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LOS NIÑOS
I. INTRODUCCIÓN:
La música coexiste con el ser humano casi desde sus orígenes, y se puede decir incluso
que es inherente al él. La música, además, tiene presencia en todas las etapas de nuestra
vida, y, debido a que nos acompaña incluso desde antes de nacer, ejerce una influencia
muy significativa en nuestro desarrollo, específicamente desde que el feto es capaz de
escuchar sonidos y reaccionar ante ellos (entre las semanas ocho y doce
aproximadamente).
Por otro lado, el proceso de formación y desarrollo de los niños, ya sea por el carácter
rutinario en la enseñanza que tienen algunos docentes o por el entorno familiar en el que
los niños se desenvuelven, casi siempre ha resultado tedioso, tanto para el alumno, como
para el educador. Esto a su vez ha originado una búsqueda continua de recursos que
permitan que la transmisión de cualquier tipo de enseñanzas sea lúdica, placentera,
satisfactoria y motivadora para ambos.
1.2. Enunciado:
1.3. Hipótesis:
Los beneficios de la música en el desarrollo integral de los niños son: Fortalecimiento
del Aspecto Socio-Emocional de los Niños (Afianzamiento de la Autoestima,
Reducción del estrés, Aumento de la sociabilidad), Fortalecimiento del Desarrollo
Psicomotor de los Niños, Fortalecimiento del Desarrollo Creativo de los Niños, y
Fortalecimiento del Desarrollo Cognitivo de los Niños (Aumento de la memoria, la
atención y la concentración, Facilidad para la resolución de problemas lógico-
matemáticos, Refuerzo del lenguaje).
II. Argumentación:
La música está compuesta por diversos elementos que suscitan la emoción, evocan
imágenes y provocan movimiento. Estos elementos son el ritmo, la melodía, la
armonía, el timbre, la intensidad... Cada uno de estos elementos llega al niño de forma
diferente y actúa según su grado de desarrollo. Se trata de un lenguaje que los niños
pueden comprender sin tener ningún conocimiento previo, porque son ellos los que le
dan significado. VAILLANCOURT (2009, p. 11)
Partiendo desde la estructura cerebral del ser humano (El Hemisferio Izquierdo: Verbal,
Secuencial, Temporal, Digital, Lógico, Analítico, Racional; y el Hemisferio Derecho-:
No verbal, Video-espacial, Simultáneo, Analógico, Gestalt, Sintético, Intuitivo),
podemos establecer que cada uno de los hemisferios cerebrales procesa de manera
diferente y selectivamente, determinados estímulos que le vienen dados del exterior.
Sin embargo, según DESPINS (1989), existe una relación entre ambos hemisferios a
través del cuerpo calloso, de tal manera que interactúan en paralelo; es decir,
intercambian información y se complementan: “el ritmo musical estimula los dos
hemisferios cerebrales. … el derecho recibe el estímulo musical y el izquierdo interpreta
y controla la ejecución. … La música siempre será el mejor medio para desarrollar y
acrecentar adecuadamente este fenómeno cerebral”.
En tal sentido, recientemente, algunos científicos han probado que la música estimula
el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, que es el encargado del desarrollo de
actividades básicas como el aprendizaje del lenguaje, la escritura, los números y el uso
de la lógica.
“El arte crea la sonoridad interior, es decir, una nueva dimensión de la vida afectiva.
… Se libera de la afectividad común. El arte musical es el punto de contacto entre el
mundo sonoro y el mundo afectivo” DELACROIX (citado en WILLEMS, 1981).
Para WILLEMS (1981), la música se trata de una actividad humana más global y
armoniosa, es aquella en la que el ser humano es, a la vez, material, espiritual, dinámico,
sensorial, afectivo, mental e idealista.
En ese contexto, la actividad musical es un medio muy eficaz para que los seres humanos
se desinhiban, se relacionen, logren mejorar su autoestima y nivel de seguridad. Además
favorece las relaciones interpersonales y la práctica de valores como el respeto, la
tolerancia, la solidaridad, la cooperación, el esfuerzo y la perseverancia.
Sin embargo, cabe resaltar que, para que los niños puedan beneficiarse de los aspectos
antes señalados, es importante y casi imprescindible introducirlos en el mundo musical
desde una edad temprana, cuando se va a formar tanto su espíritu como su mente.
Afianzamiento de la Autoestima:
Tanto en niños como en adultos, la música evoca emociones y nos lleva a estados de
relajación o activación de los sentidos cuando escuchamos las melodías adecuadas.
Escuchar canciones alegres cuenta con la virtud de cambiar el ánimo de una persona
rápidamente, y ayuda a tener autocontrol, mejora el poder de seducción y vence la
timidez; puede mejorar desde un momento triste hasta un estado de estrés.
Por otra parte, conseguir tocar una melodía con un instrumento provoca la misma
reacción en los niños, pues según sean los avances que van experimentando producirán
una gran satisfacción y alegría en ellos, pues sienten que todo su esfuerzo ha valido la
pena.
Las mismas endorfinas que actúan como analgésicos naturales y que ayudan a a
aumentar la felicidad, y a disminuir la depresión, reducen significativamente los niveles
de estrés y ansiedad.
Escuchar música suave durante media hora, al menos dos veces por semana, reduce
significativamente los niveles de estrés y ansiedad, así mismo, desarrolla de un
fuerte vínculo afectivo que estimula la inteligencia emocional.
Está demostrado que dedicar unos minutos al día a la música de baja frecuencia es una
de las mejores técnicas de relajación que existen. Las melodías suaves, despiertan y
desarrollan emociones y sentimientos que pueden modificar el estado de ánimo y
promover la reflexión, además, claro, de fomentar el autocontrol y provocar un efecto
relajante sobre los estados de tensión y el estrés del día a día. Así mismo, la música
ayuda a sostener periodos más profundos de meditación.
Aumento de la sociabilidad:
Coincidiendo con CAPRAV (2003) que propone que “se considere a la educación a
través de la música como uno de los pilares del desarrollo integral del ser humano”; la
música no solo se trata de una expresión artística, sino de un recurso pedagógico que
puede ser empleado para promover el desarrollo integral de los niños.
La música invita a socializar, crea vínculos entre personas que comparten una pasión
similar o que comparten sentimientos, y además acrecienta las posibilidades de conocer
nuevas personas y tener una vida social más activa. Todo ello, promueve un clima de
colaboración y respeto que se consolida aún más cuando aparte de escuchar música, se
ejecuta, ya sea en equipo o individualmente para los demás.
La música da la oportunidad a los niños de interactuar con otros niños y con adultos,
brindando más ocasiones para desarrollarse en sociedad. Si a esto, lo reforzamos con la
participación en bailes en grupo, grupos de canto, etc. promueve que los niños puedan
conocer a más gente, expandir sus horizontes, y a la vez divertirse.
Existe una relación bastante estrecha entre la música y la educación motriz, y tal como
señala PASCUAL (2006). “la educación musical no puede desarrollarse sin el cuerpo
y el movimiento, y la educación psicomotriz necesita de la música, la voz y los
instrumentos musicales”.
Cada tipo de música se puede bailar de distintas formas, por lo que los niños pueden
articular una pequeña coreografía entre todos, contribuyendo de esta forma a la
potenciación del control rítmico de su cuerpo.
La creatividad es una de las particularidades más destacadas del ser humano, y se sabe
que cada niño o niña posee un talento creador natural. En palabras de LOWENFELD Y
BRITAIN, (citado en ANGEL, 2013) :
Todos los niños nacen creativos... no debemos preocuparnos por motivar a los niños
para que se comporten en forma creativa; lo que si debe preocuparnos son las
restricciones psicológicas y físicas que el medio pone en el camino del pequeño que
crece inhibiendo su natural curiosidad y su comportamiento exploratorio. (p.27)
Por otro lado, interactuar con una disciplina artística, de por sí, induce a que el niño
desarrolle su mundo interior; en este caso, la música predispone a los niños a desarrollar
o mejorar sus habilidades para otras materias artísticas, como el dibujo y la pintura.
Conjuntamente, el reconocimiento de pautas rítmicas en una melodía estimula la zona
creativa del cerebro (hemisferio derecho), impulsando directamente al niño a desarrollar
su imaginación.
A través del arte, el ser humano logra inspirarse en sus propios sentidos y expresar su yo
interior. Si bien la música promueve la espontaneidad y la sensibilidad para crear y
expresarse, también requiere del desarrollo de una serie de habilidades y destrezas
auditivas, motrices, vocales, y teóricas, por eso, lo ideal es que exista un aprestamiento
básico en la niñez.
Sin embargo, tratar de imponer muy pronto una excesiva rigidez a en esa etapa de
aprestamiento, indudablemente traería consigo la destrucción del germen creador del
niño. Por timidez, el niño se inhibiría, y, lo sencillo le resultaría difícil. Por consiguiente,
es de suma importancia que en un inicio el niño se exprese con absoluta libertad, para
luego darle una orientación adecuada.
Poder observar cómo se tocan diferentes instrumentos despierta en los niños curiosidad
y entusiasmo por aprender, y para Sarget (2003), la música, ya que contribuye a
desarrollar los sentidos que son los receptores de la información, potencia las
capacidades cognitivas de los niños.
Los efectos de la música en los niños, no solamente se limita a eliminar la
sensación de fatiga, cansancio y aburrimiento, sino que también actúa como un
estimulante que aumenta la productividad. Además, favorece el desarrollo del
lenguaje, que es una de las principales áreas de contenido en Educación Infantil.
Cuando se reciben clases de música, ésta activa a ambos hemisferios cerebrales. Por esta
actividad, la concentración, memoria y disciplina de un estudiante se ven obligadas a
ejercitarse, y por ende, este ejercicio mejorar notoriamente la capacidad de las aptitudes
mencionadas.
La explicación científica que dan los investigadores a este suceso es que la música
favorece la neurogénesis, es decir, a la generación de nuevas neuronas. En tal sentido, el
incremento del número de neuronas, facilitará los procesos cognitivos del individuo y le
ayudará a estar expuesto a sufrir en menor riesgo aquellas enfermedades asociadas a la
muerte neuronal como pueden ser por ejemplo el Alzheimer.
Así mismo, está comprobado que la música con ritmos fuertes hace que la concentración
permanezca más aguda y los pensamientos más alerta. En cambio, escuchar música
suave, mejora la capacidad de concentrarse durante más tiempo, y promueve un estado
de calma y meditación.
La música comparte área cerebral con el lenguaje, por ello el cerebro infantil no
distingue diferencia entre ambos, y aprende las palabras al inicio a través de la
musicalidad. En este sentido, la música es el punto de ingreso del infante a la
comunicación verbal, puesto que ayuda a comprender mejor y a articular palabras.
Sin embargo, para que un niño entone la letra de una canción supone una
preparación pre-verbal, es decir primero tiene que conocer su ritmo, y familiarizarse
con él (tatarear). Si a esto le sumamos el baile y la ejecución de algún instrumento los
niños comenzarán a hablar antes.