy complicado, ni
tampoco demasiado simples.

Las primeras constituciones hasta 1839 otorgaron facultad de iniciativa de


reforma al poder legislativo. A partir de la Constitución de 1856 hasta 1933 la
iniciativa es compartida por el poder ejecutivo y el poder legislativo y sólo a partir
de la Constitución de 1979 esta facultad se amplía al pueblo, con lo cual la
reforma adquiere mayor significación democrática.

La aprobación del nuevo texto quedó en manos del poder legislativo, bien a
través de mayorías legales como en las constituciones del siglo pasado, o de
mayorías calificadas (2/3) como en las constituciones del presente siglo.

En cuanto a la ratificación, la responsabilidad fue confiada, con las mismas


exigencias, al mismo órgano encargado de aprobar la enmienda, es decir al
poder legislativo. Sólo la actual Constitución, aunque sin apartarse del todo de
esta tradición, extiende esta facultad al pueblo a través del referéndum.
Tendencia que va ganando terreno en la mayoría de constituciones que se han
redactado con posterioridad de la Segunda Guerra Mundial.

Este análisis, presentado del modo más sucinto, permite afirmar, en primera
instancia, que los procedimientos de reforma en nuestro constitucionalismo han
estado enmarcados dentro de los estándares que la doctrina y el derecho
comparado establecen, por lo que no pueden atribuirse a sus exigencias las
causas de su ineficacia. Sus técnicas, en efecto, no han sido demasiado
complicados, como para petrificar la Constitución, ni tampoco demasiado
simples, como para convertirla en una Constitución flexible.

2.2.5. Necesidad de la reforma de la constitución de 1993


La actual Constitución, en el corto tiempo que tiene de vigencia, ha sido
modificada en dos oportunidades. En ambos casos, la exigencia de dos tercios
de votos favorables tanto para la aprobación como para la ratificación fue
superado con exceso, 10 que demuestra el acierto de las técnicas establecidas
para la reforma en el artículo 206°. (Bernales, 2003)

21
Como ninguna otra, sin embargo, esta Constitución requiere de una serie de
enmiendas que hagan posible la continuidad jurídica dentro del orden sin tener
que recurrir a la presencia del poder constituyente revolucionario.

Con este propósito, son más de cincuenta los proyectos que contienen iniciativas
de reforma que esperan ser dictaminados por la Comisión de Constitución a fin
de ser discutidos en el pleno congresal.

La necesidad de reforma forma parte de un clamor que se escucha no sólo


dentro de las esferas políticas y académicas, sino en la opinión pública en
general. Este clamor, sin embargo, es cada vez mayor a medida que se acercan
las elecciones generales a realizarse en el año dos mil, a tal punto que la gente
se pregunta acerca de cuál será el destino que le depara a la vigente
Constitución.

Dentro de este contexto, las opiniones de los entendidos en la materia


constitucional pueden sintetizarse en los siguientes términos: 1° volver a la
Constitución de 1979, 2° elaborar una nueva Constitución y 3° reformar la
Constitución por el mismo procedimiento por ella establecido.

Aun cuando las tres propuestas cuentan con sólidos argumentos corroborados
por experiencias similares producidas a través de nuestra historia, lo cierto es
que la tercera posición es la más nos convence por ajustarse a los lineamientos
trazados en el presente trabajo de investigación. No olvidemos que las
instituciones básicas que constituyen el soporte ideológico y valorativo de la
Constitución de 1979 se repiten casi en su totalidad en la actual Carta
constitucional y difícilmente serían dejadas de lado al redactarse una nueva.
Consecuentemente, afirmamos que lo que en realidad amerita es revisar la
Constitución observando cualquiera de los dos sistemas que el artículo 2060
ofrece, incorporando en el texto las modificaciones necesarias para hacerla
compatible con los valores democráticos, eliminando, fundamentalmente, todas
aquellas instituciones que diseñan el proyecto reeleccionista impuesto por el
oficialismo y que tanto daño hace al país.

22
III. LAS MODIFICACIONES NO FORMALES DE LA CONSTITUCION
(doctrina y casos en la CPP de 1993)

3.1. MUTACION CONSTITUCIONAL

La mutación se caracteriza por tratarse de una modificación del ordenamiento al


margen del procedimiento formal de reforma, permaneciendo en todo caso
invariable el texto de las normas constitucionales., una mutación constitucional
modifica, de la manera que sea, el contenido de las normas constitucionales, de
modo que la norma, conservando el mismo texto, recibe una significación distinta
(SANCHEZ URRUTIA, 2000).

Las mutaciones constitucionales responden a un quehacer jurídico que busca


describir el cambio de significado o sentido de la Constitución sin que se altere
la expresión escrita; refiere de igual manera a los cambios constitucionales por
mecanismos o instrumentos diferentes a los de reforma formal de la Constitución
Política.

Tal opción de aplicar un medio diferente al formal, surge al constatarse que la


rigidez constitucional, en muchos casos, constituye una garantía insuficiente
para asegurar la fuerza normativa de la Carta Magna. En ese tanto, aunque las
Constituciones son normas jurídicas en sentido estricto, la acción del Estado
puede transformarlas sin necesidad de su modificación formal. De esa manera,
se observa que, al procurarse un conocimiento preciso y definido de la
Constitución, se encuentra, por un lado, que contiene disposiciones numerosas
de significado subordinado y pasajero, de escaso interés para la mayoría de la
población, y por el otro, la esencia real del derecho del Estado plasmada en la
Constitución en cuanto puede experimentar una modificación radical y
significativa sin que el texto constitucional vea alterada su expresión escrita.

Es factible reformar las leyes constitucionales (revisarse) al igual que las leyes
ordinarias de tres maneras: abrogándose totalmente, recibiendo otro texto o
sustituyéndose por leyes posteriores. El primero de los casos se daría cuando
se deroga la Constitución en su totalidad; el siguiente caso, cuando una reforma
reemplaza parcialmente el texto, y el tercero de ellos, hace referencia a las
denominadas reformas constitucionales tácitas (materiales) en la cual la reforma

23
constitucional no reemplaza la parte del texto que se modifica, más se entiende
que las nuevas leyes del rango derogan toda la parte del texto que esté en
contradicción con ellas relacionado a esto puede observarse el ejemplo de la
Constitución de los Estados Unidos en donde el texto de 1787 no ha sido alterado
formalmente pero se entiende que no están vigentes aquellas partes que se
encuentren en contradicción con cualquiera de las enmiendas.

Debe distinguirse entre Constitución no normada (normalidad) y la Constitución


normada (normatividad) y a lo interno de ésta, a la normada extrajurídicamente
y la normada jurídicamente; a ello se agrega la afirmación de que como el
elemento dinámico de la Constitución no puede ser analizado de modo
completamente separado del elemento estático, tampoco pueden serlo la
normalidad y la normatividad, el ser y el deber ser de la Constitución. De esta
manera, la relación entre el ser y el deber ser de la Constitución es recíproca: la
normalidad crea normatividad, pero a su vez la normatividad crea normalidad.

Así, existe la mutación constitucional por medio de una práctica estatal formal
que no viola la Constitución; o la mutación constitucional por imposibilidad del
ejercicio de determinadas atribuciones descritas en la Constitución; o la mutación
constitucional por medio de una práctica constitucional contraria a la Constitución
y, finalmente, la mutación constitucional por medio de la interpretación
constitucional.

Las prescripciones constitucionales son interpretadas de acuerdo con las


cambiantes concepciones y necesidades de la época, sin atenerse al tenor literal
de la Constitución o sin tener en cuenta el sentido con el que dotó originalmente
el legislador constitucional las normas en cuestión.

La mutación no hace referencia a crear una costumbre o a las convenciones


constitucionales -descripción del derecho constitucional no escrito, menos se
refiere a lo dicho por la doctrina francesa de que son lesiones a la Constitución
o falseamientos de la Constitución; para él la mutación constitucional no es ni
quebranto de la Constitución ni simple regla convencional, sino que es derecho.

Es derecho, aunque no concuerde con el tenor literal de la ley; es derecho


aunque no pueda ser captada ni conceptuada con los conceptos y
construcciones jurídicos formales: su fundamento jurídico reside en la

24
singularidad valorativa del derecho constitucional, en la llamada necesidad
política, en las exigencias y manifestaciones de vitalidad del Estado que se
realiza y se desarrolla a sí mismo.

Hay mutaciones que la Constitución permite y exige: son estos los complementos
y desarrollos del sistema de sentido contenido en ella idealmente; y hay, por otro
lado, mutaciones que no son queridas o deseadas por la Constitución, pero que
no son controladas ni impedidas por ella. Sin duda alguna, la mutación
constitucional choca de frente con el pensamiento del liberalismo que promulga,
entre varias cosas, que el lenguaje de la Constitución es en sí mismo y que
atribuye al intérprete de la Constitución un papel de lector rígido, donde el
proceso de estudio no tenga en cuenta el contexto social ni el lingüístico.

3.1.1. Mutación: desviación de poder, prevaricato

Ingresamos al estudio de la desviación de poder en tanto a la hora en que la Sala


Constitucional utiliza la mutación constitucional, podría decirse que, en algunos
casos, puede ir más allá de sus competencias y funciones. Esto por cuanto la
mayor parte de las críticas hacia ese tribunal radican en que se ha entrometido
en funciones propias de otros Poderes de la República (baste con recordar el
tema de la reelección presidencial en donde se decía abiertamente que tal tópico
era de exclusiva competencia del Poder Legislativo).

La desviación de poder es conocida en doctrina como el ejercicio de potestades


administrativas para fines distintos a los fijados por el ordenamiento jurídico; en
palabras de la Constitución española resulta ilegal, por incurrir en desviación de
poder, la actuación administrativa que no se someta a los fines que la justifiquen.
En el caso nacional, la propia Constitución prohíbe que los funcionarios públicos
se arroguen funciones que no le han sido delegadas. Así, se pueden entresacar
los elementos típicos para que se constituya la desviación de poder: 1) que la
desviación de poder presupone el ejercicio de potestades; 2) que esas
potestades son potestades administrativas; y 3) lo que define a la desviación de
poder como vicio de la actuación administrativa es el apartarse del fin que la
justifica. (HESSE, 1983)

En el primero de los elementos, si se entiende que la desviación de poder


consiste en el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos a los

25
fijados por el ordenamiento jurídico, debe comprenderse que solamente en
presencia de tales potestades podrá decirse, en su caso, que la Administración
ha incurrido en la mencionada infracción del ordenamiento jurídico. Aquí vale
agregar que el cumplimiento del objeto de creación puede tener su aspecto
positivo (hacer un acto no permitido o delegado); aspecto negativo (un no hacer
o una inactividad). De todas maneras, el hacer debe hacerse dentro de lo
encomendado y el no hacer, al no cumplirse ni tan siquiera con lo delegado,
constituye por sí solo una desviación de poder.

Cuando se actúa en un sentido es fácil observar el exceso de poder, mas cuando


no se actúa debiendo actuar, deben, según la doctrina, presentarse tres
supuestos: a) que el hecho esté definido por ley para que pueda decirse que la
Administración debía ejercer la potestad de que se trate; b) que el administrado
pueda obtener beneficios de ese ejercicio o, lo que es lo mismo, que sea titular
de un derecho subjetivo o interés legítimo respecto del mismo y, c) que aquel
haya solicitado de la Administración que actúe en un determinado sentido, ya
que se está ante la teoría del acto previo, expreso o presunto, cuya presencia es
requisito necesario para poder apreciar en vía de recurso cualquier infracción del
ordenamiento jurídico que cometa la Administración Pública. (Revista de San
Marcos, 2006)

Siendo la desviación de poder el ejercicio de potestades administrativas ajenas


o su no hacer, vale recordar el principio de legalidad que es el marco bajo el cual
se desenvuelve, en mucho, el Derecho aplicable o la doctrina en estudio. Así, la
Administración actúa porque una norma la ha apoderado en ese sentido y para
que cumpla una finalidad de interés público concreta.

A la temática de la desviación de poder, del cual mucho se le ha acusado a la


Sala Constitucional, es importante agregar el criterio de buena parte de la
doctrina en el sentido de que en el Poder Judicial, en su labor resolutiva, no
puede decirse que hay desviación de poder, pues ella es propia de la labor
meramente del campo administrativo; así, lo que los jueces pueden cometer -
cuando redactan sentencias injustas o que se extralimitan, entre otros
supuestos- es el delito de prevaricato9 pero nunca una desviación de poder.

26
La justificación a tal idea yace en que el Poder Judicial tiene una función
constitucionalmente definida que consiste en juzgar y hacer ejecutar lo juzgado,
por lo que puede afirmarse que la finalidad de la potestad jurisdiccional se agota
en sí misma. A diferencia de la Administración que tiene que atender una gama
de fines de diversos tipos, identificados todos con la idea de servir a los intereses
generales, y que actúa eligiendo la forma y los métodos más adecuados para
servirlos con eficacia, el juez simplemente aplica la Ley (y los principios) al caso
concreto y resuelve la controversia que le haya sido planteada. Así, si la Sala se
excede en sus funciones, si ingresa al campo de funciones de otros poderes o
instancias, resulta claro que lo que sucede es un delito (el de prevaricato) y no
una desviación de poder, como erradamente muchos (incluso estudiosos del
Derecho) han afirmado y ello por cuanto tal figura no es propia del quehacer
jurisdiccional.

3.1.2. Las modificaciones no formales de la Constitución

Las modificaciones no formales de la Constitución, es decir, de los


ordenamientos jurídicos constitucionales, en términos generales, podemos decir,
que se refiere a aquellos cambios operados en el mismo sin seguir el
procedimiento más agravado y difícil establecido para la reforma de la
Constitución.

La doctrina se ha encargado de denominar a las modificaciones no formales de


diversos modos, por un lado vemos como en Francia aparecen bajo el nombre
de coutume constitutionnelle, en referencia a la costumbre. A su vez, en Italia, se
le conoce bajo el nombre de modificaciones constitucionales tácitas. Pero quien
ha hecho una elaboración más rigurosa y completa es la doctrina Alemana, que
las denomina como verfassungswandlung, entendida como mutaciones
constitucionales. Es aquí, en Alemania, como señala PEDRO DE VEGA, donde
aparece ya la distinción entre reforma constitucional y mutación constitucional.
Son los autores Jellinek y Laband quienes se encargan de hacer la distinción.
(Vega, 1988)

La mutación constitucional tiene como nota característica el hecho que debido a


que se realiza un cambio al margen del procedimiento de reforma,
el texto constitucional no presenta modificación alguna, queda intacto, invariable.

27
Se trata, pues, de modificar el contenido de la norma sin alterar su texto, es decir,
cambiar el contenido de la norma sin que se cambie o altere su redacción.

Ha de observarse también que las mutaciones obedecen a "requerimientos


políticos y a unas urgencias históricas similares a los que provocan la reforma".
Aparece de esta forma al igual que en la reforma constitucional (cambio formal
del ordenamiento jurídico constitucional), la idea del cambio bajo una perspectiva
histórica, adaptar la constitución a las nuevas realidades, está de manifiesto la
idea de acoplar la realidad jurídico normativa y el incesable y constante cambio
político.

Lo curioso de este fenómeno es que no se hace bajo los mecanismos formales


que la misma constitución establece para el cambio, sino que utiliza otros
mecanismos al margen del ordenamiento jurídico constitucional, quizás opere
por un cierto grado de temor de los agentes de cambio de utilizar mecanismos
formales, o por una simple práctica política que, al margen de lo jurídico, del
derecho, opera de hecho, de facto. Sea cual sea su naturaleza, la realidad es que
se produce y entra en gran contradicción con el significado de una norma jurídica
constitucional, al no utilizar los canales y mecanismos previamente establecidos.

Como vemos reforma y mutación parecen ser términos, como señala (Vega,
1988) en cierta manera complementarios y excluyentes. En la medida que los
ordenamientos jurídicos constitucionales estén sometidos a continuas reformas,
en esa medida las mutaciones irán desapareciendo y no tendrán razón de ser.
En cambio, si por el contrario los ordenamientos jurídicos no son sometidos a la
reforma, las mutaciones constitucionales, irán ganando terreno, y aparecerán
como mecanismos de solución a esa necesidad imperante de adaptar las
constituciones a las realidades históricas, acoplar como ya hemos dicho, el
ordenamiento jurídico-normativo a los acontecimientos políticos. El interrogante
que se nos plantea aquí es si ¿vale la pena reformar continuamente una
constitución para que desaparezcan las mutaciones, o son las
mutaciones medios sanos para realizar cambios sin llegar a la reforma?
Pensamos que carece de respuesta contundente, pero creemos que sólo cada
ordenamiento jurídico y el entorno que lo rodea estaría dispuesto a responder.
De todas formas como hemos señalado las mutaciones son fenómenos que

28
aparecen y están allí presentes en las realidades constitucionales y que se
presentan con mayor o menor medida según sea el caso.

Todo lo anterior nos conlleva a la obligada afirmación de señalar que el


fenómeno de las mutaciones constitucionales es bastante complejo, y como
afirma HESSE, "no existe un concepto equívoco de mutación, ni se ha precisado
una tipología adecuada de las mismas, ni ha habido un pronunciamiento
unánime sobre su valor y alcance jurídico". A su vez, afirma (Vega, 1988), "decir
que la mutación implica una modificación en el contenido de las normas, que
conservando el mismo texto, adquieren un significado diferente, si bien puede
representar una aproximación clarificadora al fenómeno de la modificación no
formal de la constitución, dista todavía mucho de constituir una explicación
definitiva sobre el mismo”.

3.1.3. Los tipos de mutaciones constitucionales


Como se ha señalado el tema de las mutaciones es muy complejo. Existen
mutaciones de diversas clases, con alcances jurídicos y políticos diferentes.
Todo esto, obliga a los autores que han abordado el tema a establecer distintas
clasificaciones.

Es importante señalar como nota previa para establecer cualquier clasificación


que sea de las mutaciones constitucionales, su procedencia, es decir,
las fuentes u orígenes que dan lugar a las mutaciones.

Es así como, Pedro de vega señala que existen "mutaciones emanadas de los
órganos estatales, y adquieren el carácter de verdaderos actos jurídicos, ya sean
de naturaleza normativa (leyes, reglamentos), ya sean de naturaleza
jurisdiccional (básicamente, las sentencias de los tribunales constitucionales).
Otras veces derivan de simples prácticas políticas que, o no sobrepasan su
condición de hechos, quedando convertidas en normas de naturaleza político-
social (convenciones), o aspiran a convertirse en auténticos hechos jurídicos
(costumbres)".

Vemos pues, una vez señaladas las diferentes fuentes de donde pueden emanar
las mutaciones constitucionales (órganos estatales, o prácticas políticas
reiteradas) que la problemática que se plantea referente al tema de las
mutaciones constitucionales radica en torno al establecimiento de sus límites, es

29
decir enmarcar con precisión su alcance y valor jurídico. Es aquí donde aparece
el verdadero problema del tratamiento de este tema, ¿hasta dónde es permitida
una mutación constitucional, hasta dónde puede llegar sin que ocasione conflicto
con la norma jurídica constitucional? Trataremos de abordar este tema más
adelante del trabajo.

Una vez planteado las fuentes de las mutaciones constitucionales, y su


problemática referente a su alcance y valor jurídico, es decir, los límites de las
mismas, procedemos a establecer algunas de las clasificaciones que la doctrina
ha elaborado. Como hemos señalado con anterioridad, seguimos las
clasificaciones que ha planteado Pedro de vega en su obra "La Reforma
constitucional y la problemática del poder constituyente".

Una de las clasificaciones más completas sobre las mutaciones constitucionales


es la establecida por Hsü Dau-Lin. Este autor distinguió cuatro tipos de
mutaciones constitucionales.

1) Mutaciones que derivan de prácticas políticas que no se oponen formalmente


a la Constitución escrita, y para cuya regulación no existe ninguna norma
constitucional.

Este tipo de mutaciones obedecen a la necesidad de llenar lagunas


constitucionales, así lo afirmó Jellinek, y lo señala Pedro de vega. Se caracteriza
también por no representar oposición manifiesta entre la realidad política y la
realidad jurídica pero si expresan con toda evidencia, como lo señala PEDRO
DE VEGA, "superación desde la praxis de los contenidos materiales del texto
formal de la constitución".

Ejemplo de este tipo de mutaciones se encuentra el control judicial de


constitucionalidad de las leyes que es practicado por los tribunales Federales en
los Estados Unidos de América, el cual concede la facultad de declarar inaplicable
una ley. Esta facultad no se encuentra establecida en la Constitución pero
constituye uno de los pilares fundamentales de la Democracia de Los Estados
Unidos de América y a su vez un principio fundamental en la conciencia social del
pueblo. En igual forma aparece la prohibición a los Presidentes de ejercer un
tercer mandato, esta fue una práctica reiterada (el no ejercicio del tercer
mandato) que fue elevada a norma constitucional mediante la aprobación de la

30
enmienda, es decir que la práctica convencional se convirtió en norma
constitucional.

2) Mutaciones debidas a prácticas políticas en oposición abierta a preceptos de


la Constitución.

En estos supuestos las realidades políticas se encuentran en contraposición a


las realidades jurídicas, se origina así el supuesto que lo fáctico o de hecho
impera sobre lo jurídico o de derecho. Se impone la fuerza sobre la norma.

Un ejemplo de esto se encuentra en la práctica constante a la violación de la


prohibición del mandato imperativo, que se establece en la mayoría de textos
constitucionales.

3) Mutaciones originadas por la imposibilidad del ejercicio, o por desuso, de las


competencias y atribuciones establecidas en la Constitución.

Plantea Pedro de Vega, que fue Jellinek, quien inicialmente habló de mutación
constitucional por no ejercicio. Para Jellinek la mutación aparecía por el simple
hecho de no ejercicio de los derechos y competencias conferidos en la
Constitución, en cambio Hsü Dau-Lin, señala que la mutación existe no por el
hecho de no ejercicio de los derechos y competencias, sino porque aun
existiendo estos, la práctica política y la exigencia de la realidad lo impedirían.

A manera de ejemplos de este tipo de mutaciones se encuentran los que van


desde el no ejercicio del derecho conferido a los Jefes de Estado a no sancionar
una ley aprobada por el parlamento, hasta aquellos en los cuales los Jefes de
Estado no hacen uso de un derecho y se convierte esta norma por la práctica en
desuso, tal como el derecho presidencial de disolución del parlamento en
Francia.

4) Mutaciones originadas a través de la interpretación de los términos de la


Constitución. Aquí los preceptos obtienen un contenido distinto de aquel en que
inicialmente fueron pensados.

Este tipo de mutaciones constitucionales están referidas básicamente a la


interpretación judicial, tanto la función que desempeñan los tribunales
constitucionales o los máximos tribunales de justicia en el caso donde no existen
tribunales constitucionales, como los mismos jueces en el caso de la justicia
31
Estado Unidense, sobre las normas constitucionales. Es muy importante
reconocer la función modificadora de la interpretación, así como la misma está
sujeta a las necesidades y opiniones variables del hombre.

Es en este punto donde quizás hoy en día el tema de las mutaciones


constitucionales adquiere gran importancia. El interpretar de un modo en un
momento luego de otro modo en otro momento no muy lejano puede provocar
que se esté cambiando el sentido de un texto constitucional sin hacer uso de los
canales correspondientes. Inexorablemente el problema del límite en el caso de
la interpretación aparece de nuevo, hasta dónde quien interpreta no se excede y
realiza actos que no le corresponde realizar. Es aquí donde el interrogante se
plantea y donde en nuestra opinión no existe todavía una claridad meridiana del
tema. Tal vez los actores políticos correspondientes de realizar las reformas
necesarias tienen temor, cierto recelo y prefieren que sean otros y mediante otros
mecanismos los que lo realicen. El precio político que implica una reforma
aparece como un riesgo que no muchos están dispuesto a pagar. Aunque por
otro lado no importando el precio a pagar se reforma para adecuar la norma a
conveniencias personales o partidistas.

Por otro lado, existe una clasificación elaborada por la doctrina Italiana. Aquí
destacan autores como Pierandrei, Mortati, Biscaretti. Ellos clasifican
mutaciones constitucionales originadas por actos normativos y modificaciones
procedentes de hechos normativos.

Pedro de Vega señala que no es de extrañarse que algunas mutaciones


constitucionales sean producto de actos legislativos, así mismo cree oportuno
tomar en cuenta tres circunstancias que colaboran con el tema.

Nos referimos pues, en primer lugar, las mutaciones que se originan como
producto de la propia naturaleza de muchas normas constitucionales, nos
referimos a normas constitucionales que no pasan de ser "meros enunciados
de principios que exigen para su aplicación concreta un desarrollo legislativo
posterior".

En ese sentido, la mutación aparece cuando sin cambiar el texto constitucional,


en su aplicación concreta a través de una ley ordinaria, se modificará entonces
su contenido. Esto está vinculado a lo que señalaba Jellinek, acerca de las

32
lagunas constitucionales que requerían un desarrollo posterior y a su vez una
interpretación, que como señalaba Bülow, estaba sujeta a "las necesidades y
opiniones variables de los hombres".

En segundo lugar, debido al hecho, que muchas constituciones modernas son


producto del consenso, en ellas nos encontramos muchas veces normas
constitucionales que además de ser ambiguas aparecen también como
contradictorias entre sí.

A manera de ejemplo se encuentran el artículo 38 de la Constitución Española (


en el cual se reconoce la economía de mercado) y los artículos 128 y 131 (donde
se protegen especialmente los intereses del sector público y la planificación).
Independientemente cual sea el desarrollo posterior, si por la economía de
mercado o por la planificación, lo que se va originar es una mutación de una
norma en relación a la otra.

En tercer lugar, aparecen las mutaciones constitucionales cuando las propias


constituciones, que en su mayoría lo hacen, reenvían a la legislación posterior el
desarrollo de sus propios preceptos. Este hecho puede generar una doble
consecuencia: por un lado, que esa legislación no se establezca, lo cual origina
el tipo de mutación por "imposibilidad del ejercicio o por el desuso de las
competencias atribuidas en la constitución"; y por el otro lado, que en el
desarrollo legislativo de la Constitución la mutación aparezca en la medida en
que se amplíe o se restrinja el sentido de la norma fundamental.

A manera de ejemplo podemos señalar situaciones en que la norma fundamental


establece una serie de órganos para llevar a efecto lo que el texto señala, pero
en la práctica estos órganos o bien no existen porque no fueron desarrollados
por la legislación ordinaria, o bien no funcionan porque carecen
de funciones debidamente establecidas. Tal es el caso del Procurador de los
Derechos Humanos en Nicaragua, que las reformas constitucionales de 1995
crearon dicha figura en el texto constitucional. La elección para desempeñar el
cargo no fue posible hasta a finales de 1999 debido a que las fuerzas políticas
no lograban consenso (no conseguían los votos suficientes para poder elegir el
cargo) en el parlamento.

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Como vemos una vez más se presenta la afirmación que las mutaciones operan
en el campo de la realidad, en lo fáctico, y no en el jurídico. El interrogante del
límite de las mutaciones constitucionales aparece de nuevo y esta vez nos
planteamos: ¿Es posible hablar de mutaciones constitucionales originadas por
actos legislativos? Creemos que es muy difícil ya que cuando una ley modifica
el contenido de una Constitución, sin seguir el procedimiento establecido para la
reforma, se puede calificar sin temor alguno como algo inconstitucional.

En tal sentido afirma PEDRO DE VEGA que las únicas mutaciones


constitucionales admisibles que tienen sus orígenes en actos legislativos son,
por un lado, cuando las faltas de desarrollo legislativo de ciertos preceptos
imposibilitan el ejercicio de determinados derechos y competencias
constitucionales, y por el otro lado, cuando sin vulnerar abiertamente el contenido
de la constitución pueden conducir a una modificación efectiva de la realidad
constitucional por la vía de la interpretación. En ambos supuestos, las
mutaciones aparecen no como una contraposición en el plano jurídico formal
entre Constitución y ley o decreto, sino como efecto en el plano de la realidad
constitucional de actos normativos o de la ausencia de ellos que, jurídicamente,
no se presumen contradictorios con el ordenamiento fundamental.

Es aquí donde se sitúa el límite de las mutaciones constitucionales y se abre


camino para entender su verdadero alcance y su valor político. Esto se hace con
el objeto, señala Pedro de Vega, de no destruir la lógica del Estado
constitucional, ya que no puede admitirse que sin hacer uso del procedimiento
de reforma se modifique legalmente la Constitución. Con lo cual, insiste de nuevo
Pedro de Vega, que el campo de las mutaciones constitucionales no puede ser
otro que el de la realidad constitucional.

Con todo lo anteriormente señalado, lo que cabría analizar, señala Vega, es


cómo la praxis política puede incidir, condicionar y transformar la realidad jurídica
y la normatividad constitucional.

Una vez abordada estas clasificaciones que señala Pedro de Vega, entraremos
a abordar un poco el tema de las convenciones. Es importante señalarlo ya que
el mismo está íntimamente vinculado con el tema de las mutaciones

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constitucionales. Veamos de qué forma se relacionan las convenciones con las
mutaciones constitucionales.

3.1.4. Las convenciones constitucionales


Como se ha señalado anteriormente, las mutaciones constitucionales tienen su
campo de actuación en la realidad y la práctica política, y no en la normatividad
lagalista. Las mutaciones aparecen siempre como el resultado de una práctica,
que puede ser espontanea o por efectos derivados de un acto normativo que
contradice el significado de ciertos preceptos de la Constitución. (Wikipedia,
2017)

Las convenciones constitucionales son simples reglas que establecen prácticas


políticas pero carentes de todo tipo de coercibilidad jurídica. Son reglas que
surgen de un solo precedente, se gestan por pocos sujetos (que ocupan
situaciones de poder) y no necesitan el transcurso del tiempo para poder ser
consideradas como tales.

Las convenciones constitucionales se caracterizan por la existencia previa de un


marco legal. Como afirmaba Jennigs, las convenciones constitucionales
presuponen la ley, esto debido a que la finalidad de las mismas -agregan
Marshall y Modie- no es otra que regular la forma en la que normas legales deben
ser aplicadas.

Por otro lado, establecer una clasificación de las convenciones resulta tan difícil
como sucede en las mutaciones constitucionales. A manera de ejemplos
podemos señalar que existen convenciones que anulan la aplicación de
determinados preceptos constitucionales. Este tipo se relaciona con el tipo de
mutaciones constitucionales que Hsü Dau-Lin señala como mutaciones por no
ejercicio de las competencias atribuidas en la Constitución. Se encuentran
también convenciones que amplían el efecto legal inmediato de una norma
constitucional, añadiendo al mismo un efecto político no previsto. Convenciones
que transfieren los poderes y competencias atribuidas en las normas legales a
ciertos sujetos o instituciones, a otros sujetos o instituciones diferentes.

Como vemos, pues, lo importante a destacar con esto es que las convenciones
constitucionales se vinculan con las mutaciones constitucionales, en la medida
en que las convenciones constitucionales requieren de un marco jurídico previo,

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y actúan ampliando, reduciendo o eliminando su contenido. Así mismo, las
convenciones pueden generarse en las más variadas materias y supuestos del
espectro constitucional con lo cual encontramos convenciones de distintos
grados y que generan diversos efectos que van desde aquellos que no afectan
el ordenamiento constitucional hasta aquellos que generan grandes
transformaciones en el sentido de la legalidad.

Con lo anteriormente señalado, (Vega, 1988), elabora un interrogante que nos


parece oportuna resaltar y que se vincula directamente con el tema del valor
jurídico de estas prácticas así como el límite de las mismas. ¿Hasta qué punto,
en un ordenamiento constitucional rígido, son tolerables y admisibles las
prácticas convencionales, sin que se destruya la lógica y la racionalidad interna
del sistema?.

Una vez planteada este interrogante entramos ya a la última parte de este trabajo
referida la misma a plantear un poco el tema de los límites de las mutaciones
constitucionales.

3.1.5. Los límites de las mutaciones constitucionales


Como hemos venido señalando a lo largo del presente trabajo, las mutaciones
constitucionales se presentan cuando existe una discordancia entre la realidad
jurídica y la realidad política. Es así como, Pedro de Vega, señala que la base
de las mutaciones constitucionales radica en la contraposición de lo normativo
con lo fáctico.

Bajo ese planteamiento de la contraposición, el mismo Vega, señala que esta


sólo puede resolverse bajo tres posibles formas:

Una primera forma que es admitir el hecho del triunfo de lo fáctico sobre lo
normativo con lo cual estaríamos admitiendo "la pérdida de toda significación
normativizadora del ordenamiento constitucional, y la destrucción del propio
concepto jurídico de Constitución".

La segunda posibilidad es que el conflicto entre lo jurídico (normativo) y lo político


(fáctico) se pueda resolver, o bien que la legalidad constitucional asuma
formalmente (por la vía de la reforma) los cambios operados previamente en la
realidad por la vía de las mutaciones, o bien, que sobre la vía de hecho se haga
valer la vía de las normas, es decir el Derecho. En ambos casos la solución para

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hacer desaparecer el conflicto, la tensión es mediante la imposición de la norma
sobre lo fáctico.

Lo importante a dejar claro es que siempre que se presente el conflicto, la tensión


entre lo fáctico y lo normativo, dentro de la lógica del Estado constitucional no
cabe otra forma de resolver este conflicto que, mediante la vía de lo normativo,
es decir de la legalidad. Que prime la legalidad sobre lo fáctico. Las mutaciones
constitucionales se toleran dentro del Estado constitucional mientras exista el
conflicto, pero una vez que este estalla y causa convulsión en el ámbito político,
social y jurídico, inexorablemente lo que cabe es aplicar la legalidad. De esta
forma estamos salvando y poniendo de manifiesto la prevalencia del concepto
de supremacía constitucional que no debe ponerse a prueba ya que es la base
misma de un Estado constitucional. La Constitución es una Ley superior. (IURIS,
2015)

Es aquí, el límite del problema de las mutaciones constitucionales cuando el


conflicto explota, ¿qué hacer? Caben dos posibilidades, por un lado, como ya se
ha señalado, convertir la práctica convencional (mutación) en norma a través de
la reforma, o negar el valor jurídico en nombre de la legalidad existente, de la
mutación. De esta forma en ambos supuestos estaríamos salvando el principio
de supremacía de la norma constitucional.

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IV. CONCLUSIONES
 Reforma constitucional
La reforma constitucional es una institución que sólo puede tener existencia en
aquellos países que cuentan con constituciones escritas y que han adoptado
como principios fundamentales la supremacía y la rigidez constitucional.

La naturaleza jurídica de la reforma, que implica entenderla como un poder


constituido, explica solamente modificaciones parciales al texto constitucional.
La reforma total es obra del poder constituyente, previo y soberano cuya
explicación no es jurídica sino ontológica y política.

La reforma tiene como misión principal dar continuidad jurídica al ordenamiento


constitucional, pero de ninguna manera destruirlo. En consecuencia, a ella se
debe recurrir solamente cuando su necesidad sea ineludible, esto es cuando las
normas constitucionales no puedan ser adaptadas a la realidad mediante
modificaciones no formales como la mutación y la interpretación constitucional.

En el Perú la reforma ha estado presente en casi la totalidad de nuestras


constituciones. En gran parte de ellas, acertadamente, sólo autorizó reformas
parciales, con lo que se reconoció la naturaleza política de esta institución.

Las técnicas de reforma adoptadas por nuestras constituciones se han


caracterizado por ser razonables y equilibradas, motivo por el que las constantes
rupturas del orden constitucional no pueden ser atribuibles a la complejidad de
los procedimientos sino a la permanente inestabilidad política en que está
sumido nuestro país. En algunos casos, esto es atribuible también a la falta de
conocimiento de la naturaleza de esta institución.

Nuestros textos constitucionales no constituyen, técnicamente hablando, nuevas


constituciones respecto de las anteriores, sino reformas que han podido
realizarse observando los mecanismos formales preestablecidos en ellos.

La actual Constitución requiere una reforma que armonice integralmente su


texto, pero no un cambio total.
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 Mutación constitucional

Es muy importante tener presente que el tema de las mutaciones


constitucionales no puede ser abordado y entendido sino es bajo la óptica de la
realidad constitucional. Es un fenómeno que se mueve en el lindero del Derecho
constitucional y la praxis política y que es debido a esto que el problema del
límite, así como de los efectos jurídicos de las mutaciones representan uno de
los mayores obstáculos para abordar el fenómeno, ya que siempre nos
encontraremos con la interrogante: ¿Hasta qué punto es permitido las
mutaciones constitucionales dentro de la lógica del Estado constitucional?
No obstante, se torna en un tema de gran importancia ya que representa como
hemos señalado una realidad constitucional, es un tema que se encuentra a allí
y que no debería dejar de ser tratado, aun sabiendo las dificultades que el mismo
trae consigo.

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Bibliografía
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Chaname Orbe, R. (2013). Derecho Constitucional General. En R. Chaname Orbe,
Derecho Constitucional General (pág. 35). Lima: Universidad Inca .
HESSE, K. (1983). Escritos de Derecho Constitucional. En K. HESSE, HESSE, K. (pág. 52).
Madrid: Mundo.
IURIS. (15 de Diciembre de 2015). Derecho comparado. Obtenido de Derecho
comparado: http://www.monografias.com/trabajos93/mutacion-
constitucional/mutacion-constitucional.shtml#conclusioa
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constitucion.html
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SANCHEZ URRUTIA, A. V. (2000). Mutación Constitucional y Fuerza Normativa de la
Constitución. Una aproximación al origen del concepto. Madrid: Revista
Española de Derecho Constitucional.
Vega, P. (1988). La reforma Constitucional y la problemática del Poder Constituyente.
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http://es.wikipedia.org.

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