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Milagros en la región de Tiro y Sidón

Los milagros de Jesús.

Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net

En las tierras de Tiro y Sidón

A la actividad incesante en torno a Cafarnaum sucede un viaje a tierras lejanas. Se trata


del viaje por el Norte de Galilea hacia el noroeste, en la región de Tiro y Sidon. Desde allí,
Cristo irá a buscar las fuentes del Jordán y continuará hacia el sur hacia la Decápolis
donde había sido sanado el endemoniado energúmeno. "Y partiendo de allí se fue hacia
la región de Tiro y de Sidón. Y habiendo entrado en una casa deseaba que nadie lo
supiera, pero no pudo permanecer oculto" (Mc). No quiere darse a conocer, pero su fama
transciende las fronteras de Israel, y acuden las personas que ya tenían fe, más o menos
formada.
La mujer cananea
Entre los que acuden está la mujer cananea o sirofenicia. El dolor la lleva a luchar por la
curación de la hija endemoniada. La insistencia revela un amor que sabe superar las
pruebas. La suya es una fe y un amor humilde que no se molesta ni por silencios, pues
insiste; ni por palabras, que se podrían interpretar como un rechazo o un desprecio. Lo
importante es la salvación de la hija, ella ¿qué importa? Y consigue lo que pide, además
de un elogio del Señor a su fe.

"Después que Jesús partió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. En esto una mujer
cananea, venida de aquellos contornos, se puso a gritar: ¡Señor, Hijo de David, apiádate
de mí! Mi hija es cruelmente atormentada por el demonio. Pero Él no le respondió palabra.
Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaban diciendo: Atiéndela y que se vaya,
pues viene gritando detrás de nosotros. Él respondió: No he sido enviado sino a las
ovejas perdidas de la casa de Israel. Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él
diciendo: ¡Señor, ayúdame!. Él le respondió: No está bien tomar el pan de los hijos y
echárselo a los perrillos. Pero ella dijo: Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen
de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Entonces Jesús le respondió: ¡Oh
mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel
instante"(Mt).

El sordomudo

La porfía entre Jesús y la mujer, la imagen de los perros y los cachorros, conmueven al
Señor. A través de esta mujer, ve el amor y la fe que busca entre los hombres. La alegría
de la mujer ante la niña sanada tuvo que ser enorme; el agradecimiento inunda su alma.
Una vez más el milagro fue en Galilea; y, como antes, corre la voz del nuevo signo divino
y las gentes acuden hacia Él. Un milagro realizó después, el del sordomudo. Esta vez el
milagro lo va a realizar con parsimonia, con gestos y con oración, con palabras, como con
esfuerzo. Y todos lo comentan.

"De nuevo, saliendo de la región de Tiro, vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea,
cruzando el territorio de la Decápolis. Le traen un sordo y mudo, y le ruegan que le
imponga su mano. Y apartándolo de la muchedumbre, metió los dedos en sus orejas, y
con saliva tocó su lengua; y mirando al cielo, dio un suspiro, y le dice: Effetha, que
significa: ábrete. Al instante se le abrieron los oídos, quedó suelta la atadura de su lengua
y hablaba correctamente. Y les ordenó que no lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo
mandaba, tanto más lo proclamaban; y estaban tan maravillados que decían: Todo lo ha
hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos" (Mc).

Segunda multiplicación de los panes

El paso por la Decápolis no fue tan oculto como su estancia en la región fenicia. La
cercanía de Galilea y la acción del antiguo endemoniado, liberado de sus cadenas,
influyó; y se juntan multitudes para escuchar al Señor y beneficiarse de sus milagros. Aquí
podemos situar la segunda multiplicación de los panes y de los peces, similar a la primera
a orillas del lago en Tabgha. Se repiten los mismos hechos, salvo el número de los
presentes y la cantidad inicial de alimento. "En aquellos días, reunida de nuevo una gran
muchedumbre que no tenía qué comer, llamando a los discípulos les dice: Siento
profunda compasión por la muchedumbre, porque ya hace tres días que permanecen
junto a mí y no tienen qué comer; y si los despido en ayunas a sus casas desfallecerán en
el camino, pues algunos han venido desde lejos. Y le respondieron sus discípulos: ¿Quién
podrá abastecerlos de pan aquí, en el desierto? Les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis?
Ellos dijeron: Siete. Y ordenó a la multitud que se acomodase en el suelo. Tomando los
siete panes, después de dar gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que
los distribuyeran; y los distribuyeron a la muchedumbre. Tenían también unos pocos
pececillos; después de bendecirlos, mandó que los distribuyeran. Y comieron y quedaron
satisfechos, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Los que habían comido
eran alrededor de cuatro mil, y los despidió"(Mc).

De regreso en Galilea

Al volver a Gallea le esperan con ansia las multitudes con enfermos de todos los estilos.
Jesús les cura, y todos se maravillan de nuevo dando gloria a Dios. "Y cuando Jesús salió
de allí, vino junto al mar de Galilea, subió a la montaña y se sentó. Acudió a él una gran
multitud llevando consigo cojos, ciegos, lisiados, mudos y otros muchos enfermos, y los
pusieron a sus pies y los curó; de tal modo que se maravillaba la multitud viendo hablar a
los mudos y quedar sanos los lisiados, andar a los cojos y ver a los ciegos, por lo que
glorificaban al Dios de Israel"(Mt).

Los apóstoles han podido comprobar una vez más, que el reino de Jesús, se extiende
más allá de las fronteras de Israel. Es natural que, en un principio, sintiesen un cierto
rechazo; pero deben aprender a ensanchar sus horizontes y a mirar el corazón de los
hombres, que es el modo divino de juzgar.
¡Ay de ti Corozaín, ay de ti Betsaida…!
Job. 38, 1.12-21; 39, 33-35;
Sal. 138;
Lc. 10, 13-16

El orgullo de que somos cristianos viejos, cristianos de siempre queda bien herido con las
palabras de Jesús a Corozaín, Betsaida y Cafarnaún.
Eran pueblos y ciudades del entorno del lago de Tiberíades, de la zona geográfica,
podemos decir, donde Jesús de manera especial realizó su actividad pública. El evangelio
nos repite varias veces que Jesús recorría los pueblos y ciudades de Galilea. Allí
predicaba anunciando el Reino de Dios, allí realizó la mayoría de los milagros que nos
narran los evangelios. Pero, ¿cuál era la respuesta?
Hoy les dice Jesús que ‘si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que vosotras,
hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en ceniza’. Tiro y
Sidón eran ciudades cananeas, ciudades paganas más al norte del territorio de Palestina.
Por allá llegó Jesús cuando la curación de la hija de la Cananea y a Cesarea de Filipos
que quedaba ya en el límite cuando la confesión de fe de Pedro. Recordamos también la
respuesta de Jesús a la petición de la cananea que ‘el pan de los hijos no se da a los
perros’, en referencia a que había venido a anunciar la salvación directamente en Israel.
Nos sucede tantas veces que porque somos religiosos, porque vivimos una cierta práctica
de vida cristiana, porque escuchamos con frecuencia – en nuestro caso todos los días – la
Palabra de Dios, ya nos creemos convertidos lo suficiente y nos parece que ya no
necesitamos hacer nada más. Vivimos a la sombra del campanario de nuestra Iglesia y ya
con eso pensamos que estamos salvados. Le sucede a mucha gente en nuestros pueblos
que viven en la cercanía de la Iglesia, o que se hacen muy presentes en la fiesta del santo
del pueblo, y ya piensan que con eso está todo hecho.
Es que siempre hemos de estar abiertos a la Palabra de Dios. No nos podemos hacer
oídos sordos, porque pensamos que ya nos la sabemos o la conocemos. Es un peligro de
rutina en el que podemos fácilmente caer. Pero ser cristiano es una vida y una vida
siempre está en crecimiento; cuando no crece se muerte. Por eso en la respuesta que le
damos al Señor con nuestra vida cristiana, con nuestro seguimiento del Evangelio no
podemos pensar que ya lo tenemos todo hecho. Siempre tiene que haber en nuestra vida
un espíritu de superación y unos deseos de crecimiento.
Espíritu de superación porque siempre podemos ser mejores, porque siempre habrá
cosas que purificar en nuestro corazón, porque siempre podemos crecer en la virtud.
Deseos de crecimiento decimos, porque además es cuestión de respuesta de amor. Y el
amor nunca se agota, ni se queda estabilizado. El amor tiene que crecer más y más
nuestro amor al Señor, como respuesta a ese amor inmenso que El nos tiene, siempre
tiene que estar en crecimiento.
No nos valen orgullos de cosas pasadas, de todo lo que hice, de la fe que siempre he
tenido, sino que cada día tengo que dar mi respuesta, cada día tiene que crecer mi amor,
cada día tiene que ser mayor mi entrega y mi compromiso, cada día tienen que
resplandecer más mis virtudes, cada día tiene que ser más grande mi santidad.
‘¡Ay de ti Corozaín, ay de ti Betsaida…! y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo?’Que no
oigamos la queja del Señor porque no le demos esa respuesta de amor cada día más
creciente y más fructífera.
Buscando: DHHn - Biblia Dios Habla Hoy (Notas).
12 coincidencias en 12 versículos

1. 2 S 24,7
e 24.5-7 El censo sigue un movimiento circular: empieza en el sur, desde Aroer, al este del
Mar Muerto; luego, por el lado este del río Jordán, sigue hacia el norte, hasta llegar a Dan. De
allí avanza hacia el oeste, hasta la región de Tiro y Sidón; y finalmente llega a Beerseba, en el
sur, por la llanura costera del Mediterráneo. Véase Índice de mapas.
2. Is 23,1
a 23.1-8 Cf. Ez 26–28; Jl 3.4-8; Am 1.9-10; Zac 9.1-4; cf. también Mt 11.21-22; Lc 10.13-
14. Tiro y Sidón eran importantes puertos de Fenicia, en la costa norte de Palestina
(véase Índice de mapas). Los fenicios habían establecido colonias en la isla de Chipre,
situada al noroeste de Tiro (v. 1), y durante siglos habían comerciado con el trigo de Egipto
(v. 3), transportándolo a distintos destinos, incluso a España, en el extremo occidental del
Mediterráneo. b 23.1 Tarsis: Véase Sal 48.7 n. c 23.1 El puerto: texto probable; heb. sin
casa.
3. Jer 27,3
d 27.3 Un recado: texto probable. Heb. a ellos. e 27.3 Edom, Moab y Amón se encontraban,
respectivamente, al sur, sudeste y este de Judá (véase Jer 9.25-26 nota ñ). Tiro y Sidón, en
Fenicia, sobre la costa del Mediterráneo. Véanse Jos 11.8 n. e Índice de
mapas. f 27.3 Estos mensajeros habían ido a Jerusalén para formar una coalición contra el rey
de Babilonia.
4. Jer 47,4
e 47.4 Tiro y Sidón eran dos ciudades fenicias (cf. Gn 10.19; Jos 11.8; 1 R 5.1). Aquí se
mencionan probablemente porque habían hecho una alianza con los filisteos. Véase Índice de
mapas. f 47.4 La isla de Creta: heb. Caftor. Este término incluía también a otras islas del mar
Egeo, de donde procedían no solamente los filisteos sino también otros pueblos afines a ellos,
que los textos egipcios llaman “pueblos del mar”. Cf. Dt 2.23; Am 9.7. Véase Índice de
mapas.
5. Jl 3,4
d 3.4 Tiro y Sidón: Véanse Jos 11.8 n.; 1 R 5.1 n. e Índice de
mapas. e 3.4 Filistea: Véanse Jos 13.3 nota c e Índice de mapas.
6. Abd 1,19
w 19-20 El Négueb es la región desértica al sur de Judá (cf. Gn 12.9; véase Índice de mapas),
ocupada por los edomitas después de la destrucción de Jerusalén y de la deportación de
muchos israelitas a Babilonia (587 a.C.). x 19-20 Tomará posesión... cananeos: traducción
probable. Heb. oscuro. y 19-20 Sarepta: población situada entre las fenicias Tiro y Sidón.
Cf. 1 R 17.9; Lc 4.26; véase Índice de mapas. z 19-20 Sefarad: posiblemente se trata de la
ciudad de Sardes, capital de Lidia, en Asia Menor (cf. Ap 3.1). Algunas traducciones antiguas
la identificaron con España, a la que los judíos que la habitaban llamaron Sefarad, de donde
se originó el término sefardita, con el que se suele designar ahora a los judíos de España,
Portugal y el norte de África. a 19-20 En el día del Señor, Israel extendrá sus fronteras hacia
los cuatro puntos cardinales, teniendo como centro a Jerusalén. Al sur se extenderá hasta la
región montañosa de Esaú (véase v. 1 nota b); al oeste hasta el territorio de los
filisteos (véase Jos 13.3 nota c); al norte hasta las tierras de Efraín y Samaria, es decir, hasta
el antiguo reino del Norte (véase vs. 17-18 n.); y al este del Jordán hasta la región
de Galaad (véase Dt 2.36-37 n.).
7. Zac 9,2
e 9.2 Hamat: importante población al norte de Siria. Tiro y Sidón, ciudades fenicias en la
costa del mar Mediterráneo, al norte de Palestina (Is 23.1-18; Ez 26.1–28.26; Jl 3.4-8; Am
1.9-10; Mt 11.21-23; Lc 10.13-14).
8. Mt 11,21
m 11.21 Corazín y Betsaida, así como Cafarnaún (v. 23), eran poblaciones de Galilea en las
que Jesús había predicado. Tiro y Sidón eran ciudades no judías, que sufrieron por sus
grandes maldades (Is 23.1-18; Ez 26–28; Jl 3.4-8; Am 1.9-10; Zac 9.2-4). Ropas ásperas y de
ceniza: señales de arrepentimiento.
9. Mc 3,8
f 3.8 Mt 4.25. Idumea: región al sur de Judea, poblada por no judíos. Tiro y Sidón: ciudades
no judías del norte de Palestina.
10. Lc 6,17
ñ 6.17-19 Compárense los vs. 17-49 con las enseñanzas de Jesús en Mt 5–
7. o 6.17 Tiro y Sidón: ciudades no judías en la costa del mar Mediterráneo, al norte de
Galilea.
11. Lc 10,13
i 10.13 Corazín y Betsaida, así como Cafarnaún (v. 15), eran pueblos de Galilea donde
Jesús había anunciado su mensaje. Tiro y Sidón eran ciudades paganas, al norte de Galilea
(Is 23; Ez 26–28; Am 1.9-10). Ropas ásperas yceniza eran señales de arrepentimiento.
12. Hch 12,20
l 12.20 Tiro y Sidón, ciudades situadas en la costa, tenían que alimentarse del trigo
producido en Galilea, territorio gobernado por Herodes.

“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos
de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay
de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que
han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en
ceniza.Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para
Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el
cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los
milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por
tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de
Sodoma, que para ti”.
Mateo 11:20-24

Introducción

Con los últimos versículos de la sección anterior se abre paso a esta


advertencia contra todos aquellos incrédulos que a pesar de los milagros que Jesús
realizó persisten en su dureza de corazón. Recordemos que Jesús acaba de señalar la
dureza del corazón de la generación perversa que a pesar de los diferentes siervos que
Dios levanta, nunca quedan complacidos ni creen en su mensaje, sino que solo buscan
imperfecciones en ellos para justificar su impiedad, sin saber que ellos mismo son el
problema. Ahora nuestro Señor Jesucristo pronuncia ayes sobre tres ciudades
importantes de su tiempo que en lugar de creer fueron incrédulos e ignoraron su mensaje.

Los ayes sobre las ciudades

“Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de
sus milagros, porque no se habían arrepentido…”
Mateo 11:20

Aquí encontramos una amonestación que el mismo Jesús realiza en contra


de tres ciudades israelitas, Corazín, Betsaida y Capernaum. No hay seguridad acerca de
la ubicación de Corazín, pero se cree que estaba un poco al norte de Capernaum, en la
orilla del mar de Galilea y a una hora de viaje. Había dos ciudades de nombre Betsaida
(que significa “casa de pescado”), pero posiblemente Jesús se está refiriendo a la que
estaba ubicada en la orilla del mar de Galilea, en el extremo norte, a unos dos kilómetros
del río Jordán. Esta ciudad se menciona en relación con los apóstoles Felipe, Andrés y
Pedro (Juan 1:44). Capernaum estaba en la orilla noroeste del mar de Galilea. Jesús nos
dice que fue en estas tres ciudades que realizo muchos de sus milagros los cuales por
alguna razón no están registrados en los evangelios, pero eso nos recuerdan las palabras
de Juan el apóstol expresadas en una hipérbole: “Y hay también otras muchas cosas que
hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo
cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”, (Juan 21:25). Cuantas obras
milagrosas y discursos sorprendentes Jesús dio y no fueron documentados por los
evangelistas, pero lo cierto es que su alcance fue extenso.

Un privilegio no aprovechado digno de condenar

“¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los
milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en
cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo
para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el
cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros
que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que
en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti”.
Mateo 11:21-24

Aquí vemos uno de los peores pecados que se puede cometer, el ignorar el
amor de Dios para sus vidas. Primero expresa sus ayes de dolor por Corazín y Betsaida
por el hecho de haber realizado en ellas grandes milagros que testificaban que Él era el
tan esperado Mesías; pero en lugar de creer simplemente lo ignoraron y siguieron en su
vida de pecado. El Señor les dice que si en Tiro y Sidón, dos ciudades paganas que Él
mismo condenó en el Antiguo Testamento a la destrucción total por su soberbia y pecado
se hubieran realizado los milagros que allí se hicieron, pronto se hubieron arrepentido y
convertido de corazón. En contraste, allí estaban estas ciudades judías, que tuvieron el
gran privilegio de conocer de mano del mismo Mesías el mensaje del evangelio y ver sus
poderosas obras; pero con todo lo ignoraron por lo que su castigo será peor que el de Tiro
y Sidón: Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y
para Sidón, que para vosotras. Luego hace la misma comparación con Capernaum, la
cual en su soberbia se había levantado hasta lo alto a tal punto que también ignoraron las
obras poderosas de Jesús, las cuales si se hubiesen hecho en Sodoma, se hubieran
arrepentido y permanecerían hasta el tiempo de esas palabras, por lo que su condenación
será mayor que la de Sodoma: Por tanto os digo que en el día del juicio, será más
tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti. Hoy en día uno puede ver como
esta actitud aún prevalece en medio de nosotros. Alguien podría quedarse atónito al ver la
actitud de algunas personas que escuchando el evangelio de Cristo y comprendiendo la
necesidad de salvación que hay en su vida, deciden endurecer sus corazones para no
creer y seguir en su estado de condenación. No debemos sorprendernos de la
incredulidad de esta gente porque aún al mismo Jesús le ocurrió durante su ministerio. En
ocasiones alguien podría desanimarse al observar la dureza del corazón de la gente y
posiblemente piensen que no vale la pena seguir esforzándose por predicar la palabra de
Dios, pero en estos momentos es clave comprender que nuestra misión es sembrar la
palabra y Dios se encarga de hacerla exitosa en aquello para lo cual es enviada: “Porque
como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y
la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi
palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será
prosperada en aquello para que la envié”, (Isaías 55:10-11). En este sentido la palabra
será exitosa ya sea que produzca frutos de arrepentimiento para salvación, o jugará en
contra, como un testimonio de la dureza de su corazón y de la oportunidad que
desperdicio al no aprovechar la oferta de vida eterna. Jesús sabía que no todos se
convertirían a su mensaje, ni siquiera por las obras que hacía, pero estaba claro que su
misión era proclamar el evangelio porque aquel día todos aquellos incrédulos no tendría
excusa alguna. Por esta causa el éxito del ministerio no debe medirse tanto por la
cantidad de almas convertidas, sino por nuestra responsabilidad al compartir el mensaje
del evangelio y no debemos desanimarnos ante la dureza de algunos corazones, porque
en todo tiempo esto ha sido así. Le paso a Noé al anunciar el juicio que venía sobre el
mundo antediluviano y al final solo se salvaron 8 personas, le paso también a Jeremías al
amonestar a Jerusalén la cual no se convirtió y todos fueron destruidos por los babilonios,
y en general, le paso a la mayoría de profetas que anunciaron la palabra de Dios, pero
muy pocos, y en ocasiones ninguno creyó en su mensaje. Al final todos debemos
esforzarnos por predicar el evangelio y orar porque las almas se conviertan porque de lo
contrario a aquellos que oyeron y vieron las maravillas del evangelio y aun así no se
convirtieron recibirán mayor condenación.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 20 - 24:

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi
todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti,
Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace
tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del
juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún,
¿piensas escalar el cielo?

Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti,
habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma
que a ti.»

Palabra del Señor


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Hoy nos encontramos con el Santo Evangelio según San Mateo, capítulo 11, 20 – 24
y nos habla allí del lamento de Jesús por las ciudades que no quisieron creer.
Démonos cuenta que ésta Palabra no está dirigida a individuos o a una persona, sino
a ciudades completas que no quisieron recibir la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo,
y no lo quisieron aceptar como el Salvador.

Y no es nada positivo lo que anuncia el Evangelio para estas ciudades incrédulas o


rebeldes. Pensemos en la actualidad, nos encontramos con algunas familias que
creen y otras que no creen, unas ciudades donde existe algo de fe, y otras que son
totalmente incrédulas. Y si miramos las ciudades de nuestro propio país, nos damos
cuenta que se evidencia algo de fe en algunas personas, pero en términos generales
son ciudades incrédulas.

La Palabra de hoy nos viene a exhortar y a hacer pensar en que la fe en Cristo es


necesaria. Es totalmente importante y necesario que cada día abramos más nuestra
vida y corazón a Jesucristo y a su Palabra.

“Ábrele la puerta de tu corazón al Señor Jesucristo”

Dice el texto: “Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que había
realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían
convertido”. Traducción de la Biblia de Jerusalén.

¿El Dios nuestro actualmente hace milagros en medio de nosotros o estas son
historias del pasado? ¿Dios todavía hace milagros en medio de nosotros? ¿Qué
milagros hace Dios en este tiempo? -Que la Iglesia todavía esté en el mundo es un
milagro, la Palabra de Dios es el gran milagro, que nos congreguemos es un milagro,
la vida que el Señor nos da también es un milagro.
Y aquí el texto está hablando de obras concretas que hizo Nuestro Señor Jesucristo
en estas ciudades. Las ciudades de las que Él habla son: Corozaín, Betsaida,
Cafarnaun.

Cuando el Señor nos abre una puerta de empleo, porque Él las abre, y sé que todos
tenemos certeza de esto y por eso le alabamos y le damos gracias. Además
reconocemos que sería muy triste para nosotros que Dios no tuviera poder sobre este
mundo, sobre el mundo financiero y laboral. Pero Dios si tiene poder, Él lo tiene sobre
la mente y el corazón de las personas. Y por esto muchos de nosotros hemos recibido
infinidad de bendiciones.

El Señor sana, los médicos son necesarios, pero es necesario buscar la medicina
espiritual, que se recibe en la oración, la Palabra de Dios y la vida sacramental. Y
existe sanidad en la Palabra de Dios, porque el mismo Jesús dijo: “Todo el que pide,
recibe”.

¿Qué otros milagros realiza el Señor? -Arreglar un matrimonio, él puede hacerlo. A


veces no tenemos paz en nuestros corazones, pero el regalo más grande que Dios
nos da cuando oramos es la paz de nuestro corazón. Y si yo tengo paz, puedo
hablarles con paz a otras personas. Es decir, cuando Dios nos da la paz, se arreglan
los problemas y las dificultades que tenemos con otras personas. Y así podemos
demorarnos un gran tiempo recordando y enumerando los milagros que ha hecho y
hace Dios. Esto hay que tenerlo claro.

Por otro lado, te preguntaré algo que tal vez te parezca extraño: ¿El diablo hace
milagros? -Sí, también los hace. Sana personas, como dicen por ahí: ‘hace que el ser
amado que se fue de tu lado, regrese en no unos cuantos días’. El diablo hace cosas
extrañas. Pero toda obra de satanás tiene un pago. Yo quiero que lo entiendas,
porque hay personas que se confunden porque creen que es lo mismo pedir a Dios,
que pedir a los santos, a José Gregorio, a los brujos, o a entidades de esta
naturaleza. En el mundo espiritual hay poder: tiene Dios poder, tienen los ángeles
poder, tiene el demonio poder y tienen los demonios poder.

Existe un poder en el mundo espiritual, y quien busca el poder del diablo lo encuentra.
Y el que busca el poder del diablo, se hace parte de ese grupo de los hijos del diablo.
Quien lo busca para que le haga un milagro, se hace hijo de él, le entrega su vida, le
entrega su alma de alguna manera. No es necesario que se lo diga: ‘diablo, yo te
entrego mi alma’, solo basta con buscar el poder espiritual maligno, que si existe. Por
eso existe la brujería, la hechicería y toda clase de maleficios y maldad, pero Dios
tiene poder sobre todas las cosas. En el mundo espiritual lógicamente está el poder
de Dios, y su poder está por encima de todo, y mientras el diablo cobra sus favores
con ruina, con enfermedad, con pobreza, con ataduras y con muerte.

Dios en cambio no nos va a cobrar nunca por un milagro que Él realice en nuestra
vida. Dios lo hace gratis y nos encima algo más. Tú le pides la salud, y si Él quiere
obrar por completo, no solamente te da la salud de tu cuerpo sino que te da la paz de
tu corazón, y empieza a arreglar tu vida económica, además nos llama hijos suyos.

“Ánimo, tú tienes un Padre que te ama, y es Dios”


Y por eso la enseñanza de Jesús fue que le pidamos a Dios como Padre; que le
pidamos al Padre Dios. Él mismo dijo: “Todo lo que pidan al Padre en mi nombre,
yo lo haré”. Dios si quiere hacer grandes obras en cada uno de nosotros. Jesucristo
vino a la tierra a hacer obras en la vida de cada uno de nosotros. ¿No te parece
maravilloso que Jesucristo haya venido por ti, con nombre y apellido?

“Cristo vino por ti, vino a llamarte por tu propio nombre”

Dice la Palabra: “El que lo recibe tiene la vida eterna”. Cristo quiere obrar
grandemente en la vida de cada uno de nosotros, esto es nuestra esperanza y
nuestra paz.

Los milagros que hace Jesús en nuestra vida, las ayudas que nos da tienen un
propósito según la Palabra de Dios, ¿Para qué hace milagros Jesús en nuestra vida?
¿Cuál es su propósito?: ‘Para que nos convirtamos y entremos en un camino de
cambio y conversión’. Eso es lo que debemos entender, que Cristo quiere obrar en
cada persona. Dios es bueno y Cristo vino para hacer obras y muchos milagros en
nuestras vidas. Pero no solo es para que recibas el milagro y te despidas
diciendo: ‘Hasta luego Jesús, hasta un próximo problema’. Sino que a partir de la obra
de Dios en tu vida, tú comiences un camino de conversión, y es lo que necesitas
entender: que Dios quiere que entres en un camino de conversión.
“Dios quiere que entres en un camino de conversión”

La mayoría de seres humanos sufrimos de ulceras, porque andamos estresados,


acelerados, de malgenio, nerviosos, con culpa, con miedo, y esto nos ocurre a la
mayoría. El cuerpo es como una esponja que absorbe lo mental, lo emocional y lo
espiritual. Y el Señor nos cura de una ulcera, pero no cambiamos el malgenio, ¿Qué
va a suceder? - Pues que otra vez viene la misma ulcera.

Este es un ejemplo de por qué Dios quiere que estemos cambiando nuestra vida. El
cambio es producto de una reflexión que nosotros hacemos. Por ejemplo, si hay
malgenio en nuestra vida, por eso tengo ulcera. Yo tengo que entender que esa ulcera
está dañando mi organismo, que se puede convertir en un cáncer y puede llevarme a
la muerte. En esa línea de reflexión, lo que debo hacer es cambiar de actitud, de
manera de ser, cambiar las actitudes negativas por actitudes positivas. Dios quiere
esto, Jesús quiere esto, que nosotros cambiemos el odio, pero es una decisión,
porque el Señor no nos obliga a hacer nada. Dios nos dice qué debemos hacer, pero
no nos obliga a hacerlo. Tomar o no ese camino que Él nos propone es nuestra
decisión.

“Es tu decisión el camino que tomes”

¿Qué trae el pecado a la vida del ser humano? ¿La ira, el malgenio, los odios qué
traen a la vida del ser humano? -Traen enfermedades, destrucción, más odios que
van creciendo, muchos males. Y cuando entendemos que Dios quiere que tengamos
un corazón bueno, Él nos da la capacidad pero también quiere que tomemos
conciencia del cambio que debemos tener. Que tú digas: ‘Si, es verdad, necesito
cambiar’.
Una persona alcohólica deja el alcohol, cuando se da cuenta que está dañando y
afectando toda su vida y decide hacerlo diciendo: ‘Voy a dejar el alcohol’. Y existe
gente que lo logra dejar. Como una persona que me dijo: ‘Padre ya deje el alcohol’. Y
hace cuanto ya no tomas: ‘Hace ocho días’. Bueno es un comienzo, y manteniéndose
firme puede ser ejemplo para otros.

Necesitamos tomar una decisión. ¿Qué hay que sacar de nuestra vida? -Todo odio,
resentimiento y amargura. Porque esto no es lo que Dios quiere, son pecados que nos
enferman y que nos van apartando de Dios.

Los milagros tienen un propósito: que tomemos la decisión de cambiar, de obedecer.


El cambio es sencillo, consiste en que Dios nos dice por cual camino tomar, pero
nosotros tomamos otro camino. Dios nos ha dicho, son diez mandamientos y nosotros
decimos: ‘no quiero cumplir esos mandamientos’ Y preferimos ir por el camino de la
rebeldía.

Dios quiere que empecemos a vivir de acuerdo a las enseñanzas de la Palabra de


Dios.

El ser humano no puede cambiar por más que se lo proponga. Diciendo ‘Voy a dejar
el mal genio’, porque a los diez minutos sigue con la misma actitud. Necesitamos
dejar entrar a nuestra vida, al que puede ir cambiando nuestra manera de ser.
Necesitamos dejar que Cristo, que su Palabra, que el Espíritu de Cristo entren
profundamente en nuestros corazones, porque Él es quien nos va a dar la fuerza y la
ayuda justa y necesaria para tomar las decisiones. Primero para convencernos,
porque hasta que no entre la luz del Espíritu Santo en nuestros corazones
diremos: ‘Estoy bien, no tengo nada que cambiar, no necesito de Dios’.
“Ábrele la puerta al Espíritu Santo de Dios”

Cuando tú y yo decidimos abrir la puerta de la vida y del corazón al Espíritu Santo de


Dios, nos damos cuenta que hay cosas que no están bien y muchas cosas que no
están bien en nuestra forma de actuar, de ser, de pensar. Nos damos cuenta que no
está bien el mal genio, el egoísmo, el ser indiferentes, el andar de pelea en pelea, y
que hacer el mal trae terribles consecuencias.

Pero esta es la primera obra del Espíritu Santo: hacernos entender que existen cosas
que están mal hechas en nuestra vida. Sin el Espíritu de Dios todo el mundo cree ser
buena persona, diciendo: ‘no robo, no mato’, pero hay pecados pequeños que son
dañinos.
Hasta que no le abramos la puerta al Espíritu Santo, no vamos a estar convencidos de
que existen cosas malas en nuestras vidas, y no vamos a tomar la decisión de
cambiar. Y estamos ahí atados.

Es decir que debemos:

1. Entender que hay situaciones que necesitamos cambiar por obra del Espíritu Santo.
2. Pedirle a Él, que empiece a cambiar esas situaciones negativas o pecados que hay
en nuestras vidas.

Tú tienes que pedirle al Señor. ‘Espíritu Santo cambia en mí el mal genio’, ‘Espíritu
Santo cambia esta crítica que siempre tengo en mis labios’. ‘Espíritu Santo cambia el
egoísmo que hay en mi’, ‘Espíritu Santo cámbiame la pereza’, ‘Espíritu Santo
cámbiame la lujuria’.

Debes pedirle al espíritu santo que cambie cualquier situación negativa que tú veas
que se metió en tu corazón. Tú querido hermano hombre, si vas por la calle, y ves a
una mujer más de la cuenta, una y otra vez, con deseos o pensamientos malos, eso
no está bien. Debes pedirle al Espíritu Santo que te cambie. Decirle: ‘Espíritu Santo,
cámbiame el corazón, no quiero la lujuria en mi vida’. Pues el Señor ha dicho que todo
el que ha visto a una mujer con deseo en su corazón, ya ha cometido adulterio en su
corazón.

3. Decirle a Dios: ‘Señor, decido luchar contra este pecado’.


En eso consiste el cambio.

4. Estar continuamente pidiéndole al Señor una y otra vez la fortaleza para caminar de
acuerdo a su Palabra y a sus enseñanzas.

¿Para qué Jesús hace milagros en nuestra vida? ¿Los hace o no los hace? -Jesús
hace milagros en nuestra vida, sí los hace, para que entremos en un camino de
conversión.

“Necesitas la conversión permanente y constante”

La enseñanza de este Evangelio parte de la necesidad de pedirle al Espíritu Santo


que entre y nos muestre cuál es nuestra realidad, después le pedimos que nos ayude
a cambiar. Esta debe ser tu oración. Luego hay que tomar decisiones para luchar
constantemente contra este pecado. De manera que si tu pecado es la grosería,
debes luchar una y otra vez para cerrar la boca y no decir groserías. Y por último
debemos estar fortaleciéndonos siempre.

Además hay buenas noticias, la iglesia nos fortalece por medio de los Sacramentos.
En el Sacramento de la confesión; ahí los pecados son perdonados, pero también
recibimos la fortaleza de parte de Dios, y en el Sacramento especialmente de la
Eucaristía, en la oración y la lectura de la Palabra de Dios.

*Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre sea, por los siglos de los siglos. Amén.

“Dios te bendiga inmensamente”


LECTIO DIVINA: LUCAS 10,13-16
Lectio:

Viernes, 6 Octubre, 2017

Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la
misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que,
deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por
nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 10,13-16
En aquel tiempo Jesús dijo:«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si
en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en
vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían
convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que
para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta
el Hades te hundirás! «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y
quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí,
rechaza al que me ha enviado.»

3) Reflexión
● El evangelio de hoy da continuidad al envío de los setenta y dos
discípulos y discípulas (Lc 10,1-12). Al final de este envío Jesús decía que
había que sacudirse el polvo de los zapatos cuando los misioneros no
fueran recibidos (Lc 10,10-12). El evangelio de hoy acentúa y amplía las
amenazas a los que no aceptan recibir la Buena Noticia.
● Lucas 10,13-14: Ay de ti Corazón y Betsaida. El espacio por donde Jesús
anduvo durante aquellos tres años de su vida misionera era pequeño.
Abarcaba unos pocos kilómetros cuadrados a lo largo del Mar de Galilea
alrededor de las ciudades de Cafarnaún, Betsaida y Corazín. Fue en este
espacio tan pequeño que Jesús realizó la mayor parte de sus discursos y
milagros. El vino a salvar a la humanidad entera, y casi no salió del limitado
espacio de su tierra. Trágicamente, Jesús tuvo que constatar que la gente
de aquellas ciudades no quiso aceptar el mensaje del Reino y no se
convirtió. Las ciudades se encerraron en la rigidez de sus creencias,
tradiciones y costumbres y no aceptaron la invitación de Jesús para mudar
de vida. “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón
se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha
que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido.”Jesús compara las
dos ciudades con Tiro y Sidón que, en el pasado, fueron enemigos temibles
de Israel, maltrataron al pueblo de Dios. Por eso, fueron maldecidas por los
profetas (Is 23,1; Jr 25,22; 47,4; Ez 26,3; 27,2; 28,2; Jl 4,4; Am 1,10). Y
ahora, Jesús dice que estas mismas ciudades, símbolos de toda la maldad
hecha al pueblo en el pasado, se hubieran convertido si hubieran
acontecido tantos milagros como en Corazón y en Betsaida.
● Lucas 10,15: ¡Ay de ti Cafarnaún! “Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas
a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Jesús evoca la condena que el
profeta Isaías lanzó contra Babilonia. Orgullosa y prepotente, Babilonia
pensaba: ”Voy a subir hasta el cielo, y levantaré mi trono encima de las
estrellas de Dios; me sentaré en la montaña donde se reúnen los dioses,
allá donde el Norte se termina; subiré a la cumbre de las nubes, seré igual
al Altísimo" (Is 14,13-14). ¡Pensaba! Pero se engañaba de lo lindo.
Aconteció lo contrario. Dice el profeta: “Mas, ¡ay! has caído en las honduras
del abismo, en el lugar adonde van los muertos” (Is 14,15). Jesús compara
Cafarnaún a esta terrible Babilonia que destruyó la monarquía y el templo y
llevó al pueblo al cautiverio del cual no se recupero nunca jamás. Al igual
que Babilonia, Cafarnaún pensaba ser algo, pero fue a parar en la sima del
infierno. El evangelio de Mateo compara Cafarnaún con la ciudad de
Sódoma, símbolo de la peor perversión, que fue destruída por la ira de Dios
(Gén 18,16 a 19,29). Sódoma se hubiese convertido si hubiese visto los
milagros que Jesús hizo en Cafarnaún (Mt 11,23-24). Hoy sigue la misma
paradoja. Muchos de nosotros, que somos católicos desde la infancia,
tenemos tantas convicciones consolidadas, que nadie es capaz de
convertirnos. Y en algunos lugares, el cristianismo, en vez de ser fuente de
cambio y de conversión, se ha vuelto el reducto de las fuerzas más
reaccionarias de la política del país.
● Lucas 10,16: Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a
vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al
que me ha enviado. La frase acentúa la identificación de los discípulos con
Jesús en cuanto rechazado por las autoridades. En Mateo la misma frase
de Jesús colocada en otro contexto, acentúa la identificación de los
discípulos con Jesús en cuanto acogido por el pueblo (Mt 10,40). Tanto en
el uno como en el otro caso, es en la entrega total que los discípulos se
identifican con Jesús y que se realiza su encuentro con Dios, y que Dios se
deja encontrar por aquel que le busca.

4) Para la reflexión personal


● Mi ciudad y mi país, ¿merecen la advertencia de Jesús contra Cafarnaún,
Corazín y Betsaida?
● ¿Cómo me identifico con Jesús?

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