Sei sulla pagina 1di 2

Al son que me toquen bailo

Emilio Garcia Gutiérrez


Catedrático ESAP
La palabra de moda en Colombia es la CORRUPCIÓN. Así lo volvieron los medios
masivos de comunicación. Y ponen el grito en el cielo, y entrevistan a Raimundo
y todo el mundo, y hacen informes comparativos de cuantas escuelas y
hospitales se habrían podido construir si no se hubieran robado la plata de los
colombianos y, de nuevo, se inventan campañas para contribuir a la lucha
contra este flagelo, campañas coyunturales que apuntan más a un interés por
el rating que por un auténtico compromiso con la sociedad
En nuestro país, existen condiciones estructurales del sistema y del ejercicio
político que se constituyen en caldo de cultivo para la corrupción. Entre ellas,
La concentración creciente del poder en el Ejecutivo y las debilidades del
sistema de pesos y contrapesos;
El clientelismo;
La impunidad;
La falta de transparencia en la financiación de la política;
La "cultura del atajo" y el "todo vale";
Una débil cultura de rendición de cuentas;
El incumplimiento por parte de muchas entidades públicas del derecho de
acceso a la información;
Fallas en el diseño de la institucionalidad estatal, e
Incumplimiento de la normatividad vigente.
Además, la corrupción está inmersa en toda la sociedad, involucrando al sector
público, al sector privado y a la ciudadanía. Dicho en otras palabras, el
fenómeno parece estar relacionado con causas de orden ético, social, político y
administrativo.

¿Cómo vamos en el ranking mundial?


Las diferentes mediciones realizadas sobre la corrupción en Colombia muestran
un panorama bastante desalentador. Colombia se encuentra en el puesto 78
entre 178 países evaluados. De otra parte, en el contexto americano, Colombia
ocupa el décimo puesto (entre 18) y en el Latinoamericano, el cuarto. (O sea,
vamos perdidos). Adicionalmente durante los últimos doce años no ha habido
cambios significativos, lo cual indica que las políticas y acciones emprendidas
para enfrentar la corrupción no han sido eficaces.

Como los superamigos, a luchar por la justicia


Colombia tiene un buen desarrollo normativo en materia de lucha contra la
corrupción. Sin embargo, la gran deuda es el cumplimiento formal y sustantivo
de la norma. Por ello es indispensable aumentar la capacidad del Estado para
cumplir y hacer cumplir las normas que regulan la gestión pública en temas
relacionados con la corrupción. Una política pública de lucha contra la
corrupción debe contemplar medidas de prevención, investigación y sanción, y
propender por la integración y coordinación de todos los entes responsables de
su aplicación Entre ellos, por su impacto en el fenómeno, cabe destacar los
siguientes:
Gestión de la contratación estatal.
Gestión contable y desempeño financiero
Fortalecimiento de la institucionalidad local y departamental
Acceso a la información
Promoción y publicidad de las decisiones y acciones públicas
Rendición de cuentas
Pero más allá de las normas, una efectiva Política Integral de Lucha contra la
Corrupción no es concebible si no contempla un fuerte componente de
educación y de participación ciudadana. Y, sobre todo, si no entendemos que
todos somos, por acción o por omisión, corresponsables de la corrupción: el
sector público, el sector privado, los medios de comunicación y la ciudadanía.
Solo entonces la corrupción dejará de ser una transacción de bajo riesgo y altos
rendimientos y se convertirá en una de alto riesgo y bajos rendimientos.

Potrebbero piacerti anche