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UNIVERSIDAD ARCIS

MAGÍSTER EN HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES


AÑO ACADÉMICO 2006
PROFESOR: ALEJANDRO DIAZ
ASIGNATURA: GOBIERNO LOCAL Y DESARROLLO SOCIAL. SIGLOS XIX Y XX

LA LEY DE COMUNA AUTONOMA EN LA HISTORIOGRAFIA


CHILENA

ALVARO VIVANCO HUERTA


ENERO, 2007

Abstract;

Este trabajo pretende dar cuenta de lo que la historiografía chilena ha dicho o


transmitido sobre la experiencia de la Comuna Autónoma posterior a la Guerra Civil de
1891. Se ha separado en tres partes; una aproximación al fenómeno del estudio de lo
local, la comuna autónoma en la mirada de la historiografía conservadora y la comuna
autónoma en la mirada de dos de los más importantes exponentes de la historia social
popular.

A MODO DE INTRODUCCION.

El año 1891 luego de un largo debate se dictó la Ley de Comuna Autónoma, cuyo
objetivo según sus promotores, era autonomizar los municipios del poder central y
dotarlo de recursos para su funcionamiento. El marco político en que nace este
proyecto es el establecimiento a sangre y fuego del régimen político parlamentarista,
producto de la guerra civil que ese mismo año termina con el gobierno liberal de
presidente Balmaceda.

Quizás el contexto en el cual se desarrollo esta experiencia municipal, la hizo seguir el


destino del régimen parlamentario, período al cual la historia ha señalado como
marcado por el desgobierno, la corrupción, la exclusión política y la represión desatada
a los incipientes movimientos sociales de resistencia. Sin embargo, dos hechos nos
han motivado para iniciarnos en el estudio de este tema; la presencia de trabajos
historiográfico realizados en los últimos años que han dado cuenta de fenómenos de

1
construcción de sujetos sociales en torno a la aplicación de esta Ley 1; y en segundo
lugar, la importancia que ha adquirido en las ciencias sociales el estudio de los
fenómenos de desarrollo local.

Al respecto de la trascendencia que ha ido ganando el estudio de “lo local” es muy


clarificador lo señalado por la María Angélica Illanes al respecto;

Chile ha construido su historia oficial desde la narración mítica del orden-republicano-


centralista, formula que le habría permitido superar la “anarquía” en la que se habrían
visto sumidas el resto de las naciones latinoamericanas durante la post-independencia,
narración oficial -bastante difundida entre los intelectuales de América Latina- ha
tendido a identificar la construcción de república en Chile con la centralidad del poder y
con el proyecto conservador, dejando muy poco o ningún espacio al ideario
democrático-regional-liberal, el cual ha debido sufrir el epíteto de “anárquico” y la culpa,
por ende, de haber actuado como obstaculización republicana.

Hoy día, sin embargo, se escriben fuertes críticas a ese mitoma del orden, postulando la
fragilidad del mismo. Asimismo, se comienza a reestudiar el proyecto comunal en Chile,
en tanto “otra” de las columnas vertebrales de la construcción republicana. El estudio
del ideario comunalista se ha visto estimulado por el actual desperfilamiento del Estado
Benefactor en el mundo contemporáneo, el cual constituyó una peculiar y determinada
forma de Estado del siglo XX 2.

El historiador Gabriel Salazar también avanzado en este debate al señalar que la


contradicción entorno a la cual se da la lucha por la creación del Estado en Chile, no se
reduce a una disputa filosófico-política entre distintas facciones de la oligarquía como
se ha querido señalar hasta hoy. Así señala:

La historia original de Chile, en tanto proceso que desembocó en la construcción del


estado Nacional, puede leerse, pues, no sólo como la <<cruzada>> realizada por los
colonos unidos bajo la Cruz y la Corona, sino también, y sobre todo, como la
agrupación de múltiples comunidades locales que desarrollaron <<potencialidades de
acción>> tanto como <<tradiciones cívicas>>. En otras palabras, puede leerse no sólo
en la clave del estado Imperial, sino también en al clave de una emergente sociedad
civil (o comunidad nacional) y una fuente ‘ciudadana’ de legitimidad y poder.3

La existencia de esta fuente de legitimidad es la que según el Salazar estaría ya en la


base del proceso de lucha política y militar que da origen al estado chileno,

El proceso de construcción de Estado se inicio en Chile como un creciente diálogo


cuidando. Primero, dentro de cada Cabildo. Luego, en un Congreso nacional constituido
por una federación de Cabildos. Fue, al principio, una convención general de
<<pueblos>>.4
1
Illanes, María Angélica; Salazar, Gabriel.
2
Illanes, María, 2004 pag. 365
3
G.Salazar & J.Pinto,1989,pág. 26
4
G.Salazar & J.Pinto 1989 Vol I p. 29
2
Salazar pretende así evitar que al;

Reducir el análisis histórico y político al circulo cerrado que une la genialidad del
<<estadista>> a la durabilidad de su ‘obra’ es ignorar por completo la presencia o
ausencia de un gran convidado de piedra, tercer gran actor involucrado en ese círculo
de poder: la sociedad civil y la soberanía ciudadana. Pues es con relación a ésta, y
sólo con ella, que cabe platear, medir y juzgar la eficiencia o eficacia de cualquier orden
político, duradero o no.5

Es decir, el tema local o comunalista se relaciona directamente con el surgimiento de


la sociedad civil y su lucha contra un Estado centralista y que tiende a reflejar las
expresiones más profundas del autoritarismo. Así desde el cabildo colonial a las
distintas experiencias municipales habría una línea que corre paralela a la que va del
estado colonial al estado centralista chileno y capitalino.

Guiándonos por esta perspectiva hemos querido enfrentar este trabajo como lo
haríamos con un proyecto de tesis. Comenzando por una revisión sobre lo que la
historiografía nacional ha señalado sobre la experiencia de la Comuna Autónoma,
como primera aproximación a un posible futuro trabajo de investigación más profundo
sobre el tema.

5
G.Salazar, 2006, pág. 17
3
LA HISTORIA OFICIAL Y LA COMUNA AUTONOMA.

Un buen ejemplo de lo que la historia oficial ha señalado sobre la experiencia de la


comuna autónoma, queda reflejado con lo que expresa sobre ella en la presentación
del tema en el sitio web Memoria chilena, dependiente de la Dirección de Bibliotecas y
Archivos.

Por otra parte, la ley de Comuna Autónoma promulgada en 1891 independizó a los
municipios con respecto al poder central, lo que impidió la manipulación de los
resultados electorales por parte del ejecutivo, pero fomentó el caciquismo local y la
falsificación de los registros electorales y de los escrutinios por parte de los partidos
políticos que controlaban los municipios.

Esta situación sólo se remedió a partir de 1915, año en que se le quitó la administración
del padrón electoral a los municipios y se confeccionó uno de carácter permanente. Sin
embargo, la utilización de las policías locales como mecanismo de intervención
electoral, el cohecho y todo tipo de irregularidades en el proceso eleccionario,
continuaron siendo la tónica hasta pasada la década de 19306.

En general se ha realizado un balance histórico negativo de esta institución comunal,


centrándose en sus defectos. Se desconoce quizás un hecho fundacional: la comuna
autónoma es parte de un sistema que no había desarrollado instituciones
democráticas sólidas y no la responsable de ellas.

Sin embargo, lo más destacable de esto no es quizás el trato que se le da a esta


institución, sino el hecho de que esta crítica provenga de historiadores que representan
al mismo sector político que impulso la Ley de la Comuna Autónoma a inicios del 1890.
No hay que olvidar que fue un conservador, Don Manuel José Irarrázaval su principal
impulsor y que la construcción oficial de la historia de la comuna autónoma ha venido
de los historiadores conservadores. Esta critica de la comuna autónoma no es más que
el corolario historiográfico de, como señala María Angélica Illanes; la “marcha atrás” de
los conservadores frente a la comuna autónoma;

Desde el momento mismo de la implementación de la Comuna Autónoma, los partidos


tradicionales y las élites locales comenzaron a hacer la guerra a las asambleas de
electores, una de las claves de la nueva comuna, habiendo suscitado su discusión, en
tiempos de Balmaceda, las mayores controversias. Estas asambleas consistían en la
reunión ampliada de todo el pueblo ciudadano con el objeto de informarse y votar los
diferentes proyectos de desarrollo local, representado en los ítems del presupuesto
municipal, así como fijar democráticamente el monto de contribuciones con que el
pueblo se gravaría para el financiamiento de dichos proyectos7.

6
www.memoriachilena.cl
7
Illanes, María Angelica; 2004, pág. 463.
4
Esto a pesar que mientras se discutió el proyecto de ley, el partido conservador vio con
muy buenos ojos estas asambleas.

En las siguientes líneas reseñaremos brevemente lo señalado por la historiografía


conservadora sobre el ejercicio de la Comuna Autónoma, en las letras de tres de sus
más importantes exponentes: Gonzalo Vial, Alberto Edwards y Mario Góngora.

Gonzalo Vial realiza como es su costumbre un importante relato sobre el orígen y las
características de esta institución legal en su monumental Historia de Chile 1891-1973.
En un particular tono irónico describe los objetivos que según el historiador, se habría
propuesto el senador Irarrázaval. Veamos lo que señala Vial;

La comuna autónoma. Sabida es la importancia de panacea para nuestros distintos


males que le asignaba Irarrázaval (...) Generaría (según sus partidarios) toda suerte de
beneficios, trasladando al nivel local tanto el cobro y aprovechamiento de impuestos
antes centralizados - patentes, contribución sobre los haberes, etc. -, como la atención
de innumerables y heterogéneos servicios y necesidades, que el Estado tenía en virtual
abandono...., desde el agua potable hasta los caminos, desde la policía hasta las
viviendas higiénicas para el pueblo, desde las alcantarillas hasta el control de la
prostitución.

Así mejorarían su rinde monetario a aquellos impuestos, y se invertirían con mayor


cuidado y lucimiento, permitiendo aumentar los semiabandonados servicios e
incrementar su eficiencia. Subiría dramáticamente la calidad de la vida local, en todo el
país.

Los efectos políticos resultarían aún más prodigiosos. Las élites municipales crecerían
en experiencia, eficacia y fervor cívico, al manejar sus propios asuntos. Corolario
inevitable: los municipios devendrían bastiones de las libertades públicas. La
centralización, la intervención abusiva del Ejecutivo, les serían aborrecibles. Por eso
Irarrázaval había querido darles el poder electoral junto con la autonomía, y en el hecho
se los había dado antes que ésta, con la nueva Ley de Elecciones (1890), igualmente
idea suya 8.

Rápidamente el historiador Vial se encarga de entregarnos su balance de esta


experiencia, la cual si bien podríamos decir se apega en parte importante a lo que
fueron los problemas que se presentaron en la implementación de la Ley de comuna
autónoma, olvida Vial señalar que estos problemas no eran propios de la vida comunal,
sino más bien de la vida nacional, por lo tanto si se presentaron en la comuna fue por el
hecho de que ya existían en la sociedad en su conjunto. Este es el balance del
historiador Vial:

8
Vial, Gonzalo, 1981, volumen II pág, 93
5
La ley, por disponerlo así su articulado, entró en vigor paulatinamente. Sus efectos,
pues, no se sintieron todos de inmediato. No serían tampoco los esperados. El número
de comunas era excesivo; los territorios, arbitrarios; los recursos concedidos,
insuficientes; las élites administradoras, inexistentes (al menos en la cantidad requerida)
o incapacitadas. Golpe decisivo fue la asignación de responsabilidades electorales a los
municipios. Ello los convertiría —desaparecida la antigua manipulación eleccionaria del
Ejecutivo— en piezas claves para cualquier comicio, parlamentario o presidencial. De
esta manen, el controlar las municipalidades sería necesidad y primerísimo objetivo de
los partidos políticos. Por ahí se desvirtuarían ellas en sus funciones y se corromperían
escandalosamente 9.

Cual es la explicación que da Vial para este “fracaso”, sorprendentemente recurre al


archiconocido argumento esgrimido por la oligarquía chilena y sus intelectuales,
cuando un proyecto que pretende, aunque sea idealmente, democratizar el poder es
hecho fracasar: “el país no estaba preparado”;

En el fondo, traslucía ya que la comuna autónoma estaba discurrida para un país de


bastante mayor desarrollo que el nuestro. Además, empezaba a influir un factor arriba
anticipado: la importancia política de los municipios, contralores del poder electoral. Los
partidos, inevitablemente, querrían a su vez manejarlos y, persiguiendo ese fin, no
encontrarían censurable ningún medio. De aquí, en buena parte, la violencia, ilegalidad,
etc., que denunciaba Montt. Estos vicios y la corrupción administrativa envolverían
permanentemente a las municipalidades 10.

Finalmente, Vial los declara el principal foco de la corrupción;

Sintiéndose invulnerables por la protección político-parlamentaria que su poder electoral


les valía, caciques y con militones pusieron en subasta todo cuanto las municipalidades
tenían de vendible: la tasación de los inmuebles para los impuestos a los haberes; las
pesquisas policiales; la venta de alcohol; los certificados sanitarios; las concesiones y
servicios; las obras públicas; los bienes del municipio... Terminaron los gobiernos
locales con sus recursos sustraídos o malbaratados; con un personal excesivo, com-
puesto por activistas políticos; y entre miasmas de negociados grandes y pequeños 11.

Por otra parte el historiador Mario Góngora en su citado trabajo sobre la noción de
Estado en Chile, recoge también este balance negativo de la experiencia de la comuna
autónoma, aunque fiel a su estilo es aún mucho más contundente a la hora de emitir su
opinión, y no señala;

9
Vial, Gonzalo, Ibid. pág. 94
10
Vial, Gonzalo; Ibid. pág. 117
11
Vial, Gonzalo, Ibid. pág. 591
6
Los órganos del poder electoral eran las municipalidades, en virtud de la legislación de
la Comuna Autónoma, y allí se solían cometer todos los ardides imaginables:
suplantación de personas en registros no renovados desde hacía tiempo, las
falsificaciones de actas y escrutinios, las diversas maniobras en las listas de mayores
contribuyentes de la comuna, de donde salían los componentes de las Juntas de
inscripción, de recepción de votos y escrutinio. La corrupción del poder municipal es
uno de los lugares comunes más denunciados en la época. Esto fue en Chile la
Comuna Autónoma y la libertad electoral 12.

Góngora, lapidario como siempre, no deja espacio para debate. No reconoce méritos
en algo que a él le parece contradictorio con lo que es su tesis sobre la formación del
estado chileno, como producto del centralismo y de la guerra. Y en este proceso no
hay espacio alguno para la sociedad civil.

Finalmente, Alberto Edwards icono de la historiografía conservadora, también se


pronuncio en su momento sobre esta experiencia, señalando el rumbo a seguir por la
historiografía oficial hacia delante, obviamente su balance de la comuna autónoma,
fue sólo copiada por los otros historiadores oficiales. En su principal obra La Fronda
Aristocrática, que sentó escuela declara el fracaso de la comuna autónoma, sin lugar
a replica;

Con el régimen de gobierno local ocurrió lo mismo. En 1891, cumpliendo una promesa
hecha a los conservadores, la revolución triunfante dictó la ley llamada de la “Comuna
autónoma”, que ampliaba extraordinariamente las facultades de las corporaciones
municipales, independizándolas en absoluto del gobierno. Por causas de diverso orden,
esta novedad resultó un lamentable fracaso: las comunas no disponían de recursos
financieros suficientes; faltaba experiencia, moralidad y espíritu público en la mayoría
de las localidades; muchos Municipios cayeron en poder de agentes electorales
subalternos o de politiqueros de segundo orden y, como resultado de todo ello, los
progresos edilicios de Chile, esta “República modelo” de la América Latina, quedaron
muy luego distanciados por los de pueblos mucho menos ricos y de organización más
rudimentaria. Sin embargo, la ley de comuna autónoma continuó inalterable hasta la
caída del régimen. Tocarla habría sido suscitar problemas y discusiones, es decir, lo que
más se temía entonces 13.

Para Edwards los;

congresos, “para llenar las más premiosas necesidades locales que los Municipios no
querían o no podían satisfacer, dictaban sin orden ni método algunas disposiciones de
carácter enteramente transitorio y fragmentario, ya para proveer de caminos y policía a
los campos, o de agua potable y alcantarillas a los pueblos, ya con otros fines análogos.
Todo ello resultaba por necesidad, incompleto, mal organizado y dispendioso; pero no

12
Góngora, Mario, 2003,pág, 117.
13
Edwards, Alberto, 2005, pág. 204
7
14
era posible tocar el fondo del régimen; así estaba y así quedaría .

Sin embargo, lo más notable del análisis de Edwards, no es la sentencia del fracaso de
la comuna autónoma, sino la opinión que le merece su autor, Manuel José Irarrázaval,
al cual considera:

Un ilustre aristócrata, don Manuel José Irarrázaval,. pensador especulativo más que
hombre de Estado, tan versado en los libros como poco conocedor de su país, era el
principal conductor ‘de las huestes conservadoras por aquel nuevo camino. El estable-
cimiento completo del voto acumulativo, la entrega del poder electoral a las
Municipalidades y la absoluta independencia del poder local eran las máximas
pregonadas entre hombres que, irritados por el ostracismo y víctimas eternas ~
perdurables de los abusos del poder, se hallaban admirablemente dispuestos a aceptar
con entusiasmo toda idea de libertad y que no retrocedían por tanto ante la anarquía, en
su guerra implacable y rencorosa con el despotismo. Las más peligrosas utopías que el
liberalismo introdujera en 1849 y pregonara en 1870, eran ya la suprema aspiración de
los que se decían a4n los herederos de los pelucones 15.

Edwards, presenta la idea de un país no preparado para avances democrático alguno,


ahora en la imagen de un dirigente “especulativo”, que no reconoce la realidad del país
“el peso de la noche” diría después. Y no le concede este derecho ni siquiera a los
políticos que a él mejor lo representan.

Sin embargo, el historiador de la Fronda Aristocrática, se acerca sin querer a un tema


que más adelante veremos presente en el análisis de los representantes de la historia
social, que detrás de la idea de la comuna autónoma se encuentra la idea de la
libertad, batalla sustantiva del siglo XIX y del cual ni siquiera pueden excluirse los
conservadores.

14
Edwards, Alberto, Ibid. pág. 204
15
Edwards, Alberto, 1976, pág. 125
8
LA COMUNA AUTONOMA Y LA HISTORIA SOCIAL POPULAR.

De todos los historiadores de la llamada corriente historiográfica social popular, es


quizás María Angélica Illanes quien sé ha adentrado en la historia de la comuna
autónoma y sus consecuencias para la formación del sujeto popular. En dos
importantes trabajos sobre la época nos plantea una visión distante del de la historia
oficial. En la perspectiva que ella busca ubicar el desarrollo de esta experiencia en el
complejo panorama político de la época, y en particular en las luchas ideológicas y
sociales que comienzan a desatarse desde “abajo”.

En primer lugar Illanes nos adentra en la visión de lo que es el municipio en la naciente


república, en el cual pierde todo el sentido que tuvo en el período colonial, como forma
de ejercicio del poder de la comunidad, al señalar;

Este municipio republicano no era el cabildo colonial, es decir, no constituía la sede del
poder civil ostentado por los notables de las localidades. El heredero del cabildo podría
ser —salvando las diferencias— la Asamblea Provincial, la que, incluyendo los
instrumentos ceremonial-religiosos, expresó la voluntad de poder de los territorios cuya
identidad propia se había logrado construir en el marco del concierto colonial imperial
preexistente.

Este municipio republicano corresponde más bien a una entidad meramente admi-
nistrativa, accionadora de las políticas implementadas por el poder civil de las
Asambleas! o los notables! o la localidad. El municipio juega el rol de su dependiente,
su servicio doméstico, su ama de llaves, su dama de compañía, su manager: que tiene
que ver con el arreglo, entretención y seguridad de su cuerpo y la limpieza de sus
partes sucias, las excreciones, las basuras, los reos, los enfermos miserables 16.

Desde un principio Illanes resalta la imagen de Irarrázaval como un político de una


postura modernizante y democratizadora, a pesar de su conservadurismo partidario 17.
Lo cual ya es indicativo del camino por el cual se va a desarrollar la argumentación de
la historiadora.

A partir de una pregunta cuestiona toda la mirada de la época señalar que si bien el
proyecto Irarrázaval tiene una clara intención democratizadora, es levantado por un
sector tradicionalista, con escasa raigambre democrática, cual era el partido
conservador chileno. ¿Cómo se explica esta paradoja?, se pregunta la historiadora.

Para Illanes la respuesta es relativamente clara la circunstancia de haber sido


expulsado del gobierno el conservadurismo, sector que había detentado por largas
décadas el poder, obligo a los conservadores a plantear su proyecto de reforma
política, que incluía la reforma municipal y electoral, desde fuera del poder central. Y
16
Illanes, María Angelica, 2004, pág. 372
17
Illanes, Ibid. 2004, pág.400
9
más aún cuando veían que el Estado liberal/Santa María/Balmaceda se estaba
construyendo como un ente extraño a la clase que había engendrado dicho Estado. Ya
ese estado no estaría más al servicio de la clase que lo creó, sino, al servicio de una
idea de nación, es decir, un estado-moderno-burgués, explica que “otrora proyecto
liberal de autonomía municipal se halla convertido en un proyecto conservador, es
decir, opositor, sustentado ahora sobre la voluntad de acero y la palabra rebelde de su
nuevo líder y antiguo señor anti-Estado O’Higginiano, Irarrázaval” 18.

He aquí, a nuestro juicio, una de las preguntas claves para entender el período y la
misma guerra civil deI 91. La libertad electoral —señalada por sus propios actor como la
bomba de la guerra civil—, no se vislumbraba como un mero procedimiento, sino como
un revolucionario proyecto de transformación del régimen político en Chile, tendiente a
restituir a la clase detentadora del poder social/real, el poder político: recuperar el
carácter civil de este poder. Y, en este sentido, el proyecto Irarrázaval no se separaba
del proyecto portaliano: éste había otorgado el Estado a la clase que detentaba el poder
social/real; justamente para consolidarlo y modernizarlo le había otorgado el Estado. Si
éste Estado ya no constituía claramente un instrumento de poder civil de clase, debía
ser desechado y el poder de la aristocracia habría de ejercerse autónomamente, en su
propia casa, en su comuna. El Estado debía volver a sus orígenes; debía disolverse en
la comuna autónoma 19.

Para la autora, entonces, el proyecto de comuna autónoma adquiere una importancia


en la historia de la época, muy superior al que los historiadores conservadores
pretenden darle: es la forma en que la lucha política de los conservadores por
recuperar el poder perdido a manos de los liberales se expresa. Es lejos más que una
simple aventura producto de la especulación de la mente de un dirigente conservador,
es el intento de reposicionarse en otro terreno desde el cual reiniciar el asalto al estado.

Sin embargo, hasta aquí la autora nada nos dice sobre cual es la importancia que
puede tener para las clases populares que comienzan a ponerse en movimiento por
esos años. Quizás un primer acercamiento se presenta cuando nos señala;

Como vimos, la ley de “autonomía de los municipios” de 1887, aprobada por el


presidente Balmaceda, no pareció suficiente a los opositores a su gobierno. Ello no
alcanzaba para el derrocamiento del Estado-balmacedista; ella no alcanzaba siquiera
para el derrocamiento del intendente y pan fundar, decididamente, el poder local civil.
Desde el congreso los conservadores presionaron al gobierno por la ley de “comuna
autónoma”, que fundaba la libertad plena de las localidades y de la ciudadanía. Desde
allí ella sacó a la calle su bandera roja, atrayendo su llamarada libertaria al propio
pueblo. Había estallado la guerra civil de 1891 20.

Este asalto al poder debía hacerse bajo la bandera del poder civil, que enfrentaría al
“estado autoritario balmacedista”. Así a manos de conservadores, paradojalmente, la
idea de la libertad, recuperó su particular dialéctica: quien la pide para sí esta obligada
a pedirla para todos. Y por ese sendero siempre irrumpe el pueblo llano.

Aquí la autora nos muestra el rostro desconocido de la guerra civil de 1981 y de la

18
Illanes, Angélica, ibid. pág.401
19
Illanes, Angélica, ibid. pág 402
20
Illanes, Angélica, ibid. pág 464
10
comuna autónoma, los pasos que imperceptiblemente comienza el bajo pueblo a dar;

Por su parte, los artesanos y obreros, en el marco de esta ley de “comuna autónoma”,
se prepararon para ejercer su poder comunal. Para esto fundaron un prensa ad-hoc y
reeditaron un organismo partidario propio -el Partido Demócrata, creado en 1887 y
desarticulado a raíz de la guerra civil-, debutando su discurso de clase y su programa
de desarrollo local amplio, en la contienda política local. Otros saberes, otros discursos,
extraños a la elite tradicional, llegaban a revisar el saber acerca de lo real existente y a
sacarlo a luz en tanto un nuevo conocimiento y presencia de lo real 21.

Es decir, comienza a procesar la formación de un sujeto histórico popular, al integrarse


a una lucha que él no desata pero que es capaz de utilizar en su beneficio. El relato de
la comuna autónoma de Valparaíso en la cual nos adentra la autora es fiel reflejo de
este proceso. Habría que preguntarse cuantos otros “Valparaíso” hubo durante ese
período.

A nuestro juicio, el movimiento popular chileno, especialmente durante la vigencia de la


ley de “comuna autónoma” (1994-192S), quedará configurado por un fenómeno de
articulación permanente entre el ejercicio del poder como genuina lucha de clases
(dada en el terreno de las relaciones sociales de producción) y el ejercicio del poder
como poder-político-comunal: en torno a la apropiación social del conocimiento y del
gobierno de la ciudad. La lucha que se da en este segundo ámbito se empapará —
como veremos— de antagonismo de clase. Simultáneamente y en el curso de esa
lucha, el movimiento popular se esfuerza por construir, desde una impronta popular, un
gobierno y un discurso político amplio, ejerciendo el gobierno de la ciudad política o de
una sociabilidad en vista al “progreso” y al interés General por la “cosa-casa-pública” 22.

Para María Angélica Illanes, fue la “asamblea de electores” que encarnaba el “poder
comunal popular” la que permitió la irrupción popular. El poder del pueblo organizado
en asamblea, que produciría una profundización democrática del régimen político:
“fenómeno sin precedentes en la historia de la república”. 23.

Para María Angélica Illanes, el proceso que se vive por ejemplo en Valparaíso, son
parte de una lucha más global por la democratización de la sociedad, fenómeno en el
cual se ven envueltos en forma particular los sectores populares;

He aquí en palabras vivas y clarividentes, el significado de la lucha política de clases


que se estaba escenificando en el ámbito del poder local en Chile, especialmente en
Valparaíso. Las leyes producidas en el marco de la lucha fratricida entre las clases
dominantes durante la época de Balmaceda y post-91, habían logrado un cambio
sustantivo en la estructuración del poder en Chile: ellas habían abierto el camino hacia
la democratización de la sociedad a través de la revolucionaria incorporación al poder
de las clases proletarias o de “los Anónimos”. Un cambio estructural que,
paradojalmente, se había hecho en el juego de travesura inconsciente de la sociedad

21
Illanes, Angélica, ibid. pág 465
22
Illanes, Angélica, ibid. pág. 466
23
Illanes, Angélica, ibid. pág 474.
11
de los “nombrados”, los cuales entonces no vieron más allá de sus conocidos equipos
de competencia y de su propia imagen en el espejo24.

Finalmente, no es posible terminar este trabajo sin incluir algunas ideas que el
historiador Gabriel Salazar ha planteado frente al tema de la comuna autónoma y en
general el proceso en que se vieron envueltos los sujetos populares en el cambio de
siglo.

Si bien, Salazar comparte con Illanes la relevancia que ésta le da por ejemplo al
movimiento social que se desarrolla en Valparaíso, su mirada es más critica, no sólo
con el rol que juega la oligarquía conservadora, o la clase política civil, sino también
sectores políticos populares que se “encandilan” con la posibilidad de desarrollar un
poder comunal propio, perdiendo fuerza, según Salazar en la batalla por constituirse en
sujetos populares autónomos, en esta medida la comuna autónoma habría actuado
como una trampa sobre estos.

Todos los datos existentes sugieren que, efectivamente, los Artículos 86 a 90 (de la Ley
de comuna autónoma) formaron parte de un ‘gesto’ romántico. Pues no era la
participación ciudadana lo que realmente motivaba a los congresistas, sino su propia
autonomía electoral, que se ligaba a la autonomía municipal. A poco andar, tanto los
congresistas como el propio Ejecutivo actuaron de modo que las “rentas municipales”
aprobadas no se recaudaran ni en el modo ni en la tasa que se había estipulado. Las
campañas electorales pasaron luego como tromba por el Municipio, debilitando
rápidamente el prestigio, no de los partidos y la clase política que pasaban sobre él,
sino de la misma Comuna Autónoma que se debilitaba bajo ellos. Y lo que es aún más
sintomático, cuando las comunidades locales y algunos sectores populares comenzaron
a organizarse para hacer buen uso de la oportunidad que los Artículos señalados les
ofrecían, los congresistas se apresuraron a modificar la Ley para eliminar las
democráticas Asambleas de Electores y reponer las oligárquicas asambleas o comités
de Mayores Contribuyentes 25.

Y sobre el rol jugado por los movimientos sociales, en especial algunos lideres
populares de la época como es Recabarren señala.

De este modo, el proyecto popular de descentralización, radicado al comienzo puertas


adentro en las organizaciones sociales, se halló de súbito, con los Artículos 86 a 90,
ante una oportunidad excepcional, que las bases populares no demoraron en
aprovechar. Al hacerlo cayeron, sin embargo, en una trampa de doble anillo; pues, de
una parte, hizo gravitar el movimiento popular en la vorágine ‘legal’ de la política
(acelerada desde 1891), y de otra, hundió la ciudadanía comunal en el circuito ida y
vuelta de la retórica civilista con pragmática electorera de la CPC. El vértigo de ese
doble anillo condujo al colapso de todos los contenidos ‘democráticos’ de la
descentralización y el éxito de todas los mecanismos electoreros de la
parlamentarización. Es evidente, por ello, que el costo histórico del fallido ‘gesto’

24
Illanes, Angélica, ibid. pág 493
25
Salazar, Gabriel, 1989 pag. 281
12
Irarrázaval no lo pagó el propio senador, sino el movimiento popular, que perdió su
confianza en el partido que lo había representado y, lo que fue peor, en la vía
municipalista al socialismo, que hasta allí parecía la más recta desde la democracia
republicana practicada por sus organizaciones de base. Lo que, además, dejó a su
mejor líder –Recabarren-, en mal pie ante el curso que siguieron los acontecimientos26.

26
Salazar, Gabriel, Ibid. pág.284
13
A MODO DE CONCLUSION

Del desarrollo de este trabajo podemos extraer algunas breves conclusiones;

La comuna autónoma como fenómeno institucional y social requiere aún mucho


estudio. Ya que sobre él se ha construido una historia oficial, que si bien puede
dar cuenta correctamente de una experiencia fracasada y dilucidar su origen
oligárquico, no es bajo ninguna circunstancia una historia objetiva de ésta.
También trabajos como los de María Angélica Illanes, permiten observar otras
dimensiones del proceso, en especial la participación popular en estos.

El fenómeno se asocia además, a un proceso de más larga duración, referido a


las luchas por la democratización del país, que ya en el siglo XIX se
desarrollaban con fuerza y comenzaban a ordenar las filas de los actores que se
enfrentarían con fuerza a lo largo del siglo XX.

La historia de las localidades y de las experiencias comunales recién se inicia y


creemos que puede llegara ser una fuente importante para el progreso de la
historia social popular chilena.

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BIBLIOGRAFIA CITADA

 Illanes, María Angélica, Chile des-centrado. Formación socio-cultural republicana y


transición capitalista (1810-1910), Santiago, Ediciones LOM, 2004. En este texto se
encuentran los artículos El fruto prohibido de la guerra civil: El pueblo como poder.
Valparaíso 1891-1897 y Proyecto comunal y guerra civil 1810-1891. Ambos
utilizados en este trabajo.
 G.Salazar & J.Pinto: Historia contemporánea de Chile Santiago, 1989. Ed. LOM.
 Vial Correa, Gonzalo, Historia de Chile (1891-1973), Santiago, Editorial
Santillana del Pacífico, 1981, vols. I (tomos 1 y 2) y II
 G.Salazar: Construcción de Estado en Chile, 1800-1837. La democracia de ‘los
pueblos’. Militarismo ciudadano. Golpismo oligárquico (Santiago, 2006. Ed.
Sudamericana).
 Mario Góngora: Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los
siglos XIX y XX Editorial Universitaria 2003
 Alberto Edwards: La fronda aristocrática Editorial Universitaria 2005
 Alberto Edwards: Bosquejo histórico de los partidos políticos chilenos, Alta Mar,
editorial Pacífico 1976.
 Sitio web memoriachilena.cl, dependiente de la DIBAM.

OTRA BIBLIOGRAFIA REVISADA

 Jaime Eyzaguirre, Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile,


Editorial Universitaria, 2000
 Bernardino Bravo Lira, El estado de Derecho en la historia de Chile, Ediciones
Pontificia Universidad Católica, Santiago, 1996
 Julio Heise G., 150 años de evolución institucional, Editorial Andres Bello,
Santiago, 1976
 Enrique Fernández, Estado y Sociedad en Chile 1891-1931, Editorial LOM,
Santiago, 2003

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