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PRELIMINARES
Presentación editorial
De unos años a esta parte se observa un interés creciente por los temas relacionados con la
salud, cada vez es mayor la demanda de publicaciones de divulgación médica por parte de un
amplio sector de la sociedad. Es por eso que la aparición del Manual Merck de información
médica para el hogar supone la consecución de un importante hito editorial, facilitar por
primera vez a todos los lectores la plena comprensión de estas materias.
En 1899 se publicó El Manual Merck de diagnóstico y terapéutica; a aquella primera edición
siguieron muchas más y hoy en día es el libro de referencia médica más utilizado por los
profesionales de todo el mundo. Con la misma exigencia de calidad y rigor, doscientos
especialistas de reconocido prestigio han dedicado cinco largos años de trabajo a la creación
del Manual Merck de información médica para el hogar. Y han logrado con creces su
propósito, porque el libro que hoy el lector tiene en las manos hace inteligible para todos lo
que antes sólo estaba al alcance del médico.
Por todo ello, OCEANO se siente orgulloso de presentar la primera edición en nuestro idioma
del Manual Merck de información médica para el hogar. Doble motivo de satisfacción si se
tiene en cuenta que este hecho marca, igualmente, un hito en la historia de las publicaciones
médicas en lengua española.
Los Editores
Prólogo
El Manual Merck de información médica para el hogar se presenta de una forma rigurosa pero
simultáneamente accesible y amena para satisfacer la creciente demanda del público para
acceder a una información médica detallada y completa. La presente edición española se basa,
prácticamente en su totalidad, en la obra de El Manual Merck de diagnóstico y terapéutica,
más conocido como El Manual Merck.
Desde su primera edición en 1899, El Manual Merck es la obra de medicina general de más
antigua y continuada publicación en idioma inglés y se ha consolidado como la de mayor
difusión en el ámbito mundial. El libro abarca casi todas las enfermedades que afectan al ser
humano. Se compone de diversas áreas de especialización, como Pediatría, Obstetricia y
Ginecología, Psiquiatría, Oftalmología, Otorrinolaringología, Dermatología y Odontología.
También presenta situaciones especiales como quemaduras, alteraciones producidas por el
calor, reacciones y lesiones causadas por la irradiación, y lesiones deportivas. Ningún otro
libro de medicina cubre tan amplia gama de enfermedades y trastornos.
Para responder a las necesidades del público sobre información médica se han publicado
muchos y buenos libros durante las dos últimas décadas. Aunque El Manual Merck no está
destinado al gran público, es significativo el número de no especialistas que, cada vez más,
adquieren la obra para su uso personal, pero muchos la encuentran difícil de entender. Esto
nos ha llevado a la conclusión de que la gente desea tener acceso a la misma información que
poseen los médicos. Reconociendo este hecho, hemos preparado la traducción de El Manual
Merck para que resulte accesible y atractivo a los no especialistas.
El Manual Merck de información médica para el hogar, contiene casi toda la información de
El Manual Merck para profesionales de la medicina. Sin embargo, no se han conservado
algunos datos, como las descripciones de los soplos del corazón o el aspecto microscópico de
los tejidos enfermos, dado que no es posible que los lectores no especialistas puedan escuchar
los ruidos del corazón ni examinar muestras de tejido.
También se han omitido algunas informaciones de orden terapéutico, ya que la selección de
los fármacos y su posología es muy variable según las situaciones, lo que impide la entrega de
información específica. Por otra parte, el texto se completa con una extensa información sobre
los tratamientos correspondientes a cada una de las enfermedades descritas. Así mismo, en la
sección de fármacos se ha incluido un capítulo acerca de los medicamentos que no requieren
prescripción médica.
Cada sección incorpora una visión general de anatomía y fisiología para ayudar al lector a
orientarse dentro de la estructura y la función de órganos específicos. Se ha conservado una
información completa y clara acerca de las enfermedades, sus causas, su diagnóstico y
tratamiento.
La fuerza de esta obra radica en los conocimientos y la experiencia de sus excepcionales
autores y consultores, y del esfuerzo de los miembros del Comité Editorial. Sus nombres
figuran en las páginas que siguen al sumario. Aunque todos ellos merecen una gratitud que no
es posible expresar aquí del modo que correspondería, sabemos que se sentirán lo
suficientemente recompensados si sus esfuerzos han servido para satisfacer las necesidades
del lector.
El estilo y la organización de este manual poseen unas características muy exclusivas. Para
una provechosa utilización del manual conviene examinar los capítulos de cada sección, los
encabezamientos de cada capítulo y los términos en negrita, los cuales presentan un esquema
que tiene por objeto facilitar al máximo el estudio del texto. Las entradas cruzadas permiten al
lector encontrar referencias de datos adicionales.
Ningún libro puede reemplazar la habilidad y el consejo de un médico, ya que es él quien está
en contacto directo con el paciente. El Manual Merck de información médica para el hogar no
pretende sustituir al médico ni constituirse en un libro de autoconsulta. Es más, esperamos que
la información médica presentada ayude al lector a comunicarse con su médico más
eficazmente y, por lo tanto, a comprender de forma más completa los problemas y sus posibles
alternativas.
Director Editorial
Secciones
El libro está dividido en secciones. Algunas abarcan sistemas de órganos como el ojo, la piel o
el corazón y el sistema circulatorio. La organización en secciones significa que la información
buscada está a su alcance. Por ejemplo, en la sección del corazón y enfermedades del aparato
circulatorio, la aterosclerosis va inmediatamente seguida de una enfermedad coronaria arterial,
provocada por la aterosclerosis. Otras secciones corresponden a especialidades médicas como
trastornos hormonales o enfermedades infecciosas. Tres secciones diferentes tratan los temas
relativos a la salud de hombres, mujeres y niños.
La mayor parte de las secciones dedicadas a un sistema de órganos comienza con un capítulo
en el que se describe la estructura normal del órgano y su función. Una lectura sobre el
funcionamiento del corazón o una consulta de las ilustraciones relativas al corazón, por
ejemplo, pueden ayudar a comprender mejor un trastorno cardíaco específico. Muchas
secciones también incluyen un capítulo en el que se describen las pruebas médicas que se
utilizan para diagnosticar las enfermedades de las que se habla en la sección. Una lectura
sobre una enfermedad coronaria arterial puede remitir al capítulo que describe las pruebas,
como el cateterismo cardíaco utilizado para diagnosticar las enfermedades del corazón.
Capítulos
Algunos capítulos describen una sola enfermedad (como la osteoporosis). Otros se refieren a
enfermedades o trastornos afines (como los de la médula espinal). En cualquier caso, se
comienza generalmente con una definición en letra cursiva de la enfermedad o del trastorno. A
menudo, la información siguiente se organiza por medio de encabezamientos, como las
causas, los síntomas, el diagnóstico, la prevención, el tratamiento y el pronóstico. Dentro del
texto, los términos que aparecen en negrita destacan los temas de mayor importancia.
Algunos capítulos tratan de un síntoma o de algún problema producido por una enfermedad.
Por ejemplo, un capítulo de la sección relativa a las enfermedades de la piel tratará del prurito
y de sus múltiples causas. Puede encontrarse más información sobre las causas específicas del
prurito en otras partes del libro. Un capítulo de la sección relativa a los trastornos de la
nutrición y el metabolismo explica las complejas formas en que el cuerpo mantiene su
equilibrio acidobásico y las múltiples causas y consecuencias de un equilibrio anormal.
Referencias cruzadas
En todo el libro aparecen referencias cruzadas que remiten a otras informaciones importantes
sobre un tema o relativas a dicho tema. Las páginas referenciadas como indicativo de
remitencia se señalan entre paréntesis y se acompañan de un punto de color rojo.
Términos médicos
Se incluyen a menudo términos médicos, por lo general entre paréntesis, junto con el término
común. En la pagina xxiii aparece una lista de prefijos, raíces y sufijos utilizados en la
terminología médica; esta lista puede ayudar a desterrar el misterio del vocabulario polisílabo
de la medicina.
Tablas y figuras
El libro contiene numerosos recuadros que incluyen tablas y figuras ilustrativas. Ayudan a
explicar el contenido del texto y facilitan información adicional o relacionada con el texto.
Información sobre fármacos.
La sección 2 trata de los fármacos y facilita una información comprensible acerca de los
mismos. Los medicamentos aparecen bajo su nombre genérico y no bajo una marca comercial.
El libro no indica la dosis, porque ésta puede variar enormemente, dependiendo de las
circunstancias individuales. Algunos factores como la edad, el sexo, el peso, la talla, la
presencia de una o varias enfermedades y el consumo de otros fármacos, modifican lo que
constituye una dosis segura y eficaz. Con todo, la dosis de un medicamento, así como la
elección del mismo, siempre debe ser específica para cada caso individual.
Pruebas diagnósticas.
Información
Los autores, asesores, revisores y editores de este libro no han ahorrado esfuerzos para
verificar que los tratamientos sean precisos y acordes con los estándares aceptados en el
momento de su publicación. No obstante, la información contenida en este libro puede no ser
aplicable a algún caso individual, debido a circunstancias como las variaciones constantes de
la información, que se producen por la investigación continuada y la experiencia clínica; las
razonables diferencias de opinión entre los expertos; los aspectos especiales de casos
individuales y de situaciones, y la posibilidad de error humano en la preparación de una obra
tan extensa. Se aconseja especialmente al lector que comente la información que aquí se le
facilita con un profesional de la asistencia sanitaria.
Comprensión de términos médicos
A primera vista, la terminología médica puede parecer un idioma extranjero. Sin embargo, la
clave para comprender los términos médicos consiste a menudo en analizar las partículas que
los componen (prefijos, raíces y sufijos). Por ejemplo, espondilosis es una combinación de
“espondilo” que significa vértebra, y “lisis” que significa disolver o degenerar, lo cual quiere
decir degeneración de una vértebra.
Las mismas partículas se utilizan en muchos otros términos médicos. Por ejemplo,
“espondilo”, combinado con “itis”, que significa inflamación, da lugar a espondilitis, una
inflamación de las vértebras. La misma forma prefija combinada con “malacia”, que significa
blando y da lugar a espondilomalacia, un reblandecimiento de las vértebras. Combinada con
“algia”, que significa dolor, da lugar a espondilalgia, dolor de las vértebras. Combinada con
“miel”, que significa médula ósea, e “itis”, que significa inflamación, da lugar a
espondilomielitis, una inflamación de la sustancia medular de las vértebras.
Conocer el significado de un pequeño número de partículas puede ayudar a interpretar un gran
número de términos médicos. La siguiente lista define las partículas más frecuentes.
A E
dactil(o) dedo H
derm(ato) piel
dipl(o) doble hemato sangre
dis dificultad, desorden, imperfección hemi mitad, medio
dors espalda hemo sangre
hepat(o) hígado penia deficiencia
hetero desigual, otro peps, pept estómago o digestión
hidr(o) agua peri alrededor de
hip(o) debajo, deficiencia, situación piel(o) pelvis de riñon
hiper encima, exceso, superioridad pir(o) fiebre, fuego
hipso altura plasia formar
hist(o) tejido plastia reparar
hister(o) útero plati ancho
holo todo pleg(ia) parálisis
homeo semejante, igual pleo más númeroso, más grande
homo semejante, igual pleur(a-o) costado
pnea respiración
I pneum(ato) respirar, aire
pneumon(o) pulmón
iatr(o) doctor pod(o-ía) pie
ide aspecto poie hacer, producir
infra debajo de poli mucho, muchos
inter entre, en medio post después
intra dentro de presbi de edad avanzada
itis inflamación proct(o) ano
pseud(o) falso
L psich(o) mente
lact(o) leche R
lapar(o) abdomen
later(o) situado a un lado radio radio, rayo
leuc(o) blanco rag romper, estallar
lip(o) grasa raqui(o) columna vertebral
lis(is) disolver, degenerar ren(o) riñón
log(o-ía) tratado rin(o) nariz
M S
ocul(o) ojo
odin(o) dolor
oftalm(o) ojo
oma tumor, tumefacción
oofor(o) ovarios
opia visión
opsia examen
orchi(o) testículo
ose(o) hueso
osis estado
oste(o) hueso
ot(o) oído
path(o-ía) enfermedad
ped(o) niño
SECCION 1 > FUNDAMENTOS
CAPITULO 1
Anatomía
La biología es la ciencia que trata de los seres vivos e incluye la anatomía y la fisiología.
La anatomía estudia las estructuras del organismo y la fisiología estudia sus funciones. Dado
que la estructura de los seres vivos es muy compleja, la anatomía abarca desde los
componentes más pequeños de las células hasta los órganos más grandes, así como la relación
de éstos con otros órganos. La anatomía general estudia los órganos tal como aparecen durante
una inspección visual o una disección. Por otra parte, la anatomía celular estudia las células y
sus componentes mediante el uso de instrumental específico como los microscopios; también
utiliza otras técnicas especiales para su observación.
Interior del cuerpo
Células
A pesar de que las células se consideran como la unidad más pequeña de los organismos
vivos, están constituidas por elementos aun menores, cada uno de ellos dotado de una función
propia. El tamaño de las células humanas es variable aunque es siempre microscópico; un
óvulo fecundado es la célula más grande, y sin embargo resulta tan pequeña que no es
perceptible por el ojo humano. Las células humanas están envueltas por una membrana que las
mantiene unidas; no se trata de una simple envoltura ya que esta membrana tiene unos
receptores que permiten a las diversas células identificarse entre sí. Además, estos receptores
son capaces de reaccionar ante sustancias producidas por el organismo así como ante los
fármacos introducidos en él y debido a esta característica pueden seleccionar las sustancias o
los medicamentos que entran en la célula o salen de ella. Las reacciones que tienen lugar en
los receptores a menudo alteran y controlan las funciones celulares. Dentro de la membrana
celular existen dos componentes principales: el citoplasma y el núcleo. El primero contiene
estructuras que consumen y transforman la energía y dirigen las funciones de la célula; el
segundo contiene el material genético de la célula y las estructuras que controlan su división y
reproducción. Son muchas y muy diversas las células que constituyen el organismo y cada una
está dotada de estructura y vida propias. Algunas, como los glóbulos blancos, se mueven
libremente sin adherirse a otras células; en cambio las células musculares están firmemente
unidas entre sí. Las de la piel se dividen y reproducen con rapidez; las nerviosas, por el
contrario, no se reproducen en absoluto. Así mismo determinadas células, sobre todo las
glandulares, tienen como función principal la producción de sustancias complejas como
hormonas o enzimas. Por ejemplo, las células de las mamas producen leche; las del páncreas,
insulina; las del revestimiento de los pulmones, mucosidad y las de la boca, saliva. Por último,
existen otras células cuya función primordial no es la producción de sustancias, como las
células que se encargan de la contracción, tanto de los músculos como del corazón. También
es el caso de las células nerviosas que conducen impulsos eléctricos y permiten la
comunicación entre el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) y el resto del
organismo.
Tejidos y órganos
Se denomina tejido a una agrupación de células relacionadas entre sí, aunque no idénticas,
que forman un conjunto para llevar a cabo funciones específicas. Cuando se analiza al
microscopio una muestra de tejido (biopsia), se observan diversos tipos de células, aunque el
interés del médico se centre en un tipo determinado.
Los órganos desempeñan las funciones del organismo y cada órgano está provisto de una
estructura diferenciada capaz de desarrollar funciones específicas. Es el caso del corazón, los
pulmones, el hígado, los ojos y el estómago. Distintos tejidos y, por lo tanto diversas células,
intervienen en la constitución de un órgano. El corazón está formado por tejido muscular que
al contraerse produce la circulación de la sangre; también está constituido por tejido fibroso
que forma las válvulas y por células especiales que controlan la frecuencia y el ritmo
cardíacos. El globo ocular está formado por células musculares que abren o contraen la pupila,
por células transparentes que constituyen el cristalino y la córnea, y por otras que producen
fluidos que ocupan el espacio entre la córnea y el cristalino. También está formado por células
fotosensibles y células nerviosas que llevan los impulsos al cerebro. Incluso un órgano tan
simple en apariencia como la vesícula biliar contiene distintas células. Unas son las células de
revestimiento interior resistentes a los efectos irritantes de la bilis, otras son las musculares,
que se contraen para expulsar la bilis, y otras las que forman la pared externa fibrosa que
contiene la vésicula.
Interior de la célula
Si bien existen distintos tipos de células, la mayoría posee los mismos componentes. Una célula consta de un núcleo, un citoplasma y la membrana celular;
ésta constituye su límite y regula los intercambios con el exterior. El núcleo controla la producción de proteínas y contiene cromosomas, el material genético
de la célula, y un nucléolo que produce ribosomas. El citoplasma es un material fluido con organelas, las cuales se consideran los órganos de la célula. Por
su parte, el retículo endoplasmático transporta materiales en el interior de la célula. Los ribosomas producen proteínas, que son agrupadas por el aparato de
Golgi a fin de que abandonen la célula. Las mitocondrias generan la energía necesaria para las actividades celulares. Los lisosomas contienen enzimas que
pueden descomponer las partículas que entran en la célula. Por ejemplo, ciertos glóbulos blancos (una variedad de las células de la sangre) ingieren las
bacterias que luego destruyen las enzimas lisosómicas. Por último, los centríolos participan en la división de la célula.
Sistemas orgánicos
Otras comunicaciones químicas son menos espectaculares pero igual de efectivas. A este
respecto, cuando el cuerpo se deshidrata y por lo tanto necesita más agua, decrece el volumen
de sangre que circula por el sistema cardiovascular. Esta disminución la perciben los
receptores de las arterias del cuello que responden enviando impulsos a través de los nervios
hacia la hipófisis, una glándula situada en la base del cerebro, que produce entonces la
hormona antidiurética, la que a su vez estimula al riñón para que disminuya la producción de
orina y retenga más agua. Simultáneamente, la sensación de sed que se percibe en el cerebro
estimula la ingestión de líquidos.
El cuerpo además está dotado de un grupo de órganos, el sistema endocrino, cuya función
principal es la de producir hormonas que regulen el funcionamiento de los demás órganos. La
glándula tiroides produce la hormona tiroidea que controla el ritmo metabólico (velocidad de
las funciones químicas del cuerpo), el páncreas produce la insulina, que controla el consumo
de azúcares, y las glándulas suprarrenales producen la adrenalina, que estimula a varios
órganos y prepara al organismo para afrontar el estrés.
Por extraño que parezca, no es fácil definir qué es lo que está dentro o fuera del cuerpo ya
que éste tiene varias superficies. La piel como tal es en realidad un sistema que forma una
barrera que impide la entrada de sustancias nocivas en el organismo. Aunque lo cubra una fina
capa de piel, el canal auditivo se considera como una parte interior del cuerpo porque penetra
en la profundidad de la cabeza. El aparato digestivo es un largo tubo que comienza en la boca,
serpentea a lo largo del cuerpo y desemboca en el ano; no es fácil determinar si los alimentos
que se absorben parcialmente a medida que pasan por este tubo se encuentran dentro o fuera
del cuerpo. De hecho, los nutrientes y líquidos no están en el interior del organismo hasta el
momento en que son absorbidos y entran en el flujo sanguíneo.
El aire entra por la nariz y la garganta pasando por la tráquea hasta las extensas
ramificaciones de las vías respiratorias pulmonares (bronquios). Podríamos preguntarnos en
qué punto este sistema de conducción deja de ser exterior para convertirse en interior, puesto
que el oxígeno que está dentro de los pulmones no es útil para el cuerpo hasta que no pasa al
flujo sanguíneo. Para ello, el oxígeno debe atravesar una fina capa de células que recubren los
pulmones y que actúan como barrera contra los virus y las bacterias que contiene el aire
inspirado, como los gérmenes de la tuberculosis. Sin embargo, estos microorganismos no
producen trastornos a menos que penetren en las células o en el flujo sanguíneo. La mayoría
de los organismos infecciosos no causan enfermedades gracias a varios mecanismos de
protección que tienen los pulmones, como los anticuerpos que combaten las infecciones y las
células ciliadas que expulsan los desechos de las vías respiratorias.
Además de separar el exterior del interior, las superficies del cuerpo mantienen en su lugar
las sustancias y estructuras del cuerpo, haciendo que funcionen correctamente. Es evidente
que los órganos internos no flotan en un charco de sangre, sino que ésta circula normalmente
dentro de los vasos sanguíneos. Si la sangre sale de los vasos sanguíneos hacia otras partes del
cuerpo (hemorragia), se pueden producir lesiones graves, y no sólo porque deja de llevar
oxígeno y nutrientes a los tejidos. A modo de ejemplo, una hemorragia muy pequeña en el
cerebro destruye parte del tejido cerebral ya que no puede extenderse más allá de los límites
del cráneo; en cambio, una cantidad similar de sangre en el abdomen no destruye los tejidos.
El diseño del cuerpo humano es admirable. La mayoría de sus órganos dispone de una
buena capacidad adicional o de reserva; de hecho funcionan de forma adecuada aunque estén
deteriorados. Por ejemplo, se tendrían que destruir más de dos tercios del hígado antes de que
se produjeran consecuencias graves. Una persona puede sobrevivir a la extirpación quirúrgica
de un pulmón, siempre que el funcionamiento del otro sea normal. Sin embargo, otros órganos
no pueden funcionar adecuadamente si llegan a sufrir leves trastornos. Si un ictus destruye una
pequeña cantidad del tejido nervioso en determinadas regiones del cerebro, la persona puede
quedar incapacitada para hablar, mover una extremidad o mantener el equilibrio. Un infarto de
miocardio destruye el tejido cardíaco y puede causar un leve deterioro en su capacidad para
bombear la sangre; puede también causar la muerte.
Si bien es cierto que las enfermedades afectan a la anatomía del organismo, también los
cambios en la anatomía pueden causar enfermedades. Tumores como el cáncer destruyen
directamente el tejido sano o lo comprimen hasta que acaban destruyéndolo. Si se obstruye o
interrumpe el flujo de sangre hacia un tejido, éste se destruye (infarto), como en un ataque
cardíaco (infarto de miocardio) o un ictus (infarto cerebral).
Entre los métodos para observar las estructuras internas a través de la imagen también
cabría destacar la ecografía, basada en la utilización de ondas sonoras (ultrasonidos); la
resonancia magnética (RM), que se basa en el movimiento de los átomos dentro de un campo
magnético; la gammagrafía o las imágenes que proporciona ésta gracias a la utilización de
isótopos radiactivos (para ello se inyectan en el cuerpo elementos químicos radiactivos).
Todas estas técnicas permiten observar el interior del cuerpo y, a diferencia de la cirugía, no
son procedimientos invasivos.
Dada la importancia de la anatomía en medicina, casi todas las secciones de este Manual
empiezan por describir la anatomía de un sistema determinado. Las ilustraciones se centran en
aquella parte de la anatomía que se esté tratando.
CAPITULO 2
Genética
El núcleo de cada una de las células del organismo contiene el denominado material
genético, es decir las espirales de ADN (ácido desoxirribonucleico) dispuestas de manera
compleja para formar los cromosomas. Las células humanas contienen 23 pares de
cromosomas (46 en total), incluidos un par de cromosomas sexuales.
La molécula de ADN es una hélice larga y doble, semejante a una escalera de caracol. Los
eslabones de esta cadena, que determinan el código genético de cada individuo, se componen
de pares de cuatro tipos de moléculas denominadas bases (adenina, timina, guanina y
citosina). La adenina se empareja con la timina y la guanina con la citosina. El código
genético está escrito en tripletes, de manera que cada grupo de tres eslabones de la cadena
codifica la producción de uno de los aminoácidos, los cuales son los componentes que
constituirán las proteínas.
La hélice de ADN se abre longitudinalmente cuando una parte de esta molécula controla
activamente alguna función de la célula. Una rama de la hélice abierta queda inactiva mientras
que la otra actúa como patrón para formar una rama complementaria de ARN (ácido
ribonucleico). Las bases del ARN se ordenan en la misma secuencia que las bases de la rama
inactiva del ADN, con la diferencia de que el ARN, en vez de timina, contiene una base
denominada uracilo. La copia de ARN, llamada ARN mensajero (ARNm), se separa del ADN,
abandona el núcleo, pasa al citoplasma de la célula y se une a los ribosomas, donde tiene lugar
la biosíntesis de las proteínas. El ARNm transmite al ribosoma la información sobre la
secuencia de aminoácidos que se necesitan para construir una proteína específica y el ARN
transportador (ARNt), un tipo de ARN mucho más pequeño, conduce los aminoácidos al
ribosoma. Cada molécula de este ARNt transporta e incorpora un aminoácido a la cadena de
proteína que se está sintetizando.
Un gen contiene la información necesaria para construir una proteína. Los genes varían de
tamaño según el tamaño de la proteína y se ordenan en una secuencia específica en los
cromosomas. Se denomina "locus" a la localización de cada gen en particular.
Los dos cromosomas sexuales determinan el sexo del feto. El varón tiene un cromosoma
sexual X y uno Y; la mujer tiene dos cromosomas X, de los cuales sólo uno es activo. El
cromosoma Y contiene relativamente pocos genes pero uno de ellos determina el sexo. En los
varones se expresan casi todos los genes del cromosoma X, ya sean dominantes o recesivos.
Los genes del cromosoma X se denominan genes ligados al sexo o al cromosoma X.
Dado que la mujer tiene dos cromosomas X, posee el doble de genes de cromosomas X
que un varón. En principio este hecho debería provocar un exceso de algunos genes. De todas
formas, se cree que uno de los dos cromosomas X de cada célula femenina se inactiva al
principio de la vida del feto, exceptuando los cromosomas de los óvulos en los ovarios. El
cromosoma X inactivo (cuerpo de Barr) se observa al microscopio como una protuberancia
densa en el núcleo de la célula.
La inactivación del cromosoma X explica ciertas constataciones, como, por ejemplo, que
el exceso de cromosomas X cause muchas menos anomalías del desarrollo que el exceso de
cromosomas no sexuales (autosómicos). Al parecer, esto se debe a que sólo queda un
cromosoma X activo, cualquiera que sea la dotación de cromosomas X de un individuo. En la
mujer con tres cromosomas X (síndrome de triple X) con frecuencia no se manifiestan
alteraciones físicas ni psicológicas. Por el contrario, un cromosoma autosómico adicional
(trisomía) puede ser mortal durante la primera fase del desarrollo fetal. Un bebé nacido con un
cromosoma autosómico adicional presenta graves trastornos físicos y mentales. De la misma
manera, la ausencia de un cromosoma autosómico siempre es mortal para el feto pero la
ausencia de un cromosoma X en general provoca trastornos menos graves (síndrome de
Turner).
Son bastante frecuentes las anomalías de uno o más genes, sobre todo de los recesivos.
Cada individuo tiene de seis a ocho genes recesivos anormales, los cuales provocarán un
funcionamiento anormal de las células sólo si existen dos similares. Las probabilidades de que
eso ocurra son escasas en la población general; no obstante, aumentan en niños de padres con
parentesco cercano, al igual que en aquellos grupos cerrados que se casan entre sí, como lo
demuestran los estudios adelantados con los miembros de las comunidades religiosas Amish y
Menonitas.
Todas las características diferenciales hereditarias (rasgos) están codificadas por los genes.
Algunas, como el color del cabello, simplemente diferencian a una persona de otra y no se
consideran anormales. Sin embargo, una enfermedad hereditaria puede ser el resultado de
características anormales que aparecen como expresión de un gen anormal.
· Los individuos con un rasgo determinado tienen como mínimo un progenitor con ese
rasgo, a menos que éste sea producto de una nueva mutación.
· Con frecuencia la causa de los rasgos genéticos anormales se debe más a nuevas
mutaciones genéticas que a la herencia de los padres.
· Cuando uno de los progenitores tiene un rasgo anormal que el otro no tiene, cada
descendiente tendrá un 50 por ciento de probabilidades de heredarlo y un 50 por ciento
de no hacerlo. Sin embargo, todos sus hijos lo tendrán si el progenitor con el rasgo
anormal tiene dos copias del gen anormal, aunque esta circunstancia es muy poco
frecuente.
· Un individuo que no tiene el rasgo anormal no es portador del gen y, aunque sus
hermanos sí lo tengan, no puede transmitirlo a su descendencia.
· Tanto los varones como las mujeres tienen la misma probabilidad de resultar
afectados.
· La anomalía puede aparecer, y de hecho habitualmente lo hace, en todas las
generaciones.
Los siguientes principios se aplican a rasgos determinados por un gen recesivo:
· Prácticamente en todos los individuos con el rasgo se encontrará que ambos
progenitores tienen el gen, aunque no tengan el rasgo.
· Las mutaciones son responsables de la expresión del rasgo sólo en muy raras
ocasiones.
· Cuando uno de los progenitores posee el rasgo y el otro tiene un gen recesivo pero no
tiene el rasgo, es probable que la mitad de sus hijos tenga el rasgo; los demás serán
portadores con un gen recesivo. Si el progenitor sin el rasgo no tiene el gen recesivo
anormal, ninguno de sus hijos tendrá el rasgo pero todos sus hijos heredarán un gen
anormal que podrán transmitir a su descendencia.
· Es probable que un individuo cuyos hermanos tengan el rasgo anormal sea portador
de un gen anormal, aunque él mismo no tenga tal rasgo.
· Tanto los varones como las mujeres tienen la misma probabilidad de resultar
afectados.
· En general la anormalidad no aparece en todas las generaciones, a menos que ambos
progenitores tengan el rasgo.
Los genes dominantes que causan enfermedades graves son raros y tienden a desaparecer
porque los portadores, con frecuencia, están demasiado enfermos para tener hijos. No obstante
hay excepciones, como la corea de Huntington, que causa un grave deterioro de las funciones
cerebrales y que comienza por lo general después de los 35 años. Debido a esta peculiaridad,
la aparición de los síntomas puede ser posterior al nacimiento de los hijos.
Es importante tener en cuenta que los genes recesivos sólo se expresan visiblemente
cuando se tienen dos de ellos. Un individuo con un gen recesivo no tiene el rasgo aunque sea
portador del mismo y pueda transmitirlo a sus hijos.
La escasez de genes del cromosoma Y en los varones hace que los genes del cromosoma
X (ligados al X o ligados al sexo), sean éstos dominantes o recesivos, estén casi siempre sin
pareja y que por lo tanto se expresen. Pero en las mujeres, debido a que tienen dos
cromosomas X, se aplican los mismos principios a los genes ligados al cromosoma X que a
los genes de cromosomas autosómicos; es decir, a menos que los dos genes de un par sean
recesivos, sólo se expresarán los genes dominantes.
En el caso de que un gen anormal ligado al cromosoma X sea dominante, los varones con
esta afección transmitirán la anomalía a todas sus hijas pero a ninguno de sus hijos porque
éstos reciben el cromosoma Y, que no posee el gen anormal. Por el contrario, las mujeres
afectadas con un solo gen anormal transmitirán la anomalía a la mitad de sus hijos, tanto
varones como mujeres.
Si un gen anormal ligado al cromosoma X es recesivo, casi todos los que posean el rasgo
serán varones. Los varones sólo transmiten el gen anormal a sus hijas, las cuales se convierten
en portadoras. En cambio, las madres portadoras no poseen el rasgo pero transmiten el gen a
la mitad de sus hijos varones, que generalmente lo tendrán. Aunque ninguna de sus hijas tenga
el rasgo, la mitad de ellas serán portadoras.
El daltonismo o incapacidad de percibir los colores rojo y verde, trastorno causado por un
gen recesivo ligado al cromosoma X, afecta a un 10 por ciento de los varones pero es poco
habitual entre las mujeres.
En los varones, el gen que provoca el daltonismo proviene de una madre con el mismo
trastorno o que tiene una visión normal pero es portadora del gen que lo provoca. Por ello,
nunca proviene del padre, que es quien proporciona el cromosoma Y. Es poco frecuente que
las hijas de padres daltónicos tengan este trastorno, aunque siempre sean portadoras del gen
del daltonismo.
Herencia codominante
Dentro de cada una de las células se hallan las mitocondrias, minúsculas estructuras que
proporcionan energía a la célula y que contienen un cromosoma circular. Varias enfermedades
poco frecuentes se deben a la transmisión de genes anormales que contiene dicho cromosoma
mitocondrial.
Cuando un óvulo es fertilizado, sólo las mitocondrias del óvulo forman parte del feto en
desarrollo, por lo que todas las mitocondrias del esperma son eliminadas.
Las células cancerígenas pueden contener oncogenes, o sea, genes que provocan el cáncer
(genes tumorales). En ocasiones se trata de versiones anormales de los genes responsables del
crecimiento y del desarrollo que están presentes sólo en el feto y que en general se desactivan
de forma permanente después del nacimiento. Si estos oncogenes se reactivan más adelante,
en cualquier momento de la vida, pueden, como consecuencia, causar cáncer. Se desconoce la
causa de la reactivación de estos oncogenes.
Tecnología genética
Diversos procedimientos se emplean para obtener las copias necesarias de un gen para su
estudio. La clonación es el método que permite lograr reproducciones de un gen humano en el
laboratorio. Habitualmente, el gen que se copia se une al ADN del interior de una bacteria y,
cada vez que ésta se reproduce, realiza una copia exacta de todo su ADN, incluyendo el gen
añadido. Como las bacterias se multiplican muy rápidamente, en poco tiempo se producen
millones de copias del original.Otra técnica para copiar el ADN utiliza la reacción en cadena
de la polimerasa (PCR). Un segmento específico de ADN que contiene un gen específico
puede ser copiado (amplificado) más de 200 000 veces en el laboratorio, en cuestión de horas.
El ADN de una sola célula es suficiente para iniciar una reacción en cadena de la polimerasa.
Todas las especies envejecen y experimentan notables cambios desde su nacimiento hasta
la muerte. A partir de esta evidencia la ciencia propone diversas teorías sobre las causas del
envejecimiento, aunque ninguna ha sido comprobada. A fin de cuentas, de cada teoría se
pueden extraer algunas de las causas por las cuales la gente envejece y muere.
La gravedad de la afección aumenta con la edad, hasta que varias células no pueden
funcionar normalmente o se destruyen y, cuando esto ocurre, el organismo muere. Las
distintas especies envejecen a un ritmo diferente según la producción y la respuesta por parte
de las células a los radicales libres.
Cambios corporales
Con la edad cambian varios aspectos perceptibles en el cuerpo humano. Tal vez, la
primera indicación de envejecimiento aparece cuando el ojo enfoca con dificultad los objetos
cercanos (presbicia). La lectura sin usar lentes resulta en general difícil para mucha gente
hacia los 40 años. La capacidad auditiva también cambia con la edad, siendo frecuente la
pérdida de cierta capacidad para oír los tonos más agudos (hipoacusia). De ahí que las
personas mayores pueden considerar que la música del violín ya no suena tan emocionante
como cuando eran jóvenes; también, al no percibir la tonalidad aguda de la mayor parte de las
consonantes cerradas, pueden pensar que los demás están murmurando.En la mayoría de los
individuos la proporción de grasa corporal aumenta con la edad en más del 30 por ciento. Su
distribución también varía. En efecto, hay menos grasa bajo la piel y más en la zona
abdominal y en consecuencia la piel se vuelve más fina, arrugada y frágil, y también cambia la
forma del cuerpo.
Por ello, no es sorprendente que disminuyan con la edad casi todas de las funciones
internas, cuyo pico máximo de eficacia se sitúa en la franja de los treinta años. A partir de esa
edad se inicia un descenso gradual pero continuo. A pesar de esta pérdida, la mayoría de las
funciones continúan siendo adecuadas durante el resto de la vida porque la capacidad
funcional de casi todos los órganos es superior a la que el cuerpo necesita (reserva funcional).
Por ejemplo, aunque se destruya la mitad del hígado, el tejido hepático restante es
suficiente para mantener un funcionamiento normal. Por lo general, son las enfermedades,
más que el envejecimiento normal, las que explican la pérdida de la capacidad funcional en la
vejez. Aun así, el decaimiento de las funciones incide en la predisposición de los ancianos a
sufrir los efectos adversos de los fármacos, los cambios ambientales, el efecto de las
sustancias tóxicas y las enfermedades.
Aunque la calidad de vida se altera poco con el decaimiento de las funciones de algunos
órganos, el deterioro de ciertos órganos puede afectar seriamente a la salud y al bienestar.
Por ejemplo, en la vejez la cantidad de sangre que el corazón puede bombear cuando el
cuerpo está en reposo no se reduce demasiado; en cambio cuando el esfuerzo es máximo, la
disminución que se produce es significativa. Esto supone que los atletas mayores no serán
capaces de competir con los atletas más jóvenes.
Por otra parte, los cambios en el funcionamiento del riñón pueden afectar gravemente la
capacidad de las personas mayores para eliminar ciertos fármacos del organismo.
En general, es muy difícil determinar cuáles son los cambios que se relacionan con el
envejecimiento y cuáles dependen del estilo de vida que haya llevado cada individuo. Varios
órganos pueden sufrir daños en un grado mucho mayor que el causado por el envejecimiento,
como en el caso de las personas que llevan un estilo de vida sedentario, una dieta inadecuada,
que fuman y abusan del alcohol y de las drogas. Los individuos expuestos a sustancias tóxicas
pueden experimentar un decaimiento más marcado o más rápido en algunos órganos,
especialmente los riñones, los pulmones y el hígado. Los individuos que han trabajado en
ambientes ruidosos tendrán más probabilidades de perder la capacidad auditiva. Algunos
cambios se pueden prevenir si se adopta un estilo de vida más saludable. Por ejemplo, dejar de
fumar a cualquier edad, incluso a los 80 años, mejora el funcionamiento de los pulmones y
disminuye las probabilidades de un cáncer del pulmón. Y, a cualquier edad, la actividad física
ayuda a mantener en forma los músculos y los huesos.
Consecuencias de las enfermedades
Las personas mayores padecen la enfermedad de una manera diferente de los adultos más
jóvenes, e incluso pueden tener síntomas distintos. Por ejemplo, la disminución de la función
tiroidea causa en general un aumento de peso y una sensación de pereza en las personas más
jóvenes. En los mayores el hipotiroidismo puede además provocar confusión, que por error se
puede considerar como demencia. Por el contrario, una glándula tiroides hiperactiva a menudo
provoca inquietud y pérdida de peso en los jóvenes; pero en los mayores es causa de
somnolencia, introversión, depresión y confusión. En el adulto joven, la depresión aumenta la
propensión al llanto, la introversión y la tristeza. Sin embargo, en las personas de edad
avanzada la depresión puede causar confusión, pérdida de la memoria y apatía, síntomas que
pueden interpretarse por error como los de la demencia. El fallecimiento de la gente mayor ya
no se produce por afecciones agudas como un infarto cardíaco, una fractura de cadera o una
neumonía. Hoy en día se pueden tratar y controlar estas enfermedades aunque sean incurables.
Los factores socioeconómicos modifican con frecuencia la forma en que las personas
mayores buscan y reciben cuidados; a menudo tienden a ocultar los problemas cuando son
poco importantes; tampoco solicitan atención médica hasta que los trastornos se vuelven más
graves.
En la edad avanzada, se tiende además a padecer más de una enfermedad a la vez, y cada
enfermedad puede influir en las otras. Por ejemplo, la depresión puede empeorar la demencia
y la diabetes puede agravar una infección.
Hace un siglo la mayoría de las personas fallecía al poco tiempo de sufrir una lesión
traumática o de contraer una infección grave; otras personas tenían poca esperanza de vida
una vez que se les diagnosticaba una enfermedad del corazón o un cáncer. Así que la muerte
era una experiencia familiar y, en estos casos, no se esperaba más que los cuidados paliativos
por parte de los médicos
Cuando se dice que alguien se está muriendo significa, por lo general, que el desenlace se
espera en horas o días, aunque también se aplica a las personas de edad muy avanzada y
delicadas o a las afectadas de una enfermedad
mortal como el SIDA. La mayoría de las personas
con enfermedades crónicas viven durante muchos
años aunque sufran limitaciones en su actividad
física, precisamente a causa de enfermedades
como las cardíacas, algunos tipos de cáncer, el
enfisema, la insuficiencia renal o hepática, la
enfermedad de Alzheimer y otros trastornos
mentales.
Pronóstico de la muerte
Muchas veces se debe elegir entre la alternativa de una muerte rápida pero en lo posible
confortable o vivir un poco más recibiendo un tratamiento agresivo. Este último puede
prolongar el período de agonía, aumentar la aflicción y la dependencia por parte del paciente y
disminuir su bienestar. A pesar de estos inconvenientes, los pacientes y sus familiares pueden
pensar que si existe alguna oportunidad de supervivencia es mejor intentar tales terapias, aun
cuando la esperanza de curación sea poco realista. Cuando el propio paciente moribundo u
otras personas en su lugar toman estas decisiones, se plantean cuestiones de orden moral,
filosófico y religioso.
Durante la agonía
La agonía también sigue otro curso; a veces, un paciente tratado en el hospital con una
terapia agresiva a consecuencia de una enfermedad grave, puede empeorar de repente y sólo
se sabe que se está muriendo algunas horas o días antes de fallecer. Sin embargo, es cada vez
más común agonizar con una lenta disminución de las capacidades y durante un largo período
de tiempo, a veces con episodios de síntomas graves. Los trastornos neurológicos como la
enfermedad de Alzheimer siguen este esquema, al igual que el enfisema, la insuficiencia
hepática, la insuficiencia renal y otras afecciones crónicas. Las enfermedades graves del
corazón provocan con el tiempo incapacidad, y causan graves síntomas de manera
intermitente; pero, en general, la muerte acontece súbitamente por trastornos del ritmo
cardíaco (arritmia). Es fundamental que tanto el enfermo como su familia sepan cuál será la
evolución de la enfermedad a fin de que tomen las decisiones oportunas. Así, cuando sea
probable la muerte por arritmia, deben estar preparados para un desenlace fatal en cualquier
momento; en cambio, el decaimiento que precede a la muerte en casos de cáncer es una
advertencia de que quedan pocos días.
Para obtener la mejor calidad de vida durante una enfermedad mortal, debe existir una
comunicación honesta y abierta entre el médico y el paciente sobre las preferencias del
paciente en cuanto a los cuidados que desea recibir al final de su vida. El médico debe
asesorarle de forma imparcial sobre las posibilidades de recuperación y de invalidez durante
los distintos tipos de tratamiento, y después de los mismos. El paciente debe tomar una
decisión conforme a esta información y comunicársela al médico y a su propria familia.
Además, el paciente debe indicar cuál es el tratamiento que desea elegir, cuáles son los límites
que desea fijar a este tratamiento, el lugar donde quiere morir y qué espera que se haga cuando
llegue la muerte.
Para elegir un médico, la persona afectada debería indagar sobre los cuidados que éste le
puede ofrecer al final de su vida: ¿Tiene suficiente experiencia en el cuidado de pacientes
terminales? ¿Atiende el médico al paciente hasta la muerte en cualquier lugar, ya sea en casa o
en centros para enfermos terminales? ¿Trata todos los síntomas (cuidados paliativos) en los
momentos finales? ¿Está familiarizado el médico con los centros de asistencia, la fisioterapia
y los servicios de terapia ocupacional de la comunidad? ¿Quién puede acceder a éstos, cuáles
son las condiciones de pago y cómo ayudar al paciente y a su familia para obtener cuidados
más constantes e intensivos cuando sea necesario?
· ¿Qué tratamientos están disponibles en dicho sistema? ¿Qué información existe sobre
su actividad?
· ¿Cómo puede un paciente tomar contacto con otros pacientes, o con familiares de
éstos, que hayan recibido tratamiento en el mismo lugar?
· ¿Están disponibles tratamientos en período de prueba? ¿Cómo reaccionaron los
pacientes al recibirlos?
· ¿De qué manera se efectúa el pago de estos tratamientos?
Una vez formuladas las preguntas y estudiadas las respuestas, los pacientes y
familiares deben preguntar a continuación:
· ¿Han sido sinceras las respuestas a sus preguntas?
· ¿Recibirán el apoyo médico, emocional y financiero necesarios con este sistema?
· ¿Se ajustará a sus preferencias y planes específicos?
Un paciente puede dar instrucciones sobre el tipo de atención que desea recibir antes de
necesitarla, si por alguna razón no pudiera decidir por sí mismo llegado el caso. Tales
directrices pueden indicar objetivos y cuestiones de orden filosófico, pero deben ser más
específicas a medida que evoluciona la enfermedad. Aunque dichas directrices pueden
registrarse como "últimos deseos", por lo general es suficiente una carta escrita por el paciente
o un documento con sus indicaciones en el expediente médico.
Los pacientes deben tener plena consciencia de su estado y de las opciones que tienen, a
fin de tomar decisiones sobre sus instrucciones anticipadas. Por lo tanto es necesario que
consulten con el médico, para que las instrucciones sean específicas y útiles. Además, éstas se
comunicarán a todo el personal sanitario que participa en el tratamiento y cuidado del
paciente, ya que una falta de información al respecto puede convertir en irrelevante la
orientación anticipada. Un paciente que prefiera morir en su casa y que no desee la
reanimación, debe solicitar al médico que comunique su voluntad al personal de urgencias
para que no lo trasladen a un hospital ni lo sometan a reanimación. Igualmente, los miembros
de la familia deben conocer tales decisiones.
El paciente, la familia y el personal sanitario deben ser realistas con respecto a las
probabilidades de que acontezca la muerte, deben dialogar sobre las posibles complicaciones y
planificar cómo afrontarlas. Sin embargo, ver las cosas objetivamente es difícil cuando
suceden imprevistos y cuando las reacciones emotivas dificultan las decisiones. Algunas
decisiones son menos importantes de lo que parece, como la de permitir o no la reanimación
(único tratamiento que se aplica automáticamente en el hospital). La orden de no proceder a la
reanimación tiene sentido en pacientes cuya muerte se puede prever. Sin embargo, tal decisión
no debe ser necesariamente una carga para los familiares. Es poco probable que el paciente
obtenga algún beneficio de una reanimación asistida. De todos modos, la reanimación puede
estar prohibida en las instrucciones establecidas anticipadamente, al igual que los alimentos y
el agua administrados por sonda (nutrición e hidratación artificial) que no siempre son útiles
para un enfermo terminal.
Existen otras decisiones que afectan de forma sustancial al paciente y a sus familiares y
por ello requieren mayor atención. Por ejemplo, la familia puede desear que el paciente
permanezca en el hogar, en un ambiente de apoyo familiar y no en un hospital. A este
respecto, la familia debe insistir para que los médicos y el personal sanitario colaboren en
hacer planes específicos que satisfagan estas preferencias. La hospitalización puede ser objeto
de un rechazo explícito.
Cuando la muerte es inminente, a veces se intenta probar un último tratamiento y es
frecuente que esto lleve a un deterioro del bienestar del paciente en sus últimos días. El
paciente y su familia deben ser escépticos con respecto a tales tratamientos. A medida que la
muerte se aproxima, el objetivo del tratamiento debe ser paliativo, es decir, únicamente
dirigido a evitar el sufrimiento.
Suicidio
En algunos casos, los pacientes moribundos y sus familias contemplan la posibilidad del
suicidio, sobre todo desde que el debate público relacionado con este tema crece en
importancia. La causa de estas consideraciones son en su mayoría motivadas por la soledad, la
sensación de inutilidad o síntomas incontrolables. Hablar del suicidio con el médico puede
servir de ayuda; el médico puede aplicar un tratamiento más eficaz contra el dolor, asegurar
que se aprecia y valora al paciente y a su familia, y puede ayudarles a encontrar un sentido a la
vida. Aun así, algunos pacientes, a veces de acuerdo con sus familias, infortunadamente optan
por el suicidio, como alivio a una situación intolerable, o por ejercer su autonomía decidiendo
cómo y cuándo morir.
Aceptación de la muerte
Por lo general, la gente rechaza la idea cuando se les dice que morirán a causa de su
enfermedad; se sienten confusos, inquietos, enojados o tristes y se encierran en sí mismos.
Cuando se superan estos sentimientos, comienzan a prepararse para la muerte, lo que en
ocasiones significa terminar un trabajo de toda la vida, poner en orden las cosas con la familia
y los amigos y aceptar lo inevitable.
Para algunos pacientes y sus familiares son importantes las cuestiones de orden espiritual
y religioso. El servicio religioso y los asistentes sanitarios forman parte del equipo terapéutico
en algunos hospitales y centros de atención médica, y pueden facilitar al paciente y a sus
familiares la ayuda espiritual apropiada si ellos no conocen a un sacerdote u otro consejero
espiritual.
No es nada fácil prepararse para una muerte serena y los altibajos emocionales son
constantes. Sin embargo, para la mayoría de las personas es un momento de raciocinio y
crecimiento espiritual. Un paciente moribundo y su familia pueden obtener una profunda
sensación de paz hablando y aclarando antiguos rencores.
Muchas enfermedades mortales producen síntomas similares, como el dolor, el ahogo, los
trastornos gastrointestinales, las lesiones de la piel y el agotamiento. También pueden
manifestarse depresiones, ansiedad, confusión, delirio, pérdida de conocimiento e invalidez.
Dolor
Existe un sentimiento generalizado de temor al dolor cuando hay que afrontar la muerte.
Sin embargo, habitualmente el dolor se puede controlar, permitiendo el estado de consciencia
del paciente y que éste se sienta integrado en el mundo que le rodea y cómodo. Se aplican
diversos métodos para controlar y aliviar el dolor. La radioterapia es útil en los dolores
provocados por el cáncer. La fisioterapia o los analgésicos como el paracetamol
(acetaminofén) y la aspirina se usan para controlar los dolores más leves. En algunas personas
se alcanza un alivio eficaz con hipnosis o con biorretroalimentación, que no tienen efectos
adversos notables. Aun así, a menudo se requieren calmantes como la codeína y la morfina.
Los sedantes administrados por vía oral alivian el dolor durante varias horas; los fármacos
más fuertes se administran en inyecciones. Ya que la adicción a los fármacos no debe
constituir ningún problema, se debe administrar una medicación adecuada desde el principio
en lugar de esperar a que el dolor alcance niveles insoportables. Dado que no existe una dosis
habitual, algunos pacientes necesitarán dosis bajas y otros, dosis mayores.
Ahogo
El hecho de tener que luchar para respirar es una de las maneras más dolorosas de vivir o
de morir, pero se puede evitar. Existen varios métodos que ayudan a aliviar la sensación de
ahogo; por ejemplo eliminar la acumulación de líquidos, cambiar de posición al paciente,
darle oxígeno suplementario o reducir con radiaciones o con corticoides un tumor que
obstruye las vías respiratorias.
Los sedantes facilitan la respiración de los pacientes que experimentan un ahogo leve pero
persistente, aun cuando no sientan dolor. La administración de estos fármacos antes de
acostarse puede proporcionar un reposo tranquilo al paciente, evitando que se levante con
frecuencia debido a la sensación de ahogo.
Trastornos gastrointestinales
Estos trastornos, que son frecuentes en las personas muy enfermas, incluyen sequedad de
la boca, náuseas, estreñimiento, obstrucción intestinal y pérdida de apetito. Algunos de estos
trastornos son causados por la enfermedad misma aunque otros, como el estreñimiento, se
deban a los efectos secundarios de los fármacos.
La boca seca se alivia con gasas mojadas o con caramelos y los labios agrietados se alivian
con varios de los productos disponibles en el mercado. Para prevenir los problemas dentales se
deben cepillar los dientes o se deben usar esponjas bucales para limpiar tanto los dientes como
el interior de la boca y la lengua. Es recomendable utilizar un enjuague sin alcohol o con una
pequeña cantidad, ya que el alcohol y los productos derivados del petróleo son muy
desecantes.
Las náuseas y los vómitos pueden deberse a los medicamentos, a una obstrucción
intestinal o al propio desarrollo de la enfermedad. Según las circunstancias, el médico optará
por cambiar los fármacos o recetar un antiemético (antinauseoso). Así mismo, las náuseas
producidas por una obstrucción intestinal se pueden tratar con antieméticos o también se
pueden aplicar otras medidas de alivio.
El estreñimiento es un trastorno muy desagradable. La ingestión de poca cantidad de
comida, la falta de actividad física y ciertos fármacos dificultan la función del intestino con
posibilidad de que aparezcan calambres. El uso de emolientes intestinales, laxantes y enemas
alivia el estreñimiento, sobre todo cuando es el resultado de la administración de sedantes;
esta medida de alivio es habitualmente útil, aun en las fases avanzadas de la enfermedad.
La pérdida de apetito aparece en casi todos los pacientes moribundos. De hecho es normal,
no causa problemas físicos adicionales y probablemente desempeña un papel preciso en el
curso de una agonía tranquila, aunque puede angustiar al paciente y a su familia. Los pacientes
no deben comer a la fuerza, al contrario, pueden disfrutar comiendo pequeñas cantidades de
sus comidas preferidas.
Si no se espera una muerte inminente en horas o incluso días, se puede administrar durante
algún tiempo una nutrición o una hidratación adicional (por vía intravenosa o a través de una
sonda introducida por la nariz hasta el estómago), para ver si una mejor nutrición ofrece al
paciente un mayor bienestar, lucidez mental o más energía. El paciente y la familia deben
tener un acuerdo explícito con el médico sobre qué es lo que están tratando de lograr con estas
medidas y cuándo deben cesar si ya no son útiles.
Lesiones de la piel
Los pacientes moribundos son propensos a sufrir lesiones cutáneas molestas. La escasa
movilidad, el guardar cama o estar sentados mucho tiempo, aumentan los riesgos de lesión;
incluso se pueden producir llagas o lesiones en la piel por la presión normal que se ejerce
sobre ella al estar sentado o moverse entre las sábanas. Se debe prestar mucha atención a la
protección de la piel, por ello es importante que se informe al médico de cualquier
enrojecimiento o herida.
Agotamiento
El agotamiento forma parte de los síntomas de casi todas las enfermedades mortales. Es
recomendable que el paciente trate de ahorrar energías para las actividades que realmente le
importan. Con frecuencia no es esencial trasladarse hasta el consultorio del médico o
continuar con un ejercicio que ya no es de gran ayuda, sobre todo si esto consume las energías
necesarias para otras actividades que producen mayor satisfacción.
Depresión y ansiedad
La tristeza es una reacción natural cuando se contempla el final de la vida, pero no debe
confundirse con la depresión. Cuando una persona está deprimida puede perder el interés por
lo que sucede, ver sólo el aspecto triste de la vida o no sentir emociones. Tanto la familia
como el paciente que afronta la fase terminal deben comunicar al médico tales sensaciones,
con el fin de que éste pueda establecer el diagnóstico de la depresión y aplicar un tratamiento
adecuado. En general el tratamiento combina fármacos y apoyo psicológico y con frecuencia
tiene efectos positivos sobre el bienestar, incluso en las últimas semanas de vida.
La ansiedad se caracteriza por una preocupación excesiva que interfiere en las actividades
diarias. La ansiedad causada por el hecho de sentirse mal informado o agobiado, se puede
solucionar solicitando más información o ayuda al equipo que atiende al paciente. Un
individuo que habitualmente sentía ansiedad durante períodos de estrés, tiene más
probabilidades de sentir ansiedad cuando se aproxima la muerte. En este caso pueden ser
útiles los tratamientos aplicados anteriormente para aliviar los efectos de la ansiedad, ya sea la
administración de fármacos o la canalización de las inquietudes del paciente hacia tareas
productivas. Un paciente moribundo, turbado por la ansiedad, debe recibir apoyo psicológico
y tratamiento farmacológico con ansiolíticos.
Es fácil que un paciente muy enfermo se vuelva confuso. Un fármaco, una infección
menor e incluso un cambio en la manera de vivir pueden precipitar la confusión. Este estado
se puede aliviar procurando tranquilizar y orientar al paciente. Sin embargo, se debe advertir
al médico de tal circunstancia para que pueda diagnosticar y tratar las causas de la confusión.
Un paciente muy confuso puede necesitar la administración de un sedante suave o la atención
constante de algún miembro del personal sanitario.
Durante los últimos días que preceden a la muerte, alrededor de la mitad de las personas
están inconscientes la mayor parte del tiempo. Si los miembros de la familia creen que una
persona moribunda e inconsciente todavía puede oír, se pueden despedir de ella como si les
oyera. Morir en estado de inconsciencia es una forma serena de hacerlo, sobre todo si el
paciente y su familia están en paz y ya se han elaborado todos los planes.
Invalidez
Ante la perspectiva de morir en un futuro inmediato surgen preguntas acerca del origen y
el significado de la vida y las razones por las cuales se sufre y se muere. No hay respuestas
fáciles a estas preguntas fundamentales. Los pacientes y sus familias han de responder a sus
inquietudes a partir de sus propios recursos, la religión, el apoyo psicológico y ético, y los
amigos. Pueden hablar y participar en actos religiosos o familiares, o tomar parte en
actividades que tengan un significado para ellos. A veces, sentirse querido por otra persona es
el antídoto más importante contra la desesperación cuando la muerte se aproxima. No se
deben descuidar los aspectos de mayor significación y la importancia de las relaciones
humanas, aunque sean muchos los diagnósticos médicos y los tratamientos que se deban
aplicar.
En general, los familiares son reacios a pedir o a aceptar una autopsia. Sin embargo,
aunque ésta ya no ayudará al fallecido, sí puede ayudar a la familia y a otros parientes que
tengan la misma enfermedad, debido a que puede aumentar el conocimiento sobre el proceso
que causó el fallecimiento. Después de la autopsia, la familia prepara el cuerpo para el entierro
o para la cremación; los vestidos que llevará el difunto disimularán las incisiones realizadas
durante la autopsia.
La familia y los amigos más íntimos son "compañeros de viaje" y también sufren. Cuando
la muerte está próxima, se debe explicar a los familiares lo que está sucediendo y lo que
probablemente sucederá a continuación.
Un estudio ha demostrado que un tercio de las familias gasta la mayor parte de sus ahorros
en sufragar los cuidados que necesita un enfermo grave. La familia debe hablar abiertamente
con el médico sobre los costes, insistiendo en una buena relación coste-atención, y planificar
con anticipación los límites económicos que no se puedan sobrepasar.
La familia y los seres queridos comienzan a afligirse aun antes de la muerte. Cómo rehacer
una vida después de un fallecimiento depende del tipo de relación que se tenía con el difunto,
de su edad, de cómo falleció y de los recursos que quedan disponibles, ya sean de orden
afectivo o financiero. Además, la familia necesita estar segura de haber hecho todo lo que se
podía hacer. Para aclarar las dudas que se tengan al respecto, puede ser útil hablar con el
médico algunas semanas después del fallecimiento.
La familia debe establecer la herencia después del fallecimiento. Sin embargo, cuando la
muerte es inminente, resulta difícil discutir con el enfermo sobre las propiedades y la
sucesión. Pero es necesario hacerlo porque a veces pone de manifiesto cuestiones o problemas
que el mismo paciente puede resolver o bien solventar con una firma antes del fallecimiento.
SECCION 2 > FARMACOS
CAPITULO 5
Generalidades sobre los fármacos
Existen dos categorías legales de fármacos: los que requieren prescripción médica y los
que no la requieren. Los primeros se utilizan sólo bajo control médico y por lo tanto se venden
con una receta escrita por un profesional de la medicina (por ejemplo, un médico, un dentista
o un veterinario). Los segundos se venden sin receta y su utilización se considera segura sin
control médico. En cada país existe un organismo estatal que decide cuáles son los fármacos
que requieren prescripción y cuáles son los de venta sin receta.
El organismo oficial autoriza la venta sin receta de un fármaco solamente si demuestra ser
inocuo al cabo de muchos años de uso bajo prescripción facultativa. Es el caso del ibuprofeno,
un calmante que antes requería prescripción y que ahora, en muchas países, se vende sin
receta. A menudo, la cantidad de principios activos contenidos en los comprimidos, las
cápsulas o las grageas de un fármaco de venta sin receta, es mucho menor que la que contiene
un fármaco que sí necesita prescripción.
Es por medio del flujo sanguíneo como muchos fármacos llegan al punto del organismo
donde deben actuar. El tiempo necesario para el inicio de la acción de un fármaco así como la
duración de la misma, dependen frecuentemente de la velocidad con que éste penetre en el
flujo sanguíneo, la cantidad que penetre, la velocidad con la que salga de la sangre, la eficacia
del hígado en su descomposición (metabolismo) y la rapidez de su eliminación por vía renal e
intestinal.
Es posible despejar gran parte del misterio que rodea la acción de los fármacos al
reconocer que éstos sólo afectan al ritmo de las funciones biológicas, sin cambiar la naturaleza
básica de los procesos existentes ni crear nuevas funciones. Así, los fármacos pueden acelerar
o retardar las reacciones bioquímicas del organismo, que provocan la contracción muscular; la
regulación del volumen de agua y la retención o eliminación de las sales del cuerpo por parte
de las células renales; la secreción glandular de sustancias (mucosa, ácido gástrico o insulina)
y la transmisión nerviosa. La eficacia de la acción depende, en general, de cómo responden los
procesos a los cuales el fármaco va dirigido.
Los fármacos pueden alterar el ritmo de los procesos biológicos existentes. Por ejemplo,
algunos antiepilépticos reducen las convulsiones enviando una orden al cerebro para retrasar
la producción de ciertas sustancias químicas. Desgraciamente, los fármacos no pueden
recuperar sistemas que han sufrido daños irreparables. La acción de los fármacos tiene por
tanto una limitación fundamental y ésta es la base de las frustraciones actuales en el
tratamiento de enfermedades que degeneran o destruyen los tejidos. Tal es el caso de la
insuficiencia cardíaca, la artritis, la distrofia muscular, la esclerosis múltiple y la enfermedad
de Alzheimer.
Respuesta farmacológica
Cada uno de nosotros responde de manera diferente a los fármacos. Para obtener el mismo
efecto, una persona robusta necesita en general más cantidad de un mismo fármaco que una
delgada. El metabolismo de los fármacos en los recién nacidos y en las personas mayores es
más lento que en los niños y los jóvenes. Los individuos que padecen de una afección renal o
hepática tienen más dificultad para eliminar los fármacos ingeridos.
La dosis media o estándar de cada fármaco nuevo se determina mediante ensayos clínicos
con animales y tratamientos de prueba con seres humanos. No obstante, el concepto de una
dosis media es como el de la "talla única para todos" en el vestir: se ajusta bastante bien a gran
número de individuos pero a casi ninguno de manera perfecta.
Reacciones adversas
A principios del siglo xx el científico alemán Paul Ehrlich describió el fármaco ideal como
una "bala mágica" que alcanza con precisión el foco de la enfermedad sin lesionar los tejidos
sanos. Si bien es cierto que muchos fármacos nuevos son más selectivos que sus predecesores,
todavía no existe el fármaco perfecto y la mayoría no alcanzan la precisión deseada por
Ehrlich. Aunque los fármacos actúen contra las enfermedades, también producen algunos
efectos no deseados. Éstos se denominan efectos secundarios o reacciones adversas.
A pesar de que un fármaco esté destinado a una sola función, puede afectar varias, como
es el caso de los antihistamínicos, que ayudan a aliviar los síntomas de alergia, como la nariz
tapada, el lagrimeo y los estornudos, pero que, como la mayoría de antihistamínicos, afectan
el sistema nervioso y pueden también producir sueño, confusión, visión borrosa, sequedad de
la boca, estreñimiento y problemas para orinar.
Eficacia y seguridad
Algunos fármacos deben usarse a pesar de tener un margen de seguridad muy limitado. La
warfarina, por ejemplo, tomada para prevenir la coagulación sanguínea, puede causar
hemorragias, de ahí que los pacientes que toman este fármaco necesiten controles frecuentes
para determinar si su efecto sobre la coagulación de la sangre es insuficiente o excesivo.
Otro ejemplo es la clozapina. A menudo, este fármaco es una ayuda para sujetos con
esquizofrenia cuando han fracasado los otros fármacos administrados. Pero la clozapina tiene
un efecto secundario grave: puede disminuir la producción de glóbulos blancos necesarios
para la protección frente a las infecciones. Debido a este riesgo, los pacientes que toman
clozapina tienen que someterse a frecuentes análisis de sangre.
Cuando se conocen los efectos de un fármaco, sean positivos o negativos, tanto el médico
como el paciente están en mejores condiciones para juzgar si el fármaco está actuando
eficazmente o si se están desarrollando procesos potencialmente graves.
Aunque muchos no consideren el alcohol como una sustancia tóxica, éste afecta a los
procesos del organismo y a menudo es responsable de las interacciones entre fármacos.
Médicos y farmacéuticos pueden informar sobre estas posibles interacciones.
Sin embargo, no todas las interacciones entre fármacos son siempre nocivas; por ejemplo,
algunos fármacos utilizados en el tratamiento de la hipertensión (presión arterial alta) se
combinan en su administración para reducir los efectos secundarios que pueden desarrollarse
si se prescribe un solo fármaco a una dosis elevada.
Abuso de drogas y fármacos
Durante siglos ciertas drogas y fármacos han sido muy útiles en el alivio del sufrimiento y
en la prevención y tratamiento de las enfermedades aunque, para algunos, la palabra droga
signifique una sustancia que altera la función cerebral de modo agradable. Siempre ha existido
un lado oscuro en el descubrimiento y el uso de las drogas, especialmente de las que calman la
ansiedad o alteran el humor y el comportamiento para satisfacer las necesidades emotivas de
la gente. El uso médico apropiado de drogas y fármacos ha evolucionado a través de la
historia en paralelo con el abuso, es decir, el uso persistente y excesivo de sustancias que
alteran la mente sin una necesidad médica. Las drogas y fármacos que con frecuencia son
objeto de abuso incluyen el alcohol, la marihuana, la cocaína, los barbitúricos, las
benzodiacepinas, la metacualona, la heroína y otros narcóticos, las anfetaminas, el LSD
(dietilamida del ácido lisérgico) y la PCP (fenciclidina).
CAPITULO 6
Administración, distribución y eliminación de un fármaco
Administración
Los fármacos pueden administrarse por varias vías. Se pueden ingerir (vía oral) o inyectar
en una vena (vía intravenosa), en un músculo (vía intramuscular) o debajo de la piel (vía
subcutánea). Se pueden colocar debajo de la lengua (vía sublingual), introducir en el recto (vía
rectal), instilar en el ojo (vía ocular), vaporizar en las fosas nasales (vía nasal) o en la boca
(inhalación), o bien aplicar sobre la piel con efecto local (tópico) o sistémico (transdérmico).
Estas vías de administración tienen objetivos específicos, así como ventajas y desventajas.
Vía oral
Algunos fármacos administrados por vía oral irritan el tracto gastrointestinal y pueden
dañar el revestimiento del estómago y del intestino delgado, favoreciendo así el desarrollo de
úlceras, como, por ejemplo, la aspirina y muchos otros antiinflamatorios no esteroideos. La
absorción de ciertos fármacos en el tracto gastrointestinal puede ser limitada o irregular, o
pueden destruirse en el estómago por el medio ácido y las enzimas digestivas. A pesar de estas
limitaciones, la vía oral se usa más que las otras vías de administración de fármacos. Las
demás vías se reservan generalmente para los casos en que un individuo no pueda ingerir nada
por vía oral o cuando un fármaco tiene que ser administrado con rapidez, a dosis muy precisa,
o cuando se trata de un fármaco cuya absorción es limitada e irregular.
Vía sublingual
Algunos fármacos se colocan bajo la lengua (vía sublingual), a fin de que sean
directamente absorbidos por los capilares que están debajo de ésta. La vía sublingual está
especialmente indicada para la administración de la nitroglicerina, que se utiliza para aliviar la
angina de pecho (dolor de pecho), porque la absorción es rápida y el fármaco llega
inmediatamente a la circulación general, a diferencia de la vía oral, que pasa antes a través de
la pared intestinal y del hígado. Sin embargo, la mayoría de los fármacos no se puede
administrar de este modo porque su absorción es a menudo incompleta e irregular.
Vía rectal
Muchos fármacos que se administran por vía oral pueden también aplicarse por vía rectal
en forma de supositorio. En esta presentación el fármaco se mezcla con una sustancia cerosa
que se disuelve después de haber sido introducida por el recto. El revestimiento delgado del
recto y el abundante riego sanguíneo permiten una rápida absorción del fármaco. Los
supositorios se prescriben cuando alguien no puede ingerir el fármaco por vía oral debido a
náuseas, incapacidad para deglutir o por restricciones en la alimentación, como sucede
después de una intervención quirúrgica. Algunos fármacos que serían irritantes en forma de
supositorio se administran por vía parenteral.
Vía transdérmica
Algunos fármacos son inhalados, como por ejemplo los gases utilizados para la anestesia y
los aerosoles para el asma en envases con dosificador. Estos fármacos se dirigen directamente
hacia los pulmones donde son absorbidos hacia el flujo sanguíneo. Pocos fármacos se
administran por esta vía, dado que la inhalación debe ser cuidadosamente controlada para que
la persona reciba la cantidad justa de fármaco en un tiempo determinado. Los sistemas con
dosificadores son útiles para los fármacos que actúan directamente sobre las vías que
transportan el aire a los pulmones. Dado que la absorción en la sangre de una inhalación de
aerosol es altamente variable, este método se utiliza raramente para administrar fármacos que
actúan sobre tejidos u órganos diferentes de los pulmones.
Absorción
Una vez absorbido a nivel de la circulación sanguínea el fármaco circula a través del cuerpo, y penetra en los diferentes tejidos.
El metabolismo de los fármacos se lleva a cabo principalmente en el hígado .
Por ejemplo, los comprimidos son una mezcla de un fármaco y aditivos que actúan como
diluyentes, estabilizadores, desintegradores y lubricantes. Estas mezclas son granuladas y
compactadas en forma de comprimidos. El tipo y la cantidad de aditivos y el grado de
compresión condicionan la rapidez de disolución del comprimido. Los laboratorios
farmacéuticos ajustan estas variables para optimizar la velocidad y el grado de absorción del
fármaco.
Existen otras propiedades que afectan la absorción de los fármacos sólidos (comprimidos
o cápsulas) después de administrarse por vía oral. Las cápsulas son fármacos y otras
sustancias contenidas en una vaina de gelatina que se hincha al mojarse, liberando su
contenido. La vaina se disuelve en general con rapidez. Tanto el tamaño de las partículas
como otras sustancias influyen en la velocidad de disolución y absorción del fármaco. Sin
embargo, la absorción de fármacos en cápsulas rellenas de líquido tiende a ser más rápida que
en las rellenas de sólidos.
Distribución
El fármaco circula rápidamente por todo el organismo una vez absorbido en la sangre,
debido a que el tiempo promedio de la circulación de la sangre es de un minuto. Sin embargo,
es posible que el fármaco se mueva con lentitud desde la sangre hasta los tejidos del
organismo.
Eliminación
El hígado también excreta algunos fármacos a través de la bilis, conducida por el conducto colédoco hacia el intestino, para ser eliminada finalmente con las
materias fecales.
El hígado tiene unas enzimas que facilitan las reacciones químicas como la oxidación, la
reducción y la hidrólisis de los fármacos, y también otras que adhieren sustancias al fármaco,
produciendo reacciones llamadas conjugaciones. Los conjugados (moléculas del fármaco con
sustancias adheridas) se excretan en la orina.
Los recién nacidos tienen dificultades para metabolizar muchos fármacos debido al
desarrollo sólo parcial de los sistemas metabólicos enzimáticos. Por ello requieren una dosis
menor de fármaco, en proporción al peso corporal, que los adultos. En cambio, los niños (de 2
a 12 años de edad) requieren una dosis superior a la de los adultos, en proporción al peso
corporal. Al igual que los recién nacidos, las personas de edad avanzada también presentan
una actividad enzimática reducida y no son capaces de metabolizar los fármacos con la misma
eficacia que los adultos más jóvenes y los niños. En consecuencia, la dosis necesaria por
kilogramo de peso corporal a menudo será menor para los recién nacidos y las personas de
edad avanzada, y mayor para los niños.
La excreción se refiere a los procesos que utiliza el cuerpo para eliminar un fármaco. Los
riñones son los órganos más importantes de excreción. Son particularmente eficaces en la
eliminación de fármacos solubles en agua y de sus metabolitos.
Los riñones filtran los fármacos de la sangre y los excretan en la orina, pero existen
muchos factores que afectan a la capacidad de excreción de los riñones. Un fármaco o un
metabolito debe ser soluble en agua y no estar demasiado unido a las proteínas del plasma. La
acidez de la orina afecta la proporción en que se excretan algunos fármacos ácidos o alcalinos.
La capacidad de los riñones para excretar fármacos depende también del flujo de urina, del
flujo de sangre a través de los riñones y del estado de éstos.
Cuando el funcionamiento de los riñones no es normal, el médico debe ajustar la dosis del
fármaco si éste se elimina principalmente por esta vía. Dado que la disminución de la función
renal es normal a medida que se avanza en edad, el médico puede determinar la dosis
apropiada basándose en la edad del paciente.
A través de la bilis, el hígado excreta algunos fármacos que a su vez penetran en el tracto
gastrointestinal y terminan en las heces, en caso de no ser reabsorbidos en la sangre ni
descompuestos. Pequeñas cantidades de algunos fármacos también se eliminan en la saliva, el
sudor, la leche materna y el aire espirado.
En el caso de personas con enfermedades del hígado, puede ser necesario adaptar la
administración de un fármaco que se elimina principalmente por este órgano. Las pruebas para
medir la función hepática (en relación con el metabolismo de los fármacos) son bastante más
complejas que las que miden el funcionamiento del riñón.
CAPITULO 7
Farmacodinamia
Algunos fármacos son poco selectivos, es decir que su acción se dirige a muchos tejidos u
órganos. Por ejemplo, la atropina, un fármaco administrado para relajar los músculos del
tracto gastrointestinal, también relaja los músculos del ojo y de la tráquea, y disminuye el
sudor y la secreción mucosa de ciertas glándulas. Otros fármacos son altamente selectivos y
afectan principalmente a un único órgano o sistema. Por ejemplo, la digital, un fármaco que se
administra a individuos con insuficiencia cardíaca, actúa principalmente sobre el corazón para
incrementar la eficacia de los latidos. La acción de los somníferos se dirige a ciertas células
nerviosas del cerebro.
¿Cómo saben los fármacos dónde tienen que hacer efecto? La respuesta está en su
interacción con las células o con sustancias como las enzimas.
Una correspondencia perfecta
Un receptor de la superficie de la célula presenta una configuración que permite que una sustancia química determinada, como un fármaco, una hormona o
un neurotransmisor, pueda unirse a él, dado que dicha sustancia química presenta una configuración que se ajusta perfectamente al receptor.
Receptores
Muchos fármacos se adhieren a las células por medio de receptores que se encuentran en
la superficie de éstas. Las células en su mayoría tienen muchos receptores de superficie que
permiten que la actividad celular se vea influida por sustancias químicas como fármacos u
hormonas, que están localizadas fuera de la célula. La configuración de un receptor es tan
específica que sólo le permite adherirse al fármaco con el cual encaja perfectamente (como la
llave encaja en su cerradura). A menudo se puede explicar la selectividad de un fármaco por la
selectividad de su adherencia a los receptores. Algunos fármacos se adhieren tan sólo a un tipo
de receptor y otros son como una llave maestra y se adhieren a varios tipos de receptores en
todo el organismo.
Seguramente los receptores no fueron creados por la naturaleza para que los fármacos se
les pudieran adherir. Sin embargo, los fármacos se aprovechan de la función natural
(fisiológica) que tienen los receptores.
Por ejemplo, hay sustancias que se adhieren a los mismos receptores en el cerebro; es el
caso de la morfina y los analgésicos derivados, y de las endorfinas (sustancias químicas
naturales que alteran la percepción y las reacciones sensoriales).
Los fármacos llamados agonistas activan o estimulan los receptores, provocando una
respuesta que incrementa o disminuye la función celular.
Por ejemplo, el fármaco agonista carbacol se adhiere a los receptores del tracto
respiratorio denominados colinérgicos, causando la contracción de las células del músculo
liso, lo cual origina broncoconstricción (estrechamiento de las vías respiratorias).
Enzimas
Además de los receptores propios de las células, las enzimas son también otras dianas
importantes para la acción de los fármacos. Éstas ayudan a transportar sustancias químicas
vitales, regulan la velocidad de las reacciones químicas o realizan otras funciones
estructurales, reguladoras o de transporte. Mientras que los fármacos dirigidos a los receptores
se clasifican en agonistas o antagonistas, los fármacos dirigidos a las enzimas se clasifican en
inhibidores o activadores (inductores).
Por ejemplo, la lovastatina se usa en el tratamiento de los individuos con valores elevados
de colesterol en sangre. Este fármaco inhibe la enzima HMG-CoA reductasa, fundamental
para producir colesterol en el organismo.
La mayoría de las interacciones son reversibles, bien sean entre fármacos y receptores o
entre fármacos y enzimas. Es decir que el fármaco se desprende al cabo de cierto tiempo y el
receptor o la enzima recuperan su funcionamiento normal. Sin embargo, una interacción
puede ser irreversible si persiste el efecto del fármaco hasta que el organismo produzca más
enzimas, como sucede con el omeprazol, un fármaco que inhibe una enzima involucrada en la
secreción del ácido del estómago.
La afinidad y la actividad intrínseca son dos propiedades importantes para la acción del
fármaco. La afinidad es la mutua atracción o fuerza de enlace entre un fármaco y su objetivo,
ya sea un receptor o una enzima. La actividad intrínseca es una medida de la capacidad del
fármaco para producir un efecto farmacológico al unirse a su receptor. Los fármacos que
activan los receptores (agonistas) tienen ambas propiedades; deben adherirse con eficacia a
sus receptores (tener una afinidad) y el complejo fármaco-receptor debe ser capaz de producir
una respuesta en la diana (actividad intrínseca). En cambio, los fármacos que bloquean los
receptores (antagonistas) se adhieren a éstos eficazmente (afinidad) pero tienen escasa o
ninguna actividad intrínseca; su función es simplemente impedir la interacción de las
moléculas agonistas con sus receptores.
Potencia y eficacia
Por ejemplo, si 5 miligramos de fármaco B alivian el dolor con la misma eficacia que 10
miligramos de fármaco A, entonces el fármaco B es dos veces más potente que el fármaco A.
De hecho, un fármaco con mayor potencia no es necesariamente mejor que otro. Cuando los
médicos juzgan las cualidades relativas de los fármacos, consideran muchos factores como el
perfil de los efectos secundarios, la toxicidad potencial, la duración del efecto y, por
consiguiente, el número de dosis diarias requeridas, y también su coste.
Tolerancia
El fármaco ideal debe ser eficaz administrado por vía oral (dada la conveniencia de la
autoadministración), con una buena absorción a nivel del tracto gastrointestinal y
razonablemente estable en los tejidos y líquidos del organismo, de modo que una dosis al día
sea suficiente. El fármaco debe ser altamente selectivo respecto a su diana, con escaso o
ningún efecto sobre otros sistemas del organismo (con un mínimo o ningún efecto
secundario). Por otra parte, el fármaco debe tener una elevada potencia y un alto grado de
eficacia terapéutica, con el fin de que sea efectivo a dosis bajas, incluso en aquellas
enfermedades difíciles de tratar.
No existe ningún fármaco que sea totalmente eficaz ni completamente seguro. Por esta
razón, los médicos calculan los beneficios y los riesgos potenciales en cada situación
terapéutica que requiera tratamiento con fármacos de prescripción. Sin embargo, a veces
algunas enfermedades son tratadas sin la supervisión de un médico. Por ejemplo, algunas
personas toman fármacos de venta sin receta para tratar dolores leves, insomnio, tos y
resfriados. En estos casos, se debe leer la información adjunta en el prospecto del fármaco y
seguir las instrucciones de uso.
CAPITULO 8
Factores que afectan a la respuesta del organismo a los fármacos
La velocidad con que los fármacos entran y salen del organismo varía según las personas.
Son diversos los factores que afectan a la forma en que un fármaco se absorbe, distribuye,
metaboliza y se excreta, así como su efecto final en el paciente. Entre otras causas, es distinta
la respuesta a los fármacos debido a diferencias genéticas o bien por estar tomando dos o más
fármacos que tienen una interacción entre sí, o por padecer enfermedades que influyan sobre
los efectos del fármaco.
Genética
Las diferencias genéticas (heredadas) entre individuos afectan la cinética del fármaco, la
velocidad de movimiento a través del organismo. La farmacogenética es el estudio de las
diferencias genéticas en la respuesta a los fármacos.
La respuesta al fármaco está condicionada por muchos factores
Los médicos deben individualizar la terapia para que el paciente reciba una dosis
suficiente de fármaco que permita lograr un efecto terapéutico con una toxicidad mínima.
Deben seleccionar con precisión el fármaco; considerar la edad, el sexo y la talla del paciente,
así como su dieta y origen étnico; así pueden determinar la dosis cuidadosamente. Este
proceso se complica debido a la presencia de enfermedades, al uso de otros fármacos y al
escaso conocimiento sobre las interacciones de estos factores.
Muchas personas poseen una baja actividad de N-acetiltransferasa, una enzima del hígado
que ayuda a metabolizar algunos fármacos y varias toxinas. Las personas con baja actividad
de esta enzima metabolizan muchos fármacos con lentitud y éstos tienden a aumentar sus
concentraciones en la sangre y a permanecer más tiempo en el organismo que en las personas
con alta actividad de N-acetiltransferasa.
En aproximadamente 1 de cada 20 000 personas aparece una fiebre muy alta (una afección
denominada hipertemia maligna) tras la administración de ciertos anestésicos. La hipertermia
maligna proviene de un defecto genético muscular y por ello los músculos son más sensibles a
algunos anestésicos. Los músculos se vuelven rígidos, el ritmo cardíaco se acelera y baja la
presión arterial. Aunque no es frecuente, la hipertermia maligna tiene riesgo de muerte.
El principal mecanismo del hígado para desactivar los fármacos es el sistema de enzimas
P-450. El grado de actividad del sistema P-450 determina la proporción en que se desactivan
los fármacos y también el punto en que el sistema enzimático se ve desbordado. Hay muchos
factores que pueden alterar la actividad del sistema P-450. Las diferencias en la actividad de
este sistema enzimático influyen profundamente en los efectos del fármaco. Por ejemplo, los
efectos del somnífero flurazepam duran alrededor de 18 horas en personas cuyos valores de
enzimas son normales y más de 3 días en las personas con valores bajos de enzimas.
La interacción puede ocurrir de varias formas. Un fármaco puede duplicar o bien oponerse
al efecto de otro, o bien alterar la velocidad de absorción, metabolismo o excreción de otro
fármaco.
Efectos duplicados
Efectos opuestos
Dos fármacos con acciones opuestas (antagónicas) pueden tener una interacción. Por
ejemplo, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno, que se administran
para aliviar el dolor, causan retención de sal y agua. Los diuréticos pueden eliminar el exceso
de sal y agua del organismo. Si estos fármacos se ingieren simultáneamente, el AINE
disminuye (se opone o antagoniza) la eficacia diurética. Algunos fármacos que se administran
para controlar la presión arterial alta y las afecciones cardíacas (por ejemplo,
betabloqueadores como el propranolol y el atenolol) neutralizan ciertos fármacos que se
administran para el asma (por ejemplo, fármacos estimulantes betaadrenérgicos como el
albuterol).
Cambios en la absorción
Los fármacos ingeridos por vía oral se absorben a través del revestimiento del estómago o
del intestino delgado. Un determinado alimento o fármaco puede reducir la absorción de otro
fármaco. Por ejemplo, es inadecuada la absorción del antibiótico tetraciclina si se toma una
hora después de la ingestión de calcio o de alimentos que contengan calcio, como la leche y
otros productos lácteos. Es importante seguir ciertas instrucciones, como el evitar comer una
hora antes o varias horas después de haber tomado un fármaco, o dejar transcurrir por lo
menos dos horas entre la toma de determinados fármacos.
Cambios en el metabolismo
Cambios en la excreción
Placebos
Los placebos son sustancias que se prescriben como fármacos pero que contienen
elementos químicos inactivos.
Un verdadero placebo imita exactamente a un fármaco real, pero está formado por
sustancias químicas inactivas, como el almidón o el azúcar. Los placebos se usan en la
investigación clínica para compararlos con fármacos activos. En circunstancias muy
específicas, el médico puede prescribir un placebo para aliviar los síntomas, si cree que un
fármaco con un principio activo no es el adecuado.
Los placebos pueden causar o estar asociados a un gran número de cambios, deseados e
indeseados. Dos factores suelen influir en el efecto placebo. El primero es anticiparse a los
resultados (optimismo) al tomar un fármaco, denominado también sugestión, fe o esperanza.
El segundo factor, el cambio espontáneo, puede ser aun más importante. En ocasiones, el
paciente experimenta una mejoría espontánea; se siente mejor sin ningún tratamiento. Si
ocurre tal mejoría después de tomar un placebo, el mérito se atribuye incorrectamente al
placebo. Por el contrario, si después de haber tomado un placebo aparece de forma espontánea
un dolor de cabeza o una erupción cutánea, también se culpa al placebo.
Hay estudios que determinan si los pacientes con ciertos rasgos de personalidad tienen
más probabilidades de responder a los placebos. Las conclusiones sobre este particular son
muy variadas. La reacción al placebo presenta diferentes grados, ya que cualquier paciente se
puede sugestionar bajo ciertas circunstancias.
Sin embargo, unos parecen más propensos que otros. Algunos de los pacientes que
responden a placebos tienen muchas características de la adicción a las drogas: la necesidad de
aumentar la dosis, el deseo compulsivo de tomar el fármaco y el desarrollo de los síntomas de
abstinencia si se les priva del mismo.
Uso en investigación
Uso terapéutico
Todo tratamiento tiene un efecto placebo: los efectos atribuidos a los fármacos varían de
una persona a otra y de un médico a otro. Es más probable que una persona con una opinión
positiva sobre los fármacos, los médicos, las enfermeras y los hospitales, responda de manera
favorable a los placebos o que presente un efecto placebo favorable ante los fármacos activos.
En cambio, una persona con una opinión negativa puede negar cualquier efecto positivo o
incluso experimentar efectos adversos.
Cuando médico y paciente confían en los beneficios del placebo, es mucho más probable
alcanzar el efecto positivo. Un fármaco activo sin efectos terapéuticos reconocidos puede
aliviar un determinado trastorno (por ejemplo, la vitamina B12 para la artritis). O bien, un
fármaco poco activo (por ejemplo, un calmante suave) puede tener un mejor efecto.
Habitualmente, los médicos evitan el uso deliberado y secreto de los placebos (en
contraste con la investigación clínica) porque un resultado decepcionante puede deteriorar la
relación médico-paciente. Además, el médico puede malinterpretar la respuesta del paciente,
creyendo que sus síntomas no están basados en una enfermedad real o que son exagerados.
Cuando están implicados otros médicos o enfermeras (terapia de grupo u hospitalización), este
hecho puede afectar de forma adversa su actitud hacia el paciente, aumentando la probabilidad
de decepción.
Sin embargo, los médicos prescriben placebos de manera fácil y clara. Por ejemplo, si un
paciente con dolor crónico está creando una dependencia de un analgésico que provoca
adicción, el médico puede sugerir el tratamiento con placebos. En principio, el paciente y el
médico están de acuerdo en realizar tal experimento para ver si realmente se necesita el
fármaco en cuestión.
Dado que las personas mayores son más propensas a sufrir enfermedades crónicas, toman
mayor cantidad de fármacos que los jóvenes. En promedio, una persona de edad avanzada
toma cuatro o cinco fármacos con prescripción médica y dos sin receta. Estas personas son
dos veces más propensas a reacciones adversas al fármaco, en comparación con los jóvenes. )
Además, las reacciones tienden a ser más graves.
Por ello deben evitarse determinados fármacos, ya que en la mayoría de los casos están
disponibles alternativas más seguras. Existen ciertos riesgos si no se siguen las indicaciones
del médico respecto a un fármaco. Sin embargo, el incumplimiento de las indicaciones del
médico entre le gente mayor no es más frecuente que entre los jóvenes.
No tomar un fármaco o tomar más o menos dosis de las indicadas puede causar problemas.
Por ejemplo, pueden aparecer los síntomas de una enfermedad, o bien el médico puede
cambiar el tratamiento, pensando que el fármaco no ha sido eficaz.
Si una persona mayor no desea seguir las indicaciones del médico, debe comentárselo y no
actuar por su cuenta.
CAPITULO 10
Reacciones adversas a los fármacos
No debe sorprender que las reacciones adversas a los fármacos sean frecuentes. Se estima
que alrededor del 10 por ciento de los ingresos en los hospitales en algunos países, son
debidos a reacciones adversas a los fármacos. Entre el 15 y el 30 por ciento de los pacientes
hospitalizados presenta como mínimo una reacción adversa a algún fármaco. Aunque muchas
de estas reacciones son relativamente leves y desaparecen al suspender su administración o al
modificar la dosis, otras son más graves y de mayor duración.
Tipos de reacciones
Es posible dividir las reacciones adversas a los fármacos en dos grupos principales. El
primero comprende las reacciones que representan un exceso de los efectos farmacológicos y
terapéuticos que se conocen y se esperan de un determinado fármaco. Por ejemplo, un
paciente que está en tratamiento con un fármaco para reducir la presión arterial alta, puede
padecer mareos o vértigo si ésta disminuye en exceso. Un diabético puede manifestar
debilidad, sudor, náuseas y palpitaciones si la insulina o el fármaco hipoglucemiante reduce en
exceso el valor de azúcar en sangre. Este tipo de reacción adversa al fármaco, aunque
predecible, es a veces inevitable. Una reacción adversa ocurre si la dosis de un fármaco es
excesiva, si el paciente es demasiado sensible a éste, o si otro fármaco retarda el metabolismo
del primero, incrementando así su concentración en la sangre.
El segundo grupo son las reacciones que resultan de ciertos mecanismos que todavía no se
comprenden muy bien. Este tipo de reacción adversa a un determinado fármaco es
impredecible hasta que el médico obtenga información sobre otros pacientes con reacciones
semejantes. Ejemplos de dichas reacciones adversas consisten en erupciones cutáneas,
ictericia (lesión del hígado), anemia, disminución del número de glóbulos blancos, lesiones
del riñón y lesiones nerviosas con posibles alteraciones visuales o auditivas. No obstante, tales
reacciones afectan sólo a un reducido grupo. Estas personas pueden ser alérgicas o
hipersensibles a un medicamento, debido a diferencias genéticas en el metabolismo del
fármaco o a la respuesta del organismo a su acción.
Algunos efectos secundarios de los fármacos no se ajustan fácilmente a ninguno de los dos
grupos. Estas reacciones son predecibles y los mecanismos involucrados son ampliamente
conocidos. Por ejemplo, la irritación gástrica y la hemorragia se presentan a menudo si se
toman, de manera continua, aspirina u otros antiinflamatorios no esteroideos, como
ibuprofeno, ketoprofeno y naproxeno.
No existe una escala universal para describir o determinar la gravedad de una reacción
adversa a un fármaco en particular; la valoración es en gran parte subjetiva. Dado que la
mayoría de fármacos se ingieren por vía oral, las molestias gastrointestinales representan un
alto porcentaje del total de las reacciones conocidas, como pérdida del apetito, náuseas, una
sensación de distensión, estreñimiento y diarrea.
Los médicos consideran como reacciones leves y de poca importancia las referidas a las
molestias gastrointestinales, al igual que las relacionadas con dolores de cabeza, fatiga, ligeros
dolores musculares, cambios en el patrón del sueño y malestar (una sensación generalizada de
enfermedad o inquietud). Sin embargo, dichas reacciones son preocupantes para quienes las
experimentan. Además, si el paciente siente los efectos de la medicación como una
disminución en su calidad de vida, es posible que no colabore con el plan terapéutico
prescrito. Esto puede representar un problema importante para alcanzar los objetivos del
tratamiento.
Las reacciones moderadas incluyen las que se relacionan como leves en el caso de que el
paciente las considere o sienta como claramente molestas, dolorosas o intolerables. En esta
lista figuran además reacciones como las erupciones cutáneas (especialmente si son extensas y
persistentes), las molestias visuales (especialmente en personas que usan lentes graduadas), el
temblor muscular, la dificultad para orinar (frecuente con muchos fármacos administrados a
varones de edad avanzada), cualquier variación perceptible del humor o del estado mental y
ciertos cambios en los componentes de la sangre (como las grasas o los lípidos).
La aparición de reacciones adversas leves o moderadas no significa necesariamente que se
deba suspender un medicamento, especialmente si no se dispone de una mejor alternativa. Sin
embargo, el médico hace una nueva evaluación de la dosis, la frecuencia de administración
(número de dosis diarias), el horario (antes o después de las comidas, al levantarse o al
acostarse) y el posible uso de otros agentes para aliviar al paciente (por ejemplo, el médico
puede recomendar el uso de un laxante, si el fármaco provoca estreñimiento).
En ocasiones, los fármacos provocan reacciones graves con riesgo de muerte, aunque éstas
son relativamente raras. Las reacciones graves implican suspender la administración del
fármaco y proceder a su tratamiento. No obstante, en ciertos casos, los médicos deben
continuar administrando fármacos a las personas de alto riesgo (por ejemplo, tratamientos con
quimioterapia en pacientes con cáncer, o fármacos inmunosupresores para pacientes
sometidos a trasplantes de órganos). Entonces se utilizan todos los medios disponibles para
tratar tales reacciones graves. Los médicos administran, por ejemplo, antibióticos para
combatir la infección en pacientes con un sistema inmunitario debilitado. También es posible
administrar antiácidos líquidos de alta potencia o bloqueadores de los receptores H2, como la
famotidina o la ranitidina, para prevenir o curar úlceras gástricas. Así mismo, pueden
realizarse transfusiones de plaquetas para tratar hemorragias graves o bien inyectar
eritropoyetina para estimular la producción de glóbulos rojos en pacientes con anemia
inducida por un fármaco.
Cualquier fármaco puede tener al mismo tiempo efectos positivos y negativos. Antes de
prescribir un fármaco, los médicos evalúan los posibles riesgos y los beneficios que esperan
obtener. El uso de un fármaco no está justificado a menos que los beneficios superen los
posibles riesgos. Los médicos deben también considerar las consecuencias de suprimir el
fármaco. En la mayoría de los casos, los beneficios y riesgos potenciales no se pueden
determinar con precisión matemática.
El tomar varios fármacos a la vez, con o sin prescripción médica, aumenta el riesgo de una
reacción adversa a los mismos. El número y la gravedad de las reacciones adversas aumentan
de forma desproporcionada con la cantidad de fármacos ingeridos. El consumo de alcohol, que
puede considerarse una sustancia tóxica, aumenta el riesgo.
La revisión periódica por parte del médico o del farmacéutico de todos los fármacos que se
toman, contribuye a reducir el riesgo de presentar reacciones adversas.
Edad
Los niños son especialmente susceptibles a los efectos secundarios de los fármacos,
porque su capacidad para metabolizarlos no se ha desarrollado completamente. Por ejemplo,
los recién nacidos no pueden metabolizar y eliminar el antibiótico cloranfenicol; los que
reciben este tratamiento pueden desarrollar el síndrome del "bebé gris", una reacción grave y a
menudo mortal. La tetraciclina puede oscurecer el color del esmalte de los dientes para
siempre, si este antibiótico se administra a los niños durante el período en que desarrolla la
dentición (que puede ser hasta los 7 años de edad). Los niños menores de 15 años pueden
presentar el síndrome de Reye si se les administra aspirina para tratar la gripe o la varicela.
El riesgo de efectos secundarios es muy elevado en las personas mayores porque pueden
tener muchos problemas de salud, y por eso toman diversos fármacos con y sin prescripción
médica. Algunas personas de edad avanzada no comprenden las instrucciones para el uso
correcto de los fármacos. El funcionamiento de los riñones y la capacidad del organismo para
eliminar los fármacos disminuyen con la edad. Además, estos procesos se complican a
menudo por la desnutrición y la deshidratación. Las personas de edad avanzada que toman
fármacos que provocan somnolencia, confusión y falta de coordinación son propensas a sufrir
caídas y fracturas óseas. Entre los fármacos que pueden causar estos problemas se encuentran
muchos de los antihistamínicos, somníferos, ansiolíticos y antidepresivos. (· V. recuadro,
página 40)
Embarazo
Muchos fármacos pueden influir sobre el desarrollo del feto. En lo posible, las mujeres
embarazadas no deben tomar fármacos, especialmente durante el primer trimestre. El médico
debe supervisar el uso de cualquier fármaco con o sin prescripción médica. Las drogas
sociales e ilícitas (alcohol, nicotina, cocaína y narcóticos como la heroína) pueden perjudicar
tanto el proceso de gestación como el feto.
Los fármacos y la mujer mbarazada
En la mujer embarazada muchos fármacos pueden pasar de la circulación materna, a través de la placenta, al cordón umbilical, y alcanzar finalmente la
circulación fetal.
Otros factores
Las alergias a un fármaco son impredecibles, ya que las reacciones se presentan después
de que un individuo ha estado expuesto a él una o varias veces (ya sea por vía subcutánea,
oral, o intravenosa) sin que se observara ninguna reacción. Una reacción leve se puede tratar
tan sólo con un antihistamínico; una reacción grave y con riesgo de muerte puede requerir una
inyección de adrenalina (también denominada epinefrina) o de glucocorticoides (como la
hidrocortisona).
Ante fármacos igualmente eficaces, a menudo los médicos prefieren el que presenta el
menor riesgo de toxicidad por sobredosis. Por ejemplo, si se necesita un sedante, un fármaco
ansiolítico o un somnífero, los médicos prescriben por lo general benzodiacepinas como el
diazepam y el triazolam, en vez de barbitúricos como el pentobarbital. Las benzodiacepinas no
son más eficaces que los barbitúricos, pero tienen un margen de seguridad mayor y mucha
menos probabilidad de causar toxicidad grave, en caso de una sobredosis accidental o
intencionada. La seguridad es también la razón por la cual los antidepresivos más recientes
como la fluoxetina y la paroxetina han reemplazado en gran parte a antidepresivos más
antiguos como la imipramina y la amitriptilina, igualmente eficaces.
En ciertos países, incumplir un tratamiento con fármacos se traduce cada año en miles de
muertes por enfermedades cardiovasculares como el infarto cardíaco y el accidente vascular
cerebral (ictus). Además, podrían evitarse hasta el 23 por ciento de los ingresos en clínicas, el
10 por ciento de los ingresos en hospitales, muchas consultas médicas, muchas pruebas de
diagnóstico y muchos tratamientos innecesarios si la gente tomase las medicinas según las
indicaciones recibidas.
Los niños son aun menos propensos que los adultos a seguir un tratamiento. Un estudio
realizado en niños con infecciones por estreptococos, a quienes se les había prescrito un
tratamiento de penicilina durante 10 días, reveló que el 56 por ciento dejó de tomar el fármaco
al tercer día, el 71 por ciento al sexto y el 82 por ciento al noveno día. El incumplimiento es
aun peor en enfermedades crónicas como la diabetes juvenil y el asma, que requieren
tratamientos complejos de larga duración.
A veces, los padres no entienden claramente las instrucciones. Los estudios demuestran
que los padres han olvidado alrededor del 50 por ciento de la información recibida a los 15
minutos de haber estado con el médico.
Los padres recuerdan mejor el primer tercio de la discusión y el diagnóstico, que los
detalles del tratamiento. Ésa es la razón por la cual los pediatras intentan prescribir un
tratamiento simple, dando a menudo sus instrucciones por escrito.
Comprar todos los fármacos en una sola farmacia puede ser también útil, ya que la
mayoría de las farmacias conservan registros informatizados de los fármacos que compran sus
clientes y pueden controlar posibles duplicaciones o interacciones.
El paciente cumple el tratamiento con más facilidad si mantiene una buena relación con su
médico. La comunicación recíproca es la mejor vía, ya que casi todo el mundo desea formar
parte del proceso de toma de decisiones. Si el paciente participa en la planificación de su
propia asistencia sanitaria, asume también la responsabilidad y tiene más probabilidades de
seguir con el tratamiento establecido. También es importante recibir explicaciones claras y
entender las razones del tratamiento.
El paciente puede tener buenas razones para no seguir el tratamiento y el médico puede
modificarlo de forma adecuada, tras discutir abiertamente el problema.
Existen grupos de soporte para pacientes con enfermedades similares. A menudo, estas
agrupaciones pueden reforzar los planes de tratamiento y brindar sugerencias para solucionar
los problemas. Es posible obtener los nombres y números telefónicos de dichas agrupaciones
en hospitales, centros de asistencia sanitaria y organismos de información de salud.
CAPITULO 12
Fármacos genéricos
El término genérico se usa para describir las versiones más baratas de productos de marcas
muy conocidas y muy utilizados. Para algunos alimentos y productos domésticos, el término
genérico implica pagar menos pero también obtener un nivel inferior de calidad y eficacia. Por
lo general, esto no ocurre con los productos farmacéuticos.
Los fármacos se conocen a menudo por varios nombres. Cuando se descubre por primera
vez un fármaco, se le da un nombre químico, una versión simplificada del nombre químico o
un nombre en código ideado para facilitar la referencia entre los investigadores. Si los
organismos sanitarios oficiales (responsables de garantizar la seguridad y eficacia), aprueban
el fármaco para prescripción general, se le asignan dos nombres adicionales: un nombre
genérico (nombre oficial) y un nombre comercial (también denominado patente o marca
registrada), que lo identifica como propiedad exclusiva de una determinada compañía. El
gobierno, los médicos, los investigadores y quienes escriben sobre el nuevo compuesto usan el
nombre genérico del fármaco porque sólo se refiere al propio fármaco y no a una marca
concreta de una compañía farmacéutica ni de un producto específico. Sin embargo, en las
recetas normalmente se escribe el nombre comercial.
Los nombres genéricos son, por lo general, más complicados y difíciles de recordar que
los comerciales. Muchos nombres genéricos son una forma abreviada del nombre químico, la
estructura o la fórmula del fármaco. La característica más importante de un nombre genérico
es su individualidad. Los nombres comerciales deben ser también únicos y son, por lo general,
pegadizos y relativamente fáciles de recordar. Éstos indican con frecuencia una característica
particular del fármaco. Por ejemplo, el Lopressor disminuye la presión arterial, el Vivactil es
un antidepresivo que anima al paciente, el Glucotrol disminuye la concentración de azúcar
alto en sangre (glucosa) y el Skelaxin es un relajante musculosquelético. Por otra parte, el
nombre comercial Minocin es simplemente una versión reducida de minociclina, el nombre
genérico del fármaco.
Los organismos competentes deben asegurar que los nombres genéricos y comerciales
sean únicos y no puedan confundirse con otros fármacos. Los nombres demasiado similares
pueden inducir a errores en la prescripción y distribución de un fármaco.
Protección de la patente
En muchos países, si una compañía desarrolla un nuevo fármaco se le concede una patente
sólo para el propio fármaco, su proceso de fabricación o su utilización. El fabricante posee con
frecuencia más de una patente por fármaco y puede poseer además una patente del sistema que
distribuye y libera el fármaco en la sangre. Las patentes garantizan a la compañía los derechos
exclusivos del fármaco durante un número determinado de años. Sin embargo, pueden
transcurrir alrededor de 10 años desde el momento del descubrimiento al de su aprobación
para uso en seres humanos o en animales. Debido a esto, el fabricante sólo puede
comercializar el nuevo fármaco de manera exclusiva durante aproximadamente 7 años. Los
fármacos contra el SIDA y otros fármacos nuevos para tratar enfermedades con riesgo de
muerte, reciben con frecuencia una aprobación más rápida.
Si la patente expira, otras compañías pueden vender una versión genérica del fármaco, con
frecuencia a un precio mucho menor que el de la marca original. No todas las patentes de
fármacos dadas de baja tienen versiones genéricas. A veces, un fármaco es demasiado difícil
de duplicar o no existen pruebas adecuadas disponibles que demuestren que el fármaco
genérico actúa igual que el fármaco con nombre comercial. Sin embargo, se puede asumir que
los fármacos genéricos también actúan correctamente. Un fármaco genérico se puede vender
bajo un nombre comercial (un fármaco genérico de marca) o sólo bajo su nombre genérico. En
cualquier caso, el organismo oficial competente debe aprobar todas las versiones genéricas del
mismo.
La aprobación de un fármaco genérico por parte del organismo oficial competente se basa
en la evidencia científica de que produce un efecto sobre los seres humanos esencialmente
idéntico al del producto original. Se someten a prueba los fármacos genéricos nuevos para
asegurar que contienen las cantidades adecuadas de principios activos y que se están
fabricando según las normas de fabricación oficiales. Y también para asegurar que se liberan
en el organismo a la misma velocidad y con el mismo alcance que los fármacos originales con
nombre comercial.
Las normas son diferentes para los fármacos de liberación regulada (de acción prolongada
o de liberación sostenida). Dado que estos fármacos están sujetos a muchas más variaciones
que los comprimidos y las cápsulas normales, los inspectores correspondientes necesitan
extensas pruebas como requisito para la solicitud del nuevo fármaco, con el fin de que la
compañía pueda comercializar una versión de acción prolongada de cualquier fármaco. Este
trámite indispensable se aplica igualmente, aunque otra versión del fármaco con difusión
regulada ya esté en el mercado. Este requisito ha retrasado la disponibilidad de versiones
genéricas de algunos fármacos de difusión regulada. Sin embargo, la investigación se realiza
en beneficio del consumidor.
Comparación entre genéricos y fármacos con nombre comercial
Cuando una compañía decide desarrollar la versión genérica de un fármaco, sus expertos
en formulación diseñan el producto. Éstos utilizan principios activos idénticos a los del
fármaco original, aunque probablemente usen componentes inactivos diferentes. Los
componentes inactivos se añaden por razones específicas.
Los componentes inactivos son, por lo general, sustancias inofensivas que no afectan el
organismo. Sin embargo, los componentes inactivos pueden causar reacciones alérgicas
insólitas y a veces graves en ciertas personas. Esto hace que un fármaco de marca determinada
o una versión genérica sea más aceptable que otro. Por ejemplo, los bisulfitos (como el
metabisulfito de sodio), que se utilizan como conservantes en muchos productos, causan
reacciones alérgicas asmáticas a mucha gente. Por lo tanto, los productos que contienen
bisulfitos llevan ahora etiquetas perfectamente visibles al respecto. Curiosamente, las personas
asmáticas están también expuestas a los bisulfitos porque estos conservantes se encuentran en
muchos pulverizadores y soluciones utilizados para tratar esta enfermedad.
Por razones legales, un fármaco genérico difiere de su homólogo con nombre comercial en
tamaño, color y forma. Por consiguiente, los consumidores se encuentran, en general, con una
versión genérica que tiene un aspecto muy diferente del fármaco con nombre comercial con el
que están familiarizados.
Las diferencias reales entre los fármacos genéricos aprobados por el organismo
competente y los fármacos con nombre comercial que se ingieren por vía oral, son muy
inferiores al 20 por ciento aceptado. Las variaciones observadas son sólo de un 3,5 por ciento
en su totalidad y no exceden el 10 por ciento en cualquier estudio individual.
A veces se dispone de las versiones genéricas, pero éstas no pueden sustituir libremente al
fármaco original porque no se han establecido los niveles de comparación. Estos productos se
pueden vender pero no deben considerarse como equivalentes.
Un ejemplo es la hormona tiroidea. Se aceptan todas las versiones para el tratamiento de
una insuficiencia de la glándula tiroides. Sin embargo, no se deben sustituir unas por otras
porque los estándares de comparación no se han ajustado. Los farmacéuticos y los médicos
pueden determinar cuáles son los fármacos genéricos aceptables como sustitutos y cuáles no
lo son.
Los consumidores pueden elegir entre un fármaco con nombre comercial y una versión
genérica, a menos que su médico haya escrito en la receta que no es posible efectuar
sustituciones. Sin embargo, en algunas oportunidad es posible que el consumidor tenga que
aceptar la única versión genérica que el farmacéutico tiene almacenada. Muchas entidades y
organismos dedicados a los seguros y la salud requieren la prescripción y venta de fármacos
genéricos, siempre que sea posible, para ahorrar dinero.
Las leyes que controlan ciertos aspectos de la práctica de la medicina y la farmacia varían
con relación al grado de participación del consumidor en estas decisiones de prescripción. En
algunos países, el consumidor no tiene capacidad de decisión al respecto y si el médico
prescribe un fármaco genérico, el farmacéutico debe suministrarlo. En cambio en otros, los
consumidores pueden solicitar un fármaco con nombre comercial, aun cuando el médico o el
farmacéutico hayan recomendado un fármaco genérico. Si el médico prescribe un fármaco con
nombre comercial pero el consumidor desea una versión genérica, puede tratar el asunto con
el médico, el cual puede hacer una receta autorizando la versión genérica.
Algunos detractores del uso difundido de los fármacos genéricos han puesto de relieve
otras inquietudes, como el posible incremento de los gastos sanitarios resultantes de consultas
adicionales al médico, nuevos análisis de laboratorio y otros aspectos para comercializar una
marca nueva de un fármaco. Los detractores desean saber cuánto dinero se ahorra realmente si
se acude a la versión genérica después de pagar estos gastos adicionales. Otra preocupación es
saber si las diferencias de color, tamaño o forma de un fármaco genérico disminuyen la
motivación del paciente para seguir las instrucciones del médico.
Las versiones genéricas de los fármacos de venta sin prescripción médica más populares
se venden con frecuencia como marcas comerciales a través de las cadenas de farmacias o
cooperativas. Estos medicamentos tienen la misma evaluación que los fármacos de
prescripción genérica y deben reunir los mismos requisitos. Es probable que se ahorre dinero
al seleccionar una marca comercial o versión genérica de un medicamento de venta sin receta.
Los farmacéuticos pueden aconsejar cuáles son los productos genéricos de venta sin receta
que tienen la misma eficacia del producto original.
Los fármacos sin prescripción médica son los productos accesibles sin receta médica.
Permiten aliviar muchos síntomas molestos y curar algunas enfermedades de manera simple y
sin los gastos de una consulta médica. Sin embargo, la revolución de la automedicación de los
últimos veinte años, fomentada por la disponibilidad de fármacos seguros y eficaces de venta
sin prescripción médica, requiere sentido común y responsabilidad.
Reseña histórica
Hace algún tiempo, muchos fármacos eran accesibles sin prescripción médica. Antes de
que existieran los organismos oficiales competentes, casi todo se podía introducir en un frasco
y vender como un remedio seguro. El alcohol, la cocaína, la marihuana y el opio eran algunos
de los productos que se vendían sin prescripción médica y sin informar a los usuarios. En
algunos países la promulgación de leyes específicas otorgó una cierta autoridad al Estado para
emitir normas, pero no se determinaron pautas claras sobre qué fármacos se podían vender con
o sin prescripción médica.
Según leyes posteriores, los fármacos de venta sin prescripción médica debían reunir los
requisitos de seguridad y eficacia al mismo tiempo. Sin embargo, lo que sí funciona para un
paciente puede no servir para otro. Además, cualquier fármaco puede causar efectos adversos.
Algunas personas se refieren a los efectos adversos como efectos secundarios, pero este
término no aclara que los efectos adicionales sean, por lo general, indeseados. Sin un sistema
organizado que informe de los efectos adversos de los fármacos de venta sin prescripción
médica, los organismos oficiales y los fabricantes de fármacos no disponen de medios para
conocer su frecuencia y gravedad.
Algunas personas experimentan efectos adversos ocasionados por fármacos de venta sin
receta, aunque los utilicen de forma correcta. Por ejemplo, la anafilaxia, una reacción alérgica
grave y rara ocasionada por analgésicos como la aspirina, el ketoprofeno, el naproxeno o el
ibuprofeno, puede producir urticaria, picores, problemas respiratorios y colapso
cardiovascular. Estos fármacos pueden también irritar el aparato digestivo y causar úlceras.
A menudo, las etiquetas de los fármacos de venta sin prescripción médica no facilitan la
lista completa de las posibles reacciones adversas. Debido a esto, se cree que estos fármacos
presentan pocos o ningún efecto adverso. Por ejemplo, el prospecto de un analgésico sólo
recomienda no tomar el fármaco durante más de 10 días. La información de la caja, el envase
y el prospecto que acompañan al fármaco no describen los posibles efectos adversos graves
debidos al uso prolongado. Como consecuencia, las personas que sufren dolor o inflamación
crónica pueden tomar el fármaco mucho tiempo sin tener en cuenta los problemas que pueden
surgir.
Analgésicos y antiinflamatorios
Aspirina
El analgésico de venta sin prescripción médica más antiguo y barato es la aspirina (ácido
acetilsalicílico). La aspirina y otros fármacos antiinflamatorios no esteroideos bloquean la
enzima cicloxigenasa, que es crucial para la creación de prostaglandinas. Las prostaglandinas
son sustancias similares a las hormonas que alteran el diámetro de los vasos sanguíneos,
elevan la temperatura corporal como respuesta a la infección y desempeñan un papel crucial
en la coagulación de la sangre, además de otros efectos. La liberación en el organismo de
prostaglandinas como respuesta a una lesión (quemadura, rotura, torcedura o distensión
muscular) produce inflamación, enrojecimiento e hinchazón.
Dado que las prostaglandinas desempeñan un papel protector del aparato digestivo contra
el ácido gástrico, tomar aspirina o un fármaco similar puede causar trastornos
gastrointestinales, úlceras y hemorragias. Todos los fármacos antiinflamatorios no esteroideos,
incluyendo la aspirina, pueden causar acidez, indigestión y úlceras pépticas.
Los compuestos tamponados pueden disminuir los efectos directos irritantes de la aspirina.
Estos productos contienen un antiácido, que crea un medio alcalino que intensifica la
disolución de la aspirina y puede reducir el tiempo durante el cual la aspirina está en contacto
con el estómago. Sin embargo, dado que el tampón no puede contrarrestar la reducción de
prostaglandinas, la aspirina puede irritar el estómago.
La aspirina con envoltura entérica se ha fabricado para pasar intacta a través del estómago
y disolverse en el intestino delgado, minimizando la irritación directa. Sin embargo, la
aspirina revestida de este modo se absorbe irregularmente. Es probable que la ingestión de
alimentos demore el vaciado del estómago y, por lo tanto, retrase la absorción de este tipo de
aspirina y el alivio del dolor.
Dado que la aspirina puede interferir con la coagulación de la sangre, los pacientes que la
toman presentan un mayor riesgo de hemorragias. Las personas que se lesionan con facilidad
son especialmente vulnerables. Cualquier paciente con procesos hemorrágicos o presión
arterial alta no controlada debe evitar la aspirina, excepto bajo control médico. Si se usan
simultáneamente aspirina y anticoagulantes (como la warfarina) se puede provocar una
hemorragia grave. Por lo general, la aspirina no debe administrarse durante la semana previa a
una intervención quirúrgica.
La aspirina puede también agravar el asma. Los pacientes que sufren de pólipos nasales
son propensos a desarrollar asma si toman aspirina. La alergia a la aspirina puede producir
erupciones cutáneas o dificultades graves en la respiración. En dosis altas, la aspirina puede
causar zumbidos en los oídos.
Los niños y adolescentes que tienen o pueden tener gripe o varicela no deben tomar
aspirina porque pueden desarrollar el síndrome de Reye. A pesar de ser poco frecuente, el
síndrome de Reye puede tener graves consecuencias, incluso la muerte.
Ibuprofeno, ketoprofeno y naproxeno
El naproxeno también fue aprobado como fármaco sin prescripción. El naproxeno con
prescripción médica se presenta en formulación de 250, 375 y 500 miligramos. El naproxeno
sin prescripción sólo está disponible en formulación de 200 miligramos. La posología y pauta
de tratamiento para el naproxeno sin prescripción médica recomienda que no se exceda la
dosis de 3 grageas cada 24 horas, salvo indicación médica. Los adultos mayores de 65 años no
deben tomar más de una gragea cada 12 horas, a menos que el médico indique lo contrario.
Por lo general, se cree que el ibuprofeno, el ketoprofeno y el naproxeno son más suaves
para el estómago que la aspirina, aunque pocos estudios han comparado realmente estos
fármacos. Al igual que la aspirina, el ibuprofeno, el ketoprofeno y el naproxeno pueden causar
indigestión, náuseas, diarrea, acidez, dolor de estómago y úlceras. Otros efectos adversos
incluyen somnolencia, vértigo, zumbidos en los oídos, trastornos visuales, retención de agua y
dificultades respiratorias. Aunque el ibuprofeno, el ketoprofeno y el naproxeno no perjudican
la coagulación de la sangre más que la aspirina, no se deben combinar con anticoagulantes
como la warfarina, excepto bajo un estricto control médico. Así mismo, el control médico es
necesario antes de administrar ibuprofeno, ketoprofeno o naproxeno a individuos con
problemas renales o hepáticos, insuficiencia cardíaca o presión arterial alta.
Algunos fármacos prescritos para el corazón y la presión arterial no actúan tan bien si se
combinan con estos antiinflamatorios. Los individuos que toman bebidas alcohólicas
regularmente pueden tener mayor riesgo de afección del estómago, úlceras y disfunción
hepática.
Paracetamol (acetaminofén)
Una sobredosis de más de 15 gramos de paracetamol puede producir una lesión hepática
irreversible. Dosis menores durante períodos prolongados de tiempo no implican lesiones del
hígado graves. Los consumidores de cantidades importantes de alcohol presentan más riesgo
de afecciones hepáticas por el uso exagerado de paracetamol. El ayuno puede contribuir a la
lesión hepática. Se necesita una investigación adicional, pero las observaciones hasta el
momento sugieren que las personas que toman paracetamol y dejan de comer por causa de un
fuerte resfriado o una gripe pueden presentar lesiones del hígado.
Muchos productos de venta sin prescripción médica, como los remedios contra alergias,
resfriados, tos, gripe, dolor y sinusitis contienen paracetamol. Se debe evitar el tomar
simultáneamente varios fár-macos que contengan paracetamol.
Se han identificado más de 100 virus como responsables del resfriado común y todavía no
se dispone de un tratamiento curativo. La gente gasta muchísimo dinero cada año tratando de
aliviar los síntomas del resfriado. Sin embargo, algunas autoridades mantienen que si un
individuo no toma nada el resfriado desaparece al cabo de una semana y que al tomar un
fármaco se siente mejor al cabo de 7 días. Los niños son especialmente propensos a contraer
resfriados y a recibir medicación, a pesar de no haberse probado la eficacia de estos fármacos
para niños en edad preescolar.
Cada síntoma del resfriado se debe tratar con un fármaco distinto. En realidad, es difícil
encontrar remedios para el resfriado con un solo componente. La mayoría de los remedios
contiene una variedad de fármacos (antihistamínicos, descongestionantes, analgésicos,
expectorantes y calmantes para la tos) diseñados para tratar muchos síntomas.
Los calmantes para la tos, los expectorantes o los analgésicos no alivian la sensación de
nariz congestionada. Si la tos es el problema, ¿por qué tomar un antihistamínico o un
descongestionante? Si el dolor de garganta es el único síntoma, es probable que funcione un
analgésico (paracetamol, aspirina, ibuprofeno o naproxeno). Pueden ser útiles los
comprimidos para la garganta, especialmente aquellas con un anestésico local como la
diclonina o la benzocaína, o las gárgaras con agua y sal (media cucharada de sal en 250 ml de
agua tibia). Dar con el tratamiento adecuado para cada síntoma en particular puede convertirse
en un desafío. Leer los prospectos o consultar al farmacéutico puede resultar útil.
En ocasiones, un resfriado o la tos pueden indicar una enfermedad más grave. Se debe
consultar al médico si los síntomas persisten más de una semana, especialmente si hay dolor
de pecho o si la tos produce esputos oscuros. Es raro que la fiebre y el dolor aparezcan en el
transcurso de un resfriado común; su presencia puede indicar que se trata de una gripe o de
una infección bacteriana.
Antihistamínicos
Muchos expertos creen que los antihistamínicos no se deben incluir en los remedios contra
el resfriado que se venden sin receta. El problema es que los antihistamínicos pueden provocar
somnolencia y debilidad. Por ello, es peligroso conducir automóviles, manejar equipos
pesados y ocuparse de otras actividades que requieren un estado de alerta. Las personas
mayores son particularmente propensas a padecer los efectos adversos de los antihistamínicos
y pueden acusar síntomas de visión borrosa, ligeros mareos, boca seca, dificultad para orinar,
estreñimiento y confusión. (· V. recuadro, página 40) Los niños pueden experimentar
ocasionalmente insomnio o hiperactividad debido a los antihistamínicos. A pesar de la
difusión generalizada de los problemas que estos riesgos conllevan, la mayor parte de los
remedios contra el resfriado contienen antihistamínicos. Una vez más, la lectura atenta de las
etiquetas o la solicitud del consejo del farmacéutico son muy útiles.
Descongestionantes
Cuando los virus invaden las membranas mucosas, especialmente en las fosas nasales, los
vasos sanguíneos se dilatan causando tumefacción. Los descongestionantes constriñen los
vasos para producir alivio. Los principios activos de los descongestionantes orales incluyen la
seudoefedrina, la fenilpropanolamina y la fenilefrina. La fenilpropanolamina es también el
componente principal de muchos otros productos dietéticos que se venden sin prescripción
médica.
Para evitar estas complicaciones con frecuencia se usan pulverizadores nasales, que
alivian los tejidos nasales inflamados sin afectar otros órganos. Sin embargo, los
pulverizadores nasales actúan tan rápido y son tan eficaces que muchos pacientes intentan
usarlos más allá del límite de 3 días indicado en la etiqueta. Esto puede conducir al círculo
vicioso de una congestión nasal por un efecto de rebote. Cuando el efecto del fármaco
desaparece, los capilares de las fosas nasales se pueden expandir, causando congestión y
sensación de falta de aire. Esta sensación sería tan incómoda que se volvería a usar el
pulverizador. Este uso genera una dependencia del fármaco que puede durar meses o años. A
veces, interrumpir la administración requiere la supervisión de un médico especializado en
enfermedades del oído, la nariz y la garganta.
La tos es un reflejo natural frente a la irritación de los pulmones; libera a los pulmones del
exceso de secreciones o mucosidad. Si un individuo está congestionado pero puede
expectorar, no es aconsejable eliminar una tos tan productiva.
Es muy difícil encontrar calmantes para la tos con un solo componente. Con frecuencia, se
agregan expectorantes a los remedios para la tos. Algunos expertos opinan que la combinación
de un fármaco que facilita la expulsión de la flema con otro fármaco que suprima la tos parece
un contrasentido. Se supone que la guafenesina, un expectorante que se encuentra en varios
productos para la tos, ayuda a liberar las secreciones pulmonares, facilitando la producción de
esputo. Sin embargo, el beneficio real del fármaco es difícil de establecer.
La tos no productiva o seca puede ser muy irritante, especialmente de noche; los calmantes
de la tos pueden aliviar y ayudar a conciliar el sueño. La codeína, un calmante de la tos muy
eficaz, puede ser útil de noche debido a que tiene un leve efecto sedante. Dado que la codeína
es un narcótico, se teme que pueda causar adicción. En realidad, la adicción es poco frecuente,
pero en muchos países se exige que la codeína se venda sólo con prescripción médica y en
otros se permite al farmacéutico vender medicinas para la tos con codeína sólo si el cliente
firma una solicitud.
Se cree que las medicinas para adelgazar suprimen la sensación de hambre y son útiles
para seguir una dieta baja en calorías. Se han aprobado dos componentes para este propósito:
la fenilpropanolamina, que también actúa como un descongestionante en muchos remedios
para el resfriado y la alergia, y la benzocaína, un anestésico local que insensibiliza las papilas
gustativas. La benzocaína se encuentra principalmente en forma de goma de mascar,
caramelos o los comprimidos que se disuelven en la boca. Se administra antes de las comidas.
En un estudio, los pacientes que seguían una dieta con la ayuda de la fenilpropanolamina
perdieron más peso que con un placebo de apariencia idéntica. Sin embargo, la diferencia de
peso perdido fue mínima (alrededor de 2 kilos). La eficacia de la fenilpropanolamina sólo se
ha probado durante 3 o 4 meses aproximadamente. La fenilpropanolamina es más útil cuando
forma parte de un programa que incluye ejercicio físico y cambios en los hábitos alimentarios.
Antiácidos y digestivos
La acidez, la indigestión y el ardor de estómago son algunos de los términos usados para
describir las molestias gastrointestinales. El autodiagnóstico de una indigestión es arriesgado
porque las causas pueden ir desde una imprudencia menor en la dieta a una úlcera péptica o
incluso un cáncer de estómago. A veces los síntomas de una afección cardíaca se parecen a los
de una indigestión aguda. Aunque muchos individuos tratan la acidez por su cuenta, es mejor
acudir al médico si los síntomas se prolongan más de 2 semanas.
La mayor parte de los productos antiácidos contienen uno o más de los cuatro
componentes principales: sales de aluminio, sales de magnesio, carbonato cálcico y
bicarbonato sódico. Todos los componentes actúan en un minuto o menos, pero la duración de
su efecto es variable. Algunos productos alivian los síntomas durante 10 minutos
aproximadamente, mientras que otros son efectivos durante más de una hora y media. Los
bloqueadores histamínicos necesitan más tiempo para actuar pero su efecto es más
prolongado.
Aluminio y magnesio
Los antiácidos que contienen sales de aluminio y magnesio juntos pueden parecer ideales
porque cada componente complementa al otro. El hidróxido de aluminio se disuelve
lentamente en el estómago y comienza a actuar gradualmente proporcionando un alivio
prolongado. También causa estreñimiento. Las sales de magnesio actúan rápido y neutralizan
los ácidos eficazmente, pero también pueden actuar como laxante. Los antiácidos que
contienen simultáneamente aluminio y magnesio
parecen ofrecer lo mejor de ambos elementos:
alivio rápido y prolongado con menor riesgo de
diarrea o de estreñimiento.
Carbonato cálcico
Bicarbonato sódico
Uno de los antiácidos más económicos y más accesibles no está demasiado lejos de
cualquier armario de cocina. El bicarbonato (bicarbonato sódico) ha sido utilizado como
neutralizante de la acidez durante décadas. El eructo del bicarbonato sódico es causado por la
liberación del gas anhídrido carbónico.
El bicarbonato sódico es una excelente solución a corto plazo para la indigestión. Pero
demasiado bicarbonato puede destruir el equilibrio ácido-base del organismo causando una
alcalosis metabólica. Su elevado contenido en sodio también puede causar problemas a
individuos con insuficiencia cardíaca o con presión arterial alta.
Los fármacos usados para prevenir mareos son los antihistamínicos. Se prescriben
ocasionalmente pero también son accesibles como fármacos de venta sin receta médica. Los
fármacos contra el mareo son más efectivos si se toman 30 o 60 minutos antes de un viaje.
Con frecuencia, los fármacos contra el mareo causan somnolencia y falta de atención. En
efecto, la difenhidramina, uno de los fármacos contra el mareo, es el principio activo de la
mayor parte de los somníferos de venta sin receta. No deben tomarse estos medicamentos si se
debe conducir un automóvil, una embarcación u otro vehículo, o desempeñar una actividad
que requiera una atención especial. Los fármacos contra el mareo no deben tomarse junto con
alcohol, somníferos o tranquilizantes, dado que pueden causar efectos adicionales inesperados.
Los efectos adversos son más comunes en las personas de edad avanzada.
Son menos frecuentes otros efectos adversos como visión borrosa, confusión, dolor de
cabeza, dolor de estómago, estreñimiento, palpitaciones o dificultad para orinar. En los bebés
y los niños pequeños pueden provocar estados de agitación, por lo que sólo se utilizarán estos
fármacos bajo control médico. Una dosis demasiado alta en un niño pequeño puede causarle
alucinaciones e incluso convulsiones.
Los individuos con glaucoma de ángulo cerrado, inflamación de la próstata o
estreñimiento, no deben tomar fármacos contra el mareo sin recomendación médica.
Somníferos
Los somníferos de venta sin receta médica sirven para tratar una noche en blanco
ocasional y no un insomnio crónico, indicativo
de un problema más grave. No es recomendable
tomar somníferos de venta sin receta durante
más de una semana o 10 días.
Precauciones especiales
El organismo de los niños metaboliza los fármacos y reacciona a ellos de forma diferente
que el de los adultos. Un fármaco puede ser ampliamente utilizado durante años antes de que
se descubran las reacciones adversas en niños. Por ejemplo, pasaron 5 años antes de que los
investigadores confirmaran que el riesgo del síndrome de Reye estaba relacionado con el uso
de la aspirina en niños con varicela o gripe. Tanto los médicos como los padres, con
frecuencia se sorprenden de que la mayor parte de los fármacos de venta sin receta, incluso los
que se administran con dosificación recomendada por pediatras, no han sido probados a fondo
en los niños. En particular, la eficacia de los remedios para la tos y el resfriado no ha sido
especialmente probada en los niños. Por esta razón, el uso de estos fármacos representa una
exposición innecesaria de los niños a la toxicidad y además es un gasto inútil de dinero. No
siempre es fácil administrar a un niño la dosis correcta de un fármaco. La edad no es el mejor
criterio, aunque las dosis para los niños se expresan con frecuencia en términos de límites de
edad (por ejemplo, niños de edades comprendidas entre 2 y 6 años o 6 y 12 años).
La constitución física de los niños puede variar enormemente dentro de cualquier franja de
edad y los expertos no se han puesto de acuerdo sobre los mejores parámetros para determinar
la dosis del fármaco: el peso, la estatura o la superficie corporal. Una dosis recomendada
basándose en el peso del niño podría ser la más fácil de interpretar y de administrar.
Muchos fármacos para niños se suministran en forma líquida. A pesar de que las etiquetas
dan pautas claras sobre la dosis, a veces los adultos encargados se equivocan porque usan una
cuchara común. Las cucharas de cocina no son adecuadas para medir cantidades de un
fármaco líquido. Una cuchara cilíndrica de medición es mucho mejor, y es preferible utilizar
una jeringa oral para depositar una cantidad precisa de fármaco dentro de la boca de un bebé.
Antes de usar una jeringa oral siempre se debe retirar el tapón de la punta. El niño se puede
atragantar si el tapón se empuja accidentalmente hacia el interior de la tráquea.Varios
fármacos para niños tienen más de una presentación. Los adultos deben leer cuidadosamente
los prospectos cada vez que administran un nuevo fármaco a los niños.
Muchos fármacos de venta sin receta son potencialmente perjudiciales para las personas
de edad avanzada. El riesgo aumenta cuando se toma regularmente la dosis máxima del
fármaco. Por ejemplo, una persona mayor que sufre de artritis tiende a usar un fármaco
analgésico o antiinflamatorio con frecuencia y las consecuencias pueden ser graves. Una
úlcera hemorrágica es una complicación mortal para una persona de edad avanzada y puede
presentarse sin previo aviso.
Los antihistamínicos, como la difenhidramina, también poseen riesgos especiales para los
mayores. Las fórmulas para aliviar el dolor durante la noche, los somníferos y muchos
remedios para la tos y el resfriado con frecuencia contienen antihistamínicos. Además de la
posibilidad de empeorar el asma, el glaucoma de ángulo cerrado o la inflamación de la
próstata, los antihistamínicos pueden producir aturdimiento o inestabilidad, lo cual comporta
el riesgo de caídas y fractura de huesos. A veces los antihistamínicos pueden causar confusión
o delirio en personas mayores, particularmente a dosis elevadas o en combinación con otros
fármacos.La gente mayor es más propensa a los posibles efectos adversos de los fármacos
administrados para trastornos del aparato digestivo. Los antiácidos que contienen aluminio
son más dados a causar estreñimiento, mientras que los antiácidos basados en magnesio
conllevan diarrea y deshidratación. Incluso la ingestión de vitamina C puede causar trastornos
del estómago o diarrea en estas personas.
Durante las consultas al médico, las personas de edad avanzada deben informar sobre
cualquier producto de venta sin receta que estén tomando, incluyendo vitaminas y minerales.
Esta información ayuda al médico a evaluar el régimen completo de fármacos y determinar si
los fármacos de venta sin receta son responsables de ciertos síntomas.
Muchos pacientes no informan a su médico o farmacéutico sobre los fármacos de venta sin
prescripción que están tomando. Los fármacos tomados de manera intermitente, como los que
se dan para el resfriado, el estreñimiento o el dolor de cabeza ocasional, se mencionan aún con
menor frecuencia. Los médicos o farmacéuticos pueden olvidarse de preguntar sobre los
fármacos de venta sin receta cuando prescriben o despachan los medicamentos. Existen
muchos productos de venta sin receta que pueden interactuar adversamente con una amplia
gama de fármacos.
Algunas de estas interacciones pueden ser graves. Por ejemplo, algo tan pequeño como
una aspirina puede reducir la eficacia del enalapril en el tratamiento de insuficiencia cardíaca
grave. Esto también puede ocurrir con otros inhibidores de la enzima convertidora de la
angiotensina (ECA).
Superposición de fármacos
Por ejemplo, si al mismo tiempo se toma un fármaco para adelgazar y un remedio para el
resfriado que contengan ambos fenilpropanolamina, se puede ingerir el doble de la dosis que
se considera segura. El paracetamol (acetaminofén) se encuentra normalmente en los fármacos
para la sinusitis. Cuando se toma simultáneamente un fármaco para la sinusitis y paracetamol
para aliviar un dolor de cabeza, se puede exceder la dosis recomendada.
Enfermedades crónicas
Los individuos con presión arterial alta, enfermedades del corazón, diabetes,
hipertiroidismo o un aumento del tamaño de la próstata deben consultar a un médico o
farmacéutico antes de tomar descongestionantes o antihistamínicos, ya que sus efectos
adversos pueden ser peligrosos.
Los fármacos de venta sin receta están destinados principalmente a un uso ocasional por
individuos básicamente sanos. Debido a ello, los enfermos crónicos o cualquiera que tenga la
intención de tomar un fármaco a diario deben consultar antes al médico, porque tal uso excede
los límites normales de la automedicación y requiere el asesoramiento de un experto.
SECCION 3 > ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES
CAPITULO 14
Biología cardiovascular
El corazón es un órgano muscular situado en medio del tórax que posee, tanto en el lado
derecho como en el izquierdo, una cavidad superior (aurícula), que recibe la sangre, y una
cavidad inferior (ventrículo), que la expulsa.
Para asegurarse de que la sangre fluya en una sola dirección, los ventrículos tienen una
válvula de entrada y otra de salida.
La función cardíaca
Con cada latido, al tiempo que las cavidades del corazón se relajan, se llenan de sangre
(período llamado diástole) y cuando se contraen, la expelen (período llamado sístole). Las dos
aurículas se relajan y se contraen juntas, al igual que los ventrículos. La circulación sanguínea
en el corazón sucede como sigue. Primero, la sangre pobre en oxígeno y sobrecargada de
anhídrido carbónico proveniente de todo el organismo llega a la aurícula derecha a través de
las dos venas más grandes (las venas cavas superior e inferior). Cuando la aurícula derecha se
llena, impulsa la sangre hacia el ventrículo derecho; cuando éste se llena, la bombea a través
de la válvula pulmonar hacia las arterias pulmonares para que llegue a los pulmones. En éstos,
la sangre fluye a través de pequeños capilares que rodean los sacos de aire, absorbiendo
oxígeno y liberando anhídrido carbónico, que luego se exhala. La sangre ya rica en oxígeno
circula por las venas pulmonares hasta la aurícula izquierda. Este circuito entre el lado
derecho del corazón, los pulmones y la aurícula izquierda se denomina circulación pulmonar.
Cuando la aurícula izquierda se llena, empuja la sangre rica en oxígeno hacia el interior del
ventrículo izquierdo; cuando éste a su vez se llena, impulsa la sangre a través de la válvula
aórtica hacia la aorta, la arteria la más grande del cuerpo. Esta sangre rica en oxígeno abastece
a todo el organismo excepto a los pulmones.
Vasos sanguíneos
El resto del sistema circulatorio (cardiovascular) está compuesto por arterias, arteriolas,
capilares, vénulas y venas. Las arterias, fuertes y flexibles, transportan la sangre desde el
corazón y soportan la mayor presión arterial. Su elasticidad permite mantener una presión
arterial casi constante entre cada latido cardíaco. Las arterias y arteriolas más pequeñas tienen
paredes musculares que ajustan su diámetro con el fin de aumentar o disminuir el flujo de
sangre hacia una zona en particular. Los capilares son vasos minúsculos, con paredes
extremadamente finas, que actúan como puentes entre las arterias (que llevan la sangre que
sale del corazón) y las venas (que la llevan de vuelta hacia él). Por un lado, los capilares
permiten que el oxígeno y las sustancias nutritivas pasen desde la sangre hacia los tejidos y,
por otro, también dejan que los productos de desecho pasen de los tejidos hacia la sangre.
Los capilares desembocan en las vénulas, que a su vez desembocan en las venas que
llegan al corazón. Debido a que las venas tienen paredes muy finas pero son, por lo general,
más anchas que las arterias, transportan el mismo volumen de sangre pero con una velocidad
menor y con mucha menos presión.
El músculo cardíaco (miocardio) recibe una parte del gran volumen de sangre que pasa por
las aurículas y los ventrículos. Un sistema de arterias y venas (circulación coronaria) provee al
miocardio la sangre rica en oxígeno y permite el retorno de la sangre venosa o pobre en
oxígeno hacia la aurícula derecha. La arteria coronaria derecha y la arteria coronaria izquierda
son las ramas de la aorta responsables del suministro de sangre; las venas cardíacas se vacían
en el seno coronario, que devuelve la sangre a la aurícula derecha. Debido a la fuerte presión
sobre el músculo cardíaco que supone la contracción del corazón, el flujo sanguíneo a través
de la circulación coronaria se realiza, en su mayor parte, durante la relajación del músculo
cardíaco (diástole ventricular).
Interior del corazón*
*Esta sección transversal del corazón muestra la dirección del flujo sanguíneo normal.
Síntomas de las cardiopatías
No existe ningún síntoma que identifique inequívocamente una enfermedad del corazón
(cardíaca), pero algunos síntomas sugieren esta posibilidad y la asociación de varios permite
establecer un diagnóstico casi exacto.
El diagnóstico se inicia con una entrevista (la historia clínica) y una exploración física. A
menudo, se realizan análisis para confirmar el diagnóstico, para conocer la gravedad del
problema o para facilitar la planificación del tratamiento. Sin embargo, algunas cardiopatías
graves son asintomáticas hasta que alcanzan un estado muy avanzado. Una exploración
médica general o una visita al médico por otros motivos son útiles para descubrir tal
enfermedad cardíaca asintomática.
Los síntomas de una cardiopatía incluyen ciertos tipos de dolor, disnea (sensación de falta
de aire o "sed de aire"), fatiga (cansancio), palpitaciones (la sensación de un latido lento,
rápido o irregular), sensación de mareo y desmayos. Sin embargo, estos síntomas no indican
necesariamente una cardiopatía. Por ejemplo, el dolor torácico puede indicar una enfermedad
del corazón, pero también puede ser debido a un trastorno respiratorio o gastrointestinal.
Dolor
Cuando existe una deficiencia de llegada de sangre a otros músculos, en particular los de
la pantorrilla, generalmente aparece un agarrotamiento y un dolor al esfuerzo en el músculo
durante el movimiento (claudicación).
Por otro lado, cuando una arteria se desgarra o se rompe, el dolor que ocasiona es intenso,
aparece y desaparece con relativa rapidez y puede que no se relacione con los esfuerzos. A
veces, se lesionan las arterias principales, sobre todo la aorta. Así mismo, puede que se dilate
una porción de la aorta (aneurisma), la cual puede fisurarse bruscamente o bien dejar escapar
algo de sangre entre las capas de la aorta (disección de la aorta). Estos eventos producen
dolores muy agudos y repentinos, a veces intermitentes, según vaya repitiéndose esta fuga de
sangre a veces fuera de la aorta o bien entre las capas de su pared. El dolor que se origina en la
aorta se percibe en general detrás del cuello, entre los omóplatos, en la zona inferior de la
espalda o en el abdomen.
Disnea
En los estadios iniciales de una insuficiencia cardíaca, la disnea sólo aparece durante el
esfuerzo. A medida que el trastorno se agrava, el ahogo aparece cada vez con más frecuencia
ante un esfuerzo menor y, finalmente, aparece también en reposo. El ahogo aumenta al
echarse porque el fluido se esparce por todo el tejido pulmonar y disminuye al sentarse o
levantarse, ya que, al ponerse de pie, la fuerza de la gravedad hace que el líquido se acumule
en la base de los pulmones. La disnea nocturna es la dificultad de respirar al acostarse por la
noche; se alivia al sentarse.
Fatiga
Cuando el corazón no funciona adecuadamente, la sangre que llega a los músculos durante
un esfuerzo puede ser insuficiente y causar una sensación de debilidad y de cansancio. Los
síntomas son por lo general poco llamativos. La persona compensa este trastorno
disminuyendo gradualmente su actividad o bien cree que se debe al hecho de envejecer.
Palpitaciones
Normalmente, uno no percibe los latidos del corazón. Pero en ciertas circunstancias (como
cuando una persona normal realiza esfuerzos extremos o sufre una experiencia emocional
dramática), pueden llegar a percibirse en forma de latidos enérgicos, rápidos o irregulares.
El médico podrá confirmar estos síntomas controlando el pulso y escuchando el latido del
corazón mediante la colocación de un fonendoscopio sobre el pecho.
Las respuestas a una serie de preguntas (si las palpitaciones empiezan de forma gradual o
repentina, con qué rapidez late el corazón, si el latido es irregular y hasta qué punto lo es, y su
posible causa) determinarán si las palpitaciones se pueden considerar anormales o no.
Las palpitaciones que se acompañan de otros síntomas, como disnea, dolor, debilidad,
fatiga o desvanecimientos parecen más bien causadas por un ritmo cardíaco anormal o por una
enfermedad subyacente grave.
Postura típica del paciente con angina de pecho
Mareos y desmayos
Por ejemplo, se observan mareos en los soldados cuando están quietos de pie durante
mucho tiempo, ya que para que la sangre regrese al corazón, los músculos de las piernas
deben estar activos. Así mismo, una fuerte emoción o un dolor, que activan parte del sistema
nervioso, también provocan desvanecimientos.
En primer lugar, el médico pregunta acerca de los síntomas que sugieren la posibilidad de
una cardiopatía, como dolor torácico, insuficiencia respiratoria, edema de pies y tobillos y
palpitaciones. A continuación, se registra la presencia de otros síntomas, como fiebre,
debilidad, fatiga, pérdida de apetito y malestar general, que pueden señalar directamente un
trastorno cardíaco. Después, se pregunta al paciente sobre infecciones, exposición a productos
químicos, uso de medicamentos, consumo de alcohol y tabaco, ambiente familiar y laboral y
actividades recreativas. Por último, es necesario conocer si algún miembro de la familia ha
tenido enfermedades cardíacas u otros trastornos y si el paciente tiene alguna enfermedad que
pueda afectar al sistema cardiovascular.
Se toma el pulso en las arterias del cuello, debajo de los brazos, en los codos y las
muñecas, en el abdomen, en las ingles, detrás de las rodillas y en los tobillos y los pies para
asegurarse de que el flujo de sangre sea adecuado y simétrico en ambos lados del cuerpo.
También se controlan la presión arterial y la temperatura corporal; cualquier anormalidad
puede sugerir una cardiopatía.
Es importante examinar las venas del cuello ya que están directamente conectadas a la
aurícula derecha y dan una indicación del volumen y de la presión de la sangre al entrar por el
lado derecho del corazón. Para esta parte de la exploración, se solicita al paciente que se estire
con la parte superior del cuerpo elevada en un ángulo de 45 grados. En ocasiones, el paciente
podrá sentarse, ponerse de pie o acostarse.
El médico presiona con el dedo la piel de los tobillos y las piernas y, a veces, la parte
inferior de la espalda, con el fin de detectar una acumulación de líquidos (edema) en los
tejidos que se hallan por debajo de la piel.
Un oftalmoscopio (instrumento que permite examinar el interior del ojo) se usa para
observar los nervios y los vasos sanguíneos de la retina (la membrana sensible a la luz que se
halla sobre la superficie interna de la parte posterior del ojo). Se pueden encontrar anomalías
visibles en la retina en caso de hipertensión arterial, diabetes, arteriosclerosis e infecciones
bacterianas de las válvulas cardíacas.
El médico coloca la mano sobre el tórax para determinar el tamaño del corazón y el tipo y
la fuerza de las contracciones durante cada latido. A veces, un flujo de sangre anormal y
turbulento dentro de los vasos o entre las cavidades del corazón, provoca una vibración que se
percibe con las yemas de los dedos o con la palma de la mano.
También es posible identificar con un fonendoscopio los distintos sonidos que causan la
apertura y cierre de las válvulas cardíacas (auscultación). Las anomalías en las válvulas y otras
partes del corazón crean turbulencias en la circulación sanguínea que generan sonidos
característicos denominados soplos cardíacos.
Un flujo sanguíneo turbulento generalmente aparece cuando la sangre pasa por válvulas
estrechas o que no cierran bien.
No todas las enfermedades cardíacas provocan soplos y no todos los soplos indican un
trastorno. En general, las mujeres embarazadas tienen soplos cardíacos por el aumento normal
de la velocidad de flujo de la sangre. Estos soplos inofensivos son también frecuentes en niños
pequeños y mayores debido a la rapidez con que la sangre atraviesa las pequeñas estructuras
del corazón. A medida que las paredes de los vasos, las válvulas y otros tejidos se van
endureciendo con el envejecimiento, el flujo sanguíneo puede volverse turbulento, aunque no
exista una enfermedad cardíaca grave previa.
Colocando el fonendoscopio sobre las arterias y las venas en cualquier lugar del cuerpo, se
pueden detectar señales de flujo turbulento, llamados soplos, causados por un estrechamiento
de los vasos o por comunicaciones anormales entre ellos.
Por último, se examina el abdomen para determinar si el hígado está agrandado por una
acumulación de sangre en las principales venas que conducen al corazón. Una hinchazón
anormal del abdomen, debida a retención de líquidos, puede indicar una insuficiencia
cardíaca. También se exploran el pulso y el diámetro de la aorta abdominal.
Pruebas diagnósticas
Existe una amplia serie de pruebas y procedimientos para agilizar y hacer más preciso el
diagnóstico. Incluyen registros de la actividad eléctrica del corazón, radiografías,
ecocardiogramas, resonancia magnética (RM), tomografía por emisión de positrones (TEP) y
cateterismo cardíaco.
Estos exámenes, habitualmente, sólo tienen un leve riesgo, que aumenta con la
complejidad del procedimiento y la gravedad de la enfermedad cardíaca subyacente. Con
respecto al cateterismo cardíaco y a la angiografía, la posibilidad de que surja una
complicación mayor (como un accidente vascular cerebral, un infarto o la muerte) es de 1 por
cada 1000. La prueba de esfuerzo tiene un riesgo de 1 entre 5000 de desarrollar infarto o
muerte. En realidad el único riesgo de los exámenes con isótopos radiactivos proviene de la
pequeña dosis de radiación que recibe el paciente, que de hecho es menor que la que recibe
con la mayoría de los exámenes con rayos X.
En el ECG se detectan muchas clases de anomalías. Las más fáciles de comprender son las del ritmo de los
latidos cardíacos: demasiado rápido, demasiado lento o irregular. La lectura de un ECG permite, en general, que
el médico pueda determinar en qué parte del corazón comienza el ritmo anormal y puede entonces proceder al
diagnóstico.
Electrocardiograma
Para realizar un ECG, se colocan pequeños contactos metálicos (electrodos) sobre la piel
de los brazos, de las piernas y del tórax del paciente, que miden el flujo y la dirección de las
corrientes eléctricas del corazón durante cada latido. Cada electrodo está conectado mediante
cables a una máquina que produce un trazado específico, que varía según el electrodo. Cada
trazado representa el registro de la actividad eléctrica de una parte del corazón; los diferentes
trazados se denominan derivaciones.
Habitualmente, se hace un ECG cada vez que se sospechan trastornos cardíacos. Esta
prueba facilita la identificación de un cierto número de estos trastornos, incluyendo ritmos
anormales, llegada insuficiente de sangre y oxígeno al corazón y una excesiva hipertrofia
(engrosamiento) del músculo cardíaco, que pueden ser la consecuencia de una hipertensión
arterial. Un ECG también evidencia cuándo el músculo cardíaco es delgado o inexistente por
haber sido reemplazado por tejido no muscular; este cuadro puede ser el resultado de un
ataque al corazón (infarto de miocardio).
Prueba de esfuerzo
La prueba consiste en pedalear en una bicicleta o caminar sobre una cinta rotativa a un
determinado ritmo que se aumenta gradualmente. El ECG se controla de forma continua y la
presión arterial se mide a intervalos. La prueba de tolerancia al esfuerzo se continúa hasta que
la frecuencia cardíaca alcanza entre el 80 y el 90 por ciento del máximo valor posible de
acuerdo con la edad y el sexo. Si los síntomas, como disnea o dolor torácico, causan un
malestar importante o si aparecen anomalías relevantes en el ECG o en el registro de la
presión arterial, la sesión se interrumpe antes.
Cuando por alguna razón no se puede realizar ejercicio, se puede llevar a cabo un
electrocardiograma, que proporciona una información similar a la de la prueba de tolerancia al
esfuerzo sin practicar ejercicio. Para ello, se inyecta un fármaco como el dipiridamol o la
adenosina, que aumentan el suministro de sangre al tejido cardíaco normal y disminuyen el
suministro de sangre al tejido enfermo, lo cual simula los efectos del ejercicio físico.
En caso necesario, el ECG se transmite por teléfono a una computadora del hospital o del
consultorio médico para su lectura inmediata en cuanto aparecen los síntomas. Los
dispositivos portátiles sofisticados graban simultáneamente el ECG y el electroencefalograma
(medida de la actividad eléctrica cerebral) en pacientes con pérdidas de consciencia. Estos
registros ayudan a diferenciar entre ataques epilépticos y anomalías del ritmo cardíaco.
Exploración electrofisiológica
Exploración radiológica
El aumento del tamaño del corazón puede deberse a una insuficiencia cardíaca o a una
válvula anormal. Pero, a veces, el tamaño puede ser normal incluso en personas que presentan
enfermedades cardíacas graves.
El aspecto de los vasos sanguíneos pulmonares suele ser más importante para el
diagnóstico que el aspecto del propio corazón. Por ejemplo, la dilatación de las arterias
pulmonares cerca del corazón pero estrechadas en el tejido pulmonar sugiere un aumento de
tamaño del ventrículo derecho.
Tomografía computadorizada
La tomografía computadorizada ordinaria (TC) casi nunca se utiliza para diagnosticar una
enfermedad cardíaca; sin embargo, puede detectar anomalías estructurales del corazón, del
pericardio, de los vasos principales, de los pulmones y de las estructuras de soporte dentro del
tórax. La computadora del sistema crea imágenes transversales de todo el tórax utilizando los
rayos X y muestra la ubicación exacta de las anomalías.
Radioscopia
La radioscopia (fluoroscopia) es una exploración continua con rayos X que muestra en una
pantalla el movimiento del corazón con cada latido y los pulmones cuando se inflan y se
desinflan. Sin embargo, dado que implica una dosis relativamente alta de radiación, se ha
reemplazado por el ecocardiograma y otros exámenes.
Para el ecocardiograma se utilizan ondas ultrasonoras de alta frecuencia, emitidas por una
sonda de grabación (transductor), que chocan contra las estructuras del corazón y de los vasos
sanguíneos y, al rebotar, producen una imagen móvil que aparece en una pantalla de vídeo y
que se puede grabar en una cinta o imprimirse. Cambiando la posición y el ángulo de la sonda,
se observan el corazón y los principales vasos sanguíneos desde varios ángulos para obtener
una imagen detallada de las estructuras y de la función cardíacas. Para obtener mayor claridad
o para analizar estructuras en la parte posterior del corazón, es posible introducir un
transductor en el esófago y grabar las señales provenientes de la parte posterior del corazón;
este procedimiento se conoce como ecocardiograma transesofágico.
Resonancia magnética
La resonancia magnética (RM) es una técnica que utiliza un potente campo magnético
para obtener imágenes detalladas del corazón y del tórax. Esta sofisticada y extremadamente
costosa técnica de obtención de imágenes está aún en una fase experimental para su uso en el
diagnóstico de las enfermedades cardíacas.
Se coloca a la persona dentro de un gran electroimán que causa una vibración de los
núcleos de los átomos del organismo, produciendo unas señales características, que son
convertidas en imágenes bidimensionales y tridimensionales de las estructuras cardíacas. Por
lo general, no es necesario el uso de contraste. En algunas ocasiones, sin embargo, se
administran agentes de contraste paramagnéticos por vía intravenosa para facilitar la
identificación de un escaso flujo de sangre en el músculo cardíaco.
Una desventaja de la RM es que cada imagen necesita más tiempo para ser producida con
la TC. A causa del movimiento del corazón, las imágenes obtenidas con la RM son más
borrosas que las obtenidas con la TC. Además, algunas personas sienten claustrofobia ya que
deben permanecer inmóviles en un espacio reducido dentro una máquina gigantesca.
El flujo sanguíneo que pasa a través del corazón se examina generalmente inyectando
talio-201 en una vena y obteniendo imágenes durante la prueba de esfuerzo. La cantidad de
talio-201 que absorben las células del músculo cardíaco depende de la circulación. En el
momento máximo del esfuerzo, el área del corazón con menor aporte de sangre (isquemia)
muestra menor radiactividad (produce una imagen más débil) que el músculo circundante con
aporte normal. En pacientes incapaces de realizar ejercicios, una inyección intravenosa de
dipiridamol o de adenosina simula los efectos del ejercicio en el flujo de sangre. Estos
fármacos desvían el aporte de sangre de los vasos dañados hacia los normales.
Una vez que la persona haya descansado unas pocas horas, se efectúa la segunda
exploración. De este modo se observa en qué áreas del corazón se da una ausencia de flujo
reversible, por lo general debida a un estrechamiento de las arterias coronarias, y cuáles
padecen una cicatrización irreversible del músculo cardíaco, que en cambio suele ser el
resultado de un infarto previo.
Cateterismo cardíaco
El catéter también se utiliza para obtener muestras de sangre para estudios del
metabolismo. A través del catéter pueden instilarse contrastes que dibujarán los vasos
sanguíneos y las cavidades del corazón en la radioscopia. Las anomalías anatómicas y del
flujo sanguíneo pueden observarse y registrarse en películas al tiempo que se hacen
radiografías. Así mismo, utilizando unos instrumentos a través del catéter, pueden obtenerse
muestras de tejido del músculo cardíaco del interior de las cavidades cardíacas para su examen
al microscopio (biopsia). También puede registrarse por separado la presión arterial en cada
cavidad y en las venas y arterias más importantes, así como el contenido de oxígeno y de
anhídrido carbónico en la sangre de diferentes partes del corazón.
Por último, es posible evaluar la capacidad del corazón para bombear la sangre a partir del
análisis del movimiento de la pared del ventrículo izquierdo y calculando la eficiencia con la
cual expele la sangre (fracción de eyección). Este análisis permite valorar las lesiones del
corazón que se han desarrollado a causa de una isquemia por enfermedad de las arterias
coronarias o de cualquier otro trastorno.
Angiografía coronaria
El corazón es un órgano muscular con cuatro cavidades diseñadas para trabajar de manera
eficiente y continua durante toda la vida. Las paredes musculares de cada cavidad se contraen
en una secuencia precisa y durante cada latido expelen la mayor cantidad de sangre con el
menor esfuerzo posible.
La contracción de las fibras musculares del corazón está controlada por una descarga
eléctrica que recorre el corazón siguiendo distintas trayectorias y a una velocidad determinada.
La descarga rítmica que comienza cada latido, se origina en el marcapasos del corazón
(nódulo sinoauricular), que se encuentra en la pared de la aurícula derecha. La velocidad de
estas descargas depende en parte de los impulsos nerviosos y de la cantidad de ciertas
hormonas de la sangre.
Por otro lado, las hormonas del sistema simpático (la adrenalina y la noradrenalina)
también aumentan la frecuencia cardíaca. La hormona tiroidea también ejerce el mismo
efecto. Demasiada hormona tiroidea hace que el corazón lata con excesiva rapidez, mientras
que, si hay muy poca, lo hace con mucha lentitud.
La frecuencia cardíaca en reposo es de 60 a 100 latidos por minuto. Sin embargo, pueden
ser consideradas normales velocidades mucho menores en adultos jóvenes, sobre todo en
aquellos en buenas condiciones físicas. Las variaciones en la frecuencia cardíaca son
normales. Aparecen no sólo por efecto del ejercicio o de la inactividad, sino también por otros
estímulos, como el dolor y las emociones. Sólo cuando el ritmo es inadecuadamente rápido
(taquicardia) o lento (bradicardia) o cuando los impulsos eléctricos siguen vías o trayectos
anómalos, se considera que el corazón tiene un ritmo anormal (arritmia). Los ritmos
anormales pueden ser regulares o irregulares.
Los impulsos eléctricos del marcapasos se dirigen primero hacia las aurículas derecha e
izquierda y, en consecuencia, provocan la contracción del tejido muscular en una determinada
secuencia que condiciona que la sangre sea expulsada desde las aurículas hacia los
ventrículos. A continuación, el impulso eléctrico llega hasta el nódulo auriculoventricular
situado entre las aurículas y los ventrículos. Este nódulo retiene las descargas eléctricas y
retarda su transmisión para permitir que las aurículas se contraigan por completo y que los
ventrículos se llenen con la mayor cantidad de sangre posible durante la diástole ventricular.
Después de pasar por el nódulo auriculoventricular, el impulso eléctrico llega hasta el haz
de His, un grupo de fibras que se dividen en una rama izquierda para el ventrículo izquierdo y
una rama derecha para el ventrículo derecho. De este modo, el impulso se distribuye de
manera ordenada sobre la superficie de los ventrículos e inicia su contracción (sístole),
durante la cual la sangre se expulsa del corazón.
Trayectoria de los impulsos eléctricos del corazón
El nódulo sinoauricular (1) inicia un impulso eléctrico que recorre las aurículas derecha e izquierda (2), produciendo su contracción. Cuando el impulso
eléctrico alcanza el nódulo auriculoventricular (3), es retardado ligeramente.
El impulso, a continuación, viaja hacia el haz de His (4), que se divide en la rama derecha del fascículo de His para el ventrículo derecho (5) y la rama
izquierda del mismo para el ventrículo izquierdo (5).
A continuación, el impulso se extiende por los ventrículos, haciendo que se contraigan.
Diversas anomalías de este sistema de conducción del impulso eléctrico pueden provocar
arritmias que pueden ser desde inofensivas hasta graves con riesgo de muerte. Cada variedad
de arritmia tiene su propia causa, mientras que una causa puede dar lugar a varios tipos de
arritmias. Las arritmias leves pueden presentarse por el consumo excesivo de alcohol o de
tabaco, por estrés o por el ejercicio. La hiperactividad o el bajo rendimiento del tiroides y
algunos fármacos, especialmente los utilizados para el tratamiento de las enfermedades
pulmonares y la hipertensión, también pueden alterar la frecuencia y el ritmo cardíacos. La
causa más frecuente de las arritmias es una enfermedad cardíaca, en particular la enfermedad
de las arterias coronarias, el mal funcionamiento de las válvulas y la insuficiencia cardíaca. En
ocasiones, las arritmias sobrevienen sin una enfermedad cardíaca subyacente o cualquier otra
causa detectable.
Síntomas
La consciencia del propio latido del corazón (palpitaciones) varía mucho de una persona a
otra. Algunas personas pueden distinguir los latidos anormales y otras son capaces de percibir
hasta los latidos normales. En algunas ocasiones, cuando se está acostado sobre el lado
izquierdo, la mayoría de las personas percibe el latido del corazón. La consciencia de los
propios latidos puede resultar molesta, pero habitualmente no es el resultado de una
enfermedad subyacente. Lo más frecuente es que se deba a contracciones muy fuertes que se
manifiestan periódicamente por diversas razones.
La persona que padece un cierto tipo de arritmia tiene tendencia a sufrir esta misma
arritmia repetidamente. Algunos tipos de arritmias provocan pocos síntomas o ninguno, pero
pueden causar problemas. Otras no causan nunca problemas importantes pero, en cambio, sí
causan síntomas. A menudo, la naturaleza y la gravedad de la enfermedad cardíaca subyacente
son más importantes que la arritmia en sí misma.
Cuando las arritmias afectan a la capacidad del corazón para bombear sangre, pueden
causar mareos, vértigo y desmayo (síncope). Las arritmias que provocan estos síntomas
requieren atención inmediata.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Los marcapasos artificiales, dispositivos electrónicos que actúan en lugar del marcapasos
natural, se programan para imitar la secuencia normal del corazón. Por lo general, se
implantan quirúrgicamente bajo la piel del pecho y poseen cables que llegan hasta el corazón.
Debido al circuito de baja energía y al nuevo diseño de baterías, estas unidades tienen una
duración de entre 8 y 10 años. Estos nuevos circuitos han eliminado casi por completo el
riesgo de interferencias con los distribuidores de los automóviles, radares, microondas y
detectores de seguridad de los aeropuertos. Sin embargo, otros equipos pueden interferir el
marcapasos, como los aparatos utilizados para la resonancia magnética nuclear (RM) y la
diatermia (fisioterapia empleada para dar calor a los músculos).
Extrasístoles auriculares
Una extrasístole auricular es un latido cardíaco causado por la activación eléctrica de las
aurículas antes de un latido normal.
Diagnóstico y tratamiento
La taquicardia auricular paroxística es una frecuencia cardíaca uniforme, rápida (de 160 a
200 latidos por minuto) que acontece de modo repentino y se inicia en las aurículas.
Esta frecuencia cardíaca rápida suele tener un inicio y un fin repentinos y puede durar
desde pocos minutos a varias horas. Se experimenta en la mayoría de los casos como una
palpitación molesta y a menudo se acompaña de otros síntomas, como la debilidad.
Generalmente, el corazón es normal y estos episodios son más desagradables que peligrosos.
Tratamiento
Los episodios de arritmia pueden ser a menudo interrumpidos mediante una o varias
maniobras que estimulan el nervio vago y que, en consecuencia, reducen la frecuencia
cardíaca. Dichas maniobras, que son habitualmente dirigidas por un médico, consisten en
hacer que el paciente simule los esfuerzos de evacuación, frotar el cuello precisamente debajo
del ángulo de la mandíbula (lo que estimula una zona sensible sobre la arteria carótida llamada
seno carotídeo) y sumergir la cara dentro de un recipiente de agua muy fría. Estas maniobras
son más eficaces si se efectúan apenas comienza la arritmia.
La prevención es más difícil que el tratamiento, pero hay varios fármacos que son
eficaces, administrados solos o combinados. En raras ocasiones, puede que sea necesario
destruir una vía anómala en el corazón mediante una ablación con catéter (suministro de
energía de radiofrecuencia a través de un catéter introducido en el corazón).
La fibrilación y el flúter auricular son impulsos eléctricos muy rápidos que producen una
contracción auricular extremadamente veloz, lo que hace que el ventrículo se contraiga de una
forma más rápida y menos eficiente de lo normal.
Ritmo sinusal normal
Estos ritmos pueden ser esporádicos o persistentes. Durante la fibrilación o el flúter, las
contracciones auriculares son tan veloces que las paredes de las aurículas simplemente se
estremecen, por lo que al no haber una verdadera contracción, la sangre no es bombeada a los
ventrículos. En la fibrilación, el ritmo auricular es irregular, por lo que el ritmo ventricular
también lo es; en el flúter, los ritmos auriculares y ventriculares son, por lo general,
uniformes. En ambos casos, los ventrículos laten más lentamente que las aurículas porque el
nódulo auriculoventricular y el haz de His no pueden conducir impulsos eléctricos a una
velocidad tan elevada y sólo uno de cada dos o cuatro impulsos consigue pasar. Sin embargo,
aun así el latido de los ventrículos es tan rápido que no pueden llenarse por completo. Por
consiguiente, el corazón bombea cantidades insuficientes de sangre, disminuye la presión
arterial y existe un riesgo potencial de que aparezca insuficiencia cardíaca.
La fibrilación auricular o el flúter pueden aparecer sin que sean visibles otras señales de
cardiopatía, pero lo más habitual es que haya un problema subyacente, como la enfermedad
cardíaca reumática, una enfermedad de las arterias coronarias, la hipertensión arterial, el abuso
de alcohol o una producción excesiva de hormona tiroidea (hipertiroidismo).
Síntomas y diagnóstico
En la fibrilación auricular, las aurículas no se vacían por completo en los ventrículos con
cada latido, por lo que la sangre que queda en su interior puede quedar estancada y coagularse.
Incluso pueden desprenderse trozos de coágulos, que pasan al interior del ventrículo
izquierdo, penetran en la circulación general y pueden llegar hasta una arteria más pequeña y
obstruirla (embolia). Sin embargo, lo más frecuente es que los trozos de un coágulo se
desprendan poco después de que una fibrilación auricular retorne al ritmo normal, ya sea
espontáneamente o mediante la aplicación de un tratamiento. La obstrucción de una arteria en
el cerebro puede causar un ictus que, en raras ocasiones, es la primera señal de fibrilación
auricular.
Tratamiento
Los tratamientos para la fibrilación y el flúter auricular tienen como objetivo el control de
la velocidad de contracción de los ventrículos, tratar el trastorno responsable del ritmo
anómalo y restablecer el ritmo normal del corazón. En la fibrilación auricular se suministra,
además, un tratamiento para prevenir coágulos y embolias.
Síndrome de Wolff-Parkinson-White
Los primeros episodios pueden producirse entre los 10 y los 25 años. Los episodios típicos
comienzan de modo repentino, a menudo durante un ejercicio. Pueden durar sólo unos pocos
segundos o persistir durante varias horas, raramente más de doce horas. En una persona joven
y, por lo demás, con un buen estado de salud, los episodios producen pocos síntomas, pero las
taquicardias son molestas y estresantes y pueden causar desvanecimiento o insuficiencia
cardíaca. La taquicardia se transforma a veces en fibrilación auricular. Esta última es
particularmente peligrosa en alrededor del uno por ciento de las personas que padecen el
síndrome de Wolff-Parkinson-White, debido a que la vía accesoria puede conducir los
impulsos rápidos hacia los ventrículos con mayor eficacia de lo normal. El resultado es una
velocidad ventricular muy rápida, que puede ser mortal. No sólo se trata de un corazón muy
ineficaz por latir tan rápido, sino que la frecuencia cardíaca acelerada podría progresar a una
fibrilación ventricular, que lleva a la muerte de inmediato.
Tratamiento
Los episodios de arritmia suelen ser interrumpidos mediante una o varias maniobras que
estimulan el nervio vago y, en consecuencia, reducen la frecuencia cardíaca. Dichas
maniobras, bajo control médico, consisten en efectuar esfuerzos similares a los de evacuación,
frotar el cuello precisamente debajo del ángulo de la mandíbula (lo que estimula una zona
sensible sobre la arteria carótida llamada seno carotídeo) y sumergir la cara dentro de un
recipiente de agua muy fría. Estas maniobras producen mejores resultados cuando se efectúan
apenas comienza la arritmia. Si no surten el efecto deseado, se administran fármacos como el
verapamilo o la adenosina por vía endovenosa para detener la arritmia. Para la prevención a
largo plazo de los episodios de taquicardia se administran otros fármacos antiarrítmicos.
Se puede suministrar digoxina a lactantes y niños menores de 10 años para suprimir los
episodios de frecuencia cardíaca acelerada. Los adultos no deben tomar digoxina porque
acelera la conducción en la vía accesoria y aumenta los riesgos de una fibrilación ventricular.
Por esta razón, la administración del fármaco se interrumpe antes de alcanzar la pubertad.
Extrasístoles ventriculares
Síntomas y diagnóstico
Las extrasístoles ventriculares aisladas tienen un escaso efecto sobre la acción de bombeo
del corazón y, por lo general, no producen síntomas, a menos que sean demasiado frecuentes.
El síntoma principal es la percepción de un latido fuerte o fuera de lugar.
Tratamiento
Taquicardia ventricular
La taquicardia ventricular es un ritmo ventricular de por lo menos 120 latidos por minuto.
Tratamiento
Fibrilación ventricular
Las causas de la fibrilación ventricular son las mismas que las del paro cardíaco. La causa
más frecuente es un flujo insuficiente de sangre al músculo cardíaco, a causa de una
enfermedad de las arterias coronarias o de un infarto. Otras causas son el shock y las
concentraciones muy bajas de potasio en la sangre (hipopotasemia).
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Bloqueo cardíaco
En el bloqueo cardíaco de primer grado , cada impulso de las aurículas alcanza los
ventrículos, pero sufre un retraso de una fracción de segundo cuando circula a través del
nódulo auriculoventricular. Este problema de conducción es asintomático. El bloqueo cardíaco
de primer grado es frecuente entre los atletas bien entrenados, los adolescentes, los adultos
jóvenes y las personas con una actividad elevada del nervio vago. Sin embargo, la afección se
manifiesta también en la fiebre reumática y en la afectación cardíaca por sarcoidosis y su
origen puede ser la administración de algunos fármacos. El diagnóstico se basa en la
observación del retraso de la conducción en un electrocardiograma (ECG).
En el bloqueo cardíaco de segundo grado no todos los impulsos llegan a los ventrículos.
Dicho bloqueo se produce cuando el corazón late de forma lenta o irregular. Algunas formas
del bloqueo de segundo grado progresan al de tercer grado.
Tratamiento
El bloqueo de primer grado no requiere tratamiento, incluso cuando es causado por una
enfermedad del corazón. Algunos casos de bloqueo de segundo grado pueden requerir un
marcapasos artificial. El bloqueo de tercer grado casi siempre requiere un marcapasos
artificial. En caso de urgencia se puede utilizar un marcapasos temporal hasta que pueda ser
implantado uno permanente. Habitualmente, las personas con este problema necesitan un
marcapasos artificial durante el resto de su vida, si bien los ritmos normales a veces vuelven
después de haberse recuperado de la causa subyacente, como puede ser un infarto.
La enfermedad del nodo sinusal comprende una amplia variedad de anomalías del
funcionamiento del marcapasos natural.
Síntomas y diagnóstico
Muchos tipos de síndrome del nodo sinusal no causan síntomas, aunque las frecuencias
cardíacas persistentemente bajas causan, con frecuencia, debilidad y cansancio. Cuando la
frecuencia se hace muy lenta, incluso se produce desvanecimiento. A menudo, las frecuencias
cardíacas rápidas se perciben como palpitaciones.
Un pulso lento, sobre todo si es irregular, o un pulso con grandes variaciones sin que
coincida con cambios en la actividad del sujeto, induce a sospechar el síndrome del nodo
sinusal. Las anomalías características del electrocardiograma (ECG), en particular si se
registran durante un período de 24 horas y se consideran junto con los síntomas que las
acompañan, en general facilitan la confirmación del diagnóstico.
Tratamiento
A las personas que tienen síntomas por lo general se les coloca un marcapasos artificial.
Dichos marcapasos se usan para acelerar la frecuencia cardíaca, más que para disminuirla. En
los casos que presentan períodos ocasionales de frecuencia rápida, puede que también sea
necesaria la administrarción de fármacos. Por consiguiente, habitualmente el mejor
tratamiento consiste en la implantación de un marcapasos junto con la administración de un
fármaco antiarrítmico, como un betabloqueador o el verapamilo.
CAPITULO 17
Insuficiencia cardíaca
Causas
Las causas de la insuficiencia cardíaca varían en las distintas regiones del mundo, debido a
las diferentes enfermedades que se desarrollan en cada país. Por ejemplo, en los países
tropicales hay ciertos parásitos que pueden alojarse en el músculo cardíaco; este hecho causa
insuficiencia cardíaca a unas edades mucho más jóvenes que en los países desarrollados.
Mecanismos de compensación
Estas respuestas son beneficiosas para un paciente sin ninguna enfermedad del corazón
que tiene necesidad de incrementar a corto plazo la función cardíaca. Pero en el caso de una
persona con insuficiencia cardíaca crónica, estas respuestas producen una demanda constante
en un sistema cardiovascular que ya está gravemente lesionado. A largo plazo, estas demandas
crecientes deterioran el funcionamiento cardíaco.
Otro mecanismo correctivo adicional consiste en la retención de sal (sodio) por los riñones
y, en consecuencia, simultáneamente también se retiene agua para mantener constante la
concentración de sodio en la sangre. Esta cantidad adicional de agua aumenta el volumen de
sangre en la circulación y, en principio, mejora el rendimiento cardíaco. Una de las principales
consecuencias de la retención de líquidos es que el mayor volumen de sangre produce un
estiramiento del músculo cardíaco. Este músculo sometido a más tensión se contrae más
enérgicamente, tanto como lo hacen los músculos de un atleta antes del ejercicio. Éste es uno
de los principales mecanismos de que dispone el corazón para aumentar su función en la
insuficiencia cardíaca.
Sin embargo, a medida que ésta se agrava, el exceso de líquido se escapa de la circulación
y se acumula en varios puntos del cuerpo, causando hinchazón (edema). El lugar de
acumulación depende del exceso de líquido y del efecto de la gravedad.
Las personas con una insuficiencia cardíaca descompensada se sienten cansadas y débiles
cuando llevan a cabo alguna actividad física, porque los músculos no reciben un volumen
adecuado de sangre. Por otro lado, la hinchazón también puede causar muchos síntomas.
Además de la influencia de la gravedad, la ubicación y los efectos de la hinchazón dependen
también del lado del corazón que resulte más afectado.
Edema maleolar
La presión con el dedo deja una señal en forma de fóvea.
A pesar de que una enfermedad de un solo lado del corazón cause siempre una
insuficiencia cardíaca de ambos lados, a menudo predominan los síntomas de uno u otro lado.
Diagnóstico
Por lo general, suelen ser suficientes los síntomas para establecer el diagnóstico de
insuficiencia cardíaca. Los siguientes hallazgos confirman el diagnóstico inicial: un pulso
débil y a menudo rápido, una presión arterial baja, ciertas anomalías en los ruidos cardíacos,
un aumento del tamaño del corazón, venas del cuello hinchadas, líquido en los pulmones, un
hígado agrandado, un rápido aumento de peso e hinchazón en el abdomen o en las piernas.
Mediante una intervención quirúrgica se puede corregir una válvula cardíaca estrecha o
con insuficiencia, una comunicación anómala entre las cavidades cardíacas o una obstrucción
de las arterias coronarias, todo lo cual puede conducir al desarrollo se una insuficiencia
cardíaca. A veces puede eliminarse la causa por completo sin necesidad de acudir a la cirugía.
Por ejemplo, la administración de antibióticos puede curar una infección. Los fármacos, la
cirugía o la radioterapia son eficaces para tratar el hipertiroidismo. De modo similar, los
fármacos reducen y controlan la hipertensión arterial.
Un modo simple y seguro para saber si se retienen líquidos es controlar el peso a diario.
Las fluctuaciones de más de un kilogramo al día se deben casi con total seguridad a la
retención de líquidos. Un aumento de peso consistente y rápido (1 kg al día) es una señal de
que la insuficiencia cardíaca se está agravando. Por ello, los pacientes con insuficiencia
cardíaca deben controlar su peso minuciosamente cada día, fundamentalmente al levantarse
por la mañana, después de orinar y antes de tomar el desayuno. Las variaciones son más
fáciles de observar cuando se usa siempre la misma báscula y ropa similar y se apunta el peso
diariamente en una libreta.
Las cavidades cardíacas dilatadas y con una escasa contracción pueden favorecer la
formación de coágulos sanguíneos en su interior. El mayor peligro radica en el
desprendimiento de estos coágulos que, al pasar a la circulación, pueden causar lesiones
graves en otros órganos vitales, como el cerebro y producir un ictus.
Se está investigando un cierto número de nuevos fármacos. Al igual que los inhibidores de
la ECA, la milrinona y la amrinona dilatan tanto las arterias como las venas; así mismo, al
igual que la digoxina, también aumentan la fuerza contráctil del corazón. Estos nuevos
fármacos sólo se utilizan durante breves períodos en pacientes que son estrechamente
controlados en el hospital, dado que pueden causar peligrosas irregularidades del ritmo
cardíaco.
El trasplante de corazón está indicado en algunos casos de insuficiencia cardíaca grave que
no responden suficientemente al tratamiento farmacológico. Los corazones mecánicos
temporales, parciales o completos están aún en fase experimental y se está trabajando
intensamente en los problemas de eficacia, infecciones y coágulos sanguíneos.
La nitroglicerina por vía intravenosa o colocada debajo de la lengua (sublingual) dilata las
venas y, en consecuencia, reduce el volumen de sangre que atraviesa los pulmones. Cuando
estas medidas no surten efecto, se inserta un tubo en la vías respiratorias de modo que la
respiración pueda ser ayudada con un ventilador mecánico. En raras situaciones, se aplican
torniquetes a tres de los cuatro miembros para aprisionar temporalmente la sangre en ellos y
reducir el volumen de sangre que vuelve al corazón; estos torniquetes deben ser
intercambiados entre los miembros cada 10 a 20 minutos, para evitar lesiones en las
extremidades.
La miocardiopatía puede ser causada por muchas enfermedades conocidas o bien puede
deberse a una causa no identificable.
Una inflamación aguda del músculo cardíaco (miocarditis), producida por una infección
vírica, puede debilitarlo y producir una miocardiopatía congestiva dilatada (a veces llamada
miocardiopatía vírica). La infección por el virus Coxsackie B es la causa más frecuente de
miocardiopatía vírica. Ciertos trastornos hormonales crónicos, como la diabetes y la
enfermedad tiroidea, también pueden provocar una miocardiopatía congestiva dilatada, así
como el consumo de ciertas drogas (como el alcohol y la cocaína) y de fármacos (como los
antidepresivos). La miocardiopatía alcohólica se produce después de alrededor de 10 años de
abuso del alcohol. En raras ocasiones, el embarazo o ciertas enfermedades del tejido
conjuntivo, como la artritis reumatoide, pueden causar una miocardiopatía congestiva dilatada.
Síntomas y diagnóstico
La dilatación del corazón hace que las válvulas cardíacas se abran y se cierren
incorrectamente; en el caso de la válvula tricúspide y de la válvula mitral, se produce un
reflujo anormal de sangre de los ventrículos a las aurículas durante la sístole, en vista de que
no se cierran bien. El cierre impropio de las válvulas causa soplos que se pueden escuchar con
un fonendoscopio. Por último, las lesiones y el estiramiento del músculo cardíaco producen un
ritmo cardíaco anormalmente rápido o lento. Estas anomalías alteran aun más la función de
bombeo del corazón.
El diagnóstico se basa en los síntomas y en un examen físico. El electrocardiograma (una
prueba que registra la actividad eléctrica del corazón) revela cambios característicos. El
ecocardiograma (un examen que utiliza ultrasonidos para crear una imagen de las estructuras
cardíacas) y la resonancia magnética (RM) confirman el diagnóstico. Si a pesar de estos
procedimientos el diagnóstico es aún dudoso, una evaluación más precisa requiere introducir
un catéter que permite medir presiones dentro del corazón. Durante el cateterismo, se puede
extraer una muestra de tejido para analizarlo al microscopio (biopsia) y así confirmar el
diagnóstico y a menudo incluso conocer la causa.
Pronóstico y tratamiento
Alrededor del 70 por ciento de las personas con miocardiopatía congestiva dilatada muere
antes de los 5 años de la aparición de los primeros síntomas; el pronóstico se agrava a medida
que las paredes del corazón se vuelven más delgadas y la función cardíaca disminuye. Las
anomalías en el ritmo cardíaco indican también un pronóstico grave.
Según los estudios, tanto el sexo como el origen étnico juegan un papel importante en el
pronóstico. En conjunto, los varones sobreviven sólo la mitad en comparación con las mujeres
y las personas de etnia negra la mitad en comparación con las de etnia blanca. Cerca del 50
por ciento de las muertes son repentinas, probablemente como resultado de una arritmia
cardíaca.
En caso de una persona con una enfermedad de las arterias coronarias, el escaso aporte de
sangre por la insuficiencia cardíaca puede causar angina (dolor de pecho por enfermedad
cardíaca), lo que exige la aplicación de un tratamiento con nitratos, un betabloqueador o un
bloqueador de los canales del calcio.
Los betabloqueadores y los bloqueadores de los canales del calcio pueden reducir la fuerza
de las contracciones cardíacas. El reposo suficiente, el sueño adecuado y la reducción del
estrés contribuyen a disminuir la tensión sobre el corazón.
En general, los fármacos utilizados para prevenir las arritmias se prescriben en pequeñas
dosis, que luego se aumentan gradualmente, ya que pueden reducir la fuerza de las
contracciones cardíacas. La insuficiencia cardíaca también se trata con fármacos (un inhibidor
de la enzima conversora de la angiotensina, que se asocia con frecuencia a un diurético).
El corazón aumenta de grosor y se vuelve más rígido de lo normal, lo que provoca que
haya una mayor resistencia a la entrada de sangre que proviene de los pulmones. Una de las
consecuencias es un estancamiento de la sangre en las venas pulmonares, que puede hacer que
se acumule líquido en los pulmones y, en consecuencia, se produce ahogo de forma crónica.
Además, cuando las paredes ventriculares se engruesan, pueden obstruir el flujo de sangre e
impedir el llenado adecuado del corazón.
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Cada año muere aproximadamente un 4 por ciento de las personas que sufren una
miocardiopatía hipertrófica. La muerte suele sobrevenir de forma repentina; el fallecimiento
debido a una insuficiencia cardíaca crónica es menos frecuente. Es recomendable el
asesoramiento genético en caso de que el trastorno sea hereditario y se desee tener
descendencia.
La intervención quirúrgica en la que se extirpa una parte del músculo cardíaco aumenta la
salida de sangre del corazón, pero sólo se lleva a cabo en pacientes que presentan síntomas
incapacitantes a pesar del tratamiento farmacológico. La cirugía mejora los síntomas, pero no
reduce el riesgo de muerte.
Miocardiopatía restrictiva
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Cerca del 70 por ciento de los pacientes con miocardiopatía restrictiva muere antes de los
5 años de la aparición de los primeros síntomas. En la mayoría de los casos, no existe ningún
tratamiento eficaz.
Por ejemplo, los diuréticos, que normalmente se usan para tratar la insuficiencia cardíaca,
reducen el volumen de sangre que llega al corazón y agravan la situación en vez de mejorarla.
A veces, la causa de la miocardiopatía restrictiva puede tratarse para impedir que las
lesiones cardíacas se agraven o incluso para que reviertan parcialmente.
El corazón tiene cuatro cavidades: dos pequeñas superiores o aurículas, y dos grandes
cavidades inferiores o ventrículos. Cada ventrículo posee una válvula de entrada y otra de
salida por las que la sangre sólo puede circular en una dirección. La válvula tricúspide se abre
desde la aurícula derecha hacia el interior del ventrículo derecho y la pulmonar desde el
ventrículo derecho hacia el interior de las arterias pulmonares. La válvula mitral se abre desde
la aurícula izquierda hacia el interior del ventrículo izquierdo, mientras que la aórtica se abre
desde el ventrículo izquierdo al interior de la aorta.
El mal funcionamiento de las válvulas cardíacas puede deberse a que se escape sangre por
ellas (regurgitación o insuficiencia valvular) o a que no se abran adecuadamente (estenosis
valvular). Cada trastorno puede alterar gravemente la capacidad de bombeo del corazón. En
ocasiones, una misma válvula puede tener ambos problemas.
Cuando el ventrículo izquierdo bombea la sangre desde el corazón hacia dentro de la aorta,
algo de sangre retrocede a la aurícula izquierda, con lo que aumentan el volumen y la presión
en esta cavidad. Esta situación hace que aumente la presión en los vasos que llevan la sangre
de los pulmones al corazón y, en consecuencia, se acumula líquido (congestión) en los
pulmones.
Hace años, la fiebre reumática solía ser la causa más frecuente de insuficiencia mitral.
Pero, en la actualidad, la fiebre reumática es rara en los países donde se ha desarrollado una
buena medicina preventiva. Así, por ejemplo, en esos países, el uso de antibióticos para tratar
las infecciones estreptocócicas de la garganta evita que aparezca esta enfermedad, de modo
que actualmente la fiebre reumática sólo es una causa frecuente de insuficiencia mitral entre
los ancianos que no pudieron beneficiarse de los antibióticos adecuados durante su juventud.
Sin embargo, en los países que no disponen de una medicina preventiva suficientemente
desarrollada, la fiebre reumática es todavía frecuente y, por tanto, es una causa frecuente de
insuficiencia mitral.
En muchos países desarrollados, por ejemplo, una de las causas más frecuentes de
insuficiencia mitral es el infarto de miocardio, que puede causar lesiones graves a las
estructuras de soporte de la válvula. Otra causa frecuente es la degeneración mixomatosa, una
afección en la que la válvula va debilitándose progresivamente hasta volverse demasiado
blanda.
Síntomas
Debido a que el ventrículo izquierdo tiene que bombear más sangre para compensar el
flujo retrógrado a la aurícula izquierda, se dilata gradualmente para incrementar la fuerza de
cada latido cardíaco. El ventrículo dilatado puede causar palpitaciones (la percepción de los
propios latidos cardíacos enérgicos), sobre todo cuando la persona está acostada sobre el lado
izquierdo.
La aurícula izquierda también tiende a dilatarse para alojar el flujo retrógrado procedente
del ventrículo. Una aurícula muy dilatada a menudo late con rapidez de un modo
desorganizado e irregular (fibrilación auricular), lo que reduce su eficacia de bombeo. En
realidad, una aurícula que fibrila no está bombeando, sólo se estremece, y la falta de un flujo
de sangre apropiado provoca la formación de coágulos sanguíneos. Si un coágulo se
desprende puede obstruir una arteria más pequeña y causar un ictus u otras lesiones.
La insuficiencia mitral grave reduce el flujo sanguíneo hacia la aorta de tal modo que
causa insuficiencia cardíaca y, en consecuencia, tos, disnea de esfuerzo e hinchazón en las
piernas.
Diagnóstico
Tratamiento
Cuando la insuficiencia es grave, la válvula necesita ser reparada o sustituida antes de que
el trastorno del ventrículo izquierdo ya no pueda ser corregido. Se puede llevar a cabo una
intervención quirúrgica para reparar la válvula (valvuloplastia) o para sustituirla con una
mecánica o con una hecha parcialmente con una válvula porcina. La reparación de la válvula
elimina la regurgitación o la reduce lo suficiente para que los síntomas se vuelvan tolerables y
para impedir lesiones cardíacas. Cada método de sustitución valvular tiene sus ventajas y sus
desventajas. A pesar de que las válvulas mecánicas generalmente son eficaces, aumentan el
riesgo de coágulos sanguíneos, por lo que se administran fármacos anticoagulantes
indefinidamente para disminuir este riesgo. Las válvulas hechas parcialmente con válvulas de
cerdo funcionan bien y no tienen el riesgo de provocar coágulos sanguíneos, pero en cambio
su duración es menor. Cuando una válvula sustituta es defectuosa, debe reemplazarse
inmediatamente.
Las superficies de las válvulas cardíacas lesionadas son propensas a sufrir infecciones
graves (endocarditis infecciosa). Cualquier persona con una válvula artificial o dañada debería
tomar antibióticos antes de un procedimiento odontológico o quirúrgico para prevenir la
infección.
Del 2 al 5 por ciento de la población general tiene prolapso de la válvula mitral, aunque
por lo general esto no es causa de problemas cardíacos graves.
Síntomas y diagnóstico
La mayoría de las personas con prolapso de la válvula mitral no presenta síntomas. Otras
sí los tienen (aunque son difíciles de explicar con base sólo en el problema mecánico), como
dolor torácico, palpitaciones, migraña, fatiga y vértigo. En algunos casos, la presión arterial
desciende por debajo del nivel normal al incorporarse; en otros, pueden aparecer latidos
cardíacos ligeramente irregulares que causan palpitaciones (una percepción subjetiva del
latido cardíaco).
Tratamiento
La estenosis mitral es casi siempre el resultado de la fiebre reumática. En los países que
cuentan con servicios sanitarios y asistenciales con capacidad para mantener las medidas
preventivas adecuadas, la estenosis mitral es rara actualmente, a excepción de personas de
edad avanzada que sufrieron fiebre reumática durante la niñez. En países con una estructura
sanitaria insuficiente, la fiebre reumática es frecuente y provoca estenosis en adultos, jóvenes
y algunas veces en niños. Cuando la fiebre reumática es la causa de la estenosis de la válvula
mitral, las delgadas láminas (valvas) que componen la válvula se fusionan de forma parcial.
La estenosis mitral también puede ser congénita. Los niños que nacen con este trastorno
rara vez viven más de 2 años, a menos que se practique una intervención quirúrgica. Un
mixoma (un tumor benigno que aparece en la aurícula izquierda) o un coágulo pueden obstruir
la corriente sanguínea en la válvula mitral y producir efectos similares a la estenosis.
Síntomas y diagnóstico
Prevención y tratamiento
La estenosis mitral sólo se puede prevenir evitando la aparición de la fiebre reumática, una
enfermedad infantil que en ocasiones se manifiesta después de una infección estreptocócica no
tratada de la garganta.
Las causas más frecuentes, en general, solían ser la fiebre reumática y la sífilis, pero en la
actualidad, en los países desarrollados que cuentan con una estructura sanitaria adecuada,
estas causas son muy raras gracias al uso frecuente de los antibióticos. En los lugares con una
insuficiente estructura sanitaria, las lesiones provocadas por la fiebre reumática son aún
habituales. Aparte de estas infecciones, la causa más frecuente de insuficiencia de la válvula
aórtica es el debilitamiento del tejido, habitualmente fibroso y resistente, de la válvula
(degeneración mixoide), un defecto congénito u otros factores desconocidos. La degeneración
mixoide es un trastorno hereditario del tejido conjuntivo que debilita el tejido valvular del
corazón, lo que hace que se ablande y en raras ocasiones incluso se produce su rotura. Otras
causas son una infección bacteriana o una lesión. Cerca del 2 por ciento de los niños y el 1 por
ciento de las niñas nacidos con dos valvas en lugar de tres, puede desarrollar insuficiencia
aórtica leve.
Síntomas y diagnóstico
La insuficiencia aórtica leve no produce otro síntoma más que un característico soplo en el
corazón, que se ausculta con un fonendoscopio cada vez que el ventrículo izquierdo se relaja.
Cuando la regurgitación de sangre es grave, el ventrículo izquierdo recibe cada vez un mayor
flujo de sangre, que conduce a un aumento de su tamaño y, finalmente, provoca una
insuficiencia cardíaca. Ésta produce disnea al hacer esfuerzos o cuando la persona está
acostada, sobre todo durante la noche.
Por el contrario, en posición sentada se favorece que el líquido drene de la parte superior
de los pulmones y la respiración vuelve a normalizarse. La persona puede también percibir
palpitaciones (una sensación de fuertes latidos) debido a que las contracciones del ventrículo
agrandado deben ser más fuertes. En algunos casos aparece angina de pecho, especialmente
durante la noche.
El diagnóstico se efectúa por la auscultación del característico soplo del corazón, además
de otras señales de regurgitación de la válvula aórtica durante el examen físico (como ciertas
anomalías en el pulso) y de la presencia de una dilatación del corazón en la radiografía de
tórax. Un electrocardiograma puede mostrar los cambios en el ritmo del corazón y signos de
aumento del tamaño del ventrículo izquierdo. El ecocardiograma puede permitir ver la válvula
lesionada y poner de manifiesto la gravedad del problema.
Tratamiento
Un paciente que desarrolle síntomas de insuficiencia cardíaca tendría que ser operado
antes de que el ventrículo izquierdo se deteriore de forma irreversible. En las semanas previas
a la cirugía, la insuficiencia cardíaca se trata con digoxina y con los inhibidores de la enzima
conversora de la angiotensina u otro fármaco que dilate las venas y reduzca el trabajo del
corazón. Por lo general, la válvula es reemplazada por una válvula mecánica o por una válvula
porcina.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Con el paso de los años, la estenosis tricuspídea provoca una dilatación de la aurícula
derecha y un empequeñecimiento del ventrículo derecho. Así mismo, se reduce la cantidad de
sangre que vuelve al corazón y aumenta la presión en las venas que llevan dicha sangre.
Casi todos los casos son causados por fiebre reumática, cada vez menos frecuente en los
países desarrollados. A veces, la causa es un tumor en la aurícula derecha, una enfermedad del
tejido conjuntivo o incluso, en raras ocasiones, un defecto congénito.
Síntomas, diagnóstico y tratamiento
Los síntomas son leves. Pueden notarse palpitaciones (una sensación de latidos) o un
palpitar incómodo en el cuello y la persona puede sentirse cansada. Se puede presentar una
molestia abdominal si el aumento de la presión en las venas llega a incrementar el tamaño del
hígado.
La estenosis tricuspídea en pocas ocasiones es lo bastante grave como para requerir una
intervención quirúrgica.
Los tumores cardíacos pueden no causar síntomas o bien originar un mal funcionamiento
del corazón, similar al provocado por otras enfermedades del mismo. Ejemplos de mal
funcionamiento pueden ser una insuficiencia cardíaca súbita, la aparición brusca de arritmias y
una caída súbita de la presión arterial por una hemorragia en el pericardio (la membrana que
envuelve el corazón). Los tumores cardíacos son difíciles de diagnosticar porque no son
frecuentes y sus síntomas se parecen a los de muchas otras enfermedades. Para efectuar el
diagnóstico, es necesario que el médico sospeche la existencia del tumor por algún motivo.
Por ejemplo, si una persona tiene un cáncer en cualquier lugar del organismo pero se observan
síntomas de mal funcionamiento del corazón, es posible que el médico sospeche la existencia
de un tumor cardíaco.
Mixomas
La mitad de todos los tumores primarios son mixomas. Tres cuartas partes de los mixomas
se encuentran en la aurícula izquierda, la cavidad del corazón que recibe sangre con alto
contenido de oxígeno de los pulmones.
En general, los mixomas en la aurícula izquierda tienen como un tallo (son pedunculados)
y pueden moverse libremente, debido al flujo de la sangre, igual que un "globo" atado. Al
moverse, lo hacen hacia uno y otro lado en las proximidades de la válvula mitral (que es el
paso de la aurícula izquierda al ventrículo izquierdo). Este movimiento puede obstruir y
destapar la válvula intermitentemente, de tal manera que la sangre detiene su paso y lo
continúa también de forma intermitente. Cuando el paciente está en bipedestación, se pueden
producir desvanecimientos o episodios de congestión pulmonar y disnea, ya que la fuerza de
la gravedad empuja el tumor hacia la abertura de la válvula y puede llegar a taparla; por el
contrario, al recostarse se produce un alivio de los síntomas.
El tumor puede lesionar la válvula mitral de tal manera que la sangre se escape por ella y
produzca un soplo en el corazón que se ausculta con un fonendoscopio. A partir del sonido del
soplo, el médico debe considerar si es el efecto de una fuga de sangre por las lesiones
causadas por un tumor (lo cual es muy raro) o bien se trata de una causa más frecuente, como
una enfermedad reumática del corazón.
Otros tumores del corazón menos frecuentes, como los fibromas y los rabdomiomas,
crecen directamente a partir de las células del tejido fibroso y del muscular. Los rabdomiomas,
el segundo tipo de tumor primario más importante, se desarrollan en la niñez y se asocian a
una rara enfermedad propia de esta edad denominada esclerosis tuberosa. Otros tumores
primarios cardíacos, como los tumores primarios cancerosos, son muy poco frecuentes y no
existe un buen tratamiento para ellos. La expectativa de vida para los niños que los padecen es
menos de un año.
Para diagnosticar los tumores cardíacos se usan muchas pruebas. Algunas veces, el
ecocardiograma (una prueba con ultrasonidos que permite delinear las estructuras) puede
poner de manifiesto una imagen del contorno de los tumores. Los ultrasonidos que emplea
esta técnica pueden atravesar la pared del tórax o bien la del esófago desde el interior del
mismo (ecocardiograma transesofágico). Otro procedimiento es la introducción por una vena
de un catéter hasta el corazón, para inyectar sustancias de contraste que permiten dibujar el
tumor en las radiografías; sin embargo, pocas veces es necesario recurrir a este procedimiento.
También se utilizan la tomografía computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM). Si
se encuentra un tumor, se extrae una pequeña muestra con un catéter especial; la muestra se
utiliza para identificar el tipo de tumor y ayudar a seleccionar el tratamiento más adecuado.
Endocarditis infecciosa
La endocarditis infecciosa es una infección del endocardio y de las válvulas del corazón.
Las bacterias (o, con menos frecuencia, los hongos) que penetran en el flujo sanguíneo o
que raramente contaminan el corazón durante una operación a corazón abierto, pueden
alojarse en las válvulas del corazón e infectar el endocardio. Las válvulas anómalas o
lesionadas son más propensas a la infección, pero las normales pueden ser infectadas por
algunas bacterias agresivas, sobre todo cuando llegan en grandes cantidades. Las
acumulaciones de bacterias y coágulos en las válvulas (lo que se denomina vegetaciones)
pueden desprenderse y llegar a órganos vitales, donde pueden bloquear el flujo de sangre
arterial. Estas obstrucciones son muy graves, ya que pueden causar un ictus, un infarto de
miocardio, una infección y lesiones en la zona donde se sitúen.
En personas con las válvulas del corazón normales, no se produce ningún daño y los
glóbulos blancos destruyen estas bacterias. Las válvulas lesionadas, sin embargo, pueden
atrapar las bacterias, que se alojan en el endocardio y comienzan a multiplicarse. En algunas
ocasiones, durante el cambio de una válvula del corazón por una artificial (protésica) se
pueden introducir bacterias, que suelen ser resistentes a los antibióticos. Los pacientes con un
defecto congénito o con alguna anomalía que permite a la sangre pasar de un lado al otro del
corazón (por ejemplo, desde un ventrículo al otro) también tienen un mayor riesgo de
desarrollar una endocarditis.
Las bacterias que causan la endocarditis bacteriana aguda son a veces lo suficientemente
agresivas como para infectar las válvulas normales del corazón; las que causan la endocarditis
bacteriana subaguda casi siempre infectan las válvulas anormales o lesionadas. Se ha podido
constatar que los casos de endocarditis, generalmente, se presentan en personas con defectos
congénitos de las cavidades del corazón y de las válvulas, en personas con válvulas artificiales
y en gente mayor con válvulas lesionadas por una fiebre reumática en la niñez o con
anormalidades de la válvula debido a la edad. Los que se inyectan drogas tienen un elevado
riesgo de endocarditis porque a menudo se inyectan bacterias directamente en la circulación
sanguínea a través de las agujas, las jeringas o las soluciones de drogas contaminadas.
En una persona con una válvula artificial, el riesgo de padecer una endocarditis infecciosa
es más grande durante el primer año posterior al recambio; después de este período, el riesgo
disminuye pero permanece mayor de lo normal. Por razones desconocidas, el riesgo es
siempre mayor con una válvula artificial aórtica que con una mitral y con una válvula
mecánica más que con una válvula porcina.
Síntomas
La endocarditis bacteriana aguda suele comenzar repentinamente con fiebre elevada (39 a
40 °C), frecuencia cardíaca acelerada, cansancio y rápidas y extensas lesiones de las válvulas.
Los fragmentos de las vegetaciones que se desprenden (émbolos) pueden alcanzar otras áreas
y extender la infección. Se puede desarrollar pus (absceso) en la base de la válvula infectada o
allí donde se impacten los émbolos.
Las válvulas pueden perforarse y en pocos días pueden producirse grandes escapes de
sangre por las mismas. En algunos casos se produce shock y los riñones y otros órganos dejan
de funcionar (una afección denominada síndrome séptico). Por último, las infecciones
arteriales debilitan las paredes de los vasos sanguíneos y causan su rotura. Ello puede ser
mortal, sobre todo si se produce en el cerebro o cerca del corazón.
La endocarditis bacteriana subaguda puede producir síntomas durante meses antes de que
las lesiones de la válvula o una embolia permitan realizar un diagnóstico claro.
Los síntomas son cansancio, fiebre leve (37,5 °C a 38,5 °C), pérdida de peso, sudores y
disminución del número de glóbulos rojos (anemia). Se sospecha endocarditis en una persona
con fiebre sin evidencia clara de infección, si presenta un soplo en el corazón o si un soplo
existente ha cambiado de características. Se puede palpar el bazo agrandado. Sobre la piel
pueden aparecer unas manchas muy pequeñas que parecen pecas diminutas; también es
posible observarlas en el blanco del ojo o debajo de las uñas de los dedos de la mano. Estas
manchas son áreas de minúsculos derrames de sangre causados por pequeños émbolos que se
han desprendido de las válvulas del corazón.
Los émbolos más grandes pueden producir dolor de estómago, obstrucción repentina de
una arteria de un brazo o de una pierna, infarto de miocardio o un ictus.
Diagnóstico
El diagnóstico puede sospecharse a partir de los síntomas, sobre todo cuando éstos
aparecen en alguien con predisposición a esa enfermedad. El ecocardiograma, que se basa en
la reflexión de los ultrasonidos para crear imágenes del corazón, puede identificar las
vegetaciones de las válvulas y las lesiones producidas. Para identificar la bacteria que causa la
enfermedad, se extraen muestras de sangre para efectuar un cultivo. Dado que la liberación de
bacterias a la sangre en cantidad suficiente como para ser identificadas sólo sucede de forma
intermitente, se toman tres o más muestras de sangre en diferentes momentos para aumentar la
posibilidad de que al menos una de ellas contenga bacterias suficientes para que crezcan en los
cultivos en el laboratorio. En el mismo proceso de laboratorio, se prueban varios antibióticos
para escoger el más eficaz contra la bacteria específica.
La razón puede ser que se necesiten técnicas especiales para cultivar determinadas
bacterias o que el paciente hubiera recibido anteriormente antibióticos que no curaron la
infección pero que redujeron la cantidad de bacterias lo suficiente como para ocultar su
presencia. Todavía cabe otra posibilidad, y es que no se trate de una endocarditis sino de
alguna otra enfermedad con síntomas similares, como un tumor.
Prevención y tratamiento
A los pacientes con anormalidades de las válvulas del corazón, con válvulas artificiales o
con defectos congénitos, se les administran antibióticos a título preventivo antes de
procedimientos dentales o quirúrgicos. Por ello, los dentistas y los cirujanos deben saber si
una persona ha tenido algún problema valvular.
Endocarditis no infecciosa
El riesgo de padecer esta enfermedad aumenta en las personas con lupus eritematoso
sistémico (una enfermedad del sistema inmunitario), cáncer de pulmón, estómago o páncreas,
tuberculosis, neumonía, infección ósea o enfermedades que causan una notable pérdida de
peso. Al igual que sucede en la endocarditis infecciosa, las válvulas del corazón pueden dejar
escapar sangre o bien abrirse incorrectamente. Existe un alto riesgo de que un émbolo cause
un ictus o un infarto de miocardio. Aunque a veces se administran fármacos para prevenir la
formación de los trombos, los estudios realizados todavía no han confirmado que esto sea
realmente beneficioso.
CAPITULO 22
Infermedades del pericardio
En raros casos, puede que se nazca sin pericardio o que éste presente zonas débiles o
agujeros. Estos defectos pueden ser peligrosos porque el corazón o un vaso sanguíneo
principal puede sobresalir (hernia) a través de un agujero del pericardio y quedar atrapado y
obstruirse, lo que puede causar la muerte en minutos. Por lo tanto, estos defectos
habitualmente se reparan mediante una intervención quirúrgica; si la reparación no es posible,
se extrae la totalidad del pericardio. Aparte de los defectos de nacimiento, las enfermedades
del pericardio pueden ser consecuencia de infecciones, heridas y tumores que se han
diseminado.
Taponamiento cardíaco: la complicación más grave de la pericarditis
El taponamiento es con frecuencia el resultado de una acumulación de líquido o de una hemorragia dentro del pericardio, consecuencia de un tumor, una
lesión o una intervención quirúrgica. Las infecciones víricas y bacterianas y la insuficiencia renal son otras causas comunes. La presión arterial puede
descender rápidamente y alcanzar valores muy bajos durante la inspiración. Para confirmar el diagnóstico, se emplea la ecocardiografía (una prueba que
utiliza ultrasonidos para proporcionar una imagen del corazón). El taponamiento cardíaco es, por lo general, una urgencia médica. El tratamiento inmediato
consiste en un drenaje quirúrgico o la punción del pericardio con una aguja larga para extraer el líquido y aliviar la presión. Se aplica anestesia local para evitar
el dolor cuando la aguja atraviesa la pared torácica. En lo posible, el líquido se extrae bajo control ecocardiográfico. En caso de pericarditis de origen
desconocido, se drena quirúrgicamente el pericardio y se extrae una muestra para determinar el diagnóstico. Una vez reducida la presión, habitualmente el
paciente permanece hospitalizado en prevención de una recidiva.
Pericarditis aguda
La pericarditis aguda es una inflamación súbita del pericardio que a menudo es dolorosa y
provoca el derrame de líquido y productos de la sangre como la fibrina, glóbulos rojos y
glóbulos blancos en el espacio pericárdico.
La pericarditis aguda se produce por varias causas, desde infecciones víricas (que pueden
provocar dolor pero que son de corta duración y generalmente no dejan ninguna secuela) hasta
un cáncer con riesgo de muerte. Otras causas pueden ser el SIDA, un infarto de miocardio,
una cirugía cardíaca, el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide, la insuficiencia
renal, heridas, la radioterapia y un escape de sangre procedente de un aneurisma aórtico (una
dilatación de la aorta en forma de bolsa). La pericarditis aguda también puede producirse
como un efecto secundario provocado por ciertos fármacos, como los anticoagulantes, la
penicilina, la procainamida, la fenitoína y la fenilbutazona.
Síntomas y diagnóstico
Generalmente, la pericarditis aguda causa fiebre y dolor en el pecho que, por lo general, se
extiende hacia el hombro izquierdo y algunas veces baja hasta el brazo izquierdo. Este dolor
puede ser similar al de un ataque al corazón, pero tiende a empeorar al estar acostado, toser o
respirar profundamente. La pericarditis puede ocasionar un taponamiento cardíaco, un
trastorno potencialmente mortal.
Pronóstico y tratamiento
Generalmente, las personas con pericarditis deben hospitalizarse, recibir fármacos que
reduzcan la inflamación y el dolor (como la aspirina o el ibuprofeno); hay que controlar la
posible aparición de complicaciones (sobre todo el taponamiento cardíaco). En caso de
dolores muy intensos se administran opiáceos (como la morfina) o un corticosteroide. El
fármaco más utilizado en caso de dolor intenso es la prednisona.
Cuando se producen episodios repetidos de pericarditis por una infección vírica, una
herida o por una causa desconocida, está indicado administrar aspirina, ibuprofeno o
corticosteroides. En algunos casos, la colquicina es eficaz. Si el tratamiento con fármacos no
es eficaz, se extrae el pericardio quirúrgicamente.
Gran derrame pericárdico:
drenaje por aspiración
Pericarditis crónica
En una pericarditis crónica con derrame , hay una acumulación lenta de líquido en el
pericardio. Habitualmente la causa se desconoce, pero la enfermedad puede ser provocada por
un cáncer, la tuberculosis o una insuficiencia tiroidea. Cuando la causa sea conocida, debe ser
tratada; si la función cardíaca es normal, el médico suele adoptar una actitud expectante, es
decir, de observación.
La pericarditis crónica constrictiva es una enfermedad poco frecuente que aparece cuando
se desarrolla tejido fibroso (similar a una cicatriz) alrededor del corazón. El tejido fibroso se
retrae progresivamente, comprime el corazón y reduce su tamaño. Esta compresión aumenta la
presión en las venas que llevan la sangre al corazón porque se necesita más presión para llenar
éste. El líquido se estanca, se escapa hacia afuera y se acumula bajo la piel, en el abdomen y
algunas veces en el espacio alrededor de los pulmones.
Causas
Cualquier afección que cause pericarditis aguda puede provocar pericarditis crónica
constrictiva, pero por lo general la causa es desconocida. Las causas más frecuentes son
infecciones víricas y las producidas por radioterapia por cáncer de mama o linfoma. La
pericarditis crónica constrictiva también puede ser consecuencia de la artritis reumatoide, el
lupus erimatoso sistémico, una herida previa, una cirugía cardíaca o una infección bacteriana.
En África e India la tuberculosis es la causa más frecuente de pericarditis en cualquiera de sus
formas, mientras que es poco frecuente en los países desarrollados.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de la pericarditis crónica son disnea, tos (porque la alta presión en las venas
del pulmón hace que salga líquido hacia los sacos de aire) y fatiga (porque el corazón llega a
funcionar deficientemente). Por otro lado, la afección en sí es indolora. También es frecuente
la acumulación de líquido en el abdomen y las piernas.
Los síntomas son fundamentales para poder efectuar el diagnóstico de pericarditis crónica,
sobre todo si no hay otra razón que explique la reducción del rendimiento cardíaco (como la
hipertensión arterial, una enfermedad de las arterias coronarias o enfermedad de las válvulas).
En la pericarditis crónica constrictiva, el corazón no se ve grande en una radiografía de tórax,
mientras que en la mayoría de los otros trastornos cardíacos sí se constata un aumento de su
tamaño. Aproximadamente en la mitad de los casos de pericarditis crónica constrictiva se
observan, en las radiografías de tórax, depósitos de calcio en el pericardio.
Tratamiento
Aunque los diuréticos (fármacos que eliminan el exceso de líquido) pueden mejorar los
síntomas, el único tratamiento posible es la extracción quirúrgica del pericardio. La cirugía es
curativa en alrededor del 85 por ciento de los casos. Sin embargo, dado que la mortalidad a
causa de esta operación es de un 5 a un 15 por ciento, la mayoría de los pacientes no se opera
a menos que la enfermedad interfiera sustancialmente con las actividades diarias.
CAPITULO 23
Hipotensión arterial
La presión arterial baja (hipotensión) es una presión arterial demasiado baja que provoca
síntomas como vértigos y desvanecimientos.
El mantenimiento de la presión de la sangre cuando sale del corazón y circula por todo el
organismo es tan esencial como mantener la presión del agua en las cañerías de una vivienda.
La presión debe ser lo suficientemente alta como para llevar oxígeno y nutrientes a las células
del organismo y extraer de ellas los productos de desecho. No obstante, si la presión arterial es
demasiado elevada, puede romperse un vaso sanguíneo y causar una hemorragia en el cerebro
(hemorragia cerebral) u otras complicaciones.
Mecanismos de compensación
Cuanto menor sea la capacidad de los vasos sanguíneos, mayor será la presión arterial. Por
consiguiente, el ensanchamiento (dilatación) de los vasos sanguíneos provoca la caída de la
presión arterial; cuando se contraen, la presión arterial aumenta.
Los riñones, para regular la excreción de agua (y por tanto, para modificar el volumen de
la sangre en circulación).
Los vasos sanguíneos, para que se contraigan o dilaten (es decir, cambiando su capacidad).
Por lo tanto, si los vasos sanguíneos se dilatan y se reduce la presión arterial, los sensores
inmediatamente envían señales a través del cerebro al corazón para que éste incremente la
frecuencia de sus pulsaciones, con lo cual aumentará la expulsión de sangre. En consecuencia,
la presión arterial sufrirá pocos cambios o ninguno. Sin embargo, estos mecanismos de
compensación tienen limitaciones. Por ejemplo, en caso de hemorragia, la frecuencia cardíaca
aumenta, se incrementa la expulsión de sangre y los vasos sanguíneos se contraen y reducen
su capacidad. No obstante, si se pierde una gran cantidad de sangre rápidamente, los
mecanismos de compensación son insuficientes y la presión arterial disminuye. Si la
hemorragia se detiene, el resto de los líquidos del organismo tiende a entrar en la circulación
sanguínea, se recupera el volumen y la presión sube. Finalmente, se producen nuevas células y
el volumen de la sangre se restaura totalmente. Así mismo, una transfusión de sangre permite
recuperar el volumen de la sangre rápidamente.
Desmayo
La causa del desmayo también puede ser una disminución en el número de glóbulos rojos
(anemia), una disminución en la concentración de azúcar en la sangre (hipoglucemia) o una
disminución en los valores del anhídrido carbónico en la sangre (hipocapnia) por una
respiración rápida (hiperventilación). A veces, la ansiedad se acompaña de hiperventilación.
Cuando la concentración de anhídrido carbónico disminuye, los vasos sanguíneos del cerebro
se contraen y puede aparecer una sensación de desvanecimiento sin que se llegue a perder la
consciencia. El síncope del levantador de pesas es consecuencia de la hiperventilación antes
del ejercicio.
En casos raros, sobre todo en ancianos, el desmayo puede formar parte de un ictus leve en
el que el flujo de sangre hacia una parte del cerebro disminuye de forma brusca.
Síntomas
Cuando la persona está de pie, previamente al desmayo, puede notar vértigos o mareos
ligeros. Cuando cae al suelo, la presión arterial aumenta en parte porque la persona está
tendida y, a menudo, porque la causa del síncope ya pasó. Levantarse demasiado rápido puede
provocar un nuevo desmayo.
Diagnóstico
Los factores que facilitan el diagnóstico son la edad de comienzo de los episodios de
desmayo, las circunstancias en que se producen, las señales de alarma antes del episodio y las
maniobras que ayudan a que la persona se recupere (como acostarse, contener el aliento o
beber zumo de naranja). Las descripciones que aporten los testigos sobre el episodio pueden
ser útiles. El médico también necesita saber si la persona tiene cualquier otra dolencia y si está
tomando algún fármaco, sea o no bajo prescripción médica.
Otras pruebas, como el ecocardiograma (una técnica que produce imágenes utilizando
ultrasonidos), pueden poner de manifiesto anomalías cardíacas estructurales o funcionales. Por
otro lado, los análisis de sangre pueden detectar una baja concentración de azúcar en la sangre
(hipoglucemia) o un número reducido de glóbulos rojos (anemia). Para diagnosticar una
epilepsia (que en algunas ocasiones se confunde con un desmayo), puede realizarse un
electroencefalograma, una prueba que muestra los patrones de las ondas eléctricas cerebrales.
Tratamiento
En las personas jóvenes que no tienen enfermedades cardíacas, los desmayos en general
no son graves y no se necesitan pruebas de diagnóstico extensas ni tratamiento. Sin embargo,
en los ancianos, los síncopes pueden ser motivados por varios problemas interrelacionados
que impiden que el corazón y los vasos sanguíneos reaccionen ante una disminución de la
presión arterial. El tratamiento depende de la causa.
Para corregir una frecuencia cardíaca demasiado lenta, puede implantarse quirúrgicamente
un marcapasos, que consiste en un dispositivo electrónico que estimula los latidos. Para
retardar un ritmo cardíaco demasiado rápido pueden utilizarse fármacos. Si el problema es una
alteración del ritmo (el corazón late irregularmente de vez en cuando), puede recurrirse a la
implantación de un desfibrilador. También se pueden tratar otras causas de desmayo (como
hipoglucemia, anemia o un bajo volumen de sangre). La intervención quirúrgica debe
considerarse cuando el síncope se debe a una valvulopatía, independientemente de la edad de
la persona.
Hipotensión ortostática
La hipotensión ortostática no es una enfermedad específica, sino más bien una incapacidad
de regular la presión arterial rápidamente. Puede deberse a diversas causas.
Cuando una persona se levanta bruscamente, la gravedad hace que una parte de la sangre
se estanque en las venas de las piernas y en la parte inferior del cuerpo. La acumulación
reduce la cantidad de sangre que vuelve al corazón y, por tanto, la cantidad bombeada. La
consecuencia de ello es un descenso de la presión arterial. Ante esta situación, el organismo
responde rápidamente: el corazón late con más rapidez, las contracciones son más fuertes, los
vasos sanguíneos se contraen y se reduce su capacidad. Cuando estas reacciones
compensadoras fallan o son lentas, se produce la hipotensión ortostática.
Pronóstico y tratamiento
Un diabético con hipertensión arterial tendrá un pronóstico más grave si también padece
hipotensión ortostática. Cuando la causa de la hipotensión ortostática es una disminución del
volumen de sangre, un fármaco en particular o una dosis determinada de un medicamento, el
trastorno puede ser corregido rápidamente.Cuando no existe tratamiento para la causa de la
hipotensión ortostática, a menudo es posible eliminar o reducir los síntomas. Las personas
propensas a esta afección no deberían incorporarse o ponerse de pie bruscamente ni
permanecer de pie inmóviles durante mucho tiempo. Si la hipotensión arterial es provocada
por una acumulación de sangre en las piernas, las medias de compresión elásticas pueden ser
de utilidad. Cuando la hipotensión ortostática es el resultado de un reposo prolongado en la
cama, es posible mejorar la situación si se va aumentando paulatinamente el tiempo que se
permanece sentado.
Un volumen de sangre insuficiente puede ser causado por una hemorragia grave, una
pérdida excesiva de líquido del organismo o un consumo insuficiente de líquidos. La sangre se
puede perder rápidamente debido a un accidente o a una hemorragia interna, ya sea por una
úlcera en el estómago o en el intestino, una rotura de un vaso sanguíneo o una rotura de un
embarazo ectópico (embarazo fuera del útero). Una pérdida excesiva de otros líquidos del
organismo puede producirse por quemaduras importantes, inflamación del páncreas
(pancreatitis), perforación de la pared intestinal, diarrea grave, enfermedad renal o
administración excesiva de fármacos potentes que incrementan la producción de orina
(diuréticos). A pesar de sentir sed, puede que en algunos casos no se beba la cantidad
suficiente de líquidos para compensar la pérdida; ello sucede cuando una incapacidad física
(como una enfermedad articular grave) impide al paciente conseguir agua por sí mismo.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas del shock son similares tanto si la causa es un bajo volumen sanguíneo
(shock hipovolémico) como un bombeo inadecuado del corazón (shock cardiogénico). Al
principio pueden aparecer cansancio, somnolencia y confusión. La piel se vuelve fría,
sudorosa y, a menudo, azulada y pálida. Si se presiona la piel, el color normal vuelve mucho
más lentamente de lo habitual. Aparece una red de líneas azuladas por debajo de la piel. Las
pulsaciones son débiles y rápidas, a menos que la causa del shock sea una frecuencia cardíaca
retardada. Por lo general, la respiración es rápida, pero tanto ésta como el pulso pueden
hacerse más lentos si la muerte es inminente. La presión arterial desciende a un nivel tan bajo
que, con frecuencia, no puede detectarse con un esfigmomanómetro. Al final, la persona no
puede incorporarse puesto que puede perder el conocimiento o puede incluso morir.
Cuando el shock es provocado por una excesiva dilatación de los vasos sanguíneos, los
síntomas son algo diferentes. Por ejemplo, la piel está caliente y rojiza, sobre todo al principio.
En las etapas iniciales del shock, especialmente del shock séptico, muchos síntomas
pueden estar ausentes o no detectarse, a no ser que se busquen específicamente. La presión
arterial es muy baja. La emisión de orina es también muy baja y se acumulan productos de
desecho en la sangre.
Pronóstico y tratamiento
La primera persona que llegue al lado de una persona con shock debe mantenerla en calor
y con las piernas algo elevadas para facilitar también el retorno de sangre al corazón. Si existe
una hemorragia, debe ser detenida y también debe controlarse la respiración. La cabeza debe
girarse hacia un costado para impedir la aspiración del vómito. No se debe administrar nada
por vía oral.
Puede hacerse necesario el uso de la ventilación mecánica por parte del personal médico
de urgencias. Todos los fármacos se dan por vía intravenosa. Por lo general, no se suministran
narcóticos, sedantes ni tranquilizantes porque tienden a disminuir la presión arterial. Se puede
intentar elevar la presión arterial mediante unos pantalones militares (o médicos) antishock.
Este tipo de pantalones aprietan la parte inferior del cuerpo y favorecen de este modo la
llegada de la sangre desde las piernas hasta el corazón y el cerebro. Se administran líquidos
por vía intravenosa.
Cuando el shock es causado por un bombeo insuficiente del corazón, los esfuerzos deben
dirigirse a mejorar la función cardíaca. Se corrigen las anomalías de la frecuencia y el ritmo de
los latidos cardíacos y se incrementa el volumen de sangre si es necesario. Así mismo, para
acelerar un latido cardíaco lento se administra atropina y, para mejorar la capacidad de
contracción del músculo cardíaco, se utilizan otros fármacos.
El shock causado por la vasodilatación excesiva se trata principalmente con fármacos que
contraen los vasos, al tiempo que también se corrige la causa subyacente.
CAPITULO 25
Hipertensión arterial
En los países desarrollados, se estima que solamente se diagnostica este trastorno en dos
de cada tres individuos que lo padecen, y de ellos, sólo alrededor del 75 por ciento recibe
tratamiento farmacológico, y éste es adecuado sólo en el 45 por ciento de los casos.
Cuando se toma la presión arterial, se registran dos valores. El más elevado se produce
cuando el corazón se contrae (sístole); el más bajo corresponde a la relajación entre un latido y
otro (diástole). La presión arterial se transcribe como la presión sistólica seguida de una barra
y, a continuación, la presión diastólica (por ejemplo, 120/80 mm Hg [milímetros de
mercurio]). Esta medición se leería como "ciento veinte ochenta".
La presión arterial elevada se define como una presión sistólica en reposo superior o igual
a 140 mm Hg, una presión diastólica en reposo superior o igual a 90 mm Hg, o la
combinación de ambas. En la hipertensión, generalmente, tanto la presión sistólica como la
diastólica son elevadas.
La hipertensión maligna es una presión arterial muy elevada, que si no es tratada, suele
provocar la muerte en un período de 3 a 6 meses. Es bastante rara y se produce solamente en
alrededor de una de cada 200 personas con hipertensión arterial, aunque los índices de
frecuencia muestran variaciones en función de diferencias étnicas (mayor frecuencia en
pacientes de raza negra), de sexo (siendo más frecuente en los varones) y de condición
socioeconómica (con mayor incidencia en pacientes de clase baja). La hipertensión maligna es
una urgencia médica.
Control de la presión arterial
La elevación de la presión en las arterias puede deberse a varios mecanismos. Por ejemplo,
el corazón puede bombear con más fuerza y aumentar el volumen de sangre que expulsa con
cada latido. Otra posibilidad es que las grandes arterias pierdan su flexibilidad normal y se
vuelvan rígidas, de modo que no puedan expandirse cuando el corazón bombea sangre a través
de ellas. Por esta razón, la sangre proveniente de cada latido se ve forzada a pasar por un
espacio menor al normal y la presión aumenta. Esto es lo que sucede en los ancianos cuyas
paredes arteriales se han vuelto gruesas y rígidas debido a la arteriosclerosis. La presión
arterial se incrementa de forma similar en la vasoconstricción (cuando las minúsculas arterias
[arteriolas] se contraen temporalmente por la
estimulación de los nervios o de las hormonas
circulantes). Por último, la presión arterial
puede aumentar si se incrementa el aporte de
líquidos al sistema circulatorio. Esta situación se
produce cuando los riñones funcionan mal y no
son capaces de eliminar suficiente sal y agua. El
resultado es que el volumen de sangre aumenta
y, en consecuencia, aumenta la presión arterial.
Por el contrario, si la función de bombeo del corazón disminuye, si las arterias están
dilatadas o si se pierde líquido del sistema, la presión desciende. Las modificaciones de estos
factores están regidas por cambios en el funcionamiento renal y en el sistema nervioso
autónomo (la parte del sistema nervioso que regula varias funciones del organismo de forma
automática).
El sistema nervioso simpático, que forma parte del sistema nervioso autónomo, es el
responsable de aumentar temporalmente la presión arterial cuando el organismo reacciona
frente a una amenaza. El sistema nervioso simpático incrementa la frecuencia y la fuerza de
los latidos cardíacos. También produce una contracción de la mayoría de las arteriolas, pero
en cambio dilata las de ciertas zonas, como las de los músculos, donde es necesario un mayor
suministro de sangre. Además, el sistema nervioso simpático disminuye la eliminación de sal
y agua por el riñón y, en consecuencia, aumenta el volumen de sangre. Así mismo, produce la
liberación de las hormonas adrenalina (epinefrina) y noradrenalina (norepinefrina), que
estimulan el corazón y los vasos sanguíneos.
Por otro lado, los riñones controlan la presión arterial de varios modos. Si la presión
arterial se eleva, aumenta la eliminación de sal y agua, lo que hace descender el volumen de
sangre y normaliza la presión arterial. A la inversa, si la presión arterial disminuye, los riñones
reducen la eliminación de sal y agua; en consecuencia, el volumen sanguíneo aumenta y la
presión arterial retorna a sus valores normales. Los riñones también pueden incrementar la
presión arterial secretando una enzima denominada renina, que estimula la secreción de una
hormona llamada angiotensina que, a su vez, desencadena la liberación de aldosterona.
Dado que los riñones son importantes para controlar la presión arterial, muchas
enfermedades y anomalías renales elevan la presión arterial. Por ejemplo, un estrechamiento
de la arteria que alimenta a uno de los riñones (estenosis de la arteria renal) puede causar
hipertensión. Así mismo, inflamaciones renales de varios tipos y la lesión de uno o ambos
riñones también causan efectos similares.
Siempre que por cualquier causa se produzca un aumento de la presión arterial, se
desencadena un mecanismo compensatorio que la neutraliza y mantiene la presión en unos
niveles normales. Por tanto, un incremento del volumen de sangre bombeada por el corazón
que tiende a aumentar la presión arterial, hace que los vasos sanguíneos se dilaten y que los
riñones aumenten la eliminación de sal y agua, lo que tiende a reducir la presión arterial. Sin
embargo, en caso de arteriosclerosis, las arterias se vuelven rígidas y no pueden dilatarse, por
lo que la presión arterial no desciende a sus niveles normales. Las alteraciones
arterioscleróticas en los riñones pueden alterar su capacidad para eliminar sal y agua, lo cual
tiende a aumentar la presión arterial.
Regulación de la presión arterial: el sistema renina-angiotensina-aldosterona
Cuando disminuye la presión arterial (1) se libera renina (una enzima renal). La renina (2) a su vez activa la angiotensina (3), una hormona que contrae las
paredes musculares de las arterias pequeñas (arteriolas) y, en consecuencia, aumenta la presión arterial. La angiotensina también estimula la secreción de
la hormona aldosterona de la glándula suprarrenal (4), provoca la retención de sal (sodio) en los riñones y la eliminación de potasio. Como el sodio retiene
agua, se expande el volumen de sangre y aumenta la presión arterial.
Causas
En aproximadamente el 90 por ciento de las personas con presión arterial elevada, la causa
es desconocida. Tal situación se denomina hipertensión esencial o primaria. La hipertensión
esencial puede tener más de una causa. Probablemente, una combinación de diversos cambios
en el corazón y en los vasos sanguíneos produce la subida de la presión arterial.
Síntomas
Aunque las personas con una presión arterial elevada pueden tener estos síntomas, también
pueden aparecer con la misma frecuencia en individuos con una presión arterial normal.
En caso de hipertensión arterial grave o de larga duración que no recibe tratamiento, los
síntomas como cefaleas, fatiga, náuseas, vómitos, disnea, desasosiego y visión borrosa se
producen por lesiones en el cerebro, los ojos, el corazón y los riñones. Algunas veces, las
personas con hipertensión arterial grave desarrollan somnolencia e incluso coma por edema
cerebral (acumulación anormal de líquido en el cerebro). Este cuadro, llamado encefalopatía
hipertensiva, requiere un tratamiento urgente.
Diagnóstico
La presión arterial se determina después de que la persona haya estado sentada o acostada
durante 5 minutos. Una lectura de 140 /90 mm Hg o más es considerada alta, pero el
diagnóstico no se puede basar en una sola medición. A veces, incluso varias determinaciones
elevadas no son suficientes para efectuar el diagnóstico. Cuando se registra una medición
inicial elevada, debe determinarse de nuevo y luego dos veces más en días diferentes, para
asegurarse de que la hipertensión persiste. Las lecturas no sólo indican la presencia de
hipertensión arterial sino que también permiten clasificar su gravedad.
Así mismo, es necesario buscar la causa de la presión arterial elevada, sobre todo si el
paciente es joven, aun cuando la causa es identificada en menos del 10 por ciento de los casos.
Cuanto más elevada es la presión arterial y más joven es el paciente, más extensa debe ser la
búsqueda de la causa. La evaluación incluye radiografías y estudios de los riñonescon isótopos
radiactivos, una radiografía de tórax y determinaciones de ciertas hormonas en la sangre y en
la orina.
Para detectar un problema renal, se toma como punto de partida la historia clínica,
haciendo énfasis en problemas renales previos. Durante el examen físico, se explora la zona
del abdomen por encima de los riñones para detectar la presencia de dolor. Con un
fonendoscopio sobre el abdomen, se intenta localizar la presencia de un ruido anormal (sonido
que produce la sangre al atravesar un estrechamiento de la arteria que alimenta al riñón). Por
último, se envía una muestra de orina al laboratorio para su análisis y, si es necesario, se
realizan radiografías o ecografías con el fin de conocer el grado de suministro de sangre al
riñón, así como otras pruebas renales.
Otras causas raras de hipertensión arterial pueden detectarse con ciertas pruebas
sistemáticas. Por ejemplo, la medición de la concentración de potasio en la sangre facilita la
detección de hiperaldosteronismo y la determinación de la presión arterial en ambos brazos y
piernas ayuda a detectar una coartación de la aorta.
Pronóstico
Cuando la presión sistólica y diastólica de una persona caen en categorías diferentes, se escoge la más elevada para clasificar la presión arterial.
Por ejemplo, 160/92 mm Hg se clasifica
como hipertensión fase 2 y 180/120 mm Hg como hipertensión fase 4.
La presión arterial óptima para minimizar el riesgo de trastornos cardiovasculares se sitúa por debajo de 120/80 mm Hg.
Deben evaluarse, sin embargo, las mediciones demasiado bajas
Tratamiento
En caso de sobrepeso y presión arterial elevada, se aconseja reducir el peso hasta su nivel
ideal. Así mismo, son importantes los cambios en la dieta en personas con diabetes, que son
obesas o que tienen valores de colesterol altos, para mantener un buen estado de salud
cardiovascular en general. Si se reduce el consumo de sodio a menos de 2,3 gramos o de
cloruro de sodio a menos de 6 gramos al día (manteniendo un consumo adecuado de calcio,
magnesio y potasio) y se reduce el consumo diario de alcohol a menos de 750 mililitros de
cerveza, 250 mililitros de vino, o 65 mililitros de whisky, puede que no sea necesario el
tratamiento farmacológico. Es también muy útil hacer ejercicios aeróbicos moderados. Las
personas con hipertensión esencial no tienen que restringir sus actividades si tienen controlada
su presión arterial. Por último, los fumadores deberían dejar de fumar.Es recomendable que
las personas con presión arterial elevada controlen su presión en su propio domicilio. Dichas
personas probablemente estarán más dispuestas a seguir las recomendaciones del médico
respecto al tratamiento. Tratamiento farmacológico
En teoría, cualquier persona con hipertensión arterial puede llegar a controlarse dado que
se dispone de una amplia variedad de fármacos, pero el tratamiento tiene que ser
individualizado. Además, es más eficaz cuando ambos, paciente y médico, tienen una buena
comunicación y colaboran con el programa de tratamiento.
Los expertos no se han puesto de acuerdo sobre cuánto se debe disminuir la presión
arterial durante el tratamiento, o sobre cuándo y cuánto debe tratarse la hipertensión en estadio
l (leve). Pero sí hay un acuerdo general sobre el hecho de que cuanto más elevada es la presión
arterial, mayores son los riesgos (incluso cuando los niveles se encuentren dentro de la escala
normal). Así pues, algunos expertos subrayan que cualquier aumento, aunque sea pequeño,
debe ser tratado y que cuanto más se consiga descender la presión, mejor. En cambio, otros
sostienen que el tratamiento de la presión arterial por debajo de un cierto nivel, puede de
hecho aumentar los riesgos de infarto y muerte súbita en vez de reducirlos, sobre todo en caso
de enfermedad de las arterias coronarias.
Habitualmente, los pacientes toleran bien los fármacos antihipertensivos que se les
prescriben. Pero cualquier fármaco antihipertensivo puede provocar efectos secundarios. De
modo que si éstos aparecen, se debería informar de ello al médico para que ajuste la dosis o
cambie el fármaco.
Los diuréticos tiacídicos con frecuencia son el primer fármaco que se administra para
tratar la hipertensión. Los diuréticos ayudan a los riñones a eliminar sal y agua y disminuyen
el volumen de líquidos en todo el organismo, reduciendo de ese modo la presión arterial. Los
diuréticos también dilatan los vasos sanguíneos. Debido a que provocan una pérdida de
potasio por la orina, a veces se deben suministrar conjuntamente suplementos de potasio o
fármacos que retengan potasio. Estos fármacos son particularmente útiles en personas de etnia
negra, de edad avanzada, en obesos y en personas que padecen insuficiencia cardíaca o renal
crónica.
Los antagonistas del calcio provocan la dilatación de los vasos sanguíneos por un
mecanismo completamente diferente. Son particularmente útiles en las personas de etnia
negra, de edad avanzada y las que padecen de angina de pecho (dolor de pecho), de ciertos
tipos de arritmias o de migraña. Informes recientes sugieren que la administración de
antagonistas del calcio de acción corta aumenta el riesgo de muerte por infarto, pero no hay
estudios que sugieran dicho efecto para los antagonistas del calcio de acción prolongada.
Los vasodilatadores directos dilatan los vasos sanguíneos a través de otro mecanismo. Un
fármaco de esta clase casi nunca se utiliza solo; es más, suele utilizarse como un segundo
fármaco cuando el otro solo no disminuye suficientemente la presión arterial.
Las urgencias hipertensivas , como por ejemplo la hipertensión maligna, requieren una
disminución rápida de la presión arterial. Existen diversos fármacos que disminuyen la presión
arterial con rapidez; la mayoría se administra por vía intravenosa. Estos fármacos comprenden
el diazóxido, el nitroprusiato, la nitroglicerina y el labetalol. La nifedipina, un antagonista del
calcio, es de muy rápida acción y se administra por vía oral; sin embargo, puede causar
hipotensión, de modo que es necesario controlar rigurosamente sus efectos.
La aterosclerosis afecta a las arterias del cerebro, el corazón, los riñones, otros órganos
vitales y los brazos y las piernas. Cuando la aterosclerosis se desarrolla en las arterias que
alimentan el cerebro (arterias carótidas), se puede producir un ictus; cuando se desarrolla en
las arterias que alimentan el corazón (arterias coronarias), se puede producir un infarto de
miocardio.
Causas
Las arterias afectadas por la aterosclerosis pierden su elasticidad y, a medida que los
ateromas crecen, se hacen más estrechas. Además, con el tiempo los ateromas acumulan
depósitos de calcio que pueden volverse frágiles y romperse. Entonces, la sangre puede entrar
en un ateroma roto, aumentando su tamaño y disminuyendo todavía más la luz arterial. Un
ateroma roto también puede derramar su contenido graso y desencadenar la formación de un
coágulo sanguíneo (trombo). El coágulo estrecha aún más la arteria e incluso puede ocluirla o
bien se desprende y pasa a la sangre hasta llegar a una arteria más pequeña, donde causará una
oclusión (embolia).
Síntomas
Dado que la aterosclerosis disminuye de manera importante la luz de una arteria, las zonas
del organismo que ésta alimenta pueden no recibir suficiente sangre y, en consecuencia, el
oxígeno necesario. El primer síntoma del estrechamiento de una arteria puede ser un dolor o
un calambre en los momentos en que el flujo de sangre es insuficiente para satisfacer las
necesidades de oxígeno. Por ejemplo, durante el ejercicio, una persona puede sentir dolor de
pecho (angina), debido a la falta de oxígeno en el corazón; o mientras camina, pueden
aparecer calambres en las piernas (claudicación intermitente), debido a la falta de oxígeno en
las extremidades. Estos síntomas se desarrollan gradualmente a medida que el ateroma
constriñe la arteria. Sin embargo, cuando se produce una obstrucción súbita, los síntomas
aparecen inmediatamente (por ejemplo, cuando un coágulo sanguíneo se enclava en una
arteria).
Factores de riesgo
Las personas con homocistinuria, una enfermedad hereditaria, desarrollan ateromas con
gran facilidad, sobre todo en edad juvenil.
La enfermedad afecta a muchas arterias pero no las arterias coronarias que alimentan el
corazón. Por el contrario, en la hipercolesterolemia familiar hereditaria, los valores
extremadamente elevados de colesterol en la sangre provocan la formación de ateromas en las
arterias coronarias mucho más que en las otras arterias.
Prevención y tratamiento
Para prevenir la aterosclerosis, se deben eliminar los factores de riesgo controlables, como
los valores elevados de colesterol en la sangre, la presión arterial alta, el consumo de tabaco,
la obesidad y la falta de ejercicio. Así, dependiendo de los factores de riesgo específicos de
cada persona, la prevención consistirá en disminuir los valores del colesterol, disminuir la
presión arterial, dejar de fumar, perder peso y
hacer ejercicio. Afortunadamente, tomar
medidas para llevar a cabo algunos de estos
objetivos ayuda a llevar a cabo los otros. Por
ejemplo, hacer ejercicio ayuda a perder peso, lo
cual a su vez ayuda a disminuir los valores del
colesterol y de la presión arterial. Del mismo
modo que dejar de fumar ayuda a bajar los
valores del colesterol y de la presión arterial.
El hábito de fumar es particularmente peligroso para las personas que ya tienen un riesgo
elevado de sufrir enfermedades cardíacas. Fumar cigarrillos disminuye la concentración del
colesterol bueno o colesterol con lipoproteínas de alta densidad (HDL) y aumenta la
concentración del colesterol malo o colesterol con lipoproteínas de baja densidad (LDL). El
colesterol también aumenta el valor del monóxido de carbono en la sangre, lo que puede
incrementar el riesgo de lesiones del revestimiento de la pared arterial y además contrae las
arterias ya estrechadas por la aterosclerosis y, por tanto, disminuye la cantidad de sangre que
llega a los tejidos. Por otra parte, fumar aumenta la tendencia de la sangre a coagularse, lo que
incrementa el riesgo de enfermedad arterial periférica, enfermedad de las arterias coronarias,
ictus y obstrucción de un injerto arterial tras una intervención quirúrgica.
El riesgo que tiene un fumador de desarrollar una enfermedad de las arterias coronarias
está directamente relacionado con la cantidad de cigarrillos que fuma a diario. Las personas
que dejan de fumar tienen la mitad del riesgo de los que siguen fumando (con independencia
de cuánto hayan fumado antes de abandonar el hábito). Dejar de fumar también disminuye el
riesgo de muerte tras una cirugía de revascularización coronaria (bypass) o de un infarto.
También disminuye la incidencia de enfermedades en general y el riesgo de muerte en
pacientes con aterosclerosis en arterias distintas de las que alimentan el corazón y el cerebro.
La enfermedad de las arterias coronarias afecta a personas de todas las etnias, pero su
incidencia es particularmente elevada entre los blancos. Sin embargo, la etnia en sí misma no
parece ser un factor tan importante como el hábito de vida de cada individuo. Una dieta con
alto contenido en grasa, el hábito de fumar y una vida sedentaria incrementan el riesgo de
enfermedad de las arterias coronarias.
Angina de pecho
Las necesidades de oxígeno del corazón dependen del esfuerzo que debe realizar (es decir,
la rapidez con que late y la fuerza de cada latido). Los esfuerzos físicos y las emociones
aumentan la actividad del corazón que, por esta razón, necesita más oxígeno. Cuando las
arterias se hacen más estrechas o existe una obstrucción que impide el aumento del flujo de
sangre al músculo cardíaco para satisfacer la mayor necesidad de oxígeno, se puede producir
la isquemia y, en consecuencia, dolor.
Causas
Por lo general, la angina es el resultado de una enfermedad de las arterias coronarias. Pero
también es el resultado de otras causas, como las anomalías de la válvula aórtica,
especialmente la estenosis (estrechamiento de la válvula aórtica), la insuficiencia
(regurgitación a través de la válvula aórtica) y la estenosis subaórtica hipertrófica. Dado que la
válvula aórtica está cerca de la entrada a las arterias coronarias, estas anomalías reducen el
flujo de sangre hacia las mismas. El espasmo arterial (estrechamiento súbito y transitorio de
una arteria) también puede causar angina de pecho. Por otro lado, la anemia grave puede
reducir el suministro de oxígeno al músculo cardíaco y desencadenar un episodio de dolor.
Depósitos de grasa en una arteria coronaria
A medida que los sedimentos grasos se acumulan en una arteria coronaria, el flujo sanguíneo se reduce y no llega oxígeno al músculo cardíaco
Síntomas
No siempre toda persona con una isquemia tiene angina de pecho. La isquemia sin angina
de pecho se llama isquemia silenciosa o silente. No se ha logrado comprender hasta ahora por
qué la isquemia es a veces silente.
Frecuentemente, el paciente percibe la angina de pecho como una presión o dolor debajo
del esternón (el hueso del medio del pecho). El dolor también se produce en el hombro
izquierdo o por debajo de la parte interna del brazo izquierdo, en la espalda, la garganta, el
maxilar o los dientes y, algunas veces, en la parte inferior del brazo derecho. Muchas personas
describen la sensación como malestar más que como dolor.
La angina de pecho aparece de forma característica durante un esfuerzo físico, dura sólo
unos pocos minutos y desaparece con el reposo. Algunas personas la pueden predecir, puesto
que conocen con qué grado de esfuerzo les aparece, pero en otras, los episodios son
impredecibles. Con frecuencia, la angina de pecho es más grave cuando el esfuerzo se hace
después de comer. Además, por lo general se agrava en un clima frío. Caminar contra el
viento o salir de una habitación caliente hacia un espacio donde el aire sea frío puede provocar
angina de pecho. El estrés emocional también puede desencadenar una angina o hacer que
empeore. A veces, una emoción fuerte, aunque se esté en reposo, o una pesadilla durante el
sueño provocan la aparición de angina.
La angina variante es provocada por un espasmo de las grandes arterias coronarias que
recorren la superficie del corazón. Se llama variante porque se caracteriza por la aparición de
dolor en reposo, no con el esfuerzo, y por la existencia de ciertos cambios en el
electrocardiograma (ECG) durante el episodio de angina.
Diagnóstico
Cuando los síntomas son típicos, el diagnóstico suele ser fácil. El tipo de dolor, su
ubicación y su relación con el esfuerzo, las comidas, el clima y otros factores facilitan el
diagnóstico. No obstante, algunas pruebas pueden ayudar a determinar la gravedad de la
isquemia y la presencia y extensión de una enfermedad de las arterias coronarias.
La prueba de esfuerzo (una prueba en la que el paciente camina sobre una cinta móvil
mientras se le registra el ECG) permite la evaluación de la gravedad de la enfermedad de las
arterias coronarias y de la capacidad del corazón para responder a la isquemia. Los resultados
también pueden ser de ayuda para determinar la necesidad de una arteriografía coronaria o de
una operación quirúrgica.
Los estudios con isótopos radiactivos combinados con la prueba de esfuerzo pueden
proporcionar una información valiosa acerca de la angina de pecho de una persona. Las
imágenes que se obtienen no sólo confirman la presencia de la isquemia, sino que también
identifican la zona y la extensión del músculo cardíaco afectado, así como el volumen del
flujo sanguíneo que llega al corazón.
El registro continuo del ECG con un monitor Holter (un aparato portátil de ECG que
funciona con pilas) revela las anomalías que indican una isquemia silente en algunas personas.
El significado de la isquemia silente es objeto de controversia, pero generalmente la gravedad
de la enfermedad de las arterias coronarias determina el alcance de la isquemia silente y, en
consecuencia, el pronóstico. El ECG también ayuda a diagnosticar la angina variante dado que
es capaz de detectar ciertos cambios que se producen cuando la angina aparece en reposo.
Pronóstico
Los factores clave para predecir lo que puede suceder a las personas con angina incluyen
la edad, la extensión de la enfermedad de las arterias coronarias, la gravedad de los síntomas
y, en la mayoría de los casos, el grado de función normal del músculo cardíaco. Cuantas más
sean las arterias coronarias afectadas o más grave sea su obstrucción, más desfavorable será el
pronóstico. El pronóstico es sorprendentemente bueno en una persona con angina estable y
una capacidad normal de bombeo (función del músculo ventricular). Una capacidad de
bombeo reducida empeora el pronóstico.
Tratamiento
El tratamiento tiene como objeto prevenir o reducir la isquemia y minimizar los síntomas.
Hay cuatro tipos de fármacos disponibles: los betabloqueadores, los nitratos, los antagonistas
del calcio y los fármacos antiplaquetarios.
La administración de fármacos
antiplaquetarios , como la aspirina, es otro de los
tratamientos posibles. Las plaquetas son
fragmentos de células que circulan por la sangre
y son importantes para la formación del coágulo
y para la respuesta de los vasos sanguíneos a las
lesiones. Pero cuando las plaquetas se acumulan
en los ateromas de la pared arterial, se forman
coágulos (trombos) que pueden estrechar u obstruir la arteria y causar un infarto. La aspirina
se une irreversiblemente a las plaquetas y no las deja adherirse sobre las paredes de los vasos
sanguíneos; por consiguiente, la aspirina reduce el riesgo de muerte por enfermedad de las
arterias coronarias. Para la mayoría de las personas con esta enfermedad, se recomienda
tomar, diariamente, un comprimido de aspirina infantil, la mitad de una para adultos o un
comprimido entero para adultos. Las personas que tienen alergia a la aspirina pueden tomar
ticlopidina como alternativa.
Por lo general, las personas con angina inestable son hospitalizadas, para que pueda
controlarse el tratamiento farmacológico y se apliquen otras terapias si fuera necesario. Estos
pacientes reciben fármacos que reducen la tendencia de la sangre a coagular. Pueden
administrarse heparina (un anticoagulante que reduce la coagulación sanguínea) y aspirina.
También se prescriben betabloqueadores y nitroglicerina por vía intravenosa para reducir la
sobrecarga del corazón. Si los fármacos no son eficaces, puede requerirse una arteriografía y
una angioplastia o una cirugía de derivación coronaria (bypass).
Las venas para el injerto se extraen, por lo general, de la pierna. Los cirujanos también
utilizan, habitualmente, por lo menos una arteria como injerto, que se extrae de debajo del
esternón (hueso del medio del pecho). Estas arterias raramente se afectan por la enfermedad
de las arterias coronarias y en más del 90 por ciento de los casos sigue funcionando de forma
adecuada 10 años después de su implantación. Los injertos de venas se obstruyen
gradualmente y, al cabo de 5 años, la obstrucción es completa en un tercio de las personas o
más. Además de reducir los síntomas de angina, esta intervención quirúrgica mejora el
pronóstico en ciertas personas, especialmente en aquellas con una enfermedad grave.
Angioplastia coronaria: las razones por las cuales se practica la angioplastia son similares
a las del bypass. No todas las obstrucciones de las arterias coronarias son aptas para la
angioplastia debido a su localización, longitud, grado de calcificación u otras características.
Por ello, se ha de determinar cuidadosamente si el paciente es un buen candidato para este
procedimiento.
El procedimiento comienza con una punción de una gran arteria periférica, generalmente
la arteria femoral de la pierna, con una aguja gruesa. Luego se introduce un largo hilo guía
dentro del sistema arterial a través de la aguja, hasta llegar a la aorta y finalmente hasta el
interior de la arteria coronaria obstruida. A continuación, se introduce un catéter con un
pequeño globo inflable en el extremo, que es guiado por el hilo hasta dentro de la arteria
coronaria enferma. El catéter se posiciona de modo tal que el globo quede al nivel de la
obstrucción; a continuación, se infla durante varios segundos. La insuflación se repite varias
veces. Es necesaria una monitorización cuidadosa durante el procedimiento porque el balón
inflado obstruye momentáneamente el flujo de la arteria coronaria. Esta obstrucción puede
producir cambios en el ECG y síntomas de isquemia en algunas personas. El globo inflado
comprime el ateroma, dilata la arteria y desgarra parcialmente las capas internas de la pared
arterial. Si la angioplastia es efectiva, la obstrucción se reduce de forma notable. Entre el 80 y
el 90 por ciento de las arterias obstruidas en que se consigue situar el globo se elimina la
obstrucción.
Cirugía de derivación coronaria (bypass coronario)
Alrededor del uno al dos por ciento de las personas mueren durante una angioplastia y del
3 al 5 por ciento sufren infartos no mortales. La cirugía de derivación coronaria (bypass) es
necesaria inmediatamente después de la angioplastia en el 2 al 4 por ciento de los casos. En
cerca del 20 al 30 por ciento de los pacientes, la arteria coronaria se obstruye de nuevo a los 6
meses (con frecuencia en las primeras semanas posteriores al procedimiento). A menudo la
angioplastia se repite y permite un buen control de la enfermedad durante largo tiempo. Para
mantener abierta la arteria tras la angioplastia, se utiliza un dispositivo de malla de alambre
que se inserta en la luz de la arteria. Este procedimiento parece reducir a la mitad el riesgo de
una nueva obstrucción arterial.
El infarto agudo de miocardio es una urgencia médica en la que parte del flujo sanguíneo
que llega al corazón se ve reducido o interrumpido de manera brusca y grave y, en
consecuencia, se produce una destrucción (muerte) del músculo cardíaco (miocardio) por falta
de oxígeno.
Algunas personas usan el término ataque cardíaco de una forma amplia, aplicándolo a
otras dolencias cardíacas. Pero en este capítulo, el término se refiere específicamente a un
infarto del miocardio.
Angioplastia
Mediante la punción de una de las grandes arterias (en general la arteria femoral), se introduce en el sistema arterial un catéter con un globo en una
extremidad y se dirige hacia el interior de la arteria coronaria obstruida.
A continuación, se infla el globo para comprimir la placa contra la pared arterial y, de este modo, dilatar la arteria.
Causas
La capacidad del corazón para seguir bombeando después de un ataque cardíaco depende
directamente de la extensión y localización del tejido lesionado (infarto). Debido a que cada
arteria coronaria alimenta una determinada sección del corazón, la localización de la lesión
depende de la arteria obstruida. Si la lesión afecta a más de la mitad del tejido cardíaco, el
corazón, por lo general, no puede funcionar y es probable que se produzca una grave
incapacidad o la muerte. Incluso cuando la lesión es menos extensa, el corazón puede no ser
capaz de bombear adecuadamente; se produce entonces una insuficiencia cardíaca o un shock
(que es un cuadro aún más grave). El corazón lesionado puede agrandarse, en parte para
compensar la disminución de la capacidad de bombeo (un corazón más grande late más
enérgicamente). El agrandamiento puede también reflejar la propia lesión del músculo
cardíaco. Cuando, después de un infarto, el corazón se agranda, el pronóstico es peor que
cuando el corazón conserva su tamaño normal.
Una causa infrecuente de infarto es un coágulo que proceda del mismo corazón. A veces,
se forma en el corazón un coágulo (émbolo), que se desprende y se fija en una arteria
coronaria. Otra causa infrecuente es un espasmo de una arteria coronaria que interrumpa el
flujo sanguíneo Los espasmos pueden ser causados por drogas como la cocaína o por el
consumo de tabaco, pero a veces la causa es desconocida.
Síntomas
Aproximadamente dos de cada tres personas que tienen infarto refieren haber tenido
angina de pecho intermitente, disnea o fatiga unos pocos días antes. Los episodios de dolor
pueden volverse más frecuentes, incluso con un esfuerzo físico cada vez menor. La angina
inestable puede acabar en un infarto. Por lo general, el síntoma más típico es el dolor en el
medio del pecho que se extiende a la espalda, el maxilar, el brazo izquierdo o, con menor
frecuencia, al brazo derecho. Puede ser que el dolor aparezca en una o varias de estas
localizaciones y, en cambio, no en el pecho. El dolor de un infarto es similar al de la angina de
pecho pero en general es más intenso, dura más tiempo y no se calma con el reposo o la
administración de nitroglicerina. Con menor frecuencia, el dolor se percibe en el abdomen y
puede confundirse con una indigestión, sobre todo porque el eructo puede aliviarlo de forma
parcial o transitoria.
A pesar de todos estos posibles síntomas, hasta una de cada cinco personas que sufren un
infarto tiene solamente síntomas leves o puede que ninguno en absoluto. Este infarto silente
puede que sólo se detecte algún tiempo después de practicarse un electrocardiograma (ECG)
por cualquier otro motivo.
Dolor precordial: posibles puntos de irradiación del dolor
Diagnóstico
Tratamiento
Un infarto agudo de miocardio es una urgencia médica. La mitad de las muertes por
infarto se produce en las primeras 3 o 4 horas tras el comienzo de los síntomas. Cuanto antes
se inicie el tratamiento, mayores serán las probabilidades de supervivencia. Cualquier persona
que tenga síntomas que sugieran un infarto, debería consultar a un médico de inmediato.
Tratamiento inicial
A menudo, se suministra oxígeno a través de una máscara o de un tubo con los extremos
introducidos en las ventanas nasales. Esta terapia aumenta la presión del oxígeno en la sangre,
lo cual proporciona más oxígeno al corazón y permite que la lesión del tejido cardíaco se
limite lo máximo posible.
Si se elimina la obstrucción de la arteria coronaria rápidamente, se puede salvar el tejido
cardíaco. Para lograr este objetivo a menudo se intenta la disolución de los coágulos
sanguíneos en una arteria mediante un tratamiento trombolítico; éste comprende la utilización
de fármacos como la estreptoquinasa, la uroquinasa o el activador tisular del plasminógeno.
Para ser eficaces, los fármacos deben administrarse por vía intravenosa dentro de las primeras
6 horas desde el inicio de los síntomas de infarto. Después de este tiempo, algunas lesiones ya
son permanentes, por lo que la reperfusión de la arteria probablemente ya no sea útil. El
tratamiento precoz aumenta el flujo de sangre en el 60 al 80 por ciento de los casos y permite
que la lesión del tejido cardíaco sea mínima. La aspirina, que evita que las plaquetas formen
coágulos sanguíneos, o la heparina, que también interrumpe la coagulación, pueden aumentar
la eficacia del tratamiento trombolítico.
Si los fármacos utilizados para aumentar el flujo sanguíneo de las arterias coronarias no
alivian también el dolor y el malestar del paciente, se inyecta morfina. Este fármaco tiene un
efecto calmante y reduce el trabajo del corazón. La nitroglicerina puede calmar el dolor al
reducir el trabajo del corazón; por lo general, en un primer momento se administra por vía
intravenosa.
Tratamiento posterior
Los enemas intestinales y los laxantes suaves pueden utilizarse para evitar el
estreñimiento. Si la persona no puede orinar o bien debe controlarse la cantidad de orina
producida, se utiliza una sonda vesical.
Pronóstico y prevención
Las personas que sobreviven algunos días tras un infarto, por lo general, pueden esperar
un completo restablecimiento, aunque un 10 por ciento fallecerán antes de transcurrido un
año. Las muertes se producen, habitualmente, en los primeros 3 o 4 meses, típicamente en
pacientes que continúan teniendo angina de pecho, arritmias ventriculares e insuficiencia
cardíaca.
Para valorar si una persona tendrá más trastornos cardíacos en el futuro o si necesitará un
tratamiento adicional, se pueden llevar a cabo ciertas pruebas. Por ejemplo, puede utilizarse
un monitor Holter para registrar un ECG durante 24 horas, con lo que el médico podrá
detectar si se producen arritmias o episodios de isquemia silenciosa. Una prueba de esfuerzo
(en la que el paciente corre sobre una cinta móvil mientras se registra un ECG) antes o poco
después del alta del hospital puede contribuir a determinar el estado del corazón tras el infarto
y si la isquemia continúa. Si estas pruebas revelan la presencia de arritmias o isquemia, es
recomendable un tratamiento farmacológico. Si la isquemia persiste, puede realizarse una
arteriografía coronaria para evaluar la posibilidad de una angioplastia o de una operación de
derivación (bypass) para restablecer el flujo sanguíneo al corazón.
Rehabilitación
Después de un infarto del corazón, el médico y el paciente deberían hablar acerca de los
factores de riesgo que contribuyen a la enfermedad de las arterias coronarias, sobre todo
aquellos que el paciente puede cambiar. Dejar de fumar, reducir el peso, controlar la presión
arterial, reducir los valores sanguíneos del colesterol con una dieta o con medicación y realizar
ejercicios aeróbicos diariamente son medidas que disminuyen el riesgo de padecer una
enfermedad de las arterias coronarias.
CAPITULO 28
Enfermedad de las arterias periféricas
Las personas con enfermedad arterial periférica tienen habitualmente aterosclerosis, una
enfermedad en la cual la grasa se acumula debajo del revestimiento de la pared arterial y
estrecha gradualmente la arteria. Sin embargo, una oclusión arterial parcial o completa puede
ser el resultado de otras causas, como un coágulo sanguíneo. Cuando se produce el
estrechamiento de una arteria, las partes del organismo que irriga reciben un flujo sanguíneo
insuficiente. La consiguiente disminución de la provisión de oxígeno (isquemia) puede
manifestarse súbitamente (isquemia aguda) o de forma gradual (isquemia crónica).
La obstrucción de la aorta abdominal y sus principales ramas puede ser súbita o gradual.
Una obstrucción súbita y completa, por lo general, se produce cuando un coágulo transportado
por el flujo sanguíneo se incrusta en una arteria (embolia), cuando se forma un coágulo
(trombosis) en una arteria estrechada o cuando se rompe la pared arterial (disección aórtica).
Una obstrucción que se desarrolla gradualmente suele ser el resultado de la aterosclerosis; con
menor frecuencia, es consecuencia de un crecimiento anómalo de músculo en la pared arterial
o de la presión desde fuera por una masa que está creciendo como un tumor.
Síntomas
Cuando un coágulo se fija en una de las arterias renales, los vasos que alimentan a los
riñones, se produce un repentino dolor en el costado y la orina se vuelve sanguinolenta. La
obstrucción gradual de las arterias de uno o ambos riñones es el resultado de la aterosclerosis
y puede provocar hipertensión (hipertensión renovascular), que constituye el 5 por ciento de
todos los casos de presión arterial elevada.
Cuando se obstruye la aorta inferior en el punto donde se divide en dos ramas (arterias
ilíacas) que pasan por la pelvis para llevar la sangre a las piernas, súbitamente aparece dolor
en éstas, que se vuelven doloridas, pálidas y frías. No se detecta el pulso en las piernas, la
cuales se pueden volver insensibles.
Tratamiento
En una obstrucción gradual del flujo sanguíneo al intestino, la nitroglicerina puede aliviar
el dolor abdominal, pero sólo una intervención quirúrgica es capaz de eliminar la obstrucción.
Para determinar la extensión de la obstrucción y el punto exacto de la misma, a fin de
planificar la intervención quirúrgica, los médicos se basan en la ecografía-Doppler (que utiliza
ultrasonidos) y la angiografía.
Los coágulos sanguíneos en las arterias hepática y esplénica, que alimentan al hígado y al
bazo, no son tan peligrosos como las obstrucciones del flujo sanguíneo del intestino. Incluso
cuando una obstrucción causa una lesión a alguna parte del hígado o del bazo, sólo en raras
ocasiones se necesita la cirugía para corregir el problema.
La extirpación rápida de un coágulo de una arteria renal puede restablecer la función renal.
En el caso de una obstrucción gradual de una arteria renal, en ocasiones se puede utilizar la
angioplastia (un procedimiento en el que se introduce un pequeño globo dentro de la arteria y
luego se infla para eliminar la obstrucción), pero, por lo general, la obstrucción tiene que
extirparse mediante una intervención quirúrgica o bien tiene que hacerse una cirugía de
derivación (bypass).
Una intervención quirúrgica urgente puede eliminar una obstrucción repentina de la aorta
inferior en el punto donde se divide en las dos ramas que llevan la sangre a las piernas. A
veces, los médicos pueden disolver el coágulo inyectando un fármaco trombolítico, como la
uroquinasa, pero la cirugía suele ser más eficaz.
La sospecha de una obstrucción de una arteria se basa en los síntomas que describe el
paciente y en la disminución o ausencia del pulso por debajo de un cierto punto de la pierna.
El flujo sanguíneo de la pierna puede valorarse de diversos modos, como comparando la
presión arterial del tobillo con la del brazo. Normalmente, la presión del tobillo es, por lo
menos, el 90 por ciento de la presión del brazo, pero cuando el estrechamiento es grave puede
ser menos del 50 por ciento.
Tratamiento
Las personas con claudicación intermitente deberían caminar por lo menos 30 minutos al
día, siempre que ello sea posible. Cuando sienten dolor, deberían interrumpir el ejercicio y
caminar de nuevo cuando desaparezca. Mediante este procedimiento, habitualmente se puede
aumentar la distancia recorrida caminando cómodamente, quizá porque el ejercicio mejora la
función muscular y provoca el aumento de tamaño de los otros vasos sanguíneos que
alimentan a los músculos. Las personas con obstrucciones no deberían fumar en absoluto.
También es útil elevar la cabecera de la cama con bloques de 10 a 15 cm para aumentar el
riego sanguíneo a las piernas.
Por otro lado, pueden administrarse fármacos, como la pentoxifilina, para aumentar la
distribución del oxígeno a los músculos. También pueden ser de utilidad los antagonistas del
calcio o la aspirina. Los betabloqueadores, que ayudan a los que sufren obstrucción de las
arterias coronarias, al retrasar la frecuencia del ritmo del corazón y al reducir así sus
necesidades de oxígeno, en ocasiones agravan los síntomas en las personas con una
obstrucción de las arterias de las piernas.
Derivación iliofemoral
Cuidados del pie
El objetivo del cuidado de los pies es proteger la circulación en ellos y evitar las
complicaciones producidas por una circulación disminuida. Las úlceras en los pies necesitan
un cuidado meticuloso para prevenir los deterioros subsiguientes que podrían hacer necesaria
una amputación. Así pues, cualquier úlcera debe mantenerse limpia, lavarse diariamente con
un jabón suave o una solución salina y recubrirse con vendajes limpios y secos. Una persona
con una úlcera en el pie puede necesitar reposo completo y la elevación de la cabecera de la
cama. Los diabéticos deben controlar las concentraciones de azúcar en la sangre lo mejor
posible. Como norma general, cualquier persona con mala circulación en los pies o con
diabetes debería consultar a un médico si una úlcera del pie no se cura en un período de unos 7
días. Muchas veces el médico prescribe una crema con antibiótico y, si la úlcera se infecta,
generalmente aconseja tomar antibióticos por vía oral. La curación puede tardar semanas o
incluso meses.
Angioplastia
Cirugía
La cirugía muy frecuentemente alivia los síntomas, cura las úlceras y evita la amputación.
Un cirujano vascular a veces puede extraer un coágulo si sólo está obstruida una zona
pequeña. Como medida alternativa, puede llevar a cabo una cirugía de derivación (bypass), en
la cual se coloca un injerto artificial (un tubo hecho de un material sintético) o una vena
proveniente de otra parte del cuerpo, de tal suerte que comunique la parte superior de la arteria
obstruida con la parte inferior a la obstrucción. Otro método es extirpar el fragmento obstruido
o estrechado e insertar un injerto en su lugar. A veces, la sección (corte) de los nervios
cercanos a la obstrucción (una operación denominada simpatectomía) previene los espasmos
de la arteria y puede ser muy útil en algunos casos.
Cuando se necesita realizar una amputación para suprimir los tejidos infectados, aliviar un
dolor atroz o interrumpir una gangrena que se agrava, los cirujanos cortan la menor parte
posible de la pierna, para facilitar el uso posterior de una prótesis.
Enfermedad de Buerger
Síntomas
Los síntomas de un suministro reducido de sangre a los brazos o las piernas aparecen de
forma gradual; se inician en las yemas de los dedos de las manos o los pies y progresan hacia
arriba por los brazos o las piernas, hasta que, finalmente, causan gangrena. Alrededor del 40
por ciento de las personas con esta enfermedad también tiene episodios de inflamación en las
venas, particularmente las venas superficiales y las arterias de los pies o las piernas. Se nota
frío, entumecimiento, hormigueo o ardor antes que se observe cualquier otro signo. A
menudo, se asocia al fenómeno de Raynaud y calambres musculares, por lo general en los
arcos de los pies o en las piernas pero raramente en las manos, brazos o muslos. A medida que
la obstrucción se hace más grave, el dolor es más intenso y más persistente. Por otro lado, es
característica la aparición precoz de úlceras, gangrena o ambas simultáneamente.
La mano o el pie se sienten fríos, existe una sudación excesiva y se vuelven de color
azulado, probablemente porque los nervios reaccionan al dolor intenso y persistente.
Diagnóstico
En más del 50 por ciento de los casos, el pulso es débil o está ausente en una o más
arterias de los pies o de las muñecas. Con frecuencia, las manos, los pies y los dedos de la
mano o de los pies afectados se vuelven pálidos cuando se levantan por encima de la altura del
corazón y rojos cuando se bajan. Así mismo, pueden aparecer úlceras en la piel y gangrena en
uno o más dedos de la mano o del pie. La ecografía-Doppler revela una grave disminución de
la presión de la sangre y del flujo sanguíneo en los pies, las manos y los dedos afectados. Las
angiografías (radiografías de las arterias) muestran arterias obstruidas y otras anomalías de la
circulación, sobre todo en las manos y los pies.
Tratamiento
Se aconseja caminar de 15 a 30 minutos, dos veces al día, excepto a las personas con
gangrena, llagas o dolor en reposo, que por el contrario pueden necesitar reposo en cama.Los
pies se deberían proteger con vendas que tienen almohadillas para los talones o con botas de
espuma de goma. La cabecera de la cama puede elevarse con bloques de 12 a 18 centímetros,
para que la gravedad facilite el flujo de sangre por las arterias. Los médicos pueden prescribir
pentoxifilina, antagonistas del calcio o inhibidores plaquetarios como la aspirina,
especialmente cuando la obstrucción es la consecuencia de un espasmo.
En las personas que dejan de fumar, pero que aún tienen oclusión arterial, los cirujanos
pueden mejorar el flujo sanguíneo cortando ciertos nervios cercanos para evitar el espasmo de
las arterias. Raras veces llevan a cabo cirugía de derivación (bypass) con injertos, porque las
arterias afectadas por esta enfermedad son demasiado pequeñas.
Por lo general, estos trastornos son el resultado de un espasmo de las arterias de los brazos
o de las piernas, ya sea por un defecto en los vasos sanguíneos o por trastornos en los nervios
que controlan el ensanchamiento y estrechamiento de las arterias (sistema nervioso
simpático). Tales anomalías en los nervios pueden a su vez ser la consecuencia de una
obstrucción debida a una aterosclerosis.
La enfermedad y fenómeno de Raynaud son afecciones en las que las arterias de pequeño
calibre (arteriolas), generalmente de los dedos de las manos y de los pies, sufren un espasmo
y, en consecuencia, la piel se vuelve pálida o con manchas rojas y posteriormente azules.
Causas
Las posibles causas del fenómeno de Raynaud son el escleroderma, la artritis reumatoide,
la aterosclerosis, los trastornos nerviosos, el hipotiroidismo, las heridas y reacciones a ciertos
fármacos, como la ergotamina y la metisergida. Algunas personas con el fenómeno de
Raynaud también tienen migrañas, angina variante y aumento de la presión de la sangre en los
pulmones (hipertensión pulmonar). Estas asociaciones sugieren que la causa de los espasmos
arteriales puede ser la misma en todos estos trastornos. Cualquier factor que estimule el
sistema nervioso simpático, como la emoción o la exposición al frío, puede causar espasmos
arteriales.
Síntomas y diagnóstico
El espasmo de las pequeñas arterias en los dedos de las manos y de los pies se produce
rápidamente y muy a menudo se desencadena por la exposición al frío. La duración puede
oscilar entre minutos y horas. Los dedos de las manos y de los pies se vuelven pálidos,
generalmente en forma de manchas. Pueden verse afectados uno o varios dedos, o partes de
uno o más dedos, cambiando a un color rojo y blanco con manchas. Cuando el episodio
termina, las zonas afectadas pueden ser más rosadas de lo normal o azuladas. Los dedos de la
mano o del pie no duelen, pero son frecuentes el entumecimiento y una sensación de
hormigueo y ardor. El calentamiento de las manos o de los pies restablece el color y la
sensación normales. Sin embargo, cuando las personas tienen un fenómeno de Raynaud de
mucho tiempo de evolución (especialmente aquellas con esclerodermia), la piel de los dedos
de las manos o de los pies puede sufrir cambios permanentes (adquiere un aspecto liso,
brillante y terso). Así mismo, pueden observarse pequeñas llagas dolorosas sobre las yemas de
los dedos de las manos o de los pies.
Para poder distinguir entre obstrucción arterial y espasmo arterial se realizan pruebas de
laboratorio antes y después de la exposición al frío.
Tratamiento
El control de la enfermedad de Raynaud leve requiere la protección del torso, los brazos y
las piernas contra el frío y tomar sedantes suaves. Los fumadores deben abandonar este hábito,
porque la nicotina estrecha los vasos sanguíneos. En un número reducido de personas, las
técnicas de relajación pueden reducir los espasmos. La enfermedad de Raynaud se trata con
prazosina o nifedipina. Otros fármacos, como la fenoxibenzamina, la metildopa o la
pentoxifilina, son útiles en algunas ocasiones. En caso de incapacidad progresiva y cuando los
otros tratamientos son ineficaces, se pueden cortar los nervios simpáticos (del sistema
nervioso simpático) para calmar los síntomas, pero el alivio puede durar sólo uno o dos años.
Esta operación, denominada simpatectomía, es más efectiva para las personas con la
enfermedad de Raynaud que para aquellas con el fenómeno de Raynaud.
Acrocianosis
La aorta es la arteria principal y más gruesa del organismo, que recibe toda la sangre
expulsada por el ventrículo izquierdo para que sea distribuida por todo el organismo excepto
los pulmones. Tal y como lo hace también un gran río, la aorta se ramifica en arterias
tributarias más pequeñas a lo largo de su trayecto desde el ventrículo izquierdo hacia el
abdomen inferior a la altura de la parte superior del hueso de la cadera (pelvis).
Los trastornos de la aorta comprenden los aneurismas (puntos débiles en las paredes de la
aorta que permiten la protrusión de parte de ésta), las roturas con la consiguiente hemorragia y
la separación de las capas de la pared (disección). Cualquiera de estas situaciones puede ser
inmediatamente mortal, pero la mayoría necesita años para desarrollarse.
Aneurismas
Los aneurismas aórticos son una consecuencia de la arteriosclerosis, que debilita la pared
de la aorta hasta que la presión dentro de la arteria provoca la protrusión hacia fuera. Con
frecuencia en el aneurisma se desarrolla un coágulo sanguíneo (trombo) que puede crecer a lo
largo de su pared. La presión arterial elevada y el hábito de fumar aumentan el riesgo de
formación de aneurismas. Así mismo, los traumatismos, las enfermedades inflamatorias de la
aorta, las enfermedades congénitas del tejido conectivo (como el síndrome de Marfan) y la
sífilis son trastornos que predisponen a la formación de aneurismas. En el síndrome de
Marfan, el aneurisma suele desarrollarse en la aorta ascendente (el segmento que sale
directamente del corazón).
Los aneurismas también pueden desarrollarse en otras arterias además de la aorta. Muchos
son el resultado de una debilidad congénita o de la arteriosclerosis; otros son consecuencia de
heridas por arma blanca o por armas de fuego, así como de infecciones bacterianas o fúngicas
(por hongos) en la pared arterial.
La infección suele iniciarse en cualquier parte del organismo, por lo general, en una
válvula cardíaca. Los aneurismas infecciosos de las arterias que van al cerebro son
particularmente peligrosos, por lo que es necesario empezar el tratamiento lo antes posible.
Dicho tratamiento a menudo requiere una reparación quirúrgica, la cual conlleva un riesgo
elevado.
Síntomas
Una persona con un aneurisma de la aorta abdominal a menudo percibe una especie de
pulsación en el abdomen. El aneurisma puede causar un dolor profundo y penetrante
principalmente en la espalda. El dolor puede ser intenso y habitualmente es constante, aunque
los cambios de posición pueden proporcionar algún alivio.
La primera señal de una rotura es generalmente un dolor intenso en la parte inferior del
abdomen y en la espalda, así como dolor en repuesta a la presión de la zona que está por
encima del aneurisma. Si se produce una hemorragia interna grave, el cuadro puede
evolucionar rápidamente hacia un shock. La rotura de un aneurisma abdominal suele ser
mortal.
Diagnóstico
El dolor es un síntoma de diagnóstico muy útil pero que aparece tardíamente. Sin
embargo, en muchos casos los aneurismas son asintomáticos y se diagnostican por casualidad
durante una exploración física sistemática o cuando se practican radiografías por alguna otra
razón. El médico puede apreciar la existencia de una masa pulsátil en medio del abdomen. Los
aneurismas que crecen con rapidez y que están a punto de romperse duelen espontáneamente o
cuando son presionados durante una exploración del abdomen. En las personas obesas, puede
que incluso no se detecten os aneurismas de gran tamaño.
Tratamiento
Los aneurismas en el segmento de la aorta que recorre el tórax representan una cuarta
parte de todos los casos de aneurismas aórticos. En una forma particularmente frecuente de
aneurisma de la aorta torácica, la aorta se dilata a partir del punto donde sale del corazón. Esta
dilatación causa un mal funcionamiento de la válvula que se encuentra entre el corazón y la
aorta (válvula aórtica), permitiendo que la sangre retroceda hacia el corazón cuando la válvula
se cierra. Alrededor del 50 por ciento de las personas con este problema tiene el síndrome de
Marfan o una variante del mismo. En el 50 por ciento restante, no se encuentra una causa
evidente, aunque con frecuencia estas personas tienen una presión arterial alta (hipertensión).
Síntomas
Los aneurismas de la aorta torácica pueden llegar a ser muy voluminosos sin causar
síntomas. Los síntomas son el resultado de la presión que la aorta dilatada ejerce contra las
estructuras vecinas. Los síntomas típicos son dolor (por lo general en la parte superior de la
espalda), tos y sibilancias. La persona afectada puede toser con sangre debido a la presión o a
la erosión de la tráquea (conducto que lleva el aire a los pulmones) o de las vías respiratorias
vecinas. La presión sobre el esófago, el conducto que lleva los alimentos al estómago, puede
dificultar la deglución. Puede producirse ronquera si se comprime el nervio de la caja de la
voz (laringe). También puede aparecer un conjunto de síntomas (síndrome de Horner) que
consisten en la contracción de una pupila, párpado caído y sudación en un lado de la cara. Las
radiografías de tórax pueden revelar una desviación de la tráquea. Por último, la presencia de
pulsaciones anómalas en la pared del tórax puede ser también indicativa de un aneurisma
aórtico torácico.
Cuando se produce la rotura de un aneurisma aórtico torácico, habitualmente al principio
aparece un dolor intensísimo en la parte superior de la espalda. Se puede irradiar por la
espalda hacia abajo y hacia el interior del abdomen a medida que la rotura progresa. El dolor
también se percibe en el pecho y en los brazos, simulando un ataque cardíaco (infarto de
miocardio). El cuadro evoluciona rápidamente hacia el shock y se puede producir la muerte
por la pérdida de sangre.
Aneurisma de la aorta abdominal y reparación quirúrgica del mismo
Diagnóstico
Tratamiento
Disección aórtica
Una disección aórtica (aneurisma disecante; hematoma disecante) suele ser una situación
mortal en la que el revestimiento interno de la pared de la aorta se rasga mientras que el
revestimiento externo permanece intacto; la sangre penetra a través del desgarro y provoca la
disección de la capa media, lo que origina la creación de un nuevo canal dentro de la pared
aórtica.
Síntomas
Casi todas las personas con una disección aórtica presentan dolor, generalmente repentino
y muy intenso. Habitualmente los pacientes lo describen como un desgarro o una rasgadura
sobre el pecho. También es frecuente en la espalda entre los omóplatos. El dolor se irradia en
la misma dirección de la disección a lo largo de la aorta. Mientras avanza la disección, puede
cerrar un punto donde una o varias arterias se conectan con la aorta. Según cuáles sean las
arterias obstruidas, las consecuencias pueden ser un accidente vascular cerebral, un ataque
cardíaco, un dolor abdominal repentino, una lesión nerviosa que causa hormigueo y la
imposibilidad de mover una extremidad.
Diagnóstico
Tratamiento
Las personas con una disección aórtica deben ser atendidas en una unidad de cuidados
intensivos, donde sus señales vitales (pulso, presión arterial y ritmo de la respiración) son
cuidadosamente controlados. La muerte puede producirse unas pocas horas después de
iniciarse la disección aórtica. Por consiguiente, se administran fármacos lo antes posible para
reducir la frecuencia cardíaca y la presión arterial hasta unos valores mínimos con los que se
pueda mantener un suministro suficiente de sangre al cerebro, el corazón y los riñones.
Inmediatamente después del inicio del tratamiento farmacológico, el médico debe decidir si la
cirugía está indicada o si continuará la terapia con fármacos.
Los médicos recomiendan en general la cirugía en las disecciones que afectan a los
primeros centímetros de la aorta, contiguos al corazón, a menos que las complicaciones de la
disección impliquen un riesgo quirúrgico excesivo. Para las disecciones más lejanas del
corazón, los médicos mantienen generalmente la farmacoterapia, con excepción de aquellas
disecciones que provoquen un escape de sangre de la arteria y de las disecciones en las
personas con el síndrome de Marfan. En estos casos, es necesaria la cirugía.
Durante la cirugía, el cirujano extrae la mayor parte posible de la aorta disecada, impide
que la sangre entre en el conducto falso y reconstruye la aorta con un injerto sintético. Si la
válvula aórtica se encuentra dañada, se repara o se sustituye.
Pronóstico
Un 75 por ciento de las personas con disección aórtica que no recibe tratamiento muere en
las dos primeras semanas. Por el contrario, el 60 por ciento de las que sí son tratadas y que
sobreviven a las dos primeras semanas siguen vivas al cabo de 5 años; el 40 por ciento
sobrevive por lo menos 10 años. De aquellas que mueren después de las dos primeras
semanas, un tercio muere por complicaciones de la disección y los dos tercios restantes, por
causa de otras enfermedades.
En los principales centros médicos especializados, la disección aórtica proximal (es decir,
cercana al corazón) representa un 15 por ciento del índice de mortalidad debido a la cirugía y
ese porcentaje es un poco más alto para las disecciones aórticas más distantes.
A las personas con una disección aórtica, incluso a las que han sido operadas, se les
administra una farmacoterapia a largo plazo para mantener una presión arterial baja y, por
tanto, para reducir la tensión sobre la aorta.
Debe efectuarse un seguimiento meticuloso de las complicaciones tardías; las tres más
importantes son otra disección, el desarrollo de aneurismas en la aorta debilitada y una
insuficiencia progresiva de la válvula aórtica. Cualquiera de estas complicaciones exige una
reparación quirúrgica.
CAPITULO 30
Trastornos de las venas y linfáticos
Las venas llevan la sangre desde todos los órganos hasta el corazón. Los problemas
principales de las venas son la inflamación, la coagulación y los defectos que conducen a la
dilatación y las varices.
Válvulas unidireccionales en las venas
Estas dos ilustraciones muestran el funcionamiento de las válvulas en las venas. La ilustración de la izquierda muestra las válvulas abiertas por efecto del
flujo sanguíneo normal; en la ilustración de la derecha las válvulas están cerradas por el efecto del reflujo de sangre.
El sistema linfático consiste en vasos de paredes finas que se encargan de drenar fluidos,
proteínas, minerales, nutrientes y otras sustancias desde todos los órganos hacia el interior de
las venas. Este sistema hace que el fluido pase a través de los ganglios linfáticos, que proveen
una protección contra la diseminación de las infecciones o del cáncer y, finalmente, el
contenido se vacía dentro del sistema venoso del cuello. Los principales trastornos del sistema
linfático se producen cuando los vasos son incapaces de contener el volumen de fluido que va
a circular en su interior y cuando se obstruyen por causa de un tumor o una inflamación.
Las piernas contienen dos grupos principales de venas: las superficiales, ubicadas en la
capa grasa debajo de la piel, y las profundas, localizadas en los músculos. Existen unas venas
cortas que conectan las superficiales con las profundas. Normalmente, la presión de la sangre
en todas las venas es baja; y en las piernas, esta presión baja puede representar un problema.
Cuando una persona está de pie, la sangre debe circular desde las venas de las piernas hacia
arriba hasta alcanzar el corazón. Las venas profundas desempeñan un papel crucial en la
propulsión de la sangre hacia arriba, ya que al estar ubicadas dentro de los poderosos
músculos de la pantorrilla, estas venas son fuertemente comprimidas con cada paso. Al igual
que cuando se aprieta un tubo de pasta dentífrica, la compresión de las venas profundas
empuja la sangre hacia arriba. Estas venas transportan el 90 por ciento o más de la sangre que
va de las piernas al corazón.
Para mantener este sentido ascendente del flujo sanguíneo, las venas profundas contienen
válvulas de una sola dirección. Cada válvula está formada por dos mitades (cúspides) cuyos
bordes hacen contacto entre sí. La sangre empuja las cúspides, que se abren como un par de
puertas giratorias; pero cuando la sangre tiende a retornar en la dirección opuesta, forzada por
la gravedad, empuja las cúspides para que éstas se cierren.
Las venas superficiales tienen el mismo tipo de válvulas, pero no están sujetas a ninguna
presión porque no están rodeadas de músculos. Por ello la sangre de las venas superficiales
fluye más lentamente que la sangre de las venas profundas. Gran parte del flujo sanguíneo que
circula por las venas superficiales es desviado hacia las profundas mediante venas cortas que
conectan los dos sistemas.
Un coágulo que se forma en un vaso sanguíneo se denomina trombo. Aunque los trombos
se producen en las venas superficiales y en las profundas de la pierna, sólo estos últimos son
potencialmente peligrosos. La trombosis de las venas profundas es peligrosa porque una parte
o todo el trombo se puede desprender, desplazarse por el flujo sanguíneo, fijarse en una arteria
pulmonar y, en consecuencia, obstruir el flujo sanguíneo. Un trombo en movimiento recibe el
nombre de émbolo. Cuanto menor es la inflamación alrededor del trombo, menos se adhiere a
la pared venosa y mayor es la probabilidad de que se transforme en un émbolo. La presión que
ejercen los músculos de la pantorrilla puede provocar el desprendimiento del trombo, sobre
todo cuando una persona convaleciente va realizando cada vez más actividad.
Debido a que la sangre de las venas de las piernas va al corazón y luego a los pulmones,
los émbolos originados en las venas de las piernas obstruirán una o más arterias de los
pulmones, una afección denominada embolia pulmonar. La gravedad de la embolia pulmonar
depende del tamaño y la cantidad de émbolos. Un émbolo pulmonar grande puede obstruir
toda o casi toda la sangre que va desde el lado derecho del corazón a los pulmones y, por lo
tanto, puede causar rápidamente la muerte. No obstante, estos émbolos masivos no son
frecuentes, pero no se puede predecir cuándo una trombosis de una vena profunda, no tratada,
evolucionará a una embolia masiva. Por esta razón, el médico vigila con sumo cuidado a toda
persona con una trombosis de una vena profunda.
Trombosis venosa profunda del miembro inferior izquierdo Obsérvese el aumento de volumen y la pérdida de los contornos normales de la pierna, el tobillo y
el pie.
La trombosis de las venas profundas no debería ser confundida con una flebitis de las
varices, que es un proceso que causa dolor pero, en comparación, es mucho menos peligroso.
Causas
Síntomas
Alrededor de la mitad de los casos de trombosis de las venas profundas no tiene síntomas.
En estas personas, la aparición de dolor de pecho por una embolia pulmonar puede ser la
primera indicación del trastorno. Cuando la trombosis de las venas profundas causa
inflamaciones sustanciales y obstrucción del flujo sanguíneo, la pantorrilla se hincha y puede
doler, ser dolorosa al tacto y estar caliente. El tobillo, el pie o el muslo también pueden
hincharse según cuáles sean las venas afectadas.
Algunos trombos se curan convirtiéndose en tejido cicatricial, lo que puede lesionar las
válvulas de las venas. La consiguiente acumulación de líquido (edema) puede hacer que el
tobillo se hinche. El edema sube hacia la pierna y si la obstrucción en la vena se localiza muy
arriba, incluso el muslo puede hincharse. El edema empeora hacia el final del día debido al
efecto de la gravedad cuando se ha estado de pie o sentado. Durante la noche el edema
desaparece porque las venas se vacían bien cuando las piernas están horizontales.
Diagnóstico
Prevención y tratamiento
Aunque el riesgo de trombosis de las venas profundas no puede ser eliminado por
completo, se puede reducir de varias formas. Las personas que tienen el riesgo de desarrollar
trombosis de las venas profundas (por ejemplo, cuando se acaba de salir de una intervención
quirúrgica de importancia o cuando se realiza un largo viaje), deben flexionar y extender los
tobillos unas 10 veces cada 30 minutos.
El uso continuado de calcetines elásticos (medias elásticas) hace que las venas se
estrechen ligeramente y que la sangre fluya más rápido, lo que reduce la probabilidad de
coagulación. Sin embargo, los calcetines elásticos proporcionan una protección mínima y
pueden dar una falsa sensación de seguridad, renunciando a otros métodos más eficaces de
prevención. Además si no se usan correctamente, pueden producirse dobleces que aprieten y
agraven el problema por la obstrucción del flujo de sangre en las piernas.
Los calcetines neumáticos son otra forma efectiva de evitar los coágulos. Generalmente
están hechos de plástico y son inflados y desinflados automáticamente con un dispositivo
eléctrico para que aprieten las pantorrillas y vacíen las venas. Estos calcetines se colocan antes
de la cirugía y se mantienen durante la operación y también en el período postoperatorio hasta
que el paciente vuelve a caminar.
La hinchazón puede eliminarse con reposo en cama manteniendo las piernas elevadas o
con el uso de vendajes compresivos. Estas vendas deben ser colocadas por un médico o
personal de enfermería experimentado y deben mantenerse puestas durante varios días.
Durante este tiempo, es importante caminar. Si la hinchazón no desaparece por completo, el
vendaje debe colocarse de nuevo.
Las venas nunca se restablecen después de una trombosis de una vena profunda y la
cirugía para corregir este problema todavía es experimental. Una vez que se quitan los
vendajes compresivos, se usan calcetines elásticos todos los días para evitar la recurrencia de
la hinchazón. Los calcetines no deben llegar por encima de la rodilla, ya que la hinchazón por
encima de ella es un problema de poca importancia y no provoca complicaciones. Los
calcetines elásticos semejantes a los leotardos o los pantys fuertes, por lo general, no son
necesarios.
Úlceras de la piel
Una vez que el flujo sanguíneo en las venas ha aumentado, la úlcera se cura por sí misma.
Tras la curación, el uso diario de calcetines elásticos puede prevenir una recurrencia. Los
calcetines deben ser reemplazados si se nota que se vuelven demasiado flojos. Si el
presupuesto lo permite, se deberían comprar siete calcetines (o siete pares de calcetines, si
ambas piernas están afectadas). Cada uno debería marcarse con un día de la semana y usarlos
solamente ese día, a continuación, lavarlo y guardarlo para la semana siguiente. De este modo,
estos calcetines pueden durar bastante más tiempo.
En raras ocasiones, las úlceras que no se curan pueden precisar un injerto de piel.
Flebitis superficial
La flebitis se produce en cualquier vena del cuerpo, pero afecta con más frecuencia a las
venas de las piernas. Generalmente, la flebitis aparece en personas con varices; sin embargo,
no todas las personas que tienen varices desarrollan este trastorno.
Incluso una herida ligera puede provocar la inflamación de una vena. A diferencia de la
trombosis de una vena profunda, que causa muy poca inflamación y es indolora, la flebitis
superficial implica una reacción inflamatoria repentina (aguda) que hace que el trombo se
adhiera firmemente a las paredes de la vena, por lo que la probabilidad de que se desprenda es
prácticamente nula. Como las venas superficiales no tienen alrededor músculos que las
aprieten y que hagan desprender un trombo, la flebitis superficial raramente causa una
embolia.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Varices
Las varices o venas varicosas son venas superficiales dilatadas de las piernas.
La causa precisa de las varices se desconoce, pero probablemente se debe a una debilidad
en las paredes de las venas superficiales, que puede ser hereditaria. Con el paso de los años, la
debilidad hace que las venas pierdan su elasticidad. Se estiran y se vuelven largas y más
anchas. Para que puedan caber en el mismo espacio que ocupaban cuando eran normales, las
venas agrandadas se vuelven tortuosas, con un aspecto serpenteante cuando abultan en la piel.
Más importante que el alargamiento es el ensanchamiento, que hace que las valvas de la
válvula se separen. Como resultado de ello, las venas se llenan rápidamente de sangre cuando
la persona se para y las venas tortuosas y de paredes finas se agrandan aún más. La dilatación
también afecta a algunas de las venas comunicantes, que normalmente permiten que la sangre
fluya en una sola dirección desde las venas superficiales hacia las venas profundas. Si las
válvulas de las venas comunicantes fallan, la sangre refluye a las venas superficiales cuando
los músculos aprietan las venas profundas y causan un estiramiento adicional de las venas
superficiales.
Válvulas en las varices
En una vena normal, las cúspides de las válvulas se cierran para impedir un retroceso del flujo de sangre. En una vena varicosa, las cúspides no se cierran,
debido al ensanchamiento anormal de las venas, y se produce un flujo retrógrado.
Síntomas y complicaciones
Además de ser antiestéticas, las varices con frecuencia duelen y hacen sentir las piernas
cansadas. Muchas personas, sin embargo, incluso cuando las venas son muy grandes, pueden
no sentir dolor. Se pueden sentir picores en la parte inferior de la pierna y el tobillo, sobre
todo cuando la pierna está caliente como sucede después de quitarse los calcetines o las
medias. Los picores pueden provocar el rascado y causar rasguños, enrojecimiento o
erupciones, que a menudo se atribuyen erróneamente a la sequedad de la piel. En ocasiones
los síntomas son peores cuando las varices se están desarrollando que cuando están
completamente formadas.
Si la piel que cubre una variz o las venas aracniformes es delgada, una herida menor,
producida al afeitarse o rascarse, puede causar una hemorragia. Las úlceras también pueden
causar hemorragia
Diagnóstico
Las varices se observan como abultamientos debajo de la piel, pero los síntomas pueden
aparecer antes de que sean visibles. En este caso, un médico experimentado puede palpar la
pierna para determinar la extensión completa del trastorno.
Tratamiento
Debido a que las varices no se curan, el tratamiento se dirige sobre todo a aliviar los
síntomas, mejorar el aspecto y prevenir las complicaciones. La elevación de las piernas (ya
sea acostándose o usando un escabel al sentarse) alivia los síntomas de las varices pero no las
evita. Las varices que aparecen durante el embarazo mejoran mucho durante las 2 o 3 semanas
posteriores al parto; durante este período, no deberían ser tratadas.
Los calcetines elásticos (medias elásticas) comprimen las venas y evitan que sufran
estiramientos y heridas. Los pacientes que no desean operarse ni tratarse con inyecciones o
que tienen alguna enfermedad que les impide adoptar estos tratamientos, pueden optar por
usar calcetines elásticos.
Cirugía
La cirugía tiene como objetivo extraer la mayor cantidad de venas varicosas posible. La
vena superficial más larga es la vena safena interna, que va desde el tobillo a la ingle, donde
se une a la vena profunda principal. La vena safena se extrae con un procedimiento llamado
escisión venosa. El cirujano hace dos incisiones, una en la ingle y otra en el tobillo y agujerea
la vena en cada extremo.
Procedimiento de varicectomía
Luego introduce un alambre flexible a través de la vena hasta el otro extremo y tira de él
para extraer la vena. Para extraer la mayor cantidad posible de varices, se hacen más
incisiones en otras zonas. Dado que las venas superficiales tienen un papel menos
significativo que las venas profundas en el retorno de la sangre al corazón, su extracción no
perjudica la circulación si las profundas funcionan normalmente. Dado que este procedimiento
es largo, frecuentemente se hace bajo anestesia general. Aunque la cirugía alivia los síntomas
y previene las complicaciones, el procedimiento deja cicatrices. Cuanto más extensa es la
cirugía, más tiempo transcurre antes de que se desarrollen nuevas varices; sin embargo, la
tendencia a desarrollar nuevas varices no se elimina.
En la terapia con inyecciones, una alternativa a la cirugía, las venas están esclerosadas de
modo que la sangre no puede pasar a través de ellas. Se inyecta una solución que irrita la vena
y causa un trombo. En esencia, este procedimiento produce un tipo inocuo de flebitis
superficial. La curación del trombo conduce a la formación de tejido cicatricial y obstruye la
vena. Sin embargo, el trombo puede disolverse en vez de cicatrizar y, por tanto, la variz se
reabre.
La terapia con inyecciones o escleroterapia era frecuente hacia mediado el siglo xx pero
cayó en desuso por los escasos resultados y las complicaciones producidas. Muchos de los
medicamentos utilizados no habían sido probados de forma adecuada y causaban efectos
secundarios desagradables o incluso peligrosos. Como el procedimiento parecía simple,
muchos médicos trataban de llevarlo a cabo sin tener una experiencia suficiente. Las técnicas
actuales han aumentado las probabilidades de obtener buenos resultados y son seguras para las
varices de todos los tamaños.
A pesar de que la terapia con inyecciones requiere más tiempo que la cirugía, no se
necesita anestesia, las nuevas varices pueden ser tratadas a medida que se desarrollan y las
personas pueden continuar con sus actividades habituales diarias entre cada sesión de
tratamiento. Sin embargo, incluso con estas técnicas modernas, algunos médicos consideran la
terapia con inyecciones sólo cuando las varices recurren después de la cirugía o cuando una
persona desea mejorar su estética.
Fístula arteriovenosa
Una fístula arteriovenosa es una comunicación anómala entre una arteria y una vena.
Normalmente, la sangre fluye desde las arterias hacia los capilares y luego hacia las venas.
Pero cuando existe una fístula arteriovenosa, la sangre fluye directamente desde una arteria
hacia una vena, sin pasar por los capilares. Una persona puede nacer con una fístula
arteriovenosa (fístula congénita) o bien ésta puede aparecer después del nacimiento (fístula
adquirida).
Las fístulas arteriovenosas congénitas son infrecuentes. Las adquiridas pueden ser
causadas por cualquier herida que lesione una arteria y una vena que se encuentran juntas. Lo
más habitual es que se trate de una herida penetrante causada por arma blanca o de fuego. La
fístula puede aparecer inmediatamente o desarrollarse a las pocas horas. La zona puede
hincharse rápidamente si se escapa sangre hacia los tejidos circundantes.
Tratamiento
Las fístulas arteriovenosas contraídas son corregidas lo antes posible tras el diagnóstico. Si
el cirujano no puede alcanzar la fístula fácilmente (por ejemplo, cuando está en el cerebro),
ésta puede tratarse mediante la obstrucción de la arteria con técnicas complejas de inyección
que provocan la formación de trombos, lo que interrumpe el flujo de sangre dentro de la
fístula.
Linfedema
El linfedema congénito se debe a que la persona nace con un número reducido de vasos
linfáticos, que son insuficientes para contener toda la linfa. El problema casi siempre afecta a
las piernas y, en raras ocasiones, los brazos. Las mujeres tienen mayor probabilidad que los
varones de tener linfedema congénito.
La mastectomía con remoción de ganglios linfáticos es una de las causas de linfedema (en este caso en el brazo izquierdo).
En el linfedema adquirido, la piel parece sana pero está hinchada. Si se presiona la zona
con un dedo no queda señal, como sucede cuando la hinchazón por acumulación de líquidos
(edema) es el resultado de un flujo inadecuado de sangre por las venas. En raras ocasiones, la
extremidad se hincha exageradamente y la piel es tan gruesa y arrugada que tiene el aspecto
de la piel de un elefante (elefantiasis).
Tratamiento
Lipedema
Ambas piernas se ven afectadas. La parte inferior de las piernas y los tobillos pierden su
contorno normal, pero el aumento de volumen se interrumpe precisamente debajo de los
huesos de los tobillos y no incluye los pies. Las piernas se ven hinchadas y pueden doler. Si se
presiona con un dedo sobre la pierna no queda marca alguna. La piel de las piernas se ve
normal pero puede ser dolorosa, posiblemente debido a la acumulación subyacente de grasa.
La liposucción puede mejorar notablemente la forma de las piernas.
SECCION 4 > TRASTORNOS DEL APARATO
RESPIRATORIO
CAPITULO 31
Biología de los pulmones y de las vías respiratorias
El aparato respiratorio comienza en la nariz y la boca y continúa por las demás vías
respiratorias hasta los pulmones, donde se intercambia el oxígeno de la atmósfera con el
anhídrido carbónico de los tejidos del organismo. Los pulmones son los dos órganos más
grandes del aparato respiratorio; su forma es semejante a dos grandes esponjas que ocupan la
mayor parte de la cavidad torácica. El pulmón izquierdo es ligeramente menor que el derecho
porque comparte el espacio con el corazón, en el lado izquierdo del tórax. Cada pulmón está
dividido en secciones (lóbulos). El pulmón derecho está compuesto por tres lóbulos y el
izquierdo por dos.
El aire entra en el aparato respiratorio por la nariz y la boca y llega a la garganta (faringe)
para alcanzar la caja que produce la voz (laringe). La entrada de la laringe está cubierta por un
pequeño fragmento de tejido muscular (epiglotis) que se cierra en el momento de la deglución,
impidiendo así que el alimento se introduzca en las vías respiratorias.
Los pulmones y demás órganos del tórax están alojados en una caja ósea protectora
constituida por el esternón, las costillas y la columna vertebral. Los 12 pares de costillas se
curvan alrededor del tórax. En la parte dorsal del cuerpo, cada par se conecta con los huesos
de la columna vertebral (vértebras). En la parte anterior, los siete pares superiores de costillas
se unen directamente al esternón por medio de los cartílagos costales. El octavo, noveno y
décimo par de costillas se unen al cartílago del par inmediatamente superior; los dos últimos
pares son más cortos y no se unen a la parte anterior (costillas flotantes).
Los músculos intercostales, situados entre las costillas, colaboran con el movimiento de la
caja torácica, participando de ese modo en la respiración. El diafragma, el músculo más
importante de la respiración, es un tabique muscular con forma de campana que separa los
pulmones del abdomen. El diafragma está adherido a la base del esternón, a la parte inferior
de la caja torácica y a la columna vertebral. Cuando se contrae, aumenta el tamaño de la
cavidad torácica y, por lo tanto, los pulmones se expanden.
sangre de los capilares a través de las paredes alveolares, mientras que el anhídrido
carbónico pasa desde la sangre al interior de los alvéolos, siendo espirado por las fosas nasales
y la boca.
La sangre oxigenada circula desde los pulmones a través de las venas pulmonares, llega al
lado izquierdo del corazón y es bombeada hacia el resto del cuerpo. La sangre desprovista de
oxígeno y cargada de anhídrido carbónico vuelve al lado derecho del corazón a través de dos
grandes venas: la vena cava superior y la vena cava inferior. Es impulsada a través de la
arteria pulmonar hacia los pulmones, donde recoge el oxígeno y libera el anhídrido carbónico.
Intercambio de gases entre los alvéolos y los vasos capilares
La función del aparato respiratorio es el intercambio de dos gases: el oxígeno y el anhídrido carbónico. El intercambio tiene lugar entre los millones de
alvéolos de los pulmones y los capi-lares que los circundan. Como puede verse abajo, el oxígeno inspirado pasa de los alvéolos a la sangre de los capilares
y el anhídrido carbónico pasa de la sangre de los capilares a los alvéolos.
Control de la respiración
Entre los síntomas más corrientes de los trastornos respiratorios se destacan la tos, el
ahogo (disnea), el dolor torácico, la respiración sibilante, el estridor (sonido semejante a un
graznido al respirar), la hemoptisis (esputo con sangre), la cianosis (coloración azulada de la
piel), los dedos en palillo de tambor y la insuficiencia respiratoria. Algunos de estos síntomas
no siempre indican un problema respiratorio. El dolor de pecho también puede ser
consecuencia de un problema cardíaco o astrointestinal.
Función que desempeña el diafragma en la respiración
Cuando el diafragma se contrae, la cavidad torácica se ensancha reduciendo la presión interior. Para igualar la presión, el aire entra en los pulmones.
Cuando el diafragma se relaja, la cavidad torácica se contrae aumentando de este modo la presión y expulsando el aire de los pulmones.
Tos
La tos es un movimiento de aire, súbito, ruidoso y violento, que tiende a despejar las vías
respiratorias.
Toser, un reflejo familiar pero complejo, es una forma de protección de los pulmones y de
las vías aéreas. Junto con otros mecanismos, la tos ayuda a los pulmones a desprenderse de las
partículas aspiradas. La tos a veces se acompaña de esputo, una mezcla de mucosidad,
desechos y células que es expulsada por los pulmones.
Los tipos de tos varían considerablemente. Una tos puede ser agotadora, especialmente si
los accesos van acompañados de dolor torácico, de ahogo, o de una cantidad significativa de
esputo, también llamado flema. Sin embargo, cuando la tos persiste durante mucho tiempo,
como puede suceder en el caso de un fumador con bronquitis crónica, es posible que éste ni se
dé cuenta de ello.
- ¿Existe algún factor desencadenante: el aire frío, la posición, el hecho de conversar, comer o
beber?
- ¿Se acompaña de dolores en el tórax, dificultad para respirar, ronquera, vértigo u otros
síntomas?
Una persona puede producir esputo sin toser, o tener tos seca sin esputo. El aspecto del
esputo contribuye al diagnóstico médico. Si tiene un aspecto amarillo, verde o pardo puede
indicar una infección por bacterias. Si en cambio es transparente, blanco o acuoso, no se trata
de una infección bacteriana, sino de la presencia de un virus, de una alergia o de una sustancia
irritante. El médico puede examinar el esputo al microscopio; las bacterias y los glóbulos
blancos detectados son indicativos de infección.
Tratamiento
Por lo general, no se debería suprimir la tos con mucho esputo, ya que ésta desempeña un
papel importante en la expectoración y limpieza de las vías respiratorias. Es más importante
tratar la causa subyacente, que puede ser una infección, la presencia de líquido en los
pulmones o una alergia. Por ejemplo, se pueden administrar antibióticos si se trata de una
infección o antihistamínicos si se trata de una alergia.
Los medicamentos para la tos pueden utilizarse para combatir una tos seca (la que no va
acompañada de expectoración), si ésta resulta molesta. También bajo ciertas circunstancias,
como cuando alguien está cansado pero no puede dormir, se pueden usar productos para
aliviar la tos, aunque éstos induzcan la expectoración. La tos se trata con dos grupos de
fármacos: antitusígenos y expectorantes.
Terapia antitusígena
Los demulcentes forman una película protectora sobre el revestimiento irritado. Son útiles
para la tos producida por una irritación de la laringe. Los demulcentes se presentan en forma
de comprimidos y jarabe.
Expectorantes
Los expectorantes son útiles para desprender la mucosidad, ya que ablandan las
secreciones bronquiales y por lo tanto facilitan la expectoración. Los yoduros son
expectorantes que se utilizan con frecuencia, al igual que la guaifenesina y el hidrato de
terpina, ingredientes de muchas preparaciones de venta sin prescripción médica. El jarabe de
ipecacuana a dosis bajas puede ser útil en los niños, especialmente en los afectados de tos
ferina. Los fármacos que ablandan la mucosidad (llamados mucolíticos) se utilizan a veces
cuando el principal problema es la presencia de secreciones bronquiales densas y viscosas,
como sucede en la fibrosis quística.
Los antihistamínicos, que resecan el tracto respiratorio, tienen escasa o nula utilidad en el
tratamiento de la tos, excepto cuando su causa es una alergia o un resfriado común que está en
su fase inicial. Cuando la causa de la tos es otra, la acción secante de los antihistamínicos
puede resultar contraproducente, ya que las secreciones se hacen más viscosas y más difíciles
de expectorar.
Los descongestionantes como la fenilefrina, que alivia la obstrucción nasal, no son útiles
para la tos, a no ser que la causa sea debida a un goteo posnasal.
Ahogo
El tipo más frecuente de disnea es el que aparece al realizar un esfuerzo físico. Durante el
ejercicio, el cuerpo produce más anhídrido carbónico y consume mayor cantidad de oxígeno.
El centro respiratorio del cerebro aumenta la frecuencia respiratoria cuando las
concentraciones de oxígeno en sangre son bajas, o cuando las del anhídrido carbónico son
altas. Por otra parte, si la función pulmonar y cardíaca son anormales, incluso un pequeño
esfuerzo puede aumentar de forma alarmante la frecuencia respiratoria y la disnea. En su
forma más grave, la disnea puede incluso manifestarse durante el reposo.
La disnea de origen obstructivo ocasiona una mayor resistencia al flujo de aire debido al
estrechamiento de las vías respiratorias. Así, por lo general, el aire puede inspirarse, pero no
se espira de forma normal. La respiración es difícil, especialmente al espirar. Se puede medir
el grado de obstrucción con las pruebas de función respiratoria. Un problema respiratorio
puede incluir ambos defectos, restrictivo y obstructivo.
Dado que el corazón impulsa la sangre a través de los pulmones, es fundamental que la
función cardíaca sea normal para que el rendimiento pulmonar sea adecuado. Si la función
cardíaca es anormal puede acumularse líquido en los pulmones, originando el llamado edema
pulmonar. Este proceso causa dificultad para respirar, acompañada con frecuencia de una
sensación de asfixia o pesadez en el pecho. La acumulación de líquido en los pulmones puede
también ocasionar un estrechamiento de las vías respiratorias y sibilancia al espirar, una
afección denominada asma cardíaca.
Las personas con una alteración del ritmo cardíaco pueden tener ortopnea, o sea, un ahogo
que aparece cuando están acostados y les obliga a sentarse. Existe otro tipo de disnea, llamado
la disnea paroxística nocturna, un ataque de ahogo repentino, y con frecuencia aterrador, que
se produce durante el sueño. La persona se despierta jadeante y debe sentarse o ponerse de pie
para poder respirar. Este trastorno es una forma de ortopnea y también una señal de
insuficiencia cardíaca.
Una respiración intensa y rápida (hiperventilación) puede ser consecuencia de una lesión
cerebral repentina, causada por una hemorragia cerebral, un traumatismo u otra afección.
Muchas personas tienen episodios durante los cuales experimentan una falta de aire y en
consecuencia respiran de manera pesada y rápida. Dichos episodios, denominados síndrome
de hiperventilación, sobrevienen más por ansiedad que por un trastorno físico. Muchos de los
que experimentan este síndrome se alarman, creyendo que sufren un infarto cardíaco. Los
síntomas son el resultado de la hiperventilación, causada por alteraciones en la concentración
de gases en sangre (sobre todo por un valor de anhídrido carbónico inferior al normal). El
individuo puede experimentar una alteración de la consciencia, habitualmente descrita como
una sensación de que las cosas a su alrededor ocurren muy lejos. También experimenta una
sensación de hormigueo en las manos, en los pies y alrededor de la boca.
Estructuras que pueden provocar dolor torácico
Dolor de pecho
El dolor torácico puede provenir de la pleura, de los pulmones, de la pared del tórax o de
estructuras internas que no forman parte del aparato respiratorio, especialmente el corazón.
El dolor pleural, un dolor agudo a consecuencia de una irritación del revestimiento de los
pulmones, empeora al efectuar una inspiración profunda y al toser. El dolor se alivia con la
inmovilización de la pared del tórax, por ejemplo, sujetando el costado que duele y evitando
las inspiraciones profundas o la tos. Habitualmente, se puede precisar la localización del
dolor, aunque puede cambiar de lugar. El derrame pleural, una acumulación de líquido en el
espacio comprendido entre las dos membranas de la pleura, puede producir dolor al principio,
aunque éste con frecuencia desaparece cuando dichas membranas se separan por la
acumulación de líquido. El dolor proveniente de otras estructuras respiratorias es por lo
general más difícil de describir que el dolor pleural. Un absceso o un tumor pulmonar, por
ejemplo, pueden causar un dolor de características mal definidas, que se localiza en el interior
del pecho.
Un tumor que crece dentro de la pared torácica puede provocar un dolor local o, si afecta a
los nervios intercostales, producir un dolor referido (a lo largo de toda la zona inervada por
dicho nervio). En ocasiones el herpes zoster (causado por el virus varicela-zoster), se
manifiesta por un dolor torácico con cada inspiración, antes de la aparición de la típica
erupción cutánea.
Sibilancias
Estridor
La intensidad del estridor suele ser suficiente para poder oírlo a cierta distancia, pero a
veces puede ser perceptible sólo durante una respiración profunda. El sonido es provocado por
un flujo de aire turbulento a través de una vía aérea superior que se ha estrechado.
En los niños, la causa puede ser una infección de la epiglotis o la aspiración de un cuerpo
extraño.
El estridor puede ser el síntoma de una afección potencialmente mortal, que requiere
atención urgente. En tales casos, se introduce un tubo a través de la boca o de la nariz
(intubación traqueal) o directamente en la tráquea (traqueostomía) para permitir que el aire
evite la obstrucción, y así salvar la vida de la persona.
Hemoptisis
El esputo teñido de sangre es más bien corriente y no siempre es grave. Alrededor del 50
por ciento de los casos se debe a infecciones como la bronquitis aguda o crónica. No obstante,
una hemoptisis abundante requiere un diagnóstico rápido por parte del médico.
Los tumores causan alrededor del 20 por ciento de las hemoptisis (sobre todo el cáncer del
pulmón). Los médicos realizan controles para detectar cáncer del pulmón en todo fumador
mayor de 40 años que presenta hemoptisis, incluso cuando el esputo está sólo teñido de
sangre. Un infarto pulmonar (muerte de una parte del tejido pulmonar debido a la obstrucción
de la arteria que lo alimenta) puede también causar hemoptisis. La obstrucción de una arteria
pulmonar, denominada embolia pulmonar, puede aparecer cuando un coágulo de sangre
circula por el flujo sanguíneo y se aloja en dicha arteria.
La hemorragia puede ser importante si, de forma accidental, se lesiona un vaso pulmonar
con un catéter. Dicho catéter puede haber sido introducido dentro de la arteria o en la vena
pulmonar para medir la presión en el corazón y en los vasos sanguíneos que entran y salen de
los pulmones. El incremento en la presión de la sangre en las venas pulmonares, como puede
suceder en la insuficiencia cardíaca, es también una causa de hemoptisis.
Diagnóstico
La hemoptisis puede tener una evolución potencialmente mortal, sobre todo cuando es
intensa o recurrente, por lo que se debe encontrar la causa y detener la hemorragia. La
broncoscopia (un examen que utiliza un tubo de observación que se introduce en los
bronquios) puede identificar la zona de la hemorragia. Otra exploración en la que se utiliza un
indicador radiactivo (gammagrafía de perfusión) puede poner de manifiesto una embolia
pulmonar. En un número de pacientes que oscila entre el 30 y el 40 por ciento de los casos, no
se puede determinar la causa, aun utilizando numerosas exploraciones; sin embargo, sí es
posible establecer la causa de una hemoptisis intensa.
Dedos en palillo de tambor
Tratamiento
La hemoptisis leve puede no requerir tratamiento, o sólo el uso de antibióticos para tratar
una infección. La hemorragia puede producir coágulos que obstruyen las vías respiratorias y
causar ulteriores problemas de respiración; por consiguiente, la tos es un mecanismo eficaz
para despejar las vías aéreas y no se debería suprimir con medicamentos antitusígenos. La
inhalación de vapor o los vahos fríos producidos con un vaporizador o un humidificador
pueden ayudar a expulsar un coágulo. También puede ser necesaria una fisioterapia
respiratoria. Cuando un coágulo grande obstruye un bronquio principal, se puede extraer
utilizando un broncoscopio.
Cianosis
La cianosis es una coloración azulada de la piel causada por una oxigenación insuficiente
de la sangre.
La cianosis se produce cuando la sangre desprovista de oxígeno, que es más azulada que
roja, circula por los vasos de la piel. Habitualmente, la cianosis que está restringida a los
dedos de las manos y de los pies, se produce porque la sangre fluye muy lentamente a través
de los miembros. Puede aparecer cuando los latidos del corazón se debilitan o bien cuando se
está expuesto al frío. La cianosis que afecta a todo el cuerpo puede ser consecuencia de varios
tipos de enfermedades pulmonares graves y de ciertas malformaciones cardíacas y vasculares,
que desvían la sangre desde el lado venoso hacia el lado arterial de la circulación general.
Los dedos en palillo de tambor son un ensanchamiento de las puntas de los dedos de las
manos y de los pies, con una pérdida del ángulo de salida de la uña.
Insuficiencia respiratoria
Casi todas las enfermedades que afectan a la respiración o los pulmones pueden causar
insuficiencia respiratoria. Una sobredosis de narcóticos o de alcohol puede causar un sopor tan
profundo que la persona deja de respirar, produciéndose insuficiencia respiratoria. Otras
causas frecuentes son la obstrucción de las vías aéreas, las lesiones del tejido pulmonar, el
daño de los huesos y de los tejidos que revisten los pulmones y la debilidad de los músculos
que se encargan de la entrada de aire a los pulmones. La insuficiencia respiratoria puede
producirse cuando se altera la circulación sanguínea a través de los pulmones, como sucede en
la embolia pulmonar. Este trastorno no interrumpe el movimiento de salida y llegada de aire a
los pulmones. Sin embargo, sin el flujo de sangre en una parte del pulmón, el oxígeno no se
extrae adecuadamente del aire y el anhídrido carbónico no se transfiere a la sangre. Otras
causas que pueden ocasionar un flujo anormal de sangre y que pueden causar insuficiencia
respiratoria, son ciertas alteraciones congénitas de la circulación que envían la sangre
directamente al resto del cuerpo sin pasar primero por los pulmones.
Drenaje postural
Las posiciones de drenaje varían según las zonas de las vías respiratorias que se quieran drenar.
Síntomas y diagnóstico
Algunos síntomas de insuficiencia respiratoria varían según la causa. Sin embargo, una
concentración de oxígeno inferior al valor normal causa cianosis (una coloración azulada de la
piel) y los valores elevados de anhídrido carbónico producen confusión y somnolencia. Una
persona con obstrucción de las vías aéreas puede jadear, esforzándose por respirar, mientras
que alguien que está intoxicado o débil puede simplemente caer en un estado de coma.
Independientemente de cuál sea la causa de la insuficiencia respiratoria, los valores
disminuidos de oxígeno causan un mal funcionamiento cardíaco y cerebral, provocando una
alteración de la consciencia y de la frecuencia cardíaca (arritmias) con riesgo de muerte. La
acumulación de anhídrido carbónico hace que la sangre se vuelva ácida, afectando a todos los
órganos, especialmente el corazón y el cerebro. El cuerpo trata de librarse por sí mismo del
anhídrido carbónico con una respiración profunda y rápida, pero este tipo de respiración puede
ser inútil si los pulmones no funcionan con normalidad.
Tratamiento
Algunos pacientes muy graves necesitan un respirador artificial para respirar. Se introduce
un tubo de plástico a través de las fosas nasales o de la boca hasta el interior de la tráquea; este
conducto se conecta a una máquina que impulsa el aire dentro de los pulmones. La espiración
se produce pasivamente debido al carácter elástico de los pulmones. Se pueden utilizar varios
tipos de respiradores y modos de intervención, de acuerdo con el trastorno subyacente.
Cuando los pulmones no funcionan correctamente, se puede administrar oxígeno adicional a
través del respirador. La respiración artificial puede salvar la vida de un paciente cuando éste
es incapaz de lograr por sí mismo una ventilación suficiente.
Terapia respiratoria
Drenaje postural
Aspiración
Los terapeutas de la respiración y las enfermeras pueden utilizar la aspiración para extraer
las secreciones de las vías aéreas. Para llevarla a cabo, generalmente pasan un pequeño tubo
de plástico a través de la nariz, el cual se introduce unos centímetros dentro de la vía aérea.
Una aspiración suave con un sistema de vacío succiona las secreciones que no se pueden
expulsar. La aspiración se usa también para eliminar las secreciones en pacientes que han sido
sometidos a una traqueostomía, o que tienen un tubo de respiración introducido a través de la
nariz o de la boca hasta la tráquea.
Ejercicios de respiración
Esta técnica puede ser útil en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
cuyos pulmones se inflan demasiado durante los ataques de obstrucción de las vías
respiratorias, o debido al pánico o a un esfuerzo. La respiración con los labios fruncidos
también constituye un ejercicio adicional de respiración para quienes se someten a ejercicios
respiratorios.
Se enseña al paciente a espirar con los labios parcialmente cerrados (fruncidos), como si se
estuviera preparando para silbar. Este ejercicio aumenta la presión en las vías aéreas y ayuda a
prevenir un colapso de las mismas. Este ejercicio no causa efectos adversos y algunas
personas adoptan el hábito sin ninguna instrucción.
CAPITULO 32
Pruebas para el diagnóstico de las enfermedades pulmonares y de las vías respiratorias
Las pruebas para detectar enfermedades respiratorias sirven para una evaluación
pormenorizada de la función pulmonar y cada una de las pruebas valora un aspecto distinto de
la función pulmonar.
Pruebas de flujo-volumen
Los espirómetros más modernos pueden evaluar la capacidad pulmonar y medir el aire
espirado durante una prueba de inspiración forzada. Los registros de flujo-volumen pueden ser
particularmente útiles para detectar las alteraciones que obstruyen de modo parcial la cavidad
del órgano de la fonación (laringe) y la tráquea.
Se puede medir la fuerza de los músculos respiratorios pidiendo a la persona que inspire y
espire intensamente contra un medidor de presión. Una enfermedad que debilita los músculos,
como la distrofia muscular, dificulta la respiración, registrándose entonces unas presiones
inspiratoria y espiratoria bajas. Esta prueba ayuda también a determinar si la persona que está
conectada a un respirador artificial será capaz de respirar por sí misma una vez que deje de
utilizarlo.
Con pulmones normales, el monóxido de carbono del aire inspirado se absorbe bien.
Cuando la prueba muestra lo contrario, significa que el intercambio de oxígeno entre los
pulmones y la sangre es anormal.
La respiración es, por lo general, automática y está controlada por los centros cerebrales
que responden a los valores de oxígeno y de anhídrido carbónico en la sangre.
Cuando se altera ese control, la respiración puede verse interrumpida durante períodos
prolongados, especialmente durante el sueño, proceso denominado apnea del sueño. La prueba
de apnea del sueño consiste en colocar un electrodo en un dedo o en el lóbulo de una oreja
para medir el valor de la concentración de oxígeno en sangre, un electrodo en una de las fosas
nasales para medir el flujo de aire y otro electrodo o un medidor sobre el tórax para medir los
movimientos respiratorios.
También las exploraciones con resonancia magnética (RM) dan imágenes muy detalladas,
especialmente útiles cuando el médico considera que puedan existir alteraciones de los vasos
sanguíneos del tórax, como un aneurisma aórtico. A diferencia de la TC, la RM no utiliza
radiación. En cambio, registra las características magnéticas de los átomos dentro del cuerpo.
La ecografía crea una imagen sobre un monitor, que se forma por la reflexión de las ondas
sonoras con determinadas partes del cuerpo. La ecografía se utiliza con frecuencia para
detectar líquidos en la cavidad pleural (espacio que se encuentra entre las dos capas de la
pleura que recubren el pulmón). Se puede también utilizar la ecografía como guía al realizar
una aspiración del líquido con una aguja.
La exploración pulmonar con isótopos radiactivos utiliza cantidades muy reducidas de
material radiactivo de corta vida, para mostrar el flujo de aire y de sangre a través de los
pulmones. Generalmente, la prueba se realiza en dos etapas. En la primera, la persona inhala
un gas radiactivo y a continuación, el sistema de exploración (gammacámara) crea una imagen
que muestra cómo el gas se distribuye por las vías aéreas y por los alvéolos. En la segunda, se
inyecta en una vena una sustancia radiactiva y se crea una imagen que muestra cómo se
distribuye esa sustancia por los vasos sanguíneos del pulmón. Este tipo de exploración es
particularmente útil para detectar coágulos de sangre en los pulmones (embolias pulmonares);
también se puede utilizar durante la evaluación preoperatoria en pacientes con cáncer de
pulmón.
Toracocentesis
Toracocentesis
En caso de una gran acumulación de líquido que cause ahogo, se puede extraer más
líquido para permitir que el pulmón se expanda y que el paciente respire mejor. Durante la
toracocentesis, el médico puede también inyectar ciertas sustancias dentro de la cavidad
pleural para impedir una nueva acumulación de líquido. Una vez concluido el procedimiento,
se hace una radiografía de tórax para apreciar el volumen de líquido extraído, para tener una
imagen más detallada del pulmón que antes estaba oscurecida por el líquido y, finalmente,
para asegurarse de que el procedimiento no haya causado otras complicaciones. El riesgo de
complicaciones es bajo durante y después de la toracocentesis. A veces, el paciente puede
sentir algo de dolor cuando el pulmón se llena otra vez de aire y se expande contra la pared
torácica. También puede brevemente sentir mareo y ahogo. Otras complicaciones posibles
pueden ser un colapso pulmonar (debido a un neumotórax), una hemorragia dentro de la
cavidad pleural o en la pared del tórax, desvanecimiento, infección, perforación del bazo o del
hígado y, en raras ocasiones, entrada accidental de burbujas de aire en el flujo sanguíneo
(émbolo de aire).
El médico puede realizar una biopsia con aguja cuando los resultados de la toracocentesis
no llegan a determinar la causa del derrame pleural o cuando se necesita una muestra de tejido
de un tumor. En primer lugar, se anestesia la piel con el mismo procedimiento empleado en la
toracocentesis. A continuación, mediante una aguja más grande, se extrae un fragmento de
tejido de la pleura que se envía al laboratorio para determinar si existen signos de cáncer o de
tuberculosis. La biopsia pleural es una prueba muy precisa que permite diagnosticar estas
enfermedades en el 85 al 90 por ciento de los casos. Las complicaciones son similares a las de
la toracocentesis.
Broncoscopia
Para observar las vías respiratorias de un modo directo, el médico pasa un broncoscopio flexible de fibra óptica a través de una de las fosas nasales del
paciente hacia el interior de las vías respiratorias. El círculo muestra lo que ve el médico.
Broncoscopia
El paciente no debe comer ni beber durante las 4 horas anteriores a una broncoscopia. Con
frecuencia se administra un sedante para calmar la ansiedad y atropina para reducir los riesgos
de espasmo en la laringe y la disminución de la frecuencia cardíaca, incidentes que a veces
ocurren durante el procedimiento. Se anestesian la garganta y el conducto nasal con un
vaporizador anestésico y, a continuación, se introduce el broncoscopio flexible a través de la
nariz hasta las vías aéreas de los pulmones.
Toracoscopia
Mediastinoscopia
Toracotomía
La toracotomía es una intervención que consiste en abrir la pared torácica para observar
los órganos internos, obtener muestras de tejido para su análisis y para el tratamiento de las
enfermedades de los pulmones, del corazón o de las arterias principales.
A pesar de que este procedimiento es uno de los más exactos para evaluar las
enfermedades pulmonares, se trata siempre de una intervención quirúrgica importante y por
consiguiente se practica con menor frecuencia que otras técnicas de diagnóstico. La
toracotomía se utiliza cuando los procedimientos de toracocentesis, la broncoscopia o la
mediastinoscopia no aportan suficiente información. Es posible identificar la causa del
problema pulmonar en más del 90 por ciento de las personas que se someten a esta
intervención, porque se puede observar y seleccionar el punto de donde se extraerá una
muestra de tejido que puede ser de tamaño importante.
Aspiración traqueal
Se conecta a una bomba de aspiración uno de los extremos de un tubo flexible de plástico,
largo y transparente. El otro extremo se pasa a través de la nariz o de la boca hasta el interior
de la tráquea. Una vez en esta posición, se aplica una aspiración intermitente de 2 a 5
segundos cada vez. En pacientes que tienen una abertura artificial directamente hacia el
interior de la tráquea (traqueostomía), se puede introducir el tubo directamente en ésta.
CAPITULO 33
Síndrome de insuficiencia respiratoria aguda
Causas
Cuando resultan afectados los pequeños sacos de aire (alvéolos) y los capilares del
pulmón, la sangre y el líquido escapan por los espacios que se encuentran entre los alvéolos y
finalmente pasan al interior de los propios alvéolos.
Síntomas y diagnóstico
Por lo general, el síndrome de distrés respiratorio agudo sucede a las 24 o las 48 horas de
haberse producido la lesión original o la enfermedad. Al principio el paciente experimenta
ahogo, generalmente con una respiración rápida y poco profunda. El médico puede escuchar
sonidos crepitantes o sibilantes en los pulmones con un fonendoscopio. La piel puede aparecer
moteada o azulada debido a la baja concentración de oxígeno en la sangre y puede verse
afectada la función de otros órganos como el corazón y el cerebro.
Complicaciones y pronóstico
La falta de oxígeno causada por este síndrome puede producir complicaciones en otros
órganos poco después de iniciarse la enfermedad o, si la situación del paciente no mejora, al
cabo de días o semanas. La carencia prolongada de oxígeno puede causar complicaciones tan
graves como la insuficiencia renal. Sin un tratamiento inmediato, la falta grave de oxígeno
provocada por este síndrome causa la muerte en el 90 por ciento de los casos. Sin embargo,
con un tratamiento adecuado pueden sobrevivir alrededor del 50 por ciento de las personas
que padecen el síndrome de distrés respiratorio.
Dado que son menos resistentes a las infecciones pulmonares, es frecuente que los
afectados por el síndrome de distrés respiratorio del adulto desarrollen neumonía bacteriana en
algún momento en el curso de la enfermedad.
Tratamiento
Las personas que padecen este síndrome reciben tratamiento en la unidad de cuidados
intensivos. La administración de oxígeno es fundamental para corregir los valores bajos del
mismo. Cuando no es suficiente el oxígeno suministrado con una mascarilla, se debe usar un
respirador mecánico. Este aparato suministra oxígeno a presión a través de un tubo insertado
dentro de la nariz, la boca o la tráquea; dicha presión ayuda a forzar el paso de oxígeno a la
sangre. Se puede regular la presión para ayudar a mantener abiertos los alvéolos y las vías
aéreas pequeñas y para asegurarse de que los pulmones no reciben una concentración excesiva
de oxígeno. Esto último es importante, porque una concentración excesiva de oxígeno puede
lesionar los pulmones y agravar el síndrome de distrés respiratorio del adulto.
Un émbolo es, por lo general, un coágulo sanguíneo (trombo), pero puede también ser
émbolos grasos, de líquido amniótico, de médula ósea, un fragmento de tumor o una burbuja
de aire que se desplaza a través del flujo sanguíneo hasta obstruir un vaso sanguíneo. La
embolia pulmonar es la obstrucción repentina de una arteria pulmonar causada por un émbolo.
En general, las arterias no obstruidas pueden enviar suficiente sangre a la zona afectada
del pulmón para impedir la muerte del tejido. Sin embargo, en caso de obstrucción de los
grandes vasos sanguíneos o cuando se padece una enfermedad pulmonar preexistente, puede
ser insuficiente el volumen de sangre aportado para evitar la muerte del tejido, lo que puede
ocurrir en el 10 por ciento de las personas con embolia pulmonar; es la situación conocida
como infarto pulmonar.
Causas
Cuando se fractura un hueso, se pueden formar otro tipo de émbolos a partir de la grasa
que escapa de la médula ósea y que pasa a la sangre. También puede formarse un émbolo de
líquido amniótico durante el parto. Sin embargo, los émbolos grasos y los de líquido
amniótico son formas más raras de embolia y, en caso de producirse, se alojan en los
pequeños vasos como las arteriolas y los capilares del pulmón. Cuando se obstruyen muchos
de estos vasos, puede producirse el síndrome de distrés respiratorio del adulto.
Síntomas
Es posible que los pequeños émbolos no causen síntomas, pero la mayoría provoca ahogo.
Éste puede ser el único síntoma, especialmente cuando no se produce el infarto. Con
frecuencia, la respiración es muy rápida; la ansiedad y la agitación pueden ser pronunciadas y
el afectado puede manifestar los síntomas de un ataque de ansiedad. Puede aparecer un dolor
torácico agudo, especialmente cuando la persona respira profundamente; este tipo de dolor se
llama dolor torácico pleurítico.
El infarto pulmonar produce tos, esputo teñido de sangre, dolor torácico agudo al respirar
y fiebre. Por lo general los síntomas de embolia pulmonar se desarrollan de forma repentina,
mientras que los síntomas de infarto pulmonar se producen en el curso de horas. Con
frecuencia los síntomas del infarto duran varios días, pero habitualmente disminuyen de forma
progresiva.
En las personas con episodios recurrentes de pequeños émbolos pulmonares, los síntomas
como ahogo crónico, hinchazón de los tobillos o de las piernas y debilidad, tienden a
desarrollarse de forma progresiva a lo largo de semanas, meses o años.
Diagnóstico
Una radiografía de tórax puede revelar leves alteraciones en las estructuras de los vasos
sanguíneos tras la embolia y algunas señales de infarto pulmonar. Sin embargo, las
radiografías de tórax son frecuentemente normales e incluso, cuando no lo son, es raro que
confirmen la embolia pulmonar.
Con frecuencia se realiza una prueba de perfusión (gammagrafía). Para ello se inyecta en
una vena una sustancia radiactiva que pasa a los pulmones, donde se observa el aporte de
sangre al pulmón (perfusión). En la imagen aparecen como oscuras las áreas que no reciben
un suministro normal porque no les llega ninguna partícula radiactiva. Los resultados
normales de la exploración indican que la persona no padece una obstrucción significativa del
vaso sanguíneo, pero los resultados anormales pueden también deberse a causas ajenas a la
embolia pulmonar.
Pronóstico
Las probabilidades de fallecer a causa de embolia pulmonar dependen del tamaño del
émbolo, del tamaño y número de las arterias pulmonares obstruidas y del estado de salud del
paciente. El riesgo de embolia es mayor en personas con trastornos cardíacos o pulmonares
graves. Generalmente, sobreviven las personas con una función cardíaca y pulmonar
normales, a menos que el émbolo obstruya la mitad o más de los vasos pulmonares. La
embolia pulmonar grave causa la muerte en el plazo de una o dos horas.
Prevención
Se utilizan varios medios para impedir la formación de coágulos en las venas de las
personas con riesgo de embolia pulmonar. Para los pacientes en período postoperatorio,
especialmente si son mayores, se recomienda el uso de medias elásticas, ejercicios para las
piernas, dejar la cama y reanudar la actividad lo antes posible.
Se puede administrar dosis bajas de heparina a personas hospitalizadas con alto riesgo de
desarrollar embolia pulmonar, aun cuando no se sometan a cirugía.
El dextrano, que se administra por vía intravenosa, también ayuda a prevenir los coágulos
pero, al igual que la heparina, puede causar hemorragias.
La warfarina puede administrarse por vía oral en caso de ciertas intrevenciones quirúrgicas
particularmente propensas a causar coágulos, como la reparación de la fractura de cadera o la
sustitución de esta articulación. La terapia con warfarina puede prolongarse durante varias
semanas o meses.
Tratamiento
Dado que la warfarina puede tomarse por vía oral, es el fármaco aconsejable para un uso
prolongado. La heparina y la warfarina se suministran conjuntamente durante 5 a 7 días, hasta
que los análisis de sangre demuestran que la warfarina ya previene los coágulos en modo
efectivo.
Existen dos formas de tratamiento que pueden ser útiles en personas cuya vida peligre por
causa de la embolia pulmonar: la terapia trombolítica y la cirugía.
Cuando los émbolos se repiten a pesar de todos los tratamientos de prevención o si los
anticoagulantes causan hemorragias significativas, se puede colocar, mediante cirugía, un
filtro a nivel de la vena cava que recoge la circulación de la parte inferior del cuerpo (incluidas
las piernas y la pelvis) y que desemboca en el lado derecho del corazón. Los coágulos
generalmente se originan en las piernas o en la pelvis y este filtro impide que lleguen a la
arteria pulmonar.
CAPITULO 35
Bronquitis
La enfermedad es por lo general leve y suele curarse por completo. Sin embargo la
bronquitis puede ser grave en personas con enfermedades crónicas que padecen afecciones
cardíacas o pulmonares y también en personas de edad avanzada.
Causas
La bronquitis infecciosa se manifiesta con mayor frecuencia durante el invierno. Puede ser
causada por virus, bacterias y, especialmente, por gérmenes similares a las bacterias, como
Mycoplasma pneumoniae y Chlamydia. Pueden sufrir ataques repetidos los fumadores y las
personas que padecen enfermedades crónicas pulmonares o de las vías aéreas pequeñas, que
dificultan la eliminación de partículas aspiradas en los bronquios. Las infecciones recurrentes
pueden ser consecuencia de una sinusitis crónica, bronquiectasias, alergias y, en los niños, las
amígdalas y las adenoides inflamadas.
La bronquitis irritativa puede ser causada por varias clases de polvo; vapores de ácidos
fuertes, amoníaco, algunos disolventes orgánicos, cloro, sulfuro de hidrógeno, dióxido de
azufre y bromuro; sustancias irritantes de la polución, como el ozono y el dióxido de
nitrógeno, el tabaco y otros humos.
Síntomas y diagnóstico
Al principio la tos es seca y puede seguir así, pero con frecuencia, al cabo de uno o dos
días, la persona expectora pequeñas cantidades de esputo blanco o amarillento. Más tarde,
puede expulsar mucho más esputo, que puede ser de color amarillo o verde. En personas con
bronquitis grave puede aparecer fiebre elevada durante 3 o 5 días, al cabo de los cuales los
síntomas mejoran. Sin embargo, la tos puede persistir varias semanas. Cuando las vías aéreas
pequeñas están obstruidas, la persona puede sentir ahogo. También son frecuentes las
sibilancias, especialmente después de toser. Puede desarrollarse una neumonía.
Tratamiento
Los adultos pueden tomar aspirina o paracetamol para bajar la fiebre y aliviar el malestar,
pero los niños deben tomar solamente paracetamol. Se recomienda el reposo y la ingestión
abundante de líquido.
Los antibióticos se administran a pacientes con síntomas de bronquitis producidos por una
infección bacteriana (en caso de una expectoración con esputo de color amarillo o verde y
fiebre alta) y en pacientes que ya padecen una enfermedad pulmonar. Los adultos pueden
recibir trimetoprim sulfametoxazol, tetraciclina o ampicilina.
Tanto las bronquiectasias como la atelectasia son el resultado de una lesión parcial del
tracto respiratorio. En las bronquiectasias, los afectados son los bronquios (vías aéreas que se
originan a partir de la tráquea). En la atelectasia, una parte del pulmón se reduce de tamaño
(colapso) debido a la pérdida de aire.
Bronquiectasias
La bronquiectasia no es en sí una sola enfermedad sino que se produce por varias vía s y
como consecuencia de diversos procesos que lesionan la pared bronquial al interferir con sus
defensas, ya sea de forma directa o indirecta. La afección puede ser difusa o manifestarse
solamente en un área o en dos. Es típica la dilatación de los bronquios medios, pero a menudo
los bronquios pequeños presentan engrosamiento u obliteración. En ocasiones, una forma de
bronquiectasia que afecta a los grandes bronquios se produce en la aspergilosis
broncopulmonar alérgica, una afección causada por una respuesta inmune al hongo
Aspergillus.
Normalmente, la pared bronquial está formada por varias capas que varían en grosor y en
composición según las diversas partes de las vías aéreas. El revestimiento interno (mucosa) y
la capa inmediatamente inferior (submucosa) contienen células que ayudan a proteger las vías
aéreas pequeñas y los pulmones de las sustancias potencialmente peligrosas. Unas segregan
mucosidad, otras son células ciliadas con finas estructuras semejantes a los pelos, cuyos
movimientos ayudan a eliminar las partículas y las mucosidades de las vías aéreas pequeñas.
Otras células también desempeñan un papel en la inmunidad y en la defensa del organismo
contra los microorganismos invasores y sustancias nocivas. Fibras elásticas y musculares y
una capa cartilaginosa proporcionan estructura a las vías áreas, permitiendo la variación de su
diámetro según las necesidades. Los vasos sanguíneos y el tejido linfático proporcionan los
nutrientes y protegen la pared bronquial.
En las bronquiectasias se encuentran áreas de la pared bronquial destruidas y crónicamente
inflamadas; las células ciliadas están también dañadas o destruidas y la producción de
mucosidad está aumentada. Además, se pierde el tono normal de la pared. El área afectada se
vuelve más dilatada y fláccida, pudiendo producir protuberancias o bolsas semejantes a
pequeños globos. El aumento de la mucosidad promueve el crecimiento de las bacterias,
obstruye los bronquios y favorece el estancamiento de las secreciones infectadas, con lesión
ulterior de la pared bronquial. La inflamación puede extenderse a los sacos de aire de los
pulmones (alvéolos) y producir bronconeumonía, formación de tejido cicatricial y una pérdida
del tejido pulmonar sano. En los casos graves, el corazón puede finalmente esforzarse
excesivamente a causa de la cicatrización y de la pérdida de vasos sanguíneos en el pulmón.
Además, la inflamación de los vasos sanguíneos de la pared bronquial puede provocar una
expectoración sanguinolenta. La obstrucción de las pequeñas vías aéreas puede producir
valores anormalmente bajos de oxígeno en la sangre.
Síntomas y diagnóstico
Las bronquiectasias se pueden diagnosticar por los síntomas o por la presencia de otro
proceso asociado. Sin embargo, se necesitan radiografías para confirmar el diagnóstico y
evaluar la extensión del proceso y la localización de la enfermedad.
La radiografía de tórax puede ser normal, pero algunas veces se detectan las alteraciones
pulmonares causadas por las bronquiectasias. La tomografía computadorizada (TC) de alta
resolución puede por lo general confirmar el diagnóstico y es especialmente útil para
determinar la extensión de la enfermedad en caso de plantearse un tratamiento quirúrgico.
Una vez que se han diagnosticado las bronquiectasias, se realizan una serie de pruebas
para determinar la enfermedad o enfermedades que la causan. Dichas pruebas pueden consistir
en un análisis de los valores de las inmunoglobulinas en la sangre, de la concentración de la
sal en el sudor (que es anormal en la fibrosis quística) y el examen de muestras nasales,
bronquiales o de esperma para determinar si las células ciliadas tienen defectos estructurales o
funcionales. Cuando las bronquiectasias se limitan a una zona, por ejemplo, un lóbulo
pulmonar, se suele realizar una broncoscopia de fibra óptica (un examen utilizando un tubo de
observación que se introduce en los bronquios) para determinar si la causa es un objeto
extraño o un tumor. Se pueden realizar otras pruebas para identificar las enfermedades
subyacentes, como la aspergilosis broncopulmonar alérgica.
Prevención
Las vacunas infantiles contra el sarampión y la tos ferina han contribuido a disminuir el
riesgo de contraer bronquiectasias. La vacunación anual contra el virus de la gripe ayuda a
prevenir los efectos dañinos de esta enfermedad.
Por un lado, la vacuna neumocócica puede ayudar a prevenir los tipos específicos de
neumonía neumocócica con sus graves complicaciones. Por otro, la administración de
antibióticos durante la primera fase de infecciones, como la neumonía y la tuberculosis, puede
también prevenir las bronquiectasias o reducir su gravedad.
La aspiración de objetos extraños en las vías aéreas puede evitarse controlando lo que el
niño se lleva a la boca, evitando la hipersedación por fármacos o alcohol y solicitando
atención médica en caso de síntomas neurológicos, como la pérdida de consciencia o
problemas gastrointestinales, como dificultad en la deglución, regurgitación o tos después de
comer.
Tratamiento
No se recomiendan los fármacos que suprimen la tos porque pueden complicar el proceso.
En el tratamiento de las bronquiectasias en pacientes con grandes cantidades de secreciones,
es fundamental el drenaje postural y la percusión del tórax varias veces al día.
Las infecciones se tratan con antibióticos, los cuales a veces se prescriben durante un largo
período para impedir las recidivas. También se pueden administrar fármacos antiinflamatorios
como los corticosteroides y los mucolíticos (fármacos que diluyen el pus y la mucosidad). Si
la concentración de oxígeno en la sangre es baja, la administración de oxígeno ayuda a
prevenir complicaciones como el cor pulmonale (una afección cardíaca relacionada con una
enfermedad pulmonar). Si la persona padece insuficiencia cardíaca, los diuréticos pueden
aliviar la hinchazón. Cuando existe ahogo o se observan sibilancias al respirar, suelen ser
útiles los fármacos broncodilatadores.
En casos excepcionales, es necesario extirpar quirúrgicamente una parte del pulmón. Esta
clase de cirugía es una opción únicamente cuando la enfermedad se limita a un pulmón o
preferiblemente a un lóbulo o a un segmento del mismo. La cirugía es una alternativa para las
personas que padecen infecciones repetidas a pesar del tratamiento o que expectoran gran
cantidad de sangre. En caso de hemorragia, se debe a veces intervenir para obstruir el vaso
sangrante.
Atelectasia
La atelectasia es una enfermedad en la cual una parte del pulmón queda desprovista de aire
y se colapsa.
La causa principal de la atelectasia es la obstrucción de un bronquio principal, una de las
dos ramificaciones de la tráquea que conducen directamente a los pulmones. También las vías
aéreas pequeñas pueden obstruirse. La obstrucción puede ser consecuencia de un tapón de
mucosidad, de un tumor o de un objeto aspirado en el bronquio. También puede obstruirse el
bronquio a causa de una presión externa, como un tumor o la dilatación de los ganglios
linfáticos.
Cuando se obstruye una vía aérea, no se produce el intercambio de gases entre la sangre y
los alvéolos, haciendo que éstos se encojan y se retraigan. El tejido pulmonar que ha sufrido el
colapso generalmente se llena de células sanguíneas, suero y mucosidades y finalmente se
infecta. Tras la cirugía, especialmente la torácica o abdominal, la respiración es con frecuencia
menos profunda y las partes inferiores del pulmón no se expanden adecuadamente. Pueden
causar atelectasia tanto la cirugía como otras causas de respiración poco profunda. En el
síndrome del lóbulo medio, un tipo de atelectasia de larga duración, el lóbulo medio del
pulmón derecho se colapsa, por lo general debido a la presión ejercida sobre el bronquio por
un tumor o por unos ganglios linfáticos agrandados, pero a veces esto sucede sin que haya
compresión bronquial. En el pulmón obstruido y contraído puede desarrollarse una neumonía
que no llega a curarse completamente y que produce inflamación crónica, cicatrización y
bronquiectasias.
En las atelectasias por aceleración, que se manifiesta en los pilotos de caza, las fuerzas que
genera la alta velocidad de vuelo cierran las vías aéreas pequeñas, produciendo un colapso de
los alvéolos.
Síntomas y diagnóstico
Cuando se produce rápidamente una atelectasia en una gran área del pulmón, la persona
puede adquirir un tinte azul o lívido y sufrir un dolor agudo en el lado afectado, con ataques
de ahogo extremo. Si el proceso se acompaña de infección, también puede aparecer fiebre y
una frecuencia cardíaca acelerada; en ocasiones se produce una hipotensión grave (shock).
El paciente debe adoptar medidas para evitar la atelectasia después de una intervención
quirúrgica. Aunque los individuos que fuman son más propensos a desarrollar atelectasia,
pueden disminuir el riesgo dejando de fumar durante 6 u 8 semanas antes de la intervención.
Después de una intervención, se recomienda al paciente respirar profundamente, toser
regularmente y empezar a moverse lo antes posible. Pueden ser útiles los ejercicios y los
dispositivos para mejorar la respiración.
Los individuos con deformidades torácicas o afecciones neurológicas que les producen
una respiración poco profunda durante largos períodos, pueden recurrir al uso de aparatos
mecánicos que ayudan a respirar. Estos aparatos aplican una presión continua a los pulmones,
de modo que incluso al final de la espiración, las vías aéreas pequeñas no puedan colapsarse.
Cuando se trata de un tumor que está obstruyendo la vía respiratoria, aliviar la obstrucción
con cirugía o con otros medios, ayuda a prevenir la evolución de la atelectasia y el desarrollo
de una neumonía obstructiva recurrente.
CAPITULO 37
Enfermedades obstructivas de las vías respiratorias
Una vez que el aire penetra en el cuerpo a través de la nariz y la boca, pasa por la garganta
(faringe) hacia el interior de una serie de conductos semejantes a tubos que comienzan en la
cavidad de los órganos de fonación (laringe) y la tráquea. A continuación el aire pasa por los
dos bronquios principales, uno para cada pulmón. Los bronquios principales, derecho e
izquierdo, se dividen sucesivamente en ramificaciones cada vez menores (bronquiolos) a
medida que se introducen más profundamente en los pulmones. Los bronquiolos, por último,
transportan el aire dentro y fuera de los sacos de aire (alvéolos), donde se produce el
intercambio de oxígeno y anhídrido carbónico.
Los bronquios y los bronquiolos son básicamente tubos con paredes musculares. Su
revestimiento interno es una membrana mucosa que contiene células que producen
mucosidad. Las otras células que revisten los bronquios tienen tres tipos principales de
receptores de superficie especializados que perciben la presencia de sustancias y estimulan la
contracción y la relajación de los músculos subyacentes. Cuando reciben estímulos, los
receptores betaadrenérgicos hacen que los músculos se relajen y que, por consiguiente, las
vías aéreas pequeñas se ensanchen y faciliten la entrada y la salida del aire. Los receptores
colinérgicos estimulados por la acetilcolina y los receptores peptidérgicos estimulados por la
neuroquinina hacen que los músculos se contraigan; por consiguiente, las vías aéreas pequeñas
se estrechan y la ventilación se dificulta.
La obstrucción de una vía respiratoria puede ser reversible o irreversible. En el caso del
asma, la obstrucción es completamente reversible. En la enfermedad pulmonar obstructiva
crónica cuando ésta es causada por la bronquitis crónica, la obstrucción es parcialmente
reversible, mientras que, cuando es causada por el enfisema, es irreversible.
Asma
Causas
Los bronquios de las personas que padecen asma se estrechan como respuesta a ciertos
estímulos que no afectan a las vías aéreas de los pulmones normales. El estrechamiento puede
ser provocado por la reacción a sustancias que producen alergia, como el polen, los ácaros
presentes en el polvo de la casa, las escamillas del pelo de los animales, el humo, el aire frío y
el ejercicio. Durante un ataque de asma, los músculos lisos de los bronquios producen un
espasmo y los tejidos que revisten las vías aéreas se inflaman segregando mucosidad. Este
hecho reduce el diámetro de los bronquios (proceso llamado broncoconstricción), obligando a
la persona a desarrollar un mayor esfuerzo para que el aire entre y salga de sus pulmones.
Se cree que ciertas células de las vías aéreas, particularmente las células cebadas, sean la
causa del estrechamiento. Las células cebadas están distribuidas en los bronquios y liberan
sustancias como la histamina y los leucotrienos que causan la contracción de la musculatura
lisa, estimulan un aumento de secreción de la mucosidad y la migración de ciertos glóbulos
blancos. Las células cebadas pueden liberar estas sustancias como respuesta a algún estímulo
que reconocen como extraño (un alergeno), como el polen, los ácaros presentes en el polvo de
la casa o las escamillas del pelo de los animales. Sin embargo, el asma es también frecuente y
grave en muchas personas sin alergias definidas. Sucede una reacción similar cuando una
persona con asma hace ejercicio o respira aire frío. Igualmente, el estrés y la ansiedad pueden
hacer que las células cebadas liberen histamina y leucotrienos. Los eosinófilos, otro tipo de
células que se encuentran en las vías aéreas de las personas que padecen asma, liberan
sustancias adicionales, que incluyen los leucotrienos y otras sustancias, contribuyendo así al
estrechamiento de la vía respiratoria.
Síntomas y complicaciones
Los ataques de asma varían en frecuencia e intensidad. Algunas personas que padecen
asma están libres de síntomas la mayor parte del tiempo, con episodios de ahogo ligeros,
breves y ocasionales. Otras en cambio, tosen y tienen sibilancias casi continuamente y además
sufren ataques graves después de infecciones víricas, ejercicios o exposición a agentes
alergenos o irritantes. El llanto o una risa fuerte pueden también provocar los síntomas.
Un ataque de asma puede comenzar de repente con respiración sibilante, tos y ahogo. Las
sibilancias son particularmente perceptibles cuando la persona espira. Otras veces, un acceso
de asma puede comenzar lentamente, con síntomas que se agravan de forma gradual. En
ambos casos, los individuos con asma habitualmente experimentan primero ahogo, tos o una
opresión en el pecho. El ataque puede desaparecer en pocos minutos o puede durar horas o
incluso días. La picazón en el pecho o en el cuello puede ser un síntoma inicial, especialmente
en niños. La tos seca por la noche o durante el ejercicio puede ser el único síntoma.
Vía respiratoria normal Espasmo de la vía respiratoria Mucosa hinchada Tapones de mucosidad
Diagnóstico
Habitualmente, las velocidades máximas de flujo son inferiores al valor normal entre las 4
y las 6 de la mañana y son superiores a las 4 de la tarde. Sin embargo, una diferencia por
encima del 15 al 20 por ciento entre las velocidades alcanzadas en dichos momentos del día se
considera como evidencia de asma moderada a grave.
En la prueba del asma inducida por el ejercicio, el médico utiliza el espirómetro para
medir el volumen espiratorio máximo por segundo antes y después del ejercicio practicado en
una cinta de andar o en una bicicleta estática. Cuando el volumen espiratorio máximo por
segundo disminuye en más del 15 por ciento, es posible que el asma sea inducida por el
ejercicio.
Prevención y tratamiento
La mayoría de los broncodilatadores actúa en pocos minutos, pero los efectos duran
solamente de 4 a 6 horas. Se encuentran disponibles nuevos broncodilatadores de acción
prolongada, pero debido a que no comienzan a actuar tan rápidamente, se usan en la
prevención más que en los ataques agudos de asma. Los broncodilatadores se pueden
administrar por vía oral, en inyecciones o por inhalación y son altamente eficaces. La
inhalación deposita el fármaco directamente en las vías aéreas, de modo que actúa
rápidamente, pero no puede alcanzar las vías aéreas gravemente obstruidas. Los
broncodilatadores por vía oral o en inyecciones pueden llegar a estas vías aéreas, pero son más
propensos a causar efectos secundarios y tienden a actuar más lentamente.
Los corticosteroides evitan la respuesta inflamatoria por parte del organismo y son
excepcionalmente eficaces para reducir los síntomas del asma. Cuando se toman durante
períodos prolongados, los corticosteroides reducen gradualmente las probabilidades de los
ataques de asma, haciendo las vías aéreas menos sensibles a ciertos estímulos.
Sin embargo, el uso prolongado de corticosteroides, por vía oral o en inyección, da como
resultado: escasa capacidad de curación de las heridas, desarrollo insuficiente del crecimiento
en los niños, pérdida de calcio de los huesos, hemorragia del estómago, cataratas prematuras,
elevadas concentra-ciones de azúcar en sangre, hambre, aumento de peso y trastornos
mentales. Los corticosteroides por vía oral o inyectados se pueden administrar durante una a
dos semanas para aliviar un ataque grave de asma.
Por lo general se prescriben corticosteroides por inhalación para el uso prolongado dado
que esta forma aporta 50 veces más fármaco a los pulmones que al resto del organismo. Los
corticosteroides por vía oral se prescriben para un tratamiento de larga duración solamente
cuando ningún otro tratamiento logra controlar los síntomas.
Un ataque de asma se debe tratar lo antes posible para dilatar las vías aéreas pulmonares.
Por lo general, se utilizan los mismos fármacos administrados para prevenir un ataque, pero a
dosis más elevadas o en formulaciones diferentes. Cuando la dificultad respiratoria es aguda,
los agonistas de los receptores betaadrenérgicos se administran con un inhalador manual o con
un nebulizador. El nebulizador dirige a presión el aire o el oxígeno a través de una solución
del fármaco, produciendo una neblina que se inhala. Los nebulizadores producen una neblina
constante, de modo que la persona no tiene que coordinar la respiración con la acción del
nebulizador. Las formas menos eficaces de tratar los ataques de asma son las inyecciones
subcutáneas de adrenalina o terbutalina e intravenosas de aminofilina, un tipo de teofilina. Los
individuos que padecen ataques graves y aquellos que no mejoran con otro tratamiento pueden
ser tratados con inyecciones de corticosteroides, generalmente por vía intravenosa.
Dado que los individuos con asma grave tienen, con frecuencia, una concentración de
oxígeno en sangre inferior a la normal, pueden recibir oxígeno durante los ataques mientras se
les administra otro tratamiento. En caso de deshidratación, el afectado puede recibir líquidos
por vía intravenosa. Los antibióticos también pueden ser necesarios cuando existe sospecha de
infección.
Durante el tratamiento del asma grave, el médico puede controlar los valores de oxígeno y
anhídrido carbónico en sangre. También puede medir la función pulmonar, habitualmente con
un espirómetro o con un medidor de flujo máximo. En general, la radiografía de tórax se
necesita solamente en los ataques graves. Las personas con asma suelen ser hospitalizadas
cuando la función pulmonar no mejora después de habérseles administrado agonistas de los
receptores betaadrenérgicos y aminofilina, o cuando tienen concentraciones de oxígeno muy
bajas o concentraciones de anhídrido carbónico muy elevadas en la sangre. Los pacientes con
ataques muy fuertes de asma pueden necesitar respiración asistida.
Neumonía aspirativa
La neumonía aspirativa puede producirse por el reflujo del contenido del estómago hasta la faringe (vómito, por ejemplo), y de ésta hacia los pulmones a
través de la tráquea.
Uno de los tratamientos más corrientes y eficaces para el asma es un inhalador que se llena
con un estimulante de los receptores betaadrenérgicos. En general son inhaladores con
dosímetro, cartuchos manuales que contienen gas a presión. La presión hace que el fármaco se
pulverice con un contenido específico del medicamento. Las personas que tienen dificultad
con el uso del inhalador, pueden usar aparatos espaciadores o de retención. Con cualquier tipo
de inhalador, una técnica apropiada es fundamental, ya que, si el dispositivo no se usa
adecuadamente, el fármaco no llega a las vías respiratorias. El uso excesivo de inhaladores
puede indicar que la persona tiene asma potencialmente mortal o que está padeciendo los
efectos secundarios del uso excesivo, como una frecuencia cardíaca irregular.
Las causas que obstruyen el flujo de aire en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica
son el enfisema y la bronquitis crónica. Generalmente, los racimos de alvéolos conectados a
las pequeñas vías aéreas (bronquiolos) tienen una estructura relativamente rígida y mantienen
abiertas dichas vías. Sin embargo, en el caso de enfisema, las paredes alveolares están
destruidas, de modo que los bronquiolos pierden su apoyo estructural y, debido a ello, se
colapsan cuando se espira el aire. Por consiguiente, en el enfisema, la reducción del flujo de
aire es permanente y es de origen estructural. En la bronquitis crónica contribuyen a la
obstrucción del flujo de aire la inflamación de las pequeñas vías aéreas, la cicatrización de sus
paredes, la hinchazón de su revestimiento, la mucosidad y el espasmo del músculo liso. Estos
tres últimos pueden ocasionalmente variar en intensidad y mejorar como respuesta a los
fármacos broncodilatadores. Así en la bronquitis crónica la obstrucción del flujo de aire es
parcialmente reversible.
Causas
Síntomas
Alrededor de los 60 años, aparece con frecuencia el ahogo por esfuerzo, que se vuelve
progresivo. Por último, el paciente sufre ahogo en actividades diarias, como lavarse, vestirse y
preparar la comida. Alrededor de un tercio de los pacientes experimentan una pérdida de peso
importante, que se debe, en parte, al empeoramiento del ahogo después de comer. Con
frecuencia se produce hinchazón en las piernas, que puede ser debida a la insuficiencia
cardíaca. En las fases avanzadas de esta enfermedad, una infección respiratoria, que en su
etapa inicial podría haber sido fácilmente tolerada, puede causar ahogo grave y es una señal de
insuficiencia respiratoria aguda.
Diagnóstico
A medida que evoluciona la enfermedad, los movimientos del tórax disminuyen durante la
respiración. Cuando la persona tiene dificultad para respirar, hay mayor participación de los
músculos del cuello y de los hombros. Entonces es más difícil escuchar los ruidos de la
respiración con el fonendoscopio.
Los elementos reversibles de la obstrucción de las vías aéreas son el espasmo muscular, la
inflamación y el aumento de las secreciones. Generalmente, al mejorar cualquiera de estos
procesos, los síntomas disminuyen. Se puede reducir el espasmo muscular mediante el uso de
broncodilatadores, incluyendo estimulantes de los receptores betaadrenérgicos (como el
albuterol en inhalación) y una teofilina oral de absorción lenta.
La administración de oxígeno a largo plazo prolonga la vida de las personas que padecen
esta enfermedad con una concentración de oxígeno en sangre extremadamente baja. Aunque
una terapia de 24 horas es mejor, 12 horas de oxígeno al día también proporcionan algún
beneficio. Este tratamiento reduce el exceso de los glóbulos rojos causado por la disminución
de oxígeno en la sangre, mejora la función mental y reduce la insuficiencia cardíaca causada
por la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. La administración de oxígeno puede también
reducir el ahogo durante las actividades.
Nunca se debe aplicar oxígeno cerca de fuentes de calor o mientras se fuma. Los depósitos
de oxígeno bajo presión para uso doméstico son caros y difíciles de manejar. Los
concentradores de oxígeno, que extraen el oxígeno del aire de la habitación y lo administran al
paciente a través de un tubo de 15 metros de longitud, son más económicos. También se
pueden necesitar bombas portátiles de oxígeno bajo presión para breves períodos fuera de
casa. Las bombas de oxígeno líquido recargables, aunque más manejables dentro y fuera de
casa, son el sistema más caro.
En personas con enfisema grave, se puede realizar una cirugía, conocida como reducción
del volumen pulmonar, en las primeras etapas de la enfermedad. El procedimiento es
complejo y requiere que la persona deje de fumar por lo menos 6 meses antes de la cirugía y
que se someta a un programa intenso de preparación física. La intervención mejora la función
pulmonar y la capacidad de realizar ejercicios en algunas personas, aunque se desconoce la
duración de esta mejoría.
Pronóstico
El pronóstico es favorable en los pacientes que padecen obstrucción respiratoria leve, pero
lo es menos que en los fumadores que no padecen enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
El pronóstico es peor en el caso de una obstrucción moderada o grave. Aproximadamente el
30 por ciento de las personas con obstrucción respiratoria muy grave muere al cabo de un año
y el 95 por ciento en 10 años. La muerte puede producirse por insuficiencia respiratoria,
neumonía, paso de aire al interior de la cavidad pleural que rodea los pulmones (neumotórax)
y alteraciones de la frecuencia cardíaca (arritmias) o por obstrucción de las arterias que llevan
la sangre a los pulmones (embolia pulmonar). Los individuos con una enfermedad pulmonar
obstructiva crónica también tienen más riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón. Algunas
personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica grave pueden sobrevivir durante 15
años o más.
CAPITULO 38
Enfermedades pulmonares de origen ocupacional
El organismo tiene varios mecanismos para eliminar las partículas aspiradas. En las vías
respiratorias, la mucosidad cubre las partículas de modo que sea fácil expulsarlas mediante la
tos. En los pulmones, existen células depuradoras especiales que tragan la mayoría de las
partículas y las vuelven inofensivas.
Silicosis
Por lo general, los síntomas aparecen después de 20 o 30 años de exposición al polvo. Sin
embargo, en los trabajos donde se utilizan chorros de arena, en la construcción de túneles y en
la fabricación de jabones abrasivos que requieren cantidades elevadas de polvo de sílice, los
síntomas pueden presentarse en menos de 10 años.
Cuando se inhala, el polvo de sílice entra en los pulmones y las células depuradoras, como
los macrófagos, lo engullen. Las enzimas liberadas por las células depuradoras causan la
formación de tejido cicatricial en los pulmones. Al principio, las zonas cicatrizadas son
pequeñas protuberancias redondas (silicosis nodular simple), pero finalmente se reúnen en
grandes masas (silicosis conglomerada). Estas áreas cicatrizadas no permiten el paso del
oxígeno a la sangre de forma normal. Así los pulmones pierden elasticidad y se requiere
mayor esfuerzo para respirar.
Síntomas y diagnóstico
Los individuos con silicosis nodular simple no tienen dificultad para respirar, pero tienen
tos y esputos debido a la irritación de las grandes vías aéreas, el proceso denominado
bronquitis. La silicosis conglomerada puede
causar tos, producción de esputo y ahogo. Al
principio, el ahogo se produce sólo durante los
momentos de actividad, pero finalmente se
manifiesta también durante el reposo. La
respiración puede empeorar a los 2 o 5 años de
haber dejado de trabajar con la sílice. El pulmón
lesionado somete al corazón a un esfuerzo
excesivo y puede causar insuficiencia cardíaca,
que a su vez puede evolucionar hacia la muerte.
Además, los individuos con silicosis expuestos
al microorganismo causante de la tuberculosis
(Mycobacterium tuberculosis) son tres veces
más propensos a desarrollar la tuberculosis que
quienes no están afectados de silicosis.
Prevención
Pulmón negro
En el síndrome de Caplan (un trastorno poco frecuente que puede afectar a los mineros del
carbón que padecen artritis reumatoide), se desarrollan rápidamente grandes nódulos redondos
en el pulmón. Tales nódulos pueden formarse en los individuos que han sufrido una
exposición significativa al polvo de carbón, incluso sin tener pulmón negro.
Síntomas y diagnóstico
Por lo general, el pulmón negro simple no produce síntomas. Sin embargo, la tos y el
ahogo aparecen con facilidad en muchos de los afectados con fibrosis masiva progresiva, ya
que también tienen enfisema (causado por fumar cigarrillos) o bronquitis (causada por los
cigarrillos o la exposición tóxica a otros contaminantes industriales). Por otra parte, en la fase
de mayor gravedad hay tos y, a veces, un ahogo incapacitante.
Prevención y tratamiento
Asbestosis
Las personas que trabajan con el amianto corren el riesgo de padecer enfermedades
pulmonares. Los obreros que trabajan en la demolición de construcciones con aislamiento de
amianto también tienen riesgo, aunque menor. Cuanto más tiempo se expone un individuo a
las fibras de amianto, mayor es el riesgo de contraer una enfermedad relacionada con el
amianto.
Síntomas
Los grandes fumadores que padecen bronquitis crónica junto con asbestosis pueden toser y
tener respiración sibilante. Gradualmente, la respiración se vuelve más difícil. Alrededor del
15 por ciento de las personas con asbestosis tienen ahogo e insuficiencia respiratoria.
Los mesoteliomas causados por el amianto son un tipo de cáncer y no se pueden curar.
Generalmente aparecen tras la exposición al crocidolito, uno de los cuatro tipos de amianto. El
amosito, otro tipo, también produce mesoteliomas. El crisotilo probablemente no produce
mesoteliomas, pero a veces está contaminado con tremolito que sí los causa. Los
mesoteliomas se desarrollan por lo general al cabo de 30 o 40 años de exposición al amianto.
El cáncer de pulmón está relacionado en parte con el grado de exposición a las fibras de
amianto; sin embargo, entre las personas que padecen asbestosis, el cáncer de pulmón se
desarrolla casi exclusivamente en aquellas que también fuman cigarrillos, en especial en las
que fuman más de un paquete al día.
Diagnóstico
Prevención y tratamiento
Dado que el control del polvo ha mejorado en las industrias que utilizan el amianto, es
menor el número de personas que sufren de asbestosis en la actualidad, pero los mesoteliomas
siguen presentándose en individuos que han estado expuestos hasta hace 40 años. El amianto
de las casas debería ser extraído por trabajadores especializados en técnicas de extracción. Los
fumadores que han estado en contacto con el amianto pueden reducir el riesgo de cáncer de
pulmón dejando de fumar.
La mayoría de los tratamientos para la asbestosis alivia los síntomas; por ejemplo, la
administración de oxígeno alivia el ahogo. Drenar el líquido alrededor de los pulmones puede
también facilitar la respiración.
Beriliosis
En el pasado, el berilio se extraía de las minas para su uso en las industrias químicas y
electrónicas y en la fabricación de lámparas de luz fluorescente. En la actualidad, se usa
principalmente en la industria aerospacial. Junto con los trabajadores de estas industrias,
algunas personas que vivían cerca de las refinerías de berilio también desarrollaron la
beriliosis.
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
La beriliosis aguda puede ser grave, incluso mortal. Sin embargo, por lo general, los
individuos se restablecen, a pesar de estar muy enfermos al principio por la rigidez de los
pulmones y la alteración de la función pulmonar. Con un tratamiento adecuado, como la
respiración asistida y los corticosteroides, el paciente se recupera habitualmente al cabo de un
periodo de 7 a 10 días, sin efectos residuales.
Cuando los pulmones están gravemente afectados por la beriliosis crónica, el corazón
puede sufrir debido a un esfuerzo excesivo, provocando insuficiencia cardíaca y muerte. A
veces los corticosteroides, como la prednisona oral, se prescriben para la beriliosis crónica,
aunque infortunadamente no son muy útiles.
Asma profesional
El asma profesional es un espasmo reversible de las vías aéreas pulmonares causado por la
aspiración, en el lugar de trabajo, de partículas o de vapores que actúan como irritantes o
causan una reacción alérgica.
Muchas sustancias, en el lugar de trabajo, pueden provocar espasmos de las vías aéreas
que dificultan la respiración. Algunas personas son particularmente sensibles a los agentes
irritantes que se hallan en el aire.
Síntomas
El asma profesional puede causar ahogo, opresión en el pecho, respiración sibilante, tos,
goteo nasal y lacrimación. En algunas personas, la respiración sibilante es el único síntoma.
Los síntomas pueden producirse durante la jornada de trabajo, pero con frecuencia
comienzan al cabo de unas horas de haberla finalizado. En algunas personas, los síntomas
comienzan hasta 24 horas después de la exposición. Además, los síntomas pueden aparecer y
desaparecer durante una semana o más después de la exposición. De este modo, es difícil de
establecer la relación entre el lugar de trabajo y los síntomas. A menudo los síntomas
disminuyen o desaparecen durante el fin de semana o las vacaciones. Los síntomas empeoran
con la exposición repetida a los agentes irritantes.
Diagnóstico
Para establecer el diagnóstico, el médico solicita que el paciente describa los síntomas y el
tipo de exposición a la sustancia que causa el asma. En ocasiones, la reacción alérgica se
puede detectar con una prueba cutánea (prueba del parche), en la que una pequeña cantidad de
la sustancia sospechosa se coloca sobre la piel.
Si resulta difícil establecer un diagnóstico, se realiza una prueba de provocación por
inhalación, en la que el paciente aspira pequeñas cantidades de la sustancia sospechosa y el
médico observa si aparecen sibilancias y ahogo y también hace pruebas para determinar si
existe una disminución de la función pulmonar.
Dado que las vías aéreas pulmonares pueden comenzar a estrecharse antes de que
aparezcan los síntomas, el individuo con síntomas retardados puede utilizar un aparato para
controlar las vías aéreas durante las horas laborables. Este aparato, un medidor manual del
flujo máximo, mide la velocidad de espiración del aire de los pulmones. Cuando las vías
aéreas se estrechan, la velocidad disminuye marcadamente, sugiriendo asma profesional.
Prevención y tratamiento
Existen medidas de control de polvo y de vapores, en las industrias que utilizan sustancias
que puedan causar asma; sin embargo, puede ser imposible eliminarlas del todo. Los
trabajadores que padecen asma aguda deberían hacer lo posible por cambiar de trabajo. Con
frecuencia la exposición constante provoca asma más grave y persistente.
Los tratamientos son los mismos que se aplican en otros tipos de asma. Los fármacos que
abren las vías aéreas (broncodilatadores) pueden administrarse en un inhalador (por ejemplo,
el albuterol) o en comprimidos (por ejemplo, la teofilina). Para los ataques graves, se pueden
tomar corticosteroides (como la prednisona) por vía oral durante un período breve. En
tratamientos de larga duración, se prefieren los corticosteroides por inhalación.
Bisinosis
Aunque la bisinosis se produce casi exclusivamente en las personas que trabajan con el
algodón sin procesar, quienes trabajan con lino y cáñamo pueden también desarrollar este tipo
de afección. Los obreros que abren fardos de algodón en rama o que trabajan en las primeras
fases del procesamiento del algodón parecen ser los más afectados. Aparentemente, algún
elemento del algodón en rama provoca el estrechamiento de las vías aéreas en las personas
propensas.
Síntomas y diagnóstico
Sin embargo, cuando se trata de una persona que ha trabajado con algodón durante
muchos años, la opresión en el pecho puede durar 2 o 3 días o incluso la semana completa. La
exposición prolongada al polvillo del algodón aumenta la frecuencia de las sibilancias pero no
evoluciona hacia una enfermedad pulmonar discapacitante.
Los gases como el cloro y el amoníaco se disuelven con facilidad e irritan inmediatamente
la boca, la nariz y la garganta. Las partes inferiores de los pulmones se ven afectadas sólo
cuando el gas se inhala profundamente. Los gases radiactivos, que se liberan en el accidente
de un reactor nuclear, pueden provocar cáncer de pulmón y otras formas de cáncer que pueden
tardar años en desarrollarse. Algunos gases como el dióxido de nitrógeno no se disuelven
fácilmente. Por consiguiente, no producen señales iniciales de exposición, como irritación de
la nariz y de los ojos, y son más propensos a ser profundamente inhalados en los pulmones.
Dichos gases pueden causar la inflamación de las vías aéreas pequeñas (bronquiolitis) o causar
la acumulación de líquido en los pulmones (edema pulmonar).
Síntomas y diagnóstico
Los gases solubles como el cloro producen graves quemaduras en los ojos, la nariz, la
garganta, la tráquea y en las grandes vías aéreas. A menudo producen tos y sangre en el esputo
(hemoptisis), siendo también frecuentes las náuseas y el ahogo. Los gases menos solubles
como el dióxido de nitrógeno producen ahogo, en ocasiones grave, al cabo de 3 o 4 horas.
En caso de un escape accidental, deben estar disponibles las máscaras de gas con su propia
provisión de aire. Los granjeros en los silos necesitan estar informados sobre el peligro de las
exposiciones a gases tóxicos.
Neumoconiosis benigna
Hay otras sustancias que, en algunas ocasiones, muestran alteraciones de los pulmones en
las radiografías. La siderosis resulta de la inhalación del óxido de hierro; la baritosis, de la
inhalación de bario y la estannosis, de la inhalación de partículas de estaño. Si bien estos
polvos son evidentes en una radiografía de tórax, no causan grandes reacciones en el pulmón,
de modo que las personas expuestas a ellos no manifiestan síntomas ni deterioro funcional.
CAPITULO 39
Enfermedades alérgicas de los pulmones
Los pulmones son particularmente propensos a las reacciones alérgicas porque están
expuestos a grandes cantidades de antígenos suspendidos en el aire, como polvos, pólenes y
sustancias químicas. La exposición a polvos irritantes o a sustancias suspendidas en el aire,
frecuentemente en el trabajo, aumenta la probabilidad de las reacciones alérgicas respiratorias.
Sin embargo, las reacciones alérgicas en los pulmones no son sólo el resultado de la
inhalación de antígenos. Se pueden producir también por la ingestión de ciertos alimentos o
fármacos.
Las reacciones de tipo III (complejos inmunes) se producen cuando se acumula un gran
número de complejos antígeno-anticuerpo. Éstos pueden provocar una inflamación extensa
que daña los tejidos, particularmente las paredes de los vasos sanguíneos, creándose un
proceso denominado vasculitis. El lupus eritematoso sistémico es un ejemplo de una
enfermedad causada por una reacción de tipo III.
Causas
Síntomas y diagnóstico
Otros síntomas consisten en falta de apetito, náuseas y vómitos, pero las sibilancias no son
frecuentes. Si el individuo no vuelve a exponerse al antígeno, los síntomas habitualmente
disminuyen en unas horas pero la recuperación completa puede tardar varias semanas.
Una forma más lenta de reacción alérgica (forma subaguda) puede producir tos y ahogo
durante varios días o semanas; a veces puede ser lo bastante grave para requerir la
hospitalización del afectado.
Con la neumonitis por hipersensibilidad crónica, la persona entra en contacto
repetidamente con el alergeno durante meses o años, pudiéndose formar cicatrices difusas en
los pulmones, hasta desarrollar un proceso denominado fibrosis pulmonar. Con el paso del
tiempo se agravan los ahogos durante el ejercicio, la tos con esputo, el cansancio y la pérdida
de peso. Finalmente, la enfermedad puede llevar a una insuficiencia respiratoria.
El diagnóstico se establece con frecuencia a raíz de una radiografía de tórax anormal. Para
establecer el diagnóstico de neumonitis por hipersensibilidad también pueden contribuir las
pruebas de función respiratoria que miden la capacidad pulmonar de retención de aire y las
capacidades inspiratoria y espiratoria, al igual que el intercambio de oxígeno y anhídrido
carbónico. Los análisis de sangre para detectar anticuerpos pueden confirmar la exposición al
antígeno sospechoso. Cuando no es posible identificar el antígeno y el diagnóstico no está
claro, se puede realiza una biopsia pulmonar (extracción de una pequeña porción de tejido
pulmonar para su examen al microscopio). Es posible extraer dicha muestra durante una
broncoscopia (un examen de las vías aéreas utilizando un tubo de observación), una
toracoscopia (un examen de la superficie pulmonar y de la cavidad pleural usando también
dicho método) o una toracotomía (una intervención en la que se abre la pared del tórax).
Prevención y tratamiento
Los individuos que han sufrido un episodio agudo de neumonitis por hipersensibilidad se
restablecen si se evitan ulteriores contactos con la sustancia. Cuando el episodio es grave, los
corticosteroides, como la prednisona, reducen los síntomas y pueden disminuir una
inflamación intensa. Los episodios prolongados o repetidos pueden conducir a una
enfermedad irreversible; la función respiratoria puede verse tan comprometida que el paciente
llega a necesitar una terapia complementaria de oxígeno.
Neumonía eosinófila
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas pueden ser leves o potencialmente mortales. La neumonía eosinófila simple
(síndrome de Löffler) y otras neumonías semejantes pueden producir fiebre leve y síntomas
respiratorios ligeros. El individuo puede tener tos y respiración sibilante y sentir ahogo, pero,
en general, se restablece con rapidez. En ocasiones, la neumonía eosinófila puede evolucionar
en pocas horas hacia una forma de insuficiencia respiratoria grave.
Tratamiento
En algunos, se puede desarrollar una reacción alérgica compleja en las vías aéreas y los
pulmones. A pesar de que el hongo en realidad no invade los pulmones y no destruye
directamente los tejidos, forma colonias en la mucosidad de las vías aéreas y provoca
repetidas inflamaciones alérgicas en el pulmón. Los sacos de aire de los pulmones (alvéolos)
se llenan principalmente con eosinófilos.
También puede haber un número elevado de células productoras de moco. En los casos
avanzados, la inflamación puede hacer que las vías aéreas centrales se ensanchen de forma
permanente, produciendo una enfermedad denominada bronquiectasias. Finalmente, aparecen
cicatrices en los pulmones.
Síntomas y diagnóstico
Los primeros síntomas de aspergilosis broncopulmonar alérgica son por lo general los
síntomas progresivos del asma, como la respiración sibilante y el ahogo, junto con unas
décimas de fiebre. El afectado habitualmente no se siente bien. Pueden aparecer manchas
marrones en el esputo o incluso tapones de moco. En sucesivas radiografías de tórax aparecen
áreas con las mismas características de la neumonía, pero localizadas más frecuentemente en
la parte superior de los pulmones. Si la enfermedad dura un tiempo, la tomografía
computadorizada (TC) puede mostrar las vías aéreas ensanchadas.
Cuando se examina el esputo al microscopio se puede ver el hongo, junto con el exceso de
eosinófilos. La sangre contiene un número de eosinófilos superior al valor normal y ciertos
anticuerpos contra el Aspergillus.
Tratamiento
Es difícil evitar el contacto con el Aspergillus dado que está en muchos lugares del medio
que nos rodea. Los fármacos antiasmáticos, especialmente los corticosteroides, se usan para
curar la aspergilosis broncopulmonar alérgica. Se puede prevenir el daño progresivo del
pulmón con un tratamiento de prednisona por vía oral a dosis elevadas al principio, seguido de
un tratamiento de larga duración a dosis más bajas. Los fármacos antimicóticos no resultan
útiles porque los síntomas de la enfermedad no son consecuencia de una infección. Tampoco
es recomendable la administración de preparados alergenos (desensibilización).
Como la lesión pulmonar puede empeorar sin provocar síntomas perceptibles, se debe
controlar regularmente la enfermedad mediante radiografías de tórax, pruebas de función
respiratoria, y determinación de los anticuerpos. Las concentraciones de los anticuerpos
disminuyen una vez que se ha controlado la enfermedad.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Síndrome de Goodpasture
Esta enfermedad por lo general afecta a los varones jóvenes. Por razones desconocidas, los
individuos que padecen el síndrome de Goodpasture producen anticuerpos contra ciertas
estructuras, en el aparato filtrante de los riñones y en los sacos de aire (alvéolos) y los
capilares de los pulmones. Dichos anticuerpos provocan una inflamación que interfiere con la
función renal y pulmonar. Se considera que tales anticuerpos pueden ser la causa directa de la
enfermedad.
Síntomas y diagnóstico
El individuo que padece esta enfermedad desarrolla típicamente ahogo y tos con emisión
de sangre. Los síntomas pueden evolucionar rápidamente y empeorar. La respiración puede
disminuir y puede haber una pérdida importante de sangre, al mismo tiempo que se produce
una insuficiencia renal.
Tratamiento
Esta enfermedad puede evolucionar hacia la muerte con mucha rapidez. Para suprimir la
actividad del sistema inmunitario se puede administrar corticosteroides y ciclofosfamida por
vía intravenosa.
Muchas enfermedades pueden causar fibrosis pulmonar, especialmente las alteraciones del
sistema inmunitario.
Sin embargo, si bien las causas pueden ser muchas, en la mitad de las personas con
fibrosis pulmonar, éstas no llegan a descubrirse. Se considera que esas personas están
afectadas de fibrosis pulmonar idiopática (alveolitis fibrosa, neumonía intersticial). El término
idiopático significa de causa desconocida.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas dependen del grado de daño pulmonar, de la velocidad con que evoluciona la
enfermedad y del desarrollo de las complicaciones, como las infecciones y la insuficiencia
cardíaca. Los síntomas característicos comienzan de forma insidiosa, como el ahogo durante
un esfuerzo y la disminución de la fuerza. Los síntomas más habituales son tos, pérdida de
apetito, pérdida de peso, cansancio, debilidad y dolores leves en el pecho. En las etapas finales
de la enfermedad, a medida que la concentración de oxígeno en sangre disminuye, la piel
puede tomar un tinte azulado y los extremos de los dedos se engruesan o adquieren forma de
palillo de tambor. El esfuerzo excesivo del corazón puede llevar a una insuficiencia cardíaca.
Esta insuficiencia cardíaca causada por una enfermedad pulmonar subyacente se llama cor
pulmonale.
En una radiografía de tórax se pueden ver la cicatrización del pulmón y los quistes. Sin
embargo, en algunas ocasiones la radiografía de tórax puede ser normal, incluso cuando los
síntomas son graves. Las pruebas de función respiratoria demuestran que el volumen de aire
retenido por los pulmones es inferior al normal y el análisis de los gases en sangre muestra
una baja concentración de oxígeno.
Para confirmar el diagnóstico, se puede realizar una biopsia (extracción de una pequeña
porción de tejido pulmonar para su examen al microscopio) utilizando un broncoscopio. En
ocasiones se necesita una muestra más grande, que se debe extraer quirúrgicamente.
Tratamiento y pronóstico
Los demás tratamientos están dirigidos a aliviar los síntomas: terapia de oxígeno si el
contenido del mismo en sangre es bajo, antibióticos para la infección y fármacos para la
insuficiencia cardíaca. Varios centros médicos están utilizando el trasplante de pulmón en
personas que padecen fibrosis pulmonar idiopática grave.
Histiocitosis X
El granuloma eosinófilo tiende a manifestarse entre los 20 y los 40 años. Por lo general
afecta a los huesos, pero en un 20 por ciento de los casos afecta también a los pulmones, que,
a veces, son los únicos afectados. Cuando afecta a los pulmones, puede haber tos, ahogo,
fiebre y pérdida de peso; sin embargo, algunas personas no tienen síntomas. Una complicación
frecuente es el colapso pulmonar (neumotórax).
Aunque esta enfermedad afecta principalmente a los niños, puede también presentarse en
los adultos. Una parte de la sangre que se filtra a través de los capilares es recogida por las
células depuradoras del pulmón. La causa de la irritación del pulmón y de la cicatrización
consiguiente se debe a la descomposición de los productos de la sangre.
Síntomas y diagnóstico
Una radiografía de tórax muestra sombras desiguales en ambos pulmones. Las pruebas de
función pulmonar son indicativas de un volumen de aire anormalmente bajo en los pulmones.
Las pruebas muestran una disminución del oxígeno en la sangre, al principio solamente
durante el ejercicio, pero más adelante también durante el reposo.
Para establecer el diagnóstico, el médico analiza una muestra de líquido obtenida de los
alvéolos mediante un broncoscopio, que utiliza para lavar los segmentos del pulmón con una
solución salina que es recogida a continuación. A veces se realiza una biopsia (muestra de
tejido pulmonar para su examen al microscopio) durante la broncoscopia. En ocasiones, se
necesita una muestra mayor, que debe extraerse quirúrgicamente.
Tratamiento
Los individuos que presentan pocos o ningún síntoma no requieren tratamiento alguno. En
cambio, en aquellos que sí manifiestan síntomas, se puede eliminar el líquido rico en proteínas
de los alvéolos, lavándolos con una solución salina durante la broncoscopia. A veces se lava
sólo una pequeña sección del pulmón, pero en caso de síntomas graves y bajos valores de
oxígeno en sangre, se debe administrar anestesia general para efectuar un lavado completo del
pulmón. Al cabo de 3 o 5 días, se lava el otro pulmón, también bajo anestesia general. En
algunos pacientes es suficiente un solo lavado, mientras que otros necesitan repetir los lavados
cada 6 o 12 meses durante años.
Las personas que padecen de proteinosis alveolar del pulmón con frecuencia suelen tener
una dificultad respiratoria indefinida, pero es excepcional que la enfermedad evolucione hacia
la muerte, siempre y cuando se sometan regularmente a un lavado pulmonar. Está por
determinar la utilidad de los demás tratamientos, como el yoduro de potasio y las enzimas que
descomponen las proteínas. Los corticosteroides no son eficaces y en realidad pueden
aumentar la posibilidad de infección.
Sarcoidosis
Síntomas
La sarcoidosis afecta con frecuencia a la piel. En Europa suele aparecer como pequeñas
tumefacciones, dolorosas y de color rojo, habitualmente sobre la tibia (eritema nudoso),
acompañadas de fiebre y dolor articular, pero estos síntomas son menos frecuentes en otros
países. La sarcoidosis crónica puede llevar a la formación de lunares planos (placas), a veces
con relieve, o bien de tumefacciones justo por debajo de la piel.
Alrededor del 70 por ciento de las personas con sarcoidosis tienen granulomas en el
hígado. Con frecuencia no presentan síntomas y el hígado parece funcionar normalmente.
Menos del 10 por ciento de los que padecen sarcoidosis tienen el hígado agrandado y es rara la
ictericia causada por el malfuncionamiento del hígado.
Los ojos también resultan afectados en el 15 por ciento de personas con esta enfermedad.
La uveítis (una inflamación de ciertas estructuras internas del ojo) produce enrojecimiento y
dolor, interfiriendo con la visión. La inflamación persistente de forma prolongada puede
obstruir el drenaje de las lágrimas, causando glaucoma, llegando a provocar ceguera. Se
pueden formar granulomas en la conjuntiva (la membrana que cubre el globo ocular y la parte
interna de los párpados). Dichos granulomas no suelen provocar síntomas, pero la conjuntiva
es un punto accesible del cual se pueden tomar muestras de tejido para su examen.
La sarcoidosis puede afectar a los nervios del cráneo causando visión doble y provocando
una parálisis parcial de la cara. La diabetes insípida puede presentarse si la hipófisis o los
huesos que la circundan resultan afectados por la sarcoidosis. La hipófisis deja de producir la
vasopresina, una hormona necesaria para que el riñón pueda concentrar la orina, provocando
micciones frecuentes y en cantidades excesivas.
En los pacientes con fibrosis cicatricial pulmonar, las pruebas de capacidad pulmonar
muestran que el volumen de aire en el pulmón está por debajo de lo normal. El análisis de
sangre puede mostrar una cifra baja de glóbulos blancos. Con frecuencia, los valores de las
inmunoglobulinas son altos. Las enzimas hepáticas pueden estar elevadas si el hígado está
afectado, particularmente la fosfatasa alcalina.
Pronóstico
Los individuos con sarcoidosis que no se ha extendido más allá del tórax evolucionan
mejor que los que tienen sarcoidosis también en otra parte del cuerpo. Los pacientes con
ganglios linfáticos agrandados en el tórax, pero sin síntomas de enfermedad pulmonar, tienen
un pronóstico muy bueno. Aquellos cuya enfermedad ha comenzado con eritema nudoso son
los que tienen mejor pronóstico. Alrededor del 50 por ciento de las personas afectadas en
algún momento por sarcoidosis, tienen recaídas.
Un 10 por ciento de las personas con sarcoidosis desarrollan una grave discapacidad
debido a las lesiones oculares, del aparato respiratorio o de otras partes del organismo. La
insuficiencia respiratoria a consecuencia de la fibrosis cicatricial pulmonar es la causa más
frecuente de mortalidad, seguida de la hemorragia debida a la infección pulmonar causada por
el hongo Aspergillus.
Tratamiento
Alrededor del 10 por ciento de los individuos que necesitan tratamiento no responden a los
corticosteroides, en cuyo caso son tratados con clorambucilo o metotrexato, que pueden ser
muy eficaces. La hidroxicloroquina es útil para eliminar las lesiones cutáneas desfigurantes.
La evolución favorable del tratamiento se puede controlar con una radiografía de tórax,
pruebas de capacidad pulmonar y midiendo el valor de calcio o de la enzima convertidora de
angiotensina en sangre. Estas pruebas se repiten con regularidad para detectar recidivas
después de la interrupción del tratamiento.
CAPITULO 41
Neumonías
La neumonía es una infección de los pulmones que afecta a los pequeños sacos de aire
(alvéolos) y los tejidos circundantes.
Varios millones de personas desarrollan neumonía y gran número mueren cada año. Con
frecuencia la neumonía puede ser una enfermedad terminal en personas que padecen otras
enfermedades crónicas graves. Es la sexta causa más frecuente de todas las muertes y la
infección mortal más frecuente que se adquiere en los hospitales. En los países en vías de
desarrollo, la neumonía es la causa principal de muerte y sólo la segunda después de la
deshidratación causada por la diarrea aguda.
Causas
La neumonía no es una enfermedad única, sino muchas enfermedades diferentes, cada una
de ellas causada por un microorganismo distinto. Por lo general, la neumonía se presenta tras
la inhalación de unos microorganismos, pero a veces la infección es llevada por el flujo
sanguíneo o migra a los pulmones directamente desde una infección cercana.
En los adultos, las causas más frecuentes son las bacterias, como Streptococcus
pneumoniae, Staphylococcus aureus, Legionella y Hemophylus influenzae. Los virus, como
los de la gripe y la varicela, pueden también causar neumonía. El Mycoplasma pneumoniae,
un microorganismo semejante a una bacteria, es una causa particularmente frecuente de
neumonía en niños mayores y en adultos jóvenes. Algunos hongos causan también neumonía.
Algunas personas son más propensas a esta enfermedad que otras. El alcoholismo, fumar
cigarrillos, la diabetes, la insuficiencia cardíaca y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica
son causas que predisponen a la neumonía. Los niños y las personas de edad avanzada tienen
mayor riesgo de desarrollarla, así como los individuos con un sistema inmune deficiente,
debido a ciertos fármacos (como los utilizados para curar el cáncer y en la prevención del
rechazo de un trasplante de órgano). También están en el grupo de riesgo las personas
debilitadas, postradas en cama, paralizadas o inconscientes o las que padecen una enfermedad
que afecta al sistema inmunitario como el SIDA.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas corrientes de la neumonía son una tos productiva con esputo, dolores en el
tórax, escalofríos, fiebre y ahogo. Sin embargo, estos síntomas dependen de la extensión de la
enfermedad y del microorganismo que la cause. Cuando la persona presenta síntomas de
neumonía, el médico ausculta el tórax con un fonendoscopio para evaluar la afección. La
neumonía generalmente produce una modificación característica de la transmisión de los
sonidos que puede oírse mediante el fonendoscopio.
En la mayoría de los casos, el diagnóstico se confirma con una radiografía de tórax que,
con frecuencia, contribuye a determinar cuál es el microorganismo causante de la enfermedad.
También se examinan muestras de esputo y de sangre con el fin de identificar la causa. Sin
embargo, en la mitad de los individuos con neumonía, no se llega a identificar el
microorganismo responsable.
Tratamiento
Neumonía neumocócica
Existe una vacuna que protege de las infecciones neumocócicas graves en casi el 70 por
ciento de las personas vacunadas. Se recomienda la vacunación para individuos con un alto
riesgo de contraer la neumonía neumocócica, como los que tienen enfermedades cardíacas o
pulmonares, los individuos con deficiencia del sistema inmune o con diabetes y los mayores
de 65 años. En general, la protección que proporcionan las vacunas duran toda la vida, aunque
los individuos con mayor riesgo a veces se tienen que volver a vacunar al cabo de 5 a 10 años.
En un 50 por ciento de los casos, la vacuna causa enrojecimiento y dolor en el lugar de la
inyección. Solamente el uno por ciento de los vacunados presenta fiebre y dolor muscular tras
la vacunación y son pocos los casos de reacción alérgica grave.
La neumonía neumocócica se puede tratar con cualquiera de los diversos antibióticos
existentes, incluyendo la penicilina. Los alérgicos a la penicilina reciben eritromicina u otro
antibiótico. Los neumococos que son resistentes a la penicilina pueden tratarse con otros
fármacos; sin embargo, estos neumococos se están volviendo más resistentes a esos otros
fármacos también.
Neumonía estafilocócica
Los pulmones de adultos sanos son raramente infectados por las bacterias gramnegativas.
Son los niños pequeños los infectados con mayor frecuencia, así como las personas de edad
avanzada, los alcohólicos y las personas con enfermedades crónicas, especialmente con
alteraciones del sistema inmune. Las infecciones por bacterias gramnegativas se adquieren
generalmente en ambientes hospitalarios.
Las bacterias gramnegativas pueden destruir con mucha rapidez el tejido pulmonar, por lo
que la neumonía provocada por una bacteria gramnegativa tiende a empeorar de forma rápida.
La fiebre, la tos y el ahogo son frecuentes, y el esputo expulsado puede ser espeso y de color
rojo (color y consistencia similares a la jalea de grosella).
Hemophylus influenzae es una bacteria. A pesar de su nombre, no tiene nada que ver con
el virus de la influenza que causa la gripe. Las cepas de Hemophylus influenzae tipo b son el
grupo más virulento y provocan graves enfermedades, como la meningitis, la epiglotitis y la
neumonía, por lo general en niños menores de 6 años. Sin embargo, debido al uso
ampliamente difundido de la vacuna del Hemophylus influenzae tipo b, la enfermedad grave
causada por este microorganismo se está volviendo menos frecuente. La neumonía es más
común entre las personas que padecen drepanocitosis y en las que presentan
inmunodeficiencias. En la mayoría de estos casos el germen no pertenece al grupo de los
microorganismos que se utilizan para la producción de la vacuna frente a Hemophylus
influenzae tipo b.
Los síntomas de la infección pueden ser accesos de estornudos y goteo nasal seguidos por
los síntomas característicos de la neumonía, como fiebre, tos que produce esputo y ahogo. Es
frecuente la aparición de líquido en la cavidad pleural (el espacio comprendido entre las dos
capas de la membrana que recubre el pulmón y la pared torácica); esta afección se denomina
derrame pleural. (•V. página 213)
Se recomienda la vacunación contra los Hemophylus influenzae tipo b para todos los
niños. La vacuna se administra en tres dosis, a la edad de 2, 4 y 6 meses. Se utilizan
antibióticos para tratar la neumonía de Hemophylus influenzae tipo b.
A pesar de que la enfermedad del legionario puede producirse a cualquier edad, con mayor
frecuencia los afectados son las personas de mediana y avanzada edad. Los individuos que
fuman, abusan del alcohol o toman corticosteroides parecen correr un riesgo mayor de
contraer la enfermedad. Ésta puede producir síntomas relativamente menores o puede ser
potencialmente mortal.
Neumonías atípicas
Las neumonías atípicas son neumonías causadas por microorganismos distintos a los
denominados típicamente bacterias, virus u hongos. Los más frecuentes son Mycoplasma y
Chlamydia, dos microorganismos semejantes a las bacterias.
Psitacosis
La psitacosis (fiebre del loro) es una neumonía rara causada por Chlamydia psittaci, una
bacteria que se encuentra principalmente en aves como loros, periquitos y tórtolas. También se
puede encontrar en otras aves, como palomas, pichones, gallinas y pavos. Por lo general, las
personas se infectan por la aspiración del polvo de las plumas o de las heces de las aves
infectadas. También se puede transmitir el microorganismo a través de la picadura de un ave
infectada y, en casos excepcionales, de una persona a otra a través de las pequeñas gotas que
se expulsan con la tos. La psitacosis es principalmente una enfermedad ocupacional de las
personas que trabajan con animales domésticos o en granjas avícolas.
Al cabo de una a tres semanas de haber sido infectada, la persona presenta fiebre,
escalofríos, cansancio y pérdida de apetito. Comienza a tener accesos de tos, que al principio
es seca y más tarde produce un esputo verdoso. La fiebre persiste durante 2 o 3 semanas y
luego desaparece lentamente. La enfermedad puede ser leve o grave, dependiendo de la edad y
de la extensión del tejido pulmonar afectado.
Los criadores y dueños de aves pueden protegerse evitando el contacto con el polvo de las
plumas y de las jaulas de los animales enfermos. Se exige que los importadores traten con
tetraciclina a las aves propensas; el tratamiento de 45 días generalmente elimina el
microorganismo.
Neumonía vírica
Muchos virus pueden afectar a los pulmones, causando neumonía. Los más frecuentes en
lactantes y niños son el virus sincitial respiratorio, el adenovirus, el virus parainfluenza y el
virus de la gripe. El virus del sarampión puede también causar neumonía, especialmente en
niños desnutridos.
En los adultos sanos, dos tipos de virus de la gripe, denominados tipos A y B, causan
neumonía. El virus de la varicela puede también provocar neumonía en adultos. En las
personas de edad avanzada, la neumonía vírica puede ser causada por el virus de la gripe, de la
parainfluenza o por el virus sincitial respiratorio. Las personas de cualquier edad con un
sistema inmune deficiente pueden desarrollar neumonía grave causada por citomegalovirus o
por el virus del herpes simple.
La mayoría de las neumonías por virus no se trata con fármacos. Sin embargo, ciertas
neumonías graves provocadas por virus se pueden tratar con fármacos antivíricos. Por
ejemplo, puede tratarse con aciclovir la neumonía causada por el virus de la varicela o por el
virus del herpes simple. Se recomiendan vacunaciones anuales contra la gripe para el personal
sanitario, las personas de edad avanzada y quienes padecen trastornos crónicos como
enfisema, diabetes o enfermedades cardíacas y renales.
En algunos casos, la infección se extiende más allá del aparato respiratorio, habitualmente
a la piel, los huesos, las articulaciones y las membranas que envuelven el cerebro (meninges).
Esta complicación es más frecuente en los varones, especialmente en individuos que padecen
SIDA y otros trastornos del sistema inmunitario. El diagnóstico se establece identificando el
hongo en una muestra de esputo o de otra zona infectada o llevando a cabo un análisis de
sangre que identifica ciertos anticuerpos. El tratamiento habitual consiste en administrar un
fármaco antimicótico, como el fluconazol o la amfotericina B.
En la blastomicosis, después de haber sido aspirado, el hongo causa infección sobre todo
en el pulmón pero, en general, no produce síntomas. Algunos individuos desarrollan una
enfermedad semejante a la gripe y, en ocasiones los síntomas de una infección crónica
pulmonar persisten durante varios meses. La enfermedad se puede propagar a otras partes del
organismo, especialmente piel, huesos, articulaciones y próstata. El diagnóstico se basa
habitualmente en la identificación del hongo en el esputo. El tratamiento consiste en
administrar un fármaco contra los hongos, como el itraconazol o la amfotericina B.
El Aspergillus causa infecciones pulmonares en personas que padecen SIDA o que han
sido sometidas a un trasplante de órgano. La candidiasis pulmonar, una infección rara, se
produce con mayor frecuencia en pacientes que tienen valores de glóbulos blancos inferiores
al valor normal; es el caso de personas con leucemia o sometidas a quimioterapia. La
mucormicosis, una infección relativamente rara provocada por hongos, se produce con mayor
frecuencia en los individuos que padecen diabetes aguda o leucemia. Las cuatro infecciones se
tratan con fármacos antimicóticos, como el itraconazol, el fluconazol y la amfotericina B. Sin
embargo, es posible que no se recuperen las personas que padecen SIDA u otros trastornos del
sistema inmunitario.
La mayoría de los afectados manifiesta fiebre, ahogo y tos seca. Estos síntomas
generalmente surgen al cabo de varias semanas. Los pulmones pueden ser incapaces de
aportar suficiente oxígeno a la sangre, provocando ahogo grave.
La neumonitis química se produce cuando la materia aspirada es tóxica para los pulmones;
el proceso se debe más al resultado de la irritación que a una infección. Una materia tóxica
frecuentemente aspirada es el ácido del estómago. El resultado inmediato es el ahogo
repentino y una aceleración del ritmo cardíaco. Otros síntomas pueden ser fiebre, esputo con
espuma de color rosa y un tinte azulado en la piel causado por la sangre escasamente
oxigenada (cianosis).
La obstrucción mecánica de las vías aéreas puede ser causada por la aspiración de
partículas u objetos. Los niños pequeños corren un riesgo muy elevado porque, con
frecuencia, se llevan objetos a la boca y pueden aspirar pequeños juguetes o incluso partes de
estos juguetes. La obstrucción puede también ocurrir en adultos, principalmente cuando
aspiran un bocado de carne durante la comida. Cuando un objeto queda atascado en la parte
superior de la tráquea, la persona es incapaz de respirar o de hablar. Si no se extrae el objeto
de inmediato, la muerte sobreviene con rapidez. La maniobra de Heimlich, realizada para
extraer el objeto, puede salvar la vida del afectado. Si el objeto queda atascado en la parte
inferior de las vías aéreas, puede producir una tos crónica irritante e infecciones recurrentes.
El objeto se extrae por lo general mediante una broncoscopia (un procedimiento que utiliza un
instrumento que permite al médico observar la vía respiratoria y extraer muestras y cuerpos
extraños).
CAPITULO 42
Absceso pulmonar
Causas
Una enfermedad de las encías es, a menudo, la fuente de las bacterias, pero incluso cuando
se aspira la saliva normal, ésta contiene suficientes bacterias como para causar una infección.
En algunas personas, especialmente los mayores de 40 años, un tumor de pulmón puede
causar un absceso pulmonar debido a la obstrucción de una vía respiratoria.
Una persona desarrolla habitualmente un solo absceso de pulmón, pero cuando aparecen
otros, es característico que éstos se desarrollen en el mismo pulmón. Pueden formarse muchos
abscesos dispersos cuando la infección llega al pulmón por el flujo sanguíneo.
Este problema es más frecuente entre los drogadictos que usan agujas no esterilizadas.
Finalmente, la mayor parte de los abscesos se rompen dentro de una vía respiratoria,
produciendo gran cantidad de esputo que necesita ser expulsado con la tos. Además, un
absceso que se rompe deja en el pulmón una cavidad que se llena de líquido y de aire. A
veces, un absceso que se derrama en la cavidad pleural (el espacio comprendido entre las dos
capas de la membrana que recubre el pulmón y la pared torácica), se llena de pus, provocando
un proceso llamado empiema.
En casos raros, un absceso grande se rompe dentro de un bronquio (una de las dos ramas
principales que lleva aire al pulmón) y el pus se derrama en el pulmón, provocando neumonía
y el síndrome de distrés respiratorio agudo del adulto. Se puede producir una hemorragia
grave si un absceso destruye la pared de un vaso sanguíneo.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas pueden comenzar lenta o repentinamente. Los síntomas iniciales se parecen
a los de la neumonía: cansancio, pérdida del apetito, sudación, fiebre y tos que produce
esputo. Este esputo puede estar teñido de sangre y es frecuente que tenga un olor muy
desagradable a causa de las bacterias provenientes de la boca o de la garganta, que tienden a
producir olores fétidos. La persona puede sentir además dolores en el tórax al respirar,
especialmente cuando la pleura está inflamada.
Tratamiento
Por lo general se necesitan varias semanas o meses de terapia con antibióticos para lograr
una mejoría significativa.
Para ayudar a vaciar un absceso de pulmón, la persona debe toser y someterse a una
terapia respiratoria. Cuando se piensa que la causa es un obstáculo en la vía respiratoria, se
practica una broncoscopia para eliminar la obstrucción.
La fibrosis quística es una enfermedad hereditaria que hace que ciertas glándulas
produzcan secreciones anormales, cuyo resultado es una serie de síntomas, entre los cuales el
más importante afecta al tracto digestivo y a los pulmones.
No obstante, su incidencia es desigual en las distintas etnias; así, en los Estados Unidos,
por ejemplo, donde la diversidad étnica y la calidad de los estudios estadísticos aportan datos
comparados, la fibrosis quística, que es la causa de mayor frecuencia entre las personas de
raza blanca, un 5 por ciento de los cuales son portadores de un gen anormal portador de la
enfermedad, causa la muerte de uno de cada cada 2 500 bebés de raza blanca y de uno de cada
17 000 bebés de raza negra, mientras que es rara entre los individuos asiáticos.
En cambio, no hay variación en su indidencia en función del sexo, afectando por igual a
niños y niñas.
En las personas que son portadoras del gen anormal responsable de la fibrosis quística, la
enfermedad, dado que el rasgo es recesivo, se manifiesta solamente cuando son dos los genes
anormales que posee el individuo. Los síntomas son imperceptibles en personas portadoras de
un solo gen anormal. Este gen controla la producción de una proteína que regula el paso de
cloro y de sodio (sal) a través de las membranas celulares. Cuando ambos genes son
anormales, este paso se interrumpe, provocando deshidratación y aumento de la viscosidad de
las secreciones.
La fibrosis quística afecta a casi todas las glándulas exocrinas (glándulas que segregan
líquidos en el interior de un conducto). Las secreciones son anormales y afectan al
funcionamiento glandular. En algunas glándulas, como el páncreas y las glándulas de los
intestinos, las secreciones son espesas o sólidas y pueden obstruir completamente la glándula.
Las glándulas que producen mucosidades en las vías aéreas de los pulmones fabrican
secreciones anormales que las obstruyen, permitiendo la multiplicación de bacterias. Las
glándulas sudoríparas, las glándulas parótidas y las pequeñas glándulas salivales segregan
líquidos cuyo contenido en sal es superior a lo normal.
Síntomas
Los pulmones son normales al nacer, pero los trastornos respiratorios pueden desarrollarse
en cualquier momento a partir del nacimiento. Las secreciones bronquiales espesas obstruyen
finalmente las vías aéreas pequeñas, produciendo su inflamación.
A medida que la enfermedad avanza, las paredes bronquiales se engruesan, las vías aéreas
se llenan de secreciones infectadas, algunas zonas del pulmón se contraen (una afección
denominada atelectasia) y los ganglios linfáticos aumentan de tamaño. Todas estas
alteraciones reducen la capacidad del pulmón para transferir el oxígeno a la sangre.
El íleo meconial, una forma de obstrucción intestinal en los recién nacidos, se produce en
el 17 por ciento de los que padecen fibrosis quística. El meconio, una sustancia de color verde
oscuro que aparece en las primeras heces de un recién nacido, es espeso y su tránsito es más
lento de lo normal. Si el meconio es demasiado espeso, obstruye el intestino y la obstrucción
puede llevar a la perforación de la pared intestinal o provocar una hernia del intestino.
El meconio puede también formar tapones en el intestino grueso o en el ano, causando una
obstrucción temporal. Los bebés que tienen íleo meconial casi siempre desarrollan otros
síntomas de fibrosis quística más adelante.
Alrededor de la mitad de los niños con fibrosis quística se llevan por primera vez a la
consulta médica porque tienen tos, respiración sibilante e infecciones del tracto respiratorio.
La tos, el síntoma más perceptible, se acompaña con frecuencia de náuseas, vómitos y
alteraciones del sueño. A medida que la enfermedad evoluciona, el tórax toma forma de barril
y la falta de oxígeno puede producir dedos en forma de palillos de tambor y piel azulada. Se
pueden formar pólipos en la nariz y una sinusitis con secreciones espesas.
Alrededor del 2 al 3 por ciento de las personas que padecen fibrosis quística desarrollan
diabetes y son insulinodependientes debido a que el páncreas cicatrizado ya no es capaz de
producir suficiente insulina. La obstrucción de los conductos biliares por secreciones espesas
puede causar inflamación del hígado y finalmente cirrosis. Esta cirrosis puede provocar un
aumento de la presión en las venas que llegan al hígado (hipertensión portal), conduciendo a
un ensanchamiento de las venas del extremo inferior del esófago (varices esofágicas). Esta
alteración hace que las venas puedan romperse y sangrar copiosamente.
Los individuos con fibrosis quística a menudo tienen problemas de fertilidad. El 98 por
ciento de los varones adultos no producen esperma o lo producen en poca cantidad debido al
desarrollo anormal de los vasos deferentes. En las mujeres, las secreciones del cuello uterino
son demasiado viscosas, lo que provoca una disminución de la fertilidad.
Las mujeres que padecen fibrosis quística tienen más probabilidades de tener
complicaciones durante el embarazo que las mujeres no afectadas; aun así, muchas mujeres
con fibrosis quística han tenido hijos.
Diagnóstico
En los recién nacidos que padecen fibrosis quística, la concentración de la enzima tripsina
en sangre es superior al valor normal. Se puede medir esta concentración en una gota de
sangre recogida en un trozo de papel de filtro. Aunque este método se utiliza en exploraciones
de los recién nacidos, no es una prueba concluyente para el diagnóstico de la fibrosis quística.
La prueba cuantitativa del sudor con pilocarpina mide la cantidad de sal en el sudor. El
fármaco pilocarpina se administra para estimular la sudación de una pequeña zona de piel y a
continuación se coloca un trozo de papel de filtro sobre la zona para absorber el sudor.
Entonces se mide la concentración de sal en el sudor. Una concentración de sal por encima de
los valores normales confirma el diagnóstico en las personas que padecen los síntomas de la
fibrosis quística o que tienen familiares que padecen esta enfermedad. Aunque los resultados
de esta prueba son válidos en bebés a partir de las 24 horas de vida, hay que tener en cuenta
que recoger una muestra de sudor lo suficientemente grande de un bebé menor de 3 o 4
semanas puede ser algo realmente difícil. La prueba del sudor puede también confirmar el
diagnóstico en niños mayores y en adultos.
Dado que la fibrosis quística puede afectar a varios órganos, las pruebas complementarias
pueden ayudar al médico a establecer el diagnóstico. Cuando los valores de las enzimas
pancreáticas son reducidos, un análisis de las heces puede revelar la disminución o la ausencia
de enzimas digestivas, como tripsina y quimotripsina, o un valor elevado de sustancias grasas.
Cuando se reduce la secreción de insulina, se eleva la concentración de azúcar en sangre. Las
pruebas de función pulmonar pueden determinar un trastorno respiratorio. Asimismo, una
radiografía de tórax puede sugerir el diagnóstico.
Además de los padres, los parientes de un niño que padece fibrosis quística podrían estar
interesados en saber si existe la probabilidad de tener hijos con esta enfermedad. Las pruebas
genéticas a partir de una pequeña muestra de sangre pueden ayudar a determinar quién tiene
un gen anormal que produce fibrosis quística. A no ser que ambos padres tengan por lo menos
un gen, sus hijos no tendrán fibrosis quística. Si ambos padres son portadores de un gen
anormal que produce la fibrosis quística, cada uno de los embarazos tiene un 25 por ciento de
probabilidad de que esta enfermedad pueda afectar al hijo. En general, durante el embarazo es
posible establecer un diagnóstico de fibrosis quística en el feto.
Pronóstico
Tratamiento
Las personas que padecen de insuficiencia pancreática deben tomar sustitutos de enzimas,
disponibles en polvo (para los lactantes) y en cápsulas. La dieta debe aportar suficientes
calorías y proteínas para un crecimiento normal. La proporción de grasas debe ser de normal a
elevada. Dado que los individuos que padecen fibrosis quística no absorben bien las grasas,
necesitan por ello consumir más grasas de lo normal para asegurar un crecimiento adecuado.
Las formas de leche especial que contienen proteínas y grasas de fácil digestión pueden
ayudar a los niños con problemas graves de páncreas. Los que no siguen un régimen adecuado
pueden necesitar una alimentación complementaria, que se administra a través de una sonda
introducida en el estómago o en el intestino delgado.
Los padres de un niño pequeño pueden aprender estos métodos y realizarlos en casa todos
los días. Los niños mayores y adultos pueden realizar la terapia respiratoria de forma
independiente, utilizando aparatos especiales para la respiración o chalecos de compresión.
A menudo se administran fármacos que ayudan a prevenir la contracción de las vías aéreas
(broncodilatadores). Los pacientes con graves enfermedades pulmonares y una baja
concentración de oxígeno en sangre pueden requerir una terapia complementaria de oxígeno.
En general, el uso de un respirador no es muy útil para los individuos con insuficiencia
pulmonar, sin embargo, períodos ocasionales y breves de respiración artificial pueden ayudar
durante las infecciones graves siempre que la función pulmonar fuese normal antes de
producirse la infección. Los fármacos en aerosol que ayudan a disolver la mucosidad
(mucolíticos), como la DNasa recombinante, se usan ampliamente dada su capacidad para
facilitar la tos con esputo y mejorar la función respiratoria.
Estos tipos de trasplante se están volviendo más sistemáticos, con buenos resultados,
debido a la experiencia y al perfeccionamiento de los métodos. Un año después del trasplante,
aproximadamente el 75 por ciento de los pacientes sobrevive y mejora notablemente.
Los individuos que padecen fibrosis quística por lo general mueren de insuficiencia
respiratoria, tras muchos años de deterioro de la función pulmonar. Sin embargo, un número
reducido muere de una enfermedad de hígado, de una hemorragia en una vía respiratoria o de
complicaciones posteriores a una intervención quirúrgica.
CAPITULO 44
Trastornos de la pleura
Pleuresía
La pleuresía se produce cuando un agente (por lo general un virus o una bacteria) irrita la
pleura, causando una inflamación. La pleuresía puede ser seca (pleuritis seca) o acompañada
de exudación de líquido dentro de la cavidad pleural (derrame pleural). Una vez que
desaparece la inflamación, la pleura puede volver a la normalidad o bien pueden producirse
adherencias que hacen que las capas de la pleura se peguen entre sí.
Síntomas y diagnóstico
El síntoma más frecuente de la pleuresía es el dolor torácico, que por lo general comienza
de repente. El dolor varía desde un malestar vago a un intenso dolor punzante. La persona
puede sentir el dolor sólo cuando respira profundamente o tose, o bien puede tener un dolor
persistente que empeora con la respiración profunda y la tos. La inflamación de la membrana
pleural externa es la causa del dolor que generalmente se siente en la pared del tórax justo en
el sitio de la inflamación. Sin embargo, el dolor se puede sentir también, o solamente, en el
abdomen o en el cuello y en los hombros (dolor reflejo).
La respiración puede ser rápida y poco profunda porque respirar profundamente produce
dolor; los músculos del lado que duele se mueven menos que los del lado normal. Si se
acumula una gran cantidad de líquido, pueden separarse las capas de la pleura y de este modo
el dolor torácico desaparece. La gran acumulación de líquido puede causar dificultad en la
expansión de uno o de ambos pulmones al respirar, provocando distrés respiratorio.
Dos planos de la pleura
Tratamiento
Los analgésicos como el paracetamol o el ibuprofeno pueden por lo general aliviar el dolor
torácico, independientemente de la causa de la pleuresía.
La codeína y otros narcóticos son analgésicos más fuertes, pero no son aconsejables
porque tienden a suprimir la tos, lo que no es recomendable porque la respiración profunda y
la tos ayudan a prevenir la neumonía. Por esa razón, se
recomienda al paciente con pleuresía que respire profundamente y tosa tan pronto
disminuya el dolor. La tos puede también ser menos dolorosa cuando el propio paciente o un
ayudante mantienen una almohada firmemente apoyada contra la parte dolorosa del tórax.
Vendar todo el tórax con bandas elásticas amplias y no adhesivas alivia el dolor torácico
agudo. Sin embargo, el vendaje del tórax para reducir la expansión durante la respiración
aumenta el riesgo de neumonía.
Derrame pleural
Normalmente, sólo una capa fina de líquido separa las dos membranas de la pleura. Una
cantidad excesiva de líquido puede acumularse por varios motivos, como la insuficiencia
cardíaca, la cirrosis hepática y la neumonía.
Los otros tipos de líquido que se pueden acumular en la cavidad pleural pueden ser sangre,
pus, líquido lechoso y un líquido alto en colesterol.
El líquido lechoso en la cavidad pleural (quilotórax) es causado por una lesión de los
principales conductos linfáticos del tórax (conducto torácico) o por la obstrucción del
conducto causada por un tumor.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas más frecuentes, independientemente del tipo de líquido en la cavidad pleural
o de su causa, son ahogo y dolor de pecho. Sin embargo, muchos individuos con derrame
pleural no manifiestan ningún síntoma.
Una radiografía de tórax, que muestra el líquido, es generalmente el primer paso para el
diagnóstico. La tomografía computadorizada (TC) muestra más claramente el pulmón y el
líquido y puede revelar la presencia de una neumonía, un absceso de pulmón o un tumor. Una
ecografía puede ayudar al médico a localizar una pequeña acumulación de líquido, con el fin
de extraerla.
Casi siempre se extrae una muestra de líquido para su examen mediante una aguja
(procedimiento denominado toracocentesis). El aspecto del líquido puede ayudar a determinar
la causa del derrame. Ciertos exámenes complementarios evalúan la composición y
determinan la presencia de bacterias o de hongos. La muestra se examina además para
establecer el número y los tipos de células y la presencia de células cancerígenas.
Cuando estas pruebas no pueden identificar la causa del derrame, es necesario realizar una
biopsia de la pleura. Utilizando una aguja de biopsia, el médico extrae una muestra de la capa
externa de la pleura para su análisis. Si la muestra es demasiado pequeña para un diagnóstico
preciso, se debe tomar una muestra de tejido con una pequeña incisión en la pared torácica
(procedimiento llamado biopsia pleural abierta). A veces se obtiene una muestra usando un
toracoscopio (un tubo de observación que permite al médico examinar la cavidad pleural y
sacar muestras).
En algunas ocasiones, una broncoscopia (un examen visual directo de las vías aéreas a
través de un tubo de observación) ayuda al médico a encontrar la fuente del líquido. En el 20
por ciento de los derrames pleurales, la causa nunca se encuentra, aun después de numerosas
pruebas.
Tratamiento
La acumulación de líquido provocada por los tumores de la pleura puede ser difícil de
tratar debido a la rápida y nueva acumulación del líquido. El drenaje y la administración de
fármacos que impiden el crecimiento de tumores, previenen a veces la ulterior acumulación de
líquido. Pero si el líquido se sigue acumulando, puede ser útil sellar la cavidad pleural.
Todo el líquido se drena a través de un tubo, que luego se usa para administrar un irritante
pleural, como una solución de doxiciclina o talco, dentro del espacio.
La sustancia irritante sella las dos capas de la pleura entre sí, de modo que no quede
espacio para que se siga acumulando el líquido.
En caso de que penetre sangre en la cavidad pleural, por lo general, lo único que se hace es
drenarla a través de un tubo, siempre y cuando se haya interrumpido la hemorragia.
Los fármacos que ayudan a eliminar los coágulos sanguíneos, como la estreptoquinasa y
estreptodornasa, se pueden administrar a través del tubo de drenaje. Si la hemorragia continúa
o en caso de no poderse extraer la acumulación de forma adecuada con un tubo, una
intervención quirúrgica puede ser necesaria.
Neumotórax
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
En un neumotórax a tensión, la extracción urgente del aire puede evitar la muerte. El aire
se aspira de inmediato utilizando una jeringa grande que se conecta a una aguja introducida
dentro del tórax. A continuación, se introduce separadamente un tubo para drenar el aire de
forma continua.
CAPITULO 45
Cáncer de pulmón
La mayoría de las formas de cáncer de pulmón se origina en las células de los pulmones;
sin embargo, el cáncer puede también propagarse (metástasis) al pulmón desde otras partes del
organismo.
Causas
Una proporción reducida de cánceres de pulmón (del 10 al 15 por ciento en los varones y
el 5 por ciento en las mujeres) es consecuencia de las sustancias que se encuentran o que se
aspiran en el lugar de trabajo. Trabajar con amianto, radiación, arsénico, cromo, níquel, éter
clorometílico, gas de mostaza y emisiones de coque de los hornos, se relaciona con el cáncer
de pulmón, aunque por lo general sólo en las personas que también fuman cigarrillos.
Está por determinar el papel que desempeña la polución del aire como causante de cáncer
de pulmón. La exposición al gas radón en el ambiente doméstico puede ser importante en un
número reducido de casos. En ocasiones, algunas formas de cáncer de pulmón, especialmente
el adenocarcinoma y el carcinoma de células alveolares, se producen en personas cuyos
pulmones tienen cicatrices producidas por otras enfermedades pulmonares, como la
tuberculosis y la fibrosis.
Más del 90 por ciento de los cánceres de pulmón comienzan en los bronquios (las vías
aéreas grandes que llevan el aire a los pulmones); este cáncer en particular se denomina
carcinoma broncogénico. Otros tipos de cáncer son el carcinoma de células escamosas, el
carcinoma de células pequeñas (células en forma de grano de avena), el carcinoma de células
grandes y el adenocarcinoma.
El carcinoma de células alveolares se origina en los sacos de aire del pulmón (alvéolos).
Aunque este tipo de cáncer puede ser un tumor único, con frecuencia se desarrolla en más de
una zona del pulmón.
Los tumores del pulmón menos frecuentes son el adenoma bronquial (que puede ser o no
canceroso), el hamartoma condromatoso (no canceroso) y el sarcoma (canceroso). El linfoma
es un tipo de cáncer del sistema linfático que puede comenzar en los pulmones o propagarse a
los pulmones.
Se propagan a los pulmones muchas formas de cáncer que se originan en cualquier parte
del organismo. El cáncer se extiende a los pulmones muy frecuentemente desde la mama, el
colon, la próstata, el riñón, la tiroides, el estómago, el cuello del útero, los testículos, los
huesos y la piel.
Cáncer bronquial
La mayoría de las veces, el cáncer pulmonar se origina en los bronquios. Posteriormente, se disemina a otros sitios del pulmón o puede, inclusive, invadir
otros órganos (metástasis).
Síntomas
El cáncer puede crecer en el interior de ciertos nervios del cuello, haciendo que un
párpado quede sólo semiabierto, provocando la contracción de la pupila, el hundimiento del
globo ocular y una reducción de la transpiración en un lado de la cara. Estos síntomas en
conjunto se conocen como síndrome de Horner. El cáncer en la parte alta del pulmón puede
crecer en el interior de los nervios que controlan el brazo, produciendo dolor, insensibilidad y
pérdida de fuerza en el mismo. Puede también lesionar los nervios que van a la cavidad de los
órganos de fonación, produciendo ronquera.
Un cáncer de pulmón puede crecer dentro del corazón, provocando una frecuencia
cardíaca anormal, una dilatación del corazón o líquido en el pericardio que envuelve el
corazón. El cáncer puede crecer dentro o alrededor de la vena cava superior (una de las
grandes venas del interior del tórax). La obstrucción de esta vena hace que la sangre refluya a
las otras venas de la parte superior del cuerpo. Las venas de la pared del tórax se agrandan. La
cara, el cuello y la pared torácica superior, incluyendo las mamas, se hinchan y adquieren un
color morado. La enfermedad también produce ahogo, dolor de cabeza, visión borrosa,
vértigos y somnolencia. Estos síntomas por lo general empeoran cuando la persona se inclina
hacia adelante o se acuesta.
El cáncer de pulmón puede también propagarse a por el flujo sanguíneo hacia el hígado, el
cerebro, las glándulas suprarrenales y los huesos. Esto puede ocurrir en la primera fase de la
enfermedad, especialmente si se trata del carcinoma de células pequeñas. Síntomas, como
insuficiencia hepática, confusión, convulsiones y los dolores óseos, pueden producirse antes
de que sea evidente cualquier anomalía pulmonar, lo cual dificulta un diagnóstico precoz.
Algunas formas de cáncer de pulmón tienen su efecto en otros puntos alejados de los
pulmones, como trastornos metabólicos, nerviosos y musculares (síndromes paraneoplásicos).
Dichos síndromes no tienen relación con el tamaño o la localización del cáncer de pulmón y
no indican necesariamente que éste se haya propagado más allá del tórax, sino que son
causados por sustancias segregadas por el cáncer. Estos trastornos pueden ser el primer
síntoma de cáncer o el primer indicio de que el cáncer ha reaparecido después del tratamiento.
Un ejemplo del síndrome paraneoplásico es el síndrome de Eaton-Lambert, caracterizado por
una extrema debilidad muscular. Otro es la debilidad muscular y el dolor causados por la
inflamación (polimiositis), que además pueden acompañarse de una inflamación de la piel
(dermatomiositis).
Diagnóstico
La mayoría de los tumores de pulmón se detecta en una radiografía de tórax, aunque ésta
puede pasar por alto los pequeños tumores. Dado que una radiografía muestra tan sólo una
sombra en el pulmón, no aporta una prueba segura de cáncer. Por ello se necesita un examen
al microscopio de una muestra de tejido. A veces una muestra del esputo es suficiente para el
diagnóstico (examen denominado citología de esputo). También se puede practicar una
broncoscopia para obtener una muestra de tejido. Si el cáncer es demasiado profundo para ser
alcanzado con un broncoscopio, el médico puede obtener una muestra mediante la inserción
de una aguja a través de la piel mientras realiza una tomografía computadorizada (TC) como
guía; este procedimiento se denomina biopsia con aguja. A veces, la muestra se obtiene
mediante un procedimiento quirúrgico denominado toracotomía.
La exploración con TC puede mostrar las pequeñas manchas que no aparecen en las
radiografías de tórax. La TC puede también revelar un posible crecimiento de los ganglios
linfáticos. Sin embargo, con frecuencia se recurre a una biopsia (extracción de una muestra
para un examen al microscopio), para determinar si tal aumento de tamaño proviene de una
inflamación o de un cáncer. La TC del abdomen o de la cabeza puede mostrar si el cáncer se
ha propagado al hígado, a las glándulas suprarrenales o al cerebro. Una gammagrafía ósea
puede evidenciar que el cáncer se ha extendido a los huesos. Dado que el carcinoma de células
pequeñas tiende a propagarse, el médico a veces realiza una biopsia de médula ósea
(extracción de una muestra para su examen al microscopio).
Tratamiento
Antes de la cirugía, el médico realiza las pruebas de función pulmonar para determinar si
el pulmón que queda tiene suficiente capacidad. Si los resultados de las pruebas no son
satisfactorios, es probable que no pueda practicarse una intervención quirúrgica. La porción de
pulmón a extirpar se determina durante la cirugía, variando de una pequeña parte de un lóbulo
pulmonar al pulmón completo.
Algunas veces, un cáncer se origina en otro lugar del organismo y se propaga a los
pulmones. Éste se puede extirpar sólo después de haber extirpado el tumor original. No es un
procedimiento que se recomiende con frecuencia ya que sólo el 10 por ciento logra sobrevivir
5 años o más a esta intervención.
Muchos sujetos que padecen cáncer de pulmón experimentan una disminución sustancial
de la función pulmonar, estén o no bajo tratamiento. La terapia con oxígeno y los fármacos
que dilatan las vías respiratorias pueden aliviar las dificultades respiratorias. También en
muchos casos de cáncer de pulmón avanzado el paciente siente dolor y es tal la dificultad para
respirar, que se le debe administrar un medicamento narcótico a dosis importantes durante la
fase terminal, que puede durar semanas o meses. Afortunadamente, los narcóticos
administrados a dosis adecuadas, producen un alivio sustancial.
SECCION 5 > TRASTORNOS DE LOS HUESOS, LAS
ARTICULACIONES Y LOS MUSCULOS
CAPITULO 46
Huesos, articulaciones y músculos
La rodilla está diseñada para protegerse a sí misma. Está envuelta por una cápsula articular lo suficientemente flexible como para permitirle moverse, pero a
la vez con la suficiente fuerza para mantener la articulación unida. El tejido sinovial que reviste la cápsula produce el líquido sinovial que lubrica la
articulación. El cartílago, resistente al uso, cubre los extremos del hueso del muslo (fémur) y de la tibia y ayuda a reducir la fricción durante el movimiento.
Unas almohadillas de cartílago (meniscos) actúan como amortiguadores entre los dos huesos y ayudan a distribuir el peso del cuerpo en la articulación. Los
sacos con fluido (bolsas) proveen protección a la piel o los tendones que se mueven sobre el hueso. Los ligamentos laterales y posteriores de la rodilla
refuerzan la cápsula articular, añandiendo estabilidad. La rótula protege la parte frontal de la articulación.
Los huesos tienen dos formas principales: plana (como los huesos planos del cráneo y las
vértebras) y alargada (como el fémur y los huesos del brazo). Sin embargo, su estructura
interna es esencialmente la misma. La parte rígida externa está compuesta, en su mayoría, de
proteínas como el colágeno y de una sustancia denominada hidroxiapatita, constituida por
calcio y otros minerales. Esta sustancia almacena parte del calcio del organismo y es, en gran
medida, la responsable de la resistencia de los huesos. La médula es una sustancia blanda y
menos densa que el resto del hueso. Está alojada en el centro del hueso y contiene células
especializadas en la producción de células sanguíneas. Los vasos sanguíneos pasan por el
interior de los huesos, mientras que los nervios los circundan.
Los músculos están compuestos por fibras que tienen la propiedad de contraerse. Los
músculos esqueléticos, que son los responsables de la postura y del movimiento, están unidos
a los huesos y dispuestos en grupos opuestos alrededor de las articulaciones. Es el caso de los
músculos que doblan el codo (bíceps), que están contrarrestados por los músculos que lo
estiran (tríceps).
Los tendones son cordones resistentes de tejido conectivo que insertan cada extremo del
músculo al hueso. Los ligamentos están compuestos de un tejido similar, rodean las
articulaciones y conectan los huesos entre sí. Los ligamentos contribuyen a reforzar y
estabilizar las articulaciones, permitiendo los movimientos sólo en ciertas direcciones. Las
bolsas son cápsulas llenas de líquido que proporcionan una amortiguación adicional entre
estructuras adyacentes que, de otro modo, rozarían entre sí, ocasionando el desgaste, por
ejemplo, entre un hueso y un ligamento.
Los trastornos del sistema musculosquelético son la causa principal de los dolores
crónicos y de la discapacidad física. Aunque los componentes de dicho sistema se desarrollan
bien con el uso, se pueden desgastar, lesionar o inflamar.
Las lesiones de los huesos, los músculos y las articulaciones son muy frecuentes. El grado
de la lesión puede variar desde un tirón muscular leve a una distensión de ligamentos, una
dislocación de articulaciones o una fractura. La mayoría de estas lesiones se cura por
completo, aunque son generalmente dolorosas y pueden dar lugar a complicaciones a largo
plazo.
Las infecciones de los huesos y de las articulaciones pueden ser invalidantes; sin embargo,
un tratamiento inmediato puede prevenir las lesiones permanentes de las articulaciones. Los
tumores benignos y el cáncer se pueden originar en los huesos y el cáncer puede propagarse
desde un hueso a otras partes del cuerpo. Los desequilibrios metabólicos u hormonales
también pueden afectar a los huesos y a las articulaciones. Un ejemplo es la osteoporosis, una
disminución de la masa ósea producida por una desmineralización de los huesos. Otro es la
gota, que provoca la formación de depósitos de cristales en las articulaciones de las personas
propensas, que tienen un valor anormalmente alto de ácido úrico en sangre.
Las pruebas de laboratorio pueden aportar una información útil acerca de algunos
trastornos musculosqueléticos; sin embargo, esta información no es suficiente para un
diagnóstico.
Las radiografías sirven para evaluar las zonas de dolor en los huesos, dado que pueden,
con frecuencia, detectar fracturas, tumores, heridas, infecciones y deformidades. Para
determinar la extensión y el emplazamiento exacto de la lesión, se pueden realizar pruebas
como la tomografía computarizada (TC) o la exploración por imágenes de resonancia
magnética (RM). Ésta última es especialmente valiosa para examinar los músculos, los
ligamentos y los tendones. Es posible analizar una muestra de líquido articular para identificar
la bacteria que causa una infección o controlar los cristales que confirman un diagnóstico de
gota o seudogota. Para ello, el médico extrae el líquido con una aguja, por lo general un
procedimiento rápido, fácil y casi indoloro realizado en el consultorio.
La osteoporosis es una disminución progresiva de la masa ósea, que hace que los huesos
se vuelvan más frágiles y propensos a las fracturas.
Los minerales como el calcio y el fósforo dan solidez y densidad a los huesos. El
organismo requiere un suministro adecuado de calcio y otros minerales para mantener la
densidad de los huesos. Debe, además, producir las cantidades convenientes de hormonas
como la paratiroidea, la del crecimiento, la calcitonina, los estrógenos en las mujeres y la
testosterona en los varones.
Tipos de osteoporosis
“Senil” significa que se manifiesta en personas de edad avanzada. Afecta, por lo general, a
mayores de 70 años y es dos veces más frecuente en las mujeres que en los varones. Las
mujeres, con frecuencia, sufren ambas formas de osteoporosis, la senil y la posmenopáusica.
Menos del 5 por ciento de las personas que padecen osteoporosis sufre una osteoporosis
secundaria (inducida por otros trastornos de salud o por fármacos). Puede ser consecuencia de
ciertas enfermedades, como la insuficiencia renal crónica y ciertos trastornos hormonales
(especialmente del tiroides, las paratiroides o las suprarrenales) o de la administración de
ciertos fármacos, como corticosteroides, barbitúricos, anticonvulsivantes y cantidades
excesivas de hormona tiroidea. El consumo excesivo de alcohol y tabaco agrava la afección.
Síntomas
Se pueden fracturar otros huesos, con frecuencia a causa de una sobrecarga leve o de una
caída, siendo la fractura de cadera una de las más graves y una de las causas principales de
invalidez y pérdida de autonomía en personas de edad avanzada. También es frecuente la
fractura de uno de los huesos del brazo (el radio) en el punto de articulación con la muñeca
(fractura de Colles). Además, las fracturas tienden a curarse lentamente en individuos que
sufren osteoporosis.
Diagnóstico
Prevención y tratamiento
Los ejercicios que implican soportar el peso corporal, como andar y subir escaleras,
aumentan la densidad ósea. Por el contrario, los ejercicios como la natación, en los que no se
soporta el propio peso, no parecen aumentar la densidad.
Los estrógenos ayudan a mantener la densidad ósea en las mujeres, y se suelen administrar
junto con progesterona.
El objetivo del tratamiento es aumentar la densidad ósea. Todas las mujeres, sobre todo las
que padecen osteoporosis, deberían tomar suplementos de calcio y vitamina D.
Las mujeres posmenopáusicas que presentan formas más graves de osteoporosis pueden
también tomar estrógenos (por lo general, combinados con progesterona) o alendronato, que
pueden retrasar e incluso detener la progresión de la enfermedad.
Se deben tratar las fracturas que aparecen como resultado de la osteoporosis. Por lo
general, en caso de fracturas de cadera, se sustituye toda la cadera o una parte de ella. Una
muñeca fracturada se escayola o se emplaza quirúrgicamente. Cuando las vértebras se rompen
y causan un dolor de espalda intenso, se usan soportes ortopédicos, analgésicos y fisioterapia;
sin embargo, el dolor persiste durante mucho tiempo.
CAPITULO 48
Enfermedad de Paget del hueso
La enfermedad de Paget es un trastorno crónico del esqueleto en el cual algunas zonas del
hueso crecen de modo anormal, aumentan de tamaño y se hacen más frágiles.
Este trastorno puede afectar a cualquier hueso, aunque con más frecuencia se presenta en
la pelvis, el fémur, el cráneo, la tibia, la columna vertebral, la clavícula y el hueso de la parte
superior del brazo (húmero).
En condiciones normales, las células que destruyen el hueso viejo (osteoclastos) y las que
forman el nuevo (osteoblastos) trabajan en equilibrio para mantener la estructura y la firmeza
del hueso. En la enfermedad de Paget, los osteoclastos y los osteoblastos se vuelven
hiperactivos en algunas áreas del hueso, aumentando de manera significativa la rapidez de
renovación del hueso. Las áreas hiperactivas se agrandan; sin embargo, su estructura es
anormal y, por lo tanto, son más frágiles que las áreas normales.
Síntomas
Los síntomas varían en función de los huesos afectados. El cráneo puede aumentar de
tamaño dando un aspecto más prominente a las cejas y a la frente, lo que se puede advertir
cuando el sombrero ya no se ajusta bien a la cabeza. Este incremento del tamaño del cráneo
puede causar una pérdida de la audición debido al daño provocado en el oído interno (cóclea);
puede haber cefaleas provocadas por la compresión de los nervios y puede constatarse la
aparición de venas dilatadas en el cuero cabelludo, por un aumento de la circulación sanguínea
en elcráneo. Las vértebras pueden ensancharse, debilitarse y deformarse, lo que lleva a una
disminución de la altura de estos huesos. Las vértebras afectadas pueden comprimir los
nervios de la médula espinal, causando rigidez, hormigueo, debilidad e incluso parálisis en las
piernas. Si los huesos de la cadera o de la pierna se ven afectados por esta enfermedad, el
paciente puede tener las piernas arqueadas y dar pasos cortos e inestables. Un hueso anormal
es más propenso a sufrir fracturas.
El aumento de la circulación sanguínea a través del hueso anormal impone un mayor
esfuerzo al corazón, pero es raro que se presente un cuadro de insuficiencia cardíaca. El hueso
anormal se transforma en canceroso en menos del 1 por ciento de los pacientes.
Diagnóstico y tratamiento
El individuo que padece la enfermedad de Paget necesita tratamiento en caso de que los
síntomas sean molestos o si existe un riesgo considerable de complicaciones (pérdida de la
audición, artritis o deformación). El dolor se alivia, por lo general, con aspirina, otros
antiinflamatorios no esteroideos y analgésicos comunes como el paracetamol (acetaminofén).
Si una pierna se arquea, las plantillas para elevar el talón pueden facilitar la marcha. En
ocasiones la cirugía es necesaria para aliviar los nervios comprimidos o para reemplazar una
articulación con artrosis.
También se usan para tratar los dolores intensos causados por este trastorno, para prevenir
o retrasar la progresión de la debilidad o la parálisis en personas que no pueden ser operadas,
y para intentar prevenir la artrosis, una mayor pérdida de la audición, o la progresión de las
deformaciones. El etidronato y el alendronato se administran habitualmente por vía oral y el
pamidronato por vía intravenosa. La calcitonina se administra en forma de inyección
subcutánea o intramuscular o con pulverizador nasal.
CAPITULO 49
Tumores óseos
Los tumores óseos son producidos por el crecimiento de células anormales en los huesos.
Sin embargo, los rayos X sólo muestran una zona anormal, pero no indican de qué clase de
tumor se trata. La tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) son útiles
para determinar la localización exacta y el tamaño del tumor. Sin embargo, no suelen aportar
un diagnóstico específico.
Sin embargo, es improbable que las personas con un solo osteocondroma desarrollen un
condrosarcoma. Los condromas benignos que se desarrollan en la parte central del hueso
aparecen generalmente en individuos de 10 a 30 años de edad. Estos tumores se descubren con
frecuencia cuando se hacen radiografías por otros motivos y pueden diagnosticarse por su
aspecto característico. Algunos condromas causan dolor, pero en caso de que no sea así, no se
deben extirpar ni tratar. Sin embargo, se puede hacer un seguimiento radiológico para
supervisar su tamaño. Si el tumor produce dolor o no se puede diagnosticar con precisión a
través de las radiografías, puede ser necesario practicar una biopsia para determinar si se trata
de un tumor canceroso o no canceroso.
Los condroblastomas son tumores poco frecuentes que crecen en los extremos de los
huesos. Pueden presentarse en personas entre 10 y 20 años de edad, pudiendo causar dolor, lo
que permite su detección. El tratamiento consiste en una intervención quirúrgica, aunque, en
ocasiones, los tumores reaparecen después de la cirugía.
Los fibromas condromixoides son tumores muy poco frecuentes que se presentan en
menores de 30 años, siendo el dolor el síntoma más común. Tienen un aspecto característico
en las radiografías y su tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica.
Los osteomas osteoides son tumores muy pequeños que con frecuencia se desarrollan en
los brazos y las piernas aunque pueden aparecer en cualquier hueso.
Generalmente causan un dolor que empeora durante la noche y se alivia con una dosis baja
de aspirina. En ocasiones, los músculos que rodean el tumor se atrofian, pero este proceso
puede corregirse tras la extirpación del tumor.
La localización exacta del tumor puede determinarse mediante una gammagrafía que
utiliza indicadores radiactivos. A veces el tumor es difícil de localizar, por lo que puede ser
necesario practicar pruebas adicionales como TC y técnicas radiológicas especiales. La única
solución para eliminar el dolor de modo definitivo es la extirpación quirúrgica. Algunos
pacientes prefieren sin embargo tomar aspirina indefinidamente antes que someterse a una
operación quirúrgica.
Alrededor del 75 por ciento de los individuos que presentan este tipo de tumor sobrevive
al menos 5 años después del diagnóstico. Gracias a los adelantos en los procedimientos
quirúrgicos, hoy en día es posible salvar la pierna o el brazo afectados, a diferencia del
pasado, cuando era frecuente amputarlos.
Los condrosarcomas son tumores formados por células cartilaginosas cancerosas. Muchos
condrosarcomas son tumores de bajo grado o de crecimiento lento, y con frecuencia pueden
curarse mediante una cirugía.
Sin embargo, algunos tumores de alto grado tienden a propagarse. La biopsia es necesaria
para el diagnóstico. Un condrosarcoma debe extirparse quirúrgicamente en su totalidad, ya
que no responde a la quimioterapia ni a la radioterapia. La amputación del brazo o de la pierna
no suele ser necesaria. Más del 75 por ciento de las personas que tienen un condrosarcoma
sobrevive si éste se extirpa por completo.
El tumor de Ewing (sarcoma de Ewing) afecta con más frecuencia a los varones que a las
mujeres y su incidencia es mayor en las personas de entre 10 y 20 años de edad. La mayoría
de estos tumores se desarrolla en los brazos o las piernas, pero pueden hacerlo en cualquier
hueso. Los síntomas más frecuentes son el dolor y la hinchazón. Los tumores pueden llegar a
ser bastante grandes, e incluso afectar a toda la longitud del hueso. Aunque las pruebas de TC
y RM pueden ayudar a determinar el tamaño exacto del tumor, la biopsia es necesaria para el
diagnóstico. El tratamiento consiste en una combinación de cirugía, quimioterapia y
radioterapia que puede ser eficaz en más del 60 por ciento de los individuos que padecen el
sarcoma de Ewing.
Mieloma múltiple
Cráneo de un paciente con mieloma múltiple (aspecto de una radiografía). Obsérvense las múltiples imágenes con bordes bien definidos, denominadas
“lesiones en sacabocados”
El linfoma maligno del hueso (sarcoma de células reticulares) afecta por lo general a
personas de entre 40 y 60 años de edad. Puede originarse en cualquier hueso o en cualquier
parte del cuerpo y extenderse al hueso, causando dolor e hinchazón y una propensión a sufrir
fracturas. Su tratamiento consiste en una combinación de quimioterapia y radioterapia, que es
tan eficaz como la extracción quirúrgica del tumor. La amputación está indicada en muy pocos
casos.
Tumores óseos metastásicos
Los tumores óseos metastásicos son formas de cáncer que se han extendido al hueso desde
su lugar de origen, en cualquier parte del organismo.
Los cánceres de mama, pulmón, próstata, riñón y tiroides son los más propensos a
propagarse al hueso. El cáncer puede extenderse a cualquier hueso, pero no suele propagarse
más allá del codo y la rodilla. Un individuo que tiene o ha tenido cáncer y manifiesta dolor o
inflamación de los huesos, debe ser examinado para descartar posibles tumores óseos
metastásicos. Las radiografías y las gammagrafías pueden ayudar a localizar estos tumores.
Persisten todavía muchos mitos sobre la artrosis, por ejemplo, que es un rasgo inevitable
de la vejez, como los cabellos grises y los cambios en la piel; que conduce a discapacidades
mínimas y que su tratamiento no es eficaz. Aunque la artrosis es más frecuente en personas de
edad, su causa no es el simple deterioro que conlleva el envejecimiento. La mayoría de los
afectados por esta enfermedad, especialmente los más jóvenes, presentan pocos síntomas o
ninguno; sin embargo, algunas personas mayores desarrollan discapacidades significativas.
Causas
Las articulaciones tienen un nivel tan escaso de fricción que no se desgastan, salvo si se
utilizan excesivamente o sufren lesiones. Es probable que la artrosis se inicie con una
anormalidad de las células que sintetizan los componentes del cartílago, como colágeno (una
proteína resistente y fibrosa del tejido conectivo) y proteoglicanos (sustancias que dan
elasticidad al cartílago). El cartílago puede crecer demasiado, pero finalmente se vuelve más
delgado y se producen grietas en la superficie. Se forman cavidades diminutas que debilitan la
médula del hueso, bajo el cartílago. Puede haber un crecimiento excesivo del hueso en los
bordes de la articulación, produciendo tumefacciones (osteofitos) que pueden verse y sentirse
al tacto. Estas tumefacciones pueden interferir el funcionamiento normal de la articulación y
causar dolor.
Por último, la superficie lisa y regular del cartílago se vuelve áspera y agujereada,
impidiendo que la articulación pueda moverse con facilidad. Se produce una alteración de la
articulación por el deterioro de todos sus componentes, es decir, el hueso, la cápsula articular
(tejidos que envuelven algunas articulaciones), la membrana sinovial (tejido que reviste la
articulación), los tendones y el cartílago.
Síntomas
Al llegar a los 40 años de edad, muchas personas presentan signos de artrosis en las
radiografías, especialmente en las articulaciones que sostienen el peso (como la cadera), pero
relativamente pocos presentan síntomas.
En algunos sitios (como la rodilla), los ligamentos que rodean y sostienen la articulación
se estiran de modo que ésta se vuelve inestable. Tocar o mover la articulación puede resultar
muy doloroso.
La artrosis sigue un lento desarrollo en la mayoría de los casos tras la aparición de los
síntomas. Muchas personas presentan alguna forma de discapacidad pero, en ocasiones, la
degeneración articular se detiene.
Tratamiento
Así mismo resultan útiles la fisioterapia y el tratamiento con calor local. Para aliviar el
dolor de los dedos es recomendable, por ejemplo, calentar cera de parafina mezclada con
aceite mineral a una temperatura de 48 a 51 ºC, para luego mojar los dedos, o tomar baños
tibios o calientes. Las tablillas o soportes pueden proteger articulaciones específicas durante
actividades que generen dolor. Cuando la artrosis afecta al cuello, pueden ser útiles los
masajes realizados por terapeutas profesionales, la tracción y la aplicación de calor intenso
con diatermia o ultrasonidos.
Los fármacos son el aspecto menos importante del programa global de tratamiento. Un
analgésico como el paracetamol (acetaminofén) puede ser suficiente. Un antiinflamatorio no
esteroideo como la aspirina o el ibuprofeno puede disminuir el dolor y la inflamación. Si una
articulación se inflama, se hincha y provoca dolor repentinamente, los corticosteroides se
pueden inyectar directamente en ella, aunque esto sólo suele proporcionar alivio a corto plazo.
La cirugía puede ser útil cuando el dolor persiste a pesar de los demás tratamientos.
Algunas articulaciones, sobre todo la cadera y la rodilla, pueden sustituirse por una artificial
(prótesis) que, por lo general, da muy buenos resultados: mejora la movilidad y el
funcionamiento en la mayoría de los casos y disminuye el dolor de forma notable. Por tanto,
cuando el movimiento se ve limitado, puede considerarse la posibilidad de una prótesis de la
articulación.
CAPITULO 51
Enfermedades de las articulaciones y del tejido conectivo
El tejido conectivo puede inflamarse dentro y alrededor de las articulaciones y otras partes
del cuerpo, al igual que los músculos.
También pueden verse afectadas la envoltura del corazón (pericardio) y la membrana que
envuelve los pulmones (pleura) e incluso el cerebro. El tipo y la gravedad de los síntomas
dependen de los órganos afectados.
Diagnóstico
La anemia (un valor bajo de glóbulos rojos) con frecuencia acompaña a las enfermedades
del tejido conectivo. En éstas, la velocidad de sedimentación globular (que mide la velocidad
a la que los glóbulos rojos se asientan en el fondo de un tubo de análisis lleno de sangre) es, en
muchos casos, superior a la normal. Una velocidad superior a la normal sugiere la presencia
de una inflamación activa; pero este análisis no es suficiente para identificar la causa de la
misma. Los médicos pueden supervisar periódicamente la velocidad de sedimentación cuando
los síntomas son leves, con el fin de determinar si la enfermedad está todavía activa.
Cuando una enfermedad afecta a un tejido u órgano específico, el médico puede realizar
una biopsia, que consiste en la extracción de una muestra de dicho tejido que se examina al
microscopio, para detectar los cambios. Los resultados pueden ser útiles para confirmar un
diagnóstico que se sospechaba o para seguir el progreso de una enfermedad.
Tratamiento
Entre los fármacos que reducen la inflamación están los antiinflamatorios no esteroideos
(AINE), como la aspirina y el ibuprofeno, que se administran para inflamaciones leves, brotes
menores y para el control del dolor. Ciertos antiinflamatorios no esteroideos se pueden
adquirir sin prescripción médica; en cambio, se requiere una prescripción para las dosis altas
que se emplean de forma habitual en el tratamiento de las enfermedades autoinmunes. Los
efectos secundarios (con frecuencia los trastornos estomacales) son, por lo general, de poca
importancia cuando el tratamiento con fármacos en dosis bajas es de corta duración. En
cambio, si el tratamiento consiste en dosis altas y es de larga duración, los efectos secundarios
pueden ser numerosos y graves.
Artritis reumatoide
La artritis reumatoide puede también producir una variedad de síntomas en todo el cuerpo.
Se desconoce su causa exacta, aunque son muchos los diferentes factores (incluso la
predisposición genética), que pueden influir en la reacción autoinmunológica. Alrededor del
uno por ciento de la población padece esta enfermedad, que afecta a las mujeres dos o tres
veces más frecuentemente que a los varones. La artritis reumatoide se presenta en primer lugar
en individuos de entre 25 y 50 años de edad, pero puede hacerlo a cualquier edad. En algunos
casos, la enfermedad se resuelve de forma espontánea y el tratamiento alivia los síntomas en
tres de cada cuatro personas. Sin embargo, al menos 1 de cada 10 personas queda
discapacitada.
En esta enfermedad, el sistema inmunitario ataca al propio el tejido que reviste y protege
las articulaciones. Finalmente, el cartílago, el hueso y los ligamentos de la articulación se
deterioran, provocando la formación de cicatrices dentro de la articulación, que se deteriora a
un ritmo muy variable.
Síntomas
Diagnóstico
Puede ser difícil distinguir la artritis reumatoide de las otras muchas enfermedades que
pueden causar artritis. Las enfermedades que se parecen en algunos aspectos a la artritis
reumatoide son: la fiebre reumática aguda, la artritis producida por gonococos, la enfermedad
de Lyme, el síndrome de Reiter, la artritis psoriásica, la espondilitis anquilosante, la gota, la
seudogota y la artrosis.
La artritis reumatoide puede producir unos síntomas muy característicos. Sin embargo,
puede ser necesario un análisis del líquido que se extrae de la articulación con una aguja o
bien una biopsia (extracción de una muestra de tejido que se examina al microscopio) de los
nódulos para establecer el diagnóstico. Los cambios característicos en las articulaciones
pueden detectarse en las radiografías.
Por lo general, cuanto más alto es el valor de factor reumatoide en sangre, más grave será
la artritis reumatoide y peor el pronóstico. El valor de factor reumatoide puede disminuir
cuando las articulaciones están menos inflamadas y aumentar al producirse el acceso
inflamatorio.
Tratamiento
Existen varios tratamientos, desde las medidas clásicas y sencillas como el reposo y la
nutrición adecuada, hasta los fármacos y la cirugía. El tratamiento se inicia con las medidas
menos agresivas, evolucionando hacia las más agresivas en caso necesario.
Se aconseja seguir una dieta regular y saludable. El aumento de los síntomas aparece en
algunos casos después del consumo de ciertos alimentos. Una dieta rica en pescado y aceites
vegetales, pero pobre en carne roja, puede tener leves efectos benéficos sobre la inflamación.
Las principales categorías de fármacos usados para tratar la artritis reumatoide son los
antiinflamatorios no esteroideos (AINE), los fármacos de acción retardada, los
corticosteroides y los fármacos inmunosupresores. Por lo general, cuanto más fuerte es el
fármaco, mayores son sus efectos secundarios potenciales. Por ello se requiere un seguimiento
muy estricto.
Generalmente el tratamiento de aspirina se inicia con 1 comprimido (325 mg) cuatro veces
al día, pero la dosis se puede aumentar hasta obtener el alivio suficiente. El zumbido en los
oídos es un efecto colateral que indica que la dosis es demasiado alta. Las molestias de
estómago (un efecto secundario frecuente en las dosis altas), así como las úlceras, pueden
prevenirse ingiriendo alimentos o tomando antiácidos u otros fármacos al mismo tiempo. El
misoprostol puede ser útil para prevenir la irritación del revestimiento del estómago y la
formación de úlceras de estómago (gástricas) en personas con alto riesgo de manifestar tales
afecciones, pero a su vez puede causar diarreas y, además, no evita las náuseas o los dolores
de abdomen que resultan de la ingestión de aspirina u otros fármacos antiinflamatorios no
esteroideos.
Los compuestos de oro (que suelen retrasar la aparición de las deformaciones óseas)
también pueden causar una remisión temporal de la enfermedad. Estos compuestos se
administran en inyecciones semanales, aunque se dispone de una preparación que se
administra por vía oral. Las inyecciones semanales se mantienen hasta haber administrado un
total de un gramo o hasta la aparición de efectos secundarios o de una mejora significativa. Si
el fármaco es eficaz, la frecuencia de las inyecciones se puede disminuir gradualmente. La
mejoría puede perdurar varios años gracias a una dosis de mantenimiento.
Los compuestos de oro suelen afectar a varios órganos de forma adversa, de ahí que estén
contraindicados en personas que padecen enfermedades hepáticas o renales graves, o ciertas
alteraciones de la sangre. Por ello, se deben realizar análisis de sangre y orina antes de iniciar
el tratamiento, y con frecuencia durante el mismo (hasta una vez por semana). Los efectos
secundarios de estos fármacos consisten en erupciones potencialmente peligrosas, picores y
disminución de las células de la sangre. Con menor frecuencia, los compuestos de oro afectan
al hígado, los pulmones y los nervios; rara vez causan diarreas. El tratamiento se suspende si
aparece alguno de estos graves efectos secundarios.
Corticosteroides
Los corticosteroides (como la prednisona) son fármacos de una eficacia sorprendente para
reducir la inflamación en cualquier parte del cuerpo. Si bien los corticosteroides son eficaces
en tratamientos de corta duración, su eficiencia tiende a disminuir con el tiempo, mientras que
la artritis reumatoide, por lo general, permanece activa durante años. Estos fármacos no suelen
retrasar la progresión de la enfermedad; es más, el uso prolongado de corticosteroides
comporta invariablemente muchos efectos secundarios, afectando a casi todos los órganos del
cuerpo.
Fármacos inmunosupresores
Sin embargo, estos fármacos tienen efectos secundarios potencialmente mortales, como
enfermedades del hígado, inflamación de los pulmones, aumento de la susceptibilidad a las
infecciones y supresión de la producción de células sanguíneas en la médula ósea; además, la
ciclofosfamida puede producir hemorragia de la vejiga urinaria. Por último, tanto la
azatioprina como la ciclofosfamida pueden aumentar el riesgo de cáncer.
El metotrexato, administrado por vía oral una vez por semana, se usa cada vez con mayor
frecuencia para el tratamiento de la artritis reumatoide en sus primeras etapas, ya que se trata
de un fármaco de acción rápida, surtiendo efecto en ocasiones después de varias semanas.
También puede administrarse este fármaco antes de prescribir fármacos de acción retardada en
caso de artritis grave. Las personas tratadas con metotrexato toleran bien el fármaco, pero
deben ser rigurosamente controladas. Se deben evitar las bebidas alcohólicas para minimizar
el riesgo de daño al hígado. Se puede prescribir ciclosporina, que suprime los linfocitos (un
tipo de glóbulo blanco), cuando otros fármacos resultan ineficaces en el tratamiento de una
artritis grave.
Otras terapias
Un programa de tratamiento para la artritis reumatoide, junto con los fármacos para
reducir la inflamación de las articulaciones, puede incluir ejercicio, fisioterapia, aplicación de
calor en las articulaciones inflamadas y en ocasiones cirugía. El ejercicio suave evita la rigidez
de las articulaciones inflamadas. Al disminuir la inflamación, los ejercicios activos y regulares
pueden resultar útiles, sin que la persona llegue hasta el extremo de cansarse. En algunos
casos, la práctica de ejercicios en el agua puede resultar más fácil.
Las personas discapacitadas por una artritis reumatoide pueden usar una variedad de
ayudas para llevar a cabo las tareas diarias. Por ejemplo, existen calzados ortopédicos
especialmente modificados que pueden ayudar a caminar con menos dolor y dispositivos
como empuñaduras que reducen la necesidad de apretar demasiado la mano.
Artritis psoriásica
La artritis psoriásica es una forma de artritis que se da en personas que tienen psoriasis de
la piel o de las uñas.
Síntomas y diagnóstico
La psoriasis (una enfermedad de la piel que causa brotes de erupciones cutáneas rojizas y
escamosas, engrosamiento de las uñas y punteado ungular) puede preceder o seguir a la
inflamación articular. La artritis habitualmente afecta a las articulaciones de los dedos de la
mano y del pie, aunque también puede afectar a otras articulaciones, incluso a las caderas y a
la columna vertebral. Las articulaciones pueden hincharse y deformarse cuando la inflamación
es crónica. Los síntomas articulares y cutáneos pueden aparecer y desaparecer conjuntamente.
Pronóstico y tratamiento
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
Síntomas
Debido a la gran variedad de síntomas que presenta, el lupus puede parecerse a muchas
otras enfermedades.
Las llagas de la boca son también frecuentes. Pueden aparecer zonas con un moteado de
color rojo purpúreo en el borde de las palmas y en los dedos, así como hinchazón y
enrojecimiento alrededor de las uñas. En la fase activa, también es característica la pérdida de
cabello. Casi la mitad de las personas que padecen lupus tiene la piel muy sensible a la luz,
por lo que ésta puede quemarse fácilmente o presentar una erupción después de la exposición
a la luz solar.
Diagnóstico
Las pruebas de laboratorio pueden ser útiles para confirmar el diagnóstico. El análisis de
sangre puede detectar anticuerpos antinucleares, presentes en la gran mayoría de las personas
que padecen lupus. Sin embargo, estos anticuerpos se manifiestan también en otras
enfermedades. Por lo tanto, si se detectan anticuerpos antinucleares, deben realizarse también
pruebas en busca de los anticuerpos anti-ADN de cadena doble. Un valor alto de estos
anticuerpos es específico del lupus, aunque no todas las personas que padecen esta
enfermedad tienen tales anticuerpos. Se pueden realizar análisis de sangre para medir los
valores de complemento (un grupo de proteínas que forman parte del sistema inmune) y
detectar otros anticuerpos para predecir la actividad y el curso de la enfermedad.
El daño al riñón causado por el lupus puede detectarse mediante los análisis de sangre y de
orina, aunque en ocasiones la biopsia renal está indicada para determinar mejor el tratamiento.
Pronóstico y tratamiento
Si los síntomas de lupus han sido provocados por un fármaco, el lupus se cura
interrumpiendo el mismo, aunque la recuperación puede tardar meses.
Una vez controlada la inflamación, el médico determina la dosis que la suprime más
eficazmente a largo plazo. Por lo general, se disminuye gradualmente la dosis de prednisona
cuando los síntomas han sido controlados y las pruebas de laboratorio indican mejoría. Las
recidivas o brotes pueden tener lugar durante este proceso. Para la mayoría de los que tienen
lupus, la dosis de prednisona se puede disminuir o suprimir a la larga.
Esclerodermia
Síntomas
Los síntomas iniciales más habituales son el engrosamiento e hinchazón de las puntas de
los de-dos. Es también frecuente la enfermedad de Raynaud, caracterizada por palidez y
hormigueo en los dedos, a veces con franco entumecimiento, en respuesta al frío o a un
trastorno emocional. Los dedos se vuelven azules (cianóticos) a medida que se calientan. Los
síntomas precoces se acompañan con frecuencia de dolores y achaques en varias
articulaciones. Los primeros síntomas de esclerodermia son, en ocasiones, acidez, dificultad
para deglutir e insuficiencia respiratoria; aunque, por lo general, aparecen más tarde como
consecuencia de un daño del esófago, del corazón y de los pulmones.
A menudo se escucha un sonido áspero cuando los tejidos inflamados rozan entre sí,
particularmente en las rodillas y por debajo de éstas. Los dedos, las muñecas y los codos
pueden sufrir un proceso de flexión progresiva (contractura) debido al engrosamiento de la
piel. También pueden producirse llagas en las puntas de los dedos y en los nudillos.
Las cicatrices perjudican con frecuencia al extremo inferior del esófago (el conducto que
conecta la boca con el estómago), por lo que se dificulta el paso de los alimentos al estómago.
Finalmente, se desarrolla una dificultad en la deglución y acidez en la mayoría de los
individuos con esclerodermia. El crecimiento de células anormales en el esófago (síndrome de
Barrett) aparece en casi un tercio de los pacientes, aumentando el riesgo de obstrucción de
esófago o de cáncer. El daño en los intestinos puede interferir la absorción de los alimentos
(malabsorción) y causar pérdida de peso. El sistema de drenaje del hígado puede ser obstruido
por las cicatrices del tejido (cirrosis biliar), provocando lesiones del hígado e ictericia.
La esclerodermia puede provocar una enfermedad renal grave, cuyo primer síntoma es,
por lo general, un aumento de la presión arterial repentino y progresivo. La presión arterial
elevada es una señal de alarma, aunque habitualmente se puede controlar mediante
tratamiento.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
La acidez puede aliviarse con una dieta fraccionada (comer varias veces al día en
pequeñas cantidades), tomando antiácidos y antihistamínicos que inhiban la producción de
ácido del estómago. Es aconsejable dormir con la cabecera de la cama elevada. Por otra parte,
la cirugía puede corregir en ocasiones problemas importantes de regurgitación del ácido del
estómago, así como dilatar las zonas estrechadas del esófago. La tetraciclina u otros
antibióticos pueden contribuir a la prevención de la malabsorción intestinal causada por el
aumento exagerado de bacterias en el intestino dañado. La nifedipina puede aliviar los
síntomas del fenómeno de Raynaud, pero puede también aumentar la regurgitación del ácido.
Los fármacos antihipertensivos, sobre todo los inhibidores de la enzima conversora de la
angiotensina (IECA), son útiles en el tratamiento de enfermedad renal y de la presión arterial
elevada.
La terapia física y el ejercicio pueden ayudar a mantener la fuerza de los músculos, pero
no pueden impedir la rigidez de las articulaciones en posición de flexión.
Síndrome de Sjögren
Los glóbulos blancos se infiltran en las glándulas que segregan líquido (como las salivales
de la boca y las glándulas lagrimales de los ojos), lo cual provoca sequedad de la boca y los
ojos (síntomas clásicos de este síndrome). El síndrome de Sjögren también puede secar las
membranas mucosas que revisten el tracto gastrointestinal, la tráquea, la vulva y la vagina.
Síntomas
En algunos casos, sólo se secan la boca o los ojos (complejo seco, síndrome seco). La
sequedad de los ojos puede dañar gravemente la córnea; la falta de lágrimas puede causar
daños permanentes en el ojo. La insuficiencia salival puede entorpecer el gusto y el olfato,
dificultar la comida y la deglución y causar caries.
El linfoma, un cáncer del sistema linfático, es 44 veces más frecuente en las personas que
padecen el síndrome de Sjögren que en el resto de la población.
Diagnóstico
Es probable que una persona con sequedad de la boca y de los ojos, y una inflamación
articular, sufra el síndrome de Sjögren. El médico puede realizar varias pruebas para
diagnosticar la enfermedad.
Se mide la cantidad de lágrimas producidas, colocando una cinta de papel filtro bajo cada
párpado inferior y observando la porción de la cinta que se moja (prueba de Schirmer). El
individuo que tiene el síndrome de Sjögren puede producir menos de un tercio de la cantidad
normal. El oftalmólogo controlará los posibles daños en la superficie del ojo.
Las personas que padecen este síndrome presentan a menudo anticuerpos más
característicos de la artritis reumatoide (factor reumatoide) o del lupus (anticuerpos
antinucleares). La velocidad de sedimentación globular es elevada en 7 de cada 10 personas, y
1 de cada 3 tiene un déficit de glóbulos rojos (anemia) o de ciertos tipos de glóbulos blancos.
Pronóstico y tratamiento
El pronóstico depende de la capacidad de los anticuerpos para dañar los órganos vitales.
En raras ocasiones, la muerte se produce por neumonía, insuficiencia renal o linfoma.
No se dispone de cura para el síndrome de Sjögren, pero los síntomas pueden aliviarse: la
sequedad de los ojos puede tratarse con gotas de lágrimas artificiales; una boca seca se
humedece sorbiendo líquidos continuamente, mascando chicle sin azúcar o mediante el
enjuague bucal con un colutorio.
Alrededor del 80 por ciento de los afectados por esta enfermedad son mujeres. Pueden
resultar afectadas las personas de entre 5 y 80 años de edad. Se desconoce su causa, pero es
probable que se trate de una reacción autoinmune.
Síntomas
Los síntomas típicos son el fenómeno de Ray- naud (al enfriarse las manos y los pies se
vuelven blancos por puntos y doloridos), dolor de las articulaciones o artritis, manos
hinchadas, debilidad muscular, dificultad para deglutir, acidez y sensación de ahogo. El
fenómeno de Raynaud puede preceder a otros síntomas durante muchos años. Sin embargo, el
fenómeno de Raynaud es, por lo general, un síntoma aislado que no forma parte de las
enfermedades del tejido conectivo. Independientemente de cómo se inicie la enfermedad, ésta
tiende a agravarse progresivamente y los síntomas se extienden a varias partes del cuerpo.
Con frecuencia las manos están tan inflamadas que los dedos parecen salchichas. Puede
aparecer una erupción en forma de alas de mariposa de color púrpura sobre las mejillas y el
puente de la nariz, parches rojos en los nudillos, una coloración violeta de los párpados y
venas en forma de araña en el rostro y las manos. El cabello puede volverse frágil y pueden
presentarse cambios en la piel semejantes a los que se producen en la esclerodermia.
La mayoría de personas que padecen la enfermedad mixta del tejido conectivo sufre dolor
en las articulaciones y el 75 por ciento desarrolla la inflamación y el dolor característicos de la
artritis. La enfermedad mixta del tejido conectivo daña las fibras musculares; por ello, los
músculos pueden notarse débiles y dolorosos, especialmente en los hombros y las caderas.
Diagnóstico
Los médicos consideran que se trata de una enfermedad mixta del tejido conectivo cuando
se superponen algunos síntomas de lupus eritematoso sistémico, esclerodermia, polimiositis o
artritis reumatoide.
Tratamiento
Su tratamiento es similar al del lupus. Los corticosteroides son casi siempre eficaces,
especialmente cuando la enfermedad se diagnostica en sus inicios. Los casos leves pueden ser
tratados con aspirina, otros fármacos antiinflamatorios no esteroideos, quinacrina o fármacos
similares, o dosis muy bajas de corticosteroides. Cuanto más grave sea la enfermedad, mayor
será la dosis de corticosteroides necesaria. En los casos graves pueden también estar indicados
los fármacos inmunosupresores.
En general, cuanto más avanzada esté la enfermedad y mayor sea la lesión del órgano,
menos eficaz resulta el tratamiento. Por otra parte, es menos probable que respondan al
tratamiento las afecciones de la piel y del estómago similares a la esclerodermia.
Los períodos libres de síntomas pueden durar muchos años con dosis muy pequeñas de
corticosteroides o con un tratamiento no continuado de los mismos. A pesar del tratamiento, la
enfermedad progresa en casi el 13 por ciento de los individuos, produciendo complicaciones
potencialmente mortales al cabo de 6 u 11 años.
Polimiositis y dermatomiositis
La causa es desconocida, aunque es posible que los virus o ciertas reacciones autoinmunes
desempeñen un papel importante en el desarrollo de este proceso. El cáncer puede también
desencadenar estas enfermedades (una reacción autoinmune contra el cáncer puede así mismo
afectar a una sustancia de los músculos). Alrededor del 15 por ciento de los varones de más de
50 años que padecen polimiositis también tiene un cáncer; en cambio, las mujeres que tienen
polimiositis son un poco menos propensas al cáncer.
Síntomas
Los síntomas de la polimiositis son similares en todas las edades, pero la enfermedad, por
lo general, se desarrolla de manera más abrupta en los niños que en los adultos. Los síntomas,
que pueden comenzar durante o inmediatamente después de una infección, incluyen debilidad
muscular (particularmente en brazos, caderas y muslos), dolor articular y muscular, fenómeno
de Raynaud, erupción cutánea, dificultad para la deglución, fiebre, cansancio y pérdida de
peso.
En la dermatomiositis, las erupciones cutáneas tienden a aparecer al mismo tiempo que los
períodos de debilidad motora y otros síntomas. Puede aparecer en la cara una erupción cutánea
de color rojo oscuro (eritema en heliotropo), así como una hinchazón de color rojo púrpura
alrededor de los ojos. Otro tipo de erupción cutánea que puede ser escamosa, lisa, o en relieve
puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, aunque es más frecuente en los nudillos. La base
de las uñas puede enrojecerse. Cuando las erupciones cutáneas se desvanecen, se puede
manifestar una pigmentación pardusca, cicatrices, o manchas pálidas por despigmentación de
la piel.
Diagnóstico
Hay ciertos criterios que se utilizan para establecer el diagnóstico: debilidad muscular en
los hombros o caderas, erupción cutánea característica, aumento de los valores de ciertas
enzimas musculares en sangre, cambios característicos en el tejido examinado al microscopio
y anormalidades en la actividad eléctrica de los músculos, que se mide con un instrumento
llamado electromiógrafo. Se pueden necesitar pruebas especiales sobre muestras del tejido
muscular para descartar otras alteraciones que afectan a los músculos.
Tratamiento y pronóstico
Cuando la polimiositis está asociada con un cáncer, por lo general no responde bien a la
prednisona. Sin embargo, el estado del paciente mejora si el cáncer se puede tratar con éxito.
Por otra parte, existe riesgo de muerte para los adultos con enfermedad grave y progresiva,
con dificultad para la deglución, desnutrición, neumonía o insuficiencia respiratoria.
Policondritis recidivante
Este trastorno afecta por igual a varones y mujeres, en general de mediana edad. La
hinchazón, el enrojecimiento y el dolor de orejas son característicos del trastorno. Al mismo
tiempo (o algo más tarde), el individuo puede presentar artritis, que puede ser leve o grave y
afectar a cualquier articulación. El cartílago que conecta las costillas al esternón puede
inflamarse, así como el de la nariz, que es también un punto frecuente de inflamación. Otros
puntos son los ojos, la laringe, la tráquea, el interior de las orejas, el corazón, los vasos
sanguíneos, los riñones y la piel. Los brotes de inflamación y dolor duran pocas semanas,
desaparecen y vuelven a repetirse durante un período de varios años. Finalmente, el cartílago
de sostén puede dañarse, lo que se manifiesta en forma de orejas caídas, nariz en silla de
montar y problemas de la vista, el oído y el equilibrio.
Las personas que sufren esta enfermedad pueden morir si las vías respiratorias sufren un
colapso o si el corazón y los vasos sanguíneos se lesionan gravemente.
Diagnóstico y tratamiento
Puede resultar afectado cualquier vaso sanguíneo. La vasculitis puede afectar a las venas,
las grandes o pequeñas arterias o los capilares; o puede limitarse a los vasos de una parte del
cuerpo, como la cabeza, una pierna o los riñones. Las enfermedades como el síndrome de
Henoch-Schönlein, el eritema nudoso, la poliarteritis nudosa, la arteritis de la temporal (de
células gigantes) y la arteritis de Takayasu se caracterizan por una vasculitis que se limita a
los vasos sanguíneos de un tamaño o profundidad específicos.
Poliarteritis nudosa
Se desconoce su causa, aunque puede ser provocada por las reacciones a ciertos fármacos
y vacunas. Las infecciones víricas y bacterianas parecen desencadenar en ocasiones la
inflamación; no obstante, a menudo se desconocen los motivos o las sustancias
desencadenantes.
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
El 33 por ciento de los individuos sobrevive durante un año y el 88 por ciento fallece en el
transcurso de 5 años si no se administra un tratamiento; sin embargo, una terapia agresiva
puede salvar la vida del paciente. Cualquier fármaco que pueda haber precipitado la
enfermedad debe suprimirse. Las dosis elevadas de un corticosteroide (como la prednisona)
evitan que la enfermedad empeore, y pueden proporcionar un período libre de síntomas en
casi un tercio de los afectados. La dosis se reduce una vez que los síntomas disminuyen
debido a que se necesita, por lo general, un tratamiento de larga duración. Si los
corticosteroides no reducen la inflamación de forma adecuada, se pueden reemplazar o
acompañar con otros fármacos que deprimen el sistema inmune (fármacos inmunosupresores)
como la ciclofosfamida. En muchos casos resulta necesario aplicar otros tratamientos, como
los que se utilizan para controlar la presión arterial alta, con el fin de evitar lesiones a los
órganos internos.
Incluso con el tratamiento, algunos órganos vitales pueden dejar de funcionar, o se puede
producir la rotura de un vaso sanguíneo debilitado. La insuficiencia renal es una causa de
muerte frecuente. Pueden producirse infecciones potencialmente mortales, dado que el uso
prolongado de corticosteroides y fármacos inmunosupresores reduce la capacidad del
organismo para combatir las infecciones.
Polimialgia reumática
La polimialgia reumática es una enfermedad que causa dolor intenso y rigidez en los
músculos del cuello, los hombros y las caderas.
La polimialgia reumática se manifiesta en las personas mayores de 50 años y es dos veces
más frecuente en las mujeres que en los varones. Su causa es desconocida. Aunque produce
dolor, la polimialgia reumática no causa debilidad ni daño muscular. En ocasiones, se
manifiesta de manera simultánea con la arteritis de la temporal (arteritis de células gigantes).
Síntomas y diagnóstico
La polimialgia reumática causa dolor intenso y rigidez en el cuello, los hombros y las
caderas. La rigidez empeora por las mañanas y tras períodos de inactividad. Los síntomas
musculares pueden acompañarse de fiebre, malestar general, pérdida de peso y depresión.
Todos estos síntomas pueden aparecer de forma gradual o repentina.
Tratamiento
La polimialgia reumática, por lo general, mejora notablemente con una dosis baja de
prednisona (un corticosteroide), pero en caso de arteritis de la temporal se necesitan dosis más
altas. Cuando los síntomas disminuyen, la medicación se reduce gradualmente a la mínima
dosis eficaz. La prednisona se puede dejar de administrar en la mayoría de casos al cabo de 1 a
4 años, aunque en ocasiones sea necesaria la administración de una dosis baja durante más
tiempo. La aspirina u otros fármacos antiinflamatorios no esteroideos producen un alivio
menor.
Esta enfermedad afecta a una de cada 1 000 personas mayores de 50 años de edad y es
algo más frecuente en las mujeres que en los varones. Se desconoce su causa. Los síntomas se
superponen con los de la polimialgia reumática, por lo que algunos médicos consideran que se
trata de variaciones de la misma enfermedad.
Síntomas
Los síntomas varían según las arterias que resultan afectadas. Es frecuente que estén
afectadas las grandes arterias que llegan a la cabeza y, por lo general, aparece un dolor de
cabeza intenso y repentino en las sienes o la parte posterior de la cabeza. En los vasos
sanguíneos de la sien puede notarse hinchazón e irregularidad al tacto y puede sentirse dolor
en el cuero cabelludo al peinarse. Pueden manifestarse, además, visión doble, visión borrosa,
grandes manchas ciegas, ceguera de un ojo u otros problemas oculares. El mayor peligro es la
ceguera permanente, que puede manifestarse de forma repentina si se obstruye el aporte de
sangre al nervio óptico. La mandíbula, los músculos masticadores y la lengua pueden herirse
al comer o al hablar. Otros síntomas pueden ser los de la polimialgia reumática.
Diagnóstico y tratamiento
Debido a que la arteritis de la temporal causa ceguera en el 20 por ciento de las personas
no tratadas, el tratamiento debe iniciarse apenas se sospecha la existencia de la enfermedad.
La prednisona es eficaz; se administra en un principio en una dosis alta para detener la
inflamación de los vasos sanguíneos, reduciéndose lentamente al cabo de varias semanas si el
paciente mejora. Algunas personas pueden dejar de tomar la prednisona al cabo de pocos
años, pero muchas necesitan dosis muy bajas durante muchos años para poder controlar los
síntomas y prevenir la ceguera.
Granulomatosis de Wegener
Esta enfermedad puede presentarse a cualquier edad y es dos veces más frecuente entre los
varones que entre las mujeres. Se desconoce su causa. Es similar a una infección, aunque no
se puede encontrar un microorganismo (germen) infectante. Se cree que la granulomatosis de
Wegener se debe a una respuesta alérgica a un factor desencadenante que no se ha identificado
todavía. El resultado es una respuesta inmune inapropiada y potente que daña muchos tejidos
del cuerpo.
Síntomas
La enfermedad puede progresar hacia una fase generalizada (diseminada), con inflamación
de los vasos sanguíneos de todo el organismo. En consecuencia, aparecen llagas sobre la piel
que se propagan extensamente pudiendo causar cicatrices graves. La enfermedad del riñón,
frecuente en esta etapa de la granulomatosis de Wegener, varía desde un daño leve a una
insuficiencia renal potencialmente mortal, causa de hipertensión y de síntomas resultantes de
la acumulación de sustancias de desecho en la sangre (uremia). En ocasiones, los pulmones
son el único órgano afectado. Pueden formarse granulomas en los pulmones, lo que dificulta
la respiración. La anemia es frecuente y puede ser grave.
Diagnóstico y tratamiento
Antes, la forma generalizada de esta enfermedad era siempre mortal. El pronóstico mejoró
de manera significativa mediante el uso de fármacos inmunosupresores (como la
ciclofosfamida y la azatioprina), que controlan la enfermedad reduciendo la reacción inmune
inapropiada del organismo. El tratamiento, por lo general, se prolonga al menos un año
después de la desaparición de los síntomas. La administración de corticosteroides con el fin de
suprimir la inflamación puede, en la mayoría de casos, reducirse y finalmente interrumpirse.
La administración de antibióticos para tratar una neumonía (que se puede desarrollar si los
pulmones han sido dañados), puede estar indicada dado que los fármacos utilizados reducen la
capacidad del organismo para combatir las infecciones. En ocasiones, la anemia puede
agravarse hasta el punto de que sea necesaria una transfusión de sangre.
Síndrome de Reiter
El síndrome de Reiter tiene dos formas. Una de ellas se manifiesta en caso de infecciones
de transmisión sexual (como la infección por clamidias) y es más frecuente en los varones
jóvenes; la otra, por lo general, resulta de una infección intestinal, como la salmonelosis. Las
personas que desarrollan el síndrome de Reiter después de la exposición a estas infecciones,
parecen tener una predisposición genética a este tipo de reacción, relacionada con el mismo
gen hallado en personas que padecen espondilitis anquilosante. La mayoría de las personas
que tienen estas infecciones no desarrollan, sin embargo, el síndrome de Reiter.
Síntomas
Los síntomas comienzan entre los 7 y los 14 días después de la infección. El primer
síntoma es, por lo general, una inflamación de la uretra (el conducto que lleva la orina desde la
vejiga al exterior del cuerpo). En los varones, esta inflamación causa dolor moderado y una
supuración del pene. La próstata puede inflamarse y producir dolor. Los síntomas genitales y
urinarios en las mujeres, si los hay, son leves y consisten en supuración vaginal ligera o
incomodidad al orinar.
La conjuntiva (la membrana que reviste el párpado y cubre el globo del ojo) puede
enrojecer e inflamarse, causando picor o ardor y la producción excesiva de lágrimas. El dolor
y la inflamación articulares pueden ser leves o severos. Por lo general, varias articulaciones
resultan afectadas al mismo tiempo, sobre todo las rodillas, las articulaciones de los dedos del
pie y las zonas donde los tendones se unen a los huesos (como los talones). En los casos más
graves, la columna vertebral también puede inflamarse y causar dolor.
Aparecen llagas pequeñas e indoloras en la boca, sobre la lengua y en el extremo distal del
pene (glande). En ocasiones, puede aparecer una erupción característica, constituida por
granos duros y densos en la piel, especialmente en las palmas de las manos y las plantas de los
pies. Debajo de las uñas de las manos y de los pies puede observarse la presencia de
sedimentos de color amarillo.
Diagnóstico y tratamiento
Síndrome de Behçet
También se pueden inflamar los ojos, los vasos sanguíneos, el sistema nervioso y el tracto
gastrointestinal. La incidencia del síndrome es dos veces superior entre los varones que entre
las mujeres. Generalmente aparece en personas de entre 20 y 30 años de edad, pero puede
desarrollarse durante la infancia. Ciertas poblaciones, como las de los países mediterráneos,
Japón, Corea y la zona de la Ruta de la seda en China, presentan un riesgo más elevado. Se
desconoce la causa del síndrome de Behçet, pero no se descarta que los virus y las
enfermedades autoinmunes puedan desempeñar un papel en su desarrollo.
Síntomas
Los otros síntomas pueden aparecer al cabo de días o incluso años. Una inflamación
recidivante de una parte del ojo (iridociclitis recidivante) produce dolor, sensibilidad a la luz y
visión borrosa. Pueden presentarse otros problemas oculares, como la uveítis, que puede
causar ceguera sin un tratamiento adecuado.
Aparecen ampollas en la piel y granos de pus en casi el 80 por ciento de los pacientes. Una
herida insignificante, como la punción de una aguja hipodérmica, puede hacer que la zona se
inflame y se hinche. En alrededor del 50 por ciento de los casos aparece una artritis
relativamente leve y no progresiva, en las rodillas y otras grandes articulaciones. La
inflamación de los vasos sanguíneos (vasculitis) por todo el cuerpo puede causar la formación
de coágulos, aneurismas (protuberancias en las paredes debilitadas de los vasos sanguíneos),
trombosis cerebral y lesión de riñón. Cuando el tracto gastrointestinal resulta afectado, los
síntomas pueden evolucionar desde un malestar leve a calambres fuertes y diarreas.
Los síntomas recidivantes del síndrome de Behçet pueden ser muy perjudiciales. Los
períodos con síntomas o libres de síntomas (remisiones) pueden durar semanas, años o
décadas. La parálisis es una complicación potencial, así como las lesiones del sistema
nervioso, el tracto gastrointestinal o los vasos sanguíneos, que son en algunos casos mortales.
Diagnóstico y tratamiento
Espondilitis anquilosante
La espondilitis anquilosante es una enfermedad del tejido conectivo caracterizada por una
inflamación de la columna vertebral y de las grandes articulaciones, provocando rigidez y
dolor.
La enfermedad es tres veces más frecuente en los varones que en las mujeres, y se
desarrolla por lo general entre los 20 y los 40 años de edad. No se conoce su causa, pero
podría tener una influencia genética dado que la enfermedad tiende a ser de carácter familiar.
Este trastorno es de 10 a 20 veces más frecuente en las personas cuyos padres o hermanos la
padecen.
Síntomas y diagnóstico
De modo característico, los brotes leves o moderados alternan con períodos casi
asintomáticos. El dolor de espalda es el síntoma más frecuente, con una intensidad variable de
un episodio a otro y de una persona a otra. En muchas ocasiones el dolor empeora por las
noches y con frecuencia aparece rigidez por la mañana, que se alivia con la actividad. El dolor
en la zona lumbar y el espasmo muscular asociado se alivian flexionándose hacia adelante, por
ello es frecuente que las personas adopten una postura encorvada que puede ser permanente si
no se trata. En otros casos, la columna vertebral se vuelve muy erguida y rígida. La pérdida de
apetito y de peso, el cansancio y la anemia pueden acompañar al dolor de espalda. Si se
inflaman las articulaciones que conectan las costillas a la columna vertebral, el dolor puede
limitar la capacidad de expansión del pecho para respirar profundamente. En ocasiones, el
dolor se inicia en las grandes articulaciones como caderas, rodillas y hombros.
Un tercio de los pacientes sufre ataques recidivantes de inflamación ocular leve (iritis
aguda), que rara vez afectan a la vista. En muy pocos casos, la inflamación provoca daños a
una válvula del corazón. Si las vértebras dañadas comprimen los nervios o la médula espinal,
se puede producir rigidez, debilidad o dolor en el área de inervación correspondiente. El
síndrome de cauda equina (cola de caballo) es una complicación poco frecuente que consiste
en la aparición de síntomas que se desarrollan cuando la columna vertebral inflamada
comprime los nervios que se hallan al final de la médula espinal. Estos síntomas consisten en
impotencia, incontinencia urinaria nocturna, disminución de la sensibilidad de la vejiga y el
recto y pérdida de reflejos en los tobillos.
Pronóstico y tratamiento
La mayoría de los pacientes no desarrolla discapacidades y puede llevar una vida normal y
productiva, aunque, en algunas ocasiones, la evolución de la enfermedad es mayor y causa
deformaciones graves.
A largo plazo, el tratamiento tiene como objetivo mantener la postura adecuada y reforzar
los músculos de la espalda. Los ejercicios diarios fortalecen los músculos que se oponen a la
tendencia a torcerse y encorvarse.
CAPITULO 52
Gota y seudogota
Gota
La inflamación articular puede volverse crónica y deformante tras ataques repetidos. Casi
el 20 por ciento de los afectados de gota desarrollan cálculos renales.
La sangre contiene normalmente una cierta cantidad de ácido úrico (un subproducto de la
descomposición celular), debido a la constante descomposición y formación de células por
parte del organismo y también porque los alimentos corrientes contienen precursores del ácido
úrico. Los valores de ácido úrico aumentan de forma anormal cuando los riñones no pueden
excretarlo en cantidad suficiente. El organismo puede también producir gran cantidad de ácido
úrico, a causa de una anormalidad enzimática hereditaria o de una enfermedad como el cáncer
de la sangre, que se caracteriza por la multiplicación y la destrucción rápida de las células.
Algunos tipos de enfermedades del riñón, así como ciertos fármacos, deterioran la capacidad
de los riñones para excretar el ácido úrico.
Artritis gotosa aguda
Aspecto del grueso artejo en un paciente con artritris gotosa aguda. Obsérvese el aspecto tumefacto y el aumento de volumen con respecto a los otros
artejos.
Síntomas
Los ataques de gota (artritis gotosa aguda) aparecen de forma repentina. Pueden ser
desencadenados por una lesión insignificante, una intervención quirúrgica, el consumo de
grandes cantidades de alcohol o de alimentos ricos en proteínas, el cansancio, el estrés
emocional o una enfermedad. Por lo general, se presentan dolores intensos y repentinos en una
o más articulaciones (sobre todo por las noches), que aumentan progresivamente y son, a
menudo, insoportables. La articulación se hincha y la piel circundante se vuelve roja o
púrpura, tirante y brillante, con sensación de calor. Produce mucho dolor al tacto.
El trastorno afecta con mayor frecuencia a la articulación de la base del dedo gordo del
pie, causando un proceso llamado podagra, pero también afecta con frecuencia al empeine, los
tobillos, las rodillas, las muñecas y los codos. Los cristales se pueden formar en estas
articulaciones situadas periféricamente, debido a que éstas son más frías que la parte central
del cuerpo, y los uratos tienden a cristalizarse a bajas temperaturas. Los cristales se forman
también en las orejas y otros tejidos relativamente fríos. Por otra parte, la gota afecta en raras
ocasiones a la columna vertebral, las caderas o los hombros.
Otros síntomas de la artritis gotosa aguda pueden ser fiebre, escalofríos, sensación de
malestar general y aceleración de los latidos del corazón (taquicardia). La gota tiende a ser
más aguda en los individuos que desarrollan los síntomas antes de los 30 años. La gota se
manifiesta de forma habitual en varones de mediana edad y después de la menopausia en las
mujeres.
Los primeros ataques suelen afectar sólo a una articulación y durar pocos días. Los
síntomas desaparecen de forma gradual, se restablece el funcionamiento de la articulación y
no aparece ningún síntoma hasta el siguiente ataque. Sin embargo, si la enfermedad progresa,
los ataques que no han sido tratados tienen una duración mayor, se manifiestan con mayor
frecuencia y afectan a varias articulaciones. Las articulaciones afectadas pueden quedar
dañadas de modo permanente.
Diagnóstico
Tratamiento
El segundo paso es prevenir las recurrencias. Puede ser suficiente beber mucho líquido,
evitar las bebidas alcohólicas e ingerir pequeñas cantidades de alimentos ricos en proteínas.
Muchas personas que sufren de gota tienen sobrepeso. Con la pérdida de peso, los valores de
ácido úrico en sangre vuelven a la normalidad o a valores cercanos a los normales.
En algunos casos, sobre todo en los ataques graves y recidivantes, se inicia el tratamiento
farmacológico a largo plazo cuando los síntomas del ataque han desaparecido y se prosigue la
terapia entre un ataque y otro. La administración diaria, a dosis bajas, de colquicina, puede
prevenir los ataques o, al menos, reducir su frecuencia. La terapia con antiinflamatorios no
esteroideos puede también prevenir algunos accesos. En ocasiones, está indicada la
administración conjunta de colquicina y un antiinflamatorio no esteroideo. Sin embargo, esta
combinación no evita ni cura la evolución de la enfermedad causada por la acumulación de
cristales, en cambio, sí conlleva algunos riesgos para las personas que padecen enfermedades
renales o hepáticas.
La mayor parte de los tofos de las orejas, de las manos o de los pies se reduce lentamente
cuando disminuye el valor de ácido úrico en sangre, pero puede ser necesario extirpar
quirúrgicamente los tofos demasiado grandes.
Las personas con un valor alto de ácido úrico en sangre pero sin los síntomas de la gota
son sometidas a veces a un tratamiento con fármacos. Sin embargo, debido al riesgo de efectos
adversos producidos por estos fármacos, su uso probablemente no esté justificado a menos
que sea muy elevada la cantidad de ácido úrico en la orina. En estos pacientes, el tratamiento
con alopurinol puede prevenir los cálculos renales.
Seudogota
Causas y síntomas
Algunas personas tienen ataques de artritis con dolor, habitualmente en las rodillas, las
muñecas, u otras articulaciones relativamente grandes. Otras personas padecen dolor y rigidez
crónicos y persistentes en las articulaciones de los brazos y las piernas, que pueden
confundirse con la artritis reumatoide. Los accesos agudos son generalmente menos graves
que los de la gota. En algunas personas no se observa dolor entre un ataque y otro, y otras no
experimentan dolor en ningún momento, a pesar de las grandes acumulaciones de cristales.
Diagnóstico y tratamiento
Por lo general, el tratamiento puede interrumpir los accesos agudos y prevenir nuevos
ataques, pero no puede evitar la lesión a las articulaciones afectadas. Con frecuencia, se
utilizan los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno, para reducir el dolor
y la inflamación. A veces, se puede administrar colquicina por vía intravenosa para aliviar la
inflamación y el dolor durante los ataques y por vía oral en dosis bajas diarias como medida
de prevención. En ocasiones, se drena el exceso de líquido articular y se inyecta una
suspensión de corticosteroide en la articulación para reducir la inflamación. No existe ningún
tratamiento eficaz a largo plazo para extraer los cristales.
CAPITULO 53
Infecciones de los huesos y de las articulaciones
Pueden infectarse los huesos, el líquido y los tejidos de las articulaciones. Tales
infecciones incluyen la osteomielitis y la artritis infecciosa.
Osteomielitis
La osteomielitis es una infección del hueso, generalmente provocada por una bacteria,
aunque también, en algunos casos, por un hongo.
Cuando se infecta el hueso, se inflama a menudo la médula ósea. En vista de que el tejido
inflamado presiona contra la rígida pared exterior del hueso, los vasos sanguíneos de la
médula pueden comprimirse, reduciendo o interrumpiendo el suministro de sangre al hueso.
Si el aporte sanguíneo resulta insuficiente, algunas partes del hueso pueden morir. La
infección puede también avanzar por fuera del hueso y formar acumulaciones de pus
(abscesos) en los tejidos blandos adyacentes, como el músculo.
Causas
Los huesos, que normalmente están bien protegidos de la infección, pueden infectarse por
tres vías: el flujo sanguíneo, la invasión directa y las infecciones de los tejidos blandos
adyacentes.
El flujo sanguíneo puede transmitir una infección a los huesos desde otra parte del cuerpo.
La infección suele presentarse en las extremidades de los huesos del brazo y de la pierna en el
caso de los niños y en la columna vertebral en los adultos. Las personas que están en
tratamiento de diálisis por insuficiencia renal y las que se inyectan drogas tienen una
predisposición particular para contraer una infección de las vértebras (osteomielitis vertebral).
También se pueden originar infecciones en la parte del hueso en que se ha implantado una
pieza de metal, como en el caso de una cirugía por una fractura de la cadera o de otros sitios.
Las vértebras también pueden infectarse por las bacterias que causan la tuberculosis
(enfermedad o mal de Pott).
La infección en los tejidos blandos que rodean el hueso puede extenderse al mismo, al
cabo de varios días o semanas. Esta infección puede tener su origen en una zona lesionada por
una herida, por radioterapia o por cáncer, o en una úlcera de la piel causada por mala
circulación o diabetes, o en una infección de los senos paranasales, de los dientes o de la
encía.
Síntomas
En los niños, las infecciones óseas contraídas a través del flujo sanguíneo causan fiebre y,
en ocasiones, dolor en el hueso infectado algunos días después. El área que está por encima
del hueso puede inflamarse e hincharse y el movimiento puede resultar doloroso.
Las infecciones de las vértebras se desarrollan de forma gradual, produciendo dolores de
espalda persistentes y sensibilidad al tacto. El dolor empeora con el movimiento y no se alivia
con el reposo ni con la aplicación de calor o la ingestión de analgésicos. La fiebre, un signo
frecuente de infección, está frecuentemente ausente.
Las infecciones óseas provocadas por infecciones en los tejidos blandos adyacentes o por
invasión directa, causan dolor e hinchazón en la zona localizada encima del hueso; se pueden
formar abscesos en los tejidos circundantes. Estas infecciones pueden no provocar fiebre. Los
resultados de los análisis de sangre pueden ser normales. Es habitual que el paciente que
presenta una infección en una articulación o un miembro artificial sufra un dolor persistente
en esa zona.
Si una infección ósea no se trata de manera eficaz, se puede producir una osteomielitis
crónica. En ocasiones, este tipo de infección pasa inadvertida durante mucho tiempo, ya que
puede no producir síntomas durante meses o años. Es frecuente que la osteomielitis crónica
cause dolor en el hueso, produciendo infecciones en los tejidos blandos que están sobre el
mismo y una supuración constante o intermitente a través de la piel.
El drenaje tiene lugar cuando el pus del hueso infectado se abre paso hacia la piel y se
forma un trayecto (trayecto fistuloso) desde el hueso hasta la piel.
Fases de la infección de una vértebra y del disco intervertebral.
Diagnóstico
Tratamiento
En los niños o adultos con infecciones óseas recientes a partir del flujo sanguíneo, los
antibióticos son el tratamiento más eficaz. Si no puede identificarse la bacteria que provoca la
infección, se administran antibióticos eficaces contra el Staphylococcus aureus (la bacteria
causante más frecuente) y, en algunos casos, contra otras bacterias. Al principio los
antibióticos se pueden administrar por vía intravenosa y más tarde por vía oral, durante un
período de 4 a 6 semanas, dependiendo de la gravedad de la infección. Algunas personas
necesitan meses de tratamiento. En general no está indicada la cirugía si la infección se
detecta en su fase inicial, aunque, en ocasiones, los abscesos se drenan quirúrgicamente.
Para los adultos que sufren infecciones en las vértebras, el tratamiento habitual consiste en
la administración de antibióticos adecuados durante 6 a 8 semanas, a veces guardando reposo
absoluto. La cirugía puede ser necesaria para drenar abscesos o estabilizar las vértebras
afectadas.
Por lo general, una articulación artificial infectada debe ser extraída y sustituida por otra.
Los antibióticos pueden administrarse varias semanas antes de la intervención quirúrgica, de
modo que pueda extraerse la articulación artificial infectada e implantarse simultáneamente la
nueva. El tratamiento resulta ineficaz en contadas ocasiones y puede ser necesario recurrir a
una intervención quirúrgica, bien sea para fusionar los huesos de la articulación o para
amputar el miembro.
Las infecciones que se propagan al hueso desde las úlceras del pie, causadas por mala
circulación o diabetes, implican a menudo varias bacterias y de manera simultánea son
difíciles de curar sólo con antibióticos. La curación puede requerir la extirpación del hueso
infectado.
Artritis infecciosa
La artritis infecciosa es una infección del contenido líquido (líquido sinovial) y de los
tejidos de una articulación.
Es habitual que los niños experimenten fiebre y dolor, con tendencia a la irritabilidad. Es
corriente que los niños no muevan la articulación infectada por el dolor que ello les produce.
En niños mayores y en adultos que presentan infecciones bacterianas o víricas, es habitual que
los síntomas comiencen de manera súbita. Es corriente el enrojecimiento, el calor local y el
dolor al movimiento y al tacto, al igual que la acumulación de líquidos, provocando hinchazón
y rigidez en la articulación. Otros síntomas son fiebre y escalofríos.
Las articulaciones que se infectan con mayor frecuencia son las de la rodilla, del hombro,
de la muñeca, de la cadera, de los dedos y de los codos. Los hongos o las micobacterias
(bacterias que causan la tuberculosis e infecciones similares) suelen causar síntomas de menor
intensidad. La mayoría de las infecciones por hongos y micobacterias afectan sólo a una
articulación y, en raras ocasiones, infectan a varias de manera simultánea. Por ejemplo, la
bacteria que causa la enfermedad de Lyme infecta muy a menudo las articulaciones de la
rodilla. Los gonococos y los virus pueden infectar muchas articulaciones al mismo tiempo.
Diagnóstico
Una articulación infectada suele ser destruida en pocos días, a menos que el tratamiento
con antibióticos se inicie inmediatamente. Por esta razón se realizan varias pruebas de
diagnóstico si existe la posibilidad de infección. Es habitual extraer una muestra del líquido
articular, tanto para detectar la presencia de glóbulos blancos como para efectuar pruebas
complementarias, que determinarán la presencia de bacterias y otros organismos. Los cultivos
en laboratorio son, en la mayoría de los casos, útiles para identificar la bacteria que causa la
infección del líquido articular, a menos que la persona haya tomado antibióticos
recientemente. Sin embargo, las bacterias que causan la gonorrea, la enfermedad de Lyme y la
sífilis son difíciles de aislar del líquido articular.
Tratamiento
Para prevenir la acumulación de pus (que puede dañar la articulación), el médico lo extrae
con una aguja. En ocasiones, se inserta un tubo para drenar el pus, sobre todo si la articulación
es difícil de alcanzar con una aguja, por ejemplo, en el caso de la cadera. Si el drenaje de la
articulación, practicado con una aguja o un tubo, no resulta eficaz, se puede recurrir a la
cirugía o a la artroscopia (procedimiento que utiliza un microscopio especial para examinar el
interior de la articulación). En un principio, se puede inmovilizar la articulación para aliviar el
dolor, pero también será necesaria una rehabilitación física para prevenir la rigidez y la
pérdida permanente de funciones.
Al cabo de varios días de tratamiento con antibióticos, la cirugía puede ser necesaria para
sustituir la articulación.
CAPITULO 54
Articulación de Charcot
Así mismo, los nervios que transmiten sensaciones a las articulaciones pueden resultar
afectados como consecuencia de una variedad de lesiones, enfermedades y trastornos como la
diabetes mellitus, las enfermedades de la columna vertebral y la sífilis.
Síntomas y diagnóstico
Pueden transcurrir muchos años antes de que el proceso origine una disfunción articular y
los síntomas correspondientes. Sin embargo, una vez que se desarrollan los síntomas, la
enfermedad puede evolucionar tan rápidamente que la articulación se destruye en pocos
meses.
Aunque la rodilla es, a menudo, la más afectada, esta enfermedad puede desarrollarse en
casi todas las articulaciones.
Afecta al pie con mayor frecuencia en las personas que sufren de diabetes. Las
articulaciones afectadas (con frecuencia una sola y habitualmente no más de dos o tres)
dependen de la localización de la lesión del nervio.
El diagnóstico se sospecha cuando una persona que padece una enfermedad neurológica
manifiesta una lesión articular relativamente indolora. Los síntomas articulares se presentan
habitualmente años después de la lesión del nervio. Las radiografías muestran la lesión de la
articulación que, a menudo, se acompaña de depósitos de calcio y crecimiento óseo anormal.
Prevención y tratamiento
Los músculos, las bolsas, los tendones y los huesos deben estar sanos y funcionar
adecuadamente para que el cuerpo se mueva normalmente. Los músculos, que se contraen
para producir el movimiento, están conectados a los huesos mediante los tendones.
Las bolsas son almohadillas llenas de líquido que reducen la fricción en las zonas donde la
piel, los músculos, los tendones y los ligamentos se frotan contra los huesos. Las lesiones, la
sobrecarga excesiva, las infecciones y, en ocasiones, otras enfermedades, pueden lesionar los
músculos, las bolsas, los tendones y los huesos de forma temporal o permanente. Este daño
puede causar dolor, limitar el control sobre los movimientos y reducir la amplitud normal del
movimiento.
Tortícolis espasmódico
Tortícolis
El tortícolis afecta a una de cada 10 000 personas y es, aproximadamente, 10 veces más
frecuente en las mujeres que en los varones. El trastorno puede presentarse a cualquier edad,
pero su incidencia es mayor entre los 30 y los 60 años. Por lo general, se desconoce su causa
pero a veces el tortícolis se debe a enfermedades como el hipertiroidismo, las infecciones del
sistema nervioso, las discinesias tardías (movimientos faciales anormales producidos por la
ingestión de fármacos antipsicóticos) y los tumores del cuello.
En raras ocasiones, los recién nacidos sufren tortícolis (tortícolis congénita) como
consecuencia de lesiones en los músculos del cuello durante un parto difícil. El desequilibrio
de los músculos oculares y las deformidades musculares u óseas de la parte superior de la
columna vertebral puede causar tortícolis en los niños.
Síntomas
Pueden aparecer espasmos dolorosos y agudos de los músculos del cuello, que comienzan
de repente y se presentan de modo intermitente o continuo. Por lo general, sólo resulta
afectado un lado del cuello. La dirección en la cual la cabeza se inclina y gira depende de cuál
es el músculo del cuello afectado. Un tercio de las personas que presentan este trastorno tiene
también espasmos en otras zonas, habitualmente en los párpados, la cara, la mandíbula, o las
manos. Los espasmos aparecen sin advertencia previa y, muy raras veces, durante el sueño.
El tortícolis varía de leve a grave y permanente. Alrededor del 10 al 20 por ciento de las
personas que lo padecen (habitualmente jóvenes con casos leves) se recupera sin tratamiento
en un plazo de cinco años. En la mayoría, sin embargo, el trastorno empeora gradualmente en
un período de uno a cinco años, estabilizándose después. El tortícolis puede persistir toda la
vida, provocando dolores continuos, movilidad restringida del cuello y deformidades
posturales.
Diagnóstico y tratamiento
Los fármacos ayudan a reducir los espasmos musculares y los movimientos involuntarios
en alrededor de un tercio de los casos y, habitualmente, ayudan a controlar el dolor causado
por los espasmos. Los fármacos anticolinérgicos, que impiden los impulsos específicos del
nervio, y las benzodiacepinas (sedantes suaves) se administran a menudo. Con menor
frecuencia se prescriben relajantes musculares y antidepresivos. Varias inyecciones de una
dosis baja de la sustancia que causa el botulismo reducen el dolor y los espasmos, permitiendo
que la cabeza se sostenga en una posición más natural (menos inclinada); esta mejoría puede
durar algunos meses. La extirpación quirúrgica de los nervios que causan la disfunción de los
músculos del cuello es, en ocasiones, un procedimiento eficaz a tener en cuenta si los demás
tratamientos no son efectivos. Si hay problemas emocionales que contribuyen a los espasmos,
el tratamiento psiquiátrico puede ser útil.
Síndromes de fibromialgia
Causas
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
La bursitis es la inflamación con dolor de una bolsa (un saco aplanado que contiene
líquido sinovial y que facilita el movimiento normal de algunas articulaciones y músculos,
reduciendo la fricción).
Las bolsas están localizadas en los puntos de fricción, especialmente donde hay tendones o
músculos que pasan por encima del hueso. Aunque una bolsa generalmente contiene muy
poco líquido, si se lesiona puede inflamarse y llenarse de líquido.
La bursitis puede resultar del uso excesivo de una articulación de manera crónica, de
heridas, gota, seudogota, artritis reumatoide o infecciones, pero con frecuencia, se desconoce
la causa. Aunque los hombros son los más propensos a la bursitis, también se inflaman
frecuentemente las bolsas de los codos, las caderas, la pelvis, las rodillas, los dedos del pie y
los talones.
Síntomas
La bursitis causa dolor y tiende a limitar el movimiento, pero los síntomas específicos
dependen de la localización de la bolsa inflamada. Por ejemplo, cuando se inflama una bolsa
del hombro, aparece dolor y dificultad al alzar el brazo y separarlo del lado del cuerpo (como
al ponerse una prenda con mangas).
Diagnóstico y tratamiento
El médico puede considerar que se trata de una bursitis si la zona alrededor de la bolsa
duele a la palpación y si algunos movimientos específicos de la articulación resultan
dolorosos. Si la bolsa está notablemente hinchada, el médico puede extraer con una aguja y
una jeringa una muestra de líquido de la bolsa para hacer pruebas que determinen las causas
de la inflamación (como una infección o la gota). Las radiografías no suelen ser útiles, a
menos que detecten las típicas acumulaciones de calcio.
Dedo en gatillo
El dedo en gatillo es una afección en la que un dedo permanece rígido y doblado. Se produce cuando uno de los tendones que flexionan el dedo se inflama
y se hincha. Habitualmente, al enderezarse y doblarse el dedo, el tendón se mueve de un modo uniforme
por dentro de la vaina que lo envuelve. El tendón inflamado se sale de la vaina cuando el dedo se dobla, pero si el tendón está demasiado hinchado o tiene
nódulos, al enderezar el dedo no puede retroceder con facilidad. Para enderezar el dedo, debe hacerse fuerza en la parte hinchada para que se reintroduzca
dentro de la vaina, lo que produce una sensación
de crujido similar a la que se siente cuando se aprieta el gatillo de un revólver.
Tendinitis y tenosinovitis
Los tendones, algunos de los cuales están recubiertos de una vaina protectora, son cuerdas
fibrosas de tejido resistente que conectan los músculos a los huesos. Las vainas de los
tendones recubren algunos tendones.
La mayor parte de las tendinitis se presentan en personas de edad mediana o avanzada,
dado que con la edad los tendones son más propensos a las lesiones. Sin embargo, también
aparecen en jóvenes que practican ejercicios intensos y en personas que realizan tareas
repetitivas.
Síntomas
Los tendones inflamados suelen causar dolor cuando se mueven o se tocan (mover las
articulaciones cercanas al tendón, aunque sea levemente, puede causar un dolor intenso). Las
vainas de los tendones se pueden hinchar visiblemente por la acumulación de líquido y por la
inflamación, o pueden secarse y frotar contra los tendones, causando una áspera sensación que
se puede sentir, o un sonido que se escucha durante la auscultación, cuando la articulación se
mueve.
Tratamiento
Varias formas de tratamiento pueden aliviar los síntomas de una tendinitis. Suelen ser
útiles el reposo, la inmovilización con entablillado o escayola y la aplicación de calor o frío
(según sea conveniente). La terapia con antiinflamatorios no esteroideos como la aspirina o el
ibuprofeno durante 7 a 10 días disminuye el dolor y la inflamación.
A veces, los corticosteroides y los anestésicos locales se inyectan en la vaina del tendón.
Este tratamiento es particularmente útil para tratar un dedo en gatillo. En raras ocasiones, la
inyección causa un brote que dura menos de 24 horas y puede tratarse con compresas frías y
analgésicos.
El tratamiento tiene que repetirse cada 1 o 3 semanas durante 1 o 2 meses, antes de que la
inflamación disminuya por completo. Una tendinitis crónica y persistente, como sucede en la
artritis reumatoide, puede tratarse quirúrgicamente para extraer las zonas inflamadas, siendo
necesaria la fisioterapia después de la intervención. Con frecuencia, la cirugía está indicada
para tratar un dedo en gatillo crónico o para extraer las acumulaciones de calcio de las zonas
de una tendinitis de larga duración, como la zona que circunda la articulación del hombro.
CAPITULO 56
Afecciones comunes del pie
Algunos problemas del pie se inician en el propio pie, por ejemplo, por una lesión; otros
son el resultado de enfermedades que afectan a todo el organismo. Cualquier hueso,
articulación, músculo, tendón, o ligamento del pie puede verse afectado.
Esguince grave
El esguince puede ocurrir cuando el tobillo rota hacia afuera (se invierte), desgarrando el ligamento de la parte externa del tobillo.
Esguinces de tobillo
Un esguince de tobillo es un desgarro de los ligamentos (el tejido elástico resistente que
conecta los huesos entre sí) en el tobillo.
Cualquiera de los ligamentos del tobillo puede lesionarse. Las torceduras suelen ocurrir
cuando el tobillo rota hacia fuera, haciendo que la planta del pie mire hacia el otro pie (se
invierta). Los ligamentos flojos en el tobillo, los músculos débiles, las lesiones de los nervios
de la pierna, ciertos tipos de calzado (como los zapatos de tacón alto y estrecho) y ciertas
maneras de caminar, tienden a provocar la rotación del pie hacia fuera, aumentando el riesgo
de una torcedura.
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
La exploración física del tobillo orienta acerca de la extensión de la lesión del ligamento.
Con frecuencia, se hace una radiografía para determinar si el hueso está fracturado, pero no se
aprecia la torcedura del tobillo. Se requieren pruebas complementarias sólo en contadas
ocasiones.
Las personas cuyos tobillos se tuercen con facilidad pueden evitar las lesiones
subsiguientes utilizando aparatos ortopédicos (abrazaderas) para los tobillos y colocando
dispositivos en el calzado para estabilizar el pie y el tobillo.
Complicaciones
En un esguince puede también lesionarse el nervio que recorre uno de los ligamentos del
tobillo. El dolor y el hormigueo consecuentes (neuralgia) se alivian, a veces de modo
permanente, con una inyección de un anestésico local.
Las personas con esguince de tobillo suelen caminar de un modo que desgasta
excesivamente los tendones (tejidos fibrosos y resistentes que conectan los músculos al hueso
o los músculos entre sí); el resultado final es la inflamación de los tendones del lado externo
del tobillo. Esta afección, llamada tenosinovitis peroneal, puede causar hinchazón crónica y
dolor en la parte externa del tobillo. El tratamiento consiste en usar soportes para el tobillo,
que limitan el movimiento de la articulación. También pueden ser eficaces las inyecciones de
cortisona dentro de la vaina del tendón, aunque no debe abusarse de su uso.
En ocasiones, el impacto de un esguince grave causa espasmos en los vasos sanguíneos del
tobillo que reducen la circulación sanguínea. Por consiguiente, algunas zonas del hueso y de
otros tejidos pueden resultar afectadas debido a la falta de irrigación, por lo que pueden
comenzar a deteriorarse. Esta afección, denominada distrofia simpática refleja o atrofia de
Sudeck, puede provocar hinchazón y dolor en el pie, a menudo intenso, que puede pasar de un
punto a otro del tobillo y del pie. A pesar del dolor, la persona puede seguir caminando. La
fisioterapia y los analgésicos administrados por vía oral pueden ser útiles. Se puede recurrir,
en caso de dolor crónico e intenso, a la inyección de un anestésico local alrededor del nervio
que estimula el tobillo (bloqueo del nervio), así como a la administración de corticosteroides y
al apoyo psicológico.
El síndrome de seno del tarso es el dolor persistente en la zona entre el hueso del talón
(calcáneo) y el hueso del tobillo (talus o astrágalo), a raíz de una torcedura. Puede estar
asociado con el desgarro parcial de los ligamentos dentro del pie. Las inyecciones de
corticosteroides y los anestésicos locales son a menudo útiles.
Prácticamente cualquier hueso del pie se puede fracturar. Muchas de estas fracturas no
requieren cirugía, pero otras deben ser reparadas quirúrgicamente para prevenir la
discapacidad permanente. Es habitual que la zona sobre el hueso fracturado presente
hinchazón y dolor, que pueden extenderse más allá del lugar de la fractura si los tejidos
blandos de la zona resultan magullados.
Las fracturas del tobillo y alrededor de éste, ocurren frecuentemente cuando el tobillo rota
hacia dentro, de tal modo que la planta del pie gira hacia afuera (eversión) o cuando el tobillo
rota hacia afuera (inversión). Suelen aparecer dolor, hinchazón y hemorragia. Estas fracturas
pueden ser graves si no se tratan con urgencia. Como regla general, todas las fracturas de
tobillo deberían escayolarse. La cirugía puede ser necesaria para las fracturas graves del
tobillo, cuando los huesos están ampliamente separados o mal alineados.
Son frecuentes las fracturas de los huesos del metatarso (huesos situados en la parte dorsal
media del pie) que, con frecuencia, son el resultado de una marcha excesiva o de una tensión
indirecta por uso excesivo, aunque también pueden producirse por un impacto fuerte y
repentino. En la mayoría de los casos, la inmovilización con un calzado de suela rígida (mejor
que con escayola) es suficiente para que el hueso sane. En raras ocasiones, se necesita la
colocación de una escayola por debajo de la rodilla. Si los huesos están muy separados, la
cirugía puede estar indicada para alinear los segmentos fracturados. Una fractura del
metatarsiano del dedo gordo o del dedo pequeño del pie tiende a ser complicada, requiriendo
la colocación de una escayola o la cirugía.
Los huesos sesamoideos (dos huesos pequeños redondos localizados bajo el extremo del
metatarsiano del dedo gordo del pie) se pueden fracturar. Las carreras, los largos paseos y los
deportes que implican caer demasiado fuerte sobre la superficie plantar del antepié, como el
baloncesto y el tenis, pueden causar la fractura de estos huesos. También alivian el dolor los
accesorios ortopédicos especialmente diseñados para el calzado (plantillas). Si persiste el
dolor, los huesos sesamoideos deben, a veces, ser extraídos quirúrgicamente.
Huesos del pie
Vista desde abajo
Son frecuentes las lesiones de los dedos del pie, en particular el pequeño, especialmente
cuando se camina descalzo. Las fracturas simples de los cuatro dedos más pequeños del pie se
curan sin necesidad de escayolar. Puede ser útil el vendaje con cinta adhesiva o velcro de los
dedos afectados a los dedos adyacentes, durante 4 a 6 semanas. Usar suelas rígidas o un
calzado ligeramente más ancho, puede ayudar a calmar el dolor. Si resulta demasiado doloroso
caminar con un calzado normal, hay que utilizar botas hechas a la medida o calzado siguiendo
la prescripción del médico.
Por lo general, una fractura del dedo gordo (hallux) tiende a ser más grave, causando dolor
intenso, tumefacción y hemorragia bajo la piel. El dedo gordo puede fracturarse por un
tropezón o por la caída accidental de un objeto pesado sobre el pie. Las fracturas que afectan a
la articulación del dedo gordo del pie pueden requerir una intervención quirúrgica.
Los espolones del talón son excrecencias de hueso en el talón que pueden ser
consecuencia de una tensión excesiva del hueso del talón por parte de los tendones o la fascia
(el tejido conectivo adherido al hueso).
El dolor en la parte inferior del talón puede ser causado por un espolón. El pie plano (una
forma anormal de la planta y del arco del pie) y los trastornos en los que la contractura del
tendón del talón es permanente, pueden tensar excesivamente la fascia, incrementando el
riesgo del crecimiento de espolones.
Los espolones del talón son casi siempre dolorosos mientras se desarrollan, especialmente
cuando la persona está caminando. En ocasiones, se desarrolla una pequeña acumulación de
líquido (bolsa) debajo del espolón y se inflama. Esta afección, llamada bursitis calcánea
inferior, suele hacer que el dolor se vuelva pulsátil, y también puede aparecer sin que exista
espolón. A veces el pie se adapta al espolón de modo que el dolor disminuye a medida que
crece el espolón. Por otra parte, un espolón indoloro puede transformarse en doloroso a
consecuencia de una pequeña lesión en la zona, como puede ocurrir durante el ejercicio.
El tratamiento tiene como objeto aliviar el dolor. Una mezcla de corticosteroides con un
anestésico local puede inyectarse dentro de la zona dolorida del talón. Envolver el arco con
almohadillas y usar elementos ortopédicos (plantillas para calzado) que ayuden a estabilizar el
talón, pueden minimizar el estiramiento de la fascia y reducir el dolor. La mayor parte de los
espolones dolorosos se resuelven sin intervenciones quirúrgicas. Se debería realizar una
intervención quirúrgica para extraer el espolón solamente cuando el dolor constante dificulta
la marcha. Sin embargo, los resultados no son predecibles y, a veces, el dolor persiste después
de la operación.
Enfermedad de Sever
La enfermedad de Sever es el dolor de talón en los niños, causado por una lesión de
cartílago.
El hueso del talón (calcáneo) se desarrolla en dos partes. Hasta que el hueso se endurece
completamente, entre los 8 y 16 años, ambas partes están unidas por un cartílago que es más
blando que el hueso. En ocasiones, la actividad enérgica o el esfuerzo excesivo pueden romper
el cartílago causando dolor, casi siempre a lo largo de los bordes del talón.
El cartílago roto finalmente se cura, con frecuencia al cabo de varios meses. Las
almohadillas para el talón colocadas en el calzado, pueden ser útiles ya que reducen la presión
sobre el hueso del talón. A veces, también puede ser útil escayolar el pie.
Este trastorno se manifiesta principalmente en las mujeres jóvenes pero también puede
desarrollarse en los varones. Puede agravarse si se camina de una forma que presione
repetidamente los tejidos blandos detrás del talón, contra el soporte rígido posterior del
calzado.
Bursitis en el talón
Normalmente, sólo se encuentra una bolsa en el talón, entre el tendón de Aquiles y el hueso (calcáneo). Esta bolsa puede inflamarse, hincharse y doler,
dando como resultado una bursitis anterior del tendón de Aquiles. Se puede formar una bolsa protectora (adventicia) entre el tendón de Aquiles y la piel
como consecuencia de una presión anormal y una disfunción del pie. Esta bolsa puede también inflamarse, hincharse y doler y en consecuencia producir una
bursitis posterior del tendón de Aquiles.
Al principio, aparece una mancha ligeramente roja, endurecida y dolorosa en la cara
posterior y superior del talón. Cuando la bolsa inflamada se agranda, aparece una tumefacción
roja debajo de la piel del talón que causa dolor por encima del mismo. Si la afección se vuelve
crónica, la hinchazón puede endurecerse.
El tratamiento tiene por objeto reducir la inflamación y ajustar la posición del pie en el
calzado para aliviar la presión sobre el talón. Se pueden colocar almohadillas en el calzado, de
espuma de goma o de fieltro, para suprimir la presión mediante la elevación del talón. Puede
resultar útil estirar la parte posterior del calzado, o acolcharlo alrededor de la bolsa inflamada.
A veces se diseñan calzados especiales para ayudar a controlar el movimiento anormal del
talón. Si estas medidas no son eficaces, los antiinflamatorios no esteroideos, como el
ibuprofeno, alivian el dolor y la inflamación de forma temporal, así como las inyecciones de
una mezcla de corticosteroides y anestésicos locales en la zona inflamada. Cuando estos
tratamientos no son eficaces, se debe extraer quirúrgicamente una parte del hueso del talón.
Cualquier estado que represente una tensión adicional para el tendón de Aquiles (que une
los músculos de la pantorrilla al talón) puede causar este trastorno. Las lesiones del talón, las
enfermedades como la artritis reumatoide e incluso los soportes posteriores rígidos del calzado
pueden causar este proceso.
Cuando la bolsa se inflama a raíz de una lesión traumática, los síntomas suelen
manifestarse de manera repentina; en cambio, cuando la inflamación se debe a una
enfermedad, pueden hacerlo de forma gradual. Los síntomas habitualmente consisten en
hinchazón y calor en el lado posterior del talón.
La aplicación de compresas tibias o frías sobre la zona afectada puede ayudar a reducir el
dolor y la inflamación, así como las inyecciones de un corticosteroide combinado con un
anestésico local en la bolsa inflamada.
La neuralgia tibial posterior es el dolor en el tobillo, el pie y los dedos del pie, causado por
la compresión o la lesión del nervio que llega al talón y la planta del pie (nervio tibial
posterior).
Este nervio recorre la cara posterior de la pantorrilla, atraviesa un canal óseo cerca del
talón y llega hasta la planta del pie. Cuando los tejidos circundantes de este nervio se
inflaman, pueden comprimirlo, causando el dolor.
El dolor en la superficie plantar del antepié se debe con frecuencia a lesiones de los
nervios entre los dedos del pie o bien a las articulaciones entre los dedos y el pie.
Los nervios que estimulan la planta del pie y los dedos se hallan entre los huesos de los
dedos. El dolor en la superficie plantar del antepié puede deberse a la acción de tumores no
cancerosos de los tejidos nerviosos (neuromas), ubicados entre la base del tercer y cuarto dedo
(neuroma de Morton), aunque pueden también presentarse entre otros dedos. Los neuromas
suelen desarrollarse sólo en un pie y son más frecuentes en las mujeres que en los varones.
En su fase inicial, el neuroma puede causar únicamente una leve molestia alrededor del
cuarto dedo, a veces acompañada de una sensación de ardor u hormigueo. Estos síntomas son
generalmente más pronunciados cuando la persona usa cierto tipo de calzado. A medida que la
afección progresa, puede irradiarse una sensación de ardor constante a las puntas de los dedos,
independientemente del tipo de calzado que se use. La persona puede también sentir como si
tuviera una canica o un guijarro dentro de la superficie plantar del antepié. El diagnóstico se
basa en la historia del problema y en el examen del pie. Las radiografías, la resonancia
magnética (RM) y la ecografía no identifican con precisión esta enfermedad.
Las inyecciones de corticosteroides mezclados con un anestésico local, así como el uso de
plantillas en el calzado pueden, en general, aliviar los síntomas. Puede ser necesario repetir las
inyecciones dos o tres veces, con intervalos de una a dos semanas. Si estos tratamientos no
ayudan, la extracción quirúrgica del neuroma alivia con frecuencia el malestar por completo,
pero puede causar insensibilidad permanente en la zona.
El dolor en las articulaciones de los cuatro dedos más pequeños del pie es un problema
muy común cuya causa más frecuente es el mal alineamiento de las superficies articulares.
Esta mala alineación puede ser consecuencia de un pie poco o muy arqueado, que hace que los
dedos permanezcan doblados (dedos en martillo). La fricción constante del calzado contra los
dedos curvados produce un engrosamiento de la piel sobre la articulación, formándose un
callo. El tratamiento alivia la presión causada por el mal alineamiento. Puede ser útil un
calzado más hondo o un calzado con almohadillas; también puede estar indicada la cirugía
para enderezar los dedos y quitar el callo
La artrosis del dedo gordo del pie, extremadamente frecuente, puede ser consecuencia de
diversas posiciones al estar de pie y al caminar, incluso la tendencia a rotar el pie hacia dentro
al caminar (pronación). En ocasiones, una lesión en el dedo gordo del pie puede también
causar artrosis con dolor. El dolor articular en el dedo gordo del pie empeora casi siempre por
el uso de calzado. Más tarde, la persona puede sentirse incapaz de doblar este dedo mientras
camina. No se nota una sensación de calor al tacto en la zona dolorosa.
Una uña del pie encarnada es una afección en la que los bordes de la uña crecen dentro de
la piel que la rodea.
La uña encarnada puede producirse cuando una uña del pie deformada crece
impropiamente dentro de la piel, o cuando la piel que circunda la uña crece anormalmente
rápido y cubre parte de la uña. Usar un calzado estrecho e inadecuado, y recortar la uña en
curva con bordes cortos, en vez de recortarla de un modo más bien recto, pueden causar una
uña encarnada o hacer que ésta empeore.
Las uñas encarnadas pueden no producir síntomas al inicio, pero finalmente pueden doler,
especialmente cuando se presiona la zona que está dentro de la carne. La zona está
generalmente enrojecida y puede estar caliente y, si el tratamiento no es adecuado, es
propensa a la infección. Si se infecta, la zona se vuelve dolorosa, enrojecida e hinchada, y
pueden desarrollarse tumefacciones con pus (paroniquia).
Las uñas levemente encarnadas pueden recortarse, el borde libre se levanta con suavidad y
se coloca un algodón esterilizado debajo de la uña hasta que la hinchazón desaparece. Si la
uña encarnada requiere atención médica, el médico generalmente adormece la zona con un
anestésico local, luego corta y extrae la sección encarnada de la uña. La inflamación puede
entonces disminuir y la uña encarnada, habitualmente, no recurre.
Onicomicosis
Las infecciones por hongos son difíciles de curar, por lo que el tratamiento está en función
de la gravedad o molestia de los síntomas. Se debe procurar que las uñas estén bien recortadas
para minimizar las molestias. Los fármacos contra los hongos, administrados por vía oral,
pueden mejorar el proceso y, a veces, curarlo por completo. Con frecuencia, la infección
reaparece cuando se interrumpen los fármacos.
En general, no resulta eficaz tratar la uña infectada únicamente con la aplicación directa de
antimicóticos, excepto en el caso de una infección superficial por hongos.
Son varios los trastornos que pueden causar cambios en el color y la textura de las uñas.
Por ejemplo, una lesión debida al impacto de un objeto pesado sobre el dedo, puede provocar
una acumulación de sangre bajo la uña, ocasionando el ennegrecimiento de la misma. Si esto
afecta a la uña entera, ésta puede desprenderse y caer. Una coloración negra bajo la uña debe
ser examinada para determinar también si se trata de un melanoma (cáncer de la piel). Las
heridas pueden causar manchas o vetas blancuzcas en la uña. La sobreexposición a los jabones
fuertes, los productos químicos o algunos fármacos, puede hacer que las uñas adquieran
tonalidades negras, grises, amarillas o marrones. Las infecciones por hongos también pueden
cambiar el color de las uñas.
En algunos países, las lesiones producidas por el deporte son muy frecuentes. Los
principios de la medicina deportiva pueden aplicarse al tratamiento de muchas lesiones
musculosqueléticas, que pueden ser similares a una lesión durante una actividad deportiva,
pero debidas a una causa distinta. Por ejemplo, el codo del tenista puede ser debido a la acción
de cargar una maleta, atornillar, o abrir una puerta atascada, y una rodilla del corredor puede
deberse a la acción de rotar excesivamente el pie hacia dentro al caminar (pronación).
Causas
Cada vez que se fuerzan los músculos en un entrenamiento intensivo, algunas fibras
musculares se lesionan y otras consumen la energía disponible que ha sido almacenada en
forma de glucógeno. Se requieren más de dos días para que las fibras sanen y para reemplazar
el glucógeno. Debido a que únicamente las fibras no lesionadas y adecuadamente alimentadas
funcionan de modo apropiado, los períodos de entrenamiento intensivo muy seguidos
requieren, finalmente, un trabajo comparable por parte de una menor cantidad de fibras sanas,
aumentando la probabilidad de lesiones. En consecuencia, se pueden prevenir las lesiones
crónicas dejando un intervalo de al menos 2 días entre los períodos de entrenamiento
intensivo, o alternando los que fuerzan diferentes partes del cuerpo. Muchos programas de
entrenamiento alternan un día de entrenamiento intensivo con uno de reposo (como hacen
muchos levantadores de pesas) o con un día de entrenamiento ligero. En el caso de un
corredor, éste puede correr a un ritmo de 5 minutos/1,5 km un día y a un ritmo de 6 a 8
minutos/1,5 km al día siguiente. Si un atleta se entrena dos veces al día, cada ejercicio intenso
debe seguirse al menos de 3 ejercicios menos enérgicos. Sólo los nadadores pueden practicar
todos los días ambos entrenamientos, el enérgico y el ligero, sin lesionarse. La fuerza de
ascenso del agua les ayuda a proteger sus músculos y articulaciones.
El dolor que precede a muchas lesiones por desgaste se presenta por primera vez cuando
un número limitado de fibras del músculo o del tendón comienzan a desgarrarse. Interrumpir
el ejercicio a la primera señal de dolor limita la lesión a dichas fibras, dando como resultado
una recuperación más rápida. Continuar haciendo ejercicio mientras se siente dolor produce el
desgarro de una mayor cantidad de fibras, extendiendo la lesión y retrasando la recuperación.
Anormalidades estructurales
Las anormalidades estructurales pueden hacer que una persona sea propensa a una lesión
deportiva por el esfuerzo desigual de varias partes del cuerpo. Por ejemplo, cuando las piernas
son desiguales en longitud, se ejerce una fuerza mayor sobre la cadera y la rodilla de la pierna
más larga. Habitualmente, correr por los lados de caminos con terraplenes tiene el mismo
efecto; pisar repetidamente con un pie la superficie un poco más elevada aumenta el riesgo de
dolor o lesión en ese costado. La persona que tiene una curva exagerada de la columna
vertebral puede sentir dolor de espalda cuando hace girar un bate de béisbol. Por lo general, el
dolor desaparece cuando se interrumpe la actividad, pero recurre cada vez que se alcanza la
misma intensidad de ejercicio.
El factor biomecánico que causa la mayoría de lesiones del pie, de la pierna y de la cadera
es la pronación excesiva (una rotación de los pies hacia dentro después de entrar en contacto
con el suelo). Cierto grado de pronación es normal y evita las lesiones dado que ayuda a
distribuir la fuerza en todo el pie.
Sin embargo, la pronación excesiva puede causar dolor del pie, la rodilla y la pierna. En
personas que tienen una pronación excesiva, los tobillos son tan flexibles que el arco de los
pies toca el suelo mientras caminan o corren, dando la apariencia de pies planos. Un corredor
con pronación excesiva puede sufrir dolor de las rodillas cuando corre largas distancias.
El problema contrario, la pronación escasa, puede ocurrir en las personas que tienen
tobillos rígidos. En estas personas, el pie parece tener un arco muy elevado y no absorbe bien
el impacto, aumentando el riesgo de producir pequeñas grietas en los huesos de los pies y las
piernas (fracturas por sobrecarga).
Los músculos, los tendones y los ligamentos se desgarran cuando se someten a esfuerzos
superiores a su fuerza intrínseca. Por ejemplo, pueden lesionarse si son demasiado débiles o
rígidos para el ejercicio que se está intentando practicar. Las articulaciones son más propensas
a las lesiones cuando los músculos y los ligamentos que las sostienen son débiles, como
sucede después de un esguince. Los huesos debilitados por la osteoporosis se pueden fracturar
fácilmente.
Diagnóstico
Para diagnosticar una lesión deportiva u otra lesión musculosquelética, el médico indaga
sobre el lugar y el modo en que se produjo la misma y sobre el tipo de actividades,
recreacionales u ocupacionales, que la persona ha desempeñado recientemente, o que
desempeña periódicamente. El médico examina también la zona lesionada. El paciente puede
ser remitido a un especialista para otros exámenes. Las pruebas de diagnóstico pueden incluir
radiografías, tomografía computarizada (TC), resonancia magnética (RM), artroscopia
(observación de la articulación afectada a través de un pequeño instrumento introducido en la
articulación), electromiografía y una exploración, con la ayuda de una computadora, de la
función muscular y articular.
Prevención
Los ejercicios de estiramiento no parecen prevenir las lesiones, pero alargan los músculos
de tal forma que se pueden contraer más eficazmente y funcionar mejor. Para evitar daños
musculares durante el estiramiento, éste se debe realizar después del calentamiento o del
ejercicio. Cada estiramiento debe ser lo suficientemente cómodo como para contar hasta 10.
Las plantillas para el calzado (ortopédicas) pueden a menudo corregir los problemas del
pie como la pronación. Las plantillas, que pueden ser flexibles, semirrígidas o rígidas, y
pueden variar en longitud, deben ser colocadas dentro de zapatillas de deporte adecuadas. Las
zapatillas de deporte de buena calidad tienen un talón rígido (la parte posterior de la zapatilla
que cubre el talón) para controlar el movimiento de la cara posterior del pie, un soporte de una
parte a otra del empeine (guarnición), para prevenir la pronación excesiva, y una abertura
acolchada (collar), para sostener el tobillo. El calzado debe tener el espacio adecuado para la
plantilla. Las plantillas ortopédicas generalmente reducen la talla del calzado en un número.
Por ejemplo, un zapato del 38 con una plantilla ortopédica se transforma en un 37.
Tratamiento
El tratamiento inmediato para casi todas las lesiones del deporte consiste en reposo, hielo,
compresión y elevación. La parte lesionada se inmoviliza inmediatamente para minimizar la
hemorragia interna y la hinchazón y para evitar que la lesión empeore. La aplicación de hielo
hace que los vasos sanguíneos se contraigan, ayudando a limitar la inflamación y a reducir el
dolor. Vendar la parte lesionada con cinta adhesiva o una venda elástica (compresión) y
llevarla por encima del corazón (elevación) ayuda a limitar la hinchazón. Una bolsa de hielo
como las que se encuentran en el comercio, o una bolsa de hielo triturado o picado, que se
amolda al contorno del cuerpo mejor que el hielo en cubitos, se puede colocar sobre una toalla
encima de la parte lesionada durante 10 minutos. Un vendaje elástico se puede envolver, sin
apretar, alrededor de la bolsa de hielo y la parte lesionada. La parte lesionada se debe
mantener elevada, pero el hielo se debe quitar durante 10 minutos, con una nueva aplicación al
cabo de ese tiempo durante otros 10 minutos y así sucesivamente durante una o dos horas.
Este proceso puede repetirse varias veces durante las primeras 24 horas.
Sin embargo, la aplicación demasiado prolongada de hielo puede lesionar los tejidos. La
piel reacciona por reflejo cuando alcanza una temperatura baja (alrededor de 27 °C), dilatando
los vasos sanguíneos de la zona. La piel enrojece, se calienta, causa picor y puede doler. Estos
efectos aparecen generalmente de 9 a 16 minutos después de que se haya aplicado el hielo y
disminuyen en 4 a 8 minutos, una vez retirado el hielo. Por tanto, se debe quitar el hielo
cuando se manifiesten estos efectos o al cabo de 10 minutos de su aplicación, pero se puede
repetir al cabo de otros 10 minutos.
En el deporte existen una serie de lesiones frecuentes que incluyen las fracturas por
sobrecarga, los dolores de los músculos anteriores de la tibia, las tendinitis, la rodilla del
corredor, las lesiones del tendón de los músculos del hueco poplíteo, la espalda del levantador
de pesas, el codo del tenista, las lesiones de la cabeza y del pie. También pueden ocurrir al
realizar otras actividades.
Las fracturas por sobrecarga son pequeñas fisuras en los huesos que, a menudo, se
desarrollan por un impacto crónico y excesivo.
En los corredores, los huesos del mediopié (metatarsianos) son especialmente propensos a
estas fracturas. Los huesos más susceptibles de sufrir fracturas son los metatarsianos de los
tres dedos medios del pie. El hueso metatarsiano del dedo gordo es relativamente resistente a
cualquier lesión debido a su fortaleza y a su mayor tamaño, y el hueso metatarsiano del dedo
pequeño está generalmente protegido porque la mayor fuerza de empuje la ejerce el dedo
gordo y el de al lado.
Los factores de riesgo de las fracturas por sobrecarga del pie incluyen arcos pronunciados,
zapatillas de deporte con absorción inadecuada del impacto y aumento repentino de la
intensidad o cantidad de los ejercicios. Las mujeres posmenopáusicas pueden ser
particularmente propensas a este tipo de fracturas debido a la osteoporosis.
La persona no debe correr hasta que la fractura por sobrecarga sane, pero puede sustituir la
carrera por otros ejercicios. Pueden ser útiles para prevenir las recidivas (una vez que la
fractura sane), tanto el uso de zapatillas deportivas (con soporte adecuado para absorber el
impacto), como la carrera sobre la hierba u otras superficies suaves. En pocas ocasiones está
indicado colocar una escayola. En caso de emplearse, se debe retirar al cabo de una o dos
semanas para evitar que se debiliten los músculos. La curación, por lo general, precisa entre 3
y 11 semanas, aunque puede prolongarse en personas de edad avanzada o débiles.
El dolor anterolateral afecta a los músculos de la parte frontal (anterior) y externa (lateral)
de la tibia. Este tipo de lesión es el resultado de un desequilibrio natural en el tamaño de los
músculos opuestos. Los músculos anteriores de la pierna mantienen el antepié en alto y los
músculos más largos y más fuertes de la pantorrilla (posteriores) bajan el pie cada vez que el
talón toca el suelo al caminar o correr. Los músculos de la pantorrilla ejercen tanta fuerza que
pueden lesionar los músculos de la parte anterior de la pierna.
Para que estas molestias desaparezcan, el corredor debe dejar de correr temporalmente y
practicar otro tipo de ejercicios. Son útiles los ejercicios para estirar los músculos de la
espinilla. Una vez que los músculos anteriores de la pierna comienzan a sanar, los ejercicios
de estiramiento y los ejercicios con un cubo de asa pueden realizarse en 3 series de 10
movimientos en días alternos.
Dolores de los músculos de la espinilla
Los dolores de espinilla pueden desarrollarse en los músculos de la parte frontal y externa de la tibia (calambres anterolaterales) o en los músculos de la
parte posterior e interna (calambres posteromediales). La zona dolorosa varía según cuáles sean los músculos afectados.
Anterolateral Posteromedial
Los dolores posteromediales afectan a los músculos de la cara posterior e interna (medial)
de la tibia (los responsables de levantar el talón justo antes de que los dedos del pie se aparten
del suelo). Este tipo de afección suele ser el resultado de correr sobre pistas inclinadas o calles
con desniveles y puede agravarse debido a la rotación excesiva del pie hacia dentro, o por el
uso de zapatillas de deporte inadecuadas para prevenir tal rotación durante la carrera.
El dolor producido por este tipo de lesión comienza habitualmente en el lado interno de la
parte inferior de la pierna, aproximadamente entre 1 y 20 centímetros por encima del tobillo, y
empeora cuando el corredor se para sobre los dedos o gira el tobillo hacia dentro. Si la persona
sigue corriendo, el dolor llega incluso a la parte interna del tobillo, pudiendo extenderse por la
espinilla hasta unos 5 o 10 centímetros de la rodilla. La gravedad del dolor aumenta a medida
que la lesión va afectando a los músculos de la tibia. Al principio, sólo se inflaman y duelen
los tendones del músculo, pero si la persona sigue corriendo, pueden resultar afectados incluso
los músculos. Finalmente, la tensión sobre el tendón inflamado puede hacer que se desgarre a
nivel de su unión con el hueso, causando hemorragia y mayor inflamación. En ocasiones,
también se desgarra la parte de la tibia que está unida al tendón.
El tratamiento principal consiste en dejar de correr y hacer otro tipo de ejercicios hasta que
pase el dolor. Las zapatillas de deporte con talón rígido (la parte posterior del calzado) y los
soportes especiales para el arco pueden resguardar el pie de una rotación excesiva. Evitar
correr sobre superficies inclinadas puede ayudar a prevenir la recidiva de los dolores. Se
recomienda la práctica de ejercicios de estiramiento de los músculos lesionados. En casos más
graves, en los que se desgarra un fragmento del hueso de la tibia, puede estar indicada una
intervención quirúrgica para fijarlo. Después de la cirugía, el paciente evitará correr durante
largo tiempo. Algunos casos que no respondían a otros tratamientos se han curado con una
terapia experimental, consistente en la inyección diaria de calcitonina (una hormona que
forma el tejido óseo) o alendronato (un fármaco que retrasa la pérdida ósea) administrado por
vía oral. En ocasiones, ninguno de los tratamientos disponibles es eficaz y el corredor debe
abandonar este deporte definitivamente.
Tendinitis poplítea
El tendón poplíteo evita las torsiones hacia fuera de la mitad inferior de la pierna durante
la carrera. La excesiva rotación del pie hacia dentro (pronación) así como correr cuesta abajo,
tienden a ejercer una tensión excesiva sobre este tendón, pudiendo desgarrarlo.
Son varios los factores biomecánicos que predisponen a la lesión de este tendón. Entre
éstos destacan la rotación excesiva del pie hacia dentro (pronación), el hábito de utilizar
demasiado el extremo posterior del talón (revisando el tacón de las zapatillas de deporte se
nota dónde está más desgastado), las piernas arqueadas, la excesiva tensión del tendón de los
poplíteos y de los músculos de la pantorrilla, los arcos de los pies muy pronunciados, los
tendones de Aquiles demasiado tensos y las deformidades del talón.
El dolor, síntoma principal, es por lo general más agudo cuando una persona comienza a
moverse después de haber estado sentada o acostada, o comienza la marcha o la carrera. Con
frecuencia, el dolor se alivia al seguir caminando o corriendo, a pesar del dolor y de la rigidez.
El tendón de Aquiles está envuelto en una vaina protectora; entre el tendón y su vaina hay una
capa delgada de grasa que permite que el tendón se mueva libremente. Cuando el tendón se
lesiona, se forman cicatrices entre el mismo y su vaina, haciendo que el tendón tire de la vaina
a cada movimiento. De ahí que el movimiento sea doloroso. Seguir caminando o corriendo
alivia el dolor porque aumenta la temperatura de la vaina, haciéndola más flexible, de modo
que el tendón puede moverse con más libertad. Habitualmente, la presión sobre el tendón
también causa dolor.
Si la persona ignora el dolor y sigue corriendo, una cicatriz rígida reemplaza el tendón
elástico que dolerá siempre durante el ejercicio, sin posibilidad de curación.
La rótula es un hueso plano triangular, que está fijado por ligamentos y tendones a la cara
anterior de la rodilla. Normalmente tiene un ligero movimiento ascendente o descendente, sin
tocar el fémur durante la carrera.
Rodilla del corredor
En general, cuando uno corre, la rótula se mueve suavemente hacia arriba o hacia abajo sin tocar el hueso del muslo (fémur). Si los pies rotan hacia dentro
de forma excesiva (pronación), la parte inferior de la pierna se tuerce hacia adentro, llevando la rótula hacia adentro, mientras que los músculos cuádriceps la
empujan hacia afuera. Estas fuerzas opuestas hacen que la parte posterior de la rótula roce contra el extremo
del hueso del muslo, produciendo dolor.
La rodilla del corredor puede resultar de la acción de un defecto estructural, como una
rótula ubicada en posición demasiado alta en la articulación de la rodilla (patela alta), o un
tendón de los músculos poplíteos demasiado tensado, tendones de Aquiles tirantes, o por
debilidad en los músculos del muslo que, habitualmente, contribuyen a estabilizar la rodilla.
La causa tratable más frecuente es la rotación excesiva del pie hacia dentro (pronación) al
andar o correr, mientras los músculos anteriores del muslo (cuádriceps) tiran la rótula hacia
fuera. Actuando juntas, estas fuerzas hacen que la rótula roce contra la extremidad del hueso
del muslo.
Por lo general, el dolor y la hinchazón suelen comenzar durante la carrera y se concentran
debajo de la superficie de la rótula. Al principio, sólo correr cuesta abajo es doloroso, pero
más tarde, cualquier tipo de carrera genera dolor, y finalmente los demás movimientos de la
pierna (sobre todo, bajar escalones) pueden ser dolorosos.
Es importante abstenerse de correr hasta poder hacerlo sin sentir dolor. Se puede continuar
con los demás ejercicios, como ir en bicicleta (si no resulta doloroso), remar y nadar, para
mantener un buen estado físico. Son útiles los ejercicios de estiramiento de los músculos de la
cara posterior (músculos del hueco poplíteo) y frontal (cuádriceps) del muslo, y de
fortalecimiento del vasto medial (un músculo interno del muslo que empuja la rótula hacia
dentro). Existen en el comercio unos soportes de arco que, colocados en el calzado utilizado
para ejercicios o para andar por la calle, pueden ser de ayuda. En ocasiones, las plantillas
deben hacerse a la medida.
Una lesión de los músculos del hueco poplíteo (torcedura del músculo femoral posterior,
desgarro del tendón de los músculos del hueco poplíteo) es cualquier lesión de los músculos
de la parte posterior del muslo.
Los músculos de la zona poplítea, que enderezan la cadera y doblan la rodilla, son más
débiles que los cuádriceps opuestos (músculos anteriores del muslo). Si los músculos del
hueco poplíteo no tienen al menos un 60 por ciento de la fuerza de los cuádriceps, éstos se
sobreponen a aquéllos y los lesionan. Una lesión de los músculos de la zona poplítea causa,
por lo general, un dolor repentino en la cara posterior del muslo, cuando los músculos se
contraen brusca y violentamente.
La dorsalgia del levantador de pesas (esguince lumbar) es una lesión de los tendones y
músculos de la parte inferior de la espalda, que causa espasmos musculares e inflamación.
Cualquier esfuerzo importante puede desgarrar los músculos y los tendones de la parte
inferior de la espalda (la región lumbar). Este tipo de lesión es frecuente en los deportes que
requieren empujar o tirar de grandes pesos, como levantar una pesa del suelo, o agarrar o
empujar a un jugador adversario en el fútbol americano. Este tipo de lesión también se
observa en los deportes que requieren torsiones repentinas de la espalda: darse la vuelta para
driblar después de capturar un rebote en baloncesto o manejar un bate de béisbol o un palo de
golf.
Los factores de riesgo que favorecen una lesión de la zona lumbar incluyen una curva
exagerada de la parte inferior de la columna vertebral, la pelvis (hueso de la cadera)
desplazada hacia delante, los músculos de la espalda demasiado rígidos o débiles, los
músculos abdominales débiles y los músculos del tendón del hueco poplíteo poco flexibles. La
espalda es también propensa a lesiones cuando la columna vertebral está debilitada por la
artrosis, las vértebras mal alineadas, los discos con hernias o roturas, o un tumor óseo.
Una lesión de la zona lumbar suele causar un dolor repentino en la espalda durante una
torsión, un empuje o un estiramiento. Al inicio, el dolor no es lo suficientemente fuerte como
para interrumpir los ejercicios; sin embargo, el músculo o tendón desgarrado sigue perdiendo
sangre y se hincha. Dos o tres horas más tarde, se producen espasmos que causan un dolor
intenso. La persona suele preferir permanecer inmóvil, con frecuencia acurrucada en posición
fetal, dado que los espasmos musculares pueden agravarse por cualquier movimiento de la
espalda. La zona inferior de la espalda puede doler al tacto y empeora cuando la persona se
inclina hacia delante.
Tan pronto como sea posible, después de la lesión, la persona debe permanecer en reposo
absoluto, aplicando hielo y compresas sobre la inflamación. Los ejercicios para fortalecer los
músculos abdominales que ayudan a estabilizar la espalda, y para estirar y fortalecer los
músculos de la espalda, son beneficiosos una vez que la curación ha comenzado. Una máquina
de remo es excelente para el fortalecimiento de la espalda, si no se produce dolor.
Una curva exagerada de la parte inferior de la columna vertebral (que tiende a aumentar la
tensión sobre los músculos que la sostienen) está determinada, en gran parte, por la
inclinación de la pelvis. Por tanto, la curva exagerada puede atenuarse con una variedad de
ejercicios que inclinan la parte superior de la pelvis hacia atrás, es decir, a una posición más
normal. Dichos ejercicios consisten en el fortalecimiento de los músculos abdominales (para
acortarlos) y el estiramiento de los músculos del muslo (para alargarlos). Usar una faja para
levantar pesas puede ayudar a prevenir las lesiones de la espalda.
El codo del tenista debido al golpe de revés (epicondilitis lateral) es la lesión de los
tendones que doblan la muñeca hacia detrás de la palma, causando dolor en la cara posterior y
externa del antebrazo.
Los músculos del antebrazo que están unidos a la parte externa del codo duelen cuando se
ejerce una sobrecarga en el punto de unión. Este tipo de lesión suele ser más evidente durante
un golpe de revés. La fuerza de la raqueta, al golpear la pelota, puede lesionar los tendones
cuando se deslizan por encima de la parte final del codo. Los factores que aumentan las
posibilidades de desarrollar esta afección son, entre otros, el uso inadecuado de golpes de
revés, la debilidad de los músculos del hombro y la muñeca, el uso de una raqueta demasiado
tirante o con mangos excesivamente pequeños, golpear la pelota con los bordes de la raqueta y
golpear pelotas pesadas y mojadas.
El tratamiento consiste en evitar cualquier ejercicio que produzca dolor. Los ejercicios en
los que no se usa la muñeca, como correr, el ciclismo, o el baloncesto, o incluso el frontón con
raqueta o el squash (en los que la pelota golpea la raqueta con menor fuerza que en el tenis),
pueden ser, en cambio, practicados para mantener un buen estado físico. Pueden iniciarse los
ejercicios de fortalecimiento una vez que la lesión sane. Generalmente, se deberán fortalecer
todos los músculos que flexionan y extienden la muñeca.
Codo del tenista
Los dos tipos de codo del tenista (del golpe directo y del golpe de revés) causan dolor en zonas diferentes del codo y del antebrazo.
El codo del tenista debido al golpe directo (codo del jugador de béisbol, codo del
porteador de maletas, epicondilitis medial) es la lesión de los tendones que doblan la muñeca
hacia la palma, causando dolor en el antebrazo del lado de la palma, desde el codo hacia la
muñeca.
Esta lesión se produce al doblar la muñeca hacia la palma con fuerza excesiva. Los
factores que producen dicha fuerza incluyen debilidad de los músculos del hombro o de la
mano, un saque muy fuerte o con efecto en tenis, jugar con pelotas pesadas o mojadas, usar
una raqueta demasiado pesada, con un mango excesivamente corto o con las cuerdas
demasiado tensadas; lanzar una pelota de béisbol, arrojar una jabalina y cargar una maleta
muy pesada. Insistir en practicar ejercicios cuando se sufre dolor puede desgarrar los tendones
a nivel de su inserción en el hueso y causar una hemorragia. El síntoma principal es el dolor
en el lado interno del codo y en el antebrazo del mismo lado que el dedo meñique, cuando se
dobla la muñeca hacia la palma contra resistencia, o cuando se aprieta una pelota de goma
dura. Para confirmar el diagnóstico, el médico invita al paciente a sentarse en una silla,
apoyando el brazo lesionado sobre una mesa, con la palma de la mano hacia arriba.
El médico sujeta la muñeca y pide al paciente que levante la mano doblando la muñeca; si
la persona sufre este tipo de lesión, nota dolor en el codo. La persona no debería practicar
ninguna actividad que cause dolor cuando la muñeca se dobla hacia la palma, o cuando se gira
de modo tal que el dedo meñique está próximo al cuerpo. Una vez que la lesión sane, el
jugador de tenis deberá fortalecer también los músculos de la muñeca y del hombro, al igual
que los músculos lesionados.
La tendinitis del manguito de los rotadores (hombro del nadador, hombro del tenista,
hombro del lanzador de béisbol, síndrome del hombro del boxeador) es un desgarro e
hinchazón del manguito de los rotadores (músculos y tendones que sostienen la parte superior
del brazo sujeta a la articulación del hombro).
Los rotadores se lesionan, a menudo, en los deportes que requieren que el brazo se mueva
por encima de la cabeza repetidamente, como lanzar la pelota en béisbol, levantar pesas por
encima del hombro, servir en deportes de raqueta y nadar estilo libre, mariposa o espalda.
Mover repetidamente el brazo por encima de la cabeza hace que la extremidad del hueso del
brazo roce contra una parte de la articulación del hombro y sus tendones, desgarrando algunas
fibras. Si se prosigue el movimiento, a pesar del dolor, el tendón puede desgarrarse del todo o
incluso arrancar parte del hueso.
Para estar y mantenerse en forma, las personas necesitan ejercitarse regularmente. Los
ejercicios fortalecen el corazón, capacitándolo para bombear más sangre con cada latido,
aumentando así la cantidad máxima de oxígeno que el cuerpo puede obtener y utilizar. Esta
cantidad, llamada captación máxima de oxígeno, se puede medir para determinar el estado
físico de una persona. El ejercicio beneficia el cuerpo de muchas otras maneras; el
estiramiento puede aumentar la flexibilidad, los ejercicios con pesas fortalecen los huesos y
ayudan a prevenir la osteoporosis, y también ayuda a prevenir el estreñimiento. También es
útil para evitar y controlar algunas formas de diabetes, bajar la presión arterial y reducir la
ansiedad, la grasa corporal y los valores de colesterol total y de lipoproteína de baja densidad
(LDL).
El ejercicio físico beneficia a la gente de todas las edades. Estudios recientes demuestran
que el ejercicio puede reforzar los músculos endebles de las personas mayores que viven en
los asilos. Los varones de edad avanzada que continúan entrenándose y compitiendo en
pruebas de carreras de larga distancia, pueden mantener su captación máxima de oxigeno. La
inactividad, más que el envejecimiento en sí, es la causa principal del deterioro de la
capacidad física en la gente mayor.
Los beneficios del ejercicio se pierden apenas una persona interrumpe el ejercicio. El
vigor del corazón y de los músculos disminuye, junto con el valor de lipoproteínas de alta
densidad (HDL) que constituyen el buen colesterol, y la presión arterial y la grasa corporal
aumentan. Incluso los atletas que interrumpen el ejercicio no mantienen resultados positivos
medibles a largo plazo. Por otra parte, y comparándolos con quienes nunca han hecho
ejercicio, no tienen una mayor capacidad para realizar actividades físicas ni menores riesgos
de ataques al corazón, ni tampoco una mayor respuesta al ejercicio.
Duración y frecuencia
Para alcanzar y mantener un buen estado físico, la persona necesita ejercitarse solamente 30
minutos, tres veces por semana. Para la mayoría, no son necesarios más de 30 minutos de
ejercicio cada vez porque el buen estado físico, medido por la captación máxima de oxígeno,
aumenta muy poco con los entrenamientos que duren más de media hora.
La mejoría proviene de tensar los músculos y dejarlos recuperar, no de ejercitarlos todos los
días. Aunque el corazón puede ser ejercitado varias veces al día todos los días, los músculos
comienzan a fallar cuando se ejercitan intensamente sin alternar días de descanso. Al cabo de
un día de ejercicio intensivo se pueden observar pequeñas hemorragias y desgarros
microscópicos en las fibras musculares, por ello al día siguiente duelen los músculos, que
requieren unas 48 horas para recuperarse después del ejercicio. Cuando los músculos sanan,
son más fuertes. Hacer ejercicio dos o tres veces por semana, alternando los días de ejercicio
con los días de descanso, ayuda a prevenir lesiones.
Intensidad
El buen estado físico radica mucho más en la intensidad del ejercicio que en su duración. El
entrenamiento debe ser enérgico, lo suficiente para que al día siguiente los músculos estén un
poco doloridos pero completamente restablecidos a los dos días.
Para fortalecer el corazón se debe practicar ejercicio con una intensidad que aumente la
frecuencia cardíaca (medida en latidos por minuto) como mínimo 20 latidos por encima del
ritmo cardíaco en reposo. Cuanto más intenso es el ejercicio, más se fortalece el músculo
cardíaco y más aumenta el ritmo cardíaco.
La frecuencia cardíaca se determina por la fuerza con la cual se contraen los músculos
esqueléticos. Cuando una persona comienza a hacer ejercicio, los músculos esqueléticos se
contraen y comprimen las venas cercanas empujando la sangre hacia el corazón; cuando se
relajan, las venas se llenan de sangre. La contracción y la relajación alternadas de los
músculos esqueléticos sirven como un segundo corazón, bombeando una cantidad adicional
de sangre al corazón. Al aumentar la circulación sanguínea, se incrementa la frecuencia
cardíaca, y cuanto más se contraen los músculos, más rápidos son los latidos del corazón.
A medida que aumenta la intensidad del ejercicio, los músculos son más propensos a
lesionarse, y mucho más durante los ejercicios intensos sostenidos que durante los
intermitentes, ya que en éstos últimos, la persona empieza a calentarse lentamente, y aumenta
el esfuerzo gradualmente. Cuando comienza a sentir pesadez o dolor muscular u otras
molestias, la persona aminora el paso y aumenta de nuevo el ritmo al sentir que los músculos
están relajados. El entrenamiento termina cuando, a pesar de alternar movimientos rápidos y
lentos, la pesantez muscular no desaparece. La mejoría se logra dedicando más tiempo al
ejercicio intenso que al de ritmo lento.
Las personas deberían sentirse bien después del ejercicio. Si no es así, probablemente se han
ejercitado demasiado. El exceso de ejercicio produce dolor en los músculos, los tendones y los
huesos, aumenta el riesgo de lesiones y produce irritabilidad.
Seis de cada diez personas que comienzan un programa de ejercicios lo abandonan en las
primeras 6 semanas debido a una lesión, que puede prevenirse programando entrenamientos
con 48 horas de diferencia. En este tipo de planificación, una persona puede alternar los días
de ejercicio o, si desea hacerlo a diario, puede trabajar diferentes grupos de músculos en días
alternos, o hacerlo un día de forma intensiva y menos al siguiente (el principio de lo difícil-
fácil). Repetir el mismo ejercicio todos los días no mejora el buen estado físico sino que
aumenta las probabilidades de una lesión. Además, se debe interrumpir el mismo en cuanto se
sienta dolor.
Despertarse con los músculos rígidos y doloridos al día siguiente de haber practicado un
deporte competitivo o de haberse ejercitado con intensidad, es normal. El modo más rápido de
recuperarse es descansar, no haciendo nada de ejercicio ese día. El ejercicio prolongado y
vigoroso puede consumir gran parte del azúcar almacenado (glucógeno) en los músculos, que
es la principal fuente de energía durante el ejercicio. Si los valores de glucógeno son bajos, los
músculos se sienten pesados y cansados. Ingerir alimentos ricos en carbohidratos como pan,
pasta, frutas, cereales, granos enteros y la mayoría de los postres, provee a los músculos
glucógeno. El descanso permite que casi todo el glucógeno que llega a los músculos sea
almacenado y que las fibras musculares lesionadas se curen.
Alternancia de ejercicios
Diferentes ejercicios tensan distintos grupos de músculos. Por ejemplo, correr tensa
principalmente los músculos inferiores de la pierna; apoyarse en los talones y levantarse sobre
los dedos ejerce mayor fuerza sobre el tobillo. Pasear en bicicleta tensa principalmente los
músculos superiores de la pierna; pedalear hace trabajar las rodillas y las caderas. Remar y
nadar tensan la parte superior del cuerpo y de la espalda. Una planificación ideal alterna
ejercicios para la parte superior del cuerpo un día, con ejercicios para la parte inferior al día
siguiente.
En las personas que se ejercitan todos los días, esta alternancia permite que los músculos se
recuperen, evita lesiones y promueve un mejor nivel de estado físico. Correr 30 minutos un
día y pasear en bicicleta durante otros 30 al día siguiente es, sin duda, mucho mejor para
prevenir lesiones que hacer todos los días 15 minutos de cada ejercicio.
Los que practican el maratón se lesionan con mayor frecuencia que los hacen triatlón y
compiten en tres deportes, aun cuando los triatletas se ejercitan mucho más. Los triatletas
ejercitan diferentes grupos de músculos en días sucesivos: pueden correr un día y nadar o
andar en bicicleta al día siguiente.
Los atletas de competición se entrenan todos los días y el entrenamiento es específico del
deporte que practican; una persona no llega a ser el mejor corredor por andar en bicicleta. Así,
para protegerse a sí mismos de lesiones, los atletas planean un entrenamiento difícil un día,
seguido por uno fácil al día siguiente. De este modo, el entrenamiento difícil causa menor
daño muscular.
Para desarrollar fuerza, velocidad y resistencia, los atletas se ejercitan duramente un día para
hacer que los músculos se sientan pesados o algo consumidos, un signo de que los músculos
han sido adecuadamente trabajados. Por lo general, los músculos duelen alrededor de 48
horas. Entonces, los atletas se ejercitan con menor intensidad durante los días sucesivos, hasta
que los músculos dejan de doler. Hacer ejercicio intensivo cuando los músculos duelen, causa
lesiones y disminuye el resultado, mientras que reanudar el ejercicio cuando cesa el dolor los
refuerza.
Después del ejercicio pueden aparecer dos tipos de malestar. Es preferible el primero: una
inflamación muscular retardada que aparece al cabo de varias horas a raíz de un ejercicio
intenso, que generalmente afecta por igual a ambos lados del cuerpo. Desaparece al cabo de
48 horas y, por lo general, la persona se siente mejor después del calentamiento para reanudar
la tanda de ejercicios. El segundo malestar es el dolor causado por una lesión: es peor en un
lado del cuerpo, no desaparece en las 48 horas siguientes y se agudiza al reanudar el ejercicio.
Calentamiento
Estiramientos
Una persona debe hacer estiramientos sólo después del calentamiento, cuando los músculos
están calientes y es menos probable que se desgarren. El estiramiento alarga los músculos y
los tendones; los músculos más largos pueden generar más fuerza alrededor de las
articulaciones, ayudando a saltar más alto, levantar pesas más resistentes, correr más rápido y
arrojar objetos más lejos. Sin embargo, el estiramiento, a diferencia de los ejercicios contra
resistencia (como el levantamiento de pesas), no fortalece los músculos. El fortalecimiento de
los músculos los hace más resistentes a los desgarros. Hay pocas evidencias de que los
estiramientos prevengan las lesiones o retrasen los ataques de inflamación muscular causados
por una lesión de las fibras musculares.
Enfriamiento
Aflojar el paso gradualmente (enfriamiento) al final del ejercicio ayuda a prevenir los mareos.
Cuando los músculos de la pierna se relajan, la sangre se acumula (se remansa) en las venas
cercanas. Para devolver la sangre al corazón, los músculos de la pierna deben contraerse.
Cuando el ejercicio se detiene bruscamente, la sangre se remansa en las piernas y la irrigación
cerebral es insuficiente, provocando mareos.
El enfriamiento también ayuda a eliminar el ácido láctico, un producto residual que se forma
en los músculos después del ejercicio. El ácido láctico no causa el dolor muscular de inicio
tardío, por lo que el enfriamiento no lo evita.
Cualquier ejercicio que aumenta la circulación de la sangre a través del corazón mejora el
buen estado físico. Los ejercicios más seguros son caminar, nadar y pedalear en una bicicleta
estática. Al andar, siempre hay un pie en contacto con el suelo de modo que la fuerza con la
que el pie golpea el suelo no es nunca mayor que el peso de la persona. Durante la natación, el
agua sostiene el cuerpo, por lo que es poco frecuente que los músculos estén expuestos a un
desgarro. En las bicicletas se pedalea con un movimiento circular uniforme que no hace
traquetear los músculos.
Caminar lentamente no contribuye al buen estado físico. Al andar a paso rápido, la persona
puede dar pasos más largos además de mover las piernas más rápidamente. Los pasos pueden
ser alargados haciendo girar las caderas de un lado a otro, de modo que el pie pueda llegar
más adelante. Girar las caderas tiende a hacer que los dedos apunten hacia fuera cuando el pie
toca el suelo, de modo que los dedos no llegan tan lejos como lo harían si estuvieran
apuntados hacia delante.
Por tanto, al andar se debería siempre tratar de apuntar los dedos del pie directamente hacia
delante. Mover los brazos rápidamente ayuda a los pies a moverse rápidamente. Para lograr un
movimiento de brazos más rápido, se doblan los codos para acortar el vaivén de los brazos,
reduciéndose así el tiempo del mismo.
La natación ejercita todo el cuerpo, las piernas, los brazos y la espalda, sin forzar las
articulaciones ni los músculos. A menudo, se recomienda la natación a las personas con
problemas articulares y musculares. Los nadadores, moviéndose a su propio paso y usando
cualquier brazada, pueden gradualmente practicar hasta 30 minutos de natación continua. Si la
pérdida de peso es uno de los principales objetivos del ejercicio, la natación no es la mejor
elección. Hacer ejercicio fuera del agua es más eficaz porque el aire aísla el cuerpo,
aumentando la temperatura corporal y el incremento del metabolismo se mantiene hasta 18
horas. Este proceso quema el exceso de calorías después del ejercicio y durante el mismo. En
contraste, el agua conduce el calor fuera del cuerpo, de modo que la temperatura corporal no
aumenta y el metabolismo no se incrementa después de nadar.
Usar una bicicleta fija es un buen ejercicio. La tensión sobre la rueda de la bicicleta debe
establecerse de modo que el ciclista pueda pedalear a un ritmo de 60 rotaciones por minuto. A
medida que progresan, los ciclistas pueden aumentar gradualmente la tensión y el ritmo hasta
90 rotaciones por minuto.
Una bicicleta fija reclinada es una elección particularmente buena para las personas mayores.
Muchos ancianos tienen los músculos superiores de la pierna débiles, porque caminar es su
único ejercicio y hacerlo sobre el suelo nivelado hace trabajar apenas estos músculos. Como
resultado, muchos ancianos tienen dificultad para levantarse de una silla sin usar las manos,
enderezarse desde una posición agachada, o subir escaleras sin sostenerse en los pasamanos.
Pedalear en una bicicleta fortalece los músculos superiores de la pierna.
Sin embargo, algunas personas no pueden mantener el equilibrio ni siquiera sobre una
bicicleta fija y otras no pueden usarla porque la presión del asiento estrecho contra la pelvis
les resulta incómoda. Por el contrario, una bicicleta fija reclinada es, al mismo tiempo, segura
y cómoda. Tiene una silla contorneada, lo que permite que una persona que ha sufrido una
parálisis pueda sentarse en ella. Así mismo, si una pierna está paralizada, las pinzas para los
dedos pueden sostener ambos pies en su lugar, de modo que la persona puede pedalear con
una sola pierna.
La danza aeróbica, un tipo popular de ejercicio ofrecido en muchos sitios, ejercita el cuerpo
entero. Las personas pueden hacer ejercicio a su propio ritmo, con la guía de instructores
expertos. La música alegre y las rutinas hacen el entrenamiento divertido, y el compromiso
con un programa o con los amigos para hacer ejercicio puede aumentar la motivación;
también puede practicarse en casa con videocasetes. La danza aeróbica de bajo impacto
elimina las pruebas de salto y la violencia de la danza aeróbica regular; de este modo
disminuye la tensión sobre las articulaciones. El “step aerobics” tensa fundamentalmente los
músculos anteriores y posteriores de los muslos (cuádriceps y músculos del hueco poplíteo),
mientras la persona sube y baja de una plataforma elevada (un step), en un conjunto de
movimientos de rutina, al compás de la música y a un paso determinado. Apenas estos
músculos comienzan a doler, se debería interrumpir el ejercicio, hacer alguna otra cosa y
emprender nuevamente los pasos aeróbicos un par de días más tarde. La gimnasia aeróbica
acuática es una elección excelente para las personas mayores y para las que sufren debilidad
muscular.
Los aparatos de esquí nórdico (esquí de fondo) ejercitan la parte superior del cuerpo y las
piernas. Muchas personas se divierten usando este equipo, pero otras encuentran dificultoso su
funcionamiento. Dado que el uso de estas máquinas requiere más coordinación que la mayor
parte de los otros tipos de ejercicio, se debe probar la máquina antes de comprarla.
Las máquinas de remo fortalecen los músculos largos de las piernas, los hombros y la espalda,
y ayudan a proteger la espalda de diversas lesiones, pero no son recomendables para los que
tienen problemas de espalda. El esfuerzo para remar, que se hace principalmente con la
espalda, puede agravar el estado de los músculos y las articulaciones de la espalda, ya
afectados. Todas las máquinas de remo de buena calidad tienen asientos corredizos y las
mejores tienen un torno que permite ajustar la tensión mientras se rema.
Cuando se logra entrenar con facilidad durante 30 minutos, se puede variar el programa de
ejercicios. La marcha atlética (caminar con la mayor rapidez posible, haciendo un vaivén
vigoroso con los brazos), la carrera lenta, la carrera rápida, el ciclismo, el patinaje sobre hielo,
el patinaje sobre ruedas, el esquí de fondo, la pelota de raqueta, el balonmano y el squash son
excelentes para una buena forma física pero requieren, como mínimo, un nivel moderado de
coordinación y habilidad. También suponen un mayor riesgo de lesiones.
SECCION 6 > TRASTORNOS DEL CEREBRO Y DEL
SISTEMA NERVIOSO
CAPITULO 59
Biología del sistema nervioso
Cerebro
Las funciones del cerebro son tan admirables como misteriosas. En el cerebro se producen el
pensamiento, las creencias, los recuerdos, el comportamiento y el estado de ánimo. Es la sede
de la inteligencia y el centro de control del organismo, coordina las facultades del
movimiento, el tacto, el olfato, el oído y la vista. Permite la formación del lenguaje, entender y
realizar operaciones numéricas, componer y apreciar la música, visualizar y entender las
formas geométricas, y comunicarnos con los demás. El cerebro incluso está dotado de la
capacidad para planificar con anticipación y crear fantasías.
Revisa todos los estímulos, tanto si proceden de los órganos internos como de la superficie
corporal, de los ojos, oídos y nariz y, en respuesta a estos estímulos, corrige la postura
corporal, el movimiento de las extremidades y la frecuencia del funcionamiento de los
órganos internos. Así mismo, los estados de alerta y de ánimo están regidos por el cerebro.
La capacidad del cerebro humano es única; ni siquiera las computadoras se aproximan a estas
aptitudes. Sin embargo, tanta sofisticación tiene su precio: por un lado, el cerebro necesita una
alimentación constante, con una demanda de flujo sanguíneo y oxígeno muy elevada y
continua (supone el 20 por ciento de la sangre que sale del corazón). Por otra parte, una
insuficiencia circulatoria que dure más de 10 segundos puede causar una pérdida de la
consciencia (síncope). Varios factores como la falta de oxígeno, valores anormalmente bajos
de azúcar en sangre o sustancias tóxicas, pueden producir una disfunción cerebral en cuestión
de segundos. Afortunadamente, el cerebro tiene mecanismos de defensa que, en general, son
capaces de evitar tales problemas.
Los tres principales componentes del cerebro (o encéfalo) son: el cerebro propiamente dicho,
el tronco encefálico y el cerebelo.
El cerebro esta formado por masas de tejido convoluto y denso dividas en dos mitades (los
hemisferios cerebrales derecho e izquierdo) que están conectadas en el centro por fibras
nerviosas conocidas como el cuerpo calloso. El cerebro a su vez se divide en cuatro lóbulos: el
frontal, el parietal, el occipital y el temporal.
- El lóbulo frontal controla la actividad motora aprendida, como la articulación del lenguaje, el
estado de ánimo, el pensamiento y la planificación del futuro. En la mayoría de las personas,
el lóbulo frontal izquierdo controla el centro del lenguaje.
- El lóbulo parietal interpreta las sensaciones que recibe del resto del cuerpo y controla el
movimiento corporal.
Debajo del cerebro, en su base, existen una serie de células nerviosas dispuestas de forma
estructurada que se denominan ganglios basales, tálamo e hipotálamo. Los ganglios basales
colaboran en la coordinación de los movimientos, el tálamo organiza la transmisión y
recepción de la información sensorial a las capas superiores del cerebro (corteza cerebral) y el
hipotálamo coordina las actividades más automáticas del organismo, controla los estados de
sueño y vigilia, y regula el equilibrio del agua y la temperatura corporal.
Tanto el cerebro como la médula espinal están envueltos por tres membranas (las meninges),
que son:
- La piamadre (la más interna de las tres membranas que constituyen las meninges), que está
adherida a la superficie del cerebro y de la médula espinal.
- La aracnoides, fina y semejante a una tela de araña, es la membrana meníngea central que
sirve de canal para el líquido cefalorraquídeo.
El cerebro y sus meninges están contenidos en una estructura ósea resistente y protectora, el
cráneo. El líquido cefalorraquídeo proporciona protección adicional, bañando la superficie del
cerebro entre las meninges y llenando los espacios intracerebrales (ventrículos), además de
amortiguar las sacudidas repentinas o lesiones menores que puedan afectar al cerebro.
Médula espinal
La médula espinal es una estructura frágil y larga que se extiende desde el tronco encefálico
en dirección descendente para terminar en las vértebras lumbares altas. Es la principal vía de
comunicación entre el cerebro y el resto del organismo Al igual que los huesos del cráneo
protegen el cerebro, la médula espinal está protegida por las vértebras que conforman la
columna vertebral.
El cerebro se comunica con gran parte del organismo a través de las fibras nerviosas
ascendentes y descendentes de la médula espinal. Cada vértebra forma una abertura entre ella
y la vértebra inmediatamente superior o inferior. A través de esta abertura salen un par de
nervios espinales que se ramifican y transmiten mensajes desde la médula espinal hacia las
partes más distantes del organismo. Los nervios situados en la cara anterior (ventral) de la
médula espinal, denominados nervios motores, transmiten la información del cerebro a los
músculos y los nervios de la cara posterior (dorsal), denominados nervios sensitivos,
conducen al cerebro la información sensorial procedente de diversas partes del cuerpo. Esta
red de nervios configura el sistema nervioso periférico. Los nervios periféricos son en realidad
haces de fibras nerviosas con un diámetro que oscila entre 0,4 (las más finas) y 6 milímetros
(las más gruesas).
Estructura típica de una célula nerviosa
El sistema nervioso periférico también consta de los nervios que comunican el tronco
encefálico con los órganos internos. Estos nervios, denominados sistema nervioso autónomo,
funcionan de forma independiente y regulan los procesos internos del organismo que no
precisan de un control consciente, como las acciones reflejas. Por ejemplo, la frecuencia de las
contracciones del corazón, la frecuencia respiratoria, la cantidad de jugos gástricos secretados
y la velocidad del paso de los alimentos a través del aparato digestivo.
Nervios
El sistema nervioso se compone de más de 10 000 millones de neuronas que recorren todo el
organismo y establecen la interconexión entre el cerebro y el cuerpo y, a veces, se conectan
entre sí. La célula nerviosa, llamada neurona, se compone del cuerpo celular y una sola
extensión alargada (axón) para la transmisión de mensajes. Las neuronas tienen muchas
ramificaciones (dendritas) que captan la información.
Normalmente, los nervios transmiten sus mensajes por impulsos eléctricos en una sola
dirección. El axón de la neurona se conecta a la dendrita de la neurona contigua. El axón que
conduce el mensaje libera una pequeña cantidad de sustancias químicas, denominadas
neurotransmisores, en el punto de contacto entre las neuronas (sinapsis). Estas sustancias
estimulan la dendrita de la neurona contigua para que ésta inicie una nueva onda de excitación
eléctrica. Distintos tipos de nervios utilizan diferentes neurotransmisores para transmitir los
mensajes por la sinapsis.
Cada axón grande está recubierto por una especie de aislante, la vaina de mielina, cuya
función es semejante al aislamiento de los cables eléctricos. Si se interrumpe el aislamiento o
si éste es defectuoso, la transmisión nerviosa se retrasa o se detiene, produciendo
enfermedades como la esclerosis múltiple y el síndrome de Guillain-Barré.
La exploración neurológica revelará los trastornos del cerebro, nervios, músculos y médula
espinal. Los principales componentes de la exploración neurológica consisten en la historia
clínica, la evaluación del estado mental, la exploración física y, si está indicado, la selección
de pruebas diagnósticas. A diferencia del examen psiquiátrico, que valora las manifestaciones
de la conducta del individuo, la evaluación neurológica requiere una exploración física. No
obstante, una conducta anormal es a menudo un indicativo del estado físico del cerebro.
Historia clínica
La historia clínica proporciona información útil acerca del estado de salud mental de la
persona. Sin embargo, suelen necesitarse pruebas específicas para definir el estado mental y
diagnosticar el problema que afecta a los procesos mentales.
Exploración física
Pares craneales
El médico examina la función de cada uno de los 12 nervios craneales (pares craneales) que
están directamente conectados al cerebro. Un nervio craneal puede resultar afectado en
cualquier punto de su trayecto como consecuencia de lesiones, tumores o infecciones y, por lo
tanto, es necesario determinar la localización exacta del daño.
Nervios motores
Estos nervios activan los músculos que se controlan conscientemente (los que producen
movimiento, como los músculos de la pierna que se utilizan al caminar). La lesión de un
nervio motor puede causar la debilidad o la parálisis del músculo que inerva. La falta de
estímulo a los nervios periféricos es también la causa del deterioro muscular (atrofia). El
médico realiza una inspección para detectar la presencia de atrofia muscular y, a continuación,
valora la fuerza de varios músculos, solicitando a la persona que los flexione y extienda contra
resistencia.
Nervios sensitivos
Conducen al cerebro información acerca de la presión, el dolor, las sensaciones de calor y frío,
de vibración, la posición de las partes del cuerpo y la forma de los objetos.
El reflejo de Babinski
Reflejos
Entre los reflejos que se exploran con más frecuencia está el rotuliano, un reflejo similar en
codos y tobillos y el reflejo de Babinski. El reflejo de Babinski se realiza estimulando la parte
lateral de la planta del pie con un objeto redondeado. Normalmente los dedos del pie se curvan
hacia abajo, excepto en bebés menores de 6 meses. En cambio, si el dedo gordo del pie se
extiende y los otros dedos se extienden y abren formando un abanico, puede ser síntoma de
una anomalía en el cerebro o en los nervios motores que van del cerebro a la médula espinal.
Se pueden realizar otras pruebas de acciones reflejas para valorar funciones neurológicas
específicas.
El arco reflejo
El arco reflejo es la vía que sigue un reflejo nervioso. Un ejemplo es el reflejo rotuliano.
1. Un golpe en la rodilla estimula los receptores sensitivos y genera la señal nerviosa.
2. La señal recorre la vía del nervio hasta la médula espinal.
3. En la médula espinal se transmite la señal del nervio sensitivo al nervio motor.
4. El nervio motor envía la señal al músculo del muslo.
5. El músculo se contrae y flexiona la rodilla.
El reflejo completo se produce sin la intervención del cerebro.
Para valorar la coordinación, el médico solicita que la persona se toque primero la nariz con el
índice y a continuación que toque el dedo del médico, repitiendo estas acciones con rapidez.
También puede solicitarle que se toque la nariz, primero con los ojos abiertos y luego con los
ojos cerrados. El médico puede pedir al paciente que se quede inmóvil de pie con los brazos
extendidos y a continuación que abra los ojos y empiece a caminar. Estas acciones valoran los
nervios motores y sensitivos al igual que la función cerebral. Así mismo pueden realizarse
pruebas complementarias.
Una anormalidad del sistema nervioso autónomo (involuntario) puede causar problemas como
una caída de la presión arterial (hipotensión) al ponerse de pie, falta de sudación o problemas
sexuales (dificultad para iniciar o mantener la erección). Una vez más, el médico puede
realizar una serie de pruebas como medir la presión arterial cuando la persona está sentada e
inmediatamente después de que se ponga de pie.
Un estrechamiento grave de las arterias que irrigan el cerebro comportará el riesgo de un ictus
para el individuo afectado. El riesgo es mayor en las personas de edad avanzada o aquellas
con hipertensión, diabetes o enfermedades de las arterias del corazón. Para valorar las arterias,
el médico coloca el fonendoscopio sobre las arterias del cuello y trata de percibir el ruido
(soplo) que produce el paso forzado de la sangre a través del área en que se produjo el
estrechamiento. La valoración precisa requiere pruebas más sofisticadas, como la ecografía
Doppler o la angiografía cerebral.
El médico puede solicitar que se realicen pruebas específicas para confirmar el diagnóstico
sugerido por la historia clínica, la evaluación del estado mental y la exploración física.
Punción lumbar
Para obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo se realiza una punción lumbar, insertando
una aguja en el canal espinal que recorre el interior de las vértebras. El procedimiento se
realiza habitualmente en menos de 15 minutos y no requiere anestesia general. Normalmente,
el líquido cefalorraquídeo es transparente e incoloro, pero varios trastornos pueden hacer que
cambie de aspecto. Por ejemplo, la presencia de glóbulos blancos o de bacterias en el líquido
cefalorraquídeo le confieren una apariencia turbia y sugieren una infección del cerebro o de la
médula espinal (como la meningitis, la enfermedad de Lyme u otra enfermedad inflamatoria).
Los valores elevados de proteínas en el líquido suelen ser síntoma de un tumor medular o un
trastorno agudo de los nervios periféricos, como una polineuropatía o el síndrome de Guillain-
Barré. La presencia de anticuerpos anormales sugiere una esclerosis múltiple y la
concentración de glucosa anormalmente baja indica una infección de las meninges o, en
algunos casos, un cáncer. La sangre en el líquido cefalorraquídeo es un indicativo de
hemorragia cerebral. La presión del líquido cefalorraquídeo puede verse aumentada por
diversas enfermedades, como tumores cerebrales y meningitis.
Circulación cerebral
Un método para detectar anomalías en la circulación cerebral es la angiografía.
Tomografía computadorizada
La tomografía computadorizada (TC) es una técnica que analiza las radiografías mediante una
computadora que genera una imagen bidimensional de alta resolución que semeja un corte
anatómico del cerebro o de cualquier órgano estudiado. La persona debe permanecer inmóvil
durante el procedimiento, pero no experimenta ninguna molestia. Con la TC, los médicos
pueden detectar muchos tipos de anomalías cerebrales y espinales con tal precisión que esta
técnica ha revolucionado la práctica de la neurología y ha contribuido a mejorar la calidad de
la asistencia neurológica. Además de utilizarse en el diagnóstico de enfermedades
neurológicas, la TC también se emplea para controlar la efectividad de los tratamientos.
Resonancia magnética
Ecoencefalografía
La ecoencefalografía crea un registro gráfico producido por los ecos de las ondas sonoras en el
cerebro de niños menores de 2 años. Se trata de un procedimiento sencillo, indoloro y
relativamente barato. Esta técnica, que se aplica en la cabecera del paciente, es útil para
detectar hemorragias o una dilatación anormal del interior del cerebro (hidrocefalia). Las
exploraciones por TC o RM han sustituido la ecoencefalografía en las pruebas para niños
mayores y adultos.
La tomografía por emisión de positrones (TEP) utiliza emisores de positrones (un tipo especial
de isótopos radiactivos) para obtener imágenes de las estructuras cerebrales internas e
información acerca de su funcionamiento. Se inyecta una sustancia en la sangre que se
desplaza hasta las estructuras cerebrales, donde permite medir la actividad que desarrolla el
cerebro. La técnica puede, por ejemplo, revelar qué parte del cerebro presenta mayor actividad
cuando alguien está realizando cálculos matemáticos. La TEP aporta también información
acerca de la epilepsia, los tumores y los ictus. Esta prueba se utiliza principalmente para la
investigación.
Angiografía cerebral
Ecografía Doppler
El examen con ecografía Doppler se utiliza principalmente para medir el flujo sanguíneo ya
sea a través de las arterias carótidas o las de la base del cerebro, permitiendo valorar el riesgo
de ictus que pueda tener el paciente. La técnica resalta en diferentes colores en un monitor las
distintas velocidades del flujo sanguíneo. La ecografía Doppler es una técnica indolora, puede
aplicarse en régimen ambulatorio y es relativamente barata.
Mielografía
Para realizar este examen, el médico debe hacer una punción lumbar y posteriormente inyectar el producto de contraste radiológico.
Mielografía
La mielografía es una técnica mediante la cual se hace una TC o una radiografía de la médula
espinal tras la inyección de un medio de contraste radiopaco (que aparecerá en la imagen). La
mielografía permitirá valorar las anormalidades del interior de la columna vertebral, como una
hernia discal o un tumor canceroso. Cuando se utiliza la TC las imágenes que se obtienen son
muy nítidas. Sin embargo, en general, las mielografías han sido reemplazadas por la RM, que
proporciona mayor detalle, es más sencilla y también más segura.
Electroencefalografía
Potenciales evocados
Los potenciales evocados (respuestas evocadas) son registros de respuestas eléctricas del
cerebro a ciertos estímulos. La vista, el sonido y el tacto estimulan, cada uno de ellos, áreas
específicas del cerebro. Por ejemplo, un destello luminoso estimula la parte posterior del
cerebro que percibe la visión. Normalmente, la respuesta cerebral al estímulo es demasiado
leve para registrarse en el EEG, pero con una serie de estímulos se pueden promediar las
respuestas mediante una computadora que mostrará que tales estímulos fueron recibidos por el
cerebro. Las respuestas evocadas son de particular importancia si la persona sometida a la
prueba es muda. Por ejemplo, el médico puede valorar la audición en un niño comprobando la
respuesta cerebral que se produce a raíz del ruido.
Las respuestas evocadas pueden revelar una afectación del nervio óptico (el nervio de los
ojos) en una persona con esclerosis múltiple. Y, en un epiléptico, pueden también revelar una
descarga eléctrica anormal desencadenada por una respiración profunda y rápida, o bien la que
se produce cuando el paciente observa un destello luminoso.
Electromiografía
El registro de la actividad muscular voluntaria, o la desencadenada por una estimulación, se efectúa gracias a un electrodo de aguja. Las señales eléctricas
son transformadas en señales sonoras y gráficas.
Electromiografía
La electromiografía es una técnica que registra las propiedades eléctricas del músculo
mediante la inserción de una pequeña aguja, con el músculo en reposo y durante la
contracción. La actividad se visualiza en un osciloscopio y se oye a través de un altavoz. El
músculo normal en reposo no registra ninguna actividad eléctrica pero cualquier contracción
muscular, por leve que sea, producirá alguna actividad eléctrica que aumentará al
incrementarse la contracción. La actividad eléctrica dará un registro anormal en las
enfermedades musculares, del nervio periférico y de las neuronas motoras de la médula
espinal.
Las pruebas relativas a la conducción nerviosa pueden medir la velocidad con que los nervios
motores transmiten los impulsos. Para ello se estimula el nervio motor con una pequeña
descarga eléctrica que desencadenará el impulso. Éste se transmite a lo largo de la vía
nerviosa hasta el músculo y provoca su contracción. El médico puede calcular la velocidad del
impuso midiendo el tiempo transcurrido desde el estímulo hasta el inicio de la contracción del
músculo.
Pueden efectuarse mediciones similares en los nervios sensitivos. Cuando la debilidad se debe
a una enfermedad muscular, la conducción nerviosa seguirá siendo normal. Si la causa de la
debilidad muscular es consecuencia de una enfermedad neurológica, habitualmente la
velocidad de la conducción nerviosa es lenta.
En las personas afectadas de miastenia grave se produce una debilidad muscular como
consecuencia de un enlace defectuoso en el punto de la unión neuromuscular. La estimulación
repetida a lo largo de la vía nerviosa hasta el músculo producirá una resistencia incrementada
de los neurotransmisores en la sinapsis, produciendo una respuesta que disminuirá en
intensidad progresivamente con el tiempo.
CAPITULO 61
Dolor
El dolor es un fenómeno subjetivo consistente en una sensación desagradable que indica una
lesión real o potencial del cuerpo.
El dolor se inicia en los receptores especiales del dolor que se encuentran repartidos por todo
el cuerpo. Estos receptores transmiten la información en forma de impulsos eléctricos que
envían a la médula espinal a lo largo de las vías nerviosas y luego hacia el cerebro. En
ocasiones la señal provoca una respuesta refleja al alcanzar la médula espinal; cuando ello
ocurre, la señal es inmediatamente reenviada por los nervios motores hasta el punto original
del dolor, provocando la contracción muscular. Esto puede observarse en el reflejo que
provoca una reacción inmediata de retroceso cuando se toca algo caliente. La señal de dolor
también llega al cerebro, donde se procesa e interpreta como dolor y entonces interviene la
consciencia individual al darse cuenta de ello.
Los receptores de dolor y su recorrido nervioso difieren según las distintas partes del cuerpo.
Es por eso por lo que varía la sensación de dolor con el tipo y localización del daño. Por
ejemplo, los receptores de la piel son muy numerosos y son capaces de transmitir información
muy precisa, como la localización del daño y si el dolor era agudo o intenso (como una herida
por arma blanca) o sordo y leve (presión, calor o frío). En cambio, las señales de dolor
procedentes del intestino son limitadas e imprecisas. Así, el intestino se puede pinchar, cortar
o quemar sin que genere señal alguna de dolor. Sin embargo, el estiramiento y la presión
pueden provocar un dolor intenso, causado incluso por algo relativamente inocuo como
burbujas de aire atrapadas en el intestino. El cerebro no puede identificar el origen exacto del
dolor intestinal ya que este dolor es difícil de localizar y es probable que se note en un área
extensa.
Es posible que el dolor percibido en algunas partes del cuerpo no represente con certeza dónde
radica el problema porque puede tratarse de un dolor reflejo, es decir, producido en otro sitio.
El dolor reflejo sucede cuando las señales nerviosas procedentes de varias partes del cuerpo
recorren la misma vía nerviosa que conduce a la médula espinal y al cerebro. Por ejemplo, el
dolor producido por un ataque al corazón puede sentirse en el cuello, mandíbulas, brazos o
abdomen, y el dolor de un cálculo biliar puede sentirse en el hombro.
La percepción de dolor puede incluso cambiar con la edad. Así, a medida que envejecen, las
personas se quejan menos del dolor quizás porque los cambios producidos en el organismo
disminuyen la sensación de dolor con la edad. Por otra parte, las personas de edad avanzada
pueden simplemente ser más estoicas que los jóvenes.
Por ello, el médico se informará acerca de la historia clínica del dolor para entender sus
características. Para algunas personas resultará útil emplear una escala para describir su dolor,
por ejemplo, desde 0 (ningún dolor) a 10 (dolor intenso). Algo parecido sirve en el caso de los
niños, usando los dibujos de una serie de caras, desde la sonrisa al ceño fruncido y el llanto.
Los médicos siempre procuran determinar las causas del dolor, tanto físicas como
psicológicas. Los síndromes dolorosos son consecuencia de muchas enfermedades crónicas
(cáncer, artritis, anemia de células falciformes) y de trastornos agudos (heridas, quemaduras,
desgarros musculares, fracturas, esguinces, apendicitis, cálculos renales o ataques al corazón).
Sin embargo, ciertos trastornos psicológicos (como la ansiedad o la depresión) también
pueden causar dolor, el cual se conoce como dolor psicógeno. Los factores psicológicos
pueden influenciar el dolor que se siente por una herida, haciendo que se perciba con mayor o
menor intensidad. El médico debe considerar todos estos aspectos.
Tipos de dolor
La gente puede sufrir diversas clases de dolor. Algunos de los principales síndromes dolorosos
son el dolor neuropático, estados dolorosos después de la cirugía, el dolor del cáncer y el dolor
asociado a trastornos psicológicos. El dolor crónico es también uno de los principales aspectos
de muchas enfermedades, produciéndose de manera característica en los pacientes con artritis,
anemia de células falciformes, enfermedad inflamatoria del intestino y SIDA.
Dolores neuropáticos
El dolor neuropático se debe a una anormalidad en cualquier punto de la vía nerviosa. Una
determinada anomalía altera las señales nerviosas que, de este modo, se interpretan de forma
anormal en el cerebro. El dolor neuropático puede producir un dolor profundo o una sensación
de quemazón y otras sensaciones como hipersensibilidad al tacto.
Ciertas infecciones, como el herpes zoster, pueden inflamar los nervios y producir una
neuralgia postherpética, un dolor crónico en forma de quemazón que persiste en el área
infectada por el virus.
Dolores postoperatorios
Tanto el personal sanitario como los familiares deben estar atentos a la aparición de cualquier
efecto secundario de los opiáceos, como náuseas, sedación y confusión. Cuando se controla el
dolor, los médicos reducirán la dosis, prescribiendo analgésicos no opiáceos como el
paracetamol (acetaminofén).
El cáncer puede producir dolor de muchas maneras. El tumor puede desarrollarse en los
huesos, nervios y otros órganos, causando desde un leve malestar hasta un dolor muy intenso e
ininterrumpido. También provocan dolor algunos de los tratamientos para el cáncer, como la
cirugía y la radioterapia. A menudo, las personas con cáncer experimentan un sentimiento de
temor hacia el dolor, y a ello hay que añadir que médicos y pacientes evitan con demasiada
frecuencia la dosis de analgesia adecuada, por un temor infundado a una adicción, temores
que, en realidad, no tienen fundamento. El dolor producido por el cáncer puede y debe ser
controlado.
Siempre y cuando sea posible, la mejor forma de aliviar el dolor es aplicando un tratamiento
para el cáncer. El dolor puede disminuir cuando se extirpa el tumor quirúrgicamente o cuando
se reduce mediante radiación, pero generalmente se requieren otros tratamientos para aliviar el
dolor.
En lo posible los opiáceos deben tomarse por vía oral. Cuando se trata de pacientes con
intolerancia a los opiáceos orales, se administran opiáceos por vía subcutánea o intravenosa.
Éstos pueden inyectarse cada pocas horas, pero demasiadas inyecciones repetidas pueden
resultar molestas. Los pinchazos múltiples con aguja pueden evitarse utilizando una bomba de
infusión continua que se conecta a un catéter previamente introducido en una vena o bajo la
piel. Si es necesario, la infusión constante puede suplementarse con dosis adicionales. En
ocasiones, el paciente puede controlar la dosificación del fármaco simplemente presionando
un pulsador. En circunstancias poco usuales los opiáceos se inyectan en el líquido
cefalorraquídeo directamente a través de una bomba, lo cual proporciona concentraciones
elevadas del fármaco en el cerebro.
Con el tiempo, algunas personas necesitan una dosis mayor de opiáceos para controlar el dolor
ya sea por el aumento de tamaño del cáncer o por el desarrollo de tolerancia hacia el fármaco.
A pesar de ello, las personas con cáncer no deberían preocuparse de que el fármaco deje de
hacerles efecto ni que éste pueda ocasionarles dependencia. La mayoría podrá dejar los
opiáceos sin dificultad si se logra la curación del cáncer. Pero, si no se lograra, es fundamental
que la persona no padezca dolores.
Habitualmente el dolor es consecuencia de una enfermedad y es por esta razón por la que los
médicos buscan en primer lugar una causa que se pueda tratar. Algunas personas tienen
dolores persistentes que se producen sin evidencia de una enfermedad responsable del dolor.
Otras experimentan un grado de dolor e incapacidad desproporcionados en comparación con
el dolor que percibe la mayoría de personas con una lesión o una enfermedad similar. El dolor
en el que predominan los procesos psicológicos está frecuentemente relacionado por lo menos
con parte de estas quejas. En el origen del dolor puede predominar el factor psicógeno, pero el
dolor puede también ser consecuencia de un trastorno orgánico y que sea exagerado en cuanto
a grado y duración debido al estrés psicológico. La mayoría de veces el dolor que es producto
de factores psicológicos aparece en formas de dolor de cabeza, dolor lumbar, dolor facial,
dolor abdominal o dolor pélvico.
El hecho de que el dolor resulte (de forma parcial o total) de factores psicológicos no significa
que dicho dolor no sea real. El dolor psicógeno requiere tratamiento, a veces por parte de un
psiquiatra. Como sucede con otros abordajes terapéuticos indicados en los estados de dolor
crónico, el tratamiento para este tipo de dolor es variable según las personas y, por ello, el
médico tratará de adecuarlo a las necesidades individuales. En algunas personas el tratamiento
se dirige básicamente a la rehabilitación y a la terapia psicológica, mientras que otras reciben
varias clases de fármacos u otros tratamientos.
Algunas enfermedades, entre ellas el SIDA, causarán un dolor tan intenso e ininterrumpido
como el dolor del cáncer, por ello el tratamiento del dolor en estas enfermedades es
prácticamente idéntico al del cáncer.
Otros trastornos, sean o no evolutivos, tienen el dolor como el principal problema. Entre los
tipos más frecuentes de dolor cabría destacar el de la artritis, cuya causa puede deberse al
desgaste articular (artrosis) o a una enfermedad específica (artritis reumatoide). El médico
puede tratar de controlar el dolor artrítico con fármacos, ejercicio y otros tratamientos,
mientras estudia el abordaje terapéutico para la enfermedad subyacente.
Se utiliza el término de dolor idiopático para indicar que se desconoce la causa; el médico no
encuentra pruebas que sugieran una enfermedad ni una causa psicológica.
Existen varias clases de analgésicos (fármacos que alivian el dolor) que pueden contribuir a
controlar el dolor. Se clasifican en tres categorías: analgésicos opiáceos (narcóticos),
analgésicos no opiáceos y analgésicos adyuvantes. Los analgésicos opiáceos producen la
máxima analgesia, constituyendo la piedra angular en el tratamiento del dolor agudo debido a
su gran eficacia.
Analgésicos opiáceos
Todos los analgésicos opiáceos están químicamente relacionados con la morfina, un alcaloide
derivado del opio, aunque algunos se extraen de otras plantas y otros se producen en
laboratorios.
Los analgésicos opiáceos resultan muy eficaces para controlar el dolor pero tienen muchos
efectos secundarios y, con el tiempo, las personas que los utilizan pueden necesitar dosis
mayores. Además, antes de suspender el uso prolongado de analgésicos opiáceos, se debe
disminuir la dosis gradualmente para minimizar la aparición de un síndrome de abstinencia. A
pesar de estos inconvenientes, las personas que padecen dolor agudo no deberían evitar los
opiáceos. El uso adecuado de estos fármacos suele evitar los efectos secundarios.
Los diversos analgésicos opiáceos tienen distintas ventajas y desventajas El prototipo de los
analgésicos opiáceos es la morfina, disponible en presentaciones inyectables y orales, y en una
solución oral de liberación lenta. La presentación de liberación lenta es la que proporciona
alivio del dolor durante 8 a 12 horas y es el tratamiento de elección para el dolor crónico.
A menudo las personas que deben tomar dosis elevadas de opiáceos presentan somnolencia.
Algunas se conforman con el estado de somnolencia pero para otras es algo que les incomoda.
Los fármacos estimulantes como el metilfenidato, pueden contribuir a mantener un estado de
vigilia y alerta.
A veces las personas que experimentan dolor sienten náuseas y los analgésicos opiáceos
pueden aumentar esta sensación. Para prevenir o aliviar las náuseas resultan útiles los
fármacos antiémeticos administrados en forma de supositorios o inyecciones. Algunos de los
antiémeticos utilizados frecuentemente son la metoclopramida, la hidroxizina y la
proclorperacina.
Un exceso de opiáceos puede causar reacciones graves, como una peligrosa depresión
respiratoria y coma. Pero estos efectos son reversibles con la naloxona, un antídoto
administrado por vía
intravenosa.
Analgésicos no opiáceos
Todos los AINE suelen irritar el estómago y causar úlceras pépticas, pero en la mayoría este
efecto es menor que en el caso de la aspirina. La administración de los AINE junto con
alimentos y antiácidos puede contribuir a la prevención de la irritación gástrica. El fármaco
misoprostol suele ser útil en la prevención de la irritación gástrica y de las úlceras pépticas,
pero en contrapartida suele causar otros problemas, entre ellos, diarrea.
El paracetamol (acetaminofén) es algo diferente a la aspirina y los AINE dado que también
ejerce una acción sobre el sistema de prostaglandinas, pero de forma distinta. El paracetamol
no afecta a la coagulación sanguínea y tampoco produce úlceras pépticas ni hemorragias. El
paracetamol se administra por vía oral o en supositorios y su acción dura generalmente de 4 a
6 horas. A dosis excesivas suele causar graves efectos adversos, como lesión del hígado.
Analgésicos adyuvantes
Los analgésicos adyuvantes son fármacos que se administran habitualmente por razones
ajenas al dolor, pero que pueden controlarlo en ciertas circunstancias. Por ejemplo, algunos
antidepresivos actúan también como analgésicos no específicos y se utilizan en el tratamiento
de muchos estados de dolor crónico, como el dolor lumbar, los dolores de cabeza y los dolores
neuropáticos. En el tratamiento de los dolores neuropáticos resultan útiles los fármacos
anticonvulsivantes como la carbamazepina y los anestésicos orales de aplicación local como la
mexiletina.
Otros muchos fármacos son analgésicos adyuvantes y el médico puede sugerir pruebas
repetidas con distintos fármacos para las personas cuyo dolor crónico no esté bajo control.
Acupuntura
Para reducir el dolor resulta útil la aplicación de anestésicos locales directamente o cerca del
área dolorida. Así, el médico puede inyectar en la piel un anestésico local antes de practicar
una cirugía menor. La misma técnica puede utilizarse para controlar el dolor provocado por
una lesión. Cuando el dolor crónico está causado por una lesión a un solo nervio, el médico
puede inyectar una sustancia química directamente en el nervio para interrumpir el dolor de
forma permanente.
En algunas situaciones, para controlar el dolor pueden utilizarse anestésicos de uso tópico
como lociones o ungüentos que contienen lidocaína. Por ejemplo, el dolor de garganta suele
aliviarse con ciertos anestésicos tópicos mezclados con el colutorio bucal.
A veces resulta útil una crema que contenga capsaicina, una sustancia que se encuentra en la
pimienta (ají), para reducir el dolor causado por el herpes zoster, la artrosis y otras
enfermedades.
Además de los fármacos, son muchos los tratamientos que contribuyen a aliviar el dolor. A
menudo se elimina o minimiza el dolor al tratar la enfermedad subyacente. A modo de
ejemplo, se consigue reducir el dolor de una fractura simplemente con un yeso o
administrando antibióticos para tratar una articulación infectada.
Con frecuencia resultan útiles los tratamientos en que se aplican unas compresas frías y
calientes directamente sobre la zona dolorida. Una serie de técnicas novedosas pueden aliviar
el dolor crónico. El tratamiento mediante ultrasonidos aporta calor en profundidad y puede
aliviar el dolor producido por el desgarro muscular y los ligamentos inflamados. Con la
estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (ENET) se estimula la superficie cutánea
aplicando sobre ésta una leve descarga eléctrica, con lo cual algunas personas encuentran
alivio.
Con la acupuntura, se insertan pequeñas agujas en zonas específicas del cuerpo. Pero aún se
desconoce el mecanismo de acción de la acupuntura y algunos expertos tienen sus dudas sobre
la eficacia de esta técnica. No obstante, son muchos los que experimentan un alivio
significativo con la acupuntura, al menos durante algún tiempo.
Para algunas personas suelen ser útiles la biorretroacción y otras técnicas cognitivas de control
del dolor (como la hipnosis o la distracción), ya que cambian la forma en que los pacientes
enfocan su atención. Estas técnicas enseñan a controlar el dolor o a reducir su impacto.
No debería subestimarse la importancia del apoyo psicológico a las personas que padecen
dolores. Dado que las personas con dolor experimentan sufrimiento, deberían someterse a una
estrecha vigilancia para detectar síntomas de depresión o ansiedad que pudieran requerir la
asistencia de un profesional de la salud mental.
CAPITULO 62
Dolor de cabeza (cefalea)
El dolor de cabeza (cefalea) se cuenta entre los problemas de salud más comunes. Algunos lo
padecen a menudo, mientras que otros casi nunca tienen cefaleas. Tanto las cefaleas crónicas
como las recidivantes pueden provocar dolor y angustia, pero es infrecuente que reflejen un
problema grave de salud. Sin embargo, cualquier cambio en el patrón o la naturaleza del dolor
de cabeza podría ser el síntoma de un problema grave (por ejemplo, un dolor que era
esporádico cambie a frecuente, o de leve a agudo), y por este motivo se debería solicitar la
asistencia médica lo antes posible.
Muchos dolores de cabeza están producidos por una gran tensión muscular o por migrañas o
puede que no haya una causa obvia. Otros están asociados con trastornos de los ojos, nariz,
garganta, dientes y oídos. Por lo general, los dolores de cabeza crónicos que se atribuyen al
hecho de forzar la vista son en realidad cefaleas tensionales. Un dolor agudo y de nueva
aparición puede ser síntoma de una presión elevada del fluido ocular (glaucoma) y esta
situación constituye, sin duda, una urgencia médica. De ahí que la consulta con el oftalmólogo
pueda contribuir a la identificación de la causa y al tratamiento de este tipo de dolor. La
hipertensión puede producir un dolor pulsátil en la cabeza, pero es infrecuente que sea la
causa de una cefalea crónica.
Sólo en contadas ocasiones las cefaleas crónicas se deben a tumores o lesiones encefálicas, o a
la falta de oxigenación cerebral. Si el médico sospecha un tumor, un ictus u otro problema
encefálico, podrá solicitar pruebas que permitan obtener imágenes del cerebro, como una
tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM).
Cefaleas tensionales
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Con frecuencia es posible prevenir o controlar las cefaleas tensionales evitando o entendiendo
el estrés que las ocasiona y poniendo remedio a éste. Una vez que se inicia la cefalea, pueden
producir alivio los masajes suaves en los músculos del cuello, hombros y cabeza, acostarse y
relajarse durante unos minutos, o el uso de la biorretroacción.
Se puede lograr un alivio rápido y temporal para la mayoría de las cefaleas con cualquiera de
los analgésicos de venta sin prescripción médica, como la aspirina, el paracetamol
(acetaminofén) o el ibuprofeno. Las cefaleas agudas pueden responder a los analgésicos más
potentes de venta con prescripción médica, algunos de los cuales contienen derivados
opiáceos (por ejemplo, codeína u oxicodona). Algunas personas encuentran que la cafeína
(ingrediente contenido en algunas preparaciones contra el dolor de cabeza) mejora el efecto de
los analgésicos. Sin embargo, la cefalea también puede estar inducida por un exceso de
cafeína.
En el caso de las cefaleas producidas por estrés o depresión crónicos, no servirán los
analgésicos solos para curarlas porque no tratan los problemas psicológicos subyacentes. La
psicoterapia puede beneficiar a las personas con cefaleas causadas por conflictos sociales o
psicológicos sin resolver.
Migraña
Una migraña es un dolor de cabeza recidivante, pulsátil e intenso que habitualmente afecta a
un lado de la cabeza, aunque puede afectar a ambos. El dolor empieza repentinamente y puede
estar precedido o acompañado de síntomas visuales, neurológicos o gastrointestinales.
Aunque la migraña puede iniciarse a cualquier edad, generalmente empieza en personas entre
10 y 30 años de edad. A veces desaparece después de los 50 y es más frecuente en mujeres
que en varones. Si se tiene en cuenta que más del 50 por ciento de las personas con migraña
tienen familiares que también la padecen, es de suponer que la tendencia puede estar
transmitida genéticamente. En general, el dolor de la migraña es más grave que las cefaleas
tensionales.
En raras ocasiones la causa subyacente de la migraña puede ser una malformación de un vaso
sanguíneo; en tales casos, el dolor de cabeza se presenta casi siempre en el mismo lado. Sin
embargo, en la mayoría de las personas los dolores de cabeza ocurren indistintamente en un
lado u otro.
La migraña en general produce dolor en un solo lado de la abeza
Síntomas y diagnóstico
No se dispone de ninguna prueba de laboratorio que sea útil para el diagnóstico de la migraña,
aunque, debido a su patrón específico del dolor, suele resultar fácil identificarla.
Alrededor del 20 por ciento de las personas manifiestan síntomas de depresión, irritabilidad,
inquietud, náuseas o falta de apetito, que aparecen unos 10 a 30 minutos antes de iniciarse el
dolor de cabeza (período denominado aura o pródromo). Un porcentaje similar de personas
pierde la visión en un área específica (denominado punto ciego o escotoma), o perciben luces
dispersas o centelleantes; con menos frecuencia sufren una distorsión de las imágenes, como
por ejemplo, cuando los objetos parecen más pequeños o más grandes de lo que en realidad
son. Algunas personas experimentan sensaciones de hormigueo o, con menor frecuencia,
debilidad en un brazo o pierna. Es habitual que estos síntomas desaparezcan poco antes de
iniciarse la cefalea, pero a veces se mezclan con el dolor.
El dolor migrañoso puede sentirse en un lado de la cabeza o en toda ella. En ocasiones, manos
y pies pueden enfriarse y adquirir un tinte azulado. En la mayoría de los que tienen un
pródromo, el patrón de dolor se mantiene igual con cada migraña, lo mismo que su
localización. La migraña puede aparecer de forma muy frecuente durante largos períodos y
después puede desaparecer durante semanas, meses o incluso años.
Prevención y tratamiento
Dado que los dolores de cabeza y los principales síntomas de la migraña solamente ocurren
después de la dilatación de las arterias constreñidas, el pródromo es una señal de alarma
durante el cual se puede prevenir el dolor con un medicamento. El fármaco utilizado con más
frecuencia es la ergotamina (un vasoconstrictor), que constriñe los vasos sanguíneos y, por
tanto, ayuda a prevenir su dilatación y el consiguiente dolor. También la cafeína a dosis
elevadas ayuda a prevenir la dilatación vascular y a menudo se administra junto con
analgésicos o ergotamina. El fármaco sumatriptán mejora los efectos de la serotonina, cuyos
valores bajos en sangre son probablemente lo que desencadena el episodio agudo de migraña.
Para aliviar los síntomas se puede administrar el sumatriptán por vía oral o inyectado, ya que
resulta más eficaz que la aspirina o el paracetamol (acetaminofén) pero también es mucho más
caro. La ergotamina y el sumatriptán afectan al flujo sanguíneo del cerebro, pueden ser
peligrosos y no deberían utilizarse más de lo prescrito.
Ciertos fármacos tomados a diario pueden prevenir la recurrencia de las crisis migrañosas. El
betabloqueador propranolol proporciona una mejoría a largo plazo en alrededor del 50 por
ciento de las personas con episodios frecuentes de migraña. Algunas personas refieren alivio
del trastorno utilizando el verapamilo, un bloqueador del canal del calcio. Recientemente se ha
encontrado que el fármaco anticonvulsivante valproato reduce la frecuencia de las crisis de
migraña si se toma a diario. La metisergida es uno de los tratamientos preventivos más
eficaces, pero debe utilizarse alternando con períodos de reposo porque puede causar una
complicación grave denominada fibrosis retroperitoneal (formación de tejido cicatricial en lo
más profundo del abdomen, lo cual puede obstruir el flujo sanguíneo a los órganos vitales). En
consecuencia, el médico deberá supervisar de cerca la utilización de este fármaco.
Cefalea en cúmulos
Prevención y tratamiento
Las crisis pueden prevenirse con ergotamina, corticosteroides o metisergida. Las inyecciones
de sumatriptán aportan un rápido alivio pero no previenen los episodios futuros. A veces es
útil la inhalación de oxígeno para aliviar el dolor.
CAPITULO 63
Vértigo
El vértigo consiste en una falsa sensación de movimiento o de giro, o la impresión de que los
objetos se mueven o giran, y esta situación habitualmente se acompaña de náuseas y pérdida
del equilibrio.
Algunos utilizan la palabra mareo para describir un dolor de cabeza moderado, o bien
cualquier vaga y esporádica sensación de desmayo, o incluso debilidad. Sin embargo, sólo el
mareo verdadero, que los médicos denominan vértigo, causa una sensación de movimiento o
giro. Puede ser momentánea o durar horas o incluso días. La persona con vértigo suele sentirse
mejor si se acuesta y permanece inmóvil; sin embargo, el vértigo puede continuar incluso
cuando no se mueve en absoluto.
Causas
Las infecciones víricas que afectan al oído interno (laberintitis) pueden causar vértigos que
habitualmente se inician de repente y empeoran en el transcurso de varias horas. La
enfermedad desaparece sin tratamiento al cabo de unos días.
El oído interno está comunicado con el cerebro por medio de nervios y el control del
equilibrio está localizado en la parte posterior del cerebro. Cuando el flujo sanguíneo a esta
zona del cerebro es inadecuado (enfermedad conocida como insuficiencia vertebrobasilar), la
persona puede manifestar varios síntomas neurológicos, entre ellos vértigo.
Habitualmente cuando hay cefaleas, lenguaje ininteligible, visión doble, debilidad en una de
las extremidades y movimientos incoordinados, éstas suelen ser síntomas de que el vértigo
pueda estar causado por un trastorno neurológico del cerebro, más que por un problema
limitado al oído. Tales trastornos cerebrales pueden ser la esclerosis múltiple, fracturas de
cráneo, convulsiones, infecciones y tumores (especialmente los que crecen en la base del
cerebro o cerca de éste). Dado que la capacidad del cuerpo para mantener el equilibrio está
relacionada con la información visual, puede producirse una pérdida de equilibrio a causa de
una visión deficiente, especialmente en caso de visión doble.
Las personas mayores o las que toman fármacos para controlar una enfermedad cardíaca o una
hiper-tensión pueden sentir mareo o desmayarse cuando se ponen de pie bruscamente. Esta
clase de mareos son consecuencia de una breve bajada de la presión arterial (hipotensión
ortostática), cuya duración es momentánea, y a veces se puede prevenir incorporándose
lentamente o usando medias de compresión.
Diagnóstico
La movilidad ocular del paciente puede aportarle datos importantes al médico porque los
movimientos anormales de los ojos suelen indicar una posible disfunción del oído interno o de
las conexiones nerviosas entre éste y el cerebro. El nistagmo es un movimiento rápido de los
ojos, como si la persona estuviera mirando los rápidos rebotes de una pelota de ping pong, de
izquierda a derecha o bien de arriba abajo. Puesto que la dirección de estos movimientos
puede contribuir al diagnóstico, el médico tratará de estimular el nistagmo mediante un
movimiento brusco de la cabeza del paciente o instilando unas gotas de agua fría en el canal
auditivo. El equilibrio se puede comprobar solicitando a la persona que se quede inmóvil y
que luego empiece a caminar sobre una línea recta, primero con los ojos abiertos y a
continuación cerrándolos.
Algunas pruebas de laboratorio pueden contribuir a determinar la causa del mareo y del
vértigo. Las pruebas de audición a menudo revelan enfermedades del oído que afectan tanto al
equilibro como a la audición. Otras pruebas complementarias pueden consistir en estudios
radiológicos y una tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM) de la
cabeza. Tales pruebas pueden mostrar anormalidades óseas o tumores en los nervios. En caso
de sospechar de una infección, el médico puede extraer una muestra de líquido del oído, de un
seno o bien de la médula espinal mediante una punción lumbar. Si el médico sospecha una
insuficiencia en el riego sanguíneo del cerebro, puede solicitar una angiografía (se inyecta un
contraste en la sangre y luego se realizan radiografías para localizar obstrucciones en los vasos
sanguíneos).
Tratamiento
El tratamiento depende de la causa subyacente del vértigo. Los fármacos que alivian el vértigo
moderado son: la meclizina, el dimenhidrinato, la perfenazina y la escopolamina. Esta última
es particularmente útil en la prevención del mareo debido al movimiento y puede aplicarse en
forma de parche cutáneo, cuya acción en este caso dura varios días. Todos estos fármacos
pueden causar somnolencia, especialmente en las personas de edad avanzada. La
escopolamina en forma de parche es el que tiende a producir menos somnolencia.
Aunque puede asustar, este tipo de vértigo es inocuo y desaparece por sí solo en unas semanas
o meses. El médico puede enseñar a la persona afectada cómo proceder para que los restos de
calcio en el conducto semicircular posterior se disuelvan gradualmente, obteniendo con ello
alivio sin necesidad de fármacos. La persona no experimenta pérdida de audición ni zumbidos
en los oídos.
CAPITULO 64
Trastornos del sueño
Los trastornos del sueño son alteraciones en la conciliación del sueño o durante el mismo, o
bien alteraciones relativas a la duración del sueño, o a comportamientos anormales asociados
al sueño, como el terror nocturno y el sonambulismo.
El sueño es algo necesario para sobrevivir y gozar de buena salud, pero todavía no se sabe por
qué se necesita el sueño ni exactamente cómo nos beneficia. Las necesidades individuales de
sueño varían ampliamente y en los adultos sanos van desde tan sólo 4 horas diarias de sueño
hasta incluso 9 horas. En general, las personas duermen de noche aunque muchas lo hacen
durante el día debido a sus horarios de trabajo, situación que a menudo ocasiona trastornos del
sueño. Muchos de los trastornos del sueño son frecuentes.
Muchos factores, como la excitación o el estrés emocional, pueden determinar las horas de
sueño de una persona y cómo se siente al despertar. Los medicamentos también pueden
desempeñar un papel, algunos producen somnolencia mientras que otros dificultan el sueño.
Incluso ciertos alimentos o aditivos como la cafeína, las especias fuertes y el glutamato
monosódico pueden afectar al sueño.
El patrón del sueño no es uniforme sino que tiene varias fases diferenciadas. Durante un sueño
nocturno normal hay 5 o 6 ciclos de sueño El sueño empieza por la fase 1 (el grado más
superficial, en que la persona se despierta fácilmente) y avanza hasta la fase 4 (el grado de
profundidad mayor, en que la persona se despierta con dificultad). En la fase 4, el tono
muscular, la presión arterial y la frecuencia cardíaca y respiratoria están disminuidos al
máximo. Además de estas 4 fases existe un tipo de sueño acompañado de movimientos
oculares rápidos (REM) y de actividad cerebral. La actividad eléctrica en el cerebro es
inusualmente alta durante el sueño REM, algo semejante a un estado de vigilia. En un
electroencefalograma (EEG) puede registrarse la movilidad ocular y los cambios en las ondas
cerebrales que se producen durante el sueño REM.
Insomnio
Las personas tienden a dormir menos a medida que envejecen y también se producen cambios
en las fases del sueño. El sueño de la fase 4 disminuye y con el tiempo desaparece, en tanto
que la persona se despierta con más frecuencia durante las demás fases. Aunque normales,
estos cambios en el patrón del sueño hacen que la gente mayor piense que no está durmiendo
lo suficiente. Sin embargo, no existen pruebas de que las personas sanas de edad avanzada
necesiten dormir tanto como los jóvenes ni que requieran medicamentos para dormir con el fin
de evitar estos cambios normales asociados con la edad.
El patrón del insomnio de primera hora de la mañana es más frecuente en las personas de edad
avanzada. Algunas personas concilian el sueño normalmente, pero se despiertan varias horas
antes de la hora habitual, no pueden volver a dormirse con facilidad y, a veces, tienen un
sueño inquieto y poco reparador. A cualquier edad, el hecho de despertarse muy temprano
puede ser un síntoma de depresión.
Las personas con una alteración en su patrón de sueño pueden experimentar inversiones en el
ritmo del sueño, es decir, concilian el sueño a horas inadecuadas y no pueden dormir cuando
deberían hacerlo. Las inversiones en el ritmo del sueño reflejan generalmente un desfase
horario por un viaje en avión (especialmente de este a oeste), turnos de trabajo nocturnos
irregulares, cambios frecuentes de horarios o el abuso de bebidas alcohólicas. A veces se debe
al efecto secundario de un fármaco. El patrón de sueño puede verse alterado por lesiones al
reloj interno del cerebro (causadas por una encefalitis, un ictus, o una enfermedad de
Alzheimer, por ejemplo).
Diagnóstico
Hipersomnia
Narcolepsia
La narcolepsia es una alteración poco frecuente del sueño, que se caracteriza por crisis
recidivantes de sueño durante las horas normales de vigilia y también de cataplejía, parálisis
del sueño y alucinaciones.
Síntomas
Los síntomas suelen iniciarse en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta, sin que
exista enfermedad previa, y persisten durante toda la vida Una persona con narcolepsia puede
tener una crisis de sueño en cualquier momento y el deseo de dormir sólo podrá resistirlo
temporalmente. La persona despierta del sueño narcoléptico con igual facilidad que del sueño
normal. Pueden producirse una o varias crisis al día y es habitual que cada una de ellas se
prolongue durante una hora o menos. Es más probable que las crisis se presenten en
situaciones monótonas como las reuniones aburridas o la conducción prolongada por
autopistas. La persona puede sentirse bien al despertarse y, sin embargo, puede volver a
dormirse a los pocos minutos.
La persona afectada de narcolepsia puede manifestar una parálisis momentánea sin pérdida de
la consciencia (un trastorno denominado cataplejía) en respuesta a reacciones emocionales
bruscas, como sentimientos de enfado, temor, alegría, gozo, o sorpresa. Dicha persona puede
experimentar una debilidad en las extremidades, puede soltar lo que esté sosteniendo en las
manos o puede caerse. También pueden producirse episodios esporádicos de parálisis del
sueño en los que, al quedarse dormida, o inmediatamente después de despertarse, la persona
quiere moverse pero es incapaz de hacerlo. Estos episodios suelen asociarse a un gran
sentimiento de terror. Pueden producirse alucinaciones vívidas en que la persona tiene
ilusiones visuales o auditivas, al inicio del sueño o, con menor frecuencia, al despertar. Las
alucinaciones son semejantes a las de los sueños normales, pero más intensas. Sólo un 10 por
ciento de los afectados de narcolepsia manifiesta todos estos síntomas; la mayoría
experimenta tan sólo algunos.
Diagnóstico
Aunque el diagnóstico por lo general está basado en los síntomas, no significa necesariamente
que síntomas similares indiquen un trastorno narcoléptico. Los fenómenos de cataplejía,
parálisis del sueño y alucinaciones se presentan con frecuencia en niños pequeños y a veces en
adultos sanos que no manifiestan otros trastornos del sueño Si existen dudas acerca del
diagnóstico por parte del médico, la persona podrá ser remitida a un laboratorio de estudio del
sueño. El registro de la actividad eléctrica del cerebro mediante un electroencefalograma
(EEG) puede mostrar los patrones del sueño REM que se producen cuando la persona concilia
el sueño, lo cual es típico de la narcolepsia. No se han observado cambios estructurales en el
cerebro ni se han detectado anomalías en los análisis de sangre.
Tratamiento
Para el alivio de la narcolepsia pueden ser útiles los fármacos estimulantes como efedrina,
anfetaminas, dextroanfetamina y metilfenidato, pudiendo ser necesario un ajuste de la dosis
para prevenir los efectos secundarios como sacudidas, hiperactividad o pérdida de peso. De
ahí que los médicos controlen cuidadosamente a los pacientes cuando se inicia el tratamiento
farmacológico. La imipramina, un antidepresivo, es el fármaco de elección en el tratamiento
de la cataplejía.
La apnea durante el sueño es un grupo de trastornos graves en los que la respiración se detiene
repetidamente durante el sueño (apnea) un tiempo lo bastante prolongado como para provocar
una desoxigenación sanguínea y cerebral y aumentar la cantidad de anhídrido carbónico.
La apnea durante el sueño suele ser obstructiva o central. La apnea obstructiva se debe a una
obstrucción en la garganta o en las vías respiratorias superiores. La apnea central es
consecuencia de una disfunción en la parte del cerebro que controla la respiración. En la apnea
obstructiva durante el sueño a veces se presentan una combinación de concentraciones bajas
de oxígeno en sangre y altas de anhídrido carbónico de forma prolongada que reducen la
sensibilidad del cerebro a tales anomalías, añadiendo un elemento de apnea central al trastorno
obstructivo.
Apnea del sueño
Individuo típico con apnea del sueño: obeso, cuello corto y fumador.
Dado que los síntomas aparecen durante el sueño, la descripción debe hacerla alguien que
observe al individuo dormido. Los ronquidos son el síntoma más frecuente y están asociados
con jadeos, ahogo, pausas en la respiración y despertares bruscos. En los casos graves las
personas afectadas tienen repetidas crisis de ahogo obstructivo asociadas al sueño, tanto de
noche como de día, y con el tiempo interfieren con el trabajo diurno y aumentan el riesgo de
complicaciones. La apnea del sueño grave y prolongada puede producir cefaleas, hipersomnia
diurna, actividad mental disminuida y finalmente insuficiencia cardíaca y pulmonar. En esta
última fase, los pulmones no son capaces de oxigenar la sangre adecuadamente ni de eliminar
el anhídrido carbónico.
Diagnóstico
Tratamiento
Para los afectados de apnea obstructiva durante el sueño los primeros pasos son: dejar de
fumar, evitar el abuso de bebidas alcohólicas y perder peso. El tratamiento con tranquilizantes,
fármacos para dormir u otros sedantes no son recomendables para las personas con ronquidos
intensos ni tampoco para las que sufren ahogo durante el sueño. Las personas con apnea
central suelen beneficiarse del uso de un instrumento que les ayuda a respirar mientras
duermen. También es importante el cambio postural durante el sueño y se recomienda a las
personas que roncan que duerman de lado o boca abajo.
Si no fuera posible controlar la apnea del sueño con estos sencillos procedimientos, puede
aplicarse una presión positiva continua a las vías aéreas mediante un dispositivo similar a una
mascarilla de oxígeno que suministra una mezcla de oxígeno y aire a través de la nariz. El
dispositivo en cuestión mantiene la vía aérea abierta y ayuda a regularizar la respiración. La
mayoría de las personas se adapta rápidamente a estos aparatos, con excepción de los
alcohólicos. Por otro lado, los odontólogos fabrican unos dispositivos bucales que suelen ser
útiles para reducir la apnea y los ronquidos en muchos individuos.
Muy raramente, una persona con apnea grave del sueño necesita una traqueostomía. Se trata
de un procedimiento quirúrgico que crea una abertura permanente en la tráquea a través del
cuello. Para solucionar el problema se recurre a veces a otros procedimientos quirúrgicos para
ensanchar la vía aérea superior. No obstante, estas medidas extremas están indicadas en pocas
ocasiones y habitualmente las realiza un especialista.
Parasomnias
Las parasomnias son sueños y actividades físicas particularmente vívidas que se presentan
durante el sueño.
El síndrome de las piernas inquietas (acatisia) es un trastorno bastante común que suele
aparecer justo antes de dormirse, particularmente entre los mayores de 50 años, Sobre todo en
situaciones de estrés, las personas con acatisia experimentan un ligero malestar en las piernas,
junto con movimientos espontáneos e incontrolables de las mismas. Se desconoce la causa de
este trastorno, pero más de un tercio de los afectados tienen antecedentes familiares. A veces
puede prevenirse tomando benzodiacepinas antes de acostarse.
Los terrores nocturnos son episodios de temor con gritos y agitación y a menudo se
acompañan de sonambulismo. Estos episodios suelen aparecer durante las fases no-REM del
ciclo del sueño. Puede ser útil el tratamiento con benzodiacepinas, como el diazepam.
Las pesadillas afectan a niños y adultos y son sueños particularmente vívidos y aterradores,
seguidos de un brusco despertar. Las pesadillas se producen durante el sueño REM y son más
frecuentes en estados febriles, situaciones de cansancio excesivo o tras la ingesta de bebidas
alcohólicas. No existe un tratamiento específico para corregir el trastorno.
Sin embargo, si existe una verdadera debilidad muscular, un gran esfuerzo no genera una
fuerza normal y la debilidad puede afectar a todo el cuerpo o bien estar limitada a un brazo,
una pierna o incluso a una mano o a un dedo. A pesar de que la debilidad suele ser
consecuencia de problemas en los músculos, tendones, huesos o articulaciones, habitualmente
la debilidad muscular es producida por alteraciones en el sistema nervioso. Algunos casos de
debilidad siempre ocurren tras un período de enfermedad, apareciendo a menudo en las
personas de edad avanzada (sarcopenia).
Diagnóstico
En la valoración de la debilidad muscular los médicos buscan señales que les permitan
identificar la causa del problema y luego tratan de localizar cuáles son los músculos débiles y
cuantificar el grado de esa debilidad. Los músculos se examinan de forma sistemática,
comenzando generalmente por la cara y el cuello, a continuación los brazos y finalmente las
piernas. En condiciones normales, la persona debería ser capaz de mantener los brazos
extendidos durante algunos minutos sin que se produzca balanceo ni temblor en éstos. La
incapacidad de mantener los brazos en esa posición puede ser un síntoma de debilidad. La
fuerza de grupos musculares contra resistencia se valora empujando o estirando mientras el
médico hace lo mismo en sentido contrario.
Las pruebas funcionales pueden proporcionar información sobre la debilidad muscular; para
ello la persona realizará diversas maniobras mientras el médico toma nota de cualquier
deficiencia que exista en los grupos musculares implicados. Por ejemplo, puede comprobar la
habilidad de la persona para levantarse de la silla sin ayudarse con los brazos, levantarse
estando en cuclillas, mantenerse sobre las puntas de los dedos de los pies o de los talones y
asir un objeto con la mano.
Los médicos buscan indicios de desgaste
muscular (atrofia), que puede ser consecuencia
de lesiones en el propio músculo o en sus
nervios, aunque también puede deberse a una
atrofia por falta de uso, como sucede tras un
prolongado período en cama. El aumento de la
musculatura (hipertrofia) se produce
normalmente con ejercicios como el
levantamiento de pesas, pero a veces la
hipertrofia es consecuencia del trabajo excesivo
de un músculo en particular para compensar la
debilidad de otro. Los músculos también pueden
aumentar de volumen cuando el tejido muscular
normal es sustituido por un tejido anormal, como
ocurre en la amiloidosis y en ciertos trastornos
musculares hereditarios como la miotonía
congénita.
La electromiografía es una prueba que registra los impulsos eléctricos del músculo y sirve
para determinar su normalidad. Si hay alguna alteración de los músculos, la electromiografía
puede ayudar a diferenciar si se trata de una anormalidad del nervio del músculo.
Si el problema radica en el propio músculo, el médico puede realizar una biopsia muscular
(obtención de un pequeño fragmento de tejido muscular para su examen al microscopio). Los
análisis de sangre pueden medir la velocidad de sedimentación de los glóbulos rojos (en caso
de inflamación podría ser elevada) y la concentración de creatincinasa (una enzima muscular
normal que puede salir del músculo y pasar a la sangre cuando existe una lesión muscular).
CAPITULO 66
Distrofia muscular y trastornos afines
Las distrofias musculares son un grupo de trastornos musculares hereditarios que ocasionan
debilidad de los músculos de gravedad variable. Otros trastornos hereditarios incluyen las
miopatías miotónicas, las enfermedades por acumulación de glucógeno y la parálisis
periódica.
Las distrofias musculares de Duchenne y Becker son las enfermedades distróficas musculares
más frecuentes, causando debilidad en los músculos próximos al torso.
El defecto genético de la distrofia de Duchenne es distinto del que causa la distrofia muscular
de Becker, pero en ambos casos está afectado el mismo gen. El gen es recesivo y ligado al
cromosoma X. Aunque la mujer sea portadora del gen anómalo, ella no padecerá la
enfermedad porque el cromosoma X normal compensará la anomalía genética del otro
cromosoma X anómalo. En cambio, cualquier varón que reciba el cromosoma X anómalo
sufrirá la enfermedad.
Distrofia muscular
Las personas con distrofia muscular tienen dificultades para levantarse del asiento.
Los niños con la distrofia muscular de Duchenne tienen una falta casi total de un producto
genético denominado distrofina, una proteína esencial para los músculos que es
supuestamente responsable del mantenimiento de la estructura de las células musculares. La
distrofia muscular de Duchenne afecta entre 20 y 30 niños de cada 100 000 nacimientos de
varones. En cambio, los niños con la distrofia muscular de Becker producen distrofina, pero la
proteína es más grande de lo normal y no funciona adecuadamente. Esta enfermedad afecta a
3 de cada 100 000 niños varones.
Síntomas
Los niños afectados de distrofia de Duchenne tienen una marcha vacilante, caídas frecuentes y
dificultad para ponerse de pie y subir escaleras. Los músculos de sus brazos y piernas suelen
sufrir contracturas alrededor de las articulaciones, por lo que los codos y las rodillas no
pueden extenderse totalmente. Por último, se produce una curvatura en la columna vertebral
(escoliosis) y, en general, los niños afectados quedan confinados a una silla de ruedas a los 10
o 12 años de edad. La progresión de la debilidad les hace propensos a la pulmonía y otras
enfermedades, y la mayoría muere antes de los 20 años de edad.
Aunque los síntomas son similares en ambos tipos de distrofia, los niños con la distrofia
muscular de Becker tienen un pronóstico menos grave, apareciendo los síntomas iniciales
hacia los 10 años de edad. A los 16 años muy pocos terminan en una silla de ruedas, y más del
90 por ciento están aún vivos a los 20 años de edad.
Diagnóstico
El médico sospecha una distrofia muscular si un niño joven manifiesta debilidad y si ésta es
progresiva. Una enzima sérica (la creatincinasa) se escapa de las células musculares y su
concentración en la sangre aumenta. Sin embargo, un aumento notable de la creatincinasa no
significa necesariamente que la persona padezca una distrofia muscular, porque otras
enfermedades musculares pueden aumentar los valores de esta enzima.
Para confirmar el diagnóstico es habitual que el médico practique una biopsia muscular
(obtención de un pequeño fragmento del músculo para su examen al microscopio). La biopsia
muscular pone de manifiesto la presencia de tejido muerto (necrosis) y un aumento en el
tamaño de las fibras musculares; en las fases más avanzadas de la distrofia muscular, la grasa
y otros tejidos reemplazan al tejido muscular necrosado. La distrofia muscular de Duchenne se
diagnostica cuando unas pruebas especiales ponen de manifiesto unos valores
extremadamente bajos de distrofina en el músculo. Las pruebas para confirmar el trastorno
consisten en estudios eléctricos de la función muscular (electromiografía) y de la conducción
de los nervios.
Tratamiento
Las familias cuyos miembros padezcan la distrofia muscular de Duchenne o de Becker deben
consultar a un genetista para valorar el riesgo de pasar a sus descendientes el rasgo de la
distrofia muscular.
Las distrofias musculares de cinturas causan debilidad de la cintura pélvica (distrofia muscular
de Leyden-Möbius) o del hombro (distrofia muscular de Erb). Se trata de enfermedades
hereditarias que generalmente aparecen en la edad adulta y rara vez producen una
debilitamiento grave.
Las miopatías mitocondriales son trastornos musculares que se heredan a través de la madre
cuando los genes anómalos de la mitocondria (que interviene en la energía celular) pasan al
óvulo. Las mitocondrias tienen sus propios genes. Dado que los espermatozoides no aportan
mitocondrias durante la fertilización, todos los genes mitocondriales provienen de la madre y
por ello el trastorno nunca puede heredarse del padre. Estas raras enfermedades a veces
producen una debilidad progresiva en un solo grupo muscular, como los músculos de los ojos
(oftalmoplejía).
Diagnóstico
El diagnóstico requiere la obtención de una muestra del tejido afectado (biopsia muscular),
que se examinará al microscopio, o la realización de pruebas bioquímicas.
Desafortunadamente, no existe un tratamiento específico, por lo que conseguir un diagnóstico
preciso de estas formas menos comunes de distrofia muscular no suele ser de gran utilidad.
Miopatía mitocondrial
Obsérvese la ptosis palpebral (caída de los párpados) y la oftalmopejía (compruébese en este caso la imposibilidad de realizar el movimiento con el ojo
derecho al mirar hacia la derecha).
Miopatías miotónicas
Las miopatías miotónicas son un grupo de trastornos que se caracterizan por una relajación
anormalmente lenta después de la contracción de un músculo, lo que posiblemente conduce a
la debilidad, espasmos y acortamiento de los músculos (contracturas).
La distrofia miotónica (enfermedad de Steinert) es un trastorno autosómico dominante que
afecta por igual a mujeres y varones. Esta enfermedad produce flaccidez, rigidez y
contracturas musculares, especialmente en las manos.
También es frecuente la caída de los párpados. Los síntomas pueden aparecer a cualquier edad
y su gravedad es variable, de leve a grave. Los casos graves presentan una pronunciada
debilidad muscular asociada a otros síntomas como cataratas, atrofia testicular, calvicie
prematura, arritmias cardíacas, diabetes y retraso mental. Las personas con una afectación
grave suelen fallecer hacia los 50 años de edad.
Parálisis periódica
Durante una crisis de parálisis periódica los músculos no responden a los impulsos nerviosos
normales ni siquiera con la estimulación artificial con un instrumento eléctrico. Los episodios
difieren de las convulsiones porque el nivel de consciencia no se altera. La forma como se
presenta la enfermedad es variable según las familias. En algunas familias la parálisis se
asocia a concentraciones elevadas de potasio en sangre (hiperpotasemia); en otras, con una
baja concentración del mismo (hipopotasemia).
Síntomas
El día posterior a un ejercicio intenso la persona suele despertarse con una sensación de
debilidad. Puede ser leve y estar limitada a ciertos grupos musculares o afectar a las cuatro
extremidades. Esta debilidad dura uno o dos días. En la forma hiperpotasémica, las crisis se
inician a menudo hacia los 10 años de edad y la duración es de 30 minutos a 4 horas. En la
forma hipopotasémica, los episodios se inician generalmente a partir de los 20 años y sobre
todo alrededor de los 30 años de edad. En esta forma los ataques son de mayor duración y más
graves. Algunas personas con la forma hipopotasémica son propensas a sufrir una crisis de
parálisis al día siguiente de la ingesta de alimentos ricos en hidratos de carbono, aunque el
ayuno también suele precipitar el episodio.
Diagnóstico
El dato más importante para el médico es la descripción de un episodio típico. A ser posible,
el médico extrae sangre durante una crisis para comprobar la concentración de potasio. Es
habitual que el médico compruebe la función de la glándula tiroides y que realice pruebas
complementarios para verificar que los valores anormales de potasio no sean consecuencia de
otras causas.
Prevención y tratamiento
La acetazolamida, un fármaco que altera la acidez de la sangre, puede prevenir las crisis tanto
hiperpotasémicas como hipopotasémicas. Las personas que tienen hipopotasemia durante la
crisis pueden tomar cloruro potásico en una solución no azucarada tan pronto noten la
aparición del episodio. Los síntomas suelen mejorar mucho en una hora.
Las personas con una parálisis periódica hipopotasémica deberán evitar los alimentos ricos en
hidratos de carbono y el ejercicio intenso. Los que tienen la forma hiperpotasémica pueden
prevenir las crisis con la ingesta frecuente de alimentos ricos en hidratos de carbono y pobres
en potasio.
CAPITULO 67
Trastornos del movimiento
Un movimiento tan sencillo como levantar una pierna requiere un complejo sistema de
comunicación en el que intervienen el cerebro, los nervios y los músculos. Si un área del
sistema nervioso que controla el movimiento se lesiona o funciona de forma anormal, puede
aparecer cualquier variedad de los múltiples trastornos del movimiento.
Temblor
Todo el mundo presenta cierto grado de temblor, denominado temblor fisiológico, aunque sea
demasiado leve para notarse en la mayoría de las personas. Los temblores se clasifican según
la lentitud o rapidez del temblor, el ritmo, dónde y con qué frecuencia se producen y su
gravedad. Los temblores de acción ocurren cuando los músculos se hallan en actividad y el
temblor de reposo se produce cuando los músculos están en reposo. El temblor de reposo
puede producir sacudidas en una extremidad aunque la persona esté completamente relajada,
lo cual puede ser un síntoma de la enfermedad de Parkinson. Los temblores de intención se
producen cuando la persona realiza movimientos intencionados. El temblor esencial, cuya
causa se desconoce, se inicia por lo general en adultos jóvenes y progresivamente se vuelve
más notorio. Los temblores seniles son temblores esenciales que se inician en las personas de
edad avanzada. Los temblores esenciales que ocurren en familias se denominan, a veces,
temblores familiares.
El temblor de intención puede producirse en personas con una enfermedad del cerebelo o de
sus vías de conexión. Es corriente que este tipo de temblor aparezca en la esclerosis múltiple.
También pueden lesionar el cerebelo otras enfermedades neurológicas, el ictus o el
alcoholismo crónico y producirse temblores de intención. Estos temblores pueden
manifestarse en reposo y con la actividad se hacen más evidentes, por ejemplo, al intentar
mantener una postura fija o llevar la mano hacia un objeto. El temblor de intención es más
lento que el esencial e implica movimientos amplios y toscos.
Aunque los temblores esenciales suelen seguir siempre como temblores leves y no indican una
enfermedad grave, pueden convertirse en una molestia. Pueden afectar a la escritura y
dificultar el uso de utensilios, y suelen crear situaciones embarazosas. Puede producirse una
intensificación del temblor como consecuencia del estrés, la ansiedad, el cansancio, la ingesta
de cafeína o por la toma de estimulantes prescritos por el médico. El temblor esencial puede
empeorar debido a muchos fármacos, especialmente los utilizados para el asma y el enfisema.
Aunque el consumo moderado de bebidas alcohólicas puede reducir el temblor en algunas
personas, el abuso de estas bebidas o la abstinencia brusca del alcohol pueden empeorarlo.
Generalmente, los temblores esenciales desaparecen cuando brazos y piernas están en reposo,
pero se hacen evidentes cuando se estiran y pueden empeorar en posturas incómodas. Se trata
de un temblor relativamente rápido con pocas oscilaciones que generalmente afecta a ambos
lados del cuerpo, aunque puede ser más evidente en uno más que en el otro. A veces la cabeza
tiembla y se producen breves sacudidas. La voz se vuelve temblorosa si las cuerdas vocales
resultan afectadas.
Diagnóstico y tratamiento
El médico generalmente puede diferenciar el temblor esencial de los demás. En ocasiones, las
pruebas de laboratorio ponen de manifiesto que puede ser susceptible de está causado por un
trastorno que responde al tratamiento (es el caso del hipertiroidismo).
El tratamiento no suele ser necesario. Puede ser útil evitar las posturas incómodas y agarrar
los objetos con mano firme y mantenerlos cerca del cuerpo.
Los fármacos pueden ayudar a las personas con dificultad para usar utensilios o para quienes
realizan un trabajo que requiere tener las manos seguras durante la actividad. Un
betabloqueador como el propranolol es el fármaco de elección, y si éste no resultare eficaz,
suele escogerse la primidona. La cirugía del cerebro se reserva para los casos graves e
incapacitantes que no responden al tratamiento farmacológico.
Calambre muscular
Son frecuentes en las personas sanas, especialmente después de un ejercicio intenso. Algunas
personas tienen calambres en las piernas durante el sueño. Los calambres pueden ser
consecuencia de una alteración de la irrigación sanguínea a los músculos; por ejemplo,
después de comer la sangre fluye principalmente hacia el aparato digestivo más que a los
músculos. Los calambres suelen ser inofensivos y no requieren tratamiento y la forma de
prevenirlos es evitando el ejercicio después de comer y haciendo estiramientos antes de
practicar ejercicios y al irse a dormir.
Mioclonías
Las mioclonías son movimientos fugaces de excitación o relajación muscular que resultan en
una contracción continua y rápida del músculo implicado.
Las mioclonías pueden afectar a la mayoría de los músculos a la vez, como ocurre con
frecuencia en individuos normales cuando se duermen. También pueden limitarse a una sola
mano, un grupo de músculos del antebrazo o de la pierna o incluso un grupo de músculos de la
cara. La mioclonía multifocal está causada por una repentina falta de oxígeno al cerebro, por
ciertos tipos de epilepsia o por enfermedades degenerativas que aparecen hacia el final de la
vida.
Hipo
El hipo es también una forma de mioclonía que produce espasticidad repetida en el diafragma
(el músculo que separa el tórax del abdomen), seguida del cierre rápido y sonoro de la glotis
(abertura entre las cuerdas vocales que controla el flujo de aire a los pulmones).
El hipo puede producirse cuando un estímulo activa los nervios que contraen el diafragma.
Los nervios involucrados pueden ser los que entran y salen del diafragma (ya que la
contracción de este músculo es responsable de cada respiración) o bien puede tratarse de los
nervios que inervan el área del cerebro que controla la respiración
Los ataques de hipo son, por lo general, inofensivos, se inician de forma súbita sin una causa
aparente y suelen remitir de un modo espontáneo al cabo de varios segundos o minutos. A
veces la ingesta de alimentos o líquidos calientes o irritantes desencadenan un episodio de
hipo. Otras causas de hipo, menos frecuentes pero más graves, son la irritación del diafragma
por una pulmonía, la cirugía del tórax o estómago, o bien sustancias tóxicas en la sangre
(como las que aparecen cuando una persona tiene insuficiencia renal). En raras ocasiones, el
hipo es consecuencia de un tumor cerebral o de un ictus que interfieren con el centro de la
respiración del cerebro. Estos trastornos graves pueden producir crisis prolongadas de hipo y
muy difíciles de controlar.
Tratamiento
Se han utilizado muchos remedios caseros para curar el hipo, los cuales se basan en el hecho
de que el hipo remite habitualmente cuando el anhídrido carbónico se acumula en la sangre.
Dado que al contener la respiración aumenta la concentración de anhídrido carbónico en
sangre, la mayoría de las formas de curar el hipo se basa en este procedimiento. Respirando
dentro de una bolsa de papel también se elevan los valores de anhídrido carbónico. La
deglución rápida de agua, pan duro o hielo picado puede ser útil para reducir el hipo porque
estimula el nervio vago, que nace en el cerebro y llega hasta el estómago. Otras formas para
estimular el nervio vago consisten en tirar ligeramente de la lengua y frotarse los ojos con
suavidad. Cualquiera de estos procedimientos será eficaz para la mayoría de personas con
hipo.
Sin embargo, el hipo persistente puede requerir un tratamiento más específico. Se han
utilizado ciertos fármacos con éxito relativo, como la escopolamina, la proclorperazina, la
clorpromazina, el baclofeno, la metoclopramida y el valproato. Como puede observarse, se
trata de una extensa lista de medicamentos que pone de manifiesto una falta de consistencia en
los resultados.
Síndrome de Tourette
El síndrome de Tourette es un trastorno que cursa con tics respiratorios y vocales que ocurren
frecuentemente a lo largo del día y duran por lo menos un año.
Causas
El síndrome de Tourette es un trastorno hereditario que presenta una prevalencia tres veces
mayor en los varones que en las mujeres. Se desconoce su causa, pero se cree que es
consecuencia de una anormalidad de la dopamina u otros neurotransmisores cerebrales
(sustancias utilizadas por las neuronas para comunicarse entre sí).
Síntomas y diagnóstico
Muchas personas tienen tics simples, como el parpadeo repetitivo. Éstos son hábitos nerviosos
y desaparecen con el tiempo. Sin embargo, los tics del síndrome de Tourette son mucho más
complejos. Un niño afectado por este síndrome puede mover repetidas veces la cabeza de lado
a lado, parpadear, abrir la boca y estirar el cuello. Los tics más complejos consisten en dar
golpes y patadas, emitir gruñidos y bufidos y tararear. Las personas con este síndrome pueden
proferir obscenidades sin causa aparente, con frecuencia en medio de una conversación y, en
cuanto oyen una palabra, la repiten (ecolalia). Algunos llegan a suprimir algún tic, pero les
resulta difícil, y otros tienen problemas para controlarlos, especialmente en momentos de
estrés emocional.
Las personas con el síndrome de Tourette suelen pasar un mal rato durante las situaciones
sociales. En el pasado se las evitaba, aislándolas o incluso creyendo que estaban poseídas por
el demonio. Muchos de los afectados manifiestan conductas impulsivas, agresivas y
autodestructivas, y es frecuente que los niños tengan dificultades de aprendizaje. Se desconoce
qué es lo que desencadena estas conductas, es decir, si se deben al propio síndrome o al gran
estrés que produce vivir con este trastorno.
Tratamiento
El diagnóstico precoz puede ayudar a los padres a comprender que tales conductas no se
producen voluntariamente ni por despecho, y que estas manifestaciones no pueden
controlarlas mediante el castigo.
Corea y atetosis
Causas
La corea y la atetosis no son enfermedades, más bien se trata de síntomas que pueden ser
consecuencia de varias enfermedades distintas. Las personas con corea y atetosis presentan
anomalías en los ganglios basales del cerebro. Los ganglios basales intervienen en la precisión
y uniformidad de los movimientos que se inician después de recibir las órdenes del cerebro.
En la mayoría de las formas de corea se produce la disfunción debido a un exceso del
neurotransmisor dopamina en los ganglios basales. La corea puede empeorar a causa de
fármacos o enfermedades que alteren los valores de dopamina o que modifiquen la capacidad
del cerebro para reconocer la dopamina.
La enfermedad de Huntington es la que produce con mayor frecuencia la corea y la atetosis,
pero es bastante infrecuente y afecta a menos de 1 de cada 10 000 personas. La enfermedad de
Sydenham (también conocida como el mal de San Vito o corea de Sydenham) es una
complicación de una infección en la infancia producida por estreptococos que puede durar
varios meses. A veces, la corea afecta sin razón aparente a las personas de edad avanzada y
particularmente aparece en los músculos de la boca. También puede afectar a mujeres en los 3
primeros meses del embarazo, pero desaparece sin tratamiento poco después del parto.
Tratamiento
La corea que se desarrolla como un efecto secundario tras la administración de fármacos suele
mejorar al suprimirlos, pero la corea en sí casi nunca desaparece. Los fármacos que bloquean
la acción de la dopamina, como los antipsicóticos, pueden ser útiles para controlar los
movimientos anormales.
Enfermedad de Huntington
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
No existe curación para la enfermedad de Huntington, aunque los fármacos suelen ayudar a
aliviar los síntomas y controlar las manifestaciones conductuales. Para las personas con
antecedentes familiares de la enfermedad es importante el consejo genético, al igual que la
realización de ciertas pruebas para valorar el riesgo de la transmisión del trastorno a sus hijos.
Distonía
Actitud característica de la persona afectada
Distonía
Causas
La distonía parece ser consecuencia de una hiperactividad en varias áreas del cerebro (los
ganglios basales el tálamo y la corteza cerebral). El origen de la distonía crónica es genético;
la distonía que no tiene su origen en una anomalía genética puede ser producto de una grave
falta de oxígeno al cerebro, producida en el nacimiento o después del mismo. La distonía
puede también estar causada por la enfermedad de Wilson (un trastorno hereditario), ciertos
metales tóxicos o por un ictus. En ocasiones, la distonía puede tratarse de una reacción inusual
a fármacos antipsicóticos. En tales casos, la administración de difenhidramina inyectable o en
cápsulas suele controlar rápidamente el episodio.
Síntomas
El calambre del escribiente puede ser una forma de distonía. El síntoma puede consistir en un
calambre involuntario y real de la mano mientras se escribe, pero puede también manifestarse
como un deterioro de la escritura o una incapacidad para sostener el bolígrafo, en el lugar del
calambre. A veces el calambre del escribiente es el único síntoma de la distonía. Sin embargo,
el 50 por ciento de las personas que lo padecen desarrollan temblor en uno o ambos brazos y
algunas manifiestan distonía generalizada con afectación de todo el cuerpo. Algunas distonías
son progresivas (los movimientos se hacen más evidentes con el tiempo). Las contracturas
musculares intensas pueden forzar que el cuello y brazos adopten posturas extrañas e
incómodas.
Los jugadores de golf que sufren espasmos musculares en realidad pueden tener distonía.
Igualmente los músicos afectados de extraños espasmos en las manos y los brazos, lo cual les
impide interpretar, pueden también tener distonía.
Tipos de distonía
El torticolis es una distonía que afecta a los músculos del cuello. Los espasmos recurrentes
suelen producir la torsión y desviación del cuello, lateralmente, hacia delante o hacia atrás. La
disfonía espasmódica afecta a la musculatura que controla la articulación del lenguaje; las
personas con este trastorno presentan también temblores en otras partes del cuerpo. Los
espasmos de los músculos laríngeos pueden impedir totalmente la articulación del lenguaje o
dar lugar a una voz forzada, balbuceante, ronca y rechinante o confusa e ininteligible.
Tratamiento
El tratamiento para este trastorno es limitado. Los fármacos utilizados frecuentemente son los
anticolinérgicos, como el trihexifenidilo, que suelen ser útiles pero también producen efectos
secundarios como somnolencia, boca seca, visión borrosa, mareo, estreñimiento, dificultades
para orinar o temblores, especialmente en las personas de edad. Uno de los tratamientos de
elección de mayor éxito es la inyección local de botulina (una toxina bacteriana que paraliza
los músculos) en el interior de los grupos musculares afectados.
Paciente con Parkinson
La marcha se hace sumamente difícil, a pequeños pasos. Los miembros superiores
no siguen el ritmo normal de la marcha.
Enfermedad de Parkinson
Causas
En lo profundo del cerebro existe un área conocida como los ganglios basales. Cuando el
cerebro inicia una acción como la de levantar un brazo, las neuronas en los ganglios basales
contribuyen a la precisión y uniformidad de los movimientos y coordinan los cambios de
postura. Los ganglios basales procesan las señales y transmiten la información al tálamo, que
selecciona los impulsos procesados y los envía de nuevo a la corteza cerebral. Todas estas
señales se transmiten mediante neurotransmisores químicos en forma de impulsos eléctricos
por las vías nerviosas. La dopamina es el principal neurotransmisor de los ganglios basales.
Síntomas y diagnóstico
Las facciones son menos expresivas debido a la inmovilidad de los músculos de la cara
responsables de la expresión. A veces, esta falta de expresión se confunde con una depresión,
aunque muchas personas con enfermedad de Parkinson se vuelven efectivamente depresivas.
Con el tiempo la cara adquiere una mirada perdida, con la boca abierta y una disminución del
parpadeo. Es frecuente que estas personas babeen o se atraganten como consecuencia de la
rigidez muscular en la cara y en la garganta, lo que dificulta la deglución. Los pacientes de
enfermedad de Parkinson suelen hablar susurrando con voz monótona y pueden tartamudear
debido a la dificultad que tienen para expresar sus pensamientos. La mayoría mantiene una
inteligencia normal, pero muchos desarrollan demencia.
Tratamiento
Con el paso de los años se van reduciendo los períodos de alivio que siguen a cada dosis de
levodopa-carbidopa y se alternan períodos de dificultades para iniciar el movimiento con otros
de hiperactividad incontrolable. En cuestión de segundos, la persona puede pasar de un estado
de movilidad aceptable a otro de incapacidad grave del movimiento (el efecto on-off).
Después de 5 años de tratamiento con levodopa, más del 50 por ciento de los pacientes
experimentan estas fluctuaciones abruptas. Es posible controlarlas reduciendo la dosis de
levodopa y administrándola de forma más frecuente.
La parálisis supranuclear progresiva suele iniciarse en la edad media de la vida con una
incapacidad para mover los ojos hacia arriba. Igual que sucede con la enfermedad de
Parkinson, esta enfermedad evoluciona hacia un estado de rigidez e incapacidad graves. Se
desconoce la causa de esta enfermedad, que produce una degeneración de las células nerviosas
de los ganglios basales y del tronco encefálico. Tampoco existe un tratamiento completamente
eficaz, pero los fármacos utilizados en la enfermedad de Parkinson suelen producir algún
alivio.
Síndrome de Shy-Drager
Trastornos de la coordinación
El cerebelo es la parte del cerebro que coordina las secuencias de los movimientos; también
controla el equilibrio y la postura. El abuso prolongado de las bebidas alcohólicas es la causa
más frecuente de lesiones en el cerebelo. Otras causas son el ictus, los tumores, ciertas
enfermedades (como la esclerosis múltiple), ciertas sustancias químicas y la desnutrición.
También pueden lesionar el cerebelo algunos trastornos congénitos infrecuentes como la
ataxia de Friedreich y la ataxia-telangiectasia.
Las alteraciones del cerebelo pueden producir varios tipos de incoordinación. Las personas
con dismetría son incapaces de controlar la uniformidad y la precisión de los movimientos del
cuerpo. Por ejemplo, al tratar de alcanzar un objeto la persona con dismetría puede llevar la
mano más allá del mismo. Las personas con ataxia no pueden controlar la posición de sus
extremidades ni su postura, por lo que se tambalean y realizan movimientos amplios y en
zigzag con los brazos. La incoordinación de los músculos del habla produce disartria, que
condiciona un lenguaje ininteligible y una fluctuación incontrolada del volumen de la voz.
Una persona con disartria puede también exagerar el movimiento de los músculos que están
alrededor de la boca. El temblor es también una consecuencia de las lesiones del cerebelo.
CAPITULO 68
Esclerosis múltiple y trastornos afines
Las fibras nerviosas que entran y salen del cerebro están envueltas por una membrana aislante
de múltiples capas denominada vaina de mielina. De forma semejante al aislante de un cable
eléctrico, la vaina de mielina permite la conducción de los impulsos eléctricos a lo largo de la
fibra nerviosa con velocidad y precisión. Cuando se producen lesiones de la mielina, los
nervios no conducen los impulsos de forma adecuada.
Al nacer, muchos de los nervios de los bebés carecen de vainas de mielina maduras, lo que
explica que sus movimientos sean torpes y faltos de coordinación. El desarrollo normal de las
vainas de mielina es insuficiente en niños nacidos con ciertas enfermedades congénitas, como
las enfermedades de Tay-Sachs, Niemann-Pick, Gaucher y el síndrome de Hurler. Ese
desarrollo anormal puede dar lugar a defectos neurológicos permanentes y, a menudo,
extensos.
Esclerosis múltiple
El término esclerosis múltiple viene dado por las múltiples áreas de cicatrización (esclerosis)
que representan los diversos focos de desmielinización en el sistema nervioso. Los síntomas y
signos neurológicos de la esclerosis múltiple son tan diversos que los médicos pueden pasar
por alto el diagnóstico cuando aparecen los primeros síntomas. Dado que el curso de la
enfermedad suele empeorar lentamente con el tiempo, las personas afectadas tienen períodos
de salud relativamente buenos (remisiones) que se alternan con brotes de la enfermedad
(exacerbaciones).
Fibra nerviosa y su vaina de mielina
Causas
Parece ser que el factor hereditario desempeña un cierto papel en la esclerosis múltiple.
Alrededor del 5 por ciento de los individuos con esclerosis múltiple tienen un hermano o
hermana con la misma afección y el 15 por ciento tienen algún familiar que la padece.
Síntomas
Diagnóstico
Los médicos consideran la posibilidad de una esclerosis múltiple en personas jóvenes que
desarrollan síntomas en distintas partes del cuerpo, de forma repentina, como visión borrosa,
visión doble o alteraciones motoras o sensitivas. El patrón de remisiones y exacerbaciones
puede confirmar el diagnóstico.
En caso de que el médico sospeche esclerosis múltiple, lleva a cabo una exhaustiva
exploración del sistema nervioso como parte de la exploración general. Los signos que
denotan un funcionamiento inadecuado del sistema nervioso son los movimientos oculares
incoordinados, la debilidad muscular o los entumecimientos en distintas partes del cuerpo.
Otros hallazgos como la inflamación del nervio óptico y el hecho de que los síntomas
aparezcan y desaparezcan, permite establecer el diagnóstico con bastante fiabilidad.
La resonancia magnética (RM) es la técnica de imagen más precisa para el diagnóstico, dado
que puede revelar la presencia de áreas del cerebro que han perdido la mielina. La RM puede
incluso distinguir áreas de desmielinización activas y recientes de otras más antiguas que se
produjeran tiempo atrás.
Las respuestas evocadas (potenciales evocadas) son pruebas que registran las respuestas
eléctricas en el cerebro cuando se estimulan los nervios. Por ejemplo, el cerebro normalmente
responde a una luz centelleante o a un ruido con patrones característicos de actividad eléctrica.
En personas con esclerosis múltiple, la respuesta puede ser más lenta por el deterioro de la
conducción de señales a lo largo de las fibras nerviosas desmielinizadas.
Tratamiento
Un tratamiento relativamente reciente, el interferón beta en inyecciones, reduce la frecuencia
de las recidivas. Otros tratamientos prometedores, todavía en investigación, consisten en otros
interferones, mielina oral y copolímero 1, que ayudarán a evitar que el organismo ataque a su
propia mielina. Aún no se han establecido los beneficios de la plasmaféresis ni de la
gammaglobulina intravenosa, y, además, estos tratamientos tampoco resultan prácticos para
una terapia de larga duración.
Los síntomas agudos pueden controlarse con la administración durante breves períodos de
corticosteroides como la prednisona, administrada por vía oral, o la metilprednisolona por vía
intravenosa; durante décadas estos fármacos han constituido la terapia de elección. Aunque los
corticosteroides pueden reducir la duración de las crisis, no retrasan la debilidad progresiva a
largo plazo. Los beneficios de los corticosteroides pueden verse contrarrestados por los
muchos efectos secundarios potenciales que producen cuando se dan durante períodos
prolongados. Los corticosteroides incrementan la predisposición a las infecciones, ocasionan
diabetes, aumento de peso, cansancio, osteoporosis (fragilidad ósea) y úlceras. Otras terapias
inmunodepresoras como la azatioprina, ciclofosfamida, ciclosporina y la irradiación total del
sistema linfoide, no han demostrado su utilidad y suelen causar complicaciones significativas.
Las personas con esclerosis múltiple suelen llevar una vida activa aunque pueden cansarse con
facilidad y es posible que no puedan cumplir con demasiadas obligaciones. Los ejercicios
practicados con regularidad, como la equitación, la bicicleta estática, los paseos, la natación o
los estiramientos, reducen la espasticidad y contribuyen a mantener la salud cardiovascular,
muscular y psicológica. La fisioterapia puede contribuir al mantenimiento del equilibrio y la
capacidad de deambulación y el grado de movilidad, al tiempo que puede reducir la
espasticidad y la debilidad.
La adrenoleucodistrofia y la
adrenomieloneuropatía son trastornos
hereditarios poco frecuentes del metabolismo. La adrenoleucodistrofia afecta a los niños hacia
los 7 años de edad, aunque una forma de la enfermedad, de lento desarrollo, puede iniciarse en
adultos jóvenes en la segunda década de su vida. La adrenomieloneuropatía afecta a
adolescentes.
La atrofia óptica hereditaria de Leber es una enfermedad desmielinizante que produce ceguera
parcial, siendo más frecuente en varones. Los síntomas iniciales suelen aparecer al final de la
adolescencia o hacia los 20 años. Se hereda a través de la madre, probablemente transmitida
por las mitocondrias (la fábrica de energía de las células).
La médula espinal, la principal vía de comunicación entre el cerebro y el resto del organismo,
es una estructura cilíndrica de nervios que se extiende desde la base del cerebro en dirección
descendente para terminar en las primeras vértebras lumbares. La médula está protegida por
las vértebras de la columna vertebral. Los tractos ascendentes y descendentes de las fibras
nerviosas de la médula espinal pasan a través de las aberturas entre cada vértebra.
La médula espinal está muy organizada; los nervios están ordenados en fascículos y no al
azar. La parte anterior de la médula espinal contiene los nervios motores, que transmiten
información a los músculos y estimulan el movimiento. La parte posterior y lateral de la
médula espinal contiene los nervios sensitivos, que llevan la información sensorial al cerebro
acerca del tacto, la posición, el dolor, el calor y el frío.
Pueden permanecer intactos algunos movimientos reflejos que no estén controlados por el
cerebro o incluso puede producirse un aumento de los reflejos por debajo del nivel de la
lesión. Por ejemplo, se mantiene, e incluso puede exagerarse, el reflejo rotuliano (la parte
inferior de la pierna se flexiona cuando el tendón situado debajo de la rótula se golpea
suavemente con un martillo de goma). La exageración de los reflejos produce espasmos en las
piernas. Los reflejos que se preservan son los responsables de que se desarrolle una rigidez
muscular que conduce a un tipo de parálisis espástica. Los músculos espásticos se notan
rígidos y duros, con sensación de pinchazos esporádicos y sacudidas espasmódicas en las
piernas.
Tratamiento
El primer objetivo es prevenir daños adicionales. El personal de urgencias tiene sumo cuidado
al mover cualquier accidentado en el que se sospeche la existencia de una lesión medular. Se
debe mover a la persona en bloque y transportarla sobre una tabla plana, utilizando
almohadillas para estabilizar su posición. Cuando existe una lesión medular, cualquier
presión, por leve que sea, que condiciona una alineación inadecuada de la columna, puede
aumentar la posibilidad de una parálisis permanente.
El cuidado por parte del personal de enfermería mientras se restablece la médula espinal es de
suma importancia a fin de prevenir las complicaciones que puedan aparecer a causa de la
debilidad o la parálisis. Las personas con lesiones de la médula espinal son especialmente
proclives a presentar úlceras causadas por la prolongada permanencia en cama. Existen camas
especiales que reducen la presión sobre la piel y, cuando es necesario, pueden utilizarse otras
camas mecanizadas que cambian la presión de arriba abajo y de lado a lado, ya que disponen
de un mecanismo que permite modificar su inclinación (aparato de Stryker).
La asistencia emocional de un individuo con una lesión de la médula espinal está dirigida a
combatir la despersonalización que puede producirse después de la pérdida extensa de
funciones corporales. La persona afectada desea conocer exactamente lo que ha sucedido y
qué puede esperar de forma inmediata y en un futuro. La fisioterapia y la terapia ocupacional
pueden ser útiles para preservar la función muscular y enseñar técnicas especiales para
compensar la pérdida funcional. En general, las personas se sienten mejor si se les muestra
comprensión por las emociones que experimentan, si se ven al cuidado de personal de
enfermería experto y si se les ofrece consejo psicológico. Los familiares y amigos íntimos
también pueden necesitar que se les aconseje.
Cuál es el área lesionada de la columna vertebral
La columna vertebral está dividida en 4 áreas: cervical (cuello), torácica (pecho), lumbar (parte baja de la espalda) y sacro (coxis). Cada área se designa con
una letra (C, T, L o S). Las vértebras dentro de cada área de la columna se numeran empezando por arriba. Por ejemplo, la primera vértebra dentro de la
columna cervical se designa C1, la segunda dentro de la columna cervical C2, la segunda dentro de la columna torácica T2, la cuarta dentro de la columna
lumbar L4, y así sucesivamente.
Los nervios salen de la columna vertebral y se dirigen hacia áreas específicas del cuerpo. Al detectar dónde la persona experimenta debilidad, parálisis o
pérdida de función (y por ende, lesión nerviosa) el médico puede buscar y encontrar el lugar exacto de la lesión de la columna.
Compresión de la médula espinal
Normalmente la médula espinal está protegida por la columna vertebral, pero ciertas
enfermedades pueden comprimirla y alterar su función normal. La compresión medular puede
ser de origen traumático (por rotura de una vértebra u otro hueso de la columna, o por rotura
de uno o más de los discos cartilaginosos intervertebrales), infeccioso (absceso medular) o
tumoral vertebral (un tumor en la médula espinal o en la columna). La causa de la compresión
medular repentina se debe generalmente a un traumatismo o a una hemorragia, pero también
puede ser consecuencia de una infección o de un tumor. También puede producirse una
compresión a causa de un vaso sanguíneo anormal (malformación arteriovenosa).
Si la compresión es muy intensa, pueden quedar completamente bloqueadas las señales de los
tractos nerviosos ascendentes y descendentes. Si la compresión es menos grave, puede
producir la disfunción de sólo algunas de estas señales. La función neurológica puede
restablecerse por completo si la lesión se detecta pronto y se trata antes de que los nervios se
destruyan.
Síntomas
El área medular lesionada determinará las funciones sensitivas y motoras afectadas. Lo más
probable es que por debajo del nivel de la lesión se desarrolle debilidad o parálisis, y una
disminución o una pérdida completa de la sensibilidad.
Un tumor o una infección dentro de la médula espinal o alrededor de la misma ejercerá una
presión creciente en ella, produciendo dolor y sensibilidad en el lugar de la compresión, así
como debilidad y cambios sensitivos A medida que la compresión empeora, el dolor y la
debilidad evolucionan hacia la parálisis y la pérdida de sensibilidad, todo ello en el transcurso
de días o semanas. Sin embargo, si se interrumpe el flujo sanguíneo a la médula puede
producirse parálisis y pérdida de sensibilidad en cuestión de minutos. La compresión medular
que se produce más lentamente a menudo se debe a anomalías en los huesos a causa de una
artrosis o de tumores de muy lento crecimiento; la persona afectada puede que no tenga dolor,
y a lo largo de los meses aparecen trastornos sensitivos (por ejemplo, hormigueo) y debilidad
progresiva.
Diagnóstico
Gracias a la organización específica de los nervios de la médula espinal, los médicos pueden
determinar cuál es la zona afectada mediante la evaluación de los síntomas y la exploración
física. Por ejemplo, una afectación medular hacia la mitad del tórax puede producir debilidad
motora y entumecimientos en una pierna pero no en el brazo y, además, puede afectar a la
función de la vejiga urinaria y de los intestinos. La persona puede tener una sensación de
malestar en forma de cinturón a la altura de la lesión medular.
Imagen de compresión de la médula espinal por un tumor
Tratamiento
El tratamiento de la compresión medular depende de su causa, pero siempre que sea posible
debe descomprimirse la médula de inmediato, porque de lo contrario puede sufrir un daño
permanente. A menudo debe efectuarse una descompresión quirúrgica, aunque la radioterapia
puede también ser eficaz para tratar la compresión causada por tumores. Con frecuencia se
administran corticosteroides como la dexametasona para ayudar a reducir la hinchazón de
dentro o de alrededor de la médula que pueda contribuir a la compresión.
La compresión medular causada por una infección se trata inmediatamente con antibióticos. El
médico, habitualmente un neurocirujano, procede a vaciar (drenar) la parte infectada llena de
pus (absceso) con una jeringa.
Dermatomas
Los dermatomas son áreas de la piel inervadas por fibras provenientes de una sola raíz nerviosa. Hay 8 raíces nerviosas para las 7 vértebras cervicales; por
otro lado, cada una de las 12 vértebras torácicas, de las 5 lumbares y de las 5 sacras tienen una sola raíz nerviosa espinal que inervan áreas específicas de
la piel. La ilustración muestra cómo los nervios inervan diferentes áreas. Por ejemplo, un nervio procedente de la quinta vértebra lumbar (L5) inerva una
franja de piel de la parte baja de la espalda, el exterior del muslo, el interior de la pierna y el talón.
Espondilosis cervical
La espondilosis cervical es una enfermedad que afecta a los adultos de mediana y avanzada
edad que presentan una degeneración de las vértebras y de los discos intervertebrales del
cuello.
Síntomas
La espondilosis cervical produce un estrechamiento del canal espinal del cuello (el canal que
contiene la médula espinal) y comprime la médula espinal o las raíces nerviosas espinales,
ocasionando su disfunción. Los síntomas pueden ser consecuencia tanto de una compresión
medular como del daño en las raíces nerviosas. El primer síntoma de la compresión de la
médula espinal suele ser un cambio en la marcha. Los movimientos de las piernas pueden
llegar a ser sacudidas (espásticos) y la deambulación se vuelve inestable. Puede doler el
cuello, especialmente si las raíces nerviosas están afectadas. Antes o después de los síntomas
de compresión medular puede desarrollarse debilidad y atrofia muscular (adelgazamiento de
los músculos) en uno o ambos brazos.
Diagnóstico y tratamiento
Cuando el médico sospecha una espondilosis cervical, la resonancia magnética (RM) es útil
para mostrar dónde se produce el estrechamiento del canal espinal, el grado de compresión y
la distribución de las raíces nerviosas afectadas.
Los quistes de la médula espinal y del cerebro son raros. Aproximadamente el 50 por ciento
de las lesiones son congénitas pero, por razones desconocidas, no crecen hasta la adolescencia
o los primeros años de la edad adulta. Los niños con quistes de nacimiento a menudo
manifiestan también otras anomalías. En las etapas más tardías de la vida, los quistes suelen
ser secundarios a tumores o a traumatismos.
Síntomas
Los quistes que crecen dentro de la médula espinal originan un efecto de presión sobre la
misma. Con frecuencia se inician en el área cervical, pero pueden producirse prácticamente en
cualquier punto de la médula espinal y a menudo crecen hasta implicar un largo segmento de
ésta. Habitualmente los nervios más afectados son los que detectan el dolor y la temperatura.
Las quemaduras y los cortes en los dedos son frecuentes en las personas con este tipo de
afectación nerviosa porque puede que no sientan el dolor ni el calor. A medida que los quistes
se hacen más grandes, pueden provocar espasmos y debilidad que suele empezar por las
piernas. Finalmente, los músculos que dependen de los nervios afectados pueden empezar a
adelgazar hasta atrofiarse.
Diagnóstico y tratamiento
Para prevenir un deterioro mayor, un neurocirujano puede hacer un drenaje quirúrgico de los
quistes, aunque la cirugía no siempre soluciona el problema. Si el deterioro neurológico es
grave, puede que no se resuelva, a pesar del éxito de la cirugía.
Síntomas
La mielitis transversa aguda habitualmente se inicia con dolor súbito, localizado en la espalda,
seguido de adormecimiento y debilidad motora que ascienden desde los pies. Estos trastornos
pueden avanzar a lo largo de varios días y, si son graves, pueden acabar en una parálisis
sensitivomotora y pérdida del control intestinal y de la vejiga urinaria. Según que la
obstrucción se localice en la parte alta o en la parte baja de la médula espinal, los efectos serán
más o menos graves.
Diagnóstico y tratamiento
Estos síntomas neurológicos tan graves sugieren al médico un amplio abanico de posibles
enfermedades. Para ir descartando posibilidades, el médico puede realizar varias pruebas,
como una punción lumbar (extracción de líquido cefalorraquídeo para su examen), una
tomografía computadorizada (TC), una resonancia magnética (RM) o bien una mielografía, al
igual que determinados análisis de sangre.
Ningún tratamiento ha resultado ser eficaz, pero los corticosteroides a dosis altas (como la
prednisona) pueden controlar lo que se supone se trata de una reacción alérgica. En general las
personas con mielitis transversa aguda se recuperan por lo menos parcialmente, aunque en
muchas persisten la debilidad motora y el entumecimiento.
Al igual que todos los tejidos vivos, la médula espinal requiere un aporte constante de sangre
oxigenada. La irrigación de la médula espinal es muy rica, por lo que es muy raro que la
circulación sanguínea llegue a ser insuficiente. Sin embargo, un tumor, una rotura de un disco
intervertebral (hernia) u otras causas pueden, en casos excepcionales, comprimir los vasos
arteriales o venosos y obstruir la circulación sanguínea. En contadas ocasiones, la
aterosclerosis o un coágulo pueden causar una oclusión de los vasos sanguíneos. La parte
superior del tórax es el área más vulnerable a la falta de irrigación sanguínea.
Síntomas
La oclusión de los vasos que irrigan la cara anterior de la médula espinal habitualmente
ocasiona un dolor súbito en la espalda. El dolor está seguido de debilidad y de una pérdida de
la sensibilidad (a la temperatura o al dolor) por debajo del nivel de la oclusión del vaso
sanguíneo. Los síntomas son más intensos durante los primeros días y la recuperación puede
resolverse parcialmente con el paso del tiempo. Si no resulta afectada la circulación del tracto
posterior de la médula, es probable que estén preservadas las facultades controladas por esa
parte, como la sensibilidad al tacto y a las vibraciones y el sentido de la posición (apreciación
de la localización de las piernas y de los pies sin necesidad de mirar).
Diagnóstico y tratamiento
Para distinguir las posibles causas, el médico lleva a cabo una resonancia magnética o una
mielografía. Junto con la mielografía, o en el caso de que la RM sea normal, el médico
practicará una punción lumbar para comprobar la presión del líquido cefalorraquídeo y para
detectar anormalidades en los valores de proteínas y de otras sustancias. El restablecimiento
de la irrigación no será posible a menos que la compresión de los vasos sea consecuencia de
una hernia discal y que ésta pueda repararse quirúrgicamente. Es probable que se consiga una
recuperación parcial si la circulación se restablece rápidamente, pero, en cambio, la
recuperación total es muy rara.
Hematoma espinal
Síntomas
El hematoma suele causar dolor de aparición súbita seguido de debilidad y pérdida sensitiva
por debajo del área medular afectada. Estos trastornos pueden evolucionar hacia una parálisis
total en minutos u horas, aunque en algunas personas pueden desaparecer espontáneamente.
En ocasiones, la sangre asciende hacia el cerebro, lo que produce alteraciones aún más graves;
cuando ello sucede, es posible que se produzca el coma e incluso la muerte si el hematoma
alcanza la parte superior de la médula espinal e interfiere con la función respiratoria.
Diagnóstico y tratamiento
Las raíces nerviosas se originan en la médula espinal y son las estructuras que reciben y
emiten los impulsos de casi todo el cuerpo. Estas raíces nerviosas salen de la médula espinal a
través de los orificios intervertebrales y cada una de ellas lleva la información o la sensibilidad
a un área en particular del organismo. Las raíces nerviosas están organizadas en pares: los
nervios motores, que salen de la cara anterior de la médula espinal y estimulan los músculos, y
los nervios sensitivos, que salen de la cara posterior de la médula espinal y llevan la
información de las sensibilidades al cerebro.
Causas
Una de las causas más frecuentes de lesiones de las raíces nerviosas es una hernia del disco
intervertebral. Las raíces nerviosas pueden sufrir lesiones como consecuencia del
aplastamiento (colapso) de una vértebra que suele producirse cuando los huesos se debilitan
debido al cáncer, a la osteoporosis o a una lesión grave. Otra de las causas frecuentes es la
artrosis (afección articular de naturaleza degenerativa), un trastorno que produce crecimientos
irregulares del hueso (espolones u osteofitos) que comprimen las raíces nerviosas. Como
consecuencia de ello, las personas de edad avanzada pueden presentar un estrechamiento del
canal vertebral que reduce el espacio disponible para la médula espinal (estenosis vertebral).
Aunque con menor frecuencia, los tumores medulares o ciertas infecciones (como la
meningitis o el herpes zoster) también pueden afectar a las raíces nerviosas.
Síntomas
Una lesión de una vértebra o de los discos intervertebrales suele presionar las raíces nerviosas.
La presión ocasiona dolor, que generalmente empeora cuando la persona mueve la espalda, y
puede aumentar con algunas maniobras como la tos, los estornudos o el esfuerzo (por ejemplo,
al defecar). Si están comprimidas las raíces lumbares (parte baja de la espalda), el dolor puede
producirse sólo en la zona lumbar o bien puede desplazarse a través del nervio ciático a las
nalgas, al muslo, la pantorrilla y los pies. Este dolor se conoce como ciática.
Si la presión es grave, los nervios no pueden transmitir ni recibir señales a o de los músculos
inervados, y con el tiempo se producirá debilidad y trastornos sensitivos. A veces se altera la
capacidad de orinar y el control de las deposiciones. Cuando las raíces del cuello están
afectadas, el dolor puede llegar hasta el hombro, el brazo, la mano o la nuca.
Diagnóstico
Debe pensarse en la posibilidad de una lesión de las raíces cuando la persona experimenta
dolor, pérdida de sensibilidad o debilidad en un segmento específico del cuerpo inervado por
una sola raíz nerviosa. El médico puede deducir cuál es la raíz afectada según el nivel de dolor
o de insensibilidad. Durante la exploración física el médico toma nota de cualquier
dolorimiento que experimente el afectado en el área de la columna vertebral. Las radiografías
pueden mostrar si las vértebras han sufrido adelgazamiento, lesiones o si están mal alineadas.
La tomografía computadorizada (TC) o la resonancia magnética (RM) definen con más detalle
qué es lo que ocurre dentro y alrededor de la médula espinal. Si no se dispone de RM, puede
realizarse una mielografía para delimitar las anomalías. Pueden ser necesarias otras pruebas
complementarias, especialmente las que miden la actividad eléctrica en los nervios y en los
músculos.
Tratamiento
El tratamiento de los trastornos de las raíces nerviosas depende de la causa y gravedad de los
mismos. Cuando se trata de un colapso de una vértebra como consecuencia de la osteoporosis
se puede hacer bien poco, excepto sujetar la espalda con un corsé para limitar el movimiento.
En cambio, cuando la causa se debe a una hernia del disco intervertebral se dispone de un
tratamiento específico. Las infecciones se tratan inmediatamente con antibióticos y, en caso de
abscesos, es habitual que se proceda al drenaje inmediato. Para los tumores medulares están
indicadas la cirugía, la radioterapia o ambas.
Los analgésicos son útiles para controlar el dolor, cualquiera que sea la causa. También se
utilizan los relajantes musculares, aunque no se haya demostrado su eficacia. Sus efectos
secundarios pueden superar a los beneficios, especialmente en las personas de edad avanzada.
Hernia discal
Las vértebras están separadas por unos discos cartilaginosos y cada disco está formado por un
anillo fibroso externo y una parte interna blanda (núcleo pulposo) que actúa como
amortiguador durante el movimiento de las vértebras. Si un disco degenera (por ejemplo a raíz
de un traumatismo o por el envejecimiento) su parte interna puede protruir o romperse y salir
a través del anillo fibroso (hernia discal). La parte interna del disco puede comprimir o irritar
la raíz nerviosa e incluso puede lesionarla.
Hernia discal
Cuando se rompe un disco en la columna vertebral, el material blando de su interior se escapa a través de un área débil de la capa exterior, que es dura. La
rotura de un disco causa dolor y, a veces, lesiona los nervios.
Síntomas
En general las hernias discales se producen en la zona baja de la espalda (columna lumbar) y
suelen afectar tan sólo a una pierna. Tales hernias pueden producir no sólo dolor lumbar sino
también a lo largo del nervio ciático, cuyo trayecto va de la columna a las nalgas, piernas y
talón (dolor ciático). Las hernias discales en la zona lumbar suelen causar también debilidad
en las piernas y por ello la persona puede experimentar mucha dificultad en levantar la parte
anterior del pie (tienen el llamado pie caído). Una hernia discal de gran tamaño localizada en
el centro de la columna suele afectar a los nervios que controlan la función intestinal y de la
vejiga urinaria, alterando la capacidad de defecar u orinar. Estos trastornos ponen de
manifiesto una situación que requiere una asistencia médica urgente.
El dolor de una hernia discal suele empeorar con el movimiento y puede exacerbarse con la
tos, la risa, la micción o el esfuerzo de defecación. Puede aparecer entumecimiento y
hormigueo en las piernas y pies y en los dedos de los pies. Los síntomas pueden iniciarse de
modo súbito, desaparecer de forma espontánea y reaparecer a intervalos, o bien pueden ser
constantes y de larga duración.
El cuello (columna cervical) es el segundo punto de mayor incidencia de las hernias discales.
Los síntomas suelen afectar tan sólo a un brazo. Cuando se produce una hernia de un disco
cervical, la persona suele experimentar dolores que a menudo se localizan en el omóplato y la
axila o en la eminencia del trapecio y el extremo del hombro, irradiando por el brazo hacia
uno o dos dedos. Los músculos del brazo pueden debilitarse; con menos frecuencia, se afecta
al movimiento de los dedos.
Diagnóstico
Los síntomas ayudan al médico a establecer el diagnóstico. Durante la exploración física, el
médico busca áreas de dolorimiento y de alteraciones de la sensibilidad en la columna, y
analiza la coordinación, el tono muscular y los reflejos (por ejemplo, el rotuliano). Utilizando
un procedimiento que consiste en hacer que el paciente levante la pierna manteniéndola
estirada sin flexionar la rodilla, el médico determinará en qué posición empeora el dolor.
También valorará el tono muscular del recto introduciendo un dedo en él. La debilidad de los
músculos de alrededor del ano junto a retención o incontinencia urinarias constituyen
síntomas particularmente graves que requieren un tratamiento urgente.
Las radiografías de la columna vertebral pueden mostrar la reducción del espacio del disco,
pero la tomografía computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM) son las pruebas que
mejor identifican el problema. La mielografía puede resultar eficaz, pero en general ha sido
sustituida por la RM.
Tratamiento
Salvo que la pérdida de la función nerviosa sea progresiva y grave, la mayoría de personas con
una hernia discal en la zona lumbar se recupera sin necesidad de cirugía. El dolor suele remitir
cuando la persona afectada se encuentra relajada en su hogar; en algunos casos raros, deben
guardar cama durante algunos días. En general deben evitarse las actividades que requieran un
esfuerzo de la columna y que causen dolor (por ejemplo, levantar objetos pesados, agacharse o
hacer esfuerzos). La tracción no tiene efectos beneficiosos para la mayoría de la gente. Para
dormir es útil un colchón consistente sobre un soporte rígido.
Muchas personas encuentran alivio modificando ciertas costumbres para dormir (por ejemplo,
utilizar una almohada bajo la cintura y otra bajo el hombro puede beneficiar a las personas que
duermen de lado; para las que lo hacen de espaldas, puede ser útil una almohada bajo las
rodillas).
Para reducir la espasticidad muscular y el dolor y también para lograr la recuperación con
mayor rapidez, a menudo se recomienda realizar ejercicios. La columna vertebral normal
presenta una curvatura hacia delante en el cuello y otra en la parte baja de la espalda. El
aplanamiento de estas curvaturas, o incluso su inversión arqueando la espalda, puede
aumentar el espacio para los nervios espinales y aliviar la presión del disco herniado. Los
ejercicios que suelen ayudar son los que consisten en mantener la espalda recta contra una
pared o el suelo, extraer y flexionar las rodillas alternativamente o ambas a la vez hasta tocar
el pecho y hacer abdominales y flexiones profundas. Estos ejercicios pueden practicarse en
series de 10 entre 2 a 3 veces al día. Es probable que el médico disponga de un folleto
explicativo. Además, el fisioterapeuta puede hacer una demostración de los ejercicios y
aconsejar un programa a medida de las necesidades de cada persona.
El sistema nervioso periférico está compuesto por todos los nervios que están por fuera del
sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). Forman parte del sistema nervioso
periférico los nervios craneales que conectan el cerebro directamente con la cabeza y la cara,
los que lo conectan con los ojos y la nariz, y los nervios que conectan la médula espinal con el
resto del organismo.
El cerebro se comunica con la mayor parte del organismo a través de 31 pares de nervios
espinales que salen de la médula espinal. Cada par de nervios espinales consta de un nervio en
la cara anterior de la médula espinal, que conduce la información del cerebro hasta los
músculos, y de un nervio en su cara posterior, que lleva la información de las sensibilidades al
cerebro. Los nervios espinales se conectan entre sí y forman los llamados plexos, que existen
en el cuello, hombros y pelvis; luego se dividen nuevamente para proporcionar los estímulos a
las partes más distantes del cuerpo.
Circuito cerebro-músculo
Los nervios están conectados entre sí y se comunican sus señales a través de las sinapsis.
El movimiento de un músculo implica dos complejas vías nerviosas : la vía del nervio sensitivo al cerebro y la vía del nervio motor al músculo. Son 12 los
pasos básicos que constituyen este circuito y que se indican a continuación.
1. Los receptores de los nervios sensitivos en la piel detectan las sensaciones y transmiten una señal al cerebro.
2. La señal recorre el nervio sensitivo hasta la médula espinal.
3. Una sinapsis en la médula espinal conecta el nervio sensitivo a un nervio de la médula espinal.
4. El nervio cruza al lado opuesto de la médula espinal.
5. La señal asciende por la médula espinal.
6. Una sinapsis en el tálamo conecta la médula espinal a las fibras nerviosas que llevan la señal
a la corteza sensorial.
7. La corteza sensorial percibe la señal e impulsa
a la corteza motora a generar una señal de movimiento.
8. El nervio que lleva la señal cruza al otro lado
en la base del cerebro.
9. La señal desciende por la médula espinal.
10. Una sinapsis conecta la médula espinal
al nervio motor.
11. La señal sigue a lo largo del nervio motor.
12. La señal alcanza el final de la placa motora, donde estimula el movimiento muscular.
Los nervios periféricos son en realidad haces de fibras nerviosas con un diámetro que oscila
entre 0,4 (las más finas) y 6 milímetros (las más gruesas). Las fibras más gruesas conducen los
mensajes que estimulan a los músculos (fibras nerviosas motoras) y la sensibilidad táctil y de
la posición (fibras nerviosas sensitivas). Las fibras sensitivas más finas conducen la
sensibilidad al dolor y a la temperatura, y controlan las funciones automáticas del organismo,
como la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la temperatura (sistema nervioso autónomo).
Las células de Schwann envuelven cada una de las fibras nerviosas y forman muchas capas de
aislante graso conocidas como vaina de mielina.
La disfunción de los nervios periféricos puede deberse a lesiones de las fibras nerviosas, del
cuerpo de la célula nerviosa, de las células de Schwann o de la vaina de mielina. Cuando se
produce una lesión en la vaina de mielina que ocasiona la pérdida de esta sustancia
(desmielinización), la conducción de los impulsos es anormal Sin embargo, la vaina de
mielina suele regenerarse con rapidez, lo que permite el restablecimiento completo de la
función nerviosa. A diferencia de la vaina de mielina, la reparación y nuevo crecimiento de la
célula nerviosa lesionada se produce muy lentamente, o incluso no se produce en absoluto. En
ocasiones el crecimiento puede producirse en una dirección errónea, ocasionando unas
conexiones nerviosas anormales. Por ejemplo, un nervio puede conectarse a un músculo
equivocado, causando contracción y espasticidad, o si se trata del crecimiento anormal de un
nervio sensitivo, la persona no sabrá reconocer dónde la tocan ni dónde se origina un dolor.
La vía nerviosa del cerebro a los músculos es compleja y una disfunción en cualquier punto
del trayecto puede causar problemas musculares y del movimiento. Aunque el músculo en sí
sea normal, sin el estímulo nervioso adecuado se debilita, se atrofia y puede paralizarse por
completo. Los trastornos musculares causados por la disfunción nerviosa incluyen: esclerosis
lateral amiotrófica (enfermedad de Lou Gehrig), atrofia muscular progresiva, parálisis bulbar
progresiva, esclerosis lateral primaria y parálisis seudobulbar progresiva. Se desconoce la
causa en la mayoría de los casos, pero parece ser que el 10 por ciento tiene una tendencia
hereditaria.
Estos trastornos tienen similitudes; en todos ellos, los nervios espinales o craneales que
estimulan la acción muscular (nervios motores) están afectados de un deterioro progresivo que
causa debilidad muscular y que al final puede conducir a la parálisis.
Sin embargo, cada alteración afecta a una parte distinta del sistema nervioso y a un grupo
diferente de músculos, por lo que en cada uno de estos trastornos resulta más afectada una
parte específica del cuerpo. Estas alteraciones son más frecuentes en los hombres que en las
mujeres, y los síntomas suelen iniciarse entre los 50 y los 60 años de edad.
Síntomas
La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad progresiva caracterizada por debilidad que
a menudo se inicia en las manos y, con menor frecuencia, en los pies. La debilidad puede
progresar más de forma unilateral y generalmente de abajo arriba por un brazo o una pierna.
Los calambres musculares también son frecuentes y pueden preceder a la debilidad, pero la
sensibilidad está preservada. Con el tiempo, además de la creciente debilidad se produce
espasticidad, con rigidez muscular, espasmos y hasta temblores. Los músculos laríngeos de la
voz y de la deglución pueden debilitarse, ocasionando una dificultad en la articulación del
lenguaje (disartria) y en la deglución (disfagia). Al final, la enfermedad puede afectar al
diafragma produciendo alteraciones respiratorias; algunas personas pueden necesitar un
respirador artificial.
La esclerosis lateral primaria y la parálisis seudobulbar progresiva son procesos raros, de lenta
evolución, variantes de la esclerosis lateral amiotrófica. La esclerosis lateral primaria afecta
principalmente a los brazos y piernas, en tanto que la parálisis seudobulbar progresiva afecta a
los músculos de la cara, mandíbula y garganta. En ambos trastornos la rigidez muscular grave
acompaña a la debilidad muscular, no se producen contracciones musculares ni atrofia;
habitualmente se desarrolla discapacidad a lo largo de varios años.
Diagnóstico
El médico sospecha la existencia de uno de estos trastornos cuando un adulto desarrolla una
progresiva debilidad muscular sin pérdida de la sensibilidad. Ciertas exploraciones y pruebas
pueden ser útiles para descartar otras causas de debilidad. La electromiografía, que registra la
actividad eléctrica del músculo, permite establecer si el problema radica en los nervios o en
los músculos. Sin embargo, las pruebas de laboratorio no pueden determinar cuál de las
diferentes enfermedades nerviosas está causando el problema. Para establecer el diagnóstico el
médico tiene en cuenta cuáles son las partes afectadas del cuerpo, qué síntomas aparecen
inicialmente y cómo han cambiado los síntomas a lo largo del tiempo.
Tratamiento
Se están investigando ciertas sustancias que promueven el crecimiento de los nervios (factores
neurotrópicos), pero, hasta la fecha, los estudios clínicos no han demostrado su eficacia.
Miastenia grave
En la miastenia grave el sistema inmune produce anticuerpos que atacan a los receptores
situados en el lado del músculo de la unión neuromuscular. Los receptores que presentan una
disfunción son los que reciben la señal nerviosa por la acción de la acetilcolina, una sustancia
química que transmite los impulsos nerviosos a lo largo de la unión neuromuscular (un
neurotransmisor).
Síntomas
La enfermedad tiene mayor incidencia en las mujeres que en los hombres y por lo general se
inicia entre los 20 y los 40 años de edad, aunque puede aparecer a cualquier edad. Los
síntomas más frecuentes son debilidad en los músculos elevadores de los párpados (párpados
caídos), visión doble por la debilidad de los músculos de los ojos y fatigabilidad excesiva de
determinados músculos después del ejercicio. Los músculos oculares se afectan desde el inicio
en el 40 por ciento de las personas con miastenia grave, y con el transcurso del tiempo el 85
por ciento presentan este problema. Son frecuentes la dificultad para articular el lenguaje y la
deglución y la debilidad de los brazos y piernas.
Característicamente el músculo se torna cada vez más débil, y, por ejemplo, alguien que antes
podía utilizar un martillo ahora se siente demasiado débil para usarlo repetidamente. Las
manifestaciones de debilidad muscular fluctúan de intensidad en el transcurso de horas o días.
La enfermedad no sigue un curso estable y son frecuentes las exacerbaciones. En los episodios
(brotes) graves, las personas con miastenia grave pueden quedar virtualmente paralizadas,
pero aun en esa situación, no pierden la sensibilidad. En aproximadamente el 10 por ciento de
las personas con esta enfermedad se produce una afectación de los músculos respiratorios que
pone en peligro su vida (crisis miasténica).
Diagnóstico
El médico sospecha la posibilidad de una miastenia grave en cualquier persona que presente
una debilidad generalizada, especialmente cuando ésta afecta a los músculos de los párpados o
de la cara, o si empeora con el uso de la musculatura afectada y remite con el reposo. Debido a
que los receptores de acetilcolina están bloqueados, resultan útiles los fármacos que aumentan
la cantidad de acetilcolina y una prueba utilizando alguno de estos fármacos suele confirmar el
diagnóstico. El edrofonio es el que se utiliza con mayor frecuencia como fármaco de prueba;
cuando se administra por vía intravenosa produce una mejoría temporal de la fuerza muscular
en las personas con miastenia grave. Otras pruebas diagnósticas consisten en medir la función
de los nervios y de los músculos mediante un electromiograma y realizar análisis de sangre
para detectar anticuerpos frente a la acetilcolina.
Algunas personas con miastenia grave presentan un tumor en la glándula del timo (timoma),
que puede ser el causante de la disfunción del sistema inmune. Una tomografía
computadorizada (TC) del tórax permite detectar la presencia de un timoma.
Tratamiento
El abordaje terapéutico se puede realizar con fármacos que aumentan los valores de
aceticolina, como la piridostigmina o la neostigmina por vía oral. El médico puede aumentar
la dosis durante las crisis en que los síntomas empeoran. Existen cápsulas de acción
prolongada que pueden usarse por la noche en los pacientes que por la mañana despiertan con
una debilidad intensa o en los que experimentan dificultades para deglutir. Pueden necesitarse
otros medicamentos para contrarrestar los calambres abdominales y la diarrea que con
frecuencia aparecen al usar la piridostigmina o la neostigmina.
Si no se observa una mejoría con la medicación o si la persona sufre una crisis miasténica, se
puede recurrir a la plasmaféresis. La plasmaféresis es un procedimiento caro mediante el cual
se extraen de la sangre las sustancias tóxicas (en este caso, el anticuerpo anormal). En
personas con miastenia grave generalizada está indicada la extirpación quirúrgica de la
glándula del timo, ya que la enfermedad remite en el 80 por ciento de los casos.
Un plexo distribuye los nervios de forma semejante a lo que hace una caja de conexiones
eléctricas que distribuye los cables a las distantes partes de una vivienda. Las lesiones
nerviosas en los plexos principales, que son como las cajas de conexiones del sistema
nervioso, causan problemas en los brazos o piernas que dependen de los nervios afectados.
Los plexos principales del cuerpo son: el plexo braquial, localizado en el cuello, que
distribuye los nervios a los brazos, y el plexo lumbosacro, localizado en la zona lumbar (parte
baja de la espalda) y que distribuye los nervios a la pelvis y a las piernas.
Causas
A menudo, la lesión de un plexo se debe a que el organismo produce anticuerpos que atacan a
sus propios tejidos (reacción autoinmune). Probablemente sea una reacción autoinmune la
responsable de la neuritis braquial aguda, una disfunción repentina del plexo braquial. Sin
embargo, las lesiones del plexo son más frecuentes a causa de daños físicos o de un cáncer. El
plexo braquial puede resultar afectado por un accidente que produzca un estiramiento o el
arrancamiento parcial del brazo o por un trauma grave en la axila; de la misma manera, una
caída puede lesionar el plexo lumbosacro. El crecimiento de un cáncer en la parte alta del
pulmón puede invadir y destruir el plexo braquial, y un cáncer de intestino, vejiga urinaria o
próstata puede invadir el plexo lumbosacro.
Síntomas y diagnóstico
Los trastornos del plexo braquial producen dolor y debilidad en el brazo. La debilidad puede
afectar sólo a parte del brazo (como el antebrazo o el bíceps) o a la totalidad del mismo.
Cuando la causa es un trastorno autoinmune, la debilidad del brazo se produce en el transcurso
de un día a una semana; la fuerza se recupera lentamente en unos meses. La recuperación a
partir de una herida tiende a ser también lenta, a lo largo de varios meses, aunque algunas
heridas graves pueden causar una debilidad permanente. La disfunción del plexo lumbosacro
produce dolor en la parte baja de la espalda y en la pierna, así como debilidad de parte de la
pierna o toda ella. La debilidad puede estar limitada a los movimientos del pie o de la
pantorrilla, o puede causar la parálisis total de la pierna. El grado de recuperación depende de
la causa. La lesión del plexo como consecuencia de una enfermedad autoinmune puede
resolverse de forma lenta en el transcurso de varios meses.
Según la combinación de los trastornos motores y sensitivos, el médico determina que existe
una afectación de un plexo y, por su
localización, cuál es el plexo afectado.Un
electromiograma y los estudios de conducción
nerviosa pueden ayudar a localizar la lesión del
plexo. El examen del plexo braquial o
lumbosacro mediante una tomografía
computadorizada (TC) o una resonancia
magnética (RM) puede determinar si el trastorno
del plexo se debe a la presencia de un cáncer o a
otro tumor.
Tratamiento
El tratamiento depende de la causa del trastorno del plexo. Un cáncer localizado cerca del
plexo puede tratarse con radioterapia o quimioterapia. En el caso de un tumor o una
hemorragia que estén lesionando el plexo, puede ser necesaria su extirpación quirúrgica. A
veces el médico prescribe corticosteroides cuando se trata de una neuritis braquial aguda u
otros trastornos de los plexos en que la causa sea autoinmune, aunque no se ha demostrado su
eficacia. Cuando la causa es una lesión física, puede que sólo haya que esperar que pase el
tiempo.
Causas
Estos síndromes de obstrucción de la salida torácica tienen mayor incidencia en las mujeres
que en los varones y suelen aparecer entre los 35 y los 55 años de edad. Las distintas causas
de estos trastornos son poco conocidas, pero pueden tener su origen en la salida torácica, que
es el espacio que hay en la parte superior de la caja torácica (base del cuello) que permite el
paso, entre el cuello y el tórax, del esófago, los principales vasos sanguíneos, la tráquea y
otras estructuras. Dado que este espacio está bastante lleno de estructuras, muy juntas entre sí,
pueden surgir problemas si los vasos sanguíneos o los nervios del brazo resultan comprimidos
entre una costilla y el músculo adyacente.
Síntomas y diagnóstico
Las manos, brazos y hombros pueden hincharse o tomar un tinte azulado debido a la falta de
oxígeno (trastorno conocido como cianosis). No existen pruebas diagnósticas que identifiquen
específicamente un síndrome de obstrucción de la salida torácica. Por lo tanto, el médico debe
basarse en la información obtenida a través de la historia clínica, la exploración física y
diversas pruebas.
Dos pruebas pueden resultar útiles al médico para determinar si el estrechamiento de la salida
torácica es el responsable de que ciertos movimientos interrumpan el flujo sanguíneo al brazo.
La prueba de Adson se realiza para determinar si existe una disminución o desaparición del
pulso radial cuando la persona realiza una inspiración completa y sostiene la respiración, al
tiempo hace una extensión forzada del cuello hacia atrás y gira la cabeza hacia el lado no
afectado. También puede producir una ausencia del pulso el hecho de elevar y rotar el brazo
girando la cabeza hacia el lado no afectado (prueba de Allen). El médico puede escuchar a
través del fonendoscopio ruidos anormales que indiquen una circulación sanguínea anormal en
la arteria afectada. La angiografía (unas radiografías que se realizan tras la inyección de un
material de contraste en la sangre) puede poner de manifiesto una anomalía en el riego
sanguíneo del brazo. Sin embargo, ninguno de estos hallazgos es una prueba irrefutable de que
exista un síndrome de obstrucción de la salida torácica y, por otra parte, la ausencia de estos
hallazgos tampoco descarta la posibilidad del síndrome.
Tratamiento
La mayoría de las personas con este síndrome mejora con la fisioterapia y los ejercicios. La
cirugía puede estar indicada en algunas personas con una anormalidad bien clara, como la
compresión de una arteria por parte de una pequeña costilla de más en el cuello (costilla
cervical). Sin embargo, la mayoría de médicos trata de evitar el tratamiento quirúrgico por la
dificultad en establecer un diagnóstico de seguridad y porque los síntomas a menudo persisten
tras la cirugía.
Palma de la mano
Síndrome del túnel carpiano. En esta figura se observa la posición del nervio mediano y su relación con otras estructuras.
Inervación sensitiva del nervio mediano
Territorio de inervación sensitiva del nervio mediano, donde el paciente puede percibir los síntomas de compresión de dicho nervio.
Neuropatía periférica
Mononeuropatía
Las infecciones pueden causar una mononeuropatía si ocasionan una destrucción del nervio.
En algunos países la lepra es a veces una causa de neuropatía.
Ciertos nervios periféricos están más expuestos a lesiones que otros debido a su localización
vulnerable, como el nervio mediano en la muñeca (cuya afectación produce el síndrome del
túnel carpiano), el nervio cubital en el codo, el radial en el brazo y el peroneo en la pantorrilla.
Síndrome del túnel carpiano: el síndrome del túnel carpiano se debe a una compresión del
nervio mediano que pasa por la muñeca e inerva la cara palmar de la mano. Esta compresión
produce sensaciones extrañas, entumecimiento, hormigueo y dolor (parestesias) en los tres
primeros dedos de la cara palmar de la mano. A veces, también produce dolor y parestesias
(una sensación de hormigueo o quemazón) en el brazo y en el hombro. Con frecuencia, el
dolor empeora durante la noche debido al posicionamiento de la mano al dormir. Con el
tiempo los músculos de la cara palmar de la mano pueden debilitarse y atrofiarse.
El síndrome del túnel carpiano es relativamente frecuente y puede afectar a una o ambas
manos. Son particularmente propensas las personas cuyo trabajo requiere una flexión forzada
y repetida de la muñeca, por ejemplo, usar un destornillador. También se ha observado que el
uso prolongado de los teclados de computadoras puede causar el síndrome del túnel carpiano.
El riesgo del síndrome del túnel carpiano es mayor en las mujeres embarazadas y en las
personas diabéticas o con una glándula tiroides hipoactiva.
El mejor tratamiento para este síndrome es la interrupción de todas las tareas que impliquen
una flexión forzada de la muñeca o que ejerzan presión sobre el nervio mediano. Las férulas
de muñeca y otras medidas, como ajustar la inclinación del teclado, pueden resultar útiles. Las
inyecciones de corticosteroides en el nervio a veces suelen producir alivio temporal. La
cirugía es la mejor solución para aliviar la compresión del nervio cuando el dolor es intenso o
en caso de atrofia o debilidad muscular. El cirujano separa las bandas de tejido fibroso con el
fin de lograr una descompresión del nervio mediano. Antes de la intervención quirúrgica el
médico puede realizar pruebas de velocidad de conducción nerviosa para tener absoluta
certeza de que el problema es el síndrome del túnel carpiano.
Parálisis del nervio cubital: el trayecto del nervio cubital pasa cerca de la superficie de la piel
en el codo y es fácilmente vulnerable cuando se adopta una posición repetida de apoyo sobre
los codos o bien cuando, en ocasiones, se produce un crecimiento óseo anormal en esa zona.
La consecuencia es una parálisis del nervio cubital, con sensaciones extrañas y debilidad en la
mano. La parálisis cubital crónica grave puede ocasionar atrofia muscular y producir una
deformidad de "mano en garra". Los estudios de la conducción nerviosa sirven para ayudar a
localizar el nervio lesionado. Debe intentarse un tratamiento con fisioterapia y evitar la
presión sobre el codo, dado que la cirugía a menudo no tiene éxito en estos casos.
Parálisis del nervio radial: la prolongada compresión del nervio radial, que discurre a lo largo
de la cara interna del hueso en el antebrazo, puede llegar a producir una parálisis del mismo.
Este trastorno se suele denominar "parálisis del sábado noche" porque se presenta en personas
que beben en exceso y luego se duermen profundamente con el brazo colgando sobre el
respaldo de una silla o debajo de la cabeza. La lesión nerviosa produce debilidad de la muñeca
y de los dedos, por lo que la muñeca puede quedar en una posición caída (flexionada) y
también con los dedos medio flexionados (muñeca caída). En ocasiones el dorso de la mano
pierde sensibilidad. Habitualmente, la parálisis del nervio radial mejora cuando se alivia la
presión.
Parálisis del nervio peroneo: la compresión del nervio peroneo, que discurre por debajo de la
piel a lo largo de los suaves pliegues de la parte alta de la pantorrilla detrás de la rodilla, puede
producir una parálisis de dicho nervio. Esto debilita los músculos que levantan el pie,
produciendo una situación de pie caído. Es más frecuente en personas delgadas que se
encuentran encamadas, en las que utilizan sillas de ruedas mal ajustadas o en las que
habitualmente mantienen las piernas cruzadas durante largo rato.
Polineuropatía
Causas
Los trastornos que pueden causar una polineuropatía crónica son la diabetes, la insuficiencia
renal y la desnutrición grave. La polineuropatía crónica tiende a evolucionar lentamente, a
menudo a lo largo de meses o años, y suele comenzar en los pies y, a veces, en las manos. El
control inadecuado de los valores de azúcar en sangre en los diabéticos puede originar
diversos tipos de polineuropatía. La forma más frecuente de neuropatía diabética es la
polineuropatía distal, que produce una sensación dolorosa de hormigueo o quemazón en
manos y pies. La diabetes puede también causar mononeuropatía o mononeuropatía múltiple
que produce debilidad, típicamente en un ojo y en los músculos del muslo.
Síntomas
Muchos de los afectados de neuropatía periférica presentan anomalías del sistema nervioso
autónomo, que es el responsable de controlar las funciones automáticas del organismo, como
el latido cardíaco, la función intestinal y el control de la vejiga urinaria y de la presión arterial.
Cuando la neuropatía periférica afecta a los nervios autónomos, se producen determinados
efectos característicos, como diarrea o estreñimiento, incapacidad para controlar las funciones
del intestino o de la vejiga urinaria, impotencia sexual y presión arterial anormal, en particular
hipotensión al ponerse de pie. La piel puede aparecer más pálida y seca de lo normal o puede
presentarse un exceso de sudación.
Diagnóstico
El médico reconoce fácilmente la polineuropatía crónica por los síntomas que presenta.
Además, obtiene información complementaria con la exploración física y a través de estudios
especiales como la electromiografía y las pruebas de velocidad de la conducción nerviosa.
Pero el diagnóstico de la polineuropatía es tan sólo el principio; a continuación debe
encontrarse la causa. Si ésta se debe a alteraciones del metabolismo y no a un problema
orgánico específico, los análisis de sangre pueden revelar el problema subyacente. Por
ejemplo, el hemograma puede poner de manifiesto una anemia perniciosa (déficit de vitamina
B12) o una intoxicación por plomo. Los valores elevados de azúcar en sangre indican una
diabetes mal controlada y los de creatinina, una insuficiencia renal. Los análisis de orina
pueden revelar una intoxicación por metales pesados o un mieloma múltiple. En algunas
personas pueden ser anormales las pruebas de la función tiroidea o las mediciones de los
valores de vitamina B. Habitualmente, no suele ser necesario practicar una biopsia del nervio.
Tratamiento y pronóstico
Síndrome de Guillain-Barré
El síndrome de Guillain-Barré (polineuritis aguda ascendente) es una forma de polineuropatía
aguda rápidamente progresiva caracterizada por debilidad muscular que a veces conduce a la
parálisis.
La causa probablemente se deba a una reacción autoinmune (el sistema inmune ataca a la
vaina de mielina). En el 80 por ciento de los casos, los síntomas se inician entre 5 días y 3
semanas después de un trastorno infeccioso trivial, una intervención quirúrgica o una
vacunación.
Síntomas
En los pacientes más gravemente afectados puede producirse una disfunción del sistema
nervioso autónomo, con fluctuaciones de la presión arterial y arritmias cardíacas. Una de las
formas del síndrome de Guillain-Barré produce un grupo de síntomas inusuales como parálisis
de los movimientos oculares, dificultad para deambular y desaparición de los reflejos.
Considerados de forma global, alrededor del 5 por ciento de los afectados del síndrome de
Guillain-Barré fallecen a causa de la enfermedad.
Diagnóstico
Los médicos deben diagnosticar la enfermedad basándose en el patrón de los síntomas, ya que
no hay ninguna prueba de laboratorio específica del síndrome de Guillain-Barré. Con el objeto
de descartar otras posibles causas de debilidad profunda, se llevan a cabo diversas pruebas,
como el análisis del líquido cefalorraquídeo de la médula espinal (obtenido a través de una
punción lumbar), un electromiograma, estudios de la conducción nerviosa y análisis de sangre.
Tratamiento
Neuropatías hereditarias
Las neuropatías hereditarias son trastornos del sistema nervioso que se trasmiten
genéticamente de padres a hijos. Las neuropatías hereditarias se clasifican en 3 categorías: las
neuropatías motoras hereditarias, que afectan solamente a los nervios motores; las neuropatías
sensitivas hereditarias, con afección de tan sólo los nervios sensitivos, y las neuropatías
sensitivomotoras hereditarias, que afectan tanto a los nervios sensitivos como a los motores.
Ninguna de estas neuropatías es frecuente, pero las neuropatías sensitivas hereditarias todavía
son más raras.
Los niños con el tipo 1 de la enfermedad presentan debilidad en la mitad inferior de las
piernas hacia la mitad de la infancia, lo que ocasiona un pie caído y una atrofia progresiva de
los músculos de la pantorrilla («deformidad en pierna de cigüeña»). Más tarde se inicia una
atrofia de la musculatura de la mano y los niños pierden la sensibilidad al dolor y a la
temperatura tanto en las manos como en los pies. La enfermedad progresa pero no afecta a la
expectativa de vida. Las personas con el tipo 2 evolucionan más lentamente y suelen presentar
síntomas semejantes en una fase más tardía de la vida.
Síntomas
En la atrofia muscular espinal intermedia los niños afectados son normales durante el primer o
segundo año de vida y a partir de entonces desarrollan debilidad más acusada en las piernas
que en los brazos. Habitualmente no presentan problemas respiratorios, cardíacos ni de los
nervios craneales. La enfermedad progresa lentamente.
Diagnóstico y tratamiento
Los médicos realizan pruebas para detectar estas raras enfermedades cuando los niños
manifiestan síntomas inexplicables de debilidad y atrofia muscular. Los antecedentes
familiares pueden contribuir al diagnóstico dado que se trata de enfermedades congénitas. En
algunas de las enfermedades se ha encontrado un gen anómalo específico. La electromiografía
puede ser útil al médico para establecer el diagnóstico. En cambio, la amniocentesis (una
prueba que analiza una muestra del líquido amniótico de la madre durante el embarazo) no
resulta útil para diagnosticar estas enfermedades. Tampoco existe un tratamiento específico.
En ocasiones suelen ser útiles la fisioterapia, los aparatos ortopédicos y otros dispositivos
especiales.
CAPITULO 71
Trastornos de los nervios craneales
Del cerebro salen 12 nervios (llamados nervios craneales), que se dirigen directamente a
varias partes de la cabeza. A excepción del nervio craneal VIII, que procesa la audición y
ayuda al mantenimiento del equilibrio, los nervios craneales III al XII controlan los
movimientos de los ojos, la lengua, la cara y la garganta. Los nervios craneales V y IX reciben
la sensibilidad de la cara, la lengua y la garganta. El nervio craneal I es el nervio olfatorio, o
nervio del olfato. El nervio craneal II es el nervio óptico o nervio de la visión. Un trastorno en
cualesquiera de estos nervios craneales puede producir una grave pérdida de su función, pero
los trastornos más frecuentes son básicamente tres: la neuralgia del trigémino, la neuralgia
glosofaríngea y la parálisis de Bell.
También conocida como tic doloroso, la neuralgia del trigémino se caracteriza por la
disfunción del nervio trigémino (nervio craneal V), que conduce la información de la
sensibilidad de la cara al cerebro.
Síntomas
Tratamiento
Los analgésicos clásicos no suelen ser útiles ya que los episodios de dolor son breves y
recidivantes, pero otros fármacos suelen aliviarlo, especialmente los anticonvulsivantes (que
estabilizan las membranas de los nervios). Primero se suele probar la carbamazepina, pero
puede prescribirse la fenitoína si aquélla no da resultados o produce reacciones adversas
graves. En algunos casos pueden ser eficaces el baclofeno y algunos antidepresivos. Son
frecuentes las remisiones espontáneas, aunque a menudo los episodios pueden estar separados
por largos intervalos de tiempo sin síntomas.
A veces la neuralgia del trigémino se produce como consecuencia de una arteria que discurre
por un trayecto anómalo y que comprime el nervio adyacente al cerebro. En esos casos está
indicado el tratamiento quirúrgico, que consiste en apartar dicha arteria del nervio, con lo que
se consigue aliviar el dolor por lo menos durante algunos años. Cuando el dolor no responde a
los fármacos o si una persona no puede ser operada por cualquier motivo, puede recurrirse a
una prueba que consiste en la inyección de alcohol en el nervio para bloquear su función
temporalmente. Si esto alivia el dolor, el nervio puede seccionarse o bien destruirse
permanentemente con la inyección de un fármaco. Tales procedimientos a menudo producen
molestias en la cara y deberían considerarse sólo como último recurso.
Neuralgia glosofaríngea
La neuralgia glosofaríngea suele iniciarse después de los 40 años de edad y es más frecuente
en los varones que en las mujeres. Se desconoce su causa.
Síntomas
Al igual que la neuralgia del trigémino, los episodios son intermitentes y breves, pero causan
un dolor intensísimo que puede ser desencadenado por algún movimiento como la
masticación, la deglución, el habla o el bostezo. El dolor puede durar varios segundos o
minutos y suele afectar sólo a un lado.
Tratamiento
La parálisis de Bell es una anomalía del nervio facial caracterizada por causar de forma
repentina debilidad o parálisis de los músculos de un lado de la cara.
El nervio facial es el nervio craneal que estimula los músculos de la cara. Aunque se
desconoce la causa de la parálisis de Bell, se supone que en su mecanismo participa una
inflamación del nervio facial como respuesta a una infección vírica, a una compresión o a una
falta de riego sanguíneo.
Síntomas
La parálisis de Bell aparece de forma repentina. La debilidad facial puede estar precedida unas
horas antes por un dolor localizado detrás de la oreja. El grado de debilidad puede variar, de
forma impredecible, de leve a completa, pero siempre afecta a un solo lado de la cara. El lado
paralizado de la cara queda sin arrugas y sin expresión, pero a veces la persona tiene la
sensación de que tiene la cara torcida. La mayoría experimenta un entumecimiento o una
sensación de peso en la cara, pero de hecho la sensibilidad permanece normal. Cuando se
afecta a la parte superior de la cara, puede ser difícil cerrar el ojo del lado afectado. En raras
ocasiones la parálisis de Bell interfiere en la producción de saliva, en el sentido del gusto y en
la producción de lágrimas.
Diagnóstico
La parálisis de Bell siempre afecta a un solo lado de la cara; la debilidad es de inicio súbito y
puede implicar tanto a la parte superior como a la inferior del lado afectado. Aunque un ictus
(accidente cerebrovascular) puede también producir una debilidad súbita de la cara, solamente
se afecta la parte inferior. Además, el ictus se acompaña también de debilidad en el brazo y en
la pierna.
Las demás causas de la parálisis del nervio facial son infrecuentes y suelen ser de aparición
lenta. Entre ellas cabe destacar los tumores cerebrales o de otro tipo que compriman el nervio,
una infección vírica que lo destruya, como el herpes (síndrome de Ramsay Hunt), infecciones
en el oído medio o en los senos mastoideos, la enfermedad de Lyme, las fracturas del hueso de
la base del cráneo y otros muchas enfermedades, todavía menos frecuentes.
Tratamiento
Tampoco existe un tratamiento específico para la parálisis de Bell. Algunos médicos
consideran que deberían administrarse corticosteroides como la prednisona antes del segundo
día posterior a la aparición de los síntomas y continuarlos durante 1 a 2 semanas. No se ha
demostrado que este tratamiento sea eficaz en el control del dolor o que mejore las
posibilidades de recuperación.
Si la parálisis de los músculos faciales impide que el ojo cierre completamente, debe evitarse
que éste se seque. Para ello se recomienda utilizar gotas lubricantes para los ojos instiladas
cada pocas horas y es posible que sea necesario un parche ocular. En las personas afectadas de
parálisis grave pueden resultar eficaces los masajes de los músculos debilitados, al igual que la
estimulación nerviosa para prevenir la rigidez de estos músculos. Si la parálisis dura entre 6 y
12 meses o más, el cirujano puede tratar de conectar un nervio sano (habitualmente tomado de
la lengua) con el músculo facial paralizado.
Pronóstico
Dado que los trastornos del olfato y del gusto rara vez constituyen una amenaza para la vida
de la persona, puede que no reciban la atención médica adecuada. Sin embargo, estos
trastornos pueden llegar a ser frustrantes ya que afectan a las facultades de la persona para
disfrutar de la comida, la bebida y los aromas agradables. También pueden interferir en la
capacidad de percibir sustancias químicas y gases potencialmente nocivos, lo que podría tener
consecuencias graves. En cualquier caso, un trastorno que deteriore los sentidos del olfato y
del gusto puede ser grave.
El sentido del olfato puede afectarse por ciertos cambios en la nariz, en los nervios que van de
la nariz al cerebro o en el propio cerebro. Por ejemplo, cuando las fosas nasales están irritadas
por un resfriado común, el sentido del olfato puede disminuir al impedirse que los olores
alcancen los receptores del olfato. Puesto que el sentido del olfato está asociado al del gusto,
las personas resfriadas suelen encontrar que los alimentos no saben bien. Las células
encargadas del olfato pueden resultar temporalmente lesionadas por el virus de la gripe;
algunas personas no pueden ni oler ni saborear durante varios días o semanas posteriores a un
episodio de gripe.
En ocasiones, la pérdida del olfato o del gusto dura semanas o incluso llega a ser permanente.
Las infecciones graves de los senos nasales o la radioterapia utilizada para el cáncer pueden
afectar a las células del olfato o destruirlas. Sin embargo, el traumatismo craneal, producido a
menudo por accidentes de automóvil, constituye la causa más frecuente de la pérdida del
olfato. Como consecuencia de dicho traumatismo, las fibras del nervio olfatorio (el nervio que
contiene los receptores del olfato) resultan seccionadas a la altura de la placa cribiforme (el
hueso en la base del cráneo que separa el espacio intracraneal de la cavidad nasal). En alguna
rara ocasión, una persona puede nacer sin el sentido del olfato.
Una reducción o pérdida del sentido del gusto (ageusia) suele ser consecuencia de trastornos
que afectan a la lengua. Algunos ejemplos son una boca muy seca, el tabaquismo intenso
(especialmente fumar en pipa), radioterapia de la cabeza y del cuello y los efectos secundarios
de fármacos como la vincristina (un medicamento anticanceroso) o la amitriptilina (un
antidepresivo). La distorsión del gusto (disgeusia) puede ser consecuencia de los mismos
factores que inciden en la pérdida del gusto. Las quemaduras de la lengua pueden destruir
temporalmente las papilas gustativas y la parálisis de Bell (parálisis de un lado de la cara
causada por una malfunción del nervio facial) puede ocasionar la pérdida del sentido del gusto
en un lado de la lengua. La disgeusia también puede ser un síntoma de depresión.
Diagnóstico
Los médicos pueden hacer pruebas de olfato utilizando fragancias de aceites, detergentes y
alimentos (café o clavo por ejemplo). El gusto puede comprobarse utilizando sustancias dulces
(azúcar), ácidas (jugo de limón), saladas (sal) y amargas (aspirina, quinina, aloes). El médico
o el odontólogo también revisan la boca para detectar infecciones o sequedad (salivación
escasa). En contadas ocasiones se requieren pruebas de imagen del cerebro mediante una
tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM).
Tratamiento
En función de la causa del trastorno del gusto, el médico recomendará el cambio o supresión
de un determinado medicamento, la toma de caramelos para mantener la boca húmeda o
simplemente esperar varias semanas a ver si el problema remite. Los suplementos de zinc, que
se pueden adquirir sin prescripción médica, se cree que aceleran la recuperación,
especialmente en las alteraciones del gusto posteriores a un episodio de gripe. Sin embargo,
sus efectos no se han confirmado científicamente.
CAPITULO 73
Trastornos convulsivos
Precisamente, lo que sucede durante una convulsión dependerá de qué parte del cerebro ha
sido afectada por la descarga eléctrica anormal. Esta descarga puede afectar a una pequeña
zona del cerebro y hacer que la persona sólo perciba un olor o sabor extraño, o bien puede
incidir en un área amplia del cerebro y producir una convulsión (sacudidas y espasmos de los
músculos de todo el cuerpo). La persona puede también experimentar ataques breves de una
alteración de la consciencia, pierde el conocimiento, el control muscular o el control de la
vejiga urinaria (incontinencia urinaria), y sufre un estado de confusión. Por lo general, las
convulsiones están precedidas por auras (sensaciones extrañas de olores, sabores o visiones, o
un fuerte presentimiento de que va a empezar la crisis). En ocasiones se tratará de sensaciones
agradables y en otras, sumamente desagradables. Estas auras se manifiestan en el 20 por
ciento de las personas afectadas de epilepsia.
El ataque suele durar entre 2 y 5 minutos. Cuando concluye, la persona puede tener dolor de
cabeza, dolor muscular, sensaciones raras, confusión y fatigabilidad extrema (conocido como
estado poscrítico). Habitualmente, la persona no recuerda qué sucedió durante el episodio.
En niños ocurren dos clases de convulsiones casi exclusivamente. Los espasmos infantiles
(crisis salutatorias) se caracterizan porque el niño, que se halla acostado de espaldas, de
repente hace una flexión brusca de los brazos, flexiona hacia delante el cuello y el tronco y
extiende las piernas. Las crisis duran apenas unos segundos, pero pueden repetirse muchas
veces al día. Generalmente ocurren en niños menores de 3 años, y más adelante, muchas de
ellas pueden evolucionar típicamente hacia otras formas convulsivas. La mayoría de los niños
con espasmos infantiles tiene un deterioro mental asociado o retrasos del desarrollo
neurológico; el retraso mental suele persistir en la edad adulta. Las convulsiones difícilmente
se controlan con fármacos antiepilépticos.
Las convulsiones febriles son consecuencia de la fiebre en niños entre 3 meses y 5 años de
edad. Suele afectar al 4 por ciento de todos los niños y tienden a ocurrir en familias. En
general un niño que tiene una convulsión febril tendrá solamente una, y la mayoría de estas
convulsiones dura menos de 15 minutos. Los niños que han tenido convulsiones febriles son
algo más propensos a desarrollar epilepsia más adelante.
Epilepsia
Las personas con epilepsia idiopática habitualmente tienen su primera crisis convulsiva entre
los 2 y los 14 años de edad. Las convulsiones antes de los 2 años de edad suelen estar
causadas por defectos cerebrales, desequilibrios en la sangre o fiebres elevadas. Es más
probable que las convulsiones que se inician después de los 25 años sean consecuencia de un
traumatismo cerebral, un accidente vascular cerebral u otra enfermedad.
Las crisis epilépticas pueden estar desencadenadas por sonidos repetitivos, luces centelleantes,
videojuegos o incluso tocando ciertas partes del cuerpo. Incluso un estímulo leve puede
desencadenar las convulsiones en personas con epilepsia. Hasta en las que no padecen
epilepsia, un estímulo muy fuerte puede desencadenarla (como ciertos fármacos, valores bajos
de oxígeno en sangre o valores muy bajos de azúcar en sangre).
Síntomas
Las convulsiones epilépticas a veces se clasifican según sus características. Las convulsiones
parciales simples se inician con descargas eléctricas en un área pequeña del cerebro y estas
descargas permanecen limitadas a esa zona. Según la parte afectada del cerebro, la persona
experimenta sensaciones anormales, movimientos o aberraciones psíquicas. Por ejemplo, si la
descarga eléctrica se produce en la parte del cerebro que controla los movimientos musculares
del brazo derecho, éste puede presentar espasticidad muscular intensa y contracciones. Si
ocurre en lo más profundo del lóbulo anterior (la parte del cerebro que percibe los olores), la
persona puede sentir un olor placentero o desagradable muy intenso. La persona con una
aberración psíquica puede experimentar, por ejemplo, un sentimiento de «déjà vu», por el que
un entorno desconocido le parece inexplicablemente familiar.
En las convulsiones jacksonianas, los síntomas se inician en una parte aislada del cuerpo,
como la mano o el pie, y luego ascienden por la extremidad al mismo tiempo que la actividad
eléctrica se extiende por el cerebro. Las convulsiones parciales complejas (psicomotoras) se
inician con un período de uno o dos minutos durante el cual la persona pierde contacto con su
entorno. La persona puede tambalearse, realizar movimientos involuntarios y torpes de brazos
y piernas, emitir sonidos ininteligibles, no entender lo que los demás expresan y puede
resistirse a que le presten ayuda. El estado confusional dura unos minutos y se sigue de una
recuperación total.
Las crisis convulsivas (gran mal o convulsiones tónico-clónicas) se inician en general con una
descarga eléctrica anormal en una pequeña área del cerebro. La descarga se extiende
rápidamente a las partes adyacentes del cerebro y causan la disfunción de toda el área. En la
epilepsia primaria generalizada, las descargas anormales recaen sobre un área amplia del
cerebro y causan una disfunción extensa desde el principio. En cualquier caso, las
convulsiones son la respuesta del organismo a las descargas anormales. Durante estas crisis
convulsivas la persona experimenta una pérdida temporal de consciencia, espasticidad
muscular intensa y contracciones en todo el cuerpo, giros forzados de la cabeza hacia un lado,
rechinar de dientes (bruxismo) e incontinencia urinaria. Después, puede tener cefalea,
confusión temporal y fatigabilidad extrema. Habitualmente la persona no recuerda lo sucedido
durante la crisis.
El pequeño mal (crisis de ausencia) suele iniciarse en la infancia antes de los 5 años de edad.
No produce convulsiones ni los demás síntomas dramáticos del gran mal. En cambio, la
persona tiene episodios de mirada perdida, pequeñas contracciones de los párpados o
contracciones de los músculos faciales que duran de 10 a 30 segundos. La persona está
inconsciente, pero no cae al suelo, no se produce colapso ni presenta movimientos espásticos.
Actividad cerebral durante una crisis convulsiva
Un electroencefalograma (EEG) es un registro de la actividad eléctrica del cerebro. El procedimiento es sencillo e indoloro.
Se fijan unos 20 electrodos al cuero cabelludo y se registra la actividad cerebral en condiciones normales. Entonces la persona es expuesta a varios
estímulos, como luces brillantes o centelleantes con el fin de provocar una crisis convulsiva. Durante ésta, la actividad eléctrica del cerebro se acelera
produciendo un patrón desordenado en forma de ondas. Estos registros de las ondas cerebrales ayudan a identificar la epilepsia. Diferentes tipos de crisis
convulsivas tienen distintos patrones de ondas.
En el estado epiléptico (status epilepticus), el más grave de los trastornos convulsivos, las
convulsiones no se detienen. El estado epiléptico es una urgencia médica porque la persona
tiene convulsiones acompañadas de intensas contracciones musculares, no puede respirar
adecuadamente y tiene extensas (difusas) descargas eléctricas en el cerebro. Si no se procede
al tratamiento inmediato, el corazón y el cerebro pueden resultar permanentemente lesionados
y puede sobrevenir la muerte.
Diagnóstico
Si una persona presenta una pérdida de consciencia, desarrolla espasticidad muscular con
sacudidas de todo el cuerpo, presenta incontinencia urinaria o de repente sufre un estado de
confusión mental y falta de concentración, puede que esté afectada de una crisis convulsiva.
Pero las verdaderas convulsiones son mucho menos frecuentes de lo que supone la mayoría de
las personas, porque gran parte de los episodios de inconsciencia de corta duración o de
manifestaciones anómalas de la conducta no se debe a descargas eléctricas anormales en el
cerebro.
Para el médico puede ser de mucha importancia la versión de un testigo ocular del episodio ya
que éste podrá hacer una descripción exacta de lo ocurrido, en tanto que la persona que ha
sufrido la crisis no suele estar en condiciones para referirlo. Es preciso conocer las
circunstancias que rodearon el episodio: con qué rapidez se inició, si se observaron
movimientos musculares anormales como espasmos de la cabeza, cuello o músculos de la
cara, mordedura de la lengua o incontinencia urinaria, cuánto tiempo duró y con qué rapidez
logró restablecerse el afectado. El médico necesitará igualmente conocer qué es lo que la
persona experimentó: ¿Tuvo alguna premonición o señal de que algo inusual le iba a suceder?
¿Sucedió algo que pareciera precipitar el episodio, como ciertos sonidos o luces centelleantes?
Tratamiento
Si existe una causa que puede tratarse, como un tumor, una infección o valores sanguíneos
anormales de azúcar o sodio, antes que nada se pone remedio a esta situación. Las
convulsiones en sí pueden no requerir tratamiento una vez que se haya controlado el problema
médico. Cuando no se encuentra una causa o bien no es posible controlar ni curar el trastorno
completamente, puede ser necesario administrar fármacos anticonvulsivantes con el objeto de
prevenir la aparición de nuevas convulsiones. Solamente el tiempo podrá determinar si la
persona tendrá más convulsiones. Un tercio de las personas sí tienen convulsiones
recidivantes, pero el resto tan sólo habrán sufrido una única convulsión. Por lo general, no se
considera necesaria la medicación en los casos de un solo episodio, pero sí para los casos
recidivantes.
Las convulsiones se deben prevenir por varias razones. Las contracciones musculares rápidas
y violentas entrañan un riesgo de heridas por golpes e incluso pueden producir fracturas de
huesos. La pérdida súbita de consciencia puede causar lesiones graves por caídas y accidentes.
La actividad eléctrica turbulenta del gran mal puede producir cierto daño en el cerebro. Sin
embargo, la mayoría de las personas con epilepsia experimenta a lo largo de su vida docenas
de convulsiones sin sufrir una grave lesión cerebral Aunque una única convulsión no deteriora
la inteligencia, los episodios de convulsiones recidivantes sí pueden afectarla.
El tratamiento con fármacos anticonvulsivantes puede controlar por completo las crisis de
gran mal en el 50 por ciento de las personas con epilepsia y reducir en gran medida su
frecuencia en otro 35 por ciento. Los fármacos son algo menos eficaces para las crisis de
pequeño mal. La mitad de las personas que responden a la terapia farmacológica pueden con
el tiempo dejar el tratamiento sin que se produzcan recidivas. Ningún fármaco controla todos
los tipos de crisis convulsivas. En algunas personas, las convulsiones pueden controlarse con
un solo fármaco mientras que otras necesitarán varios.
Dado que el estado epiléptico es una urgencia médica, los médicos deben administrar lo antes
posible dosis elevadas de un fármaco anticonvulsivante por vía intravenosa. Durante una crisis
prolongada se toman precauciones con el objeto de que no se produzcan lesiones.
En general los pacientes con epilepsia tienen un aspecto y una conducta normal entre las crisis
y pueden llevar también una vida normal. Sin embargo, tendrán que adaptar algunas de sus
costumbres y pautas de conducta. Por ejemplo, las bebidas alcohólicas están contraindicadas
en personas con predisposición a las convulsiones. Además, la legislación de algunos países
prohíbe la conducción de vehículos a las personas con epilepsia hasta que no hayan
presentado ninguna convulsión por lo menos durante un año.
En el 10 al 20 por ciento de las personas con epilepsia, los fármacos anticonvulsivantes solos
no podrán prevenir las recidivas de las crisis. Si se logra identificar como causante del
trastorno a un área concreta del cerebro y ésta es pequeña, el problema puede resolverse tras la
resección quirúrgica del foco epiléptico. En las personas con varios focos convulsivos o las
que tienen convulsiones que se extienden rápidamente a todo el cerebro, puede resultar eficaz
la resección quirúrgica de las fibras nerviosas que conectan los dos lados del cerebro (cuerpo
calloso). La cirugía sobre el cerebro solamente se considera en el caso de que los tratamientos
farmacológicos no sean efectivos o si sus efectos secundarios no pueden asumirse.
CAPITULO 74
Enfermedad vascular cerebral y trastornos afines
La interrupción del flujo de sangre al cerebro puede ocasionar la muerte de las células
cerebrales o lesionarlas debido a la falta de oxígeno. También pueden resultar afectadas las
células cerebrales por una hemorragia en el cerebro o alrededor del mismo. Las alteraciones
neurológicas resultantes se denominan accidentes vasculares cerebrales porque se afectan los
vasos sanguíneos (vascular) y el encéfalo (cerebro).
La insuficiente llegada de sangre a determinadas partes del cerebro durante un breve período
de tiempo produce los accidentes isquémicos transitorios. Dado que se produce un rápido
restablecimiento del flujo sanguíneo, el tejido cerebral no muere, como ocurre en el ictus. A
menudo, el accidente isquémico transitorio es un aviso precoz de un ictus.
Cómo afectan al organismo los ictus o los accidentes isquémicos transitorios depende
precisamente del área donde se interrumpió la circulación cerebral o se produjo la hemorragia.
Cada área del cerebro está irrigada por vasos sanguíneos específicos. Por ejemplo, la
obstrucción de un vaso en el área que controla los movimientos musculares de la pierna
izquierda produce debilidad o parálisis en esa pierna. Si se afecta al área encargada del tacto
en el brazo derecho, éste perderá la sensación del tacto (sensibilidad táctil). La pérdida de
funciones es máxima inmediatamente después de un ictus. Sin embargo, habitualmente se
recupera parte de la función, mientras algunas células cerebrales mueren, otras están
solamente lesionadas y pueden recuperarse.
Causas
Los fragmentos de materia grasa y de calcio que se forman en la pared arterial (denominados
placas de ateroma) se pueden desprender e incrustarse en un pequeño vaso sanguíneo del
cerebro, lo cual puede producir una obstrucción temporal de la circulación y, en consecuencia,
un AIT. La acumulación de plaquetas o de coágulos puede también obstruir un vaso sanguíneo
y producir un AIT. El riesgo de un AIT está incrementado si la persona padece hipotensión,
aterosclerosis, una enfermedad del corazón (especialmente en los casos de anormalidad en las
válvulas o en la conducción cardíaca), diabetes o un exceso de glóbulos rojos (policitemia).
Los AIT son más frecuentes en la edad media de la vida y su probabilidad aumenta a medida
que se envejece. En ocasiones, los AIT se manifiestan en adultos jóvenes o niños que padecen
una enfermedad del corazón o un trastorno sanguíneo.
Síntomas
Un AIT es de inicio súbito, y por lo general dura entre 2 y 30 minutos; rara vez se prolonga
más de 1 a 2 horas. Los síntomas son variables en función de la parte del cerebro que haya
quedado desprovista de sangre y oxígeno. Cuando resultan afectadass las arterias que son
ramas de la arteria carótida, los síntomas más frecuentes son la ceguera de un ojo o un
trastorno de la sensibilidad junto a debilidad. Cuando se afectan las arterias que son ramas de
las arterias vertebrales (localizadas en la parte posterior de la cabeza), son frecuentes el mareo,
la visión doble y la debilidad generalizada. Sin embargo, pueden manifestarse muchos
síntomas diferentes, tales como:
- Visión doble.
- Mareo.
- Lenguaje ininteligible.
- Movimientos inusuales.
- Incontinencia urinaria.
- Desequilibrio y caída.
- Desmayo.
Aunque los síntomas son semejantes a los de un ictus, son transitorios y reversibles. Sin
embargo, los episodios de AIT a menudo son recidivantes. La persona puede sufrir varias
crisis diarias o sólo 2 o 3 episodios a lo largo de varios años. En el 35 por ciento de los casos
un AIT se sigue de un ictus. Aproximadamente la mitad de estos ictus ocurren durante el año
posterior al AIT.
Diagnóstico
Las primeras claves diagnósticas para el médico son los síntomas neurológicos súbitos y
transitorios que sugieren una disfunción de un área específica del cerebro. A veces es
necesario realizar pruebas complementarias para diferenciar los AIT de otros trastornos con
síntomas semejantes, como los ataques epilépticos, los tumores, la migraña o los valores
anormales de azúcar en sangre. Dado que no se produce una lesión cerebral, el médico no
puede basar el diagnóstico en las exploraciones que habitualmente identifican un ictus, como
una tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM).
Los médicos utilizan varias técnicas para valorar la posible obstrucción de una arteria
carótidas o de ambas. El flujo irregular de sangre crea ruidos, conocidos como soplos, que
pueden escucharse a través del fonendoscopio. Sin embargo, pueden existir soplos en ausencia
de una obstrucción significativa. El paso siguiente suele ser una ecografía y un estudio
Doppler del flujo sanguíneo, dos pruebas que se realizan simultáneamente para medir el grado
de la obstrucción y la cantidad de sangre que puede pasar a través de la misma. En caso de un
estrechamiento grave de las arterias carótidas, el médico puede solicitar una RM de las arterias
o realizar una angiografía cerebral para determinar el grado y la localización de la obstrucción.
En el caso de la angiografía se inyecta un contraste radiopaco (que se aprecia en las
radiografías) en una arteria y al mismo tiempo se hacen las radiografías de la cabeza y del
cuello.
A diferencia de lo que ocurre con las arterias carótidas, la ecografía y los estudios Doppler son
menos eficaces para evaluar las arterias vertebrales. La única forma de efectuar una
comprobación segura de la afectación de una arteria vertebral es mediante la RM o la
angiografía. Sin embargo, si se encuentra una obstrucción, puede que no sea posible
eliminarla porque la cirugía es más difícil en las arterias vertebrales que en las carótidas.
Tratamiento
El tratamiento de los AIT está dirigido a la prevención de los ictus. Los principales factores de
riesgo de un ictus son la presión arterial alta, los valores elevados de colesterol, el tabaquismo
y la diabetes, por lo que, siempre que sea posible, el primer paso para prevenirlo es abordar o
corregir esos factores de riesgo. Se pueden administrar fármacos para reducir la tendencia de
las plaquetas a formar coágulos, una de las principales causas del ictus. Uno de los fármacos
de elección por su eficacia es la aspirina, que suele prescribirse en dosis de un comprimido
para niños una vez al día. A veces se prescribe el dipiridamol, pero en la mayoría de las
personas no resulta tan eficaz. Las personas que no toleran la aspiran pueden tomar
ticlopidina. Cuando se necesiten fármacos más potentes, el médico puede prescribir
anticoagulantes como la heparina o la warfarina.
Ictus
Un ictus (también denominado accidente vascular cerebral) está caracterizado por la muerte
de tejido del cerebro (infarto cerebral) como consecuencia de una insuficiencia circulatoria y
el consiguiente déficit de oxígeno al cerebro.
Causas
En un ictus isquémico la obstrucción puede producirse en cualquier parte de algunas de las
arterias que van al cerebro. Por ejemplo, en una arteria carótida puede desarrollarse una
acumulación importante de grasa (ateroma) y reducir la circulación al mínimo, de la misma
forma que el agua pasa por una tubería medio obstruida. Esta situación es grave porque,
normalmente, cada arteria carótida aporta un alto porcentaje de la sangre que necesita el
cerebro. Dicha materia grasa puede también desprenderse de la pared de la arteria carótida,
pasar a la sangre y quedar atrapada en una arteria más pequeña, obstruyéndola por completo.
Las arterias carótidas y vertebrales también pueden resultar obstruidas por otros motivos. Por
ejemplo, un coágulo que se haya formado en el corazón o en una de sus válvulas puede
desprenderse (convirtiéndose en un émbolo), ascender por las arterias hacia el cerebro y
alojarse en el mismo. El resultado es un ictus debido a un émbolo (embolia cerebral). Estos
ictus son más frecuentes en las personas sometidas recientemente a cirugía de corazón y en
aquellas con válvulas cardíacas defectuosas o con una arritmia cardíaca (especialmente la
fibrilación auricular). Una embolia grasosa es una causa poco frecuente de ictus; si la grasa de
la médula de un hueso fracturado pasa a la circulación pueden producirse muchas embolias al
mismo tiempo si se vuelve más compacto y obstruye las arterias.
Una caída súbita de la presión arterial puede reducir la circulación cerebral de forma grave, lo
que habitualmente hace que la persona simplemente se desmaye. Sin embargo, si la
disminución de la presión arterial es grave y prolongada se puede producir un ictus. Esta
situación puede ocurrir cuando una persona pierde mucha sangre a causa de una herida o
durante una intervención quirúrgica, o bien debido a una frecuencia cardíaca anormal o a una
arritmia.
Síntomas y evolución
En general, los ictus son de inicio súbito y de rápido desarrollo, y causan una lesión cerebral
en minutos (ictus establecido). Con menos frecuencia, un ictus puede ir empeorando a lo largo
de horas, incluso durante uno o dos días, a medida que se va necrosando un área cada vez
mayor de tejido cerebral (ictus en evolución). Por lo general, esta progresión suele
interrumpirse, aunque no siempre, dando paso a períodos de estabilidad en que el área de
tejido necrosado deja de crecer de forma transitoria o en los que se observa cierta mejoría.
En función del área del cerebro afectada pueden producirse muchos síntomas diferentes. Los
posibles síntomas son los mismos que se manifiestan en los accidentes isquémicos
transitorios. Sin embargo, la disfunción nerviosa suele ser grave, extensa, acompañarse de
coma o estupor y suele ser permanente. Además, un ictus puede causar depresiones o
incapacidad para controlar las emociones.
Un ictus puede producir un edema o hinchazón del cerebro. Ello es particularmente peligroso
debido a que el cráneo deja poco espacio para que el cerebro pueda expandirse. Por ello, la
presión resultante pueda ocasionar aún más lesiones al tejido cerebral y empeorar los
problemas neurológicos, aunque el ictus en sí no haya aumentado de tamaño.
Diagnóstico
Habitualmente, el médico puede diagnosticar un ictus por medio de la historia de los hechos y
de la exploración física.
Esta última contribuye a que el médico pueda determinar dónde se localiza la lesión cerebral.
También se suelen realizar pruebas de imagen como una tomografía computadorizada (TC) o
una resonancia magnética (RM) para confirmar el diagnóstico, aunque dichas pruebas sólo
detectan el ictus cuando han transcurrido unos días del mismo. Una TC o una RM son también
eficaces para determinar si un ictus ha sido causado por una hemorragia o por un tumor
cerebral. El médico puede realizar una angiografía en el caso poco probable de que se plantee
la posibilidad de una intervención quirúrgica.
El médico trata de establecer la causa exacta del ictus, puesto que es especialmente importante
determinar si éste se ha producido por un coágulo (embolia) que se alojó en el cerebro o por la
obstrucción de un vaso sanguíneo debido a una aterosclerosis (aterotrombosis).
En efecto, si la causa es un coágulo o una embolia es muy probable que ocurra otro ictus, a
menos que se corrija el problema subyacente. Por ejemplo, si se están formando coágulos en
el corazón debido a una frecuencia cardíaca irregular, ésta debe tratarse a fin de prevenir la
formación de nuevos coágulos que pudieran causar otro ictus. En esta situación, el médico
suele realizar un electrocardiograma (para detectar una arritmia) y también puede recomendar
otras pruebas de estudio del corazón. Éstas pueden ser: una monitorización Holter, que
consiste en la realización de un electrocardiograma continuo durante 24 horas, y una
ecocardiografía, que valora las cavidades y las válvulas del corazón.
Aunque las demás pruebas de laboratorio son de poca utilidad, se hacen igualmente para
confirmar que el ictus no fue causado por una carencia de glóbulos rojos (anemia), un exceso
de glóbulos rojos (policitemia), un cáncer de los glóbulos blancos (leucemia) o una infección.
En alguna ocasión se necesita una punción lumbar después de un ictus. De hecho, esta prueba
se lleva a cabo solamente si el médico está seguro de que el cerebro no está sujeto a
demasiada presión y ello generalmente requiere una TC o una RM. La punción lumbar es
necesaria para comprobar si existe una infección cerebral, para medir la presión del líquido
cefalorraquídeo o para determinar si la causa del ictus ha sido una hemorragia.
Pronóstico
Muchas de las personas afectadas de un ictus recuperan la mayoría de las funciones normales,
o casi todas ellas, y pueden llevar una vida normal. En otras se produce un profundo deterioro
físico y mental, que las incapacita para moverse, hablar o alimentarse de modo normal. En
general, durante los primeros días los médicos no pueden establecer un pronóstico acerca de la
recuperación o del empeoramiento de la situación del paciente. Aproximadamente el 50 por
ciento de las personas con una parálisis de un lado del cuerpo y la mayoría de las que tienen
síntomas menos graves consiguen una recuperación parcial en el momento de ser dadas de alta
del hospital y al final serán capaces de atender por sí mismas sus necesidades básicas. Pueden
pensar con claridad y caminar adecuadamente, aun cuando puede haber una limitación en el
uso de una extremidad afectada. La limitación del uso de un brazo es más frecuente que el de
una pierna.
Alrededor del 20 por ciento de las personas que han tenido un ictus mueren en el hospital; la
proporción es mayor entre las personas de edad avanzada. Ciertas características de un ictus
sugieren la probabilidad de un desenlace de mal pronóstico.
Revisten especial gravedad los ictus que producen una pérdida de consciencia y los que
deterioran la función respiratoria o cardíaca. Cualquier pérdida neurológica que persista
después de 6 meses es probable que sea permanente, aunque algunas personas continuarán
presentando una lenta mejoría. Es peor el pronóstico entre las personas de edad avanzada que
entre los más jóvenes.
La recuperación es más difícil entre las personas afectadas de otros trastornos médicos graves.
Tratamiento
Los síntomas que sugieran la posibilidad de un ictus constituyen una urgencia médica y la
rápida actuación por parte de los médicos puede, a veces, limitar la lesión o prevenir daños
adicionales. Muchos de los efectos producidos por un ictus requieren asistencia médica,
especialmente durante las primeras horas. En primer lugar, los médicos habitualmente
administran oxígeno y se aseguran de que la persona afectada reciba los líquidos y la
alimentación adecuados por vía intravenosa.
Las investigaciones recientes sugieren que la parálisis y otros síntomas pueden ser prevenidos
o revertidos si durante las 3 horas posteriores al inicio del ictus se administran ciertos
fármacos que disuelven los coágulos, como la estreptokinasa o el activador hístico del
plasminógeno. Debe realizarse un rápido examen para determinar si la causa se debe a un
coágulo y no a una hemorragia, la cual no puede tratarse con este tipo de fármacos.
Actualmente se está experimentando con otras nuevas medidas que pueden mejorar las
posibilidades de un desenlace favorable, como el bloqueo de los receptores de ciertos
neurotransmisores en el cerebro.
Para reducir tanto la hinchazón como el aumento de presión en el cerebro en las personas con
un ictus agudo, se pueden administrar fármacos como el manitol o, en raras ocasiones, los
corticosteroides. Una persona afectada de un ictus muy grave puede necesitar un respirador
artificial, bien sea porque ha desarrollado una neumonía o para ayudar a mantener una
respiración adecuada.
Se toman todas las medidas necesarias para prevenir el desarrollo de úlceras causadas por
presión en la piel y se presta mucha atención a la función intestinal y urinaria.
A menudo se deben tratar otros trastornos acompañantes, como una insuficiencia cardíaca,
una arritmia, la presión arterial alta y una infección pulmonar. Dado que después de un ictus
suelen desarrollarse cambios en el estado de ánimo (especialmente la depresión), los
familiares y amigos deben informar al médico si detectan que la persona parece deprimida. La
depresión puede tratarse con fármacos y psicoterapia.
Rehabilitación
La rehabilitación intensiva puede ser eficaz por cuanto ayuda a muchas personas a
sobreponerse al deterioro de una parte del tejido cerebral. Otras partes del cerebro pueden
hacerse cargo de las tareas que antes realizaba la parte lesionada.
La hemorragia puede producirse en el interior del cerebro o alrededor del mismo. Las que se
producen en el interior del cerebro tienen las siguientes denominaciones en función del área
en que ocurren: si es en el interior del cerebro se denominan hemorragias intracerebrales, entre
el cerebro y el espacio subaracnoideo, hemorragias subaracnoideas, entre las capas del
revestimiento del cerebro, hemorragias subdurales, y las que se producen entre el cráneo y el
revestimiento del cerebro son hemorragias epidurales. Independientemente de donde ocurre la
hemorragia, las células cerebrales resultan destruidas. Asimismo, debido a que el cráneo no
permite la expansión de los tejidos que contiene, un derrame de sangre aumenta de forma
rápida y peligrosa la presión en el cerebro.
Causas
Otra de las causas es una malformación arteriovenosa, una anomalía anatómica en las arterias
o venas en el cerebro o alrededor del mismo. Una malformación arteriovenosa puede estar
presente desde el nacimiento, pero tan sólo puede conocerse su presencia si se manifiestan los
síntomas. La hemorragia a partir de una malformación arteriovenosa puede causar colapso y
muerte súbita, y generalmente tiende a ocurrir en adolescentes y adultos jóvenes.
Síntomas y diagnóstico
Una hemorragia intracerebral comienza súbitamente con dolor de cabeza seguido de síntomas
de una pérdida progresiva de funciones neurológicas, como debilidad, incapacidad para
moverse (parálisis), entumecimiento, pérdida del habla o de la visión y confusión. Son
frecuentes las náuseas, los vómitos, las crisis convulsivas y una pérdida de consciencia que
puede ocurrir en pocos minutos.
En general, no se realiza una punción lumbar a menos que el médico considere que el paciente
pueda tener una meningitis o alguna otra infección y que no se disponga de pruebas de
imagen, o bien que éstas no hayan puesto de manifiesto ninguna anormalidad.
Pronóstico y tratamiento
El tratamiento del ictus hemorrágico es semejante al del ictus isquémico, con dos diferencias
importantes en el caso de hemorragia: no se administran anticoagulantes y la cirugía puede
salvar la vida de la persona, aunque suele dejarla con graves secuelas neurológicas. El
objetivo de la cirugía en estos casos es la eliminación de la sangre acumulada en el cerebro y
la disminución de la presión intracraneal, que está aumentada.
Hemorragia subaracnoidea
Síntomas
Los aneurismas que producen hemorragias subaracnoideas no suelen presentar síntomas antes
de la rotura. Pero, a veces, los aneurismas comprimen un nervio o producen un pequeño
derrame de sangre antes de una rotura importante y, en consecuencia, ocasionan una señal de
alarma, como un dolor de cabeza, dolor en la cara, visión doble u otros problemas visuales.
Las señales de alarma suelen ocurrir entre minutos y semanas antes de la rotura. Dichos
síntomas siempre deberían ponerse en conocimiento del médico lo antes posible para que
pueda tomar las medidas oportunas a fin de prevenir una hemorragia masiva.
La rotura suele producir un dolor de cabeza repentino e intenso, seguido a menudo de una
pérdida de consciencia de corta duración. Algunas personas quedan permanentemente en
estado de coma, pero es más frecuente que despierten y tengan una sensación de confusión y
somnolencia. La sangre y el líquido cefalorraquídeo alrededor del cerebro irritan la membrana
que lo envuelve (meninges) y ello ocasiona dolores de cabeza, vómitos y mareos. También
suelen manifestarse fluctuaciones frecuentes en la frecuencia cardíaca y respiratoria, a veces
acompañadas de convulsiones. En unas horas o incluso minutos, la persona puede sentirse
nuevamente somnolienta y confusa. Alrededor del 25 por ciento de estas personas tienen
problemas neurológicos, habitualmente parálisis en un lado del cuerpo.
Diagnóstico
Pronóstico
Aproximadamente un tercio de las personas que tienen una hemorragia subaracnoidea fallecen
durante el primer episodio a causa de una extensa lesión cerebral. Un 15 por ciento fallecen a
las pocas semanas debido a una nueva hemorragia. A veces puede que una pequeña área
sangrante se cierre por sí misma y no se vea en la angiografía, lo cual es signo de un buen
pronóstico. Por otro lado, si el aneurisma no se interviene, las personas que sobreviven
después de 6 meses tienen un 5 por ciento de probabilidades cada año de que se produzca otro
episodio de hemorragia.
Muchas personas recuperan muchas o la totalidad de las funciones mentales y físicas después
de una hemorragia subaracnoidea. Sin embargo, a veces quedan secuelas de problemas
neurológicos.
Tratamiento
La cirugía sobre el aneurisma, ya sea para aislar u obstruir el mismo, o para reforzar las
paredes de la arteria debilitada, reduce el riesgo de que se produzca una hemorragia mortal
más adelante. Se trata de una cirugía difícil y, a pesar del procedimiento quirúrgico utilizado,
el índice de mortalidad es muy alto, especialmente en personas que se encuentran en un estado
de estupor o coma. Existen controversias acerca del mejor momento para la intervención y
ésta se decidirá en función de las características de cada persona. La mayoría de los
neurocirujanos recomienda que la intervención se realice dentro de los 3 días posteriores al
inicio de los síntomas. Si la intervención se retrasa 10 días o más, los riesgos que comporta la
cirugía se reducen pero, en cambio, aumentan las probabilidades de una nueva hemorragia.
CAPITULO 75
Traumatismos craneales
Los huesos del cráneo, gruesos y duros, contribuyen a proteger el cerebro. Pero a pesar de esta
armadura natural, el cerebro está expuesto a muchas clases de lesiones. Los traumatismos
craneales causan más muertes y discapacidades entre las personas menores de 50 años que
cualquier otro tipo de lesión neurológica; después de las heridas de bala, son la segunda causa
principal de muerte entre los varones menores de 35 años. Fallecen casi el 50 por ciento de los
que sufren un traumatismo craneal grave.
El cerebro puede resultar afectado incluso si la herida no penetra dentro del cráneo. Muchas
lesiones son causadas por un impacto precedido de una aceleración súbita, como sucede con
un fuerte golpe en la cabeza, o bien por una repentina desaceleración, como ocurre cuando la
cabeza se halla en movimiento y golpea un objeto fijo. El cerebro puede resultar afectado
tanto en el punto de impacto como en el polo opuesto. Las lesiones por aceleración-
desaceleración a veces se denominan coup contrecoup (del francés para golpe-contragolpe).
A veces, lo que puede parecer una lesión leve de la cabeza se acompaña de una lesión cerebral
grave. Las personas mayores son particularmente propensas a los derrames de sangre
alrededor del cerebro (hematoma subdural) a raíz de un traumatismo craneal. Las personas
que toman medicamentos para prevenir la formación de coágulos (anticoagulantes) también
están sujetas a un riesgo mayor de hemorragia alrededor del cerebro si sufren un traumatismo
craneal.
Una lesión cerebral a menudo deja alguna secuela de disfunción permanente, que varía según
que el daño esté limitado a un área específica (localizado) o sea más extenso (difuso). La
pérdida de funciones depende del área del cerebro que resulte afectada. Los síntomas
específicos y localizados pueden contribuir a determinar el área afectada. Los cambios pueden
producirse en el movimiento, la sensibilidad, el habla, la vista y el oído. El deterioro difuso de
la función cerebral puede afectar a la memoria y al sueño y conducir a un estado de confusión
y coma.
Pronóstico
Algunas funciones, como la visión y los movimientos de brazos o piernas (control motor),
están regidas por regiones específicas de un lado del cerebro y, en consecuencia, la lesión de
cualquiera de esas áreas suele causar un déficit permanente. Sin embargo, la rehabilitación
puede contribuir a que la persona logre minimizar el impacto de esos déficits funcionales.
A veces las personas con un traumatismo grave de la cabeza desarrollan amnesia y no pueden
recordar lo que sucedió inmediatamente antes y después del episodio de pérdida de
consciencia. Los que recuperan el conocimiento dentro de la primera semana son los que más
probabilidad tienen de recuperar su memoria.
Algunas personas con un traumatismo craneal, aunque sea leve, desarrollan un síndrome
posconcusión y pueden seguir experimentando dolores de cabeza y problemas de memoria
durante mucho tiempo después del trauma.
Diagnóstico y tratamiento
Cuando una persona con traumatismo craneal llega al hospital, médicos y enfermeras
comprueban primero las constantes vitales: frecuencia cardíaca, presión arterial y respiración.
Puede que sea necesario un respirador artificial para aquellas personas que no pueden respirar
adecuadamente por sí mismas. Los médicos proceden a la valoración inmediata del estado de
consciencia y memoria del afectado.
También comprueban las funciones cerebrales básicas revisando el tamaño de las pupilas y su
reacción a la luz, evalúan la respuesta al calor o a los pinchazos (sensibilidad) y la capacidad
para mover brazos y piernas. Se realizan exploraciones para valorar posibles lesiones
cerebrales, como una tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM).
Las radiografías simples pueden identificar las fracturas de cráneo, pero no revelan nada
acerca de una probable lesión cerebral.
Las personas pueden sufrir muchas clases de traumatismos craneales, como fracturas de
cráneo, conmociones, contusiones y laceraciones cerebrales, y hematomas intracraneales.
Fracturas de cráneo
Las fracturas de cráneo pueden lesionar arterias y venas que pueden sangrar en los espacios
alrededor del cerebro. Las fracturas, especialmente las que se producen en la base del cráneo,
pueden romper las meninges (las membranas que revisten el cerebro). El líquido
cefalorraquídeo, que circula entre el cerebro y las meninges, puede entonces salir por la nariz
o el oído. En ocasiones, a través de esas fracturas entran bacterias al cerebro, que causan
infecciones y lo lesionan gravemente.
La cirugía no está indicada en la mayoría de las fracturas de cráneo, a menos que los
fragmentos óseos compriman el cerebro o que los huesos del cráneo estén mal alineados
debido al impacto.
Conmoción
Una conmoción es una pérdida de consciencia, y a veces de memoria, de corta duración que se
produce después de una lesión cerebral y que no causa ninguna lesión orgánica evidente.
Las conmociones causan una disfunción cerebral pero no tienen consecuencias visibles de
lesiones estructurales. Pueden ocurrir después de un traumatismo craneal, por leve que sea,
dependiendo de cómo haya sido la sacudida del cerebro dentro del cráneo. Una conmoción,
aunque leve, puede dejar a la persona algo confusa, con dolor de cabeza y con una
somnolencia anormal, pero la mayoría se recupera completamente en unas horas o días.
Algunas personas manifiestan mareo, dificultades para concentrarse, olvidos, depresión, falta
de sensación o de emociones, y ansiedad. Estos síntomas pueden prolongarse durante algunos
días o varias semanas, pero es raro que se prolonguen más tiempo. Entretanto, la persona
puede tener dificultades para realizar su trabajo o estudios o para relacionarse con los demás.
Esta situación se conoce como síndrome posconcusión.
Un síndrome posconcusión es una situación enigmática puesto que no se sabe por qué ocurren
estos problemas tras un traumatismo craneal leve. Entre los expertos existen discrepancias
acerca de la causa de estos síntomas: si se deben a lesiones microscópicas o a factores
psicológicos. El tratamiento farmacológico y psiquiátrico son eficaces en algunas personas
afectadas de un síndrome posconcusión, pero no en todas.
Más preocupante que el propio síndrome posconcusión es el hecho de que, a veces, al cabo de
horas o incluso en los días posteriores a la lesión original, pueden manifestarse síntomas más
graves. El empeoramiento de los dolores de cabeza y de la confusión, y la creciente
somnolencia son signos que indican la necesidad de atención médica urgente.
Generalmente, el tratamiento no es necesario cuando el médico ha determinado que no existen
lesiones más graves. No obstante, a todas las personas afectadas de un traumatismo craneal se
les advierte acerca de los signos de alarma de un empeoramiento de la función cerebral. A los
padres de niños pequeños se les enseña cómo deben controlar al niño con respecto a estos
cambios durante las horas posteriores a la lesión. Mientras los síntomas no empeoren puede
administrarse paracetamol (acetaminofén) para el dolor; si la lesión no es grave, puede
administrarse aspirina durante los 3 o 4 días que siguen a la lesión.
Las contusiones cerebrales son lesiones traumáticas del cerebro que habitualmente están
causadas por un impacto directo y violento en la cabeza. Las laceraciones cerebrales son
desgarros del tejido cerebral que se acompañan de heridas visibles de la cabeza y fracturas de
cráneo.
Las contusiones y laceraciones cerebrales son más graves que las conmociones. La resonancia
magnética (RM) muestra la lesión estructural del cerebro, que puede ser mínima o bien causar
debilidad en un lado del cuerpo junto con un estado de confusión, e incluso coma. Si el
cerebro se hincha, el tejido cerebral puede sufrir daño adicional, y una hinchazón grave puede
producir una herniación del cerebro. Si las lesiones cerebrales graves se acompañan de otras
lesiones, como las que afectan al tórax (circunstancia relativamente frecuente), el tratamiento
entonces es más complejo.
Hematomas intracraneales
Los hematomas intracraneales son acumulaciones de sangre dentro del cerebro o entre el
cerebro y el cráneo.
Una persona con un hematoma intracraneal puede perder la consciencia, entrar en coma,
quedar paralizada en uno o ambos lados del cuerpo, experimentar dificultades respiratorias y
cardíacas o incluso morir. Los hematomas pueden también ocasionar confusión y pérdida de
memoria, especialmente en las personas de edad avanzada.
Los hematomas subdurales son consecuencia del sangrado de las venas que se hallan
alrededor del cerebro. El inicio del derrame puede ser súbito y consecutivo a un grave
traumatismo craneal, o más lento cuando se trata de una lesión menos grave. Los hematomas
subdurales de lento desarrollo son más frecuentes en las personas de edad avanzada, porque
sus venas son frágiles, y en los alcohólicos, porque a veces no se enteran de golpes leves o
moderados en la cabeza. En ambas situaciones la lesión inicial puede parecer leve y los
síntomas pueden pasar inadvertidos durante varias semanas. Sin embargo, una TC o una RM
pueden detectar la sangre acumulada. Un hematoma subdural puede aumentar el tamaño de la
cabeza de un bebé porque el cráneo es blando y maleable; los médicos suelen drenar el
hematoma quirúrgicamente por razones estéticas.
Las lesiones de la capa superior del cerebro (corteza cerebral) habitualmente producen un
deterioro de la capacidad de la persona para pensar, controlar emociones y comportarse con
normalidad. Dado que generalmente ciertas áreas específicas de la corteza cerebral rigen
determinados patrones específicos de conducta, la localización exacta de la lesión y la
amplitud del área afectada determinarán el tipo de deterioro.
Los lóbulos frontales de la corteza cerebral controlan principalmente las actividades motoras
aprendidas (por ejemplo, escribir, tocar un instrumento musical o atarse los zapatos). También
controlan la expresión de la cara y los gestos expresivos. Ciertas áreas de los lóbulos frontales
rigen las actividades motoras aprendidas del lado opuesto del cuerpo.
Los efectos de una lesión del lóbulo frontal sobre el comportamiento varían en función del
tamaño y de la localización del defecto físico. Las pequeñas lesiones no suelen causar cambios
notorios en la conducta si sólo afectan a un lado del cerebro, aunque a veces ocasionan
convulsiones. Las grandes lesiones de la parte posterior de los lóbulos frontales pueden causar
apatía, falta de atención, indiferencia y, a veces, incontinencia. Las personas que presentan
grandes alteraciones más hacia la parte anterior o lateral de los lóbulos frontales tienden a
distraerse fácilmente, se sienten eufóricas sin motivo aparente, son argumentativas, vulgares y
rudas; además, puede que no sean conscientes de las consecuencias de su conducta.
En consecuencia, una lesión súbita de algunas partes del lóbulo parietal puede hacer que las
personas ignoren la grave naturaleza de su trastorno y que se vuelvan negligentes o incluso
nieguen (no reconozcan) la parálisis que afecta al lado del cuerpo opuesto a la lesión cerebral.
Pueden presentar un estado de confusión o delirio y ser incapaces de vestirse o realizar
actividades corrientes.
Los lóbulos temporales procesan los hechos inmediatos en memoria reciente y memoria
remota. Hacen que puedan ser interpretados los sonidos y las imágenes, almacenan los hechos
en forma de memoria y evocan los ya memorizados, y generan las vías emocionales.
Una lesión en el lóbulo temporal derecho tiende a afectar a la memoria de los sonidos y de las
formas. Una lesión en el lóbulo temporal izquierdo interfiere de manera drástica con la
comprensión del lenguaje y es típico que impida que la persona se exprese a través del mismo.
Las personas con una lesión en el lóbulo temporal derecho no dominante pueden experimentar
cambios de personalidad, como pérdida del sentido de humor, un grado inusual de
religiosidad, obsesiones y pérdida de la libido.
Algunos de los trastornos específicos producidos por un traumatismo craneal son la epilepsia
postraumática, la afasia, la apraxia, la agnosia y la amnesia.
Epilepsia postraumática
Es posible que las convulsiones se manifiesten sólo varios años después de la lesión. A
menudo los síntomas resultantes dependen del lugar en que se originan las convulsiones en el
cerebro. Los fármacos anticonvulsivantes, como la fenitoína, la carbamazepina o el valproato,
generalmente pueden controlar la epilepsia postraumática. De hecho, algunos médicos
prescriben esos fármacos después de un grave traumatismo craneal para prevenir las
convulsiones, aunque muchos expertos están de acuerdo con esta postura. A menudo el
tratamiento se mantiene durante varios años o de forma indefinida si aparecen las
convulsiones.
Afasia
Los problemas del lenguaje tienen muchas formas. La variedad de los posibles defectos refleja
la complejidad de la función del lenguaje. Una persona puede perder tan sólo la capacidad
para comprender las palabras escritas (alexia), mientras en otra se observa una incapacidad
para nombrar los objetos o reconocer sus nombres (anomia). Algunas personas con anomia no
recuerdan en absoluto la palabra correcta, otras pueden tenerla en la punta de la lengua y no
ser capaces de expresarla. La disartria es un trastorno de la articulación del lenguaje. Aunque
la disartria parece un problema de lenguaje, en realidad está causada por una lesión en la parte
del cerebro que controla los músculos utilizados para emitir sonidos y coordinar los
movimientos del aparato vocal.
Las personas con afasia de Wernicke, un trastorno que puede ser consecutivo a una lesión del
lóbulo temporal, parecen hablar con fluidez pero las frases expresadas son una serie de
palabras sin orden y confusas (a veces se las refiere como sopa de letras).
Por lo general las personas con afasia de Broca (afasia de expresión) entienden lo que se les
dice y saben cómo deben responder, pero tienen dificultades para expresar las palabras. Sus
palabras se articulan lentamente y con gran esfuerzo y a menudo son interrumpidas por
algunas sin sentido.
Una lesión que afecte al mismo tiempo al lóbulo temporal izquierdo y al frontal puede
inicialmente producir el enmudecimiento casi total en la persona. Durante la recuperación de
esta afasia completa (global), la persona tiene dificultades para hablar (disfasia), escribir
(agrafia o disgrafia) y para comprender las palabras.
Los terapeutas del lenguaje con frecuencia pueden ayudar a las personas que desarrollan una
afasia como consecuencia de un ictus, un traumatismo craneal u otra causa de trastorno del
lenguaje. En general, el tratamiento se inicia en cuanto lo permita el estado de salud de la
persona.
Apraxia
La apraxia es la incapacidad para realizar tareas que requieran patrones de evocación o
secuencias de movimientos.
La apraxia es una incapacidad poco frecuente cuya causa se debe generalmente a la lesión de
los lóbulos parietales o frontales. En la apraxia, parece haberse borrado la memoria de la
secuencia de los movimientos para completar actividades aprendidas o tareas complejas. No
existe ningún defecto físico en los brazos ni en las piernas que justifique por qué no puede
realizarse una determinada actividad. Por ejemplo, abrocharse un botón en realidad consiste
en la realización de una serie de secuencias. Las personas con apraxia no pueden llevar a cabo
semejante acción.
Algunas formas de apraxia afectan tan sólo a ciertas tareas. Por ejemplo, una persona puede
perder la habilidad para hacer un dibujo, escribir una nota, abrocharse una camisa, atarse los
cordones de los zapatos, asir el teléfono o tocar un instrumento musical. El tratamiento está
enfocado al trastorno subyacente que ha causado la disfunción cerebral.
Agnosia
La agnosia es un trastorno infrecuente que se caracteriza porque la persona puede ver y sentir
los objetos pero no los puede asociar con el papel que habitualmente desempeñan ni con su
función.
Las personas afectadas de ciertas formas de agnosia no pueden reconocer rostros familiares ni
objetos corrientes, como una cuchara o un lápiz, aunque los pueden ver y describir. La agnosia
está causada por un defecto en los lóbulos parietales y temporales del cerebro, que almacena
la memoria de los usos y la importancia de objetos conocidos. A menudo, la agnosia aparece
súbitamente después de un traumatismo craneal o un ictus. Algunas personas con agnosia
mejoran o se recuperan de forma espontánea mientras que otras deben aprender a asumir su
extraña discapacidad. No existe un tratamiento específico.
Amnesia
La amnesia global transitoria consiste en una crisis súbita de pérdida de memoria grave y
confusión de tiempo, lugar y personas. Muchas personas con amnesia global transitoria tan
sólo tienen una crisis durante su vida, mientras que otras pueden sufrir crisis recidivantes. Los
ataques pueden durar desde sólo 30 minutos hasta unas 12 horas. Probablemente la causa se
deba a que las pequeñas arterias del cerebro resultan obstruidas de forma intermitente debido a
la aterosclerosis. En las personas jóvenes, los dolores de cabeza por una crisis de migraña, que
transitoriamente puede reducir el flujo de sangre al cerebro, también pueden dar lugar a este
trastorno. El consumo excesivo de bebidas alcohólicas o de tranquilizantes, como los
barbitúricos y las benzodiazepinas, puede también causar una crisis de corta duración. La
amnesia puede producir una desorientación total y bloquear el recuerdo de los sucesos que
tuvieron lugar tan sólo algunos años antes. Después de una crisis, la confusión a menudo cede
con rapidez y lo habitual es que haya una recuperación total.
Una forma de amnesia inusual conocida como síndrome de Wernicke-Korsakoff puede afectar
a los alcohólicos y a otras personas con desnutrición. El síndrome consiste en la coexistencia
de dos trastornos: un estado confusional agudo (un tipo de encefalopatía) y una amnesia de
más larga duración. Ambos trastornos pueden producirse como consecuencia de una
disfunción cerebral causada por el déficit de tiamina (vitamina B1). Cuando se produce una
ingesta excesiva de alcohol y no se consumen alimentos que contengan tiamina, disminuye el
aporte de esta vitamina al cerebro. Por otra parte, la ingestión de gran cantidad de líquidos (o
si se han recibido por vía intravenosa a raíz de una cirugía) puede también provocar la
encefalopatía de Wernicke en una persona que anteriormente tenía una desnutrición acusada.
Delirio
Causas
El delirio es un estado mental anormal y no una enfermedad, con un espectro de síntomas que
indican una disminución de la actividad mental. Cientos de trastornos pueden causar delirio;
van de la simple deshidratación a la intoxicación por drogas, hasta una infección
potencialmente mortal. Casi siempre afecta a las personas mayores cuyo cerebro ya está
deteriorado (incluyendo las muy enfermas), las que consumen drogas que alteran la mente o el
comportamiento y las personas que sufren de demencia.
Síntomas
El delirio puede comenzar de muchas maneras y, en casos leves, puede ser muy difícil de
reconocer. El comportamiento de personas en estado de delirio es muy variable, pero se
parece al de una persona embriagada.
La característica del delirio es la incapacidad de prestar atención. Las personas con delirio no
pueden concentrarse, razón por la cual les es difícil procesar información nueva ni recordar
hechos recientes. Casi todas pierden el sentido del tiempo, están confusas con respecto a su
ubicación. Piensan de manera confusa, divagan y se vuelven incoherentes. En los casos más
graves llegan a perder su sentido de identidad. Pueden sentirse asustadas por alucinaciones en
las cuales creen ver cosas o personas que no existen. Algunas se vuelven paranoicas creyendo
que están sucediendo cosas extrañas. Las personas con delirio reaccionan de varias maneras:
algunas se vuelven tan calladas y retraídas que quienes les rodean pueden no darse cuenta de
que se encuentran en estado de delirio; otras se vuelven muy agitadas y tratan de hacer
desaparecer sus alucinaciones.
Diagnóstico
Los médicos pueden reconocer con facilidad el delirio que ha superado la etapa moderada.
Puesto que el delirio puede ser consecuencia de muchas enfermedades graves (algunas de las
cuales pueden tener un rápido desenlace mortal), los médicos tratan de determinar su causa lo
antes posible. Primero, tratan de diferenciar el delirio de una enfermedad mental. En las
personas mayores, tratan de diferenciar el delirio de la demencia, a través del análisis de su
función mental habitual. Sin embargo, las personas con demencia pueden también sufrir
delirio.
Los médicos recogen la máxima información posible sobre la historia médica de la persona.
Amigos, familiares y otros observadores son interrogados acerca del inicio del estado
confusional, la rapidez de su evolución y el estado de salud físico y mental de la persona
afectada; también se les pregunta acerca del uso de fármacos, drogas y alcohol por parte de
ésta. La información también puede provenir de la policía, del personal médico de urgencias y
de cierta evidencia, como los envases de medicamentos.
A continuación el médico realiza una exploración física completa y presta especial atención a
los reflejos neurológicos. También solicita análisis de sangre, radiografías y, a menudo, lleva a
cabo una punción lumbar para obtener líquido cefalorraquídeo para su análisis.
Tratamiento
El tratamiento del delirio depende de la causa subyacente. Por ejemplo, los médicos tratan una
infección con antibióticos, la fiebre con otros fármacos y los valores anormales de sal y de
minerales en sangre mediante la regulación de líquidos y sales.
Se debe evitar que se autolesionen las personas muy agitadas o con alucinaciones, o bien que
hagan daño a quienes se ocupan de ellas. En los hospitales a veces se utilizan ataduras
acolchadas. Las benzodiacepinas, como el diazepam, el triazolam y el temazepam pueden
ayudar a calmar la agitación. Los fármacos antipsicóticos como el haloperidol, la tioridazina y
la clorpromazina se administran habitualmente sólo a personas en estado de paranoia agresiva
o con mucho temor, o a las que no se calman con las benzodiacepinas.
Los hospitales utilizan las ataduras con precaución y los médicos son cautelosos en la
prescripción de fármacos, sobre todo tratándose de personas mayores, ya que las ataduras o
los fármacos pueden causar más agitación o confusión y ocultar un problema subyacente. Sin
embargo, si el delirio es causado por el alcohol, prescriben benzodiacepinas hasta que
desaparezca la agitación.
Corte de cerebro normal y atrofia cerebral
Nótese la disminución del tejido cerebral a nivel de la corteza, así como el mayor tamaño de los surcos.
Demencia
La demencia puede aparecer súbitamente en personas jóvenes en quienes una lesión grave,
una enfermedad o ciertas sustancias tóxicas (como el monóxido de carbono) han destruido
células cerebrales. Sin embargo, la demencia habitualmente se desarrolla de forma lenta y
afecta a las personas mayores de 60 años. A pesar de todo, la demencia no forma parte del
proceso normal de envejecimiento. A medida que la persona envejece, los cambios en el
cerebro causan una cierta pérdida de memoria, especialmente la de hechos recientes y un
deterioro en la capacidad de aprendizaje. Estas alteraciones no afectan a las funciones
normales. La falta de memoria en las personas mayores se denomina pérdida de memoria senil
benigna y no es necesariamente un signo de demencia o un síntoma precoz de la enfermedad
de Alzheimer. La demencia es un deterioro mucho más grave de la capacidad mental y
empeora con el tiempo. Mientras que las personas que envejecen normalmente pueden llegar a
olvidar detalles, las personas que sufren de demencia pueden llegar a olvidar por completo los
acontecimientos recientes.
Causas
La segunda causa más frecuente de la demencia son los ictus repetidos. Cada uno de estos
accidentes vasculares cerebrales es poco importante, no da lugar a debilidad inmediata o muy
poca y raras veces ocasiona el tipo de parálisis que causan los ictus más grandes. Estos
pequeños ictus paulatinamente destruyen el tejido cerebral; las zonas destruidas por falta de
irrigación sanguínea se llaman infartos. Puesto que esta clase de demencia es el resultado de
muchos ictus pequeños, este trastorno es conocido bajo el nombre de demencia multiinfarto.
En general las personas con demencia multiinfarto sufren de presión arterial alta o de diabetes,
procesos que pueden lesionar los vasos sanguíneos en el cerebro. La demencia puede también
ser causada por una lesión cerebral o por un paro cardíaco.
Otras causas de demencia son poco frecuentes. Una enfermedad poco frecuente, la de Pick, es
muy similar a la de Alzheimer, salvo que sólo afecta a una parte muy pequeña del cerebro y
progresa de forma mucho más lenta. Aproximadamente del 15 al 20 por ciento de las personas
con la enfermedad de Parkinson, tarde o temprano sufren de demencia. La demencia también
ocurre en personas con SIDA y con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob; ésta es una
enfermedad poco frecuente de progresión rápida, causada por una infección del cerebro,
probablemente por una partícula llamada prion, la cual puede tener relación con la enfermedad
de las vacas locas.
Las personas que sufren traumatismos craneales repetidos, como por ejemplo los boxeadores,
habitualmente desarrollan una demencia pugilística (encefalopatía traumática progresiva
crónica); algunas de ellas también desarrollan hidrocefalia.
Algunas personas mayores con depresión tienen seudodemencia (sólo parecen tener
demencia). Comen y duermen poco y se quejan amargamente de su pérdida de memoria, a
diferencia de las personas con demencia real, que habitualmente niegan que pierden la
memoria.
Síntomas
La demencia progresa a un ritmo que difiere según la persona. Analizando la forma como ha
empeorado la enfermedad en los años anteriores es, a menudo, una buena manera de predecir
el curso que seguirá en el año siguiente. La demencia causada por el SIDA empieza
generalmente de forma sutil, pero progresa regularmente en el curso de meses o años. Raras
veces precede a otros síntomas del SIDA. Por el contrario, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob
lleva a una demencia grave y a la muerte en menos de un año.
En su forma más avanzada, la demencia acaba en una falta casi absoluta de la capacidad de
función del cerebro. Las personas con demencia se vuelven retraídas y son menos capaces de
controlar su comportamiento. Tienen explosiones de cólera y cambios de humor y tienden a
divagar. Al final, les resulta imposible seguir una conversación y pueden perder el habla.
Diagnóstico
Al mismo tiempo, los médicos intentan buscar una causa del deterioro mental susceptible de
tratamiento, como una enfermedad tiroidea, valores anormales de electrólitos en la sangre,
infecciones, un déficit de vitaminas, una intoxicación por medicamentos o una depresión.
Siempre se hacen los análisis de sangre habituales y el médico revisa todos los fármacos que
la persona está tomando por si alguno de ellos es el responsable. El médico puede solicitar una
tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM) para descartar un tumor
cerebral, una hidrocefalia o un ictus.
Los médicos sospechan una enfermedad de Alzheimer como la causa de una demencia en una
persona mayor cuya memoria sufre un deterioro gradual. Aunque el diagnóstico mediante el
examen de la persona puede ser correcto en el 85 por ciento de los casos, la única prueba que
permite confirmar la enfermedad de Alzheimer es la autopsia. En la misma se observa una
pérdida de células nerviosas. Entre las células nerviosas restantes se ven haces neurofibrilares
y placas compuestas de amiloide (un tipo
anormal de proteína), distribuidas por todo el
tejido cerebral. Para diagnosticar la enfermedad
de Alzheimer se han propuesto también pruebas
del líquido cefalorraquídeo y exploraciones
cerebrales especiales denominadas tomografías
por emisión de positrones (TEP), aunque
todavía no son lo suficientemente fiables.
Tratamiento
Como la demencia es habitualmente progresiva, es esencial tener un plan para el futuro. Esta
planificación asocia habitualmente los esfuerzos de un médico, un trabajador social,
enfermeras y un abogado. Sin embargo, la mayor responsabilidad recae sobre la familia y el
estrés puede ser enorme. A menudo es posible conseguir períodos de descanso para la carga
que significa un cuidado permanente de estas personas, pero ello depende del comportamiento
específico y de las capacidades de dichas personas con demencia, así como de los recursos de
los familiares y de la comunidad. Las oficinas de asistencia social, como el departamento de
asistencia social del hospital de la comunidad, pueden ayudar a encontrar las ayudas
adecuadas. Las opciones pueden consistir en un programa de cuidado diurno, visitas de
enfermeras a domicilio, asistencia a tiempo parcial o completo para las tareas domésticas o la
ayuda de alguien que viva de forma permanente en la casa. A medida que la situación mental
de la persona se deteriora, la mejor solución puede ser el internamiento en un centro
especializado en el cuidado de estas personas.
CAPITULO 77
Estupor y coma
Los niveles de actividad en un cerebro normal varían constantemente y son muy diferentes
entre el estado de vigilia y el de sueño. La actividad cerebral cuando la persona está
concentrada y reflexiona es diferente de la actividad de una persona que está relajada en una
playa. Estos diferentes niveles son estados normales y el cerebro puede pasar rápidamente de
un estado de alerta a otro. Durante estados anormales de alerta (niveles alterados de
consciencia), el cerebro no puede pasar de una función a otra de forma adecuada.
La parte del cerebro que se encuentra en lo profundo del tronco encefálico controla los niveles
de consciencia y estimula rítmicamente al cerebro a mantener un estado de vigilia y alerta.
Durante el estado de consciencia habitualmente se recibe información visual por los ojos,
sonido por los oídos, sensaciones táctiles por la piel, así como estímulos de cualquier otro
órgano sensorial con el fin de ajustar un nivel de alerta adecuado. Cuando este sistema o sus
conexiones a otras partes del cerebro no funciona normalmente, las sensaciones recibidas no
logran influenciar los niveles del cerebro de vigilia y de alerta de manera correcta. En estos
casos, el nivel de consciencia disminuye. Los períodos de trastornos de la consciencia pueden
ser de corta o larga duración y pueden abarcar desde estados de confusión ligera hasta una
situación de inconsciencia total.
Existen varios términos médicos para describir los niveles anormales de consciencia. En
estados de delirio y de confusión, la persona puede estar completamente despierta pero
desorientada; en otras palabras, puede confundir los sucesos pasados con los presentes, y
puede estar agitada e incapaz de interpretar y de comprender las situaciones de manera
correcta. El embotamiento es un nivel disminuido de alerta. La hipersomnia es un sueño
excesivamente duradero o profundo del que uno sólo puede despertarse si es estimulado
enérgicamente. El estupor es una falta profunda de respuesta caracterizada porque solamente
se consigue despertar a la persona durante un período breve de tiempo y sólo con una
estimulación enérgica y repetida, como sacudidas, gritos, pellizcos o pinchazos. El coma es
estado similar a la anestesia o al sueño profundo, caracterizado porque no se puede despertar a
la persona. En un estado de coma profundo pueden estar ausentes incluso los reflejos de
evitación primitivos, como los que se producen frente al dolor.
Causas
Muchas enfermedades graves, lesiones o anomalías pueden afectar al cerebro y causar estupor
y coma. Un breve estado de inconsciencia puede ser causado por un traumatismo leve en la
cabeza, convulsiones o por una disminución de la llegada de sangre al cerebro, como en el
caso de desmayos o de un ictus. Un estado de inconsciencia prolongado puede ser causado por
un traumatismo en la cabeza más grave, una encefalitis, una reacción tóxica a fármacos o la
ingestión intencional de sedantes u otras sustancias. El metabolismo del cuerpo que controla
los valores de sal, azúcar y otras sustancias químicas de la sangre, también puede afectar a la
función cerebral.
Diagnóstico
Una persona inconsciente representa un desafío para todo el personal médico. Las personas
afectadas de una enfermedad que puede causar pérdida de consciencia pueden ayudar a
establecer un diagnóstico rápido si llevan una identificación médica al respecto. Tales
enfermedades son la diabetes, la epilepsia, una arritmia cardíaca, el asma y enfermedades
renales y hepáticas graves. Puesto que una persona inconsciente no puede hablar, los
familiares y los amigos deben proporcionar al médico toda la información con respecto a los
medicamentos, las drogas, el alcohol o cualquier otra sustancia tóxica que aquélla haya podido
ingerir. Si ha tomado un fármaco o una sustancia tóxica, el médico querrá ver una muestra de
esta sustancia o su envase.
También busca signos de una lesión cerebral. Una indicación de lesión cerebral es la
respiración de Cheyne-Stokes, una forma de respiración que alterna una fase rápida y otra más
lenta, luego una interrupción de varios segundos y posteriormente vuelve a la fase rápida y así
sucesivamente. También son signos de lesiones cerebrales significativas las posturas
inusuales, especialmente la rigidez de descerebración, en la cual se produce una contracción
de la mandíbula y el cuello, la espalda, los brazos y las piernas se encuentran inmóviles,
rígidos y extendidos. Una flaccidez general del cuerpo es aún más preocupante, puesto que
indica una pérdida total de actividad en ciertas áreas importantes del sistema nervioso.
Los ojos también pueden proporcionar información importante sobre el estado de la persona.
El médico analiza la posición de las pupilas, su capacidad para moverse, su tamaño, la
reacción a una luz intensa, la habilidad de seguir un objeto en movimiento, y el aspecto de la
retina. Las pupilas de tamaño desigual pueden ser un signo de que algo ejerce presión dentro
del cráneo. El médico necesita saber si habitualmente las pupilas del paciente ya eran de
tamaño diferente o si la persona está bajo medicación contra el glaucoma, lo cual puede
modificar el tamaño de las pupilas.
Las pruebas de laboratorio pueden añadir información sobre las posibles razones del estado de
estupor o de coma. Los análisis de sangre miden los valores de azúcar, de glóbulos rojos (en
busca de anemia), los glóbulos blancos (en busca de una infección), los valores de sal, de
alcohol (en busca de embriaguez) y la concentración de oxígeno y de anhídrido carbónico.
También se hace un análisis de orina en busca de azúcar y sustancias tóxicas.
Se pueden hacer otras pruebas, como una tomografía computadorizada (TC) o una resonancia
magnética (RM) del cráneo para excluir una lesión cerebral o una hemorragia. Si el médico
sospecha una infección cerebral, lleva a cabo una punción lumbar (inserción de una aguja en
la columna lumbar) para extraer una muestra del líquido cefalorraquídeo y proceder a su
examen. En pacientes cuyo estado de coma puede ser debido a un tumor o a una hemorragia
cerebral, se realizan urgentemente una TC o una RM antes de practicar una punción lumbar,
para asegurarse de que la presión cerebral no está elevada.
Tratamiento
La alteración rápida de un estado de consciencia es una urgencia médica que requiere atención
y tratamiento inmediatos. Para poder instaurar un tratamiento eficaz es imprescindible
establecer el diagnóstico, aunque no siempre puede hacerse rápidamente Hasta disponer de los
resultados de los análisis específicos (lo cual puede requerir horas o días), la persona ingresa
en una unidad de cuidados intensivos, donde las enfermeras pueden controlar el ritmo
cardíaco, la presión arterial, la temperatura y la concentración de oxígeno en la sangre.
En caso de coma profundo, el cerebro puede estar tan lesionado que le sea imposible asumir
las funciones corporales primarias, como respirar. En tales circunstancias puede ser necesario
un respirador artificial para ayudar a la función pulmonar
Pronóstico
Es muy difícil predecir las posibilidades de recuperación de un estado de coma profundo que
haya durado más de unas horas. Las posibilidades de recuperación dependen de la causa que
lo ha producido. Si el coma es debido a una lesión (traumatismo) de la cabeza, puede
alcanzarse una recuperación importante aun cuando el coma haya durado varias semanas (pero
no más de tres meses). En el caso de que haya sido por un paro cardíaco o por una falta de
oxígeno, es poco probable que la recuperación sea total, sobre todo si el coma ha durado un
mes. En el caso de aquellas personas que han estado en coma profundo durante varias
semanas, la familia debe decidir si quiere que el médico siga manteniendo el respirador, la
alimentación artificial y la medicación. La familia debe tratar estos aspectos con el médico y
mostrarle cualquier documento que contenga los deseos de atención médica de la persona en
coma en lo que concierne a su última voluntad, como un testamento o un poder general al
respecto que hubiera redactado con anterioridad.
En ciertos casos, después de un traumatismo cerebral, de una falta de oxígeno o de una
enfermedad que afecte gravemente al cerebro, la persona con una lesión cerebral grave puede
entrar en un estado vegetativo. En esta situación, la persona tiene patrones relativamente
normales de vigilia y de sueño; puede respirar y deglutir espontáneamente e incluso tener
reacciones de sobresalto ante ruidos fuertes, pero ha perdido de manera temporal o
permanente la capacidad de pensar y de actuar conscientemente. La mayoría de las personas
en estado vegetativo tienen reflejos anormalmente exagerados, además de rigidez y
movimientos espasmódicos de los brazos y de las piernas..
El estado de cautiverio (locked-in) es una situación poco frecuente en la cual la persona está
consciente y puede pensar pero tiene una parálisis tan grave que sólo puede comunicarse
abriendo y cerrando los ojos para contestar a preguntas. Puede suceder en casos de parálisis
grave de los nervios periféricos o en ciertos accidentes vasculares cerebrales agudos.
El cerebro y la médula espinal tienen una extraordinaria resistencia a las infecciones, pero
cuando se infectan, las consecuencias son habitualmente muy graves. Por ejemplo, la
meningitis, una inflamación del revestimiento del cerebro y de la médula espinal (meninges),
habitualmente está causada por una infección bacteriana o vírica. La meningitis aséptica es un
termino utilizado para describir una inflamación de las meninges habitualmente causada por
un virus, pero se trata a veces de una reacción autoinmune (como ocurre ocasionalmente en la
esclerosis múltiple), de un efecto secundario de un medicamento como el ibuprofeno o por la
inyección de productos químicos en el canal espinal.
La encefalitis, una inflamación del propio cerebro, habitualmente es causada por una infección
vírica, pero también puede ser secundaria a una reacción autoinmune. Un absceso es una
infección localizada, semejante a un furúnculo, que puede desarrollarse en cualquier parte del
cuerpo, incluso en el cerebro.
Las bacterias y los otros microorganismos infecciosos pueden alcanzar las meninges y otras
áreas del cerebro de diversas maneras desde sitios distantes. Pueden ser llevadas por la
corriente sanguínea, o pueden entrar en el cerebro por penetración directa debido a una herida
o a una intervención quirúrgica, por ejemplo. Los abscesos pueden propagarse desde
estructuras próximas al cerebro, como los senos paranasales.
Meningitis bacteriana
Causas
Más del 80 por ciento de todos los casos de meningitis son causados por tres especies de
bacterias: Neisseria meningitidis, Hemophilus influenzae y Streptococcus pneumoniae. Las
tres se encuentran normalmente en el ambiente que nos rodea y pueden incluso vivir, sin
causar daño alguno, en la nariz o en el aparato respiratorio de una persona. De manera
ocasional, estos organismos infectan el cerebro sin que se pueda identificar la razón de ello.
En otros casos, la infección se debe a una herida en la cabeza o es causada por una
anormalidad del sistema inmune. Las personas con mayor riesgo de tener meningitis por causa
de una de estas bacterias son las que abusan del alcohol, las que han sido sometidas a una
esplenectomía (extirpación del bazo) o las que tienen una infección crónica del oído y de la
nariz, una neumonía neumocócica o una drepanocitosis.
Punción lumbar para el diagnóstico de meningitis
Se inserta una aguja pequeña y hueca en la parte inferior del canal medular, habitualmente entre la cuarta y la quinta vértebra lumbar, por debajo de la
región donde termina la médula espinal. El líquido cefalorraquídeo se recoge en un tubo y se envía al laboratorio para su análisis.
En raras ocasiones, otros tipos de bacterias como Escherichia coli (presente normalmente en el
colon y las heces) y Klebsiella causan meningitis. Las infecciones por estas bacterias son
habitualmente consecuencia de heridas en la cabeza, de una cirugía del cerebro o de la médula
espinal, de una infección de la sangre o de una infección contraída en un hospital; ocurren con
más frecuencia entre personas con un sistema inmunológico deficiente. Las que padecen
insuficiencia renal o están tomando corticosteroides tienen un riesgo más elevado de contraer
meningitis por la bacteria Listeria.
La meningitis es más frecuente en niños de un mes a dos años de edad. Es mucho menos
frecuente en los adultos, a menos que tengan determinados factores de riesgo; sin embargo,
pueden presentarse pequeñas epidemias en ambientes como campos de entrenamiento militar,
residencias de estudiantes u otros sitios en donde la gente se encuentra en estrecho contacto.
Síntomas
Los síntomas precoces más importantes de una meningitis son fiebre, dolor de cabeza, rigidez
de cuello, dolor de garganta y vómitos. La rigidez de cuello (rigidez de nuca) no significa
simplemente dolor a la flexión del mismo; de hecho es imposible o provoca mucho dolor
tratar de hacer que la barbilla toque el pecho. Los adultos pueden enfermar gravemente en el
curso de 24 horas, y los niños incluso antes. Los niños mayores y los adultos pueden volverse
irritables, confusos y cada vez más somnolientos. Este estado puede progresar hacia el
estupor, el coma y, finalmente, la muerte. La infección causa inflamación de los tejidos
cerebrales e impide el flujo sanguíneo, lo que produce síntomas de un ataque vascular cerebral
como una parálisis. En algunos casos se presentan convulsiones. El síndrome de Waterhouse-
Friderichsen, una infección de evolución rápida y catastrófica, es causada por Neisseria
meningitidis; produce diarrea grave, vómitos, convulsiones, hemorragias internas,
hipotensión, shock y, frecuentemente, la muerte.
Diagnóstico
Puesto que la meningitis bacteriana (especialmente cuando está causada por Neisseria
meningitidis) puede causar la muerte en pocas horas, se requiere atención médica inmediata.
Una fiebre inexplicada en niños de menos de dos años requiere un examen médico completo e
inmediato, especialmente si se vuelve irritable o más somnoliento que de costumbre, se niega
a comer, tiene vómitos, convulsiones o si presenta rigidez de nuca. Si el médico sospecha que
pueda tratarse de una meningitis bacteriana, generalmente se le trata con antibióticos incluso
antes de tener los resultados del análisis.
Otro signo es que el médico no logre estirar las rodillas flexionadas del niño, al tratar de
levantarle las piernas.
Para ayudar a establecer el diagnóstico, además de la punción lumbar, el médico puede hacer
cultivos de sangre, de orina, de mucosidad nasal y de garganta, así como del pus proveniente
de infecciones de la piel.
Tratamiento
Pronóstico
Si el tratamiento se inicia de inmediato, fallecen menos del 10 por ciento de personas con
meningitis bacteriana. Pero si el diagnóstico o el tratamiento se retrasan, es más probable que
se produzcan lesiones cerebrales permanentes o incluso la muerte, especialmente en niños
muy pequeños o en ancianos. En general la recuperación es total, aunque algunas personas
pueden tener convulsiones que requieran un tratamiento de por vida. Después de un ataque de
meningitis puede que reste un deterioro mental permanente y una parálisis.
Prevención
Meningitis crónica
La meningitis crónica es una infección cerebral que causa inflamación en las meninges
durante más de un mes.
La meningitis crónica afecta a las personas cuyo sistema inmune es deficiente, ya sea por el
SIDA, un cáncer, otras enfermedades graves, el tratamiento con fármacos anticancerosos y el
uso prolongado de prednisona.
Causas
Síntomas
Los síntomas de la meningitis crónica son muy similares a los de la meningitis bacteriana,
pero la enfermedad es de desarrollo más lento (habitualmente, varias semanas en vez de días).
La fiebre es menos elevada que en el caso de la meningitis bacteriana. Son frecuentes el dolor
de cabeza, la confusión e incluso el dolor de espalda y ciertas anomalías neurológicas (como
debilidad, hormigueo, pérdida de sensibilidad y parálisis facial).
Diagnóstico
Tratamiento
La meningitis crónica causada por un hongo habitualmente se trata con fármacos antifúngicos
administrados por vía intravenosa. Los más utilizados son la amfotericina B, la flucitosina y el
fluconazol. Cuando la curación de tal infección resulta muy difícil, a veces se administra la
amfotericina B de forma directa dentro del líquido cefalorraquídeo, ya sea a través de
punciones lumbares o repetidas por medio de un reservorio de Ommaya (un aparato que se
implanta bajo el cuero cabelludo y que hace llegar el fármaco a los ventrículos cerebrales a
través de un pequeño tubo). La meningitis por criptococo se trata con amfotericina B,
generalmente en combinación con flucitosina.
La meningitis herpética recidivante puede ser tratada con aciclovir y la meningitis por
citomegalovirus, con ganciclovir. Generalmente las meningitis víricas se curan solas sin
necesidad de un tratamiento específico.
Infecciones víricas
La encefalitis es una inflamación del cerebro, habitualmente causada por un virus, y se conoce
como encefalitis vírica. La encefalomielitis es una inflamación tanto del cerebro como de la
médula espinal, también causada por un virus. La meningitis aséptica es una inflamación de
las meninges (el revestimiento del cerebro y de la médula), habitualmente causada por un
virus.
Varios tipos de virus pueden infectar el cerebro y la médula, incluidos los que causan el
herpes y las paperas. Algunas de estas infecciones ocurren en forma de epidemias y algunas
son propagadas por insectos.
En ciertos casos el virus propiamente no infecta el cerebro y la médula, pero puede causar
reacciones inmunológicas que resultan, de manera indirecta, en una inflamación de estas
estructuras. Este tipo de encefalitis (encefalitis parainfecciosa o encefalitis postinfecciosa)
puede presentarse después del sarampión, de la varicela o de la rubéola. La inflamación
característicamente aparece entre 5 y 10 días después de la infección vírica y puede causar
lesiones graves en el sistema nervioso.
En contados casos, la inflamación del cerebro se desarrolla semanas, meses o años después de
una infección vírica. Un ejemplo es la panencefalitis subaguda esclerosante, una inflamación
cerebral que en ciertas ocasiones se presenta después del sarampión y habitualmente ocurre en
niños.
Síntomas
Las infecciones víricas del cerebro pueden producir tres tipos de síntomas diferentes. Algunas
infecciones son leves, causando fiebre y un estado de malestar general, habitualmente sin
síntomas específicos.
Ciertos virus producen síntomas adicionales. Por ejemplo, el virus del herpes simple produce
convulsiones repetidas en las fases iniciales de la encefalitis. El líquido cefalorraquídeo en la
encefalitis por herpes simple contiene glóbulos rojos además de glóbulos blancos (lo cual es
poco usual en otras formas más leves de infecciones víricas).
Este virus también puede causar una inflamación del lóbulo temporal del cerebro, que puede
ser diagnosticado rápidamente por la resonancia magnética (RM). La tomografía
computadorizada (TC) puede mostrar cambios únicamente si existen lesiones graves.
Diagnóstico
En un principio puede ser difícil distinguir entre una meningitis vírica o aséptica de una
meningitis bacteriana, y la encefalitis puede parecerse a muchas otras enfermedades que
causan una disfunción cerebral. Al primer síntoma de cualquiera de estas enfermedades los
médicos tratan de determinar la causa de la infección. Casi siempre realizan una punción
lumbar para analizar el líquido cefalorraquídeo.
Los médicos también practican otras pruebas inmunológicas para cuantificar los anticuerpos
contra el virus. Pero incluso con estas pruebas, en más de la mitad de los casos no se logra
identificar un virus específico. El médico también puede solicitar una TC o una RM para
confirmar que los síntomas no son causados por un absceso cerebral, por un derrame cerebral
o por un problema estructural, como un hematoma, un aneurisma o un tumor.
Pronóstico y tratamiento
Muchas personas afectadas por una infección vírica del cerebro se restablecen completamente.
Las posibilidades de sobrevivir y de recuperarse dependen del tipo de virus. La encefalitis
herpética causa lesiones cerebrales graves, pero puede ser tratada con aciclovir. Para
conseguir una recuperación satisfactoria, el tratamiento debe comenzar antes de que el
paciente entre en estado de coma. Las lesiones permanentes son más habituales en los bebés.
Los niños habitualmente se restablecen al cabo de un período largo, mientras que el adulto se
recupera rápidamente.
El fármaco zidovudina (AZT) puede retardar la demencia causada por el virus del SIDA. La
leucoencefalopatía multifocal progresiva en ocasiones se trata con citarabina o vidarabina,
pero en el mejor de los casos estos fármacos sólo retardan la progresión de la infección.
Absceso cerebral frontal izquierdo
Imagen de absceso ce rebral frontal izquierdo, rodeado por una zona de edema.
Absceso cerebral
Síntomas
Diagnóstico
Tratamiento
Un absceso cerebral puede ser mortal si no se trata con antibióticos. Los más utilizados son la
penicilina, el metronidazol, la nafcilina y las cefalosporinas, como la ceftizoxima. Los
antibióticos suelen administrarse durante 4 a 6 semanas y cada dos semanas se repite la TC o
la RM. Si el antibiótico no cura la infección es posible la intervención del cirujano para drenar
el absceso quirúrgicamente.
Empiema subdural
Un empiema subdural es una colección de pus entre el cerebro y el tejido que lo envuelve (las
meninges), más que en el propio cerebro.
Habitualmente el empiema subdural es una complicación de una sinusitis, pero puede también
ser causado por una infección grave del oído, una herida en la cabeza o el cerebro, una
intervención quirúrgica o una infección de la sangre secundaria a una infección pulmonar. Los
mismos tipos de bacterias que producen un absceso cerebral pueden también causar empiemas
subdurales, y los médicos tratan ambos procesos de la misma manera.
Tanto el absceso cerebral, como el empiema subdural pueden causar dolores de cabeza,
somnolencia, convulsiones y otros signos de disfunción cerebral. Los síntomas pueden
evolucionar en el curso de varios días y, sin tratamiento, progresan rápidamente hasta causar
una pérdida total de consciencia y la muerte. La TC y la RM son las mejores pruebas para
llegar a un diagnóstico. Una punción lumbar es de poca ayuda y puede ser peligrosa. En
lactantes, a veces puede insertarse una aguja directamente en el empiema a través de la
fontanela (el punto blando entre los huesos del cráneo) para drenar el pus, aliviar la presión y
ayudar a establecer el diagnóstico.
En algunas partes del mundo, los gusanos pueden infectar el cerebro. En el hemisferio
occidental, la cisticercosis es la más frecuente de estas infecciones. Cuando una persona
ingiere alimentos contaminados por huevos de Cisticercus, los jugos gástricos producen la
eclosión de los huevos y se produce la salida de las larvas. Éstas entran en el torrente
sanguíneo y son distribuidas por todo el cuerpo, incluyendo el cerebro. Las larvas forman
quistes que pueden causar dolores de cabeza y convulsiones. Los quistes degeneran y las
larvas se mueren, lo cual desencadena inflamación, hinchazón y problemas neurológicos.
Un tumor es una masa anormal en cualquier parte del cuerpo. Aunque técnicamente un tumor
puede ser un foco de infección (un absceso) o de inflamación, este término habitualmente
significa un nuevo crecimiento anormal (neoplasia) que puede ser maligno (canceroso) o
benigno (no canceroso).
Un tumor benigno causa pocos problemas o ninguno en la mayoría de las partes del cuerpo,
pero cualquier masa anormal en el cerebro puede causar daños considerables. Un tumor puede
causarle daño al cerebro de dos maneras: por una parte, un tumor en desarrollo puede destruir
directamente el tejido; por otro lado, dado que el cráneo es duro y que su contenido no puede
expandirse, la presión de la masa en crecimiento sobre el cerebro puede lesionar ciertas áreas
situadas lejos del tumor. Un tumor en la médula espinal también puede causar lesiones debido
a la presión ejercida sobre zonas cruciales del tejido nervioso.
Los neurofibromas, crecimientos blandos de tejido nervioso, pueden lesionar los nervios
periféricos (los que se encuentran fuera del cerebro y de la médula espinal) así como las raíces
de los nervios que salen de la médula. Finalmente, otros cánceres situados en cualquier lugar
del cuerpo pueden afectar al sistema nervioso, teniendo como consecuencia el desarrollo de
síndromes paraneoplásicos.
Tumores cerebrales
Un tumor cerebral benigno es una masa anormal, pero no cancerosa, de tejido cerebral. Un
tumor cerebral maligno es cualquier cáncer en el cerebro con capacidad de invadir y destruir
tejido adyacente o un cáncer que se ha extendido (que ha hecho metástasis) al cerebro desde
otro lugar del cuerpo a través del torrente sanguíneo.
En el cerebro pueden crecer varios tipos de tumores benignos. El nombre que reciben depende
de las células específicas o de los tejidos en los cuales se originan: los schwannomas, tienen su
origen en las células de Schwann que recubren los nervios; los ependimomas, en células que
recubren la superficie interna del cerebro; los meningiomas, en las meninges, o sea, el tejido
que recubre la superficie externa del cerebro; los adenomas, en células glandulares; los
osteomas, en las estructuras óseas del cráneo; y los hemangioblastomas, en los vasos
sanguíneos. Algunos tumores cerebrales benignos (como los craneofaringiomas, los
cordomas, los germinomas, los teratomas, los quistes dermoides y los angiomas) pueden estar
presentes ya en el momento de nacer.
Los meningiomas habitualmente son benignos, pero pueden reaparecer después de ser
extirpados. Estos tumores son más frecuentes en las mujeres y habitualmente aparecen entre
los 40 y los 60 años, pero pueden empezar a desarrollarse en la infancia o incluso más
adelante en la vida. Los síntomas y los peligros inherentes a estos tumores dependen de su
tamaño y de la rapidez de su crecimiento, así como de su localización en el cerebro. Si crecen
demasiado, pueden causar un deterioro mental semejante a la demencia.
Los tumores cerebrales malignos más frecuentes son las metástasis de un cáncer que ha tenido
su origen en otra parte del cuerpo. El cáncer de mama o de pulmón, el melanoma maligno y el
cáncer de células sanguíneas como la leucemia y el linfoma pueden propagarse al cerebro. Las
metástasis pueden desarrollarse en una única área del cerebro o bien en varias partes.
Los tumores cerebrales primarios se originan en el cerebro. Casi siempre, los tumores
primarios son gliomas, que crecen a partir de los tejidos que rodean y sostienen las células
nerviosas. Varios tipos de glioma son malignos; el glioblastoma multiforme es el tipo más
frecuente. Otros tipos de tumores primarios son el astrocitoma anaplásico de crecimiento
rápido, el astrocitoma de desarrollo lento y los oligodendrogliomas. Los meduloblastomas,
que son poco frecuentes, habitualmente aparecen en niños antes de la pubertad. Los sarcomas
y los adenocarcinomas son cánceres poco frecuentes que se desarrollan a partir de estructuras
no nerviosas.
Los tumores del cerebro ocurren con igual frecuencia en el hombre y en la mujer, pero
algunos tipos son más frecuentes en los varones y otros más frecuentes en la mujer. Por
razones desconocidas, el linfoma del cerebro aparece cada vez con más frecuencia,
especialmente en personas que padecen SIDA.
Síntomas
Los síntomas aparecen cuando el tejido cerebral es destruido o cuando la presión en el cerebro
aumenta; tales circunstancias pueden ocurrir tanto si el tumor cerebral es benigno como si es
maligno. Sin embargo, cuando el tumor cerebral es una metástasis proveniente de un cáncer
distante, la persona también puede tener síntomas relacionados con ese cáncer. Por ejemplo, el
cáncer del pulmón puede causar tos con moco sanguinolento, o el cáncer de la mama puede
producir un bulto en la mama.
Diagnóstico
Una simple radiografía del cráneo y del cerebro es de poca utilidad en el diagnóstico de
tumores cerebrales (salvo en raros casos de un meningioma o de un adenoma de la hipófisis).
Todos los tipos de tumores del cerebro son visibles en una tomografía computadorizada (TC)
o en una resonancia magnética (RM), las cuales pueden medir con precisión el tamaño y la
localización del tumor. Cuando un tumor cerebral aparece en una TC o una RM, se efectúan
pruebas complementarias para determinar su tipo exacto.
Algunos tipos de tumores también pueden producir valores anormales de hormonas en sangre,
aunque la mayoría no lo hace. Debe hacerse una biopsia del tumor (obtención de una muestra
para su examen al microscopio) para determinar su tipo y si es maligno.
Algunas veces, el examen al microscopio del líquido cefalorraquídeo obtenido por una
punción lumbar (inserción de una aguja en la columna lumbar para extraer una muestra del
líquido de la médula) muestra células cancerosas. La punción lumbar no debe hacerse si existe
evidencia de un aumento de presión dentro del cráneo, porque un cambio súbito en dicha
presión puede causar una hernia, que es una de las complicaciones más peligrosas de un tumor
cerebral. Al producirse la herniación, el aumento de la presión intracraneal empuja el tejido
cerebral hacia abajo a través de la estrecha abertura en la base del cráneo, comprimiendo así la
parte más inferior del cerebro (tronco encefálico). Como resultado, se desestabilizan las
funciones esenciales controladas por el tronco encefálico, como la respiración, el ritmo
cardíaco y la presión arterial. Sin un diagnóstico y tratamiento rápidos, la herniación puede
causar un estado de coma y la muerte.
Tratamiento
El tratamiento de un tumor cerebral depende del tipo y localización del mismo. Cuando es
posible, el tumor se extirpa quirúrgicamente. Muchos tumores cerebrales pueden extirparse sin
apenas daño al cerebro o incluso sin ningún daño. Sin embargo, algunos crecen en lugares a
los que es muy difícil o imposible acceder, sin correr el riesgo de destruir estructuras vitales.
La cirugía a veces causa lesiones cerebrales que pueden conllevar una parálisis parcial,
cambios en los sentidos, debilidad y deficiencia intelectual. Sin embargo, extirpar un tumor es
necesario si su crecimiento afecta a estructuras cerebrales importantes. Aun en casos en los
cuales la extirpación no puede curar el cáncer, la cirugía puede ser útil para reducir el tamaño
del tumor, aliviar los síntomas y permitir al médico determinar con exactitud de qué clase de
tumor se trata y si otro tipo de tratamiento, como por ejemplo la radioterapia, podría ser
adecuado.
Algunos tumores benignos deben ser extirpados, ya que su crecimiento progresivo en lugares
con un espacio limitado puede causar lesiones graves e incluso la muerte. Siempre que sea
posible se deben extirpar los meningiomas y ello habitualmente puede hacerse de manera total
y segura. Sin embargo, los meningiomas muy pequeños y los que se desarrollan en las
personas mayores no deben extirparse. En general, los tumores benignos, como los
schwannomas y los ependimomas, pueden tratarse de manera similar. En algunos casos
después de la extirpación se aplica radioterapia para destruir cualquier célula que haya
quedado.
Muchos tumores cerebrales, y en especial los malignos, son tratados con una combinación de
cirugía, radioterapia y quimioterapia. Después de haber extirpado la mayor cantidad posible
de tumor, se inicia la radioterapia. Ésta habitualmente no cura el cáncer cerebral, pero puede
reducir el tumor lo suficiente como para mantenerlo bajo control durante muchos meses e
incluso años. La quimioterapia se utiliza para tratar ciertos tipos de cáncer cerebral. Los
cánceres cerebrales, metastásicos o primarios, pueden responder a la quimioterapia.
El abordaje terapéutico de las metástasis cerebrales depende en gran manera de la zona donde
se ha originado el cáncer. A menudo se efectúa radioterapia en los tumores cancerosos del
cerebro. La extirpación quirúrgica puede ser útil sólo si hay una única metástasis. Además de
los tratamientos habituales, existen otros experimentales que implican el uso de quimioterapia,
la colocación de implantes radiactivos dentro del tumor y también radiocirugía.
Pronóstico
A pesar del tratamiento, sólo el 25 por ciento de las personas con cáncer del cerebro vive más
de dos años. El pronóstico es ligeramente mejor en tumores como los astrocitomas y los
oligodendrogliomas, los cuales no suelen reproducirse durante los 3 a 5 años posteriores al
tratamiento. Aproximadamente el 50 por ciento de las personas tratadas por un
meduloblastoma sobrevive más de 5 años.
El tratamiento del cáncer cerebral tiene más posibilidades de éxito en personas de menos de
45 años, en las que padecen un astrocitoma anaplásico en vez de un glioblastoma multiforme
y en aquellas personas cuyo tumor puede ser extirpado quirúrgicamente en gran parte o en su
totalidad.
Tumores medulares
Los tumores de la médula espinal son masas de tejido de nuevo crecimiento, benignos o
malignos, que se desarrollan en la médula espinal.
Estos tumores de la médula espinal pueden ser primarios (se originan en la médula espinal) o
secundarios (metástasis provenientes de un cáncer que tiene su origen en otra parte del
cuerpo). Los tumores de la médula espinal son mucho menos frecuentes que los tumores del
cerebro y constituyen una rareza en los niños.
Sólo un 10 por ciento aproximadamente de los tumores primarios de la médula espinal tienen
su origen en las células nerviosas de la misma. Dos terceras partes de estos tumores son
meningiomas (cuyo origen está en las células meníngeas, que recubren el cerebro y la médula
espinal) y schwannomas (cuyo origen está en las células de Schwann, que recubren los
nervios). Tanto los meningiomas como los schwannomas son tumores benignos (no
cancerosos). Dentro de los tumores malignos (cancerosos) se encuentran los gliomas, que se
originan en otras células de la médula espinal, y los sarcomas, que lo hacen a partir de los
tejidos conectivos de la columna vertebral. Los neurofibromas, un tipo de schwannoma en los
cuales las células de Schwann se convierten en tumores, también pueden tener su origen en la
médula espinal formando parte de la enfermedad de von Recklinghausen.
Las metástasis se propagan a la médula espinal, o a las estructuras que la rodean, a partir de
cánceres de otras partes del cuerpo, habitualmente del pulmón, de la mama, de la próstata, del
riñón o del tiroides. Los linfomas también pueden extenderse a la médula espinal.
Síntomas
Los tumores de la médula espinal frecuentemente causan síntomas debido a que comprimen
los nervios. La presión sobre la raíz nerviosa, o sea, la parte del nervio que sale de la columna
vertebral, puede causar dolor, pérdida de sensibilidad, hormigueo y debilidad. La presión
sobre la médula misma puede causar espasmos, flojedad, mala coordinación y una
disminución de sensibilidad o anormalidades de la misma. El tumor también puede causar
dificultad en la micción, incontinencia urinaria o estreñimiento.
Diagnóstico
El médico debe descartar otros trastornos que también afecten la función de la médula espinal,
como dolor en los músculos de la espalda, contusiones óseas, un aporte insuficiente de sangre
a la médula espinal, una fractura de una vértebra, una hernia discal y también enfermedades
como la sífilis, infecciones víricas, esclerosis múltiple y esclerosis lateral amiotrófica.
Tratamiento
Neurofibromatosis
Síntomas y diagnóstico
Los neurofibromas pueden afectar a cualquier nervio, pero frecuentemente crecen en las raíces
de la médula espinal, donde habitualmente causan pocos problemas o ninguno, pero en
cambio pueden tornarse peligrosos si llegan a comprimir la médula espinal. Lo más frecuente
es que los neurofibromas ejerzan presión sobre los nervios periféricos, impidiendo su
funcionamiento normal. Los neurofibromas de los nervios de la cabeza pueden causar
ceguera, vértigo, sordera y falta de coordinación. A medida que aumenta el número de
neurofibromas, aparecen más complicaciones neurológicas.
Además de estos problemas, las personas con una forma más rara de la enfermedad,
denominada neurofibromatosis tipo 2, desarrollan tumores en el oído interno (neurinomas
acústicos). Los tumores pueden causar una disminución en la audición y, a veces, vértigo, a
edades tempranas como los 20 años.
Tratamiento
Ningún tratamiento puede detener la progresión de la neurofibromatosis o curarla, pero con
ayuda de la cirugía habitualmente se pueden extirpar uno o más tumores y también pueden
reducirse de tamaño con radioterapia. Cuando crecen muy pegados a un nervio, a menudo se
requiere la extirpación del nervio. Como la neurofibromatosis es un trastorno hereditario, la
persona afectada debe buscar consejo profesional antes de decidirse a tener hijos.
Síndromes paraneoplásicos
Los síndromes paraneoplásicos son los efectos remotos de un cáncer (con mayor frecuencia un
cáncer de pulmón o de ovario) sobre diferentes funciones del cuerpo, a menudo las del sistema
nervioso.
No se sabe con exactitud cómo un cáncer distante puede afectar al sistema nervioso. Algunos
cánceres liberan en el torrente sanguíneo determinadas sustancias que causan una reacción
autoinmune que provoca lesiones en tejidos distantes. Otros cánceres secretan sustancias que
interfieren de manera directa con la función del sistema nervioso y hasta logran destruir partes
del mismo.
Las sustancias producidas por los diferentes cánceres pueden tener efectos muy variados. Los
cánceres de la mama y de los ovarios producen a veces una sustancia que parece inducir la
aparición de un autoanticuerpo que destruye el cerebelo, causando un trastorno denominado
degeneración cerebelosa subaguda. Los síntomas de este trastorno (marcha inestable,
coordinación deficiente de brazos y piernas, dificultad para hablar, mareo y visión doble)
pueden presentarse semanas, meses o incluso años antes de que se descubra el cáncer. La
degeneración cerebelosa subaguda empeora habitualmente en semanas o meses y a menudo
deja a la persona gravemente incapacitada. Esta enfermedad es difícil de diagnosticar antes de
que se encuentre el cáncer, aun que una tomografía computadorizada (TC) o una resonancia
magnética (RM) pueden poner de manifiesto una pérdida de tejido en el cerebelo. No existe
un tratamiento eficaz, pero el proceso a veces mejora después de tratar el cáncer con éxito.
El neuroblastoma, un cáncer propio de los niños, a veces causa una combinación poco común
de síntomas que se caracterizan por movimientos incontrolados y súbitos de los ojos. El niño
también presenta un trastorno de la coordinación, junto con rigidez, espasmos y contracciones
musculares en el cuerpo, brazos y piernas. Estos síntomas pueden mejorar tratando el cáncer y
a veces también con la administración de corticosteroides como la prednisona.
En casos muy raros, la enfermedad de Hodgkin puede afectar indirectamente a las células de
los nervios de la médula espinal, ocasionando una debilidad de los brazos y las piernas de
forma similar a lo que sucede en una polineuropatía aguda. Esta situación mejora
habitualmente con corticosteroides.
Los síntomas del síndrome de Eaton-Lambert pueden mejorar cuando se trata el cáncer que
los causa. La guanidina es un fármaco que fomenta la producción, por parte de los nervios, de
una sustancia que estimula los músculos, lo que puede en parte aliviar la debilidad. Sin
embargo, la guanidina tiene efectos secundarios graves, como el de causar daño a la médula
ósea y al hígado. Otros tratamientos son la plasmaféresis, un procedimiento por medio del
cual las sustancias tóxicas se extraen de la sangre, y la administración de corticosteroides
como la prednisona.
Los cánceres pueden también causar debilidad si afectan a los músculos en vez de a los
nervios. La dermatomiositis y la polimiositis, procesos a veces inducidos por el cáncer, son
capaces de causar debilidad de los fuertes músculos del tronco. Ciertas personas pueden
desarrollar una erupción de aspecto violáceo sobre la nariz y las mejillas, e hinchazón
alrededor de los ojos (erupción tipo heliotropo). Aun cuando la dermatomiositis y la
polimiositis son mas corrientes en personas de más de 50 años con cáncer, en ocasiones
afectan a personas que no lo tienen. En algunos casos, el tratamiento con corticosteroides,
como la prednisona, puede ser eficaz.
Aunque los médicos tratan de evitar lesiones al sistema nervioso por irradiación durante el
tratamiento anticanceroso, en ciertos casos es inevitable. Los síntomas de lesión por la
radioterapia pueden aparecer súbita o lentamente, permanecer estacionarios o empeorar, y
pueden ser transitorios o permanentes. En algunos casos, los síntomas aparecen meses o años
después del tratamiento.
La irradiación del cerebro puede causar una encefalopatía aguda, con dolor de cabeza, náuseas
y vómitos, somnolencia, confusión y otros síntomas neurológicos. La encefalopatía aguda
aparece habitualmente después de la primera o de la segunda dosis de radiación, pero en
algunos casos no lo hace hasta 2 o 4 meses después de la radioterapia. Generalmente los
síntomas suelen disminuir a lo largo del período de tratamiento con radioterapia y, los
corticosteroides, como por ejemplo la prednisona, pueden acelerar la mejoría.
A veces, los síntomas de una lesión cerebral aparecen meses o años después de la radioterapia,
un estado que se conoce como lesión por irradiación de tipo retardada. Los síntomas pueden
consistir en demencia progresiva, pérdida de memoria, dificultad para pensar, percepciones
erróneas, cambios de personalidad y marcha inestable.
La radioterapia del cuello o del pecho puede causar una mielopatía por radiación, como
consecuencia de la cual la persona puede presentar el signo de Lhermitte; este signo consiste
en una sensación parecida a una descarga eléctrica que empieza en el cuello o la espalda,
habitualmente cuando se tiene flexionado el cuello, y que irradia hacia abajo hasta las piernas.
Este tipo de mielopatía por radiación suele desaparecer sin tratamiento. Otro tipo distinto de
mielopatía por radiación puede aparecer meses o años después de la radioterapia. Este tipo de
mielopatía causa debilidad, pérdida de la sensibilidad y, en algunos casos, el síndrome de
Brown-Séquard (debilidad en un lado del cuerpo y pérdida de la sensibilidad al dolor y al frío,
o calor en el otro lado). En el lado del cuerpo que experimenta debilidad, la persona puede
perder el sentido de la posición (la facultad de saber dónde se encuentran los pies y las manos
cuando no se están viendo). Este raro trastorno no suele desaparecer y hace que muchas
personas queden paralizadas.
Los nervios cercanos al área donde se ha aplicado la radioterapia también pueden sufrir daños.
Por ejemplo, en el caso de la irradiación de una mama o de un pulmón, se pueden lesionar los
nervios del brazo del lado correspondiente, causando debilidad y pérdida de la sensibilidad. La
irradiación en una o ambas ingles puede afectar a los nervios de las piernas y causar síntomas
similares.
SECCION 7 > TRASTORNOS MENTALES
CAPITULO 80
Visión general del cuidado de la salud mental
Los trastornos de la salud mental (psiquiátricos) comprenden las alteraciones del pensamiento,
de las emociones y del comportamiento. Estos trastornos están causados por complejas
interacciones entre las circunstancias físicas, psicológicas, socioculturales y hereditarias.
Tratamiento farmacológico
Terapia electroconvulsionante
Psicoterapia
Hipnosis e hipnoterapia
De modo creciente se están utilizando la hipnosis y la hipnoterapia para tratar el dolor y los
trastornos físicos que tienen un componente psicológico. Estas técnicas pueden promover la
relajación, haciendo por consiguiente que se reduzcan la ansiedad y la tensión. Por ejemplo, la
hipnosis y la hipnoterapia pueden ayudar a las personas con cáncer que, además de dolor,
tienen ansiedad o depresión.
CAPITULO 81
Trastornos psicosomáticos
El término trastorno psicosomático no tiene una definición precisa. En la mayoría de los casos
se aplica a los trastornos que se consideran originados por factores psicológicos. Sin embargo,
no existen trastornos físicos que estén originados exclusivamente por factores psicológicos. Es
más, un trastorno físico necesariamente tiene que tener un componente biológico (un factor
esencial para que ocurra la enfermedad).
Por ejemplo, para contraer la tuberculosis, una persona tiene que estar infectada por la bacteria
Mycobacterium que causa la enfermedad. Pero muchas personas infectadas por el
Mycobacterium tienen sólo una enfermedad leve o sencillamente no la padecen. Son
necesarios otros factores para que se produzca la tuberculosis como tal enfermedad, lo cual
incluye posiblemente una predisposición hereditaria, factores ambientales (como vivir en
condiciones de hacinamiento), la presencia de desnutrición y el estrés social o psicológico
(como la pérdida de un ser querido) y su consecuente reacción emocional, la depresión. Los
factores biológicos, ambientales, sociales y psicológicos se combinan para que alguien
infectado por el Mycobacterium enferme de tuberculosis. El término psicosomático abarca
esta combinación de factores.
Interacción cuerpo-mente
Síntomas de conversión
Los trastornos somatoformes engloban varios trastornos psiquiátricos en los cuales las
personas refieren síntomas físicos pero niegan tener problemas psiquiátricos.
Trastorno somatoforme es un término relativamente nuevo que se aplica a lo que mucha gente
denomina trastorno psicosomático. En los trastornos somatoformes, los síntomas físicos o su
gravedad y duración no pueden ser explicados por ninguna enfermedad orgánica subyacente.
Los trastornos somatoformes incluyen el trastorno de somatización, el trastorno de conversión
y la hipocondría.
Los psiquiatras difieren considerablemente en sus opiniones acerca del valor y la validez del
uso de estas categorías diagnósticas. Sin embargo, esta distinción de los diferentes trastornos
somatoformes ha proporcionado a los psiquiatras un medio para describir la amplia variedad
de síntomas que presentan estos pacientes y para diferenciar los trastornos sobre la base de
estas descripciones. Las descripciones cuidadosas pueden ayudar a los psiquiatras a ordenar
los diferentes trastornos que así pueden ser mejor estudiados científicamente.
Los trastornos somatoformes generalmente no tienen una explicación clara. Los pacientes con
un trastorno somatoforme pueden ser muy diferentes entre sí. Debido a que no se sabe bien
por qué o cómo la gente desarrolla su sintomatología, no hay modelos de tratamiento
específicos y consensuados.
Somatización
Síntomas
Una persona con somatización presenta muchas quejas difusas de carácter físico. Aunque
puede afectar a cualquier parte del cuerpo, los síntomas se expresan más frecuentemente como
dolores de cabeza, náuseas y vómitos, dolor abdominal, menstruaciones dolorosas, cansancio,
pérdidas de consciencia, relaciones sexuales dolorosas y pérdida del deseo sexual. Aunque los
síntomas suelen ser primariamente físicos, también pueden referir ansiedad y depresión. Las
personas con somatización describen sus síntomas de un modo dramático y emotivo,
refiriéndose a ellos a menudo como “insoportables”, “indescriptibles” o “lo peor imaginable”.
Estas personas muestran una extremada dependencia en sus relaciones sociales. Piden cada
vez más ayuda y apoyo emocional y pueden enfurecerse cuando sienten que no se satisfacen
sus necesidades. A menudo se les describe como exhibicionistas y seductores. En un intento
de manipular a los demás, pueden amenazar con suicidarse o incluso intentarlo. A menudo
están descontentos con la atención médica que reciben y van de un médico a otro.
Los síntomas físicos parecen ser un modo de pedir ayuda y atención. La intensidad y
persistencia de los síntomas reflejan el intenso deseo de la persona de ser atendida en cada uno
de los aspectos de su vida. Los síntomas también parecen servir a otros propósitos, como
permitir que la persona eluda las responsabilidades de la vida adulta. Los síntomas tienden a
ser incómodos e impiden a la persona implicarse en proyectos atractivos, lo que sugiere que
también padece sentimientos de incapacidad y de culpabilidad. Los síntomas impiden el
disfrute y a la vez actúan como castigo.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Conversión
Síntomas y diagnóstico
Por definición, los síntomas de la conversión se limitan a aquellos que sugieren una
disfunción del sistema nervioso (generalmente la parálisis de un brazo o de una pierna o la
pérdida de sensibilidad en una parte del cuerpo). Otros síntomas incluyen convulsiones
simuladas y la pérdida de alguno de los sentidos, como la visión o la audición.
Generalmente, el comienzo de los síntomas se asocia a algún acontecimiento estresante de
carácter social o psicológico. Una persona puede sufrir un solo episodio o tener episodios
esporádicos, pero generalmente son de corta duración. Cuando las personas con síntomas de
conversión son hospitalizadas, generalmente mejoran en dos semanas. Sin embargo, de un 20
a un 25 por ciento tiene recaídas al cabo de un año.
El diagnóstico es difícil de realizar al principio porque la persona cree que los síntomas se
originan en un problema físico y no quiere consultar a un psiquiatra. Los médicos verifican
cuidadosamente que los síntomas no tienen una causa física.
Tratamiento
Hipocondría
Tratamiento
El tratamiento es difícil porque una persona con hipocondría está convencida de tener algo
gravemente alterado dentro de su cuerpo. Tranquilizarla no alivia estas preocupaciones. Sin
embargo, una relación de confianza con un médico atento resulta beneficiosa, sobre todo si las
visitas regulares se acompañan de una actitud tranquilizadora hacia el paciente. Si los
síntomas no se alivian adecuadamente, puede consultarse a un psiquiatra para su evaluación y
tratamiento, contando con que continúe el seguimiento por parte del médico de atención
primaria.
CAPITULO 83
Ansiedad
Ansiedad generalizada
La ansiedad generalizada consiste en una preocupación y una ansiedad excesivas y casi diarias
(con duración mayor o igual a 6 meses) acerca de una variedad de actividades y
acontecimientos.
La ansiedad y la preocupación de la ansiedad generalizada son tan extremas que son difíciles
de controlar. Además, la persona experimenta tres o más de los siguientes síntomas: inquietud,
cansancio fácil, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y alteración del
sueño. Las preocupaciones son algo natural; entre las más frecuentes se encuentran las de las
responsabilidades en el trabajo, el dinero, la salud, la seguridad, las reparaciones del vehículo
y las labores cotidianas. La intensidad, frecuencia o duración de las preocupaciones son
desproporcionadamente más grandes que las requeridas por la situación.
La ansiedad generalizada es frecuente: aproximadamente del 3 al 5 por ciento de los adultos la
presenta en algún momento durante el año. Las mujeres tienen el doble de probabilidades de
presentarla. Frecuentemente comienza en la niñez o en la adolescencia, pero se puede
presentar a cualquier edad. Para la mayor parte de la gente, esta condición es fluctuante,
empeorando en determinados momentos (sobre todo en épocas de estrés) y persiste a lo largo
de muchos años.
Tratamiento
La ansiedad puede ser el resultado de un trastorno médico o del uso de una droga. Ejemplos
de problemas médicos que pueden causar ansiedad incluyen los trastornos neurológicos como
una lesión en la cabeza, una infección en el cerebro y una enfermedad del oído interno,
trastornos cardiovasculares como la insuficiencia cardíaca y las arritmias, trastornos
endocrinos como una hiperfunción de las glándulas suprarrenales o del tiroides y trastornos
respiratorios como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Las drogas que
pueden inducir ansiedad incluyen el alcohol, estimulantes, cafeína, cocaína así como muchos
fármacos prescritos. También se puede producir ansiedad cuando se interrumpe un fármaco.
La ansiedad debe disminuir cuando se trata la enfermedad somática o cuando ha pasado
tiempo suficiente desde la interrupción del fármaco para que hayan desaparecido los efectos
de su supresión. Cualquier grado de ansiedad remanente puede ser tratado con fármacos
ansiolíticos adecuados, terapia de comportamiento o psicoterapia.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de un ataque de pánico (entre otros, dificultad respiratoria, vértigos, aumento del
ritmo cardíaco, sudación, ahogo y dolor en el pecho) alcanzan su intensidad máxima en el
plazo de 10 minutos y normalmente se disipan dentro de pocos minutos, no pudiendo por ello
observarlos el médico, sino tan sólo el miedo de la persona a sufrir otro terrible ataque. Como
los ataques de pánico se producen frecuentemente de modo inesperado o sin razón aparente,
con frecuencia las personas que los presentan se preocupan con anticipación por la posibilidad
de sufrirlos de nuevo (una situación conocida como ansiedad anticipatoria) y evitan lugares
donde han sufrido ataques anteriormente. El hecho de evitar los lugares que se temen se
denomina agorafobia. Si la agorafobia es lo suficientemente intensa, la persona puede llegar a
enclaustrarse en su propio domicilio.
Como los síntomas de un ataque de pánico implican a muchos órganos vitales, las personas a
menudo se preocupan pensando que padecen un problema del corazón, de los pulmones o del
cerebro y buscan la ayuda de algún médico o se dirigen a un servicio de urgencias. Aunque los
ataques de pánico son incómodos (a veces de forma extrema), no son peligrosos.
Tratamiento
En general, las personas se recuperan de los ataques de pánico sin tratamiento; algunas
desarrollan un pánico patológico. La recuperación sin tratamiento es posible en aquellos que
tienen ataques de pánico, o de ansiedad anticipatoria, recurrentes, particularmente si están
repetidamente expuestos a la situación o a estímulo que los provocan. Las personas que no se
recuperan por sí mismas o que no buscan tratamiento continúan padeciendo los procesos de
sufrimiento y recuperación de cada uno de los ataques de manera indefinida.
Las personas responden mejor al tratamiento cuando comprenden que el pánico patológico
implica procesos tanto biológicos como psicológicos. Los fármacos y la terapia del
comportamiento pueden controlar generalmente la sintomatología. Además, la psicoterapia
puede ayudar a resolver cualquier conflicto psicológico subyacente a los sentimientos y
comportamientos ansiosos.
Los fármacos utilizados para tratar el trastorno por pánico incluyen los antidepresivos y los
fármacos ansiolíticos como las benzodiacepinas. Todos los tipos de antidepresivos tricíclicos
(como la imipramina), los inhibidores de la monoaminooxidasa (como la fenelzina) y los
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (como la fluoxetina) han demostrado ser
eficaces. Aunque se ha probado la eficacia de varias benzodiacepinas en ensayos controlados,
solamente el alprazolam está específicamente aprobado para tratar el trastorno por pánico. Las
benzodiacepinas actúan más rápido que los antidepresivos pero pueden causar dependencia
física y son más propensas a producir ciertos efectos secundarios como somnolencia,
alteraciones de la coordinación y aumento del tiempo de reacción.
Cuando un fármaco es eficaz, previene o reduce en gran medida el número de ataques de
pánico. Un fármaco puede tener que tomarse durante largos períodos si los ataques de pánico
reaparecen una vez que se interrumpe el tratamiento.
La terapia de exposición, un tipo de terapia de comportamiento en la cual la persona es
expuesta repetidamente al factor que desencadena el ataque de pánico, a menudo ayuda a
disminuir el temor. La terapia de exposición se continúa hasta que la persona desarrolla un
alto grado de comodidad ante la situación que provocaba la ansiedad. Además, la gente
temerosa de sufrir un desmayo durante un ataque de pánico puede practicar un ejercicio
consistente en girar en una silla o respirar rápidamente (hiperventilar) hasta que sienten que
van a desmayarse. Este ejercicio les demuestra que no se van a desmayar durante el ataque de
pánico. Practicando despacio, las respiraciones profundas (control respiratorio) ayudan a
muchas personas con tendencia a hiperventilar.
La psicoterapia con el objetivo de conocer y comprender mejor los conflictos psicológicos
subyacentes puede resultar también de utilidad. Un psiquiatra asesora a la persona para
determinar si este tipo de tratamiento es adecuado. De forma menos intensa, la psicoterapia de
apoyo es siempre apropiada porque un terapeuta puede proporcionar información general
acerca del trastorno, su tratamiento y las esperanzas reales de mejoría, y por el apoyo que
aporta una relación de confianza con el médico.
Fobias
Las fobias implican una ansiedad persistente, irrealista e intensa en respuesta a situaciones
externas específicas como mirar hacia abajo desde las alturas o acercarse a un perro pequeño.
La gente que tiene una fobia evita situaciones que desencadenan su ansiedad o las soporta con
gran sufrimiento. Sin embargo, reconocen que su ansiedad es excesiva y por ello son
conscientes de tener un problema.
Agorafobia
Aunque agorafobia significa literalmente temor a las áreas del mercado o a los espacios
abiertos, el término describe más específicamente el miedo a quedar atrapado sin una manera
práctica y sencilla de escapar en caso de un ataque de ansiedad. Las situaciones típicas que
son difíciles para una persona con agorafobia incluyen la espera en la cola en un banco o en el
supermercado, sentarse en la mitad de una larga fila de asientos en el teatro o en clase y viajar
en autobús o en avión. Algunas personas desarrollan agorafobia después de presentar un
ataque de pánico en una de estas situaciones. Otras personas pueden sentirse simplemente
incómodas en estas situaciones y no desarrollar nunca, o sólo tardíamente, ataques de pánico.
La agorafobia a menudo interfiere con la vida diaria, en ocasiones de forma tan intensa que
deja a la persona recluida en su domicilio.
Un 3,8 por ciento de las mujeres y un 1,8 por ciento de los varones presenta una agorafobia en
un período de 6 meses. El trastorno comienza con más frecuencia temprano en la segunda
década de la vida; es raro que se inicie más allá de los 40 años.
Tratamiento
Fobias específicas
Las fobias específicas son los episodios de ansiedad más frecuentes. Alrededor del 7 por
ciento de las mujeres y el 4,3 por ciento de los varones tiene una fobia específica en un
período de 6 meses.
Algunas fobias específicas, como el temor a los animales grandes, a la oscuridad o a los
extraños comienzan temprano en la niñez. Muchas fobias desaparecen con el tiempo. Otras
fobias como el miedo a los roedores, a los insectos, al agua, a las alturas o los sitios cerrados,
se desarrollan característicamente más tarde. El 5 por ciento de las personas, por lo menos,
tiene un cierto grado de fobia a la sangre, las inyecciones o las heridas y puede incluso
desmayarse, lo que no sucede con otras fobias ni otros tipos de ansiedad. Por el contrario,
muchas personas con trastornos por ansiedad, hiperventilan, lo que les puede provocar
sensaciones de desmayo, aunque en realidad no llegan a desmayarse.
Tratamiento
Frecuentemente, una persona logra vivir con una fobia específica, simplemente evitando la
situación o el objeto que le produce temor. Por ejemplo, un habitante de la ciudad temeroso de
las serpientes puede que no tenga ningún problema en evitarlas. Sin embargo, los habitantes
de las ciudades a quienes asustan los espacios pequeños y cerrados como los ascensores
tendrán problemas para trabajar en un piso alto.
La terapia de exposición, un tipo de terapia del comportamiento en la cual se expone a la
persona de modo gradual ante la situación o el objeto temidos, es el mejor tratamiento para
una fobia específica. Un terapeuta puede ayudar a la correcta realización de la terapia, aunque
ésta puede ser realizada sin su ayuda. Incluso las personas con fobia a la sangre o a las agujas
responden bien a la terapia de exposición. Por ejemplo, a una persona que se desmaya cuando
le sacan sangre se le puede colocar una aguja en posición cercana a una vena y retirarla
cuando el ritmo cardíaco comienza a disminuir. La repetición de este proceso permite la
normalización del ritmo cardíaco. Al final, esta persona puede hacerse sacar sangre sin
desmayarse.
Los fármacos no son muy útiles para ayudar a superar las fobias. Sin embargo, las
benzodiacepinas (fármacos ansiolíticos) pueden proporcionar un control a corto plazo, como
por ejemplo en el miedo a viajar en avión.
La psicoterapia con el objetivo de comprender los conflictos internos de la persona puede ser
útil para identificar y tratar los conflictos que subyacen bajo una fobia específica.
Fobia social
La aptitud de una persona para relacionarse de un modo afable con otras afecta a muchos
aspectos de la vida, incluyendo las relaciones familiares, la educación, el trabajo, el tiempo
libre, las relaciones sociales y la vida de pareja. Aunque es normal tener algún grado de
ansiedad en las situaciones sociales, las personas con fobia social tienen tanta ansiedad que
tratan de evitarlas o bien las soportan con gran sufrimiento. Investigaciones recientes sugieren
que alrededor de un 13 por ciento de la gente sufre una fobia social en algún momento de su
vida.
Entre las situaciones que habitualmente desencadenan ansiedad entre la gente con fobia social
se incluye hablar en público, actuar en público (como actuar en una obra o tocar un
instrumento musical), comer con otros, firmar un documento ante testigos y usar un servicio
público. A las personas con fobia social les preocupa que sus actuaciones o sus acciones sean
inadecuadas. A menudo les preocupa que su ansiedad pueda ser percibida (porque transpiren,
se enrojezcan, vomiten, tiemblen o que su voz se note temblorosa), que pierdan el hilo de su
pensamiento o que no sean capaces de encontrar las palabras para expresarse.
Un tipo más general de fobia social es la que se caracteriza por presentar ansiedad en casi
todas las situaciones sociales. Las personas con una fobia social generalizada están a menudo
preocupadas temiendo que si sus actuaciones no cumplen las expectativas, se sentirán
humilladas y avergonzadas.
Algunos individuos son tímidos por naturaleza y muestran esa timidez desde temprano, lo que
más tarde se convierte en una fobia social. Otros experimentan por vez primera durante la
pubertad su ansiedad en situaciones sociales. Si no se trata, la fobia social a menudo persiste,
haciendo que mucha gente evite actividades en las que les gustaría participar.
Tratamiento
La terapia de exposición, un tipo de terapia del comportamiento, funciona bien para la fobia
social, pero puede no conseguirse fácilmente una exposición lo suficientemente duradera que
permita la habituación. Por ejemplo, una persona temerosa de hablar delante de su jefe puede
que no sea capaz de conseguir un número de sesiones de conversación con él. Las situaciones
de sustitución pueden ayudar, como las que se preparan en ciertas organizaciones creadas para
quienes presentan ansiedad al hablar delante de una audiencia o leyendo un libro a los
habitantes de una residencia para gente mayor. Las sesiones de sustitución pueden o no
reducir la ansiedad durante las conversaciones con el jefe.
Los antidepresivos, como la sertralina y la fenelcina, y los fármacos ansiolíticos, como el
clonazepam, pueden a menudo ser de utilidad para la gente con fobia social. Muchas personas
utilizan el alcohol para facilitar las relaciones sociales; en algunos casos, sin embargo, ello
puede llevar al abuso y dependencia del alcohol.
La psicoterapia, que implica mantener conversaciones con un terapeuta, puede ser
particularmente beneficiosa para la gente capaz de examinar su propio comportamiento y
hacer cambios en su forma de pensar y de reaccionar ante las situaciones.
Obsesión compulsiva
Tratamiento
Estrés postraumático
El estrés postraumático es un trastorno por ansiedad causado por la exposición a una situación
traumática abrumadora, en el cual la persona experimenta más tarde repetidamente la
situación traumática.
Las situaciones que son una amenaza para la vida o que pueden causar lesiones graves pueden
afectar a las personas mucho después de que hayan ocurrido. El miedo intenso, el desamparo o
el terror pueden obsesionar a una persona. La situación traumática se reexperimenta en
repetidas ocasiones, generalmente como pesadillas o imágenes que vienen a la memoria. La
persona evita persistentemente cosas que le recuerdan el trauma. A veces los síntomas no
comienzan hasta muchos meses e incluso años después del evento traumático. La persona
experimenta una disminución de su capacidad general de reacción y síntomas de
hiperreactividad (como la dificultad para conciliar el sueño o asustarse con facilidad). Los
síntomas depresivos son frecuentes.
El estrés postraumático afecta por lo menos al uno por ciento de la población alguna vez
durante su vida. En las personas con mayor riesgo, como los veteranos de la guerra y las
víctimas de violaciones o de otros actos violentos, tiene una mayor incidencia. El estrés
postraumático crónico no desaparece, pero a menudo se hace menos intenso con el tiempo,
incluso sin tratamiento. Sin embargo, algunas personas quedan indefinidamente marcadas por
este trastorno.
Tratamiento
Estrés agudo
El estrés agudo es similar al estrés postraumático, excepto que comienza dentro de las cuatro
semanas después del acontecimiento traumático y dura solamente de 2 a 4 semanas.
Una persona con un estrés agudo ha sufrido una exposición a un acontecimiento terrorífico. La
persona reexperimenta el suceso traumático en su mente, evita cosas que se lo recuerden, tiene
un aumento de ansiedad y también tres o más de los siguientes síntomas:
Tratamiento
Muchas personas se recuperan del estrés agudo una vez que son retiradas de la situación
traumática y se les da apoyo adecuado en forma de comprensión, empatía con su sufrimiento y
una oportunidad de describir lo que ocurrió y cómo fue su propia reacción. Mucha gente se
beneficia al poder describir varias veces su experiencia. Ayudar a la persona a conciliar el
sueño puede ser beneficioso, pero algún otro tipo de fármaco puede interferir el proceso
normal de curación.
CAPITULO 84
Depresión y manía
La depresión y la manía representan los dos polos opuestos de los trastornos del humor. Los
trastornos del humor son enfermedades psiquiátricas en las que las alteraciones emocionales
consisten en períodos prolongados de depresión o de euforia (manía) excesivos. Los trastornos
del humor también son llamados trastornos afectivos. Afectivo significa estado emocional
expresado a través de gestos y expresiones faciales.
La tristeza y el júbilo son una parte de las experiencias normales de la vida diaria y son
diferentes de la depresión y manía graves que caracterizan los trastornos del humor. La
tristeza es una respuesta natural a la pérdida, la derrota, el desengaño, el trauma o la
catástrofe. La tristeza puede ser psicológicamente beneficiosa porque permite a una persona
apartarse de situaciones ofensivas o desagradables, lo que la puede ayudar a recuperarse.
La aflicción o el desconsuelo es la reacción normal más habitual ante una separación o una
pérdida, como la muerte de un ser querido, el divorcio o el desengaño amoroso. La privación y
la pérdida no suelen causar depresión persistente e incapacitante excepto en personas
predispuestas a sufrir trastornos del humor.
El éxito y los logros generalmente provocan sentimientos de júbilo. Sin embargo, el júbilo
puede ser en ocasiones una defensa contra la depresión o una negación del dolor de la pérdida.
Las personas que se están muriendo tienen a veces breves períodos de júbilo y de actividad
bulliciosa y algunas personas que han sufrido alguna privación o pérdida recientes pueden
incluso estar exultantes más que desconsoladas, que sería lo normal. En personas
predispuestas a los trastornos del humor, estas reacciones pueden ser el preludio de la manía.
Aunque del 25 al 30 por ciento de las personas experimenta algún tipo de trastorno excesivo
del humor durante su vida, sólo alrededor de un 10 por ciento tiene un trastorno lo
suficientemente importante como para requerir atención médica. De éstos, un tercio tiene
depresión de larga duración (crónica) y la mayoría de los restantes tiene episodios recurrentes
de depresión. Las depresiones crónicas y recurrentes se denominan unipolares. Cerca del dos
por ciento de la población tiene una situación conocida como enfermedad maniacodepresiva o
trastorno bipolar, en el cual se alternan períodos de depresión con otros de manía (o con
períodos de manía menos intensa conocida como hipomanía).
Depresión
La depresión es un sentimiento de tristeza intenso; puede producirse tras una pérdida reciente
u otro hecho triste pero es desproporcionado con respecto a la magnitud del hecho y persiste
más allá de un período justificado.
Después de la ansiedad, la depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente. Se estima que
un 10 por ciento de la gente que consulta a un médico pensando que tiene un problema físico
tiene en realidad una depresión. La depresión comienza habitualmente entre los 20 y los 50
años. Los nacidos en las últimas décadas del siglo xx parecen tener una incidencia mayor de
depresión que las generaciones anteriores.
Un episodio de depresión dura habitualmente de 6 a 9 meses, pero en el 15 al 20 por ciento de
los pacientes dura 2 años o más. Los episodios generalmente tienden a recurrir varias veces a
lo largo de la vida.
Causas
Las causas de la depresión no se conocen por completo. Existe un número de factores que
pueden predisponer una persona a sufrir depresión más que otra, como la predisposición
familiar (factores hereditarios), los efectos secundarios de algunos tratamientos, una
personalidad introvertida y sucesos emocionalmente desagradables, particularmente los que
implican una pérdida. La depresión también puede surgir o empeorar sin ningún
acontecimiento vital estresante.
Las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir depresión, aunque las razones no
están totalmente claras. Los estudios psicológicos demuestran que las mujeres tienden a
responder a la adversidad encerrándose en sí mismas y autoculpándose. Por el contrario, los
varones tienden a negar la adversidad y a dedicarse de lleno a diversas actividades. En cuanto
a los factores biológicos, los más implicados son los hormonales. Los cambios en los valores
hormonales, que pueden provocar cambios de humor justo antes de la menstruación (tensión
premenstrual) y después del parto (depresión posparto), pueden tener algún papel en las
mujeres. En las que han sufrido depresiones, pueden ocurrir cambios hormonales similares
tras el uso de anticonceptivos orales. La función tiroidea anormal, que es bastante frecuente en
las mujeres, puede constituir otro factor.
La depresión que se produce tras una experiencia traumática, como la muerte de un ser
querido, se llama depresión reactiva. Algunas personas pueden deprimirse de modo temporal
como reacción a ciertos períodos vacacionales (vacaciones tristes) o aniversarios con cierto
significado, como el aniversario de la muerte de un ser querido. La depresión sin precipitantes
aparentes se conoce como depresión endógena. Estas distinciones, sin embargo, no son muy
importantes, ya que los efectos y el tratamiento de las depresiones son similares.
La depresión también puede ocurrir con un cierto número de enfermedades o trastornos
físicos. Los trastornos físicos pueden causar una depresión directamente (como cuando una
enfermedad tiroidea afecta a los valores hormonales, lo que puede inducir depresión) o
indirectamente (como cuando la artritis reumatoide causa dolor e imposibilidad, lo que puede
conducir a la depresión). A menudo, la depresión consecuente con un trastorno físico tiene
causas directas e indirectas. Por ejemplo, el SIDA puede causar depresión directamente si el
virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que lo causa, daña el cerebro; el SIDA puede
causar depresión de forma indirecta cuando tiene un impacto global negativo sobre la vida de
la persona.
Varios fármacos, sobre todo los usados para tratar la hipertensión arterial, pueden causar
depresión. Por razones desconocidas, los corticosteroides a menudo causan depresión cuando
se producen en grandes cantidades en el contexto de una enfermedad, como en el síndrome de
Cushing, pero tienden a causar euforia cuando se administran como tratamiento.
Existe un número de situaciones en psiquiatría que pueden predisponer a una persona a la
depresión, como ciertos trastornos por ansiedad, el alcoholismo y la dependencia de otras
substancias, la esquizofrenia y la fase precoz de la demencia.
Síntomas
Los síntomas se desarrollan habitualmente de forma gradual a lo largo de días o semanas. Una
persona que está entrando en una depresión puede aparecer lenta y triste o irritable y ansiosa.
Una persona que tiende a concentrarse en sí misma, a hablar poco, a dejar de comer y a dormir
poco está experimentando una depresión vegetativa. Una persona que, además, está muy
inquieta retorciendo las manos y hablando continuamente está experimentando lo que se
conoce como depresión agitada.
Muchas personas con depresión no pueden expresar normalmente sus emociones (como la
aflicción, la alegría y el placer); en casos extremos, el mundo aparece ante ellos como
descolorido, sin vida y muerto. El pensamiento, la comunicación y otras actividades de tipo
general pueden hacerse más lentos, hasta cesar todas las actividades voluntarias. La gente
deprimida puede estar preocupada por pensamientos profundos de culpabilidad e ideas
autoofensivas y puede no ser capaz de concentrarse adecuadamente. Estas personas están a
menudo indecisas y recluidas en sí mismas, tienen una sensación progresiva de desamparo y
desesperanza y piensan en la muerte y en el suicidio.
En general, los depresivos tienen dificultad para conciliar el sueño y se despiertan
repetidamente, sobre todo temprano por la mañana. Es habitual una pérdida del deseo sexual o
del placer en general. La alimentación escasa y la pérdida de peso conducen a veces a la
emaciación, y en las mujeres se puede interrumpir la menstruación. Sin embargo, el exceso
alimentario y la ganancia ponderal son frecuentes en las depresiones leves.
En cerca del 20 por ciento de los depresivos, los síntomas son leves, pero la enfermedad dura
años, a menudo décadas. Esta variante distímica de la depresión a menudo comienza temprano
en la vida y se asocia con cambios característicos de la personalidad. Las personas en esta
situación son melancólicas, pesimistas, no tienen sentido del humor o son incapaces de
divertirse, son pasivas y aletargadas, introvertidas, escépticas, hipercríticas o en constante
queja, autocríticas y llenas de autorreproches. Están preocupados por la inadecuación, el
fracaso y por los acontecimientos negativos hasta tal punto que llegan al disfrute morboso con
sus propios fracasos.
Algunas personas depresivas se quejan de tener una enfermedad orgánica, con diversas penas
y dolencias o de miedos por sufrir desgracias o de volverse locas. Otras creen que tienen
enfermedades incurables o vergonzosas, como el cáncer o las enfermedades de transmisión
sexual o el SIDA, y que están infectando a otras personas.
Cerca del 15 por ciento de las personas deprimidas, más comúnmente aquellas con depresión
grave, tienen delirios (creencias falsas) o alucinaciones, viendo u oyendo cosas que no existen.
Pueden creer que han cometido pecados imperdonables o crímenes o pueden oír voces que les
acusan de varios delitos o que les condenan a muerte. En casos raros, imaginan que ven
ataúdes o a familiares fallecidos. Los sentimientos de inseguridad y de poca valía pueden
conducir a las personas intensamente deprimidas a creer que son observadas y perseguidas.
Estas depresiones con delirios se denominan depresiones psicóticas.
Los pensamientos de muerte están entre los síntomas más graves de depresión. Muchos
deprimidos quieren morir o sienten que su valía es tan escasa que deberían morir. Hasta un 15
por ciento de las personas con depresión grave tiene una conducta suicida. Una idea de
suicidio representa una situación de emergencia y cualquier persona así debe ser hospitalizada
y mantenida bajo supervisión hasta que el tratamiento reduzca el riesgo de suicidio.
Diagnóstico
El médico es generalmente capaz de diagnosticar una depresión a partir de los síntomas y los
signos. Una historia previa de depresión o una historia familiar de depresión ayudan a
confirmar el diagnóstico.
A veces se usan cuestionarios estandarizados para ayudar a medir el grado de depresión. Dos
cuestionarios de este tipo son la escala de porcentaje de la depresión de Hamilton, que se
realiza de modo verbal por un entrevistador, y el inventario de la depresión de Beck, que
consiste en un cuestionario que el paciente debe rellenar.
Las pruebas de laboratorio, generalmente análisis de sangre, pueden ayudar al médico a
determinar las causas de algunas depresiones. Esto es particularmente útil en mujeres, en las
que los factores hormonales pueden contribuir a la depresión.
En casos difíciles de diagnosticar, los médicos pueden realizar otras pruebas para confirmar el
diagnóstico de depresión. Por ejemplo, debido a que los problemas del sueño son un signo
prominente de depresión, los médicos especializados en el diagnóstico y tratamiento de los
trastornos del humor pueden realizar un electroencefalograma durante el sueño para medir el
tiempo que tarda la persona en llegar a la fase de movimiento rápido de los ojos (el período en
el cual ocurren los sueños). Generalmente se
tarda unos 90 minutos. En una persona con
depresión se suele alcanzar en menos de 70
minutos.
Pronóstico y tratamiento
Varios tipos de fármacos antidepresivos están disponibles: los tricíclicos, los inhibidores de la
recaptación selectiva de serotonina, los inhibidores de la monoaminooxidasa y los
psicoestimulantes, pero deben tomarse de forma regular durante por lo menos varias semanas
antes de que empiecen a hacer efecto. Las posibilidades de que un antidepresivo específico
tenga éxito en el tratamiento de una persona son del 65 por ciento.
Los efectos secundarios varían según cada tipo de fármaco. Los antidepresivos tricíclicos a
menudo causan sedación y producen ganancia ponderal. También pueden producir aumento
del ritmo cardíaco, baja de la presión arterial cuando la persona se pone de pie, visión borrosa,
sequedad de boca, confusión, estreñimiento, dificultad para comenzar a orinar y eyaculación
retardada. Estos problemas se llaman efectos anticolinérgicos y, generalmente, son más
pronunciados en las personas de edad avanzada.
Los antidepresivos que son similares a los antidepresivos tricíclicos tienen otros efectos
adversos. La venlafaxina puede aumentar levemente la presión arterial; la trazodona se ha
asociado con erección dolorosa (priapismo); la maprotilina y el bupropión, tomados en dosis
rápidamente incrementadas, pueden provocar convulsiones. Sin embargo, el bupropión no
causa sedación, no afecta a la función sexual y a menudo es útil en pacientes con depresión y
pensamiento lento.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) representan un gran avance
en el tratamiento de la depresión por cuanto producen menos efectos secundarios que los
antidepresivos tricíclicos. También son generalmente bastante seguros en las personas en las
que la depresión coexiste con una enfermedad orgánica. Aunque pueden producir náuseas,
diarrea y dolor de cabeza, estos efectos secundarios son leves o desaparecen con el uso. Por
estas razones, a menudo los médicos seleccionan en primer lugar los ISRS para tratar la
depresión. Los ISRS son particularmente útiles en el tratamiento de la distimia, que requiere
un tratamiento farmacológico de larga duración. Más aún, los ISRS son bastante eficaces en el
trastorno obsesivo-compulsivo, en el trastorno por pánico, en la fobia social y en la bulimia
(alteración del apetito), que a menudo coexisten con la depresión. La principal desventaja de
los ISRS es que causan con frecuencia disfunción sexual.
Los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) representan otra clase de fármacos
antidepresivos. Las personas que consumen IMAO deben observar unas restricciones
dietéticas y seguir precauciones especiales. Por ejemplo, no deben tomar alimentos o bebidas
que contengan tiramina, como la cerveza de barril, los vinos tintos (y también el jerez), los
licores, los alimentos demasiado maduros, el salami, los quesos curados, las habas, los
extractos de levadura y la salsa de soja. Deben evitar fármacos como la fenilpropanolamina y
el dextrometorfano, que se encuentran en muchos antitusígenos y anticatarrales habituales,
porque provocan la liberación de adrenalina y pueden producir una subida importante de la
presión arterial. Ciertos otros fármacos deben también ser evitados por las personas que toman
IMAO, como los antidepresivos tricíclicos, los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina y la meperidina (un analgésico).
Se indica habitualmente a los que toman IMAO que lleven consigo todo el tiempo un antídoto,
como la clorpromacina o la nifedipina. Si notasen un dolor de cabeza intenso y pulsátil deben
tomar el antídoto y acudir rápidamente a un servicio de urgencias. A causa de las dificultosas
restricciones en la dieta y las precauciones necesarias, los IMAO son raramente recetados,
excepto para aquellas personas depresivas que no han mejorado con los otros fármacos.
Los psicoestimulantes, como el metilfenidato, se reservan generalmente para las personas
depresivas que están encerradas en sí mismas, lentas y cansadas, o que no han mejorado
después de haber usado todas las otras clases de antidepresivos. Las posibilidades de su abuso
son muy elevadas. Como los psicoestimulantes tienden a hacer efecto rápidamente (en un día)
y facilitan la deambulación, a veces se recetan a personas deprimidas de edad avanzada que
están convalecientes de una cirugía o de una enfermedad que las ha tenido postradas.
Psicoterapia
La psicoterapia usada conjuntamente con los antidepresivos puede favorecer en gran medida
los resultados del tratamiento farmacológico. La psicoterapia individual o de grupo puede
ayudar a la persona a reasumir de modo gradual antiguas responsabilidades y a adaptarse a las
presiones habituales de la vida, acrecentando la mejoría conseguida por el tratamiento
farmacológico. Con la psicoterapia interpersonal (humanista), la persona recibe una guía para
adaptarse a los diferentes papeles de la vida. La terapia cognitiva puede ayudar a cambiar la
desesperanza de la persona y sus pensamientos negativos. La psicoterapia aislada puede ser
tan eficaz como la terapia farmacológica en el caso de las depresiones leves.
Terapia electroconvulsionante
Manía
La manía se caracteriza por una excesiva actividad física y sentimientos de euforia extremos
que son muy desproporcionados en relación a cualquier acontecimiento positivo. La
hipomanía es una forma leve de manía.
Aunque una persona puede tener una depresión sin episodios maníacos (trastorno unipolar), la
manía se presenta más frecuentemente como parte de una enfermedad maniacodepresiva
(trastorno bipolar). Las pocas personas que parecen presentar sólo manía pueden tener de
hecho episodios depresivos leves o limitados en el tiempo. La manía y la hipomanía son
menos frecuentes que la depresión y son también más difícilmente identificables, porque
mientras que la tristeza intensa y prolongada puede llevar a consultar a un médico, la euforia
lo hace con mucha menos frecuencia (ya que la gente con manía no es consciente de que haya
un problema en su estado mental o en su comportamiento). El médico debe descartar la
presencia de una enfermedad orgánica subyacente en la persona que experimenta manía por
primera vez, sin episodio depresivo previo.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas maníacos se desarrollan típicamente de forma rápida en unos pocos días. En las
fases precoces (leves) de la manía, la persona se siente mejor que habitualmente y a menudo
aparece más alegre, rejuvenecida y con más energías.
Una persona maníaca está generalmente eufórica, pero también puede estar irritable, reservada
o francamente hostil. Generalmente cree que se encuentra muy bien. Su ausencia de reparos
en esta situación, junto con una enorme capacidad de actuación, pueden hacer que la persona
se vuelva impaciente, intrusiva, entrometida e irritable, con tendencia a la agresión, cuando
uno se acerca a ella. La actividad mental se acelera (una situación llamada fuga de ideas). La
persona se distrae fácilmente y constantemente cambia de tema o intenta abordar otro nuevo.
Puede tener la falsa convicción de riqueza personal, poder, inventiva y genio y puede asumir
de forma temporal identidades grandiosas, creyendo a veces que es Dios.
La persona puede creer que está siendo ayudada o perseguida por otras o tiene alucinaciones,
con lo cual oye y ve cosas que no existen. Disminuye su necesidad de sueño. Una persona
maníaca se implica en varias actividades de forma inagotable, excesiva e impulsiva (como
intento de negocios arriesgados, visitar casas de juego o conductas sexuales peligrosas) sin
reconocer los peligros sociales inherentes a dichas actividades. En casos extremos, la
actividad física y mental es tan frenética que se pierde cualquier relación clara entre el humor
y la conducta en una especie de agitación sin sentido (manía delirante). Entonces se requiere
tratamiento inmediato, porque la persona puede fallecer de agotamiento físico. En casos de
manía con menor grado de hiperactividad, se puede requerir la hospitalización para proteger a
la persona y a sus familiares de la ruina por un comportamiento económico o sexual
desaforado.
La manía se diagnostica por sus síntomas, que son característicamente obvios para el
observador. Sin embargo, como las personas con manía se caracterizan por negar todo
problema, los médicos generalmente tienen que obtener la información de los miembros de la
familia. Los cuestionarios no se usan tan ampliamente como en la depresión.
Tratamiento
Los episodios de manía no tratados finalizan de modo más brusco que los de depresión y son
habitualmente más cortos, durando desde unas pocas semanas hasta varios meses. El médico
intenta por todos los medios tratar al paciente en el hospital, porque la manía es una
emergencia médica y social.
Un fármaco, el litio, puede reducir los síntomas de la manía. Debido a que el litio tarda de 4 a
10 días en hacer efecto, a menudo se administra de forma concomitante otro fármaco, como el
haloperidol, para controlar la excitación del pensamiento y de la actividad. Sin embargo, el
haloperidol puede provocar contractura muscular y movimientos anormales, y por lo tanto se
administra en pequeñas dosis, en combinación con una benzodiacepina, como el loracepam o
el clonazepam, que aumentan los efectos antimaníacos del haloperidol y reducen sus
desagradables efectos secundarios.
Enfermedad maniacodepresiva
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
La enfermedad maniacodepresiva reaparece en casi todos los casos. A veces, los episodios
pueden cambiar de la depresión a la manía, o viceversa, sin ningún período de humor normal
de por medio. Algunas personas cambian más rápidamente que otras entre episodios de
depresión y de manía. Hasta un 15 por ciento de las personas con enfermedad
maniacodepresiva, sobre todo mujeres, tiene cuatro o más episodios al año. Las personas que
sufren ciclos rápidos son más difíciles de tratar.
Las incidencias de manía o hipomanía en la enfermedad maniacodepresiva pueden ser tratadas
como la manía aguda. Los episodios depresivos se tratan igual que la depresión. Sin embargo,
en general, los antidepresivos pueden provocar cambios de depresión a hipomanía o manía y,
a veces, producen cambios rápidos de ciclo entre las dos situaciones. Por lo tanto, estos
fármacos se usan durante cortos períodos y sus efectos sobre el humor son controlados con
mucho cuidado. En cuanto se observan los primeros indicios de cambio hacia la hipomanía o
la manía, se retira el antidepresivo. Los antidepresivos menos propensos a causar variaciones
en el humor son el bupropión y los inhibidores de la monoaminooxidasa. Idealmente, a casi
todos los que padecen un trastorno maniacodepresivo se les deberían administrar fármacos
estabilizantes del humor, como el litio o un anticonvulsionante.
El litio no produce efectos sobre el estado del humor normal, pero reduce la tendencia a
cambios extremos del humor en cerca del 70 por ciento de los que padecen un trastorno
maniacodepresivo. El médico controla los valores sanguíneos de litio mediante análisis de
sangre. Los posibles efectos secundarios del litio incluyen temblores, contracturas musculares,
náuseas, vómitos, diarrea, sensación de sed, incremento del volumen de orina y aumento de
peso. El litio puede empeorar el acné o la psoriasis y puede causar una disminución de las
concentraciones sanguíneas de hormonas tiroideas. Los valores muy altos de litio en sangre
pueden provocar un dolor de cabeza persistente, confusión mental, adormecimiento,
convulsiones y ritmos cardíacos anormales. Los efectos secundarios aparecen con mayor
frecuencia en las personas de edad avanzada. Las mujeres, cuando intentan quedar
embarazadas, deben dejar de tomar litio porque éste puede (en raras ocasiones) producir
malformaciones cardíacas en el feto.
Durante los últimos años se han desarrollado nuevos tratamientos farmacológicos. Éstos
incluyen los anticonvulsionantes carbamacepina y divalproato. Sin embargo, la carbamacepina
puede causar una disminución preocupante del número de glóbulos rojos y de leucocitos, y el
divalproato puede dañar el hígado (sobre todo en los niños). Estos problemas ocurren
raramente cuando existe una cuidadosa supervisión médica, y la carbamacepina y el
divalproato constituyen alternativas útiles al litio en la enfermedad maniacodepresiva,
especialmente en las formas mixtas o en las de ciclos rápidos cuando éstas no han respondido
a otros tratamientos.
La psicoterapia se recomienda frecuentemente para aquellos que toman fármacos
estabilizantes del humor, sobre todo para ayudarles a continuar con el tratamiento. Algunas
personas que toman litio se sienten menos alerta, menos creativas y con menos control sobre
las cosas que en condiciones habituales. Sin embargo, la disminución real de creatividad es
poco frecuente, particularmente porque el litio permite a las personas con enfermedad
maniacodepresiva llevar una vida más regular, mejorando su capacidad global de trabajo. La
terapia de grupo se usa con frecuencia para ayudar a las personas y a sus cónyuges, o a sus
familiares, a comprender la enfermedad y a afrontarla en mejores condiciones.
La fototerapia se utiliza a veces para tratar a las personas con enfermedad maniacodepresiva,
especialmente las que tienen una depresión más leve y de carácter más estacional: depresión
en otoño-invierno e hipomanía en primavera-verano. Para la fototerapia se coloca a la persona
en una habitación cerrada con luz artificial. La luz se controla para imitar la estación del año
que está tratando de crear el terapeuta: días más largos para el verano y más cortos para el
invierno. Si la dosis de luz es excesiva, la persona puede sufrir un cambio hacia la hipomanía
o, en algunos casos, daño en los ojos. Por lo tanto, la fototerapia debe ser supervisada por un
médico especializado en el tratamiento de los trastornos del humor.
CAPITULO 85
Comportamiento suicida
El comportamiento suicida abarca los gestos suicidas, los intentos de suicidio y el suicidio
consumado. Los planes de suicidio y las acciones que tienen pocas posibilidades de llevar a la
muerte son llamados gestos suicidas. Las acciones suicidas con intención de muerte pero que
no logran su propósito se llaman intentos de suicidio. Algunas personas que intentan
suicidarse son descubiertas a tiempo y salvadas. Otras personas que intentan suicidarse tienen
sentimientos contradictorios acerca de la muerte y el intento puede fallar porque en realidad es
una petición de ayuda combinada con un fuerte deseo de vivir. Finalmente, un suicidio
consumado tiene como resultado la muerte. Todos los pensamientos y los comportamientos
suicidas, ya se trate de gestos o de tentativas, deben ser tomados en serio.
El comportamiento autodestructivo puede ser directo o indirecto. Los gestos suicidas, los
intentos de suicidio y el suicidio consumado son ejemplos de comportamiento autodestructivo
directo. El comportamiento autodestructivo indirecto implica la participación, generalmente
de modo repetido, en actividades peligrosas sin que exista una intención consciente de morir.
Ejemplos de comportamiento autodestructivo indirecto incluyen el abuso del alcohol y de las
drogas, el abuso del tabaco, el comer con exceso, el descuido de la propia salud, la
automutilación, el conducir un vehículo de modo temerario y el comportamiento criminal. De
las personas con comportamiento autodestructivo indirecto se dice que tienen un “deseo de
muerte”, pero generalmente existen muchas razones para ese comportamiento.
Epidemiología
Causas
Métodos
El método escogido por una persona para suicidarse es a menudo determinado por la
disponibilidad y por los factores culturales. También puede reflejar la seriedad del intento,
puesto que algunos métodos, como saltar desde un edificio alto, hacen que sea virtualmente
imposible sobrevivir, mientras que otros, como la sobredosis farmacológica, dejan abierta la
posibilidad del rescate. Sin embargo, el usar un método que demuestra no ser mortal no indica
necesariamente que el intento de la persona es menos serio.
La sobredosis de fármacos es el método usado con más frecuencia en los intentos de suicidio.
Dado que los médicos no prescriben barbitúricos a menudo, ha descendido el número de
sobredosis con estos fármacos; sin embargo, está aumentando el número de sobredosis con
otros fármacos psicotrópicos como los antidepresivos. La sobredosis de aspirina ha
descendido desde más del 20 por ciento de los casos hasta aproximadamente el 10 por ciento.
En cerca del 20 por ciento de los suicidios se usan dos métodos o más o una combinación de
fármacos, lo que aumenta el riesgo de muerte.
Entre los suicidios consumados, el arma de fuego es el método más usado en los países donde
su tenencia es legal. Es un método usado predominantemente por niños y varones adultos. Las
mujeres son más propensas a usar métodos no violentos, como el envenenamiento (o la
intoxicación farmacológica) y la inmersión, aunque en los últimos años han aumentado los
suicidios por arma de fuego entre las mujeres. Los métodos violentos, como las armas de
fuego o los ahorcamientos, son poco utilizados por aquellas personas que sólo quieren llamar
la atención porque generalmente conducen a la muerte.
Un acto suicida a menudo contiene evidencias de agresión hacia otros, como puede verse en
los asesinatos seguidos por un suicidio y en la alta incidencia de suicidios entre los prisioneros
que cumplen condena por crímenes violentos.
Prevención
Cualquier acto o amenaza suicidas deben ser tomados en serio. El 20 por ciento de las
personas que intentan suicidarse repite el intento en el plazo de un año. Todas las personas que
realizan gestos suicidas o que intentan suicidarse necesitan ser tratadas. Cerca del 10 por
ciento de todos los intentos de suicidio resultan mortales.
Aunque a veces un suicidio consumado o un intento de suicidio se presenta como algo
totalmente sorpresivo o chocante, incluso para los familiares cercanos, los amigos y los
compañeros, generalmente existen signos premonitorios. En general, los que se suicidan están
deprimidos y por ende el paso práctico más importante para prevenir el suicidio es
diagnosticar y tratar correctamente la depresión. Sin embargo, el riesgo de suicidio se
incrementa cerca del comienzo del tratamiento de la depresión, cuando la persona se vuelve
más activa y decidida pero aún sigue deprimida.
Un buen cuidado psiquiátrico y social después de un intento de suicidio es el mejor modo de
prevenir nuevos intentos de suicidio. Como mucha gente que se suicida ya había previamente
intentado hacerlo, se debe realizar un asesoramiento psiquiátrico inmediatamente después del
intento. El asesoramiento ayuda al médico a identificar los problemas que contribuyeron al
acto y a planear un tratamiento apropiado.
Tratamiento de los intentos de suicidio
Mucha gente que intenta suicidarse es llevada todavía inconsciente a un servicio de urgencias.
Cuando se sabe que una persona ha tomado una sobredosis de un fármaco o de un veneno, el
médico sigue los siguientes pasos:
- Retirar la máxima cantidad posible del fármaco o del veneno del cuerpo de la persona,
tratando de impedir su absorción y acelerando su excreción.
- Controlar los signos vitales y tratar los síntomas para mantener a la persona viva.
Aunque por lo general las personas se encuentran físicamente bastante bien para ser dadas de
alta tan pronto se haya tratado la lesión, a menudo son hospitalizadas para recibir
asesoramiento y tratamiento psiquiátrico. Durante la valoración psiquiátrica, la persona puede
negar todo problema. Con bastante frecuencia, la depresión grave que condujo al acto suicida
es seguida por un período corto de mejoría del humor, así que raras veces se producen nuevos
intentos suicidas inmediatamente después del inicial. Sin embargo, el riesgo de otro intento de
suicidio es alto a menos que sean resueltos los problemas de la persona.
Existen variaciones tanto en el tiempo de estancia en el hospital como en el tipo de
tratamiento requerido. El enfermo psiquiátrico grave generalmente es ingresado en la unidad
psiquiátrica del hospital para un control de forma continuada hasta que se resuelvan los
problemas que lo han inducido al suicidio o hasta que tenga capacidad de afrontarlos. En caso
de necesidad, se puede mantener al paciente en el hospital aun en contra de sus deseos porque
representa un peligro para sí mismo o para otros.
Las alteraciones graves del apetito se agrupan en tres categorías: el rechazo de mantener el
peso mínimo normal (anorexia nerviosa), el comer en exceso para luego purgarse (bulimia
nerviosa) y el comer en exceso sin purgarse (bulimia). La bulimia es el consumo de grandes
cantidades de comida en un corto período de tiempo acompañado por sentimientos de pérdida
del control. La purga es la autoinducción de vómitos o el mal uso de laxantes, diuréticos o
enemas para eliminar la comida del cuerpo.
Anorexia
La distorsión de la imagen corporal de estas pacientes (inclusive después de un régimen dietético prolongado) hace que siempre tengan la impresión tener
sobrepeso.
Anorexia nerviosa
Síntomas
Muchas de las mujeres que más tarde desarrollan anorexia nerviosa son meticulosas y
compulsivas, con unas metas muy altas de realización y éxito. Los primeros indicadores de la
inminencia del trastorno son la creciente preocupación por el régimen y el peso corporal,
incluso entre aquellas que ya son delgadas, como lo son la mayoría de las personas con
anorexia nerviosa. La preocupación y la ansiedad se intensifican a medida que adelgazan.
Incluso cuando llega a la emaciación, la persona declara que se siente obesa, niega tener algún
problema, no se queja de ausencia de apetito o pérdida de peso y en general se resiste al
tratamiento. La persona no suele acudir al médico hasta que los familiares la llevan.
Anorexia significa “ausencia de apetito”, pero las personas con anorexia están de hecho
hambrientas y preocupadas por la alimentación, estudiando regímenes y calculando calorías;
acumulan, esconden y malgastan deliberadamente la comida; coleccionan recetas y cocinan
platos elaborados para otros.
El 50 por ciento de las personas con anorexia nerviosa ingiere una cantidad excesiva de
comida y a continuación se provocan el vómito o se administran laxantes o diuréticos. La otra
mitad simplemente restringen la cantidad de comida que toman. La mayoría también hace un
exceso de ejercicio para controlar el peso.
Las mujeres dejan de menstruar, a veces antes de haber perdido mucho peso. Se registra tanto
en varones como en mujeres una pérdida de interés sexual. Típicamente tienen una frecuencia
cardíaca lenta, presión arterial baja, baja temperatura corporal, hinchazón de tejidos por
acumulación de líquidos (edema) y pelo fino y suave o bien excesivo vello facial y corporal.
Las personas con anorexia que se adelgazan mucho tienden a mantener una gran actividad,
incluyendo la práctica de programas de ejercicio intenso. No tienen síntomas de deficiencias
nutricionales y están sorprendentemente libres de infecciones. La depresión es habitual y las
personas con este trastorno mienten acerca de cuánto han comido y esconden sus vómitos y
sus hábitos alimentarios peculiares.
Los cambios hormonales que resultan de la anorexia nerviosa incluyen valores de estrógenos y
de hormonas tiroideas marcadamente reducidos y concentraciones aumentadas de cortisol. Si
una persona llega a estar gravemente desnutrida, es probable que sean afectados todos los
órganos principales. Los problemas más peligrosos son los relacionados con el corazón y con
los líquidos y los electrólitos (sodio, potasio, cloro). El corazón se debilita y expulsa menos
sangre. La persona puede deshidratarse y tener tendencia al desmayo. La sangre puede
acidificarse (acidosis metabólica) y los valores de potasio en la sangre pueden descender.
Vomitar y tomar laxantes y diuréticos puede empeorar la situación. Puede producirse una
muerte súbita debido a la aparición de ritmos cardíacos anormales.
Diagnóstico y tratamiento
Bulimia nerviosa
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
El médico sospecha bulimia nerviosa si una persona está demasiado preocupada por el
aumento de su peso, que presenta grandes fluctuaciones, en especial si existen signos
evidentes de una utilización excesiva de laxantes. Otras pistas incluyen tumefacción de las
glándulas salivales de las mejillas, cicatrices en los nudillos por haber usado los dedos para
inducir el vómito, erosión del esmalte dental debido al ácido del estómago y un valor bajo de
potasio sanguíneo. Sin embargo, el diagnóstico dependerá de la descripción del paciente de
una conducta comida excesiva-purga.
Las dos aproximaciones al tratamiento son la psicoterapia y los fármacos. Es mejor que la
psicoterapia la realice un terapeuta con experiencia en alteraciones del apetito, pudiendo
resultar muy eficaz. Un fármaco antidepresivo a menudo puede ayudar a controlar la bulimia
nerviosa, incluso cuando la persona no parece deprimida, pero el trastorno puede reaparecer al
interrumpirse la administración del fármaco.
Ingestión excesiva de comida
Síntomas
Las personas que tiene este trastorno sufren por esta causa. Cerca del 50 por ciento de las
personas obesas que tienen este trastorno están deprimidas, frente a sólo el 5 por ciento de las
personas obesas que no lo presentan. Aunque este trastorno no produce las alteraciones físicas
que pueden ocurrir en la bulimia nerviosa, representa un problema para una persona que está
intentando perder peso.
Tratamiento
La sexualidad es una parte normal de la experiencia humana. Sin embargo, los tipos de
comportamiento sexual y las actitudes acerca de la sexualidad que se consideran normales
varían mucho en las diferentes culturas y entre éstas. Por ejemplo, la masturbación, que
durante un tiempo fue considerada como una perversión e incluso una causa de enfermedad
mental, es ahora reconocida como una actividad sexual normal durante la vida. Se considera
que más del 97 por ciento de los varones y el 80 por ciento de las mujeres se ha masturbado.
Aunque la masturbación es normal y es a menudo recomendada como una opción de “sexo
seguro”, puede causar culpabilidad y sufrimiento psicológico originado por la actitud
desaprobadora de otros. Esto puede producir un considerable sufrimiento y puede incluso
afectar al desarrollo sexual.
De forma similar, la homosexualidad, que una vez fue considerada como anormal por la
profesión médica, ya no es considerada una enfermedad; está ampliamente reconocida como
una orientación sexual que está presente desde la niñez. La prevalencia de la homosexualidad
es desconocida, pero se estima que cerca del 6 al 10 por ciento de los adultos tiene
exclusivamente relaciones homosexuales a lo largo de sus vidas. Un porcentaje mucho mayor
de personas ha experimentado actividades sexuales con personas de su sexo en la
adolescencia, pero como adultos tienen un comportamiento heterosexual.
Las causas de la homosexualidad y de la heterosexualidad son desconocidas. No se han
identificado influencias hormonales, biológicas o psicológicas que contribuyan
sustancialmente a la orientación sexual de la persona. Los homosexuales descubren que son
atraídos por personas del mismo sexo, al mismo tiempo que los heterosexuales descubren que
son atraídos por personas del otro sexo. La atracción parece ser el resultado final de
influencias biológicas y ambientales y no una elección deliberada. Por lo tanto, la expresión
popular “preferencia sexual” tiene escaso sentido.
En general, los homosexuales se acomodan correctamente a su orientación sexual, aunque
deben superar los prejuicios y la desaprobación social. Este ajuste puede tardar mucho tiempo
en conseguirse y puede estar asociado con un estrés psicológico importante. Muchos hombres
y mujeres homosexuales sufren una discriminación social y en sus lugares de trabajo, que
agrava su estrés.
Para algunas personas heterosexuales y homosexuales, la actividad sexual con diferentes
parejas es una práctica frecuente durante su vida. Tal tipo de actividad puede indicar una baja
capacidad para establecer relaciones emocionales íntimas. Ésta puede ser una razón para
buscar consejo profesional, especialmente desde que la transmisión de ciertas enfermedades
(por ejemplo, la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, sífilis, gonorrea y
cáncer cervical) está asociada con el hábito de tener muchas parejas sexuales.
Transexualismo
Parafilias
Fetichismo
En el fetichismo, la actividad sexual utiliza objetos físicos (el fetiche), a veces prefiriéndolos
al contacto con las personas. Las personas fetichistas pueden llegar a estimularse y disfrutar
sexualmente vistiendo las prendas interiores del otro, vistiendo con cuero o goma o tomando,
frotando u oliendo objetos como zapatos de tacón alto. Las personas con este trastorno pueden
no ser capaces de realizar la función sexual sin sus fetiches.
Travestismo
En el travestismo, un hombre prefiere de modo ocasional vestirse con ropas de mujer, o menos
frecuentemente, una mujer prefiere vestirse con ropas de varón. En ningún caso, sin embargo,
el deseo de la persona es cambiar de sexo, como en el caso de los transexuales. El intercambio
de vestimentas no se considera siempre un trastorno mental y puede que no afecte de modo
adverso a las relaciones sexuales de la pareja. El travestismo se considera un trastorno
solamente si ocasiona sufrimiento, deterioro de algún tipo o una conducta insensata que puede
conducir a lesiones, a la pérdida del trabajo o a la prisión. Los travestidos también
intercambian sus vestimentas por razones diferentes a la estimulación sexual, por ejemplo,
para reducir la ansiedad, para relajarse o para experimentar el lado femenino de sus
personalidades, por lo demás, masculinas.
Pedofilia
La pedofilia es una preferencia por la actividad sexual con niños pequeños. En las sociedades
occidentales, la pedofilia es generalmente considerada como el deseo de tener actividades
sexuales con niños de 13 años de edad o menos. Una persona a quien se diagnostica pedofilia
tiene como mínimo 16 años y es por lo menos 5 años mayor que el niño víctima.
Aunque las leyes varían de un país a otro, en líneas generales se considera que una persona
comete un delito tipificado de violación cuando el niño tiene 16 años o menos y el adulto es
mayor de 18 años. Los delitos tipificados de violación a menudo no corresponden a la
definición de pedofilia.
Una persona con pedofilia se angustia o se preocupa intensamente por fantasías sexuales
relacionadas con niños, aunque no tenga lugar ninguna relación sexual. Algunos pedófilos
sienten atracción sólo por los niños, a menudo de un grupo de edad específico, mientras que
otros se sienten atraídos tanto por niños como por adultos. Los pedófilos pueden ser tanto
mujeres como hombres y las víctimas pueden ser niñas o niños. Los pedófilos pueden tener
como objetivo niños de sus familias (incesto) o pueden abusar de niños de su comunidad.
Pueden utilizar la fuerza o la coerción para someter sexualmente a los niños y pueden proferir
amenazas para evitar que la víctima los denuncie.
La pedofilia puede tratarse con psicoterapia y fármacos que alteran la conducta sexual. Este
tratamiento puede ser solicitado de modo voluntario o solamente tras una detención por el
delito y sus consecuentes procesos legales. Algunos pedófilos pueden responder al
tratamiento; otros no. La encarcelación, incluso a largo plazo, no cambia los deseos ni las
fantasías de los pedófilos.
Exhibicionismo
En el exhibicionismo, una persona (generalmente un varón) muestra por sorpresa sus genitales
a extraños y hacer esto la excita sexualmente. La exposición puede seguirse de masturbación.
Casi nunca buscan un contacto sexual, por esto los exhibicionistas raramente cometen
violación. En general, los exhibicionistas que son detenidos tienen menos de 40 años. Aunque
las mujeres pueden exhibir sus cuerpos de modo provocativo, el exhibicionismo raramente es
considerado un trastorno psicosexual en las mujeres.
Voyeurismo
En el voyeurismo, una persona se excita sexualmente con la visión de alguien que se está
desnudando, que está desnudo o realizando una actividad sexual. Lo que les excita es el acto
de la observación y no la actividad sexual con la persona observada. Es particularmente
frecuente algún grado de voyeurismo entre niños y varones adultos y la sociedad considera las
formas leves de este comportamiento como normales. Cuando se trata de un trastorno, el
voyeurismo puede llegar a ser el método preferido de actividad sexual y puede consumir
incontables horas de búsqueda.
En general, los voyeuristas son varones. Se han desarrollado mucho la cantidad y variedad de
material y de espectáculos con un contenido sexual explícito para las mujeres heterosexuales
(por ejemplo, los espectáculos de desnudo masculino), pero a la participación en estas
actividades le falta el elemento de la observación secreta, que es lo característico del
voyeurismo.
Masoquismo y sadismo
Eyaculación precoz
La eyaculación precoz es una eyaculación que ocurre demasiado pronto, generalmente antes,
durante o poco después de la penetración.
El problema es frecuente entre adolescentes y puede intensificarse si existe el sentimiento de
que la relación sexual es pecaminosa. El miedo a lo desconocido, a provocar un embarazo o a
contraer una enfermedad de transmisión sexual, así como la ansiedad acerca de su capacidad
para realizar la relación sexual pueden ser factores contribuyentes. Similares preocupaciones
pueden persistir durante la etapa adulta e incluso aumentar por problemas en una relación.
Aunque la eyaculación precoz raramente tiene una causa física, pueden estar implicados una
inflamación de la próstata o un trastorno del sistema nervioso.
La eyaculación precoz puede ser un problema significativo para las parejas. Si el hombre
eyacula antes de que su pareja alcance el orgasmo, ésta puede sentirse insatisfecha y en
muchas mujeres se crea un resentimiento.
Tratamiento
Eyaculación retardada
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
Tratamiento
El asesoramiento a las parejas puede ayudar a resolver los problemas en una relación. Las
personas que han experimentado traumas sexuales pueden necesitar psicoterapia. Puede ser
eficaz la terapia de comportamiento, en la cual una persona es gradualmente expuesta a la
actividad sexual, comenzando con actividades que no resulten amenazadoras y progresando
hacia la expresión sexual completa. Los fármacos pueden ayudar a aliviar los ataques de
pánico en relación con la actividad sexual.
Diagnóstico y tratamiento
La inhibición del orgasmo es un trastorno en el cual la mujer no tiene orgasmos o, si los tiene,
se presentan con mucho mayor retardo que el requerido por la pareja, o tiene mucha dificultad
para alcanzarlos a pesar de recibir un estímulo apropiado.
El trastorno puede durar toda la vida, se puede desarrollar tras un período de funcionamiento
normal o puede ocurrir sólo en ciertas situaciones o con ciertas parejas. Cerca del 10 por
ciento de las mujeres no tiene nunca un orgasmo con ninguna clase de estimulación o en
ninguna situación. En general, las mujeres pueden tener un orgasmo con la estimulación del
clítoris, pero probablemente más de la mitad es a menudo incapaz de tener un orgasmo
durante las relaciones sexuales a menos que el clítoris sea estimulado durante la penetración
vaginal.
Las causas de la inhibición del orgasmo son similares a las del trastorno de la disminución del
deseo sexual. La relación sexual puede estar completamente terminada para el compañero
antes de que la mujer alcance el orgasmo. Algunas mujeres pueden no tener ningún problema
en desarrollar una adecuada excitación, pero pueden estar temerosas de “dejarse llevar” en el
curso del acto sexual. Las razones pueden ser sentimientos de culpabilidad tras una
experiencia placentera o miedo ser dependientes del compañero. También puede representar
un miedo a perder el control.
Tratamiento
Se trata toda causa física que identifique el médico. Cuando predominan las causas
psicológicas, puede ser beneficioso el asesoramiento individual o en pareja. La técnica
focalizada en las sensaciones es generalmente beneficiosa para las mujeres inhibidas
sexualmente. Sin embargo, la técnica resulta menos beneficiosa para las mujeres capaces de
tener un orgasmo a partir de la estimulación del clítoris pero no durante una relación sexual.
Es esencial el conocimiento de la mujer del funcionamiento de sus órganos sexuales y de sus
respuestas. Ella debería conocer los mejores modos de estimular su clítoris. La sensaciones
vaginales pueden ser aumentadas reforzando el control voluntario de los músculos que rodean
la vagina usando los ejercicios de Kegel. En estos ejercicios, la mujer contrae fuertemente sus
músculos vaginales (como para cerrar el meato urinario) 10 ó 15 veces en tres ocasiones a lo
largo del día. Generalmente, después de dos o tres meses, mejoran el tono muscular y la
sensibilidad y aumenta la sensación de control de la mujer.
Dispareunia
Diagnóstico y tratamiento
Vaginismo
El vaginismo es una contracción involuntaria de los músculos de la porción inferior de la
vagina que impide la introducción del pene.
El vaginismo es el resultado del deseo inconsciente de la mujer de impedir la penetración. Una
mujer puede desarrollar vaginismo si las relaciones sexuales han sido dolorosas en el pasado.
Ella puede no querer comprometerse en el acto sexual por miedo a quedarse embarazada, a ser
controlada por el hombre, a perder el control o a ser herida durante el acto.
Diagnóstico y tratamiento
Una historia médica y un examen físico a menudo descubren un problema médico o un factor
psicológico. Cualquier problema físico puede ser habitualmente solucionado. Si el vaginismo
persiste, se enseñan técnicas a la mujer para reducir los espasmos musculares.
En la técnica de dilatación gradual, la mujer inserta dilatadores lubricados en su vagina. Los
dilatadores son muy pequeños al principio y se aumenta su tamaño a medida que la tolerancia
lo permite. Es útil realizar los ejercicios para fortalecer los músculos pélvicos, como los de
Kegel, mientras están colocados los dilatadores. En estos ejercicios, los músculos alrededor de
la vagina son contraídos de forma intensa y después relajados, lo que permite a la mujer
desarrollar una sensación de control sobre ellos. La técnica de dilatación puede también
practicarse en casa usando los dedos.
Una vez que la mujer puede tolerar el tener grandes dilatadores insertados sin notar
incomodidad, ella y su pareja pueden intentar mantener relaciones sexuales de nuevo. El
asesoramiento a ambos miembros de la pareja puede facilitar este proceso y aliviar la
ansiedad.
CAPITULO 89
Trastornos de la personalidad
Cada uno tiene patrones característicos de percepción y de relación con otras personas y
situaciones (rasgos personales). Dicho de otro modo, toda la gente tiende a enfrentarse a las
situaciones estresantes con un estilo individual pero repetitivo. Por ejemplo, algunas personas
tienden a responder siempre a una situación problemática buscando la ayuda de otros. Otras
siempre asumen que pueden manejar los problemas por sí mismas. Algunas personas
minimizan los problemas, otras los exageran.
Aunque la gente tiende a responder siempre del mismo modo a una situación difícil, la
mayoría es propensa a intentar otro camino si la primera respuesta es ineficaz. En contraste,
las personas con trastornos de la personalidad son tan rígidas que no pueden adaptarse a la
realidad, lo cual debilita su capacidad operacional. Sus patrones desadaptados de pensamiento
y comportamiento se hacen evidentes al principio de la edad adulta, frecuentemente antes, y
tienden a durar toda la vida. Son personas propensas a tener problemas en sus relaciones
sociales e interpersonales y en el trabajo.
Las personas con trastornos de la personalidad generalmente no son conscientes de que su
comportamiento o sus patrones de pensamiento son inapropiados; por el contrario, a menudo
creen que sus patrones son normales y correctos. Con frecuencia, los familiares o los
asistentes sociales los envían a recibir ayuda psiquiátrica porque su comportamiento
inadecuado causa dificultades a los demás. En cambio, la gente con trastornos por ansiedad se
causa problemas a sí misma pero no a otros. Cuando las personas con trastornos de la
personalidad buscan ayuda por sí mismas (frecuentemente, a causa de frustraciones), tienden a
creer que sus problemas están causados por otras personas o por una situación particularmente
dificultosa.
Los trastornos de la personalidad incluyen los siguientes tipos: paranoide, esquizoide,
esquizotípico, histriónico, narcisista, antisocial, límite, evitador, dependiente, obsesivo-
compulsivo y pasivo-agresivo. El trastorno de identidad disociativo, anteriormente llamado
trastorno de personalidad múltiple, es un trastorno completamente diferente.
Personalidad paranoide
Las personas con una personalidad paranoide proyectan sus propios conflictos y hostilidades
hacia otros. Son generalmente frías y distantes en sus relaciones. Tienden a encontrar
intenciones hostiles y malévolas detrás de los actos triviales, inocentes o incluso positivos de
otras personas y reaccionan con suspicacia a los cambios en las situaciones. A menudo, las
suspicacias conducen a conductas agresivas o al rechazo por parte de los demás (resultados
que parecen justificar sus sentimientos originales).
Los que tienen una personalidad paranoide frecuentemente intentan acciones legales contra
otros, especialmente si se sienten indignados con razón. Son incapaces de ver su propio papel
dentro de un conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento, pueden ser altamente
eficientes y concienzudos.
A veces las personas que ya se sienten alienadas a causa de un defecto o una minusvalía
(como la sordera) son más vulnerables a desarrollar ideas paranoides.
Personalidad esquizoide
Personalidad esquizotípica
Personalidad histriónica
Las personas con una personalidad histriónica (histérica) buscan de un modo notable llamar la
atención y se comportan teatralmente. Sus maneras vivamente expresivas tienen como
resultado el establecer relaciones con facilidad pero de un modo superficial. Las emociones a
menudo aparecen exageradas, infantilizadas e ideadas para provocar la simpatía o la atención
(con frecuencia erótica o sexual) de los otros. La persona con personalidad histriónica es
proclive a los comportamientos sexualmente provocativos o a sexualizar las relaciones no
sexuales. Pueden no querer en realidad una relación sexual; más bien, sus comportamientos
seductores a menudo encubren su deseo de dependencia y de protección. Algunas personas
con personalidad histriónica también son hipocondríacas y exageran sus problemas físicos
para conseguir la atención que necesitan.
Personalidad narcisista
Las personas con una personalidad narcisista tienen un sentido de superioridad y una creencia
exagerada en su propio valor o importancia, lo que los psiquiatras llaman “grandiosidad”. La
persona con este tipo de personalidad puede ser extremadamente sensible al fracaso, a la
derrota o a la crítica y, cuando se le enfrenta a un fracaso para comprobar la alta opinión de sí
mismos, pueden ponerse fácilmente rabiosos o gravemente deprimidos. Como creen que son
superiores en las relaciones con los otros, esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan
que otros los envidian. Sienten que merecen que sus necesidades sean satisfechas sin demora y
por ello explotan a otros, cuyas necesidades o creencias son consideradas menos importantes.
Su comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les encuentran egocentristas,
arrogantes o mezquinos.
Personalidad antisocial
Las personas con personalidad antisocial (en otro tiempo llamada psicopática o personalidad
sociopática), la mayor parte de las cuales son hombres, muestran desprecio insensible por los
derechos y los sentimientos de los demás. Explotan a otros para obtener beneficio material o
gratificación personal (a diferencia de los narcisistas, que creen que son mejores que los
otros). Característicamente, tales personas expresan sus conflictos impulsiva e
irresponsablemente. Toleran mal la frustración y, en ocasiones, son hostiles o violentas. A
pesar de los problemas o el daño que causan a otros por su comportamiento antisocial,
típicamente no sienten remordimientos o culpabilidad. Al contrario, racionalizan cínicamente
su comportamiento o culpan a otros. Sus relaciones están llenas de deshonestidades y de
engaños. La frustración y el castigo raramente les ocasionan la modificación de sus conductas.
Las personas con personalidad antisocial son frecuentemente proclives al alcoholismo, a la
toxicomanía, a las desviaciones sexuales, a la promiscuidad y a ser encarceladas. Son
propensas a fracasar en sus trabajos y a trasladarse de un sitio a otro. Frecuentemente tienen
una historia familiar de comportamiento antisocial, abuso de sustancias, divorcio y abusos
físicos. En su niñez, generalmente, fueron descuidados emocionalmente y con frecuencia
sufrieron abusos físicos en sus años de formación. Tienen una esperanza de vida inferior a la
media, pero entre los que sobreviven, esta situación tiende a disminuir o a estabilizarse con la
edad.
Personalidad límite
Las personas con una personalidad límite, la mayor parte de las cuales son mujeres, son
inestables en la percepción de su propia imagen, en su humor, en su comportamiento y en sus
relaciones interpersonales (que a menudo son tormentosas e intensas). La personalidad límite
se hace evidente al principio de la edad adulta pero la prevalencia disminuye con la edad.
Estas personas han sido a menudo privadas de los cuidados necesarios durante la niñez.
Consecuentemente se sienten vacías, furiosas y merecedoras de cuidados.
Cuando las personas con una personalidad límite se sienten cuidadas, se muestran solitarias y
desvalidas, frecuentemente necesitando ayuda por su depresión, el abuso de sustancias
tóxicas, las alteraciones del apetito y el maltrato recibido en el pasado. Sin embargo, cuando
temen el abandono de la persona que las cuida, su humor cambia radicalmente. Con
frecuencia muestran una cólera inapropiada e intensa, acompañada por cambios extremos en
su visión del mundo, de sí mismas y de otras (cambiando del negro al blanco, del amor al odio
o viceversa pero nunca a una posición neutra). Si se sienten abandonadas y solas pueden llegar
a preguntarse si realmente existen (esto es, no se sienten reales). Pueden devenir
desesperadamente impulsivas, implicándose en una promiscuidad o en un abuso de sustancias
tóxicas. A veces pierden de tal modo el contacto con la realidad que tienen episodios breves
de pensamiento psicótico, paranoia y alucinaciones.
Estas personas son vistas a menudo por los médicos de atención primaria; tienden a visitar con
frecuencia al médico por crisis repetidas o quejas difusas pero no cumplen con las
recomendaciones del tratamiento. Este trastorno es también el más frecuentemente tratado por
los psiquiatras, porque las personas que lo presentan buscan incesantemente a alguien que
cuide de ellas.
Personalidad evitadora
Personalidad dependiente
Las personas con una personalidad dependiente transfieren las decisiones importantes y las
responsabilidades a otros y permiten que las necesidades de aquellos de quienes dependen se
antepongan a las propias. No tienen confianza en sí mismas y manifiestan una intensa
inseguridad. A menudo se quejan de que no pueden tomar decisiones y de que no saben qué
hacer o cómo hacerlo. Son reacias a expresar opiniones, aunque las tengan, porque temen
ofender a la gente que necesitan. Las personas con otros trastornos de personalidad
frecuentemente presentan aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan
generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno. Algunos adultos con
enfermedades prolongadas desarrollan personalidades dependientes.
Personalidad obsesivo-compulsiva
Las personas con personalidad obsesivo-compulsiva son formales, fiables, ordenadas y
metódicas pero a menudo no pueden adaptarse a los cambios. Son cautos y analizan todos los
aspectos de un problema, lo que dificulta la toma de decisiones. Aunque estos signos están en
consonancia con los estándares culturales de occidente, los individuos con una personalidad
obsesivo-compulsiva toman sus responsabilidades con tanta seriedad que no toleran los
errores y prestan tanta atención a los detalles que no pueden llegar a completar sus tareas.
Consecuentemente, estas personas pueden entretenerse en los medios para realizar una tarea y
olvidar su objetivo. Sus responsabilidades les crean ansiedad y raramente encuentran
satisfacción con sus logros.
Estas personas son frecuentemente grandes personalidades, en especial en las ciencias y otros
campos intelectuales en donde el orden y la atención a los detalles son fundamentales. Sin
embargo, pueden sentirse desligadas de sus sentimientos e incómodas con sus relaciones u
otras situaciones que no controlan, con eventos impredecibles o cuando deben confiar en
otros.
Personalidad pasiva-agresiva
Diagnóstico
Tratamiento
Todo el mundo se disocia en ocasiones. Por ejemplo, las personas frecuentemente se dan
cuenta después de haber conducido del trabajo a casa de que no recuerdan gran parte del
camino porque estaban preocupadas por conflictos personales o atentas a un programa de la
radio. Durante la hipnosis, una persona puede disociar los sentimientos del dolor físico. Sin
embargo, otras formas de disociación provocan una ruptura entre las sensaciones de la persona
de sí misma y las percepciones de los hechos de la vida.
Los trastornos disociativos incluyen la amnesia disociativa, la fuga disociativa, el trastorno de
identidad disociativo y un conjunto de situaciones de definición más difusa que los psiquiatras
denominan trastorno disociativo sin otros datos específicos. Estos trastornos disociativos son
con frecuencia precipitados por un estrés abrumador. El estrés puede estar causado por la
experiencia o por la observación de un acontecimiento traumático, un accidente o un desastre.
O bien una persona puede experimentar un conflicto interno tan insoportable que su mente es
forzada a separar la información incompatible o inaceptable y los sentimientos procedentes
del pensamiento consciente.
Amnesia disociativa
La amnesia disociativa parece estar causada por el estrés (la experiencia o la visión de
experiencias traumáticas, situaciones de estrés graves en la vida o graves conflictos internos).
Los episodios de amnesia pueden ser precedidos de abusos físicos o experiencias sexuales y
situaciones emocionalmente abrumadoras en las cuales existe amenaza, lesión o muerte (como
una violación, una guerra o un desastre natural como un incendio o una inundación). Las
situaciones de mayor estrés en la vida incluyen el abandono, la muerte de un ser querido y la
ruina financiera. También pueden conducir a la amnesia la inquietud por impulsos de
culpabilidad, dificultades aparentemente insolubles o conductas criminales. De un modo
general se acepta que algunas personas, como las que son fácilmente hipnotizadas, son más
propensas a desarrollar amnesia que otras.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
Es esencial una atmósfera de apoyo en la que la persona se sienta segura. Esta sola medida
conduce con frecuencia a una recuperación espontánea gradual de los recuerdos perdidos.
Si la memoria no se recupera de modo espontáneo o si es urgente su recuperación, a menudo
son eficaces las técnicas de recuperación de la memoria. Usando la hipnosis o los efectos de
determinados fármacos, el médico pregunta a la persona amnésica acerca de su pasado. El
médico debe tener mucho cuidado porque es probable que se hagan patentes durante el
proceso las circunstancias que estimularon la pérdida de memoria y esto puede resultar muy
perturbador. No puede asumirse que sean exactos los recuerdos recuperados a través de estas
técnicas. Sólo podrá determinar su exactitud la corroboración externa. Sin embargo, el hecho
de completar al máximo las lagunas de memoria podrá contribuir a restablecer la continuidad
de la identidad de la persona y de su sentido del yo. Una vez desaparecida la amnesia, el
tratamiento continuado ayudará a la persona a comprender el trauma o los conflictos que
causaron la situación y a encontrar medios para resolverla.
La mayoría de la gente recupera lo que parecen ser sus memorias perdidas y resuelve los
conflictos que causaron la amnesia. Sin embargo, algunas personas nunca rompen las barreras
que les impiden reconstruir su pasado perdido. El pronóstico está determinado en parte por las
circunstancias de la vida de la persona, particularmente el estrés y los conflictos que
provocaron la amnesia.
Fuga disociativa
La fuga disociativa consiste en una o más salidas de una persona de su casa repentina,
inesperada y deliberadamente, durante las cuales no recuerda una parte o la totalidad de su
vida pasada y no sabe quién es, o bien se da una nueva identidad.
La fuga disociativa afecta aproximadamente al dos por mil de la población. Es mucho más
frecuente en personas que han estado en guerras, accidentes y desastres naturales.
Causas
Las causas de la fuga disociativa son similares a las de la amnesia disociativa pero con
algunos factores adicionales. Frecuentemente, la fuga ocurre en circunstancias en las que se
puede sospechar simulación. La simulación es un estado en el cual una persona se comporta
como si estuviera enferma, porque ello la libera de dar cuenta de sus acciones, le da una
excusa para evitar responsabilidades o reduce su exposición a un riesgo conocido, como un
trabajo peligroso. Más aún, muchas fugas parecen representar el cumplimiento de deseos
encubiertos (por ejemplo, escapar de un estrés insoportable, como el divorcio o la ruina
financiera). Otras fugas están relacionadas con sentimientos de rechazo o de separación, o
pueden proteger a la persona del suicidio o de impulsos homicidas.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
El tratamiento para una fuga en desarrollo incluye que el médico recoja información acerca de
la verdadera identidad de la persona, que deduzca por qué la abandonó y le ayude a
reasumirla. Si la información no puede ser obtenida directamente de la persona, se puede
necesitar la intervención de la policía y de los asistentes sociales.
La fuga disociativa se trata de forma bastante parecida a la amnesia disociativa y puede incluir
el uso de hipnosis o de entrevistas con facilitación farmacológica. Sin embargo,
frecuentemente todos los esfuerzos para recuperar los recuerdos del período de fuga son
infructuosos. Un psiquiatra puede ayudar a la persona a explorar sus mecanismos de manejo
de las situaciones, conflictos y temperamentos que desencadenaron el episodio de fuga.
Lo más frecuente es que las fugas duren horas o días y desaparezcan espontáneamente. A
menos que exista algún comportamiento durante el período de fuga que haya traído sus
propias complicaciones, el deterioro es leve y de corta duración. Si la fuga fue prolongada y el
comportamiento de la persona antes y durante ella fue problemático puede tener considerables
dificultades. Por ejemplo, un hombre puede haber abandonado su familia y sus
responsabilidades laborales, cometido un crimen o formado una pareja en su estado de fuga.
Causas
El trastorno de identidad disociativo parece estar causado por la interacción de varios factores:
- El estrés insoportable, como el haber sufrido abusos físicos o psicológicos durante la niñez.
- Una habilidad para separar los propios recuerdos, percepciones o identidades del
conocimiento consciente (capacidad disociativa).
- Antes de tener una visión unificada del yo y de los otros se puede consolidar sólidamente un
desarrollo anormal.
El desarrollo humano requiere que los niños sean capaces de integrar complicados y diferentes
tipos de información y experiencias. A medida que los niños aprenden a forjarse una identidad
cohesionada y compleja, pasan por fases en las cuales se mantienen separadas diferentes
percepciones y emociones. Pueden usar estas diferentes percepciones para generar diferentes
yo, pero no todos los niños que sufren abusos o pérdidas o traumas importantes tienen la
capacidad de desarrollar múltiples personalidades. Los que sí tienen esta capacidad también
tienen formas normales de resolver sus problemas, y, en general, estos niños vulnerables están
lo suficientemente protegidos y tranquilizados por los adultos como para que no se desarrolle
un trastorno de identidad disociativo.
Síntomas
- Una capacidad fluctuante para asumir sus funciones, desde la eficacia en el trabajo y en la
casa hasta la inhabilidad.
Las personas con un trastorno de identidad disociativo frecuentemente oyen hablar a otros de
lo que ellas han hecho pero que no recuerdan. Otras pueden mencionar cambios en su
comportamiento que ellas tampoco recuerdan. Pueden descubrir objetos, productos o
manuscritos con los que no contaban o que no reconocen. A menudo se refieren a sí mismas
como “nosotros”, “él” o “ella”. Mientras que, en general, las personas no pueden recordar
mucho acerca de sus primeros cinco años de vida, la persona con un trastorno de identidad
disociativo no recuerda tampoco lo ocurrido entre sus 6 y 11 años.
Las personas con un trastorno de identidad disociativo tienen típicamente una historia de tres
o más diagnósticos psiquiátricos previos diferentes y que no han respondido al tratamiento.
Estas personas están muy preocupadas por temas de control, tanto el autocontrol como el
control de los demás.
Diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
Trastorno de despersonalización
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
Esquizofrenia
La esquizofrenia es un trastorno mental grave caracterizado por una pérdida de contacto con la
realidad (psicosis), alucinaciones, delirios (creencias falsas), pensamiento anormal y
alteración del funcionamiento social y laboral.
La esquizofrenia es un problema de salud pública de primera magnitud en todo el mundo. La
prevalencia de la esquizofrenia en el mundo parece ser algo menor del uno por ciento, aunque
se han identificado zonas de mayor o menor prevalencia. En algunos países, las personas con
esquizofrenia ocupan alrededor del 25 por ciento de las camas de hospital.
La esquizofrenia tiene una mayor prevalencia que la enfermedad de Alzheimer, la diabetes o
la esclerosis múltiple.
Hay varios trastornos que comparten características con la esquizofrenia. Los trastornos que se
parecen a la esquizofrenia pero en los cuales los síntomas han estado presentes menos de 6
meses, se llaman trastornos esquizofreniformes. Los trastornos en los cuales los episodios de
síntomas psicóticos duran al menos un día pero menos de un mes se llaman trastornos
psicóticos breves. Un trastorno caracterizado por la presencia de síntomas del humor, como la
depresión o la manía, junto con otros síntomas típicos de la esquizofrenia se llama trastorno
esquizoafectivo. Un trastorno de la personalidad que puede compartir síntomas de la
esquizofrenia pero en el cual los síntomas no son tan graves como para reunir los criterios de
psicosis, se llama trastorno esquizotípico de la personalidad.
Causas
Síntomas
La esquizofrenia comienza más frecuentemente entre los 18 y los 25 años en los hombres y
entre los 26 y los 45 en las mujeres. Sin embargo, no es infrecuente que comience en la niñez
o en la adolescencia temprana. La instalación puede ser súbita, en el curso de días o semanas,
o lenta e insidiosa, a lo largo de años.
La gravedad y el tipo de sintomatología puede variar significativamente entre diferentes
personas con esquizofrenia. En conjunto, los síntomas se agrupan en tres categorías mayores:
delirios y alucinaciones, alteración del pensamiento y conducta inhabituales y síntomas
negativos o por déficit. Una persona puede tener síntomas de uno o de los tres grupos. Los
síntomas son lo suficientemente graves como para interferir con la capacidad de trabajo, de
relación con la gente y del propio cuidado.
Los delirios son creencias falsas que generalmente implican una mala interpretación de las
percepciones o de las experiencias. Por ejemplo, las personas con esquizofrenia pueden
experimentar delirios persecutorios, creyendo que están siendo atormentadas, seguidas,
engañadas o espiadas. Pueden tener delirios de referencia, creyendo que ciertos pasajes de los
libros, de los periódicos o de las canciones se dirigen específicamente a ellas. Estas personas
pueden tener delirios de robo o de imposición del pensamiento, creyendo que otros pueden
leer sus mentes, que sus pensamientos son transmitidos a otros o que sus pensamientos e
impulsos les son impuestos por fuerzas externas. Pueden ocurrir alucinaciones de sonidos, de
visiones, de olores, de gustos o del tacto, aunque las alucinaciones de sonidos (alucinaciones
auditivas) son de lejos las más frecuentes. Una persona puede “oír” voces que comentan su
comportamiento, que conversan entre ellas o que hacen comentarios críticos y abusivos.
La alteración del pensamiento consiste en el pensamiento desorganizado, que se hace patente
cuando la expresión es incoherente, cambia de un tema a otro y no tiene ninguna finalidad. La
expresión puede estar levemente desorganizada o ser completamente incoherente e
incomprensible. El comportamiento inhabitual puede tomar la forma de simplezas de carácter
infantil, agitación o apariencia, higiene o conducta inapropiadas. El comportamiento motor
catatónico es una forma extrema de conducta inhabitual en la que una persona puede mantener
una postura rígida y resistirse a los esfuerzos para moverla o, por el contrario, mostrar
actividad de movimientos sin estímulo previo y sin sentido.
Los síntomas negativos o por déficit de la esquizofrenia incluyen frialdad de emociones,
pobreza de expresión, anhedonía y asocialidad. La frialdad de emociones es una disminución
de éstas. La cara de la persona puede parecer inmóvil; hace poco contacto visual y no expresa
emociones. No hay respuesta ante situaciones que normalmente harían a una persona reír o
llorar. La pobreza de expresión es una disminución de pensamientos reflejada en que la
persona habla poco. Las respuestas a las preguntas pueden ser concisas, una o dos palabras,
dando la impresión de vacío interior. La anhedonía es una disminución de la capacidad de
experimentar placer; la persona puede mostrar poco interés en actividades anteriores y pasa
más tiempo en actividades inútiles. La asocialidad es la falta de interés en relacionarse con
otras personas. Estos síntomas negativos están a menudo asociados a una pérdida general de la
motivación, del sentido de proyecto y de las metas.
Tipos de esquizofrenia
Algunos investigadores creen que la esquizofrenia es un trastorno aislado, mientras que otros
creen que es un síndrome (un conjunto de síntomas) basados en numerosas enfermedades
subyacentes. Se han propuesto subtipos de esquizofrenia en un esfuerzo de clasificar a los
pacientes dentro de grupos más uniformes. Sin embargo, en un mismo paciente, el subtipo
puede variar a lo largo del tiempo.
La esquizofrenia paranoide está caracterizada por una preocupación por delirios o
alucinaciones auditivas; la expresión desorganizada y las emociones inadecuadas están menos
marcadas. La esquizofrenia hebefrénica o desorganizada se caracteriza por expresión
desorganizada, comportamiento desorganizado y emociones disminuidas o inapropiadas. La
esquizofrenia catatónica se caracteriza por síntomas físicos como la inmovilidad, la actividad
motora excesiva o la adopción de posturas inhabituales. La esquizofrenia indiferenciada se
caracteriza a menudo por síntomas de todos los grupos: delirios y alucinaciones, alteración del
pensamiento y conducta inhabitual y síntomas negativos o por déficit.
Más recientemente, se ha clasificado la esquizofrenia de acuerdo a la presencia y gravedad de
los síntomas negativos o por déficit. En las personas con el subtipo negativo o deficitario de
esquizofrenia son predominantes los síntomas negativos, como la frialdad de las emociones, la
ausencia de motivación y la disminución del sentido de proyección. En las personas con
esquizofrenia no deficitaria o paranoide, predominan los delirios y las alucinaciones, pero en
raras ocasiones pueden presentarse unos pocos síntomas negativos. En conjunto, las personas
con esquizofrenia no deficitaria tienden a ser menos gravemente discapacitadas y responden
mejor al tratamiento.
Diagnóstico
Pronóstico
Tratamiento
Los objetivos generales del tratamiento son los siguientes: reducir la gravedad de los síntomas
psicóticos, prevenir la reaparición de los episodios sintomáticos y el deterioro asociado del
funcionamiento del individuo y suministrar un apoyo que permita al paciente un
funcionamiento al máximo nivel posible. Los fármacos antipsicóticos, la rehabilitación y las
actividades con apoyo comunitario y la psicoterapia son los tres principales componentes del
tratamiento.
Los fármacos antipsicóticos pueden ser eficaces para reducir o eliminar síntomas como los
delirios, las alucinaciones y el pensamiento desorganizado. Una vez que los síntomas del brote
agudo han desaparecido, el uso continuado de los fármacos antipsicóticos reduce
sustancialmente la probabilidad de episodios futuros. Desafortunadamente, los fármacos
antipsicóticos tienen efectos adversos significativos como sedación, rigidez muscular,
temblores y aumento de peso. Estos fármacos pueden también causar discinesia tardía,
movimientos involuntarios frecuentemente de los labios y de la lengua o contorsiones de los
brazos o de las piernas. La discinesia tardía puede mantenerse incluso después de
interrumpirse la administración del fármaco. Para estos casos persistentes no existe
tratamiento eficaz.
Cerca del 75 por ciento de las personas con esquizofrenia responde a los fármacos
antipsicóticos convencionales, como la clorpromacina, la flufenacina, el haloperidol o la
tioridacina. Más de la mitad del 25 por ciento restante puede responder a un fármaco
antipsicótico relativamente nuevo llamado clozapina. Como la clozapina puede tener graves
efectos secundarios, como convulsiones o depresión de la médula ósea potencialmente mortal,
se usa generalmente sólo para los pacientes que no han respondido a los otros fármacos. Se
deben hacer recuentos semanales de glóbulos blancos (leucocitos) a las personas que toman
clozapina. Hay investigaciones en curso para identificar nuevos fármacos que no tengan los
potencialmente graves efectos secundarios de la clozapina. La risperidona está también
disponible y varios otros fármacos están en preparación.
La rehabilitación y las actividades de apoyo están dirigidas a enseñar las destrezas necesarias
para convivir en la comunidad. Estas destrezas permiten a las personas con esquizofrenia
trabajar, hacer compras, cuidar de sí mismas, mantener una casa y relacionarse con otras
personas. Aunque puede ser necesaria la hospitalización durante las recaídas graves y la
hospitalización forzosa puede ser necesaria si la persona representa un peligro para sí misma o
para otros, el objetivo general es conseguir que las personas con esquizofrenia vivan dentro de
la comunidad. Para conseguir este objetivo algunas personas pueden necesitar vivir en
apartamentos supervisados o en grupos con alguien que pueda asegurar que tomen la
medicación prescrita.
Un pequeño número de personas con esquizofrenia son incapaces de vivir
independientemente, bien porque tienen síntomas de irresponsabilidad grave o porque no
poseen las destrezas necesarias para vivir dentro de la comunidad. Estas personas necesitan
una atención continuada en un ambiente seguro con apoyo.
La psicoterapia es otro aspecto importante del tratamiento. Generalmente, el objetivo de la
psicoterapia es establecer una relación de colaboración entre el paciente, la familia y el
médico. De ese modo, el paciente puede comprender y aprender a manejar su enfermedad, a
tomar los fármacos antipsicóticos como se le han prescrito y a tratar las situaciones estresantes
que puedan agravar la enfermedad.
Delirio
El delirio se caracteriza por la presencia de una o más creencias falsas que persisten por lo
menos un mes.
Al contrario que la esquizofrenia, el delirio es relativamente infrecuente y el funcionamiento
de la persona está menos alterado. El trastorno afecta por primera vez a las personas
generalmente en la edad adulta media o avanzada.
Los delirios tienden a incluir situaciones que podrían ocurrir en la vida real, como ser
perseguido, envenenado, infectado, amado a distancia o engañado por una esposa o amante.
Se reconocen varios subtipos de trastorno delirante.
En el subtipo erotomaníaco, el tema central del delirio es que otra persona está enamorada del
paciente. Suelen ser corrientes los esfuerzos por contactar con la persona objeto del delirio a
través de llamadas telefónicas, cartas o incluso vigilarla y estar al acecho. El comportamiento
en relación con el delirio puede crear conflictos con la ley.
En el subtipo grandioso, la persona está convencida de que tiene algún gran talento o de que
ha realizado algún descubrimiento importante.
En el subtipo de celos, la persona está convencida de que el cónyuge o el amante le son
infieles. Esta creencia está basada en interpretaciones incorrectas apoyadas en “evidencias”
dudosas. En tales circunstancias, la agresión física puede representar un peligro real.
En el subtipo persecutorio, la persona cree que es objeto de un complot, espiada, difamada u
hostilizada. La persona puede realizar repetidos intentos de obtener justicia apelando a los
tribunales y otras instancias públicas. Puede surgir la violencia como venganza a la
persecución imaginaria.
El subtipo somático implica una preocupación por la función del cuerpo o de ciertos atributos,
como imaginar una deformidad física, un olor o una parasitosis.
Síntomas y diagnóstico
Un delirio puede surgir a partir de un preexistente trastorno paranoide de la personalidad.
Comenzando en la edad adulta temprana, las personas con un trastorno paranoide de la
personalidad se muestran impregnadas de una desconfianza y de una sospecha de los demás y
de sus motivaciones. Los primeros síntomas incluyen el sentirse explotado, estar preocupado
por la lealtad o confianza de los amigos, ver amenazas en sucesos o comentarios
bienintencionados, mantener rencores mucho tiempo y responder vivamente a lo interpretado
como desprecio.
Después de haber descartado otras condiciones específicas asociadas, el médico basa el
diagnóstico de delirio principalmente en la historia personal. Es particularmente importante
para el médico establecer el nivel de peligrosidad, particularmente la determinación de la
persona de llegar al acto en sus delirios.
Pronóstico y tratamiento
La dependencia psicológica se basa en el deseo de continuar tomando una droga por placer o
para reducir la tensión y evitar un malestar. Las drogas que producen dependencia psicológica
actúan en el cerebro y tienen uno o más de los siguientes efectos:
- Alterar la percepción.
Aunque el abuso de drogas tiene efectos poderosos, el humor del adicto y el ambiente donde
se toma la droga influyen significativamente en su efecto. Por ejemplo, una persona que se
siente triste antes de beber alcohol puede estar más triste a medida que el alcohol hace efecto.
La misma persona puede estar alegre cuando bebe con amigos que se alegran bajo los efectos
del alcohol. No es posible predecir cuál va a ser el efecto de una droga para cada persona y en
cada situación.
Cómo se desarrolla la dependencia a una droga es una cuestión compleja y no aclarada. El
proceso está influido por las propiedades químicas de la droga, sus efectos, la personalidad del
adicto y otras condiciones predisponentes como la herencia y la presión social. En particular,
la progresión desde la experimentación al uso ocasional y luego desde la tolerancia a la
dependencia es poco conocida. Las personas con alto riesgo adictivo basado en su historia
familiar no han demostrado tener diferencias biológicas o psicológicas en la forma de
responder a las drogas, aunque algunos estudios indican que los alcohólicos pueden tener
genéticamente una respuesta disminuida a los efectos del alcohol.
Se ha prestado mucha atención a la llamada personalidad adictiva. Los adictos a menudo
tienen baja autoestima, son inmaduros, fácilmente frustrables y tienen dificultad para resolver
problemas personales y relacionarse con gente del sexo contrario. Los adictos pueden tratar de
escapar de la realidad y han sido descritos como temerosos, introvertidos y deprimidos.
Algunos tienen una historia de repetidos intentos de suicidio o de autolesiones. A los adictos
se les ha descrito como personalidades dependientes, que tratan de encontrar un soporte en sus
relaciones y que tienen problemas para cuidar de ellos mismos. Otros muestran rabia
manifiesta e inconsciente y una expresión sexual incontrolada; pueden usar las drogas para
controlar su comportamiento. Sin embargo, la evidencia sugiere que, en general, estos signos
emergen como resultado de una adicción a largo plazo y no son necesariamente el resultado
del abuso de drogas.
En ocasiones, los familiares o los amigos pueden comportarse de modo que permiten al adicto
continuar abusando de las drogas o del alcohol; estas personas son consideradas
codependientes (también llamadas facilitadoras). Los codependientes pueden llamar enfermo
al adicto o crear excusas para el comportamiento de la persona. Por ejemplo, un amigo puede
decir: “Pedro no tenía intención de atravesar el muro con el puño; estaba simplemente un poco
enojado porque el bar no tenía su cerveza favorita”. El codependiente puede suplicar al adicto
que deje de tomar drogas o alcohol pero raramente hace algo más para ayudarle a cambiar su
conducta.
Un familiar o amigo que se preocupa debería animar al adicto a dejar de tomar drogas y a
entrar en un programa de tratamiento. Si el adicto renuncia a buscar ayuda, el familiar o el
amigo puede en algún caso amenazarle con dejar de estar en contacto con él. Tal actitud
parece hiriente pero puede ser coordinada con la intervención guiada de un profesional. Éste
puede ser un método de convencer al adicto de que debe realizar cambios en su
comportamiento.
Una mujer adicta embarazada expone a su feto a la droga. A menudo, aquélla es reacia a
admitir a médicos y enfermeras que está abusando de las drogas o del alcohol. El feto puede
hacerse físicamente dependiente. Poco después del parto, el recién nacido puede experimentar
un síndrome de abstinencia grave o incluso mortal, sobre todo si los médicos y enfermeras no
han sido informados de la adicción de la madre. Los niños que sobreviven a la abstinencia
pueden tener muchos otros problemas.
Finalmente, otra gran preocupación respecto a cualquier droga ilegal es que no siempre es lo
que pretende ser. No existe control de calidad con las drogas ilegales y la mala calidad
(grandes variaciones en los grados de potencia o incluso adulteración) representa un peligro
añadido a su uso.
Alcoholismo
El alcoholismo es una enfermedad crónica caracterizada por una tendencia a beber más de lo
debido, intentos infructuosos de dejar la bebida, y mantenimiento de la costumbre a pesar de
las adversas consecuencias sociales y laborales.
El alcoholismo es una enfermedad frecuente. En Estados Unidos, por ejemplo, alrededor del 8
por ciento de los adultos tiene un problema de consumo de alcohol. Los hombres son cuatro
veces más propensos que las mujeres a ser alcohólicos. Las personas de todas las edades son
susceptibles. Cada vez más, los niños y los adolescentes tienen problemas con el alcohol, con
desastrosas consecuencias.
El alcohol produce dependencia tanto psicológica como física. El alcoholismo generalmente
interfiere con la capacidad de relacionarse y de trabajar y produce muchas conductas
destructivas. Los alcohólicos suelen estar intoxicados diariamente. La embriaguez puede
alterar las relaciones familiares y sociales y provoca frecuentemente divorcios. El absentismo
extremo del trabajo puede conducir al desempleo. Los alcohólicos con frecuencia no pueden
controlar su conducta, tienden a conducir vehículos habiendo bebido y sufren lesiones físicas
por caídas, peleas o accidentes automovilísticos. Algunos alcohólicos también pueden ponerse
violentos.
Causas
Efectos biológicos
Tratamiento
Los alcohólicos que presentan síndrome de abstinencia generalmente los tratan ellos mismos
bebiendo. Algunas personas buscan atención médica porque no desean continuar bebiendo o
porque el síndrome de abstinencia es muy intenso. En uno u otro caso, el médico comprueba
en primer lugar la posibilidad de una enfermedad o una lesión de la cabeza que pudiera
complicar la situación. El médico trata entonces de caracterizar el tipo de síndrome de
abstinencia, de estimar cuánto bebe usualmente la persona y de determinar cuándo dejó de
beber.
Como la deficiencia vitamínica causa síndrome de abstinencia potencialmente mortal, los
médicos de los servicios de urgencia dan generalmente grandes dosis intravenosas de
complejos vitamínicos C y B, especialmente tiamina. Los líquidos intravenosos, el magnesio y
la glucosa se dan a menudo para prevenir algunos de el síndrome de abstinencia de alcohol y
para evitar la deshidratación.
Frecuentemente, los médicos prescriben un fármaco benzodiacepínico durante unos días para
calmar la agitación y ayudar a prevenir el síndrome de abstinencia. Los fármacos
antipsicóticos se administran generalmente a un reducido número de personas con alucinosis
alcohólica. El delírium trémens puede poner en peligro la vida y se trata más agresivamente
para controlar la fiebre alta y la agitación intensa. Generalmente se administran líquidos
intravenosos, fármacos para bajar la fiebre (como el paracetamol), y sedantes, y se requiere
una supervisión estrecha. Con este tratamiento, el delírium trémens generalmente comienza a
desaparecer dentro de las primeras 12 a 24 horas.
Después de resolver los problemas médicos urgentes, debe comenzarse una desintoxicación y
un programa de rehabilitación. En la primera fase del tratamiento, el alcohol se suprime por
completo. Por lo tanto, un alcohólico tiene que modificar su conducta. Permanecer sobrio es
difícil. Sin ayuda, la mayoría recae en unos pocos días o semanas. Generalmente se cree que el
tratamiento de grupo es más eficaz que el asesoramiento individual; sin embargo, el
tratamiento se debería adecuar a cada individuo. También puede ser importante el contar con
el apoyo de los familiares.
Alcohólicos Anónimos
No existe nada que beneficie tanto a los alcohólicos y de modo tan eficaz como la ayuda que
se pueden proporcionar ellos mismos participando en Alcohólicos Anónimos (AA).
Alcohólicos Anónimos opera dentro de un contexto religioso; existen organizaciones
alternativas para quien desea una aproximación más secular. Un alcohólico debe sentirse
cómodo, preferiblemente incorporándose a un grupo donde los miembros comparten otros
intereses aparte del alcoholismo. Por ejemplo, algunas áreas metropolitanas tienen grupos de
Alcohólicos Anónimos para médicos y dentistas u otras profesiones y para personas con
ciertas aficiones, así como para solteros o para mujeres y varones homosexuales.
Alcohólicos Anónimos procura un sitio donde el alcohólico en recuperación puede entablar
relaciones sociales fuera del bar con amigos no bebedores, quienes también sirven de apoyo
cuando surge de nuevo la necesidad imperiosa de beber. El alcohólico oye las confesiones de
los otros al grupo entero con respecto a cómo están luchando día a día para evitar tomar una
copa. Finalmente, proponiendo medios para que el alcohólico ayude a los demás, Alcohólicos
Anónimos permite que la persona construya una confianza y autoestima que antes sólo
encontraba bebiendo alcohol.
Tratamiento farmacológico
A veces, el alcohólico puede recurrir a un fármaco para evitar consumir alcohol. Se puede
prescribir un fármaco llamado disulfiram. Este fármaco interfiere con el metabolismo del
alcohol, produciendo acumulación de acetaldehído, un metabolito del alcohol, en la sangre. El
acetaldehído es tóxico y produce rubor facial, dolor de cabeza pulsátil, aumento del ritmo
cardíaco, respiración acelerada y sudación durante 5 a 10 minutos después de que la persona
ingiere el alcohol. Las náuseas y los vómitos pueden presentarse de 30 a 60 minutos después.
Estas reacciones incómodas y potencialmente peligrosas duran entre 1 y 3 horas. La
incomodidad de la ingestión de alcohol después de tomar disulfiram es tan intensa que pocas
personas se arriesgan a tomar alcohol, incluso la pequeña cantidad que llevan algunos
preparados de venta libre contra la tos y el catarro o algunas comidas.
Un alcohólico en recuperación no puede tomar disulfiram apenas ha dejado de beber; el
fármaco puede ser tomado sólo después de unos pocos días de abstinencia. El disulfiram
puede afectar al metabolismo del alcohol de 3 a 7 días después de la última dosis del fármaco.
A causa de la intensa reacción al alcohol asociada con el tratamiento, el disulfiram debería ser
administrado solamente a alcohólicos en recuperación los cuales quieren realmente ayuda y
están deseando cooperar. Las mujeres embarazadas o la gente que tiene una enfermedad grave
no deben tomar disulfiram.
La naltrexona, otro fármaco, puede ayudar a la gente a hacerse menos dependiente del alcohol,
si es usada como parte de un programa de tratamiento extenso que incluya asesoramiento. La
naltrexona altera los efectos del alcohol en ciertas endorfinas del cerebro, que pueden estar
asociadas con la búsqueda compulsiva y el consumo de alcohol. Una gran ventaja con
respecto al disulfiram es que la naltrexona no produce malestar. Una desventaja es que la
persona que toma naltrexona puede continuar bebiendo. Las personas con hepatitis u otra
enfermedad hepática no deben tomar naltrexona.
Adicción a narcóticos
La adicción a narcóticos es una dependencia física y psicológica intensa (una compulsión para
continuar tomando narcóticos). Debido al desarrollo de tolerancia, la dosis debe incrementarse
continuamente para obtener el mismo efecto y se necesita usar continuamente el mismo
narcótico o uno similar para evitar el síndrome de la abstinencia.
Los narcóticos que tienen un uso médico legítimo como potentes analgésicos se llaman
opioides e incluyen la codeína (que tiene un bajo potencial para crear dependencia),
oxicodona (sola y en varias combinaciones, como oxicodona más paracetamol), meperidina,
morfina e hidromorfina. La heroína, que es ilegal en muchos países, es uno de los narcóticos
más potentes.
La tolerancia y la abstinencia leve se pueden desarrollar en 2 o 3 días de uso continuado.
Cuando se suspende el uso de la droga, a veces aparece el síndrome de abstinencia. La
mayoría de los narcóticos en dosis equivalentes puede producir grados de tolerancia y de
dependencia física equivalentes. Los adictos pueden sustituir un narcótico por otro. Las
personas que han desarrollado tolerancia pueden mostrar pocos signos de uso de drogas y
funcionar normalmente en sus actividades diarias mientras siguen teniendo acceso a las
drogas. Las personas a las que se les administra narcóticos para tratar el dolor intenso tienen
poco riesgo de volverse adictas si usan la medicación como es prescrita.
Síntomas
Los narcóticos usados para aliviar el dolor pueden tener otros efectos como estreñimiento, piel
enrojecida o caliente y presión arterial baja, prurito, pupilas contraídas, somnolencia,
respiración lenta y profunda, frecuencia cardíaca lenta y temperatura corporal baja. Los
narcóticos pueden producir también euforia, a veces simplemente porque un dolor intenso
finalmente ha desaparecido.
Generalmente los síntomas de la abstinencia son los opuestos a los efectos de la droga:
hiperactividad, un sentido de alerta exacerbado, respiración rápida, agitación, incremento del
ritmo cardíaco y fiebre. El primer signo de abstinencia es generalmente la respiración rápida,
generalmente acompañada por bostezos, transpiración, lagrimeo y goteo nasal. Otros síntomas
incluyen pupilas dilatadas, horripilación (“carne de gallina”), temblores, sacudidas
musculares, sensaciones fugaces de calor y frío, dolores musculares, pérdida de apetito,
contracturas intestinales y diarrea. Los síntomas pueden aparecer sólo de 4 a 6 horas después
de dejar de usar el narcótico y llegan al máximo en 36 a 72 horas. Los síntomas de abstinencia
son más graves en las personas que han usado grandes dosis durante largos períodos. Como
los narcóticos se eliminan del cuerpo a diferentes velocidades, los síntomas de abstinencia
difieren para cada droga.
Complicaciones
Tratamiento
La sobredosis de narcóticos es una urgencia médica que debe ser tratada rápidamente para
evitar la muerte. La sobredosis puede suprimir la respiración y se puede acumular líquido en
los pulmones (edema pulmonar) de tal modo que requiera tratamiento con ventilación
mecánica. Los médicos de los servicios de urgencia inyectan un fármaco llamado naloxona
por vía intravenosa para bloquear la acción del narcótico.
Hay pocos médicos que tengan formación o experiencia en el tratamiento de una adicción a
narcóticos y las leyes regulan la actuación del médico. De todas formas, los adictos a
narcóticos deben exponer sus problemas al médico de atención primaria, quien podrá
recomendarles un centro para el tratamiento de la adicción. Tales centros pueden tratar el
síndrome de abstinencia y aportar asesoramiento psicológico y social.
Aunque el síndrome de abstinencia acaban por ceder, la abstinencia aguda puede ser grave y
durar varios días. Estos síntomas, muy desagradables, crean una fuerte compulsión a tomar
drogas de nuevo; sin embargo, generalmente no suponen un riesgo vital y pueden ser aliviados
con medicación.
La substitución del narcótico por la metadona es el método de tratamiento preferido para la
abstinencia. La metadona, que, de hecho, es también un narcótico, se administra por vía oral y
altera la función cerebral menos que otros tipos de narcóticos. Como los efectos de la
metadona son mucho más duraderos que los de otros narcóticos, se puede tomar con menos
frecuencia, usualmente una vez al día. El mantenimiento de los adictos con dosis lo
suficientemente grandes de metadona durante meses o años les permite ser socialmente
productivos porque sus problemas de suministro están solucionados. Para algunos, el
tratamiento es útil. Otros pueden no rehabilitarse socialmente.
Los adictos deben acudir diariamente a la clínica, donde se les dispensa la metadona en las
dosis más pequeñas posibles para prevenir el desarrollo del síndrome de abstinencia intenso.
Generalmente, 20 miligramos de metadona al día impiden el desarrollo del síndrome de
abstinencia grave; sin embargo, algunos adictos necesitan dosis mayores. Una vez que se ha
establecido la dosis de metadona que disminuye la intensidad de la reacción de abstinencia, se
procede a reducir esta dosis aproximadamente un 20 por ciento cada día. Esto deja a la
persona libre de síntomas agudos de abstinencia pero no previene una recaída para consumir
de nuevo heroína.
La interrupción del mantenimiento con metadona puede producir a veces una reacción
desagradable, como dolor muscular profundo (dolores óseos). Las personas con abstinencia de
metadona generalmente tienen mal carácter y problemas para conciliar el sueño. Puede ser de
ayuda el tomar somníferos durante varias noches. Muchas de las reacciones de la abstinencia
desaparecen al cabo de 7 a 10 días pero la debilidad, el insomnio y la ansiedad intensa pueden
durar varios meses.
En algunos países, determinados centros de tratamiento pueden dispensar 1-alfa-acetilmetadol
(LAAM), una forma de metadona de actividad prolongada. Esto elimina la necesidad de
acudir diariamente a la clínica o de tomar medicaciones en casa. Sin embargo, el LAAM está
todavía en fase experimental.
El síndrome de abstinencia de narcóticos también pueden ser aliviados con un fármaco
llamado clonidina. Sin embargo, la clonidina puede ocasionar algunos efectos secundarios
como bajada de la presión arterial, modorra, inquietud, insomnio, irritabilidad, aumento del
ritmo cardíaco y dolores de cabeza.
La naltrexona es un fármaco que bloquea los efectos incluso de dosis intravenosas muy
importantes de heroína. Dependiendo de la dosis, los efectos de la naltrexona duran entre 24 y
72 horas. A causa de esto, un adicto que tiene una inserción social estable puede tomar este
fármaco diariamente (o tres veces por semana) para evitar la tentación de consumir heroína.
Un grupo de apoyo formado por el médico, la familia y los amigos es importante para el éxito
del tratamiento.
El concepto de la comunidad terapéutica surgió hace casi 25 años en respuesta a los problemas
de la adicción a la heroína. Los pioneros de este apoyo no farmacológico fueron Daytop
Village y Phoenix House. El tratamiento implica convivir en una comunidad un tiempo
relativamente largo (generalmente 15 meses) para ayudar a los adictos a construir una nueva
vida a través del entrenamiento, la educación y una reorientación de su comportamiento. Estos
programas han ayudado a muchas personas, pero permanece sin respuesta cuál ha sido
precisamente su resultado y con qué amplitud deberían ser aplicados.
La epidemia de SIDA ha llevado a algunas personas a sugerir que se entreguen jeringas y
agujas estériles a los adictos que se inyectan. Se ha demostrado que ello reduce la transmisión
del VIH.
Los fármacos que se prescriben para tratar la ansiedad y como inductores del sueño pueden
causar dependencia tanto física como psicológica. Tales fármacos incluyen benzodiacepinas,
barbitúricos, glutetimida, cloralhidrato y meprobamato. Cada uno funciona de un modo
diferente y tiene un potencial de dependencia y de tolerancia diferente. El meprobamato, la
glutetimida, el cloralhidrato y los barbitúricos son prescritos con menos frecuencia que en el
pasado, principalmente porque las benzodiacepinas son más seguras.
En general, las personas adictas a estos fármacos comenzaron tomándolos por razones
médicas. Algunas veces el médico puede prescribir dosis altas durante períodos largos para
tratar un problema grave, lo cual puede provocar dependencia. En otras ocasiones, las
personas pueden utilizar más medicación de la que se les ha prescrito. En cualquier caso, la
dependencia se puede desarrollar a las 2 semanas de uso continuado.
Síntomas
Tratamiento
Interrumpir una reacción de abstinencia grave es difícil, aunque el tratamiento puede aliviarla.
Durante las primeras 12 a 20 horas, la persona puede estar nerviosa, inquieta y débil. Pueden
temblarle las manos y las piernas. Hacia el segundo día, los temblores pueden ser más intensos
y la persona se siente todavía más débil. Durante el segundo y tercer días, la mayoría de las
personas que estaba tomando dosis diarias que eran ocho o más veces la prescripción habitual
de barbitúricos o de glutetimida, sufre convulsiones graves que pueden ser incluso mortales.
Ocasionalmente, puede producirse un ataque convulsivo incluso de 1 a 3 semanas después del
comienzo de la abstinencia. Otros efectos que puede ocasionar la abstinencia son
deshidratación, delirio, insomnio, confusión y alucinaciones visuales y auditivas. Incluso
aplicando el mejor tratamiento, una persona puede tardar un mes o más en sentirse normal.
La abstinencia de barbitúricos es generalmente peor que la de benzodiacepinas, aunque ambas
pueden resultar muy difíciles de tratar. La duración de las reacciones debidas a la abstinencia
varía de un fármaco a otro. Frecuentemente, los médicos tratan la abstinencia volviendo a
administrar el fármaco causante a una dosis inferior y disminuyéndola progresivamente a lo
largo de días o semanas.
Adicción a la marihuana
El consumo de marihuana (cannabis) está ampliamente extendido. Los estudios entre los
estudiantes universitarios han demostrado periódicamente aumento, disminución y un nuevo
aumento del consumo. En algunos países, la marihuana se fuma habitualmente en forma de
cigarrillos hechos con las raíces, las hojas y las flores distales de la planta seca, que casi
siempre es la Cannabis sativa. La marihuana también es usada como hachís, que es la resina
de la planta prensada (una sustancia del color del alquitrán). El componente activo de la
marihuana es el tetrahidrocannabinol (THC), el cual se presenta en muchas variedades, siendo
la más activa la delta-9-THC. La delta-9-THC se fabrica de forma sintética como un fármaco
llamado dronabinol y se usa en investigación y en ocasiones para tratar las náuseas y los
vómitos asociados a la quimioterapia anticancerosa.
Algunas personas se hacen dependientes de la marihuana por razones psicológicas y esta
dependencia puede tener todas las características de una adicción grave. La dependencia física
de la marihuana no ha sido demostrada de modo fehaciente. Al igual que el alcohol, la
marihuana puede ser usada de modo intermitente por muchas personas sin que les cause una
disfunción aparente social o psicológica, ni tampoco adicción.
Síntomas
Entre las drogas clasificadas como anfetaminas están la anfetamina, la metanfetamina (speed)
y la metilendioxi-metanfetamina (MDMA, Éxtasis o Adán).
El abuso de anfetaminas puede ser crónico o intermitente. La dependencia es tanto psicológica
como física. Años atrás, la dependencia de anfetaminas pudo comenzar cuando se
prescribieron fármacos para perder peso, pero ahora la mayor parte del abuso comienza con la
distribución ilegal del fármaco. Algunas anfetaminas no están aprobadas para uso médico y
otras son fabricadas y consumidas ilegalmente. La metanfetamina es la anfetamina que más se
consume de forma abusiva. La MDMA tiene una amplia distribución en Europa y, en años
recientes, en Estados Unidos. Los consumidores toman a menudo estas drogas para bailar sin
tregua hasta el amanecer. La MDMA interfiere en la recaptación de serotonina (un
neurotransmisor) y se considera tóxica para el sistema nervioso.
Síntomas
Tratamiento
Adicción a la cocaína
La cocaína produce un efecto similar al de las anfetaminas, pero es un estimulante mucho más
potente. Se puede tomar por vía oral, inhalar en forma de polvo por vía nasal o inyectarse, por
lo general directamente en una vena. Cuando se hierve con bicarbonato sódico, la cocaína se
convierte en una base llamada crack, que puede ser fumada. El crack actúa casi tan rápido
como la cocaína intravenosa. La cocaína intravenosa o inhalada produce una sensación de
alerta extrema, de euforia y de gran poder.
Síntomas
Diagnóstico
Tratamiento
La cocaína es una droga de acción muy corta en el tiempo, por lo que una reacción tóxica
puede que no necesite tratamiento. El personal médico de urgencias vigila de cerca a la
persona para ver si se mantiene el efecto peligroso (peligro de muerte). Pueden administrarse
fármacos para bajar la presión arterial o disminuir la frecuencia cardíaca. Se pueden
administrar otros fármacos para frenar las convulsiones. Una fiebre muy alta puede requerir
también tratamiento.
La abstinencia de un consumo de cocaína de larga evolución requiere una supervisión de cerca
porque la persona puede volverse depresiva y suicida. Puede ser necesario ingresarla en un
hospital o en un centro de tratamiento de toxicomanías. El método más eficaz para tratar el
abuso de cocaína es el asesoramiento y la psicoterapia. A veces los trastornos psicológicos
frecuentes entre los adictos a la cocaína, como la depresión y el trastorno maniacodepresivo,
se tratan con antidepresivos o con litio.
Los alucinógenos incluyen el LSD (dietilamida del ácido lisérgico), la psilocibina (seta
mágica), la mescalina (peyote) y el 2,5-dimetoxi-4-metilanfetamina (DOM, STP), un derivado
anfetamínico.
Estas drogas generalmente no producen verdaderas alucinaciones; las verdaderas
alucinaciones ocurren cuando una persona cree que las cosas anormales que ve y oye están
sucediendo realmente. Por el contrario, la mayoría de los adictos a alucinógenos comprende
que las sensaciones anormales no son reales y están causadas por la droga. Por lo tanto, estas
drogas son en realidad falsamente alucinógenas.
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
Adicción a la fenciclidina
La fenciclidina (PCP, polvo de ángel) se desarrolló al final de los años cincuenta como un
anestésico, un fuerte reductor de la sensación dolorosa. El uso médico de PCP fue
interrumpido en 1962 porque los pacientes que lo recibieron presentaban con frecuencia
intensa ansiedad y delirios y algunos se volvieron temporalmente psicóticos. La PCP apareció
como droga de calle en 1967 y, con frecuencia, fue vendida fraudulentamente como
marihuana. Toda la PCP disponible hoy en la calle se sintetiza ilegalmente.
La PCP se fuma habitualmente después de ser espolvoreada sobre sustancias vegetales, como
perejil, hojas de menta, tabaco o marihuana. Ocasionalmente, la PCP se consume por vía oral
o en inyección.
Síntomas
Tratamiento
El tratamiento de una reacción adversa a PCP se dirige a los efectos específicos. Por ejemplo,
se administran fármacos para bajar la presión arterial elevada o para frenar las convulsiones.
Cuando los consumidores de PCP se agitan (como suele ocurrir cuando son llevados para ser
tratados), se les coloca en una habitación tranquila para que se relajen, aunque se les controla
frecuentemente la presión arterial, el ritmo cardíaco y la respiración. No sirve de ayuda
hablarles de forma calmada; de hecho, la persona puede agitarse todavía más. Si el ambiente
tranquilo no los calma, el médico puede administrar un calmante como el diazepam. Puede
ponerse una sonda en el estómago y administrar fármacos para acelerar la eliminación de PCP.
Entre los adolescentes, los solventes volátiles y aerosoles son consumidos con mayor
frecuencia que la cocaína o el LSD pero con menos frecuencia que la marihuana y el alcohol.
Los solventes volátiles y aerosoles consumidos se encuentran en muchos productos del hogar.
Estos productos se entiende que deben ser usados solamente en una habitación bien ventilada,
porque muchos de los productos químicos que contienen son poderosos depresores del
cerebro. Incluso en una habitación bien ventilada, estos productos químicos tienen algún
defecto depresor.
Los efectos son más marcados cuando se inhalan directamente las emanaciones. Los
productos pueden ser pulverizados en una bolsa de plástico e inhalados, o puede colocarse una
tela empapada con el producto cerca de la nariz o de la boca.
Síntomas
Tratamiento
El tratamiento de los niños y de los adolescentes que son adictos a los solventes volátiles y a
los aerosoles implica la evaluación y el tratamiento de cada órgano lesionado. También
implica la educación y el asesoramiento para conocer los problemas psicológicos y sociales.
Los porcentajes de recuperación de la adicción a solventes volátiles y aerosoles están entre los
más bajos de las adicciones a sustancias que modifican del humor.
SECCION 8 > TRANSTORNOS DE LA BOCA Y DE LOS
DIENTES
CAPITULO 93
Trastornos de los labios, la boca y la lengua
El revestimiento de una boca sana (mucosa bucal) es de color rojizo y las encías, que se
ajustan firmemente a los dientes, son de color más pálido. El techo de la boca (paladar) se
divide en dos: el paladar duro, que tiene crestas y está situado en la parte anterior, y el paladar
blando, que es liso y está en la parte posterior. Un borde húmedo-seco delimita claramente la
superficie externa e interna de los labios; la externa es una capa de piel y la interna, una
membrana mucosa. La superficie de la lengua está recubierta por pequeñas prominencias
cónicas llamadas papilas gustativas.
La boca puede verse afectada por enfermedades localizadas (que sólo afectan una zona
específica del organismo). Es el caso de algunas infecciones y heridas. También las
enfermedades sistémicas (que afectan al organismo en general) pueden causar alteraciones en
la boca. Es el caso de la diabetes, el SIDA y la leucemia. Dado que las primeras
manifestaciones de estas enfermedades aparecen a veces en la boca, el odontólogo puede
detectar estos procesos antes que nadie.
Enfermedades de la boca
Entre los problemas que pueden manifestarse en la boca cabría destacar varios tipos de llagas
y tumores, como las aftas y el cáncer. El revestimiento de la boca o del paladar también puede
experimentar ciertos cambios de color. Otros problemas consisten en el mal aliento y las
enfermedades de las glándulas salivales.
Aftas
Las aftas son pequeñas ulceraciones dolorosas que aparecen en la mucosa bucal
Aunque se desconoce la causa, parece ser que el carácter nervioso tiene un papel en su
desarrollo; por ejemplo, a un estudiante le pueden salir aftas en la boca durante un examen
final. Un afta es una mancha blanquecina redonda con una aureola roja. Es común que la llaga
se forme sobre el tejido blando, particularmente en el interior del labio o mejilla, sobre la
lengua o en el paladar blando y, algunas veces, en la garganta. Las aftas pequeñas (menores de
12 mm de diámetro) suelen aparecer en grupos de dos o tres; por lo general, desaparecen a los
diez días sin tratamiento y no dejan cicatrices. Las aftas mayores son menos comunes, pueden
ser de forma irregular, necesitan varias semanas para curarse y es frecuente que dejen
cicatrices.
Síntomas
El síntoma principal de las aftas es el dolor, que habitualmente es mayor de lo que cabría
esperar de algo tan pequeño; dura de 4 a 10 días y empeora cuando la lengua roza la llaga o se
ingieren alimentos calientes o picantes. En casos graves puede aparecer fiebre, inflamación de
los ganglios del cuello y una sensación general de malestar. Muchas personas afectadas de
aftas las padecen de forma recidivante (una o más veces al año).
Diagnóstico y tratamiento
El médico, o el dentista, identifica el afta por su aspecto y el dolor que produce. Sin embargo,
las llagas causadas por el virus del herpes simple pueden parecerse a las aftas.
El tratamiento consiste en aliviar el dolor hasta que las llagas se curen de forma espontánea.
Se pueden limpiar con algodón impregnado en un anestésico como la lidocaína viscosa, que
también sirve de colutorio (enjuague bucal). Durante algunos minutos este anestésico alivia el
dolor y las molestias al comer, aunque puede disminuir el sentido del gusto. Para aliviar el
dolor también se puede aplicar una capa de carboximetilcelulosa (protección dentaria). Si el
paciente tiene varias aftas, el médico, o el dentista, puede prescribir un enjuague bucal de
tetraciclina. Las personas con recidivas de aftas graves pueden utilizar este enjuague en cuanto
aparezcan nuevas llagas. Otra opción es la cauterización con nitrato de plata, que destruye los
nervios que se encuentran bajo el afta. En algunos casos, el médico, o el dentista, prescribe
una pomada de corticosteroides para aplicar directamente sobre las aftas graves y, para los
casos agudos, se puede prescribir un enjuague bucal de dexametasona o unos comprimidos de
prednisona.
La infección por herpes oral primario (estomatitis herpética primaria) es una infección
primaria originada por el virus del herpes simple. Puede causar llagas dolorosas de rápido
desarrollo en las encías y otras partes de la boca. El herpes secundario (herpes labial
recidivante) es una reactivación local del virus que produce una úlcera en los labios.
Causas y síntomas
Es común que un niño contraiga el virus del herpes simple de un adulto con herpes labial. Tal
infección primaria en el niño (herpes primario) produce una inflamación general de las encías
y un dolor extendido por toda la boca, provoca incluso accesos de fiebre, ganglios linfáticos
inflamados en el cuello y una sensación de malestar general. Aunque la mayoría de los casos
son leves y pasan desapercibidos, es frecuente que los padres confundan el trastorno con la
dentición u otros procesos. En el plazo de 2 o 3 días, unas pequeñas ampollas (vesículas) se
forman en la boca del niño. Éstas podrían pasar inadvertidas porque se revientan rápidamente,
dejando la boca en carne viva y dolorida. El dolor puede sentirse en cualquier parte de la boca
pero siempre incluye las encías. Aunque el niño mejora al cabo de una semana o incluso antes,
el virus del herpes simple no abandona jamás el cuerpo y la infección presenta con frecuencia
nuevos brotes en otro momento de la vida (herpes secundario). Las personas que no han
padecido herpes oral durante la infancia pero lo contraen siendo adultos suelen tener síntomas
más graves.
Herpes simple perioral
A diferencia de la infección original, que causa llagas extendidas por toda la boca, es común
que las recidivas posteriores produzcan un herpes labial (ampollas febriles). Con frecuencia,
estas recidivas se desencadenan a consecuencia de quemaduras del sol en los labios, un
resfriado, fiebre, alergia alimentaria, una herida en la boca, un tratamiento dental o bien a
consecuencia de la ansiedad. Un día o dos antes de que aparezca la ampolla se puede sentir un
hormigueo o malestar (pródromo) en el punto en que saldrá la ampolla. Esta sensación es
difícil de describir, pero quien haya padecido el herpes la reconoce con facilidad. Una llaga
abierta y en carne viva puede aparecer en el labio externo y luego convertirse en costra.
Dentro de la boca, la llaga aparece con frecuencia sobre el paladar. Las llagas de la boca
comienzan con pequeñas vesículas reunidas en grupos que forman rápidamente una llaga
enrojecida y dolorosa.
Aunque sean tan sólo una molestia dolorosa para la mayoría de las personas, las recidivas del
herpes simple pueden poner en peligro la vida de personas con un sistema inmunitario
debilitado a causa de ciertas enfermedades (como el SIDA), procesos de quimioterapia y
radioterapia o debido a trasplantes de médula ósea. En tales personas, las llagas grandes y
persistentes en la boca pueden interferir el acto de comer. La propagación del virus al cerebro
puede ser mortal.
Tratamiento
El principal objetivo del tratamiento para el herpes primario consiste en aliviar el dolor para
que el paciente pueda dormir, comer y beber con normalidad. El dolor puede impedir que el
niño coma y beba; esto, combinado con la fiebre, puede causar su deshidratación. Por ello,
cuanto más líquido beba el niño, mejor. Para aliviar el dolor en adultos o niños de más edad se
puede usar, por prescripción médica, un enjuague bucal anestésico como la lidocaína. Un
enjuague bucal que contenga bicarbonato de sodio también puede aliviar.
El tratamiento para el herpes secundario es más eficaz cuando se inicia antes de la aparición
de las ampollas, en cuanto se tienen los primeros síntomas (pródromo). Tomar vitamina C
mientras dura el pródromo puede acelerar la desaparición del herpes labial. Para evitar la
aparición de ampollas se recomienda proteger los labios de la luz solar directa, usando un
sombrero de ala ancha o un bálsamo labial con protección solar. Además, se deben evitar
actividades y alimentos que puedan causar recidivas. Cualquier persona con recidivas graves y
frecuentes puede beneficiarse tomando lisina (disponible en las tiendas de productos
alimenticios naturales) durante un período de tiempo prolongado.
El bálsamo de aciclovir puede reducir la intensidad de un acceso y curar la llaga con mayor
rapidez. Los bálsamos labiales, como la gelatina de petróleo, pueden evitar que los labios se
agrieten y reducir el riesgo de que el virus se extienda a las zonas circundantes. Los adultos
con llagas graves pueden tomar antibióticos para prevenir las infecciones bacterianas, aunque
este tratamiento es ineficaz en las infecciones víricas. Se pueden prescribir cápsulas de
aciclovir para los casos agudos y para las personas con inmunodeficiencia. Los
corticosteroides no se emplean en el herpes simple porque pueden propagar la infección.
Toda llaga que dure más de dos semanas tiene que ser examinada por un odontólogo o por un
médico, sobre todo si no es dolorosa. Por lo general, son menos preocupantes las llagas
dolorosas del labio o del interior de la mejilla ya que puede tratarse de aftas o de una
mordedura accidental.
Con frecuencia, las llagas en la boca son blanquecinas, a veces rodeadas de una aureola roja.
Se pueden originar al mantener una aspirina entre la mejilla y la encía, recurso al que suele
acudirse, desacertadamente, para calmar un dolor de muelas. Las llagas en la boca pueden ser
una manifestación del síndrome de Behçet, una enfermedad que puede cursar también con
llagas en los ojos y en los genitales.
También la primera fase de la sífilis puede aparecer como una ulceración blanca e indolora
(chancro) en la boca o en los labios, entre 1 y 13 semanas después de la práctica de sexo oral,
aunque generalmente la llaga desaparece al cabo de algunas semanas. Un síntoma posterior de
la sífilis no tratada es una mancha blanca en el labio o, con más frecuencia, dentro de la boca
(placa mucosa) que puede aparecer entre 1 y 4 meses más tarde. Ambas formas, tanto el
chancro como la placa mucosa, son tan contagiosas en estas fases que la enfermedad puede
transmitirse incluso con un beso.
El suelo de la boca es la zona en donde aparece con más frecuencia el cáncer, particularmente
en personas de mediana y avanzada edad que ingieren alcohol y fuman. Varios tipos de
quistes pueden también desarrollarse en esa zona, siendo a veces necesaria su extirpación
quirúrgica debido a las molestias que ocasionan.
Se pueden formar grandes vesículas llenas de líquido en cualquier parte de la boca.
Habitualmente, son el resultado de heridas, pero también pueden estar relacionadas con
enfermedades como el pénfigo. Algunas enfermedades víricas como el sarampión pueden
causar lesiones transitorias en la parte interna de las mejillas, especialmente en los niños.
Son graves las infecciones que desde un diente con caries pueden propagarse al suelo de la
boca. Una infección muy grave, conocida como angina de Ludwig, puede causar una
hinchazón intensa en esta zona, que incluso puede forzar la lengua hacia arriba, con
obstrucción de las vías respiratorias. Cuando esto sucede, se necesitan medidas de urgencia
para mantener la respiración del afectado.
Un fibroma por irritación se puede desarrollar si una persona se muerde el interior de la
mejilla, o se lastima repetidamente el interior de la boca de alguna otra manera. Se puede
extirpar quirúrgicamente esta pequeña tumefacción, consistente e indolora.
Es posible que la boca se infecte por verrugas si alguien se chupa el dedo en el cual se está
desarrollando una verruga. Un tipo diferente de verruga (Condyloma acuminatum) puede así
mismo transmitirse a través del sexo oral. El médico puede tratar la verruga utilizando
diversos métodos.
Paladar
Cambios de color
Si existe anemia, el revestimiento de la boca palidece y pierde su saludable color rosado, pero
adquiere nuevamente el color normal al tratar la anemia.
El médico, o el dentista, debe examinar las áreas de la boca que presenten una alteración de
color reciente, porque pueden indicar una enfermedad de las glándulas suprarrenales o un
cáncer (melanoma). Las zonas blancas que aparecen en cualquier parte de la boca son con
frecuencia simples residuos de alimentos, de fácil limpieza. Pero si la zona está en carne viva
y duele, y si sangra al limpiarla, se puede tratar de una infección por levaduras (muguet).
Así mismo, las zonas blancas en la boca pueden deberse al engrosamiento de capas de
queratina, áreas que se denominan leucoplasia. La queratina es una proteína resistente que
normalmente protege la capa externa de la piel, pero también se encuentra en pequeñas
cantidades en el revestimiento bucal. A veces la queratina puede formarse en la boca, en
particular en aquellas personas que fuman o usan rapé.
Se pueden producir áreas enrojecidas de la boca (eritroplasia), cuando el revestimiento bucal
adelgaza y los vasos sanguíneos se hacen más visibles de lo normal. Las áreas blancas o rojas
pueden ser no cancerosas (benignas), precancerosas o cancerosas (malignas); dichas áreas
necesitan, sin dilación, el control por parte del odontólogo o del médico.
Cuando una persona presenta dentro de las mejillas o al lado de la lengua una malla fina y
transparente de líneas blancas (liquen plano), puede además padecer una erupción cutánea con
picores. El liquen plano causa llagas dolorosas, pero la mayoría de las veces no resulta
molesto.
Unas manchas pueden ser el primer síntoma del sarampión. Éstas aparecen sobre la superficie
interna de las mejillas frente a los molares, semejantes a minúsculos granos de arena blanca
rodeados de una aureola roja (manchas de Koplik).
Paladar
Una irritación o infección pueden alterar el color del paladar. El paladar de un viejo fumador
de pipa tiene un aspecto blanco guijarroso, con muchas manchas rojas (paladar de fumador).
Se debe acudir al médico, o al dentista, si determinadas llagas duran más de dos semanas
Pueden aparecer sobre el paladar unas manchas rojas del tamaño de una cabeza de alfiler
debidas a la rotura de vasos sanguíneos (petequias) después de practicar de forma intensa sexo
oral con una pareja de sexo masculino. Estas manchas desaparecen en pocos días, sin
embargo, también pueden indicar una alteración sanguínea o una mononucleosis infecciosa.
En la mayoría de los casos las áreas rojas sobredimensionadas del paladar son consecuencia
del uso de dentaduras postizas mal ajustadas o que permanecen en la boca demasiado tiempo.
Por lo general, todos los aparatos dentales móviles, excepto los aparatos de ortodoncia, se
deben quitar antes de acostarse, limpiar y colocar en un vaso de agua. Quienes padecen el
SIDA pueden presentar placas purpúreas en el paladar causadas por el sarcoma de Kaposi. El
médico puede tratarlas con el fin de aliviar el malestar y mejorar el aspecto del paladar.
Mal aliento
El mal aliento (halitosis) puede ser real o imaginario. La causa real más común es la
combinación de residuos alimentarios alojados entre los dientes y la escasa higiene bucal, lo
cual origina trastornos e infección de las encías. El problema se soluciona cepillando los
dientes de forma adecuada y usando seda dental.
Los olores de alimentos que contienen aceites volátiles, como la cebolla y el ajo, pasan del
flujo sanguíneo a los pulmones y son espirados con la respiración.
Estos olores no se pueden eliminar mediante la higiene bucal. El mal aliento también es
sintomático de algunas enfermedades como la insuficiencia hepática (olor muy desagradable),
la insuficiencia renal (característico olor a orina), la diabetes grave e incontrolada
(característico olor a acetona). Un absceso de pulmón produce una halitosis muy intensa.
La boca se reseca cuando el flujo de saliva es insuficiente. Dado que la saliva ofrece alguna
protección natural contra la caries dental, menos saliva puede provocar más caries. La boca
seca puede ser el resultado de poca ingestión de líquido, del hecho de respirar por la boca, el
efecto de ciertos medicamentos o de enfermedades que afectan a las glándulas salivales, como
el síndrome de Sjögren. La boca también se reseca un poco a medida que se envejece. El
conducto de salida de una glándula salival puede obstruirse debido a la acumulación de calcio,
denominada cálculo. Una obstrucción de este tipo hace que la saliva se estanque, causando la
inflamación de la glándula. También las bacterias pueden infectar el conducto. Si la
inflamación empeora justo antes de comer, especialmente al comer un encurtido, se trata con
seguridad de un conducto obstruido. He aquí el porqué: la anticipación del sabor ácido del
encurtido estimula el flujo de saliva, pero si el conducto está obstruido, la saliva no tiene
salida. A veces, el odontólogo puede sacar el cálculo, haciendo presión en ambos lados del
conducto, pero si esto falla, se puede utilizar un instrumento de alambre fino para extraer el
cálculo. Como último recurso, el cálculo puede extirparse quirúrgicamente.
Una herida en el labio inferior, una mordedura por ejemplo, puede afectar a una glándula
salival por pequeña que sea, obstruyéndola. En consecuencia, la glándula puede hincharse y
formar una tumefacción pequeña y blanda (mucocele) de color azulado, que tiende a
desaparecer espontáneamente al cabo de algunas semanas. En caso de que se vuelva molesta o
muy recurrente, es fácil extirparla con cirugía dental.
La inflamación de las principales glándulas salivales puede ser consecuencia de las paperas,
ciertas infecciones bacterianas y otras enfermedades. También la inflamación de dichas
glándulas puede ser consecuencia de un cáncer o un tumor no canceroso. Esta hinchazón es
habitualmente más dura que la causada por las infecciones y, en caso de que el tumor sea
canceroso, la glándula se puede endurecer como un cálculo.
La inflamación y la infección de las glándulas salivales, a menudo causadas por un cálculo
que obstruye el conducto salival, se desarrollan con más frecuencia que las causadas por
tumores. No obstante, cualquier hinchazón de una glándula salival justifica la atención
médica. Para determinar la causa de la inflamación, el médico, o el dentista, puede obtener
una muestra (biopsia) de tejido de la glándula salival.
El origen de la descamación labial puede atribuirse a los rayos solares, al clima frío o seco, o
bien a una reacción alérgica al lápiz labial, dentífrico, alimento o bebida. En general, los
labios vuelven a la normalidad cuando se suprime la causa. A veces, el médico puede
prescribir una pomada de corticosteroides para interrumpir la descamación.
Es común que la exposición al sol reseque y endurezca los labios, especialmente el inferior.
Unas pecas rojas o una película blanquecina son manifestaciones que aumentan la posibilidad
de un cáncer ulterior. Este tipo de lesión solar grave puede reducirse cubriendo los labios con
un bálsamo labial con protección solar o resguardando el rostro de los rayos nocivos del sol
con un sombrero de ala ancha.
Las pecas y las áreas con manchas irregulares parduscas (máculas melánicas) son comunes
alrededor de los labios y pueden durar varios años, pero no son preocupantes.
Sin embargo, pequeñas manchas negro-parduscas esparcidas pueden ser la manifestación de
una enfermedad intestinal hereditaria en la que se forman pólipos en el estómago e intestinos
(síndrome de Peutz-Jeghers). El síndrome de Kawasaki puede resecar y agrietar los labios y
también inflamar el revestimiento de la boca.
La inflamación de los labios (queilitis) puede provocar en las comisuras de la boca dolor,
irritación e inflamación, al igual que agrietamiento y descamación. También puede aparecer
una infección por hongos en las comisuras. La queilitis puede ser consecuencia de la carencia
de vitamina B (riboflavina) en la dieta, pero esta deficiencia es poco frecuente en los países
desarrollados.
Si las dentaduras postizas completas no separan las mandíbulas adecuadamente, pueden
formarse pliegues cutáneos verticales e irritaciones de la piel en las comisuras de la boca. El
tratamiento consiste en adaptar o sustituir las dentaduras postizas.
Una forma de cáncer de la piel puede ser un área en relieve o una inflamación que endurezca
el borde de los labios.
Úlcera en un lado de la lengua, que indica la presencia de un cáncer
Alteraciones de la lengua
Las heridas son la causa más común de las afecciones de la lengua. Ésta tiene muchas
terminaciones nerviosas para el dolor y el tacto y es mucho más sensible al dolor que el resto
del organismo. Es frecuente que alguien se muerda la lengua accidentalmente, pero la lesión
se cura con rapidez. Tanto un empaste como un diente roto pueden causar daños considerables
a este delicado tejido.
Un crecimiento excesivo de las prominencias normales de la lengua puede darle un aspecto
piloso. Este vello puede cambiar de color si una persona fuma, masca tabaco, ingiere ciertos
alimentos o bien por el desarrollo de determinadas bacterias en la superficie de la lengua. Ésta
puede tener un aspecto piloso después de accesos febriles y tratamientos con antibióticos, o
cuando se usa con mucha frecuencia un enjuague bucal con peróxido. La parte superior de la
lengua puede aparecer negra si se toman preparaciones de bismuto contra el dolor de
estómago.
El cepillado de la lengua puede suprimir tal coloración. El desarrollo de líneas blancas o una
materia blanca sobre los lados de la lengua, que al limpiarse deja una superficie
ensangrentada, pueden ser un indicio de muguet.
Una manifestación de anemia perniciosa o carencia de vitaminas puede provocar el
enrojecimiento de la lengua. La lengua pálida y lisa (a causa de la pérdida de sus prominencias
normales) puede ser consecuencia de anemia por deficiencia de hierro. La primera
manifestación de escarlatina puede ser una alteración del color normal de la lengua, que
adquiere un color fresa y luego frambuesa, la fiebre, la deshidratación, la sífilis secundaria, la
estomatitis aftosa, el liquen plano, leucoplasia o la respiración por la boca pueden
acompañarse de placas blanquecinas en la lengua, parecidas a las que a veces se encuentran en
la parte interna de las mejillas. Una lengua enrojecida y lisa, además de dolorosa, puede
indicar pelagra, un tipo de desnutrición causada por deficiencia de niacina en la dieta. En la
llamada lengua geográfica, algunas áreas son blancas mientras que otras son rojas y lisas. Las
áreas con alteraciones de color cambian de sitio al cabo de algunos años o a lo largo de la
vida. La afección es por lo general indolora y no requiere ningún tratamiento.
Aunque son habitualmente inofensivas las pequeñas prominencias en ambos lados de la
lengua, una protuberancia en un solo lado puede ser cancerosa. Las áreas rojas o blancas
inexplicadas, las llagas o las tumefacciones en la lengua (sobre todo si son indoloras), pueden
ser indicativas de cáncer y requieren una exploración médica. La mayoría de las formas
cancerosas de la boca crecen en los lados de la lengua o en el suelo de la boca, pero casi nunca
se desarrollan encima de la lengua.
La causa de las llagas en la lengua puede deberse al virus del herpes simple, la tuberculosis,
una infección bacteriana o una fase incipiente de la sífilis. Las alergias o enfermedades del
sistema inmunitario también pueden ocasionarlas.
La glositis es una inflamación (enrojecimiento, dolor e hinchazón) de la lengua. La glosodinia
es el ardor o sensación dolorosa de la lengua. Habitualmente, no tiene un aspecto
característico ni una causa obvia; sin embargo, es posible que ciertos factores causen esa
sensación, como la presión ejercida por la lengua contra los dientes, una reacción alérgica o
los irritantes como el alcohol, las especias o el tabaco. Cambiar de marca de dentífrico, de
enjuague bucal o de goma de mascar puede aliviar las molestias. La glosodinia es a veces la
manifestación de un trastorno emocional o de una enfermedad mental. Puede resultar útil la
administración de medicamentos ansiolíticos a dosis bajas. Cualquiera que sea la causa, el
trastorno, a menudo, desaparece con el tiempo.
CAPITULO 94
Enfermedades de los dientes
Para mantener los dientes sanos se debe eliminar la placa bacteriana diariamente con un
cepillo de dientes y seda dental. Además, es aconsejable limitar la ingestión de azúcares para
reducir el riesgo de caries. Afortunadamente, el agua con flúor reduce este riesgo.
Para el buen estado de la boca y de los dientes es aconsejable limitar el consumo de tabaco y
alcohol. El tabaco, fumado o mascado, contribuye a empeorar la enfermedad de las encías. El
tabaco y el alcohol (especialmente la combinación de ambos) pueden causar el cáncer de boca.
Caries
Las cavidades (caries dental) son las áreas que han perdido sustancia como resultado de un
proceso que gradualmente disuelve la superficie externa más resistente del diente (esmalte) y
avanza hacia el interior del mismo.
Cómo se desarrolla una caries
La figura de la izquierda muestra un diente sin caries. La figura de la derecha muestra un diente con tres clases de caries
Junto con el resfriado común y la enfermedad de las encías, la caries figura entre las
afecciones humanas más comunes. La caries continuará desarrollándose si no es tratada de
forma adecuada por un odontólogo. Una caries sin tratamiento puede comportar la pérdida del
diente.
Causa
Síntomas
Diagnóstico y prevención
Si una caries se trata antes de que duela, es probable que el daño causado en la pulpa sea leve,
salvándose la mayor parte de la estructura del diente. Para su detección precoz el odontólogo
se informa acerca del dolor, examina los dientes y hace pruebas con instrumentos adecuados
para detectar el grado de sensibilidad y dolor, pudiendo también hacer radiografías. El control
dental debe realizarse cada 6 meses, aunque no todas las revisiones incluyan radiografías.
Dependiendo de la evaluación del odontólogo sobre la dentadura, las radiografías pueden
hacerse entre los 12 y 36 meses siguientes.
La clave para la prevención de la caries se basa en cinco estrategias generales: una buena
higiene bucodental, una dieta equilibrada, el flúor, los empastes y una terapia antibacteriana.
Higiene bucal
Una buena higiene bucal puede controlar eficazmente la caries de la superficie lisa. Ésta
consiste en el cepillado antes o después del desayuno, antes de acostarse y pasar la seda dental
a diario para eliminar la placa bacteriana. El cepillado previene la caries que se forma a los
lados de los dientes y la seda dental alcanza los puntos entre los dientes que no se alcanzan
con el cepillo. Puede utilizarse un estimulador gingival con puntas de goma para quitar los
residuos de alimentos alojados en el margen de las encías y de las superficies que están de
cara a los labios, las mejillas, la lengua y el paladar.
Alguien con una destreza manual normal tarda unos 3 minutos en cepillarse los dientes
correctamente. Al principio la placa bacteriana es bastante blanda y se quita con un cepillo de
cerdas suaves y seda dental, como mínimo una vez al día, lo cual contribuirá también a
prevenir la caries. Sin embargo, la placa bacteriana resulta más difícil de quitar cuando se
calcifica, proceso que comienza unas 24 horas
más tarde.
Dieta
Flúor
El flúor proporciona a los dientes, y al esmalte en particular, una mayor resistencia contra el
ácido que contribuye a causar la caries. El flúor ingerido es particularmente eficaz hasta los 11
años de edad aproximadamente, cuando se completa el crecimiento y endurecimiento de los
dientes. La fluoración del agua es el modo más eficaz de administrar el flúor a los niños. En
algunos países el agua ya contiene suficiente flúor para reducir la caries dental. Sin embargo,
si el agua suministrada tiene demasiado flúor, los dientes pueden presentar manchas o
alteraciones de color. Cuando el agua que se suministra a los niños no contiene suficiente
flúor, tanto el médico como el dentista pueden prescribir pastillas o gotas de fluoruro de sodio.
El odontólogo puede aplicar el flúor directamente a los dientes de personas de cualquier edad
que sean propensas a la caries dental. También dan buenos resultados los dentífricos que
contengan flúor.
Ocluyentes
Ausencia de un diente
Para sustituir un diente que falta, el dentista puede usar un puente o un implante
Terapia antibacteriana
Algunas personas alojan en su boca bacterias especialmente activas que causan la caries
dental. Los padres pueden trasmitir estas bacterias a sus hijos, probablemente a través del
beso. Las bacterias se desarrollan en la boca del niño, a partir de la primera dentición, y más
adelante pueden causar caries. De modo que la tendencia a la caries dental de tipo familiar no
refleja necesariamente una escasa higiene bucal ni la existencia de una alimentación
inadecuada.
Una terapia antibacteriana puede ser necesaria en personas muy propensas a la caries. En
primer lugar, el odontólogo elimina la caries de la zona dañada y empasta todas las cavidades
y fisuras de los dientes; posteriormente prescribe un enjuague bucal (clorhexidina) durante
varias semanas para eliminar las bacterias que quedan en la placa bacteriana. Con ello se
pretende que bacterias menos dañinas sustituyan a las causantes de la caries. Para mantener
dichas bacterias bajo control, se deben hacer diariamente enjuagues de flúor y masticar chicle
que contenga xilitol.
Tratamiento
Empastes
Varios materiales utilizados para los empastes pueden colocarse en la base cavitaria o
alrededor del diente. La amalgama de plata es la más usada en los empastes de los molares,
donde la resistencia es importante y el color de la plata es apenas visible. La amalgama de
plata es relativamente barata y dura un promedio de 14 años. El empaste de oro
(incrustaciones) es más caro y requiere como mínimo dos visitas al odontólogo, sin embargo,
es más resistente y sirve para las caries más grandes.
El uso de los compuestos de resina y de los empastes de porcelana está indicado en los dientes
delanteros, en donde la plata sería demasiado visible. La aplicación de estos compuestos en
los molares es cada vez más frecuente y la ventaja es su semejanza al color del diente. Sin
embargo, son más caros que las amalgamas de plata y probablemente duran menos,
particularmente en los molares que están sometidos a la fuerza de la masticación.
En personas con predisposición a caries en el área adyacente a las encías, se puede
recomendar un empaste derivado del vidrio, también de color semejante al diente, cuya
propiedad es la de liberar flúor una vez colocado en el diente. Otra aplicación de esta sustancia
es en la restauración de las áreas que resultan dañadas debido a un cepillado demasiado
enérgico.
Mecanismo de producción de la pulpitis
Tratamiento de la raíz y extracción de dientes
Cuando la caries profundiza lo suficiente para dañar la pulpa de forma permanente, el único
modo de suprimir el dolor es retirar la pulpa a través del conducto de la raíz (endodoncia) o
extraer el diente. Un molar tratado por endodoncia está mejor protegido por una funda
(corona) que abarque toda la superficie de masticación. El método de restauración de los
dientes delanteros que hayan recibido tratamiento de la raíz, está condicionado a la parte que
quede del diente. Excepcionalmente, al cabo de una o dos semanas desde la endodoncia,
pueden aparecer fiebre, dolor de cabeza o bien una inflamación del maxilar, del suelo de la
boca o de la garganta. Estas complicaciones requieren atención médica.
Si un diente se extrae, debe sustituirse lo antes posible porque, si no se hace, los dientes
cercanos pueden moverse y alterar la mordida. La sustitución puede ser un puente, una
dentadura parcial fija, que cubre con fundas los dientes de cada lado del extraído, o una
dentadura postiza. También se pueden hacer implantes para sustituir un diente.
Una corona es una reconstrucción que se adapta sobre un diente. Una corona bien moldeada
requiere en general dos visitas al odontólogo, aunque a veces puede necesitar más. En la
primer visita el odontólogo prepara el diente, afilándolo ligeramente, después toma una
impresión del diente y coloca una corona provisional sobre el mismo. La impresión sirve para
diseñar la corona permanente en un laboratorio de prótesis dental. En la siguiente visita se
sustituye la corona provisional por la permanente que se cementa sobre el diente ya preparado.
Habitualmente se hacen las coronas con una aleación de oro u otro metal. La porcelana sirve
para disimular el color del metal. Las coronas también pueden hacerse de porcelana, pero ésta
es más dura y abrasiva que el esmalte del diente y puede desgastar el diente opuesto. Además,
las coronas de porcelana u otro material similar son más propensas a romperse que las
metálicas.
Pulpitis
Causas
Las causas más comunes de la pulpitis son la caries dental y las heridas. Dado que la pulpa
está dentro del diente, no tiene espacio para hincharse cuando se inflama y por ello aumenta la
presión dentro del diente. Si una inflamación leve se trata adecuadamente, el diente no sufrirá
un daño irreversible; sin embargo, una inflamación grave destruye la pulpa. El aumento de la
presión puede empujar la pulpa hacia el extremo de la raíz, donde podría dañar el hueso de la
mandíbula y los tejidos circundantes.
Absceso periapical
Síntomas y diagnóstico
La pulpitis causa un dolor intenso. Para determinar si la pulpa está sana, el odontólogo realiza
ciertas pruebas. Por ejemplo, puede aplicar un estímulo frío; si el dolor producido por el
estímulo se interrumpe en pocos segundos, significa que la pulpa está todavía sana. Entonces
se procede a vaciar la parte dañada del diente y a empastarlo. Sin embargo, cuando la pulpa
está tan afectada que no se puede salvar, el dolor persiste después del estímulo frío o incluso
aparece espontáneamente.
El odontólogo puede utilizar un estimulador eléctrico que indica la vitalidad de la pulpa pero
no si la pulpa está sana. La pulpa está viva si el paciente percibe la pequeña descarga eléctrica
que recibe el diente. A menudo el dolor al golpe indica que la inflamación se ha extendido a
los tejidos circundantes y al hueso. Las radiografías pueden confirmar la caries y también
mostrar si la inflamación ha causado la pérdida del hueso alrededor del diente.
Tratamiento
Abscesos periapicales
Un absceso periapical es una acumulación de pus en los tejidos, generalmente debido a una
infección que se ha propagado del diente a los tejidos circundantes.
Causa
El organismo reacciona ante una infección con un aumento del número de glóbulos blancos; el
pus es la acumulación de estos glóbulos blancos y de tejido muerto. Inicialmente el pus de una
infección dentaria se produce dentro de las encías, de modo que éstas se hinchan en las
proximidades de la raíz del diente. Según la posición del diente, el pus puede entonces drenar
por la piel, la boca, la garganta o el cráneo.
Tratamiento
El tratamiento de abscesos o celulitis consiste en eliminar la infección y el pus, lo cual
requiere cirugía oral o tratamiento de la raíz. A menudo los odontólogos prescriben
antibióticos para tratar la infección; sin embargo, la extracción de la pulpa enferma y el
drenaje del pus constituyen las acciones más importantes.
CAPITULO 95
Enfermedades periodontales
Las enfermedades periodontales inflaman y destruyen las estructuras que rodean y sostienen
los dientes, principalmente las encías, el hueso y la capa externa de la raíz del diente.
Gingivitis
Causas y síntomas
Casi siempre, la gingivitis es consecuencia del cepillado incorrecto que permite que la placa
bacteriana permanezca sobre la línea gingival de los dientes. La placa bacteriana es una
película blanda y viscosa formada principalmente de bacterias. Se acumula, con preferencia,
en los empastes defectuosos y alrededor de los dientes próximos a dentaduras postizas poco
limpias, a puentes y aparatos de ortodoncia. La placa bacteriana se solidifica en sarro cuando
permanece más de 72 horas en los dientes y no puede quitarse del todo con el cepillo ni con la
seda dental. Aunque la causa principal de la gingivitis es la placa bacteriana, otros factores
pueden empeorar la inflamación, especialmente el embarazo, la pubertad y los fármacos
anticonceptivos.
Encías normales y encías inflamadas (sobreelevadas)
Una higiene dental adecuada permite conservar las encías sanas (A). La falta de higiene lleva a la acumulación de bacterias (placa bacteriana) (B) y
finalmente a la formación de cálculos (C). Nótese en las imágenes B y C la inflamación progresiva de las encías.
Algunos fármacos pueden causar un crecimiento de las encías, lo que dificulta quitar la placa
bacteriana y, a menudo, produce la gingivitis. Por ejemplo, la fenitoína (utilizada para
controlar las convulsiones), la ciclosporina (que toman las personas sometidas a trasplante de
órganos) y los bloqueadores de los canales de calcio como la nifedipina (que se administran
para controlar la presión arterial y las alteraciones de la frecuencia cardíaca). También pueden
agravar la gingivitis los medicamentos o inyecciones anticonceptivas.
En la gingivitis simple, el aspecto de las encías es más rojo que rosado. Se hinchan y se
mueven en vez de estar ajustadas firmemente a los dientes. Las encías a menudo sangran al
cepillarse los dientes o al comer. Si la gingivitis es grave, la almohada puede aparecer
manchada de sangre por la mañana, particularmente cuando la persona respira por la boca.
En contadas ocasiones, la deficiencia de vitaminas puede causar la gingivitis. La carencia de
vitamina C (escorbuto) puede producir inflamación y sangrado de las encías. La carencia de
niacina (pelagra) también causa hemorragia en las encías y la predisposición a ciertas
infecciones bucales.
La estomatitis herpética aguda es una infección vírica y dolorosa de las encías y de otras
partes de la boca. Las encías infectadas presentan un color rojo brillante y la infección
provoca la aparición de numerosas llagas pequeñas, blancas o amarillas, dentro de la boca.
La gingivitis del embarazo, debida principalmente a cambios hormonales que se producen
durante el embarazo, es un agravamiento de una gingivitis leve. Puede contribuir al problema
el descuido de la higiene bucal en la embarazada, que es frecuente a causa de las náuseas que
la afectan por la mañana. Durante el embarazo, una irritación menor, a menudo una
concentración de sarro, puede producir una tumefacción como consecuencia del crecimiento
de tejido gingival, llamado tumor de embarazo. El tejido hinchado sangra fácilmente si existe
una herida y puede interferir la ingestión de alimentos.
La gingivitis descamativa es un proceso poco conocido y doloroso que afecta con frecuencia a
las mujeres en la posmenopausia. En esta enfermedad, las capas externas de las encías se
separan del tejido subyacente, dejando al descubierto las terminaciones nerviosas. Las encías
se vuelven tan frágiles que esas capas se pueden desprender al frotarlas con un algodón o con
el estímulo de aire de una jeringa odontológica.
La gingivitis de la leucemia es la primera manifestación de la enfermedad en casi el 25 por
ciento de los niños afectados de leucemia. Una infiltración de células de leucemia dentro de
las encías causa la gingivitis, que empeora a causa de la incapacidad del sistema inmunológico
para combatir la infección. Las encías enrojecen y sangran con facilidad. A menudo, la
hemorragia persiste durante varios minutos, dado que la sangre no coagula con normalidad en
los afectados de leucemia.
En la pericoronitis, la encía se inflama y cabalga sobre un diente que no ha salido
completamente, por lo general una muela del juicio. El colgajo de encía sobre la muela que ha
surgido parcialmente puede retener líquidos, restos de comida y bacterias. Si una muela del
juicio superior sale antes que la inferior, puede morder este colgajo, aumentando la irritación.
Pueden desarrollarse infecciones y propagarse a la garganta o mejilla.
Prevención y tratamiento
La gingivitis simple se puede prevenir con una buena higiene bucodental, el cepillado diario y
la seda dental. Se puede usar un dentífrico que contenga pirofosfato para los casos en que se
forme mucho sarro. Después de que se forma el sarro, solamente un profesional puede quitarlo
(profilaxis). Una limpieza profesional más frecuente puede ser necesaria en los casos de
personas con escasa higiene bucal o con estados de salud propensos a la gingivitis, o que
tengan tendencia a producir placa bacteriana. Dependiendo de la rapidez con que se forme el
sarro, la limpieza profesional puede necesitarse cada tres meses o cada año. Después de
eliminar el sarro y la placa bacteriana las encías sanarán rápidamente debido a su excelente
irrigación, siempre y cuando el cepillado de dientes sea cuidadoso.
Se deben tratar o controlar los procesos de algunas enfermedades que puedan causar o
empeorar la gingivitis. Si una persona necesita tomar un fármaco que cause un
sobrecrecimiento del tejido gingival, este exceso de tejido puede necesitar la extirpación
quirúrgica. Sin embargo, con una higiene bucal meticulosa realizada en casa y una profilaxis
frecuente se puede disminuir el desarrollo de la excrecencia y evitar la cirugía.
La carencia de vitamina C y de niacina puede tratarse mediante complejos vitamínicos y una
dieta adecuada.
La estomatitis herpética aguda suele mejorar en dos semanas sin ningún tratamiento. La
limpieza intensiva no ayuda, de modo que los dientes se deben cepillar suavemente mientras
la infección sea dolorosa. El odontólogo puede recomendar un enjuague bucal anestésico para
aliviar las molestias experimentadas al comer o beber.
El descuido de la higiene bucal en la embarazada es frecuente a causa de las náuseas que la
afectan. Por ello, el odontólogo puede sugerir otras formas de limpiar dientes y encías. Una
mujer puede padecer el llamado tumor de embarazo y someterse a una intervención para
extirparlo, sin embargo, estos tumores tienden a reproducirse hasta que concluya el embarazo.
Si la gingivitis descamativa se desarrolla durante la menopausia, puede ser útil una terapia de
sustitución hormonal. Si no es éste el caso, el odontólogo puede prescribir comprimidos o
pomadas de corticosteroides para aplicar directamente sobre las encías.
Para prevenir hemorragias en el caso de gingivitis producida por leucemia, en lugar del
cepillo, los dientes y las encías se deben limpiar suavemente con una gasa o esponja. El
odontólogo puede prescribir un enjuague bucal de clorexidina para controlar la placa
bacteriana y prevenir las infecciones de la boca. Cuando la leucemia está bajo control, un buen
cuidado dental contribuye a sanar las encías.
En el caso de pericoronitis, se puede levantar el colgajo para limpiar los residuos y las
bacterias. Si se detecta en las radiografías que una muela inferior saldrá del todo, el
odontólogo puede extraer la superior y prescribir antibióticos durante unos días antes de
extraer la inferior. A veces la muela inferior se extrae inmediatamente.
Síntomas
Por lo general, la enfermedad de las trincheras comienza repentinamente con dolor en las
encías, una sensación de malestar y cansancio general. También provoca halitosis (mal
aliento). Los extremos de las encías entre los dientes se erosionan y se cubren de una capa gris
de tejido muerto. Las encías sangran con facilidad y duelen al comer y tragar. A menudo, los
ganglios linfáticos del cuello debajo de la mandíbula se inflaman y aparece algo de fiebre.
Tratamiento
El tratamiento comienza con una limpieza suave y minuciosa, durante la cual se extrae de la
zona todo el tejido gingival muerto y el sarro. Dado que la limpieza puede resultar dolorosa, el
odontólogo puede aplicar un anestésico local. Durante los primeros días después de la
profilaxis se recomienda que el paciente haga los enjuagues bucales con una solución de
peróxido de hidrógeno (3 por ciento de peróxido de hidrógeno mezclado con agua al 50 por
ciento) varias veces al día, en vez de cepillarse los dientes.
El paciente debe visitar al odontólogo todos los días, o bien en días alternos durante dos
semanas. La limpieza regular por parte de un profesional se mantiene mientras dure la
curación. Si las encías no vuelven a su forma y posición normales, el odontólogo las rehace
quirúrgicamente para prevenir una recidiva o una periodontitis. Se puede prescribir un
antibiótico cuando la enfermedad es grave o cuando el paciente no puede acudir al
odontólogo.
Periodontitis: de la placa a la pérdida del diente
La formación de placa irrita las encías y éstas se inflaman, y con el tiempo se separan del diente creando una oquedad que se llena con más
placa.
Las oquedades se vuelven más profundas y la placa, al endurecerse, se transforma en sarro, acumulándose más placa sobre éste.
La placa se desplaza hacia la raíz del diente y puede destruir el hueso que sostiene el diente. Sin este soporte el diente se afloja y cae
Periodontitis
Causa
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Las articulaciones temporomandibulares son los dos puntos, uno a cada lado de la cara, justo
delante de los oídos, donde el hueso temporal del cráneo se une con el maxilar inferior
(mandíbula). Los ligamentos, tendones y músculos que sostienen las articulaciones son los
responsables del movimiento de los maxilares.
La articulación temporomandibular es la más compleja del cuerpo: se abre y cierra como una
bisagra y se desliza hacia adelante, hacia atrás y lateralmente, y está sometida a una gran
presión durante la masticación. La articulación temporomandibular contiene una pieza de
cartílago especializado, denominado disco, que evita la fricción entre el maxilar inferior y el
cráneo.
Los trastornos de la articulación temporomandibular incluyen problemas relativos a las
articulaciones y músculos que la circundan. A menudo, la causa del trastorno de la
articulación temporomandibular es una combinación de tensión muscular y problemas
anatómicos dentro de las articulaciones. A veces, también interviene un componente
psicológico. Estos trastornos son más frecuentes en mujeres de 20 a 50 años de edad.
Los síntomas consisten en dolor de cabeza, sensibilidad a la presión de los músculos
masticatorios y chasquido o bloqueo de la articulación. A veces el dolor parece manifestarse
en las proximidades de la articulación más que en ésta. Las alteraciones de la articulación
temporomandibular pueden ocasionar dolores de cabeza recurrentes que no responden al
tratamiento habitual.
Casi siempre el odontólogo basa el diagnóstico de una alteración de la articulación
temporomandibular en el historial clínico del paciente y en una exploración física. El examen
consiste en presionar sobre un lado de la cara o colocar el meñique en la oreja del paciente y
presionar suavemente hacia adelante mientras éste abre y cierra las mandíbulas. Además, el
odontólogo palpa también con suavidad los músculos masticatorios para detectar el dolor o
sensibilidad a la presión y observa si el maxilar se desliza al morder.
Vista interna de la articulación temporomandibular
Síntomas
Los individuos con dolores musculares suelen tener muy poco dolor en la articulación. Es
más, sienten dolor y contractura en ambos lados de la cara cuando se despiertan o después de
períodos de gran tensión nerviosa durante el día. El dolor y la contractura aparecen debido a
espasmos musculares causados por apretar repetidamente los músculos o los dientes y
hacerlos rechinar. Apretar y rechinar los dientes mientras se duerme se hace con mucha más
fuerza que estando despierto.
Tratamiento
Desplazamiento interno
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Artritis
La artritis puede afectar a las articulaciones temporomandibulares del mismo modo que afecta
a otras articulaciones. En las personas de edad avanzada es más común la artrosis (enfermedad
articular degenerativa), un tipo de artritis en la que se degenera el cartílago de las
articulaciones. El cartílago de las articulaciones temporomandibulares no es tan resistente
como el de otras articulaciones. Debido a que la artrosis se presenta principalmente cuando el
disco falta o tiene perforaciones, la persona experimenta una sensación áspera en la
articulación al abrir o cerrar la boca. Cuando la artrosis es grave, la parte superior del maxilar
se aplana y no se puede abrir la boca con amplitud. La mandíbula puede también desplazarse
hacia el lado afectado y, en ocasiones, es posible que el afectado sea incapaz de volver a
colocarla en posición correcta. La mayoría de los síntomas mejoran al cabo de algunos años,
incluso sin ningún tratamiento, probablemente porque la banda de tejido detrás del disco
cicatriza y funciona como el disco original.
La artritis reumatoide afecta la articulación temporomandibular en aproximadamente un 17
por ciento de los individuos que tienen este tipo de artritis. Cuando la artritis reumatoide es
grave, especialmente en los jóvenes, la parte superior del maxilar puede degenerar y acortarse.
Este daño puede conducir a una repentina y defectuosa alineación de los dientes superiores
sobre los inferiores (maloclusión). Si el daño es grave, a la larga el maxilar puede llegar a
fusionarse con al cráneo (anquilosis), limitando enormemente la capacidad de abrir la boca.
En general, la artritis reumatoide afecta ambas articulaciones temporomandibulares casi por
igual, lo que no suele ocurrir en otros tipos de trastornos de la articulación
temporomandibular.
También es posible que una herida provoque la artritis en una articulación
temporomandibular, particularmente si la herida causa hemorragia dentro de la articulación.
Dichas heridas son bastante frecuentes en los niños que hayan recibido golpes en un lado del
mentón.
Tratamiento
Anquilosis
Hipermovilidad
Ciertos problemas dentales requieren un tratamiento anticipado con el fin de aliviar las
molestias y reducir los daños en las estructuras de la boca. Consisten en dolores dentales,
dientes fracturados, flojos o arrancados con violencia; fracturas maxilares y ciertas
complicaciones que se manifiestan después del tratamiento dental. Sin embargo, ninguno de
estos problemas es excesivamente grave.
Dolores dentales
Los dolores dentales pueden ser consecuencia de la caries, un absceso, una inflamación de las
encías alrededor de la raíz de un diente (pericoronitis) o una inflamación de los senos frontales
(sinusitis).
Si varios dientes superiores duelen al masticar o agacharse (por ejemplo, al atarse los zapatos),
es probable que la causa sea la sinusitis, sobre todo si el dolor aparece cuando la persona está
resfriada. El médico, o el dentista, puede diagnosticar la sinusitis y, como tratamiento
habitual, prescribirá un antibiótico para la infección y un descongestionante para drenar los
senos infectados. También son útiles las inhalaciones de vapor durante uno o dos días.
En caso de un dolor breve y agudo, tanto al masticar como al comer algo frío, puede existir
una fractura incompleta de un diente (fractura en tallo verde). El odontólogo puede corregir el
problema con un empaste (restauración), siempre y cuando se trate de una fractura incompleta
sin desprendimiento del diente.
Los dientes superiores, particularmente los delanteros si son prominentes, son más propensos
a heridas y fracturas. Si después de una herida el diente no responde al estímulo del aire, es
probable que el daño haya afectado solamente a la superficie externa dura (esmalte). Esto no
requiere tratamiento inmediato si se trata de una pequeña fisura.
Las fracturas de la capa intermedia del diente (dentina) son habitualmente dolorosas cuando se
exponen al aire y a los alimentos; por ello las personas con dichas fracturas solicitan asistencia
inmediata. Si la fractura afecta a la parte más interna del diente (pulpa), aparece a menudo una
mancha roja y algo de sangre en la fractura. Puede ser necesario tratar la raíz para retirar la
pulpa restante antes de que muera y cause un dolor intenso. Si el paciente es menor de 12
años, el tratamiento de la raíz puede posponerse hasta la completa formación de las raíces de
los dientes afectados.
Se debe acudir al odontólogo si una herida o contusión afloja un diente de su alvéolo, o si
sangran demasiado los tejidos gingivales. Casi nunca son problemáticos los dientes de leche
dañados (dientes deciduos o caducos) de la parte anterior de la boca. Si el daño es grave, los
dientes pueden extraerse sin afectar a los dientes permanentes, o sin perder espacio para los
dientes que faltan por salir. Si el diente de leche afectado es uno de los posteriores, el
odontólogo coloca un aparato para mantener el espacio y así dejar sitio al diente permanente.
Un diente permanente arrancado con violencia (avulso) requiere tratamiento inmediato. El
diente debe limpiarse con una gasa esterilizada y colocarse nuevamente en su alvéolo. Si esto
no es posible, se debe colocar en un vaso de leche (la leche es un buen medio para mantener
vivo el diente). En ambos casos, paciente y diente deben trasladarse inmediatamente al
dentista más cercano. Si se reimplanta el diente dentro de los 30 minutos subsiguientes, la
probabilidad de éxito a largo plazo es buena. Cuanto más permanezca el diente fuera de su
alvéolo, menos son las posibilidades de éxito a largo plazo. El odontólogo habitualmente
entablilla el diente a los dientes circundantes durante 7 a 10 días. La mayoría de los dientes
reimplantados necesitan finalmente un tratamiento del conducto de la de raíz. Si también se ha
fracturado el hueso que rodea al diente, se debe entablillar el diente de 6 a 10 semanas.
Fractura de la mandíbula
Un maxilar fracturado causa dolor y, por lo general, altera la forma en que los dientes encajan
entre sí. A menudo, no se puede abrir mucho la boca o ésta se desplaza hacia un lado cuando
se abre o cierra. La mayoría de las fracturas maxilares se producen en el maxilar inferior
(mandíbula). Las fracturas de la mandíbula superior (maxilar) pueden causar visión doble
(porque los músculos del ojo se insertan cerca del maxilar), insensibilidad de la piel bajo el
ojo (a causa de lesiones de los nervios) o una irregularidad en el hueso de la mejilla que se
puede percibir pasando el dedo a lo largo de ésta.
Cualquier traumatismo con suficiente fuerza como para fracturar la mandíbula, puede también
lesionar la columna vertebral cervical. Por ello, antes de tratar un maxilar fracturado, se hacen
radiografías del cuello para descartar una lesión de las vértebras. Un golpe con suficiente
potencia para fracturar la mandíbula, puede también causar una conmoción o una hemorragia
craneal. En caso de posible fractura maxilar, se debe mantener en su lugar la mandíbula con
los dientes juntos e inmóviles, pudiéndose sostener la mandíbula con una mano o
preferentemente con una venda envuelta varias veces por debajo de ésta y por encima de la
cabeza. Quienquiera que haga el vendaje debe proceder con cuidado, evitando cortar la
respiración del afectado. Es necesaria la asistencia médica lo antes posible porque las fracturas
pueden causar una hemorragia interna y obstruir las vías respiratorias.
Una vez en el hospital es posible fijar las partes de la mandíbula entre sí, dejando las
fijaciones durante 6 semanas para permitir que sane el hueso. Durante este tiempo, el paciente
puede alimentarse sólo con líquidos succionados con una pajita. Muchas fracturas maxilares
pueden repararse quirúrgicamente con una placa (una pieza de metal que se atornilla en el
hueso a cada lado de la fractura). Las mandíbulas se inmovilizan durante unos días, luego se
pueden comer alimentos blandos durante varias semanas. Algunas fracturas de maxilar no se
inmovilizan en los niños; el tratamiento inicial permite movimientos limitados, reanudándose
la actividad normal al cabo de pocas semanas. Los antibióticos se administran habitualmente
en caso de una fractura compuesta, es decir, una que se extienda a través de un diente o su
alvéolo y se abra hacia un área contaminada como la boca.
Factores de riesgo
El riesgo de cáncer de boca es mayor en los fumadores o en personas que consumen bebidas
alcohólicas. Es probable que la causa del cáncer se deba a la combinación de alcohol y tabaco,
más que a uno de estos factores por separado. Dos tercios de los casos de cáncer de la boca
afectan a los varones, pero el hábito del tabaco entre las mujeres, cada vez más extendido
durante las últimas décadas, hace que esta diferencia vaya desapareciendo gradualmente.
El cigarrillo es una de las causas más probables de cáncer de boca, más que fumar puros o
pipa. Una zona marrón, plana y pecosa (la mancha del fumador) puede aparecer en los labios
sobre el punto donde se sostiene habitualmente la pipa o el cigarrillo. Solamente una biopsia
(extracción de una muestra de tejido para su examen al microscopio) puede determinar si la
mancha es cancerosa.
Las irritaciones repetidas que puedan causar los bordes de un diente roto, los empastes o la
prótesis dental (como coronas y puentes) pueden aumentar el riesgo de cáncer de boca. Las
personas que han padecido algún tipo de cáncer oral están sujetas a un riesgo mayor de
contraer otras formas de cáncer.
Síntomas y diagnóstico
El cáncer de boca aparece con más frecuencia en los lados de la lengua, en el suelo de la boca
y en la parte posterior del paladar (paladar blando). Las formas cancerosas de la lengua y del
suelo de la boca son habitualmente carcinomas de células escamosas. El sarcoma de Kaposi es
un cáncer de los vasos sanguíneos cercanos a la piel. Es más frecuente en la boca,
habitualmente en el paladar de las personas que padecen de SIDA.
El cáncer se localiza con frecuencia en el interior de las mejillas y de los labios de las
personas que mascan y aspiran tabaco. Estas formas de cáncer son a menudo carcinomas
verrugosos de lento crecimiento.
El melanoma, un cáncer que habitualmente se desarrolla en la piel, aparece con menor
frecuencia en la boca. Se recomienda acudir al médico, o dentista, si alguna zona de la boca
presenta un cambio de color reciente, pardusco u oscurecido, ya que puede tratarse de un
melanoma. Sin embargo, no se debe confundir un melanoma con las áreas de pigmentación
normal de la boca, como ocurre en algunas familias, y particularmente entre las personas de
piel oscura y algunas poblaciones del Mediterráneo.
Lengua
Suelo de la boca
El cáncer del suelo de la boca es invariablemente indoloro en su fase inicial y, por lo general,
se detecta durante un examen odontológico de rutina. Al igual que el cáncer de la lengua, esta
forma de cáncer es habitualmente un carcinoma de células escamosas que tiene un aspecto de
llagas abiertas y tiende a crecer dentro de las estructuras subyacentes.
Quienquiera que presente una zona enrojecida (eritroplasia) en el suelo de la boca debe acudir
al médico o dentista porque puede indicar la existencia de cáncer.
Paladar blando
El cáncer del paladar blando puede ser un carcinoma de células escamosas o un cáncer que
comienza en las pequeñas glándulas salivales del paladar blando. El carcinoma de células
escamosas a menudo tiene el aspecto de una úlcera. Con frecuencia, el cáncer que comienza
en las pequeñas glándulas salivales aparece como una leve inflamación.
Revestimiento de la boca
Cuando el revestimiento interno de la boca (mucosa bucal) se irrita durante mucho tiempo, se
puede desarrollar una mancha blanca y plana que no se quita frotando (leucoplasia). El punto
irritado aparece blanco porque se trata de una capa engrosada de una sustancia llamada
queratina que cubre la parte más externa de la piel y que normalmente es menos abundante en
el revestimiento de la boca. A diferencia de otras áreas blancas que se desarrollan en la boca,
en general por la acumulación de alimentos, bacterias u hongos, la leucoplasia no se puede
limpiar. Casi siempre la leucoplasia es el resultado de una respuesta de protección normal de
la boca contra otras heridas. Pero en el proceso de formación de esta cubierta protectora,
algunas células pueden transformarse en cancerosas.
En contraste, una zona enrojecida de la boca (eritroplasia) aparece a consecuencia de un
adelgazamiento de la mucosa bucal. La zona aparece de color rojo porque los capilares
subyacentes son más visibles. La eritroplasia es una lesión que precede al cáncer de un modo
mucho más alarmante que la leucoplasia. La persona que tenga cualquier área de color rojo en
la boca, debe acudir al médico o dentista.
Una úlcera es una llaga que se forma en el revestimiento de la boca cuando se deteriora la
capa de las células superiores, dejando ver el tejido subyacente. La úlcera es de color blanco,
debido a las células muertas que están en el interior de la llaga. Las úlceras de la boca son con
frecuencia el resultado de la irritación o de una herida en los tejidos, por ejemplo, cuando se
muerde accidentalmente o se lesiona la parte interna de la mejilla. Otras causas son las aftas y
las sustancias irritantes, como la aspirina, en caso de mantenerla contra las encías. Las úlceras
no cancerosas son invariablemente dolorosas. Una úlcera que no duela y dure más de 10 días
puede ser precancerosa o cancerosa y debe ser examinada por un médico o dentista.
Una persona que masca tabaco o usa rapé puede desarrollar un reborde blanco con crestas en
la parte interna de las mejillas. Estas tumefacciones pueden transformarse en un carcinoma
verrugoso.
Encías
Una tumefacción visible o una zona elevada en la encía no es causa de alarma. Sin embargo, si
tales factores no son consecuencia de abscesos periodontales o del absceso de un diente, puede
tratarse de un tumor no canceroso causado por irritación. Los tumores no cancerosos son
relativamente frecuentes y, si es necesario, se pueden extirpar fácilmente con cirugía. Debido
a que el factor irritante permanece, las recidivas de los tumores no cancerosos se presentan
entre el 10 y el 40 por ciento de las personas. Si el factor irritante es una dentadura postiza mal
ajustada, ésta se debe adaptar o sustituir.
Cáncer a nivel del labio inferior
Labios
Los labios, con más frecuencia el inferior, pueden experimentar daños por el sol (queilosis
actínica), que se manifiesta con grietas en los labios y alteración de color (de rojo, blanco, o
rojiblancos al mismo tiempo). El médico, o el dentista, puede realizar una biopsia para
determinar si estas manchas desiguales son cancerosas. En climas soleados es más común el
cáncer de la parte externa de labio. El cáncer del labio y otras partes de la boca es a menudo
duro al tacto y está adherido al tejido subyacente, mientras que la mayoría de las
tumefacciones no cancerosas en estas zonas se mueven con facilidad. Las anormalidades del
labio superior son menos comunes que las del labio inferior, pero son más propensas a
transformarse en cáncer y requieren atención médica.
Una persona que masca o aspira tabaco, puede desarrollar unos rebordes blancos con crestas
en la parte interna de los labios, que pueden transformarse en un carcinoma verrugoso.
Tumor unilateral de parótida que provoca una parálisis facial del lado izquierdo
Glándulas salivales
Los tumores de las glándulas salivales pueden ser cancerosos o no cancerosos. Pueden darse
en cualquiera de los tres pares de las principales glándulas salivales: la glándula parótida (en
la parte lateral de la cara, frente al oído), la glándula submandibular (debajo de la parte lateral
de la mandíbula) o la glándula sublingual (en el suelo de la boca frente a la lengua). También
se pueden desarrollar tumores en las glándulas salivales menores, que están dispersas por todo
el revestimiento de la boca. El crecimiento inicial de los tumores de las glándulas salivales
puede ser doloroso o no. Los tumores cancerosos tienden a crecer rápidamente y son duros al
tacto.
Mandíbula
Prevención y tratamiento
El riesgo de cáncer de labios se reduce protegiéndose del sol. Evitar el consumo excesivo de
alcohol y tabaco puede prevenir la mayoría de las formas de cáncer de boca. Otra de las
medidas preventivas consiste en arreglar los bordes ásperos de dientes rotos o restauraciones.
Alguna evidencia indica que las vitaminas antioxidantes, como las vitaminas C y E y los
betacarotenos, pueden servir de protección adicional, pero se necesitan más estudios al
respecto. Si los daños del sol afectan a una extensa zona de los labios, un raspado que retire
toda la superficie externa, ya sea con medios quirúrgicos o con rayos láser, puede prevenir la
evolución hacia formas de cáncer.
La eficacia del tratamiento de cáncer bucolabial depende en gran medida de su evolución. Es
raro que el cáncer de boca se propague a otros puntos del organismo; sin embargo, tiende a
invadir la cabeza y el cuello. Si se extirpan la totalidad del cáncer y tejidos normales
circundantes, antes de que el cáncer se haya propagado hacia los ganglios linfáticos, la
posibilidad de curación es alta. Si el cáncer se ha propagado a los ganglios linfáticos, la
curación es mucho menos probable. Durante la intervención quirúrgica se extirpan, además
del cáncer, los ganglios debajo y delante de la mandíbula y los que se hallan a lo largo del
cuello. La cirugía para las formas de cáncer de boca puede ser desfigurante y
psicológicamente traumática.
Una persona con cáncer de boca o garganta puede recibir radioterapia y cirugía o tan sólo
radioterapia. La radioterapia a menudo destruye las glándulas salivales, dejando la boca seca,
lo que puede acarrear caries y otros problemas dentales. Dado que los maxilares no sanan bien
cuando se exponen a la radiación, los problemas dentales se tratan antes de administrar la
radiación. Todo diente que pueda ser problemático, se extrae, dejando transcurrir el tiempo
necesario para su curación. Una buena higiene dental es importante para las personas que
reciben radioterapia a causa del cáncer de boca. Dicha higiene consiste en exámenes
periódicos y un meticuloso cuidado en casa, con aplicaciones diarias de flúor. Tras una
extracción, la terapia hiperbárica de oxígeno puede contribuir al restablecimiento de la
mandíbula.
El beneficio terapéutico de la quimioterapia es limitado para el cáncer de boca. La piedra
angular del tratamiento son la cirugía y la radioterapia.
SECCION 9 > TRASTORNOS GASTROINTESTINALES
CAPITULO 99
Biología del aparato digestivo
El aparato digestivo, que se extiende desde la boca hasta el ano, se encarga de recibir los
alimentos, fraccionarlos en sus nutrientes (un proceso conocido como digestión), absorber
estos nutrientes hacia el flujo sanguíneo y eliminar del organismo los restos no digeribles de
los alimentos. El tracto gastrointestinal se compone de la boca, la garganta, el esófago, el
estómago, el intestino delgado, el intestino grueso, el recto y el ano. El aparato digestivo
también incluye órganos que se encuentran fuera del tracto gastrointestinal, como el páncreas,
el hígado y la vesícula biliar.
Estómago
El estómago es un órgano muscular grande, hueco y con forma de judía (fríjol), que consiste
en tres regiones: el cardias, el cuerpo (fundus) y el antro. Los alimentos llegan al estómago
desde el esófago y pasan a través de un músculo con forma de anillo (esfínter), que se abre y
se cierra. Normalmente el esfínter impide que el contenido gástrico vuelva al esófago.
El estómago sirve como área de almacenamiento para los alimentos, contrayéndose
rítmicamente y mezclándolos con las enzimas. Las células que recubren la superficie gástrica
secretan tres sustancias importantes: moco, ácido clorhídrico y el precursor de la pepsina (una
enzima que fracciona las proteínas). El moco recubre las células del revestimiento del
estómago para protegerlas del daño que les podrían causar el ácido y las enzimas. Cualquier
alteración de esta capa de moco, debida a una infección por la bacteria Helicobacter pylori,
por ejemplo, o al daño provocado por la aspirina, puede causar lesiones como la úlcera de
estómago.
El ácido clorhídrico provee el ambiente fuertemente ácido necesario para que la pepsina
fraccione las proteínas. La elevada acidez del estómago también actúa como una barrera
contra la infección, pues elimina la mayor parte de las bacterias. Los impulsos nerviosos que
llegan al estómago estimulan la secreción ácida, la hormona gastrina (secretada por el
estómago) y la histamina (sustancia que también libera el estómago).
La pepsina es responsable del fraccionamiento de un 10 por ciento de las proteínas. Es la
única enzima que digiere el colágeno, una proteína y uno de los principales componentes de la
carne.
Sólo algunas sustancias, como el alcohol y la aspirina, pueden ser absorbidas directamente
desde el estómago y sólo en pequeñas cantidades.
Intestino delgado
El estómago libera su contenido (comida) al duodeno, primer segmento del intestino delgado.
El alimento entra en el duodeno a través del esfínter pilórico en unas cantidades que el
intestino delgado pueda digerir. Cuando éste se llena, el duodeno indica al estómago que
detenga el vaciamiento.
El duodeno recibe enzimas del páncreas y bilis del hígado. Estos líquidos llegan al duodeno a
través del esfínter de Oddi y contribuyen de forma importante a los procesos de digestión y
absorción. El peristaltismo también ayuda a la digestión y a la absorción al revolver los
alimentos y mezclarlos con las secreciones intestinales.
Los primeros centímetros del revestimiento duodenal son lisos, pero el resto del revestimiento
presenta pliegues, pequeñas proyecciones (vellosidades), e incluso proyecciones aún más
pequeñas (microvellosidades). Estas vellosidades y microvellosidades incrementan el área de
superficie del revestimiento del duodeno, permitiendo con ello una mayor absorción de
nutrientes.
El yeyuno y el íleon forman el resto del intestino delgado, localizado a continuación del
duodeno. Esta parte del intestino es la responsable principal de la absorción de grasas y otros
nutrientes. La absorción se incrementa en gran medida por la vasta superficie hecha de
pliegues, vellosidades y microvellosidades. La pared intestinal está ricamente abastecida de
vasos sanguíneos que conducen los nutrientes absorbidos hacia el hígado, a través de la vena
porta. La pared intestinal libera moco y agua, que lubrican y disuelven el contenido intestinal,
ayudando a disolver los fragmentos digeridos. También se liberan pequeñas cantidades de
enzimas que digieren las proteínas, los azúcares y las grasas.
La consistencia del contenido intestinal cambia gradualmente conforme avanza a través del
intestino delgado. En el duodeno se secreta agua rápidamente para diluir la acidez del
contenido digestivo procedente del estómago. Conforme el contenido o bolo digestivo avanza
hacia la porción inferior del intestino delgado, se hace más líquido a medida que van
añadiéndose agua, moco, bilis y enzimas pancreáticas.
Páncreas
El páncreas es un órgano que contiene básicamente dos tipos de tejidos: los ácinos que
producen las enzimas digestivas y los islotes que secretan hormonas. El páncreas secreta
enzimas digestivas al duodeno y hormonas al flujo sanguíneo.
Las enzimas digestivas son liberadas desde las células de los ácinos y llegan al conducto
pancreático a través de varios canales. El conducto pancreático principal se une al conducto
biliar a nivel del esfínter de Oddi, a través del cual ambos se vacían al duodeno. Las enzimas
secretadas por el páncreas digieren las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas. Las
enzimas proteolíticas rompen las proteínas en partes que puedan ser utilizadas por el
organismo y son secretadas en forma inactiva. Solamente son activadas cuando llegan al tracto
gastrointestinal. El páncreas también secreta grandes cantidades de bicarbonato de sodio, que
protege el duodeno al neutralizar el ácido procedente del estómago.
Las tres hormonas producidas por el páncreas son: la insulina, que disminuye el valor de
azúcar (glucosa) en sangre, el glucagón, que por el contrario lo aumenta, y la somatostatina,
que impide la liberación de las otras dos hormonas.
Hígado
El hígado es un órgano de gran tamaño, con múltiples funciones, sólo algunas de las cuales
están relacionadas con la digestión.
Los nutrientes que proceden de los alimentos son absorbidos por la pared intestinal, provista
de gran cantidad de pequeños vasos sanguíneos (capilares). Estos capilares llegan hasta las
venas, que, a su vez, se unen a venas mayores y, finalmente, penetran en el hígado a través de
la vena porta. Esta vena se divide, dentro del hígado, en diminutos vasos, donde se procesa la
sangre que les llega.
Aparato digestivo
Esta sangre se procesa de dos formas: por una parte se eliminan las bacterias y otras partículas
extrañas absorbidas desde el intestino, y por otra muchos de los nutrientes absorbidos son
fraccionados de tal manera que puedan ser utilizados por el organismo. El hígado realiza este
proceso a gran velocidad y pasa la sangre cargada de nutrientes a la circulación general.
El hígado produce aproximadamente la mitad del colesterol del cuerpo; el resto proviene de
los alimentos. Alrededor del 80 por ciento del colesterol producido por el hígado se utiliza
para la formación de la bilis. El hígado también secreta la bilis, la cual se almacena en la
vesícula biliar hasta que se necesite.
La bilis fluye fuera del hígado a través de los conductos hepáticos derecho e izquierdo, los
cuales confluyen para formar el conducto hepático común. Este conducto se une después de
otro proveniente de la vesícula biliar, llamado conducto cístico, para formar el conducto biliar
común. El conducto pancreático se une al conducto biliar común justamente cuando éste se
vacía en el duodeno.
Entre las comidas, las sales biliares son concentradas en la vesícula biliar y solamente una
pequeña cantidad de bilis fluye desde el hígado. Al penetrar los alimentos en el duodeno se
desencadenan una serie de señales nerviosas y hormonales que provocan la contracción de la
vesícula. Como resultado, la bilis llega al duodeno y se mezcla con el contenido alimentario.
La bilis tiene dos funciones importantes: ayuda a la digestión y a la absorción de las grasas y
es responsable de la eliminación de ciertos productos de desecho del cuerpo (particularmente
la hemoglobina de los glóbulos rojos destruidos y el exceso de colesterol). Específicamente, la
bilis es responsable de las siguientes acciones:
Intestino grueso
Recto y ano
El recto es una cámara que comienza al final del intestino grueso, inmediatamente a
continuación del colon sigmoide, acabando en el ano. Generalmente, el recto está vacío
porque las heces se almacenan más arriba, en el colon descendente. Cuando el colon
descendente se llena, las heces pasan al recto estimulando la defecación. Los adultos y los
niños mayores pueden soportar este estímulo hasta llegar al baño. Los bebés y los niños de
corta edad no tienen el control muscular necesario para retrasar la defecación.
El ano es la abertura que existe al final del tracto gastrointestinal, por la cual los materiales de
desecho abandonan el organismo. El ano está formado en parte por las capas superficiales del
organismo, incluyendo la piel y, en parte, por el intestino. Está recubierto por una capa
formada por la continuación de la piel. Un anillo muscular (esfínter anal) mantiene el ano
cerrado.
CAPITULO 100
Pruebas diagnósticas para los trastornos gastrointestinales
En las pruebas diagnósticas del aparato digestivo se utilizan varias técnicas, a saber: la
endoscopia (mediante un tubo de fibra óptica que ayuda a los médicos a observar las
estructuras internas y a obtener muestras de tejido del interior del organismo), estudios de
radiología, indicadores radiactivos, ecografías y determinación de sustancias químicas. Estas
diferentes pruebas ayudan tanto en el diagnóstico, como en la localización y, a veces, en el
tratamiento de un problema. Algunas requieren que el aparato digestivo no contenga heces,
otras precisan un ayuno de 8 a 12 horas y otras no requieren preparación previa.
Los primeros pasos para diagnosticar un problema son siempre la historia clínica (médica) y la
exploración física. Sin embargo, los síntomas de las afecciones gastrointestinales son a
menudo imprecisos, razón por la cual los médicos pueden tener dificultades para determinar
con exactitud cuál es el trastorno. También las alteraciones psicológicas como la ansiedad y la
depresión pueden afectar al aparato digestivo y contribuir a los síntomas.
Durante la exploración física de una persona con síntomas de algún problema digestivo, el
médico examina el abdomen, el ano y el recto. Escucha con un fonendoscopio (ausculta) para
evaluar sonidos inusuales, realiza una palpación buscando masas u órganos agrandados,
determina si existen áreas dolorosas a la presión, examina el ano y el recto. El médico usa
guantes e introduce un dedo en el ano y el recto y obtiene una pequeña muestra de heces para
realizar una prueba de sangre oculta. En las mujeres, un examen pélvico ayuda a menudo a
diferenciar las afecciones digestivas de las ginecológicas.
El médico recomienda realizar las pruebas adecuadas, en función de cuál es el problema y
dónde se localiza.
Pruebas esofágicas
A menudo se realizan estudios radiológicos con bario, en los cuales el paciente debe tragar
cierta cantidad de papilla de bario. Para este estudio (llamado tránsito esofágico), los
especialistas tienden a utilizar la fluoroscopia, una técnica de aplicación continuada de rayos
X que permite observar o filmar el bario conforme pasa a través del esófago. La fluoroscopia
permite al médico ver las contracciones esofágicas así como los defectos anatómicos como
obstrucciones o úlceras. A menudo, estas imágenes son grabadas en una película o en una
cinta de vídeo.
Además del bario en forma líquida, se pueden dar alimentos recubiertos de bario, de tal forma
que el médico puede localizar obstrucciones o ver porciones del esófago que no se están
contrayendo normalmente. La toma de ambas preparaciones al tiempo puede mostrar
anormalidades como membranas esofágicas (en las cuales el esófago está parcialmente
bloqueado por tejido fibroso), un divertículo de Zenker (una protrusión del esófago hacia
fuera en forma de bolsa), erosiones y ulceraciones, varices esofágicas (venas esofágicas
varicosas) y tumores.
La manometría es una prueba en la cual se coloca en el esófago un tubo con instrumentos
medidores de presión. Usando este aparato (llamado manómetro), se puede determinar si las
contracciones del esófago son capaces de impulsar la comida con normalidad.
Sonda nasogástrica Endoscopia
Durante la manometría se puede realizar una determinación del pH esofágico (que mide la
acidez en el esófago). Esta prueba se utiliza para determinar si una persona tiene reflujo de
ácido (reflujo del ácido gástrico hacia el esófago). Se pueden realizar una o más mediciones.
En la prueba de Bernstein (prueba de perfusión ácida del esófago), se coloca una pequeña
cantidad de ácido en el esófago a través de una sonda nasogástrica. Esta prueba, que en
ocasiones se utiliza para determinar si el dolor en el pecho es causado por una irritación ácida
del esófago, es un buen método para detectar una inflamación del esófago (esofagitis).
Intubación
Endoscopia
Laparoscopia
Estudios radiológicos
Para evaluar los trastornos digestivos a menudo se utilizan los rayos X. La radiografía
abdominal, técnica estándar de rayos X para el abdomen, no requiere ninguna preparación por
parte del paciente. Los rayos X se utilizan habitualmente para poner de manifiesto una
obstrucción o una parálisis del tracto gastrointestinal o patrones anormales de distribución del
aire dentro de la cavidad abdominal. La radiología simple estándar puede también mostrar el
agrandamiento de órganos como el hígado, los riñones y el bazo.
Los estudios con papilla de bario (medio de contraste) a menudo proporcionan más
información. Al ingerir el bario, éste puede verse de color blanco en las radiografías, lo cual
sirve para delimitar el tracto gastrointestinal, mostrando los contornos y el revestimiento del
esófago, estómago e intestino delgado. El medio de contraste se puede acumular en zonas
anormales y poner de manifiesto úlceras, tumores, erosiones y varices esofágicas. Las
radiografías pueden realizarse a diferentes intervalos de tiempo para determinar la localización
del bario. También puede usarse un fluoroscopio para observar cómo se desplaza el bario a lo
largo del tubo digestivo. Este proceso puede ser filmado para una revisión posterior. Por
medio de la observación del tránsito del bario a través del tubo digestivo, los médicos pueden
ver cómo funcionan el esófago y el estómago, determinar si sus contracciones son normales y
establecer si los alimentos quedan bloqueados en el sistema digestivo.
Este medio de contraste también puede ser administrado en forma de enema para dibujar la
parte baja del intestino grueso. De esta forma, los rayos X pueden poner de manifiesto
pólipos, tumores u otras anormalidades de tipo estructural. Estas pruebas pueden causar dolor
en forma de retortijones, provocando incomodidad ligera o moderada.
El bario que se ingiere por la boca o se administra en forma de enema es finalmente excretado
con las heces, con lo cual éstas adoptan una coloración blanca calcárea. El bario debe ser
eliminado rápidamente tras la exploración, porque puede causar un estreñimiento importante.
Un laxante ligero puede acelerar dicha eliminación.
Paracentesis
Ecografía abdominal
La ecografía abdominal es una exploración que utiliza ultrasonidos para producir imágenes de
los órganos internos. Con ella se pueden observar el tamaño y la forma de muchos órganos,
como el hígado y el páncreas, y también pueden detectarse áreas anormales en su interior. La
ecografía puede también evidenciar la presencia de líquido. Sin embargo, no es un buen
método para examinar el revestimiento del tracto gastrointestinal, por lo tanto no es el método
elegido para visualizar tumores ni la causa de hemorragias del estómago, del intestino delgado
o del intestino grueso.
Una ecografía es una prueba indolora y sin riesgo. Con una pequeña sonda que contacta con la
pared abdominal, el examinador (un médico o un técnico) dirige las ondas de sonido hacia
diversas partes del abdomen con movimientos suaves. Las imágenes obtenidas se reflejan en
una pantalla y se graban en una película de vídeo.
La hemorragia por el aparato digestivo puede ser causada por algo tan insignificante como una
pequeña irritación o por algo tan grave como un cáncer. Cuando es abundante, la persona
puede vomitar sangre o eliminarla por las heces que salen manchadas de un color rojo
brillante o bien de color negro alquitranado (melena). Por métodos químicos se pueden
detectar cantidades de sangre tan pequeñas que no son perceptibles a simple vista o que no
llegan a cambiar el aspecto de las heces; la detección de esas pequeñas cantidades puede
constituir una señal precoz de la presencia de úlceras, cánceres y otras anormalidades.
Durante el examen del recto con el dedo (tacto rectal), el médico obtiene una pequeña
cantidad de heces. Esta muestra se coloca sobre un trozo de papel de filtro impregnado con
una sustancia química. Para detectar la presencia de sangre se añade otra sustancia química
que cambiará el color de la muestra si la prueba es positiva. Por otro lado, el instrumental que
contiene los papeles de filtro impregnados con la sustancia química también puede utilizarse
en casa. En tal caso, se pueden estudiar muestras de heces de aproximadamente tres
deposiciones diferentes, una vez que la persona las haya depositado en el papel de filtro y
colocado en unos contenedores especiales que se envían al médico para su análisis. Si se
detecta la presencia de sangre, serán necesarias nuevas exploraciones para determinar el
origen.
CAPITULO 101
Trastornos del esófago
El esófago es la porción del tubo digestivo que comunica la garganta (faringe) con el
estómago. Sus paredes impulsan los alimentos hacia el estómago por medio de contracciones
musculares rítmicas (llamadas ondas peristálticas). Cerca de la unión de la garganta con el
esófago hay una banda muscular llamada esfínter esofágico superior. Ligeramente por encima
de la unión del esófago con el estómago hay otra banda muscular llamada esfínter esofágico
inferior. Cuando el esófago está en reposo, estos esfínteres se contraen de tal forma que los
alimentos y el ácido gástrico no refluyen hacia la boca. Durante la deglución, los esfínteres se
relajan para que los alimentos puedan pasar al estómago.
Dos de los síntomas más frecuentes de los trastornos esofágicos son la disfagia (sensación de
dificultad para tragar) y el dolor en el pecho o en la espalda.
La disfagia es la sensación de que los alimentos no avanzan con normalidad desde la garganta
hasta el estómago o de que se atascan en dicho trayecto. La sensación puede acompañarse de
dolor. El movimiento de líquidos y sólidos puede estar de hecho impedido por problemas en la
garganta, el esófago y los órganos adyacentes, o por trastornos del sistema nervioso o de los
músculos. Puede ocurrir también que la dificultad para tragar sea un hecho fruto de la
imaginación.
El dolor en el pecho o en la espalda puede consistir en ardores, dolor durante la deglución y
dolor muscular esofágico.
El dolor durante la deglución puede ser el resultado de cualquiera de los siguientes problemas:
El dolor puede percibirse como una sensación de quemazón o una tirantez debajo del esternón,
que típicamente ocurre cuando la persona traga alimentos sólidos o líquidos. Un síntoma
típico de los trastornos musculares del esófago es un dolor intenso y opresivo que acompaña a
la deglución dificultosa de bebidas calientes o frías.
El dolor muscular esofágico puede ser difícil de distinguir del dolor en el pecho originado por
una enfermedad cardíaca (angina). El dolor es producido por el espasmo de los músculos
esofágicos.
Un individuo puede tener dificultades para pasar la comida desde la parte alta de la garganta
hacia el esófago como consecuencia de trastornos que afectan a la garganta. El problema se
presenta con mayor frecuencia en quienes padecen trastornos de la musculatura voluntaria
(esquelética) o de los nervios que la sirven. Ejemplos de esto son la dermatomiositis, la
miastenia grave, la distrofia muscular, la poliomielitis y la parálisis seudobulbar, así como
trastornos del cerebro y de la médula espinal, como por ejemplo la enfermedad de Parkinson y
la esclerosis lateral amiotrófica (enfermedad de Lou Gehrig). Una persona que ingiera
fenotiacinas (un fármaco antipsicótico) puede presentar dificultades para tragar porque dicho
fármaco puede afectar a los músculos de la garganta. Cuando cualquiera de estos trastornos
causa dificultad para la deglución, la persona a menudo regurgita los alimentos, a través de la
parte posterior de la nariz, o los aspira por la tráquea, desencadenando una crisis de tos.
En la incoordinación cricofaríngea, el esfínter esofágico superior (músculo cricofaríngeo)
permanece cerrado o se abre de una forma no coordinada. Si el esfínter funciona
anormalmente puede permitir que los alimentos penetren repetidamente en la tráquea y los
pulmones, lo que puede conducir a una enfermedad crónica del pulmón. El cirujano corrige el
problema cortando el esfínter de tal modo que permanezca relajado de forma constante. Si este
trastorno no se trata, puede conducir a la formación de un divertículo, un saco que se origina
cuando el revestimiento del esófago empuja hacia fuera y hacia atrás a través del músculo
cricofaríngeo.
Membranas esofágicas
Disfagia lusoria
La disfagia lusoria es la dificultad para deglutir causada por la compresión del esófago por un
vaso sanguíneo.
Este trastorno es una malformación congénita que la mayoría de las veces implica una arteria
subclavia derecha mal situada. La dificultad para la deglución puede ocurrir en la niñez o se
puede desarrollar más tarde debido a la arteriosclerosis en el vaso anormalmente situado.
La radiología con bario puede demostrar la compresión del esófago. Para confirmar que la
compresión es causada por una arteria se necesita realizar una arteriografía (un estudio
radiológico de una arteria tras la inyección de un medio de contraste). Sólo en raras ocasiones
se necesita tratamiento quirúrgico.
Las contracciones de propulsión normales que mueven los alimentos a través del esófago son
reemplazadas de forma periódica por contracciones no propulsivas. En el 30 por ciento de las
personas con este trastorno, el esfínter esofágico inferior se abre y se cierra anormalmente.
Síntomas
Los espasmos musculares a lo largo del esófago se perciben típicamente como un dolor en el
pecho, detrás del esternón, coincidiendo con una dificultad para tragar líquidos o sólidos. El
dolor también se presenta por la noche y puede ser lo suficientemente intenso como para
interrumpir el sueño. Los líquidos muy calientes o muy fríos pueden empeorar este síntoma.
Al cabo de muchos años, este trastorno puede evolucionar hacia una acalasia.
El espasmo esofágico difuso también puede producir dolor intenso sin dificultad para la
deglución. Este dolor, a menudo descrito como dolor opresivo detrás del esternón, puede
acompañar al ejercicio o al esfuerzo, haciendo que sea difícil distinguirlo de la angina (dolor
en el pecho originado por una enfermedad del corazón).
Diagnóstico
Tratamiento
A menudo, el espasmo esofágico difuso es difícil de tratar. Se pueden aliviar los síntomas con
la nitroglicerina, los nitratos de acción prolongada, los anticolinérgicos como la diciclomina o
los bloqueadores de los canales del calcio como la nifedipina. Algunas veces se necesitan
analgésicos potentes. Puede resultar de ayuda inflar un balón dentro del esófago o pasar
sondas (dilatadores de metal cada vez mayores) para dilatar el esófago. Si no resultan eficaces
las otras medidas de tratamiento menos radicales, el cirujano puede tener que seccionar la
capa muscular del esófago a lo largo de toda su longitud.
Acalasia
Síntomas y complicaciones
La acalasia puede presentarse a cualquier edad, pero generalmente comienza, casi de un modo
imperceptible, entre los 20 y los 40 años y luego progresa de forma gradual a lo largo de
muchos meses o años. El principal síntoma es la dificultad para tragar tanto sólidos como
líquidos. La contracción persistente del esfínter esofágico inferior provoca que el esófago por
encima de él se dilate de forma exagerada.
Otros síntomas pueden ser dolor en el pecho, regurgitación del contenido del esófago
agrandado y tos nocturna. Aunque es poco común, el dolor en el pecho puede ocurrir durante
la deglución o sin razón aparente. Cerca de un tercio de las personas con acalasia regurgitan la
comida no digerida mientras duermen. Pueden aspirar alimentos hacia sus pulmones, lo que
puede provocar abscesos en el pulmón, bronquiectasias (ensanchamiento e infección de las
vías aéreas) o neumonía por aspiración. La acalasia también constituye un factor de riesgo
para el cáncer de esófago, aunque probablemente menos del 5 por ciento de las personas con
acalasia desarrolla este tipo de cáncer.
Acalasia
Esófago dilatado, con ausencia de ondas peristálticas.
Diagnóstico y pronóstico
Las radiografías del esófago efectuadas en el momento de la deglución del bario evidencian la
ausencia de peristaltismo. El esófago se encuentra dilatado, con frecuencia en enormes
proporciones, pero es estrecho a nivel del esfínter esofágico inferior. La medida de las
presiones dentro del esófago (manometría) indica una ausencia de contracciones, un
incremento de la presión de cierre en el esfínter inferior y una apertura incompleta del esfínter
cuando la persona traga. La esofagoscopia (examen del esófago a través de un tubo flexible de
visualización con una videocámara) muestra un ensanchamiento pero no una obstrucción.
Con la ayuda de un esofagoscopio (tubo flexible para la visión directa), el médico realiza una
biopsia (obtiene muestras de tejido para ser examinadas al microscopio) para asegurarse de
que los síntomas no son causados por un cáncer de la porción baja del esófago. También
efectúa una exploración para descartar una esclerodermia, un trastorno muscular que puede
alterar la deglución.
A menudo la causa de la acalasia no es importante y no condiciona ningún problema grave. El
pronóstico no es tan bueno si hubo aspiración del contenido gástrico hacia los pulmones, dado
que las complicaciones pulmonares son difíciles de tratar.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento es conseguir que el esfínter esofágico inferior se abra con más
facilidad. La primera aproximación consiste en ensanchar el esfínter mecánicamente (por
ejemplo, inflando un balón dentro de él). Los resultados de este procedimiento son
satisfactorios en alrededor del 40 por ciento de los casos, pero se pueden necesitar dilataciones
repetidas. Los nitratos (por ejemplo, nitroglicerina colocada debajo de la lengua antes de las
comidas) o los bloqueadores de los canales del calcio (como la nifedipina) pueden retrasar la
necesidad de un nuevo procedimiento de dilatación, dado que ayudan a relajar el esfínter. En
menos del 1 por ciento de los casos, el esófago puede lesionarse (romperse) durante el
procedimiento de dilatación, lo que conduce al desarrollo de una inflamación del tejido
circundante (mediastinitis). Para reparar la lesión de la pared se requiere cirugía inmediata.
A modo de alternativa a la dilatación mecánica, el médico puede inyectar toxina botulínica en
el esfínter esofágico inferior. Este nuevo tratamiento es tan eficaz como la dilatación
mecánica, pero los efectos a largo plazo todavía no se conocen.
Si el tratamiento de dilatación con la toxina botulínica no es eficaz, generalmente se realiza
cirugía para cortar las fibras musculares del esfínter esofágico inferior. Esta cirugía resulta
eficaz en cerca del 85 por ciento de los casos. Sin embargo, alrededor del 15 por ciento de las
personas experimentan episodios de reflujo de ácido tras la cirugía.
Reflujo del contenido ácido del estómago
La posición en decúbito (es decir, cuando el sujeto se encuentra acostado) puede favorecer el reflujo del contenido ácido del estómago hacia el esófago.
El reflujo de ácido (reflujo gastroesofágico) es un flujo retrógrado del contenido del estómago
hacia el esófago.
El revestimiento del estómago lo protege de los efectos de sus propios ácidos. Debido a que el
esófago carece de un revestimiento protector similar, el ácido del estómago que refluye hacia
él causa dolor, inflamación (esofagitis) y diversas lesiones.
El ácido refluye cuando el esfínter esofágico inferior no funciona adecuadamente. Cuando la
persona está acostada, la fuerza de la gravedad contribuye al reflujo. El grado de inflamación
causada por el reflujo depende de la acidez del contenido del estómago, del volumen de ácido
gástrico que penetra en el esófago y de la capacidad de éste para eliminar el líquido
regurgitado.
Síntomas y complicaciones
El síntoma más obvio del reflujo de ácido es el ardor, una sensación de quemazón detrás del
esternón. El dolor (que aparece en el pecho y se puede extender hacia el cuello, garganta o
incluso la cara) es causado por el reflujo de ácido desde el estómago al esófago. Generalmente
ocurre después de las comidas o cuando la persona está acostada. El ardor se puede
acompañar de regurgitación del contenido del estómago a la boca o de una salivación
excesiva. Se denomina ardor gástrico a un alto nivel de salivación que resulta cuando los
ácidos gástricos irritan la porción inferior del esófago inflamado.
Las complicaciones del reflujo de ácido incluyen un estrechamiento de un segmento del
esófago (estenosis péptica esofágica), una úlcera esofágica y la inducción de cambios
precancerosos en el revestimiento del esófago (síndrome de Barret). La inflamación del
esófago puede causar dolor al tragar, o una hemorragia que suele ser ligera pero que puede
llegar a ser masiva. El estrechamiento hace que cada vez sea más difícil tragar alimentos
sólidos. Las úlceras pépticas esofágicas son llagas del revestimiento esofágico (mucosa)
abiertas y dolorosas. El dolor se localiza generalmente detrás del esternón o justo debajo de él
y puede aliviarse generalmente con antiácidos. Para curar estas úlceras se requiere la
administración de fármacos que reducen el ácido del estómago durante un período de 4 a 12
semanas. Las úlceras curan con lentitud, tienden a recurrir y generalmente dejan un esófago
estrecho.
Diagnóstico
Tratamiento
Para aliviar el reflujo de ácido se pueden adoptar varias medidas. La elevación de la cabecera
de la cama aproximadamente unos 15 centímetros, mientras la persona duerme, puede hacer
que el ácido no llegue a entrar en el esófago. Puede ser útil evitar el café, el alcohol y otras
sustancias que estimulan fuertemente la producción de ácido del estómago. También resulta
útil la ingestión de un antiácido, una hora después de las comidas y otro a la hora de acostarse
para neutralizar el ácido del estómago y, posiblemente, reducir el paso de líquido ácido a
través del esfínter esofágico inferior.
La administración de fármacos como la cimetidina o la ranitidina puede reducir la acidez
gástrica. También deberían evitarse determinados alimentos (como las grasas y el chocolate),
el tabaco y ciertos fármacos (por ejemplo, anticolinérgicos), todo lo cual incrementa la
tendencia del esfínter esofágico inferior a dejar pasar líquido. El médico puede prescribir un
fármaco colinérgico (por ejemplo, betanecol, metoclopramida o cisaprida) para hacer que el
esfínter inferior se cierre con más fuerza.
La cirugía de urgencia no es necesaria a menos que la esofagitis produzca una hemorragia
masiva. Pero la hemorragia puede volver a recurrir. El estrechamiento esofágico se trata con
fármacos y dilataciones repetidas, las cuales pueden realizarse usando balones o sondas
(dilatadores de metal progresivamente mayores). Si la dilatación es efectiva, el estrechamiento
no limita de manera importante la ingesta de comida. El tratamiento con omeprazol o
lansoprazol o la cirugía pueden aliviar la inflamación intensa, las hemorragias, las estenosis,
las úlceras o los síntomas que no hayan respondido a otros tratamientos. El omeprazol y el
lansoprazol son los fármacos más eficaces para la rápida resolución de la inflamación
esofágica causada por el reflujo. El síndrome de Barret, un estado precanceroso, puede
desaparecer, una vez que el tratamiento haya aliviado los síntomas, aunque no siempre es así.
Divertículos esofágicos
Los divertículos esofágicos (bolsas esofágicas) son protuberancias anormales del esófago que
en algunas ocasiones pueden provocar dificultad para la deglución.
Hay tres tipos de divertículos esofágicos: bolsa faríngea o divertículo de Zenker, bolsa del
tercio medio del esófago o divertículo de tracción y bolsa epifrénica. Cada uno tiene un origen
diferente, pero probablemente todos ellos estén relacionados con trastornos en la coordinación
de la deglución y de la relajación muscular, como puede suceder en la acalasia y en el
espasmo esofágico difuso.
Hernia de hiato
La hernia de hiato es la protuberancia de una parte del estómago a través del diafragma desde
su posición normal en el abdomen.
¿Qué es una hernia hiatal?
La hernia hiatal es una protrusión anormal de una porción del estómago hacia el interior
del tórax a través del diafragma.
En una hernia hiatal por deslizamiento, la unión entre el esófago y el estómago y también una
porción de éste, que normalmente están debajo del diafragma, protruyen por encima de él.
En una hernia hiatal paraesofágica, la unión entre el esófago y el estómago está en su posición
normal debajo del diafragma, pero una porción del estómago es empujada hacia arriba hasta
atravesar el diafragma y situarse al lado del esófago.
La causa de la hernia de hiato generalmente es desconocida; puede tratarse de un defecto
congénito o ser consecuencia de una lesión.
Síntomas
Más del 40 por ciento de las personas presenta una hernia hiatal por deslizamiento, pero la
mayoría no tiene síntomas y cuando éstos existen suelen ser de poca importancia.
Una hernia hiatal paraesofágica generalmente no produce síntomas. Sin embargo, puede
quedar atrapada o comprimida por el diafragma y no llegarle suficiente sangre. Se trata
entonces de un trastorno grave y doloroso, llamado estrangulamiento, que requiere cirugía
inmediata.
En raras ocasiones, en ambos tipos de hernia hiatal puede ocurrir una hemorragia
microscópica o masiva del revestimiento de la hernia.
Síndrome de Mallory-Weiss
Las laceraciones de la mucosa del esófago se pueden presentar durante el esfuerzo del vómito (síndrome de Mallory-Weiss); en estos casos, dichas
laceraciones se producen en la parte inferior del esófago en su unión con el estómago. Pueden ser causa de hemorragia digestiva.
Diagnóstico y tratamiento
Generalmente, los rayos X revelan con claridad la presencia de una hernia hiatal, aunque a
veces el médico tiene que presionar con fuerza el abdomen para que una hernia hiatal por
deslizamiento se manifieste con claridad.
Una hernia de hiato generalmente no requiere ningún tratamiento específico, pero sí debe
tratarse cualquier reflujo de ácido acompañante. Una hernia paraesofágica puede ser corregida
quirúrgicamente para prevenir la estrangulación.
El síndrome de Mallory-Weiss es producido por una laceración de la porción baja del esófago
y de la parte alta del estómago durante los vómitos, con grandes arcadas o por el hipo.
Generalmente el primer síntoma del síndrome lo constituye una hemorragia de una arteria que
se rompe. El síndrome de Mallory-Weiss es la causa de cerca del 5 por ciento de los episodios
de hemorragia de la parte alta del tracto gastrointestinal.
El diagnóstico se establece por esofagoscopia o mediante una arteriografía (radiografía de una
arteria tras la inyección de una sustancia de contraste). La laceración puede que no se detecte
en una radiografía de rutina.
En general, los episodios de hemorragia se resuelven por sí mismos, pero en ocasiones un
cirujano debe suturar o ligar la arteria sangrante. La hemorragia también se puede controlar
mediante la inyección de vasopresina (un fármaco que produce contracción de las arterias). El
esófago puede romperse durante una endoscopia u otro procedimiento que implique la
introducción de instrumentos. En estos casos, el riesgo de muerte es muy alto. Las roturas son
generalmente causadas por los vómitos y raramente por levantar pesos o por un esfuerzo
excesivo durante la defecación. Una rotura esofágica produce una inflamación del tejido en el
pecho por fuera del esófago (mediastino) y permite que el contenido esofágico penetre en el
espacio que deja la pleura (membrana que recubre los pulmones), lo que se conoce como
derrame pleural. Esta situación requiere una reparación quirúrgica inmediata del esófago y el
drenaje del área inflamada que lo rodea.
CAPITULO 102
Trastornos del estómago y del duodeno
El estómago es un órgano muscular grande, hueco y con forma de judía (fríjol) que se llena
con la comida que le llega a través del esófago y que ha entrado por la boca. El estómago
secreta ácido y enzimas que fraccionan (digieren) los alimentos en partículas más pequeñas.
La comida pasa del estómago al duodeno, que es la primera parte del intestino delgado. Allí,
el ácido del estómago es neutralizado y las enzimas del duodeno continúan digiriendo los
alimentos y convirtiéndolos en sustancias más pequeñas, de tal forma que puedan ser
absorbidas hacia el torrente circulatorio para nutrir el organismo.
El interior del estómago y del duodeno es marcadamente resistente a las lesiones por el ácido
y por las enzimas digestivas que contiene. Sin embargo, puede irritarse, desarrollar úlceras,
obstruirse y formar tumores.
Gastritis
Síntomas
Los síntomas varían dependiendo del tipo de gastritis. Sin embargo, por lo general, una
persona con gastritis sufre indigestión y molestias vagas en la parte alta del abdomen.
En la gastritis aguda por estrés, la enfermedad subyacente, los traumatismos o las quemaduras
generalmente enmascaran los síntomas gástricos. Sin embargo, se pueden sentir molestias
moderadas en la parte alta del abdomen. Poco después de un traumatismo, en el revestimiento
del estómago se pueden desarrollar pequeñas puntos hemorrágicos. En pocas horas, estas
pequeñas lesiones hemorrágicas pueden convertirse en úlceras. Las úlceras y la gastritis
pueden desaparecer si la persona se recupera rápidamente del traumatismo. Si no es así, las
úlceras pueden hacerse mayores y comenzar a sangrar, generalmente entre 2 y 5 días después
de la lesión. La hemorragia puede hacer que las heces sean de un color negro alquitranado,
teñir de rojo el líquido del estómago o, si es muy copiosa, que baje la presión arterial. La
hemorragia puede ser masiva y mortal.
Los síntomas de la gastritis erosiva crónica incluyen náuseas ligeras y dolor en la parte alta del
abdomen. Sin embargo, muchas personas (como los consumidores crónicos de aspirinas) no
sienten dolor. Algunas personas pueden presentar síntomas parecidos a los de una úlcera,
como dolor, cuando el estómago está vacío. Si la gastritis se complica con úlceras sangrantes,
las heces pueden adoptar un color negro alquitranado (melena) o bien pueden producirse
vómitos de sangre roja (hematemesis) o de sangre parcialmente digerida (como poso de café).
En la gastritis eosinófila, el dolor abdominal y los vómitos pueden ser causados por un
estrechamiento o una obstrucción completa de la salida del estómago hacia el duodeno.
En la enfermedad de Ménétrier, el síntoma más común es el dolor de estómago. Son menos
habituales la pérdida del apetito, los vómitos y la pérdida de peso. La hemorragia es también
rara. Puede producirse una retención de líquidos y una hinchazón de los tejidos (edema)
debido a una pérdida de proteínas por la inflamación del revestimiento del estómago. Estas
proteínas se mezclan con el contenido del estómago y son eliminadas del organismo.
En la gastritis de células plasmáticas, pueden aparecer dolor abdominal, vómitos y diarrea,
junto con una erupción cutánea.
La gastritis por radioterapia causa dolor, náuseas y ardor debido a la inflamación y, a veces,
por el desarrollo de úlceras en el estómago. Éstas pueden perforar la pared del estómago, con
lo cual el contenido de éste se esparce por la cavidad abdominal y provoca una peritonitis
(inflamación del revestimiento abdominal) y un dolor muy intenso. Esta enfermedad grave,
caracterizada por la rigidez del abdomen, requiere cirugía inmediata. En algunos casos, tras la
radioterapia, se desarrollan unas cicatrices que estrechan la salida del estómago, provocando
dolor abdominal y vómitos. La radiación puede dañar el revestimiento protector del estómago,
de tal forma que las bacterias pueden invadir su pared y provocar una forma de gastritis grave
y extremadamente dolorosa de aparición brusca.
Diagnóstico
El médico sospecha una gastritis cuando el paciente presenta dolor en la parte alta del
abdomen junto con náuseas o ardor. Si los síntomas persisten, a menudo no se necesita
análisis y se comienza el tratamiento en función de la causa más probable.
Si el médico tiene dudas, puede ser necesario un examen del estómago con un endoscopio. Si
es preciso, se puede realizar una biopsia (obtención de una muestra del revestimiento del
estómago para su examen).
Si la gastritis continúa o recurre, el médico busca la causa, como una infección, y evalúa los
hábitos dietéticos, la toma de fármacos y la ingesta de alcohol. La gastritis bacteriana se puede
diagnosticar con una biopsia. Muchas personas con gastritis bacteriana tienen anticuerpos
contra la bacteria causante del problema; éstos pueden ser detectados con un análisis de
sangre.
Tratamiento
Muchos especialistas tratan una infección por Helicobacter pylori si causa síntomas. La
infección puede ser controlada o eliminada con bismuto y antibióticos, como la amoxicilina y
el metronidazol. En ocasiones, puede resultar difícil eliminar el Helicobacter pylori del
estómago.
La mayoría de las personas con gastritis aguda por estrés se cura por completo cuando se logra
controlar la enfermedad subyacente, la lesión o la hemorragia.
Sin embargo, el 2 por ciento de las personas en las unidades de cuidados intensivos tiene
hemorragias copiosas por este tipo de gastritis, lo cual a menudo resulta mortal. Por lo tanto,
cuando existe una enfermedad grave, una lesión importante o quemaduras extensas, los
médicos tratan de prevenir la gastritis aguda por estrés. Para prevenirla y tratarla, en la
mayoría de las unidades de cuidados intensivos, y después de una intervención quirúrgica,
suelen administrarse antiácidos (que neutralizan la acidez del estómago) y potentes fármacos
antiulcerosos (que reducen o anulan la producción de ácido del estómago).
En los pacientes con fuertes hemorragias debidas a una gastritis por estrés, se han utilizado
una amplia variedad de tratamientos. Sin embargo, sólo algunas personas mejoran el
pronóstico: tales hemorragias pueden ser mortales. De hecho, las transfusiones de sangre
pueden empeorar la hemorragia. Los puntos de hemorragia pueden cerrarse temporalmente
mediante la aplicación de calor durante la endoscopia, pero la hemorragia reaparecerá si no se
soluciona la enfermedad subyacente. Si la hemorragia persiste, debe inducirse la coagulación
del vaso sanguíneo lesionado, o puede ser necesario extirpar todo el estómago con el fin de
salvar la vida de la persona.
La gastritis crónica erosiva puede ser tratada con antiácidos. El enfermo debe evitar ciertos
fármacos (por ejemplo, la aspirina y otros antiinflamatorios no esteroideos) y comidas
irritantes. Los comprimidos de aspirina con un recubrimiento protector producen menos
úlceras que los que no lo llevan. El misoprostol probablemente reduce el riesgo de úlceras
causadas por los fármacos antiinflamatorios no esteroideos.
Para una persona con gastritis eosinofílica, puede resultar necesaria la cirugía o la
administración de corticosteroides para disminuir la obstrucción de la salida del estómago.
La gastritis atrófica no se cura. En general, los que padecen este trastorno deben recibir
inyecciones de suplementos de vitamina B12.
La enfermedad de Ménétrier se puede curar retirando parte o la totalidad del estómago, pero el
tratamiento farmacológico no es eficaz.
La gastritis de células plasmáticas se puede tratar con fármacos antiulcerosos que bloquean la
secreción ácida del estómago.
Úlcera péptica
Una úlcera péptica es una herida bien definida, circular u oval, causada porque el
revestimiento del estómago o del duodeno ha sido lesionado o erosionado por los ácidos
gástricos o los jugos duodenales. Cuando la úlcera es poco profunda recibe el nombre de
erosión.
La pepsina es una enzima que trabaja junto con el ácido clorhídrico producido por la mucosa
gástrica para digerir los alimentos, especialmente las proteínas. La úlcera péptica se desarrolla
en el revestimiento del tracto gastrointestinal expuesto al ácido y a las enzimas digestivas
(principalmente del estómago y del duodeno). Los nombres de las úlceras identifican su
localización anatómica o las circunstancias en que se desarrollan.
La úlcera duodenal, el tipo más común de úlcera péptica, se produce en el duodeno (los
primeros centímetros de intestino delgado justo a continuación del estómago). Las úlceras
gástricas, que son las menos frecuentes, generalmente se sitúan en la parte alta de la curvatura
del estómago. Si se extirpa quirúrgicamente parte del estómago, se pueden desarrollar úlceras
marginales en el lugar en que el estómago remanente ha vuelto a conectarse al intestino. La
repetida regurgitación de ácido procedente del estómago hacia la parte baja del esófago puede
causar inflamación (esofagitis) y úlceras esofágicas. Las úlceras que aparecen como
consecuencia del estrés derivado de una enfermedad grave, quemaduras o traumatismos se
denominan úlceras de estrés.
Causas
Una úlcera se desarrolla cuando se alteran los mecanismos de defensa que protegen del jugo
gástrico al estómago o al duodeno (por ejemplo, cuando cambia la producción de la cantidad
de moco). No se conocen las causas de tales alteraciones.
Prácticamente todas las personas producen ácido en el estómago, pero sólo del 1 al 10 por
ciento desarrolla úlceras. Distintas personas generan diferentes cantidades de ácido en el
estómago; el patrón de secreción de ácido del mismo en cada persona tiende a persistir durante
toda la vida. De hecho, los lactantes pueden ser identificados como secretores de tipo bajo,
intermedio o alto. Los secretores de tipo alto tienen mayor tendencia a desarrollar úlceras
pépticas que los secretores de tipo bajo. Sin embargo, las personas con una abundante
secreción, por lo general, nunca desarrollan úlceras y otras con secreción baja sí lo hacen.
Obviamente, están implicados otros factores además de la secreción ácida.
Muchas personas con úlcera duodenal tienen, además, bacterias del tipo Helicobacter pylori
en el estómago. En la actualidad, estas bacterias están consideradas como la causa principal de
la úlcera péptica. El mecanismo por el cual estas bacterias contribuyen a la formación de las
úlceras se desconoce. Tal vez interfieran en las defensas normales contra el ácido gástrico, o
quizás produzcan toxinas que contribuyen al desarrollo de las úlceras. Las úlceras duodenales
casi nunca son cancerosas.
Las úlceras gástricas se diferencian de las duodenales en que tienden a desarrollarse más tarde.
Ciertos fármacos (particularmente la aspirina, el ibuprofeno y otros antiinflamatorios no
esteroideos) provocan erosiones y úlceras en el estómago, especialmente en las personas de
edad avanzada. Dichas erosiones y úlceras tienden a curarse cuando se interrumpe el
tratamiento con fármacos. La recurrencia es poco probable, a menos de que se reinicie el
mismo tratamiento. Algunas úlceras gástricas cancerosas (malignas) también pueden dar la
impresión de que se curan, lo que hace difícil diferenciarlas de las no cancerosas (benignas),
como las provocadas por fármacos.
Síntomas
La úlcera típica tiende a curarse y a recurrir. Los síntomas pueden variar según la localización
y la edad del individuo. Los niños y las personas de edad avanzada pueden no presentar los
síntomas habituales o incluso ningún tipo de síntoma. En estas circunstancias, las úlceras se
descubren sólo cuando se desarrollan complicaciones.
Solamente alrededor de la mitad de los afectados con úlceras duodenales presentan síntomas
típicos: dolor, quemazón, corrosión, sensación de vacío y hambre. El dolor tiende a aparecer
cuando el estómago se encuentra vacío. La úlcera generalmente no duele al despertarse, sino
que el dolor se desarrolla hacia media mañana. El dolor es constante, de intensidad leve o
moderada y se localiza en un área definida, casi siempre justo debajo del esternón. La ingesta
de leche, alimentos o antiácidos generalmente lo alivia, pero suele volver 2 o 3 horas después.
Es frecuente el dolor que despierta a la persona a la una o a las dos de la madrugada. Con
frecuencia aparece una o más veces al día a lo largo de un período de una a varias semanas y
luego puede desaparecer sin tratamiento. Sin embargo, generalmente vuelve, a menudo dentro
de los dos primeros años, y en ocasiones después de varios años de no sufrir molestias. Es
habitual que las personas desarrollan patrones de dolor muy fijos y a menudo, por experiencia,
saben cuándo es probable la reaparición de la úlcera (con frecuencia en la primavera y el
otoño, y durante períodos de estrés).
Los síntomas de las úlceras gástricas a menudo no siguen los mismos patrones que las úlceras
duodenales, puesto que el comer puede desencadenar o aumentar el dolor más que aliviarlo.
Las úlceras gástricas son más propensas a provocar hinchazón de la porción del estómago que
se abre al duodeno, lo que puede impedir que la comida salga del estómago adecuadamente.
Esto puede causar distensión del abdomen, náuseas o vómitos tras las comidas.
En la esofagitis o en las úlceras esofágicas, el afectado generalmente siente dolor al tragar o al
acostarse.
Cuando aparecen complicaciones de las úlceras pépticas, como la hemorragia o la perforación,
los síntomas se agravan.
Diagnóstico
El médico sospecha la presencia de una úlcera cuando la persona presenta un dolor de tipo
característico en el estómago. Puede ser necesario realizar pruebas para confirmar el
diagnóstico, dado que el cáncer gástrico puede producir síntomas similares. De igual modo,
cuando las úlceras son resistentes al tratamiento, particularmente si hay varias o si las úlceras
se localizan en zonas poco habituales, el médico puede sospechar otros procesos subyacentes
que llevan a un exceso de producción de ácido gástrico por parte del estómago.
Para ayudar al diagnóstico de las úlceras e identificar su origen, el médico puede hacer uso de
un endoscopio, radiografías con papilla de bario, analizar el jugo gástrico y efectuar pruebas
de sangre.
La endoscopia es un procedimiento ambulatorio en que se introduce a través de la boca un
tubo flexible de visualización (endoscopio) que permite observar directamente el interior del
estómago. Dado que las úlceras generalmente se pueden detectar con el endoscopio, muchos
médicos utilizan este método como primer procedimiento diagnóstico. El endoscopio es más
fiable que la radiografía para detectar las úlceras en el duodeno y en la pared posterior del
estómago; la endoscopia es también más fiable cuando la persona ha sido sometida a cirugía
del estómago.
Sin embargo, incluso un endoscopista muy experimentado puede pasar por alto del 5 al 10 por
ciento de las úlceras duodenales y gástricas.
Con un endoscopio, se puede realizar una biopsia (obtener una muestra de tejido para su
examen al microscopio) para determinar si una úlcera gástrica es cancerosa. El endoscopio
también puede utilizarse para detener la hemorragia de una úlcera.
La radiografía con papilla de bario del estómago y duodeno es de utilidad cuando no se
detecta una úlcera con la endoscopia. Sin embargo, la radiografía puede pasar por alto más del
20 por ciento de las úlceras pépticas.
El análisis gástrico es un procedimiento en el que se extrae líquido directamente del estómago
y duodeno con el fin de determinar la cantidad de ácido. Este procedimiento se realiza sólo si
las úlceras son graves o recurrentes o si una intervención quirúrgica ha sido programada.
Los análisis de sangre no pueden detectar la presencia de una úlcera, pero el recuento de
glóbulos rojos sirve para saber si existe anemia debida a una úlcera sangrante. Otros análisis
de sangre pueden detectar la presencia de Helicobacter pylori.
Tratamiento
Uno de los aspectos del tratamiento de las úlceras duodenales o gástricas es el de neutralizar o
disminuir la acidez. Este proceso se inicia con la eliminación de posibles irritantes del
estómago, como los fármacos antiinflamatorios no esteroideos, el alcohol y la nicotina.
Aunque la dieta blanda puede ocupar un lugar en el tratamiento de la úlcera, no existen
evidencias definitivas que apoyen la opinión de que tales dietas aceleren la curación o eviten
las recidivas. Sin embargo, se deberían evitar las comidas que pueden empeorar el dolor y la
distensión.
Antiácidos
Fármacos antiulcerosos
Las úlceras se tratan generalmente durante 6 sema-nas, como mínimo, con fármacos que
reducen el medio ácido del estómago y del duodeno. Cualquiera de los fármacos antiulcerosos
puede neutralizar o reducir el ácido del estómago y aliviar los síntomas, generalmente en
pocos días. Habitualmente, si éstos no se alivian por completo o si reaparecen cuando se
suprime el fármaco, se realizan otras pruebas complementarias.
El sucralfato puede actuar formando una capa protectora en la base de la úlcera para favorecer
la curación. Funciona bien en úlceras pépticas y es una alternativa razonable a los antiácidos.
El sucralfato se toma tres o cuatro veces al día y no se absorbe en el flujo sanguíneo, y por ello
tiene pocos efectos colaterales. Sin embargo, puede provocar estreñimiento.
Los antagonistas H2 (cimetidina, ranitidina, famotidina y nizatidina) favorecen la curación de
las úlceras reduciendo el ácido y las enzimas digestivas en el estómago y el duodeno. Estos
fármacos son altamente eficaces y se toman sólo una o dos veces al día. En general, presentan
pocos efectos secundarios importantes y varios de ellos se pueden adquirir sin prescripción
médica. Sin embargo, la cimetidina puede producir un aumento del tamaño de las mamas en
los varones que desaparece al suspender la medicación. Con menos frecuencia, la cimetidina
puede causar impotencia en varones que ingieren altas dosis durante períodos prolongados. En
menos del uno por ciento de las personas tratadas con cimetidina se han comunicado cambios
en el estado mental (sobre todo en las personas de edad avanzada), diarrea, erupción cutánea,
fiebre y dolores musculares. Si una persona que toma cimetidina sufre cualquiera de estos
efectos secundarios, se puede solucionar el problema cambiando a otro antagonista H2. Dado
que la cimetidina puede interferir con la eliminación de ciertos fármacos del organismo (como
la teofilina para el asma, la warfarina para la coagulación y la fenitoína para la epilepsia),
estas personas deben informar a sus médicos de que están tomando cimetidina.
El omeprazol y el lansoprazol son fármacos muy potentes que inhiben la producción de todas
las enzimas necesarias para la producción ácida del estómago. Estos medicamentos pueden
inhibir por completo la secreción ácida y tienen efectos de acción prolongada. Favorecen la
curación de un gran porcentaje de personas en un período de tiempo más corto que los
antagonistas H2. Son particularmente útiles en el tratamiento de la esofagitis, con o sin úlceras
esofágicas, y en personas con otros trastornos que afecten la secreción ácida del estómago,
como el síndrome de Zollinger-Ellison.
Los antibióticos se están utilizando cada vez más en los casos en que la bacteria Helicobacter
pylori es la principal causa subyacente de las úlceras. El tratamiento consiste en uno o más
antibióticos y un fármaco para reducir o neutralizar la acidez gástrica. Los utilizados con
mayor frecuencia son las combinaciones de subsalicilato de bismuto (un fármaco similar al
sucralfato), tetraciclinas y metronidazol. El omeprazol administrado con un antibiótico es
también una combinación eficaz. Este tratamiento puede aliviar los síntomas ulcerosos incluso
si las úlceras han resistido tratamientos anteriores o si éstas causan recidivas repetidas.
El misoprostol puede ser administrado para prevenir las úlceras gástricas causadas por
fármacos antiinflamatorios no esteroideos. No existe acuerdo entre los médicos con relación a
las circunstancias específicas en que el misoprostol debe utilizarse. Sin embargo, la mayoría
está de acuerdo en que resulta beneficioso en algunas personas con artritis que están tomando
dosis elevadas de fármacos antiinflamatorios no esteroideos. No obstante, el misoprostol no se
usa en todos estos pacientes porque produce diarrea en cerca del 30 por ciento de ellos y
porque tan sólo desarrollan úlcera péptica del 10 al 15 por ciento de las personas que toman
fármacos antiinflamatorios no esteroideos para el tratamiento de la artritis.
Cirugía
Sólo en raras ocasiones es necesaria la cirugía para las úlceras, si se tiene en cuenta que el
tratamiento médico es muy eficaz. La cirugía se reserva principalmente para tratar las
complicaciones de una úlcera péptica, como una perforación, una obstrucción que no responde
al tratamiento farmacológico o que recurre, ante dos o más episodios importantes de
hemorragia; o cuando existe la sospecha de que la úlcera sea cancerosa, y ante recidivas
frecuentes y graves de una úlcera péptica. Existen diversas técnicas quirúrgicas para el
tratamiento de estos problemas. Sin embargo, las úlceras pueden recurrir tras la cirugía y cada
procedimiento quirúrgico por sí mismo puede causar problemas como pérdida de peso,
digestión lenta y anemia.
CAPITULO 103
Trastornos del ano y del recto
El ano es la apertura existente al final del tracto gastrointestinal por donde los materiales de
desecho (deposiciones, heces) abandonan el organismo. El recto es la sección del tracto
gastrointestinal por encima del ano donde las heces son retenidas antes de ser expulsadas del
organismo a través del ano.
El revestimiento mucoso del recto se compone de un tejido brillante (de un color naranja
tostado) que contiene glándulas mucosas muy semejante al revestimiento mucoso del resto del
intestino. El ano está formado en parte por la piel y en parte por el revestimiento intestinal. La
mucosa del recto es relativamente insensible al dolor, pero los nervios del ano y de la piel
adyacente son muy sensibles. Las venas del ano drenan a la vena porta, que va al hígado, y a
la circulación general. Los vasos linfáticos del recto drenan al intestino grueso y los del ano a
los ganglios linfáticos de la ingle.
Un anillo muscular (esfínter anal) mantiene el ano cerrado. Éste es controlado de forma
inconsciente por el sistema nervioso autónomo; sin embargo, su porción inferior puede
relajarse o contraerse a voluntad.
Para diagnosticar los trastornos del ano y del recto, se inspecciona la piel alrededor del ano
buscando alguna anormalidad. Con el dedo, el médico palpa por dentro el recto en el varón o
el recto y la vagina en la mujer. Después, mira dentro del ano y del recto con un tubo de
visualización rígido y corto (anoscopio). También puede usar un tubo rígido de 15 a 25
centímetros de longitud (proctoscopio). A continuación puede introducir un sigmoidoscopio,
que es un tubo largo y flexible, con el fin de observar el intestino grueso hasta una distancia de
60 centímetros desde el ano. Si el área anal o sus alrededores son dolorosos, se puede
administrar un anestésico local, regional, o incluso general, antes de la sigmoidoscopia
(examen con un sigmoidoscopio). A veces se realiza una enema de limpieza antes de la
sigmoidoscopia. Durante la prueba se pueden obtener muestras de tejido y de secreciones para
su examen al microscopio. Otro estudio que se puede realizar es una exploración radiológica
con papilla de bario.
Hemorroides
Las hemorroides son tejidos hinchados que contienen venas y que están localizados en las
paredes del recto y del ano.
Las hemorroides se pueden inflamar, desarrollar un coágulo sanguíneo (trombo), sangrar o
agrandarse y protruir hacia fuera por el ano (prolapso). Las que permanecen en el ano se
llaman hemorroides internas y las que protruyen fuera de éste se denominan hemorroides
externas.
Las hemorroides se pueden desarrollar debido a esfuerzos repetidos e intensos durante las
evacuaciones; el estreñimiento puede empeorar la situación. La enfermedad hepática
incrementa la presión sanguínea en la vena porta, conduciendo en ocasiones a la formación de
hemorroides.
Hemorroides
Síntomas y diagnóstico
Las hemorroides pueden sangrar, típicamente tras una evacuación, provocando que las heces o
el papel higiénico se manchen de sangre. La sangre puede hacer que el agua de la taza del
retrete se tiña de rojo. Sin embargo, a pesar de su aparatosidad, la cantidad de sangre
generalmente es pequeña y las hemorroides raramente conducen a grandes pérdidas de sangre
o a un cuadro anémico.
Las que protruyen por el ano pueden ser reintroducidas de nuevo suavemente con un dedo o a
veces pueden hacerlo por sí mismas. Una hemorroide puede hincharse y volverse dolorosa si
su superficie se ve sometida a un roce continuo o si se forma un coágulo en su interior. Con
menor frecuencia, pueden secretar moco y crear la sensación de que el recto no está
completamente vacío. El picor en la región anal (prurito anal) no es un síntoma de
hemorroides, pero puede ocurrir, ya que la zona dolorosa es difícil de mantener limpia.
El médico puede diagnosticar rápidamente las hemorroides inflamadas y dolorosas mediante
la inspección del ano y del recto. La anoscopia y la sigmoidoscopia ayudan a determinar si el
paciente padece un trastorno más grave, como un tumor.
Tratamiento
Una fisura anal (fisura en el ano, úlcera anal) es un desgarro o una úlcera en el revestimiento
del ano.
Las fisuras anales generalmente se deben a lesiones que ocurren durante una evacuación de
heces muy duras o muy voluminosas. Las fisuras ocasionan espasmos del esfínter, lo que
impide su curación.
Las fisuras causan dolor y pérdida de sangre durante una evacuación o poco después de ésta.
El dolor dura entre varios minutos y varias horas y luego remite hasta la siguiente evacuación.
El médico diagnostica una fisura mediante la inspección del ano.
Tratamiento
Un emoliente de las heces o las semillas de psilio pueden reducir las lesiones causadas por las
evacuaciones de heces endurecidas, a la vez que lubrican y suavizan la zona baja del recto.
También pueden ser beneficiosos los supositorios lubricantes. Un baño de asiento templado
durante 10 o 15 minutos después de cada evacuación alivia la incomodidad y ayuda a
incrementar el flujo de sangre local, lo que favorece la curación. Cuando fallan estas medidas
sencillas, generalmente es necesaria la cirugía.
Abscesos anorrectales
Un absceso anorrectal es una colección de pus causada por bacterias que invaden el espacio
alrededor del ano o del recto.
Los abscesos situados por debajo de la piel pueden producir dolor e hinchazón y la zona puede
aparecer enrojecida y ser muy dolorosa al tacto. A menudo, el médico puede ver un absceso
en la piel alrededor del ano. Con el dedo puede percibir una hinchazón dolorosa en el recto,
incluso aunque no se vea una hinchazón. Los abscesos del recto situados más arriba pueden no
causar síntomas rectales pero sí producir fiebre y dolor en la parte baja del abdomen.
Tratamiento
Los antibióticos son de escasa utilidad excepto en caso de fiebre, en los diabéticos o en los
que, además, presentan una infección en otra parte del cuerpo.
Generalmente, el tratamiento consiste en inyectar localmente un anestésico, realizar una
incisión en el absceso y vaciar el pus. En ocasiones, debe hospitalizarse a la persona para
someterla a anestesia general antes del proceso quirúrgico. Una vez que ha sido drenado todo
el pus, puede desarrollarse un trayecto anormal hasta la piel (fístula anorrectal).
Fístula anorrectal
Canal anormal, en este caso entre el recto y la piel que circunda el ano.
Fístula anorrectal
Una fístula anorrectal (fístula en el ano) es un trayecto anormal desde el ano o el recto hasta la
piel cerca del ano, aunque ocasionalmente puede ir hacia otro órgano, como la vagina.
En general, las fístulas comienzan en una glándula profunda de la pared del recto o del ano. A
veces las fístulas son el resultado del drenaje de un absceso anorrectal, pero a menudo no se
puede identificar la causa. Esta afección es más común en portadores de la enfermedad de
Crohn o en las personas con tuberculosis. También pueden ocurrir en las personas con
diverticulitis, cáncer o alguna lesión anal o rectal. Una fístula en un lactante generalmente se
debe a un defecto congénito y es más frecuentes en los niños que en las niñas. Las fístulas que
conectan el recto y la vagina pueden deberse a una complicación de la radioterapia, a un
cáncer, a la enfermedad de Crohn o a una lesión que haya sufrido la madre durante el parto.
Síntomas y diagnóstico
Una fístula puede ser dolorosa o puede excretar pus. Es posible observar una o más aberturas
de una fístula o ésta puede notarse debajo de la piel. Introduciendo una sonda se puede
determinar su profundidad y dirección. El médico puede localizar la abertura interna mirando
a través de un anoscopio que introduce en el recto y mediante una exploración con una sonda.
La inspección con un sigmoidoscopio ayuda a determinar si la causa del problema es un
cáncer, la enfermedad de Crohn u otro trastorno.
Tratamiento
Proctitis
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Los antibióticos son el mejor tratamiento para la proctitis causada por una infección bacteriana
específica. Cuando la proctitis se origina por el uso de algún antibiótico que altera la flora
intestinal, el metronidazol o la vancomicina son útiles para destruir las bacterias dañinas que
han sustituido a las habituales. Cuando la causa de la proctitis se debe a la radioterapia o bien
se desconoce lo que la promueve; el paciente puede mejorar con corticosteroides, como la
hidrocortisona y la mesalamina, otro fármaco antiinflamatorio. Ambos pueden administrarse
en forma de enema o supositorio. La cortisona, una variedad de corticosteroides, está
disponible en forma de espuma que puede ser introducida en el recto mediante un cartucho y
un émbolo. Al mismo tiempo se puede ingerir sulfasalacina u otro fármaco similar. Si estos
métodos de tratamiento no alivian la inflamación, pueden ser útiles los corticosteroides orales.
Enfermedad pilonidal
Prolapso rectal
Tratamiento
En los lactantes y niños, un emoliente de las heces evita tener que realizar esfuerzos durante la
defecación. La sujeción de las nalgas una contra la otra entre las deposiciones generalmente
ayuda a que el prolapso rectal se cure por sí mismo.
En los adultos es necesario el tratamiento quirúrgico para solucionar el problema. A menudo
la cirugía cura el prolapso completo (procidencia). Una de las variantes de operación
abdominal consiste en levantar el recto, tirarlo hacia atrás y unirlo al hueso sacro. Otra técnica
consiste en extirpar una porción del recto.
Si la cirugía no está indicada por razones de edad o de mala salud, se puede colocar un anillo
de alambre o de plástico alrededor del esfínter; este procedimiento se denomina técnica de
Thiersch.
Prurito anal
El prurito anal (el picor de la piel alrededor del ano) puede deberse a varias causas:
- Trastornos de la piel como la psoriasis y la dermatitis atópica.
- Reacciones alérgicas como la dermatitis de contacto causada por soluciones anestésicas
aplicadas a la piel, por varios tipos de ungüentos o por productos químicos utilizados en la
fabricación del jabón.
- Ciertos productos alimenticos como las especias, los cítricos, la cerveza y la cola, así como
los comprimidos de vitamina C.
- Microorganismos como hongos y bacterias.
- Parásitos como los oxiuros y, con menor frecuencia, la infestación por sarna o piojos
(pediculosis).
- Antibióticos, especialmente las tetraciclinas.
- Enfermedades como la diabetes, las afecciones hepáticas, los trastornos del ano (por
ejemplo, apéndices cutáneos, criptitis, fístulas que supuran) y los tumores cancerosos (por
ejemplo, la enfermedad de Bowen).
- Higiene deficiente, lo que permite que las heces irriten la piel, o el abuso del jabón y el
exceso de frotamiento.
- Calor y sudación excesivos debido al uso de medias, ropa interior apretada (especialmente sí
no es de algodón), obesidad o clima caluroso.
- El ciclo de ansiedad-picor-ansiedad.
Las personas con hemorroides externas voluminosas pueden sufrir picor porque les resulta
difícil mantener el área limpia.
Tratamiento
Tras la deposición, se debe limpiar el área anal con algodón absorbente, que puede ser
humedecido con agua templada. La humedad se puede combatir con el uso frecuente de
polvos de talco o de almidón de maíz. Se pueden aplicar cremas con corticosteroides, cremas
antimicóticas, como el miconazol, o supositorios calmantes. Los alimentos que pueden causar
prurito anal se eliminan de la dieta, observando si se presenta alguna mejoría. Deben usarse
vestidos flojos y ropa de cama ligera. Si la situación no mejora y el médico sospecha un
cáncer, se puede obtener una muestra de piel para su examen.
Cuerpos extraños
En la unión entre el ano y el recto pueden quedar atrapados objetos deglutidos, como
mondadientes, huesos de pollo o espinas de pescado, cálculos biliares o una masa de heces
duras. También se pueden insertar cuerpos extraños de modo intencionado. En el recto pueden
quedar alojados cánulas de enemas, termómetros y objetos colocados intencionadamente para
estimulación sexual. Estos objetos voluminosos suelen quedarse en la porción media del recto.
Si durante una evacuación aparece un dolor repentino y muy intenso, ello sugiere que un
objeto extraño, generalmente a nivel de la unión del ano y del recto, está penetrando en el
revestimiento mucoso del recto o del ano.
Otros síntomas dependen del tamaño y de la forma del cuerpo extraño, el tiempo que ha
permanecido allí y si ha causado una infección o una perforación.
El médico puede palpar el objeto haciendo un tacto rectal (palpación interna del recto con el
dedo) durante una exploración física. Puede requerirse una exploración abdominal, una
sigmoidoscopia y radiografías para asegurarse de que no se ha perforado la pared del intestino
grueso.
Tratamiento
Este órgano también secreta grandes cantidades de bicarbonato de sodio (el mismo compuesto
químico que el bicarbonato de sosa) hacia el duodeno, lo cual neutraliza el ácido proveniente
del estómago.
Esta secreción de bicarbonato de sodio fluye a través de una serie de conductos colectores que
corren a lo largo de la porción central del páncreas (conducto pancreático). Este conducto se
une posteriormente con el conducto biliar común, procedente de la vesícula biliar y del
hígado, para formar la ampolla de Vater, que finalmente desemboca en el duodeno a nivel del
esfínter de Oddi.
Localización del páncreas
Pancreatitis aguda
La pancreatitis aguda es una inflamación del páncreas de aparición súbita que puede ser leve o
mortal.
Normalmente, el páncreas secreta jugo pancreático al duodeno a través del conducto
pancreático. Este jugo contiene enzimas digestivas en forma inactiva, además de un inhibidor
que impide que cualquier enzima pueda resultar activada en su camino hacia el duodeno. La
obstrucción del conducto pancreático (por ejemplo, por un cálculo biliar atascado en el
esfínter de Oddi) interrumpe el flujo del jugo pancreático.
Generalmente, la obstrucción es temporal y causa un daño limitado, que se repara
rápidamente. Pero si ésta persiste, las enzimas activadas se acumulan en el páncreas,
desbordan la capacidad del inhibidor y comienzan a digerir las propias células pancreáticas,
provocando una grave inflamación.
El daño pancreático puede permitir a las enzimas salir al exterior y penetrar en el flujo
sanguíneo o en la cavidad abdominal, donde causan irritación e inflamación del revestimiento
de la cavidad (peritonitis) o de otros órganos.
La porción del páncreas que produce hormonas, especialmente la insulina, no suele afectarse
ni lesionarse.
Los cálculos biliares y el alcoholismo son
responsables de casi el 80 por ciento de los
ingresos hospitalarios por pancreatitis aguda.
Las mujeres sufren pancreatitis de causa
obstructiva casi dos veces más que los
hombres, mientras que en éstos la pancreatitis
de origen alcohólico es seis veces más
frecuente. Los cálculos biliares que producen
pancreatitis aguda pueden quedar atrapados en
el esfínter de Oddi durante un tiempo,
bloqueando de esa manera la salida del
conducto pancreático; sin embargo, la mayoría
de los cálculos biliares pasa al tracto
intestinal. La ingesta de más de 100 g de
alcohol al día durante varios años puede
provocar la obstrucción de los pequeños
conductos pancreáticos que drenan al
conducto principal, precipitando finalmente el desarrollo de una pancreatitis aguda. Un ataque
de pancreatitis puede originarse tras una ingestión excesiva de alcohol o después de una
comida abundante. Hay muchas otros trastornos que pueden causar una pancreatitis aguda.
Síntomas
Casi todas las personas con pancreatitis aguda sufren un intenso dolor abdominal en la zona
superior del abdomen medio, debajo del esternón. A menudo el dolor se irradia a la espalda.
En raras ocasiones, se siente primero en la parte baja del abdomen. Generalmente el dolor
comienza de forma súbita y alcanza su máxima intensidad en unos minutos, se mantiene
constante e intenso, es de carácter penetrante y dura varios días. A menudo, no se alivia
completamente ni con la inyección de dosis importantes de analgésicos. Puede empeorar con
la tos, los movimientos bruscos y la respiración profunda; en parte se puede aliviar sentándose
e inclinándose hacia delante. Por lo general, los afectados sienten náuseas y tienen que
vomitar, a veces hasta el punto de presentar arcadas secas (náuseas sin vómito).
Algunas personas, especialmente las que desarrollan pancreatitis debida al alcoholismo,
pueden no tener ningún síntoma excepto un dolor moderado. Otras se sienten muy mal,
presentan aspecto enfermizo y sudoroso, y tienen el pulso acelerado (100 a 140 latidos por
minuto), así como una respiración rápida y profunda. La respiración rápida puede deberse en
parte a una inflamación de los pulmones.
Al principio la temperatura del cuerpo puede ser normal, pero en pocas horas puede alcanzar
entre 37,5 y 38,5 ºC. La presión arterial puede ser alta o baja, pero tiende a disminuir cuando
la persona se pone de pie, provocando desvanecimientos. A medida que progresa el cuadro, la
persona tiende a perder el contacto con el entorno. Algunas están casi inconscientes. En
ocasiones, el blanco de los ojos (esclera) se vuelve amarillento.
Una de cada cinco personas con pancreatitis aguda desarrolla algún tipo de inflamación en la
parte alta del abdomen. Ésta puede deberse a una interrupción del tránsito del contenido
gástrico e intestinal (trastorno conocido como íleo gastrointestinal) o porque el páncreas
inflamado aumenta de tamaño y empuja al estómago hacia delante. También se puede
acumular líquido en el abdomen (ascitis).
En la pancreatitis aguda grave (pancreatitis necrosante), puede descender la presión arterial y
desarrollarse un estado de shock. La pancreatitis aguda grave puede ser mortal.
Diagnóstico
Tratamiento
En general, se hospitaliza a las personas con pancreatitis. Una persona con una pancreatitis
aguda moderada debe evitar el consumo de alimentos y agua porque esto estimula al páncreas
a producir más enzimas. Los líquidos y nutrientes se administran por vía intravenosa. Se
introduce una sonda por la nariz hasta el estómago, para aspirar el líquido y el aire,
particularmente si persisten las náuseas y los vómitos.
La persona con una pancreatitis aguda grave generalmente se ingresa en una unidad de
cuidados intensivos para controlar de cerca los signos vitales (pulso, presión arterial y
frecuencia respiratoria). Cada hora se mide el volumen de orina. También se recogen muestras
de sangre para analizar varios componentes de la misma, como los hematócritos, los valores
de glucosa y de electrólitos, el recuento de glóbulos blancos y las concentraciones en sangre
de diversas enzimas.
La persona es alimentada por vía intravenosa y no recibe nada por vía oral durante por lo
menos 2 semanas e incluso hasta 6. Se mantiene vacío el estómago por medio de una sonda
nasogástrica y se administran antiácidos con frecuencia para ayudar a prevenir el desarrollo de
úlceras.
El volumen de sangre se controla cuidadosamente mediante la administración de líquidos por
vía intravenosa y también se controla la función cardíaca. Se administra oxígeno con una
mascarilla facial o por medio de un tubo nasal para aumentar su concentración en sangre; si
este tratamiento es inadecuado, el paciente puede ser sometido a un respirador artificial que le
ayude a respirar. El dolor intenso se trata generalmente con el fármaco meperidina.
Seudoquistes pancreáticos
Pueden constituir una complicación de la pancreatitis aguda.
En ocasiones, durante los primeros días de una pancreatitis aguda grave puede ser necesario
intervenir quirúrgicamente. Por ejemplo, puede requerirse la cirugía para aliviar una
pancreatitis secundaria a un traumatismo o una herida, o se puede realizar una exploración
quirúrgica para aclarar un diagnóstico incierto. En ocasiones, si la situación de la persona se
deteriora tras la primera semana de enfermedad, se realiza una intervención quirúrgica para
retirar el tejido pancreático infectado que no cumple su función.
La infección de un páncreas inflamado es un riesgo, particularmente después de la primera
semana de enfermedad. El médico puede sospechar una infección cuando la situación del
paciente empeora y aparece fiebre con aumento del recuento de glóbulos blancos en sangre, a
pesar de que otros síntomas hayan comenzado a remitir. El diagnóstico se establece por medio
del cultivo de muestras de sangre y mediante una tomografía axial computadorizada (TC). Se
puede obtener una muestra de material infectado del páncreas, insertándole una aguja a través
de la piel. Las infecciones se tratan con antibióticos y cirugía.
Algunas veces, se desarrolla en el páncreas un seudoquiste, cargado de enzimas pancreáticas,
líquido y restos de tejido, que puede alcanzar gran volumen. Si un seudoquiste crece mucho y
provoca dolor u otros síntomas, el cirujano lo descomprimirá. La necesidad de descompresión
es particularmente urgente si el seudoquiste se expande rápidamente, se infecta, sangra o
parece que esté a punto de romperse. Dependiendo de su localización, la descompresión se
realiza insertando un catéter a través de la piel, lo que permite que el seudoquiste se vaya
vaciando a lo largo de varias semanas, o bien mediante una intervención quirúrgica.
Cuando la pancreatitis aguda es secundaria a cálculos biliares, el tratamiento depende de su
gravedad. Si la pancreatitis es moderada, la extirpación de los cálculos generalmente puede
retrasarse hasta que remitan los síntomas. La pancreatitis grave causada por cálculos biliares
puede ser tratada con endoscopia o cirugía. El procedimiento quirúrgico consiste en la
eliminación de la vesícula biliar y la limpieza de los conductos. En personas de edad avanzada
con otros procesos, como una enfermedad del corazón, a menudo se realiza primero la
endoscopia, pero si falla este tratamiento se debe llevar a cabo una intervención quirúrgica.
Pancreatitis crónica
Síntomas
Diagnóstico
Según los síntomas o una historia de ataques de pancreatitis aguda, el médico sospecha una
pancreatitis crónica. Los análisis de sangre son menos útiles para diagnosticar una pancreatitis
crónica que para la pancreatitis aguda, pero pueden evidenciar valores aumentados de amilasa
y lipasa. Los análisis de sangre también son útiles para controlar la concentración de glucosa
(un tipo de azúcar) en sangre, que puede ser elevado.
Las radiografías de abdomen y las ecografías pueden poner de manifiesto cálculos en el
páncreas. La pancreatografía retrógrada endoscópica (una técnica de radiología que muestra la
estructura de los conductos pancreáticos) puede evidenciar un conducto dilatado o estrechado,
o la presencia de cálculos en el conducto. La tomografía computadorizada (TC) puede mostrar
tanto las anormalidades como el tamaño, forma y textura del páncreas. A diferencia de la
pancreatografía retrógrada endoscópica, una TC no requiere el uso de un endoscopio.
Tratamiento
Durante una crisis, es esencial evitar el alcohol. La abstinencia de todo tipo de alimentos y la
administración tan sólo de líquidos por vía intravenosa pueden mantener el páncreas y el
intestino en reposo, aliviando así el dolor. Sin embargo, a menudo es también necesaria la
administración de analgésicos opiáceos.
Más adelante, la ingesta de cuatro o cinco comidas diarias, compuestas de alimentos bajos en
grasas y proteínas y ricos en hidratos de carbono, puede reducir la frecuencia y la intensidad
de las recidivas. El paciente debe seguir absteniéndose del alcohol. Si el dolor continúa, el
médico busca posibles complicaciones, como una masa inflamatoria en la cabeza del páncreas
o un seudoquiste. Una masa inflamatoria puede requerir una intervención quirúrgica; un
seudoquiste pancreático que produce dolor a medida que crece puede necesitar
descompresión.
Si el paciente presenta un dolor continuado y ninguna complicación, el médico generalmente
infiltra los nervios del páncreas para impedir que los impulsos dolorosos alcancen el cerebro.
Si falla este procedimiento, puede recurrirse a la cirugía. Por ejemplo, cuando el conducto
pancreático está dilatado se puede crear una derivación desde el páncreas al intestino delgado,
lo cual alivia el dolor en cerca del 70 al 80 por ciento de los casos. Cuando el conducto no está
dilatado, puede ser necesario extirpar parte del páncreas. Si el problema está localizado en la
cola del páncreas (la parte más alejada del duodeno), ésta se puede extirpar. Si se encuentra
implicada la cabeza del páncreas, ésta puede extirparse junto con el duodeno. Tales
intervenciones pueden aliviar el dolor en el 60 al 80 por ciento de los casos. Entre los
alcohólicos en rehabilitación, la extirpación parcial del páncreas se realiza sólo en los que son
capaces de controlar por sí mismos la diabetes que resulta de la intervención quirúrgica.
La administración con las comidas de comprimidos o cápsulas de extractos de enzimas
pancreáticas puede hacer que las heces sean menos grasas y que mejore la absorción de los
alimentos, pero es raro que estos problemas se solucionen del todo. Si es necesario, con las
enzimas pancreáticas se puede tomar un antiácido líquido o un bloqueante H2. Con este
tratamiento, el paciente gana algo de peso, tiene menos evacuaciones al día y ya no presenta
gotas de aceite en las heces, y, en general, se siente mejor. Si estas medidas no resultan
eficaces, se puede también disminuir las grasas de la dieta. Así mismo, pueden requerirse
suplementos de vitaminas liposolubles (A, D y K).
El adenocarcinoma del páncreas es un tumor canceroso que se origina en las células que
revisten el conducto pancreático.
Cerca del 95 por ciento de los casos de tumores cancerosos del páncreas son
adenocarcinomas. Estos tumores son casi dos veces más frecuentes en varones que en mujeres
y son ligeramente más frecuentes en la etnia negra que en la blanca. El adenocarcinoma del
páncreas es 2 a 3 veces más frecuente en los grandes fumadores que en los no fumadores. Las
personas con pancreatitis crónica tienen un alto riesgo de padecerlo.
Adenocarcinoma de la cabeza del páncreas
El adenocarcinoma de la cabeza del páncreas puede provocar una obstrucción del colédoco.
A medida que la expectativa de vida ha aumentado, esta enfermedad se ha vuelto más
frecuente en los países desarrollados. En raras ocasiones se desarrolla antes de los 50 años y la
edad promedio de su diagnóstico es a los 55 años. Se conoce poco acerca de su causa.
Síntomas
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
El pronóstico es muy sombrío. Menos del 2 por ciento de las personas con un adenocarcinoma
del páncreas sobrevive cinco años después del diagnóstico. La única esperanza de curación es
una intervención quirúrgica, que se realiza en pacientes cuyo cáncer no se ha extendido. Se
extirpa sólo el páncreas, o bien tanto éste como el duodeno. Incluso tras esta cirugía, sólo el
10 por ciento de los pacientes sobrevive cinco años, cualquiera que sea el tratamiento
posterior.
El dolor moderado puede aliviarse con aspirina o paracetamol (acetaminofén). El dolor
intenso en la zona alta del abdomen puede aliviarse inclinándose hacia delante, colocando la
cabeza hacia abajo y doblando las rodillas o utilizando medicaciones como la codeína o la
morfina por vía oral. Del 70 al 80 por ciento de los pacientes que tienen un dolor intenso
pueden aliviarlo con infiltraciones en los nervios para bloquear las sensaciones dolorosas. Se
puede tratar la ausencia de enzimas digestivas pancreáticas con preparaciones de enzimas por
vía oral. Si se desarrolla una diabetes, puede ser necesario recurrir al tratamiento con insulina.
Cistoadenocarcinoma
Insulinoma
El insulinoma es un tipo raro de tumor pancreático que secreta insulina, una hormona que
disminuye los valores de glucosa en sangre.
Sólo el 10 por ciento de los insulinomas resulta canceroso.
Síntomas
Los síntomas de un insulinoma son debidos a los valores bajos de glucosa en sangre. Esto
ocurre cuando una persona no come durante muchas horas, con mayor frecuencia por la
mañana tras el ayuno nocturno. Los síntomas, que pueden ser parecidos a una variedad de
trastornos psiquiátricos y nerviosos, consisten en dolor de cabeza, confusión, alteraciones de
la visión, debilidad muscular, inestabilidad y cambios marcados de la personalidad. Los
valores bajos de glucosa pueden conducir incluso a una pérdida de consciencia, convulsiones
y coma. Los síntomas parecidos a los de la ansiedad o del pánico son desvanecimientos,
debilidad, temblor, percepción de los latidos del corazón (palpitaciones), sudación, hambre y
nerviosismo.
Diagnóstico y tratamiento
Gastrinoma
Un gastrinoma es un tumor pancreático que produce cantidades excesivas de la hormona
gastrina, la cual estimula al estómago a secretar ácido y enzimas, causando úlceras pépticas.
La mayoría de las personas con este trastorno tiene varios tumores agrupados en o cerca del
páncreas. Cerca de la mitad son cancerosos.
A veces un gastrinoma se produce en el contexto de un trastorno hereditario (neoplasia
endocrina múltiple), en el cual los tumores se originan a partir de las células de varias
glándulas endocrinas, como las células pancreáticas productoras de insulina.
Síntomas y diagnóstico
El exceso de gastrina secretada por el gastrinoma causa diversos síntomas que constituyen el
llamado síndrome de Zollinger-Ellison. El síndrome incluye dolor abdominal de moderado a
intenso ocasionado por úlceras pépticas en el estómago, duodeno o en cualquier zona del
intestino. Puede producirse perforación, hemorragia y obstrucción intestinal, que pueden ser
mortales. Sin embargo, en más de la mitad de las personas con gastrinoma, los síntomas no
son peores que los ocasionados por una úlcera péptica de origen diferente. La diarrea es el
primer síntoma en el 35 al 40 por ciento de los casos.
El médico sospecha esta enfermedad cuando una persona presenta frecuentes o múltiples
úlceras pépticas que no responden a los tratamientos habituales. Entonces se solicitan análisis
de sangre para detectar valores anormalmente elevados de gastrina. También las muestras de
jugo gástrico (obtenidas mediante una sonda colocada por la nariz hasta el estómago) indican
cantidades muy altas de ácido. La localización de los tumores puede resultar difícil porque
generalmente son pequeños y hay varios de ellos. Los médicos utilizan diversas técnicas de
imagen, como la tomografía computadorizada (TC), la ecografía y la arteriografía.
Tratamiento
Cerca del 20 por ciento de las personas con un gastrinoma que no tienen una neoplasia
endocrina múltiple puede curarse con cirugía. Para estos pacientes, antes de la cirugía, y para
otros que no se someten a ésta, los fármacos antiulcerosos como la cimetidina, la ranitidina y
la famotidina, pueden aliviar la sintomatología. Si ello no se logra, el omeprazol (que reduce
la secreción ácida por otros medios) puede ser eficaz. Si estos tratamientos fallan, puede ser
necesaria una intervención para extirpar todo el estómago (gastrectomía total). Esta operación
no elimina el tumor, pero la gastrina ya no puede afectar al estómago y los síntomas
desaparecen. Si se extirpa el estómago, deben administrarse suplementos diarios de vitamina
B12 y de calcio.
Si los tumores malignos se han diseminado a otras partes del organismo, los fármacos
anticancerosos (quimioterapia) pueden ayudar a reducir el número de células tumorales y los
valores sanguíneos de gastrina. Sin embargo, este tratamiento no cura el cáncer, que
finalmente resulta mortal.
Glucagonoma
El glucagonoma es un tumor que produce la hormona glucagón, la cual aumenta los valores de
glucosa en sangre y produce una erupción cutánea característica.
Cerca del 80 por ciento de estos tumores resulta canceroso. Sin embargo, son de lento
crecimiento y muchas personas sobreviven 15 años o más tras el diagnóstico. La edad
promedio de aparición de los síntomas es 50 años. Aproximadamente el 80 por ciento de las
personas con glucagonoma son mujeres.
Síntomas y diagnóstico
Los altos valores de glucagón causan los síntomas de una diabetes mellitus. A menudo, la
persona pierde peso. Los análisis de sangre pueden detectar anemia y valores bajos de lípidos,
pero en el 90 por ciento de los casos las características típicas son una erupción cutánea
descamativa de color marrón rojizo (eritema necrolítico migratorio), que comienza en la ingle
y se extiende a las nalgas, antebrazos y piernas; en la lengua la lesión es brillante y de color
naranja rojizo. También pueden aparecer grietas en las comisuras de la boca.
El diagnóstico se establece detectando valores altos de glucagón en la sangre y localizando
posteriormente el tumor por angiografía y mediante una exploración abdominal quirúrgica.
Tratamiento
La indigestión es un término impreciso que utilizan las personas para referirse a síntomas
diferentes. Aquí el término se utiliza para referirse a una amplia variedad de problemas del
tracto gastrointestinal, como dispepsia, náuseas y vómitos, regurgitación, la sensación de tener
un bulto en la garganta (sensación de globo) y el mal aliento (halitosis).
Dispepsia
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Si no se encuentra una causa subyacente, el médico trata los síntomas. Durante un corto
período de tiempo puede probarse la administración de un antiácido o de un bloqueante de los
receptores H2 como la cimetidina, la ranitidina o la famotidina. Si la persona presenta
infección por Helicobacter pylori en la mucosa del estómago, el médico prescribe
generalmente subsalicilato de bismuto y un antibiótico como la amoxicilina o el metronidazol.
Náuseas y vómitos
Antes del comienzo de los vómitos, suelen ocurrir vómitos secos (arcadas) y una considerable
salivación. Aunque durante los vómitos la persona generalmente no se siente bien, a su
término a la sensación es de alivio.
Para identificar la causa, el médico interroga a la persona acerca de otros síntomas. Después,
realiza pruebas sencillas como un recuento completo de células sanguíneas y un análisis de
orina, para finalmente solicitar análisis de sangre más completos y estudios radiológicos y
ecográficos de la vesícula biliar, el páncreas, el estómago o el intestino.
Si se encuentra una causa orgánica de los vómitos, se inicia el tratamiento. Si el problema
tiene una base psicológica, el tratamiento simplemente puede consistir en tranquilizar al
paciente o en prescribirle medicación. Pueden necesitarse visitas regulares para ayudar a
resolver temas complejos. Para suprimir las náuseas se prescriben fármacos antieméticos.
Regurgitación
La regurgitación es la expulsión de alimentos desde el esófago o el estómago sin náuseas ni
contracciones musculares violentas.
A menudo, la regurgitación es causada por el ácido proveniente del estómago (reflujo de
ácido). La regurgitación también puede originarse por un estrechamiento (estenosis) u
obstrucción del esófago. La obstrucción puede ser consecuencia de varias causas, como un
cáncer de esófago; también puede ser producto de una incoordinación del control nervioso del
esófago y de su esfínter en la entrada del estómago (esfínter esofágico inferior).
La regurgitación que no tiene una causa orgánica se denomina rumiación. Este tipo de
regurgitación es frecuente en los lactantes, pero raro en los adultos. La rumiación en los
adultos ocurre sobre todo en quienes padecen trastornos emocionales, especialmente durante
períodos de estrés.
El ácido proveniente del estómago causa regurgitación de material con sabor agrio o amargo.
Un esófago estrecho u obstruido provoca la regurgitación de un líquido sin sabor que contiene
moco o alimentos sin digerir.
En la rumiación, las personas regurgitan pequeñas cantidades de alimentos del estómago,
generalmente entre 15 y 30 minutos después de comer. Habitualmente mastican el material de
nuevo y lo vuelven a tragar. Este problema no se acompaña de náuseas, dolor ni dificultad al
tragar.
El médico busca una causa orgánica que justifique la regurgitación. El reflujo de ácido se
diagnostica mediante estudios de radiología, mediciones de la presión y de la acidez en el
esófago, y con otras pruebas. El diagnóstico de estrechamiento u obstrucción del esófago
requiere radiografías o un examen con un endoscopio (un tubo de visión de fibra óptica).
El tratamiento de una estrechez o una obstrucción del esófago depende de la causa. Si no se
encuentra una causa orgánica, pueden ser útiles los fármacos metoclopramida o cisaprida, que
estimulan la contracción normal. También pueden proporcionar alivio las terapias de
relajación y de autorregulación.
Sensación de globo
Diagnóstico y tratamiento
Halitosis
Tratamiento
Las causas orgánicas pueden ser corregidas o extirpadas. Por ejemplo, las personas pueden
dejar de comer ajo o mejorar su higiene dental. Hay muchos colutorios (enjuagues) para la
boca y aerosoles disponibles; uno de sus mejores ingredientes activos es la clorofila. Otro
remedio es la ingesta de carbón activado, que absorbe los olores.
Algunas personas con halitosis psicógena pueden verse aliviadas si un médico les asegura que
no tienen mal aliento. Si el problema continúa, estas personan se pueden tranquilizar
acudiendo a un psicoterapeuta.
CAPITULO 106
Gastroenteritis
Gastroenteritis es el término que se aplica en general a un grupo de trastornos cuya causa son
las infecciones y la aparición de síntomas como pérdida de apetito, náuseas, vómitos, diarrea
moderada a intensa, retortijones y malestar en el abdomen. Junto con los líquidos corporales
se pierden los electrólitos, particularmente el sodio y el potasio. Aunque se trata de un ligero
contratiempo en los adultos sanos, un desequilibrio electrolítico puede provocar una
deshidratación en las personas muy enfermas y en niños y ancianos.
Causas
Las epidemias de diarrea en lactantes, niños y adultos son generalmente causadas por
microorganismos presentes en el agua o en los alimentos contaminados habitualmente por
heces infectadas. Las infecciones también se pueden transmitir de persona a persona,
especialmente si alguien con diarrea no se lava bien las manos tras una evacuación. Las
infecciones por un tipo de bacteria llamada Salmonella pueden adquirirse al tocar reptiles,
como tortugas o iguanas, y luego llevarse los dedos a la boca.
Ciertas bacterias producen toxinas que hacen que las células de la pared intestinal aumenten la
secreción de agua y electrólitos. Una de estas toxinas es la responsable de la diarrea acuosa,
síntoma del cólera. Otra toxina producida por una bacteria muy común, la Escherichia coli (E.
coli), puede causar la diarrea del viajero y algunos brotes de diarrea en los servicios
hospitalarios de pediatría.
Algunas bacterias, como ciertas variedades de E. coli, Campylobacter, Shigella y Salmonella
(incluido el tipo que causa la fiebre tifoidea), invaden el revestimiento mucoso intestinal.
Estas bacterias dañan las células subyacentes, provocando ligeras ulceraciones que sangran y
condicionan una pérdida considerable de líquido rico en proteínas, electrólitos y agua.
Además de las bacterias, ciertos virus, como el Norwalk y el Coxsackie, provocan
gastroenteritis. Durante el invierno en las zonas de clima templado, los rotavirus causan la
mayoría de los casos de diarrea lo suficientemente graves como para que los lactantes y niños
de 2 a 4 años tengan que ser hospitalizados. Además del estómago y del intestino, las
infecciones por enterovirus y adenovirus también pueden afectar a los pulmones.
Ciertos parásitos intestinales, particularmente la Giardia lamblia, invaden o se adhieren al
revestimiento intestinal y causan náuseas, vómitos, diarrea y un estado de malestar general. La
enfermedad resultante, llamada giardiasis, es más común en climas fríos. Si la enfermedad se
hace persistente (crónica), puede impedir que el organismo absorba nutrientes, que genera un
trastorno llamado síndrome de malabsorción. Otro parásito intestinal, denominado
Cryptosporidium, provoca diarrea acuosa que a veces se acompaña de retortijones
abdominales, náuseas y vómitos. En personas sanas, la enfermedad es generalmente leve, pero
en los inmunodeprimidos, la infección puede ser grave o incluso mortal. Tanto la Giardia
como el Cryptosporidium se adquieren básicamente al beber agua contaminada.
La gastroenteritis puede ser consecuencia de la ingestión de toxinas químicas presentes en los
mariscos, en plantas como las setas y las patatas (papas) o en alimentos contaminados. La
intolerancia a la lactosa (incapacidad para digerir y absorber el azúcar de la leche) también
puede causar gastroenteritis. Los síntomas, que a menudo ocurren tras ingerir leche, son a
veces interpretados erróneamente como una alergia a la leche. La ingesta accidental de
metales pesados como arsénico, plomo, mercurio o cadmio, con el agua o los alimentos, puede
provocar repentinamente náuseas, vómitos y diarrea. Muchos fármacos, incluidos los
antibióticos, ocasionalmente provocan retortijones abdominales y diarrea.
Síntomas
El tipo y la gravedad de los síntomas dependen del tipo y de la cantidad de la toxina o del
microorganismo ingeridos. También varían de acuerdo a la resistencia de la persona a la
enfermedad. Los síntomas a menudo comienzan súbitamente (a veces de forma llamativa) con
pérdida de apetito, náuseas o vómitos. Pueden presentarse murmullos intestinales audibles,
retortijones y diarrea con o sin presencia de sangre y moco. Las asas intestinales pueden
dilatarse con el gas y causar dolor. La persona puede tener fiebre, sentirse decaída, sufrir
dolores musculares y notar cansancio extremo.
Los vómitos intensos y la diarrea pueden conducir a una marcada deshidratación y a una
intensa hipotensión (disminución de la presión arterial). Tanto los vómitos excesivos como la
diarrea pueden causar una grave pérdida de potasio, que se traduce en bajos valores
sanguíneos de éste (hipopotasemia). También bajan los valores de sodio (hiponatremia),
particularmente si la persona repone el volumen perdido bebiendo sólo líquidos que contengan
poca sal (como el agua y el té). Todos estos desequilibrios son potencialmente graves.
Diagnóstico
Tratamiento
Colitis hemorrágica
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
El médico generalmente sospecha una colitis hemorrágica cuando una persona indica haber
tenido diarrea con sangre. Para establecer el diagnóstico, se analizan muestras de heces
buscando E. coli O157:H7. Estas muestras deben obtenerse dentro de la primera semana o al
iniciarse los síntomas. Pueden realizarse otras pruebas, como la colonoscopia (un examen del
intestino grueso usando un tubo flexible de visualización), si se sospecha que otras
enfermedades puedan estar causando la diarrea sangre.
Los aspectos más importantes del tratamiento consisten en ingerir suficiente líquido para
reemplazar los que se han perdido y mantener una dieta blanda. Los antibióticos no alivian los
síntomas, no eliminan las bacterias, ni previenen las complicaciones. Es probable que las
personas que desarrollan complicaciones requieran cuidados intensivos en un hospital, como
la diálisis.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas se inician generalmente de forma súbita con intensas náuseas y vómitos,
alrededor de 2 a 8 horas después de ingerir los alimentos contaminados. Otros síntomas
pueden incluir retortijones abdominales, diarrea y a veces dolor de cabeza y fiebre. La
importante pérdida de líquidos y electrólitos puede causar debilidad y presión arterial baja
(shock). La sintomatología generalmente dura menos de 12 horas y la recuperación suele ser
completa. Ocasionalmente, la contaminación alimentaria resulta mortal, sobre todo en
jóvenes, en personas de edad avanzada y en los debilitados por enfermedades crónicas.
Habitualmente los síntomas son suficientes para que el médico establezca el diagnóstico. En
general, otras personas que consumen los mismos alimentos se ven afectadas de modo similar
y el trastorno puede ser atribuido a una sola fuente de contaminación. Para confirmar el
diagnóstico, el laboratorio debe identificar el estafilococo en el alimento sospechoso. El
estudio al microscopio de las muestras de vómito también puede evidenciar la presencia
estafilococos.
Prevención y tratamiento
Una cuidadosa preparación de los alimentos puede prevenir la contaminación alimentaria por
estafilococos. Cualquiera que tenga una infección estafilocócica en la piel, como forúnculos o
impétigo, no debe manipular alimentos para otros hasta que se encuentre libre de la infección.
El tratamiento generalmente consiste en beber líquidos adecuados. Cuando los síntomas son
graves, el médico puede administrar inyecciones o prescribir supositorios para ayudar a
controlar las náuseas. A veces, la pérdida de líquidos es tal que se tienen que reponer por vía
intravenosa. La administración rápida de líquidos y electrólitos por vía intravenosa a menudo
proporciona una gran mejoría.
Botulismo
Causas
La bacteria Clostridium botulinum forma esporas. Como las semillas, las esporas pueden
permanecer en estado de latencia durante muchos años y son muy resistentes a la destrucción.
En condiciones ideales (presencia de humedad y de nutrientes y ausencia de oxígeno), las
esporas comienzan a crecer y a producir una toxina. Algunas toxinas producidas por el
Clostridium botulinum son proteínas altamente tóxicas que resisten la destrucción por parte de
las enzimas protectoras del intestino.
Cuando se ingiere un alimento contaminado, las toxinas penetran en el organismo a través del
sistema digestivo, causando el botulismo transmitido por los alimentos. Las conservas caseras
son la fuente más frecuente de botulismo, aunque las comerciales han sido responsables de
alrededor del 10 por ciento de los brotes. Las fuentes alimentarias más frecuentes son los
vegetales, el pescado, las frutas y los condimentos. La carne vacuna, los productos lácteos, el
cerdo, las aves y otros alimentos son también responsables ocasionales de botulismo.
El botulismo de las heridas ocurre cuando éstas se contaminan con Clostridium botulinum.
Dentro de la herida, la bacteria produce una toxina que pasa posteriormente a la sangre,
produciendo los síntomas.
El botulismo infantil ocurre con mayor frecuencia en lactantes de 2 a 3 meses de edad. A
diferencia del botulismo transmitido por los alimentos, el infantil no es causado por la
ingestión de toxinas previamente formadas. Resulta de la ingestión de alimentos que contienen
esporas, las cuales se desarrollan posteriormente en el intestino del lactante, produciendo las
toxinas.
En general, la causa es desconocida, pero en algunos casos se ha relacionado con la ingestión
de miel. El Clostridium botulinum es común en el medio ambiente y muchos casos pueden
resultar de la ingestión de pequeñas cantidades de polvo o tierra.
Síntomas
Diagnóstico
En el botulismo transmitido por los alimentos, el médico puede establecer el diagnóstico en
función del patrón característico de la lesión nerviosa y muscular. Sin embargo, a menudo se
confunden los síntomas con los de otras causas más frecuentes de parálisis, como un accidente
vascular cerebral. El origen probable en una comida proporciona datos adicionales. El
diagnóstico es sencillo cuando el botulismo ocurre en dos o más personas que hayan ingerido
los mismos alimentos preparados en el mismo sitio. Se confirma cuando las pruebas de
laboratorio detectan la toxina en la sangre del afectado o cuando la bacteria crece en un
cultivo de una muestra de heces. La toxina también puede identificarse en el alimento
sospechoso. En la mayoría de los casos de botulismo, pero no en todos, la electromiografía
(prueba que analiza la actividad eléctrica muscular) pone de manifiesto contracciones
musculares anormales tras una estimulación eléctrica.
El diagnóstico de botulismo de las heridas se confirma al encontrar las toxinas en la sangre o
cuando la bacteria crece en cultivos de una muestra del tejido lesionado.
Se confirma el diagnóstico de botulismo infantil tras hallar la bacteria o su toxina en una
muestra de las heces del bebé.
Prevención y tratamiento
Las esporas son altamente resistentes al calor y pueden soportar la ebullición durante varias
horas. Las toxinas, sin embargo, son rápidamente destruidas por el calor, por lo tanto la
cocción a 80 ºC durante 30 minutos previene el botulismo transmitido por los alimentos. La
cocción de las comidas previa a su ingesta previene casi siempre el botulismo transmitido por
los alimentos, pero la inadecuada cocción de los mismos puede causar botulismo si se
almacenan después de cocinarlos. La bacteria puede producir algunas toxinas a temperaturas
tan bajas como 3 ºC, temperatura corriente de los frigoríficos.
Es esencial el envasado adecuado, tanto casero como comercial, y una adecuada cocción de
las conservas antes de servirlas. Las conservas que muestren algún signo de encontrarse en
mal estado pueden ser mortales y se deben desechar. También deben descartarse
inmediatamente las latas que están hinchadas o que gotean. Los lactantes menores de un año
de edad no deben tomar miel porque puede contener esporas.
Incluso una mínima cantidad de toxina por ingestión, inhalación o absorción a través del ojo o
una herida en la piel, puede causar una enfermedad grave. Por lo tanto, cualquier comida que
pueda estar contaminada debe manipulase con precaución. La persona debe evitar al máximo
el contacto de la comida con la piel y debe lavarse las manos inmediatamente después de
haberla manipulado.
Una persona que pueda haber contraído botulismo debe acudir inmediatamente al hospital. El
tratamiento a menudo no puede esperar los resultados de las pruebas de laboratorio, aunque
éstas se realizan de todos modos para confirmar el diagnóstico. Para eliminar del cuerpo
cualquier toxina que todavía no se haya absorbido, se puede inducir el vómito, limpiar el
estómago mediante un procedimiento denominado lavado gástrico y administrar laxantes para
acelerar el tránsito del contenido intestinal.
Los problemas respiratorios son el mayor peligro del botulismo. Los signos vitales (pulso,
frecuencia respiratoria, presión arterial y temperatura) se evalúan con regularidad. Si surgen
complicaciones respiratorias, la persona afectada debe ser trasladada a una unidad de cuidados
intensivos y se la puede conectar temporalmente a un respirador artificial. Estos cuidados
intensivos han reducido la tasa de fallecimientos por botulismo, que era de un 70 por ciento a
principios del siglo xx, a menos del 10 por ciento en la actualidad. También puede ser
necesaria la alimentación por vía intravenosa.
La antitoxina botulínica no revierte el daño causado, pero puede retrasar o detener un mayor
deterioro físico y mental, lo que permite que el cuerpo se vaya recuperando por sí mismo a lo
largo de meses. La antitoxina se administra tan pronto como se diagnostica el botulismo. Hay
mayores posibilidades de que resulte eficaz si se la administra dentro de las primeras 72 horas
tras el inicio de los síntomas. La antitoxina no se recomienda actualmente para el botulismo
infantil, ya que su eficacia para este tipo de botulismo todavía está en fase de estudio.
Este tipo de gastroenteritis es causado por la ingesta de alimentos contaminados por una
toxina producida por la bacteria Clostridium perfringens. Algunas variedades causan una
enfermedad de leve a moderada que mejora sin tratamiento; otras, sin embargo, producen un
tipo de gastroenteritis grave y a menudo mortal. Algunas toxinas no son destruidas por la
cocción, mientras que otras sí lo son. Generalmente, la carne contaminada es la responsable de
los brotes de contaminación alimentaria por Clostridium perfringens.
La gastroenteritis es normalmente leve, aunque puede desarrollarse un cuadro grave con dolor
abdominal, distensión por los gases, diarrea intensa, deshidratación y shock.
El médico generalmente sospecha el diagnóstico cuando ha tenido lugar un brote local de la
enfermedad. El diagnóstico se confirma analizando los alimentos contaminados en busca de
Clostridium perfringens.
A la persona afectada se le administran líquidos y se le aconseja guardar reposo. En casos
graves, puede resultar útil la penicilina. Si la enfermedad destruye parte del intestino delgado,
puede que sea necesario intervenir quirúrgicamente para extirpar esa parte.
La diarrea del viajero (también llamada catarro intestinal, gripe intestinal o intestino del
turista) es un trastorno caracterizado por deposiciones diarreicas, náuseas y vómitos que
afectan con relativa frecuencia a las personas que viajan.
Los organismos más proclives a causar la diarrea del viajero son los tipos de Escherichia coli
que producen ciertas toxinas y algunos virus como el Norwalk.
Síntomas y diagnóstico
Las náuseas, los vómitos, los ruidos intestinales, los retortijones abdominales y la diarrea
pueden presentarse combinados y con un grado variable de gravedad. Los vómitos, el dolor de
cabeza y los dolores musculares son particularmente frecuentes en las infecciones causadas
por el virus Norwalk. En general, los casos son leves y desaparecen sin tratamiento. En raras
ocasiones se necesitan pruebas de laboratorio.
Prevención y tratamiento
Los viajeros deberían frecuentar restaurantes con una reputación de seguridad y no deberían
aceptar comidas o bebidas ofrecidas por vendedores ambulantes. Todos los alimentos deben
consumirse cocidos y todas las frutas peladas. Los turistas deberían beber sólo bebidas
carbonatadas o las preparadas con agua que haya sido hervida. Incluso los cubitos de hielo
deberían proceder de agua previamente hervida. Deberían evitarse las ensaladas con vegetales
no cocidos. El subsalicilato de bismuto puede ofrecer cierta protección. El beneficio que
ofrecen los antibióticos a modo de prevención es controvertido, pero se pueden recomendar
estos fármacos para las personas especialmente propensas a las consecuencias de la diarrea del
viajero, como los inmunodeprimidos.
El tratamiento incluye beber líquidos abundantes e ingerir una dieta blanda. Los antibióticos
no se recomiendan para la diarrea leve, a menos que el afectado presente fiebre o sangre en las
heces. Estos fármacos pueden causar daño al eliminar las bacterias que habitan normalmente
en las heces, favoreciendo el crecimiento de otras que son resistentes a dichos fármacos.
Tratamiento
A menos que la persona afectada haya experimentado vómitos violentos o diarrea, o que los
síntomas no hayan aparecido hasta varias horas después de la ingestión, se debe intentar
eliminar el veneno utilizando algún método de vaciado del estómago (lavado gástrico). Se
pueden usar fármacos como el jarabe de ipecacuana para inducir el vómito y administrar un
laxante para vaciar el intestino. Si continúan las náuseas y los vómitos, se administran líquidos
intravenosos que contengan sales y dextrosa para corregir la deshidratación y cualquier
desequilibrio ácido o alcalino. Si los retortijones son intensos puede necesitarse una
medicación para el dolor. En ocasiones, se necesita instaurar respiración artificial y cuidados
intensivos de enfermería.
Cualquiera que enferme después de ingerir una seta sin identificar debería provocarse el
vómito de inmediato y guardarlo para que sea analizado en un laboratorio, ya que las
diferentes especies requieren tratamientos distintos. En la intoxicación por muscarina se
administra atropina. En el caso de una persona intoxicada por Amanita phalloides, una dieta
rica en hidratos de carbono y la administración intravenosa de dextrosa y cloruro de sodio
pueden ayudar a corregir los bajos valores de azúcar en sangre (hipoglucemia) causados por
una grave lesión hepática. Para tratar la intoxicación grave por ciguatera en ocasiones se
requiere manitol, un fármaco de administración intravenosa. Los bloqueantes de histamina
(antihistamínicos) pueden ser eficaces para reducir los síntomas de la intoxicación por
histamina de origen marino.
El funcionamiento del intestino varía en gran medida no sólo de persona a persona sino
también en un mismo individuo en diferentes momentos. Puede resultar afectado por la dieta,
el estrés, los fármacos, las enfermedades e incluso los patrones sociales y culturales. En la
mayoría de las sociedades occidentales, el número normal de evacuaciones varía desde 2 a 3 a
la semana hasta 2 a 3 al día. Los cambios en la frecuencia, consistencia o volumen de las
evacuaciones o la presencia de sangre, moco, pus o un exceso de materia grasa en las heces
pueden indicar una enfermedad.
Estreñimiento
Tratamiento
Cuando una enfermedad causa estreñimiento, ésta debe ser tratada. En otras ocasiones, la
mejor manera de tratar y prevenir el estreñimiento es con una combinación de ejercicio
adecuado, una dieta rica en fibra y el uso ocasional de medicación adecuada.
Los vegetales, las frutas y el salvado son fuentes excelentes de fibra. Muchas personas
encuentran que es útil tomar con la fruta, 2 o 3 veces al día, 2 o 3 cucharadas soperas de
salvado sin refinar o de cereales con alto contenido en fibra. Para que esto resulte eficaz, la
fibra debe acompañarse de la ingesta de abundante líquido.
Laxantes
Muchas personas utilizan los laxantes para aliviar el estreñimiento. El uso de algunos es
seguro a largo plazo, mientras que otros deberían ser utilizados sólo de modo ocasional.
Algunos laxantes son buenos para la prevención del estreñimiento y otros se pueden
administrar para su tratamiento.
Los agentes formadores de volumen (salvado, psilio, policarbófilo de calcio y metilcelulosa)
añaden volumen a las heces. El volumen incrementado estimula las contracciones naturales
del intestino y las heces voluminosas son más blandas y más fáciles de expulsar. Los agentes
formadores de volumen actúan lenta y suavemente y se consideran uno de los métodos más
seguros para promover unas evacuaciones regulares. Estos productos se toman al principio en
pequeñas cantidades. La dosis se incrementa de modo gradual hasta que se alcanza la
regularidad. Las personas que utilizan agentes formadores de volumen deben también beber
líquido en abundancia.
Los agentes emolientes (reblandecedores), como el docusato, incrementan la cantidad de agua
en las heces. De hecho, estos laxantes son detergentes que disminuyen la tensión superficial
de las heces, permitiendo que el agua penetre en ellas con más facilidad y las ablande. El
aumento de la masa fecal estimula las contracciones naturales del intestino grueso y ayuda a
que las heces reblandecidas se desplacen con mayor facilidad hacia el exterior del organismo.
El aceite mineral ablanda las heces y facilita su eliminación del cuerpo. Sin embargo, puede
disminuir la absorción de ciertas vitaminas liposolubles. Por otro lado, si una persona (por
ejemplo, alguien que se encuentre debilitado) inhala de modo accidental (aspira) aceite
mineral, podría sufrir una grave irritación pulmonar. Además, el aceite mineral rezuma por el
recto.
Los agentes osmóticos atraen grandes cantidades de agua al intestino grueso, volviendo las
heces blandas y flojas. El exceso de líquido también tensa las paredes del intestino grueso,
estimulando las contracciones. Estos laxantes consisten en sales (habitualmente de fosfato,
magnesio o sulfato) o azúcares que casi no se absorben (por ejemplo, lactulosa y sorbitol).
Algunos agentes osmóticos contienen sodio y por ello pueden provocar retención de líquidos
en personas con enfermedad renal o insuficiencia cardíaca, especialmente cuando se
administran en dosis elevadas o de forma muy frecuente. Los agentes osmóticos que contienen
magnesio y fosfato pasan parcialmente a la sangre, pudiendo ser perjudiciales en personas con
insuficiencia renal. Estos laxantes suelen actuar en el plazo de 3 horas y son mejores en el
tratamiento del estreñimiento que en su prevención. También se utilizan para limpiar de heces
el intestino antes de una exploración radiológica del tracto digestivo (gastrointestinal) y antes
de la realización de una colonoscopia (examen del intestino grueso mediante un tubo flexible
de visualización).
Los laxantes estimulantes estimulan directamente las paredes del intestino grueso, provocando
su contracción y desplazando las heces. Contienen sustancias irritantes como el sen, la
cáscara, la fenolftaleína, el bisacodilo o el aceite de ricino. Generalmente provocan una
evacuación semisólida en el plazo de 6 a 8 horas, pero a menudo causan también retortijones.
Cuando se administran en forma de supositorios, suelen actuar en 15 a 60 minutos. El uso
prolongado de laxantes estimulantes puede dañar el intestino grueso. Las personas que los
utilizan también pueden volverse adictas a estos laxantes, desarrollando el síndrome del
intestino perezoso, lo cual crea dependencia de ellos. Los laxantes estimulantes son utilizados
a menudo para vaciar el intestino grueso antes de la realización de pruebas diagnósticas y para
prevenir o tratar el estreñimiento causado por los fármacos que retrasan las contracciones del
intestino grueso, como los opiáceos.
Estreñimiento psicógeno
Muchas personas creen tener estreñimiento si no hacen una deposición cada día. Otras piensan
que tienen estreñimiento si les parece anormal la apariencia o la consistencia de sus heces. Sin
embargo, efectuar evacuaciones cada día no significa que sean necesariamente normales y, al
revés, una menor frecuencia no indica necesariamente un problema, a menos que represente
un cambio sustancial con respecto a la situación previa. Lo mismo se puede decir acerca del
color y la consistencia de la materia fecal. A no ser que se produzca un gran cambio en estas
características, la persona probablemente no sufre de estreñimiento.
Tales conceptos erróneos acerca del estreñimiento pueden conducir a un tratamiento excesivo,
especialmente en lo que se refiere al uso prolongado de laxantes estimulantes, supositorios
irritantes y enemas. Este tratamiento puede dañar gravemente el intestino grueso o inducir el
síndrome del intestino perezoso y la melanosis coli (cambios anormales del revestimiento del
intestino grueso causados por el depósito de un pigmento).
Antes de establecer el diagnóstico de estreñimiento psicógeno, el médico se asegura primero
de que no existe un problema orgánico subyacente responsable de las evacuaciones
irregulares. Puede ser necesario realizar ciertas pruebas diagnósticas, como una
sigmoidoscopia (un examen del colon sigmoide mediante un tubo flexible de visualización) o
una enema con papilla de bario. Si no existe una causa orgánica subyacente, la persona ha de
aceptar su ritmo deposicional y no insistir en conseguir un patrón más regular.
Inercia colónica
La inercia colónica (colon inactivo) consiste en una disminución de las contracciones del
intestino grueso o una falta de sensibilidad del recto a la presencia de heces, lo cual conduce a
un estreñimiento crónico.
La inercia colónica a menudo ocurre en personas de edad avanzada, debilitadas o encamadas,
pero también en mujeres jóvenes y sanas. El intestino grueso deja de responder a los estímulos
que provocan habitualmente las deposiciones: la comida, el llenado del estómago y del
intestino grueso, y la presencia de heces en el recto. Los fármacos que se usan para tratar
algunas enfermedades a menudo causan o empeoran el problema, especialmente los opiáceos
(como la codeína) y los fármacos con propiedades anticolinérgicas (como la amitriptilina para
la depresión o la propantelina para la diarrea). La inercia colónica se presenta en ocasiones en
personas que habitualmente retrasan sus deposiciones o que han usado laxantes o enemas
durante mucho tiempo.
Síntomas
El estreñimiento es un problema de cada día y que debe contemplarse a largo plazo; puede
acompañarse o no de molestias abdominales. A menudo el médico encuentra el recto lleno de
heces blandas, incluso aunque la persona no presente necesidad de defecar y que además sólo
pueda hacerlo con dificultades.
Las personas con este trastorno pueden desarrollar una impactación fecal, en la que la materia
fecal de la parte final del intestino grueso y del recto se endurece y bloquea el paso de otras.
Esta obstrucción produce retortijones, dolor en el recto y esfuerzos inútiles para realizar la
deposición. A menudo, alrededor de la obstrucción rezuma un material mucoso líquido, dando
a veces la falsa sensación de diarrea.
Tratamiento
Disquesia
La disquesia es la dificultad para la defecación causada por una incapacidad para controlar los
músculos de la pelvis y del ano.
Para realizar una evacuación adecuada se requiere la relajación de los músculos de la pelvis y
los músculos circulares (esfínteres) que mantienen el ano cerrado. En caso contrario, los
esfuerzos para defecar son inútiles, incluso aunque éstos sean muy considerables. Las
personas con disquesia sienten necesidad de evacuar, pero no pueden hacerlo. Incluso la
materia fecal no endurecida puede ser difícil de expulsar.
Las situaciones que pueden interferir con los movimientos musculares incluyen la discinesia
del suelo de la pelvis (una alteración de la coordinación muscular), el anismo (una situación
en la que los músculos no consiguen relajarse o, por el contrario, se contraen durante la
defecación), un rectocele (herniación del recto dentro de la vagina), un enterocele (herniación
del intestino delgado dentro del recto), una úlcera rectal o un prolapso rectal.
El tratamiento con laxantes en general no es satisfactorio. Actualmente, se están probando los
ejercicios de relajación y de autorregulación para la discinesia del suelo de la pelvis y parecen
ser prometedores. Para reparar un enterocele o un gran rectocele, puede ser necesaria una
intervención quirúrgica. El estreñimiento puede ser tan grave que requiera la asistencia del
médico o de una enfermera para retirar las heces con una sonda o con el dedo.
Diarrea
Complicaciones
Diagnóstico
Tratamiento
Incontinencia fecal
Síntomas
Son dos los tipos de síndrome de intestino irritable. El del colon espástico, que habitualmente
está desencadenado por la comida, suele producir periódicamente estreñimiento o bien diarrea
con dolor. A veces alternan el estreñimiento y la diarrea. A menudo aparece moco en las
heces. El dolor puede presentarse en accesos de dolor continuo y sordo o de calambres en la
porción baja del abdomen. El afectado puede experimentar distensión, gases, náuseas, dolor
de cabeza, cansancio, depresión, ansiedad y dificultad para la concentración. A menudo el
dolor se alivia tras una deposición.
El segundo tipo produce principalmente diarrea o estreñimiento relativamente indoloros. La
diarrea puede comenzar en forma súbita e imperiosa y ocurre enseguida después de la comida,
aunque a veces puede ocurrir inmediatamente al despertarse. A veces la urgencia es tal que el
individuo pierde el control y no llega a tiempo al servicio. Es raro que la diarrea aparezca
durante la noche. Algunas personas sufren distensión y estreñimiento, relativamente con poco
dolor.
Diagnóstico
En general, los afectados por el síndrome del intestino irritable tienen aspecto saludable. Un
examen físico generalmente no revela nada anormal, excepto dolor a la palpación en el área
del intestino grueso. Por lo general, se realizan algunas pruebas (por ejemplo, análisis de
sangre y de heces y una sigmoidoscopia) para diferenciar este síndrome de la enfermedad
inflamatoria del intestino y de muchos otros trastornos que pueden causar dolor abdominal y
un cambio en el ritmo de las deposiciones. Los resultados de estas pruebas suelen ser
normales, aunque las heces pueden ser semilíquidas. La sigmoidoscopia (examen del colon
sigmoide mediante un tubo flexible de visualización) en ocasiones causa espasmos y dolor,
pero el resultado de la prueba suele ser normal. A veces se practican otras pruebas, como una
ecografía abdominal, radiografías del intestino o una colonoscopia.
Tratamiento
El tratamiento del síndrome del intestino irritable difiere de persona a persona. En general, se
deberían evitar los alimentos o las situaciones de estrés que hacen aparecer los síntomas. Para
la mayoría de las personas, especialmente las que tienden a sufrir estreñimiento, la actividad
física regular ayuda a mantener una función normal del tracto gastrointestinal.
Lo más aconsejable es una dieta normal. Las personas con distensión abdominal y retención
de gases (flatulencia) deberían evitar las judías (fríjoles), las coles y otros alimentos difíciles
de digerir. Debe restringirse el consumo de sorbitol (edulcorante sintético usado en alimentos
dietéticos, en algunos fármacos y en gomas de mascar). La fructosa debe consumirse sólo en
pequeñas cantidades (la fructosa es un componente común de las frutas, las bayas y algunas
plantas). Algunas personas ven mejorar sus molestias con las dietas bajas en grasas. Las que
padecen a la vez síndrome de intestino irritable y deficiencia de lactasa no deben consumir
productos lácteos.
Algunas personas con el síndrome de intestino irritable pueden mejorar su estado ingiriendo
más fibra, especialmente si el problema principal es el estreñimiento. Pueden tomar una
cucharada sopera de salvado con abundante agua y otros líquidos con cada comida, o bien
suplementos de psilio muciloide con dos vasos de agua. El incremento de la fibra en la dieta
puede agravar algunos síntomas, como la flatulencia y la distensión.
No se ha comprobado la eficacia de los fármacos que retrasan la función del tracto
gastrointestinal y que se consideran antiespasmódicos, como la propantelina, aunque se
prescriban con frecuencia. Los fármacos antidiarreicos, como el difenoxilato y la loperamida,
pueden ser útiles en las personas con diarrea. Los fármacos antidepresivos, algunos
tranquilizantes, la psicoterapia, la hipnosis y las técnicas de modificación del comportamiento
pueden ayudar a algunas personas con síndrome de intestino irritable.
Flatulencia
Síntomas
Se cree que la flatulencia suele provocar dolor abdominal, distensión, eructos y expulsión
excesiva de gases por el ano, sin embargo, no se conoce la relación exacta entre la flatulencia
y cualquiera de estos síntomas. Hay quienes parecen ser particularmente sensibles a los
efectos de los gases del aparato gastrointestinal; otros pueden tolerar grandes cantidades de
ellos sin desarrollar síntomas.
La flatulencia puede producir eructos repetidos. Se expulsan gases a través del ano más de 10
veces al día, pero la flatulencia puede ocasionar mayor expulsión de gases. Los lactantes con
retortijones abdominales en ocasiones expulsan grandes cantidades de gases. No está claro si
estos niños producen de hecho más gases o si simplemente son más sensibles a esta situación.
Tratamiento
La distensión y los eructos son difíciles de aliviar. Si el principal problema son los eructos,
puede ser útil la reducción de la cantidad de aire tragado. Sin embargo, esto puede resultar
difícil porque la deglución de aire es generalmente un acto inconsciente. Puede también
ayudar el evitar mascar chicle y el comer más despacio y en un ambiente relajado.
Quienes tienen eructos o expulsan gases por el ano de forma excesiva pueden necesitar un
cambio de dieta, evitando alimentos difíciles de digerir. Saber cuáles son los alimentos
causantes del problema puede requerir que se elimine un alimento o un grupo de alimentos a
la vez. Se puede empezar por eliminar la leche y los productos lácteos, luego las frutas y
ciertos vegetales, y posteriormente otros alimentos. Los eructos pueden resultar de la ingestión
de bebidas carbonatadas o de antiácidos como el bicarbonato de sodio.
La administración de fármacos puede ayudar a reducir la producción de gases, aunque
generalmente no son muy eficaces. La simeticona, presente en algunos antiácidos y también
disponible de modo aislado, proporciona cierto alivio. A veces ayudan otros fármacos, como
otros tipos de antiácidos, la metoclopramida y el betanecol. La ingesta de más fibra mejora los
síntomas en algunos casos pero los empeora en otros.
CAPITULO 108
Enfermedades inflamatorias del intestino
Las enfermedades inflamatorias del intestino son trastornos crónicos en los que se inflama el
intestino, ocasionando a menudo retortijones abdominales recurrentes y diarrea.
Los dos tipos de enfermedad inflamatoria del intestino son la enfermedad de Crohn y la colitis
ulcerosa, que tienen muchas similitudes, siendo a veces difícil distinguir una de otra. No se
conoce la causa de estas enfermedades.
Enfermedad de Crohn
Síntomas y complicaciones
Diagnóstico
El médico puede sospechar una enfermedad de Crohn en cualquier persona que presente dolor
abdominal de tipo cólico y diarrea recurrente, particularmente si presenta también
inflamaciones articulares, oculares y cutáneas. Ninguna prueba de laboratorio identifica
específicamente la enfermedad, aunque éstas pueden revelar una anemia, un número
anormalmente elevado de glóbulos blancos, bajos valores de albúmina y otros signos
inflamatorios.
Las radiografías con enemas de bario pueden evidenciar el aspecto característico de la
enfermedad de Crohn en el colon. En casos poco claros, la colonoscopia (examen del intestino
grueso con un tubo flexible de visualización) y una biopsia pueden ayudar a confirmarlo.
Aunque la tomografía computadorizada (TC) suele mostrar los cambios en la pared del
intestino e identifica los abscesos, no suele utilizarse de modo rutinario como un método de
diagnóstico inicial.
Tratamiento y pronóstico
A menudo se prescriben antibióticos de amplio espectro (antibióticos que son eficaces contra
diversos tipos de bacterias). El metronidazol alivia los síntomas de la enfermedad de Crohn,
especialmente cuando afecta al colon o existen fístulas o abscesos alrededor del ano. Sin
embargo, cuando se administra durante mucho tiempo, el metronidazol puede dañar los
nervios, provocando sensaciones de hormigueo en los brazos y las piernas. Este efecto
secundario generalmente desaparece cuando se suspende el fármaco, pero son frecuentes las
reactivaciones de la enfermedad de Crohn tras suspender los antibióticos.
La sulfasalacina y los fármacos relacionados químicamente con ella mejoran la inflamación
leve, especialmente en el intestino grueso. Sin embargo, estos fármacos son menos eficaces en
las reactivaciones repentinas y graves.
Los corticosteroides como la prednisona pueden reducir drásticamente la fiebre y la diarrea, el
dolor y las molestias abdominales, mejorando el apetito y la sensación de bienestar. Sin
embargo, el tratamiento a largo plazo con corticosteroides conlleva graves efectos
secundarios. Generalmente, para aliviar las inflamaciones y los síntomas mayores se
prescriben dosis elevadas; luego se reducen, interrumpiendo el fármaco tan pronto como sea
posible.
Los medicamentos como la azatioprina y la mercaptopurina, que modulan las acciones del
sistema inmunitario, son eficaces para la enfermedad de Crohn que no responde a otros
fármacos y son especialmente útiles para mantener largos períodos de remisión. Esto mejora
significativamente las condiciones generales de la persona, disminuye la necesidad de
corticosteroides y suele curar las fístulas. Sin embargo, estos fármacos a menudo son
ineficaces una vez pasados 3 o 6 meses y pueden tener efectos secundarios potencialmente
graves. Por lo tanto, el médico controla estrechamente a la persona que los toma en busca de
alergias, inflamación del páncreas (pancreatitis) y una disminución del recuento de glóbulos
blancos.
Las fórmulas dietéticas específicas, en las que cada componente nutricional es medido con
precisión, pueden mejorar los cuadros de obstrucción intestinal o las fístulas, al menos durante
cortos períodos de tiempo; también ayudan a que los niños tengan un crecimiento adecuado.
Estos regímenes alimentarios deben probarse antes de someter al afectado a la cirugía o a ésta
además de cualquier otro tratamiento anterior. Ocasionalmente, las personas con enfermedad
de Crohn requieren una nutrición parenteral total o una hiperalimentación; para ello se
administran los nutrientes concentrados por vía intravenosa con el fin de compensar la escasa
absorción de los mismos, típica de la enfermedad de Crohn.
Cuando se obstruye el intestino o no sanan los abscesos o las fístulas, es necesario recurrir a la
cirugía. Una intervención para extirpar las áreas enfermas del intestino puede aliviar los
síntomas de modo permanente, pero no cura la enfermedad. Una segunda operación es
necesaria en alrededor del 50 por ciento de los casos. En consecuencia, la cirugía se reserva
solamente para los casos en que se presentan complicaciones específicas o si falla el
tratamiento farmacológico. En general, las personas que han sido intervenidas
quirúrgicamente consideran que su calidad de vida ha mejorado a raíz de la misma.
La enfermedad de Crohn generalmente no acorta la vida de los afectados. Sin embargo,
algunas personas mueren de cáncer del tracto gastrointestinal, el cual se puede desarrollar
cuando la enfermedad de Crohn es de muy larga evolución.
Colitis ulcerosa
Síntomas
Un ataque puede ser súbito e intenso, produciendo una diarrea violenta, fiebre alta, dolor
abdominal y peritonitis (inflamación del revestimiento abdominal). Durante estos ataques, el
paciente se encuentra profundamente debilitado. Sin embargo, lo más frecuente es que los
ataques comiencen gradualmente y que la persona sienta una necesidad urgente de defecar,
retortijones leves en la región baja del abdomen, y sangre y moco visibles en las heces.
Cuando la enfermedad se limita al recto y al colon sigmoide, las heces pueden ser normales o
bien duras y secas; sin embargo, durante las deposiciones, o entre las mismas, se expulsa por
el recto moco que contiene un gran número de glóbulos rojos y blancos. Los síntomas
generales de enfermedad, como la fiebre, son leves o inexistentes.
Si la afección se extiende más arriba por el intestino grueso, las heces se vuelven muy blandas
y el paciente puede tener de 10 a 20 evacuaciones al día. A menudo, presenta retortijones
intensos y espasmos rectales, angustiosos y dolorosos que se acompañan de urgencia de
defecar. No hay alivio durante la noche. Las heces pueden ser líquidas y contener pus, sangre
y moco. Con frecuencia, las heces son prácticamente sustituidas por sangre y pus. Puede haber
fiebre, falta de apetito y pérdida de peso.
Complicaciones
La hemorragia, la complicación más frecuente, a menudo causa anemia por déficit de hierro.
En casi el 10 por ciento de los afectados por colitis ulcerosa, existe un primer ataque
rápidamente progresivo y grave, con hemorragia masiva, perforación o infección diseminada.
La colitis tóxica es una complicación particularmente grave en la que se daña la totalidad del
grosor de la pared intestinal. Esta lesión causa un íleo (estado en el que se detiene el
movimiento de la pared intestinal, interrumpiendo el tránsito) y se desarrolla una distensión
abdominal. Conforme empeora la colitis tóxica, el colon pierde su tono muscular y en el plazo
de días (o incluso de horas) comienza a dilatarse. Las radiografías de abdomen muestran gas
dentro de la porción de intestino paralizada. Cuando el colon se distiende exageradamente, el
cuadro se conoce como megacolon tóxico. El estado general del afectado es grave y puede
tener fiebre alta y dolor en el abdomen espontáneamente o a la palpación, además de un
aumento en el recuento de glóbulos blancos.
Sin embargo, si se instaura un tratamiento inmediato y eficaz, en menos del 4 por ciento de los
casos se produce un fallecimiento. La posibilidad de muerte aumenta si se desarrolla una
ulceración que perfora el intestino.
El riesgo de cáncer de colon es más alto en las personas con colitis ulcerosa extensa y de larga
evolución. Dicho riesgo es todavía mayor cuando se encuentra afectada la totalidad del
intestino grueso o cuando la persona ha padecido la enfermedad durante más de 10 años,
independientemente del grado de actividad de la misma. Las personas con alto riesgo de
desarrollar cáncer deberían someterse a una colonoscopia (examen del intestino grueso
utilizando un tubo flexible de visualización) a intervalos regulares. Durante la misma, se
obtienen muestras de tejido de todo el intestino grueso para su examen al microscopio. El uno
por ciento de las personas con esta enfermedad desarrolla cáncer de colon cada año. La
mayoría sobrevive si el diagnóstico se establece en una fase inicial.
Al igual que la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa se acompaña también de trastornos
que afectan a otras partes del cuerpo. Cuando la colitis ulcerosa causa una reactivación de los
síntomas intestinales, el enfermo puede experimentar inflamación de las articulaciones
(artritis), inflamación del blanco de los ojos (episcleritis), nódulos de la piel inflamados
(eritema nudoso) y llagas cutáneas de color pardo cargadas de pus (pioderma gangrenoso).
Cuando la colitis ulcerosa no genera síntomas intestinales, el afectado también puede sufrir
inflamación de la columna (espondilitis anquilosante), de las articulaciones pélvicas
(sacroileítis) y del interior de los ojos (uveítis).
Aunque las personas con colitis ulcerosa padecen con frecuencia una disfunción hepática leve,
sólo alrededor del 1 al 3 por ciento presentan síntomas de enfermedad hepática, de intensidad
moderada a grave. La enfermedad en su forma grave puede consistir en una inflamación del
hígado (hepatitis crónica activa) y de las vías biliares (colangiitis esclerosante primaria), que
se estrechan y finalmente se obstruyen; en ocasiones también se produce una sustitución del
tejido funcional hepático por material fibroso (cirrosis). La inflamación de las vías biliares
puede aparecer muchos años antes que cualquier otro síntoma intestinal de la colitis ulcerosa
y, además, dicha inflamación incrementa el riesgo de cáncer de las vías biliares.
Diagnóstico
Los síntomas del paciente y un examen de las heces ayudan a establecer el diagnóstico. Los
análisis de sangre ponen de manifiesto la presencia de anemia, un incremento del número de
glóbulos blancos, un valor disminuido de albúmina y una velocidad de sedimentación globular
acelerada. La sigmoidoscopia (un examen del colon sigmoide mediante un tubo flexible de
visualización) confirma el diagnóstico y permite al médico observar directamente la
intensidad de la inflamación. Incluso durante los intervalos libres de síntomas, el intestino
raramente tiene un aspecto normal y el examen al microscopio de una muestra de tejido
recogida en esos momentos muestra inflamación crónica.
Una radiografía del abdomen puede indicar la gravedad y la extensión de la enfermedad.
Habitualmente, los estudios de radiología con enemas de bario y la colonoscopia no se
realizan antes del inicio del tratamiento, porque existe el riesgo de perforación durante las
fases agudas de la enfermedad.
Sin embargo, en algún momento de la evolución, se evalúa la totalidad del intestino grueso
por colonoscopia o por radiografía con enema de bario, con el fin de determinar la extensión
de la enfermedad y para asegurarse de que no exista un cáncer.
La inflamación del colon puede ser provocada por otras causas además de por la colitis
ulcerosa. Por consiguiente, el médico intenta determinar si la inflamación es causada por una
infección por bacterias o parásitos. Las muestras de materia fecal obtenidas durante la
sigmoidoscopia son examinadas al microscopio y cultivadas para descartar la existencia de
bacterias. Se analizan muestras de sangre para determinar si la persona pudo haber contraído
una infección por parásitos, por ejemplo, durante un viaje. Las muestras de tejido se toman del
revestimiento del recto y se examinan al microscopio.
El médico también intenta descartar una enfermedad de transmisión sexual del recto (como la
gonorrea, una infección por el virus del herpes o una infección por clamidias), especialmente
si el paciente es un varón homosexual. En las personas mayores con arterioesclerosis, la
inflamación puede deberse a un aporte deficiente de sangre al intestino grueso.
El cáncer de colon raramente produce fiebre o una secreción de pus por el recto, pero en
cambio el médico debe considerar el cáncer como una posible causa en el caso de una diarrea
sanguinolenta.
Tratamiento
Cirugía
La colitis tóxica es una urgencia. Tan pronto como el médico la detecta o sospecha que pueda
desarrollarse un megacolon tóxico, se suprimen todos los fármacos antidiarreicos, se mantiene
al paciente en ayuno absoluto, se le coloca una sonda por la nariz hasta el estómago o el
intestino y se le conecta a un sistema de aspiración intermitente. Todos los líquidos, nutrientes
y medicamentos se administran por vía intravenosa. Se controla estrechamente a la persona
con el fin de detectar signos de peritonitis o de perforación. Si estas medidas no consiguen
mejorar el estado de la persona en 24 o 48 horas, debe practicarse una cirugía de urgencia, que
consiste en eliminar todo o gran parte del intestino grueso.
Si se detecta un cáncer o se identifican cambios precancerosos en el colon se realiza una
cirugía programada. Tal intervención puede también practicarse en caso de estrechamiento del
intestino grueso o de retraso en el crecimiento de los niños. El motivo más frecuente de
tratamiento quirúrgico es la existencia de enfermedad crónica y sin remisiones que de otra
forma volvería inválido al paciente o lo haría crónicamente dependiente de altas dosis de
corticosteroides.
En algunos pocos casos, pueden requerir cirugía los problemas graves relacionados con la
colitis fuera del intestino, como el pioderma gangrenoso.
La colitis ulcerosa se cura con la extirpación quirúrgica total del colon y del recto. La
consecuencia de este tratamiento es que el paciente debe vivir con una ileostomía permanente
(conexión quirúrgica entre la porción más baja del intestino delgado y una abertura en la pared
abdominal) con su correspondiente bolsa.
Sin embargo, existen varios procedimientos alternativos disponibles. El más común consiste
en una técnica llamada anastomosis ileoanal. En este procedimiento, se extirpa el intestino
grueso y la mayor parte del recto, creando un pequeño reservorio fuera del intestino delgado
que se une a la porción remanente del recto por encima del ano. De este modo la continencia
se mantiene, aunque pueden ocurrir complicaciones, como la inflamación del reservorio.
CAPITULO 109
Colitis asociada al uso de antibióticos
La colitis asociada al uso de antibióticos consiste en una inflamación del intestino grueso
secundaria al uso de éstos.
Muchos antibióticos alteran el equilibrio entre los diferentes tipos de bacterias en el intestino o
en la cantidad de los mismos, permitiendo que puedan multiplicarse algunas bacterias
causantes de enfermedades. La bacteria que con más frecuencia causa problemas es el
Clostridium difficile, que produce dos toxinas que pueden dañar la mucosa del intestino
grueso.
Entre los antibióticos con mayor incidencia en estos trastornos cabe destacar la clindamicina,
la ampicilina y las cefalosporinas, como la cefalotina. Otros pueden ser las penicilinas, la
eritromicina, el trimetroprim-sulfametoxasol, el cloranfenicol y las tetraciclinas. El
sobrecrecimiento de Clostridium difficile puede ocurrir cuando cualquiera de éstos
antibióticos se recibe por vía oral o por inyección. El riesgo aumenta con la edad, aunque los
adultos jóvenes y los niños pueden también resultar afectados.
En casos leves, la mucosa intestinal puede inflamarse sólo ligeramente. En las colitis graves la
inflamación es extensa y la mucosa se ulcera.
Síntomas
Los síntomas usualmente se inician mientras la persona está recibiendo los antibióticos. Sin
embargo, en el 75 por ciento de los pacientes los síntomas se presentan entre 1 y 10 días
después de la suspensión del tratamiento, y en algunas personas incluso después de 6 semanas.
Típicamente los síntomas varían entre una diarrea leve o bien una diarrea con sangre, con
dolor abdominal y fiebre. Los casos más graves pueden ocasionar la muerte de la persona por
deshidratación, hipotensión, megacolon tóxico y perforación del intestino delgado.
Diagnóstico
Tratamiento
Si la persona con una colitis asociada a antibióticos presenta diarrea grave mientras esté
tomando los antibióticos, éstos deben interrumpirse inmediatamente a menos que sean
esenciales. Los fármacos que retrasan el movimiento intestinal, como el difenoxilato, suelen
evitarse porque pueden prolongar la enfermedad al alargar el tiempo de contacto de la toxina
responsable con la pared del colon. La diarrea secundaria a antibióticos generalmente cesa por
sí sola al cabo de 10 o 12 días de haber suspendido tales antibióticos. Cuando esto ocurre no
se requiere ningún otro tratamiento. Sin embargo, si los síntomas leves persisten, la
colestiramina puede ser útil probablemente porque se une a la toxina.
En la mayoría de los casos graves de colitis asociada a antibióticos, el metronidazol es eficaz
contra el Clostridium difficile. El antibiótico vancomicina se reserva para los casos más
graves o los casos resistentes.
Los síntomas recurren en más del 20 por ciento de los pacientes y esto hace que requieran un
nuevo tratamiento. Cuando la diarrea reaparece repetidamente puede ser necesario un
tratamiento prolongado con antibióticos. Algunas de estas personas son tratadas con
preparados de lactobacilos administrados por vía oral, o bacteroides por vía rectal, con el fin
de restablecer la flora bacteriana normal del intestino. Sin embargo, estos tratamientos no se
aplican de forma rutinaria.
En raras ocasiones, la colitis asociada a antibióticos es de curso agudo y fulminante, por lo
que el paciente debe ser hospitalizado para recibir líquidos intravenosos, electrólitos y sangre.
En estos casos, a veces para salvar la vida de estas personas es necesario llevar a cabo una
ileostomía temporal (una conexión entre el intestino delgado y el exterior a través de una
abertura en la pared abdominal, lo cual evita que las heces pasen por el colon) o la extirpación
quirúrgica de todo el intestino grueso.
CAPITULO 110
Síndromes de malabsorción
Los síndromes de malabsorción son trastornos que se desarrollan porque los nutrientes de los
alimentos en el intestino delgado no se absorben adecuadamente y no pasan al torrente
sanguíneo.
Normalmente, los alimentos son digeridos y los nutrientes son absorbidos en el torrente
sanguíneo, principalmente desde el intestino delgado. La malabsorción puede ocurrir ya sea
por un trastorno que interfiera con la digestión de los alimentos o bien porque interfiere
directamente con la absorción de los nutrientes.
Los trastornos que impiden una adecuada emulsión de los alimentos con el jugo gástrico y con
las enzimas digestivas pueden interferir con la digestión. Tal emulsión inadecuada puede
ocurrir en una persona a la que se ha extirpado quirúrgicamente parte del estómago. En
algunos trastornos, el cuerpo produce una escasa cantidad o tipos inadecuados de enzimas o de
bilis, los cuales son necesarios para el fraccionamiento de los alimentos. Estos trastornos
consisten en pancreatitis, fibrosis quística, obstrucción de las vías biliares y una deficiencia de
lactasa. La digestión también puede verse dificultada si hay un exceso de ácido en el estómago
o si han proliferado demasiadas bacterias no habituales en el intestino.
Los trastornos que lesionan el revestimiento intestinal pueden interferir con la absorción. Las
infecciones, los fármacos, como la neomicina, el alcohol, la enfermedad celíaca y la
enfermedad de Crohn pueden lesionar el revestimiento intestinal. La mucosa intestinal normal
está compuesta por pliegues, pequeñas proyecciones llamadas vellosidades y proyecciones
aún más delgadas y pequeñas llamadas microvellosidades. Estas últimas crean una enorme
superficie de absorción. Si esta área se reduce, la absorción también disminuirá. Obviamente,
la extirpación quirúrgica de una porción intestinal reduce el área de superficie. También
disminuyen la absorción los trastornos que impiden que las sustancias atraviesen la pared
intestinal y pasen al flujo sanguíneo (como el bloqueo de los vasos linfáticos por un linfoma o
una deficiencia del flujo de sangre al intestino).
Síntomas
Las personas con malabsorción generalmente pierden peso. Si las grasas no son
adecuadamente absorbidas, las heces pueden tener un color claro y ser blandas, voluminosas y
malolientes (se conocen como heces esteatorreicas). Las heces pueden quedar pegadas a la
taza del inodoro o incluso flotar, dificultando que sean arrastradas con el agua. La esteatorrea
es consecuencia de cualquier trastorno que interfiera con la absorción de las grasas, como una
reducción del flujo biliar, la enfermedad celíaca o la esprue tropical.
La malabsorción puede causar deficiencia de todos los nutrientes o bien selectivamente de
alguno de ellos como proteínas, grasas, vitaminas o minerales. Los síntomas varían
dependiendo del déficit específico. Por ejemplo, las personas con una deficiencia de la enzima
lactasa pueden sufrir diarreas muy agudas, distensión abdominal y flatulencia tras beber leche.
Otros síntomas dependen del trastorno causante de la malabsorción. Por ejemplo, la
obstrucción del conducto biliar común puede causar ictericia y una deficiencia del aporte de
sangre al intestino puede causar dolor abdominal después de las comidas.
Diagnóstico
Los médicos sospechan una malabsorción cuando una persona pierde peso, tiene diarrea y
presenta deficiencias nutricionales a pesar de comer adecuadamente. La pérdida de peso por sí
sola puede tener otras causas.
Los análisis de laboratorio contribuyen a confirmar el diagnóstico. Las pruebas que miden
directamente la grasa en las muestras de materia fecal recogidas a lo largo de 3 o 4 días son las
más fiables para diagnosticar una malabsorción de grasas. El hallazgo de un exceso de grasa
hace que el diagnóstico sea muy probable. Otras pruebas pueden detectar una malabsorción
específica de otras sustancias, como la lactosa o la vitamina B12.
Las muestras de heces se examinan a simple vista y al microscopio. La presencia de
fragmentos de comida sin digerir puede significar que la comida pase por el intestino con
demasiada rapidez. Tales fragmentos pueden también indicar la presencia de un paso intestinal
anatómicamente anormal, como una conexión directa entre el estómago y el intestino grueso
(fístula gastrocolónica), que evita que los alimentos pasen por el intestino delgado. En un
paciente con ictericia, las heces con un exceso de grasa pueden indicar problemas en el
sistema biliar. En las personas con ictericia y un exceso de grasa en las heces, el médico busca
de modo específico un cáncer de páncreas o de las vías biliares. La visualización al
microscopio de gotas de grasa y de fibras de carne sin digerir indica una disfunción del
páncreas. Se busca también al microscopio la presencia de parásitos o de sus huevos (un
hallazgo que sugiere malabsorción causada por una infección por parásitos).
Las radiografías simples de abdomen no contribuyen al diagnóstico, pero a veces indican
posibles causas de la malabsorción. Las radiografías que se realizan después de que la persona
ingiera bario pueden evidenciar un patrón de distribución anormal del bario en el intestino
delgado, característico de una malabsorción, pero estas técnicas radiológicas no ofrecen
información acerca de su causa.
Puede que sea necesario practicar una biopsia (obtención de una muestra de tejido para su
examen) con el fin de detectar anormalidades en el intestino delgado. La biopsia se lleva a
cabo mediante un endoscopio (un tubo flexible de visualización) o con un tubo delgado que
lleva adosado un pequeño instrumento cortante en su extremo. La muestra se examina al
microscopio y también puede analizarse su actividad enzimática.
A menudo se realizan pruebas de función pancreática porque la disfunción de este órgano es
una causa habitual de malabsorción. En una de las pruebas, la persona se somete a una dieta
especial; en otra, recibe una inyección de la hormona secretina. En ambas pruebas
seguidamente se recogen con una sonda los jugos intestinales que contienen secreciones
pancreáticas para proceder a su medición.
Intolerancia al azúcar
Los azúcares lactosa, sucrosa y maltosa son fraccionados por las enzimas lactasa, sucrasa y
maltasa, las cuales están localizadas en la mucosa del intestino delgado. Normalmente, las
enzimas dividen estos azúcares en azúcares sencillos, como la glucosa, que son absorbidos en
el flujo sanguíneo a través de la pared intestinal. En ausencia de una enzima específica, los
azúcares no son digeridos y se impide su absorción, permaneciendo en el intestino delgado. La
alta concentración de azúcares resultante hace que una gran cantidad de líquidos entre en el
intestino delgado, provocando diarrea. Los azúcares sin absorber son fermentados por las
bacterias en el intestino grueso, lo que da lugar a heces ácidas y flatulencia. Tales deficiencias
enzimáticas ocurren en la enfermedad celíaca, la esprue tropical y en las infecciones
intestinales. También pueden ser de tipo congénito o estar causadas por antibióticos,
especialmente neomicina.
Cierto grado de intolerancia a la lactosa se da en
alrededor del 75 por ciento de los adultos.
Afecta a menos del 20 por ciento de los adultos
originarios del noroeste de Europa, pero al 90
por ciento de los asiáticos. Este trastorno es
frecuente entre los habitantes del área
mediterránea y los estudios demuestran que
cerca del 75 por ciento de la población, de etnias
distintas a la blanca, desarrollan intolerancia a la
lactosa entre los 10 y los 20 años de edad.
Síntomas
Diagnóstico
Se sospecha una intolerancia a la lactosa cuando una persona presenta síntomas después de
consumir productos lácteos. Si una persona padece intolerancia a la lactosa, la ingesta de una
dosis de prueba causa diarrea, distensión abdominal y una sensación de molestias abdominales
en un plazo de 20 a 30 minutos. Como la dosis de prueba no es fraccionada en glucosa, la
glucemia en sangre no aumenta como lo haría normalmente.
Puede realizarse una biopsia del intestino delgado, la cual se examina al microscopio y se
somete a un análisis para lactasa u otra actividad enzimática. Esta prueba puede descubrir
otras posibles causas de malabsorción.
Tratamiento
La intolerancia a la lactosa puede ser controlada evitando los alimentos que la contengan
(sobre todo productos lácteos). Para prevenir la deficiencia de calcio, las personas que deben
evitar los productos lácteos pueden tomar suplementos de calcio. Alternativamente, puede
agregarse lactasa a la leche, la cual divide entonces la lactosa en la leche antes de que ésta se
ingiera.
Enfermedad celíaca
Síntomas
La enfermedad celíaca puede comenzar a cualquier edad. En los lactantes, los síntomas no
aparecen hasta que se ingieren por primera vez alimentos que contengan gluten. La
enfermedad celíaca a menudo no causa diarrea ni heces grasas y un niño puede tener sólo
síntomas leves, lo cual puede ser interpretado como la sintomatología de unas simples
molestias de estómago. Sin embargo, algunos niños dejan de crecer con normalidad, sufren
distensión abdominal dolorosa y comienzan a eliminar heces voluminosas, de color pálido y
malolientes. Se desarrolla anemia como consecuencia de la deficiencia de hierro. Si el valor
de proteínas en sangre desciende lo suficiente, el niño retiene líquidos y los tejidos se pueden
hinchar (edema). En algunos, los síntomas no aparecen hasta la etapa adulta.
Las deficiencias nutricionales resultantes de la malabsorción en la enfermedad celíaca pueden
causar síntomas adicionales. Éstos incluyen pérdida de peso, dolor en los huesos y sensación
de hormigueo en los brazos y piernas. Algunas personas que desarrollan la enfermedad celíaca
en la niñez pueden tener los huesos largos y anormalmente arqueados. Dependiendo de la
intensidad y la duración del trastorno, el paciente puede tener valores bajos en sangre de
proteínas, calcio, potasio o sodio. Una deficiencia de protrombina, la cual es fundamental para
el proceso de la coagulación sanguínea, facilita la formación de hematomas o hemorragias
persistentes tras una herida. Las jóvenes con enfermedad celíaca pueden padecer
irregularidades menstruales.
Diagnóstico
El médico sospecha una enfermedad celíaca cuando se halla ante un niño con tez pálida,
nalgas atróficas y vientre prominente, a pesar de seguir una dieta adecuada (especialmente si
existe una historia familiar de la enfermedad). Los resultados de las pruebas radiológicas y de
laboratorio pueden ayudar al médico a establecer el diagnóstico. A veces es útil una prueba de
laboratorio que mide la absorción de xilosa, un azúcar simple. El diagnóstico se confirma
mediante el examen de una biopsia que evidencia un revestimiento del intestino delgado
aplanado y la subsiguiente mejora del mismo después dejar de ingerir productos con gluten.
Tratamiento
Los síntomas pueden producirse incluso ante la ingesta de pequeñas cantidades de gluten, por
lo que éste debe excluirse totalmente de la dieta. El gluten es tan ampliamente utilizado en los
productos alimenticios que las personas con este trastorno necesitan listas detalladas de
alimentos a evitar y el consejo de un especialista en dietética. El gluten se encuentra, por
ejemplo, en productos comerciales como sopas, salsas, helados y perritos calientes.
A veces los niños gravemente enfermos en el momento del diagnóstico necesitan un período
de alimentación por vía intravenosa. Ello raramente se requiere en el caso de los adultos.
Algunas personas no responden a la retirada del gluten o lo hacen muy poco. Ello puede
deberse a que el diagnóstico sea incorrecto o bien a que el trastorno haya entrado en una fase
sin respuesta. Si sucede lo último, los corticosteroides pueden ser útiles.
Algunas personas con esta afección que han evitado el gluten durante mucho tiempo pueden
tolerar su reintroducción en la dieta. Puede ser razonable tratar de reintroducir el gluten, pero
si los síntomas reaparecen, éste se debe retirar de nuevo.
Los regímenes alimentarios libres de gluten mejoran sustancialmente el pronóstico tanto en
los niños como en los adultos. Sin embargo, la enfermedad celíaca puede ser mortal
(principalmente para los adultos con una forma grave de la enfermedad). Un reducido
porcentaje de adultos puede desarrollar un linfoma (un tipo de cáncer) intestinal. Se desconoce
si el riesgo disminuye al evitar totalmente el gluten en la dieta.
Esprue tropical
La esprue tropical es un trastorno adquirido en el que las anomalías del revestimiento del
intestino delgado conducen a malabsorción y a deficiencias de muchos nutrientes.
La esprue tropical ocurre principalmente en el Caribe, sur de la India y sudeste de Asia.
Pueden resultar afectados tanto los nativos como los inmigrantes. Aunque la causa es
desconocida, algunas posibles incluyen infecciones bacterianas, víricas y por parásitos,
deficiencias vitamínicas (especialmente déficit de ácido fólico) y una toxina procedente de
alimentos en mal estado (por ejemplo, en grasas rancias).
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas típicos de la esprue tropical son heces de coloración clara, diarrea y pérdida de
peso. También es característica la presencia de úlceras en la lengua debido a la deficiencia de
vitamina B2. Se pueden desarrollar otros síntomas de malabsorción. Una deficiencia de
protrombina, que es importante para la coagulación de la sangre, facilita la formación de
hematomas y una prolongación del tiempo de hemorragia tras una herida. Las personas con
esprue tropical también pueden presentar síntomas de deficiencia de albúmina, calcio, ácido
fólico, vitamina B12 y hierro. Típicamente, aparece una anemia por una deficiencia de ácido
fólico.
Los médicos consideran el diagnóstico de esprue tropical en alguien que presente anemia y
síntomas de malabsorción y que viva o haya vivido en alguna de las áreas endémicas. La
exploración radiológica del intestino delgado puede ser anormal o no mostrar alteraciones. Se
puede medir con facilidad la absorción del azúcar simple xilosa; en el 90 por ciento de las
personas con esprue tropical, la xilosa no se absorbe normalmente. Una biopsia del intestino
delgado muestra anormalidades características.
Tratamiento
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Linfangiectasia intestinal
Síntomas y diagnóstico
Una persona con linfangiectasia tiene una retención masiva de líquidos (edema) debido a que
el líquido de los tejidos no puede drenarse de manera eficiente a través de los vasos linfáticos
agrandados y obstruidos. El edema puede afectar a diferentes partes del organismo de modo
irregular, dependiendo de cuáles son los vasos linfáticos afectados. Por ejemplo, el líquido
puede acumularse en la cavidad abdominal o en la pleural.
Se pueden desarrollar también náuseas, vómitos, diarrea leve y dolor abdominal y disminuir el
número de linfocitos en la sangre. Se pierden proteínas porque la linfa escapa de los vasos
linfáticos hacia el intestino y las heces, y por lo tanto baja el valor de proteínas en la sangre.
Estos bajos valores de proteínas pueden causar una mayor hinchazón de los tejidos. Los
valores de colesterol en la sangre pueden ser anormalmente bajos debido a que su absorción es
deficiente. Algunos pacientes presentan heces con gran contenido en grasa.
Para ayudar al diagnóstico de este trastorno, el médico puede aplicar una inyección
intravenosa de albúmina marcada con una sustancia radiactiva. Si aparecen concentraciones
anormales de esta sustancia en las heces, quiere decir que existe una pérdida excesiva de
proteínas. Una biopsia del intestino delgado pone de manifiesto que los vasos linfáticos están
agrandados.
Tratamiento
Un divertículo es una protuberancia, con forma de saco, de cualquier porción del tracto
gastrointestinal. El sitio más común para la formación de los divertículos es, con mucho, el
intestino grueso. La presencia de divertículos se llama diverticulosis, trastorno que tiende a
desarrollarse a partir de la mediana edad. Si se inflaman los divertículos, el cuadro se conoce
como diverticulitis.
Divertículos en el intestino grueso
Diverticulosis
Síntomas
La mayoría de las personas con divertículos no parece presentar síntomas. Sin embargo,
algunos expertos creen que cuando estos individuos presentan cólicos abdominales de causa
inexplicada, diarrea y otros trastornos del tránsito intestinal, el origen es diverticular. La lesión
de un divertículo puede producir hemorragia, a veces intensa, en el intestino, con salida por el
recto. Tales hemorragias pueden producirse cuando las heces se estancan en el divertículo y
lesionan un vaso sanguíneo (generalmente la arteria principal del divertículo). La hemorragia
es más frecuente cuando los divertículos se encuentran en el colon ascendente que en el colon
descendente. La colonoscopia (examen del intestino grueso con un tubo flexible de
visualización) puede identificar el origen de la hemorragia.
Los divertículos por sí mismos no son peligrosos. Las heces atrapadas en ellos, sin embargo,
pueden causar no sólo una hemorragia sino también inflamación e infección, resultando en
una diverticulitis.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento se basa en reducir los espasmos intestinales. El consumo de una
dieta rica en fibra (vegetales, frutas y cereales) es la mejor solución para reducirlos. Si ésta no
es eficaz por sí sola, puede suplementarse con salvado o puede tomarse un agente formador de
volumen, como 3,5 gramos de psilio en 250 mililitros de agua una o dos veces al día. También
puede ser de ayuda la metilcelulosa. Deben evitarse las dietas bajas en fibras porque se
necesita mayor presión para hacer avanzar el contenido intestinal resultante.
La diverticulosis no requiere intervención quirúrgica. Sin embargo, los divertículos gigantes
sí, porque son más propensos a infectarse y perforarse.
Diverticulitis
Síntomas y diagnóstico
Complicaciones
Tratamiento
La diverticulitis leve puede ser tratada con reposo en el domicilio, dieta líquida y antibióticos
orales. Los síntomas generalmente desaparecen con rapidez. Al cabo de pocos días, se inicia
una dieta blanda y baja en fibras y la toma diaria de una preparación a base de semillas de
psilio. Después de un mes, se puede reanudar una dieta con alto contenido en fibra.
Las personas con síntomas más graves (como el dolor abdominal localizado, fiebre y otras
evidencias de infección importante o de complicaciones) generalmente son ingresadas en un
hospital. Se les administran líquidos intravenosos y antibióticos, deben permanecer en cama y
no tomar nada por vía oral hasta la desaparición de los síntomas.
Fístula: una conexión anormal
La mayoría de las fístulas se forman entre el colon sigmoide y la vejiga urinaria, como se muestra en la figura.
El tratamiento de una fístula requiere la extirpación quirúrgica del área del colon donde la
misma comienza y la anastomosis (conexión) de los extremos del intestino seccionado.
CAPITULO 112
Urgencias gastrointestinales
Hemorragia gastrointestinal
Síntomas
Diagnóstico
Después de una hemorragia importante, la medición del hematócrito (un tipo de análisis de
sangre) generalmente muestra una baja concentración de glóbulos rojos. El conocimiento de
los síntomas responsables de un episodio de hemorragia puede ayudar al médico a determinar
la causa del mismo. El dolor abdominal que se alivia con la comida o con antiácidos sugiere
una úlcera péptica; sin embargo, las hemorragias de las úlceras a menudo no se acompañan de
dolor. Los fármacos que pueden dañar el revestimiento gástrico, como la aspirina, pueden
causar hemorragias en el estómago, con aparición de sangre en las heces.
Una persona con una hemorragia gastrointestinal, que haya perdido el apetito y que pierda
peso sin razones aparentes, es examinada con el fin de detectar la presencia de un cáncer. Así
mismo, si alguien presenta dificultades para tragar, debe ser examinado en busca de un cáncer
de esófago o un estrechamiento del mismo. Los vómitos y las arcadas intensas antes de una
hemorragia sugieren un desgarro en el esófago, pero cerca de la mitad de las personas con esta
lesión no vomita con antelación. El estreñimiento o la diarrea junto con la hemorragia o la
presencia de sangre oculta en las heces pueden ser consecuencia de un cáncer o de un pólipo
en la parte baja del intestino, particularmente en los mayores de 45 años. La sangre fresca por
encima de las heces puede ser causada por hemorroides o por un problema en el recto, como
un cáncer.
El médico examina al paciente en busca de indicios que lo conduzcan al origen de la
hemorragia. Por ejemplo, durante una exploración del recto se buscan hemorroides, grietas en
el recto (fisuras) y tumores. Posteriormente se eligen las pruebas si se sospecha que la
hemorragia procede de la parte alta del tubo digestivo (esófago, estómago y duodeno) o de la
parte baja (porción inferior del intestino delgado, intestino grueso, recto y ano).
La sospecha de problemas en la parte alta del tracto gastrointestinal se investiga generalmente
primero introduciendo una sonda por la nariz hasta el estómago y extrayendo líquido. El
líquido gástrico que se asemeja al poso de café es ocasionado por la digestión parcial de la
sangre, lo que indica que la hemorragia es escasa o que se ha detenido. La sangre roja y
brillante indica una hemorragia activa y vigorosa. A continuación, el médico utiliza un
endoscopio flexible (un tubo de visualización) para examinar el esófago, el estómago y el
duodeno en busca de la causa de la hemorragia. Si no se encuentra una gastritis o una úlcera
en el estómago o en el duodeno, se puede realizar una biopsia (obtención de una muestra de
tejido para su examen al microscopio). Ésta puede determinar si la hemorragia es
consecuencia de una infección por Helicobacter pylori. Si es así, se instaura un tratamiento
con antibióticos y habitualmente la infección se cura.
En la parte baja del tracto gastrointestinal se buscan pólipos y cánceres mediante radiografías,
tras la administración de una enema de bario, o bien utilizando un endoscopio. El médico
puede observar directamente la porción inferior del intestino con un anoscopio, un
sigmoidoscopio flexible o un colonoscopio.
Si estas investigaciones no aclaran el origen de la hemorragia, se puede realizar una
angiografía (radiografías tras la inyección de una sustancia radiopaca) o una gammagrafía tras
la inyección de glóbulos rojos marcados con una sustancia radiactiva. Estas técnicas son
especialmente útiles para desvelar si el origen de la hemorragia es consecuencia de una
malformación de los vasos sanguíneos.
Tratamiento
En más del 80 por ciento de las personas con hemorragia gastrointestinal, las propias defensas
del cuerpo la detienen. Las personas que continúan sangrando o que tienen síntomas de una
pérdida significativa de sangre a menudo son hospitalizadas y, generalmente en una unidad de
cuidados intensivos.
En caso de gran perdida de sangre puede ser necesaria una transfusión. Se pueden utilizar
concentrados de hematíes en lugar de sangre entera, evitando sobrecargar la circulación
sanguínea con exceso de líquidos. Una vez restaurado el volumen de sangre, el paciente es
estrechamente vigilado por si aparecen signos de nuevas hemorragias, como un aumento de la
frecuencia cardíaca, una disminución de la presión arterial, o una pérdida de sangre por la
boca o el ano.
La hemorragia a partir de las venas varicosas de la porción inferior del esófago (venas
esofágicas) se puede tratar de varias maneras. Se puede colocar un catéter con un globo
hinchable por la boca hasta el esófago e inflarlo para ejercer presión sobre el área sangrante.
Otro método consiste en inyectar en el vaso sangrante un irritante químico que causa
inflamación y cicatrización de las venas.
La hemorragia gástrica puede a menudo ser detenida mediante maniobras realizadas con un
endoscopio; tales maniobras consisten en la cauterización del vaso sangrante con corriente
eléctrica o la inyección de un material que provoca la coagulación en el interior de los vasos
sanguíneos. Si fallan estos procedimientos, puede ser necesaria una intervención quirúrgica.
La hemorragia procedente de la parte baja del intestino no suele requerir tratamiento de
urgencia. Sin embargo, en caso necesario se realiza una endoscopia o una cirugía abdominal.
A veces, en este último caso, el punto de la hemorragia no se puede localizar con precisión, y
debe extirparse un segmento del intestino.
Las hemorragias por malformaciones arteriovenosas son causadas por la rotura de vasos
sanguíneos anormales que comunican arterias con venas.
Se desconoce por qué ocurren malformaciones arteriovenosas en el revestimiento gástrico e
intestinal. Sin embargo, son más frecuentes en personas con trastornos de las válvulas
cardíacas, de los riñones o del hígado, en personas con enfermedades del tejido conectivo y en
las que han sido sometidas a radioterapia intestinal. El diámetro de estos vasos sanguíneos
anormales varía desde el tamaño de un hilo grueso de pescar hasta el de un dedo meñique. Son
frágiles y propensos a la hemorragia, a veces intensa, especialmente en las personas de edad
avanzada.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Dolor abdominal
El dolor abdominal puede ser consecuencia de problemas a lo largo del tracto gastrointestinal
o en cualquier otro sitio del abdomen. Tales situaciones incluyen la rotura esofágica,
perforación de una úlcera, síndrome del intestino irritable, apendicitis aguda, pancreatitis y
cálculos biliares. Algunos de estos trastornos son relativamente poco importantes, mientras
que otros pueden ser potencialmente mortales. El médico tiene que decidir si se necesita un
tratamiento inmediato o si se puede esperar hasta que se disponga de las pruebas diagnósticas.
Cáncer de colon
Obstrucción del paso del contenido intestinal
Diagnóstico y tratamiento
La naturaleza del dolor y su relación temporal con la ingesta o los movimientos puede
proporcionar al médico datos para el diagnóstico. Si otros miembros de la familia han tenido
un trastorno abdominal similar, como cálculos biliares, puede que la persona esté aquejada de
lo mismo.
El aspecto general de la persona puede proporcionar datos importantes. Por ejemplo, la
ictericia (un tinte amarillento de la piel y del blanco de los ojos) sugiere una enfermedad del
hígado, de la vesícula biliar o de las vías biliares.
El médico examina el abdomen en busca de zonas dolorosas y de masas. Cuando se presiona
suavemente la pared del abdomen, la persona siente dolor, y cuando se retira súbitamente la
mano, el dolor es aún más intenso por un momento (maniobra conocida como signo de la
descompresión positivo). Esto indica generalmente una inflamación del revestimiento de la
cavidad abdominal (peritonitis).
Las pruebas diagnósticas para el estudio de un dolor abdominal incluyen análisis de sangre y
de orina, radiografía, la ecografías y la tomografía computadorizada (TC). Cuando el dolor
abdominal parece ser consecuencia de una obstrucción intestinal, de la perforación de algún
órgano (como la vesícula biliar, el apéndice o el intestino), o bien de un absceso (una
acumulación de pus), a menudo se realiza de urgencia una intervención quirúrgica del
abdomen con finalidad exploratoria (laparotomía).
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de una obstrucción intestinal consisten en retortijones dolorosos junto con una
distensión del abdomen. El dolor puede hacerse muy intenso y constante. Los vómitos, que
son habituales, comienzan posteriormente en el caso de una obstrucción del intestino grueso,
más que en la del intestino delgado. La obstrucción completa provoca estreñimiento grave,
mientras que la parcial puede causar diarrea. La fiebre es frecuente y particularmente probable
si se perfora la pared intestinal. La perforación puede conducir rápidamente a una inflamación
grave y a una infección, causando finalmente un shock.
El médico examina el abdomen en busca de zonas dolorosas y deformaciones de la pared o
masas. Los sonidos abdominales normales (ruidos intestinales), que se oyen a través de un
fonendoscopio, pueden estar aumentados y ser muy agudos, o bien no escucharse. Si la
perforación ha causado peritonitis, el paciente sentirá dolor a la presión del abdomen, que se
incrementa cuando el médico aparta súbitamente la mano (signo de la descompresión
positivo).
La radiología puede evidenciar asas intestinales dilatadas que indican la localización de la
obstrucción. También puede mostrar aire alrededor del intestino y en la cavidad abdominal, lo
cual constituye un signo de perforación.
Tratamiento
Íleo
El íleo (íleo paralítico, íleo adinámico) es un trastorno en el que se detienen temporalmente los
movimientos contráctiles normales de la pared intestinal.
Al igual que en una obstrucción mecánica, el íleo impide el tránsito del contenido intestinal. A
diferencia de la obstrucción mecánica, sin embargo, el íleo raramente deriva en una
perforación.
El íleo puede ser causado por una infección o por un coágulo sanguíneo en el interior del
abdomen, por una reducción del aporte de sangre al intestino debido a la arteriosclerosis o por
una lesión de una arteria o una vena intestinales. También puede ser causado por trastornos
extraintestinales (fuera del intestino), como la insuficiencia renal o valores anormales de
electrólitos en sangre (por ejemplo, una concentración baja de potasio o alta de calcio). Otras
causas de íleo son ciertos fármacos y una glándula tiroides hipoactiva. El íleo es una
circunstancia habitual durante 24 a 72 horas después de una cirugía abdominal.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
El objetivo es aliviar la acumulación de gases y de líquido ocasionada por el íleo. Para ello, a
veces se introduce una sonda en el intestino grueso a través del ano. Además, se introduce por
la nariz una sonda hasta el estómago o el intestino delgado, que se conecta a un sistema de
aspiración para aliviar la presión y la distensión. El paciente no debe comer o beber nada hasta
que haya pasado la crisis. Se administran líquidos y electrólitos por vía intravenosa.
Apendicitis
Apendicitis
Síntomas
Menos de la mitad de las personas con apendicitis aguda tiene todos los síntomas más
característicos: náuseas, vómitos y dolor muy intenso en la parte inferior derecha del
abdomen. El dolor puede comenzar repentinamente en la parte superior del abdomen o
alrededor del ombligo; luego aparecen las náuseas y los vómitos. Tras unas pocas horas, de-
saparecen las náuseas y el dolor se traslada a la zona inferior derecha del abdomen. Cuando el
médico presiona esta área, aparece dolor, y cuando súbitamente retira la mano, puede hacerse
más agudo (signo de la descompresión positivo). Es frecuente la fiebre de 37,5 a 38 ºC.
El dolor, particularmente en lactantes y niños, puede estar generalizado, en vez de localizado
en la porción inferior derecha del abdomen. En personas mayores y en mujeres embarazadas,
el dolor es generalmente menos intenso y el área menos sensible.
Si se perfora el apéndice, el dolor y la fiebre pueden aumentar. Si se agrava la infección puede
producirse un shock.
Diagnóstico y tratamiento
Peritonitis
Síntomas
Los síntomas de una infección del peritoneo dependen en parte del tipo y la extensión de la
infección. Generalmente, la persona vomita, tiene fiebre alta y un abdomen doloroso. Se
pueden formar uno o más abscesos y la infección puede dejar cicatrices en forma de bandas de
tejido (adherencias) que al final pueden producir una obstrucción intestinal.
A menos que la peritonitis reciba tratamiento inmediato, rápidamente se desarrollan
complicaciones. Desaparece el peristaltismo (los movimientos intestinales) y los líquidos
quedan retenidos en el intestino delgado y el grueso. Desde el flujo sanguíneo también pasa
líquido hacia la cavidad peritoneal. Se desarrolla una grave deshidratación y se pierden
electrólitos. A consecuencia de ello, pueden aparecer complicaciones graves, como
insuficiencia respiratoria, renal o hepática y una coagulación intravascular diseminada.
Diagnóstico
Tratamiento
Esófago
El tumor benigno más frecuente del esófago es el leiomioma, un tumor del músculo liso. El
pronóstico es excelente en la mayoría de las personas con leiomioma.
El cáncer de esófago más frecuente es el carcinoma, ya sea de células escamosas (también
llamado carcinoma epidermoide) o el adenocarcinoma. Otros tipos de cáncer de esófago
incluyen el linfoma (un cáncer de los linfocitos), el leiomiosarcoma (un tumor maligno del
músculo liso del esófago) y el cáncer que se ha extendido (hace metástasis) desde cualquier
otro órgano.
Cáncer de esófago
El cáncer de esófago puede obstruir el paso de alimentos sólidos o líquidos.
El cáncer puede ocurrir en cualquier punto del esófago. Puede presentarse como un
estrechamiento, un bulto o un área plana anormal (placa). El cáncer esofágico es más
frecuente en personas cuyo esófago se ha estrechado porque en alguna ocasión ingirieron una
sustancia alcalina, como la lejía, usada para la limpieza. El cáncer de esófago es más frecuente
en personas con acalasia (un trastorno en el que el esfínter esofágico inferior no se abre
adecuadamente), obstrucciones en el esófago como una membrana esofágica o un cáncer de
cabeza y de cuello. El abuso del tabaco y del alcohol también incrementan el riesgo del cáncer
esofágico; de hecho, son los factores de riesgo más importantes para el carcinoma de células
escamosas. Parece que ciertos cambios en el revestimiento del esófago preceden el desarrollo
del cáncer en algunos individuos. Estos cambios tienen lugar después de una prolongada
irritación del esófago por el reflujo de jugo gástrico o de bilis.
Síntomas y diagnóstico
Dado que el cáncer de esófago tiende a obstruir el paso de los alimentos, el primer síntoma es
la dificultad para ingerir sólidos. A lo largo de varias semanas este problema progresa y la
persona tiene dificultades para tragar sólidos blandos y después incluso los líquidos. El
resultado es una marcada pérdida de peso.
El cáncer de esófago se diagnostica mediante un procedimiento radiológico denominado
tránsito de bario. La persona bebe una solución de bario (que es radiopaco), lo que permite
evidenciar la obstrucción en las radiografías del esófago. El área anormal también debe ser
examinada con un endoscopio (tubo flexible de visualización). Este instrumento permite al
médico recoger una muestra de tejido (biopsia) o de células sueltas para su examen al
microscopio (citología por cepillado).
Tratamiento y pronóstico
Menos del 5 por ciento de los afectados de cáncer de esófago sobrevive más de 5 años.
Muchos mueren en el plazo de un año tras los primeros síntomas.
La quimioterapia no cura el cáncer de esófago, pero, cuando se la utiliza aisladamente o en
combinación con la radioterapia, puede reducir los síntomas y prolongar la supervivencia. La
cirugía para eliminar el tumor, cuando es posible realizarla, alivia los síntomas durante un
tiempo, pero raramente resulta curativa. Otras medidas que alivian los síntomas son la
dilatación del área estrechada del esófago, la colocación de un tubo para mantener el esófago
abierto, una intervención para desviar el trayecto del esófago de la zona tumoral mediante un
asa (segmento) de intestino y la terapia con láser para destruir el tejido canceroso que produce
la obstrucción.
Estómago
Los tumores no cancerosos del estómago no suelen causar síntomas o problemas médicos.
Ocasionalmente, sin embargo, algunos sangran o se vuelven malignos.
En casi el 99 por ciento de los casos de cánceres de estómago, se trata de adenocarcinomas.
Otros cánceres son leiomiosarcomas (un tumor maligno del músculo liso) y linfomas.
El cáncer gástrico es más frecuente en personas mayores. Menos del 25 por ciento de dichos
cánceres ocurre en menores de 50 años. El cáncer de estómago es sumamente frecuente en
Japón, China, Chile e Islandia, mientras que en los Estados Unidos, en donde este cáncer
afecta a 8 de cada 100 000 personas, su incidencia está disminuyendo por razones
desconocidas.
Cáncer de estómago, a nivel de la curvatura menor
Causas
Síntomas
En las etapas iniciales del cáncer de estómago, los síntomas son vagos y con frecuencia se
pasan por alto. Cuando son más manifiestos, incluso pueden ayudar a localizar en qué parte
del estómago se encuentra el tumor. Por ejemplo, una sensación de saciedad o una
incomodidad después de las comidas pueden indicar que el tumor se sitúa en la parte baja del
estómago. La pérdida de peso o la debilidad generalmente son el resultado de una dificultad
para comer o de una incapacidad para absorber determinadas vitaminas y minerales. La
anemia puede ser consecuencia de una hemorragia muy gradual, sin que cause otros síntomas.
En raras ocasiones, una persona puede vomitar grandes cantidades de sangre (hematemesis) o
evacuar heces de color negro alquitranado (melena). Cuando el tumor está en una fase
avanzada, el médico puede palpar una masa a través de la pared abdominal.
Incluso en las etapas iniciales, un tumor pequeño del estómago puede extenderse (hacer
metástasis) a sitios distantes. La extensión del tumor puede causar agrandamiento del hígado,
ictericia, acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y nódulos cutáneos cancerosos. La
extensión del cáncer también puede debilitar los huesos, dando lugar a fracturas óseas.
Diagnóstico
Los síntomas del cáncer de estómago pueden confundirse con los de una úlcera péptica. Si
tales síntomas no desaparecen a pesar de que la persona tome fármacos antiulcerosos o si
existe pérdida de peso, el médico sospecha cáncer de estómago.
A menudo se realizan estudios de radiología que utilizan el bario para poner de manifiesto
cambios en la superficie del estómago, pero raramente estas radiografías pueden evidenciar
tumores pequeños y en estadios precoces. La endoscopia es el mejor procedimiento
diagnóstico porque permite ver directamente el estómago, permite detectar la presencia de la
bacteria Helicobacter pylori (que puede desempeñar un papel en el desarrollo del cáncer de
estómago) y porque con ella se pueden obtener muestras de tejido (biopsia) para su análisis al
microscopio.
Tratamiento y pronóstico
Intestino delgado
En general, los tumores del intestino delgado no son malignos. Los tumores cancerosos menos
frecuentes son los carcinomas, los linfomas y los
tumores carcinoides.
Tumores no cancerosos
Tumores cancerosos
El cáncer del intestino delgado es poco frecuente. Sin embargo, las personas con enfermedad
de Crohn del intestino delgado son más propensas que otras a desarrollarlo. El linfoma, un
cáncer que aparece en el sistema linfático, se puede desarrollar en la porción media del
intestino delgado (yeyuno) o en la porción baja (íleon). El linfoma puede ocasionar el
alargamiento o la rigidez de un segmento intestinal. Este cáncer es más frecuente en personas
con la enfermedad celíaca. El intestino delgado, particularmente el íleon, es el segundo sitio
de localización más frecuente (después del apéndice) de los tumores carcinoides.
Los tumores pueden producir obstrucción y hemorragia intestinal, lo cual puede causar la
aparición de sangre en las heces, retortijones dolorosos, distensión abdominal y vómitos. Los
tumores carcinoides pueden secretar hormonas que causan diarrea y enrojecimiento de la piel.
El diagnóstico de cáncer del intestino delgado se establece mediante radiografía con papilla de
bario, endoscopia o exploración quirúrgica. El mejor tratamiento es la extirpación quirúrgica
del tumor.
Los pólipos en el colon y el recto son tumores generalmente benignos. Sin embargo, dado que
algunos son precancerosos, los médicos recomiendan extirpar todos los pólipos de esta
porción de intestino.
El cáncer de intestino grueso y de recto es frecuente en los países occidentales.
Pólipos
Síntomas y diagnóstico
La mayoría de los pólipos no causa síntomas, pero el síntoma más común es la hemorragia por
el recto. Un pólipo grande puede causar retortijones, dolor abdominal u obstrucción intestinal.
En contadas ocasiones, un pólipo con un tallo largo puede crecer a través del ano. Los pólipos
grandes con proyecciones en forma de dedos (adenomas vellosos) pueden excretar agua y
sales, causando una diarrea acuosa intensa que puede resultar en bajos valores de potasio en
sangre (hipopotasemia). Este tipo de pólipo es más propenso a ser o a volverse canceroso.
El médico puede palpar los pólipos en el recto con el dedo, pero generalmente se descubren
durante una sigmoidoscopia de rutina (examen del recto y de la parte inferior del intestino
grueso mediante un tubo flexible de visualización). Cuando este estudio demuestra un pólipo,
se realiza una colonoscopia (examen del intestino grueso mediante un tubo flexible de
visualización) de la totalidad del intestino grueso. Este examen es más completo y fiable se
realiza porque una persona tiene habitualmente más de un pólipo y porque uno o más pólipos
pueden ser cancerosos. La colonoscopia también permite al médico efectuar una biopsia de
cualquier área que pueda ser sospechosa de cáncer.
Tratamiento
En primer lugar, se administran laxantes y enemas para limpiar el intestino. Luego se eliminan
los pólipos durante la colonoscopia, usando un instrumento cortante o un bucle de alambre
electrificado. Si el pólipo no tiene tallo o no se puede extirpar durante la colonoscopia, la
cirugía puede ser necesaria.
Un patólogo examina los pólipos que se han extirpado. Si resultan malignos, el tratamiento
depende de varios factores. Por ejemplo, el riesgo de que el cáncer se haya extendido es
mayor cuando ha invadido el tallo del pólipo o cuando la invasión está cerca del punto
seccionado. También puede considerarse que existe un alto riesgo en función de la opinión del
patólogo sobre las características microscópicas del pólipo. Si el riesgo es bajo, no se necesita
más tratamiento. En caso contrario, se extirpa quirúrgicamente la porción afectada del colon y
se vuelven a unir los segmentos libres.
Cuando se extirpa un pólipo a una persona, debe explorarse de nuevo la totalidad del intestino
mediante una colonoscopia al año siguiente y, luego, a intervalos determinados por el médico.
Si no se puede realizar el examen debido a un estrechamiento del colon, se puede aplicar una
enema con papilla de bario. Cualquier pólipo nuevo debe ser extirpado.
Poliposis familiar
Cáncer colorrectal
Los individuos con historia familiar de cáncer de colon presentan mayor riesgo de desarrollar
ese tipo de tumores. Una historia familiar de poliposis familiar o una enfermedad similar
también incrementan el riesgo del cáncer de colon. Los que padecen colitis ulcerosa o
enfermedad de Crohn tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer. Este riesgo se relaciona
con la edad de la persona en el momento de desarrollar la enfermedad y con el tiempo de
evolución de la misma.
La dieta desempeña algún papel como factor de riesgo en el cáncer de colon, pero se
desconoce cómo influye exactamente. Las personas con mayor riesgo tienden a vivir en
ciudades, tienen un alto nivel socioeconómico y una dieta típica de los occidentales. Esta dieta
se caracteriza por ser pobre en fibra y rica en proteínas animales, grasas e hidratos de carbono
refinados como el azúcar. El riesgo parece reducirse con una dieta rica en calcio, vitamina D y
vegetales como las coles de Bruselas, el repollo y el brécol. La toma de una aspirina a días
alternos parece también reducir el riesgo del cáncer de colon, pero esta medida no puede
recomendarse hasta que haya mayor información al respecto.
El cáncer de colon generalmente comienza como una inflamación con forma de botón en la
superficie mucosa intestinal o en un pólipo. Conforme crece el tumor, comienza a invadir la
pared intestinal. También pueden resultar invadidos los ganglios linfáticos cercanos. Dado que
la sangre de la pared intestinal pasa por el hígado, el cáncer de colon generalmente se extiende
(hace metástasis) precozmente a este órgano, después de haber invadido primero a los
ganglios linfáticos adyacentes.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
El hígado y la vesícula biliar están situados en la parte anterior derecha del abdomen y están
conectados entre sí por conductos denominados vías biliares. A pesar de esta conexión y del
hecho de que ambos desempeñan algunas funciones comunes, son en realidad órganos muy
diferentes. El hígado, que tiene forma de cuña, es la fábrica de elementos químicos del
organismo. Se trata de un órgano complejo que desempeña muchas funciones vitales, desde
regular la cantidad de dichos elementos, hasta producir sustancias que intervienen en la
coagulación de la sangre durante una hemorragia. Por otra parte, la vesícula biliar es una
pequeña bolsa en forma de pera en donde se almacena la bilis (una secreción hepática que
facilita la digestión de los alimentos).
El hígado
El hígado es la víscera más voluminosa y, en algunos aspectos, el órgano más complejo del
cuerpo humano. Una de sus principales funciones es descomponer las sustancias tóxicas
absorbidas por el intestino o producidas en cualquier parte del organismo que elimina, como
subproductos inocuos, por la bilis o la sangre. Los subproductos vertidos en la bilis pasan al
intestino y son expulsados del cuerpo en las deposiciones. Los riñones filtran los subproductos
vertidos en la sangre que serán expulsados en la orina.
Hígado y vesícula biliar
El hígado produce casi la mitad del colesterol del organismo; el resto proviene de los
alimentos. Un 80 por ciento del colesterol producido por el hígado se utiliza para la formación
de la bilis. El colesterol es una parte esencial de todas las membranas celulares y es necesario
para la producción de ciertas hormonas, como los estrógenos, la testosterona y la adrenalina.
Además, el hígado transforma las sustancias que contienen los alimentos digeridos en
proteínas, grasas e hidratos de carbono.
El azúcar se almacena en forma de glucógeno, que se descompone y pasa a la sangre en forma
de glucosa si el organismo lo necesita, por ejemplo, cuando disminuye el valor normal de
glucosa en la sangre.
Otra de las funciones del hígado es la de fabricar (sintetizar) varios compuestos importantes,
especialmente las proteínas, que el organismo utiliza para realizar diferentes funciones. Entre
estos compuestos figuran también sustancias utilizadas en el proceso de coagulación de la
sangre, que se denominan factores de coagulación.
El hígado recibe sangre tanto del intestino como del corazón. Pequeños capilares de la pared
intestinal desembocan en la vena porta, la cual penetra en el hígado. Luego, la sangre circula a
través de una red de pequeños canales internos, en el interior del hígado, donde se procesan
los nutrientes digeridos y cualquier sustancia nociva. La arteria hepática lleva la sangre desde
el corazón al hígado y aporta el oxígeno, el colesterol y otras sustancias que esta víscera
procesa. Finalmente, la sangre procedente del intestino y la que proviene del corazón se
mezclan y circulan nuevamente de vuelta al corazón a través de la vena hepática.
Las disfunciones del hígado se dividen en dos grupos: las causadas por la disfunción de las
propias células hepáticas (como la cirrosis o la hepatitis) y las causadas por una obstrucción
del flujo de bilis secretado por el hígado a través de las vías biliares (como los cálculos
biliares o el cáncer).
La vesícula biliar es una pequeña bolsa de tejido muscular en la que se almacena la bilis, una
secreción digestiva viscosa verde-amarillenta, producida por el hígado. La bilis sale del
hígado a través de los conductos hepáticos, derecho e izquierdo, que se unen para formar el
conducto hepático común. Luego, este conducto se une a otro, que viene de la vesícula biliar,
denominado conducto cístico, para formar el conducto biliar común. Éste se une al intestino
en el esfínter de Oddi, unos centímetros por debajo del estómago.
Casi la mitad de la bilis secretada entre las comidas llega hasta la vesícula biliar a través del
conducto cístico; el resto pasa directamente al intestino delgado. Cuando una persona come, la
vesícula biliar se contrae y vierte en el intestino la bilis almacenada de manera que se facilite
la digestión de las grasas y de ciertas vitaminas.
La bilis está compuesta de sales biliares, electrólitos y pigmentos biliares tales como la
bilirrubina, el colesterol y otras grasas (lípidos); permite la eliminación de ciertos productos
de desecho, en particular los pigmentos producidos por la destrucción de los glóbulos rojos y
el exceso de colesterol, y contribuye a la digestión y a la absorción de las grasas. Las sales
biliares aumentan la solubilidad del colesterol, de las grasas y de las vitaminas liposolubles
para facilitar su absorción por el intestino.
La hemoglobina producida en la destrucción de los glóbulos rojos se convierte en bilirrubina
(el principal pigmento de la bilis) y pasa a ésta como un producto de desecho.
En la bilis se secretan también algunas proteínas que tienen un importante papel en la función
biliar. Los cálculos biliares pueden obstruir la salida de la bilis desde la vesícula biliar,
causando dolor (cólico biliar) o la inflamación de la vesícula biliar (colecistitis). Estos
cálculos también pueden pasar de la vesícula al conducto biliar, y causar ictericia bloqueando
el flujo normal de bilis hacia el intestino. Los tumores y otras causas menos frecuentes pueden
igualmente obstruir el flujo normal de la bilis.
CAPITULO 115
Exámenes para el diagnóstico de los trastornos del hígado y de la vesícula biliar
Se pueden realizar varios exámenes para determinar las posibles alteraciones del hígado, de la
vesícula y de las vías biliares. Entre los más importantes están los exámenes de sangre
conocidos como pruebas de la función hepática.
Según el problema que posiblemente tiene el paciente, el médico también puede ordenar
exámenes de imágenes, como una ecografía, una tomografía computadorizada (TC) o un
examen de resonancia magnética (RM). También es posible obtener una muestra de tejido
hepático para examen al microscopio (biopsia del hígado).
Los exámenes del aliento practicados miden la capacidad del hígado para metabolizar diversas
sustancias. Dichas sustancias, que se marcan con un trazador radiactivo, pueden ser
administradas por vía oral o por vía intravenosa. El nivel de radiactividad encontrado en el
aliento del paciente es una medida de la cantidad de sustancia metabolizada por el hígado.
En una ecografía se utilizan ondas sonoras para obtener imágenes del hígado, de la vesícula y
del tracto biliar. Este examen es mejor para detectar anomalías estructurales como los tumores
que para detectar anomalías difusas como la cirrosis. La ecografía es la técnica más
económica, segura y eficaz en la obtención de imágenes de la vesícula y de las vías biliares.
Mediante la ecografía, el médico puede detectar eficazmente los cálculos en la vesícula y
distinguir con facilidad la ictericia causada por una obstrucción del conducto biliar de la
causada por una disfunción celular hepática. La técnica ecográfica de Doppler vascular puede
utilizarse para mostrar la circulación en los vasos sanguíneos del hígado. La ecografía es
también útil para guiar la aguja que el médico utiliza al obtener muestras de tejido para
biopsia.
Técnicas radiológicas para evaluar las vías biliares
Estas tres técnicas de diagnóstico usan una sustancia de contraste radiopaca para delinear el tracto biliar en las radiografías.
En la colangiopancreatografía endoscópica retrógrada (CPER), una sustancia de contraste radiopaca es introducida mediante un endoscopio, que se
introduce por la boca y se inserta a través del estómago, en el duodeno (porción superior del intestino delgado). La sustancia radiopaca es introducida a
través del esfínter de Oddi, y luego fluye retrocediendo hacia el sistema biliar.
En la colangiografía transhepática percutánea, una sustancia radiopaca de contraste es inyectada a través de la piel directamente dentro de un pequeño
conducto biliar en el hígado. La sustancia radiopaca fluye entonces a través de las vías biliares.
En la colangiografía peroperatoria, una sustancia de contraste radiopaca es inyectada directamente dentro del tracto biliar durante la intervención quirúrgica.
Se puede obtener una muestra del hígado mediante una exploración quirúrgica, pero es más
frecuente obtenerla introduciendo una aguja hasta el hígado a través de la piel. Antes de este
procedimiento el paciente recibe anestesia local.
Biopsia hepática con aguja
1. Se introduce en el hígado una aguja con una superficie cortante, contenida en una vaina.
2. Sale la aguja.
3. Al entrar nuevamente dentro de su vaina, la aguja corta una muestra de hígado de forma cilíndrica.
Para localizar el área anormal de donde hay que extraer la muestra, puede utilizarse una
ecografía o una TC. En la mayoría de los centros médicos la biopsia del hígado constituye un
procedimiento ambulatorio.
El paciente debe permanecer en el hospital 3 o 4 horas después de obtener la muestra, dado
que existe un pequeño riesgo de complicaciones. El hígado puede quedar lacerado y generarse
una hemorragia en el abdomen. La bilis también puede verterse al abdomen, causando la
inflamación de la membrana que lo reviste (peritonitis). Debido a que la hemorragia puede
comenzar hasta 15 días después de la biopsia el paciente debe permanecer, durante este
período, a una distancia máxima del hospital de una hora en automóvil. Este tipo de
complicaciones causa problemas graves en aproximadamente el 2 por ciento de los pacientes,
y uno de cada 10 000 muere a causa de esto. Un leve dolor en la parte anterior derecha del
abdomen, que a veces se extiende al hombro derecho, es frecuente después de una biopsia de
hígado y suele poder aliviarse con analgésicos.
Para efectuar una biopsia del hígado a través de una vena, se introduce en una de las venas del
cuello un catéter, que, pasando por el corazón, llegará a una de las venas hepáticas que salen
del hígado. Luego la aguja del catéter atraviesa la pared de la vena y se introduce en el hígado.
Esta técnica es menos lesiva para el hígado que la biopsia percutánea y puede utilizarse
incluso en pacientes que sangren con facilidad.
CAPITULO 116
Manifestaciones clínicas de las enfermedades hepáticas
Las enfermedades hepáticas pueden manifestarse de formas muy diversas. Los síntomas
particularmente importantes incluyen la ictericia, la colestasis, el aumento de volumen del
hígado, la hipertensión portal, la ascitis, la encefalopatía hepática y la insuficiencia hepática.
Para diagnosticar una enfermedad hepática, el médico toma en cuenta la descripción que el
paciente hace de sus síntomas y realiza una exploración física.
Ictericia
Síntomas
En la ictericia, la piel y los ojos se vuelven amarillentos. La orina suele tomar un color oscuro,
ya que la bilirrubina se excreta a través de los riñones. Pueden aparecer otros síntomas,
dependiendo de la causa que provoca la ictericia. Por ejemplo, la inflamación del hígado
(hepatitis) puede causar falta de apetito, náuseas, vómitos y fiebre. La obstrucción del flujo de
la bilis puede producir los mismos síntomas que la colestasis.
Diagnóstico y tratamiento
Colestasis
Síntomas
La ictericia y la orina oscura son dolencias que se producen ante una concentración excesiva
de bilirrubina en la piel y en la orina, respectivamente. Las heces suelen estar descoloridas
debido a la carencia de bilirrubina en el intestino. También pueden contener demasiada grasa
(esteatorrea) debido a que la bilis no llega al intestino para ayudar a la digestión de la grasa
alimentaria. Esta carencia de bilis en el intestino también implicará que el calcio y la vitamina
D no se absorban de forma adecuada. Si la colestasis persiste, la insuficiencia de estos
nutrientes puede producir una descalcificación ósea, lo cual provoca dolores y fracturas. Las
sustancias necesarias para la coagulación de la sangre tampoco se absorben correctamente,
provocando una tendencia a sangrar fácilmente.
La retención de los productos derivados de la bilis en la circulación sanguínea puede causar
prurito (con el consiguiente daño de la piel por rascado). Una ictericia prolongada debida a la
colestasis produce en la piel un color barroso y depósitos grasos amarillos. La causa
subyacente de la colestasis determina si la persona presenta otros síntomas, como dolor
abdominal, pérdida de apetito, vómitos o fiebre.
Diagnóstico
Para determinar si se trata de una causa propia del hígado, el médico puede preguntar sobre
los síntomas de la hepatitis, la ingestión excesiva de alcohol, o los fármacos administrados
recientemente que puedan provocar la colestasis. La presencia de pequeños capilares en forma
de araña visibles en la piel (arañas vasculares), un bazo aumentado de tamaño o la presencia
de líquido en la cavidad abdominal (ascitis) son señales de deterioro de las células hepáticas.
Si la causa es ajena al hígado, el paciente puede experimentar escalofríos, dolor en las vías
biliares o en el páncreas y un aumento de tamaño de la vesícula biliar, que puede ser detectado
por la exploración directa del médico, así como mediante el uso de exámenes morfológicos.
Habitualmente en las personas con colestasis, la concentración en la sangre de una enzima
denominada fosfatasa alcalina es muy elevada. Un análisis de sangre en el que se mida la
cantidad de bilirrubina puede ser un buen indicador de la gravedad de la colestasis, pero no de
su causa. La ecografía, la tomografía computadorizada (TC) o ambas son exámenes que casi
siempre se realizan si los resultados de los análisis son anormales y ayudan al médico a
distinguir entre una enfermedad hepática y una oclusión de los conductos biliares. Si se
considera que la causa puede estar en el propio hígado, se puede practicar una biopsia
(extracción de una parte del tejido para su examen al microscopio), que generalmente
determinará el diagnóstico. Si la causa parece originarse en una oclusión de los conductos
biliares, se suele ordenar un examen de endoscopia (utilizando un tubo óptico flexible) para
establecer la naturaleza exacta de la oclusión.
Tratamiento
Una obstrucción del flujo de bilis en el exterior del hígado suele tratarse con cirugía o
mediante una endoscopia terapéutica (exploración con un tubo óptico flexible, con accesorios
quirúrgicos). Una obstrucción en el interior del hígado puede tratarse de varias maneras, según
sea la causa que la provoca. Si la causa probable es un fármaco, éste debe suprimirse. Si la
obstrucción se debe a una hepatitis, a medida que ésta sigue su evolución la colestasis y la
ictericia, por lo general, desaparecen.
Para aliviar el prurito puede administrarse colestiramina por vía oral. Este fármaco se fija a
ciertos productos biliares en el intestino, impidiendo su resorción y produciendo la
consecuente irritación de la piel. A menos que el hígado esté gravemente dañado, la
administración de vitamina K puede mejorar la coagulación de la sangre. Suelen administrarse
también suplementos de calcio y de vitamina D si la colestasis es persistente, aunque no
resultan muy eficaces para la prevención de las enfermedades de los huesos. El paciente puede
necesitar un suplemento de triglicéridos en caso de que se encuentre una desmesurada
excreción de grasa en las heces.
Hipertensión portal
La hipertensión portal se define como una presión arterial anormalmente alta en la vena porta,
una vena de gran calibre que lleva la sangre desde el intestino al hígado.
Hipertensión portal
1. Dirección del flujo normal que proviene de la vena esplénica (a) y de las venas intestinales (b), confluyendo hacia la vena porta (c).
2. Debido a la cirrosis del hígado, hay una resistencia al flujo normal de la sangre a nivel de la porta, y de manera retrógrada, a nivel de la vena esplénica y
las venas intestinales.
La vena porta recibe la sangre que viene de todo el intestino, del bazo, del páncreas y de la
vesícula biliar. Después de entrar en el hígado, la sangre se reparte por pequeños canales que
lo recorren. Cuando la sangre sale del hígado, desemboca en la circulación general a través de
la vena hepática.
Existen dos factores que pueden aumentar la presión en los vasos sanguíneos del sistema
portal: el volumen de sangre que fluye a través de éstos y el incremento de la resistencia al
paso de la sangre a través del hígado. En los países occidentales, la causa más frecuente de
hipertensión portal es el incremento de la resistencia a la circulación sanguínea provocada por
la cirrosis.
La hipertensión portal conduce al desarrollo de venas (denominadas vasos colaterales) que
conectan el sistema portal a la circulación general, sin pasar por el hígado. A causa de este
desvío, las sustancias de la sangre que normalmente filtra el hígado se introducen
directamente en la circulación sanguínea general. Los vasos colaterales se desarrollan en
puntos específicos, el más importante de los cuales es el extremo inferior del esófago. Allí los
vasos se congestionan y se vuelven tortuosos, es decir, se transforman en venas varicosas
(denominadas varices esofágicas). Estos vasos congestionados son frágiles y con tendencia a
producir hemorragias, a veces graves. Otros vasos colaterales pueden desarrollarse alrededor
del ombligo y del recto.
Síntomas y diagnóstico
La hipertensión portal provoca frecuentemente un aumento de volumen del bazo. Una cierta
cantidad de líquido puede salir del hígado y acumularse en la cavidad abdominal ocasionando
así su distensión, un proceso denominado ascitis. Las venas varicosas situadas en el extremo
inferior del esófago y en el estómago, sangran fácilmente y a veces de forma masiva. Las
venas varicosas del recto también pueden sangrar, aunque este caso es menos frecuente.
Por lo general, el médico puede palpar un bazo agrandado a través de la pared abdominal. El
líquido retenido en el abdomen puede detectarse debido al aumento de volumen del mismo y
también por el sonido sordo que se percibe al darle golpes ligeros (percusión). La ecografía y
las radiografías proporcionan información considerable acerca de la hipertensión portal. La
ecografía puede emplearse para examinar la circulación sanguínea en los vasos del sistema
porta y para detectar la presencia de líquido en el abdomen. La tomografía computadorizada
(TC) también puede utilizarse para examinar la dilatación de las venas. La presión del sistema
porta puede medirse directamente insertando una aguja en el hígado o en el bazo a través de la
pared abdominal.
Tratamiento
Para minimizar el riesgo de hemorragia de las varices esofágicas, el médico puede intentar
reducir la presión en la vena porta. Una forma de hacerlo es administrando propranolol, un
fármaco utilizado para el tratamiento de la hipertensión.
La hemorragia por rotura de las varices esofágicas se considera una urgencia médica. Para
contraer las venas sangrantes se pueden administrar algunos fármacos por vía intravenosa,
tales como la vasopresina o el octreótido, y hacer transfusiones de sangre para contrarrestar su
pérdida. Habitualmente se realiza una endoscopia para confirmar que la hemorragia es
provocada por las varices. Las venas pueden bloquearse entonces con vendas elásticas o con
inyecciones de sustancias químicas administradas a través del mismo endoscopio. Si la
hemorragia continúa, se puede hacer pasar por la nariz un catéter con un globo en la punta y
deslizarlo por el esófago. Al inflar el globo, se comprimen las venas varicosas y por lo
general, la hemorragia se interrumpe.
Si ésta continúa o se repite, se puede proceder a una intervención derivativa (bypass) para
conectar el sistema venoso de la vena porta con el sistema venoso general (sistémico). Esto
disminuye la presión en la vena porta porque la presión en el sistema venoso general es más
baja. Existen varios tipos de intervenciones derivativas, entre las que cabe destacar la que se
realiza guiándose con rayos X en el departamento de radiología, y empleando instrumental
especial. Las intervenciones derivativas son generalmente eficaces para detener la hemorragia,
pero representan cierto riesgo. Además, pueden
aumentar la probabilidad de disfunción cerebral
causada por la insuficiencia hepática
(encefalopatía hepática).
Ascitis
Síntomas y diagnóstico
La terapia básica para el tratamiento de la ascitis es el reposo total y una dieta con poca sal,
generalmente combinada con fármacos denominados diuréticos, que ayudan a los riñones a
excretar más líquido por la orina. Si la ascitis dificulta la respiración o la alimentación, el
líquido puede extraerse con una aguja, un procedimiento llamado paracentesis terapéutica. El
líquido tiende a acumularse de nuevo en el abdomen salvo si la persona toma diuréticos. A
menudo, grandes cantidades de albúmina (la principal proteína del plasma) se pierden en el
líquido abdominal, por lo que esta proteína debe administrarse por vía intravenosa.
En raras ocasiones se desarrolla una infección en el líquido ascítico sin razón aparente,
especialmente en pacientes con cirrosis alcohólica. Esta infección se denomina peritonitis
bacteriana espontánea y se trata con antibióticos.
Encefalopatía hepática
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de la encefalopatía hepática son el resultado de una función cerebral alterada,
especialmente una incapacidad de permanecer consciente. En las primeras etapas, aparecen
pequeños cambios en el pensamiento lógico, en la personalidad y en el comportamiento. El
humor puede cambiar, y el juicio puede alterarse. A medida que avanza la enfermedad,
aparece somnolencia y confusión y los movimientos y la palabra se hacen lentos. La
desorientación es frecuente. Una persona con encefalopatía puede agitarse y excitarse, pero no
es lo usual. Tampoco son frecuentes las convulsiones. Finalmente, la persona puede perder el
conocimiento y entrar en coma.
Los síntomas debidos a la alteración de la función cerebral en una persona con una
enfermedad hepática aportan información importante para su diagnóstico. El aliento puede
tener un olor dulzón; además, al extender los brazos no consigue mantener las manos
inmóviles, presentando un temblor notorio.
Un electroencefalograma (EEG) puede ayudar al diagnóstico precoz de una encefalopatía.
Aun en los casos leves, se observan ondas cerebrales anormales. En general, los análisis de
sangre muestran concentraciones anormalmente altas de amoníaco.
Tratamiento
El médico busca y trata de eliminar todas las causas desencadenantes, como por ejemplo una
infección o la ingestión de algún medicamento. También trata de eliminar las sustancias
tóxicas presentes en los intestinos, suprime las proteínas de la dieta y administra hidratos de
carbono por vía oral o intravenosa para que sirvan como fuente principal de energía. Un
azúcar sintético (lactulosa) administrado por vía oral proporciona tres ventajas: modifica la
acidez en el interior del intestino, cambiando así el tipo de flora bacteriana presente,
disminuye la absorción de amoníaco y actúa como laxante (también pueden administrarse
enemas evacuadoras). Ocasionalmente, el paciente puede tomar neomicina (un antibiótico) en
vez de lactulosa; este antibiótico reduce la cantidad de bacterias intestinales que normalmente
participan en la digestión de las proteínas.
Con el tratamiento, la encefalopatía hepática mejora casi siempre. De hecho, una recuperación
completa es posible, especialmente si la encefalopatía se produjo por una causa controlable.
Sin embargo, en los comas graves provocados por una inflamación aguda del hígado, la
encefalopatía es mortal en más del 80 por ciento de los casos a pesar de la prescripción de un
tratamiento intensivo.
Insuficiencia hepática
Síntomas y diagnóstico
Una persona con insuficiencia hepática suele presentar ictericia, tendencia a sangrar, ascitis,
alteración de la función cerebral (encefalopatía hepática) y una salud precaria generalizada.
Otros síntomas frecuentes son cansancio, debilidad, náuseas y falta de apetito.
Las manifestaciones clínicas por sí mismas ya son muy indicativas de la existencia de una
insuficiencia hepática. Los análisis de sangre muestran una grave alteración de la función
hepática.
Pronóstico y tratamiento
Hígado graso
El hígado graso se define como una acumulación excesiva de grasa (lípidos) dentro de las
células hepáticas.
A veces, la causa del hígado graso se desconoce, especialmente en los recién nacidos. En
general, las causas conocidas corresponden a lesiones del hígado.
El hígado graso casi nunca ocasiona síntomas. Rara vez produce ictericia, náuseas, vómitos o
sensibilidad abdominal.
El hallazgo en una exploración física de un hígado agrandado sin la existencia de ningún otro
síntoma sugiere la posibilidad de un hígado graso, cuyo diagnóstico puede confirmarse
practicando una biopsia. Para ello, se utiliza una aguja larga hueca a fin de obtener una
pequeña muestra de tejido para su análisis al microscopio.
La simple presencia de un exceso de grasa en el hígado no representa un problema grave. El
tratamiento tiene como objetivo suprimir la causa o aliviar la alteración subyacente. Las
repetidas agresiones al hígado que provocan las sustancias tóxicas como el alcohol pueden
transformar un hígado graso en una cirrosis hepática
La enfermedad hepática producida por el alcohol se define como el daño al hígado causado
por la ingestión excesiva de alcohol.
Esta enfermedad es un problema muy frecuente para la salud y se puede prevenir. En general,
la cantidad de alcohol consumido (cuánto y con qué frecuencia) determina la probabilidad y la
importancia del daño hepático. Las mujeres son más vulnerables a desarrollar alteraciones en
el hígado que los varones. El hígado puede resultar afectado en mujeres que durante años
consuman a diario una reducida cantidad de bebidas alcohólicas, equivalente a unos 20
centímetros cúbicos (ml) de alcohol puro (200 ml de vino, 350 ml de cerveza o 50 ml de
whisky). En los varones que beben durante años, el daño se produce con cantidades de bebidas
alcohólicas consumidas diariamente tan reducidas como 50 militros de alcohol (500 ml de
vino, 1000 ml de cerveza, o 150 ml de whisky). Sin embargo, el volumen de alcohol necesario
para dañar el hígado varía de una persona a otra.
El alcohol puede provocar tres tipos de daños hepáticos: la acumulación de grasa (hígado
graso), la inflamación (hepatitis alcohólica) y la aparición de cicatrices (cirrosis).
El alcohol aporta calorías sin nutrientes esenciales, disminuye el apetito y empobrece la
absorción de nutrientes, debido a los efectos tóxicos que ejerce sobre el intestino y el
páncreas. Como resultado, se desarrolla desnutrición en las personas que regularmente lo
consumen sin alimentarse adecuadamente.
Síntomas y diagnóstico
En general, los síntomas dependen de la relación entre la duración del hábito y la cantidad de
alcohol que se consuma. Los grandes bebedores desarrollan los primeros síntomas hacia los
30 años y los problemas graves suelen aparecer hacia los 40. En los varones, el alcohol puede
producir efectos similares a los provocados por una situación de exceso de estrógenos y poca
testosterona, resultando en la disminución de tamaño de los testículos y aumento del volumen
de las mamas.
Las personas con una lesión hepática provocada por la acumulación de grasa (hígado graso)
habitualmente no presentan síntomas. En un tercio de estos casos, el hígado aumenta de
volumen y, a veces, es sensible.
La inflamación del hígado relacionada con el alcohol (hepatitis alcohólica) puede
desencadenar fiebre, ictericia, así como un aumento en el recuento de glóbulos blancos y un
hígado doloroso e inflamado. La piel puede presentar venas en forma de araña.
Cualquier persona que tiene una afección hepática con cicatrices (cirrosis) puede presentar
pocos síntomas o bien los característicos de una hepatitis alcohólica. Del mismo modo, el
paciente puede desarrollar las complicaciones habituales que manifiesta la cirrosis alcohólica,
que son: la hipertensión portal con agrandamiento del bazo, una ascitis (acumulación de
líquido en la cavidad abdominal), una insuficiencia renal provocada por la insuficiencia
hepática (síndrome hepatorrenal), una confusión (uno de los síntomas principales de la
encefalopatía hepática) o un cáncer de hígado (hepatoma). En algunos casos, el médico se
verá obligado a practicar una biopsia para confirmar el diagnóstico. Para ello se introduce una
aguja a través de la piel y se extrae una pequeña porción de tejido hepático para su análisis al
microscopio. (•V. página 586)
En los sujetos que padecen una enfermedad hepática producida por el alcohol, las pruebas de
función hepática pueden ser normales o anormales. Sin embargo, la concentración en la sangre
de una enzima hepática, la gammaglutamil transpeptidasa, puede ser particularmente alta en
las personas que abusan del alcohol. Además, los glóbulos rojos de estas personas suelen ser
de mayor tamaño de lo normal, lo cual constituye una señal de aviso. La cifra de las plaquetas
en la sangre puede ser baja.
Pronóstico y tratamiento
Cirrosis
La cirrosis, destrucción del tejido hepático normal, origina tejido cicatricial no funcionante y
engloba zonas de tejido hepático normal.
La mayoría de las causas frecuentes de lesión hepática terminan en cirrosis. En muchos países
occidentales, la causa más frecuente de la cirrosis es el abuso del alcohol. Entre los individuos
de 45 a 65 años la cirrosis es la tercera causa de muerte después de las enfermedades cardíacas
y del cáncer. La hepatitis crónica es, en cambio, la causa principal de la cirrosis en muchas
partes de Asia y África.
Hígado cirrótico
En contraposición al hígado normal, el hígado cirrótico tiene una superficie que no es lisa y que se encuentra cubierta por múltiples nódulos pequeños.
Síntomas
Muchas personas con cirrosis leve no tienen síntomas y parecen estar bien durante muchos
años. Otras sienten debilidad, tienen escaso apetito, se sienten enfermas y pierden peso. Una
obstrucción crónica del flujo de la bilis puede producir ictericia, prurito (picazón) y la
formación de pequeños nódulos amarillentos en la piel, especialmente alrededor de los
párpados. La desnutrición se debe, por lo general, a una falta de apetito y a la absorción
insuficiente de grasas y de vitaminas liposolubles, resultante de la escasa producción de sales
biliares.
En algunas ocasiones, los pacientes pueden expulsar gran cantidad de sangre con la tos o el
vómito debido a hemorragias producidas por rotura de venas varicosas situadas en la parte
inferior del esófago (varices esofágicas). Estos vasos sanguíneos dilatados se desarrollan
debido a la elevada presión de la sangre en las venas que van del intestino al hígado. Dicha
presión alta, denominada hipertensión portal, junto con una función hepática reducida, puede
originar una acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y también puede producir una
insuficiencia renal y encefalopatía hepática.
Otros síntomas de enfermedad hepática de larga duración que pueden aparecer son la
debilidad muscular, el enrojecimiento de las palmas (eritema palmar), flexión de los dedos de
la mano (contractura de Dupuytren), pequeñas arañas vasculares en la piel, aumento de
volumen de los senos en los varones (ginecomastia), aumento de tamaño de las glándulas
salivales en las mejillas, pérdida del cabello, reducción de tamaño de los testículos (atrofia
testicular) y una función anormal de los nervios (neuropatía periférica).
Diagnóstico
Una ecografía puede mostrar un agrandamiento del hígado. Una gammagrafía hepática,
usando isótopos radiactivos, da una imagen que muestra las zonas del hígado que funcionan y
las que tienen cicatrices. Con frecuencia, los resultados de las pruebas de función hepática
están dentro de los límites normales porque, para realizar las funciones químicas esenciales,
solamente se requiere un porcentaje reducido de células hepáticas sanas. El diagnóstico
definitivo se basa en el examen al microscopio
de una muestra de tejido hepático.
Pronóstico y tratamiento
La cirrosis biliar primaria es una inflamación de los conductos biliares intrahepáticos que
finalmente conduce a la cicatrización y obstrucción de los mismos.
La cirrosis biliar primaria puede presentarse tanto en varones como en mujeres de cualquier
edad; sin embargo, es más frecuente en mujeres entre los 35 y los 60 años de edad. Se
desconoce su causa, pero generalmente la enfermedad aparece en personas con enfermedades
autoinmunes, tales como la artritis reumatoide, la esclerodermia o la tiroiditis autoinmune.
La enfermedad comienza con la inflamación de los conductos biliares intrahepáticos, por lo
que se obstruye la salida de la bilis; por esta causa, la bilis se acumula en las células hepáticas
o pasa a la sangre. A medida que la inflamación se extiende al resto del hígado, una trama de
tejido cicatricial se desarrolla en todo el órgano.
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Síntomas y diagnóstico
La enfermedad, por lo general, comienza gradualmente, con cansancio progresivo, prurito e
ictericia. Pueden producirse, aunque no es frecuente, episodios de dolor en la parte superior
del abdomen y fiebre, causados por la inflamación de los conductos biliares. La persona
afectada suele tener el hígado y el bazo inflamados, o presentar síntomas de cirrosis. También
puede desarrollar hipertensión portal, ascitis e insuficiencia hepática, lo que puede ser mortal.
El diagnóstico se establece utilizando generalmente la colangiopancreatografía retrógrada
endoscópica (CPRE) o la colangiografía percutánea. En la CPRE, se hacen radiografías
después de haber inyectado, a través de un endoscopio, una sustancia radiopaca dentro de los
conductos biliares. En la colangiografía percutánea se realizan las radiografías después de
haber inyectado directamente la sustancia radiopaca en los conductos biliares. Para confirmar
el diagnóstico se puede necesitar el examen microscópico de una muestra del tejido hepático
obtenido mediante una aguja (biopsia hepática).
Pronóstico y tratamiento
Déficit de alfa1-antitripsina
El déficit de alfa1-antitripsina es una insuficiencia hereditaria de esta enzima que puede causar
una enfermedad hepática y pulmonar.
La alfa1-antitripsina es una enzima producida por el hígado que está presente en la saliva, en
el jugo duodenal, en las secreciones pulmonares, lagrimales, nasales y en el líquido
cefalorraquídeo. Esta enzima inhibe la acción de otras enzimas que descomponen las
proteínas. La carencia de alfa1-antitripsina puede provocar que otras enzimas dañen el tejido
pulmonar. Su disminución en la sangre representa una incapacidad del hígado para secretar la
enzima y su retención dentro de las células hepáticas puede lesionarlas y causar fibrosis
(cicatrices) y cirrosis.
Síntomas y pronóstico
Hasta un 25 por ciento de los niños con déficit de alfa1-antitripsina padece de cirrosis e
hipertensión portal y mueren antes de los 12 años de edad. Aproximadamente otro 25 por
ciento muere hacia los 20 años. Otro 25 por ciento padece solamente anormalidades hepáticas
menores y sobrevive hasta la edad adulta. Sólo el 25 por ciento restante no muestra evidencias
de progresión de la enfermedad.
El déficit de alfa1-antitripsina es inusual en los adultos y aunque esté presente, puede no
causar cirrosis. Los adultos con este trastorno padecen con frecuencia de enfisema, una
enfermedad pulmonar que se manifiesta por una creciente dificultad respiratoria. En ocasiones
puede desarrollarse cáncer hepático.
Tratamiento
La hepatitis vírica aguda es una inflamación del hígado causada por la infección con alguno de
los cinco virus de hepatitis; en la mayoría de los pacientes, la inflamación comienza
repentinamente y dura unas pocas semanas.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de la hepatitis vírica aguda suelen aparecer repentinamente. Estas molestias
incluyen falta de apetito, sensación de malestar general, náuseas, vómitos y, con frecuencia,
fiebre. En los casos de fumadores, la aversión al tabaco es un síntoma típico. Algunas veces,
especialmente en la infección de hepatitis B, la persona siente dolores articulares y le aparecen
manchas pruriginosas (urticaria roja sobre la piel, con prurito).
Al cabo de unos días, la orina se vuelve oscura y puede presentarse un cuadro de ictericia. En
este punto, la mayoría de los síntomas típicos desaparecen y la persona se siente mejor, aun
cuando la ictericia esté aumentando. Pueden presentarse síntomas de colestasis (una
interrupción o reducción del flujo de bilis [•V. página 588]) tales como la decoloración de las
deposiciones y prurito generalizado. La ictericia, en general, alcanza su punto máximo en una
o dos semanas y desaparece al cabo de unas dos a cuatro semanas.
La hepatitis vírica aguda se diagnostica basándose en los síntomas del paciente y en los
resultados de análisis de sangre que evalúen el funcionamiento del hígado. En casi la mitad de
los enfermos que padecen esta afección, el médico encontrará el hígado sensible a la palpación
y algo agrandado.
La hepatitis vírica aguda debe distinguirse de otras enfermedades con una sintomatología
parecida. Por ejemplo, los síntomas iniciales son muy similares a los de un resfriado. Por
ejemplo, los síntomas de tipo gripal que aparecen precozmente pueden confundirse con los de
otras enfermedades víricas, tales como la influenza y la mononucleosis infecciosa. La fiebre y
la ictericia son así mismo síntomas de hepatitis alcohólica, que se manifiesta en las personas
que consumen regularmente cantidades significativas de alcohol. Se puede establecer un
diagnóstico específico de la hepatitis vírica aguda si los análisis de sangre revelan la presencia
de proteínas víricas o anticuerpos contra el virus de la hepatitis.
Pronóstico
La hepatitis vírica aguda puede producir desde un trastorno menor parecido a la gripe hasta
una insuficiencia hepática mortal. En general, la hepatitis B es más grave que la hepatitis A y
puede llegar a ser mortal, especialmente entre las personas mayores. El curso que tomará el
desarrollo de la hepatitis C es algo impredecible; en su forma aguda es generalmente leve,
pero la función hepática puede mejorar y empeorar repetidamente durante varios meses.
Un paciente que sufra hepatitis vírica aguda suele recuperarse en 4 a 8 semanas, incluso sin
tratamiento. La hepatitis A se convierte en crónica únicamente en casos excepcionales. La
hepatitis B, en cambio, se hace crónica en el 5 al 10 por ciento de los pacientes infectados y
puede ser tanto leve como muy grave. La hepatitis C tiene aproximadamente un 75 por ciento
de probabilidades de hacerse crónica. Aunque generalmente leve y, a menudo, asintomática, la
hepatitis C es un problema grave dado que aproximadamente el 20 por ciento de los pacientes
infectados desarrolla finalmente cirrosis.
Una persona que padezca hepatitis vírica aguda puede convertirse en un portador crónico del
virus. El portador no presenta síntomas, pero está aún infectado. Esta situación se da
solamente con los virus de la hepatitis B y C, nunca con el virus de la hepatitis A. Un portador
crónico puede desarrollar cáncer hepático.
Tratamiento
Los individuos con una hepatitis aguda muy grave suelen requerir hospitalización, aunque en
la mayoría de los casos no requieren tratamiento. Después de los primeros días, la persona
recobra el apetito y ya no necesita seguir en cama. Las restricciones en la dieta o de las
actividades son innecesarias y no se requieren suplementos vitamínicos. La mayoría de los
pacientes puede volver a trabajar después de que pase la ictericia, aun cuando los resultados
de las pruebas de la función hepática no sean completamente normales.
Prevención
Una adecuada higiene ayuda a prevenir la difusión del virus de la hepatitis A. Debido a que
las deposiciones de las personas con hepatitis A son infectantes, el personal sanitario debe
extremar las precauciones al manipularlas. Las mismas precauciones se deberán tomar en la
manipulación de la sangre de los afectados con cualquier tipo de hepatitis aguda. Sin embargo,
las personas infectadas no necesitan aislamiento; sería de poca utilidad para prevenir la
transmisión de la hepatitis A e inútil para prevenir la de la hepatitis B o C.
El personal médico puede disminuir la posibilidad de infección evitando las transfusiones
innecesarias, utilizando sangre donada por voluntarios más bien que por donantes pagados y
haciendo una selección entre todos los que no hayan contraído la hepatitis B y C. Gracias a
esta selección, el número de casos de hepatitis B y C transmitidas por transfusión ha
disminuido notablemente, aunque aún no ha sido eliminado.
La vacunación contra la hepatitis B estimula las defensas inmunitarias del organismo y
protege eficazmente a la mayoría de las personas. Sin embargo, la vacunación es menos
efectiva para los pacientes en tratamiento con diálisis, en las personas con cirrosis y en
aquellas con un sistema inmune deficiente. La vacunación es especialmente importante para
las personas con riesgo de contraer la hepatitis B, aunque ésta no sea eficaz en los casos en
que la enfermedad ya esté desarrollada. Por estas razones, es cada vez más recomendable para
todos la vacunación universal contra la hepatitis B.
La vacunación contra la hepatitis A se administra a grupos con un riesgo alto de contraer la
infección, tales como personas que viajen a lugares del mundo en los que enfermedad tenga
una amplia difusión. No hay vacunas disponibles contra los virus de la hepatitis C, D y E.
Las personas que no hayan sido vacunadas y que estén expuestas a la hepatitis, pueden recibir
una preparación de anticuerpos (globulina sérica inmune) como protección. Los anticuerpos
están indicados para una protección activa contra la hepatitis vírica, pero el grado de
protección varía mucho según las diferentes situaciones. Para las personas que han estado
expuestas a sangre infectada por el virus de la hepatitis B, por ejemplo a causa de un pinchazo
accidental de una aguja hipodérmica, la inmunoglobulina frente a la hepatitis B ofrece una
mejor protección que la globulina sérica inmune ordinaria. A los niños nacidos de madres con
hepatitis B se les administra inmunoglobulina frente a la hepatitis B y, además, se les vacuna.
Esta combinación previene la hepatitis B crónica en un 70 por ciento de los casos.
Hepatitis crónica
La hepatitis crónica se define como una inflamación del hígado que dure más de 6 meses.
La hepatitis crónica, aunque mucho menos frecuente que la hepatitis aguda, puede durar años
e incluso décadas. Por lo general es bastante leve y no produce ningún síntoma o daño
hepático significativo. En algunos casos, sin embargo, la continua inflamación afecta
lentamente al hígado, produciendo en ocasiones cirrosis e insuficiencia hepática.
Causas
Síntomas y diagnóstico
Alrededor de un tercio de los casos de hepatitis crónica se desarrolla después de una hepatitis
vírica aguda. En el resto, se desarrolla gradualmente sin ninguna enfermedad previa evidente.
Son muchas las personas que padecen hepatitis crónica sin presentar ningún síntoma, pero en
las que los presentan, éstos a menudo consisten en una sensación de enfermedad, falta de
apetito y cansancio y, en algunas ocasiones, algo de fiebre y un ligero malestar en la parte
superior del abdomen. La ictericia puede o no aparecer. Los rasgos distintivos de una
enfermedad hepática crónica pueden eventualmente desarrollarse como un aumento de tamaño
del bazo, pequeñas venas con forma de araña en la piel y retención de líquidos. Pueden
presentarse otros rasgos distintivos, especialmente en mujeres jóvenes con hepatitis
autoinmune. Estos síntomas pueden implicar prácticamente a cualquier sistema del organismo,
como el acné, la interrupción de la menstruación, dolores articulares, fibrosis pulmonar,
inflamación del tiroides y de los riñones y anemia.
Tanto los síntomas que presenta el paciente como los resultados de las pruebas de función
hepática, suponen una información positiva para el diagnóstico; una biopsia del hígado
(extracción de una muestra de tejido para su examen al microscopio) es esencial para el
diagnóstico definitivo.
El examen del tejido hepático con el microscopio permite al médico determinar la gravedad de
la inflamación y saber si se ha desarrollado fibrosis o cirrosis. Igualmente revelará la causa
subyacente de la hepatitis.
Pronóstico y tratamiento
Muchas personas padecen hepatitis crónica durante años sin que se produzca un daño
progresivo en el hígado. En otras, la enfermedad se agrava gradualmente. En este último caso,
y si, además, la enfermedad es el resultado de una infección por el virus de la hepatitis B o C,
el agente antivírico interferón-alfa puede interrumpir la inflamación. Sin embargo, este
producto es caro, los efectos adversos son frecuentes y la hepatitis tiende a reaparecer una vez
concluido el tratamiento. Por lo tanto, dicho tratamiento está reservado para un grupo muy
específico de personas infectadas.
La hepatitis autoinmune se suele tratar con corticosteroides, a veces administrados junto con
la azatioprina. Estos fármacos suprimen la inflamación, resuelven los síntomas y mejoran la
supervivencia a largo plazo. No obstante, la cicatrización (fibrosis) en el hígado puede
agravarse gradualmente. La interrupción de la terapia conduce por lo general a una recaída, de
modo que la administración de fármacos, en la mayoría de los pacientes, se debe mantener de
forma indefinida. Con el paso de los años, aproximadamente la mitad de las personas con
hepatitis autoinmune desarrolla cirrosis, insuficiencia hepática o ambas a la vez.
Si se sospecha que un fármaco puede ser el causante de la hepatitis, se debe interrumpir la
administración del mismo. De esta manera es posible que la hepatitis crónica desaparezca.
Prescindiendo de la causa o del tipo de hepatitis crónica que se padezca, cualquier
complicación como la ascitis (líquido en la cavidad abdominal) o la encefalopatía (función
cerebral anormal), requerirá un tratamiento específico.
CAPITULO 119
Trastornos vasculares del hígado
El hígado recibe una cuarta parte de su provisión normal de sangre a través de la arteria
hepática, que proviene del corazón; las tres cuartas partes restantes le llegan desde la vena
porta, la cual recoge del intestino la sangre que está cargada con sustancias alimenticias
digeridas para que el hígado las procese.
En el hígado, la sangre de la arteria hepática se mezcla con la sangre de la vena porta y sale a
través de la vena hepática. Ésta desemboca en la vena cava, la mayor vena del cuerpo, que se
vacía en el corazón.
La arteria hepática es la única que lleva sangre a ciertas partes del hígado, particularmente a
los tejidos de sustentación y a las paredes de los conductos biliares. El estrechamiento o la
oclusión de la arteria o de sus ramificaciones puede ocasionar un daño considerable en estas
zonas. La circulación a través de la arteria se puede interrumpir debido a una herida, por
ejemplo de bala, o bien a una lesión durante una intervención quirúrgica o a un coágulo de
sangre. Los coágulos generalmente se deben a la inflamación de la pared arterial (arteritis) o a
la infusión en la arteria de fármacos anticancerosos u otras sustancias tóxicas o irritantes.
Aporte de sangre al hígado
Los aneurismas pueden también afectar a la arteria hepática. Éstos consisten en una dilatación
en un punto débil de una arteria; un aneurisma en la arteria hepática suele ser debido a una
infección, a la arteriosclerosis, a una herida o a la poliarteritis nudosa. Un aneurisma que
presione sobre un conducto biliar cercano puede comprimirlo e incluso obstruirlo. Entonces se
puede producir ictericia debido a que el flujo de la bilis retrocede desde el hígado. Un 75 por
ciento de estos aneurismas se rompe, con frecuencia causando hemorragias masivas. Un
aneurisma puede tratarse introduciendo un catéter dentro de la arteria hepática e inyectando
una sustancia irritante que cause su oclusión. Si este procedimiento (llamado embolización)
falla, se lleva a cabo una intervención quirúrgica para reparar la arteria.
Enfermedad venoclusiva
La enfermedad venoclusiva consiste en la oclusión de las venas pequeñas del hígado.
La enfermedad venoclusiva puede aparecer a cualquier edad, pero los niños entre 1 y 3 años
de edad son particularmente vulnerables porque tienen vasos sanguíneos más pequeños. La
oclusión puede ser causada por fármacos u otras sustancias tóxicas para el hígado, como las
hojas de senecio (usadas en Jamaica para preparar infusiones), la dimetilnitrosamina, la
aflatoxina y los fármacos anticancerosos tales como la azatioprina. La radioterapia también
puede conducir a una oclusión de las venas pequeñas, al igual que los anticuerpos producidos
durante una reacción de rechazo a un trasplante de hígado.
La oclusión causa un retroceso de la sangre al interior del hígado, reduciendo el suministro de
sangre, lo que daña las células hepáticas.
La oclusión de las venas pequeñas hace que el hígado se llene de sangre y sea doloroso al
tacto. El líquido puede desbordar la superficie del hígado, aumentado de volumen, y
acumularse en el abdomen, produciendo una situación denominada ascitis. El retroceso de
sangre al hígado eleva también la presión en la vena porta (un proceso denominado
hipertensión portal) y en las venas que desembocan en ella. La presión alta suele causar venas
varicosas en el esófago (varices esofágicas), que pueden romperse y sangrar.
En general, la oclusión desaparece rápidamente y el paciente se recupera con o sin
tratamiento. Sin embargo, algunas personas mueren de insuficiencia hepática. En otras, la
presión en la vena porta permanece alta y la afección lleva a la cirrosis. El único tratamiento
efectivo consiste en la supresión de la sustancia o fármaco que está causando la oclusión. El
curso exacto de la enfermedad depende de la extensión del daño y de la recurrencia o no de la
enfermedad. El curso crónico es el más frecuente, particularmente cuando la causa de la
oclusión se debe al consumo en infusión de hierbas que contengan el alcaloide tóxico.
Síndrome de Budd-Chiari
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas del síndrome de Budd-Chiari pueden comenzar repentinamente y ser
devastadores, pero, en general, se presentan gradualmente. El hígado se llena de sangre y se
vuelve doloroso. El líquido se filtra desde la superficie del hígado aumentado de volumen
hacia la cavidad abdominal. Puede producirse dolor abdominal y una leve ictericia. La
acumulación de sangre en el hígado aumenta la presión en la vena porta, aunque las
consecuencias de esto, tales como las hemorragias de las varices en el esófago, pueden tardar
semanas o meses en aparecer.
Al cabo de varios meses, suelen presentarse ictericia, fiebre y otros síntomas de insuficiencia
hepática. A veces los coágulos se agrandan tanto que obstruyen la parte inferior de la gran
vena que penetra en el corazón (vena cava inferior). Esta oclusión causa un aumento
considerable de volumen de las piernas y del abdomen.
Los síntomas característicos son las claves principales para el diagnóstico. Las radiografías de
las venas, tras una inyección de una sustancia radiopaca, permiten determinar la ubicación
precisa de la oclusión. Las imágenes obtenidas con resonancia magnética (RM) pueden
también contribuir a establecer el diagnóstico. Una biopsia del hígado (en la que una muestra
de tejido hepático se extrae con una aguja para su examen al microscopio) y una ecografía
pueden ayudar a distinguir el síndrome de Budd-Chiari de otras enfermedades similares.
Tratamiento
Si la vena se ha estrechado más bien que obstruido, se pueden usar fármacos anticoagulantes
(que evitan los coágulos) o trombolíticos (que disuelven los coágulos). En algunos casos, se
puede realizar una operación para conectar la vena porta con la vena cava; de este modo se
descomprime la vena porta. El trasplante de hígado puede ser el tratamiento más eficaz.
La trombosis de la vena porta también puede ocasionarse por cualquier proceso que haga que
la sangre retroceda y se estanque en la vena porta, como el síndrome de Budd-Chiari, una
insuficiencia cardíaca crónica o una pericarditis constrictiva crónica. Una tendencia anormal
de la sangre a coagularse puede asimismo causar la trombosis de la venta porta. Con
frecuencia, la causa de la trombosis de la vena porta no puede establecerse.
Síntomas y diagnóstico
Dado que la vena porta suministra las tres cuartas partes de la provisión total de sangre al
hígado, una oclusión parcial o completa de la vena puede dañar las células hepáticas,
dependiendo el daño de la ubicación del coágulo, de su tamaño y de la velocidad con que se
desarrolle la oclusión. Esta oclusión elevará la presión en la vena porta y en las otras venas
que desembocan en ella. Las venas del esófago se dilatan. A menudo el primer síntoma de
trombosis de la vena porta es la hemorragia de las venas varicosas en el extremo inferior del
esófago (varices esofágicas).
La hemorragia causa tos o vómitos de sangre. Otro síntoma típico es el aumento de tamaño del
bazo, particularmente en los niños con esta afección. El médico percibirá entonces a la
palpación un aumento de tamaño del bazo, que suele ser doloroso.
En alrededor de un tercio de las personas con esta trombosis, la oclusión evoluciona
lentamente, permitiendo el desarrollo de otros conductos sanguíneos (conductos colaterales)
en torno a la oclusión. A veces, la vena porta vuelve a abrirse. Sin embargo, la hipertensión de
la vena porta puede persistir.
Si la persona tiene una presión elevada en la vena porta (hipertensión portal) y el examen
microscópico de una muestra de tejido hepático revela que las células son normales, la
trombosis de la vena porta es la causa más verosímil. La ecografía o una tomografía
computadorizada (TC) pueden mostrar la oclusión. El diagnóstico se confirma mediante una
angiografía, una técnica de rayos X que crea imágenes de las venas después de haber
inyectado una sustancia radiopaca en la vena porta.
Tratamiento
El tratamiento tiene como objetivo reducir la presión en la vena porta y prevenir las
hemorragias de las venas varicosas del esófago. El médico intentará cerrar, en primer lugar,
las venas varicosas mediante la aplicación de vendas elásticas o inyectando en ellas sustancias
químicas a través de un endoscopio (un tubo flexible para explorar los conductos internos del
organismo, con accesorios quirúrgicos). La cirugía puede ser necesaria para crear una
derivación de la vena porta a la vena cava con el objeto de desviar la circulación de la sangre
del hígado y así reducir la presión en la vena porta. Sin embargo, una operación derivativa
entre la vena porta y la vena cava aumenta el riesgo de una encefalopatía hepática (lesión
cerebral causada por una enfermedad hepática).
Una insuficiencia cardíaca grave puede causar un aumento de presión en las venas que salen
del hígado. La presión acrecentada puede afectar al hígado. El tratamiento de la insuficiencia
cardíaca, con frecuencia permite normalizar la función hepática.
En la drepanocitosis, glóbulos rojos con una forma anormal obstruyen los vasos sanguíneos
dentro del hígado, lo que produce una lesión hepática.
La telangiectasia hereditaria hemorrágica (enfermedad de Rendu-Osler-Weber) es un trastorno
hereditario que puede afectar al hígado. Cuando el hígado está afectado, aparecen en él
pequeñas zonas con vasos sanguíneos anormalmente grandes (telangiectasias). Estos vasos
sanguíneos anómalos crean circuitos menores (anastomosis) entre las arterias y las venas.
Estas desviaciones pueden causar una insuficiencia cardíaca grave, que puede, además, dañar
y dilatar el hígado. La circulación sanguínea desviada produce también un ruido característico
continuo (soplo) que se puede escuchar con un fonendoscopio. Algunas partes del hígado
presentan cicatrices (cirrosis y fibrosis) y tumores no cancerosos, compuestos por vasos
sanguíneos (hemangiomas).
CAPITULO 120
Tumores hepáticos
Los tumores hepáticos pueden ser no cancerosos (benignos) o cancerosos (malignos). Los
tumores cancerosos pueden originarse en el hígado, o bien pueden propagarse al hígado desde
otras partes del cuerpo (metástasis). Un cáncer originado en el hígado se denomina cáncer
hepático primario; por el contrario, si el cáncer se ha originado en otra parte del cuerpo se lo
denomina cáncer metastásico. La gran mayoría de las formas de cáncer hepático son
metastásicos.
Adenoma hepático
Hemangioma
Un hemangioma es un tumor no canceroso del hígado constituido por una masa de vasos
sanguíneos anormales.
Se estima que entre el 1 y el 5 por ciento de los adultos tiene pequeños hemangiomas
hepáticos que no producen síntomas y, además, no requieren tratamiento. Estos tumores
generalmente se detectan cuando una persona se ha sometido a una ecografía o una tomografía
computadorizada (TC). En los niños, los grandes hemangiomas producen ocasionalmente
síntomas que permiten su detección, tales como la coagulación generalizada y la insuficiencia
cardíaca. En estos casos la cirugía puede ser necesaria.
Hepatoma
Este tumor frecuentemente se desarrolla en un hígado cirrótico.
Hepatoma
Un hepatoma (carcinoma hepatocelular) es un cáncer que se origina en las células hepáticas.
Los hepatomas son el tipo más frecuente de cáncer originado en el hígado (cáncer hepático
primario). En zonas de África y del sudeste asiático, los hepatomas son más frecuentes que el
cáncer metastásico hepático y constituyen, además, una causa importante de muerte. En estas
zonas, hay una elevada prevalencia de infecciones crónicas causadas por el virus de la
hepatitis B, lo que aumenta el riesgo de hepatomas en más de 100 veces. La infección crónica
de hepatitis C también aumenta el riesgo de hepatomas. Finalmente, ciertas sustancias que
provocan el cáncer (carcinógenos) dan lugar a la aparición de hepatomas. En las regiones
subtropicales, donde los hepatomas son frecuentes, los alimentos están a menudo
contaminados con carcinógenos llamados alfatoxinas, sustancias que son producidas por
ciertos tipos de hongos. En cambio, en América del Norte, Europa y otras zonas del mundo en
donde los hepatomas son menos frecuentes, la mayor parte de las personas con este tipo de
tumor son alcohólicos que llevan años padeciendo de cirrosis hepática.
Otras clases de cirrosis pueden también asociarse con los hepatomas, aunque el riesgo es
menor en el caso de la cirrosis biliar primaria.
El carcinoma fibrolamelar es un hepatoma poco frecuente que, en general, afecta a los adultos
relativamente jóvenes. La causa del mismo no se debe ni a una cirrosis preexistente, ni a la
infección por los virus de la hepatitis B o C, u otros factores de riesgo conocidos.
Síntomas
Por lo general, los primeros síntomas de un hepatoma son los dolores abdominales, la pérdida
de peso y una gran masa que se puede palpar en la parte derecha superior del abdomen. Por
otra parte, la salud de una persona que ha tenido cirrosis durante mucho tiempo puede
empeorar, de forma significativa e inesperada. Con frecuencia aparece fiebre. En algunas
ocasiones, los primeros síntomas son dolor abdominal agudo y shock, ocasionados por la
rotura o la hemorragia del tumor.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Generalmente, el pronóstico de las personas con un hepatoma no es bueno ya que el tumor
suele detectarse demasiado tarde. En ciertos casos, una persona con un tumor pequeño puede
evolucionar muy favorablemente tras la extirpación quirúrgica.
Diagnóstico y tratamiento
Las metástasis hepáticas tienen su origen más frecuente en el pulmón, mama, colon, páncreas
y estómago. La leucemia y otras formas de cáncer de las células de la sangre, tales como los
linfomas, pueden afectar al hígado. A veces, el descubrimiento de un tumor hepático
metastásico es la primera indicación de que una persona tiene un cáncer.
Síntomas
A menudo, los primeros síntomas incluyen la pérdida de peso y apetito. Es habitual que el
hígado aumente de tamaño, se endurezca y provoque dolores. También puede aparecer fiebre.
En algunas ocasiones el bazo también se inflama, especialmente cuando el cáncer se origina
en el páncreas. Se puede presentar un proceso conocido como ascitis (acumulación de líquido
en la cavidad abdominal). En un principio, la ictericia está ausente o es leve, a menos que el
cáncer esté obstruyendo los conductos biliares. Semanas antes de que la persona muera, la
ictericia va aumentando progresivamente. Además, puede aparecer confusión mental y
somnolencia causada por las sustancias tóxicas acumuladas en el cerebro, proceso que se
denomina encefalopatía hepática.
Diagnóstico
En los últimos estadios de la enfermedad, el médico, por lo general, puede diagnosticar sin
dificultad un cáncer hepático metastásico; sin embargo, el diagnóstico es muy difícil en el
estadio inicial. La ecografía, la tomografía computadorizada (TC) y la resonancia magnética
(RM) del hígado pueden revelar el cáncer. Sin embargo, estas exploraciones no siempre sirven
para detectar los tumores pequeños o distinguir un tumor de la cirrosis u otras anormalidades.
Los tumores suelen causar un defecto de la función hepática que se puede detectar mediante
análisis de sangre. Una biopsia hepática, en la que se extrae con una aguja una muestra de
tejido hepático para su examen al microscopio, confirma el diagnóstico en un 75 por ciento de
los casos. Para mejorar las posibilidades de obtener una muestra de tejido canceroso, se puede
usar la ecografía para guiar la dirección de la aguja.
Por otra parte, se puede obtener una muestra por biopsia mientras el médico observa el hígado
con un laparoscopio (un tubo de fibra óptica que se introduce a través de la pared abdominal).
La leucemia, en general, se diagnostica basándose en los resultados de los análisis de sangre y
de médula ósea. Generalmente, no es necesario practicar una biopsia hepática.
Tratamiento
En función del tipo de cáncer, los fármacos anticancerosos suelen reducir temporalmente el
tumor y prolongar la vida, pero no lo curan. Estos fármacos pueden inyectarse en la arteria
hepática, con lo que una alta concentración del fármaco alcanza directamente a las células
cancerosas del hígado. Esta técnica es la más apropiada para reducir el tumor y produce pocos
efectos colaterales. Sin embargo, no se ha demostrado que pueda prolongar la vida. La
radioterapia reduce a veces el dolor agudo, pero tiene pocos efectos beneficiosos aparte de
éste.
Si se encuentra un único tumor en el hígado, el cirujano puede extirparlo, especialmente si
procede de un cáncer del intestino. Sin embargo, no todos los expertos consideran que esta
cirugía valga la pena. Todo lo que un médico puede hacer, en la mayoría de los casos de
pacientes con un cáncer extendido, es aliviar las molestias.
CAPITULO 121
Alteraciones de la vesícula biliar
La vesícula biliar es un órgano pequeño ubicado debajo del hígado que tiene forma de pera.
Almacena la bilis, un líquido amarillo-verdoso producido por el hígado, hasta que el aparato
digestivo la necesite. La bilis está compuesta de sales biliares, electrólitos, pigmentos biliares
como la bilirrubina, colesterol y otras grasas (lípidos). La bilis es utilizada por el organismo
para que el colesterol, las grasas y las vitaminas de los alimentos grasos sean más solubles y,
de ese modo, puedan absorberse mejor. Las sales biliares estimulan al intestino grueso a
secretar agua y otras sales, lo que ayuda a que el contenido intestinal avance con mayor
facilidad hacia el exterior del cuerpo. La bilirrubina, un producto residual formado por restos
de glóbulos rojos inservibles, es excretada por la bilis. Los productos de la descomposición de
los fármacos y los desechos procesados por el hígado son también excretados en la bilis. Las
sales biliares aumentan la solubilidad del colesterol, de las grasas y de las vitaminas
liposolubles para facilitar su absorción en el intestino. La hemoglobina producida por la
destrucción de los glóbulos rojos se convierte en bilirrubina, el principal pigmento de la bilis,
y pasa a ésta como un producto de desecho. En la bilis también se secretan algunas proteínas
que tienen un papel importante en la función digestiva.
La bilis fluye desde los finos conductos colectores dentro del hígado hacia los conductos
hepáticos izquierdo y derecho, luego hacia el interior del conducto hepático común y
finalmente al grueso conducto biliar común. Casi la mitad de la bilis secretada entre las
comidas fluye directamente, a través del conducto biliar común, hacia el intestino delgado. La
otra mitad es desviada desde el conducto hepático común a través del conducto cístico hacia el
interior de la vesícula biliar, donde se almacenará. Ya en la vesícula biliar, hasta un 90 por
ciento del agua de la bilis pasa a la sangre. Lo que queda es una solución concentrada de sales
biliares, lípidos biliares y sodio.
Cuando la comida llega al intestino delgado, una serie de señales hormonales y nerviosas
provocan la contracción de la vesícula biliar y la apertura de un esfínter (el esfínter de Oddi).
La bilis fluye entonces desde la vesícula biliar directamente al intestino delgado para
mezclarse allí con el contenido alimentario y desempeñar sus funciones digestivas.
Una gran proporción de las sales biliares almacenadas en la vesícula biliar se vierte en el
intestino delgado y casi el 90 por ciento se resorbe a través de la pared de la sección inferior
de éste; el hígado extrae entonces las sales biliares de la sangre y las secreta de nuevo dentro
de la bilis. Las sales biliares del cuerpo experimentan este ciclo de10 a 12 veces al día. En
cada ocasión, pequeñas cantidades de sales biliares llegan al intestino grueso, donde son
descompuestas por las bacterias. Algunas de estas sales biliares son resorbidas en el intestino
grueso y el resto es excretado en las deposiciones.
Cálculos biliares
Los cálculos biliares son depósitos de cristales que se forman en la vesícula biliar o en los
conductos biliares (vías biliares). Cuando los cálculos biliares se alojan en la vesícula biliar, el
proceso se denomina colelitiasis; cuando los cálculos biliares están en los conductos biliares,
el proceso se llama coledocolitiasis.
Cálculos biliares
Los cálculos biliares son más frecuentes en las mujeres y en ciertos grupos de población. Los
factores de riesgo para la formación de cálculos biliares incluyen la vejez, la obesidad, la dieta
occidental y una cierta predisposición genética. En algunos países, el 20 por ciento de la
población de edad superior a 65 años padece cálculos biliares, aunque la mayoría no llega a
experimentar síntomas. Cada año, más de un millón y medio de personas se someten a una
extirpación quirúrgica de la vesícula biliar; una gran parte de los pacientes lo hacen debido a
los problemas que les causan los cálculos biliares.
El componente principal de la mayoría de los cálculos biliares es el colesterol, aunque algunos
están formados por sales de calcio. La bilis contiene grandes cantidades de colesterol que, por
lo general, permanece en estado líquido. Sin embargo, cuando la bilis se sobresatura de
colesterol, éste puede volverse insoluble y precipitar fuera de la bilis.
La mayoría de los cálculos biliares se forman en la vesícula biliar, y la mayor parte de
aquellos que se detectan en los conductos biliares han llegado hasta allí desde la vesícula
biliar. Los cálculos suelen formarse en un conducto biliar cuando la bilis retrocede debido a la
disminución anormal del calibre de un conducto o después de la extirpación de la vesícula
biliar.
Los cálculos en los conductos biliares pueden ocasionar una infección grave, incluso mortal,
de dichos conductos (colangitis), del páncreas (pancreatitis) o del hígado. Cuando el sistema
de conductos biliares está obstruido, las bacterias pueden multiplicarse y desencadenar
rápidamente una infección en los mismos. Las bacterias pueden entonces propagarse a la
sangre y causar infecciones en otras partes del organismo.
Síntomas
Por lo general, los cálculos biliares no causan ningún síntoma durante un largo período de
tiempo; a veces no aparecen jamás, particularmente si se alojan dentro de la vesícula biliar. En
raras ocasiones, sin embargo, cálculos biliares de tamaño importante pueden gradualmente
lesionar la pared de la vesícula biliar y pueden penetrar en el intestino delgado o grueso,
donde causan una oclusión intestinal denominada oclusión ileobiliar. Es más frecuente que los
cálculos biliares pasen desde la vesícula hacia los conductos biliares y, a través de los mismos,
lleguen al intestino delgado sin ningún problema; también pueden permanecer en los
conductos sin obstruir el flujo de bilis ni causar síntomas.
Cuando los cálculos biliares obstruyen parcial o transitoriamente un conducto biliar, se
experimenta dolor. Éste tiende a aumentar y disminuir de intensidad (dolor cólico). Por lo
general, este dolor aumenta lentamente hasta llegar al ápice y luego decae gradualmente. El
dolor puede ser agudo e intermitente, de varias horas de duración, y su ubicación varía.
Habitualmente, el dolor se localiza en la parte superior derecha del abdomen, que también
puede resultar doloroso al tacto. El dolor puede notarse también en el omóplato. Con
frecuencia la persona tiene náuseas y vómitos; si la infección se desarrolla con oclusión del
conducto, aparecen fiebre, escalofríos e ictericia. En general, la oclusión es transitoria y no se
complica con infecciones. El dolor causado por una oclusión del conducto puede no
distinguirse del dolor causado por una obstrucción de la vesícula biliar.
Una obstrucción persistente que cierre el conducto cístico, causará la inflamación de la
vesícula biliar (una enfermedad denominada colecistitis aguda). Los cálculos biliares que
obstruyen el conducto pancreático causan la inflamación del páncreas (pancreatitis) y también
dolor, ictericia y posibles infecciones. A veces, el dolor intermitente se presenta aun después
de que la vesícula biliar haya sido extirpada; tal dolor suele ser causado por cálculos biliares
en el conducto biliar común.
Los síntomas de indigestión e intolerancia a las comidas grasas a menudo son erróneamente
atribuidos a los cálculos biliares. Una persona que experimenta eructos, dilatación del
abdomen, una sensación de saciedad y náuseas, es más probable que padezca una úlcera
péptica o indigestión, que cálculos biliares. El dolor en la parte superior derecha del abdomen
que se presenta después de haber ingerido comidas grasas puede ser causado por cálculos
biliares. Pero la indigestión después de las comidas es frecuente y rara vez se debe a la
presencia de cálculos biliares.
Diagnóstico
Una ecografía es el mejor método para diagnosticar cálculos en la vesícula biliar. Una
colecistografía también es eficaz. En la colecistografía, una radiografía muestra el paso de una
sustancia radiopaca de contraste, desde que es deglutida hasta que es absorbida en el intestino,
secretada en la bilis y almacenada en la vesícula biliar. Si la vesícula biliar no funciona, el
material de contraste no aparecerá en ella, pero si funciona correctamente, el material de
contraste revela su contorno en las radiografías. Mediante el uso conjunto de la ecografía y de
la colecistografía, el médico puede identificar los cálculos biliares en la vesícula, en el 98 por
ciento de los casos. Sin embargo, algunas veces, las pruebas pueden dar resultados positivos
falsos en personas que no tienen cálculos biliares.
Cuando una persona padece dolor abdominal, ictericia, escalofríos y fiebre, los cálculos
biliares en el conducto biliar son la causa más probable. Los resultados de los análisis de
sangre generalmente muestran una alteración de la función hepática, que sugiere una
obstrucción del conducto biliar. Varias pruebas pueden aportar información adicional para
establecer un diagnóstico seguro. Estas pruebas incluyen ecografías, tomografías
computadorizadas (TC) y varias técnicas de rayos X usando sustancias de contraste radiopacas
destinadas a visualizar los conductos biliares. La ecografía y la TC pueden mostrar si el
conducto biliar está dilatado, pero a veces los conductos pueden estar obstruidos aunque no se
vean dilatados. Las técnicas de rayos X ayudan a detectar una obstrucción y, si es así, a
determinar si la causa se debe a un cálculo biliar o no.
De acuerdo con la situación se elegirá la técnica de rayos X más apropiada para el diagnóstico.
Incluso aunque el diagnóstico sea bastante probable, muchos médicos utilizan una de estas
técnicas antes de decidirse a efectuar una intervención quirúrgica. Si el diagnóstico no es
seguro, primero debe realizarse una ecografía.
Tratamiento
La mayoría de los pacientes que tiene cálculos biliares silenciosos en la vesícula (es decir, sin
síntomas) no requiere tratamiento. Los afectados de dolores intermitentes pueden tratar de
evitar o reducir el consumo de comidas grasas. De este modo, se puede ayudar a prevenir o
reducir el número de episodios dolorosos.
Colecistitis aguda
Síntomas
Diagnóstico
Los médicos diagnostican una inflamación aguda de la vesícula biliar basándose en los
síntomas del paciente y en los resultados de ciertas pruebas clínicas. A menudo la ecografía
ayuda a confirmar la presencia de cálculos en la vesícula biliar y puede mostrar un
engrosamiento de la pared de la misma. La gammagrafía hepatobiliar (una técnica de imagen
que se realiza tras la administración de una sustancia radiactiva por vía intravenosa)
contribuye a un diagnóstico más preciso. Este examen proporciona imágenes del hígado, de
los conductos biliares, de la vesícula biliar y de la parte superior del intestino delgado.
Tratamiento
Por lo general, a una persona con inflamación aguda de la vesícula biliar se la hospitaliza, se
le administran líquidos y electrólitos por vía intravenosa y no se le permite comer ni beber. En
ocasiones, puede pasarse una sonda a través de la nariz hasta el interior del estómago, de
modo que mediante aspiración pueda mantenerse vacío el estómago y así reducir la
estimulación de la vesícula biliar. Habitualmente, se administran antibióticos apenas se
sospecha que existe una inflamación aguda de la vesícula biliar.
Si el diagnóstico es claro y el riesgo de la cirugía es pequeño, la vesícula biliar se extirpa
dentro de los dos primeros días de la enfermedad. Sin embargo, si el paciente presenta alguna
otra enfermedad que incremente el riesgo de la cirugía, la operación puede ser postergada
mientras se trata esta última. Si el ataque agudo se resuelve, la vesícula biliar puede ser
extirpada con posterioridad, preferentemente después de 6 semanas o más. Cuando se
sospeche la existencia de posibles complicaciones, tales como la formación de un absceso,
gangrena o la perforación de la vesícula, generalmente es necesaria la cirugía inmediata.
Un reducido porcentaje de personas tiene nuevos o repetidos episodios de dolor, que se
perciben como ataques de vesícula biliar, aun cuando ya no tienen vesícula. La causa de estos
episodios es desconocida, pero podrían ser el resultado de un funcionamiento anómalo del
esfínter de Oddi, la abertura que controla la liberación de bilis en el intestino delgado. Se
piensa que el dolor puede ser el resultado de un aumento de la presión en los conductos,
causada por la resistencia al flujo de bilis o a las secreciones pancreáticas. En algunos
pacientes, los pequeños cálculos que quedan después de la operación pueden causar dolor. El
médico puede usar un endoscopio (tubo flexible óptico con accesorios quirúrgicos) para
dilatar el esfínter de Oddi. Este procedimiento generalmente alivia los síntomas en pacientes
con una anormalidad diagnosticada del esfínter, pero no es eficaz para los que sólo sienten
dolor.
Colecistitis crónica
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de obstrucción del conducto biliar son ictericia, malestar abdominal, falta de
apetito, pérdida de peso y prurito, habitualmente sin fiebre ni escalofríos. Los síntomas se
agravan gradualmente. El diagnóstico de cáncer como causa de la obstrucción se obtiene
mediante la ecografía, la tomografía computadorizada (TC) o la colangiografía directa (se
realiza una radiografía después de haber inyectado un material radiopaco de contraste). Para
establecer un diagnóstico seguro, el médico realiza una biopsia (obtiene una muestra de tejido
y lo examina al microscopio).
Tratamiento
El tratamiento de los tumores del conducto biliar depende de la causa y de las circunstancias
en que éstos se desarrollen. La cirugía es el método más directo para determinar el tipo de
tumor, averiguar si éste se puede extirpar y asegurarse de que la bilis pueda fluir sobrepasando
la obstrucción. Es muy frecuente que el tumor no se pueda extirpar completamente y muchas
de estas formas de cáncer no responden bien a la radioterapia. La quimioterapia puede aliviar
parcialmente los síntomas.
Algunas personas con obstrucción del conducto biliar causada por el cáncer experimentan
dolor, prurito y la formación de pus debido a una infección bacteriana. Si no pueden ser
operadas, el médico puede insertar una prótesis hueca en el interior del conducto (un tubo
derivativo) a través de un endoscopio flexible para permitir que la bilis y el pus fluyan
contorneando el cáncer. Este procedimiento no sólo disminuye la acumulación de bilis o de
pus, sino que ayuda también a controlar el dolor y a aliviar el prurito.
SECCION 11 > TRASTORNOS DEL RIÑON Y DE LAS VIAS
URINARIAS
CAPITULO 122
Funcionamiento de los riñones y de las vías urinarias
Normalmente, se poseen dos riñones. Cada riñón tiene un uréter que conduce la orina desde la
zona de recolección central de los riñones (pelvis renal) hacia la vejiga. Desde allí, la orina
sale por la uretra hacia el exterior del cuerpo, a través del pene en los varones y de la vulva en
las mujeres.
La función principal de los riñones es filtrar los productos metabólicos de desecho y el exceso
de sodio y de agua de la sangre, así como facilitar su eliminación del organismo; también
ayudan a regular la presión arterial y la producción de glóbulos rojos.
Cada riñón contiene alrededor de un millón de unidades encargadas de la filtración (nefronas).
Una nefrona está constituida por una estructura redonda y hueca (cápsula de Bowman), que
contiene una red de vasos sanguíneos (el glomérulo). Estas dos estructuras conforman lo que
se denomina un corpúsculo renal.
La sangre penetra en el glomérulo a presión elevada. Gran parte de la fracción líquida de la
sangre se filtra a través de pequeños poros situados en las paredes de los vasos sanguíneos del
glomérulo y también por la capa interna de la cápsula de Bowman; las células sanguíneas y las
moléculas más grandes, como las proteínas, no se filtran. El líquido filtrado, depurado, penetra
en el espacio de Bowman (la zona que se encuentra entre las capas interna y externa de la
cápsula de Bowman) y pasa por el tubo que sale de la misma. En la primera parte del tubo
(túbulo contorneado proximal), se resorben la mayor parte del sodio, agua, glucosa y otras
sustancias filtradas, las cuales, posteriormente, se reincorporan a la sangre. El riñón también
utiliza energía para transportar selectivamente unas cuantas moléculas de gran tamaño
(incluyendo fármacos como la penicilina, pero no las proteínas) y llevarlas hacia el interior del
túbulo. Estas moléculas se excretan en la orina aunque sean demasiado grandes para pasar a
través de los poros del filtro glomerular. La parte siguiente de la nefrona es el asa de Henle. A
medida que el líquido pasa a través del asa, el sodio y varios otros electrólitos son bombeados
hacia el interior del riñón y el restante queda cada vez más diluido. Este líquido diluido pasa a
la siguiente parte de la nefrona (el túbulo contorneado distal), donde se bombea más sodio
hacia dentro, a cambio del potasio, que pasa al interior del túbulo.
El líquido proveniente de varios nefronas pasa al interior del llamado tubo colector. En los
tubos colectores, el líquido puede seguir a través del riñón en forma de orina diluida, o el agua
de ésta puede ser absorbida y devuelta a la sangre, haciendo que la orina sea más concentrada.
Mediante las hormonas que influyen la función renal, el organismo controla la concentración
de orina según sus necesidades de agua.
Vista del tracto urinario
La orina formada en los riñones fluye por los uréteres hacia el interior de la vejiga, pero no lo
hace pasivamente como el agua a través de una tubería. Los uréteres son tubos musculares que
conducen cada pequeña cantidad de orina mediante ondas de contracción. En la vejiga, cada
uréter pasa a través de un esfínter, una estructura muscular de forma circular que se abre para
dejar paso a la orina y luego se va estrechando hasta cerrarse herméticamente, como el
diafragma de una cámara fotográfica.
La orina se va acumulando en la vejiga a medida que llega con regularidad por cada uréter. La
vejiga, que se puede dilatar, aumenta gradualmente su tamaño para adaptarse al incremento
del volumen de orina y cuando finalmente se llena, envía señales nerviosas al cerebro que
transmiten la necesidad de orinar.
Durante la micción, otro esfínter, ubicado entre la vejiga y la uretra (a la salida de la vejiga),
se abre, dejando fluir la orina. Simultáneamente, la pared de la vejiga se contrae, creando una
presión que fuerza la orina a salir por la uretra. La contracción de los músculos de la pared
abdominal añade una presión adicional. Los esfínteres, a través de los cuales los uréteres
entran en la vejiga, permanecen herméticamente cerrados para impedir que la orina refluya
hacia los uréteres.
Los síntomas causados por los trastornos del riñón y de las vías urinarias varían de acuerdo
con cada tipo de trastorno y con la parte del sistema afectado.
La fiebre y la sensación de malestar generalizado son síntomas frecuentes, aunque la infección
de la vejiga (cistitis) casi nunca cause fiebre. La infección bacteriana del riñón (pielonefritis)
generalmente provoca fiebre elevada. Ocasionalmente, el cáncer de riñón causa fiebre.
La mayoría de las personas orina aproximadamente cuatro a seis veces diarias, principalmente
durante el día. La micción frecuente sin incremento del volumen diario de orina, es un síntoma
de infección vesical o de algo que causa su irritación, como un cuerpo extraño, un cálculo o un
tumor. Este último u otra masa que presione la vejiga también puede provocar una micción
frecuente. La irritación de la vejiga puede provocar dolor al orinar (disuria) y una necesidad
compulsiva de miccionar (urgencia), que puede sentirse como una tensión dolorosa casi
constante (tenesmo). Por lo general, la cantidad de orina que se elimina es poca, pero si una
persona no orina de inmediato puede perder el control de la vejiga.
La micción nocturna frecuente (nicturia) puede manifestarse en las etapas iniciales de una
enfermedad renal, aunque la causa puede ser simplemente que se beba un gran volumen de
líquidos antes de acostarse, especialmente alcohol, café o té. Durante la noche se puede sentir
la necesidad de orinar con frecuencia, debido a que los riñones no concentran bien la orina.
También es habitual la micción frecuente por la noche en las personas que sufren de
insuficiencia cardíaca, insuficiencia hepática o diabetes, aunque no padezcan una enfermedad
de las vías urinarias. Orinar pequeñas cantidades repetidas veces durante la noche puede
producirse cuando la orina se devuelve a la vejiga porque su salida se encuentra obstruida. En
los varones mayores, la causa más frecuente es el aumento del tamaño de la próstata.
Orinarse en la cama (enuresis) es normal durante los 2 o 3 primeros años de vida. A partir de
esta edad, puede ser indicativo de un problema tal como una maduración retardada de los
músculos y de los nervios de las vías urinarias inferiores, una infección, un estrechamiento de
la uretra o un control inadecuado de los nervios de la vejiga urinaria (vejiga neurogénica). Con
frecuencia el problema es de tipo genético y algunas veces psicológico.
Los síntomas más frecuentes de una obstrucción de la uretra son: la dificultad para iniciar la
micción, la necesidad de esforzarse, un chorro débil e irregular de orina y el goteo al final de
la micción. En los varones es muy frecuente que estos síntomas sean provocados por una
próstata aumentada de tamaño y, con menos frecuencia, por un estrechamiento (estenosis) de
la uretra. En un niño, síntomas similares pueden significar que nació con una uretra estrecha o
que la estrechez esté localizada en el orificio externo. Este orificio puede también ser
anormalmente estrecho en las mujeres.
Una gran variedad de afecciones pueden causar una pérdida incontrolada de orina
(incontinencia). La orina se puede escapar cuando una mujer con un cistocele (una herniación
de la vejiga en la vagina) tose, se ríe, corre o se levanta . En general, la causa de un cistocele
se debe al estiramiento y al debilitamiento de los músculos pélvicos durante el parto. También
puede ser el resultado de las alteraciones que se producen cuando el nivel de estrógenos
disminuye tras la menopausia. La obstrucción de la salida de la orina de la vejiga puede causar
incontinencia cuando la presión interior de la vejiga excede la fuerza de la obstrucción; sin
embargo, en estas condiciones la vejiga no se vacía completamente.
La presencia de aire en la orina, un síntoma poco frecuente, indica por lo general una
conexión anómala (fístula) entre las vías urinarias y el intestino. Una fístula puede ser una
complicación de una diverticulitis, de otros tipos de inflamación intestinal, de un absceso o de
un cáncer. Una fístula entre la vejiga y la vagina también puede hacer que el gas (aire) vaya
hacia la orina. En raras ocasiones, las bacterias presentes en la orina pueden producir gas.
Generalmente, los adultos producen alrededor de 3 tazas a 2 litros de orina al día. Numerosas
formas de enfermedades de los riñones dañan su capacidad para concentrar la orina, en cuyo
caso la producción diaria de orina puede exceder los 2 litros y medio. La emisión de grandes
cantidades de orina por lo general es la consecuencia de una concentración elevada de glucosa
(azúcar) en la sangre, de una baja concentración de hormona antidiurética producida por la
hipófisis (diabetes insípida) o de una falta de respuesta por parte de los riñones a la hormona
antidiurética (diabetes insípida nefrogénica).
La producción diaria de orina se puede reducir a menos de dos tazas a causa de una
enfermedad renal, por la obstrucción de un uréter, de la vejiga o de la uretra. La producción
persistente de menos de una taza de orina diaria conduce a la formación de desechos
metabólicos en la sangre (azoemia). Este volumen escaso de producción puede indicar que los
riñones se han afectado de forma repentina o que un problema renal crónico se ha agravado.
La orina diluida puede ser casi incolora, mientras que la concentrada es de color amarillo
oscuro. Los pigmentos de los alimentos pueden producir una orina coloreada de rojo y los
fármacos pueden producir una variedad de colores: marrón, negro, azul, verde o rojo. Los
colores distintos del amarillo son anormales, a menos que sean causados por alimentos o
fármacos. La orina marrón puede contener hemoglobina degradada (la hemoglobina es la
proteína que transporta el oxígeno en los glóbulos rojos) o proteínas musculares. La orina
puede contener pigmentos, de color rojo causados por la porfiria, o de color negro por un
melanoma. La orina turbia sugiere la presencia de pus proveniente de una infección de las vías
urinarias, o bien de cristales de ácido úrico o de ácido fosfórico. En general, se puede
identificar la causa de esta coloración anormal mediante un examen microscópico del
sedimento de la orina y el análisis químico de la misma.
La sangre en la orina (hematuria) puede darle una coloración entre roja y marrón, dependiendo
de la cantidad de sangre presente, el tiempo que haya estado en la orina y el grado de acidez
de ésta. Es posible detectar mediante un análisis químico o un examen microscópico una
cantidad muy reducida de sangre en la orina, aunque ésta no tenga una coloración roja. La
sangre en la orina que no causa dolor puede deberse a un cáncer de la vejiga o del riñón.
Dichas formas de cáncer suelen sangrar de forma intermitente. Sin embargo, el sangrado se
puede detener espontáneamente, aunque el cáncer persista y siga estando ahí. Otras causas de
sangre en la orina son la glomerulonefritis, los cálculos y quistes del riñón, la drepanocitosis y
la hidronefrosis.
El dolor causado por una enfermedad renal generalmente se siente en el costado o en la región
lumbar. Algunas veces, el dolor se irradia hacia el centro del abdomen. La causa probable del
dolor es el estiramiento de la envoltura externa del riñón (cápsula renal), que es sensible al
dolor. Éste puede manifestarse en cualquier afección que provoque hinchazón del tejido renal.
Si los riñones son presionados por cualquier razón, normalmente se produce dolor.
Un cálculo renal causa un dolor muy agudo cuando penetra en el uréter, que se contrae en
respuesta al cálculo, provocando un dolor agudo en la zona lumbar, que a menudo se irradia
hacia la ingle. El dolor cesa cuando el cálculo entra en la vejiga.
Un dolor referido a la zona de la vejiga generalmente se debe a una infección bacteriana. El
malestar se siente generalmente por encima del hueso púbico (pubis) y en el extremo final de
la uretra durante la micción. La obstrucción del flujo de orina de la uretra causa dolor por
encima del pubis. Sin embargo, una obstrucción que se desarrolle lentamente puede dilatar la
vejiga sin causar dolor.
El cáncer de la próstata y el aumento de tamaño de ésta son generalmente indoloros, pero una
inflamación de la próstata (prostatitis) puede causar un malestar impreciso o una sensación de
llenura en la zona que se encuentra entre el ano y los genitales. Por otra parte, los trastornos de
los testículos generalmente provocan un dolor agudo que se siente directamente en el lugar del
proceso.
Algunas veces, el semen que se eyacula puede ser sanguinolento. Por lo general no se puede
encontrar la causa. El semen puede ser sanguinolento después de una abstinencia sexual
prolongada o tras una actividad sexual frecuente o interrumpida. Los varones que sufren
trastornos de la coagulación que provocan sangrados excesivos pueden eyacular semen
mezclado con sangre. Algunos tendrán episodios repetidos mientras que otros tienen sólo uno.
Aunque la sangre en el semen produce inquietud, el trastorno generalmente no es grave.
Algunos urólogos recomiendan tomar tetraciclinas acompañadas de masajes suaves de la
próstata, pero el efecto beneficioso no está probado, sea cual sea el tratamiento.
Procedimientos diagnósticos
Ante la posibilidad de que pueda existir un trastorno renal o de las vías urinarias, el médico
trata de examinar los riñones durante la exploración física. Los riñones normales no suelen
palparse, pero sí se pueden detectar si están hinchados o existe un tumor renal. Así mismo, se
puede palpar la vejiga cuando está dilatada. En el varón, el médico hace un tacto rectal para
ver si existe una dilatación de la próstata. Un tacto vaginal en la mujer puede proporcionar
información acerca de la vejiga y de la uretra.
Los procedimientos adicionales para el diagnóstico de las afecciones de los riñones y de las
vías urinarias comprenden análisis de orina y de sangre que reflejan la función renal, pruebas
de imagen y muestras del tejido renal.
Análisis de orina
Los análisis de orina de rutina incluyen los análisis químicos para la detección de proteínas,
azúcar y cetonas y el examen microscópico para detectar glóbulos rojos y blancos. Las
pruebas que se realizan en un laboratorio de manera simple y económica pueden detectar y
medir la cantidad de diversas sustancias en la orina. En estas pruebas se utiliza una tira de
plástico delgada (tira reactiva), impregnada con sustancias químicas que reaccionan
cambiando de color ante las sustancias presentes en la orina. Este tipo de tira se utiliza
sistemáticamente en los análisis de orina.
En general, la presencia de proteínas en la orina (proteinuria) se puede detectar rápidamente
por medio de tiras reactivas, pero a veces se necesitan métodos más sofisticados. Las proteínas
pueden estar presentes en la orina de manera constante o sólo de un modo intermitente,
dependiendo de la causa. La proteinuria es generalmente una señal de enfermedad renal, pero
puede también producirse de forma natural tras ejercicios extenuantes como un maratón.
Puede también ser consecuencia de una anomalía genética inocua y poco frecuente
denominada proteinuria ortostática. En este caso la proteína no se encuentra presente en la
orina si el sujeto ha estado acostado (como cuando está dormido), pero aparece un rato
después de levantarse.
La presencia de glucosa (azúcar) en la orina (glucosuria) se puede detectar con las tiras
reactivas, antes mencionadas, de manera muy precisa. La diabetes es la causa más frecuente.
Si sigue apareciendo glucosa en la orina después de normalizarse las concentraciones de
azúcar en la sangre, probablemente se trate de una alteración renal.
La presencia de cetonas en la orina (cetonuria) se puede detectar con las mismas tiras. Las
cetonas se forman cuando el organismo descompone las grasas. Otras veces éstas se pueden
producir a causa de la inanición, la diabetes incontrolada y, ocasionalmente, por la
intoxicación por alcohol.
La presencia de sangre en la orina (hematuria) se detecta con una tira reactiva o mediante un
examen al microscopio. A veces la orina contiene sangre suficiente como para que sea visible,
volviéndola de color rojo o marrón.
Los nitritos en la orina (nitrituria) también pueden detectarse por medio de las tiras de
celulosa. Debido a que los valores de los nitritos aumentan cuando existen bacterias en la
orina, esta prueba se utiliza para un rápido diagnóstico de la infección.
La presencia en la orina de esterasa leucocitaria (una enzima que se encuentra en ciertos
glóbulos blancos) se puede detectar mediante tiras reactivas. La esterasa leucocitaria indica
una inflamación, causada habitualmente por una infección bacteriana. La prueba puede dar un
falso negativo cuando la orina está muy concentrada o contiene glucosa, sales biliares,
fármacos (como el antibiótico rifampicina) o una gran cantidad de vitamina C.
La acidez de la orina también se determina mediante tiras reactivas. Ciertos alimentos pueden
aumentarla.
La concentración de orina (osmolalidad) puede
ser importante para el diagnóstico de un
funcionamiento anormal de los riñones. Se puede
analizar una muestra de orina seleccionada al
azar o bien se pueden realizar pruebas que
estudien la capacidad de los riñones para
concentrar la orina. En una de dichas pruebas no
se bebe agua ni otros líquidos durante 12 a 14
horas; en otra, se aplica una inyección de la hormona vasopresina. Después, se mide la
concentración de la orina. Normalmente, cada una de estas pruebas debe dar como resultado
un gran aumento de la concentración de la orina. Sin embargo, en ciertos trastornos renales, la
orina está anormalmente diluida.
En una situación normal, la orina contiene un número reducido de células y otros desechos
provenientes del interior de las vías urinarias. En caso de una enfermedad de las vías urinarias,
se desprende un mayor número de células que van a formar un sedimento, si la orina se
centrifuga o se deja asentar. Se puede hacer un examen microscópico del sedimento para
obtener información sobre la enfermedad.
Para diagnosticar una infección de las vías urinarias se realizan cultivos de orina, que son
técnicas que permiten el crecimiento de las bacterias en el laboratorio. Para ello se requiere
una muestra de orina no contaminada proveniente de la vejiga, que puede obtenerse orinando
en un recipiente estéril. Otros métodos incluyen la introducción de un catéter por la uretra
hasta el interior de la vejiga o la inserción de una aguja en el interior de la vejiga a través de la
pared abdominal (aspiración suprapúbica por aguja).
La función renal se puede evaluar analizando tanto una muestra de sangre como una de orina.
La velocidad de filtración renal se puede estimar mediante la medición de la creatinina en el
suero (un producto de desecho). La concentración de nitrógeno ureico sanguíneo (BUN)
puede también indicar la eficacia del funcionamiento de los riñones, aunque muchos otros
factores pueden alterar su valor. Con una muestra de sangre también se puede realizar una
prueba más precisa, como el aclaramiento de creatinina, utilizando una fórmula que relaciona
el valor de creatinina en el suero con la edad, el peso y el sexo; su determinación exacta exige
una recolección de la orina producida durante 24 horas.
Estudios de imagen
Una radiografía del abdomen puede mostrar el tamaño y la posición de los riñones, aunque
una ecografía es en general mejor para este propósito.
Una urografía endovenosa es una técnica radiológica que se utiliza para visualizar los riñones
y las vías urinarias inferiores. Se inyecta por vía endovenosa una sustancia radiopaca
(conocida como radiocontraste), que se puede observar en la radiografía. La sustancia se
concentra en los riñones, generalmente en menos de 5 minutos. Luego se realiza una
radiografía que proporciona una imagen de los riñones y del paso de la sustancia radiopaca a
través de los uréteres hacia el interior de la vejiga. La urografía endovenosa no es útil cuando
los riñones funcionan mal y no pueden concentrar la sustancia radiopaca.
Cistograma retrógrado
Para realizar este examen se inyecta un medio de contraste radiológico a través de una sonda uretral.
La inyección de una sustancia radiopaca puede producir una insuficiencia renal aguda (efecto
adverso) en menos de uno de cada 200 casos. Se desconoce el motivo de ello, pero el riesgo es
más elevado en las personas de edad avanzada o en las que ya tenían anteriormente una
insuficiencia renal, diabetes mellitus, deshidratación o mieloma múltiple.
El médico debe tener la precaución de administrar líquidos por vía endovenosa a un paciente
con riesgo elevado, antes de inyectar una sustancia radiopaca. También se utiliza una dosis
baja de la sustancia radiopaca para reducir el riesgo al máximo. Otras veces se utiliza una
prueba alternativa, como la tomografía computadorizada.
El cistograma, que consiste en la visualización de la vejiga por rayos X, se obtiene como parte
de la urografía endovenosa. Sin embargo, el cistograma retrógrado (cistografía), que se
obtiene cuando la sustancia radiopaca se introduce a través de la uretra, a menudo proporciona
mayor información sobre la vejiga y los uréteres. Las radiografías se realizan antes, durante y
después de la micción.
En la urografía retrógrada, sustancias radiopacas similares a las que se utilizan en la urografía
endovenosa se introducen directamente en el interior del uréter a través de un endoscopio o de
un catéter. Este método proporciona buenas imágenes de la vejiga, los uréteres y la parte
inferior de los riñones y es muy útil cuando los resultados de la urografía endovenosa no son
satisfactorios. Así mismo, es útil en el estudio de la obstrucción de un uréter o cuando debe
evaluarse una persona alérgica a las sustancias endovenosas radiopacas. Entre sus desventajas
se encuentran el riesgo de infección y la necesidad de utilizar anestesia.
La ecografía utiliza ondas de sonido para producir una imagen de las estructuras anatómicas.
La técnica es simple, indolora y segura. Puede utilizarse para estudiar los riñones, los uréteres
y la vejiga, con la ventaja adicional de que se pueden obtener buenas imágenes incluso cuando
la función renal está disminuida. Las ecografías proporcionan información indirecta sobre la
función renal. La ecografía también se utiliza para medir la velocidad de producción de la
orina en un feto mayor de 20 semanas, midiendo los cambios de volumen de la vejiga. Esta
información ayuda a determinar la eficiencia de la función renal del feto. En los recién
nacidos, la ecografía es el mejor método para investigar masas abdominales, infecciones de las
vías urinarias y los posibles defectos congénitos del sistema urinario, teniendo en cuenta su
fácil ejecución y la precisión de sus resultados.
La ecografía es uno de los mejores medios para calcular el tamaño de los riñones y para
diagnosticar diversas anomalías renales, incluyendo los sangrados renales. La ecografía se
utiliza para localizar el sitio adecuado para una biopsia. Así mismo es el método elegido para
los pacientes con insuficiencia renal avanzada, pues en estos casos los riñones no captan las
sustancias radiopacas; o bien para las personas que no toleran estas sustancias.
En una ecografía se puede ver con nitidez una vejiga llena de orina. Aunque los tumores de la
vejiga pueden identificarse mediante la ecografía, es más fiable la tomografía
computadorizada.
La tomografía computadorizada (TC) es más costosa que la ecografía y que la urografía
endovenosa pero tiene algunas ventajas sobre éstas. La TC puede distinguir las estructuras
sólidas de aquellas que contienen líquidos, por esta razón es más útil en la evaluación del tipo
y de la extensión de los tumores del riñón o de otras masas que distorsionen las vías urinarias
normales. Se puede inyectar por vía endovenosa una sustancia radiopaca para obtener mayor
información. La TC puede ayudar a determinar si un tumor se ha extendido mas allá del riñón.
Si durante una TC se inyecta una mezcla de aire y de sustancia radiopaca al interior de la
vejiga, se puede observar claramente el contorno de un tumor de la vejiga.
La angiografía, que implica la inyección de una sustancia radiopaca en una arteria, es el más
invasivo de todos los procedimientos para obtener imágenes del riñón. Se reserva para
situaciones especiales, como cuando el médico requiere evaluar el aporte sanguíneo a los
riñones. En muchos hospitales, se está reemplazando la angiografía convencional por la TC en
espiral. Esta técnica utiliza computadoras para intensificar la imagen obtenida con cantidades
reducidas de sustancia radiopaca. Entre las complicaciones de la angiografía se encuentran
lesiones a las arterias puncionadas y a los órganos vecinos, reacciones a la sustancia radiopaca
y hemorragia.
La venografía es una imagen radiográfica de las venas que se obtiene empleando sustancias
radiopacas. Las complicaciones son raras y están generalmente limitadas a la extravasación de
sangre y de sustancia radiopaca alrededor del punto de la inyección. Pueden presentarse
reacciones alérgicas a la sustancia radiopaca.
Las imágenes por resonancia magnética (RM) pueden proporcionar la información sobre
masas renales que no se pueden obtener por medio de otras técnicas. Por ejemplo, se puede
determinar el tamaño de un tumor a partir de imágenes tridimensionales producidas por el
registro RM. Las masas renales sólidas se ven distintas de las huecas (quísticas) y la imagen
del líquido en un quiste ayuda al médico a distinguir una hemorragia de una infección.
Además, la RM produce excelentes imágenes de los vasos sanguíneos y de las estructuras
alrededor de los riñones, lo que permite realizar varios diagnósticos. Sin embargo, los
depósitos de calcio y los cálculos en el riñón no se observan bien y se ven mejor con una TC.
Biopsia renal
Se puede realizar una biopsia de riñón (extracción de una muestra de tejido para su examen al
microscopio) con el fin de que el médico pueda establecer un diagnóstico y observar la
evolución del tratamiento. Para evaluar una insuficiencia renal, con frecuencia se introduce
una aguja de biopsia a través de la piel. A menudo se llevan a cabo biopsias de un riñón
trasplantado para detectar señales de rechazo. Para realizar una biopsia del propio riñón
(nativo) de alguien, la persona se acuesta boca abajo y se le inyecta un anestésico local en la
piel y en los músculos de la espalda que están por encima del riñón. A continuación se
introduce la aguja de biopsia y se extrae una muestra de tejido para su examen al microscopio.
Para efectuar una biopsia de un riñón trasplantado, se introduce la aguja directamente a través
de la pared abdominal. Para guiar la dirección de la aguja hacia la parte afectada se utiliza la
ecografía.
El examen microscópico de las células en la orina (citología de orina) es útil en el diagnóstico
del cáncer de las vías urinarias. En los sujetos con riesgo elevado (por ejemplo los fumadores,
los operarios de las industrias petroquímicas y las personas con hemorragias indoloras), la
citología de orina permite detectar la presencia de cáncer. Este método también se usa en el
control posterior de las personas a quienes se les ha extirpado un tumor de la vejiga o del
riñón. Los resultados pueden dar falsos positivos (indicando cáncer cuando no lo hay), si
existen otras afecciones como una inflamación, o bien, pueden dar falsos negativos (no
indicando un cáncer que sí está presente), como puede ser en el caso de un cáncer de bajo
grado, en el que las células parecen normales.
CAPITULO 123
Insuficiencia renal
La insuficiencia renal es una alteración de la función de los riñones en la cual éstos son
incapaces de excretar las sustancias tóxicas del organismo de forma adecuada. Las causas de
la insuficiencia renal son diversas; algunas conducen a una rápida disminución de la función
renal (insuficiencia renal aguda), mientras que
otras conducen a una disminución gradual de
dicha función (insuficiencia renal crónica).
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
La insuficiencia renal aguda y sus complicaciones inmediatas a menudo se pueden tratar con
éxito. El índice de supervivencia es variable, y oscila desde menos del 50 por ciento para los
que sufren insuficiencia de varios órganos, hasta cerca del 90 por ciento para aquellos con
disminución del flujo de sangre a los riñones causada por la pérdida de líquidos corporales,
producida por una hemorragia, vómitos o diarrea.
Con frecuencia, lo único que se requiere para que los riñones puedan curar por sí mismos es
un tratamiento simple pero meticuloso. El consumo de agua se limita a reemplazar el volumen
perdido por el organismo. Se mide diariamente el peso corpóreo para controlar el consumo de
agua. Cuando el peso aumenta de un día para otro significa que se está tomando demasiado
líquido. Además de alimentos con glucosa o con hidratos de carbono altamente concentrados,
para mantener los valores apropiados de proteínas se administran por vía oral o endovenosa
ciertos aminoácidos (que son los componentes que van a constituir las proteínas). Se debe
limitar estrictamente el consumo de todas las sustancias que se eliminan a través de los
riñones, incluyendo varios fármacos como la digoxina y algunos antibióticos. Dada la
capacidad que tienen los antiácidos, que contienen aluminio, de adherirse al fósforo en el
intestino, estos antiácidos se pueden suministrar para prevenir que el valor sanguíneo del
fósforo aumente demasiado. A veces se administra sulfonato de polistireno sódico por vía oral
o rectal, para tratar una concentración elevada de potasio en sangre.
La insuficiencia renal puede llegar a ser tan severa que la diálisis se vuelve imprescindible
para prevenir graves daños a otros órganos y para controlar los síntomas. En estos casos, la
diálisis se comienza lo más pronto posible una vez efectuado el diagnóstico. La diálisis puede
requerirse sólo temporalmente como ayuda hasta que los riñones recuperen su
funcionamiento, lo que habitualmente puede tardar varios días o semanas. Por otra parte, si los
riñones están demasiado lesionados como para recuperarse, la diálisis puede necesitarse para
siempre, a menos que se efectúe un trasplante de
riñón.
Síntomas
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Diálisis
La diálisis es el proceso de extracción de los productos de desecho y del exceso de agua del
cuerpo.
Hay dos métodos de diálisis: la hemodiálisis y la diálisis peritoneal. En la hemodiálisis se
extrae la sangre del cuerpo y se bombea al interior de un aparato que filtra las sustancias
tóxicas, devolviendo a la persona la sangre purificada. La cantidad de líquido devuelto se
puede ajustar.
En la diálisis peritoneal se infunde dentro de la cavidad abdominal un líquido que contiene
una mezcla especial de glucosa y sales que arrastra las sustancias tóxicas de los tejidos. Luego
se extrae el líquido y se desecha. La cantidad de glucosa se puede modificar para extraer más
o menos líquido del organismo.
Problemas
Los pacientes que se someten a diálisis necesitan dietas y fármacos especiales. Debido al
escaso apetito y a la pérdida de proteínas durante la diálisis peritoneal, estas personas
necesitan por lo general una dieta relativamente rica en proteínas, alrededor de 0,5 gramo de
proteína diaria por cada kilo de peso ideal. Para los que están en hemodiálisis, la ingestión de
sodio y potasio se debe reducir a 2 gramos al día de cada uno. También se debe restringir el
consumo de alimentos ricos en fósforo. El consumo diario de bebidas se limita solamente en
aquellos individuos que tienen una concentración persistentemente baja o decreciente de
potasio en la sangre. Es importante controlar el peso a diario, puesto que un aumento excesivo
de peso entre las sesiones de hemodiálisis sugiere un consumo exagerado de líquido. Para las
personas en diálisis peritoneal, las restricciones de potasio (4 gramos al día) y de sodio (de 3 a
4 gramos diarios) son menos severas.
Se necesitan suplementos multivitamínicos y de hierro para sustituir los nutrientes que se
pierden a través de la diálisis. Sin embargo, las personas sometidas a diálisis y también a
transfusiones de sangre, a menudo reciben demasiado hierro ya que la sangre contiene grandes
cantidades de este mineral; por consiguiente, no deben tomar suplementos del mismo. Se
pueden suministrar hormonas, como la testosterona o la eritropoyetina, para estimular la
producción de glóbulos rojos. Los compuestos que adhieren el fosfato, como el carbonato de
calcio o el acetato de calcio, se utilizan para eliminar el exceso de fosfato.
La baja concentración de calcio en la sangre o una enfermedad ósea por hiperparatiroidismo
severo, se pueden tratar con calcitriol (una forma de vitamina D) y suplementos de calcio.
La hipertensión arterial es frecuente entre los sujetos que sufren de insuficiencia renal. En
aproximadamente la mitad de ellos se puede controlar simplemente mediante la extracción de
suficiente líquido durante la diálisis. La otra mitad puede necesitar fármacos para disminuir la
presión arterial.
A los pacientes que necesitan diálisis crónica, los tratamientos regulares los mantienen con
vida. Sin embargo, a menudo la diálisis causa estrés porque las sesiones se hacen varias veces
por semana y duran varias horas.
Las personas sometidas a diálisis pueden experimentar limitaciones en todos los aspectos de
su vida. La potencial pérdida de independencia puede llegar a ser especialmente frustrante.
Estas personas están bajo la dependencia del equipo de terapia. Los pacientes sometidos a
hemodiálisis necesitan que su transporte a los centros de tratamiento sea organizado de modo
regular, porque deben tener un acceso
ininterrumpido a esta terapia. Las sesiones de
diálisis, planificadas a menudo según la
conveniencia de otros, influyen en los horarios
laborales o escolares y en las actividades de
ocio. Un puesto de trabajo a tiempo completo
podría llegar a ser algo imposible. Las personas
sometidas a diálisis pueden necesitar una ayuda
por parte de la comunidad para hacer frente a los
costos elevados del tratamiento, de los fármacos,
de las dietas especiales y del transporte. Las
personas de edad sometidas a diálisis pueden
volverse más dependientes de sus hijos o pueden
ser incapaces de vivir solas. A menudo, tienen
que modificarse las responsabilidades y los roles
establecidos para adaptarlos a la rutina de la
diálisis, creando estrés y sentimientos de culpa e
incapacidad.
Las personas en diálisis se enfrentan también a
alteraciones estresantes de su propia imagen y
de las funciones corporales. Los niños con
problemas de crecimiento pueden sentirse
aislados y distintos a sus compañeros. Los
jóvenes y los adolescentes que normalmente se cuestionan sobre su propia identidad, la
independencia y su imagen corporal, pueden encontrar mas problemas de este tipo, si están
sometidos a diálisis.
Como consecuencia de estas pérdidas, muchas personas que están en diálisis se deprimen y se
vuelven ansiosas. No obstante, la mayoría de los sujetos se adaptan a la diálisis. La manera
como las personas en programa de diálisis (así como su equipo de terapia) se enfrenten a estos
problemas afecta no solamente a su adaptación social sino también a su supervivencia a largo
plazo. Los problemas psicológicos y sociales por lo general disminuyen cuando los programas
de diálisis motivan a las personas a ser independientes y a asumir de nuevo sus intereses
anteriores.
La asistencia psicológica y de trabajo social es útil tanto a las familias como a las personas en
programa de diálisis, en los casos de depresión, problemas de comportamiento y
circunstancias que impliquen pérdidas o modificaciones de las costumbres. Estos equipos
están formados por asistentes sociales, psicólogos y psiquiatras. Muchos centros de diálisis
brindan apoyo psicológico y social.
Hemodiálisis
Diálisis peritoneal
En la diálisis peritoneal, el peritoneo, una membrana que reviste el abdomen y recubre los
órganos abdominales, actúa como un filtro permeable. Esta membrana posee una extensa
superficie y una rica red de vasos sanguíneos. Las sustancias provenientes de la sangre pueden
filtrarse fácilmente a través del peritoneo al interior de la cavidad abdominal si las condiciones
son favorables. El líquido se infunde a través de un catéter que penetra a través de la pared
abdominal hasta el espacio peritoneal, en el interior del abdomen. Dicho líquido debe
permanecer en el abdomen durante un tiempo suficiente para permitir que las materias de
desecho provenientes del flujo sanguíneo pasen lentamente hacia él. Luego se saca el líquido,
se desecha y se reemplaza con otro nuevo.
Por lo general se usa un catéter blando de goma de silicona o de poliuretano poroso porque
permite que el líquido fluya uniformemente y es improbable que cause lesiones. Si el catéter
se instala por un período corto de tiempo, se puede colocar cuando el paciente está en la cama.
Si es permanente, se debe colocar en la sala de operaciones. Existe un tipo de catéter que
finalmente se cierra con la piel y que se puede dejar tapado cuando no se usa.
Para la diálisis peritoneal se utilizan varias técnicas. En la más simple, la diálisis peritoneal
manual intermitente, las bolsas que contienen el líquido se calientan a la temperatura del
cuerpo; el líquido se infunde dentro de la cavidad peritoneal por espacio de 10 minutos, se
deja permanecer allí entre 60 y 90 minutos y luego se extrae durante 10 a 20 minutos. El
tratamiento completo puede necesitar 12 horas. Esta técnica se usa sobre todo para tratar la
insuficiencia renal aguda.
Comparación entre la hemodiálisis y la diálisis peritoneal
Cuando los riñones fallan, se pueden extraer los productos de desecho y el exceso de agua de la sangre por hemodiálisis o diálisis peritoneal. En la
hemodiálisis, la sangre se extrae del cuerpo y se hace circular a través de un aparato denominado dializador que filtra la sangre.
En la diálisis peritoneal, el peritoneo, una membrana en el abdomen, se usa como filtro.
En la hemodiálisis, se crea quirúrgicamente una conexión entre una arteria y una vena (una fístula arteriovenosa), para facilitar la extracción y el retorno de la
sangre. La sangre fluye a través de un tubo conectado a la fístula dentro del dializador.
En el interior del dializador, una membrana artificial separa la sangre de un fluido (el dialisato) que es similar a los fluidos normales del cuerpo. El fluido, los
productos de desecho y las sustancias tóxicas de la sangre se filtran a través de la membrana dentro del dialisato. La sangre purificada
es devuelta al cuerpo del paciente.
En la diálisis peritoneal, se introduce un catéter a través de una pequeña incisión en la pared abdominal hacia el espacio peritoneal. El dialisato drena por el
efecto de la gravedad o se bombea a través del catéter y se deja en el espacio un tiempo lo suficientemente largo como para permitir que los productos de
desecho provenientes del flujo sanguíneo se filtren a través del peritoneo dentro del dialisato. Luego el dialisato se drena, se lo descarta y se reemplaza.
La diálisis peritoneal intermitente automatizada se puede realizar en casa, eliminando la
necesidad de una asistencia de enfermería constante. Un dispositivo con reloj automático
bombea el líquido hacia dentro y hacia fuera de la cavidad peritoneal. Por lo general, se coloca
el ciclador en el momento de acostarse para que la diálisis se realice durante el sueño. Estas
terapias necesitan realizarse 6 o 7 noches por semana.
En la diálisis peritoneal continua a domicilio, el líquido se deja en el abdomen durante
intervalos muy prolongados. Normalmente, el líquido se saca y se repone cuatro o cinco veces
al día, se recoge en bolsas de cloruro de polivinilo que se pueden doblar cuando están vacías,
se colocan dentro de una funda y pueden utilizarse para un drenaje subsiguiente sin ser
desconectadas del catéter. Generalmente se efectúan tres de estos intercambios de líquido
durante el día, a intervalos de 4 horas o más. Cada intercambio precisa entre 30 y 45 minutos.
Un tiempo de intercambio más prolongado (de 8 a 12 horas) se lleva a cabo por la noche,
durante el sueño.
Otra técnica, la diálisis peritoneal continua asistida con un ciclador, utiliza un ciclador
automático para realizar intercambios breves por la noche durante el sueño, mientras que los
intercambios más extensos se llevan a cabo durante el día, sin el ciclador. Esta técnica
minimiza el número de intercambios durante el día, pero impide la movilidad por la noche
debido a que el equipo es voluminoso.
Complicaciones
Aunque muchas personas se someten a la diálisis peritoneal durante años sin problemas, a
veces se pueden presentar complicaciones. Se puede producir una hemorragia en el punto
donde el catéter sale del cuerpo o en el interior del abdomen, o se puede perforar un órgano
interno durante la colocación del mismo. El líquido se puede extravasar y salir alrededor del
catéter o ir hacia el interior de la pared abdominal. El paso del líquido se puede obstruir por la
presencia de coágulos u otros residuos.
Sin embargo, el problema más grave de la diálisis peritoneal es la posibilidad de infección.
Ésta puede localizarse en el peritoneo, la piel donde se ubica el catéter o la zona que lo
circunda, causando un absceso. La infección por lo general se produce por un error en la
técnica de esterilización en algún paso del procedimiento de la diálisis. Habitualmente, los
antibióticos pueden eliminarla; de lo contrario, es probable que se deba extraer el catéter hasta
que se cure la infección.
Otros problemas pueden asociarse con la diálisis. Es frecuente que haya una baja
concentración de albúmina en la sangre (hipoalbuminemia). Las complicaciones raras
comprenden la aparición de cicatrices en el peritoneo (esclerosis peritoneal), dando como
resultado una obstrucción parcial del intestino delgado, concentraciones por debajo de lo
normal de la hormona tiroidea (hipotiroidismo) y ataques epilépticos. También es raro que
aparezca un elevado valor de azúcar (glucosa) en la sangre (hiperglucemia), excepto en los
pacientes que sufren de diabetes. En aproximadamente el 10 por ciento de los pacientes se
producen hernias abdominales e inguinales.
Los pacientes sometidos a diálisis peritoneal pueden ser propensos al estreñimiento, lo que
interfiere con la salida del líquido por el catéter. Por consiguiente, es posible que necesiten
tomar laxantes o sustancias que ablanden la consistencia de las heces.
Generalmente, la diálisis peritoneal no se efectúa en aquellas personas que tienen infecciones
de la pared abdominal, conexiones anormales entre el pecho y el abdomen, un injerto de un
vaso sanguíneo recientemente colocado en el interior del abdomen, o una herida abdominal
reciente.
CAPITULO 124
Nefritis
La inflamación de los riñones generalmente suele ser provocada por una infección, como en la
pielonefritis, o por una reacción inmune anormal que ataca los riñones. Una reacción inmune
anómala puede producirse de dos formas: 1) un anticuerpo puede atacar directamente al riñón
o a un antígeno (una sustancia que estimula una reacción inmune), adherido a las células
renales, o 2) un antígeno y un anticuerpo se pueden unir en cualquier otra parte del organismo
y luego adherirse a las células del riñón. Los signos que indican nefritis, como la presencia de
sangre y proteínas en la orina y una función renal deteriorada, dependen del tipo, la ubicación
y la intensidad de la reacción inmune. Sin embargo, numerosas condiciones capaces de
lesionar los riñones, pueden producir lesiones,
síntomas y consecuencias similares.
Generalmente, la inflamación no afecta a todo el
riñón. La enfermedad resultante depende de si la
inflamación afecta principalmente a los
glomérulos (la primera parte del aparato de
filtración del riñón), los túbulos y los tejidos que
lo circundan (tejido túbulointersticial) o los vasos
sanguíneos del interior de los riñones, causando
vasculitis.
Glomerulopatías
Diagnóstico
El diagnóstico preciso de todas las glomerulopatías se establece mediante la realización de una
biopsia de riñón, del que se extrae una pequeña muestra mediante la inserción de una aguja a
través de la piel. La muestra se examina al microscopio antes y después de haberla teñido para
visualizar el tipo y la ubicación de las reacciones inmunes dentro del riñón.
Un examen de una muestra de orina (análisis de orina) ayuda a establecer el diagnóstico y un
simple análisis de sangre indica en qué medida la extensión de las lesiones ha afectado a la
función renal. La medición de las concentraciones de anticuerpos en la sangre puede ayudar a
determinar la evolución de la enfermedad, si los valores aumentan (el cuadro se está
agravando) o si disminuyen (el cuadro está mejorando).
Pronóstico y tratamiento
Síntomas y diagnóstico
Aproximadamente la mitad de los que padecen este síndrome no tiene síntomas. Cuando se
presentan, lo primero que aparece es la retención de líquidos con hinchazón de los tejidos
(edema), un menor volumen de producción de orina y oscurecimiento de ésta por la presencia
de sangre. El edema puede manifestarse al inicio como una hinchazón de la cara y de los
párpados, luego se hace evidente en las piernas y puede agravarse progresivamente. La
hipertensión arterial y la hinchazón del cerebro producen dolores de cabeza, molestias de la
visión y trastornos aún más importantes de la función cerebral. Un análisis complementario de
la orina muestra cantidades variables de proteínas y con frecuencia la concentración de urea y
de creatinina, dos productos de desecho, está aumentada en la sangre.
Los médicos investigan la posibilidad de una glomerulonefritis postestreptocócica en los
sujetos que desarrollan los síntomas antes mencionados, los resultados de cuyas pruebas
complementarias indican una disfunción renal tras una inflamación de garganta, infección
cutánea (impétigo), o, con mayor razón, cuando un cultivo es positivo para estreptococos. Los
títulos de anticuerpos en sangre contra los estreptococos pueden estar más elevados de lo
normal. El síndrome nefrótico se produce en aproximadamente el 30 por ciento de estas
personas. En raras ocasiones, la producción de orina se interrumpe por completo apenas se
desarrolla la glomerulonefritis estreptocócica, el volumen de sangre aumenta bruscamente y se
eleva la concentración de potasio en la sangre. Puede sobrevenir la muerte a menos que se
inicie la diálisis rápidamente.
El síndrome nefrítico agudo que sigue a una infección por microorganismos distintos de los
estreptococos es, generalmente, más fácil de diagnosticar porque sus síntomas comienzan, con
frecuencia, mientras la infección es aún obvia.
Pronóstico y tratamiento
Los que sufren de síndrome nefrítico agudo, por lo general se recuperan por completo. Sin
embargo, si los exámenes complementarios muestran grandes cantidades de proteínas en la
orina o una rápida disminución de la función renal, es posible que se desarrolle una
insuficiencia renal y que las lesiones sean permanentes. En el uno por ciento de los niños y en
el 10 por ciento de los adultos, el síndrome nefrítico agudo evoluciona hacia el síndrome
nefrítico rápidamente progresivo. En aproximadamente el 85 al 95 por ciento de los niños la
función renal vuelve a la normalidad, pero tienen un mayor riesgo de desarrollar hipertensión
arterial posteriormente, a lo largo de su vida. Aproximadamente el 40 por ciento de los adultos
no se recupera por completo y continuará teniendo alteraciones de la función renal.
En la mayoría de los casos no existe un tratamiento eficaz. Los fármacos que inhiben el
sistema inmune (fármacos inmunosupresores) y los corticosteroides no son eficaces; los
corticosteroides pueden incluso agravar la enfermedad. Si cuando se descubre el síndrome
nefrítico agudo se encuentra aún presente una infección bacteriana, se inicia una terapia con
antibióticos. Si se presenta como resultado de la infección de una parte artificial del cuerpo,
como una válvula cardíaca, el pronóstico es bueno, siempre y cuando la infección pueda ser
erradicada. Su erradicación requiere a menudo la extracción y la sustitución de la prótesis
artificial, además de la administración de antibióticos.
Puede ser necesario seguir una dieta baja en proteínas y sal hasta que se restablezca la función
renal. Se pueden suministrar diuréticos para ayudar a los riñones a excretar el exceso de sal y
agua. La hipertensión arterial probablemente deba ser tratada con fármacos. Los sujetos que
desarrollan insuficiencia renal grave pueden necesitar diálisis.
Síntomas y diagnóstico
La debilidad, el cansancio y la fiebre son los síntomas iniciales más evidentes. Las náuseas, la
pérdida del apetito, los vómitos, el dolor articular y el dolor abdominal también son
frecuentes. Aproximadamente en el 50 por ciento de los casos, un mes antes de aparecer los
signos de insuficiencia renal se ha tenido una enfermedad de tipo gripal. Estas personas tienen
hinchazón (edema) provocada por la retención de líquidos y, generalmente, producen muy
poca orina.
La hipertensión arterial es poco frecuente y casi nunca es grave cuando se manifiesta. Si están
afectados los pulmones (síndrome de Goodpasture), es frecuente toser y escupir con sangre y
presentar dificultad para respirar.
Con frecuencia se ve sangre en la orina y también es posible encontrar grupos de glóbulos
rojos en un examen microscópico de la misma. Los análisis de sangre detectan anemia, a
veces grave, y generalmente también un número anormalmente elevado de glóbulos blancos.
Los análisis de sangre para evaluar la función renal detectan la acumulación de productos
tóxicos de desecho.
Al principio, la ecografía o las radiografías pueden evidenciar un aumento del tamaño de los
riñones, pero luego se van reduciendo gradualmente. A menudo, se extrae una muestra de
tejido renal con una aguja y se envía al laboratorio para su examen al microscopio (biopsia)
con el fin de confirmar el diagnóstico y asegurarse de que la persona no sufre otra afección
que podría ser tratada eficazmente.
Pronóstico
El pronóstico se realiza teniendo en cuenta la gravedad de los síntomas, que son muy
variables. Debido a que los síntomas iniciales son sutiles, muchas personas que sufren esta
enfermedad no se dan cuenta que están enfermas y no van al médico hasta que la insuficiencia
renal se agrava. Los sujetos que desarrollan insuficiencia renal mueren en el curso de pocas
semanas a menos que sean sometidas a diálisis.
El pronóstico también depende de la causa y de la edad de la persona afectada. Cuando la
causa es una enfermedad autoinmune, en la que el organismo produce anticuerpos contra sus
propias células, el tratamiento, por lo general, mejora la situación. Cuando la causa es
desconocida o la persona es de edad avanzada, el pronóstico es grave. Generalmente, los casos
no tratados desarrollan insuficiencia renal en el término de dos años.
Tratamiento
Cuando los médicos sospechan un síndrome nefrítico rápidamente progresivo, se lleva a cabo
una biopsia renal lo más pronto posible, de modo que se pueda confirmar el diagnóstico,
establecer el pronóstico y plantear el tratamiento. También se efectúan análisis de sangre para
la detección de anticuerpos y pruebas para la detección de infecciones.
Cuando los resultados de la biopsia muestran una enfermedad grave de los glomérulos, se
inicia inmediatamente un tratamiento con fármacos para obtener la máxima eficacia. Por
norma general, se administran corticosteroides por vía endovenosa a dosis elevadas durante
una semana aproximadamente y, luego, por vía oral. Se puede suministrar también
ciclofosfamida o azatioprina, fármacos que inhiben el sistema inmune. Además, puede
efectuarse también una plasmaféresis, procedimiento en el que se retira sangre del cuerpo, se
filtra a través de un aparato que extrae los anticuerpos y luego se devuelve al cuerpo.
Si la enfermedad ha evolucionado a una etapa más avanzada, la diálisis puede ser el único
tratamiento útil. La alternativa es el trasplante de riñón, aunque la enfermedad original puede
afectar al riñón trasplantado.
Síndrome nefrótico
Causas
Síntomas
Los síntomas iniciales incluyen falta de apetito, sensación de malestar generalizado, edema de
los párpados, dolor abdominal, pérdida de masa muscular, hinchazón de los tejidos por el
exceso de sal y la retención de líquido y orina espumosa. El abdomen puede estar aumentado
de volumen por la gran acumulación de líquido, mientras que el líquido acumulado en el
espacio que circunda los pulmones (derrame pleural) puede producir asfixia. Otros síntomas
son la tumefacción de las rodillas y, en los varones, del escroto. Con frecuencia, el líquido que
causa la inflamación de los tejidos se desplaza por el cuerpo, acumulándose en los párpados,
visible al levantarse por la mañana, y en los tobillos al cabo del día. La pérdida de masa
muscular puede estar enmascarada por la hinchazón.
En los niños se puede presentar un descenso de la presión arterial cuando se ponen de pie y, en
general, hipotensión arterial, que puede conducir al shock. Los adultos pueden tener una
presión baja, normal o hipertensión arterial. La producción de orina puede disminuir y se
puede desarrollar insuficiencia renal a causa del bajo volumen de sangre y del escaso
suministro de sangre al riñón.
Ocasionalmente, se produce de forma repentina insuficiencia renal con una baja producción de
orina. Cuando la persona visita por primera vez al médico, las concentraciones de proteínas en
la orina son, por lo general, elevadas.
Las deficiencias nutricionales pueden ser el resultado de la pérdida de nutrientes, como la
glucosa, en la orina. Se puede retrasar el crecimiento y se puede perder el calcio de los huesos.
El cabello y las uñas pueden volverse frágiles y puede haber caída del cabello. Por razones
desconocidas, pueden aparecer líneas blancas horizontales en la base de las uñas.
El revestimiento abdominal (peritoneo) puede inflamarse (peritonitis). Son frecuentes las
infecciones oportunistas (infecciones causadas por bacterias normalmente inofensivas). Se
piensa que la alta incidencia de infección se debe al hecho de que los anticuerpos que
normalmente las combaten se pierden por la orina o no se producen en cantidades normales.
La coagulación sanguínea se altera, incrementando significativamente el riesgo de
coagulación en el interior de los vasos sanguíneos (trombosis), especialmente dentro de la
vena principal del riñón. Por el contrario, puede suceder que la sangre no se coagule, lo que
generalmente conduce a presentar sangrados excesivos. La hipertensión arterial con
complicaciones que afectan al corazón y al cerebro es más probable que se produzca en las
personas que sufren de diabetes y en las que padecen una enfermedad del tejido conectivo.
Diagnóstico
Pronóstico
El pronóstico varía dependiendo de la etiología del síndrome nefrótico, de la edad y del tipo
de lesión renal que se haya observado en el examen al microscopio del tejido obtenido por
biopsia. Los síntomas pueden llegar a desaparecer por completo cuando el síndrome nefrótico
es debido a un trastorno que se puede tratar, como una infección, un cáncer, o por fármacos.
Esta situación se da en alrededor de la mitad de los casos que se presentan en los niños, pero
con menor frecuencia en los adultos. El pronóstico es generalmente bueno si el trastorno
subyacente responde a los corticosteroides. Cuando el síndrome ha sido causado por la
infección por el VIH, por lo general no se detiene. Los niños nacidos con síndrome nefrótico
casi nunca sobreviven más allá del primer año, aunque unos pocos han sobrevivido gracias a
la diálisis o al trasplante de riñón.
El síndrome nefrótico tiene el mejor pronóstico cuando está causado por un tipo leve de
glomerulonefritis, la enfermedad de cambios mínimos. El 90 por ciento de los niños y muchos
adultos responden al tratamiento. La enfermedad raras veces evoluciona a insuficiencia renal,
aunque es probable que recidive. Sin embargo, después de haber pasado un año sin que se
produzcan síntomas, es poco probable que haya una recidiva.
La glomerulonefritis membranosa, el tipo más grave de glomerulonefritis que provoca el
síndrome nefrótico, afecta principalmente a los adultos y evoluciona lentamente a
insuficiencia renal en el 50 por ciento de los mayores de 15 años. El 50 por ciento restante está
libre de la enfermedad o tiene una presencia persistente de proteínas en la orina, pero con un
funcionamiento renal normal. En la mayoría de los niños que sufren de glomerulonefritis
membranosa, las proteínas en la orina desaparecen espontáneamente en el término de los 5
años posteriores al diagnóstico de la enfermedad.
Otros dos tipos, el síndrome nefrótico familiar y la glomerulonefritis membranoproliferativa,
responden escasamente al tratamiento y su pronóstico es menos optimista. Más de la mitad de
los sujetos que tienen el tipo familiar desarrollan insuficiencia renal antes de 10 años. En el 20
por ciento, el pronóstico es incluso peor: la insuficiencia renal grave aparece antes de dos
años. La enfermedad avanza más rápidamente en los adultos que en los niños. En el caso de la
glomerulonefritis membranoproliferativa el 50% de las personas evolucionan hacia la
insuficiencia renal en los primeros 10 años; la enfermedad desaparece en menos del 5 por
ciento de los casos. Otro tipo, la glomerulonefritis proliferativa mesangial, prácticamente
jamás responde a los corticosteroides.
Cuando el síndrome nefrótico es provocado por el lupus eritematoso sistémico, una
amiloidosis o la diabetes, el tratamiento es principalmente sintomático más que curativo.
Aunque los tratamientos más recientes del lupus eritematoso sistémico reducen los síntomas y
estabilizan o corrigen los resultados anormales de las pruebas, en la mayoría de los casos se
produce una insuficiencia renal progresiva. En el síndrome nefrótico de la diabetes, la
insuficiencia renal grave generalmente se desarrolla en 3 a 5 años.
En los casos de síndrome nefrótico provocado por una infección, una alergia o el uso de
heroína por vía endovenosa, el pronóstico varía en función de la rapidez y la eficacia con que
se trata el trastorno subyacente.
Tratamiento
El tratamiento debe estar dirigido contra la causa subyacente. El tratamiento de una infección
que causa el síndrome nefrótico puede curar éste. Cuando el síndrome está provocado por una
enfermedad curable, como la enfermedad de Hodgkin u otra clase de cáncer, el tratamiento de
la misma puede eliminar los síntomas renales. Si un adicto a la heroína que sufre de síndrome
nefrótico deja de usar la droga en las etapas iniciales de la enfermedad, los síntomas pueden
desaparecer. Los sujetos sensibles a la luz solar, al veneno de roble, al zumaque venenoso o a
las picaduras de insectos deben evitar estos irritantes. Las inyecciones alérgicas
(desensibilización) pueden revertir el síndrome nefrótico asociado con los tres últimos
alergenos. Si los responsables del síndrome son los fár-macos, su interrupción puede eliminar
los problemas renales.
Si no se puede encontrar la causa, se administran corticosteroides y fármacos, como la
ciclofosfamida, que inhiben el sistema inmune. Sin embargo, estos fármacos causan
problemas a los niños porque pueden retardar el crecimiento y suprimir el desarrollo sexual.
La terapia general comprende una dieta que contenga cantidades normales de proteínas y de
potasio pero que sea baja en grasas saturadas y sodio. Ingerir demasiadas proteínas eleva los
valores de proteínas en la orina. Los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina,
como el enalapril, el captopril y el lisinopril, por lo general hacen decrecer la excreción de
proteínas en la orina y las concentraciones de lípidos en la sangre. Sin embargo, estos
fármacos pueden incrementar la concentración de potasio en la sangre, en los pacientes que
padecen una disfunción renal entre moderada y grave.
Cuando se acumula líquido en el abdomen, realizar pequeñas comidas con frecuencia puede
ayudar a reducir los síntomas. La hipertensión arterial se trata generalmente con diuréticos.
Los diuréticos pueden también disminuir la retención de líquidos y el encharcamiento de los
tejidos, pero pueden incrementar el riesgo de que se formen coágulos de sangre. Los
anticoagulantes pueden ayudar a controlar la formación de coágulos. Las infecciones pueden
ser potencialmente mortales y deben tratarse inmediatamente.
Síntomas y diagnóstico
Como el síndrome no provoca síntomas durante años, en la mayoría de los casos pasa
inadvertido. Se desarrolla gradualmente, de tal modo que el médico no es capaz de decir
exactamente cuándo comenzó. Puede descubrirse durante un examen médico rutinario de una
persona sin problemas de salud, que posee un funcionamiento renal normal y que no tiene
ningún indicio de problemas, con excepción de la presencia de proteínas y posiblemente de
glóbulos rojos en la orina.
En otros casos, una persona puede tener insuficiencia renal con náuseas, vómitos, dificultad
para respirar, picor o cansancio. Puede haber retención de líquidos (edema) y es frecuente la
hipertensión arterial.
Dado que los síntomas de muchas enfermedades renales son idénticos, una biopsia de riñón es
el método más fiable para poder distinguirlas en las primeras etapas. Casi nunca se lleva a
cabo una biopsia en los estadios avanzados, cuando los riñones están atrofiados y endurecidos,
debido a que la posibilidad de obtener información específica sobre la causa es mínima.
Pronóstico y tratamiento
Aunque se han intentado muchas formas de terapia, ninguna de ellas ha impedido que la
enfermedad progrese. Se piensa que puede ser útil disminuir la presión arterial por medio de
fármacos y restringir el consumo de sodio. La restricción de la ingestión de proteínas es
modestamente útil para disminuir la velocidad de deterioro del riñón. La insuficiencia renal
debe ser tratada con diálisis o trasplante de riñón.
Nefritis tubulointersticial
La nefritis tubulointersticial puede ser aguda o crónica. Puede ser causada por varias
enfermedades, fármacos o ciertas condiciones que lesionan los riñones.
Nefritis tubulointersticial aguda
La nefritis tubulointersticial aguda es una insuficiencia renal que comienza bruscamente y que
está provocada por lesiones de los túbulos del riñón y de los tejidos que los rodean.
La causa más frecuente de nefritis tubulointersticial aguda es un fármaco, al cual el sujeto es
alérgico, o bien le provoca una intoxicación directa (una reacción tóxica), que puede ser
provocada por fármacos como la anfotericina B y los aminoglucósidos. Una reacción alérgica
puede ser desencadenada por fármacos como la penicilina, las sulfonamidas, los diuréticos y
los fármacos antiinflamatorios no esteroideos, incluyendo la aspirina.
Otras causas incluyen una infección bacteriana de los riñones (pielonefritis), ciertas formas de
cáncer como la leucemia y el linfoma, y las enfermedades hereditarias.
Los síntomas son muy variables. Algunas personas desarrollan los síntomas de una infección
de las vías urinarias: fiebre, micción dolorosa, pus en la orina y dolor en la parte baja de la
espalda (zona lumbar) o en el costado. Otras tienen pocos síntomas, pero los exámenes
complementarios detectan señales de insuficiencia renal. El volumen de orina producido
puede ser normal o inferior al habitual.
La orina puede ser casi normal, con sólo indicios de proteínas o de pus, pero, con frecuencia,
las alteraciones son muy llamativas. La orina puede contener proteínas con valores lo
suficientemente altos como para ser propios de un síndrome nefrótico, sangre evidente a
simple vista o al microscopio, o pus que contiene eosinófilos, un tipo de células sanguíneas
blancas. Los eosinófilos pocas veces aparecen en la orina, pero cuando lo hacen, esta persona,
casi con total seguridad, tendrá una nefritis tubulointersticial aguda causada por una reacción
alérgica.
Cuando la causa es una reacción alérgica, los riñones están generalmente agrandados debido a
la inflamación provocada por la alergia. El intervalo entre la exposición al alergeno que ha
causado la reacción y el desarrollo de las alteraciones renales varía entre 5 días y 5 semanas.
Otros síntomas de una reacción alérgica son la fiebre, una erupción cutánea y un creciente
número de eosinófilos en la sangre.
Una biopsia de riñón es el único medio definitivo para diagnosticar este trastorno.
Algunas personas deben ser tratadas por la insuficiencia renal aguda. La función renal
generalmente se restablece una vez que se interrumpe el fármaco perjudicial, aunque es
frecuente que se desarrollen algunas cicatrices en el riñón.
En algunos casos, el daño producido es irreversible. La terapia con corticosteroides puede
acelerar la recuperación de la función renal cuando el trastorno ha sido causado por una
reacción alérgica.
Un infarto renal es la muerte de una zona de tejido renal causada por la obstrucción de la
arteria renal, la arteria principal que lleva la sangre al riñón.
La obstrucción de la arteria renal es rara y, cuando se produce, habitualmente se debe a que
una partícula que estaba flotando en el flujo sanguíneo (émbolo) se aloja en la arteria. El
émbolo puede originarse a partir de un coágulo sanguíneo (trombo) en el corazón o por la
rotura de un depósito de colesterol (ateroma) de la aorta. Por otra parte, el infarto puede ser
consecuencia de la formación de un coágulo sanguíneo (trombosis aguda) en la misma arteria
renal, provocado por una lesión de la arteria debido a cirugía, a una angiografía o a una
angioplastia. El coágulo puede también ser el resultado de una arteriosclerosis grave, arteritis
(inflamación de las arterias), drepanocitosis o la rotura de un aneurisma de la arteria renal (una
protuberancia en la pared de la arteria). Un desgarro del revestimiento (disección aguda) de la
arteria renal hace que el flujo de sangre en la arteria se obstruya o que la arteria se rompa. Las
causas subyacentes del infarto incluyen arteriosclerosis y fibrodisplasia (desarrollo anómalo
de tejido fibroso en la pared de una arteria).
El infarto renal puede ser producido por varias circunstancias: ocasionalmente de modo
terapéutico (infarto terapéutico) para tratar tumores del riñón, por una pérdida masiva de
proteínas por la orina (proteinuria) o por una hemorragia incontrolable del riñón. El flujo de
sangre al riñón se obstruye introduciendo un
catéter dentro de la arteria que alimenta el riñón.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Síntomas
Por lo general, la enfermedad ateroembólica provoca poco a poco una insuficiencia de los
riñones que no presenta síntomas hasta que la insuficiencia es avanzada. Si la obstrucción es
el resultado de un procedimiento sobre la aorta, el momento en el que la obstrucción se
produce es obvio y los riñones, con frecuencia, fallan repentinamente. En una insuficiencia
renal completa, aparece una amplia variedad de síntomas, comenzando por cansancio y una
sensación de enfermedad generalizada (malestar). Los síntomas no son causados
específicamente por la enfermedad ateroembólica renal, sino secundarios a la insuficiencia
renal; incluyen trastornos de los músculos, los nervios, el corazón, el aparato digestivo y la
piel.
Generalmente los émbolos no están limitados a las arterias renales. Frecuentemente obstruyen
los vasos sanguíneos de otros órganos, como el páncreas y el intestino; los síntomas más
frecuentes son dolor abdominal, heces sanguinolentas y diarrea. Cuando los émbolos se
desplazan a las extremidades, pueden provocar una coloración algo purpúrea de la piel,
nódulos musculares dolorosos e incluso gangrena. Los émbolos que se desplazan a un ojo
pueden causar ceguera repentina.
Diagnóstico y tratamiento
Necrosis cortical
La necrosis cortical renal es una rara forma de muerte del tejido renal que afecta a una parte o
a la totalidad de la zona más externa de los riñones (corteza), pero no a la interna (médula).
La necrosis cortical es el resultado de una obstrucción de las pequeñas arterias que van a la
corteza renal, causada por muchas circunstancias.
La necrosis cortical puede producirse a cualquier edad. Alrededor del 10 por ciento de los
casos se produce en la primera infancia y en la niñez. Más de la mitad de los recién nacidos
con esta afección tiene partos complicados por el desprendimiento brusco de la placenta
(abruptio placentae); la segunda causa más frecuente es una infección bacteriana en la
circulación sanguínea (sepsis bacteriana). En los niños, la necrosis cortical puede aparecer tras
una infección, una deshidratación, shock o el síndrome hemolítico-urémico. En los adultos, la
sepsis bacteriana causa una tercio de todos los casos de necrosis cortical. Aproximadamente el
50 por ciento de los casos informados se produce en las mujeres que tienen complicaciones
durante el embarazo, como puede ser el desprendimiento brusco de la placenta, la posición
anómala de la placenta (placenta previa), una hemorragia uterina, infecciones inmediatamente
posteriores al parto (sepsis puerperal), la obstrucción de una arteria (embolia) por líquido
amniótico, la muerte del feto dentro del útero y la preeclampsia (hipertensión arterial con
presencia de proteínas en la orina o retención de líquido durante el embarazo).
Otras causas incluyen rechazo de un riñón trasplantado, quemaduras, inflamación del páncreas
(pancreatitis), lesiones, mordedura de víbora e intoxicaciones (por ejemplo, por fósforo o
arsénico).
Síntomas
La necrosis cortical renal puede asemejarse a otros tipos de insuficiencia renal. Sin embargo,
los médicos sospechan necrosis cortical cuando la producción de la orina disminuye brusca y
radicalmente sin que haya evidencia de una obstrucción en los uréteres o en la vejiga y que
además se encuentre sangre en la orina de un paciente con una enfermedad que puede
provocar necrosis cortical. Con frecuencia hay fiebre. Es frecuente hallar una ligera
hipertensión arterial o incluso una hipotensión.
La poca cantidad de orina producida contiene proteínas y muchos glóbulos rojos, junto con
glóbulos blancos y cilindros (aglomeraciones de glóbulos rojos y blancos junto con otros
residuos). Las concentraciones de algunas enzimas, que pueden medirse en una muestra de
sangre, son anormalmente elevadas en los primeros estadios de la enfermedad.
Diagnóstico y tratamiento
Nefroangiosclerosis maligna
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas se deben a lesiones en el cerebro, el corazón y los riñones como consecuencia de
la hipertensión arterial grave. La presión arterial diastólica está, por lo general, por encima de
130 milímetros de mercurio (mm Hg). Los síntomas comprenden intranquilidad, confusión,
somnolencia, visión borrosa, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Observando el fondo del ojo
con un oftalmoscopio, el médico puede ver zonas de hemorragias, acumulaciones de líquido y
la tumefacción del nervio óptico. El corazón se dilata y es frecuente que aparezca insuficiencia
cardíaca. El coma puede ser la consecuencia de la hinchazón (edema) o de una hemorragia en
el cerebro.
Debido al mal funcionamiento de los riñones, las proteínas pueden pasar a la orina. Mediante
un examen al microscopio pueden detectarse células sanguíneas en la orina, donde también se
pueden ver cilindros de glóbulos rojos agrupados. La anemia con frecuencia es el resultado de
la destrucción de glóbulos rojos y de una insuficiente producción de los mismos. También se
presenta con frecuencia coagulación de la sangre en el interior de los vasos sanguíneos. Los
valores en sangre de renina y aldosterona (sustancias producidas por los riñones que ayudan a
regular la presión arterial) son extremadamente elevados.
Pronóstico y tratamiento
Si no se trata la afección, aproximadamente la mitad de los casos fallece antes de los 6 meses
y la mayor parte de los demás antes de un año. Alrededor del 60 por ciento de las muertes son
causadas por insuficiencia renal, el 20 por ciento por insuficiencia cardíaca, el 20 por ciento
por un accidente vascular cerebral y el uno por ciento por ataques cardíacos (infartos de
miocardio). Si se disminuye la presión arterial y se trata la insuficiencia renal, se reduce el
índice de mortalidad de forma significativa, especialmente la mortalidad debida a
insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal y accidentes vasculares cerebrales.
Los casos de insuficiencia renal menos grave mejoran, casi todos, sin ningún tratamiento. En
la mayoría de los casos, la hipertensión muy alta puede controlarse satisfactoriamente con una
dieta adecuada y con la toma de fármacos. Los casos con insuficiencia renal progresiva
pueden mantenerse en vida con diálisis y en algunas ocasiones llegar a mejorar lo suficiente
como para interrumpir la diálisis.
Pronóstico y tratamiento
Las alteraciones del riñón pueden tener un origen anatómico o metabólico. Muchas de ellas
son hereditarias y están presentes al nacer (congénitas).
La acidosis tubular renal es un trastorno en el cual los túbulos del riñón no extraen
adecuadamente el ácido de la sangre para que sea excretado por la orina.
Síntomas y diagnóstico
Hay tres tipos de acidosis tubular renal. Cada tipo produce síntomas ligeramente diferentes.
Cuando los valores del potasio en la sangre son bajos, se pueden producir problemas
neurológicos, como debilidad muscular, disminución de los reflejos e incluso parálisis. Se
pueden desarrollar cálculos renales, provocando lesiones de las células renales y conllevando
una insuficiencia renal crónica.
El médico considera el diagnóstico de acidosis tubular renal cuando el sujeto manifiesta
ciertos síntomas característicos o cuando los análisis de sangre revelan concentraciones altas
de ácido y concentraciones bajas de potasio. Ciertas pruebas especiales ayudan a determinar el
tipo de acidosis tubular renal.
Tratamiento
El tratamiento depende del tipo. Los tipos 1 y 2 se tratan tomando una solución de bicarbonato
(bicarbonato de sodio) todos los días, para neutralizar el ácido en la sangre. Este tratamiento
alivia los síntomas y previene la insuficiencia renal y la enfermedad ósea, e impide que estos
problemas se vuelvan más importantes. También se dispone de otras soluciones que se deben
preparar especialmente, y asimismo, se pueden requerir suplementos de potasio. En el tipo 4,
la acidosis es tan ligera que puede no ser necesario tomar bicarbonato. Los valores elevados
de potasio se pueden controlar bebiendo una gran cantidad de líquidos y tomando diuréticos.
Glucosuria renal
La diabetes insípida nefrógena es un trastorno en el que los riñones producen un gran volumen
de orina diluida al no responder a la hormona antidiurética y son incapaces de concentrar la
orina.
Tanto en la diabetes insípida como en la diabetes mellitus (el tipo de diabetes más conocido),
se excretan grandes cantidades de orina. Por lo demás, las dos formas de diabetes son muy
diferentes.
Causas
Normalmente, los riñones modifican la concentración de orina de acuerdo con las necesidades
del organismo. Los riñones realizan este ajuste dependiendo de la concentración de hormona
antidiurética en la sangre. La hormona antidiurética, que es secretada por la hipófisis, da
señales a los riñones para conservar el agua y concentrar la orina.
Hay dos tipos de diabetes insípida. En la diabetes insípida nefrógena, los riñones no responden
a la hormona antidiurética, de modo que prosiguen excretando un gran volumen de orina
diluida. En el otro tipo, la hipófisis no secreta hormona antidiurética.
La diabetes insípida nefrógena puede ser hereditaria. El gen que causa el trastorno es recesivo
y se localiza en el cromosoma X, de manera que sólo los varones presentan síntomas. Sin
embargo, las mujeres que son portadoras del gen pueden transmitir la enfermedad a sus hijos.
Otras causas de diabetes insípida nefrógena son el uso de ciertos fármacos que pueden
lesionar los riñones, como los antibióticos aminoglucósidos, la demeclociclina (otro
antibiótico) y el litio, que se toma para los trastornos maniacodepresivos.
Síntomas y diagnóstico
Cuando la diabetes insípida nefrógena es hereditaria, los síntomas por lo general comienzan al
poco tiempo del nacimiento. Consisten en sed excesiva (polidipsia) y la excreción de grandes
cantidades de orina diluida (poliuria). Dado que los lactantes no pueden quejarse de sed,
pueden sufrir una deshidratación grave. Pueden desarrollar una fiebre elevada acompañada de
vómito y convulsiones.
Si la diabetes insípida nefrógena no se diagnostica y trata rápidamente, se puede lesionar el
cerebro, dejando al lactante con un retraso mental permanente. Los episodios frecuentes de
deshidratación también pueden retardar el desarrollo físico. Con un tratamiento adecuado, sin
embargo, es probable que un lactante que padece este trastorno se desarrolle normalmente.
El médico sospecha diabetes insípida nefrógena basándose en los síntomas. Los exámenes
complementarios revelan altas concentraciones de sodio en la sangre y una orina muy diluida.
Por lo demás, la función renal parece normal. El diagnóstico se confirma probando la
respuesta del riñón a la hormona antidiurética, utilizando la prueba de la sed (privación de
agua).
Tratamiento
Para prevenir la deshidratación, las personas que sufren de diabetes insípida nefrógena deben
beber siempre cantidades suficientes de agua apenas sientan sed. Los lactantes y los niños
pequeños deben beber agua con frecuencia. Las personas que beben suficiente agua no corren
riesgo de deshidratación, pero un período prolongado sin agua (generalmente más de 12
horas) puede acarrear una deshidratación grave. Ciertos fármacos, como los diuréticos
tiazídicos (por ejemplo, la hidroclorotiazida) y los fármacos antiinflamatorios no esteroideos
(por ejemplo, la indometacina o el tolmetin) pueden ser de ayuda.
Cistinuria
La cistinuria es un trastorno raro que ocasiona la excreción del aminoácido cistina por la
orina, causando con frecuencia cálculos de cistina que se forman en las vías urinarias.
La cistinuria es provocada por un defecto hereditario de los túbulos renales. El gen que causa
la cistinuria es recesivo, así que las personas que sufren este trastorno heredaron dos genes
anómalos, uno de cada padre. Las que son portadoras del gen, pero que no sufren este
trastorno, poseen un gen normal y otro anormal. Estas personas pueden excretar cantidades
mayores de las normales de cistina por la orina, pero rara vez la cantidad suficiente como para
formar cálculos.
Síntomas y diagnóstico
Los cálculos de cistina se forman en la vejiga, en la pelvis renal (la zona donde se recoge la
orina que sale del riñón), o en los uréteres (unos tubos estrechos y largos que conducen la
orina desde los riñones a la vejiga). Los síntomas, con frecuencia, comienzan entre los 10 y
los 30 años. Generalmente, el primer síntoma es un dolor intenso provocado por un espasmo
del uréter donde se ha enclavado un cálculo. La obstrucción de la vía urinaria a causa de los
cálculos provoca la infección de la misma e insuficiencia renal.
El médico efectúa pruebas para detectar la cistinuria cuando el sujeto tiene cálculos renales
repetidos. La cistina puede formar cristales hexagonales de color amarillo-marrón en la orina,
que pueden verse con el microscopio. Las cantidades excesivas de cistina en la orina se
pueden detectar y medir con varias pruebas.
Tratamiento
El tratamiento consiste en prevenir la formación de cálculos de cistina manteniendo una
concentración baja de cistina en la orina. Para conseguir esto, la persona con cistinuria debe
beber suficiente líquido como para producir al menos 4 litros de orina al día. Durante la
noche, sin embargo, cuando no se bebe, se produce menor cantidad de orina y es más probable
la formación de un cálculo. Este riesgo se reduce bebiendo líquidos antes de acostarse. Otro
enfoque del tratamiento consiste en producir una orina más alcalina tomando bicarbonato
sódico y acetazolamida. La cistina se disuelve más fácilmente en la orina alcalina que en la
ácida.
Si a pesar de estas medidas se siguen formando cálculos, se puede probar con un fármaco
como la penicilamina. La penicilamina reacciona con la cistina de tal forma que la mantiene
disuelta. Sin embargo, aproximadamente el 50 por ciento de todos los que toman penicilamina
manifiestan efectos adversos, como fiebre, erupciones cutáneas o dolores articulares.
Síndrome de Fanconi
El síndrome de Fanconi es un trastorno poco frecuente del funcionamiento del túbulo que da
como resultado la presencia de cantidades excesivas de glucosa, bicarbonato, fosfatos y
ciertos aminoácidos en la orina.
El síndrome de Fanconi puede ser hereditario, o bien puede estar causado por el uso de
metales pesados u otros agentes químicos, deficiencia de vitamina D, trasplante de riñón,
mieloma múltiple o amiloidosis. La ingestión de tetraciclinas caducadas (un antibiótico) puede
también causar el síndrome de Fanconi.
En el síndrome de Fanconi hereditario los síntomas comienzan por lo general durante la
infancia. El niño puede excretar una gran cantidad de orina. Otros síntomas comprenden
debilidad y dolor de huesos.
Los síntomas y un análisis de sangre que muestre la acidez elevada de la sangre pueden
inducir a un médico a sospechar del síndrome de Fanconi. El diagnóstico se confirma cuando
las pruebas de orina detectan elevadas concentraciones de glucosa, fosfato, bicarbonato, ácido
úrico, potasio y sodio.
El síndrome de Fanconi no tiene cura. La alta acidez de la sangre (acidosis) se puede
neutralizar bebiendo bicarbonato sódico. Las bajas concentraciones de potasio en la sangre
requieren el aporte de suplementos de potasio por vía oral. La enfermedad ósea exige un
tratamiento con fosfatos y suplementos de vitamina D administrados por vía oral. El trasplante
de riñón puede salvar la vida a un niño con este trastorno, si evoluciona hacia la insuficiencia
renal.
Síntomas y tratamiento
Enfermedad de Hartnup
Síntomas
Los síntomas pueden desencadenarse por la luz solar, la fiebre, los fármacos y el estrés
emocional o físico. Un período de desnutrición casi siempre precede a un ataque. Con la edad
los ataques se vuelven progresivamente menos frecuentes. Los síntomas, habitualmente, se
producen esporádicamente y son causados por una deficiencia de niacinamida. En las partes
del cuerpo expuestas al sol se desarrolla una erupción cutánea. Con frecuencia se encuentran
retraso mental, estatura baja, dolores de cabeza, paso inestable y colapsos o desvanecimientos.
La persona puede volverse psicológicamente perturbada.
Diagnóstico y tratamiento
Las pruebas complementarias que se llevan a cabo en las muestras de orina revelan el modelo
típico de excreción anómala de aminoácidos y sus productos de desecho.
Las personas con enfermedad de Hartnup pueden prevenir los ataques manteniendo una buena
nutrición y complementando su dieta con niacinamida o niacina. Una dieta adecuada en
proteínas puede superar la deficiencia causada por la escasa absorción gastrointestinal y el
exceso de excreción de aminoácidos en la orina.
Síndrome de Bartter
El síndrome de Bartter es un trastorno en el que los riñones excretan electrólitos en exceso
(potasio, sodio y cloro), dando como resultado bajos valores de potasio en sangre
(hipopotasemia) y concentraciones elevadas de las hormonas aldosterona y renina.
El síndrome de Bartter es generalmente hereditario y está causado por un gen recesivo, de
modo que una persona con este trastorno ha heredado dos genes recesivos, uno de cada padre.
Síntomas
Los niños afectos del síndrome de Bartter crecen lentamente y parecen desnutridos. Pueden
tener debilidad muscular y sed excesiva, producir grandes cantidades de orina y tener retraso
mental.
Los valores de cloruro sódico y de agua en la sangre están bajos. El organismo trata de
equilibrarlo produciendo más aldosterona y renina; estas hormonas disminuyen los valores de
potasio en sangre.
Diagnóstico y tratamiento
El médico sospecha el síndrome de Bartter basándose en los síntomas. Los resultados de los
exámenes complementarios que muestran los valores anormales del potasio y de las hormonas
en la sangre apoyan el diagnóstico.
Muchas de las consecuencias del síndrome de Bartter se pueden evitar tomando suplementos
de potasio por vía oral y un fármaco que reduzca la excreción del potasio en la orina, como la
espironolactona (que también bloquea la acción de la aldosterona), el triamtereno, la
amilorida, el propranolol o la indometacina. Es necesario beber una cantidad suficiente de
líquidos para compensar las elevadas pérdidas de los mismos.
Síndrome de Liddle
Síntomas
En los niños, la enfermedad renal poliquística hace que los riñones se vuelvan muy grandes y
que el abdomen sea prominente. Un recién nacido gravemente afectado puede morir poco
después del nacimiento, porque la insuficiencia renal en el feto comporta un escaso desarrollo
de los pulmones. También el hígado se ve afectado y entre los 5 y los 10 años de edad un niño
con este trastorno tiende a desarrollar hipertensión en el vaso sanguíneo que conecta el
intestino y el hígado (sistema portal). En la etapa final aparecen una insuficiencia hepática y
una insuficiencia cardíaca.
En los adultos, la enfermedad poliquística renal evoluciona lentamente con el paso de los
años. Típicamente, los síntomas comienzan en el adulto joven o mayor, aunque a veces la
enfermedad no se descubre hasta después de la muerte, al realizar la autopsia. Por lo general,
los síntomas consisten en molestias o dolor de espalda, sangre en la orina, infección y dolores
intensos (cólicos) causados por los cálculos renales. En otros casos, pueden presentar
cansancio, náuseas, poca producción de orina y otras consecuencias de la insuficiencia renal,
debido a que hay menor cantidad de tejido renal funcionante. La infección crónica, un
problema frecuente, puede agravar la insuficiencia renal. Aproximadamente la mitad de los
que sufren de enfermedad poliquística de los riñones ya tienen hipertensión cuando se hace el
diagnóstico.
Alrededor de un tercio de los que sufren de enfermedad poliquística de los riñones tienen
también quistes en el hígado, pero éstos no afectan al funcionamiento hepático. Más del 20
por ciento de las personas con esta enfermedad tienen dilatación de los vasos sanguíneos del
cerebro y el 75 por ciento de las mismas padecen al final una hemorragia cerebral (hemorragia
subaracnoidea).
El médico sospecha esta enfermedad basándose en los antecedentes familiares y los síntomas.
Cuando la enfermedad está en un estadio avanzado y los riñones son muy grandes, el
diagnóstico es obvio. La ecografía y la tomografía computadorizada (TC) muestran el aspecto
apolillado característico de los riñones y del hígado a consecuencia de los quistes.
Más de la mitad de los que padecen esta enfermedad desarrollan insuficiencia renal en algún
momento de su vida. El tratamiento de las infecciones urinarias y de la hipertensión arterial
puede prolongar la vida. Sin diálisis o trasplante de riñón, la insuficiencia renal es mortal.
El asesoramiento en materia genética puede ayudar a las personas con enfermedad poliquística
de los riñones a comprender que es probable que sus hijos hereden la afección.
Enfermedad quística medular
La espongiosis medular del riñón es un trastorno congénito en el cual los túbulos que
contienen la orina de los riñones se dilatan, haciendo que el tejido renal parezca una esponja.
La espongiosis medular renal no provoca síntomas la mayor parte de las veces, pero la
persona que padece este trastorno es propensa a tener cálculos renales que provocan dolor,
sangre en la orina e infecciones renales. Los depósitos de calcio en los riñones se producen en
más de la mitad de los que padecen este trastorno.
Los síntomas llevan al médico a realizar radiografías de los riñones, que revelan los depósitos
de calcio. Se puede confirmar el diagnóstico mediante una técnica en la cual se inyecta por vía
endovenosa una sustancia radiopaca visible a los rayos X, que se observa en radiografías, a
medida que es excretada por los riñones. La ecografía puede ayudar, pero puede no detectar
los quistes minúsculos y profundos que se encuentran dentro de los riñones.
El tratamiento, por lo general, no es necesario si no se producen depósitos de calcio. Tomar
diuréticos como las tiazidas, beber una gran cantidad de líquidos y seguir una dieta con bajo
contenido de calcio puede prevenir la formación de cálculos y la consiguiente obstrucción de
las vías urinarias. Si éstas se obstruyen puede precisarse cirugía. Las infecciones se tratan con
antibióticos.
Síndrome de Alport
Síndrome uña-rótula
Este síndrome es un trastorno hereditario poco frecuente del tejido conectivo que produce
alteraciones en los riñones, los huesos, las articulaciones y las uñas de los dedos de la mano.
Las personas que tienen este síndrome, muchas veces carecen de una o ambas rótulas
(patelas), uno de los huesos del brazo (el radio) está dislocado en el codo y el hueso pélvico
tiene una forma anormal. Estas personas caracen o tienen un pobre desarrollo de las uñas de
las manos, presentando hoyos y crestas. El iris de los ojos puede tener distintos colores.
La orina puede contener proteínas, por lo general en cantidades pequeñas y, en algunas
ocasiones, sangre, lo que puede llevar al médico a solicitar pruebas de la función renal. La
insuficiencia renal se produce en aproximadamente el 30 por ciento de las personas con
riñones afectados. El diagnóstico se confirma con radiografías de los huesos y una biopsia de
riñón.
Habitualmente no se requiere tratamiento. Cuando se desarrolla insuficiencia renal se necesita
diálisis o trasplante de riñón. Por lo general, se ofrece consejo genético a quienes desean tener
hijos. El gen que provoca este síndrome es dominante, lo que significa que los hijos de una
persona que sufra este trastorno tienen el 50 por ciento de probabilidades de heredar el gen
defectuoso.
CAPITULO 127
Infecciones de las vías urinarias
En las personas sanas, la orina de la vejiga es estéril: en ella no hay ninguna bacteria ni ningún
otro organismo infeccioso. La uretra, el conducto que transporta la orina desde la vejiga hasta
fuera del cuerpo, tampoco contiene organismos infecciosos o bien demasiado pocos como
para poder causar una infección. Sin embargo, cualquier parte de las vías urinarias puede
infectarse. Estas infecciones se clasifican generalmente en infecciones de las vías urinarias
inferiores o superiores; las inferiores se refieren a las infecciones de la uretra o de la vejiga, y
las superiores a las de los riñones o de los uréteres.
Los microorganismos que provocan la infección, por lo general, entran en las vías urinarias
por dos caminos. El más frecuente es a través del extremo inferior de las vías urinarias, o sea
la abertura en la punta del pene en el varón o la abertura de la uretra en la mujer, que se
localiza en la vulva. El resultado es una infección ascendente que se extiende hacia la uretra.
La otra vía posible, mucho menos frecuente, es a
través del flujo sanguíneo, generalmente, directo
a los riñones.
Las infecciones de las vías urinarias pueden estar
causadas por bacterias, virus, hongos o una
variedad de parásitos.
Bacterias: las infecciones bacterianas de las vías
urinarias inferiores (la vejiga y la uretra) son muy
frecuentes. En los recién nacidos varones son más
corrientes que en las mujeres, pero se vuelven
aproximadamente 10 veces más frecuentes en las niñas que en los niños, al año de edad.
Alrededor del 5 por ciento de las mujeres adolescentes desarrollan infecciones de las vías
urinarias alguna vez, pero los varones adolescentes rara vez las padecen. Entre los 20 y los 50
años, las infecciones de las vías urinarias son aproximadamente 50 veces más frecuentes en
las mujeres que en los varones. En los años posteriores, las infecciones se vuelven más
frecuentes tanto en varones como en mujeres, con menor diferencia entre uno y otro sexo.
Más del 85 por ciento de las infecciones de las vías urinarias son provocadas por bacterias
provenientes de los propios intestinos o de la propia vagina. Sin embargo, habitualmente, las
bacterias que penetran en las vías urinarias son expulsadas por el efecto de chorro de la vejiga
al vaciarse.
Virus: las infecciones por el virus del herpes simple tipo 2 (VHS-2) afectan al pene en los
varones y pueden afectar a la vulva, al perineo, a las nalgas, al cuello del útero o a la vagina en
las mujeres. Si afecta a la uretra, la micción puede ser dolorosa y dificultarse el vaciado de la
vejiga.
Hongos: las infecciones por hongos de las vías urinarias están provocadas principalmente por
Candida (levadura que causa candidiasis) y se producen sobre todo en personas con una sonda
vesical. En casos raros, otros tipo de hongos, incluyendo los que provocan blastomicosis
(Blastomyces) o coccidioidomicosis (Coccidioides), pueden también infectar las vías
urinarias. Con frecuencia, los hongos y las bacterias infectan a los riñones al mismo tiempo.
Parásitos: Un cierto número de parásitos, incluyendo las lombrices, pueden provocar
infecciones de las vías urinarias. El paludismo, una enfermedad causada por parásitos
protozoarios transportados por los mosquitos, puede obstruir los pequeños vasos sanguíneos
de los riñones o lesionar rápidamente los glóbulos rojos (hemólisis), provocando insuficiencia
renal aguda. La tricomoniasis, causada también por un protozoo, es una enfermedad
transmitida por vía sexual que puede producir un copioso flujo espumoso de color amarillo
verdoso por la vagina. La vejiga se infesta muy rara vez. La tricomoniasis en los varones
generalmente no produce síntomas, aunque puede provocar la inflamación de la próstata
(prostatitis).
La esquistosomiasis, una infección provocada por lombrices, puede afectar a los riñones, los
uréteres y la vejiga y es una causa frecuente de insuficiencia renal grave entre las personas que
viven en Egipto y Brasil. La infección causa infecciones persistentes de la vejiga que pueden
finalmente terminar en cáncer. La filariasis, una infección provocada por una lombriz
intestinal, obstruye los vasos linfáticos, provocando la presencia de linfa en la orina (quiluria).
La filariasis provoca una enorme hinchazón de los tejidos (elefantiasis), que puede incluir el
escroto y las extremidades inferiores.
Uretritis
La uretritis es una infección de la uretra, el conducto que lleva la orina desde la vejiga al
exterior del cuerpo.
La uretritis puede estar causada por bacterias, hongos o virus. En las mujeres, los
microorganismos generalmente se desplazan a la uretra desde la vagina. En la mayor parte de
los casos, las bacterias llegan desde el intestino grueso y alcanzan la vagina desde el ano. Los
varones son mucho menos propensos a desarrollar uretritis. Los microorganismos transmitidos
por vía sexual, como la Neisseria gonorrhoeae, que causa la gonorrea, alcanzan la vagina o el
pene durante un acto sexual con una persona infectada y se pueden extender hacia la uretra. El
microorganismo gonococo es la causa más frecuente de uretritis en los varones. Este
microorganismo puede infectar la uretra en las mujeres, pero la vagina, el cuello uterino, el
útero, los ovarios y las trompas de Falopio tienen una mayor probabilidad de ser infectados.
La clamidia y el virus del herpes simple también se pueden transmitir sexualmente y provocar
uretritis.
Uretritis
La uretritis es la inflamación a lo largo del conducto uretral.
Síntomas
En los varones, la uretritis generalmente comienza con una secreción purulenta de la uretra,
cuando la causa es el microorganismo gonococo, o de mucosidad cuando se trata de otros
microorganismos. Otros síntomas de uretritis son dolor durante la micción y una frecuente y
urgente necesidad de orinar. Una infección de la vagina puede provocar dolor durante la
micción a medida que la orina, que es ácida, pasa por encima de los labios inflamados.
Una infección de la uretra por gonococo que no se trata, o que se trata de manera inapropiada,
puede causar a largo plazo un estrechamiento (estenosis) de la uretra. La estenosis aumenta el
riesgo de producir una uretritis más aguda y, a veces, la formación de un absceso alrededor de
la uretra. El absceso puede producir abombamientos de la pared uretral (divertículos en la
uretra) que también se pueden infectar. Si el absceso perfora la piel, la orina podría fluir a
través del nuevo conducto formado (fístula uretral).
Diagnóstico y tratamiento
Cistitis
Síntomas
Una persona con un mal funcionamiento de los nervios de la vejiga (vejiga neurogénica) o que
ha tenido de forma ininterrumpida una sonda dentro de la misma, puede tener una infección de
la vejiga que no produzca síntomas hasta que se desarrolla una infección renal o aparece una
fiebre inexplicable.
Diagnóstico
El médico puede diagnosticar una infección de la vejiga basándose sólo en los síntomas
característicos. Se recoge una muestra de orina (en envase esterilizado), evitando la
contaminación por bacterias de la vagina o de la punta del pene. El sujeto comienza a orinar
dentro del inodoro, interrumpiendo la micción momentáneamente, para finalizarla dentro de
un envase esterilizado. Se examina microscópicamente la muestra de orina para ver si
contiene glóbulos rojos, blancos u otras sustancias. Se cuentan las bacterias y se efectúa un
cultivo de la muestra para identificar el tipo de bacteria. Cuando existe infección, por lo
general se encuentra presente un gran número de un tipo concreto de bacteria.
En los varones, por lo general, una muestra del flujo medio de orina es suficiente para el
diagnóstico. En las mujeres, estas muestras están a veces contaminadas por bacterias de la
vagina. Para asegurarse de que la orina no está contaminada, con frecuencia el médico debe
obtener una muestra de orina directamente de la vejiga con una sonda.
Es importante hallar la causa de las infecciones recidivantes frecuentes. Los médicos pueden
efectuar un estudio con rayos X utilizando una sustancia radiopaca, visible con los rayos X,
que se inyecta dentro de una vena y es excretada posteriormente por los riñones a la orina. Las
secuencias radiográficas proporcionan imágenes de los riñones, los uréteres y la vejiga. La
cistouretrografía consiste en la introducción de la sustancia radiopaca en el interior de la
vejiga y el registro de su salida; es un buen método para investigar el reflujo de la orina desde
la vejiga, particularmente en los niños, pudiéndose también identificar cualquier
estrechamiento de la uretra. En la uretrografía retrógrada, la sustancia radiopaca se introduce
directamente dentro de la uretra; es útil para la detección de un estrechamiento, protrusiones, o
conexiones anormales (fístulas) de la uretra, tanto en varones como en mujeres. La
observación directa del interior de la vejiga con un endoscopio de fibra óptica (cistoscopia)
puede ayudar a diagnosticar el problema cuando una infección de la vejiga no mejora con el
tratamiento.
Tratamiento
Cistitis intersticial
Ureteritis
La ureteritis es una infección de uno o ambos uréteres, que son los tubos que conectan los
riñones a la vejiga.
La extensión de una infección proveniente de los riñones o de la vejiga es la causa más
frecuente. Otra causa de ureteritis es un retraso del flujo de orina debido a una actividad
nerviosa defectuosa de una parte del uréter. Se debe tratar la infección subyacente del riñón o
de la vejiga. Las secciones del uréter en las cuales los nervios están defectuosos deben ser
extraídas quirúrgicamente.
Pielonefritis crónica
La pielonefritis crónica puede producir un daño irreversible del riñón, llevando finalmente a insuficiencia renal crónica.
Pielonefritis
Síntomas
Los síntomas de una infección del riñón por lo general comienzan repentinamente con
escalofríos, fiebre, dolor en la parte inferior de la espalda, en cualquiera de los dos costados
(zonas lumbares), náuseas y vómito.
Aproximadamente un tercio de las personas que sufren infecciones del riñón tiene también
síntomas de una infección de las vías urinarias inferiores, incluyendo micción frecuente y
dolorosa. Uno o los dos riñones, pueden estar agrandados y doloridos y en la región lumbar
del lado afectado, se siente dolor. A veces los músculos del abdomen están fuertemente
contraídos. Una persona puede experimentar episodios de dolor intenso provocados por los
espasmos de uno de los uréteres (cólico renal). Los espasmos pueden ser causados por la
infección o por el paso de un cálculo renal. En los niños, los síntomas de una infección renal a
menudo son ligeros y más difíciles de reconocer. En una infección de larga duración
(pielonefritis crónica), el dolor puede ser vago y la fiebre puede ir y venir o no haberla en
absoluto. La pielonefritis crónica se produce solamente en las personas que tienen alteraciones
importantes subyacentes, como una obstrucción de las vías urinarias, grandes cálculos renales,
o, más frecuentemente, el reflujo de la orina desde la vejiga hacia los uréteres, en los niños
pequeños. Finalmente, la pielonefritis crónica puede lesionar los riñones de tal manera que
ocasiona su disfuncionamiento. El resultado es la insuficiencia renal.
Diagnóstico
Los síntomas típicos de una infección del riñón llevan al médico a realizar dos pruebas
complementarias habituales para determinar si los riñones están infectados: el examen
microscópico de una muestra de orina y el cultivo de bacterias para determinar cuáles están
presentes.
Se deben realizar pruebas adicionales a las personas con intenso dolor de espalda provocado
por un cólico renal, a las que no respondan al tratamiento antibiótico en las primeras 48 horas
o cuyos síntomas reaparecen poco después de finalizado el tratamiento, y también a los
varones, porque éstos muy raramente desarrollan una infección de riñón. Las ecografías o las
radiografías que se efectúan en estas situaciones pueden revelar la existencia de cálculos
renales, alteraciones estructurales u otras causas de obstrucción urinaria.
Tratamiento
Una obstrucción en cualquier lugar a lo largo de las vías urinarias (desde los riñones, donde se
produce la orina, hasta la uretra, a través de la cual la orina abandona el cuerpo), puede
aumentar la presión en el interior de las mismas y retardar el flujo de orina. La obstrucción
urinaria puede dilatar los riñones y también provocar infecciones, formación de cálculos y
pérdida de la función renal. La infección se puede producir porque las bacterias que entran en
las vías urinarias no pueden ser arrastradas por la orina cuando se obstruye el flujo.
Hidronefrosis
La hidronefrosis es la distensión (dilatación) del riñón por la orina, causada por la presión de
retorno sobre el riñón cuando se obstruye el flujo.
Normalmente, la orina sale de los riñones a una presión extremadamente baja. Si se obstruye
el flujo de la orina, ésta refluye a los pequeños tubos del riñón y a la zona central de
recolección (pelvis renal), dilatando el riñón y ejerciendo presión sobre sus delicados tejidos.
La presión causada por una hidronefrosis prolongada y grave lesiona finalmente los riñones de
forma que se pierde gradualmente el funcionamiento de los mismos.
Hidronefrosis: un riñón dilatado
En la hidronefrosis, el riñón se encuentra dilatado porque el flujo de la orina está obstruido y ésta retorna hacia los pequeños tubos del riñón y a la zona
central de recolección (pelvis renal).
Causas
Síntomas
Diagnóstico
Para diagnosticar la hidronefrosis se utilizan varios procedimientos. La ecografía puede
proporcionar buenas imágenes de los riñones, los uréteres y la vejiga y es especialmente útil
en los niños. Mediante una urografía endovenosa, los riñones se pueden radiografiar tras la
inoculación en la sangre de una sustancia radiopaca, la cual puede ser vista mediante los rayos
X. Se pueden obtener imágenes con rayos X de la vejiga y de la uretra después de que la
sustancia radiopaca inyectada haya pasado a través de los riñones, o después de haber
introducido esta sustancia en las vías urinarias a través de la uretra (urografía retrógrada).
Estas pruebas pueden ofrecer información acerca del flujo urinario a través de los riñones. La
cistoscopia, en la que un tubo de observación que contiene un dispositivo de fibra óptica se
introduce en el interior de la uretra, se usa para observar directamente el interior de la vejiga.
Tratamiento y pronóstico
Las infecciones de las vías urinarias y la insuficiencia renal, cuando están presentes, deben ser
rápidamente tratadas.
En la hidronefrosis aguda, la orina que se ha acumulado en el riñón por encima de la
obstrucción, debe drenarse lo más pronto posible (generalmente con una aguja introducida a
través de la piel) cuando la función renal ha disminuido, la infección persiste o el dolor es
fuerte. Si la obstrucción es completa, la infección es grave o hay cálculos, se puede introducir
temporalmente un catéter en el interior de la pelvis renal, para drenar la orina a través de un
costado de la piel.
La hidronefrosis crónica se corrige mediante el tratamiento de la causa y la eliminación de la
obstrucción urinaria.
Si existe una porción estrecha o anormal de un uréter, ésta se puede extirpar quirúrgicamente
y luego unir los extremos cortados. A veces es necesaria la cirugía para liberar los uréteres del
tejido fibroso. Cuando la unión de los uréteres con la vejiga está obstruida, se pueden
desprender quirúrgicamente los uréteres y luego adherirlos a otra zona de la vejiga.
Cuando se obstruye la uretra, el tratamiento puede incluir fármacos (como una terapia
hormonal contra el cáncer de próstata), la cirugía o la dilatación de la uretra mediante
dilatadores. Se pueden necesitar otros tratamientos para los cálculos que obstruyen el paso de
la orina.
La cirugía para corregir la hidronefrosis aguda en uno o en ambos riñones, generalmente es
efectiva siempre y cuando la infección pueda ser controlada y los riñones funcionen
adecuadamente. El pronóstico es menos optimista para la hidronefrosis crónica.
Los cálculos en las vías urinarias (cálculos urinarios) son masas duras como la piedra, que se
forman en cualquier parte de las vías urinarias y pueden causar dolor, hemorragia, obstrucción
del flujo de la orina o una infección.
Cálculo del uréter
(A) Se indica la irradiación habitual del dolor.
(B) Cálculo descendiendo a lo largo del uréter.
Según el lugar donde se forma un cálculo, se puede denominar cálculo renal o cálculo vesical.
El proceso de la formación del cálculo se denomina urolitiasis (litiasis renal, nefrolitiasis).
Como ejemplo de la incidencia de este trastorno, es interesante saber que, en los Estados
Unidos, cada año, aproximadamente uno de cada 1000 adultos es internado en el hospital a
causa de los cálculos en las vías urinarias. Se pueden formar cálculos porque la orina está
saturada de sales que pueden producirlos, o porque la orina carece de los inhibidores naturales
de este proceso. Aproximadamente el 80 por ciento de los cálculos está compuesto de calcio;
el resto se compone de varias sustancias, como ácido úrico, cistina y estruvita. Los cálculos de
estruvita, una mezcla de magnesio, amoníaco y fosfato, también se denominan cálculos por
infección, porque se forman sólo cuando la orina está infectada.
El tamaño de los cálculos puede variar desde muy pequeños (no pueden detectarse a simple
vista), hasta otros de 2,5 cm de diámetro o más. Así existe el llamado cálculo coraliforme, que
puede adoptar la forma de la pelvis renal y sus cálices (los tubos que drenan en su interior)
ocupando por completo estas estructuras.
Síntomas
Los cálculos, especialmente los minúsculos, pueden no causar ninguna sintomatología. Los
cálculos en la vejiga urinaria pueden causar dolor en la parte inferior del abdomen. Los
cálculos que obstruyen el uréter o la pelvis renal o cualquiera de sus tubos de drenaje, pueden
ocasionar dolor de espalda (lumbar) o un cólico muy doloroso (cólico renal). El cólico renal se
caracteriza por un dolor atroz e intermitente, por lo general en el costado, que corre a través
del abdomen, con frecuencia hasta la zona de los genitales y la parte interna del muslo. Otros
síntomas incluyen náuseas y vómito, distensión abdominal, escalofríos, fiebre y sangre en la
orina. La persona puede sentir la necesidad de orinar con frecuencia, especialmente cuando el
cálculo va descendiendo por el uréter.
Los cálculos pueden provocar una infección de las vías urinarias. Cuando obstruyen el flujo de
la orina, las bacterias quedan atrapadas en la orina que queda estancada por encima de la
obstrucción, provocando finalmente una infección. Cuando los cálculos bloquean las vías
urinarias durante un largo período, la orina refluye hacia los tubos del interior del riñón,
produciendo una presión que puede dilatar el mismo (hidronefrosis), y finalmente lesionarlo.
Diagnóstico
Los cálculos que no causan síntomas se pueden descubrir por casualidad durante un análisis
microscópico rutinario de orina. Los cálculos que producen dolor, en general se diagnostican
por los síntomas del cólico renal, junto con dolor de la zona lumbar e ingle o dolor en la zona
de los genitales, sin una razón aparente. Los análisis microscópicos de la orina pueden revelar
la presencia de sangre o pus así como también pequeños cristales que forman el cálculo.
Generalmente, no se necesitan pruebas adicionales, a menos que el dolor persista durante más
de unas pocas horas o el diagnóstico no sea claro.
Las pruebas adicionales que ayudan a definir el diagnóstico implican la recolección de
muestras de orina durante 24 horas y muestras de sangre; éstas son analizadas para determinar
las concentraciones de calcio, cistina, ácido úrico y otras sustancias que se sabe favorecen la
producción de cálculos.
Eliminación de un cálculo con ondas sonoras
En algunas ocasiones, los cálculos pueden eliminarse con ayuda de ondas sonoras producidas por un litotritor, en un proceso conocido con el nombre
litotripsia extracorporal por ondas de choque. Después de que se utilice una descarga de ultrasonidos o fluoroscopia para localizar el cálculo, el litotritor se
coloca contra la espalda y las ondas sonoras se orientan hacia el cálculo, pulverizándolo. Entonces el paciente ingiere algún fluido para ayudar a expulsar del
riñón los fragmentos del cálculo y a eliminarlos así en la orina. A veces, aparece sangre en la orina o el abdomen presenta hematomas superficiales después
de dicha operación, pero los problemas serios son raros.
Las radiografías de abdomen pueden mostrar los cálculos cuando son de calcio y de estruvita.
Si es necesario, se pueden efectuar otros procedimientos. Así, en la urografía endovenosa, se
inyecta una sustancia radiopaca, en el interior de una vena; esta sustancia llega a los riñones y
dibuja el contorno de los cálculos de ácido úrico, lo cual puede observarse en la radiografía.
En la urografía retrógrada, la sustancia radiopaca se introduce en las vías urinarias a través de
la uretra.
Tratamiento
Los cálculos pequeños que no causan síntomas, ni obstrucción o infección, por lo general no
necesitan tratamiento. Beber una gran cantidad de líquidos incrementa la producción de orina
y ayuda a hacer pasar con la misma algunos cálculos; una vez que un cálculo ha pasado con la
orina, no se necesita ningún otro tratamiento posterior. Se puede aliviar el dolor del cólico
renal con analgésicos narcóticos.
Con frecuencia, los cálculos de menos de un centímetro situados en la pelvis renal o en la
parte más alta del uréter se pueden romper con ondas de ultrasonido (litotripsia extracorpórea
por ondas de choque). Los fragmentos del cálculo se eliminan luego por la orina. A veces, tras
el tratamiento con ultrasonidos, el cálculo debe extraerse a través de una pequeña incisión en
la piel (nefrolitotomía percutánea). Los cálculos pequeños en la parte inferior del uréter se
pueden eliminar mediante un endoscopio (un pequeño tubo flexible), introducido por la uretra
y a través de la vejiga.
A veces los cálculos de ácido úrico se disuelven gradualmente haciendo que la orina sea más
alcalina (por ejemplo, con citrato de potasio), pero los otros tipos de cálculos no se pueden
eliminar con este método. En circunstancias especiales, los cálculos más grandes que causan
una obstrucción pueden obligar a realizar una intervención quirúrgica para poder ser
eliminados.
Prevención
Las medidas necesarias para prevenir la formación de nuevos cálculos varían de acuerdo a la
composición de los ya existentes. Éstos deben ser analizados y se deben medir las
concentraciones en la orina de las sustancias que pueden favorecer su formación.
Las personas con cálculos de calcio, por lo general, tienen una afección denominada
hipercalciuria, en la cual se excreta una gran cantidad de calcio por la orina. Los diuréticos
tiazídicos como la triclorometiazida reducen la nueva formación de cálculos en dichos
pacientes. Se recomienda el consumo de grandes cantidades de líquidos (de 8 a 10 vasos al
día). Puede ser de ayuda seguir una dieta con bajo contenido de calcio y tomar fosfato sódico
de celulosa, una resina, pero dichas medidas pueden hacer que las concentraciones de calcio
disminuyan demasiado. Se puede suministrar citrato de potasio para incrementar la
concentración de citrato en la orina, una sustancia que inhibe la formación de cálculos de
calcio. Un valor elevado de oxalato en la orina, que contribuye a la formación de cálculos de
calcio, puede ser el resultado del consumo excesivo de alimentos ricos en dicha sustancia,
como el ruibarbo, las espinacas, el cacao, las nueces, la pimienta y el té, o de la existencia de
ciertos trastornos intestinales. Puede ser de ayuda un cambio en la dieta y el tratamiento del
trastorno subyacente.
Muy raramente, los cálculos de calcio pueden deberse a la presencia de otro trastorno, como el
hiperparatiroidismo, la sarcoidosis, intoxicación por vitamina D, la acidosis tubular renal o el
cáncer. En estos casos se debe tratar el trastorno subyacente.
Para los cálculos que contienen ácido úrico, se recomienda una dieta pobre en carnes, pescado
y aves, porque estos alimentos incrementan la concentración de ácido úrico en la orina. Se
puede dar alopurinol para reducir la producción de ácido úrico. Se puede administrar citrato de
potasio para que la orina se alcalinice, porque cuando aumenta la acidez de la orina, se forman
cálculos de ácido úrico. También puede ayudar el beber grandes cantidades de líquidos. Para
los cálculos de estruvita, que indican una infección de las vías urinarias, se administran
antibióticos.
CAPITULO 129
Vejiga neurogénica
Una vejiga neurogénica puede ser originada por una enfermedad, una herida, o un defecto de
nacimiento que afecta al cerebro, la médula espinal o los nervios que se dirigen hacia la
vejiga, su orificio de salida o esfínter (la abertura de la vejiga hacia el interior de la uretra) o
ambas. Una vejiga neurogénica puede ser de baja actividad (hipotónica), siendo incapaz de
contraerse (no contráctil) y de vaciarse bien, o puede ser hiperactiva (espástica), vaciándose
entonces por reflejos incontrolados.
Causas
Síntomas
Los síntomas varían de acuerdo a la etapa en que se encuentre la vejiga, en baja actividad o
superactiva.
Debido a que una vejiga en baja actividad, por lo general, no llega a vaciarse, se dilata hasta
volverse muy grande. Esta dilatación generalmente no es dolorosa, porque la vejiga se
expande lentamente y tiene muy poca o ninguna actividad nerviosa local. En algunos casos, la
vejiga permanece aumentada de tamaño pero pierde pequeñas cantidades de orina de manera
constante (incontinencia por rebosamiento). Las infecciones de la vejiga son frecuentes en las
personas que tienen una vejiga en baja actividad, dado que el estancamiento de orina residual
en ella proporciona las condiciones para estimular el crecimiento de bacterias. Se pueden
formar cálculos en la vejiga, particularmente cuando una persona sufre de infección crónica de
la vejiga que obliga a la colocación permanente de una sonda. Los síntomas de una infección
de la vejiga varían dependiendo del grado de la actividad nerviosa que resta.
La vejiga superactiva se puede llenar y vaciar sin control y con grados variables de molestias,
dado que se contrae y se vacía por reflejo (involuntariamente).
Cuando existe una vejiga hipoactiva o hiperactiva, la presión y el reflujo de la orina desde la
vejiga por los uréteres pueden lesionar los riñones. En las personas que tienen una lesión de la
médula espinal, la contracción de la vejiga y la relajación de su salida (esfínter) puede que no
estén coordinadas, de modo que la presión en la vejiga permanece elevada y no deja que la
orina salga de los riñones.
Diagnóstico
Con frecuencia, el médico puede detectar una vejiga aumentada de volumen examinando la
parte inferior del abdomen. Los estudios radiológicos en los que se inyecta una sustancia
radiopaca a través de una vena (urografía endovenosa), o a través de una sonda que se inserta
en la vejiga (cistografía) o en la uretra (uretrografía), proporcionan más información. Los
rayos X pueden mostrar el tamaño de los uréteres y de la vejiga y, posiblemente, la presencia
de cálculos y de lesión renal, lo que proporciona al médico una valiosa información acerca del
funcionamiento de los riñones. La ecografía proporciona una información similar. La
cistoscopia es un procedimiento en el que el médico puede mirar el interior de la vejiga a
través de un endoscopio flexible que se introduce dentro de la uretra, generalmente sin causar
dolor.
La cantidad de orina que queda en la vejiga después de miccionar se puede medir
introduciendo una sonda a través de la uretra para vaciar la vejiga. La presión interna de la
vejiga y de la uretra se pueden medir conectando la sonda a un medidor (cistometrografía).
Tratamiento
Cuando la causa de una vejiga de baja actividad (hipotónica) es una lesión neurológica, se
puede insertar una sonda a través de la uretra para vaciar la vejiga de manera constante o
intermitentemente. La sonda se introduce lo más pronto posible tras la lesión, para impedir
que el músculo de la vejiga sea lesionado por un estiramiento excesivo y para prevenir una
infección de la misma.
La colocación de un catéter de manera permanente provoca menos problemas físicos en las
mujeres que en los varones. En un varón, la sonda puede provocar la inflamación de la uretra
y de los tejidos que la rodean. Sin embargo, tanto para éstos como para las mujeres se prefiere
el uso de una sonda que pueda ser introducida por el propio paciente periódicamente (de
cuatro a seis veces al día) y extraída una vez que la vejiga se vacía (autosondaje intermitente).
Las personas que desarrollan una vejiga hiperactiva (espástica) también pueden necesitar una
sonda para facilitar el vaciado, en caso de que los espasmos de la salida de la vejiga impidan
su total vaciamiento. En los varones tetrapléjicos que no pueden utilizar la sonda por sí
mismos con este fin, puede que se deba seccionar el esfínter (un músculo semejante a un
anillo que se abre y se cierra) de la salida de la vejiga, para permitir su vaciado y usar un
dispositivo externo de recolección. Se puede aplicar estimulación eléctrica a la vejiga, a los
nervios que la controlan o a la médula espinal para inducir la contracción de la vejiga, pero
este tipo de tratamiento está aún en fase experimental.
El tratamiento con fármacos puede mejorar el almacenamiento de orina en la vejiga. Por lo
general, el control de una vejiga hiperactiva se puede modificar con fármacos que relajan la
misma, como los anticolinérgicos. Sin embargo, frecuentemente éstos causan efectos
colaterales, como sequedad de boca y estreñimiento; además, es difícil mejorar el vaciado de
la vejiga con fármacos, en los pacientes con una vejiga neurogénica.
A veces se recomienda la cirugía para hacer que la orina fluya por una abertura externa
(ostomía), realizada en la pared abdominal o bien para aumentar el tamaño de la vejiga. La
orina que sale de los riñones puede desviarse hacia la superficie del cuerpo extirpando un
segmento corto del intestino delgado, conectando los uréteres al mismo y adhiriéndolo a la
ostomía; la orina se recoge en una bolsa. Este procedimiento se denomina asa ileal. Se puede
agrandar la vejiga con un segmento del intestino en un procedimiento denominado cistoplastia
de aumento, y el sujeto puede así llevar a cabo el autosondaje. En los lactantes, la conexión se
efectúa entre la vejiga y una abertura en la piel (vesicostomía), como medida temporal hasta
que el niño tiene una edad suficiente para una cirugía definitiva.
Se desvíe o no el flujo de la orina, o bien se usen sondas, debe procurarse al máximo reducir el
riesgo de la formación de cálculos en la orina. Se debe controlar rigurosamente la función
renal. Cualquier infección de los riñones se debe tratar inmediatamente. Se recomienda beber
por lo menos ocho vasos de líquido al día. La posición de una persona que está paralizada se
debe cambiar con frecuencia, mientras que a otras se les debe animar a que caminen lo más
pronto posible. Aunque la recuperación completa en cualquier tipo de vejiga neurogénica no
es frecuente, algunas personas se restablecen bastante bien con el tratamiento.
CAPITULO 130
Incontinencia urinaria
La incontinencia urinaria puede manifestarse a cualquier edad, pero las causas tienden a ser
distintas dependiendo de ésta. La incidencia global de la incontinencia urinaria aumenta
progresivamente con la edad.
Aproximadamente una de cada tres personas de edad avanzada tiene algún problema con el
control de su vejiga; las mujeres tienen el doble de probabilidad que los varones de resultar
afectadas. Más del 50 por ciento de los residentes en los asilos de ancianos sufre de
incontinencia. La incontinencia urinaria puede ser un motivo para internar a personas de edad
avanzada y contribuye al desarrollo de llagas provocadas por presión (úlceras por presión), de
infecciones del riñón y de la vejiga y de depresión. La incontinencia urinaria produce también
situaciones embarazosas y frustración.
Los riñones producen constantemente orina, la cual fluye a través de dos largos tubos (los
uréteres) hacia la vejiga, donde es almacenada. La parte más baja de la vejiga (el cuello) está
rodeada por un músculo (el esfínter urinario) que permanece contraído para cerrar el conducto
que transporta la orina fuera del cuerpo (la uretra), de modo que se retenga la orina en la
vejiga hasta que esté llena. En este momento, los mensajes que salen de la vejiga van a lo
largo de los nervios hasta la médula espinal, para luego llegar al cerebro; así, la persona toma
conciencia de la urgencia de orinar. Entonces ella puede decidir consciente y voluntariamente
expulsar la orina de la vejiga o no. Cuando se toma la decisión de orinar, el músculo del
esfínter se relaja, dejando que la orina fluya a través de la uretra al mismo tiempo que los
músculos de la vejiga se contraen para empujar la orina hacia fuera. Esta fuerza de empuje se
puede aumentar contrayendo los músculos de la pared abdominal y del suelo de la pelvis,
puesto que se incrementa la presión sobre la vejiga.
El proceso completo de contención y liberación (evacuación) de la orina es complejo y la
capacidad de controlar la micción se puede ver afectada en diferentes etapas del proceso a
causa de diversas anomalías. El resultado de estas interrupciones es una pérdida de control
(incontinencia urinaria).
Los diferentes tipos de incontinencia urinaria se clasifican de acuerdo al modo y al momento
del inicio: incontinencia de aparición reciente y repentina, e incontinencia de inicio gradual y
persistente. La incontinencia que comienza repentinamente, a menudo indica un problema de
vejiga. La causa más frecuente es una infección de la vejiga (cistitis). Las otras causas
incluyen los efectos colaterales de los fármacos, los trastornos que afectan a la movilidad o
causan confusión, el consumo excesivo de bebidas que contienen cafeína o alcohol y las
condiciones que irritan a la vejiga o a la uretra, como la vaginitis atrófica y el estreñimiento
agudo. La incontinencia persistente (crónica) puede ser causada por alteraciones en el cerebro,
alteraciones en la vejiga o la uretra, o problemas de los nervios que entran o salen de la vejiga.
Estas alteraciones son especialmente frecuentes en las personas de edad avanzada y en las
mujeres tras la menopausia.
La incontinencia urinaria se clasifica, además, en función del tipo de síntomas, como
incontinencia por urgencia, por esfuerzo, por rebosamiento, o incontinencia total.
Causas y tipos
La incontinencia por urgencia (o imperiosidad) es un deseo urgente de orinar seguido por una
pérdida incontrolable de orina. Normalmente, las personas pueden contener la orina durante
algún tiempo tras la primera sensación de que la vejiga está llena. Por el contrario, las
personas con incontinencia por urgencia, por lo general casi no tienen tiempo de llegar al
baño. Una mujer puede tener este cuadro por la propia incontinencia por urgencia o porque
además se añadan grados variables de incontinencia provocada por estrés (incontinencia
mixta). La causa más frecuente de aparición brusca es una infección de las vías urinarias. Sin
embargo, la incontinencia por urgencia sin infección es el tipo más frecuente de incontinencia
en las personas de edad avanzada y, a menudo, no se conoce la causa con exactitud. Las
causas más habituales de incontinencia por urgencia en las personas de edad avanzada son una
hiperactividad de la vejiga y ciertos trastornos neurológicos, como la apoplejía y la demencia,
que interfieren con la capacidad del cerebro para frenar la vejiga. La incontinencia por
urgencia se convierte en un verdadero problema cuando una enfermedad o una lesión impiden
que una persona pueda llegar al baño rápidamente.
La incontinencia por esfuerzo es una pérdida incontrolable de orina al toser, hacer esfuerzos,
estornudar, levantar objetos pesados o ejecutar cualquier maniobra que aumente bruscamente
la presión dentro del abdomen. La incontinencia provocada por esfuerzo es el tipo más
frecuente de incontinencia en las mujeres. Puede ser provocada por debilidad del esfínter
urinario. A veces las causas son las alteraciones producidas en la uretra como resultado de un
parto o de una cirugía pélvica. En las mujeres posmenopáusicas, la incontinencia por esfuerzo
se produce por la falta de la hormona estrogénica, situación que contribuye a debilitar la
uretra, reduciendo de este modo la resistencia de la orina a fluir a través de este conducto. En
los varones, la incontinencia por esfuerzo puede aparecer después de la extirpación de la
próstata (prostatectomía, resección transuretral de la próstata) cuando se lesiona la parte
superior de la uretra o el cuello de la vejiga.
La incontinencia por rebosamiento es la fuga incontrolada de pequeñas cantidades de orina
estando la vejiga llena. La fuga se produce cuando la vejiga está dilatada e insensible debido a
la retención crónica de la orina. La presión en la vejiga aumenta tanto que pierde gotas de
orina. Durante un examen clínico, a menudo el médico puede palpar la vejiga llena.
Al final, la persona puede ser incapaz de orinar debido a que el flujo de orina se obstruye o
porque los músculos de la pared de la vejiga ya no pueden contraerse. En los niños, la
obstrucción de las vías urinarias inferiores puede ser provocada por el estrechamiento del
extremo de la uretra o del cuello de la vejiga. En los adultos, en el caso de los varones, la
obstrucción de la salida de la vejiga (la abertura de la vejiga hacia la uretra), generalmente es
causada por una dilatación benigna de la próstata o por un cáncer de la misma. Con menor
frecuencia, la obstrucción puede ser provocada por el estrechamiento del cuello de la vejiga o
de la uretra (estenosis uretral), lo que puede suceder tras una cirugía de la próstata en los
varones. Incluso el estreñimiento puede causar incontinencia por rebosamiento, porque
cuando el recto se llena de heces, se hace presión sobre el cuello de la vejiga y la uretra. Un
cierto número de fármacos que afectan al cerebro o la médula espinal o que interfieren la
transmisión nerviosa, como los fármacos anticolinérgicos y los narcóticos, pueden debilitar la
capacidad de contracción de la vejiga, dando como resultado una vejiga dilatada y la
incontinencia por rebosamiento.
Un disfuncionamiento de los nervios que conduce a una vejiga neurogénica, puede también
causar la incontinencia por rebosamiento. Una vejiga neurogénica puede estar originada por
muchas causas, como las lesiones de la médula espinal y las lesiones nerviosas provocadas por
esclerosis múltiple, diabetes, heridas, alcoholismo, o toxicidad por fármacos.
La incontinencia total es la situación en la que la orina gotea constantemente de la uretra, día y
noche. Se produce cuando el esfínter urinario no se cierra adecuadamente. Algunos niños
tienen este tipo de incontinencia debido a un defecto de nacimiento en el que la uretra no se
cierra como un tubo. En las mujeres con incontinencia total, la causa es, en general, una lesión
en el cuello de la vejiga y en la uretra, durante un parto. En los varones, la causa más
frecuente es una lesión en el cuello de la vejiga y en la uretra debido a la cirugía, en particular
por la extracción de la próstata afectada de cáncer.
La incontinencia psicogénica es más bien el resultado de una incontinencia cuyo origen es
más emocional que físico. Ocasionalmente se produce en los niños e incluso en adultos que
tienen problemas emocionales. Un ejemplo lo constituyen aquellos niños que mojan
persistentemente la cama (enuresis). Se puede sospechar una causa psicológica cuando el
agotamiento emocional o la depresión son evidentes y se han descartado las demás causas de
incontinencia.
A veces se producen tipos mixtos de incontinencia. Por ejemplo, un niño puede tener una
incontinencia originada por un malfuncionamiento de los nervios además de factores
psicológicos. Un varón puede sufrir de incontinencia por rebosamiento causada por una
dilatación de la próstata y además presentar una incontinencia por urgencia provocada por un
accidente vascular cerebral. Las mujeres ancianas suelen tener una combinación de
incontinencia por urgencia e incontinencia provocada por esfuerzo.
Diagnóstico
Las personas tienden frecuentemente a convivir con la incontinencia sin buscar ayuda
profesional, debido a que sienten temor o vergüenza de hablar del problema con su médico, o
porque creen erróneamente que la incontinencia es una consecuencia normal del
envejecimiento. Y, sin embargo, muchos casos de incontinencia se pueden curar o controlar,
especialmente cuando el tratamiento se inicia enseguida.
Por lo general, se puede descubrir la causa y desarrollar un plan de tratamiento después de que
el médico haya interrogado a la persona sobre los antecedentes del problema y haya efectuado
un examen clínico. Se puede realizar un análisis de orina para descartar una posible infección.
La cantidad de orina que queda en la vejiga después de orinar (orina residual), a menudo se
mide con una ecografía o un sondaje urinario (colocando un pequeño tubo denominado sonda
en el interior de la vejiga). Un gran volumen de orina residual indica una obstrucción o un
problema de los nervios o del músculo de la vejiga.
A veces, puede ser necesario realizar pruebas especiales durante la micción (evaluación
urodinámica). Estas pruebas miden la presión de la vejiga en reposo y cuando se llena; son
particularmente útiles en la incontinencia crónica. Se coloca una sonda en la vejiga y mientras
ésta se llena con agua a través de la sonda, se registra la presión en su interior.
Por lo general, la presión aumenta lentamente. En algunas personas, la presión comienza con
bruscos espasmos o se eleva demasiado rápido antes de que la vejiga esté completamente
llena. El registro de los cambios de presión ayuda al médico a determinar el mecanismo de la
incontinencia y su mejor tratamiento.
Otra prueba mide la velocidad del flujo de la orina. Esta prueba puede ayudar a determinar si
dicho flujo está obstruido y si los músculos de la vejiga se pueden contraer con la fuerza
suficiente como para expulsar la orina.
La incontinencia por esfuerzo se diagnostica por medio de la historia clínica del problema,
examinando la vagina en las mujeres y observando la pérdida de orina al toser o hacer un
esfuerzo. Un examen ginecológico ayuda también a determinar si el revestimiento de la uretra
o de la vagina ha adelgazado debido a la falta de estrógenos.
Tratamiento
Un tratamiento óptimo depende del análisis minucioso del problema de forma individualizada
y varía según la naturaleza específica del problema. Los que padecen incontinencia urinaria
pueden, habitualmente, curarse o, por lo menos, mejorar considerablemente.
A menudo el tratamiento exige sólo tomar medidas simples para cambiar el comportamiento.
Muchas personas pueden recuperar el control de la vejiga mediante técnicas de modificación
del mismo, como orinar a intervalos regulares (cada dos o tres horas), para mantener la vejiga
relativamente vacía. Puede ser de ayuda evitar los irritantes de la vejiga, como las bebidas que
contienen cafeína, y beber cantidades suficientes de líquidos (de seis a ocho vasos al día) para
impedir que la orina se concentre demasiado (ello podría irritar la vejiga). La toma de
fármacos que afectan al funcionamiento de la vejiga de modo adverso a menudo puede
suspenderse. Se deben intentar tratamientos específicos, como se indica más adelante. Si no se
puede controlar la incontinencia por completo con los tratamientos específicos, la ropa interior
y los absorbentes diseñados especialmente para la incontinencia pueden proteger la piel y
permitir que las personas se sientan secas, cómodas y socialmente activas. Estas prendas son
discretas y fácilmente asequibles.
Los episodios de incontinencia por urgencia se pueden prevenir frecuentemente orinando a
intervalos regulares antes de que éstos se produzcan. Los métodos de entrenamiento de la
vejiga, como ejercicios musculares, pueden ser muy útiles. Los fármacos que relajan la vejiga,
como la propantelina, la imipramina, la hiosciamina, la oxibutinina y la diciclomina, pueden
ser de ayuda. Aunque muchos de los fármacos disponibles pueden ser muy útiles, cada uno de
ellos actúa de un modo algo diferente y pueden tener efectos adversos.
Por ejemplo, un fármaco que relaja la vejiga puede reducir su irritabilidad y la fuerte urgencia
de orinar, pero puede causar sequedad de la boca o retención de orina excesiva. A veces los
demás efectos del fármaco se pueden utilizar con ventaja.
Por ejemplo, la imipramina es un antidepresivo eficaz y puede ser especialmente útil para una
persona que tiene incontinencia y que además esté deprimida. A veces, las combinaciones de
fármacos son útiles. Una terapia con fármacos debe ser supervisada y adaptada a las
necesidades de cada individuo.
En muchas mujeres con incontinencia provocada por el esfuerzo, se puede aliviar el problema
aplicando en la vagina una crema que contenga estrógenos o tomando comprimidos de estas
hormonas. Los parches cutáneos con estrógenos no han sido estudiados para el tratamiento de
la incontinencia.
Otros fármacos que ayudan a controlar el esfínter, como la fenilpropanolamina o la
seudoefedrina, deben ser utilizados junto con los estrógenos. Para aquellas personas que
tienen los músculos pélvicos débiles, pueden ser de ayuda los ejercicios que fortalecen esta
musculatura (Kegel). El autoaprendizaje de estas técnicas de contracción muscular no es fácil,
por lo que con frecuencia se utilizan mecanismos de apoyo para ayudar al entrenamiento. Las
enfermeras o los fisioterapeutas pueden ayudar a enseñar estos ejercicios. Los ejercicios
implican la repetida contracción de los músculos, varias veces al día, para desarrollar
resistencia y aprender a usar los músculos de modo apropiado, en las situaciones que provocan
incontinencia, como al toser. Se pueden usar absorbentes para retener las pequeñas cantidades
de orina, que por lo general se pierden durante los ejercicios.
Los casos más graves, que no responden a los tratamientos no quirúrgicos, se pueden corregir
mediante cirugía utilizando cualquiera de los distintos procedimientos que elevan la vejiga y
refuerzan el conducto de paso de la orina. En algunos casos es eficaz una inyección de
colágeno alrededor de la uretra.
Para la incontinencia por rebosamiento, provocada por una próstata dilatada u otra
obstrucción, se necesita generalmente la cirugía. Hay una variedad de procedimientos
disponibles para extirpar toda la próstata o una parte de ella. El fármaco finasteride puede a
menudo reducir el tamaño de la próstata o interrumpir su crecimiento, evitando así la cirugía o
al menos aplazándola. Los fármacos que relajan el esfínter, como la terazosina, suelen
también ser útiles.
Cuando la causa es una débil contracción de los músculos de la vejiga, pueden ser útiles los
fármacos que favorecen dicha contracción, como el betanecol. También puede ser útil ejercer
una suave presión oprimiendo el abdomen con las manos, precisamente sobre la zona donde se
encuentra la vejiga, especialmente para las personas que pueden vaciar la vejiga, pero que
tienen dificultades para hacerlo de un modo completo.
En algunos casos, se necesita el sondaje de la vejiga para vaciarla y prevenir complicaciones,
como las infecciones repetidas y las lesiones del riñón. La sonda se puede insertar de forma
permanente o bien colocarla y extraerla cada vez que sea necesario.
La incontinencia urinaria total debe ser tratada con varios procedimientos quirúrgicos. Por
ejemplo, si un esfínter urinario no cierra completamente, se puede sustituir por uno artificial.
El tratamiento de la incontinencia psicogénica consiste en la psicoterapia, que generalmente se
coordina con una modificación de los hábitos y con el uso de dispositivos que despiertan al
niño cuando empieza a mojar la cama, o con el uso de fármacos que inhiben las contracciones
de la vejiga. Una persona que tiene incontinencia y depresión puede beneficiarse de la toma de
fármacos antidepresivos.
CAPITULO 131
Lesiones de las vías urinarias
Las vías urinarias (riñones, uréteres, vejiga y uretra) se pueden lesionar por heridas
penetrantes, golpes, radioterapia o cirugía. Los síntomas más frecuentes son sangre en la
orina, disminución de la micción y dolor. Dichas lesiones pueden causar dolor, tumefacción,
hematomas y, si son lo suficientemente graves, una presión arterial peligrosamente baja
(shock). Debido a que los desechos metabólicos deben ser constantemente retirados de la
sangre por los riñones y eliminados del cuerpo a través del resto de las vías urinarias,
cualquier lesión que interfiere con este proceso puede ser mortal. La prevención de las
lesiones permanentes de las vías urinarias e, incluso de la muerte, puede depender de un
diagnóstico precoz y un tratamiento inmediato.
Un golpe externo es la causa más habitual de las lesiones de los riñones, producidas por los
accidentes de tráfico, caídas o lesiones deportivas. Las lesiones penetrantes del riñón pueden
ser el resultado de disparos o heridas punzantes. Los daños son muy variados. Las lesiones
menores pueden dar como resultado pequeñas cantidades de sangre en la orina detectables
sólo con un examen microscópico, mientras que las lesiones mayores tienen más probabilidad
de producir sangre visible en la orina. Cuando el riñón se lesiona gravemente (una situación
denominada estallido renal), la hemorragia puede ser grave y filtrarse orina en los tejidos
circundantes. Cuando el riñón se desgarra de su base (pedículo renal), que contiene la arteria y
la vena renal, se puede producir una hemorragia en gran escala, shock y la muerte. La lesión
provocada por una litotripsia extracorpórea con ondas de shock (un procedimiento
frecuentemente utilizado para deshacer los cálculos renales) puede hacer que aparezca un
poco de sangre en la orina de forma transitoria; en general es de escasa importancia y la lesión
se cura sin necesidad de tratamiento.
Lesiones del riñón
La gravedad de las lesiones del riñón varía ampliamente. Una lesión puede ser leve, dando como resultado sólo la contusión del riñón. Con una lesión más
grave el mismo puede ser lacerado, y la orina puede derramarse en el tejido circundante.
Si el riñón está desgarrado de su tallo (pedículo renal), la hemorragia puede ser abundante, dando como resultado un shock o la muerte. La sangre en la
orina podría acompañar a alguna de estas lesiones.
Los exámenes con rayos X de los riñones y del resto de vías urinarias, como la urografía
endovenosa con tomografía computadorizada (TC), pueden determinar con precisión la
ubicación y la extensión de la lesión. En algunos casos, se pueden necesitar estudios de
imagen más extensos.
El tratamiento comienza con medidas para controlar la pérdida de sangre e impedir el shock.
Se administran líquidos por vía endovenosa para normalizar la presión arterial y estimular la
producción de orina. Cuando es necesario, se pueden realizar estudios apropiados con rayos X
para caracterizar la lesión. Para las lesiones del riñón menores, como las causadas por la
litotripsia extracorpórea con ondas de choque, el control minucioso del consumo de líquidos y
el reposo total son, con frecuencia, el único tratamiento necesario. Las lesiones mayores que
provocan una hemorragia incontrolable o el derrame de grandes cantidades de orina hacia los
tejidos circundantes suelen requerir reparación quirúrgica.
Si el suministro de sangre al riñón es insuficiente, el tejido renal normal, que debe ser
alimentado con sangre para sobrevivir, puede morir y ser reemplazado por tejido cicatricial.
Dichas lesiones pueden conducir a una hipertensión arterial que se manifiesta semanas o
meses después de una lesión renal. En general, la mayoría de las lesiones del riñón tienen un
buen pronóstico si se diagnostican y tratan inmediatamente.
Lesiones ureterales
La mayor parte de las lesiones de los uréteres (los tubos que van desde los riñones a la vejiga)
se origina durante las operaciones pélvicas o abdominales, como una histerectomía, una
resección del colon o una ureteroscopia (examen de los uréteres con un tubo de fibra óptica).
Frecuentemente, dichas lesiones no se descubren hasta que disminuye la micción o se escapa
orina por la herida. Los síntomas, por lo general, no son específicos y pueden incluir dolor o
fiebre.
Las otras causas de lesión ureteral comprenden las lesiones penetrantes, por lo general, heridas
por disparos. Una lesión ureteral provocada por un golpe no es frecuente. En situaciones
especiales, lesiones contundentes, en particular las que hacen que el tronco se curve hacia
atrás, pueden separar la parte superior del uréter del riñón. Las pruebas de diagnóstico más
útiles son la urografía endovenosa, la tomografía computadorizada y, cuando es necesario, la
urografía retrógrada. En la urografía retrógrada, se hacen radiografías después de inyectar
directamente en el uréter una sustancia radiopaca, visible a los rayos X, que dibuja toda su
trayectoria.
Si un uréter se lesiona accidentalmente durante la cirugía, se puede necesitar otra operación
para repararlo. Un cirujano urólogo puede reconectar el uréter ya sea a sí mismo o bien a otra
parte de la vejiga. Para las lesiones menos importantes, la introducción de una sonda en el
interior del uréter, que se deja allí durante 2 a 6 semanas, puede solucionar el problema y así
evitar un nuevo acto quirúrgico. Las lesiones ureterales penetrantes, causadas por armas de
fuego o armas blancas, se tratan mejor quirúrgicamente.
Lesiones de la vejiga
Golpes fuertes contra la pelvis que comportan fracturas, frecuentes en los accidentes de
tráfico, pueden hacer que la vejiga se rompa. Las heridas penetrantes, generalmente causadas
por armas de fuego, pueden también lesionarla. Los principales síntomas son la presencia de
sangre en la orina o la dificultad para orinar. El diagnóstico puede establecerse mejor
mediante una cistografía, un examen en el cual una sustancia radiopaca, visible a los rayos X,
se inyecta dentro de la vejiga para luego hacer radiografías en busca de fugas de orina.
Los pequeños goteos (por laceraciones) pueden tratarse introduciendo una sonda en la uretra
durante 7 a 10 días, con el fin de drenar la orina, mientras la vejiga se cura por sí misma. Para
lesiones más graves, se suele realizar un acto quirúrgico para determinar el grado de la lesión
y reparar los posibles desgarros. La orina es entonces retirada de la vejiga más eficazmente
utilizando dos sondas, una insertada a través de la uretra (sonda transuretral) y otra introducida
directamente en la vejiga a través del abdomen inferior (catéter suprapúbico). Ambos se
retiran al cabo de 7 a 10 días o una vez que la vejiga haya curado satisfactoriamente.
Lesiones de la uretra
Las causas más frecuentes de lesiones importantes en la uretra son las fracturas pélvicas y las
lesiones “a horcajada” (entre las piernas) en los varones. Las intervenciones quirúrgicas
directas en la uretra o las maniobras durante las cuales se pasan instrumentos por su interior,
pueden también dañarla, aunque estas lesiones tienden a ser relativamente menores. Los
síntomas comprenden: sangre en la punta del pene, orina con sangre e incapacidad de orinar.
En algunos casos, la orina se filtra hacia los tejidos de la pared abdominal, del escroto o del
perineo (área entre el ano y la vulva, o entre el ano y el escroto). El estrechamiento (estenosis)
de la uretra en la zona herida es una complicación frecuente que puede desarrollarse con
posterioridad. Estas lesiones pueden provocar impotencia debido a la lesión ocasionada a las
arterias y los nervios del pene. El diagnóstico de una lesión se basa en una uretrografía
retrógrada (radiografía realizada después de que una sustancia radiopaca se introduce
directamente por la uretra).
Para el tratamiento de contusiones leves en la uretra, se introduce una sonda a través de la
misma hasta la vejiga y se deja durante varios días para que la orina pueda salir mientras la
uretra se recompone. Para todas las demás lesiones, debe evitarse el paso de la orina por la
uretra utilizando una sonda situada directamente dentro de la vejiga. Si se desarrolla una
estenosis uretral, puede ser tratada quirúrgicamente.
CAPITULO 132
Tumores y cánceres de los riñones y de las vías urinarias
Los tumores de los riñones y de las vías urinarias pueden presentarse en personas de cualquier
edad y sexo. Muchos de estos tumores son cancerosos.
Síntomas y diagnóstico
La presencia de sangre en la orina es el síntoma más frecuente, pero su cantidad puede ser tan
pequeña que sólo es detectada con el microscopio. Por el contrario, a veces la orina puede
aparecer visiblemente roja. Los síntomas que siguen, más frecuentes, son dolor en el costado y
fiebre. A veces, el tumor renal se detecta primero cuando el médico nota un aumento de
tamaño o una prominencia en el abdomen, o puede ser descubierto accidentalmente durante un
análisis por algún otro problema, como la hipertensión arterial. La presión arterial puede
aumentar debido a que una irrigación inadecuada hacia una parte o la totalidad del riñón
desencadena la liberación de mensajeros químicos que la elevan. El recuento de glóbulos rojos
puede también volverse anormalmente alto, provocando una policitemia secundaria, ya que el
riñón enfermo produce altos valores de la hormona eritropoyetina, que estimula la médula
ósea para aumentar la producción de glóbulos rojos.
Tumor en el polo superior del riñón
Tratamiento y pronóstico
Cuando el cáncer no se propaga más allá del riñón, la extracción quirúrgica del riñón afectado
y de los ganglios linfáticos proporciona una buena probabilidad de curación. Si el tumor ha
invadido la vena renal o incluso la vena cava (la gran vena que transporta la sangre hacia el
corazón), sin propagarse (por metástasis) hasta sitios distantes, la cirugía puede aún ofrecer
una buena probabilidad de curación. Sin embargo, el cáncer de riñón tiende a producir
metástasis enseguida, especialmente hacia los pulmones. Cuando se ha extendido hacia sitios
distantes (metastásicos), el pronóstico es malo ya que no puede ser curado mediante radiación,
anticancerígenosos tradicionales (quimioterapia) u hormonas. En algunos casos, si se aumenta
la capacidad del sistema inmune para destruir el cáncer, algunos tumores se retraen y ello
puede prolongar la supervivencia en algunos casos. Uno de estos tratamientos, la interleucina-
2, ha sido aprobado para el tratamiento de los tumores de riñón, y actualmente se están
investigando varias combinaciones de esta sustancia y de otros agentes biológicos. En raros
casos (menos del uno por ciento de los pacientes), la extirpación del riñón afectado favorece
que las metástasis del resto del cuerpo se reduzcan; esta regresión no es razón suficiente para
realizar esta operación cuando el cáncer ya se ha propagado.
El cáncer puede desarrollarse en las células que revisten la pelvis renal (carcinoma de células
de transición de la pelvis renal) y los uréteres. La pelvis renal es la parte del riñón que a modo
de embudo conduce la orina al interior de los uréteres (unos delgados conductos que
transportan la orina hasta la vejiga).
Síntomas y diagnóstico
El primer síntoma suele ser la presencia de sangre en la orina. Si el flujo urinario se obstruye,
pueden presentarse calambres dolorosos en el costado o en el abdomen inferior.
El diagnóstico se realiza a través de una urografía intravenosa o una urografía retrógrada. La
TC puede ayudar al médico a distinguir un cálculo renal de un tumor o de un coágulo; también
contribuye a determinar cuánto ha crecido el cáncer. El examen microscópico de una muestra
de orina puede detectar células cancerosas. Un dispositivo de fibra óptica (ureteroscopio o
nefroscopio), introducido por la uretra a través de la vejiga o bien insertado a través de la
pared abdominal, puede ser utilizado para observar e incluso tratar pequeños tumores.
Tratamiento y pronóstico
Cáncer de vejiga
El cáncer de vejiga se presenta alrededor de tres veces más en los varones que en las mujeres.
Ciertas sustancias químicas se concentran en la orina y causan cáncer. Fumar es el factor de
riesgo individual más fuerte y la causa subyacente de al menos la mitad de todos los casos
nuevos. La irritación crónica que producen la esquistosomiasis (una infestación provocada por
parásitos) o los cálculos renales también predisponen al cáncer de vejiga, aunque la irritación
se da sólo en una pequeña proporción de todos los casos.
Tumor vesical
Un tumor vesical puede provocar hemorragia e incluso obstrucción del flujo normal de la orina.
Cistoscopia
La cistoscopia consiste en introducir un citoscopio en la vejiga a través de uretra, para extraer muestras de cualquier zona sospechosa para realizar una
biopsia.
Síntomas y diagnóstico
El cáncer de vejiga se suele sospechar por primera vez, antes de la aparición de cualquier
síntoma, cuando un examen microscópico rutinario de orina detecta glóbulos rojos. Sin
embargo, la orina puede ser sanguinolenta a simple vista. Más tarde, los síntomas pueden
incluir dolor y ardor durante la micción y una urgente y frecuente necesidad de orinar. Los
síntomas del cáncer de vejiga pueden ser idénticos a los de la infección de la vejiga (cistitis) y
ambos problemas se pueden presentar juntos. Se sospecha un cáncer de vejiga cuando los
síntomas no desaparecen con el tratamiento para la infección. Un examen microscópico
sistemático u otras pruebas de orina pueden detectar sangre y células de pus, y una especial
evaluación microscópica (citología) frecuentemente detecta células cancerosas.
La cistografía o la urografía endovenosa (radiografías que se realizan después de inyectar una
sustancia radiopaca) pueden mostrar una irregularidad en el contorno de la pared de la vejiga,
sugiriendo un posible tumor. La ecografía, la TC, o la RM pueden también revelar una
alteración en la vejiga, por lo general de manera accidental durante la evaluación de otro
problema. Cuando alguna de estas pruebas detecta un tumor, el médico observa el interior de
la vejiga con un cistoscopio, instrumento que se pasa a través de la uretra y que permite
extraer muestras de cualquier zona sospechosa para su examen al microscopio (biopsia). A
veces se extirpa todo el cáncer a través del cistoscopio.
Tratamiento y pronóstico
El cáncer que está localizado sobre la superficie interna de la vejiga o que solamente invade la
parte más superficial de la capa muscular que se encuentra bajo la misma, se puede extirpar
por completo durante una cistoscopia. Sin embargo, los pacientes frecuentemente desarrollan
con posterioridad un nuevo cáncer, a veces en el mismo lugar o, con mayor frecuencia, en
cualquier otra parte de la vejiga. El índice de recidiva de las formas superficiales de cáncer
limitadas a la superficie interna de la vejiga se puede reducir mediante repetidas instilaciones
de fármacos anticancerígenos o de BCG (una sustancia que estimula el sistema inmune del
organismo) dentro de la vejiga, tras haber extirpado todo el cáncer durante una cistoscopia.
Dichas instilaciones pueden servir como tratamiento para una persona cuyos tumores no
pueden ser extirpados durante una cistoscopia.
El cáncer que se ha desarrollado profundamente dentro de la pared de la vejiga o a través de
ella no puede ser extirpado por completo con una cistoscopia. Por lo general debe realizarse
una extirpación total o parcial de la vejiga (cistectomía). Generalmente, se extirpan también
los ganglios linfáticos de la zona para poder determinar si el cáncer ha producido metástasis.
La radioterapia sola, o en combinación con la quimioterapia, a veces cura el cáncer.
Si hay que extirpar completamente la vejiga, se debe idear un método de drenaje de la orina.
Generalmente, la orina se desvía a través de un conducto hecho de intestino denominado asa
ileal hacia una abertura (estoma) efectuada en la pared abdominal. La orina se recoge luego en
una bolsa externa.
Existen varios métodos de derivación de la orina que cada vez son más frecuentes y que son
especialmente apropiados para algunos pacientes. Estos métodos pueden ser agrupados en dos
categorías: una neovejiga ortotópica y una derivación cutánea continente. En ambas, se
construye un reservorio interno con parte del intestino. En el caso de neovejiga ortotópica, el
reservorio se conecta a la uretra. El paciente aprende a vaciar este reservorio relajando los
músculos de la base de la pelvis e incrementando la presión dentro del abdomen, de modo que
la orina pase a través de la uretra tal y como lo haría naturalmente. Generalmente, los
pacientes no tienen problemas durante el día, pero puede producirse algo de incontinencia
durante la noche. En una derivación cutánea continente, el reservorio se conecta a un estoma
en la pared abdominal. No se necesita una bolsa externa, porque la orina permanece en el
reservorio hasta que el paciente lo vacía, introduciendo una sonda en su interior a través del
estoma a intervalos regulares durante el día.
El cáncer que ha producido metástasis requiere quimioterapia. Varias combinaciones
diferentes de fármacos son activas contra este tipo de cáncer, pero en proporción sólo se curan
unos pocos casos.
Cáncer de la uretra
El cáncer de la uretra es raro. Se puede producir tanto en mujeres como en varones. El primer
síntoma es generalmente sangre en la orina, que puede detectarse sólo examinando una
muestra bajo el microscopio o que puede colorear la orina de rojo. El flujo urinario puede
obstruirse, haciendo la micción dificultosa o el chorro de la orina lento y fino. Los
crecimientos frágiles y fácilmente sangrantes en la abertura externa de la uretra femenina
pueden ser cancerígenos.
Se debe realizar una biopsia para identificar un cáncer con total seguridad. La radioterapia, la
extirpación quirúrgica, o la combinación de ambas, se han utilizado para tratar el cáncer de la
uretra con distintos resultados. El pronóstico depende de su ubicación precisa en la uretra y de
su extensión.
La carúncula uretral es un tumor frecuente de tamaño reducido, rojo y doloroso, pero no
cancerígeno, situado al lado de la abertura externa de la uretra femenina. También provoca
presencia de sangre en la orina. La extirpación quirúrgica del tumor elimina el problema.
SECCION 12 > TRASTORNOS DE LA NUTRICION Y DEL
METABOLISMO
CAPITULO 133
La nutrición
Muchos nutrientes pueden ser sintetizados en el organismo. Los que no pueden serlo,
conocidos como nutrientes esenciales, deben ser incorporados en la dieta. Éstos incluyen los
aminoácidos (en las proteínas), ciertos ácidos grasos (en grasas y aceites), minerales y
vitaminas. Nueve de los 20 aminoácidos presentes en las proteínas son nutrientes esenciales.
Si los nutrientes esenciales no se administran en las cantidades requeridas, pueden aparecer
trastornos relacionados con la deficiencia nutricional.
Para determinar si una persona está consumiendo suficientes nutrientes un médico investiga
sus hábitos alimentarios y su dieta, realiza una exploración física para determinar la
composición (cantidad de grasa y músculo) y el funcionamiento del organismo, y efectúa
exámenes de laboratorio para medir el contenido de nutrientes en la sangre y los tejidos.
Generalmente, los nutrientes se dividen en dos clases: macronutrientes y micronutrientes. Los
macronutrientes, que incluyen proteínas, grasas, hidratos de carbono y algunos minerales, se
requieren diariamente en grandes cantidades. Constituyen la mayor parte de la dieta y
suministran la energía y los componentes necesarios para el crecimiento, el mantenimiento y
la actividad. Los micronutrientes se requieren en pequeñas cantidades, de miligramos (una
milésima de gramo) a microgramos (una millonésima de gramo). Las vitaminas y los
oligoelementos catalizan la utilización de los macronutrientes.
Otros componentes útiles de los alimentos no son digeridos o metabolizados en cantidades
apreciables. Éstos incluyen algunas fibras, como la celulosa, las pectinas y las gomas. Los
expertos recomiendan el consumo diario de 20 gramos de fibra para mejorar el movimiento
del tubo digestivo, moderar los cambios de azúcar y de colesterol en la sangre que se producen
después de las comidas e incrementar la eliminación de las sustancias cancerígenas producidas
por las bacterias en el intestino grueso. Los aditivos alimentarios como los conservantes,
emulsionantes, antioxidantes y estabilizantes mejoran la producción, el procesamiento, el
almacenamiento y el embalaje de los alimentos.
Sustancias como los condimentos, los aromatizantes, los colorantes, los fitoquímicos
(sustancias que no son nutrientes en las plantas y que tienen actividad biológica en los
animales) y muchos otros productos naturales, mejoran la presentación, sabor y estabilidad de
los alimentos. Los alimentos de la dieta diaria contienen unas 100 000 sustancias, de las cuales
sólo 300 son nutrientes y 45, nutrientes esenciales.
Macronutrientes
Los macronutrientes orgánicos son los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas, que
aportan el 90 por ciento del peso seco de la dieta y el cien por cien de su energía. Se digieren
en el intestino y se disocian en sus unidades básicas: azúcares de los hidratos de carbono,
ácidos grasos y glicerol de las grasas y aminoácidos de las proteínas. El contenido de energía
es de 4 calorías por gramo de proteína o hidrato de carbono y 9 calorías por gramo de grasa.
Como fuente de energía, hidratos de carbono, grasas y proteínas son intercambiables en
cuanto a su proporción en contenido energético.
Las necesidades energéticas varían ampliamente desde cerca de 1000 a más de 4000 calorías
al día dependiendo de la edad, sexo y actividad física. Generalmente, las mujeres sedentarias,
los niños pequeños y los ancianos necesitan unas 1600 calorías al día; los niños mayores, las
mujeres activas, ylos varones sedentarios necesitan cerca de 2000 calorías; los adolescentes
activos, al igual que los varones jóvenes, necesitan alrededor de 2400 calorías. Cerca del 55
por ciento de las calorías suelen provenir de los hidratos de carbono, alrededor del 30 por
ciento proceden de las grasas y aproximadamente un 15 por ciento provienen de las proteínas.
Si la energía adquirida en la ingestión es insuficiente para las necesidades del organismo, se
pierde peso; y las grasas almacenadas en el cuerpo, y en menor grado las proteínas, se utilizan
para suplir la energía necesaria. La falta de ingestión absoluta causa la muerte en 8 a 12
semanas.
Los ácidos grasos esenciales constituyen cerca del 7 por ciento de las grasas consumidas en
una dieta normal (lo cual representa un 3 por ciento del total de las calorías o alrededor de 8
gramos) y por ello son considerados macronutrientes. Comprenden los ácidos linoleico,
araquidónico, eicosapentaenoico y docosahexaenoico. El ácido linoleico se encuentra en
aceites de origen vegetal; el eicosapentaenoico y el docosahexaenoico, esenciales para el
desarrollo del cerebro, se encuentran en los aceites de pescado. Dentro del organismo, el ácido
araquidónico se puede formar a partir del ácido linoleico, y el eicosapentaenoico y el
docosahexaenoico, a partir del ácido linoleico, aunque el aceite de pescado es una fuente más
eficiente.
Los macrominerales son calcio, fósforo, sodio, cloro, potasio y magnesio. Se consideran
macronutrientes porque se requieren en grandes cantidades (entre uno o dos gramos cada día).
El agua, que también es un macronutriente, se necesita en cantidades de un mililitro por cada
caloría consumida, o sea, alrededor de 2500 mililitros al día.
Escala de alimentos diarios: una dieta variada para una buena salud
Pautas generales
- Ingerir alimentos variados.
- Mantener un peso adecuado.
- Elegir una dieta con bajo contenido en grasas, especialmente grasas saturadas y colesterol.
- Comer muchos vegetales, frutas y cereales.
- No abusar del azúcar y de la sal (sodio).
- En caso de consumir bebidas alcohólicas, hacerlo con moderación.
Micronutrientes
Necesidades nutricionales
Para determinar el estado nutricional, el médico pregunta sobre los regímenes alimentarios y
problemas de salud, realiza una exploración física y efectúa análisis de los valores de
nutrientes en la sangre y de sustancias que dependen de estos valores (como hemoglobina,
hormona tiroidea y transferrina).
Para determinar los antecedentes del régimen alimentario de una persona, el médico pregunta
qué alimentos fueron ingeridos en las últimas 24 horas y qué tipo de alimento toma
habitualmente. Puede solicitar también que el paciente anote todos los alimentos que ingiera
durante 3 días. En la exploración física, el médico observa la apariencia general y la conducta
de la persona así como la distribución de la grasa corporal y el funcionamiento de los diversos
órganos del cuerpo.
Las deficiencias nutricionales pueden causar varios problemas médicos. Por ejemplo, una
hemorragia gastrointestinal puede causar una anemia por deficiencia de hierro. Una persona
que está siendo tratada con altas dosis de vitamina A por acné, puede desarrollar dolor de
cabeza y visión doble como resultado de la toxicidad de dicha vitamina. Cualquier sistema del
organismo puede ser afectado por un trastorno nutricional.
Por ejemplo, el sistema nervioso se afecta por deficiencia de la niacina (pelagra), por el
beriberi, por la deficiencia o exceso de vitamina B6 (piridoxina) y por la deficiencia de
vitamina B12.
El gusto y el olfato son afectados por la deficiencia de zinc. El sistema cardiovascular es
afectado por el beriberi, la obesidad, una dieta con gran cantidad de grasas que conduce a la
hipercolesterolemia y enfermedad coronaria arterial; y por una dieta donde se use mucha sal,
que conlleva hipertensión arterial.
La pelagra, la deficiencia de ácido fólico y el
alcoholismo influyen en el funcionamiento del
aparato digestivo. La boca (labios, lengua, encías
y membranas mucosas) es afectada por una
deficiencia de vitaminas B y por el escorbuto. La
deficiencia de yodo puede producir un aumento
de tamaño de la glándula tiroides. Una tendencia
a sangrar y síntomas cutáneos como erupciones,
sequedad y tumefacción por retención de
líquidos (edema) pueden manifestarse en los
casos de escorbuto, deficiencia de vitaminas K y
A y beriberi. El raquitismo, la osteomalacia, la
osteoporosis y el escorbuto afectan huesos y
articulaciones.
El estado nutricional de un individuo se puede
determinar de varias maneras. Una de ellas es
medir la estatura y el peso y compararlos con las tablas estandarizadas. Otra es calcular el
índice de masa corporal, que se obtiene dividiendo el peso (en kilogramos) por el cuadrado de
la estatura (en metros). Un índice de masa corporal que oscila entre 20 y 25 es generalmente
considerado normal para varones y mujeres.
Existe todavía otro modo de determinar el estado nutricional mediante la medición del grosor
de los pliegues de la piel. Se toma un pliegue en la piel detrás del antebrazo (pliegue del
tríceps) y se estira de tal forma que la capa de grasa debajo de la piel pueda medirse con un
calibrador. Esta grasa representa el 50 por ciento de la grasa corporal total. La medida del
pliegue de la piel que se considera normal es de unos 50 mm en los varones y 25 mm en las
mujeres.
Los estados nutricionales también pueden determinarse midiendo la circunferencia del
antebrazo izquierdo para estimar la cantidad de músculo esquelético en el cuerpo (peso
magro).
Las radiografías ayudan a determinar la densidad ósea y el estado del corazón y los pulmones.
También detectan trastornos gastrointestinales causados por la malnutrición.
Cuando un médico sospecha la existencia de una grave desnutrición, puede efectuar un
hemograma y unos análisis de sangre y orina para medir los valores de vitaminas, minerales y
productos de desecho como la urea. También pueden requerirse exámenes cutáneos para
valorar la existencia de ciertos tipos de inmunidad.
Factores de riesgo
Los lactantes y los niños tienen un riesgo superior de desnutrición porque necesitan una mayor
cantidad de calorías y nutrientes para su crecimiento y desarrollo. Pueden sufrir deficiencias
de hierro, ácido fólico, vitamina C y cobre como resultado de dietas inadecuadas. Una
ingestión insuficiente de proteínas, calorías y otros nutrientes conduce a una desnutrición
calórico-proteica, una forma particularmente grave de desnutrición que retarda el crecimiento
y el desarrollo. La enfermedad hemorrágica del recién nacido es una predisposición de los
recién nacidos a sufrir hemorragias provocadas por una deficiencia de vitamina K. Esta
enfermedad puede ser mortal. Cuando los niños se acercan a la adolescencia, aumentan sus
requerimientos nutricionales porque también aumenta su ritmo de crecimiento.
Una mujer embarazada o en período de lactancia tiene unas necesidades nutricionales mayores
para evitar su desnutrición y la de su bebé. Durante el embarazo se recomienda la ingestión de
suplementos de ácido fólico para reducir el riesgo de malformaciones en el cerebro o en la
columna (espina bífida). Aunque las mujeres que han tomado anticonceptivos orales son más
propensas a desarrollar una deficiencia de ácido fólico, no existen pruebas de que el feto la
presentará. El bebé de una mujer alcohólica puede sufrir daños físicos y mentales provocados
por el síndrome de alcoholismo fetal, ya que el abuso del alcohol y la desnutrición que resulta
de éste afectan su desarrollo. Un lactante alimentado exclusivamente con leche materna puede
desarrollar deficiencia de vitamina B12 si la madre es vegetariana y no ingiere productos de
origen animal (vegetariana estricta).
Los ancianos pueden sufrir desnutrición debido a la soledad, a minusvalías físicas y mentales,
inmovilidad o enfermedad crónica. Además, su capacidad de absorber nutrientes está
reducida, lo que contribuye a la aparición de problemas como deficiencia de hierro, anemia,
osteoporosis y osteomalacia.
El envejecimiento se acompaña de una pérdida progresiva de músculo que no está relacionada
con ninguna enfermedad o deficiencia dietética. Esta pérdida es alrededor de 10 kilogramos
para los varones y 5 kilogramos para las mujeres. Esto sucede por el enlentecimiento del
metabolismo, la disminución del peso total y el aumento de la grasa corporal de alrededor del
20 al 30 por ciento en los varones y del 27 al 40 por ciento en las mujeres. Debido a estos
cambios y a la reducción de la actividad física, la gente mayor necesita menos calorías y
menos proteínas que los jóvenes.
Las personas con una enfermedad crónica que produce malabsorción tienen dificultad para
absorber las vitaminas liposolubles (A, D, E y K), vitamina B12, calcio y hierro. Una
enfermedad del hígado impide el almacenamiento de las vitaminas A y B12 e interfiere con el
metabolismo de las proteínas y la glucosa (un tipo de azúcar). Las personas que tienen una
enfermedad renal, incluyendo las tratadas con diálisis, son propensos a tener deficiencias de
proteínas, hierro y vitamina D.
La mayoría de los vegetarianos son ovo-lactarios, es decir, no comen carne ni pescado, pero sí
huevos y productos lácteos. El riesgo de este tipo de dieta es únicamente la deficiencia de
hierro. Los vegetarianos ovo-lactarios tienden a vivir más y a desarrollar menos minusvalías
crónicas que los que comen carne. Sin embargo, su mejor salud puede también ser el resultado
de su abstención de alcohol y tabaco y su tendencia a realizar ejercicio regularmente. Los
vegetarianos que no consumen productos animales (vegetarianos estrictos) tienen el riesgo de
desarrollar deficiencia de vita-mina B12. Los alimentos de estilo oriental y los fermentados,
como salsa de pescado, pueden aportar vitamina B12.
Muchas dietas de moda proclaman su capacidad de intensificar el bienestar o reducir el peso.
Sin embargo, las dietas altamente restrictivas son, desde el punto de vista de la nutrición,
nocivas: provocan deficiencias de vitaminas, minerales y proteínas, así como trastornos
cardíacos, renales y metabólicos, incluso algunas muertes. Las dietas excesivamente
hipocalóricas (menos de 400 calorías al día) no aseguran la salud por mucho tiempo.
La adicción al alcohol o a las drogas puede trastornar el estilo de vida de una persona hasta el
punto de que ésta descuida la nutrición y con ello se deterioran la absorción y el metabolismo
de los nutrientes. El alcoholismo es la forma más frecuente de adicción a drogas, con efectos
graves sobre el estado nutricional. Consumido en grandes cantidades, el alcohol es un veneno
que lesiona los tejidos, particularmente los del aparato digestivo, hígado, páncreas y sistema
nervioso (incluido el cerebro). Las personas que beben cerveza y continúan comiendo pueden
ganar peso, pero las que consumen una botella de licor fuertemente alcoholizado por día
tienden a perder peso y a desnutrirse. En los países desarrollados, el alcoholismo es la causa
más frecuente de deficiencia de vitamina B1 (tiamina) y puede también provocar deficiencias
de magnesio, zinc y otras vitaminas.
Administración de nutrientes
Cuando los nutrientes no se pueden administrar por la boca, pueden ser suministrados a través
de un tubo (alimentación por sonda) insertado en el aparato digestivo (nutrición enteral) o
también por vía intravenosa (nutrición parenteral). Estos métodos se utilizan para alimentar
quienes no desean o no pueden comer o a quienes no pueden digerir y absorber nutrientes.
Alimentación intravenosa
Inanición
Tratamiento
Desnutrición calórico-proteica
Entre la inanición y la nutrición adecuada hay varios estados de nutrición inadecuada, como la
desnutrición calórico-proteica, que es la primera causa de muerte infantil en los países en
desarrollo. Esta afección es causada por un consumo inadecuado de calorías, que produce una
deficiencia de proteínas y micronutrientes (nutrientes requeridos en pequeñas cantidades,
como vitaminas y oligoelementos). Un rápido crecimiento, una infección, una herida o una
enfermedad crónica debilitante pueden aumentar la necesidad de nutrientes, particularmente
en los lactantes y niños pequeños que ya estaban desnutridos.
Síntomas
Tratamiento
Pronóstico
Más del 40 por ciento de los niños que sufren desnutrición calórico-proteica fallece. La muerte
durante los primeros días del tratamiento se debe generalmente a un desequilibrio de
electrólitos, una infección, un descenso anormal de temperatura corporal (hipotermia) o una
insuficiencia cardíaca. Los signos más alarmantes son estupor (semiinconsciencia), ictericia,
pequeñas hemorragias en la piel, baja cantidad de sodio en la sangre y diarrea persistente. La
desaparición de la apatía, de los edemas y de la falta de apetito son signos favorables. La
recuperación es más rápida en el kwashiorkor que en el marasmo.
Los efectos a largo plazo de la desnutrición en la niñez son aún desconocidos. Cuando los
niños son tratados adecuadamente, el hígado y el sistema inmunitario se recuperan
completamente. Sin embargo, en algunos niños la absorción de nutrientes en el intestino
permanece alterada.
El grado de deterioro mental está en relación con la duración de la desnutrición, su gravedad y
la edad de comienzo. Un leve retardo mental puede persistir durante la edad escolar y aún más
tarde.
CAPITULO 135
Vitaminas y minerales
Las vitaminas y los minerales son una parte vital de una dieta saludable. Si una persona
ingiere una variedad de alimentos, la probabilidad de desarrollar una deficiencia de estos
nutrientes es muy baja. Sin embargo, quienes siguen regímenes muy restrictivos pueden no
ingerir suficiente cantidad de una vitamina o un mineral en particular. Por ejemplo, los
vegetarianos estrictos pueden tener deficiencia de vitamina B12, la cual se obtiene sólo a
partir de productos animales. Por otro lado, el consumo de grandes cantidades (megadosis) de
suplementos de vitaminas y minerales, sin supervisión médica, puede tener efectos
perjudiciales (tóxicos).
Vitaminas
Deficiencia de vitamina A
Síntomas y tratamiento
El primer síntoma de la deficiencia de vitamina A es generalmente la ceguera nocturna. Más
tarde, un sedimento espumoso (manchas de Bitot) puede aparecer en la zona blanca del ojo
(esclerótica) y la córnea puede endurecerse y presentar costras, una afección denominada
xeroftalmía, que puede conducir a la ceguera permanente. En ciertas enfermedades por
desnutrición en la niñez (marasmo y kwashiorkor), la xeroftalmía es frecuente no sólo porque
la dieta carece de vitamina A sino también porque la desnutrición calórico-proteica inhibe el
transporte de vitamina A. La piel y el revestimiento de los pulmones, intestinos y aparato
urinario pueden endurecerse. La deficiencia de vitamina A también produce inflamación de la
piel (dermatitis) e incrementa la susceptibilidad a las infecciones. Algunas personas tienen una
anemia leve. En caso de deficiencia de vitamina A, los valores de ésta en la sangre
disminuyen hasta menos de 15 microgramos por 100 mililitros (el valor normal es de 20 a 50).
Esta deficiencia se trata administrando suplementos de vitamina A, en dosis 20 veces
superiores a la cantidad diaria recomendada, durante 3 días, seguida por una dosis tres veces
mayor a la CDR durante un mes. En este momento del tratamiento, todos los síntomas deben
haber desaparecido. Una persona que aún tiene síntomas al cabo de dos meses debería ser
estudiada para descartar una malabsorción (alteración de la absorción de nutrientes en el
intestino).
Exceso de vitamina A
El exceso de vitamina A puede ser tóxico, tanto si se toma en una sola dosis (intoxicación
aguda) o durante un largo período (intoxicación crónica). Algunos exploradores del Ártico han
desarrollado somnolencia, irritabilidad, dolor de cabeza y vómitos a las pocas horas de haber
ingerido hígado de oso polar o de foca, ambos ricos en vitamina A. Los comprimidos que
contienen 20 veces la cantidad diaria recomendada de vitamina A, que se venden para la
prevención y tratamiento de ciertas enfermedades de la piel, han causado ocasionalmente
síntomas similares, aun cuando se hayan tomado bajo prescripción médica.
La intoxicación crónica en niños mayores y adultos por lo general es provocada por la
ingestión de grandes dosis (10 veces la cantidad diaria recomendada) durante meses. La
intoxicación de la vitamina A puede desarrollarse en los niños pequeños en pocas semanas.
Los primeros síntomas de la intoxicación crónica son cabello escaso y áspero, caída parcial de
las cejas, labios agrietados y piel seca y rugosa. Cefaleas intensas, hipertensión craneal y
debilidad generalizada son manifestaciones tardías. Las protuberancias óseas y los dolores
articulares son frecuentes, especialmente en los niños. El hígado y el bazo pueden aumentar de
tamaño. Si una mujer toma isotretinoína (un derivado de la vitamina A usada para tratar
afecciones de la piel) durante el embarazo, su hijo puede presentar malformaciones
congénitas.
El diagnóstico de intoxicación con vitamina A se basa en los síntomas y en una concentración
anormalmente elevada de vitamina A en la sangre. Los síntomas desaparecen a las 4 semanas
de haber interrumpido la ingestión del suplemento de vitamina A.
Los betacarotenos, que se encuentran en vegetales como las zanahorias, se transforman
lentamente en vitamina A en el cuerpo y pueden ser consumidos en grandes cantidades sin que
se produzca intoxicación. El único efecto secundario observado es la aparición de un tono ocre
en las palmas de las manos y plantas de los pies.
Deficiencia de vitamina D
Exceso de vitamina D
Deficiencia de vitamina E
La vitamina E (alfatocoferol) es un antioxidante que protege a las células del cuerpo contra las
lesiones producidas por compuestos reactivos químicos conocidos con el nombre de radicales
libres. La vitamina E y el selenio (un mineral esencial que es un componente de una enzima
antioxidante) tienen acciones similares.
Los niños prematuros tienen una reserva muy baja de vitamina E y pueden presentar
deficiencia si su alimentación contiene un exceso de grasas insaturadas y poca vitamina E.
Dichas grasas son prooxidantes (sustancias que se oxidan fácilmente para formar radicales
libres) y antagonistas de la vitamina E, y pueden provocar la destrucción de los glóbulos rojos
(hemólisis).
Los trastornos que interfieren en la absorción de las grasas, como la enfermedad celíaca, la
fibrosis quística, la obstrucción de los conductos biliares y la enfermedad de Crohn, pueden
también reducir la absorción de la vitamina E y aumentar el riesgo de deficiencia.
En los niños prematuros, la deficiencia de vita-mina E puede provocar problemas oculares
(retinopatía) y hemorragia cerebral, dos problemas que pueden ser consecuencia de la
exposición a altas concentraciones de oxígeno en las incubadoras.
En los niños mayores, los síntomas de la deficiencia de vitamina E se presentan cuando existe
malabsorción intestinal y se asemejan a los de un trastorno neurológico. Dichos síntomas
incluyen reflejos disminuidos, dificultad para caminar, visión doble, pérdida del equilibrio y
debilidad muscular. Una concentración baja de vitamina E en la sangre confirma el
diagnóstico.
La ingestión de grandes dosis de suplementos de vitamina E por vía oral alivia la mayor parte
de los síntomas, pero el restablecimiento completo del sistema nervioso puede tardar muchos
meses.
Exceso de vitamina E
Las dosis elevadas de vitamina E, que se pueden suministrar a los niños prematuros para
disminuir el riesgo de retinopatía, no parecen tener ningún efecto adverso significativo. En los
adultos, las dosis elevadas tienen muy pocos efectos adversos apreciables, excepto el aumento
de las necesidades de vitamina K, que puede provocar hemorragias en las personas que toman
fármacos anticoagulantes.
Deficiencia de vitamina K
Vitamina K es un nombre genérico para varias sustancias necesarias para una coagulación
normal de la sangre. La forma principal es la vitamina K1 (filoquinona), que se encuentra en
las plantas, especialmente en los vegetales de hojas verdes. Además, las bacterias presentes en
el intestino delgado y el colon producen vitamina K2 (menaquinona), que puede ser absorbida
aunque en menor grado.
La enfermedad hemorrágica del recién nacido, caracterizada por una tendencia a sangrar, es la
manifestación principal de carencia de vitami-na K. Se puede producir porque la placenta no
deja pasar adecuadamente las grasas ni, por tanto, la vitamina K liposoluble; el hígado del
recién nacido es demasiado inmaduro como para producir suficientes factores de coagulación
de la sangre (proteínas de la sangre que promueven la coagulación y requieren vitamina K).
No hay bacterias en el intestino que produzcan vitamina K durante los primeros días de vida y
la leche materna es una escasa fuente de dicha vitamina. Se debe suministrar una inyección de
vitamina K a los recién nacidos para protegerlos de esta enfermedad. Los lactantes que no han
recibido esta inyección al nacer, son especialmente susceptibles a una carencia de vitamina K.
Debido a que la vitamina K es soluble en las grasas, los trastornos que interfieren con la
absorción de los lípidos, como la enfermedad celíaca y la fibrosis quística, pueden provocar
una carencia de vitamina K en los niños y en los adultos. La ingestión de cantidades excesivas
de aceite mineral puede también impedir la absorción de la vitamina K. Esta deficiencia se
puede también desarrollar en las personas que toman anticoagulantes para prevenir la
formación de coágulos.
Los principales síntomas son las hemorragias de la piel, de la nariz, de una herida o en el
estómago, acompañadas de vómitos. Se puede observar sangre en la orina o en las
deposiciones. En casos más graves, puede producirse hemorragia cerebral en los recién
nacidos.
Cuando se sospecha la carencia de vitamina K, se efectúa un análisis de sangre para medir la
concentración de protrombina, uno de los factores coagulantes que requieren vitamina K. Un
valor bajo (inferior al 50 por ciento del normal) sugiere deficiencia de vitamina K. Sin
embargo, una baja concentración de protrombina puede también ser causada por
anticoagulantes o por lesiones del hígado. Por lo general, el diagnóstico se confirma si una
inyección de vitamina K aumenta la concentración de protrombina en pocas horas y se detiene
la hemorragia en el término de tres a seis horas. Cuando una persona tiene una grave
enfermedad hepática, el hígado puede ser incapaz de sintetizar los factores coagulantes a pesar
de las inyecciones de vitamina K. En dichos casos, se pueden necesitar transfusiones de
plasma para reponer los factores coagulantes.
Deficiencia de vitamina B1
Síntomas y tratamiento
Deficiencia de vitamina B2
Deficiencia de niacina
Exceso de niacina
Deficiencia de vitamina B6
Exceso de vitamina B6
La ingestión de dosis elevadas de vitamina B6 (de 500 a 3000 veces el aporte diario
recomendado) que se prescriben para el síndrome del túnel carpiano o para la tensión
premenstrual puede lesionar gravemente los nervios, destruyendo parte de la médula espinal,
lo que produce dificultades al caminar. La recuperación de este trastorno es lenta y tras la
interrupción de los suplementos de vitamina B6 pueden persistir permanentemente
dificultades al caminar.
Deficiencia de biotina
La biotina es una vitamina B necesaria para el metabolismo de las grasas y de los hidratos de
carbono. La biotina se encuentra en muchos alimentos. Buenas fuentes son el hígado, el riñón,
el páncreas, los huevos, la leche, el pescado y las nueces. Una deficiencia es muy improbable
en las personas que tienen una alimentación equilibrada. Sin embargo, comer claras de huevo
crudas durante semanas puede provocar esta deficiencia porque contienen una sustancia que
se une a la biotina en el organismo e impide su absorción. Los síntomas incluyen somnolencia,
pérdida de peso, dermatitis, ataques de ansiedad, dolor muscular y ciertos síntomas nerviosos,
como cansancio mental, insomnio y alucinaciones. Esta deficiencia también puede
desarrollarse en personas que reciben alimentación intravenosa (parenteral) durante largo
tiempo sin suplementos de biotina. Los análisis de laboratorio detectan una reducción de los
valores de biotina en sangre y orina.
El ácido fólico puede ser tóxico en condiciones especiales. A dosis de 100 veces la cantidad
diaria recomendada, puede aumentar la frecuencia de las convulsiones en los epilépticos y
agravar las lesiones neurológicas en las personas con deficiencia de vitamina B12.
Deficiencia de vitamina C
La vitamina C (ácido ascórbico) se encuentra en los cítricos, los tomates, las patatas, el repollo
y los pimientos verdes. Es esencial para la formación del tejido conjuntivo (que mantiene
unidas las estructuras del organismo). Contribuye a la absorción del hierro y a la recuperación
de quemaduras y heridas. Al igual que la vitamina E, la vitamina C es un antioxidante. El
embarazo, la lactancia, la hiperfunción de la glándula tiroides (tirotoxicosis), los distintos
tipos de inflamación, la cirugía y todas las quemaduras pueden aumentar significativamente
las exigencias de vitamina C del cuerpo y el riesgo de una deficiencia.
En los lactantes entre 6 y 12 meses, una carencia de vitamina C en la alimentación puede
provocar escorbuto, un tipo de enfermedad carencial.Los síntomas iniciales incluyen
irritabilidad, dolor al moverse, pérdida de apetito e incapacidad para ganar peso. Los huesos
son finos y las articulaciones pueden hacerse prominentes. Son típicas las hemorragias debajo
del tejido que cubre los huesos (periostio) y alrededor de los dientes.
En los adultos se puede producir escorbuto cuando la alimentación es restringida, conteniendo
solamente carne deshidratada y harina o té, tostadas y vegetales envasados, los típicos
alimentos de las personas de edad avanzada que han perdido el interés por la comida. A los
pocos meses de seguir una dieta similar, se producen hemorragias debajo de la piel,
especialmente alrededor de los folículos pilosos, debajo de las uñas de los dedos de las manos,
alrededor de las encías y en el interior de las articulaciones. La persona se siente deprimida,
cansada y débil. La presión arterial y la frecuencia cardíaca varían constantemente. Los
resultados del análisis de sangre muestran una concentración muy baja de vitamina C.
En lactantes y adultos, el escorbuto se trata con elevadas dosis de vitamina C durante una
semana, seguida de dosis más reducidas durante un mes.
Exceso de vitamina C
Dosis elevadas de vitamina C (de 500 miligramos a 10 gramos) han sido aconsejadas para
prevenir el resfriado común, la esquizofrenia, el cáncer, la hipercolesterolemia y la
arteriosclerosis. Sin embargo, estas recomendaciones tienen escaso o ningún apoyo científico.
Dosis de más de 1000 miligramos al día provocan diarrea, cálculos renales en personas
propensas y alteraciones en el ciclo menstrual. La interrupción repentina de estas dosis
elevadas puede provocar escorbuto de rebote.
Minerales
Algunos minerales como sodio, cloro, potasio, calcio, fósforo y magnesio se consideran
macronutrientes porque son necesarios para el cuerpo en cantidades relativamente grandes;
son los denominados macrominerales. Otros minerales son micronutrientes porque el cuerpo
los necesita en cantidades pequeñas; se denominan microminerales u oligoelementos. Son
hierro, zinc, cobre, manganeso, molibdeno, selenio, yodo y flúor. Las deficiencias de
minerales, con excepción del hierro y del yodo, son poco frecuentes. El exceso de algunos
minerales puede causar intoxicación.
Deficiencia de hierro
Exceso de hierro
Deficiencia de zinc
Exceso de zinc
Las grandes cantidades de zinc, por lo general adquiridas por el consumo de alimentos ácidos
o de bebidas envasadas en latas con revestimiento de zinc (galvanizadas), pueden producir un
sabor metálico, vómitos y problemas en el estómago. La ingestión de 1 gramo o más puede ser
mortal.
Deficiencia de cobre
Exceso de cobre
El cobre que no está unido a una proteína es tóxico. El consumo de cantidades relativamente
pequeñas de cobre libre puede provocar náuseas y vómitos. Los alimentos ácidos o las bebidas
que están en contacto prolongado con recipientes, tubos o válvulas de cobre pueden estar
contaminados con cantidades pequeñas de este metal. Si se ingieren involuntariamente
grandes cantidades de sales de cobre no unido a proteínas, o si se usan compresas saturadas
con una solución de sal de cobre para curar grandes zonas de piel quemada, puede absorberse
una cantidad suficiente para lesionar los riñones, inhibir la producción de orina y causar
anemia debido a la destrucción de glóbulos rojos (hemólisis).
La enfermedad de Wilson es un trastorno hereditario en el que el cobre se acumula en los
tejidos y causa lesiones extensas. Afecta a una persona de cada 30 000. En este trastorno, el
hígado no secreta el cobre a la sangre o no lo excreta a la bilis. Como resultado, la
concentración en la sangre es baja, pero el mineral se acumula en el cerebro, los ojos y el
hígado, provocando cirrosis. El que se acumula en la córnea de los ojos produce un aro de
pigmentación dorada o verdoso-dorada. Los primeros síntomas son generalmente el resultado
de las lesiones cerebrales y consisten en temblores, dolores de cabeza, incapacidad para
hablar, descoordinación e incluso psicosis.
La intoxicación con cobre se trata con penicilamina, que se adhiere al mineral y favorece su
excreción, siendo éste un ejemplo de terapia de quelación. El tratamiento se debe continuar de
por vida para poder sobrevivir.
Deficiencia de manganeso
Exceso de manganeso
La intoxicación con manganeso es frecuente sólo en personas que trabajan en las minas y
refinan minerales de manganeso. La exposición prolongada provoca lesiones nerviosas, con
síntomas que se parecen al parkinsonismo (temblores y dificultad en los movimientos).
Deficiencia de molibdeno
Exceso de molibdeno
Exceso de yodo
La intoxicación con yodo es provocada por el consumo de cantidades muy grandes de yodo al
día (400 veces la dosis diaria recomendada), a veces como consecuencia de vivir cerca del
mar. El exceso de yodo puede provocar bocio y a veces hipertiroidismo.
Deficiencia de flúor
El fluoruro, una forma del flúor, es un nutriente esencial que refuerza huesos y dientes. El
pescado de mar y el té son ricos en fluoruro, pero el agua potable es la fuente principal; su
contenido varía de demasiado escaso a excesivo, en varias partes del mundo. Una deficiencia
de flúor puede producir caries, que se pueden prevenir mediante el consumo suficiente de
flúor en los alimentos y en el agua. Un agregado de fluoruros (fluoración) al agua potable con
bajos contenidos de flúor, reduce significativamente el riesgo de deterioro dental.
Exceso de flúor
La absorción de una cantidad demasiado elevada de flúor (fluorosis) puede producirse en los
habitantes de zonas donde el agua potable es muy rica en este elemento. El flúor se acumula
en los dientes, sobre todo en los permanentes, y en los huesos. Aparecen manchas cretáceas
irregulares sobre la superficie del esmalte dental, que pueden volverse amarillas o de color
café, haciendo que el esmalte aparezca moteado.
CAPITULO 136
Equilibrio del agua
Dos tercios del peso corporal corresponden al agua. Una persona que pesa 68 kilogramos tiene
aproximadamente 38 litros de agua en el cuerpo. De éstos, entre 23 y 26 están en el interior de
las células, 7,5 en el espacio que las rodea y una cantidad ligeramente inferior a 4 litros
(aproximadamente el 8 por ciento de la cantidad del agua total) está en la sangre. Este
volumen de agua, relativamente pequeño en la sangre, es muy importante para el
funcionamiento del cuerpo y debe mantenerse constante. El agua que está fuera de la sangre,
actúa como un depósito para reponer o absorber el exceso de agua de la sangre, en caso
necesario.
Deshidratación
Tratamiento
En caso de deshidratación leve, beber agua natural puede ser suficiente. Sin embargo, cuando
se ha producido una pérdida de agua y electrólitos, se debe también reponer la sal (en especial
el sodio y el potasio). Se han formulado algunas bebidas isotónicas para reponer las sales
(electrólitos) perdidas durante el ejercicio intenso. Dichas bebidas se pueden utilizar para
prevenir o curar la deshidratación leve. Beber una gran cantidad de líquidos y consumir una
pequeña cantidad de sal adicional durante o después del ejercicio es también un método
eficaz. Las personas con problemas cardíacos o renales deben consultar con su médico la
forma más segura de reponer el líquido antes de empezar la práctica de cualquier ejercicio.
Si la caída de la presión arterial causa un estado de shock o amenaza de shock, se administran
por vía intravenosa soluciones que contienen cloruro de sodio. Los líquidos intravenosos se
suministran rápidamente al principio y luego más lentamente a medida que mejora el estado
físico. Siempre se debe tratar la causa de base de la deshidratación. Por ejemplo, en caso de
diarrea, puede ser necesario tomar fármacos para tratarla o detenerla, además de reponer
líquidos. Cuando los riñones están excretando demasiada agua debido a una deficiencia de
hormona antidiurética (como puede suceder en caso de diabetes insípida), puede ser necesario
efectuar un tratamiento crónico con hormona antidiurética sintética. Una vez que se ha
solucionado la causa, los individuos en fase de recuperación son controlados para asegurarse
de que el consumo oral de líquidos es de nuevo el adecuado para mantener la hidratación.
Hiperhidratación
Tratamiento
Las sales son compuestos químicos simples formados por átomos que transportan una carga
eléctrica positiva o una negativa. Por ejemplo, la sal de mesa (cloruro de sodio) está
constituida por átomos de sodio de carga positiva y átomos de cloruro de carga negativa. El
cloruro de sodio forma cristales al secarse, pero, como muchas otras sales que se encuentran
en el cuerpo, se disuelve fácilmente en el agua.
Cuando una sal se disuelve en el agua, sus componentes existen separadamente como
partículas cargadas denominadas iones. Estas partículas cargadas y disueltas se conocen
colectivamente con el nombre de electrólitos. El valor (concentración) de cada electrólito en
una solución de sales disueltas se puede medir y se expresa generalmente como la cantidad en
miliequivalentes (mEq) por unidad de volumen de la solución (generalmente en litros).
Los electrólitos se disuelven en los tres compartimentos principales de agua del cuerpo: el
líquido en el interior de las células, el líquido en el espacio que las rodea y la sangre (los
electrólitos se disuelven en el suero, que es la parte líquida de la sangre). Las concentraciones
normales de electrólitos en estos líquidos varían. Algunos se encuentran en concentraciones
elevadas en el interior de las células y bajas fuera de ellas. Otros se encuentran en
concentraciones bajas en el interior de las células y elevadas fuera de ellas.
Para un funcionamiento adecuado, el organismo debe mantener la concentración de los
electrólitos dentro de límites muy ajustados en cada uno de estos compartimentos. A este fin,
los electrólitos son desplazados dentro o fuera de las células. Los riñones filtran los
electrólitos de la sangre y excretan en la orina una cantidad suficiente de ellos para mantener
un equilibrio entre la ingestión y el consumo diarios.
Las concentraciones de electrólitos pueden evaluarse en un laboratorio por una muestra de
sangre o de orina. Se miden las concentraciones de los electrólitos en la sangre para
determinar si hay una anormalidad y, en ese caso, usar los resultados para valorar la respuesta
al tratamiento. El sodio, el potasio, el calcio, el fosfato y el magnesio son los electrólitos
implicados más frecuentemente en los trastornos del equilibrio de la sal. Se miden también el
cloruro y el bicarbonato; sin embargo, la concentración de cloruro en la sangre es, por lo
general, paralela a la de sodio; y el bicarbonato suele estar implicado en los trastornos de
equilibrio del ácido base.
La mayor parte del sodio del organismo se encuentra en la sangre y en el líquido que rodea las
células. El sodio se ingiere a través de los alimentos y las bebidas y se elimina con el sudor y
la orina. Los riñones normales pueden modificar la cantidad de sodio que se excreta en la
orina para que la cantidad total de sodio en el cuerpo varíe poco de un día a otro.
Una alteración del equilibrio entre el consumo de sodio y su eliminación afecta la cantidad
total de sodio presente en el organismo. Las alteraciones de la cantidad total de sodio están
estrechamente ligadas a las del volumen de agua en la sangre. Una pérdida global del sodio
del cuerpo no provoca necesariamente una disminución de la concentración de sodio en la
sangre, sino que puede causar la disminución del volumen de sangre. Cuando éste disminuye,
la presión arterial cae, se eleva la frecuencia cardíaca y se producen leves mareos e incluso
shock en algunas ocasiones.
Al contrario, el volumen sanguíneo puede aumentar cuando hay un exceso de sodio en el
cuerpo. El líquido extra se acumula en el espacio que rodea las células dando como resultado
una afección denominada edema. Una señal de edema es la tumefacción de los pies, los
tobillos y la parte inferior de las piernas. El volumen de sangre y la concentración de sodio
pueden verse afectados cuando se pierden o se ganan los excesos de agua y sodio.
El cuerpo supervisa constantemente la concentración de sodio de la sangre y el volumen
sanguíneo. Cuando la concentración de sodio aumenta demasiado, el cerebro siente sed,
incitando a la persona a beber. Determinados sensores de los vasos sanguíneos y de los
riñones detectan las disminuciones del volumen sanguíneo e inician una reacción en cadena
que intenta incrementar el volumen de líquido en la sangre. Las glándulas suprarrenales
secretan la hormona aldosterona, que hace que los riñones retengan sodio. La hipófisis secreta
la hormona antidiurética, que hace que los riñones retengan agua. La retención de sodio y
agua conduce a una disminución en la producción de orina, lo que finalmente provoca un
aumento del volumen sanguíneo y un retorno de la presión arterial a su valor normal. Cuando
los sensores de los vasos sanguíneos y de los riñones perciben un aumento de la presión
arterial, y los sensores del corazón detectan un aumento del volumen sanguíneo, se estimulan
los riñones para que excreten más sodio y orina, reduciendo de ese modo el volumen
sanguíneo.
La hiponatremia (valor bajo del sodio en la sangre) es una concentración de sodio en la sangre
por debajo de 136 miliequivalentes (mEq) por litro de sangre.
La concentración de sodio en la sangre desciende demasiado cuando el sodio se ha diluido en
exceso por una cantidad aumentada de agua en el cuerpo. El sodio puede diluirse
excesivamente en aquellas personas que beben enormes cantidades de agua, como ocurre
algunas veces en ciertos trastornos psiquiátricos y en los pacientes hospitalizados que reciben
por vía endovenosa grandes cantidades de líquidos. En cualquier caso, la cantidad de líquido
ingerido supera la capacidad de los riñones para eliminar el exceso. El consumo de pequeñas
cantidades de agua (como un litro al día) puede producir hiponatremia en los individuos cuyos
riñones no funcionan adecuadamente, como sucede en la insuficiencia renal. La hiponatremia
también puede darse a menudo en personas que padecen insuficiencia cardíaca y cirrosis
hepática, en las que se produce un aumento del volumen de sangre. En esos casos, este
aumento provoca una dilución excesiva del sodio, aunque, por lo general, aumenta de igual
manera la cantidad total de sodio en el
organismo.
La hiponatremia se produce en personas con
glándulas renales hipoactivas que excretan
demasiado sodio (enfermedad de Addison). Esta
pérdida de sodio por la orina está provocada por
una deficiencia de la aldosterona (una hormona
suprarrenal).
Las personas con el síndrome de secreción
inapropiada de la hormona antidiurética (SIADH)
tienen bajas concentraciones de sodio por
diversas causas. En este trastorno, la hipófisis,
glándula ubicada en la base del cerebro, secreta
demasiada hormona antidiurética. Ésta hace que
el cuerpo retenga agua y que el sodio se diluya en
la sangre.
Síntomas
Tratamiento
La hiponatremia grave es una urgencia médica que exige tratamiento inmediato e intensivo.
Tras haber tomado las medidas de urgencia necesarias, los médicos aumentan lentamente la
concentración de sodio en la sangre con la administración de líquidos intravenosos, ya que un
incremento demasiado rápido puede provocar lesiones cerebrales permanentes.
Se restringe el consumo de líquidos y se intenta identificar y corregir la causa de base de la
hiponatremia. En aquellas personas que presentan el síndrome de secreción inapropiada de la
hormona antidiurética, se identifican las causas potenciales y se tratan en caso de ser posible.
La demeclociclina o los diuréticos tiacídicos, que disminuyen el efecto de la hormona
antidiurética sobre los riñones, se pueden suministrar si la hiponatremia se agrava o no mejora
a pesar de la restricción de líquidos.
Síntomas
Tratamiento
La hipernatremia se trata reponiendo la falta de agua. En todos los casos, excepto los más
leves, se administra el líquido por vía intravenosa. Se efectúan análisis de sangre repetidos
para determinar si la cantidad suministrada ha sido suficiente. Corregir el cuadro con
demasiada rapidez puede causar lesiones cerebrales permanentes, por lo que la concentración
de sodio en la sangre debe reducirse muy lentamente.
Se pueden efectuar pruebas adicionales de orina para determinar la razón por la cual la
concentración de sodio es elevada. Una vez que se identifica la causa de base, el tratamiento
puede hacerse más específico.
Por ejemplo, si una persona tiene diabetes insípida, se puede administrar hormona
antidiurética (vasopresina).
Síntomas
Tratamiento
Síntomas
Tratamiento
El calcio es esencial para varias funciones del cuerpo, incluyendo la contracción muscular, la
conducción nerviosa y el funcionamiento
apropiado de muchas enzimas.
La mayor parte del calcio del cuerpo se almacena
en los huesos, pero también se encuentra en las
células y en la sangre. El organismo controla con
precisión la cantidad de calcio tanto en las
células como en la sangre.
Mantener una concentración normal de calcio en
la sangre depende de la ingestión de al menos
500 a 1000 miligramos de calcio al día, absorber
una cantidad suficiente del mismo desde el
aparato digestivo y excretar el exceso junto con
la orina.
El calcio se desplaza desde los huesos a la sangre
cuando es necesario para mantener su
concentración en ésta. Sin embargo, desplazar
demasiado calcio de los huesos finalmente los
debilita y puede conducir a la osteoporosis.
La regulación de la concentración de calcio en la
sangre está a cargo de dos hormonas: la hormona
paratiroidea y la calcitonina.
La hormona paratiroidea es producida por cuatro
glándulas paratiroides ubicadas alrededor de la
glándula tiroidea en el cuello. Cuando la
concentración de calcio en la sangre decrece, las
glándulas paratiroides producen más hormona
paratiroidea; cuando la concentración aumenta,
las glándulas paratiroides producen menos
hormona. La hormona paratiroidea estimula el
aparato digestivo para que absorba más calcio y
hace que los riñones activen la vitamina D.
La vitamina D intensifica aún más la capacidad
del aparato digestivo de absorber calcio. La
hormona paratiroidea también estimula los
huesos para liberar calcio en la sangre y hace que
los riñones lo excreten en menor cantidad en la
orina.
La calcitonina, una hormona producida por células de las glándulas paratiroides, tiroides y
timo, hace descender la concentración de calcio en la sangre mediante la estimulación de su
desplazamiento hacia el interior de los huesos.
La hipocalcemia (valor bajo del calcio sanguíneo) es una concentración de calcio en la sangre
inferior a 8,8 miligramos por decilitro de sangre.
La concentración de calcio en la sangre puede ser baja como resultado de varios problemas
diferentes. La hipocalcemia es más frecuente en los trastornos que dan como resultado una
pérdida crónica de calcio en la orina o una incapacidad para movilizarlo desde los huesos. La
mayor parte del calcio en la sangre es transportado por la proteína albúmina; por esta razón, la
escasez de albúmina en la sangre produce en ella una baja concentración de calcio. Sin
embargo, la hipocalcemia provocada por una escasa cantidad de albúmina no es por lo general
importante, porque solamente el calcio que no va unido a la albúmina puede evitar los
síntomas de hipocalcemia.
Síntomas y diagnóstico
La concentración de calcio en la sangre puede estar anormalmente baja sin producir síntoma
alguno. Al cabo de un tiempo, la hipocalcemia puede afectar el cerebro y provocar síntomas
neurológicos como confusión, pérdida de la memoria, delirio, depresión y alucinaciones. Estos
síntomas son reversibles si se repone el calcio. Una concentración extremadamente baja de
calcio (menor de 7 mg por decilitro de sangre) puede causar dolores musculares y hormigueo,
con frecuencia en los labios, la lengua, los dedos de las manos y en los pies. También puede
provocar convulsiones y espasmos de los músculos de la garganta (creando dificultad en la
respiración), así como tetania (rigidez general y espasmos musculares) en los casos más
graves. Pueden producirse alteraciones en el sistema de conducción eléctrica del corazón
visibles en un electrocardiograma.
Una concentración anormal de calcio en la sangre puede detectarse sin dificultad con un
análisis de sangre rutinario; por lo tanto, la hipocalcemia puede diagnosticarse incluso antes
de que los síntomas aparezcan. Una vez detectada la hipocalcemia, la determinación de sus
causas requiere una historia clínica detallada, una exploración física y otros análisis de sangre
y de orina.
Tratamiento
El tratamiento varía según la causa. El calcio puede ser reemplazado ya sea por vía
intravenosa o por vía oral. Las personas con hipocalcemia crónica pueden resolver el
problema con suplementos de calcio por vía oral. Tras la aparición de los síntomas suele ser
necesaria la vía intravenosa. Tomando suplementos de vitamina D, aumenta la absorción del
calcio proveniente del tracto gastrointestinal.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Síntomas
Se puede tener hipofosfatemia sin padecer ninguna enfermedad. Los síntomas se producen
solamente cuando la concentración de fosfato en la sangre desciende demasiado. En un
principio se puede experimentar debilidad muscular. Al cabo de un tiempo, pueden debilitarse
los huesos, dando como resultado dolor y fracturas. Una concentración de fosfato muy baja
(inferior a 1,5 mg por decilitro de sangre) puede ser muy peligrosa, conduciendo a una
debilidad muscular progresiva, estupor, coma y muerte.
Tratamiento
Síntomas
Hay pocas señales externas de hiperfosfatemia. En los pacientes sometidos a diálisis, cuando
la concentración de fosfato en la sangre es elevada, la concentración de calcio disminuye. Esto
estimula las glándulas paratiroides para producir hormona paratiroidea, lo que a su vez eleva
la concentración de calcio en la sangre haciéndolo desplazarse desde los huesos. Si esta
situación prosigue, puede producirse debilidad ósea, dando como resultado dolor y fracturas
por traumas menores. El calcio y el fosfato pueden cristalizarse en las paredes de los vasos
sanguíneos y en el corazón, provocando arteriosclerosis grave (rigidez de las arterias) y
conduciendo a accidentes vasculares cerebrales, ataques cardíacos y alteraciones circulatorias.
También se pueden formar cristales en la piel, donde provocan un intenso prurito.
Tratamiento
Una amplia variedad de enzimas del cuerpo dependen del magnesio para funcionar
eficazmente. La mayor parte del magnesio presente en el cuerpo se encuentra en los huesos;
muy poca cantidad en la sangre. La concentración de magnesio se mantiene principalmente
con una alimentación nutritiva. El magnesio se excreta en la orina y en las deposiciones.
Síntomas
Tratamiento
Tratamiento
El equilibrio acidobásico de la sangre es controlado con precisión porque incluso una pequeña
desviación de la escala normal puede afectar gravemente a muchos órganos.
El organismo utiliza tres mecanismos para controlar el equilibrio acidobásico de la sangre. En
primer lugar, el exceso de ácido es excretado por los riñones, principalmente en forma de
amoníaco. Los riñones poseen una cierta capacidad para alterar la cantidad de ácido o de base
que es excretado, pero esto por lo general demora varios días.
En segundo lugar, el cuerpo usa soluciones tampón en la sangre para amortiguar las
alteraciones bruscas de la acidez. Un tampón actúa químicamente para minimizar las
alteraciones en el pH de una solución.
El tampón más importante de la sangre utiliza bicarbonato, un compuesto básico que está en
equilibrio con el anhídrido carbónico, un compuesto ácido. Cuanto más ácido penetra en la
sangre, más bicarbonato y menos anhídrido carbónico se producen; cuanta más base penetra
en la sangre, más anhídrido carbónico y menos bicarbonato se producen. En ambos casos, el
efecto sobre el pH es minimizado.
El tercer mecanismo para controlar el pH de la sangre implica la excreción del anhídrido
carbónico. El anhídrido carbónico es un subproducto importante del metabolismo del oxígeno
y, por lo tanto, es producido constantemente por las células. La sangre transporta el anhídrido
carbónico a los pulmones, donde es exhalado. Los centros del control respiratorio en el
cerebro, regulan el volumen de anhídrido carbónico que se exhala mediante el control de la
velocidad y la profundidad de la respiración. Cuando la respiración aumenta, el valor del
anhídrido carbónico de la sangre disminuye y ésta se vuelve más básica. Cuando la respiración
disminuye, el valor del anhídrido carbónico aumenta y la sangre se vuelve más ácida.
Mediante la modificación de la velocidad y de la profundidad de la respiración, los centros de
control respiratorios y los pulmones son capaces de regular el pH de la sangre minuto a
minuto.
Una anomalía en uno o más de estos mecanismos de control del pH puede provocar una de las
dos principales alteraciones en el equilibrio acidobásico: acidosis o alcalosis. La acidosis es un
cuadro en el que la sangre tiene demasiado ácido (o muy poca base) dando como resultado
con frecuencia una disminución del pH de la sangre. La alcalosis es una situación en la que la
sangre posee demasiada base (o muy poco ácido), resultando algunas veces en un incremento
del pH de la sangre. La acidosis y la alcalosis no son enfermedades, sino más bien el resultado
de una amplia variedad de trastornos. La presencia de acidosis o alcalosis suministra un
indicio importante de la existencia de un grave problema metabólico.
La acidosis y la alcalosis pueden ser metabólicas o respiratorias según cuál sea su causa
principal. La acidosis y la alcalosis metabólicas
son causadas por un desequilibrio en la
producción y la excreción renal de los ácidos o
de las bases. La acidosis y la alcalosis
respiratorias son causadas principalmente por
trastornos pulmonares o de la respiración.
Acidosis metabólica
Causas
Síntomas y diagnóstico
Un individuo con acidosis metabólica leve puede no presentar síntomas, aunque por lo
general, tiene náuseas, vómitos y cansancio. La respiración se vuelve más profunda o
ligeramente más rápida, pero incluso esto puede pasar inadvertido en muchos casos.
Cuando la acidosis se agrava, el paciente comienza a sentirse extremadamente débil y
somnoliento y puede sentirse además confuso y cada vez con más náuseas. Si la acidosis sigue
agravándose, la presión arterial puede bajar bruscamente, conduciendo al shock, al coma y a la
muerte.
El diagnóstico de acidosis requiere por lo general la determinación del pH sanguíneo en una
muestra de sangre arterial, tomada habitualmente de la arteria radial en el antebrazo. Se usa la
sangre arterial porque la sangre venosa no proporciona una medición precisa del pH.
Para saber algo más sobre la causa de la acidosis, los médicos miden también las
concentraciones de anhídrido carbónico y de bicarbonato en sangre. Se pueden llevar a cabo
análisis adicionales de sangre para determinar la causa. Por ejemplo, las altas concentraciones
de azúcar en la sangre y la presencia de cetonas en la orina indican generalmente una diabetes
no controlada. La presencia de una sustancia tóxica en la sangre sugiere que la acidosis
metabólica es causada por intoxicación o sobredosis. Algunas veces se examina al
microscopio la orina y se mide su pH.
Tratamiento
Alcalosis metabólica
Síntomas y diagnóstico
Acidosis respiratoria
Causas
Síntomas y diagnóstico
Los primeros síntomas pueden ser dolor de cabeza o somnolencia. Cuando la acidosis
respiratoria se agrava, la somnolencia puede evolucionar a estupor y coma, que pueden
producirse inmediatamente si la respiración se interrumpe o es gravemente alterada, o en
horas si la respiración es alterada gradualmente. Los riñones tratan de compensar la acidosis
reteniendo bicarbonato, pero este proceso puede requerir muchas horas o días.
En general, el diagnóstico de acidosis respiratoria se establece claramente cuando se analizan
los valores del pH sanguíneo y del anhídrido carbónico en las muestras de sangre arterial.
Tratamiento
Alcalosis respiratoria
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Las grasas, también denominadas lípidos, son sustancias ricas en energía que sirven de fuente
principal de combustible para los procesos metabólicos del cuerpo. Las grasas se obtienen de
los alimentos o se forman en el cuerpo, mayormente en el hígado, y pueden ser almacenadas
en las células adiposas para su uso en cualquier momento. Las células adiposas también aíslan
el cuerpo del frío y ayudan a protegerlo de las lesiones. Las grasas son componentes
esenciales de las membranas celulares, de las vainas de mielina que envuelven las células
nerviosas y de la bilis.
Las dos principales sustancias grasas presentes en la sangre son el colesterol y los
triglicéridos. Las grasas se adhieren a ciertas proteínas para desplazarse con la sangre; la
combinación de grasas y proteínas se denominan lipoproteínas. Las principales lipoproteínas
son los quilomicrones, las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL), las lipoproteínas de
baja densidad (LDL) y las lipoproteínas de alta densidad (HDL).
Cada tipo de lipoproteína sirve para un propósito diferente y se descompone y se excreta en
formas ligeramente distintas. Por ejemplo, los quilomicrones se originan en el intestino y
transportan ciertos tipos de grasas digeridas desde los intestinos hacia la sangre. Luego una
serie de enzimas extraen la grasa de los quilomicrones para utilizarla como energía o para
acumularla en las células adiposas. Por último, el quilomicrón restante, despojado de la mayor
parte de su grasa (triglicérido), es extraído de la sangre por el hígado.
El organismo regula las concentraciones de lipoproteínas de varias maneras. Una de ellas es
mediante la reducción de la síntesis de lipoproteínas y de su ingreso en la sangre. Otro modo
es a través del incremento o la disminución de la velocidad a la cual se eliminan las
lipoproteínas de la sangre.
Si por la sangre circulan valores anormales de grasas, especialmente de colesterol, pueden
aparecer problemas a largo plazo. El riesgo de presentar arteriosclerosis y enfermedades de las
arterias coronarias o carótidas (y por consiguiente el riesgo de tener un ataque cardíaco o un
accidente vascular cerebral) aumenta con la concentración total de colesterol. Por
consiguiente, los valores de colesterol bajos son mejores que los elevados, aunque los valores
muy bajos de colesterol pueden también ser perjudiciales. Un valor ideal del colesterol total es
probablemente de 140 a 200 miligramos por decilitro de sangre (mg/dl) o menos. El riesgo de
un ataque cardíaco es más del doble cuando el valor total del colesterol se aproxima a los 300
mg/dl.
No todas las formas de colesterol aumentan el riesgo de una enfermedad cardíaca. El
colesterol transportado por las LDL (conocido como colesterol nocivo) aumenta el riesgo; el
colesterol transportado por las HDL (conocido como colesterol benéfico) disminuye el riesgo
y es beneficioso. Idealmente, los valores del colesterol LDL deben ser inferiores a 130 mg/dl,
mientras que los valores del colesterol HDL deben ser superiores a 40 mg/dl. El valor HDL
debe representar más del 25 por ciento del colesterol total. El valor del colesterol total es
menos importante como factor de riesgo de las enfermedades cardíacas o de los accidentes
vasculares cerebrales que la proporción colesterol total/colesterol HDL o que la proporción
LDL/HDL.
No está claro si valores elevados de triglicéridos aumentan el riesgo de enfermedades
cardíacas o de accidentes vasculares cerebrales. Los valores en sangre de triglicéridos
superiores a 250 mg/dl se consideran anormales, pero los valores elevados no parecen
aumentar de modo uniforme el riesgo de arteriosclerosis o de enfermedad coronaria. Sin
embargo, las concentraciones extraordinariamente elevadas de triglicéridos (superiores a 800
mg/dl) pueden producir pancreatitis.
Hiperlipidemia
Síntomas y diagnóstico
Por lo general, los valores elevados de las grasas no provocan síntomas. Algunas veces,
cuando los valores son particularmente altos, los depósitos de grasas forman abultamientos en
los tendones y en la piel denominados xantomas. Las concentraciones muy elevadas de
triglicéridos (800 mg/dl y más) pueden causar un aumento del tamaño del hígado y del bazo, y
síntomas de pancreatitis, como un fuerte dolor abdominal.
En cualquier momento se puede extraer una muestra de sangre para medir la concentración del
colesterol total. Sin embargo, las muestras de sangre para medir los valores del colesterol
HDL, del colesterol LDL y de triglicéridos son más fiables cuando se extraen por lo menos
tras 12 horas de ayuno.
Tratamiento
Una alimentación con bajo contenido de colesterol y de grasas saturadas reduce los valores de
LDL. El ejercicio puede ayudar a disminuir las concentraciones en sangre de colesterol LDL y
aumentar las de colesterol HDL. Beber una pequeña cantidad de alcohol cada día puede elevar
el nivel del colesterol HDL y disminuir el nivel del LDL, aunque tomar más de dos vasos
puede causar el efecto opuesto.
Generalmente, el mejor tratamiento para las personas que tienen valores elevados de colesterol
o de triglicéridos es perder peso si es que tienen sobrepeso, dejar de fumar, reducir la cantidad
total de grasas y colesterol en su dieta, hacer más ejercicio y, si fuera necesario, tomar un
fármaco que reduzca los lípidos. Sin embargo, cuando los valores sanguíneos de grasa son
muy altos o no responden a los tratamientos habituales, se debe identificar el trastorno
específico mediante pruebas de sangre especiales para poder establecer un tratamiento
específico.
Hiperlipidemias hereditarias
Los valores del colesterol y de los triglicéridos son más elevados en las personas con
hiperlipidemias hereditarias, también llamadas hiperlipoproteinemias, que interfieren con los
mecanismos orgánicos de metabolización y eliminación de las grasas. Cada uno de los cinco
tipos principales de hiperlipoproteinemia provoca un perfil diferente de grasas en la sangre y
un conjunto distinto de riesgos.
Hipolipoproteinemia
Lipidosis
Las lipidosis, enfermedades provocadas por anormalidades en las enzimas que descomponen
(metabolizan) las grasas, producen una acumulación tóxica de subproductos grasos en los
tejidos.
Grupos de enzimas específicas ayudan al cuerpo a descomponer cada tipo de grasa. Las
anormalidades en estas enzimas pueden llevar a la formación de sustancias grasas específicas
que normalmente habrían sido descompuestas por la enzima. Al cabo de un tiempo, la
acumulación de estas sustancias puede ser nociva para muchos órganos del cuerpo.
Enfermedad de Gaucher
Enfermedad de Niemann-Pick
Enfermedad de Fabry
Enfermedad de Wolman
Xantomatosis cerebrotendinosa
Sitosterolemia
La sitosterolemia es una rara enfermedad hereditaria en la que las grasas de las frutas y los
vegetales se acumulan en la sangre y los tejidos.
La formación de grasas conduce a la arteriosclerosis, glóbulos rojos anormales y depósitos
grasos en los tendones (xantomas). El tratamiento consiste en reducir el consumo de alimentos
como los aceites vegetales que son ricos en grasas vegetales, y tomar la resina colestiramina.
Enfermedad de Refsum
La enfermedad de Refsum es un raro trastorno hereditario en el que el ácido fitánico, un
producto del metabolismo de las grasas, se acumula en los tejidos.
Una acumulación de ácido fitánico conduce a lesiones de los nervios y de la retina,
movimientos espásticos y alteraciones óseas y cutáneas. El tratamiento consiste en evitar el
consumo de frutas verdes y de vegetales que contienen clorofila. La plasmaféresis, que
permite la extracción del ácido fitánico de la sangre, puede ser útil.
Enfermedad de Tay-Sachs
Con excepción de las personas que son muy musculosas, aquellas cuyo peso supera en un 20
por ciento o más el punto medio de la escala de peso según el valor estándar peso/altura, son
consideradas obesas. La obesidad puede ser clasificada como leve (del 20 al 40 por ciento de
sobrepeso), moderada (del 41 al 100 por cien de sobrepeso) o grave (más del cien por cien de
sobrepeso). La obesidad es grave en solamente el 0,5 por ciento de las personas obesas.
Causas
La obesidad es el resultado del consumo de una cantidad de calorías mayor que las que el
cuerpo utiliza. Los factores genéticos y ambientales influyen en el peso del cuerpo, pero su
interactuación para determinar el peso de una persona no está todavía aclarada. Una de las
explicaciones propuestas es que el peso del cuerpo se regula en torno a un punto fijo, similar a
la puesta a punto de un termostato. Un punto fijo más elevado de lo normal puede explicar por
qué algunas personas son obesas y por qué perder peso y mantener la pérdida sea difícil.
Factores genéticos: investigaciones recientes sugieren que, por término medio, la influencia
genética contribuye en un 33 por ciento aproximadamente al peso del cuerpo, pero esta
influencia puede ser mayor o menor en una persona en particular.
Factores socioeconómicos: estos factores influyen fuertemente en la obesidad, sobre todo
entre las mujeres. En algunos países desarrollados, la frecuencia de la obesidad es más del
doble entre las mujeres de nivel socioeconómico bajo que entre las de nivel más alto. El
motivo por el cual los factores socioeconómicos tienen una influencia tan poderosa sobre el
peso de las mujeres no se entiende por completo, pero se sabe que las medidas contra la
obesidad aumentan con el nivel social. Las mujeres que pertenecen a grupos de un nivel
socioeconómico más alto tienen más tiempo y recursos para hacer dietas y ejercicios que les
permiten adaptarse a estas exigencias sociales.
Factores psicológicos: los trastornos emocionales, que durante un tiempo fueron considerados
como una importante causa de la obesidad, se consideran actualmente como una reacción a los
fuertes prejuicios y la discriminación contra las personas obesas. Uno de los tipos de trastorno
emocional, la imagen negativa del cuerpo, es un problema grave para muchas mujeres jóvenes
obesas. Ello conduce a una inseguridad extrema y malestar en ciertas situaciones sociales.
Dos modelos anormales de alimentación que contribuyen a la obesidad en algunas personas, la
enfermedad de alimentación excesiva y el síndrome de alimentación nocturna, pueden ser
desencadenados por el estrés y ciertos trastornos emocionales. La enfermedad de la
alimentación excesiva es similar a la bulimia nerviosa, excepto que los excesos no son
seguidos de vómitos autoinducidos. Como consecuencia, se consumen más calorías. En el
síndrome de alimentación nocturna, la falta de apetito por la mañana es seguida por
sobrealimentación, agitación e insomnio por la noche.
Factores relativos al desarrollo: un aumento del tamaño o del número de células adiposas, o
ambos, se suma a la cantidad de grasas almacenadas en el cuerpo. Las personas obesas, en
particular las que han desarrollado la obesidad durante la infancia, pueden tener una cantidad
de células grasas hasta cinco veces mayor que las personas de peso normal. Debido a que no
se puede reducir el número de células, se puede perder peso solamente disminuyendo la
cantidad de grasa en cada célula.
Actividad física: la actividad física reducida es probablemente una de las razones principales
para el incremento de la obesidad entre las personas de las sociedades opulentas. En algunas,
los Estados Unidos, por ejemplo, la obesidad es hoy dos veces más frecuente que en el año
1900, aun cuando el término medio de calorías consumidas diariamente ha disminuido un 10
por ciento. Las personas sedentarias necesitan menos calorías. El aumento de la actividad
física hace que las personas de peso normal coman más, pero puede que no ocurra lo mismo
en las personas obesas.
Hormonas: raramente los trastornos hormonales causan obesidad.
Lesión del cerebro: sólo en muy pocos casos, una lesión del cerebro, especialmente del
hipotálamo, puede dar como resultado obesidad.
Fármacos: ciertos fármacos utilizados frecuentemente causan aumento de peso, como la
prednisona (un corticosteroide) y muchos antidepresivos, así como también muchos otros
fármacos que se utilizan para curar los trastornos psiquiátricos.
Síntomas
La acumulación del exceso de grasa debajo del diafragma y en la pared torácica puede ejercer
presión en los pulmones, provocando dificultad para respirar y ahogo, incluso con un esfuerzo
mínimo. La dificultad en la respiración puede interferir gravemente en el sueño, provocando la
parada momentánea de la respiración (apnea del sueño), lo que causa somnolencia durante el
día y otras complicaciones.
La obesidad puede causar varios problemas ortopédicos, incluyendo dolor en la zona inferior
de la espalda y agravamiento de la artrosis, especialmente en las caderas, rodillas y tobillos.
Los trastornos cutáneos son particularmente frecuentes. Dado que los obesos tienen una
superficie corporal escasa con relación a su peso, no pueden eliminar el calor del cuerpo de
forma eficiente, por lo que sudan más que las personas delgadas. Es frecuente asimismo la
tumefacción de los pies y los tobillos, causada por la acumulación a este nivel de pequeñas a
moderadas cantidades de líquido (edemas).
Complicaciones
Las personas obesas corren un riesgo mayor de enfermar o morir por cualquier enfermedad,
lesión o accidente, y este riesgo aumenta propocionalmente a medida que aumenta su
obesidad. También influye en el riesgo la ubicación del exceso de grasa. Ésta tiende a
acumularse en el abdomen (obesidad abdominal) de los varones y en los muslos y las nalgas
(obesidad de la parte inferior del cuerpo) de las mujeres.
La obesidad abdominal se ha vinculado con un riesgo mucho más elevado de enfermedad
coronaria y con tres de sus principales factores de riesgo: la hipertensión arterial, la diabetes
de comienzo en la edad adulta y las concentraciones elevadas de grasas (lípidos) en la sangre.
El motivo por el cual la obesidad abdominal incrementa estos riesgos es desconocido, pero es
un hecho constatado que, en las personas con obesidad abdominal, se reducen con la pérdida
notable de peso. La pérdida de peso hace bajar la presión arterial en la mayoría de las personas
que tienen hipertensión arterial y permite a más de la mitad de las personas que desarrollan
diabetes del adulto suprimir la insulina u otro tratamiento farmacológico.
Ciertos tipos de cáncer son más frecuentes en los obesos que en las personas que no lo son,
como el cáncer de mama, de útero y de ovarios en las mujeres y cáncer de colon, de recto y de
próstata en los varones. Los trastornos menstruales son también más frecuentes en las mujeres
obesas y la enfermedad de la vesícula biliar se produce con el triple de frecuencia en ellas.
Diagnóstico y tratamiento
Obesidad en la adolescencia
Los factores que influyen en la obesidad del adolescente son los mismos que los del adulto.
Con frecuencia, un adolescente ligeramente obeso gana peso con rapidez y se hace
sustancialmente obeso en pocos años.
Muchos adolescentes obesos tienen una pobre imagen de sí mismos y se hacen
progresivamente más sedentarios y socialmente aislados. Sus padres a menudo no saben cómo
ayudarlos.
No hay muchas opciones disponibles en los tratamientos para adolescentes obesos. Hay pocos
programas comerciales proyectados para ellos, pocos médicos que tengan experiencia en el
tratamiento específico de los adolescentes y en el uso de fármacos que permitan ayudarlos.
Las escuelas brindan diversas oportunidades para la educación en nutrición y para la actividad
física, pero estos programas raramente se ocupan lo suficiente en enseñar a los adolescentes a
controlar la obesidad. A veces se lleva a cabo una intervención quirúrgica cuando la obesidad
es importante.
La modificación del comportamiento puede ayudar a los adolescentes a controlar la obesidad.
Consiste en reducir el consumo de calorías estableciendo un régimen bien equilibrado con los
alimentos habituales y realizando cambios permanentes en los hábitos alimentarios, así como
aumentar la actividad física con ejercicios como caminar, andar en bicicleta, nadar y bailar.
Las colonias de vacaciones para los adolescentes obesos generalmente les ayudan a perder una
considerable cantidad de peso; sin embargo, sin un esfuerzo mantenido generalmente se
recobra el peso perdido. La asistencia psicosociológica para ayudar a los adolescentes a
enfrentarse con sus problemas y a combatir su escasa autoestima puede ser útil.
CAPITULO 141
Porfirias
Las porfirias son un grupo de trastornos provocados por deficiencias de las enzimas
implicadas en la síntesis del hem.
La porfiria cutánea tardía, la forma más frecuente de porfiria, provoca ampollas en la piel
expuesta al sol.
La porfiria cutánea tardía se produce en todas partes del mundo y es el único tipo de porfiria
que no es hereditaria. Este trastorno, una porfiria hepática, se produce cuando se inactiva la
uroporfirinógeno descarboxilasa, una de las enzimas que necesita el hígado para la síntesis del
hem.
Los factores que contribuyen a su aparición son el hierro, el alcohol, los estrógenos y la
infección provocada por el virus de la hepatitis C. Con menor frecuencia, la porfiria cutánea
tardía se manifiesta en las personas infectadas con el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH).
Aunque el trastorno no es hereditario, a veces una deficiencia parcial de la enzima
uroporfirinógeno descarboxilasa heredada de uno de los padres hace que el individuo sea
propenso a desarrollar el trastorno. En dichos casos, se denomina porfiria cutánea tardía
familiar.
Síntomas
Las ampollas se producen en las zonas expuestas al sol, como el dorso de las manos, los
brazos y la cara. La piel, especialmente la de las manos, es sensible a pequeños traumatismos.
Las ampollas son sustituidas posteriormente por costras y cicatrices que tardan mucho en
curar. Las lesiones de la piel se producen porque las porfirinas originadas en el hígado son
transportadas por el plasma de la sangre hasta la piel. Puede aumentar el vello facial. El
hígado por lo general se daña en cierto grado, a veces parcialmente debido a una infección por
el virus de la hepatitis C o por el abuso de alcohol. Con la evolución del proceso se puede
desarrollar cirrosis hepática e incluso cáncer de hígado.
Diagnóstico
Para diagnosticar la porfiria cutánea tardía, el médico analiza el plasma sanguíneo, la orina y
las deposiciones para detectar porfirinas. Cualquier forma de porfiria que provoca lesiones
cutáneas se acompaña de una elevada concentración de porfirinas en el plasma sanguíneo. En
la porfiria cutánea tardía, las concentraciones de porfirinas aumentan en la orina y en las
deposiciones.
Tratamiento
La porfiria cutánea tardía es la porfiria más fácil de tratar. Se recomienda, de forma unánime,
un procedimiento denominado flebotomía, en el que se extrae 500 mililitros de sangre cada 1
o 2 semanas. Este procedimiento provoca una ligera deficiencia de hierro en el paciente. Los
valores de porfirinas en el hígado y el plasma sanguíneo decaen gradualmente, la piel mejora
y finalmente recupera la normalidad. Por lo general se necesitan solamente de cinco a seis
flebotomías; si se llevan a cabo demasiadas se desarrolla anemia. Se necesitan más
flebotomías sólo cuando hay una recurrencia del trastorno.
También es eficaz tomar muy bajas dosis de cloroquina o hidroxicloroquina. Estos fármacos
eliminan el exceso de porfirinas del hígado. Sin embargo, las dosis demasiado elevadas
(incluso las que se usan convencionalmente en el tratamiento de otras enfermedades) hacen
que las porfirinas sean eliminadas demasiado rápidamente, lo que produce un agravamiento
temporal de la porfiria cutánea tardía y un daño del hígado. Es también beneficioso evitar el
consumo de alcohol.
Porfiria aguda intermitente
La porfiria aguda intermitente, que provoca síntomas neurológicos, es la porfiria aguda más
frecuente.
La porfiria aguda intermitente, una porfiria hepática, es provocada por una deficiencia de la
enzima porfobilinógeno desaminasa, también conocida como uroporfirinógeno sintetasa. La
deficiencia de la enzima se hereda de uno de los padres, pero la mayoría de los que heredan la
característica jamás desarrollan síntomas.
La porfiria aguda intermitente se produce en personas de todas las razas, pero es algo más
frecuente entre los europeos del norte.
Se necesitan otros factores, fármacos, houroporfirinógeno sintetasarmonas, o la alimentación,
para activar el trastorno y producir síntomas. Muchos fármacos, como los barbitúricos, los
antiepilépticos y los antibióticos del grupo de las sulfamidas, pueden desencadenar un ataque.
Las hormonas, como la progesterona y esteroides similares, pueden precipitar los síntomas, así
como también la alimentación pobre en calorías y en hidratos de carbono o las grandes
cantidades de alcohol.
El estrés como resultado de una infección, otra enfermedad, la cirugía o un trastorno
psicológico también están a veces implicados.
Generalmente se trata de una combinación de factores. A veces no se pueden identificar los
factores que causan un ataque.
Síntomas
Los síntomas se manifiestan en ataques que duran varios días o incluso más tiempo. Los
ataques aparecen después de la pubertad y son más frecuentes en las mujeres que en los
varones.
En algunas mujeres, los ataques se producen durante la segunda mitad del ciclo menstrual. El
dolor abdominal es el síntoma más frecuente. El dolor puede ser tan fuerte que el médico
puede erróneamente pensar que se trata de un proceso que necesita cirugía abdominal.
Los síntomas gastrointestinales comprenden náuseas, vómitos, estreñimiento o diarrea y
distensión abdominal. Se puede ver afectada la vejiga, lo que hace que la micción sea difícil.
Son también frecuentes, en las crisis, una frecuencia cardíaca rápida, hipertensión arterial,
sudación e intranquilidad.
Todos estos síntomas, incluyendo los gastrointestinales, son el resultado de los efectos sobre
el sistema nervioso. Se pueden lesionar los nervios que controlan los músculos, provocando
debilidad, que comienza generalmente en los hombros y los brazos.
La debilidad puede progresar virtualmente a todos los músculos, incluyendo a los implicados
en la respiración. Se pueden producir temblores y convulsiones.
La hipertensión arterial puede mantenerse después de la crisis. La recuperación puede
producirse en el término de unos pocos días, aunque la curación completa de una debilidad
muscular grave puede requerir varios meses o años.
Diagnóstico
Tratamiento y prevención
Los ataques graves de porfiria aguda intermitente se tratan con el hem, el cual se debe
administrar por vía endovenosa. Otro producto, el arginato de hem, tiene menos efectos
secundarios pero está aún en fase de investigación.
El hem lo fija el hígado, donde compensa la síntesis reducida del mismo. Los valores en la
sangre y en la orina del ácido deltaaminolevulínico y del porfobilinógeno descienden
rápidamente y los síntomas mejoran, por lo general, en varios días. Si se retrasa el tratamiento,
la recuperación lleva más tiempo y algunas lesiones nerviosas pueden ser permanentes.
También es beneficioso administrar glucosa por vía endovenosa o una dieta con alto contenido
de hidratos de carbono, pero estas medidas son menos eficaces que la administración del hem.
Se puede controlar el dolor con fármacos hasta que la persona responde al hem o a la glucosa.
El médico suspenderá la toma de cualquier fármaco que pueda ser nocivo y, si fuera posible,
estudiará los otros factores que pueden haber contribuido a la crisis.
Se pueden prevenir los ataques de porfiria aguda intermitente manteniendo una buena
nutrición y evitando los fármacos que pueden provocarlos. Se deben evitar las dietas forzadas
para perder peso rápidamente.
El hem se puede utilizar para prevenir ataques, pero no hay un régimen estándar establecido.
Los ataques premenstruales en las mujeres se pueden prevenir con uno de los análogos de los
liberadores de la hormona gonadotropina que se utilizan para tratar la endometriosis, aunque
este tratamiento está aún en fase de investigación.
Protoporfiria eritropoyética
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Se debe evitar la luz solar. El betacaroteno, cuando se toma en cantidades suficientes como
para causar una ligera coloración amarilla en la piel, es especialmente eficaz, ya que hace que
muchas personas puedan soportar mejor la luz solar.
Las personas con protoporfiria eritropoyética pueden desarrollar cálculos biliares que
contienen protoporfirina; a veces puede ser necesario extraerlos quirúrgicamente. Una
complicación más grave es la lesión del hígado, que en ocasiones hace necesario un trasplante
de este órgano.
CAPITULO 142
Amiloidosis
La amiloidosis es una enfermedad en la que la amiloide, una proteína rara que normalmente
no está presente en el cuerpo, se acumula en varios tejidos.
Síntomas
Diagnóstico
La amiloidosis no siempre requiere tratamiento. Cuando está causada por otra enfermedad, el
tratamiento de ésta por lo general retarda o hace remitir la amiloidosis. Sin embargo, la
amiloidosis causada por mieloma múltiple tiene un pronóstico nefasto; la mayor parte de las
personas que sufren de ambas enfermedades mueren en el plazo de uno o dos años. El
tratamiento de la amiloidosis no ha sido muy efectivo. Las personas pueden mejorar tomando
prednisona y melfalán, a veces junto con colquicina. La colquicina sola puede ayudar a aliviar
la amiloidosis desencadenada por la fiebre familiar mediterránea. Las acumulaciones de
amiloide (tumores amiloides) en una zona específica del cuerpo, en ocasiones se pueden
extraer quirúrgicamente. Una persona cuyos riñones han sido destruidos por la amiloidosis
puede someterse a un trasplante de riñón. En caso de problemas cardíacos, el paciente puede
someterse a un trasplante de corazón. Sin embargo, los órganos trasplantados pueden
posteriormente ser afectados por la acumulación de amiloide. En la forma hereditaria, el
defecto que produce la amiloide se manifiesta en el hígado; por consiguiente, en algunas
personas el trasplante hepático ha sido eficaz y se ha interrumpido la progresión de la
enfermedad.
SECCION 13 > TRASTORNOS HORMONALES
CAPITULO 143
Sistema endocrino y hormonas
Glándulas endocrinas
Los órganos principales del sistema endocrino son el hipotálamo, la hipófisis (glándula
pituitaria), la glándula tiroides, las glándulas paratiroides, los islotes del páncreas, las
glándulas suprarrenales, los testículos y los ovarios. Durante el embarazo, la placenta actúa
como una glándula endocrina además de cumplir con sus otras funciones específicas.
Principales glándulas endocrinas
Hormonas
Las hormonas son sustancias que, liberadas dentro del flujo sanguíneo desde una glándula u
órgano, regulan la actividad de las células en otras zonas del organismo. La mayoría son
proteínas compuestas de cadenas de aminoácidos de longitud variable. Otras son esteroides,
sustancias grasas derivadas del colesterol. Su característica fundamental es que en pequeñas
concentraciones pueden provocar efectos notables en el organismo.
Las hormonas se adhieren a los receptores que están sobre la superficie de la célula o dentro
de ella. La unión con un receptor aumenta, disminuye o altera de alguna otra forma la
velocidad del funcionamiento de la célula. Finalmente, las hormonas controlan el
funcionamiento de órganos enteros. También regulan el crecimiento, el desarrollo, la
reproducción y las características sexuales. Por otro lado, influyen en la manera en que el
cuerpo utiliza y almacena la energía, y también controlan el volumen de líquidos y las
concentraciones de sal y azúcar en la sangre. Algunas hormonas afectan a uno o dos órganos,
mientras que otras tienen efectos globales.
Por ejemplo, la hormona que estimula el tiroides es producida en la hipófisis y sólo afecta a la
glándula tiroides. Por el contrario, la hormona tiroidea es producida en la glándula tiroides,
pero influye sobre muchos tipos de células del organismo. La insulina, producida por las
células de los islotes del páncreas, afecta al metabolismo de la glucosa, de las proteínas y de
las grasas en todo el cuerpo.
Controles endocrinos
Cuando las glándulas endocrinas funcionan mal, las concentraciones de las diferentes
hormonas en la sangre son superiores o inferiores a las normales y, en consecuencia, se alteran
las funciones de los órganos. Para controlar las funciones endocrinas, la secreción de cada
hormona debe ser regulada dentro de unos límites precisos. El organismo requiere de sistemas
que le permitan detectar, a cada momento, si necesita producir una mayor o menor cantidad de
una hormona determinada.
El hipotálamo y la hipófisis secretan sus hormonas cuando detectan que la concentración en
sangre de alguna otra hormona que ellos controlan es demasiado alta o demasiado baja.
Entonces las hormonas hipofisarias se vierten al flujo sanguíneo para estimular la actividad en
las glándulas que dirigen. Cuando la concentración en sangre de la hormona controlada es la
adecuada, el hipotálamo y la hipófisis dejan de producir hormonas, ya que han detectado que
no es necesaria más estimulación. Este sistema de retroalimentación regula todas las glándulas
que están bajo el control hipofisario.
Ciertas hormonas que se hallan bajo el control hipofisario varían su concentración según
programas previstos.
Por ejemplo, el ciclo menstrual de una mujer implica fluctuaciones mensuales por parte de la
hipófisis en la secreción de la hormona luteinizante y foliculoestimulante.También fluctúan de
un mes a otro las concentraciones de las hormonas producidas en el ovario (estrógenos y
progesterona). No se conoce exactamente el mecanismo de control de estos biorritmos por
parte del hipotálamo y de la hipófisis.
Sin embargo, se sabe con certeza que los órganos responden a un ritmo controlado, algo así
como un reloj biológico.
Existen otros factores que estimulan la producción de hormonas. La prolactina, una hormona
secretada por la hipófisis, es la responsable de que las glándulas mamarias produzcan leche. El
bebé, al succionar el pezón, estimula a la hipófisis para que siga secretando prolactina.
Igualmente, la succión aumenta la secreción de oxitocina, lo que provocará la contracción de
los conductos lácteos y la conducción de la leche hacia el pezón para alimentar al bebé.
Los islotes del páncreas y las glándulas paratiroides, que no están bajo el control de la
hipófisis, tienen sus propios sistemas para determinar cuándo es necesaria una mayor o menor
secreción hormonal.
Por ejemplo, la concentración en sangre de insulina aumenta rápidamente después de comer
porque el organismo necesita procesar los azúcares de los alimentos. Sin embargo, si la
concentración de insulina permaneciera elevada, disminuiría peligrosamente el valor de azúcar
en la sangre.
Por último, existen algunos valores hormonales que varían por razones menos obvias. Las
concentraciones de los corticosteroides y de la hormona del crecimiento son más altas por la
mañana y más bajas a media tarde. No se ha encontrado una razón que explique estas
variaciones diarias.
CAPITULO 144
Trastornos de la hipófisis
La hipófisis o glándula pituitaria tiene forma de pera y está situada en una estructura ósea
denominada silla turca, localizada debajo del cerebro. La silla turca la protege pero, en
contrapartida, deja muy poco espacio para su expansión. Si la hipófisis aumenta de tamaño
tiende a comprimir las estructuras que se encuentran en su parte superior, a menudo
presionando las zonas del cerebro que llevan las señales desde los ojos, provocando,
posiblemente, dolores de cabeza o problemas vi-suales.
Mediante la detección de los valores hormonales producidos por las glándulas que están bajo
el control de la pituitaria (glándulas diana), el hipotálamo o la hipófisis determinan cuánta
estimulación o disminución de la secreción puede necesitar la hipófisis para reajustar la
actividad de las glándulas que controla. Las hormonas producidas por la hipófisis (y el
hipotálamo) no se secretan, todas ellas, de una forma continua. La mayoría se liberará de
golpe en periodos de una a tres horas, alternando períodos de actividad e inactividad. Algunas
de estas hormonas, como la adrenocorticotropina (que controla las glándulas suprarrenales), la
hormona del crecimiento (que controla el crecimiento) y la prolactina (que controla la
producción de leche), siguen un ritmo circadiano. Es decir, sus concentraciones suben y bajan
de manera predecible durante el día, alcanzando su nivel más alto justo antes del momento de
despertarse y llegando a sus valores más bajos justo antes de dormirse. Las concentraciones de
otras hormonas varían según otros factores.
Por ejemplo, en las mujeres, la cantidad de hormona luteinizante y la de hormona
foliculoestimulante, las cuales controlan las funciones reproductoras, varían durante el ciclo
menstrual. En cualquier caso, la secreción excesiva o insuficiente de una o más hormonas
hipofisarias, provocan una amplia variedad de síntomas.
El lóbulo anterior de la hipófisis corresponde al 80 por ciento del peso total de la glándula;
libera hormonas que regulan un crecimiento y desarrollo físico normales o estimulan la
actividad de las glándulas suprarrenales, la glándula tiroides y los ovarios o los testículos.
Cuando el lóbulo anterior secreta hormonas en cantidades excesivas o insuficientes, las otras
glándulas endocrinas también aumentan o disminuyen su producción de hormonas.
Una de las hormonas secretadas por el lóbulo anterior es la adrenocorticotropina (la hormona
adrenocorticotropa o ACTH), cuya función es estimular las glándulas suprarrenales a secretar
cortisol, una hormona fisiológica semejante a la cortisona, y varios esteroides androgénicos,
semejantes a la testosterona. Sin la adrenocorticotropina, las glándulas suprarrenales
disminuyen de tamaño (se atrofian) y dejan de secretar cortisol, es decir, aparece una
insuficiencia de la función de las glándulas suprarrenales. Aparte de la adrenocorticotropina,
también se producen simultáneamente otras hormonas, como la hormona estimulante de los
melanocitos beta, que regula la pigmentación de la piel, las encefalinas y las endorfinas, que
controlan la percepción del dolor, el estado de ánimo y la atención.
La hormona estimulante del tiroides, también
producida por el lóbulo anterior, estimula la
producción de las hormonas tiroideas. Muy
raramente, un exceso de esta hormona provoca
una secreción hormonal excesiva por parte del
tiroides y, en consecuencia, hipertiroidismo; la
estimulación deficiente, en cambio, hace que la
glándula tiroidea no produzca la cantidad
suficiente, dando como resultado un
hipotiroidismo.
Las otras dos hormonas que produce el lóbulo
anterior (la hormona luteinizante y la
foliculoestimulante (ambas gonadotropinas),
actúan sobre los ovarios y los testículos
(gónadas). En las mujeres, estimulan la
producción de estrógenos y de progesterona y la
liberación mensual de un óvulo desde los
ovarios (ovulación). En los varones, la hormona
luteinizante estimula la producción de la
testosterona en los testículos, y la hormona
foliculoestimulante, por su parte, los estimula
para que produzcan esperma.
Una de las hormonas más importantes secretadas por el lóbulo anterior es la hormona del
crecimiento, que favorece el crecimiento de los músculos y los huesos y contribuye a regular
el metabolismo. Esta hormona puede aumentar bruscamente la entrada de azúcar a los
músculos y al tejido graso, estimular la producción de proteínas por el hígado y los músculos,
y retardar la producción de tejido adiposo (grasa). Los efectos más prolongados de la hormona
del crecimiento, bloqueando la captación y el uso de azúcares (lo que aumenta su
concentración en la sangre) e incrementando la producción de grasas (y por lo tanto,
aumentando la concentración de lípidos en la sangre), parecen contrarrestar sus efectos
inmediatos. Estas dos acciones de la hormona del crecimiento son importantes porque el
cuerpo debe adaptarse a la falta de alimentos durante el periodo de ayuno. Junto con el
cortisol, la hormona del crecimiento contribuye al mantenimiento de las concentraciones de
azúcar en la sangre destinado al cerebro y moviliza las grasas de forma que estén disponibles
para otras células del organismo, conformando así una fuente alternativa de energía. En
muchos casos, actúa por medio de la activación de un determinado número de factores de
crecimiento, de los cuales el más importante es el factor I, similar a la insulina (IGF-I).
En el síndrome de la silla turca vacía, la silla turca (una estructura ósea debajo del cerebro),
característicamente dilatada, aloja la hipófisis, de tamaño normal o más pequeña.
El síndrome de la silla turca vacía tiene más incidencia en las mujeres con sobrepeso o con
una presión arterial elevada. Alrededor del 10 por ciento de los pacientes que padecen este
síndrome tienen un aumento de presión del líquido del interior del cráneo, y aproximadamente
el 10 por ciento presenta, de manera crónica, una salida de líquido por la nariz. En algunos
casos, el paciente tiene un tumor hipofisario pequeño, casi siempre benigno, que secreta
hormona del crecimiento, prolactina o adrenocorticotropina. Una radiografía simple del
cráneo, una tomografía computadorizada (TC) o las imágenes generadas por resonancia
magnética (RM) pueden revelar la dilatación de la silla turca.
Por lo general, no es necesario un tratamiento para este síndrome. Sin embargo, una silla turca
dilatada también puede indicar un ensanchamiento de la hipófisis. Una TC o una RM pueden
ser útiles para distinguir el síndrome de la silla turca vacía de otras causas de dilatación de la
misma. Por ejemplo, un tumor maligno o benigno (adenoma) puede agrandar la hipófisis,
afectando a dicha glándula o el hipotálamo. El aumento de tamaño de la hipófisis puede
producir síntomas, como dolores de cabeza, y en vista de que la glándula presiona sobre el
nervio óptico se puede producir también una pérdida de la visión. Inicialmente sólo se afecta
la parte externa de los campos visuales de ambos ojos.
Hipofunción hipofisaria
La hipofunción hipofisaria (una hipófisis menos eficaz) se define como una pérdida parcial o
completa de las funciones del lóbulo anterior.
Dado que la hipofunción hipofisaria afecta al funcionamiento de las glándulas endocrinas
estimuladas por las hormonas de la hipófisis anterior, los síntomas varían según cuáles sean
las hormonas deficientes. Aunque en casos excepcionales los síntomas comienzan de forma
repentina y de modo dramático, por lo general se
inician gradualmente y pasan inadvertidos
durante un largo período de tiempo.
La deficiencia incluye a una, a varias o a todas
las hormonas producidas por la hipófisis
anterior. Las concentraciones de gonadotropinas
(hormona luteinizante y hormona
foliculoestimulante) inferiores a las normales en
las mujeres premenopáusicas, causan la
interrupción de los períodos menstruales
(amenorrea), infertilidad, sequedad vaginal y
pérdida de algunas características sexuales
femeninas. En los varones, las deficiencias de
gonadotropinas provocan impotencia,
disminución de tamaño (atrofia) de los
testículos, disminución de la producción de
esperma, con la consecuente infertilidad y la
pérdida de algunas características sexuales
masculinas, como el crecimiento del vello facial
y corporal. Las deficiencias de gonadotropinas
también se presentan en los pacientes con el
síndrome de Kallmann, en los que se observan
también labio leporino o fisura del paladar, daltonismo e incapacidad de discernir olores.
La deficiencia de hormona del crecimiento generalmente produce pocos o ningún síntoma en
los adultos. En los niños, reduce la velocidad del crecimiento y algunas veces causa enanismo.
La deficiencia de la hormona estimulante del tiroides produce hipotiroidismo o una
disminución de la actividad de la glándula tiroides, lo cual se manifiesta en síntomas como
confusión, intolerancia al frío, aumento de peso, estreñimiento y sequedad de la piel. La
deficiencia aislada de adrenocorticotropina es poco frecuente, y provoca una menor actividad
de las glándulas suprarrenales. El resultado es agotamiento, presión arterial baja,
concentración de azúcar en la sangre disminuida y escasa tolerancia al estrés (por ejemplo a
un traumatismo grave, cirugía o infección).
Una deficiencia aislada de prolactina es una situación rara, pero explica por qué algunas
mujeres no son capaces de producir leche después de un parto. El síndrome de Sheehan,
también infrecuente, es el resultado de una pérdida excesiva de sangre y del shock durante el
parto, que puede destruir parcialmente la hipófisis. Se caracteriza por agotamiento, pérdida del
vello púbico y de las axilas e incapacidad para producir leche.
Diagnóstico
Dado que la hipófisis estimula otras glándulas, una deficiencia de las hormonas hipofisarias
reduce la cantidad de hormonas producidas por estas otras glándulas. Por esta razón, se debe
considerar la posibilidad de una alteración fisiológica hipofisaria cuando se investiga una
deficiencia en otra glándula, como el tiroides o las glándulas suprarrenales. Cuando los
síntomas sugieren un funcionamiento incorrecto de varias glándulas, el médico sospecha que
se trata de un caso de hipofunción hipofisaria o de un síndrome de deficiencia poliglandular.
La hipófisis se examina mediante una tomografía computadorizada (TC) o con las imágenes
generadas por resonancia magnética (RM), que servirán para identificar anomalías
estructurales; los análisis de sangre se utilizan para medir las concentraciones hormonales en
sangre. Los registros de alta resolución de TC o RM ponen de manifiesto determinadas zonas
(localizadas) de crecimiento de tejido anómalo, así como la dilatación o la disminución de la
hipófisis. Los vasos sanguíneos que alimentan la hipófisis se examinan mediante una
angiografía. En el futuro, la tomografía por emisión de positrones suministrará una
información aún más completa sobre el funcionamiento de la hipófisis.
Tumor en la hipófisis anterior
Tratamiento
El objetivo del tratamiento es la sustitución de las hormonas diana deficientes (que dependen
de la hipófisis), más que la sustitución de la hormona hipofisaria deficiente. Por ejemplo, a los
pacientes con deficiencia de la hormona estimulante del tiroides se les proporciona hormona
tiroidea, a los afectados de deficiencia de adrenocorticotropina se les administran hormonas
adrenocorticales y a los que padecen deficiencia en las hormonas luteinizante y
foliculoestimulante se les suministran estrógenos, progesterona o testosterona. La hormona del
crecimiento puede administrarse a los niños, pero los adultos, en general, no necesitan suplir
su carencia.
Cualquier tumor hipofisario que sea responsable de la hipofunción hipofisaria debe recibir un
tratamiento adecuado. Si el tumor es pequeño y no secreta prolactina, la extirpación quirúrgica
a través de la nariz es el tratamiento de elección en la mayoría de los casos. Los tumores que
producen prolactina se tratan administrando bromocriptina. Para destruirlos también se utiliza
la irradiación de la hipófisis con supervoltaje o con haces de protones. Algunos tumores
grandes y los que se extienden más allá de la silla turca son imposibles de eliminar con la
cirugía solamente; por ello, los médicos usan irradiación con supervoltaje después de la
cirugía para eliminar las células restantes del tumor. La irradiación de la hipófisis suele
reducir lentamente su funcionamiento, ya sea de forma parcial o completa. Por lo tanto, en
general, se efectuará una evaluación de las glándulas controladas por la hipófisis cada 3 a 6
meses durante el primer año y después, anualmente.
Acromegalia
Diagnóstico
Como las alteraciones inducidas por los valores elevados de la hormona del crecimiento se
producen lentamente, es habitual que la acromegalia se diagnostique muchos años después de
la manifestación de los primeros síntomas. Las fotografías en serie (tomadas durante un largo
periodo de tiempo) facilitan el diagnóstico. Una radiografía del cráneo puede mostrar el
engrosamiento de los huesos, la dilatación de los senos nasales y el ensanchamiento o la
erosión de la silla turca (estructura ósea que circunda la hipófisis). Así mismo, las radiografías
de las manos revelan el engrosamiento de los huesos debajo de las yemas y la hinchazón de
los tejidos alrededor de estos huesos. Los análisis de sangre también pueden ser útiles, dado
que en muchas personas que padecen acromegalia se observan concentraciones elevadas de
azúcar en la sangre.
La presencia de estos síntomas sugiere el diagnóstico de acromegalia, y un valor elevado de la
hormona del crecimiento o del factor de crecimiento I similar a la insulina (GH-I) en un
análisis de sangre confirmará el diagnóstico preliminar. Si el resultado del análisis de sangre
no es concluyente, se administrará al individuo afectado una gran cantidad de azúcar para
comprobar si se reduce la concentración de hormona del crecimiento, lo que debería suceder si
el paciente no padece de acromegalia. Ambos valores, el del azúcar y el de la hormona del
crecimiento, permanecen altos en los pacientes con acromegalia.
Tratamiento
Galactorrea
La galactorrea se define como la producción de leche por las mamas en las mujeres que no
están en periodo de lactancia, o en los hombres.
En ambos sexos, la causa más frecuente de galactorrea es un tumor en la hipófisis que produce
prolactina (prolactinoma). Por lo general, los prolactinomas son muy pequeños cuando se
diagnostican por primera vez. Por otra parte, tienden a aumentar de tamaño más en los varones
que en las mujeres. Los fármacos, tales como las fenotiacinas, algunos de los suministrados
para tratar la hipertensión (sobre todo la metildopa) y los narcóticos, incrementan la
producción de prolactina y, en consecuencia, causan galactorrea. El hipotiroidismo
(disminución de la función del tiroides) también puede provocar este trastorno.
Síntomas
Si bien la producción de leche por las glándulas mamarias puede ser el único síntoma de un
prolactinoma, muchas mujeres dejan de menstruar o empiezan a tener períodos menstruales
anómalos. Las mujeres con prolactinomas empiezan a sufrir oleadas de calor y sequedad
vaginal, lo cual causa molestias durante una relación sexual. Los varones típicamente padecen
dolores de cabeza o pierden la visión periférica. Alrededor de dos tercios de los varones
pierden el interés por el sexo y se vuelven impotentes.
Diagnóstico
Para determinar la causa de una producción anómala de leche, se utiliza una combinación de
análisis de sangre y tomografía computadorizada (TC) o resonancia magnética (RM). Los
signos de la deficiencia de estrógenos son obvios en un examen físico, mientras que los
valores de la prolactina y otras hormonas, como la luteinizante y la foliculoestimulante,
requieren un análisis de sangre. Las exploraciones con TC o RM pueden revelar pequeños
prolactinomas y, si el tumor es grande, el oftalmólogo efectúa exploraciones de los campos
visuales para detectar defectos de la visión.
Tratamiento
Los prolactinomas son tratados mediante técnicas diversas. Cuando la concentración de
prolactina en la sangre de un paciente es muy alta y la exploración con TC o RM detectan
únicamente un pequeño tumor hipofisario o nada en absoluto, el médico puede prescribir la
administración de bromocriptina o incluso no recomendar ningún tratamiento. En las mujeres,
la bromocriptina tiene la ventaja de que incrementa los valores de estrógenos (a menudo bajos
en las que presentan valores elevados de prolactina), lo que las protege de desarrollar una
posible osteoporosis. La bromocriptina debe recomendarse a las pacientes con prolactinomas
que deseen quedar embarazadas, además de que también contribuye a interrumpir el flujo de
leche. Se prescribirán estrógenos o anticonceptivos orales que contengan estrógenos a las
mujeres con pequeños prolactinomas, ya que no existen evidencias de que los estrógenos
provoquen una aceleración anormal del crecimiento de los tumores pequeños. La mayoría de
los expertos recomienda una exploración anual con TC o RM, como mínimo durante 2 años,
para asegurarse de que el tumor no crezca demasiado.
Los médicos tratan generalmente a los pacientes que presentan tumores grandes
(macroadenomas) con bromocriptina o cirugía, después de haber efectuado un estudio del
sistema endocrino. El tratamiento se coordina con un endocrinólogo, un neurocirujano y un
radioterapeuta. Si la bromocriptina disminuye la concentración de prolactina y los síntomas
desaparecen, la cirugía es, con frecuencia, innecesaria. No obstante, cuando se requiere la
cirugía, la administración de bromocriptina puede reducir el tumor antes de la operación. A
pesar de que la intervención quirúrgica inicialmente normaliza la concentración en sangre de
prolactina, la mayoría de los prolactinomas reaparece. La radioterapia sólo se utiliza cuando
los síntomas se agravan y el tumor crece a pesar del tratamiento con bromocriptina. Las
concentraciones de otras hormonas de la hipófisis pueden disminuir durante varios años
después de aplicar la radioterapia.
Diabetes insípida
Causas
La diabetes insípida puede ser consecuencia de un mal funcionamiento del hipotálamo que da
como resultado una escasa producción de hormona antidiurética. Otras posibilidades son que
la hipófisis sea incapaz de liberar la hormona en el flujo sanguíneo, lesiones producidas
durante una intervención quirúrgica del hipotálamo o de la hipófisis, una lesión cerebral
(particularmente una fractura de la base del cráneo), un tumor, la sarcoidosis o la tuberculosis,
un aneurisma o una obstrucción de las arterias que van al cerebro, ciertas formas de encefalitis
o meningitis, y una rara enfermedad denominada histiocitosis X (enfermedad de Hand-
Schüller-Christian).
En algunos casos excepcionales, un paciente tiene síntomas psicológicos de sed exagerada,
con lo que consume un gran volumen de líquidos y presenta una emisión excesiva de orina.
Estos síntomas se asemejan a los de la diabetes insípida, con la excepción de que el sujeto, por
lo general, no se despierta durante la noche para orinar. A medida que pasa el tiempo, el
consumo exagerado de líquidos disminuye la sensibilidad a la hormona antidiurética.
Síntomas
Diagnóstico
Los médicos sospechan la existencia de diabetes insípida en los pacientes que producen
grandes cantidades de orina. En primer lugar, controlan la cantidad de azúcar en la orina para
descartar que se trate de un caso de diabetes mellitus. Un análisis de sangre mostrará
concentraciones anómalas de muchos electrólitos.
La prueba de restricción de agua es la más simple y la más fiable para determinar la existencia
de diabetes insípida. Dado que no le está permitido al paciente beber líquidos durante la
prueba y que podría producirse una deshidratación grave, la prueba debe efectuarse bajo
vigilancia médica. La producción de orina, las concentraciones electrolíticas (sodio) en la
sangre y el peso se miden regularmente durante varias horas. Tan pronto como la presión
arterial se reduce, o la frecuencia cardíaca aumenta, o se pierde más del 5 por ciento del peso
corporal, se interrumpe la prueba y se suministra una inyección de hormona antidiurética. El
diagnóstico de diabetes insípida se confirma si, en respuesta a la hormona antidiurética, la
micción se detiene, la presión arterial aumenta y el corazón late de forma más normal.
Tratamiento
Siempre que sea posible, debe ser tratada la causa subyacente de la diabetes insípida. Se
suministrará vasopresina o acetato desmopresina, formas modificadas de la hormona
antidiurética, con un vaporizador nasal varias veces al día, para mantener una producción
normal de orina. Sin embargo, la administración excesiva de estos fármacos provoca retención
de líquidos, hinchazón y otros trastornos. A los pacientes con diabetes insípida que estén
siendo sometidos a una intervención quirúrgica o que estén inconscientes, generalmente se les
inyecta hormona antidiurética.
A veces, la diabetes insípida se puede controlar con fármacos que estimulen la producción de
hormona antidiurética, tales como la clorpropamida, la carbamazepina, el clofibrato y varios
diuréticos (tiacidas). Estos fármacos no son adecuados para aliviar completamente los
síntomas en pacientes con diabetes insípida grave.
CAPITULO 145
Trastornos de la glándula tiroides
La glándula tiroides secreta las hormonas tiroideas, que controlan la velocidad de las
funciones químicas del cuerpo (velocidad metabólica). Las hormonas del tiroides tienen dos
efectos sobre el metabolismo: estimular casi todos los tejidos del cuerpo a producir proteínas y
aumentar la cantidad de oxígeno que las células utilizan. Cuando las células trabajan más
intensamente, los órganos del cuerpo trabajan más rápido.
Para producir hormonas tiroideas, la glándula tiroides necesita yodo, un elemento que
contienen los alimentos y el agua. Esta glándula concentra el yodo y lo procesa en su interior.
Cuando las hormonas tiroideas se consumen, algo del yodo contenido en las hormonas vuelve
a la glándula tiroides y es reciclado para producir más hormonas.
El organismo se sirve de un mecanismo complejo para ajustar la concentración de hormonas
tiroideas presente en cada momento. En primer lugar, el hipotálamo, ubicado en el cerebro
debajo de la hipófisis, secreta la hormona liberadora de tirotropina, la cual hace que la
hipófisis produzca la hormona estimulante del tiroides o tirotropina. Tal y como su nombre
sugiere, ésta estimula la glándula tiroides para producir hormonas tiroideas. Cuando la
cantidad de hormonas tiroideas circulantes en la sangre alcanza una cierta concentración, la
hipófisis reduce la producción de hormona estimulante del tiroides. Cuando esta
concentración disminuye, aumenta la producción de hormona estimulante (mecanismo de
control mediante retroalimentación negativa).
Las hormonas del tiroides se encuentran en dos formas. La tiroxina (T4) que es la forma
producida en la glándula tiroides, tiene sólo un efecto ligero en la aceleración de la velocidad
de los procesos metabólicos del cuerpo. La tiroxina se convierte en el hígado y otros órganos
en una forma metabólicamente activa, la triyodotironina (T3). Esta conversión produce
aproximadamente el 80 por ciento de la forma activa de la hormona; el 20 por ciento restante
lo produce y secreta la misma glándula tiroides. Muchos factores controlan la conversión de
T4 a T3 en el hígado y en los otros órganos, incluyendo las necesidades del organismo en cada
momento. La mayor parte de las formas T4 y T3 se une a ciertas proteínas en la sangre y es
activa solamente cuando no está unida a ellas. De este modo singular, el organismo mantiene
la cantidad correcta de hormonas tiroideas, necesaria para conservar una velocidad metabólica
estable.
Para que la glándula tiroides funcione normalmente es necesario que muchos factores actúen
muy estrechamente: el hipotálamo, la hipófisis, las proteínas transportadoras de hormona
tiroidea (de la sangre) y la conversión, en el hígado y los otros tejidos, de T4 a T3.
Pruebas de laboratorio
En el síndrome del enfermo eutiroideo, los resultados del examen del tiroides son anómalos
aun cuando la glándula tiroides esté funcionando normalmente.
Se produce habitualmente en los pacientes que sufren de una enfermedad grave que no afecta
al tiroides. Cuando los pacientes están enfermos, desnutridos o han sufrido una intervención
quirúrgica, la forma T4 de la hormona del tiroides no se convierte normalmente en la forma
T3. Grandes cantidades de T3 inversa, una forma inactiva de la hormona tiroidea, se
acumulan. A pesar de esta conversión anómala, la glándula tiroides sigue funcionando y
controlando la velocidad metabólica del cuerpo de forma normal. Debido a que no es un
problema de la glándula tiroides, no se necesita tratamiento. Las pruebas de laboratorio
muestran resultados normales una vez que la enfermedad subyacente se resuelve.
Hipertiroidismo
El hipertiroidismo, un trastorno en el que la glándula tiroides es hiperactiva, se desarrolla
cuando el tiroides produce demasiada cantidad de hormonas.
El hipertiroidismo tiene varias causas, entre ellas las reacciones inmunológicas (posible causa
de la enfermedad de Graves). Los pacientes con tiroiditis, una inflamación de la glándula
tiroides, padecen habitualmente una fase de hipertiroidismo. Sin embargo, la inflamación
puede dañar la glándula tiroides, de modo que la actividad inicial, superior a la normal, es el
preludio de una actividad deficiente transitoria (lo más frecuente) o permanente
(hipotiroidismo).
Los nódulos tóxicos (adenomas), zonas de tejido anómalo que crecen dentro de la glándula
tiroides, eluden a veces los mecanismos que controlan la glándula y producen, en
consecuencia, hormonas tiroideas en grandes cantidades. Un paciente puede tener un nódulo o
varios. A este respecto el bocio tóxico multinodular (enfermedad de Plummer), un trastorno en
el que hay muchos nódulos, es poco frecuente en los adolescentes y adultos jóvenes y el riesgo
de padecerlo tiende a aumentar con la edad.
En el hipertiroidismo, en general, las funciones del cuerpo se aceleran. El corazón late más
rápidamente y puede desarrollar un ritmo anómalo, y el individuo afectado puede llegar a
percibir los latidos de su propio corazón (palpitaciones). Así mismo, es probable que la
presión arterial aumente. Muchos pacientes con hipertiroidismo sienten calor incluso en una
habitación fría, su piel se torna húmeda ya que tienden a sudar profusamente, y sus manos
pueden temblar. Se sienten nerviosos, cansados y débiles, y a pesar de esto aumentan su nivel
de actividad; aumenta el apetito, aunque pierden peso; duermen poco y hacen frecuentes
deposiciones, algunas veces con diarrea.
Los ancianos con hipertiroidismo pueden no presentar estos síntomas característicos, pero
tienen lo que a veces se denomina hipertiroidismo apático u oculto. Simplemente se tornan
débiles, soñolientos, confusos, introvertidos y deprimidos. Los problemas cardíacos,
especialmente los ritmos cardíacos anómalos, se observan a menudo en los pacientes de edad
avanzada con hipertiroidismo.
El hipertiroidismo también provoca alteraciones oculares: hinchazón en torno a los ojos,
aumento de la lacrimación, irritación y una inusual sensibilidad a la luz. Además, la persona
parece mirar fijamente. Estos síntomas oculares desaparecen cuando la secreción de la
hormona tiroidea es controlada, excepto en los pacientes con enfermedad de Graves, la cual
causa problemas especiales en los ojos.
El hipertiroidismo puede adoptar diversas formas que incluyen la enfermedad de Graves, el
bocio tóxico nodular o el hipertiroidismo secundario
Enfermedad de Graves
Se cree que la causa de la enfermedad de Graves (bocio tóxico difuso) es un anticuerpo que
estimula el tiroides a producir un exceso de hormonas. Se observan los signos típicos del
hipertiroidismo y tres síntomas distintivos adicionales. Dado que la glándula completa es
estimulada, aumenta mucho de tamaño y causa una tumefacción en el cuello (bocio). Las
personas que padecen esta enfermedad también pueden tener los ojos saltones (exoftalmos) y,
menos frecuentemente, zonas de piel sobreelevadas en las espinillas.
Los ojos se tornan saltones debido a una sustancia que se acumula en la órbita. Este
abultamiento ocular se añade a una intensa fijeza en la mirada y a otras alteraciones oculares
características del hipertiroidismo. Los músculos que mueven los ojos dejan de funcionar de la
forma adecuada, y ésta es la causa de que sea difícil o imposible mover los ojos o coordinar
sus movimientos, lo que provoca visión doble. Los párpados, al no cerrarse por completo,
exponen los ojos a lesiones debidas a partículas extrañas y sequedad. Estos cambios pueden
empezar años antes de que se advierta cualquiera de los otros síntomas de hipertiroidismo,
proporcionando una clave inicial de la enfermedad de Graves, o pueden no presentarse hasta
que aparecen el resto de los síntomas. Los síntomas oculares pueden incluso manifestarse o
agravarse después de que la secreción excesiva de la hormona tiroidea ha sido tratada y
controlada.
Pueden aliviarse los síntomas oculares elevando la cabecera de la cama, mediante la
aplicación de colirios oftálmicos, durmiendo con los párpados vendados y, algunas veces, con
la administración de diuréticos. La visión doble se corrige usando lentes especiales. Por
último, en algunos casos son necesarios los corticosteroides orales, la aplicación de rayos X en
las órbitas o una intervención quirúrgica ocular.
En la enfermedad de Graves, una sustancia similar a la que se concentra detrás de los ojos se
puede acumular en la piel, por lo general encima de las espinillas. Se puede sentir picor en la
zona engrosada, que enrojece y es dura a la palpación cuando se presiona con un dedo. Como
en el caso de las acumulaciones detrás de los ojos, este problema puede empezar antes o
después de que lo hagan los otros síntomas de hipertiroidismo. Las cremas con
corticosteroides o los ungüentos calman el picor y atenúan la dureza. A menudo, el problema
desaparece sin tratamiento o sin razón aparente, meses o años más tarde.
En el bocio tóxico nodular, uno o más nódulos en el tiroides producen una cantidad excesiva
de hormona tiroidea y no están bajo el control de la hormona estimulante del tiroides. Los
nódulos son verdaderos tumores benignos hiperfuncionantes del tiroides y se asocian con los
ojos saltones y los problemas cutáneos de la enfermedad de Graves.
Hipertiroidismo secundario
Una causa poco frecuente del hipertiroidismo puede ser un tumor hipofisario que secrete
demasiada hormona estimulante del tiroides, lo cual a su vez estimula la hiperproducción de
hormonas tiroideas. Otra causa rara de hipertiroidismo es la resistencia hipofisaria a la
hormona tiroidea, que da como resultado una hipófisis que secreta demasiada hormona
estimulante del tiroides.
Las mujeres con una mola hidatidiforme también pueden desarrollar hipertiroidismo, dado que
la glándula tiroides está hiperestimulada por las elevadas concentraciones en sangre de
gonadotropina coriónica humana. El hipertiroidismo desaparece después de que lo haya hecho
esta mola y una vez que la gonadotropina coriónica humana no se detecte en la sangre.
Complicaciones
Tratamiento
El hipertiroidismo se puede tratar farmacológicamente, pero otras opciones incluyen la
extracción quirúrgica de la glándula tiroides o su tratamiento con yodo radiactivo. Cada uno
de los tratamientos tiene sus ventajas y desventajas.
La glándula tiroides necesita una pequeña cantidad de yodo para funcionar adecuadamente,
pero una gran cantidad de yodo disminuye la cantidad de hormonas que la glándula produce e
impide la liberación de los excedentes de hormona tiroidea. Por consiguiente, los médicos
utilizan grandes dosis de yodo para interrumpir la secreción excesiva de hormona tiroidea.
Este tratamiento con yodo es particularmente útil cuando se necesita controlar el
hipertiroidismo con rapidez, como sería el caso de una tormenta tiroidea o antes de una cirugía
de urgencia. Sin embargo, el yodo no se utiliza
en los tratamientos habituales del
hipertiroidismo, o en los de larga duración.
El propiltiouracilo o el metimazol, los fármacos
más utilizados para tratar el hipertiroidismo,
retardan el funcionamiento del tiroides y
disminuyen la producción hormonal. Ambos
fármacos se administran por vía oral; se empieza
con dosis elevadas que más tarde se adaptan
según los resultados de los análisis de sangre de
la hormona tiroidea. Por lo general, controlan el
funcionamiento del tiroides entre 6 semanas y 3
meses, salvo que dosis mayores actúen más
rápidamente (con un aumento del riesgo de
efectos adversos). Tales efectos adversos son
reacciones alérgicas (erupciones de la piel),
náuseas, pérdida del sentido del gusto y, en raras
ocasiones, disminución de la síntesis de las
células sanguíneas por parte de la médula ósea.
La inhibición de la médula ósea puede mermar la
cantidad de glóbulos blancos, y degenerar, por
tanto, en una situación con riesgo de muerte, en
la cual la persona es vulnerable a las infecciones.
Mientras que estos dos fármacos son similares en
la mayor parte de sus efectos, el propiltiouracilo
es más seguro que el metimazol en las mujeres
embarazadas, ya que es menor la cantidad del
fármaco que alcanza al feto. El carbimazol, un
fármaco muy utilizado en Europa, se convierte en
metimazol en el interior del organismo.
Los fármacos bloqueadores beta, como el
propranolol, controlan algunos de los síntomas del hipertiroidismo. Estos fármacos reducen la
frecuencia cardíaca, así como el temblor y la ansiedad. Por esta razón los bloqueadores beta
son útiles en casos de tormenta tiroidea y para tratar a los pacientes con síntomas molestos o
peligrosos, cuyo hipertiroidismo aún no ha sido controlado con otros tratamientos. Sin
embargo, no controlan el funcionamiento anómalo del tiroides.
El hipertiroidismo también se trata con yodo radiactivo, que destruye la glándula tiroides;
ingerido por vía oral, introduce muy poca radiactividad en el cuerpo en su conjunto, pero sí
una gran cantidad en la glándula tiroides. Los médicos tratan de ajustar la dosis de yodo
radiactivo de tal forma que se destruya la mínima parte de la glándula tiroides, para así lograr
que su producción hormonal recobre la normalidad sin que se reduzcan demasiado sus
funciones. Sin embargo, la mayoría de las veces este tratamiento lleva a la larga a un
hipotiroidismo (una glándula tiroides con una función disminuida), un cuadro que requiere
una terapia sustitutiva con hormona tiroidea. Los individuos que necesitan esta terapia
hormonal sustitutiva toman un comprimido de hormona tiroidea a diario durante el resto de su
vida, de forma que se reemplace la hormona natural que ya no se produce en cantidades
suficientes. Alrededor de 25 por ciento de los pacientes sufren de hipotiroidismo un año
después del tratamiento con yodo radiactivo, pero el porcentaje aumenta de forma paulatina en
los siguientes 20 años o más. Respecto a su posible efecto cancerígeno, jamás se ha
confirmado. El yodo radiactivo no se administra a las mujeres embarazadas, dado que
atraviesa la placenta y puede destruir la glándula tiroides del feto.
En una tiroidectomía, la glándula tiroides se extirpa quirúrgicamente. La cirugía es una opción
válida sobre todo para los pacientes jóvenes con hipertiroidismo y también en pacientes que
tienen un bocio muy grande, en aquellos que son alérgicos a los fármacos o los que acusan
efectos colaterales graves producidos por los fármacos utilizados para tratar el
hipertiroidismo. El hipertiroidismo es controlado en más del 90 por ciento de los que han
elegido esta opción. Cierto grado de hipotiroidismo se produce en algunas personas después
de la cirugía, que luego tendrán que tomar hormona tiroidea durante el resto de sus vidas. Las
complicaciones son infrecuentes y comprenden la parálisis de las cuerdas vocales y lesiones
de las glándulas paratiroides (minúsculas glándulas que están detrás de la glándula tiroides y
que controlan la concentración de calcio en sangre).
Hipotiroidismo
Síntomas
Tratamiento
Tiroiditis
Tiroiditis de Hashimoto
Esta tiroiditis autoinmune es el tipo más frecuente y la causa más habitual de hipotiroidismo.
Por razones desconocidas, el organismo se vuelve contra sí mismo en una reacción
autoinmune y crea anticuerpos que atacan la glándula tiroides. (.V.página 846) Este tipo de
tiroiditis es más frecuente en las mujeres ancianas y es habitual en familias con antecedentes
de la enfermedad. La dolencia es ocho veces más frecuente en las mujeres que en los varones
y tiene una incidencia más alta en personas con ciertas anomalías cromosómicas, como los
síndromes de Turner, Down y Klinefelter.
La tiroiditis de Hashimoto comienza a menudo con un aumento indoloro del tamaño de la
glándula tiroides o con una sensación de plenitud en el cuello. Cuando se palpa la glándula,
por lo general se encuentra agrandada, con una textura gomosa (cauchosa), pero no blanda, y a
veces tiene una textura grumosa. La glándula tiroides es hipofuncionante en aproximadamente
el 20 por ciento de los pacientes cuando se descubre la tiroiditis; el resto tiene un
funcionamiento normal. Algunos pacientes que padecen de tiroiditis de Hashimoto presentan
otros trastornos endocrinos como diabetes, insuficiencia de las glándulas suprarrenales,
hipoparatiroidismo u otras enfermedades autoinmunes (anemia perniciosa, artritis reumatoide,
síndrome de Sjögren o lupus eritematoso sistémico).
Los médicos realizan las pruebas del funcionamiento del tiroides en muestras de sangre para
determinar si la glándula funciona normalmente, pero basan el diagnóstico de tiroiditis de
Hashimoto en los síntomas, el examen físico y la presencia de anticuerpos que atacan la
glándula (anticuerpos antitiroideos), los cuales pueden ser medidos con facilidad en un
análisis de sangre.
No existe un tratamiento específico para la tiroiditis de Hashimoto. La mayoría de los
pacientes desarrolla hipotiroidismo y se les debe prescribir un tratamiento de sustitución
hormonal para toda la vida. La hormona tiroidea es también útil para disminuir la dilatación
de la glándula tiroides.
Incide con mayor frecuencia en las mujeres, habitualmente justo después del parto, y hace que
el tiroides aumente de tamaño sin provocar dolor. En un periodo que oscila de varias semanas
a varios meses, la mujer afectada sufrirá de hipertiroidismo, seguido de hipotiroidismo, antes
de recuperar finalmente el funcionamiento normal del tiroides. Esta afección no requiere un
tratamiento específico, aunque el hipertiroidismo o el hipotiroidismo pueden requerir
tratamiento durante algunas semanas. Con frecuencia, un bloqueador beta como el propranolol
es el único fármaco necesario para controlar los síntomas del hipertiroidismo. Durante el
período de hipotiroidismo, puede ser necesario administrar hormona tiroidea, por lo general
durante unos pocos meses. El hipotiroidismo se vuelve permanente en alrededor de un 10 por
ciento de las personas que padecen tiroiditis linfocitaria silente.
Cáncer de tiroides
Existen cuatro tipos principales de cáncer de tiroides, a saber, papilar, folicular, anaplásico y
medular.
El cáncer de tiroides es más frecuente en las personas que han recibido un tratamiento de
irradiación en la cabeza, el cuello o el pecho, muy frecuentemente por trastornos benignos (si
bien el tratamiento por radiación en casos benignos ya no se lleva a cabo en la actualidad).
Más que causar el agrandamiento de la glándula completa, un cáncer produce pequeños
crecimientos (nódulos) dentro del tiroides. La mayoría de los nódulos tiroideos no son
cancerosos y por lo general existen tratamientos eficaces para las formas de cáncer de tiroides.
El cáncer del tiroides tiene con frecuencia una capacidad limitada para el consumo de yodo y
la producción hormonal, salvo en raras ocasiones, que produce suficiente hormona como para
causar un hipertiroidismo. Hay mayor probabilidad de que los nódulos correspondan a un
cáncer si se encuentra un solo nódulo en vez de varios, si no se demuestra que el nódulo es
funcional con una gammagrafía, si el nódulo es sólido en vez de líquido (cístico), si es duro o
si está creciendo con rapidez.
El primer signo de un cáncer de tiroides es un bulto indoloro en el cuello. Cuando los médicos
encuentran un nódulo en la glándula tiroides, realizan varias pruebas. Una exploración del
tiroides determina si el nódulo está funcionando, dado que un nódulo inactivo es más
probablemente canceroso que uno activo. Una exploración con ultrasonidos (ecografía) es
menos útil, pero se efectúa para determinar si el nódulo es sólido o está lleno de líquido. Se
toma una muestra del nódulo por medio de una aguja de biopsia para su examen al
microscopio, ya que es el mejor modo para determinar si el nódulo es canceroso.
Cáncer papilar
El cáncer papilar representa del 60 al 70 por ciento del total de las formas de cáncer del
tiroides. Las mujeres contraen el cáncer papilar dos o tres veces más que los varones; sin
embargo, dado que los nódulos son más comunes en las mujeres, un nódulo en un varón
conlleva siempre más sospechas de cáncer. El cáncer papilar es más frecuente en las personas
jóvenes, pero crece y se extiende más rápidamente en los ancianos. Los pacientes que han
recibido en el cuello un tratamiento con radioterapia, en general por una afección benigna en
la infancia o en la niñez, o por algún otro cáncer en la edad adulta, corren un gran riesgo de
desarrollar un cáncer papilar.
La cirugía es el tratamiento que se aplica al cáncer papilar, que a veces se extiende a los
ganglios linfáticos cercanos. Los nódulos más pequeños de 2 cm de diámetro se extirpan junto
con el tejido tiroideo circundante, aunque algunos expertos recomiendan extirpar la glándula
por completo. La cirugía es casi siempre eficaz con estas formas de cáncer pequeño.
Dado que la hormona estimulante del tiroides actúa sobre el cáncer papilar, se administra
hormona tiroidea en dosis lo bastante grandes como para suprimir la secreción de la hormona
estimulante y prevenir una recidiva. Si un nódulo es más grande, se extirpa la mayor parte o
toda la glándula tiroides y se administra yodo radiactivo con la esperanza de que cualquier
tejido tiroideo o cáncer remanentes que se hubieran difundido fuera del tiroides lo absorban y
sean destruidos. En algunos casos, es necesaria alguna otra dosis de yodo radiactivo para
asegurarse de que el cáncer ha sido eliminado por completo. El cáncer papilar se cura casi
siempre.
Cáncer folicular
Cáncer anaplásico
El cáncer anaplásico representa menos del 10 por ciento de las formas de cáncer del tiroides e
incide por lo general en mujeres ancianas. Este cáncer crece muy rápidamente causando un
gran tumor en el cuello. Alrededor del 80 por ciento de los pacientes con este tipo de cáncer
muere durante el primer año. El tratamiento con yodo radiactivo es inútil porque el cáncer
anaplásico no lo absorbe. Sin embargo, el tratamiento con fármacos anticancerígenos y
radioterapia antes y después de la cirugía da algunos buenos resultados.
Cáncer medular
El cuerpo tiene dos glándulas suprarrenales, en el extremo de cada riñón. La parte interna
(médula) de las glándulas suprarrenales secreta hormonas como la adrenalina, que afecta a la
presión arterial, la frecuencia cardíaca, la sudación y otras actividades reguladas por el sistema
nervioso simpático. La parte externa (corteza) secreta muchas hormonas diferentes,
incluyendo los corticosteroides (hormonas con características similares a la cortisona),
andrógenos (hormonas masculinas) y los mineralocorticoides, que controlan la presión arterial
y los valores de sal y potasio del organismo.
Las glándulas suprarrenales forman parte de un sistema complejo que produce hormonas
interactuantes. El hipotálamo secreta una hormona liberadora de corticotropina, que hace que
la hipófisis secrete corticotropina, que es, a su vez, la encargada de regular la producción de
corticosteroides. Estas glándulas pueden dejar de funcionar cuando la hipófisis o el
hipotálamo no son capaces de producir las cantidades requeridas de las hormonas. La
producción deficiente o excesiva de cualquier hormona suprarrenal puede causar
enfermedades graves.
Síntomas
Diagnóstico
Debido a que los síntomas se inician lentamente y son sutiles, y dado que ningún análisis de
laboratorio es definitivo, es frecuente que la enfermedad de Addison pase desapercibida. A
veces, un estado de estrés intenso debido a sucesos como un accidente, una operación o una
enfermedad grave, hace más evidentes los síntomas y desencadena una crisis.
Los análisis de sangre pueden mostrar una carencia de corticosteroides, especialmente de
cortisol, así como un valor bajo de sodio y uno alto de potasio. Las medidas de la función
renal como la determinación de urea y creatinina en sangre, generalmente indican que los
riñones no están trabajando correctamente. Los valores de corticosteroides, controlados
después de una inyección de adrenocorticotropina (una prueba de estimulación), son útiles
para distinguir la insuficiencia suprarrenal de la insuficiencia hipofisaria. Como última opción,
una inyección de hormona que libera adrenocorticotropina revela si la causa del problema es
la insuficiencia del hipotálamo.
Tratamiento
Las glándulas suprarrenales pueden producir una cantidad excesiva de una o más hormonas.
La causa de estas alteraciones reside en las mismas glándulas o en una sobrestimulación de la
hipófisis. Los síntomas y el tratamiento dependen de cuáles sean las hormonas que se
producen en una cantidad excesiva (esteroides androgénicos, corticosteroides o aldosterona).
Aspecto de las glándulas suprarrenales
Síntomas
Las señales de virilización incluyen vellosidad en la cara y el cuerpo, calvicie, acné, voz grave
y aumento de la musculatura. En las mujeres, el útero se contrae, el clítoris se agranda, las
mamas se reducen de tamaño y se interrumpe la menstruación normal. A veces, varones y
mujeres experimentan un incremento del deseo sexual.
Diagnóstico
La combinación de las alteraciones del cuerpo hace que sea relativamente fácil reconocer la
virilización. Con una prueba se puede determinar la cantidad de esteroides androgénicos
presentes en la orina. Si el valor es elevado, la prueba de supresión con dexametasona es útil
para detectar si el problema es un cáncer, un tumor no cancerígeno (adenoma) o una dilatación
de las porciones de la corteza suprarrenal que producen hormonas (hiperplasia suprarrenal).
En esta prueba, el corticosteroide dexametasona se administra por vía oral. Si el problema es
la hiperplasia adrenal, la dexametasona impide que las glándulas suprarrenales produzcan
esteroides androgénicos. Si es un adenoma o un cáncer de las glándulas suprarrenales, la
dexametasona reduce la producción de esteroide androgénico sólo parcialmente o no la reduce
en absoluto. El médico puede también solicitar una tomografía computadorizada (TC) o una
resonancia magnética (RM) para obtener una imagen de las glándulas suprarrenales.
Tratamiento
Los adenomas y las formas de cáncer suprarrenal que producen andrógenos se tratan mediante
la extirpación quirúrgica de la glándula suprarrenal. Para la hiperplasia suprarrenal, las
pequeñas cantidades de corticosteroides, como la dexametasona, reducen la producción de
esteroides androgénicos, aunque estos fármacos también pueden causar los síntomas del
síndrome de Cushing cuando se suministra una dosis demasiado elevada.
Hiperproducción de corticosteroides
Síntomas
Debido a que los corticosteroides alteran la cantidad y la distribución de la grasa del cuerpo,
un paciente con el síndrome de Cushing tiene la cara grande y redonda (cara de luna llena) y
excesiva grasa en el torso y especialmente en la espalda (“joroba de búfalo”); los dedos, las
manos y los pies son delgados en proporción al tronco engrosado. Los músculos pierden su
volumen y se produce una notable debilidad; la piel es fina, se magulla con facilidad y tarda
en sanar tras una herida o una contusión. Por último, se observan sobre el abdomen estrías de
color púrpura que parecen marcas de elásticos.
Los valores altos de corticosteroides elevan la presión arterial, debilitan los huesos
(osteoporosis) y disminuyen la resistencia a las infecciones. Así mismo, aumentan el riesgo de
que se desarrollen cálculos renales y diabetes; además, se manifiestan trastornos mentales
como depresión y alucinaciones. Las mujeres con el síndrome de Cushing tienen por lo
general ciclos menstruales irregulares. Los niños que sufren esta dolencia crecen con lentitud
y alcanzan escasa estatura. En algunos casos, las glándulas suprarrenales también producen
grandes cantidades de esteroides androgénicos, lo cual incrementa el vello facial y corporal,
provoca calvicie y aumenta el deseo sexual.
Diagnóstico
Tratamiento
El tratamiento está dirigido a la hipófisis o las glándulas suprarrenales, según cuál sea la causa
del trastorno. Se emplea cirugía o radioterapia para extirpar o destruir el tumor hipofisario.
Los adenomas de la glándula suprarrenal con frecuencia se extirpan quirúrgicamente. Si estos
tratamientos no son eficaces o si no se halla ningún tumor, a veces deben extraerse ambas
glándulas suprarrenales. Cuando se extirpan ambas glándulas suprarrenales, o en algunos
pacientes con extirpación parcial de dichas glándulas, deben administrarse corticosteroides
durante toda la vida.
El síndrome de Nelson se desarrolla en un 5 a 10 por ciento de los casos en los que se extirpan
las glándulas suprarrenales. En este trastorno la hipófisis se agranda, produce grandes
cantidades de adrenocorticotropina y otras hormonas como la melanocítica beta (hormona
estimuladora, que oscurece la piel). Si fuera necesario, el síndrome de Nelson se trata con
irradiación o extirpación quirúrgica de la hipófisis.
Hiperproducción de aldosterona
La hiperproducción de aldosterona (hiperaldosteronismo) por parte de las glándulas
suprarrenales es una enfermedad que modifica la concentración sanguínea de sodio, potasio,
bicarbonato y cloro y, en consecuencia, produce hipertensión, causa debilidad y, en raras
ocasiones, períodos de parálisis.
La aldosterona, una hormona producida y secretada por las glándulas suprarrenales, transmite
información al riñón para que excrete menos sodio y más potasio. Su secreción se halla
regulada, en parte por la adrenocorticotropina de la hipófisis y en parte por un mecanismo de
control en los riñones (el sistema renina-angiotensina-aldosterona). La renina es una enzima
producida en los riñones que controla la activación de la hormona angiotensina, que estimula a
su vez las glándulas suprarrenales para producir aldosterona.
La causa del hiperaldosteronismo puede ser un tumor (por lo general no canceroso) en la
glándula suprarrenal (el denominado síndrome de Conn), o bien otras enfermedades. Por
ejemplo, las glándulas suprarrenales secretan grandes cantidades de aldosterona si la presión
arterial es muy elevada o si se obstruye la arteria que transporta la sangre a los riñones.
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
Si el médico sospecha que tanto la hipertensión como los síntomas relacionados están
causados por el hiperaldosteronismo, puede medir los valores sanguíneos de sodio, potasio y
aldosterona. Si estos últimos son elevados, puede prescribir espironolactona, un fármaco que
bloquea la acción de la aldosterona, con el objeto de que se recuperen los valores normales.
Por lo general, no se necesitarán pruebas complementarias.
Cuando la producción de aldosterona es elevada, se examinan las glándulas suprarrenales para
detectar un posible adenoma o un cáncer. Así mismo, son útiles la tomografía
computadorizada (TC) o la resonancia magnética (RM), pero con frecuencia se debe practicar
una cirugía exploratoria. Si se localiza un tumor, debe ser extirpado. Después de la extirpación
de un adenoma simple, la presión arterial se estabiliza y en un 70 por ciento de los casos
desaparecen los demás síntomas. Si no se encuentra ningún tumor y si la glándula entera es
hiperactiva, no se logra controlar la hipertensión con la extirpación parcial de las glándulas
suprarrenales, mientras que la extirpación completa lleva a una insuficiencia adrenal, lo que
implica tratar al paciente durante el resto de la vida. Sin embargo, la espironolactona
habitualmente controla los síntomas y existen fármacos para regular la hipertensión. En raras
ocasiones, deben extirparse ambas glándulas suprarrenales.
Feocromocitoma
Síntomas
El síntoma principal del feocromocitoma es la hipertensión, que puede ser muy importante. La
hipertensión es persistente en casi el 50 por ciento de los casos con esta afección. En el resto,
ésta y los demás síntomas van y vienen, algunas veces desencadenados por la presión sobre el
tumor, los masajes, los fármacos (como anestésicos y bloqueadores beta), los traumas
emocionales y, en raras ocasiones, por la micción.
Otros síntomas comprenden uno o más de los siguientes: frecuencia cardíaca acelerada y
palpitaciones, sudación excesiva, ligeros mareos al levantarse, respiración rápida,
acaloramiento, piel fría y húmeda, dolores de cabeza intensos, dolor de pecho y estómago,
náuseas, vómitos, trastornos visuales, hormigueo en los dedos, estreñimiento y una sensación
extraña de desastre inminente. Cuando estos síntomas aparecen de repente e intensamente, las
personas experimentan un ataque de pánico.
Diagnóstico
Es difícil de confirmar porque casi la mitad de los pacientes no muestran más síntomas que
una hipertensión persistente. Sin embargo, cuando la hipertensión se manifiesta en un paciente
joven, es intermitente o se asocia a otros síntomas de feocromocitoma, se deben efectuar
ciertas pruebas de laboratorio. Por ejemplo, el valor de ciertas catecolaminas se puede medir
en las muestras de orina.
Las pruebas como la tomografía computadorizada (TC) o la resonancia magnética (RM)
facilitan la localización del feocromocitoma. También puede ser de utilidad la gammagrafía,
técnica que utiliza la inyección de sustancias químicas radiactivas que se acumulan en los
feocromocitomas; la localización de dichas sustancias radiactivas se realiza gracias a una
cámara especial.
Tratamiento
La diabetes mellitus es un trastorno en el que los valores sanguíneos de glucosa (un azúcar
simple) son anormalmente altos, dado que el organismo no libera insulina o la utiliza
inadecuadamente.
Con frecuencia los médicos utilizan el nombre completo de diabetes mellitus para distinguir
esta enfermedad de la diabetes insípida, más rara.
Las concentraciones de azúcar (glucosa) en sangre varían durante el día. Aumentan después
de cada comida, recuperándose los valores normales al cabo de 2 horas. Éstos se sitúan entre
70 y 110 miligramos por decilitro (mg/dl) de sangre por la mañana después de una noche de
ayuno normal, resultando menores de 120 a 140 mg/dl al cabo de 2 horas de la ingestión de
alimentos o líquidos que contengan azúcar u otros hidratos de carbono. Los valores normales
tienden a aumentar ligeramente y de modo progresivo después de los 50 años de edad, sobre
todo en las personas que llevan una vida sedentaria.
La insulina, una hormona producida por el páncreas, es la principal sustancia responsable del
mantenimiento de los valores adecuados de azúcar en sangre. Permite que la glucosa sea
transportada al interior de las células, de modo que éstas produzcan energía o almacenen la
glucosa hasta que su utilización sea necesaria. La elevación de las concentraciones de azúcar
en sangre después de comer o beber estimula el páncreas para producir la insulina, la cual
evita un mayor aumento de los valores de azúcar y provoca su descenso gradual. Dado que los
músculos utilizan glucosa para producir energía, los valores de azúcar en la sangre también
disminuyen durante la actividad física.
Causas
Síntomas
Los primeros síntomas de la diabetes se relacionan con los efectos directos de la alta
concentración de azúcar en sangre. Cuando este valor aumenta por encima de los 160 a 180
mg/dl, la glucosa pasa a la orina. Cuando el valor es aún más alto, los riñones secretan una
cantidad adicional de agua para diluir las grandes cantidades de glucosa perdida. Dado que
producen orina excesiva, se eliminan grandes volúmenes de orina (poliuria) y, en
consecuencia, aparece una sensación anormal de sed (polidipsia). Asimismo, debido a que se
pierden demasiadas calorías en la orina, se produce una pérdida de peso y, a modo de
compensación, la persona siente a menudo un hambre exagerada (polifagia). Otros síntomas
comprenden visión borrosa, somnolencia, náuseas y una disminución de la resistencia durante
el ejercicio físico. Por otra parte, si la diabetes está mal controlada, los pacientes son más
vulnerables a las infecciones. A causa de la gravedad del déficit insulínico, es frecuente que en
los casos de diabetes tipo I se pierda peso antes del tratamiento. En cambio, no sucede lo
mismo en la diabetes tipo II.
En los diabéticos tipo I los síntomas se inician de forma súbita y pueden evolucionar
rápidamente a una afección llamada cetoacidosis diabética. A pesar de los elevados valores de
azúcar en la sangre, la mayoría de las células no pueden utilizar el azúcar sin la insulina y, por
tanto, recurren a otras fuentes de energía. Las células grasas comienzan a descomponerse y
producen cuerpos cetónicos, unos compuestos químicos tóxicos que pueden producir acidez
de la sangre (cetoacidosis). Los síntomas iniciales de la cetoacidosis diabética son: sed y
micción excesivas, pérdida de peso, náuseas, vómitos, agotamiento y, sobre todo en niños,
dolor abdominal. La respiración se vuelve profunda y rápida debido a que el organismo
intenta corregir la acidez de la sangre. El aliento de la persona huele a quitaesmalte. Si no se
aplica ningún tratamiento, la cetoacidosis diabética puede progresar y llevar a un coma, a
veces en pocas horas.
Los pacientes que sufren de diabetes tipo I pueden mostrar los síntomas de la cetoacidosis,
incluso después de iniciado el tratamiento con insulina, si se olvidan de una inyección o si
sufren una infección, un accidente o una enfermedad grave. La diabetes tipo II puede no
causar ningún síntoma durante años o décadas. Cuando la deficiencia insulínica progresa, los
síntomas empiezan a manifestarse. Al principio, el aumento de la micción y de la sed son
moderados, aunque empeoran gradualmente con el transcurso del tiempo. La cetoacidosis es
una afección rara. Si la concentración de azúcar en sangre es muy elevada (superior a 1000
mg/dl), en general por el estrés provocado por una infección o un fármaco, se produce
deshidratación grave, confusión mental, somnolencia, convulsiones y una afección
denominada coma hiperglucémico hiperosmolar no cetósico.
Complicaciones
Por todas estas razones, la diabetes implica la aparición de muchas complicaciones graves
durante un tiempo prolongado. Los ataques al corazón y los accidentes vasculares cerebrales
son muy frecuentes. Los daños a los vasos sanguíneos del ojo pueden provocar la pérdida de
la visión (retinopatía diabética). La función que cumplen los riñones se altera y da como
resultado una insuficiencia renal que requiere diálisis. Las lesiones nerviosas se manifiestan de
varias maneras. Si un solo nervio funciona mal (mononeuropatía), aparece una debilidad
característica en un brazo o una pierna. Si se dañan los nervios de las manos, las piernas y los
pies (polineuropatía diabética), puede aparecer una sensación anómala en forma de hormigueo
o dolor ardiente, y debilidad en los brazos y las piernas. Los daños a los nervios de la piel
predisponen a las lesiones repetidas, porque la persona pierde la sensibilidad para percibir los
cambios de presión o temperatura. Un aporte escaso de sangre a la piel también provoca
úlceras e influye en que todas las heridas sanen muy lentamente. Las úlceras del pie pueden
volverse tan profundas e infectadas y resultar tan difícil su curación, que puede incluso ser
necesaria la amputación de una parte de la pierna.
Hay indicios recientes que demuestran que las complicaciones de la diabetes pueden evitarse,
demorar o retrasar, mediante el control de los valores de azúcar en la sangre. Existen también
otros factores desconocidos, incluyendo los genéticos, que determinan el curso de los
acontecimientos.
Diagnóstico
Tratamiento
El páncreas no produce insulina en la diabetes tipo I, por lo que debe sustituirse esta hormona.
La reposición se lleva a cabo con inyecciones, ya que la insulina se destruye en el estómago y
no se puede administrar por vía oral. Se están probando nuevas formas de insulina, como un
vaporizador nasal, pero por el momento no son eficaces porque la variabilidad en la velocidad
de absorción crea problemas para determinar la dosis.
La insulina se inyecta debajo de la piel en la capa grasa del brazo, del muslo o de la pared
abdominal. Hay pequeñas jeringas con agujas muy finas que hacen que las inyecciones sean
casi indoloras. Para las personas que no toleran las agujas existe un dispositivo con bomba de
aire que insufla la insulina bajo la piel.
Un dispositivo útil para llevar la insulina es el “bolígrafo” de insulina, que contiene un
cartucho que la guarda y dispone de un mecanismo de cierre, sobre todo cuando son
necesarias varias inyecciones diarias fuera de casa. Otro dispositivo es una bomba que
impulsa la insulina continuamente desde un depósito, a través de una pequeña aguja que se
deja en la piel. Las dosis adicionales de insulina se programan de modo que sean
administradas al mismo ritmo con que el organismo produce la insulina. La bomba ofrece un
grado adicional de control, pero es molesta para algunas personas o produce llagas en el lugar
de inserción de la aguja.
La insulina se encuentra disponible en tres formas básicas, cuya acción difiere en cuanto a
velocidad y duración. La insulina de acción rápida, como la insulina regular (insulina
cristalina), es la que tiene una acción más rápida y corta. Empieza disminuyendo las
concentraciones de azúcar en la sangre al cabo de 20 minutos de su administración,
alcanzando su máxima actividad en 2 a 4 horas, con una duración de 6 a 8 horas. Esta insulina
se utiliza con frecuencia en diabéticos que reciben varias inyecciones diarias y se inyecta entre
15 y 20 minutos antes de las comidas. La insulina de acción intermedia, como la insulina zinc
en suspensión o la insulina isofano, comienza a actuar al cabo de 1 a 3 horas, alcanzando su
máxima actividad en un tiempo de 6 a 10, horas y dura de 18 a 26 horas. Este tipo de insulina
se utiliza por la mañana, para dar cobertura durante la primera parte del día, o al atardecer,
para que aporte la cantidad necesaria durante la noche. La insulina de acción prolongada,
como la insulina zinc en suspensión de acción prolongada, tiene un efecto muy reducido
durante las 6 primeras horas, pero brinda una cobertura de 28 a 36 horas. Los preparados de
insulina son estables a temperatura ambiente durante meses, lo que permite transportarlos,
llevarlos al trabajo o incluso durante un viaje
La elección de la forma ideal de insulina es compleja en cada caso. La decisión dependerá del
rigor con que una persona desee controlar su diabetes, de la constancia para controlar su valor
sanguíneo de azúcar y adaptar la dosis, de su actividad diaria, de su disposición para aprender
y com-prender su enfermedad y de la estabilidad de los diferentes valores sanguíneos de
azúcar durante el día y los días siguientes.
El régimen más fácil de seguir es una sola inyección diaria de insulina de acción intermedia.
Sin embargo, dicho régimen proporciona un control mínimo sobre los valores sanguíneos de
azúcar. Un control más estricto se logra con la combinación de dos formas insulínicas (la de
acción rápida y la intermedia) en una dosis matinal. Esto requiere más habilidad, pero ofrece
mayores oportunidades para adaptar los valores sanguíneos de azúcar. Se puede recibir una
segunda inyección con la cena o antes de acostarse. El control más riguroso se alcanza
inyectando un poco de insulina de acción rápida y de acción intermedia por la mañana y al
atardecer, junto con varias inyecciones adicionales de insulina de acción rápida durante el día.
Algunas personas, especialmente las de edad avanzada, se administran la misma cantidad de
insulina todos los días, mientras que otras adaptan la dosis diaria según su dieta, los ejercicios
y los cambios en la concentración de azúcar. Las necesidades de insulina varían con los
cambios en los alimentos consumidos y la cantidad de ejercicio realizado. Por esta razón, las
personas que varían poco la dieta y el ejercicio, por lo general realizarán pocos cambios en su
dosis de insulina. Sin embargo, con el paso del tiempo, las necesidades de insulina se
modifican si se producen alteraciones en el peso, estrés emocional o enfermedades, sobre todo
infecciones. Cuando se varían la dieta y los modelos de ejercicio, es necesario adaptar la dosis
de insulina de conformidad con la nueva situación.
En algunos casos se desarrolla resistencia a la insulina. Debido a que la insulina del preparado
no es exactamente la misma que produce el organismo, éste reacciona produciendo
anticuerpos contra la insulina. Estos anticuerpos interfieren con la actividad de la insulina, de
modo que un paciente con resistencia a la misma debe tratarse con dosis superiores a las
habituales.
Las inyecciones de insulina pueden afectar a la piel y a los tejidos subyacentes en el lugar de
la inyección. Una reacción alérgica, que se manifiesta en raras ocasiones, produce dolor y
ardor, seguidos de enrojecimiento, picor y tumefacción en torno al lugar de la inyección,
durante varias horas. Es más frecuente que las inyecciones causen acumulaciones de grasa
(haciendo que la piel se note grumosa) o destruyan la grasa (causando una depresión en la
piel). Generalmente se evitan estas complicaciones si se cambian con cada dosis el punto de la
inyección y el tipo de insulina. La resistencia a la insulina y la alergia no son habituales con el
uso de las insulinas sintéticas humanas, que son
las formas que se usan predominantemente en la
actualidad.
El control de los valores de azúcar en la sangre es una parte esencial del tratamiento de la
diabetes. A pesar de que el control de la orina permite detectar la presencia de glucosa, no es
un buen método para efectuar un seguimiento del tratamiento o para adaptar la terapia. Por
fortuna, los valores de azúcar se pueden medir fácilmente en el propio domicilio del paciente.
Se obtiene una gota de sangre pinchando la punta del dedo con una pequeña lanceta. La
lanceta sostiene una aguja minúscula que puede pinchar el dedo o colocarse en un dispositivo
con un resorte que la introduce en la piel. La mayoría de los diabéticos encuentra el pinchazo
casi indoloro. A continuación, se coloca una gota de sangre sobre una tira reactiva. En
presencia de azúcar, la tira reactiva cambia de color o experimenta algún otro cambio
químico. Este cambio de coloración puede ser bastante significativo como para obtener el
valor de azúcar en la sangre cuando se compara con los colores impresos en un gráfico. Un
sistema mejor y más preciso es usar una máquina que lee los cambios en la tira de prueba e
informa del resultado sobre un monitor digital. Las máquinas son pequeñas, del tamaño de un
bolígrafo o de un paquete de cigarrillos, y la mayoría de ellas calcula cuánto dura la reacción y
lee el resultado automáticamente.
Las personas con diabetes deben registrar sus
valores de azúcar en la sangre e informar al
médico al respecto. Éste les aconsejará cómo
adaptar la dosis de insulina o del fármaco
hipoglucemiante oral. En algunos casos y durante
las visitas sucesivas del paciente, el médico o la
enfermera le pueden enseñar cómo debe adaptar
las dosis de insulina. Los médicos emplean un
análisis de sangre denominado hemoglobina
glicosilada (hemoglobina A1C) para vigilar el
curso del tratamiento. Cuando la concentración
de azúcar en la sangre es elevada, los cambios se detectan en la hemoglobina, la sustancia
química que transporta el oxígeno en la sangre y son directamente proporcionales a la
concentración de azúcar en la sangre durante un período prolongado. De este modo, a
diferencia de la medición de azúcar en la sangre que revela el valor en un momento
determinado, la medición de la hemoglobina glicosilada pone de manifiesto el grado de
control de azúcar durante las semanas anteriores. El valor normal de esta hemoglobina es
inferior al 7 por ciento. En muy raras ocasiones los diabéticos llegan a valores semejantes,
pero un control estricto tiene por objetivo alcanzarlos. Los valores superiores al 9 por ciento
denotan un escaso control y los que son superiores al 12 por ciento, un control deficiente. La
mayoría de los médicos especializados en diabetes recomienda que se evalúe la hemoglobina
glicosilada cada 3 a 6 meses.
Tanto la insulina como los fármacos orales pueden disminuir demasiado los valores de azúcar
en la sangre y causar hipoglucemia. Esta última también se produce si un diabético come
poco, o no lo hace cuando debe, o practica ejercicios intensivos sin comer. Cuando los valores
de azúcar en sangre son muy bajos, el primer órgano afectado es el cerebro. Para proteger el
cerebro, el organismo comienza inmediatamente a fabricar glucosa a partir de las reservas de
glucógeno del hígado. Este proceso implica la liberación de adrenalina, lo que tiende a
provocar hambre, ansiedad, incremento del estado de alerta y temblores. La falta de glucosa
en el cerebro puede causar dolor de cabeza.
La hipoglucemia debe ser tratada con rapidez porque en pocos minutos reviste suma gravedad
y es causa de confusión creciente, coma y, en raras ocasiones, lesión permanente del cerebro.
A la primera señal de hipoglucemia se debería ingerir alguna forma de azúcar. Por
consiguiente, las personas con diabetes deberían llevar siempre caramelos, terrones de azúcar
o tabletas de glucosa para tratar los episodios de hipoglucemia. Otras opciones son beber un
vaso de leche (que contiene lactosa, un tipo de azúcar), agua azucarada o zumo de frutas, o
comer un trozo de pastel, algo de fruta u otro alimento dulce. En lo referente a la diabetes tipo
I, siempre se debería llevar o tener a mano glucagón (una hormona que eleva los valores de
azúcar en la sangre), que se inyecta cuando no es posible tomar algún alimento que contenga
azúcar.
La cetoacidosis diabética es una urgencia médica. Sin un buen tratamiento inmediato, puede
causar el coma y la muerte. Es necesaria la hospitalización, generalmente en una unidad de
cuidados intensivos. Se suministran grandes cantidades de líquidos intravenosos junto con
electrólitos, como sodio, potasio, cloro y fosfato, para sustituir los que se han perdido con la
micción excesiva. La insulina se suministra por vía intravenosa de modo que actúe
velozmente y la dosis sea adaptable. Los valores sanguíneos de glucosa, cuerpos cetónicos y
electrólitos se miden cada pocas horas, lo que permite adaptar el tratamiento a las necesidades
de cada momento. También deben tomarse muestras de sangre arterial para determinar su
acidez. En algunas ocasiones, se necesitan tratamientos adicionales para corregir la acidez,
aunque el control de los valores sanguíneos de azúcar y la sustitución de los electrólitos
generalmente permiten al organismo restablecer un equilibrio acidobásico normal.
El tratamiento del coma hiperglucémico hiperosmolar no cetósico es similar al de la
cetoacidosis diabética. Se deben reponer los líquidos y electrólitos. Los valores de azúcar en
sangre se restablecen gradualmente para evitar los cambios repentinos de líquido en el
cerebro. Las concentraciones de azúcar en sangre son controladas con más facilidad que la
cetoacidosis diabética y los problemas de acidez en sangre no son graves.
La mayoría de las complicaciones a largo plazo de la diabetes son progresivas, a menos que la
concentración de azúcar en sangre sea controlada con rigor. La retinopatía diabética, sin
embargo, se puede tratar directamente. La cirugía con rayos láser puede cerrar
herméticamente los vasos sanguíneos del ojo que pierden sangre para evitar lesiones
permanentes en la retina. Un tratamiento anticipado con rayos láser puede evitar o retrasar de
forma sustancial la pérdida de la visión.
CAPITULO 148
Hipoglucemia
Causas
La hipoglucemia tiene varias causas diferentes, a saber, la secreción excesiva de insulina del
páncreas, una dosis demasiado elevada de insulina o de otro fármaco administrado a un
diabético para disminuir los valores sanguíneos de azúcar, un trastorno en la hipófisis o en las
glándulas suprarrenales o una anomalía en el almacenamiento de hidratos de carbono o en la
producción de glucosa por parte del hígado.
En general, hay dos formas de hipoglucemia: la inducida por fármacos y la no relacionada con
fármacos. La mayoría de los casos se produce en los diabéticos y se relaciona con fármacos.
La hipoglucemia no relacionada con fármacos se subdivide, además, en hipoglucemia en
ayunas, que se produce después del ayuno, y en hipoglucemia reactiva, que surge como una
reacción al ingerir hidratos de carbono.
Más frecuentemente, la hipoglucemia es causada por la insulina u otros fármacos
(sulfonilureas) administrados a personas con diabetes para disminuir los valores de azúcar en
sangre. Si la dosis es excesiva para la cantidad de alimento ingerido, el fármaco disminuye
demasiado los valores de azúcar. En los casos de diabetes grave crónica existe una particular
propensión a desarrollar hipoglucemia grave. Esto sucede porque las células pancreáticas del
paciente no producen glucagón y sus glándulas suprarrenales no producen adrenalina, que son
los mecanismos principales inmediatos con los que el organismo neutraliza un valor bajo de
azúcar en sangre. Otros fármacos también provocan hipoglucemia, como la pentamidina, que
se usa para tratar una forma de neumonía relacionada con el SIDA.
La hipoglucemia se observa a veces en personas con trastornos psicológicos que, a
escondidas, se autoadministran insulina o fármacos hipoglucemiantes. Por lo general, se trata
de personal sanitario o parientes de los diabéticos que tienen acceso a los fármacos.
El consumo de alcohol, generalmente en las personas que beben gran cantidad sin antes haber
ingerido alimento alguno durante bastante rato (lo que agota los hidratos de carbono
almacenados en el hígado), puede producir una hipoglucemia lo bastante grave como para
causar estupor, lo que puede ocurrir incluso cuando la concentración de alcohol en sangre sea
inferior a lo legalmente permitido para conducir. La policía y el personal del servicio de
urgencias deben tener en cuenta que un paciente con estupor, cuyo aliento huele a alcohol,
puede tener una hipoglucemia y no sólo estar bajo los efectos del alcohol.
El ejercicio extenuante prolongado, en casos raros, provoca hipoglucemia en personas por otra
parte sanas. El ayuno prolongado sólo causa hipoglucemia si se asocia a otra enfermedad,
especialmente una enfermedad de la hipófisis o de las glándulas suprarrenales, o a consumo de
grandes cantidades de alcohol. Las reservas de hidratos de carbono del hígado pueden
disminuir tanto, que el organismo sea incapaz de mantener los valores adecuados de azúcar en
la sangre. En ciertos casos en los que existe un trastorno hepático, bastarán unas pocas horas
de ayuno para que aparezca hipoglucemia. Igualmente pueden desarrollar hipoglucemia entre
las comidas los bebés y los niños con una anomalía en uno cualquiera de los sistemas de
enzimas hepáticas que metabolizan los azúcares.
Algunas personas que han estado sometidas a ciertas intervenciones del estómago desarrollan
una hipoglucemia alimentaria entre las comidas. Este trastorno se produce porque la absorción
de los azúcares es muy rápida, estimulando la excesiva producción de insulina, que causa una
caída rápida de la concentración de azúcar en la sangre. En raras ocasiones se produce en
personas que no han sido sometidas a cirugía, en cuyo caso la enfermedad se denomina
hipoglucemia alimentaria idiopática.
En el pasado se tendía a diagnosticar hipoglucemia reactiva cuando se constataban síntomas
semejantes a los de la hipoglucemia al cabo de 2 a 4 horas de haber comido, o incluso en
personas con síntomas vagos (sobre todo agotamiento). Sin embargo, la medida de las
concentraciones de azúcar en sangre durante un episodio de síntomas no revela una
hipoglucemia verdadera. Se ha intentado reproducir la hipoglucemia reactiva con una prueba
oral de tolerancia a la glucosa, pero esta prueba no refleja minuciosamente lo que sucede
después de una comida normal.
Un tipo de hipoglucemia reactiva que se presenta en bebés y niños es causado por alimentos
que contienen los azúcares fructosa y galactosa o el aminoácido leucina. La fructosa y la
galactosa impiden la liberación de glucosa del hígado; la leucina estimula la sobreproducción
de insulina del páncreas. En cualquiera de los dos casos, el resultado es una baja
concentración de azúcar en la sangre después de ingerir alimentos que contienen estos
nutrientes. En los adultos, la ingestión de alcohol en combinación con azúcar, por ejemplo
ginebra y agua tónica, puede precipitar la hipoglucemia reactiva.
La excesiva producción de insulina también es causa de unos valores anormalmente bajos de
glucosa en sangre. Esta producción excesiva puede ser consecuencia de un tumor de las
células del páncreas que producen insulina (insulinoma) o, en raras ocasiones, de una
proliferación generalizada de estas células. Aunque es infrecuente, un tumor originado fuera
del páncreas también puede causar este trastorno al producir una hormona similar a la
insulina.
Una causa rara de hipoglucemia es una enfermedad autoinmune en la que el organismo
produce anticuerpos contra la insulina. Los valores de la insulina en la sangre fluctúan
anormalmente, ya que el páncreas secreta una excesiva cantidad de insulina para hacer frente a
los anticuerpos. Esta situación se da tanto en personas con diabetes como en personas sin ella.
Por último, la hipoglucemia también puede ser el resultado de una insuficiencia cardíaca o
renal, cáncer, desnutrición, trastornos de la hipófisis o de las glándulas suprarrenales, shock e
infección grave. Una enfermedad hepática difusa (por ejemplo, hepatitis vírica, cirrosis o
cáncer) también puede producir hipoglucemia.
Síntomas
Ante una caída en los valores de azúcar en la sangre el organismo responde, en primer lugar,
liberando adrenalina por parte de las glándulas suprarrenales y de ciertas terminaciones
nerviosas. Esta hormona estimula la liberación de azúcar contenido en las reservas del
organismo, pero también causa síntomas similares a los de un ataque de ansiedad: sudación,
nerviosismo, temblores, desfallecimiento, palpitaciones y a veces hambre. Si la hipoglucemia
es más grave se reduce el suministro de glucosa al cerebro y aparecen vértigos, confusión,
agotamiento, debilidad, dolores de cabeza, un comportamiento inadecuado que puede ser
confundido con un estado de embriaguez, incapacidad para concentrarse, anomalías de la
visión, convulsiones semejantes a la epilepsia y coma. La hipoglucemia prolongada puede
lesionar el cerebro de forma irreversible. Tanto los síntomas de ansiedad como la alteración
fisiológica cerebral pueden tener un inicio lento o repentino que progresa en pocos minutos
desde un malestar moderado a una confusión grave o incluso hasta pánico. Las más afectadas
son las personas que se tratan con insulina o fármacos hipoglucemiantes orales para la
diabetes.
En un paciente con un tumor pancreático secretor de insulina, es más probable que los
síntomas aparezcan a primera hora de la mañana en ayunas, sobre todo si las reservas de
azúcar de la sangre se han agotado por el ejercicio que se haya realizado antes del desayuno.
Al principio, un tumor sólo causa episodios ocasionales de hipoglucemia, pero con el paso de
los meses o de los años los episodios se vuelven más frecuentes y graves.
Diagnóstico
Tratamiento
Los síntomas de hipoglucemia mejoran tras pocos minutos de consumir azúcar, ya sea en
forma de caramelos o tabletas de glucosa, zumo de frutas, agua con varios terrones de azúcar
o leche (que contiene lactosa, un tipo de azúcar). Los pacientes con episodios recurrentes de
hipoglucemia, sobre todo los diabéticos, a menudo prefieren llevar consigo tabletas de glucosa
porque tienen un efecto rápido y suministran una cantidad suficiente de azúcar. Tanto los
diabéticos como los no diabéticos con hipoglucemia pueden mejorar tomando primero azúcar
y a continuación un alimento que suministre hidratos de carbono de larga duración (como el
pan o galletas). Cuando la hipoglucemia es grave o prolongada y no es posible ingerir azúcar
por vía oral, se administrará glucosa por vía intravenosa para evitar lesiones cerebrales graves.
Se debería tener glucagón a mano para las urgencias, si existe el riesgo de sufrir episodios
graves de hipoglucemia. El glucagón es una hormona proteínica, secretada por las células de
los islotes del páncreas, que estimula el hígado para que produzca grandes cantidades de
glucosa a partir de sus reservas de hidratos de carbono. Se administra en inyección y
restablece el azúcar en la sangre al cabo de 5 a 15 minutos
Los tumores secretores de insulina se deben extirpar quirúrgicamente. Sin embargo, como son
muy pequeños y difíciles de localizar, la cirugía debe ser practicada por un especialista
experimentado en estos problemas. Antes de la intervención quirúrgica, se administrará un
fármaco como el diazóxido para inhibir la secreción de insulina por parte del tumor. A veces
hay más de un tumor y si el cirujano no los encuentra todos a la vez, en ocasiones se requiere
una segunda operación.
Las neoplasias endocrinas múltiples son enfermedades hereditarias raras en las que se
desarrollan tumores benignos o malignos (cancerígenos) en varias glándulas endocrinas.
Los tumores de las neoplasias endocrinas múltiples pueden aparecer tanto de forma precoz, en
la infancia, como de forma tardía, incluso a los 70 años. Los trastornos causados por las
neoplasias endocrinas múltiples son en su mayor parte producto del exceso de hormonas
secretadas por los tumores.
Las neoplasias endocrinas múltiples se dividen en tres clases, denominadas tipos I, IIA y IIB,
aunque a veces comparten características similares.
Enfermedad tipo I
La neoplasia endocrina múltiple tipo IIA puede incluir un tipo raro de cáncer tiroideo
(carcinoma medular), el feocromocitoma (un tipo de tumor de las glándulas suprarrenales que
por lo general no es maligno) e hiperfunción de las glándulas paratiroideas.
Casi todos los casos de enfermedad tipo IIA desarrollan cáncer medular de tiroides. Alrededor
de 50 por ciento presentan feocromocitomas, lo que eleva la presión arterial debido a la
adrenalina y otras sustancias que producen estos tumores. La hipertensión puede ser
intermitente o constante, y con frecuencia es muy alta.
Alrededor de un 25 por ciento de los pacientes con la enfermedad tipo IIA tiene glándulas
paratiroideas hiperfuncionantes y presentan síntomas de tener concentraciones elevadas de
calcio en la sangre, lo que puede provocar cálculos renales y, a veces, insuficiencia renal.
En otro 25 por ciento, las glándulas paratiroideas aumentan de tamaño sin producir grandes
cantidades de hormona paratiroidea, de modo que no se observan trastornos relacionados con
valores elevados de calcio.
Tratamiento
Detección
Dado que casi la mitad de los niños de padres con neoplasia endocrina múltiple heredan la
enfermedad, las técnicas de detección son importantes para efectuar un diagnóstico precoz y
aplicar un tratamiento adecuado.
Recientemente, se han identificado los genes anómalos responsables de las enfermedades tipo
IIA y IIB. Las pruebas para identificar el gen anormal permitirán un diagnóstico y un
tratamiento más precoces y eficaces.
CAPITULO 150
Síndromes de deficiencia poliglandular
Los síndromes de deficiencia poliglandular son trastornos en los que varias glándulas
endocrinas son hipoactivas, produciendo por ello una cantidad insuficiente de hormonas.
Síntomas
Los síntomas dependen de cuáles sean las glándulas endocrinas deterioradas. Por ejemplo, el
hipotiroidismo se produce cuando una glándula tiroides hipofuncionante secreta cantidades
insuficientes de hormonas tiroideas.
En cambio, la enfermedad de Addison es el resultado de cantidades insuficientes de hormonas
corticosteroides debido a que las glándulas suprarrenales funcionan deficientemente.
Los síndromes de deficiencia poliglandular se clasifican en tres tipos, según que los síntomas
se desarrollen en los niños o en los adultos y según cuáles sean las glándulas endocrinas
afectadas.
El síndrome de deficiencia poliglandular tipo I generalmente se desarrolla en la infancia. El
rasgo más característico es una disminución de la actividad de las glándulas paratiroideas
(hipoparatiroidismo); el segundo es la hipofunción de las glándulas suprarrenales (enfermedad
de Addison) y las infecciones crónicas por hongos (candidiasis mucocutánea crónica).
Estas infecciones probablemente son debidas a una respuesta inmune inadecuada a las
levaduras comunes, lo cual impide combatir la infección. En raras ocasiones, puede haber una
producción baja de insulina por parte del páncreas que causa diabetes. Por otra parte, es
frecuente que aparezcan hepatitis, cálculos biliares, dificultad en la absorción de los alimentos
y calvicie prematura.
El síndrome de deficiencia poliglandular tipo II se presenta, por lo general, en los adultos en
torno a los 30 años. Las glándulas suprarrenales siempre son de baja actividad y, a menudo, la
glándula tiroides también lo es.
Sin embargo, algunas personas desarrollan una hiperactividad de la glándula tiroides
(hipertiroidismo). La insuficiencia pancreática puede dar lugar a una falta de insulina y, por
esta razón, aparece diabetes. Ni el hipoparatiroidismo ni las infecciones por hongos forman
parte del síndrome tipo II.
El síndrome de deficiencia poliglandular tipo III se da en los adultos y puede considerarse
como una etapa preliminar del síndrome tipo II. Las personas que tienen como mínimo dos de
los siguientes síntomas se incluyen en la categoría del síndrome tipo III.
A saber: un déficit tiroideo, diabetes, anemia perniciosa, pérdida de la pigmentación de la piel
(vitíligo) y pérdida del cabello (alopecia). Pero si, además, se produce una insuficiencia de las
glándulas suprarrenales, el síndrome se transforma en tipo II.
Diagnóstico
Los análisis de sangre se utilizan para medir la producción hormonal por parte de las
glándulas afectadas. Dado que una glándula endocrina puede ser bastante menos activa que las
otras, es posible que no se advierta el trastorno de las demás glándulas hasta que se producen
los síntomas, derivados del déficit de éstas. Cuando mediante otras pruebas adicionales se
comprueba una insuficiencia que afecta a varias glándulas, se confirma el diagnóstico de
síndrome de deficiencia poliglandular.
Tratamiento
Aunque los síndromes de deficiencia poliglandular no tienen curación, puede prescribirse una
terapia hormonal sustitutiva.
La hormona tiroidea puede administrarse a una persona con insuficiencia de la glándula
tiroides. En caso de insuficiencia suprarrenal, pueden administrarse corticosteroides, e insulina
en el caso de diabetes. Pero el tratamiento sustitutivo no puede corregir la infertilidad ni
demás problemas causados por la hipofunción de las glándulas sexuales (gónadas).
CAPITULO 151
Carcinoide
Síntomas
Menos de un 10 por ciento de las personas con tumores carcinoides desarrolla el síndrome
carcinoide. La mayoría tiene síntomas similares a los de otras formas de cáncer intestinal,
sobre todo dolor cólico y alteraciones en los movimientos del intestino como resultado de la
obstrucción.
El síntoma más frecuente del síndrome carcinoide y con frecuencia el primero en presentarse
es un enrojecimiento con sensación desagradable, habitualmente de la cabeza y el cuello,
quizás por un exceso de histamina y bradicinina que dilatan los vasos sanguíneos. El
enrojecimiento se desencadena con frecuencia por emociones, por comer, o por beber alcohol
o líquidos calientes. La piel puede cambiar de color de manera espectacular, de pálido a rojo y
de éste a azul (cianosis). El exceso de serotonina contrae los músculos que rodean los
intestinos y, en consecuencia, causa diarrea, dolores de tipo cólico y malabsorción de los
alimentos. La malabsorción conduce a la desnutrición y produce en algunos casos heces
grasas y con un olor muy desagradable.
El síndrome carcinoide puede lesionar el corazón y los pulmones. Es frecuente el desarrollo de
un material fibroso anómalo en el corazón (fibrosis endocárdica) que daña las válvulas
cardíacas y deteriora la capacidad cardíaca de bombeo. Debido a que la serotonina
transportada en la circulación sanguínea se destruye cuando atraviesa los pulmones (antes de
que alcance el lado izquierdo del corazón), casi todos los problemas cardíacos se localizan en
el lado derecho. No se sabe si la serotonina es la única sustancia involucrada ni cómo el
organismo produce el material fibroso. Algunos pacientes con síndrome carcinoide desarrollan
asma con sibilancias; otros pierden interés por el sexo y se vuelven impotentes.
Diagnóstico
Tratamiento
Cuando el tumor carcinoide se limita a un área específica, como los pulmones, el apéndice, el
intestino delgado o el recto, la extirpación quirúrgica es un tratamiento eficaz. Si el tumor se
ha extendido al hígado, como puede ocurrir cuando el tumor se origina fuera de los pulmones,
la cirugía raramente es curativa, pero facilita el diagnóstico y alivia los síntomas.
Ni la radioterapia ni la quimioterapia son eficaces para curar los tumores carcinoides. Sin
embargo, las combinaciones de ciertos fármacos quimioterápicos (estreptozocina con
fluorouracilo y, a veces, doxorrubicina) aliviarán los síntomas. Un fármaco llamado octreótido
también alivia los síntomas, y el tamoxifeno, el interferón alfa y la eflornitina reducen el
desarrollo del tumor. Las fenotiacinas, la cimetidina y la fentolamina se emplean para
controlar el trastorno. La prednisona se administra a veces a las personas con tumores
carcinoides del pulmón que tienen episodios graves de enrojecimiento. La diarrea se controla
con codeína, tintura de opio, difenoxilato, ciproheptadina o la metisergida. Por último, la
hipertensión se trata con varios fármacos antihipertensivos como la metildopa y la
fenoxibenzamina.
Solamente los tumores carcinoides que no sean metastásicos producirán la curación una vez
extirpados quirúrgicamente. Con todo, es un hecho bien cierto que los tumores crecen tan
lentamente que incluso las personas que tienen metástasis sobreviven con frecuencia durante
10 a 15 años.
SECCION 14 > TRASTORNOS DE LA SANGRE
CAPITULO 152
Biología de la sangre
La sangre es una combinación de líquido, células y partículas parecidas a las células que
circulan por las arterias, los capilares y las venas suministrando oxígeno y nutrientes
esenciales a los tejidos y retirando anhídrido carbónico y otros productos de desecho.
Desarrollo de las células sanguíneas
Las células tallo se dividen y siguen diferentes vías de crecimiento, transformándose en distintos tipos de células sanguíneas y plaquetas. En este diagrama
se omiten varias formas intermedias.
Componentes líquidos
Más de la mitad de la sangre está formada por un líquido (plasma), compuesto principalmente
por agua que contiene sales disueltas y proteínas. La proteína que más abunda en el plasma es
la albúmina. Otras proteínas son anticuerpos (inmunoglobulinas) y factores que intervienen en
la coagulación. El plasma contiene también hormonas, electrólitos, grasas, azúcares, minerales
y vitaminas.
El plasma no sólo transporta células sanguíneas sino que además constituye una reserva de
agua para el cuerpo, impidiendo el colapso y la alteración de los vasos sanguíneos y ayudando
a mantener la presión arterial y la circulación en todo el organismo.
Otra función, incluso más importante, es la de proteger al organismo de las sustancias extrañas
como virus, bacterias, hongos y células cancerosas. Esta función es realizada por los
anticuerpos que se encuentran en el plasma, mientras que las proteínas de la coagulación
controlan el sangrado. También el plasma refresca y calienta el cuerpo según sus necesidades,
además de transportar las hormonas y regular sus efectos.
Componentes celulares
Los componentes celulares de la sangre son los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las
plaquetas, que se encuentran suspendidos en el plasma.
Los glóbulos rojos (eritrocitos) son los más numerosos de los tres componentes celulares y
normalmente componen casi la mitad del volumen sanguíneo. Estas células están llenas de
hemoglobina, lo que les permite transportar oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos de
todo el cuerpo.
Así, las células consumen el oxígeno que les proporciona energía y liberan el anhídrido
carbónico como un producto de desecho que los glóbulos rojos retiran de los tejidos y llevan
hasta los pulmones.
La cantidad de glóbulos blancos (leucocitos) es menor, con una proporción de
aproximadamente un glóbulo blanco por cada 660 glóbulos rojos. Existen cinco tipos
principales de glóbulos blancos que funcionan de forma conjunta, constituyendo los
principales mecanismos de defensa del organismo contra las infecciones, incluida la
producción de anticuerpos.
Los neutrófilos, también llamados granulocitos porque contienen gránulos con enzimas,
forman el tipo de glóbulos blancos más numeroso. Ayudan a proteger al cuerpo de las
infecciones bacterianas y fúngicas y fagocitan partículas extrañas. Se dividen en dos tipos:
neutrófilos en banda o cayados (inmaduros) y neutrófilos segmentados (maduros).
Los linfocitos se dividen en dos grupos principales: los linfocitos T, que permiten al
organismo defenderse contra las infecciones víricas, pero que también pueden detectar y
destruir algunas células cancerosas, y los linfocitos B, que se transforman en células
plasmáticas que producen anticuerpos.
Los monocitos ingieren las células muertas o dañadas y eliminan agentes infecciosos,
proporcionando así las defensas inmunológicas necesarias al organismo.
Los eosinófilos se encargan de matar algunos parásitos y de destruir algunas células
cancerosas y también participan en ciertas respuestas alérgicas, al igual que los basófilos.
Las plaquetas (trombocitos), partículas parecidas a las células (no son realmente células), son
más pequeñas que los glóbulos rojos o blancos y forman parte de los mecanismos necesarios
para detener una hemorragia a nivel de un punto sangrante donde se acumulan y se activan.
Una vez activadas, se vuelven pegajosas y se agrupan para formar un tapón que ayuda a
obturar dicho punto y a detener el sangrado. Al mismo tiempo, liberan sustancias que
favorecen la coagulación.
Los glóbulos blancos no circulan libremente en el flujo sanguíneo, como los glóbulos rojos.
Muchos de ellos se adhieren a las paredes de los vasos sanguíneos o incluso las atraviesan
para entrar en otros tejidos. Cuando los glóbulos blancos alcanzan el sitio de una infección,
por ejemplo, liberan sustancias que atraen más glóbulos blancos. Las células blancas
funcionan como un ejército; están dispersas en todo el organismo pero preparadas para la
orden inmediata de agruparse y expulsar cualquier organismo invasor.
Los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas se originan en la médula ósea. Pero
aun siendo glóbulos blancos, los linfocitos se producen también en los ganglios linfáticos, en
el bazo y en el timo, pequeña glándula que se encuentra cerca del corazón que funciona
solamente en niños y adultos jóvenes y donde se originan y maduran los llamados linfocitos T.
Dentro de la médula ósea, todas las células sanguíneas se originan a partir de un solo tipo de
célula llamada célula madre. Esta célula madre se divide en células inmaduras que van
dividiéndose a su vez y van madurando hasta llegar a los tres tipos presentes en la sangre.
La velocidad de la producción de las células sanguíneas es controlada según las necesidades
del cuerpo. Cuando el volumen de oxígeno de los tejidos corporales o el número de glóbulos
rojos disminuye, los riñones producen y liberan la eritropoyetina, una hormona que estimula a
la médula ósea para producir más glóbulos rojos. En caso de infecciones, la médula ósea
produce y libera más glóbulos blancos mientras que, ante una hemorragia, produce más
plaquetas.
Análisis de sangre
Los médicos emplean diferentes análisis de sangre para diagnosticar y controlar las
enfermedades. Algunos de esos análisis determinan los componentes y la función de la propia
sangre; otros determinan sustancias que se hallan disueltas en la sangre para saber cómo están
funcionando otros órganos.
El análisis de sangre que más frecuentemente se realiza es el recuento completo de los
glóbulos, o sea una evaluación básica de los distintos componentes celulares de la sangre.
Extracción de una muestra de médula ósea
Las muestras de la médula ósea generalmente se obtienen del hueso de la cadera (cresta ilíaca). La persona se recuesta de lado, dando la espalda al
médico y flexionando la rodilla de la pierna que está encima de la otra. Tras anestesiar la piel y el tejido que se encuentra sobre el hueso, el médico inserta la
aguja en el hueso y absorbe la médula.
Las máquinas automatizadas realizan este análisis con una pequeña gota de sangre en menos
de un minuto. Además de determinar el número de células sanguíneas y de plaquetas, el
porcentaje de cada tipo de glóbulos blancos y la cantidad de hemoglobina, el recuento
completo de las células sanguíneas habitualmente evalúa el tamaño y la forma de los glóbulos
rojos.
Los glóbulos rojos anormales pueden fragmentarse o adoptar forma de lágrima, de media luna
o de aguja. El conocimiento de una forma o de un tamaño anormal y específico puede ayudar
al médico a diagnosticar una enfermedad.
Por ejemplo, las células con forma de hoz son características de la drepanocitosis, los glóbulos
rojos pequeños pueden señalar una fase precoz de una falta de hierro y los glóbulos rojos
ovalados y grandes sugieren un déficit de ácido fólico o de vitamina B12 (anemia perniciosa).
Otros análisis ofrecen información adicional sobre las células sanguíneas. El recuento de
reticulocitos es el número de glóbulos rojos (reticulocitos) recién formados (jóvenes) en un
determinado volumen de sangre.
Los reticulocitos normalmente constituyen el uno por ciento del total de los glóbulos rojos.
Cuando el cuerpo necesita más glóbulos rojos, como sucede en la anemia, la médula ósea
responde normalmente produciendo más reticulocitos. Así, el recuento de reticulocitos es una
medida de la función de la médula ósea. Los exámenes para determinar la fragilidad de los
glóbulos rojos y las características de su membrana también ayudan al médico a evaluar las
causas de una anemia.
Los glóbulos blancos pueden contabilizarse en su número total (recuento de glóbulos blancos).
Cuando se necesita información más detallada, el médico solicita el recuento de los tipos
específicos de los glóbulos blancos (recuento diferencial de los glóbulos blancos). Las
plaquetas también pueden contarse de forma separada.
Uno de los análisis más frecuentes que se hace en el plasma es el análisis de electrólitos. Los
electrólitos son el sodio, cloruro, potasio y bicarbonato, así como sustancias cuantificadas con
menor frecuencia, como el calcio, el magnesio y el fosfato. Otros exámenes cuantifican las
proteínas (habitualmente albúmina), el azúcar (glucosa) y los productos tóxicos que los
riñones suelen eliminar (creatinina y nitrógeno ureico sanguíneo).
La mayoría de los otros exámenes de la sangre contribuye a controlar la función de otros
órganos, ya que la sangre transporta muchísimas sustancias esenciales para el funcionamiento
del organismo. Además, el análisis de sangre es relativamente fácil.
Por ejemplo, la función tiroidea puede ser evaluada con mayor facilidad midiendo el valor de
las hormonas tiroideas en la sangre que examinando directamente una muestra de tiroides. De
la misma manera, cuantificar en la sangre las enzimas y las proteínas del hígado es más fácil
que examinar una muestra de este último.
A veces debe examinarse una muestra de la médula ósea para determinar por qué las células
de la sangre son anormales. El médico puede tomar dos tipos diferentes de muestras de la
médula ósea: una aspiración y una biopsia.
Punción esternal
Habitualmente ambas pruebas se realizan en el hueso de la cadera (cresta ilíaca), aunque las
aspiraciones a veces se realizan en un hueso del tórax (esternón). En los niños pequeños, se
realizan en un hueso de la espalda (vértebra) o de la pierna (tibia).
Las dos muestras suelen extraerse simultáneamente, tras anestesiar la piel y el tejido que
cubren el hueso.
Para la extracción, el médico aspira con la jeringa una cantidad pequeña de la médula ósea
blanda que se coloca en un portaobjetos para su examen al microscopio. Con la muestra
pueden realizarse exámenes especiales, como cultivos para bacterias, hongos o virus y análisis
de cromosomas. Aunque la aspiración a menudo proporciona suficiente información para
hacer un diagnóstico, el proceso de aspirar la médula con la jeringa rompe y desordena la
frágil médula ósea. En consecuencia, es bastante difícil determinar la disposición original de
las células.
Cuando es importante determinar la relación anatómica exacta entre los distintos tipos de
células, así como la estructura de los tejidos evaluados, se realiza también una biopsia nuclear.
Se extrae un pequeño fragmento de médula ósea intacta gracias a un dispositivo dentro de una
aguja especial. El fragmento se corta en láminas delgadas que se colocan en un portaobjetos
para examinarlas al microscopio.
El hecho de extraer un fragmento de médula ósea generalmente sólo ocasiona un dolor ligero,
seguido por un malestar mínimo. El procedimiento requiere sólo algunos minutos.
CAPITULO 153
Transfusión de sangre
Una persona que necesita una gran cantidad de sangre con urgencia (alguien que está
sangrando mucho, por ejemplo) puede recibir sangre completa para facilitar la recuperación de
la circulación y del volumen de la sangre. Puede también administrarse sangre completa
cuando el componente sanguíneo que se necesita no se encuentra disponible de forma
separada.
Tipos de sangre compatibles
No es frecuente que se realice una transfusión de células blancas para tratar infecciones letales
en personas cuyo recuento de glóbulos blancos es muy bajo o cuyos glóbulos blancos
funcionan de forma anormal. En estos casos, habitualmente se recetan antibióticos.
Ocasionalmente, se administran anticuerpos (inmunoglobulinas), componentes de la sangre
que protegen al organismo de algunas enfermedades, para crear inmunidad en personas que
han sido expuestas a una enfermedad infecciosa como varicela o hepatitis o en aquellas que
presentan una baja cantidad de anticuerpos.
En una transfusión tradicional, una persona dona sangre completa y otra persona la recibe. Sin
embargo, este concepto está ampliándose. Según el caso, una persona puede recibir un solo
componente sanguíneo, por ejemplo las células o los factores de coagulación. La transfusión
sólo de componentes seleccionados hace que el tratamiento sea específico, reduce los riesgos
de los efectos colaterales y permite usar los diferentes componentes de una sola unidad de
sangre para tratar de manera eficaz a varias personas. En otros casos, una persona puede
recibir su propia sangre completa (transfusión autóloga).
Aféresis
Transfusión autóloga
Los familiares o amigos pueden donar sangre específicamente unos para otros, siempre y
cuando el grupo sanguíneo y el Rh del receptor y del donante sean compatibles. Para algunos
receptores, saber quién donó la sangre hace que se sientan mejor, si bien una donación de un
familiar o amigo no es necesariamente más segura que la que procede de un desconocido. La
sangre de un familiar se trata con radiación para prevenir la enfermedad del injerto contra el
receptor, que, aunque poco frecuente, ocurre más a menudo cuando el receptor y el donante
están emparentados.
Precauciones y reacciones
Para minimizar los riesgos de una reacción durante la transfusión, los responsables sanitarios
toman varias precauciones. Después de comprobar dos veces que la sangre que van a utilizar
es compatible con la del receptor, la suministran lentamente, por lo general durante dos horas
o más para cada unidad de sangre. Debido a que la mayoría de las reacciones adversas se
produce durante los primeros 15 minutos de la transfusión, al principio, el receptor es
observado cuidadosamente. Después de esto, una enfermera puede inspeccionar al receptor
cada 30 o 45 minutos y, si se presenta una reacción adversa, se detiene la transfusión.
La mayoría de las transfusiones son seguras y alcanzan su objetivo; sin embargo, de vez en
cuando se producen reacciones leves y muy rara vez reacciones graves e incluso fatales. Las
reacciones más frecuentes son fiebre y alergias (hipersensibilidad), que ocurre en el uno al dos
por ciento de las transfusiones. Los síntomas incluyen picazón, erupciones, inflamación,
vértigo, fiebre y dolor de cabeza. Con menos frecuencia aparecen dificultades respiratorias,
jadeos y espasmos musculares. No es frecuente que una reacción alérgica sea lo
suficientemente grave como para ser peligrosa. Existen tratamientos que permiten practicar
transfusiones a personas que previamente padecían reacciones alérgicas.
A pesar de haber comprobado cuidadosamente la compatibilidad de la sangre, aún existen
incompatibilidades que ocasionan la destrucción de los glóbulos rojos que se han suministrado
poco después de la transfusión (reacción hemolítica). Habitualmente, esta reacción comienza
con una sensación de incomodidad general o de ansiedad durante la transfusión o
inmediatamente después de la misma. A veces se originan dificultades respiratorias, presión
torácica, enrojecimiento y dolor agudo de espalda. Muy raramente, las reacciones se tornan
más graves o mortales. El médico puede averiguar si una reacción hemolítica está destruyendo
los glóbulos rojos comprobando si la hemoglobina liberada por estas células está presente en
la sangre y la orina del paciente.
Los receptores de transfusiones pueden sufrir una sobrecarga de líquido. Los que padecen
enfermedades cardíacas son muy vulnerables, por lo que las transfusiones se realizan más
lentamente y bajo un control más estricto.
La enfermedad del injerto contra el receptor es una complicación inusual que afecta a las
personas cuyo sistema inmune se encuentra dañado principalmente por drogas o
enfermedades. En esta enfermedad, los tejidos del receptor (huésped) son atacados por los
glóbulos blancos del donante (injerto). Los síntomas incluyen fiebre, presión arterial baja,
erupciones, destrucción de tejido y shock.
CAPITULO 154
Anemias
Las anemias son enfermedades en las que los glóbulos rojos o la hemoglobina (la proteína que
transporta oxígeno) presentan valores inferiores a los normales.
Hematócrito
En un volumen determinado de sangre, el volumen total de glóbulos rojos es conocido como hematócrito. Cuando hay anemia el hematócrito se encuentra
disminuido a causa de la falta de glóbulos rojos.
Los glóbulos rojos contienen la hemoglobina, que les permite transportar oxígeno desde los
pulmones hasta las distintas partes del cuerpo. Como en la anemia se reduce el número de los
glóbulos rojos o la cantidad de hemoglobina presente en ellos, la sangre no puede transportar
una adecuada cantidad de oxígeno. Los síntomas, causados por la falta de oxigenación, son
variados.
Por ejemplo, la anemia puede causar fatiga, así como debilidad, incapacidad para realizar
ejercicio y dolores de cabeza leves. Si la anemia es muy grave, puede aparecer un ataque o un
paro cardíaco.
Los análisis simples de sangre pueden detectar la anemia. Es posible determinar el porcentaje
de glóbulos rojos en el volumen total de la sangre (hematócrito) y la cantidad de hemoglobina
presente en una muestra de sangre. Estos análisis forman parte de un recuento completo de las
células sanguíneas.
La anemia puede ser causada por una hemorragia, una escasa producción de glóbulos rojos o
su excesiva destrucción (hemólisis).
Hemorragia
Tratamiento
Se necesitan muchos nutrientes para producir los glóbulos rojos. Los más importantes son el
hierro, la vitamina B12 y el ácido fólico, pero el organismo necesita también cantidades
mínimas de vitamina C, riboflavina y cobre, así como un equilibrio apropiado de hormonas,
sobre todo la eritropoyetina (hormona que estimula la producción de glóbulos rojos). Sin estos
nutrientes y hormonas, la producción de los glóbulos rojos es lenta e inadecuada y las células
pueden deformarse y resultar incapaces de transportar el oxígeno adecuadamente. Las
enfermedades crónicas también pueden ocasionar una diminución en la producción de los
glóbulos rojos.
El organismo recicla el hierro: cuando los glóbulos rojos mueren, el hierro presente en ellos
vuelve a la médula ósea para ser reutilizado en la formación nuevos glóbulos rojos. El cuerpo
pierde importantes cantidades de hierro cuando se pierden grandes cantidades de glóbulos
rojos durante una hemorragia. El déficit de hierro es una de las causas más frecuentes de
anemia. En los adultos, este déficit se debe esencialmente a la hemorragia, mientras que en los
bebés y niños, que necesitan más hierro por estar en edad de crecimiento, la causa principal de
este déficit es una dieta pobre en hierro. En las mujeres durante la posmenopausia y en los
varones, el déficit de hierro indica habitualmente una pérdida de sangre por el aparato
gastrointestinal. El sangrado menstrual puede causar déficit de hierro en mujeres durante el
período premenopáusico.
Habitualmente el hierro contenido en una dieta normal no puede compensar la pérdida del
mismo por un sangrado crónico, ya que el cuerpo tiene una reserva muy pequeña de hierro.
Por consiguiente, el hierro perdido debe reemplazarse con suplementos.
Las mujeres embarazadas toman suplementos de hierro debido a que el feto en desarrollo
consume grandes cantidades de este elemento.
En los países desarrollados, la dieta promedio
contiene aproximadamente 6 miligramos de
hierro por cada 1000 calorías de alimento, por lo
que la persona consume un promedio de 10 a 12
miligramos de hierro por día. Muchos alimentos
contienen hierro, pero la carne es su mejor
fuente. Las fibras vegetales, los fosfatos, el
salvado y los antiácidos disminuyen la absorción
del hierro al unirse a éste. La vitamina C (ácido
ascórbico) puede aumentar la absorción del
hierro. El cuerpo absorbe de 1 a 2 miligramos de
hierro diariamente por medio de los alimentos,
que es prácticamente igual a la cantidad que el
cuerpo pierde normalmente cada día.
Síntomas
Para diagnosticar una anemia se realizan análisis de sangre y también unas pruebas para
detectar el déficit de hierro. En la sangre, se determinan los valores de hierro y de la
transferrina (proteína que transporta el hierro cuando no se encuentra en los glóbulos rojos) y
se comparan entre sí. Si menos del 10 por ciento de la transferrina se encuentra saturado con
hierro, es probable que exista un déficit de hierro.
Sin embargo, el análisis más sensible para detectar el déficit de éste es la evaluación de la
cantidad de ferritina (proteína que almacena el hierro). Un valor bajo de la ferritina indica un
déficit de hierro; sin embargo, a veces se detecta un déficit de hierro a pesar de que los valores
de ferritina sean normales, porque éstos pueden aumentar artificialmente debido a una lesión
del hígado, una inflamación, una infección o un cáncer.
En ciertos casos, se necesitan análisis más sofisticados para llegar al diagnóstico. El análisis
más específico es un examen de las células de la médula ósea en el cual se examina al
microscopio una muestra de estas células para determinar su contenido en hierro.
Tratamiento
Siendo el sangrado excesivo la causa más frecuente del déficit de hierro, el primer paso es
localizar su origen y detener la hemorragia. Los medicamentos o la cirugía pueden ser
necesarios para controlar el sangrado menstrual excesivo, para tratar una úlcera sangrante,
para resecar un pólipo del colon o para tratar una hemorragia renal.
Habitualmente, el tratamiento incluye el reemplazo del hierro perdido. La mayoría de los
comprimidos de hierro contiene sulfato ferroso, gluconato férrico o un polisacárido. Tales
comprimidos se absorben mejor cuando se ingieren 30 minutos antes de las comidas.
En general, un comprimido de hierro al día es suficiente, pero a veces se requieren dos. Siendo
limitada la capacidad del intestino para absorber hierro, es un desperdicio dar mayores dosis y
además puede causar indigestión y estreñimiento. El hierro casi siempre oscurece las heces
(un efecto secundario normal y no perjudicial).
La corrección de la anemia por déficit de hierro con suplementos de este metal tarda entre 3 y
6 semanas, incluso después de que la hemorragia haya cesado. Una vez que se ha corregido la
anemia, el sujeto debe seguir tomando suplementos de hierro durante 6 meses para reponer las
reservas del cuerpo. Se realizan análisis de sangre de forma periódica para asegurarse de que
el suplemento de hierro ingerido es suficiente y que la pérdida de sangre se ha detenido.
El hierro por vía inyectable se emplea poco y se usa en las personas que no toleran los
comprimidos o y en las que siguen sangrando mucho. Independientemente de la forma de
administración del hierro, ya sea en comprimidos o inyecciones, el tiempo para recuperarse de
la anemia es el mismo.
Deficiencias vitamínicas
Además del hierro, la médula ósea necesita tanta vitamina B12 como ácido fólico para
producir los glóbulos rojos. Si falta alguno de los dos, puede originarse una anemia
megaloblástica. En este tipo de anemia, la médula ósea produce glóbulos rojos grandes y
anormales (megaloblastos). Los glóbulos blancos y las plaquetas también son anormales.
La anemia megaloblástica se debe generalmente a una falta de la vitamina B12 o ácido fólico
en la dieta o a la imposibilidad de absorberla. Pero existen unos fármacos utilizados para tratar
el cáncer, como el metotrexato, la hidroxiurea, el fluorouracilo y la citarabina, que también
pueden producirla.
Diagnóstico
Tratamiento
La anemia por deficiencia de ácido fólico (folato) es una anemia megaloblástica causada por
una defectuosa absorción de dicho ácido.
El ácido fólico es una vitamina que se encuentra en verduras crudas, fruta fresca y carnes,
pero la cocción habitualmente lo destruye. Como el organismo almacena sólo una pequeña
cantidad en el hígado, una dieta sin ácido fólico ocasiona una deficiencia en pocos meses.
El déficit de ácido fólico es más frecuente en el mundo occidental que el déficit de vitamina
B12 porque no se comen suficientes verduras crudas. La gente que padece enfermedades del
intestino delgado, sobre todo la enfermedad de Crohn y esprue, puede padecer dificultades
para absorber el ácido fólico. Ciertos fármacos como los antiepilépticos y los anticonceptivos
orales también disminuyen la absorción de esta vitamina. Con menos frecuencia, las mujeres
embarazadas o en período de lactancia, así como las personas tratadas con hemodiálisis
debido a una enfermedad renal, padecen esta deficiencia porque sus necesidades de ácido
fólico son altas. Debido a que el alcohol dificulta la absorción y el metabolismo del ácido
fólico, quienes ingieren mucho alcohol también padecen este déficit.
Las personas con deficiencia de ácido fólico padecen anemia. A diferencia de los adultos, los
niños pueden padecer anomalías neurológicas. Así mismo, este déficit en una mujer
embarazada puede causar defectos en la médula espinal o malformaciones en el feto.
Cuando se detectan megaloblastos (glóbulos rojos grandes) en un paciente con anemia, se
miden los valores de ácido fólico en una muestra de sangre. Si se diagnostica deficiencia de
ácido fólico, el tratamiento habitualmente consiste en tomar un comprimido de esta vitamina
cada día. Las personas que tienen dificultades para absorber el ácido fólico deben tomar
suplementos del mismo durante toda la vida.
La anemia por deficiencia de vitamina C es un tipo de anemia poco frecuente cuya causa es
una carencia grave y muy prolongada de vitamina C.
En este tipo de anemia, la médula ósea produce glóbulos rojos pequeños. Esta deficiencia se
diagnostica midiendo los valores de vitamina C en los glóbulos blancos. Un comprimido de
vitamina C al día corrige el déficit y cura la anemia.
Enfermedad crónica
Una enfermedad crónica frecuentemente causa anemia, sobre todo en las personas de edad.
Enfermedades como infecciones, inflamación y cáncer impiden la producción de glóbulos
rojos en la médula ósea. Debido a que el hierro almacenado en la médula no puede ser
utilizado por los glóbulos rojos en crecimiento, este tipo de anemia, suele recibir el nombre de
anemia de reutilización de hierro.
En todas las personas, las infecciones, incluso las triviales, y las enfermedades inflamatorias
como la artritis y la tendinitis, inhiben la producción de glóbulos rojos en la médula ósea, lo
que disminuye el número de glóbulos rojos en la sangre. Sin embargo, estas enfermedades no
causan anemia a menos que sean graves o prolongadas (crónicas).
Cuanto más grave es la enfermedad, más intensa será la anemia resultante, si bien la causada
por una enfermedad crónica no suele ser muy grave. El hematócrito (porcentaje de glóbulos
rojos en la sangre) casi nunca es menor al 25 por ciento (el normal es del 45 al 52 por ciento
en los varones y del 37 al 48 por ciento en las mujeres) y el valor de hemoglobina (proteína
que transporta oxígeno en los glóbulos rojos) rara vez es menor a 8 gramos por decilitro de
sangre (el valor normal es de 13 a 18 gramos por decilitro).
Como este tipo de anemia se desarrolla lentamente y en general es leve, habitualmente no
produce ningún síntoma. Cuando aparecen los síntomas, por lo general se deben a la
enfermedad que origina la anemia y no a la anemia en sí misma. Los análisis de laboratorio
pueden indicar que la enfermedad crónica es la causa de la anemia, pero no pueden confirmar
el diagnóstico. Por consiguiente, los médicos primero tratan de excluir otras causas de la
anemia, como una hemorragia o un déficit de hierro.
Debido a que no existe ningún tratamiento específico para este tipo de anemia, los médicos
tratan la enfermedad que la causa. La ingestión adicional de hierro o de vitaminas no es de
utilidad alguna. En los pocos casos en que la anemia se torna grave, las transfusiones o la
eritropoyetina (hormona que estimula la médula ósea para que produzca glóbulos rojos)
pueden resultar útiles.
Los glóbulos rojos tienen una vida media de aproximadamente 120 días. Cuando envejecen, la
médula ósea, el bazo y el hígado se encargan de disminuirlos. Si una enfermedad destruye los
glóbulos rojos prematuramente (hemólisis), la médula ósea intenta compensar esta pérdida
produciendo otros nuevos glóbulos rojos rápidamente (hasta 10 veces más que la proporción
normal). Cuando la destrucción de los glóbulos rojos excede su producción, se produce una
anemia hemolítica. Esta anemia no es tan frecuente como las anemias causadas por la pérdida
de sangre o por la disminución de la producción de glóbulos rojos.
La destrucción de los glóbulos rojos aumenta cuando aparecen ciertos factores. El bazo puede
agrandarse (esplenomegalia), algún obstáculo en el flujo sanguíneo puede romper las células y
ciertos anticuerpos pueden combinarse con los glóbulos rojos y hacer que el sistema inmune
los destruya a causa de una reacción autoinmune. A veces los glóbulos rojos son destruidos
por presentar anomalías en su forma, superficie, función o en el tipo de hemoglobina que
contienen. La destrucción de los glóbulos rojos puede tener lugar en trastornos como el lupus
eritematoso sistémico y en ciertos cánceres, particularmente los linfomas. Varios fármacos
como la metildopa, la dapsona y la sulfamidas también pueden destruir los glóbulos rojos.
Los síntomas de anemia hemolítica son similares a los de otras anemias. A veces la hemólisis
es súbita y grave y ocasiona una crisis hemolítica que se manifiesta con escalofríos, fiebre,
dolor de espalda y estómago, dolores leves de cabeza y un marcado descenso de la presión de
la sangre. La ictericia y la orina oscura pueden producirse porque el contenido de los glóbulos
rojos dañados se vierte a la sangre. El bazo se agranda puesto que es el encargado de eliminar
los glóbulos rojos dañados; en ocasiones, esto produce dolor abdominal. La hemólisis
prolongada puede producir cálculos biliares pigmentados, un tipo poco frecuente de cálculo
biliar compuesto por los elementos oscuros de los glóbulos rojos.
Bazo agrandado
Muchos trastornos pueden producir el suele desarrollarse del bazo. Cuando este órgano se
agranda, tiende a atrapar y a destruir los glóbulos rojos, creando un círculo vicioso: cuantas
más células atrapa el bazo, más crece y cuanto más crece, más células atrapa.
La anemia causada por un bazo agrandado suele desarrollarse lentamente y los síntomas
tienden a ser leves. A menudo, el bazo agrandado también produce una disminución del
número de plaquetas y de glóbulos blancos presentes en el flujo sanguíneo.
El tratamiento habitualmente apunta al trastorno que ha causado el agrandamiento del bazo.
Sólo en casos excepcionales la anemia se torna tan grave que se requiere la extirpación
quirúrgica del bazo (esplenectomía).
Normalmente, los glóbulos rojos son transportados sin sufrir alteraciones a través de los vasos
sanguíneos. Sin embargo, pueden ser dañados mecánicamente por anomalías en esos vasos,
como las aneurismas (bolsas formadas en la pared de los vasos sanguíneos debilitados), una
válvula artificial del corazón o bien por una presión arterial sumamente elevada. Dichas
anomalías pueden romper los glóbulos rojos normales ocasionando el vertido de su contenido
a la sangre. Los riñones filtrarán estas sustancias para eliminarlas de la sangre, pero también
pueden resultar dañados.
Cuando existe una importante cantidad de glóbulos rojos dañados, se produce la llamada
anemia hemolítica microangiopática. Este trastorno se diagnostica cuando en una muestra de
la sangre se observan al microscopio fragmentos de los glóbulos rojos dañados. Entonces debe
identificarse la causa de la lesión y, en la medida de lo posible, corregirla.
Reacciones autoinmunes
A veces el funcionamiento defectuoso del sistema inmune destruye las células propias porque
las identifica de forma errónea como cuerpos extraños (reacción autoinmune). Cuando una
reacción au-toinmune se dirige contra los glóbulos rojos, el resultado es la anemia hemolítica
autoinmune (anemia inmunomediada). La anemia hemolítica autoinmune tiene muchos
orígenes, pero la mayoría de las veces la causa es desconocida (idiopática).
La anemia hemolítica autoinmune se diagnostica cuando los análisis del laboratorio
identifican anticuerpos (autoanticuerpos) en la sangre, que se unen a los glóbulos rojos del
organismo y reaccionan contra ellos.
Existen dos tipos principales de anemias hemolíticas autoinmunes: la anemia hemolítica por
anticuerpos calientes, que es el tipo más frecuente, y la anemia hemolítica por anticuerpos
fríos.
La anemia hemolítica por anticuerpos fríos es una enfermedad en la que el cuerpo crea
autoanticuerpos que reaccionan contra los glóbulos rojos a temperatura ambiente o fría.
Este tipo de anemia puede ser aguda o crónica. La forma aguda a menudo ocurre en personas
que padecen infecciones agudas, especialmente ciertas neumonías o mononucleosis
infecciosa. No dura mucho tiempo, es relativamente leve y desaparece sin tratamiento. La
forma crónica es muy frecuente en las mujeres, particularmente en las mayores de 40 años que
padecen artritis u otras enfermedades reumáticas.
Si bien la forma crónica persiste generalmente durante toda la vida, la anemia suele ser leve y
produce pocos síntomas o ninguno. Pero la exposición al frío incrementa la destrucción de los
glóbulos rojos y puede empeorar los dolores en las articulaciones y ocasionar síntomas como
fatiga y una coloración azulada de los brazos y de las manos. Las personas que presentan este
trastorno y viven en climas fríos tienen sustancialmente más síntomas que quienes viven en
climas calurosos.
La anemia hemolítica por anticuerpos fríos se diagnostica mediante análisis que detectan
anticuerpos en la superficie de los glóbulos rojos que son más activos a temperaturas
inferiores a la del cuerpo. No existe ningún tratamiento específico, así que el objetivo final es
aliviar los síntomas. La forma aguda, asociada a las infecciones, mejora sin tratamiento y rara
vez causa síntomas graves. La forma crónica puede prevenirse evitando la exposición al frío.
La destrucción de los glóbulos rojos puede deberse a que tengan formas anormales,
membranas débiles que se rompan fácilmente o a que les falten las enzimas necesarias para su
buen funcionamiento y para la flexibilidad que les permita circular por los vasos sanguíneos
más estrechos. Tales anomalías en los glóbulos rojos ocurren en determinados trastornos
hereditarios.
La esferocitosis hereditaria es un trastorno hereditario en el que los glóbulos rojos que se
presentan normalmente en forma de disco se vuelven esféricos.
Los glóbulos rojos que presentan malformaciones y son rígidos quedan atrapados en el bazo,
donde se destruyen, produciendo anemia y agrandamiento de dicho órgano. La anemia es
habitualmente leve pero puede ser más intensa si existe una infección. Cuando el trastorno es
grave pueden aparecer ictericia y anemia, el hígado puede agrandarse y se forman cálculos
biliares. En los adultos jóvenes, este trastorno puede confundirse con hepatitis. Pueden
presentarse anomalías óseas, como cráneo en forma de torre y más de cinco dedos en las
manos y en los pies.
Habitualmente no se necesita tratamiento, pero la anemia intensa puede requerir la extirpación
del bazo. Este procedimiento no corrige la forma de los glóbulos rojos, pero reduce el número
de los que se destruyen y así se corrige la anemia.
La eliptocitosis hereditaria es un trastorno poco frecuente por el que los glóbulos rojos
adoptan la forma de un óvalo o de una elipse, en lugar de la de un disco.
Este trastorno a veces ocasiona una anemia leve pero no requiere ningún tratamiento. Extirpar
el bazo puede ser de cierta utilidad en caso de anemia intensa.
El déficit de G6PD es un trastorno por el cual la membrana de los glóbulos rojos no contiene
la enzima G6PD (glucosa-6-fosfatodeshidrogenasa).
La enzima G6PD contribuye a procesar la glucosa, un azúcar simple que es la principal fuente
de energía para los glóbulos rojos y produce glutatión, el cual evita la rotura de los mismos.
Este trastorno, hereditario por lo general, se presenta en los varones. Afecta al 10 por ciento de
la población masculina negra y a un porcentaje más pequeño de la población oriunda del área
mediterránea. Algunas personas que padecen déficit de G6PD nunca desarrollan anemia. La
fiebre, las infecciones víricas o bacterianas, las crisis diabéticas y ciertas sustancias como la
aspirina, la vitamina K y las habas (frijoles) pueden inducir la destrucción de los glóbulos
rojos, provocando anemia. La prevención consiste en evitar las situaciones o sustancias que
producen anemia, pero ningún tratamiento puede curar la deficiencia de G6PD.
Anomalías de la hemoglobina
Las anomalías hereditarias de la hemoglobina pueden causar anemia. Los glóbulos rojos que
contienen hemoglobina anormal pueden deformarse o perder la capacidad para suministrar
una cantidad adecuada de oxígeno a los tejidos.
Drepanocitosis
La drepanocitosis es una enfermedad hereditaria caracterizada por glóbulos rojos con forma
de hoz y anemia hemolítica crónica.
Formas de los glóbulos rojos
Los glóbulos rojos normales son flexibles, con forma de disco, y más gruesos en el borde que en el centro. En varios trastornos hereditarios, los glóbulos
rojos se tornan esféricos (esferocitosis hereditaria), ovales (eliptocitosis hereditaria) o con forma de hoz (drepanocitosis).
La drepanocitosis afecta casi exclusivamente a la población negra. En los Estados Unidos, por
ejemplo, aproximadamente el 10 por ciento de dicha población tiene un gen de drepanocitosis
(presentan un rasgo drepanocítico); estas personas no desarrollan la enfermedad.
Aproximadamente el 0,3 por ciento tiene dos genes y sí desarrolla la enfermedad.
En la drepanocitosis los glóbulos rojos presentan una forma anormal de hemoglobina
(proteína que transporta el oxígeno) que conlleva una reducción de la cantidad de oxígeno en
las células y que los deforma dándoles un aspecto de media luna o de hoz. Los glóbulos rojos
con forma de hoz obstruyen y dañan los vasos más pequeños que se encuentran en el bazo, los
riñones, el cerebro, los huesos y otros órganos, reduciendo el suministro de oxígeno a dichos
tejidos. Estas células deformadas, al ser frágiles, se rompen a medida que pasan por los vasos
sanguíneos, causando anemia grave, obstrucción del flujo sanguíneo, lesión en distintos
órganos y, a veces, la muerte.
Síntomas
Quienes padecen drepanocitosis siempre tienen algún grado de anemia y de ictericia leve, pero
pueden presentar otros síntomas. Sin embargo, cualquier factor que reduzca la cantidad de
oxígeno presente en la sangre (como por ejemplo el ejercicio activo, el alpinismo, los vuelos a
gran altitud sin suficiente oxígeno o una enfermedad), puede provocar una crisis de
drepanocitosis (un empeoramiento súbito de la anemia), dolor (a menudo en el abdomen o en
los huesos largos), fiebre y, a veces, falta de respiración. El dolor abdominal puede ser intenso
y la persona puede vomitar; los síntomas pueden parecerse a los que provocan la apendicitis o
un quiste ovárico.
En los niños, una forma frecuente de crisis de drepanocitosis es el síndrome torácico,
caracterizado por un dolor intenso en el pecho y ahogo. La causa exacta del síndrome torácico
aún se desconoce pero parece ser el resultado de una infección o de un bloqueo en un vaso
sanguíneo como consecuencia de un coágulo o de un émbolo de sangre (una parte de coágulo
que se ha desprendido y se ha alojado en un vaso sanguíneo).
La mayoría de las personas que padece drepanocitosis presenta un agrandamiento del bazo
durante la infancia. Alrededor de los 9 años, el bazo se encuentra tan lesionado que se encoge
y deja de funcionar. Como el bazo ayuda a luchar contra las infecciones, estas personas
susceptibles pueden desarrollar neumonía neumocócica y otras infecciones con mayor
facilidad. Las infecciones víricas tienden a reducir la producción de células sanguíneas, por lo
que la anemia empeora. El hígado se agranda progresivamente a lo largo de la vida y se
forman cálculos biliares a partir del pigmento de los glóbulos rojos dañados. El corazón
habitualmente se agranda y son frecuentes los soplos cardíacos.
Los niños que padecen de drepanocitosis suelen tener el torso relativamente corto pero en
cambio los brazos, las piernas, los dedos y los pies son largos. Las alteraciones en la médula
ósea y en los huesos pueden causar dolor de huesos, sobre todo en las manos y los pies. Los
episodios de dolores articulares y fiebre son habituales y la articulación de la cadera puede
sufrir tanto daño, que al final es necesario reemplazarla.
La falta de circulación en la piel puede causar lesiones en las piernas, sobre todo en los
tobillos. El daño del sistema nervioso puede provocar ataques cerebrales (accidentes
vasculares cerebrales). En personas de edad más avanzada, las funciones pulmonar y renal
pueden deteriorarse. Los varones jóvenes pueden padecer erecciones persistentes, a menudo
dolorosas (priapismo).
En raras ocasiones una persona con el rasgo drepanocítico puede presentar sangre en la orina
por una hemorragia en el riñón. Si el médico sabe que este sangrado está relacionado con un
rasgo drepanocítico, puede evitar una cirugía exploratoria innecesaria.
Diagnóstico
La anemia, el dolor de estómago y de los huesos, y las náuseas, suelen ser señales
suficientemente evidentes de una crisis de drepanocitosis cuando se produce en una persona
joven de etnia negra. En una muestra de sangre examinada al microscopio se pueden observar
los glóbulos rojos con forma de hoz y los fragmentos de glóbulos rojos destruidos.
La electroforesis, un análisis de sangre, puede detectar una hemoglobina anormal e indicar si
una persona presenta sólo el rasgo drepanocítico o bien la drepanocitosis misma. La
identificación del rasgo puede ser importante para la planificación familiar, puesto que
determina el riesgo de tener un hijo con drepanocitosis.
Tratamiento y prevención
Hemoglobinopatías C, S-C y E
Sólo quienes presentan dos genes para la hemoglobinopatía C desarrollan una anemia de
gravedad variable. Los que padecen esta enfermedad, en especial los niños, pueden presentar
episodios de dolor abdominal y de las articulaciones, bazo agrandado e ictericia leve, pero no
sufren crisis graves. En general, los síntomas son escasos.
La hemoglobinopatía S-C afecta a personas que tienen un gen de drepanocitosis y otro gen de
la hemoglobinopatía C. Es más frecuente que el síndrome de hemoglobina C y los síntomas
son similares a los de la drepanocitosis pero más leves.
La hemoglobinopatía E afecta principalmente a la población negra y a la del sudeste asiático;
no es frecuente en los chinos. Esta enfermedad produce anemia pero ninguno de los otros
síntomas que caracterizan a la drepanocitosis y a la hemoglobinopatía C.
Talasemias
Las talasemias son un grupo de trastornos hereditarios causados por la falta de equilibrio en la
producción de una de las cuatro cadenas de aminoácidos que componen la hemoglobina.
Las talasemias se clasifican de acuerdo con la cadena de aminoácidos afectada. Los dos tipos
principales son la talasemia alfa (en la que la cadena alfa resulta afectada) y la talasemia beta
(en la que la cadena beta es la afectada). Las talasemias se clasifican también según tenga la
persona un gen defectuoso (talasemia menor) o dos genes defectuosos (talasemia mayor). La
talasemia alfa es más frecuente en la población negra (el 25 por ciento es portador de al menos
un gen) y la talasemia beta, en las poblaciones del área mediterránea y del sudeste asiático.
Un gen de talasemia beta causa una anemia que oscila entre leve y moderada sin síntoma
alguno; dos genes ocasionan anemia grave y la presencia de síntomas. Aproximadamente el
10 por ciento de los que presentan al menos un gen de talasemia alfa también padecen anemia
leve.
Todas las clases de talasemia presentan síntomas similares, pero varían en el grado de
gravedad. La mayoría de los pacientes padecen anemia leve. En las variantes más graves,
como la talasemia beta mayor, pueden aparecer ictericia, úlceras cutáneas, cálculos biliares y
agrandamiento del bazo (que en ocasiones llega a ser enorme).
La actividad excesiva de la médula ósea puede causar el ensanchamiento y el agrandamiento
de algunos huesos, especialmente los de la cabeza y del rostro.
Los huesos largos tienden a debilitarse y fracturarse con gran facilidad. Los niños que padecen
talasemia pueden crecer con más lentitud y llegar a la pubertad más tarde de lo normal. Como
la absorción del hierro puede aumentar y se requieren transfusiones de sangre frecuentes (las
cuales suministran más hierro), es posible que se acumulen cantidades excesivas de hierro y se
depositen en la musculatura del corazón, causando insuficiencia cardíaca.
Las talasemias son más difíciles de diagnosticar que otros trastornos de la hemoglobina. El
análisis de una gota de sangre por electroforesis puede ser útil pero no concluyente, en
especial en el caso de talasemia alfa. Por lo tanto, el diagnóstico se basa habitualmente en
patrones hereditarios y en análisis especiales de hemoglobina. Por lo general, las personas que
padecen talasemia no requieren tratamiento alguno, pero aquellas con variantes graves pueden
requerir un trasplante de médula ósea. La terapia con genes se encuentra en fase de
investigación.
CAPITULO 155
Trastornos hemorrágicos
Los trastornos hemorrágicos, que se caracterizan por una tendencia a sangrar con facilidad,
pueden ser causados por alteraciones en los vasos sanguíneos o por anomalías presentes en la
sangre misma. Estas anomalías pueden encontrarse en los factores de la coagulación de la
sangre o en las plaquetas.
Por lo general, la sangre está contenida en los vasos (arterias, capilares y venas). Cuando el
sangrado (hemorragia) ocurre, la sangre sale de los vasos hacia dentro o fuera del cuerpo. El
organismo evita o controla el sangrado de distintas maneras.
La hemostasia es el conjunto de los mecanismos con que el cuerpo detiene la hemorragia de
los vasos lesionados. Comprende tres procesos principales: 1) la constricción de los vasos de
la sangre, 2) la actividad de las plaquetas (partículas similares a las células pero con una forma
irregular que participan en la coagulación) y 3) la actividad de los factores de la coagulación
de la sangre (proteínas disueltas en el plasma, que es la parte líquida de la sangre). Las
anomalías en estos procesos pueden ocasionar tanto un fuerte sangrado como una excesiva
coagulación, y ambas situaciones pueden ser peligrosas.
Las paredes de los vasos de la sangre constituyen la primera barrera para detener la pérdida de
sangre. Si se lesiona un vaso sanguíneo, éste se constriñe para que la sangre fluya de manera
más lenta y pueda iniciarse el proceso de coagulación. Simultáneamente, la acumulación de
sangre fuera de los vasos (hematoma) ejerce presión sobre el vaso, ayudando a evitar más
sangrado.
Coágulos de sangre: cómo se sellan las roturas de un vaso
Cuando una lesión rompe las paredes de un vaso sanguíneo, se activan las plaquetas: dejan de tener una forma circular y se convierten en espinosas, se
aglutinan en la pared del vaso roto y comienzan a sellar la herida. También tienen una interacción con otros componentes para formar fibrina. Las hebras de
fibrina forman una red que atrapa más plaquetas y células sanguíneas, formando un coágulo que sella la rotura.
Al romperse la pared del vaso sanguíneo, una serie de reacciones activan las plaquetas para
que puedan sellar la herida. El "pegamento'' que adhiere las plaquetas a las paredes del vaso se
denomina factor Von Willebrand, una proteína plasmática producida por las células de las
paredes de los vasos. El colágeno y otras proteínas, en especial la trombina, acuden al lugar de
la herida, favoreciendo que las plaquetas se adhieran entre sí. A medida que las plaquetas se
acumulan en el lugar, forman una red que sella la herida; dejan de tener forma circular y se
convierten en espinosas liberando proteínas y otros elementos químicos que atrapan más
plaquetas y proteínas de la coagulación en un tapón cada vez mayor.
La trombina convierte el fibrinógeno, factor soluble coagulante de la sangre, en largas hebras
de fibrina insoluble que parten en forma de rayos desde las plaquetas agrupadas y forman una
red que atrapa más plaquetas y células sanguíneas. Las hebras de fibrina hacen que aumente el
volumen del coágulo y ayudan a conservarlo en su lugar para mantener selladas las paredes
del vaso. En esta serie de reacciones participan al menos 10 factores de la coagulación de la
sangre.
Una anomalía en cualquier parte del proceso hemostático puede causar problemas. Si los
vasos de la sangre son frágiles, pueden lesionarse o bien no estrecharse. Si hay muy poca
cantidad de plaquetas, si éstas no funcionan normalmente o si uno de los factores de la
coagulación es anormal o está ausente, la coagulación no sigue su curso normal. Cuando la
coagulación es anormal, aun una herida leve de un vaso sanguíneo puede ocasionar una
pérdida de sangre importante.
Como la mayoría de los factores de la coagulación se origina en el hígado, la lesión grave de
éste puede causar una reducción de estos factores en la sangre. La vitamina K, presente en
legumbres de hoja verde, es necesaria para la producción de las formas más activas de
distintos factores de la coagulación. Por lo tanto, las carencias nutricionales o los
medicamentos que interfieren con la función normal de la vitamina K, como la warfarina,
pueden causar hemorragia. Una hemorragia anormal también puede producirse cuando la
coagulación excesiva consume gran cantidad de factores de la coagulación y plaquetas o bien
cuando una respuesta autoinmune (el sistema inmune del organismo funciona mal y ataca a
éste) bloquea la actividad de los factores de la coagulación.
Las reacciones que ocasionan la formación de un tapón de fibrina están en equilibrio con otras
reacciones que detienen el proceso de coagulación y disuelven los coágulos una vez que los
vasos de la sangre se han curado. Sin este sistema de control, las lesiones menores de los
vasos de la sangre podrían desencadenar una coagulación extensa en todo el organismo (algo
que en realidad sucede en ciertas enfermedades). Cuando la coagulación escapa de este
control, los pequeños vasos de la sangre que se encuentran en lugares críticos pueden
obstruirse.
La coagulación de los vasos del cerebro puede causar un accidente vascular cerebral (ictus). Si
esto sucede en el corazón, puede provocar ataques cardíacos y algunos fragmentos de los
coágulos de las venas de las piernas, de la pelvis o del abdomen pueden desprenderse y
desplazarse a través del flujo sanguíneo hacia los pulmones y obstruir las arterias principales
que se encuentran allí (embolia pulmonar).
Algunos tipos de fármacos pueden ayudar a las personas que padecen enfermedades que
conllevan un gran riesgo de desarrollar coágulos de sangre peligrosos. En la enfermedad grave
de las arterias coronarias, las pequeñas acumulaciones de plaquetas pueden obstruir una arteria
coronaria que ya se ha estrechado y cortar la circulación sanguínea del corazón ocasionando
un ataque cardíaco. Las pequeñas dosis de aspirina, así como de otros medicamentos, tienden
a reducir la adhesión de las plaquetas con el fin de que no se aglutinen y obstruyan las arterias.
Otro tipo de medicamento, un anticoagulante, reduce la tendencia de la sangre a coagularse al
inhibir la acción de los factores de la coagulación. Aunque se suelen denominar diluyentes de
la sangre, en realidad los anticoagulantes no la diluyen. Los anticoagulantes más utilizados
son el acenocumarol o la warfarina,
administrados por vía oral, y la heparina, en
forma inyectable.
Las personas con válvulas cardíacas artificiales o
quienes deben permanecer en cama durante largo
tiempo reciben anticoagulantes para prevenir la
formación de coágulos. Quienes ingieren
anticoagulantes deben ser controlados
cuidadosamente. Los médicos controlan los
efectos de estos medicamentos mediante análisis
de sangre que evalúan el tiempo de coagulación y
regulan las dosis en función de los resultados de
los análisis. Las dosis demasiado bajas pueden no
ser eficaces para controlar la coagulación,
mientras que las dosis muy elevadas pueden
causar una hemorragia grave.
Los medicamentos fibrinolíticos facilitan la disolución de los coágulos existentes. La
disolución inmediata de los coágulos puede evitar la muerte del tejido cardíaco que carece de
irrigación sanguínea debido a la obstrucción de los vasos de la sangre.
Los tres fármacos fibrinolíticos que más se utilizan para disolver coágulos en las personas que
han padecido un ataque cardíaco son la estreptoquinasa, la uroquinasa y un activador tisular
del plasminógeno. Estos fármacos pueden salvar la vida del paciente si se administran durante
las primeras horas posteriores a un ataque cardíaco o bien cuando su aplicación responde a
otro trastorno de coagulación, pero también pueden ocasionar una hemorragia excesiva.
La tendencia a las magulladuras se debe a la fragilidad de los capilares cutáneos. Cada vez que
estos pequeños vasos se rompen, se pierde una pequeña cantidad de sangre, creando puntos
rojos en la piel (petequias) y magulladuras de color púrpura azulado (púrpura).
Las mujeres parecen ser más propensas que los varones a las magulladuras como
consecuencia de contusiones menores, especialmente en muslos, nalgas y la parte superior de
los brazos. A veces la tendencia a la magulladura es hereditaria. En la mayoría de los casos,
esta tendencia no es nada importante, pero puede ser una señal del mal funcionamiento de los
factores coagulantes de la sangre, probablemente las plaquetas. Los análisis de sangre pueden
determinar si existe tal problema.
En las personas mayores, en especial las que toman mucho sol, es frecuente que aparezcan
magulladuras en el dorso de la mano y en los antebrazos (púrpura senil).
Los ancianos son especialmente susceptibles a las magulladuras por golpes y caídas debido a
la fragilidad de sus vasos y a que poseen una capa de grasa muy delgada bajo la piel, que
normalmente cumple la función de amortiguar los golpes. La sangre que sale de los vasos
lesionados forma parches de color púrpura (hematomas). Estos hematomas pueden durar
mucho tiempo, tomando un color verde claro, amarillo o marrón.
Esto no constituye una enfermedad y por lo tanto no requiere tratamiento alguno. Tratar de
evitar las lesiones contribuye a reducir las magulladuras.
Púrpura alérgica
Síntomas y diagnóstico
Esta enfermedad puede manifestarse como pequeñas áreas de manchas de color púrpura
(púrpuras), por lo general, presentes en los pies, las piernas, los brazos y las nalgas, a medida
que sale sangre de los vasos cutáneos. A lo largo de varios días, las manchas de color púrpura
se abultan y se endurecen, pudiendo aparecer nuevas manchas durante las semanas posteriores
a la primera manifestación. Es frecuente la presencia de inflamación en tobillos, caderas,
rodillas, muñecas y codos, a menudo acompañada de fiebre y dolor en las articulaciones. La
hemorragia del aparato gastrointestinal puede causar calambres y dolor abdominal;
aproximadamente la mitad de los que padecen púrpura alérgica presentan sangre en la orina
(hematuria). La mayoría se recupera en un mes, pero los síntomas pueden aparecer y
desaparecer en varias ocasiones. A veces se produce una lesión renal permanente.
El diagnóstico se basa en los síntomas. Si los análisis de sangre u orina objetivan cambios en
la función renal, el médico puede extraer una muestra de tejido de los riñones con una aguja y
observarla al microscopio (biopsia por aguja) para determinar la extensión de la lesión y
confirmar que la causa es una púrpura alérgica.
Pronóstico y tratamiento
Plaquetopenia
Síntomas
Diagnóstico
Tratamiento
Los síntomas pueden aparecer de manera súbita (variante aguda del trastorno) o desarrollarse
de forma más sutil (forma crónica). Los síntomas consisten en manchas rojas en la piel del
tamaño de la cabeza de un alfiler, magulladuras inexplicables, sangrado de encías y nariz y
presencia de sangre en las heces. Los médicos llevan a cabo el diagnóstico cuando al analizar
muestras de sangre y médula ósea detectan valores bajos de plaquetas y un incremento en la
destrucción de las mismas en lugar de una disminución en su producción. No se detectan otras
causas de trombocitopenia.
Tratamiento
En los adultos, los médicos primero tratan de frenar la respuesta inmune con altas dosis de
corticosteroides como la prednisona. Los corticosteroides en general incrementan la cantidad
de plaquetas, pero este incremento puede ser temporal. Como el uso continuo de un
corticosteroide produce distintos efectos colaterales, la dosis se interrumpe tan pronto como
sea posible.
Los fármacos que inhiben el sistema inmune, por ejemplo la azatioprina, también se utilizan
con cierta frecuencia. Cuando estos medicamentos no son eficaces o cuando el trastorno se
repite, la extirpación del bazo (esplenectomía) habitualmente cura el trastorno.
En el caso de una hemorragia aguda con peligro para la vida, se administran altas dosis de
globulina inmune o factor anti-Rh (para personas con sangre Rh-positivo) por vía endovenosa.
También se utilizan durante períodos prolongados, especialmente en niños, para mantener los
valores de plaquetas lo suficientemente altos como para evitar la hemorragia.
La infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), el virus que causa el SIDA,
causa trombocitopenia con frecuencia. La causa parece ser que los anticuerpos contra el virus
también destruyen las plaquetas. El tratamiento es similar al de la púrpura trombocitopénica
idiopática. Sin embargo, el tratamiento agresivo puede no comenzar sino hasta que la cantidad
de plaquetas sea incluso menor, porque los enfermos de SIDA parecen tolerar una cantidad
menor de plaquetas antes de padecer hemorragias peligrosas. La AZT (zidovudina), un
medicamento utilizado para disminuir la reproducción del virus del SIDA, suele incrementar
la cantidad de plaquetas.
Muchas otras enfermedades pueden causar trombocitopenia. El lupus eritematoso sistémico
disminuye la cantidad de plaquetas mediante la producción de anticuerpos.
La coagulación intravascular diseminada forma pequeños coágulos en todo el organismo que
consumen de manera precoz las plaquetas y los factores de la coagulación.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas son los de un trastorno hemorrágico generalizado, similar a los de la púrpura
trombótica trombocitopénica. No obstante, también se presentan síntomas neurológicos y la
lesión renal es siempre grave.
Tratamiento y pronóstico
La mayoría de los niños se recupera, aunque puede ser necesario el tratamiento con diálisis en
ciertos momentos hasta la solución del problema renal. Muchos adultos, en especial las
mujeres que adquieren el síndrome después de dar a luz, nunca recuperan por completo la
función renal. Para la mayoría de los pacientes, la plasmaféresis parece dar buenos resultados.
La mayoría de los que adquieren el síndrome durante la ingestión de mitomicina muere por
complicaciones al cabo de pocos meses.
La enfermedad de Von Willebrand es una deficiencia o anomalía hereditaria del factor Von
Willebrand de la sangre, una proteína que afecta a la función de las plaquetas.
El síndrome Von Willebrand es el trastorno hereditario más frecuente de la función de las
plaquetas. Este factor se encuentra en el plasma, en las plaquetas y en las paredes de los vasos
de la sangre. Cuando falta o es defectuoso, el primer paso de la coagulación, que consiste en el
taponamiento de la lesión del vaso sanguíneo (adhesión de las plaquetas a la pared del vaso
donde se produjo la lesión), no se produce. En consecuencia, la hemorragia no se detiene a
tiempo, si bien finalmente suele hacerlo.
Síntomas y diagnóstico
Habitualmente, uno de los padres de quien padece el síndrome de Von Willebrand tiene
antecedentes de trastornos hemorrágicos. Por lo general, el niño presenta tendencia a las
magulladuras o al sangrado excesivo tras un corte, la extracción de una muela, una
amigdalectomía u otra intervención quirúrgica. La mujer puede presentar una hemorragia
menstrual más abundante. La hemorragia puede a veces empeorar. Por otra parte, los cambios
hormonales, el estrés, el embarazo, la inflamación y las infecciones pueden estimular el
incremento de la producción del factor Von Willebrand y mejorar temporalmente la formación
del coágulo.
La aspirina y muchos otros fármacos utilizados para la artritis pueden empeorar la hemorragia
porque interfieren con la función de las plaquetas. Quienes padecen el síndrome de Von
Willebrand pueden tomar paracetamol (acetaminofén) para calmar el dolor, ya que este
medicamento no inhibe la función de las plaquetas.
Los análisis de laboratorio pueden mostrar que la cantidad de plaquetas es normal pero que el
tiempo de sangría es anormalmente prolongado. El tiempo de sangría es el tiempo que
transcurre hasta que cesa una hemorragia tras efectuar un pequeño corte en el antebrazo. Para
llegar al diagnóstico, se puede efectuar un análisis para evaluar la cantidad de factor Von
Willebrand en la sangre. Como el factor Von Willebrand es la proteína que transporta el factor
VIII en la sangre, la concentración del factor VIII en la sangre también suele ser baja.
Tratamiento
Muchos de los que padecen la enfermedad de Von Willebrand nunca requieren tratamiento.
En caso de hemorragia excesiva, se puede indicar una transfusión de factores de la
coagulación que contengan el factor Von Willebrand. Para algunas formas leves de la
enfermedad, es posible administrar desmopresina para incrementar la cantidad de factor Von
Willebrand durante un tiempo suficiente como para realizar una intervención quirúrgica o una
extracción dentaria sin recurrir a transfusiones.
Hemofilia
Síntomas
La hemofilia está causada por distintas anomalías genéticas. La gravedad de los síntomas
depende de la manera en que una determinada anomalía genética afecta a la actividad de los
factores VIII y IX. Cuando la actividad desciende por debajo del uno por ciento de la normal,
se producen episodios de graves hemorragias que se repiten sin razón aparente.
Las personas con una actividad de coagulación del 5 por ciento de la normal suelen padecer
sólo hemofilia leve. Sus episodios de hemorragia no provocada son muy poco frecuentes,
aunque la cirugía o las heridas pueden ocasionar una hemorragia incontrolable, que puede
llegar a ser mortal. La hemofilia más leve a veces no se diagnostica, aunque algunas personas
con una actividad de coagulación que oscila entre el 10 y el 25 por ciento de la normal pueden
sufrir una hemorragia excesiva después de una operación, una extracción dental o una herida
importante.
Habitualmente, el primer episodio de hemorragia ocurre antes de los 18 meses de edad y, por
lo general, después de una herida o de una lesión menor. El niño con hemofilia tiene tendencia
a presentar magulladuras (contusiones). Incluso una inyección intramuscular es capaz de
ocasionar un sangrado que forma un hematoma importante. La hemorragia recurrente en las
articulaciones y los músculos puede causar deformaciones incapacitantes. El sangrado en la
base de la lengua puede originar una hinchazón que provoque la obstrucción de las vías
respiratorias, creando dificultades para respirar. Un golpe leve en la cabeza puede producir
una importante hemorragia dentro de la cabeza y, como consecuencia, daño cerebral y la
muerte.
Diagnóstico
El médico puede sospechar la existencia de hemofilia en un niño con un sangrado inusual. El
análisis de sangre determinará si la coagulación es anormalmente lenta. En caso de serlo, el
médico podrá confirmar el diagnóstico de hemofilia y determinar su tipo y gravedad mediante
el análisis de la actividad de los factores VIII y IX.
Tratamiento
Quienes padecen hemofilia deben evitar situaciones que pueden provocar hemorragias. Deben
ser muy cuidadosos con sus dientes para evitar las extracciones. Si quienes padecen formas
más leves de hemofilia deben someterse a extracciones de dientes o a otro tipo de cirugía, se
puede prescribir desmopresina para mejorar la coagulación de forma temporal y evitar las
transfusiones. Las personas con hemofilia deben evitar el uso de ciertos fármacos (aspirina,
heparina, acenocumarol, warfarina y algunos analgésicos como los antiinflamatorios no
esteroideos), ya que éstos pueden agravar los problemas hemorrágicos.
Habitualmente, el tratamiento incluye transfusiones a fin de reemplazar el factor coagulante
deficiente. Estos factores se encuentran en el plasma y, en mayor grado, en concentrados de
plasma. Algunos concentrados de plasma pueden administrarse en el propio domicilio por la
persona misma, tanto de forma regular a fin de prevenir hemorragias, como ante el primer
signo de sangrado. En la mayoría de los casos se administra tres veces al día, pero la dosis y la
frecuencia dependen de la gravedad del problema hemorrágico. Estas dosis son reguladas de
acuerdo con los resultados que se obtengan con los análisis periódicos de sangre. Durante una
hemorragia, se requiere mayor cantidad de factores coagulantes y el tratamiento debe estar
supervisado por un especialista en la enfermedad.
En el pasado, los concentrados de plasma podían transmitir enfermedades tales como hepatitis
y SIDA. Aproximadamente el 60 por ciento de los pacientes con hemofilia tratados con
concentrados de plasma a principios de la década de los 80 fue infectado con VIH. Sin
embargo, el riesgo de transmitir la infección por VIH en concentrados de plasma se ha
eliminado mediante el control y procesamiento sistemático de la sangre y el desarrollo de un
factor VIII obtenido con ingeniería genética.
Algunas personas con hemofilia crean anticuerpos contra los factores VIII y IX que se han
transfundido. En consecuencia, las transfusiones no son efectivas. Si se detectan anticuerpos
en las muestras de sangre, la dosis de concentrados de plasma debe aumentarse o bien pueden
utilizarse distintos factores de la coagulación o medicamentos para reducir los valores de los
anticuerpos.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Los glóbulos blancos (leucocitos) son la defensa del cuerpo contra los organismos infecciosos
y las sustancias extrañas. Para defender al cuerpo adecuadamente, una cantidad suficiente de
glóbulos blancos debe estimular las respuestas adecuadas, llegar al sitio en donde se necesitan
y luego matar y digerir los organismos y sustancias perjudiciales.
Al igual que todas las células sanguíneas, los glóbulos blancos son producidos en la médula
ósea. Se forman a partir de células precursoras (células madre) que maduran hasta convertirse
en uno de los cinco tipos principales de glóbulos blancos: neutrófilos, linfocitos, monocitos,
eosinófilos y basófilos. Una persona produce aproximadamente 100 000 millones de glóbulos
blancos al día.
La cantidad de glóbulos blancos en un volumen de sangre dado se determina automáticamente
gracias a un instrumento computadorizado de recuento de células. Estos instrumentos
proporcionan el recuento total de glóbulos blancos, expresado en células por microlitro de
sangre, así como la proporción de cada uno de los cinco tipos principales de glóbulos blancos.
El total de glóbulos blancos normalmente oscila entre 4 000 y 10 000 por microlitro.
Una cantidad muy elevada o muy baja de glóbulos blancos indica un trastorno. La leucopenia,
una disminución de la cantidad de glóbulos blancos por debajo de los 4 000 por microlitro,
puede hacer que una persona tenga mayor tendencia a las infecciones. La leucocitosis, un
incremento de los glóbulos blancos, puede ser una respuesta ante la presencia de infecciones o
de sustancias extrañas o bien efecto de un cáncer, de una herida, del estrés o del uso de ciertos
medicamentos. La mayoría de los trastornos de las células sanguíneas se debe a alteraciones
de neutrófilos, linfocitos, monocitos y eosinófilos. Los trastornos relacionados con los
basófilos son muy poco frecuentes
Neutropenia
Causas
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Linfocitopenia
Síntomas y diagnóstico
Como los linfocitos constituyen una proporción relativamente pequeña de glóbulos blancos,
una reducción en su número no conduce a una disminución significativa del número total de
glóbulos blancos. La propia linfocitopenia puede ser asintomática y habitualmente se detecta
en un análisis de sangre completo realizado para diagnosticar otras enfermedades. La
reducción drástica de linfocitos ocasiona una tendencia a desarrollar infecciones causadas por
virus, hongos y parásitos.
Con la tecnología actual de los laboratorios, es
posible detectar los cambios cuantitativos de
tipos específicos de linfocitos. Por ejemplo, las
disminuciones de linfocitos T (conocidos como
células T4) constituyen un parámetro de
medición de la progresión del SIDA.
Tratamiento
Los monocitos colaboran con otros glóbulos blancos en la eliminación de tejidos muertos o
dañados, en la destrucción de células cancerosas y en la regulación de la inmunidad contra las
sustancias extrañas. Al igual que otros glóbulos blancos, los monocitos se originan en la
médula ósea y luego entran en el flujo sanguíneo. En unas horas, emigran a los tejidos donde
se convierten en macrófagos, y constituyen las células defensivas (fagocitos) del sistema
inmunitario.
Los macrófagos se esparcen en el organismo pero se acumulan en altas concentraciones en
pulmones, hígado, bazo, médula ósea y membranas que cubren las cavidades más importantes,
donde sobreviven durante muchos meses.
Ciertos tipos de infecciones (la tuberculosis, entre otras), el cáncer y los trastornos del sistema
inmune aumentan la cantidad de monocitos. En enfermedades hereditarias como la de
Gaucher y de Niemann-Pick, los desechos celulares se acumulan en los macrófagos, causando
una alteración de su función.
Eosinofilia
Síndrome de eosinofilia-mialgia
Las leucemias habitualmente afectan a los glóbulos blancos. La causa de la mayoría de los
tipos de leucemia aún se desconoce. Los virus causan algunas leucemias en animales, como
los gatos. Se sospecha que el virus HTLV-I (virus linfotrópico de la célula T humana tipo I),
que es similar al virus que provoca el SIDA, puede ser la causa de un tipo raro de leucemia en
humanos, llamada leucemia de célula T del adulto. La exposición a la radiación y a ciertas
sustancias químicas, como el benceno, y el uso de algunos fármacos anticancerosos
incrementan el riesgo de padecer leucemia. Además, quienes presentan ciertos trastornos
genéticos, como el síndrome de Down y el síndrome de Fanconi, son más propensos a padecer
leucemia.
Los glóbulos blancos se originan a partir de las células madre en la médula ósea. La leucemia
se presenta cuando el proceso de maduración de la célula madre a glóbulo blanco se
distorsiona y produce un cambio canceroso. El cambio a menudo supone una alteración en el
orden de ciertas partes de algunos cromosomas (el complejo material genético de la célula)
llamado reordenación. Debido a que las reordenaciones cromosómicas (o translocación de
cromosomas) perturba el control normal de la división celular, las células afectadas se
multiplican sin cesar, volviéndose cancerosas. Finalmente ocupan toda la médula ósea y
reemplazan a las células que producen las células sanguíneas normales. Estas células
leucémicas (cancerosas) también pueden invadir otros órganos, como el hígado, el bazo, los
ganglios linfáticos, los riñones y el cerebro.
Existen cuatro tipos principales de leucemia, denominados en función de la velocidad de
progresión y del tipo de glóbulo blanco al que afectan. Las leucemias agudas progresan
rápidamente; las leucemias crónicas se desarrollan de forma lenta. Las leucemias linfáticas
afectan a los linfocitos; las leucemias mieloides (mielocíticas) afectan a los mielocitos. Los
mielocitos se transforman en granulocitos, otra manera de denominar a los neutrófilos.
La leucemia linfática aguda (linfoblástica), una enfermedad que puede poner en peligro la
vida, hace que las células que normalmente se transforman en linfocitos se tornen cancerosas
y rápidamente reemplacen a las células normales que se encuentran en la médula ósea.
La leucemia linfática aguda, el cáncer más frecuente en los niños, abarca el 25 por ciento de
todos los cánceres en niños menores de 15 años.
Generalmente afecta a los niños entre los 3 y los 5 años de edad pero también se presenta en
los adolescentes y, con menos frecuencia, en los adultos.
Las células muy inmaduras que normalmente se transforman en linfocitos se tornan
cancerosas. Estas células leucémicas se acumulan en la médula ósea, destruyendo y
reemplazando células que producen células sanguíneas normales. Se liberan en el flujo
sanguíneo y son transportadas al hígado, al bazo, a los ganglios linfáticos, al cerebro, a los
riñones y a los órganos reproductores, donde continúan creciendo y dividiéndose. Pueden
irritar la membrana que recubre el cerebro, causando meningitis y pueden causar anemia,
insuficiencia hepática y renal y dañar otros órganos.
Síntomas
Los primeros síntomas aparecen habitualmente porque la médula ósea es incapaz de producir
suficientes células sanguíneas normales. Estos síntomas son debilidad y ahogo, como
consecuencia de la falta de glóbulos rojos (anemia), infección y fiebre, causadas por una
escasez de glóbulos blancos normales, y hemorragia, causada por una falta de plaquetas.
En algunas personas, una infección grave constituye el primer trastorno, pero en otras, su
manifestación es más sutil, con debilidad progresiva, fatiga y palidez. La hemorragia se
presenta como sangrado de nariz, encías que sangran con facilidad, manchas superficiales de
tipo púrpura o tendencia a las magulladuras. Las células leucémicas que se encuentran en el
cerebro pueden causar dolor de cabeza, vómitos e irritabilidad, y la médula ósea puede causar
dolor óseo y articular.
Diagnóstico
Los análisis de sangre comunes, como el recuento completo de células sanguíneas, pueden
proporcionar la primera prueba de leucemia. El número total de glóbulos blancos puede ser
bajo, normal o elevado, pero la cantidad de glóbulos rojos y plaquetas casi siempre es bajo. Lo
más importante es que al examinar al microscopio las muestras de sangre se observan
glóbulos blancos muy inmaduros (blastos). Puesto que normalmente no se observan blastos en
la sangre, su presencia es suficiente para diagnosticar leucemia. Sin embargo, casi siempre se
realiza una biopsia de médula ósea para confirmar el diagnóstico y determinar el tipo de
leucemia.
Pronóstico y tratamiento
Antes de que existiera un tratamiento, la mayoría de los enfermos que tenía leucemia aguda
moría en los 4 meses que seguían al diagnóstico. Hoy en día, muchos se curan. En más del 90
por ciento de los que padecen leucemia linfática aguda (habitualmente niños), el primer ciclo
(tanda) de quimioterapia controla la enfermedad (remisión). La enfermedad recidiva en
muchos, pero el 50 por ciento de los niños no presenta ningún rastro de leucemia 5 años
después del tratamiento. Los niños entre 3 y 7 años son los que tienen el mejor pronóstico; en
los mayores de 20 años no es tan bueno. Los niños o adultos cuyos glóbulos blancos iniciales
son inferiores a 25 000 por microlitro de sangre tienen mejor pronóstico que aquellos cuyos
glóbulos blancos iniciales son más elevados.
La meta del tratamiento es lograr la remisión completa mediante la destrucción de las células
leucémicas, con el fin de que las células normales vuelvan a crecer en la médula ósea. Los
sujetos que reciben quimioterapia pueden requerir hospitalización durante unos días o
semanas, dependiendo de la rapidez con que se recupere la médula ósea. Antes de que el
funcionamiento de la médula ósea vuelva a la normalidad, puede ser necesario realizar
transfusiones de glóbulos rojos para tratar la anemia, transfusiones de plaquetas para tratar la
hemorragia y administrar antibióticos para tratar las infecciones.
Habitualmente se utilizan varias combinaciones de quimioterapia y se repiten las dosis durante
varios días o semanas. Una combinación alternativa consiste en administrar prednisona por vía
oral y dosis semanales de vincristina con cualquier antraciclina o asparaginasa por vía
intravenosa. Se están investigando otros fármacos.
Para el tratamiento de las células leucémicas localizadas en el cerebro, se inyecta metotrexato
directamente en el líquido de la médula espinal y se aplica radiación terapéutica sobre el
cerebro. Incluso cuando el médico no tiene una evidencia cierta de que el cáncer se ha
extendido al cerebro, habitualmente aplica algún tipo de tratamiento localizado.
Unas semanas o meses después del tratamiento inicial intensivo dirigido a la destrucción de
las células leucémicas, se administra un tratamiento adicional (quimioterapia de
consolidación) a fin de destruir cualquier célula leucémica residual. El tratamiento puede
durar de 2 a 3 años, aunque algunos son algo menos prolongados.
Las células leucémicas pueden reaparecer al cabo de un tiempo (recidiva), a menudo en la
médula ósea, el cerebro o los testículos. La recurrencia de células leucémicas en la médula
ósea es particularmente grave. La quimioterapia debe aplicarse de nuevo y, aunque la mayoría
de los enfermos responde al tratamiento, la enfermedad tiene gran tendencia a recurrir más
adelante. El trasplante de la médula ósea ofrece a estas personas la mejor oportunidad de
recuperación, pero este procedimiento sólo puede realizarse si es posible obtener la médula
ósea de una persona que tenga un tipo de tejido compatible (HLA-compatible), casi siempre
proveniente de un familiar cercano (•V. página 866). Cuando las células leucémicas recidivan
en el cerebro, los fármacos quimioterápicos se inyectan en el fluido de la médula espinal una o
dos veces a la semana. El tratamiento de la recurrencia en el testículo consiste en aplicar
quimioterapia y radioterapia.
Síntomas y diagnóstico
Los primeros síntomas habitualmente se manifiestan como una incapacidad de la médula ósea
para producir suficientes células sanguíneas normales. Estos síntomas son debilidad, ahogo,
infección, fiebre y hemorragia. Otros síntomas incluyen dolores de cabeza, vómitos,
irritabilidad y dolor de huesos y articulaciones.
El recuento completo de células sanguíneas proporcionará la primera evidencia de leucemia.
En las muestras de sangre examinadas al microscopio se observan glóbulos blancos muy
inmaduros (blastos). Además, casi siempre se realiza una biopsia de médula ósea para
confirmar el diagnóstico y determinar el tipo de leucemia.
Pronóstico y tratamiento
Entre el 50 y el 85 por ciento de quienes padecen leucemia mieloide aguda responde al
tratamiento. Entre el 20 y el 40 por ciento de las personas no manifiesta ningún signo de la
enfermedad después de 5 años de tratamiento. El trasplante de médula ósea incrementa la
probabilidad de éxito al 40 o 50 por ciento. Las personas de más de 50 años que contraen
leucemia mieloide aguda después de recibir quimioterapia y radiación como tratamiento de
otras enfermedades son las que presentan el peor pronóstico.
El tratamiento está dirigido a conseguir la remisión precoz (destrucción de todas las células
leucémicas). Sin embargo, la leucemia mieloide aguda responde a menos fármacos que otros
tipos de leucemia y además el tratamiento suele empeorar el estado del paciente antes de
empezar a proporcionarle alguna mejoría.
Los pacientes empeoran porque el tratamiento suprime la actividad de la médula ósea y, en
consecuencia, se reduce el número de glóbulos blancos (particularmente granulocitos), lo que
aumenta las probabilidades de infección. El personal del hospital extrema el cuidado del
paciente a fin de evitar infecciones y en caso de que éstas se manifiesten administra
antibióticos de inmediato. También puede ser necesario realizar transfusiones de glóbulos
rojos y de plaquetas.
El primer paso de la quimioterapia generalmente incluye citarabina durante 7 días y
daunorubicina durante 3 días. En ciertos casos, se prescriben fármacos adicionales como
tioguanina o vincristina y prednisona, pero no son de gran utilidad.
Las personas cuya enfermedad está en remisión reciben habitualmente quimioterapia adicional
(quimioterapia de consolidación) unas semanas o meses después del tratamiento inicial para
asegurar la destrucción de la mayor cantidad posible de células leucémicas.
Habitualmente no se necesita tratamiento a nivel del cerebro y el tratamiento de
mantenimiento no parece mejorar la supervivencia. El trasplante de médula ósea puede
realizarse en enfermos que no han respondido al tratamiento y en los más jóvenes que han
respondido a la primera fase del tratamiento, con el fin de eliminar las células leucémicas
residuales.
La leucemia linfática crónica se caracteriza por una gran cantidad de linfocitos cancerosos
maduros (un tipo de glóbulos blancos) y por un agrandamiento de los ganglios linfáticos.
Más de tres cuartas partes de los enfermos con este tipo de leucemia son mayores de 60 años.
Afecta a los varones de dos a tres veces más que a las mujeres. Este tipo de leucemia se
presenta con muy poca frecuencia en Japón y en China. La genética tiene alguna importancia
en su manifestación.
Los linfocitos cancerosos maduros aumentan en primer lugar en los ganglios linfáticos. Luego
se extienden hasta el hígado y el bazo, que comienzan a agrandarse. Cuando estos linfocitos
invaden la médula ósea, expulsan las células normales y producen anemia y una disminución
de glóbulos blancos normales y de plaquetas en la sangre. La cantidad y la actividad de los
anticuerpos, las proteínas que ayudan a combatir las infecciones, también disminuyen. El
sistema inmune, que defiende al cuerpo de las sustancias extrañas, a menudo actúa de forma
inadecuada, reaccio-nando contra los tejidos normales y destruyéndolos. Esta actividad
errónea puede producir destrucción de los glóbulos rojos y de las plaquetas, inflamación de los
vasos de la sangre, de las articulaciones (artritis reumatoide) y de la glándula tiroides
(tiroiditis).
Algunas variedades de leucemia linfática crónica se clasifican según el tipo de linfocito
involucrado. La leucemia de células B (leucemia de linfocitos B [•V. página 839]) es el tipo
más frecuente y constituye casi las tres cuartas partes de todos los casos de leucemia linfática
crónica. La leucemia de células T (leucemia de linfocitos T) es menos frecuente. Otros tipos
incluyen el síndrome de Sézary (leucemización de la micosis fungoide [•V. página 808]) y la
leucemia de células peludas, un tipo raro de leucemia que produce un gran número de
glóbulos blancos anormales con unas proyecciones características que se aprecian al
microscopio.
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico
La mayoría de los tipos de leucemia linfática crónica avanza lentamente. El médico determina
la etapa de desarrollo de la enfermedad (estadio) para predecir las probabilidades que tiene el
paciente de recuperarse. La clasificación por estadios se basa en factores como la cantidad de
linfocitos en la sangre y la médula ósea, el tamaño del bazo y del hígado, la presencia o la
ausencia de anemia y la cantidad de plaquetas. Los enfermos que padecen leucemia de células
B a menudo sobreviven entre 10 y 20 años a partir de haberse establecido el diagnóstico y
habitualmente no requieren tratamiento en los estadios iniciales. Los enfermos muy anémicos,
con menos de 100 000 plaquetas por micrómetro de sangre, tienen mayores posibilidades de
morir en pocos años que los menos anémicos y que tienen cantidades más normales de
plaquetas. Habitualmente, la muerte se produce porque la médula ósea ya no es capaz de
producir un número suficiente de células normales para transportar oxígeno, de luchar contra
las infecciones y de evitar las hemorragias. El pronóstico de los enfermos con leucemia de
células T es algo menos favorable. Por razones probablemente relacionadas con cambios en el
sistema inmune, las personas que tienen leucemia linfática crónica son más propensas a
contraer otros cánceres.
Tratamiento
Síntomas
En las fases iniciales, la leucemia mieloide crónica a veces es asintomática. Sin embargo,
algunas personas se fatigan y se debilitan, pierden el apetito, pierden peso, padecen fiebre o
sudores nocturnos y también tienen una sensación de estar llenos (habitualmente causada por
el agrandamiento del bazo). Los ganglios linfáticos pueden agrandarse. Con el tiempo, las
personas que tienen este tipo de leucemia enferman fácilmente porque la cantidad de glóbulos
rojos y plaquetas disminuye notablemente ocasionando palidez, magulladuras y hemorragia.
La fiebre, el aumento de tamaño de los ganglios linfáticos y la formación de nódulos cutáneos
con granulocitos leucémicos (cloromas) constituyen signos alarmantes.
Diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
Enfermedad de Hodgkin
Causa
La enfermedad es más frecuente en el sexo masculino que en el femenino (en una proporción
aproximada de 3 a 2). La enfermedad de Hodgkin se presenta a cualquier edad, aunque es muy
rara antes de los 10 años. Es muy frecuente en personas de 15 a 34 años y en mayores de 60.
Se desconoce su causa, aunque algunos especialistas sospechan de un virus, tal como el de
Epstein-Barr. Sin embargo, la enfermedad no parece ser contagiosa.
Síntomas
Diagnóstico
Tratamiento
Linfoma no hodgkiniano
Aunque se desconoce la causa del linfoma no hodgkiniano, ciertos indicios sugieren una
vinculación con un virus aún no identificado. Sin embargo, la enfermedad no parece ser
contagiosa. Un tipo raro de linfoma no hodgkiniano de desarrollo rápido guarda relación con
la infección causada por el HTLV-I (linfotrópico de células T humanas tipo I), un retrovirus
con función similar a la del virus de immunodeficiencia humano (VIH), que produce el SIDA.
El linfoma no hodgkiniano también puede ser una complicación del SIDA, responsable en
parte del incremento de nuevos casos.
Síntomas
El primer síntoma notable es el aumento del tamaño de los ganglios linfáticos en un área en
particular, como el cuello o la ingle, o bien en todos los territorios ganglionares. Los ganglios
linfáticos aumentan de tamaño de forma progresiva y, en general, no producen dolor. En
algunos casos, los ganglios linfáticos agrandados, localizados en las amígdalas, causan
dificultad al tragar. Los que se localizan dentro del pecho o del abdomen pueden ejercer
presión sobre varios órganos, causando dificultad respiratoria, pérdida de apetito,
estreñimiento severo, dolor abdominal o hinchazón progresiva de las piernas. Si el linfoma
invade el flujo sanguíneo, puede originar leucemia. Los linfomas y las leucemias presentan
muchas características similares. Los linfomas no hodgkinianos tienen más tendencia a invadir
la médula ósea, el tracto gastrointestinal y la piel que la enfermedad de Hodgkin.
En el niño, es probable que los primeros síntomas del linfoma no hodgkiniano sean la
infiltración de la médula ósea por las células cancerosas, la sangre, la piel, el intestino, el
cerebro y la médula espinal, más que la presencia de ganglios linfáticos agrandados. Tal
infiltración causa anemia, erupciones y síntomas neurológicos, como debilidad y sensibilidad
anormal. Los ganglios linfáticos agrandados suelen localizarse en las partes profundas del
cuerpo, y suelen provocar una acumulación de líquido alrededor de los pulmones produciendo
dificultad respiratoria, presión sobre el intestino, con pérdida de apetito o vómitos y
obstrucción de los vasos linfáticos, que producirá a su vez retención de líquidos.
Diagnóstico y estadiaje
Es necesario realizar una biopsia del ganglio linfático a fin de diagnosticar el linfoma no
hodgkiniano y distinguirlo de la enfermedad de Hodgkin y otras dolencias que también
aumentan el tamaño de los ganglios linfáticos.
El linfoma no hodgkiniano puede clasificarse según el aspecto microscópico de la linfa
sometida a biopsia (linfocito B o T) que dio origen al linfoma. Aunque se han creado varios
sistemas de clasificación, uno de los que se utilizan en la actualidad relaciona el tipo de célula
con el pronóstico. Clasifica los linfomas como de grado bajo, con pronóstico favorable; de
grado intermedio, con un pronóstico intermedio; y de grado alto, con pronóstico desfavorable.
Debido a que estas categorías se basan en pronósticos sin tratamiento, conllevan cierto grado
de confusión. En efecto, muchos linfomas de grado bajo se transforman en terminales en el
transcurso de los años y muchos de grado intermedio y alto pueden hoy en día curarse
completamente.
Los linfomas no hodgkinianos por lo común ya se han extendido ampliamente en el momento
del diagnóstico; en sólo un 10 a un 30 por ciento de los enfermos la enfermedad está
localizada (en una sola parte del cuerpo). Para determinar en qué medida se ha extendido la
enfermedad y la cantidad de tejido neoplásico presente (estadio), por lo general se utiliza la
tomografía computadorizada (TC) para examinar el abdomen y la pelvis; también puede ser de
utilidad una gammagrafía con galio. El estadiaje por lo general no requiere cirugía. En la
mayoría de los casos, también se realiza una biopsia de médula ósea. Los estadios en el
linfoma no hodgkiniano son similares a los de la enfermedad de Hodgkin pero no guardan una
relación tan precisa con el pronóstico. Se están desarrollando nuevos sistemas de estadiaje
para llegar a un pronóstico más exacto conforme a los resultados de ciertos análisis de sangre
y al estado general del paciente.
Tratamiento
Linfoma de Burkitt
Diagnóstico y tratamiento
Para establecer el diagnóstico, el médico realiza una biopsia del tejido anormal y prescribe
otras pruebas para determinar la extensión de la enfermedad (estadiaje).
No es frecuente que la enfermedad se limite a un área (es decir, que sea localizada). El
pronóstico es desfavorable si en el momento del diagnóstico el linfoma ha invadido la médula
ósea, la sangre o el sistema nervioso central.
Sin tratamiento, el linfoma de Burkitt crece rápidamente y es mortal. Puede ser necesario
recurrir a la cirugía para extirpar las partes afectadas del intestino, que de otra manera
producirían hemorragia y obstrucción o perforación. La quimioterapia es intensiva. Los
medicamentos incluyen combinaciones de ciclofosfamida, metotrexato, vincristina,
doxorrubicina y citarabina. La quimioterapia puede curar aproximadamente el 80 por ciento
de enfermos con enfermedad localizada y el 70 por ciento de aquellos cuya enfermedad está
moderadamente avanzada. Para una enfermedad que se ha extendido ampliamente, la
proporción de curación es del 50 al 60 por ciento, pero disminuye al 20 o al 40 por ciento si el
linfoma ha invadido el sistema nervioso central o la médula ósea.
Micosis fungoide
Diagnóstico y tratamiento
Aun con biopsia, los médicos tienen problemas para diagnosticar esta enfermedad en sus
estadios iniciales. Sin embargo, cuando la enfermedad ha avanzado, la biopsia revela células
linfomatosas en la piel. Cuando se diagnostica micosis fungoide, la mayoría de los enfermos
tienen más de 50 años. Aun sin tratamiento, pueden esperar vivir de 7 a 10 años más.
Las áreas espesas de la piel se tratan con una forma de radiación llamada rayos beta o bien con
luz solar y medicamentos esteroides como cortisona. Una mostaza nitrogenada aplicada
directamente sobre la piel puede reducir el picor y el tamaño de las partes afectadas. Los
fármacos de interferón también pueden reducir los síntomas. Si la enfermedad se extiende a
los ganglios linfáticos y otros órganos, puede requerirse quimioterapia.
CAPITULO 159
Trastornos de las células plasmáticas
Las células plasmáticas se originan a partir de los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco que
habitualmente produce anticuerpos que ayudan a combatir una infección. Hay miles de tipos
de células plasmáticas distintas que principalmente se encuentran en la médula ósea y en los
ganglios linfáticos. Cada célula plasmática se divide y se multiplica para formar un clon,
compuesto de muchas células idénticas. Las células de un clon producen un único tipo
específico de anticuerpo (inmunoglobulina).
En los trastornos de células plasmáticas, un clon de células plasmáticas crece exageradamente
y produce en exceso un tipo de molécula similar a un anticuerpo. Como estas células y los
anticuerpos que producen no son normales, no protegen al cuerpo de las infecciones. Además,
la producción normal de anticuerpos a menudo disminuye y la persona resulta más susceptible
a las infecciones. El número creciente de células plasmáticas anormales invade y daña varios
tejidos y órganos.
En las gammapatías monoclonales de significado incierto, las células plasmáticas son
anormales pero no cancerosas. Producen una gran cantidad de anticuerpos anormales, pero no
suelen ocasionar problemas de importancia. Estos trastornos a menudo permanecen estables
durante años (llegando a los 25 años en algunas personas) y no requieren tratamiento. Son más
frecuentes en los ancianos. Por razones desconocidas, en el 20 al 30 por ciento de los casos
estos trastornos evolucionan hacia un mieloma múltiple, un cáncer de células plasmáticas. El
mieloma múltiple aparece de forma brusca y habitualmente requiere tratamiento. La
macroglobulinemia, otro trastorno de células plasmáticas, también puede desarrollarse en
personas con gammapatías monoclonales de significado incierto.
Mieloma múltiple
A veces el mieloma múltiple se diagnostica antes de que la persona presente cualquier síntoma
(por ejemplo, cuando se realiza una radiografía por otras razones y se encuentran áreas como
perforadas en los huesos, características de este trastorno).
El mieloma múltiple a menudo causa dolor de huesos, sobre todo en la columna o en las
costillas, y los debilita, por lo que se fracturan fácilmente. Aunque el dolor de huesos
habitualmente es el primer síntoma, ocasionalmente el trastorno se diagnostica sólo después
de que se manifiestan trastornos como anemia (cantidad muy escasa de glóbulos rojos),
infecciones bacterianas recurrentes o insuficiencia renal. La anemia se presenta cuando las
células plasmáticas anormales se acumulan en la médula ósea y no dejan desarrollarse a las
células normales que producen glóbulos rojos. Las infecciones bacterianas son consecuencia
de la ineficacia de los anticuerpos anormales contra las infecciones. Cuando los fragmentos de
los anticuerpos anormales (proteínas de Bence Jones) lesionan los riñones, se produce una
insuficiencia renal.
En casos muy raros, el mieloma múltiple dificulta el flujo de la sangre hacia la piel, los dedos
de las manos y de los pies y la nariz, debido a que la sangre se espesa (síndrome de
hiperviscosidad).
El flujo inadecuado de sangre al cerebro puede ocasionar síntomas neurológicos, como
confusión, problemas visuales y dolores de cabeza.
Distintos análisis de sangre pueden contribuir a diagnosticar este trastorno. Un completo
recuento de células sanguíneas puede detectar la anemia y los glóbulos rojos anormales.
Por lo general, la velocidad de sedimentación globular, un análisis que mide la velocidad con
que los glóbulos rojos (eritrocitos) llegan al fondo de un tubo, es anormalmente alta. Los
valores de calcio son anormalmente elevados en un tercio de las personas que padecen este
trastorno, porque los cambios óseos causan el derrame del calcio en el flujo sanguíneo.
Sin embargo, los análisis clave para el diagnóstico son la electroforesis de las proteínas del
suero y la inmunoelectroforesis, un análisis de sangre que permite la detección y la
identificación del anticuerpo anormal que produce el mieloma múltiple. Este anticuerpo se
encuentra en aproximadamente el 85 por ciento de quienes padecen este trastorno. Así mismo,
la electroforesis de orina y la inmunoelectroforesis pueden detectar la existencia de proteínas
de Bence Jones, presentes entre el 30 y el 40 por ciento de los sujetos con mieloma múltiple.
A menudo, las radiografías muestran una pérdida de densidad ósea (osteoporosis) y áreas
perforadas (en sacabocados) debido a la destrucción ósea. La biopsia de médula ósea, por la
cual se obtiene un espécimen de la médula mediante aguja y jeringa y se analiza al
microscopio, muestra gran cantidad de células plasmáticas dispuestas anormalmente en
grupos. En ocasiones, las células también pueden tener una apariencia anormal.
Tratamiento
Macroglobulinemia
Pronóstico y tratamiento
El curso del trastorno varía de una persona a otra. Incluso sin tratamiento, muchas personas
viven 5 años o más.
Una persona cuya sangre se ha vuelto espesa debe ser tratada de inmediato con plasmaféresis,
procedimiento por el cual se extrae la sangre, se eliminan los anticuerpos anormales y los
glóbulos rojos se devuelven a dicha persona. La quimioterapia, habitualmente con
clorambucilo, puede retardar el crecimiento de células plasmáticas anormales pero no cura la
macroglobulinemia. Alternativamente, pueden utilizarse melfalán o ciclofosfamida así como
otros fármacos, tanto de forma individual como combinada.
CAPITULO 160
Trastornos mieloproliferativos
Los trastornos mieloproliferativos son enfermedades en las que las células que producen
células sanguíneas (células precursoras) crecen y se reproducen anormalmente en la médula
ósea o bien son expulsadas de la misma debido a un desarrollo excesivo del tejido fibroso.
Policitemia vera
Síntomas
El exceso de glóbulos rojos incrementa el volumen de sangre y la vuelve más espesa, por lo
que fluye con dificultad a través de los pequeños vasos de la sangre (hiperviscosidad). Sin
embargo, la cantidad de glóbulos rojos puede comenzar a incrementarse mucho tiempo antes
de que se manifiesten los síntomas.
Policitemia vera
Hay un incremento del hematócrito debido a la excesiva producción de glóbulos rojos.
A menudo, los primeros síntomas son debilidad, fatiga, dolor de cabeza, mareo y dificultades
respiratorias. Puede distorsionarse la visión y el sujeto puede presentar manchas ciegas o bien
ver destellos de luz. Con frecuencia sangran las encías y las heridas insignificantes, y la piel,
sobre todo la de la cara, enrojece. Puede aparecer picor en todo el cuerpo, particularmente
después de un baño caliente. Se puede sentir una sensación de quemazón en las manos y los
pies y, con menos frecuencia, dolor de huesos. A medida que el trastorno progresa, el hígado y
el bazo pueden agrandarse, causando un dolor intermitente en el abdomen.
El exceso de glóbulos rojos puede asociarse a otras complicaciones, como úlceras de
estómago, cálculos renales y trombos en venas y arterias, lo que puede causar ataques y paro
cardíaco, así como obstrucción del flujo sanguíneo en brazos y piernas. Muy raramente la
policitemia vera se transforma en leucemia; ciertos tratamientos incrementan la posibilidad de
esta progresión.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Sin tratamiento, más de la mitad de los sujetos con policitemia vera que tienen síntomas
mueren en menos de 2 años. Con tratamiento, viven un promedio de 15 a 20 años.
El objetivo del tratamiento es retrasar la producción de glóbulos rojos y disminuir su cantidad.
Por lo general, la sangre se extrae del organismo mediante un procedimiento denominado
flebotomía. Se extraen unos 500 microlitros de sangre cada día hasta que el hematócrito
comienza a disminuir. Cuando el hematócrito alcanza un valor normal, la extracción de sangre
se hace cada pocos meses, según las necesidades.
En algunas personas, se acelera la producción anormal de células sanguíneas en la médula
ósea, aumentando el número de plaquetas (partículas parecidas a las células que participan en
el proceso de coagulación) en el flujo sanguíneo o incrementando el tamaño del hígado o del
bazo de manera notable. Como la flebotomía también incrementa el número de plaquetas y no
reduce el tamaño de los órganos, estas personas necesitan quimioterapia para suprimir la
producción de células sanguíneas. Habitualmente se prescribe el fármaco anticanceroso
hidroxiurea.
Existen otros fármacos que contribuyen a controlar los síntomas. Por ejemplo, los
antihistamínicos alivian el picor, y la aspirina, la sensación de quemazón en manos y pies y el
dolor de huesos.
Mielofibrosis
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Trombocitemia
Síntomas
El exceso de plaquetas, esenciales para la coagulación de la sangre, puede hacer que se formen
coágulos espontáneamente obstruyendo el flujo de sangre en los vasos.
Los síntomas son picazón y otras sensaciones anormales en manos y pies, frío en las yemas de
los dedos, dolores de cabeza, debilidad y vértigo. El sangrado, por lo general leve, suele
consistir en hemorragias nasales, facilidad para las magulladuras, problemas de encías o
hemorragia gastrointestinal. El bazo y el hígado pueden aumentar de tamaño.
Diagnóstico
Tratamiento
El bazo funciona como dos órganos. La pulpa blanca es parte del sistema de defensa (inmune)
y la pulpa roja elimina los materiales de desecho de la sangre, como los glóbulos rojos
defectuosos.
Ciertos glóbulos blancos (los linfocitos) crean anticuerpos protectores y tienen un importante
papel en la lucha contra la infección. Los linfocitos se producen y maduran en la pulpa blanca.
La pulpa roja contiene otros glóbulos blancos (fagocitos) que ingieren material no deseado,
como bacterias o células defectuosas, presentes en la sangre. La pulpa roja controla los
glóbulos rojos, determina cuáles son anormales o demasiado viejos o lesionados para
funcionar de manera apropiada, y los destruye. En consecuencia, a la pulpa roja, a veces, le da
el nombre de cementerio de glóbulos rojos.
La pulpa roja también sirve como depósito de elementos de la sangre, especialmente glóbulos
blancos y plaquetas (partículas parecidas a las células que participan en la coagulación). En
muchos animales, la pulpa roja libera estos elementos en la sangre circulante cuando el
organismo los necesita; sin embargo, en los seres humanos, la liberación de estos elementos
no constituye una función importante del bazo.
Si se extirpa el bazo (esplenectomía), el cuerpo pierde parte de su capacidad para producir
anticuerpos y para eliminar bacterias de la sangre. En consecuencia, la capacidad del cuerpo
para combatir las infecciones se encuentra reducida. Al cabo de poco tiempo otros órganos
(principalmente el hígado) aumentan sus defensas para compensar esta pérdida, por lo que el
riesgo de infección no dura toda la vida.
Bazo agrandado
Cuando el bazo se agranda (esplenomegalia), incrementa su capacidad de atrapar y almacenar
células sanguíneas. La esplenomegalia puede reducir la cantidad de glóbulos rojos y blancos
así como la cantidad de plaquetas presentes en la circulación.
Muchas enfermedades aumentan el tamaño del bazo, desde un cáncer de la sangre a
infecciones crónicas.
Cuando el bazo agrandado atrapa gran cantidad de células sanguíneas anormales, éstas lo
obstruyen e interfieren en su funcionamiento. Este proceso puede originar un círculo vicioso.
Cuantas más células atrapa el bazo, más se agranda; y cuanto más se agranda, más células
atrapa.
Cuando el bazo elimina demasiadas células sanguíneas de la circulación (hiperesplenismo), se
pueden originar distintos problemas, como anemia (escasa cantidad de glóbulos rojos),
infecciones frecuentes (debido a la reducida cantidad de glóbulos blancos) y trastornos
hemorrágicos (por falta de plaquetas). Finalmente, el bazo demasiado agrandado también
atrapa células sanguíneas normales y las destruye junto con las anormales.
Síntomas
Diagnóstico
Por lo general, el médico palpa el bazo agrandado durante una exploración física. La
radiografía de abdomen también revela el aumento de tamaño del bazo. En algunos casos es
necesario recurrir a la tomografía computadorizada (TC) para determinar el tamaño del bazo y
la presión ejercida sobre otros órganos. La resonancia magnética (RM) brinda información
similar y también pone de manifiesto el flujo de sangre en el bazo. Otros estudios
especializados utilizan partículas ligeramente radiactivas para evaluar el tamaño del bazo y su
función, así como para determinar si se están acumulando o destruyendo grandes cantidades
de células sanguíneas.
Los análisis de sangre muestran una reducción de las cantidades de glóbulos rojos, glóbulos
blancos y plaquetas. Cuando los glóbulos rojos son examinados al microscopio, la forma y el
tamaño pueden proporcionar pistas sobre la causa del agrandamiento del bazo. El examen de
médula ósea puede detectar cáncer de las células sanguíneas (como leucemia o linfoma) o
acumulación de sustancias no deseadas (como las enfermedades por depósito). Estos
trastornos pueden aumentar el tamaño del bazo.
Los valores de proteínas contribuyen a descartar enfermedades como mieloma múltiple,
amiloidosis, paludismo, kala-azar, brucelosis, tuberculosis y sarcoidosis. Se miden los valores
de ácido úrico (producto de desecho presente en sangre y orina) y los de fosfatasa alcalina
leucocitaria (enzima presente en algunas células sanguíneas) para determinar la presencia de
ciertas leucemias y linfomas. Los controles de la función del hígado contribuyen a determinar
si existe lesión en el hígado además de la del bazo.
Tratamiento
Cuando es posible, el médico trata la enfermedad responsable del aumento del tamaño del
bazo. La extirpación del bazo por lo general no es necesaria y puede causar problemas, entre
los que figura la susceptibilidad a infecciones graves. Sin embargo, vale la pena correr estos
riesgos en las situaciones críticas siguientes: cuando el bazo destruye los glóbulos rojos tan
rápidamente que ocasiona anemia grave; cuando destruye depósitos de glóbulos blancos y
plaquetas hasta el punto de que exista una tendencia a sufrir infecciones y hemorragias;
cuando es tan grande que causa dolor o ejerce presión sobre otros órganos; o cuando es tan
grande que algunas de sus partes sangran o mueren. Como alternativa a la cirugía, a veces se
utiliza la radioterapia para reducir el tamaño del bazo.
Como el bazo se encuentra en la parte superior izquierda del abdomen, un golpe fuerte en el
estómago puede romperlo, rasgando la membrana que lo recubre y su tejido interno. La rotura
del bazo es la complicación grave más frecuente de lesión abdominal causada por accidentes
de tráfico, por deporte o por golpes.
Cuando se rompe el bazo, puede derramarse gran cantidad de sangre en el abdomen. La
cápsula exterior del bazo puede contener la hemorragia temporalmente, pero debe realizarse
una operación de inmediato para evitar una pérdida de sangre potencialmente mortal.
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
Se llevan a cabo radiografías del abdomen para determinar si los síntomas pueden ser
causados por otro trastorno que no sea la rotura del bazo. Se pueden realizar gammagrafías
con material radiactivo para analizar el flujo de sangre y detectar la pérdida, o bien puede
extraerse líquido abdominal con una aguja y analizarlo para confirmar si contiene sangre.
Cuando la sospecha de rotura del bazo es grande, se realiza una intervención quirúrgica de
emergencia para detener la pérdida de sangre que puede llevar a la muerte. Habitualmente se
extirpa el bazo por completo, pero a veces los cirujanos pueden cerrar una rotura pequeña para
salvarlo.
Antes y después de la extirpación del bazo, se deben tomar ciertas precauciones para evitar la
infección. Por ejemplo, se aplican vacunas contra neumococos antes de la esplenectomía,
siempre que sea posible, y, después de la intervención, se recomiendan vacunas anuales contra
la gripe. Muchos médicos también recomiendan profilaxis con antibióticos.
SECCION 15 > CANCER
CAPITULO 162
Causas y riesgos del cáncer
El cáncer es una célula que ha perdido sus mecanismos de control normales y que adquiere
por ello un crecimiento descontrolado.
Puede desarrollarse a partir de cualquier tejido dentro de cualquier órgano. A medida que las
células del cáncer crecen y se multiplican, forman una masa de tejido canceroso que invade
los tejidos adyacentes y puede propagarse por el cuerpo (metástasis).
Factores de riesgo
El riesgo de cáncer ha cambiado con el paso del tiempo. Algunos cánceres que eran corrientes
se han convertido en raros. Por ejemplo, hace 60 años en algunos países el cáncer de estómago
era cuatro veces más frecuente de lo que es hoy, probablemente porque la gente hoy consume
muchos menos alimentos ahumados, picantes y caducos. Otro ejemplo es el cáncer de pulmón,
que ha aumentado muchísimo (unas 20 veces), especialmente en las mujeres. Se tiene la casi
seguridad de que estos cambios son el resultado de un mayor consumo de cigarrillos. El
tabaco ha provocado también un aumento en los cánceres de boca.
La edad es un factor importante en el desarrollo del cáncer. Algunos tipos de cáncer, como el
tumor de Wilms, la leucemia linfática aguda y el linfoma de Burkitt afectan casi
exclusivamente a la gente joven. La razón por la cual estos cánceres aparecen en los jóvenes
no se conoce bien, pero la predisposición genética es uno de los factores. Sin embargo, la
mayoría de los cánceres son más comunes en la gente mayor. Muchos de ellos, como los de
próstata, estómago y colon, tienen más probabilidad de aparecer después de los 60 años. En
los países desarrollados, más del 60 por ciento de los cánceres se presenta en personas de más
de 65 años. El riesgo de desarrollar cáncer se duplica cada 5 años después de los 25 años de
edad. El aumento del porcentaje de cáncer en la población es probablemente debido a la
combinación de una creciente y prolongada exposición a carcinógenos, asociado a un sistema
inmunológico debilitado, y todo ello relacionado con una vida más larga.
CAPITULO 163
El cáncer y el sistema inmunitario
El sistema inmunitario ataca y elimina no solamente las bacterias y otras sustancias extrañas,
sino también las células del cáncer. Una célula cancerosa no es una célula extraña; es una
célula cuya función biológica ha sido alterada de tal forma que no responde a los mecanismos
normales del cuerpo que controlan el crecimiento y la reproducción de la misma. Las células
anormales pueden continuar creciendo, transformándose en cáncer.
En el sistema inmunitario, una buena parte de la defensa del organismo contra el cáncer es
llevada a cabo directamente por las células, más que por los anticuerpos que circulan en la
sangre. Por ejemplo, la presencia de antígenos tumorales sobre las células cancerosas puede
activar ciertos glóbulos blancos (linfocitos y, en un grado mucho menor, monocitos), los
cuales realizan una vigilancia inmunológica buscando las células cancerosas y destruyéndolas.
El papel fundamental del sistema inmunitario de controlar el desarrollo de una célula
cancerosa, es ejemplificado por una sorprendente estadística: el cáncer tiene 100 veces más
posibilidades de aparecer en las personas que toman fármacos que inhiben el sistema
inmunitario (por ejemplo, a causa del trasplante de un órgano o de una enfermedad reumática)
que en las que tienen un sistema inmunitario normal. Además, algunas veces un órgano
trasplantado tiene un cáncer que no fue diagnosticado antes del trasplante. Este cáncer podía
haber ido creciendo muy lentamente o no haber crecido en absoluto en el órgano del donante.
Sin embargo, comienza a crecer y a extenderse rápidamente en el paciente trasplantado, cuyo
sistema inmunitario está anulado por los fármacos suministrados para proteger el trasplante.
En general, cuando los fármacos que disminuyen la respuesta inmunológica se suspenden, el
órgano trasplantado es rechazado y el cáncer trasplantado es igualmente destruido.
Antígenos tumorales
Un antígeno es una sustancia extraña reconocida y marcada por el sistema inmunitario del
cuerpo para ser destruida. Los antígenos se encuentran sobre la superficie de todas las células,
pero normalmente el sistema inmunitario de un individuo no reacciona contra las células
propias. Cuando una célula se convierte en cancerosa, nuevos antígenos (no familiares para el
sistema inmunitario) aparecen sobre la superficie de esta célula y el sistema inmunitario puede
considerar estos nuevos antígenos, llamados antígenos tumorales, como extraños y es capaz de
frenar o destruir estas células cancerosas. Sin embargo, aun funcionando plenamente, el
sistema inmunitario no siempre logra destruir todas las células cancerosas.
Los antígenos tumorales se han identificado en varios tipos de cáncer, como el melanoma
maligno, el cáncer de hueso (osteosarcoma) y algunos tipos de cánceres gastrointestinales. Las
personas con estos cánceres pueden desarrollar anticuerpos contra estos antígenos tumorales,
pero generalmente los antígenos no producen una respuesta inmunológica adecuada para
controlar el cáncer. Además, los anticuerpos pueden ser incapaces de destruir el cáncer y
algunas veces parece que incluso estimulan su crecimiento.
Sin embargo, es posible sacar provecho de ciertos antígenos tumorales. Los antígenos
liberados en la sangre por algunos cánceres pueden ser detectados mediante análisis de sangre.
En ocasiones estos antígenos se denominan marcadores tumorales. El posible uso de estos
marcadores tumorales como método de detección de cáncer en la gente que no presenta
síntomas ha adquirido gran interés. Sin embargo, debido a que los análisis son costosos y no
muy determinantes, su uso en investigaciones sistemáticas es generalmente poco aconsejable
para la mayoría de los casos. En cambio, son mucho más valiosos tanto en el diagnóstico
como en el tratamiento del cáncer. Por ejemplo, los análisis de sangre pueden ayudar a
determinar si el tratamiento de un cáncer es efectivo. Si el marcador tumoral desaparece de la
sangre, la terapia probablemente ha sido eficaz. Si el marcador desaparece y más tarde
reaparece, el cáncer posiblemente ha reaparecido.
El antígeno carcinoembrionario (ACE) es un antígeno tumoral que se encuentra en la sangre
de las personas con cáncer de colon, mama, páncreas, vejiga, ovario y cuello del útero. Altas
cantidades de este antígeno puede también detectarse en los grandes fumadores y en quienes
padecen cirrosis hepática o colitis ulcerosa. Por lo tanto, la presencia de una gran cantidad de
antígenos carcinoembrionarios significa la existencia de cáncer. La medición de los valores
del antígeno carcinoembrionario en las personas que han sido tratadas por cáncer, ayuda a
detectar una recidiva del mismo.
La alfa-fetoproteína (AFP), que es normalmente producida por las células del hígado en el
feto, se encuentra en la sangre de las personas con cáncer de hígado (hepatoma) y a menudo
en gente con ciertos cánceres de ovario o de testículo y en niños o adultos jóvenes con
tumores de la glándula pineal.
La gonadotropina coriónica humana beta (b-HCG), una hormona producida durante el
embarazo, que sirve como base para los análisis del mismo, también aparece en mujeres que
tienen un cáncer originado en la placenta y en varones con varios tipos de cáncer testicular.
Esta hormona constituye un marcador tumoral muy útil en el control del tratamiento para estos
cánceres, ya que ha ayudado a mejorar el porcentaje de cura en más de un 95 por ciento de los
casos.
Los valores de antígeno-específico prostático (AEP) son elevados en los hombres con
crecimientos no cancerosos (benignos) de la próstata y considerablemente en aquellos que
tienen cáncer de próstata. El valor a partir del cual debe considerarse significativo es todavía
incierto, pero los individuos con una cantidad elevada de este antígeno deberían ser sometidos
a otros exámenes para buscar un cáncer de próstata. Con la determinación de la cantidad del
antígeno específico prostático en la sangre después del tratamiento del cáncer, se puede saber
si éste ha reaparecido.
El CA-125 es otro antígeno. Sus valores en la sangre aumentan de manera sensible en las
mujeres con distintas enfermedades de los ovarios, incluyendo el cáncer y, como el cáncer de
ovario es difícil de diagnosticar, algunos expertos aconsejan determinar el CA-125 en las
mujeres mayores de 40 años. Sin embargo, su falta de sensibilidad y de especificidad indica
que aún no es una prueba de detección preventiva.
Otros antígenos se encuentran en cantidades elevadas, como es el caso del CA 15-3 que
aparece en el cáncer de mama, del CA 19-5 en el cáncer pancreático, la b2 microglobulina en
el mieloma múltiple y el lactato deshidrogenasa en el cáncer testicular, pero ninguno de ellos
puede ser recomendado como prueba de detección precoz de cáncer. Sin embargo, son útiles
para controlar la respuesta al tratamiento de un cáncer ya diagnosticado.
Inmunoterapia
La evaluación del cáncer comienza con una historia clínica y una exploración física. Ambos,
ayudan al médico a evaluar el riesgo de cáncer que tiene una persona y a determinar los
estudios necesarios para detectarlo. En general, la búsqueda del cáncer forma parte del
examen médico de rutina y se realiza fundamentalmente para detectar los cánceres de tiroides,
de testículo, de boca, de ovario, de piel y de ganglios linfáticos.
Las pruebas de detección precoz tratan de identificar el cáncer antes de que provoque
síntomas. Si una prueba da un resultado positivo, se necesitan otras pruebas posteriormente
para confirmar el diagnóstico. Un diagnóstico de cáncer debe hacerse siempre con absoluta
certeza, lo cual habitualmente requiere una biopsia. Es también esencial determinar el tipo
específico de cáncer. Cuando se detecta el cáncer, otras pruebas para determinar el estadio del
mismo ayudan a conocer su exacta localización y si se ha extendido a otros órganos. Todo ello
ayuda a los médicos a planificar un tratamiento apropiado y a determinar el pronóstico.
Las pruebas de detección precoz del cáncer sirven para detectar la posibilidad de la presencia
de un cáncer. Pueden contribuir a reducir el número de fallecimientos por esta causa. Cuando
se detecta un cáncer en sus primeras etapas, habitualmente puede tratarse antes de que se
disemine. Las pruebas de detección precoz generalmente no son definitivas; los resultados son
comprobados o refutados con exámenes y pruebas ulteriores.
Aunque las pruebas de detección precoz pueden ayudar a salvar vidas, pueden también ser
muy caras y, algunas veces, tener repercusiones de orden físico o psicológico. Generalmente,
las pruebas de detección precoz producen un número relativamente alto de resultados falsos
positivos ( resultados que sugieren que un cáncer está presente cuando en realidad no lo está).
También pueden producir resultados falsos negativos (resultados que no muestran indicios de
un cáncer que se halla verdaderamente presente).
Los resultados falsos positivos pueden crear un estrés psicológico y pueden conducir a la
realización de otros exámenes, costosos y con riesgos. Los resultados falsos negativos pueden
tranquilizar a la gente, pero es una falsa seguridad. Por estas razones, los médicos piensan
cuidadosamente antes de decidir si se deben realizar o no tales pruebas.
Dos de las pruebas de detección precoz más ampliamente utilizadas en las mujeres son la
prueba de Papanicolau (Pap), que detecta el cáncer de cuello de útero, y la mamografía, que
detecta el cáncer de mama. Ambas han dado resultados satisfactorios en la reducción de los
porcentajes de muerte a causa de estos cánceres.
La determinación de la cantidad del antígeno específico prostático en la sangre es una prueba
de detección precoz frecuente en los varones. Las cantidades de este antígeno son altas en
individuos con cáncer de próstata, pero su presencia es también elevada en quienes presentan
un aumento del tamaño de próstata de causa benigna. Queda aún sin resolver si el antígeno
específico prostático puede o no ser empleado para la detección del cáncer de próstata.
Las desventajas de su uso como prueba de detección precoz son su costo elevado y los
posibles resultados falsos positivos.
Otro examen de detección precoz frecuente es la búsqueda de sangre oculta en las heces. La
sangre oculta no puede observarse a simple vista; la muestra de heces debe ser analizada. El
descubrimiento de sangre oculta en la deposición es un indicio de que algo está mal en el
colon.
El problema puede ser un cáncer, aunque muchos otros trastornos pueden hacer también que
se pierdan pequeñas cantidades de sangre con las deposiciones.
Algunas pruebas de detección precoz pueden ser realizadas en casa. Por ejemplo, en las
mujeres, el autoexamen mensual de las mamas es sumamente valioso para ayudar a detectar el
cáncer de mama. El examen periódico de los testículos puede ayudar al hombre a detectar un
cáncer testicular, una de las formas de cáncer más curables cuando se diagnostica a tiempo.
El control periódico de la boca en búsqueda de llagas puede contribuir a detectar el cáncer de
boca en su fase inicial.
Ya que existen varios tipos diferentes de cáncer y que sus tratamientos varían, diagnosticar su
presencia y determinar la específica variedad a la que pertenecen es esencial. Esto requiere,
prácticamente siempre, la obtención de una muestra del tumor sospechoso para examinarla al
microscopio. Puede ser necesario efectuar varias pruebas especiales sobre la muestra para
caracterizar más detalladamente el cáncer. Conocer el tipo de cáncer ayuda al médico a
determinar los estudios que debe realizar, ya que cada cáncer tiende a seguir un patrón propio
de crecimiento y de extensión.
En más del 7 por ciento de los pacientes con cáncer, los estudios identifican metástasis incluso
antes de que se distinga el cáncer original. Algunas veces el cáncer original puede no ser
descubierto. Sin embargo, habitualmente se puede identificar el tipo del tumor primario
realizando una biopsia de las metástasis y examinando el tejido al microscopio.
No obstante, la identificación no es siempre fácil o segura. La intensidad de la búsqueda del
tumor primario está determinada por el diagnóstico realizado sobre el tejido. En general, los
médicos buscan el tumor primario si al tratarlo se puede influir significativamente en la
supervivencia (por ejemplo, en el cáncer de mama). Si identificar el tumor primario no cambia
el programa de tratamiento o la supervivencia, no tiene sentido efectuar más pruebas.
Determinación de los estadios del cáncer
Cuando se encuentra el cáncer, las pruebas para determinar el estadio del mismo ayudan a los
médicos a planificar tratamientos apropiados y a determinar el pronóstico. Numerosas pruebas
se llevan a cabo para determinar la localización del tumor, su tamaño, su crecimiento hacia las
estructuras cercanas y su extensión a otras partes del cuerpo. Definir el estadio es fundamental
para determinar si la curación es posible. Los pacientes de cáncer, algunas veces se muestran
impacientes y ansiosos durante estas pruebas, deseando un tratamiento inmediato del tumor.
Sin embargo, estos análisis permiten a los médicos determinar una terapia de ataque
inteligente y planificada.
El estudio del estadio del cáncer puede incluir gammagrafías, como las de hígado y huesos,
estudios con contrastes, tomografías computadorizadas (TC) o imágenes por resonancia
magnética (RM) para determinar si el cáncer se ha extendido. La mediastinoscopia, en la cual
el interior del tórax (el mediastino) se examina con un instrumento de fibra óptica, es utilizada
para determinar si el cáncer, en general un cáncer de pulmón, ha alcanzado los ganglios
linfáticos. Una biopsia de médula ósea, en la que se extrae tejido del centro de un hueso y se
examina al microscopio, puede ayudar a determinar si el cáncer se ha extendido hasta allí.
Algunas veces puede ser necesaria la cirugía para determinar el estadio del cáncer. Por
ejemplo, una laparotomía (una operación abdominal) permite al cirujano extirpar o tratar el
cáncer de colon mientras determina si el mismo se ha extendido a los ganglios linfáticos
cercanos, desde los cuales podría continuar hasta el hí-gado. Un análisis de los ganglios
extraídos de la axila durante una mastectomía ayuda a determinar hasta dónde se ha
propagado el cáncer de mama, y si es necesaria una terapia posquirúrgica. Una operación para
extirpar el bazo (esplenectomía) contribuye a determinar los estadios de la enfermedad de
Hodgkin.
La exploración con ultrasonidos (ecografía) es un procedimiento indoloro e inofensivo que
utiliza ondas sonoras que muestran la estructura de los órganos internos. Es útil para
identificar y determinar el tamaño de ciertos cánceres, particularmente de riñones, hígado,
pelvis y próstata. Los médicos usan también la ecografía para guiar la extracción de muestras
de tejido durante una biopsia con aguja.
La tomografía computadorizada (TC) se emplea para detectar cáncer en el cerebro, en los
pulmones y en los órganos abdominales, como las glándulas suprarrenales, los ganglios
linfáticos, el hígado y el bazo.
La linfografía es un examen en el cual se inyecta un contraste en los pies y se sigue con rayos
X a medida que asciende. Ayuda a identificar anomalías en los ganglios linfáticos
abdominales, pero desde la llegada de la TC, prácticamente ya no se realiza.
La obtención de imágenes por resonancia magnética (RM) es una alternativa a la TC. Con este
procedimiento, un campo magnético muy potente genera imágenes anatómicas perfectamente
detalladas. Es de particular utilidad en la detección de cánceres de cerebro, huesos y médula
espinal. No se utilizan los rayos X y es un procedimiento muy seguro.
CAPITULO 165
Complicaciones del cáncer
Los cánceres y sus tumores satélites (metástasis) pueden invadir y, de ese modo, alterar la
función de un órgano o ejercer presión en los tejidos que lo rodean; ambos pueden provocar
una amplia variedad de síntomas y de problemas médicos. En las personas con cáncer
metastásico, el dolor puede ser causado por el crecimiento del cáncer dentro del hueso (que no
se expande), o bien debido a la presión sobre los nervios o sobre otros tejidos.
Muchos tipos de cáncer producen ciertas sustancias como hormonas, citocinas y proteínas que
pueden afectar a la función de otros tejidos y órganos, originando muchos síntomas
denominados síndromes paraneoplásicos. Algunas veces los problemas causados por el cáncer
son tan graves que deben ser tratados de forma urgente.
Síndromes paraneoplásicos
Los síndromes paraneoplásicos son un conjunto de síntomas causados no por el tumor en sí,
sino por los productos derivados del cáncer.
Algunas de las sustancias que un tumor puede producir son hormonas, citocinas y varias
proteínas. Estos productos afectan a los órganos o tejidos por sus efectos químicos; de ahí el
término paraneoplásico.
El modo exacto en que los cánceres afectan a sitios distantes no se conoce completamente.
Algunos cánceres liberan unas sustancias en la sangre, causando una reacción autoinmune que
daña los tejidos lejanos. Otros cánceres segregan sustancias que interfieren directamente en la
función de diferentes órganos o que destruyen directamente los tejidos.
Pueden aparecer síntomas como la disminución del azúcar en la sangre, diarrea y aumento de
la presión arterial (hipertensión). A menudo los síndromes paraneoplásicos afectan al sistema
nervioso.
Aunque algunos de los síntomas pueden ser tratados directamente, la terapia de un síndrome
paraneoplásico ordinariamente requiere controlar el cáncer subyacente.
El tratamiento eficaz del cáncer debe dirigirse no sólo al tumor principal, sino también a los
tumores que puedan aparecer, por extensión, en otras partes del organismo (metástasis). Por
consiguiente, la cirugía o la radioterapia que se aplican en áreas específicas del cuerpo a
menudo se combinan con la quimioterapia, que alcanza todo el organismo. Aun cuando la
curación no es posible, los síntomas suelen aliviarse con terapias paliativas, mejorando la
calidad de vida y la supervivencia.
Respuesta al tratamiento
Las personas tratadas de cáncer, deben ser seguidas para observar cómo responden a la
terapia. El tratamiento más eficaz es el que produce la curación. La curación se define como
una remisión completa en la cual desaparece toda evidencia del cáncer (respuesta completa).
Los investigadores algunas veces estiman la curación en términos de porcentajes de
supervivencia libre de enfermedad en un período de 5 o 10 años; se entiende que en este
tiempo el cáncer desaparece completamente y no recidiva. En una respuesta parcial, el tamaño
de uno o más tumores se reduce a menos de la mitad; esta respuesta puede atenuar los
síntomas y prolongar la vida, aunque el cáncer vuelva a crecer. El tratamiento menos eficaz es
aquel en el que no se produce ningún tipo de respuesta.
Algunas veces un cáncer desaparece completamente pero reaparece más tarde; el intervalo
entre estos dos sucesos se denomina tiempo de supervivencia libre de enfermedad. El
intervalo entre la respuesta completa y el momento del fallecimiento se considera el tiempo
total de supervivencia. En las personas que tienen una respuesta parcial, la duración de ésta se
mide desde el momento en que la respuesta se presenta hasta el momento en que el cáncer
comienza a crecer o a extenderse otra vez.
Algunos cánceres tienen una buena respuesta a la quimioterapia. Otros mejoran pero no se
curan. Algunos cánceres (melanoma, cáncer de las células renales, cáncer pancreático o de
cerebro) responden muy poco a la quimioterapia y se dice que son resistentes. Otros (cáncer
de mama, cáncer de células pequeñas del pulmón, leucemia) pueden tener una excelente
respuesta inicial a la quimioterapia, pero después de repetidos tratamientos pueden desarrollar
resistencia a los fármacos. Ya que existen genes resistentes a varios fármacos tanto en las
células normales como en las cancerosas, la exposición a un fármaco sólo puede hacer que el
tumor se vuelva resistente a otros fármacos sin ninguna relación entre sí. Se supone que estos
genes existen para proveer a las células los medios necesarios para evitar su destrucción por
un material nocivo. Como resultado, la célula puede expulsar el fármaco en defensa propia,
haciendo que la terapia sea eficaz. Los investigadores están tratando de determinar cómo
suprimir la actividad de estos genes.
Las leucemias agudas, linfoblástica y mieloblástica, son dos cánceres potencialmente curables.
La enfermedad de Hodgkin y muchos otros linfomas (linfoma difuso de células grandes,
linfoma de Burkitt y linfoma linfoblástico) se curan en aproximadamente un 80 por ciento de
niños y adultos. La quimioterapia cura más del 90 por ciento de los varones que tiene cáncer
testicular avanzado y cerca del 98 por ciento de las mujeres con coriocarcinoma (un cáncer de
útero).
Cirugía
La cirugía es una de las formas más antiguas de terapia de cáncer. El tratamiento y las
perspectivas (pronóstico) son determinados principalmente por el estudio de la gravedad del
cáncer y su extensión a otros órganos a través de un proceso denominado estadiaje. Es de vital
importancia consultar al médico tan pronto como sea posible, ya que algunos cánceres pueden
curarse con sólo cirugía cuando se tratan en sus estadios iniciales.
Radioterapia
La radiación destruye sobre todo las células que se dividen rápidamente. Por lo general, esto
significa que se trata de un cáncer, pero la radiación puede también dañar los tejidos normales,
especialmente aquellos en los cuales las células se reproducen normalmente de forma rápida,
como la piel, los folículos capilares, la pared interna de los intestinos, los ovarios, los
testículos y la médula ósea. Precisar al máximo el foco de irradiación es lo que más protege a
las células normales.
Las células que tienen una adecuada oxigenación son más susceptibles a los efectos de la
radiación. A las células cercanas al centro de un tumor de gran tamaño, a veces les llega poca
sangre y por tanto poca cantidad de oxígeno. A medida que el tumor se hace más pequeño, las
células supervivientes parecen obtener mayor suministro de sangre, lo cual las hace más
vulnerables a la siguiente dosis de radiación. Así, repartiendo la radiación en dosis repetidas
durante un período prolongado, aumenta el efecto letal sobre las células del tumor y
disminuye el efecto tóxico sobre las células normales. El plan de tratamiento apunta a la
máxima reparación de las células y tejidos normales, ya que las células tienen la capacidad de
recuperarse por sí mismas después de haber sido expuestas a la radiación.
La radioterapia se lleva a cabo habitualmente con un equipo denominado acelerador lineal.
Los rayos se aplican muy cerca del tumor y el grado en que los rayos afectarán adversamente
a los tejidos normales depende del tamaño del área irradiada y de su proximidad a esos tejidos.
Por ejemplo, la radiación en los tumores de la cabeza o del cuello causan a menudo
inflamación de las membranas mucosas en la nariz y en la boca, produciendo dolor y
ulceraciones, mientras que en el estómago o en el abdomen suele producir inflamación del
estómago (gastritis) y del intestino grueso (enteritis), provocando diarrea.
La radioterapia desempeña un papel principal en la curación de muchos cánceres, como la
enfermedad de Hodgkin, el linfoma no hodgkiniano en estadios iniciales, el cáncer de células
escamosas de la cabeza y del cuello, el seminoma (un cáncer testicular), el cáncer de próstata,
el cáncer de mama en un estadio inicial el cáncer de pulmón de células no pequeñas en estadio
inicial y el meduloblastoma (un tumor del cerebro o de la médula espinal). Para los cánceres
primarios de laringe y próstata, el porcentaje de curación es prácticamente el mismo con
radioterapia y con cirugía.
La radioterapia puede reducir los síntomas cuando un cáncer no tiene posibilidad de curación,
como en el mieloma múltiple y en los cánceres
avanzados de cabeza y cuello, pulmón, esófago y
estómago. Puede también aliviar los síntomas
causados por la metástasis en los huesos o en el
cerebro.
Quimioterapia
Terapia combinada
Casi todos los pacientes que reciben quimioterapia o radioterapia experimentan ciertos efectos
secundarios, sobre todo náuseas o vómitos y disminución de los glóbulos de la sangre. Las
personas tratadas con quimioterapia casi siempre pierden el cabello. Disminuir los efectos
secundarios es un aspecto importante de la terapia.
Náuseas y vómitos
La citopenia, una deficiencia de uno o más tipos de células de la sangre, puede desarrollarse
durante la terapia del cáncer. Por ejemplo, una persona puede presentar un número
anormalmente bajo de glóbulos rojos (anemia), de glóbulos blancos (neutropenia o
leucopenia) o de plaquetas (trombocitopenia). En general, la citopenia no necesita ser tratada.
Sin embargo, si la anemia es grave, se puede realizar una transfusión de concentrado de
glóbulos rojos. De la misma manera, si la trombocitopenia es grave, puede realizarse una
transfusión de plaquetas para disminuir el riesgo de hemorragias.
Una persona con neutropenia (un número anormalmente bajo de neutrófilos, un tipo de
glóbulos blancos) es propensa a contraer una infección. Por esta razón, una temperatura
superior a 37,5 ºC en una persona con neutropenia debe ser tratada con urgencia, se la
examina para detectar una posibleinfección, pudiendo requerir antibióticos e incluso ingreso
en el hospital. Rara vez se efectúa una transfusión de glóbulos blancos, dado que sólo
sobreviven unas pocas horas y pueden producir muchos efectos secundarios. En lugar de ello,
se pueden administrar ciertas sustancias (como el factor estimulante de granulocitos) para
estimular la producción de los glóbulos blancos.
Una nueva propuesta para tratar el cáncer se llama quimioterapia a dosis intensa, en la cual se
usan especialmente altas dosis de fármacos. Esta terapia se usa para los tumores que han
reaparecido, aunque hayan tenido una buena respuesta cuando fueron tratados por primera vez
con fármacos. Estos tumores ya han demostrado que son sensibles al fármaco; la estrategia es
aumentar marcadamente esta dosis para matar más células cancerosas y de esta manera
prolongar la supervivencia.
Sin embargo, la quimioterapia con dosis intensa puede causar daños en la médula ósea,
amenazando la vida de la persona. Por lo tanto, generalmente se combina con terapia de
rescate, en la cual, antes de aplicar la quimioterapia, se recoge médula ósea del sujeto.
Después del tratamiento, la médula se vuelve a infundir en el paciente. A veces, pueden
aislarse las células de una muestra de sangre y utilizarlas en lugar de la médula ósea. Estos
tratamientos se han aplicado en el cáncer de mama, linfomas, enfermedad de Hodgkin y
mieloma.
En las personas con leucemia aguda, después de la quimioterapia con dosis intensa, puede
realizarse un verdadero trasplante de médula ósea de un donante con tejido compatible
(generalmente un hermano o una hermana). Una de las complicaciones que pueden aparecer
es la reacción injerto contra huésped (rechazo), en la cual el tejido trasplantado destruye los
tejidos del huésped.
Nuevas técnicas de radioterapia, como la utilización de haces de protones o neutrones, pueden
ser útiles para tratar con éxito ciertos tumores. Los colorantes activados por radiación y la
terapia fotodinámica también ofrecen grandes esperanzas.
La inmunoterapia se sirve de técnicas como los modificadores de respuestas biológicas, la
terapia con células asesinas y la terapia humoral (anticuerpos), para estimular al sistema
inmunitario del organismo contra el cáncer. Estas técnicas se han aplicado para tratar diversos
cánceres, como el melanoma, el cáncer de riñón, el sarcoma de Kaposi y la leucemia.
Finalmente, uno de los más importantes proyectos terapéuticos es encontrar fármacos que
ayuden a prevenir el cáncer. Los retinoides (derivados de la vita-mina A) han demostrado ser
efectivos reduciendo el porcentaje de recidiva de algunos cánceres, especialmente los de boca,
laringe y pulmones. Desafortunadamente, otros agentes, como el beta-caroteno y otros
antioxidantes similares, no se ha demostrado que sean eficaces en la prevención del cáncer.
SECCION 16 > TRASTORNOS DEL SISTEMA INMUNITARIO
CAPITULO 167
Biología del sistema inmunitario
Así como la mente humana permite que una persona desarrolle su propia forma de ser, el
sistema inmunitario provee un concepto propio de biología. La función del sistema
inmunitario es defender al cuerpo de los invasores. Los microbios (gérmenes o
microorganismos), las células cancerosas y los tejidos u órganos trasplantados son
interpretados por el sistema inmunitario como algo contra lo cual el cuerpo debe defenderse.
Anatomía
El sistema inmunitario mantiene su propio sistema de circulación (los vasos linfáticos) que
abarca todos los órganos del cuerpo excepto el cerebro. Los vasos linfáticos contienen un
líquido claro y espeso (linfa) formado por un líquido cargado de grasa y glóbulos blancos.
Además de los vasos linfáticos existen áreas especiales (ganglios linfáticos, amígdalas,
médula ósea, bazo, hígado, pulmones e intestino) en las que es posible reclutar, movilizar y
desplegar linfocitos hacia zonas específicas como parte de la respuesta inmune. El ingenioso
diseño de este sistema asegura la inmediata disponibilidad y rápida concreción de una
respuesta inmune dondequiera que sea necesaria. Es posible ver funcionar este sistema cuando
una herida o infección en la yema de un dedo produce la inflamación de un ganglio linfático
en el codo o cuando una infección de garganta inflama los ganglios linfáticos que se
encuentran bajo la barbilla. Los ganglios se inflaman porque los vasos linfáticos drenan la
infección transportándola hacia la zona más cercana en la que pueda organizarse una respuesta
inmune.
Componentes del sistema inmunitario
El sistema inmunitario está compuesto por células y sustancias solubles. Las células más
importantes del sistema inmunitario son los glóbulos blancos. Los macrófagos, neutrófilos y
linfocitos son distintos tipos de glóbulos blancos. Las sustancias solubles son moléculas que
no forman parte de las células pero que se disuelven en un líquido, como el plasma. Las
sustancias solubles más importantes son los anticuerpos, las proteínas del sistema del
complemento y las citoquinas. Algunas sustancias solubles actúan como mensajeros para
atraer y activar otras células. El complejo mayor de histocompatibilidad es la base del sistema
inmunitario y ayuda a identificar lo propio y lo extraño.
Sistema linfático: defensa contra la infección
El sistema linfático es una red de ganglios linfáticos conectados con vasos linfáticos. Los ganglios linfáticos contienen una red de tejido en la cual los
linfocitos están estrechamente unidos.
Esta red de linfocitos filtra, ataca y destruye organismos perjudiciales que producen infecciones. Los ganglios linfáticos suelen agruparse
en zonas en las que los vasos linfáticos se ramifican, como el cuello, las axilas y la ingle.
La linfa, un líquido rico en glóbulos blancos, fluye por los vasos linfáticos. La linfa contribuye a que el agua, las proteínas y otras sustancias de los tejidos
corporales regresen
al flujo sanguíneo. Todas las sustancias absorbidas por la linfa pasan por al menos un ganglio linfático y su correspondiente filtro formado por una red de
linfocitos.
Otros órganos y tejidos corporales (el timo, el hígado, el bazo, el apéndice, la médula ósea y pequeñas acumulaciones de tejido linfático como las amígdalas
en la garganta y las glándulas de Peyer en el intestino delgado) también forman parte del sistema linfático. Estos tejidos también ayudan al cuerpo a combatir
las infecciones.
Macrófagos
Los macrófagos son grandes glóbulos blancos que ingieren microbios, antígenos y otras
sustancias. Un antígeno es cualquier sustancia que puede estimular una respuesta inmune. Las
bacterias, los virus, las proteínas, los hidratos de carbono, las células cancerosas y las toxinas
pueden actuar como antígenos.
El citoplasma de macrófagos contiene gránulos o paquetes envueltos por una membrana,
consistentes en varias sustancias químicas y enzimas. Las mismas permiten que el macrófago
digiera el microbio que ha ingerido y, por lo general, lo destruya.
Los macrófagos no se encuentran en la sangre; en realidad se localizan en zonas estratégicas
donde los órganos del cuerpo contactan con el flujo sanguíneo o el mundo exterior. Por
ejemplo, los macrófagos se hallan donde los pulmones reciben el aire exterior y donde las
células del hígado se conectan con los vasos sanguíneos. Las células similares de la sangre
reciben el nombre de monocitos.
Neutrófilos
Al igual que los macrófagos, los neutrófilos son grandes glóbulos blancos que tragan
microbios y otros antígenos y tienen gránulos que contienen enzimas cuya finalidad es destruir
los antígenos ingeridos. Sin embargo, a diferencia de los macrófagos, los neutrófilos circulan
en la sangre; necesitan un estímulo específico para abandonar ésta y entrar en los tejidos.
Los macrófagos y los neutrófilos suelen trabajar juntos. Los macrófagos inician una respuesta
inmune y envían señales para movilizar a los neutrófilos, con el fin de que se unan a ellos en
el sector con problemas. Cuando llegan los neutrófilos, digieren a los invasores y así los
destruyen. La acumulación de neutrófilos y la muerte y digestión de los microbios forma pus.
Algunos glóbulos blancos que combaten las infecciones
Macrófafo Linfocito
Linfocitos
Los linfocitos, las principales células del sistema linfático, son relativamente pequeños
comparados con los macrófagos y los neutrófilos. A diferencia de los neutrófilos, que no
viven más de 7 a 10 días, los linfocitos pueden vivir durante años o décadas. La mayoría de
los linfocitos se divide en tres categorías principales:
- Los linfocitos B derivan de una célula (célula madre o precursora) de la médula ósea y
maduran hasta convertirse en células plasmáticas, que secretan anticuerpos.
- Los linfocitos T se forman cuando las células madres o precursoras migran de la médula
ósea hacia el timo, una glándula donde se dividen y maduran. Los linfocitos T aprenden a
diferenciar lo propio y lo extraño en el timo. Los linfocitos T maduros abandonan el timo y
entran en el sistema linfático, donde funcionan como parte del sistema inmunitario de
vigilancia.
- Las células asesinas naturales, que son ligeramente más grandes que los linfocitos T y B,
reciben ese nombre porque matan ciertos microbios y células cancerosas. El adjetivo “natural”
indica que, en cuanto se forman, están preparadas para matar diversos tipos de células, en
lugar de requerir la maduración y el proceso educativo que sí necesitan los linfocitos B y T.
Las células asesinas naturales también producen algunas citoquinas, sustancias mensajeras que
regulan ciertas funciones de los linfocitos T, los linfocitos B y los macrófagos.
Anticuerpos
Cuando son estimulados por un antígeno, los linfocitos B maduran hasta convertirse en células
que forman anticuerpos. Los anticuerpos son proteínas que interactúan con el antígeno que
inicialmente estimula los linfocitos B. Los anticuerpos también reciben el nombre de
inmunoglobulinas.
Cada molécula de anticuerpo tiene una parte única que se une a un antígeno específico y otra
parte cuya estructura determina la clase de anticuerpo. Existen cinco clases de anticuerpos:
IgM, IgG, IgA, IgE e IgD.
Estructura básica en Y de los anticuerpos
Todas las moléculas de los anticuerpos tienen una estructura básica en forma de Y en la que varias piezas se unen mediante estructuras químicas llamadas
enlaces de bisulfuro. Una molécula de anticuerpo se divide en regiones variables y constantes. La región variable determina a qué antígeno se unirá el
anticuerpo. La región constante determina la clase de anticuerpo (IgG, IgM, IgD, IgE o IgA).
El sistema del complemento abarca más de 18 pro-teínas. Estas proteínas actúan en cadena, es
decir, que una activa la siguiente. El sistema del complemento puede ser activado a través de
dos vías diferentes. Una de ellas, llamada vía alternativa, es activada por ciertos productos
microbianos o antígenos. La otra vía, llamada clásica, es activada por anticuerpos específicos
unidos a sus antígenos (complejos inmunes). El sistema del complemento destruye sustancias
extrañas, directamente o en conjunción con otros componentes del sistema inmunitario.
Citoquinas
Las citoquinas funcionan como los mensajeros del sistema inmunitario. Son secretadas por
células del sistema inmunitario en respuesta a una estimulación. Las citoquinas amplifican (o
estimulan) algunos aspectos del sistema inmunitario e inhiben (o suprimen) otros. Se han
identificado muchas citoquinas y la lista todavía sigue creciendo.
Algunas citoquinas pueden ser inyectadas como parte del tratamiento para ciertas
enfermedades. Por ejemplo, el interferón alfa es efectivo en el tratamiento de ciertos cánceres,
como la leucemia de células peludas. Otra citoquina, el interferón beta, puede ayudar a tratar
la esclerosis múltiple. Una tercera citoquina, llamada interleucina-2, puede ser útil en el
tratamiento del melanoma maligno y el cáncer de riñón, a pesar de que su uso tiene efectos
adversos. Existe otra citoquina más, llamada factor estimulante de las colonias de
granulocitos, que estimula la producción de neutrófilos, y puede ser utilizada en pacientes con
cáncer que tienen poca cantidad de neutrófilos a causa de la quimioterapia.
Todas las células tienen moléculas en su superficie que son únicas para cada persona
determinada. Se las conoce con el nombre de moléculas del complejo mayor de
histocompatibilidad. A través de ellas, el cuerpo es capaz de distinguir lo propio y lo extraño.
Toda célula que muestre moléculas idénticas del complejo mayor de histocompatibilidad es
ignorada; y toda célula que muestre moléculas no idénticas del complejo mayor de
histocompatibilidad es rechazada.
Existen dos tipos de moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (también llamadas
antígenos leucocitarios humanos o HLA): las de clase I y clase II. Las moléculas del complejo
mayor de histocompatibilidad de clase I están presentes en todas las células del cuerpo a
excepción de los glóbulos rojos. Las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad de
clase II están presentes sólo en las superficies de los macrófagos y en los linfocitos B y T que
hayan sido estimulados por un antígeno. Las moléculas del complejo mayor de
histocompatibilidad de clases I y II de cada persona son únicas. A pesar de que los gemelos
idénticos tienen idénticas moléculas de histocompatibilidad, existe una baja probabilidad (una
sobre cuatro) de que los gemelos no idénticos tengan moléculas idénticas, mientras que es
extraordinariamente baja para dos personas que no son hijas de los mismos padres.
Las células del sistema inmunitario aprenden a diferenciar lo propio de lo extraño en la
glándula del timo. Cuando el sistema inmunitario comienza a desarrollarse en el feto, las
células madres o precursoras migran hacia el timo, donde se dividen hasta convertirse en
linfocitos T. Mientras se desarrolla en la glándula del timo, cualquier linfocito T que reacciona
ante las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad del timo es eliminado. A todo
linfocito T que tolere el complejo mayor de histocompatibilidad del timo y aprenda a cooperar
con las células que expresan las moléculas únicas del complejo mayor de histocompatibilidad
del cuerpo se le permite madurar y abandonar el timo.
El resultado es que los linfocitos T maduros toleran las células y los órganos del cuerpo y
pueden cooperar con las otras células del cuerpo cuando se las llama a defender a éste. Si los
linfocitos T no tolerasen las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad del cuerpo,
lo atacarían. Sin embargo, en ocasiones los linfocitos T pierden la capacidad de diferenciar lo
propio de lo extraño y, en consecuencia, se desarrollan enfermedades autoinmunes como el
lupus eritematoso sistémico (lupus) o la esclerosis múltiple.
La inmunidad y la respuesta inmune
Reconocimiento
Antes de que el sistema inmunitario pueda responder ante un antígeno, debe ser capaz de
reconocerlo. Y, en efecto, puede hacerlo a través de un proceso llamado procesamiento de
antígenos. Los macrófagos son las mayores células procesadoras de antígenos, pero otras
células, incluyendo los linfocitos B, también pueden hacerlo.
Las células procesadoras de antígenos ingieren un antígeno y lo cortan en pequeños
fragmentos. A continuación, estos fragmentos se colocan dentro de las moléculas del
complejo mayor de histocompatibilidad y son disparados hacia la superficie de la membrana
celular. El área del complejo mayor de histocompatibilidad que contiene los fragmentos de
antígeno luego se une (adhiere) a una molécula especial de la superficie del linfocito T
llamada receptor de célula T. El receptor de célula T está diseñado para encajar (como una
llave en una cerradura) en la parte del complejo mayor de histocompatibilidad que transporta
un fragmento de antígeno.
Los linfocitos T cuentan con dos grandes subgrupos que difieren en su capacidad de unirse
(adherirse) a una de las dos clases de moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad.
El subgrupo de linfocitos T con una molécula CD8 en su superficie puede unirse a moléculas
del complejo mayor de histocompatibilidad de clase I. El subgrupo de lin-focitos T con una
molécula CD4 en su superficie puede unirse a moléculas del complejo mayor de
histocompatibilidad de clase II.
Movilización
Una vez que una célula procesadora de antígenos y un linfocito T han reconocido un antígeno,
una serie de hechos inicia la movilización del sistema inmunitario. Cuando una célula
procesadora de antígenos ingiere un antígeno, libera citoquinas (por ejemplo, interleucina-1,
interleucina-8 o interleucina-12) que actúan sobre otras células. La interleucina-1 moviliza
otros linfocitos T; la interleucina-12 estimula las células asesinas naturales para que sean aún
más potentes y secreten interferón; la interleucina-8 actúa como una especie de “faro” que
guía a los neutrófilos hacia el sitio en el que fue encontrado el antígeno. Este proceso de
atracción y reclutamiento de células recibe el nombre de quimiotaxis.
Cuando los linfocitos T son estimulados a través de sus receptores de células T, producen
varias citoquinas que ayudan a reclutar otros linfocitos, lo cual amplifica la respuesta inmune.
Las citoquinas también pueden activar las defensas inmunes no específicas (innatas). En
consecuencia, actúan como un puente entre la inmunidad innata y la aprendida.
Como los linfocitos T reconocen a los antígenos
Los linfocitos T forman parte del sistema inmunitario de vigilancia. Contribuyen a identificar antígenos, que son sustancias extrañas al cuerpo. Sin embargo,
para ser reconocido por un linfocito T, un antígeno debe ser procesado y “presentado” al linfocito de forma tal que éste pueda identificarlo, como se muestra
a continuación.
1. Un antígeno que circula por el cuerpo tiene una estructura que un linfocito T no puede reconocer.
2. Una célula procesadora de antígenos, como un macrófago, rodea e ingiere al antígeno.
3. Las enzimas de la célula procesadora de antígenos rompen dicho antígeno hasta reducirlo a fragmentos.
4. Algunos fragmentos de antígeno se unen a moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad y son lanzados a la superficie de la membrana celular.
5. Un receptor de células T, localizado en la superficie de un linfocito T, reconoce el fragmento de antígeno unido a una molécula del complejo mayor de
histocompatibilidad y se adhiere a él.
Ataque
Gran parte de la maquinaria del sistema inmunitario tiene la finalidad de matar o de eliminar
los microbios invasores una vez que han sido reconocidos. Los macrófagos, los neutrófilos y
las células asesinas naturales son capaces de eliminar muchos invasores.
Si un invasor no puede ser eliminado por completo, se pueden construir paredes para
aprisionarlo. Estas paredes están formadas por células especiales y reciben el nombre de
granulomas. La tuberculosis es un ejemplo de una infección que no es completamente
eliminada; las bacterias que causan tuberculosis quedan aprisionadas dentro de un granuloma.
La mayoría de las personas sanas expuestas a estas bacterias rechaza la infección causada por
la tuberculosis, pero algunas bacterias sobreviven indefinidamente, generalmente en el
pulmón, rodeadas de un granuloma. Si el sistema inmunitario se debilita (incluso 50 o 60 años
más tarde), las paredes de la prisión se desmoronan y las bacterias que causan la tuberculosis
comienzan a multiplicarse.
El cuerpo no combate a todos los invasores del mismo modo. Los que permanecen fuera de las
células del cuerpo (organismos extracelulares) son relativamente fáciles de combatir; el
sistema inmunitario moviliza defensas para facilitar su ingestión por los macrófagos y otras
células. Cómo lleva a cabo el sistema inmunitario este procedimiento depende de si los
invasores están encapsulados (tienen una gruesa cápsula a su alrededor) o no. Los invasores
que llegan al interior de las células (organismos intracelulares), y siguen viables (vivos) y
funcionales se combaten de forma completamente diferente.
Algunas bacterias cuentan con una cápsula que resguarda las paredes de sus células e impide
que los macrófagos las reconozcan. Un ejemplo común de bacterias encapsuladas son los
estreptococos, que causan faringitis estreptocócica. La respuesta inmune consiste en hacer que
los linfocitos B produzcan anticuerpos contra la cápsula. Los anticuerpos también neutralizan
las toxinas que producen ciertas bacterias.
Una vez creados, se adhieren a las cápsulas. La unidad bacteria-anticuerpo recibe el nombre
de complejo inmune. El complejo inmune se adhiere a un receptor sobre un macrófago. Esta
unión permite que el macrófago ingiera todo el complejo y que luego se digieran las bacterias
allí mismo. Los complejos inmunes también activan la cascada del complemento. La unión de
productos de la cascada del complemento y el complejo inmune hace que a los macrófagos les
resulte muy fácil identificar los complejos inmunes que debe ingerir.
Algunas bacterias tienen sólo una pared celular; no tienen cápsula y, en consecuencia, se las
considera no encapsuladas. Escherichia coli, una causa muy frecuente de intoxicación
alimentaria y de infecciones del tracto urinario, es un ejemplo de bacteria no encapsulada.
Cuando las bacterias no encapsuladas invaden el cuerpo, los macrófagos, las células asesinas
naturales, las citoquinas y la cascada del complemento se ponen en acción.
Los macrófagos tienen sensores que reconocen las moléculas de la superficie de las bacterias
no encapsuladas. Cuando las moléculas y los sensores se unen, la bacteria es rodeada y
absorbida por el macrófago en un proceso llamado fagocitosis. La fagocitosis estimula al
macrófago a liberar citoquinas que atraen a los neutrófilos. Luego los neutrófilos absorben y
matan muchas bacterias más. Algunas de las citoquinas liberadas por los macrófagos activan
células asesinas naturales, que luego pueden matar algunas bacterias directamente, o bien
ayudan tanto a los neutrófilos como a los macrófagos a matar de forma más eficiente.
Las bacterias no encapsuladas también activan la cascada del complemento. El complemento
ayuda a destruir las bacterias y libera un producto que actúa como señal para atraer
neutrófilos, que luego destruyen el resto de las bacterias.
Organismos intracelulares
Reacciones autoinmunes
En ocasiones el sistema inmunitario no funciona correctamente, interpreta que los tejidos del
cuerpo son extraños y, en consecuencia, los ataca, provocando una reacción autoinmune. Las
reacciones autoinmunes pueden desencadenarse de varias maneras:
- Una sustancia corporal que por lo común queda estrictamente restringida a un área específica
(y en consecuencia escondida del sistema inmunitario) es liberada en la circulación general.
Por ejemplo, el fluido del globo ocular normalmente se limita a las cámaras del ojo. Si un
golpe en el ojo libera este fluido al flujo sanguíneo, el sistema inmunitario puede reaccionar
contra él.
- Una sustancia corporal normal es alterada. Por ejemplo los virus, los medicamentos, la luz
solar o la radiación pueden cambiar la estructura de una proteína hasta el punto de hacerla
parecer extraña.
- El sistema inmunitario responde a una sustancia extraña que tiene una apariencia similar a
una sustancia natural del cuerpo e involuntariamente ataca tanto las sustancias del cuerpo
como las extrañas.
- Algo funciona mal en las células que controlan la producción de anticuerpos. Por ejemplo,
los linfocitos B cancerosos pueden producir anticuerpos anormales que atacan a los glóbulos
rojos.
Los resultados de una reacción autoinmune varían. Es frecuente que la persona tenga fiebre.
Varios tejidos pueden resultar destruidos, como vasos sanguíneos, cartílago y piel.
Virtualmente todos los órganos pueden ser atacados por el sistema inmunitario, incluyendo los
riñones, los pulmones, el corazón y el cerebro. La inflamación y el daño que se produce en los
tejidos pueden causar insuficiencia renal, problemas respiratorios, funcionamiento cardíaco
anormal, dolor, deformación, delirio y muerte.
Un gran número de trastornos casi con certeza tienen un origen autoinmune, incluyendo el
lupus (lupus eritematoso sistémico), la miastenia grave, la enfermedad de Graves, la tiroiditis
de Hashimoto, el pénfigo, la artritis reumatoide, la esclerodermia, el síndrome de Sjögren y la
anemia perniciosa.
CAPITULO 168
Trastornos debidos a inmunodeficiencia
Los trastornos debidos a inmunodeficiencia son un grupo de enfermedades diversas en las que
el sistema inmunitario no funciona de forma adecuada, y en consecuencia las infecciones son
más frecuentes, recurren con más frecuencia, por lo general son graves y duran más de lo
habitual.
Las infecciones frecuentes y graves (tengan lugar en un recién nacido, un niño o un adulto)
que no responden inmediatamente a los
antibióticos sugieren la existencia de un
problema en el sistema inmunitario. Algunos
problemas del sistema inmunitario también
derivan en cánceres raros o infecciones inusuales
por virus, hongos y bacterias.
Causas
Síntomas
En un año, la mayoría de los niños sanos contraen un promedio de seis o más infecciones poco
importantes en el tracto respiratorio, en particular cuando están en contacto con otros niños.
Por el contrario, los niños con inmunidad deficiente contraen infecciones bacterianas graves
que persisten, recurren o producen complicaciones. Por ejemplo, estos niños suelen presentar
infecciones de senos, infecciones crónicas de oído y bronquitis crónica tras un dolor de
garganta o un resfriado. La bronquitis puede derivar en pulmonía.
La piel y las membranas mucosas que recubren la boca, los ojos y los genitales son
susceptibles de infectarse. Una infección fúngica de la boca, junto con las llagas de la boca
(úlceras) y la inflamación de las encías, pueden ser un primer signo de inmunidad debilitada.
La inflamación ocular (conjuntivitis), la pérdida de cabello, el eccema grave y la presencia de
zonas de grandes capilares rotos bajo la piel también son signos de un posible trastorno por
inmunodeficiencia. Las infecciones del tracto gastrointestinal pueden producir diarrea, gran
cantidad de gases y pérdida de peso.
Diagnóstico
Prevención y tratamiento
Algunas de las enfermedades que debilitan el sistema inmunitario con el paso de los años
pueden evitarse o bien recibir tratamiento. Por ejemplo, el estricto control de las
concentraciones de azúcar en sangre en los diabéticos ayuda a mejorar la capacidad de los
glóbulos blancos para evitar infecciones. Si un determinado cáncer recibe el tratamiento
adecuado probablemente se recupere el funcionamiento del sistema inmunitario. La práctica
del sexo con medidas de seguridad evita la propagación del VIH (el virus que provoca el
SIDA). El cuidado de la dieta puede evitar los trastornos inmunes que derivan de la
desnutrición.
Las personas que padecen trastornos de inmunodeficiencia deberían mantener una excelente
nutrición, tener una buena higiene personal, evitar comer alimentos medio crudos y estar en
contacto con personas aquejadas de enfermedades infecciosas. Algunas personas deben beber
sólo agua mineral. Deben evitar fumar, inhalar humo de cigarrillo de otras personas y
consumir drogas ilegales. El estricto cuidado dental ayuda a evitar infecciones en la boca. Se
vacuna a los que son capaces de producir anticuerpos, pero a las personas con deficiencia de
linfocitos B o linfocitos T sólo se les aplican vacunas de bacterias y virus muertos y no
vacunas vivas (como la vacuna oral contra la poliomielitis, la vacuna contra el sarampión, la
parotiditis y la rubéola y la vacuna del BCG).
Ante el primer signo de infección se administran antibióticos. Una infección que empeora
rápidamente necesita atención médica inmediata. Algunas personas, en particular las afectadas
por el síndrome de Wiskott-Aldrich y las que carecen de bazo, toman antibióticos de forma
preventiva como medida profiláctica antes de que surjan las infecciones. Para evitar la
pulmonía suele administrarse trimetoprim-sulfametoxazol.
Los fármacos que estimulan el sistema inmunitario, como levamisol, inosiplex y las hormonas
tímicas, no han dado buenos resultados en el tratamiento de personas con glóbulos blancos
escasos o de funcionamiento deficiente. Las bajas concentraciones de anticuerpos pueden
incrementarse mediante infusiones o inyecciones de inmunoglobulinas, generalmente
administradas una vez al mes. Las inyecciones de interferón gamma resultan útiles en el
tratamiento de la enfermedad granulomatosa crónica.
Algunos procedimientos experimentales, como un trasplante de células tímicas fetales y
células hepáticas fetales, ocasionalmente han dado buenos resultados, en particular en las
personas afectadas por la anomalía de DiGeorge. En la enfermedad de inmunodeficiencia
combinada grave con deficiencia de adenosina desaminasa, a veces es posible realizar una
reposición de enzimas. La terapia génica promete dar buenos resultados en esta y en algunas
otras enfermedades congénitas por inmunodeficiencia en las que el defecto congénito ha sido
identificado.
El trasplante de médula ósea en ciertos casos consigue corregir un defecto congénito grave del
sistema inmunitario. Este procedimiento generalmente queda reservado a los trastornos más
graves, como una inmunodeficiencia combinada grave.
La mayoría de las personas con glóbulos blancos anormales no recibe transfusiones
sanguíneas a menos que la sangre del donante primero haya sido irradiada, puesto que los
glóbulos blancos de la sangre del donante pueden atacar a los de la sangre del receptor,
creando una enfermedad grave que puede llegar a ser mortal (enfermedad del injerto contra el
huésped).
Las personas pertenecientes a familias portadoras de genes de inmunodeficiencias hereditarias
deben buscar asesoramiento profesional para evitar tener hijos con el mismo trastorno. La
agammaglobulinemia, el síndrome de Wiskott-Aldrich, la enfermedad de inmunodeficiencia
combinada grave y la enfermedad granulomatosa crónica son algunos de los trastornos que
pueden ser diagnosticados en el feto tomando una muestra de líquido amniótico o sangre fetal.
Para varias de estas enfermedades, los padres o hermanos pueden ser sometidos a análisis para
determinar si son portadores del gen defectuoso.
Síndrome de Wiskott-Aldrich
El síndrome de Wiskott-Aldrich afecta sólo a los niños y causa eccema, un bajo recuento de
plaquetas y una deficiencia combinada de linfocitos B y T que genera repetidas infecciones.
Como el número de plaquetas es bajo, el primer síntoma puede ser un problema hemorrágico,
como la diarrea con sangre. La deficiencia de linfocitos B y T hace que los niños sean
susceptibles a las infecciones causadas por bacterias, virus y hongos. Las infecciones del
tracto respiratorio son frecuentes. Los niños que sobreviven después de los 10 años de vida
probablemente desarrollen cánceres como linfoma y leucemia.
La extirpación quirúrgica del bazo suele contribuir a aliviar los problemas hemorrágicos,
porque las personas afectadas del síndrome de Wiskott-Aldrich tienen poca cantidad de
plaquetas y éstas son destruidas en el bazo. Los antibióticos y las infusiones de
inmunoglobulinas pueden ser beneficiosas, pero un trasplante de médula ósea es el recurso
terapéutico con mejores posibilidades.
Ataxia-telangiectasia
Síndrome de hiper-IgE
Anomalía de DiGeorge
Las reacciones alérgicas, también llamadas reacciones de hipersensibilidad, son reacciones del
sistema inmunitario en las que el tejido corporal normal resulta lesionado. El mecanismo por
el cual el sistema inmunitario defiende al cuerpo es similar al que produce una reacción de
hipersensibilidad que puede dañarlo. En consecuencia, los anticuerpos, los linfocitos y otras
células, que son componentes protectores del sistema inmunitario, participan en las reacciones
alérgicas tanto como en las reacciones a las transfusiones sanguíneas, la enfermedad
autoinmune y el rechazo de un órgano trasplantado.
Cuando la gente habla de una reacción alérgica, está haciendo referencia a las reacciones que
involucran a los anticuerpos de clase inmunoglobulina E (IgE). Los anticuerpos IgE se unen a
células especiales, como los basófilos de la circulación y las células cebadas de los tejidos.
Cuando los anticuerpos IgE que están unidos a esas células encuentran antígenos, en este caso
llamados alergenos, las células se ven obligadas a liberar productos químicos que lesionan los
tejidos circundantes. Un alergeno puede ser cualquier cosa (una partícula de polvo, el polen de
una planta, un medicamento o un alimento) que actúe como antígeno para estimular una
respuesta inmune.
En ocasiones se usa el término enfermedad atópica para describir un grupo de enfermedades,
frecuentemente hereditarias, que están mediadas por la IgE, como la rinitis alérgica y el asma
alérgica. Las enfermedades atópicas se manifiestan por su tendencia a producir anticuerpos de
IgE ante inhalantes inofensivos, como el polen, el moho, la caspa de los animales y las
partículas de polvo. El eccema (dermatitis atópica) también es una enfermedad atópica, a
pesar de que en este trastorno el papel de los anticuerpos de IgE es menos claro. Sin embargo,
una persona con una enfermedad atópica no corre riesgos mayores que otras personas de
desarrollar anticuerpos IgE ante alergenos inyectados, como medicamentos o venenos de
insectos.
Las reacciones alérgicas pueden ser leves o graves. La mayoría de ellas consiste sólo en la
molestia que causa el lagrimeo y el picor en los ojos, además de algunos estornudos. En el
extremo opuesto, las reacciones alérgicas pueden poner en peligro la vida si causan una
repentina dificultad respiratoria, un mal funcionamiento del corazón y un acusado descenso de
la presión arterial, que puede acabar en shock. Este tipo de reacción, llamada anafilaxia, puede
afectar a las personas sensibles en distintas situaciones, como poco después de comer ciertos
alimentos, tras la toma de determinados medicamentos o por la picadura de una abeja.
Diagnóstico
Tratamiento
Evitar un alergeno es mejor que intentar tratar una reacción alérgica. Evitar una sustancia
puede suponer dejar de usar un determinado fármaco, instalar aire acondicionado con filtros,
renunciar a tener un animal de compañía en casa o no consumir cierta clase de alimentos. En
ocasiones una persona alérgica a una sustancia relacionada con un trabajo determinado se ve
obligada a cambiar de empleo. Las personas con fuertes alergias estacionales pueden
considerar la posibilidad de trasladarse a una región donde no exista ese alergeno.
Otras medidas consisten en reducir la exposición a un determinado alergeno. Por ejemplo, una
persona alérgica al polvo de la casa puede eliminar todo el mobiliario, las alfombras y las
cortinas que acumulen polvo; cubrir colchones y almohadas con protectores plásticos; quitar
el polvo y limpiar las habitaciones con un paño húmedo y con bastante frecuencia; usar aire
acondicionado para reducir la alta humedad interior que favorece la multiplicación de los
ácaros del polvo; e instalar filtros de aire altamente eficientes.
Dado que algunos alergenos, en especial los que transporta el aire, no pueden evitarse, los
médicos suelen utilizar métodos para bloquear la respuesta alérgica y prescriben
medicamentos para aliviar los síntomas.
Inmunoterapia alergénica
Antihistamínicos
Los antihistamínicos son los fármacos más comúnmente usados para tratar las alergias (pero
no se utilizan para tratar el asma). En el cuerpo hay dos tipos de receptores de histamina:
histamina1 (H1) e histamina2 (H2). El término antihistamínico suele hacer referencia a los
medicamentos que bloquean el receptor de histamina1; la estimulación de este receptor con
histamina produce lesiones en los tejidos. Los bloqueadores de histamina1 no deberían ser
confundidos con los fármacos que bloquean el receptor de histamina2 (bloqueadores H2), que
se utilizan para tratar úlceras pépticas y los ardores.
Muchos de los efectos desagradables pero de menor importancia que produce una reacción
alérgica (picor en los ojos, goteo en la nariz y picor en la piel) están causados por la liberación
de histamina. Otros efectos de la histamina, como el ahogo, la disminución de la presión
arterial y la inflamación de la garganta que puede cortar el paso del aire, son más peligrosos.
Todos los antihistamínicos tienen efectos similares; en lo que difieren mucho es en sus
indeseados efectos adversos. Tanto los efectos deseados como los generalmente indeseados
varían considerablemente según el antihistamínico específico y la persona que lo usa. Por
ejemplo, algunos antihistamínicos tienen un mayor efecto sedante que otros, a pesar de que la
susceptibilidad a este efecto varía considerablemente. En algunos casos los efectos
generalmente indeseados pueden ser utilizados en beneficio de la persona. Por ejemplo,
debido a que algunos antihistamínicos tienen lo que se llama efectos anticolinérgicos (que
secan las membranas mucosas), pueden ser utilizados para aliviar el goteo de la nariz causado
por un resfriado.
Algunos antihistamínicos pueden adquirirse sin receta médica (son de venta libre); pueden ser
de acción breve o prolongada y es posible combinarlos con descongestionantes, que
constriñen los vasos sanguíneos y ayudan a reducir la congestión nasal. Otros antihistamínicos
necesitan una prescripción y supervisión médica.
La mayoría de estos medicamentos tiende a causar somnolencia. De hecho, debido a su
potente efecto sedante, los antihistamínicos son el ingrediente activo en muchos de los
productos de venta libre que ayudan a conciliar el sueño. La mayoría de los antihistamínicos
también tiene fuertes efectos anticolinérgicos, que pueden causar confusión, mareo, sequedad
en la boca, estreñimiento, dificultades al orinar y visión borrosa, en especial en los ancianos.
De todos modos, la mayoría de las personas no experimenta efectos adversos y puede utilizar
medicamentos de venta libre, que cuestan mucho menos que los antihistamínicos no sedantes
que se venden con receta. La somnolencia y otros efectos secundarios pueden ser minimizados
comenzando con una pequeña dosis y aumentándola gradualmente hasta llegar a una dosis que
consiga controlar los síntomas. En la actualidad existe un grupo de antihistamínicos no
sedantes que además no causa efectos secundarios anticolinérgicos. En este grupo están el
astemizol, la cetiricina, la loratadina y la terfenadina.
La rinitis alérgica estacional es una alergia al polen que transporta el aire, comúnmente
llamada fiebre del heno o polinosis.
Las estaciones del polen varían considerablemente en diferentes partes de un mismo país. En
ocasiones, la alergia estacional está causada por esporas de mohos.
Síntomas y diagnóstico
En cuanto comienza la estación del polen, la nariz, el paladar, la parte posterior de la garganta
y los ojos comienzan a picar gradualmente o de forma brusca. Por lo general, los ojos están
llorosos, comienzan los estornudos y suele caer una agüilla clara por la nariz. Algunas
personas tienen dolor de cabeza y tos, y jadean; están irritables y deprimidas; pierden el
apetito y tienen dificultades para conciliar el sueño. La parte interna de los párpados y el
blanco de los ojos pueden inflamarse (conjuntivitis). El revestimiento de la nariz puede
inflamarse y adoptar un color rojo azulado, que produce goteo y congestión nasal.
La rinitis alérgica estacional generalmente es fácil de reconocer. Las pruebas cutáneas y los
síntomas que presenta la persona pueden ayudar al médico a determinar qué polen está
causando el problema.
Tratamiento
Tratamiento
Conjuntivitis alérgica
Tratamiento
Los antihistamínicos orales son el principal tratamiento para la conjuntivitis alérgica. Los
antihistamínicos también pueden administrarse en forma de gotas oculares, que generalmente
se combinan con vasoconstrictores para reducir el enrojecimiento.
Sin embargo, el antihistamínico en sí mismo, o algún otro componente de la solución, en
ocasiones empeora aún más la reacción alérgica, por lo que, en general, es preferible recurrir a
los antihistamínicos orales. El cromoglicato, que también se presenta en forma de gotas
oftálmicas, evita los síntomas alérgicos cuando una persona supone que entrará en contacto
con un alergeno. Las gotas oftálmicas que contienen corticosteroides pueden ser utilizadas en
casos muy serios pero pueden causar complicaciones, como glaucoma. Un oftalmólogo debe
comprobar la presión ocular con regularidad cuando una persona está siendo tratada con
corticosteroides aplicados directamente sobre los ojos.
Limpiar los ojos con lavados oculares suaves, como las lágrimas artificiales, puede ayudar a
reducir la irritación. Debería evitarse cualquier sustancia que pudiese estar causando la
reacción alérgica. Durante los episodios de conjuntivitis no deberían utilizarse lentes de
contacto. Cuando otros tratamientos no producen resultados satisfactorios puede
recomendarse la inmunoterapia alergénica.
Una alergia alimentaria es una reacción alérgica a un alimento en particular. Una enfermedad
mucho más común, la intolerancia alimentaria, no es una reacción alérgica, pero constituye un
efecto indeseable producido por la ingestión de
un alimento determinado.
Son muchas las personas que no pueden tolerar
ciertos alimentos por varios motivos que no son
la alergia; por ejemplo, pueden carecer de la
enzima necesaria para digerirlos. Si el sistema
digestivo no puede tolerar ciertos alimentos, el
resultado puede ser un trastorno gastrointestinal,
gases, náuseas, diarrea u otros problemas. Por lo
general las reacciones alérgicas no son
responsables de estos síntomas. Existen varias
pretensiones controvertidas acerca de la “alergia alimentaria”, en las cuales se culpa a ciertos
alimentos de problemas que van de la hiperactividad infantil a la fatiga crónica. Otras
opiniones poco fundadas culpan a la alergia alimentaria de la artritis, el bajo rendimiento
deportivo, la depresión y otros problemas.
Síntomas
Un problema común, que puede ser una manifestación de alergia alimentaria, comienza en la
infancia y surge habitualmente cuando en la familia existen casos de enfermedades atópicas
(como la rinitis alérgica o el asma alérgica). El primer indicio de predisposición alérgica
puede ser una erupción cutánea como el eccema (dermatitis atópica). Dicha erupción puede
estar acompañada o no por síntomas gastrointestinales, como náuseas, vómitos y diarrea, y
puede o no estar causada por una alergia alimentaria. Cuando el niño cumple su primer año de
vida, el eccema ya casi no es un problema. Los niños con alergias a ciertos alimentos
probablemente contraigan otras enfermedades atópicas a medida que crecen, como asma
alérgica y rinitis alérgica estacional. Sin embargo, en los adultos y los niños de más de 10
años, es muy poco probable que los alimentos sean responsables de los síntomas respiratorios,
a pesar de que las pruebas cutáneas (de la piel) resulten positivas.
Algunas personas sufren reacciones alérgicas muy graves ante potentes alergenos específicos
de los alimentos, en especial las nueces, las legumbres, las semillas y los mariscos. Las
personas alérgicas a estos alimentos pueden reaccionar violentamente al comer una mínima
cantidad de la sustancia en cuestión. Pueden cubrirse de una erupción por todo el cuerpo,
sentir que su garganta se inflama hasta cerrarse y tener dificultades respiratorias. Una
repentina caída de la presión arterial puede provocar mareos y un colapso. Esta emergencia,
potencialmente mortal, recibe el nombre de anafilaxia. Algunas personas padecen anafilaxia
únicamente si realizan ejercicios físicos inmediatamente después de comer el alimento al que
son alérgicas.
Los aditivos alimentarios pueden provocar síntomas como resultado de una alergia o de una
intolerancia. Algunos alimentos contienen toxinas o sustancias químicas (por ejemplo,
histamina) que son responsables de reacciones adversas no alérgicas. Compuestos tales como
el glutamato monosódico (GMS) no producen alergias. Los sulfitos (por ejemplo el
metabisulfito, presente en muchos productos alimenticios como conservante) y los colorantes
(por ejemplo la tartracina, un colorante amarillo que se usa en los caramelos, las bebidas no
alcohólicas, y muchas comidas comercialmente preparadas) provocan asma y urticaria en las
personas sensibles a esas sustancias. Otras sufren migrañas después de comer ciertos
alimentos.
Las alergias y las intolerancias alimentarias suelen ser bastante obvias, a pesar de que no
siempre es fácil diferenciar una verdadera alergia de una intolerancia. En los adultos, la
digestión aparentemente evita las respuestas alérgicas ante muchos alergenos ingeridos
oralmente. Un ejemplo es el asma del panadero, en el cual los trabajadores de las panaderías
comienzan a ahogarse cuando respiran polvo de harina u otros granos, a pesar de que pueden
comerlos sin sufrir ninguna reacción alérgica.
Diagnóstico
Las pruebas cutáneas en algunos casos permiten diagnosticar una alergia alimentaria; un
resultado positivo no necesariamente significa que una persona sea alérgica a un alimento en
particular, pero un resultado negativo señala que es improbable que sea sensible a dicho
alimento. Después de un resultado positivo en una prueba cutánea, el alergólogo puede
necesitar realizar una prueba oral para llegar al diagnóstico definitivo. En una prueba de
provocación oral, el alimento sospechoso se oculta en otra sustancia, como leche o compota
de manzana, y el paciente lo ingiere. Si no aparecen síntomas, la persona no es alérgica a ese
alimento. Las mejores pruebas son las pruebas “ciegas”; es decir, a veces el alimento en
cuestión efectivamente está mezclado con otra sustancia, y otras veces no. De esta forma, el
médico puede determinar con certeza si el paciente presenta alergia a ese alimento en especial.
Una dieta de eliminación puede ayudar a identificar la causa de una alergia. La persona deja
de ingerir los alimentos que presumiblemente están provocando los síntomas. Más tarde
comienzan a introducirse en la dieta de uno en uno. El médico puede sugerir la dieta con la
cual se debe comenzar, que hay que respetar estrictamente y que sólo debe contener productos
puros. No es fácil seguir esta dieta, porque muchos productos alimenticios están ocultos
formando parte, como ingredientes, de otros alimentos. Por ejemplo, el pan de centeno común
contiene un poco de harina de trigo. No pueden consumirse más alimentos ni bebidas que los
especificados en la dieta inicial. No es recomendable comer en restaurantes, ya que la persona
(y el médico) debe conocer cada ingrediente de todo plato que coma.
Tratamiento
No existe otro tratamiento específico para las alergias alimentarias más que dejar de comer los
alimentos que las producen. Las personas gravemente alérgicas que sufren erupciones,
hinchazón (urticaria) en los labios y la garganta, o bien no pueden respirar, deben tomar la
precaución de evitar los alimentos que les perjudican.
La desensibilización, que se realiza comiendo pequeñas cantidades de un alimento o
colocando gotas de extracto de alimentos bajo la lengua, no ha dado buenos resultados. Los
antihistamínicos resultan poco prácticos como terapia de prevención, pero pueden ser
beneficiosos en reacciones generales agudas con urticaria y en la urticaria gigante
(angioedema).
Anafilaxia
Síntomas
Los síntomas comienzan inmediatamente o casi siempre en las dos horas posteriores a la
exposición a la sustancia perjudicial. La persona puede sentirse inquieta, estar agitada y tener
palpitaciones, hormigueo, piel enrojecida y picor, palpitaciones en los oídos, tos, estornudos,
urticaria, hinchazones o una mayor dificultad para respirar debido al asma o a la obstrucción
de la tráquea. El colapso cardiovascular puede producirse sin síntomas respiratorios. Por lo
general, un episodio incluye síntomas respiratorios o cardiovasculares, no ambos, y la persona
repite el mismo cuadro de síntomas en episodios subsiguientes. No obstante, la anafilaxia
puede evolucionar tan rápidamente que puede producir un colapso, convulsiones,
incontinencia de la orina, inconsciencia o un ataque cerebral súbito en el término de uno o dos
minutos. La anafilaxia puede ser fatal a menos que se instaure un tratamiento de emergencia
de forma inmediata.
Prevención
Una persona que ha padecido anafilaxia a partir de una picadura de abeja probablemente
repita la experiencia si vuelve a ser picada. Lo mismo sucede ante una repetida exposición a
otros alergenos, como un medicamento. Hacer pruebas cutáneas cada vez que se deba
administrar dicho medicamento no resulta práctico. Sin embargo, a las personas que tienen
antecedentes de alergia al suero animal (por ejemplo, la antitoxina del tétanos procedente de
caballo) o a la penicilina se las somete a pruebas antes de recibir estos productos.
La inmunoterapia alergénica prolongada evitará la anafilaxia en personas alérgicas a
sustancias imposibles de evitar, como las procedentes de las picaduras de insectos. No se
recurre a la inmunoterapia cuando la sustancia perjudicial puede ser evitada, como la
penicilina y otros fármacos.
Sin embargo, si una persona necesita un medicamento en particular (como penicilina o una
antitoxina procedente del suero de caballo), es posible llevar a cabo la desensibilización
rápidamente con un control estricto en la consulta del médico o bien en un hospital.
Algunas personas tienen antecedentes de reacciones anafilácticas a los colorantes (medios de
contraste) inyectados para ciertos estudios radiológicos. A pesar de que los médicos intentan
evitar su uso en pacientes con estas características, algunos trastornos no se pueden
diagnosticar sin ellos. En esos casos pueden utilizarse medios de contraste especiales que
reducen la incidencia de las reacciones. Además, los medicamentos que bloquean las
reacciones anafilácticas, como la prednisona, la difenhidramina o la efedrina, pueden ser
beneficiosos si se administran antes de inyectar el contraste.
Tratamiento
El primer tratamiento para la anafilaxia es una inyección de adrenalina. Las personas alérgicas
a las picaduras de insectos o a ciertos alimentos, en especial las que han tenido ya un ataque
de anafilaxia, siempre deberían llevar consigo una jeringa autoinyectable de adrenalina para
un tratamiento de emergencia.
Por lo general este tratamiento detiene las reacciones anafilácticas. No obstante, toda persona
que tenga una reacción anafiláctica debería acudir al servicio de urgencias de un hospital a la
mayor brevedad posible, porque puede ser necesario realizar un cuidadoso control de los
sistemas cardiovascular y respiratorio, además de poder disponer de un tratamiento rápido y
complejo.
Urticaria
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Angioedema hereditario
El angioedema hereditario es un trastorno genético asociado con una deficiencia del inhibidor
C1, una proteína de la sangre.
El inhibidor C1 es parte del sistema del complemento, un grupo de proteínas que participan en
algunas reacciones alérgicas e inmunes. La deficiencia o la actividad anormal del inhibidor C1
produce episodios de inflamación en zonas locales de piel y en el tejido que se encuentra
debajo, así como en membranas mucosas que cubren orificios del cuerpo como la boca, la
garganta y el tracto gastrointestinal. Las lesiones o las enfermedades víricas suelen precipitar
los ataques, que pueden agravarse con el estrés emocional. Por lo general, los ataques
producen zonas de inflamación que, a su vez, causan dolor en lugar de picor, y están
acompañadas de urticaria. Muchas personas tienen náuseas, vómitos y calambres. La
complicación más grave es la inflamación de las vías respiratorias superiores, que puede
dificultar la respiración. El diagnóstico se establece mediante análisis de sangre que miden las
concentraciones o la actividad del inhibidor C1.
Tratamiento
Un fármaco llamado ácido aminocaproico en ciertos casos puede acabar con un ataque de
angioedema hereditario. Suele administrarse adrenalina, antihistamínicos y corticosteroides, a
pesar de que no existe certeza absoluta de que estos medicamentos sean eficaces. La
respiración puede quedar rápidamente bloqueada, y es posible que durante un ataque agudo
sea necesario colocar un tubo respiratorio en la tráquea.
Ciertos tratamientos pueden contribuir a evitar un ataque. Por ejemplo, antes de someterse a
un procedimiento quirúrgico o dental menor, la persona afectada de angioedema hereditario
puede recibir una transfusión de plasma fresco para elevar la concentración de inhibidor C1 en
la sangre. Administrar inhibidor C1 purificado puede evitar ataques de angioedema
hereditario, pero aún no está disponible para uso general. Para una prevención prolongada, los
anabólicos esteroides orales (andrógenos) como el estanozolol o el danazol pueden hacer que
el cuerpo produzca más inhibidor C1. Como estos fármacos pueden tener efectos secundarios
masculinizantes, las dosis se evalúan y controlan cuidadosamente cuando quien los utiliza es
una mujer.
Mastocitosis
Tratamiento
Alergia física
La alergia física es una enfermedad en la que los síntomas alérgicos aparecen en respuesta a
un estímulo físico, como el frío, la luz solar, el calor o una lesión poco importante.
El picor, las manchas en la piel y la urticaria son los síntomas más comunes de la alergia
física. En algunas personas, las vías respiratorias que llegan a los pulmones se constriñen y
entonces se hace difícil respirar. Una fuerte reacción a la luz solar (fotosensibilidad) puede
producir urticaria y manchas inusuales en la piel. La fotosensibilidad también puede derivar
del uso simultáneo de varios medicamentos o sustancias aplicadas a la piel.
Las personas especialmente sensibles al calor pueden contraer una enfermedad llamada
urticaria colinérgica: pequeñas zonas de urticaria que pican intensamente, rodeadas por un aro
de piel enrojecida. La urticaria colinérgica también aparece a causa del ejercicio físico, el
estrés emocional o cualquier otra actividad que produzca sudación. Las personas
particularmente sensibles al frío pueden presentar urticaria, inflamación de la piel, asma, o
goteo y congestión nasal cuando se exponen al frío.
Tratamiento
La mejor forma de afrontar una alergia física es prevenirla evitando lo que tiende a causarla.
Las personas que presentan síntomas alérgicos deberían dejar de usar cosméticos y cremas
para la piel, lociones y aceites durante un tiempo, con el fin de comprobar si una de estas
sustancias está agravando la alergia. Antihistamínicos como difenhidramina, ciproheptadina o
hidroxicina suelen aliviar el picor. La ciproheptadina tiende a funcionar mejor en casos de
urticaria provocada por el frío y la hidroxicina para la urticaria causada por el estrés. Las
personas muy sensibles a la luz solar deberían usar cremas protectoras y evitar al máximo la
exposición al sol.
En algunas personas, el ejercicio físico puede producir un episodio de asma o una reacción
anafiláctica aguda.
El asma es un tipo de reacción anormal inducida por el ejercicio físico. Esta clase de asma
inducida por la actividad física suele afectar a las personas que normalmente tienen asma, pero
en otros casos el asma sólo se manifiesta con el ejercicio. Se experimenta una sensación de
tensión en el pecho, asociada con jadeos y dificultades respiratorias, tras 5 o 10 minutos de
ejercicio físico intenso, generalmente una vez que el ejercicio ha finalizado. El asma inducida
por el ejercicio físico suele aparecer con mayor facilidad cuando el aire es frío y seco.
Una enfermedad mucho más rara es la anafilaxia inducida por el ejercicio, que puede ocurrir
tras una actividad física intensa. Algunas personas la padecen sólo si ingieren un alimento
específico antes de realizar dicha actividad física.
Tratamiento
En los casos de asma inducida por el ejercicio físico, el objetivo del tratamiento es hacer
posible el ejercicio sin que aparezcan los síntomas. Por lo general, ello puede lograrse
inhalando un fármaco betaadrenérgico alrededor de 15 minutos antes de comenzar con los
ejercicios. En algunas personas el cromoglicato da buenos resultados. Para las personas que
tienen asma, controlar su enfermedad suele evitarles también la forma inducida por el
ejercicio.
Quienes padecen anafilaxia inducida por el ejercicio deberían evitar el ejercicio físico o bien
el alimento que desencadena los síntomas cuando se combina con aquél. Algunas personas
descubren que el hecho de incrementar poco a poco el grado y la duración de la actividad
física les permite tolerarla más. Siempre deberían llevar consigo una jeringa autoinyectable
con adrenalina para un tratamiento de urgencia.
CAPITULO 170
Trasplante
Un trasplante es el traspaso de células, tejidos u órganos vivos de una persona (el donante) a
otra (el receptor) o de una parte del cuerpo a otra (por ejemplo, los injertos de piel) con el fin
de restaurar una función perdida.
Aunque los antígenos HLA sean compatibles, los órganos trasplantados suelen ser rechazados
a menos que se controle estrictamente el sistema inmunitario del receptor. El rechazo, cuando
se produce, suele comenzar poco después del trasplante, pero puede manifestarse semanas o
incluso meses más tarde. El rechazo puede ser leve y suprimido fácilmente, o bien puede ser
intenso y desarrollarse a pesar del tratamiento. El rechazo no sólo puede destruir el tejido u
órgano trasplantado, sino que también puede provocar fiebre, escalofríos, náuseas, fatiga y
repentinos cambios en la presión arterial.
El descubrimiento de que ciertos fármacos pueden frenar (inhibir, suprimir) el sistema
inmunitario ha aumentado en gran medida el índice de éxito de los trasplantes. Pero los
fármacos inmunodepresores conllevan ciertos riesgos. Al mismo tiempo que frenan la
reacción del sistema inmunitario ante el órgano trasplantado, también evitan que éste combata
las infecciones y destruya otro material extraño.
La inhibición intensiva del sistema inmunitario suele ser necesaria sólo durante las primeras
semanas después de un trasplante o cuando el órgano trasplantado parece estar sufriendo un
rechazo. Después de ello se administran menores dosis de fármacos, que deben ser tomados de
forma indefinida y generalmente suprimen suficientemente el sistema inmunitario como para
controlar el rechazo.
Muchos tipos de fármacos pueden actuar como inmunodepresores. Con frecuencia se utilizan
corticosteroides como la prednisona. Pueden ser administrados de forma intravenosa al
comienzo, para luego continuar por vía oral tras la cirugía. La azatioprina ha sido durante
mucho tiempo la base del tratamiento inmunodepresor, y otros fármacos, incluyendo el
tacrolimus y (muy recientemente) el micofenolato de mofetilo, han sido aprobados para este
propósito. La ciclosporina es otro inmunodepresor frecuentemente utilizado. Otros incluyen
ciclofosfamida, utilizada principalmente en el trasplante de médula ósea, globulina
antilinfocito y globulina antitimocito y anticuerpos monoclonales contra los linfocitos T.
Trasplante de riñón
Para las personas cuyos riñones han dejado de funcionar, el trasplante es una alternativa a la
diálisis que les puede salvar la vida y que además se realiza con éxito en personas de todas las
edades. Alrededor del 90 por ciento de los riñones provenientes de donantes vivos funciona
bien un año después de ser trasplantados. Durante cada año siguiente, del 3 al 5 por ciento de
esos riñones falla. En el caso de que se trasplanten riñones de una persona que acaba de morir,
los resultados son igualmente buenos: entre el 85 y el 90 por ciento funciona después de 1
año, y entre el 5 y el 8 por ciento falla durante cada año sucesivo. Los riñones trasplantados a
veces funcionan durante más de 30 años. Las personas con riñones trasplantados suelen llevar
una vida normal y activa.
Trasplante renal
El riñón trasplantado se encuentra en la pelvis. Anastomosis con la arteria ilíaca, la vena ilíaca y la vejiga. Obsérvense los riñones pequeños, típicos de la
insuficiencia renal crónica.
El trasplante es una cirugía mayor porque el riñón donado debe ser unido a los vasos
sanguíneos y al tracto urinario del receptor. Más de dos tercios de todos los riñones son
trasplantados tras la muerte del donante, generalmente una persona sana que ha muerto en un
accidente. Los riñones son extirpados, enfriados y transportados rápidamente a un centro
médico para trasplantarlos a una persona que tenga un tipo de tejido compatible y cuyo suero
sanguíneo no contenga anticuerpos contra dicho tejido.
A pesar del uso de fármacos supresores del sistema inmunitario, suelen producirse uno o más
episodios de rechazo poco después de la intervención quirúrgica. El rechazo puede suponer
retención de líquidos y, en consecuencia, aumento de peso, fiebre, y dolor e inflamación en la
zona en la que ha sido implantado el riñón. Los análisis de sangre pueden revelar que el
funcionamiento renal está deteriorándose. Si los médicos no están seguros de que se esté
produciendo un rechazo, pueden realizar una biopsia con aguja (obtener una pequeña porción
de tejido renal con una aguja y examinarla al microscopio).
El rechazo generalmente puede ser revertido incrementando la dosis o el número de fármacos
inmunodepresores. Si resulta imposible revertir el rechazo, el trasplante falla. El riñón
rechazado puede permanecer implantado a menos que persista la fiebre, la zona sobre la cual
se ha hecho el trasplante siga siendo dolorosa, aparezca sangre en la orina, o la presión arterial
no baje. Cuando falla el trasplante, es necesario volver a comenzar la diálisis. Por lo general se
puede hacer un segundo intento con otro riñón una vez que el paciente se ha recuperado del
primero; las probabilidades de éxito son casi tan altas como las del primer trasplante.
La mayoría de los episodios de rechazo y otras complicaciones ocurren en un plazo de 3 a 4
meses después del trasplante. Después de eso, a menos que los fármacos inmunodepresores
causen efectos adversos o bien se produzca una grave infección, el receptor sigue tomando
fármacos inmunodepresores, porque dejar de hacerlo, incluso durante un plazo breve de
tiempo, podría permitir que el cuerpo rechazase el nuevo riñón. Es raro que un rechazo se
produzca tras varias semanas o meses. Si así sucede, la presión arterial del receptor puede
elevarse, el funcionamiento renal se deteriora y el trasplante va fallando lentamente.
La incidencia de cánceres en los pacientes a los que se les ha trasplantado un riñón es de 10 a
15 veces más alta que en el resto de las personas. El riesgo de desarrollar cáncer del sistema
linfático (linfoma) es alrededor de 30 veces más alto que el normal, probablemente porque el
sistema inmunitario está inhibido.
Trasplante hepático
Obsérvense las suturas a nivel de la vena cava por encima del hígado y de la vena porta.
Trasplante de hígado
Mientras las personas con una enfermedad renal cuentan con la opción de la diálisis, no existe
tratamiento similar para quienes padecen una enfermedad hepática grave. El trasplante de
hígado es la única opción cuando este órgano deja de funcionar. Algunas personas que podrían
haberse beneficiado de un trasplante de hígado mueren antes de que los médicos puedan
contar con un hígado apropiado para ellas.
A pesar de que el índice de éxito del trasplante de hígado es algo menor que el de riñón, entre
el 70 y el 80 por ciento de los receptores vive al menos un año. La mayoría de estas personas
que sobrevive son receptores cuyo hígado ha sido destruido por enfermedades como la cirrosis
biliar primaria, la hepatitis o el uso de una medicación tóxica para el hígado. El trasplante de
hígado, como tratamiento para el cáncer de dicho órgano, rara vez da buenos resultados. El
cáncer suele reaparecer en el hígado trasplantado o en otro sitio; menos del 20 por ciento de
los receptores vive al menos un año.
Sorprendentemente, los trasplantes de hígado son rechazados menos intensamente que los
trasplantes de otros órganos, como el riñón y el corazón. De todos modos, después de la
intervención quirúrgica deben administrarse fármacos inmunodepresores. Si el receptor tiene
el hígado agrandado, náuseas, dolor, fiebre, ictericia o los resultados de los análisis de sangre
confirman un funcionamiento hepático anormal, el médico puede realizar una biopsia con
aguja (que consiste en obtener una pequeña muestra de tejido del hígado con una aguja para
examinarla al microscopio). Los resultados de la biopsia ayudan a determinar si el hígado está
siendo rechazado y si debería aumentarse la dosis de fármacos inmunodepresores.
Trasplante de corazón
Aun cuando hace pocas décadas era impensable, ahora el trasplante de corazón es una
realidad. Alrededor del 95 por ciento de los receptores de trasplantes de corazón logra realizar
ejercicios físicos y llevar a cabo sus actividades diarias sustancialmente mejor que antes del
trasplante. Más del 70 por ciento de los receptores de corazones trasplantados vuelve a
trabajar.
El trasplante de corazón se reserva para las personas aquejadas de las enfermedades cardíacas
más graves, que no pueden ser tratadas con fármacos ni otras formas de cirugía. En algunos
centros médicos existen máquinas cardíacas mecánicas que pueden mantener con vida a los
pacientes durante semanas o meses hasta que se encuentra un donante apropiado. Sin
embargo, muchos de estos pacientes mueren mientras esperan.
Las personas con trasplante de corazón necesitan fármacos inmunodepresores después de la
intervención quirúrgica. El rechazo del corazón suele provocar fiebre, debilidad y un latido
cardíaco acelerado u otra clase de anomalía. El mal funcionamiento del corazón deriva en una
baja presión arterial, hinchazón (edema) y acumulación de líquido en los pulmones. Un
rechazo leve puede no causar ningún síntoma, pero un electrocardiograma (ECG) mostrará los
cambios que se produzcan. Si los médicos sospechan que se está produciendo un rechazo, por
lo general realizan una biopsia. En este procedimiento, un catéter con una minúscula cuchilla
en un extremo se inserta en una vena del cuello y se llega al corazón, donde se toma una
pequeña muestra de tejido cardíaco. A continuación, este tejido se examina al microscopio. Si
los médicos encuentran evidencia de rechazo, modifican la dosis de los fármacos
inmunodepresores.
Las infecciones causan casi la mitad de las muertes producidas tras un trasplante de corazón.
Otra complicación es la arteriosclerosis (arterias obstruidas), que se produce en las arterias
coronarias en aproximadamente una cuarta parte de los receptores de trasplantes de corazón.
Trasplante cardiopulmonar
Trasplante de páncreas
El trasplante del páncreas se realiza sólo en determinadas personas diabéticas. A diferencia del
trasplante de otros órganos, no se trata de un último recurso para salvar la vida del paciente
sino que en realidad tiene la finalidad de evitar las complicaciones de la diabetes y,
especialmente, de controlar el azúcar en la sangre de forma más efectiva que inyectando
insulina varias veces al día. Varios estudios experimentales sugieren que el trasplante
pancreático puede eliminar o retardar las complicaciones de la diabetes. De todos modos, el
trasplante pancreático no es apropiado para la mayoría de los diabéticos; por lo general, se
reserva para aquellas personas cuya concentración de azúcar en sangre es muy difícil de
controlar y no han padecido complicaciones graves.
Más de la mitad de las personas sometidas a un trasplante pancreático a causa de su diabetes
tienen posteriormente niveles normales de azúcar en sangre, por lo general sin utilizar
insulina. Sin embargo, el receptor de un nuevo páncreas debe tomar fármacos
inmunodepresores, que incrementan el riesgo de infección y otras complicaciones. En
consecuencia, el riesgo de tomar insulina y no controlar bien la diabetes se cambia por el
riesgo de suprimir el sistema inmunitario pero llevando un mejor control de la diabetes.
Debido al riesgo que supone la inmunodepresión, la mayoría de los trasplantes pancreáticos ha
sido realizada en personas diabéticas que también necesitaban un trasplante de riñón debido a
una insuficiencia renal.
Los investigadores están planteando la posibilidad de trasplantar sólo las células pancreáticas
que producen insulina (las células islote) en lugar de la totalidad del páncreas. Por el momento
los resultados son alentadores, pero este procedimiento está aún en fase experimental.
El trasplante de médula ósea en principio fue utilizado como parte del tratamiento de la
leucemia, de ciertos tipos de linfoma y de la anemia aplásica. A medida que mejoran las
técnicas y los índices de éxito, el trasplante de médula ósea es cada vez más utilizado. Por
ejemplo, algunas mujeres con cáncer de mama y los niños aquejados de ciertas enfermedades
genéticas ahora reciben trasplantes de médula ósea. Cuando los enfermos de cáncer reciben
quimioterapia o radiación, las células de la médula ósea que producen células normales
pueden resultar destruidas junto con las cancerosas. Pero en algunos casos la médula ósea del
paciente puede ser extraída y luego reinyectada una vez que el paciente haya recibido altas
dosis de quimioterapia. De este modo, un enfermo de cáncer puede recibir dosis muy altas de
radiación y quimioterapia que destruyan todas las células cancerosas.
Cuando se trasplanta médula ósea de un donante, el tipo de HLA del receptor debe ser
compatible con el del donante, y, por ese motivo los mejores donantes son los familiares
cercanos del paciente. El procedimiento del trasplante en sí mismo es simple. Por lo general
mientras el donante se encuentra bajo anestesia general, un médico extrae médula ósea del
hueso de la cadera con una jeringa y la prepara para trasplantarla. A continuación inyecta la
médula en la vena del receptor. La médula ósea del donante migra para echar raíces en los
huesos del receptor y las células comienzan a dividirse. Finalmente, si todo sale bien, la
médula ósea del receptor queda completamente reemplazada.
De todos modos, se trata de un procedimiento arriesgado porque los glóbulos blancos del
receptor han sido destruidos por la radiación y la quimioterapia. La médula ósea trasplantada
tarda de dos a tres semanas en producir suficientes glóbulos blancos para brindar protección
contra las infecciones. En consecuencia, el riesgo de sufrir una infección grave es más elevado
durante ese período. Otro problema es que la nueva médula ósea puede producir células
inmunológicamente activas que atacan las células del huésped (enfermedad del injerto contra
el huésped). A pesar de todo, aunque se realice un trasplante de médula ósea, el cáncer puede
recurrir.
Las personas que han sufrido quemaduras extensas u otra pérdida masiva de piel pueden
recibir injertos de piel. El injerto de piel se realiza mejor si se toma piel sana de una parte del
cuerpo y se injerta en otra. Cuando no es posible realizar este injerto, la piel de un donante, o
incluso de animales (como los cerdos), puede proporcionar protección temporal hasta que
crezca nueva piel que la reemplace. Así mismo, se está haciendo todo lo posible por
incrementar la cantidad de piel disponible para injertar haciendo crecer pequeñas porciones de
piel de la persona en un medio de cultivo para tejido.
A veces, a los niños se les trasplanta cartílago, generalmente para reparar defectos en las
orejas o la nariz. El cartílago trasplantado rara vez es atacado por el sistema inmunitario del
cuerpo. El injerto óseo generalmente consiste en tomar material óseo de una parte del cuerpo
para reemplazar el que falta en otra. El hueso trasplantado de una persona a otra no sobrevive,
pero estimula el crecimiento de hueso nuevo y actúa como un buen andamio que ayuda a
sobrellevar y estabilizar los defectos hasta que pueda formarse una nueva masa ósea.
El trasplante del intestino delgado es experimental y puede llevarse a cabo en personas cuyo
intestino haya sido destruido por una enfermedad o no funcione lo suficientemente bien como
para que permita que vivan. La mayoría de estos trasplantes no han durado mucho tiempo,
pero el índice de éxito es cada vez más elevado.
SECCION 17 > INFECCIONES
CAPITULO 171
Biología de las enfermedades infecciosas
Los microorganismos se encuentran por todas partes: en la tierra, en el agua dulce y salada, en
el fondo del océano y en el aire. Diariamente los comemos, bebemos y respiramos. No
obstante, a pesar de su aparente presencia abrumadora, rara vez invaden, se multiplican y
producen infección en los seres humanos. Incluso cuando lo hacen, la infección es a veces tan
leve que no provoca ningún síntoma.
Flora residente
Una persona sana vive en armonía con la flora microbiana normal, que se establece (coloniza)
en determinadas zonas del cuerpo. Esta flora, que por lo general ocupa un lugar concreto,
recibe el nombre de flora residente. En lugar de causar una enfermedad, esta flora suele
proteger el cuerpo de los microorganismos que provocan enfermedades. Si resulta alterada de
alguna manera, rápidamente se recupera. Los microorganismos que colonizan al huésped
desde unas horas a unas semanas, pero no se establecen en él de forma permanente, se llaman
la flora transitoria.
Diversos factores medioambientales (como la dieta, las condiciones sanitarias, la polución del
aire y los hábitos higiénicos) influyen en el desarrollo de las especies que van a constituir la
flora residente de un individuo.
Por ejemplo, los lactobacilos son microorganismos que suelen vivir en el intestino de quienes
consumen muchos productos lácteos. El Hemophilus influenzae es una bacteria que coloniza
las vías respiratorias de las personas que padecen enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
En determinadas condiciones, los microorganismos que forman parte de la flora residente de
una persona pueden provocar una enfermedad. Por ejemplo, los estreptococos piógenos
pueden vivir en la garganta sin causar daño alguno, pero si las defensas del organismo se
debilitan o si los estreptococos son de una variedad particularmente peligrosa, pueden
provocar una faringitis estreptocócica (infección de garganta). De forma similar, otros
microorganismos que forman parte de la flora residente se volverían invasores, provocando
enfermedades en el individuo que tiene alteradas sus barreras defensivas. Por ejemplo, quienes
padecen cáncer de colon son vulnerables a la invasión de microorganismos que normalmente
viven en el intestino; éstos pueden trasladarse a través de la sangre e infectar las válvulas
cardíacas. La exposición a dosis masivas de radiación también puede ocasionar una invasión
por parte de estos microorganismos y conllevar una infección grave.
Las enfermedades infecciosas son, por lo general, provocadas por microorganismos que
invaden el cuerpo y se multiplican. La invasión se inicia, habitualmente, mediante la
adherencia a las células de la persona afectada. Este proceso es muy específico e implica
acoplamientos entre la célula humana y el microorganismo, similares a los de una llave con su
cerradura. El que éste permanezca cerca del punto de invasión o bien se extienda a puntos
lejanos depende de factores como la producción
de toxinas, enzimas u otras sustancias.
Algunos microorganismos que invaden el cuerpo
producen toxinas (venenos que afectan a las
células cercanas o distantes). La mayoría de éstas
tiene componentes que se unen específicamente
con moléculas de ciertas células (células diana),
donde causan la enfermedad. En el tétanos, el
síndrome del shock tóxico y el cólera, las toxinas
desempeñan un papel básico. Unas pocas
enfermedades infecciosas son causadas por
toxinas producidas por microorganismos fuera
del cuerpo, como por ejemplo la intoxicación
alimentaria causada por estafilococos.
Tras la invasión, los microorganismos deben
multiplicarse para producir la infección. Por consiguiente, pueden suceder tres cosas: primero,
que estos microorganismos sigan multiplicándose y desborden las defensas humanas, proceso
que puede causar suficiente daño como para matar al enfermo; en segundo lugar, se puede
alcanzar un estado de equilibrio, desarrollándose una infección crónica; ni los
microorganismos ni el afectado ganan la batalla, y en tercer lugar, la persona, con o sin
tratamiento médico, consigue erradicar el microorganismo invasor. Este proceso restablece la
salud y suele proporcionar una inmunidad duradera frente a otra infección producida por el
mismo microorganismo.
Muchos de los microorganismos causantes de enfermedades, tienen propiedades que
aumentan la gravedad del proceso (virulencia) y resisten a los mecanismos de defensa del
cuerpo. Por ejemplo, algunas bacterias producen enzimas que rompen los tejidos, permitiendo
que la infección se extienda más rápidamente.
Algunos microorganismos cuentan con mecanismos para bloquear los sistemas de defensa del
cuerpo. Por ejemplo, pueden ser capaces de interferir la producción de anticuerpos o el
desarrollo de las células T (una variedad de glóbulos blancos) específicamente armados para
atacarlos. Otros tienen cubiertas externas (cápsulas) que impiden su ingestión por parte de los
glóbulos blancos. El hongo criptococo, de hecho, desarrolla una cápsula más gruesa después
de entrar en los pulmones. La razón es que su cápsula adquiere mayor espesor cuando está en
una atmósfera de anhídrido carbónico y en los pulmones existe más gas de este tipo que en la
tierra, que es donde normalmente vive. Por lo tanto, los mecanismos de defensa del organismo
no resultan tan eficaces cuando el criptococo infecta los pulmones. Algunas bacterias ofrecen
resistencia a ser destruidas (lisis) por sustancias que circulan en el flujo sanguíneo. Otras
incluso producen sustancias químicas que contrarrestan los efectos de los antibióticos.
Ciertas infecciones producen cambios en la sangre, el corazón, los pulmones, el cerebro, los
riñones, el hígado o los intestinos. Al identificar estos cambios, el médico puede determinar
que la persona padece una infección.
Cambios en la sangre
Como parte de las defensas del organismo contra la infección, la cantidad de glóbulos blancos
suele aumentar. Dicho incremento puede producirse en pocas horas, en gran medida por la
liberación de glóbulos blancos almacenados en la médula ósea. Lo primero en aumentar es el
número de neutrófilos y, si la infección persiste, aumentan los monocitos, siendo ambos dos
variedades de glóbulos blancos. También lo son los eosinófilos, que aumentan con las
reacciones alérgicas y las infestaciones parasitarias, pero no suelen hacerlo con las infecciones
bacterianas.
Ciertas infecciones, como la fiebre tifoidea, disminuyen el número de glóbulos blancos. Tal
disminución puede producirse porque la infección es tan importante que la médula ósea es
incapaz de producir glóbulos blancos con suficiente velocidad como para reemplazar los
perdidos en la lucha contra la invasión.
La anemia puede ser el resultado de una hemorragia a causa de la infección, por la destrucción
de los glóbulos rojos o bien por la depresión de la médula ósea. La infección grave puede
provocar una coagulación diseminada en todos los vasos sanguíneos, lo que se conoce como
coagulación intravascular diseminada. El mejor modo de revertir esta situación es tratar la
enfermedad de base, en este caso la infección. Una caída en los valores de las plaquetas de la
sangre sin ningún otro cambio también puede indicar una infección subyacente.
Los posibles cambios cardíacos producidos durante una infección consisten en un aumento del
ritmo cardíaco y en un incremento o disminución del volumen de sangre expulsado con cada
contracción (gasto cardíaco). Aun cuando las infecciones, habitualmente, incrementan el ritmo
cardíaco, algunas, como la fiebre tifoidea, hacen que el pulso sea más lento de lo que cabría
esperar por la gravedad de la fiebre. La presión arterial puede descender. En una infección
grave, la dilatación de los vasos sanguíneos puede derivar en una fuerte caída de la presión
arterial (shock séptico).
La infección y la fiebre suelen hacer que se respire más rápidamente (incremento de la
frecuencia respiratoria), lo que supone que más anhídrido carbónico es transferido desde la
sangre y exhalado, haciendo que ésta se vuelva más ácida. La rigidez pulmonar aumenta y ello
puede interferir en la respiración y derivar en una enfermedad conocida como síndrome de
distrés respiratorio agudo. Los músculos respiratorios del tórax también pueden fatigarse.
Las infecciones graves también pueden provocar anomalías en la función cerebral, tanto si un
microorganismo invade de forma directa el cerebro como si no. Las personas de edad
avanzada son particularmente propensas a sufrir estados de confusión. La fiebre muy alta
puede provocar convulsiones.
Las defensas del organismo contra la infección incluyen barreras naturales, como la piel;
mecanismos inespecíficos, como ciertas clases de glóbulos blancos y fiebre; y mecanismos
específicos, como los anticuerpos.
Por lo general, si un microorganismo atraviesa las barreras naturales del cuerpo, los
mecanismos de defensa específicos e inespecíficos lo destruyen antes de que se multiplique.
Barreras naturales
Por lo general, la piel evita la invasión de muchos microorganismos a menos que esté
físicamente dañada, por ejemplo, debido a una lesión, la picadura de un insecto o una
quemadura. Sin embargo existen excepciones, como la infección por el papilomavirus
humano, que provoca verrugas.
Otras barreras naturales eficaces son las membranas mucosas, como los revestimientos de las
vías respiratorias y del intestino. Generalmente, estas membranas están cubiertas de
secreciones que combaten a los microorganismos. Por ejemplo, las membranas de los ojos
están bañadas en lágrimas, que contienen una enzima llamada lisozima. Ésta ataca a las
bacterias y ayuda a proteger los ojos de las infecciones.
Las vías respiratorias filtran de forma eficaz las partículas del aire que se introducen en el
organismo. Los tortuosos conductos de la nariz, con sus paredes cubiertas de moco, tienden a
eliminar gran parte de la materia entrante. Si un organismo alcanza las vías respiratorias
inferiores, el latido coordinado de unas minúsculas prominencias similares a pelos (cilios)
cubiertas de moco, lo transportan fuera del pulmón. La tos también ayuda a eliminar estos
microorganismos.
El tracto gastrointestinal cuenta con una serie de barreras eficaces, que incluyen el ácido del
estómago y la actividad antibacteriana de las enzimas pancreáticas, la bilis y las secreciones
intestinales. Las contracciones del intestino (peristaltismo) y el desprendimiento normal de las
células que lo revisten, ayudan a eliminar los microorganismos perjudiciales.
El aparato genitourinario del varón se encuentra protegido por la longitud de la uretra
(alrededor de 20 cm). Debido a este mecanismo de protección, las bacterias no suelen ingresar
en la uretra masculina, a menos que sean introducidas allí de forma no intencionada a través
de instrumental quirúrgico. Las mujeres cuentan con la protección del ambiente ácido de la
vagina. El efecto de arrastre que produce la vejiga al vaciarse es otro mecanismo de defensa
en ambos sexos.
Las personas con mecanismos de defensa debilitados son más vulnerables a ciertas
infecciones. Por ejemplo, aquellos cuyo estómago no secreta ácido son particularmente
vulnerables a la tuberculosis y a la infección causada por la bacteria Salmonella. El equilibrio
entre los diferentes tipos de microorganismos en la flora intestinal residente también es
importante para mantener las defensas del organismo. En ocasiones, un antibiótico tomado
para una infección localizada en cualquier otra parte del cuerpo, puede romper el equilibrio
entre la flora residente permitiendo que aumente el número de microorganismos que provocan
enfermedades.
Fiebre
La fiebre, definida como una elevación de la temperatura corporal superior a los 37,7 °C
(medidos con el termómetro en la boca), es, en realidad, una respuesta de protección ante la
infección y la lesión. La elevada temperatura corporal estimula los mecanismos de defensa del
organismo al tiempo que causa un malestar
relativamente pequeño a la persona.
Normalmente, la temperatura corporal sube y
baja todos los días. El punto más bajo se alcanza
alrededor de las seis de la mañana y el más
elevado entre las cuatro y las seis de la tarde.
Aunque se suele decir que la temperatura normal
del cuerpo es de 37 °C, el mínimo normal a las
seis de la mañana es de 37,1 °C y el máximo
normal a las cuatro de la tarde será de 37,7 °C.
El hipotálamo, una parte del cerebro, controla la
temperatura corporal; la fiebre es consecuencia
de la nueva regulación del termostato del
hipotálamo. La temperatura corporal aumenta a
un nuevo nivel superior del termostato
desplazando la sangre de la superficie de la piel
hacia el interior del cuerpo, reduciendo con ello
la pérdida de calor. Los escalofríos pueden
producirse para incrementar la producción de
calor mediante la contracción muscular. Los esfuerzos del organismo por conservar y producir
calor continuarán hasta que la sangre llegue, en el hipotálamo, a la nueva temperatura más
elevada. Entonces los mecanismos habituales mantendrán dicha temperatura y,
posteriormente, cuando el termostato vuelva a su nivel normal, el cuerpo eliminará el exceso
de calor a través del sudor y mediante el desvío de la sangre hacia la piel. Los escalofríos
pueden aparecer cuando la temperatura desciende.
La fiebre puede seguir un cuadro en el cual la temperatura alcanza un máximo diario y luego
vuelve a su nivel normal. Por otro lado, la fiebre puede ser remitente, es decir, que la
temperatura varía pero no vuelve a la normalidad. Ciertas personas, como por ejemplo los
alcohólicos, tanto las de edad avanzada como las muy jóvenes, pueden tener un descenso de la
temperatura como respuesta a una infección grave.
Las sustancias productoras de fiebre reciben el nombre de pirógenos. Éstos pueden provenir
del interior o del exterior del organismo. Ejemplos de pirógenos formados en el exterior del
cuerpo son los microorganismos y las sustancias que éstos producen, como las toxinas.
En realidad, los pirógenos provocan fiebre al estimular el organismo para que produzca sus
propios pirógenos. Los pirógenos formados dentro del organismo suelen ser producidos por
un tipo de glóbulo blanco llamado monocito.
Sin embargo, la infección no es la única causa de fiebre; ésta también puede ser consecuencia
de una inflamación, un cáncer o una reacción alérgica.
Por lo general, la fiebre tiene una causa obvia, como la gripe o la neumonía. Pero en otros
casos la causa es sutil, como una infección del revestimiento interno del corazón (endocarditis
bacteriana). Cuando una persona tiene al menos 38,3 °C de fiebre y una investigación
exhaustiva no consigue descubrir la causa, el médico puede denominarla fiebre de origen
desconocido. Las causas potenciales de dicha fiebre incluyen cualquier trastorno que eleve la
temperatura corporal, pero las causas más frecuentes entre los adultos son las infecciones, las
enfermedades causadas por anticuerpos generados contra los tejidos de la propia persona
(enfermedades autoinmunes) y un cáncer no descubierto (en especial, la leucemia o un
linfoma).
Para determinar la causa, el médico indaga acerca de los síntomas y enfermedades presentes y
pasados, medicaciones actuales, exposición a infecciones, viajes recientes, etc. El cuadro que
sigue la fiebre no suele contribuir al diagnóstico. Sin embargo, hay algunas excepciones; por
ejemplo, una fiebre que aparece cada dos o tres días es típica del paludismo.
Los viajes recientes, en especial al extranjero, o la exposición a ciertos materiales o animales,
pueden dar pistas sobre la causa de la fiebre. En regiones de un determinado país son
frecuentes unas infecciones, mientras que en otras abundan otras diferentes.
Una persona que ha bebido agua contaminada (o que ha tomado hielo hecho con agua
contaminada) puede desarrollar fiebre tifoidea. Una persona que trabaja en una planta de
envasado de carne puede tener una brucelosis.
Después de realizar este tipo de preguntas, el médico practica una exploración física completa
para encontrar el origen de la infección o evidencia de alguna enfermedad. Dependiendo de la
intensidad de la fiebre y de las condiciones del paciente, la revisión puede ser realizada en el
consultorio del médico o bien en el hospital.
Los análisis de sangre pueden ser utilizados para detectar la presencia de anticuerpos contra
un microorganismo, para hacerlo crecer en un cultivo y para determinar el número de glóbulos
blancos. Puede observarse un incremento en los valores de un anticuerpo específico y ello
puede ayudar a identificar al microorganismo invasor. El aumento en la cantidad de glóbulos
blancos suele indicar infección. El recuento diferencial (la proporción de distintos tipos de
glóbulos blancos) proporciona más pistas. Un aumento en los neutrófilos, por ejemplo, sugiere
una infección aguda por bacterias. Un aumento en los eosinófilos sugiere una infestación
parasitaria, por ejemplo, por cestodos o por nematodos.
La ecografía, la tomografía computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM) pueden
ayudar a establecer un diagnóstico. La gammagrafía con leucocitos marcados puede ser
utilizada para identificar áreas de infección o inflamación.
Para realizar esta prueba, el paciente recibe una inyección de glóbulos blancos que contienen
un marcador radiactivo. Como los glóbulos blancos son atraídos a las zonas infectadas y, en
este caso, los inyectados tienen un marcador radiactivo, el examen puede detectar una zona de
infección. Si los resultados de esta prueba son negativos, el médico puede necesitar obtener
una muestra del hígado (biopsia), de la médula ósea u otra área de la cual se sospeche. La
muestra es examinada posteriormente al microscopio.
Tratamiento de la fiebre
Dados los potenciales efectos beneficiosos de la fiebre, se discute si ésta debe ser tratada de
forma rutinaria. De todos modos, un niño que haya tenido una convulsión como resultado de
la fiebre (ataque febril) debe recibir tratamiento. Del mismo modo, un adulto con un problema
cardíaco o pulmonar suele recibirlo porque la fiebre puede aumentar la necesidad de oxígeno.
Estas necesidades aumentan un 7 por ciento por cada 0,17 ºC de aumento de la temperatura
corporal a partir de los 37 ºC. La fiebre también puede provocar cambios en la función
cerebral.
Los fármacos utilizados para hacer descender la temperatura corporal reciben el nombre de
antipiréticos. Los más usados y eficaces son el paracetamol y los antiinflamatorios no
esteroideos, como la aspirina. Sin embargo, en los niños y adolescentes no se combate la
fiebre con aspirinas porque ésta aumenta el riesgo de sufrir el síndrome de Reye, que puede
ser mortal.
Una vez desarrollada la infección, todo el poder del sistema inmunitario entra en acción. Éste
produce varias sustancias que específicamente atacan a los microorganismos invasores. Por
ejemplo, los anticuerpos se adhieren a éstos y ayudan a inmovilizarlos. Así pueden destruirlos,
directamente o bien ayudar a los glóbulos blancos a localizarlos y eliminarlos. Además, el
sistema inmunitario puede enviar un tipo de células conocidas como células T asesinas (otra
clase más de glóbulos blancos) para atacar específicamente al organismo invasor.
Los fármacos antiinfecciosos, como los antibióticos, o los agentes antimicóticos o antivíricos,
pueden ayudar a las defensas naturales del cuerpo. Sin embargo, si el sistema inmunitario se
encuentra gravemente debilitado, estos fármacos no suelen ser eficaces.
CAPITULO 172
Inmunizaciones para evitar la infección
Las vacunas contienen partes no infecciosas de bacterias o virus, o bien los microorganismos
completos que han sido alterados para que no provoquen infección.
Dependiendo de sus circunstancias, a los adultos se les puede recomendar recibir vacunas
contra el sarampión, la parotiditis, la rubéola, el tétanos, la hepatitis B, la gripe y las
infecciones neumocócicas (especialmente la neumonía neumocócica).
Toda persona nacida después de 1 956 que nunca haya tenido sarampión, parotiditis o rubéola
y que no haya sido inmunizada con dos dosis de vacuna, pero que probablemente pueda
exponerse a estas enfermedades, debe vacunarse. Por ejemplo, los jóvenes que comienzan la
universidad deberían hacerlo. Las mujeres embarazadas y las personas alérgicas al huevo o al
antibiótico neomicina no deben ser vacunadas.
Se puede recibir una vacuna especialmente dirigida contra el sarampión, la parotiditis o la
rubéola. Sin embargo, la vacuna combinada es mejor porque toda persona que necesite
protección contra una de estas enfermedades suele necesitarla también contra las otras dos.
Tétanos
Hepatitis B
Gripe
Los individuos con un alto riesgo de contraer gripe o sufrir sus complicaciones deben ser
vacunados. Entre ellos se encuentran quienes viven en residencias, los mayores de 65 años, los
médicos y otros profesionales de la salud. Otro grupo de riesgo incluye a los pacientes de
enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas, trastornos metabólicos (por ejemplo,
diabetes), insuficiencia renal, hemoglobinas anormales (por ejemplo, drepanocitosis), un
sistema inmunitario debilitado y quienes padecen infección provocada por el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH).
La epidemia de gripe suele comenzar a finales de diciembre o a mediados del invierno. En
consecuencia, el mejor momento para vacunarse es en septiembre u octubre.
Infección neumocócica
La vacuna contra la infección neumocócica debe ser aplicada a las personas con un alto riesgo
de tener gripe, a aquellas a las que el bazo no les funciona o les ha sido extirpado, a las
afectadas de cáncer en las células sanguíneas, a quienes presentan pérdida de líquido de la
médula espinal y a los alcohólicos.
La vacuna es eficaz en aproximadamente dos de cada tres adultos y es menos eficaz en la
gente mayor. A pesar de que la vacuna probablemente ofrece una protección de por vida, a las
personas de alto riesgo se les recomienda repetirla cada 6 años.
A los residentes de algunos países desarrollados se les puede pedir que se apliquen vacunas
específicas antes de viajar a zonas que tienen enfermedades infecciosas que no se encuentran
normalmente en su país. Existen centros e instituciones sanitarias oficiales que brindan la
información más actualizada acerca de las vacunas requeridas, en sus Secciones para la Salud
del Viajero.
CAPITULO 173
Fármacos antiinfecciosos
Antibióticos
Los antibióticos son fármacos que se utilizan para tratar las infecciones bacterianas. Por
desgracia, cada vez son más las bacterias que desarrollan resistencia a los antibióticos con los
que contamos en la actualidad. Esta resistencia se desarrolla en parte debido al excesivo uso
de los mismos. En consecuencia, constantemente se están desarrollando nuevos antibióticos
para combatir bacterias cada vez más resistentes. Finalmente, las bacterias también se harán
resistentes a los antibióticos más nuevos.
Los antibióticos se clasifican según su potencia. Los antibióticos bactericidas destruyen las
bacterias, mientras que los antibióticos bacteriostáticos simplemente evitan que éstas se
multipliquen y permiten que el organismo elimine las bacterias restantes. Para la mayoría de
las infecciones, ambas clases de antibióticos parecen igualmente eficaces, pero si el sistema
inmunitario está debilitado o la persona tiene una infección grave, como una endocarditis
bacteriana o una meningitis, un antibiótico bactericida suele ser más eficaz.
Elección de un antibiótico
Los médicos pueden optar por un antibiótico para tratar una infección en particular basándose
en una suposición acerca de cuál creen ellos que es el agente responsable del proceso.
Además, el laboratorio identifica de forma sistemática la bacteria infectante y, con ello, ayuda
al médico a elegir un antibiótico. Sin embargo, estas pruebas suelen tardar un día o dos en dar
sus resultados y, en consecuencia, no pueden ser utilizadas para escoger el tratamiento inicial.
Incluso aunque se haya identificado el agente y se haya determinado en el laboratorio su
sensibilidad a los antibióticos, la elección del fármaco no es tan simple. Las sensibilidades que
se detectan en el laboratorio no siempre se corresponden con las que se presentan en el
paciente infectado. La eficacia del tratamiento depende de factores tales como el grado de
absorción del fármaco por el flujo sanguíneo, de qué cantidad del mismo alcanza los distintos
fluidos corporales y con qué velocidad lo elimina el organismo. Además, la selección de un
fármaco tiene que tener en cuenta la naturaleza y la gravedad de la enfermedad, los efectos
secundarios que produce, la posibilidad de alergias u otras reacciones graves y el costo del
mismo.
En ciertos casos es necesario recurrir a una combinación de antibióticos para tratar infecciones
graves, en particular cuando aún se desconoce la sensibilidad de la bacteria a los mismos. Las
combinaciones también son importantes para ciertas infecciones, como la tuberculosis, en la
que las bacterias rápidamente desarrollan resistencia a la administración de uno solo. A veces,
la unión de dos de ellos tiene un efecto más potente y estas combinaciones pueden ser
utilizadas para tratar infecciones causadas por bacterias que resultan difíciles de erradicar,
como las Pseudomonas.
Para las infecciones bacterianas graves, los antibióticos suelen administrarse primero mediante
una inyección, generalmente intravenosa. Cuando la infección está controlada, se pueden dar
por vía oral. Los antibióticos deben ser ingeridos hasta que el microorganismo infectante sea
eliminado del cuerpo, un proceso que puede requerir varios días tras la desaparición de los
síntomas. Dejar el tratamiento demasiado pronto puede provocar una recaída o bien estimular
el desarrollo de las bacterias resistentes. Por esta razón, los antibióticos suelen ingerirse
durante varios días después de que haya desaparecido toda evidencia de infección.
Ciertos antibióticos son utilizados para tratar infecciones por rickettsias, que son
microorganismos similares tanto a las bacterias como a los virus. Las rickettsias son de menor
tamaño que las primeras pero mayores que los segundos. Al igual que los virus, sólo pueden
sobrevivir dentro de las células de otro organismo, pero al igual que las bacterias, son
vulnerables a los antibióticos. Específicamente, el cloranfenicol y las tetraciclinas son los más
eficaces contra las infecciones producidas por rickettsias.
Los antibióticos se usan no sólo para tratar infecciones sino también para prevenirlas. Para que
resulte eficaz, y con el fin de evitar que las bacterias desarrollen resistencias, la terapia
preventiva debe ser de corta duración y el antibiótico debe ser eficaz contra la bacteria en
particular. Un ejemplo de terapia preventiva consiste en tomar antibióticos mientras se viaja,
para evitar la diarrea del viajero. Así mismo, a menudo se utiliza en personas expuestas a otra
con meningitis causada por meningococo debido al riesgo de contagio.
Las personas con válvulas cardíacas anormales ingieren antibióticos preventivos de forma
rutinaria antes de una intervención quirúrgica, incluyendo la cirugía dental. Estas personas
tienen un mayor riesgo de contraer una infección en las válvulas cardíacas (endocarditis) por
bacterias que normalmente se encuentran en la boca y otras partes del cuerpo. Dichas bacterias
pueden ingresar en el flujo sanguíneo durante la cirugía y alcanzar las válvulas cardíacas
dañadas. Los antibióticos de tipo preventivo también pueden ser ingeridos por los individuos
cuyo sistema inmunitario no es totalmente eficaz, como los que padecen leucemia, reciben
quimioterapia para un cáncer o en el caso de los enfermos de SIDA. Por otro lado, las
personas sanas que se someten a cirugía con alto riesgo de infección (como la cirugía mayor
ortopédica o la intestinal) también pueden tomarlos.
Por desgracia, los antibióticos a menudo son usados sin que exista realmente una buena razón
para ello. Por ejemplo, con frecuencia se aplican incorrectamente para tratar enfermedades
víricas, como resfriados y gripe.
Efectos colaterales
Un antibiótico puede causar una reacción alérgica, como suele ocurrir con la penicilina, o bien
puede provocar otros efectos colaterales. Por ejemplo, los aminoglucósidos pueden dañar los
riñones y el oído interno.
El tratamiento antibiótico puede mantenerse a pesar de los efectos colaterales, en especial si es
el único eficaz contra la infección que padece el enfermo. El médico compara la importancia
de estos efectos con la gravedad de la infección.
Fármacos antivíricos
Los fármacos antivíricos pueden actuar interfiriendo con cualquiera de los procesos por los
que pasa un virus para replicarse (reproducirse): adhesión a la célula, incorporación a la
misma, eliminación de su cubierta para liberar su material genético y creación de nuevas
partículas víricas por parte de la célula.
Debido a que los virus sólo pueden replicarse dentro de las células y usan las mismas vías
metabólicas que las células sanas, los fármacos antivíricos suelen ser más tóxicos para las
células humanas que los antibióticos. Otro problema de éstos es que los virus pueden
desarrollar resistencia a ellos con gran rapidez.
Fármacos antimicóticos
Los fármacos antimicóticos pueden ser aplicados directamente en la zona donde se desarrolla
una infección micótica en la piel u otra superficie, como la vagina o el interior de la boca.
También pueden ser suministrados por vía oral o inyectados.
Por lo general, estos fármacos causan más efectos colaterales que los antibióticos. También
suelen ser generalmente menos eficaces, por lo que las infecciones micóticas son difíciles de
tratar y suelen hacerse duraderas (crónicas). El tratamiento suele durar varias semanas y debe
repetirse de nuevo.
CAPITULO 174
Infecciones de la piel y del tejido celular subcutáneo
Entre las infecciones de la piel y del tejido celular subcutáneo están la celulitis, fascitis
necrosante, gangrena cutánea, linfadenitis, linfangitis aguda y abscesos cutáneos. La mayoría
de ellas son infecciones causadas por bacterias. Existen muchas otras infecciones cutáneas,
incluyendo las provocadas por hongos, parásitos, virus y otras bacterias.
Celulitis
La celulitis es una extensa infección bacteriana de la piel y de los tejidos que se encuentran
por debajo de ella.
La celulitis puede ser causada por diferentes bacterias; la más frecuente es el estreptococo.
Éstos se dispersan rápidamente sobre una amplia área porque producen enzimas que impiden
que los tejidos limiten la extensión de la infección. Los estafilococos, otra clase de bacteria,
también pueden producir celulitis, pero, por lo general, en un área más reducida. Otras
bacterias causan celulitis después de determinadas lesiones, como las mordeduras de animales
o las lesiones cutáneas producidas en agua dulce o salada.
Por lo general, la celulitis se desarrolla en las piernas. La infección suele aparecer después de
que la piel ha resultado dañada a causa de una lesión, ulceración, pie de atleta o dermatitis.
Las zonas de la piel que se hinchan por el líquido (edema) son las más vulnerables. La
celulitis tiende a recurrir en las cicatrices quirúrgicas o cerca de ellas (por ejemplo, en la
cirugía de varices). Sin embargo, también puede aparecer en la piel que no está dañada.
La infección puede extenderse rápidamente e ingresar a los vasos linfáticos y el flujo
sanguíneo, tras lo cual puede extenderse por todo el organismo.
Síntomas y complicaciones
Los primeros síntomas son enrojecimiento y dolor en una pequeña superficie de la piel. La
piel infectada se calienta y se hincha y puede tener aspecto de piel de naranja (un trastorno
conocido precisamente como piel de naranja). En una variedad de celulitis, llamada erisipela,
los bordes de la zona infectada se sobreelevan. Frecuentemente aparecen pequeños puntos
rojos (petequias); rara vez aparecen manchas más grandes provocadas por una hemorragia en
la piel (equimosis). Pueden presentarse pequeñas ampollas llenas de líquido (vesículas) o
incluso mayores sobre la piel infectada y, en ocasiones, romperse.
A medida que la infección se extiende a un área más extensa, los ganglios linfáticos regionales
pueden aumentar de tamaño y volverse dolorosos. Los de la ingle pueden resultar afectados
por las infecciones de las piernas; los de la axila, por las de los brazos. Sobre la piel pueden
aparecer líneas rojas entre la infección y los ganglios linfáticos cercanos.
Una persona con celulitis puede padecer fiebre, escalofríos, aumento del ritmo cardíaco, dolor
de cabeza, bajada de la presión arterial y presentar un estado de confusión. En ocasiones estos
síntomas aparecen varias horas antes de que se observe nada sobre la piel, aunque en muchos
casos no aparecen ninguno de dichos síntomas.
De forma ocasional pueden formarse abscesos como resultado de la celulitis. Algunas
complicaciones raras pero graves incluyen la dispersión de la infección por debajo de la piel
hasta causar la muerte de los tejidos (como en la gangrena estreptocócica y la fascitis
necrosante) y así mismo la dispersión por el flujo sanguíneo (bacteriemia) hasta otras partes
del organismo. Cuando la celulitis afecta al mismo punto en repetidas ocasiones, los vasos
linfáticos cercanos pueden resultar dañados, causando una hinchazón permanente del tejido
afectado.
Diagnóstico
Las bacterias que causan celulitis son difíciles de identificar aun cuando se analicen muestras
de sangre y se realice una biopsia de piel (examen al microscopio de una muestra de tejido).
Sin embargo, los análisis de muestras tomadas del pus o de una herida abierta pueden ayudar a
identificarlas. En ocasiones, los médicos necesitan realizar pruebas para diferenciar la celulitis
de un coágulo de sangre localizado en las venas profundas de la pierna (trombosis venosa
profunda), debido a que los síntomas de estos trastornos son similares.
Tratamiento
Fascitis necrosante
La fascitis necrosante es una forma extremadamente grave de celulitis que destruye el tejido
infectado bajo la piel.
Esta infección es provocada por una variedad particularmente peligrosa de estreptococos. Se
contrae de la misma forma que cualquier otra celulitis, pero destruye el tejido a gran velocidad
(algunos la llaman “enfermedad devoradora de carne”). La piel adquiere una tonalidad violeta,
aparecen grandes ampollas llenas de líquido y puede desarrollarse gangrena. Por lo general, el
enfermo se siente muy débil y tiene fiebre, incremento del ritmo cardíaco y un deterioro
mental que oscila entre la confusión y la pérdida de la consciencia. La presión arterial puede
descender debido a la gran cantidad de líquido que se excreta por la zona infectada.
El tratamiento para la fascitis necrosante es la terapia con antibióticos y la extracción
quirúrgica del tejido muerto. En algunos casos, se hace necesaria la amputación del brazo o la
pierna afectados. El índice de mortalidad es de alrededor del 30 por ciento. Las personas de
edad avanzada, las que tienen otros problemas médicos y aquellas en quienes la enfermedad
ha alcanzado un estado avanzado tienen un mal pronóstico.
Gangrena cutánea
La gangrena cutánea es la muerte del tejido, generalmente asociada a un menor suministro de
sangre a la zona afectada y seguida de una invasión bacteriana.
La gangrena es consecuencia de una infección causada por clostridios y en ocasiones por otras
bacterias. Los clostridios son una variedad de bacterias conocidas como anaeróbicas, es decir,
que crecen sólo en ausencia de oxígeno. Producen gas mientras crecen, por lo que en
ocasiones la infección recibe el nombre de gangrena gaseosa.
Las lesiones graves (por ejemplo, una pierna aplastada) puede interrumpir el suministro de
sangre y oxígeno a la zona herida, creando una situación que favorece el crecimiento de los
clostridios. La infección se desarrolla en cuestión de horas o días después de la lesión. La
gangrena también puede desarrollarse en una herida quirúrgica, particularmente cuando la
cantidad de sangre que llega a dicha zona es escasa. Las personas con mala circulación están
particularmente expuestas.
Síntomas
La piel puede tener un aspecto pálido al principio, pero se vuelve roja o de color bronce hasta
adquirir un tono verdoso. La infección también hace que la piel se caliente y se hinche. Puede
haber una diseminación extensa por debajo de la piel, produciendo a menudo grandes
ampollas llenas de líquido. Este líquido tiene una coloración marrón y huele mal. El gas
producido por los clostridios suele burbujear en el líquido y las burbujas pueden hacer que la
piel parezca crepitar al tacto.
En pocos días una celulitis leve puede progresar a una gangrena extendida, producirse shock,
insuficiencia renal, delirio y muerte. La infección puede avanzar drásticamente en el curso de
algunas horas, destruyendo grandes cantidades de piel y músculo.
Diagnóstico
Por lo general los síntomas bastan para que el médico sospeche que se trata de una gangrena.
Las radiografías pueden mostrar la presencia de gas bajo la piel. La tomografía
computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM) pueden ayudar a determinar la
cantidad de gas y el alcance de la destrucción del tejido. Se puede extraer líquido de la herida
y realizar su cultivo en el laboratorio para confirmar que el organismo que causa la infección
es el Clostridium. Sin embargo, a veces es necesaria la cirugía para extirpar el tejido muerto o
amputar un miembro antes de que se sepa con certeza cuál es el microorganismo que está
causando la infección.
Tratamiento y pronóstico
A pesar del tratamiento, uno de cada cinco individuos con gangrena cutánea fallece.
Linfadenitis
Síntomas y tratamiento
Los ganglios linfáticos infectados aumentan de tamaño y duelen. En ciertos casos se nota en la
piel que los cubre una sensación de calor y un color rojizo.
Por lo general, la causa de la linfadenitis es una infección cercana evidente. Cuando la causa
no puede ser descubierta fácilmente, puede ser necesario realizar una biopsia (tomar una
muestra de tejido para su examen al microscopio).
Tratamiento y pronóstico
Linfangitis aguda
Abscesos de la piel
Los abscesos de la piel (abscesos cutáneos) son acumulaciones de pus causadas por una
infección bacteriana.
Por lo general los abscesos se forman cuando una lesión menor de la piel permite que las
bacterias que normalmente están presentes en la misma penetren y causen una infección. Un
absceso cutáneo es una zona hinchada y dolorosa, al tacto parece que está llena de un líquido
espeso.
Las bacterias pueden propagarse desde el absceso e infectar el tejido circundante, causando
celulitis. Así mismo, las bacterias pueden infectar los vasos linfáticos cercanos y los ganglios
linfáticos a donde éstos drenan, haciendo que se inflamen. Se puede producir fiebre.
Tratamiento
El médico puede tratar un absceso abriéndolo y drenando el pus. Para llevar a cabo este
proceso, se usa un anestésico local, como por ejemplo lidocaína. Después de haberlo vaciado,
se repasa la cavidad para asegurar que la extracción ha sido completa. Cualquier resto de pus
se elimina lavando la cavidad con una solución salina. En ciertos casos el absceso drenado se
cubre con una gasa, que se quita al cabo de 24 o 48 horas. Si se aplica calor suave sobre la
zona afectada se puede acelerar la curación.
Si el absceso ha sido drenado completamente, por lo general no es necesario administrar
antibióticos. Sin embargo, serán necesarios si la infección se ha propagado o si el absceso se
encuentra en la parte media o superior de la cara debido al alto riesgo de propagación hacia el
cerebro. Se pueden usar antibióticos que destruyen estafilococos y estreptococos, como
nafcilina, dicloxacilina y oxacilina.
CAPITULO 175
Abscesos
Un absceso es una acumulación de pus, generalmente causada por una infección bacteriana.
Cuando las bacterias invaden el tejido sano, la infección se extiende por toda el área. Algunas
células mueren y se desintegran, dejando espacios en los que se acumulan líquido y células
infectadas. Los glóbulos blancos, los defensores del organismo contra la infección, se
desplazan hacia estos espacios y después de engullir a las bacterias, mueren. La acumulación
de glóbulos blancos forma el pus, una sustancia cremosa que llena la zona. A medida que el
pus se deposita, el tejido sano es desplazado. Al final este tejido acaba creciendo alrededor del
absceso hasta rodearlo; el organismo intenta de este modo evitar una mayor extensión de la
infección. Si un absceso se rompe hacia dentro, la infección puede extenderse tanto por el
interior del cuerpo como bajo la superficie de la piel, dependiendo de dónde se encuentre el
absceso.
Una infección bacteriana puede generar un absceso de varias formas. Por ejemplo, una herida
punzante hecha con una aguja sucia puede hacer llegar bacterias al tejido subcutáneo. A veces
las bacterias pueden diseminarse a partir de una infección de otra parte del organismo. Así
mismo, las bacterias que normalmente viven en el cuerpo pero no causan daño alguno,
ocasionalmente pueden provocar un absceso. Las posibilidades de que éste se forme aumentan
si hay suciedad o un cuerpo extraño en la zona infectada, si la zona de invasión bacteriana
tiene un bajo aporte sanguíneo (como sucede en la diabetes) o si el sistema inmunitario de la
persona se encuentra debilitado (como sucede en el SIDA).
Los abscesos pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, incluyendo los pulmones, la
boca, el recto y los músculos. Son bastante frecuentes en la piel o debajo de ésta,
especialmente en la cara.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
A menudo un absceso se cura sin tratamiento al romperse y vaciar su contenido. En ciertos
casos, éste desaparece lentamente sin romperse mientras el organismo elimina la infección y
absorbe los desechos. En ocasiones puede dejar un bulto duro.
Un absceso puede ser perforado y drenado con el fin de aliviar el dolor y favorecer la
curación. Para drenar un absceso de gran tamaño, el médico debe romper sus paredes y liberar
el pus. Tras el drenaje, si son grandes dejan un amplio espacio vacío (espacio muerto) que se
puede taponar temporalmente con una gasa. En ciertos casos, es necesario dejar drenajes
artificiales durante un tiempo (generalmente delgados tubos de plástico).
Como los abscesos no reciben sangre, los antibióticos no suelen ser muy eficaces. Tras el
drenaje, se pueden suministrar para evitar una recurrencia. También se recurre a éstos cuando
un absceso extiende la infección hacia otras partes del organismo. El análisis en el laboratorio
de las bacterias presentes en el pus ayuda al médico a escoger el más eficaz.
Abscesos abdominales
Los abscesos se pueden formar por debajo del diafragma, en el interior del abdomen, en la
pelvis o detrás de la cavidad abdominal. También pueden formarse en cualquier órgano
abdominal, como los riñones, el bazo, el páncreas, el hígado, la próstata o alrededor de los
mismos. Por lo general, los abscesos abdominales se originan a partir de heridas, una
infección o perforación del intestino o una infección de otro órgano abdominal.
Un absceso debajo del diafragma puede formarse cuando el líquido infectado proveniente, por
ejemplo, de un apéndice perforado, se desplaza hacia arriba por efecto de la presión de los
órganos abdominales y la succión producida por el diafragma durante la respiración. Los
síntomas pueden consistir en tos, dolor al respirar y dolor en un hombro, que se produce
debido a que el hombro y el diafragma comparten los mismos nervios y el cerebro interpreta
incorrectamente el origen del dolor.
Los abscesos localizados en la parte media del abdomen pueden originarse a partir de un
apéndice perforado, por la perforación del intestino grueso o en el contexto de la enfermedad
inflamatoria intestinal o la diverticulosis. El área donde se encuentra el absceso suele ser
dolorosa.
Los abscesos pélvicos se originan a causa de los mismos trastornos que los provocan en el
interior del abdomen y también a partir de infecciones ginecológicas. Los síntomas pueden
incluir dolor abdominal, diarrea provocada por una irritación intestinal y una necesidad
urgente o frecuente de orinar a causa de una irritación de la vejiga.
Los abscesos localizados detrás de la cavidad abdominal (llamados abscesos retroperitoneales)
se forman detrás del peritoneo, una membrana que reviste la cavidad abdominal y sus órganos.
Las causas, que son similares a las que provocan la aparición de otros abscesos en el
abdomen, incluyen la inflamación del apéndice (apendicitis) y del páncreas (pancreatitis). El
dolor, por lo general localizado en la parte inferior de la espalda, empeora cuando la persona
flexiona la pierna sobre la cadera.
Los abscesos en los riñones pueden estar causados por determinadas bacterias que provienen
de una infección lejana y que llegan a los riñones a través del flujo sanguíneo, o bien por una
infección de las vías urinarias que llega a los riñones y luego se extiende hasta el tejido renal.
Los que se forman en la superficie de los riñones (abscesos perinefríticos) casi siempre están
provocados por la rotura de otro absceso dentro del riñón, que disemina la infección hasta la
superficie y el tejido circundante. Los síntomas incluyen fiebre, escalofríos y dolor en la parte
inferior de la espalda. La micción puede resultar dolorosa y a veces la orina está teñida de
sangre.
Los abscesos en el bazo son causados por una infección que llega hasta el bazo por el flujo
sanguíneo, por una herida que afecta al bazo o por la diseminación de una infección desde un
absceso próximo, como, por ejemplo, alguno localizado por debajo del diafragma. Se puede
sentir dolor en el lado izquierdo del abdomen, la espalda o el hombro izquierdo.
Los abscesos en el páncreas se forman típicamente después de un ataque de pancreatitis
aguda. Los síntomas como fiebre, dolor abdominal, náuseas y vómitos suelen comenzar una
semana o más después de que la persona se ha recuperado de la pancreatitis.
Los abscesos en el hígado pueden ser causados por bacterias o por amebas (parásitos
unicelulares). Las amebas de una infección intestinal llegan al hígado a través de los vasos
linfáticos. Las bacterias pueden llegar al hígado desde una vesícula biliar infectada, una herida
penetrante o contundente, una infección en el abdomen, como un absceso cercano o a través
de una infección de otra parte del cuerpo transportada por el flujo sanguíneo. Los síntomas
son pérdida del apetito, náuseas y fiebre. El enfermo puede o no tener dolor abdominal.
Los abscesos de la próstata suelen producirse debido a una infección de las vías urinarias que
acaba ocasionando una infección de la glándula prostática (prostatitis). Éstos son más
frecuentes entre los varones de entre 40 y 60 años. Por lo general, en esta situación se siente
dolor al orinar o bien urgencia o dificultad para la micción. Con menos frecuencia, hay un
dolor interno en la base del pene y aparece pus o sangre en la orina.
Diagnóstico y tratamiento
En casi todos los casos de abscesos abdominales, el pus debe ser drenado, bien por cirugía o
mediante una aguja insertada a través de la piel. Para guiar la colocación de la aguja, el
médico realiza una tomografía computadorizada (TC) o una ecografía. Los análisis del pus
realizados en el laboratorio identifican al microorganismo responsable de la infección y ello
permite escoger el antibiótico más eficaz.
Abscesos musculares
En algunas ocasiones se forman abscesos en los músculos. Dichos abscesos pueden estar
causados por bacterias provenientes de una infección cercana localizada en un hueso u otro
tejido, o bien que hayan sido transportados por el flujo sanguíneo desde una parte distante del
cuerpo.
La piomiositis es un trastorno en el cual el músculo se infecta por la acción de bacterias que
producen pus y suelen favorecer la formación de abscesos. La piomiositis es más frecuente
entre los habitantes de los trópicos y suele aparecer en personas que tienen el sistema
inmunitario debilitado. Los músculos más frecuentemente afectados son los de los muslos, las
nalgas, los antebrazos y los que rodean los hombros. Los síntomas incluyen dolor con
calambres seguidos de tumefacción, algo de fiebre y un malestar cada vez mayor,
especialmente cuando se moviliza el músculo infectado.
Abscesos de la mano
Los abscesos de la mano son bastante frecuentes y suelen ser secundarios a una herida. Un
absceso en la yema de un dedo casi siempre es consecuencia de una lesión menor, como la
que se produce al clavarse una astilla o pincharse con una aguja. La persona siente mucho
dolor sobre el absceso, así como calor y enrojecimiento: generalmente se acompaña de
hinchazón de los ganglios linfáticos del brazo. Si se infecta el hueso que se encuentra bajo el
absceso puede aumentar el dolor.
Los abscesos pueden aparecer alrededor de los tendones de los dedos. Estos abscesos están
causados por una herida que incide sobre alguno de los pliegues de la parte anterior del dedo.
Alrededor del tendón se forma pus y la infección destruye rápidamente el tejido. El
mecanismo de movimiento del tendón resulta afectado y, en consecuencia, el dedo apenas
puede moverse.
Algunos de los síntomas incluyen inflamación del dedo, dolor al presionar la vaina del tendón
y dolor al intentar mover el dedo. Es frecuente que los ganglios linfáticos cercanos al absceso
estén hinchados y la persona tenga fiebre.
CAPITULO 176
Bacteriemia y shock séptico
Bacteriemia y sepsis
Síntomas
Como el organismo suele ser capaz de eliminar pequeñas cantidades de bacterias rápidamente,
la bacteriemia transitoria casi nunca produce síntomas. Sin embargo, una vez que la sepsis se
ha establecido, los síntomas incluyen temblores, escalofríos, fiebre, debilidad, náuseas,
vómitos y diarrea.
La sepsis puede causar infecciones en distintos puntos del cuerpo (llamada infección
metastásica) si no se trata de inmediato. Las infecciones pueden asentarse en el revestimiento
del cerebro (meningitis), en el saco que rodea el corazón (pericarditis), en el revestimiento
interno del corazón (endocarditis), en los huesos (osteomielitis) y en las grandes
articulaciones. Un absceso (acumulación de pus) puede aparecer casi en cualquier sitio.
Diagnóstico
El diagnóstico de sepsis es probable cuando una persona con una infección localizada en
cualquier parte del cuerpo de pronto tiene mucha fiebre. Si la persona tiene una sepsis, por lo
general, el número de glóbulos blancos en la sangre suele aumentar. Los cultivos de sangre
permiten aislar e identificar al microorganismo infectante.
Sin embargo, es posible que las bacterias no crezcan en un cultivo de sangre, particularmente
si el enfermo está tomando antibióticos. También se toman muestras para cultivo del material
expulsado de los pulmones mediante la tos (esputo), de la orina, de las heridas y de los puntos
donde los catéteres penetran en el cuerpo.
Tratamiento y pronóstico
La bacteriemia causada por una intervención quirúrgica o bien por la inserción de una sonda
en la vía urinaria no suele necesitar tratamiento, siempre y cuando dicha sonda se retire
rápidamente. Sin embargo, antes de someterse a estos procesos, las personas con riesgo de
desarrollar infecciones graves (las que padecen una enfermedad de las válvulas cardíacas o
deficiencias en su sistema inmunitario, por ejemplo) por lo general reciben antibióticos para
prevenir la sepsis.
La sepsis es muy grave y el riesgo de muerte es alto. El médico debe comenzar el tratamiento
con antibióticos de inmediato, incluso antes de disponer de los resultados del cultivo de
laboratorio que identifique la clase de bacteria que provoca la infección.
Un retraso en el comienzo del tratamiento disminuye en gran medida las posibilidades de
supervivencia. Al comienzo, el médico basa la elección del antibiótico en su suposición acerca
de cuáles son las bacterias allí presentes. Esto depende de dónde haya comenzado la infección
(las vías urinarias, la boca, los pulmones, el intestino u otro sitio). A menudo se administran
dos antibióticos juntos para incrementar las posibilidades de eliminar las bacterias. Más tarde,
cuando el médico ya puede contar con los resultados del cultivo, puede utilizar el que resulte
más eficaz contra los gérmenes causantes de las sepsis. En algunos casos, puede ser necesario
realizar una intervención quirúrgica para eliminar la fuente de infección, como por ejemplo un
absceso.
Shock séptico
El shock séptico es una enfermedad en la cual, como resultado de la sepsis, la presión arterial
baja a un nivel que puede poner en peligro la vida.
El shock séptico ocurre con mayor frecuencia en los recién nacidos, en personas de más de 50
años y en las que tienen un sistema inmunitario deficiente. Su gravedad es mayor cuando el
número de glóbulos blancos es bajo, como sucede en las personas que padecen cáncer,
ingieren fármacos anticancerosos o tienen enfermedades crónicas, como diabetes o cirrosis.
El shock séptico es causado por las toxinas producidas por ciertas bacterias y también por las
citoquinas, que son sustancias fabricadas por el sistema inmunitario para combatir la
infección. El diámetro de los vasos sanguíneos aumenta (se dilatan), haciendo que la presión
arterial baje a pesar del aumento tanto del ritmo cardíaco como del volumen de sangre
bombeada. Los vasos sanguíneos también pueden tener pérdidas de líquido, el cual escapa del
flujo para entrar en los tejidos y provocar su hinchazón.
La cantidad de sangre que fluye hacia los órganos vitales, particularmente los riñones y el
cerebro, queda reducida. Más tarde, los vasos sanguíneos se contraen en un intento de elevar
la presión arterial, pero disminuye la cantidad de sangre bombeada por el corazón y, por ello,
la presión sigue muy baja.
Síntomas y diagnóstico
Por lo general, los primeros signos de un shock séptico, evidentes incluso 24 horas o más
antes de la disminución de la presión arterial, son la reducción del estado de alerta y la
confusión. Estos síntomas se deben a que el cerebro recibe una menor cantidad de sangre.
Aunque aumenta la salida de sangre desde el corazón, los vasos sanguíneos se dilatan y, en
consecuencia, disminuye la presión arterial. Con frecuencia, el paciente respira
aceleradamente, para que los pulmones eliminen el exceso de anhídrido carbónico y la
concentración de este gas en la sangre también disminuya. Los primeros síntomas pueden
incluir escalofríos con temblores, un rápido aumento de la temperatura, piel caliente y
enrojecida, pulso acelerado y presión arterial con subidas y bajadas. El volumen de orina
disminuye a pesar de la mayor cantidad de sangre bombeada. En fases más avanzadas, la
temperatura corporal suele bajar más de lo normal. A medida que el shock empeora, varios
órganos pueden fallar, como los riñones, provocando una menor producción de orina), los
pulmones (causando dificultades respiratorias y baja cantidad de oxígeno en la sangre) y el
corazón (provocando retención de líquidos e hinchazón). Dentro de los vasos sanguíneos
pueden formarse coágulos.
Los análisis de sangre muestran valores altos o bajos de glóbulos blancos y el número de
plaquetas puede disminuir. La cantidad de productos de desecho metabólicos (como el
nitrógeno ureico, que se mide fácilmente en la sangre) continúa subiendo si falla la función
renal. Un electrocardiograma (ECG) puede mostrar irregularidades en el ritmo cardíaco, lo
que indica que llega una insuficiente cantidad de sangre al músculo cardíaco. Se realizan
cultivos de sangre para identificar las bacterias responsables.
Tratamiento y pronóstico
Los bacilos son una variedad de bacteria clasificada de acuerdo con su distintiva forma de
bastoncillo. Las bacterias tienen forma esférica (cocos), de bastoncillo (bacilos) o
espiral/helicoidal (espiroquetas). La forma exacta la determina la pared celular de la bacteria,
una estructura rígida, compleja y formada por varias capas.
A pesar de que las bacterias se clasifican en parte por su forma característica, generalmente,
incluso los bacilos, también se clasifican como grampositivas o gramnegativas dependiendo
de su color después de aplicársele una tintura, llamada tintura de Gram, durante su análisis en
el laboratorio. Las bacterias que se tiñen de azul son grampositivas y las que se colorean de
rosa son gramnegativas. Sin embargo, la clasificación de las bacterias como gramnegativas y
grampositivas también responde a ciertas características de su pared celular externa, a la clase
de infecciones que producen dichas bacterias y al tipo de antibióticos capaces de destruirlas.
En el mundo de las bacterias, las grampositivas son una minoría. Por lo general son sensibles
a la penicilina (ésta las destruye) y suelen ser lentas a la hora de desarrollar resistencia a este
antibiótico. Algunas bacterias grampositivas (como ciertos estreptococos) pueden penetrar en
lo más profundo del tejido, mientras que otras causan daño produciendo sustancias
extremadamente venenosas (por ejemplo, las toxinas producidas por el Clostridium
botulinum). Tres infecciones causadas por bacterias grampositivas son la erisipelotricosis, la
listeriosis y el ántrax.
Erisipelotricosis
Síntomas y diagnóstico
Alrededor de una semana después de infectarse con Erysipelothrix rhusiopathiae, aparece un
área sobreelevada, de color rojo púrpura y dura, en el lugar en que se produjo la lesión. Otros
síntomas incluyen picor, quemazón e hinchazón alrededor del área afectada. La mano es la
zona más frecuentemente afectada y la hinchazón puede limitar su uso. Dicha zona puede
aumentar ligeramente de volumen. A pesar de que la infección suele desaparecer incluso sin
tratamiento, el dolor y la incapacidad pueden durar de 2 a 3 semanas. En casos raros, la
infección puede extenderse hacia el flujo sanguíneo y afectar a las articulaciones o las
válvulas cardíacas.
El médico basa su diagnóstico en los síntomas y las circunstancias que provocaron la
infección. El diagnóstico puede ser confirmado enviando al laboratorio una muestra de piel
obtenida por raspado del borde externo de la zona afectada para realizar un cultivo.
Tratamiento
Una sola dosis de penicilina inyectada o un tratamiento de una semana de eritromicina oral
cura la infección. Si se han afectado las articulaciones o las válvulas cardíacas, es necesario
realizar un tratamiento más prolongado con antibióticos intravenosos.
Listeriosis
Síntomas y diagnóstico
En los adultos, la forma más frecuente de listeriosis es la meningitis, una infección de las
membranas (meninges) que cubren el cerebro y la médula espinal. Hasta en el 20 por ciento de
estos casos se pueden formar abscesos cerebrales. La meningitis produce fiebre y rigidez de
nuca; si el enfermo no recibe tratamiento, puede sufrir confusión, entrar en coma o incluso
morir.
La Listeria también puede infectar los ojos, que se ponen rojos y duelen. Luego, la infección
puede extenderse hacia los ganglios linfáticos, la sangre y las meninges. En casos muy raros,
puede afectar a las válvulas cardíacas y producir insuficiencia cardíaca.
El médico sospecha la presencia de listeriosis basándose en los síntomas. Para realizar un
diagnóstico definitivo, se toma una muestra de tejido o fluido corporal para enviarla a un
laboratorio y realizar su cultivo. En una muestra de sangre también se pueden medir los
anticuerpos que se han formado contra la Listeria.
Tratamiento
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas pueden aparecer entre 12 horas y 5 días después de la exposición a la bacteria.
La infección cutánea comienza como una protuberancia de color marrón rojizo que aumenta
de tamaño y presenta una considerable hinchazón en los bordes. Dicho bulto se convierte en
ampolla, se endurece y luego el centro se rompe y brota un fluido claro antes de formar una
costra negra (escara). Los ganglios linfáticos del área afectada pueden hincharse, la persona se
siente enferma y en ocasiones tiene dolores musculares, dolor de cabeza, fiebre, náuseas y
vómitos.
El ántrax pulmonar (enfermedad de los cardadores de lana) proviene de la inhalación de
esporas de la bacteria del ántrax. Las esporas se multiplican en los ganglios linfáticos cercanos
a los pulmones. Luego estos ganglios comienzan a romperse y sangrar, esparciendo la
infección hacia las estructuras torácicas cercanas. Entonces se forma un fluido infectado en los
pulmones y en el espacio entre éstos y la pared torácica (cavidad pleural). Al comienzo, los
síntomas son leves y se parecen a los de la gripe. Sin embargo, la fiebre empeora y en pocos
días aparecen graves dificultades respiratorias, seguidas de shock y coma. También se puede
producir la infección del cerebro y sus meninges (meningoencefalitis). Aunque el tratamiento
sea precoz, esta forma de ántrax casi siempre es mortal.
El ántrax gastrointestinal es raro. Las bacterias pueden crecer en la pared intestinal y liberar
una toxina que provoca una gran hemorragia y muerte del tejido. La infección puede resultar
mortal si se extiende hasta el flujo sanguíneo.
El conocimiento de que una persona ha estado en contacto con animales ayuda al médico a
establecer el diagnóstico. Para diagnosticar una infección pulmonar, éste puede obtener una
muestra de esputo para su cultivo; sin embargo, el laboratorio no siempre consigue identificar
las bacterias. En ocasiones se comienza el tratamiento cuando se sospecha la infección,
aunque aún no se disponga de la confirmación analítica.
Prevención y tratamiento
Las personas con alto riesgo de contraer ántrax (como los veterinarios, los técnicos de
laboratorio y los empleados de la industria textil que procesan pelo de animales) deben ser
vacunadas.
Una infección de ántrax cutáneo se trata con inyecciones de penicilina, o bien con tetraciclinas
o eritromicina oral. Las infecciones pulmonares se deben tratar con penicilina intravenosa.
También se pueden administrar otros antibióticos. Así mismo, es posible utilizar
corticosteroides para reducir la inflamación pulmonar. Si el tratamiento se retrasa (por lo
general, debido a un diagnóstico incorrecto), es posible que el enfermo muera.
El rasgo distintivo de las bacterias gramnegativas es la presencia de una doble membrana que
rodea cada célula bacteriana. A pesar de que todas las bacterias tienen una membrana celular
interna, las bacterias gramnegativas tienen una única membrana externa. Ésta evita que ciertos
fármacos y antibióticos penetren en la célula, lo que explica parcialmente por qué suelen ser
más resistentes a los antibióticos que las bacterias grampositivas.
La membrana externa de las bacterias gramnegativas es rica en una molécula llamada
lipopolisacárido. Si una bacteria gramnegativa entra en el flujo sanguíneo, los
lipopolisacáridos pueden desencadenar gran cantidad de síntomas, incluyendo fiebre alta y un
marcado descenso de la presión arterial. Por esta razón, a los lipopolisacáridos se los conoce a
menudo con el nombre de endotoxinas.
Las bacterias gramnegativas tienen gran facilidad para intercambiar material genético (ADN)
entre variedades de la misma especie e incluso entre especies diferentes. Esto significa que si
una bacteria gramnegativa sufre un cambio genético (mutación) o recibe material genético que
le confiere resistencia a un antibiótico, esa bacteria más tarde puede compartir su ADN con
otro tipo de bacterias y éstas también pueden desarrollar la misma resistencia.
Las infecciones por Hemophilus son infecciones causadas por este grupo de bacterias.
Las bacterias Hemophilus crecen en los conductos respiratorios superiores de los niños y los
adultos, pero rara vez provocan enfermedades. La especie que más frecuentemente causa
enfermedades es la llamada Hemophilus influenzae. Puede provocar meningitis (infección del
revestimiento del cerebro y la médula espinal), bacteriemia (infección en el flujo sanguíneo),
artritis séptica (infección de una articulación), neumonía, bronquitis, otitis media (infección
del oído medio), conjuntivitis (infección ocular), sinusitis y epiglotitis aguda (infección del
área localizada justo por encima de la caja de la voz). A pesar de que estas infecciones pueden
producirse en los adultos, son mucho más frecuentes entre los niños.
Otras bacterias Hemophilus pueden causar infecciones en las vías respiratorias, infecciones
del corazón (endocarditis) y abscesos cerebrales. La bacteria Hemophilus ducreyi provoca el
chancroide, una enfermedad de transmisión sexual.
Los niños son inmunizados de forma sistemática con una vacuna contra el Hemophilus
influenzae tipo b para evitar la meningitis causada por ese microorganismo.
Brucelosis
Diagnóstico
Prevención y tratamiento
Las infecciones por Brucella se pueden evitar no bebiendo leche sin pasteurizar ni queso sin
curar. Las personas que manipulan animales o cadáveres de animales deben usar gafas
protectoras y guantes de goma, además de cubrir cualquier corte que tengan en la piel.
Eliminar a los animales infectados y vacunar a los que están sanos puede ayudar a evitar la
difusión de la infección.
Las recaídas son frecuentes cuando sólo se usa un antibiótico, por lo que generalmente se
prescribe una combinación de ellos. La doxiciclina o las tetraciclinas, junto a una inyección
diaria de estreptomicina, reducen el riesgo de recaídas. Los niños menores de 8 años pueden
recibir trimetoprim-sulfametoxazol o bien estreptomicina o rifampicina, porque las
tetraciclinas podrían dañarles la dentadura. En los casos graves se utilizan corticosteroides
como la prednisona. Una persona con dolores musculares importantes puede necesitar un
analgésico potente, como por ejemplo la codeína.
Tularemia
La tularemia (fiebre del conejo, fiebre del tábano) es una infección bacteriana causada por el
organismo llamado Francisella tularensis.
Las personas se infectan con Francisella tularensis al comer o tocar animales infectados. La
bacteria puede penetrar en la piel sana. La enfermedad también se transmite cuando las
bacterias de los tejidos animales son transportadas por el aire y las inhalan, o a través de
ácaros infectados y parásitos similares que succionan sangre.
Los cazadores, carniceros, granjeros, peleteros y técnicos de laboratorio son quienes más se
infectan. Durante el invierno, la mayoría de los casos se produce debido al contacto con
conejos salvajes (especialmente mientras se les quita la piel). Durante el verano, la infección
se produce generalmente a causa de la manipulación de animales infectados o bien por la
picadura de ácaros u otros parásitos afectados. En raras ocasiones, la tularemia puede deberse
a la ingestión de carne poco cocida o bien al consumo de agua contaminada. Hasta el
momento no se ha informado de ningún caso de transmisión de persona a persona.
Síntomas
Diagnóstico
Tratamiento
La tularemia se trata con antibióticos, que se inyectan o bien se administran por vía oral
durante 5 a 7 días. Sobre las úlceras se colocan vendajes húmedos que hay que cambiar con
frecuencia. Dichos vendajes ayudan a evitar que la infección se extienda y que los ganglios
linfáticos se inflamen. En casos poco frecuentes, los abscesos de gran tamaño deben ser
drenados. Aplicar compresas tibias sobre el ojo afectado y usar gafas oscuras alivia en cierta
medida el malestar. Las personas que sufren intensos dolores de cabeza suelen ser tratadas con
analgésicos, como la codeína.
Quienes reciben tratamiento casi siempre sobreviven. Alrededor del 6 por ciento de las
personas no tratadas mueren. La muerte suele ser el resultado de una infección grave,
neumonía, infección del revestimiento del cerebro (meningitis) o infección del revestimiento
de la cavidad abdominal (peritonitis). Las recaídas no son frecuentes pero pueden producirse
si el tratamiento es inadecuado. Una persona que padece tularemia desarrolla inmunidad frente
a la reinfección.
Peste
Síntomas y diagnóstico
La peste puede adoptar una o varias formas (bubónica, neumónica, septicémica o peste
menor). Los síntomas varían según la forma de la peste.
Los síntomas de peste bubónica suelen aparecer de 2 a 5 días después de la exposición a la
bacteria, pero pueden hacerlo en cualquier momento, desde unas pocas horas a 12 días más
tarde. Los síntomas comienzan repentinamente con escalofríos y fiebre de hasta 41 ºC. El
latido cardíaco se acelera y debilita, en tanto que la presión arterial puede caer. Los ganglios
linfáticos se inflaman (y reciben el nombre de bubones) cuando comienza la fiebre o bien
poco antes. Por lo general, los ganglios son extremadamente dolorosos al tacto, son duros y se
encuentran rodeados de tejido hinchado. La piel que los cubre es suave y rojiza pero no
presenta una temperatura elevada. Es probable que el enfermo esté inquieto, delirante, confuso
y tenga incoordinación. El hígado y el bazo pueden agrandarse considerablemente, por lo que
el médico puede percibirlos con facilidad durante una exploración. Es posible que los ganglios
linfáticos se llenen de pus y drenen durante la segunda semana. Más del 60 por ciento de las
personas no tratadas mueren. La mayoría de las muertes se produce entre el tercero y el quinto
día.
La peste neumónica es una infección de los pulmones con las bacterias de la peste. Los
síntomas, que comienzan abruptamente de 2 a 3 días después de la exposición a las bacterias,
son fiebre elevada, escalofríos, ritmo cardíaco acelerado y, con frecuencia, intensos dolores de
cabeza. En 24 horas comienza la tos. Al principio el esputo es claro, pero rápidamente
comienza a presentar señales de sangre, hasta que se vuelve uniformemente rosado o de color
rojo intenso (semejante al jarabe de frambuesa) y espumoso. Es frecuente que el enfermo
respire rápidamente y con dificultad. Las personas no tratadas mueren, generalmente, dentro
de las 48 horas siguientes al inicio de los síntomas.
La peste septicémica, otra variedad de peste, es una infección en la cual la forma de peste
bubónica se extiende hasta la sangre. Puede causar la muerte incluso antes de que aparezcan
otros síntomas de peste bubónica o neumónica.
La peste menor es una forma leve de peste que suele aparecer sólo en el área geográfica en la
que la enfermedad es endémica. Sus síntomas (ganglios linfáticos hinchados, fiebre, dolor de
cabeza y agotamiento) persisten a lo largo de una semana.
La peste se diagnostica analizando los cultivos de bacterias que han crecido en las muestras de
sangre, de esputo o de ganglios linfáticos.
Prevención y tratamiento
La prevención se basa en el control de los roedores y el uso de repelentes para evitar las
picaduras de pulgas. Existe una vacuna, pero no resulta necesaria para la mayoría de las
personas que viaja a zonas en las que se han dado casos de peste. Quienes viajan y corren
grandes riesgos de exposición a la enfermedad pueden tomar dosis preventivas de
tetraciclinas.
Cuando se cree que una persona tiene peste, el médico comienza el tratamiento de inmediato.
En la peste septicémica o neumónica, debe hacerse dentro de las 24 horas. Esto reduce la
posibilidad de muerte a menos de un 5 por ciento. Son muchos los antibióticos que resultan
eficaces contra la en-fermedad.
A diferencia de las personas afectadas de peste bubónica, las que padecen peste neumónica
deben ser aisladas. Quien haya estado en contacto con alguien afectado de peste neumónica
debe ser observado atentamente por si aparecen signos de infección y necesita tratamiento.
La enfermedad por arañazo de gato es una infección que se produce en el punto en que tuvo
lugar el arañazo y está causada por la bacteria Bartonella henselae.
Después de que una persona es arañada por un gato infectado con Bartonella henselae, las
bacterias tienden a infectar las paredes de los vasos sanguíneos. El gato no suele mostrar
signos de enfermedad.
Síntomas
De 3 a 10 días después de recibir un arañazo menor, suele formarse una ampolla roja con
costra de hasta 6,5 centímetros de diámetro. En raras ocasiones, aparece una ampolla que
contiene pus (pústula). Los ganglios linfáticos de la zona se inflaman, endurecen y son
dolorosos al tacto. Posteriormente, se llenan de pus y pueden drenar a través de la piel. La
persona puede sentirse enferma, inapetente y tener fiebre o dolor de cabeza. Alrededor del 10
por ciento de las personas infectadas presenta otros síntomas, como problemas oculares, que
causan cambios en la visión, o bien tumefacción cerebral, que provoca dolor de cabeza o
estupor.
En casi todas las personas afectadas, la piel sana y la tumefacción de los ganglios linfáticos
desaparece en el plazo de 2 a 5 meses. La recuperación es completa. Las personas enfermas de
SIDA pueden sufrir una forma grave de esta enfermedad.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la enfermedad por arañazo de gato parece probable si una persona presenta
ganglios linfáticos hinchados durante más de 3 semanas después de haber sido arañada por un
gato. En casos poco claros, es posible tomar una muestra de sangre y analizarla en busca de
anticuerpos contra la Bartonella henselae.
El tratamiento consiste en aplicar calor y tomar analgésicos. Un ganglio linfático lleno de
líquido que causa dolor casi siempre puede drenarse con una aguja con el fin de aliviarlo. Se
pueden administrar antibióticos para ayudar a erradicar las bacterias, especialmente en los
enfermos de SIDA.
Las infecciones por Pseudomonas son las causadas por las bacterias de este grupo,
especialmente Pseudomonas aeruginosa.
La Pseudomonas constituye la principal causa de dos infecciones frecuentes, de poca
importancia, que pueden afectar a las personas normales y sanas: el oído del nadador y la
foliculitis de la bañera. El oído del nadador (otitis externa) es una infección del canal auditivo
externo debido a una prolongada exposición al agua dulce. Puede tratarse con gotas de
antibiótico que se instilan en el oído. La foliculitis de la bañera es una erupción cutánea
formada por diminutas pústulas, algunas de las cuales pueden contener una gota de pus en el
centro. El tratamiento consiste en mantener la piel seca y aplicar de vez en cuando una
pomada antibiótica.
Las infecciones graves por Pseudomonas suelen ocurrir en los hospitales y con frecuencia el
organismo se encuentra en áreas húmedas, como los fregaderos y los receptáculos para la
orina. De forma sorprendente, el organismo se encuentra incluso en ciertas soluciones
antisépticas. Las infecciones más graves provocadas por Pseudomonas afectan a las personas
debilitadas cuyo sistema inmunitario no funciona correctamente a causa de determinadas
medicaciones, otros tratamientos o una enfermedad.
Las Pseudomonas pueden infectar la sangre, la piel, los huesos, los oídos, los ojos, las vías
urinarias, las válvulas cardíacas y los pulmones. Las quemaduras pueden infectarse
gravemente por Pseudomonas, conduciendo a una infección de la sangre que, por lo general,
resulta mortal.
Síntomas
Los síntomas dependen del lugar en que se haya producido la infección, pero las infecciones
por Pseudomonas suelen ser graves. La otitis externa maligna, una afección del oído, puede
causar un grave dolor del mismo y daño en los nervios y es más frecuente entre las personas
diabéticas. Las Pseudomonas pueden causar úlceras en el ojo una vez que ingresan en el
mismo a través de una herida, una lente de contacto contaminada o por el líquido para lentes
contaminado. También pueden crear una infección a partir de heridas punzantes profundas,
especialmente las producidas en los pies de los niños.
Las Pseudomonas pueden causar neumonía aguda en los pacientes hospitalizados, en especial
en los que se encuentran en las unidades de cuidados intensivos. Esta clase de bacteria
también es una causa frecuente de infecciones en las vías urinarias, generalmente en pacientes
que han sufrido intervenciones urológicas o presentan una obstrucción de aquéllas.
Las bacterias suelen invadir la sangre de los quemados y los que tienen cáncer. Sin
tratamiento, se puede producir una infección grave que puede derivar en shock y muerte. A
menudo produce una erupción con áreas de color negro-púrpura de alrededor de 10 milímetros
de diámetro; estas superficies tienen una llaga en el centro rodeada de enrojecimiento e
inflamación. La erupción suele aparecer en la axila y la ingle.
En muy raras ocasiones, las Pseudomonas infectan las válvulas cardíacas. Las personas que
hayan recibido una válvula cardíaca artificial son más vulnerables; no obstante, las válvulas
cardíacas naturales también pueden infectarse, especialmente entre quienes se inyectan
drogas.
Tratamiento
Cuando la infección queda restringida a un área externa, como por ejemplo la piel, el médico
elimina quirúrgicamente el tejido muerto y los abscesos de gran tamaño y a continuación
irriga la zona con una solución antibiótica. La otitis externa maligna, las infecciones internas y
las infecciones de la sangre requieren días o semanas de terapia con un antibiótico
intravenoso. A veces, una válvula cardíaca infectada puede curarse con antibióticos, pero
suele ser necesario realizar una intervención quirúrgica a corazón abierto para reemplazar esta
válvula.
Las infecciones por Campylobacter son infecciones del aparato gastrointestinal o de la sangre,
causadas por estas bacterias.
La forma más frecuente de infección por Campylobacter es la gastroenteritis, que puede
contraerse al beber agua contaminada, comer aves o carne poco hechas o tener contacto con
animales infectados. Las bacterias Campylobacter también causan diarrea entre los turistas
que visitan países en vía de desarrollo. En otras ocasiones pueden provocar una infección del
flujo sanguíneo (bacteriemia), generalmente en quienes ya padecen una enfermedad como la
diabetes o el cáncer. Un organismo causante de úlceras de estómago era conocido como
Campylobacter pylori pero en la actualidad su nombre es Helicobacter pylori.
Síntomas
La gastroenteritis causada por las bacterias Campylobacter incluye diarrea, dolor abdominal y
calambres, que pueden ser intensos. La diarrea puede contener sangre y puede haber fiebre de
37,5 a 40 ºC.
Una fiebre intermitente puede ser el único síntoma de una afección por Campylobacter fuera
del aparato gastrointestinal. Los síntomas adicionales de una infección generalizada
(sistémica) causada por Campylobacter incluyen dolor en las articulaciones (que se hinchan y
adquieren un color rojizo) dolor abdominal y agrandamiento del hígado o del bazo. En raras
ocasiones, la infección puede afectar a las válvulas cardíacas (endocarditis) o el cerebro y la
médula espinal (meningitis).
Diagnóstico y tratamiento
Cólera
El cólera es una infección del intestino delgado causada por la bacteria Vibrio cholerae.
Las bacterias del cólera producen una toxina que hace que el intestino delgado secrete
inmensas cantidades de líquido rico en sales y minerales. Como las bacterias son sensibles al
ácido gástrico del estómago, las personas con deficiencia de ácido son más susceptibles a esta
enfermedad. Quienes viven en zonas en las que el cólera es frecuente (endémico) desarrollan
gradualmente una inmunidad natural.
El cólera se transmite ingiriendo agua, mariscos u otros alimentos contaminados por los
excrementos de personas infectadas. El cólera suele aparecer en zonas de Asia, Oriente
Medio, África y América Latina. En estas áreas, los brotes de enfermedad se dan durante los
meses de calor y la mayor incidencia es entre los niños. En otras zonas, las epidemias pueden
ocurrir en cualquier época del año y la enfermedad puede afectar a cualquier edad.
Otras especies de bacterias Vibrio también pueden infectar a los humanos. La diarrea que
provocan suele ser mucho menos grave que la del cólera.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas, que comienzan de uno a tres días después de la infección por la bacteria, oscilan
entre un episodio de diarrea ligero y sin complicaciones a una enfermedad grave,
potencialmente mortal. Algunos enfermos afectados no presentan síntomas.
Por lo general, la enfermedad comienza con una diarrea repentina, indolora y acuosa, además
de vómitos. En los casos graves se llega a perder casi un litro de líquido por hora, pero
usualmente la cantidad es mucho menor. En tales situaciones graves, la gran disminución de
agua y sal produce una marcada deshidratación con intensa sed, calambres musculares,
debilidad y una producción mínima de orina. La grave pérdida de líquido en los tejidos hace
que los ojos se hundan y la piel de los dedos se arrugue de forma extrema. Si la infección no
recibe tratamiento, los graves desequilibrios en el volumen sanguíneo y la mayor
concentración de sales pueden conducir a insuficiencia renal, shock y coma.
Los síntomas suelen remitir en 3 a 6 días. Los afectados, generalmente, se liberan del
organismo en 2 semanas, pero unos pocos se convierten en portadores permanentes.
El diagnóstico de cólera se confirma aislando las bacterias a partir de muestras de fluido
procedentes del recto o de materia fecal fresca. Ya que la bacteria Vibrio cholerae no crece en
los cultivos rutinarios de materia fecal, se debe solicitar un cultivo especial para los
microorganismos Vibrio.
Prevención y tratamiento
Fiebre tifoidea
Síntomas y diagnóstico
Complicaciones
Aun cuando muchas personas se recuperan por completo, pueden aparecer complicaciones,
principalmente en quienes no son tratados o bien lo han sido tardíamente. Muchas personas
sufren hemorragias abdominales y alrededor del 2 por ciento de ellos presentan hemorragias
graves. Por lo general, el sangrado se produce durante la tercera semana de la enfermedad. La
perforación intestinal se produce en el uno al dos por ciento de los individuos y ocasiona
fuertes dolores abdominales debido a que el contenido del intestino infecta la cavidad
abdominal, lo que se conoce como peritonitis.
Durante la segunda o tercera semana puede desarrollarse neumonía, que suele deberse a una
infección neumocócica, aun cuando las bacterias tifoideas también pueden causarla. También
se puede producir una infección de la vesícula biliar y del hígado. Una infección de la sangre
(bacteriemia) ocasionalmente puede producir una infección de los huesos (osteomielitis), las
válvulas cardíacas (endocarditis), la membrana que cubre el cerebro (meningitis), los riñones
(glomerulitis) o los tractos urinario o genital. Una infección muscular puede provocar un
absceso.
En alrededor del 10 por ciento de los casos no tratados los síntomas de la infección inicial
recurren 2 semanas después de haber empezado la fiebre. Por motivos que se desconocen, los
antibióticos tomados durante la fase inicial de la enfermedad incrementan el índice de
recurrencia del 15 al 20 por ciento. Si se administran antibióticos para una recaída, la fiebre
desaparece mucho más rápidamente de lo que lo hizo en la enfermedad original, pero
ocasionalmente se produce una nueva recaída.
Prevención y tratamiento
La vacuna oral contra la fiebre tifoidea ofrece un 70 por ciento de protección. Sólo se aplica a
personas que han estado expuestas al organismo y a las que corren un gran riesgo de
exposición, incluyendo los técnicos de laboratorio que estudian el organismo y las personas
que viajan a sitios en los que la enfermedad es frecuente. Los turistas que se dirigen a estas
áreas deben evitar comer legumbres de hoja verde crudas y otros alimentos servidos o
almacenados a temperatura ambiente. Los alimentos recién preparados servidos calientes o
tibios, las bebidas gaseosas embotelladas y los alimentos crudos a los que se les puede quitar
la piel suelen ser seguros. A menos que se sepa que el agua no está contaminada, antes de su
consumo debe ser hervida o clorada.
Con un rápido tratamiento antibiótico, más del 99 por ciento de los casos de fiebre tifoidea se
curan. Por lo general, los enfermos que mueren están desnutridos, son muy jóvenes o bien de
edad muy avanzada. El estupor, el coma y el shock son signos de una infección grave y un
mal pronóstico.
La convalecencia puede durar varios meses, pero los antibióticos disminuyen la gravedad y las
complicaciones de la fiebre tifoidea, así como la duración de los síntomas. El cloranfenicol se
usa en todo el mundo, pero como la resistencia al mismo es cada vez mayor, se han
comenzado a utilizar otros fármacos. Si el paciente está delirando, en coma o en shock, se
administran corticosteroides para reducir la inflamación cerebral.
Es necesario que la persona se alimente con frecuencia debido a las hemorragias intestinales u
otras alteraciones del tracto digestivo. En ciertos casos debe administrarse alimentación por
vía intravenosa hasta que se puedan digerir los alimentos. Los pacientes con perforación
intestinal necesitan antibióticos que eliminen un amplio espectro de bacterias (porque entrarán
muchas variedades diferentes de bacterias en la cavidad peritoneal) y quizás deban ser
sometidos a cirugía para reparar o eliminar la sección del intestino que se ha perforado.
Las recaídas se tratan del mismo modo que la enfermedad inicial, pero, por lo general, los
antibióticos sólo son necesarios durante 5 días.
Los portadores (personas que no tienen síntomas pero albergan las bacterias en su materia
fecal) deben comunicarlo al departamento de salud de su comunidad y se les prohíbe trabajar
con alimentos. Las bacterias pueden ser completamente erradicadas en muchos de los
portadores tras 4 a 6 semanas de terapia con antibiótico.
Síntomas y diagnóstico
Las infecciones por Salmonella pueden causar malestar gastrointestinal o fiebre entérica; en
ocasiones afectan a una zona específica. Algunas
personas infectadas no tienen síntomas pero son
portadoras.
El malestar gastrointestinal suele comenzar entre
12 y 48 horas después de ingerir las bacterias
Salmonella. Los síntomas se inician con náuseas
y retortijones dolorosos en el abdomen seguidos
rápidamente de diarrea, fiebre y a veces vómitos.
Por lo general, la diarrea es acuosa, a pesar de
que la persona puede producir una materia fecal
pastosa, semisólida. El malestar suele ser ligero y
dura de 1 a 4 días, pero puede durar mucho más.
El diagnóstico se confirma en un laboratorio
realizando un cultivo de una muestra de materia
fecal o de un frotis rectal de la persona infectada.
La fiebre entérica se produce cuando las bacterias
Salmonella ingresan en la sangre. La fiebre
produce un agotamiento extremo (postración). La fiebre tifoidea es el prototipo de esta
enfermedad. Una afección menos grave puede ser provocada por otras variedades de
Salmonella.
La Salmonella puede afectar a una zona específica. Por ejemplo, las bacterias pueden alojarse
y multiplicarse en el tracto digestivo, los vasos sanguíneos, las válvulas cardíacas, el
revestimiento del cerebro o la médula espinal, los pulmones, las articulaciones, los huesos, las
vías urinarias, los músculos u otros órganos. En ciertos casos, puede infectarse un tumor
desarrollando un absceso que proporciona una fuente de infección continua de la sangre.
Los portadores no presentan síntomas pero siguen albergando las bacterias en su materia fecal.
Menos del uno por ciento de las personas con infecciones por Salmonella no típica siguen
albergando las mismas en su materia fecal durante un año o más.
Tratamiento
El malestar gastrointestinal se trata con líquidos y una dieta blanda. Los antibióticos
prolongan la excreción de bacterias en la materia fecal y, en consecuencia, no están
recomendados para quienes sólo experimentan este malestar. Sin embargo, los niños, las
personas que viven en residencias y las infectadas por el virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH) son tratados con antibióticos ya que corren un mayor riesgo de sufrir
complicaciones. En los portadores que no presentan síntomas, la infección suele desaparecer
por sí sola; rara vez necesitan tratamiento antibiótico.
Pero cuando el antibiótico se hace necesario, la ampicilina, la amoxicilina o la ciprofloxacina
suelen dar buenos resultados; de todos modos, la resistencia a estos antibióticos es muy
frecuente. Los antibióticos se toman durante un período de 3 a 5 días, pero los individuos
infectados con el VIH suelen necesitar tratamientos más prolongados para evitar recaídas. Las
personas con bacterias Salmonella en la sangre deben tomar antibióticos durante un período de
4 a 6 semanas. Los abscesos se tratan mediante un drenaje quirúrgico y 4 semanas de terapia
con antibiótico. Los individuos con infección de los vasos sanguíneos, válvulas cardíacas u
otras zonas por lo general necesitan cirugía y una antibioterapia prolongada.
Shigelosis
La shigelosis (disentería bacilar), una infección intestinal que produce diarrea intensa, está
causada por la bacteria Shigella.
Las bacterias Shigella causan disentería en todo el mundo y son responsables del 5 al 10 por
ciento de las enfermedades diarreicas producidas en muchas áreas. La infección se transmite
por contacto con las heces de personas infectadas. Una persona puede contraer la enfermedad
a partir de un contacto oral-anal o bien a través de alimentos, agua, objetos o moscas
contaminadas. Las epidemias son mucho más frecuentes en las zonas superpobladas que no
cuentan con un sistema sanitario adecuado. Por lo general, son los niños quienes presentan los
síntomas más graves.
Síntomas
Las bacterias Shigella causan la enfermedad atravesando el revestimiento del intestino, lo que
produce hinchazón del mismo y a veces úlceras superficiales. Los síntomas comienzan entre 1
y 4 días después de la infección. En los niños pequeños, la enfermedad comienza de pronto
con fiebre, irritabilidad o somnolencia, pérdida del apetito, náuseas y vómitos, diarrea, dolor e
hinchazón abdominal y dolor durante la defecación. En el plazo de 3 días aparecen pus, sangre
y moco en las heces. El número de deposiciones suele incrementarse rápidamente hasta más
de 20 al día. Se produce una intensa pérdida de peso y una deshidratación grave.
Los adultos, sin embargo, pueden no tener fiebre y al principio no suele haber sangre ni moco
en las heces. La enfermedad puede comenzar con episodios de dolor abdominal, una
necesidad imperiosa de defecar y la eliminación de heces, que alivia temporalmente el dolor.
Estos episodios se repiten cada vez con mayor intensidad y frecuencia. La diarrea se vuelve
abundante y las heces, que son blandas o líquidas, contienen moco, pus y en general también
sangre.
En raras ocasiones, la enfermedad se inicia repentinamente con heces claras o turbias,
ocasionalmente, con sangre. Los vómitos son frecuentes y pueden derivar rápidamente en
deshidratación. La deshidratación grave, que puede conducir al shock y a la muerte, afecta
principalmente a los adultos enfermos crónicos y a los niños menores de dos años.
El diagnóstico de presunción puede basarse en los síntomas que presenta un individuo que
vive en un área en la que la Shigella es frecuente. Sin embargo, el diagnóstico se confirma
realizando un cultivo de una muestra de heces frescas.
Complicaciones
La shigelosis puede causar delirio, convulsiones y coma, con escasa diarrea o sin ella. Esta
infección puede ser mortal en un período de 12 a 24 horas.
Otras infecciones bacterianas pueden acompañar la shigelosis, en especial en los pacientes
debilitados y deshidratados. Las úlceras intestinales en el curso de la shigelosis pueden
provocar una grave pérdida de sangre.
Entre las complicaciones poco frecuentes se encuentran lesiones de los nervios, de las
articulaciones o del corazón y, rara vez, perforación del intestino. El gran esfuerzo realizado
durante las deposiciones puede causar prolapso rectal, en el que parte del recto es expulsado
hacia fuera. Como resultado, se puede producir una pérdida permanente del control de las
deposiciones.
Tratamiento
En la mayoría de los casos, la enfermedad se resuelve entre los 4 y los 8 días. Los casos
graves pueden durar de 3 a 6 semanas.
El tratamiento consiste principalmente en reemplazar las sales y los líquidos perdidos a causa
de la diarrea. Los antibióticos están indicados cuando el paciente es muy joven, cuando la
enfermedad es grave o cuando hay riesgo de transmisión de la enfermedad a otras personas.
La gravedad de los síntomas y el tiempo que las heces contengan Shigella pueden reducirse
con antibióticos como el trimetoprim-sulfametoxazol, la norfloxacina, la ciprofloxacina y la
furazolidona.
CAPITULO 178
Infecciones causadas por cocos
Las bacterias pueden clasificarse de varios modos, como por ejemplo según su forma. Las
bacterias que tienen forma esférica reciben el nombre de cocos. Los cocos que pueden causar
infecciones en los humanos son los estafilococos, los estreptococos, los neumococos y los
meningococos.
Infecciones estafilocócicas
Las infecciones estafilocócicas son las causadas por los estafilococos, que son unas bacterias
grampositivas muy frecuentes.
Aunque normalmente están presentes en la nariz y en la piel del 20 al 30 por ciento de los
adultos sanos (y menos frecuentemente en la boca, las glándulas mamarias y los aparatos
genitourinario, intestinal y las vías respiratorias altas), los estafilococos no suelen ser
perjudiciales. Sin embargo, la rotura de la piel u otra lesión pueden permitir que las bacterias
atraviesen las defensas del organismo y causen una infección.
Los individuos proclives a las infecciones estafilo-cócicas son los recién nacidos, las mujeres
en período de lactancia, las personas con enfermedades crónicas (especialmente afecciones
pulmonares, diabetes y cáncer), las que presentan afecciones cutáneas e incisiones quirúrgicas
y aquellas cuyos sistemas inmunológicos están inhibidos por el uso de corticosteroides,
radioterapia, fármacos inmunodepresores o medicaciones anticancerosas.
Síntomas
Los estafilococos pueden infectar cualquier parte del organismo y los síntomas dependen de la
localización de la infección. Ésta puede ser leve o llegar a poner en peligro la vida. Por lo
general, las infecciones estafilocócicas producen cavidades llenas de pus, como los abscesos y
los forúnculos (forúnculos y carbuncos). Los estafilococos pueden circular por la sangre y
formar abscesos en los órganos internos, como los pulmones, así como infecciones de los
huesos (osteomielitis) y del revestimiento interior del corazón y sus válvulas (endocarditis).
Los estafilococos tienden a infectar la piel. Los abscesos estafilocócicos de la piel aparecen
como abultamientos calientes llenos de pus, localizados bajo la superficie cutánea. Por lo
general se rompen como lo haría un grano de gran tamaño y el pus se esparce sobre la piel,
donde se puede producir más infección si no se limpia de inmediato. Los estafilococos
también pueden causar celulitis, una infección que se extiende bajo la piel. Generalmente,
también pueden formar forúnculos. Dos infecciones cutáneas estafilocócicas particularmente
graves son la necrólisis epidérmica tóxica y el síndrome de la piel escaldada, procesos en que
la piel puede desprenderse en grandes superficies.
Los recién nacidos pueden tener infecciones estafilocócicas cutáneas, generalmente en sus 6
primeras semanas de vida. El síntoma más frecuente es la presencia de grandes ampollas
llenas de un líquido claro o pus localizadas en la axila, la ingle o los pliegues del cuello. Las
infecciones estafilocócicas más graves pueden formar numerosos abscesos cutáneos,
desprendimiento de grandes superficies de piel, infección de la sangre y de las membranas que
recubren el cerebro y la médula espinal (meningitis) y neumonía.
Las madres en período de lactancia pueden presentar infecciones estafilocócicas en las mamas
(mastitis) y abscesos entre 1 y 4 semanas después del parto. Estas infecciones suelen
contraerlas los bebés en las salas de neonatos de los hospitales y luego las transmiten al seno
de su madre cuando maman.
La neumonía estafilocócica es una infección grave. Los individuos con enfermedades
pulmonares crónicas (como bronquitis crónica y enfisema) y los que tienen gripe están
particularmente expuestos. Suele provocar una fiebre muy alta y síntomas pulmonares
intensos, como dificultad para respirar, respiración acelerada y una tos con producción de
esputos que pueden estar teñidos de sangre. En los recién nacidos y en ocasiones en los
adultos, la neumonía estafilocócica puede causar abscesos pulmonares y una infección de la
pleura (las membranas que rodean los pulmones). Esta infección, llamada empiema pleural,
empeora las dificultades respiratorias causadas por la neumonía.
A pesar de que una infección estafilocócica de la sangre (bacteriemia estafilocócica) suele
desarrollarse a partir de una infección estafilocócica localizada en cualquier otra parte del
cuerpo, habitualmente suele provenir de algún elemento infectado introducido en una vena,
como, por ejemplo, un catéter, lo que facilita a los estafilococos un acceso directo al flujo
sanguíneo. La bacteriemia estafilocócica es causa frecuente de muerte en las personas con
quemaduras graves. Por lo general, produce fiebre alta y persistente y en ciertos casos shock.
Los estafilococos presentes en el flujo sanguíneo pueden producir una infección del
revestimiento interior del corazón y sus válvulas (endocarditis), especialmente entre quienes
se inyectan drogas. Esta situación puede dañar rápidamente las válvulas, provocando
insuficiencia cardíaca y la muerte.
Las infecciones óseas (osteomielitis) afectan predominantemente a los niños, a pesar de que
también afectan a los ancianos, en especial a los afectados de profundas úlceras cutáneas
(úlceras por presión). Estas infecciones pueden provocar escalofríos, fiebre y dolor de huesos.
En los tejidos por encima del hueso infectado aparece tumefacción y enrojecimiento y se
puede acumular líquido en las articulaciones cercanas a las áreas invadidas por las bacterias.
El lugar afectado por la infección puede doler y, por lo general, da fiebre. En ciertos casos las
radiografías y otros estudios radiológicos pueden identificar la zona infectada, pero,
generalmente, no son útiles para establecer un diagnóstico precoz.
Una infección estafilocócica del intestino suele provocar fiebre, así como hinchazón y
distensión abdominal, debido a una suspensión temporal de los movimientos contráctiles
normales del intestino (íleo) y diarrea. La infección es más frecuente entre los pacientes
hospitalizados, en especial los que han sido sometidos a cirugía abdominal o han recibido un
tratamiento con antibióticos.
La cirugía aumenta el riesgo de infección estafilocócica. La infección puede producir abscesos
en los puntos de sutura o bien causar una destrucción extensa del sitio de incisión. Estas
infecciones suelen aparecer entre pocos días y pocas semanas después de una operación, pero
pueden desarrollarse más lentamente si el paciente ha recibido antibióticos en el momento de
la cirugía. Una infección estafilocócica en el postoperatorio puede empeorar y constituir el
llamado síndrome del shock tóxico.
Tratamiento
Para la mayoría de las infecciones cutáneas, los antibióticos orales como la cloxacilina,
dicloxacilina y eritromicina resultan adecuados. Las infecciones más graves, en especial las de
la sangre, requieren terapia intravenosa, en general durante 6 semanas.
La elección de un antibiótico depende del lugar de la infección, la gravedad de la enfermedad
y cuál de los antibióticos elimina las bacterias con mayor eficacia. El Staphylococcus aureus
(estafilococo dorado) resistente a la meticilina es resistente a casi todos los antibióticos y
provoca gran preocupación porque la bacteria es cada vez más frecuente en los grandes
hospitales. Entre los pocos antibióticos que suelen ser eficaces contra este microorganismo se
encuentran la vancomicina y el trimetoprim-sulfametoxazol. La vancomicina mata las
bacterias, mientras que el trimetoprim-sulfametoxazol actúa inhibiendo su capacidad para
multiplicarse.
Los abscesos deben drenarse. Cuando están sobre la piel, ello es relativamente simple. El
médico realiza un pequeño corte en la zona y ejerce presión para eliminar el material
infectado. Los localizados en zonas más profundas del cuerpo pueden necesitar cirugía.
El síndrome de shock tóxico es una infección generalmente causada por estafilococos que
rápidamente puede empeorar hasta convertirse en un shock grave, que no responde a
tratamiento.
En 1 978, el síndrome de shock tóxico fue reconocido por primera vez como un síndrome
especial en varios niños de entre 8 y 17 años de edad. En 1 980, aparecieron muchos más
casos, principalmente en mujeres jóvenes que, casi siempre, usaban tampones. En 1 981,
después de una gran publicidad y la eliminación del mercado de las variedades “super-
absorbentes” de tampones, la incidencia de este síndrome disminuyó drásticamente. Aún
siguen dándose casos en algunas mujeres que no usan tampones, después de la cirugía o de dar
a luz. Alrededor del 15 por ciento de los casos se producen en varones que han sido sometidos
a cirugía. Los casos leves son bastante frecuentes.
A pesar de que se conoce perfectamente la variedad de estafilococo que causa la mayoría de
los casos de síndrome de shock tóxico, aún se ignora qué suceso desencadena este síndrome.
La presencia de un tampón puede impulsar a las bacterias a producir una toxina que penetra en
la sangre a través de pequeños cortes en el revestimiento vaginal o bien a través del útero
hasta llegar a la cavidad abdominal. Esta toxina aparentemente es la que causa los síntomas.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas comienzan de forma repentina con fiebre de 38,5 a 40,5 ºC. Es característico el
desarrollo rápido de fuerte dolor de cabeza, dolor de garganta, ojos enrojecidos, cansancio
extremo, confusión, vómitos, diarrea acuosa profusa y una erupción cutánea similar a una
quemadura de sol por todo el cuerpo. A las 48 horas se pueden sufrir desvanecimientos y
entrar en estado de shock. Entre el tercero y el séptimo día se desprende la piel, sobre todo de
las palmas de las manos y las plantas de los pies.
El síndrome provoca anemia. Las lesiones del riñón, hepáticas y musculares son muy
frecuentes, especialmente durante la primera semana. También pueden aparecer problemas de
corazón y pulmones. Los órganos, generalmente, se recuperan completamente una vez que los
síntomas desaparecen.
El diagnóstico suele basarse en los síntomas que presenta el paciente. A pesar de que no
existen pruebas de laboratorio que identifiquen específicamente el síndrome de shock tóxico,
se suelen realizar análisis de sangre para excluir otras posibles causas que produzcan una
sintomatología similar.
Síntomas
Los estreptococos pueden vivir en las vías respiratorias, el intestino, la vagina o cualquier otra
parte del cuerpo sin causar problemas. En ocasiones, estas bacterias aparecen en una zona
inflamada (como la garganta o la vagina) de una persona que es portadora y puede que se les
atribuya erróneamente la causa de la infección.
La clase más frecuente de infección estreptocócica es la infección de garganta (faringitis
estreptocócica). Por lo general, los síntomas aparecen repentinamente e incluyen dolor de
garganta, una sensación general de enfermedad (malestar), escalofríos, fiebre, dolor de cabeza,
náuseas, vómitos y un ritmo cardíaco acelerado (taquicardia). La garganta está enrojecida, las
amígdalas inflamadas y los ganglios linfáticos del cuello pueden aumentar de tamaño y ser
dolorosos al tacto. Los niños pueden sufrir convulsiones. En los niños menores de 4 años, el
único síntoma puede ser un goteo de la nariz. La tos, la inflamación de la laringe (laringitis) y
la congestión nasal son poco frecuentes en las infecciones estreptocócicas; estos síntomas
sugieren otra causa, como un resfriado o una alergia.
La escarlatina es producida por toxinas estreptocócicas que generan una erupción cutánea
generalizada de color rosado o rojizo. Ésta es más evidente en el abdomen, a los lados del
tórax y en los pliegues de la piel. Otros síntomas son una zona pálida alrededor de la boca,
rostro enrojecido, lengua roja e inflamada y líneas de color rojo oscuro en los pliegues de la
piel. La capa externa de la piel enrojecida suele desprenderse cuando la fiebre desaparece.
Los estreptococos también causan varias clases de infecciones cutáneas pero rara vez
producen abscesos. Por el contrario, las infecciones tienden a extenderse hacia las capas
profundas de la piel, provocando celulitis y en ocasiones erupciones de color rojo y con
aumento de la temperatura, llamadas erisipela (fuego de San Antonio). Los estreptococos,
solos o junto con los estafilococos, también pueden extenderse hacia las capas superiores de la
piel, produciendo erupciones ulceradas y con costras (impétigo).
Ciertas variedades de estreptococos pueden causar una infección destructiva que se extiende
rápidamente bajo la piel (fascitis necrosante). Por razones desconocidas, en la actualidad ha
aumentado el número de brotes de esta infección.
Diagnóstico
Tratamiento
Los individuos con faringitis estreptocócica y escarlatina por lo general mejoran en dos
semanas, incluso sin tratamiento. No obstante, los antibióticos pueden reducir la duración de
los síntomas en los niños pequeños y evitar complicaciones graves, como la fiebre reumática.
También ayudan a evitar que la infección se extienda hasta el oído medio, los senos y la
apófisis mastoides, e impiden que se transmita a otras personas. Inmediatamente después de la
aparición de los síntomas debería administrarse un antibiótico, por lo general penicilina V por
vía oral.
Otras infecciones estreptocócicas, como la celulitis, la fascitis necrosante y la endocarditis,
son muy graves y necesitan que se administre penicilina intravenosa, en ocasiones en
combinación con otros antibióticos. Los estreptococos del grupo A suelen ser destruidos por la
penicilina. Algunos estreptococos del grupo D y especialmente los enterococos son resistentes
a la penicilina y a la mayoría de los antibióticos; para muchas variedades de enterococos no se
dispone de un antibiótico que sea totalmente fiable.
Los síntomas como la fiebre, el dolor de cabeza y el dolor de garganta pueden ser tratados con
fármacos analgésicos. La fiebre puede tratarse con antipiréticos como el paracetamol. No es
necesario reposo en cama ni aislamiento; sin embargo, los miembros de la familia o los
amigos que tengan síntomas similares o que hayan tenido complicaciones de una infección
estreptocócica tienen cierto riesgo de infectarse.
Infecciones neumocócicas
Quienes especialmente tienen riesgo de desarrollar neumonía neumocócica son los que
padecen enfermedades crónicas y cuyo sistema inmunitario es deficiente (por ejemplo, los que
padecen la enfermedad de Hodgkin, linfoma, mieloma múltiple, desnutrición y
drepanocitosis). Como los anticuerpos producidos en el bazo normalmente ayudan a evitar la
infección neumocócica, los individuos a los que se les ha extirpado el bazo o cuyo bazo no
funciona están muy expuestos a dichas infecciones. La neumonía neumocócica puede
desarrollarse después de una bronquitis crónica o si un virus respiratorio frecuente, sobre todo
el virus de la gripe, daña el revestimiento de las vías respiratorias. Existe una vacuna
neumocócica altamente eficaz a partir de los 2 años de edad. Dicha vacuna protege contra las
variedades más comunes de neumococos y reduce las posibilidades de desarrollar neumonía
neumocócica y bacteriemia en aproximadamente un 80 por ciento, mientras que las
posibilidades de morir por esta causa se reducen en un 40 por ciento. Tal vacuna se
recomienda a los individuos de edad avanzada y los que sufren una enfermedad pulmonar o
cardíaca crónica, diabetes, enfermedad de Hodgkin, infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana o trastornos del metabolismo. También puede ser de gran ayuda en
los niños con drepanocitosis y para las personas a las cuales se les ha extirpado el bazo o no
les funciona adecuadamente.
La penicilina es el tratamiento de primera elección para la mayoría de las infecciones
neumocócicas. Se administra por vía oral en las infecciones de oído y senos y por vía
intravenosa en las infecciones más graves.
Las espiroquetas son bacterias con forma de sacacorchos que se mueven gracias a un
movimiento ondulante similar al de una hélice. Las principales variedades de espiroquetas
incluyen Treponema, Borrelia, Leptospira y Spirillum.
Treponematosis
Las treponematosis son infecciones no venéreas causadas por una espiroqueta indistinguible
del llamado Treponema pallidum, que es la bacteria causante de la sífilis.
Las treponematosis producen infecciones persistentes en zonas geográficas específicas, como
sífilis endémica, pian y pinta. La sífilis endémica se produce principalmente en los países
áridos de la región del Mediterráneo oriental y el oeste de África. El pian se produce en los
países ecuatoriales húmedos. La pinta es frecuente entre la población indigena de México,
América Central y América del Sur.
Síntomas
La sífilis endémica (bejel) comienza en la infancia con una placa mucosa en la parte interna de
la mejilla seguida de ampollas en el tronco, brazos y piernas. Los huesos de las piernas suelen
resultar afectados. En las fases más avanzadas de la enfermedad, aparecen bultos blandos y
gomosos en la nariz y en la parte superior de la boca (paladar blando).
El pian (frambesia) comienza varias semanas después de la exposición a las bacterias
Treponema como una úlcera ligeramente abultada en el lugar de la infección, por lo general en
una pierna. La úlcera se cura, pero después aparecen nódulos compuestos de tejido blando
semejantes a tumores (granulomas) sobre el rostro, los brazos, las piernas y las nalgas. Estos
granulomas desaparecen lentamente y tienden a recurrir. En la planta de los pies pueden
aparecer úlceras dolorosas abiertas (pian de ladilla). Posteriormente, pueden destruirse ciertas
zonas de las tibias y pueden aparecer otras formaciones que llegan a desfigurar, especialmente
alrededor de la nariz (gangosa).
La pinta comienza como zonas planas y enrojecidas en las manos, los pies, las piernas, los
brazos, la cara y el cuello. Al cabo de varios meses, aparecen placas de color azul pizarra en
los mismos sitios a ambos lados del cuerpo y sobre zonas óseas, como los codos.
Posteriormente, las placas pierden su pigmentación. La piel de las palmas de las manos y de
las plantas de los pies puede engrosarse.
Diagnóstico y tratamiento
Fiebre recurrente
La fiebre recurrente (fiebre de las garrapatas o fiebre del hambre) es una enfermedad causada
por varias especies de bacterias Borrelia.
Dependiendo de la región geográfica, la fiebre recurrente se transmite a través de los piojos
del cuerpo o de las garrapatas. La fiebre recurrente transmitida por piojos sólo tiene lugar en
partes de África y América del Sur, mientras que la fiebre recurrente causada por garrapatas se
produce en América del Norte y del Sur, África, Asia y Europa.
Los piojos del cuerpo se infectan con estas bacterias espiroquetas cuando se alimentan de una
persona afectada; la infección puede ser transmitida a otra persona cuando los piojos cambian
de huésped. Cuando el piojo es aplastado, las bacterias se liberan y entran en la piel que ha
sido arañada o mordida. Las garrapatas se infectan al alimentarse de roedores, que albergan
estas bacterias de forma natural. La infección se transmite a los humanos a través de la
picadura de una garrapata.
Síntomas y diagnóstico
Las personas expuestas a las bacterias pueden no tener síntomas durante 3 a 11 días
(generalmente 6 días). Los síntomas iniciales son escalofríos repentinos seguidos de fiebre
alta, ritmo cardíaco acelerado (taquicardia), intenso dolor de cabeza, vómitos, dolor muscular
y de las articulaciones y con frecuencia delirio.
En las primeras fases, puede aparecer una erupción cutánea rojiza sobre el tronco, los brazos y
las piernas. El médico puede encontrar vasos sanguíneos dañados en la membrana que recubre
el ojo y la piel y las membranas mucosas. A medida que la enfermedad avanza, puede
producirse fiebre, ictericia, agrandamiento del hígado y del bazo, inflamación del corazón e
insuficiencia cardíaca, especialmente en la infección causada por piojos. La fiebre sigue alta
durante 3 a 5 días y luego desaparece bruscamente, al igual que los demás síntomas.
Al cabo de 7 a 10 días, la fiebre y los síntomas vuelven a aparecer de improviso, por lo
general acompañados de dolor en las articulaciones. La ictericia es más frecuente durante una
recaída. La fiebre recurrente causada por piojos suele acompañarse de una sola recaída,
mientras que las recaídas múltiples (de 2 a 10 veces en intervalos de una a dos semanas) son
más propias de la enfermedad producida por garrapatas. Los episodios se tornan gradualmente
menos intensos y el enfermo finalmente se recupera y desarrolla inmunidad.
La fiebre recurrente puede confundirse con muchas enfermedades, incluyendo el paludismo y
la enfermedad de Lyme. El patrón de la fiebre recurrente es la clave para diagnosticar la
enfermedad. El diagnóstico se confirma cuando aparecen bacterias espiroquetas en una
muestra de sangre extraída durante un episodio de fiebre. Como las garrapatas se alimentan de
forma rápida durante la noche y no ocasionan dolor, la persona puede que no recuerde haber
sido picada por una de ellas.
Menos del 5 por ciento de las personas con fiebre recurrente mueren; sin embargo, los muy
jóvenes o de edad muy avanzada y los que están desnutridos o debilitados tienen mayor
riesgo. Las complicaciones de la enfermedad incluyen inflamación ocular, ataques de asma y
una erupción cutánea de color rojo (eritema multiforme) por todo el cuerpo. El cerebro, la
médula espinal y el iris del ojo también pueden inflamarse. Una mujer embarazada puede
sufrir un aborto.
Para protegerse contra la fiebre recurrente causada por los piojos corporales es preciso rociar
las prendas íntimas y la parte interna de la ropa con polvo de malatión o lindano. Las
picaduras de las garrapatas son más difíciles de prevenir, porque, generalmente, los
insecticidas y repelentes no tienen ningún efecto sobre ellas. Sin embargo, los que contienen
dietiltoluamida (para la piel) y permetrina (para la ropa) pueden ser útiles.
El tratamiento antibiótico con tetraciclinas, eritromicina o doxiciclina cura la infección. A
pesar de que el fármaco suele tomarse por vía oral, puede administrarse de forma intravenosa
si los vómitos son muy intensos.
Lo ideal es que el tratamiento comience de forma precoz durante la fase de fiebre o bien
durante un intervalo sin síntomas. Comenzar la terapia cerca del fin de la fiebre puede inducir
la reacción de Jarisch-Herxheimer, que ocasiona mucha fiebre y un aumento de la presión
arterial seguido de una caída de la misma (a veces hasta niveles peligrosamente bajos). Esta
reacción es típica en las personas cuya enfermedad ha sido causada por piojos y a veces
resulta mortal.
La deshidratación se trata con sueros administrados por vía intravenosa. El intenso dolor de
cabeza, con analgésicos como la codeína. Para las náuseas se puede administrar
dimenhidrinato o proclorperazina.
Enfermedad de Lyme
La enfermedad de Lyme es causada por la espiroqueta Borrelia burgdorferi, que suele ser
transmitida por diminutas garrapatas del ciervo.
La enfermedad fue descubierta en 1 975 y se le asignó tal nombre al producirse numerosos
casos en la pequeña ciudad de Lyme, Connecticut. Desde entonces, la enfermedad de Lyme ha
aparecido en muchos otros lugares. La enfermedad es bien conocida en Europa y han
aparecido casos en otros continentes. La enfermedad de Lyme suele producirse en el verano y
el comienzo del otoño y afecta con mayor frecuencia a los niños y adultos jóvenes que viven
en zonas boscosas.
La bacteria Borrelia burgdorferi penetra por la piel en el sitio en que se ha producido la
picadura de la garrapata. Al cabo de 3 a 32 días, las bacterias pasan a la linfa o, a través de la
sangre, llegan hasta otros órganos o zonas de la piel.
Síntomas
La enfermedad generalmente comienza en la piel como una gran mancha roja, localizada casi
siempre en el muslo, la nalga, el tronco o la axila. La mancha se extiende hasta alcanzar un
diámetro de 15 centímetros y, a menudo, aparece una zona clara en su centro. Al menos el 75
por ciento de los individuos infectados presenta este signo temprano. En casi la mitad de las
personas aparecen más zonas rojas, generalmente de menor tamaño, poco después de que haya
aparecido la gran mancha roja.
Muchas personas con la enfermedad de Lyme tienen la sensación de estar muy afectadas y
presentan síntomas como fatiga, escalofríos y fiebre, dolores de cabeza, rigidez de nuca y
dolor en los músculos y las articulaciones. Son síntomas menos frecuentes el dolor de espalda,
náuseas y vómitos, dolor de garganta, ganglios linfáticos hinchados y agrandamiento del bazo.
A pesar de que la mayoría de los síntomas puede aparecer y desaparecer, la sensación de
malestar y de fatiga puede durar semanas.
Varias semanas o meses después de que aparezcan los primeros síntomas se producen
anomalías de la función nerviosa en alrededor del 15 por ciento de los afectados; estas
alteraciones nerviosas duran varios meses y al final suelen desaparecer por completo. El
problema más frecuente es una infección de las membranas que revisten el cerebro
(meningitis), que provoca rigidez de nuca, dolor de cabeza, inflamación de los nervios faciales
y debilidad en un lado de la cara. También pueden aparecer otras zonas de debilidad. En el 8
por ciento de las personas se producen trastornos cardíacos, como latidos irregulares
(arritmias) e inflamación del saco que rodea al corazón (pericarditis). Esta última puede causar
dolor en el pecho.
Además, semanas o meses después del comienzo de los síntomas, se produce artritis en
alrededor de la mitad de los afectados. En algunos casos, la artritis aparece hasta dos años
después de los primeros síntomas. Los episodios de tumefacción y dolor en algunas de las
grandes articulaciones, en especial las rodillas, suelen recurrir durante varios años. Las
rodillas afectadas suelen presentar más hinchazón que dolor, tienen una temperatura elevada al
tacto y, en casos raros, están enrojecidas. Detrás de la rodilla pueden aparecer quistes y
romperse, lo cual empeora repentinamente el dolor. Alrededor del 10 por ciento de las
personas con artritis de Lyme tiene problemas persistentes en las rodillas.
Diagnóstico
Las bacterias tipo Borrelia burgdorferi son muy difíciles de cultivar en el laboratorio y no
existe ninguna prueba que pueda diagnosticar con toda seguridad la enfermedad de Lyme.
En consecuencia, el diagnóstico suele basarse en los síntomas típicos de la enfermedad que se
observan en una persona que ha estado expuesta a unas condiciones favorables a la infestación
por garrapatas, junto a los resultados de varias pruebas. La más frecuentemente usada es una
medición del nivel de anticuerpos en la sangre contra la bacteria.
Tratamiento
A pesar de que la enfermedad de Lyme, sea cual sea la fase del proceso, responde siempre a
los antibióticos, el tratamiento precoz ayuda a evitar complicaciones. Puede administrarse un
antibiótico como doxiciclina, amoxicilina, penicilina o eritromicina por vía oral durante las
primeras fases de la enfermedad. Los antibióticos por vía intravenosa se reservan para los
casos de enfermedad tardía, persistente o grave.
Los antibióticos también ayudan a aliviar la artritis, aunque el tratamiento debe durar hasta 3
semanas. La aspirina u otros antiinflamatorios no esteroideos alivian el dolor de las
articulaciones inflamadas. El líquido que se acumula en éstas puede extraerse y puede resultar
beneficioso el uso de muletas.
Leptospirosis
Síntomas y diagnóstico
Las personas suelen presentar síntomas entre 2 y 20 días después de infectarse con las
bacterias Leptospira. La enfermedad suele comenzar abruptamente con fiebre, dolor de
cabeza, fuertes dolores musculares y escalofríos. Los síntomas que afectan a los pulmones
(como la tos con esputos de sangre) se presentan en un 10 a un 15 por ciento de los infectados.
Los episodios de escalofríos y fiebre, que suele llegar a los 39 ºC, continúan durante 4 a 9
días. La conjuntivitis aparece al tercero o cuarto día.
La fiebre desaparece durante unos días, pero reaparece junto con otros síntomas pasado un
período de entre el 6 y 12 días. En este momento, suele comenzar la inflamación de las
membranas que revisten el cerebro (meningitis), que produce rigidez de nuca, dolor de cabeza
y a veces estupor y coma. Estos síntomas no son el resultado de la infección del revestimiento
cerebral, sino en realidad de la inflamación causada por los efectos tóxicos que produce el
organismo en su intento de destruir las bacterias. Si una mujer embarazada enferma de
leptospirosis puede sufrir un aborto.
El síndrome de Weil es una forma grave de leptospirosis que causa fiebre continua, estupor y
una menor capacidad de coagulación de la sangre, que deriva en hemorragias dentro de los
tejidos. Este síndrome comienza mientras aparecen las formas menos graves de leptospirosis.
Los análisis de sangre revelan anemia y entre el tercero y el sexto día aparecen signos de
afectación renal y hepática. Las alteraciones renales pueden causar gran dolor al orinar o bien
la aparición de sangre en la orina. La lesión del hígado suele ser ligera y por lo general se
recupera por completo.
El médico puede confirmar el diagnóstico de leptospirosis identificando las bacterias en
cultivos de sangre, orina, líquido cefalorraquídeo, o bien, más frecuentemente, detectando en
la sangre anticuerpos contra dichas bacterias.
Pronóstico y tratamiento
Los individuos infectados que no desarrollan ictericia suelen recuperarse. La ictericia indica
lesión hepática y aumenta el índice de mortalidad hasta un 10 por ciento o más en personas de
más de 60 años.
El antibiótico doxiciclina puede prevenir la enfermedad durante un brote de ésta. Para tratar la
enfermedad se administra penicilina, ampicilina u otro antibiótico similar. En los casos graves,
los antibióticos se administran por vía intravenosa. Los afectados por esta enfermedad no
tienen que permanecer aislados, pero se deben tomar precauciones al manipular y desechar su
orina.
La fiebre por mordedura de rata es una infección causada por una de las dos bacterias
diferentes que pueden transmitirse a través de una mordedura de roedor.
Hasta el 10 por ciento de las mordeduras de rata ocasionan esta afección. Se trata
principalmente de una enfermedad propia de los habitantes de zonas desfavorecidas, personas
sin hogar y personal de laboratorios biomédicos.
El Streptobacillus moniliformis, una bacteria que habita en la boca y la garganta de las ratas
sanas, es la causa más frecuente de fiebre por mordedura de rata en algunos países. No se trata
de una espiroqueta. Los brotes de infección se han relacionado con personas que beben leche
no pasteurizada y contaminada; cuando la bacteria se transmite de esta forma, la enfermedad
recibe el nombre de fiebre de Haverhill. Sin embargo, generalmente, la infección es la
consecuencia de la mordedura de una rata o un ratón silvestre. En ciertos casos, la infección se
transmite a través de comadrejas y otros roedores.
La herida inicial suele sanar rápidamente. Sin embargo, entre 1 y 22 días después de la
mordedura (por lo general menos de 10 días), repentinamente aparecen escalofríos, fiebre,
vómitos, dolor de cabeza y dolor en la espalda y en las articulaciones. A los tres días aparece
una erupción cutánea de pequeños puntos rojos en las manos y los pies. Una semana después
muchos enfermos presentan tumefacción en las articulaciones y dolor, que pueden persistir
durante varios días o meses si no se aplica un tratamiento. Entre las raras pero graves
complicaciones de esta enfermedad se encuentran la infección de las válvulas del corazón y la
aparición de abscesos en el cerebro y otros tejidos. El médico establece el diagnóstico
identificando el crecimiento de las bacterias en cultivos efectuados a partir de una muestra de
sangre o de líquido de las articulaciones. El tratamiento consiste en penicilina administrada
por vía oral o intravenosa; sin embargo, puede sustituirse por la eritromicina en los enfermos
alérgicos a la penicilina.
Otra variedad de fiebre por mordedura de rata (llamada sodoku) es causada por la espiroqueta
Spirillum minus. Esta infección es frecuente en Asia. También se contrae a través de una
mordedura de rata u ocasionalmente de la mordedura de un ratón. La herida suele sanar
rápidamente, pero la inflamación recurre entre 4 y 28 días después de la mordedura
(generalmente más de 10 días). La inflamación se acompaña de fiebre intermitente y de
tumefacción de los ganglios linfáticos de la zona afectada. A veces aparece una erupción
cutánea de color rojo. Otros síntomas incluyen malestar, dolor de cabeza y fatiga durante los
episodios de fiebre. Si no se aplica un tratamiento, la fiebre suele reaparecer cada 2 a 4 días
durante un máximo de 8 semanas y, a veces, durante un año.
El médico establece el diagnóstico identificando las bacterias en una muestra de sangre.
También puede hacerse a partir de una muestra de tejido de la erupción cutánea o de un
ganglio linfático. El tratamiento de una persona con este tipo de fiebre por mordedura de rata
suele ser con penicilina, administrada por vía oral o por vía intravenosa; a los alérgicos a la
penicilina se les aplican tetraciclinas.
CAPITULO 180
Infecciones causadas por bacterias anaeróbicas
Las bacterias anaeróbicas difieren de las demás bacterias en varios aspectos. Se desarrollan
adecuadamente en áreas del organismo que tienen bajos valores de oxígeno (como el
intestino) y en los tejidos que sufren un proceso de degeneración, particularmente las heridas
profundas y sucias, donde otras bacterias no pueden vivir y adonde las defensas del organismo
no llegan fácilmente. Las bacterias anaeróbicas no necesitan que haya oxígeno; de hecho,
algunas de ellas no sobreviven en su presencia. Suelen causar infecciones que se caracterizan
por la aparición de acumulaciones de pus (abscesos).
Cientos de especies de bacterias anaeróbicas viven normalmente y sin causar daño alguno
sobre la piel y las membranas mucosas, como el revestimiento de la boca, el intestino y la
vagina; en un centímetro cúbico de heces pueden existir varios miles de millones de bacterias.
Si el ambiente normal de ciertas especies de bacterias anaeróbicas resulta alterado por la
cirugía, un deficiente aporte sanguíneo u otro tipo de lesión, pueden invadir los tejidos del
huésped, causando infecciones graves, incluso mortales.
Las bacterias anaeróbicas que provocan enfermedades incluyen los clostridios (que viven en el
polvo, la tierra, la vegetación y el tracto intestinal de los humanos y de los animales) y los
peptococos y peptostreptococos que son parte de la población bacteriana normal (flora) de la
boca, de las vías respiratorias superiores y del intestino grueso. Otras bacterias anaeróbicas
incluyen el Bacteroides fragilis, que forma parte de la flora normal del intestino grueso, y la
Prevotella melaninogenica y el Fusobacterium, que forman parte de la flora normal de la boca.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de las infecciones anaeróbicas dependen del sitio en que se produzca la
infección. Dichas infecciones consisten en abscesos dentales, infecciones de mandíbula,
enfermedad periodontal, sinusitis crónica y afección del oído medio y abscesos en el cerebro,
la médula espinal, el pulmón, la cavidad abdominal, el hígado, el útero, los genitales, la piel y
los vasos sanguíneos.
Para diagnosticar una infección anaeróbica, el médico suele obtener una muestra de pus o de
fluido corporal y la envía al laboratorio para su cultivo. La muestra debe ser manipulada con
cuidado debido a que la exposición al aire puede destruir las bacterias anaeróbicas, volviendo
inútil el cultivo.
Prevención y tratamiento
Habitualmente una infección grave por bacterias anaeróbicas puede evitarse si una
determinada infección limitada a un área específica recibe el tratamiento adecuado antes de
extenderse. La limpieza profunda de las heridas, la eliminación de cuerpos extraños y la
instauración precoz de antibióticos son importantes medidas de prevención. Para evitar la
infección después de una cirugía abdominal, deben utilizarse antibióticos por vía intravenosa
antes, durante y después de la misma.
Las infecciones de las heridas profundas suelen ser causadas por bacterias anaeróbicas; dichas
infecciones se tratan principalmente drenando los abscesos y extirpando quirúrgicamente
(mediante un proceso llamado desbridamiento) el tejido muerto. Como resulta difícil cultivar
bacterias anaeróbicas en el laboratorio, el médico suele comenzar a prescribir antibióticos
antes de conocer los resultados del cultivo. Las infecciones de heridas profundas contienen
con frecuencia más de un tipo de bacterias, por lo cual se pueden administrar varios
antibióticos por vía intravenosa al mismo tiempo. La penicilina se usa para las infecciones
causadas por una mezcla de bacterias de la boca o de la garganta. Como las infecciones que se
originan en el intestino suelen incluir Bacteroides fragilis, que es resistente a la penicilina, se
utilizan otros antibióticos.
Tétanos
El tétanos (trismo) es una enfermedad causada por una toxina producida por la bacteria
Clostridium tetani.
Los espasmos de los músculos de la mandíbula reciben el nombre de trismo. Aun cuando es
cada vez menos frecuente en los países desarrollados, el tétanos afecta a personas de muchas
partes del mundo, en especial las que viven en países en vía de desarrollo.
Las esporas de Clostridium tetani pueden vivir durante años en la tierra y las heces de los
animales. Una vez que las bacterias del tétanos penetran en el organismo de una persona, se
puede producir una infección en heridas contaminadas tanto superficiales como profundas.
Las personas con quemaduras o heridas quirúrgicas, así como las que se inyectan drogas,
tienen un riesgo elevado de contraer tétanos. Después del parto, puede producirse una
infección del útero de la mujer y del muñón umbilical del recién nacido (tétanos neonatal).
Mientras crecen, las bacterias del tétanos producen una toxina. Es esta toxina, y no las
bacterias, la que causa los síntomas de infección.
Síntomas
Los síntomas suelen aparecer entre 5 y 10 días después de la infección, pero a veces aparecen
incluso ya a los 2 días o tan tarde como a los 50. El síntoma más frecuente es la rigidez de la
mandíbula. Otros síntomas incluyen inquietud, dificultad para tragar, irritabilidad, dolor de
cabeza, fiebre, dolor de garganta, escalofríos, espasmos musculares y rigidez de nuca, brazos
y piernas. A medida que la enfermedad avanza, el enfermo puede tener dificultades para abrir
la mandíbula (trismo). Los espasmos de los músculos de la cara producen la expresión facial
de una sonrisa fija y las cejas elevadas. La rigidez o los espasmos en los músculos
abdominales, el cuello y la espalda pueden causar una postura característica, en la cual la
cabeza y los talones se desplazan hacia atrás y el cuerpo está arqueado hacia adelante. El
espasmo de los esfínteres musculares puede ocasionar estreñimiento y retención de orina.
Ciertas molestias menores, como el ruido, una corriente de aire o el hecho de que la cama se
mueva, pueden desencadenar espasmos musculares dolorosos y sudoración profusa. Durante
los espasmos de todo el cuerpo, el enfermo no puede gritar, ni siquiera hablar, debido a la
rigidez de los músculos del tórax o al espasmo de la garganta. Esta situación también impide
respirar con normalidad y, en consecuencia, la persona no recibe suficiente oxígeno y puede
morir por asfixia.
Por lo general no suele haber fiebre. La respiración y los latidos cardíacos se aceleran, y los
reflejos pueden resultar exagerados.
El tétanos también puede limitarse a un grupo de músculos cercanos a la herida. Los espasmos
cercanos a ésta pueden durar semanas.
Diagnóstico y pronóstico
El médico sospecha la presencia de tétanos cuando una persona que se ha herido presenta
rigidez muscular o un espasmo. A pesar de que las bacterias Clostridium tetani en ocasiones
pueden cultivarse a partir de una muestra tomada de la herida, los resultados negativos no
excluyen el diagnóstico.
El tétanos tiene un índice de mortalidad global del 50 por ciento. El desenlace fatal es más
probable entre los muy jóvenes y los individuos de edad avanzada, así como entre las personas
que se inyectan drogas. Es de mal pronóstico el empeoramiento rápido de la sintomatología o
el retraso en el tratamiento.
Prevención y tratamiento
Prevenir el tétanos mediante una vacuna es mucho mejor que tratarlo una vez que se ha
manifestado. En los niños pequeños, la vacuna contra el tétanos forma parte de la serie que
incluye las vacunas contra la difteria y la tos ferina. Los adultos deben recibir refuerzos de la
vacuna antitetánica cada 5 o 10 años.
Una persona que sufre una herida, y ha recibido una dosis de refuerzo en los últimos 5 años,
no necesita volver a vacunarse. Sin embargo, si no ha recibido una dosis en los últimos 5 años
debe recibir una lo antes posible tras la herida. La persona que nunca ha sido vacunada o que
no ha recibido la serie completa de vacunas debe recibir una inyección de inmunoglobulina
antitetánica y la primera de las tres vacunas mensuales.
El cuidado de la herida incluye una limpieza inmediata y completa, especialmente en las
heridas punzantes profundas, debido a que el polvo y el tejido muerto favorecen el
crecimiento de las bacterias Clostridium tetani. Pueden administrarse antibióticos como
penicilina o tetraciclina, pero ello nunca puede sustituir la escisión quirúrgica del tejido
dañado.
La inmunoglobulina antitetánica se administra para neutralizar la toxina. Los antibióticos
como la penicilina y la tetraciclina tienen la función de evitar una mayor producción de
toxina. Además, se utilizan otros fármacos para sedar al enfermo, controlar posibles
convulsiones y relajar la musculatura.
El paciente suele ser hospitalizado en una habitación tranquila. Los enfermos con infecciones
de moderadas a graves deben recibir ventilación mecánica. La alimentación se realiza por vía
intravenosa o a través de una sonda introducida por la nariz que llega al estómago. Suele ser
necesario realizar un sondaje de la vejiga urinaria y del recto para eliminar los productos de
desecho del organismo. El paciente debe ser sometido a frecuentes cambios posturales en la
cama y además se le obliga a toser para prevenir una posible neumonía. Para reducir el dolor
se administra codeína. También pueden administrarse otros fármacos para controlar la presión
arterial y el ritmo cardíaco.
Como la infección del tétanos no inmuniza al organismo contra infecciones subsiguientes, una
vez que el enfermo se recupera debe recibir toda la serie de vacunas.
Actinomicosis
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
La tuberculosis es una infección contagiosa, potencialmente mortal, causada por una bacteria
que se encuentra en el aire llamada Mycobacterium tuberculosis, M. bovis o M. africanum.
Los seres humanos padecen tuberculosis desde la antigüedad. Ésta se convirtió en un gran
azote en Europa durante la Revolución Industrial, cuando las ciudades se poblaron de forma
exagerada, y representó más del 30 por ciento de las muertes. Con el desarrollo del antibiótico
estreptomicina en los años 40, la isoniacida en los 50, el etambutol en los 60 y la rifampina en
los 70, la batalla contra la tuberculosis parecía ganada. Sin embargo, a mediados de la década
de los 80, el número de casos en algunos países comenzó a aumentar nuevamente. El SIDA,
junto a la población exagerada y a las malas condiciones sanitarias de muchas zonas urbanas,
los albergues para personas sin hogar y las prisiones, ha hecho que vuelva a ser un problema
grave de salud pública. Además, es especialmente preocupante que algunas variedades de
bacterias causantes se hayan vuelto resistentes a los antibióticos utilizados para tratar la
enfermedad. De todos modos, en algunos de dichos países, la incidencia de tuberculosis está
comenzando a disminuir de nuevo.
Esta enfermedad es más frecuente entre las personas de edad avanzada. Existen tres razones
básicas por las cuales se producen más casos entre las personas de edad avanzada: 1) muchas
resultaron infectadas cuando la tuberculosis era más frecuente, 2) con el paso de los años se
reduce la efectividad del sistema inmunitario del organismo, lo que puede permitir que las
bacterias inactivas resulten reactivadas, y 3) las personas mayores que se encuentran en
centros de cuidados crónicos tienen mayor probabilidad de estar más en contacto con otras de
la misma edad con riesgo de contraer la enfermedad.
La enfermedad es en parte debida a condiciones de mayor pobreza y de salubridad deficiente,
y en parte a la forma en que ha evolucionado la tuberculosis. Durante miles de años, la
tuberculosis se cobró un precio muy alto en Europa, que estaba poblada principalmente por
blancos; los más resistentes a la enfermedad consiguieron sobrevivir y reproducirse. En
consecuencia, estas personas transmitieron los genes de resistencia a la tuberculosis a las
generaciones siguientes. Por el contrario, puede señalarse que entre los grupos étnicos que
contrajeron la enfermedad de forma relativamente reciente, como se ha observado, por
ejemplo, en la población de etnia negra americana, que la contrajeron por primera vez a su
llegada al nuevo continente, la incidencia de la tuberculosis es mayor, dado que contaron con
mucho menos tiempo para desarrollar genes resistentes y transmitirlos a su descendencia.
Síntomas y complicaciones
Diagnóstico
Por lo general, el primer indicio de tuberculosis es una radiografía de tórax anormal, realizada
en el contexto de una evaluación para diagnosticar una enfermedad con síntomas muy vagos.
En la radiografía, la enfermedad se manifiesta como zonas blancas irregulares que contrastan
con el entorno normalmente oscuro, si bien otras infecciones y el cáncer pueden dar las
mismas imágenes. También puede revelar la presencia de derrame pleural o incluso un
agrandamiento de la silueta del corazón (pericarditis).
El diagnóstico depende de los resultados de la prueba cutánea de la tuberculina y el examen de
esputo, en el que se busca Mycobacterium tuberculosis. A pesar de que la prueba de la
tuberculina es una de las más útiles a la hora de diagnosticar la enfermedad, sólo indica que ha
habido una infección por dichas bacterias en algún momento del pasado. No indica si la
infección se encuentra activa en la actualidad, sino que en algún lugar del organismo hay
bacterias tuberculosas vivas.
La prueba cutánea de la tuberculina se realiza inyectando una pequeña cantidad de proteína
derivada de las bacterias de la tuberculosis entre las capas de la piel, generalmente en el
antebrazo. En ocasiones se inyecta una sustancia de control en otro punto, que contiene algún
elemento ante el cual, generalmente, las personas reaccionan, como levadura u hongos.
Aproximadamente dos días después, se observa el punto inyectado: la hinchazón y el
enrojecimiento indican un resultado positivo. Si una persona no reacciona a la sustancia de
control es posible que su sistema inmunitario no esté funcionando de forma adecuada. En este
caso, un resultado negativo de una prueba cutánea de la tuberculina puede ser incorrecto (falso
negativo). Las personas afectadas de tuberculosis grave y cuyo sistema inmunitario es
deficiente también pueden arrojar resultados falsos negativos al ser sometidas a esta prueba.
Prueba de la tuberculina
Para asegurarse del diagnóstico, el médico tiene que obtener una muestra de esputo, líquido
infectado o tejido para analizarla en el laboratorio. Es posible utilizar una aguja para obtener
una muestra de líquido del pecho, del abdomen, de una articulación o del saco que rodea al
corazón. Para obtener una pequeña porción de tejido infectado probablemente sea necesario
recurrir a un proceso quirúrgico menor llamado biopsia. El esputo puede constituir una
adecuada muestra del pulmón; si no, el médico puede usar un instrumento llamado
broncoscopio para inspeccionar los conductos bronquiales y obtener muestras de mucosidad o
de tejido pulmonar.
Probablemente sea necesario realizar una punción de la columna vertebral para obtener una
muestra de líquido de la médula espinal (líquido cefalorraquídeo) con la finalidad de buscar
evidencia de meningitis tuberculosa, una infección de las membranas que recubren el cerebro
y la médula espinal. La muestra del líquido es enviada a un laboratorio que cuente con el
equipo necesario para realizar una prueba llamada reacción en cadena de la polimerasa (RCP).
A pesar de que el médico puede contar con los resultados de las pruebas rápidamente, suele
administrar antibióticos ante la mínima sospecha de meningitis tuberculosa con el fin de evitar
la muerte del enfermo y minimizar el daño cerebral.
El examen de los riñones en busca de tuberculosis es considerablemente más difícil que la
pulmonar. Para la prueba RCP se puede utilizar una muestra de orina, pero es posible que se
necesiten otras pruebas para determinar qué daño ha causado ya la enfermedad.
Por ejemplo, el médico puede usar una técnica radiológica en la que se inyecta un contraste.
Dicho contraste delimita el contorno de los riñones en la radiografía y revela cualquier masa o
cavidad anormal que puedan estar causadas por la tuberculosis. En ciertos casos, el médico
usa una aguja para obtener una muestra de tejido de una masa. La muestra se examina con un
microscopio para diferenciar si se trata de cáncer o de tuberculosis.
Para confirmar la tuberculosis de los órganos reproductores femeninos, el médico puede
examinar la pelvis con un tubo que consta de una luz en uno de sus extremos (laparoscopio).
En ocasiones, la enfermedad puede ser descubierta mediante un examen al microscopio de
muestras tomadas de la parte interna del útero.
En algunos casos, se necesita una muestra de tejido del hígado, un ganglio linfático o de la
médula ósea. A pesar de que por lo general es posible obtener estas muestras mediante una
aguja, a veces puede ser necesario recurrir a la cirugía.
Tratamiento
En casi todos los casos, los antibióticos curan incluso los casos más avanzados de
tuberculosis. Los antibióticos que se pueden utilizar son cinco y su eficacia es tal que sólo una
bacteria de cada millón escapa a su efecto. Como una infección de tuberculosis pulmonar
activa suele contener 1 000 millones de bacterias o más, cualquier fármaco que se administre
solo dejaría mil microorganismos totalmente resistentes a su acción. En consecuencia, es
necesario administrar al menos dos fármacos con diferentes mecanismos de acción, que
unidos pueden destruir virtualmente todas las bacterias. El tratamiento debe continuar incluso
mucho después de que el paciente se sienta completamente bien, porque lleva mucho tiempo
eliminar dichas bacterias de crecimiento lento y reducir la posibilidad de recaída a casi cero.
Los antibióticos más frecuentemente utilizados son: isoniacida, rifampicina, pirazinamida,
estreptomicina y etambutol. Los tres primeros fármacos pueden estar contenidos en el mismo
comprimido. Esto reduce el número de comprimidos que el enfermo debe tomar a diario y
asegura el cumplimiento adecuado del tratamiento.
Los antibióticos isoniacida, rifampicina y pirazinamida pueden causar náuseas y vómitos
como resultado de sus efectos sobre el hígado. En los casos en que efectivamente se producen
náuseas y vómitos, los fármacos deben dejar de suministrarse hasta que puedan hacerse
análisis de la función hepática. Si los resultados muestran una reacción a uno solo de ellos, por
lo general suele encontrarse un sustituto satisfactorio para completar el tratamiento.
El etambutol comienza a aplicarse a una dosis relativamente elevada para ayudar a reducir
rápidamente el número de bacterias. La dosis se reduce al cabo de dos meses con el fin de
evitar efectos colaterales perjudiciales en los ojos. La estreptomicina fue el primer fármaco
considerado eficaz contra la tuberculosis, pero debe administrarse por inyección. A pesar de
que éste sigue siendo un fármaco muy eficaz contra las infecciones avanzadas, puede afectar
al sentido del equilibrio y a la audición de la persona si se administra en grandes dosis o si se
administra durante más de tres meses.
En la actualidad casi nunca es necesaria la cirugía para extraer una porción de pulmón,
siempre y cuando el enfermo siga estrictamente el plan de tratamiento. Sin embargo, en
ciertos casos se necesita recurrir a la cirugía para drenar el pus de donde se haya acumulado y
ocasionalmente para corregir una deformación de la columna causada por la tuberculosis.
Prevención
Existen varias maneras de prevenir la tuberculosis. Por ejemplo, se puede utilizar luz
ultravioleta germicida en aquellos lugares en que varias personas con distintas afecciones
pueden tener que estar sentadas juntas durante varias horas, como en los hospitales o en las
salas de espera de urgencias. Esa luz destruye las bacterias que se encuentren en el aire.
El fármaco isoniacida es muy eficaz cuando se aplica a personas con elevado riesgo de
desarrollar tuberculosis. Entre éstas se encuentran quienes han estado en estrecho contacto con
alguien afectado por la enfermedad, como por ejemplo los trabajadores sanitarios cuyas
pruebas cutáneas de la tuberculina hayan pasado a ser positivas (cuando antes eran negativas)
y cuyas radiografías no revelen ninguna enfermedad. Ello significa que existe una infección
reciente que aún no se ha desarrollado por completo; puede curarse tomando isoniacida a
diario durante 6 a 9 meses. Estudios recientes han demostrado que alrededor del 10 por ciento
de las personas con infecciones recientes desarrollan tuberculosis si no se aplica un
tratamiento, cualquiera que sea su edad.
El beneficio de la terapia preventiva es evidente en las personas menores de 25 años que
reaccionan ante la prueba cutánea de la tuberculina, porque existe la posibilidad de que la
infección sea reciente y pueda ser curada fácilmente antes de que se desarrolle. Los beneficios
del tratamiento preventivo en adultos de más de 25 años es difícil de demostrar. El riesgo de
toxicidad por los antibióticos puede ser mayor que el riesgo de desarrollar tuberculosis,
excepto cuando la reacción es el resultado probable de una infección reciente.
Un individuo que ha dado positivo en la prueba cutánea de la tuberculina y además se infecta
por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH, el virus que causa el SIDA) corre un
riesgo muy alto de desarrollar una infección activa; en consecuencia, se le administra
isoniacida durante el mayor tiempo posible para evitar el desarrollo de la tuberculosis. Las
personas infectadas con el VIH que no reaccionan ante la prueba cutánea de la tuberculina,
pero que tienen un considerable riesgo de entrar en contacto con personas con tuberculosis
activa, también deben recibir isoniacida. Este tratamiento preventivo resulta eficaz para
eliminar las bacterias tuberculosas antes de que se establezcan.
Las personas con tuberculosis pulmonar que estén recibiendo tratamiento no necesitan estar
aisladas durante más de unos pocos días, porque los fármacos reducen rápidamente la
capacidad infectiva de las bacterias. De todos modos, las personas que tosen y no toman su
medicación correctamente pueden necesitar un aislamiento más prolongado, para que no
contagien la enfermedad. Un enfermo suele dejar de ser contagioso al cabo de 10 a 14 días de
tratamiento farmacológico. Sin embargo, si una persona trabaja con otras muy expuestas a la
enfermedad, como los enfermos de SIDA o los niños pequeños, el médico puede necesitar
repetir los análisis de una muestra de esputo para determinar cuándo no existe peligro de
transmisión de la infección.
En los países en vías de desarrollo se aplica una vacuna llamada BCG para prevenir la
infección por Mycobacterium tuberculosis. Su efectividad es dudosa y sólo se utiliza en los
países en que la probabilidad de contraer tuberculosis es muy alta.
CAPITULO 182
Lepra
Síntomas
Debido a que las bacterias causantes de la lepra se multiplican muy lentamente, los síntomas
no suelen comenzar hasta al menos un año después de que la persona se haya infectado, si
bien lo habitual es que aparezcan de 5 a 7 años más tarde y a menudo muchos años después.
Los signos y síntomas de la lepra dependen de la respuesta inmunológica del enfermo. El tipo
de lepra determina la predicción a largo plazo, las posibilidades de complicaciones y la
necesidad de un tratamiento con antibióticos.
En la lepra tuberculoide, aparece una erupción cutánea formada por una o varias zonas
blanquecinas y aplanadas. Estas áreas son insensibles al tacto porque las micobacterias han
dañado los nervios.
En la lepra lepromatosa, sobre la piel aparecen pequeños nódulos o erupciones cutáneas
sobreelevadas, de tamaño y forma variables. El vello del cuerpo, incluidas las cejas y las
pestañas, desaparece.
La lepra limítrofe (borderline) es una situación inestable que comparte rasgos de ambas
formas. En las personas con este tipo de lepra, su enfermedad tanto puede mejorar, en cuyo
caso acaba pareciéndose a la forma tuberculoide, como empeorar, en cuyo caso resulta más
parecida a la forma lepromatosa.
Durante el curso de la lepra no tratada o incluso en la que sí recibe tratamiento, pueden
producirse ciertas reacciones inmunológicas que en ocasiones producen fiebre e inflamación
de la piel, los nervios periféricos y con menos frecuencia de los ganglios linfáticos, las
articulaciones, los testículos, los riñones y los ojos. Dependiendo del tipo de reacción y de su
intensidad, el tratamiento con corticosteroides o talidomida puede resultar eficaz.
Mycobacterium leprae es la única bacteria que invade los nervios periféricos y casi todas sus
complicaciones son la consecuencia directa de esta invasión. El cerebro y la médula espinal no
resultan afectados. Debido a que la capacidad de sentir el tacto, el dolor, el frío y el calor
disminuyen, los enfermos con afectación de los nervios periféricos pueden quemarse, cortarse
o herirse sin darse cuenta. Además, la afectación de los nervios periféricos puede causar
debilidad muscular, lo que en ocasiones provoca que los dedos adopten forma de garra y se
produzca el llamado “pie caído”. Por todo ello, los leprosos pueden acabar desfigurados.
Los afectados por esta enfermedad también pueden tener úlceras en las plantas de los pies. El
daño que sufren los conductos nasales puede hacer que la nariz quede crónicamente
congestionada. En ciertos casos, las lesiones oculares producen ceguera. Los varones con
lepra lepromatosa pueden quedar impotentes e infértiles, porque la infección reduce tanto la
cantidad de testosterona como la de esperma producido por los testículos.
Diagnóstico
Ciertos síntomas, como las características erupciones cutáneas que no desaparecen, la pérdida
del sentido del tacto y deformidades particulares derivadas de la debilidad muscular,
constituyen las claves que permiten diagnosticar la lepra. El examen al microscopio de una
muestra de tejido infectado confirma el diagnóstico. Los análisis de sangre y los cultivos no
resultan útiles para establecer el diagnóstico.
Prevención y tratamiento
En el pasado, las deformaciones causadas por la lepra conducían al ostracismo y los enfermos
infectados solían ser aislados en instituciones y colonias. En algunos países, esta práctica
continúa siendo frecuente. A pesar de que el tratamiento precoz puede prevenir o corregir la
mayoría de las deformidades más importantes, las personas con lepra son propensas a sufrir
problemas psicológicos y sociales.
El aislamiento, no obstante, es innecesario. La lepra es contagiosa sólo en la forma
lepromatosa que no recibe tratamiento, e incluso en esos casos no se transmite fácilmente.
Además, la mayoría de las personas tiene una inmunidad natural frente a la lepra y sólo
aquellos que viven junto a un leproso durante mucho tiempo corren el riesgo de contraer la
infección. Los médicos y las enfermeras que tratan a los enfermos de lepra no parecen estar
más expuestos que los demás.
Los antibióticos pueden detener el avance de la lepra o incluso curarla. Debido a que algunas
de las micobacterias pueden ser resistentes a determinados antibióticos, el médico puede
prescribir más de un medicamento, en particular para los afectados de lepra lepromatosa. La
dapsona, el antibiótico más frecuentemente utilizado para tratar la lepra, tiene un precio
relativamente accesible y, por lo general, no tiene efectos secundarios; sólo en algunos casos
produce erupciones cutáneas de naturaleza alérgica y anemia. La rifampicina, que es más cara,
es incluso más fuerte que la dapsona; sus efectos colaterales más graves son la afección
hepática y síntomas similares a los de la gripe. Otros antibióticos que pueden ser
administrados a los leprosos incluyen clofacimina, etionamida, minociclina, claritromicina y
ofloxacina.
El antibiótico debe continuarse durante mucho tiempo, porque las bacterias son difíciles de
erradicar. Dependiendo de la gravedad de la infección y de la opinión del médico, el
tratamiento puede continuarse por un período que oscila entre 6 meses y muchos años.
Muchas personas afectadas de lepra lepromatosa toman dapsona el resto de su vida.
CAPITULO 183
Infecciones producidas por rickettsias
Las rickettsias son microorganismos que comparten características tanto de las bacterias como
de los virus. Al igual que las bacterias, las rickettsias tienen enzimas y paredes celulares,
utilizan oxígeno y pueden ser controladas o destruidas por los antibióticos. Al igual que los
virus, pueden vivir y multiplicarse sólo dentro de las células. Las rickettsias normalmente
viven en ácaros, garrapatas, pulgas y piojos y pueden transmitirse a los humanos a través de
las picaduras de estos insectos que succionan sangre. Suelen vivir dentro de las células que
revisten pequeños vasos sanguíneos y, en consecuencia, dichos vasos se inflaman o se
obstruyen, o bien comienzan a perder sangre dentro de los tejidos que los rodea.
Síntomas y diagnóstico
Una infección por rickettsias puede causar fiebre, erupción cutánea y una sensación de
enfermedad (malestar). Debido a que esta erupción característica no suele aparecer durante
varios días, es difícil establecer un diagnóstico precoz. La infestación producida por pulgas o
piojos o bien una picadura de garrapata previa, particularmente si se ha producido en un área
geográfica en la que la rickettsiosis es frecuente (endémica), es un dato importante a la hora de
establecer el diagnóstico.
El diagnóstico de una infección por rickettsia puede confirmarse identificando el organismo
en cultivos especiales de muestras de sangre o tejido, identificando el organismo con el
microscopio, utilizando ciertas tinturas (tinturas colorantes), o bien identificando anticuerpos
contra el organismo en una muestra de sangre.
Tratamiento
Tifus murino
El tifus murino (tifus de la pulga de la rata, tifus urbano de Malasia) es causado por Rickettsia
typhi, que produce fiebre y una erupción cutánea.
La Rickettsia typhi vive en las pulgas que infestan a las ratas, los ratones y otros roedores. Las
pulgas de las ratas transmiten la rickettsia a los humanos. La enfermedad está presente en todo
el mundo y suele manifestarse en forma de brotes, particularmente en áreas urbanas muy
habitadas en las que es frecuente encontrar ratas.
Síntomas y tratamiento
Los síntomas aparecen entre 6 y 18 días después de la infección. Por lo general, los primeros
síntomas son escalofríos con temblores, dolor de cabeza y fiebre. Esto dura alrededor de 12
días. Aproximadamente el 80 por ciento de los pacientes infectados desarrollan una erupción
cutánea leve, ligeramente sobreelevada y de color rosa al cabo de 4 o 5 días. Al principio,
afecta a sólo una pequeña parte del organismo y resulta difícil de ver. Al cabo de 4 a 8 días,
desaparece gradualmente.
La enfermedad se trata con antibióticos, como el resto de las afecciones por rickettsias.
Generalmente, los pacientes con tifus murino se recuperan completamente. Sin embargo, los
ancianos y las personas debilitadas pueden morir, especialmente aquellas cuyo sistema
inmunitario sea deficiente.
Fiebre maculosa de las Montañas Rocosas
La fiebre maculosa de las Montañas Rocosas (fiebre maculosa, fiebre por garrapatas, tifus por
garrapatas) es causada por Rickettsia rickettsii y se transmite a través de las garrapatas del
género ixodes.
La Rickettsia rickettsii es exclusiva del hemisferio occidental. El organismo fue detectado por
primera vez en los estados de las Montañas Rocosas de los Estados Unidos. La enfermedad se
produce principalmente de mayo a septiembre, cuando las garrapatas adultas se encuentran
activas y es más probable que las personas se hallen en áreas infestadas por ellas, aunque en
los estados del sur, se presentan casos en todo el año. Quienes pasan mucho tiempo al aire
libre en zonas infestadas de garrapatas, como por ejemplo los niños menores de 15 años,
corren un riesgo mayor de infectarse. Las garrapatas infectadas transmiten la rickettsia a los
conejos, las ardillas, los ciervos, los osos, los perros y los humanos. La enfermedad no se
transmite directamente de persona a persona.
Las rickettsias viven y se multiplican en las células que revisten los vasos sanguíneos. Los que
generalmente resultan afectados son los que se encuentran en la piel y debajo de ésta y los del
cerebro, los pulmones, el corazón, los riñones, el hígado y el bazo. Dichos vasos pueden
resultar obstruidos por coágulos de sangre.
Síntomas
Prevención y tratamiento
No existe ninguna vacuna contra la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas. Deben
aplicarse repelentes como la dietiltoluamida sobre la piel y la ropa de cualquiera que trabaje
en áreas infestadas con garrapatas. Estos repelentes son eficaces pero en ocasiones causan
reacciones tóxicas, especialmente en los niños. La higiene corporal y un control frecuente de
la presencia de garrapatas son muy importantes para prevenir la infección. Las mismas deben
ser eliminadas con cuidado, puesto que las rickettsias pudieran transmitirse si se aplasta con
los dedos un insecto infectado y lleno de sangre.
No existe ningún medio práctico para eliminar las garrapatas de las zonas al aire libre. No
obstante, el control de la población de animales pequeños puede reducir el número de las
mismas. Los insecticidas también son de gran ayuda.
La fiebre maculosa de las Montañas Rocosas puede provocar una grave enfermedad o incluso
la muerte. En consecuencia, cuando un médico sospecha que alguien padece esta enfermedad,
se le administra un antibiótico de inmediato, antes de disponer de los resultados de los análisis
de laboratorio. Del mismo modo, cualquier persona que viva en un área boscosa y tenga
fiebre, dolor de cabeza o malestar debe ser tratada con un antibiótico antes de que se conozcan
los resultados de las pruebas de laboratorio, incluso aunque no se detecte ninguna picadura de
garrapata. La administración de antibióticos ha reducido significativamente el índice de
muertes, del 20 al 7 por ciento. La enfermedad puede ser mortal si se retrasa el tratamiento.
Los pacientes gravemente afectados por la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas suelen
tener una circulación sanguínea inadecuada, que puede causar insuficiencia renal, anemia,
hinchazón de tejidos y coma. También pueden perder mucho líquido a través de los vasos
sanguíneos infectados. Por esta razón, si es necesario suministrar líquidos intravenosos, es
imprescindible hacerlo con cuidado para evitar que aumente la acumulación de líquido en los
pulmones o el cerebro, particularmente durante las fases más avanzadas de la enfermedad.
CAPITULO 184
Infecciones por parásitos
Las infecciones parasitarias son frecuentes en las zonas rurales de África, Asia y Sudamérica,
pero son poco frecuentes en los países desarrollados. Sin embargo, quienes viven en países
desarrollados y visitan otros en vías de desarrollo pueden resultar infectados por parásitos y
regresar a su país sin saber que portan la enfermedad, donde puede resultar difícil de
diagnosticar debido a que es muy poco frecuente.
Los gusanos suelen entrar en el organismo a través de la boca, a pesar de que algunos lo hacen
por la piel. Los que infectan el intestino pueden permanecer allí o bien penetrar por la pared
intestinal e infectar otros órganos. Los gusanos que atraviesan la piel suelen hacerlo a través
de las plantas de los pies o bien penetran en el cuerpo cuando la persona nada en aguas
infectadas.
Si el médico sospecha que un individuo pudiera tener una infección parasitaria, puede obtener
muestras de sangre, heces u orina para analizarlas en el laboratorio. Así mismo, también toma
una muestra de líquido de un órgano o tejido que pudiese estar infectado. Por lo general es
necesario hacer varios análisis para descubrir los parásitos en dichas muestras.
Los parásitos suelen reproducirse en el huésped al que infectan, por lo que en ocasiones deja
sus huevos dentro de éste. Si los parásitos se reproducen en el tracto digestivo, los huevos
pueden aparecer en las heces. Para hacer el diagnóstico de una infección parasitaria, el médico
suele tomar tres muestras de heces con intervalos de uno a dos días. En ciertos casos las
muestras de heces se obtienen mediante un sigmoidoscopio (un tubo flexible de visualización
que se utiliza para examinar la parte inferior del intestino grueso). Las personas que han de
someterse a un examen de una muestra de heces no deben tomar antibióticos, laxantes ni
antiácidos, porque estos fármacos pueden reducir el número de parásitos y dificultar aún más
su detección en el laboratorio.
Por otro lado, para establecer el diagnóstico, a veces se extrae líquido del duodeno (la parte
superior del intestino delgado) o bien se toma una muestra del contenido intestinal usando un
cordel de nylon introducido por la boca.
Amebiasis
Amebiasis
Además de las úlceras en el colon, las amebas pueden producir abscesos en diferentes órganos, de los cuales el más frecuentemente afectado es el hígado.
La amebiasis es una infección del intestino grueso causada por la Entamoeba histolytica, un
parásito unicelular.
La Entamoeba histolytica existe en dos formas durante su ciclo de vida: el parásito activo
(trofozoito) y el parásito inactivo (quiste). Los trofozoitos viven entre el contenido intestinal y
se alimentan de bacterias o bien de la pared del intestino. Cuando se inicia la infección, los
trofozoitos pueden causar diarrea, lo cual hace que salgan fuera del cuerpo. Una vez fuera, los
frágiles trofozoitos mueren. Cuando el enfermo no tiene diarrea, suelen convertirse en quistes
antes de abandonar el intestino. Los quistes son muy resistentes y pueden diseminarse tanto
directamente de persona a persona, como indirectamente a través de los alimentos o el agua.
La transmisión directa se produce a través del contacto con heces infectadas. Es más probable
que la amebiasis se propague entre los que viven en instituciones y tienen una higiene
incorrecta que entre los que no viven de ese modo; también se hace más probable su contagio
por contacto sexual, particularmente entre varones homosexuales, más que por un contacto
eventual o fortuito. La transmisión indirecta de los quistes es más frecuente en las zonas con
malas condiciones sanitarias, como los campos de trabajo no permanentes. Las frutas y
verduras pueden contaminarse cuando crecen en tierra fertilizada con abono humano, se lavan
con agua contaminada o las prepara alguien que está infectado.
Síntomas
Generalmente, los infectados, en particular los que viven en climas templados, no presentan
síntomas. En ciertos casos, los síntomas son tan leves que casi pasan desapercibidos. Pueden
consistir en diarrea y estreñimiento intermitentes, una mayor cantidad de gas (flatulencia) y
retortijones abdominales. El abdomen puede ser doloroso al tacto y es posible que las heces
contengan moco y sangre. Puede haber poca fiebre. Entre un ataque y otro, los síntomas
disminuyen hasta limitarse a retortijones recurrentes y heces líquidas o muy blandas. El
adelgazamiento (emaciación) y la anemia son muy frecuentes.
Cuando los trofozoitos invaden la pared intestinal es posible que se forme un gran bulto en la
misma (ameboma) que puede obstruir el intestino y ser confundido con un cáncer. En
ocasiones, los trofozoitos dan lugar a una perforación intestinal. La liberación del contenido
intestinal dentro de la cavidad abdominal causa un gran dolor en la zona además de infección
(peritonitis), la cual requiere atención quirúrgica inmediata.
La invasión por parte de los trofozoitos del apéndice y el intestino que lo rodea puede
provocar una forma leve de apendicitis. Durante la cirugía de apendicitis se pueden esparcir
por todo el abdomen. En consecuencia, la operación puede ser retrasada entre 48 y 72 horas
con el fin de eliminar los trofozoitos mediante un tratamiento con fármacos.
En el hígado puede formarse un absceso lleno de trofozoítos. Los síntomas consisten en dolor
o malestar en la zona que se encuentra por encima del hígado, fiebre intermitente, sudores,
escalofríos, náuseas, vómitos, debilidad, pérdida de peso y ocasionalmente ictericia leve.
En ciertos casos, los trofozoitos se diseminan a través del flujo sanguíneo, causando infección
en los pulmones, el cerebro y otros órganos. La piel también resulta infectada en ocasiones,
especialmente alrededor de las nalgas y los genitales, al igual que las heridas causadas por
cirugía o por lesiones.
Diagnóstico
Giardiasis
La giardiasis es una infección del intestino delgado causada por Giardia lamblia, un parásito
unicelular.
La giardiasis ocurre en todo el mundo y es especialmente frecuente entre los niños y en sitios
en que las condiciones sanitarias son deficientes. En algunos países desarrollados, la giardiasis
es una de las infecciones parasitarias intestinales más frecuentes. Es más frecuente entre los
varones homosexuales y en quienes han viajado a países en vías de desarrollo. También es
más frecuente entre las personas que tienen un bajo contenido ácido en el estómago, en
aquellas a las que se les ha extirpado quirúrgicamente, en quienes padecen pancreatitis crónica
y en las personas cuyo sistema inmunitario es deficiente.
El parásito se transmite de una persona a otra mediante quistes que se eliminan por las heces.
La transmisión puede producirse directamente entre niños o parejas sexuales, o bien de forma
indirecta, a través de alimentos o agua contaminados.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas, que suelen ser leves, incluyen náuseas intermitentes, eructos, una mayor
cantidad de gas (flatulencia), molestias abdominales, heces voluminosas y con mal olor, y
diarrea. Si la afección es grave, es posible que el enfermo no consiga absorber los nutrientes
más importantes de los alimentos y como resultado pierde mucho peso. Se desconoce el
motivo por el cual la giardiasis interfiere con la absorción de nutrientes
Los síntomas orientan al médico hacia el diagnóstico. Éste se confirma mediante los análisis
de laboratorio que revelan la presencia del parásito en las heces o en las secreciones del
duodeno. Debido a que las personas que han sido infectadas durante mucho tiempo tienden a
excretar los parásitos a intervalos impredecibles, puede ser necesario realizar exámenes
seriados de las heces.
Tratamiento
La quinacrina por vía oral es muy eficaz contra la giardiasis. Sin embargo, puede causar
malestar gastrointestinal y, en muy raras ocasiones, puede inducir un comportamiento
extremadamente anormal (psicosis tóxica). El metronidazol también es eficaz y tiene menos
efectos colaterales, pero en algunos países no está aprobado como tratamiento de la giardiasis.
La furazolidona es menos eficaz que la quinacrina o el metronidazol, pero como se presenta
en forma líquida, puede administrarse a los niños. Las mujeres embarazadas pueden ser
tratadas con paromomicina, pero sólo si los síntomas son graves.
Los individuos que viven con un enfermo afectado o que han mantenido contacto sexual con
dicha persona deberían consultar a un médico
para realizarse un análisis y, si es necesario,
iniciar un tratamiento.
Paludismo (malaria)
Síntomas y complicaciones
Los síntomas suelen comenzar entre 10 y 35 días después de que un mosquito inyecta el
parásito a la persona. Por lo general, los primeros síntomas son fiebre leve e intermitente,
dolor de cabeza y dolor muscular, escalofríos junto con una sensación de enfermedad
(malestar general). A veces los síntomas comienzan con escalofríos y temblores seguidos de
fiebre, los cuales duran entre 2 y 3 días y con frecuencia se confunden con la sintomatología
de la gripe. Los síntomas subsiguientes y los patrones que sigue la enfermedad varían para
cada tipo de paludismo.
Anopheles
El Anopheles es el mosquito transmisor de la malaria.
En el paludismo por Plasmodium falciparum puede producirse una alteración de la función del
cerebro, complicación llamada malaria cerebral. Los síntomas consisten en fiebre de al menos
40 °C, intenso dolor de cabeza, vértigo, delirio y confusión. El paludismo cerebral puede ser
mortal. Por lo general afecta a los niños, las mujeres embarazadas y los turistas que se dirigen
a zonas de alto riesgo. En el paludismo por Plasmodium vivax puede haber delirio cuando la
fiebre es alta, pero, si no es así, los síntomas cerebrales no son frecuentes.
En todas las variedades de paludismo, el número total de glóbulos blancos suele ser normal,
pero el número de linfocitos y monocitos, dos tipos específicos de glóbulos blancos, aumenta.
Por lo general, si el paludismo no se trata aparece una ictericia leve, el bazo y el hígado
aumentan de tamaño. Es frecuente que la concentración de azúcar en sangre (glucosa)
disminuya aún más en las personas que tienen gran cantidad de parásitos. Los valores de
azúcar en sangre pueden descender ulteriormente en quienes son tratados con quinina.
A veces el paludismo persiste a pesar de que en la sangre sólo aparecen bajas cifras de
parásitos. Los síntomas incluyen apatía, dolores de cabeza periódicos, sensación de malestar,
falta de apetito, fatiga y ataques de escalofríos y fiebre. Los síntomas son considerablemente
más leves y los ataques no duran tanto como el primero.
Si un individuo no recibe tratamiento, los síntomas del paludismo por Plasmodium vivax, por
Plasmodium oval o por Plasmodium malariae remiten espontáneamente en 10 a 30 días, pero
pueden recurrir con intervalos variables. El paludismo por Plasmodium falciparum es mortal
hasta en el 20 por ciento de los afectados.
La fiebre hemoglobinúrica es una rara complicación del paludismo causada por la rotura de
una gran cantidad de glóbulos rojos. A continuación se libera un pigmento rojo (hemoglobina)
en el flujo sanguíneo. La hemoglobina que luego es excretada con la orina, hace que ésta
presente un color oscuro. Esta fiebre ocurre casi exclusivamente en los enfermos con malaria
crónica por Plasmodium falciparum, especialmente los que han sido tratados con quinina
Diagnóstico
El médico sospecha que un individuo presenta malaria cuando éste tiene ataques periódicos de
escalofríos y fiebre sin causa aparente. La sospecha es mayor si durante el año anterior la
persona visitó alguna zona en la cual el paludismo es frecuente y además si su bazo ha
aumentado de tamaño. El hecho de identificar el parásito en una muestra de sangre confirma
el diagnóstico. Es posible que se necesite más de una muestra para establecer el diagnóstico
porque el valor de parásitos en sangre varía con el paso del tiempo. El informe del laboratorio
identifica la especie de Plasmodium encontrado en la sangre, porque el tratamiento, las
complicaciones y el pronóstico varían según la
especie.
Prevención y tratamiento
Toxoplasmosis
Síntomas
Los niños nacidos con toxoplasmosis congénita pueden presentar síntomas graves y
rápidamente mortales, o bien no presentar ningún síntoma en absoluto. Éstos incluyen
inflamación de los ojos, que deriva en ceguera, ictericia grave, facilidad para formar
hematomas, convulsiones, cabeza grande o pequeña y retraso mental importante. Poco
después del nacimiento pueden aparecer síntomas muy leves, pero frecuentemente suelen
hacerlo meses o varios años más tarde.
La toxoplasmosis adquirida después del nacimiento rara vez produce síntomas y por lo general
se diagnostica cuando un análisis de sangre revela la presencia de anticuerpos contra el
parásito. Sin embargo, en ocasiones sí aparecen síntomas. Éstos varían, dependiendo de si el
afectado tiene toxoplasmosis linfática leve, toxoplasmosis crónica o toxoplasmosis aguda
diseminada. En los enfermos afectados de SIDA la toxoplasmosis presenta una serie de
problemas diferentes.
Diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
La toxoplasmosis en los recién nacidos y en las personas cuyo sistema inmunitario está
debilitado recibe tratamiento con espiramicina o sulfadiacina más pirimetamina. En los
enfermos de SIDA, la toxoplasmosis suele recurrir con tanta frecuencia, que el tratamiento se
mantiene indefinidamente. El tratamiento durante el embarazo es controvertido, porque el
fármaco potencialmente puede dañar al feto. Debido a que la enfermedad desaparece sola en
la mayoría de los adultos con un sistema inmunitario normal, las mujeres embarazadas no
suelen ser tratadas con fármacos a menos que un órgano vital, como el ojo, el cerebro o el
corazón, resulte infectado o los síntomas sean graves y se presenten en todo el cuerpo.
El pronóstico para los individuos con toxoplasmosis adquirida después del nacimiento es
buena, excepto en los que tienen un sistema inmunitario debilitado, como los enfermos de
SIDA, en los que la toxoplasmosis suele ser fatal.
Babesiosis
La babesiosis es una infección de los glóbulos rojos causada por los parásitos Babesia.
Las garrapatas de caparazón duro, las mismas que las de los ciervos que transmiten la
enfermedad de Lyme, transmiten parásitos Babesia. A pesar de que esta afección es frecuente
entre los animales, las personas rara vez resultan infectadas. La sintomatología incluye fiebre
y anemia causada por la rotura de glóbulos rojos.
En los pacientes a quienes se les ha extirpado el bazo, el riesgo de muerte es alto. En éstos, la
infección se parece mucho al paludismo por Plasmodium falciparum; produce fiebre alta,
anemia, hemoglobina en la orina, ictericia e insuficiencia renal. La persona cuyo bazo
funciona con normalidad sufre una enfermedad más leve que suele desaparecer por sí sola en
el término de semanas o meses.
El diagnóstico se establece identificando los parásitos que se parecen a los que causan malaria.
El tratamiento consiste en recibir clindamicina.
Tricuriasis
La tricuriasis es una infección causada por Trichuris trichiura, un gusano nematodo intestinal.
Este parásito se encuentra principalmente en los trópicos y subtrópicos, donde la falta de
medidas sanitarias y el clima cálido y húmedo brindan las condiciones necesarias para que los
huevos incuben en la tierra.
La infección se produce cuando alguien ingiere alimentos que contienen huevos que se han
incubado en la tierra durante 2 a 3 semanas. Las larvas maduran en el intestino delgado,
migran al intestino grueso y entierran sus cabezas en el revestimiento mucoso. Cada larva
crece aproximadamente hasta 12 centímetros de largo. Las hembras maduras producen
alrededor de 5 000 huevos al día, que se transmiten a través de la heces.
Síntomas y diagnóstico
Sólo una gran infección provoca síntomas tales como dolor abdominal y diarrea. Las muy
graves pueden provocar hemorragias intestinales, anemia, pérdida de peso y apendicitis.
Ocasionalmente, el recto puede protruir por el ano (una condición llamada prolapso rectal),
especialmente en los niños o las mujeres durante el trabajo de parto.
Los huevos con forma de barril suelen ser visibles en las muestras de heces examinada al
microscopio.
Prevención y tratamiento
La prevención depende de las condiciones sanitarias y consiste en mantener una buena higiene
personal y evitar comer verduras que no hayan sido lavadas. Para las afecciones ligeras no es
necesario ningún tratamiento. En caso de que se necesite, el fármaco preferido es el
mebendazol, si bien no es posible usarlo en las mujeres embarazadas debido a sus efectos
potencialmente perjudiciales sobre el feto.
Ascaridiasis
Síntomas y diagnóstico
La migración de las larvas a través de los pulmones puede provocar fiebre, tos y respiración
jadeante. Una infección intestinal grave puede causar retortijones abdominales y en ocasiones
obstrucción intestinal. La deficiente absorción de nutrientes puede estar causada por una gran
concentración de gusanos. Los adultos en ocasiones obstruyen el apéndice, el tracto biliar o el
conducto pancreático.
La infección con gusano adulto suele ser diagnosticada cuando se identifican huevos en una
muestra de heces. En ciertos casos, las pruebas de laboratorio revelan la presencia de los
mismos en la heces o el vómito o larvas en el esputo. Pueden aumentar en la sangre el número
de eosinófilos, que son una variedad de glóbulos blancos. En una radiografía de tórax se
pueden observar signos de la migración larvaria.
Prevención y tratamiento
Anquilostomiasis
Síntomas y diagnóstico
En el punto en el que las larvas atravesaron la piel puede formarse una erupción cutánea
aplanada y algo sobreelevada que produce mucha picazón (prurito anquilostomiásico). La
migración de las larvas a través de los pulmones provoca en ciertas ocasiones fiebre, tos y
respiración jadeante. Los gusanos adultos suelen producir dolor en la parte superior del
abdomen. El sangrado intestinal conduce a una anemia por deficiencia de hierro y bajos
valores de proteína en sangre. En los niños, la importante pérdida de sangre de forma crónica
puede generar retraso del crecimiento, insuficiencia cardíaca y tumefacción generalizada de
los tejidos.
Si la infección produce síntomas, los huevos suelen resultar visibles en una muestra de heces.
Si ésta no se examina durante varias horas, los mismos pueden madurar y liberar las larvas.
Tratamiento
El tratamiento prioritario consiste en corregir la anemia, que suele mejorar con suplementos
de hierro orales pero que puede requerir inyecciones de hierro. En los casos graves, es
probable que se necesite realizar una transfusión. Cuando el estado del enfermo es estable, se
le suministra un fármaco oral, como pamoato de pirantel o mebendazol durante uno a tres días
para eliminar los gusanos. Estos fármacos están contraindicados en las mujeres embarazadas.
Triquinosis
Cada hembra puede generar más de 1 000 larvas. La producción continúa durante 4 a 6
semanas, después de las cuales la hembra muere y es digerida. Las diminutas larvas son
transportadas por todo el organismo a través de los vasos linfáticos y el flujo sanguíneo. Sólo
sobreviven las que consiguen alcanzar los músculos del esqueleto. Penetran en éstos y causan
inflamación. Al final del tercer mes se enquistan.
Ciertos músculos, como los de la lengua, los del ojo y los músculos localizados entre las
costillas, son particularmente propensos a infectarse. Las larvas que alcanzan el músculo
cardíaco mueren debido a la intensa reacción inflamatoria que provocan.
Síntomas
La sintomatología varía, dependiendo del número de larvas invasoras, los tejidos invadidos y
el estado físico general del enfermo. Muchas personas no presentan sintomatología en
absoluto. En ocasiones, uno o dos días después de comer carne infectada comienzan los
síntomas intestinales y el enfermo tiene poca fiebre. De todos modos, los síntomas de invasión
larvaria no suelen manifestarse durante los primeros 7 a 15 días.
La tumefacción de los párpados superiores es típicamente uno de los primeros síntomas que
aparece de improviso hacia el decimoprimer día tras la infección. A continuación se producen
hemorragias en la membrana blanca de los ojos y en la parte posterior de los mismos, dolor
ocular y sensibilidad a la luz intensa. Poco después puede producirse dolor muscular, junto
con una erupción cutánea y sangrado por debajo de las uñas. El dolor es pronunciado en los
músculos respiratorios, los de la masticación y deglución. Más tarde, el enfermo puede tener
gran dificultad para respirar, que en ocasiones produce la muerte.
Otros síntomas incluyen sed, sudación profusa, fiebre, escalofríos y debilidad. Por lo general,
la fiebre es intermitente, suele llegar por lo menos a 38,8 °C, permanece elevada durante
varios días y luego baja gradualmente. Mientras el sistema inmunitario destruye larvas fuera
de los músculos, tanto los ganglios linfáticos como el cerebro y la membrana que lo recubre
pueden inflamarse y además pueden producirse trastornos de visión o audición. Es posible que
también se inflamen los pulmones o la pleura (las capas de membrana que rodean los
pulmones), así como el corazón. Puede producirse una insuficiencia cardíaca entre la cuarta y
la octava semana. La mayoría de los síntomas desaparece aproximadamente al tercer mes, a
pesar de que durante meses la persona puede seguir sintiendo un ligero dolor muscular y
cansancio.
Diagnóstico
Prevención y tratamiento
La triquinosis se evita cocinando por entero la carne de cerdo, sus productos derivados y
también otras carnes. Alternativamente, las larvas pueden ser eliminadas al congelar la carne a
–15 °C durante 3 semanas o a –20 °C durante un día. Sin embargo, las larvas de los mamíferos
del Ártico, aparentemente, son capaces de soportar temperaturas más bajas.
El mebendazol y el tiabendazol, fármacos que se toman por vía oral, resultan eficaces contra
el parásito. El reposo en cama ayuda a aliviar el dolor muscular; sin embargo, es posible que
se necesiten analgésicos, como la aspirina o la codeína. Ciertos corticosteroides, como la
prednisona, pueden ser utilizados para reducir la inflamación del corazón o del cerebro.
Generalmente, las personas afectadas de triquinosis se recuperan completamente.
Toxocariasis
La toxocariasis (larva migrans visceral) es una infección que se produce cuando las larvas de
ciertos gusanos, como Toxocara canis y Toxocara cati, invaden los órganos.
Los huevos del parásito maduran en el suelo contaminado por heces de gatos y perros
infectados. Los recintos llenos de arena para los niños, donde los gatos suelen defecar, son
muy peligrosos. Los huevos pueden ser transferidos directamente a la boca si un niño juega en
bancos de arena contaminada o la come.
Una vez tragados, los huevos maduran en el intestino. Las larvas atraviesan la pared intestinal
y la sangre las disemina. Casi todos los tejidos del cuerpo pueden resultar afectados (sobre
todo cerebro, ojos, hígado, pulmones y corazón). Las larvas pueden seguir vivas durante
varios meses, causando daño al migrar a los tejidos y al provocar inflamación alrededor de
éstos.
Síntomas y diagnóstico
La toxocariasis suele provocar una infección relativamente leve en los niños de entre 2 y 4
años, pero los niños mayores y los adultos también pueden resultar infectados. Los síntomas
pueden comenzar tras varias semanas de infección o bien pueden retrasarse varios meses,
dependiendo de la intensidad y el número de exposiciones y de la sensibilidad de la persona a
las larvas. En primer lugar se produce fiebre, tos o respiración sibilante (pitidos) y aumento
del tamaño del hígado. Algunas personas tienen una erupción cutánea, agrandamiento del
bazo y neumonía de repetición. Los niños mayores tienden a presentar síntomas leves o bien
no notan ninguno, pero es posible que desarrollen una lesión ocular que disminuye la visión y
que puede ser confundida con un tumor maligno en el ojo.
El médico puede sospechar la presencia de toxocariasis en una persona con altos valores de
eosinófilos (una variedad de glóbulos blancos), hígado agrandado, inflamación de los
pulmones, fiebre y valores de anticuerpos en la sangre elevados. El análisis de una muestra de
tejido hepático obtenida a partir de una biopsia puede revelar la presencia de larvas o bien de
inflamación provocada por dicha presencia.
Prevención y tratamiento
Los perros y los gatos infectados, en particular los de menos de 6 meses de vida, deberían ser
desparasitados regularmente, comenzando antes de que tengan 4 semanas. Se deberían cubrir
los recintos de arena cuando no son utilizados para evitar que los animales defequen en ellos.
La infección en los humanos suele desaparecer sin tratamiento en un período de 6 a 18 meses.
Sea cual sea el tratamiento, su efectividad no está asegurada. El mebendazol probablemente
sea el mejor fármaco y la dietilcarbamacina puede resultar de gran ayuda. En algunos casos se
administra prednisona para controlar los síntomas.
Esta enfermedad es una infección intestinal causada por el gusano (cestodo) Taenia saginata.
La infección es particularmente frecuente en África, Oriente Medio, Europa Oriental, México
y América del Sur.
El gusano adulto vive en el intestino humano y puede llegar a medir entre 5 y 10 metros de
largo. Las secciones del gusano que contienen los huevos (proglótides) se eliminan por las
heces y son ingeridas por el ganado vacuno. Los huevos maduran en el ganado y atraviesan la
pared intestinal. Luego son transportados por el flujo sanguíneo hasta los músculos, donde
forman quistes (cisticercos). Las personas se infectan al comer los quistes en la carne de
vacuno cruda o poco hecha.
Síntomas y diagnóstico
A pesar de que la infección no suele causar síntomas, algunas personas tienen dolor en la parte
superior del abdomen y diarrea, y pierden peso. En ciertos casos, una persona infectada puede
sentir que una parte del gusano sale por el ano. Por lo general, el diagnóstico se hace cuando
se encuentra un trozo de gusano en las heces. El médico puede enganchar una cinta de celofán
en el margen que rodea el ano y luego la coloca sobre una placa de cristal para examinarla al
microscopio en busca de huevos de este parásito.
Prevención y tratamiento
La infección causada por este gusano puede evitarse cocinando la carne de vacuno a una
temperatura mínima de 56 °C durante al menos 5 minutos.
La persona infectada recibe tratamiento con niclosamida o praziquantel administrados por vía
oral. A los 3 y 6 meses se vuelven a analizar las heces para tener la certeza de que la infección
está curada.
Esta enfermedades una infección intestinal causada por el gusano adulto Taenia solium. La
infección causada por el estado larval del gusano provoca cisticercosis.
Las infecciones provocadas por el gusano del cerdo son frecuentes en Asia, la antigua Unión
Soviética, Europa Oriental y América Latina. Esta infección es muy poco frecuente en los
países desarrollados, excepto entre los inmigrantes y turistas provenientes de zonas de alto
riesgo.
El gusano adulto mide de 2,5 a 3,5 metros de largo. Está formado por una cabeza armada con
varios ganchos diminutos y un cuerpo compuesto de 1 000 anillos que contienen huevos
(proglótides). Su ciclo de vida es similar al del gusano de la carne de vaca, excepto que los
cerdos, a diferencia del ganado vacuno, actúan como huéspedes intermediarios. Los humanos
también pueden actuar como huéspedes intermediarios; los huevos llegan al estómago al
tragarlos o bien cuando las proglótides son regurgitadas desde el intestino hasta el estómago,
donde se liberan los embriones. Luego atraviesan la pared intestinal y llegan a los músculos,
órganos internos, cerebro y el tejido de debajo de la piel, donde forman quistes. Los quistes
vivos sólo provocan una ligera reacción en los tejidos, mientras que los muertos desencadenan
una reacción violenta.
Síntomas y diagnóstico
La infección provocada por el gusano adulto no suele causar ningún síntoma. Las grandes
infecciones producidas por quistes pueden causar dolor muscular, debilidad y fiebre. Si la
infección llega al cerebro y las membranas que lo recubren, éstas pueden inflamarse. También
pueden producirse convulsiones.
En las infecciones causadas por gusanos adultos, es posible ver huevos alrededor del ano o en
las heces. Para distinguir el gusano de la carne de cerdo de otros gusanos es necesario
encontrar una proglótide, o bien la cabeza del gusano en las heces y examinarlas al
microscopio. Los quistes vivos localizados en tejidos como el cerebral se visualizan mejor
mediante una tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM). En
ocasiones es posible encontrar quistes al examinar al microscopio una muestra de tejido
tomada de un nódulo cutáneo. También existe la posibilidad de realizar análisis de sangre en
busca de anticuerpos contra el parásito.
Prevención y tratamiento
La cocción completa de la carne de cerdo evita la infección. Ésta se trata con niclosamida o
praziquantel por vía oral.
Infección causada por el gusano del pescado (cestodos del pescado)
Esta enfermedad (difilobotriasis) es una infección intestinal causada por el gusano adulto
Diphyllobothrium latum.
La infección causada por el gusano del pescado es frecuente en Europa (particularmente en
Escandinavia), Japón, África, Sudamérica, Canadá y los Estados Unidos. La infección suele
producirse al comer pescado de agua dulce crudo o poco hecho.
El gusano adulto está formado por varios anillos que contienen huevos (proglótides) y mide de
5 a 10 metros de largo. De cada proglótide se liberan huevos dentro del intestino, que luego
son expulsados por las heces. El huevo madura en el agua dulce y libera al embrión, que se
convierte en alimento de pequeños crustáceos. A su vez los crustáceos son el alimento de los
peces. Las personas se infectan cuando comen pescado de agua dulce crudo o poco hecho.
Síntomas y diagnóstico
Prevención y tratamiento
Los hongos, que son un tipo de planta, incluyen mohos y setas. El ambiente está cargado de
esporas de diversos hongos y, por lo general, éstas flotan en el aire. Entre la amplia variedad
de esporas que caen sobre la piel o son inhaladas hacia los pulmones sólo algunas producen
infecciones menores, y sólo rara vez se extienden hacia otras partes del organismo. Algunos
pocos tipos de hongos, como las variedades de Candida, pueden vivir normalmente sobre la
superficie del cuerpo o dentro del intestino. Estos habitantes habituales del organismo sólo
ocasionalmente pueden causar infecciones locales de la piel, la vagina o la boca, pero muy
rara vez producen más daño. En ciertos casos, no obstante, determinadas variedades de
hongos pueden producir infecciones graves de los pulmones, el hígado y el resto del cuerpo.
Los hongos tienen una tendencia especial a causar infecciones en individuos con un sistema
inmunológico deficiente. Por ejemplo, los enfermos de SIDA o quienes reciben tratamiento
contra el cáncer tienen más probabilidades de desarrollar infecciones micóticas graves. En
algunos casos, las personas con inmunidad deficiente desarrollan infecciones causadas por
tipos de hongos que, muy rara vez, por no decir nunca, causan daño a los individuos cuyos
sistemas de inmunidad funcionan normalmente. Entre estas infecciones se encuentra la
mucormicosis y la aspergilosis.
Algunas afecciones fúngicas son más frecuentes en ciertas áreas geográficas. Por ejemplo, la
blastomicosis se produce sólo en Norteamérica y África.
Debido a que muchas infecciones fúngicas se desarrollan lentamente, pueden pasar meses o
años antes de que una persona se dé cuenta de que necesita atención médica. Estas infecciones
pueden ser difíciles de tratar y el tratamiento suele efectuarse durante mucho tiempo. En la
actualidad existen varios fármacos antimicóticos.
Histoplasmosis
Síntomas y pronóstico
Generalmente, los infectados no presentan ningún síntoma. Sin embargo, cuando existen,
pueden adoptar formas distintas: la forma aguda primaria, la progresiva diseminada o la
crónica cavitada.
En la forma aguda primaria, los síntomas suelen aparecer de 3 a 21 días después de que una
persona inhala las esporas del hongo. Puede sentir malestar y tener fiebre y tos. Los síntomas
suelen desaparecer sin tratamiento en 2 semanas y pocas veces duran más de 6 semanas. Esta
forma de histoplasmosis rara vez resulta mortal.
La forma progresiva diseminada normalmente no afecta a los adultos sanos. Por lo general se
produce en niños y personas cuyo sistema inmunitario es deficiente (como los que padecen
SIDA). Los síntomas pueden aparecer muy lentamente, o bien de forma extremadamente
rápida. El hígado, el bazo y los ganglios linfáticos pueden aumentar de tamaño. Con menos
frecuencia, la infección produce úlceras en la boca y los intestinos. En casos raros, las
glándulas suprarrenales resultan dañadas, causando la enfermedad de Addison. Sin
tratamiento, la histoplasmosis diseminada progresiva es mortal en el 90 por ciento de los
casos. Aun recibiendo tratamiento, los enfermos de SIDA pueden morir rápidamente a causa
de esta infección.
La forma crónica cavitada es una afección pulmonar que se desarrolla progresivamente a lo
largo de varias semanas, produciendo tos y dificultad cada vez mayor para respirar. Los
síntomas incluyen pérdida de peso, sensación de enfermedad (malestar general) y fiebre leve.
La mayoría de los enfermos se recupera sin tratamiento en 2 a 6 meses. Sin embargo, las
dificultades respiratorias pueden empeorar gradualmente y algunos pacientes pueden
expectorar sangre, a veces en grandes cantidades. El daño pulmonar o la invasión bacteriana
de los pulmones finalmente puede causar la muerte.
Diagnóstico y tratamiento
Coccidioidomicosis
Síntomas
Los afectados por coccidioidomicosis aguda primaria, generalmente, no presentan
sintomatología. Si aparecen síntomas, lo hacen de una a tres semanas después de que se ha
producido la infección. Éstos son leves en la mayoría de los casos y pueden consistir en fiebre,
dolor en el pecho y escalofríos. También puede expectorar esputos y ocasionalmente sangre.
Algunas personas desarrollan el llamado reumatismo del desierto, una enfermedad que
consiste en la inflamación de la superficie del ojo (conjuntivitis) y de las articulaciones
(artritis) y la formación de nódulos en la piel (eritema nudoso).
La forma progresiva de la enfermedad es muy inusual y puede desarrollarse a lo largo de
semanas, meses o incluso años después de producida la infección aguda primaria, o bien tras
haber vivido en una zona en la cual la misma es frecuente. Los síntomas incluyen fiebre leve,
pérdida de apetito, adelgazamiento y disminución de la fuerza. La infección pulmonar puede
empeorar, causando una mayor dificultad para respirar. La infección puede extenderse de los
pulmones a los huesos, las articulaciones, el hígado y el bazo, a los riñones, el cerebro y las
membranas que lo recubren.
Diagnóstico
El médico puede sospechar la presencia de coccidioidomicosis si alguien que vive en una zona
endémica o acaba de regresar de allí presenta estos síntomas. Se toman muestras de esputo o
pus del paciente y se envían al laboratorio. Los análisis de sangre pueden revelar la presencia
de anticuerpos contra el hongo. Estos anticuerpos aparecen al principio del proceso pero
desaparecen en la forma aguda primaria de la enfermedad; en la forma progresiva persisten.
Pronóstico y tratamiento
Blastomicosis
Síntomas y diagnóstico
La blastomicosis de los pulmones comienza gradualmente con fiebre, escalofríos y sudoración
profusa. Luego puede añadirse tos, con o sin expectoración, dolor en el pecho y dificultades
para respirar. A pesar de que la infección pulmonar suele empeorar lentamente, en ocasiones
mejora sin tratamiento.
La forma diseminada de blastomicosis suele afectar a muchas áreas del cuerpo. Es posible que
aparezca una infección cutánea en forma de pequeñas protuberancias (pápulas), que pueden
contener pus (papulopústulas). Las pápulas y papulopústulas duran poco tiempo y se
diseminan lentamente. Luego aparecen en la piel placas sobreelevadas y verrugosas, rodeadas
de diminutos abscesos indoloros (algunos tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler). Los
huesos pueden presentar tumefacciones dolorosas. Los varones pueden experimentar una
hinchazón dolorosa del epidídimo (una estructura similar a un cordel pegada a los testículos) o
bien un profundo malestar debido a una infección de la próstata (prostatitis).
El médico establece el diagnóstico en ocasiones examinando al microscopio una muestra de
esputo o de tejido infectado, como la piel. Si se encuentran hongos, la muestra puede
cultivarse y analizarse para verificar el diagnóstico.
Tratamiento
La blastomicosis puede tratarse con anfotericina B intravenosa o itraconazol oral. Con este
tratamiento, el paciente comienza a sentirse mejor al cabo de una semana y el hongo
desaparece rápidamente. Sin tratamiento, la infección empeora lentamente y conduce a la
muerte.
Candidiasis
Las personas cuyo sistema inmunitario es deficiente suelen desarrollar una candidiasis que se
extiende por todo el cuerpo, y quienes presentan riesgo de desarrollar una infección en el flujo
sanguíneo (candidemia) son las que tienen un bajo número de glóbulos blancos (que puede ser
debido a una leucemia o al tratamiento por otros cánceres) y las que tienen un catéter colocado
en un vaso sanguíneo. En caso de cirugía u otros procedimientos invasivos relacionados con el
corazón y los vasos sanguíneos, puede producirse una infección de las válvulas cardíacas
(endocarditis).
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de candidiasis varían en función del tejido afectado. Por ejemplo, la infección de
la boca (aftas) provoca la aparición de placas cremosas, que son de color blanco y causan
dolor. Cuando se localizan en el esófago, existen dificultades para tragar o comer. Si las
válvulas del corazón se ven afectadas, puede aparecer fiebre, soplo cardíaco y agrandamiento
del bazo. Una infección de la retina (la membrana sensible a la luz que se encuentra sobre la
superficie interna de la parte posterior del ojo) puede provocar ceguera. Una infección de la
sangre (candidemia) o del riñón, puede generar fiebre, disminución de la presión arterial
(shock) y una menor producción de orina.
Muchas infecciones causadas por Candida se diagnostican a través de los síntomas. Para
establecer un diagnóstico definitivo, es preciso observar los hongos en una muestra de piel
examinada al microscopio. El cultivo de las muestras de sangre o de líquido de la médula
espinal también pueden revelar la presencia de los mismos.
Pronóstico y tratamiento
Esporotricosis
Síntomas y diagnóstico
Una afección de la piel y los vasos linfáticos cercanos, comienza típicamente como un nódulo
pequeño y duro en un dedo que aumenta de tamaño lentamente y luego forma una úlcera.
Durante los días o semanas siguientes, la infección se propaga a través de los vasos linfáticos
del dedo, la mano y el brazo y llega a los ganglios, formando nódulos y úlceras a lo largo del
trayecto. Por lo general, no hay otros síntomas.
Una infección pulmonar, generalmente en quienes padecen alguna otra enfermedad asociada
(como enfisema), puede causar neumonía, con un ligero dolor en el pecho y tos. Con menos
frecuencia, puede producirse una infección en otras partes del cuerpo, como los huesos, las
articulaciones, los músculos o los ojos. Rara vez se produce una infección del bazo, el hígado,
los riñones, los genitales o el cerebro.
Los característicos nódulos y ulceraciones permiten al médico sospechar que una persona
padece esporotricosis. El diagnóstico se confirma cultivando e identificando Sporothrix en
muestras de tejido infectado.
Tratamiento
La esporotricosis que afecta a la piel suele extenderse muy lentamente y rara vez es mortal. La
infección cutánea es tratada con itraconazol por vía oral. Otra alternativa es prescribir yoduro
de potasio, pero no es tan eficaz y causa efectos colaterales en la mayoría de los pacientes,
como erupción cutánea, congestión nasal e inflamación de los ojos, boca y garganta. Si la
infección se extiende por todo el organismo y pone en peligro la vida de la persona, se
administra anfotericina B intravenosa; sin embargo, según los resultados en gran número de
casos, el itraconazol oral resulta igual de eficaz o incluso superior.
CAPITULO 186
Infecciones víricas
Un virus es un diminuto organismo infeccioso (mucho menor que un hongo o una bacteria),
que necesita de una célula viva para reproducirse. El virus se adhiere a una célula,
generalmente de un tipo específico. Una vez dentro de ellas, libera su ADN o ARN (que
contiene la información necesaria para crear nuevas partículas de virus) y asume el control de
algunos procesos metabólicos de la misma. En consecuencia, los componentes del virus son
fabricados dentro de la célula y ensamblados adecuadamente para que el virus sea liberado y
siga manteniendo su capacidad infectiva.
Lo que le sucede a la célula depende del tipo de virus. Algunos matan las células que infectan.
Otros alteran la función celular hasta el punto de que la misma pierde el control de su división
normal y se torna cancerosa. Algunos virus incorporan una parte de su información genética
en el ADN de la célula huésped, pero permanecen inactivos (o latentes) hasta que la misma es
alterada permitiendo que el virus emerja de nuevo.
Generalmente, los virus poseen un huésped preferido. Algunos, como el de la gripe, puede
infectar a los humanos y una variedad de otros animales. De todos modos, algunas variedades
de gripe se han adaptado de forma tal que pueden infectar una especie de animal más
eficientemente que otras. Casi todos los virus que se encuentran frecuentemente en los seres
humanos son transmitidos de persona a persona. Algunos, como el de la rabia o el de la
encefalitis, infectan principalmente a los animales y sólo en ocasiones a los humanos.
El organismo posee un número de defensas específicas y no específicas contra los virus. Las
barreras físicas, como la piel y las membranas mucosas, impiden acceder fácilmente al interior
del cuerpo. Las células afectadas producen interferón (o interferones), una familia de
glucoproteínas capaces de hacer que las células no afectadas se vuelvan más resistentes a la
infección producida por muchos virus.
Si un virus penetra en el organismo, distintas variedades de glóbulos blancos, como los
linfocitos, son capaces de atacar y destruir las células infectadas. Los dos tipos principales de
linfocitos son los llamados B y T. Cuando resultan expuestos a un ataque por un virus, los
linfocitos T aumentan en número y maduran tanto hacia células colaboradoras, que ayudan a
los linfocitos B a producir anticuerpos, como hacia células citotóxicas (asesinas), que atacan a
las células infectadas por un virus específico. Los linfocitos T también generan sustancias
químicas (llamadas citoquinas) que aceleran este proceso de maduración. Las citoquinas de
los linfocitos colaboradores pueden ayudar a los linfocitos B y a otras series celulares que
derivan de ellos. Las células plasmáticas, a producir anticuerpos que se unen a unos
determinados virus y suprimen su capacidad infecciosa antes de que infecten otras células.
Se puede generar inmunidad administrando vacunas. Éstas se preparan de forma tal que se
asemejen a un virus específico, como el virus que produce gripe o sarampión, de manera que
sea administrado a las personas sin causar la enfermedad. En respuesta a una vacuna, el
organismo aumenta el número de linfocitos T y B que son capaces de reconocer al virus
específico. De esta forma, las vacunas pueden producir inmunidad frente a un virus específico.
En la actualidad existen muchas vacunas que previenen infecciones frecuentes y graves, tales
como gripe, sarampión, parotiditis, poliomielitis, varicela, rabia, rubéola (sarampión alemán),
hepatitis A y B, encefalitis japonesa y fiebre amarilla. Sin embargo, en ocasiones un virus
cambia (muta) para evitar el anticuerpo de la vacuna y es entonces necesario repetir la
vacunación.
Es posible adquirir protección inmediata contra una infección vírica recibiendo una inyección
o infusión de inmunoglobulinas. Dicha infusión contiene anticuerpos que fueron producidos
por otra persona o bien por un animal. Por ejemplo, quien viaja a una zona con prevalencia de
hepatitis A puede recibir una inyección de inmunoglobulina contra este tipo de hepatitis. Sin
embargo, la inmunoglobulina puede hacer que algunas vacunas, como la del sarampión o la
poliomielitis, resulten menos eficaces si se aplica al mismo tiempo.
Los fármacos que combaten las infecciones víricas reciben el nombre de fármacos antivíricos.
Existen muchos menos fármacos antivíricos que antibacterianos (antibióticos). En
comparación con la mayoría de los antibióticos, los fármacos antivíricos suelen ser más
difíciles de producir, más específicos para el organismo contra el que están destinados y por lo
general más tóxicos. Los antibióticos no son eficaces contra las infecciones víricas, pero si
alguien tiene una infección por bacterias además de la vírica, suele ser necesario administrar
un antibiótico.
Probablemente las infecciones víricas más frecuentes sean las de los pulmones y las vías
respiratorias. Comprenden el catarro común, gripe, infección de garganta (faringitis o
laringitis), tos ferina en niños pequeños e inflamación de la tráquea (traqueítis) u otras vías
respiratorias (bronquiolitis, bronquitis).
El resfriado o catarro común es una infección vírica del revestimiento de la nariz, los senos
paranasales, la garganta y las grandes vías respiratorias.
Son muchos los virus causantes de resfriados.
Los picornavirus, al igual que los rinovirus,
producen la mayoría de los de primavera, verano
y otoño. Los virus de la gripe y los virus
sincitiales respiratorios, que aparecen
regularmente al final del otoño y en invierno,
provocan una gran variedad de enfermedades,
incluyendo resfriados. Los de la gripe se
transmiten con facilidad de persona a persona a
través de microgotas infectadas que se expulsan
al toser o estornudar. Los rinovirus y los virus
sincitiales respiratorios se transmiten de esta
forma, pero quizás principalmente lo hagan por
contacto directo con secreciones infectadas
transportadas en los dedos.
El motivo por el cual uno tiene más
probabilidades de infectarse en un momento que
en otro no se conoce del todo. La exposición al
frío no hace que uno se resfríe ni que aumente su
susceptibilidad a infectarse con un virus
respiratorio. No parece influir demasiado el
estado general de salud de la persona ni sus
hábitos alimentarios. Y tampoco influye el hecho
de que tenga cualquier anomalía en la nariz o en
la garganta, como amígdalas de gran tamaño o
adenoides. Sin embargo, quienes se encuentran
cansados o presentan ansiedad, aquellos que
tienen alergias de nariz o garganta y las mujeres
que se encuentran en la mitad del ciclo menstrual son más propensos a notar los síntomas de
un resfriado.
Síntomas y complicaciones
Los síntomas del catarro común se inician después de uno a tres días de producido el contacto.
Por lo general, los primeros síntomas son malestar en la nariz o la garganta. A continuación el
enfermo comienza a estornudar, tiene la nariz congestionada y se siente levemente enfermo.
Por lo general no existe fiebre, pero a veces la temperatura del cuerpo se eleva un poco al
inicio de los síntomas. Las secreciones de la nariz son acuosas y claras y pueden ser muy
molestas durante los primeros días. Posteriormente las mismas se tornan más espesas, opacas,
de color amarillo verdoso y menos abundantes. Muchas personas también tienen tos. Estos
síntomas suelen desaparecer en 4 a 10 días, a pesar de que la tos, con o sin expectoración,
suele persistir durante una semana más.
Las complicaciones pueden prolongar la sintomatología. La afección traqueal junto con cierta
tensión en el pecho y una sensación de quemazón son más frecuentes en algunas personas y
con determinados virus. Las personas con bronquitis persistente o asma pueden tener más
dificultad para respirar durante un resfriado y después del mismo. Tras un resfriado puede
producirse una infección bacteriana de los oídos, los senos paranasales o la tráquea y las vías
respiratorias (infección traqueobronquial), que requiere tratamiento con antibióticos.
Diagnóstico
Tratamiento
Una persona congestionada debe evitar el frío y guardar reposo, intentando evitar el contagio a
otros. Esto suele hacerse más bien en las primeras fases de la infección. Quienes tienen fiebre
o síntomas más intensos deberían permanecer aislados y en reposo. Beber líquido ayuda a
mantener las secreciones blandas para que resulten más fáciles de expulsar.
Los medicamentos para el catarro son de conocimiento popular, pero sus efectos beneficiosos
no son claros. La aspirina, por ejemplo, puede llegar a aumentar la difusión del virus, al
tiempo que sólo mejora levemente los síntomas. Si se necesita un fármaco para aliviar el dolor
o la fiebre en un niño o un adolescente, es preferible administrar paracetamol o ibuprofeno,
porque la aspirina ocasionalmente incrementa el riesgo de contraer el síndrome de Reye, un
trastorno potencialmente mortal.
Los descongestionantes nasales sólo consiguen un alivio temporal y limitado. Los
antihistamínicos pueden descongestionar la nariz, pero se ha demostrado que sólo lo
consiguen en individuos con historia de alergia. Por otra parte, causan somnolencia y otros
efectos colaterales, particularmente en personas de edad avanzada. Inhalar vapor o vaho
mediante un vaporizador es un método que algunos consideran útil para despegar las
secreciones y reducir la opresión del pecho. Lavar los conductos nasales con una solución
salina puede ayudar a eliminar las secreciones más persistentes. La tos puede ser la única
forma de eliminar secreciones y desechos de las vías respiratorias durante una virosis, por lo
que es preferible no tratarla a menos que interfiera el sueño o cause un gran malestar. Una tos
intensa puede ser tratada con un antitusígeno. Los antibióticos no son eficaces contra el
catarro; deberían usarse sólo si también se produce una sobreinfección por bacterias.
Gripe
La gripe (influenza) es una infección vírica que produce fiebre, secreción nasal, tos, dolor de
cabeza, sensación de enfermedad (malestar general) e inflamación del revestimiento de la
nariz y las vías respiratorias.
Todos los años se producen epidemias de enfermedades respiratorias causadas por la gripe
durante el final del otoño o el comienzo del invierno. A pesar de que muchos virus
respiratorios pueden causar síntomas de gripe, los virus A y B de la gripe suelen ser
responsables de las epidemias hacia el final del otoño o el invierno.
El virus se transmite inhalando microgotas provenientes de la tos o de los estornudos de una
persona infectada o bien teniendo contacto directo con las secreciones. En ciertos casos
también es posible contagiarse a través de la manipulación de artículos del hogar infectados.
Síntomas
Diagnóstico
Generalmente, la gente conoce los síntomas de la gripe y, dado que esta afección se produce
por epidemias, suele ser correctamente diagnosticada por la persona que la sufre o bien por
miembros de su familia. La gravedad de la misma y la presencia de fiebre muy alta la
distinguen de un catarro común. Se puede hacer una prueba con una muestra de sangre que
permite identificar una infección por el virus de la gripe aunque no siempre es necesario ni
tampoco se dispone siempre de esta prueba. La mejor manera de establecer el diagnóstico es
recuperando el virus mediante un cultivo de secreciones respiratorias.
Prevención
Tratamiento
Los dos tipos principales de herpesvirus que producen infecciones con ampollas en la piel son
el herpes simple y el herpes zoster.
Otro herpesvirus, el de Epstein-Barr, produce mononucleosis infecciosa. El citomegalovirus,
otro de los herpesvirus, puede provocar una enfermedad imposible de diferenciar de la
mononucleosis infecciosa. Un herpesvirus más recientemente identificado (herpesvirus 6)
provoca una enfermedad infantil conocida como roséola infantil. El herpesvirus humano 7
nunca ha sido relacionado hasta la actualidad con ninguna enfermedad. En algunos estudios, el
herpesvirus 8 ha sido interpretado como el causante del sarcoma de Kaposi en los enfermos de
SIDA.
Herpes simple
La infección causada por herpes simple produce episodios recurrentes de vesículas pequeñas y
dolorosas, llenas de líquido, sobre la piel o las membranas mucosas.
El herpes simple produce una erupción sobre la piel o las membranas mucosas. La misma
erupción desaparece, pero el virus se mantiene en un estado inactivo (latente) dentro de los
ganglios (una agrupación de células nerviosas) que proporcionan la sensibilidad de la zona
infectada. Periódicamente el mismo herpes se reactiva y comienza a replicarse, causando
erupciones cutáneas con vesículas, que se localizan en el mismo sitio que la aparición anterior.
Sin embargo, éste puede estar presente en la piel sin causar ninguna vesícula evidente; el virus
en ese estado puede ser una fuente de contagio para otras personas. Las erupciones pueden
comenzar a raíz de una sobreexposición a la luz solar o bien por un estado febril, el estrés
físico o emocional, la supresión del sistema inmunitario, o por la toma de ciertos alimentos o
medicamentos, si bien, por lo general, se desconocen los factores que las desencadenan.
Los dos tipos de virus herpes simple que infectan la piel son VHS-1 y VHS-2. El VHS-1 es el
que produce la formación de vesículas sobre los labios (herpes labial) y úlceras en la córnea
del ojo (queratitis por herpes simple). Por lo general se transmite por contacto con secreciones
de la boca o sus alrededores. El VHS-2 suele causar herpes genital y es transmitido
principalmente por contacto directo con las vesículas, casi siempre durante una relación
sexual.
Síntomas y complicaciones
Diagnóstico
El herpes simple suele ser difícil de reconocer. Puede ser confundido con una reacción
alérgica, otras infecciones víricas o incluso una reacción cutánea medicamentosa. La
localización de las vesículas en la superficie corporal puede ayudar a establecer el diagnóstico.
Si el médico sospecha que alguien está afectado de herpes simple puede examinar una muestra
de sus vesículas al microscopio. En el caso de una infección por dicho virus, en las muestras
aparecerán grandes células infectadas. Los cultivos del virus, los análisis de sangre que
comprueban si ha aumentado el número de anticuerpos y las biopsias pueden confirmar el
diagnóstico. De todos modos, rara vez se necesita acudir a estas pruebas. Es posible establecer
un diagnóstico en un estadio muy precoz, usando nuevas técnicas tales como la reacción en
cadena de la polimerasa, que puede ser utilizada para identificar el ADN del virus en un tejido
o humor corporal.
Tratamiento
Generalmente, el único tratamiento necesario para el herpes labial es mantener limpia la zona
afectada lavándola suavemente con agua y jabón. A continuación es necesario secar el área
por completo; si las vesículas quedan húmedas la inflamación puede empeorar, la curación se
retrasa y posiblemente favorezca la sobreinfección bacteriana. Para evitarla o tratarla, puede
aplicarse sobre la piel una pomada con un antibiótico como la neomicina-bacitracina. Si
aumenta cada vez más la infección bacteriana o bien está provocando síntomas adicionales, se
pueden administrar antibióticos por vía oral o mediante inyección intramuscular.
Las cremas antivíricas como la idoxuridina, la trifluridina y el aciclovir suelen ser eficaces si
se aplican directamente sobre las vesículas. El aciclovir o la vidarabina, ingeridos por vía oral,
pueden ser utilizados para las infecciones herpéticas graves que afectan a todo el organismo.
En ocasiones se agrega aciclovir por vía oral a diario para evitar que se repitan las erupciones,
particularmente cuando los genitales han resultado afectados. En los casos de queratitis
herpética simple o herpes genital es posible que se necesiten medidas específicas de
tratamiento.
Herpes zoster
El herpes zoster (culebrilla) es una infección que produce erupciones cutáneas muy dolorosas
constituidas por ampollas llenas de líquido.
El herpes zoster es causado por el mismo herpesvirus, el de varicela-zoster, que produce
varicela. La infección inicial por el virus varicela-zoster, que puede adoptar la forma de
varicela, termina con la penetración de los virus en los ganglios (una agrupación de células
nerviosas) de los nervios espinales o craneales permaneciendo allí en estado latente. El herpes
zoster siempre queda limitado a la distribución cutánea de la raíz o raíces nerviosas afectadas
(dermatomas).
El virus del herpes zoster puede no volver a producir síntomas o bien puede reactivarse
muchos años después. Si esto ocurre, se produce la enfermedad. En ocasiones, tiene lugar
cuando la inmunidad del organismo disminuye por otro trastorno, como el SIDA o la
enfermedad de Hodgkin, o bien por medicaciones
que debilitan el sistema inmunitario. En la
mayoría de los casos se desconoce la causa de la
reactivación. La aparición del herpes zoster no
siempre significa que exista alguna enfermedad
grave subyacente. Puede ocurrir a cualquier edad
pero es más frecuente después de los 50 años.
Síntomas y complicaciones
Diagnóstico
El médico puede tener dificultades para diagnosticar herpes zoster antes de la aparición de las
ampollas, pero la localización del dolor inicial en una banda imprecisa a un lado del cuerpo
puede ser un síntoma útil. Dependiendo de los nervios afectados, el dolor puede parecerse al
causado por la apendicitis, un cálculo renal o la inflamación del intestino grueso. Las ampollas
producidas por el herpes zoster pueden ser casi idénticas a las del herpes simple. No obstante,
éstas últimas tienden a aparecer formando un patrón diferente, más restringido sobre la piel;
por lo general su número es menor y pueden recurrir repetidamente en el mismo lugar. Si es
necesario, se realizan pruebas de laboratorio para confirmar el diagnóstico.
Tratamiento
Aún no se sabe con certeza cuál es el mejor tratamiento contra el herpes zoster. Ni los
corticosteroides ni un antisuero que contenga altos valores de anticuerpos contra el virus
tienen efecto sobre la enfermedad una vez que ha comenzado. Ningún fármaco puede eliminar
el virus. Sin embargo, los antivíricos como el aciclovir o el famciclovir pueden utilizarse para
reducir la duración de la erupción cutánea en los individuos cuyos sistemas inmunológicos
sean deficientes. Es importante mantener la piel limpia para evitar infecciones bacterianas
sobreagregadas.
La aspirina o la codeína alivian temporalmente el dolor y resultan de gran ayuda cuando éste
impide realizar actividades o conciliar el sueño. La aspirina debe evitarse en los niños debido
al riesgo de provocar síndrome de Reye.
Mononucleosis infecciosa
Síntomas y complicaciones
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en la sintomatología. Sin embargo, los síntomas no son específicos y
semejan a los de otras infecciones. Por ejemplo, la infección por citomegalovirus provoca un
síndrome que resulta difícil de distinguir de la mononucleosis infecciosa. Otros virus y la
toxoplasmosis también pueden generar síntomas similares, así como también determinados
efectos secundarios de algunos fármacos y ciertas enfermedades no infecciosas.
Un análisis de sangre confirma, en ocasiones, el diagnóstico de mononucleosis infecciosa al
detectar anticuerpos contra el virus de Epstein-Barr. El organismo produce nuevos linfocitos B
para eliminar los que ya están infectados. Estos tienen un aspecto característico y aparecen en
grandes cantidades en la sangre de las personas con la enfermedad. La infección
estreptocócica de la faringe, que puede parecerse a la mononucleosis infecciosa, suele ser
identificada mediante un cultivo de faringe y debe tratarse con antibióticos para evitar los
abscesos y reducir la probabilidad de contraer fiebre reumática.
Pronóstico y tratamiento
Las infecciones del sistema nervioso central son causadas por una variedad de virus que
afectan principalmente al cerebro y a la médula espinal y a veces a las membranas que los
rodean (meninges).
Rabia
La rabia es una infección vírica del tejido cerebral que causa irritación e inflamación de éste y
de la médula espinal.
El virus de la rabia está presente en la saliva de los animales infectados. Un animal con rabia
transmite la infección a otros animales o a los humanos al morderles o, en ocasiones, con el
lamido. Desde el punto de inoculación inicial el virus se desplaza a través de los nervios hasta
la médula espinal y el cerebro, donde se multiplica. A continuación desciende por los nervios
hacia las glándulas salivales, donde se instala.
Diferentes animales pueden trasmitir la rabia a los humanos. Aun cuando la fuente habitual de
infección de los humanos son los perros, también los gatos, los murciélagos, los mapaches, las
mofetas, los zorros y otros animales pueden ser responsables del contagio. No es frecuente
que los ratones, las ratas u otros mamíferos pequeños transmitan la rabia, en parte porque la
mordedura de otro animal suele resultarles mortal. En los países desarrollados, la vacunación
ha eliminado en gran medida la rabia en los perros. Sin embargo, sigue siendo bastante
frecuente en la mayoría de los países de América Latina, África y Asia, donde las mascotas no
siempre están vacunadas contra dicha enfermedad. Los animales infectados pueden tener rabia
furiosa o muda. En la rabia furiosa, el animal está agitado y presenta conducta anormal;
posteriormente queda paralizado y muere. En la rabia muda, la parálisis localizada o
generalizada es lo que predomina desde el comienzo.
Actualmente, en los países desarrollados, la mayor parte de los casos de rabia humana suelen
ser causadas por mordeduras de animales salvajes infectados. Dichos animales pueden tener
un comportamiento furioso, pero es más probable que presenten cambios de comportamiento
menos obvios. Los de hábito nocturno (murciélagos, mofetas, mapaches y zorros) infectados
por la rabia pueden salir durante el día y no demostrar el miedo habitual ante los humanos.
A pesar de que resulta extremadamente raro, la rabia puede contraerse respirando aire
infectado. Se ha descrito el desarrollo de dos casos entre unos exploradores que respiraron el
aire de una cueva infestada de murciélagos.
Síntomas
La sintomatología suele comenzar entre 30 y 50 días después del contagio, pero el período de
incubación varía de 10 días a más de un año. Dicho período suele ser más corto en las
víctimas de mordiscos en la cabeza o el tronco o en quienes sufren muchas mordeduras.
En el 20 por ciento de los casos, la rabia se inicia con parálisis en las piernas, que se va
extendiendo hacia el resto del cuerpo. Sin embargo, la enfermedad suele comenzar con un
corto período de depresión mental, inquietud, sensación de malestar y fiebre. La inquietud se
convierte en una agitación incontrolada y el enfermo produce gran cantidad de saliva. Los
espasmos musculares de la garganta y del área vocal suelen ser terriblemente dolorosos. Estos
espasmos son causados por la irritabilidad del área cerebral responsable de las acciones de
tragar y respirar. Una brisa ligera o el simple intento de beber agua pueden inducir dichos
espasmos. En consecuencia, una persona que padece rabia no puede beber y, por este motivo,
la enfermedad suele recibir el nombre de hidrofobia (miedo al agua).
Diagnóstico
Cuando alguien es mordido por un animal enfermo o salvaje, la mayor preocupación debe ser
la posibilidad de que tuviese rabia. Para determinar si se trata de un animal rabioso suele ser
necesario realizar un examen de una muestra de tejido cerebral. Para ello, el animal debe ser
capturado y observado. En realidad, debería ser sacrificado para examinarle el cerebro. Si al
cabo de este tiempo un perro o un gato sin síntomas muerde a una persona, puede ser
confinado y examinado por un veterinario durante 10 días. Si el animal sigue sano, se puede
llegar a la conclusión de que no tenía rabia en el momento de la mordedura.
Si un individuo que ha sido mordido por un animal desarrolla síntomas de inflamación
cerebral progresiva (encefalitis), es probable que la causa sea la rabia. No sirve de nada hacer
una prueba para detectar el virus hasta que no aparecen síntomas. Una biopsia cutánea,
mediante la cual se toma una muestra de piel (generalmente del cuello) para examinarla al
microscopio, puede revelar la presencia del virus.
Prevención y tratamiento
Para prevenir la rabia se deben tomar ciertas medidas antes de la exposición al virus o bien
inmediatamente después de la misma. Por ejemplo, se puede aplicar una vacuna a quienes
tienen un alto riesgo de estar expuestos al virus. Entre estas personas se encuentran los
veterinarios, los técnicos de laboratorio que manipulan animales potencialmente infectados,
los que viven o permanecen más de 30 días en países en vías de desarrollo en los que la rabia
canina es muy frecuente y los que se dedican a explorar cuevas de murciélagos. La
vacunación brinda cierto grado de protección a casi toda la gente durante el resto de su vida.
Sin embargo, los valores de anticuerpos descienden con el paso del tiempo y las personas con
elevado riesgo de seguir expuestas deberían recibir una dosis de refuerzo cada 2 años.
Los individuos que hayan sido mordidos por un animal rabioso rara vez desarrollan la
enfermedad si se toman medidas preventivas de inmediato. Los mordidos por conejos y
roedores (incluyendo ardillas, ardillas rayadas, ratas y ratones) no necesitan tratamiento
ulterior a menos que exista una fuerte sospecha de rabia; estos animales rara vez están
infectados. Sin embargo, quienes hayan sido mordidos por animales salvajes como las
mofetas, los mapaches, los zorros y los murciélagos necesitan tratamiento a menos que el
animal pueda ser capturado y se demuestre que no tiene rabia.
La mejor medida de prevención es tratar de inmediato una herida producida por la mordedura
de un animal. La zona contaminada se limpia completamente con jabón. Las heridas
profundas se lavan con agua jabonosa. Una vez limpias las heridas, las personas que no han
sido inmunizadas previamente con la vacuna contra la rabia reciben una inyección de
inmunoglobulina contra ésta, aplicando la mitad de la dosis en el área del mordisco. También
se les inyecta la vacuna contra la rabia el mismo día de la exposición al virus y los días 3, 7,
14 y 28. El dolor y la inflamación de la zona de la inyección suelen ser poco importantes. Es
raro que se produzcan reacciones alérgicas graves durante la serie de cinco inyecciones;
menos del uno por ciento de los vacunados desarrolla fiebre tras haberla recibido.
En alguien mordido que ya ha sido vacunado con anterioridad, el riesgo de contraer rabia es
menor, pero aun así es fundamental limpiar la herida de inmediato y aplicar dos dosis de la
vacuna (los días 0 y 2).
Antes de que se contara con la terapia que existe en la actualidad, la persona que padecía rabia
fallecía al cabo de 3 a 10 días de haberla contraído. La mayoría moría a causa de una
obstrucción en las vías respiratorias (asfixia), convulsiones, agotamiento o parálisis
generalizada. A pesar de que en el pasado se consideraba que la muerte por rabia era
inevitable, unos pocos sobrevivían. En esos casos la supervivencia se puede atribuir al cuidado
intensivo para controlar los síntomas que afectaban a los pulmones, al corazón y al cerebro.
Una vez que los síntomas han aparecido, ninguna vacuna ni inmunoglobulina contra la rabia
parece tener efecto.
Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob
Síntomas
Diagnóstico
Prevención y tratamiento
Síntomas y diagnóstico
Muchos de los infectados por el virus JC no presentan aparentemente síntomas. Al igual que
sucede con el herpesvirus, el JC parece permanecer latente hasta que algo (como un sistema
inmunitario deficiente) provoca su reactivación. En consecuencia, la leucoencefalopatía
multifocal progresiva suele aparecer sólo años después de la infección inicial.
La sintomatología suele iniciarse de forma repentina y gradual. Una vez que aparecen los
síntomas, en general empeoran rápidamente y varían dependiendo de la parte infectada del
cerebro. Es frecuente la parálisis que afecta a la mitad del cuerpo. Sólo en casos raros se
producen dolores de cabeza y convulsiones. En aproximadamente dos de cada tres personas
aparece una progresiva pérdida de la capacidad intelectual (demencia). También una creciente
dificultad para hablar, así como ceguera parcial. Es muy frecuente que la persona muera entre
uno y seis meses después del comienzo de los síntomas, pero algunas han sobrevivido a este
tiempo.
El médico basa su diagnóstico en el desmejoramiento progresivo del paciente. Las técnicas no
invasivas, como la tomografía computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM), pueden
ayudar a establecer el diagnóstico. Sin embargo, el diagnóstico definitivo no puede
establecerse hasta después del fallecimiento del enfermo, pues sólo entonces se puede
examinar el tejido cerebral.
Tratamiento
Arbovirus es un término usado para un virus que se transmite a los humanos a través de los
insectos, como las garrapatas y los mosquitos, los cuales se contagian al picar animales
infectados, como animales y pájaros domésticos.
La encefalitis causada por arbovirus es una grave infección del cerebro causada por uno de los
diversos virus de este grupo.
Existen varios tipos de encefalitis vírica transmitidos por picaduras de insectos. El virus
responsable de cada una de estas afecciones se transmite por un tipo concreto de mosquito que
se encuentra en zonas geográficas específicas. Las enfermedades son zoonosis endémicas en
la región, pero se suceden brotes periódicamente cuando aumenta la población de animales
infectados. Las infecciones en los humanos son incidentales y no incrementan la transmisión
del virus.
La encefalitis equina occidental se produce en personas de todas las edades, pero afecta
particularmente a los niños menores de un año. La encefalitis equina oriental afecta sobre todo
a los niños pequeños y a las personas de más de 55 años y provoca la muerte con más
frecuencia que la variedad occidental. Ambos tipos tienden a ser graves en los niños menores
de un año, causando un daño nervioso o cerebral permanente. El riesgo de muerte es mayor en
las personas de edad avanzada. Existen diversos virus en el grupo de virus de California, como
el virus de California, el virus La Crosse y el de Jamestown Canyon. Todos los virus de este
grupo afectan principalmente a los niños.
Síntomas y tratamiento
Los síntomas iniciales o más frecuentes son dolor de cabeza, somnolencia y fiebre. Los
vómitos y la rigidez de nuca son signos menos frecuentes de una infección de cerebro y
médula espinal. Luego pueden aparecer temblores musculares, confusión mental,
convulsiones y coma. Ocasionalmente, los brazos y las piernas quedan paralizados.
A diferencia de la encefalitis causada por el virus herpes simple, no existe tratamiento
específico. La atención médica generalmente se limita a medidas de soporte. Se intenta
mantener el funcionamiento cardíaco y pulmonar del paciente mientras la infección sigue su
curso.
Los arenavirus y algunos virus relacionados con los arbovirus pueden transmitirse a los
humanos a través del contacto con roedores o aerosoles que se originen en sus deyecciones.
Coriomeningitis linfocítica
La coriomeningitis linfocítica es una enfermedad causada por arenavirus que por lo general
produce un trastorno similar a la gripe.
El arenavirus está presente en los roedores, especialmente el ratón de casa gris y el hámster.
Éstos suelen estar infectados por el virus de por vida y lo excretan en la orina, las heces, el
semen y las secreciones nasales. La exposición al polvo o los alimentos contaminados suele
ser responsable de la infección en los seres humanos. La enfermedad generalmente se produce
en el invierno cuando los roedores salvajes buscan albergue bajo techo.
Síntomas
Una enfermedad similar a la gripe se desarrolla de una a tres semanas después de la infección.
Generalmente en los casos que desarrollan síntomas, se produce fiebre de 38,3 a 40 °C, que
puede incluir temblores (escalofríos). Otros síntomas incluyen sensación de malestar, náuseas,
aturdimiento, debilidad y dolores musculares. El mal se concentra detrás de los ojos y
empeora con la luz intensa. También puede producirse dolor de garganta y de articulaciones,
vómitos y falta de apetito. La enfermedad puede incluir inflamación de las articulaciones de
los dedos y de los testículos. Se puede sufrir alopecia (caída del cabello).
Con frecuencia, la enfermedad se presenta en dos fases. La inflamación de la membrana que
cubre el cerebro (meningitis) se desarrolla de una a dos semanas después de los síntomas
similares a una gripe. Las personas con meningitis tienen dolor de cabeza y rigidez en el
cuello. Por lo general, se recuperan por completo. En ciertos casos, se desarrolla una
inflamación del tejido cerebral (encefalitis) con cefalea y somnolencia. En pocas ocasiones,
puede existir daño neurológico residual.
Diagnóstico y tratamiento
Fiebres hemorrágicas
En varias partes del mundo, las infecciones características de los animales (zoonosis) se
manifiestan en los seres humanos. Estas infecciones están relacionadas con el hábitat local y
los vectores de transmisión de los virus. Algunos virus causan una infección grave,
generalmente mortal, caracterizada por una fiebre hemorrágica, sangrado generalizado y fallo
de varios órganos. Estas infecciones incluyen la fiebre hemorrágica boliviana y argentina y la
fiebre Lassa.
La fiebre Lassa es una infección por arenavirus transmitida de los roedores a los humanos o
entre las propias personas. Produce fiebre, vómitos y sangrado. Es mortal en casi todos los
casos y requiere un estricto aislamiento de los afectados. Se produce principalmente en África
occidental.
La infección causada por hantavirus es una enfermedad vírica que se transmite de los roedores
a los humanos y causa graves infecciones pulmonares y renales.
Los hantavirus son bunyavirus relacionados lejanamente con el grupo de virus de California
que provoca encefalitis. Están presentes en todo el mundo, en la orina, las heces y la saliva de
varios roedores, incluyendo los ratones y ratas de campo y laboratorio. Se contrae infección al
tener contacto con roedores o sus deyecciones o posiblemente al inhalar partículas de virus
presentes en el aire. No existe evidencia de contagio entre personas. Recientemente se han
producido brotes de infección por hantavirus en el sudoeste de los Estados Unidos, en una
variedad que afecta a los pulmones. Sin embargo, los mismos virus u otros relacionados con
ellos han sido hallados en otras partes de los Estados Unidos y es posible que existan en todos
aquellos sitios en donde vivan los huéspedes apropiados.
Síntomas
Tratamiento
Por lo general, se proporcionan medidas de sostén. Si se trata a tiempo, el fármaco antivírico
ribavirina puede ser de gran ayuda. En los casos de infección pulmonar, se debe suministrar
oxígeno y el control de la presión arterial es fundamental para que el paciente se recupere. En
ciertos casos de infección renal, es posible que se necesite diálisis, un proceso que puede
salvar la vida del paciente.
CAPITULO 188
Infecciones en personas con las defensas bajas
Tanto las barreras físicas como el sistema inmunitario defienden al cuerpo contra los
microorganismos que causan infección. Las barreras físicas incluyen la piel, las lágrimas, la
cera de los oídos, la mucosidad (por ejemplo, de la nariz) y el ácido del estómago. Además, el
flujo normal de orina elimina los microorganismos que ascienden por el tracto urinario. El
sistema inmunitario, que es complejo y sofisticado, está formado, entre otros componentes,
por glóbulos blancos y anticuerpos que identifican y eliminan los microorganismos.
Una amplia variedad de enfermedades, fármacos y otros tratamientos pueden causar un daño
en las defensas naturales del cuerpo, provocando infecciones, posiblemente causadas por
microorganismos que normalmente viven en el cuerpo sin provocar alteración alguna.
Factores de riesgo
Un quemado extenso corre mayores riesgos de infección porque la piel dañada permite la
invasión de microorganismos perjudiciales. De la misma forma, las personas sometidas a
procedimientos que reducen sus defensas físicas corren un mayor riesgo de infección. Estos
procedimientos incluyen la inserción de un catéter en el tracto urinario o un vaso sanguíneo o
bien un tubo dentro de las vías respiratorias. Muchos fármacos pueden deprimir el sistema
inmunitario, incluyendo los anticancerosos (quimioterapia), los que se utilizan para evitar el
rechazo de un órgano después de un trasplante (por ejemplo, azatioprina, metotrexato o
ciclosporina) y los corticosteroides (por ejemplo, prednisona).
Los enfermos de SIDA presentan una terrible disminución de su capacidad de lucha contra
ciertas infecciones, particularmente al final de la enfermedad. Están expuestos a enfermedades
oportunistas, es decir, infecciones producidas por microorganismos que generalmente no
infectan a quienes tienen sistemas inmunológicos que funcionan normalmente. También
enferman más gravemente a partir de infecciones comunes, como el herpes.
Las infecciones son más probables y, generalmente, más severas en las personas de edad
avanzada que en los adultos más jóvenes, probablemente porque el envejecimiento reduce la
eficacia del sistema inmunológico. Ciertos trastornos prolongados (crónicos) que son
frecuentes entre los ancianos, como una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cáncer y
diabetes, también incrementan el riesgo de infección. Además, éstos tienen más
probabilidades de encontrarse en un hospital o un centro donde el riesgo de contraer una
infección grave se incrementa. En los hospitales, el uso masivo de antibióticos permite que los
microorganismos resistentes a los mismos prosperen y, por lo tanto, las infecciones
hospitalarias suelen ser más graves y difíciles de tratar que las infecciones contraídas en casa.
Los antibióticos que se administran para erradicar los microorganismos causantes de una
enfermedad en realidad pueden incrementar el riesgo de infección en el paciente. En ciertos
casos, estos matan no sólo las bacterias dañinas sino también las inofensivas que normalmente
viven sobre la piel, o bien las bacterias colaboradoras que viven en el intestino. Cuando esto
sucede, los hongos o las bacterias resistentes a los antibióticos pueden multiplicarse y causar
una segunda infección, llamada superinfección. Las superinfecciones son más frecuentes entre
los niños y los sujetos de edad avanzada y entre las personas con enfermedades crónicas o
incapacitantes. Las superinfecciones también pueden producirse en quienes reciben varios
antibióticos o bien un antibiótico que elimina una amplia variedad de microorganismos
(antibióticos de amplio espectro).
Prevención y tratamiento
Se toman precauciones para proteger a las personas con mayor riesgo de infectarse. Lavarse
las manos es el modo más eficaz de evitar la transmisión de la infección de una persona a otra.
Una persona susceptible también puede ser aislada en una habitación privada de un hospital.
Para reducir aún más el riesgo de infección, se les pide a las visitas que lleven batas limpias y
máscaras, que se laven las manos y se coloquen guantes antes de entrar en la habitación del
paciente.
A pesar de la posibilidad de que los antibióticos
incrementen el riesgo de infección al suprimir
algunas bacterias y permitir que otras crezcan,
también éstos pueden reducir en gran medida ese
riesgo si se utilizan correctamente. Esto es lo que
se conoce como uso profiláctico de los
antibióticos. Se pueden administrar
profilácticamente antes de varios tipos de
cirugía, particularmente operaciones
abdominales y trasplantes de órganos.
La vacunación también puede ayudar a prevenir
infecciones. Las personas que corren un mayor
riesgo de contraer infecciones, especialmente las
de edad avanzada y los enfermos de SIDA,
deben recibir todas las vacunas necesarias para
reducir este riesgo. En la inmunización activa, se
inyecta una vacuna o bien se ingiere por vía oral,
haciendo que el organismo produzca anticuerpos
(proteínas creadas explícitamente para eliminar
agentes específicos que causan enfermedades).
Existen vacunas para evitar o reducir la
severidad de ciertas afecciones como la gripe,
las infecciones neumocócicas, la varicela, el herpes zoster, la hepatitis A y B, el sarampión y
la rubéola. En la inmunización pasiva, los anticuerpos son inyectados, con lo que
proporcionan protección inmediata pero temporal. La inmunización pasiva es particularmente
útil cuando el sistema inmunitario es incapaz de producir suficientes anticuerpos para proteger
a una persona infectada o cuando se necesita protección inmediata, por ejemplo tras la
exposición al virus de la hepatitis.
Como las superinfecciones y las infecciones oportunistas suelen ser resistentes a la mayoría de
los antibióticos, en ciertas ocasiones son difíciles de tratar y puede ser necesario un
tratamiento prolongado. Se toman muestras de sangre u otros tejidos o humores de la persona
infectada y se envían al laboratorio para que se analicen; la identificación de los
microorganismos infectantes ayuda al médico a determinar qué fármacos serán más eficaces.
Hasta que se hayan identificado éstos, se comienza el tratamiento con antibióticos a partir de
sus suposiciones. Para las infecciones graves, es necesario recurrir a combinaciones de los
mismos. En raros casos, un paciente con una cantidad muy baja de glóbulos blancos recibe
transfusiones de células sanguíneas blancas.
Infecciones específicas
Los inmunodeprimidos corren riesgo de contraer varias infecciones, que incluyen nocardiosis,
aspergilosis, mucormicosis e infecciones causadas por citomegalovirus, entre otras.
Nocardiosis
La nocardiosis es una infección causada por la bacteria Nocardia asteroides que suele iniciarse
en los pulmones y puede extenderse hacia la piel y el cerebro.
La Nocardia asteroides suele vivir en la materia en descomposición que se encuentra en la
tierra. Las bacterias son transportadas a través del aire contaminado con partículas de polvo y
penetran en los pulmones al respirar. En casos poco frecuentes, dichas bacterias penetran en el
organismo al ser tragadas o transmitidas a través de la piel. Las personas crónicamente
enfermas y las que reciben fármacos inmunodepresores corren mayor riesgo de contraerla.
Sin embargo, alrededor de la mitad de los afectados con nocardiosis, por lo general ancianos,
carecen de otra enfermedad preexistente. En la actualidad, la nocardiosis es una complicación
poco frecuente del SIDA.
Síntomas
La nocardiosis suele iniciarse como una infección pulmonar. Puede propagarse a través del
flujo sanguíneo, provocando abscesos en muchas áreas del cuerpo, incluyendo el cerebro y
con menos frecuencia el riñón. Se forman abscesos sobre o debajo de la piel en alrededor de
un tercio de los casos.
En la neumonía causada por Nocardia, los síntomas más frecuentes son la tos, una debilidad
general, escalofríos, dolor en el pecho, falta de aire, fiebre, pérdida del apetito y de peso.
Puede acumularse líquido en el espacio pleural (localizado entre las membranas que recubren
los pulmones). Estos síntomas son similares a los de la tuberculosis y otros tipos de neumonía
bacteriana.
Alrededor de un tercio de los afectados con no-cardiosis desarrollan abscesos cerebrales y
experimentan intensos dolores de cabeza y sensaciones de debilidad. La parte del cuerpo que
se debilita depende de la zona del cerebro en donde se localiza el absceso.
Diagnóstico y tratamiento
Aspergilosis
La aspergilosis, causada por el hongo Aspergillus es una infección que afecta principalmente a
los pulmones.
El Aspergillus suele encontrarse en el abono, alrededor de la casa, en los alimentos y en el
cuerpo. Algunas personas sufren una reacción alérgica al Aspergillus presente en la superficie
de su cuerpo aunque no haya invadido los tejidos.
La aspergilosis se produce cuando estos hongos se encuentran sobre la superficie del cuerpo o
invaden tejidos más profundos, como los conductos auditivos o los pulmones, particularmente
en sujetos con tuberculosis o bronquitis. En los pulmones puede crecer una masa de hongos
(aspergiloma). Esta formación está compuesta por una acumulación de fibras micóticas, fibras
que coagulan la sangre y glóbulos blancos. Aumenta progresivamente de tamaño, destruyendo
el tejido pulmonar durante el proceso. En inmunodeprimidos, como quienes han sido
sometidos a trasplantes de corazón o hígado, la aspergilosis puede propagarse a través del
flujo sanguíneo hasta el cerebro y los riñones. Es una infección reconocida pero poco
frecuente entre los enfermos de SIDA.
Síntomas
La aspergilosis del conducto auditivo produce picazón y en algunos casos dolor. El líquido
que brota del oído durante la noche puede manchar la almohada.
La masa micótica localizada en los pulmones ocasionalmente no causa ningún síntoma y es
descubierta fortuitamente por una radiografía. Sin embargo, puede causar repetidos accesos de
tos con sangre y una hemorragia raramente grave, incluso mortal.
La infección de los tejidos más profundos produce una grave enfermedad. Los síntomas
incluyen fiebre, escalofríos, shock, delirio y coágulos de sangre. El paciente puede desarrollar
insuficiencia renal o hepática (causante de ictericia) y dificultades respiratorias. Puede fallecer
rápidamente.
Diagnóstico y tratamiento
Los síntomas por sí solos brindan claves importantes para establecer el diagnóstico. En la
medida de lo posible, se toma una muestra de material infectado para su cultivo. El hongo
puede tardar varios días en crecer para su identificación, pero el tratamiento debe comenzar de
inmediato, porque esta enfermedad puede ser mortal.
El acetato de aluminio (solución de Burow) es utilizado para limpiar el canal auditivo
infectado. La masa de hongos suele ser extirpada quirúrgicamente. Por lo general se realiza
una infusión intravenosa de un medicamento antifúngico, como la anfotericina B. El
ketoconazol y el itraconazol son fármacos que se toman por vía oral cuando se produce una
infección de los tejidos más profundos. Algunas especies de Aspergillus, no obstante, son
resistentes a dichos fármacos.
Mucormicosis
Diagnóstico y tratamiento
Como los síntomas de mucormicosis pueden parecerse a los de otras infecciones, es posible
que el médico no consiga diagnosticarla de inmediato. Tomar muestras de tejidos corporales
infectados para su cultivo puede no servir de mucho, puesto que es difícil que el hongo crezca
en el laboratorio. Se puede establecer el diagnóstico observando los síntomas del paciente y su
condición, incluyendo un estado inmunológico deficiente o una diabetes no controlada.
Una persona con mucormicosis suele ser tratada con anfotericina B administrada de forma
intravenosa o inyectada directamente en el líquido espinal. El tejido infectado puede ser
extirpado mediante cirugía. Si el sujeto también tiene diabetes, sus valores de azúcar en la
sangre (glucosa) deben controlarse hasta alcanzar proporciones casi normales.
La infección por citomegalovirus es una afección vírica que puede ser adquirida antes de
nacer o en cualquier momento después del nacimiento.
El citomegalovirus se encuentra en todas partes. Las personas con infección activa pueden
alojar el virus en su orina o saliva durante meses. Éste también se excreta en la mucosidad
cervical, el semen, la heces y la leche materna. Los niños que pasan muchas horas en
instituciones como escuelas o centros de cuidado diurnos suelen contagiarse el virus unos a
otros. También suele ser transmitido por los varones homosexuales que mantienen relaciones
sin protección. La infección por citomegalovirus puede desarrollarse en personas que reciben
sangre contaminada o a las que se les trasplanta un órgano infectado, como por ejemplo un
riñón.
Cuando el citomegalovirus penetra en el organismo, puede o no generar una enfermedad
activa. Una vez dentro, puede permanecer latente durante años, pero volverse activo y causar
enfermedad en cualquier momento. Entre el 60 y el 90 por ciento de los adultos ha tenido una
infección por citomegalovirus en algún momento, a pesar de que por lo general no hayan
presentado síntomas. Las infecciones graves se producen generalmente sólo en
inmunodeficientes, por ejemplo, aquellos que han recibido un trasplante de médula ósea o los
enfermos de SIDA.
Síntomas
La infección antes del nacimiento ocasionalmente provoca abortos, hace que el bebé nazca
muerto o bien causa la muerte del recién nacido. Ésta se produce por hemorragia, anemia o
una lesión extensa del hígado o el cerebro.
Generalmente, los que contraen la infección después de nacer y albergan el virus no presentan
síntomas. No obstante, una persona sana que resulta infectada puede sentirse enferma y tener
fiebre. Si un individuo recibe una transfusión de sangre que contenga el citomegalovirus, los
síntomas pueden comenzar de 2 a 4 semanas más tarde. Éstos incluyen fiebre que dura de dos
a tres semanas y algunas veces inflamación del hígado (hepatitis), posiblemente con ictericia.
El número de linfocitos, una variedad de glóbulos blancos, puede incrementarse.
Ocasionalmente aparece una erupción cutánea.
Un enfermo inmunodeficiente y que está infectado con citomegalovirus es particularmente
propenso a desarrollar una infección grave y puede enfermar gravemente y morir. En los
enfermos de SIDA, éste suele infectar la retina, causando ceguera. También puede producirse
una infección del cerebro (encefalitis) o úlceras en el intestino o el esófago. Los trasplantados
con órganos infectados por citomegalovirus corren grandes riesgos de morir, porque como
parte del proceso del trasplante reciben drogas que suprimen el sistema inmunitario.
Diagnóstico y tratamiento
Las enfermedades de transmisión sexual (venéreas) son las que se transmiten a menudo, si no
en todos los casos, de persona a persona a través del contacto sexual.
Como la actividad sexual brinda oportunidad para que los microorganismos encuentren
nuevos huéspedes, una gran variedad de microorganismos infecciosos pueden transmitirse de
este modo. Éstos abarcan desde virus microscópicos (por ejemplo, el virus de la
inmunodeficiencia humana) a insectos visibles (por ejemplo, la ladilla o el piojo púbico). El
contagio de algunas enfermedades venéreas no requiere penetración genital. A pesar de que
dichas enfermedades suelen ser el resultado de las relaciones sexuales vaginales, orales o
anales con una persona infectada, ocasionalmente pueden ser transmitidas al besar o mantener
un contacto corporal estrecho. Ciertos agentes de enfermedades de transmisión sexual pueden
ser contagiados a través de los alimentos y el agua o bien de las transfusiones de sangre, los
instrumentos médicos contaminados o las agujas utilizadas por los adictos a las drogas.
Incidencia
Las enfermedades venéreas figuran entre las infecciones más frecuentes del mundo. En los
países occidentales, el número de personas con estas afecciones ha aumentado de forma
estable desde la década de 1950 hasta la década de 1970, pero por lo general se ha estabilizado
en la década de 1980. Al final de la década de 1980, sin embargo, el número comenzó a
aumentar de nuevo en muchos países,
particularmente los casos de sífilis y gonorrea.
Más de 250 millones de personas en todo el
mundo se infectan cada año con gonorrea. En
cuanto a la sífilis, las cifras indican 50 millones
de personas en todo el mundo. Otras
enfermedades de transmisión sexual, como la
tricomoniasis y el herpes genital, probablemente
son más frecuentes, pero como los médicos no
tienen la obligación de comunicarlas a los
microorganismos públicos, las cifras son menos
fiables.
En la actualidad, los tratamientos curan
rápidamente la mayoría de las enfermedades de
transmisión sexual y evitan que se propaguen.
Sin embargo, ciertos microorganismos más
antiguos, resistentes a los medicamentos, se han
diseminado ampliamente, en parte debido al
transporte aéreo. Esta movilidad fue responsable
parcialmente de la rápida propagación del virus
de la inmunodeficiencia humana (VIH).
El control de las enfermedades venéreas depende
de fomentar las prácticas sexuales seguras y
brindar buenas instalaciones médicas para su
diagnóstico y tratamiento. Es fundamental
educar a las personas y explicarles cómo evitar
la propagación de estas enfermedades, especialmente fomentando el uso del preservativo.
Otro aspecto del control es la localización del contagio. Los médicos intentan localizar y tratar
a todos los contactos sexuales de la persona infectada. Las personas que han sido tratadas son
examinadas nuevamente para tener la certeza de que están curadas.
Clasificación
Sífilis
Síntomas
Estadio primario
En el estadio primario, aparece una llaga o úlcera indolora (chancro) en el sitio de infección,
generalmente sobre el pene, la vulva o la vagina. El chancro también puede aparecer en el ano,
el recto, los labios, la lengua, la garganta, el cérvix, los dedos o, rara vez, en otras partes del
cuerpo. Por lo general, se presenta una sola llaga, pero en ocasiones pueden ser varias.
El chancro comienza como una pequeña zona roja abultada que pronto se convierte en una
llaga abierta (úlcera), pero sigue siendo indolora. La llaga no sangra, pero al rozarla desprende
un líquido claro altamente infeccioso. Los ganglios linfáticos cercanos suelen aumentar de
tamaño, pero son indoloros. Como la lesión produce tan pocos síntomas, suele ser ignorada.
Alrededor de la mitad de las mujeres infectadas y un tercio de los hombres infectados no sabe
que la tienen. Ésta suele curarse en 3 a 12 semanas, después de lo cual el afectado parece
encontrarse perfectamente bien.
Estadio secundario
El estadio secundario suele iniciarse con una erupción cutánea, que suele aparecer de 6 a 12
semanas después de la infección. Alrededor del 25 por ciento de los infectados aún tiene una
llaga que se está curando durante esta etapa. Esta erupción puede durar poco tiempo o bien
prolongarse durante meses. Aunque la persona no reciba tratamiento, suele desaparecer. Sin
embargo, puede aparecer de nuevo semanas o meses más tarde.
En el estadio secundario, son frecuentes las úlceras en la boca que afectan a más del 80 por
ciento de los enfermos. Alrededor del 50 por ciento presenta ganglios linfáticos inflamados en
todo el cuerpo y aproximadamente un 10 por ciento tiene inflamación en los ojos. Esta
inflamación no suele producir síntomas, aunque, ocasionalmente, el nervio óptico se inflama y
entonces la visión se vuelve borrosa. Aproximadamente el 10 por ciento presenta inflamación
de huesos y articulaciones que produce mucho dolor. La inflamación renal puede hacer que se
encuentren proteínas en la orina y la del hígado puede provocar ictericia. Un reducido número
de personas desarrolla una inflamación de la membrana que recubre del cerebro (meningitis
sifilítica aguda), que se traduce en dolor de cabeza, rigidez en el cuello y en ocasiones sordera.
Ocasionalmente, aparecen formaciones algo abultadas (condilomas planos) en las que la piel
se une a una membrana mucosa, por ejemplo, en los bordes internos de los labios y de la vulva
y en las zonas húmedas de la piel. Estas lesiones extremadamente infecciosas pueden
aplanarse y adoptar un color rosa oscuro o gris. El pelo suele caerse a mechones, lo cual le da
una apariencia apolillada. Otros síntomas incluyen sensación de malestar (indisposición),
pérdida del apetito, náuseas, vómitos, fatiga, fiebre y anemia.
Estadio latente
Una vez que la persona se ha recuperado del estadio secundario, la enfermedad entra en un
estadio latente en el que no se producen síntomas. Esta etapa puede durar años o décadas o
durante el resto de la vida. Durante la primera parte del estadio latente, a veces recurren las
llagas infecciosas.
Estadio terciario
Durante la tercera etapa (estadio terciario), la sífilis no es contagiosa. Los síntomas oscilan
entre leves y devastadores. Pueden aparecer tres tipos principales de síntomas: sífilis terciaria
benigna, sífilis cardiovascular y neurosífilis.
La sífilis terciaria benigna es muy rara en la actualidad. En varios órganos aparecen bultos
llamados gomas, que crecen lentamente, se curan de forma gradual y dejan cicatrices. Estas
lesiones pueden aparecer en casi todo el cuerpo, pero son más frecuentes en la pierna justo
debajo de la rodilla, la parte superior del tronco y el cuero cabelludo. Los huesos pueden
resultar afectados, provocando un dolor profundo y penetrante que suele empeorar durante la
noche.
La sífilis cardiovascular suele aparecer de 10 a 25 años después de la infección inicial. El
enfermo puede desarrollar un aneurisma (debilitamiento y dilatación) de la aorta (la principal
arteria que sale del corazón) o insuficiencia de la válvula aórtica. Estos trastornos pueden
producir dolor de pecho, insuficiencia cardíaca o la muerte.
La neurosífilis (sífilis del sistema nervioso) afecta a alrededor del 5 por ciento de todos los
sifilíticos no tratados. Las tres clases principales son neurosífilis meningovascular, neurosífilis
parética y neurosífilis tabética.
Diagnóstico
El médico sospecha que una persona tiene sífilis a partir de sus síntomas. El diagnóstico
definitivo se basa en los resultados de las pruebas de laboratorio y la exploración física.
Se utilizan dos tipos de análisis de sangre. El primero es un análisis de control, como la
llamada VDRL (laboratorio de investigación de enfermedades venéreas) o el RPR (reargina
rápida del plasma). Dichos análisis son fáciles de hacer y no resultan costosos. En ciertos
casos dan resultados falsos positivos, pero tienen la ventaja de negativizarse cuando se repiten
después de un tratamiento correcto. Es posible que el médico necesite repetir este tipo de
pruebas porque los resultados pueden ser negativos en las primeras semanas de sífilis
primaria. El segundo tipo de análisis de sangre, que es más exacto, detecta anticuerpos contra
la bacteria que produce sífilis; sin embargo, una vez que se obtiene un resultado positivo, los
subsiguientes siempre serán positivos, incluso después de un tratamiento exitoso. Una de estas
pruebas, llamada FTA-ABS, se utiliza para confirmar que el resultado positivo de un análisis
de control realmente esté causado por la sífilis.
En los estadios primario o secundario, es posible diagnosticar la enfermedad tomando una
muestra de líquido de una llaga de la piel o la boca e identificando las bacterias al
microscopio. También se puede utilizar el análisis de anticuerpos realizado sobre una muestra
de sangre. Para la neurosífilis se efectúa una punción lumbar para realizar un análisis de
anticuerpos. En el estadio latente, la sífilis se diagnostica sólo mediante pruebas de
anticuerpos realizadas con muestras de sangre y líquido espinal. En el estadio terciario, se
diagnostica a partir de los síntomas y el resultado de un análisis de anticuerpos.
Tratamiento y pronóstico
Debido a que las personas con sífilis en los estadios primario o secundario transmiten la
infección, deben evitar el contacto sexual hasta que ellas y sus parejas sexuales hayan
completado el tratamiento. En el caso de sífilis en estadio primario, todas las personas con las
que hayan mantenido relaciones sexuales en los 3 meses anteriores corren peligro. Con sífilis
en estadio secundario, todas las parejas sexuales del último año pueden haberse contagiado.
Estas personas necesitan ser controladas con un análisis de anticuerpos y, si el resultado es
positivo, deben recibir tratamiento.
La penicilina, que en general es el mejor antibiótico para todos los estadios de la sífilis, suele
administrarse por vía intramuscular durante el estadio primario, aplicándose en cada nalga
sólo una vez. En casos de sífilis en estadio secundario, se aplican dos inyecciones adicionales
con intervalos de una semana. La penicilina también se utiliza en casos de sífilis latente y en
estadio terciario, a pesar de que puede ser
necesario un tratamiento intravenoso más
intenso. Las personas alérgicas a la penicilina
pueden recibir doxiciclina o tetraciclina oral
durante 2 a 4 semanas.
Más de la mitad de las personas con sífilis en sus
primeros estadios, especialmente en el estadio
secundario, desarrolla una reacción (llamada
reacción de Jarisch-Herxheimer) de 2 a 12 horas
después del primer tratamiento. Se cree que ésta
es el resultado de la muerte repentina de
millones de bacterias. Los síntomas incluyen:
sensación de malestar general, fiebre, dolor de
cabeza, sudoración, escalofríos con temblores y
un empeoramiento temporal de las llagas
sifilíticas. En raras ocasiones, las personas con
neurosífilis pueden tener convulsiones o sufrir parálisis.
Las personas con sífilis en estadios latente o terciario deben ser examinadas con intervalos
regulares una vez finalizado el tratamiento. Los resultados de los análisis de anticuerpos
suelen ser positivos durante muchos años, a veces durante toda la vida. Éstos no indican que
exista una nueva infección. También se realizan otras pruebas para verificar que no existan
nuevas infecciones.
Después del tratamiento, el pronóstico para los estadios primario, secundario y latente de la
sífilis es excelente. Pero el pronóstico es malo en los casos de sífilis terciaria que afecte al
cerebro o al corazón, ya que las lesiones existentes por lo general son irreversibles.
Gonorrea
Síntomas
En los hombres, los primeros síntomas suelen aparecer de 2 a 7 días después de la infección.
Comienzan con una ligera molestia en la uretra, seguida, a las pocas horas, de un dolor leve o
intenso al orinar y una secreción de pus proveniente del pene. El hombre tiene una necesidad
imperiosa y frecuente de orinar, que empeora a medida que la enfermedad se extiende a la
parte superior de la uretra. El orificio del pene puede adoptar un color rojizo e hincharse.
En las mujeres, los primeros síntomas suelen aparecer entre 7 y 21 días después de la
infección. Las mujeres infectadas no suelen presentar síntomas durante semanas o meses y la
enfermedad se descubre sólo después de que a su pareja masculina se le diagnostica la misma
y ella es examinada por haber estado en contacto con él. Si aparecen síntomas, suelen ser
leves. Sin embargo, algunas mujeres tienen síntomas graves, como una frecuente necesidad de
orinar, dolor al orinar, secreción vaginal y fiebre. El cérvix, el útero, las trompas de Falopio,
los ovarios, la uretra y el recto pueden resultar infectados y provocar un gran dolor pélvico o
molestias durante el coito. El pus, que aparentemente proviene de la vagina, puede provenir
del cérvix, de la uretra o de las glándulas próximas al orificio vaginal.
Las mujeres y los varones homosexuales que mantienen relaciones sexuales por vía anal
pueden contraer gonorrea rectal. La enfermedad puede causar malestar alrededor del ano y
secreciones provenientes del recto. La zona que rodea el ano se enrojece y queda en carne
viva, mientras que las heces se cubren de mucosidad y pus. Cuando el médico examina el
recto con un anoscopio (tubo de visualización), es posible distinguir moco y pus sobre la
pared del mismo.
El sexo oral con una persona infectada puede producir gonorrea de garganta (faringitis
gonocócica). Por lo general, la infección no provoca síntomas, pero en ciertos casos produce
dolor de garganta y malestar al tragar.
Si los humores infectados entran en contacto con los ojos, puede producirse una infección
externa del ojo (conjuntivitis gonorreica). Los recién nacidos pueden infectarse con gonorrea a
través de su madre en el momento del parto, lo que les provoca hinchazón de ambos párpados
y una descarga de pus proveniente de los ojos. En los adultos suelen producirse los mismos
síntomas, pero por lo general sólo un ojo resulta afectado. Si la infección no recibe tratamiento
puede derivar en ceguera.
La infección vaginal en las niñas pequeñas y jóvenes suele ser el resultado de un abuso sexual
por parte de adultos, pero en raras ocasiones se produce por manipular artículos del hogar
infectados. Los síntomas incluyen irritación, enrojecimiento e inflamación de la vulva, con
secreción de pus proveniente de la vagina. La niña suele padecer molestias en la zona vaginal
o sentir dolor al orinar. El recto también puede resultar inflamado y las secreciones pueden
manchar su ropa interior.
Diagnóstico
Tratamiento
La gonorrea suele tratarse con una sola dosis de ceftriaxona intramuscular o bien con una
semana de antibióticos orales (por lo general doxiciclina). Si la gonorrea se ha dispersado a
través del flujo sanguíneo, el enfermo recibe habitualmente tratamiento en un hospital, a
menudo con antibióticos intravenosos. Debido a que la infección con Chlamydia es frecuente
tanto en los hombres como en las mujeres con gonorrea, es difícil de diagnosticar, los
pacientes reciben un tratamiento de una semana con doxiciclina o tetraciclina o bien una dosis
única de azitromicina, otro antibiótico de acción prolongada.
Si los síntomas recurren o persisten al final del tratamiento, se pueden obtener especímenes
para su cultivo con el fin de asegurarse de que el paciente esté curado. En los hombres los
síntomas de uretritis pueden recurrir, causando una enfermedad llamada uretritis
posgonocócica. Está casi siempre causada por Chlamydia y otros microorganismos que no
responden al tratamiento con ceftriaxona y se produce particularmente en pacientes que no
siguen el plan de tratamiento.
Chancroide
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Linfogranuloma venéreo
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Granuloma inguinal
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Síntomas y diagnóstico
Complicaciones y pronóstico
Si una infección causada por Chlamydia trachomatis no recibe tratamiento, los síntomas
desaparecen a las 4 semanas en alrededor del 60 o 70 por ciento de las personas. Sin embargo,
una infección clamidial puede causar varias complicaciones. No se sabe con certeza si el
Ureaplasma tiene algo que ver con éstas.
Si no recibe tratamiento, una infección clamidial en las mujeres suele ascender hasta las
trompas de Falopio, donde la inflamación causa dolor y la cicatrización puede producir
infertilidad o un embarazo ectópico. Estas últimas complicaciones ocasionalmente tienen
lugar en ausencia de síntomas previos y producen un considerable sufrimiento y costo médico.
En los hombres, la Chlamydia puede causar epididimitis, provocando una dolorosa
inflamación del escroto en uno o ambos lados.
Tratamiento
Las infecciones clamidiales y ureaplásmicas suelen ser tratadas con tetraciclina o doxiciclina
administradas por vía oral durante al menos 7 días, o bien con una sola dosis de azitromicina.
Las mujeres embarazadas no deben tomar tetraciclina. En alrededor del 20 por ciento de las
personas, la infección recurre después del tratamiento. Entonces éste se repite por un período
más extenso.
Las personas infectadas que tienen relaciones sexuales antes de completar el tratamiento
pueden infectar a sus parejas. En consecuencia, en la medida de lo posible dichas parejas son
tratadas simultáneamente.
Tricomoniasis
Síntomas
En las mujeres, la enfermedad suele comenzar con una secreción espumosa de color verde
amarillento proveniente de la vagina. En algunas, dicha secreción suele ser leve. La vulva (los
órganos genitales femeninos externos) puede estar irritada y dolorida y es posible que el coito
produzca también dolor. En los casos graves, la vulva y la piel que la rodea se inflaman, al
igual que los labios. Los síntomas son dolor al orinar o un aumento en la frecuencia de la
micción, que se asemejan a los de una infección de vejiga.
Los hombres con tricomoniasis no suelen presentar síntomas pero pueden infectar a sus
parejas sexuales. Algunos presentan una secreción proveniente de la uretra que es espumosa y
similar al pus, sienten dolor al orinar y necesitan hacerlo con frecuencia. Dichos síntomas
suelen tener lugar temprano por las mañanas. La uretra puede sufrir una leve irritación y en
ocasiones aparece humedad en el orificio del pene. La infección del epidídimo, que causa
dolor testicular, es muy poco frecuente. La próstata también puede infectarse, pero el papel de
los Trichomonas no es muy claro. Estas infecciones son las únicas complicaciones conocidas
de la tricomoniasis en los hombres.
Diagnóstico
En el caso de las mujeres, el diagnóstico generalmente se establece en cuestión de minutos
examinando una muestra de secreción vaginal al microscopio. También suelen realizarse
análisis para otras enfermedades de transmisión sexual.
En los hombres, las secreciones provenientes del extremo del pene deben recolectarse por la
mañana antes de orinar. Éstas se examinan al microscopio y se envía una muestra al
laboratorio para su cultivo. Un cultivo de orina también resulta útil, porque es más probable
que detecte Trichomonas que no se encontraron en el examen al microscopio.
Tratamiento
Una sola dosis de metronidazol oral cura hasta el 95 por ciento de las mujeres infectadas,
siempre y cuando sus parejas sexuales reciban tratamiento simultáneamente. Como no se sabe
con certeza si una sola dosis es eficaz en los varones, se les suele tratar durante 7 días.
Si se administra con alcohol, el metronidazol puede causar náuseas y enrojecimiento de la
piel, así como una disminución en el número de glóbulos blancos y, en las mujeres, una mayor
susceptibilidad a las infecciones vaginales por levaduras (candidiasis genital). Probablemente
sea mejor evitar el metronidazol durante el embarazo, al menos durante los 3 primeros meses.
Las personas infectadas que mantienen relaciones sexuales antes de que la infección se cure
probablemente contagien a sus parejas.
Candidiasis genital
La candidiasis genital es una infección producida por una levadura (hongo) que afecta a la
vagina o al pene; comúnmente es conocida como afta y está causada por Candida albicans.
El hongo Candida normalmente reside en la piel o en los intestinos. Desde estas zonas se
puede propagar hasta los genitales. La Candida no suele ser transmitida sexualmente.
Es una causa muy frecuente de vaginitis. La candidiasis genital se ha vuelto muy frecuente,
principalmente debido al uso cada vez mayor de antibióticos, contraceptivos orales y otros
fármacos que modifican las condiciones de la vagina de un modo que favorece el crecimiento
del hongo. La candidiasis es más frecuente entre las mujeres embarazadas o que están
menstruando y en las diabéticas. Con mucha menos frecuencia, el uso de fármacos (como los
corticosteroides o la quimioterapia contra el cáncer) y la presencia de enfermedades que
suprimen el sistema inmunitario (como el SIDA) pueden facilitar la infección.
Síntomas y diagnóstico
Las mujeres con candidiasis genital suelen tener prurito o irritación en la vagina y la vulva y
ocasionalmente una secreción vaginal. La irritación suele ser muy molesta, pero la secreción
es ligera. La vulva puede enrojecer e inflamarse. La piel puede estar en carne viva y en ciertos
casos se agrieta. La pared vaginal se cubre de un material similar al queso blanco, pero puede
tener un aspecto normal.
Los hombres no suelen presentar sintomatología, pero el extremo del pene (el glande) y el
prepucio (en los varones no circuncidados) en ocasiones se irrita y duele, especialmente
después del coito. A veces aparece una pequeña secreción proveniente del pene. El extremo de
éste y el prepucio pueden adoptar un color rojizo, presentar pequeñas ulceraciones o ampollas
costrosas y estar cubiertos de un material similar al queso blanco.
Un diagnóstico inmediato es posible tomando muestras de la vagina o el pene y
examinándolas al microscopio. Éstas también pueden ser cultivadas.
Tratamiento
En las mujeres, la candidiasis se trata lavando la vagina con agua y jabón, secándola con una
toalla limpia y luego aplicando una crema antimicótica que contenga clotrimazol, miconazol,
butoconazol o tioconazol y terconazol. Alternativamente, se administra ketoconazol,
fluconazol o itraconazol por vía oral. En los hombres, el pene (y el prepucio en los no
circuncidados) debe ser lavado y secado antes de colocar una crema antimicótica (que
contenga, por ejemplo, nistatina).
En ciertos casos, las mujeres que ingieren contraceptivos orales deben dejar de usarlos varios
meses durante el tratamiento de la candidiasis vaginal, porque pueden empeorar la infección.
Ciertas mujeres que corren riesgo de contraer candidiasis vaginal, como las
inmunodeprimidas, o han tomado antibióticos
durante mucho tiempo, pueden necesitar un
fármaco antimicótico u otra terapia de
prevención.
Herpes genital
Síntomas
Diagnóstico
El médico sospecha la presencia de herpes basándose en los síntomas del paciente. Es posible
establecer un diagnóstico de inmediato examinando muestras de las úlceras al microscopio.
Para confirmación, se envían muestras de las mismas para su cultivo a laboratorios especiales.
Los resultados están disponibles en un plazo de 48 horas. Los análisis de sangre pueden
mostrar una evidencia de infecciones pasadas o bien sugerir que existe una reciente, si se
comprueba que los anticuerpos están aumentando.
Tratamiento
Ningún tratamiento cura el herpes genital, pero puede reducir la duración de un brote. El
número de éstos puede reducirse aplicando una terapia continua con bajas dosis de fármacos
antivíricos. El tratamiento es más eficaz si se inicia rápidamente, en general 2 días después de
la aparición de los síntomas. El aciclovir o los fármacos antivíricos relacionados pueden ser
administrados por vía oral, o bien en forma de crema directamente sobre las lesiones. Los
antivíricos reducen la propagación del virus vivo a partir de las lesiones, reduciendo de esta
forma el riesgo de contagio. También pueden reducir la gravedad de los síntomas durante el
brote inicial. Sin embargo, incluso el tratamiento precoz del primer ataque no evita las
recurrencias.
Los pacientes con historia de herpes pueden contagiar a sus parejas sexuales incluso aunque
no se den cuenta de que están pasando por otro brote.
Verrugas genitales
Síntomas y diagnóstico
Estas lesiones suelen formarse en las superficies húmedas y cálidas del cuerpo. En los
hombres, las zonas más frecuentes son la cabeza y el cuerpo del pene y debajo del prepucio (si
el pene no ha sido circuncidado). En las mujeres, se producen en la vulva, la pared vaginal, el
cérvix y la piel que rodea el área vaginal. Las verrugas genitales pueden aparecer en la zona
que rodea el ano y en el recto, especialmente en los varones homosexuales y en las mujeres
que practican sexo anal.
Las verrugas generalmente aparecen de 1 a 6 meses después de la infección y comienzan
como diminutas protuberancias blandas, húmedas de color rosado o rojo. Crecen rápidamente
y pueden desarrollar pedúnculos. En la misma zona suelen aparecer numerosas verrugas y sus
superficies ásperas les confieren la apariencia de una pequeña coliflor. Pueden crecer
rápidamente en las mujeres embarazadas, en los inmuno-deprimidos (por ejemplo, porque
están enfermos de SIDA o porque realizan un tratamiento con fármacos inmunosupresores) y
en los que presentan inflamación en la piel.
Condilomas acuminados
Estas lesiones genitales suelen ser diagnosticadas por su apariencia. Sin embargo, pueden ser
confundidas con las úlceras que aparecen en el segundo estadio de la sífilis. Las verrugas de
aspecto extraño o persistentes pueden ser extraídas quirúrgicamente y analizadas al
microscopio para tener la certeza de que no son cancerosas. Las mujeres que tienen verrugas
en el cérvix deberían realizarse frotis de Papanicolau regularmente.
Tratamiento
La piel no es sólo una capa protectora. Es un sistema que regula la temperatura corporal,
percibe los estímulos de dolor y placer, no permite que determinadas sustancias entren en el
organismo y representa una barrera protectora frente a los efectos perjudiciales del sol. El
color, la textura y los pliegues de la piel contribuyen a identificar a los individuos. Cualquier
alteración en el funcionamiento o en la apariencia de la piel puede tener consecuencias
importantes para la salud física y mental.
Cada estrato de la piel cumple con una tarea específica. La capa exterior, la epidermis, es más
fina, en la mayor parte del cuerpo, que una película de plástico. La parte superior de la
epidermis, el estrato córneo, contiene queratina, está formada por restos de células muertas y
protege la piel de las sustancias nocivas. En la parte inferior de la epidermis se hallan los
melanocitos, células que producen melanina (el pigmento oscuro de la piel).
Qué hay bajo la piel
Este corte transversal muestra las capas de la piel y las estructuras que se encuentran debajo de su superficie.
Debajo de la epidermis se localiza la dermis, que contiene receptores táctiles y del dolor,
cuyas ramificaciones llegan hasta la superficie de la piel y a diversas, glándulas funcionales de
la misma: las glándulas sudoríparas, que producen el sudor, las glándulas sebáceas, que
producen sebo, y los folículos pilosos, que dan origen al pelo. También, en el interior de la
dermis, se encuentran vasos sanguíneos que proporcionan nutrientes y calor a la piel, así como
nervios que se ramifican entre las diferentes capas de la misma.
Por debajo de la dermis se encuentra un estrato de grasa que ayuda a aislar al cuerpo del calor
y del frío.
En las diversas regiones del cuerpo varían el espesor y el color de la piel, así como el número
de glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas, folículos pilosos y nervios. La parte superior de
la cabeza tiene gran cantidad de folículos pilosos, mientras que las palmas de las manos y las
plantas de los pies carecen de ellos. Las capas de epidermis y queratina son más gruesas en las
plantas de los pies y de las palmas de las manos. Las yemas de los dedos de las manos y de los
pies están muy inervadas y son extremadamente sensibles al tacto.
La piel tiende a sufrir cambios a lo largo de la vida de una persona. La piel de un bebé tiene
una capa más gruesa de grasa y una mucho más fina de queratina protectora. A medida que las
personas envejecen pierden la grasa del estrato subcutáneo, la dermis y la epidermis se
vuelven más delgadas, las fibras elásticas de la dermis se fragmentan y la piel tiende a
arrugarse. La irrigación sanguínea de la piel también disminuye con la edad, por lo que las
lesiones cutáneas curan más lentamente en las personas mayores. Las pieles más envejecidas
producen menos sebo protector y por ello la piel se seca con mayor facilidad.
Los médicos pueden identificar muchas enfermedades de la piel a través de una simple
exploración visual. Las características reveladoras incluyen tamaño, forma, color y
localización de la anomalía, además de la presencia o ausencia de otros signos o síntomas.
Algunas veces el médico debe extraer una pequeña porción de piel para examinarla al
microscopio; este método se denomina biopsia. Para esta simple operación, el médico, por lo
general, insensibiliza una pequeña zona de piel con una anestesia local y, utilizando un bisturí
(escalpelo) o un sacabocados circular (punzón para biopsias), extrae una porción de piel de
aproximadamente tres milímetros de diámetro. A menudo el médico cierra el corte con un
punto y detiene la hemorragia.
Cuando los médicos sospechan que la piel pueda estar infectada, efectúan un raspado del
material y lo envían a un laboratorio, donde se siembra la muestra en un medio de cultivo. Si
la muestra contiene bacterias, hongos o virus, éstos crecen en el cultivo, pudiendo así ser
identificados.
Otros análisis de laboratorio pueden también servir a los médicos en el diagnóstico de las
infecciones de la piel. En un examen con luz de Wood, una frecuencia de luz ultravioleta
(negra), se hacen visibles algunos hongos, así como ciertas anomalías de la pigmentación. El
análisis de Tzanck ayuda a diagnosticar infecciones víricas de la piel tales como el herpes.
Con un pequeño escalpelo, el médico raspa la superficie de la piel inflamada y la examina al
microscopio. Si se evidencia un agrandamiento o una agrupación de las células, ello puede
indicar una infección vírica. La muestra de piel también puede ser enviada a un laboratorio
para realizar un cultivo para virus.
Muchos de los problemas que se presentan en la piel quedan limitados a la misma. Sin
embargo, en algunos casos, la piel indica una alteración de cualquier parte del cuerpo. Por
ejemplo, las personas que tienen lupus eritematoso sistémico presentan una erupción rojiza
inusual en sus mejillas, generalmente tras una exposición al sol. En consecuencia, los médicos
deben considerar varias causas posibles cuando evalúan los problemas de la piel. Examinar la
superficie de la piel en su totalidad y buscar determinados tipos de erupción puede ayudarlos a
identificar cualquier enfermedad. Para examinar la distribución de un problema cutáneo, el
médico puede pedir al paciente que se desvista completamente, aunque el paciente sólo note
anomalías en una pequeña zona de la piel. Los médicos también pueden solicitar análisis de
sangre u otras pruebas de laboratorio aunque la persona aparentemente tenga un problema que
se limite sólo a la piel.
CAPITULO 191
Medicación tópica para la piel
Prácticamente todos los medicamentos para la piel son tópicos o sistémicos. Los
medicamentos tópicos son aplicados directamente en el área afectada de la piel. Los
medicamentos sistémicos se ingieren por vía oral o se inyectan y se distribuyen por todo el
cuerpo. En raras ocasiones, cuando se necesita una elevada concentración de un medicamento
en la zona afectada, el médico puede inyectar un fármaco justo debajo de la piel; este
procedimiento recibe el nombre de inyección intradérmica.
Algunos medicamentos para la piel requieren una prescripción médica; otros pueden ser
adquiridos sin receta. Aunque en general sean considerados más seguros que los que requieren
receta, los medicamentos de venta libre deben ser utilizados con precaución. Aplicar el
medicamento equivocado puede empeorar una enfermedad de piel u ocultar síntomas,
haciendo el diagnóstico más difícil para el médico.
Preparaciones tópicas
Los principios activos (medicaciones) de una preparación tópica se mezclan con (se
suspenden en) un vehículo (un transportador inerte de la medicación). En consecuencia, entre
las preparaciones tópicas, la formulación y la consistencia varían mucho. Es el vehículo que
determina la consistencia del producto y hace que los compuestos activos permanezcan en la
superficie o penetren en la piel (si la preparación es espesa y oleosa o ligera y acuosa).
Dependiendo del vehículo utilizado, la preparación será un ungüento, una crema, una loción,
una solución, un polvo o un gel.
Los ungüentos, que contienen una gran cantidad de aceite y muy poca agua, presentan un
aspecto grasiento y son difíciles de lavar. Los ungüentos son más apropiados cuando la piel
necesita lubricación o humedad. Si bien su uso resulta más engorroso que las preparaciones de
cremas con base acuosa, los ungüentos son más eficaces para el aporte de ingredientes activos
a la piel.
Las cremas, que son las preparaciones más frecuentemente utilizadas, son emulsiones de
aceite en agua. Son fáciles de aplicar y dan la sensación de desaparecer al frotarlas sobre la
piel.
Las lociones son similares a las cremas pero contienen más agua. En realidad son
suspensiones de material en polvo finamente disperso en una base de agua o de aceite y agua.
Las lociones son de fácil aplicación y resultan particularmente beneficiosas para enfriar o
secar la `piel.
Las soluciones son líquidos en los que se disuelve un fármaco. Las soluciones tienden a secar
la piel en lugar de humedecerla. Los líquidos más frecuentemente usados son alcohol,
propilenglicol, polietilenglicol y agua corriente.
Los polvos son formas secas de sustancias que se utilizan para proteger zonas en las que una
región de piel roza contra otra (por ejemplo, en las nalgas, entre los dedos de los pies, en las
axilas o la ingle, o bien bajo las mamas). Los polvos secan la piel macerada (ablandada y
dañada por la humedad) y reducen la fricción absorbiendo la humedad. Los polvos se pueden
incorporar a las cremas protectoras, a las lociones y a los ungüentos.
Los geles son sustancias con base acuosa espesadas sin aceite o grasa. La piel no absorbe los
geles tan bien como las preparaciones que contienen aceite o grasa.
Agentes limpiadores
Los principales agentes limpiadores son los jabones, los detergentes y los disolventes. El
jabón es el detergente más popular, pero también se usan mucho los detergentes sintéticos.
Ciertos jabones secan la piel, otros tienen una base cremosa que no produce sequedad.
Algunos jabones líquidos humedecen la piel, otros la secan.
Como quiera que los champús de tipo infantil son excelentes agentes limpiadores y por lo
general son bien tolerados por la piel, son útiles para limpiar heridas, cortes y abrasiones.
También las personas con psoriasis, eccema y otras enfermedades escamosas pueden usar
champús de tipo infantil para eliminar la piel muerta. No obstante, las lesiones que supuran
(exudan) deberían limpiarse sólo con agua porque hasta los jabones y detergentes más suaves
pueden irritar la zona.
A los detergentes se les agregan muchos compuestos químicos. Por ejemplo, los champús y
las lociones anticaspa pueden contener dipiritiona de zinc, sulfuro de selenio o extractos de
brea que ayudan a tratar la piel que se descama. Los detergentes también pueden contener
pequeñas cantidades de ácido acético, acetato de aluminio y sulfato de magnesio (como las
sales de Epsom).
Agentes protectores
Muchas clases diferentes de preparaciones ayudan a proteger la piel. Los aceites y los
ungüentos forman una barrera de base oleaginosa que puede ayudar a proteger la piel
descamada o irritada y retener la humedad. Los polvos pueden proteger las zonas de piel que
rozan contra otras o bien contra una prenda de vestir. Los vendajes hidrocoloides sintéticos
protegen las úlceras por presión y otras zonas de la piel que estén en carne viva. Los filtros
solares crean una pantalla contra la luz ultravioleta.
Agentes antiinfecciosos
Los virus, las bacterias y los hongos pueden infectar la piel. Por el momento, el mejor modo
de prevenir estas infecciones es lavar la piel cuidadosamente con agua y jabón. Otros agentes
pueden tener mayor acción desinfectante o tratar infecciones ya instauradas. La mayoría de los
agentes desinfectantes sólo son utilizados por médicos y enfermeras para esterilizar su piel y
la de sus pacientes antes de una intervención quirúrgica. Sin embargo, frecuentemente se
utilizan ciertos medicamentos para tratar las infecciones causadas por bacterias y hongos. Por
ejemplo, se aplican antibióticos sobre la piel para los casos de acné e infecciones cutáneas
superficiales. También es muy frecuente aplicar clotrimazol y miconazol sobre la piel para
tratar infecciones fúngicas. Ambos son de venta libre. Otros agentes antifúngicos como las
cremas con ketoconazol sólo se pueden adquirir con receta médica. Los medicamentos tales
como gammahexacloruro de benceno (lindano) ayudan a tratar infestaciones como la sarna.
Agentes humectantes
En realidad, los agentes humectantes no proporcionan humedad a la piel, sino que le permiten
conservar su humedad natural. La mayoría de los humectantes son cremas o lociones que
contienen aceite. Aplicar una fina película de aceite sobre la piel ayuda a evitar que el agua de
la misma se evapore. El mejor momento para aplicar estos agentes es cuando la piel ya está
humidificada, inmediatamente después de un baño o una ducha, por ejemplo. Algunos
humectantes más fuertes contienen compuestos como urea.
Agentes absorbentes
Una excesiva humedad en la piel puede causar maceración, un problema que por lo general se
produce por fricción entre dos zonas de piel con retención de humedad, especialmente en los
días húmedos y calurosos. Las áreas más frecuentemente afectadas son las que se encuentran
entre los dedos de los pies o entre las nalgas, en las axilas o en las ingles y bajo las mamas.
Estas áreas húmedas constituyen también terrenos fértiles para las infecciones, especialmente
las causadas por hongos y bacterias.
El polvo de talco es el agente absorbente más utilizado. El talco absorbe la humedad de la
superficie de la piel. La mayoría de las preparaciones de talco sólo varían en las esencias que
contienen y en el envase. El almidón de maíz, otro buen absorbente, tiene la desventaja de
favorecer el crecimiento de hongos. Por esta razón, el talco suele resultar mejor.
Las soluciones que contienen sales de aluminio son de elección en pieles dañadas por un
exceso de humedad. Estas soluciones son utilizadas en los hospitales y en las residencias de
ancianos.
Las afecciones cutáneas suelen estar acompañadas de picor (prurito). En ocasiones se aplica
un medicamento para aliviar el picor, mientras se usa otro para tratar la enfermedad en sí. El
prurito y el dolor leve pueden ser controlados con agentes calmantes como la manzanilla, el
eucalipto, el alcanfor, el mentol, el óxido de zinc, el talco, la glicerina y la calamina. En
ocasiones, antihistamínicos como la difenhidramina se incluyen en las preparaciones tópicas
para aliviar el picor asociado con reacciones alérgicas. Si bien los antihistamínicos bloquean
ciertos tipos de reacciones alérgicas, probablemente alivian el picor gracias a sus efectos
sedativos. Sin embargo, los antihistamínicos pueden sensibilizar a la persona y causar una
reacción alérgica. Para controlar ciertas formas de picor, la persona debería usar
antihistamínicos de uso oral en lugar de antihistamínicos tópicos.
Agentes antiinflamatorios
Cuando se necesita una dosis más alta, el médico puede inyectar un corticosteroide justo
debajo de la piel. Otra forma de administrar una dosis elevada consiste en aplicar un vendaje
oclusivo no poroso con un corticosteroide tópico para incrementar la absorción y la eficacia
del fármaco. Por ejemplo, es posible aplicar una película de polietileno (el papel transparente
de uso doméstico, para envolver alimentos) sobre una crema o ungüento y dejarla toda la
noche. Con este método, las cremas y los ungüentos son menos irritantes que las lociones. Los
vendajes oclusivos incrementan el riesgo de reacciones adversas a los corticosteroides, por lo
que generalmente se reservan para enfermedades como psoriasis y eccema grave.
CAPITULO 192
Picor (prurito)
Causas
El picor puede estar causado por una afección cutánea o una enfermedad sistémica (es decir,
que afecta al cuerpo en general). Entre las enfermedades cutáneas que causan picor intenso se
encuentran las infestaciones por parásitos (sarna, pediculosis), las picaduras de insectos, la
urticaria, la dermatitis atópica y las dermatitis alérgica y por contacto. A menudo, el contacto
con prendas de lana o con sustancias irritantes, como disolventes o cosméticos, provoca
prurito. La piel seca, especialmente en las personas mayores, produce un prurito intenso
generalizado.
Entre las enfermedades sistémicas que pueden causar picor están las hepatopatías (en especial
la ictericia), la insuficiencia renal, los linfomas, las leucemias y otros trastornos de la sangre.
A veces, las personas con alteraciones en el tiroides, diabetes o cáncer pueden presentar picor.
Esta sensación también es frecuente durante los últimos meses de embarazo. Por lo general,
no indica ninguna anomalía, pero puede estar causado por problemas leves de hígado. Muchos
medicamentos pueden causar picor, incluyendo los barbitúricos; la aspirina y cualquier otro al
que un determinado individuo sea alérgico.
Tratamiento
La capa superior de la piel, llamada estrato córneo o de queratina, está compuesta por varias
capas de células muertas planas y actúa como una barrera que protege el tejido subyacente de
posibles lesiones e infecciones. Al disminuir la evaporación, los aceites de esta capa cutánea
ayudan a mantener la humedad en las capas más profundas, manteniendo la textura de la piel
blanda y flexible.
El estrato córneo es sólo una parte de la epidermis, una fina capa de piel que recubre casi la
totalidad del cuerpo. En algunas zonas, como en las palmas de las manos y en las plantas de lo
pies, la epidermis es gruesa y el estrato córneo le brinda una protección extra contra los
impactos y las abrasiones. La epidermis también puede ser gruesa y dura en las zonas
excesivamente secas.
Las enfermedades de las capas superficiales de la piel interesan al estrato córneo y las capas
más profundas de la epidermis y pueden causar desde un malestar temporal hasta graves
alteraciones crónicas.
Piel seca
La piel seca es muy frecuente, en especial en las personas de edad avanzada. Las causas
habituales son el clima frío y los baños frecuentes. El baño elimina los aceites superficiales y
entonces la piel tiende a secarse. La piel seca puede irritarse y suele provocar picor (en
ocasiones se desprenden pequeñas escamas y se forman escaras). Las escamas suelen afectar a
la parte inferior de las piernas.
A veces la piel extremadamente seca (ictiosis) deriva de una enfermedad escamosa
hereditaria, como la ictiosis simple o la hiperqueratosis epidermolítica. Una persona con
ictiosis simple presenta escamas finas pero no ampollas. Los pacientes con hiperqueratosis
epidermolítica tienen escamas gruesas similares a verrugas y ampollas dolorosas que
desprenden un olor desagradable. La ictiosis también es consecuencia de trastornos no
congénitos, como lepra, hipotiroidismo, linfoma, SIDA y sarcoidosis.
Tratamiento
La clave para tratar la sequedad de la piel es mantenerla húmeda. Bañarse menos veces
permite que los aceites protectores permanezcan más tiempo sobre la piel. Los ungüentos o las
cremas como la gelatina de petróleo (vaselina), el aceite mineral, o los humectantes sin aroma
también pueden retener la humedad de la piel. Los jabones y detergentes fuertes, así como los
perfumes de ciertos humectantes, irritan la piel y pueden secarla aún más. Frotarse o rascarse
la piel seca puede provocar una infección con posterior desarrollo de cicatrices.
Cuando las escamas constituyen un problema, existen soluciones o cremas con ácido salicílico
que pueden eliminarlas. En los adultos, el médico puede recomendar envolver la piel con un
vendaje oclusivo hecho de una película de plástico o celofán después de aplicar estos
tratamientos. Por lo que respecta a los niños, se debe prescindir del uso de estos vendajes.
En algunas formas graves de ictiosis, las cremas que contienen vitamina A (tretinoína) son
muy eficaces. Los compuestos derivados de la vitamina A ayudan a que la piel elimine el
exceso de escamas. El etretinato, un fármaco similar a la vitamina A, se usa para ciertas
formas de ictiosis. En los casos de hiperqueratosis epidermolítica, pueden utilizarse
antibióticos y un fuerte jabón desinfectante como la clorhexidina.
Queratosis pilosa
La queratosis pilosa es una enfermedad frecuente en la que las células muertas se desprenden
de la capa superior de la piel y forman tapones que obstruyen los orificios de los folículos
pilosos.
Los tapones provocan la aparición de pequeñas pápulas puntiagudas, que suelen localizarse en
la parte superior de los brazos, en los muslos y en las nalgas. La cara también puede resultar
afectada, especialmente en los niños. Las personas afectadas de queratosis pilosa suelen
padecer estas erupciones en los meses fríos y las pápulas tienden a desaparecer por sí solas en
verano.
La causa es desconocida, si bien la queratosis pilosa suele afectar a familias enteras, así que es
probable que la herencia tenga un papel importante. Por lo general, las pápulas sólo producen
problemas estéticos.
Tratamiento
La queratosis pilosa tiende a desaparecer por sí sola. La gelatina de petróleo mezclada tanto
con agua como con crema fría o ácido salicílico puede ayudar a aplanar las prominencias.
También pueden utilizarse preparaciones más fuertes de ácido salicílico o crema de tretinoína.
Callosidades y callos
Una callosidad es una zona de la parte superior de la piel, el estrato córneo o capa de
queratina, que se torna anormalmente gruesa y forma una almohadilla protectora en respuesta
a una fricción repetida.
Las callosidades pueden formarse en cualquier parte del cuerpo, pero por lo general aparecen
sobre una zona ósea de las manos, de los pies y de los codos o bien en otras áreas que se rozan
repetidamente, como el mentón en los violinistas.
Un callo tiene el tamaño de un guisante y es una porción gruesa de queratina que se forma en
los pies.
Los callos más duros aparecen sobre las articulaciones de los dedos de los pies. Los formados
entre los dedos de los pies suelen ser más blandos. A diferencia de la mayoría de las
callosidades, los callos pueden causar dolor porque el engrosamiento de la piel hace presión
sobre el hueso que se encuentra debajo.
Diagnóstico
Por lo general, las callosidades y los callos son fáciles de reconocer. En algunos casos, los
callos se confunden con verrugas plantares, que también contienen una espesa capa de
queratina. Sin embargo, las verrugas son muy sensibles cuando se las comprime desde los
lados, mientras que los callos son más sensibles a la presión directa contra el hueso.
Tratamiento
Los callos y las callosidades son más fáciles de prevenir que de tratar. Las callosidades
pueden evitarse eliminando la fuente de irritación o, si ello no es posible, utilizando un guante,
una almohadilla, o cualquier otro elemento protector. La mayoría de las farmacias venden
parches almohadillados y anillos protectores de diversas formas para este propósito. Los callos
suelen producirse a causa de calzado incómodo y pueden desaparecer si se usa un calzado
apropiado. Para eliminar los callos más rápidamente es posible usar un medicamento que
disuelva la queratina. Estos fármacos (denominados agentes queratolíticos) suelen contener
ácido salicílico. Pueden aplicarse como un emplaste que seca por contacto, pero otra
posibilidad es colocar sobre la zona un parche almohadillado que contenga la medicación. Sin
embargo, si los agentes queratolíticos no se aplican con cuidado, el ácido puede dañar el tejido
normal adyacente. Los callos y las callosidades también pueden reducirse con una piedra
pómez tras el baño, o bien se recurre a un médico o a una enfermera para que los raspe con un
escalpelo.
En una persona diabética con circulación escasa, los callos y las callosidades pueden curarse
lentamente, sobre todo si se han formado en los pies. Los médicos recomiendan que las
personas diabéticas tengan especial cuidado de sus pies.
Psoriasis
La psoriasis es una enfermedad crónica y recurrente que se reconoce por sus florescencias
escamosas plateadas y placas de diversos tamaños (pápulas abultadas).
La descamación se produce por un crecimiento y una producción anormalmente elevada de las
células cutáneas. Se desconoce la causa de este acelerado crecimiento celular, pero se cree que
los mecanismos inmunes tienen un papel importante. Esta enfermedad suele afectar a varios
miembros de una misma familia. La psoriasis es frecuente y afecta del 2 al 4 por ciento de la
población blanca; las personas de etnia negra son menos afectadas. La psoriasis a menudo se
inicia en individuos de entre 10 y 40 años, pero puede aparecer a cualquier edad.
Síntomas
La psoriasis suele comenzar como una o más pequeñas placas que se tornan muy escamosas.
Es posible que se formen pequeñas protuberancias alrededor del área afectada. A pesar de que
las primeras placas pueden desaparecer por sí solas, enseguida pueden formarse otras.
Algunas placas pueden tener siempre el tamaño de la uña del dedo meñique, pero otras pueden
extenderse hasta cubrir grandes superficies del cuerpo, adoptando una forma de anillo o
espiral.
Psoriasis
Diferentes localizaciones de las placas.
La psoriasis suele afectar al cuero cabelludo, los codos, las rodillas, la espalda y las nalgas. La
descamación puede ser confundida con caspa grave, pero las placas características de la
psoriasis, que mezclan áreas escamosas con otras completamente normales, la distinguen de la
caspa. La psoriasis también puede aparecer alrededor y debajo de las uñas, que aumentan de
grosor y se deforman. Las cejas, las axilas, el ombligo y las ingles también pueden resultar
afectados.
Por lo general, la psoriasis sólo produce descamación. Ni siquiera es frecuente el picor.
Cuando se curan las zonas cubiertas con escamas, la piel adopta una apariencia
completamente normal y el crecimiento del pelo se restablece. La mayoría de las personas con
psoriasis limitada tiene pocas molestias además de la descamación, a pesar de que el aspecto
de su piel puede resultar desagradable.
Sin embargo, otras personas sufren psoriasis extensa (generalizada) o experimentan graves
efectos a raíz de esta enfermedad. La artritis psoriásica produce síntomas muy similares a los
de la artritis reumatoide. En muy raras ocasiones, la psoriasis cubre la totalidad del cuerpo y
produce dermatitis psoriásica exfoliativa, en la que se inflama toda la piel. Esta forma de
psoriasis es grave porque, al igual que una quemadura, evita que la piel cumpla la función de
barrera protectora contra las lesiones y la infección. En otra forma poco frecuente de psoriasis,
la psoriasis pustulosa, se forman granos grandes y pequeños llenos de pus (pústulas) en las
palmas de las manos y las plantas de los pies. En algunas ocasiones estas pústulas se extienden
por todo el cuerpo.
La psoriasis puede surgir sin motivo aparente, o bien derivar de una quemadura solar grave,
una irritación de la piel, el uso de medicamentos antipalúdicos, el litio, los betabloqueadores
(como el propranolol y el metoprolol), o incluso cualquier ungüento o crema. Las infecciones
estreptocócicas (especialmente en los niños), las contusiones y los arañazos también pueden
estimular la formación de nuevas placas.
Diagnóstico
Al inicio puede ser de diagnóstico incierto porque muchas otras enfermedades pueden cursar
con placas y descamaciones similares. A medida que la psoriasis avanza, los médicos pueden
reconocer fácilmente su patrón de descamación característico, por lo que, en general, no hace
falta hacer pruebas diagnósticas. De todos modos, para confirmar el diagnóstico, el médico
puede realizar una biopsia de piel (extrae una muestra de piel para su examen al microscopio).
Tratamiento
Cuando una persona sólo presenta unas pocas placas, la psoriasis responde rápidamente al
tratamiento. Utilizar ungüentos y cremas lubricantes de la piel (emolientes) una o dos veces al
día puede mantenerla hidratada. Los ungüentos que contienen corticosteroides son muy
eficaces y su efecto puede ser aún mayor si tras aplicarlos se cubre la zona con celofán. Las
cremas con vitamina D también son eficaces en muchos pacientes.
Los ungüentos y las cremas que contienen ácido salicílico o alquitrán de hulla también se usan
para tratar la psoriasis. La mayoría de estos medicamentos se aplican dos veces al día sobre la
zona afectada. En ciertos casos también se usan medicamentos más fuertes como la antralina,
pero pueden irritar la piel además de manchar las sábanas y la ropa. Cuando el cuero
cabelludo resulta afectado, suelen utilizarse champús que contengan estos principios activos.
La luz ultravioleta también puede ayudar a eliminar la psoriasis. De hecho, durante los meses
de verano, las zonas de piel afectada que son expuestas al sol pueden curarse
espontáneamente. Tomar sol suele contribuir a eliminar las placas en grandes superficies del
cuerpo; la exposición a rayos ultravioleta bajo control médico también constituye otra terapia
frecuente. Para los casos de psoriasis extensa, esta terapia con rayos puede acompañarse con
psoralenos, fármacos que hacen que la piel sea mucho más sensible a los efectos de la luz
ultravioleta. La combinación de psoralenos y luz ultravioleta (PUVA) suele ser eficaz y puede
curar la piel durante varios meses. Sin embargo, el tratamiento con PUVA puede aumentar el
riesgo de cáncer cutáneo debido a los rayos ultravioleta; en consecuencia, el tratamiento debe
ser estrechamente supervisado por un médico.
En las formas graves de psoriasis y en la psoriasis diseminada, el médico puede administra
metotrexato. Utilizado para tratar ciertas formas de cáncer, este fármaco interfiere en el
crecimiento y la multiplicación de las células cutáneas. Los médicos utilizan metotrexato en
las personas que no responden a otras formas de terapia. Puede ser eficaz en casos extremos,
pero puede tener efectos adversos sobre la médula ósea, los riñones y el hígado. Otro
medicamento efectivo, la ciclosporina, también presenta graves efectos colaterales.
Los dos medicamentos más eficaces para tratar la psoriasis pustulosa son el etretinato y la iso-
tretinoína, que también se usan para tratar el acné grave.
Pitiriasis rosada
La pitiriasis rosada es una enfermedad leve que produce descamación, inflamación y una
coloración rosada en la piel.
La pitiriasis rosada posiblemente esté causada por un agente infeccioso, a pesar de que hasta
el momento no se ha identificado ninguno. Puede aparecer a cualquier edad, pero es más
frecuente en los adultos jóvenes. Por lo general aparece durante la primavera y el otoño.
Síntomas
La pitiriasis rosada comienza como una zona de color rosado, rojo o ligeramente bronceado
que los médicos llaman placa heráldica o placa madre. Esta zona redondeada u oval suele
aparecer en el tronco. En un plazo de 5 a 10 días, aparecen muchas placas similares aunque de
menor tamaño sobre otras partes del cuerpo. Estas placas secundarias son más frecuentes en el
tronco, especialmente a lo largo de la columna y a ambos lados de la misma. La mayoría de
las personas con psoriasis rosada apenas presenta síntomas y las erupciones no son
particularmente pruriginosas. Sin embargo, en algunos casos se produce fatiga, cefalea y,
ocasionalmente, un picor molesto.
Tratamiento
Por lo general la erupción desaparece en 4 a 5 semanas sin tratamiento, a pesar de que a veces
dura 2 meses o más. La luz solar puede eliminar la pitiriasis rosada más rápidamente y aliviar
el picor. Una crema que contenga mentol puede disminuir los picores. En muy raras ocasiones
se prescriben corticosteroides de uso oral si el picor es intenso.
Liquen plano
El liquen plano, una enfermedad recurrente y pruriginosa, comienza como una erupción de
pequeñas y discretas pápulas que luego se combinan hasta formar placas rugosas y
descamativas (placas abultadas).
Alrededor de la mitad de las personas afectadas de liquen plano también tienen llagas en la
boca. La causa del liquen plano es desconocida. Una erupción idéntica suele aparecer en las
personas expuestas a fármacos que contengan oro, bismuto, arsénico, quinina, quinidina o
quinacrina y a ciertas sustancias químicas utilizadas en el revelado de las fotografías en color.
En consecuencia, el liquen plano puede ser la respuesta del organismo ante un compuesto
químico externo u otro agente.
Síntomas
Diagnóstico
El diagnóstico puede ser difícil porque muchas enfermedades se asemejan al liquen plano. El
dermatólogo suele reconocerlo por su aspecto y recurrencias características, pero puede ser
necesario realizar una biopsia de piel (que consiste en tomar una muestra y examinarla al
microscopio) para confirmar el diagnóstico.
Tratamiento
Debe evitarse la utilización de fármacos o de sustancias químicas que puedan causar liquen
plano. A las personas que padecen picor intenso se les puede prescribir un antihistamínico
como la difenhidramina, la hidroxizina o la clorfeniramina, si bien pueden producir
somnolencia. Se pueden utilizar corticosteroides inyectados directamente en la lesión,
aplicados sobre la piel o administrados por vía oral, a veces junto a otros medicamentos, como
la tretinoína. En los casos en que las úlceras de la boca sean muy dolorosas, es aconsejable
usar, antes de las comidas, un enjuague bucal que contenga lidocaína para formar un manto
contra el dolor.
El liquen plano puede desaparecer y volver a aparecer tras muchos años. Puede ser necesario
realizar un tratamiento prolongado durante los brotes de la enfermedad; entre dos brotes
sucesivos y el siguiente no es necesario ningún tratamiento.
CAPITULO 194
Dermatitis
La dermatitis por contacto es una inflamación causada por el contacto con una sustancia en
particular; la erupción queda confinada a un área específica y suele estar bien delimitada.
Dermatitis por contacto
La dermatitis por contacto puede ser causada por objetos de níquel o plástico.
Las sustancias que producen demartitis por contacto pueden causar la inflamación de la piel
por uno o dos mecanismos: irritación (dermatitis irritativa) o reacción alérgica (dermatitis
alérgica). Incluso los jabones suaves, los detergentes y ciertos metales pueden irritar la piel
tras un contacto frecuente. En ocasiones una exposición reiterada, incluso al agua, puede secar
e irritar la piel. Los irritantes fuertes, como los ácidos, los álcalis (como los quitamanchas) y
algunos solventes orgánicos (como la acetona de los quitaesmaltes de uñas) pueden causar
cambios en la piel en cuestión de pocos minutos.
En una reacción alérgica, la primera exposición a una sustancia en particular (o en ocasiones,
las primeras exposiciones) no causa ningún síntoma, pero la siguiente exposición puede
producir picor y dermatitis en un lapso de 4 a 24 horas. Las personas pueden usar (o estar
expuestas a) determinadas sustancias durante años sin problemas y repentinamente desarrollar
una reacción alérgica. Incluso los ungüentos, las cremas y las lociones usadas para tratar la
dermatitis pueden provocar esta reacción. Alrededor del 10 por ciento de las mujeres son
alérgicas al níquel, la causa más frecuente de dermatitis producida por joyas. También es
posible desarrollar dermatitis a partir de cualquier material que una persona toque mientras
trabaja (dermatitis laboral).
Una demartitis que tiene lugar cuando una persona toca determinadas sustancias y después
expone su piel a la luz solar, recibe el nombre de dermatitis por contacto fotoalérgica o
fototóxica. Entre estas sustancias se encuentran los filtros solares, las lociones para después
del afeitado, ciertos perfumes, antibióticos, alquitrán de hulla y aceites.
Síntomas
Los efectos de la dermatitis por contacto varían
entre un enrojecimiento leve y pasajero y una
inflamación grave con formación de ampollas. A
menudo la erupción consiste en diminutas
ampollas que producen picor intenso (vesículas).
Al principio las lesiones se limitan a la zona de
contacto, pero posteriormente pueden
extenderse. La zona afectada puede ser muy
reducida (por ejemplo, los lóbulos de las orejas si
los pendientes producen dermatitis) o bien puede
cubrir una gran superficie del cuerpo (por
ejemplo, si la dermatitis aparece a causa de una
loción para el cuerpo).
Si se suprime la sustancia causante de la
erupción, el enrojecimiento suele desaparecer en
pocos días. Las ampollas pueden exudar y
formar costras, pero se secan rápidamente. La
descamación residual, el picor y el
engrosamiento temporal de la piel pueden durar
días o semanas.
Diagnóstico
No siempre resulta fácil determinar la causa de la dermatitis por contacto porque las
posibilidades son infinitas. Además, la mayoría de las personas no son conscientes de todas
las sustancias que tocan su piel. Con frecuencia, la localización de la erupción inicial es un
factor importante.
Si el médico sospecha de dermatitis por contacto pero no descubre la causa con un cuidadoso
proceso de eliminación, puede realizar una prueba del parche. Para esta prueba, se colocan
durante 2 días sobre la piel pequeños parches con sustancias que suelen causar dermatitis, para
comprobar si se produce una erupción debajo de alguno de ellos.
A pesar de que es muy útil, esta prueba del parche es complicada. El médico debe decidir qué
sustancias probar, qué cantidad aplicar de cada sustancia y cuándo deberían realizarse las
pruebas. Además, los resultados de la prueba pueden ser difíciles de interpretar. Las pruebas
pueden ser falsamente positivas o negativas. La mayoría de las personas puede descubrir el
origen de sus dermatitis sin esta prueba del parche, eliminando sistemáticamente las causas
posibles. De todos modos, se trata de una prueba que puede aportar datos importantes para
identificar la causa.
Tratamiento
El tratamiento consiste en eliminar o evitar lo que esté causando la dermatitis por contacto.
Para prevenir la infección y evitar la irritación, la persona afectada debería limpiar el área
regularmente con agua y jabón suave. Las ampollas no deberían reventarse. Los vendajes
secos también pueden ayudar a prevenir una infección.
Las cremas o ungüentos con corticosteroides suelen aliviar los síntomas de la dermatitis por
contacto leve, a menos que la persona presente muchas ampollas, como en el caso de reacción
ante la hiedra venenosa. Los comprimidos con corticosteroides (como la prednisona) a veces
suelen administrarse en casos de dermatitis por contacto. Aunque en algunas situaciones los
antihistamínicos alivian el picor, no son particularmente beneficiosos en la mayoría de los
casos de dermatitis por contacto.
Dermatitis crónica de manos y pies
La dermatitis crónica de manos y pies incluye un grupo de trastornos en los que las manos y
los pies se inflaman y se irritan con frecuencia.
La dermatitis crónica de las manos se produce como consecuencia de una sucesión de trabajos
y contactos con sustancias químicas; la dermatitis crónica de los pies surge por las
condiciones de calor y humedad que producen los calcetines y los zapatos. La dermatitis
crónica puede hacer que la piel de las manos y los pies pique o cause dolor.
La dermatitis por contacto, un tipo de dermatitis crónica de las manos, suele deberse a una
irritación causada por sustancias químicas (como los jabones) o por el uso de guantes de
goma.
El ponfólix, una enfermedad crónica que produce ampollas que causan picor en las palmas de
las manos y a los lados de los dedos, también puede aparecer en las plantas de los pies. Las
ampollas suelen ser escamosas, rojas y además exudan. El ponfólix a veces recibe el nombre
de dishidrosis, que significa “sudación anormal”, pero la enfermedad no tiene nada que ver
con el sudor.
La infección micótica es una causa frecuente de erupción en los pies, especialmente en forma
de diminutas ampollas o profundas erupciones rojas. En ciertos casos, una persona que tiene
una infección micótica crónica en los pies desarrolla dermatitis en las manos debido a una
reacción alérgica al hongo.
Tratamiento
Dermatitis atópica
Síntomas
En algunos casos la dermatitis atópica aparece en los primeros meses de vida. Los bebés
pueden desarrollar lesiones rojas, exudativas y costrosas en la cara, el cuero cabelludo, en la
zona de los pañales, en las manos, los brazos, los pies o las piernas. Por lo general, la
dermatitis desaparece hacia los 3 o 4 años de edad, a pesar de que con frecuencia vuelve a
aparecer. En los niños algo mayores y en los adultos, las lesiones suelen presentarse (y
recurrir) en una zona en particular o en alguna otra región, especialmente en la parte superior
de los brazos, en la parte anterior de los codos o detrás de las rodillas.
Si bien el color, la intensidad y la localización de las lesiones pueden variar, éstas producen
siempre picor. Éste lleva a un rascado incontrolable, que activa un ciclo de picor-rascado-
erupción-picor que empeora el problema. El rascado y el frotamiento de la piel pueden
también dañarla, permitiendo el paso de bacterias y causando infecciones.
Por razones desconocidas, los individuos con dermatitis atópica de curso prolongado en
ocasiones desarrollan cataratas entre los 20 y los 30 años de edad. En los que padecen
dermatitis atópica, el herpes simple, que normalmente afecta a una pequeña zona y es leve,
puede producir una grave enfermedad con eccema y mucha fiebre (eccema herpético).
Diagnóstico
Pueden ser necesarias varias visitas hasta que el médico logre establecer el diagnóstico. No
existe ningún análisis para detectar la dermatitis atópica. El médico efectúa el diagnóstico en
función de las características propias de las lesiones y a menudo tiene en cuenta la existencia
de posibles alergias en otros miembros de la familia. A pesar de que la dermatitis atópica
puede parecerse mucho a la dermatitis seborreica de los niños, los médicos tienen que tratar de
diferenciarlas ya que sus complicaciones y tratamiento son diferentes.
Tratamiento
No existe cura, pero ciertas medidas pueden resultar beneficiosas. Evitar el contacto con las
sustancias que ya se sabe que irritan la piel puede prevenir la erupción.
Las cremas o ungüentos con corticosteroides pueden mitigar las lesiones y controlar el prurito.
Sin embargo, las cremas con corticosteroides potentes que se aplican sobre grandes áreas, o
bien durante un tiempo prolongado, pueden causar graves problemas médicos, en especial en
los niños, porque estos medicamentos son absorbidos hacia el flujo sanguíneo. Si una crema o
ungüento corticosteroide pierden eficacia, pueden ser reemplazados por gelatina de petróleo
durante una semana o más para luego reanudar el tratamiento. Aplicar gelatina de petróleo o
aceite vegetal sobre la piel puede ayudar a mantenerla blanda y lubricada. Cuando se reanuda
el tratamiento con el corticosteroide tras una breve interrupción, es más probable que sea otra
vez efectivo.
Algunos individuos con dermatitis atópica descubren que bañarse empeora la erupción; el
agua, el jabón y también el hecho de secar la piel, especialmente al frotarla con una toalla,
puede causar irritación. En estos casos, bañarse con menos frecuencia, secar ligeramente la
piel con una toalla y aplicar aceites o lubricantes inodoros como las cremas humectantes
resulta de gran ayuda.
Un antihistamínico (difenhidramina, hidroxizina) puede a veces controlar el picor, en parte
porque actúa como sedante. Como estos fármacos pueden causar somnolencia, es mejor
aplicarlos por la noche.
Mantener las uñas cortas puede ayudar a reducir el daño causado a la piel por rascado y
además disminuye las probabilidades de infección. Aprender a reconocer los signos de
infección cutánea producida por dermatitis atópica (mayor enrojecimiento, inflamación,
estrías rojas y fiebre) y buscar atención médica lo antes posible es muy importante. Estas
infecciones se tratan con antibióticos orales.
Como los corticosteroides en comprimidos y cápsulas pueden producir graves efectos
colaterales, los médicos sólo los usan como último recurso para los individuos de difícil
tratamiento. Estos fármacos orales pueden detener el crecimiento, debilitar los huesos, inhibir
la función de las glándulas suprarrenales y causar muchos otros problemas, especialmente en
los niños. Además, sus efectos beneficiosos sólo son temporales.
Por razones desconocidas, el tratamiento con luz ultravioleta más dosis orales de psoraleno, un
fármaco que intensifica los efectos de la luz ultravioleta sobre la piel, puede ayudar a los
adultos. Este tratamiento rara vez se recomienda para los niños debido a sus potenciales
efectos colaterales a largo plazo, como cáncer de piel y cataratas.
Dermatitis seborreica
La dermatitis seborreica es una inflamación de las capas superficiales de la piel que produce
escamas en el cuero cabelludo, la cara y ocasionalmente en otras áreas.
La dermatitis seborreica suele afectar a varios miembros de una misma familia y el clima frío
suele empeorarla.
Dermatitis seborreica
Esta ilustración muestra algunas localizaciones de la dermatitis seborreica.
Síntomas
Tratamiento
En los adultos, el cuero cabelludo puede ser tratado con champús que contengan zinc, sulfuro
de selenio, ácido salicílico, sulfuro o brea. La persona suele usar estos champús a diario hasta
controlar la caspa y luego dos veces a la semana. Por lo general el tratamiento debe continuar
durante varios meses; si la dermatitis reaparece una vez que el tratamiento se suspende, puede
comenzarse de nuevo. Las lociones que contienen corticosteroides también se usan sobre la
cabeza y otras áreas afectadas. Sobre la cara sólo deberían usarse lociones con corticosteroides
no muy potentes, como hidrocortisona al uno por ciento. Incluso los corticosteroides débiles
deben ser utilizados con precaución porque el uso prolongado puede reducir el espesor de la
piel y causar otros problemas. Si la terapia con corticosteroides no elimina las lesiones, en
algunos casos se usa una crema con ketoconazol.
En los niños pequeños que presentan una gruesa costra en el cuero cabelludo, todas las noches
se puede frotar suavemente ácido salicílico en aceite mineral sobre la lesión, utilizando un
cepillo de dientes blando. Además, hay que lavar la erupción con champú todos los días hasta
que la costra haya desaparecido.
En los lactantes, el cuero cabelludo se lava con un champú suave para bebés y a continuación
se les aplica una crema con hidrocortisona.
Dermatitis numular
La dermatitis numular es una erupción persistente que por lo general produce picor, unido a
una inflamación caracterizada por manchas con forma de moneda que presentan diminutas
ampollas, costras y escamas.
Su causa se desconoce. La dermatitis numular suele afectar a las personas de mediana edad, se
acompaña de piel seca y es muy frecuente en el invierno. Sin embargo, la erupción puede
aparecer y desaparecer sin razón aparente.
Las manchas redondeadas comienzan como pápulas y ampollas acompañadas de picor intenso
y posteriormente exudan y forman costras. Las lesiones pueden aparecer en cualquier parte del
cuerpo. En ocasiones las manchas son más evidentes en la parte posterior de los brazos o de
las piernas y en las nalgas, pero también aparecen en el tronco.
Se han utilizado muchos tratamientos diferentes, pero ninguno es eficaz para todos los
afectados. El tratamiento consiste en antibióticos orales, cremas e inyecciones de
corticosteroides, otros fármacos y terapia con luz ultravioleta.
La dermatitis exfoliativa generalizada es una grave inflamación que afecta a toda la superficie
de la piel y evoluciona hacia un enrojecimiento extremo acompañado de una gran
descamación.
Ciertos medicamentos (en especial las penicilinas, las sulfamidas, la isoniacida, la fenitoína y
los barbitúricos) pueden causar esta enfermedad. En algunos casos, se trata de una
complicación de otras enfermedades de la piel, como la dermatitis atópica, la psoriasis y la
dermatitis por contacto. Ciertos linfomas (cánceres de los ganglios linfáticos) también pueden
causar dermatitis exfoliativa generalizada. En muchos casos no es posible encontrar ninguna
causa.
Síntomas
Tratamiento
El diagnóstico y el tratamiento inmediatos son muy importantes para evitar que las infecciones
y la pérdida de líquidos y proteínas pongan en peligro la vida del paciente.
Todo fármaco o sustancia química que pudiera estar causando la dermatitis debería ser
eliminado de inmediato. Si un linfoma es el causante de la dermatitis, su tratamiento mejorará
la afección de la piel. Las personas con dermatitis exfoliativa grave suelen necesitar
hospitalización y recibir antibióticos (para la infección), sueros intravenosos (para reemplazar
el líquido que han perdido a través de la piel) y suplementos nutricionales. También habría
que administrarles medicaciones y mantas calientes para controlar la temperatura corporal.
Los baños fríos seguidos de aplicaciones de vaselina de petróleo y gasas pueden contribuir a
proteger la piel. Los corticosteroides (como la prednisona) administrados por vía oral o
intravenosa sólo se usan cuando otras medidas no surten efecto o la enfermedad empeora.
Dermatitis de estasis
Síntomas
Tratamiento
Síntomas y diagnóstico
La dermatitis por rascado localizada puede producirse en cualquier parte del cuerpo, incluido
el ano (pruritus ani) y la vagina (pruritus vulvae). En sus primeros estadios, la piel parece
normal, pero el sujeto nota picor. Posteriormente se seca, forma escamas y aparecen placas
oscuras como resultado del rascado y del frotado.
Los médicos tratan de averiguar el posible estrés psicológico o bien las alergias o
enfermedades que puedan causar el picor inicial. Cuando este proceso se produce alrededor
del ano o de la vagina, el médico puede contemplar la posibilidad de que se deba a parásitos,
tricomoniasis, hemorroides, secreciones locales, infecciones micóticas, verrugas, dermatitis
por contacto o psoriasis.
Tratamiento
Para que cure esta enfermedad, la persona debe dejar de rascarse y de frotarse la piel, ya que
es la causa de la irritación. Con el fin de intentar controlar el picor, los médicos prescriben
antihistamínicos por vía oral y cremas con corticosteroides que deben frotarse suavemente
sobre el área afectada. Un apósito impregnado con un corticosteroide constituye no sólo un
tratamiento sino que también evita que la persona se rasque. El médico puede inyectar bajo la
piel corticosteroides de efecto prolongado para controlar el picor. Existen otros medicamentos
para tratarlo, como la hidroxizina o la doxepina, que pueden resultar eficaces en algunas
personas.
Cuando esta enfermedad se desarrolla alrededor del ano o en la vagina, el mejor tratamiento es
una crema con corticosteroides. Puede aplicarse pasta de óxido de zinc sobre la crema para
proteger la zona; luego ésta se puede eliminar con aceite mineral. Frotarse fuertemente el ano
con papel higiénico después de defecar puede agravar la enfermedad.
CAPITULO 195
Inflamación de la piel
La gravedad de las erupciones inducidas por fármacos varía desde un leve enrojecimiento con
pápulas limitadas a una zona reducida a un desprendimiento de la totalidad de la piel. Las
erupciones pueden aparecer repentinamente tras la toma de un fármaco (por ejemplo, cuando
aparece urticaria después de tomar penicilina) o pueden retrasarse horas o días. En raras
ocasiones, la erupción aparece incluso años más tarde; por ejemplo, el arsénico puede causar
descamación de la piel, cambios de color e incluso producir cáncer años después de su
ingestión.
Diagnóstico
Son muchas las causas de las erupciones y en la actualidad no existe ninguna prueba de
laboratorio que pueda confirmar que un fármaco es responsable de una erupción. Descubrir
cuál es el fármaco responsable es muchas veces complicado, porque la erupción puede surgir a
partir de una mínima cantidad de fármaco y hacerlo mucho después de que la persona lo haya
tomado, además de poder persistir hasta semanas o meses después de que se haya
interrumpido la toma. Todos y cada uno de los fármacos que haya tomado la persona pueden
ser sospechosos, incluyendo los de venta libre; las gotas para los ojos, para la nariz y los
supositorios son causas posibles. A veces el único modo de determinar cuál es el fármaco
responsable de la erupción es interrumpir la toma de todos los medicamentos, salvo de los que
son vitales. En la medida de lo posible se sustituyen los fármacos por otros no relacionados
químicamente. Si no existen estos sustitutos, se debe comenzar a tomar los medicamentos
nuevamente uno por uno para determinar cuál es el que causa la reacción. Sin embargo, este
método puede resultar arriesgado si la persona ha presentado una reacción alérgica grave al
fármaco.
Tratamiento
La mayoría de las reacciones desaparecen tras la suspensión del fármaco responsable. Cuando
la erupción cutánea es seca o causa picor, un ungüento con corticosteroide puede ayudar a
aliviar los síntomas. A pesar de que, generalmente, los casos de urticaria desaparecen
rápidamente sin tratamiento, puede ser necesario recurrir a antihistamínicos o corticosteroides
orales; las erupciones más graves se tratan con una inyección de adrenalina o de un
corticosteroide.
Síntomas
La necrólisis epidérmica tóxica suele comenzar con una zona enrojecida, dolorosa, que se
extiende rápidamente. Es posible que se formen vesículas, o bien que la capa superficial de la
piel simplemente se desprenda sin que se presenten ampollas. A menudo, sólo con un ligero
contacto o estiramiento se desprenden grandes tiras de piel. Esto hace que la zona afectada
parezca escaldada (una enfermedad de aspecto similar, el síndrome de la piel escaldada por
estafilococos, se produce a partir de una infección estafilocócica en los lactantes, en los niños
pequeños y en adultos con alteraciones en su sistema inmunitario). A medida que avanza la
necrólisis epidérmica tóxica, la persona suele experimentar malestar, escalofríos y fiebre. En 3
días pueden desprenderse enormes porciones de piel y la enfermedad suele extenderse hacia
las membranas mucosas de los ojos, de la boca y de los genitales.
Como en el caso de las quemaduras graves, la pérdida de piel puede poner en peligro la vida
del enfermo. A partir de las grandes áreas dañadas en carne viva puede perderse gran cantidad
de líquidos y de sales. Una persona afectada por esta enfermedad es muy susceptible a una
infección en las zonas de tejido dañado y expuesto; estas infecciones son la causa de muerte
más frecuente en quienes padecen esta enfermedad.
Tratamiento
Las personas aquejadas de necrólisis epidérmica tóxica son hospitalizadas y los fármacos
sospechosos de causar la enfermedad se suprimen inmediatamente. Cuando resulta posible,
estas personas deberían tratarse en la unidad de quemados y proporcionarles un cuidado
escrupuloso para evitar una infección. El personal hospitalario debe lavarse las manos antes de
tocar al paciente, mantenerlo aislado de otros enfermos del hospital y cubrirle la piel con
vendajes protectores. Los líquidos y las sales que se pierden a través de la piel dañada son
reemplazados por vía intravenosa. El uso de corticosteroides para tratar la enfermedad es
controvertido. Algunos médicos consideran que administrar elevadas dosis en los primeros
días es beneficioso; otros creen que los corticosteroides deberían evitarse. Estos fármacos
inhiben el sistema inmunitario, lo que incrementa la posibilidad de sufrir una infección grave.
Si ésta se produce, los médicos administran antibióticos inmediatamente.
Eritema polimorfo
El eritema polimorfo es una enfermedad caracterizada por la presencia en la piel de lesiones
rojizas y sobreelevadas que suelen tener el aspecto de dianas y, por lo general, están
distribuidas simétricamente por todo el cuerpo.
Probablemente la causa de más de la mitad de los casos es el herpes simple. Esta infección
vírica puede resultar evidente antes de que aparezca el eritema polimorfo. En el resto de los
casos, las causas posibles incluyen prácticamente todos los fármacos (generalmente, las
penicilinas, las sulfamidas y los barbitúricos), así como otras enfermedades infecciosas (por
ejemplo, infección por virus coxsackie o por virus ECHO, neumonía por micoplasma,
psitacosis e histoplasmosis). En raras ocasiones, algunas vacunas provocan eritema polimorfo.
Los médicos no conocen el mecanismo por el que el herpes simple y ciertos fármacos
producen esta enfermedad, pero se sospecha que la causa sea una reacción alérgica.
Síntomas
Tratamiento
El eritema polimorfo suele curar por sí solo, pero el síndrome de Stevens-Johnson puede
resultar mortal. Los médicos deben intentar tratar todas las posibles causas de infecciones o
eliminar cualquier fármaco sospechoso. Cuando se cree que la causa del eritema polimorfo es
el herpes simple, suele administrarse aciclovir oral.
Las ampollas o úlceras de la piel se cubren con compresas de agua corriente. Es posible usar
corticosteroides orales en los casos graves, persistentes o recurrentes, pero su uso es muy
discutido.
A la menor señal de infección, se prescriben antibióticos. Cuando el eritema polimorfo impide
comer o beber, la alimentación y los líquidos deben administrarse por vía intravenosa.
Eritema nudoso
El eritema nudoso es una enfermedad inflamatoria que produce hinchazones (nódulos) rojas
muy dolorosas bajo la piel, generalmente sobre las espinillas pero, ocasionalmente, también
sobre los brazos y en otras áreas.
Muy a menudo, el eritema nudoso no es una enfermedad aislada sino un signo de otro proceso
o bien de la alergia a un fármaco. Los adultos jóvenes son más proclives a sufrir esta
enfermedad, que puede repetirse durante meses o años. En los niños, el eritema nudoso casi
siempre sigue al dolor de garganta, especialmente el causado por estreptococos. En los
adultos, las causas más frecuentes son las infecciones estreptocócicas y la sarcoidosis. Otras
causas incluyen lepra, coccidioidomicosis, histoplasmosis, tuberculosis, psitacosis,
linfogranuloma venéreo y colitis ulcerosa. Esta enfermedad también puede ser una reacción a
los fármacos (en especial sulfamidas, yoduros, bromuros y anticonceptivos orales).
Síntomas y diagnóstico
El eritema nudoso suele aparecer sobre las espinillas y se parece a una serie de contusiones
elevadas que gradualmente cambian de un color rosado a un tono marrón azulado. Es
frecuente que la persona tenga dolor en las articulaciones y fiebre; en ocasiones, los ganglios
linfáticos del pecho aumentan de tamaño.
Los nódulos dolorosos suelen ser el signo clave para el médico. La biopsia de un nódulo
(tomar una muestra y examinarla al microscopio) puede ayudar a establecer el diagnóstico. No
existen pruebas de laboratorio específicas que identifiquen la causa subyacente.
Tratamiento
Los fármacos que puedan provocar eritema nudoso se suspenden y se trata cualquier infección
subyacente. Si la enfermedad está producida por una infección estreptocócica, la persona
puede que deba tomar antibióticos durante un año o más si es necesario.
El reposo en cama puede ayudar a aliviar el dolor que causan los nódulos. Si se descubre que
la causa no es una infección o un fármaco, el médico puede recomendar la aspirina, que puede
resultar muy eficaz. Los nódulos pueden ser tratados de forma individualizada, inyectándoles
un corticosteroide; pero si son numerosos, a veces se prescriben comprimidos de
corticosteroides.
Granuloma anular
El granuloma anular se resuelve en general sin tratamiento. Para eliminar la erupción puede
ser útil aplicar cremas con corticosteroides y cubrirlas con vendajes impermeables, recurrir a
vendajes adhesivos que contengan corticosteroides o bien a inyecciones de éstos.
CAPITULO 196
Enfermedades ampollares
Pénfigo
Síntomas
Las lesiones características del pénfigo son unas ampollas de diversos tamaños, claras,
generalmente blandas, llenas de líquido, y en algunas formas de pénfigo aparecen placas con
descamaciones. Pellizcar o frotar ligeramente la piel puede fácilmente despegar su superficie
de las capas inferiores.
Las ampollas suelen aparecer primero en la boca, donde se rompen rápidamente y se forman
úlceras dolorosas. Pueden seguir apareciendo más ampollas y ulceraciones hasta que toda la
mucosa de la boca resulte afectada. Un patrón similar se observa en la piel: las ampollas se
forman inicialmente en piel aparentemente normal, luego se rompen y dejan heridas en carne
viva y costrosas. Las ampollas pueden ocupar grandes extensiones de piel y, una vez rotas,
pueden infectarse.
Diagnóstico y tratamiento
Penfigoide ampollar
Diagnóstico y tratamiento
Dermatitis herpetiforme
Diagnóstico y tratamiento
Las úlceras por presión (úlceras por decúbito, úlceras de piel) son lesiones cutáneas que se
producen como consecuencia de una falta de irrigación sanguínea y de una irritación de la piel
que recubre una prominencia ósea, en las zonas en las que ésta ha estado presionada por una
cama, silla de ruedas, molde, férula u otro objeto rígido durante un período prolongado.
Causas
La piel cuenta con una rica irrigación sanguínea que lleva oxígeno a todas sus capas. Si esa
irrigación se interrumpe durante más de 2 o 3 horas, la piel muere, comenzando por su capa
externa (la epidermis). Una causa frecuente de irrigación sanguínea reducida en la piel es la
presión. El movimiento normal hace variar la presión, para que la circulación sanguínea no
quede obstruida durante un largo período. La capa de grasa debajo de la piel, especialmente
sobre las prominencias óseas, actúa a modo de almohadilla y evita que los vasos sanguíneos se
cierren.
Las personas que no pueden moverse tienen mayor riesgo de desarrollar úlceras por presión.
Este grupo comprende las personas paralizadas, muy debilitadas o recluidas. También son
susceptibles las que no son capaces de sentir malestar o dolor, señales éstos que inducen al
movimiento. La lesión de un nervio (por una herida, un golpe, diabetes u otras causas)
disminuye la capacidad de sentir dolor. Un coma también puede disminuir esta capacidad de
percepción. Las personas con desnutrición carecen de la capa de grasa protectora y su piel,
privada de nutrientes esenciales, no cura correctamente. En estas personas además se ve
aumentado el riesgo de desarrollar úlceras por presión.
Si la presión interrumpe el riego sanguíneo, la zona de piel privada de oxígeno al inicio se
enrojece e inflama y, a continuación, se ulcera. Aunque la circulación sanguínea quede sólo
parcialmente interrumpida, la fricción y otra clase de daño a la capa externa de la piel también
puede causar úlceras. Los vestidos inapropiados, las sábanas arrugadas o la fricción de los
zapatos contra la piel pueden contribuir a lesionarla. La prolongada exposición a la humedad
(a menudo por sudación frecuente, orina o heces) puede dañar la superficie de la piel,
haciendo muy probable la úlcera por presión.
Síntomas
Habitualmente, las úlceras por presión causan cierto dolor y picor y en las personas con
sensibilidad afectada se pueden desarrollar incluso úlceras graves y profundas sin que se note
dolor.
Las úlceras por presión se clasifican por estadios. En el estadio 1 la úlcera no está formada
realmente; la piel intacta está simplemente enrojecida. En el estadio 2, la piel está enrojecida e
inflamada (muchas veces con ampollas) y comienza su destrucción en sus capas más externas.
En el estadio 3, la úlcera se ha abierto al exterior a través de la piel, dejando expuestas las
capas más profundas. En el estadio 4, la úlcera se extiende profundamente a través de la piel y
la grasa hasta el músculo. En el estadio 5 el mismo músculo queda destruido. En el estadio 6,
el más profundo de los estadios de úlcera por presión, se observa incluso el hueso subyacente,
dañado y a veces infectado.
En cuanto la piel se rompe, la infección se convierte en un problema. La infección retrasa la
curación de las úlceras superficiales y puede constituir una amenaza mortal en las úlceras más
profundas.
Prevención
Las úlceras por presión son dolorosas y pueden poner en peligro la vida del paciente.
Prolongan el tiempo de convalecencia en hospitales o en los centros de cuidado y aumentan el
costo.
Localizaciones habituales de las úlceras por presión
La prevención es la máxima prioridad y las úlceras por presión profundas casi siempre pueden
prevenirse con una intensiva atención al paciente. La prevención de las úlceras frecuentemente
implica la participación de asistentes y de familiares, además de las enfermeras. La cuidadosa
inspección diaria de la piel de las personas encamadas permite detectar el enrojecimiento
inicial. Cualquier signo de enrojecimiento señala la necesidad de una acción inmediata para
evitar que se rompa la piel.
Las prominencias óseas pueden protegerse con materiales blandos, como algodón o lana
esponjosa. Se pueden poner almohadillas a las camas, sillas y sillas de ruedas para reducir la
presión. Quienes no pueden moverse por sí solos deben ser cambiados de posición con
frecuencia; la recomendación habitual es hacerlo cada dos horas y mantener su piel limpia y
seca. Quienes deben pasar mucho tiempo encamados pueden usar colchones especiales (llenos
de aire o de agua). Para los pacientes que ya presentan úlceras por presión en distintas partes
del cuerpo, el uso de colchones de aire o de gomaspuma con relieve a modo de “huevera”,
puede disminuir la presión y proporcionar alivio. Los que tienen muchas úlceras por presión
profundas pueden necesitar un colchón con suspensión de aire.
Tratamiento
Tratar una úlcera por presión es mucho más difícil que prevenirla. Afortunadamente, en sus
primeras etapas, las úlceras por decúbito suelen curarse por sí solas una vez que se elimina la
presión sobre la piel. Mejorar la salud general tomando suplementos de proteínas y calorías
puede ayudar a acelerar la curación.
Cuando la piel se rompe, protegerla con un apósito de gasa puede ayudar a curarla. Las gasas
cubiertas de teflón o las impregnadas con gelatina de petróleo tienen la ventaja de no adherirse
a la herida. En caso de úlceras más profundas, el uso de vendajes especiales que contienen un
material gelatinoso puede favorecer el crecimiento de piel nueva. Si la úlcera parece infectada
o supura, enjuagarla, lavarla suavemente con jabón o usar desinfectantes como el yodo de
povidona puede eliminar el material infectado y muerto. Sin embargo, limpiarla con
demasiada fricción puede retrasar la curación. En ocasiones el médico necesita eliminar
(desbridar) el material muerto con un escalpelo. En lugar de éste pueden utilizarse agentes
químicos, pero por lo general su efecto no es tan completo como el que se obtiene utilizando
un escalpelo.
Las úlceras por presión son difíciles de tratar. En algunos casos requieren el trasplante de piel
sana a la zona dañada. Por desgracia este tipo de cirugía no siempre es posible, especialmente
en los ancianos frágiles que presentan desnutrición. Con frecuencia, si una infección se
desarrolla en lo más profundo de una úlcera se administran antibióticos. Los huesos situados
por debajo de una úlcera se pueden infectar; esta infección (osteomielitis) es extremadamente
difícil de curar, puede pasar a la corriente sanguínea y extenderse a otros órganos, haciendo
necesario el tratamiento con un antibiótico durante muchas semanas.
CAPITULO 198
Trastornos de la sudación
El sudor está compuesto principalmente por agua, pero también contiene sal (cloruro de sodio)
y otras sustancias químicas. Cuando una persona suda mucho, la pérdida de agua y de sal debe
ser reemplazada.
Sudamina
La sudamina es una erupción cutánea que se produce cuando el sudor queda retenido.
Cuando los estrechos conductos que transportan el sudor a la superficie de la piel se
obstruyen, el sudor atrapado causa inflamación, lo cual produce irritación (salpullido) y picor.
La sudamina consiste normalmente en una erupción caracterizada por diminutas vesículas,
pero también puede presentarse como grandes zonas de piel enrojecida.
La sudamina es más frecuente en los climas cálidos y húmedos, pero las personas que se
abrigan demasiado en un clima frío también pueden desarrollarla. Las áreas más
frecuentemente afectadas por la erupción son el tronco y los muslos.
Reduciendo la sudación se suele controlar el problema. Es importante mantener la piel fresca
y seca, así como evitar las condiciones que pueden aumentar la sudación: el aire
acondicionado resulta ideal. A menudo se utilizan lociones con corticosteroides, a las cuales a
veces se les adiciona un poco de mentol; sin embargo, estos tratamientos tópicos no resultan
tan eficaces como el cambio del medio ambiente y el uso de una vestimenta adecuada.
Sudación excesiva
La sudación excesiva (hiperhidrosis) puede afectar a toda la superficie de la piel, pero por lo
general está limitada a las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas o las ingles.
La zona afectada suele ser rosada o blanco-azulada y en los casos graves la piel puede
presentar fisuras, descamarse y ablandarse, especialmente en los pies. A veces la zona
afectada desprende un olor fétido (bromidrosis), causado por bacterias y levaduras que
descomponen el sudor y la piel mojada.
Las manos y los pies sudorosos son una respuesta normal a la ansiedad y también es habitual
que una persona sude mucho cuando tiene fiebre. Sin embargo, una sudación frecuente y
abundante en todo el cuerpo requiere atención médica porque puede ser un signo de
hiperactividad del tiroides, una baja concentración de azúcar en la sangre o una alteración en
la región del sistema nervioso que controla la sudación. Los análisis de sangre pueden
determinar si la función tiroidea o la concentración de azúcar en sangre son anormales.
Tratamiento
Una sudación abundante en las palmas de las manos, las plantas de los pies o las axilas puede
ser controlada hasta cierto punto con la aplicación por la noche de una solución de cloruro de
aluminio. En primer lugar se seca la zona afectada, a continuación se aplica la solución y por
último se recubre todo ello con una fina película plástica. Por la mañana, se retira la película y
se lava la zona. Algunas personas necesitan dos aplicaciones diarias; esta pauta suele aliviar el
problema durante una semana. Si la solución irrita la piel, debería interrumpirse el uso de la
película plástica.
Una solución de metenamina también puede ayudar a controlar la sudación abundante. En
ocasiones se recurre a la iontoforesis con agua corriente, proceso en el que se aplica una débil
corriente eléctrica a la zona afectada. Si fracasa el tratamiento en un caso de sudación
extrema, se puede proceder a una medida mucho más drástica, que consiste en la extirpación
quirúrgica de las glándulas sudoríparas axilares. El asesoramiento psicológico o un
tratamiento con ansiolíticos pueden aliviar los casos de sudación causados por ansiedad.
Para controlar el olor es necesario mantener minuciosamente limpia la zona afectada; de este
modo se eliminan los microorganismos responsables del olor. El baño diario con un jabón
líquido que contenga clorhexidina u otro antiséptico y la aplicación de un preparado de
clorhidróxido de aluminio (presente en la mayoría de los desodorantes comerciales) son
eficaces contra el olor; puede ser útil el afeitado del pelo de las axilas. Algunas personas
pueden necesitar cremas antibacterianas o lociones con antibióticos (como clindamicina o
eritromicina) para eliminar el olor.
CAPITULO 199
Trastornos de las glándulas sebáceas
Las glándulas sebáceas, que secretan material graso (sebo) sobre la piel, se localizan en la
dermis, la capa de piel situada inmediatamente por debajo de la capa superficial (epidermis).
Los trastornos de las glándulas sebáceas comprenden la acné, la rosácea, la dermatitis perioral
y los quistes sebáceos.
Acné
La acné es una enfermedad cutánea frecuente causada por obstrucción de los poros de la piel,
con la consecuente formación de granos y de abscesos inflamados e infectados
(acumulaciones de pus).
La acné afecta a los adolescentes debido a una interacción entre hormonas, sebo y bacterias
que viven sobre la piel o dentro de ella y también en el cabello. Durante la pubertad, aumenta
la actividad de las glándulas sebáceas de la piel con producción excesiva de sebo. A menudo,
el sebo seco, la piel descamada y las bacterias se acumulan en los poros de la piel formando
un comedón, que impide que el sebo fluya desde los folículos pilosos atravesando los poros.
Si el bloqueo es incompleto se forman puntos negros; si es completo, aparecen puntos
blancos. Las bacterias crecen en los poros obstruidos y descomponen parte de la grasa del
sebo, irritando aún más la piel. Los puntos negros y blancos irritados producen erupciones
cutáneas que son más comúnmente conocidas como granos de acné. Si la infección e irritación
del grano se acentúan, puede formarse un absceso.
Cuando la persona presenta comedones, granos y pústulas (ampollas llenas de pus) sin
abscesos, la enfermedad recibe el nombre de acné superficial; si los granos inflamados se
proyectan hacia el interior de la capa de piel subyacente y aparecen quistes llenos de pus que
pueden romperse y transformarse en grandes abscesos, la enfermedad recibe el nombre de
acné profunda.
Síntomas
Tratamiento
Lavar las zonas afectadas varias veces al día resulta poco eficaz, aunque mejora el aspecto de
los pacientes con cara grasienta. Se puede utilizar cualquier buen jabón. Los jabones
antibacterianos no resultan particularmente beneficiosos y si bien los jabones abrasivos
pueden secar mejor las lesiones pueden también irritar la piel. Las compresas de agua caliente
ayudan a ablandar los comedones, resultando más fácil su extracción. Un médico puede
enseñar al paciente o a algún familiar cómo eliminar cuidadosamente los comedones una o
dos veces a la semana, preferiblemente con una aguja esterilizada o un extractor en forma de
asa de Schamberg. Los granos sólo deberían abrirse con una aguja esterilizada una vez
formada la pústula. Otros tratamientos dependen de la gravedad de la acné.
Acné superficial
Para curar los granos, se pueden aplicar sobre la piel antibióticos como la clindamicina o la
eritromicina junto con un irritante como la tretinoína (ácido retinoico) o sin él. Otros
antibióticos administrados por vía oral, como tetraciclina, minociclina, eritromicina o
doxiciclina, pueden reducir o a veces prevenir la acné superficial, pero podrían ser necesarios
meses o años de tratamiento para poder controlarla.
La luz solar puede ser beneficiosa porque seca la piel y causa una ligera descamación, que
acelera la curación. Sin embargo, la exposición a la luz solar puede causar una grave irritación
en las personas que usan tretinoína. La tretinoína aplicada en forma de crema, líquido o gel
seca la piel, pero debe utilizarse con precaución. Si se produce irritación, la tretinoína debería
ser aplicada sólo por la noche o bien a días alternos, siempre por la noche. Así mismo, debería
aplicarse suavemente sobre la cara, evitando los ojos, las comisuras de los labios y los
pliegues que rodean la nariz. La acné puede empeorar a los pocos días de tratamiento con
tretinoína, pero después de 3 a 4 semanas comienza a mejorar.
Otros fármacos tópicos beneficiosos son el peróxido de benzoílo (el mejor medicamento
tópico de venta libre) y diversos preparados que contengan sulfuro de resorcinol. Estos
fármacos se aplican por lo general dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche
Acné profunda
Los médicos hacen todo lo posible para evitar la cicatrización característica de la acné
profunda y por lo general prescriben un antibiótico oral como la tetraciclina, la minociclina o
la eritromicina. Los pacientes con acné profunda pueden necesitar mantener el tratamiento con
una de estas medicaciones durante semanas, meses o incluso años para evitar una recaída. Sin
embargo, una adolescente que use estos antibióticos puede desarrollar una infección vaginal
por levaduras (vaginitis candidiásica) que puede necesitar ser tratada con otros fármacos. Si
existe dificultad en controlar la infección por levaduras, debería suspenderse el tratamiento de
la acné con antibióticos orales.
Comparación entre acné superficial y acné profunda
Cuando los antibióticos no dan resultado, la isotretinoína por vía oral representa el mejor
tratamiento. Este fármaco ha revolucionado la terapia de la acné, pero puede tener graves
efectos colaterales. La isotretinoína puede dañar a un feto en desarrollo, por lo que las mujeres
que la toman deben adoptar estrictas medidas anticonceptivas para evitar quedarse
embarazadas. Una mujer sexualmente activa debería hacerse una prueba de embarazo antes de
iniciar la terapia con isotretinoína y repetirla con intervalos mensuales mientras dura el
tratamiento. Las medidas anticonceptivas o la abstinencia sexual deberían comenzar un mes
antes de iniciar el tratamiento y deberían mantenerse durante el mismo, prolongándose un mes
más después de suspenderlo. Deben efectuarse análisis de sangre para cerciorarse de que el
fármaco no está afectando las células sanguíneas, el hígado o los valores de grasas
(triglicéridos y colesterol). Estas pruebas se realizan antes de iniciar el tratamiento,
repitiéndose al cabo de dos semanas después de haberlo iniciado y después una vez al mes
durante el tratamiento. La mayoría de los pacientes que usan isotretinoína tienen sequedad de
ojos y de la mucosa que reviste el pene o la vagina, así como los labios fisurados. La gelatina
de petróleo puede ayudar a aliviar la sequedad de la piel. Alrededor del 15 por ciento de los
pacientes tratados con isotretinoína padece dolor o rigidez de las grandes articulaciones y de la
parte inferior de la espalda; el dolor suele desaparecer cuando se reduce la dosis. Por lo
general, el tratamiento se mantiene durante 20 semanas. Si fuera necesario repetir el
tratamiento, sólo debería reiniciarse al menos 4 meses después de la suspensión del anterior.
En ocasiones los dermatólogos tratan los quistes o los abscesos inflamados inyectando
corticosteroides en su interior. En algunos casos el médico también puede realizar una incisión
en un quiste o en un absceso para abrirlo y vaciarlo (drenarlo). La dermoabrasión, un
procedimiento consistente en frotar la superficie de la piel con un instrumento metálico
abrasivo para desprender la capa superior, puede ser útil para las cicatrices pequeñas.
La terapia con rayos X para tratar la acné no es recomendable y los corticosteroides tópicos
pueden realmente empeorarla. En mujeres que desarrollan acné grave durante su período
menstrual, un anticonceptivo oral puede ser eficaz, pero es necesario que el tratamiento dure
de 4 a 6 meses para valorar los resultados.
Rosácea
La rosácea es una enfermedad cutánea crónica que produce enrojecimiento, diminutos granos
y rotura de los vasos sanguíneos, generalmente en la parte central de la cara.
Se produce un engrosamiento de la piel, particularmente alrededor de la nariz, que adquiere un
aspecto rojo y bulboso; esta forma recibe el nombre de rinofima. En ocasiones la rosácea
puede aparecer en el tronco, los brazos y las piernas en lugar de hacerlo en la cara.
Su causa es desconocida. La enfermedad se presenta normalmente en la edad madura y es más
frecuente en las personas de tez clara. Las personas alcohólicas son susceptibles de padecer
rosácea, en particular rinofima. Los corticosteroides de uso tópico agravan la rosácea. Esta
enfermedad se reconoce fácilmente, si bien en ocasiones puede parecerse a la acné y a otros
trastornos cutáneos.
Tratamiento
Se deberían evitar los alimentos que causan dilatación de los vasos sanguíneos de la piel (por
ejemplo, los alimentos con muchas especias, el alcohol, el café y los refrescos con cafeína).
Ciertos antibióticos orales mejoran la rosácea; las tetraciclinas suelen ser las más eficaces y
las que producen menores efectos colaterales. Los antibióticos que se aplican sobre la piel,
como el gel de metronidazol, también son eficaces. El tratamiento con antibióticos del
rinofima grave da resultados inciertos. Esta forma de la enfermedad puede necesitar una
intervención quirúrgica.
Dermatitis perioral
La dermatitis perioral es una erupción rojiza y frecuentemente abultada que aparece alrededor
de la boca y sobre la barbilla.
La dermatitis perioral puede tener un gran parecido con la acné y con la rosácea. Sin embargo,
una zona de piel normal suele separar el borde de los labios de las lesiones.
Los corticosteroides y algunos cosméticos oleosos, especialmente los hidratantes, pueden
causar la enfermedad o bien empeorarla. Sin embargo, a menudo se desconoce la causa. Este
trastorno afecta principalmente a las mujeres de 20 a 60 años de edad.
Tratamiento
Las tetraciclinas por vía oral constituyen generalmente el mejor tratamiento. Si éste no cura la
erupción y las lesiones son particularmente persistentes, la isotretinoína, un fármaco
específico para la acné, puede resultar eficaz.
Quistes sebáceos
Un quiste sebáceo (quiste queratinoso) es una hinchazón de crecimiento lento de la piel que
contiene material cutáneo muerto, así como desechos y otras partículas de la piel.
Estos quistes pueden ser diminutos y aparecer en cualquier parte del cuerpo, más
frecuentemente en el cuero cabelludo, orejas, cara, espalda o escroto. Por lo general son duros
y fáciles de mover dentro de la piel. Normalmente no son dolorosos. Los quistes sebáceos
pueden ser amarillentos o de color carne; si se puncionan se produce la salida de un material
grasiento y caseoso. En ocasiones se infectan.
Tratamiento
El pelo se origina en la dermis, la capa de piel que se encuentra justo debajo del estrato
superficial (epidermis). Los trastornos capilares comprenden el excesivo crecimiento de pelo,
la calvicie y los pelos de barba que crecen dentro de la piel (encarnados).
Vellosidad excesiva
Tanto los varones como las mujeres pueden desarrollar vellosidad excesiva (hirsutismo) en
zonas de piel que no son pilosas habitualmente. Esta característica es frecuentemente de tipo
familiar, particularmente entre las personas de procedencia mediterránea. En las mujeres y los
niños, puede ser consecuencia de una alteración de la hipófisis o de las suprarrenales que
causa una producción excesiva de esteroides masculinizantes (virilización). La vellosidad
excesiva es frecuente tras la menopausia y en las personas que utilizan fármacos anabolizantes
o corticosteroides. La enfermedad también puede desarrollarse en las personas que utilizan
otros fármacos, como el minoxidil, que se usa para controlar la presión arterial. También
puede presentarse en personas que padecen porfiria cutánea tarda.
Tratamiento
Se debe ante todo determinar la causa del excesivo crecimiento de pelo. Por lo general no hace
falta realizar pruebas de laboratorio, pero si se sospecha que existe un trastorno endocrino es
posible tener que realizar un análisis de sangre.
El afeitado del vello puede ser una solución temporal. Otras medidas temporales son el
arrancamiento con pinzas o cera y la utilización de depiladores. Si el pelo es muy fino, el
trastorno puede ser enmascarado mediante la decoloración del mismo.
Para eliminar el pelo de forma definitiva es necesario destruir los folículos pilosos. El único
tratamiento permanente seguro es la electrólisis.
Calvicie
La calvicie (alopecia) es mucho más frecuente entre los varones que entre las mujeres. Puede
ser el resultado de factores genéticos, de envejecimiento, de enfermedades cutáneas locales y
de las que afectan al organismo en general (enfermedades sistémicas). Algunas medicaciones,
como las que se utilizan para tratar el cáncer, también producen caída de pelo.
La calvicie de distribución masculina es la causa más frecuente de caída del cabello que afecta
a los varones. Es muy rara en las mujeres y los niños porque depende de la presencia de
hormonas masculinas (andrógenos) y las concentraciones de estas hormonas son elevadas en
los varones después de la pubertad. Este tipo de calvicie es familiar. La caída del cabello suele
comenzar en las zonas laterales, cerca de la parte frontal, o bien en la parte superior de la
cabeza y seguir hacia atrás. La caída del cabello puede comenzar a cualquier edad, incluso en
la adolescencia. Algunas personas pierden sólo parte del pelo y desarrollan una calva en la
parte posterior o en otra región del cuero cabelludo; otros, en especial los que comienzan a
perder pelo de forma precoz, pueden quedar completamente calvos.
La calvicie de distribución femenina es menos frecuente que la masculina. Por lo general, este
trastorno provoca el aclaramiento del cabello en la frente, en los laterales o en la coronilla.
Rara vez progresa hasta una pérdida total del cabello.
La calvicie tóxica (alopecia tóxica) puede aparecer como consecuencia de una grave
enfermedad con fiebre elevada. En dosis excesivas, algunos fármacos (en especial el talio, la
vitamina A y los retinoides) pueden provocar calvicie. Lo mismo sucede con varios fármacos
antitumorales. La calvicie también puede ser el resultado de una disfunción de la glándula
tiroides o de la hipófisis, o incluso puede suceder después del embarazo. El pelo puede caerse
después de 3 o 4 meses de padecer la enfermedad u otro trastorno. En general, la pérdida del
cabello es temporal y el pelo vuelve a crecer.
La alopecia areata es una enfermedad en la cual se pierde pelo de improviso en una zona
concreta, normalmente en el cuero cabelludo o la barba. Raras veces puede perderse todo el
pelo del cuerpo (alopecia universal). El pelo suele reaparecer tras varios meses, excepto en
personas con calvicie extensa, en quienes un nuevo crecimiento es improbable.
El arrancamiento del cabello (tricotilomanía) es más frecuente en los niños, pero el hábito
puede prolongarse durante toda la vida. Esta costumbre puede pasar inadvertida durante
mucho tiempo y tanto los médicos como los padres pueden creer que la pérdida de pelo se
debe a una enfermedad como la alopecia areata. En ocasiones practicar una biopsia (tomar una
muestra de piel y examinarla al microscopio) resulta útil al médico para establecer el
diagnóstico.
La alopecia cicatrizal es una pérdida de pelo que se produce en áreas cicatrizadas. La piel
puede cicatrizar por quemaduras, lesiones graves o una terapia con rayos X. Causas menos
obvias de cicatrización comprenden el lupus eritematoso, el liquen plano, las infecciones
bacterianas o micóticas, sarcoidosis y tuberculosis. Los cánceres de piel también pueden
provocar cicatrización.
Diagnóstico y tratamiento
Determinar el tipo de calvicie mediante la simple observación suele resultar difícil; por ello
puede requerirse una biopsia para establecer el diagnóstico. Una biopsia ayuda a determinar si
los folículos pilosos son normales; si no lo son, la biopsia puede indicar las posibles causas.
La mayor parte de tipos de calvicie no tienen tratamiento. Una persona con calvicie de
distribución masculina o femenina puede recibir un trasplante de pelo, en el que se extirpan
folículos pilosos de otras partes del cuerpo para su posterior injerto. Algunos medicamentos,
como el minoxidil, pueden producir el crecimiento del cabello en un reducido porcentaje de
personas.
Los corticosteroides inyectados bajo la piel pueden ayudar a personas afectadas de alopecia
areata, pero los resultados no son duraderos. Otro tratamiento para la alopecia areata consiste
en la inducción de una reacción alérgica leve o una irritación para producir el crecimiento del
pelo. La alopecia cicatrizal es particularmente difícil de tratar. En la medida de lo posible se
trata la causa de la cicatrización, pero después que una zona de piel ha cicatrizado por
completo, el crecimiento de pelo es improbable.
Se trata de pelos que se curvan de tal modo que su extremo pincha la piel y causa inflamación
(seudofoliculitis de la barba). Es más frecuente con los pelos rizados de la barba,
especialmente en los varones de etnia negra. El mejor tratamiento consiste en dejar crecer la
barba: cuando los pelos se alargan, no se rizan ni pinchan la piel. El individuo que no desea
tener barba puede usar un producto depilatorio hecho de tioglicolato o tretinoína (ácido
retinoico), pero a menudo irrita la piel.
CAPITULO 201
Infecciones bacterianas de la piel
La piel representa una barrera notablemente eficaz contra las infecciones bacterianas. A pesar
de que muchas bacterias viven sobre la piel, normalmente son incapaces de provocar una
infección. Las infecciones bacterianas de la piel pueden afectar a una sola zona y tener el
aspecto de un grano o bien propagarse en unas horas y afectar a un área mucho más extensa.
Las infecciones cutáneas pueden presentar un grado de gravedad variable, desde una acné sin
importancia hasta una enfermedad potencialmente mortal, como el síndrome de la piel
escaldada producido por estafilococos.
Muchos tipos de bacterias pueden infectar la piel. Los más frecuentes son los Staphylococcus
y los Streptococcus. En los hospitales o las residencias pueden producirse infecciones
causadas por bacterias menos comunes, al igual que cuando se realizan trabajos de jardinería o
se nada en un estanque, un lago o en el mar.
Algunas personas presentan un riesgo específico de contraer infecciones de piel; por ejemplo,
los diabéticos, que poseen una irrigación cutánea disminuida, en especial la de las manos y de
los pies, y los enfermos de SIDA, que presentan un sistema inmunológico deprimido. La piel
dañada por los rayos del sol, las rascaduras u otra irritación también tiene más posibilidades
de infectarse. De hecho, cualquier lesión en la piel predispone a una persona a sufrir una
infección.
Por lo general, mantener la piel intacta y limpia evita las infecciones. Cuando la piel sufre un
corte o un arañazo, lavar la zona con agua y jabón ayuda a prevenir una infección. Si bien la
mayoría de las cremas y ungüentos con antibióticos son poco eficaces para prevenir o tratar
las infecciones cutáneas, algunas cremas más recientes, como la mupirocina, son eficaces en
ciertos casos. Los baños calientes pueden incrementar la llegada de sangre a la zona infectada
y ayudan a curar una infección confinada a un área reducida. Si la infección se extiende, los
antibióticos deben ser tomados, ya sea por vía oral o mediante inyecciones.
Impétigo
La foliculitis es una inflamación de los folículos pilosos causada por una infección por
Staphylococcus.
En los folículos pilosos se forma una pequeña cantidad de pus, que hace que se irriten y
enrojezcan. La infección daña los pelos, los cuales se pueden arrancar fácilmente. La
foliculitis tiende a volverse crónica en los sitios en que los folículos pilosos se encuentran
profundamente arraigados en la piel, como en la zona de la barba. Los pelos rígidos pueden
curvarse y penetrar en la piel, produciendo irritación, aunque no exista una infección
importante.
Los furúnculos son áreas grandes, dolorosas, inflamadas y sobreelevadas originadas por una
infección por estafilococos alrededor de los folículos pilosos.
Lo más frecuente es que aparezcan en cuello, mamas, cara y nalgas y son particularmente
dolorosos cuando se forman alrededor de la nariz, de las orejas o en los dedos. Los furúnculos
a menudo tienen pus en el centro. Por lo general, eliminan un exudado blanquecino,
ligeramente sanguinolento. En algunas personas se forman furúnculos molestos y recurrentes
(furunculosis) y se pueden producir epidemias entre los adolescentes que viven en barrios
hacinados y carecen de una higiene apropiada.
Los carbuncos son grupos de furúnculos que producen grandes escaras en la piel y finalmente
cicatrices.
Los carbuncos se desarrollan y curan más lentamente que los furúnculos aislados y pueden
acompañarse de fiebre y de cansancio, ya que representan una infección más grave. Aparecen
con mayor frecuencia en los varones y más frecuentemente en la parte posterior del cuello.
Las personas mayores, los diabéticos y quienes padecen enfermedades graves son más
proclives a presentar carbuncos.
Tratamiento
Mantener la piel limpia, preferiblemente con un jabón líquido que contenga un agente
antibacteriano, es la mejor forma de evitar el contagio de estas infecciones. El calor húmedo
favorece la acumulación de pus y puede hacer que un furúnculo exude espontáneamente.
Cuando aparece un furúnculo cerca de la nariz, los médicos suelen tratarlo con antibióticos
porque la infección puede propagarse rápidamente hacia el cerebro. Cuando surgen furúnculos
o carbuncos, se suele tomar una muestra de pus para su evaluación en el laboratorio y se
administran antibióticos orales. Quienes presentan furúnculos recurrentes pueden requerir
antibióticos durante meses o incluso años.
Erisipelas
Celulitis
La celulitis es una infección difusa en las capas profundas de la piel y a veces incluso debajo
de ellas.
La causa más frecuente de la celulitis, sobre todo si había una herida previa, es una infección
estreptocócica. No obstante, muchas otras bacterias pueden causar celulitis, especialmente
después de mordeduras de personas o animales o tras lesiones producidas en el agua.
La infección afecta sobre todo a las piernas y a menudo comienza con una alteración cutánea
causada por una lesión menor, una úlcera o una infección micótica entre los dedos La celulitis
produce inflamación, dolor, calor y enrojecimiento. Algunas áreas tienen aspecto de
magulladura y pueden presentar pequeñas ampollas. Los síntomas de la infección pueden ser
fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y complicaciones más graves como confusión, hipotensión
y taquicardia.
La celulitis es fácilmente reconocible, pero identificar las bacterias causantes de la infección
resulta más difícil. Los médicos suelen tomar muestras de sangre (a veces de piel) que son
enviadas al laboratorio, donde se cultivan y se identifican las bacterias.
Tratamiento
Paroniquia
La paroniquia es una infección que rodea el borde de una uña de la mano o del pie.
La infección suele comenzar a partir de una rotura de la piel, una manicura demasiado
traumática o una irritación crónica. Como la región de las uñas dispone de poco espacio para
inflamarse, la infección tiende a ser bastante dolorosa. A diferencia de la mayoría de las
infecciones de piel, la paroniquia puede estar causada por diferentes bacterias, como
Pseudomonas y Proteus, así como por hongos como Candida.
Tratamiento
Las compresas o los baños calientes ayudan a aliviar el dolor y con frecuencia a eliminar
(drenar) el pus. Los baños calientes también aumentan la circulación sanguínea, lo que a su
vez ayuda a combatir la infección. En ocasiones el médico drena la infección practicando una
pequeña incisión en la bolsa purulenta (absceso) con un bisturí. Las infecciones en las que se
consigue un drenaje adecuado pueden no necesitar el tratamiento con antibióticos. Si la
infección tiene tendencia a extenderse, el médico puede prescribir antibióticos orales.
Si la paroniquia está causada por un hongo, el médico drena la infección y prescribe una
crema antifúngica que contenga ketoconazol, ciclopirox o miconazol y aconseja baños
calientes. En casos graves se prescribe un antifúngico oral.
Síntomas
El síndrome suele comenzar con una infección aislada y costrosa que puede parecerse al
impétigo. La infección puede aparecer en la zona del pañal o alrededor del muñón del cordón
umbilical durante los primeros días de vida. En los niños de 1 a 6 años, el síndrome puede
comenzar con una zona costrosa localizada en la nariz o en las orejas. Al día siguiente,
aparecen regiones de color escarlata alrededor de la zona costrosa. Estas áreas pueden ser
dolorosas. Por otra parte, grandes extensiones de piel pueden enrojecer y formar ampollas que
se rompen con facilidad.
La capa superior de la piel comienza entonces a desprenderse, a menudo en grandes tiras,
incluso cuando se tocan ligeramente o se presionan suavemente. Después de uno o dos días,
puede afectarse toda la superficie de la piel y el niño enferma gravemente, presentando fiebre,
escalofríos y debilidad. Con la pérdida de la barrera protectora de la piel, otras bacterias y
argentes infecciosos pueden penetrar fácilmente en el organismo. Además, pueden perderse
importantes cantidades de líquido debido a la supuración y a la evaporación.
Diagnóstico
Tratamiento
A menudo, el médico prescribe un antibiótico intravenoso del tipo de la penicilina como, por
ejemplo, cloxacilina, dicloxacilina o cefalexina. Sin embargo, si el diagnóstico del síndrome
se establece de forma temprana, la forma oral de alguno de estos fármacos da buenos
resultados. Esta terapia debe continuar al menos durante 10 días. Con un tratamiento precoz,
la curación se produce entre los 5 y 7 días.
La piel debe ser manipulada con cuidado para evitar un mayor desprendimiento de la misma;
de hecho debería cuidarse como si estuviera quemada. El médico puede aplicar una compresa
protectora. Los niños gravemente afectados pueden ser tratados en la unidad de quemados de
un hospital.
Eritrasma
El eritrasma es una infección de las capas superficiales de la piel causada por la bacteria
Corynebacterium minutissimum.
El eritrasma afecta principalmente a los adultos y a los diabéticos; es mucho más frecuente en
los trópicos. Al igual que una infección fúngica, el eritrasma suele aparecer donde dos zonas
de piel contactan entre sí, como debajo de las mamas, en las axilas, en los espacios
interdigitales de los pies y en la zona genital, especialmente en los varones, donde los muslos
tocan el escroto. La infección puede producir placas irregulares y rosadas que posteriormente
pueden convertirse en finas escamas de color pardusco. En algunas personas la infección se
extiende hasta el tronco y la región anal.
Los médicos pueden diagnosticar un eritrasma fácilmente porque Corynebacterium muestra
un brillo característico de color rojo coral bajo la luz ultravioleta. Un antibiótico, como la
eritromicina o la tetraciclina, por vía oral, puede eliminar la infección. Los jabones
antibacterianos también pueden ser de utilidad. El eritrasma puede recurrir entre 6 y 12 meses
más tarde, necesitando entonces un segundo tratamiento.
CAPITULO 202
Infecciones micóticas de la piel
Los hongos que infectan la piel (dermatófitos) viven sólo en la capa más externa de la piel
(estrato córneo) y no penetran más profundamente. Algunas infecciones micóticas no
producen síntomas o sólo provocan una pequeña irritación, descamación y enrojecimiento.
Otras infecciones micóticas causan prurito, inflamación, ampollas y una grave descamación.
Los hongos suelen establecerse en áreas húmedas del cuerpo donde rozan dos superficies
cutáneas: entre los dedos de los pies, en las ingles y bajo las mamas. Las personas obesas son
más propensas a sufrir estas infecciones porque poseen muchos pliegues cutáneos.
Por extraño que parezca, las infecciones micóticas en una parte del cuerpo pueden causar
erupciones en otras partes no infectadas. Por ejemplo, una infección micótica en el pie puede
causar una erupción abultada y pruriginosa en los dedos. Estas erupciones (dermatofítides o
erupciones “ide”) representan reacciones alérgicas al hongo.
Los médicos pueden sospechar la presencia de hongos cuando aprecian una erupción roja e
irritada en una de las áreas frecuentemente afectadas. Habitualmente el médico puede
confirmar el diagnóstico raspando una pequeña porción de piel para examinarla al
microscopio o colocarla en un medio de cultivo que hará crecer los hongos de modo que sea
posible identificarlos.
Tiña
La tiña es una infección micótica de la piel causada por diferentes hongos y que generalmente
se clasifica según su localización en el cuerpo.
El pie de atleta (tiña de los pies) es una infección micótica frecuente que suele aparecer
durante los meses cálidos. Es causada habitualmente tanto por Trichophyton como por
Epidermophyton, hongos que pueden crecer en los espacios interdigitales calientes y húmedos
de los pies. El hongo puede producir una descamación muy ligera sin presentar otros síntomas
o bien una descamación más importante con una erupción pruriginosa, dolorosa y que deja la
piel en carne viva entre los dedos y a los lados de los pies. También pueden formarse ampollas
llenas de líquido. Como el hongo puede causar la rotura de la piel, el pie de atleta puede
comportar una infección bacteriana, especialmente en personas mayores e individuos con
inadecuada irrigación sanguínea de los pies.
El picor del suspensor (tiña inguinal) puede estar causada por varios hongos y levaduras. Es
mucho más frecuente en varones que en mujeres y suele aparecer durante los meses cálidos.
La infección produce áreas rojas y anulares, a veces con formación de pequeñas ampollas en
la piel que rodea las ingles y en la parte superior de la cara interna de los muslos. Este proceso
puede provocar picor intenso e incluso ser doloroso. Es frecuente la recidiva, ya que los
hongos pueden persistir indefinidamente sobre la piel. Incluso con un tratamiento apropiado,
las personas susceptibles pueden presentar infecciones repetidas.
La tiña del cuero cabelludo está causada por Trichophyton o por otro hongo llamado
Microsporum. La tiña del cuero cabelludo es altamente contagiosa, especialmente entre los
niños. Puede producir una erupción roja descamativa más bien pruriginosa, o si no placas de
calvicie sin erupción.
La tiña de las uñas es una infección causada por Trichophyton. El hongo penetra en la parte
recién formada de la uña produciendo engrosamiento, pérdida de brillo y deformación de la
misma. Esta infección es mucho más frecuente en las uñas de los pies que en las de las manos.
Una uña infectada puede desprenderse del dedo del pie, quebrarse o descamarse.
La tiña corporal también está causada por Trichophyton. La infección generalmente produce
una erupción de color rosa o roja que en ocasiones forma placas redondeadas con zonas claras
en el centro. La tiña corporal puede desarrollarse en cualquier parte de la piel.
La tiña de la barba se presenta en raras ocasiones. La mayoría de las infecciones cutáneas
localizadas en la zona de la barba están causadas por bacterias y no por hongos.
Tratamiento
La mayoría de las infecciones micóticas de la piel, excepto las del cuero cabelludo y de las
uñas, son leves y a menudo curan con cremas de antimicóticos. Existen muchas cremas
antifúngicas eficaces que pueden adquirirse sin necesidad de prescripción médica.
Generalmente, los polvos antimicóticos no dan buenos resultados en el tratamiento de estas
infecciones. Los principios activos de las medicaciones antifúngicas son el miconazol,
clotrimazol, econazol y ketoconazol.
Habitualmente, las cremas se aplican dos veces al día y el tratamiento debería prolongarse por
lo menos de 7 a 10 días después de que la erupción haya desaparecido por completo. Si se
interrumpe la aplicación de la crema con demasiada prontitud, la infección puede no haberse
erradicado completamente y la erupción reaparecerá.
Pueden transcurrir varios días antes de que las cremas antifúngicas surtan efecto. Mientras
tanto, suelen utilizarse cremas con corticosteroides para aliviar el picor y el dolor. La
hidrocortisona en dosis reducidas es un fármaco de venta libre; los corticosteroides más
potentes requieren prescripción facultativa.
Ante infecciones más graves o pertinaces, el médico puede prescribir terapia con griseofulvina
durante varios meses, en ocasiones combinada con cremas antifúngicas. La griseofulvina, de
administración oral, es muy eficaz, pero puede causar efectos colaterales como dolor de
cabeza, trastornos gástricos, fotosensibilidad, erupciones, tumefacciones y reducción del
número de glóbulos blancos. Tras la interrupción del tratamiento con griseofulvina, la
infección puede reaparecer. El médico también puede prescribir ketoconazol para tratar las
infecciones micóticas de la piel. Al igual que la griseofulvina, el ketoconazol por vía oral
puede presentar importantes efectos colaterales, como por ejemplo trastornos hepáticos.
El hecho de mantener las zonas infectadas limpias y secas ayuda a evitar la aparición de
nuevas infecciones fúngicas y favorece la curación de la piel. Las áreas infectadas deberían
lavarse frecuentemente con agua y jabón y luego cubrirse con polvos de talco. A menudo los
médicos recomiendan evitar los polvos que contengan almidón de maíz porque pueden
favorecer el crecimiento fúngico.
Si una infección micótica de la piel supura, es posible que también haya podido desarrollarse
una infección bacteriana. Esta infección puede requerir tratamiento con antibióticos. Algunos
médicos prescriben antibióticos que pueden ser aplicados directamente sobre la piel; otros
prefieren antibióticos que deben ser administrados por vía oral. La solución de Burow diluida
o el ungüento de Whitfield (ambos de venta libre) también pueden ser utilizados para secar la
piel que supura.
Candidiasis
La candidiasis (infección por levaduras, moniliasis) es una infección producida por levaduras
de Candida, antes denominada Monilia.
Candida suele infectar la piel y las membranas mucosas, como las que recubren la boca y la
vagina. En raras ocasiones, invade tejidos más profundos como la sangre, causando una
candidiasis sistémica que amenaza la vida del paciente. Esa infección mucho más grave es
más frecuente en personas inmunodeprimidas (por ejemplo, enfermos de SIDA o pacientes
tratados con quimioterapia).
Candida es un residente normal del tracto digestivo y de la vagina, que por lo general no causa
ningún daño. Cuando las condiciones ambientales son particularmente favorables (por
ejemplo, en un clima cálido y húmedo) o cuando las defensas inmunitarias de una persona
están debilitadas, la levadura puede infectar la piel. Al igual que los dermatófitos, el
crecimiento de Candida se ve favorecido en ambientes húmedos y cálidos. Algunas veces, los
pacientes tratados con antibióticos padecen una infección por Candida debido a que los
antibióticos eliminan las bacterias que residen normalmente en los tejidos, lo cual permite que
Candida crezca de forma incontrolada. Los corticosteroides o la terapia inmunodepresora que
sigue al trasplante de un órgano pueden también reducir las defensas del organismo contra las
infecciones por levaduras. También las mujeres embarazadas, los obesos y los diabéticos
presentan mayor susceptibilidad a la infección por Candida.
Síntomas
Diagnóstico
Por lo general, el médico puede identificar una infección por Candida observando su erupción
característica o bien el residuo espeso, blanco y pastoso que suele generar. Para efectuar el
diagnóstico, el médico puede realizar un raspado de una parte de la piel lesionada o del
residuo con un escalpelo o un depresor de lengua. Entonces la muestra es examinada al
microscopio o depositada en un medio de cultivo para identificar la causa de la infección.
Tratamiento
Por lo general, las infecciones cutáneas por Candida curan fácilmente con cremas o lociones
medicamentosas. Los médicos a menudo recomiendan una crema con nistatina para tratar las
infecciones cutáneas, vaginales y del pene; la crema se aplica habitualmente dos veces al día
durante 7 a 10 días. Los medicamentos para tratar las infecciones por levaduras de la vagina o
del ano están disponibles también en forma de supositorios. Los medicamentos específicos
para las aftas deben ser administrados en forma de líquido para enjuagar toda la boca y luego
escupirlo, o bien como un comprimido que se disuelve lentamente en la boca. En ocasiones,
para las infecciones cutáneas se utilizan ungüentos con corticosteroides como la
hidrocortisona, junto a cremas antifúngicas, debido a que los ungüentos calman rápidamente
el picor y el dolor (a pesar de que no ayudan a curar la infección en sí misma).
Mantener la piel seca ayuda a eliminar la infección y previene la reaparición del hongo. Los
simples polvos de talco o los que contienen nistatina pueden ayudar a mantener seca la zona
superficial.
Pitiriasis versicolor
La pitiriasis versicolor es una infección fúngica que causa placas de un color que va de blanco
a pardusco sobre la piel.
La infección es bastante frecuente, especialmente en los adultos jóvenes. Raramente causa
dolor o picor, pero impide el bronceado de las zonas de piel afectadas, formando placas. Las
personas con piel naturalmente oscura pueden advertir la presencia de placas claras y, las de
piel clara, pueden presentar placas oscuras. Las placas suelen localizarse en el pecho o la
espalda y pueden descamarse ligeramente. Con el paso del tiempo, estas pequeñas áreas
pueden juntarse para formar placas extensas.
Diagnóstico y tratamiento
Se diagnostica la pitiriasis versicolor por el aspecto que presenta. El médico puede utilizar la
luz ultravioleta para poner en evidencia la infección o bien puede examinar al microscopio
muestras de raspados de la zona infectada. Los champús anticaspa, como el sulfuro de selenio
al 1 por ciento, suele curar la pitiriasis versicolor. Estos champúes se aplican sin diluir sobre
las zonas afectadas (incluyendo el cuero cabelludo) antes de acostarse, se dejan toda la noche
y se lavan por la mañana. El tratamiento suele prolongarse durante 3 o 4 noches. Las personas
que presentan irritaciones cutáneas por este tratamiento pueden limitar el tiempo de
exposición de su piel al champú entre 20 y 60 minutos, o bien pueden recurrir a medicamentos
con receta.
Es posible que la piel no vuelva a recuperar su pigmentación normal hasta muchos meses
después de la desaparición de la infección. El proceso reaparece con frecuencia incluso
después de un tratamiento satisfactorio porque el hongo que lo causa es un huésped normal de
la piel. Si reaparecen las lesiones, debe repetirse el tratamiento.
CAPITULO 203
Infecciones parasitarias de la piel
La mayoría de los parásitos cutáneos son diminutos insectos o gusanos que se esconden dentro
de la piel haciendo de ella su hábitat natural. Algunos parásitos viven en la piel durante alguna
de las etapas de su ciclo biológico; otros son huéspedes permanentes de la piel, en la cual
depositan sus huevos y se reproducen.
Sarna
La sarna es una infestación causada por pequeños insectos que produce diminutas pápulas
rojizas y un intenso picor.
La sarna está causada por el ácaro Sarcoptes scabiei. La infestación se transmite fácilmente de
persona a persona a través del contacto físico y con frecuencia afecta a toda una familia. Los
ácaros, que apenas pueden distinguirse a simple vista, suelen transmitirse cuando las personas
duermen juntas. Raras veces se propagan por la ropa de vestir o de cama, así como por otros
objetos compartidos; su supervivencia es breve y un lavado normal los destruye.
La hembra del ácaro cava túneles y surcos bajo la capa superior de la piel y deposita sus
huevos en ellos. Las formas jóvenes del ácaro (larvas) nacen a los pocos días. La infestación
causa un picor intenso, probablemente como resultado de una reacción alérgica a los ácaros.
Síntomas
La característica peculiar de la sarna es un intenso picor, que empeora sobre todo durante la
noche. Los surcos de los ácaros aparecen como líneas onduladas de un centímetro y medio de
longitud aproximadamente, que en algunos casos presentan una diminuta pápula en un
extremo. Estos surcos son más frecuentes y el picor es más intenso en los espacios
interdigitales de las manos, las muñecas, los codos, las axilas, rodeando los pezones mamarios
de las mujeres, en los genitales masculinos (pene y escroto), alrededor de la cintura y en la
parte inferior de las nalgas. Rara vez se infesta la cara, excepto en niños pequeños, donde las
lesiones pueden aparecer en forma de ampollas llenas de agua. Con el paso del tiempo, los
surcos pueden resultar difíciles de ver, ya que quedan enmascarados por la inflamación
provocada por el rascado.
Diagnóstico y tratamiento
La infestación por piojos (pediculosis) causa intenso picor y puede afectar prácticamente
cualquier zona de la piel.
Los piojos son insectos sin alas, apenas visibles, que se transmiten fácilmente de persona a
persona a través del contacto corporal o tras compartir ropa y otros elementos personales. Los
piojos que se encuentran en la cabeza son muy similares a los que se localizan en el cuerpo,
pero en realidad son especies diferentes. Los piojos que se localizan en la zona púbica tienen
el cuerpo más ancho y corto que los de las otras dos especies. Su forma redondeada les hace
asemejarse a las ladillas (origen de la denominación popular de estos parásitos). Los piojos de
la cabeza y del pubis viven directamente en la persona; sin embargo, los piojos corporales
también suelen encontrarse en las prendas de vestir que están en contacto con la piel.
Los piojos de la cabeza se transmiten mediante contacto personal y por compartir peines,
cepillos, sombreros y otros objetos personales. La infestación en ocasiones se extiende a las
cejas, las pestañas y la barba. Los piojos de la cabeza son un tormento para los niños en edad
escolar sea cual sea su estrato social.
Los piojos del cuerpo no se transmiten tan fácilmente como los de la cabeza. Suelen infestar a
personas cuya higiene es deficiente y a quienes viven en espacios limitados o en instituciones
hacinadas. Estos piojos pueden transmitir enfermedades como el tifus, la fiebre de las
trincheras y la fiebre recurrente.
Los piojos del pubis, que infestan la zona genital, se transmiten por lo general durante las
relaciones sexuales.
Huevos del parásito
Los huevos del parásito tienen el aspecto de pequeños glóbulos adheridos firmemente al pelo.
Síntomas
La infestación por piojos causa picor intenso. El rascado insistente suele causar excoriación de
la piel, que puede complicarse con infecciones bacterianas.
En ocasiones los ganglios linfáticos de la parte posterior del cuello se inflaman a raíz de una
infestación del cuero cabelludo. Los niños apenas notan la presencia de piojos en su cabeza o
sólo sienten una vaga irritación en el cuero cabelludo. El picor que producen los piojos del
cuerpo es generalmente más intenso en los hombros, las nalgas y el abdomen. Los piojos del
pubis causan picor alrededor del pene, la vagina y el ano.
Diagnóstico
La hembra del piojo pone huevos brillantes, blanco-grisáceos (liendres), que pueden verse
como diminutos glóbulos que se fijan firmemente al pelo. Los piojos del cuerpo adultos y sus
huevos se encuentran no sólo en los pelos del cuerpo sino también en las costuras de las
prendas de vestir que están en contacto con la piel. Los piojos del pubis diseminan unas
manchas minúsculas de color pardusco (excrementos de los piojos) en la ropa interior en la
zona en que entran en contacto con los genitales y el ano. Los piojos del pubis son
particularmente difíciles de encontrar y pueden aparecer como diminutas manchas azuladas
sobre la piel. A diferencia de los otros piojos, las liendres aparecen en la base de los cabellos,
muy cerca de la piel.
Tratamiento
De las medicaciones contra los piojos, la permetrina es la más segura, eficaz y agradable de
usar. El lindane (que puede aplicarse en forma de crema, de loción o de champú) también cura
las infestaciones por piojos, pero no es apropiado para los niños debido a que en algunas raras
ocasiones puede causar complicaciones neurológicas. A veces se utiliza también la piretrina.
Todos estos medicamentos pueden ser irritantes y todos ellos requieren una segunda
aplicación después de 10 días para eliminar los piojos recién nacidos.
La infestación de las pestañas y de las cejas es difícil de tratar; los parásitos suelen retirarse
con pinzas. La gelatina de petróleo simple puede eliminar o debilitar los piojos asentados en
las pestañas. Si las fuentes de infestación (peines, sombreros, prendas de vestir y ropa de
cama) no se desinfectan por aspiración, lavado y planchado al vapor o lavado en seco los
piojos pueden persistir vivos en ellas y volver a infestar a la persona.
Erupción serpiginosa
La erupción serpiginosa (larva migrans cutánea) es una infección por gusanos (uncinaria)
transmitida desde el suelo húmedo y cálido a la piel expuesta.
La uncinaria causante de la infestación habita normalmente en los perros y gatos. Los huevos
del parásito son depositados sobre la tierra por las heces de perros y gatos. Cuando la piel
descubierta toca el suelo, que es lo que sucede cuando una persona camina descalza o toma el
sol, la uncinaria penetra en la piel.
Comenzando desde el punto de infestación (por lo general los pies, piernas, nalgas o espalda)
la uncinaria avanza sin dirección provocando una erupción serpenteante y filiforme. Esta
infestación produce picor intenso.
Una preparación líquida de tiabendazol aplicada sobre el área afectada es muy eficaz para el
tratamiento de la infestación.
CAPITULO 204
Infecciones víricas de la piel
Muchos tipos de virus invaden la piel, pero la atención médica se centra sobre todo sólo en
tres grupos. Dos de estos grupos causan molestias familiares: verrugas y llagas frías (ampollas
febriles o herpes simple) sobre el labio. Las verrugas son causadas por el papilomavirus y el
virus del herpes simple produce las llagas, como en el herpes zoster. El tercer grupo de virus
que infecta la piel forma parte de la familia de los poxavirus. El más notorio de los poxivirus
es el virus de la viruela, que sólo despierta interés histórico; ha sido eliminado en todo el
mundo gracias al uso de una vacuna. En cualquier caso, la varicela sigue siendo una infección
frecuente en la infancia. El molluscum contagiosum es también causado por un poxavirus.
Verrugas
Las verrugas son pequeños tumores cutáneos causados por cualquiera de los 60 tipos de
papilomavirus humanos.
Las verrugas pueden aparecer a cualquier edad, pero son más frecuentes en los niños y menos
frecuentes en las personas mayores. Si bien las verrugas de la piel se diseminan fácilmente de
una zona del cuerpo a otra, en general no se contagian fácilmente de un individuo a otro. Sin
embargo, las verrugas genitales sí son contagiosas.
La gran mayoría de las verrugas son inocuas. Los tipos más frecuentes no se vuelven
cancerosos. Algunos tipos infrecuentes y algunos otros que infectan el cuello uterino y el pene
resultan, en contadas ocasiones, cancerosos.
El tamaño y la forma de la verruga dependen del tipo de virus que las cause y de su
localización en el cuerpo. Algunas verrugas son indoloras; otras causan dolor por irritación de
los nervios. Algunas verrugas crecen en grupo (verrugas en mosaico); otras aparecen como
formaciones aisladas y únicas. A menudo, las verrugas desaparecen sin tratamiento. Sin
embargo, algunas persisten durante muchos años y otras desaparecen y vuelven a aparecer.
Diagnóstico
Cuando los médicos examinan un tumor en la piel, deben intentar diferenciar si se trata de una
verruga o de algún otro tipo de tumoración. Algunas formaciones que pueden parecer verrugas
en realidad son apéndices, molas, callos, callosidades o, incluso, cánceres de piel. Las
verrugas se clasifican en función de su forma y de su localización.
Casi todo el mundo tiene verrugas vulgares (verrucae vulgaris). Éstas son protuberancias
duras que tienen una superficie rugosa; son redondeadas o irregulares, de color grisáceo,
amarillo o pardo, y, por lo general, tienen menos de 1 centímetro de diámetro. Con gran
frecuencia, aparecen en zonas sometidas a frecuentes traumatismos, como los dedos, alrededor
de las uñas (verrugas periungueales), las rodillas, la cara y el cuero cabelludo. Pueden
diseminarse, pero las verrugas vulgares nunca son cancerosas.
Las verrugas plantares aparecen en la planta del pie, donde por lo general se presentan
aplanadas por la presión que se produce al caminar y están rodeadas de piel engrosada.
Pueden ser extremadamente dolorosas. A diferencia de las callosidades y de los callos, las
verrugas plantares tienden a producir hemorragias en forma de pequeñas pecas puntiformes,
cuando el médico afeita o corta la superficie con un bisturí.
Las verrugas filiformes son formaciones largas, estrechas y pequeñas que suelen aflorar en los
párpados, la cara, el cuello o los labios.
Las verrugas planas, que son más frecuentes en niños y adultos jóvenes, suelen aparecer en
grupos en forma de lesiones lisas, de color amarillo-pardusco, sobre todo en la cara.
El virus que causa las verrugas húmedas (verrugas venéreas, condiloma acuminado) en los
genitales se transmite por vía sexual.
Tratamiento
El tratamiento de las verrugas depende de la localización, del tipo y de la gravedad, así como
del tiempo de permanencia sobre la piel.
En general, las verrugas vulgares desaparecen sin tratamiento en menos de 2 años. Las
aplicaciones diarias de una solución o emplasto que contenga ácido salicílico y ácido láctico
suavizan la piel infectada, que puede rasparse suavemente para hacer que la verruga
desaparezca más rápidamente. El médico puede efectuar un tratamiento con congelación de la
verruga utilizando nitrógeno líquido, pero es posible que tenga que repetir el proceso al cabo
de 2 o 3 semanas para eliminarla por completo. La electrodesecación (un tratamiento que usa
una corriente eléctrica) o la cirugía con láser puede destruir la verruga, pero ambos
procedimientos pueden dejar cicatrices. Independientemente del método utilizado en el
tratamiento, la verruga reaparece en aproximadamente un tercio de los casos. El médico
también puede tratar las verrugas vulgares con productos químicos como el ácido
tricloroacético o la cantaridina, que destruyen la verruga. Sin embargo, nuevas verrugas suelen
surgir alrededor de los bordes de otras anteriores.
Las verrugas plantares suelen macerarse con ácido salicílico más concentrado aplicado en
forma de solución o de emplaste. Este proceso químico debe acompañarse del recorte de la
verruga con un bisturí, su congelación o la aplicación de otros ácidos sobre su superficie. Los
médicos pueden utilizar técnicas adicionales, como la inyección de determinadas sustancias
químicas en la verruga para destruirla. En cualquier caso, las verrugas plantares son difíciles
de curar.
Las verrugas planas suelen ser tratadas con agentes descamantes como el ácido retinoico o el
ácido salicílico, que hacen que la verruga se desprenda con la piel descamada.
Molluscum contagiosum
El molluscum contagiosum es una infección de la piel causada por un poxavirus que forma
protuberancias lisas, céreas y de color carne.
Las pápulas suelen ser de un tamaño inferior a un centímetro de diámetro y poseen una
diminuta depresión en el centro. A veces una sola pápula puede alcanzar más de 3
centímetros. El virus que causa el molluscum es contagioso; se transmite por contacto directo
con la piel y, a menudo, la transmisión es por vía sexual.
El virus puede infectar cualquier parte de la piel, aunque es más frecuente en la región
inguinal y púbica (si bien no suele aparecer en el pene o en la vagina). Las lesiones no suelen
ser pruriginosas ni dolorosas y pueden ser descubiertas por casualidad durante una revisión.
La lesión por lo general tiene una depresión central llena de un material blanco pastoso que
para los médicos resulta fácil de identificar.
Estas formaciones pueden ser tratadas mediante congelación o vaciando el núcleo central con
una aguja.
CAPITULO 205
Radiación solar y lesiones sobre la piel
La piel protege al resto del cuerpo de los rayos solares (una fuente de radiación ultravioleta
[UV] que puede dañar las células). Una sobreexposición al sol, aunque sea breve, produce
quemaduras. Tras una prolongada exposición a la luz solar, la parte más externa de la piel
(epidermis) se vuelve más gruesa y las células cutáneas productoras de pigmento
(melanocitos) incrementan la producción del mismo (melanina), lo cual proporciona a la piel
su color. La melanina, una sustancia protectora natural, absorbe la energía de los rayos
ultravioleta y evita que éstos penetren más profundamente en los tejidos.
La sensibilidad a la luz solar varía según el origen, la exposición previa y el color de la piel,
pero todo el mundo es vulnerable en algún grado. Como las personas con piel oscura tienen
más melanina, son más resistentes a los efectos negativos del sol, como quemaduras,
envejecimiento cutáneo prematuro y cáncer de piel. Los albinos no tienen melanina en su piel;
en consecuencia, no se broncean y se queman gravemente incluso con una breve exposición al
sol. A no ser que los albinos se protejan del sol, desarrollan cánceres de piel a temprana edad.
Las personas con vitíligo tienen zonas de piel sin melanina y por consiguiente pueden padecer
graves quemaduras solares.
Quemaduras solares
Las quemaduras solares se producen por una sobreexposición a los rayos ultravioleta B
(UVB). Dependiendo del tipo de pigmento cutáneo que tenga una persona y del tiempo de
exposición al sol, la piel se vuelve roja, inflamada y dolorida entre una hora y un día después
de la exposición. Posteriormente, se pueden formar ampollas y la piel se descama. Algunas
personas quemadas por el sol presentan fiebre, escalofríos y debilidad y, aquellas con
quemaduras realmente graves pueden incluso entrar en shock (hipotensión arterial,
desvanecimiento y profunda debilidad).
Prevención
El mejor modo (y el más obvio) de evitar el daño que puede causar el sol es permanecer
alejado de su radiación intensa y directa. Las prendas de vestir y las gafas de cristal ordinario
repelen prácticamente todos los rayos nocivos. El agua no es un buen filtro de rayos UV. Los
rayos UVA y UVB pueden atravesar casi 35 centímetros de agua transparente, tal y como lo
pueden experimentar quienes bucean cerca de la superficie y quienes caminan descalzos por la
orilla. Tampoco las nubes ni la niebla son buenos filtros para los rayos UV; una persona puede
sufrir quemaduras solares en un día nublado o con niebla. La nieve, el agua y la arena reflejan
la luz solar y amplifican la exposición de la piel a los rayos UV.
Antes de una exposición a la luz solar intensa y directa, una persona debería aplicarse un filtro
solar, o sea un ungüento o una crema con sustancias químicas que protegen la piel al repeler
los rayos UVA y UVB. Muchos filtros solares también son impermeables o bien resistentes al
agua. Un tipo común y eficaz de filtro solar contiene ácido para-aminobenzoico (PABA).
Como requiere de 30 a 45 minutos para fijarse fuertemente a la piel, nadar o sudar
inmediatamente después de aplicarse el PABA lo elimina de la piel. Ocasionalmente, los
filtros solares que contienen PABA irritan la piel y pueden provocar reacciones alérgicas en
algunas personas.
Otro tipo de filtro solar contiene una sustancia química llamada benzofenona. Muchos
protectores solares contienen tanto PABA como benzofenona u otros productos químicos;
estas combinaciones proporcionan protección frente a un amplio espectro de rayos UV. Otros
filtros solares contienen barreras físicas como el óxido de zinc o el dióxido de titanio; estos
ungüentos blancos y espesos evitan que el sol alcance la piel y pueden ser utilizados en zonas
pequeñas y sensibles, como la nariz y los labios. Las personas preocupadas por su aspecto
pueden teñir estos ungüentos con sustancias cosméticas para que tengan el mismo color de su
piel.
En general, los filtros solares se clasifican en grados según su número de factor de protección
solar (FPS): cuanto mayor es el número de FPS, mayor es la protección. Los filtros solares
con un factor de protección mayor o igual a 15 bloquean la mayor parte de la radiación UV,
pero ningún filtro transparente impide el acceso a todos los rayos UV. Habitualmente, los
filtros solares tienden a bloquear sólo los rayos UVB, pero los rayos UVA también pueden
dañar la piel. Algunos filtros solares de reciente aparición son algo más eficaces para bloquear
los rayos UVA.
Tratamiento
Muchos años de exposición a los rayos solares envejecen la piel, pero la exposición antes de
los 18 años de edad es probablemente la etapa más perjudicial. Aunque la piel de los sujetos
rubios es mucho más vulnerable, si se produce una exposición suficiente se modifica la piel de
cualquier individuo.
El daño ocasionado a las capas más profundas de
la piel produce arrugas y una coloración
amarillenta. La radiación solar también adelgaza
la piel y puede inducir la aparición de
formaciones precancerosas (queratosis actínica,
queratosis solar). Estas formaciones son áreas
laminadas y descamativas que no curan; también
pueden ser duras y adquirir un color entre gris o
incluso más oscuro. Los individuos expuestos
durante mucho tiempo al sol corren mayor riesgo
de contraer cánceres de piel, como el carcinoma
de células escamosas, el carcinoma basocelular y,
en cierto grado, un melanoma maligno.
Tratamiento
La clave del tratamiento es evitar la exposición al sol; en cualquier caso, las lesiones ya
manifestadas son irreversibles. Las cremas hidratantes y el maquillaje ayudan a ocultar las
arrugas. En ciertos casos se utilizan sustancias químicas que favorecen la descamación, como
los alfahidroxiácidos y la tretinoína para intentar mejorar las lesiones crónicas, especialmente
las arrugas muy delgadas y la pigmentación irregular. Aunque los efectos beneficiosos de
estos tratamientos han sido ya demostrados, existen pocas pruebas convincentes de que las
arrugas profundas puedan desaparecer permanentemente o que el daño de la piel pueda
revertir.
Las formaciones precancerosas pueden degenerar en cáncer de piel. Las queratosis solar o
actínica pueden ser eliminadas mediante congelación con nitrógeno líquido; sin embargo, si
una persona presenta muchas lesiones, puede aplicarse un líquido o un ungüento con
fluorouracilo. A menudo, durante este tratamiento el aspecto de la piel puede empeorar porque
el fluorouracilo provoca enrojecimiento, descamación y quemazón de las zonas de queratosis
y de la piel circundante que está dañada por el sol.
Si bien las quemaduras y otras lesiones solares tardan en aparecer, algunas personas presentan
ciertas reacciones inusuales incluso sólo unos minutos después de la exposición al sol. Estas
reacciones son enrojecimiento, descamación, urticaria, ampollas y formación de placas
engrosadas y descamativas. Diversos factores pueden contribuir a la aparición de esta
sensibilidad al sol (fotosensibilidad).
La causa más frecuente es el uso de ciertos fármacos, como algunos antibióticos, diuréticos y
agentes antifúngicos. Las reacciones de fotosensibilidad también pueden deberse a jabones,
perfumes como las aguas de colonia que contienen esencias (especialmente las que contienen
bergamota y huelen a menta o cítrico), brea de carbón utilizada para tratar la caspa y eccemas
y sustancias que se encuentran en ciertas plantas herbáceas como el césped y el perejil. Ciertas
enfermedades, como el lupus eritematoso sistémico y la porfiria, también pueden favorecer las
reacciones de fotosensibilidad.
Algunas reacciones a la luz (erupciones polimorfas) parecen no tener relación alguna con
enfermedades ni con fármacos. En algunas personas, incluso una breve exposición al sol causa
urticaria (placas rojas y abultadas) o eritema multiforme en las zonas expuestas al sol. Las
reacciones cutáneas a la luz son más frecuentes en las personas de climas templados, en el
momento en que se exponen intensamente al sol por primera vez durante la primavera o el
verano; estas reacciones son muy raras en las personas expuestas al sol durante todo el año.
Prevención y tratamiento
La extrema sensibilidad a la luz solar obliga a usar ropa protectora, evitar el sol todo lo
posible y usar filtros solares. Una meticulosa búsqueda de alguna enfermedad, la toma de
fármacos por vía oral, o de sustancias aplicadas sobre la piel (como fármacos o cosméticos)
pueden ayudar al médico a determinar la causa de la fotosensibilidad. Sin embargo, acertar la
causa resulta una tarea difícil y, a veces, imposible.
En ocasiones, el tratamiento prolongado con hidroxicloroquina puede evitar las reacciones de
fotosensibilidad y con frecuencia los corticosteroides orales pueden acelerar la curación de
tales reacciones. En ciertos tipos de fotosensibilidad, el tratamiento puede consistir en
suministrar psoralenos (fármacos que sensibilizan la piel a la luz solar) y exponerla
posteriormente a los rayos UVA. Las personas con lupus eritematoso sistémico no pueden
tolerar este tratamiento.
CAPITULO 206
Alteraciones de la pigmentación
El color de la piel está determinado por una combinación de pigmentos producidos en la piel y
los colores naturales de las capas más externas de la misma. Sin pigmentación, la piel tendría
un color blanco pálido con varias gamas de color rosa, debido a la sangre que fluye a través de
ella. El principal pigmento de la piel es la melanina, un pigmento de color pardo oscuro
formado por células (melanocitos) distribuidas entre las demás células de la capa superior de
la piel, la epidermis.
Albinismo
Vitíligo
El vitíligo es una enfermedad en la que la pérdida de melanocitos produce placas lisas y
blancas en la piel.
En algunas personas aparecen sólo una o dos placas bien delimitadas; en otras, las placas de
vitíligo aparecen sobre una extensa parte del cuerpo. Los cambios son más vistosos en
personas de pigmentación oscura. Como en el albinismo, la piel no pigmentada es
extremadamente sensible a las quemaduras solares. Las áreas de piel afectadas por vitíligo
producen también pelo blanco, porque los folículos pilosos pierden los melanocitos.
El vitíligo puede aparecer después de un trauma físico poco común, especialmente un
traumatismo de la cabeza, y tiende a concurrir con determinadas enfermedades, como la
enfermedad de Addison, la diabetes, la anemia perniciosa y la enfermedad tiroidea. El vitíligo
puede ser psicológicamente devastador debido a la gran desfiguración que se produce tras el
cambio en la pigmentación.
La pitiriasis versicolor es una infección micótica de la piel que puede asemejarse al vitíligo, si
bien en ocasiones produce hiperpigmentación.
Tratamiento
No se conoce cura para el vitíligo. Las áreas pequeñas pueden camuflarse con diversos tintes
que no manchen la ropa y cuyos efectos duren varios días. En ocasiones, el tratamiento con
psoralenos (fármacos fotosensibles) combinados con rayos ultravioleta A (PUVA) es efectivo;
pero el tratamiento requiere tiempo y debe continuarse indefinidamente. Los filtros solares y
los protectores contra la exposición al sol pueden evitar las quemaduras.
En ocasiones la piel pierde su pigmento una vez que se curan ciertas enfermedades cutáneas
como las vesículas, las úlceras, las quemaduras y las infecciones cutáneas. En este caso la piel
no es tan blanca como en el vitíligo y con el paso del tiempo puede reaparecer la pigmentación
Los cosméticos pueden ocultar este tipo de mancha cutánea.
Melasma
Los tumores cutáneos, que son acumulaciones anormales de diferentes tipos de células,
pueden estar presentes desde el nacimiento o bien desarrollarse con posterioridad. Cuando el
crecimiento es controlado y las células no se extienden a otras partes del cuerpo, estas
formaciones cutáneas (tumores) son no cancerosas (benignas). Cuando el crecimiento es
incontrolado y las células invaden tejido normal y además se extienden (hacen metástasis)
hacia otras partes del cuerpo, los tumores son cancerosos (malignos).
Lunares
Los lunares (nevos) son pequeñas formaciones cutáneas generalmente oscuras que se
desarrollan a partir de las células productoras de pigmento de la piel (melanocitos).
Los lunares tienen tamaños diversos, pueden ser planos o abultados, lisos o rugosos
(verrugosos) y en algunos de ellos crece pelo. Si bien por lo general son de color pardo oscuro
o negro, los lunares pueden ser de color carne o amarillo-pardusco. Casi todos los individuos
presentan alrededor de 10 lunares, que en la mayoría de los casos se forman durante la niñez o
la adolescencia. Al igual que todas las células, las pigmentadas responden a variaciones de los
valores hormonales y por ello los lunares pueden aparecer, agrandarse u oscurecerse durante
el embarazo.
Dependiendo de su aspecto y localización, los lunares pueden ser considerados manchas o
marcas de belleza. Los lunares que resultan poco atractivos o están localizados en zonas donde
las prendas de vestir pueden irritarlos pueden ser extirpados por el médico utilizando un
bisturí y anestesia local.
Habitualmente, los lunares son inofensivos y no tienen que ser extirpados. Sin embargo,
algunos se asemejan mucho al melanoma maligno, un cáncer de piel, y puede resultar difícil
diferenciar unos de otros. Además, a partir de lunares no cancerosos puede formarse un
melanoma maligno. De hecho, casi la mitad de los melanomas malignos comienzan en los
lunares, así que un lunar que tenga aspecto sospechoso debería ser extirpado y examinado al
microscopio. Los cambios en un lunar como un agrandamiento (especialmente con un borde
irregular), oscurecimiento, inflamación, cambios de color moteados, hemorragia, piel rota
(úlcera), picor y presencia de dolor son posibles indicadores de un melanoma maligno. Si el
lunar resulta ser canceroso, es posible que se necesite una segunda operación para extirpar la
piel que lo rodea.
Lunares atípicos
Los lunares atípicos (nevos displásicos) son formaciones planas o abultadas de piel oscura
mayores que los lunares ordinarios (mayores de un centímetro de diámetro) y no son
necesariamente redondos. Su color varía desde el bronceado hasta el pardo oscuro,
frecuentemente sobre un fondo rosado.
Algunas personas tienen más de 100 lunares atípicos que pueden continuar apareciendo
incluso pasada la edad madura. Los lunares atípicos pueden aparecer en cualquier parte del
cuerpo, a pesar de que son más frecuentes en las zonas cubiertas como las nalgas, el pecho y
el cuero cabelludo (una distribución considerablemente diferente a la de los lunares
ordinarios).
La tendencia a presentar lunares atípicos es hereditaria, aunque pueden formarse en algunas
personas sin historia familiar al respecto. La persona que presenta lunares atípicos y dos o más
familiares cercanos que hayan tenido muchos lunares atípicos y melanoma (síndrome del nevo
displásico) corre un gran riesgo de desarrollar melanoma maligno. No se sabe si el riesgo de
melanoma es mayor en personas que presentan lunares atípicos pero que no tienen historia
familiar de melanoma.
Quienes tienen lunares atípicos (particularmente aquellos con historia familiar de melanoma)
deben buscar cualquier cambio que pueda indicar melanoma maligno. Todos los años deberían
someterse a un examen de piel realizado por su médico de cabecera o dermatólogo. Los
dermatólogos observan los lunares atípicos para controlar los cambios sutiles, como un
cambio de color o tamaño. Para ayudar a controlar estos cambios, los dermatólogos utilizan a
menudo fotografías en color del cuerpo completo. Si se produjese cualquiera de los cambios
mencionados en un lunar atípico, éste debería ser extirpado.
Algunos expertos creen que la radiación solar acelera el desarrollo de los lunares atípicos, así
como sus cambios. Los pacientes con lunares atípicos deberían evitar la exposición al sol.
Cuando estén al sol, deberían usar siempre un filtro solar con un factor de protección (FPS) de
al menos 15. Estos filtros solares pueden formar una especie de barrera contra los rayos
ultravioleta (UV) que producen cáncer.
Acrocordones
Los acrocordones son pequeños colgajos de piel suaves, blandos y de color carne, o
ligeramente oscuros, que aparecen generalmente en el cuello, las axilas o las ingles.
Por lo general son inofensivos, pero pueden resultar poco estéticos y además la ropa o la piel
cercana puede rozarlos e irritarlos. El médico puede extirpar fácilmente un acrocordón
congelándolo con nitrógeno líquido o bien cortándolo con bisturí o tijeras.
Lipomas
Los lipomas son depósitos blandos de material graso que crecen bajo la piel, formando bultos
redondeados u ovales.
Algunas personas desarrollan sólo un lipoma, mientras otras tienen muchos. Los lipomas son
más frecuentes en las mujeres que en los varones y a pesar de que pueden aparecer en
cualquier parte del cuerpo, son particularmente frecuentes en los antebrazos, el tronco y la
parte posterior del cuello. Los lipomas rara vez causan problemas, aunque en ocasiones
pueden ser dolorosos.
Por lo general, el médico puede reconocer fácilmente los lipomas y no se necesita realizar
pruebas para diagnosticarlos. Estas formaciones no son cánceres y en muy raras ocasiones se
vuelven cancerosas. Si un lipoma comienza a experimentar cambios, el médico puede realizar
una biopsia (tomar una muestra y examinarla al microscopio). Por lo general no se necesita
tratamiento, pero los lipomas molestos pueden ser extirpados mediante cirugía o liposucción.
Angiomas
Los angiomas son acumulaciones de vasos sanguíneos o linfáticos anormalmente densos que,
por lo general, se localizan en la piel y por debajo de ella y producen una coloración roja o
púrpura.
Los angiomas suelen aparecer en el momento de nacer o poco después y se los suele llamar
marcas de nacimiento. También reciben esa denominación otros tipos de formaciones
presentes en el nacimiento. Alrededor de un tercio de los recién nacidos presenta angiomas,
cuyo aspecto varía de una persona a otra y generalmente causan sólo problemas estéticos.
Muchos desaparecen por sí solos. Ejemplos de angiomas son las manchas de vino de oporto,
los angiomas fresa, los hemangiomas cavernosos, las arañas vasculares y los linfangiomas.
Manchas de vino de Oporto
Las manchas de vino de Oporto (nevi flammeusi) son manchas planas de color rosado, rojo o
violáceo presentes en el momento de nacer.
Las manchas de vino de Oporto suelen ser permanentes, aunque las pequeñas manchas
localizadas en la cara pueden desaparecer al cabo de pocos meses. Estas manchas son
físicamente inofensivas, pero pueden ser psicológicamente devastadoras. Ocasionalmente,
pueden aparecer junto a otros síntomas en el síndrome de Sturge-Weber, un infrecuente
cuadro congénito que produce retraso mental. Las manchas de vino de Oporto pequeñas
pueden ser camufladas con una crema cosmética. Si la mancha es molesta, puede eliminarse
con láser.
Hemangiomas capilares
Los hemangiomas capilares son zonas abultadas de color rojo brillante cuyo diámetro oscila
entre 1 y 10 cm.
Estas lesiones suelen aparecer poco después del nacimiento y tienden a crecer lentamente
durante los primeros meses de vida. Más de las tres cuartas partes de ellas desaparecen por
completo a la edad de 7 años, pero algunas dejan un área arrugada y de color pardusco. Los
hemangiomas capilares no suelen necesitar tratamiento, excepto cuando aparecen cerca de los
ojos o de otros órganos vitales, donde pueden interferir en las funciones del órgano. La
prednisona, un corticosteroide, puede tomarse por vía oral para reducir las marcas; es más
eficaz si se toma en cuanto las marcas comienzan a aumentar de tamaño. Los hemangiomas
capilares raras veces son extirpados quirúrgicamente porque puede dejar una gran cicatriz.
Hemangiomas cavernosos
Los hemangiomas cavernosos son zonas abultadas rojas o violáceas formadas por vasos
sanguíneos anormales y agrandados presentes en el momento del nacimiento
Los hemangiomas cavernosos a veces se vuelven dolorosos y hemorrágicos, después de lo
cual pueden desaparecer parcialmente. Rara vez desaparecen por completo sin tratamiento. En
los niños, la prednisona oral puede eliminar los hemangiomas cavernosos. Los hemangiomas
cavernosos pequeños a veces pueden extirparse mediante electrocoagulación, un
procedimiento en el que se administra un anestésico local y luego se utiliza una sonda
eléctrica caliente para destruir el tejido anormal. Algunas veces es necesario recurrir a la
extirpación quirúrgica, especialmente cuando el mayor flujo sanguíneo del hemangioma
cavernoso produce el agrandamiento de un brazo o de una pierna.
Arañas vasculares
Las arañas vasculares son áreas de color rojo brillante que por lo general presentan una
mancha central entre rojiza y violácea con delgadas proyecciones que se asemejan a patas de
araña.
Al presionar sobre el punto central (el vaso sanguíneo que es el suministro de sangre en un
angioma en araña) el color puede palidecer temporalmente. Las arañas vasculares a menudo se
forman en pequeño número. Los pacientes con cirrosis hepática suelen tener muchos
angiomas de este tipo, al igual que muchas mujeres embarazadas o que toman anticonceptivos
orales. Las arañas vasculares no suelen presentar síntomas en ninguno de estos estados; las
marcas desaparecen sin tratamiento de 6 a 9 meses después del parto o después de suspender
los anticonceptivos orales. Si se desea realizar un tratamiento por motivos estéticos, el vaso
sanguíneo central puede ser destruido mediante electrocoagulación (terapia que usa anestesia
local y una sonda eléctrica que coagula por calor).
Linfangiomas
Los linfangiomas son bultos que aparecen en la piel causados por una acumulación de vasos
linfáticos dilatados, unos conductos que transportan la linfa (un líquido claro emparentado con
la sangre) en todo el cuerpo.
Habitualmente, los linfangiomas son de color amarillo oscuro, aunque algunos son rojizos.
Cuando se lesionan o se realiza una punción, fluye un líquido incoloro. A pesar de que no
siempre necesitan tratamiento, los linfangiomas pueden ser extirpados quirúrgicamente. Sin
embargo, estas intervenciones quirúrgicas requieren la extirpación de gran cantidad de tejido
dérmico y subcutáneo porque los linfangiomas crecen profundamente debajo de la superficie
de la piel.
Granulomas piógenos
Los granulomas piógenos son zonas ligeramente abultadas de color escarlata, pardo o azul
negruzco causadas por un crecimiento desmesurado de capilares (los vasos sanguíneos más
pequeños) y la inflamación del tejido circundante.
La lesión se desarrolla rápidamente, a menudo tras una herida en la piel. Los granulomas
piógenos pueden sangrar fácilmente porque la piel que los cubre suele ser delgada. Por
razones desconocidas, durante el embarazo los granulomas piógenos pueden volverse grandes,
apareciendo incluso en las encías (tumores del embarazo). Los granulomas piógenos a veces
desaparecen por sí solos, pero si persisten, el médico puede realizar una biopsia (extirpar una
muestra y examinarla al microscopio) para tener la certeza de que no se trata de un melanoma
u otro cáncer. Si es necesario, los granulomas piógenos pueden ser extirpados quirúrgicamente
o mediante electrocoagulación (terapia que utiliza anestesia local y una sonda eléctrica que
coagula por calor), pero pueden reaparecer tras el tratamiento.
Queratosis seborreicas
Las queratosis seborreicas (a veces llamadas verrugas seborreicas) son formaciones de color
carne, pardas o negras, que pueden aparecer en cualquier parte de la piel.
Por lo general, estas queratosis aparecen en el tronco y las sienes; en personas de etnia negra,
especialmente en las mujeres, suelen aparecer en la cara. Son más frecuentes en personas de
edad madura y de edad avanzada; su causa es desconocida.
Las queratosis seborreicas son de tamaño variable y crecen muy lentamente. Pueden ser
redondas u ovaladas, parece que estén adheridas a la piel y a menudo presentan una superficie
cérea o descamativa. Estas lesiones no son cancerosas ni siquiera con el paso de los años. No
requieren tratamiento a menos que las queratosis se irriten, se hagan pruriginosas o
constituyan un problema estético. Pueden ser extirpadas congelándolas con nitrógeno líquido
o cortándolas con un bisturí mientras la zona está anestesiada; ninguno de los dos
procedimientos deja cicatriz o en todo caso una muy leve.
Dermatofibromas
Los dermatofibromas son bultos pequeños (nódulos) de color rojo a pardo que derivan de una
acumulación de fibroblastos, unas células localizadas en el tejido blando que está por debajo
de la piel.
La causa de los dermatofibromas es desconocida. Son frecuentes y a menudo se presentan
como bultos duros y solitarios que suelen localizarse en las piernas; algunas personas
desarrollan muchos dermatofibromas. Pueden causar picor. Por lo general, los
dermatofibromas no reciben tratamiento a no ser que se vuelvan molestos o aumenten de
tamaño. Pueden ser extirpados quirúrgicamente con anestesia local.
Queratoacantomas
Los queratoacantomas son formaciones redondas, duras, a menudo de color carne, que
presentan un cráter central característico que contiene un material pastoso.
Frecuentemente, los queratoacantomas aparecen en la cara, antebrazo y dorso de la mano,
creciendo rápidamente. En 1 o 2 meses, pueden crecer hasta sobrepasar los 5 centímetros de
ancho. Al cabo de pocos meses suelen comenzar a desaparecer, pero pueden dejar cicatrices.
Los queratoacantomas no son cancerosos, pero pueden parecerse mucho al carcinoma de
células escamosas, un tipo de cáncer cutáneo; en consecuencia, los médicos suelen realizar
una biopsia (extracción de una muestra y sucesivo examen al microscopio). Los
queratoacantomas pueden ser tratados quirúrgicamente o mediante inyecciones de
corticosteroides o fluorouracilo; ambas técnicas eliminan los queratoacantomas y por lo
general dejan menos cicatrices permitiéndoles su involución espontánea.
Queloides
Los queloides son formaciones proliferativas de tejido fibroso, lisas, brillantes, ligeramente
rosadas y con forma de cúpula, que aparecen en una zona de herida o sobre las cicatrices
quirúrgicas.
Estas lesiones también pueden formarse como consecuencia de una acné grave. Algunas veces
se forman sin que exista una herida. Son mucho más frecuentes en personas de etnia negra.
Los queloides responden irregularmente a la terapia, pero si se aplican inyecciones de
fármacos corticosteroides todos los meses es posible que se aplanen un poco. El médico puede
intentar la extirpación quirúrgica o con láser seguida de inyecciones de corticosteroides, pero
raramente se obtiene un resultado ideal.
Algunos médicos han aplicado compresas de silicona sobre los queloides logrando aplanarlos
considerablemente.
CAPITULO 208
Cánceres de piel
Los cánceres de piel son la forma más frecuente de cáncer, pero son habitualmente curables.
Las formas más frecuentes de cáncer de piel suelen desarrollarse en zonas expuestas al sol.
Las personas que han permanecido expuestas largo tiempo al sol, en particular las de piel
clara, son las más susceptibles de desarrollar cáncer de piel.
Carcinoma basocelular
Diagnóstico y tratamiento
Diagnóstico y tratamiento
Cuando los médicos sospechan de un carcinoma de células escamosas, realizan una biopsia
(extracción de una muestra de tejido para examinarla al microscopio) para diferenciar este
cáncer de piel de otras enfermedades de apariencia semejante.
El carcinoma de células escamosas y la enfermedad de Bowen se tratan mediante extirpación
del tumor usando los mismos métodos descritos para el carcinoma basocelular. La queratosis
actínica, una irregularidad verrugosa que aparece en la superficie de la piel y puede degenerar
en carcinoma de células escamosas, suele ser tratada mediante su destrucción con nitrógeno
líquido o por aplicación de crema de fluorouracilo, que elimina las células que se dividen
rápidamente.
Melanoma
Diagnóstico y tratamiento
Sarcoma de Kaposi
Tratamiento
Las personas mayores con sarcoma de Kaposi de crecimiento lento y ningún otro síntoma
pueden no necesitar tratamiento. Sin embargo, los puntos tumorales pueden tratarse mediante
congelación, radioterapia, o electrocauterización (destrucción de tejidos utilizando una sonda
eléctrica).
En los enfermos de SIDA y otras personas con la forma más agresiva de la enfermedad, el
tratamiento no ha resultado muy beneficioso. La quimioterapia usando fármacos como el
etopósido, vincristina, vinblastina, bleomicina y doxorrubicina ha tenido resultados
decepcionantes. El interferón-alfa puede desacelerar la progresión de las formaciones cutáneas
precoces y el fármaco vincristina inyectado directamente en ellas puede hacerlas remitir.
Tratar el sarcoma de Kaposi no parece prolongar la vida de las personas afectadas de SIDA.
Pero el hecho de mejorar el sistema inmune de la persona puede provocar una regresión del
sarcoma de Kaposi.
Enfermedad de Paget
La enfermedad de Paget es un tipo de cáncer de piel raro que se parece a una placa de piel
inflamada y enrojecida (dermatitis); se origina en las glándulas cutáneas o subcutáneas.
(El término enfermedad de Paget también hace referencia a una enfermedad ósea metabólica
que no tiene relación con ésta; son enfermedades distintas que no deben confundirse.)
Como la enfermedad de Paget suele originarse a partir de un cáncer de los conductos
mamarios, el cáncer generalmente se forma alrededor del pezón. La enfermedad de Paget
también suele tener el aspecto de una erupción roja, exudativa y costrosa localizada en las
ingles o alrededor del ano; el tumor puede originarse en las glándulas sudoríparas cercanas. La
enfermedad de Paget se trata extirpando quirúrgicamente la totalidad del tumor.
SECCION 19 > TRASTORNOS DEL OIDO, LA NARIZ Y LA
GARGANTA
CAPITULO 209
Oídos, nariz y garganta
Oídos
El oído, el órgano de la audición y del equilibrio, está formado por el oído externo, el medio y
el interno. El oído externo capta las ondas sonoras, que el oído medio se encarga de convertir
en energía mecánica. El oído interno convierte la energía mecánica en impulsos nerviosos, que
a continuación se trasladan hasta el cerebro. El oído medio ayuda a mantener el equilibrio.
Oído externo
El oído externo está formado por la parte externa del oído (pabellón de la oreja) y el canal
auditivo (conducto auditivo externo). La oreja, formada por un cartílago cubierto de piel, es
rígida pero flexible. Los sonidos captados por la oreja entran por el canal auditivo y llegan
hasta el tímpano, una membrana delgada cubierta de piel que separa el oído externo del oído
medio.
Oído medio
El oído medio está formado por el tímpano (membrana del tímpano) y una pequeña cámara
llena de aire que contiene una cadena de tres diminutos huesos (huesecillos) que conectan el
tímpano con el oído interno. Los nombres de los huesecillos responden a su forma: el martillo,
que está unido al tímpano; el yunque, que conecta el martillo con el estribo, y el estribo, que
está unido a la ventana oval localizada en la entrada del oído interno. Las vibraciones del
tímpano son amplificadas mecánicamente por los huesecillos y transmitidas a la ventana oval.
El oído medio también contiene dos músculos diminutos. El tensor del tímpano, que está
unido al martillo, mantiene el tímpano tenso; el músculo estapedio, que está unido al estribo,
estabiliza la conexión entre el estribo y la ventana oval. En respuesta al ruido intenso, el
músculo estapedio se contrae, dando más rigidez a los huesecillos para que el sonido
transmitido sea menos fuerte. Esta respuesta, llamada reflejo acústico, ayuda a proteger al
delicado oído medio del daño que le puede provocar el ruido.
La trompa de Eustaquio, un pequeño tubo que conecta el oído medio con la parte posterior de
la nariz, permite que el aire del exterior entre en el oído medio. Este tubo, que se abre al
tragar, ayuda a mantener una misma presión de aire a ambos lados del tímpano, un factor
importante para oír con normalidad y no sentir molestias. Por eso es por lo que el hecho de
tragar puede aliviar la presión que causa sobre el tímpano una repentina caída en la presión del
aire, como suele ocurrir cuando se viaja en avión. La conexión de la trompa de Eustaquio con
el oído medio explica por qué las infecciones respiratorias superiores (como un resfriado
común), que inflaman y bloquean la trompa de Eustaquio, pueden producir infecciones en el
oído medio o incrementar la presión en dicha parte del oído, lo que produce dolor.
Oído interno
Nariz
La nariz es el órgano del olfato y es el canal más importante por el que entra y sale el aire de
los pulmones. La nariz también agrega resonancia a la voz, y tanto los senos paranasales como
los conductos lagrimales vierten (drenan) su contenido en ella.
La parte superior de la nariz está formada por hueso y la parte inferior, por cartílago. En su
interior hay una cavidad hueca (cavidad nasal) dividida en dos conductos por el tabique nasal,
que se extiende desde los orificios nasales hasta la parte posterior de la garganta. Unos huesos
llamados cornetes nasales se proyectan dentro de la cavidad nasal, formando una serie de
pliegues. Esos pliegues incrementan mucho la superficie por la que pasa el aire. Una
membrana mucosa con muchos vasos sanguíneos reviste la cavidad nasal. La superficie
incrementada y los abundantes vasos sanguíneos permiten que la nariz caliente y humedezca
rápidamente el aire que entra. Las células de la membrana mucosa producen moco y tienen
proyecciones similares a las pestañas (cilios). Por lo general, las partículas de polvo que
penetran con el aire, son atrapadas por el moco y transportadas por los cilios hasta la parte
anterior de la nariz o hacia atrás, hasta la garganta, y son así eliminadas del conducto
respiratorio. Esta acción ayuda a limpiar el aire antes de que llegue a los pulmones. El
estornudo limpia automáticamente los conductos nasales en respuesta a la irritación, igual que
la tos limpia los pulmones.
Interior de la nariz y la garganta
Senos paranasales
Los huesos que rodean la nariz contienen los senos paranasales, cámaras huecas con aperturas
que permiten vaciar su contenido en la cavidad nasal. Existen cuatro grupos de senos
paranasales: maxilares, etmoidales, frontales y esfenoidales. Los senos reducen el peso de los
huesos faciales, al mismo tiempo que mantienen la fortaleza y la forma de los huesos, y
agregan resonancia a la voz.
Al igual que la cavidad nasal, los senos están revestidos por una membrana mucosa compuesta
por células que producen moco y tienen proyecciones, filamentos semejantes a las pestañas
(cilios). Las partículas de polvo que entran son atrapadas por el moco, y luego los cilios las
transportan hacia la cavidad nasal, donde las vierten. Debido a que el drenaje puede obstruirse,
los senos son particularmente vulnerables a las infecciones y a la inflamación (sinusitis).
Garganta
La garganta (faringe) se localiza detrás de la boca, debajo de la cavidad nasal, y por encima
del esófago y de la tráquea. Está formada por una parte superior (nasofaringe), la parte media
(orofaringe) y una parte inferior (hipofaringe). La garganta es un conducto muscular a través
del cual los alimentos son transportados hasta el esófago y el aire llega a los pulmones. Al
igual que la nariz y la boca, la garganta está revestida por una membrana mucosa compuesta
por células que producen moco y tienen unas proyecciones, filamentos semejantes a las
pestañas. Las partículas de polvo atrapadas en el moco son transportadas por estas
proyecciones hacia el esófago, y luego son tragadas.
Las amígdalas se encuentran en la parte posterior de la boca y las adenoides en la parte
posterior de la cavidad nasal. Las amígdalas y las adenoides están formadas por tejido
linfático y ayudan a combatir las infecciones. Son de mayor tamaño durante la infancia y
gradualmente se hacen más pequeñas con el paso de los años.
En la parte superior de la tráquea se encuentra la caja de la voz (laringe), que contiene las
cuerdas vocales y es responsable de producir los sonidos utilizados para hablar. Cuando se
relajan, las cuerdas vocales forman una apertura como una V por la que el aire puede pasar
libremente. Cuando se contraen, vibran, generando sonidos que la lengua, la nariz y la boca
pueden modificar para producir las palabras.
La epiglotis, un colgajo compuesto principalmente de cartílago, está localizada por encima y
por delante de la laringe. Durante el acto de tragar, la epiglotis se cierra para evitar que los
alimentos y los líquidos entren en la tráquea.
CAPITULO 210
Pérdida de la audición y sordera
La pérdida de la audición puede estar causada por un problema mecánico en el canal auditivo
o en el oído medio que obstruye la conducción del sonido (pérdida conductiva de audición) o
por una lesión en el oído interno, en el nervio auditivo, o en las vías del nervio auditivo en el
cerebro (pérdida neurosensorial de la audición). Las dos clases de pérdida de la audición
pueden ser diferenciadas comparando cómo una persona oye los sonidos conducidos por el
aire y cómo los oye conducidos por los huesos.
La pérdida auditiva neurosensorial recibe el nombre de sensorial cuando afecta al oído
interno, y neural cuando afecta al nervio auditivo o a las vías del nervio auditivo localizadas
en el cerebro. La pérdida auditiva sensorial puede ser hereditaria, estar producida por ruidos
muy intensos (trauma acústico), una infección vírica del oído interno, ciertos fármacos o la
enfermedad de Ménière. La pérdida auditiva neural puede estar causada por tumores
cerebrales que también dañan los nervios cercanos y el tronco cerebral. Otras causas son
infecciones, varios trastornos cerebrales y nerviosos, como un ataque cerebrovascular, y
algunas enfermedades hereditarias como la enfermedad de Refsum. En la infancia, el nervio
auditivo puede resultar dañado por la parotiditis, la rubéola, la meningitis o una infección del
oído interno. Las vías del nervio auditivo en el cerebro pueden resultar lesionadas por las
enfermedades desmielinizantes (enfermedades que destruyen la envoltura de los nervios).
Diagnóstico
Las pruebas auditivas con un diapasón pueden ser efectuadas en la consulta del médico, pero
la mejor forma de probar la audición es en una cámara insonorizada y con un audiólogo
(especialista en la pérdida de audición), utilizando un dispositivo electrónico que produce
sonidos en tonos y volúmenes específicos. La conducción del sonido por vía aérea en los
adultos se mide colocando un diapasón que esté vibrando cerca del oído con el fin de que el
sonido tenga que viajar por el aire para llegar al oído. Una pérdida de audición o un umbral de
audición subnormal (el menor sonido que pueda ser oído) pueden indicar la presencia de un
problema en cualquier parte del aparato auditivo (el canal auditivo, el oído medio, el oído
interno, el nervio auditivo o los conductos del nervio auditivo en el cerebro).
En los adultos, la audición por conducción ósea se mide colocando contra la cabeza la base de
un diapasón que esté vibrando. La vibración se extiende por el cráneo, incluyendo la cóclea
ósea del oído interno. La cóclea contiene células peludas que convierten las vibraciones en
impulsos nerviosos, que se transmiten por el nervio auditivo. Esta prueba evita el oído externo
y el oído medio y evalúa sólo el oído interno, el nervio auditivo y las vías del nervio auditivo
en el cerebro. Los diapasones con diversos tonos (frecuencias) se utilizan porque algunas
personas pueden oír sonidos a ciertas frecuencias pero no a otras.
Si la audición por conducción aérea está reducida pero la audición por conducción ósea es
normal, la pérdida es conductiva. Si la audición por conducción aérea y ósea está reducida, la
pérdida de audición es neurosensorial. En ciertos casos, la pérdida de audición es tanto
conductiva como neurosensorial.
La audiometría mide la pérdida de audición de forma precisa con un dispositivo electrónico
(un audiómetro) que produce sonidos a frecuencias específicas (tonos puros) y volúmenes
determinados. El umbral auditivo para una variedad de tonos está determinado por la
reducción del volumen de cada tono hasta que la persona ya no pueda oírlo. Cada oído se
somete a esta prueba separadamente. Para medir la audición por conducción aérea se utilizan
cascos, así como un dispositivo vibrante aplicado contra el hueso localizado detrás del oído
(apófisis mastoides) para medir la audición por conducción ósea. Como los tonos altos que se
presentan ante un oído también pueden llegar al otro, la prueba de tonos se realiza presentando
un sonido diferente, generalmente un ruido, ante el oído que no está sometido a la prueba. De
esta forma, la persona oye el tono de la prueba sólo en el oído examinado.
El umbral de audiometría verbal mide en qué tono tienen que ser pronunciadas las palabras
para ser comprendidas. La persona escucha una serie de palabras de dos sílabas acentuadas de
la misma manera (como clara, cama y casa) presentadas en volúmenes específicos. El
volumen al cual la persona puede repetir correctamente la mitad de las palabras (umbral de
repetición) es el que se registra.
La discriminación, la capacidad de oír las diferencias entre palabras que suenan de forma
similar, se prueba presentando pares de palabras monosílabas parecidas. El índice de
discriminación (el porcentaje de palabras repetidas correctamente) por lo general se encuentra
dentro de parámetros normales cuando la pérdida de audición es conductiva, es menor de lo
normal cuando la pérdida de audición es sensorial y mucho menor de lo normal cuando la
pérdida de audición es neural.
La timpanometría, un tipo de audiometría, mide la impedancia (resistencia a la presión) del
oído medio. Se utiliza para contribuir a determinar la causa de la pérdida de audición
conductiva. Este procedimiento no requiere la participación activa de la persona examinada y
normalmente se utiliza en los niños. Se coloca en el canal auditivo de forma ajustada un
dispositivo que contiene un micrófono y una fuente de sonido continuo. El dispositivo detecta
la cantidad de sonido que pasa por el oído medio y la cantidad que se refleja a medida que se
producen cambios de presión en el canal auditivo. Los resultados de esta prueba indican si
este problema se debe a un bloqueo de la trompa de Eustaquio (el tubo que conecta el oído
medio con la parte posterior de la nariz), a la presencia de líquido en el oído medio o a una
fractura en la cadena de los tres huesecillos que transmiten el sonido a través del oído medio.
La timpanometría también detecta los cambios en la contracción del músculo estapedio, que
está unido al estribo, uno de los tres huesecillos del oído medio. Este músculo normalmente se
contrae en respuesta a los ruidos intensos (reflejo acústico), reduciendo la transmisión del
sonido y protegiendo así el oído interno. El reflejo acústico cambia o se reduce si la pérdida
auditiva es neural. Cuando el reflejo acústico disminuye, el músculo estapedio no puede
permanecer contraído durante una exposición continua a ruidos intensos.
La respuesta auditiva del tronco cerebral es otra prueba capaz de diferenciar entre la pérdida
auditiva sensorial y neural. Mide los impulsos nerviosos del cerebro que derivan de la
estimulación de los nervios auditivos. La amplificación por computadora produce una imagen
del patrón de onda de los impulsos nerviosos. Si la causa de la pérdida auditiva parece
localizarse en el cerebro, se puede realizar un examen de resonancia magnética (RM) de la
cabeza.
La electrococleografía mide la actividad de la cóclea y del nervio auditivo. Esta prueba y la
respuesta auditiva del tronco cerebral pueden utilizarse para medir la audición de las personas
que no pueden o no quieren responder voluntariamente al sonido. Por ejemplo, estas pruebas
se utilizan para descubrir si los bebés y los niños tienen una profunda pérdida auditiva o bien
si una persona está fingiendo o exagerando la pérdida de audición (hipoacusia psicógena). En
ocasiones las pruebas pueden ayudar a determinar la causa de la pérdida auditiva
neurosensorial. La respuesta auditiva del tronco cerebral también puede ser utilizada para
controlar ciertas funciones cerebrales en las personas en estado de coma o en las que están
sometidas a una cirugía cerebral.
Algunas pruebas de audición pueden detectar trastornos en las áreas de procesamiento
auditivo del cerebro. Estas pruebas miden la capacidad de interpretar y de comprender el habla
distorsionada, de comprender un mensaje presentado a un oído cuando otro mensaje está
llegando al oído opuesto, de unir mensajes incompletos recibidos en ambos oídos y formar un
mensaje coherente y de determinar de dónde proviene un sonido cuando llegan sonidos a
ambos oídos al mismo tiempo.
Como los conductos nerviosos de cada oído cruzan al otro lado del cerebro, una anomalía en
uno de los lados del cerebro afecta la audición en el lado contrario. Las lesiones en el tronco
cerebral pueden perjudicar la capacidad de unir mensajes incompletos para formar un mensaje
coherente y determinar de dónde proviene un sonido.
Tratamiento
Dispositivos de audición
La amplificación sonora que brindan los dispositivos de audición son de gran ayuda para las
personas que presentan una pérdida auditiva conductiva o neurosensorial, particularmente si
les cuesta oír las frecuencias del habla normal. Los dispositivos auditivos también son de
utilidad para las personas que tienen una pérdida auditiva predominantemente neurosensorial
de alta frecuencia y para quienes han perdido la audición en un solo oído. Los dispositivos
auditivos contienen un micrófono para recibir sonidos, un amplificador para incrementar su
volumen y un altavoz para transmitir los sonidos amplificados.
Los dispositivos auditivos de conducción aérea, que suelen ser más eficaces que los de
conducción ósea, son los más comúnmente utilizados. Por lo general, se colocan dentro del
canal auditivo con un cierre hermético o un pequeño tubo abierto. Los tipos de dispositivos
auditivos de conducción aérea comprenden los dispositivos corporales, los que se colocan
detrás del oído, dentro del mismo, o en el canal auditivo, los llamados CROS y los conocidos
como BICROS.
El dispositivo corporal, utilizado por personas que tienen una profunda pérdida auditiva, es el
más potente. Se lleva en el bolsillo de la camisa o bien pegado al cuerpo y se conecta
mediante un cable al aparato que se coloca en el oído, que consta de un molde de plástico que
se inserta en el canal auditivo. Los bebés y los niños pequeños con pérdida de la audición
suelen llevar dispositivos corporales porque son más fáciles de manejar y corren menos riesgo
de romperse, y además eliminan los problemas causados por los aparatos que encajan mal en
el oído.
Para una pérdida auditiva de moderada a grave, se puede colocar detrás de la oreja un
dispositivo que se conecta con un molde auditivo mediante un tubo flexible. Para una pérdida
auditiva de leve a moderada se puede utilizar un dispositivo menos poderoso contenido
completamente dentro del molde auditivo. Se coloca en el oído externo y es bastante discreto.
Los dispositivos que encajan completamente dentro del canal auditivo (dispositivos de canal)
son aún menos visibles y los usan las personas que de otro modo se negarían a usar cualquier
otro dispositivo.
El dispositivo CROS (envío contralateral de señales) es utilizado por las personas que oyen
sólo con un oído. El micrófono se coloca en el oído que no funciona y el sonido se envía hacia
el oído que funciona a través de un cable o un radiotransmisor en miniatura. Este dispositivo
permite que la persona oiga sonidos por el lado del oído que no funciona y, hasta cierto punto,
permite localizar los sonidos. Si el oído que funciona también presenta cierta deficiencia, el
sonido que proviene de ambos lados puede ser amplificado con el dispositivo BICROS
(CROS bilateral).
Implante coclear: un dispositivo para personas con sordera profunda
El implante coclear, un tipo de dispositivo auditivo para las personas profundamente sordas, está formado por una espiral interna, electrodos, una espiral
externa, un procesador de palabras y un micrófono. La espiral interna se implanta quirúrgicamente en el cráneo por detrás y encima del oído, mientras que
los electrodos se implantan en la cóclea. La espiral externa se mantiene inmóvil gracias a imanes colocados en la piel sobre la espiral interna. El procesador
de palabras, conectado a la espiral externa mediante un cable, puede ser transportado en un bolsillo o una funda especial. El micrófono se coloca en el
dispositivo de audición localizado detrás de la oreja.
Un dispositivo auditivo de conducción ósea puede ser utilizado por personas que no pueden
usar los de conducción aérea; por ejemplo, alguien que haya nacido sin el canal auditivo o que
presenta una secreción de líquido por el oído (otorrea). El dispositivo se coloca en contacto
con la cabeza, en general justo detrás del oído, con una banda elástica sobre la cabeza. El
dispositivo conduce el sonido a través del cráneo hasta el oído interno. Los dispositivos
auditivos de conducción ósea necesitan más potencia, causan más distorsión y son menos
cómodos de usar que un dispositivo de conducción aérea. Algunos dispositivos de conducción
aérea pueden ser implantados quirúrgicamente en el hueso que se encuentra detrás del oído.
El dispositivo de audición debe ser elegido por el médico o el audiólogo, quien se encarga de
adaptar las características del dispositivo con el tipo de pérdida auditiva, incluyendo el grado
de pérdida y las frecuencias afectadas. Por ejemplo, las altas frecuencias pueden aumentarse
mediante aberturas en el molde que se coloca en el oído para facilitar el paso de las ondas
sonoras. Los dispositivos con estas características benefician a muchas personas cuya pérdida
auditiva neurosensorial es mayor para las altas frecuencias que para las bajas. Las personas
que no pueden tolerar los sonidos fuertes pueden necesitar dispositivos con circuitos
electrónicos especiales que mantienen el volumen a un nivel tolerable.
Existen varios tipos de dispositivos para las personas que tienen una pérdida auditiva muy
importante. Los sistemas de alerta con luz les permiten saber cuándo están llamando a la
puerta o cuándo un bebé está llorando. Los sistemas de sonido especiales les ayudan a oír en
los cines, las iglesias u otros lugares en los que hay mucho ruido. También existen
dispositivos que permiten la comunicación por teléfono.
Implantes cocleares
La persona profundamente sorda que no puede oír ni siquiera con un dispositivo de ayuda
puede mejorar con un implante coclear. El implante consiste en una serie de electrodos que se
insertan en la cóclea y una espiral interna que se implanta en el cráneo; además consta de una
espiral externa, un procesador de palabras y un micrófono localizado fuera del cuerpo. El
micrófono recoge las ondas sonoras y el procesador las convierte en impulsos eléctricos, que
son transmitidos por la espiral externa a través de la piel hasta la espiral interna y de allí a los
electrodos. Los electrodos estimulan el nervio auditivo.
El implante coclear no transmite sonidos tan bien como una cóclea normal, pero su utilidad es
diferente según las diferentes personas. A algunas les ayuda a leer los labios. Otras pueden
distinguir algunas palabras sin leer los labios. Algunas personas pueden mantener una
conversación por teléfono.
El implante coclear también ayuda a los sordos a oír y distinguir las señales ambientales y de
precaución, como los timbres, los teléfonos y las alarmas. Así mismo, les ayuda a modular sus
propias voces de manera que sus palabras puedan ser comprendidas más fácilmente. El
implante coclear es más eficaz en una persona cuya pérdida de audición es reciente o que ha
utilizado con éxito un dispositivo auditivo antes del implante.
CAPITULO 211
Trastornos del oído externo
El oído externo está formado por la parte externa del oído (pabellón de la oreja) y por el canal
auditivo (conducto auditivo externo). Los trastornos del oído externo incluyen obstrucciones,
infecciones, lesiones y tumores.
Obstrucciones
La cera del oído (cerumen) puede obstruir el canal auditivo y causar picor, dolor y una pérdida
de la audición temporal. El médico puede eliminar la cera lavando suavemente el canal con
agua caliente (irrigación).
Sin embargo, en caso de secreción anterior por el oído, de tímpano perforado, o de infecciones
recurrentes en el oído externo, no se utiliza el sistema de irrigación. Cuando el tímpano está
perforado, el agua puede entrar en el oído medio y empeorar una infección crónica. En estas
situaciones, el médico puede eliminar la cera con un instrumento sin punta, un instrumento
con un extremo curvado o un dispositivo de vacío. Estos procedimientos son menos
complicados y más cómodos que la irrigación. El médico no suele utilizar disolventes porque
irritan la piel del canal auditivo, provocan reacciones alérgicas y no disuelven la cera de forma
adecuada.
Los niños pueden llegar a colocarse toda clase de objetos extraños en el canal auditivo,
particularmente bolitas, gomas de borrar y semillas. Por lo general, el médico extrae estos
elementos con una especie de gancho sin punta.
Los objetos que penetran en el canal son más difíciles de sacar debido al riesgo de lesionar el
tímpano y los huesecillos del oído medio. En ocasiones, las bolitas de vidrio o de metal
pueden ser extraídas mediante irrigación, pero el agua hace que algunos objetos, como las
semillas, se hinchen, volviendo así más difícil su extracción. Cuando el niño no coopera o la
extracción resulta particularmente difícil se usa anestesia general.
Algunos insectos pueden entrar en el canal auditivo. Llenar el canal con aceite mineral mata al
insecto y el alivio es inmediato, al mismo tiempo que facilita su extracción.
Otitis externa
Causas
Una variedad de bacterias o, rara vez, de hongos puede causar otitis externa generalizada; la
bacteria estafilococo suele producir furúnulos. Ciertas personas, como las que padecen
alergias, psoriasis, eccema o dermatitis del cuero cabelludo, son particularmente propensas a
contraer otitis externa. Las lesiones que se producen en el canal auditivo al limpiarlo o bien
por causa de entrada de agua o de irritantes como el spray de cabello o el tinte, suelen producir
una otitis externa.
El canal auditivo se limpia por sí mismo desplazando las células cutáneas muertas desde el
tímpano hasta el exterior, como si estuviesen en una cinta transportadora. El hecho de intentar
limpiar el canal con bastoncitos con punta de algodón interrumpe este mecanismo de
autolimpieza y puede empujar el material de desecho hacia el tímpano, donde se acumula. Los
desechos acumulados y la cera tienden a retener el agua que entra en el canal cuando la
persona se ducha o nada. Como resultado final, la piel mojada y blanda del canal auditivo
contrae infecciones bacterianas o fúngicas con más facilidad.
Síntomas
Los síntomas de la otitis externa generalizada son picor, dolor y una secreción maloliente. Si
el canal auditivo se hincha o se llena con pus y desechos, la audición empeora. Por lo general,
el canal se resiente y duele si se tira del oído externo (oreja) o si se ejerce presión sobre el
pliegue de piel que se encuentra frente al canal. Cuando se observa el interior del canal
auditivo a través de un otoscopio (un instrumento para visualizar el canal y el tímpano), se ve
que la piel del canal está roja, hinchada y cubierta de pus y desechos.
Los furúnculos producen mucho dolor. Cuando se rompen, es posible que salga del oído una
pequeña cantidad de sangre y de pus.
Tratamiento
Para tratar la otitis externa generalizada, el médico primero elimina el material de desecho
infectado que se encuentra en el canal mediante aspiración o con hisopos (bastoncitos con
punta de algodón). Una vez que el canal auditivo está limpio, la audición suele volver a la
normalidad.
Por lo general, la persona tiene que instilarse gotas de antibiótico varias veces al día durante
un período máximo de una semana. Algunas gotas óticas también contienen un corticosteroide
para reducir la inflamación. En ciertos casos se prescriben gotas que contienen ácido acético
diluido para que ayuden a recuperar la acidez del canal auditivo. Los analgésicos como el
paracetamol o la codeína pueden ayudar a reducir el dolor durante las primeras 24 a 48 horas,
hasta que la inflamación comience a remitir. Si la infección se ha extendido más allá del canal
auditivo (celulitis) se puede tratar con un antibiótico administrado por vía oral.
Se deja que los furúnculos drenen por sí solos porque el hecho de abrirlos puede diseminar la
infección. Las gotas óticas con antibiótico no son eficaces. Para aliviar el dolor y acelerar la
curación se puede aplicar una almohadilla eléctrica sobre la zona durante un tiempo corto y
tomar analgésicos.
Pericondritis
Lesiones
Una lesión, como por ejemplo un golpe violento en el oído externo, puede causar una herida
entre el cartílago y la capa de tejido conectivo que lo rodea (pericondrio). Cuando la sangre se
acumula en esta zona, el oído externo se convierte en una masa deformada y de color rojo
púrpura. La sangre acumulada (hematoma) puede cortar el suministro de sangre que llega al
cartílago, haciendo que la oreja se deforme. Esta deformación, llamada oído en coliflor, es
común entre los luchadores y boxeadores. Por lo general, el médico recurre a la aspiración
para eliminar el hematoma, y este procedimiento se continúa hasta que desaparece toda
evidencia de hematoma, generalmente en un plazo de 3 a 7 días. El tratamiento permite a la
piel y al pericondrio volver a sus posiciones iniciales y por consiguiente a la sangre llegar de
nuevo al cartílago.
Si un corte (laceración) afecta a todo el oído, la piel se cose y se adhiere una tablilla al
cartílago para favorecer la curación.
Un puñetazo dirigido a la mandíbula puede fracturar los huesos que rodean el canal auditivo y
distorsionar su forma, generalmente estrechándolo. Esta deformación puede corregirse con
cirugía bajo anestesia general.
Tumores
Los tumores del oído pueden ser no cancerosos (benignos) o cancerosos (malignos).
En el canal auditivo pueden formarse tumores no cancerosos, que lo bloquean y producen un
exceso de cera además de una pérdida de la audición. Estos tumores pueden ser quistes
sebáceos (pequeños sacos llenos de secreciones de la piel), osteomas (tumores óseos) y
queloides (producción excesiva de tejido cicatricial después de una lesión). El mejor
tratamiento es la eliminación del tumor. Después del tratamiento, la capacidad auditiva vuelve
a la normalidad.
El ceruminoma (cáncer de las células que producen la cera del oído) se forma en el tercio
externo del canal auditivo y puede extenderse. El tratamiento consiste en extirpar
quirúrgicamente el cáncer y el tejido circundante.
Los cánceres de células basales y escamosas (•V. página 1026) son cánceres de piel frecuentes
que suelen formarse en el oído externo después de una repetida y prolongada exposición al
sol. Cuando estos cánceres aparecen por primera vez, pueden tratarse con éxito extirpándolos
o aplicándoles radioterapia. Los cánceres más avanzados pueden requerir la excisión
quirúrgica de un área más amplia del oído externo. Cuando el cáncer ha invadido el cartílago
de la oreja, la cirugía es más eficaz que la radioterapia.
Los cánceres de células basales y escamosas también pueden desarrollarse en el canal auditivo
o extenderse hasta allí. El tratamiento consiste en extirpar quirúrgicamente el cáncer y un
amplio margen de tejido circundante, seguido por radioterapia.
CAPITULO 212
Trastornos del oído medio y del oído interno
El oído medio está formado por el tímpano (membrana timpánica) y una cámara llena de aire
que contiene una cadena de tres huesos pequeños (huesecillos) que conectan el tímpano con el
oído interno. El oído interno, que está lleno de líquido (y recibe el nombre de laberinto), está
formado por dos partes principales: la cóclea (el órgano de la audición) y los canales
semicirculares (el órgano del equilibrio). Los trastornos del oído medio e interno producen
muchos síntomas semejantes, y un trastorno del oído medio puede afectar al oído interno y
viceversa.
Los trastornos del oído medio producen síntomas como malestar, dolor y una sensación de que
el oído está tapado o que existe una presión en su interior, así como una salida de líquido o de
pus, una pérdida de la audición, tinnitus (zumbido en los oídos) y vértigo (sensación de dar
giros). Estos síntomas pueden estar causados por una infección, una lesión o una presión en el
oído medio cuya causa es una obstrucción en la trompa de Eustaquio (el tubo que conecta el
oído medio con la parte posterior de la nariz). Cuando la causa es una infección, algunos
síntomas adicionales, como fiebre y debilidad, pueden afectar a todo el organismo.
El tímpano puede perforarse (punzado) por objetos colocados en el oído, como un bastoncito
con punta de algodón, u objetos que entran accidentalmente en el oído, como una ramita o un
lápiz. El tímpano también puede perforarse por la acción de un repentino ascenso de la presión
(como el causado por una explosión, un golpe o un accidente al nadar o al zambullirse) o un
brusco descenso de la presión. Un objeto que penetra en el tímpano puede dislocar la cadena
de huesecillos del oído medio o puede fracturar el estribo (uno de esos huesecillos). Partes de
los huesecillos rotos o del objeto mismo pueden penetrar en el oído interno.
Síntomas
La perforación del tímpano puede causar un dolor agudo, seguido de una hemorragia en el
oído, pérdida de la audición y tinnitus (zumbidos en el oído). La pérdida de audición es más
grave si la cadena de huesecillos se ha roto o el oído interno ha resultado lesionado. La lesión
del oído interno también puede provocar vértigo. El oído puede comenzar a drenar pus en un
plazo de 24 a 48 horas, particularmente si entra agua en el oído medio.
Tratamiento
Por lo general se administra un antibiótico por vía oral para evitar la infección. El oído se
mantiene seco. Si el oído se infecta pueden utilizarse gotas óticas con antibiótico. Por lo
general, el tímpano se cura sin más tratamiento, pero si no lo hace al cabo de 2 meses, puede
ser necesario recurrir a la cirugía para repararlo (timpanoplastia).
Una persistente pérdida de audición conductiva sugiere una rotura en los huesecillos, que
puede ser reparada quirúrgicamente. Una pérdida de audición neurosensorial o una sensación
de vértigo que persista más de unas pocas horas después de una lesión sugiere que algo ha
penetrado en el oído medio. En este caso, suele realizarse un procedimiento llamado
timpanotomía para inspeccionar el área y reparar la lesión.
Barotitis media
La barotitis media (aerotitis) es una lesión en el oído medio causada por una presión desigual
de aire en uno y otro lado del tímpano.
Presión en el oído medio
La trompa de Eustaquio ayuda a mantener una misma presión de aire a ambos lados del tímpano permitiendo que el aire entre en el oído medio. Si la trompa
está obstruida, el aire no puede llegar al oído medio, por lo que la presión disminuye. Cuando la presión de aire es menor en el oído medio que en el canal
auditivo, el tímpano se abomba hacia dentro. La diferencia de presión puede causar dolor y lesionar o romper el tímpano.
El tímpano separa el canal auditivo del oído medio. Si en el canal auditivo la presión del aire
proveniente del exterior es distinta a la presión del aire en el oído medio, el tímpano puede
lesionarse. Normalmente, la trompa de Eustaquio, que conecta el oído medio con la parte
posterior de la nariz, ayuda a mantener igualada la presión en ambos lados del tímpano,
permitiendo que el aire del exterior entre en el oído medio. Cuando la presión del aire del
exterior aumenta de repente (por ejemplo, durante el descenso de un avión o al zambullirse a
determinada profundidad) el aire debe atravesar la trompa de Eustaquio para igualar la presión
en el oído medio.
Si la trompa de Eustaquio está parcial o completamente obstruida debido a una cicatrización,
una infección o alergia, el aire no llega al oído medio y la diferencia de presión puede dañar el
tímpano o incluso hacer que se rompa y que sangre. Si la diferencia de presión es muy grande,
la ventana oval (la entrada al oído interno desde el oído medio) puede romperse, permitiendo
que el líquido del oído interno escape hacia el oído medio. La pérdida de audición o el vértigo
que tienen lugar durante una zambullida profunda sugiere que se está produciendo dicho
escape. Los mismos síntomas que ocurren durante un ascenso, sugieren que se ha formado una
burbuja de aire en el oído interno.
Los cambios repentinos de presión que se producen durante un vuelo hacen que la persona
sienta dolor o que su oído está tapado. La presión en el oído medio se puede igualar
respirando con la boca abierta, mascando chicle o tragando. Las personas que tienen una
infección o una alergia que afecte a la nariz y a la garganta pueden sentir molestias cuando
viajan en avión o se zambullen. Sin embargo, si cualquiera de las dos actividades es necesaria,
un descongestivo como gotas nasales o spray de fenilefrina alivia la congestión y ayuda a abrir
las trompas de Eustaquio, igualando la presión a cada lado de los tímpanos.
Miringitis infecciosa
La miringitis infecciosa es una inflamación del tímpano por infección bacteriana o vírica.
En el tímpano aparecen pequeñas ampollas llenas de líquido (vesículas). El dolor comienza de
improviso y dura de 24 a 48 horas. Si una persona tiene fiebre y pérdida de la audición, la
infección es probablemente bacteriana.
Esta infección suele tratarse con antibióticos. Se administran analgésicos o bien se rompen las
vesículas para aliviar el dolor.
La otitis media aguda es una infección bacteriana o vírica que se produce en el oído medio.
A pesar de que este trastorno puede presentarse en personas de todas las edades, es muy
común en los niños pequeños, particularmente entre los 3 meses y los 3 años de edad. Por lo
general, aparece como una complicación de un resfriado común. Los virus o las bacterias de la
garganta pueden llegar al oído medio a través de la trompa de Eustaquio u ocasionalmente a
través del flujo sanguíneo. La otitis media vírica suele seguirse de una otitis media bacteriana.
Síntomas
Por lo general, el primer síntoma es un dolor de oído persistente y fuerte. Puede producirse
una pérdida temporal de la audición. Los niños pequeños pueden tener náuseas, vómitos,
diarrea y fiebre de hasta 40,5 ºC. El tímpano se inflama y puede hincharse. Si el tímpano se
rompe, la secreción del oído puede contener sangre al principio y luego tornarse en un líquido
claro hasta finalmente convertirse en pus.
Las complicaciones graves abarcan las infecciones del hueso circundante (mastoiditis o
petrositis), la infección de los canales semicirculares (laberintitis), parálisis facial, pérdida de
la audición, inflamación de la membrana que recubre el cerebro (meningitis) y abscesos
cerebrales. Las señales de complicación son dolor de cabeza, una profunda y repentina pérdida
de la audición, vértigo, escalofríos y fiebre.
Diagnóstico y tratamiento
El médico examina el oído para establecer el diagnóstico. Si sale pus del oído o alguna otra
secreción, se envía una muestra al laboratorio, donde se examina para identificar el agente que
causa la infección.
La infección se trata con antibióticos
administrados por vía oral. La amoxicilina suele
ser el primer antibiótico que se emplea en
personas de todas las edades, pero para los
adultos puede prescribirse penicilina en grandes
dosis. También se pueden utilizar otros
antibióticos. Tomar medicamentos contra el
resfriado que contengan fenilefrina puede ayudar
a mantener abierta la trompa de Eustaquio, y los
antihistamínicos son de gran ayuda para las
personas alérgicas. Si una persona tiene un dolor
agudo o persistente, fiebre, vómitos o diarrea, o
bien si el tímpano se inflama, el médico puede
realizar una miringotomía, en la que se realiza
una apertura a través del tímpano para permitir
que el líquido salga del oído medio. Esta
apertura, que no afecta a la audición, cura por sí
sola.
Tratamiento
El tratamiento suele comenzar con antibióticos. Otros fármacos, como por ejemplo fenilefrina,
efedrina y antihistamínicos (por ejemplo, la clorfeniramina), se administran por vía oral para
reducir la congestión y contribuir a abrir la trompa de Eustaquio. La baja presión en el oído
medio puede aumentar temporalmente al forzar el paso del aire por una trompa de Eustaquio
obstruida. Para hacerlo, la persona puede espirar con la boca cerrada y los orificios nasales
apretados con los dedos. El médico puede realizar una miringotomía, que consiste en realizar
una apertura a través del tímpano para permitir que el líquido salga del oído medio. Un tubo
delgado se inserta en la apertura del tímpano para favorecer la salida del líquido y permitir que
entre aire en el oído medio.
El trastorno que causa la obstrucción de la trompa de Eustaquio, como por ejemplo una
alergia, también debe tratarse. En los niños, puede ser necesario extirpar los adenoides.
Mastoiditis aguda
La mastoiditis aguda es una infección vírica de la apófisis mastoides, el hueso prominente que
se encuentra detrás del oído.
Este trastorno suele ocurrir cuando una otitis media no tratada o tratada inadecuadamente se
extiende desde el oído medio hasta el hueso que lo circunda (la apófisis mastoides).
Otitis media e infección de la mastoides
La otitis media puede extenderse y producir una infección de la mastoides.
Síntomas
Por lo general, los síntomas aparecen al cabo de dos o más semanas de haberse desarrollado la
otitis media aguda, a medida que la infección diseminada destruye la parte interna de la
apófisis mastoides. Es posible que se forme un absceso en el hueso. La piel que recubre la
apófisis mastoides puede tornarse roja, hinchada y dolorosa, y el oído externo se desplaza
hacia un lado y abajo.
Otros síntomas son fiebre, dolor alrededor del oído y en su interior una secreción profusa y
cremosa por el oído, todo lo cual suele empeorar. El dolor tiende a ser persistente y pulsátil.
La pérdida de la audición es progresiva.
La tomografía computadorizada (TC) demuestra que las celdillas (los espacios en el hueso que
normalmente contienen aire) de la apófisis mastoides están llenas de líquido. A medida que la
mastoiditis avanza, los espacios se agrandan. Una mastoiditis mal tratada puede producir
sordera, infección de la sangre (sepsis), meningitis, abscesos cerebrales o la muerte.
Tratamiento
La otitis media crónica es una infección duradera causada por una lesión permanente
(perforación) del tímpano.
La perforación del tímpano puede estar causada por una otitis media aguda, el bloqueo de la
trompa de Eustaquio, una lesión causada por un objeto que entra en el oído, los cambios
bruscos en la presión del aire o las quemaduras causadas por calor o productos químicos.
Los síntomas dependen de la parte del tímpano que esté perforada. Si el tímpano presenta una
perforación central (un orificio en el centro), la otitis media crónica puede exacerbarse
después de una infección de la nariz y de la garganta, como en el resfriado común, o después
de que haya entrado agua en el oído medio durante un baño o al nadar. Por lo general, estas
exacerbaciones están causadas por bacterias y producen una secreción indolora de pus, que
puede oler mal, proveniente del oído. Las exacerbaciones persistentes pueden provocar la
formación de protuberancias llamadas pólipos, que se extienden desde el oído medio,
atraviesan la perforación y llegan hasta el canal auditivo. La infección persistente puede
destruir partes de los huesecillos, los pequeños huesos del oído medio que conectan los
sonidos captados por el oído externo con el oído interno, causando una pérdida auditiva de
tipo conductivo.
La otitis media crónica causada por perforaciones marginales (orificios cercanos al borde) del
tímpano también puede provocar una pérdida auditiva conductiva y empeorar la secreción del
oído. Algunas complicaciones graves como la inflamación del oído interno (laberintitis), la
parálisis facial y las infecciones cerebrales son más probables en los casos de perforaciones
marginales que en los de perforaciones centrales. Las perforaciones marginales suelen estar
acompañadas de colesteatomas (acumulaciones de material blanco similar a la piel) en el oído
medio. Los colesteatomas, que destruyen el hueso, incrementan en gran medida la posibilidad
de presentar una complicación grave.
Tratamiento
Cuando se desarrolla una otitis media crónica, el médico limpia completamente el canal
auditivo y el oído medio mediante aspiración e hisopos (bastoncitos con punta de algodón), y
luego instila una solución de ácido acético con hidrocortisona en el oído. Las exacerbaciones
importantes se tratan con un antibiótico, como la amoxicilina, administrado por vía oral. Una
vez que se identifican las bacterias que causan la infección, se ajusta el tratamiento
antibiótico.
Por lo general, el tímpano puede ser reparado en un procedimiento llamado timpanoplastia. Si
la cadena de huesecillos ha resultado dañada, puede ser reparada al mismo tiempo. Los
colesteatomas se extirpan quirúrgicamente. Si no se eliminan, puede resultar imposible reparar
el oído medio.
Otosclerosis
La otosclerosis es un trastorno en el cual el hueso que rodea el oído medio e interno crece en
exceso, inmovilizando el estribo (el hueso del oído medio unido al oído interno) e impidiendo
la correcta transmisión de los sonidos.
La otosclerosis, una enfermedad hereditaria, es la causa más común de pérdida auditiva
conductiva en los adultos cuyos tímpanos son normales. También puede producir una pérdida
auditiva neural si el crecimiento del hueso perfora y daña los nervios que conectan el oído
interno con el cerebro. Alrededor del 10 por ciento de los adultos presenta alguna evidencia de
otosclerosis, pero sólo el uno por ciento desarrolla una pérdida auditiva conductiva como
consecuencia de ello. Este trastorno resulta evidente por primera vez al final de la
adolescencia o en los primeros años de la edad adulta.
El hecho de extirpar el estribo mediante microcirugía para reemplazarlo por uno artificial
restablece la capacidad auditiva en la mayoría de los casos. Algunas personas pueden optar
por usar un dispositivo que facilite la audición en vez de someterse a la cirugía.
Los trastornos del oído interno producen síntomas tales como pérdida auditiva, vértigo
(sensación de girar), tinnitus (zumbido en el oído) y congestión. Estos trastornos pueden tener
varias causas como infecciones, traumatismos, tumores y el uso de ciertos fármacos; la causa
es, a veces, desconocida.
Enfermedad de Ménière
Tratamiento
El vértigo puede aliviarse temporalmente con fármacos administrados por vía oral, como la
escopolamina, los antihistamínicos, los barbitúricos o el diazepam. La escopolamina también
se encuentra en forma de parches cutáneos.
Existen varios procedimientos quirúrgicos para las personas que presentan incapacitantes y
frecuentes ataques de vértigo. Cortar los nervios conectados a los canales semicirculares (la
parte del oído interno involucrada en el equilibrio) alivia el vértigo, por lo general sin dañar el
oído. Este procedimiento recibe el nombre de neurectomía vestibular. Cuando el vértigo es
incapacitante y la audición ya se ha deteriorado mucho, la cóclea (la parte del oído interno
implicada en la audición) y los canales semicirculares pueden ser extirpados con un
procedimiento llamado laberintectomía.
Neuronitis vestibular
Vértigo postural
El vértigo postural (vértigo posicional) es un vértigo violento que dura menos de 30 segundos
y desencadenado por ciertas posiciones de la cabeza.
Esta clase de vértigo puede estar causado por condiciones que dañan los canales
semicirculares (la parte del oído interno implicada en el equilibrio). Por ejemplo, el vértigo
postural puede estar causado por una lesión en el oído interno, otitis media, cirugía de oído o
por un bloqueo de la arteria que llega al oído interno.
El vértigo aparece cuando la persona se apoya sobre un oído o bien inclina la cabeza hacia
atrás para mirar hacia arriba. También se produce un movimiento anormal de los ojos
(nistagmo). Por lo general, el vértigo postural remite tras algunas semanas o meses, pero
puede reaparecer meses o años después.
Diagnóstico y tratamiento
El médico intenta desencadenar un ataque pidiéndole a la persona que se apoye sobre la mesa
de examen con la cabeza girada hacia un lado y colgando del borde de la mesa. Tras algunos
segundos, aparecen un vértigo intenso, que por lo general dura de 15 a 20 segundos, y
nistagmo.
La persona debería evitar la posición que le produce vértigo. Si el vértigo postural persiste con
el paso de los años, se pueden cortar los nervios conectados a uno de los canales
semicirculares del oído afectado, lo que habitualmente alivia los síntomas.
El herpes zoster del oído (síndrome de Ramsay Hunt) es una infección del nervio auditivo
producida por el virus herpes zoster, que causa dolor agudo de oído, pérdida de audición y
vértigo.
En el oído externo y en el canal auditivo se forman algunas pequeñas ampollas llenas de
líquido (vesículas). Dichas ampollas también pueden formarse en la piel de la cara o del cuello
cuyos nervios están infectados. Si el nervio facial se encuentra comprimido porque está
infectado e hinchado, los músculos de un lado de la cara pueden quedar paralizados temporal
o permanentemente. La pérdida auditiva puede ser permanente, aunque en algunos casos la
audición puede volver de forma parcial o total. El vértigo dura desde algunos días a varias
semanas.
El tratamiento preferencial es el fármaco antivírico aciclovir. Se administran analgésicos para
aliviar el dolor y diazepam para eliminar el vértigo. Cuando el nervio facial se encuentra
comprimido, puede acudirse a la cirugía para aumentar el orificio de salida del cráneo
(descompresión quirúrgica). Este procedimiento suele aliviar la parálisis facial.
Sordera repentina
La sordera repentina es una grave pérdida auditiva, por lo general en un solo oído, que se
presenta en pocas horas.
Cada año, una de, aproximadamente, cada 5 000 personas sufre sordera repentina. Por lo
general se debe a una enfermedad vírica como la parotiditis, el sarampión, la gripe, la varicela
o la mononucleosis infecciosa. Con menos frecuencia, ciertas actividades extenuantes, como
el levantamiento de peso, ejercen una gran presión sobre el oído interno, dañándolo y
provocando una repentina o fluctuante pérdida auditiva y vértigo. En el oído afectado puede
oírse un sonido explosivo cuando el daño se produce por primera vez. A veces, no se
identifica ninguna causa.
Por lo general, la pérdida auditiva es grave. Sin embargo, la mayoría de las personas
recuperan completamente la audición, por lo general en un período de 10 a 14 días, y otras lo
hacen de forma parcial. El tinnitus y el vértigo pueden acompañar la sordera repentina. El
vértigo suele remitir tras algunos días, pero el tinnitus persiste en la mayoría de los casos.
Ningún tratamiento ha resultado útil. Por lo general se prescriben corticosteroides por vía oral,
y se recomienda reposo en cama. En ciertos casos, procedimientos quirúrgicos pueden ser
útiles.
La exposición a ruidos fuertes, como los producidos por los equipos de carpintería, sierras en
cadena, motores de explosión, maquinaria pesada, disparos o aviones pueden causar una
pérdida de la audición porque destruyen los receptores auditivos (células peludas) del oído
interno. Otras causas frecuentes son el uso de cascos para escuchar música a gran volumen y
el hecho de estar cerca de altavoces en bailes y conciertos. A pesar de que la sensibilidad al
ruido varía considerablemente de una persona a otra, casi todas pierden algo de audición si se
exponen a un ruido intenso durante un tiempo suficientemente prolongado. Cualquier ruido
que supere los 85 decibelios es perjudicial. Las lesiones por expansión sonora debido a
explosiones (trauma acústico) causan el mismo tipo de pérdida auditiva.
Este tipo de pérdida de audición es permanente. Por lo general, está acompañada de un
tinnitus (zumbido en los oídos) de alta frecuencia.
Prevención y tratamiento
Precauciones
Los fármacos que pueden dañar el oído no se aplican directamente sobre el mismo cuando el
tímpano está perforado porque pueden mezclarse con el líquido del oído interno.
Los antibióticos que perjudican la audición no están indicados en las mujeres embarazadas.
Tampoco se prescriben a los ancianos o a quienes tienen una pérdida auditiva previa, a menos
que no se pueda disponer de otros fármacos.
Si bien la susceptibilidad a estos fármacos varía en cierta forma de persona a persona, es
posible evitar la pérdida auditiva si la concentración del fármaco en la sangre se mantiene
dentro del límite recomendado. En consecuencia, esta concentración debe ser controlada con
frecuencia. En la medida de lo posible, se controla la audición antes y durante el tratamiento.
Por lo general, el primer signo de lesión es la incapacidad de percibir frecuencias altas. Puede
aparecer tinnitus de alta frecuencia o vértigo.
El hueso temporal (el hueso del cráneo que contiene parte del canal auditivo, el oído medio y
el oído interno) puede fracturarse a causa de un golpe en el cráneo. Una hemorragia en el oído
o una magulladura (hematoma) en la piel en la parte posterior de la oreja, tras una lesión en la
cabeza, sugieren una fractura del hueso temporal. Si sale un líquido claro del oído, es posible
que esté brotando líquido cefalorraquídeo, lo que indica que el cerebro puede infectarse. Las
fracturas del hueso temporal rompen frecuentemente el tímpano, causando parálisis facial y
una profunda pérdida de audición neurosensorial. Por lo general, una tomografía
computadorizada (TC) puede detectar la fractura.
Se administra en estos casos un antibiótico por vía intravenosa para evitar la infección de la
membrana que cubre el cerebro (meningitis). En ciertos casos, la parálisis facial persistente
causada por presión sobre el nervio facial puede aliviarse con cirugía. Las lesiones en el
tímpano y el oído medio se recuperan semanas o meses más tarde.
La parte superior de la nariz está formada por hueso y la inferior por cartílago. En su interior
hay una cavidad hueca (cavidad nasal) dividida en dos por el tabique nasal.
Los huesos de la cara contienen senos, que son cavidades huecas que se abren en la cavidad
nasal. Dada su posición prominente, la nariz es particularmente vulnerable a los traumatismos.
Además, se ve afectada por trastornos como infecciones, hemorragias y pólipos. Los senos
paranasales pueden infectarse causando una inflamación (sinusitis).
Fracturas de nariz
Los huesos de la nariz se rompen más frecuentemente que otros huesos de la cara. Cuando
esto ocurre, la membrana mucosa que cubre la nariz suele desgarrarse causando una
hemorragia. Como la membrana mucosa y otros tejidos blandos se inflaman con rapidez, la
fractura puede ser difícil de encontrar. En la mayoría de los casos, el puente de la nariz se
desplaza hacia un lado, mientras que los huesos nasales se hunden del otro lado. Si se acumula
sangre en el cartílago del tabique nasal (la estructura que divide la nariz), éste puede infectarse
y morir, produciendo una deformación en la cual el puente de la nariz se hunde por el centro.
Diagnóstico y tratamiento
Una persona cuya nariz sangra y duele después de un golpe, puede tenerla rota. Por lo general,
el médico diagnostica rotura de nariz palpando levemente el puente nasal en busca de
irregularidades en la forma, movimientos inusuales de los huesos, sensación de huesos rotos
que se mueven uno contra otro y dolor. El diagnóstico se confirma mediante una radiografía.
Cuando una persona tiene la nariz rota, si es un adulto se le suele administrar un anestésico
local y, si se trata de un niño, se le aplica anestesia general. A continuación, se drena la sangre
acumulada en el tabique para evitar las infecciones y la pérdida de cartílago. Una vez que el
médico vuelve a colocar la nariz en su posición normal, se la estabiliza con una gasa por
dentro y un entablillado por fuera. Las fracturas de tabique son difíciles de fijar y a menudo se
requiere, más adelante, una intervención quirúrgica.
Por lo general, el tabique nasal (la estructura que divide la nariz) es recto, pero puede estar
torcido (desviado) debido a defectos de nacimiento o a lesiones. El tabique desviado, que es
bastante común, no suele causar ningún síntoma ni requiere tratamiento alguno. Sin embargo,
puede obstruir la nariz, haciendo que la persona tenga tendencia a padecer sinusitis
(inflamación de los senos), particularmente si el tabique desviado obstaculiza el drenaje de un
seno dentro de la cavidad nasal.
Además, el tabique desviado puede hacer que la persona tenga tendencia a sufrir hemorragias
nasales, ya que el excesivo paso de aire por el lado no obstruido, seca la membrana mucosa.
El tabique desviado que causa problemas puede ser reparado quirúrgicamente.
Las úlceras y los agujeros (perforaciones) del tabique nasal pueden estar causados por una
cirugía, una irritación repetida como la que se produce al limpiarse la nariz, las infecciones
como la tuberculosis y la sífilis, y el consumo de cocaína aspirada por la nariz. Los síntomas
pueden consistir en la formación de costras alrededor de las fosas nasales y hemorragias
reiteradas. Las personas que presentan pequeñas perforaciones en el tabique pueden emitir un
sonido similar a un silbido mientras respiran. La pomada de bacitracina reduce la formación
de costras. Las perforaciones pueden ser reparadas con el propio tejido de la persona,
utilizando tejido del interior de la mejilla o de otra parte de la nariz, o bien con una membrana
artificial hecha de plástico blando y flexible, que por lo general es mejor. Sin embargo, la
mayoría de las perforaciones no necesitan ser reparadas a menos que las costras o las
hemorragias representen un problema importante.
Hemorragia nasal
Las hemorragias nasales (epistaxis) tienen distintas causas. En la mayoría de los casos, la
sangre proviene del área de Kiesselbach, que se localiza en la parte más anterior del tabique
nasal y que contiene muchos vasos sanguíneos. Por lo general, es posible controlar la
hemorragia apretando ambos lados de la nariz durante 5 a 10 minutos. Si esta técnica no
detiene la hemorragia, el médico busca el origen de la misma. Ésta puede ser detenida
temporalmente aplicando presión dentro de la nariz con una pieza de lana de algodón saturada
con un fármaco que hace que los vasos sanguíneos se constriñan, como la fenilefrina, y un
anestésico local, como la lidocaína. Una vez que la hemorragia se ha detenido y el área está
adormecida, el médico sella (cauteriza) el punto por donde sale la sangre con nitrato de plata o
con un electrocauterizador (un dispositivo que usa una corriente eléctrica para producir calor).
Si una persona padece un trastorno que produce
una tendencia a las hemorragias, el punto de
origen del sangrado no se cauteriza porque puede
comenzar a sangrar de nuevo. En lugar de ello, el
médico ejerce una leve presión con una gasa
saturada de gelatina de petróleo sobre el punto
sangrante. Una vez que la hemorragia ha cesado,
intenta identificar y corregir el trastorno.
En las personas que tienen un estrechamiento de
las arterias (arteriosclerosis) y una presión
arterial elevada, es probable que el punto
sangrante se encuentre en la parte posterior de la
nariz, donde la hemorragia es más difícil de
detener. A veces el médico debe cerrar (ligar) la
arteria que suministra sangre al área o bien tapar
la parte posterior de la nariz con gasa. Por lo
general, la gasa se deja colocada durante 4 días y
se administra un antibiótico por vía oral, como la
ampicilina, para evitar una infección de los senos
o del oído medio.
Las personas con telangiectasia hemorrágica hereditaria (una enfermedad en la cual los vasos
sanguíneos presentan malformaciones) pueden tener importantes hemorragias nasales, que
provocan una anemia grave o persistente que no se corrige fácilmente con suplementos de
hierro. Un injerto de piel sobre el tabique nasal reduce el número de hemorragias y es
entonces posible corregir la anemia.
Las personas con una enfermedad hepática avanzada, que puede provocar una tendencia a
sangrar, suelen tener graves hemorragias nasales. La persona puede tragar gran cantidad de
sangre que las bacterias del intestino convierten en amoníaco. El amoníaco puede ser
absorbido por el flujo sanguíneo y provocar molestias o incluso producir un estado de coma,
por lo que se deben aplicar enemas y purgantes para eliminar, lo antes posible, la sangre del
intestino. Además, se administra un antibiótico como neomicina para evitar que la sangre se
convierta en amoníaco. Si la pérdida de sangre es importante, puede realizarse una
transfusión.
Vestibulitis nasal
La vestibulitis nasal es una infección del vestíbulo nasal (la zona que se encuentra justo detrás
de cada ventana nasal).
Esta área se infecta con frecuencia. Las infecciones menores, como las que afectan a los
folículos capilares (foliculitis), producen costras alrededor de las ventanas nasales. Las
hemorragias se producen cuando se desprenden las costras. La pomada de bacitracina suele
curar estas infecciones.
Los furúnculos localizados en el vestíbulo nasal suelen estar causados por la bacteria
Staphylococcus. Los furúnculos pueden convertirse en una infección extensa localizada bajo
la piel (celulitis) del extremo de la nariz. Al enfermo se le suele administrar un antibiótico y
aplicar paños húmedos y calientes tres veces al día durante aproximadamente 15 a 20 minutos
cada vez. En esta zona se deja que los furúnculos drenen por sí solos porque si se abren, la
infección podría extenderse hasta las venas, permitiendo que las bacterias se trasladen hasta el
cerebro. La diseminación de las bacterias hasta el cerebro puede causar una enfermedad muy
grave, llamada trombosis de los senos cavernosos.
Rinitis no alérgica
Pólipos nasales
El uso de un aerosol nasal con corticosteroides en ciertos casos disminuye el tamaño de los
pólipos o los elimina.
Si los pólipos obstruyen el conducto respiratorio es necesario recurrir a la cirugía, al igual que
si causan infecciones en los senos al obstruir su drenaje o si están asociados a tumores. Los
pólipos vuelven a crecer a menos que la alergia o la infección subyacente esté controlada, pero
el uso de un aerosol con corticosteroides puede retardar o evitar la recidiva. En los casos
graves y recurrentes, se realiza cirugía para mejorar el drenaje y eliminar el material infectado.
Sinusitis
La sinusitis es una inflamación de los senos paranasales causada por una alergia o una
infección vírica, bacteriana o fúngica.
La sinusitis puede aparecer en cualquiera de los cuatro grupos de senos: maxilares,
etmoidales, frontales o esfenoidales.
Causas
La sinusitis puede ser aguda (de corta duración) o crónica (duradera). La sinusitis aguda puede
estar causada por bacterias y suele desarrollarse después de una infección vírica de los
conductos respiratorios superiores, como el resfriado común. En ciertos casos, la sinusitis
crónica de los senos maxilares puede ser consecuencia de una infección dental.
Localización de los senos paranasales
Los senos son cavidades huecas que se encuentran en los huesos que rodean la nariz. Los dos senos frontales se localizan exactamente sobre las cejas,
los dos senos maxilares, en los pómulos, y los dos grupos de senos etmoidales, a ambos lados de la cavidad nasal. Los dos senos esfenoidales (que no se
ven) se localizan detrás de los senos etmoidales.
Durante un resfriado, la membrana mucosa inflamada de la cavidad nasal tiende a bloquear las
aperturas de los senos. Cuando esto sucede, el aire de los senos es absorbido por el flujo
sanguíneo y la presión dentro de los mismos desciende, produciendo una presión negativa que
resulta dolorosa (un trastorno conocido como sinusitis por vacío). Si el vacío persiste, entra
líquido en los senos y los llena, creando un terreno fértil para las bacterias. Entonces los
glóbulos blancos y más líquido entran en los senos para combatir las bacterias y este flujo
aumenta la presión y causa más dolor.
Síntomas y diagnóstico
La sinusitis aguda y la crónica producen síntomas similares, como dolor e inflamación en los
senos afectados, pero los síntomas precisos dependen de cuál de ellos ha resultado afectado.
Por ejemplo, la sinusitis maxilar produce dolor en las mejillas, justo debajo de los ojos, dolor
en los dientes y cefalea. La sinusitis frontal produce dolor de cabeza que se localiza encima de
la frente. La sinusitis etmoidea provoca dolor detrás y entre los ojos, además de un dolor de
cabeza muy intenso que se localiza encima de la frente. El dolor que produce la sinusitis
esfenoidal no se localiza en áreas definidas y puede sentirse tanto en la parte frontal como
posterior de la cabeza.
La persona puede también sentir malestar general (indisposición). La fiebre y los escalofríos
sugieren que la infección se ha extendido más allá de los senos. La membrana mucosa nasal
enrojece y se inflama, y puede salir de la nariz pus de color amarillo o verdoso.
Cuando una persona tiene sinusitis, los senos aparecen opacos en una radiografía, por lo que
es posible realizar una tomografía computadorizada (TC) para determinar el verdadero alcance
y la gravedad de la sinusitis. Si un individuo tiene sinusitis maxilar, se realiza una radiografía
de dientes para localizar posibles abscesos dentales.
Tratamiento
El tratamiento de la sinusitis aguda apunta a mejorar el vaciado (drenaje) de los senos y curar
la infección. La inhalación de vapor ayuda a que los vasos sanguíneos de la membrana
mucosa se contraigan y que mejore el drenaje de los senos.
Los fármacos que constriñen los vasos sanguíneos (vasoconstrictores), como la fenilefrina,
pueden ser utilizados como vaporizadores nasales, pero sólo durante un tiempo limitado.
Ciertos fármacos similares, como la seudoefedrina, tomados por vía oral, no resultan eficaces.
Tanto para la sinusitis crónica como para la aguda, se indican antibióticos como la
amoxicilina, pero en el caso de la sinusitis crónica se deben tomar antibióticos durante más
tiempo. Cuando los antibióticos no son eficaces, es posible recurrir a la cirugía para mejorar el
drenaje del seno y eliminar el material infectado.
En las personas con una diabetes mal controlada o un sistema inmunitario deficiente, los
hongos pueden causar una sinusitis grave e incluso mortal.
La mucormicosis (ficomicosis) es una infección fúngica que puede afectar a personas con
diabetes mal controlada. Produce la muerte del tejido de la cavidad nasal, que adopta un color
negro y obstruye el suministro de sangre al cerebro, lo que produce síntomas neurológicos
tales como dolores de cabeza y ceguera. El médico establece el diagnóstico eliminando el
tejido infectado y examinando una muestra al microscopio. El tratamiento incluye el control
de la diabetes y el uso del fármaco antifúngico anfotericina B por vía intravenosa.
La aspergilosis y la candidiasis son infecciones fúngicas, frecuentemente mortales, que
pueden desarrollarse en los senos de las personas con un sistema inmune debilitado a causa de
un tratamiento contra el cáncer o una enfermedad como la leucemia, el linfoma, el mieloma
múltiple o el SIDA. En la aspergilosis aparecen pólipos en la nariz y en los senos.
El médico establece el diagnóstico eliminando y analizando dichos pólipos. Para intentar
controlar estas infecciones se practica cirugía de los senos y se administra anfotericina B
intravenosa.
CAPITULO 214
Trastornos de la garganta
Faringitis
Tratamiento
Los analgésicos comunes, las tabletas para la garganta o las gárgaras de agua tibia con sal
pueden aliviar el malestar, pero a los niños o adolescentes menores de 18 años no se les debe
administrar aspirina porque puede provocar el síndrome de Reye. Los antibióticos no sirven si
la infección es vírica, pero pueden prescribirse si el médico sospecha que la infección tiene un
origen bacteriano. En caso contrario, no se administran antibióticos hasta que las pruebas de
laboratorio hayan confirmado un diagnóstico de faringitis bacteriana. Si las pruebas indican
que la faringitis está provocada por una infección estreptocócica (faringitis estreptocócica), el
médico indica penicilina, en general en comprimidos, para erradicar la infección y evitar
complicaciones como la fiebre reumática. Si se sabe que una persona es alérgica a la
penicilina, puede recetársele eritromicina u otro antibiótico.
Amigdalitis
La amigdalitis es una inflamación de las amígdalas generalmente causada por una infección
estreptocócica o, con menos frecuencia, por una infección vírica.
Los síntomas consisten en dolor de garganta y molestias que aumentan al tragar. El dolor
suele localizarse también en los oídos debido a que éstos y la garganta comparten los mismos
nervios. Los niños muy pequeños pueden no decir que les duele la garganta, pero se niegan a
comer. La fiebre es frecuente, así como una sensación general de malestar (indisposición),
dolores de cabeza y vómitos.
Amigdalitis
Las amígdalas están inflamadas y adoptan un color rojo intenso. Puede haber pus y una
membrana, blanca, delgada y confinada a la amígdala, que se puede quitar sin provocar
sangrado. Se realiza un cepillado faríngeo (una muestra de pus o moco extraída de la parte
posterior de la garganta con un bastoncito con punta de algodón) y se envía al laboratorio, que
cultiva las bacterias recogidas y determina qué antibióticos son eficaces.
Tratamiento
Los síntomas de amigdalitis vírica se alivian de la misma forma que los de la faringitis. En los
casos de amigdalitis estreptocócica, se toma penicilina oral durante 10 días (un período
considerablemente más prolongado que el que tarda la persona en sentirse bien) para tener la
certeza de haber erradicado las bacterias. También es aconsejable realizar cepillados faríngeos
de los otros miembros de la familia y cultivarlos para identificar y tratar los que estén
infectados con el mismo tipo de bacteria pero no presenten síntomas (portadores
asintomáticos). Rara vez es necesario extirpar las amígdalas, a menos que la amigdalitis sea
recurrente o que los antibióticos sólo la controlen parcialmente.
Alrededor de las amígdalas puede producirse celulitis (inflamación de las células) con o sin
abscesos periamigdalinos (abscesos localizados en la zona circundante a las amígdalas). Por lo
general, la celulitis está causada por una infección estreptocócica, pero también puede deberse
a otras infecciones bacterianas. Los abscesos son raros en los niños y más frecuentes entre los
adultos jóvenes.
Tragar produce mucho dolor. La persona se siente mal, tiene fiebre y por lo general inclina la
cabeza hacia el lado del absceso para reducir el dolor. Los espasmos de los músculos
masticadores dificultan abrir la boca. El absceso empuja la amígdala hacia fuera y el paladar
de la parte posterior de la garganta está rojo e inflamado. La úvula (la proyección blanda y
pequeña que cuelga de la parte posterior de la garganta) está inflamada e inclinada hacia el
lado opuesto del absceso.
Se prescribe penicilina intravenosa. Si no se encuentra ningún absceso, la penicilina suele
comenzar a eliminar la infección en un plazo de 24 a 48 horas. Si el absceso no se rompe y
drena espontáneamente, el médico debe abrirlo y drenarlo o bien insertar una aguja y sacar el
pus. El tratamiento con penicilina se continúa por vía oral. El absceso tiende a recurrir; en
consecuencia, se suelen extirpar las amígdalas 6 semanas después de que la infección haya
remitido o bien antes si la infección está controlada con antibióticos.
Absceso parafaríngeo
El absceso parafaríngeo es una acumulación de pus dentro de un ganglio linfático localizado
junto a la garganta (faringe).
El absceso suele ser una consecuencia de la faringitis o de la amigdalitis y puede ocurrir a
cualquier edad. La faringe puede no estar inflamada. La parte frontal del cuello, debajo de la
mandíbula, puede estar notablemente hinchada del lado afectado. La penicilina se administra
al principio por vía intravenosa y, posteriormente, por vía oral.
Laringitis
Los pólipos en las cuerdas vocales son formaciones no cancerosas que se desarrollan debido a
un abuso de la voz, a reacciones alérgicas crónicas que afectan la laringe o a una inhalación
crónica de irritantes como emanaciones industriales o humo de cigarrillo.
Los síntomas incluyen ronquera crónica y una voz entrecortada.
El diagnóstico se establece examinando las cuerdas vocales con un espejo y realizando una
biopsia (extirpación de una pequeña pieza de tejido para su examen al microscopio) para tener
la certeza de que la formación no es cancerosa.
Se extirpa el pólipo para devolver a la persona su voz normal. A continuación se identifica el
origen del problema, que se debe tratar para evitar la recurrencia de los pólipos. Si la causa es
el abuso de la voz, puede ser necesario comenzar una terapia específica al respecto.
Problemas de las cuerdas vocales
En estado de reposo, las cuerdas vocales normalmente forman una abertura en forma de V hacia la tráquea por la cual el aire puede pasar libremente. Al
hablar y tragar, las cuerdas se cierran. Colocando un espejo dentro de la boca del paciente, el médico puede observar las cuerdas vocales y verificar si hay
alguna anomalidad, como pólipos, nódulos, úlceras de contacto y parálisis, todo lo cual afecta la voz. La parálisis puede afectar a una cuerda vocal
(unilateral) o a ambas (bilateral).
Nódulos en las cuerdas vocales
Los nódulos en las cuerdas vocales (nódulos del cantante) son formaciones no cancerosas
similares a cicatrices localizadas en las cuerdas vocales, parecidas a los pólipos de las cuerdas
vocales pero más consistentes, que no desaparecen con el reposo de la voz.
Los nódulos de las cuerdas vocales están causados por un abuso crónico de la voz, como los
alaridos y los gritos repetidos, o el canto enérgico. Los síntomas son ronquera y voz
entrecortada. Se toma una pequeña muestra de tejido del nódulo para tener la certeza de que
dicha formación no es cancerosa. Los nódulos en las cuerdas vocales de niños suelen
desaparecer con sólo una terapia de la voz. En los adultos, los nódulos se extirpan
quirúrgicamente. El único modo de evitar que se formen nuevos nódulos es no abusar de la
voz.
Úlceras de contacto
Las úlceras de contacto son llagas en carne viva localizadas en la membrana mucosa que
cubre los cartílagos a los que están unidas las cuerdas vocales.
Las úlceras de contacto suelen estar causadas por un esfuerzo abusivo de la voz, en particular
cuando la persona comienza su discurso. Estas úlceras son típicas de los predicadores, los
representantes de ventas y los abogados. El tabaquismo, la tos persistente y el retorno (reflujo)
de ácido proveniente del estómago también pueden causar úlceras de contacto.
Los síntomas incluyen un dolor leve al hablar o tragar y distintos grados de ronquera. En
ciertos casos se toma una pequeña muestra de tejido para examinarla al microscopio y tener la
certeza de que la úlcera no es cancerosa.
La voz debe reposar (hablando lo menos posible) durante al menos 6 semanas para que las
úlceras puedan curarse. Para evitar las recurrencias, las personas que desarrollan úlceras de
contacto deben conocer las limitaciones de su voz y aprender a regular sus actividades
vocales. La terapia de la voz puede ayudar. Si las radiografías muestran un reflujo de ácido, el
tratamiento consiste en tomar antiácidos o fármacos antiulcerosos (bloqueadores
histamínicos), no comer durante 2 horas antes de acostarse y mantener la cabeza elevada al
dormir.
La parálisis de las cuerdas vocales es la incapacidad de mover los músculos que controlan las
cuerdas vocales.
Esta parálisis puede estar producida por trastornos cerebrales, como tumores en el cerebro,
ataques cerebrovasculares y enfermedades desmielinizantes, o lesiones en los nervios que
llegan a la laringe.
El daño nervioso puede estar causado por tumores, lesiones, una infección vírica de los
nervios o neurotoxinas (sustancias que envenenan o destruyen el tejido nervioso), como el
plomo o las toxinas producidas en la difteria.
Síntomas y diagnóstico
La parálisis de las cuerdas vocales puede afectar al habla, la respiración y la deglución. Este
trastorno produce el paso de los alimentos y de los líquidos hacia la tráquea y los pulmones. Si
se ha paralizado sólo una cuerda vocal (parálisis unilateral), la voz es ronca y entrecortada.
Por lo general, la vía respiratoria no resulta obstruida porque la cuerda normal que se
encuentra al otro lado se abre lo suficiente. Cuando ambas cuerdas vocales quedan paralizadas
(parálisis bilateral), la voz se reduce en fuerza pero sigue sonando normal. Sin embargo, el
espacio entre las cuerdas paralizadas es muy pequeño y la vía respiratoria se obstaculiza, por
lo que incluso un ejercicio moderado causa dificultades respiratorias y un sonido ronco y
agudo con cada respiración.
El médico intenta descubrir la causa de la parálisis. Una posibilidad consiste en realizar una
endoscopia (examen directo del interior de un órgano con un tubo de visualización) de la
laringe, de los conductos bronquiales o del esófago. Es posible que sea necesario realizar una
tomografía computadorizada (TC) de la cabeza, el cuello, el tórax y la glándula tiroides,
además de una radiografía de esófago.
Tratamiento
En los casos de parálisis unilateral, inyectar Teflon en la cuerda paralizada la acerca a la línea
media, con lo cual la otra cuerda puede entrar en contacto con ella y, en consecuencia, ambas
protegen el conducto respiratorio durante la deglución y mejoran el habla. En la parálisis
bilateral, mantener adecuadamente abierta la vía respiratoria resulta difícil. Puede ser
necesario realizar una traqueostomía (una cirugía que crea una abertura en la tráquea a través
del cuello) con el fin de permitir que el aire entre a los pulmones sin pasar por las cuerdas
vocales. El orificio creado por la traqueostomía puede estar permanentemente abierto o bien
utilizarlo sólo durante las infecciones de las vías respiratorias superiores. La aritenoidectomía
(una operación en la cual las cuerdas vocales quedan permanentemente separadas) amplía la
vía respiratoria pero puede empeorar la calidad de la voz.
Laringoceles
Los laringoceles son especies de bolsas de membrana mucosa que se forman en una parte de
la caja de la voz (laringe).
Los laringoceles pueden protruir hacia dentro y provocar ronquera y obstrucción de la vía
respiratoria, o bien hacia fuera, y crear una protuberancia visible en el cuello. Los laringoceles
están llenos de aire y pueden expandirse cuando la persona espira con fuerza con la boca
cerrada y los orificios nasales apretados con los dedos. Esta situación se parece a la que se
produce en los músicos que tocan instrumentos de viento. En una tomografía computadorizada
(TC), los laringoceles aparecen como una superficie lisa y con forma de huevo. Pueden
infectarse o llenarse con líquido similar a moco. El tratamiento habitual consiste en extirparlos
quirúrgicamente.
Cáncer de nasofaringe
El cáncer de la parte superior de la faringe (nasofaringe) puede producirse tanto en los niños
como en los adultos jóvenes. Aunque es raro en Occidente, es uno de los cánceres más
frecuentes en el Oriente. Es de notar también que si es más frecuente en los inmigrantes
chinos a los Estados Unidos que en los demás norteamericanos, lo es un poco menos en los
chinos nacidos en los Estados Unidos que en sus padres que han inmigrado.
El virus de Epstein-Barr, que causa mononucleosis infecciosa, también participa en el
desarrollo del cáncer nasofaríngeo.
Por lo general, el primer síntoma es una obstrucción persistente de la nariz o de las trompas de
Eustaquio. Si una trompa de Eustaquio está bloqueada, puede acumularse líquido en el oído
medio. La persona puede tener pus y sangre en las secreciones de la nariz, así como
hemorragias nasales. En raras ocasiones, parte de la cara queda paralizada. El cáncer puede
extenderse a los ganglios linfáticos del cuello.
El médico diagnostica el cáncer realizando una biopsia del tumor (que consiste en tomar una
pequeña muestra de tejido para examinarla al microscopio). Luego se somete a radioterapia. Si
el tumor es grande o quedan restos, una intervención quirúrgica puede ser necesaria. En total,
el 35 por ciento de las personas sobrevive durante al menos 5 años después del diagnóstico.
Cáncer de amígdala
Cáncer de laringe
El cáncer de laringe, el más frecuente de los cánceres de la cabeza y el cuello, después del
cáncer de piel, es más frecuente en los varones y está relacionado con el tabaquismo y el
consumo de alcohol.
Este cáncer frecuentemente se origina en las cuerdas vocales y provoca ronquera. Si una
persona ha estado ronca durante más de 2 semanas debería solicitar atención médica. El
cáncer en otras partes de la laringe causa dolor y dificultad de deglución. En algunos casos,
sin embargo, antes que cualquier otro síntoma, se detecta primero un bulto en el cuello
producido por la extensión del cáncer a un ganglio linfático (metástasis).
Para establecer el diagnóstico, el médico observa la laringe a través de un laringoscopio (un
tubo utilizado para la visualización directa de la laringe) y realiza una biopsia (se toma una
muestra de tejido para examinarla al microscopio) del tejido que se sospecha canceroso.
Luego el cáncer se clasifica según su estadio, del I al IV, tomando como base hasta dónde se
ha extendido.
Tratamiento
El tratamiento depende de la localización del cáncer dentro de la laringe. Para un cáncer en un
estadio primario, el tratamiento usual consiste en cirugía o radioterapia. Cuando las cuerdas
vocales resultan afectadas, la radioterapia suele ser el tratamiento de elección porque
generalmente preserva su tono normal a la voz. Para el cáncer en un estadio avanzado, el
tratamiento usual es la cirugía, que puede consistir en extirpar parcial o totalmente la laringe
(laringuectomía parcial o total), generalmente seguido de radioterapia. El 90 por ciento de las
personas con cáncer en estadio I que han recibido tratamiento vive al menos 5 años,
comparado con el 25 por ciento de las que tienen cáncer en estadio IV.
La extirpación total de las cuerdas vocales deja sin voz a la persona afectada. En esos casos, es
posible crear una nueva voz mediante uno de tres métodos: habla esofágica, una fístula
traqueoesofágica o una electrolaringe. En el caso del habla esofágica, se le enseña a la persona
a tomar aire en el esófago mientras inspira y a expulsarlo gradualmente para producir un
sonido. Una fístula traqueoesofágica es una válvula unidireccional que se inserta
quirúrgicamente entre la tráquea y el esófago. La válvula hace entrar aire en el esófago
mientras la persona inspira, y así se produce sonido. Si la válvula funciona mal, los líquidos y
los alimentos pueden entrar accidentalmente en la tráquea. La electrolaringe es un dispositivo
que actúa como una fuente de sonido cuando se coloca pegado al cuello. Los sonidos
producidos por los tres métodos se convierten en palabras como las del habla normal
(utilizando la boca, la nariz, los dientes, la lengua y los labios). Sin embargo, la voz producida
por estos métodos es artificial y es mucho más débil que la normal.
CAPITULO 215
Cánceres de cabeza y cuello
La edad promedio de las personas que tienen cánceres de cabeza y cuello (excluyendo los
cánceres de cerebro, ojos y columna vertebral) es de 59 años. Por lo general, los cánceres de
las glándulas salivales, glándula tiroides o senos paranasales afecta a personas por debajo de
59 años, mientras que los cánceres de boca, garganta (faringe), o caja de la voz (laringe)
afectan a personas por encima de los 59 años.
En términos generales, los cánceres de la cabeza y del cuello se extienden primero hasta los
ganglios linfáticos cercanos. Estos cánceres no se diseminan (forman metástasis) a otras partes
del cuerpo durante 6 meses a 3 años. Las metástasis (cáncer que se ha extendido desde su
punto de origen a otras partes del cuerpo) suelen producirse a partir de tumores grandes o
persistentes y es más probable que se desarrollen en personas cuyo sistema inmune está
debilitado.
Causas
Alrededor del 85 por ciento de las personas que tienen cáncer de cabeza o de cuello fuman y
consumen alcohol, o lo han hecho en el pasado. El cáncer de boca (oral) también puede
producirse por una higiene bucal deficiente, una dentadura mal colocada y el uso de tabaco en
polvo o para mascar; en la India, el hecho de mascar nuez de betel es una de las principales
causas de cáncer de boca. El virus de Epstein-Barr, que causa mononucleosis infecciosa,
participa en el desarrollo del cáncer de la parte superior de la faringe (nasofaringe).
Las personas que hace 20 años o más recibieron pequeñas dosis de radioterapia para
solucionar problemas de acné, exceso de vello facial, agrandamiento del timo o de las
amígdalas y de los adenoides, corren mayor riesgo de desarrollar cáncer de tiroides y de
glándulas salivales. En la actualidad, la radioterapia ha dejado de utilizarse con esos
propósitos.
La clasificación por estadios es un método que se usa para determinar el alcance de un cáncer
y así contribuir a guiar la terapia y establecer el pronóstico. Los cánceres de cabeza y cuello
son clasificados según el tamaño y la localización del tumor original, el número y tamaño de
metástasis en los ganglios linfáticos del cuello y la evidencia de metástasis en partes distantes
del cuerpo. El estadio I es el menos avanzado y el IV, el más avanzado.
Los tumores que crecen hacia fuera tienden a responder mejor al tratamiento que los que
invaden las estructuras circundantes, que forman úlceras o son duros. Si el tumor ha invadido
músculo, hueso o cartílago, la curación es menos probable. Para las personas con metástasis,
la posibilidad de vivir más de dos años es remota. Un cáncer que afecta al curso de un nervio,
provocando dolor, parálisis o adormecimiento, probablemente sea muy agresivo y difícil de
tratar.
En total, el 65 por ciento de las personas que tienen cáncer no extendido viven al menos 5
años, en comparación con el 30 por ciento, o menos, de aquellos cuyo cáncer se ha extendido
a los ganglios linfáticos o más allá. Las personas de más de 70 años suelen tener intervalos sin
enfermedad más prolongados (llamados remisiones) y mejores índices de supervivencia que
los más jóvenes.
Tratamiento
El tratamiento depende del estadio del cáncer. Los cánceres en estadio I, que se localicen en la
cabeza o en el cuello, responden de forma similar a la cirugía y a la radioterapia. Por lo
general, esta última se dirige no sólo al cáncer sino también a los ganglios linfáticos
localizados a ambos lados del cuello, ya que más del 20 por ciento de estos cánceres se
extienden a los ganglios linfáticos.
Algunos tumores, fundamentalmente los que tienen un diámetro superior a dos centímetros y
los que han invadido hueso o cartílago, se extirpan quirúrgicamente. Si se encuentra o se
sospecha la presencia de cáncer en los ganglios linfáticos, la cirugía suele ser seguida de
radioterapia. Alternativamente, en ciertos casos puede utilizarse radioterapia con o sin
quimioterapia (tratamiento con fármacos anticancerosos), lo que produce buenos índices de
supervivencia; si el cáncer recurre, puede entonces efectuarse la cirugía. En los casos de
cáncer en un estadio avanzado, la combinación de cirugía y radioterapia suele ofrecer un
mejor pronóstico que cualquiera de los dos tratamientos de forma individual.
La quimioterapia mata las células cancerosas en el lugar en que se originaron, en los ganglios
linfáticos y en todo el cuerpo. Aún se desconoce si la combinación de quimioterapia con
cirugía o radioterapia mejora el índice de curación, pero la terapia combinada sí prolonga la
remisión. Si el cáncer está demasiado avanzado para la cirugía o la radioterapia, la
quimioterapia puede ayudar a reducir el dolor y el tamaño del tumor.
El tratamiento casi siempre tiene efectos adversos. La cirugía suele afectar a la capacidad para
tragar o hablar; en estos casos, es necesaria la rehabilitación. La radioterapia puede causar
cambios en la piel (como inflamación, picor y pérdida del cabello), cicatrización, pérdida del
gusto, sequedad en la boca, y, en raras ocasiones, destrucción de los tejidos normales
adyacentes. La quimioterapia puede provocar náuseas y vómitos, pérdida temporal de cabello
e inflamación de la membrana que recubre el estómago y los intestinos (gastroenteritis);
también puede reducir el número de glóbulos rojos y blancos y debilitar temporalmente el
sistema inmunitario.
El médico puede descubrir un bulto anormal en el cuello de una persona que no tiene ningún
otro síntoma. Estos bultos anormales pueden estar causados por un defecto de nacimiento o un
ganglio linfático agrandado, que a su vez puede ser el resultado de una infección o de un
cáncer. Los ganglios linfáticos del cuello suelen ser un punto frecuente para la extensión del
cáncer de cualquier otra parte del cuerpo. El cáncer original puede estar en la faringe, la
laringe, las amígdalas, la base de la lengua o un punto mucho más distante como el pulmón, la
próstata, los senos, el estómago, el colon o el riñón.
Diagnóstico y tratamiento
Estructura y función
La parte anterior de la relativamente fuerte capa blanca externa del ojo (la esclerótica o blanco
del ojo) está cubierta por una delgada membrana (la conjuntiva). La luz entra por la córnea,
una cúpula transparente que se encuentra sobre la superficie del ojo. Además de actuar como
una capa protectora de la parte frontal del ojo, la córnea también ayuda a concentrar la luz
sobre la retina, en la parte posterior del ojo. Tras pasar por la córnea, la luz entra en la pupila,
una zona negra que se encuentra en medio del iris (el área circular y coloreada del ojo). El iris
controla la cantidad de luz que entra en el ojo abriéndose y cerrándose como la abertura de la
lente de una cámara. El iris permite que entre más luz en el ojo cuando el ambiente está oscuro
y deja que entre menos cuando en el entorno hay mucha luz. El tamaño de la pupila está
controlado por el esfínter de la pupila, un músculo que abre y cierra el iris.
Interior del ojo
Detrás del iris se encuentra el cristalino. Al cambiar de forma, el cristalino concentra luz en la
retina. Para que el ojo enfoque los objetos cercanos, un pequeño músculo llamado ciliar se
contrae, haciendo que el cristalino aumente de grosor y en consecuencia se haga más fuerte.
Para que el ojo focalice objetos distantes, el mismo músculo se relaja, disminuyendo el
espesor del cristalino y por consiguiente haciéndolo más débil. Con el paso de los años, el
cristalino suele tornarse menos flexible, menos hábil para aumentar su espesor, y en
consecuencia menos capaz de enfocar los objetos cercanos, una enfermedad llamada presbicia.
La retina contiene los nervios que perciben la luz y el suministro de sangre que los nutre. La
parte más sensible de la retina es un área pequeña llamada mácula, que tiene cientos de
terminaciones nerviosas muy cercanas entre sí. Una alta densidad de terminaciones nerviosas
genera una imagen visual exacta, del mismo modo que una película de alta resolución
contiene celdas más estrechamente unidas. Entonces la retina convierte la imagen en impulsos
eléctricos, que son transmitidos al cerebro por el nervio óptico.
El nervio óptico conecta la retina al cerebro dividiéndose en dos. La mitad de las fibras de este
nervio cruzan hacia el lado opuesto en el quiasma óptico, un área que se encuentra justo
debajo de la zona más anterior (frontal) del cerebro. Los haces de fibras nerviosas luego se
unen una vez más, precisamente antes de llegar a la parte posterior del cerebro, lugar donde se
percibe e interpreta la visión.
El globo ocular se divide en dos segmentos, cada uno de los cuales contiene líquido. El
segmento frontal (anterior) se extiende desde la córnea hasta el cristalino; el segmento dorsal
(posterior) se extiende desde el límite posterior del cristalino hasta la retina. El segmento
anterior contiene un líquido llamado humor acuoso que nutre sus estructuras internas; el
segmento posterior contiene una sustancia gelatinosa llamada humor vítreo. Ambos fluidos
permiten que el globo ocular conserve su forma. El segmento anterior se divide en dos
cámaras. La cámara frontal (anterior) se extiende desde la córnea hasta el iris; la cámara
dorsal (posterior) se extiende desde el iris hasta el cristalino. Normalmente, el humor acuoso
se genera en la cámara posterior, atraviesa la pupila y llega a la cámara anterior, y luego sale
del globo ocular a través de los canales específicos para tal fin que se encuentran en el borde
del iris.
Son varios los músculos que, trabajando en conjunto, mueven los ojos. Cada músculo es
estimulado por un nervio craneal específico. La órbita ósea que protege el ojo también
contiene muchos otros nervios. Como ya se ha mencionado, el nervio óptico sale por la parte
posterior del ojo y transmite los impulsos nerviosos creados en la retina hacia el cerebro. El
nervio lagrimal estimula las glándulas lagrimales para que produzcan lágrimas. Otros nervios
transmiten sensaciones a otras partes del ojo y estimulan los músculos de la órbita.
La arteria oftálmica y la arteria retinal suministran sangre a cada ojo, y la vena oftálmica y la
vena retinal la drenan. Estos vasos sanguíneos entran y salen por la parte posterior del ojo.
Estructuras que protegen el ojo
Partes protectoras
Las estructuras que rodean al ojo lo protegen, al tiempo que le permiten moverse libremente
en todas direcciones. Estas estructuras protegen al ojo, que constantemente está expuesto al
polvo, el viento, las bacterias, los virus, los hongos y otras sustancias potencialmente nocivas,
y, al mismo tiempo, le permiten permanecer lo suficientemente abierto para recibir los rayos
del sol.
Las órbitas son cavidades óseas que encierran los globos oculares, los músculos, los nervios,
los vasos sanguíneos, la grasa y unas estructuras que producen y drenan las lágrimas. Los
párpados, unos delgados pliegues de piel, cubren los ojos. Se cierran de forma rápida y refleja
para proteger al ojo de los objetos extraños, el viento, el polvo y la luz muy intensa. Con el
parpadeo, los párpados contribuyen a esparcir líquido sobre la superficie de los ojos y, cuando
se cierran, ayudan a mantener la superficie húmeda. Sin dicha humedad, la córnea, que
normalmente es transparente, puede secarse, dañarse y tornarse opaca.
La superficie interna del párpado es una delgada membrana (la conjuntiva) que se curva hacia
atrás para cubrir la superficie del ojo. Las pestañas son pelos cortos que crecen en el borde del
párpado y ayudan a proteger al ojo actuando como una barrera. Pequeñas glándulas situadas
en el extremo del párpado secretan una sustancia aceitosa que mejora la película lagrimal y
evita que las lágrimas se evaporen.
Las glándulas lagrimales, situadas en el extremo superior externo de cada ojo, producen la
parte acuosa de las lágrimas. Las lágrimas circulan desde los ojos hasta la nariz a través de los
dos conductos nasolagrimales; cada uno de ellos tiene aberturas en el extremo de los párpados
superiores e inferiores, y están próximos a la nariz. Las lágrimas mantienen la superficie del
ojo húmeda y sana; además, atrapan y arrastran pequeñas partículas que entran en el ojo. Por
otra parte, las lágrimas son ricas en anticuerpos que ayudan a prevenir las infecciones.
Ceguera
Tanto una herida como una enfermedad en el ojo pueden afectar la visión. La claridad de la
visión recibe el nombre de agudeza visual, que oscila entre la visión completa y la falta de
visión. A medida que la agudeza disminuye, la visión se torna cada vez más borrosa. La
agudeza normalmente se mide mediante una escala que compara la visión de una persona a 6
metros con la de alguien que tiene agudeza máxima. En consecuencia, una persona que tiene
una visión de 20/20 ve objetos a 6 metros de distancia con completa claridad, mientras que
una persona con una visión de 20/200 ve a 6 metros lo que una persona con máxima agudeza
ve a 60 metros.
Legalmente, la ceguera se define como una agudeza visual inferior a 20/200 incluso tras una
corrección con gafas o lentes de contacto. Muchas personas que son consideradas legalmente
ciegas, pueden distinguir formas y sombras, pero no los detalles normales.
Causas
Normalmente, el ojo crea una imagen clara porque la córnea y el cristalino desvían (refractan)
los rayos de luz que penetran para centralizarlos en la retina. La forma de la córnea es fija,
pero el cristalino cambia de forma para enfocar objetos situados a distintas distancias del ojo.
La forma del globo ocular también ayuda a crear una clara imagen sobre la retina.
Las personas hipermétropes tienen dificultades para ver objetos de cerca y las miopes no
consiguen enfocar los objetos distantes. Cuando las personas llegan a los 40 años, el cristalino
se torna cada vez más rígido, por lo que no puede enfocar los objetos cercanos, una
enfermedad llamada presbiopía. Si a una persona se le ha extirpado el cristalino para tratar sus
cataratas, pero no se le ha implantado otro cristalino, los objetos le parecerán borrosos sea cual
sea la distancia; la ausencia de cristalino recibe el nombre de afaquia. Una córnea de forma
imperfecta puede causar distorsión visual (astigmatismo).
Todo el mundo debería someterse a exámenes visuales por parte de su médico, sea internista,
oftalmólogo u optometrista. Se examinan los dos ojos simultáneamente y también cada uno de
manera independiente. El examen visual también suele incluir evaluaciones no relacionadas
con los errores de refracción, como por ejemplo una prueba de capacidad para distinguir los
colores.
Tratamiento
El tratamiento habitual para los errores de refracción es el uso de lentes correctoras. Sin
embargo, ciertos procedimientos quirúrgicos y tratamientos con láser, que cambian la forma
de la córnea, también pueden corregir errores de refracción.
Lentes correctoras
Los errores de refracción pueden ser corregidos con lentes de cristal o de plástico, montadas
sobre un marco (gafas), o mediante pequeñas piezas de plástico colocadas directamente sobre
la córnea (lentes de contacto). Para la mayoría de las personas, la elección es una cuestión de
estética, conveniencia y comodidad.
Las lentes de plástico para las gafas son más ligeras, pero se rayan con facilidad; las lentes de
cristal duran más, pero corren más riesgo de romperse. Ambas pueden ser de color o estar
tratadas con un producto químico que las oscurece automáticamente ante la exposición a la luz
solar. Las lentes también pueden ser de mayor espesor para reducir la cantidad de luz
ultravioleta potencialmente nociva que llega al ojo. Las bifocales contienen dos lentes, una
superior que corrige la miopía y otra inferior que corrige la hipermetropía.
Muchas personas creen que las lentes de contacto son más atractivas (elegantes) que las gafas
y también que con ellas la visión es más natural. Sin embargo, las lentes de contacto requieren
más cuidado que las gafas, pueden dañar el ojo y en algunas personas pueden no corregir la
visión de forma tan adecuada como las gafas. Los ancianos y las personas con artritis pueden
tener dificultades para manipular las lentes de contacto y colocárselas en los ojos.
Las lentes de contacto duras (rígidas) son finos discos hechos con plástico rígido. Hay lentes
que son permeables al aire, hechas de silicona y otros compuestos; son rígidas, pero permiten
una mejor llegada de oxígeno a la córnea. Las lentes de contacto blandas hidrófilas, hechas de
plástico flexible, son más grandes y cubren la totalidad de la córnea. Las lentes más blandas
no hidrófilas están hechas con silicona. Los ancianos en general consideran que las lentes
blandas son más fáciles de manipular porque son más grandes. También tienen menos
probabilidades que las lentes rígidas de salirse o de atrapar el polvo y otras partículas debajo
de ellas. Además, las lentes de contacto blandas resultan generalmente cómodas desde la
primera vez que se usan. Sin embargo, requieren un cuidado escrupuloso.
En general es necesario usar el primer par de lentes de contacto rígidas durante una semana
antes de sentirse a gusto con ellas durante un período prolongado. Las lentes se usan durante
un número gradualmente mayor de horas al día. A pesar de que pueden resultar incómodas al
principio, no deberían provocar dolor. El dolor indica que se han colocado incorrectamente.
La mayoría de las lentes de contacto deben quitarse y limpiarse a diario. Como alternativa, la
persona puede usar lentes desechables, algunas de las cuales se reemplazan una o dos veces
por semana, mientras que otras deben cambiarse todos los días. El uso de las lentes
desechables evita la necesidad de limpiarlas y guardarlas, ya que cada lente se sustituye por
una nueva.
El uso de cualquier clase de lentes de contacto acarrea un riesgo de sufrir graves y dolorosas
complicaciones, como úlceras de córnea provocadas por una infección, que pueden acabar en
una pérdida de la visión. Los riesgos pueden ser mucho menores si se siguen las instrucciones
del fabricante y el oftalmólogo, y se usa el sentido común. Todas las lentes de contacto de uso
frecuente deben ser esterilizadas y desinfectadas; la limpieza con enzimas no puede sustituir la
esterilización y la desinfección. El riesgo de sufrir infecciones graves aumenta al limpiar las
lentes de contacto con una solución salina casera, con saliva o con agua del grifo o destilada, y
al nadar con las lentes de contacto colocadas. No es recomendable dormir con las lentes de
contacto blandas (sean de uso diario, de uso prolongado o las desechables) por la noche, a
menos que exista una razón especial para hacerlo. Si una persona siente malestar, un lagrimeo
excesivo, cambios en la visión o enrojecimiento del ojo, debe quitarse las lentes de inmediato.
Si los síntomas no desaparecen rápidamente, debe ponerse en contacto con un oftalmólogo.
La refracción
Estas ilustraciones muestran cómo la córnea y el cristalino centran la luz sobre la retina cuando la visión es normal y anormal y, en éste último caso, sin
corregir y corregida con ayuda de gafas o lentes de contacto.
La estructura de la cara y de los ojos tiene la finalidad de proteger los ojos de cualquier lesión.
El globo ocular se encuentra en una cuenca rodeada de un borde óseo fuerte. Los párpados
pueden cerrarse rápidamente para formar una barrera contra los cuerpos extraños y el ojo
puede tolerar un impacto de la luz sin ser dañado. A pesar de ello, el ojo y las estructuras que
lo rodean pueden resultar dañados por una herida, a veces tan gravemente que se pierde la
visión y, en raras ocasiones, el ojo debe extirparse. La mayoría de las lesiones oculares son de
menor importancia, pero debido al gran hematoma que producen, con frecuencia parecen
peores de lo que son. Una lesión en el ojo debería ser examinada por un médico para
determinar si se necesita un tratamiento y si la visión puede resultar afectada
permanentemente.
Síntomas
En las primeras 24 horas posteriores a una herida ocular, la sangre que se derrama bajo la piel
que rodea el ojo generalmente produce un hematoma (contusión), comúnmente llamado ojo
negro. Si un vaso sanguíneo de la superficie del ojo se rompe, dicha superficie se tornará roja.
Esta hemorragia suele ser de menor importancia.
Las lesiones en la parte interna del ojo son generalmente más graves que el daño de su
superficie. La hemorragia en la cámara frontal del ojo (hemorragia de la cámara anterior,
hifema traumático) es potencialmente grave y requiere la atención de un médico oculista
(oftalmólogo).
La hemorragia recurrente y la mayor presión dentro del ojo pueden derivar en una mancha de
sangre en la córnea, que puede reducir la visión tanto como una catarata e incrementar el
riesgo de glaucoma de por vida.
La sangre puede caer en la parte interna del ojo, el iris (la parte coloreada del ojo) puede
desgarrarse o el cristalino puede resultar dislocado. La hemorragia puede tener lugar en la
retina, que puede desprenderse de la superficie donde está pegada, en la parte posterior del
ojo.
Inicialmente, el desprendimiento de retina puede crear imágenes de formas irregulares
flotando o destellos luminosos y puede provocar una visión borrosa; más adelante la visión
empeora mucho. En las lesiones graves, el globo ocular puede romperse.
Tratamiento
El hielo ayuda a reducir la hinchazón y a aliviar el dolor del ojo negro. Durante el segundo
día, las compresas tibias pueden ayudar a que el cuerpo absorba el exceso de sangre que se ha
acumulado. Si la piel que rodea el ojo o la del párpado se ha cortado (lacerado), es posible que
haga falta poner puntos. Cuando sea posible, los puntos cercanos al extremo de los párpados
deberían ser practicados por un cirujano ocular para asegurar que no se produzcan
deformaciones que afecten el modo en que se cierran los párpados. Una lesión que afecte los
conductos lagrimales debería ser reparada por un cirujano ocular.
En el caso de una laceración del ojo, pueden administrarse sedantes además de otros
medicamentos que mantengan la pupila dilatada para evitar una infección. En general se usa
una protección de metal para proteger el ojo de una lesión posterior. Una lesión grave puede
desembocar en una pérdida parcial de la visión, incluso tras un tratamiento quirúrgico.
Cualquier paciente con hemorragia interna en el ojo provocada por un traumatismo deberá
guardar reposo en cama.
Probablemente sea necesario suministrar una medicación que reduzca el aumento de la
presión ocular, como por ejemplo la acetazolamida. A veces se administra una medicación
adicional, el ácido aminocaproico, con el fin de reducir la hemorragia. Debe evitarse cualquier
medicación que contenga aspirina, porque ésta puede incrementar la hemorragia interna del
ojo. Las personas que tomen warfarina o heparina para evitar que su sangre se coagule o
aspirina por cualquier motivo deberán comunicárselo al médico de inmediato. En raras
ocasiones, la hemorragia recurrente requiere un drenaje quirúrgico, que debe efectuar un
oftalmólogo.
Cuerpos extraños
Las lesiones oculares más comunes son las de la esclerótica, la córnea y el revestimiento de
los párpados (la conjuntiva), provocadas por cuerpos extraños. A pesar de que la mayor parte
de estas lesiones son de poca importancia, algunas (como la perforación de la córnea o el
desarrollo de una infección a partir de un corte o un rasguño en la córnea) pueden ser graves.
Quizás la causa más común de lesiones superficiales son las lentes de contacto. Las lentes mal
colocadas, utilizadas durante demasiado tiempo sobre los ojos, su utilización durante el sueño,
una esterilización inadecuada, el hecho de retirarlas por la fuerza o de manera incorrecta,
pueden arañar la superficie del ojo. Otras causas de lesiones superficiales son las partículas de
vidrio, las que lleva el viento, las ramas de los árboles y los escombros cuando caen. En
ciertas ocupaciones, los trabajadores suelen estar rodeados de pequeñas partículas que vuelan
a su alrededor; estas personas deberían utilizar gafas protectoras.
Síntomas
Una herida en la superficie ocular generalmente provoca dolor y la sensación de que hay algo
dentro del ojo. Así mismo puede producir sensibilidad a la luz, enrojecimiento, hemorragia de
los vasos del ojo o hinchazón del ojo y del párpado. La visión puede tornarse borrosa.
Tratamiento
Los cuerpos extraños dentro del ojo deben ser extraídos. Unas gotas especiales que contienen
un tinte fluorescente hacen más visible el objeto y revelan cualquier abrasión superficial.
Pueden colocarse gotas anestésicas para adormecer la superficie del ojo. Posteriormente,
utilizando un instrumento de iluminación especial para visualizar la superficie en detalle, el
médico extrae el cuerpo extraño. En general dicho cuerpo extraño puede extraerse mediante
una gasa de algodón estéril humedecida. En ocasiones es posible hacerlo salir con agua
esterilizada.
Si el cuerpo extraño ha producido una pequeña abrasión superficial en la córnea, una pomada
con antibiótico aplicada durante varios días puede ser todo el tratamiento necesario. Las
abrasiones de la córnea más graves requieren un tratamiento adicional. Hay que mantener
dilatada la pupila mediante ciertos medicamentos, se instila el antibiótico y luego se coloca un
parche sobre el ojo para mantenerlo cerrado. Afortunadamente, las células superficiales del
ojo se regeneran con rapidez. Bajo un parche, incluso las abrasiones graves suelen curarse en
1 a 3 días. Si el cuerpo extraño ha atravesado las capas más profundas del ojo, se debería
consultar a un oftalmólogo de inmediato para aplicar un tratamiento de emergencia.
Quemaduras
La exposición a altas temperaturas o fuertes productos químicos hace que los párpados se
cierren con rapidez en un acto reflejo para proteger los ojos de las quemaduras. Por
consiguiente, sólo los párpados pueden resultar quemados, si bien un calor extremo también
puede quemar el ojo. La gravedad de la lesión, el grado de dolor y el aspecto de los párpados
dependen de la profundidad de la quemadura.
Las quemaduras químicas pueden tener lugar cuando una sustancia irritante entra en el ojo.
Inclusive las sustancias ligeramente irritantes pueden provocar un dolor intenso y daño en el
ojo. Como el dolor es tan grande, se tiende a tener los párpados cerrados, con lo cual la
sustancia queda en contacto con el ojo durante un tiempo prolongado.
Tratamiento
Para tratar las quemaduras sobre los párpados, el especialista lava el área con una solución
estéril y a continuación aplica una pomada con antibiótico o una banda de gasa saturada de
gelatina de petróleo. El área tratada se cubre con vendas estériles sujetas con apósitos plásticos
para permitir que la quemadura sane.
La quemadura química ocular se trata lavando inmediatamente el ojo abierto con agua. Este
tratamiento debe ponerse en práctica incluso antes de que llegue el personal médico
capacitado. Aunque una persona pueda tener dificultades para mantener el ojo herido abierto
durante este tiempo por el dolor que causa el lavado, es fundamental eliminar el producto
químico lo antes posible. El médico puede comenzar el tratamiento instilando gotas de
anestesia y una medicación para mantener la pupila dilatada. Los antibióticos en general se
usan en forma de pomada. También puede ser necesario recurrir a los analgésicos orales. Las
quemaduras graves pueden requerir tratamiento por un oftalmólogo para preservar la visión y
evitar complicaciones mayores, como una lesión en el iris, la perforación del ojo y la
deformación de los párpados. Sin embargo, incluso con el mejor tratamiento, las quemaduras
graves de la córnea pueden derivar en la formación de una costra, perforación del ojo y
ceguera.
CAPITULO 219
Trastornos de la cavidad ocular
Los huecos de los ojos (órbitas) son las cavidades óseas que los contienen y protegen. Los
trastornos que afectan las órbitas son las fracturas, la celulitis orbitaria, la trombosis del seno
cavernoso y el exoftalmos.
Fracturas
Una lesión en la cara puede fracturar uno o varios de los huesos que forman las órbitas. A
pesar de que una fractura facial en general no afecta la visión, ciertas fracturas sí pueden
hacerlo.
La sangre que se acumula después de una fractura puede generar presión en el ojo o en los
nervios y vasos sanguíneos que llegan y salen de él. La fractura también puede afectar la
función de los músculos que mueven el ojo, produciendo una visión doble o dificultando el
movimiento ocular hacia la derecha, izquierda, arriba o abajo. En raras ocasiones, un
fragmento de hueso roto presiona o corta un nervio, un vaso sanguíneo o un músculo,
perjudicando la visión.
Cuando una fractura atrapa nervios o músculos o empuja el globo ocular hacia atrás, puede ser
necesario reparar los huesos faciales (en general mediante cirugía). Tras asegurarse de que la
fractura no ha dañado estructuras vitales, el cirujano vuelve a colocar los huesos en su
posición correcta, empleando pequeñas placas de metal y tornillos o cables.
Celulitis orbitaria
La celulitis orbitaria es una infección de los tejidos que rodean el globo ocular.
La infección puede extenderse desde los senos paranasales, los dientes o el flujo sanguíneo, o
bien desarrollarse tras una cirugía del ojo. Los síntomas de la celulitis orbitaria son ojos
salidos, menor movimiento ocular e inflamación y oscurecimiento del globo ocular. Si no se
trata de forma adecuada, la celulitis orbitaria puede provocar ceguera, infección del cerebro y
de la médula espinal y coágulos de sangre en el cerebro.
Diagnóstico y tratamiento
Los médicos en general pueden reconocer la celulitis orbitaria sin recurrir a las pruebas
diagnósticas. Sin embargo, para determinar la causa puede ser necesaria una evaluación más
exhaustiva, que incluya una revisión dental y de la boca así como radiografías o una
tomografía computadorizada (TC) para analizar los senos. Con frecuencia, los médicos
obtienen muestras del revestimiento del ojo y de la piel, sangre, garganta o senos y las envían
al laboratorio para su cultivo. Estas pruebas ayudan a determinar qué tipo de bacteria está
causando la infección y qué tratamiento debería utilizarse.
Los antibióticos orales se administran para los casos leves; los antibióticos intravenosos se
aplican en casos graves. El antibiótico que se use al comienzo puede cambiarse si los
resultados del cultivo sugieren que otro resultará más efectivo. En ocasiones, se recurre a la
cirugía para drenar un foco de infección (absceso) o un seno infectado.
Diagnóstico y tratamiento
Para diagnosticar una trombosis del seno cavernoso e identificar las bacterias que causan la
infección, el médico toma muestras de sangre y de secreciones, mucosidad o pus, de la
garganta y la nariz y las envía al laboratorio para su cultivo. Así mismo, se lleva a cabo una
tomografía computadorizada (TC) de los senos paranasales, los ojos y el cerebro.
De inmediato se administran altas dosis de antibióticos intravenosos. Si el proceso no mejora
tras 24 horas de tratamiento con antibióticos, el seno puede drenarse quirúrgicamente.
Exoftalmos
Exoftalmos
El tratamiento depende de la causa. Si el problema es una anomalía entre las arterias y las
venas, puede ser necesario recurrir a la cirugía. Si se está produciendo un exceso de hormona
tiroidea (hipertiroidismo), la hinchazón puede remitir cuando se controla el hipertiroidismo.
Ocasionalmente, sin embargo, el exoftalmos persiste aun cuando la enfermedad del tiroides ha
sido controlada. Si el nervio óptico está siendo comprimido, se recurre a los corticosteroides
orales, la radioterapia local o la cirugía para aliviar la presión. Si los párpados no cubren
correctamente el globo ocular, la cirugía reparadora de los mismos puede ayudar a proteger la
córnea de la sequedad y las infecciones. Los corticosteroides pueden contribuir a tratar los
seudotumores y la hinchazón. Si ciertos tumores amenazan la integridad del ojo empujándolo
hacia adelante, es posible que deban ser extirpados.
CAPITULO 220
Trastornos de los párpados y de las glándulas lagrimales
Las lágrimas son un líquido salino que continuamente baña la superficie del ojo para
mantenerla húmeda. Contiene anticuerpos que ayudan a proteger al ojo de las infecciones. Las
lágrimas son producidas por las glándulas lagrimales, localizadas cerca del ángulo externo del
ojo. Bañan la superficie del ojo y salen por dos pequeñas aberturas en los párpados (los
conductos lagrimales); estos orificios llevan al conducto nasolagrimal, un canal que
desemboca en la nariz.
Si las glándulas lagrimales no producen suficientes lágrimas, los ojos pueden secarse
parcialmente y resultar dañados. Una causa poco frecuente de producción insuficiente de
lágrimas es el síndrome de Sjögren. Los ojos también pueden secarse cuando la evaporación
provoca una excesiva pérdida de lágrimas, como sucede, por ejemplo, si los párpados no
cierran correctamente.
Cualquier cosa que irrite los ojos puede también irritar los párpados y provocar tumefacción
(edema del párpado). El factor irritante más común es la alergia, que puede hacer que uno o
ambos párpados se deformen e hinchen. Las reacciones alérgicas pueden ser provocadas por
ciertos medicamentos instilados en los ojos, como las gotas oftálmicas; otros fármacos y
cosméticos; o bien polen u otras partículas que se encuentran en el aire. Las picaduras de
insectos, así como las infecciones producidas por bacterias, virus u hongos también pueden
hinchar los párpados.
La eliminación de la causa de la tumefacción y la aplicación de compresas frías pueden aliviar
la inflamación. Si la causa es una alergia, el hecho de evitar el alergeno puede aliviar la
tumefacción; el médico también puede recetar una terapia con fármacos. Si un cuerpo extraño
como el aguijón de un insecto se ha clavado en el párpado, debe ser extraído.
La blefaritis puede provocar la sensación de que hay algo dentro del ojo. Los ojos y los
párpados pueden experimentar picor, quemazón y enrojecer. El párpado puede hincharse y
algunas de las pestañas pueden desprenderse y caer. Los ojos pueden tornarse rojos, llorosos y
sensibles a la luz intensa. Puede formarse una costra que queda firmemente adherida a los
bordes del párpado; cuando se extrae, en ocasiones deja una superficie sangrante. Durante el
sueño, las secreciones que se secan dejan los párpados pegajosos.
La blefaritis tiende a ser recurrente y es muy resistente al tratamiento. Es molesta y poco
estética, pero casi nunca es destructiva. En ciertos casos, puede provocar la caída de las
pestañas, la cicatrización de los bordes de los párpados e incluso puede dañar la córnea.
En general, el tratamiento consiste en mantener los párpados limpios, quizás lavándolos con
champú para bebés. En ciertos casos, el médico puede recetar una pomada con antibiótico,
como la eritromicina o la sulfacetamida, o bien un antibiótico oral, como la tetraciclina.
Cuando la piel de la persona con blefaritis también sufre de dermatitis seborreica, la cara y el
cuero cabelludo también deben ser sometidos a un tratamiento.
Orzuelo
Un orzuelo es una infección, en general provocada por un estafilococo, de una o más de las
glándulas que se encuentran en el borde del párpado o por debajo de éste.
Se forma un absceso que tiende a romperse y, en consecuencia, genera una pequeña cantidad
de pus. El orzuelo a veces se forma al mismo tiempo que la blefaritis o bien como resultado de
ésta. Una persona puede tener uno o dos orzuelos en toda su vida, pero otras los desarrollan
repetidamente.
El orzuelo en general se manifiesta primero con un enrojecimiento, sensibilidad y dolor en el
borde externo del párpado. Luego, una pequeña área se torna redondeada y sensible y se
hincha. El ojo puede lagrimear, volverse muy sensible a la luz intensa y provocar la sensación
de que hay algo en su interior. Generalmente, sólo una parte muy pequeña del párpado se
hincha, pero a veces se inflama en su totalidad. En general aparece un diminuto punto
amarillento en el centro de la zona hinchada.
A pesar de que se recurre a los antibióticos, no parecen ser demasiado útiles en estos casos. El
mejor tratamiento consiste en aplicar compresas calientes durante 10 minutos varias veces al
día. El calor ayuda a que el orzuelo madure, se rompa y drene. Cuando se forma un orzuelo en
una de las glándulas más profundas del párpado, una afección llamada orzuelo interno, el
dolor y los demás síntomas suelen ser más intensos. El dolor, el enrojecimiento y la hinchazón
suelen aparecer sólo en un área muy pequeña, en general en el borde del párpado. Como esta
clase de orzuelo rara vez se rompe por sí solo, el médico puede abrirlo para drenar el pus. Los
orzuelos internos suelen ser recurrentes.
Calacio (chalación)
Un calacio (chalación) es el aumento de tamaño de una larga y delgada glándula sebácea del
párpado como resultado de la obstrucción del orificio de abertura de la glándula que se
encuentra en el borde del párpado.
Al principio, un calacio tiene el mismo aspecto y síntomas que un orzuelo: párpado hinchado,
dolor e irritación. Sin embargo, tras pocos días los síntomas desaparecen, dejando un bulto
redondeado e indoloro en el párpado que crece lentamente durante la primera semana. Una
zona rojiza o gris puede aparecer debajo del párpado.
La mayoría de los calacios desaparecen sin tratamiento tras unos pocos meses. Si se aplican
compresas calientes varias veces al día, pueden desaparecer más rápidamente. Si persisten
más de 6 semanas, el médico puede drenarlos o simplemente inyectar un corticosteroide.
Entropión y ectropión
El entropión es una dolencia en la que el párpado se pliega sobre sí mismo contra del globo
ocular. El ectropión es una dolencia en la que el párpado se pliega hacia fuera y no entra en
contacto con el globo ocular.
Normalmente, los párpados superior e inferior se cierran firmemente, protegiendo el ojo de
cualquier agresión y evitando la evaporación de las lágrimas. Si el extremo de uno de los
párpados se tuerce hacia dentro (entropión), las pestañas rozan el ojo, lo que puede derivar en
una ulceración y cicatrización de la córnea. Si el extremo de un párpado se tuerce hacia fuera
(ectropión), ambos párpados son incapaces de cerrar correctamente y las lágrimas no se
esparcen por el globo ocular. Estos procesos son más frecuentes en las personas de edad y en
aquellas que han sufrido una lesión en el párpado con formación de una cicatriz. En ambas
situaciones se pueden irritar los ojos, provocando lagrimeo y enrojecimiento. De ser necesario,
ambos procesos pueden ser tratados con cirugía.
La conjuntiva es el revestimiento delgado y fuerte que cubre la parte posterior del párpado y
se prolonga hacia atrás para cubrir la esclerótica (el blanco del ojo). La conjuntiva ayuda a
proteger el ojo de cuerpos extraños e infecciones, pero puede sufrir irritación debido a ciertos
productos químicos, reacciones alérgicas o infecciones por virus o bacterias. Estas situaciones
en general producen dolor, picor y enrojecimiento en la superficie del ojo.
Conjuntivitis
Síntomas y diagnóstico
Cuando está irritada, la conjuntiva se ve enrojecida por la sangre y suele aparecer una
secreción en el ojo. En la conjuntivitis bacteriana, la secreción puede ser espesa y blanca o
cremosa. En la conjuntivitis vírica o alérgica, la secreción es en general clara. El párpado
puede hincharse y picar intensamente, en especial en casos de conjuntivitis alérgicas.
En general, la conjuntivitis resulta fácilmente reconocible porque suele tener lugar junto con
un resfriado o una alergia. A veces, sin embargo, la conjuntivitis semeja una iritis, una
inflamación ocular más grave, o incluso un glaucoma agudo (procesos graves que pueden
ocasionar la pérdida de la visión). El médico generalmente puede diferenciar estas
enfermedades. En los procesos oculares más graves, los vasos sanguíneos más cercanos a la
parte coloreada del ojo (el iris) se ven muy inflamados. A pesar de que la conjuntivitis puede
provocar una sensación de quemazón, suele ser menos dolorosa que los procesos más graves.
La conjuntivitis casi nunca afecta la visión, a menos que la secreción cubra temporalmente la
córnea.
Tratamiento
Conjuntivitis gonocócica
Los recién nacidos pueden contraer una infección de la conjuntiva por gonococos de su madre
mientras pasan por la vagina. Por esta razón, en muchos países se exige que todos los recién
nacidos reciban gotas para los ojos (en general de nitrato de plata, yodo de povidona o una
pomada con antibióticos como la eritromicina) para matar las bacterias que pudiesen causar
conjuntivitis. Los adultos pueden contraer conjuntivitis gonocócica durante la actividad sexual
si, por ejemplo, el semen infectado entra en el ojo. En general sólo un ojo se ve afectado.
Entre 12 y 48 horas después de comenzar la infección, el ojo se vuelve rojo y provoca dolor.
Si la infección no se trata, pueden formarse úlceras en la córnea, abscesos, el globo ocular
puede perforarse e incluso puede producirse ceguera. Las tabletas, inyecciones o gotas
oftálmicas con antibiótico curan la conjuntivitis gonocócica.
Tracoma
Síntomas y tratamiento
Conjuntivitis de inclusión
Síntomas y tratamiento
De 5 a 14 días después del nacimiento, el niño infectado desarrolla una conjuntivitis grave con
hinchazón de los párpados y la conjuntiva. Una secreción pegajosa de pus sale de los ojos. Los
adultos suelen infectarse en un solo ojo. Los ganglios linfáticos próximos al oído pueden
inflamarse. En raras ocasiones, esta enfermedad daña la córnea, generando áreas opacas y el
crecimiento de vasos sanguíneos. En general los antibióticos no revierten semejante daño,
pero pueden ayudar a prevenirlo si se administran a tiempo.
La mitad de los niños que tienen esta enfermedad también presentan una infección por
clamidias de la garganta y la nariz y alrededor del 10 por ciento desarrolla neumonía. Al
margen del alcance de la infección, la eritromicina en general logra curarla. En los adultos, la
eritromicina u otros antibióticos, como la tetraciclina y la doxiciclina, también pueden
utilizarse. La madre de un niño infectado o la pareja sexual de un adulto infectado también
deberían someterse a tratamiento.
Síntomas y tratamiento
Los síntomas consisten en un intenso picor, ojos rojos y llorosos, sensibilidad a la luz solar y
una secreción espesa y pegajosa. En una de las variedades de esta enfermedad, la conjuntiva
que se encuentra debajo del párpado superior resulta más afectada, pues se hincha y se torna
de color rosa pálido a grisáceo, mientras que el resto de la conjuntiva se vuelve de color
blanco lechoso. En otra de sus variedades, la conjuntiva que cubre el globo ocular se vuelve
gruesa y grisácea. En ocasiones resulta dañada una pequeña área de la córnea, lo que causa
dolor y una extrema sensibilidad a la luz. En general todos los síntomas desaparecen con el
clima frío y se mitigan con el paso de los años.
Las gotas oftálmicas antialérgicas como el cromoglicato, la lodoxamida, el ketorolaco y la
levocabastina son los tratamientos más seguros. Los antihistamínicos orales también pueden
ayudar. Los corticosteroides son más potentes pero no deberían ser utilizados durante más de
unas pocas semanas sin un control exhaustivo, porque pueden inducir aumento de la presión
ocular, formación de cataratas y desarrollo de infecciones oportunistas.
Queratoconjuntivitis seca
La queratoconjuntivitis seca es una sequedad muy prolongada de ambos ojos que puede
derivar en la deshidratación de la conjuntiva y la córnea.
Los ojos secos pueden ser un síntoma de enfermedades como la artritis reumatoide, el lupus
eritematoso sistémico o el síndrome de Sjögren. Acompañando o no a estas enfermedades, los
ojos secos son más comunes en las mujeres adultas.
Episcleritis
La episcleritis es una inflamación de la esclerótica, una capa de tejido que se encuentra debajo
de la conjuntiva.
En general, la inflamación afecta sólo a una pequeña porción del globo ocular y produce un
área amarilla, ligeramente elevada. La episcleritis no se asocia generalmente a ninguna otra
enfermedad y tiende a desaparecer y aparecer de forma recurrente. A pesar de que con
frecuencia no se precisa tratamiento, se pueden aplicar gotas con corticosteroides.
Escleritis
Tumores no cancerosos
La córnea, la estructura en forma de cúpula que se halla en la parte frontal del ojo y que
protege el iris y el cristalino además de ayudar a centralizar la luz en la retina, está formada
por células y líquido y normalmente es clara. Las enfermedades o lesiones de la córnea
pueden causar dolor y pérdida de la visión.
Síntomas y tratamiento
En general se siente dolor en los ojos, que se tornan llorosos, sensibles a la luz e inyectados de
sangre, y la visión puede ser ligeramente borrosa. Cuando los rayos ultravioleta causan esta
enfermedad, los síntomas generalmente no aparecen hasta al cabo de varias horas y duran uno
o dos días. Cuando un virus provoca este proceso, el ganglio linfático que se encuentra delante
de la oreja puede estar inflamado y doloroso.
Casi todas las personas que padecen esta enfermedad se recuperan por completo. Cuando la
causa es un virus, no se necesita ningún tratamiento y la recuperación suele completarse en 3
semanas. Cuando la causa es una infección bacteriana, se recurre a los antibióticos y cuando
es debida a la sequedad de los ojos, se aplica un tratamiento con pomadas y lágrimas
artificiales (gotas oftálmicas preparadas con sustancias que estimulan las lágrimas reales).
Cuando la causa es la exposición a los rayos ultravioleta o una irritación debida a las lentes de
contacto, las pomadas con antibiótico, las gotas que dilatan la pupila y un parche en el ojo
pueden ofrecer gran alivio. Finalmente, cuando la causa es una reacción ante un medicamento
debe suspenderse su administración.
Úlcera de la córnea
Síntomas y tratamiento
Las úlceras de la córnea producen dolor, sensibilidad a la luz y una mayor secreción de
lágrimas, todo lo cual puede ser de carácter moderado. Puede aparecer un punto blanco
amarillento de pus en la córnea. En ciertos casos, las úlceras aparecen sobre toda la córnea y
pueden penetrar en profundidad. Cierta cantidad de pus puede acumularse además detrás de la
córnea. Cuanto más profunda es la úlcera, más graves son los síntomas y las complicaciones.
Las úlceras de la córnea pueden cerrarse con un tratamiento, pero pueden dejar como secuelas
un material turbio y fibroso que causa cicatrización e impide la visión. Otras complicaciones
incluyen las infecciones persistentes, la perforación de la córnea, el desplazamiento del iris y
la destrucción del ojo.
La úlcera de la córnea es una urgencia que debería ser tratada de inmediato por un especialista
(oftalmólogo). Para apreciar claramente la úlcera, el médico puede aplicar gotas que contienen
un colorante llamado fluoresceína. Puede ser necesario recurrir a una terapia con antibióticos
y cirugía.
El herpes zoster es un virus que crece en los nervios y puede diseminarse por la piel,
provocando lesiones muy típicas. Esta enfermedad no necesariamente afecta al ojo, incluso
cuando aparece en la cara y la frente. Pero si la división oftálmica del quinto nervio craneal
(nervio trigeminal) resulta infectada, esta infección probablemente se extienda hacia el ojo.
Esta infección produce dolor, enrojecimiento e hinchazón de los párpados.
Una córnea infectada puede hincharse y resultar gravemente dañada y desarrollar cicatrices.
Las estructuras por detrás de la córnea pueden inflamarse (una enfermedad llamada uveítis) y
la presión del ojo puede aumentar (un proceso conocido como glaucoma). Las complicaciones
más comunes de la infección corneal incluyen el glaucoma permanente y la falta de
sensibilidad cuando se toca la córnea.
Cuando el herpes zoster infecta la cara y amenaza el ojo, el tratamiento precoz con aciclovir
administrado en forma oral durante 7 días reduce el riesgo de complicaciones oculares.
Los corticosteroides, generalmente en forma de gotas, también pueden resultar de gran ayuda.
Las gotas de atropina suelen utilizarse con frecuencia para mantener la pupila dilatada y
ayudar a evitar que aumente la presión ocular. Las personas de más de 60 años que tienen una
buena salud general pueden notar que el hecho de tomar corticosteroides durante 2 semanas
ayuda a evitar el dolor que puede tener lugar después de que desaparecen las llagas del herpes;
este dolor se conoce como neuralgia postherpética.
Queratomalacia
Queratopatía ampollar
La queratopatía ampollar es una tumefacción de la córnea que aparece con más frecuencia en
los ancianos.
En casos excepcionales, la queratopatía ampollar tiene lugar tras una cirugía de los ojos, como
la de cataratas. La tumefacción produce ampollas llenas de líquido sobre la superficie de la
córnea que pueden romperse, causando dolor y disminuyendo la visión.
La queratopatía ampollar se trata reduciendo la cantidad de líquido en la córnea mediante
soluciones salinas o lentes de contacto blandas. En muy raras ocasiones, es preciso hacer un
trasplante de córnea.
CAPITULO 223
Cataratas
Una catarata es una nubosidad (opacidad) en el cristalino del ojo que dificulta la visión.
Las cataratas producen una pérdida de la visión progresiva e indolora. Su origen en general no
se conoce, a pesar de que en ciertos casos se producen debido a la exposición a los rayos X o a
la luz solar muy intensa, ciertas enfermedades oculares inflamatorias, algunos fármacos (como
los corticosteroides) o como una complicación de otras enfermedades, como la diabetes. Son
muy comunes en los ancianos, aunque algunos bebés pueden nacer ya con cataratas (cataratas
congénitas).
Síntomas
Como toda la luz que entra en el ojo debe pasar por el cristalino, cualquier parte de éste que
bloquee, distorsione o haga que la luz se torne difusa puede provocar una mala visión. El
deterioro de la visión depende de la localización de la catarata y de lo densa (madura) que está
sea.
Frente a la luz intensa, la pupila se contrae, estrechando el cono de luz que entra al ojo, de tal
manera que no puede pasar fácilmente por la catarata. En consecuencia, las luces intensas son
especialmente molestas para muchas personas que padecen cataratas, quienes perciben halos
alrededor de las luces, brillos y dispersión de la luz. Estos problemas son particularmente
molestos cuando la persona pasa de la oscuridad a un ambiente muy iluminado o intenta leer
con una lámpara de luz muy intensa. Las personas con cataratas que también toman
medicación para el glaucoma, la cual constriñe las pupilas, pueden sufrir una mayor dificultad
para la visión.
Una catarata en la parte posterior del cristalino (catarata posterior subcapsular) interfiere
particularmente con la visión cuando la luz es muy intensa. Este tipo de catarata afecta la
visión más que otras cataratas porque la opacidad se encuentra en el punto en que se cruzan
los rayos de luz.
De forma sorprendente, una catarata en la parte central del cristalino (catarata nuclear) puede
mejorar la visión al principio. La catarata hace que la luz sea enfocada nuevamente,
mejorando la visión de los objetos cercanos al ojo. Los ancianos, que tienen dificultades para
ver las cosas que están cerca, descubren sorprendidos que son capaces de leer nuevamente sin
gafas, un fenómeno que suele describirse como el nacimiento de una segunda vista.
A pesar de que las cataratas en general no son dolorosas, en algunas raras ocasiones provocan
hinchazón en el cristalino y una mayor presión en el ojo (glaucoma), lo que sí puede resultar
doloroso.
Diagnóstico y tratamiento
El médico puede ver una catarata mientras examina el ojo con un oftalmoscopio (un
instrumento utilizado para visualizar la parte interior del ojo). Utilizando un instrumento
llamado lámpara de hendidura, el médico puede ver la localización exacta de la catarata y la
extensión de su opacidad.
En general, las personas que presentan una catarata pueden determinar cuándo desean que se
la extirpen quirúrgicamente. Cuando las personas se sienten inseguras, incómodas o son
incapaces de realizar sus tareas probablemente sea el momento para la cirugía. No tiene
ningún sentido someterse a la cirugía antes de ese punto.
Las cataratas y su efecto sobre la visión
A la izquierda, un cristalino normal recibe luz y la enfoca sobre la retina. A la derecha, una catarata obstaculiza el enfoque de parte de la luz, que atraviesa el
cristalino y llega a la retina distorsionada.
Antes de decidirse por la cirugía, la persona con cataratas puede intentar otros tratamientos.
Las gafas y las lentes de contacto pueden mejorar la visión. Para ciertas clases de cataratas en
personas que no presentan glaucoma, las medicaciones que mantienen la pupila dilatada
pueden ser de gran ayuda. El hecho de usar gafas de sol ante la luz intensa y de recurrir a
lámparas con luz refleja en lugar de luz directa disminuye los brillos y mejora la visión.
La cirugía de cataratas, que puede llevarse a cabo en personas de cualquier edad, generalmene
no necesita anestesia general ni siquiera una noche de hospitalización. Durante la
intervención, se extirpa el cristalino y en general se inserta uno de plástico o de silicona; el
cristalino artificial recibe el nombre de implante de cristalino. Sin un implante de cristalino, la
persona suele necesitar lentes de contacto. Si no puede usar una lente de contacto, puede
intentar usar gafas, que son de cristal muy ancho y tienden a distorsionar la visión.
La operación de cataratas es muy común y en general segura. En muy raras ocasiones, tras la
operación la persona puede desarrollar una infección o una hemorragia en el ojo que puede
derivar en una seria pérdida de la visión. Los ancianos en particular deberían organizarse de
antemano para contar con ayuda en casa durante algunos días después de la operación.
Durante unas pocas semanas tras la intervención, se utilizan gotas o pomadas para prevenir las
infecciones, reducir la inflamación y favorecer la curación. Para proteger el ojo de cualquier
lesión, la persona usa gafas o un escudo de metal hasta que la curación se haya completado, en
general tras pocas semanas. La persona operada visita al médico al día siguiente de la
operación y luego generalmente a la semana o cada dos semanas durante 6 semanas. A veces
la persona desarrolla una opacidad detrás del implante de cristalino tras algunas semanas o
incluso años de ser implantado. En general, esta clase de opacidad puede ser tratada con láser.
CAPITULO 224
Trastornos de la úvea
La úvea, también llamada tracto uveal, consta de tres estructuras: el iris, el cuerpo ciliar y la
coroides. El iris, el anillo coloreado que rodea la pupila negra, se abre y cierra como la lente
de una cámara. El cuerpo ciliar es el conjunto de músculos que ensanchan el cristalino para
que el ojo pueda enfocar los objetos cercanos y que lo hace más delgado al enfocar los más
distantes. La coroides es el revestimiento interior del ojo que se extiende desde el extremo de
los músculos ciliares hasta el nervio óptico, localizado en la parte posterior del ojo.
La úvea
Uveítis
Síntomas y diagnóstico
El tratamiento debe comenzar lo antes posible para evitar las lesiones permanentes y casi
siempre incluye el uso de corticosteroides y medicamentos para dilatar las pupilas. Otros
fármacos pueden ser utilizados para tratar causas específicas; por ejemplo, pueden
administrarse fármacos antiinfecciosos para eliminar bacterias o parásitos.
Endoftalmitis
Melanoma de coroides
El melanoma de coroides es el cáncer más frecuente que se desarrolla en el ojo, pero es rara su
ocurrencia en la etnia negra. Generalmente la enfermedad no interfiere con la visión durante
sus primeras etapas y puede ser detectada en un examen oftalmológico de rutina. El
diagnóstico preventivo es importante porque la posibilidad de curar el melanoma de coroides
está relacionada con el tamaño del tumor. Si es pequeño, el tratamiento con láser o un
implante de materiales radiactivos puede salvar el ojo y la visión. Si el tumor es grande, es
necesario extirpar el ojo. Si el cáncer no se extirpa, puede extenderse hacia la cavidad ocular
(órbita), pasar al flujo sanguíneo y diseminarse a otros órganos, provocando la muerte.
CAPITULO 225
Trastornos de la retina
La córnea y el cristalino, que se hallan cerca de la parte más anterior del ojo, concentran la luz
sobre la retina. Luego, las ramificaciones del nervio óptico captan las señales de luz y el
nervio óptico las transmite hacia el cerebro, donde se interpretan como imágenes visuales.
La retina
Degeneración macular
La degeneración macular es una enfermedad en la cual la mácula, la parte central y más vital
de la retina, se deteriora.
La enfermedad afecta a los ancianos, es igualmente común entre los varones y las mujeres, y
es más frecuente en las personas de piel blanca que en las de piel negra. La causa es
desconocida, pero la enfermedad tiende a aparecer en el seno de una misma familia.
Existen dos formas de degeneración macular. En la degeneración macular atrófica (seca), un
pigmento se deposita en la mácula sin dejar evidencia de costras, sangre o pérdida de ningún
otro líquido. En la degeneración macular exudativa (húmeda), el material perdido (exudado)
forma un montículo, en general rodeado de pequeñas hemorragias. Finalmente, el montículo
se contrae y deja una cicatriz. Ambas formas de degeneración macular generalmente afectan
los dos ojos al mismo tiempo.
Síntomas y tratamiento
La degeneración macular produce una pérdida indolora de la visión. Ocasionalmente, el
primer síntoma es una distorsión en un solo ojo, por lo que las líneas delgadas y rectas parecen
sinuosas. A veces el médico puede notar claramente ciertos cambios físicos cerca de la mácula
incluso antes de que aparezcan los síntomas. La degeneración macular puede dañar
gravemente la visión, pero rara vez conduce a la ceguera total. La visión en los bordes
externos del campo visual (visión periférica) y la capacidad para discernir el color no resultan
afectadas.
Prácticamente no existe tratamiento para la degeneración macular. Sin embargo, cuando
crecen nuevos vasos sanguíneos dentro o alrededor de la mácula, la fotocoagulación con láser
en ocasiones puede destruirlos antes de que causen más daño.
El oftalmoscopio
El oftalmoscopio es un instrumento que permite examinar la parte interna del ojo. El instrumento cuenta con un espejo angulado, varias lentes y una fuente
de luz. Con este aparato, el médico puede ver el humor vítreo (fluido del ojo), la retina, la cabeza del nervio óptico y la vena y la arteria retinianas.
Desprendimiento de retina
Síntomas
El desprendimiento de retina es indoloro pero puede crear imágenes de formas irregulares
flotando o destellos luminosos y puede nublar la visión. La pérdida de la visión comienza en
una parte del campo visual y a medida que avanza el desprendimiento la pérdida de visión se
extiende. Si el área macular de la retina se desprende, la visión se deteriora rápidamente y
todo se torna borroso.
Un especialista de los ojos (oftalmólogo) examina la retina mediante un oftalmoscopio (un
instrumento utilizado para ver la parte interna del ojo) y en general puede ver el
desprendimiento. Si el desprendimiento no es visible, un examen con ultrasonidos puede
evidenciarlo.
Tratamiento y pronóstico
Retinitis pigmentaria
La retinitis pigmentaria es una rara alteración hereditaria en la que la retina degenera de forma
lenta y progresiva, conduciendo finalmente a la ceguera.
Algunas formas de retinitis pigmentaria son dominantes, y requieren de un solo gen de
cualquiera de los padres; otras dependen del cromosoma X, y por tanto necesitan un solo gen
de la madre. En algunas personas, en su mayoría varones, también aparece una forma
hereditaria de pérdida de la audición.
Las células sensibles a la luz (bastones) de la retina, que son responsables de la visión cuando
hay poca luz, gradualmente degeneran, por lo que la visión empeora en la oscuridad. Los
primeros síntomas suelen comenzar en la primera infancia. Con el paso del tiempo, tiene lugar
una pérdida progresiva de la visión periférica. En las últimas etapas de la enfermedad, la
persona cuenta con una pequeña área de visión central y un pequeño resto de visión periférica
(visión en túnel).
Al examinar la retina con un oftalmoscopio, el médico nota cambios específicos que sugieren
el diagnóstico. Varias pruebas pueden ayudar a determinar el diagnóstico y el examen de los
miembros de la familia puede establecer la modalidad de la herencia. Ningún tratamiento
puede detener la progresión del daño a la retina.
Los trastornos de los vasos sanguíneos que afectan al ojo incluyen hemorragias, un
inadecuado suministro de sangre y la obstrucción de los vasos. Dichos trastornos pueden tener
graves consecuencias, puesto que pueden dañar la retina, a veces de forma permanente, y
derivar en una visión deficiente e incluso en la ceguera. También indican que la persona corre
un elevado riesgo de presentar otros problemas, como por ejemplo un ictus.
Retinopatía arteriosclerótica
En esta enfermedad, las arterias pequeñas que llevan sangre al ojo se bloquean parcialmente
debido a que sus paredes se han engrosado. Mediante el uso del oftalmoscopio, el médico
puede ver un vaso sanguíneo engrosado y otras señales de un menor suministro de sangre a la
retina. A pesar de que el engrosamiento en sí mismo en general no daña la visión, indica que
los vasos sanguíneos en ésta y otras partes del cuerpo no están sanos y que se necesita
prevención y tratamiento.
Retinopatía hipertensiva
Esta enfermedad se presenta cuando la presión arterial se torna extremadamente alta, como en
los casos de hipertensión severa, hipertensión maligna y toxemia del embarazo. A medida que
la enfermedad avanza, se escapa sangre dentro de la retina. Algunos sectores de la retina
resultan dañados porque el suministro de sangre es inadecuado y, con el paso de los años, se
acumula grasa en la retina. El nervio óptico puede hincharse, una situación llamada
papiledema. Dicha tumefacción indica que la presión en el cerebro es demasiado alta. Todos
estos cambios empeoran la visión y requieren un tratamiento urgente.
La finalidad del tratamiento es hacer descender la alta presión arterial, que es la raíz del
problema. Cuando la presión arterial es muy alta y representa una amenaza para la vida, es
necesario comenzar el tratamiento de inmediato para salvar la vista y evitar otras
complicaciones.
La arteria retiniana es el mayor vaso que suministra sangre a la retina. Si está bloqueada, el
ojo afectado repentinamente pierde la visión, aunque sin dolor. La obstrucción puede deberse
a la aterosclerosis, un coágulo de sangre o un glóbulo de grasa (en general, grasa que escapó
de la médula ósea tras una fractura y llegó como un émbolo, a través del flujo sanguíneo).
Otra causa importante, en especial en los ancianos, es la inflamación de los vasos sanguíneos
de la cabeza (arteritis temporal). Es necesario comenzar un tratamiento de inmediato para
preservar la visión.
La vena retiniana es el vaso principal que transporta sangre desde la retina. Su obstrucción
hace que las venas más pequeñas de la retina se hinchen y se vuelvan tortuosas. La superficie
de la retina se congestiona e hincha y puede producirse un escape de sangre en la retina. La
obstrucción de la vena retiniana tiene lugar principalmente en las personas ancianas que
padecen de glaucoma, diabetes, presión arterial elevada, o enfermedades que espesan la
sangre, como un número anormalmente alto de glóbulos rojos.
La obstrucción de la vena retiniana provoca una pérdida indolora de la visión que tiene lugar
de forma mucho más lenta que en los casos de obstrucción de la arteria retiniana. Los cambios
permanentes que se observan consisten en la formación de vasos sanguíneos nuevos y
anormales en la retina y la aparición de glaucoma. La angiografía con fluoresceína (un
procedimiento en el cual el médico inyecta un colorante en una vena, espera que llegue a la
retina y, a continuación, hace fotografías de esta última) ayuda a determinar el alcance del
daño y la planificación del tratamiento. El tratamiento con láser puede ser utilizado para
destruir los vasos anormales.
Retinopatía diabética
La diabetes puede producir dos clases de cambios que se encuentran entre las principales
causas de ceguera: la retinopatía no proliferativa y la proliferativa. Estos cambios pueden
presentarse tanto en las personas diabéticas tratadas con insulina como en las que no reciben
este tratamiento.
La diabetes afecta la retina porque los altos valores de azúcar (glucosa) en la sangre engruesan
las paredes de los pequeños vasos sanguíneos, pero al mismo tiempo las debilitan y en
consecuencia las tornan más proclives a la deformación y a las fugas de sangre. El alcance de
la retinopatía y la pérdida de la visión se encuentran en directa relación con el control de las
concentraciones de azúcar en sangre y, más importante aún, con el tiempo que la persona lleva
padeciendo la diabetes. En general, la retinopatía no se desarrolla hasta por lo menos 10 años
después del inicio de la enfermedad.
En la retinopatía no proliferativa (de fondo), pequeños capilares de la retina se rompen y
comienzan a perder sangre. El área que rodea cada rotura en los capilares se hincha, formando
pequeños sacos en los cuales se depositan las proteínas de la sangre. El médico diagnostica
esta enfermedad examinando la retina. La angiografía con fluoresceína (un procedimiento en
el cual el médico inyecta un colorante dentro de una vena, espera a que llegue a la retina y
luego hace fotografías de esta última) ayuda a determinar el alcance de la enfermedad. En sus
fases iniciales, la retinopatía no proliferativa no produce ceguera. Las pequeñas hemorragias
retinianas pueden distorsionar partes del campo visual o, si se encuentran cerca de la mácula,
pueden nublar la visión.
En la retinopatía proliferativa, el daño a la retina estimula el crecimiento de nuevos vasos
sanguíneos. Este crecimiento puede parecer beneficioso, pero no lo es. Los nuevos vasos
sanguíneos crecen de forma anormal, lo que conlleva cicatrización y, en ocasiones, un
desprendimiento de retina. Pueden crecer o sangrar dentro de la cavidad vítrea. La retinopatía
proliferativa es mucho más perjudicial para la visión que la retinopatía no proliferativa y
puede ocasionar ceguera total o casi total.
Prevención y tratamiento
El glaucoma es un trastorno en el cual aumenta la presión dentro del globo ocular, dañando el
nervio óptico y causando pérdida de visión.
Tanto la cámaras frontal (anterior) como la trasera (posterior) del ojo están llenas de un fino
fluido llamado humor acuoso. Normalmente, el fluido es producido en la cámara posterior,
pasa por la pupila hacia la cámara anterior y luego sale del ojo a través de unos canales
específicos (canales de salida). Si la corriente de fluido resulta interrumpida, generalmente
debido a una obstrucción que evita que el fluido salga fuera de la cámara anterior, la presión
aumenta.
En general, el glaucoma no tiene una causa conocida; sin embargo, en ocasiones afecta a
miembros de una misma familia. Si los canales de salida están abiertos, el trastorno recibe el
nombre de glaucoma de ángulo abierto. Si los canales están bloqueados por el iris, la
enfermedad se denomina glaucoma de ángulo cerrado.
El oftalmólogo o el optometrista pueden medir la presión en la cámara anterior, llamada
presión o tensión intraocular, utilizando un procedimiento simple e indoloro llamado
tonometría. En general, las mediciones que superan los 20 a 22 milímetros indican una presión
elevada. En algunos casos, el glaucoma tiene lugar incluso cuando las presiones son normales.
A veces deben realizarse varias mediciones con el paso del tiempo para determinar que se
trata de un problema de glaucoma. Un examen con un oftalmoscopio (un instrumento
utilizado para ver dentro del ojo) puede revelar cambios visibles en el nervio óptico causados
por el glaucoma. En ocasiones, el especialista usa una lente especial para observar los canales
de salida; este procedimiento recibe el nombre de gonioscopia.
El glaucoma produce una pérdida de la visión periférica o puntos ciegos en el campo visual.
Para determinar si dichos puntos ciegos existen, el especialista pide a la persona que mire de
frente hacia un punto central y le indique cuando puede ver luz. La prueba puede ser llevada a
cabo usando tanto una pantalla y un puntero como un instrumento automático que usa puntos
de luz.
Síntomas y diagnóstico
Al principio, la mayor presión ocular no produce ningún síntoma. Los síntomas posteriores
pueden incluir un estrechamiento de la visión periférica, ligeros dolores de cabeza y sutiles
trastornos visuales, como ver halos alrededor de la luz eléctrica o tener dificultad para
adaptarse a la oscuridad. Finalmente, la persona puede acabar presentando visión en túnel (un
estrechamiento extremo de los campos visuales que dificulta ver objetos a ambos lados
cuando se mira al frente).
El glaucoma de ángulo abierto puede no causar ningún síntoma hasta que se produce una
lesión irreversible. En general, el diagnóstico se establece verificando la presión intraocular.
En consecuencia, cualquier examen ocular de rutina debería incluir una medición de la presión
intraocular.
Tratamiento
Síntomas
Tratamiento
Varias medicaciones pueden ser utilizadas para disminuir rápidamente la presión ocular
durante un ataque agudo de glaucoma de ángulo cerrado, por ejemplo, beber una mezcla,
según prescripción, de glicerina y agua puede reducir la elevada presión y detener un ataque.
Los inhibidores de la anhidrasa carbónica, como la acetazolamida, también son útiles si se
toman al comienzo del ataque. Las gotas de pilocarpina constriñen la pupila, lo que a su vez
tira del iris y, en consecuencia, los canales de salida se desbloquean. Las gotas
betabloqueadores también se utilizan para controlar la presión.
Después de un ataque, el tratamiento en general continúa tanto con gotas para los ojos como
con varias dosis de un inhibidor de la anhidrasa carbónica. En casos graves, se administra
manitol intravenoso para reducir la presión.
La terapia con láser, cuyo fin es crear un orificio en el iris para favorecer el drenaje, ayuda a
evitar ataques ulteriores y suele curar el trastorno de forma permanente. Si la terapia con láser
no resuelve el problema, se recurre a la cirugía para crear un orificio en el iris. Si ambos ojos
presentan canales de salida estrechos, los dos pueden ser tratados, aun cuando los ataques
hayan afectado sólo a uno de ellos.
Glaucoma secundario
El glaucoma secundario se produce porque el ojo ha sido dañado por una infección,
inflamación, tumor, una gran catarata o cualquier trastorno ocular que interfiera con el drenaje
de fluido desde la cámara anterior. Las enfermedades inflamatorias, como la uveítis, se
encuentran entre los trastornos más comunes. Otras causas frecuentes incluyen la obstrucción
de la vena oftálmica, las lesiones oculares, la cirugía ocular y las hemorragias dentro del ojo.
Algunos medicamentos, como los corticosteroides, también pueden aumentar la presión en el
ojo.
El tratamiento del glaucoma secundario depende de su causa. Por ejemplo, cuando la causa es
la inflamación, suele recurrirse a los corticosteroides para reducirla, además de a otros
medicamentos que mantienen abierta la pupila. En ocasiones es necesario llegar a la cirugía.
CAPITULO 227
Trastornos del nervio óptico
Los pequeños nervios de la retina (la superficie interna de la parte posterior del ojo) perciben
la luz y transmiten impulsos hacia el nervio óptico, que los transporta hacia el cerebro. Un
problema en cualquier punto del nervio óptico y sus ramificaciones, o bien una lesión en las
áreas posteriores del cerebro que perciben los estímulos visuales, pueden provocar cambios en
la visión.
El recorrido de la visión
El nervio óptico de cada ojo se divide y la mitad de las fibras nerviosas de cada lado cruzan hasta el lado opuesto, en el quiasma óptico. Debido a esta
disposición, el cerebro recibe la información tanto del campo visual izquierdo como del derecho a través de ambos nervios ópticos.
Los nervios ópticos siguen una ruta inusual desde los ojos hasta la parte posterior del cerebro.
Cada nervio se divide y la mitad de sus fibras cruzan hacia el lado opuesto en una zona que se
denomina quiasma óptico. Debido a esta disposición anatómica, las lesiones en el recorrido
del nervio óptico provocan patrones peculiares de pérdida de la visión. Si el nervio óptico
resulta dañado entre el globo ocular y el quiasma óptico, la persona puede quedar ciega de ese
ojo. Pero si el problema radica en la parte posterior del recorrido del nervio óptico, se puede
perder la visión en sólo la mitad del campo visual de ambos ojos, una enfermedad llamada
hemianopsia. Si ambos ojos pierden la visión periférica, la causa puede ser una lesión en el
quiasma óptico. Si ambos ojos pierden la mitad de su campo visual del mismo lado (por
ejemplo, el lado derecho) se debe generalmente a una lesión en el recorrido del nervio óptico
localizada en el lado opuesto del cerebro (el izquierdo) y provocada por un ictus, una
hemorragia o un tumor.
Papiledema
El papiledema es una enfermedad en la que la alta presión en el cerebro hace que el nervio
óptico se hinche en el punto en que entra en el ojo.
La enfermedad, que casi siempre afecta ambos ojos, en general se produce debido a un tumor
cerebral o un absceso, lesiones traumáticas en la cabeza, hemorragias en el cerebro, infección
del cerebro o sus membranas (meninges), seudotumor cerebral, trombosis del seno cavernoso
o presión arterial muy alta. Las enfermedades pulmonares graves también pueden incrementar
la presión en el cerebro, causando papiledema.
Al principio, el papiledema puede causar dolor de cabeza sin afectar la visión. El tratamiento
depende de qué es lo que causa la alta presión en el cerebro. Puede ser necesario recurrir a la
medicación o a la cirugía para aliviar la presión. Si la alta presión no se reduce rápidamente, el
nervio óptico y el cerebro pueden resultar dañados de forma permanente.
Papilitis
La papilitis (neuritis óptica) es la inflamación del extremo del nervio óptico que entra en el
ojo.
La papilitis puede tener varias causas, aunque la causa exacta casi nunca se sabe. En personas
mayores de 60 años, la arteritis temporal es una de las causas más importantes. La papilitis
también puede deberse a trastornos víricos e inmuno-lógicos.
A pesar de que la papilitis en general afecta sólo un ojo, también puede presentarse en ambos.
El resultado es la pérdida de visión, que puede oscilar entre un pequeño punto ciego hasta la
ceguera absoluta en un plazo de un día o dos. En ocasiones, la pérdida es permanente. La
persona puede sentir dolor o no sentirlo en absoluto.
Para establecer el diagnóstico, el médico
comprueba si la visión es normal en todas las
áreas, examina el nervio óptico con un
oftalmoscopio (un instrumento utilizado para ver
el interior del ojo) y verifica que las pupilas
respondan normalmente a la luz. En ciertos
casos, es necesario realizar una tomografía
computadorizada (TC) o una resonancia
magnética (RM).
El tratamiento depende de la causa. En general,
los corticosteroides constituyen la terapia de
primera elección.
Neuritis retrobulbar
Ambliopía tóxica
La ambliopía tóxica es una enfermedad similar a la neuritis retrobulbar que en general afecta
ambos ojos. Los alcohólicos son particularmente susceptibles de padecerla, si bien la causa de
este proceso puede ser más bien la desnutrición, y no el alcohol. Los productos químicos
tóxicos, como los presentes en el humo del cigarrillo y el plomo, el metanol, el cloranfenicol,
la digital y el etambutol, entre muchos otros, también pueden provocar la enfermedad.
La ambliopía tóxica produce una pequeña área de pérdida de visión en el centro del campo
visual que lentamente aumenta de tamaño y puede llegar a producir ceguera absoluta. Cuando
el médico examina el ojo con un oftalmoscopio puede que no observe ningún cambio, o sólo
algunos muy escasos.
Las personas con ambliopía tóxica deberían evitar el tabaco, el alcohol o bien el producto
químico tóxico responsable. Si el uso de alcohol es una de las causas, la persona debería
alimentarse con una dieta equilibrada y tomar un suplemento de complejo vitamínico B. Si la
causa es el plomo, ciertos fármacos quelantes ayudan a eliminarlo del cuerpo.
SECCION 21 > PROBLEMAS DE SALUD EN EL VARON
CAPITULO 228
Aparato reproductor masculino
Las estructuras externas del aparato reproductor masculino son el pene, el escroto y los
testículos. Las estructuras internas están constituidas por los vasos deferentes, la uretra, la
próstata y las vesículas seminales.
El esperma, que contiene los genes del hombre, se forma en los testículos y se almacena en las
vesículas seminales. Durante la relación sexual, el esperma es transportado junto con un fluido
llamado semen a través de los vasos deferentes y el pene erecto.
Estructura
El pene consta de la raíz, que está unida a la pared abdominal, el cuerpo, que es la porción
media, y el glande, que es el extremo y cuya forma se parece a un cono. El orificio de la uretra
(el canal que transporta el semen y la orina) se encuentra en el extremo del glande.
La base del glande recibe el nombre de corona. En los varones no circuncisos, el prepucio se
extiende desde la corona y cubre el glande. Casi todo el cuerpo del pene está formado por tres
espacios cilíndricos (senos) de tejido eréctil. Los dos mayores, los cuerpos cavernosos, se
localizan a ambos lados. El tercer seno, el cuerpo esponjoso, rodea la uretra. Cuando estos
espacios se llenan de sangre, el pene aumenta de tamaño y se vuelve rígido y erecto.
El escroto es un saco de piel delgada que rodea y protege los testículos. El escroto también
actúa como un sistema de control de la temperatura para los testículos, porque éstos necesitan
estar a una temperatura ligeramente inferior a la temperatura corporal, con lo que se favorece
el desarrollo normal del esperma. Los músculos cremáster de la pared del escroto pueden
relajarse o contraerse permitiendo a los testículos estar más alejados para enfriarse o estar más
cerca del cuerpo para lograr calor y protección.
Los testículos son cuerpos ovales del tamaño de aceitunas grandes que se encuentran en el
escroto; en general, el testículo izquierdo cuelga un poco más que el derecho.
Los testículos tienen dos funciones: producir esperma y sintetizar testosterona (la principal
hormona sexual masculina). El epidídimo, que se apoya sobre los testículos, es un tubo en
forma de espiral de aproximadamente 6 metros de largo, que recoge el esperma de los
testículos y constituye el lugar y el entorno adecuado para que éste madure.
Órganos reproductores masculinos
El vaso deferente es un conducto similar a un cordón que sale del epidídimo y transporta el
esperma. Estos conductos viajan desde cada testículo hasta la parte posterior de la próstata y
entran en la uretra, donde forman los conductos eyaculadores. Otras estructuras, como los
vasos sanguíneos y los nervios, acompañan a cada vaso deferente y juntos forman una
estructura similar a un cordón: el cordón espermático.
La uretra cumple una doble función en el varón. Este canal es la porción del tracto urinario
que transporta orina desde la vejiga y al mismo tiempo constituye la parte del aparato
reproductor a través de la cual se eyacula el semen.
La glándula de la próstata (o simplemente próstata) se localiza justo debajo de la vejiga, en la
pelvis, y rodea la porción media de la uretra. Aunque, en general, tiene el tamaño de una nuez,
esta glándula crece con el paso de los años. La próstata y las vesículas seminales, que se
encuentran por encima de aquélla, producen un líquido que nutre el esperma. Este líquido
suministra la mayor parte del volumen de semen, la secreción en la cual se expulsa el esperma
durante la eyaculación. Otro líquido que forma el semen proviene de los vasos deferentes y de
las glándulas mucosas de la cabeza del pene.
Función
Durante la actividad sexual, el pene se vuelve rígido y erecto, lo cual permite la penetración
en la relación sexual. La erección es el resultado de una compleja interacción de impulsos
neurológicos, vasculares, hormonales y psicológicos. Los estímulos placenteros que reciben
los sentidos provocan una reacción en el cerebro, que envía señales nerviosas por la médula
espinal hasta el pene. Las arterias que llevan sangre a los cuerpos cavernosos y al cuerpo
esponjoso responden dilatándose. Las arterias ensanchadas aumentan radicalmente el
suministro sanguíneo hacia esas áreas eréctiles que, en consecuencia, se llenan de sangre y se
expanden. Los músculos que rodean las venas que normalmente drenan sangre del pene se
contraen, y por ello el flujo de salida de la sangre se hace más lento. La presión alta de la
sangre en el pene hace que éste aumente en longitud y anchura.
La eyaculación tiene lugar en el punto máximo de excitación sexual, cuando la fricción sobre
el glande y otros estímulos envían señales al cerebro y a la médula espinal. Los nervios
estimulan las contracciones musculares en los conductos del epidídimo y en los vasos
deferentes, las vesículas seminales y la próstata. Estas contracciones transportan el semen
hasta la uretra.
La contracción de los músculos que rodean la uretra sigue empujando el semen por el pene
hasta hacerlo salir. El cuello de la vejiga también se contrae para evitar que el semen fluya
hacia atrás y entre en la vejiga.
Después de la eyaculación (o cuando se detiene la estimulación) las arterias se estrechan y las
venas se relajan. Esto reduce la entrada de sangre y hace aumentar su salida, volviéndose
entonces el pene fláccido.
CAPITULO 229
Trastornos de pene, próstata y testículos
Las anomalías en el pene, la próstata y los testículos pueden resultar tanto psicológicamente
perturbadoras como físicamente perjudiciales. El pene puede verse afectado por lesiones,
inflamaciones o infecciones, incluyendo las enfermedades de transmisión sexual. El cáncer de
piel también puede desarrollarse en el pene. Los defectos de nacimiento pueden causar
dificultades para orinar y para mantener relaciones sexuales.
El trastorno más común de la próstata es la hiperplasia benigna, que dificulta la micción. Otros
trastornos incluyen la prostatitis y el cáncer de próstata (uno de los cánceres más frecuentes).
El cáncer también puede afectar a los testículos, amenazando la fertilidad y, si no se trata,
causa la muerte. Otros trastornos que afectan a los testículos incluyen la torsión testicular y la
hernia inguinal.
Varias son las lesiones que pueden afectar al pene. Enganchar el pene con la cremallera de los
pantalones es muy frecuente, pero el corte producido en general se cura rápidamente. Un corte
o irritación que se infecte debe ser tratado con antibióticos. Doblar excesivamente un pene
erecto puede causar dolor, dañar gravemente las estructuras que controlan la erección y causar
dificultades en las relaciones sexuales. El pene también puede partirse parcial o
completamente. En ciertos casos es posible volver a unirlo, pero rara vez se recuperan
completamente la sensibilidad y el funcionamiento normales.
La balanopostitis es una inflamación generalizada de la cabeza del pene (glande) y del
prepucio. Dicha inflamación es habitualmente debida a una infección causada por un hongo o
una bacteria bajo el prepucio de un pene no circunciso.
La inflamación causa dolor, picor, enrojecimiento, hinchazón y finalmente puede derivar en
un estrechamiento (constricción) de la uretra. Los varones que padecen balanopostitis pueden
llegar a desarrollar balanitis obliterante xerótica, fimosis, parafimosis y cáncer.
En la balanitis obliterante xerótica, la inflamación crónica provoca la aparición de una zona
dura, de color blanco, cerca del extremo del pene. En general, la causa es desconocida, pero
puede producirse por una infección o una reacción alérgica. El orificio de la uretra suele estar
rodeado de esta piel blanca gruesa, que no hace más que bloquear la salida de la orina y del
semen. Las cremas antibacterianas o antiinflamatorias pueden curar la inflamación, pero en
general la uretra debe volver a abrirse quirúrgicamente.
Fimosis
Tratamiento quirúrgico.
A pesar de que el cáncer de piel puede aparecer en cualquier parte del pene, el punto más
frecuente es la cabeza, especialmente en la base. Los varones circuncisos rara vez presentan
cáncer de piel en el pene. Al principio, el cáncer suele manifestarse como un área rojiza con
llagas que no se curan en varias semanas pero que, en general, son indoloras. Habitualmente,
este cáncer es un carcinoma de células escamosas. Otros cánceres de piel en el pene, mucho
menos frecuentes, son la enfermedad de Bowen y la enfermedad de Paget. El cáncer se extirpa
quirúrgicamente, junto con una pequeña área de tejido sano que lo rodea. Sin embargo, el
médico intenta salvar tanto tejido peneal como le resulta posible.
Otras tumoraciones en el pene pueden estar causadas por una infección. Por ejemplo, una
llaga pequeña, indolora, puede ser un signo de sífilis. Las ampollas dolorosas, diminutas, con
frecuencia deben su origen al herpes simple. En muy raras ocasiones, las ampollas, que con el
tiempo forman pequeñas úlceras, pueden estar causadas por el chancro blando. Uno o más
nódulos protuberantes y consistentes en general son verrugas genitales, causadas por un virus.
Las formaciones pequeñas, consistentes y con diminutas depresiones (molluscum
contagiosum) están causadas por otro virus.
Priapismo
El priapismo es una erección dolorosa,
persistente, que no está acompañada de deseo
sexual ni de excitación.
En la mayoría de los casos, el priapismo se
produce como consecuencia del uso de fármacos,
o por motivos desconocidos. Otras causas
posibles incluyen un trastorno de la sangre,
como los coágulos sanguíneos, la leucemia o la
anemia drepanocítica, un tumor en la pelvis o en
la columna vertebral y una infección de los
genitales. La enfermedad probablemente se deba a anomalías en los vasos sanguíneos y en los
nervios que atrapan sangre en el tejido eréctil (cuerpos cavernosos) del pene.
El tratamiento del priapismo depende de la causa. Si es un medicamento, deberá suspenderse
de inmediato. Si la causa parece ser una lesión neurológica, la anestesia de la columna
vertebral de manera continua puede resultar de gran ayuda. Si la causa probable es un coágulo
de sangre, éste debe ser extraído quirúrgicamente, o bien debe realizarse una derivación
quirúrgica para restablecer la circulación normal en el pene. La mayoría de los casos de
priapismo puede tratarse drenando el exceso de sangre del pene con una aguja y una jeringa e
irrigando los vasos sanguíneos con líquido para eliminar los coágulos u otras obstrucciones.
También pueden utilizarse varios medicamentos, dependiendo de la causa del problema. Las
probabilidades de que un varón recupere su función sexual son pocas si el priapismo no
responde rápidamente al tratamiento.
Enfermedad de Peyronie
Síntomas
El médico que sospecha un caso de hiperplasia benigna de próstata basándose en los síntomas
realiza una exploración física. Al palpar la próstata durante un examen rectal, el médico
generalmente puede determinar si está agrandada. También buscará nódulos, que pueden
indicar la presencia de cáncer, y comprobará si existe dolor, lo cual puede ser indicio de
infección.
En general se realizan análisis de sangre que miden la función renal, así como otras pruebas
que determinan si una persona tiene cáncer de próstata. Estos análisis miden las
concentraciones de antígeno específico prostático (AEP). Los resultados muestran valores
elevados en un 30 o en un 50 por ciento de los hombres con hiperplasia benigna de próstata.
Dicho incremento significa que debería llevarse a cabo otra evaluación para determinar si la
persona tiene cáncer de próstata, pero no significa que así sea.
En ocasiones, es necesario realizar más pruebas. El médico puede usar un catéter para medir la
cantidad de orina que queda en la vejiga tras la micción. Sin embargo, lo más común es que el
médico haga orinar a la persona en un urofluómetro (un instrumento que mide el flujo
urinario). Un examen con ultrasonidos (ecografía) puede medir el tamaño de la próstata y
ayuda a determinar si el cáncer es una causa posible. En raras ocasiones, el médico pasa un
endoscopio (un tubo flexible que permite visualizar) hasta la uretra para determinar si el flujo
de orina está obstaculizado por otra razón que no sea el crecimiento de la próstata.
Tratamiento
Los síntomas pueden aliviarse con fármacos alfa-adrenérgicos que relajan los músculos de la
salida de la vejiga, como la terazosina y la doxazosina. Para reducir el tamaño de la próstata y
posponer la necesidad de cirugía, pueden administrarse medicamentos como el finasteride,
pero la mejoría de los síntomas puede tardar en producirse hasta 3 meses o más. Se requiere
un tratamiento adicional si los síntomas se vuelven insoportables, el conducto urinario se
infecta, el riñón comienza a dejar de funcionar o el flujo de orina resulta completamente
obstaculizado. Un hombre que no puede orinar en absoluto necesita que se le coloque un
catéter de Foley para drenar la vejiga. Cualquier infección se trata con antibióticos.
Tacto rectal
Con el tacto rectal se logra palpar la próstata,que, en la ilustración, presenta un nódulo de origen tumoral.
La cirugía es la opción que más alivia los síntomas. El procedimiento más frecuente es la
resección transuretral de la próstata, mediante la cual el médico introduce un endoscopio hasta
la uretra y elimina parte de la próstata. Este procedimiento no requiere una incisión quirúrgica
y, en general, se administra un anestésico inyectado en la columna vertebral. Sin embargo, el 5
por ciento de los varones que se someten a esta intervención, o incluso menos, sufren
incontinencia urinaria. En raras ocasiones, el sujeto sufre de impotencia, necesita que se le
dilate la uretra o requiere otra resección transuretral en los 3 años siguientes. Otra alternativa
es utilizar un endoscopio equipado con un láser para quemar el tejido prostático, causando
menos daño a los nervios y menos complicaciones. Sin embargo, hasta la fecha no existen
estudios sobre las consecuencias de este procedimiento a largo plazo. Otros tratamientos
probados recientemente son el uso de calor por microondas para reducir el tejido prostático y
el uso de un globo para dilatar la uretra.
Cáncer de próstata
Síntomas
Diagnóstico
Dado que el cáncer de próstata es tan común, muchos médicos lo buscan intencionadamente
con el fin de poder establecer un diagnóstico en las primeras fases, cuando aún puede curarse.
El mejor modo de buscarlo es hacer un examen rectal con el dedo y un análisis de sangre una
vez al año. Durante el examen rectal, el médico palpa la próstata. Si la persona tiene cáncer, el
médico suele percibir un nódulo. El análisis de sangre mide el valor de antígeno específico
prostático (AEP), una sustancia cuya concentración se eleva habitualmente en las personas
que presentan cáncer de próstata, pero que también puede aparecer en altas cantidades
(aunque, en general, en menor proporción) en pacientes con hiperplasia benigna de próstata.
Esta prueba no alcanza a descubrir un tercio de los cánceres de próstata (falso resultado
negativo) y en alrededor del 60 por ciento de las veces indica cáncer cuando en realidad no lo
hay (falso resultado positivo).
A pesar de que el examen aumenta las probabilidades de detectar el cáncer en sus primeras
fases, también puede suponer realizar costosas e innecesarias pruebas diagnósticas y
establecer un tratamiento sobre la base de un resultado falso positivo. Algunas organizaciones
recomiendan realizar una determinación de AEP cada año para detectar la presencia de cáncer,
mientras que otras no lo incluyen como una prueba de detecciðn sistemática.
Si el médico percibe un nódulo, puede examinar más detenidamente la próstata con una
ecografía, un examen que utiliza ondas sonoras. Si este examen revela la presencia de un
nódulo sospechoso, el médico generalmente obtiene varias muestras de tejido de la próstata.
La persona recibe sólo un anestésico local antes de intervención y no se requiere
hospitalización. Las muestras de tejido son examinadas al microscopio y pueden efectuarse en
ellas ciertas pruebas bioquímicas. Estas pruebas ayudan a determinar si el cáncer es de tipo
agresivo, que tiene probabilidades de extenderse con rapidez, o bien si es de tipo corriente,
que tiende a crecer y a extenderse lentamente. También indican hasta qué punto se ha
extendido el cáncer dentro de la glándula. Los tumores óseos metastásicos pueden ser
detectados con radiografías o bien mediante una gammagrafía de los huesos.
Existen dos parámetros que ayudan al médico a determinar el curso posible del cáncer y el
mejor tratamiento.
- Hasta dónde se ha extendido. Si el cáncer está confinado a una parte pequeña de la glándula
de la próstata, en general, pasarán muchos años antes de que se extienda a las áreas que rodean
la glándula y después al hueso y a otras partes del cuerpo.
- El grado de malignidad de las células. Las células del cáncer de próstata que se ven más
distorsionadas al examinarlas al microscopio tienden a crecer y a extenderse con mayor
rapidez.
Tratamiento
Prostatitis
Diagnóstico y tratamiento
Cáncer testicular
Tratamiento
Torsión testicular
Hernia inguinal
En la hernia inguinal, el intestino hace presión desde un orificio que se encuentra en la pared
abdominal hasta el canal inguinal (el conducto por el cual descienden los testículos desde el
abdomen hacia el escroto poco antes del nacimiento).
Cuando la hernia se produce porque el orificio es más holgado o débil de lo normal en el
nacimiento, recibe el nombre de hernia congénita o indirecta. Cuando el paso del intestino se
debe a un defecto en la base del canal inguinal, el trastorno recibe el nombre de hernia
adquirida o directa.
En ambas clases de hernia inguinal, el intestino puede empujar hacia el escroto, generalmente
produciendo una protuberancia indolora en la ingle y en el escroto. La protuberancia puede
crecer cuando el sujeto se pone de pie y encogerse cuando se acuesta, porque el contenido se
mueve hacia atrás y hacia adelante con la gravedad. Puede recomendarse recurrir a la cirugía
dependiendo del tamaño de la hernia y del malestar que causa. Si una porción del intestino
queda atrapada en el escroto, el suministro de sangre puede resultar interrumpido y dicha
porción de intestino puede volverse gangrenosa. En este caso, se lleva a cabo una intervención
quirúrgica de urgencia para sacar el intestino del canal inguinal y cerrar el orificio para que la
hernia no se repita.
La parotiditis es una infección vírica que, en general, afecta a los niños; si un adulto contrae
parotiditis, los testículos pueden resultar afectados. La enfermedad produce una dolorosa
hinchazón, la cual puede perjudicar de forma permanente la capacidad de los testículos para
producir esperma.
Un hidrocele es una acumulación de líquido en la membrana que cubre los testículos, que
causa una hinchazón blanda en uno de ellos. La enfermedad puede manifestarse en el
momento del nacimiento o bien desarrollarse con el paso de los años. El hidrocele
generalmente resulta indoloro, pero su volumen puede volverse tan grande que deba recurrirse
a la extirpación quirúrgica para eliminar la molestia.
Un hematocele es una acumulación de sangre que generalmente aparece después de una lesión
en el escroto. A veces la sangre se resorbe sin tratamiento, pero los hematoceles de gran
tamaño suelen necesitar extirpación quirúrgica.
Un espermatocele es una acumulación de fluido que contiene esperma, localizada justo al lado
del epidídimo. Si el espermatocele aumenta mucho de tamaño o se vuelve molesto acaba
extirpándose quirúrgicamente.
Un varicocele es una masa de venas alargadas, anchas y con forma de gusano, localizadas en
el escroto, muy similares a las venas varicosas. El varicocele suele aparecer en el lado
izquierdo del escroto y, al tacto, se parece a un saco de gusanos. La masa resulta evidente
cuando el sujeto se pone de pie, pero, en general, desaparece cuando se acuesta, porque se
reduce el flujo de sangre que se dirige hacia las venas dilatadas.
Un varicocele puede ser corregido quirúrgicamente si provoca la sensación de que el escroto
se encuentra incómodamente lleno o bien si disminuye la fertilidad.
CAPITULO 230
Impotencia
Causas
Diagnóstico
Tratamiento
Los órganos reproductores externos femeninos (genitales) tienen dos funciones: permitir la
entrada del esperma en el cuerpo y proteger los órganos genitales internos de los agentes
infecciosos. Debido a que el aparato genital femenino tiene un orificio que lo comunica con el
exterior, los microrganismos que provocan enfermedades (patógenos) pueden entrar y causar
infecciones ginecológicas. Estos patógenos se transmiten, en general, durante el acto sexual.
Los órganos genitales internos forman un aparato que se inicia en los ovarios, encargados de
la liberación de los óvulos, y se sigue por las trompas de Falopio (oviductos), donde tiene
lugar la fertilización de un óvulo; a continuación sigue el útero, donde el embrión se convierte
en feto, y acaba en el canal cervical (vagina), que permite el alumbramiento de un bebé
completamente desarrollado. El esperma puede recorrer todo el aparato en dirección
ascendente hacia los ovarios y los óvulos en sentido contrario.
Los órganos genitales externos (vulva) están bordeados por los labios mayores (literalmente,
labios grandes), que son bastante voluminosos, carnosos y comparables al escroto en los
varones. Los labios mayores contienen glándulas sudoríparas y sebáceas (que secretan aceite);
tras la pubertad, se recubren de vello. Los labios menores (literalmente, labios pequeños)
pueden ser muy pequeños o hasta de seis centímetros de ancho. Se localizan dentro de los
labios mayores y rodean los orificios de la vagina y la uretra. El orificio de la vagina recibe el
nombre de introito y la zona con forma de media luna que se encuentra tras ese orificio se
conoce como horquilla vulvar. A través de diminutos conductos que están situados junto al
introito, las glándulas de Bartholin, cuando son estimuladas, secretan un flujo (moco) que
lubrica la vagina durante el coito. La uretra, que transporta la orina desde la vejiga hacia el
exterior, tiene su orificio de salida delante de la vagina.
Órganos genitales externos de la mujer
Los dos labios menores tienen su punto de encuentro en el clítoris, una pequeña y sensible
protuberancia análoga al pene en el hombre que está recubierta por una capa de piel (el
prepucio) similar a la piel que se encuentra en el extremo del miembro masculino. Al igual
que éste, el clítoris es muy sensible a la estimulación y puede tener erección.
Los labios mayores se encuentran en la parte inferior, en el perineo, una zona fibromuscular
localizada entre la vagina y el ano. La piel (epidermis) que cubre el perineo y los labios
mayores es similar a la del resto del cuerpo (gruesa, seca y puede descamarse). Por el
contrario, el revestimiento de los labios menores y la vagina es una membrana mucosa; a
pesar de que sus capas internas son de estructura similar a la epidermis, su superficie se
mantiene húmeda gracias al líquido de los vasos sanguíneos de las capas más profundas que
atraviesa el tejido. Su gran cantidad de vasos sanguíneos le da un color rosado.
El orificio vaginal está rodeado por el himen (o membrana virginal). En la mujer virgen, el
himen puede cubrir por completo el orificio, pero en general lo rodea como un anillo ajustado.
Como el grado de ajuste varía entre las mujeres, el himen puede desgarrarse en el primer
intento de mantener una relación sexual o puede ser tan blando y flexible que no se produce
desgarro alguno. En una mujer que no es virgen, el himen es como un pequeño apéndice de
tejido que rodea el orificio vaginal.
Las paredes anterior y posterior de la vagina normalmente se tocan entre sí, para que no quede
espacio en la vagina excepto cuando se dilata, por ejemplo, durante un examen ginecológico o
una relación sexual. En la mujer adulta, la cavidad vaginal tiene una longitud de 9 a 12
centímetros. El tercio inferior de la vagina está rodeado de músculos que controlan su
diámetro, mientras que los dos tercios superiores se unen por encima de estos músculos y
pueden estirarse con facilidad. El cérvix (la boca y el cuello del útero) se encuentra en la parte
superior de la vagina. Durante los años fértiles de la mujer, el revestimiento mucoso de la
vagina tiene un aspecto rugoso, pero antes de la pubertad, y después de la menopausia (si no
se toman estrógenos), la mucosa es lisa.
Órganos genitales femeninos internos
El útero es un órgano con forma de pera situado en la parte superior de la vagina, entre la
vejiga urinaria por delante y el recto por detrás, y está sujeto por seis ligamentos. El útero se
divide en dos partes: el cuello uterino o cérvix y el cuerpo principal (el corpus). El cuello
uterino, la parte inferior del útero, se abre dentro de la vagina. El útero normalmente está algo
doblado hacia delante por la zona donde el cuello se une al cuerpo. Durante los años fértiles,
el cuerpo es dos veces más largo que el cuello uterino. El cuerpo es un órgano con abundante
musculatura que se agranda para albergar al feto. Sus paredes musculares se contraen durante
el parto para impulsar al bebé hacia fuera por el fibroso cuello uterino y la vagina.
El cuello uterino contiene un canal que permite la entrada del esperma en el útero y la salida
de la secreción menstrual al exterior. Excepto durante el período menstrual o la ovulación, el
cuello uterino es en general una buena barrera contra las bacterias. El canal del cuello uterino
es demasiado estrecho para que el feto lo atraviese durante el embarazo pero durante el parto
se ensancha para que sea posible el alumbramiento. Durante un examen pélvico, el médico
puede observar la porción de cérvix que sobresale y entra en el extremo superior de la vagina.
Al igual que la vagina, esta parte del cuello uterino está recubierta de mucosa, aunque ésta es
de tipo liso.
El canal del cuello uterino está recubierto de glándulas que secretan un moco espeso e
impenetrable para el esperma justo hasta el momento en que los ovarios liberan un óvulo
(ovulación). Durante la ovulación, la consistencia del moco cambia para que el esperma pueda
atravesarlo y fertilizar el óvulo. Al mismo tiempo, el moco que secretan estas glándulas del
cuello uterino tiene la capacidad de mantener el esperma vivo durante 2 o 3 días. Más tarde
este esperma puede desplazarse hacia arriba y, atravesando el cuerpo del útero, entrar en las
trompas de Falopio para fertilizar el óvulo; en consecuencia, el coito realizado 1 o 2 días antes
de la ovulación puede acabar en un embarazo. Debido a que algunas mujeres no ovulan de
forma regular, el embarazo puede producirse en distintos momentos tras el último período
menstrual.
El revestimiento interior del cuerpo del útero (endometrio) se hace más grueso todos los
meses después del período menstrual (menstruación). Si la mujer no queda embarazada
durante ese ciclo, la mayor parte del endometrio se desprende y tiene lugar una hemorragia,
que constituye el período menstrual.
Las trompas de Falopio tienen una longitud de 6 a 9 centímetros desde los extremos superiores
del útero hasta los ovarios. El extremo de cada trompa se ensancha y adopta una forma de
embudo, constituyendo un orificio de mayor diámetro para facilitar la caída del óvulo en su
interior cuando éste es liberado por el ovario. Los ovarios no están unidos a las trompas de
Falopio, pero se encuentran suspendidos muy cerca de ellas gracias a un ligamento. Los
ovarios, de color perla, tienen una forma oblonga y son algo menores que un huevo cocido.
Los cilios (prolongaciones de las células, similares a pelos que se mueven en vaivén) que
recubren las trompas de Falopio y los músculos de sus paredes impulsan el óvulo hacia abajo
a través de estos tubos. Cuando un óvulo encuentra un espermatozoide en la trompa de
Falopio y es fertilizado por éste, comienza a dividirse. En un período de 4 días, el diminuto
embrión sigue dividiéndose mientras se desplaza lentamente hacia abajo por la trompa hasta
llegar al útero. El embrión se adhiere a la pared uterina, donde queda fijo; este proceso se
denomina implantación o anidación.
Cada feto femenino cuenta con 6 o 7 millones de oocitos (células ovulares en desarrollo) a las
20 semanas de embarazo y nace con alrededor de dos millones de oocitos. En la pubertad, sólo
quedan entre 300 000 y 400 000 para madurar y convertirse en óvulos. Los miles de oocitos
que no completan el proceso de maduración degeneran de forma gradual y, tras la
menopausia, no queda ninguno.
Evaluación ginecológica
En primer lugar, la mujer debería escoger un médico con el que pueda hablar con confianza de
ciertos temas delicados, como el sexo, el control de la natalidad y el embarazo. El ginecólogo
debe estar preparado para abordar problemas familiares, como el abuso físico y emocional, y
el consumo de drogas; toda la información que reciba tendrá carácter confidencial. En ciertos
países existen leyes que exigen el consentimiento de los padres para tratar a los menores (en
general por debajo de 18 años). Durante una visita ginecológica, el médico (ginecólogo,
internista, pediatra o médico de familia), la enfermera o la comadrona deben estar preparados
para responder a preguntas acerca de las funciones sexuales y reproductivas, incluyendo las
que se refieren a la práctica del sexo con garantías de seguridad.
Exploración ginecológica
Pubertad
Ciclo menstrual
La menopausia se inicia al final de la última menstruación. Sin embargo, ese hecho sólo se
comprueba más adelante, cuando no se produce flujo menstrual durante al menos 12 meses.
La edad promedio en que tiene lugar la menopausia es alrededor de los 50 años, pero la
menopausia también aparece normalmente en mujeres de tan sólo 40 años. Los ciclos
menstruales regulares pueden continuar hasta la menopausia, pero en general las últimas
menstruaciones presentan una duración y una cantidad de flujo variable. Progresivamente
cada vez menos ciclos se acompañan de la liberación de un óvulo.
Con el paso del tiempo, los ovarios responden cada vez menos a la estimulación que provocan
la hormona luteinizante y la hormona foliculoestimulante, secretadas por la hipófisis; en
consecuencia, los ovarios secretan de forma progresiva menos cantidad de estrógenos y
progesterona, y la liberación de óvulos (ovulación), finalmente, se detiene.
La menopausia prematura es la que se produce antes de los 40 años. Entre sus causas destacan
una predisposición genética y trastornos autoinmunes, en los que se producen anticuerpos que
pueden lesionar varias glándulas, entre ellas los ovarios. El hábito de fumar también se asocia
a menopausia prematura.
La menopausia artificial deriva de una intervención médica que reduce o detiene la secreción
hormonal de los ovarios. Estas intervenciones incluyen la cirugía, para extirpar los ovarios o
para reducir la cantidad de sangre que reciben, y la quimioterapia o la radioterapia sobre la
pelvis (incluyendo los ovarios) para tratar el cáncer. La intervención quirúrgica en que se
extirpa el útero (histerectomía) tiene como efecto la suspensión de la menstruación, pero no
afecta a la cantidad de hormonas mientras los ovarios sigan intactos y, por tanto, no provoca
menopausia.
Síntomas
Tratamiento
Los síntomas se tratan restituyendo los niveles de estrógenos a unas cifras similares a las de la
premenopausia. Los principales objetivos de la terapia de reposición de estrógenos son los
siguientes:
- Aliviar síntomas como los sofocos, la sequedad vaginal y los trastornos urinarios.
- Prevenir la aparición de la osteoporosis
- Prevenir la aterosclerosis y las enfermedades de la arterias coronarias.
Los estrógenos se presentan en forma no sintética (natural) o sintética (producida en
laboratorio). Los estrógenos sintéticos son cien veces más potentes que los naturales y, en
consecuencia, no es recomendable su administración a mujeres menopáusicas, ya que con
dosis muy bajas de estrógenos naturales ya se evitan los sofocos y la osteoporosis. Así mismo,
las dosis muy altas pueden causar problemas, como un aumento en la tendencia a sufrir
migrañas.
Los estrógenos se administran en forma de comprimidos o de parches cutáneos (estrógenos
transdérmicos). También pueden aplicarse en la vagina en forma de crema cuando las razones
principales para su uso son evitar el adelgazamiento de la superficie de la pared vaginal (lo
que reduce el riesgo de infecciones urinarias e incontinencia) y evitar dolor durante el coito.
Parte de los estrógenos administrados se absorben y pasan a la sangre, sobre todo a medida
que mejora el revestimiento vaginal.
Debido a que los estrógenos provocan efectos secundarios y conllevan riesgos a largo plazo, al
mismo tiempo que beneficios, la mujer y su médico deben sopesar los beneficios y las
desventajas antes de decidir la administración de una terapia de reposición de estrógenos. Los
efectos secundarios incluyen náuseas, malestar en las mamas, dolor de cabeza y cambios del
estado de ánimo.
Las mujeres posmenopáusicas que toman estrógenos sin progesterona tienen un mayor riesgo
de sufrir cáncer de endometrio (cáncer del revestimiento interior del útero); la incidencia es de
una a cuatro de cada 1 000 mujeres al año. El aumento está en estrecha relación con la dosis y
la duración del tratamiento. Si una mujer presenta una hemorragia anormal por la vagina,
puede realizarse una biopsia (obtención de una muestra de tejido para ser examinada al
microscopio) del revestimiento interior del útero para determinar si tiene cáncer de
endometrio. Las mujeres que padecen esta enfermedad y que están tomando estrógenos en
general tienen un buen pronóstico: alrededor del 94 por ciento sobrevive 5 años. La
administración de progesterona junto a los estrógenos elimina casi totalmente el riesgo de
padecer cáncer de endometrio, y lo reduce aún más en las mujeres que no toman estrógenos
(una mujer a la que se le ha extirpado el útero no puede desarrollar este cáncer). La
progesterona no parece anular los efectos beneficiosos de los estrógenos sobre las
enfermedades cardiovasculares.
Una cuestión importante es si el hecho de tomar estrógenos aumenta la incidencia del cáncer
de mama. Sin embargo, no se ha demostrado de forma evidente ninguna asociación entre el
tratamiento sustitutivo con estrógenos y el cáncer de mama. El riesgo de cáncer aumenta
cuando se toman estrógenos durante más de 10 años. La mujer con un riesgo elevado de
desarrollar cáncer de mama no debería tomar estrógenos. No obstante, para las mujeres
proclives a sufrir osteoporosis y enfermedades del corazón y para aquellas con poco riesgo de
desarrollar cáncer de mama, el beneficio obtenido gracias a la terapia con estrógenos
compensa con creces los posibles riesgos.
El riesgo de contraer una enfermedad de la vesícula biliar durante el primer año del
tratamiento sustitutivo con estrógenos está aumentado discretamente.
En general, la terapia sustitutiva con estrógenos no se prescribe en mujeres que tienen o han
tenido cáncer de mama o un cáncer de endometrio avanzado, que presentan hemorragias
genitales de causa desconocida o que tienen una enfermedad hepática grave o alteraciones en
la coagulación sanguínea. Sin embargo, a veces los médicos administran estrógenos a mujeres
que fueron tratadas por un cáncer de mama en sus primeras fases y que no sufrieron ninguna
recidiva al menos en los últimos 5 años. En general, la terapia constitutiva con estrógenos no
está indicada en casos de enfermedad crónica del hígado o de porfiria aguda intermitente.
A las mujeres que no pueden tomar estrógenos se les pueden prescribir fármacos ansiolíticos,
progesterona o clonidina para reducir el malestar que provocan los sofocos. Los
antidepresivos también alivian la depresión, la ansiedad, la irritabilidad y el insomnio.
CAPITULO 234
Problemas ginecológicos habituales
Los problemas ginecológicos son los relacionados con el aparato reproductor femenino.
Algunas causas habituales de los mismos son infecciones, lesiones o cambios hormonales.
Estos trastornos incluyen dolor pélvico, inflamación del útero, de las trompas de Falopio, de la
vagina o de la vulva y tumoraciones no cancerosas del útero, como los fibromas. Otros
problemas frecuentes se relacionan con la menstruación (por ejemplo, el síndrome
premenstrual y el dolor durante la menstruación, también llamado dismenorrea). A pesar de
que algunos de estos problemas son poco importantes y se corrigen por sí solos, otros, como
las infecciones, pueden revestir mayor gravedad y requerir, por tanto, atención médica.
Dolor pélvico
La pelvis, que contiene el útero, las trompas de Falopio, los ovarios, la vagina, la vejiga
urinaria y el recto, es la parte inferior del tronco localizada debajo del abdomen y entre ambas
caderas. Las mujeres a menudo sienten dolor en esa zona, cuyas características e intensidad
son variables y, en ocasiones, es difícil conocer su causa.
Con frecuencia, pero no siempre, el dolor pélvico
se asocia a problemas relacionados con el aparato
reproductor. Otras causas de dolor pélvico tienen
que ver con los intestinos o las vías urinarias. Los
factores psicológicos pueden empeorar el dolor o
incluso provocar una sensación dolorosa sin que
exista ningún problema orgánico subyacente.
Diagnóstico
Vaginitis y vulvitis
Síntomas
Diagnóstico
Al examinar la vagina, el médico utiliza un aplicador con punta de algodón para tomar una
muestra de la secreción, que se examinará al microscopio o se cultivará en un laboratorio con
el fin de identificar los organismos infecciosos. Se inspecciona el cuello uterino (cérvix) y se
toma una muestra de tejido para una prueba de Papanicolaou (Pap), que puede detectar el
cáncer cervical. Así mismo, el médico realiza una exploración bimanual: introduce los dedos
índice y medio de una mano en la vagina y con la otra presiona suavemente por fuera de la
zona inferior del abdomen para palpar los órganos reproductores. Cuando una mujer presenta
una inflamación de la vulva durante mucho tiempo (vulvitis crónica) que no responde al
tratamiento, habitualmente el médico toma una muestra de tejido para su examen
microscópico (biopsia) con el fin de detectar posibles células cancerosas.
Tratamiento
En el caso de una secreción normal, los lavados frecuentes con agua pueden reducir la
cantidad de la misma. Sin embargo, una secreción causada por una vaginitis requiere un
tratamiento específico acorde con su causa. Si se trata de una infección, el tratamiento consiste
en la administración de un antibiótico, un antifúngico o un antivírico, según el tipo de agente
patógeno. Hasta que el tratamiento tenga efecto, puede procederse también al lavado de la
zona con una mezcla de vinagre y agua durante poco rato para controlar los síntomas. Sin
embargo, el lavado frecuente con o sin medicamentos no es muy conveniente, ya que
incrementa el riesgo de contraer inflamación pélvica. Si los labios (partes carnosas que rodean
los orificios de la vagina y la uretra) están pegados debido a infecciones previas, la aplicación
de estrógenos en forma de crema vaginal durante 7 a 10 días suele facilitar su apertura.
Además de un antibiótico, el tratamiento de una infección bacteriana puede incluir también
gelatina de ácido propiónico para que aumente la acidez de las secreciones vaginales (ello
inhibe el crecimiento de las bacterias). Para las infecciones de transmisión sexual, ambos
miembros de la pareja son tratados al mismo tiempo para evitar una nueva infección.
El adelgazamiento del revestimiento interno vaginal tras la menopausia (vaginitis atrófica) se
trata con una terapia sustitutiva de estrógenos. Éstos se pueden administrar por vía oral,
mediante un parche cutáneo o mediante la aplicación tópica directamente en la vulva y la
vagina.
Los fármacos utilizados para tratar la vulvitis dependen de su causa y son los mismos que se
usan para tratar la vaginitis. Otras medidas adicionales incluyen el uso de prendas holgadas y
absorbentes que permitan la circulación del aire, como la ropa interior de algodón, así como
mantener la vulva limpia. Se debería usar jabón de glicerina, porque muchos de los otros
jabones son irritantes. En ocasiones, colocar hielo sobre la vulva, un baño de asiento frío o
aplicar compresas frías reduce el dolor y el picor. Las cremas y ungüentos con
corticosteroides, como los que contienen hidrocortisona, y los anti-histamínicos por vía oral
también reducen el picor cuando éste no tiene su origen en una infección. El aciclovir aplicado
como crema o por vía oral atenúa los síntomas y disminuye la duración de una infección
herpética. Los fármacos analgésicos tomados por vía oral pueden paliar el dolor.
Si la vulvitis crónica se debe a una deficiente higiene personal, el primer paso consiste en dar
a la mujer las instrucciones apropiadas. Una infección bacteriana se trata con antibióticos; en
cambio, en ciertas enfermedades cutáneas, como la psoriasis, se utilizan cremas que contengan
corticosteroides. Deberían dejar de utilizarse todas aquellas sustancias que causen una
irritación persistente, como las cremas, los polvos de talco y algunas marcas de preservativos.
Síntomas
Diagnóstico y tratamiento
Fibromas
Síntomas
Aunque los fibromas sean de gran tamaño, es posible que no provoquen ningún síntoma. Los
síntomas dependen de su número, tamaño y localización en el útero, así como de su estado (es
decir, si están creciendo o se están convirtiendo en malignos). Los síntomas pueden ser
hemorragias menstruales intensas o prolongadas, aunque con menos frecuencia estas
hemorragias pueden aparecer entre las menstruaciones. También pueden producir dolor,
presión o sensación de pesadez en la zona pélvica durante la menstruación o entre períodos,
necesidad de orinar con más frecuencia, hinchazón del abdomen y, en muy pocos casos,
infertilidad por obstrucción de las trompas de Falopio o por distorsión de la cavidad uterina.
La hemorragia menstrual puede ser copiosa, porque los fibromas hacen que aumente la
superficie del revestimiento interno uterino y, por consiguiente, que la cantidad de tejido que
se elimina durante la menstruación sea mayor. Si la hemorragia es intensa, puede aparecer
anemia. Un fibroma que previamente no ha provocado ningún síntoma puede causar
problemas durante el embarazo, como un aborto espontáneo, un parto prematuro o una
hemorragia posparto (excesiva pérdida de sangre tras el alumbramiento).
Diagnóstico y tratamiento
Trastornos menstruales
Síndrome premenstrual
Síntomas
El tipo e intensidad de los síntomas varían de mujer a mujer y de un mes a otro. El amplio
abanico de síntomas físicos y psicológicos puede alterar temporalmente la vida de la mujer.
Las mujeres epilépticas pueden tener más ataques de lo habitual y las que padecen una
enfermedad del tejido conectivo, como el lupus eritomatoso sistémico o la artritis reumatoide,
pueden sufrir episodios de enrojecimiento.
Por lo general, los síntomas aparecen una o dos semanas antes de la menstruación, duran entre
pocas horas y 14 días y desaparecen cuando se inicia el flujo menstrual. En mujeres
premenopáusicas, estos síntomas pueden persistir durante toda la menstruación y después de
la misma. Cada mes, los síntomas del síndrome premenstrual a menudo se siguen de una
menstruación dolorosa.
Tratamiento
Dismenorrea
Tratamiento
Amenorrea
Causas
Síntomas
Los síntomas varían según la causa de la amenorrea. Por ejemplo, si la causa es que no se
alcanza la pubertad, los signos normales de ésta, como el crecimiento de las mamas, el vello
púbico y el axilar y los cambios en la forma del cuerpo, estarán ausentes o sólo parcialmente
presentes. Si la causa es un embarazo, los síntomas son náuseas por la mañana y aumento del
tamaño abdominal. Si los valores de la hormona tiroidea son altos, los síntomas son una
frecuencia cardíaca acelerada, ansiedad y piel caliente y húmeda. El síndrome de Cushing
hace que la cara tome un aspecto redondeado (cara de luna llena), el abdomen aumente de
volumen y las piernas y los brazos adelgacen. Algunas causas, como el síndrome de
Asherman, no dan síntomas y sólo se manifiestan en forma de una interrupción de la
menstruación. En el síndrome del ovario poliquístico aparecen algunas características
masculinas, como el vello facial, y el ritmo menstrual es irregular o incluso desaparece.
Diagnóstico y tratamiento
Menopausia prematura
Diagnóstico y tratamiento
La hemorragia uterina puede ser excesiva, demasiado ligera, frecuente o bien puede no
ocurrir, o tiene lugar después de la menopausia. En alrededor del 25 por ciento de los casos, la
causa es un trastorno orgánico. En el restante 75 por ciento, se debe a trastornos hormonales
que afectan al control del sistema reproductor por parte del hipotálamo y la glándula hipófisis
y que son particularmente frecuentes en las mujeres en edad fértil; esta clase de hemorragia
recibe el nombre de hemorragia disfuncional. La hemorragia por la vagina antes de la
pubertad y después de la menopausia es casi siempre anormal.
Las causas de esta hemorragia son una lesión en la vulva o la vagina, el abuso sexual, la
inflamación de la vagina (debida a la colocación de algún objeto), una infección en el útero o
trastornos de la sangre que alteran la coagulación, como la leucemia o una disminución del
número de plaquetas. Otras causas pueden ser tumores malignos y benignos, como fibromas y
quistes en el aparato reproductor, así como adenomiosis (invasión benigna de la pared
muscular del útero por parte del revestimiento interno de éste). En ocasiones, los tumores de
los ovarios pueden causar hemorragias vaginales, pero en general sólo sucede si secretan
hormonas. Asi mismo, el prolapso de la uretra (una situación en la que el canal que transporta
la orina desde la vejiga al exterior del cuerpo protruye hacia fuera) también puede provocar
hemorragias.
La edad es un factor importante para determinar la causa probable de una hemorragia uterina.
Una niña recién nacida puede manchar ligeramente de sangre los pañales durante unos días
después de su nacimiento debido a los estrógenos que su madre le ha transmitido antes de
nacer (este hecho no es motivo de preocupación). Las hemorragias en la infancia pueden ser
consecuencia de una pubertad precoz. La aparición del vello púbico y el desarrollo de las
mamas son signos obvios de que la pubertad ha comenzado. La pubertad precoz puede estar
causada por ciertos fármacos, anomalías cerebrales, bajos valores de hormona tiroidea o por
tumores de las glándulas suprarrenales o de los ovarios que producen hormonas. En la
mayoría de los casos, no obstante, no llega a conocerse la causa.
Otra causa de hemorragia en la infancia puede ser un crecimiento excesivo de tejido glandular
en la vagina (adenosis vaginal), que con frecuencia se debe a que la madre tomaba
dietilestrilbestrol (DES) durante el embarazo. Es de resaltar que las niñas con adenosis vaginal
tienen más riesgo de desarrollar de mayores cáncer de vagina y de cuello uterino.
En las mujeres en edad reproductiva, la hemorragia anormal pueden deberse a algunos
métodos de control de la natalidad como los anticonceptivos orales, la progesterona o un
dispositivo intrauterino (DIU), a complicaciones del embarazo como la placenta previa (una
placenta con ubicación anormal), o un embarazo ectópico (un embarazo que se desarrolla
fuera del útero). Otras causas de hemorragia incluyen una mola hidatiforme (un tumor en la
placenta) y la endometriosis. El cáncer puede ser una causa de hemorragia en las mujeres en
edad fértil, pero no es lo más habitual.
La causa más grave de hemorragia vaginal después de la menopausia es el cáncer, ya sea del
revestimiento interno del útero, del cuello uterino o de la vagina. Las causas no cancerosas
más frecuentes de hemorragia son la atrofia de la pared vaginal (vaginitis atrófica), el
adelgazamiento o el engrosamiento del revestimiento interno del útero (endometrio) y unas
masas que se desarrollan en esta misma zona (pólipos uterinos).
Diagnóstico y tratamiento
Los síntomas y un examen físico permiten determinar qué otros procedimientos se necesitan
para el diagnóstico. El tratamiento es variable, dependiendo de la causa.
Si el médico sospecha que pueda existir adenosis vaginal o cáncer en una niña, toma una
muestra de células de su vagina para examinarlas al microscopio. En general, una niña con
adenosis vaginal no necesita tratamiento (a menos que se descubra cáncer), pero se debe
examinar con regularidad para detectar posibles signos de cáncer.
La mujer que tiene hemorragias vaginales anormales, sobre todo después de la menopausia,
debe ser explorada para descartar la presencia de un cáncer.
Los pólipos uterinos, los fibromas y los cánceres se extirpan mediante una intervención
quirúrgica. En la mujer posmenopáusica con hemorragias irregulares, la administración de
estrógenos junto con progesterona durante alrededor de 10 días de cada ciclo regulariza la
menstruación. En cambio, si no se administra progesterona junto a los estrógenos, aumenta el
riesgo de desarrollar cáncer del revestimiento interno del útero. Si este revestimiento está
engrosado y contiene células anormales, que pueden ser precancerosas, un tratamiento
habitual es proceder a la extirpación quirúrgica del útero (histerectomía).
Causas y síntomas
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de hemorragia uterina disfuncional se establece cuando no se encuentra otra
causa. Antes de comenzar el tratamiento con fármacos, se realiza una biopsia (obtención de
una muestra de tejido para su examen al microscopio) del endometrio si la mujer tiene 35 años
o más, si padece el síndrome del ovario poliquístico o si presenta un exceso importante de
peso y no ha tenido hijos. La biopsia es necesaria porque estas mujeres tienen un riesgo
elevado de desarrollar cáncer de endometrio.
El tratamiento depende de la edad, la condición del endometrio y los planes que la paciente
tenga respecto a quedar embarazada.
Cuando el revestimiento del útero aumenta de espesor y contiene células anormales (en
particular si la mujer tiene más de 35 años y no desea quedar embarazada), éste suele
extirparse quirúrgicamente (histerectomía), porque las células anormales pueden ser
precancerosas.
Cuando el revestimiento interno del útero o endometrio está engrosado pero contiene células
normales, la hemorragia intensa puede tratarse con dosis altas de anticonceptivos orales que
contengan estrógenos y progesterona, o estrógenos solos administrados por vía intravenosa
junto a progesterona por vía oral. En general la hemorragia se detiene en 12 o 24 horas. A
continuación, se pueden administrar dosis bajas de anticonceptivos orales de la forma habitual
durante al menos 3 meses. Las mujeres con hemorragias de escasa cuantía reciben dosis bajas
desde el comienzo.
Cuando no es aconsejable el tratamiento con anticonceptivos orales o con estrógenos, puede
administrarse progesterona por vía oral durante 10 a 14 días cada mes.
Si el tratamiento con estas hormonas no es eficaz, habitualmente se procede a la dilatación del
cuello uterino y se practica el denominado legrado uterino, es decir, el raspado del
endometrio. Si la mujer desea quedar embarazada, puede administrarse clomifeno por vía oral
para provocar la ovulación.
CAPITULO 236
Síndrome del ovario poliquístico
En este síndrome, la glándula hipófisis secreta una gran cantidad de hormona luteinizante que
incrementa la producción de andrógenos y, en consecuencia, la mujer a veces desarrolla acné
y aumento del vello (hirsutismo). Si no se trata este trastorno, algunos de los andrógenos se
convierten en estrógenos y los valores de estos últimos crónicamente altos pueden aumentar el
riesgo de cáncer del revestimiento interno del útero (cáncer de endometrio).
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
No existe un tratamiento ideal. La elección del tratamiento depende del tipo y la intensidad de
los síntomas, la edad de la mujer y sus deseos de quedar embarazada.
Una mujer a quien no le ha crecido el vello corporal puede tomar progestágenos sintéticos (un
fármaco similar a la progesterona) o anticonceptivos orales, a menos que desee quedar
embarazada, haya alcanzado la menopausia o presente otros factores de riesgo asociados a
enfermedades del corazón o de los vasos sanguíneos. También se administran progestágenos
sintéticos para reducir el riesgo de cáncer de endometrio debido a los altos valores de
estrógenos. En general, se toma una muestra del revestimiento interno uterino para examinarla
al microscopio antes de comenzar un tratamiento farmacológico para asegurarse de que no hay
cáncer.
Ovario poliquístico
Los ovarios poliquísticos son en general de mayor tamaño que los normales.
Cuando aumenta la cantidad de vello corporal, se usan varios métodos de erradicación, como
la electrólisis, las pinzas, la cera, los líquidos o cremas para eliminar el vello (depilatorios) o
se aclara su color para hacerlo menos visible. Ningún tratamiento para extraer el exceso de
vello es ideal o eficaz por completo. Otro tratamiento es la administración de anticonceptivos
orales, aunque hay que tomarlos durante varios meses antes de que pueda apreciarse ningún
efecto, que, de todos modos, suele ser leve.
La espironolactona, un fármaco que bloquea la producción y acción de las hormonas
masculinas, puede dar buenos resultados en la reducción del vello corporal no deseado.
Los efectos secundarios son un aumento en la producción de orina, disminución de la presión
arterial (a veces hasta llegar al desmayo) al incorporarse o ponerse de pie rápidamente, dolor
en las mamas y hemorragia vaginal irregular. Como no se conocen sus efectos sobre el feto en
desarrollo, cualquier mujer sexualmente activa que tome este fármaco debería usar métodos de
control de la natalidad eficaces.
Si una mujer con síndrome del ovario poliquístico desea quedar embarazada, se le puede
administrar clomifeno, un fármaco que estimula la liberación de óvulos por los ovarios. Si no
es efectivo, se pueden probar varias hormonas; entre ellas se encuentra la hormona
foliculoestimulante y la hormona liberadora de gonadotropinas, que estimula la secreción de la
hormona foliculoestimulante. Si estos fármacos no dan resultado, se puede considerar la
posibilidad de una intervención quirúrgica para extirpar una parte del ovario (resección en
cuña) o una electrocauterización de los quistes ováricos (destruirlos mediante una corriente
eléctrica). A pesar de que estos tratamientos pueden inducir la ovulación durante un cierto
período de tiempo, en general los procedimientos quirúrgicos son el último recurso, porque se
pueden formar cicatrices en el tejido capaces de hacer disminuir la capacidad de la mujer para
quedar embarazada.
CAPITULO 237
Endometriosis
Debido a que el crecimiento de tejido endometrial fuera de lugar responde a las mismas
hormonas a las que lo hace el que se halla dentro del útero, este tejido puede producir
hemorragias durante la menstruación, a menudo causando calambres abdominales, dolor,
irritación y la formación de tejido cicatricial. A medida que avanza la enfermedad, se forman
adhesiones (bandas fibrosas que enganchan entre sí estructuras que normalmente no lo están).
El tejido endometrial fuera de la cavidad uterina y las adherencias pueden obstruir o interferir
el funcionamiento de los órganos. En raras ocasiones, las adherencias bloquean el intestino.
La endometriosis puede afectar a familias en particular y es más frecuente en los parientes de
primer grado (madre, hermana, hija) de las mujeres que padecen este trastorno. Otros factores
que incrementan el riesgo de endometriosis son dar a luz por primera vez después de los 30
años, ser de etnia caucásica y tener un útero anormal.
Se estima que alrededor del 10 al 15 por ciento de las mujeres que menstrúan entre los 25 y 44
años padecen endometriosis; también puede aparecer en adolescentes. Se desconoce el
porcentaje exacto de casos porque el diagnóstico habitualmente sólo puede efectuarse
mediante una visualización directa del tejido, por lo general durante una intervención
quirúrgica. Entre un 25 y un 50 por ciento de las mujeres estériles padece endometriosis, la
cual puede impedir la fecundación. En efecto, la endometriosis grave puede causar infertilidad
al bloquear el paso del óvulo desde el ovario hasta el útero. La endometriosis leve también
puede causar esterilidad, pero en este caso el mecanismo que la provoca no está claro.
Causas y síntomas
Las causas de la endometriosis aún no se conocen. Las células del revestimiento interno del
útero de alguna manera se desplazan hasta zonas externas al mismo y siguen creciendo. Este
desplazamiento podría quizás deberse a que pequeños fragmentos del revestimiento uterino,
desprendidos durante la menstruación, retrocedan hacia las trompas de Falopio en dirección a
los ovarios hasta entrar en la cavidad abdominal, en lugar de salir con el flujo menstrual a
través de la vagina.
La endometriosis causa dolor en la parte inferior del abdomen y la zona pélvica,
irregularidades menstruales (como manchar antes de la menstruación) e infertilidad. Algunas
mujeres con endometriosis grave no presentan síntomas, mientras que otras con la enfermedad
en grado mínimo sufren un dolor invalidante. Con frecuencia, el dolor menstrual debido a la
endometriosis no aparece hasta años después de desarrollar la enfermedad. En algunos casos,
se constata dolor durante el coito (dispareunia), antes o durante la menstruación.
El tejido endometrial adherido al intestino grueso o a la vejiga urinaria puede provocar
hinchazón abdominal, dolor durante las deposiciones, hemorragia rectal durante la
menstruación o dolor en la parte inferior del abdomen durante la micción. Así mismo, cuando
el tejido se localiza en un ovario o una estructura cercana puede dar lugar a la formación de
una masa llena de sangre (endometrioma). En ocasiones, el endometrioma se rompe
bruscamente o se escapa algo de su contenido, lo que causa un agudo y repentino dolor
abdominal.
Diagnóstico
El médico puede sospechar la existencia de endometriosis cuando una mujer presenta los
síntomas típicos o una infertilidad inexplicada. La exploración física puede ser normal, pero
en ocasiones la mujer puede sentir dolor durante la palpación del abdomen o el médico puede
notar la presencia de una masa de tejido detrás del útero o cerca de los ovarios.
Excepcionalmente, se observa tejido endometrial en la vulva, el cuello uterino, la vagina, el
ombligo o en las cicatrices quirúrgicas.
En general, la confirmación del diagnóstico
requiere la visualización de trozos de tejido
endometrial. Generalmente, el médico
inspecciona la cavidad abdominal con un tubo de
fibra óptica (un laparoscopio) introducido dentro
de la cavidad abdominal a través de una pequeña
incisión justo por debajo del ombligo. En
algunos casos, no es fácil reconocer la
endometriosis y sólo se puede establecer el
diagnóstico mediante una biopsia (la extracción
de una pequeña muestra de tejido para su
examen al microscopio en el laboratorio), que en
general se practica durante la endoscopia.
Se pueden emplear otros procedimientos, como una ecografía, un enema opaco con bario, una
tomografía computadorizada (TC) y una resonancia magnética (RM), para determinar el
alcance de la enfermedad y seguir su curso, pero su utilidad diagnóstica es limitada. Ciertos
análisis de sangre que detectan marcadores de endometriosis, como el CA-125 y los
anticuerpos frente al tejido endometrial, también pueden facilitar el seguimiento de la
evolución del trastorno. Sin embargo, como estos marcadores pueden ser elevados en muchas
otras enfermedades, no son útiles a la hora de confirmar el diagnóstico.
Existen determinados criterios para clasificar la endometriosis que se basan en la localización
del tejido endometrial, si está en la superficie o en el interior de un órgano, y en su grosor.
Tras considerar todos estos factores, se puede clasificar la enfermedad como mínima, leve,
moderada o grave. También pueden realizarse pruebas para determinar si la endometriosis
afecta a la fertilidad de la mujer.
Tratamiento
Dolor mamario
Quistes
Los quistes son bolsas llenas de líquido que se desarrollan en la mama y que pueden palparse
con facilidad.
La causa de los quistes mamarios se desconoce, a pesar de que pueden estar en relación con
las lesiones. Cuando los quistes provocan dolor, éste se puede aliviar drenando el líquido que
contengan con una aguja delgada. El médico observa el color y la cantidad del líquido y lo
envía a un laboratorio para examinarlo al microscopio; así mismo, comprueba si el quiste
desaparece una vez que se ha vaciado. Si el contenido es sanguinolento, es de color marrón o
turbio o el quiste reaparece antes de 12 semanas después del drenaje, se extirpa
quirúrgicamente en su totalidad porque, aunque excepcionalmente, cabe la posibilidad de que
se desarrolle un cáncer en la pared del quiste.
Fibromas mamarios
En general, estos bultos pueden extirparse quirúrgicamente sólo con anestesia local, pero
recidivan con frecuencia. Después de la extirpación de varios tumores y de comprobar que son
benignos, la mujer y su médico pueden decidir dejar de extirpar otros que puedan aparecer de
nuevo.
Otras clases de masas sólidas mamarias benignas son el endurecimiento del tejido glandular
(adenosis esclerosante) y tejido cicatricial que reemplaza al tejido adiposo lesionado (necrosis
grasa). El diagnóstico requiere la toma de muestras de tejido (biopsia) y su posterior examen.
El hecho de que salga secreción por el pezón no es necesariamente algo anormal, incluso en
las mujeres posmenopáusicas. Menos del 10 por ciento de las mujeres con este trastorno tiene
un cáncer. De todas formas, cualquier secreción por el pezón debería ser valorada por un
médico.
Una secreción sanguinolenta casi siempre está causada por un tumor benigno en el conducto
mamario (papiloma intraductal). Algunos pueden palparse, mientras que otros pueden
detectarse mediante una mamografía. Si una mujer está preocupada por la secreción,
generalmente el médico puede extirpar el bulto en la consulta con anestesia local. Por otro
lado, una secreción lechosa (galactorrea) en una mujer que no acaba de dar a luz suele indicar
un problema hormonal.
Las infecciones mamarias (mastitis) son poco frecuentes, excepto en períodos próximos al
alumbramiento o tras una lesión. En ocasiones, el cáncer de mama produce unos síntomas
similares a los de una infección mamaria.
Una mama infectada tiene un aspecto rojizo e hinchado, es dolorosa al tacto y se nota caliente.
El tratamiento adecuado es la administración de antibióticos.
Un absceso mamario, que es más raro, es una acumulación de pus en la mama y puede
aparecer cuando una infección mamaria no recibe tratamiento. Se trata con antibióticos y, en
general, se drena quirúrgicamente.
Cáncer de mama
El cáncer de mama se clasifica según la clase de tejido en el que comienza y también según su
extensión. El cáncer se origina en las glándulas mamarias, los conductos mamarios, el tejido
adiposo o el tejido conjuntivo. Los distintos tipos de cáncer de mama avanzan de forma
diferente y las generalizaciones acerca de ciertas variedades en particular se basan en
similitudes en cuanto a cómo son descubiertos, cómo avanzan y cómo se tratan. Algunos
crecen de forma muy lenta y se extienden hacia otras partes del cuerpo (dan lugar a
metástasis) sólo después de haber crecido mucho; otros son más agresivos y crecen y se
extienden con rapidez. Sin embargo, el desarrollo de una misma clase de cáncer puede ser
diferente entre una mujer y otra. Sólo el médico que ha examinado a una mujer y ha estudiado
su historial médico está capacitado para abordar aspectos específicos del cáncer de mama que
atañen a dicha mujer.
El carcinoma in situ, que significa cáncer localizado, es un cáncer precoz que no ha invadido
ni se ha extendido más allá de su punto de origen. El carcinoma in situ representa más del 15
por ciento del total de los cánceres de mama diagnosticados en algunos países.
Alrededor del 90 por ciento de todos los cánceres de mama se inician en los conductos
mamarios o en las glándulas mamarias. El carcinoma ductal in situ comienza en las paredes de
los conductos mamarios y puede aparecer antes o después de la menopausia. Esta clase de
cáncer, ocasionalmente, puede notarse como un bulto y en las mamografías pueden observarse
diminutas partículas de calcio en su interior (microcalcificaciones). A menudo el carcinoma
ductal in situ se detecta mediante una mamografía antes de que sea lo bastante grande como
para ser palpado. En general, se limita a un área bien delimitada de la mama y puede
extirparse por completo mediante una intervención quirúrgica. Si sólo se extirpa el carcinoma
in situ, alrededor del 25 al 35 por ciento de las mujeres desarrolla un cáncer invasivo, en
general en la misma mama.
El carcinoma lobular in situ, que se origina en las glándulas mamarias, habitualmente se
desarrolla antes de la menopausia. Esta clase de cáncer, que no puede palparse ni verse en las
mamografías, con frecuencia se detecta al practicar una mamografía con motivo de un bulto u
otra alteración distinta al carcinoma lobular in situ. Entre el 25 y el 30 por ciento de las
mujeres que lo tienen desarrolla cáncer de mama invasivo (a veces después de un período de
tiempo tan largo como 40 años) en la misma mama, en la otra o en ambas.
Los cánceres de mama invasivos, que pueden extenderse y destruir otros tejidos, pueden ser
localizados (confinados en la mama) o metastásicos (que se han extendido hacia otras partes
del cuerpo). Alrededor del 80 por ciento de los cánceres de mama invasivos son ductales y
alrededor del 10 por ciento lobulares; el pronóstico para ambos cánceres es similar. Otras
variedades de cáncer menos frecuentes, como el carcinoma medular y el tubular (que se
inician en las glándulas mamarias), tienen un pronóstico algo mejor.
Factores de riesgo
Parte del temor acerca del cáncer de mama se basa en la mala información y los
malentendidos con respecto a sus riesgos. Por ejemplo, la frase que afirma: "Una de cada ocho
mujeres tendrán cáncer de mama" induce a confusión, ya que es una cifra estimativa que se
calcula en mujeres desde su nacimiento hasta los 95 años de edad o incluso más, lo que
significa que, en teoría, una de cada ocho mujeres que vivan hasta los 95 años tendrán cáncer
de mama. Sin embargo, el riesgo es mucho menor en las más jóvenes. Una mujer de 40 años
tiene una posibilidad entre 1 200 de desarrollar la enfermedad al año siguiente. Incluso este
dato debería situarse en su contexto adecuado, porque incluye a todas las mujeres y, aunque en
algunas el riesgo sea mayor, en la mayoría el riesgo es incluso menor.
Las mujeres que tienen más factores de riesgo para el cáncer de mama tienen más
probabilidades de desarrollarlo, pero pueden tomar medidas preventivas, como someterse a
exámenes periódicos. La única medida de probado valor para reducir el riesgo de morir de
cáncer de mama es someterse de forma regular a mamografías después de los 50 años. Sin
embargo, estudios recientes sugieren que el ejercicio regular, en particular durante la
adolescencia y la juventud, así como posiblemente el control del peso, reducen el riesgo de
desarrollar cáncer de mama.
Síntomas
En general, el dolor de mama sin que exista un bulto no es un signo de cáncer, a pesar de que
alrededor del 10 por ciento de las mujeres que padecen este cáncer sienten dolor sin que se
palpe ninguna masa.
Al principio, una mujer que tiene cáncer de mama no suele presentar síntomas.
Habitualmente, el primer síntoma es un bulto que, con frecuencia, se nota diferente al tacto del
tejido mamario que lo rodea. En más del 80 por ciento de los casos de cáncer de mama, la
mujer descubre el bulto por sí sola. Los bultos dispersos, sobre todo los que aparecen en la
zona superior y externa de la mama, por lo general, no son cancerosos. En cambio, un
engrosamiento duro, que se diferencia del resto, y que se nota sólo en una de las mamas,
puede ser un signo de cáncer.
En sus primeras fases, el bulto puede desplazarse libremente bajo la piel cuando se hace
mover con los dedos. En fases más avanzadas, el bulto habitualmente se adhiere a la pared
torácica o a la piel que lo recubre. En estos casos, el bulto no se puede desplazar en absoluto,
o bien no puede moverse separadamente de la piel que lo recubre. El cáncer avanzado se
caracteriza por la aparición de grandes protuberancias o úlceras que supuran. En ciertos casos,
la piel que recubre el bulto presenta hoyuelos y tiene la consistencia del cuero, aunque no se
modifique su color: es la denominada piel de naranja.
En el cáncer de mama inflamatorio, una clase de cáncer particularmente grave aunque poco
frecuente, la mama parece estar infectada: está caliente, roja e inflamada. A menudo no puede
palparse ningún bulto en la mama.
Detección
Como el cáncer de mama rara vez produce síntomas en sus primeras fases, su detección
precoz es muy importante, ya que aumenta la probabilidad de que el tratamiento tenga éxito.
La autoexploración sistemática puede permitir que la mujer detecte bultos en esa primera fase.
A pesar de que aún no se ha probado que ello reduzca el índice de mortalidad por cáncer de
mama o que sea igual de eficaz a la hora de detectar cáncer precoz que una mamografía
sistemática, la autoexploración permite la detección de tumores más pequeños de los que un
médico o una enfermera son capaces de detectar, porque esta maniobra se repite con
regularidad y la mujer se familiariza más con sus senos. Además, en general el pronóstico de
estos tumores es mejor y es más fácil su tratamiento mediante una cirugía conservadora de la
mama.
Cómo realizar una autoexploración mamaria
1. Una vez de pie frente al espejo, observe las mamas. Por lo general éstas difieren ligeramente en tamaño. Busque cambios en la diferencia de tamaño entre
las mamas y cambios en los pezones, como un hundimiento (pezón invertido) o una secreción. Busque rugosidades o depresiones.
2. Observando atentamente en el espejo, entrelace las manos por detrás de la cabeza, y presiónelas contra ella. Esta posición ayuda a detectar los sutiles
cambios que puede provocar el cáncer. Busque cambios en la forma y el contorno de las mamas, sobre todo en la parte inferior de cada una.
3. Coloque las manos firmemente sobre las caderas e inclínese ligeramente hacia el espejo, llevando hombros y codos hacia adelante. Nuevamente, busque
cambios en la forma y el contorno de las mamas.
Muchas mujeres realizan la siguiente etapa del examen en la ducha porque las manos se deslizan con facilidad sobre la piel mojada y resbaladiza.
Diagnóstico
Cuando se localiza un bulto que puede ser canceroso, se realiza una biopsia, ya sea extrayendo
algunas células aspirándolas con una aguja (biopsia por aspiración), obteniendo una pequeña
porción de tejido (biopsia por incisión) o extirpando la totalidad del bulto (biopsia por
exéresis). La mayoría de las mujeres no necesitan ser hospitalizadas y, por lo general, sólo se
precisa anestesia local.
Cirugía para el cáncer de mama
El cáncer de mama puede ser tratado con varias opciones quirúrgicas, que incluyen extirpar la totalidad de la mama (mastectomía) o sólo el tumor y la zona
de tejido normal que lo rodea (cirugía conservadora de la mama). Los tipos de cirugía de conservación de la mama incluyen la lumpectomía, en la que se
extirpa una pequeña cantidad de tejido normal; la escisión profunda o mastectomía parcial, en la que se extirpa algo más de la porción de tejido normal
circundante, y la cuadrantectomía, en la que se extirpa una cuarta parte del seno.
Tratamiento
Como aún hay muchos aspectos desconocidos del cáncer de mama y ningún tratamiento de
forma individual funciona de manera totalmente eficaz, existen distintas opiniones sobre cuál
es el tratamiento más apropiado. Por tanto, las preferencias de la mujer y de su médico
influyen en las decisiones terapéuticas. Una mujer con cáncer de mama tiene derecho a recibir
una clara explicación de lo que se conoce acerca de la enfermedad y también de lo que aún se
desconoce, así como a disponer de una completa descripción de las opciones de tratamiento.
De este modo, la mujer podrá aceptar o rechazar las diferentes opciones.
Los médicos buscan continuamente formas de mejorar el pronóstico de sus pacientes. Por ello,
es frecuente que pidan a una mujer con cáncer de mama que participe en estudios que
investigan si una nueva combinación de tratamientos puede mejorar los índices de
supervivencia o la calidad de vida.
Para los cánceres que parecen confinados a la mama (localizados), el tratamiento es casi
siempre quirúrgico y se realiza poco después del diagnóstico, con el fin extirpar la mayor
cantidad posible de tumor. Existen varias opciones quirúrgicas, pero la decisión principal
atañe a si se debe extirpar la totalidad de la mama (mastectomía) o sólo el tumor y un área de
tejido normal circundante (cirugía conservadora de la mama).
La cirugía conservadora de la mama, que deja la mayor cantidad posible de mama intacta,
puede consistir en extirpar el tumor junto a una mínima cantidad de tejido circundante normal
(lumpectomía), extirpar el tumor con un poco más de tejido normal circundante (escisión
amplia o mastectomía parcial) o extirpar un cuarto de la mama (cuadrantectomía). La
extirpación del tumor y cierta parte del tejido normal representa la mejor posibilidad de evitar
que el cáncer recidive. Los índices de supervivencia de las mujeres a las que se les ha
extirpado la totalidad de la mama y de las sometidas a una cirugía conservadora de la mama
más radioterapia son idénticos durante al menos los primeros 20 años después de la
intervención.
La mayor ventaja de combinar el procedimiento quirúrgico con la radioterapia es estética, ya
que ayuda a conservar la imagen corporal. Sin embargo, esta ventaja desaparece si el tumor es
grande en relación con la mama, puesto que extirpar un área de tejido normal, para el control
del cáncer a largo plazo, supone eliminar la mayor parte de la mama. La cirugía conservadora
de la mama es en general más eficaz cuando los tumores son pequeños. En alrededor del 15
por ciento de los casos en que se aplica esta cirugía, la cantidad de tejido que se extrae es tan
pequeña que casi no se puede notar diferencia alguna entre la mama operada y la que no lo ha
sido. No obstante, lo más frecuente es que las mamas operadas se reduzcan un poco y su
contorno sufra algunas alteraciones.
Por lo general, los efectos secundarios de la radioterapia que acompaña a la cirugía
conservadora de la mama no producen dolor y tampoco duran demasiado. La piel puede
presentar cierto enrojecimiento o formarse ampollas. Así mismo, menos del 5 por ciento de las
mujeres tratadas con radioterapia sufre fracturas de costillas que causan molestias menores, y
del 10 al 20 por ciento desarrolla inflamación pulmonar leve al cabo de 3 a 6 meses de haber
completado el tratamiento. Finalmente, durante unas 6 semanas como máximo, tienen una tos
seca y sensación de falta de aire durante la actividad física.
En una mastectomía simple, el médico extirpa la totalidad del tejido mamario, pero deja el
músculo subyacente intacto y suficiente piel como para cubrir la herida. La mama se
reconstruye con mucha más facilidad si los músculos pectorales y otros tejidos que se
encuentran debajo de la misma quedan intactos. Se recurre a este procedimiento para tratar un
cáncer invasivo extendido dentro de los conductos mamarios, porque esta clase de cáncer a
menudo recidiva en la misma mama si se opta por la cirugía conservadora. Los ganglios
linfáticos de la axila también pueden extraerse para determinar si algunas células cancerosas
se han extendido más allá de la mama; este procedimiento recibe el nombre de mastectomía
simple más resección ganglionar o mastectomía radical modificada. La radioterapia de
seguimiento o complementaria, que se aplica después de la cirugía, reduce en gran medida el
riesgo de que el cáncer redicive en la pared torácica o en los ganglios linfáticos cercanos, pero
no mejora los índices generales de supervivencia, porque probablemente el cáncer se ha
extendido hacia otras partes del organismo aunque no se haya detectado (metástasis). Las
mujeres a las que se les ha practicado una mastectomía simple viven tanto como las que han
sido sometidas a una mastectomía radical, en la que se extirpan los músculos pectorales
subyacentes y otros tejidos.
Para establecer el pronóstico, durante la intervención quirúrgica pueden extraerse los ganglios
linfáticos cercanos o sólo una muestra de los mismos para ser examinados. Las posibilidades
de supervivencia a largo plazo son mucho mejores si no se encuentran células cancerosas en
los ganglios linfáticos.
El tamaño del tumor y la presencia de células tumorales en un ganglio linfático son factores
que influyen en la decisión de usar quimioterapia y fármacos bloqueadores de las hormonas.
Algunos médicos defienden que cuando existen tumores de menos de 1,5 centímetros de
diámetro, la cirugía casi siempre elimina totalmente el cáncer y no hace falta ningún otro
tratamiento. Si el tumor tiene más de 6 centímetros de diámetro, en general, se aplica
quimioterapia después de la cirugía. Si el tumor tiene 9 centímetros de diámetro o más, puede
administrarse quimioterapia antes de la intervención quirúrgica.
La mujer con un carcinoma lobular in situ puede tan sólo ser sometida a una estrecha
vigilancia o bien ser tratada de inmediato con la resección de ambas mamas (mastectomía
bilateral). La mayoría de médicos consideran que el carcinoma lobular in situ no es un cáncer,
sino que más bien constituye un signo de que la mujer tiene un mayor riesgo de desarrollar
cáncer de mama. Sólo alrededor del 25 al 30 por ciento de las pacientes con este trastorno
desarrolla cáncer de mama invasivo y aún menos mueren de él, por lo que muchas mujeres
optan por no recibir tratamiento alguno. En caso contrario, si deciden someterse a un
tratamiento para reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama, es necesario extirpar ambas
mamas, porque el cáncer no siempre se desarrolla en la misma área o en la misma mama que
el carcinoma lobular in situ. Si la mujer desea un tratamiento que no sea la mastectomía, el
fármaco que bloquea la acción de las hormonas que se usa con más frecuencia es el
tamoxifeno. Otra opción es extirpar los ovarios en las mujeres que todavía menstrúan, pero no
está claro si este procedimiento es tan eficaz o más que el tratamiento antihormonal.
La mayoría de las mujeres con carcinoma ductal in situ casi nunca presentan una recurrencia
después de una mastectomía simple. Muchas se someten a la simple extirpación del tumor
(lumpectomía), en ocasiones en combinación con radioterapia. Estas mujeres tienen más
posibilidades de desarrollar otro cáncer en la mama, pero no existe evidencia de que tengan
una mayor mortalidad por dicho cáncer que cuando se realiza una mastetomía simple.
Las mujeres con un cáncer de mama inflamatorio habitualmente reciben un tratamiento
combinado de quimioterapia y radioterapia.
Reconstrucción mamaria. Para reconstruir una mama puede realizarse un implante de silicona
o de suero salino, o bien puede cogerse tejido de otras partes del cuerpo. Es posible que la
mujer opte por una reconstrucción en el mismo acto quirúrgico en el que se le practica la
mastectomía, pero eso supone estar bajo los efectos de la anestesia durante mucho más tiempo
y que el cirujano general y el cirujano plástico deberán operar de forma conjunta y bien
coordinados. Por otro lado, se puede realizar la reconstrucción más tarde, pero esta opción
supone administrar anestesia por segunda vez.
Recientemente, se ha cuestionado la seguridad de los implantes de silicona. En ocasiones, la
bolsa en la que se encuentra la silicona tiene pequeñas pérdidas. Como resultado, el implante
se endurece, provoca molestias y tiene un aspecto menos atractivo. Además, en ciertos casos
puede pasar algo de silicona a la sangre. De todos modos, no se sabe si esta silicona que se
escapa puede causar cáncer en otras partes del organismo o enfermedades raras como el lupus.
Se dispone de muy pocos datos que apoyen que la pérdida de silicona sea capaz de producir
efectos; sin embargo, esto no está totalmente descartado,y el uso de silicona ha disminuido, en
especial entre las mujeres que no han tenido cáncer de mama.
Quimioterapia de mantenimiento y fármacos que bloquean la acción hormonal. La
quimioterapia, que destruye las células cancerosas, o la administración de fármacos que
bloquean la acción de las hormonas que estimulan el crecimiento de las células cancerosas, a
menudo se inician poco después de la cirugía y se continúan durante meses o años. Estos
tratamientos retrasan la recidiva del cáncer y prolongan la supervivencia en la mayoría de las
mujeres. En algunas, incluso tienen efectos curativos, pero esto aún no se sabe con certeza. El
tratamiento con diversos fármacos quimioterapéuticos suministrados simultáneamente
suprime las recurrencias con más eficacia que un tratamiento con un solo fármaco; sin
embargo, sin la cirugía ni la radioterapia, la quimioterapia aislada no cura el cáncer de mama.
Los efectos secundarios de la quimioterapia son vómitos, náuseas o cansancio, llagas en la
boca o pérdida temporal del cabello (alopecia). En realidad los vómitos prácticamente no
representan ningún problema, debido a la acción de fármacos como el ondansetrón. Si no se
administran estos fármacos, la mujer puede vomitar entre una y seis veces en un período de 1
a 3 días después de recibir la quimioterapia. La intensidad y la duración de los episodios
varían, según los fármacos utilizados y dependiendo de cada paciente. Además, la mujer
sometida a quimioterapia puede estar inusualmente expuesta a infecciones y hemorragias
durante varios meses. En la mayoría de los casos, estos efectos secundarios acaban por
desaparecer, si bien las infecciones y las hemorragias causan la muerte en 1 o 2 de cada 1 000
mujeres tratadas con quimioterapia.
El tamoxifeno es un fármaco que bloquea la acción de las hormonas y que se administra como
tratamiento de mantenimiento después de la cirugía de mama. En las mujeres de 50 años o
más, el tamoxifeno incrementa la probabilidad de supervivencia en los primeros 10 años
después de realizado el diagnóstico en alrededor del 20 al 25 por ciento. Esta sustancia, que
está químicamente relacionada con los estrógenos, presenta algunos de los efectos de la
terapia sustitutiva de los mismos (los favorables y los desfavorables), como la posibilidad de
reducir el riesgo de desarrollar osteoporosis o de morir de una enfermedad del corazón, o el
incremento de las posibilidades de desarrollar cáncer de útero. Sin embargo, a diferencia de la
terapia sustitutiva de estrógenos, el tamoxifeno no disminuye los sofocos ni mejora la
sequedad vaginal que aparece después de la menopausia.
El cáncer de mama puede extenderse (dar lugar a metástasis) hacia cualquier zona del
organismo. Las áreas más frecuentes son los pulmones, el hígado, los huesos, los ganglios
linfáticos y la piel. El cáncer puede aparecer en estas áreas años o incluso décadas después del
diagnóstico (y tratamiento) del cáncer de mama. Si se ha extendido a un área, probablemente
se haya extendido a otras también, aunque todavía no se haya descubierto.
La reconstrucción de la mama
Una vez que se extirpa un tumor mamario y el tejido que lo rodea (mastectomía), se puede reconstruir la mama mediante un implante salino, de silicona o, en
una operación más compleja, tejido extraído de otras zonas del cuerpo de la mujer, por lo general el abdomen.
En muchas mujeres, una mama reconstruida parece más normal que la tratada con radioterapia, en especial si el tumor era grande. Si se usa un implante
salino o de silicona y se ha dejado suficiente piel para cubrirlo, la sensibilidad de la piel que recubre el implante es relativamente normal, pero al tacto ningún
tipo de implante se asemeja al tejido mamario. Si se usa tejido de otras partes del cuerpo, se pierde gran parte de la sensibilidad de la piel ya que ésta
también pertenece a otra parte del organismo; no obstante, esta clase de implante se parece más al tejido mamario que un implante salino
o de silicona.
La enfermedad de Paget del pezón es una clase de cáncer de mama que aparece como una
llaga con costras, una erosión o una secreción por el pezón.
Como causa pocas molestias, puede pasar desapercibida durante un año o más antes de que la
mujer consulte con el médico. El diagnóstico suele efectuarse extrayendo y examinando una
pequeña porción de tejido del pezón, pero en otros casos suele ser suficiente el examen al
microscopio de una muestra de la secreción del pezón. Poco más de la mitad de las mujeres
que tienen este cáncer también tienen un bulto en la mama que se puede palpar. Esta
enfermedad tiene dos formas: in situ o invasiva.
En general, el tratamiento de la enfermedad de Paget del pezón consiste en la realización de
una mastectomía simple con extirpación de los ganglios linfáticos. Con menos frecuencia,
puede ser suficiente la escisión del pezón y de parte del tejido normal circundante. El
pronóstico depende de lo invasivo y grande que sea el cáncer y de si se ha extendido hacia los
ganglios linfáticos.
Cistosarcoma filodes
El cistosarcoma filodes es una variedad relativamente rara de tumor de mama que puede ser
canceroso.
Estos tumores rara vez se extienden hacia otras áreas, pero tras su extirpación quirúrgica
tienden a reaparecer en el mismo lugar. El tratamiento habitual consiste en extirpar el tumor y
una porción bastante amplia de tejido normal circundante (escisión amplia). Si el tumor es
grande en relación con la mama, puede realizarse una mastectomía simple.
CAPITULO 239
Cánceres del aparato reproductor femenino
El cáncer puede aparecer en cualquier zona del aparato reproductor femenino: la vulva, la
vagina, el cuello uterino, el útero, las trompas de Falopio o los ovarios.
Cáncer de útero
Síntomas y diagnóstico
Las hemorragias provenientes del útero anormales son el síntoma inicial más frecuente. La
hemorragia puede producirse después de la menopausia, o bien puede ser una hemorragia
recurrente, irregular o copiosa en las mujeres que todavía están menstruando. Una de cada tres
mujeres con hemorragia uterina después de la menopausia tiene este tipo de cáncer. Debido a
que puede tratarse de un cáncer, una hemorragia anormal por la vagina después de la
menopausia requiere una pronta atención médica.
Hemorragia uterina anormal
El cáncer de útero o de cuello uterino puede ser una causa de hemorragia uterina anormal.
Para diagnosticar este cáncer se usan varios métodos. La prueba de Papanicolaou (Pap), que
detecta la presencia de células cancerosas en el cuello del útero, puede ser de utilidad, aunque
puede pasar por alto dichas células en una de cada tres ocasiones cuando se trata de un cáncer
del útero. En consecuencia, en estos casos los médicos también pueden realizar una biopsia de
endometrio o un legrado, mediante los cuales se extrae una muestra de tejido del revestimiento
interno del útero para examinarlo al microscopio.
Si los resultados de la biopsia o del legrado confirman la presencia de un cáncer endometrial,
pueden realizarse pruebas adicionales para saber si se ha extendido más allá del útero. Las
siguientes exploraciones pueden proporcionar información útil y al mismo tiempo pueden
ayudar a establecer el tratamiento más adecuado: la ecografía, la tomografía computadorizada
(TC), una cistoscopia (una exploración de la vejiga urinaria mediante un tubo), el enema con
papilla de bario, una radiografía de tórax, una pielografía intravenosa (una radiografía que
permite ver los riñones y los uréteres), una gammagrafía de los huesos y del hígado, una
sigmoidoscopia (un examen del recto a través de un tubo) y una linfografía (una radiografía de
los vasos linfáticos a los que se ha inyectado un contraste). No todas estas pruebas resultan
necesarias en todos los casos.
Tratamiento
La histerectomía, que consiste en la extirpación quirúrgica del útero, es la base del tratamiento
de una mujer con este tipo de cáncer. Si el cáncer no se ha extendido más allá del útero, la
histerectomía es casi siempre curativa. Durante la operación, el cirujano generalmente extirpa
las trompas de Falopio, los ovarios (salpingooforectomía) y los ganglios linfáticos adyacentes.
A continuación, un patólogo examina todos estos tejidos para descubrir si el cáncer se ha
extendido y hasta dónde puede haberlo hecho, y de esta manera poder establecer si es
necesaria la radioterapia después de la intervención quirúrgica.
Aunque el cáncer parezca limitado, el médico puede aconsejar la administración de fármacos
(quimioterapia) después de la cirugía, por si aún quedaran algunas células cancerosas que no
se hubieran detectado. Por lo general, se emplean hormonas que interrumpen el crecimiento
del cáncer. La administración de progestágenos (a partir de la progesterona, una hormona
femenina que bloquea los efectos del estrógenos, y otras hormonas similares) suele dar buenos
resultados.
Si el cáncer se ha extendido por fuera del útero, es posible que se necesiten dosis más altas de
progestágenos, ya que reducen el tamaño del cáncer hasta el 40 por ciento de las mujeres con
metástasis y controlan su extensión durante 2 a 3 años. El tratamiento puede continuarse
indefinidamente si es eficaz. Los efectos secundarios de estos fármacos incluyen aumento de
peso por la retención de líquidos y a veces depresión.
Si el cáncer se ha extendido o no responde al tratamiento hormonal, pueden añadirse otros
fármacos (como ciclofosfamida, doxorrubicina y cisplatino). Estos fármacos, que son mucho
más tóxicos que los progestágenos, tienen muchos efectos secundarios. Por este motivo, antes
de elegir un determinado tratamiento se sopesan cuidadosamente los riesgos y los beneficios
de la quimioterapia anticancerosa.
Del total de las mujeres afectadas, casi dos tercios sobreviven y no presentan evidencia de
cáncer 5 años después del diagnóstico, menos de un tercio fallecen a causa de esta enfermedad
y casi una décima parte sobreviven más tiempo, aunque siguen teniendo el cáncer. Si el cáncer
se descubre en sus primeras fases, casi el 90 por ciento de las mujeres tiene una esperanza de
vida de al menos 5 años y la mayoría se cura. El índice de supervivencia es mayor en las
mujeres más jóvenes, en aquellas cuyo cáncer no ha sobrepasado el útero y cuando el cáncer
es un crecimiento más lento.
El cuello interno del útero o cérvix es el extremo inferior del útero, el cual llega hasta el
interior de la vagina. De los cánceres que afectan al aparato reproductor femenino, el cáncer
cervical (carcinoma cervical) es el segundo más frecuente entre todas las mujeres y el más
frecuente entre las mujeres más jóvenes. En general afecta a mujeres entre 35 y 55 años. Este
tipo de cáncer puede estar ocasionado por un virus (el papilomavirus humano) que se contagia
a través de las relaciones sexuales.
El riesgo de cáncer cervical parece que es mayor a medida que disminuye la edad en que la
mujer tuvo su primera relación sexual y también aumenta en relación con el mayor número de
parejas sexuales. El hecho de no hacerse una prueba de Papanicolaou (Pap) regularmente
también aumenta el riesgo.
Casi el 85 por ciento de los cánceres cervicales
son carcinomas de células escamosas, que se
desarrollan en las células escamosas, planas y
similares a la piel que recubren el exterior del
cuello interno del útero. La mayoría de los
demás cánceres se desarrollan a partir de células
glandulares (adenocarcinomas) o de una
combinación de distintos tipos de células
(carcinomas adenoescamosos).
Cuando el cáncer cervical invade el cuello
uterino, penetra en la rica red de diminutos
vasos sanguíneos y linfáticos que tapizan su
interior y en consecuencia se disemina a otras
partes del organismo. De este modo, el cáncer
puede extenderse hacia áreas distantes o
cercanas del cuello uterino.
Síntomas y tratamiento
Los síntomas incluyen pequeñas pérdidas entre las menstruaciones o hemorragias después del
coito. Es posible que la mujer no tenga ningún dolor ni síntoma hasta las últimas fases de la
enfermedad, pero las Pap realizadas sistemáticamente pueden detectar el cáncer cervical de
forma precoz. El cáncer cervical comienza con cambios lentos y progresivos en las células
normales y tarda varios años en desarrollarse. Estos cambios progresivos se observan al
microscopio colocando las células extraídas mediante la técnica Pap sobre un portaobjetos.
Los patólogos han descrito estos cambios en distintos estadios que van desde la normalidad
hasta el cáncer invasivo.
La Pap puede detectar de forma exacta y poco costosa hasta un 90 por ciento de los cánceres
cervicales, incluso antes de que aparezcan los síntomas. En consecuencia, el número de
muertes por esta enfermedad se ha reducido en más del 50 por ciento. Es recomendable que
las mujeres se hagan su primera Pap cuando comienzan a ser sexualmente activas o a partir de
los 18 años y que lo repitan sucesivamente una vez al año. Si los resultados son normales
durante 3 años consecutivos, entonces la prueba puede espaciarse y realizarla cada 2 o 3 años,
siempre que no se cambie el hábito de vida. Si todas las mujeres se sometieran a la Pap de
forma periódica, podrían eliminarse las muertes causadas por esta clase de cáncer. Sin
embargo, casi el 40 por ciento de las mujeres de los países desarrollados no se hace la prueba
regularmente.
Si se encuentra una masa, una úlcera u otra formación sospechosa sobre el cuello uterino
durante una exploración pélvica, o si los resultados de las Pap indican una anomalía o cáncer,
se debe realizar una biopsia (extracción de una muestra de tejido para examinarla al
microscopio). La muestra de tejido se obtiene durante una colposcopia, en la que se usa un
tubo de visualización con una lente de aumento (colposcopio) para examinar el cuello interno
del útero minuciosamente y escoger el lugar idóneo de la biopsia. Se realizan dos clases de
biopsia: la biopsia en sacabocados, en la que se extrae una diminuta porción del cuello uterino
que se selecciona visualmente con el colposcopio, y el legrado endocervical, en el que se raspa
el tejido del canal del cuello inaccesible visualmente. Ambos procedimientos son un poco
dolorosos y producen una pequeña hemorragia, aunque juntos suelen proporcionar suficiente
tejido para que el patólogo establezca un diagnóstico. Si éste no resulta claro, se realiza una
conización, en la que se extrae una mayor porción de tejido. Por lo general, esta biopsia se
realiza mediante escisión electroquirúrgica en la propia consulta del médico.
Una vez que se ha establecido el diagnóstico, se deben determinar el tamaño y la localización
exacta del cáncer (es decir, se realiza un estadiaje). El proceso se inicia con una exploración
física de la pelvis y varias pruebas (cistoscopia, radiografía de tórax, pielografía intravenosa,
sigmoidoscopia) para determinar si el cáncer cervical se ha extendido a otras estructuras
circundantes o a partes más distantes del cuerpo. Así mismo, pueden realizarse otras pruebas,
como una tomografía computadorizada, una enema con papilla de bario y radiografías de
huesos e hígado, dependiendo de las características de cada caso.
Tratamiento
Cáncer de ovario
El cáncer de ovario (carcinoma de ovario) se desarrolla sobre todo en las mujeres de entre 50
y 70 años; globalmente, alrededor de 1 de cada 7 mujeres desarrolla esta enfermedad. Es el
tercer cáncer más frecuente del aparato reproductor femenino, pero en cambio mueren más
mujeres de cáncer de ovario que de cualquier otro que afecte al aparato reproductor.
Los ovarios incluyen varios tipos de células, cada una de las cuales puede transformarse en
una clase distinta de cáncer. Se han identificado al menos 10 clases diferentes de cánceres
ováricos, por lo que el tratamiento y las perspectivas de recuperación difieren según el tipo
específico.
Las células ováricas cancerosas pueden extenderse directamente hasta el área que las rodea y
por el sistema linfático hacia otras partes de la pelvis y el abdomen. Las células cancerosas
también pueden propagarse por la circulación sanguínea y finalmente aparecen en puntos
distantes del cuerpo, sobre todo el hígado y los pulmones.
Tumor de ovario
El cáncer de ovario puede diseminarse a través de los ganglios linfáticos a otros órganos de la pelvis y del abdomen (1). Por la circulación sanguínea puede
diseminarse a órganos más distantes, principalmente el hígado (2) y los pulmones (3).
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
El tratamiento del cáncer de ovario es quirúrgico. El alcance de la cirugía depende del tipo
específico de cáncer y de su estadio. Si no se ha extendido más allá del ovario, es posible
extirpar sólo el ovario afectado y la trompa de Falopio del mismo lado. Cuando el cáncer se ha
propagado ya más allá del ovario, deben extirparse los dos ovarios y el útero, así como los
ganglios linfáticos de alrededor y todas aquellas estructuras circundantes por las que el cáncer
suele extenderse.
Después de la cirugía, puede administrarse radioterapia y quimioterapia para destruir
cualquier pequeña zona cancerosa residual. El cáncer de ovario que ya se ha diseminado (ha
dado lugar a metástasis) es difícil de curar.
Cinco años después del diagnóstico, el índice de supervivencia de las mujeres con las clases
más frecuentes de cáncer de ovario es del 15 al 85 por ciento. Este margen tan amplio refleja
diferencias en la agresividad de ciertos cánceres y en las distintas respuestas inmunológicas
entre unas mujeres y otras contra el cáncer.
Cáncer de vulva
La vulva está formada por los órganos reproductores femeninos externos. El cáncer o
carcinoma de vulva representa del 3 al 4 por ciento de todos los cánceres del aparato
reproductor femenino y, por lo general, aparece después de la menopausia. A medida que la
población vaya envejeciendo, se espera una mayor incidencia de esta enfermedad.
El cáncer de vulva es sobre todo un cáncer de piel localizado cerca o en el mismo orificio de
la vagina. Los mismos tipos de células que dan lugar al cáncer de piel (células escamosas y
basales) también están presentes en la mayoría de los cánceres de vulva. Alrededor del 90 por
ciento de estos cánceres son carcinomas de células escamosas y un 4 por ciento son
carcinomas de células basales. El 6 por ciento restante son cánceres raros (enfermedad de
Paget, cáncer de la glándulas de Bartholin, melanomas y otros).
Al igual que otros cánceres de piel, los de vulva se inician en la superficie y al principio no
crecen mucho más. A pesar de que algunos pueden ser agresivos, la mayoría crecen con
relativa lentitud. Ahora bien, si no se lleva a cabo ningún tratamiento pueden invadir la
vagina, la uretra o el ano y extenderse hacia la red de ganglios linfáticos del área afectada.
Síntomas y diagnóstico
Los cánceres de vulva pueden verse fácilmente y son como masas inusuales o úlceras que
aparecen cerca del orificio de la vagina o en el mismo orificio. Otras veces son como zonas de
tejido descamado o con alteraciones de la coloración; el tejido circundante puede retraerse y
arrugarse. Por lo general, la mujer siente un ligero malestar, aunque también puede notar
picor. Finalmente, pueden producirse hemorragias o pérdidas (secreción acuosa). Estos
síntomas indican la necesidad de una pronta asistencia médica.
Para establecer el diagnóstico es preciso realizar una biopsia. Después de anestesiar el lugar de
la biopsia, el médico extrae una pequeña cantidad de piel anormal para determinar si se trata
de un cáncer y no de una infección o de una simple irritación. Así mismo, la identificación de
la clase de cáncer, en caso de que exista, permite desarrollar la estrategia del tratamiento.
Tratamiento
Sólo alrededor del uno por ciento de los cánceres del aparato reproductor femenino aparece en
la vagina. El cáncer o carcinoma de vagina afecta a las mujeres de entre 45 y 65 años, y más
del 95 por ciento de estos cánceres son carcinomas de células escamosas y en consecuencia se
parecen a los cánceres de cuello uterino y de vulva. El carcinoma vaginal de células
escamosas puede estar producido por el papilomavirus humano, la misma clase de virus que
provoca verrugas genitales y cáncer cervical. El carcinoma de células claras, un cáncer de
vagina poco frecuente, aparece casi exclusivamente en mujeres cuyas madres tomaron el
fármaco dietilestilbestrol (DES) durante el embarazo.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
El tratamiento depende tanto de la localización del cáncer como de su tamaño. Sin embargo,
todos los cánceres vaginales pueden ser tratados con radioterapia.
Cuando el cáncer está localizado en el tercio superior de la vagina, el médico puede practicar
una histerectomía y extirpar los ganglios linfáticos pélvicos y la parte superior de la vagina, o
bien puede aplicar radioterapia. El cáncer localizado en el tercio medio de la vagina se trata
con radioterapia, mientras que si se sitúa en la parte inferior puede realizarse una extirpación
quirúgica o aplicar radioterapia.
El coito puede resultar difícil o imposible después del tratamiento del cáncer vaginal, a pesar
de que, en ocasiones, se puede construir una nueva vagina con injertos de piel o con parte del
intestino. El índice de supervivencia a los 5 años gira en torno al 30 por ciento.
Este cáncer es el más raro de todos los que afectan al aparato reproductor femenino. Los
síntomas son un cierto malestar abdominal y ocasionalmente una secreción acuosa o teñida de
sangre que proviene de la vagina. En general, se detecta una masa de gran tamaño en la pelvis
y el diagnóstico se realiza después de su extirpación. Casi siempre es necesario practicar una
histerectomía con extirpación de los ovarios y demás áreas circundantes, seguida de
quimioterapia. El pronóstico es similar al del cáncer de ovario.
Mola hidatiforme
Una mola hidatiforme es una masa tumoral formada por tejido de la placenta o de las
membranas.
Una mola hidatiforme se desarrolla a partir de células que quedan después de un aborto
espontáneo o de un embarazo completo, pero en la mayoría de los casos lo hace a partir de un
óvulo fecundado, el cual se desarrolla como un tumor anómalo independiente (embarazo
molar). Sólo en muy raras ocasiones, la placenta puede desarrollarse anormalmente si el feto
es normal. Más del 80 por ciento de las molas hidatiformes son benignas; no obstante, el 15
por ciento invade el tejido que las rodea (mola invasiva), y del 2 al 3 por ciento se disemina
por todo el organismo (coriocarcinoma).
El riesgo de que apareczan molas hidatiformes es mayor en las mujeres que quedan
embarazadas entre los 35 y los 45 años. Según algunas estadísticas, estas molas aparecen en
alrededor de 1 de cada 2 000 embarazos y, por razones desconocidas, son casi 10 veces más
frecuentes entre las asiáticas.
Síntomas y diagnóstico
Las molas hidatiformes suelen producir síntomas poco después de la concepción. La mujer
siente que está embarazada, pero el tamaño de su abdomen no se corresponde con el de un
embarazo normal, porque la mola que se encuentra en el útero crece rápidamente. Son
frecuentes náuseas y vómitos intensos y en ciertos casos también puede ocurrir hemorragia
vaginal; estos síntomas indican la necesidad de acudir al médico inmediatamente. Las molas
hidatiformes pueden causar graves complicaciones, como infecciones, hemorragia y toxemia
del embarazo.
Si la mujer tiene una mola hidatiforme en lugar de un embarazo normal, no se detectan
movimiento fetal ni latidos cardíacos. Durante el proceso de degeneración de la mola se
expulsan pequeñas cantidades de material similar a granos de uva por la vagina. El patólogo
puede examinar este material al microscopio para confirmar el diagnóstico.
El médico puede solicitar una ecografía para comprobar que se trata de una mola hidatiforme
y no de un feto o un saco amniótico (las membranas que contienen el feto y el líquido que lo
rodea). Pueden realizar análisis de sangre para medir la concentración de gonadotropina
coriónica humana (una hormona producida al comienzo del embarazo). Si existe una mola
hidatiforme, el valor es muy alto debido a que produce una gran cantidad de esta hormona.
Esta prueba es menos útil al inicio del embarazo, porque los valores de la hormona también
son altos.
Tratamiento
La infertilidad afecta a una de cada cinco parejas en algunos países desarrollados. Cada vez es
más frecuente, porque las parejas contraen matrimonio cuando son mayores y esperan más
tiempo para tener hijos. De todos modos, hasta el 60 por ciento de las parejas que no ha
concebido después de un año de intentarlo finalmente concebirán, con o sin tratamiento. La
meta del tratamiento es reducir el tiempo necesario para concebir.
A medida que la mujer tiene más años, menores son las probabilidades de quedar embarazada
y de que el embarazo llegue a buen término. Después de los 35 años, a la mujer ya no le queda
demasiado tiempo para resolver sus problemas de infertilidad antes de la menopausia.
Las principales causas de infertilidad incluyen problemas con el esperma, la ovulación, las
trompas de Falopio y el cuello uterino, así como otros factores no identificados. El diagnóstico
y el tratamiento de estos problemas requieren una revisión completa de ambos miembros de la
pareja.
Diagnóstico
Después de realizar una historia clínica y la exploración física, se debe practicar un análisis
del semen, la principal prueba para detectar la esterilidad masculina. El paciente no debe
eyacular durante 2 o 3 días antes del análisis. Se deben estudiar varias eyaculaciones,
generalmente tras una masturbación, que se recogen en un recipiente de cristal, si es posible
en el mismo laboratorio. Cuando es difícil obtener una muestra de semen con este
procedimiento, pueden usarse preservativos especiales que no contienen lubricantes ni
sustancias tóxicas para el esperma con el fin de reunir semen durante el coito. Así mismo, un
análisis que se base en dos o tres muestras separadas es más fiable.
Si la muestra de semen resulta anormal, se repite
el análisis, ya que las distintas muestras de un
mismo paciente varían en gran medida. Si el
resultado sigue siendo anormal, es necesario
descartar otras causas, como parotiditis, que
afecta a los testículos (orquitis parotídica), una
enfermedad o una fiebre prolongada en los 3
meses anteriores, lesiones en los testículos,
exposición a tóxicos industriales o ambientales,
administración de dietilestilbestrol o esteroides
anabolizantes y consumo de drogas o de alcohol.
Sin embargo, un bajo recuento de esperma
también puede ser debido a que haya pasado
demasiado poco tiempo desde la última eyaculación o que sólo se haya depositado parte del
semen en el recipiente recolector.
La exploración física intenta determinar anomalías físicas, como unos testículos que no han
descendido, y signos de trastornos hereditarios u hormonales que expliquen la esterilidad. Los
trastornos hormonales que reducen la producción de testosterona (hipogonadismo) pueden
originarse en los testículos o en otras glándulas, como la hipófisis.
Los centros de esterilidad realizan pruebas de la función y calidad espermáticas,
frecuentemente antes de considerar el uso de técnicas de reproducción asistida. Tales pruebas
pueden detectar la presencia de anticuerpos antiespermatozoides, determinar la integridad de
las membranas del esperma y valorar la capacidad del esperma para unirse al óvulo y penetrar
en él.
Tratamiento
Trastornos de la ovulación
Control de la ovulación
Tratamiento
El tipo de fármaco que se escoge para inducir la ovulación depende del trastorno específico.
Para una mujer que no ha ovulado durante mucho tiempo (anovulación crónica), está indicada
la administración de clomifeno. En primer lugar, se induce un período menstrual con otro
fármaco, el acetato de medroxiprogesterona. A continuación se administra el clomifeno
durante 5 días. Por lo general, la ovulación se produce entre 5 y 10 días (habitualmente unos 7
días) después de dejar el clomifeno y la menstruación 14 o16 días después de la ovulación.
Si después del tratamiento con clomifeno no se produce la menstruación, se debe hacer una
prueba de embarazo. Si la mujer no está embarazada, el ciclo de tratamiento se repite con
dosis cada vez más altas de clomifeno hasta que se produzca la ovulación o se alcance la dosis
máxima aconsejada. Cuando se ha determinado la dosis que induce la ovulación, se vuelve a
administrar durante al menos seis ciclos de tratamiento más. La mayoría de las mujeres que
quedan embarazadas lo hacen en el sexto ciclo en el que se produce la ovulación. En total, del
75 al 80 por ciento de las mujeres tratadas con clomifeno ovula, pero sólo alrededor del 40 al
50 por ciento quedan embarazadas. Por otro lado, alrededor del 5 por ciento de los embarazos
en mujeres tratadas con clomifeno son múltiples, sobre todo gemelares.
Como se sospecha que la administración prolongada de clomifeno puede implicar un mayor
riesgo de cáncer de ovario, los médicos suelen adoptar varias precauciones, como la
exploración de la paciente antes del tratamiento, el control exhaustivo durante el mismo y la
limitación del número de ciclos de tratamiento.
Los efectos secundarios del clomifeno consisten en sofocos, hinchazón abdominal, dolor
mamario, náuseas, trastornos visuales y cefaleas. Alrededor del 5 por ciento de las mujeres
tratadas desarrolla el síndrome de hiperestimulación ovárica, en el que los ovarios aumentan
considerablemente de tamaño y una gran cantidad de líquido pasa de la circulación sanguínea
a la cavidad abdominal. Para evitar este trastorno, se administra la dosis más baja y efectiva
posible y si los ovarios aumentan de tamaño se suspende el tratamiento.
Si una mujer no ovula o no queda embarazada durante el tratamiento con clomifeno, se puede
intentar un tratamiento hormonal con gonadotropinas menopáusicas humanas. En la
actualidad, estas hormonas se extraen de la orina de mujeres posmenopáusicas, pero ya se
están experimentando otras sintéticas. Como las gonadotropinas menopáusicas humanas son
caras y tienen efectos secundarios graves, los médicos no recomiendan esta forma de terapia
hasta estar seguros de que la esterilidad se debe a un trastorno de la ovulación y no a
anomalías espermáticas o de la trompa de Falopio. Incluso en estos casos, se deben supervisar
exhaustivamente los ciclos del tratamiento.
Las gonadotropinas menopáusicas humanas, que se inyectan por vía intramuscular, estimulan
la maduración de los folículos ováricos. Para controlar la maduración, se determinan los
valores de la hormona estradiol en sangre y se examina la pelvis mediante una ecografía. Las
dosis se ajustan según la respuesta de la mujer al tratamiento hormonal. Cuando los folículos
están ya maduros, para desencadenar la ovulación se inyecta una hormona diferente,
gonadotropina coriónica humana. A pesar de que más del 95 por ciento de las mujeres tratadas
con estas hormonas ovula, sólo del 50 al 75 por ciento quedan embarazadas. En las mujeres
que reciben este tratamiento, entre un 10 y un 30 por ciento de los embarazos son múltiples,
sobre todo de gemelos.
Un grave efecto secundario del tratamiento con gonadotropinas menopáusicas humanas es el
síndrome de hiperestimulación ovárica, que se desarrolla entre un 10 y un 20 por ciento de las
mujeres tratadas. Este síndrome puede ser mortal, pero en general puede evitarse mediante un
control minucioso del tratamiento y se suspende la administración de la gonadotropina
coriónica humana cuando la respuesta ovárica es excesiva. Además, estas hormonas pueden
incrementar el riesgo de cáncer de ovario, pero la evidencia actual aún no es concluyente al
respecto.
En ocasiones, no se produce la ovulación porque el hipotálamo (la parte del cerebro que
coordina y controla la actividad hormonal) no secreta hormona liberadora de gonadotropina,
que es necesaria para la ovulación. En esos casos, es posible usar una forma sintética de la
hormona para inducir la ovulación. El riesgo de hiperestimulación ovárica es bajo con este
tratamiento, por lo que no es necesario realizar un control intensivo.
Anomalías de las trompas de Falopio
Las trompas de Falopio pueden sufrir anomalías estructurales o funcionales. Las principales
causas de trastornos son las infecciones, la endometriosis y la obstrucción quirúrgica de las
trompas (ligadura de trompas) realizada para
conseguir la esterilización.
Para determinar si las trompas de Falopio están
abiertas, el médico practica una
histerosalpingografía (una radiografía especial
del útero y de las trompas de Falopio) poco
después de que el ciclo menstrual de la mujer
haya acabado. Esta prueba también puede
evidenciar anomalías congénitas (defectos al
nacer) del útero y de las trompas de Falopio,
masas fibrosas en el útero y adherencias (bandas
fibrosas que enganchan entre sí estructuras que
normalmente no están unidas) en el útero o la
pelvis. Por motivos desconocidos, la fertilidad parece mejorar ligeramente después de
practicar un histerosalpingograma que ha resultado normal. En consecuencia, para ver si la
mujer queda embarazada, el médico puede esperar antes de realizar más pruebas sobre el
funcionamiento de las trompas de Falopio.
Si el histerosalpingograma detecta adherencias uterinas, se examina el útero con un
histeroscopio (un tubo de visualización que se introduce por el cuello uterino hasta el interior
de este órgano). Este instrumento puede utilizarse también para romper adherencias durante el
procedimiento, lo que aumenta las posibilidades de que la mujer quede embarazada más
adelante. Si se necesita más información para establecer el diagnóstico, se introduce un
laparoscopio (un pequeño tubo de visualización) en la cavidad pélvica a través de una pequeña
incisión en la pared abdominal. Este procedimiento, que casi siempre se realiza bajo anestesia
general, permite visualizar el útero, las trompas y los ovarios. El laparoscopio también puede
utilizarse para extirpar tejido anormal en caso de endometriosis o para romper adherencias en
la cavidad pélvica. Así mismo, es posible administrar fármacos para tratar la endometriosis y
en caso de infección se deben administrar antibióticos. Otra opción es una operación
quirúrgica destinada a reparar una trompa de Falopio lesionada por un embarazo ectópico
(tubárico), una ligadura de trompas, o una infección, pero esta intervención conlleva un bajo
índice de embarazos normales y un alto porcentaje de embarazos ectópicos. Por todo ello, a
menudo no se recomienda practicar este tipo de intervenciones quirúrgicas.
El moco cervical (del cérvix, la parte inferior del útero que se abre a la vagina) actúa como
una especie de filtro y evita la entrada de bacterias en el útero procedentes de la vagina; así
mismo, favorece la supervivencia del esperma. Esta mucosidad es espesa y el esperma no
puede atravesarla hasta la fase folicular del ciclo menstrual, cuando el óvulo y el folículo
maduran en el ovario. Durante esta fase, los valores de la hormona estradiol aumentan, con lo
que el moco cervical se torna claro y elástico, lo que permite que el esperma alcance el útero y
penetre en las trompas de Falopio, donde puede producirse la fertilización.
Diagnóstico y tratamiento
Entre 2 y 8 horas después del acto sexual, puede realizarse una prueba para determinar si el
esperma puede sobrevivir en el moco cervical. Esta prueba se programa para realizarse en la
mitad del ciclo menstrual, cuando las concentraciones de estradiol son máximas y la mujer
está ovulando. Normalmente, el moco es claro y puede estirarse hasta 9 y 12 centímetros sin
romperse. Al microscopio, el moco tiene un aspecto de helecho y, si se observa con el máximo
aumento, pueden verse al menos cinco espermatozoides activos simultáneamente. Los
resultados se consideran anormales cuando el moco es excesivamente espeso, no se observa
esperma o bien se aprecian agregados de espermatozoides debido a que el moco contiene
anticuerpos antiesperma. De todos modos, estos resultados anómalos no siempre indican
problemas en el moco cervical. Es posible que no se detecte esperma simplemente porque no
se depositó en la vagina durante el coito y la existencia de un moco espeso puede ser debida a
que la prueba no se realizó en el momento adecuado del ciclo menstrual. A pesar de que esta
prueba es ampliamente utilizada, no es muy precisa.
El tratamiento de los problemas derivados de los trastornos del moco cervical incluye la
inseminación intrauterina, en la que el semen se coloca directamente en el útero para evitar el
moco, y la administración de fármacos mucolíticos, como la guafenesina (un ingrediente muy
frecuente en los jarabes para la tos). Sin embargo, no existe prueba alguna de que estas
medidas incrementen la probabilidad de embarazo.
Factores no identificados
Aun cuando no se encuentre ninguna causa de esterilidad, al final la pareja puede ser capaz de
concebir. El tratamiento de la mujer con clomifeno o con gonadotropina menopáusica humana
y la inseminación intrauterina pueden reducir el tiempo necesario para la concepción. Si la
mujer no ha concebido después de cuatro a seis ciclos menstruales, quizá sea necesario
considerar el uso de técnicas especiales, como la fertilización in vitro o la transferencia de
gametos mediante una sonda colocada en las trompas.
Cuando todos los demás tratamientos fallan y la mujer no queda embarazada, cada vez hay
más parejas que optan por la fertilización in vitro (en un tubo de ensayo). Este procedimiento
consiste en estimular los ovarios, recoger los óvulos liberados, fertilizarlos, hacer crecer los
embriones en el laboratorio y luego implantarlos en el útero de la mujer.
Una causa de esterilidad
Una obstrucción a nivel de las trompas de Falopio puede ser causa de esterilidad.
Aspectos psicológicos
Mientras una pareja está sometiéndose a un tratamiento contra la esterilidad, uno o los dos
miembros pueden experimentar frustración, estrés emocional, sensación de impotencia y
sentimiento de culpa. Al sentirse aislados e incapaces de comunicarse, se enfadan o
manifiestan resentimiento contra su pareja, familia, amigos o su médico. En el trascurso de
cada mes de tratamiento, la pareja puede ir moviéndose entre la esperanza y la desesperación.
El estrés emocional puede provocar llanto, fatiga, ansiedad, alteraciones en el sueño o el
apetito e incapacidad para concentrarse. Además, la carga económica y la cantidad de tiempo
que hay que dedicar al diagnóstico y al tratamiento provocan conflictos matrimoniales.
Todos estos problemas pueden atenuarse si ambos miembros de la pareja se involucran en el
tratamiento y reciben información acerca de su proceso, independientemente de a cuál de ellos
se le haya diagnosticado el problema. El hecho de conocer las posibilidades de éxito, así como
de tomar conciencia de que el tratamiento tal vez no dé resultado y de que además no puede
continuar indefinidamente, puede ayudar a la pareja a sobrellevar el estrés. También es de
gran ayuda contar con información acerca de cuándo finaliza el tratamiento, cúando se debe
buscar una segunda opinión y cuándo hay que considerar la posibilidad de adopción.
El asesoramiento y el apoyo psicológico son muy importantes. En algunos países existen
grupos de apoyo para parejas infértiles.
CAPITULO 241
Planificación familiar
Anticoncepción
Los métodos anticonceptivos incluyen los anticonceptivos orales (píldoras para el control de
la natalidad), preservativos, preparados que detienen o destruyen el esperma por contacto
(espermicidas en forma de espuma, crema, gel y supositorios vaginales), el retiro antes de la
eyaculación (coitus interruptus), diafragmas, capuchón cervical, métodos de ritmo, implantes
anticonceptivos, anticonceptivos inyectables y dispositivos intrauterinos (DIU). La
anticoncepción se utiliza cuando una mujer que es físicamente capaz de concebir y mantiene
relaciones sexuales con alguien del sexo opuesto no desea quedar embarazada. Una vez
conocidas las ventajas y desventajas de los diversos métodos anticonceptivos, se puede elegir
el método más conveniente.
Los anticonceptivos deben usarse correctamente
para que resulten efectivos. Es más probable que
fallen cuando son utilizados por personas
jóvenes, con menos nivel educativo o menos
motivadas a evitar el embarazo. Entre un 5 y un
15 por ciento de las mujeres que usan métodos
anticonceptivos diseñados para utilizarse en el
momento del coito (diafragma, preservativo,
espuma, coitus interruptus) quedan embarazadas
durante el primer año de su uso. Por lo general,
estos métodos son menos efectivos en la
prevención del embarazo que los anticonceptivos
orales, los implantes, los anticonceptivos
inyectables y los dispositivos intrauterinos, los
cuales proporcionan protección a largo plazo y no
dependen de decisiones tomadas en el último
momento. Del 0,1 al 3 por ciento de las mujeres
que usan estos métodos anticonceptivos a largo
plazo quedan embarazadas durante el primer año.
Anticonceptivos orales
Antes de comenzar a tomar anticonceptivos orales, debería efectuarse una exploración física
para descartar trastornos que sean potencialmente peligrosos. Si la paciente o un familiar
cercano ha tenido diabetes o una enfermedad cardíaca, habitualmente se realiza un análisis de
sangre para medir los valores de colesterol y de glucosa (azúcar). Cuando estos valores son
altos, suelen utilizarse anticonceptivos orales de dosis bajas, aunque el médico practicará otros
análisis de sangre más adelente para asegurarse de que estos valores no aumentan de forma
significativa. Tres meses después de haber comenzado el tratamiento se realiza otra revisión
para comprobar que la presión arterial no ha cambiado. Tras este período, se requiere una
revisión al menos una vez al año.
Las mujeres de más de 35 años que fuman no deberían usar anticonceptivos orales, porque los
riesgos superan a los beneficios. También hay otras mujeres con riesgo elevado. Por ejemplo,
los anticonceptivos orales pueden hacer que la presión arterial aumente aún más en una mujer
con presión alta. Sin embargo, cuando los riesgos se equilibren con los beneficios, la mujer
puede tomar un contraceptivo oral, aunque siempre bajo control médico por si hace falta
interrumpir su administración en caso necesario.
La suspensión ocasional del tratamiento con anticonceptivos para usar otros métodos es
innecesaria y no aporta beneficios. Por consiguiente, la mujer no necesita dejar de tomar las
píldoras a menos que desee quedar embarazada, aparezcan efectos secundarios intolerables o
tenga otros trastornos que desaconsejen utilizar estos fármacos. Las mujeres sanas que no
fuman pueden tomar anticonceptivos orales de dosis baja hasta la menopausia.
El riesgo de que se formen coágulos de sangre en las venas de las piernas se incrementa
después de un embarazo y puede aumentar aún más con la toma de anticonceptivos orales. Sin
embargo, si el embarazo se interrumpe antes de 12 semanas desde la última menstruación, la
mujer puede empezar a tomar anticonceptivos orales de inmediato. Debería esperar 1 semana
si el embarazo ha durado entre 12 y 28 semanas, y 2 semanas si ha alcanzado las 28 semanas,
siempre que no esté amamantando.
Las madres que amamantan por lo general no vuelven a ovular (liberan óvulos) hasta al menos
10 o 12 semanas después del parto. Sin embargo, pueden ovular y quedar embarazadas antes
de que reaparezca su primera menstruación. En consecuencia, las madres que amamantan
deberían usar alguna forma de control de la natalidad si no desean quedar embarazadas. La
toma de anticonceptivos orales combinados durante la lactancia puede reducir tanto la
cantidad de leche producida como las concentraciones de proteínas y grasa en la leche. Las
hormonas de los anticonceptivos pasan a la leche de la madre y en consecuencia al bebé. Por
ello, las madres en fase de lactancia que quieren tomar anticonceptivos orales deben tomar
píldoras que sólo contengan progestágenos, puesto que éstos no modifican la producción de
leche.
La administración de anticonceptivos orales hasta el momento de la concepción o a comienzos
del embarazo (antes de que la mujer se dé cuenta de que está embarazada) no causa trastornos
en el feto.
Efectos adversos
La hemorragia irregular durante el ciclo menstrual es frecuente durante los primeros meses de
uso de los anticonceptivos orales, pero esta hemorragia anormal se detiene en cuanto el cuerpo
se adapta a las hormonas. En ocasiones, la menstruación se interrumpe durante algunos meses
después de dejar de tomar anticonceptivos orales, pero estos fármacos no reducen la fertilidad
de forma permanente. Muchos de los efectos adversos, como náuseas, dolor mamario,
hinchazón, retención de líquidos, aumento de la presión arterial y depresión, se deben a los
estrógenos que contiene la píldora y casi nunca aparecen si se toman píldoras con poca
concentración de los mismos. Otros efectos adversos, como aumento de peso, acné y
nerviosismo, se deben a los progestágenos y también son poco frecuentes en las píldoras de
dosis bajas. Algunas mujeres que toman anticonceptivos orales aumentan de 1,5 a 2,5
kilogramos debido a la retención de líquidos (e incluso más, por el aumento del apetito).
Los efectos secundarios graves son poco frecuentes. La posibilidad de desarrollar cálculos
biliares aumenta durante los primeros años de la toma de anticonceptivos orales, pero luego
disminuye. Una de cada 30 000 a 500 000 mujeres que toman anticonceptivos orales
desarrolla un tumor hepático benigno (adenoma), un tumor que es peligroso si se rompe y
sangra dentro del abdomen. No obstante, los adenomas suelen desaparecer por sí solos al
interrumpirse el tratamiento.
Se estima que la formación de coágulos de sangre era de tres a cuatro veces más frecuente en
las mujeres que tomaban las píldoras de dosis altas que en las que no usaron este método
anticonceptivo. Sin embargo, a medida que el contenido de estrógenos de las píldoras se ha
ido reduciendo, el riesgo de desarrollar coágulos de sangre también ha disminuido, pero es
todavía más alto que el de las mujeres que no usan anticonceptivos orales. En caso de que
aparezca un dolor repentino en el pecho o en las piernas, deben suspenderse los
anticonceptivos orales y efectuar una consulta inmediata, porque estos síntomas indican que se
han formado coágulos de sangre en las venas de las piernas y que han llegado a los pulmones
o están a punto de hacerlo. Debido a que tanto los anticonceptivos orales como las
intervenciones quirúrgicas aumentan el riesgo de formación de trombos, cualquier mujer debe
dejar de tomar los anticonceptivos un mes antes de la operación y no reiniciar el tratamiento
hasta un mes después.
Las mujeres que toman anticonceptivos orales pueden presentar náuseas y cefalea y entre un 1
y un 2 por ciento desarrolla depresión y tiene dificultades para dormir. Las mujeres deberían
dejar de tomar anticonceptivos orales y acudir al médico si tienen alguno de los siguientes
síntomas, que pueden indicar un mayor riesgo de ataque cerebral: cambios en la frecuencia e
intensidad de las cefaleas, hormigueo en los brazos o las piernas, desvanecimiento o
incapacidad para hablar. Sin embargo, el riesgo de sufrir un ataque cerebral no es mayor para
las mujeres sanas que toman píldoras combinadas con dosis bajas de estrógenos que para las
de edad similar que no están tomando anticonceptivos orales.
La toma de anticonceptivos orales puede alterar la proporción de algunas vitaminas y otras
sustancias en la sangre. Por ejemplo, los valores de vitaminas B y C decrecen un poco, y los
de vitamina A aumentan. Estos cambios no se consideran importantes, por lo que no es
necesario tomar suplementos vitamínicos.
En algunas mujeres, los anticonceptivos orales provocan manchas oscuras (cloasma) en la
cara, similares a las que aparecen durante el embarazo. La exposición al sol oscurece las
manchas aún más. Pero si suspende su ingestión, las manchas oscuras desaparecen lentamente.
No existe un tratamiento específico para este trastorno (la única solución es dejar de tomar los
anticonceptivos orales apenas aparezcan las manchas).
El uso de anticonceptivos orales no modifica la incidencia de contraer cáncer de mama. Sin
embargo, el riesgo de desarrollar cáncer cervical parece incrementarse entre las mujeres que
toman anticonceptivos orales, en particular las que lo han estado haciendo durante más de 5
años. En consecuencia, las mujeres que toman anticonceptivos orales deberían hacerse una
prueba de Papanicolaou (Pap) al menos una vez al año para poder detectar con rapidez
cualquier cambio en el cuello uterino. Por otro lado, el riesgo de desarrollar cáncer de ovario
disminuye alrededor de la mitad entre las mujeres que toman anticonceptivos orales en
comparación con las que nunca los han tomado. Además, este efecto continúa incluso después
de que se haya suspendido su administración.
Interacciones farmacológicas
Los anticonceptivos orales no interfieren la acción de otros fármacos, pero algunos de ellos,
sobre todo algunos sedantes y antibióticos, reducen su efectividad. Las mujeres que toman
anticonceptivos orales pueden quedar embarazadas si al mismo tiempo toman antibióticos
como la rifampicina y posiblemente la penicilina, ampicilina, tetraciclinas o sulfonamidas. Si
se toman dosis altas de estos antibióticos, la mujer debería utilizar métodos anticonceptivos de
barrera, como un preservativo o diafragma, además del contraceptivo oral. Los fármacos
anticonvulsivantes, como la fenitoína y el fenobarbital, aumentan la frecuencia de hemorragia
anormal cuando se toman anticonceptivos orales. Para contrarrestar este efecto, las mujeres
epilépticas que toman anticonvulsionantes necesitan dosis más altas de contraceptivos orales.
Métodos de barrera
Coitus interruptus
Esta clase de métodos consisten en la abstinencia de las relaciones sexuales durante el período
fértil de la mujer. En la mayoría de las mujeres, el ovario libera un óvulo alrededor de 14 días
antes del comienzo del período menstrual. A pesar de que el óvulo no fecundado sólo
sobrevive alrededor de 24 horas, el esperma sobrevive entre 3 y 4 días después del coito. En
consecuencia, la fertilización es posible tras un coito que tuvo lugar hasta 4 días antes de la
liberación del óvulo.
El método del ritmo es el menos eficaz, incluso en aquellas mujeres que tienen ciclos
menstruales regulares. Para calcular el período de abstinencia, deben restarse 18 días al más
corto de los 12 ciclos anteriores y 11 días a los más largos. Por ejemplo, si los ciclos de una
mujer duran de 26 a 29 días, debe evitarse el coito desde el día 8 hasta el día 18 de cada ciclo.
Otros métodos más eficaces asociados al ritmo incluyen el método de la temperatura, el
método de la mucosidad y el método sintotérmico.
En el método basado en la temperatura, se mide la temperatura basal del cuerpo (temperatura
en estado de reposo) cada mañana antes de levantarse. Esta temperatura desciende antes de
que se libere el óvulo y aumenta ligeramente (menos de 1 ºC) después de la ovulación. Por lo
tanto, la pareja se abstiene del coito desde el comienzo de la menstruación hasta al menos 48 a
72 horas después del aumento de la temperatura basal.
En el método de la mucosidad, se establece el período fértil observando el moco cervical que,
por lo general, se secreta en mayores cantidades y se torna más acuoso poco antes de la
liberación del óvulo. La mujer puede mantener relaciones sexuales con un bajo riesgo de
concebir desde el fin de su período menstrual hasta que observa la aparición de una mayor
cantidad de mucosidad cervical. A partir de este momento debe evitar el coito hasta 4 días
después de haber observado la máxima (pico) cantidad de mucosidad.
El método sintotérmico combina la observación de los cambios en la mucosidad cervical y la
medición de la temperatura basal del cuerpo, así como otros síntomas que pueden asociarse
con la liberación de un óvulo, como un ligero dolor en el bajo vientre. De todos los métodos
relacionados con el ritmo, éste es el más eficaz.
Implantes anticonceptivos
Los implantes anticonceptivos son cápsulas plásticas que contienen progesterona, la cual evita
que los ovarios liberen óvulos y que el esperma penetre en la espesa mucosidad cervical. Se
insertan seis cápsulas bajo la piel de la parte interna del brazo por encima del codo. Después
de anestesiar la zona, se practica una pequeña incisión y, mediante una aguja, se implantan las
cápsulas distribuidas en forma de abanico. No es necesario dar puntos. Las cápsulas liberan
progesterona lentamente en el torrente sanguíneo y pueden dejarse colocadas durante 5 años.
La interacción con otros fármacos es poco frecuente debido a que no contienen estrógenos.
Por lo demás, las contraindicaciones son similares a las de los anticonceptivos orales.
Los efectos secundarios más importantes, como hemorragias irregulares o ausencia total de
período menstrual, afectan hasta al 40 por ciento de las mujeres; otros menos frecuentes
incluyen cefaleas y aumento de peso que, en ciertos casos, pueden obligar a retirar
prematuramente las cápsulas. Como éstas no se disuelven dentro del organismo, al final se
deben extraer. Sacarlas es más díficil que colocarlas, dado que el tejido que se encuentra
debajo de la piel alrededor de las cápsulas se hace más grueso y dificulta su retirada, si bien
sólo queda una pequeña cicatriz. Tan pronto se han extraído las cápsulas, los ovarios
recuperan su actividad normal y la mujer recupera la fertilidad.
Anticonceptivos inyectables
Dispositivos intrauterinos
Estos dispositivos son muy eficaces y tienen algunas ventajas en comparación con los
anticonceptivos orales: los efectos secundarios se limitan al interior del útero y el tipo a
colocar depende de la decisión de la paciente sobre si desea controlar la natalidad un año o 10
años.
Dispositivos intrauterinos
Los dispositivos intrauterinos (DIU) son insertados por un médico dentro del útero de la mujer a través de la vagina; y están hechos de plástico moldeado.
Una de sus variedades libera cobre a partir de un alambre de cobre que se encuentra alrededor de su base; la otra libera progesterona.
Por lo general constan de un hilo de plástico para que la mujer pueda verificar que el dispositivo sigue colocado.
En la actualidad, existen dos tipos de dispositivo. Uno de ellos libera progesterona y debe ser
reemplazado todos los años. El otro, que libera cobre, es efectivo durante al menos 10 años.
A pesar de que, generalmente, el dispositivo se coloca dentro del útero durante la
menstruación, en realidad puede ser colocado en cualquier momento del ciclo menstrual,
siempre que la mujer no esté embarazada. Si existe la posibilidad de que el cuello uterino esté
infectado, se pospone su colocación hasta que se haya tratado la infección.
El mecanismo por el cual el dispositivo intrauterino evita la concepción es una reacción
inflamatoria dentro del útero que atrae a los glóbulos blancos. Las sustancias producidas por
los glóbulos blancos son tóxicas (venenosas) para el esperma y, en consecuencia, evitan la
fertilización del óvulo. Cuando se retira el dispositivo, desaparece la reacción inflamatoria.
La posibilidad de lograr un embarazo durante el primer año después de la extracción del
dispositivo intrauterino es la misma que después de interrumpir el uso de preservativos o
diafragmas. Tras un período de un año, entre un 80 y un 90 por ciento de las mujeres que
intenta concebir lo logra.
La hemorragia y el dolor son las principales razones por las que se deben retirar los
dispositivos intrauterinos y representan más de la mitad de todas las extracciones que se llevan
a cabo antes de tiempo. Alrededor del 15 por ciento de las mujeres solicita que le quiten los
dispositivos durante el primer año y el 7 por ciento durante el segundo año. La extracción, al
igual que la colocación, debería ser realizada por un médico o una enfermera.
En algunas ocasiones, el dispositivo intrauterino es expulsado. El índice de expulsión es de
alrededor el 10 por ciento durante el primer año después de su colocación, y suele tener lugar
durante los primeros meses. El índice es mayor entre las mujeres más jóvenes y aquellas que
nunca han tenido hijos. Por lo general, se anuda un hilo al dispositivo para que se pueda
comprobar su estado de vez en cuando, especialmente después de la menstruación, para
asegurarse de que el dispositivo todavía se encuentra en su lugar. Si la mujer no puede
encontrar el hilo, debería usar otro método anticonceptivo a menos que pueda acudir al
médico para determinar si el dispositivo está bien emplazado. Si se coloca un nuevo
dispositivo intrauterino después de la expulsión de otro, es probable que este último se
mantenga en su lugar. Alrededor de un 20 por ciento de las expulsiones pasan inadvertidas y
por lo tanto la mujer podría quedar embarazada.
La perforación del útero es una complicación inusual pero potencialmente grave que puede
ocurrir durante la colocación del dispositivo. El riesgo es de alrededor de 1 de cada 1000
inserciones. Por lo general, la perforación en sí misma no produce síntomas; se descubre
cuando la mujer no puede encontrar el hilo de plástico y se localiza el dispositivo intrauterino
gracias a una ecografía o una radiografía. Un dispositivo que perfora el útero y acaba en la
cavidad abdominal debe extraerse para evitar que provoque lesiones en el intestino y
cicatrices.
En el momento de la colocación, el útero se infecta brevemente, pero esta infección
desaparece en 24 horas. Las infecciones uterinas o de las estructuras circundantes que
comienzan después de 30 días o más de haber colocado el dispositivo suelen ser a causa de
transmisión sexual y no una consecuencia de la inserción del dispositivo. A menos que la
infección sea grave o la mujer esté embarazada, el tratamiento se efectúa sin extraer el
dispositivo intrauterino. La inflamación pélvica (infección de las trompas de Falopio) no es
más frecuente entre las mujeres que usan dispositivos intrauterinos que en las que no los usan.
El riesgo de desarrollar infecciones del útero o de las estructuras circundantes es más elevado
en caso de haber tenido inflamación pélvica o si la mujer tiene varias parejas sexuales, por lo
que debería utilizar un preservativo o un diafragma durante el coito, ya que un dispositivo
intrauterino no ofrece protección contra las infecciones.
El riesgo de aborto (espontáneo) es de alrededor del 55 por ciento en las mujeres que quedan
embarazadas después de la colocación de un dispositivo intrauterino. Si una mujer desea
continuar el embarazo y el hilo del dispositivo es visible, el médico extrae dicho dispositivo
para reducir el riesgo de aborto espontáneo. Las mujeres que quedan embarazadas con un
dispositivo intrauterino colocado tienen una posibilidad de tener un embarazo tubárico del 3 al
9 por ciento, es decir, 10 veces más de lo habitual.
Esterilización
La esterilización es el método de planificación familiar más elegido por las parejas en las que
la mujer tiene más de 30 años. Cuando la esterilización se efectúa en la mujer, alrededor del 2
por ciento queda embarazada en los 10 primeros años siguientes. El riesgo de embarazo es
inferior al uno por ciento cuando la esterilización se ha efectuado en el varón.
Técnicas de esterilización
Se seccionan los oviductos de la trompa de Falopio (tubo que transporta el óvulo desde los ovarios hasta el útero) y se obstruyen o se efectúa una ligadura
para que el esperma no pueda alcanzar al óvulo y fertilizarlo.
La esterilización siempre debería considerarse como algo definitivo. Sin embargo, existe una
operación que vuelve a conectar los tubos apropiados (reanastomosis), para recuperar la
fertilidad. La reanastomosis es más compleja y tiene menos probabilidades de ser efectiva en
los hombres que en las mujeres. En las parejas, el índice de embarazos es del 45 al 60 por
ciento después de la reanastomosis en el hombre y del 50 al 80 por ciento tras la
reanastomosis en la mujer.
A los hombres se los esteriliza mediante una vasectomía (se cortan los vasos deferentes, es
decir, los tubos que transportan el esperma desde los testículos). La vasectomía, que realiza un
urólogo en su consulta, requiere alrededor de 20 minutos y sólo precisa la administración de
un anestésico local. A través de una pequeña incisión en el escroto, se extirpa un trozo de cada
vaso deferente y se efectúa una ligadura de los extremos abiertos de los tubos. El hombre
debería utilizar un método anticonceptivo durante algún tiempo; de hecho, no se le considera
estéril hasta alrededor de 15 a 20 eyaculaciones después de la operación, porque en las
vesículas seminales queda almacenada gran cantidad de esperma. Se considera al hombre
estéril cuando una prueba de laboratorio determina que dos eyaculaciones carecen de esperma.
Las complicaciones de la vasectomía incluyen una hemorragia (en menos de 5 por ciento de
los casos), una respuesta inflamatoria al escape de esperma y una reanastomosis espontánea
(en menos del uno por ciento), por lo general, poco después de la intervención. Una vez
realizada la intervención, la actividad sexual, con anticoncepción, puede iniciarse en seguida
si el hombre lo desea.
A las mujeres se las esteriliza mediante una ligadura de trompas (cortar y unir u obstruir las
trompas de Falopio, que transportan el óvulo desde los ovarios hacia el útero). Al ser más
complicada que la vasectomía, la ligadura de trompas requiere de una incisión abdominal bajo
anestesia local o general. Las mujeres que acaban de dar a luz pueden ser esterilizadas de
inmediato después del parto o al día siguiente, sin permanecer en el hospital más de lo
habitual. La esterilización también se planifica por adelantado y puede realizarse como una
cirugía electiva.
La esterilización femenina también se realiza con la técnica quirúrgica de la laparoscopia. Se
introduce un tubo delgado, llamado laparoscopio, por una pequeña incisión hasta dentro del
abdomen de la mujer; con esta técnica se pueden seccionar las trompas y cerrar sus extremos.
Otra alternativa es emplear un cauterizador (instrumento que produce corriente eléctrica para
cortar tejido) para pegar alrededor de 3 centímetros de cada trompa. La mujer suele volver a
su domicilio ese mismo día. Alrededor de un tercio de los embarazos que se producen después
de una ligadura de trompas son embarazos tubáricos. Por otro lado, hasta el 6 por ciento de las
mujeres presenta complicaciones menores tras una laparoscopia, pero menos del uno por
ciento tiene complicaciones importantes, como hemorragias o perforaciones del intestino.
Pueden emplearse diversos dispositivos mecánicos, como bandas de plástico y pinzas con
resorte, para obstruir las trompas de Falopio en lugar de cortarlas. La esterilización es más
fácil de revertir cuando se usan estos elementos debido a que lesionan menos el tejido. Sin
embargo, la esterilización se revierte solamente en alrededor de las tres cuartas partes de las
mujeres que se someten a dicha intervención, incluso cuando se utilizan técnicas quirúrgicas
microscópicas.
En ocasiones, la extirpación quirúrgica del útero (histerectomía) y quizá la de los ovarios
(ooforectomía) se llevan a cabo también como técnicas de esterilización. Cuando existen otros
problemas crónicos con el útero, la histerectomía es la técnica de esterilización más
conveniente. Las complicaciones, incluyendo la pérdida de sangre, son más graves tras una
histerectomía que después de una ligadura de trompas y la permanencia en el hospital es más
prolongada. Los beneficios a largo plazo incluyen la completa efectividad de la esterilización,
la ausencia de alteraciones menstruales y la eliminación de cualquier posibilidad de
desarrollar cáncer de útero.
Aborto
Mientras que en unos países el aborto esta penalizado por la ley, en otros puede ser realizado
previa solicitud. Alrededor de dos tercios de las mujeres del mundo tienen acceso al aborto
legal y aproximadamente una duodécima parte vive en países en los que el aborto está
estrictamente prohibido. En algunos países, el aborto solicitado por de la mujer es legal
durante los primeros tres meses de embarazo. Después de ese tiempo, el derecho al aborto está
sujeto a diferentes condicionantes por cada estado. En determinados países, alrededor del 30
por ciento de todos los embarazos finalizan debido al aborto, lo que lo ha convertido en uno
de los procedimientos quirúrgicos más frecuentes.
Por lo general, la anticoncepción y la esterilización tienen índices de complicación mucho más
bajos que el aborto, en especial entre las mujeres jóvenes. Por consiguiente, la anticoncepción
y la esterilización (para la mujer que no desea quedar embarazada en el futuro) son mejores
opciones para evitar un embarazo no deseado; el aborto debería reservarse para situaciones en
las que han fracasado otras técnicas más seguras.
Los métodos abortivos más frecuentes son la evacuación del contenido del útero a través de la
vagina (evacuación quirúrgica) y la administración de fármacos que estimulan las
contracciones del útero para que éste expulse su contenido. El procedimiento utilizado
depende del momento de la gestación.
La evacuación quirúrgica a través de la vagina se lleva acabo en alrededor del 97 por ciento de
los abortos y, casi siempre, para embarazos de menos de 12 semanas. Se emplea una técnica
denominada legrado por aspiración. Si se realiza durante las primeras 4 a 6 semanas de
embarazo, el cuello uterino sólo necesita dilatarse muy poco o nada. El instrumento que se usa
en la mayoría de los casos es un pequeño tubo flexible, unido a una fuente de aspiración, por
lo general una bomba automática de succión o una manual, aunque también se puede crear
vacío mediante una jeringa. El tubo o cánula se introduce por el cuello uterino hasta la cavidad
uterina que, a continuación, se vacía por completo muy lentamente. En ciertos casos, este
procedimiento no consigue terminar con el embarazo, sobre todo si se efectúa durante las
primeras semanas.
En los embarazos de 7 a 12 semanas, con frecuencia se necesita llevar a cabo una dilatación
del cuello uterino, porque la cánula de succión es de mayor diámetro. Para reducir la
posibilidad de lesiones, en lugar de dilatadores mecánicos se emplean laminaria (tallos de
algas marinas desecados) o dilatadores similares que absorban agua. Los tallos de laminaria se
colocan en el canal cervical y se dejan durante al menos 4 o 5 horas, por lo general durante la
noche. Al absorber grandes cantidades de agua, se expanden y, por lo tanto, dilatan el orificio
de apertura del cuello uterino.
En los embarazos de más de 12 semanas, la técnica más frequentemente usada es la dilatación
y evacuación (D y E). Para ello, se utiliza una cánula de succión y pinzas para extraer los
productos de la concepción y luego se raspa el útero ligeramente para tener la seguridad de
que se ha conseguido una extirpación completa. La dilatación y evacuación es una técnica que
cada vez se utliza más para inducir el aborto en los embarazos más avanzados, en lugar de
recurrir a los fármacos, debido a que su índice de complicaciones es menor.
En ocasiones, para finalizar la gestación se administran determinados fármacos como la
mifepristona (RU 486) y las prostaglandinas, en especial tras 16 semanas de embarazo, porque
una dilatación y evacuación en ese estado puede causar graves complicaciones, como una
lesión del útero o del intestino. El RU 486 también puede utilizarse poco después de la
concepción. Las prostaglandinas, fármacos que estimulan las contracciones uterinas, se
pueden administrar tanto en forma de supositorios vaginales como inyectables. Los efectos
secundarios son náuseas, vómitos, diarrea, enrojecimiento facial y desvanecimientos. En
algunas mujeres, las prostaglandinas incluso pueden desencadenar un ataque de asma.
La mifepristona, combinada con una prostaglandina, es muy eficaz para interrumpir un
embarazo de menos de 7 semanas, ya que bloquea la acción de la progesterona en el
revestimiento uterino. Se puede conseguir con receta médica en muchos países.
En ciertos casos, para evitar un embarazo después de un solo acto sexual sin protección se
administra un anticonceptivo oral de dosis alta, pero estos fármacos no son siempre efectivos.
Deben tomarse antes de 72 horas. Los efectos secundarios incluyen náuseas y vómitos.
Complicaciones
Aspectos psicológicos
Para la mayoría de las mujeres, el aborto no supone una amenaza para su salud mental y no
conlleva efectos psicológicos adversos a largo plazo. Antes de que se legalizara el aborto, los
problemas psicológicos se relacionaban con las dificultades y el estrés por conseguir abortar.
Las mujeres que más probabilidades tienen de sufrir trastornos psicológicos después de un
aborto son las adolescentes o las que ya presentaban problemas psiquiátricos antes del
embarazo, las que interrumpieron un embarazo deseado por motivos de salud, las que no
estaban seguras de querer el embarazo o las que abortaron cuando el embarazo estaba ya
avanzado.
CAPITULO 242
Pruebas de detección de anomalías genéticas
Los trastornos genéticos se deben a defectos en los genes o a anomalías en los cromosomas.
En algunas personas se puede efectuar un estudio genético antes de que tengan un hijo, pero
en otras sólo es posible identificarlos como portadores de un trastorno genético después de
tener un hijo o un feto con una anomalía. Así pues, una anomalía genética puede
diagnosticarse antes o después del nacimiento, mediante diferentes técnicas.
Los trastornos genéticos pueden ser evidentes en el momento del nacimiento (defectos
congénitos), o bien aparecer al cabo de muchos años. Algunos defectos son producidos por
una exposición, antes del nacimiento, a ciertos fármacos, productos químicos u otros factores
perjudiciales, como los rayos X.
Historia familiar
El primer paso en el estudio de una anomalía genética es obtener una historia clínica familiar.
Un médico o un asesor genético construye un árbol familiar después de preguntar qué
problemas médicos afectan a sus miembros. Para conseguir una precisa evaluación de los
riesgos genéticos, habitualmente esta información debe abarcar tres generaciones. Se debe
tomar nota del estado de salud o de la causa de muerte de todos los parientes de primer grado
(padres, hermanos, hijos) y de los de segundo grado (tías, tíos, abuelos). También resulta de
gran ayuda disponer de información sobre el origen étnico y los matrimonios entre parientes.
Si la historia familiar es complicada, es preciso recoger también información sobre parientes
más lejanos. Es posible que incluso deban revisarse las historias clínicas de ciertos familiares
en el caso de que pudieran haber tenido un trastorno genético.
El diagnóstico de muchos trastornos genéticos se basa en la aplicación física o en los
resultados de una prueba de laboratorio. En los casos de neonatos que fallecen al nacer o poco
después, es esencial contar con un informe detallado de las anomalías que incluya fotografías
y radiografías de todo el cuerpo, ya que es de un incalculable valor para un consejo genético
futuro. Además, los tejidos que son congelados y preservados (criopreservación) también
pueden ser muy útiles para futuros estudios genéticos.
Detección de portadores
Un portador es un individuo que tiene un gen recesivo para un rasgo en particular, pero que no
lo demuestra. Para determinar si los miembros de una pareja son portadores de determinados
trastornos se emplean pruebas de detección. Por ejemplo, pueden aparecer problemas en un
niño cuya madre y cuyo padre porten un gen recesivo para la misma enfermedad; a pesar de
que ninguno de los dos padres sufra la enfermedad, si el niño recibe ese gen recesivo de cada
uno de ellos, sí la padecerá. Las posibilidades de que esto ocurra son una de cuatro para cada
embarazo.
Las razones más frecuentes por las que se realizan las pruebas de detección de portadores es
informar a los potenciales padres de si un futuro hijo de ambos podría recibir dos genes
recesivos anómalos y ayudarles a tomar una decisión acerca del embarazo. Por ejemplo,
pueden decidir hacerse dichas pruebas diagnósticas antes del nacimiento (diagnóstico
prenatal) para que, si se detecta alguna enfermedad el feto pueda recibir el tratamiento
adecuado o el embarazo sea interrumpido. Otra posibilidad es que prefieran retrasar la
decisión de tener hijos o bien usar algún método de inseminación artificial con un óvulo o
esperma de un donante que no porte el gen recesivo.
Es imposible realizar un estudio genético en busca de los trastornos hereditarios más
frecuentes a todas las personas. De ahí que la decisión de realizar una prueba de detección se
base en los siguientes criterios:
- La enfermedad causada por el gen recesivo es altamente debilitadora o letal.
- La prueba de detección es fiable.
- El feto puede recibir tratamiento o existen posibilidades de tener descendencia con garantías
a pesar de poseer el gen.
- Es posible que la persona sea portadora porque la enfermedad está presente en su familia o
es frecuente en su grupo étnico o geográfico.
Los trastornos que cumplen con estos criterios son por ejemplo la enfermedad de Tay-Sachs,
la anemia drepanocítica y las talasemias. También se realizan pruebas de detección cuando
existe una historia familiar de hemofilia, fibrosis quística o enfermedad de Huntington. Una
mujer cuyo hermano tiene hemofilia tiene un riesgo de un 50 por ciento de portar el gen de la
hemofilia. Si los estudios demuestran que no es portadora, el riesgo de pasar el gen a su hijo
es casi inexistente. Esta información elimina la necesidad de hacer pruebas prenatales más
invasivas. Por lo general, se examina a varios miembros de la familia, incluidos los que tienen
la enfermedad, para determinar el patrón familiar y, en consecuencia, hacer una evaluación
más exacta del riesgo.
La anemia drepanocítica es un trastorno hereditario muy frecuente entre las personas de etnia
negra: afecta a 1 de cada 400 individuos. Una persona que porta dos genes recesivos de la
enfermedad (uno de cada progenitor) padecerá drepanocitosis, mientras que una persona con
un gen afectado y uno normal tendrá el llamado rasgo de drepanocitosis. En este último caso,
el gen normal dirige la producción de glóbulos rojos normales y el gen de la drepanocitosis la
de células anormales, si bien no hasta el punto de que se manifieste la enfermedad. De todos
modos, estas células se detectan en los análisis de sangre, por lo que una persona con el rasgo
puede ser identificada como portadora de la enfermedad.
La drepanocitosis puede ser diagnosticada antes del nacimiento con un análisis de las
vellosidades coriónicas, que consiste en la toma de una muestra de la placenta para su análisis
o en la obtención de una muestra del líquido amniótico (amniocentesis) que rodea al feto
dentro del útero para su examen. También pueden practicarse las pruebas de detección en los
recién nacidos. Alrededor del 10 por ciento de los que nacen con drepanocitosis muere durante
la infancia.
La enfermedad de Tay-Sachs, un trastorno recesivo autosómico, aparece en alrededor de 1 de
cada 3 600 niños de padres judíos asquenazíes o franco-canadienses. Determinadas pruebas
que se realizan antes o durante el embarazo pueden detectar si una persona es portadora.
Puede utilizarse la amniocentesis o el estudio de las vellosidades coriónicas para detectar la
enfermedad en el feto.
Las talasemias son un grupo de trastornos hereditarios que se caracterizan por una reducción
de la producción normal de hemoglobina, lo que provoca anemia. Las talasemias alfa son más
frecuentes entre las personas del sudeste de Asia; también son mucho más frecuentes entre las
personas negras. Las talasemias beta se encuentran en todas las etnias, pero son más
frecuentes en los países mediterráneos, Oriente y ciertas regiones de la India y Pakistán. Los
portadores de ambos tipos pueden identificarse mediante un simple recuento de células
sanguíneas, aunque existen pruebas más precisas que permiten confirmar el diagnóstico. El
trastorno puede diagnosticarse en el feto usando técnicas de biología molecular que identifican
tanto a los que padecen el trastorno como a los portadores.
Diagnóstico prenatal
Si el riesgo de tener un hijo con una anomalía genética o cromosómica es elevado, se pueden
realizar pruebas antes del nacimiento (diagnóstico prenatal). En 1 de cada 200 recién nacidos,
aproximadamente, aparecen anomalías cromosómicas (el número o la estructura de los
cromosomas es anormal). La mayoría de los fetos que tiene anomalías cromosómicas muere
antes de nacer, por lo general en los primeros meses del embarazo. Algunas de estas
anomalías son heredadas, pero la mayoría ocurre espontáneamente al azar. El síndrome de
Down (trisomía 21) es la anomalía cromosómica más frecuente y conocida, pero existen
muchas otras. A pesar de que muchos casos de este síndrome se diagnostican antes del
nacimiento, las pruebas para su diagnóstico suponen cierto riesgo (pequeño pero real), sobre
todo para el feto. Dado que en muchos casos los riesgos de las pruebas para detectar una
anomalía cromosómica superan los beneficios, los padres optan por no hacer las pruebas.
El riesgo de tener un hijo con una anomalía cromosómica es más elevado en las siguientes
circunstancias.
El embarazo después de los 35 años es el factor de riesgo más frecuente para tener un bebé
con síndrome de Down. A pesar de que hay mujeres de todas las edades que tienen bebés con
anomalías cromosómicas, la incidencia de síndrome de Down aumenta con la edad
(especialmente a partir de los 35 años, aunque se desconoce el motivo). Habitualmente, se
aconseja practicar pruebas de detección de anomalías cromosómicas durante el embarazo a las
mujeres que tengan 35 años o más cuando den a luz, aunque también pueden realizarse en más
jóvenes. La ansiedad de la pareja, al margen de la edad, a menudo es la causa que justifica la
realización de las pruebas prenatales.
En una mujer embarazada, los valores anormales de ciertos marcadores en sangre (la alfa-
fetoproteína, una proteína producida por el feto, la gonadotropina coriónica humana, una
hormona secretada por la placenta, y el estriol, un estrógeno) pueden indicar un mayor riesgo
de síndrome de Down. En estos casos, debería practicarse una amniocentesis.
Una historia familiar de anomalías cromosómicas también es un factor de riesgo. Para la
pareja que ha tenido un recién nacido con síndrome de Down, el riesgo de tener otro bebé con
una anomalía cromosómica es mayor (alrededor del uno por ciento) si la mujer tiene menos de
30 años. Sin embargo, si tiene más de 30, el riesgo es el mismo que el que corre cualquier
mujer de su edad.
Para las parejas que han tenido un recién nacido vivo o muerto con una anomalía física y cuyo
estado cromosómico sea desconocido, las probabilidades de tener otro bebé con anomalías
cromosómicas aumentan. Las anomalías cromosómicas son más frecuentes en los recién
nacidos con malformaciones físicas, así como en los recién nacidos muertos en apariencia
normales (el 5 por ciento presenta anomalías cromosómicas).
Una anomalía cromosómica en uno o ambos padres también incrementa el riesgo. A pesar de
que los portadores tengan un buen estado de salud e ignoren sus anomalías cromosómicas,
tienen un riesgo más elevado de tener hijos con anomalías cromosómicas así como una
fertilidad disminuida.
En algunas personas, el material genético de los cromosomas se desordena (una modificación
denominada translocación o inversión). Aunque estas personas no siempre presentan
malformaciones físicas, las probabilidades de tener hijos con anomalías cromosómicas
aumentan significativamente, porque pueden recibir una parte extra de un cromosoma o bien
puede que les falte algún fragmento.
Por lo general, el diagnóstico prenatal se plantea cuando existe un riesgo elevado de tener un
hijo con una anomalía cromosómica. Ésta puede descubrirse al realizar un estudio a una mujer
que ha tenido múltiples abortos espontáneos o hijos nacidos con anomalías.
En cerca de la mitad de todos los abortos espontáneos que tienen lugar durante los primeros 3
meses de embarazo, el feto tiene una anomalía cromosómica. En la mitad de estos casos, la
anomalía es un cromosoma de más (trisomía). Si el feto de un primer aborto espontáneo
presenta una anomalía cromosómica, en los abortos subsiguientes posiblemente también tenga
alguna, si bien no necesariamente la misma. Si una mujer ha tenido varios abortos, deberían
analizarse los cromosomas de la pareja antes de una nueva concepción. Si se ha conseguido
identificar la anomalía, la pareja puede decidir si quiere hacerse un diagnóstico prenatal al
principio del siguiente embarazo.
Se recomienda la práctica del diagnóstico prenatal por amniocentesis y ecografía a las parejas
que tienen al menos un 1 por ciento de riesgo de tener un hijo con un defecto en el cerebro o
en la médula espinal (defecto del tubo neural). En algunos países, estos defectos congénitos
aparecen en 1 de cada 500 a 1 000 nacimientos. Algunos ejemplos son la espina bífida (una
médula espinal que no se ha cerrado de forma completa) y la anencefalia (ausencia de gran
parte del cerebro y del cráneo). La mayoría de estos defectos se debe a anomalías en diversos
genes (poligénicas) y unos pocos tienen su origen en anormalidades en un solo gen, anomalías
cromosómicas o exposición a fármacos. El riesgo de que el mismo defecto se repita en otros
recién nacidos de una familia que ya ha tenido uno con estas características depende de la
causa que lo origina. Una pareja que ha tenido un recién nacido con espina bífida o
anencefalia corre un riesgo del 2 al 3 por ciento de tener otro con uno de esos defectos; las
parejas que han tenido dos hijos con tales anomalías tienen un riesgo del 5 al 10 por ciento. El
riesgo de recurrencia también depende de dónde viva la persona. Una dieta inadecuada
también conlleva un mayor índice de riesgo; en consecuencia, actualmente se recomienda
suministrar suplementos de ácido fólico de forma sistemática a toda mujer en edad fértil. No
obstante, alrededor del 95 por ciento de todos los casos de espina bífida o anencefalia tiene
lugar en familias en las que no existen antecedentes de estos defectos.
Las pruebas más frecuentemente usadas para detectar y diagnosticar anomalías genéticas de
un feto son la ecografía, la medición de los valores de marcadores como la alfafetoproteína en
la sangre de una mujer embarazada, la amniocentesis, el análisis de las vellosidades coriónicas
y la extracción percutánea de sangre umbilical.
Ecografía
Valores de alfafetoproteína
Amniocentesis
La amniocentesis es una de las técnicas más utilizadas para detectar anomalías antes del
nacimiento y se recomienda realizarla entre las semanas 15 y 17 del embarazo.
Durante el proceso, el feto se controla mediante una ecografía. Así, el médico comprueba la
frecuencia cardíaca, la edad del feto, la posición de la placenta, la localización del líquido
amniótico y el número de fetos. A continuación, guiado por la ecografía, inserta una aguja a
través de la pared abdominal hasta alcanzar el líquido amniótico, del cual se toma una muestra
para analizarla, y finalmente se retira la aguja. Por lo general, los resultados tardan entre 1 y 3
semanas. Las mujeres con un Rh-negativo reciben globulina inmune Rh0(D) después del
procedimiento para disminuir el riesgo de sensibilización por la exposición a la sangre del
feto.
La amniocentesis supone algunos pequeños riesgos para la mujer y el feto. En alrededor del 1
al 2 por ciento de las mujeres se producen pérdidas vaginales de sangre o de líquido amniótico
transitorias. Después de practicar una amniocentesis, se ha estimado que el riesgo de aborto
espontáneo es de 1 entre 200, aunque algunos estudios apuntan un riesgo menor. En muy raras
ocasiones, la introducción de la aguja lesiona el feto. Habitualmente, la amniocentesis puede
realizarse aunque la mujer esté embarazada de gemelos o incluso más fetos.
El estudio de una muestra de las vellosidades coriónicas se lleva a cabo para diagnosticar
algunos trastornos en el feto, habitualmente entre la semanas 10 y 12 de gestación. Esta
técnica substituye a la amniocentesis siempre que no sea necesario disponer específicamente
de líquido amniótico para una determinada prueba (como sucede cuando se precisa medir los
valores de alfafetoproteína en el mismo). Antes de efectuar el procedimiento, se realiza una
ecografía para determinar si el feto está vivo, confirmar su edad gestacional y localizar la
placenta.
La principal ventaja del estudio de muestras de vellosidades coriónicas es que se conocen los
resultados mucho antes que si se practica una amniocentesis, lo que permite usar métodos más
simples y seguros para interrumpir el embarazo si se detecta alguna anomalía. Si no se detecta
ninguna anormalidad, también sirve para reducir la ansiedad de la pareja en una fase temprana
del embarazo. El diagnóstico precoz de un trastorno también es útil en caso de tener que tratar
al feto antes de su nacimiento. Por ejemplo, la administración de corticosteroides a una
gestante puede evitar que se desarrollen características masculinas en un feto femenino con
hiperplasia adrenal congénita, un trastorno hereditario en el que las glándulas suprarrenales
aumentan de tamaño y secretan excesivas cantidades de andrógenos (hormonas masculinas).
Si una mujer con Rh-negativo se ha sensibilizado frente a una sangre Rh-positiva, el estudio
de las vellosidades coriónicas no se lleva a cabo porque puede empeorar su condición. En
lugar de ello, puede realizarse una amniocentesis entre las semanas 15ª y 17ª de embarazo.
Para el estudio de las vellosidades coriónicas (diminutas protuberancias de la placenta) se
toma una pequeña muestra a través del cuello uterino o de la pared abdominal. En el método
transcervical, la mujer debe estirarse de espaldas con las rodillas y caderas flexionadas y
apoyadas en unas sujeciones adecuadas. Bajo control ecográfico, el médico introduce un
catéter (un tubo flexible) por la vagina y el cuello uterino hasta llegar a la placenta. Luego se
succiona una pequeña muestra de la placenta mediante una jeringa conectada al catéter. El
método transcervical no puede utilizarse en caso de anomalía cervical o infección genital
activa (como un herpes genital, gonorrea o una inflamación cervical crónica). Para realizar el
método transabdominal, se anestesia la piel de la pared abdominal por donde debe introducirse
la aguja hasta dentro de la placenta y se succiona una muestra con una jeringa. Ninguno de los
dos métodos produce dolor. La muestra se analiza en un laboratorio.
Los riesgos de la toma de muestras de vellosidades coriónicas son comparables a los de la
amniocentesis, excepto que aumenta un poco el porcentaje de las lesiones en las manos o los
pies del feto (1 de cada 3 000 casos). Si el diagnóstico es poco claro, puede realizarse una
amniocentesis. En general, la precisión de ambos procedimientos es similar.
La obtención de una muestra de sangre del cordón umbilical (analísis percutáneo de sangre
umbilical) es útil para realizar rápidos análisis de cromosomas, en particular hacia el final del
embarazo cuando, la ecografía ha detectado anomalías en el feto. A menudo, se puede
disponer de los resultados en 48 horas. La técnica consiste en introducir una aguja por la pared
abdominal bajo control ecográfico hasta llegar al cordón umbilical, cerca de su punto de
inserción con la placenta, para tomar una muestra de sangre fetal.
CAPITULO 243
Embarazo
El embarazo es todo el período en que la mujer tiene un feto en el cuerpo, desde la concepción
hasta el parto.
Concepción
Durante la ovulación, la mucosidad cervical (el cérvix es la parte inferior del útero que se abre
dentro de la vagina) se vuelve más fluida para permitir que el esperma
llegue al útero rápidamente. El espermatozoide emigra desde la vagina hasta el extremo en
forma de embudo de la trompa de Falopio (el punto donde normalmente se produce la
concepción) en 5 minutos. Las células que revisten por dentro la trompa de Falopio facilitan la
fecundación y el subsiguiente desarrollo del óvulo fecundado (cigoto).
El cigoto se divide repetidamente mientras se desplaza por la trompa y alcanza el útero, donde
llega en 3 a 5 días. Ya dentro del útero, se convierte en un blastocisto, un pelotón de células
que rodea una cavidad central.
Si una mujer que, por lo general, tiene menstruaciones regulares sufre un retraso de una
semana o más, puede estar embarazada. En los primeros meses del embarazo, la mujer puede
experimentar hinchazón de mamas, náuseas y vómitos ocasionales. La hinchazón de mamas se
debe a los valores elevados de hormonas femeninas (sobre todo, de estrógenos, pero también
de progesterona). Las náuseas y los vómitos pueden estar causados por los estrógenos y la
gonadotropina coriónica humana (HCG). Estas dos hormonas, que actúan durante el
embarazo, son generadas por la placenta a partir de unos 10 días después de la fecundación.
Al comienzo del embarazo, muchas mujeres se sienten cansadas y algunas experimentan
hinchazón abdominal.
Si una mujer está embarazada, el cuello uterino es más blando de lo habitual y el útero se
encuentra irregularmente agrandado y blando. Por lo general, la vagina y el cuello uterino
adoptan un color entre azulado y púrpura, probablemente debido a que están congestionados
por la sangre. La exploración ginecológica permite observar estos cambios.
Habitualmente, se puede determinar si una mujer está embarazada mediante una prueba de
embarazo de sangre u orina. Un test ELISA de embarazo (enzimoinmunoanálisis) puede
detectar incluso valores muy bajos de gonadotropina coriónica humana en la orina de una
forma rápida y fácil. Algunas de las pruebas de embarazo de mayor sensibilidad que usan este
método pueden detectar concentraciones casi inapreciables de gonadotropina coriónica
humana como las que aparecen alrededor de una semana y media después de la fecundación, y
los resultados se obtienen en media hora. Otras pruebas incluso de mayor sensibilidad, que
también detectan esta hormona, pueden determinar si una mujer está embarazada pocos días
después de la fecundación (antes de la primera falta de menstruación). Durante los primeros
60 días de un embarazo normal con un feto, los niveles de gonadotropina coriónica humana se
duplican cada 2 días aproximadamente.
El útero aumenta de tamaño durante el embarazo. A las 12 semanas, supera la pelvis y llega al
abdomen y, por lo general, se puede palpar en la parte inferior del abdomen. A medida que
crece, alcanza la altura del ombligo a las 20 semanas y el extremo inferior de la caja torácica
hacia las 36 semanas.
Otras formas de detectar un embarazo son las siguientes:
- La auscultación de la frecuencia cardíaca del feto con un fonendoscopio especial o mediante
una ecografía Doppler. La frecuencia cardíaca puede detectarse ya entre las 18 y las 20
semanas de embarazo con este fonendoscopio y, entre las 12 y 14 semanas, con un aparato
Doppler.
- La percepción de movimientos del feto. La madre siempre siente los movimientos antes de
que lo haga el médico, en general entre las semanas 16 y 20 del embarazo. Las mujeres que ya
han estado embarazadas con anterioridad habitualmente perciben los movimientos antes que
las mujeres primíparas.
- La constatación del crecimiento uterino con una ecografía. El mayor volumen del útero se
aprecia aproximadamente en la sexta semana. El latido del corazón puede verse a las 6
semanas y se percibe claramente a las 8 semanas en más del 95 por ciento de los embarazos.
El embarazo provoca muchos cambios en todo el cuerpo, la mayoría de los cuales desaparecen
después del parto.
Corazón y circulación
Durante el embarazo, la cantidad de sangre bombeada por el corazón cada minuto (gasto
cardíaco o volumen minuto) se incrementa del 30 al 50 por ciento. Este aumento se inicia
aproximadamente en la sexta semana y llega a su punto máximo entre las semanas 16 y 28,
por lo general, la semana 24. A medida que aumenta el bombeo del corazón, la frecuencia
cardíaca en reposo se acelera desde las 70 pulsaciones por minuto normales a las 80 o 90
pulsaciones por minuto. Después de 30 semanas, puede disminuir ligeramente debido a que el
crecimiento del útero presiona las venas que retornan la sangre desde las piernas hasta el
corazón. Durante el parto, sin embargo, el bombeo del corazón aumenta un 30 por ciento más
y, tras el parto, disminuye con rapidez al principio, hasta llegar de un 15 a un 25 por ciento
por encima del nivel anterior a la gestación y luego más lentamente hasta que vuelve al nivel
normal previo al embarazo (unas 6 semanas después del parto).
La elevación del bombeo del corazón durante el embarazo probablemente se debe a los
cambios que se producen en el suministro de sangre al útero. A medida que el feto crece, más
sangre llega al útero de la madre. Al final del embarazo, el útero recibe una quinta parte de
todo el volumen sanguíneo de la madre.
Durante la realización de un ejercicio físico, el bombeo del corazón, la frecuencia cardíaca y
el consumo de oxígeno aumentan más en las mujeres embarazadas que en las que no lo están.
Además, las radiografías y los electrocardiogramas ponen de manifiesto determinados
cambios en el corazón y pueden aparecer soplos e irregularidades del ritmo cardíaco. Todos
estos cambios son normales durante el embarazo, pero algunas anomalías del ritmo cardíaco
pueden requerir tratamiento.
La presión arterial suele disminuir durante el segundo trimestre, pero puede volver a los
niveles normales en el tercero.
El volumen de sangre se incrementa en un 50 por ciento durante el embarazo, pero el número
de glóbulos rojos, que son las células encargadas de transportar el oxígeno a todo el
organismo, sólo aumenta entre un 25 y un 30 por ciento. Por motivos desconocidos, el número
de glóbulos blancos, que son las celulas que combaten las infecciones, aumenta ligeramente
durante el embarazo y, de forma notoria, durante el parto y los días inmediatos posteriores al
mismo.
Riñones
Al igual que la del corazón, la actividad de los riñones aumenta en gran medida durante todo
el embarazo. Los riñones tienen que filtrar un volumen de sangre cada vez mayor (entre un 30
y un 50 por ciento más), hasta alcanzar un máximo entre las semanas 16 y 24 que se mantiene
hasta antes del parto, momento en que la presión ejercida por el útero agrandado puede
disminuir ligeramente la llegada de sangre a los riñones.
La actividad renal normalmente aumenta cuando una persona se recuesta en posición
horizontal y se reduce cuando está de pie. Esta diferencia se acentúa durante el embarazo (ello
justifica, en parte, que la mujer embarazada sienta la necesidad de orinar cuando intenta
dormir). En el último trimestre del embarazo, el incremento de la actividad renal es aún mayor
cuando se acuesta de lado. En esta posición, la presión que ejerce el útero sobre las venas que
irrigan la sangre de las piernas disminuye y, por tanto, aumenta el flujo de la sangre y se
incrementa la actividad de los riñones y el bombeo del corazón.
Pulmones
Sistema digestivo
A medida que avanza el embarazo, la presión que ejerce el útero sobre el recto y la parte
inferior del intestino puede causar estreñimiento. Tal estreñimiento puede agravarse porque
las contracciones musculares involuntarias que se producen en el intestino para desplazar los
alimentos se vuelven más lentas debido a los altos valores de progesterona presentes durante
el embarazo. Con frecuencia aparecen acidez y eructos, posiblemente debido a que los
alimentos permanecen en el estómago más tiempo y porque el esfínter (un músculo con forma
de anillo que se encuentra en el extremo inferior del esófago) tiende a relajarse, permitiendo el
reflujo del contenido del estómago hacia el esófago. En cambio, las úlceras de estómago son
poco frecuentes durante el embarazo y a menudo las preexistentes mejoran porque el
estómago produce menos ácido.
El riesgo de sufrir una enfermedad de la vesícula biliar aumenta. Las mujeres que han estado
embarazadas tienen más problemas de vesícula biliar que las que nunca lo han estado, incluso
después de muchos años.
Piel
La máscara del embarazo (cloasma) consiste en una serie de manchas pigmentadas, de color
marrón, que pueden aparecer sobre la piel de la frente y de las mejillas. La pigmentación
también puede aumentar en la piel que rodea los pezones (aréola). A menudo aparece una
línea oscura en la mitad del abdomen.
En la piel, por encima de la cintura pueden aparecer pequeños vasos sanguíneos en forma de
araña (arañas vasculares), así como unos capilares dilatados de pared delgada, sobre todo en la
parte inferior de las piernas.
Hormonas
Cuidados prenatales
Para identificar un embarazo de alto riesgo, se evalúa a la mujer embarazada para determinar
si presenta condiciones o características que la expongan a ella o al feto a la posibilidad de
enfermar o morir durante el embarazo (factores de riesgo). A los factores de riesgo se les
asigna una puntuación que se corresponde con el grado de riesgo. El hecho de identificar un
embarazo de alto riesgo asegura que la mujer que más necesita atención médica efectivamente
la reciba.
Una mujer con un embarazo de alto riesgo puede ser tratada en un centro de cuidados
perinatales; perinatal es un término que hace referencia a los eventos que suceden
inmediatamente antes, durante o después del parto. Por lo general, estos centros cuentan con
un servicio obstétrico y una unidad de cuidados intensivos neonatales para proporcionar el
máximo grado de asistencia tanto para la mujer embarazada como para el feto y el recién
nacido. El médico suele enviar a la embarazada a un centro de cuidados perinatales antes del
parto porque la atención precoz reduce la probabilidad de que el bebé enferme o muera. Estos
centros también acogen a cualquier mujer embarazada que presente problemas inesperados
durante el parto. La causa más frecuente de ingreso en estos centros es el riesgo de un parto
prematuro (antes de las 37 semanas), que se asocia a menudo con la rotura prematura de las
membranas, es decir, cuando se rompen antes de que el feto esté listo para nacer. A este
respecto, el tratamiento en un centro de cuidados perinatales reduce el riesgo de que el bebé
nazca prematuramente.
En algunos países desarrollados muere una mujer embarazada (mortalidad materna) en 6 de
cada 100 000 nacimientos. La principal causa de muerte son los accidentes de tráfico u otras
lesiones. En segundo lugar, se encuentran los diversos problemas relacionados con el
embarazo y el parto: coágulos de sangre que se desprenden y alcanzan los pulmones,
complicaciones anestésicas, hemorragias, infecciones y complicaciones provocadas por una
presión arterial elevada.
A título ilustrativo, diremos que el bebé muere antes, durante o después del parto (mortalidad
perinatal) en 16 de cada 1 000 partos en EE.UU. Poco más de la mitad de estas muertes son
abortos y el resto afecta a recién nacidos de hasta 28 días. La principal causa de estas muertes
son las malformaciones congénitas y la prematuridad.
Algunos factores de riesgo están presentes antes de que la mujer quede embarazada, mientras
que otros se desarrollan durante el embarazo.
Características de la madre
La edad de la mujer se relaciona estrechamente con el riesgo durante el embarazo. Las niñas
de 15 años y menos tienen más probabilidades de desarrollar preeclampsia (una enfermedad
caracterizada por una presión arterial elevada, proteínas en la orina y retención de líquidos
durante el embarazo) y eclampsia (convulsiones producidas por la preeclampsia); también
tienen más probabilidades de tener hijos de bajo peso al nacer o desnutridos. En cambio, las
mujeres de 35 años o más tienen más probabilidades de desarrollar presión arterial elevada,
diabetes o fibromas (formaciones no cancerosas) en el útero, así como de tener problemas
durante el parto. El riesgo de tener un bebé con alguna anomalía cromosómica como el
síndrome de Down aumenta con rapidez a partir de los 35 años. Si una mujer embarazada de
este grupo de edad está preocupada por la posibilidad de que su feto desarrolle anomalías,
puede someterse a un análisis de las vellosidades coriónicas o a una amniocentesis para
determinar el contenido cromosómico del feto.
Una mujer que pesa menos de 45 kilogramos
cuando no está embarazada tiene más
probabilidades de tener un bebé de menor
tamaño de lo esperado en relación con el número
de semanas de embarazo (pequeño para su edad
gestacional). Si su peso aumenta menos de 5
kilogramos durante el embarazo, el riesgo de
tener un bebé con esas características aumenta en
casi un 30 por ciento. Por el contrario, una mujer
obesa tiene más probabilidades de tener un bebé
muy grande; la obesidad también incrementa el
riesgo de desarrollar diabetes y presión arterial
elevada durante el embarazo.
Una mujer de menos de 1,60 m de altura tiene
más probabilidades de tener una pelvis pequeña;
de ahí que el riesgo de tener un parto prematuro
y un bebé anormalmente pequeño por retraso del
crecimiento intrauterino también sea más alto de lo habitual.
Una mujer que ha tenido tres abortos consecutivos siempre en los primeros 3 meses de
embarazo tiene alrededor del 35 por ciento de probabilidades de sufrir otro. El aborto también
es más probable cuando la mujer tuvo un feto muerto entre el cuarto y el octavo mes de
embarazo o cuando tuvo un parto prematuro en un embarazo anterior. Antes de intentar
quedar embarazada de nuevo, es recomendable que la mujer que ha tenido un aborto se
someta a una prueba de detección de anomalías cromosómicas u hormonales, defectos
estructurales en el útero o en el cuello uterino, enfermedades del tejido conectivo como el
lupus o una reacción inmune frente al feto, por lo general, por incompatibilidad de Rh. Si se
descubre la causa del aborto, es posible que ésta pueda ser tratada de forma adecuada.
El hecho de que un feto nazca muerto o de que un bebé recién nacido muera se asocia a
anomalías cromosómicas en el feto, diabetes, alguna enfermedad renal (crónica) o de los vasos
sanguíneos, hipertensión arterial, drogadicción o una enfermedad del tejido conectivo, como
el lupus en la madre.
Por otro lado, cuanto mayor sea el número de partos prematuros, mayor es el riesgo de
repetirlos en los embarazos siguientes. Una mujer que haya tenido un recién nacido con un
peso menor de 1,5 kilogramos, tiene un 50 por ciento de probabilidades de que su próximo
hijo nazca antes de término. Si un recién nacido sufrió retraso del crecimiento intrauterino, es
probable que se repita en el siguiente. En estos casos, se investiga en busca de la presencia de
enfermedades que puedan retrasar el crecimiento fetal, como la hipertensión arterial,
afecciones renales, aumento de peso inadecuado, infección, tabaquismo y abuso de alcohol.
Un recién nacido que pese más de 4,5 kg al nacer sugiere que la madre pueda sufrir diabetes.
El riesgo de aborto o muerte de la mujer o del recién nacido aumenta si la mujer padece de
diabetes durante el embarazo. Por tanto, se debe controlar la presencia de esta enfermedad en
las mujeres embarazadas midiendo sus niveles de azúcar en sangre (glucosa) entre las semanas
20 y 28 de embarazo.
La mujer que ha tenido seis o más embarazos, tiene mayores probabilidades de tener
contracciones leves durante el parto y hemorragias después del mismo, debido al
debilitamiento de sus músculos uterinos. También puede tener un parto rápido, que aumenta el
riesgo de padecer una hemorragia vaginal copiosa. Además, tiene muchas más probabilidades
de tener placenta previa (una placenta anormalmente localizada en la parte inferior del útero).
Este trastorno puede causar hemorragia y, como la placenta puede bloquear el cuello uterino,
por lo general, se debe practicar una cesárea.
Si una mujer ya ha tenido un hijo con una enfermedad hemolítica, el siguiente puede correr el
riesgo de nacer también con esta enfermedad, y su gravedad en el recién nacido anterior
predice la que tendrá en el siguiente. Esta enfermedad se desarrolla cuando una madre cuya
sangre es Rh-negativo tiene un feto con sangre Rh-positivo (incompatibilidad de Rh) y la
madre produce anticuerpos contra la sangre del feto (sensibilización a Rh) que destruyen sus
glóbulos rojos. En esos casos, se analiza la sangre de ambos progenitores. Si el padre tiene dos
genes para sangre Rh-positivo, todos los hijos serán Rh-positivos; si tiene sólo un gen de estas
características, el recién nacido tiene alrededor del 50 por ciento de probabilidades de ser Rh-
negativo. Esta información es útil para tomar las precauciones necesarias con la madre y el
feto en embarazos subsiguientes. Por lo general, en el primer embarazo con un hijo con sangre
Rh-positivo no suele haber problemas, pero el contacto entre la sangre de la madre y la del
recién nacido durante el parto hace que la madre produzca anticuerpos anti-Rh y, por tanto, los
siguientes recién nacidos pueden sufrir complicaciones. Sin embargo, después de que una
madre con Rh-negativo alumbre un recién nacido Rh-positivo, se suele administrar a aquélla
globulina inmune Rh0 (D) para destruir los anticuerpos anti-Rh. El resultado es que la
hemólisis (destrucción de hematíes) en los recién nacidos es muy poco frecuente.
Una mujer que ha tenido una preeclampsia o eclampsia tiene probabilidades de volver a
tenerla, en particular, si padece hipertensión cuando no está embarazada.
Si una mujer ha tenido un bebé con trastornos genéticos o malformaciones, habitualmente se
realizan análisis genéticos de éste (aunque haya nacido muerto) y de ambos padres antes de
otro embarazo. En caso de que la mujer quede de nuevo embarazada, se realizan pruebas
como ecografías, toma de muestras de vellosidades coriónicas y amniocentesis para ayudar a
determinar las probabilidades de que las anomalías se repitan.
Alteraciones estructurales
Las anomalías en los órganos reproductores femeninos, como el útero bicorne o un cuello
uterino débil que no puede sostener al feto en desarrollo (cuello incompetente), aumentan el
riesgo de aborto. En consecuencia, puede ser necesario practicar intervenciones quirúrgicas,
ecografías o radiografías para detectar estas alteraciones; si una mujer ha tenido varios
abortos, estas pruebas se realizan antes de que vuelva a quedar embarazada.
Los fibromas (formaciones no cancerosas) en el útero, que son más frecuentes en mujeres
mayores, pueden aumentar el riesgo de un parto prematuro, la incidencia de problemas
durante el parto, una presentación anormal del feto, una localización anormal de la placenta
(placenta previa) y abortos repetidos.
Problemas médicos
Ciertas condiciones médicas en una mujer gestante pueden ponerla en peligro a ella y al feto.
Las más importantes son la hipertensión arterial crónica, enfermedades renales, diabetes,
cardiopatías graves, enfermedad tiroidea, lupus eritematoso sistémico (lupus) y trastornos de
la coagulación san-guínea.
Historia familiar
Una historia de retraso mental u otros trastornos hereditarios en la familia de la madre o del
padre aumenta la probabilidad de que el recién nacido vaya a tener esa enfermedad. La
tendencia a tener gemelos también se da en el seno de una misma familia.
Una mujer embarazada sin riesgos especiales puede sufrir un cambio que aumente el riesgo,
por ejemplo, la exposición a teratógenos (agentes que pueden producir defectos congénitos)
como la radiación, productos químicos, fármacos e infecciones, o bien puede desarrollar una
complicación médica o en relación al embarazo.
Exposición a teratógenos
Los fármacos reconocidos como causantes de defectos congénitos cuando se toman durante el
embarazo incluyen el alcohol, la fenitoína, los fármacos que contrarrestan las acciones del
ácido fólico (como el triamtereno o el trimetoprim), el litio, la estreptomicina, las tetraciclinas
y la warfarina. Las infecciones que pueden provocar defectos congénitos incluyen el herpes
simple, la hepatitis vírica, la gripe, la parotiditis, la rubéola, la varicela, la sífilis, la listeriosis,
la toxoplasmosis e infecciones por virus Coxsackie o por citomegalovirus. Al comienzo del
embarazo, a la mujer se le pregunta si ha tomado algunos de estos fármacos o ha padecido
alguna de estas infecciones desde que quedó embarazada. Es particularmente preocupante la
forma en que el tabaquismo, el consumo de alcohol y el abuso de fármacos durante el
embarazo afectan a la salud y al desarrollo del feto.
El tabaquismo es la adicción más frecuente entre las mujeres embarazadas de algunos países
desarrollados. A pesar de la información creciente acerca de los peligros para la salud que
acarrea el tabaquismo, el porcentaje de mujeres adultas que fuman o viven con alguien que
fuma sólo ha descendido ligeramente en 20 años y el porcentaje de mujeres grandes
fumadoras se ha incrementado. Así mismo, el tabaquismo entre las adolescentes ha aumentado
sustancialmente y supera al de los jóvenes de su misma edad.
El consumo de tabaco perjudica tanto a la madre como al feto,
pero sólo cerca del 20 por ciento de las mujeres que fuma
abandona el hábito durante la gestación. El efecto más marcado
del tabaquismo sobre el recién nacido durante el embarazo es la
reducción de su peso al nacer: cuanto más fuma una mujer
durante el embarazo, menos pesará el recién nacido. Este efecto
parece ser mayor entre las fumadoras de mayor edad, que tienen
más probabilidades de tener recién nacidos de menor peso y
estatura. Las fumadoras embarazadas también tienen más
probabilidades de tener complicaciones con la placenta, rotura
prematura de membranas, parto anticipado (pretérmino) e
infecciones uterinas. Una mujer embarazada que no fuma debería
evitar exponerse al humo de otros puesto que, igualmente, puede
perjudicar al feto.
Los defectos congénitos que afectan al corazón, al cerebro y a la cara son más frecuentes entre
los hijos de fumadoras que entre los de no fumadoras. El tabaquismo en la madre también
puede aumentar el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante. Además, los hijos de
madres fumadoras tienen deficiencias sutiles, pero apreciables, en cuanto al crecimiento,
desarrollo intelectual y conducta. Se cree que estos efectos son provocados por el monóxido
de carbono, que reduce el suministro de oxígeno que reciben los tejidos del organismo, y por
la nicotina, que, al estimular la liberación de hormonas, provoca una constricción de los vasos
sanguíneos en la placenta y el útero, disminuyendo la llegada de sangre.
El consumo de alcohol durante el embarazo es la principal causa conocida de anomalías
congénitas. El síndrome alcohólico fetal, una de las principales consecuencias de beber
durante el embarazo, aparece en alrededor de 2,2 de cada 1 000 recién nacidos vivos. Esta
enfermedad incluye retraso del crecimiento antes o después del parto, anomalías faciales,
cabeza pequeña (microcefalia), probablemente causada por un crecimiento escaso del cerebro,
y un desarrollo anormal del comportamiento. El síndrome alcohólico fetal es la principal
causa del retraso mental. Además, el alcohol puede causar problemas que van desde el aborto
a graves efectos en la conducta del recién nacido o en el niño en desarrollo, como
comportamiento antisocial y déficit de atención. Estos trastornos pueden aparecer incluso
aunque el recién nacido no tenga defectos físicos de nacimiento.
El riesgo de aborto espontáneo casi se duplica cuando una mujer consume alcohol durante el
embarazo, en especial si bebe mucho. Por lo general, el peso con el que nacen los hijo de
madres que consumen alcohol durante la gestación es inferior al normal. El promedio de peso
al nacer es de alrededor de 2 kilogramos, comparados con los 3,5 kilogramos del resto de los
recién nacidos.
La drogadicción y el abuso de sustancias tóxicas son cada vez más frecuentes en las mujeres
embarazadas. Más de cinco millones de personas, muchas de las cuales son mujeres en edad
fértil, consumen con regularidad marihuana y cocaína.
La cromatografía es una prueba de laboratorio barata y efectiva que se utiliza para detectar en
la orina heroína, morfina, anfetaminas, barbitúricos, codeína, cocaína, marihuana, metadona o
fenotiacinas. Las mujeres que se inyectan drogas corren un mayor riesgo de tener anemia,
infección de la sangre (bacteriemia) o de las válvulas cardíacas (endocarditis), abscesos
cutáneos, hepatitis, flebitis, neumonía, tétanos y enfermedades de transmisión sexual, incluido
el SIDA. Alrededor del 75 por ciento de los recién nacidos con SIDA resulta de madres que se
inyectaban drogas o ejercían la prostitución. Además estos niños tienen un mayor riesgo de
desarrollar otras enfermedades de transmisión sexual, hepatitis e infecciones. Por otro lado, es
probable que su crecimiento dentro del útero sea insufuciente y que nazcan prematuramente.
Alrededor del 14 por ciento de las mujeres embarazadas consume marihuana en distintos
grados. Su principal ingrediente, el tetrahidrocannabinol (THC), es capaz de atravesar la
placenta y, en consecuencia, de afectar al feto. A pesar de que ninguna evidencia específica
demuestra que la marihuana cause defectos de nacimiento o retrase el crecimiento del feto en
el útero, algunos estudios sugieren que un gran consumo de esta droga produce anomalías de
comportamiento en los recién nacidos.
El abuso de cocaína durante el embarazo causa graves problemas tanto para la madre como
para el feto y, dado que muchas de las mujeres que consumen cocaína también consumen
otras drogas, el problema adquiere una especial gravedad. La cocaína estimula el sistema
nervioso central, actúa como anestésico local y reduce el diámetro de los vasos sanguíneos
(vasoconstricción). El estrechamiento de los vasos sanguíneos puede reducir el flujo
sanguíneo, por lo que el feto no siempre recibe el oxígeno suficiente. Esta reducción puede
afectar al crecimiento de varios órganos y frecuentemente provoca trastornos óseos y un
estrechamiento anormal de algunos segmentos del intestino. El sistema nervioso y los
problemas de comportamiento de los hijos de madres cocainómanas incluyen hiperactividad,
temblores incontrolables e importantes trastornos del aprendizaje, que continúan hasta los 5
años o incluso hasta una edad más avanzada.
Si una mujer embarazada presenta repentinamente una presión arterial muy alta (hipertensión
aguda), una hemorragia debida al desprendimiento precoz de la placenta (abruptio placentae)
o si el recién nacido nace, sin causa aparente, muerto, se analiza su orina en busca de la
presencia de cocaína. Entre las mujeres que consumen cocaína durante el embarazo, alrededor
del 31 por ciento tiene un parto antes de término, el 19 por ciento tiene un recién nacido con
retraso del crecimiento y el 15 por ciento sufre un desprendimiento precoz de la placenta. Si se
interrumpe el consumo de cocaína después de los primeros 3 meses de embarazo, los riesgos
de tener un parto prematuro y un desprendimiento precoz de la placenta aún siguen siendo
altos pero, probablemente, el crecimiento del feto será normal.
Problemas médicos
Si se diagnostica hipertensión por primera vez cuando una mujer está embarazada, el médico
puede tener ciertas dificultades en determinar si la causa es el embarazo o algún otro
problema. El tratamiento de la hipertensión durante el embarazo es problemático; los
beneficios que pueda obtener la madre tienen que ser sopesados con los potenciales riesgos
para el feto. Sin embargo, cuando el embarazo se halla en estado muy avanzado, este trastorno
puede indicar una grave amenaza para la madre y el feto y se debe instaurar un tratamiento de
inmediato.
Si la mujer gestante ha tenido anteriormente una infección de orina, se evalúa una muestra de
su orina al inicio del embarazo. Si se detectan bacterias, se administran antibióticos para
prevenir una infección renal, ya que ésta se asocia al parto antes de término y a la rotura
prematura de las membranas.
Las infecciones bacterianas de la vagina durante el embarazo también pueden derivar en un
parto antes de término o en una rotura prematura de las membranas. El tratamiento de la
infección con antibióticos reduce la probabilidad de tener estos problemas.
Una enfermedad que provoque fiebre alta (temperatura superior a los 39,5 ºC) en el primer
trimestre del embarazo aumenta la probabilidad de sufrir un aborto y de anomalías en el
sistema nervioso del recién nacido. La fiebre al final del embarazo aumenta la posibilidad de
un parto pretérmino.
Las intervenciones quirúrgicas de urgencia durante el embarazo aumentan el riesgo de un
parto pretérmino. Muchas enfermedades, como la apendicitis, un ataque de vesícula biliar y la
obstrucción intestinal son difíciles de diagnosticar debido a los cambios normales que se
producen en el abdomen durante el embarazo. En consecuencia, cuando se diagnostica una de
esas enfermedades, es probable que se encuentre en un estado avanzado, lo que incrementa la
morbilidad y la mortalidad.
CAPITULO 245
Complicaciones del embarazo
Un aborto (espontáneo) es la pérdida de un feto por causas naturales antes de las 20 semanas
de embarazo. En cambio, se denomina feto
muerto a la pérdida del mismo por causas
naturales después de las 20 semanas de
embarazo.
El término aborto hace referencia tanto a un
aborto espontáneo como a una interrupción
médica del embarazo (aborto provocado).
Un bebé que respira espontáneamente o que
presenta latidos cardíacos después del parto es
un recién nacido vivo, sea cual sea el momento
del embarazo. Si fallece poco después, su
muerte recibe el nombre de muerte del recién
nacido (neonatal).
Alrededor del 20 al 30 por ciento de las mujeres
embarazadas presenta alguna hemorragia o
contracciones al menos una vez durante las
primeras 20 semanas de embarazo. Cerca de la
mitad de estos episodios acaba en un aborto
espontáneo.
Alrededor del 85 por ciento de los abortos
espontáneos tiene lugar durante las primeras 12
semanas de embarazo y, en general, son debidos
a anomalías en el feto. El 15 por ciento restante
de abortos se produce durante las semanas 13 a
20; alrededor de dos tercios se deben a
problemas de la madre y un tercio a causas
desconocidas. Muchos estudios han demostrado
que los trastornos emocionales en la madre no
tienen relación con los abortos espontáneos.
Síntomas y diagnóstico
Antes de un aborto, la mujer habitualmente sufre pérdidas de sangre poco cuantiosas o tiene
una hemorragia más evidente junto a secreción vaginal. El útero se contrae y la mujer siente
un dolor similar a los calambres. Si el aborto continúa, la hemorragia, la secreción y los
dolores aumentan. Al final, parte o la totalidad del contenido del útero puede ser expulsado.
En las primeras fases de un aborto, la ecografía puede determinar si el feto sigue con vida.
Después de la pérdida del feto, esta prueba y otras pueden utilizarse para determinar si la
expulsión del contenido del útero ha sido completa.
Tratamiento
Cuando todo el contenido del útero ha sido expulsado (aborto completo) no se necesita iniciar
ningún tratamiento. Por el contrario, cuando sólo se expulsa una parte (aborto incompleto),
debe realizarse una dilatación y succión para
vaciar el útero.
Si el feto muere pero continúa en el útero
(aborto fallido), deben extraerse el feto y la
placenta, por lo general, mediante dilatación y
succión. Un fármaco, como la oxitocina, que
hace que el útero se contraiga y expulse su
contenido, puede administrarse para tratar los
abortos fallidos tardíos.
Si se produce una hemorragia y contracciones
dolorosas durante las primeras 20 semanas de
embarazo (amenaza de aborto), se aconseja
reposo en cama, porque suele mejorar los
síntomas. En la medida de lo posible, la mujer
no debería trabajar ni permanecer de pie en casa.
Debería evitarse el coito, a pesar de que no se ha demostrado una clara relación con los
abortos espontáneos. No se administran hormonas porque casi siempre son ineficaces y
pueden causar defectos congénitos, sobre todo del corazón o de los órganos reproductores. Por
ejemplo, la exposición en esta etapa del desarrollo de un feto femenino al dietilestilbestrol
(DES), una hormona sintética, se asocia a cáncer vaginal.
La amenaza de aborto puede deberse a que el cuello uterino se dilate prematuramente debido a
la debilidad del tejido fibroso. En ocasiones, la apertura cervical se cierra quirúrgicamente
(cerclaje) con una sutura que se retira justo antes del parto.
Un aborto séptico es una infección muy grave. El contenido del útero debe eliminarse de
inmediato y es necesario tratar la infección con dosis altas de antibióticos.
Embarazo ectópico
Un embarazo ectópico (fuera de lugar) es aquel en que el feto se desarrolla fuera del útero, ya
sea en la trompa de Falopio, en el canal cervical o en la cavidad pélvica o abdominal.
Normalmente, el ovario libera un óvulo que es absorbido hacia la apertura de una de las
trompas de Falopio, donde es impulsado por diminutos cilios similares a pelos hasta que
varios días después llega al útero. Normalmente, la fecundación del óvulo se efectúa en la
trompa de Falopio, pero la implantación tiene lugar en el útero. Sin embargo, si la trompa se
obstruye (por ejemplo, debido a una infección previa), el óvulo puede desplazarse lentamente
o incluso quedar atascado. El óvulo fecundado quizá nunca llegue al útero y, en consecuencia,
se produce un embarazo ectópico.
Localizaciones del embarazo ectópico
Uno de cada 100 o 200 embarazos es ectópico. Por motivos no desmasiado claros, cada vez
resultan más frecuentes. Son factores de riesgo una enfermedad en la trompa de Falopio, un
embarazo ectópico previo, la exposición fetal al dietilestilbestrol o una ligadura de trompas
fallida (un procedimiento de esterilización en el que se corta u obstruye la trompa de Falopio).
Los embarazos ectópicos son menos frecuentes entre las mujeres de raza blanca. En los raros
casos en que una mujer queda embarazada con un dispositivo intrauterino (DIU) colocado, el
riesgo de tener un embarazo ectópico es elevado.
Por lo general, los embarazos ectópicos se desarrollan en una de las de las trompas de Falopio
(embarazo tubárico). Son inhabituales los embarazos en el canal cervical, en el ovario o en la
cavidad abdominal o pélvica. Un embarazo ectópico constituye un riesgo para la vida y debe
ser extirpado lo antes posible. Según algunas estadísticas, 1 de cada 826 mujeres con
embarazos ectópicos muere por complicaciones.
Síntomas
Los síntomas de un embarazo ectópico son pequeñas pérdidas de sangre por la vagina y
dolores abdominales como los calambres, todo ello asociado habitualmente a un retraso de la
menstruación. Estos síntomas se deben a que una vez se produce la muerte del feto, el
revestimiento uterino se expulsa como en un período menstrual normal.
Si el feto muere en una fase precoz, no se producen lesiones en la trompa de Falopio. Si sigue
creciendo, no obstante, pueden desgarrarse las paredes de la trompa y producirse una
hemorragia. Si ésta es gradual, causa dolor y a veces una sensación de presión en la parte
inferior del abdomen debido a la acumulación de sangre. Si la hemorragia es rápida, pude
provocar una reducción grave de la presión arterial e incluso un shock. Típicamente, alrededor
de las 6 u 8 semanas, se siente un dolor agudo e intenso en la parte inferior del abdomen,
seguido de un desvanecimiento. Estos síntomas habitualmente indican que la trompa se ha
roto y, en consecuencia, que se ha producido una hemorragia masiva dentro del abdomen.
En ocasiones, un embarazo ectópico se desarrolla en parte dentro de la trompa y en parte
dentro del útero. En este caso aparecen dolores abdominales como calambres y pérdidas
hemáticas frecuentes. En esta localización el feto cuenta con más lugar para crecer, por lo que
la rotura se produce más tarde, en general entre las 12 y las 16 semanas de embarazo. Esta
rotura puede ser catastrófica, todavía con una mayor tasa de mortalidad asociada.
Diagnóstico y tratamiento
El embarazo ectópico puede sospecharse cuando los análisis de sangre y de orina dan un
resultado positivo de embarazo pero el útero es más pequeño de lo esperado en relación con la
edad gestacional. La ecografía puede demostrar que el útero está vacío y que hay sangre en la
cavidad pélvica o abdominal. Así mismo, el médico puede emplear un laparoscopio (un tubo
de fibra óptica que se introduce por una pequeña incisión en el abdomen) para visualizar el
embarazo ectópico directamente.
Para ayudar a confirmar el diagnóstico, se puede introducir una aguja atravesando la pared de
la vagina hasta llegar a la cavidad pélvica y extraer la sangre acumulada debido a la
hemorragia del embarazo ectópico (este procedimiento se llama culdocentesis). A diferencia
de la sangre de una vena o una arteria, esta sangre tiene la peculiaridad de no coagular.
Por lo general, un embarazo ectópico debe ser extirpado quirúrgicamente. Cuando se
encuentra en una trompa de Falopio, habitualmente se practica una incisión dentro de la
trompa para extraer el feto y la placenta. La trompa se deja abierta para que sane sin dejar
cicatrices que podrían dificultar todavía más una futura concepción. En ciertos casos, este
procedimiento puede realizarse con un laparoscopio. En raras ocasiones, las lesiones de la
trompa son tan graves que no puede repararse y es necesario extirparla.
Para tratar un embarazo tubárico en su fase inicial en el que no existe evidencia de latido
cardíaco del feto, también puede utilizarse la administración de metotrexato, en lugar de una
intervención quirúrgica.
Anemias
Las anemias son trastornos en los que el número de glóbulos rojos (eritrocitos) o la cantidad
de hemoglobina (la proteína que transporta oxígeno) que éstos contienen se encuentra por
debajo de los valores normales.
El volumen de sangre aumenta durante el embarazo, por lo que una disminución moderada en
la concentración de eritrocitos y hemoglobina (hemodilución) es normal.
Como la madre debe producir sangre tanto para el feto como para ella misma, durante la
gestación se precisa de un mayor aporte de hierro para producir glóbulos rojos. Por ello, el
tipo más frecuente de anemia durante el embarazo es la anemia por deficencia de hierro que,
por lo general, se debe a una inadecuada cantidad de este elemento en la dieta. Sin embargo,
puede deberse a una deficiencia de hierro ya existente provocada por la pérdida de hierro por
las menstruaciones o por un embarazo previo. Con menos frecuencia, la anemia es
consecuencia de una dieta deficiente en ácido fólico (folato), una vitamina B que también es
necesaria para producir glóbulos rojos.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico se basa en los análisis de sangre que determinan la cantidad de eritrocitos, los
valores de hemoglobina y los de hierro.
La anemia provocada por una deficiencia de hierro se trata con comprimidos de hierro. Este
suplemento de hierro no supone ningún riesgo para el feto pero puede causar malestar en el
estómago y estreñimiento en la madre, sobre todo si la dosis es alta. A pesar de que no se ha
demostrado que todas las mujeres embarazadas deban tomar suplementos de hierro, a la
mayoría de las gestantes se les aconseja tomarlos, incluso si su cantidad de eritrocitos y los
niveles de hemoglobina son normales, para asegurar que el aporte de hierro sea suficiente para
ellas y para el feto a medida que avance el embarazo. La anemia causada por deficiencia de
ácido fólico se trata con comprimidos de folato. Para las pacientes con anemia drepanocítica
(una enfermedad hereditaria en la que la hemoglobina es anormal), el tratamiento es motivo de
controversia; en ciertos casos, es necesario realizar transfusiones de sangre.
Incompatibilidad de Rh
La incompatibilidad de Rh es la incompatibilidad del grupo Rh entre la sangre de la madre y
de su feto.
Como resultado de esta anomalía, la mujer puede producir anticuerpos contra los glóbulos
rojos (eritrocitos) del feto. Estos anticuerpos ocasionan la destrucción de un número más o
menos importante de estas células, produciendo en ocasiones la denominada enfermedad
hemolítica del recién nacido, una variedad de anemia.
El grupo sanguíneo de una persona es un conjunto de moléculas localizadas sobre la superficie
de los eritrocitos que los identifican como específicos de cada individuo. El grupo sanguíneo
Rh incluye algunas de estas moléculas. Una de ellas, la Rh0 (D), suele causar los problemas
de incompatibilidad de Rh. Si los hematíes tienen moléculas Rh0 (D), la sangre es Rh-
positivo; si no las tienen, la sangre es Rh-negativo.
Los problemas aparecen cuando la madre es Rh-negativo y el feto tiene sangre Rh-positivo
que ha heredado de un padre Rh-positivo. Parte de la sangre fetal puede entrar en contacto con
la sangre materna a través de la placenta, sobre todo en los últimos días de embarazo y durante
el parto. Si ello sucede, el organismo de la madre puede tratar los glóbulos rojos del feto como
elementos extraños y producir anticuerpos para destruirlos (anticuerpos anti-Rh). Los valores
de estos anticuerpos de la madre se elevan a lo largo de todo el embarazo y pueden atravesar
la placenta y llegar al feto, donde pueden destruir parte de sus eritrocitos. Como resultado,
puede desarrollarse la enfermedad hemolítica en el feto (eritroblastosis fetal) o en el recién
nacido (eritroblastosis neonatal). No obstante, durante un primer embarazo, rara vez surgen
estos problemas porque, por lo general, no se produce un contacto significativo entre la sangre
del feto y la de la madre hasta el momento del parto. Sin embargo, en cada embarazo
subsiguiente, la madre se sensibiliza cada vez más frente a la sangre Rh-positivo y produce
anticuerpos cada vez con mayor antelación.
La destrucción de los glóbulos rojos del feto puede ocasionar anemia e incrementar los valores
de bilirrubina en la sangre (un producto de desecho proveniente de la destrucción de los
eritrocitos); si los valores de la bilirrubina son demasiado altos, puede lesionarse el cerebro del
feto.
Entre las personas de raza blanca de ciertos países occidentales, el 85 por ciento es Rh-
positivo y en alrededor del 13 por ciento de los matrimonios, el varón es Rh-positivo y la
mujer Rh-negativo. En estos casos, 1 recién nacido de cada 27 desarrolla la enfermedad
hemolítica.
Prevención y tratamiento
En su primera visita al médico durante un embarazo, éste hace una revisión a la mujer para
determinar su tipo y grupo sanguíneo. Si es Rh-negativo, se determina el tipo de sangre del
padre; si éste es Rh-positivo, se miden los valores de anticuerpos anti-Rh en la madre.
Durante el parto se puede producir un contacto entre la sangre materna y la fetal, lo que puede
ocasionar que la madre produzca anticuerpos. Por este motivo, y a modo de precaución, se
inyectan anticuerpos anti-Rh en la madre Rh-negativo, en la forma de globulina inmune
Rh0(D), en las 72 horas posteriores al parto de un bebé que tiene sangre Rhpositiva, incluso
después de un aborto espontáneo o provocado. Este tratamiento destruye cualquier célula fetal
que pueda sensibilizar a la madre, gracias a lo cual los embarazos posteriores no suelen ser
peligrosos. No obstante, en alrededor del 1 al 2 por ciento de los casos, la inyección no evita la
sensibilización, presumiblemente porque la madre fue sensibilizada al principio del embarazo.
Para evitar la sensibilización precoz de una madre cuya sangre es Rh-negativa, se aplica una
inyección de anticuerpos anti-Rh a las 28 semanas de embarazo así como después del parto.
Si se realizan mediciones periódicas de los cambios en los valores de anticuerpos anti-Rh en la
madre, el médico puede anticipar si el bebé va a tener problemas potenciales. Si los niveles de
anticuerpos anti-Rh de la madre se elevan demasiado durante el embarazo, puede realizarse
una amniocentesis. Para ello se inserta una aguja a través de la piel para obtener una muestra
de líquido del saco amniótico, que rodea al feto dentro del útero. A continuación, se procede a
medir los valores de bilirrubina en la muestra de este líquido y, si son demasiado altos, se
administra al feto una transfusión intrauterina. Cada 10 a 14 días se realizan nuevas
transfusiones adicionales hasta alrededor de las 32 a 34 semanas de embarazo, momento en el
cual se suele provocar el parto. En general, después de nacer se efectúan una o más
transfusiones al recién nacido, en casos menos graves, no se realizan transfusiones hasta
después del alumbramiento.
Abruptio placentae
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Una vez que se ha establecido el diagnóstico, la mujer debe ser hospitalizada. El tratamiento
habitual es reposo en cama, a menos que la pérdida de sangre represente una amenaza para la
vida, exista sufrimiento fetal o el embarazo esté próximo a finalizar. El reposo prolongado
puede disminuir la hemorragia y si los síntomas se atenúan, se anima a la mujer a caminar un
poco e incluso se le puede dar de alta. Por el contrario, si la hemorragia continúa o empeora lo
mejor tanto para la madre como para el feto es acelerar el parto. Si el parto vaginal no es
posible, se realiza una cesárea.
Placenta previa
La placenta previa es la implantación de la placenta en el cuello del útero (la parte interior del
útero) o cerca del mismo.
Dentro del útero, la placenta puede cubrir el orificio cervical de forma completa o parcial. La
placenta previa tiene lugar en 1 de cada 200 partos, por lo general, en mujeres que han tenido
más de un embarazo o presentan anomalías en el útero, como fibromas.
Problemas con la placenta
Normalmente, la placenta se localiza en la parte superior del útero y está firmemente unida a la pared uterina. En el desprendimiento de placenta, ésta se
desprende de la pared uterina de forma prematura y provoca una hemorragia uterina que reduce el suministro de sangre y nutrientes del feto. Una mujer que
presenta este trastorno debe ser hospitalizada, porque el parto puede ser prematuro. En la placenta previa, la placenta se localiza sobre o cerca del cuello
uterino, en la parte inferior del útero. Los síntomas incluyen una hemorragia indolora que comienza al final del embarazo y que puede intensificarse. El parto
suele ser por cesárea.
El primer síntoma es una hemorragia vaginal repentina e indolora en las últimas etapas del
embarazo, que puede tornarse profusa; la sangre puede ser de color rojo intenso. La ecografía
es útil a efectos diagnósticos y para diferenciar una placenta previa de una que se ha
desprendido prematuramente (abruptio placentae).
Tratamiento
Vómitos excesivos
Tratamiento
Debido a que la hiperemesis gravídica es un riesgo tanto para la vida de la mujer como para la
de su recién nacido, es necesaria la hospitalización y la administración de líquidos, de glucosa
(un azúcar simple), de electrólitos y, en ocasiones, de vitaminas por vía intravenosa. No debe
comer ni beber nada durante 24 horas; si resulta necesario, se le administran fármacos contra
las náuseas y sedantes. Una vez que se han corregido la deshidratación y los vómitos, puede
empezar a tomar pequeñas cantidades de alimentos blandos, cada poco tiempo. A medida que
la mujer tolera más comida, se aumenta la cantidad de las porciones. Por lo general, los
vómitos desaparecen en pocos días. Si los síntomas recurren, se repite el tratamiento.
Preeclampsia y eclampsia
Tratamiento
Erupciones cutáneas
Algunas erupciones cutáneas ocurren sólo durante el embarazo. Entre ellas se encuentra el
herpes gestacional y la urticaria del embarazo.
Herpes gestacional
El herpes gestacional es un exantema que se produce durante el embarazo que está formado
por ampollas llenas de líquido y que provoca un intenso picor.
El término herpes es confuso, porque el exantema no está causado por el herpesvirus ni por
ningún otro virus. Se cree que la causa del herpes gestacional son ciertos anticuerpos
anormales que reaccionan contra los tejidos del propio cuerpo (una reacción autoinmune).
Este exantema poco frecuente puede aparecer en cualquier momento después de las 12
semanas de embarazo o inmediatamente después del parto.
La erupción es pruriginosa (provoca picor) y, habitualmente, se acompaña de pequeñas
vesículas llenas de líquido (vesículas) y de otras formaciones más grandes, de formas
irregulares y también llenas de líquido (ampollas). Suele comenzar en el abdomen, pero en
seguida se extiende y, en ocasiones, abarca una zona con forma de anillo, con ampollas
alrededor de su borde externo. Típicamente empeora poco después del parto y desaparece en
pocas semanas o meses. A menudo reaparece en los embarazos siguientes o con el uso de
anticonceptivos orales. El recién nacido puede presentar una erupción similar, que suele
desaparecer a las pocas semanas sin tratamiento alguno.
Para confirmar el diagnóstico, se extirpa una diminuta porción de la piel afectada y se envía a
un laboratorio para determinar la presencia de anticuerpos.
El objetivo del tratamiento es aliviar el intenso picor y evitar que se formen nuevas ampollas.
En un exantema leve, suele ser de utilidad aplicar con frecuencia una crema con
corticosteroides sobre la piel afectada. En caso de erupciones más extendidas, los
corticosteroides se administran por vía oral. La administración de corticosteroides cuando el
embarazo está avanzado no parece perjudicar al feto. Si el picor aumenta o el exantema se
extiende después del parto, puede ser necesario aplicar una dosis más alta de corticosteroides.
Las enfermedades que afectan al corazón o a los riñones, las anemias, las infecciones y la
diabetes pueden causar complicaciones durante el embarazo, tanto a la mujer como al feto.
Cardiopatías
En los países desarrollados, las enfermedades del corazón son cada vez menos frecuentes en
las mujeres en edad fértil, principalmente debido a un marcado descenso de los casos de fiebre
reumática, una enfermedad que se sufre en la infancia y que lesiona el corazón. Alrededor del
uno por ciento de las mujeres que tienen una enfermedad cardíaca grave antes de quedar
embarazadas mueren como resultado del embarazo, por lo general, debido a una insuficiencia
cardíaca. Sin embargo, gracias a la mejora de los procedimientos diagnósticos y de los
tratamientos, la mayoría de mujeres con enfermedades cardíacas pueden dar a luz
normalmente y los recién nacidos están sanos. En estas mujeres, el hecho de tener un hijo no
tiene por qué afectar permanentemente a la función cardíaca o reducir su esperanza de vida.
Los cambios normales que se producen en la circulación sanguínea durante el embarazo
representan un esfuerzo adicional para el corazón, por lo que una mujer que está embarazada o
considera la posibilidad de estarlo debería comunicar a su médico si tiene o ha tenido alguna
vez una enfermedad del corazón.
El embarazo complica aún más el diagnóstico de una enfermedad cardíaca, porque el volumen
de sangre aumenta y provoca soplos (sonidos causados por el repentino y turbulento paso de la
sangre por el corazón) que pueden sugerir un trastorno cardíaco, incluso cuando no exista
ninguno. Además, las venas se dilatan, aumenta la frecuencia cardíaca y el corazón tiene un
aspecto diferente en las radiografías.
Insuficiencia cardíaca
Cardiopatías congénitas
La mayoría de mujeres con defectos congénitos del corazón (cardiopatías congénitas) pero
que no ha tenido síntomas antes del embarazo no tiene un riesgo mayor de complicación
durante el mismo. Sin embargo, las mujeres que tienen ciertos trastornos que afectan al lado
derecho del corazón y a los pulmones, como el síndrome de Eisenmenger y la hipertensión
pulmonar primaria, corren el riesgo de sufrir un colapso y morir durante el parto o poco
después de éste. La causa de la muerte es poco clara, pero el riesgo es lo bastante importante
como para desaconsejar el embarazo. Si una mujer con alguno de estos trastornos queda
embarazada, el parto debe realizarse en las mejores condiciones posibles y con el equipo
completo de reanimación preparado. Se pueden administrar antibióticos para evitar la
infección de las válvulas cardíacas anormales. El aborto espontáneo o inducido después de las
20 semanas de embarazo también resulta peligroso para estas mujeres.
En el prolapso de la válvula mitral, las valvas de esta válvula protruyen dentro de la aurícula
izquierda durante la contracción ventricular y, en consecuencia, se escapan (regurgitación)
pequeñas cantidades de sangre hacia la aurícula.
El prolapso de válvula mitral es más frecuente en las mujeres jóvenes y tiende a ser
hereditario. Los síntomas consisten en la presencia de un soplo cardíaco, conciencia del latido
cardíaco (palpitaciones) y, en ocasiones, un ritmo cardíaco irregular (arritmia). La mayoría de
las mujeres que presentan este trastorno no tiene complicaciones durante el embarazo pero,
por lo general, se les administran antibióticos por vía intravenosa durante el parto para evitar
una infección de las válvulas del corazón.
Hipertensión arterial
La presión arterial elevada (hipertensión) puede estar presente antes del embarazo pero, en un
pequeño porcentaje de casos, se desarrolla durante el mismo.
Si una mujer tiene una presión arterial ligeramente alta (de 140/90 a 150/100 mm Hg) y está
intentando quedar embarazada o descubre que ya lo está, habitualmente, su médico suspende
el tratamiento farmacológico que está siguiendo para bajar la presión arterial (fármacos
antihipertensores). El motivo de esta interrupción es que el riesgo de que los fármacos
aumenten la morbilidad y la mortalidad del feto es mayor que el posible beneficio que obtenga
la madre. La mujer puede tener que restringir el consumo de sal y reducir la actividad física
para ayudar a controlar su presión arterial.
En caso de que la presión arterial sea moderadamente alta (de 150/90 a 180/110 mm Hg), en
general debe continuar tomando los fármacos antihipertensores. Sin embargo, algunos de los
fármacos que son seguros para la mujer pueden lesionar al feto. Los fármacos
antihipertensores que, en general, se prefieren para una mujer gestante son la metildopa y la
hidralazina. Por otro lado, los fármacos que reducen la presión arterial eliminando el exceso
de agua del organismo (diuréticos) reducen el volumen de sangre de la mujer embarazada y
pueden inhibir el crecimiento fetal. Si una mujer ha estado tomando un diurético para hacer
descender su presión arterial, habitualmente se reemplaza con metildopa en cuanto se detecta
el embarazo. Si es necesario, se añade hidralazina. Cada mes, es necesario realizar un análisis
para conocer el funcionamiento renal, y el crecimiento del feto se controla con ecografías. En
general, el médico provoca el parto a las 38 semanas de embarazo.
Las mujeres embarazadas con una hipertensión arterial grave (más de 180/110 mm Hg)
necesitan cuidados especiales. El embarazo puede empeorar en gran medida la hipertensión y
provocar hinchazón del cerebro, hemorragia cerebral, insuficiencia renal, insuficiencia
cardíaca e incluso la muerte. El desprendimiento prematuro de la placenta de la pared uterina
(abruptio placentae) es más frecuente en estas mujeres; con el desprendimiento, el suministro
de oxígeno y de nutrientes que recibe el feto se interrumpe y éste puede morir. Aunque la
placenta no se desprenda, la hipertensión puede reducir el suministro de sangre que recibe la
placenta y retardar el crecimiento fetal. Si la mujer desea continuar el embarazo, se deben
administrar fármacos más potentes que reduzcan su presión arterial. En general, se la
hospitaliza durante la segunda mitad (o incluso más) del embarazo para protegerla a ella y
también al feto. Si su estado empeora, puede que deba recomendarse la interrupción del
embarazo para salvar su vida.
Anemias
Las anemias son trastornos en los que el número de glóbulos rojos o la cantidad de
hemoglobina (la proteína que transporta oxígeno) que contienen son inferiores a lo normal.
La mayoría de las mujeres embarazadas tiene algún grado de anemia que no resulta
perjudicial. No obstante, las anemias provocadas por anomalías hereditarias en la
hemoglobina pueden complicar el embarazo, ya que aumentan el riesgo de enfermedades e
incluso de muerte del recién nacido y la posibilidad de que aparezcan enfermedades en la
madre. De forma periódica, antes del parto, se llevan a cabo pruebas de sangre que detectan
anomalías en la hemoglobina en las mujeres cuyo origen étnico o cuya historia familiar indica
que tienen más probabilidades de presentar estas anomalías. Para detectar anomalías en la
hemoglobina del feto puede realizarse un estudio de las vellosidades coriónicas o una
amniocentesis.
Las mujeres que padecen drepanocitosis, una anomalía de la hemoglobina muy frecuente, son
especialmente propensas a desarrollar infecciones durante el embarazo. La neumonía, las
infecciones de las vías urinarias y las infecciones del útero son las más frecuentes. Alrededor
de un tercio de las mujeres gestantes con drepanocitosis desarrolla hiperetensión durante el
embarazo. La crisis drepanocítica (un repentino y grave episodio de dolor con un
empeoramiento de la anemia) es una situación bastante frecuente en esta enfermedad.
También pueden producirse una insuficiencia cardíaca y lesiones pulmonares provocadas por
pequeños coágulos en los vasos sanguíneos (embolia pulmonar), con riesgo de muerte. Cuanto
más grave sea la enfermedad antes del embarazo, mayor es el riesgo de enfermar o de fallecer
durante el embarazo.
La realización de transfusiones de sangre regularmente para mantener los valores de
hemoglobina, así como la utilización de otros tratamientos reducen el riesgo de
complicaciones.
Enfermedad renal
Una mujer aquejada de una enfermedad de los riñones grave antes de quedar embarazada tiene
pocas probabilidades de llevar un embarazo a término. Sin embargo, algunas mujeres que se
someten a diálisis con regularidad debido a una insuficiencia renal y muchas de las que han
recibido trasplantes de riñón han dado a luz a recién nacidos sanos.
Las mujeres embarazadas que padecen un trastorno hepático suelen necesitar atención de un
especialista en riñón (nefrólogo) así como de un obstetra. Se llevan a cabo controles
sistemáticos de la función renal, la presión arterial y el peso. Se restringe el consumo de sal.
La administración de diuréticos ayuda a controlar la presión arterial y la excesiva retención de
agua (edema). Debido a que puede ser necesario provocar el parto anticipadamente para salvar
la vida del feto, después de la semana 28 de embarazo se hospitaliza a la mujer y, en general,
se practica una cesárea.
Enfermedad infecciosa
Las infecciones de las vías urinarias son frecuentes durante el embarazo, probablemente
porque el crecimiento uterino comprime los tubos que conectan los riñones a la vejiga
(uréteres) y se retarda el flujo de orina. A consecuencia de este retraso, es probable que las
bacterias no sean arrastradas hacia fuera de las vías urinaias y aumentan las probabilidades de
infección. Estas infecciones aumentan el riesgo de un parto precoz y de una rotura prematura
de las membranas que rodean al feto. A veces una infección en la vejiga o en los uréteres
asciende hacia arriba y llega al riñón, donde causa una infección. El tratamiento consiste en la
administración de antibióticos.
Algunas enfermedades infecciosas pueden dañar al feto. La rubéola, una infección vírica muy
conocida, es una de las principales causas de anomalías congénitas, sobre todo del corazón y
del oído interno. La infección por citomegalovirus puede atravesar la placenta y afectar al
hígado del feto. Así mismo, la toxoplasmosis, una infección causada por un protozoo, puede
afectar al cerebro del feto y lesionarlo. Las mujeres embarazadas deberían evitar el contacto
con los gatos y sus heces, que pueden transmitir toxoplasmosis, a menos que estos animales
estén estrictamente confinados al ámbito de la casa y no tengan relación con otros de su
misma especie. La hepatitis infecciosa puede causar graves problemas durante el embarazo,
especialmente en mujeres desnutridas. El feto puede infectarse en la última etapa del
embarazo, lo que aumentará la posibilidad de que el parto se adelante.
Las enfermedades de transmisión sexual pueden causar problemas durante el embarazo. Por
ejemplo, la infección por clamidias puede provocar una rotura prematura de las membranas y
un parto prematuro.
La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que causa SIDA, es un
importante problema en el embarazo. Alrededor de una cuarta parte de las mujeres
embarazadas que tienen la infección la transmiten al feto. Debe instaurarse un tratamiento con
AZT (zidovudina) lo antes posible en el embarazo puesto que reduce en dos tercios la
transmisión del virus al feto. Si está infectado, un recién nacido puede enfermar gravemente
con rapidez y por lo general muere debido a complicaciones del SIDA antes de los dos años.
El embarazo no parece acelerar el avance de la infección por el VIH en la madre.
El herpes genital puede ser transmitido al recién nacido durante un parto vaginal. Si además
este recién nacido está infectado por el VIH, puede desarrollar una infección cerebral por
herpes muy peligrosa para su vida (encefalitis herpética). Si una mujer presenta lesiones
cutáneas herpéticas en una fase avanzada del embarazo, su médico generalmente recomienda
un parto por cesárea para evitar la transmisión del virus al recién nacido.
Diabetes
Los problemas tiroideos son frecuentes durante el embarazo. Los niveles altos de hormona
tiroidea durante la gestación suelen ser causados por una enfermedad de Graves o una
tiroiditis. La enfermedad de Graves está causada por anticuerpos que estimulan a la glándula
tiroides a producir una cantidad excesiva de hormona tiroidea. Estos anticuerpos pueden
atravesar la placenta y aumentar la actividad del tiroides en el feto, causando un incremento de
latidos por minuto, y un retraso en su crecimiento. En ciertos casos, la enfermedad de Graves
produce anticuerpos que bloquean la producción de hormona tiroidea. Estos anticuerpos
pueden atravesar la placenta y evitar que la glándula tiroides fetal produzca cantidades
apropiadas de hormona tiroidea (hipotiroidismo), lo que puede causar una forma de retraso
mental denominado cretinismo.
El tratamiento de la enfermedad de Graves puede ser muy diverso. En general, la mujer toma
la menor dosis posible de propiltiouracilo. Es necesario un control cuidadoso de la madre,
porque este fármaco atraviesa la placenta y puede alterar la producción de cantidades
adecuadas de hormona tiroidea en el feto. A menudo, la enfermedad de Graves mejora durante
los 3 últimos meses de embarazo, por lo que la dosis de propiltiouracilo puede reducirse o
incluso suspenderse. Otra opción es extirpar la glándula tiroides de la madre (tiroidectomía)
durante el segundo trimestre (del cuarto al sexto mes de embarazo). La mujer debe comenzar a
tomar hormona tiroidea 24 horas después de la intervención quirúrgica y seguir tomándola
durante el resto de su vida. Esta hormona simplemente sustituye la hormona que produce la
glándula tiroides en condiciones normales y, en consecuencia, no causa problemas al feto.
La tiroiditis, una inflamación de la glándula tiroides, produce una hinchazón dolorosa de la
parte anterior del cuello. Durante el embarazo, un incremento transitorio en los niveles de la
hormona tiroidea provoca síntomas también transitorios que habitualmente desaparecen sin
necesidad de tratamiento. En las primeras semanas después del parto, puede desarrollarse de
forma súbita una variedad indolora de tiroiditis con un aumento durante un período
determinado en la producción de hormona tiroidea. Este trastorno puede persistir o empeorar,
en ocasiones con episodios breves y recurrentes de un aumento en la producción de esta
hormona.
Las dos causas más frecuentes por las que se producen niveles bajos de hormona tiroidea
durante el embarazo son la tiroiditis de Hashimoto, causada por anticuerpos que bloquean la
producción de hormona tiroidea, y el tratamiento previo para la enfermedad de Graves. A
menudo, la tiroiditis de Hashimoto adopta formas menos graves durante la gestación. Una
mujer que tiene niveles bajos de hormona tiroidea debe realizar un tratamiento sustitutivo con
comprimidos de esta hormona. Al cabo de varias semanas, se realizan análisis de sangre para
medir los niveles y ajustar la dosis si es necesario. A medida que continúa el embarazo, puede
que deban realizarse pequeños ajustes de la dosis.
En un 4 a un 7 por ciento de las mujeres, la glándula tiroides funciona mal durante los seis
primeros meses después del parto. Aquellas otras con una historia familiar de enfermedad de
tiroides, o de diabetes, o con un trastorno tiroideo preexistente, como un tiroides de tamaño
mayor del normal (bocio) o una tiroiditis de Hashimoto, tienen una mayor susceptibilidad. Los
niveles bajos o altos de hormona tiroidea después del embarazo suelen ser transitorios pero
pueden necesitar tratamiento.
Las mujeres con hepatitis crónica activa, y en especial aquellas con cirrosis (lesión hepática
con cicatrización), suelen tener dificultades para quedarse embarazadas. Las que lo consiguen,
es probable que tengan un aborto o un parto prematuro.
El embarazo puede empeorar transitoriamente el bloqueo del flujo de bilis en la cirrosis biliar
primaria (cicatrización de los conductos biliares) y a veces produce ictericia u orina de color
oscuro, si bien estos efectos desaparecen después del parto. En las mujeres que padecen
cirrosis, el embarazo incrementa ligeramente la probabilidad de sufrir una hemorragia masiva
por la rotura de las venas varicosas que rodean el esófago, sobre todo durante el último
trimestre de la gestación.
Asma
La gestación afecta a las mujeres con asma de forma diferente, a pesar de que es mucho más
probable que la enfermedad empeore en lugar de mejorar. De forma similar, el asma puede
tener varios efectos sobre el embarazo, ya que puede retrasar el crecimiento del feto o
desencadenar un parto prematuro.
El tratamiento del asma durante la gestación depende de la gravedad y duración de los
ataques. En los episodios leves, se administra un broncodilatador inhalado, como el
isoproterenol, que dilata las vías aéreas de los pulmones. Sin embargo, las mujeres
embarazadas no deben usar estos fármacos en exceso. En caso de crisis más graves, se
administra el broncodilatador aminofilina por vía intravenosa. Las crisis asmáticas muy graves
(estado asmático) se tratan con corticosteroides inyectables por vena. Si aparece una
infección, se administran antibióticos. Después de una crisis, la mujer puede tomar teofilina de
acción prolongada (un broncodilatador) en forma de comprimidos para evitar nuevos
episodios. Los broncodilatadores y los corticosteroides se han venido usando durante el
embarazo sin que hayan causado grandes problemas.
Artritis reumatoide
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune que afecta a la mujer más del doble de
veces que al varón. Suele mejorar durante el embarazo, quizá porque los niveles de
hidrocortisona en la sangre aumentan durante la gestación. Esta enfermedad no tiene efectos
adversos para el feto, pero pueden surgir complicaciones en el parto si la artritis ha afectado a
la articulación coxofemoral o a la parte inferior de la columna (zona lumbar).
Miastenia grave
La miastenia grave, una enfermedad autoinmune que causa debilidad muscular, es más
frecuente entre las mujeres que entre los varones. Durante el parto, la mujer que padezca este
trastorno puede necesitar ayuda para respirar (ventilación asistida). Debido a que los
anticuerpos que causan esta enfermedad atraviesan la placenta, el 20 por ciento de los hijos de
estas madres tiene miastenia grave al nacer. Sin embargo, como los anticuerpos maternos
desaparecen gradualmente y el recién nacido no produce anticuerpos de este tipo, la debilidad
muscular es sólo temporal.
La mayoría de los trastornos que necesitan cirugía durante la gestación son problemas
abdominales. El embarazo puede dificultar el diagnóstico y complicar cualquier
procedimiento quirúrgico. Puesto que la cirugía puede provocar un aborto, en especial al
comienzo del embarazo, cualquier intervención no urgente suele postergarse todo lo posible
siempre y cuando la salud de la madre no esté en peligro.
La apendicitis puede causar un dolor como calambres similar a las contracciones uterinas. Un
análisis de sangre puede detectar una subida de los glóbulos blancos (leucocitos), pero debido
a que el número de estas células normalmente también aumenta durante el embarazo, esta
prueba es poco fiable para diagnosticar apendicitis en una mujer embarazada. Además, a
medida que avanza la gestación, el apéndice es empujado hacia la parte superior del abdomen,
por lo que un dolor en el cuadrante inferior derecho durante el embarazo, punto en que se
suele localizar el dolor de la apendicitis, no indica necesariamente que se trate de esta
enfermedad. Si en efecto parece que se trata de una apendicitis, se practica una intervención
quirúrgica para exirpar el apéndice (apendicectomía) de forma inmediata, ya que la rotura del
apéndice durante el embarazo puede ser mortal. No es probable que una apendicectomía cause
lesiones al feto o que provoque un aborto.
Por otro lado, durante el embarazo pueden desarrollarse quistes ováricos y causar calambres
dolorosos. La ecografía detecta los quistes ováricos con gran seguridad y precisión. A menos
que un quiste sea claramente canceroso, la cirugía suele posponerse hasta después de la
duodécima semana de embarazo, debido a que el quiste puede estar secretando hormonas
asociadas que ayudan a mantener el embarazo y a menudo desaparece de forma espontánea.
Sin embargo, si el quiste o la masa sigue creciendo o es doloroso a la palpación, o bien la
causa subyacente es un cáncer o un absceso, puede que deba practicarse una intervención
quirúrgica incluso antes de la duodécima semana.
Los trastornos de la vesícula biliar se producen ocasionalmente durante el embarazo. A la
mujer embarazada se le practican revisiones frecuentes para controlar el proceso. Sin
embargo, si la enfermedad no mejora, la cirugía puede ser necesaria.
La obstrucción intestinal puede ser un trastorno muy grave durante el embarazo. Si se
desarrolla gangrena intestinal y peritonitis (inflamación del revestimiento de la cavidad
abdominal), la vida de la mujer corre peligro y además puede sufrir un aborto. Por lo general,
cuando una mujer gestante presenta síntomas de obstrucción intestinal, habitualmente se
realiza una exploración quirúrgica, sobre todo si tiene antecedentes de haber sido sometida a
una intervención quirúrgica abdominal o de haber tenido una infección abdominal previa.
CAPITULO 247
La administración de fármacos durante el embarazo
La mayoría de las mujeres embarazadas consume algún tipo de fármaco. Diversos organismos
sanitarios, así como la Organización Mundial de la Salud, estiman que más del 90 por ciento
de las mujeres embarazadas toma fármacos, ya sea recetados por el médico o no recetados (de
venta libre), y consume drogas sociales como el tabaco y el alcohol o drogas ilícitas. Los
fármacos y drogas causan del 2 al 3 por ciento de todas las anomalías congénitas; la mayoría
de las restantes se deben a causas hereditarias, ambientales o desconocidas.
Los fármacos y drogas pasan de la madre al feto sobre todo a través de la placenta, la misma
ruta que siguen los nutrientes para el crecimiento y el desarrollo fetal. En la placenta, los
fármacos y los nutrientes atraviesan una membrana delgada que separa la sangre materna de la
fetal.
Los fármacos que se administran durante el embarazo pueden afectar al feto de varias formas:
- Actuando directamente sobre el feto y causando lesiones, desarrollo anormal o muerte.
- Alterando la función de la placenta, generalmente estrechando los vasos sanguíneos y
reduciendo el intercambio de oxígeno y nutrientes entre el feto y la madre.
- Provocando la contracción de los músculos del útero, lo cual puede lesionar indirectamente
al feto debido a que se reduce la cantidad de sangre que recibe.
Los efectos adversos de un fármaco dependen de la edad del feto y de la potencia y de la dosis
del fármaco. Ciertos fármacos tomados al comienzo del embarazo (antes del día 17 después de
la fecundación) pueden actuar en función de la ley del todo o nada, es decir, pueden matar al
embrión o no afectarlo en absoluto. Durante esta fase, el feto es muy resistente al desarrollo de
anomalías congénitas. Sin embargo, el feto es particularmente vulnerable entre los días 17 y
57 después de la fecundación, que es cuando sus órganos se están desarrollando. Los fármacos
que alcanzan al feto durante esta fase pueden provocar un aborto, una anomalía evidente en el
momento del nacimiento o un defecto permanente pero imperceptible que resulta evidente con
el paso de los años, aunque también es posible que no provoquen ningún efecto notable. Los
fármacos administrados después de que el desarrollo de los órganos se haya completado
probablemente no causarán anomalías congénitas evidentes, pero sí podrán alterar el
crecimiento y la función de los órganos y tejidos.
Fármacos anticancerosos
Como los tejidos del feto crecen con rapidez, sus células, que se multiplican a gran velocidad,
son muy vulnerables a estos fármacos. Muchos son teratógenos, es decir, causan defectos
congénitos, como un lento crecimiento del útero (retraso del crecimiento intrauterino),
desarrollo incompleto de la mandíbula, paladar hendido, desarrollo anormal de los huesos del
cráneo, defectos de columna y de oído, pies zambos y retraso mental. Algunos fármacos
anticancerosos provocan anomalías congénitas en animales pero aún no se ha demostrado que
los provoquen en el hombre.
Talidomida
Este fármaco ha dejado de prescribirse a las mujeres embarazadas porque causa importantes
defectos de nacimiento. Se introdujo por primera vez en Europa en 1 956, como tratamiento
para la gripe y como sedante. En 1 962, se descubrió que si las gestantes tomaban talidomida
cuando los órganos del feto estaban en desarrollo se producían anomalías congénitas, como un
desarrollo incompleto de los brazos y de las piernas, así como malformaciones del intestino,
del corazón y de los vasos sanguíneos.
La isotretinoína, utilizada para tratar la acné grave, la psoriasis y otros trastornos cutáneos,
provoca grandes anomalías congénitas. Entre las más significativas se destacan los defectos
cardíacos, orejas pequeñas e hidrocefalia (también llamada acumulación de agua en el
cerebro). El riesgo de anomalías congénitas es de alrededor del 25 por ciento. El etretinato,
otro fármaco que se utiliza para tratar los trastornos cutáneos, también produce anomalías
congénitas. Como este fármaco se almacena en la grasa que hay bajo la piel y se libera
lentamente, puede seguir causando anomalías congénitas durante 6 meses o más después de
que la mujer deje de tomarlo. En consecuencia, a las mujeres que consumen este fármaco se
les recomienda esperar al menos un año antes de quedar embarazadas.
Hormonas sexuales
Meclozina
La meclozina, que se suele tomar para los mareos durante los viajes y para las náuseas y los
vómitos, produce anomalías congénitas en los animales, pero no se han detectado los mismos
efectos en los seres humanos.
Anticonvulsivantes
Si una mujer que padece epilepsia los toma durante el embarazo, algunos fármacos
anticonvulsivantes pueden ocasionar paladar hendido, anomalías cardíacas, así como,
malformaciones de la cara y del cráneo, de las manos o de los órganos abdominales en el
recién nacido y también puede provocar retraso mental. Existen dos anticonvulsivantes
particularmente peligrosos en lo que a las anomalías congénitas se refiere: la trimetadiona,
cuyo riesgo es de alrededor del 70 por ciento, y el ácido valproico, con cerca del uno por
ciento. Se cree que la carbamazepina, otro anticonvulsivante, provoca un significativo número
de anomalías congénitas menores. Al anticonvulsivante fenitoína se le había atribuido el
desarrollo de diversas anomalías, pero se registraron defectos similares en hijos de mujeres
epilépticas que no tomaban anticonvulsionantes.
Cómo atraviesan la placenta los fármacos
En la placenta, la sangre materna pasa por el espacio (espacio intervelloso) que rodea las diminutas proyecciones (vellosidades) que contienen los vasos
sanguíneos del feto. La sangre materna que se encuentra en el espacio intervelloso está separada de la sangre fetal que se encuentra en las vellosidades
por una delgada membrana (membrana placentaria). Los fármacos que se encuentren en la sangre materna pueden cruzar esta membrana hasta llegar a los
vasos sanguíneos de las vellosidades y atravesar el cordón umbilical hasta llegar al feto.
Los recién nacidos que antes del nacimiento fueron expuestos a fenitoína y fenobarbital (un
barbitúrico también anticonvulsivante) pueden presentar hemorragias fácilmente, porque estos
fármacos causan una deficiencia de vitamina K, necesaria para la coagulación. Este efecto
secundario se puede evitar si la gestante toma suplementos de esta vitamina por vía oral todos
los días durante un mes antes del nacimiento o si el recién nacido recibe una inyección de
vitamina K inmediatamente después de nacer. Durante el embarazo, las mujeres que tienen
epilepsia reciben la menor dosis posible de anticonvulsivantes y son vigiladas de cerca.
Las mujeres con epilepsia, aunque no tomen anticonvulsivantes durante el embarazo, tienen
más probabilidades de tener recién nacidos con anomalías congénitas que las mujeres que no
tienen epilepsia. El riesgo es aún mayor para las que tienen convulsiones frecuentes y graves,
o que presentan complicaciones del embarazo, y en las pertenecientes a grupos de un nivel
socioeconómico bajo, ya que tienden a recibir una inadecuada atención médica.
Vacunas
Fármacos tiroideos
El yodo radiactivo que se administra a una mujer embarazada para tratar una glándula tiroides
hiperactiva (hipertiroidismo) puede atravesar la placenta y destruir la glándula tiroides del
feto, o causar una disminución grave de la actividad de dicha glándula (hipotiroidismo). El
propiltiouracilo y el metimazol, fármacos que también se usan para tratar una glándula tiroides
hiperactiva, atraviesan la placenta y pueden aumentar el tamaño del tiroides del feto; cuando
resulta necesario, el propiltiouracilo es el más usado porque es más fácilmente tolerado por la
madre y el feto.
Hipoglucemiantes orales
Los fármacos hipoglucemiantes se emplean para reducir los niveles de azúcar (glucosa) en
sangre en las personas que sufren de diabetes, pero no suelen controlar la diabetes en las
mujeres embarazadas y pueden ocasionar bajas muy acusadas de glucosa en la sangre
(hipoglucemia) de los recién nacidos. En consecuencia, es preferible administrar insulina para
tratar la diabetes de las gestantes.
Ansiolíticos y antidepresivos
Antibióticos
El tratamiento con antibióticos durante el embarazo es una fuente potencial de problemas. Las
tetraciclinas atraviesan la placenta y se almacenan en los huesos y los dientes del feto, donde
se combinan con el calcio. Como resultado, se retarda el crecimiento óseo, los dientes del
recién nacido pueden volverse amarillentos definitivamente y el esmalte dental puede ser
blando y anormalmente susceptible a las caries. El riesgo de anomalías dentales es más
elevado desde la mitad hasta el final del embarazo. Como existen varios antibióticos
alternativos que no suponen riesgo alguno, durante el embarazo se evitan las tetraciclinas.
La administración de antibióticos como estreptomicina o kanamicina durante el embarazo
puede lesionar el oído interno del feto e incluso causar sordera. El cloramfenicol no daña al
feto, pero causa una grave enfermedad en el recién nacido conocida como síndrome del niño
gris. La ciprofloxacina no debería ser tomada durante el embarazo porque se ha demostrado
que en los animales causa anomalías en las articulaciones. En cambio, las penicilinas parecen
ser inocuas.
La mayoría de los antibióticos con sulfonamida, administrados al final del embarazo pueden
hacer que el recién nacido desarrolle ictericia, lo cual puede ocasionar una lesión cerebral. Sin
embargo, existe un antibiótico con sulfonamida, la sulfasalazina, que muy raramente causa
este problema.
Anticoagulantes
Los anestésicos locales, los opiáceos y otros analgésicos habitualmente atraviesan la placenta
y pueden afectar al recién nacido (por ejemplo, debilitando su capacidad de respiración). En
consecuencia, si es necesario utilizar fármacos durante el parto, se administran en las menores
dosis posibles y preferiblemente en el último momento para que tengan menos probabilidades
de llegar al feto antes del nacimiento.
Fumar durante el embarazo puede ser perjudicial. El peso medio al nacer de los hijos de
madres fumadoras durante el embarazo es de unos 170 gramos menos que el de los hijos de
las mujeres no fumadoras. Los abortos, la muerte fetal, los partos pretérmino y el síndrome de
la muerte súbita del lactante son más frecuentes entre los bebés de mujeres que fuman durante
el embarazo.
Consumir alcohol durante el embarazo puede provocar anomalías congénitas. Los hijos de
mujeres gestantes que toman excesivas cantidades de alcohol pueden presentar el síndrome
alcohólico fetal. Estos recién nacidos son pequeños, suelen tener una cabeza de tamaño
pequeño (microcefalia), anomalías faciales y deficiencias mentales al límite. Con menos
frecuencia, se observan anomalías articulares y cardíacas. El desarrollo no es adecuado y
tienen más probabilidades de morir al poco de nacer. Debido a que se desconoce la cantidad
de alcohol necesaria para causar este síndrome, se recomienda que las mujeres embarazadas se
abstengan de beber alcohol.
Los efectos de la cafeína sobre el feto son motivo de controversia. Varios estudios sugieren
que beber más de siete u ocho tazas de café al día puede incrementar el riesgo de muerte fetal,
parto prematuro o de tener un recién nacido de bajo peso o un aborto. Sin embargo, estos
estudios no han resultado fiables porque muchas de las mujeres que bebían café también
fumaban. Un estudio posterior, que hacía referencia al tabaquismo, llegó a la conclusión de
que los problemas habían sido causados por el tabaco y no por la cafeína. Por lo tanto, no se
sabe con certeza si el hecho de beber mucho café durante el embarazo afecta al recién nacido.
El aspartamo, un edulcorante artificial, parece ser inocuo si se toma durante el embarazo,
siempre y cuando se consuma en las cantidades habituales que se aconsejan.
El consumo de cocaína durante el embarazo incrementa el riesgo de aborto, de
desprendimiento precoz de la placenta (abruptio placentae); de anomalías congénitas en el
cerebro, riñones y órganos genitales y de disminución de la conducta interactiva en los recién
nacidos.
No se ha encontrado ninguna prueba concluyente de que la marihuana provoque anomalías
congénitas ni que interfiera el crecimiento y desarrollo fetal. Sin embargo, algunos estudios
sugieren que un gran consumo de marihuana durante el embarazo puede provocar un
comportamiento anormal en los recién nacidos.
CAPITULO 248
Parto y alumbramiento
A pesar de que cada parto y cada alumbramiento es distinto, la mayoría sigue un patrón
general. En consecuencia, una mujer embarazada puede tener una idea general de los cambios
que se producirán en su organismo para posibilitar el alumbramiento y qué procedimientos se
deben seguir para facilitar el proceso. También tiene que decidir otras cuestiones, como si va a
permitir que el padre esté presente en el momento y en el lugar del parto (un hospital, una
maternidad o su propia casa).
Etapas del parto
Primera etapa
Desde el comienzo del parto hasta la apertura completa (dilatación) del cuello uterino (alrededor de 10 centímetros).
Fase activa
El cuello uterino se dilata aproximadamente de 4 a 10 centímetros.
La parte con la que se presenta el bebé, que suele ser la cabeza, desciende por la pelvis de la madre.
La madre comienza a sentir la necesidad de pujar mientras
el bebé desciende.
Esta fase dura alrededor de 5 horas en un primer embarazo
y 2 horas en los embarazos siguientes.
Segunda etapa
Desde la completa apertura del cuello uterino hasta el parto. Esta etapa dura en promedio alrededor de
60 minutos en un primer embarazo y de 15 a 30 minutos en los embarazos siguientes.
Tercera etapa
Desde el nacimiento del bebé hasta la expulsión de la placenta. Sólo suele durar unos pocos minutos.
Tradicionalmente, el trabajo de parto se divide en tres etapas; sin embargo, las 4 horas inmediatamente posteriores a la expulsión de la placenta, cuando el
riesgo de hemorragia es mayor, se denominan, por lo general, cuarta etapa del trabajo de parto.
Habitualmente, una futura madre desea que el padre del bebé esté junto a ella durante el parto.
El ánimo que le pueda transmitir y su apoyo emocional pueden facilitar la
relajación y reducir la necesidad de administrar fármacos contra el dolor. Además, el hecho de
compartir la experiencia del parto tiene beneficios emocionales y psicológicos, como crear
fuertes vínculos familiares. Las clases educativas sobre el parto preparan tanto al padre como
a la madre para tal evento. Por otro lado, una futura madre puede preferir, en cambio la
intimidad durante el parto o el padre puede no desear estar presente, o bien otro familiar puede
resultar más apropiado. Los futuros padres pueden decidir qué es lo mejor para ellos.
La mayoría de los partos tienen lugar en el hospital, pero algunas mujeres desean dar a luz en
sus domicilios. Muchos médicos dudan a la hora de recomendar el parto en el hogar porque
les preocupan las complicaciones inesperadas, como un desprendimiento precoz de la
placenta, sufrimiento fetal (por lo general causado porque el feto no recibe suficiente oxígeno
durante el parto), un embarazo múltiple inesperado, como el de gemelos, y complicaciones
después del parto, como una hemorragia (hemorragia posparto). El parto en el domicilio sólo
debería considerarse en el caso de mujeres que ya hayan tenido al menos un embarazo y un
parto sin complicaciones. Un médico o una comadrona titulada, preferiblemente la misma
persona que se encargó de la atención prenatal, debería ocuparse del parto. En la medida de lo
posible, debería tener lugar en un domicilio próximo a un hospital; si está demasiado alejado,
se podría utilizar la casa de un familiar o amigo. Es importante planificar de antemano el
transporte de urgencia del domicilio al hospital en caso de que fuera necesario.
Las clínicas de maternidad están equipadas para encargarse de embarazos normales en los que
no aparecen complicaciones. Al proporcionar un ambiente cálido y permitir que los familiares
y amigos estén presentes, estos centros permiten que las mujeres tengan una experiencia
relajada y personal del parto. Si surgen complicaciones durante el parto, los centros suelen
tener contacto con algún hospital cercano para trasladar a la mujer de inmediato.
Muchos hospitales tienen centros de maternidad que combinan ambientes cálidos con unas
pocas reglas (como las que limitan el número de visitantes o las horas de visita) con la ventaja
de tener un personal sanitario preparado, servicio de urgencias y todos los medios con los que
cuenta un hospital por si fuesen necesarios. Algunos hospitales cuentan con habitaciones
privadas en las que la madre permanece desde antes del parto hasta que se le dé el alta; en
estas habitaciones tienen lugar el parto, el alumbramiento, la recuperación y la etapa posparto.
Al margen de las decisiones que tome la mujer, el hecho de saber a qué atenerse es una
excelente preparación para todo el proceso del parto y el alumbramiento.
Parto
Alumbramiento
El alumbramiento es el paso del feto y la expulsión de la placenta (después del nacimiento)
desde el útero al exterior.
Cuando una mujer está a punto de dar a luz en un hospital, es posible que sea trasladada desde
la habitación donde se ha iniciado el parto a la de alumbramiento, un cuarto pequeño que sólo
se utiliza para este fin, o bien puede permanecer en la habitación anterior, aunque
manteniendo el catéter intravenoso colocado. Por lo general, es preferible que el padre u otras
personas cercanas a la futura madre la acompañen.
En la sala de alumbramiento, se coloca a la madre en una posición semierguida, entre
recostada y sentada. Su espalda puede descansar sobre almohadas u otros elementos. La
posición semierguida hace buen uso de la gravedad, la presión hacia abajo que ejerce el feto
favorece que el canal del parto y el perineo (el área entre la vagina y el ano) se estiren
gradualmente y, por tanto, se reduzca el riesgo de desgarro. Esta posición también alivia la
tensión sobre la espalda y la pelvis. Algunas mujeres prefieren dar a luz recostadas; no
obstante, el parto en esta posición puede llevar más tiempo y es posible que requiera
asistencia. Por lo general, se han observado menos anomalías en la frecuencia cardíaca de los
recién nacidos cuyas madres estaban colocadas en posición semierguida que en los de aquellas
que se encontraban totalmente recostadas.
A medida que avanza el alumbramiento, se examina la vagina para determinar la posición de
la cabeza del feto. Se le pide a la madre que haga fuerza hacia abajo y empuje con cada
contracción para ayudar a desplazar la cabeza del feto por la pelvis y así dilatar la apertura de
la vagina para que aparezca una porción cada vez mayor de la cabeza. Cuando se ven entre 4 o
5 centímetros de cabeza, el médico o la comadrona coloca una mano sobre la cabeza del feto
durante una contracción para controlar y, si fuese necesario, frenar un poco su progresión. Se
hace pasar lentamente la cabeza y el mentón por la apertura vaginal para evitar que los tejidos
de la madre se desgarren. Estas maniobras facilitan el alumbramiento.
Los fórceps (elemento metálico, similar a unos alicates, con puntas redondeadas que se
colocan alrededor de la cabeza del bebé) permiten sacarlo con menos riesgo de lesiones para
él o para la madre. Rara vez se recurre a los fórceps en circunstancias normales; sólo cuando
la madre es incapaz de empujar porque ha recibido una inyección epidural, cuando le cuesta
hacerlo debido a que el parto no se está desarrollando bien o cuando existe sufrimiento fetal.
Si la dilatación de la abertura vaginal no permite que el niño emerja y hay posibilidad de
desgarro, se realiza una episiotomía (una incisión en el perineo y en la pared vaginal). Este
procedimiento tiene la finalidad de facilitar el parto y evitar un desgarro, que es una rotura
irregular más difícil de reparar que el breve corte en línea recta de la incisión. Se utiliza un
anestésico local para insensibilizar la zona. A pesar de que el esfínter que mantiene el ano
cerrado (esfínter rectal) puede resultar lesionado cuando se realiza la episiotomía o se desgarra
durante el alumbramiento, generalmente se cura sin problemas y se repara de inmediato.
Una vez que aparece la cabeza del bebé, el cuerpo rota de lado para que los hombros puedan
salir con facilidad, uno tras otro. El resto suele salir con rapidez. En seguida se aspiran el
moco y el líquido de la nariz, boca y garganta del recién nacido. Se colocan pinzas en dos
puntos del cordón umbilical y se corta por el medio para evitar que ninguno de los dos
extremos sangre. Luego se envuelve al recién nacido en una sábana ligera y se coloca sobre el
abdomen de la madre o en una cuna calentita.
Una vez que ha nacido el bebé, el médico o la comadrona palpan suavemente con la mano el
abdomen de la madre para asegurarse de que el útero sigue teniendo contracciones. Durante la
primera o segunda contracción después del nacimiento, la placenta suele desprenderse del
útero y casi de inmediato aparece una emisión de sangre. Por lo general, la madre puede
empujar por sí sola hasta lograr el desprendimiento de la placenta. Si no es capaz de hacerlo y
la hemorragia es excesiva, se ejerce una firme presión sobre el abdomen materno, haciendo
que la placenta se desprenda del útero y salga. Si la placenta está incompleta, se extraen las
partes restantes de forma manual.
En cuanto la placenta ha salido, se administra oxitocina a la madre y se aplican masajes
periódicos sobre el abdomen para favorecer la contracción del útero. Esta contracción
(reducción) es fundamental para evitar una posterior hemorragia procedente de la zona uterina
de la que se desprendió la placenta.
A continuación, se cose la incisión de la episiotomía y cualquier desgarro en el cuello uterino
o la vagina. Seguidamente, se traslada a la madre a la sala de recuperación o permanece en la
habitación del parto y si el bebé no necesita más atención médica se deja junto a su madre. Por
lo general, la madre, el bebé y el padre permanecen juntos en una zona cálida y tranquila,
durante 3 a 4 horas, para que se inicie la formación de sus vínculos. Muchas madres desean
comenzar a amamantar al bebé poco después de su nacimiento. Más tarde, el bebé puede ser
trasladado al pabellón de recién nacidos del hospital. En muchos hospitales se permite que la
madre pueda tener al bebé junto a ella. Los hospitales con habitaciones de parto así lo
prefieren. Al estar junto a su madre, el bebé recibe la alimentación en cuanto lo pide y la
madre aprende a cuidar de él antes de abandonar el hospital. Si la madre necesita reposo, se
puede llevar al recién nacido al pabellón de recién nacidos.
Debido a que la mayoría de las complicaciones, sobre todo las hemorragias, tienen lugar en las
primeras 4 horas después del alumbramiento (la cuarta etapa del parto), durante este período
permanece en observación la madre.
CAPITULO 249
Complicaciones del parto y el alumbramiento
Los principales problemas del parto tienen que ver con el tiempo y el orden que requiere cada
fase. Puede que el parto no comience cuando las membranas que contienen al feto se rompen
(rotura prematura de las membranas), o bien puede empezar antes de las 37 semanas de
embarazo (parto pretérmino) o más de 2 semanas después de la fecha estimada de parto
(embarazo postérmino). Así mismo, pueden ser problemas añadidos los trastornos médicos de
la madre o el feto, un desarrollo del parto lento o una posición anormal del feto. Otros signos
de peligro incluyen una excesiva hemorragia vaginal y una frecuencia cardíaca anormal del
feto. Los problemas graves son relativamente raros y, a menudo, pueden preverse, pero
algunos pueden aparecer de forma inesperada y repentina. Preferentemente, deben detectarse
con antelación para poder indicar el tratamiento más apropiado y así asegurar un buen final.
Parto pretérmino
Cada hora, el cuello uterino debería dilatarse al menos un centímetro y la cabeza del feto
debería descender por la pelvis al menos en esa misma proporción. Si esto no sucede, puede
que el feto sea demasiado grande para avanzar por el canal del parto y, en consecuencia, es
necesario realizar una cesárea o usar fórceps. Si el canal del parto es lo bastante grande para el
feto, pero el parto no avanza con la velocidad que debería, se administra a la madre oxitocina
intravenosa para estimular la aparición de contracciones uterinas más intensas. Si la oxitocina
no da resultado, se realiza una cesárea.
Problemas respiratorios
En raras ocasiones, el recién nacido no comienza a respirar, a pesar de que antes del parto no
se hayan detectado problemas. Por este motivo, el personal médico que asiste el parto debe
tener experiencia en la reanimación respiratoria de recién nacidos.
Una posición anormal es aquella en la que el feto ocupa más espacio mientras se desplaza por
el canal del parto que cuando se encuentra en posición normal, es decir, mirando hacia atrás
con la cabeza hacia la salida.
Posición y presentación del feto
La posición del feto normal es cabeza abajo y mirando hacia atrás (hacia la espalda de la madre) con el cuello flexionado; la presentación es cefálica. Una
posición menos común es mirando hacia abajo, y las presentaciones anormales incluyen las de cara, frente, nalgas y hombro.
En una descripción de un feto dentro del útero, la posición hace referencia a la dirección a la
que apunta el feto, y la presentación detalla la parte del cuerpo que sale primero por el canal
del parto. La combinación más segura y frecuente es la del feto que mira hacia atrás (en
dirección a la espalda de la madre), con la cara vuelta hacia la derecha o la izquierda, y la
cabeza primero (presentación cefálica), con el cuello doblado hacia adelante, el mentón
hundido y los brazos cruzados sobre el pecho. Si el feto se encuentra en una posición o
presentación diferente, el parto puede ser más difícil y quizá no sea posible el alumbramiento
por la vagina.
El feto puede mirar hacia adelante, en general con el cuello estirado (en extensión). En esta
posición, la cabeza necesita más espacio para atravesar el canal del parto, por lo que el parto
puede prolongarse y el alumbramiento se vuelve difícil. Tras evaluar el problema, el médico
decide si usar fórceps o realizar una cesárea. En la presentación de cara, el cuello se arquea
hacia atrás y, en consecuencia, lo que primero aparece es el mentón; si éste está colocado
hacia atrás porque el cuello está en flexión y sigue en esa posición, el parto vaginal no puede
llevarse a cabo. En la presentación de frente, el cuello está moderadamente arqueado y lo que
primero se presenta es la frente. Por lo general, los fetos no mantienen todo el tiempo esta
posición, pero si lo hacen, tampoco podrán nacer por vía vaginal.
La presentación de nalgas es una anomalía en la que las nalgas del feto se presentan primero
en lugar de hacerlo la cabeza. Las lesiones del feto, incluyendo la muerte, ya sea antes,
durante o después del parto, se producen cuatro veces con más frecuencia con las
presentaciones de nalgas que con las cefálicas (sobre todo porque las presentaciones de nalgas
son mucho más frecuentes en un parto pretérmino o cuando el feto tiene anomalías
congénitas). Las complicaciones sólo se pueden evitar si el problema se detecta antes del
nacimiento. En ciertos casos, se puede girar al feto hasta llevarlo a una posición cefálica
presionando el abdomen de la madre antes de que comience el parto, por lo general a las 37 o
38 semanas de embarazo.
Como las nalgas son más estrechas que la cabeza, el conducto que dejan las nalgas en el canal
del parto no es lo bastante grande como para que la cabeza pase. Además, ésta no puede
moldearse para que quepa y encaje en el canal de nacimiento. Por consiguiente, el organismo
del niño puede estar fuera mientras la cabeza queda atrapada dentro de la madre. Como
resultado, la médula espinal u otros nervios pueden sufrir estiramientos y derivar en lesiones
nerviosas. Cuando por primera vez se ve el ombligo del bebé fuera de la madre, el cordón
umbilical está comprimido entre la cabeza y el canal del parto, por lo que el niño recibe muy
poco oxígeno en esos momentos. Las lesiones cerebrales causadas por falta de oxígeno son
más frecuentes en los fetos que se presentan de nalgas que en los que lo hacen de cabeza. En
un primer parto, estos problemas empeoran porque los tejidos de la madre no se han estirado
por partos previos. Como el niño podría morir, muchos médicos recomiendan practicar una
cesárea tanto para la mayoría de los casos de presentación de nalgas en los primeros
embarazos, como para todas las presentaciones de nalgas de los partos pretérmino.
En ocasiones, un feto cruzado horizontalmente en el canal de nacimiento se presenta de
hombros. En estos casos, por lo general, se practica una cesárea, a menos que el feto sea el
segundo de un par de gemelos (en cuyo caso se modifica la posición del feto para que nazca
por vía vaginal).
Gemelos
Distocia de hombro
Un cordón umbilical prolapsado es una rara complicación, que tiene lugar en alrededor 1 de
cada 1 000 partos, en la que el cordón umbilical precede al bebé en su paso por el canal del
parto.
Cuando el bebé sale por el estrecho canal del parto, se produce una compresión del cordón
prolapsado y el bebé deja de recibir sangre. Esta complicación puede ser evidente o pasar
desapercibida (oculta).
El prolapso es evidente cuando las membranas se han roto y el cordón umbilical sale hacia la
vagina antes de que el bebé emerja. Suele tener lugar cuando la presentación es de nalgas,
pero también se produce cuando el bebé emerge de cabeza, en particular si hay una rotura
prematura de las membranas o el feto no ha descendido hasta la pelvis. Si el feto no ha
descendido, el flujo de líquido producido por la rotura de las membranas desplaza primero al
cordón y después al feto. Éste es uno de los motivos por los que el médico no rompe las
membranas a menos que la cabeza haya descendido hasta la pelvis. Si se produce un prolapso
del cordón, es necesario que el alumbramiento sea inmediato (en general mediante cesárea)
para evitar que el feto resulte lesionado a causa de la falta de sangre. Hasta que se inicie la
intervención quirúrgica, la enfermera o el médico sostienen al recién nacido apartado del
cordón para que no se interrumpa el flujo de la sangre por el cordón prolapsado.
Cordón umbilical alrededor del cuello
del feto
En el prolapso oculto, las membranas están intactas y el cordón se encuentra frente al feto o
atrapado contra su hombro. Por lo general, el prolapso oculto se identifica gracias a un patrón
anormal en la frecuencia cardíaca fetal. El problema se soluciona cambiando la posición de la
madre o levantando la cabeza del feto para aliviar la presión sobre el cordón. En ocasiones, se
debe practicar una cesárea.
Hemorragia uterina
La hemorragia uterina es la mayor preocupación una vez que el bebé ha nacido. Por lo
general, la madre pierde alrededor de medio litro de sangre durante el parto porque los vasos
sanguíneos se desgarran cuando la placenta se separa del útero. Las contracciones del útero
permiten que estos vasos se cierren y curen. En consecuencia, la pérdida de sangre puede ser
mayor si el útero no se contrae o si una parte de la placenta sigue dentro del útero después del
parto, evitando que éste se contraiga por completo. Un desgarro en la vagina o del cuello
uterino también puede causar una hemorragia grave.
Procedimientos
La inducción del parto consiste en iniciarlo de forma artificial. La aceleración del trabajo del
parto requiere las mismas técnicas y fármacos que la inducción, pero la diferencia con ésta es
que aquél se realiza una vez que el parto se ha iniciado espontáneamente.
Por lo general, sólo se recurre a la inducción cuando la madre tiene algún problema obstétrico
o cuando ella o el feto presentan algún problema médico. Si el embarazo sigue su curso con
normalidad, el parto rara vez es inducido, excepto en los casos en que la mujer tiene
dificultades para llegar al hospital a tiempo para el parto. A menudo, estas mujeres ingresan en
el hospital poco antes de la fecha estimada de nacimiento. Establecer esta fecha con precisión
es importante; por lo que el médico puede recetar pruebas como la amniocentesis, para
determinar exactamente la madurez del feto antes de provocar el parto.
Generalmente, el parto es inducido mediante la administración de oxitocina, una hormona que
aumenta la intensidad de las contracciones del útero. Se administra por vía intravenosa con
una bomba de perfusión, para que la cantidad de fármaco pueda ser controlada con precisión.
Durante la inducción y el parto, se registra electrónicamente la frecuencia cardíaca fetal;
primero, de forma externa, colocando el monitor sobre el abdomen de la mujer y después, en
cuanto las membranas pueden romperse sin correr riesgos, se introduce el aparato registrador
en la vagina y se pega al cuero cabelludo del feto. Si la inducción no da resultado, se practica
una cesárea.
La estimulación del parto con oxitocina está indicada cuando la paciente tiene contracciones
que no consiguen hacer avanzar al feto por el canal del parto. Sin embargo, si una mujer se
encuentra en la fase inicial del parto (cuando el cuello uterino está apenas dilatado y las
contracciones son irregulares), el descanso, caminar y el apoyo psicológico constituyen el
mejor tratamiento para estimular el parto.
En ocasiones, la mujer tiene contracciones demasiado intensas, demasiado próximas entre
unas y otras o también intensas y muy próximas. Este trastorno, llamado parto disfuncional
hipertónico, es difícil de controlar. Si estas contracciones son provocadas por la
administración de oxitocina, ésta se suspende de inmediato. La mujer puede ser colocada en
otra posición y recibir analgésicos. Así mismo, pueden administrarse fármacos como
terbutalina o ritodrina, que ayudan a interrumpir o a desacelerar las contracciones.
En ciertos casos los fórceps se utilizan para facilitar el parto o guiar la cabeza del feto. Se
necesitan fórceps si existe sufrimiento fetal, cuando el parto es prolongado o la posición del
feto es anormal. Ocasionalmente, el parto se prolonga cuando la anestesia impide que la
madre empuje de forma adecuada. En todos estos casos, un médico opta entre usar fórceps y
realizar una cesárea. Si se intenta realizar el parto con fórceps pero resulta demasiado difícil
(el médico no puede tirar más fuerte sin dañar el feto), se recurre a la cesárea.
Una alternativa al fórceps es un extractor por vacío, un dispositivo que aplica una succión
sobre la cabeza del feto y permite una extracción suave del bebé.
Los fórceps pueden dañar la cara del recién nacido o desgarrar la vagina de la madre, mientras
que un extractor por vacío puede producir un desgarro del cuero cabelludo del recién nacido.
De todos modos, estas lesiones son poco frecuentes.
Cesárea
Después del parto, se valora el estado de la madre y, si es necesario, recibe tratamiento para
aliviar el dolor. Así mismo, se le informa acerca de los cambios que sufrirá su organismo,
incluyendo los relacionados con la lactancia, y el tipo de métodos anticonceptivos que puede
usar en el período posparto. Antes de salir del hospital se le hace una revisión que se repite 6
semanas más tarde. También se toman medidas para evitar y tratar las complicaciones que
sean poco frecuentes. Las complicaciones más frecuentes son las hemorragias excesivas, las
infecciones de las vías urinarias y los problemas con la lactancia.
Durante 6 a 8 semanas después del parto, la madre puede tener algunos síntomas leves y
pasajeros mientras su organismo se adapta de nuevo al estado de no embarazo. Dentro de las
primeras 24 horas, sus pulsaciones descienden y su temperatura puede subir ligeramente.
Quizás tenga una secreción vaginal con algo de sangre durante 3 o 4 días, que en el transcurso
de los siguientes 10 a 12 días se vuelve marrón clara y finalmente blanco-amarillenta. Para
absorber esta secreción, se utilizan compresas o tampones que se cambian con frecuencia.
Después del parto, el útero dilatado empieza a contraerse y se hace cada vez más pequeño
hasta el punto de recuperar su tamaño normal. Estas contracciones irregulares a menudo son
dolorosas y pueden precisar ser tratadas con analgésicos. Duran entre 5 y 7 días y pueden
intensificarse por la lactancia, ya que la hormona oxitocina, liberada naturalmente en este
período para que comience el flujo de leche (reflejo de salida), también estimula las
contracciones uterinas. Después de 5 o 7 días, el útero tiene la consistencia normal y ya no
debe doler, pero todavía puede percibirse por palpación abdominal entre la sínfisis y el
ombligo. Alrededor de 2 semanas después del parto, el útero ya no se nota al tacto. Sin
embargo, el abdomen de la reciente madre no volverá a ser tan plano como antes del embarazo
durante varios meses, aunque practique ejercicios físicos. Las marcas debidas al estiramiento
pueden seguir notándose durante un año.
En el hospital
En casa
La madre y el bebé suelen ser dados de alta alrededor de 24 horas después del parto si ambos
se encuentran en buenas condiciones. De hecho, muchos médicos permiten que las mujeres
que no han tenido complicaciones ni han recibido anestesia se marchen del hospital 6 horas
después del parto. A pesar de que los problemas graves son raros, se debe establecer un
programa de visitas a domicilio o un seguimiento exhaustivo.
La madre puede ducharse o bañarse, pero debería evitar los lavados vaginales durante al
menos 2 semanas después del parto. Lavar la zona que rodea la vagina con agua tibia dos o
tres veces al día ayuda a reducir la sensación dolorosa. El dolor de la episotomía se alivia
mediante baños de asiento tibios varias veces al día y durante el tiempo que sea necesario. Si
es necesaria una medicación para aliviar el dolor, habitualmente se le administran codeína y
aspirina si no está amamantando a su hijo o paracetamol sin codeína si está dando de mamar.
La producción de orina suele aumentar en gran medida después del parto, en particular cuando
se suspende la administración de oxitocina. Como la sensibilidad de la vejiga urinaria se
reduce después del parto, la reciente madre debería orinar de forma regular, al menos cada 4
horas. Ello evita que la vejiga se llene en exceso y ayuda a evitar infecciones de las vías
urinarias. Puede tomar laxantes, si es que los necesita para evitar el estreñimiento, el cual
puede causarle hemorroides (dilataciones varicosas de las venas del recto). Las hemorroides se
tratan con baños de asiento calientes.
Las mamas se llenan de leche al inicio de la lactancia y pueden ponerse duras y doler. Si una
madre no va a amamantar a un bebé, se le aplican fármacos para suprimir la producción de
leche. Sin embargo, la producción de leche a menudo reaparece en cuanto deja de tomar el
fármaco. Resulta útil usar un sujetador que ajuste las mamas firmemente, ya que el hecho de
que pendan estimula el flujo de leche. Muchas madres que no están amamantando reducen el
malestar apretándose los senos firmemente, mediante un sujetador adecuado durante 3 a 5
días, bebiendo gran cantidad de líquidos y tomando aspirina o paracetamol. Estos síntomas
sólo duran entre 3 y 5 días.
Las madres que no están dando de mamar pueden tomar fármacos para dormir o para reducir
el dolor. Las que sí están amamantando a sus hijos reciben cantidades limitadas de estos
fármacos porque la mayoría de ellos se secretan en la leche materna.
La madre puede reanudar su actividad normal en cuanto se sienta preparada para hacerlo.
Puede volver a mantener relaciones sexuales en cuanto lo desee y se sienta a gusto. Como ya
es posible que quede nuevamente embarazada, debería usar anticonceptivos o evitar el coito.
Por lo general, los médicos recomiendan que la nueva madre no quede embarazada de nuevo
hasta varios meses después del parto para que la recuperación sea completa. La administración
de los anticonceptivos orales se inicia después de la primera menstruación, tanto si la madre
está amamantando como si no. Algunos médicos recomiendan comenzar con los
anticonceptivos orales incluso antes (durante la primera semana después del parto) en los
casos de madres que no estén dando de mamar. El diafragma puede colocarse sólo después de
que el útero recupere el tamaño normal, es decir, entre 6 a 8 semanas después del parto.
Mientras tanto, se pueden usar espumas, geles y preservativos como métodos anticonceptivos
si no se están tomando anticonceptivos orales.
Las mujeres que no están amamantando a sus hijos suelen comenzar a ovular (liberar un óvulo
del ovario) alrededor de 4 semanas después del parto, antes de su primera menstruación. Sin
embargo, la ovulación puede producirse antes (algunas mujeres han concebido alrededor de 2
semanas después del parto). Las madres que están dando de mamar tienden a comenzar a
ovular y menstruar algo más tarde, por lo general de 10 a 12 semanas después del parto. En
ciertos casos, una madre que está amamantando a su hijo ovula, menstrúa y queda embarazada
igual de pronto que la que no da de mamar. Una mujer que acaba de ser inmunizada contra la
rubéola debe esperar al menos 3 meses antes de quedar embarazada de nuevo para evitar
poner al feto en peligro.
Infecciones puerperales
Se supone que una mujer tiene una infección puerperal si la temperatura es de 38 ºC o más en
dos ocasiones separadas entre sí al menos 6 horas después las primeras 24 horas tras el
alumbramiento si no existe otra causa evidente, como una bronquitis.
Incluso durante las primeras 12 horas después del parto, una temperatura de 38,3 ºC o más
podría ser una señal de infección, aunque probablemente no lo sea. Las infecciones
directamente relacionadas con el parto se desarrollan en el útero, la zona que lo rodea o en la
vagina. Las infecciones del riñón también pueden aparecen poco después del parto. Otras
causas de fiebre, como los coágulos sanguíneos en las piernas o una infección de las mismas,
tienden a aparecer 4 días o más días después del parto.
Las infecciones posparto suelen comenzar en el útero. Una infección del saco amniótico (las
membranas que contienen al feto y al líquido amniótico que lo rodea) y la presencia de fiebre
durante el parto pueden acabar en una infección del revestimiento uterino (endometritis), del
músculo uterino (miometritis) o de las áreas que rodean al útero (parametritis).
Causas y síntomas
Diagnóstico y tratamiento
Para diagnosticar una infección, se examinan los pulmones de la mujer así como el útero y se
envían muestras de orina y secreción uterina a un laboratorio para que se realice un cultivo de
bacterias.
El médico trata de prevenir cualquier trastorno que pueda derivar en una infección y, si es
posible, instaura el tratamiento adecuado. El parto vaginal rara vez causa infección pero, si se
desarrolla, se administra un antibiótico por vía intravenosa durante 48 horas hasta que cesa la
fiebre.
La fiebre que aparece entre los 4 y los 10 días posteriores al parto puede indicar la presencia
de un coágulo de sangre en la pierna (tromboflebitis femoral), que se trata con calor, vendaje y
elevación de la pierna. Si es preciso, se administran fármacos anticoagulantes. La tuberculosis
latente puede reactivarse después del parto; se trata con antibióticos.
La fiebre que aparece 10 días o más después del parto con frecuencia se debe a una infección
de una mama (mastitis), aunque la infección de la vejiga (cistitis) en este período también es
frecuente. Las infecciones de vejiga y de mama se tratan con antibióticos. La madre que tiene
una infección de las mismas debería seguir dando de mamar a su hijo, ya que así disminuye el
riesgo de que se desarrolle un absceso en la mama. Los abscesos mamarios son raros; se tratan
con antibióticos y, por lo general, se drenan quirúrgicamente.
Hemorragia posparto
Prevención y tratamiento
Antes de que se inicie el trabajo de parto, se deben tomar precauciones para evitar una
hemorragia posparto. Una de las medidas consiste en tratar ciertos trastornos, como la anemia.
Otra es reunir la mayor cantidad posible de información acerca de la paciente. Por ejemplo, el
hecho de saber que la mujer tiene mayor cantidad de líquido amniótico, un embarazo múltiple
(de gemelos), un tipo de sangre inusual o que ha tenido episodios previos de hemorragia
posparto puede hacer que el médico esté preparado para hacer frente a posibles trastornos
hemorrágicos.
El médico intenta siempre reducir al mínimo su intervención en el parto. Una vez que la
placenta se ha desprendido del útero, la mujer recibe oxitocina para favorecer la contracción
uterina y reducir la pérdida de sangre. Si la placenta no se desprende por sí misma 30 minutos
después del parto, el médico la extrae de forma manual; si la expulsión ha sido incompleta,
extrae manualmente los fragmentos que faltan. En raras ocasiones, los fragmentos infectados
de la placenta o de otros tejidos deben ser extraídos quirúrgicamente (mediante legrado).
Después de la expulsión de la placenta, la mujer es sometida a control durante al menos una
hora para asegurar que el útero se haya contraído y también para controlar la hemorragia
vaginal.
En caso de hemorragia grave, se practica un masaje abdominal para ayudar a contraer el útero
y se administra una perfusión intravenosa continua de oxitocina. Si la hemorragia persiste,
quizá sea necesaria una transfusión de sangre. Se puede examinar el útero para buscar cortes o
fragmentos retenidos de placenta y otros tejidos, y luego extraerlos quirúrgicamente; ambos
procedimientos requieren un anestésico. También se examinan el cuello uterino y la vagina.
Se puede inyectar prostaglandina en el músculo uterino para facilitar la contracción. Si el
útero no puede ser estimulado para que se contraiga y se reduzca la hemorragia, es posible que
sea necesario efectuar una ligadura de las arterias que llevan la sangre al útero. Debido a la
abundante cantidad de sangre que llega a la pelvis, el hecho de que se consiga controlar la
hemorragia no significa que el éxito del procedimiento sea definitivo. La extirpación del útero
(histerectomía) rara vez es necesaria.
La inversión del útero es un trastorno en el cual el cuerpo del útero se vuelve del revés,
sobresaliendo por el cuello uterino hasta el interior de la vagina o incluso más allá de la
abertura vaginal.
Es un trastorno muy poco frecuente. La inversión del útero se produce cuando un miembro del
personal sanitario sin experiencia aplica demasiada presión sobre el fondo del útero o tira
demasiado del cordón de una placenta que aún no se ha desprendido; es una situación crítica
que puede derivar en shock, infección y muerte.
Para que el útero vuelva a su situación normal (se reinvierta), se empuja el cuerpo uterino por
el canal vaginal, se pone una sonda en el interior de la vagina y se mantiene cerrado el orificio
vaginal. A continuación, se instila una solución salina dentro del útero por la sonda para
expander la vagina y reinvertir el útero. Rara vez es necesario recurrir a una intervención
quirúrgica. Por lo general, la mujer se recupera por completo después de este procedimiento.
SECCION 23 > PROBLEMAS DE SALUD EN LA INFANCIA
CAPITULO 251
Recién nacidos y lactantes normales
La transición del feto desde que al principio está inmerso en líquido amniótico y totalmente
dependiente de la placenta para su nutrición y oxigenación, hasta su nacimiento, llorando y
respirando, es un proceso que despierta una profunda admiración. Los neonatos sanos
requieren grandes cuidados a fin de asegurar su desarrollo normal y buena salud.
Cuidados iniciales
Inmediatamente después del nacimiento del bebé, el médico o la enfermera extraen mucosidad
y otras sustancias de su boca, nariz y garganta con una sonda de aspiración. Enseguida, el
bebé respira por primera vez. A continuación se colocan dos pinzas en el cordón umbilical,
una al lado de la otra, y se corta por la parte que se encuentra entre las pinzas. Después se seca
al bebé y se le coloca cuidadosamente en una manta caliente y estéril o sobre el abdomen de la
madre.
Corte del cordón umbilical
Exploración física
El médico habitualmente realiza una exploración física completa del bebé en las primeras 12
horas de vida. El examen empieza con una serie de mediciones, que incluyen el peso, la
estatura y la circunferencia de la cabeza.
El peso medio al nacer es de 3 kilogramos y la
talla media es de 50 centímetros. A continuación,
el médico examina la piel del bebé, la cabeza y la
cara, el corazón y los pulmones, el sistema
nervioso, el abdomen y los genitales.
La piel es habitualmente rojiza, aunque los dedos
de las manos y de los pies pueden tener un matiz
azulado debido a la escasa circulación de sangre
durante las primeras horas.
Un parto normal deja la cabeza del bebé
levemente deformada durante algunos días. Los
huesos que forman el cráneo se imbrican y esto
permite que la cabeza se comprima para facilitar
el parto. La inflamación y la contusión del cuero
cabelludo son muy frecuentes. Cuando el bebé
nace de nalgas (presentación de nalgas)
habitualmente la cabeza no se deforma; sin
embargo, en estos casos son las nalgas, los
genitales o los pies los que pueden inflamarse y sufrir magulladuras. A veces puede sangrar
uno de los huesos del cráneo y su membrana externa (periostio), lo cual produce una pequeña
protuberancia en la cabeza (cefalematoma) que desaparece al cabo de pocas semanas.
La presión durante el parto vaginal puede causar magulladuras en la cara. Además, la
compresión sufrida en el canal del parto puede hacer que inicialmente la cara parezca
asimétrica. La asimetría facial se produce en ocasiones cuando uno de los nervios que llegan a
los músculos de la cara se lesiona durante el parto, pero en unas pocas semanas volverá
progresivamente a la normalidad.
A través de un fonendoscopio el médico ausculta el corazón y los pulmones para detectar
posibles anomalías. El color de la piel del recién nacido y el estado general también pueden
indicar si existe algún problema. También se controla la intensidad del pulso en la ingle.
El médico busca la existencia de anomalías en los nervios y para ello explora los reflejos del
bebé. Los reflejos más importantes del recién nacido son la reacción de Moro y los reflejos de
búsqueda y succión.
Seguidamente, el médico examina la conformación general del abdomen y también analiza el
tamaño, la forma y la posición de los órganos internos como los riñones, el hígado y el bazo.
Un aumento en el tamaño de los riñones puede indicar una obstrucción del flujo urinario.
También comprueba la flexibilidad y movilidad de los brazos, las piernas y las caderas. La
dislocación (luxación) de la cadera es un problema bastante frecuente en los recién nacidos
que puede tratarse colocando un doble o triple pañal al bebé para sostener la cadera en la
posición correcta, lo cual hace que se solucione el problema. De ser necesario, un ortopedista
puede colocarle una tablilla.
Por último, el médico examina los genitales. En el varón, los testículos deben estar situados en
el escroto. Aunque es raro y al parecer no causa dolor al recién nacido, los testículos pueden
torcerse (enfermedad denominada torsión testicular), lo cual requiere cirugía urgente. En una
niña, los labios son prominentes; la exposición a las hormonas de la madre hace que se
hinchen durante las primeras semanas.
Alimentación
Un recién nacido normal tiene reflejos de búsqueda y de succión activos y puede comenzar a
comer inmediatamente después del nacimiento. Si, en la sala de parto, el bebé no ha sido
colocado en el pecho de la madre, la alimentación comenzará habitualmente dentro de las 4
horas posteriores al nacimiento.
Expulsar y regurgitar mucosidad es muy normal el primer día. Si el bebé regurgita mucosidad
durante más tiempo, se puede eliminar cualquier resto de moco del estómago introduciendo
delicadamente una sonda desde la nariz hasta el estómago.
Un recién nacido alimentado con biberón puede vomitar debido a una alergia a la leche. En
ese caso, ésta puede ser reemplazada por una fórmula hipoalérgica. Si esto no da resultado, el
médico averiguará la razón de los vómitos. El recién nacido que es amamantado y que
continúa vomitando puede que tenga una obstrucción que impida vaciar el estómago. Los
bebés no son alérgicos a la leche materna.
Los recién nacidos mojan al menos 6 u 8 pañales al día. Además, hacen deposiciones todos los
días durante las primeras semanas, lloran enérgicamente, tienen la piel en buen estado y
muestran un reflejo de succión marcado. Todos estos factores indican que el bebé obtiene
suficiente cantidad de leche materna o de leche de fórmula. El incremento del peso confirma
esta hipótesis. Dormir durante largos períodos entre las tomas de alimento indica
habitualmente que el bebé recibe una alimentación suficiente, aunque en algunos casos puede
dormir por períodos prolongados si no recibió una cantidad adecuada de leche. Por
consiguiente, un bebé que se alimenta con leche materna debe ser controlado de forma precoz
y continua para comprobar que la alimentación es adecuada.
Se suele dar agua destilada estéril como primer alimento al bebé alimentado con biberón para
tener la certeza de que puede succionar y tragar y que funciona bien su reflejo de abrir la boca.
El agua no causará daño al bebé con problemas de alimentación. Si no expulsa el agua, se le
puede dar una fórmula en la siguiente toma. Habitualmente, en los hospitales los bebés son
alimentados cada 4 horas.
Alimentación del bebé con biberón
Existen fórmulas preparadas que contienen proporciones adecuadas de calorías y vitaminas y
se comercializan en biberones estériles. La madre no debe insistir para que el bebé termine
totalmente el biberón, sino que le debe permitir tomar la cantidad que desee. La alimentación
debe aumentarse gradualmente durante la primera semana de vida, desde 30 o 60 mililitros
hasta 90 o 120 mililitros aproximadamente 6 veces al día.
Las fórmulas infantiles comerciales son preferibles a la leche de vaca, que no es apropiada
para el primer año de vida ya que, si bien es un alimento equilibrado para un lactante, carece
de hierro, que es importante para el desarrollo de los glóbulos rojos. Los niños alimentados
con fórmula o leche materna deben recibir diariamente gotas multivitamínicas que contengan
vitaminas A, C y D durante el primer año de vida y durante el segundo invierno en climas
fríos, donde la exposición al sol y su activación de vitamina D es limitada. Puede agregarse
flúor a la fórmula cuando no se cuenta con agua fluorizada.
Al bebé alimentado con biberón debe ofrecérsele agua entre las tomas, sobre todo cuando hace
calor o el ambiente está seco. Un bebé cuya alimentación no sea adecuada puede, a veces,
requerir alimentación intravenosa adicional. A continuación, el médico tratará de detectar las
causas del problema.
La leche materna es el alimento ideal para el bebé. Además de proporcionar los nutrientes
necesarios de la forma más fácil de digerir y de absorber, contiene anticuerpos y glóbulos
blancos que protegen al bebé de las infecciones. También cambia favorablemente el pH de la
defecación, así como la flora intestinal del bebé, y de esta manera lo protege de la diarrea
bacteriana. Debido a las cualidades protectoras de la leche materna, los bebés amamantados
suelen padecer menos enfermedades infecciosas que los alimentados con biberón. La lactancia
también ofrece ventajas a las madres, por ejemplo, les permite sentirse cerca de su bebé,
mientras que la alimentación con biberón no lo permite. En muchos países, más de la mitad de
las madres amamantan a sus bebés, proporción que aumenta constantemente.
Alimentación del bebé con leche materna
Antes de que la leche se produzca, un delicado líquido amarillo, llamado calostro, fluye del
pezón. El calostro es rico en calorías, proteínas y anticuerpos. Los anticuerpos que contiene
son particularmente valiosos ya que son absorbidos por el cuerpo directamente desde el
estómago. De esta manera, el bebé está protegido de las enfermedades contra las cuales su
madre ha desarrollado anticuerpos.
Los pezones de la madre no requieren preparación especial alguna antes de empezar a
amamantar. La extracción manual de líquido de la mama antes del parto puede producir una
infección mamaria (mastitis) o incluso un parto precoz. La areola y el pezón se preparan de
forma natural para el proceso de amamantar secretando un lubricante que protege la
superficie. Este lubricante natural no debe ser eliminado. La madre que decide amamantar a su
bebé puede desear hablar con otras mujeres cuya lactancia haya sido un éxito. Observar a
otras mujeres amamantando y hacer preguntas también puede resultar instructivo y
estimulante.
La madre debe adoptar una postura cómoda, relajada, quizás casi recostada, y girar de un lado
hacia el otro para dar cada pecho. El bebé está de cara a la madre. Ésta sostiene la mama con
los dedos pulgar e índice por la parte superior y con los otros dedos por debajo, mientras
acerca su pezón al labio inferior del bebé. Esto estimula al bebé a abrir la boca (reflejo de
búsqueda) y a agarrarse al pecho. Al tiempo que la madre acerca el pezón y la areola a la boca
del bebé, se asegura también de que el pezón quede centrado, lo que contribuye a evitar la
formación de llagas en el mismo. Antes de retirar al bebé del pezón, la madre interrumpe la
succión insertando el dedo en la boca del bebé y apretando suavemente su barbilla hacia
abajo.
Inicialmente, el bebé se alimenta durante varios minutos de cada mama. El reflejo resultante
en la madre (reflejo de descenso) activa la producción de leche. Al principio debe evitarse la
succión excesiva. Una mala postura causa llagas en los pezones y es más fácil evitarlas que
curarlas. Por otra parte, la producción de leche requiere un tiempo suficiente de succión. El
tiempo de amamantamiento se incrementa gradualmente hasta que la producción de leche se
haya establecido satisfactoriamente: aproximadamente 10 minutos en la primera mama y el
tiempo necesario como para satisfacer al bebé en la segunda suelen ser suficientes. Con el
primer bebé, la producción de leche suele establecerse completamente al cabo de 72 o 96
horas; con los siguientes se requiere menos tiempo. Si la madre está particularmente cansada
durante la primera noche, la alimentación de las 2 de la mañana puede ser reemplazada por
agua. Sin embargo, no deben pasar más de 6 horas entre las tomas durante los primeros días.
Las tomas deben, más bien, ser fijadas según el hambre del bebé y no según el reloj. De la
misma manera, la duración de cada sesión de lactancia debe ajustarse a las necesidades del
bebé.
La madre debe llevar el bebé al médico, sobre todo cuando es el primero, entre los 7 y 10 días
posteriores al parto, para que éste pueda controlar el progreso de la lactancia y aclarar
cualquier duda.
Las mamas tienden a inflamarse incómodamente (congestionarse) durante los primeros días de
lactancia, pero dicha congestión puede minimizarse mediante amamantamientos frecuentes. El
uso de un sujetador para lactancia las 24 horas del día puede ayudar a aliviar el dolor y la
extracción del exceso de leche con la mano durante una ducha tibia también disminuye la
presión. Puede que la madre tenga que extraer la leche manualmente justo antes de amamantar
al bebé para que su boca alcance el borde de la areola inflamada. Sin embargo, si ello se hace
demasiadas veces tiende a producirse una congestión continua, por lo que sólo debería
ponerse en práctica para aliviar el malestar.
El primer año de vida del bebé: desarrollo físico
El peso del bebé y su talla se controlan en cada visita al médico, para asegurarse de que el crecimiento se incrementa en proporción equilibrada. Los
percentiles constituyen un parámetro de comparación de bebés de la misma edad. Un bebé en el percentil 10 de peso significa que el 10 por ciento de los
bebés pesan menos y el 90 por ciento pesan más. Un bebé al percentil 90, significa que el 90 por ciento de los bebés pesan menos y el 10 por ciento pesan
más. Un bebé en el percentil 50 quiere decir que la mitad de los bebés pesa menos y la mitad más. Más importante que el percentil en un momento
determinado es la constatación de un cambio significativo en el percentil del bebé entre las consultas sucesivas al médico.
La mala posición del bebé puede inflamar los pezones de la madre. Ocasionalmente el bebé
retrae el labio inferior y succiona, irritando el pezón. En este caso la madre puede llevar el
labio del bebé hacia fuera valiéndose del dedo pulgar. Después de cada lactancia, se debería
dejar que la leche se secara por sí sola en los pezones en lugar de limpiarlos o lavarlos. En
todo caso, se pueden secar los pezones con un secador de pelo a baja potencia. En climas muy
secos se puede aplicar lanolina hipoalergénica o ungüentos sobre los pezones. Deben evitarse
los sujetadores con estructuras plásticas.
Mientras amamanta, la madre necesita un mayor aporte nutritivo, sobre todo de calcio. Los
productos lácteos son una fuente excelente de calcio, pero pueden sustituirse por nueces y
verduras si la mujer no los tolera. Como alternativa, se pueden tomar complementos de calcio
por vía oral. Los complementos vitamínicos no son necesarios si la dieta está bien equilibrada,
particularmente si incluye suficiente vitamina C, B6 y B12. Sin embargo, algunas dietas,
incluso las de países desarrollados, son pobres en vitamina B6 y las dietas vegetarianas no
suelen contar con suficiente vitamina B12.
El momento para interrumpir la lactancia (destete del bebé) depende de las necesidades y los
deseos de la madre y del bebé. La lactancia durante al menos 6 meses se considera ideal. El
destete gradual durante semanas o meses es más fácil que el destete repentino, tanto para el
bebé como para la madre.
El destete habitualmente implica la incorporación de alimentos sólidos, en lugar de 8 a 10
tomas de leche materna diarias, los bebés reciben estos alimentos hasta tres veces al día
mientras se va reduciendo gradualmente la cantidad de amamantamientos. Cuando el bebé
tiene aproximadamente 7 meses, debería reemplazarse una toma de leche materna al día por
un biberón o una taza de zumo de fruta, leche materna extraída manualmente o leche
preparada. Aprender a beber de una taza es un importante logro en el proceso del desarrollo y
esta transición puede no completarse hasta los 10 meses de edad. Algunos bebés siguen
acostumbrados a una o dos sesiones de pecho por día hasta los 18 o 24 meses de vida. Cuando
la madre le da de mamar durante más tiempo, el niño también debe recibir a la par comidas
sólidas y beber con taza.
El momento de comenzar con los alimentos sólidos depende de las necesidades del bebé y de
su predisposición. Por lo general, los bebés no requieren este tipo de alimentos antes de los 6
meses, aunque suelen ser capaces de tragárselos a partir de los 3 o 4 meses. Pueden tragar
sólidos incluso antes de este tiempo si se les colocan los alimentos en la parte posterior de la
lengua, pero habitualmente los rechazan. Algunos padres instan a sus bebés a comer grandes
cantidades de comida sólida para favorecer el sueño durante toda la noche. Este sistema puede
no funcionar y además, si se fuerza prematuramente a un bebé a comer, puede causar
problemas de alimentación a posteriori. Muchos bebés ingieren sólidos después de ser
amamantados o de tomar el biberón, puesto que ambos satisfacen su necesidad de chupar y
rápidamente calman su apetito.
Habitualmente se utilizan primero cereales, seguidos de frutas y verduras de una sola clase. La
alergia o la sensibilidad a un alimento es más fácil de determinar si el bebé recibe el mismo
cereal, fruta o verdura durante varios días. La comida debe ofrecerse en una cuchara para que
el bebé aprenda la nueva técnica de alimentación.
Muchos alimentos comercializados para bebés, sobre todo los postres y las sopas, tienen
demasiado almidón, que no contiene vitamina ni minerales, incluyen muchas calorías y los
bebés no los digieren bien. Otros contienen mucho sodio, más de 200 miligramos por frasco.
Los que poseen un escaso valor nutritivo pueden ser identificados leyendo las etiquetas. Los
alimentos caseros son menos caros que los alimentos comerciales y proporcionan una
nutrición adecuada.
Las carnes deben incorporarse con posterioridad, después de aproximadamente 7 meses, y son
preferibles a las comidas ricas en hidratos de carbono, ya que los bebés necesitan muchas
proteínas. Sin embargo, como muchos bebés rechazan la carne, ésta debe incorporarse
cuidadosamente y con atención.
Muchos niños son alérgicos al trigo, a los huevos y al chocolate, por lo tanto estos alimentos
deben evitarse hasta que cumplan un año ya que su ingestión puede, más tarde, convertirles en
alérgicos. La miel debe evitarse durante el primer año porque puede contener esporas de
Clostridium botulinum, las cuales son inofensivas para los niños mayores y los adultos, pero
en cambio pueden causar botulismo en los bebés.
Desarrollo físico
Los controles tienen la finalidad de detectar los trastornos con suficiente anticipación. El
diagnóstico precoz y el tratamiento a tiempo pueden reducir o prevenir trastornos que pueden
interferir el sano desarrollo del bebé.
Antes de que el recién nacido deje el hospital, se le toman muestras de sangre para realizar
distintas pruebas de laboratorio. Por ejemplo, un análisis mide los niveles de hormona tiroidea
en la sangre, lo cual es importante porque los niveles bajos pueden ocasionar cretinismo,
trastorno tiroideo crónico caracterizado por un retraso en el desarrollo físico y mental. Un
recién nacido con niveles bajos de hormona tiroidea debe ser sometido a una terapia
sustitutiva de dicha hormona por vía oral, entre los primeros 7 o 10 días de vida. Otra
enfermedad, llamada fenilcetonuria, también puede causar retraso mental si no recibe
tratamiento.
Pueden realizarse otros controles. Por ejemplo, los destinados a detectar enfermedades como
la homocistinuria, la enfermedad urinaria “del jarabe de arce”, la galactosemia y la
drepanocitosis. A veces, la elección de los análisis se basa, en parte, en las características
étnicas y genéticas de los padres. En algunos países, el costo y las limitaciones técnicas
restringen los exámenes sistemáticos.
Esquema de inmunizacion para bebés y niños
La inmunización desempeña un papel importante en el mantenimiento de la salud de los bebés y los niños. Se ilustran las edades recomendadas
sistemáticamente para la inmunización del bebé o del niño con vacunas específicas. La edad recomendada para la inmunización puede variar según las
circunstancias. Por ejemplo, si la madre es portadora del antígeno de superficie de la hepatitis B en la sangre, el médico probablemente recomiende
inmunización del bebé con la vacuna de la hepatitis B dentro de las 12 horas siguientes al nacimiento. Sin embargo, otros bebés pueden recibir la primera
dosis de la vacuna contra la hepatitis B a la edad de 1 o 2 meses. Existe un rango de edades aceptable para muchas vacunas y el médico del niño es el que
proporciona las recomendaciones específicas. A menudo se usa una combinación de vacunas, ya que ello disminuye el número de pinchazos que el niño
recibirá.
Durante el primer año de vida se miden, en cada revisión médica, la longitud, el peso y la
circunferencia de la cabeza. Así mismo, el médico escucha el corazón del bebé a través de un
fonendoscopio; los sonidos anormales pueden indicar una afección cardíaca. También en cada
visita se examina el abdomen del bebé, porque ciertos cánceres raros, como el tumor de
Wilms y el neuroblastoma, sólo pueden detectarse a medida que el bebé crece. Se exploran los
oídos y la vista. Los bebés nacidos prematuramente (gestación de menos de 37 semanas) se
someten a una revisión regular para detectar una retinopatía por la prematuridad, una
enfermedad de los ojos.
Vacunaciones
Los niños deben ser inmunizados para protegerlos de las enfermedades infecciosas. Las
vacunas son muy seguras y eficaces, aunque excepcionalmente algunos niños presentan una
leve reacción frente a ellas. La mayoría de las vacunas se inyectan, aunque algunas (como la
de la poliomielitis) se administran por vía oral.
La primera vacuna que se administra a un bebé es la vacuna contra la hepatitis B, cuya
primera dosis se aplica durante la primera semana de vida, a veces cuando el bebé todavía está
en el hospital. Otras inmunizaciones sistemáticas comienzan al cabo de la sexta o la octava
semana, o poco después, si el bebé está enfermo. Sin embargo, no es necesario retrasar la
vacunación si tiene un poco de fiebre a causa de una infección leve, como un resfriado común.
Muchas vacunas requieren más de una dosis para proporcionar una inmunidad completa. La
mayoría de los médicos siguen la planificación de inmunización recomendada por los
organismos sanitarios correspondientes.
Sin embargo, las edades recomendadas para las vacunaciones no deben ser seguidas de
manera rígida. Por ejemplo, 2 meses pueden significar de 6 a 10 semanas. Aunque los padres
deben tratar de vacunar a los niños según dicha planificación, algunos retrasos no interfieren
en la inmunidad que se alcanza al final ni suponen reiniciar la serie de inyecciones desde el
principio. Algunas vacunas se recomiendan en circunstancias especiales; la vacuna contra la
hepatitis A, por ejemplo, se recomienda a los universitarios o a las personas que viajan al
extranjero.
En una única visita médica puede administrarse más de una vacuna, aunque a menudo se
combinan varias de ellas en una sola inyección; éste es el caso, por ejemplo, de las vacunas
contra la tos ferina, la difteria, el tétanos y Hemophilus influenzae tipo B. La combinación de
vacunas reduce el número de inyecciones necesarias sin comprometer la seguridad o
efectividad de las mismas.
CAPITULO 252
Problemas en recién nacidos y lactantes
Un bebé que nace al término del embarazo ha permanecido entre 37 y 42 semanas en el útero;
uno nacido antes de las 37 semanas es considerado prematuro, y uno que haya nacido después
de las 42 semanas se considera "nacido después de término" (o posmaduro). En los tres casos
se prevén problemas de tipo diferente.
Prematuridad
La prematuridad es un proceso que afecta al desarrollo del bebé nacido antes de que se hayan
cumplido 37 semanas de gestación.
La prematuridad, especialmente en caso de ser extrema, es la causa principal de los problemas
e incluso de la muerte tras el parto. Algunos de los órganos internos del bebé pueden no
haberse desarrollado completamente, lo que le expone a un riesgo mayor de padecer
determinadas enfermedades.
En general, se desconoce la razón por la cual un
bebé nace prematuramente. Sin embargo, el
riesgo de un parto prematuro es mayor en las
mujeres solteras con menores ingresos y escasa
educación. El cuidado prenatal inadecuado, una
nutrición deficiente o una enfermedad o infección
no tratadas durante el embarazo también exponen
a la mujer a un elevado riesgo de parto
prematuro. Por razones desconocidas, las mujeres
de etnia negra son más propensas a tener un parto
prematuro que las pertenecientes a otros grupos
étnicos.
Si el cuidado médico se inicia al comienzo del
embarazo, el riesgo de parto prematuro
disminuye y, en caso de que éste se presente,
mejora el pronóstico. Si las contracciones
prematuras y el parto precoz parecen evidentes, el
médico puede administrar medicamentos
tocolíticos para detener el parto temporalmente y
corticosteroides para acelerar la maduración de
los pulmones del feto.
El desarrollo adecuado de los pulmones es fundamental para el recién nacido. Para que el bebé
pueda respirar por sí mismo, los sacos de aire (alvéolos) de los pulmones deben ser capaces de
llenarse de aire en el momento de nacer y permanecer abiertos. Logran hacerlo debido, en
gran medida, a una sustancia llamada surfactante, que se produce en los pulmones y reduce la
tensión superficial. Los bebés prematuros no suelen producir suficiente surfactante y, en
consecuencia, los sacos de aire de los pulmones no permanecen abiertos. Entre una inspiración
y otra, los pulmones sufren un colapso completo. La enfermedad resultante, el síndrome del
distrés respiratorio, puede provocar otros problemas significativos, que en algunos casos
llegan incluso a ser mortales. Los bebés con este síndrome requieren tratamiento con oxígeno;
si la enfermedad es grave, se ponen en un respirador artificial y se tratan con surfactante, que
puede administrarse directamente mediante un tubo introducido en la garganta del bebé
(tráquea).
Además de unos pulmones inmaduros, un bebé prematuro tiene un desarrollo cerebral
incompleto, lo cual contribuye a provocar pausas en la respiración (apnea), debido a que el
centro respiratorio del cerebro puede ser inmaduro. Es posible utilizar medicinas para reducir
la frecuencia de la apnea y el bebé se recuperará a medida que el cerebro madure. Un cerebro
muy inmaduro es vulnerable a hemorragias o a lesiones si se interrumpe el suministro de
oxígeno o de sangre. Aun cuando exista hemorragia cerebral, la mayoría de los bebés
prematuros se desarrolla normalmente, a menos que presenten una lesión cerebral grave.
El desarrollo prematuro del cerebro puede impedir inicialmente que el bebé succione y trague
normalmente. Muchos bebés prematuros se alimentan por vía intravenosa al principio y luego
pasan a la alimentación con leche suministrada a través de un tubo que llega al estómago. A
las 34 semanas de edad, deben ser capaces de tomar la leche del pecho materno o de un
biberón. Inicialmente, el reducido tamaño del estómago puede limitar la cantidad que se les
puede administrar en cada lactación; cuando es demasiada, el bebé la vomita.
Los bebés prematuros son particularmente propensos a sufrir fluctuaciones en los valores de
azúcar (glucosa) en sangre (ya sean altos o bajos).
El sistema inmune de los bebés prematuros no se encuentra totalmente desarrollado. No han
recibido el complemento necesario de anticuerpos contra las infecciones, que les proporciona
su madre a través de la placenta. El riesgo de contraer infecciones graves, sobre todo las que
afectan al flujo sanguíneo (sepsis), es considerablemente más alto en los bebés prematuros que
en los nacidos a término. También son más propensos a contraer enterocolitis necrosante (una
inflamación muy grave del intestino).
Antes del nacimiento, los productos de desecho del feto atraviesan la placenta y son
excretados por la madre. Después del parto, los riñones y el intestino deben hacerse cargo de
esta función. La función renal en un bebé sumamente prematuro es limitada, pero mejora a
medida que los riñones maduran. Después del parto, el bebé necesita un funcionamiento
hepático normal, además del intestinal, para excretar bilirrubina (pigmento amarillo derivado
de la destrucción normal de los glóbulos rojos) por las heces. La mayoría de los recién
nacidos, sobre todo los prematuros, presenta un aumento temporal en la concentración de
bilirrubina en sangre que puede causar ictericia. Dicho incremento se produce porque su
función hepática carece de suficiente madurez y, además, porque no poseen la misma
capacidad de ingerir alimentos y tienen menos movimientos intestinales que los bebés
mayores. Los niveles muy altos de bilirrubina pueden producir querníctero, una forma de
lesión cerebral. Sin embargo, la mayoría de los bebés tiene algo de ictericia, que no es grave y
desaparece a medida que mejoran tanto su alimentación como sus movimientos intestinales.
Habitualmente, los bebés prematuros son colocados en una incubadora, ya que pierden calor
rápidamente y tienen dificultades para mantener la temperatura normal del cuerpo.
Los nacimientos después de término (posmaturidad) son aquellos en los que el embarazo dura
más de 42 semanas.
En general, se desconoce la razón por la que un feto permanece en el útero durante un período
superior a la duración normal (entre 38 y 42 semanas).
La placenta empieza a encogerse y su función disminuye a medida que el embarazo se acerca
a su final (40 semanas), lo cual se acentúa en el curso de las semanas posteriores al término de
este plazo. El feto puede tener que usar sus propias reservas de grasa e hidratos de carbono
para obtener energía, puesto que la placenta es cada vez menos capaz de proporcionarle los
nutrientes necesarios. En consecuencia, el índice de crecimiento disminuye. Si la placenta no
puede proporcionar suficiente oxígeno durante el parto, puede producirse sufrimiento fetal,
que expone al feto a un riesgo de lesión cerebral y de otros órganos. Esta lesión es
probablemente el mayor riesgo para un bebé posmaduro y para prevenir tales problemas
muchos médicos inducen el parto si el embarazo excede las 42 semanas.
Existen varios problemas característicos de los bebés nacidos después de término. Son
propensos a tener bajas concentraciones de azúcar (glucosa) en sangre después del parto,
porque las reservas de energía se reducen en el momento del nacimiento y pueden ser incluso
más bajas si el suministro de oxígeno durante el parto ha sido escaso. Estos bebés también son
más propensos a desarrollar el síndrome de aspiración de meconio.
Un bebé más pequeño de lo normal para el tiempo que ha pasado en el útero, ya sea
prematuro, nacido a término o posmaduro, se considera pequeño para su edad gestacional.
Un recién nacido puede ser pequeño al nacer debido a factores hereditarios (padres pequeños
o un trastorno genético) o porque la placenta no ha funcionado bien y no ha suministrado al
feto nutrientes y oxígeno suficientes. La placenta puede haber funcionado mal si durante el
embarazo la madre tenía la presión arterial alta, una enfermedad renal o una diabetes de larga
evolución. Las madres adictas a los narcóticos, a la cocaína o que han sido alcohólicas o muy
fumadoras también tienden a tener bebés pequeños para su edad gestacional. Con menos
frecuencia, la infección de la madre y del feto por citomegalovirus, el virus de la rubéola, o
por Toxoplasma gondii pueden interferir el crecimiento del feto.
Independientemente del tamaño, los bebés pequeños para su edad gestacional habitualmente
presentan el mismo comportamiento que los bebés normales. A diferencia de un bebé
prematuro, un bebé pequeño para su edad gestacional pero nacido a término, tiene los órganos
internos totalmente desarrollados. Si el crecimiento del bebé se ha retrasado debido a una
nutrición inadecuada mientras se encontraba en el útero, puede recuperarse rápidamente
después del parto recibiendo la nutrición adecuada.
Un feto que haya crecido lentamente debido a un mal funcionamiento de la placenta, puede
que no reciba suficiente oxígeno durante el parto. Durante cada contracción, las arterias de la
madre que se dirigen a la placenta se comprimen en el punto en que atraviesan la pared
uterina, con lo que fluye menos sangre a través de ellas. Si la función de la placenta se
encontraba al límite antes del parto, la reducida irrigación sanguínea durante el mismo puede
poner en peligro el suministro de oxígeno y lesionar el feto. Habitualmente, la frecuencia
cardíaca del feto se hace más lenta durante las contracciones del parto. Si tarda en volver a la
velocidad normal (aceleración tardía) o no varía con los movimientos del feto, ello indica que
el suministro de oxígeno es inadecuado. Cuando hay evidencia de sufrimiento fetal, el parto
debe ser realizado rápidamente, a menudo por cesárea.
Un bebé que durante el parto no recibe suficiente oxígeno puede verter sus deposiciones
(meconio) al líquido amniótico. Si el bebé aspira líquido que contiene meconio, sus pulmones
resultan afectados. El meconio aspirado puede tapar algún bronquio, causando un colapso en
varias zonas de los pulmones; también puede ocasionar inflamación o neumonitis. Ambos
problemas hacen que la función pulmonar sea insuficiente.
Al igual que el bebé posmaduro, el pequeño para su edad gestacional es más propenso a
presentar bajas concentraciones de azúcar (glucosa) en la sangre, (hipoglucemia), durante las
primeras horas y los primeros días posteriores al parto, por no haber almacenado suficiente
glucosa durante la gestación.
Un bebé que pesa más de lo normal para el tiempo que ha pasado en útero, ya sea prematuro,
nacido a término o posmaduro, es considerado grande para su edad.
La razón principal por la que un bebé puede ser
anormalmente grande, aparte de los factores
hereditarios, es la diabetes de la madre durante
el embarazo. El azúcar (glucosa) en sangre de la
madre entra en la placenta y, como respuesta a
una elevada concentración de glucosa, el
páncreas del feto produce una gran cantidad de
insulina. Este hecho le hace crecer
excesivamente. Cuanto menor sea el control de
la diabetes de la madre, más grande será el bebé.
Su tamaño puede dificultar el parto vaginal y
aumentar las posibilidades de resultar lesionado.
Por esta razón, un bebé grande para su edad
gestacional es probable que nazca por cesárea.
Al nacer, cuando se corta el cordón umbilical, la glucosa de la madre deja repentinamente de
pasar al bebé, pero los valores de insulina de éste aún son elevados. Es posible entonces que
las concentraciones de glucosa en sangre del bebé desciendan rápidamente, causando
hipoglucemia al cabo de una o dos horas después del parto. El bebé puede que no presente
ningún síntoma de hipoglucemia, puede estar nervioso, apático, debilitado o somnoliento,
puede mamar muy poco e incluso puede tener convulsiones. El control de la diabetes de la
madre contribuye a prevenir la hipoglucemia del bebé. Los valores de glucosa en la sangre del
bebé son controlados atentamente y, si es necesario, se le administra glucosa intravenosa en
las horas posteriores al parto.
Los bebés de madres diabéticas presentan valores anormalmente altos de glóbulos rojos. Por
consiguiente, son propensos a desarrollar cantidades elevadas de bilirrubina en sangre
(pigmento amarillo formado durante la normal destrucción de glóbulos rojos), que produce
ictericia. Esta enfermedad puede requerir tratamiento con fototerapia (exposición a luces de
bilirrubina) y sólo en raras ocasiones se requiere un cambio total de sangre
(exanguinotransfusión).
Los bebés nacidos de madres diabéticas son más propensos a tener pulmones inmaduros y a
desarrollar el síndrome de distrés respiratorio, incluso aunque nazcan tras un embarazo
considerablemente prolongado. Los análisis del líquido amniótico realizados antes de la
inducción del parto electivo pueden determinar si los pulmones del feto han madurado.
Los huesos de la pelvis de la madre constituyen el canal del parto. Habitualmente, un bebé
cuenta con suficiente espacio para atravesarlo. Sin embargo, si el canal es pequeño o si el feto
es grande (como ocurre a menudo con las madres diabéticas), el paso a través del mismo
puede ser difícil o producir lesiones. Cuando los exámenes determinan que el bebé es
demasiado grande para el canal de nacimiento de la madre, el empleo de la cesárea en lugar de
los fórceps reduce el riesgo de lesión.
Prácticamente cualquier parte del recién nacido puede lesionarse durante el parto. En general,
las lesiones son leves y se curan rápidamente. Las magulladuras (hematomas) son frecuentes y
no comportan consecuencias. Los huesos del cráneo del feto no se encuentran unidos para que
la cabeza pueda amoldarse al canal del parto mientras lo atraviesa. Es completamente normal
que la cabeza se deforme, aunque su forma vuelve a la normalidad al cabo de pocos días. Las
lesiones graves en la cabeza son poco frecuentes y, en la actualidad, las lesiones traumáticas
en el cerebro son sumamente raras. Los nervios pueden sufrir estiramientos durante un parto
difícil, sobre todo los de los brazos, produciéndose una debilidad temporal o permanente del
brazo (parálisis de Erb). En ciertos casos, se producen fracturas, sobre todo del hueso del
cuello, pero por lo común se curan rápidamente sin ningún problema residual.
Síntomas y diagnóstico
Los bebés muy prematuros pueden ser incapaces de comenzar a respirar porque sin el
surfactante los pulmones están demasiado rígidos. Los bebés de tamaño ligeramente mayor
pueden empezar a respirar, pero como los pulmones tienden a colapsarse, se produce un
distrés respiratorio. En estos bebés, la respiración es rápida y dificultosa, con enrojecimiento
de los orificios nasales; contraen la pared torácica al inspirar y emiten ruidos como gruñidos al
espirar. El distrés puede comenzar inmediatamente después del parto o algunas horas más
tarde. Si el síndrome de distrés respiratorio es grave, los músculos respiratorios finalmente
quedan extenuados, la respiración se vuelve todavía más deficiente y los tejidos no reciben el
suficiente oxígeno, motivo por el cual la piel aparece azulada. Sin tratamiento, un bebé con un
síndrome de distrés respiratorio puede fallecer.
El diagnóstico del síndrome de distrés respiratorio se basa en la historia clínica de la madre
(por ejemplo, parto prematuro o diabetes), una exploración física del bebé al nacer y una
radiografía del tórax donde se observe que los pulmones del bebé no están completamente
expandidos.
Complicaciones
Cuando los pulmones están rígidos se requiere más presión para expandirlos, provenga del
propio bebé o de un respirador artificial. En consecuencia, el pulmón puede reventar, dejando
que el aire se escape hacia la cavidad torácica. Este aire produce un colapso pulmonar y
perjudica la ventilación y la circulación. El colapso pulmonar (una situación denominada
neumotórax) habitualmente requiere tratamiento inmediato. Este tratamiento consiste en la
extracción del aire del tórax con una jeringa y una aguja y posteriormente se coloca un tubo en
el pecho del bebé cuyo extremo se sitúa por debajo de un nivel de agua, para que el aire
liberado no retroceda y vuelva a acumularse.
Además, los bebés con el síndrome de distrés respiratorio corren mayor riesgo de sufrir
hemorragia cerebral. Este riesgo es mucho menor si la madre ha sido tratada con
corticosteroides antes del parto.
Prevención y tratamiento
El riesgo de síndrome de distrés respiratorio se reduce ampliamente si el parto se retrasa hasta
que los pulmones del feto hayan producido suficiente surfactante. Si un feto corre el riesgo de
nacer prematuramente, puede realizarse una amniocentesis para obtener una muestra del
líquido amniótico en la que puedan estimarse los valores de surfactante.
Si el médico considera que los pulmones del feto son prematuros pero que el parto no puede
retrasarse, puede administrar a la madre un corticosteroide al menos 24 horas antes del
momento estimado para el parto. El corticosteroide atraviesa la placenta hasta llegar al feto y
estimula sus pulmones para que produzcan surfactante.
Después del parto, un niño con síndrome de distrés respiratorio leve puede necesitar
solamente permanecer en una cámara de oxígeno. Los bebés más enfermos pueden necesitar
un respirador artificial y tratamiento con surfactante.
Se le puede administrar un surfactante similar al natural directamente por goteo a través de un
tubo colocado en la tráquea. Ello aumenta la posibilidad de supervivencia al reducir la
gravedad del síndrome de distrés respiratorio y el riesgo de complicaciones tales como el
desgarro pulmonar. El surfactante se puede administrar inmediatamente después del
nacimiento a un niño muy prematuro susceptible de desarrollar el síndrome, o bien en cuanto
aparezcan las señales del mismo. El bebé es controlado minuciosamente para tener la certeza
de que tolera el fármaco surfactante y de que su respiración va mejorando. Los tratamientos
pueden continuar durante varios días, hasta que el niño empiece a producir su propio
surfactante.
Taquipnea transitoria
Síntomas
A menudo, los períodos de apnea aparecen dentro de los primeros días después del parto. El
niño puede padecer episodios de respiración regular con breves pausas (respiración periódica).
Si las pausas duran más de 20 segundos, los valores de oxígeno en la sangre pueden bajar,
causando una coloración oscura o azulada de la piel y una disminución de la frecuencia
cardíaca.
Tratamiento
Mantener la cabeza y el cuello del bebé en línea recta mientras está boca arriba, o colocarlo de
lado, ayuda a evitar la obstrucción de las vías respiratorias. Si los episodios de apnea
continúan, particularmente si el niño se pone azul por falta de oxígeno o la frecuencia cardíaca
disminuye, se le pueden administrar fármacos como aminofilina o cafeína. Estos fármacos
estimulan el centro respiratorio del cerebro, facilitando una respiración más continuada y
produciéndose menos episodios de apnea. Si éstos siguen siendo importantes, se puede
administrar un segundo fármaco, como el doxapram. Si el problema empeora, puede ser
necesario recurrir a la presión respiratoria positiva continua o colocar un respirador artificial.
El reflujo gastroesofágico se trata espesando la leche que toma el niño con cereal de arroz y
elevando la cabecera de la cama. En ocasiones pueden usarse medicinas para reducir la
frecuencia del reflujo.
La mayoría de los niños prematuros deja de padecer episodios de apnea antes de llegar al
término de la edad de gestación considerada como final (con frecuencia 34 semanas después
del comienzo del embarazo) y, cuando se les da de alta, ya han superado el problema por
completo. En ocasiones, los niños prematuros de mayor tamaño que aún padecen episodios de
apnea, son enviados a casa con un aparato que controla la respiración o la frecuencia cardíaca.
Hipertensión pulmonar
Tratamiento
Un niño con hipertensión pulmonar suele ser colocado en un ambiente que contenga oxígeno
al cien por cien, por lo general, conectado a un respirador artificial. Puede administrársele
bicarbonato sódico por vía intravenosa. Ambos tratamientos facilitan la dilatación (apertura)
de los vasos sanguíneos que se encuentran en los pulmones. Quizás sea necesario mantener la
presión de la sangre del resto del cuerpo del niño con líquidos o medicamentos; de lo
contrario, la baja presión de la sangre en el resto del cuerpo ocasionará un menor flujo
sanguíneo en los pulmones porque aumentará el paso de sangre del lado derecho al izquierdo
del corazón.
En los niños más gravemente enfermos es posible utilizar una técnica conocida con el nombre
de oxigenación a través de una membrana extracorpórea, hasta que se resuelva la hipertensión
pulmonar. Por medio de esta técnica se hace circular la sangre del niño a través de una
máquina cardiopulmonar (membrana oxigenadora) que le agrega oxígeno y le quita anhídrido
carbónico; la sangre así oxigenada retorna al niño. Se está investigando un nuevo tratamiento
por el cual se hace respirar al niño una concentración muy baja de óxido nítrico, que dilata los
vasos sanguíneos de los pulmones.
El síndrome de aspiración de meconio se origina cuando un feto aspira meconio, lo cual puede
obstruir los conductos respiratorios e irritar los pulmones.
El meconio es la materia verde oscuro que se encuentra en el intestino de un feto de 36
semanas de gestación. A modo de respuesta a cualquier causa de sufrimiento, como una
oxigenación inadecuada a través de la placenta, el feto excreta meconio en el líquido
amniótico. El feto con sufrimiento también abre la boca enérgicamente, aspirando en sus
pulmones el líquido contaminado. Después del nacimiento, el meconio puede obstruir las vías
respiratorias, causando el colapso de los sacos de aire (alvéolos) abastecidos por ellas. Así
mismo, el aire inhalado puede quedar atrapado en ciertas zonas abastecidas por bronquios
parcialmente obstruidos y esto causa hiperinsuflación pulmonar. La hiperinsuflación puede
provocar la rotura del pulmón y su posterior colapso (neumotórax).
El síndrome de aspiración de meconio es generalmente muy grave en los bebés posmaduros,
ya que han estado rodeados de una menor cantidad de líquido amniótico. Por consiguiente, el
meconio aspirado es más espeso y puede obstruir más fácilmente las vías respiratorias.
Tratamiento
Neumotórax
El neumotórax es una acumulación de aire en la cavidad del tórax que rodea el pulmón y que
provoca un colapso pulmonar.
En un niño con pulmones rígidos, sobre todo el que respira asistido por un respirador artificial,
puede filtrarse aire de los sacos aéreos al tejido conectivo pulmonar y luego hacia las partes
blandas localizadas entre el pulmón y el corazón (este estado se denomina neumomediastino).
Habitualmente no afecta a la respiración y no requiere tratamiento alguno. Sin embargo, el
neumomediastino puede progresar hasta convertirse en un neumotórax.
El neumotórax se desarrolla cuando el aire pasa a la cavidad torácica que rodea el pulmón
(espacio pleural), con la posibilidad de que éste pueda resultar comprimido. Un colapso
parcial del pulmón puede no dar síntomas ni requerir tratamiento alguno. Sin embargo, cuando
el pulmón colapsado se encuentra muy comprimido, puede representar una grave amenaza
para la vida, particularmente en un niño con una enfermedad pulmonar grave. El aire atrapado
puede colapsar fuertemente el pulmón, dificultando la respiración y obstruyendo la circulación
de sangre dentro de la cavidad torácica. En tal caso, el aire que rodea los pulmones debe
aspirarse rápidamente mediante una aguja o un tubo.
Displasia broncopulmonar
La retinopatía del prematuro es un trastorno en el cual los vasos sanguíneos que se encuentran
en la parte posterior de los ojos (retina) se desarrollan anormalmente en los niños prematuros;
estos vasos sanguíneos pueden sangrar y, en los casos más graves, la retina puede
desprenderse, causando la pérdida de la visión.
En el feto, los vasos sanguíneos que irrigan la retina crecen a partir del centro de la misma y
alcanzan los bordes exteriores sólo cuando el embarazo está ya avanzado. Por consiguiente, no
alcanzan un desarrollo completo en los niños prematuros. Aunque estos vasos continúan
creciendo después del nacimiento, a veces lo hacen de forma desorganizada, causando la
retinopatía del prematuro. El factor principal de riesgo para contraer esta enfermedad es la
prematuridad extrema; los elevados valores de oxígeno en la sangre, producidos por el
tratamiento de algún trastorno respiratorio, pueden incrementar este riesgo.
Prevención y tratamiento
Regurgitación y vómitos
Los niños suelen devolver (regurgitar) cantidades pequeñas de leche mientras se alimentan o
poco después de la toma, generalmente cuando eructan, y esto se considera normal. A veces la
regurgitación se produce por una ingestión de líquidos demasiado rápida que favorece que
traguen aire. En los niños alimentados con biberón la regurgitación puede reducirse utilizando
biberones con tetinas más firmes y agujeros más pequeños. El hacer eructar al niño más a
menudo durante las tomas ayuda tanto a los bebés alimentados con el pecho como a los que
toman biberón. La regurgitación excesiva puede ser consecuencia de una sobrealimentación.
Aunque se utilicen métodos de alimentación óptimos, muchos niños continúan devolviendo un
poco, lo cual se considera normal.
Por el contrario, el hecho de vomitar en grandes cantidades puede indicar que existe un
problema. El vómito enérgico y reiterado (vómito en proyectil) puede indicar un
estrechamiento u obstrucción de la salida del estómago (estenosis pilórica). La obstrucción del
intestino delgado puede producir un vómito amarillo verdoso teñido de bilis que debe ser
evaluado por un médico. Ciertos trastornos metabólicos, como la galactosemia (elevada
cantidad de galactosa en sangre), también pueden causar vómitos. Un niño que vomita y tiene
fiebre, con o sin somnolencia, puede padecer una infección.
Alimentación insuficiente
Los niños pequeños que han comido lo suficiente, frecuentemente se calman o se quedan
dormidos poco después de cada toma. Por el contrario, un niño que no ha comido lo suficiente
suele estar inquieto, se despierta una o dos horas después de haber comido y parece
hambriento. Un aumento de peso inferior a 170 o 225 gramos a la semana en un niño menor
de 4 meses es anormalmente bajo y puede indicar una alimentación insuficiente. Esto a veces
es la causa de un retraso en el desarrollo.
Para determinar si el problema es una alimentación insuficiente o un problema más grave, el
médico repasa los detalles de la alimentación del niño junto con los padres. Los bebés
alimentados con leche materna que no aumentan de peso lo suficiente, pueden pesarse antes y
después de cada toma para obtener una estimación más precisa de cuánta leche consumen. La
dieta del niño alimentado con biberón puede modificarse aumentando la cantidad total de
leche en cada toma.
Sobrealimentación
Los problemas relacionados con la obesidad que surgen con el paso de los años a veces tienen
su origen en la sobrealimentación durante la lactancia. Además, un niño de padres obesos es
más propenso a la obesidad. De hecho, un bebé tiene un 80 por ciento de probabilidades de ser
obeso si ambos padres lo son. Si el aumento de peso, según se describe en una tabla de
crecimiento normal, es demasiado rápido, puede ser de gran utilidad controlar el ritmo del
aumento de peso.
Diarrea
Los recién nacidos habitualmente hacen de cuatro a seis deposiciones líquidas al día. Los
niños que toman el pecho suelen tener evacuaciones frecuentes y espumosas, sobre todo antes
de comenzar a ingerir alimentos sólidos. La consistencia de las mismas no es importante, a
menos que el niño tenga poco apetito, vómitos, pierda peso, no aumente de peso o se observe
sangre en las heces.
La infección producida por bacterias o virus puede producir diarrea súbita grave y constituye
la causa más frecuente de diarrea aguda en los niños pequeños. Una diarrea leve que dura
semanas o meses puede ser causada por diversas circunstancias, como una enfermedad
celíaca, la fibrosis quística, mala absorción del azúcar o una alergia.
La enfermedad celíaca es un trastorno hereditario por el cual el gluten, una proteína de los
cereales presente principalmente en el trigo, origina una reacción alérgica que afecta a la
superficie interna del intestino y deriva en una absorción insuficiente de las grasas de la dieta.
Esta enfermedad causa desnutrición, poco apetito y una defecación clara, abundante y
maloliente. Se trata eliminando de la dieta todos los productos que contengan trigo.
La fibrosis quística es una enfermedad hereditaria que altera la función de varios órganos,
incluyendo el páncreas. Un páncreas afectado por fibrosis quística no produce suficientes
enzimas para digerir proteínas y grasas. Sin las enzimas digestivas apropiadas, el cuerpo
pierde demasiadas proteínas y grasas por las heces y ello produce desnutrición y retraso en el
crecimiento. La defecación es abundante y a menudo maloliente. Para controlar el problema
puede administrarse extracto de páncreas por vía oral.
La mala absorción de azúcares se produce cuando el bebé carece de ciertas enzimas
intestinales que permiten digerir determinados azúcares (por ejemplo, la lactasa para digerir
lactosa). Las enzimas pueden estar ausentes temporalmente debido a una infección intestinal o
bien de forma permanente a causa de un problema hereditario. El problema puede ser tratado
eliminando los azúcares específicos de la dieta.
Aunque en raras ocasiones una alergia a la leche puede causar diarrea, vómitos y sangre en la
defecación. Los síntomas suelen desaparecer rápidamente cuando un tipo de leche se sustituye
por un preparado de soja, pero reaparecen en cuanto se vuelve a la leche. Sin embargo,
algunos bebés que no toleran la leche tampoco toleran fórmulas de soja. Los niños casi nunca
son alérgicos a la leche materna.
Estreñimiento
Enterocolitis necrosante
La enterocolitis necrosante es una enfermedad por la cual la superficie interna del intestino
sufre lesiones y se inflama; en caso de ser grave, una porción del mismo puede morir (se
necrosa), ocasionando perforación intestinal y peritonitis.
La enterocolitis necrosante afecta principalmente a los recién nacidos prematuros. Aún no se
han identificado completamente las causas que la producen. Entre ellas puede figurar una
inadecuada irrigación de sangre hacia el intestino que puede lesionar parte del mismo. Las
bacterias pueden invadir la pared intestinal dañada y producir gas dentro de la misma. Si la
pared intestinal se perfora, los contenidos intestinales pueden verterse dentro de la cavidad
abdominal y producir una infección (peritonitis); ésta puede propagarse al flujo sanguíneo
(sepsis) e incluso causar la muerte.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
Algunas pruebas sugieren que la leche materna puede proteger a los niños prematuros de la
enterocolitis necrosante. En los bebés prematuros muy pequeños o enfermos, es posible
reducir el riesgo retrasando la alimentación oral durante varios días y después aumentando
progresivamente la cantidad de tomas. En caso de sospecha de una enterocolitis necrosante, se
suspende la lactancia de inmediato. La presión en el intestino se alivia eliminando el gas y el
líquido por medio de un tubo de succión colocado en el estómago. Se administran líquidos por
la vena y se comienza un tratamiento con antibióticos inmediatamente.
Si se perfora el intestino o la cavidad abdominal se infecta, es necesario proceder a la cirugía,
que será también necesaria si el estado del bebé empeora progresivamente. Sin embargo,
aproximadamente el 70 por ciento de los niños con enterocolitis necrosante no requiere
cirugía. Durante la misma, se extraen las porciones del intestino perforadas o muertas
(necrosadas). Los extremos cortados del intestino pueden abocarse en la superficie de la piel,
donde quedan abiertos (ostomía). A veces, cuando los extremos del intestino están sanos,
pueden volver a unirse de inmediato. De no ser así, se hace al cabo de varias semanas o meses,
tras la recuperación del tejido intestinal.
El tratamiento médico intensivo y la cirugía apropiada han mejorado el pronóstico para los
bebés con enterocolitis necrosante. En la actualidad, más de dos tercios de estos niños
sobreviven.
En raras ocasiones, en los bebés tratados sin cirugía, parte del intestino grueso se estrecha
durante las semanas o meses siguientes, obstruyéndolo parcialmente. Para ensanchar el área
cicatrizada y estrechada, es necesario recurrir a la cirugía.
Cólico
El cólico es un trastorno por el cual el niño padece episodios de llanto e irritabilidad unidos a
un dolor abdominal.
El cólico, que recibe ese nombre debido al colon (intestino grueso), suele ser atribuido a una
excesiva cantidad de gas en el intestino, si bien la causa precisa de este trastorno aún se
desconoce. Puede aparecer poco después de que el niño haya salido del hospital, pero
habitualmente lo hace algunas semanas más tarde. El cólico puede tener lugar de forma
intermitente durante los primeros 3 o 4 meses de vida.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Es posible calmar al niño que padece cólicos cogiéndolo en brazos, meciéndolo o dándole
suaves palmaditas. El bebé que busca succionar desesperadamente o que se queja
inmediatamente después de una toma, es probable que necesite succionar más. Si una toma
con biberón le lleva menos de veinte minutos, deben probarse tetinas diferentes con agujeros
más pequeños. El chupete también puede sosegarlo. Un niño muy activo e inquieto puede
calmarse con el cambio del pañal. Ocasionalmente se le puede administrar un sedante una
hora antes de que se produzca el período de irritación previsto. De todas maneras, los cólicos
habitualmente desaparecen hacia los 3 meses de edad.
Anemia
La anemia es una alteración caracterizada por una escasa cantidad de glóbulos rojos
(eritrocitos) en la sangre.
La anemia en un recién nacido puede deberse a una pérdida de sangre, a la destrucción
excesiva o a la producción deficiente de glóbulos rojos, o a una combinación de ambos
factores. Un niño puede perder una cantidad considerable de sangre durante el parto si la
placenta se separa prematuramente de la pared del útero (desprendimiento de placenta) o si el
cordón umbilical se lacera. En tales casos, el niño puede estar muy pálido, tener hipotensión
arterial (shock) y respirar de forma deficiente después del parto.
La anemia en un bebé prematuro suele deberse a una pérdida de sangre (causada por
reiterados análisis de laboratorio) que no se recupera puesto que no produce nuevos glóbulos
rojos. Habitualmente, la médula ósea no produce nuevos glóbulos rojos durante 3 o 4 semanas
después del nacimiento. Esta anemia se agrava debido al rápido índice de crecimiento del niño
prematuro, quien puede crecer a una velocidad mayor que la de su producción de glóbulos
rojos. De todos modos, no suele desarrollar los síntomas de la anemia, que se resuelve en uno
o dos meses.
A veces se destruye un gran número de glóbulos rojos, como ocurre en la enfermedad
hemolítica del recién nacido, debido a los anticuerpos producidos por la madre contra los
glóbulos rojos del feto durante el embarazo. Los glóbulos rojos también pueden ser destruidos
demasiado rápido si el niño padece una enfermedad hereditaria en la que estas células poseen
formas anormales; un ejemplo lo constituye la esferocitosis hereditaria, en la que los glóbulos
rojos son esféricos. Los glóbulos rojos también pueden ser destruidos rápidamente si
contienen hemoglobina (la proteína de los glóbulos rojos que transporta oxígeno) anormal,
como ocurre en la anemia drepanocítica o la talasanemía. Una infección contraída antes del
nacimiento, como la toxoplasmosis, la rubéola, la enfermedad por citomegalovirus, el herpes
simple o la sífilis, puede destruir los glóbulos rojos con gran rapidez. Cuando éstos resultan
destruidos, la hemoglobina se metaboliza y transforma en bilirrubina. Las altas
concentraciones de bilirrubina en la sangre (hiperbilirrubinemia) causan ictericia y, en casos
graves, pueden ocasionar daño cerebral (querníctero).
La anemia causada por la deficiencia de hierro puede afectar a niños entre 3 y 6 meses de edad
si son alimentados con leche de vaca o un preparado que no contenga suplementos de hierro.
Los niños que no reciben tratamiento para la anemia por deficiencia de hierro pueden ser
letárgicos.
Tratamiento
Un niño que ha perdido una cantidad considerable de sangre durante el parto recibe una
transfusión inmediatamente. Cuando la causa de la anemia es la destrucción excesiva de
glóbulos rojos, el tratamiento incluye un tipo de transfusión por la cual la sangre del niño
lentamente se cambia por sangre nueva. Los glóbulos rojos dañados, la bilirrubina y los
anticuerpos de la madre son extraídos durante este cambio de sangre. El tratamiento de la
anemia por carencia de hierro consiste en administrar suplementos de este metal. Si aparecen
síntomas de anemia grave, puede ser necesario realizar una transfusión de sangre.
Policitemia
La policitemia, la situación opuesta de la anemia, es una condición en la cual existe un
número anormalmente alto de glóbulos rojos.
La policitemia aumenta el espesor de la sangre, reduciendo su velocidad de circulación a
través de los vasos sanguíneos pequeños. Si es grave, puede originar coágulos dentro de los
vasos. El niño posmaduro o cuya madre tiene hipertensión, fuma, es diabética o vive a gran
altura, corre un mayor riesgo de contraer policitemia. También puede producirse policitemia si
el niño recibe demasiada sangre de la placenta
antes de que el cordón umbilical sea sujetado con
pinzas después del parto.
El niño puede tener la piel de color rojizo o bien
con un matiz azulado. Puede ser lento, alimentarse
escasamente, respirar de forma rápida y tener una
frecuencia cardíaca acelerada. No es frecuente que
padezca convulsiones.
Aunque la extracción de sangre podría facilitar la
eliminación del exceso de glóbulos rojos, también
disminuiría el volumen sanguíneo y empeoraría
los síntomas de policitemia. Por ello, en su lugar
se realiza un recambio parcial de sangre con el fin
de eliminar parte de la del niño y reemplazarla por
una cantidad igual de plasma (la parte líquida de
la sangre).
Hiperbilirrubinemia
Tratamiento
Hipotermia
Hipoglucemia
Hiperglucemia
Hipocalcemia
Hipernatremia
El síndrome del feto alcohólico es una enfermedad que afecta a algunos niños nacidos de
madres que han bebido alcohol durante el embarazo.
El consumo de alcohol durante el embarazo puede causar defectos de nacimiento, sobre todo
si la madre lo ingiere en grandes cantidades o se embriaga. Como tampoco está demostrado
que beber pequeñas cantidades de alcohol sea inocuo durante el embarazo no se debería
consumir absolutamente nada de alcohol. Cantidades grandes de alcohol pueden provocar un
aborto o el síndrome del feto alcohólico.
Los recién nacidos que padecen este síndrome son pequeños para su edad gestacional y
también tienen la cabeza pequeña, lo que indica un escaso desarrollo cerebral dentro del útero.
Algunas de las malformaciones que pueden producirse comprenden ojos pequeños,
achatamiento de la zona media de la cara, pliegues anormales en las palmas de las manos,
defectos cardíacos y articulaciones anormales. La consecuencia más grave es el desarrollo
cerebral defectuoso, que deriva en retraso mental. El consumo de alcohol durante el embarazo
es la causa de retraso mental que más fácilmente se puede evitar.
El consumo de drogas durante el embarazo puede tener efectos adversos tanto en el feto que
se está desarrollando como en el recién nacido. La cocaína y los opiáceos son dos de las
drogas ilícitas que pueden causar problemas significativos.
La cocaína estrecha los vasos sanguíneos y eleva la presión arterial y su consumo durante el
embarazo puede provocar un aborto. Aunque en raras ocasiones, su consumo a principios del
embarazo puede causar anomalías congénitas en los riñones, los ojos, el cerebro o las
extremidades. El hijo de una madre adicta a esta droga es más propenso a tener escaso peso al
nacer, además de una talla corporal y una circunferencia de la cabeza menores de lo normal.
Los opiáceos, como la heroína, la metadona y la morfina, raramente causan anomalías
congénitas, pero, como atraviesan la placenta, los niños pueden nacer adictos a ellos. Los
síntomas de abstinencia se manifiestan habitualmente dentro de las 72 horas posteriores al
nacimiento. Dichos síntomas incluyen irritabilidad con llanto excesivo, nerviosismo, tensión
muscular, vómitos, diarrea, sudor, respiración acelerada y convulsiones. Los síntomas de
abstinencia leves se tratan arropando al niño y alimentándolo frecuentemente para reducir la
inquietud. Los síntomas graves pueden ser controlados con pequeñas dosis de tintura de opio,
un narcótico. La dosis se reduce muy gradualmente en el término de días o semanas a medida
que los síntomas desaparecen.
Se puede haber abusado de otras muchas drogas y a menudo se consumen varias drogas a la
vez durante el embarazo. Los hijos de madres que hayan consumido drogas en dicho período
deben ser cuidadosamente controlados por sanitarios y por miembros de los servicios de
asistencia social. Algunos niños tienen defectos que requieren atención especial y otros, como
los afectados por el síndrome del feto alcohólico, pueden sufrir retraso mental. Estos últimos
deben ser evaluados y recibir tratamiento en el contexto de un programa de desarrollo infantil
precoz. Muchos requerirán educación especial cuando alcancen la edad escolar.
El hijo de una madre drogodependiente debe tener un seguimiento por parte del departamento
local de servicios sociales. El abuso de las drogas o la adicción de la madre, junto con los
hábitos de conducta que ello supone, expone al niño a un alto riesgo de sufrir abusos o
abandono.
Convulsiones
Diagnóstico y tratamiento
Los padres que han perdido a un niño por el síndrome de muerte súbita del lactante se
encuentran abatidos y obviamente no están preparados para la tragedia. Debido a que ninguna
causa definida puede explicar la muerte de su hijo, se sienten habitualmente excesivamente
culpables. Y pueden traumatizarse aún más debido a las investigaciones que realiza la policía,
los asistentes sociales u otras personas. Deben recibir el asesoramiento y el apoyo de médicos
y enfermeras especialmente preparados para estos casos. Otros padres que han perdido a un
hijo a causa del mismo síndrome también pueden apoyar y dar consuelo a los padres afligidos.
CAPITULO 253
Infecciones de los recién nacidos y de los lactantes
El recién nacido puede contraer una infección a través de su madre antes del parto o durante el
mismo. Después del nacimiento, el origen de la infección del recién nacido suele estar en la
guardería del hospital.
Al nacer, el bebé pasa de un medio estéril, dentro del útero de la madre, a otro lleno de
microorganismos. Lo normal es que algunos de estos microorganismos comiencen a crecer en
el bebé. En efecto, la digestión normal depende de la presencia de ciertas bacterias que viven
en el intestino durante la primera infancia. Además, algunos microbios presentes en el
ambiente pueden causar enfermedades. Los bebés prematuros son especialmente vulnerables a
ciertas bacterias perjudiciales porque su sistema inmune no está desarrollado aún. Además,
deben ser sometidos a más tratamientos y procedimientos que otros bebés y, por lo tanto,
corren mayores riesgos de contraer infecciones.
Conjuntivitis
La conjuntivitis del recién nacido (conjuntivitis neonatal, oftalmía neonatal) es una infección
de la membrana que rodea los párpados y la parte visible del ojo.
En la mayoría de los casos, la conjuntivitis neonatal se contrae al atravesar el canal del parto y
los organismos responsables son, en general, las bacterias que habitualmente habitan en la
vagina. Las Clamydia, un tipo de bacteria pequeña, constituyen la causa más frecuente de
conjuntivitis neonatal. Sin embargo, también pueden causarla otras bacterias, particularmente
el Streptococcus pneumoniae, el Hemophilus influenzae, y la Neisseria gonorrhoeae (bacteria
que causa gonorrea). Lo mismo sucede con los virus. El herpes simple es la causa vírica más
frecuente.
Síntomas y diagnóstico
Prevención y tratamiento
Sepsis
La sepsis del recién nacido (sepsis neonatorum) es una infección bacteriana grave que se
propaga por todo el cuerpo durante el primer mes de vida.
La sepsis afecta a menos del uno por ciento de los recién nacidos, pero es responsable del 30
por ciento de las muertes producidas durante las primeras semanas de vida. La infección
bacteriana es cinco veces más frecuente en los recién nacidos que pesan menos de tres
kilogramos, que en los nacidos a término, con peso normal. La sepsis afecta al doble de niños
que de niñas. Las complicaciones durante el nacimiento, como la rotura prematura de las
membranas, una hemorragia o una infección en la madre, exponen al recién nacido a un mayor
riesgo de contraer este tipo de infección.
Síntomas
En más de la mitad de los casos la sepsis comienza aproximadamente 6 horas después del
nacimiento y dentro de las 72 horas en la gran mayoría. La sepsis que comienza a los 4 días
del nacimiento, o con posterioridad a este período, es probablemente una infección contraída
en la maternidad del hospital (infección nosocomial).
El recién nacido con una sepsis suele estar apático, no succiona con energía, tiene una
frecuencia cardíaca lenta y una temperatura corporal fluctuante (baja o alta). Otros síntomas
incluyen dificultades respiratorias, convulsiones, nerviosismo, ictericia, vómitos, diarrea e
hinchazón del abdomen.
Los síntomas dependen del lugar en que se ha originado la infección y hacia dónde se ha
extendido. Por ejemplo, la infección del muñón del cordón umbilical (onfalitis) puede causar
una salida de pus por el mismo o una hemorragia umbilical. La infección de la membrana que
recubre el cerebro (meningitis) o un absceso cerebral pueden causar coma, convulsiones,
encorvamiento y rigidez de la espalda o abombamiento de las fontanelas sobresalientes (los
dos espacios blandos localizados entre los huesos del cráneo). La infección de un hueso
(osteomielitis) puede limitar el movimiento del brazo o la pierna afectados. La infección de las
articulaciones puede causar hinchazón, calor, enrojecimiento y dolor sobre la misma. La
infección del revestimiento interno del abdomen (peritonitis) puede causar una hinchazón del
abdomen y diarrea con sangre.
Diagnóstico
Neumonía
La neumonía es una infección pulmonar a raíz de la cual los pulmones se llenan de líquido,
produciéndose dificultades respiratorias.
La neumonía de los recién nacidos suele comenzar cuando la rotura prematura de las
membranas hace que se produzca la infección del líquido amniótico (amniotitis). El feto está
rodeado de líquido amniótico infectado y puede aspirar líquido en sus pulmones. De este
modo contrae la neumonía, en ocasiones con sepsis. La neumonía también puede aparecer
incluso semanas después del nacimiento, sobre todo en los bebés con respiración asistida por
un respirador artificial.
Síntomas
En el momento del nacimiento los síntomas pueden variar desde una respiración rápida hasta
un distrés respiratorio acompañado de una presión arterial extremadamente baja (shock
séptico). Cuando la neumonía se produce después del parto, los síntomas pueden comenzar de
forma gradual. Si sucede cuando el bebé está respirando con la ayuda de un respirador
artificial, el médico puede notar que por un tubo respiratorio colocado en la tráquea se aspira
una mayor cantidad de secreciones y que el pequeño necesita cada vez más ayuda para
respirar. Sin embargo, a veces, el bebé enferma de forma repentina, con oscilaciones de la
temperatura, que sube y baja.
Diagnóstico y tratamiento
El médico sospecha que se trata de una neumonía si aparecen síntomas en un bebé nacido
después de una rotura prematura de las membranas. Se envían muestras de sangre y
secreciones de las vías respiratorias al laboratorio para su cultivo. También se determina el
número de glóbulos blancos y plaquetas a partir de una muestra de sangre. Se pueden realizar
radiografías de tórax y a veces se toma una muestra de líquido de la médula espinal mediante
una punción (punción lumbar) que se envía igualmente al laboratorio para su cultivo.
La neumonía se trata con antibióticos por vía intravenosa. El tratamiento se inicia lo antes
posible. La elección del antibiótico puede modificarse una vez que las pruebas de laboratorio
han identificado el tipo específico de bacteria responsable de la enfermedad.
Meningitis
La meningitis es una inflamación de las membranas que rodean el cerebro como consecuencia
de una infección bacteriana.
La meningitis afecta a 2 de cada 10 000 recién nacidos a término y con peso normal y a 2 de
cada 1 000 recién nacidos con bajo peso. Los niños se ven afectados más a menudo que las
niñas. En la mayoría de los casos, la meningitis de un recién nacido es una complicación de la
sepsis (la infección de la sangre se extiende hasta el cerebro).
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Se aplican grandes dosis de antibióticos por vía intravenosa para eliminar lo antes posible las
bacterias del líquido cefalorraquídeo. El médico escoge el antibiótico en función del tipo de
bacterias que causan la meningitis, lo cual se determina mediante las pruebas de laboratorio.
Incluso con los tratamientos modernos, el 30 por ciento de los bebés afectados de meningitis
bacteriana muere. Cuando se produce un absceso cerebral, el índice de mortalidad se acerca al
75 por ciento. De los bebés que sobreviven, del 20 al 50 por ciento presenta lesiones
cerebrales y de los nervios, como un agrandamiento de los ventrículos (hidrocefalia), sordera
y retraso mental.
Listeriosis
La listeriosis es una infección causada por la bacteria Listeria, que puede contraerse a partir de
la madre antes o durante el parto, o después del nacimiento en la maternidad.
Aunque la listeriosis puede causar una enfermedad parecida a la gripe con ausencia de
síntomas en la madre, puede resultar mortal para un feto o un bebé. El líquido amniótico
puede infectarse y es frecuente que se produzcan nacimientos prematuros, que el bebé nazca
muerto o que se desarrolle una infección en el flujo sanguíneo del recién nacido (sepsis). Los
síntomas pueden comenzar al cabo de algunas horas o días después del nacimiento o bien
después de varias semanas. Se trata con antibióticos, como ampicilina y gentamicina.
Para evitar la listeriosis de su bebé, la embarazada debe evitar los productos lácteos no
pasteurizados, así como las verduras crudas que han sido abonadas con estiércol de ganado
vacuno u ovino. Estos productos pueden estar contaminados con bacterias del tipo Listeria.
Rubéola congénita
La rubéola congénita es una infección que se produce durante el embarazo por el virus que
causa la rubéola y que puede derivar en un aborto, muerte fetal o anomalías congénitas.
Se cree que la rubéola se transmite al inhalar las partículas víricas del aire o por mantener un
estrecho contacto físico con una persona infectada. El virus entra en el flujo sanguíneo y se
difunde hacia otras partes del cuerpo, incluyendo la placenta en la embarazada. Si la infección
se produce durante las primeras 16 semanas de embarazo, sobre todo de las 8 a las 10
semanas, la mujer tiene del 40 al 60 por ciento de probabilidades de abortar o tener un bebé
con anomalías congénitas. La infección producida en las primeras semanas puede causar
defectos cardíacos o de los ojos. Si aparece durante el tercer mes conlleva de un 30 a un 35
por ciento de riesgo de anomalías congénitas, como sordera o defectos cardíacos. El riesgo
desciende a un 10 por ciento si la infección sucede durante el cuarto mes.
Las mujeres infectadas en el comienzo del embarazo pueden recibir inmunoglobulina, a pesar
de que su efectividad no está totalmente probada. La vacunación contra la rubéola antes del
embarazo puede prevenir la rubéola congénita. Todas las mujeres jóvenes que no han tenido la
enfermedad deberían vacunarse; sin embargo, deben esperar 3 meses antes de quedar
embarazadas. El número de bebés nacidos con rubéola congénita ha descendido
considerablemente desde que en 1 969 se creara una vacuna contra la infección.
Herpes
El herpes simple del recién nacido es una grave infección vírica que afecta a los órganos más
importantes (cerebro, hígado, pulmones) y suele causar daño permanente o incluso la muerte.
El virus del herpes simple infecta a uno de cada 2 500 o 5 000 recién nacidos. El bebé puede
resultar infectado antes o después de nacer. Las madres de los recién nacidos afectados de
herpes simple no suelen saber que están infectadas y no tienen ningún síntoma en el momento
del parto.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas generalmente aparecen por primera vez entre la primera y la segunda semana de
vida, pero puede que no aparezcan hasta la cuarta. La enfermedad puede comenzar con una
erupción cutánea formada por unas pequeñas ampollas llenas de líquido; sin embargo, cabe
señalar que el 45 por ciento de los recién nacidos infectados no presenta esta erupción. Si no
se inicia el tratamiento, en un plazo de 7 a 10 días suelen presentarse síntomas más graves
como oscilaciones de la temperatura, somnolencia o convulsiones debido a una infección
cerebral, tono muscular escaso, dificultades respiratorias, inflamación del hígado (hepatitis) y
coagulación de la sangre dentro de los vasos sanguíneos.
El médico reconoce fácilmente que se trata de una infección por herpes por las ampollas llenas
de líquido, pero existen otros síntomas que no son tan específicos. La infección suele
confirmarse enviando una muestra del líquido de las ampollas al laboratorio para su cultivo.
Este proceso dura entre 24 y 48 horas. El virus también puede identificarse en las muestras de
orina, en las secreciones de los párpados o de los orificios nasales y en la sangre o el líquido
cefalorraquídeo.
Pronóstico y tratamiento
El 85 por ciento de los recién nacidos que han desarrollado la enfermedad y que no reciben
tratamiento fallecen. Cuando la infección se limita a la piel, a los ojos y a la boca, es muy raro
que el bebé muera, pero alrededor del 30 por ciento de ellos desarrolla alguna lesión cerebral o
nerviosa, que puede no resultar evidente hasta que cumplen los 2 o 3 años de edad.
El tratamiento con fármacos antivíricos, como el aciclovir, administrados por vía intravenosa,
disminuye el índice de mortalidad al 50 por ciento y aumenta, en gran medida, el número de
bebés que se desarrollan con normalidad, aun teniendo herpes. La infección de los ojos suele
tratarse con gotas o pomada de trifluridina y ungüento de idoxuridina.
Hepatitis
La hepatitis es una infección del hígado, casi siempre provocada por el virus de la hepatitis B.
El origen más habitual de la hepatitis B del recién nacido es la propia madre. El bebé se
infecta durante el parto y no durante el embarazo, porque el virus no atraviesa fácilmente la
placenta. Es difícil que su madre le contagie después del parto.
Síntomas y diagnóstico
La mayoría de los recién nacidos con virus de la hepatitis B desarrolla una infección crónica
del hígado (hepatitis crónica) que habitualmente no produce síntomas hasta la edad adulta. Sin
embargo, la infección es grave, ya que una cuarta parte de los infectados finalmente muere a
causa de una enfermedad hepática. En algunos niños el hígado puede agrandarse, se acumula
líquido en el abdomen (una enfermedad llamada ascitis) y la concentración de bilirrubina en
sangre puede ser elevada y producir ictericia.
Pronóstico y tratamiento
La infección por citomegalovirus es una enfermedad vírica que puede causar lesiones
cerebrales o incluso la muerte del recién nacido.
El citomegalovirus puede ser adquirido antes del nacimiento o a cualquier edad después de
éste. Uno de cada 50 a 500 recién nacidos resulta infectado por citomegalovirus antes de
nacer. Se cree que este virus proviene de la madre y atraviesa la placenta. Si la madre se
infecta durante la primera mitad del embarazo, la infección del feto tiende a ser más grave.
Tras el parto, el recién nacido puede infectarse por citomegalovirus al ingerir leche materna
infectada o bien al recibir sangre contaminada en una transfusión. La mayoría de los bebés
nacidos a término de madres infectadas no presenta síntomas y los que son amamantados
están protegidos por los anticuerpos que posee la leche. Los bebés prematuros que no son
amamantados y que reciben una transfusión de sangre contaminada pueden infectarse
gravemente porque no tienen anticuerpos contra este virus.
Síntomas y diagnóstico
El 10 por ciento aproximadamente de los bebés nacidos con infección por citomegalovirus
presenta síntomas al nacer, que incluyen peso escaso, nacimiento prematuro, cabeza pequeña,
ictericia, pequeñas magulladuras, bazo e hígado agrandados, depósitos de calcio en el cerebro
e inflamación del interior de los ojos. Alrededor del 30 por ciento de estos bebés fallece. Más
del 90 por ciento de los que sobreviven y el 10 por ciento de los que no presentan síntomas al
nacer desarrolla anomalías nerviosas y cerebrales con posterioridad, como sordera, retraso
mental y visión anormal. Un niño infectado por citomegalovirus después del nacimiento puede
contraer una neumonía, sufrir agrandamiento e inflamación del hígado y presentar un aumento
del tamaño del bazo.
El médico habitualmente puede diagnosticar una infección por citomegalovirus en la madre
realizando un análisis de anticuerpos. Muchas mujeres que se infectan por citomegalovirus
durante el embarazo no presentan síntomas, pero algunas desarrollan una enfermedad similar a
la mononucleosis infecciosa. En el bebé, el diagnóstico suele confirmarse realizando un
cultivo del virus a partir de una muestra de orina o de sangre.
Prevención y tratamiento
Las mujeres embarazadas siempre deben lavarse bien las manos después de haber tocado la
orina o las secreciones nasales y bucales de estos niños, ya que la infección por
citomegalovirus es frecuente entre los niños que permanecen en guarderías. En la actualidad
se está desarrollando una vacuna contra este virus.
La infección por citomegalovirus del bebé no puede ser curada. A pesar de que las infecciones
de los adultos se suelen tratar con el fármaco antivírico ganciclovir, éste tiene graves efectos
colaterales. Su administración en el recién nacido se está estudiando.
Toxoplasmosis congénita
La toxoplasmosis congénita es una infección que se produce durante el embarazo causada por
el parásito Toxoplasma gondii, que pasa de la madre al feto.
El organismo Toxoplasma gondii existe en todo el mundo e infecta aproximadamente entre 1
y 8 recién nacidos de cada 1 000. Alrededor de la mitad de las mujeres infectadas durante el
embarazo tienen un hijo con toxoplasmosis congénita. El riesgo de que el feto se infecte es
mayor si la mujer contrae la infección al final del embarazo, pero la enfermedad es
generalmente más grave si el feto se infecta al comienzo de la gestación.
El Toxoplasma infecta a los gatos y los huevos del parásito pasan a las defecaciones de estos
animales. Los huevos tienen capacidad de infectar durante muchos meses. Las mujeres pueden
infectarse al manejar los recipientes en los que defecan los gatos u otro material contaminado
con heces de este animal. Comer alimentos mal cocidos (carnero, cerdo o carne vacuna)
también puede provocar la infección.
Síntomas y diagnóstico
Por lo general, las mujeres embarazadas y los recién nacidos que están infectados por
toxoplasmosis no presentan síntomas. Sin embargo, el feto puede crecer en el útero de forma
muy lenta y nacer prematuramente. El bebé puede tener la cabeza pequeña, ictericia, el hígado
y el bazo agrandados, inflamación del corazón, de los pulmones o de los ojos, erupciones, una
presión del líquido cefalorraquídeo elevada debido a un incremento de la cantidad del mismo
que rodea el cerebro o a la presencia de depósitos de calcio en el cerebro, y convulsiones.
Algunos bebés que presentan estos síntomas enferman gravemente y mueren poco después.
Otros presentan lesiones permanentes, incluyendo inflamación del interior del ojo
(coriorretinitis), retraso mental, sordera y convulsiones. Estas anomalías pueden aparecer años
más tarde en los niños que parecían sanos al nacer.
Para diagnosticar la toxoplasmosis se realizan análisis de sangre, tanto en la madre como en el
bebé. En los bebés también se realizan radiografías de la cabeza, análisis del líquido
cefalorraquídeo y una completa revisión ocular. En el momento del nacimiento, el médico
puede examinar la placenta para comprobar si está infectada.
Prevención y tratamiento
Las mujeres que están embarazadas o que pueden estarlo deben evitar el contacto con las cajas
de los gatos y otras zonas contaminadas con heces de estos animales. Los alimentos deben
cocerse completamente para destruir los posibles parásitos y es necesario lavarse las manos
después de manipular la carne cruda o los alimentos que no han sido lavados.
La transmisión de la infección al feto puede prevenirse si la madre toma el fármaco
espiramicina. En una etapa más avanzada del embarazo, si el feto está infectado, puede tomar
pirimetamina y sulfonamidas. Los recién nacidos con esta enfermedad que presentan síntomas
son tratados con pirimetamina, sulfadiacina y ácido folínico. Los bebés que presentan algún
tipo de inflamación también pueden ser tratados con corticosteroides.
Sífilis congénita
Síntomas y diagnóstico
Un recién nacido con sífilis puede tener grandes ampollas llenas de líquido o una erupción
plana de color cobrizo en las palmas de las manos y las plantas de los pies, con bultos
alrededor de la nariz y la boca, así como en la zona del pañal. Por lo general se observa un
agrandamiento de los ganglios linfáticos, del hígado y del bazo. El bebé puede no crecer bien
y tener un aspecto de “anciano”, con hendiduras alrededor de la boca. Puede salirle moco, pus
o sangre por la nariz. Algunos bebés pueden desarrollar una inflamación de las membranas
que rodean el cerebro (meningitis) o del ojo (coroiditis). Estos bebés pueden tener
convulsiones y la presión dentro del cerebro puede incrementarse de tal manera que ocasione
un agrandamiento de los espacios que contienen líquido (hidrocefalia). Otros niños pueden
sufrir retraso mental. En los tres primeros meses de vida, la inflamación de los huesos y los
cartílagos puede causar un cuadro donde aparezca parálisis de los brazos y las piernas del
bebé.
Muchos niños con sífilis congénita permanecen en la fase latente de la enfermedad durante
toda su vida y nunca presentan ningún síntoma. Otros, finalmente, presentan síntomas, como
llagas (úlceras) dentro de la nariz y el paladar. Pueden aparecer bultos redondeados
(protuberancias) en los huesos de las piernas y en el cráneo. La infección del cerebro no suele
provocar síntomas en la niñez, pero con el tiempo puede quedar sordo o ciego. Los dientes
incisivos pueden tener forma puntiaguda (dientes de Hutchinson).
Los síntomas característicos constituyen una base importante para el diagnóstico. El médico
confirma el diagnóstico examinando al microscopio una muestra de la erupción, de las
ampollas o de la mucosidad nasal y solicitando pruebas de anticuerpos.
Prevención y tratamiento
La sífilis congénita se puede prevenir casi por completo inyectando penicilina a la madre
durante el embarazo. Sin embargo, el tratamiento en la última etapa del embarazo no revierte
totalmente las anomalías que ya pueda haber sufrido el feto. Después de nacer, el bebé
afectado también es tratado con penicilina.
El tratamiento puede causar una reacción grave (reacción de Jarisch-Herxheimer) en la madre
y puede hacer que el bebé nazca muerto. Esta reacción suele ser leve en los recién nacidos.
Tuberculosis
Síntomas y diagnóstico
Prevención y tratamiento
Si una embarazada presenta una prueba de tuberculina positiva, pero no tiene síntomas y la
radiografía del tórax es normal, debe tomar el fármaco isoniacida por vía oral, ya que
habitualmente es el único tratamiento que se necesita para curar la enfermedad. Sin embargo,
para empezar dicho tratamiento suele esperarse hasta el último trimestre de embarazo o hasta
después del parto, porque el riesgo de lesión hepática por este fármaco en la mujer es más alto
durante el embarazo.
Si una mujer embarazada tiene síntomas de tuberculosis, se le administran los antibióticos
isoniacida, pirazinamida y rifampina. Si se sospecha de una variedad de tuberculosis
resistente, pueden administrarse otros fármacos adicionales. Aparentemente, todos estos
fármacos no dañan al feto. La madre infectada es aislada de su bebé hasta que deja de ser
contagiosa. El bebé recibe isoniacida como medida preventiva.
El recién nacido también puede ser vacunado con la vacuna BCG. Ésta no necesariamente
previene la enfermedad pero, en general, reduce su gravedad. Como la vacuna BCG no es
efectiva al cien por cien, en algunos países no se aplica de forma sistemática ni a los niños ni a
los adultos. Una vez que una persona ha sido vacunada, siempre le darán positivo las pruebas
de tuberculosis, por lo que no se podrá detectar una nueva infección. Sin embargo, a pesar de
ello, en muchos países con un alto índice de tuberculosis se aplica la vacuna BCG de forma
sistemática.
Un bebé con tuberculosis recibe tratamiento con los antibióticos isoniacida, rifampicina y
pirazinamida. Si el cerebro también se ve afectado, pueden administrársele corticosteroides al
mismo tiempo.
Síntomas y diagnóstico
La infección puede causar diarrea súbita, vómitos, sangre en las heces, fiebre, falta de apetito
o inquietud. En general, la diarrea produce deshidratación que, si es leve, reseca la boca del
bebé y si es moderada hace que la piel pierda su consistencia. Los ojos y las fontanelas (las
partes blandas que se encuentran en la parte superior de la cabeza) pueden deprimirse. La
deshidratación grave, que puede producirse rápidamente, pone en peligro la vida del bebé y,
por lo general, provoca una considerable caída en la presión arterial (shock).
La diarrea puede causar la pérdida de líquido y electrólitos, como sodio y potasio, lo cual
puede provocar somnolencia o irritación en el bebé o, aunque es más raro, anomalías en la
frecuencia cardíaca o hemorragia cerebral.
Los valores de electrólitos y el número de glóbulos blancos, que aumenta durante una
infección bacteriana, se determinan mediante un análisis de sangre. El médico intenta
identificar el organismo que causa la diarrea realizando un examen microscópico de una
muestra de materia fecal y enviando otras al laboratorio para su cultivo.
Tratamiento
Aproximadamente el 3 o 4 por ciento de los recién nacidos tiene algún defecto congénito
grave. Algunos de ellos no se descubren hasta que el niño crece. En el 7,5 por ciento
aproximadamente de los niños menores de 5 años se diagnostica un defecto de este tipo, si
bien muchos de ellos son insignificantes. No debe sorprender que se produzcan tantos
defectos congénitos, considerando la complejidad del desarrollo de millones de células
especializadas que constituyen un ser humano a partir de un solo óvulo fecundado.
Muchas anomalías importantes pueden ser diagnosticadas antes del nacimiento. Las anomalías
congénitas pueden ser leves o graves y muchas pueden ser tratadas o reparadas. A pesar de
que algunas pueden ser tratadas mientras el feto se encuentra en el útero, la mayoría se trata
después del parto o más adelante. Algunas anomalías no necesitan tratamiento alguno. Otras
no pueden ser tratadas y, en consecuencia, el niño queda gravemente incapacitado de forma
permanente.
Causas y riesgos
A pesar de que se desconoce la causa de las anomalías congénitas, se sabe que ciertos factores
aumentan el riesgo de desarrollarlas. Entre ellos se encuentran las deficiencias nutricionales,
la radiación, ciertos fármacos, el alcohol, ciertos tipos de infección y otras enfermedades de la
madre, traumatismos y los trastornos hereditarios.
Algunos riesgos pueden evitarse, mientras que otros no. Aun así, una embarazada puede
seguir estrictamente todos los consejos (seguir una dieta apropiada, descansar lo suficiente y
evitar tomar medicamentos) y, sin embargo, dar a luz un bebé con un defecto congénito. Por el
contrario, otra mujer puede hacer muchas cosas perjudiciales para el feto y en cambio tener un
hijo sin ningún defecto congénito.
Teratógenos
Cualquier factor o sustancia que pueda inducir o incrementar el riesgo de defectos congénitos
recibe el nombre de teratógeno. La radiación y ciertos fármacos y tóxicos son teratógenos.
Diferentes teratógenos pueden causar defectos similares si la exposición a los mismos tuvo
lugar en un momento determinado del desarrollo fetal. Por otro lado, la exposición al mismo
teratógeno en distintos momentos del embarazo puede producir diferentes efectos. Por lo
general, la embarazada debe consultar a su médico antes de tomar ningún medicamento. Debe
evitar fumar o consumir alcohol. También debe evitar que le hagan radiografías, a menos que
sea absolutamente necesario. En este caso, debe decirle al radiólogo o al técnico que está
embarazada, para que el feto sea protegido al máximo.
Algunas infecciones contraídas durante el embarazo también pueden ser teratógenas,
especialmente la rubéola. La mujer que no ha tenido rubéola debe vacunarse antes de intentar
quedar embarazada. La mujer embarazada que no ha tenido la enfermedad ni se ha vacunado
contra ella debe evitar el contacto con quienes pudiesen tener la rubéola.
La embarazada que ha sido expuesta a un teratógeno puede que desee someterse a análisis
para determinar si su feto ha resultado afectado. Sin embargo, la mayoría de las mujeres
embarazadas expuestas a estos riesgos tiene bebés sin anomalías.
Factores nutricionales
Para mantener sano al feto no sólo hay que evitar posibles teratógenos sino que también se
debe seguir una dieta nutritiva. Una de las sustancias necesarias para un desarrollo apropiado
es el folato (ácido fólico). Una cantidad insuficiente del mismo en la dieta incrementa el
riesgo de que el bebé sufra espina bífida u otros defectos del tubo neural. Sin embargo, como
la espina bífida puede afectar a un feto en desarrollo antes de que la mujer sepa que está
embarazada, las mujeres en edad fértil deberían consumir al menos 400 microgramos de folato
al día. Muchos médicos recomiendan a las embarazadas que tomen suplementos vitamínicos
en cantidades apropiadas, además de seguir una dieta nutritiva.
El líquido amniótico rodea al feto dentro del útero y lo protege de las lesiones. Una cantidad
anormal de líquido amniótico puede indicar o causar ciertos defectos congénitos. Una escasa
cantidad puede interferir el desarrollo normal de los pulmones y las extremidades, o bien
puede indicar una anomalía renal que dificulta la producción de orina. La acumulación de
líquido amniótico puede suceder cuando el feto tiene dificultades para tragar, un problema que
puede ser causado por un grave trastorno cerebral, como la anencefalia, o por una atresia
esofágica.
Algunos defectos congénitos se heredan al recibir genes anormales de uno o ambos padres.
Otros están causados por cambios espontáneos e inexplicables (mutaciones) en los genes.
Otros tantos derivan de alguna anomalía cromosómica, como un cromosoma de más o la falta
de uno. Cuanto mayor sea la embarazada (particularmente si tiene más de 35 años), mayor es
la probabilidad de que el feto tenga una anomalía cromosómica. Muchas anomalías
cromosómicas pueden detectarse al comienzo del embarazo.
Uno de cada 120 bebés nace con algún defecto cardíaco, que, por lo general, no es grave. Las
anomalías congénitas del corazón pueden consistir en un desarrollo anormal de sus paredes o
válvulas, o de los vasos sanguíneos que entran o salen de él. Por lo general, el defecto hace
que la sangre siga un recorrido anormal, a veces sin pasar por los pulmones, donde se lleva a
cabo su oxigenación. La sangre oxigenada es fundamental para el crecimiento, el desarrollo y
las actividades normales. Algunos defectos cardíacos causan graves problemas que requieren
tratamiento urgente, por lo general cirugía.
Para diagnosticar un defecto cardíaco en un niño se utilizan las mismas técnicas que para los
adultos. En los niños con defectos cardíacos, la circulación sanguínea anormal produce un
murmullo (soplo), un sonido irregular que puede oírse con un fonendoscopio. Para determinar
la naturaleza específica del defecto se suele realizar un electrocardiograma (ECG), una
radiografía de tórax y un examen con ultrasonido (ecocardiograma). Muchos defectos
cardíacos pueden ser corregidos quirúrgicamente. El momento indicado para realizar la
operación dependerá del defecto específico, sus síntomas y su gravedad.
Los defectos en los tabiques auriculares y ventriculares son agujeros en las paredes que
separan el corazón en una parte derecha y una parte izquierda.
Los defectos en los tabiques auriculares se producen entre las cámaras superiores del corazón
(aurículas), que reciben la sangre. Los defectos en los tabiques ventriculares ocurren entre las
cámaras inferiores (ventrículos), que bombean la sangre.
En ambas anomalías, la sangre que vuelve al corazón desde los pulmones no sigue el circuito
completo: es enviada de vuelta hacia estos últimos en lugar de ser bombeada hacia el resto del
cuerpo. Como resultado, aumenta la cantidad de sangre en los vasos sanguíneos de los
pulmones y, en algunos niños, esto les produce ahogo, dificultad para alimentarse, sudación
excesiva y dificultad para aumentar de peso a un ritmo normal. Estos síntomas son más
frecuentes en los niños que tienen algún defecto en el tabique ventricular. Los defectos en el
tabique auricular, que, por lo general, se detectan después de la infancia, producen síntomas
menos dramáticos.
Puede que en algunos niños sea preciso realizar determinadas pruebas diagnósticas, como un
cateterismo cardíaco, además de un electrocardiograma, un ecocardiograma y radiografías de
tórax. Los defectos en los tabiques auriculares y ventriculares pueden repararse
quirúrgicamente.
El conducto arterial (ductus arteriosus) persistente es una conexión entre la aorta (la gran
arteria que transporta sangre oxigenada al cuerpo) y la arteria pulmonar (la arteria que
transporta la sangre desprovista de oxígeno a los pulmones).
Defectos de los tabiques ventriculares y auriculares
El conducto arterial permite que la sangre no pase por los pulmones. En el estado fetal esta
función es fundamental ya que el feto no respira aire y, por lo tanto, no necesita que la sangre
circule a través de los pulmones para ser oxigenada. Sin embargo, cuando nace, la sangre sí
debe circular para recibir oxígeno. Por lo general, el conducto se cierra muy rápidamente, uno
o dos días después del nacimiento. Pero si continúa abierto, cierta cantidad de sangre
destinada al cuerpo puede volver a los pulmones y producir una sobrecarga de sus vasos
sanguíneos. En consecuencia, algunos bebés desarrollan insuficiencia cardíaca, que se
manifiesta por dificultad para respirar, una frecuencia cardíaca acelerada e imposibilidad de
ganar peso.
Si el conducto no se cierra, un bebé nacido a término puede desarrollar insuficiencia cardíaca
varias semanas después de nacer. En tales casos, el conducto debe cerrarse quirúrgicamente.
Con frecuencia se detecta el conducto abierto cuando es posible oír el murmullo (soplo) que
produce, a través del fonendoscopio. En estos casos, se cierra mediante cirugía electiva
(programada), no urgente, cuando el niño tiene aproximadamente un año de edad,
principalmente para evitar una infección grave años más tarde.
El conducto permanece abierto en los bebés prematuros con mucha más frecuencia que en los
niños nacidos a término. En los bebés prematuros, el paso de una cantidad superior de sangre
por los pulmones puede interferir el funcionamiento del corazón y, lo que es más significativo,
también en el de los pulmones, que están sin desarrollar. En estos casos se puede restringir la
ingestión de líquidos, administrar indometacina o recurrir a la cirugía para cerrar el conducto.
La estenosis de la válvula aórtica consiste en la reducción del diámetro de dicha válvula; ésta,
al abrirse, permite que la sangre fluya desde el ventrículo izquierdo hasta la aorta y luego
hacia todo el cuerpo.
La válvula aórtica normalmente está formada por tres repliegues (cúspides o válvulas) que se
abren y se cierran para permitir el paso de la sangre. En la estenosis, la válvula aórtica suele
tener sólo dos valvas, lo que permite una menor apertura y dificulta el paso de la sangre. En
consecuencia, el ventrículo izquierdo debe bombear con una fuerza superior a la normal para
impulsar la sangre a través de la válvula. En algunos niños con estenosis de la válvula aórtica,
la obstrucción es lo suficientemente grave como para requerir corrección quirúrgica, si bien
dicha obstrucción es más frecuente en los adultos. En algunos pocos casos se desarrolla
insuficiencia cardíaca y el flujo de sangre hacia el cuerpo resulta inadecuado. Estos bebés
deben recibir tratamiento de urgencia, que generalmente incluye medicamentos y cirugía
urgente o un procedimiento llamado valvuloplastia con balón, en el que la válvula se dilata y
desgarra mediante un tubo (catéter) que posee un pequeño globo en uno de sus extremos. En
los niños mayores o en los adultos jóvenes, es posible que la válvula tenga que ser abierta
quirúrgicamente o reemplazada por una artificial, aunque en algunos pacientes es posible
realizar también otros procedimientos.
Coartación de la aorta
La aorta es la gran arteria que transporta sangre oxigenada desde el corazón hacia todo el
cuerpo. La coartación reduce el flujo sanguíneo en la mitad inferior del cuerpo y, en
consecuencia, el pulso y la presión arterial son más bajos de lo normal en las piernas y suelen
ser más altos en los brazos. En la mayoría de los niños, la coartación no causa problemas.
Algunos tienen dolor de cabeza o hemorragias nasales debido a la hipertensión en los brazos y
dolor en las piernas durante la práctica de ejercicio a causa de la baja presión en las piernas, si
bien la mayoría de los casos no presenta síntomas. La mayor parte de los niños con coartación
también tiene una válvula aórtica anormal, que sólo cuenta con dos valvas en lugar de las tres
normales.
La coartación se detecta durante una exploración física en función de determinados cambios
en el pulso y en la presión arterial; el diagnóstico se confirma mediante radiografías, un
electrocardiograma y un ecocardiograma. Este defecto debe repararse quirúrgicamente en los
primeros años de la infancia para disminuir la sobrecarga del ventrículo izquierdo, que debe
bombear con más fuerza de lo normal para propulsar sangre hacia la aorta estrecha, así como
para evitar problemas como la hipertensión en el futuro. La operación suele realizarse cuando
el niño está en edad preescolar (por lo general entre los 3 y 5 años).
Al cabo de unos días, o aproximadamente a las dos semanas de vida, algunos niños con
coartación desarrollan una grave insuficiencia cardíaca una vez que el conducto arterial se
cierra. Como consecuencia de ello presentan un distrés respiratorio grave y se vuelven muy
pálidos; los análisis de sangre muestran un marcado incremento del ácido en la sangre
(acidosis metabólica). Esta situación puede poner en peligro su vida y requiere inmediata
atención médica para realizar el diagnóstico correcto y comenzar el tratamiento apropiado.
Éste puede consistir en la administración de una prostaglandina, un fármaco como el
alprostadil, para volver a abrir el conducto arterial, además de otros medicamentos para
reforzar el corazón y cirugía de urgencia para reparar la aorta. Esta cirugía puede salvar la
vida de un recién nacido y, en algunos niños, debe repetirse cuando se hacen mayores. Los
problemas asociados más frecuentes, tales como una válvula aórtica con dos valvas (bivalva),
una estenosis aórtica, una válvula mitral anormal o un defecto del tabique ventricular, también
pueden necesitar tratamiento.
Esta enfermedad también recibe el nombre de síndrome del corazón izquierdo hipoplásico. La
principal función del ventrículo izquierdo es bombear sangre hacia el cuerpo. Cuando las
cavidades y las válvulas de ese lado del corazón están gravemente subdesarrolladas o
ausentes, no es posible mantener normal la irrigación sanguínea hacia el cuerpo. Al nacer, el
bebé parece normal porque la sangre proveniente del ventrículo derecho atraviesa el conducto
arterial abierto y llega al resto del cuerpo, pero cuando este conducto se cierra, se produce una
grave insuficiencia cardíaca. La mayoría de los niños con esta afección muere.
Tetralogía de Fallot
Los bebés con tetralogía de Fallot suelen tener un soplo cardíaco que se oye en el momento
del nacimiento o poco tiempo después. Tienen un color azulado (condición llamada cianosis)
porque la sangre que circula por el cuerpo no está suficientemente oxigenada. Esto sucede
porque el estrecho pasaje de la salida del ventrículo derecho restringe el paso de la sangre
hacia los pulmones y la sangre azulada desprovista de oxígeno que se encuentra en él atraviesa
el tabique defectuoso, pasa hacia el ventrículo izquierdo y entra en la aorta para comenzar a
circular por el cuerpo. Algunos bebés se mantienen estables con un grado leve de cianosis,
motivo por el cual es posible reparar sus defectos en los años siguientes. Otros presentan
síntomas más graves que interfieren en su normal crecimiento y desarrollo. Estos niños
pueden sufrir empeoramientos súbitos (ataques), en los que la cianosis empeora de repente en
respuesta a ciertas actividades, como llorar o hacer fuerza para evacuar. El bebé adquiere una
tonalidad muy azulada, se ahoga y puede perder el conocimiento. El tratamiento de los
ataques consiste en la administración de oxígeno y morfina; posteriormente se puede utilizar
propranolol durante un tiempo para prevenir otros ataques. Sin embargo, estos niños necesitan
ser operados para reparar la tetralogía o bien para realizar una conexión artificial temporal
entre la aorta y la arteria pulmonar, con el fin de incrementar la cantidad de sangre que llega a
los pulmones para oxigenarse.
La reparación quirúrgica del problema consiste en corregir el defecto del tabique ventricular
abriendo el estrecho pasaje del ventrículo derecho y la estrecha válvula pulmonar, así como el
cierre de cualquier conexión artificial entre la aorta y la arteria pulmonar.
Defectos gastrointestinales
En cualquier parte del tracto gastrointestinal pueden producirse defectos congénitos (el
esófago, el estómago, el intestino delgado, el intestino grueso, el recto o el ano). En la mayoría
de los casos, este defecto supone un desarrollo incompleto de algún órgano, que suele causar
una obstrucción. Por lo general, debe usarse cirugía correctora para estos defectos.
Atresia y fístula esofágicas
En la atresia del esófago, éste se estrecha o se cierra como en un fondo de saco; no se conecta con el estómago como debiera. Una fístula traqueoesofágica
es una conexión anormal entre el esófago y la tráquea.
Atresia esofágica
Hernia diafragmática
La hernia diafragmática es un defecto del diafragma que hace que algunos de los órganos
abdominales protruyan hacia el interior del tórax.
La hernia diafragmática suele producirse en un lado del cuerpo, con más frecuencia en el
izquierdo. El estómago, parte del intestino e incluso el hígado y el bazo pueden protruir a
través de la hernia. Si la hernia es grande, el desarrollo del pulmón del lado afectado suele ser
incompleto.
Tras el parto, mientras el recién nacido llora y respira, las curvas del intestino rápidamente se
llenan de aire y se convierten en una masa que crece a gran velocidad y hace presión contra el
corazón, comprimiendo el otro pulmón y causando dificultad respiratoria. En los casos graves,
la dificultad respiratoria se produce de inmediato.
Cuando, mediante una ecografía, este defecto se diagnostica antes del nacimiento, el bebé es
intubado (un tubo colocado hasta la tráquea) en cuanto nace. Para reparar el diafragma, es
necesaria una intervención quirúrgica.
Enfermedad de Hirschsprung
Onfalocele
Atresia anal
Atresia biliar
La atresia biliar es una anomalía en la que los conductos de la bilis no se han desarrollado o
bien lo han hecho de forma anormal.
La bilis, un líquido secretado por el hígado, transporta los productos de desecho de este
órgano y también contribuye a metabolizar las grasas en el intestino delgado. Los conductos
biliares del interior del hígado recolectan la bilis y la transportan hacia el intestino. En la
atresia biliar, los conductos biliares sólo se desarrollan de forma parcial o bien están ausentes.
En consecuencia, la bilis no llega al intestino y en lugar de ello se acumula dentro del hígado.
Al final, la bilis acumulada pasa a la sangre y causa ictericia.
Síntomas y diagnóstico
En los bebés con atresia biliar, la orina se oscurece cada vez más, las deposiciones son claras y
la piel cada vez está más amarilla. Estos síntomas, además del crecimiento del hígado, se
notan por primera vez hacia las dos semanas después del nacimiento. Con 2 o 3 meses el bebé
nota picores, está irritable, tiene una gran presión en el interior de la vena porta (el gran vaso
sanguíneo que transporta sangre desde el estómago, el intestino y el bazo hacia el hígado) y su
crecimiento puede verse interrumpido.
Para hacer el diagnóstico, el médico realiza una serie de análisis de sangre y una ecografía
puede resultar de gran utilidad. Si el diagnóstico todavía no es seguro, se realiza una operación
quirúrgica con el fin de explorar el abdomen (laparotomía), por lo general antes de que el bebé
tenga 2 meses de vida. El diagnóstico y tratamiento precoces son muy importantes, ya que
puede producirse una cicatrización progresiva e irreversible del hígado, llamada cirrosis biliar.
Tratamiento
Se necesita recurrir a la cirugía para disminuir la presión de la bilis dentro del hígado. El
mejor procedimiento consiste en construir unos conductos biliares que lleguen al intestino,
pero esta clase de operación sólo es posible en un 5 o 10 por ciento de los bebés con esta
afección. El pronóstico es favorable para estos niños y la mayoría de ellos lleva una vida
completamente normal. Sin embargo, si han requerido intervenciones quirúrgicas de otro tipo,
el pronóstico no es tan bueno y los bebés finalmente suelen fallecer. Uno de estos
procedimientos consiste en modificar la posición del hígado para que su superficie toque
directamente el intestino, lo que permite que la bilis rezume de la superficie del hígado al
intestino, a pesar de la falta de conductos biliares.
Las anomalías congénitas pueden afectar a cualquier hueso o músculo, pero los del cráneo, la
cara, la columna, la cadera, las piernas y los pies son, frecuentemente, los más afectados. La
mayoría de estos defectos se repara quirúrgicamente.
Anomalías faciales: labio hendido (o leporino) y paladar partido
Anomalías faciales
Los defectos más frecuentes de la cara son el labio hendido o leporino y el paladar partido. El
labio hendido es la unión incompleta del labio superior, habitualmente justo por debajo de la
nariz. El paladar partido es un paso anormal a través del techo de la boca (paladar duro) hacia
la vía respiratoria de la nariz.
El labio hendido es desfigurante e impide que el bebé cierre los labios cuando succiona el
pezón. El paladar partido interfiere la alimentación y el habla. Ambas fisuras (labial y
palatina) suelen coincidir y afectan aproximadamente a 1 de cada 600 o 700 recién nacidos.
La fisura labial se produce en aproximadamente uno de cada 1 000 nacimientos y la palatina
sola afecta a aproximadamente 1 de cada 1 800 bebés.
Un dispositivo dental puede tapar temporalmente el techo de la boca de manera que el bebé
pueda succionar mejor. Las fisuras labiales y palatinas pueden ser corregidas de forma
permanente mediante una intervención quirúrgica.
Otro tipo de defecto facial es el maxilar inferior (mandíbula) pequeño. Si la mandíbula es
demasiado pequeña, como ocurre en el síndrome de Pierre Robin y el de Treacher Collins, el
bebé puede tener dificultades para comer. La cirugía puede corregir el problema.
El tortícolis congénito es una enfermedad por la cual el cuello del recién nacido y la cabeza se
inclinan hacia un lado de forma poco natural. La causa suele ser una lesión de los músculos
del cuello durante el nacimiento; otras causas incluyen la unión de las vértebras cervicales
(síndrome de Klippel-Feil) o la unión de la primera vértebra del cuello con el cráneo (fusión
atlanto-occipital).
La escoliosis congénita es una curvatura anormal de la columna del recién nacido. Es raro que
se presente al nacer; por lo general, se produce en niños mayores. El tratamiento con
abrazaderas suele iniciarse lo antes posible para evitar que la escoliosis se convierta en una
deformación cuando el niño crezca. Si la curvatura anormal se agudiza, puede ser preciso
recurrir a la cirugía.
Tipos comunes de pie zambo
Extremidad ausente
Osteogénesis imperfecta
El pectoral mayor (músculo del pecho) puede estar formado sólo parcialmente, o no haberse
desarrollado en absoluto. Este defecto puede ser un fenómeno aislado o bien acompañarse de
anomalías en la mano.
Existe otro defecto muscular, llamado síndrome del abdomen en forma de ciruela pasa, que
afecta a los músculos abdominales. En esta anomalía, una o más capas de los músculos del
abdomen pueden estar ausentes, lo que provoca que éste protruya hacia fuera. Esta
enfermedad se asocia a graves anomalías renales y urinarias. El pronóstico es favorable en los
niños cuyos riñones funcionan normalmente.
La anencefalia es una anomalía en la que falta la mayor parte del cerebro del bebé porque no
se desarrolla. Un bebé con anencefalia no puede sobrevivir: nace muerto o bien muere a los
pocos días.
Espina bífida
La gravedad de la espina bífida puede ser variable. En el tipo menos grave, que también es
el más común, una o más vértebras no se forman normalmente, pero la médula espinal y las capas de tejido (meninges) que la rodean no protruyen. Sobre el
defecto puede observarse un mechón de pelo, una depresión o un área pigmentada. En un meningocele, un tipo más grave de espina bífida, las meninges
protruyen a través de las vértebras incompletamente formadas, dando lugar a una protuberancia llena de líquido bajo la piel.
El tipo más grave es el mielocele, por el que protruye la médula espinal; el área afectada tiene el aspecto de carne viva, y es probable que el bebé presente
una grave discapacidad.
La microcefalia es una anomalía en la que la cabeza es muy pequeña. Los niños con
microcefalia suelen sobrevivir pero tienden a tener retraso mental y carecen de coordinación
muscular. Algunos también sufren convulsiones.
El encefalocele es una situación en la cual el tejido cerebral sobresale por una parte defectuosa
del cráneo. La cirugía puede reparar este defecto. El pronóstico suele ser bueno.
La porencefalia es una condición en la cual se forma un quiste o cavidad anormal en un
hemisferio cerebral. La porencefalia es una clara evidencia de que existe lesión cerebral y, en
general, se asocia a anomalías de la función cerebral. Sin embargo, algunos niños tienen una
inteligencia normal.
La hidrencefalia es una forma extrema de porencefalia en la que los hemisferios cerebrales
faltan casi por completo. Los niños con hidrencefalia no se desarrollan con normalidad y
tienen un notable retraso mental.
La hidrocefalia (líquido en el cerebro) es el agrandamiento de los ventrículos, que son los
espacios normales del cerebro. El líquido cefalorraquídeo se produce en los ventrículos y debe
salir fuera del cerebro, donde se absorbe y pasa a la sangre. Cuando no puede salir, la presión
dentro del cerebro aumenta y se origina la hidrocefalia. Muchos factores, como una
malformación congénita o una hemorragia cerebral, pueden obstruir el drenaje y causar este
trastorno. En los niños mayores, la causa suelen ser los tumores. La hidrocefalia es la razón
más frecuente por la que los recién nacidos pueden tener la cabeza anormalmente grande.
El tratamiento consiste en proveer al niño una vía de drenaje alternativa para mantener la
presión dentro del cerebro a niveles normales. El tratamiento farmacológico (con
acetazolamida y glicerol) o la realización de varias punciones evacuadoras de líquido
cefalorraquídeo (punciones lumbares) pueden reducir temporalmente la presión dentro del
cerebro en algunos niños hasta que se coloque un drenaje permanente (derivación). Tal
derivación se coloca en los ventrículos cerebrales, y desde la cabeza va por debajo de la piel
hasta la cavidad abdominal u, ocasionalmente, hasta otro punto. Dicho drenaje contiene una
válvula que permite que el líquido salga del cerebro si la presión aumenta demasiado. Aun
cuando algunos niños finalmente no lo necesitarán al crecer, una vez colocado, en general, no
se vuelve a retirar. El pronóstico depende de la causa. Algunos niños pueden llevar una vida
absolutamente normal y tienen también una inteligencia normal. Otros pueden sufrir retraso
mental.
La anomalía de Arnold-Chiari es un defecto en la formación de la parte inferior del cerebro
(tronco cerebral). Suele asociarse con la hidrocefalia.
Espina bífida
La espina bífida es una anomalía en la que parte de una o más vértebras no se desarrolla por
completo, dejando sin protección una porción de la médula espinal.
Espina bífida
Obsérvese el desarrollo incompleto de la parte posterior de la vértebra.
El riesgo de tener un bebé con espina bífida está estrechamente ligado a una deficiencia de
folato (ácido fólico) en la dieta, especialmente al comienzo del embarazo. La forma grave de
este defecto se produce en alrededor de 1 de cada 1 000 nacimientos en algunos países
desarrollados.
Los síntomas varían según la gravedad de la afección de la médula espinal y de las raíces
nerviosas. Algunos niños tienen síntomas mínimos o incluso ninguno, mientras que otros
presentan debilidad o parálisis en todas las áreas que se encuentran por debajo del nivel de los
nervios afectados por el defecto.
La espina bífida a menudo puede ser diagnosticada antes del nacimiento y puede ser
descubierta durante una ecografía. Si el médico sospecha esta enfermedad, puede recomendar
una prueba de líquido amniótico. Si el feto presenta espina bífida grave, el líquido amniótico
probablemente contendrá niveles altos de alfafetoproteína.
Un niño nacido con espina bífida grave necesita una terapia prolongada e intensiva para evitar
el deterioro de la función renal y de la capacidad física, y para permitir además el máximo
desarrollo posible. Es necesario realizar una operación para cerrar la apertura y para tratar la
hidrocefalia asociada, las anomalías en la vejiga y el riñón y las deformidades físicas. La
rehabilitación mantiene la movilidad de las extremidades y refuerza los músculos que sí
funcionan.
El glaucoma congénito es una rara enfermedad que eleva la presión dentro del globo ocular,
por lo general en ambos ojos. Si no recibe tratamiento, los globos oculares se agrandan y es
casi seguro que el bebé quede completamente ciego. La cirugía realizada poco después del
nacimiento ofrece las máximas probabilidades de aliviar la presión dentro del ojo y de
preservar la visión del pequeño.
Las cataratas congénitas son áreas turbias (opacidades) en el cristalino del ojo que están
presentes desde el nacimiento. Pueden ser causadas por anomalías cromosómicas, infecciones
como la rubéola u otra enfermedad que haya tenido la madre durante el embarazo. Es
necesario operarlas lo antes posible para que el niño pueda desarrollar una visión normal.
Durante el desarrollo de los riñones pueden producirse muchos defectos. Pueden formarse en
otro sitio (ectopia), adoptar una posición incorrecta (malrotación), permanecer unidos entre sí
(riñón en herradura) o estar ausentes (agenesia renal). Un bebé a quien le faltan los dos
riñones no puede sobrevivir (síndrome de Potter). El tejido renal también puede desarrollarse
de forma anormal. Por ejemplo, un riñón puede contener varios quistes, como en la
enfermedad del riñón poliquístico.
Las posibles anomalías de los uréteres, los dos tubos que conectan los riñones a la vejiga,
incluyen la formación de un uréter de más, la situación anómala de los mismos y su
estrechamiento o agrandamiento. La orina puede refluir hacia atrás desde la vejiga y entrar en
los uréteres anormales, provocando una infección renal (pielonefritis). Un uréter estrecho
impide que la orina pase normalmente desde el riñón hasta la vejiga, lo cual puede causar que
el riñón se agrande (hidronefrosis) y se lesione.
Hipospadias y epispadias
Defectos de la vejiga
Los defectos que pueden afectar a la vejiga son varios. Puede que no se forme completamente,
lo que hace que quede abierta a través de la superficie del abdomen (extrofia). Su pared puede
ser anormal, con presencia de bolsas (divertículos) que permiten la acumulación de la orina e
incrementan el riesgo de infección urinaria. La salida de la vejiga (la vía que conecta la vejiga
a la uretra, una estructura que transporta la orina hacia el exterior del cuerpo) puede ser
estrecha y, en consecuencia, no se vacía por completo. En este caso, el flujo de orina es escaso
y se producen infecciones. La mayoría de los defectos de la vejiga puede repararse
quirúrgicamente.
Defectos de la uretra
La uretra puede ser anormal o estar ausente. En los niños, el orificio de la uretra puede
encontrarse en un sitio equivocado, como debajo del pene (una anomalía llamada
hipospadias). La uretra en el pene puede permanecer abierta como un canal en lugar de estar
cerrada como un tubo (una anomalía llamada epispadias). Tanto en los niños como en las
niñas, una uretra estrecha puede obstruir el flujo de la orina. La cirugía puede corregir estas
anomalías.
Estados intersexuales
Un estado intersexual es aquel en que un bebé nace con genitales que no son reconocibles
como masculinos ni femeninos (genitales ambiguos).
El bebé que nace con genitales que no son claramente ni masculinos ni femeninos puede tener
órganos reproductivos internos (gónadas) normales o anormales. Los hermafroditas
verdaderos tienen tanto tejido ovárico como testicular y órganos reproductivos internos
masculinos y femeninos, pero se trata de una situación excepcional. Los niños con genitales
ambiguos son en general seudohermafroditas, es decir, tienen órganos genitales externos
ambiguos pero sólo tejido ovárico o testicular (y no ambos).
Una mujer seudohermafrodita es una mujer genéticamente normal (con sus dos cromosomas
X) que nace con genitales que se parecen a un pequeño pene. Sin embargo, los órganos
reproductivos internos son femeninos. El seudohermafroditismo femenino está causado por la
exposición a altas concentraciones de hormonas masculinas antes del nacimiento. En general,
el feto presenta glándulas suprarrenales agrandadas (síndrome adrenogenital) que producen un
exceso de hormonas masculinas, o falta una enzima, motivo por el cual las hormonas
masculinas no pueden convertirse en femeninas como sucede normalmente. En algunos casos,
las hormonas masculinas han entrado en la placenta procedentes de la sangre de la madre; por
ejemplo, la madre puede haber recibido progesterona para evitar un aborto o puede haber
tenido un tumor productor de hormonas masculinas.
Un varón seudohermafrodita es un hombre genéticamente normal (con un cromosoma X y uno
Y) que nace sin pene o con uno muy pequeño. Su cuerpo no puede producir suficientes
hormonas masculinas o presenta resistencia a las hormonas que sí produce (síndrome de
resistencia a los andrógenos).
Es importante identificar correctamente el sexo del bebé y ello debe hacerse de inmediato. De
lo contrario, el vínculo de los padres hacia el bebé puede ser más difícil y el pequeño puede
desarrollar un trastorno de identidad genética. Años más tarde se puede realizar una operación
para corregir la ambigüedad genital, en general, cerca de la pubertad.
Alteraciones cromosómicas
Normalmente, una persona tiene 23 pares de cromosomas. Una anomalía cromosómica puede
afectar al número, al tamaño, al aspecto de los cromosomas o al ordenamiento de partes de los
mismos (el material genético de un cromosoma puede unirse al de otro).
Se puede recomendar un análisis cromosómico en el caso de un feto o un recién nacido en las
siguientes circunstancias:
- Si una mujer de más de 35 años queda embarazada.
- Si el feto presenta una anomalía anatómica detectada en una ecografía.
- Si el recién nacido tiene muchos defectos congénitos o tiene genitales tanto masculinos
como femeninos.
Síndrome de Down
Síntomas
En el síndrome de Down se retrasa tanto el desarrollo físico como mental. Los niños con este
síndrome tienden a ser tranquilos, rara vez lloran y tienen los músculos algo flojos (laxos). El
coeficiente intelectual (CI) promedio de un niño con síndrome de Down es de alrededor de 50,
comparado con el promedio normal de 100. Sin embargo, algunos de estos niños tienen un
coeficiente intelectual superior a 50.
Los niños con este síndrome tienen la cabeza pequeña, la cara ancha y aplanada, los ojos
sesgados y la nariz corta, la lengua grande y, por lo general, prominente. Las orejas son
pequeñas y su posición es baja. Las manos son cortas y anchas, con un solo pliegue en la
palma y los dedos son cortos; el quinto, que por lo general presenta dos secciones en lugar de
tres, se curva hacia dentro. Queda un espacio visible entre el primer y segundo dedo del pie.
Alrededor del 35 por ciento de los niños con síndrome de Down tiene defectos del corazón.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome de Down puede realizarse antes del nacimiento y se recomienda
una exploración en busca de esta anomalía en las mujeres mayores de 35 años que queden
embarazadas. Una baja concentración de alfafetoproteína en la sangre de la madre indica un
mayor riesgo de síndrome de Down en el feto; mediante la amniocentesis puede tomarse una
muestra de líquido amniótico para analizarla y confirmar el diagnóstico. Con una ecografía, a
menudo el médico puede identificar anomalías fisicas en el feto.
Desde su nacimiento, un bebé con síndrome de Down tiene un aspecto físico que sugiere el
diagnóstico. El médico lo confirma analizando la sangre del pequeño en busca de la trisomía
21.
Pronóstico
Los niños con síndrome de Down corren un mayor riesgo de contraer enfermedades del
corazón y leucemia. Su esperanza de vida es reducida si presentan estos trastornos; si no los
tienen, la mayoría de los niños con síndrome de Down vive hasta la edad adulta. Muchas
personas con síndrome de Down tienen problemas de tiroides, que se detectan difícilmente, a
menos que se realicen análisis de sangre. Tienden a padecer problemas del oído debido a
repetidas infecciones y la consecuente acumulación de líquido en el oído interno (otitis
serosa). También desarrollan problemas de visión causados por cambios en la córnea y el
cristalino. Tanto los problemas auditivos como los visuales pueden ser tratados. Muchas
personas con síndrome de Down presentan síntomas de demencia al llegar a los 30 años, como
pérdida de la memoria, un mayor deterioro del intelecto y cambios en la personalidad. La
muerte ocurre a una edad temprana, si bien algunas personas con este síndrome viven muchos
años.
Síndromes de deleción
En algunos niños puede faltar parte de un cromosoma. El raro síndrome del cri du chat
(síndrome del maullido del gato, síndrome 5p–) es un ejemplo. Los niños con este síndrome
tienen un llanto agudo que se asemeja mucho al maullido de un gato. Este sonido se percibe
inmediatamente después del nacimiento y dura varias semanas, para luego desaparecer. El
bebé afectado por este síndrome suele tener poco peso al nacer y una cabeza pequeña, además
de una cara asimétrica y una boca que no se puede cerrar correctamente. Algunos bebés tienen
la cara redonda (de luna) con los ojos separados. La nariz puede ser ancha y las orejas, que
tienen una forma anormal, están en una posición más baja de lo habitual. El cuello puede ser
corto. Pueden presentar piel adicional entre los dedos (dedos de palmípedo). Es probable que
presenten defectos del corazón. En general, el bebé parece fláccido. Su desarrollo físico y
mental es muy escaso. A pesar de estas anormalidades, muchos niños con el síndrome del cri
du chat sobreviven hasta la edad adulta.
Otro síndrome de deleción, llamado síndrome 4p–, es similar, pero extremadamente raro. El
retraso mental es profundo. Pueden presentarse varios defectos físicos. Muchos de los niños
afectados por este síndrome mueren durante la infancia; los pocos que sobreviven hasta los 20
años quedan gravemente discapacitados y corren grandes riesgos de desarrollar infecciones y
epilepsia.
Síndrome de Turner
El síndrome de Turner (disgenesia gonadal) es una enfermedad que afecta a niñas en las que
uno de los dos cromosomas X está ausente, de manera parcial o completa.
El síndrome de Turner afecta a 1 de cada 3000 re-cién nacidas. Muchas recién nacidas que
padecen dicho síndrome presentan hinchazón (linfedema) en el dorso de las manos y en la
parte superior de los pies. La parte posterior del cuello suele estar hinchada o bien pueden
observarse unos pliegues de piel fláccida.
La niña o la mujer con síndrome de Turner es baja de estatura, tiene el cuello alado (unido a
los hombros mediante una extensa porción de piel) y una línea de nacimiento del pelo muy
baja en la parte posterior del cuello. Tiene los párpados caídos, un pecho muy amplio con
pezones muy separados entre sí y muchos lunares negros en la piel. Los cuartos dedos de las
manos y de los pies son cortos y las uñas están poco desarrolladas. No presenta períodos
menstruales (amenorrea); las mamas, la vagina y los labios están poco desarrollados. Los
ovarios no suelen contener óvulos. La parte inferior de la aorta puede ser estrecha (coartación
de la aorta), lo que puede causar hipertensión arterial.
Son frecuentes defectos de los riñones y pequeñas inflamaciones de los vasos sanguíneos
(hemangiomas). En ciertos casos, los vasos sanguíneos anormales del intestino se rompen y
producen hemorragias. Muchas niñas con síndrome de Turner tienen dificultades para
orientarse en relación al espacio. Por lo general, obtienen malos resultados en aspectos que
requieren destreza y en el cálculo, si bien los resultados en las pruebas de inteligencia verbal
son normales o superiores a lo normal. En raros casos se produce retraso mental.
Síndrome de triple X
Las niñas con tres cromosomas X tienen el síndrome de triple X. Alrededor de uno de cada
mil bebés aparentemente normales padece este trastorno. Las niñas con tres cromosomas X
suelen ser menos inteligentes que sus hermanos o hermanas normales. A veces, el síndrome
causa esterilidad, a pesar de que algunas mujeres con síndrome de triple X han dado a luz
niños físicamente normales con cromosomas también normales.
Se han identificado raros casos de bebés con cuatro e incluso cinco cromosomas X. El riesgo
de retraso mental y anomalías físicas se incrementa cuanto mayor es el número de
cromosomas adicionales, en particular cuando son cuatro o más.
Síndrome de Klinefelter
En el síndrome de Klinefelter, los varones nacen con un cromosoma X de más. Esta anomalía
cromosómica relativamente frecuente (XXY) afecta a 1 de cada 700 recién nacidos varones.
Aun cuando sus características físicas pueden variar considerablemente, los niños con
síndrome de Klinefelter son, por lo general, altos y de aspecto aparentemente normal. Su
inteligencia es normal, pero muchos presentan problemas para hablar y leer. En general,
mejoran mucho con una terapia que corrija su forma de hablar y el lenguaje, y finalmente
logran tener buen rendimiento escolar. La pubertad suele comenzar a la edad adecuada, pero
los testículos permanecen pequeños. Los niños afectados suelen ser estériles. El crecimiento
del vello facial suele ser escaso y las mamas pueden desarrollarse un poco. Algunos varones
mejoran con un tratamiento de hormonas masculinas dado que favorece la densidad ósea y
desarrolla una apariencia más masculina.
Síndrome XYY
En el síndrome XYY, un bebé de sexo masculino nace con un cromosoma Y de más. Los
varones con esta anomalía cromosómica tienden a ser altos y a tener dificultades con el
lenguaje. En el pasado se creía que el síndrome XYY generaba un comportamiento criminal
agresivo o violento, pero esa teoría ha sido rechazada.
El retraso mental es la capacidad intelectual inferior a la normal que está presente desde el
momento del nacimiento o en los primeros años de la infancia.
Las personas con retraso mental tienen un desarrollo intelectual inferior al normal y
dificultades en el aprendizaje y en la adaptación social. Alrededor del 3 por ciento de la
población presenta retraso mental.
Causas
La inteligencia está determinada tanto por la herencia como por el medio ambiente. En la
mayoría de los casos de retraso mental se desconoce la causa, pero existen muchos factores
durante el embarazo de una mujer que pueden causar o contribuir al retraso mental del niño.
Los más frecuentes son el uso de ciertos medicamentos, el consumo exagerado de alcohol, los
tratamientos con radiación, la desnutrición y ciertas infecciones víricas como la rubéola. Las
anomalías cromosómicas, como el síndrome de Down, son una causa frecuente de retraso
mental. Varios trastornos hereditarios pueden también ser los responsables. Algunos, como la
fenilcetonuria y el cretinismo (hipofunción de la glándula tiroides), pueden corregirse antes de
que se produzca el retraso mental. Las dificultades asociadas a un nacimiento prematuro, las
lesiones cefálicas durante el parto o los valores muy bajos de oxígeno durante el nacimiento
son otras de las causas de retraso mental.
Diagnóstico y pronóstico
Una vez que se produce el retraso mental, por lo general éste es irreversible. Es necesario
llegar a un diagnóstico precoz del retraso mental para poder determinar una educación de tipo
terapéutico así como una planificación a largo plazo.
La inteligencia inferior a la normal puede ser identificada y cuantificada mediante pruebas de
inteligencia. Tales pruebas presentan un sesgo de tipo medio, es decir, tienen cierto margen de
error, pero señalan con una razonable exactitud el rendimiento intelectual, particularmente en
un niño mayor.
Los niños con un coeficiente intelectual entre 69 y 84 tienen dificultades de aprendizaje pero
no presentan retraso mental. Rara vez se les detecta esta deficiencia antes de comenzar el
colegio, sino que precisamente es allí donde los problemas educacionales y de
comportamiento resultan evidentes. Con ayuda especializada, suelen cursar sus estudios sin
grandes dificultades y llevan a cabo una vida normal.
Todos los niños con retraso mental pueden beneficiarse con la educación. Los que presentan
un retraso mental leve (un coeficiente intelectual de 52 a 68) pueden alcanzar un nivel de
lectura similar al de los niños que cursan entre cuarto y sexto grado. Si bien les cuesta leer, la
mayoría de los niños con retraso mental leve puede adquirir las habilidades básicas necesarias
para la vida diaria. Necesitan cierta supervisión y apoyo, además de medios educativos y de
preparación especiales. Con el paso de los años pueden requerir un sistema de vida y una
situación laboral bajo tutelaje. Si bien, por lo general, no tienen defectos físicos obvios, las
personas con retraso leve pueden padecer epilepsia.
Los individuos con retraso leve suelen ser inmaduros y poco refinados, con una capacidad
poco desarrollada para las relaciones sociales. Su pensamiento es siempre muy específico para
cada situación y suelen ser incapaces de generalizar. Les cuesta adaptarse a nuevas situaciones
y pueden demostrar poco juicio, falta de prevención y demasiada credulidad. Si bien no suelen
cometer ofensas graves, las personas con retraso leve pueden cometer crímenes impulsivos,
por lo general formando parte de un grupo y, a veces, para mejorar su posición dentro del
grupo.
Los niños con retraso moderado (coeficiente mental de 36 a 51) van evidentemente muy
despacio al aprender a hablar y para alcanzar otras metas del desarrollo, como sentarse, por
ejemplo. Si reciben preparación y apoyo adecuados, los adultos con retraso leve y moderado
pueden vivir con un grado variado de independencia dentro de la comunidad. Algunos
requieren sólo un poco de ayuda, mientras que otros necesitan una supervisión mucho más
importante.
Un niño con un retraso mental grave (coeficiente intelectual de 20 a 35) no puede recibir el
mismo nivel de aprendizaje que un niño con retraso moderado. El niño con un retraso
profundo (con coeficiente intelectual 19 o inferior) por lo general no consigue aprender a
caminar, ni a hablar, ni tan sólo llega a comprender demasiado.
La esperanza de vida de los niños con retraso mental puede ser más corta, dependiendo de la
causa y de la gravedad del mismo. Por lo general, cuanto más grave es el retraso, menor es la
esperanza de vida.
Prevención
El asesoramiento genético ofrece a los padres de un niño con retraso mental información
acerca de cuál ha sido la causa del retraso y les permite apreciar mejor el riesgo de tener otro
hijo con el mismo defecto. La amniocentesis y el estudio de las vellosidades coriónicas son
pruebas de diagnóstico que pueden detectar diversas anomalías en el feto, como trastornos
genéticos y defectos cerebrales o de la médula espinal. Se recomiendan ambas pruebas para
las mujeres embarazadas mayores de 35 años debido al gran riesgo que corren de tener un hijo
con síndrome de Down.
La ecografía también puede determinar defectos cerebrales en el feto. Puede cuantificarse la
concentración de alfa-fetoproteína en la sangre de la madre para buscar señales de síndrome
de Down y espina bífida. Si se logra diagnosticar el retraso mental antes del nacimiento, esto
puede permitir a los padres decidir acerca de la opción del aborto y poder realizar en
consecuencia una planificación futura de su familia. La vacuna contra la rubéola ha
disminuido notablemente la incidencia de esta enfermedad como causa de retraso mental.
Tratamiento
Todas las personas que cuidan de un niño enfermo (familiares, amigos, médicos, enfermeras y
otros) se encuentran bajo un estrés inusual. Ver que otra persona está enferma es doloroso,
pero verlo en un niño es particularmente perturbador y puede derivar en preocupación,
ansiedad, culpa, ira y resentimiento.
Un fuerte lazo psicológico comienza a desarrollarse entre los padres y su bebé en las primeras
horas y días posteriores a su nacimiento. Este vínculo está condicionado por las propias
experiencias de los padres durante su infancia, su actitud social y cultural hacia la crianza de
un niño, su personalidad y el deseo y la disposición psicológica ante el hecho de ser padres.
Esta relación especial asegura que el niño reciba suficiente apoyo de sus padres para su
desarrollo físico y emocional.
Pero la vinculación se hace mucho más difícil cuando el recién nacido está enfermo o es
prematuro, particularmente si debe permanecer en una unidad de cuidados intensivos. Los
padres deben separarse del bebé durante varios días o semanas y no es posible en ese período
entablar el vínculo normal. En consecuencia, los padres y los familiares cercanos deben visitar
al bebé con frecuencia, comenzando lo antes posible después de su nacimiento. Después de
lavarse las manos cuidadosamente y de colocarse guantes de hospital, deben tocar o acariciar
al bebé tanto como su estado lo permita. Ningún recién nacido, incluso aquellos con
respiración asistida, está demasiado enfermo como para no recibir visitas y ser acariciado. El
vínculo se estrecha si los padres pueden alimentar, bañar y cambiar a su bebé y si la madre le
amamanta, aun cuando el pequeño, al principio, deba ser alimentado a través de una sonda.
Cuando un recién nacido tiene un defecto congénito, el médico se reúne con ambos padres
para hablarles de la situación, de los tratamientos posibles y del pronóstico más probable. Los
padres deberían visitar al pequeño a la vez, lo antes posible después de su nacimiento y
cualquiera que sea su estado médico.
Si un recién nacido muere, los padres que nunca lo habrán visto o tocado pueden tener la
sensación de no haber tenido nunca un hijo. La sensación de vacío puede ser abrumadora. Uno
o ambos padres pueden sufrir una depresión profunda y prolongada porque les cuesta asumir
la muerte de un bebé que nunca han visto y su duelo es incompleto. Los padres que no han
podido coger en brazos a su bebé mientras estaba con vida suelen sentirse mejor si lo hacen
cuando ya ha muerto, aunque la experiencia es muy dolorosa. Los padres también sienten
alivio formulando preguntas a su médico y recibiendo explicaciones acerca de la enfermedad
del bebé y de los cuidados que ha recibido. Quienes pierden un hijo suelen sentirse culpables,
un sentimiento que por lo general es inapropiado y que debería analizarse.
Si el dolor de los padres es abrumador o exageradamente prolongado, un asesoramiento
psicológico puede serles útil. Si entran en juego factores hereditarios, un asesoramiento
genético debe ayudar a los padres a comprender el riesgo de tener otro hijo enfermo.
Enfermedad en la infancia
Las enfermedades crónicas infantiles comprenden, entre otras, asma, parálisis cerebral,
fibrosis quística, defectos del corazón, diabetes, espina bífida, enfermedad inflamatoria del
intestino, insuficiencia renal, epilepsia, cáncer, artritis juvenil, hemofilia, drepanocitosis y
retraso mental. Si bien por separado son poco frecuentes, todas juntas afectan del 10 al 20 por
ciento de los niños.
Los niños con enfermedades crónicas pueden compartir algunas experiencias similares a pesar
de las diferencias en los síntomas y en la gravedad de los problemas:
- Dolor y malestar.
- Crecimiento y desarrollo insuficientes.
- Frecuentes visitas a médicos y hospitales.
- Necesidad de cuidado médico diurno (a veces con tratamientos dolorosos o molestos).
- Menos oportunidades de jugar con otros niños.
Las diferencias físicas pueden hacer que un niño sea rechazado por los otros niños. Una
invalidez también puede impedir que un niño consiga sus objetivos. La escasez de modelos
adultos con invalidez (como estrellas de la televisión) hace que un niño inválido tenga aún
más dificultades para conformar su identidad.
Para la familia, la enfermedad crónica de un niño puede frustrar los sueños que tenían para él.
El niño enfermo exige tanto que sus hermanos sanos no pueden pasar el tiempo suficiente con
sus padres. Otros problemas pueden ser un mayor gasto, un sistema de cuidados complicado,
pérdida de oportunidades (por ejemplo, cuando uno de los padres no puede volver a trabajar) y
el aislamiento social. Estos problemas llevan a un estrés que incluso puede causar la
separación de los padres, en especial si tienen otros problemas, como por ejemplo de índole
económica. Las enfermedades que desfiguran a un niño, como un labio hendido o una
hidrocefalia (una enfermedad en la cual el líquido se acumula en el cerebro, causando la
compresión del tejido cerebral y un agrandamiento de la cabeza), pueden interferir en el
vínculo entre el niño y su familia.
Los padres pueden afligirse al enterarse de que su hijo presenta alguna anomalía. También
pueden sentir un gran impacto, negación, ira, tristeza o depresión, culpa y ansiedad. Estas
reacciones pueden surgir en cualquier momento durante el desarrollo del niño y cada padre
puede reaccionar de forma diferente, lo que puede perjudicar la comunicación entre ellos. La
simpatía que sienten por el pequeño y las exigencias que recaen sobre la familia pueden
derivar en inconsistencias disciplinarias y problemas de comportamiento. Uno de los padres
puede involucrarse demasiado con el niño, perturbando así las relaciones familiares normales.
Un padre que trabaja y que no puede acompañar al niño en las visitas al médico puede sentirse
distanciado de su hijo.
Los vecinos y los miembros de la comunidad pueden no comprender la discapacidad del niño
ni los cuidados que requiere. Las políticas comunitarias y la recaudación de fondos para
brindar cuidados y educación al niño pueden ser inconsistentes o insuficientes y las estructuras
específicas, como rampas en las aceras, pueden resultar inadecuadas. La comunicación y la
coordinación entre los profesionales de la salud, los padres y los administradores sanitarios
pueden ser deficientes.
Soluciones
Suele ser difícil encontrar una solución a la mayoría de estos problemas, en parte porque el
sistema médico está fragmentado. Lo ideal sería que una sola persona, idealmente el médico
de familia o el pediatra, coordinase todos los servicios y planificase el programa de
tratamiento.
Este proceso, que se conoce como manejo del caso, comprende los siguientes puntos:
- Determinar las necesidades médicas, educativas, sociales y psicológicas del niño y de la
familia.
- Organizar todos los servicios médicos y no médicos, con funciones claramente definidas
para cada una de las personas implicadas.
- Coordinar servicios y proveedores.
- Controlar el progreso del niño y de la familia y ajustar los servicios y los proveedores según
sea necesario.
- Facilitar al niño el aprendizaje de habilidades sociales que le permitan relacionarse con otros
niños y con los adultos de forma más productiva.
- Suministrar a la familia un asesoramiento, sistemas de apoyo, escuelas y cuidados
apropiados, con el fin de que puedan tener períodos de descanso respecto a las
responsabilidades del cuidado del niño.
El manejo de un caso es rara vez perfecto, así que los padres deben familiarizarse
completamente con la enfermedad de su hijo informándose acerca de ella a través de la lectura
apropiada y hablando con médicos y otros epecialistas. La colaboración entre médicos,
asistentes sociales, profesores y otros (para contribuir a formar un equipo dedicado al apoyo y
al desarrollo del pequeño) puede resultar muy beneficiosa. Si es necesario, la familia debe
buscar la ayuda de asesores financieros y familiares. Además, en casi todas las comunidades
existen grupos de apoyo para los padres. Estos grupos pueden ayudarles a encontrar una
familia que ya haya afrontado problemas similares y que esté dispuesta a hablar con los
nuevos padres y brindarles su apoyo.
CAPITULO 257
Problemas de desarrollo en la infancia
Progreso insuficiente
Causas
La incapacidad de progresar suele afectar a los niños pequeños, especialmente a los menores
de 2 años de edad. Un niño incapaz de progresar no está recibiendo suficiente nutrición como
para crecer y desarrollarse de forma normal. Puede presentar un trastorno físico subyacente
que afecte a su capacidad para ingerir, absorber, procesar o retener los alimentos. Pueden
también influir ciertos factores psicológicos, sociales o económicos. El niño puede no tener
apetito o puede no estar recibiendo alimentos suficientes. La falta de apetito puede ser
consecuencia de una depresión. Un niño que no recibe suficiente estímulo social puede
deprimirse, como sucede con un niño aislado en una incubadora que no recibe suficiente
atención por parte de los padres o de las otras personas que le cuidan.
Diagnóstico
Los lactantes y niños pequeños siempre se miden y se pesan durante las revisiones periódicas.
El médico compara estas mediciones con las obtenidas en la visita anterior, así como con los
cuadros que indican la relación altura-peso estándar. Si el ritmo de crecimiento es adecuado,
el niño puede ser normal aunque pequeño de tamaño.
Para determinar por qué el niño es pequeño, el médico realiza un examen físico y formula
preguntas detalladas a los padres acerca de la alimentación, los problemas sociales y las
enfermedades que el niño ha tenido o las que afectan a la familia. Pueden realizarse análisis
sistemáticos, como un recuento completo de sangre. Se realizan exámenes más extensos
únicamente si el médico sospecha que existe alguna enfermedad subyacente.
Pronóstico y tratamiento
Se debe tratar de inmediato cualquier enfermedad que parezca estar causando dificultades de
progreso en el niño. La respuesta del niño al tratamiento depende del problema específico que
causa la dificultad de crecimiento. Si el niño no se está alimentando lo suficiente, el médico
busca posibles factores psicológicos, sociales o económicos, además de los de índole física.
En ocasiones, especialmente en los casos en que no se encuentra ninguna causa subyacente, se
puede necesitar la intervención de un servicio de asistencia social o bien un tratamiento
psicológico o psiquiátrico para los padres o para quienes cuidan del niño. En raras ocasiones,
puede recomendarse que el niño reciba el cuidado de una familia adoptiva.
Los niños que no progresan, especialmente durante el primer año de vida (un momento
importante para el crecimiento cerebral), quizás nunca puedan alcanzar desde el punto de vista
social o del desarrollo a los niños de su misma edad, aun cuando mejore su crecimiento físico.
El tipo y el alcance de los problemas de desarrollo o sociales y emocionales varían según el
niño. En un tercio de estos niños se observa que el desarrollo mental, especialmente las
aptitudes verbales, siguen estando por debajo del nivel normal. Alrededor de la mitad de los
niños continúa teniendo problemas sociales y emocionales o bien de alimentación, como un
carácter caprichoso o lentitud para comer.
Problemas de conducta
Los problemas de conducta son patrones de comportamiento tan difíciles que amenazan las
relaciones normales entre el niño y quienes le rodean.
Los problemas de comportamiento pueden ser causados por el entorno del niño, su salud, su
temperamento innato o su desarrollo. Una mala relación con sus padres, profesores y personas
que le cuidan también puede ser la raíz de un problema de conducta.
Para diagnosticar un problema de comportamiento, el médico o el terapeuta pide a los padres
una descripción completa y cronológica de las actividades del niño de un día cualquiera. Las
conversaciones se centran en las circunstancias que producen el problema de conducta y los
detalles del comportamiento en sí mismo. El médico también observa la interacción entre el
niño y sus padres.
Los problemas de conducta tienden a empeorar con el paso del tiempo y un tratamiento precoz
puede contribuir a evitar su progresión. Un contacto más positivo y placentero entre los padres
y el niño puede elevar la autoestima de unos y otros. Una mejor interacción puede ser útil para
romper el círculo vicioso de comportamientos negativos que causan respuestas igualmente
negativas.
Los problemas de interacción entre el niño y sus padres son las dificultades que surgen en la
relación entre ellos.
Dichos problemas de interacción pueden comenzar durante los primeros meses de vida. La
relación entre la madre y el bebé puede ser difícil como consecuencia de un embarazo o un
parto difícil. La depresión posparto o la falta de apoyo por parte del padre, de los familiares o
de los amigos también puede crear tensiones en la relación de una madre con su bebé. Y
además, los impredecibles horarios en los que un bebé come y duerme contribuyen a dificultar
aún más la situación. La mayoría de los bebés no duerme durante la noche entera hasta los 2 o
3 meses de vida. Durante este período, la mayoría de los bebés pasa por frecuentes períodos
de llanto intenso y prolongado. El agotamiento, la hostilidad y el sentimiento de culpa pueden
combinarse con una sensación de desesperación que afecta a la relación de los padres con el
bebé. Esta mala relación puede detener el desarrollo de las aptitudes sociales y mentales del
bebé y dificultar su progreso.
Tratamiento
A los padres se les puede ofrecer información acerca del desarrollo de los niños, además de
consejos beneficiosos para la relación con ellos. El médico puede también evaluar y describir
el temperamento del bebé. Estas medidas ayudan a que los padres se vuelvan más realistas y
se den cuenta de que la culpa y el conflicto son emociones normales en la crianza de un niño.
Tener conciencia de ello permite que los padres acepten sus sentimientos e intenten
reconstruir una relación más saludable.
Ansiedad de separación
La ansiedad de separación es la ansiedad que siente un niño cuando uno de sus padres lo dejan
solo.
Llorar cuando la madre deja la habitación o cuando un extraño se acerca es una fase normal
del desarrollo que comienza aproximadamente a los 8 meses de edad y dura hasta los 18 o 24
meses. La intensidad de este comportamiento varía en cada niño. Sin embargo, algunos
padres, especialmente los primerizos, piensan que la ansiedad por la separación es un
problema emocional y responden con una actitud protectora evitando las separaciones o las
situaciones nuevas. Este comportamiento puede causar problemas en la maduración del niño y
su desarrollo. El padre puede interpretar la ansiedad del niño como un signo de que está mal
criado y puede entonces criticar a la madre o intentar modificar el comportamiento del
pequeño con reprimendas físicas o castigos.
Tratamiento
Problemas de disciplina
Un patrón de círculo vicioso es un ciclo de comportamiento negativo (malo) por parte del niño
que genera una respuesta negativa (ira) en los padres o en la persona que le cuida, seguida de
otro comportamiento negativo por parte del niño, causando una nueva respuesta negativa en
los padres.
Los círculos viciosos suelen comenzar cuando un niño es agresivo y opone resistencia. Los
padres o quien esté cuidando al niño responden con reprimendas, gritos y castigos físicos.
Pueden estar reaccionando ante la habitual actitud negativa de un niño de 2 años o ante las
respuestas de uno de 4, o bien pueden estar intentando controlar a un niño que ha tenido un
temperamento difícil desde su nacimiento. Estos niños suelen reaccionar al estrés y al malestar
emocional con testarudez, réplicas insolentes, agresividad y estallidos de mal humor más que
con llanto.
Los círculos viciosos también pueden surgir cuando los padres reaccionan con
sobreprotección y un exceso de permisividad ante un niño temeroso, aferrado a ellos o
manipulador. Se suele llevar al niño a ver a un médico por problemas “de salud” que resultan
estar relacionados con el comportamiento. Un día normal incluye conflictos a la hora de
comer y dificultades cuando los padres deben dejar al niño solo, como a la hora de la siesta o
por la noche. Los padres tienden a realizar tareas que el niño puede hacer de forma
independiente, como vestirse y comer solo. Suelen creer erróneamente que el niño resultará
perjudicado si se le somete a cierta disciplina.
Tratamiento
El patrón del círculo vicioso puede romperse si los padres aprenden a ignorar el mal
comportamiento que no afecte a los derechos de los demás, como las rabietas o el hecho de
negarse a comer. Sin embargo, para la clase de comportamiento que no puede ignorarse, se
puede intentar recurrir a la distracción o al procedimiento de la “interrupción”. Se puede
también reducir la fricción e impulsar el buen comportamiento alabando apropiadamente al
pequeño. Además, los padres y el niño deben pasar al menos 15 o 20 minutos al día realizando
alguna actividad que todos disfruten. Si estos ajustes no rompen el círculo vicioso de
comportamiento en un período de 3 a 4 meses, puede ser necesario que el niño sea visto por
un psicólogo o un psiquiatra.
Problemas de alimentación
Una falta corriente del apetito, causada por un menor índice de crecimiento, es muy frecuente
en los niños entre 1 y 8 años de edad. Los problemas de alimentación pueden surgir si la
persona que cuida del niño intenta obligarle a que coma o muestra demasiada preocupación
por el apetito del pequeño o por sus hábitos alimentarios. Mientras los padres obligan y
amenazan, los niños con problemas de alimentación son capaces de permanecer sentados en la
mesa con la comida en la boca. Algunos niños pueden vomitar como respuesta a los intentos
de los padres de forzarles a comer.
Tratamiento
El tratamiento requiere disminuir la tensión y las emociones negativas que rodean las horas de
la comida. Pueden evitarse las escenas emocionales colocando la comida frente al niño y
retirándola al cabo de 15 o 20 minutos sin hacer comentario alguno. Al niño se le debe
permitir que coma lo que desee a la hora que le corresponde, pero es necesario prohibirle
“picar” entre comidas. Con esta técnica, se recupera rápidamente el equilibrio entre el apetito,
la cantidad de alimentos que se ingiere y las necesidades nutricionales.
Problemas de sueño
Las pesadillas son sueños atemorizantes que se producen durante el sueño REM (movimiento
ocular rápido). El niño que tiene una pesadilla suele despertarse por completo y puede
describir vivamente los detalles de su sueño. Es normal que de vez en cuando tenga pesadillas,
así que todo lo que se necesita es que sus padres o la persona que le cuida le reconforte. Sin
embargo, las pesadillas frecuentes son anormales y pueden indicar un problema psicológico
subyacente. Las experiencias atemorizantes, incluyendo los cuentos de terror o los programas
televisivos violentos, pueden provocar pesadillas. Esta causa es particularmente frecuente en
los niños entre 3 y 4 años de edad, que no pueden distinguir claramente entre fantasía y
realidad.
Los terrores nocturnos son episodios en los que el niño se despierta de forma incompleta y con
extrema ansiedad, poco después de haberse dormido. El niño no recuerda estos episodios. El
sonambulismo consiste en levantarse de la cama y caminar por la casa aparentemente
dormido. Tanto los terrores nocturnos como el sonambulismo suelen ocurrir cuando el niño se
despierta de forma incompleta de un sueño profundo (no REM), interrumpiendo las tres
primeras horas de sueño. Estos episodios duran entre pocos segundos y varios minutos. Los
terrores nocturnos son dramáticos debido a los gritos y el pánico inconsolable del niño durante
el episodio; son más frecuentes entre los 3 y los 8 años de edad.
Un sonámbulo camina con torpeza pero no suele chocar contra los objetos con que se cruza.
Parece confundido pero no asustado. Un niño sonámbulo se despierta de pronto con la mirada
perdida o confusa. Al principio no está completamente despierto ni puede contestar a las
preguntas. Por la mañana es incapaz de recordar el episodio. Alrededor del 15 por ciento de
los niños entre 5 y 12 años de edad sufre al menos un episodio de sonambulismo. Del 1 al 6
por ciento de los niños, más frecuentemente los de edad escolar, padecen sonambulismo de
forma persistente. Un incidente estresante puede desencadenar uno de estos episodios.
La resistencia a acostarse es un problema frecuente, particularmente en los niños entre 1 y 2
años de edad. Los niños pequeños lloran cuando se les deja solos en la cuna o salen de ella
para ir en busca de sus padres. Este comportamiento está relacionado con la ansiedad por la
separación y con los intentos del niño de controlar más aspectos de su entorno.
El despertar durante la noche es otro problema de sueño de los niños pequeños. Alrededor de
la mitad de los bebés entre 6 y 12 meses de vida se despierta durante la noche. Los niños que
sufren ansiedad por la separación también suelen hacerlo. En los niños mayores, el hecho de
despertarse por la noche suele ser consecuencia de una mudanza, de una enfermedad o de otro
suceso estresante. Los problemas de sueño pueden empeorar si el niño duerme largas siestas
durante la tarde y participa en juegos demasiado excitantes antes de acostarse por la noche.
Tratamiento
Tanto los terrores nocturnos como el sonambulismo casi siempre desaparecen por sí solos, a
pesar de que pueden producirse episodios ocasionales durante años. Si los problemas persisten
en la adolescencia e incluso en la edad adulta, es posible que exista algún problema
psicológico.
No sirve absolutamente de nada dejar que un niño que se resiste a ir a la cama se levante o se
quede en el cuarto de sus padres todo el tiempo que desee para que se sienta mejor. Permitir
que un niño duerma con sus padres no hace más que prolongar su problema de despertarse por
la noche. Es igualmente contraproducente jugar con el niño o darle de comer durante la noche,
así como castigarle físicamente o regañarle. Suele ser más efectivo llevar al niño de nuevo a
su cama con simples frases tranquilizadoras. También da buenos resultados contarle un cuento
corto, ofrecerle su muñeco o su manta favorita y dejar una luz encendida por la noche. Para
controlar completamente el problema, uno de los padres puede sentarse en el pasillo sin
hablar, frente al cuarto y bien a la vista del niño, para asegurarse de que éste siga en la cama.
Entonces el pequeño aprende que no está permitido levantarse de la cama. También aprende
que los padres no pueden volver a entrar en su cuarto para contarle cuentos ni jugar.
Finalmente, el niño se queda dormido.
En los casos en que el niño se levanta por la noche y camina por la casa, la instalación de una
cerradura en la parte externa de la puerta de la habitación puede solucionar el problema. De
todos modos, sólo se debe cerrar la puerta con llave tras una cuidadosa consideración, con el
fin de que el niño no se sienta aislado.
Habitualmente, los niños aprenden a controlar su intestino entre los dos y los tres años de edad
y a controlar su vejiga entre los tres y los cuatro años. A los 5 años, casi todos los niños ya
pueden ir solos al cuarto de baño y vestirse, desvestirse y limpiarse. Sin embargo, alrededor
del 30 por ciento de los niños normales de 4 años y el 10 por ciento de los de 6 años no ha
conseguido todavía un control nocturno constante.
Prevención y tratamiento
El mejor modo de evitar los problemas relacionados con aprender a dejar el pañal es darse
cuenta de cuándo el niño está listo para dejarlo. Si el niño se mantiene seco durante varias
horas y pide cambio de pañal cuando lo ha mojado es una señal evidente. También lo es que el
niño demuestre interés en sentarse en un orinalito o en la taza del retrete y sea capaz de seguir
órdenes verbales sencillas. Por lo general, los niños están preparados entre los 24 y 36 meses
de edad.
El método habitual para dejar el pañal es el de
las horas fijas. Cuando un niño parece estar listo
se le enseña lo que es un orinalito y poco a poco
se le pide que se siente sobre él con la ropa
puesta. Luego se le estimula a practicar bajarse
los pantalones, sentarse en el orinalito durante no
más de 5 a 10 minutos y a volverse a vestir. Se le
dan explicaciones sencillas una y otra vez y se
acentúa la explicación colocando pañales
mojados o sucios dentro del orinal. Cuando el
niño actúa como se esperaba, se le alaba o se le
da un premio. La ira o el castigo por un fracaso o
un accidente pueden resultar contraproducentes.
Este método funciona bien en los niños que
orinan o defecan en horarios predecibles. Brindar
el estímulo y la recompensa necesarios resulta difícil si el niño sigue horarios impredecibles.
En este caso es mejor retrasar el aprendizaje hasta que los niños puedan anticipar la necesidad
de ir al cuarto de baño solos.
Un segundo método de enseñanza requiere utilizar un muñeco. Al niño que aparentemente
está listo se le enseñan los pasos a seguir en el cuarto de baño simulando que el muñeco está
sentado en la taza. Se elogia al muñeco por tener los pantalones secos y por cumplir
satisfactoriamente con cada paso del proceso. Luego el niño imita este proceso repetidas veces
con el muñeco, al que él también elogia. Por último, el niño imita al muñeco y sigue los
mismos pasos mientras su madre o su padre le elogia y le recompensa.
Si un niño se resiste a sentarse en la taza, se le puede permitir que se levante y lo intente de
nuevo después de comer. Si sigue resistiéndose durante días, la mejor estrategia es la de
posponer la enseñanza durante varias semanas. Alabar o recompensar el hecho de sentarse en
la taza con éxito ha dado buen resultado tanto en los niños normales como en los niños con
retraso. Una vez establecido el patrón, se le recompensa para cada uno de los éxitos, para
luego gradualmente dejar de hacerlo. Las luchas de poder son improductivas y pueden causar
tensión en la relación padres-hijo. Si se genera un círculo vicioso de presión y resistencia, es
posible romperlo con otras técnicas.
Mojar la cama
Se dice que un niño moja la cama cuando, con edad suficiente para poder controlar sus
esfínteres, se orina de forma accidental y repetida durante el sueño.
Alrededor del 30 por ciento de los niños sigue mojando la cama a los 4 años, el 10 por ciento a
los 6, el 3 por ciento a los 12 y el 1 por ciento a los 18. El hecho de mojar la cama es más
frecuente en los niños que en las niñas y parece ser un problema de índole familiar. Este
problema suele estar causado por una lenta maduración, aunque, a veces, acompaña a
trastornos del sueño como el sonambulismo o los terrores nocturnos. La causa puede ser un
trastorno físico (por lo general una infección de las vías urinarias) en el uno o dos por ciento
de los casos. En casos raros, otros trastornos, como la diabetes, pueden hacer que el niño moje
la cama. Este problema también puede tener causas psicológicas, tanto en el niño como en
otro miembro de la familia.
En ocasiones el niño deja de mojar la cama para luego volver a comenzar. La recaída suele
seguir a un hecho o a una enfermedad psicológicamente estresante, pero también es posible
que la causa sea física, como una infección de las vías urinarias.
Tratamiento
En los niños menores de 6 años, el médico suele esperar para ver si el trastorno desaparece
con el tiempo. En en el 15 por ciento de los niños mayores de 6 años, el problema de mojar la
cama desparece sin más. Si no es así, se pueden intentar tres clases diferentes de tratamiento:
asesoramiento con terapia de comportamiento, alarmas y terapia con medicamentos.
El asesoramiento con terapia de comportamiento es probablemente el tratamiento más
utilizado. Tanto el niño como sus padres reciben asesoramiento. Aprenden que mojar la cama
es bastante frecuente, que es posible corregirlo y que nadie debe sentirse culpable al respecto.
Las alarmas son indudablemente el tratamiento más efectivo. Curan el trastorno
aproximadamente en el 70 por ciento de los niños y sólo alrededor del 10 al 15 por ciento
tiene recaídas cuando las alarmas se dejan de utilizar. Las alarmas, que se disparan con unas
pocas gotas de orina, son relativamente económicas y fáciles de instalar. La desventaja de este
tratamiento es su lentitud. En las primeras semanas de uso, el niño se despierta sólo después
de haberse orinado completamente. En las siguientes semanas, se despierta tras haber orinado
muy poco y puede comenzar a mojar la cama con menos frecuencia. Finalmente, la necesidad
de orinar despierta al niño antes de que llegue a mojar la cama. La mayoría de los padres
comprueba que la alarma puede dejar de usarse tras un período de 3 semanas “secas”.
La terapia con medicamentos es mucho menos utilizada en la actualidad que en el pasado,
porque las alarmas son más efectivas y los fármacos pueden tener efectos colaterales. Sin
embargo, si otros tratamientos fallan y la familia desea un tratamiento con medicamentos, el
médico puede prescribir imipramina. La imipramina es un fármaco antidepresivo que relaja la
vejiga y tensa el esfínter que bloquea el flujo de orina. Si el tratamiento funciona, el resultado
se apreciará en la primera semana. Esta rápida respuesta es la única ventaja del fármaco,
particularmente si la familia y el niño sienten la necesidad de curar el problema rápidamente.
Una vez que el niño pasa un mes sin mojar la
cama, la dosis del fármaco se reduce a lo largo de
2 a 4 semanas, hasta suspenderse completamente.
Sin embargo, alrededor del 75 por ciento de los
niños tratados con imipramina finalmente tiene
recaídas. Si esto sucede, se puede intentar un
nuevo tratamiento de 3 meses con el mismo
fármaco. Se toman muestras de sangre cada 2 o 4
semanas mientras está el niño bajo tratamiento
para tener la certeza de que el número de glóbulos
blancos no ha disminuido de manera importante
(un efecto colateral muy poco frecuente, pero
grave).
Una alternativa es el aerosol nasal de
desmopresina. Este fármaco reduce la producción
de orina. Tiene menos efectos colaterales pero es
caro.
Encopresis
Fobia
Tratamiento
El niño pequeño con fobia a la escuela debe retornar a ella inmediatamente para no atrasarse
en sus tareas escolares. Si la fobia resulta tan intensa que interfiere con las actividades del
niño y si además éste no responde al apoyo otorgado por los padres o maestros, puede ser
necesario recurrir a un psicólogo o a un psiquiatra. Algunos niños se recuperan de la fobia,
pero vuelven a desarrollarla nuevamente después de una enfermedad verdadera o de unas
vacaciones. El regreso inmediato al colegio no es tan apremiante para los niños de más edad,
cuyo tratamiento puede depender de la evaluación de su salud mental.
Hiperactividad
La hiperactividad es un nivel de actividad y excitación tan alto en un niño que afecta a los
padres o a las personas que los cuidan.
Generalmente, los niños de dos años son activos y raramente están quietos. También es
normal que un niño de cuatro años sea muy activo y que haga mucho ruido. En ambos grupos
de edad, esta conducta es normal para esta etapa de desarrollo del niño. Sin embargo, el
comportamiento activo es causa frecuente de conflictos entre padres e hijos y puede preocupar
a los padres. El nivel en el que la actividad es percibida como hiperactividad depende
frecuentemente de la tolerancia de la persona importunada. Aun así, algunos niños son
ciertamente más activos y poseen períodos de atención más cortos que lo considerado como
normal. La hiperactividad puede crear problemas en los adultos que vigilan a estos niños. Esta
alteración puede tener una variedad de causas, como trastornos emocionales y anormalidades
en el funcionamiento cerebral. Por el contrario, puede también ser simplemente una
exageración del temperamento normal del niño.
Tratamiento
Los adultos generalmente tratan la hiperactividad del niño con regaños y castigos. Sin
embargo, esas respuestas suelen ser contraproducentes, acrecentando el nivel de actividad del
niño. Puede resultar útil evitar las situaciones en las cuales el niño deba permanecer sentado
por largo tiempo, o encontrar una maestra experta en el manejo de niños hiperactivos.
Trastorno de falta de atención
Síntomas
Diagnóstico
Tratamiento y pronóstico
Los fármacos psicoestimulantes son el tratamiento más efectivo. El tratamiento con fármacos
suele combinarse con una terapia de comportamiento realizada por un psicólogo para niños.
Frecuentemente se necesitan estructuras, sistemas y técnicas adaptadas a cada circunstancia.
Sin embargo, para los niños que no son demasiado agresivos y que provienen de un ambiente
familiar estable puede que sea suficiente sólo un tratamiento con fármacos.
El metilfenidato es el fármaco que se prescribe con mayor frecuencia. Se ha demostrado más
efectivo que los antidepresivos, la cafeína y otros psicoestimulantes, y causa menos efectos
colaterales que la dextroanfetamina. Los efectos colaterales más frecuentes del metilfenidato
son las alteraciones del sueño, como el insomnio y la pérdida del apetito; otros efectos pueden
ser depresión o tristeza, dolores de cabeza, dolor de estómago e hipertensión arterial. Cuando
se ingiere en dosis elevadas durante un período prolongado, el metilfenidato puede retardar el
crecimiento.
Los niños con déficit de atención generalmente no superan sus dificultades. Los problemas
que se manifiestan o persisten en la adolescencia y en la edad adulta comprenden el fracaso en
los estudios, poca autoestima, ansiedad, depresión y dificultades para adquirir un
comportamiento social apropiado. Las personas que sufren de déficit de atención parecen
adaptarse mejor a las situaciones laborales que a las escolares. Cuando el trastorno de déficit
de atención no es tratado, el riesgo del abuso de alcohol o de estupefacientes, o el porcentaje
de suicidios, pueden ser más elevados que en la población en general.
Incapacidades en el aprendizaje
Síntomas
Un niño pequeño con una incapacidad en el aprendizaje suele tener dificultades para coordinar
la visión con los movimientos y puede ser torpe en tareas físicas como cortar, pintar,
abrocharse, atarse los cordones de los zapatos y correr. El niño puede tener problemas con la
percepción visual o con el procesamiento de los sonidos (por ejemplo, identificar secuencias o
distinguir entre sonidos) o problemas de memoria, de habla, de razonamiento y de audición.
Algunos niños tienen dificultades con la lectura, algunos con la escritura y otros con la
aritmética. Sin embargo, generalmente las incapacidades en el aprendizaje son complejas, con
deficiencias en más de un área.
El niño pequeño puede ser lento para aprender los nombres de los colores o de las letras, para
asignar palabras a los objetos familiares, para contar y para progresar en las demás
experiencias iniciales del aprendizaje. El aprendizaje de la lectura y de la escritura puede
retardarse. Otros síntomas son el bajo nivel de la atención y la distracción, habla titubeante y
memoria escasa. El niño puede tener dificultad para dibujar y copiar, actividades que
requieren una delicada coordinación motora.
Un niño con una incapacidad de aprendizaje puede tener dificultades para comunicar y para
controlar sus impulsos y también puede tener problemas de disciplina. Se puede distraer con
facilidad, ser hiperactivo, introvertido, tímido o agresivo.
Diagnóstico y tratamiento
El médico examina al niño para detectar posibles trastornos físicos. Luego se le somete a una
serie de pruebas de inteligencia, verbales y no verbales, incluyendo pruebas de lectura,
escritura y habilidad aritmética. La prueba psicológica es la etapa final de la evaluación.
Aunque no se ha demostrado su efectividad, a menudo se adoptan medidas tales como la
eliminación de los aditivos alimentarios, el consumo de grandes dosis de vitaminas y la
determinación en sangre de oligoelementos del niño, por si fuera deficitario en ellos. No existe
un tratamiento con fármacos que tenga un efecto importante en el rendimiento escolar, la
inteligencia y la capacidad general de aprender. Sin embargo, ciertos fármacos, como el
metilfenidato, pueden mejorar la atención y la concentración. Este progreso mejora la
capacidad de aprendizaje del niño. Una educación adaptada de forma individual es el
tratamiento más útil para una incapacidad de aprendizaje.
Dislexia
Síntomas y diagnóstico
Los niños en edad preescolar con dislexia pueden empezar a hablar muy tarde, tienen
problemas de articulación de las palabras y experimentan dificultades para recordar los
nombres de las letras, de los números y de los colores. Los niños disléxicos suelen tener
dificultad para combinar los sonidos, rimar palabras, identificar las posiciones de los sonidos
en las palabras, segmentar las palabras en sonidos e identificar el número de sonidos en las
palabras. Los primeros indicios de la dislexia son la lentitud o las vacilaciones en la elección
de las palabras, la dificultad en substituir una palabra por otra y en denominar letras y dibujos.
Son frecuentes los problemas de memoria inmediata para los sonidos y para colocarlos en el
orden correcto.
Muchos niños con problemas de dislexia confunden letras y palabras con otras similares. Es
frecuente la inversión de las letras al escribir (por ejemplo, on en vez de no) o confundir las
letras (por ejemplo, d en vez de b).
Los niños que no progresan en el aprendizaje del lenguaje hacia la mitad o al final del primer
nivel de escolarización deben ser sometidos a exámenes para saber si padecen de dislexia. Se
debe actuar del mismo modo con aquellos que, en cualquier nivel escolar, no leen con la
soltura esperada de acuerdo con sus capacidades verbales o intelectuales. Todo niño que se
muestra lento para aprender a leer o para adquirir fluidez en el lenguaje debe también ser
examinado para descartar que tenga dislexia.
Tratamiento
Los problemas de salud más frecuentes de los adolescentes se relacionan con el crecimiento y
el desarrollo, las enfermedades de la niñez que continúan en la adolescencia y la
experimentación. A causa de sus nuevos comportamientos los adolescentes se vuelven
vulnerables a ciertas condiciones relacionadas con dichas actitudes, tales como las
enfermedades transmitidas sexualmente. Las adolescentes heterosexuales activas corren el
riesgo de quedar embarazadas.
La adolescencia es el momento de la vida en el cual se manifiestan ciertos cuadros
psiquiátricos, como la depresión y otros trastornos del estado de ánimo, aumentando
considerablemente el riesgo de suicidio. Los trastornos en la alimentación, como la anorexia
nerviosa y la bulimia nerviosa, son especialmente frecuentes entre los adolescentes.
La violencia se ha convertido en una causa principal de enfermedad y de muerte entre los
adolescentes. Muchos factores, como los inherentes al propio desarrollo, los enredos con
pandillas, el acceso a las armas de fuego, el uso de drogas y la pobreza, contribuyen a
incrementar el riesgo de violencia entre los adolescentes. Los accidentes, en especial los de
automóviles y de motocicletas, son las causas principales de muerte. Las quemaduras, las
fracturas múltiples y otros accidentes son responsables del elevado porcentaje de lesiones
graves entre los adolescentes.
Crecimiento y desarrollo
Varias anomalías pueden retrasar o evitar el desarrollo sexual. Las anomalías cromosómicas
pueden causar el síndrome de Turner en las jovencitas y el de Klinefelter en los chicos. Otros
trastornos genéticos pueden afectar a la producción hormonal. Un tumor que daña la glándula
hipófisis o la parte del cerebro responsable de la maduración (hipotálamo) puede hacer
disminuir las concentraciones de gonadotropinas, hormonas responsables de estimular el
crecimiento de los órganos sexuales, o detener la producción hormonal por completo. Las
enfermedades crónicas, como la diabetes mellitus, una enfermedad de los riñones y la fibrosis
quística, también pueden retrasar la maduración sexual.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de maduración sexual tardía en los varones son la ausencia de agrandamiento
testicular a los 13 años y medio, falta de vello púbico a los 15 o el transcurso de más de 5 años
desde el inicio del crecimiento genital hasta su finalización. En las niñas, los síntomas son la
falta del desarrollo de los senos a los 13 años, el transcurso de más de 5 años desde el
comienzo del crecimiento de las mamas hasta el primer período menstrual, la ausencia de
vello púbico a los 14 o la ausencia de menstruación a los 16. La talla reducida (baja estatura)
puede indicar maduración tardía tanto en los niños como en las niñas.
Para determinar por qué la maduración sexual es tardía, se realiza un análisis de sangre y en
algunos casos, un análisis de cromosomas. Los análisis de laboratorio de estas muestras
pueden identificar cromosomas sexuales o concentraciones hormonales anormales. También
se analiza la sangre para detectar diabetes mellitus, anemia y otras enfermedades que pueden
retrasar el desarrollo sexual. Las radiografías, la tomografía computadorizada (TC) o la
resonancia magnética (RM) pueden revelar anomalías en el cerebro. Además, se pueden
realizar radiografías de manos y muñecas para estimar la madurez de los huesos.
Tratamiento
El tratamiento de la maduración sexual tardía depende de la causa. Una vez que se haya
tratado la enfermedad crónica subyacente, habitualmente la maduración continúa. Un retraso
natural en el desarrollo no requiere tratamiento. Un trastorno que deriva de una causa genética
no tiene cura, si bien la administración sustitutiva de hormonas puede impulsar el desarrollo
de las características sexuales secundarias. En algunos casos, puede ser necesario recurrir a la
cirugía.
Pubertad precoz
La pubertad precoz es la maduración sexual que empieza antes de los 8 años en las niñas o
antes de los 10 en los niños.
En la pubertad precoz verdadera, las glándulas sexuales (ovarios o testículos) maduran y la
apariencia exterior del niño se vuelve más propia de un adulto. Crece el vello púbico y la
forma del cuerpo del niño cambia. En la pubertad seudoprecoz, sólo la apariencia exterior se
vuelve más adulta, mientras que las glándulas sexuales permanecen inmaduras.
La pubertad precoz verdadera es entre dos y cinco veces más frecuente en las niñas que en los
niños.
Causas
Síntomas y diagnóstico
Tanto en la pubertad precoz verdadera como en la seudoprecoz, el niño desarrolla vello facial,
axilar y púbico. Su pene se alarga y su apariencia se vuelve más masculina. Las niñas pueden
comenzar a tener períodos menstruales, sobre todo si presentan pubertad precoz verdadera, o
pueden experimentar un desarrollo de los pechos, del vello púbico y del vello axilar. Tanto en
los niños como en las niñas puede cambiar el olor corporal y aparecer acné. La estatura
aumenta rápidamente pero se detiene a una edad temprana. Por consiguiente, la talla final es
menor de la que cabía esperar. En la pubertad precoz verdadera, aunque por lo general no en
la pubertad seudoprecoz, los testículos o los ovarios se agrandan hasta alcanzar el tamaño del
adulto.
Las pruebas para efectuar el diagnóstico incluyen la medición de los valores hormonales en la
sangre y radiografías de la mano y de la muñeca para estimar la madurez de los huesos. Se
realizan ecografías de la pelvis y de las glándulas suprarrenales, además de una tomografía
computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM) del cerebro, para descartar la
presencia de tumores en las glándulas suprarrenales, el hipotálamo o la glándula hipófisis.
Tratamiento
Los adolescentes pueden tener experiencias sexuales. Sin embargo, muchos de ellos,
sexualmente activos, no están totalmente informados acerca de la contracepción, el embarazo
y las enfermedades que se transmiten sexualmente (incluido el SIDA).
Los problemas relacionados con la contracepción comprenden una falta de regularidad al
tomar la píldora, el hecho de mantener relaciones sexuales no programadas y espontáneas, que
dificultan el uso de anticonceptivos, la preocupación sobre los efectos de la píldora y la
limitación en las opciones de los métodos de control de la natalidad a escoger (por ejemplo, el
diafragma requiere que la primera colocación la realice una enfermera o un médico y además
debe ser colocado antes del coito). Los nuevos métodos, como los implantes de
anticonceptivos bajo la piel que actúan continuamente durante más de 5 años, tendrán
probablemente más éxito que otros métodos.
Los adolescentes se encuentran en una etapa de transición en la vida y el embarazo o el
matrimonio pueden agregar una tensión emocional significativa. Las niñas embarazadas y sus
parejas tienden a abandonar los estudios o la preparación para conseguir un puesto de trabajo,
lo que empeora sus problemas económicos, rebaja su autoestima y perjudica las relaciones
personales.
Las adolescentes embarazadas, particularmente las más jóvenes que no están al corriente de
los cuidados prenatales, tienen más probabilidades que las mujeres de 20 años o más de tener
problemas médicos durante el embarazo, como la anemia y la toxemia. Con una buena
atención médica, sin embargo, los adolescentes no corren mayores riesgos que los adultos de
clase social similar de presentar problemas durante el embarazo. Los bebés de madres jóvenes
(sobre todo de madres menores de 15 años) tienen más probabilidades de ser prematuros y de
tener bajo peso al nacer.
Abortar no elimina los problemas psicológicos de
un embarazo no deseado, ni para la niña ni para su
pareja. Pueden producirse crisis emocionales
cuando se diagnostica el embarazo, cuando se toma
la decisión de recurrir al aborto, inmediatamente
después de que éste se realiza, en la fecha en la que
hubiera podido nacer el bebé y en los aniversarios
de esa fecha. Pueden ser de gran utilidad el
asesoramiento familiar y la educación sobre los
métodos anticonceptivos, tanto para la niña como
para su pareja.
La mayoría de los episodios de fiebre que se producen en los niños se debe a infecciones
víricas, aunque las infecciones bacterianas también pueden ser la causa de fiebre. Las
infecciones bacterianas pueden ser graves, pero habitualmente son tratadas de inmediato con
antibióticos. El diagnóstico precoz de una infección bacteriana es fundamental para asegurar
su tratamiento inmediato.
Una infección bacteriana suele ser difícil de diferenciar de una infección vírica. En general,
las infecciones bacterianas tienden a producir más fiebre (a veces alcanzan los 41 ºC) y causan
un aumento mayor del número de glóbulos blancos. Los niños que corren mayores riesgos de
contraer infecciones bacterianas son los bebés menores de dos meses de edad, los que no
tienen bazo o padecen otro trastorno del sistema inmune y los que están afectados por una
anemia drepanocítica. En los climas templados se producen muchas infecciones bacterianas y
víricas en los meses de invierno, quizás favorecidas por las aglomeraciones en lugares
cerrados, aunque algunas también se manifiestan en el verano.
Difteria
La difteria es una infección contagiosa que a veces resulta mortal y que está causada por la
bacteria Corynebacterium diphtheriae.
Hace algunos años, la difteria era una de las causas principales de muerte infantil. Hoy en día
la difteria es muy poco frecuente en los países desarrollados, principalmente gracias a la
vacunación masiva contra la enfermedad. Sin embargo, las bacterias de la difteria todavía
existen en el mundo y pueden causar brotes epidémicos si no se recurre a una vacunación
amplia. El brote más importante de los últimos 50 años tiene lugar actualmente en Rusia y en
otros países de la anterior Unión Soviética.
Las bacterias de la difteria se encuentran habitualmente en las gotas de humedad que se
expulsan con la tos. Rara vez las bacterias pueden propagarse a través de objetos o de artículos
contaminados del hogar, como ropa o juguetes. Habitualmente las bacterias se multiplican en
la superficie o cerca de las membranas mucosas de la boca o de la garganta, donde causan
inflamación. Algunos tipos de Corynebacterium diphtheriae liberan una toxina potente que
puede causar lesiones en el corazón y el cerebro.
Síntomas
La infección empieza entre uno y cuatro días después de la exposición a las bacterias. Los
síntomas suelen comenzar con una inflamación leve en la garganta y con dolor al tragar. Por
lo general, el niño tiene algo de fiebre, una frecuencia cardíaca acelerada, náuseas, vómitos,
escalofríos y dolor de cabeza. Los ganglios linfáticos del cuello pueden inflamarse. El niño
puede tener mucha mucosidad en la nariz que, a menudo, sólo afecta a un orificio nasal, si las
bacterias se localizan en la nariz. La inflamación puede extenderse de la garganta a la caja de
la voz (laringe) y puede causar hinchazón de la garganta hasta el punto de estrechar la vía
respiratoria y dificultar la respiración.
En la mayoría de los casos, las bacterias forman una seudomembrana (una lámina de material
compuesto de glóbulos blancos muertos, bacterias y otras sustancias) cerca de las amígdalas u
otras áreas de la garganta. La seudomembrana es áspera y tiene un color gris sucio. Si se
extrae bruscamente, puede producirse una hemorragia de las membranas mucosas
subyacentes. La seudomembrana puede estrechar los conductos respiratorios o desprenderse
de improviso y bloquear completamente la vía respiratoria, impidiendo que el niño pueda
respirar (una situación urgente). Sin embargo, algunos niños con difteria leve nunca llegan a
desarrollar una seudomembrana.
Si las bacterias liberan una toxina, ésta puede diseminarse por el flujo sanguíneo y dañar los
tejidos de todo el cuerpo, sobre todo el corazón y los nervios. La lesión del músculo cardíaco
(miocarditis) es habitualmente muy grave entre el día 10 y el 14, pero puede ocurrir en
cualquier momento entre la primera y la sexta semana. La lesión cardíaca puede ser ligera, y
en ese caso puede manifestarse sólo como una anomalía menor en el electrocardiograma, o
muy grave, hasta el punto de causar insuficiencia cardíaca y muerte súbita.
La toxina generalmente afecta a ciertos nervios, como los de la garganta, y provoca
dificultades para tragar. Estos nervios suelen afectarse durante la primera semana de la
enfermedad. Entre la tercera y la sexta semana pueden inflamarse los nervios de los brazos y
de las piernas, produciendo debilidad. El corazón y los nervios se recuperan lentamente a lo
largo de varias semanas.
La difteria también puede afectar a la piel (difteria cutánea). Aunque es más frecuente en los
trópicos, la difteria cutánea también ocurre en algunos países desarrollados, particularmente
en personas con escasa higiene que viven en núcleos superpoblados (por ejemplo, las personas
sin hogar). En casos muy raros la difteria afecta a la vista.
Diagnóstico y tratamiento
El médico piensa en la difteria cuando un niño enfermo tiene la garganta irritada y presenta
una seudomembrana. El diagnóstico puede confirmarse sacando un espécimen de la
membrana de la garganta del niño con un hisopo para realizar un cultivo de las bacterias.
El niño con síntomas de difteria es hospitalizado en una unidad de cuidados intensivos y
recibe una antitoxina (anticuerpo que neutraliza la toxina de la difteria que está circulando),
tan pronto como sea posible. Sin embargo, debe primero asegurarse, mediante un análisis
especial de la piel, de que el niño no es alérgico a la antitoxina, que está fabricada con suero
de caballo. Un niño alérgico a la antitoxina primero debe ser desensibilizado; para ello, se
comienza con dosis muy pequeñas de antitoxina y progresivamente se van aumentando.
En la unidad de cuidados intensivos, el médico y las
enfermeras comprueban que la respiración no esté
obstruida y que el corazón funcione de forma
satisfactoria. Después se administran antibióticos,
como penicilina o eritromicina, para erradicar las
bacterias de la difteria.
La recuperación después de una difteria grave es
lenta y un niño con la infección debe evitar reanudar
sus actividades demasiado pronto, ya que incluso el
ejercicio físico normal puede causar daño a un
corazón inflamado.
Prevención
Los niños son inmunizados contra la difteria de forma sistemática. La vacuna de la difteria se
combina habitualmente con la vacuna del tétanos y de la tos ferina (pertussis), bajo la
denominación DTP (difteria-tétanos-pertussis). Si alguien que ha sido vacunado contra la
difteria entra en contacto con una persona infectada, una dosis de refuerzo aumenta la
protección.
Cualquier persona en contacto con un niño infectado debe ser examinada y debe sacarse una
muestra de su garganta con un hisopo para realizar un cultivo. Preventivamente se le
administran antibióticos durante 7 días y se le controla para detectar cualquier signo de la
enfermedad. También se vacunará y se administrará una dosis de refuerzo que contenga la
bacteria de la difteria a cualquier persona que esté en contacto con un niño infectado y que no
haya sido vacunado o que no haya recibido una dosis de refuerzo en los 5 años anteriores. Las
personas con cultivos de garganta negativos y que recientemente hayan sido vacunadas contra
la difteria no necesitan tratamiento y tampoco suponen un riesgo para los demás. Sin embargo,
los portadores de bacterias de la difteria (que no tienen síntomas) sí pueden propagar la
enfermedad; por consiguiente, estas personas también requieren antibióticos y se les deben
realizar cultivos repetidos de la garganta para detectar evidencia de la enfermedad.
Tos ferina
La tos ferina es una infección muy contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis, que
origina ataques de tos que habitualmente terminan en una inspiración prolongada, profunda y
que emite un sonido agudo (ferina).
La tos ferina, que en un momento hizo estragos en muchos países y aún es un problema
importante en el mundo, se presenta nuevamente con cierta frecuencia en algunos países
desarrollados. Cada 2 o 4 años se producen epidemias locales. Una persona puede desarrollar
tos ferina a cualquier edad, pero la mitad de los casos ocurre en niños menores de 4 años. Un
ataque de tos ferina no siempre garantiza una inmunidad para toda la vida, pero el segundo
ataque, si ocurre, suele ser leve y no siempre se reconoce como tal.
Una persona infectada propaga organismos de tos ferina al aire a través de las gotas de
humedad que expulsa al toser. Cualquiera que se encuentre cerca puede inhalarlas e infectarse.
Una persona con tos ferina habitualmente no es contagiosa a partir de la tercera semana de la
enfermedad.
Síntomas y diagnóstico
Complicaciones
Las complicaciones más frecuentes afectan a los conductos respiratorios. Los bebés corren el
riesgo de lesionarse debido a la falta de oxígeno tras las pausas en la respiración (apnea) o los
ataques de tos. Los niños pueden contraer neumonía, que puede ser mortal. Durante los
ataques de tos, el aire puede ser expulsado fuera de los pulmones hacia los tejidos
circundantes, y también los pulmones pueden sufrir una rotura y colapsarse (neumotórax). Los
ataques de tos violentos pueden causar hemorragia en los ojos, en las membranas mucosas y,
ocasionalmente, en la piel o el cerebro. Puede aparecer una llaga en la parte inferior de la
lengua si ésta choca contra los dientes inferiores durante los ataques de tos. En algunas
ocasiones, la tos puede causar que el recto protruya hacia el exterior (prolapso rectal) o que se
produzca una hernia en el ombligo, que puede manifestarse como un bulto.
Los bebés pueden sufrir convulsiones, pero éstas no son frecuentes en los niños de mayor
edad. La hemorragia, la hinchazón o la inflamación cerebral pueden causar lesiones en el
cerebro y producir retraso mental, parálisis u otros problemas neurológicos. En la tos ferina
con frecuencia también se dan infecciones del oído (otitis media).
Pronóstico y tratamiento
La inmensa mayoría de los niños con tos ferina se recupera completamente, aunque de forma
lenta. Entre el uno y el dos por ciento aproximadamente de los niños menores de un año
muere. La enfermedad puede ser grave para cualquier niño menor de dos años y es molesta,
pero raramente grave, en los niños más grandes y en los adultos. Sin embargo, son los niños
mayores y los adultos con enfermedad leve los que habitualmente transmiten tos ferina a los
más pequeños.
Los bebés muy enfermos suelen ser hospitalizados porque necesitan cuidados y oxígeno y
pueden requerir tratamiento en una unidad de cuidados intensivos. Se les instala en una
habitación silenciosa y con poca luz y se intenta perturbarlos lo menos posible. Una
perturbación puede provocar un ataque de tos, que a su vez puede causar dificultades
respiratorias. Los niños de más edad con enfermedad leve no requieren reposo en la cama.
Durante el tratamiento, puede extraerse mucosidad de la garganta. De ser necesario, en casos
graves, se coloca un tubo en la tráquea para oxigenar directamente los pulmones. El valor de
los medicamentos para la tos es dudoso y, habitualmente, no se utilizan.
Se pueden administrar fluidos intravenosos para reemplazar los líquidos perdidos durante los
vómitos y porque la tos puede impedir la alimentación del bebé. Es importante mantener una
buena nutrición y a los niños de más edad es mejor ofrecerles poca cantidad de comida, pero
con frecuencia.
La eritromicina suele indicarse para erradicar las bacterias que causan la tos ferina. También
se utilizan antibióticos para combatir las infecciones que acompañan a la tos ferina, como la
bronconeumonía y la infección leve del oído medio.
Prevención
Los niños son sistemáticamente inmunizados contra la tos ferina. La vacuna de la tos ferina se
combina habitualmente con vacunas contra la difteria y el tétanos y recibe el nombre de DTP
(difteria-tétanos-pertussis). Las personas expuestas a la tos ferina reciben eritromicina como
medida profiláctica.
Bacteriemia oculta
Gastroenteritis infecciosa
La gastroenteritis infecciosa es una infección del aparato gastrointestinal (digestivo) que causa
vómitos y diarrea.
Son muchas las bacterias que pueden causar gastroenteritis. Algunas provocan síntomas al
producir toxinas, otras crecen en la pared intestinal. Si crecen dentro de la pared pueden pasar
al flujo sanguíneo. Los virus y los parásitos, como por ejemplo Giardia, pueden también
causar gastroenteritis. De hecho, un virus (el rotavirus) es responsable de casi la mitad de los
casos de diarrea grave que requieren hospitalización en los países desarrollados y en aquellos
en vías de desarrollo. Las bacterias y los parásitos son un poco menos importantes en los
primeros que en los segundos, pero producen brotes de intoxicación alimentaria y también
diarrea. Las consecuencias de la diarrea grave en los países industrializados difieren mucho de
las que se producen en los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, en un país como los
Estados Unidos, aun cuando se registran todos los años millones de episodios de diarrea
infantil, sólo se producen algunos cientos de muertes, mientras que la diarrea mata cada año a
más de 3 millones de niños menores de 5 años en los países en vías de desarrollo.
Síntomas y diagnóstico
La gastroenteritis habitualmente produce vómitos y diarrea. Para determinar la causa, el
médico averigua si el niño ha estado expuesto a una fuente de infección (como una
determinada comida, un animal o una persona enferma), la duración de los síntomas, el tipo de
síntomas y la frecuencia de los vómitos o de la diarrea, así como la edad del niño.
Al perder demasiada agua y sales (electrólitos) los bebés menores de 6 meses de edad pueden
deshidratarse apenas pasadas 24 horas de la manifestación de la gastroenteritis. Sin embargo,
cualquier niño puede deshidratarse en 24 horas si los vómitos y la diarrea son graves y si la
ingestión de líquidos es inadecuada. Un bebé deshidratado puede tener poco apetito, la boca
seca, fiebre y orinar poco, además de estar sediento y perder peso. Una deshidratación más
importante hace que los ojos parezcan hundidos y secos y que la zona blanda de la parte
superior de la cabeza (fontanela) también parezca hundida. El niño puede estar somnoliento.
En los bebés de más edad y los niños pequeños con sobrepeso, los síntomas pueden aparecer
sólo cuando la deshidratación ha alcanzado un nivel crítico. Estos niños pueden estar muy
débiles y tener la piel caliente y seca y los ojos hundidos y secos.
Tratamiento
Las infecciones bacterianas graves de los ojos producen inflamación y enrojecen el párpado,
la piel que rodea al ojo (celulitis periorbital) y el área localizada dentro de la cavidad ocular
(celulitis orbital).
La zona que rodea los ojos puede infectarse si el niño tiene una herida, una picadura de
insecto o una infección de los senos (sinusitis). La infección también puede extenderse a los
ojos desde cualquier otra parte del cuerpo a través de la sangre. Las infecciones simples, como
la conjuntivitis, son causadas por bacterias o virus. Los ojos enrojecidos también pueden ser
una señal de alergia. Las infecciones simples y los problemas causados por alergias son
mucho más frecuentes que las infecciones graves como la celulitis periorbital y orbital.
Síntomas
El primer síntoma de una infección grave del ojo suele ser la inflamación y el enrojecimiento
de los párpados. En más del 90 por ciento de los niños con una infección ocular, sólo resulta
afectado un ojo. La mayoría de los niños tiene fiebre, aproximadamente el 20 por ciento saca
mucosidad por la nariz y otro 20 por ciento presenta una infección en la parte blanca de los
ojos (conjuntivitis). En los casos de celulitis orbital el ojo protruye hacia adelante, lo cual
paraliza los músculos de los ojos e impide que el ojo se mueva. Los ojos duelen y la visión se
ve afectada.
En la celulitis periorbital especialmente, pero también en la celulitis orbital, el párpado puede
inflamarse tanto que el oftalmólogo tiene que abrir el ojo con un equipo especial.
La celulitis orbital puede producir un coágulo de sangre que obstruya la arteria principal o la
vena que irrigan la retina. Tal obstrucción daña la retina y puede causar ceguera del ojo
infectado. A veces la infección se extiende desde la cavidad ocular al cerebro, causando un
absceso, o bien a las membranas que cubren el cerebro, causando una meningitis bacteriana.
Los coágulos de sangre pueden bloquear las venas que irrigan el cerebro y causar dolores de
cabeza, pérdida de la consciencia e incluso la muerte. La celulitis periorbital puede
acompañarse de una infección en el flujo sanguíneo, pero generalmente no llega a la cavidad
ocular (órbita) ni al cerebro.
Diagnóstico y tratamiento
Epiglotitis
La epiglotitis (a veces llamada supraglotitis) es una infección grave de la epiglotis, que puede
evolucionar muy rápidamente, obstruir la respiración y causar la muerte.
La epiglotis es la estructura que cierra la entrada a la caja de la voz (laringe) y a la tráquea
durante la acción de tragar. Una infección de la epiglotis casi siempre está causada por la
bacteria Hemophilus influenzae tipo b. Muy rara vez las bacterias estreptococos son las
responsables, sobre todo en los niños de más edad y en los adultos. La epiglotitis es muy
frecuente en niños de 2 a 5 años. Es rara en niños menores de 2 años pero puede afectar a
personas de cualquier edad, incluyendo a los adultos.
Epiglotitis
La infección se inicia en el tracto respiratorio superior (a nivel de la faringe y la nariz); posteriormente se disemina hacia la epiglotis, que al inflamarse
obstruye la vía aérea.
Síntomas
La epiglotitis puede llegar a ser mortal en muy poco tiempo, porque la inflamación del tejido
infectado puede bloquear el aparato respiratorio y cortar la respiración.
La infección suele empezar de repente y progresa rápidamente. Un niño previamente sano
comienza a tener la garganta irritada, ronquera y, a menudo, fiebre alta. Es muy frecuente la
dificultad al tragar y al respirar. El niño habitualmente babea, respira rápidamente y jadea
mientras respira. La dificultad al respirar generalmente induce al niño a inclinarse hacia
adelante al tiempo que estira el cuello hacia atrás para tratar de aumentar la cantidad de aire
que llega a los pulmones. Este aumento de trabajo para respirar puede producir una
acumulación de anhídrido carbónico y una disminución de los valores de oxígeno en la sangre.
La epiglotis inflamada dificulta la eliminación de las mucosidades con la tos. Todos estos
factores pueden llevar a la muerte en cuestión de horas.
La epiglotitis puede acompañarse de neumonía. La infección a veces puede también
propagarse hasta las articulaciones, la membrana que recubre el cerebro, el saco que rodea el
corazón o el tejido que se encuentra bajo la piel.
Diagnóstico y tratamiento
La epiglotitis es una urgencia y los niños deben ser hospitalizados de inmediato cuando el
médico sospecha que se trata de esta enfermedad. El diagnóstico se realiza examinando la
epiglotis con un laringoscopio. Sin embargo, dicho procedimiento puede causar una
obstrucción del aparato respiratorio y esto puede conllevar una muerte súbita. Por
consiguiente, esta exploración la suele llevar a cabo un especialista, preferentemente en un
quirófano y con el niño bajo anestesia general. Si se produce la obstrucción, el médico vuelve
a abrir la vía respiratoria inmediatamente insertando un tubo rígido (tubo endotraqueal) en la
misma o bien abriendo un orificio en la parte anterior del cuello (traqueostomía).
El médico toma muestras de secreciones de la vía respiratoria superior y de la sangre y los
envía al laboratorio para su cultivo. Sin embargo, el tratamiento con antibióticos comienza
antes de tener los resultados del cultivo.
Prevención
Existe una vacuna contra el Hemophilus influenzae tipo b. Por consiguiente, en la actualidad
es posible prevenir la epiglotitis inmunizando a los bebés. Afortunadamente, en muchos países
la epiglotitis está convirtiéndose en una enfermedad rara gracias a la inmunización
sistemática. La primera de una serie de inmunizaciones contra Hemophilus influenzae tipo b
se aplica generalmente a los 2 meses de edad.
Absceso retrofaríngeo
Habitualmente el absceso es producido por estreptococos provenientes del tracto respiratorio superior.
Absceso retrofaríngeo
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Varias infecciones víricas son frecuentes en los niños. En general, el médico no tiene
necesidad de solicitar la identificación en laboratorio del virus específico involucrado, porque
la mayoría de las infecciones víricas de la infancia no es grave y la mayoría de los niños con
una infección vírica mejora sin tratamiento. Algunas infecciones son tan características que el
médico puede diagnosticarlas basándose en los síntomas.
Sarampión
El sarampión (rubéola, sarampión de 9 días) es una infección vírica muy contagiosa que
produce diversos síntomas y una erupción característica.
Las personas adquieren el sarampión principalmente al inhalar microgotas de una persona
infectada que se encuentran flotando en el aire tras haber sido expulsadas por la tos. Una
persona con el virus del sarampión es contagiosa entre 2 y 4 días antes de que aparezca la
erupción y sigue siéndolo hasta su desaparición.
Antes de que la vacuna fuese ampliamente utilizada, se presentaban epidemias de sarampión
cada 2 o 3 años, particularmente en niños en edad preescolar y escolar, con pequeños brotes
localizados durante los años intermedios. En la actualidad, los brotes suelen producirse en
adolescentes y adultos jóvenes previamente inmunizados y en niños pequeños (de edad
preescolar que no han sido inmunizados y en bebés demasiado pequeños para la vacuna, es
decir, de 12 meses de edad o menores). La mujer que ha tenido sarampión o que ha sido
vacunada transmite la inmunidad (en forma de anticuerpos) a su hijo; esta inmunidad dura casi
todo el primer año de vida. Después del primer año, sin embargo, la suceptibilidad al
sarampión es alta. La primera infección por el sarampión inmuniza a la persona de por vida.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas del sarampión comienzan aproximadamente entre los 7 y los 14 días después de
la infección. Una persona infectada primero nota fiebre, congestión nasal, irritación en la
garganta, tos seca y presenta enrojecimiento de los ojos. Aparecen diminutas manchas blancas
(manchas de Koplik) en la boca oculta 2 y 4 días más tarde. Al cabo de 3 a 5 días después de
empezar los síntomas aparece una erupción que pica ligeramente, delante y debajo de las
orejas y a los lados del cuello, y adopta el aspecto de superficies irregulares, planas y rojas que
pronto comienzan a sobreelevarse. En uno o dos días se extiende hacia el tronco, los brazos y
las piernas, mientras empieza a desaparecer de la cara.
En la acmé (el punto álgido de la enfermedad), la persona se siente muy enferma, la erupción
es extensa y la fiebre puede superar los 40 ºC. Al cabo de 3 o 5 días, la temperatura
disminuye, el enfermo empieza a sentirse mejor y cualquier mancha restante desaparece
rápidamente. El diagnóstico se basa en los síntomas típicos y la característica erupción. No se
realizan exámenes especiales.
Pronóstico y complicaciones
En los niños sanos y bien nutridos, el sarampión rara vez es grave. Sin embargo, el proceso
puede complicarse con infecciones bacterianas como una neumonía (sobre todo en los bebés)
o una infección en el oído medio; estas complicaciones infecciosas ocurren con bastante
frecuencia y las personas con sarampión son especialmente propensas a las infecciones por
bacterias estreptococos. La cifra de plaquetas en la sangre puede llegar a ser tan baja que
aparecen magulladuras (hematomas) y hemorragias fácilmente, pero esto es algo muy poco
frecuente.
La infección cerebral (encefalitis) es una complicación que afecta aproximadamente a uno de
cada 1 000 o 2 000 casos. Cuando se presenta, suele empezar con fiebre alta, convulsiones y
coma, habitualmente entre los 2 días y las 3 semanas después de que haya aparecido la
erupción. La enfermedad puede ser breve, con un restablecimiento al cabo de
aproximadamente una semana, o bien puede ser prolongada y causar un grave daño cerebral o
incluso la muerte. En casos raros puede producirse panencefalitis esclerosante subaguda (una
grave complicación del sarampión) meses o años más tarde, lo que comporta daño cerebral.
Prevención y tratamiento
Síntomas y diagnóstico
La enfermedad suele comenzar en los niños o adultos jóvenes, generalmente antes de los 20
años de edad. Los primeros síntomas pueden ser unos malos resultados escolares, olvidos,
ataques de mal humor, distracción, insomnio y alucinaciones. Luego aparecen convulsiones,
en forma de súbitos tirones musculares en los brazos, la cabeza o el cuerpo. Finalmente, estas
convulsiones pueden afectar a todo el cuerpo junto con movimientos musculares anormales
incontrolables. El intelecto continúa deteriorándose y el habla cambia. Después, los músculos
se vuelven cada vez más rígidos y resulta difícil tragar. La persona puede quedar ciega. En las
fases finales, la temperatura del cuerpo puede subir y la presión arterial y el pulso se vuelven
anormales.
El médico establece el diagnóstico basándose en los síntomas. El diagnóstico puede
confirmarse por medio de un análisis de sangre al encontrar valores altos de anticuerpos
contra el virus del sarampión, o bien por medio de un electroencefalograma anormal (EEG) o
de una resonancia magnética (RM) o una tomografía computadorizada (TC) que revelen
anomalías en el cerebro.
Pronóstico y tratamiento
La enfermedad casi siempre resulta mortal en niños entre uno y tres años de edad. Aunque la
causa de muerte es por lo general la neumonía, ésta es consecuencia de la debilidad extrema y
del control muscular anormal causados por esta enfermedad.
Nada puede hacerse para detener el avance de la enfermedad. Sin embargo, pueden
administrarse anticonvulsionantes para reducir las convulsiones.
Rubéola
La rubéola (sarampión de 3 días) es una infección vírica contagiosa que produce síntomas
leves, como dolor en las articulaciones y erupciones.
La rubéola se contagia principalmente al respirar microgotas del ambiente que contienen el
virus y que han sido expulsadas por una persona infectada a través de la tos. El contacto
estrecho con una persona infectada también puede contagiar la infección. Una persona es
contagiosa desde la primera semana antes de la aparición del exantema hasta una semana
después de su desaparición. Un bebé infectado antes del nacimiento puede ser contagioso
durante muchos meses después de nacer.
La rubéola es menos contagiosa que el sarampión y muchos niños nunca llegan a contagiarse.
No obstante, la rubéola es grave, sobre todo para las mujeres embarazadas. Una mujer
infectada durante las primeras 16 semanas (particularmente las primeras 8 o 10 semanas) de
embarazo puede abortar, dar a luz un bebé muerto o tener un bebé con defectos congénitos.
Aproximadamente del 10 al 15 por ciento de las mujeres adultas jóvenes nunca han tenido la
rubéola, por lo que pueden correr el riesgo de tener hijos con graves defectos congénitos si se
infectan al comienzo del embarazo.
Las epidemias ocurren en intervalos irregulares durante la primavera. Las mayores epidemias
ocurren cada 6 o 9 años. En los países desarrollados actualmente el número de casos es menor
que nunca. Un único ataque de rubéola inmuniza a la persona de por vida.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas comienzan entre los 14 y los 21 días después de la infección. En los niños, la
enfermedad empieza con un período de uno a cinco días de ligero malestar, con inflamación
de ganglios del cuello y de la nuca y, en algunas ocasiones, dolor en las articulaciones. La
garganta no está inflamada pero se pone roja al principio de la enfermedad. En los
adolescentes y los adultos, estos síntomas precoces pueden ser muy leves o incluso no
producirse en absoluto. También aparece una erupción leve que dura aproximadamente 3 días:
empieza en la cara y el cuello y rápidamente se extiende hacia el tronco, los brazos y las
piernas. A medida que aparece, la piel enrojece, particularmente en la cara. Aparecen manchas
rosadas en el paladar, que después se funden hasta conformar una placa rojiza que se extiende
hacia la parte posterior de la boca.
El diagnóstico se basa en estos síntomas típicos. Sin embargo, muchos casos de rubéola se
diagnostican erróneamente o son leves y pasan inadvertidos. Puede hacerse un diagnóstico de
seguridad, necesario durante el embarazo, midiéndose los valores en la sangre de los
anticuerpos frente al virus de la rubéola.
Pronóstico y complicaciones
Prevención y tratamiento
La panencefalitis progresiva por rubéola es un trastorno cerebral progresivo, muy raro, que
afecta a los niños con algún defecto congénito causado por la exposición de la madre al virus
de la rubéola durante el embarazo.
Un feto expuesto al virus de la rubéola durante la gestación puede nacer con defectos
congénitos como sordera, cataratas, cabeza pequeña y retraso mental. Además, el virus puede
quedar inactivo en el cerebro y reactivarse, por razones desconocidas, cuando el niño ya es
mayor, principalmente al comienzo de la adolescencia. Cuando esto ocurre, el niño puede
desarrollar rigidez muscular progresiva (espasticidad), falta de coordinación, deterioro mental
y convulsiones. Los análisis de sangre pueden revelar altos valores de anticuerpos contra el
virus de la rubéola, y la tomografía computadorizada (TC) o la resonancia magnética (RM)
pueden detectar anomalías en el cerebro. Ningún tratamiento puede curar este trastorno.
Roséola infantil
La roséola infantil es una infección vírica contagiosa que afecta a los bebés y a los niños
pequeños causando erupciones y fiebre alta.
La roséola suele aparecer en la primavera y el otoño, en ocasiones en brotes locales. La causa
más frecuente es el herpesvirus 6, uno de los virus que producen herpes.
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Eritema infeccioso
El eritema infeccioso (quinta enfermedad) es una infección vírica contagiosa que causa
manchas o una erupción roja abultada de carácter leve.
El eritema infeccioso es causado por el parvovirus humano B19 y suele presentarse durante la
primavera, a menudo afecta a niños y adolescentes en brotes geográficamente limitados. La
infección se contagia principalmente mediante la inhalación de microgotas del aire que han
sido expulsadas con la tos por una persona infectada. La infección puede transmirse también
de la madre al feto durante el embarazo, lo que posiblemente mate al feto o le cause anemia
aguda y exceso de líquidos e inflamación (edema).
Los síntomas, que comienzan entre 4 y 14 días después de la infección, pueden variar y
algunas personas no presentan ninguno. Un niño con eritema infeccioso suele tener poca
fiebre, sólo se siente ligeramente enfermo y tiene las mejillas rojas hasta el punto de que
parece que le hayan dado una bofetada. Al cabo de un día o dos, aparece la erupción, sobre
todo en los brazos, las piernas y el tronco, pero habitualmente no en las palmas de las manos
ni en la planta de los pies. No produce picazón (prurito) y son como manchas rojas elevadas
que forman una especie de “filigrana”, particularmente en las áreas de los brazos que no están
cubiertas por la ropa, porque la erupción puede empeorar si se expone a la luz solar.
La enfermedad, generalmente, dura entre 5 y 10 días. Durante las semanas siguientes, la
erupción puede reaparecer como una reacción ante la luz del sol, el ejercicio, el calor, la fiebre
o la tensión emocional. En los adultos, el dolor leve de las articulaciones y la inflamación
pueden ser permanentes o aparecer y desaparecer durante semanas o meses.
El médico hace el diagnóstico basándose en la característica apariencia de la erupción. Los
análisis de sangre pueden ser útiles para identificar el virus. El tratamiento tiene como
objetivo el alivio de los síntomas.
Varicela
La varicela es una infección vírica contagiosa que produce una erupción característica con
picazón y está formada por grupos de manchas pequeñas, planas o elevadas, ampollas llenas
de líquido y costras.
La varicela, que es muy contagiosa, se transmite por microgotas transportadas por el aire y
que contienen el virus varicela zoster. Una persona con varicela es muy contagiosa en cuanto
aparecen los síntomas y sigue siéndolo hasta que las últimas ampollas hayan formado costras.
El aislamiento de una persona infectada previene el contagio de la infección a otras personas
que no la hayan padecido.
Una persona que ha tenido varicela desarrolla inmunidad y no puede contraerla de nuevo. Sin
embargo, el virus de la varicela zoster permanece inactivo en el cuerpo tras la infección inicial
de varicela y a veces se reactiva más tarde, causando herpes zoster.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas comienzan entre los 10 y los 21 días después de la infección. En los niños de
más de 10 años, los primeros síntomas son un leve dolor de cabeza, fiebre moderada y una
sensación de malestar general (indisposición). Los niños más pequeños habitualmente no
tienen estos síntomas y la sintomatología suele ser más grave en los adultos.
Aproximadamente al cabo de 24 o 36 horas del comienzo de los primeros síntomas, aparece
una erupción formada por pequeñas áreas planas (manchas) de color rojo. Estas manchas
comienzan a sobreelevarse poco después, para formar unas ampollas redondas sobre un fondo
rojo, que pican mucho y están llenas de líquido (vesícula fláccida); finalmente se forman
costras. Toda la secuencia tarda entre 6 y 8 horas. Del mismo modo, siguen formándose
grupos de manchas que al final se convierten en costras. Al quinto día suele detenerse la
formación de manchas nuevas; la mayoría de ellas ha formado costra hacia el sexto día y casi
todas suelen desaparecer en menos de 20 días.
La cara, los brazos y las piernas tienen relativamente pocas manchas, excepto en casos graves
en los que toda la superficie del cuerpo resulta afectada. Cuando sólo hay unas pocas
manchas, éstas se localizan habitualmente en la parte superior del tronco. Frecuentemente
aparecen también en el cuero cabelludo. Las manchas en la boca rápidamente se fisuran y
forman llagas (úlceras), que a menudo duelen al tragar. Las llagas también pueden aparecer en
los párpados y en las vías respiratorias superiores, el recto y la vagina. Las localizadas en la
caja de la voz y en las vías respiratorias superiores, en ocasiones, pueden causar una grave
dificultad respiratoria. Los ganglios linfáticos que se encuentran a los lados del cuello pueden
inflamarse y ser dolorosos al tacto. La fase peor de la enfermedad dura habitualmente de 4 a 7
días.
El médico suele reconocer fácilmente la varicela porque la erupción y los demás síntomas son
muy característicos. Sólo muy excepcionalmente es necesario realizar una medición de los
valores de anticuerpos en la sangre e identificar el virus en el laboratorio.
Complicaciones
Los niños habitualmente se recuperan de la varicela sin problemas. Sin embargo, la infección
puede ser grave o incluso mortal en los adultos y sobre todo en personas (niños o adultos) con
un sistema inmune deficiente.
La neumonía causada por el virus es una complicación grave que puede afectar principalmente
a los adultos, a los recién nacidos o a cualquier persona con un sistema inmune deficiente. El
corazón puede inflamarse y es posible que aparezca un soplo cardíaco. La inflamación de las
articulaciones puede causar dolor. El hígado puede inflamarse, pero habitualmente no se
presentan síntomas. Ocasionalmente la persona puede sufrir hemorragias en los tejidos. Las
llagas de la piel pueden infectarse con bacterias y causar erisipelas, pioderma o impétigo
ampollar.
La infección cerebral (encefalitis), que puede manifestarse hacia el final de la enfermedad o
incluso una o dos semanas después, afecta a menos de uno de cada 1 000 casos. La encefalitis
puede causar dolores de cabeza, vómitos, inestabilidad al caminar, confusión y convulsiones.
Aunque la encefalitis puede ser mortal, las posibilidades de recuperación completa en general
son buenas. El síndrome de Reye, una complicación rara pero muy grave que afecta casi
exclusivamente a los menores de 18 años, puede empezar entre 3 y 8 días después de que
aparezca la erupción.
Prevención y tratamiento
Existe una vacuna para prevenir la varicela. Se pueden administrar anticuerpos contra el virus
de la varicela (inmunoglobulina antizoster o antivaricela-zoster) a las personas que no se han
vacunado y tienen un elevado riesgo de complicaciones, como las que tienen un sistema
inmune deficiente.
Los casos de varicela leve sólo requieren un tratamiento de los síntomas. Colocar compresas
húmedas sobre la piel alivia el picor (prurito), que puede ser intenso, y evita que la persona se
rasque y propague la infección, lo que puede ocasionar además la formación de cicatrices.
Debido al riesgo de infección bacteriana, es importante lavar a menudo la piel con agua y
jabón, mantener las manos limpias, las uñas cortas para minimizar el rascado y la ropa limpia
y seca.
En ciertos casos se administran medicamentos que alivian el picor, como por ejemplo
antihistamínicos. Si se desarrolla una infección bacteriana es posible que se requieran
antibióticos. Los casos graves de varicela pueden ser tratados con aciclovir, un fármaco
antivírico.
Parotiditis
Síntomas y diagnóstico
El virus infecta las glándulas salivales. Los síntomas comienzan entre 14 y 24 días después de
la infección. El niño puede tener escalofríos, dolor de cabeza, falta de apetito, sensación de
malestar general y una fiebre baja o moderada entre 12 y 24 horas antes de que una o más
glándulas salivales empiecen a inflamarse, sin embargo entre un 25 y un 30 por ciento de las
personas no presenta estos síntomas. El primer síntoma de infección de las glándulas salivales
es el dolor al masticar o al tragar, particularmente al tragar líquidos ácidos, como zumos de
naranja o limón. Las glándulas son dolorosas al tacto. En esta fase, la temperatura
habitualmente sube hasta 39,4 o 40 ºC. Las glándulas salivales están más inflamadas hacia el
segundo día.
El médico piensa en una parotiditis cuando una persona tiene las glándulas salivales
inflamadas. El diagnóstico es muy probable si esto sucede durante una epidemia de esta
enfermedad. En otros momentos es posible que se necesite realizar algún análisis para
descartar otras causas posibles. Los análisis de laboratorio pueden identificar el virus de la
parotiditis y sus anticuerpos, pero rara vez son necesarios para llegar al diagnóstico.
Pronóstico y complicaciones
Casi todos los niños con parotiditis se recuperan totalmente sin problemas, pero en casos raros
los síntomas pueden empeorar de nuevo al cabo de aproximadamente dos semanas.
Las complicaciones pueden afectar a otros órganos en vez de las glándulas salivales,
particularmente en personas que se infectan después de la pubertad. Las complicaciones
pueden ocurrir antes, durante o después de la inflamación de las glándulas salivales, o incluso
sin que éstas se afecten.
Aproximadamente el 20 por ciento de los varones infectados después de la pubertad,
desarrolla una dolorosa inflamación en uno o ambos testículos (una enfermedad llamada
orquitis). Cuando se cura, el testículo afectado puede hacerse pequeño. En algunos casos, los
testículos quedan lesionados para siempre. La lesión de ambos testículos puede producir
esterilidad. La inflamación de uno o ambos ovarios en las mujeres (ooforitis) es otra
complicación. Causa dolor abdominal leve y en alguna rara ocasión produce infertilidad.
La parotiditis puede causar una inflamación vírica del cerebro o bien de la membrana que lo
recubre (encefalitis o meningitis), lo que causa dolor de cabeza, rigidez en el cuello,
somnolencia, coma o convulsiones. Entre el 5 y el 10 por ciento de las personas con parotiditis
desarrolla meningitis y la mayoría se recupera completamente. Alrededor de una de cada 400
a 6 000 personas con parotiditis contrae encefalitis; quien la padece probablemente sufra una
lesión cerebral o nerviosa permanente, como sordera o parálisis de los músculos faciales.
Estos trastornos habitualmente afectan sólo a un lado del cuerpo.
Hacia el final de la primera semana puede aparecer una pancreatitis, que es una inflamación
del páncreas. Esta enfermedad puede causar náuseas o vómitos con dolores abdominales leves
o intensos. Estos síntomas desaparecen en aproximadamente una semana y la persona se
recupera por completo.
La inflamación puede afectar a distintos órganos. Por ejemplo, si la inflamación afecta a los
riñones, se pueden eliminar grandes cantidades de orina diluida; la inflamación articular puede
causar dolor en una o más articulaciones.
Prevención y tratamiento
La infección por el virus sincitial respiratorio es una enfermedad vírica contagiosa que afecta
a los pulmones.
El virus sincitial respiratorio causa brotes de enfermedades pulmonares todos los años hacia el
final del otoño y el comienzo del invierno. La infección se contagia al inhalar microgotas
transportadas por el aire que contienen el virus, o bien, al tocar a una persona u objetos
infectados. El virus sincitial respiratorio es la causa más frecuente de infecciones pulmonares,
incluyendo bronquiolitis y neumonía, en bebés y niños pequeños. Las infecciones en bebés
pueden ser graves e incluso mortales; también pueden desarrollar síntomas graves las personas
de mayor edad y aquellas con enfermedad pulmonar crónica. Los adultos sanos y los niños
mayores suelen desarrollar una infección pulmonar leve o moderada. La infección
proporciona sólo inmunidad parcial, por lo que es posible infectarse más veces. Sin embargo,
las infecciones subsiguientes por el virus sincitial respiratorio son menos graves que las
primeras.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de infección por el virus sincitial respiratorio comienzan entre 2 y 8 días después
del contagio. Las primeras manifestaciones son la congestión nasal y la garganta irritada, y
varios días después se siguen de dificultades respiratorias, jadeos y tos. Los bebés pueden
tener fiebre. Los síntomas tienden a ser más leves en los niños mayores y en los adultos, en
quienes la infección puede parecerse a una gripe, o a un resfriado común, o bien no causar
síntoma alguno. Los síntomas también tienden a ser más leves en quienes puedan haber estado
expuestos al virus con anterioridad. La infección es más grave en los niños pequeños y en las
personas con enfermedades subyacentes, especialmente de índole respiratoria.
El diagnóstico se basa habitualmente en los síntomas. Los análisis de laboratorio pueden
identificar el virus o sus anticuerpos en muestras de sangre, pero rara vez son necesarios.
Pronóstico y tratamiento
Los niños mayores y los adultos suelen mejorar sin tratamiento en aproximadamente unos 9
días después de la aparición de los síntomas. Sin embargo, en los más pequeños y en los que
se hallan muy afectados, éstos pueden durar mucho más tiempo e incluso puede que necesiten
tratamiento intensivo en el hospital para mantener una respiración adecuada.
La ribavirina, un fármaco antivírico, afecta a la capacidad de reproducción del virus y puede
acelerar la recuperación, pero sólo se prescribe a las personas con infección grave. La
ribavirina no se indica en mujeres embarazadas porque puede causar daño al feto.
Crup
Síntomas y diagnóstico
El crup habitualmente empieza con síntomas similares a los del resfriado. La infección
inflama la membrana que recubre los conductos respiratorios, por lo que éstos se estrechan y
resulta difícil respirar. La dificultad al inspirar, junto con la tos fuerte y la ronquera, suelen
manifestarse primero por la noche. La dificultad para respirar puede despertar al niño. La
respiración es acelerada y profunda y la mitad de los niños presenta fiebre. El estado del niño
puede mejorar por la mañana pero volver a empeorar por la noche. La enfermedad dura
habitualmente entre 3 y 4 días. El crup recurrente recibe el nombre de crup espasmódico. La
alergia puede ser una de las causas del crup espasmódico, pero habitualmente empieza con
una infección vírica. El médico reconoce el crup por sus síntomas característicos.
Tratamiento
El niño que padece crup leve puede ser cuidado en su casa. Se le coloca en una posición
cómoda, cuidando que reciba muchos líquidos, y se le permite descansar porque la fatiga y el
llanto pueden empeorar la enfermedad. Los humidificadores de uso doméstico (por ejemplo,
vaporizadores de frío) pueden reducir la sequedad de los conductos respiratorios superiores y
facilitar la respiración. La humedad puede incrementarse rápidamente dejando abierta el agua
caliente de la ducha para crear vapor en el baño. En el caso de que la dificultad respiratoria
aumente o continúe, de que la frecuencia cardíaca se acelere o de que la piel adquiera un color
azulado o se deshidrate, el niño debe ser hospitalizado.
Ya en el hospital, se le puede administrar oxígeno si sus valores en sangre son bajos. Si la
concentración de anhídrido carbónico en la sangre es alta, significa que el niño está agotado.
Entonces debe instaurarse ventilación respiratoria mecánica colocando un tubo en las vías
respiratorias y bombeando aire a los pulmones mediante un aparato diseñado para tal fin.
Con un nebulizador que utiliza ultrasonidos, diferente de un humidificador doméstico, se
pueden producir gotas lo suficientemente pequeñas como para que lleguen a las vías
respiratorias inferiores y reduzcan la viscosidad de las secreciones. De este modo, la tos puede
expulsar más fácilmente estas secreciones de las vías respiratorias.
A través de un nebulizador pueden inhalarse medicamentos que dilatan las vías respiratorias,
como la adrenalina. Estos medicamentos pueden utilizarse para facilitar la respiración del
niño. Si el niño está hospitalizado puede que se le administren corticosteroides para el
tratamiento precoz del crup vírico grave, pero existe gran controversia en cuanto al uso de
estos fármacos. El uso de antibióticos se limita a aquellos raros casos en que un niño con crup
también desarrolla una infección bacteriana.
Bronquiolitis
La bronquiolitis es una infección vírica contagiosa de las vías respiratorias que afecta a los
bebés y a los niños pequeños y causa dificultad al respirar, sobre todo al espirar.
Varios virus pueden causar bronquiolitis, incluso el virus sincitial respiratorio y los virus
parainfluenza. La bronquiolitis suele manifestarse en epidemias, principalmente en niños
menores de 18 meses de edad y, con mayor frecuencia, en los bebés menores de 6 meses.
Durante el primer año de vida, la bronquiolitis afecta aproximadamente a 11 de cada 100
niños.
Síntomas y diagnóstico
La bronquiolitis suele aparecer tras un resfriado, que es una infección de las vías respiratorias
altas. Comienza con una repentina dificultad respiratoria, especialmente al espirar, seguida de
una respiración rápida, una frecuencia cardíaca acelerada y tos seca. El niño suele tener
mucho sueño y también fiebre, se cansa y comienza a respirar de forma poco profunda e
ineficaz. Los vómitos o una menor ingestión de líquidos pueden conducir a la deshidratación.
El diagnóstico se basa en los síntomas.
Pronóstico y tratamiento
La mayoría de los niños se recupera en su casa en un período de 3 a 5 días. Durante el proceso
se pueden dar líquidos con frecuencia. La creciente dificultad al respirar, la coloración azulada
de la piel, la fatiga y la deshidratación indican que el niño debe ser hospitalizado. Los niños
que padecen alguna enfermedad cardíaca o cuya inmunidad es deficiente pueden ser
hospitalizados incluso antes. Con un cuidado apropiado, la probabilidad de morir de
bronquiolitis grave es inferior al uno por ciento.
Ya en el hospital, se controlan los valores de oxígeno y anhídrido carbónico en la sangre. El
oxígeno se administra habitualmente en una tienda de oxígeno o con una máscara. Puede ser
necesario recurrir a un respirador artificial para asistir la respiración. Es posible utilizar un
nebulizador de ultrasonidos para dilatar las vías respiratorias y fluidificar las secreciones y se
pueden administrar líquidos intravenosos. A los bebés prematuros o afectados de otras
enfermedades que les exponen a un alto riesgo se administra el fármaco antivírico ribavirina.
Poliomielitis
La poliomielitis es una infección vírica muy contagiosa, a veces mortal, que puede producir
debilidad muscular permanente, parálisis y otros síntomas.
El poliovirus, un enterovirus, se contagia al tragar sustancias como agua contaminada por
heces infectadas. La infección se extiende desde el intestino a todo el cuerpo, pero el cerebro y
la médula espinal son los más gravemente afectados.
Secuelas de poliomielitis
Obsérvese la atrofia muscular en el miembro inferior izquierdo de este niño.
A principios del siglo xx, gran parte de los recursos sanitarios estaban destinados a las
personas infectadas por la poliomielitis. Hoy en día, la mayoría de los médicos nunca ha visto
una infección nueva de poliomielitis. En los países industrializados los brotes de poliomielitis
han desaparecido casi por completo gracias a los masivos programas de vacunación. Antes de
existir las vacunas, los brotes se presentaban durante los meses de verano y de otoño en zonas
de clima templado. En los países en vías de desarrollo, el virus puede propagarse a través del
agua contaminada por heces humanas. Los niños menores de 5 años de edad son
especialmente propensos a infectarse de esta manera.
Síntomas y diagnóstico
La poliomielitis que afecta a los niños pequeños suele ser leve. Los síntomas, que comienzan
entre los 3 y los 5 días después de la infección, consisten en una sensación de malestar
general, fiebre ligera, dolor de cabeza, irritación de garganta y vómitos. El niño se recupera
habitualmente en 24 a 72 horas.
La poliomielitis grave es más probable en los niños mayores y los adultos. Los síntomas, que
habitualmente aparecen entre los 7 y los 14 días después de la infección, incluyen fiebre,
intenso dolor de cabeza, rigidez del cuello y de la espalda y dolor muscular profundo. En
algunas zonas de la piel aparecen sensaciones raras, como pinchazos y una inusual
sensibilidad al dolor. La enfermedad puede estacionarse o bien puede progresar y desarrollarse
debilidad o parálisis en ciertos músculos, dependiendo de qué partes del cerebro y de la
médula espinal estén afectadas. La persona puede tener dificultad para tragar y puede
ahogarse con saliva, alimentos, o líquidos. Al tragar a veces los líquidos pasan a la nariz.
Finalmente, la voz puede desarrollar un tono nasal.
Se puede diagnosticar la poliomielitis a partir de estos síntomas. El diagnóstico se confirma al
identificar el poliovirus en un análisis de heces y al detectar valores altos de anticuerpos frente
al virus en la sangre.
Complicaciones
Prevención y tratamiento
Causas
La infección por el VIH está causada por el virus VIH-1 o, menos frecuentemente, por un
virus muy relacionado llamado VIH-2. Los niños pequeños con infección por el VIH casi
siempre adquirieron el virus de su madre antes o durante el nacimiento, aunque más de dos
tercios de los hijos de mujeres infectados por el VIH no se infectarán. Los bebés pueden
adquirir la infección de su madre después del nacimiento porque el virus puede ser transmitido
a través de la leche.
La transmisión del virus de madre a hijo no es la única manera de la cual los niños pueden
infectarse. Aunque rara, otra forma de infección es el contacto por medio del abuso sexual.
Finalmente, un niño puede haberse infectado a través de una transfusión de sangre si ésta se
realizó antes de 1 985. Los jóvenes varones con hemofilia que recibieron concentrados de
factores coagulantes antes de mediados de la década de los años 1 980 pueden haberse
infectado si los productos de la sangre estaban contaminados por el VIH. Desde 1 985, toda la
sangre donada ha sido controlada para verificar la presencia del anticuerpo contra el VIH y se
han logrado grandes progresos en la seguridad de los concentrados de factores coagulantes.
Hoy en día es excepcional contraer una infección por el VIH a través de una transfusión de
sangre o por productos derivados.
En los adolescentes, los medios de infección son los mismos que en los adultos: las relaciones
sexuales, el hecho de compartir agujas infectadas al inyectarse drogas y, con menos
frecuencia, las transfusiones de sangre anteriores a 1 985. Tanto las relaciones homosexuales
como las heterosexuales pueden contagiar el virus. La actividad homosexual masculina es
responsable del 33 por ciento de los casos recientes por el VIH en varones adolescentes y la
actividad heterosexual representa aproximadamente el 54 por ciento de los casos recientes
detectados entre mujeres adolescentes. El hecho de compartir agujas infectadas es responsable
de aproximadamente el 11 por ciento de los casos recientes detectados entre los adolescentes.
El virus no se transmite a través de los alimentos, el agua, los artículos de la casa o el contacto
social en la casa, el lugar de trabajo o la escuela. En casos muy raros, el VIH ha sido
transmitido por el simple contacto de la piel con sangre infectada. En casi todos los casos la
piel superficial tenía erosiones, úlceras o heridas abiertas, o bien estaban implicados otros
factores. Aunque la saliva puede contener el virus, la transmisión por el beso o mordedura
nunca ha sido confirmada.
Síntomas y complicaciones
Diagnóstico
Se presume infección por el VIH en aquellos niños cuyas madres están infectadas o en niños
con síntomas de infección por el VIH o con problemas del sistema inmune. En el recién
nacido, el análisis de sangre estándar que determina la presencia de anticuerpos contra el VIH
no tiene valor diagnóstico, porque la sangre casi siempre contiene anticuerpos frente al VIH si
la madre está infectada por este virus (aun cuando él mismo no lo esté). La mayoría de los
bebés retiene sistemáticamente estos anticuerpos maternos durante 12 o 15 meses e incluso
más, pero si los bebés no están infectados por el VIH, estos anticuerpos finalmente
desaparecen de la sangre. Por consiguiente, para diagnosticar definitivamente la infección por
el VIH en niños menores de 18 meses de edad es necesario realizar análisis de sangre
especiales (un análisis mediante reacción en cadena de la polimerasa o un cultivo del VIH). La
realización repetida de tales análisis permite diagnosticar la infección por el VIH en muchos,
si no todos, de estos bebés infectados por este virus antes de los 6 meses de edad.
Los análisis de sangre estándar de anticuerpos contra el VIH sirven para diagnosticar la
infección por este virus en niños mayores de 18 meses y en adolescentes.
Tratamiento y pronóstico
Cada vez se utiliza un número mayor de medicamentos para tratar la infección por el VIH en
adultos y adolescentes. Muchos de estos medicamentos, aunque no todos, han sido probados
en niños y su utilidad ya ha sido demostrada. Muchos expertos creen que las combinaciones
de medicamentos pueden ser más útiles que un medicamento único. Las fármacos usados en
niños son la zidovudina (AZT), la didanosina (ddI), la estavudina (d4T), la lamivudina (3TC)
y la zalcitabina (ddC). Algunos fármacos usados sólo en adultos comienzan a ser probados
también en niños. Éstos incluyen el saquinavir, el ritonavir y el indinavir. Algunos fármacos,
como la nevirapina y la delavirdina, están probándose tanto en adultos como en niños.
Para prevenir la neumonía por pneumocistis, se administran antibióticos a los bebés mayores
de un mes, hijos de mujeres infectadas por el VIH, y a niños con un deterioro significativo del
sistema inmune. En general se administra trimetoprim-sulfametoxazol, pero algunos niños
pueden tratarse con pentamidina o dapsona. Con la terapia farmacológica actual, el 75 por
ciento de los niños nacidos con infección por el VIH hoy siguen vivos a los 5 años de edad y
el 50 por ciento vive hasta los 8 años. La edad aproximada de fallecimiento sigue siendo los
10 años, pero cada vez más niños infectados con el VIH sobreviven hasta la adolescencia.
De vez en cuando se administra inmunoglobulina intravenosa para incrementar la inmunidad
del niño contra la infección. Las vacunaciones sistemáticas de la infancia se indican en la
mayoría de los niños infectados con el VIH, tengan o no tengan síntomas de infección por el
VIH. En general, las vacunas víricas y bacterianas vivas no se utilizan. Sin embargo, la vacuna
contra el sarampión-paperas-rubéola (que contiene virus vivos) sí se aplica, ya que el
sarampión puede causar una enfermedad grave o mortal en los niños infectados con el VIH y
hasta el momento no se ha registrado ningún efecto adverso de la vacuna.
El médico puede ayudar a determinar el riesgo de contraer una enfermedad infecciosa en los
niños que requieren un cuidado especial, acudir a una guardería o ayuda de escolarización. En
general, la transmisión de infecciones, como la varicela, a un niño infectado por el VIH (o a
cualquier niño con un sistema inmune deficiente) constituye un peligro mayor que la
transmisión del VIH por parte de ese niño a otros. Un niño pequeño infectado por el VIH que
tiene heridas abiertas en la piel o presenta una conducta potencialmente peligrosa, como
morder, quizás no deba acudir a la guardería. Sin embargo, en general, no es necesario que
nadie, excepto los padres, el médico y quizás el médico de la escuela, sepan que el niño tiene
una infección por el VIH.
Los niños infectados por el VIH requieren un control médico estricto a medida que la
enfermedad empeora, pero el tratamiento se administra mejor en ambientes lo menos
restrictivos posibles. Si se puede contar con una asistencia médica en el hogar y con servicios
sociales adecuados, los niños pueden pasar más tiempo en casa que en el hospital.
Prevención
La infección por oxiuros es una enfermedad durante la cual el gusano Enterobius vermicularis
crece y se reproduce dentro del intestino.
El parásito más frecuente entre los niños que viven en climas templados es el oxiuro y lo
tienen al menos el 20 por ciento de todos los niños y el 90 por ciento de los niños que
frecuentan guarderías u otras instituciones.
Causas
La infección habitualmente ocurre en dos fases. Los huevos, primero, se transfieren del área
que rodea el ano (perianal) a las prendas de vestir, la ropa de cama o a los juguetes. Los
huevos entonces se transfieren, a menudo por los dedos, a la boca de otro niño, que los traga.
Los huevos también pueden ser inhalados procedentes del aire y luego tragados. Los niños
pueden reinfectarse al pasarse los huevos de alrededor del ano hasta la boca.
Los oxiuros maduran en la parte inferior del intestino entre 2 y 6 semanas. El gusano hembra
se mueve hacia el área perianal, habitualmente por la noche, para depositar los huevos dentro
de los pliegues cutáneos del ano del niño. Los huevos son depositados junto a una sustancia
pegajosa y gelatinosa. Esta sustancia y los movimientos del oxiuro madre causan el intenso
picor (prurito) local.
Los huevos pueden sobrevivir fuera del cuerpo hasta 3 semanas a temperatura ambiente
normal. Sin embargo, en el ano pueden abrirse rápidamente y las jóvenes lombrices pueden
retroceder nuevamente hacia el recto y llegar al intestino inferior.
Síntomas
La mayoría de los niños con oxiuros no presenta síntomas. Algunos niños, sin embargo, tienen
picor alrededor del ano y se rascan continuamente. La piel que rodea el ano puede estar
irritada. En las niñas, la infección por oxiuros puede causar picor vaginal e irritación. El dolor
abdominal, el insomnio, las convulsiones y otras consecuencias no comprobadas han sido
erróneamente atribuidas a la infección por oxiuros. En casos raros, puede producirse
apendicitis debido a que los gusanos bloquean el apéndice.
Diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Varios trastornos que afectan a los niños tienen causas desconocidas o bien se sospecha de una
infección. Tales trastornos incluyen la fiebre de origen desconocido, el síndrome de Reye y el
síndrome de Kawasaki.
La fiebre de origen desconocido en los niños es la temperatura rectal de como mínimo 38,5 °C
al menos en cuatro ocasiones durante un mínimo de dos semanas o más sin una causa
identificable.
Las fiebres efímeras, a menudo causadas por infecciones de las vías respiratorias altas, son
frecuentes en los niños; la fiebre de origen desconocido dura más tiempo y requiere una
evaluación médica extensa, ya que puede indicar una enfermedad grave.
Causas
Por lo general, en aproximadamente el 50 por ciento de los niños con fiebre de origen
desconocido se diagnostica una infección. La infección difiere dependiendo de la edad del
niño. En el 65 por ciento de los que tienen 6 años o menos, la causa es una infección vírica,
habitualmente de las vías respiratorias altas (los senos, la nariz y la garganta). Los niños
mayores de 6 años de edad tienen más tendencia a padecer una infección en la membrana que
tapiza por dentro el corazón (endocarditis) o una mononucleosis infecciosa.
Generalmente, en los niños mayores de 6 años las enfermedades autoinmunes causan
alrededor del 20 por ciento de los casos de fiebre de origen desconocido. Los ejemplos de
enfermedades autoinmunes que pueden causar fiebre de origen desconocido incluyen la artritis
reumatoide juvenil, la enfermedad inflamatoria del intestino y el lupus eritematoso sistémico.
El cáncer, habitualmente una leucemia o un linfoma, causa aproximadamente el 10 por ciento
de los casos de fiebre de origen desconocido en los niños. Otras causas, que son responsables
de aproximadamente el 10 por ciento de los casos, incluyen alergias a los medicamentos,
síndrome de Kawasaki, enfermedades genéticas e inflamación de varios órganos, como los
huesos, la glándula tiroides, el páncreas, el cerebro o la médula espinal. En aproximadamente
el 15 por ciento de los niños, la causa de la fiebre de origen desconocido nunca llega a
conocerse a pesar de llevar cabo exámenes minuciosos.
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
Síndrome de Reye
El síndrome de Reye es un trastorno raro pero muy grave y a menudo mortal que causa
inflamación del cerebro y acumulación rápida de grasas en el hígado.
Aunque se desconoce la causa del síndrome de Reye, ciertos virus, como los virus A y B de la
gripe o el virus de varicela, pueden estar implicados, quizás en combinación con ingestión de
aspirina, la cual puede incrementar hasta 35 veces el riesgo de contraer el síndrome de Reye.
Precisamente debido al riesgo del síndrome de Reye, el uso de aspirina o de compuestos
similares (llamados salicilatos) en niños y adolescentes es considerado potencialmente
peligroso. Sin embargo, puede que en algunos casos específicos se requiera utilizar estos
fármacos.
El síndrome de Reye fue descubierto en 1 963 y se sabe que desde 1 974 hasta 1 984 afectó
entre 200 y 550 niños al año en algunos países desarrollados. Actualmente se considera un
proceso muy raro, ya que afecta a menos de 20 niños al año en dichos países, en parte porque
los niños ahora toman otros medicamentos que no son aspirina cuando requieren un
analgésico o un antitérmico.
El síndrome de Reye afecta habitualmente a los niños y a los adolescentes. Sin embargo,
ocasionalmente también afecta a los adultos. La mayoría de los casos ocurre a finales del
otoño y durante el invierno. Los brotes importantes han afectado a personas con gripe y
varicela. Un hermano de una persona que ha tenido el síndrome de Reye es ligeramente más
propenso a contraerlo. No se sabe si esta tendencia ocurre porque la infección pasa de un
hermano al otro, si es porque los hermanos comparten una exposición a una determinada
toxina o porque existe un componente hereditario.
Síntomas y diagnóstico
La gravedad del síndrome de Reye varía mucho. Habitualmente, primero se produce una
infección vírica, ya sea de las vías respiratorias altas, una gripe o la varicela. Luego,
generalmente 4 o 5 días después, el niño tiene náuseas y vómitos muy intensos. A medida que
los vómitos disminuyen a lo largo de aproximadamente un día, el niño entra en estado de
confusión, que a veces se sigue de desorientación, agitación y, más tarde, convulsiones y
coma. Cuando el síndrome aparece después de la varicela, los síntomas habitualmente
empiezan 4 o 5 días después de que aparece la erupción. La muerte puede ocurrir rápidamente
(en unos 4 días tras el ingreso en el hospital), aunque algunos casos pueden ser leves.
El médico sospecha el síndrome de Reye si un niño tiene vómitos intensos y evidencia de
inflamación cerebral súbita sin una explicación razonable. Para diagnosticar el síndrome de
Reye, probablemente tenga que realizarse una biopsia del hígado y una punción en la columna
vertebral (punción lumbar).
Pronóstico
Tratamiento
Ningún tratamiento específico puede detener el curso del síndrome de Reye. El diagnóstico
precoz y el cuidado intensivo para facilitar las funciones vitales, como la circulación de la
sangre y la respiración, son fundamentales. Se administran líquidos por vía intravenosa, junto
con electrólitos y glucosa. También se suministra vitamina K para prevenir la hemorragia y
pueden darse fármacos como manitol, corticosteroides (como dexametasona) o glicerol para
reducir la presión dentro del cerebro. La respiración del niño puede que tenga que ser asistida
con un respirador artificial. Por lo general, el personal del hospital coloca tubos (catéteres) en
las arterias y venas del niño para controlar la presión arterial y los gases de la sangre.
Síndrome de Kawasaki
El síndrome de Kawasaki es una enfermedad que afecta principalmente a los niños menores
de cinco años y causa erupción cutánea, fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos y, a
veces, inflamación del corazón y de las articulaciones.
Se desconoce la causa del síndrome de Kawasaki, pero algunos hechos sugieren que puede ser
provocado por un virus u otro agente infeccioso. El síndrome de Kawasaki fue descrito por
primera vez en Japón a finales de los años sesenta. Desde entonces, miles de casos han sido
diagnosticados en todo el mundo en diversos grupos étnicos, aunque el síndrome sigue siendo
más frecuente en Japón.
En general los niños con el síndrome de Kawasaki tienen entre 2 y 5 años, aunque el síndrome
también ocurre en adolescentes. Afecta aproximadamente al doble de niños que de niñas. El
trastorno rara vez afecta a varios miembros de la misma casa.
Síntomas
La enfermedad empieza con fiebre, que es muy oscilante, pero que habitualmente sobrepasa
los 39° C. El niño está irascible, a menudo somnoliento y de vez en cuando tiene dolores
abdominales. En un día aparece un exantema rojo, en forma de manchas, habitualmente en el
tronco y alrededor de la zona del pañal. A lo largo de varios días, el exantema afecta a las
membranas mucosas, como la capa interna de la boca o de la vagina. El niño tiene la garganta
roja, los labios rojos, secos y con fisuras, y la lengua roja como una fresa. Ambos ojos
enrojecen pero no supuran. También las palmas de las manos y las plantas de los pies
adquieren un color rojo o púrpura y las manos y los pies se hinchan. La piel de los dedos de
las manos y de los pies empieza a desprenderse entre los 10 y 20 días posteriores al inicio de
la enfermedad. A menudo los ganglios linfáticos del cuello se inflaman y se vuelven
ligeramente dolorosos.
La complicación más grave del síndrome de Kawasaki es la afectación del corazón; los demás
síntomas de la enfermedad no comportan problemas crónicos de la piel, de los ojos o de los
ganglios linfáticos.
Aproximadamente entre un 5 y un 20 por ciento de los niños con síndrome de Kawasaki
desarrolla complicaciones que afectan al corazón. Estas complicaciones empiezan
habitualmente entre 2 y 4 semanas después del inicio de la enfermedad.
El problema cardíaco más grave es el ensanchamiento anormal (dilatación) de las arterias
coronarias. Aunque una dilatación ligera de las arterias puede no ser grave y al final
resolverse, la dilatación intensa (aneurisma) puede ocasionar un ataque cardíaco y muerte
súbita.
Otras complicaciones del síndrome de Kawasaki, como la inflamación de los tejidos que
rodean el cerebro (meninges), de las articulaciones y de la vesícula, finalmente se curan sin
dejar secuelas.
Diagnóstico
Pronóstico
Si las arterias coronarias no se han visto afectadas, por lo común los niños se recuperan
completamente. Entre el uno y el dos por ciento de los niños con síndrome de Kawasaki
muere, generalmente por complicaciones cardíacas. De éstos, más del 50 por ciento fallece
dentro del primer mes, el 75 por ciento dentro de los 2 meses y el 95 por ciento antes de los 6
meses, pero la muerte puede ocurrir incluso 10 años después, a veces de forma súbita e
inesperada. Los aneurismas de las arterias coronarias más pequeños tienden a desaparecer en
un año, pero dichas arterias pueden quedar debilitadas y causar problemas de corazón años
después.
Tratamiento
El cáncer es una enfermedad rara en los niños, que afecta a uno de cada 5 000 al año. El
cáncer infantil es diferente del cáncer del adulto. Muchos cánceres de la niñez se manifiestan
raramente en los adultos. Además, a diferencia de muchos cánceres del adulto, los infantiles se
curan mejor. Tres cánceres infantiles relativamente frecuentes son el tumor de Wilms, el
neuroblastoma y el retinoblastoma. Algunos otros, entre los que se cuentan la leucemia, el
linfoma, y los tumores cerebrales, también son relativamente frecuentes en los niños.
Tumor de Wilms
El tumor de Wilms (nefroblastoma) es un cáncer en los riñones que puede aparecer en el feto
y ser asintomático durante años tras el nacimiento.
El tumor de Wilms, habitualmente, se manifiesta en menores de 5 años, aunque, de vez en
cuando, aparece en niños mayores y raramente en adultos. La causa del tumor de Wilms se
desconoce, aunque, en algunos casos, puede tener su origen en una anomalía genética. Los
niños con ciertos defectos de nacimiento, como ausencia de iris o crecimiento excesivo de un
lado del cuerpo, cuya causa puede ser una anomalía genética, tienen más riesgos de desarrollar
un tumor Wilms.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas incluyen dilatación abdominal (por ejemplo, la rápida necesidad de cambiar el
tamaño del pañal), dolor abdominal, fiebre, falta de apetito, náuseas y vómitos. Hay sangre en
la orina entre el 15 y el 20 por ciento de los casos. El tumor de Wilms puede elevar la presión
arterial. Este cáncer puede extenderse a otras partes del cuerpo, sobre todo a los pulmones,
produciendo tos y ahogo.
Habitualmente se puede palpar un bulto (masa) en el abdomen del niño. Si se sospecha un
tumor de Wilms, puede practicarse una ecografía, una tomografía computadorizada (TC) o
una imagen de resonancia magnética (RM) para determinar la naturaleza y el tamaño de la
protuberancia.
Pronóstico y tratamiento
Neuroblastoma
Un neuroblastoma es un cáncer frecuente en la niñez, que crece en partes del sistema nervioso.
El neuroblastoma puede desarrollarse en un cierto tipo de tejido nervioso en cualquier parte
del cuerpo. Habitualmente se origina en nervios del pecho o del abdomen, con mayor
frecuencia en las glándulas suprarrenales (localizadas sobre cada riñón). El neuroblastoma se
origina muy raramente en el cerebro. Aproximadamente el 75 por ciento de todos los
neuroblastomas se manifiesta en niños menores de 5 años. Aunque la causa se desconoce, este
cáncer se encuentra a veces presente en la familia.
Síntomas y diagnóstico
Pronóstico y tratamiento
El pronóstico depende de la edad del pequeño, del tamaño del tumor y de si éste se ha
extendido. Los niños menores de un año y los que presentan tumores pequeños tienen muy
buen pronóstico. Un tratamiento a tiempo es la mejor esperanza de curación. Si el cáncer no se
ha extendido, habitualmente puede extirparse mediante cirugía. Si el cáncer es grande o se ha
extendido, pueden utilizarse medicamentos anticancerosos como la vincristina, la
ciclofosfamida, la doxorubicina y la cisplatina, al igual que la radioterapia. En niños mayores,
el índice de curación es bajo si el cáncer se ha extendido.
Retinoblastoma
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de un retinoblastoma pueden incluir la pupila blanca o estrabismo (ojos
cruzados). Sin embargo, son más frecuentes otras causas de pupila blanca o de estrabismo.
Los retinoblastomas tienden a producir otros síntomas. Si el médico sospecha la presencia de
un retinoblastoma, se examinan ambos ojos bajo anestesia general. Este tipo de anestesia es
necesario porque los niños pequeños no pueden colaborar en el examen cuidadoso y
prolongado que se requiere para diagnosticar un retinoblastoma. El cáncer también puede ser
detectado con una tomografía computadorizada (TC).
Se analiza, por un lado, una muestra de líquido cefalorraquídeo para detectar células
cancerígenas, puesto que los retinoblastomas pueden extenderse al cerebro a través del nervio
óptico (el nervio que va del ojo al cerebro) y, por otro, una muestra de médula ósea, ya que el
tumor puede extenderse a la misma.
Pronóstico y tratamiento
Los retinoblastomas que se localizan en el ojo se curan en más de un 90 por ciento de los
casos. Cuando el cáncer afecta sólo a un ojo, se extirpa todo el ojo, junto con parte del nervio
óptico. Cuando el cáncer afecta a ambos ojos, se utilizan técnicas microquirúrgicas especiales
para extirpar o destruir el tumor, a fin de no tener que extirpar ambos ojos. Alternativamente,
se puede extirpar un ojo y usar otras técnicas, como radioterapia y microcirugía, para controlar
el tumor del otro ojo. Pueden suministrarse fármacos anticancerosos (quimioterapia), sobre
todo si la extensión del tumor excede al ojo. Los ojos se vuelven a examinar cada 2 o 4 meses.
La quimioterapia puede reiterarse si el cáncer es recurrente.
Los niños con el tipo de retinoblastoma hereditario corren un alto riesgo de padecer cáncer
recurrente. Además, el 70 por ciento de los pacientes con retinoblastoma hereditario desarrolla
un segundo cáncer en los 30 años posteriores al diagnóstico. El médico puede recomendar que
los familiares directos de cualquier niño con retinoblastoma se sometan al examen de, al
menos, un ojo. Otros niños pequeños de la familia deben ser examinados para detectar
retinoblastomas, y los adultos deben someterse a revisión para detectar retinocitomas, tumor
no canceroso originado por el mismo gen. Los miembros de una familia sin evidencia de
cáncer pueden someterse a un análisis de ADN para ver si son portadores del gen del
retinoblastoma.
CAPITULO 265
Trastornos gastrointestinales
En general, los trastornos gastrointestinales en los niños son dolorosos. Muchos de ellos,
como la enfermedad celíaca y la intolerancia de la lactosa, también derivan en desnutrición y
diarrea.
El dolor puede empezar de repente y ser grave, como en la apendicitis aguda, o puede ser
menos grave y aparecer y desaparecer. Los trastornos gastrointestinales, en los cuales el dolor
típicamente aparece y desaparece, comprenden dolor abdominal reiterado, úlcera péptica y
divertículo de Meckel.
El dolor abdominal recurrente es el que se manifiesta tres o más veces durante un período de,
por lo menos, tres meses.
Más del 10 por ciento de los niños en edad escolar padece dolores abdominales recurrentes. Es
más frecuente entre los 8 y los 10 años y menos en niños menores de 4 años. El dolor
abdominal recurrente es algo más frecuente en las niñas que en los niños, sobre todo al
principio de la adolescencia.
Causas
El dolor es causado por una enfermedad orgánica en el 5 o 10 por ciento de los niños con
dolor abdominal recurrente. Las enfermedades que pueden causar dolor abdominal recurrente
varían mucho e incluyen trastornos genitourinarios, intestinales y enfermedades generales.
A veces, el dolor abdominal recurrente está causado por el funcionamiento anormal de los
órganos interiores. Por ejemplo, el intestino puede funcionar anormalmente si la dieta del niño
no es apropiada, sobre todo si el niño no puede tolerar ciertos alimentos, como la leche y los
productos lácteos. Otra razón del funcionamiento anormal del intestino es el estreñimiento
debido a la disminución de la actividad del colon, a veces, como reacción a una enseñanza
deficiente de los hábitos higiénicos. En las adolescentes, el dolor abdominal puede deberse a
calambres musculares en el útero durante el período menstrual doloroso (dismenorrea).
Ocasionalmente, la liberación de un óvulo del ovario durante el ciclo menstrual es dolorosa.
En un 80 o 90 por ciento de los casos, el dolor abdominal recurrente no se produce por un
trastorno físico o funcional, sino psicológico. El dolor derivado de un trastorno psicológico
parece activarse o agudizarse por la tensión, la ansiedad o la depresión.
Síntomas
Los síntomas del dolor abdominal recurrente varían según la causa. El dolor provocado por la
enfermedad orgánica habitualmente no desaparece, o puede manifestarse en ciclos, a menudo
ocasionado por ciertas actividades o determinados alimentos. El dolor tiende a aparecer en un
sitio específico del abdomen, habitualmente no en la zona del ombligo, y puede llegar hasta la
espalda. Una infección del aparato urinario, generalmente, no causa dolor de espalda como
ocurre en el adulto, sino dolor de abdomen o de la pelvis inferior. Con frecuencia, el dolor
puede despertar al niño.
Según la enfermedad orgánica que tenga el niño, pueden aparecer los siguientes síntomas:
pérdida del apetito, pérdida de peso, fiebre persistente o recurrente, ictericia, cambios en la
forma y en el color de las heces, estreñimiento o diarrea, presencia de sangre en la defecación,
vómitos de alimentos o de sangre, inflamación del abdomen y dolor o inflamación de las
articulaciones.
Los síntomas de dolor abdominal recurrente causado por el funcionamiento anormal de los
órganos varían según la causa subyacente. Por ejemplo, si el niño no tolera la lactosa, el dolor
puede aparecer unos minutos o dos horas después de beber leche o de comer un producto
lácteo. Si el niño tiene una enfermedad de vesícula, el dolor abdominal puede empezar
brevemente después de ingerir alimentos grasos.
El dolor causado por factores psicológicos puede aparecer todos los días o esporádicamente. A
veces, el niño no padece dolor durante semanas o meses. Habitualmente, el dolor no es muy
fuerte, y es descrito en términos vagos, a veces como calambres. Este tipo de dolor raramente
despierta a un niño durante la noche, pero puede hacer que se despierte antes de lo normal.
El dolor abdominal por causa psicológica, a menudo se percibe alrededor del ombligo. Cuanto
más lejos del ombligo se manifiesta el dolor, mayores son las probabilidades de que la causa
sea física. El dolor psicológico, a veces, se parece al causado por un trastorno físico pero,
generalmente, no cambia ni empeora. Un cambio significativo en la naturaleza del dolor puede
indicar que el niño padece también un trastorno físico.
Diagnóstico
Para determinar la causa del dolor, el médico formula algunas preguntas al niño o a los padres:
cómo es el dolor, cuándo aparece, dónde está localizado, qué es lo que lo provoca, qué es lo
que lo empeora o lo alivia. El médico pregunta por otros síntomas que acompañan al dolor,
como náuseas, vómitos, fiebre o erupción.
El diagnóstico de un dolor por causa psicológica puede ser difícil. El médico se asegura
primero de que un trastorno físico no esté causando el dolor. El niño puede estar afectado por
tensión en el hogar debido a una enfermedad reciente en la familia, por problemas económicos
o por la separación o pérdida de un ser amado. Los niños que se encuentran bajo tensión
tienen las mismas probabilidades que cualquier otra persona de enfermar físicamente.
Prevención y tratamiento
El tratamiento del dolor abdominal recurrente por un problema físico o funcional depende del
trastorno subyacente. Por ejemplo, un cambio en la dieta puede ser útil si el dolor es
provocado por la ingestión de algunos alimentos. Los calmantes como el ibuprofeno pueden
aliviar los dolores menstruales.
El dolor abdominal recurrente por causa psicológica no es imaginario, es una forma de dolor
causado por factores como el estrés y la tensión. Para aliviar el estrés del niño, los padres
harán lo posible para motivarlo a que continúe asistiendo a clase a pesar del dolor. Al mismo
tiempo, los profesores pueden colaborar ayudando al niño a resolver los problemas
relacionados con el colegio.
En la escuela, al niño que necesita un recreo de 15 a 30 minutos debe permitírsele ir a la
enfermería escolar a descansar. Con el permiso de los padres, en caso de ser necesario, la
enfermera puede dar al niño un calmante suave, como ibuprofeno o paracetamol
(acetaminofén). En algunos casos, la enfermera puede permitir al niño llamar a sus padres, los
cuales pueden entonces alentar al niño a quedarse en la escuela. Por lo general, el niño pedirá
ir a la enfermería una o más veces al día durante la primera o segunda semana de tratamiento.
Este comportamiento, por lo general, desaparece pronto. Habitualmente, cuando los padres
dejan de tratar al niño como si fuera diferente o como si estuviese enfermo, el dolor que tiene
causas psicológicas empeora inicialmente para mejorar luego.
El médico habitualmente examina a un niño que tiene dolor abdominal de orden psicológico a
intervalos regulares: semanal, mensual o bimestralmente, dependiendo de las necesidades del
niño. Después de que el problema se haya resuelto, el médico puede someter al niño
regularmente a revisiones durante algunos meses. El tratamiento no siempre es efectivo.
Algunos niños desarrollan otros síntomas físicos o dificultades emocionales. Si el dolor
persiste a pesar de todos los esfuerzos, sobre todo, si el niño está deprimido o si existen
problemas matrimoniales o psicológicos en casa, el niño puede requerir la asistencia de un
psicólogo o de un psiquiatra.
Úlcera péptica
La úlcera péptica es una herida bien definida, circular u oval, causada porque el revestimiento
del estómago o del duodeno ha sido lesionado o erosionado por los ácidos gástricos o los
jugos duodenales.
En el recién nacido, el primer síntoma de úlcera péptica puede ser la presencia de sangre en
las heces. Si la úlcera perfora el estómago o el intestino delgado, el bebé puede mostrar
síntomas de dolor. Es probable que el bebé tenga fiebre. En bebés mayores y en niños
pequeños, la presencia de sangre en las heces puede estar acompañada por vómitos o por
dolores abdominales repetidos. Frecuentemente, el dolor se agudiza o mejora al comer y
puede también despertar al niño durante la noche. Aproximadamente el 50 por ciento de los
niños con úlcera en el duodeno, la parte del intestino delgado que se encuentra cerca del
estómago, tiene familiares directos con el mismo trastorno.
Muchos niños con úlcera crónica están infectados con un tipo de bacteria llamada
Helicobacter pilorii. No está claro si las bacterias son la causa de la úlcera o si simplemente
evitan su cura, pero se ha observado la influencia de la erradicación de las bacterias en la
curación de las úlceras recurrentes.
Diagnóstico y tratamiento
Las úlceras pépticas en los bebés y en los niños pequeños son difíciles de diagnosticar,
posiblemente porque los niños pequeños no pueden describir los síntomas de manera precisa.
Los niños en edad escolar pueden indicar la localización del dolor, describirlo y explicar si el
dolor se produce en un momento específico del día y si está relacionado con la alimentación.
Si se piensa que un niño tiene una úlcera péptica, un estudio radiográfico con bario puede
confirmar el diagnóstico. En este procedimiento, el niño bebe un líquido que contiene bario,
sustancia que delimita el estómago al observarlo en una radiografía. Si la radiografía es
normal y el médico sigue sospechando la presencia de una úlcera, puede realizarse una
endoscopia del estómago. Un niño menor de 8 años recibe normalmente anestesia general para
minimizar el movimiento y el dolor durante el procedimiento.
El tratamiento de una úlcera péptica es el mismo para los niños que para los adultos.
Habitualmente consiste en bloqueadores H2, como la ranitidina, la famotidina y la cimetidina.
En lugar de someter al niño al trauma y a la incomodidad de los procedimientos del
diagnóstico, el médico puede dar por sentado que el niño tiene una úlcera péptica y empezar el
tratamiento con bloqueadores H2. Si los síntomas desaparecen después del tratamiento, el
diagnóstico se confirma.
Para los niños que tienen Helicobacter pilorii, varias semanas de terapia dual con amoxicilina
y metronidazol o con amoxicilina y bismuto deben erradicar la bacteria. En algunos casos, se
utiliza la triple terapia con amoxicilina, metronidazol y bismuto.
Divertículo de Meckel
Síntomas y diagnóstico
Tratamiento
Desde una perspectiva mundial, la desnutrición es una de las causas principales de muerte y
de mala salud en los niños. Puede ser causada por ingestión de comida inapropiada o
inadecuada, o bien por una incapacidad para absorber o metabolizar los nutrientes. La
desnutrición puede producirse cuando aumentan las necesidades de nutrientes esenciales (por
ejemplo, en momentos de estrés, infección, lesión o enfermedad).
La desnutrición de energía derivada de las proteínas es una de las más graves. Aparece en los
bebés con una lactancia o con una dieta de destete inadecuadas. Este tipo de malnutrición es
relativamente frecuente en países en vías de desarrollo, mientras que, en los países
industrializados, se presentan formas leves, en familias con escasos recursos económicos.
Como parte del cuidado sistemático, el médico pregunta al niño mismo o a los padres acerca
de la dieta y de las intolerancias alimentarias y examina al pequeño para detectar signos de
una deficiencia nutritiva o trastornos que interfieran la nutrición, como malabsorción,
enfermedad renal, diarrea y enfermedades metabólicas o genéticas. El médico evalúa el
crecimiento del niño observando cambios en la estatura y en el peso y comparándolos con
curvas de crecimiento normales. Si se teme una desnutrición, el diagnóstico puede
confirmarse realizando análisis de sangre o de orina para medir los valores de nutrientes.
Las carencias vitamínicas son raras en los bebés y en los niños de países industrializados. Las
más frecuentes son las de vitamina E, K, C (escorbuto infantil) o de ácidos grasos esenciales.
Deficiencia de vitamina E
Deficiencia de vitamina K
Escorbuto infantil
El metabolismo constituye el medio por el cual el organismo procesa las sustancias necesarias
para desempeñar sus funciones. Este proceso puede verse alterado por diversos trastornos,
producidos, a menudo, por anomalías genéticas, que provocan la ausencia de enzimas
específicas necesarias para la estimulación de los procesos metabólicos. Dependiendo del
trastorno, los efectos pueden ser graves o moderados.
Los hidratos de carbono son azúcares. Muchos de estos azúcares, además de las conocidas
glucosa, sacarosa y fructosa, se encuentran presentes en los alimentos. Algunos, como la
sacarosa, deben ser procesados (metabolizados) por enzimas del organismo antes de que
puedan ser utilizados como fuente de energía. Si las enzimas necesarias para procesarlos no
están presentes, dichos azúcares pueden acumularse, causando problemas.
La galactosemia (alto valor de galactosa en la sangre) es habitualmente causada por la falta de
galactosa 1-fosfatouridiltransferasa, una de las enzimas necesarias para metabolizarla. Este
trastorno se presenta desde el nacimiento.
Uno de cada 50 000 o 70 000 bebés nace sin esta enzima. El recién nacido parece normal al
principio, pero al cabo de algunos días o semanas comienza con pérdida del apetito y vómitos,
además de ictericia y un crecimiento anormal. El hígado aumenta de tamaño, aparecen
cantidades excesivas de proteína y aminoácidos en la orina, los tejidos se inflaman y el cuerpo
retiene agua. Si el tratamiento se retrasa, los niños afectados presentan una estatura baja,
sufren retraso mental y pueden padecer cataratas. En la mayoría de los casos se desconoce la
causa de dichos síntomas.
Se presume que la galactosemia existe cuando los análisis de laboratorio detectan galactosa y
galactosa 1-fosfato en la orina. El diagnóstico se confirma por la ausencia de galactosa 1-
fosfatouridiltransferasa en las células de la sangre y del hígado. Si el médico o los padres
plantean, con preocupación, la posibilidad de galactosemia porque algún familiar haya
padecido dicho trastorno, ésta puede diagnosticarse al nacer mediante un análisis de sangre.
La leche y los lácteos, fuentes de galactosa, deben eliminarse completamente de la dieta del
niño afectado. La galactosa también se encuentra en algunas frutas, verduras y productos de
mar tales como algas marinas, que también deben evitarse. Sin embargo, aún no se sabe si las
pequeñas cantidades presentes en estos alimentos pueden causar problemas a largo plazo.
Una mujer portadora de un gen que causa este trastorno debe eliminar completamente la
galactosa de su dieta durante el embarazo. Si tiene un valor alto de galactosa, ésta puede pasar
al feto y causarle cataratas. Las personas que presenten este trastorno deben restringir la
ingestión de galactosa durante toda su vida.
Si la galactosemia se trata adecuadamente, la mayoría de los niños no sufre retrasos mentales.
Sin embargo, el coeficiente de inteligencia (CI) es más bajo que el de sus hermanos y,
frecuentemente, tienen dificultades para hablar.
Las niñas a menudo presentan un mal funcionamiento (disfunción) ovárico durante la
pubertad y durante la edad adulta y sólo algunas son capaces de concebir naturalmente.
Las enfermedades por almacenamiento de glu-cógeno (glucogenosis) son un grupo de
trastornos hereditarios causados por la ausencia de una o más de las enzimas necesarias para
convertir el azúcar en su forma de almacenamiento, el glucógeno, o para convertirlo
nuevamente en glucosa y ser utilizado como energía. En las enfermedades relacionadas con el
almacenamiento de glucógeno, se depositan diferentes tipos o cantidades anormales de
glucógeno en los tejidos del organismo, principalmente en el hígado.
Los síntomas son causados por la acumulación de glucógeno o sus derivados, o bien por la
incapacidad de producir glucosa cuando es requerida. La edad en que se manifiestan los
síntomas y la gravedad de los mismos varía considerablemente de una enfermedad a otra,
debido a que diferentes enzimas resultan afectadas en cada una de ellas.
El diagnóstico se realiza examinando una muestra de tejido, habitualmente muscular o
hepático, que determina la falta de una enzima específica.
El tratamiento depende del tipo de enfermedad de almacenamiento de glucógeno. Para muchas
personas, la ingestión de varias comidas ricas en hidratos de carbono al día facilita la
prevención de bajos valores de azúcar en la sangre (glucemia). Para algunos niños, la maicena
cruda cada 4 o 6 horas durante el día también puede aliviar el problema. A veces se
suministran soluciones de hidrato de carbono durante toda la noche, a través de una sonda que
llega al estómago.
Las enfermedades de almacenamiento de glucógeno tienden a causar la formación de ácido
úrico, un producto de desecho que puede causar gota y cálculos renales (en el riñón). A
menudo se requiere un tratamiento con medicamentos para evitar su acumulación. En algunos
tipos de enfermedad de almacenamiento de glucógeno, los niños deben limitar su actividad
física para reducir los calambres musculares.
La intolerancia hereditaria de fructosa es un trastorno hereditario por el cual el organismo no
puede utilizar la fructosa debido a la ausencia de la enzima fosfofructoaldolasa. En
consecuencia, la fructosa 1-fosfato, derivado de la fructosa, aumenta en el organismo,
interfiriendo la formación de glucógeno y su conversión a glucosa para ser utilizada como
energía.
Al ingerir cantidades significativas de fructosa o sacarosa (azúcar de mesa), ésta se fragmenta
en el organismo originando fructosa y produciendo valores escasos de azúcar en la sangre
(hipoglucemia), además de sudor, temblores involuntarios, confusión, náuseas y vómitos; a
veces, dolor abdominal, convulsiones y estados de coma. La lesión renal y hepática y el
deterioro mental pueden producirse si la persona continúa ingiriendo alimentos que contengan
fructosa.
El diagnóstico se confirma examinando una muestra de tejido hepático, con lo cual se
determina la falta de dicha enzima. Los médicos también evalúan la respuesta del organismo a
la administración de fructosa y glucosa por vía intravenosa. Los portadores (personas que
tienen un gen para un trastorno pero no lo padecen) pueden ser identificados mediante un
análisis de ADN (material genético) comparado con el de quienes padecen el trastorno y
también con el de quienes no lo padecen.
El tratamiento comprende la exclusión de fructosa (generalmente presente en frutas dulces),
sacarosa y sorbitol (sustituto del azúcar) de la dieta. Los cuadros (ataques) de hipoglucemia se
tratan con comprimidos de glucosa, un elemento que deberían llevar siempre consigo quienes
tienen intolerancia hereditaria a la fructosa.
La fructosuria es un cuadro indemne por el cual la fructosa se excreta en la orina. Es causada
por una deficiencia hereditaria de la enzima fructocinasa. Una de cada 130 000 personas, en la
población general, padece esta afección. La enfermedad no produce ningún síntoma, pero el
alto valor de fructosa en la sangre y en la orina puede conducir a un diagnóstico erróneo de
diabetes mellitus. No se requiere tratamiento.
La pentosuria es una enfermedad inocua caracterizada por la excreción de xilulosa en la orina,
debida a la ausencia de la enzima necesaria para procesar este azúcar.
Esta afección se produce, casi con exclusividad, en la población judía (a título informativo, en
Estados Unidos, uno de cada 2500 judíos la padece). La pentosuria no causa problemas, pero
la presencia de xilulosa en la orina puede conducir a un diagnóstico erróneo de diabetes
mellitus. Tampoco requiere tratamiento.