BELISARIO, ENTRE L A IIISTQRIA 'Y LA L E Y E N D A *
El poema de Belisario y el de Digenís buena parte, como leemos en el poema,
Akrilas son los poemas más representa- por la corrosiva envidia de la aristocra- tivos de la poesia épica bizantina. Al cia bizaritina. margen de su valor literario, arnbos nos No es mi intención recoritar todo lo introducen y nos dan a conocer múltiples acaecido durante el siglo V I , tan embara- facetas de las épocas más interesantes d e zado de hechos, como embarazoso a la la cultura desarrollada por los bizantinos: hora de enjuiciarlos. Quisiera, unicamen- e1 siglo V I , dominado casi en su totalidad te, apoyado en la historia, las crónicas por Justiniano, y el período que abarca y la leyenda, trazar la biografía de uno desde los años finales del siglo rx hasta d e los militares más ilustres d e éste y bien mediado el siglo X I , etapa ésta que d e todos los tiempos. Pero dejemos que transcurre bajo los designios de la dinas- sea Larra quien siga aclarando mis in- tía macedónica, la más epica de todas y tenciones: ((Hay hombres que dan su durante la que florecerá el primer hurna-- nombre a su siglo; . . . que se constituyen nismo bizantino, magistralmente analiza- manivelas de la gran máquina en que do por Lemerle. los demás no saben ser sino ruedas. Dan Bury comenta con tino que «así como el impulso y su siglo obedece. ¡Alejan- Hornero refleja todos los aspectos d e dro, Augusto, Atila, Mahoma, León x, cierto estadio de la civilización griega Luis XIV, Napoleón! ... en derredor suyo ... primitiva, así como los Wibelirngos nos s e produjeron ... multitud de hombres no- dan la imagen de la civilización de los tables, que recorrieron como satklites su germanos en la época de la? grandes mi- misma carrera)). graciones, así el Digenís nos ofrece un vasto cuadro del mundo bizantino d e No hay duda que estas palabras pue- Asia Menor y de la vida en las fronle- den aplicarse a la época de Justiniano ras)); y yo añadiría: así también, el poe- tan bien o mejor que a ninguna otra. ma de Belisario nos permite contemplar Fue el autoritario emperador la nmnivela «un cuerpo débil, agotado y miserable que hizo girar a su capricho las dóciles con una cabeza enorme, Constantinopla)), ruedas que arrastraron la poderosa má- que, según Diehl, era la imagen que ofre- quina d e un gran imperio, cuyo lema cía el Imperio bajo la dinastía de 'los pretendió ser: «un estado, una ley, una Paleólogos. Agotamiento provocado en iglesia)).
'; Este artículo forma parte de un trabajo, en elahoiación, sobre la figura de Belisario. De ahi quc?
sc haya prescindido en él de las notas complementarias y de la correspondiente bibliografía.
Hábilmente Justiniano supo sacar par- Ilistóricamente, si exceptuamos la épo- tido no sólo de las repletas arcas de ca de Cicerón y César, es la de Belisario Anastasio, sino del analfabetisnio de Jus- la mejor conocida de todas las antiguas. tino, los dos emperadores que le precedie- Este general tuvo como secretario y co- ron. Justino, de edad avanzada cuando se laborador al desconcertante, inteligente aupó al poder, y que sentía debilidad por y escéptico Procopio d e Cesarea, quien, su culto sobrino, se echó en brazos d e siguiendo el estilo de Tucídides, nos ha este el cual procuró rodearse de aquellas descrito las principales etapas y campa- personas capaces d e secundar sus ambi- ñas militares del general: la campaña de ciosos planes. Justiniano, «cuya incapa- Persia (527-531); la sedición Nika (532); cidad de despertar entusiasmo o simpatía la guerra contra los vándalos en Africa le hace comparable tan sólo a Carlos VD, (533-534); y la primera y la segunda seleccionó, sin embargo, con acierto las campaña contra los ostrogodos en Italia mentes m á s lúcidas de su tiempo, en lo (535 al 548). militar y en lo civil. Pero quizá deba Además de Procopio, también el histo- matizarse que, a pesar d e su declarada riador d e Myrina, Agatías, nos habla d e ortodoxia, no halló empacho alguno en la eficaz intervención de Belisario contra escoger profesionales sin escrúpulos, d e los hunos, quienes hacia el 558 con repe- paganas creencias o consumados arribis- tidas incursiones amenazaban a Constan- tas, con tal de que, por ejemplo, en lo tinopla. A su vez, en el cronista Juan jurídico o en las finanzas mostrasen una Malalas hallamos el más antiguo testi- eficacia sin trabas. Sólo en lo militar, monio sobre una acusación formulada quizás por miedo al puñal o al veneno, contra Belisario, por supuesta participa- concedió meticulosa preferencia a lazos ción en un complot descubierto en el 562 consanguíneos o a la fidelidad a ultran- y encaminado a derrocar al emperador. za. Requisitos, con todo, no suficientes Pero el general fue absuelto en el 563, como para que cualquier persona se li- es decir, dos años antes d e su muerte, brara d e caer en desgracia a la menor acaecida el mismo año que la de Justi- sospecha. niano. Hagamos notar que el hecho de la Mas ya que el tema versa sobre Beli- rehabilitación nos lo describe Teófanes, sario, su historia y leyenda, cenlraré la pues en este punto el texto de Malalas atención en primer lugar en sus hechos presenta lagunas y es ilegible. verídicos, analizando, después, algo de lo que acerca del personaje han dicho cro- nistas y poetas con menos rigor. En una d e sus Novelas --la 30, 11--, Justiniano afirma: ((Tenernos la esperan- El Imperio Persa y el Bizantino eran za de que Dios nos permitirá reunir las los dos más poderosos de esa época. Pa- tierras del viejo Imperio romano que s e radójicamente, la frontera entre ambos, perdieron por indolencia)). Esta fue, en más que una línea divisoria, se convertía política exterior, la constante obsesión en una zona d e belicosas convergencias. del emperador. E imbuidos de este espí- Justiniano, que ambicionaba la anexión ritu y sujetos a la letra de tal Novela, d e Occidente, quiso primero pulsar y re- sus generales Juan Troglita, Salomón, forzar la parte oriental, lindante con los Mundo, Sittas, Germano, Narsés y, sobre sasánidas, y mandó a Belisario a la re- todos, Belisario, acometieron tan magna gión de Mesopotamia para que levantase empresa. la fortaleza de Mindos, ubicada entre la ciudad bizantina de Dara y la persa de triunfar sus ideas tácticas, estratégicas y Nisibe. Esto contravenía el tratado exis- didácticas que secundadas a la perfección tente entre ambos pueblos por el que por sus 25.000 soldados sorprendieron y se habían comprometido a no construir derrotaron a los habitualmente vencedo- nuevas defensas. El rey persa, Cabades, res persas. Aunque, como afirma Rubin, reanudó rápidamente la guerra. Ante Dara aportó en lo material poco más que tal amenaza Belisario fue nombrado, en las minas de oro de Farangio, moralmen- abril del 529, unagister militum per te dio una gran confianza a los bizanti- Orientem)). nos, acostumbrados a firmar paces humi- En julio del 530, los persas, con 40.000 llantes y costosas con los sasánidas. El hombres, marcharon contra Dara. Belisa- rey persa Cabades no se resignó y, acon- rio, guiado por una prudencia innata, o sejado por su vasallo Almundaros, rey de bien adquirida a causa de los reveses su- los sarracenos, decidió enviar sin demora .fridos anteriormente por sus predeceso- un ejército de 15.000 hombres para que res, dice Procopio (R.P. 1, 14) que escribió tomase por sorpresa la próspera y des- una carta en estos términos a Perozes, preocupada ciudad bizantina de Antio- el comandante en jefe persa: «Que la paz quía. Informado de estos planes, Relisario sea el bien supremo es opinión compar- reorganizó un ejército de 20.000 soldados tida por todos los hombres que poseen y, quemando etapas, acampó a una jor- un mínimo de sentido común)).. . «el me- nada de la retaguardia persa. Con buen jor general es aquel que de la guerra es criterio, o ~ i n a b ael general que los sasá- capaz de hacer surgir la p a z . . n c . ..deje- nidas, al saberse descubiertos, persegui- mos que nuestros embajadores resuelvan dos de cerca y, tocados como estaban la situación con el diálogo, antes d e . q u e aún por el desastre de Dara, renunciarían hechos irreparables den al traste con a ocupar Antioquía, regresando a su jlaís nuestras esperanzas. D «...conduce lo sin librar batalla. Pero muchos de sus antes posible tu ejército a territorio per- soldados y parte de la oficialidad, inter- s a . ..» Perozes le contestó así: «IIaría lo pretaban la prudencia de Belisario como que me pedís, dejándome convencer por cobardía y lo censuraban. Este, nos re- vuestras palabras, si la carta no viniese lata Procopio (R.P., 1, 18), les arengó asi: de vosotros, romanos, para quienes es «...considerad que Dios se complace siem- fácil hacer promesas, pero cumplirlas os pre en ayudar a los hombres en los peli- resulta muy difícil)). Helisario escribió d e gros que dependen de circunstancias in- nuevo: ((Hemos dicho la verdad y tú evitables, no en los que ellos mismos se mismo puedes comprobar que nuestro buscan...)) Sus temerarios soldados no se embajador Rufino está cerca de aquí...» dejaron persuadir. Receloso el general de N . .pero si no aceptas nuestra propuesta que parte de su tropa, que era mercena- de paz, presto estoy, con la ayuda d e ria, entrase en acción indisciplinadamen- Dios, a entablar combate)), «Mañana», re- te, cedió contra pronóstico, alegando que plicó el persa, ((entraré en Dara a la ca- él también deseaba combatir, pero que beza de mi ejército; prepárame el baño había pretendido sondearlos. Aceleró la y la cenan. Como veremos, quien se bañó marcha, alcanzando a los persas en la y cenó en Dara fue Belisario. ribera derecha del Eufrates, frente a la El investigador alemán Rerthold Rubin, ciudad de Callinico, y el día de Pascua me exime de hacer un estudio logistico del 531 dio la célebre batalla que se co- de esta batalla, en la cual Belisario vio note con el nombre de dicha ciudad. , El combate, que a tenor de las bajas vada a cabo por el prefecto del Pretorio, quedó un tanto en tablas, supuso, al me- Eudemón. El pueblo se echó a la calle, nos en lo moral, un nuevo triunfo para quemó parte d e la ciudad y congregado Relisario, que vio a los persas emprender en el IIipódromo coronó emperador a la marcha hacia su país. Así se saldó la Hipatio. l'riboniario, .Juan de Capadocia, campaña persa, de la que el general ex- Justiniano y, decididamente, la empera- trajo alkunas trascendentes enseñanzas: triz Teodora, jugándose el todo por el prinwru, q s e a partir de ahora se pacta- todo, dieron carta hlanca a Belisario, ría t:n igualdad de condiciones con los quien con su guardia d c corps y ayudado sasánidas, lo cual suponía mucho, si s e por los generales Mundo y el eunuco piensa en las futuras empresas de occi- Narsés el c ~ a l oro , por medio, fomentó dente; segundu, que podía confiar en si de nuevo la enemistad de azules y ver- mismo; tercera, que un ejército fiel y ma- des, ahogó en sangre a los 30.000 ó 50.000 niobrero, aunque reducido, ~ f r e c í amás ciudadanos que se apretujahan en el Cir- garantías que grandes masas mercena- co. Así salvó el trono Belisario, convir- rias, siempre imprevisibles. Al año si- tiéndose en el hombre fuerte del Imperio. guiente, el sangriento 532, con motivo d e Y a mi juicio, como si estuviese conven- la sedición Nika, tuvo oportunidad d e cido de que su arquera caballería habría comprobarlo. podido superar conjuntarnenle en Zamn Este motín convirtió a Belisario en el no sólo a los soñolientos elcfantes de mejor gladiador d e la historia si pensa- Aníhal, sino también el q l a d i u s ibericus)) mos en Justiniano y, a su vez, en un de doble filo d e Escipión el Africano, se lobo carnicero, si tenemos en cuenta al encar6 con la Europa occidental. pueblo de Constantinopla que fue la víc- Mientras la guerra en la frontera orien- tima. tal tuvo caráctcr defensivo, en Occiden- Zonaras, Cedreno, Teófanes, la crónica te, en cambio, adquirió el aspecto de una Paccal y la de Marcelino, Malalas y Pro- guerra de conquista. La situación política copio nos describen sin grandes diferen- y geográfica del Occidente mediterráneo cias lo que ocurrió en el Hipódronio de aconsejó a Bizancio que sir anexión debía la c a ~ i t a lentre los días 13 y 19 de enero realizarse en tres campañas sucesivas y del 532. Las facciones del circo, la azul relacionadas entre sí, de modo que, una y la verde; los grandes terratenientes; los vez tomada Africa, en poder de los ván- parientes d e Ariastasio, Hipatio, Poinpe- dalos, s e podría atacar la Sicilia y la yo y Probo, desposeídos del trono; la Italia de los ostrogodos y después la Es- eterna cuestión religiosa que enfrentaba paña visigoda meridional. a los ortodoxos azules contra los verdes Sabía bien .Tustiniano que mientras vi- herejes rnonofisitas; los gravosos irnpues- viera el rey ostrogodo Teodorico era un tos del odiado ministro de finanzas, Juan suicidio pensar en la restauración del de Capadocia; las, con frecuencia, arbi- viejo Imperio romano. La acusada perso- trarias leyes de rrriboniano, ministro d e nalidad de este rey bárbaro, pero bizan- justicia, etc., todo ello mezclado en un tinizado, había contribuido a reforzar el «totum revolutum», constituyó la causa prestigio y la cohesión de los reinos bár- de este levantamiento general contra el baros en el Mediterráneo occidental. Sin emperador. El pretexto fue la detención emhargo, con su muerte (526) la situa- indiscriminada de siete ciudadanos, tanto ción cambió. Tanto su hija Amalasunta, de la facción verde como de la azul, Ile- como Ilderico, rey de los vándalos, si- guieron acentuadamente una política filo- ron, donde lo derrotó. El rey vándalo, romana que, a la postre, benefició a desorientado, se dio a la fuga, apostán- Rizancio. A causa de esta política, el dose en el monte Papuas con algunos de elemento vándalo dominante depuso a sus fieles y, tras ser cercado por Faras, Ilderico, eligiendo en su lugar a su primo un intrénido oficial d e Belisario, se rin- Gelimer. Justiniano terció en el asunto dió, según Procopio, conmovido al con- rnediante una acción diplomática. Geli - templar a dos niños hambrientos que se mer, irritado, rechazó groseramente tal disputaban un rtanecillo, sin darle tiempo intromisión. El e m ~ e r a d o r con , un pater- a que se cociera. En menos de seis me- nalismo artero en favor del derrocado, ses, con las victorias de Décimo y Trica- aprovechó la coyuntura. Se a s e g ~ r óla maron, logradas gracias a la sorpresa y neutralidad de Amalasunta, recabó ade- a la celeridad de movimientos, puso Be- más su permiso para repostar en Sicilia lisario a los pies de Justiniano no sólo y mandó a Belisario al frente de la es- al indeciso, emotivo y poco previsor Ge- cuadra, con miras a conquistar Africa. limer, sino a todo el reino vándalo afri- Quinientas naves d e transporte, escolta- cano que incluía también Córcega, Cer- das por 92 rápidos dromones, zarparon deña y las Baleares. el 22 de junio del 533 rumbo a Sicilia. Y si en el derrocamiento de Ilderico Desembarcaron cerca de la ciudad de encontró el emperador e1 «casus bellin Kaukana, a 80 km. al suroeste de Sira- para invadir Africa, para la conquista de cusa. Belisario envió a esta ciudad a Italia s e lo brindó la trágica muerte de Procopio con la misión secreta de conse- la romanizada Amalasunta. Esta, hija y guir noticias sobre la situación africana. sucesora circunstancial de Teodorico el Gracias al agente comercial de un mer- Grande, cuyo recuerdo sobrevive en la cader compatriota de Procopio supieron leyenda germánica de los Nibelungos, que los vándalos no sospechaban del in- bajo el nombre de Dietrich von Bern, se minente ataque bizantino. Belisario, a casó, viuda ya, con su primo, el tímido mediados de septiembre del 533, apoyado y cobarde Teodato, si creemos a Proco- en el factor sorpresa, desembarcó en Ca- pio. Sin calcular sus fuerzas y con no putvada, a cinco jornadas de Cartago. escasa ingenuidad Teodato s e enredó en Ante tal imprevisto, Gelimer, que avan- un contraproducente flirteo con Justinia- zaba con sus tropas desde el interior, no y con el partido nacionalista ostro- ordenó a su hermano Ammata salir des- godo y, tras confinar y propiciar el sica- de Cartago con otro cuerpo de ejército, rio asesinato de Amalasunta, abrió las a fin de acorralar a Belisario; mas éste, puertas de Italia a los bizantinos. gracias a su rapidez de movimientos, in- terceptó al ejército de Ammata en la La campaña de Italia, la más brillante localidad de Décimo, y lo derrotó, dando de Belisario, se prolongó contra pronós- muerte al propio Ammata en esta batalla. tico durante dieciocho años, entre el. 535 y el 553, año en el que se produce la Cuando Gelimer lo supo, dejándose llevar más por los sentimientos que por los im- definitiva liberación de la península y su retorno a la comunidad del Imperio. perativos de la guerra, paralizó la accion, con el fin de llorar ante el cadáver de La primera fase se inicia en el otoño su hermano. Tal demora permitió entrar del 535 con el desembarco d e en Cartago a Belisario quien, sin dar tre- en Sicilia. En mayo del año siguiente, gua, persiguió a Gelimer hasta darle caza cruza el estrecho de Mesina, dando co- a unos 30 km. de la capital, en Tricama- mienzo a la invasión. La escuadra, pega- da a la costa, recala en Nápoles a la que, general la corona de Italia. Sin embargo ante su resistencia, se le pone cerco. él, fiel a Justiniano, aceptó en apariencia Belisario entabló negociaciones d e cara la oferta, a fin de lograr la rendición de a su entrega con baldíos resultados. La Vitiges, quien, conlo antes el vándalo situación se torna dilemática. Teme deiar Gelimer, fue conducido triunfalmente a Nápoles sin conquistar a sus espaldas, Constantinopla. pero le obsesiona más aún el que, si se Creo que pocos generales han dado demora demasiado en su asalto, tendrg más en menos y con menos. Belisario, que asediar a Roma agarrotado por el prudente y conciliador en Dara y Calli- invierno. Sin embargo, giró la fortuna, nico, enérgico en el Hipódromo, impre- pues un soldado isaurio descubrió un pa- visible y resolutivo en Décimo y Trica- sadizo en un acueducto, cortado previa- maron, astuto y paciente estratega, cual mente por Belisario. Este mandó ensan- otro Odiseo, en Nápoles, Roma y Raven- charlo con máxima cautela e introdujo na, casi había convertido en realidad el en la ciudad 400 hombres armados, niien- sueño dc su emperador: la restauración tras los demás acometfan un arriesgado del antiguo imperio de los Romanos. asalto. Nápoles cayó. El general aceleró la subida hacia Roma. Entretanto, los oslrogodos zanjan sus discrepancias intestinas degollando a Remedando el comienzo d e la Histo- Teodato. Su sucesor, Vitiges, renuncia ria secreta de Procopio, digamos como de momento a la defensa de Roma y se él que, hasta aquí, se han descrito la concentra en Ravenna. Belisario, incon- mayor parte de los hechos rigurosamen- tenible, se apodera de la Ciudad Eterna te históricos sobre la figura de Belisario, el 9 de diciembre del 536. En el 537 con- mas, en lo sucesivo, me referiré a las tinúa sir avance y, entre otras, toma Pe- cosas que se pueden poner en tela de rugia y Spoletto. Vitiges, resueltos los juicio, aun sin ser del todo inexactas. problemas dinástico-matrimoniales, lanzó El futuro general nació, presumible- una corit.raofensiva con 150.000 soldados, mente, cerca de Sárdica, en los confines obligando a los 5.000 mal contados de de la Tracia y la Iliria. La fecha pudo ser Belisario a efectuar un repliegue hacia muy bien el último decenio del siglo v. Roma, ciudad a la aue aquél puso sitio. Poco se sabe de su familia. Según un La defensa fue inmortal. Belisario, con pasaje de Procopio (B.V.) se colige que inteligencia y valentía, recurrió a su tác- procedia de noble extracción. S u nombre tica defensiva-ofensiva y tuvo en jaque a compuesto, Beli-tsar, podría significar Vitiges hasta que recibió refuerzos de ((príncipe blanco)). El historiador de Ce- Bizancio, con los que obligó al enemigo sarea, escueto como todos los escritores a deshacer el cerco. Justiniano, que ani- bizantinos cuando de fisonomías se trata, daba sospechas contra Belisario, mandó se limita a escribir: «Era grande y de a su rival, el general Narsés, a vigilarlo. buena presencia)). Expresión esta que se Se produjeron roces en detrimento de la aviene con el retrato que del general campana. Por fin, se llamó al eunuco conservamos en el mosaico de Ravenna. general a Constantiriopla y Belisario se Siempre, claro, que sea de él y no de aprestó a reducir, mediante un asedio, otro personaje, como Julián Argenlario. a Ravenna. Pero, inesperadamente, los Se nos taracea en el ábside de San Vital amedrentados ostrogodos ofrecieron al a un hombre alto, de aspecto fuerte y leal, cara agrecada, con tupida y negra A partir de ahi brotó el inevitable y barba, pelo abundante, pómulos salientes, triangular desastre sentimental. que duró nariz recta, mirada vivaz y penetrante. hasta la muerte de sus protagonistas, Si eran paisanos y sus familias cono- quienes provocaron la de otros persona-. cidas, como es tradición, no es improba- jes y personajillos, cuyos entremelimien- ble que .lus"cinano lo prornocionara y, tos cizañaron la trágica acción. Así, por tras su ingreso en la academia de cade- el bando de Arilonina cayeron sin alca- tes dc Constantinopla, lo incorporase a hueta sirvienta Macedoriia y el castrado su guardia personal. confidente Calligone; por el. de Belisa- rio, su pendenciero general Constantino, asta leer los cinco capítulos primeros quien, ir!cauto, aconsejó a su jefe que de la Historia secret,a para reconstruir el matara a la esposa y no al amante, y que ambiente conyugal y familiar de Belisa- muerta la perra, el collar era suyo. In- río. Antonina, su futura, hija de un con- cluso terminó también en el socorrido ductor de carros e n el Circo de Constan.- convento, recurso y mal menor de bizan- tinopla y de una prostituta del teatro, tinos perseguidos, su hijastro y lirgarte- Ireretló con creces las costumbres de sus niente F'ocio, por no haber i,ntuido que progenitores. Cazó, con filtros niágicos elisario respetaría mfis el amor adidltero o sin necesidad de ellos a Relisario e hizo de Aritonina qile su conjurada complici- de 61 un marido irresoluto, unifaldero, dad para vengarse de los dos aiiiantcs. consentido, en ocasiones irascible y siem- Deja traslucir Procopio que loii hilos de pre masoquista. Aritonina, por su parte, esta trama casera eran manejados politi- perdió su linda y emperejilada cabeza por cantiente desde el Palacio Sagrado por la un joven tracio, 'I'eodosio, prototipo de emperatriz Teodora, quien, con Justinia." amantes, a quien Xa lascivia de Aritoniria, no, fueron las personas más allegadas y resabiada por precedentes amores, y la ingenuidad de Belisario lo convirtieron que mas roces tuvieron con el general y en hijo adoptivo del matrimonio. Adop- su mujer, siempre fieles a la pareja im- ción que terminó en pasión para Anto- perial. Esta relación se puso a prueba en nina y eri tormento para Flelisario. U, los momentos más aciagos para el trono, como dice el refrarrero, el cárltaro y la como la sedición Nika y el affaire de cabra debían ya llevar algún tiempo fre- J~ian de Capadocia, situaciones en las cuentando fuente y monte, pues un dia, que se evidenció la compenetración que durante la campaña de Africa, fue Beli- existía entre los cuatro. Aunque, en ho- sario a rernirar la habitación de los teso- nor a la verdad, quien llevaba Xa inicia- ros requisados a los vándalos y se en- tiva era Teodora, de quien se dice que contró allí a Teodosio y Antonina. Esta, dormia avaramente para ahuyentar el sin inmutarse, dijo al marido: «He ve- ajamiento de su rostro, costumbre que nido aqui con este joven a fin de escon- contrastaba con la de Justiniano, al que der los objetos más valiosos del botin se suele llamar «el emperador sin sue- para que 110 lleguen a manos del empe- ño». A tenor de los hechos yo creo que rador)). Belisario simuló creerla, aunque Teodora pasó, sí, largos ratos en el tála-. estaba --dice Procopio (IX.s.)--. mo, mas compartiendo el sueño y el p h - cer con la política, pues estaba conven". ( h \ . . . oowv 101, OTOSO<IIOV &p$ T>P <YCSOL(YT ; Y I cida de que su belleza, a fin de cuentas, A I , ~ Y ( I > ~ ; S<UIJSÉOI,T(Y. W era inherente, pero el trono tornadizo. Es decir. con las manos en la masa. Por el contrario, a Yustiniano sus peri- pateticas vigilias le aletargaban. Conclu- cluso que se le degradó y se le desposeyó yamos, no sin cierta ironía, que la dor- de sus bienes, aunque, demostrada su milona Teodora le salvó el trono al vigi- inocencia, se le rehabilitó. Pero de lo lante Sustiniano. que no hablan es de que se le cegase, Grosso modo, estas son las pocas noti- ni de que se dedicara a mendigar. Esta cias sobre la niñez, la adolescencia, la leyenda empieza a propagarse a partir primera jmentud y la, si se puede llamar del siglo V I I I o más tarde. así, vida privada de Belisario. Tambien Es, pues, desde el momento en que a sobre su vejez escasea la docurnentación. la figura histórica del general de Justi- Creo que no se conserva ningún texto riiano se le atribuye el castigo de la ce- escrito por un contemporáneo en el que guera, cuando Belisario, de iin personaje se nos relaten con detalle los últimos real se convierte en un héroe épico, ele- años del general, muerto en el 565. vándose al prototipo de hombre extra- Procopio, según las más recientes in- ordinario y afortunado, abatido despuéS vestigaciones, debió morir entre el 559 por la maligna envidia. Según todos los y el 562. Es obvio que no haya escrito testimonios, esta metamorfosis se pro- nada al respecto. Agatias, ya lo indiqué, duce, insisto, a partir del. siglo vrrr. Por se limita a decir que Belisario rechazó los 1-rabajos de Lampsidis y de Mn¿js, sa- con Cxito en el 558 los ataques dirigidos bemos que el castigo de la ceguera es por los hunos contra Constantinopla. A de origen persa y que tal pena se intro- raíz de este triunfo, comenta este histo- dujo en el Imperio bizantino en aquel riador y poeta de Myriria, sus detractores siglo como suplicio reservado a quienes acusaron de ambicioso al general y de atentaban contra el poder imperial. Esto aspirar al trono. Juan Malalas cuenta parece cierto, pues tanto Constantino V I , que en el complot urdido contra Justi- que fue derrocado y cegado en el 797 por nriano por Ablabio, Marcelo y Sergio en.- su propia madre Irene, como Romano tre el nies de noviembre del 562 y julio fkigenes, al que le sacaron los ojos, tras del 563, estaban complicados dos fami- su derrota en Manzikiert (10'71), o como elisario. La conspiración fue el caso de Basilio 11, quien en 1014 man- descubierta la noche antes de llevarse a dó cegar a 15.000 búlgaros, son hechos, cabo, y se implicó también poco despir@s entre otros, acaecidos todos después del al propio Belisario que cayó en desgracia siglo vrrr. ante el emperador. Con todo, sabemos no A partir, pues, de este siglo y, más por Malalas, sino por Teófanes, escritor concrctamente, entre el x y el xrr, fue del siglo vxrr, que en el mismo año 563, cuando empezó a forniarse la leyenda del al no poderse probar la culpabilidad del Belisario ciego. 1,a enilm~raciónde los anciano general, éste fue readmitido en textos, sobre todo crónicas, que lo con- la corte y reintegrado ta todos sus cargos. firman resultaría ahora prolija. Me ceñir@ Asi pues, los historiadores y cronistas a la más segura: la que nos ofrece Juan anteriores al. siglo vrIr admiten, según Tzetzes, el políglota escritor del siglo X K K , elisario fue objeto de en- quien nos presenta ya al general ciego y vidias y calumnias durante su vida, e in- mendicante:
«Dad un obolo u Belisario, dadselo al general
a quien la suerte glcurific6 y la envidiu ha cegado». No hay duda, pues, d e que todas estas El Poema d e Belisario se nos ha trans- crónicas y la transmisión oral dieron lu- mitido en tres versiones relativamente gar a que, durante la dinastía d e los distintas y muy tardías. Son del siglo xvr Paleólogos, exactamente a finales del si- y están escritas en versos decapentasíla- glo X I V , se compusiera la primera redac- boc. H e aquí sus títulos: S ción del Pozma d e Belisario. A C $ - ~ T ~ U L. F .. ;rel;t 13eh~vtuplov;' I U T O ~ K $ Poema, que a mi juicio es una obra t.[7jyIuLs T F ~ L ~ < F X L ~ Y & U Y la 1 ' 1 ~ < i o t u xep't
sustancialmente unitaria, en la que el ~jc~lir(u~)Lv.
anónimo y semiculto poeta ha conjugado Añadamos que de la Dikgesis se cono- elementos fantásticos con materiales his- cen dos versiones, conservadas una en tóricos d e dist,intas fechas y origen, ex- Nápoles y otra en Viena. traídos d e una fuente cronística. Se po- Analicemos, aunque de forma somera dría muy bien lanzar la hipótesis de que por el momento, la influencia d e la el poema s e ha ensamblado a base d e trágica figura d e Belisario en algunas sucesivas estratificaciones de elementos obras literarias figurativas y musicales históricos y legendarios o, sin más, d e del .mundo occidental. cantos populares, degenerando en un Al igual que Alejandro, Belisario ha ejemplo de epica no vulgar, sino erudita. sido hontanar y lugar común al que re- Su contenido, dejados al margen los di- currieron muchos escritores medievales versos pasajes d e adorno y apoyo, puede y de otras épocas posteriores. El perso- sintetizarse así: Belisario, el famoso ge- naje fue dejando su impronta casi en neral y ministro del gran emperador Jus- todos lo?, géneros literarios y a Iraves d e tiniano, Belisario, la gloria del Imperio los estilos más diversos. Como apunté, romano, el que engrandeció a Conslanti- Juan Tzetzes nos ofrece ya en el siglo xrr, nopla y la ciñó con nueve murallas, el totalmente formada, la imagen del Edipo que consiguió deslumbrantes victorias, bizantino, trocador involuntario d e la fue calumniado por envidiosos nobles, púrpura por los harapos. A partir de aquí, acusado d e pretender el trono imperial, escritores como el Dante, atento siempre arrojado en prisión y cegado. Y trocando a las antiguas crónicas y que no en vano su caballo y su espada por el bastón y murió en la bizantina,*Ravenna,divulgará la escudilla, arrastró su amarga vejez y nos dirá cadenciosamente en su come- manoseando inconstantes limosnas. dia divina: «e al mio Belisar commendai I'armi, cui la destra del ciel fu si congiunta, che segno f u ch'i dovessi posarmi)). La historia de la vida de Belisario se hizo que la figura d e propagó insistentemente por la Italia del virtiera en e1 símbolo d e la fugacidad de P Renacimiento. El argumento, como lo ha- 1, dicha y en un ejemplo d e la vanidad ten notar Frenzel y Lebermann, de d e 10s bienes temporales. La literatura ha los mejores ejemplos del tema del en- ido amoldando la vida de nuestro perso- cubramiento y la caída de un hombre excepcional, ofrece la base idónea para naje a los gustos que las distintas épocas una epopeya heroica o para una novela reclamaban y h a sido tratada subjetiva y histórica. La imagen impresionante del caprichosamente por 10s m á s diversos mendigo ciego, añadida por la leyenda, escritores. En la epopeya L'ltalia l i b e r ~ ~Jtli a Goti epígono muy tardío fue la ((tragedia ro- (1547-1548), de Giangiorgio Trissino, Be- mántica)), entonces bastante famosa, de lisario aparece como un hombre débil, Eduard v. Schenk (1823), que, al gusto de cuya falta d e decisión degenera en una la época, trocó el estoicismo por senti- ccmicidcd no pretendida. En el drama mentalismo, resultando significativo que c) jesuítico d e Jakob Bidermann (1607), Be- sirviese de base al libreto d e la ópera de lisario aparece como culnable del dec- Caminarano y Donizetti (1835). Antes de tierro del Papa, en parte por debilidad, Schenk, Marmontel había convertido el en parte debido a una intriga. Un paso destino de Belisario, con mayor éxito, en más hacia la severa tragedia clasicista lo el tema de una novela sensiblera y mo- constituyó la obra de Scipio Francucci ralizante (1767); aquí, el héroe ciego im- Aretino (1620), quien comienza la acción parte, sin saber de quién se trata, al. em- después del agravio cometido por Belisa- perador arrepentido, largas enseñanzas rio contra el Papa y , además, convierte sobre el gobierno liberal, la tolerancia y la auténtica acción dramática en una in- otros temas favoritos de la Ilustración, triga amorosa que gira alrededor del hijo y es incorporado en última instancia por de Belisario y que, finalmente, desembo- Sustiniano a la corte como consejero. ca en la muerte inevitable del general. En el siglo xx existen algunas adap- Siguiendo la temática del teatro espa- taciones del argumento, muy sugestivo ñol, Mira d e Amescua, e n su Ejemplo desde el ángulo histórico-cultural, que mayor de la desdicha (1625), presenta a siguen a esta primera versión novelada, Belisario como heroe d e una aventura aunque sujetándose a las exigencias de galante en lugar d e una intriga política. la novela hist0rica moderna. Tal es el J. Rotrou (1643) y Carlo Goldoni (1734) caso de M. Pratesi (1921) y, sobre todo, siguen al español en la motivación y de- el de Robert Graves, quien en 1938 pu- sarrollo d e la trama. Como aclara Fren- blica su novela Count Belisarius, en la zel, en una intriga de esta índole Reli-. cual, si bien deja entrever su perfecto sario tenía necesariamente que aparecer conocimiento d e la historia, se dedica a como el héroe noble, estoico y pasivo fabular las hazañas del general al que y, así, el argumento pudo incorporarse imagina como un comandante cristiano a numerosas dramatizaciones italianas, d e caballeros con cota de malla, rivales francesas, inglesas y alemanas, dentro de los del rey Arturo. Graves, apartán- del esquema de la tragedia de mártir dose de la historia, crea nuevos persona- barroca. En el drama d e Shirley, 7'he Martir'd S o u l d w (1638), que se aparta jes, cual es el caso de Modesto, o los des- figura, apoyado en su fecunda fantasía. casi totalmente de los hechos históricos, Belisario s e ha transformado en un már- Por lo que atañe a la literatura espa- tir d e la fe cristiana. ñola, citado ya Mira d e Amescua, se en- Con el cambio d e exigencias respecto cuentra alguna alusión al Ediptc bizan- al drama, en el siglo xvlrr desaparecieron tino en El despertar a quien duerme, del las dramatizaciones del argumento. Un desenfadado y vitalista Lope de Vega:
«Que todas tus menwrias Marios y Belisarios --,
Césares y Pompeyos --, con laureles plebeyos --, aplausos, triunfos y despojos varios -- no igualaran mi estado si me tuviera y o por desdichado, i D i c h 0 ~ 0el que no puede - caer, por mas que la fortuna rued~!» uevedo, que como buen ba- m u y distintas fórmulas estilísticas)), de- rroco gusta de escribir ----leemos en Rle- dica a Belisario este soneto: cua--- «poemas de m u y distinto tipo y
«Viendote sobre el cerco de la luna
triunfar de tanto bárbaro contrario, ¿quien no temiera, joh noble Belisario!, que habías de dar envidia a la Fortuna?
Estas lágrimas tristes, una a una,
bien las debo al valor extraordinario con que escondiste en alto olvido a Murio, que mandando nació desde la cuna.
Y agora entre los míseros mendigos,
te tiraniza el tiempo y el sosiego la memoria de altísimos despojos.
Quisikronle cegar tus enemigos,
sin advertir que mal puede ser ciego quien tiene en tanta fama tales ojos.
No ha sido ajeno el continente ameri- de entre los poetas universales el que
cano a la tradición belisariana, tan cons- mejor asimiló el espíritu y la fllosofia tante en Europa; así, su eco, distante en nan la contrastada vida el tiempo y en el espacio, pervive en los anrique, que nos h tonos elegíacos de un poeta como I,ong- a f e de Constant fellow, quien tal vez debió escucharlo de ademas debía conocer la azarosa historia nuestros escritores clásicos, por los que de Rizancio, aun sin hacer ninguna alu- sentía tanta predilección. Lo demuestra sión directa al ilustre general, nos ha su magnífica interpretación de las Coplas dejado su mejor retrato: anrique, quien, por cierto, es tal vez
«Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal de juventud, todo se torna g r a v a a cuando llega al arrabal de s e n ~ c t u d . Pues la sangre de los Godos, y el linaje y la nobleza tan crescida, ;por cuántus vías y modos se pierde su gran alteza en esta vida!