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#30941266#197049471#20171228120520400
Poco tiempo atrás tuve ocasión de expedirme en
torno al modo en que los riesgos procesales deben ser valorados en
procesos donde se investigan, como en el presente, actos de corrupción
complejos que provocan daños de una magnitud considerable y cuya
modalidad comisiva se replica en otras investigaciones con protagonistas
que se repiten.
Lo consignado no era nuevo. Lo novedoso era,
como advertí entonces, que esta Alzada fuera llamada a expedirse sobre una
concreta pretensión del Ministerio Público Fiscal orientada a restringir las
libertades de diversos ex funcionarios públicos imputados por actos de
corrupción.
Partiendo de allí, expuse las particularidades que
deben ser necesariamente atendidas a la hora de examinar la existencia de
indicadores negativos en los términos a que se refiere, hoy como siempre,
el artículo 319 del Código Procesal Penal de la Nación, es decir, de elusión
de la justicia o de entorpecimiento de la investigación.
Señalé entonces que, en un escenario formado
por conductas que involucrarían serias irregularidades en el manejo de los
fondos públicos por parte de funcionarios de distintas áreas del Estado y
que, se presume, han tenido un desarrollo temporal extenso -lo que implica,
a su vez, que se ha contado con las complicidades necesarias para
garantizar su sostenido éxito-, la evaluación de los riesgos no puede ceñirse
al arraigo o al modo en que se comportan formalmente los involucrados
dentro del proceso penal para desechar de allí y sin más la posibilidad de
fuga o el entorpecimiento de la pesquisa.
Agregué que es el mismo contexto que facilita
la comisión de hechos de corrupción -victima difusa, fondos públicos,
estructura burocrática permeable a los abusos y diversificación funcional
que segmenta formalmente las responsabilidades-, el que debe ser atendido
a la hora de evaluar los parámetros objetivos dirigidos a evitar que la
investigación se vea frustrada y sobrevenga, eventualmente, la impunidad
de los responsables.
Concluí que el examen debe, por ende, ser
abordado “…con una perspectiva integral del contexto, con conciencia de
la complejidad y magnitud de las maniobras que se investigan, debiendo
incluirse, sustancial y necesariamente, las concretas posibilidades de fuga
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CAMARA CRIMINAL Y CORRECCIONAL FEDERAL - SALA 2
CFP 5218/2016/39/CA22
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surge del expediente CFP 13713/2017, acumulado al expediente CFP
12645/09- debe ser, al menos de momento, dejado de lado.
Pues bien. Pese a lo afirmado por la defensa, el
cuadro otrora valorado no presenta las sustanciales modificaciones que
permitirían revertir la presunción entonces sostenida.
En primer lugar por cuanto, tal como surge de lo
señalado, aquella no encontró exclusivo anclaje en el cargo de Presidente
de la Comisión de Energía que detentara ni en su condición de diputado de
la Nación -a los cuales presentó su renuncia y licencia, respectivamente,
conforme surge de fs. 3484/6-, sino en un cúmulo de circunstancias que
acreditaban concretos indicios de entorpecimiento.
En segundo término porque si bien su situación
procesal ha sido resuelta -reprochándosele un ilícito que enmarca prima
facie dentro de las previsiones del artículo 316 del Código Procesal Penal
de la Nación-, no puede desconocerse que la actividad instructoria se
encuentra en pleno y constante avance, hallándose en trámite múltiples
medidas directamente enfocadas al quehacer ilícito que se le reprocha.
Cabe notar que continúa siendo objeto de
investigación el destino que habrían tenido los fondos públicos
comprometidos cuya ubicación y recuperación es -por su naturaleza- uno de
los objetivos prioritarios, todo lo cual impide compartir la afirmación de la
defensa en cuanto sostiene que la documentación necesaria ya se encuentra
en poder del a quo.
Antes bien, la línea presuntiva trazada se
mantiene vigente. Repárese que recientemente se acompañó a los actuados
el informe de inteligencia n°784/17 elaborado por la Unidad de
Información Financiera, del cual surge la necesidad de avanzar en derredor
de los aspectos económicos allí relevados, en particular, en relación al
seguimiento de los cheques librados por la Fundación Facultad Regional
Santa Cruz a una de las empresas que tendría directa relación con una
persona de su grupo familiar primario.
A su vez, existen en trámite otros procesos que,
por hallarse vinculados al objeto de esta investigación, fueron
oportunamente declarados conexos al presente, con lo cual es factible que
las diligencias -y eventualmente el reproche- puedan verse ampliadas a
partir de cuanto surja de sus avances.
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operen en un sentido inverso, sea que se adviertan de oficio o porque sea
invocado como defensa o prueba de descargo.
Eso es lo se ha dicho, por ejemplo, respecto de
la presunción de dolo del art. 39 de la ley de Marcas y Designaciones nº
22.362 (CSJN, Fallos 313-I-235), de la presunción de responsabilidad de
los directores técnicos de laboratorios prevista en los arts. 7 y 13 de la
Resolución 1622/84 del Ministerio de Salud y Acción Social, reglamentaria
de la ley 16.463 (CSJN, “Abbott Laboratories Argentina Sociedad Anónima
s/ Infracción ley 16.463”, del 20/11/2001, Causa A.489.XXXIV), de la
presunción de la ilicitud del enriquecimiento apreciable del funcionario
público del art. 268 (2) del Código Penal (CNCP, Sala I, causa 2697, reg.
3485) y, asimismo, de las presunciones sobre concurrencia de riesgos
procesales de fuga o entorpecimiento que surgen de las disposiciones de los
arts. 316, 317 y 319 del Código Procesal Penal (Plenario n° 13, “Diaz
Bessone”, de la CNCP), entre tantos otros casos.
Y se ha dicho en términos tales que no ofrecen
ninguna duda o resquicio de una interpretación diversa: “… la existencia de
presunciones legales de culpabilidad que no admiten prueba en contrario
implica desconocer la preciosa garantía fundamental según la cual la
culpabilidad del agente es presupuesto de su responsabilidad penal”
(Fallos: 271:297; 274:487; 282:193; 289:336; 293:101; 301:618; 302:1123
y 303:267 entre muchos); “… una aplicación automática de la pena en
tales supuestos resultaría frustratoria de la garantía constitucional de la
defensa en juicio, ya que haría ilusoria toda posibilidad de defensa o
descargo” (Fallos: 313-I:235); “… esta Corte ha admitido la validez de las
presunciones legales sobre la existencia de un delito en tanto las
circunstancias fácticas contempladas por la ley la sustenten
razonablemente (Fallos: 254:301; 255:112 y 305:1299 y causa C.687.XXI,
“Cosecha Cooperativa de Seguros Limitada c/Provincia de Buenos Aires”,
resuelta el 14 de febrero de 1989) y en tanto se acuerde a los procesados
oportunidad de defensa y prueba de descargo (Fallos: 251:219; 209:317;
254:301; 255:112; 257:28; 272:30; 276:102 y 301:618), y ha señalado que
no basta con la introducción de cualquier incertidumbre sobre la
culpabilidad o buena fe del imputado, sino que en esos casos la prueba
debe ser eficiente y no debe arrojar ninguna duda de que con ella ha
procedido aquél” (Fallos: 254:301; 266:44; 274:487;292:17; 296:608;
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de lo jurídico tiene cabida una aplicación automática de cualquier
regulación que se desentienda de las características del caso concreto.
Y si alguna implicancia concreta esto último
pudo tener, lo fue en relación a un episodio invocado oportunamente por el
Fiscal del caso relativo a una supuesta orden de destrucción de prueba en la
órbita de Yacimientos Carboníferos Río Turbio, que habría sido dada por
funcionarios de la Administración saliente en Diciembre de 2015.
Pues bien, entiendo que es preciso señalar que
de los expedientes en los que se ventilan las circunstancias que rodearon el
hallazgo del expediente administrativo vinculado con los reclamos
dinerarios de Isolux Corsan (contratista a cargo de la Central Térmica Río
Turbio) no surge -al menos de momento- una mínima corroboración de la
noticia acerca de la supuesta orden (conf. causas CFP 16289/2017 -y su
acumulada CFP 17021/2017- del Juzgado nº 12 del fuero y CFP
13713/2017 -acumulada al expediente CFP 12645- del Juzgado nº 11 del
fuero, que para este acto tuve a la vista).
4. En estas condiciones, teniendo en cuenta el
máximo de la escala penal prevista para el delito investigado en este
expediente (seis años de prisión) en función de lo que establece el art. 316
del Código Procesal Penal, como también que, en las restantes causas en
trámite que registra el imputado -sobre todo en aquellas en las que se le
atribuyen conductas más severamente penadas y se encuentran en estado de
trámite más avanzado- aquél se encuentra a derecho, gozado el mismo
beneficio que aquí se impetra en virtud de decisiones de carácter reciente,
sin que se hubieran introducido los novedosos planteos que en este
expediente se formulan sobre la base de sus cargos públicos, entiendo que
en esta causa puntual hoy en estudio, en el estado actual de su trámite (en el
que aún resta resolver la situación procesal de todos los demás imputados y
producirse prueba tendiente a acreditar cuanto menos mínimamente el
destino de las sumas defraudadas) corresponde mantener el criterio que en
minoría propicié en la anterior intervención del Tribunal (CFP
5218/2017/17/CA14, del 17 de octubre de 2017) y hacer lugar a la
pretensión de la Defensa, debiendo el Juez a quo fijar una caución real cuyo
monto atienda a la naturaleza y magnitud económica del delito (art. 324,
última parte, del Código Procesal Penal).
Así lo voto.
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sentencia, al decidir en este sentido se debe extremar la prudencia al
disponer esta restricción y aplicar de manera delimitada la normativa que
regula el instituto de la prisión preventiva, por resultar una cautelar
excepcional, solo aplicable a casos en los cuales no existe otra solución
para asegurar los fines del proceso -la efectiva aplicación del derecho
sustantivo- mediante la prudente ponderación de los riesgos procesales.
Este análisis no puede ser dogmático ni
genérico, debe ser preciso y objetivo con el fin de evitar arbitrariedades en
este sentido y posibles discrecionalidades por parte del juzgador,
extremándose la prudencia al momento de efectuarlo. Es importante señalar
que cada causa debe ser analizada en particular y de acuerdo a sus
específicas e intrasmisibles características.
Además he de destacar que, como ha señalado
esta Sala I que integro, en los autos CPF 1999/2012/7/CA2, debe tenerse
absoluta prudencia en causas donde se investigan hechos de corrupción,
evitando una generalización indiscriminada a la que supondría el
encarcelamiento de funcionarios o ex agentes públicos por la mera
imputación de un delito, con el riesgo de transgredir los limites
fundamentales del Estado de derecho, ya que estas cualidades deben tener
directa correspondencia con las especificidades de los hechos, las
características personales particulares de cada imputado y otras cuestiones
que hacen al estudio respecto a la existencia o no de un peligro procesal
concreto.
En el marco de estos lineamientos analizaré la
cuestión planteada.
2. El tiempo de detención detentado a la fecha
por el imputado Julio De Vido y la pena máxima establecida por el tipo
penal que se le imputa sumada a su situación procesal en general signada
por numerosas causas penales, conforme a lo prescripto por los art. 55 y 58
del Código Penal, no permitiría “pima facie” encuadrar su situación
procesal en ninguno de los supuestos contemplados en el artículo 317 del
Código Procesal penal de la Nación.
Sin embargo, si bien es un elemento básico tal
como se infiere de la norma arriba consignada, no se puede tener
exclusivamente en cuenta el monto de pena prevista en los ilícitos
imputados para denegar o conceder una excarcelación, sino que es una
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pauta que debe valorarse en forma conjunta con los parámetros establecidos
en el art. 319 del C.P.P.N. a los fines de determinar, en concreto, la
existencia de posibles peligros procesales que hagan suponer que en el
supuesto de recuperar la libertad el imputado, intentará eludir el accionar de
la justicia o entorpecer de algún modo la investigación que se viene
llevando a cabo.
Esta ideación requiere indefectiblemente que el
Juzgador efectúe un estudio hermenéutico e interpretativo de las
actuaciones, que le permitan comprender acabada y globalmente, desde una
analítica jurídica enmarcada en un derecho penal de acto (artículo 19 de la
Constitución Nacional), las circunstancias valorativas enunciadas en la
norma señalada precedentemente.
En este caso concreto, el imputado reviste una
realidad procesal determinada por una multiplicidad de causas con
expectativas de penas que, en caso de recaer condena unificada, no podrían
dar lugar a la aplicación de una pena de ejecución condicional,
circunstancia esta que debe ser especialmente valorada a los fines de la
presente resolución, máxime teniendo en cuenta que Julio De Vido ya no
ostenta los fueros legislativos que impedían su detención y que implicaban
un obstáculo insalvable –en su momento- a los fines de evaluar un posible
riesgo de fuga.
En este contexto, es también una circunstancia
objetiva, especial y de destacada valoración, la circunstancia de que Julio
De Vido se halla procesado y sometido a juicio oral en la causa Nro.
1710/2012 donde se lo imputa por los delitos de estrago culposo agravado
por el resultado de muertes y lesiones en concurso real con administración
fraudulenta en perjuicio de la administración pública, por la tragedia
ocurrida en la estación ferroviaria once, en la cual resultaron fallecidas 51
personas y un bebe en gestación. Se resalta que estas actuaciones ya se
encuentran en pleno desarrollo del debate oral y público, a escasos meses
del dictado de sentencia y, en caso de recaer condena, debido al concurso
de delitos, podría corresponderle al nombrado una pena de hasta 11 años de
prisión.
La situación procesal de De Vido en estas
actuaciones no se presenta como un proceso judicial incipiente sino que
justamente atraviesa el último estadio procesal previo al dictado de una
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sentencia judicial que no puede dejar de soslayarse que, de resultar
desfavorable para el imputado, impactará directamente en la pena única que
podría corresponderle en la presente causa.
Además, por resolución de fecha 14/9/17,
dictada por esta Alzada en el marco de la causa Nro. 5048/2016, fue
confirmado el procesamiento decretado contra Julio De Vido por el delito
de asociación ilícita, en concurso real con el de administración fraudulenta
en perjuicio de la administración pública, en carácter de autor, con una
escala penal privativa de libertad que podría llegar a los 16 años de prisión.
A las actuaciones mencionadas, se suman un
número importante de otras, que se hallan en distintos estadios procesales,
que acrecientan el marco ya valorado con relación al concurso de delitos
que se le imputan y que también podrían agravar de manera significativa su
situación en caso de recaer sentencia condenatoria.
Esta excepcional situación judicial del imputado
–signada por un número importante de causas en trámite cuya significación
jurídica de los hechos prevé la posible imposición de penas elevadas,
hallándose muchas de ellas en un estado avanzado- constituye un elemento
a valorar a los efectos de analizar la procedencia del beneficio
excarcelatorio peticionado, en tanto considero que la posible amenaza de
pena que podría recaer sobre el nombrado implica lógicamente un aumento
del riesgo procesal de fuga, sin descartar también un eventual
entorpecimiento del proceso y de la prueba pendiente a producir, ante el
evidente riesgo de elevada pena de cumplimiento efectivo.-
Si bien puedo inferir que el aquí imputado tiene
arraigo en el país, lo cierto es que ante una concreción posible de una
sanción punitiva elevada de cumplimiento efectivo, dicha situación
razonablemente puede verse modificada, existiendo fundadas razones para
suponer de manera probable que podrá intentar hacer fracasar la aplicación
de una supuesta sanción penal en su contra, pudiendo presumirse además
que el nombrado poseería los medios económicos suficientes y contactos
personales forjados a lo largo de su extensa carrera política, que podrían
facilitarle el intento de eludir este accionar de la justicia o entorpecer la
recepción de prueba en el proceso judicial en trámite para evitar que en él
se llegue a efectivizar la aplicación del derecho.
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mantienen incólumes e impiden la soltura de Julio De Vido, sumándose
además en esta oportunidad los tratados en el punto 2.
En primer lugar, cabe destacar que el hecho de
haber resuelto el a quo el procesamiento del nombrado, de ninguna manera
implica la culminación de la investigación que a la fecha continua vigente,
no sólo con relación a estas actuaciones, sino con las causas conexas a la
presente. Además en todo proceso penal la incorporación de prueba subsiste
hasta el momento del dictado de la sentencia, ya sea por existir medidas
pendientes de producción o por la aplicación de los arts. 354, 357 y 388 del
Código Procesal Penal de la Nación, todos ellos actos previstos para el
debate oral y público, donde necesariamente se produce y reproduce la
totalidad de la prueba. Las variantes que puedan producirse en esta etapa
fundamental y dirimente del proceso, signan la suerte del mismo. Y sin
duda más alto es el nivel de riesgo, cuando las penas en expectativa
implican la posibilidad de un encarcelamiento prolongado.
Por lo tanto, no puede sostenerse por el estado
procesal que atraviesa este expediente que se ha concluido con la recepción
de pruebas y que esa sola circunstancia diluye el riesgo de posible
entorpecimiento en la investigación.
En el mismo sentido, considero que la
circunstancia que el imputado De Vido haya sido desaforado por la Cámara
de Diputados de la Nación, no provoca un cambio radical en cuanto a la
influencia que el nombrado podría ejercer para evitar la concreción del
derecho en estas actuaciones. El poder que durante años ha ostentado como
funcionario público de alto rango en el lugar de ocurrencia de los hechos,
complementado por las concretos hechos ocurridos en esta causa al
momento de recolectar la prueba inicial (especificados en la resolución
anterior) y el particular marco fáctico ya referenciado, mantiene intacto el
peligro de que el nombrado intente frustrar el accionar de la justicia.
Al respecto, más allá de su calidad de
exfuncionario público, valoro fundamentalmente la capacidad que posee De
Vido por sus vínculos personales de acceder por sí o a través de terceros a
las fuentes de prueba que podrían resultar esenciales no sólo para el
descubrimiento de los hechos sino para el posible recupero de activos ante
una eventual pena de decomiso y para influir sobre otros investigados,
testigos o peritos o quienes pudieran serlo.
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EDUARDO GUILLERMO MARTIN IRURZUN LEOPOLDO BRUGLIA
FARAH JUEZ DE CAMARA Juez de Cámara
JUEZ DE CAMARA
(EN DISIDENCIA)
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