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Algunas Reflexiones sobre el indulto

Uno de los temas vigentes en la agenda política nacional continúa siendo el pedido de indulto humanitario
solicitado por el Ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori, en octubre del año próximo pasado, el cual genera
gran polémica debido no sólo a lo que Alberto Fujimori representa en la política peruana, sino que la sola
existencia de dicho pedido refresca en el inconsciente colectivo los execrables hechos por los que fue
condenado a 25 años de prisión[2].

A partir de ello, y frente a diversos cuestionamientos y observaciones formuladas a esta institución


constitucional, consideramos ilustrativo realizar un breve análisis respecto a los aspectos sustantivos de la
figura del Indulto, gracia presidencial que en nuestra opinión debe permanecer vigente en nuestros
ordenamientos, pues más allá de la larga tradición constitucional, constituye un mecanismo idóneo, rápido y
eficaz frente a las graves violaciones judiciales, al margen de su utilización en casos humanitarios, dejando
de lado aquellas posiciones que sostienen que debe desaparecer al constituir un rezago de la época
monárquica.

EL INDULTO COMO PRERROGATIVA PRESIDENCIAL.-

El Indulto es entendido como la renuncia que hace el Estado respecto a la ejecución de pena que viene
cumpliendo una persona condenada con sentencia firme. Se trata del perdón de la pena impuesta,
atribución que por mandato constitucional compete única y exclusivamente al Jefe de Estado, acorde con lo
previsto en el art. 118° inciso 21) de la Constitución Política[3], ello bajo el sistema Presidencialista al cual
nos adscribimos.

Ha sido recogido en nuestro Código Penal como causa de extinción de ejecución de la pena (Art. 85° y 89°),
decisión que además, una vez concedida mediante la correspondiente Resolución Suprema, adquiere la
calidad de Cosa Juzgada, es decir, INMUTABLE, al amparo de lo previsto por el art. 139° inciso 13) de la
Constitución Política[4], que a decir del jurista VALLE RIESTRA se ajusta a lo normado en el articulo 4° inciso
6) del Pacto de San José, señalador de cómo la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena podrán ser
concedidos en todos los casos. Igual repite el artículo 6° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, incluso aplicable a casos de pena de muerte, lo que demuestra la gravedad de delitos susceptibles
de perdón[5].

Coincidimos con lo opinado por el maestro Eugenio Raúl ZAFFARONI en el sentido que, la naturaleza del
derecho de gracia no es la de un acto judicial ni la de un acto administrativo, sino que es un acto de gobierno,
un acto de poder, por lo cual no puede ser una actividad reglada. Si se olvida esto, el derecho de gracia e
indulto parecería ser una injerencia del Poder Ejecutivo en el Judicial[6].

Nos encontramos frente a una institución con tradición constitucional, la cual ha sido reconocida
expresamente en la mayoría de cartas políticas desde el inicio de nuestra vida republicana, salvo, conforme
lo señala ROY FREYRE[7] en la Constitución promulgada en 1867, por el Gral. Mariano Ignacio Prado, por
entonces Presidente Provisorio de la República, todas las Constituciones que ha tenido el Perú, consignan al
Indulto como una atribución del Congreso, o también como facultad del Presidente de la República. En el
primer supuesto, se entendió que al tratarse de una dispensa de la ley, éste debía ser concedido por el
órgano del cual emana dicha facultad.

Cabe indicar en este punto que el poder de indultar o perdonar ha sido reconocido desde siempre en
diversos ordenamientos tanto de nuestra tradición jurídica, como propias del sistema del Common Law, bajo
diversas denominaciones, tales como: Poder de Perdonar, Clemencia, Indulgencia, (…) siendo idéntica la
consecuencia legal en todas ellas, la extinción de la ejecución de la pena materializada en la supresión de la
pena impuesta, bajo el fundamento político criminal de constituir un correctivo inmediato frente a graves
errores judiciales, único y último mecanismo para resarcir muchas veces una situación de injusticia, en la
posibilidad de ser utilizada como un correctivo, general y ultimo, frente a errores y contradicciones a los
principios de necesidad y merecimiento de pena[8].

Frente a los cuestionamientos respecto a si dicha institución debe pervivir en nuestros ordenamientos,
consideramos que sí, no sólo por la gran tradición jurídica en nuestras cartas políticas, sino principalmente,
porque constituye el único mecanismo eficaz y eficiente, frente a abusos del sistema judicial, de los
cuales no hemos podido aún librarnos, si logramos eso, las amnistías, los indultos, las conmutaciones y las
gracias, pasarán a un segundo plano ya que la justicia no perpetrará atropello. Hoy eso es una utopía. [9]

Al respecto, un claro ejemplo lo encontramos en los cerca de 700 indultos concedidos durante el gobierno
de Alberto Fujimori a condenados ilegalmente por supuesto delito de Terrorismo, personas que
fueron condenadas por el Poder Judicial sin pruebas bajo las leyes de emergencia vigentes en esa época,
donde intervino la recordada Comisión presidida por el sacerdote Hubert Lanssiers.

Finalmente es importante considerar además que dicha institución juega un rol muy importante en nuestro
colapsado sistema penitenciario, pues su otorgamiento refresca el grave estado de hacinamiento en que se
encuentran la mayoría de penales en nuestro país, donde la capacidad carcelaria hace mucho tiempo superó
el límite máximo de aforo para el cual fueron construidos.

REGULACION DEL TRÁMITE Y PROCEDIMIENTO.-

El procedimiento relacionado con las Gracias Presidenciales (Derecho de Gracia, Indulto y conmutación de
penas) se encuentra regulado en el Reglamento de la Comisión de Gracias Presidenciales, aprobado por
Resolución Ministerial N. 0162-2010-JUS[10], del 13 de julio de 2010, donde se realiza incluso, una
clasificación de las gracias presidenciales: común u ordinario y humanitario o excepcional.

En este dispositivo se detalla cuál es el rol de la Comisión de Gracias Presidenciales (órgano colegiado
multisectorial) quienes tienen a cargo la emisión de un informe técnico legal, donde luego de analizar y
evaluar la diversa documentación acopiada al expediente respectivo, decidirá si recomienda el otorgamiento
o denegatoria de la gracia solicitada, estableciéndose que los criterios adoptados, en el caso del indulto
humanitario, serán los mismos establecidos para el indulto común, primando obviamente el carácter
humanitario de la decisión y la opinión especializada del profesional médico competente.

Es importante no perder de vista que si bien es cierto existe un reglamento que, de cierta manera, regula los
requisitos que deben cumplirse al solicitar este tipo de gracia, nos encontramos frente a una institución
jurídica de carácter discrecional y excepcional, ergo, no está sujeta a limitación alguna, pues cualquier
limitación devendría en Inconstitucional.

En este sentido, el art. 23° del citado reglamento, prevé expresamente que: “(…) la propuesta que formula la
Comisión no vincula al Presidente de la República, ni la opinión desfavorable o la ausencia de opinión impiden
su concesión, con arreglo a la Constitución Política del Perú”.

En el caso del indulto humanitario, la norma antes citada en su art. 31° establece los supuestos en que
procede su otorgamiento, así tenemos:
a) Los que padezcan enfermedades terminales.

b) Los que padecen enfermedades no terminales graves, que se encuentren en etapa avanzada, progresiva,
degenerativa e incurable, y además que las condiciones carcelarias puedan colocar en grave riesgo su vida,
salud e integridad.

c) Los afectados por trastornos mentales crónicos, irreversibles y degenerativos; y además que las
condiciones carcelarias puedan colocar en grave riesgo su vida, salud e integridad.

(cabe indicar que el anterior reglamento preveía además como supuesto de procedencia, el contar con más
de 65 años de edad – ultima parte del art. 22° de la Resolución Ministerial N. 193-2007-JUS).

RESPECTO AL CARACTER “HUMANITARIO” DEL PEDIDO.-

Al respecto conviene conceptualizar o definir que encierra el término HUMANITARIO, según el diccionario
CABANELLAS[11], se define como filántropo, indulgente, benéfico, caritativo. Para DRAE Benigno, caritativo,
benéfico. Que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las
personas que las padecen.

En consecuencia, este tipo de indulto se fundamenta en razones de benignidad, una forma de indulgencia
frente a un condenado al advertirse grave afectación de la salud física o mental. razones por las cuales el
Estado cesa la ejecución de la pena impuesta, en aras de cautelar un bien superior como es la dignidad de la
persona humana, fin supremo de la Sociedad y el Estado. La cual es viable sólo mediante el respeto de los
derechos fundamentales de la persona, entre éstos, el derecho a la vida, el cual constituye el centro de todos
los valores y el supuesto básico de la existencia de un orden mínimo en la sociedad.[12]

Resulta pertinente traer a colación – respecto a la naturaleza humanitaria del pedido- el fundamento
esgrimido en el Indulto humanitario otorgado al sentenciado Jose Enrique Crousillat Pérez -Torres, (además
de ser el primer caso en que el mismo fue ilegal y arbitrariamente dejado sin efecto), señalándose en la
correspondiente Resolución Suprema[13] la inexistencia de necesidad de pena, que la continuidad de la
ejecución penal pierda todo sentido jurídico social, al acreditarse la enfermedad crónica y avanzada edad
del solicitante.

Así también respecto al carácter humanitario de la gracia presidencial, en la STC N. 4053-2007-PHC/TC (Caso
Jaililie) (aunque dicho pedido no se sustentó en razones humanitarias), el Tribunal Constitucional señaló que
dicha gracia deberá ser concedida por motivos humanitarios, en aquellos casos en los que por la especial
condición del procesado (por ejemplo, portador de una grave enfermedad grave e incurable en estado
terminal) tornarían inútil una eventual condena, desde un punto de vista de prevención
especial (fundamento n. 27).

¿LAS GRACIAS PRESIDENCIALES SON PASIBLES DE CONTROL JURISDICCIONAL?

Conforme lo hemos señalado líneas arriba, la Resolución Suprema por la cual se otorga una Gracia
Presidencial, tiene la calidad de Cosa Juzgada, según mandato expreso del art. 139° inciso 13) de la
Constitución Política de 1993. Sin embargo, en el Perú la realidad supera incluso el mandato constitucional el
cual debería ser respetado en un estado democrático de derecho, prueba de ello ha sido el caso antes
referido (Crousillat) donde el propio Jefe de Estado, Alan García, después de otorgado el beneficio, mediante
Resolución Suprema N. 056-2009-JUS del 14 de marzo de 2010, lo dejo sin efecto, en base a la gran presión
mediática, decisión abiertamente arbitraria e inconstitucional.

Al margen del cuestionamiento de estas decisiones eminentemente políticas, plasmadas en un acto de


gobierno, resulta interesante el pronunciamiento del Tribunal Constitucional en la acción de Habeas Corpus
interpuesta por Crousillat, a raíz de haberse dejado sin efecto el indulto, ordenándose su captura, el TC
mediante Sentencia recaída en el Expediente N. 03660-2010-PHC/TC del 25 de enero de 2011, establecen
que si bien es cierto reconocen el carácter de cosa juzgada que adquiere la resolución suprema que concedió
el Indulto, y cuestionando que la posterior revocatoria de lo ya concedido no resulta constitucionalmente
admisible, pues la garantía de la cosa juzgada y su inmutabilidad contradicen esta posibilidad. De otro lado,
se consideró “contradictoriamente” por decir lo menos, que incluso la garantía de la inmutabilidad de la cosa
juzgada puede ceder ante supuestos grave de error. Señalándose a continuación que (ver fundamento n.10)
la decisión de indultar a un condenado genera cosa juzgada y como tal es inimpugnable y por tanto,
irrevocable administrativamente, e impide la posterior persecución penal por los mismos hechos. Sin
embargo, ello no obsta que pueda ser objeto excepcionalmente de anulación en sede jurisdiccional.
Naturalmente dicho control no versa sobre la conveniencia o no del indulto, pues ello resulta una materia
reservada a la propia discrecionalidad del Presidente de la República, sino sobre su constitucionalidad.

Es decir, para el TC pese a reconocer que el Indulto es una prerrogativa presidencial discrecional y que sus
efectos generan cosa Juzgada, considera contradictoriamente que ésta podría ser pasible de control
jurisdiccional, únicamente respecto a su constitucionalidad, sin embargo, al enmendar la plana, entra al
fondo del asunto, es decir, a las razones que justificaron el otorgamiento de dicha gracia, para respaldar de
un lado la revocación del indulto por parte del Presidente, y por otro, considerar que dicha facultad no era
competencia del jefe de Estado, al ser jurídicamente inviable, declarando Infundado el Habeas Corpus
planteado, y corrigiendo la resolución suprema, declara la Nulidad del Indulto concedido.

¿Qué implicaría ese control jurisdiccional que según el TC propugna respecto a las gracias
presidenciales? Irremediablemente, como en el caso referido, ingresar al análisis de fondo de una decisión
que tiene la calidad de inamovible e inmutable.

Pareciera olvidar el TC que el otorgamiento del Indulto, así como las demás gracias presidenciales, es un acto
singular, propio de un acto de gobierno[14], y que los cuestionamientos posteriores a su otorgamiento
serían pasibles de un juicio político a través del mecanismo de Acusación Constitucional, según lo previsto en
el art. 99° de la Constitución Política del Estado, así como la responsabilidad política del Estado, al respecto,
contamos con el voto singular del Magistrado CALLE HAYEN, quien en la Sentencia del caso JAILILIE
AWAPARA, considero que:

“si el Presidente erró o no en conceder el derecho de gracia, no compete a esta instancia cuestionar tal
decisión. En tal caso le queda el juicio político a través de la acusación constitucional que prevé el artículo 99°
de la Constitución Política del Perú, así como la responsabilidad de los ministros conforme a lo señalado en
los artículos 120° y 128° de la acotada. Quiere decir que tal como se ha diseñado la Constitución no hay
límites para el ejercicio del derecho de gracia presidencial”. (el subrayado y negritas es nuestro)

RESPECTO A LA MOTIVACIÓN DE LA RESOLUCIÓN QUE CONCEDE EL INDULTO.-

En la Sentencia emitida en el caso Jaililie Awapara – STC N, 4053-2007-PHC/TC, de fecha 18 de diciembre de


2007, el TC ha señalado entre otros, que una consecuencia directa del carácter jurídico de la Constitución es
el control jurisdiccional de los actos de todos los poderes públicos y de los particulares. Además de fijar una
serie de límites formales y materiales en cuanto al derecho de gracia, señalando entre otros, que la
motivación de la resolución suprema que otorgó el beneficio, considera a futuro debe estar debidamente
motivada a los efectos de que, en su caso, pueda cumplirse con evaluar su compatibilidad o no con la
Constitución Política del Estado.

De otro lado, consideran que si bien la resolución suprema que otorgó el derecho de gracia incurre en falta
de motivación, ello no invalida la resolución adoptada. Y a continuación señalar que en futuros casos en los
que se cuestionen medidas que supongan el otorgamiento de la gracia presidencial, deberá tomarse en
cuenta la necesidad de que toda resolución suprema que disponga dicho beneficio, tenga que aparecer
motivado a los efectos de que, en su caso, pueda cumplirse con evaluar su compatibilidad o no con la
Constitución política del Estado.

Al respecto el postulado expuesto por la doctrina autorizada parece más acorde con la Constitución, pues
partiendo de la premisa que se trata de una facultad DISCRECIONAL sin limitación alguna, no cabe
condicionar su validez o someter a control, si la motivación ha sido o es suficiente.

Para QUIROGA LEON[15], comentando el derecho de gracia como potestad discrecional del Jefe de Estado,
sostiene entre otros: siendo una potestad discrecional y política del Ejecutivo, carece de sentido pedirle
motivación. La motivación solo es requisito esencial del debido proceso en una resolución que resuelve una
controversia de derecho. (…).por lo tanto, como acto administrativo particular, su modo de control sería por
medio de la acción contencioso administrativa que prevé el artículo 148° de la Constitución. Pero la acción
contenciosa solo es residual, es decir, únicamente puede tener al afectado como reclamante frente al Estado
que le niega un derecho particular. Y ese no sería el caso en el derecho de gracia. Por lo tanto, no habría
legitimación ni interés para obrar para cuestionar judicialmente la concesión del derecho de gracia.

De lo expuesto se colige que el ejercicio del derecho de gracia, en cualquiera de sus variantes, no requiere de
motivación alguna, al tratarse de facultades discrecionales del Presidente de la República, así mismo,
tampoco puede estar sometido a ningún tipo de control jurisdiccional, conforme lo hemos señalado a lo
largo de este breve análisis, constituyendo una facultad discrecional del Jefe de Estado, y cualquier tipo de
limitación devendría en Inconstitucional.

[1] Abogada por la Universidad San Martin de Porres. Actualmente cursando la Maestría en Derecho Penal
en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

[2] Sentencia expedida por la Sala Penal Especial – Expediente N. A.V 19-2001, del 07 de abril de 2009.pág.
706. www.pj.gob.pe

[3] Art. 118° inciso 21) de la Constitución Política de 1993:

(….)

conceder indultos y conmutar penas. Ejercer el derecho de gracia (…)”

[4] Art. 139° – Principios de la función jurisdiccional:


13. la prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el
sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada.

[5] VALLE RIESTRA, Javier. AMNISTIA, INDULTO Y GRACIA: COSA JUZGADA IRREVOCABLE E IRREVISABLE. En:
JuS-Constitucional 5/2008. pág. 49-70.

[6] ZAFARRONI, Eugenio Raúl, Tratado de Derecho Penal. Parte General. Ediar. Buenos Aires. 1993. p.40.

[7] ROY FREYRE, Luis E. CAUSAS DE EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL Y DE LA PENA. Editorial Grijley. Enero
1997. Lima. pag. 231.

[8] BUSTOS RAMIREZ, Juan. Manual de Derecho Penal General. 3a ed, Ariel, Barcelona, 1989.p. 412.

[9] Op. Cit. Pág. 70.

[10] Cabe indicar que mediante Decreto Supremo N. 008-2010-JUS, del 22/06/2010, se fusionaron las
comisiones adscritas al Ministerio de Justicia encargadas de evaluar y proponer el otorgamiento de Gracias
Presidenciales, dispositivo legal que en su Disposición Complementaria Derogó entre otras normas, la
Resolución Ministerial N. 193-2007-JUS.

[11] CABANELLAS, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Tomo IV- F-I, 20ª Edición. Ed.
Heliasta SRL, Bs As. 1981. Pág. 317.

[12] BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. ICS Editores. 2ª Edición.
Lima. 1996.pág.88.

[13] Resolución Suprema N. 285-2009-JUS, publicada en el diario oficial El Peruano el 11 de diciembre de


2009.

[14] QUISPE CORREA, Alfredo. Indulto. Acto de Gobierno. Renteria. Lima. 2005. pag. 31.

[15] En: JuS-Constitucional 5/2008. PUNTOS DE VISTA. LA NECESIDAD DE LA PERVIVENCIA DEL DERECHO DE
GRACIA E INDULTO Y SUS FORMAS DE CONTROL EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL. Editorial Grijley. Mayo
5/2008. Pág. 99.

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