Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
1. Introducción
Tengo a mi cargo describir, en grandes trazos, la forma en que considero que se encuentran
recogidos los aspectos fundamentales de los principios de buen gobierno y de buena
administración en el Derecho Administrativo peruano.
Al respecto, me parece esencial partir de una cita a la profesora Yolanda García Calvente,
ex Decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga, según la cual el
reconocimiento del derecho a la buena administración o al buen gobierno en el artículo 41°
de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea “no supuso el nacimiento
de un nuevo fenómeno, sino en la inclusión bajo un nombre relativamente novedoso de
una serie de derechos y principios por los que la Administración tiene que guiarse desde
hace tiempo”.1
Con ello, se busca que los citados principios de buen gobierno y de la buena administración,
a la vez que cumplen el rol que les corresponde como orientadores para guiar la actuación
de la Administración al servicio de los intereses generales de la colectividad, constituyan a
su vez obligaciones que deben cumplir todas las entidades de la Administración Pública y
un auténtico y genuino derecho de todos nosotros los ciudadanos del cual se derivan una
serie de derechos exigibles frente a la Administración Pública.
* Estudios de Doctorado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor principal de Derecho Administrativo en la
Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
1 Carmen María Ávila Rodríguez y Francisco Gutiérrez Rodríguez (Coords.). El derecho a una buena administración y la ética pública.
Valencia: Tirant Lo Blanch, 2011, p. 13.
121
Buen Gobierno y Derechos Humanos
En resumen, los principios del buen gobierno y a la buena administración tienen por
objetivo democratizar la función administrativa para lograr una administración pública
más participativa, que dialogue y que justifique sus decisiones.
A continuación, me parece importante determinar cuáles son las bases normativas que nos
permiten sostener que los componentes esenciales de los principios al buen gobierno y
buena administración se encuentran contenidos en las diversas normas que conforman
nuestro régimen legal jurídico - administrativo.
Lo cierto es que estamos hablando de conceptos que, en otras latitudes como es el caso de
Europa ‒particularmente en la antes citada Carta de los Derechos Fundamentales de la
Unión Europea‒ tienen establecido normativamente su concepto, contenido y alcances en
forma específica a través de la consagración jurídica de un conjunto de principios y normas
destinadas a regular el funcionamiento de la administración pública.2
122
Buen Gobierno y Derechos Humanos
Todos estos grupos de normas consagran reglas, principios y parámetros que responden
a la finalidad de garantizar la vigencia de los principios al buen gobierno y a la buena
administración en el Perú, que sirven como guía o inspiración para asegurar el buen
funcionamiento de la administración pública.
Dichos principios tienen un contenido y extensión muy variada, siendo que varios de ellos
cuentan con fundamento directo en la propia Constitución Política de 1993, sin perjuicio
de los desarrollos legales de que puedan ser objeto.
123
Buen Gobierno y Derechos Humanos
La LPAG es una de las normas capitales del Derecho Administrativo peruano, porque
constituye el referente normativo necesario para el funcionamiento de las entidades que
conforman la administración pública en el Perú.
3 Gerardo Ruíz-Rico Ruíz. “El derecho a una buena administración. Dimensiones constitucional y estatutaria”, en: Carmen María Ávila
Rodríguez y Francisco Gutiérrez Rodríguez (Coords). Op. Cit, pp. 55 y ss.
4 Es el caso de la Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente N° 0003-2003-AI, la cual señala que: “10. El Estado
peruano definido por la Constitución de 1993, presenta las características básicas de Estado social y democrático de derecho. Así se
concluye de un análisis conjunto de los artículos 3° y 43° de la Ley Fundamental. Asimismo, se sustenta en los principios esenciales de
libertad, seguridad, propiedad privada, soberanía popular, separación de las funciones supremas del Estado y reconocimiento de los
derechos fundamentales. Principios de los que se deriva la igualdad ante la ley y el necesario reconocimiento de que el desarrollo del país
se realiza en el marco de una economía social de mercado”.
124
Buen Gobierno y Derechos Humanos
potestades exorbitantes, les impone el deber de sujetarse a una extensa relación de principios
que tienen por finalidad procurar el mejor cumplimiento de las funciones la ley les asigna.
Todo ello dentro de un marco constitucional que, a la par de establecer los cometidos que
debe cumplir la administración y sus funcionarios, consagra los derechos fundamentales
de las personas que la administración debe respetar y defender, así como hacer posible su
vigencia.
Cuando el régimen legal dispone que la administración pública está obligada a desarrollar las
funciones que tiene a su cargo sujetándose a las reglas de un procedimiento administrativo
legalmente establecido, su propósito es asegurar que las entidades que forman parte de
ese complejo organizativo ‒conocido como Administración Pública‒ cumpla los cometidos
que tienen legalmente asignados para la tutela de los intereses públicos que atañen a la
colectividad, pero sin menoscabo de los derechos de los particulares.5
La regulación de todo procedimiento administrativo tiene o debe tener como regla para
su diseño, de una parte, el procurar armonizar la necesidad de establecer instrumentos o
prerrogativas para asegurar la eficacia de la actuación administrativa en orden a la protección
de los intereses públicos y, por otra, la garantía de los derechos de los ciudadanos.
5 En tal sentido, el Artículo III del Título Preliminar de la LPAG proclama que “[…] la Administración Pública sirve a la protección del
interés general, garantizando los derechos e intereses de los administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en
general”.
125
Buen Gobierno y Derechos Humanos
En efecto, de forma frecuente, éstas interpretan las normas del procedimiento especial que
regulan su actuación en función de las reglas de la citada LPAG, lo que es muchas veces
estimulado por los particulares que reclaman la aplicación de los aspectos mas garantistas
de la LPAG, más aún cuando están involucrados la vigencia de principios y la protección
de derechos de orden constitucional desarrollados ampliamente por la jurisprudencia de
nuestro Tribunal Constitucional.
En tal sentido, el Artículo IV del Título Preliminar de la LPAG proclama un conjunto de
principios que tienen por objeto acentuar el carácter servicial de la Administración Pública
en favor de los ciudadanos, que son los destinatarios o beneficiarios de la correspondiente
actividad administrativa, lo que se pone de manifiesto en el énfasis garantista de su redacción
y se verifica en el establecimiento ‒a lo largo del texto de la LPAG‒ de obligaciones y deberes
que se le imponen a las autoridades y funcionarios en la tramitación de los procedimientos
administrativos.
La mayor parte de los principios del procedimiento administrativo enunciados por la LPAG,
aunque tienen operatividad por sí mismos y determinan, en muchos casos, obligaciones
126
Buen Gobierno y Derechos Humanos
Tal es el caso, entre varios otros, del principio de verdad material, que obliga a la
Administración a resolver ajustándose a los hechos reales, sin limitarse a los que hayan
sido alegados y probados por los interesados, para lo cual debe agotar todos los medios a
su alcance para recopilar toda la prueba vinculada al asunto sometido a su conocimiento.
Los principios del procedimiento administrativo consagrados por la LPAG que guardan
directa vinculación con el principio (y derecho implícito de los privados) a la buena
administración y que pueden considerarse que forman parte de este, lo constituyen los
principios: de legalidad, del debido procedimiento, razonabilidad, imparcialidad, conducta
procedimental o buena fe procesal, celeridad, eficacia, participación, simplicidad, igualdad
y predictibilidad, además de otros que puedan derivarse del ordenamiento administrativo,
o incluso de otras normas legales que regulan procedimientos administrativos sectoriales.
Así, por ejemplo, el artículo 3º de la norma legal que regula las contrataciones del Estado
dispone expresamente la aplicación a los procedimientos administrativos de selección de
contratistas (licitación, concurso público, entre otros) de los principios de “moralidad,
libre competencia, imparcialidad, eficiencia, economía, vigencia tecnológica y trato justo e
igualitario entre todos los contratistas”.6
También es importante poner de relieve otros dispositivos de la citada LPAG que consagran
en forma expresa una relación de derechos de los administrados en sus relaciones con la
Administración Pública (art. 55°), así como correlativamente obligaciones de las entidades
administrativas (art. 75°) en los procedimientos que desarrolla en relación con los privados,
las que deben ajustar su conducta a tales parámetros.
127
Buen Gobierno y Derechos Humanos
Por ejemplo, tenemos el caso de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, la cual establece que
las entidades que conforman este poder del Estado están al servicio de las personas y de la
sociedad, así como del interés general de la nación, sujetándose a los principios de eficacia,
eficiencia, rendición de cuentas, participación ciudadana y transparencia.
Finalmente, la Ley Orgánica de Municipalidades establece que los citados gobiernos locales
actúan sujetos, entre otros, a los principios de economía, transparencia, rendición de
cuentas, simplicidad, eficacia, participación y de control vecinal.
5. Las normas que rigen a los funcionarios públicos los principios de buen gobierno y
buena administración
En el ámbito de la regulación del régimen del personal al servicio del Estado y de la ética
pública, de las numerosas normas dispersas que establecen obligaciones directamente
dirigidas ya no a una organización administrativa sino a las personas que prestan servicios
desde dichas entidades, nos interesa resaltar algunos de los principios consagrados por la
Ley N° 27815 que aprueba el denominado Código de ética de la función pública, tal es el
caso de los principios de respeto a la juricidad, probidad, eficiencia, idoneidad, veracidad,
justicia y equidad, lealtad al estado de derecho, así como los deberes de neutralidad,
transparencia, ejercicio adecuado del cargo, uso adecuado de los bienes del Estado y de
responsabilidad.
128
Buen Gobierno y Derechos Humanos
6. Conclusiones
129