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Un
testimonio políticoi
Luis Antonio Martínez Franco
Ante la falta de oportunidades para el ascenso económico y social, la violencia
organizada y desorganizada, así como los espacios limitados para la participación
ciudadana en la política, muchas personas en México han visto las vías de lucha
democrática canceladas. Es por eso que, ante la cancelación de vías legales para
alcanzar una vida mejor, muchas personas han optado por la vía armada, tal fue el
caso del movimiento de independencia de 1810 o la revolución armada de 1910.
Ante este panorama, quienes han decidido tomar las armas encontraron en
la guerra de guerrillas la estrategia adecuada para alcanzar sus objetivos. La guerra
de guerrillas consiste en desgastar al enemigo, que en este caso es el gobierno,
mediante acciones a pequeña escala en sitios estratégicos, además de desplegar
una actividad política que atraiga a la opinión pública de su lado.
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década de 1970 inició uno de los periodos de actividad guerrillera más intenso que
se ha registrado en México, en respuesta, el gobierno mexicano inició una
contraofensiva a la cual se le ha dado el nombre de “guerra sucia”, debido a la gran
cantidad de actos ilegales de los que se valió el gobierno para combatir a los
movimientos guerrilleros. Estas acciones incluyeron encarcelamientos ilegales,
tortura, desapariciones forzosas y asesinatos a manos de agentes del gobierno que,
teóricamente, deberían hacer cumplir la ley.
A pesar de que los acontecimientos narrados por Oikión tuvieron lugar hace
cuarenta años, hoy en día la tortura y la desaparición forzada ejercida por agentes
del gobierno es algo común. A pesar de la memoria que se ha conservado sobre los
años de la guerra sucia, de los distintos organismos de derechos humanos y de la
facilidad con que ahora se pueden documentar las violaciones a los mismos, en
México los policías y sus jefes torturan, privan ilegalmente de la libertad y matan
con fines políticos.
Es por eso que los trabajos como los de Oikión revisten mucha importancia,
pues nos permiten recordar que la tortura ha sido parte de la historia de México,
pero al mismo tiempo nos debe obligar a no permitir que vuelva a presentarse, hasta
que logremos erradicarla por completo.