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-Este día la novena la rezamos mientras vamos de procesión hacia el Templete. El Primer
misterio lo leemos y enunciamos en el atrio, luego nos ponemos en camino. Al concluir
cada misterio, nos detenemos como para leer el texto y luego seguimos caminando al
iniciar el Padrenuestro. El punto IV de la novena: la oración de los peregrinos, lo
hacemos directamente ya en el Templete.
-Tener preparado un plantín de algarrobo y el pozo, para plantarlo al comenzar la
procesión. (Si es posible, también alumnos del San Benito para realizarlo).
-Tener preparados los signos de: un globo, un recipiente con tierra, un recipiente con
agua, varias botellas de agua bendita para bendecir a la gente, un recipiente con
semillas y un animal (puede ser una mascota), para llevarlos en procesión y ofrecerlos
en cada misterio.
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
“Para mitigar la helada soledad del monte, prendieron una enorme
fogata,
a la que se abrazaron con fuerza.”
II) Escuchamos la Palabra de Dios: Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro,
llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb. Allí se
le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al
ver que la zarza ardía sin consumirse, Moisés pensó: «Voy a observar este grandioso
espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?» Cuando el Señor vio que él se
apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: «¡Moisés, Moisés!».
«Aquí estoy», respondió él. Entonces Dios le dijo: «No te acerques hasta aquí. Quítate las
sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa.» Luego siguió diciendo:
«Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.»
(Éxodo 3, 1-5)
III) Contemplamos:
1) EL CALOR LUMINOSO DEL FUEGO: Junto a las estrellas y el cobijo de la carpa,
el fuego se nos hace amigo fiel que nos ampara del frío durante la noche. Su calor nos
abriga en la noche. Mientras que el frío nos lleva a guardarnos y a cubrirnos, el fuego, por
el contrario, nos acerca, nos saca de nosotros mismos, nos invita a descubrirnos y
quitarnos lo que nos tapa y esconde. Su luz ahuyenta los peligros, permite definir los
contornos y los rostros. Da claridad, luz y seguridad, corriendo las tinieblas con su
misteriosa luz. Su resplandor caluroso nos remite a Dios, que nos da luz y calor.
Cualidades que encontramos en muchas personas, que sentimos luminosas y cálidas, con
quienes da gusto estar y pasar largos ratos. ¿Quiénes han dado calor y luz en tu vida?
¿Cómo se sienten los demás con tu persona? ¿Se te acercan buscando calor y luz?
¿Rehúyen ante tu frialdad e indiferencia distante?
En este séptimo día de la novena, rezamos POR EL CUIDADO DE NUESTRA CASA
COMÚN, LA TIERRA. María lleva los colores del monte santiagueño, donde quiso
quedarse. María, la llena de gracia, nos regala una Vida nueva, la de su Hijo
Jesús que ha venido para que todos tengamos vida y Vida en abundancia. Su
manto verde nos compromete en el cuidado y defensa de la vida del monte y la
naturaleza, nuestra Casa común, fuente de vida de nuestros hermanos
campesinos. Vamos a hacer un gesto. Vamos a plantar un árbol, como signo de
este compromiso. (Si están: se dice lo siguiente, sino se saltea lo que está
subrayado): Alumnos del secundario de la zona, el colegio agrotécnico San
Benito, plantarán un árbol en nombre de todos nosotros. (Si no están se dice lo
siguiente): Algunos peregrinos, plantarán un árbol en nombre de todos nosotros.
Acompañamos este momento con nuestro silencio. (Concluido el gesto se
dice): Vamos a posar unos instantes a nuestra Madre sobre esta planta.
(Acercamos a la Virgen y colocamos el anda sobre la planta): Te pedimos
María que cuidemos las plantas, árboles y arbustos. Que nuestro afán de
consumo no extermine a nuestros vegetales. Que el color de tu manto verde
nos comprometa en el cuidado de nuestra naturaleza. Danos la audacia de
sembrar árboles, para seguir dando vida a las siguientes generaciones.
Primer misterio (ver pp.2-3) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
II) Escuchamos la Palabra de Dios: El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres
fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la
piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban
desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras
deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo,
ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha
resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: "Es necesario que el
Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite
al tercer día."» Y las mujeres recordaron sus palabras. (Lucas 24, 1-8)
III) Contemplamos:
1) LA VIDA ME HAN PRESTADO Y TENGO QUE DEVOLVERLA:
En nuestra argentina necesitamos volver a sentirnos hermanados como pueblo, que surja
de nuestras oscuridades la luz, un nuevo amanecer que nos va haciendo cada vez más
hermanos entre nosotros. Así cada noche aguarda la luz del amanecer y cada día esconde
un ocaso. La luz de la mañana es una fiel recompensa para quien ha sabido perseverar en
la oscuridad de la noche. El sol despunta seguro cada día, tímidamente, pintando de
colores maravillosos el cielo, anunciando su llegada. Sus primeras luces no encandilan ni
queman, como el esplendor del mediodía. Lentamente, cada mañana, las cosas vuelven a
tomar su figura, a expresar sus colores, a definir sus contornos. La naturaleza despierta en
cantos de pájaros y en flores que se abren. Cada mañana, el hombre agradecido levanta sus
manos al Creador, para bendecir el milagro de la vida. Celebramos un día más la fidelidad
de Dios, que no abandona la obra de sus manos. Su amor fiel sigue sosteniendo nuestras
vidas. Dios nos vuelve a confiar el don de la vida.
El año pasado muchos de nosotros escribimos en una bandera argentina los sueños por una
patria más justa y más fraterna. Hoy volvemos a extender esta Bandera como signo que
nos une y nos llena de esperanza que entre todos vamos haciendo una argentina más llena
de paz.
2) ARTÍFICES Y PROTAGONISTAS DE NUESTRA HISTORIA:
Cada mañana se nos presenta una nueva oportunidad para vivir. En los umbrales del día, todo
está por hacerse, la hoja de nuestra vida está en blanco, para escribir en ella lo que deseemos.
El día nos aguarda en forma de semilla, para desplegar nuestras capacidades, dones y talentos.
Estamos ante la opción de ser protagonistas de nuestra jornada. Podemos vivirla
intensamente, estando bien presentes en cada instante, siendo conscientes de cada acción que
realicemos. Pero también podemos dejarnos arrastrar por la rutina, por la inercia de lo
cotidiano y dejar que un día más se nos escurra, como agua entre los dedos, dejándonos llevar
por la corriente del paso inexorable de las horas. Está en nosotros la decisión cotidiana de
cómo vivir nuestra jornada, de cómo emplear el valioso tiempo que Dios nos regala, de cómo
gastar las horas de nuestra vida. Por ello, los primeros instantes de nuestra jornada son
fundamentales para tomar consciencia de nuestra vida, para tomarla en nuestras manos y
decidir en qué la queremos arriesgar, cómo la queremos vivir en esta nueva posibilidad que se
nos abre. Si miramos en lo profundo, no se trata de una simple decisión acerca de lo que
queremos hacer sino quien queremos ser.
Todos los días tenemos la oportunidad de cambiar nuestra historia y con nuestras pequeñas o
grandes decisiones la historia de un barrio, de un paraje, de una provincia y de un país. ¿Qué
deseamos para nuestra Argentina? (silencio) vamos a levantar nuestras banderas en dirección
al cielo, y vamos a pedir juntos a Dios que nos ayude a no dejarnos vencer por el desánimo y
la fatiga.
Que nuestras banderas se alcen al cielo y sean signo de esperanza.
(Una vez llegados al templete, antes de subir la imagen, desde el sonido del Templete):
Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos: Gracias Madre por traernos
una vez más a tu santuario para agradecerte todo lo que nos das día a día. Protege
nuestro regreso y gracias por tus bendiciones. Protege a nuestros enfermos en el nombre
de Jesús.
Vamos a concluir este rezo de la Novena, extendiendo nuestras manos hacia el cielo, como
signo de la ofrenda de nuestras vidas a Dios y a la Virgen. Nuestras manos son el mejor
signo de nuestras vidas que desean ser ofrendas agradables a Dios. Manos abiertas para
dar y recibir, para acariciar, acompañar, para alabar y bendecir. (Hacemos unos instantes
de silencio y decimos:) Unidos como familia recemos la oración que Jesús nos enseñó:
Padrenuestro…
DÍA 31/7: Noveno día: LA IMAGEN JUNTO AL ÁRBOL
Este día la novena la rezamos mientras vamos de procesión desde el Templete. El Primer
misterio lo leemos y enunciamos en el Templete, cuando la Virgen ha bajado y ya se formó
la procesión, antes de salir, desde el sonido del templete, luego nos ponemos en camino.
Al concluir cada misterio, nos detenemos como para leer el texto y luego seguimos
caminando al iniciar el Padrenuestro. El punto IV de la novena: la oración de los
peregrinos, lo hacemos directamente ya en el Templete.
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
“En medio de enormes llamas que ardían en todo su esplendor,
una imagen celestial enmudeció al monte y a todos sus habitantes.
Era la Virgen María, junto a un árbol, la que tantas veces se le apareció
a la niña, a quien nunca le habían dado crédito y habían dejado partir
para siempre. Todavía asombrados y sorprendidos por lo que sus ojos
captaban,
los testigos de aquella divina aparición apagaron las llamas y
comenzaron,
sin saberlo, a forjar la historia de la Virgen de Huachana.”
III) Contemplamos:
1) MADRE DEL MONTE:
María aparece junto a un árbol. Su presencia es un signo luminoso para quien sabe descifrar
su mensaje. Ella aparece en el monte y nos habla desde la espesura del monte. Para
encontrarla, hizo falta internarse monte adentro, aguardar con paciencia su llegada, atravesar
las inclemencias y hostilidades propias de este lugar sagrado y misterioso. María bendice el
monte con su presencia. Este año nos detenemos a mirar el Amor infinito que Dios nos
tiene a cada uno, amor manifestado acá en Santiago con la presencia amorosa de Maria.
Misericordia es la palabra que nos recuerda que tu amor no tiene límite, ni medidas, que
todo lo perdona, que aun hubiéramos cometido las peores faltas nuestro corazón si confía
en ti no teme pues toda esa multitud de pecados, son como una gotita de agua en un
brasero ardiente que es tu corazón de Madre. Tu corazón nos sostiene siempre, nunca nos
abandona, ama ante todo incluso ama mi debilidad, y también me pides amar a los demás
con esta misma medida de amor. Por esto Madre ayúdanos a transformarnos todos en tu
misericordia, vamos a cerrar nuestros ojos y extendemos nuestras manos hacia la
Virgencita y traigamos a nuestra mente a todas las personas que hoy necesitan de nuestro
amor, aquellos que hemos ignorado o juzgado, aquellos que nos cuestan perdonar y
comprender (silencio) ahora con nuestras manos extendidas recibimos esa mirada tierna y
misericordiosa de nuestra Madre (Elevamos a la Virgencita y la vamos girando hacia la
gente) Mirémosla y dejémonos mirar por ella, y pidámosle que nuestros ojos sean
misericordiosos para que no juzguemos según las apariencias si no que busquemos lo
bello que hay en el alma de nuestro prójimo y salgamos a su encuentro.
Primer misterio (ver pp.2-3) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
(Una vez llegados al templete, antes de entrar la imagen, desde el sonido del Templete):
IV) Rezamos junto a las intenciones de los peregrinos: Querida Virgencita,
muchas gracias por la salud, el trabajo y el amor que hay en mi familia. Te pido toda la
bendición para cumplir nuestro sueño de bendecirnos con el don de la vida y poder traer
el hijo que soñamos con mi pareja. Deseamos poder ser felices y darle amor al prójimo.
(Cantamos mientras la Virgen es llevada hasta el altar).
(Una vez que la Virgen ya ha sido llevada hasta el altar y la gente ya está tranquila en sus
lugares): Vamos a concluir este rezo de la Novena, extendiendo nuestras manos hacia la
Virgen, como si la estuviéramos tocando, le pedimos a Ella, la llena de gracia, que nos
contagie la gracia de Dios, que nos conceda lo que más necesitamos, que nos acaricie con
su bendición. (Hacemos unos instantes de silencio y rezamos un Avemaría).
Este día la novena la rezamos mientras vamos de procesión desde el Templete hacia la
Capilla. El Primer misterio lo leemos y enunciamos en el Templete, desde el sonido del
templete, luego nos ponemos en camino. Al concluir cada misterio, nos detenemos como
para leer el texto y luego seguimos caminando al iniciar el Padrenuestro. El punto IV de
la novena: la oración de los peregrinos, lo hacemos directamente ya en la Capilla.
I) Nos ponemos en la presencia de Dios: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
“Con el humo anunciando el final de la fogata, Juan Cruz Verón,
hermano
de la niña que vio por primera vez a María, trasladó la pequeña imagen
hasta su humilde hogar donde, por muchos años, miles de devotos
llegaron a venerar a la Virgen.”
III) Contemplamos:
1) REGRESAMOS DISTINTOS:
Como Juan Cruz Verón y sus compañeros, hemos de emprender la vuelta a casa, a lo
cotidiano. Tal vez pensemos que estamos concluyendo un camino, cuando, en realidad, lo
que nos aguarda es una nueva peregrinación. Llegó la hora de partir. Luego del parto, de
esta vida nueva engendrada, se nos invita a la partida, a comenzar una nueva etapa, a
emprender una nueva aventura. El encuentro con María nos transformó. El camino que
esta novena nos hizo andar, nos fue marcando profundamente. Se trata, pues, de descubrir
esa nueva vida engendrada. Descubrirla, cuidarla y acompañarla para que siga creciendo y
sea fecunda. Nuestra vida cotidiana, con su rotunda sencillez, aguarda nuestra novedad,
nuestra luminosidad, nuestro corazón nuevo. No hemos de ser ingenuos. Este entusiasmo
con el que volvemos, puede irse apagando con las dificultades de la vida cotidiana. Para
ello, hemos de tomar cada día la firme resolución de cuidar y mantener esas prioridades
que hemos descubierto para nuestras vidas. Ello nos llevará a asumir algunas renuncias
necesarias, para que no nos quedemos en simples deseos o sueños, sino que los hagamos
realidad. ¿Qué me llevo de estos días compartidos en Huachana? (silencio) si nos
animamos podemos decirlo en voz alta. Lo resumimos en una palabra.
Primer misterio (ver pp.2-3) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.
2) LLEVAMOS A MARÍA A CASA:
Juan Cruz tuvo la gracia de acoger a María en su casa. El apóstol Juan, acogiendo el regalo
de Jesús, hospeda a María en su casa. Nosotros también deseamos abrir de par en par
nuestras puertas para darle hospedaje, como un miembro de honor en nuestra familia. No
es fácil acoger a un miembro nuevo en la casa. Todos debemos, de alguna manera,
reacomodarnos a este nuevo integrante. María no quiere estar de adorno en un rincón
escondido de la casa. Ella desea estar presente y llenar con su gracia toda nuestra familia.
Si dejamos que María se nos meta en casa, tendremos que estar dispuestos a realizar los
cambios que su presencia nos obliga a hacer. El gesto violento y amenazador habrá de ser
expulsado. La indiferencia, el egoísmo, el desinterés por el otro, habrán de ser
transformados en atención, humildad y generosidad. El diálogo habrá de reemplazar la
televisión, los celulares y el encierro de cada uno en su propio mundo. El trabajo tendrá
que ser acotado para dar más tiempo al encuentro y a la alegría compartida. En silencio
mirándola a Maria y dejando que ella nos mire vamos a pensar a que realidades de
nuestra vida cotidiana necesitamos que ella nos acompañe. Y en un gesto de entrega
se lo dejamos a Maria con nuestras manos extendidas.
Segundo misterio (ver pp.2-3) 1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria.