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Hay un montón de cosas que parecen mitos y que son las informaciones que se me quedan

clavadas por sus conceptos o significados. Uno de esos detalles, que me gustaría alguna vez
confirmar, es que algunos dados precolombinos de seis caras no van del uno al seis sino del cero al
cinco. Me parece que en la ideología precolombina había un espacio para el vacío y la
improvisación que es donde se crea la magia. Alguna vez, Andrés Soto me dijo que la música
afroperuana era diferente a todas las del mundo porque tenían eso. Un momento musical del vacío.
Que toda la música afro del mundo es repleta, muy de toquecitos y ritmos cortos, pero aquí hay un
momento de vacío. Eso lo puedes sentir en la zamacueca y el landó. En ese vacío es donde se
hacían las cosas más finas en la música afroperuana. Cosa bien rara, porque imagínate que la cosa
afroperuana venga a asociarse con esta cosa que los chinos decían cuando llegaron, que este era el
país de las colinas de arena. Vacío, casi zen.

Después está todo este drama étnico, que desemboca en sarcasmo. No sé si es Basadre el que
cuenta un momento mágico de la sociedad peruana; que es cuando los cholos y los negros luchan
codo a codo, saqueando las bodegas de los chinos durante la invasión chilena de Lima. Esas cosas
son como magias malditas, asociaciones kafkianas. Me he dado cuenta con los años que,
efectivamente, como no tengo la habilidad pictórica de mi abuelo que era un campesino analfabeto
que aprendió a pintar solo y te sacaba el alma en una servilleta, he terminado haciendo un arte de
ingenio. Se puede hacer cosas inteligentes, pero cuando las cosas inteligentes se vuelven
mágicas es cuando realmente vale la pena. Y para eso tiene que haber una dejadez. Por eso te
mencionaba lo del dado, efectivamente antes hubo una capacidad de improvisación mágica, del
último momento; a mí eso me ha salvado de apuros muchas veces.

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