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Historia y Arqueología Marítima

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THOR HEYERDAHL Y LAS MIGRACIONES OCEANICAS


Por el Dr. Raúl Praderi - Montevideo - Uruguay

El presente trabajo es un capitulo del libro "Los barcos y el mar - Viajes aventuras y batallas" publicado en 2005 en Ediciones De la Plaza, Montevideo,
por el Dr. Praderi.
Capitulo XVII

THOR HEYERDAHL

Trataremos de resumir en un breve artículo los logros científicos obtenidos por este investigador y divulgador científico noruego fallecido en abril del 2004.
Los noruegos son grandes marinos y exploradores.
Hace ya más de un siglo, Fridjof Nansen (1861 – 1930) cruzó Groenlandia en 1888-89 y en 1895, en trineo y kayak, por el Océano Ártico con su compañero
Johansen llegó al paralelo 86, es decir a 4º del Polo Norte. Entre 1903 y 1906 Roald Amundsen (1872-1928) cruzó el Paso del Noroeste en el “Gjoa” y en 1911 descubrió
el Polo Sur, adonde llegó en trineo con cuatro compatriotas.
No olvidemos a sus antepasados vikingos: Erico el Rojo que descubrió Groenlandia y su hijo Leif, que en año 1.000 llegó a Canadá. Es decir que descubrió América
casi 500 años antes que Colón.
A diferencia de ellos Heyerdahl exploró los mares ecuatoriales navegando en balsas de madera y de totora para probar su teoría sobre las migraciones oceánicas de
la antigüedad.
Nació en Larvik, en el sur de Noruega en 1914, al empezar la Primera Guerra Mundial, en la que su país no participó. Estudió biología y geografía en la Universidad de
Oslo y en 1937-38 pasó un año investigando en la isla de Fatu-Hiva, en Las Marquesas.
Viajó después a Columbia Británica, para estudiar la cultura de las civilizaciones indígenas de esa región, donde se navegaba en grandes canoas de madera.

Durante la Segunda Guerra Mundial, volvió a su patria, invadida por los alemanes y sirvió en el ejército y en la aviación noruega.
Su primer viaje transpacífico en la Kon-Tiki.
Al terminar la guerra, volvió a sus investigaciones sobre las migraciones en el Océano Pacífico, determinadas por las corrientes marinas.

La Ecuatorial, que corre de E. a W., como había apreciado en su viaje de preguerra a la Polinesia, es una verdadera cinta transportadora que une la costa
sudamericana occidental con el Océano Pacífico.
Vino a Sudamérica y penetró en la selva ecuatoriana. Allí cortaron y trajeron por el río Palenque nueve grandes troncos de “Ochroma lagopus”, que eligió en el
bosque. Los llevó al Callao y en el astillero de la Marina Peruana, se construyó una sólida balsa con esa madera que usábamos para construir modelos de aviones. La
cabina era de cañas, con techo de hojas de banano superpuestas como tejas. Izaban en un mástil en forma de A o V invertida, una gavia sostenida por una verga de
mangle. Llamó a la balsa Kon-Tiki por el legendario Dios del sol del lago Titicaca.

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El 28 de abril de 1947 un remolcador los sacó al mar y en la corriente de Humboldt empezó el viaje. Pasaron al S. de las Galápagos impulsados por la corriente
ecuatorial del sur, lo cual le hizo suponer que los americanos habrían podido llegar fácilmente con sus balsas.

Había pescado en abundancia, lo que constituyó su dieta proteica durante los 101 días que duró la navegación hasta la isla Raroia en el archipiélago de Tuamotú. En
ese viaje de 4.300 millas demostró con los hechos que los peruanos habían podido llegar a la Polinesia.

La Kon-Tiki o una réplica, se conserva en el Museo de Oslo, donde la pude ver con una maquete de tiburón ballena pasando por debajo.

Allí también están el “Gjoa” con el cual cruzó Amundsen el Paso del Noroeste, al norte de Canadá y el “Fram” en el que fue a descubrir el Polo Sur. Nansen lo había
construido para derivar en los hielos del Ártico.
Heyerdahl escribió un libro en noruego, que se tradujo en 65 idiomas, y ganó un Oscar con la película documental que filmó durante el viaje.

En esa época se hablaba del origen del hombre americano, pero se investigaba poco y se copiaba mucho.
Recuerdo una conferencia que dictó Paul Rivet, Director del Museo del Hombre de París, en el paraninfo de la Universidad de Montevideo por esa época. En ella se
refirió a las migraciones de la Polinesia a Sudamérica basado solamente en estudios lingüísticos. Había escrito un trabajo sobre los melano polinesios en América, pero
sus afirmaciones nunca se pudieron probar.

El reciente descubrimiento de yacimientos arqueológicos en el sur de Chile, datados hace 9.000 años, abre ciertas posibilidades a la vieja teoría de Rivet sobre
migraciones de Australia por la Antártida a Sudamérica que estuvieron unidas formando el continente de Gondwana. Pero América estaba unida a África y situada más al
oriente.
El explorador noruego tuvo que luchar contra los arqueólogos e historiadores de la época, que decían que los polinesios habían llegado desde el S.E. Asiático e
Indonesia, saltando de isla en isla.

Pero Heyerdahl se dio cuenta que las corrientes y los vientos del Pacífico no favorecían el viaje de Asia a Oceanía sino de América a la Polinesia.
En sus minuciosas investigaciones Heyerdahl explica como el boniato o camote cuyo nombre aborigen, kumara se usa también en la Polinesia, fue llevado del Perú.
En una nueva expedición a las Galápagos, en 1952, lo acompañó un equipo de arqueólogos que encontraron y dataron cuatro yacimientos de cerámica inca y
preincaica en ese archipiélago, demostrando que los antiguos peruanos ( mochicas y chimúes) podían navegar muchas millas por el océano.

El viaje de la Kon-Tiki fue criticado por los arqueólogos que señalaban que los noruegos habían podido llegar a la Polinesia, pues eran grandes marinos descendientes
de los vikings, pero no así los peruanos. Heyerdahl no se consideraba, por lo menos en esa época, marino ni arqueólogo, tal vez por eso, en sus siguientes viajes llevó
en las balsas tripulaciones multinacionales.
Descubrimiento y exploración del Pacífico por los españoles.
Este océano ignorado por los europeos fue descubierto por Balboa al que llegó por tierra en 1513 cruzando el istmo de Panamá y le llamó Mar del Sur. Magallanes
entró por el estrecho que descubrió y bautizó en 1520 con ese nombre pues coincidió con un día de poco frecuente buen tiempo. El Pacífico fue un lago español por 58
años, hasta que Francis Drake en el “Golden Hind” llegó a él en 1578. Desde entonces el Estrecho que separa América de la Antártida lleva su nombre. El corsario
inglés se dio el lujo de capturar al galeón de Manila “Cagafuegos” lleno de tesoros. La expedición dio grandes dividendos entre otros a la Reina Isabel, que lo nombró
caballero.
Heyerdahl, en sus libros recuerda que fueron el español, Ruy López de Villalobos que envió Cortés desde México, el primero que llegó a las Filipinas a través del
Pacífico después de Magallanes y les cambió el nombre en honor al futuro rey Felipe. Magallanes las había designado islas de San Lázaro porque cuando llegaron
extenuados y hambrientos, consideró que ellos también habían resucitado como Lázaro.
Jofre de Loaysa, llegó de Zacatula a las Molucas y a Mindanao, en 1527 con la corriente ecuatorial del norte. Pero los españoles trataron durante dos años de volver a
América y no pudieron por los vientos contrarios, era necesario dar la vuelta por el Océano Índico y el Atlántico para volver a Europa.
Andrés de Urdaneta, que había tomado parte en la expedición de Loaysa y había permanecido 10 años en las Molucas, en 1565 junto con Miguel López de Legazpi
encontró la ruta para volver a América por el norte del Pacífico, recostándose al Japón y utilizando la corriente de Kurosivo.

Este rumbo, de retorno que era casi un círculo máximo, fue adoptado por el galeón de Manila que viajaba todos los años de Filipinas a Acapulco, con marfiles, sedas

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y valiosos productos de Oriente.
Álvaro de Mendaña, que partió del Callao, descubrió Nueva Guinea y las islas Salomón en 1567 y las Marquesas en 1595. Pedro Fernández de Quiros descubrió las
Nuevas Hébridas en 1606 y su segundo Luis Vaz de Torres, el estrecho que lleva su nombre entre Australia y Nueva Guinea. Es interesante recordar, como señala
Graves, que muchos descubrimientos españoles fueron ignorados durante casi dos siglos, como las islas Salomón que reconoció Bougainville en 1768.

Pero también los españoles mantuvieron en secreto la posición de las Marquesas, que redescubrió Cook en 1774.
Las corrientes y los vientos se dirigían del Pacífico a Asia como se dio cuenta el explorador escandinavo, por eso en la Polinesia no había cerámica, no conocían la
rueda; tampoco los metales y la escritura, ni sabían tejer telas a pesar de su vecindad con la China.
La ruta ecuatorial estaba igual que en el Atlántico, orientada por la rotación de la tierra y los rumbos de retorno a vela hacia América eran por el Pacífico norte como
ya señalamos o por las altas latitudes del sur donde soplan los cuarenta bramadores, que impulsaban a los grandes veleros que llevaban la lana y el trigo de Australia a
Europa por el Cabo de Hornos.
Los continuadores de la Kon-Tiki
Fue tal el revuelo que produjo el viaje de Heyerdahl, que aparecieron numerosos seguidores. El primero fue William Willis, que sólo, a los 61 años, en una balsa de
madera parecida a la Kon-Tiki, llamada “Seven Sisters”, llegó a Samoa en la Polinesia occidental en 1954, recorriendo 6.700 millas en 155 días. Había salido del Callao,
igual que Heyerdahl, y también escribió un magnífico libro: “El canto del Pacífico”.

Al año siguiente Eduard Ingris y su tripulación con La Cantuta I (flor nacional boliviana) salió también del Perú pero su balsa fue atrapada por la contracorriente
ecuatorial y no pudo seguir. Pero en 1959 con La Cantuta II llegó a Matuhiva en la Polinesia. En 1958 Eric de Bisschop, experto marino francés, que había viajado de
Honolulu a Indonesia y a Europa (Cannes) con una piragua doble polinesia llamada Kamiloa, antes de la Segunda Guerra Mundial, fue con su tripulación en la balsa
Tahiti Nui II desde el Perú a Rakahanga en la Polinesia oriental pero murió ahogado en un arrecife.
William Willis ya con 70 años de edad, en la balsa “Age Unlimited” llegó a Australia pasando por Samoa en 1964. Carlos Cavaredo en la “Tangaroa” una balsa
tripulada, llegó a Fakareva, Polinesia en 1965.

En 1969 Mario Valli con la balsa de caucho “Celeusta” repitió el viaje de la Kon-Tiki llegando a Raroia en la Polinesia.
De nuevo los españoles- Las guaras
Como ya vimos, fueron los marinos españoles que descubrieron las primeras islas del Pacífico viniendo del Estrecho de Magallanes, Perú y México. En el siglo
pasado nuevamente volvieron al Pacífico encabezados por un marino de Santander: Vital Alsar. Transcribo tres párrafos de Heyerdahl : “ La balsa Pacífica fue botada por
Vital Ansar y sus compañeros en la costa sur del Ecuador en 1966-67. Arribó al grupo de las Galápagos y posteriormente ascendió tan al norte, que penetró en el área
de la llamada contracorriente ecuatorial, que Alsar trató de utilizar para regresar a América. Aunque generalmente se cree que es una corriente que discurre hacia el
este, no es más que una confusa serie de turbulencias y remolinos que se forma en la estrecha faja de calmas chichas que se extiende entre las dos fuertes corrientes
ya citadas, que se dirigen hacia el oeste por encima y por debajo del Ecuador. Después de luchar durante 143 días en el fútil intento de regresar a América siguiendo
esta ruta, la tripulación terminó siendo recogida por un barco de rescate.”

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“La balsa bautizada precisamente con este nombre, La Balsa, fue botada por Vital Alsar y sus compañeros en la costa del Ecuador, y en 161 días consiguió llegar a
la población australiana de Mooloolaba en 1970.”

Tuve oportunidad de verla en Santander en 1992.


“Tres balsas más, La Aztlan, La Guayaquil y La Mooloolaba, con tripulaciones internacionales a bordo, se hicieron nuevamente a la mar desde el Ecuador bajo el
mando del mismo Alsar; la flotilla navegó a través de la Polinesia y de la Melanesia, para arribar tras 179 días al puerto australiano de Ballina, en 1973. Después de
completar su tercer viaje, Vital Alsar había navegado en balsa de tipo sudamericano una distancia total de 42.555 kilómetros o sea 2.555 kilómetros más que la
circunferencia de la tierra por el ecuador.”
Pero lo más importante del viaje del marino cantabro fue mantener la moral y el equilibrio de los 12 tripulantes (que rotaba entre las balsas) y navegar en conserva
(juntos) con tres naves tan primitivas. Eran de madera como la Kon-Tiki y se timoneaban con guaras. Estas son quillas de orza de madera, como las que se usan en los
pequeños veleros actuales, que en realidad fueron invento de los antiguos peruanos.
Pero ellos usaban varias en cada balsa, subiéndolas y bajándolas para gobernarlas. En Europa eran desconocidas y parece que fueron dos marinos españoles: Jorge
Juan y Antonio de Ulloa, que habían venido a Ecuador con La Condamine, a medir el arco de meridiano, los que las introdujeron en el Viejo Mundo en el siglo XVIII.

El viaje de las tres balsas fue una gran hazaña marinera, porque la corriente ecuatorial pasa cerca de las Galápagos, rodeados de arrecifes y a veces de ella se
desprenden ramales hacia el norte que pueden determinar los problemas que tuvo la “Cantuta I” y la “Pacífica” del propio Alsar en 1967.
Navegar en conserva fue muy difícil para las balsas, aunque eran iguales, tenían distinta velocidad y a veces era necesario tirar gruesos cabos por popa o anclas de
mar, para frenar las más rápidas. Pero estaban en contacto, festejaban los cumpleaños juntos y se pasaban los alimentos o pescados de una a otra siempre que los
tiburones no los interceptaran.
Tuvieron que cruzar de noche, con una tormenta, por el estrecho entre las islas de Hiva-Oa y Fatu-Huku en Las Marquesas.
En resumen entre 1947 y 1973 once balsas que salieron de Sudamérica llegaron a la Polinesia y dos más a las Galápagos, confirmando que el sabio noruego tenía
razón en sus afirmaciones, lo que fue para él un nuevo triunfo.
Las contrapruebas

Hubo navegantes que trataron de demostrar lo contrario a Heyerdahl, es decir que era posible ir de Indonesia a Polinesia. Eric De Bisshop, durante tres años antes de
la segunda guerra mundial, trató de hacerlo con el junco Fou-po, pero no pudo pasar ni a la Micronesia.
Después del viaje de la “Kon-Tiki”, en una balsa de juncos, navegó hacia el este por los Cuarenta Bramadores, en el sur del Pacífico, durante siete meses. Fue
rescatado a mil millas de Chile, con su nave muy deteriorada, cuando llegó a la corriente de Humboldt que ya lo llevaba de vuelta hacia el norte y el oeste.
Otros juncos pretendieron llegar a América en viajes planeados como el “Tai-Ki” en el que Kuno Knöbl navegó en 1974, con vientos contrarios del Este por el Pacífico
tropical y fue arrastrado hacia el Norte. Allí muy averiado, fue abandonado por su tripulación, a la cual rescató un hidroavión después de 114 días de viaje. El pecio fue
visto por última vez al sur de Alaska a donde lo empujó la corriente del Kurosivo, que lo llevaba siguiendo la ruta septentrional de Urdaneta.
Navegando por ella hay antecedentes de juncos que llegaron a América como el “Whuang ho” del Capitán Graham en 1908, el “Ning-po” en 1912 y el “Amoy”, del
Capitán Ward, en 1923. El “Hummel” que cruzó por el norte en 1938 y volvía a Nueva Guinea por el ecuador en 1941 con su patrón Petersen, cuando empezó la guerra, y
el “Tai- ping” del Capitán Anderson en 1939.

Esa corriente del Pacífico norte llega al N.W. de América por un círculo máximo y tuerce luego hacia el centro del Océano, eso explica que grandes canoas y
muchos troncos de pino rojo hayan llegado de allí a Hawai.
En 1901 el Capitán Voss, con su canoa “Tilikum”, construida por los indígenas de la Columbia Británica, de un solo tronco y aparejada con tres pequeños mástiles,
pasó al sur de Hawai, llegó a Australia y siguió luego a Inglaterra por el Cabo después de cruzar el Índico.
Según Borden en los últimos siglos, más de cien juncos pesqueros japoneses, desarbolados, fueron arrastrados por la corriente de Kurosivo y llegaron a las
Aleutianas o a la costa canadiense después de derivar durante meses con las tripulaciones moribundas, aunque algunos pocos fueron rescatados.
Los polinesios son buenos marinos y sus canoas dobles con cubierta y velas crab-claw (pinzas de cangrejo o lakatoi) pueden ceñir al viento como lo demostró el viaje
de los hawaianos a Tahití en la “Hokule’ a” en 1976. Sus mapas, hechos con varillas de madera y guijarros fueron muy útiles.
Todos los arqueólogos coinciden en que su llegada a las islas fue relativamente reciente, sobretodo las más orientales, como la de Pascua, que exploró Heyerdahl en
1955 y 56, efectuando la primera investigación arqueológica seria de esa isla, que es la más cercana a América de la Polinesia.

Fueron los últimos lugares de la tierra en poblarse y las estatuas y leyendas locales las relacionan con posibles migraciones desde Sudamérica. Los pascuences
quedaron aislados del mundo porque destruyeron los árboles de la isla y no pudieron construir canoas para navegar.
La cerámica Lapita, que se encontró recientemente en varias islas, tiene poco valor arqueológico, porque los polinesios no tenían cacharros ni vajilla. Su civilización
primitiva demuestra que nunca llegaron a América, como sostiene el investigador noruego.
En resumen la costa americana del N.W. : Alaska y Columbia, son la única puerta posible para los antiguos asiáticos que iban a América, como señala Heyerdahl.
La prohibición Ming
Estudiando estas corrientes nos preguntamos porqué los chinos que tenían buenos barcos no penetraron en el Pacífico. Ellos habían inventado el timón de codaste,
los compartimientos estancos, los sables de caña de sus velas al tercio y tal vez la botavara. Sus grandes barcos tenían doble forro, bien calafateado, y tres a cinco
mástiles. Fueron muy bien descriptos por Marco Polo, que navegó en ellos cuando fue de China a Persia en 1291, al mando de una flota.

Desde antes de la era cristiana señala Toussaint, los marinos chinos entraban al golfo de Bengala por el estrecho de Malaca. Durante la dinastía Ming entre 1405 y
1433, fueron enviadas siete expediciones al Océano Índico, cada una con cincuenta grandes juncos de guerra, al mando de un eunuco árabe llamado Cheng- ho.
Pero al final del siglo XV, surgió la llamada prohibición Ming, fruto de la influencia del grupo antimarítimo del confucionismo.
Los chinos consideraron que no necesitaban nada de la Polinesia ni del Pacífico, pues tenían todo lo que precisaban. Además los vientos y las corrientes del Pacífico
venían del Este y ellos que navegaban con los monzones, por el mar de China, no tenían porqué ir más allá de las Filipinas (que todavía no se llamaban así).
Las balsas de junco Ra I, Ra II, Tigris y Uru
Heyerdahl estudió detenidamente los barcos primitivos egipcios en modelos y relieves de las tumbas. Estaban construidas con haces de papiros, con las proas

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levantadas en forma de banana. Luego encontró embarcaciones similares en África, en el lago Tchad, en los lagos Zwai y Tana en Etiopía, en el sur de Irak y en
Cerdeña.

Trajo al arqueólogo naval Bjorn Landström de Suecia y diseñaron una balsa de papiro, que construyeron los negros de la tribu Buduma de Tchad al pie de las
pirámides de Egipto. El papiro fue cortado en el lago Tana de Etiopía y enviado en barco por el Mar Rojo a Egipto.
La balsa fue llevada al antiguo puerto fenicio de Safi en la costa atlántica de Marruecos y allí el 28 de abril de 1969 comenzó el viaje con 7 tripulantes de diferentes
nacionalidades. Después de 2.700 millas de navegación, ya muy cerca de las Barbados, debieron abandonar la balsa que se comenzó a desarmar por la popa, después
de soportar un temporal que coincidió con “Anna”, el primer huracán del Caribe de ese año.

La tripulación fue rescatada por un pequeño yate a motor.


El tenaz noruego analizó los errores de estructura de la Ra I, que no detallaré ahora, y resolvió construir rápidamente otra balsa, similar, más chica. Para ello, con
gran discreción, hizo traer de nuevo 12 toneladas de papiro de Etiopía, por barco, al puerto de Safi y lo mas importante, convocó a cuatro indios Aymaras del lago
Titicaca, con su intérprete, para construir una buena balsa, algo más corta, que se llamó “Ra II”.

Con ella repitió el viaje y cruzó el Atlántico hacia las Barbados en 57 días sin inconvenientes.

El éxito de la travesía demostró que los antiguos nautas podían haber cruzado el Atlántico desde África o Europa.
La Navegación tuvo su origen en el Mediterráneo donde no se apreciaban las mareas ni las corrientes, salvo en los estrechos (el Bósforo y Gibraltar), pero los fenicios
y cartagineses navegaron por la costa de África, llegaron a Gran Bretaña y posiblemente a las Azores y las Canarias.
A Heyerdahl le faltaba cruzar el Índico y lo hizo en 1978, saliendo de la Mesopotamia, con una balsa construida con juncos de los pantanos (Scirpus riparius),
cortados en agosto, como aconsejaron los árabes de la región que trabajaron junto con los cuatro artesanos aymaras. La balsa que se llamó “Tigris” estaba formada por
dos enormes cascos unidos con cuerdas enrolladas en forma de solenoide (helicoidales).
La “Tigris” bajó el Shatt el Arab y navegó por el Golfo Pérsico.
No incluiremos los detalles, pero hizo escala en Bahrein (la Bíblica Dilmun), pasaron el estrecho de Ormuz y luego fondearon en Moscate y Karachi en Pakistán,
desde donde visitaron las milenarias ruinas de Mohenjo Daro. Después cruzaron el mar de Arabia y entraron en el Golfo de Aden.

Todo el cuerno de África estaba en guerra y en Aden les negaron la entrada.


El viaje terminó en Djibouti donde desembarcaron los once tripulantes. La balsa, la mejor de todas, que estaba intacta fue incendiada como protesta por las guerras y
la incomprensión de los países vecinos. Tuvo un final digno.

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Con su viaje demostró que los sumerios que inventaron las ciudades, el carro tirado por asnos y la escritura, pudieron ser los primeros navegantes en el golfo Pérsico
simultáneamente con los egipcios en el Nilo y el Mediterráneo
Para terminar, haremos una breve referencia al viaje de la Uru de Kitin Muñoz, valiente español, que con su magnífica balsa de juncos parecida a la Tigris, pero con
dos mástiles, reprodujo el viaje de la Kon-Tiki, entre Callao y Nuku-Hiva, en las Marquesas, en solo 54 días. De allí, después de reparar la embarcación siguieron para
Tahiti, a donde llegaron el 16 de octubre de 1988.
Muñoz escribió un magnífico libro que prologó Heyerdahl y filmó una película que nunca pude ver.
Heyerdahl y las Pirámides.
El dinámico noruego desde 1988 a 1994 exploró el complejo de huacas de adobe de Túcume (26 en total) por consejo de Walter Alva, el arqueólogo peruano que
descubrió la tumba del Señor de Sipan y sus tesoros.

No puedo relatar todo lo que hizo el sabio noruego, desde convencer al brujo de Túcume para poder excavar, realizar un trabajo arqueológico extraordinario, que duró 6
años, descubriendo tumbas y tesoros y escribir un hermoso libro muy bien ilustrado.
Como premio de su esfuerzo encontró un templo con figuras de balsas de totora y hombres pájaros similares a los de la isla de Pascua.
Las pirámides fueron siempre una atracción especial del investigador noruego, que también las investigó en varias islas de la Polinesia y del Indico (Maldivas).
En las islas Canarias, mas exactamente Tenerife, contribuyó a la reconstrucción de las Pirámides de Guimar en el valle homónimo cuya relación con los Guanches,
primitivos habitantes de las islas, es indudable. También visitó otros lugares históricos sobre todo en Perú, Centroamérica y México.
Fue la suya una vida plena de acción y de aventura.
Conclusiones

Heyerdahl como Humboldt fue un gran humanista que manejó a la ciencia sin fronteras entre diversas disciplinas. Trabajó con la misma perseverancia que Schlieman,
al que los arqueólogos no consideraban colega, pero que también triunfó y fue reconocido.
Para concluir diremos que el Pacífico fue explorado desde América, así como América fue descubierta desde Europa, usando los vientos del Este que soplan en el
trópico y las corrientes ecuatoriales que llevan a los barcos y las balsas como cintas transportadoras. La explicación es la rotación de la Tierra.
Así como los americanos no descubrieron Europa, los asiáticos no encontraron a América navegando.
Es interesante señalar algunas coincidencias. Las pirámides mayas teotihuacanas y egipcias están orientadas al sol. Casi todas esas construcciones se encuentran
en latitudes bajas rodeando el planeta y los zigurats de Asia mas al norte.
Las migraciones marinas ecuatoriales se efectuaron siempre en el mismo sentido no así las boreales. También la deriva continental que describió Wegener es hacia
occidente.
Nos preguntamos : ¿porqué las invasiones de los pueblos ecuestres fueron siempre de Asia a Europa y no al revés?. Desde los celtoligures hasta los mongoles todos
venían de Oriente: cimerios, escitas, sármatas, sakas, alanos, hunos, ávaros, búlgaros, magiares, kázaros y cumanos. Este fenómeno histórico que sucedió en tierra no
tiene relación con las corrientes marinas.
¿No la tendrá con la rotación del planeta?
También nos preguntamos porque las tribus celtas primeras en la procesión de pueblos quedaron arrinconadas en las costas atlánticas de Europa: irlandeses,
escoceses, galeses, bretones, belgas y gallegos.
El sol cuyo nombre le puso Heyerdahl a sus balsas terminó por enfermarlo provocándole un cáncer de piel, de acuerdo a la información que he obtenido y murió con
una metástasis cerebral según supongo, pues durante 40 años lo persiguió en sus viajes oceánicos navegando siempre rumbo al poniente

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Capitulo completo

Este sitio es publicado por Carlos Mey - - Martínez - Argentina


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