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La poesía como una manera de llegar a la verdad.

por Guillermo Linares Pereda

A lo largo de la tradición de la filosofía, ha surgido una constante inspiración por parte de


los filósofos de acercarse a aquello que consideran que brinda certeza. No es desde Descartes,
sino desde Platón que se busca conocimiento certero de las cosas o, en su defecto, de las
ideas que conforman al mundo. Pues bien, desde los orígenes de los planteamientos de la
filosofía sobre cómo está constituido el mundo, cómo funcionan las cosas y por qué, y cómo
es que se puede pensar al ser en general si sólo se percibe la multiplicidad; estas y tantas otras
cuestiones han ocupado la mente de los filósofos. Y las formas por las cuales éstos buscan
alcanzar las respuestas a dichas preguntas se han ido modificando. Una constante de ello es
el avance que hay en la ciencia como pequeña retoña que surge de la filosofía. Para no
andarnos con rodeos, la filosofía busca dos cosas: claridad y distinción. Y ello sólo se logra
a través de los métodos de certeza.
Es en el afán de buscar claridad y distinción por parte de los filósofos, que éstos deciden
anteponer ciertas maneras de acercarse a los fenómenos que otras. Por poner un ejemplo: la
matemática. Muchos son los grandes pensadores que se han servido de las matemáticas como
medio para poder acercarse a la ‘verdad’, por poner un ejemplo: Descartes, Leibniz, Newton,
etc. Sin embargo, en sus preferencias han dejado a otras maneras muy importantes. No
quisiera decir que Platón es quien logro hacer eso; pues a lo largo de sus diálogos vemos
figuras y construcciones que no guardan una relación con las matemáticas, pero que gracias
a él tenemos un enorme prejuicio: que la poesía no es dadora de verdad.
Que la poesía no sea una forma por la cual el hombre pueda obtener certeza y claridad
de las cosas, es un prejuicio que estoy dispuesto a poner en tela de juicio. Muy a mi pesar,
estoy acostumbrado a los textos que son claros y distintos; textos que dicen lo que quieren
decir, esto es, textos que permiten avanzar en la lectura con el presupuesto epistémico de lo
que dice, es lo que quería decir sin más. Por tanto, la poesía es un territorio en el que me he
puesto hostil. Sin embargo, he encontrado en la poesía una forma diferente de hacer evidente
lo que es verdadero. En este ensayo me he propuesto hacer dos cosas: 1) argumentar a favor
de la idea de que la poesía es dadora de verdades del mundo; 2) retomar un poema para poder
dar cuenta de ello. El poema que pienso retomar es el de la Divina Comedia de Dante
Alighieri.
Los propósitos parecen ser claros y distintos, y espero, en medida de lo posible, lograr
cumplir con 1 y con 2. Puesto que a partir de ahí se puede revalorar y romper con el prejuicio
que se tiene acerca de la poesía y su relación con la verdad.

La poesía como dadora de verdades.

Para comenzar puede preguntárseme qué cosa es la verdad. Bueno, la verdad tiene muchas
formas de ser pensada. La primera de ellas es la idea de que la verdad se da de manera
correspondentista; esto es, la adecuación de lo real a lo ideal o de lo ideal a lo real. La segunda
forma de pensar a la verdad sería por medio de un coherentismo, es decir, por medio de un
sistema que es absolutamente coherente, que refleja al mundo y funciona de acuerdo a cómo
funciona éste. Por tanto, la verdad no es una cosa, sino varias propuestas que se hacen para
poder obtener conocimiento. La respuesta es insatisfactoria, puesto que no dice qué cosa es
la verdad, sino sólo modos o medios por los cuales es accesible la verdad.
Las diferentes maneras de llegar a la verdad, ya sean por medio de enunciados que se
adecuen al mundo o por proposiciones que se sustenten unas con otras logrando un
isomorfismo con el mundo, no son otra cosa que maneras de llegar a la verdad. Entonces,
¿por qué es tan difícil pensar que hay otras maneras menos complicadas para poder obtener
verdad o, en su defecto, conocimiento del mundo? Bueno, quizá la idea venga desde el
proyecto cartesiano o empírico, de que la verdad es de lo dado o la verdad es de lo que se
puede decir a priori por medio de los análisis matemáticos acerca del mundo. Estas dos
formas presuponen una única cosa: que hay que acceder a la verdad por medio de las
metodologías que presupongan o un coherentismo o una correspondencia. Sin embargo, hay
metodologías menos complejas que pueden ayudar a acceder a la verdad del mundo sin tener
que comprometerse con un empirismo o un racionalismo de manera acrítica.
Otra manera que sirve para poder acceder a la verdad del mundo es la metáfora.
Argumentare a favor de esto último. La metáfora tiene la peculiaridad de hacer una
comparación implícita a partir de utilizar una palabra en lugar de otra. Ello se hace en tanto
que se quiere establecer una analogía o semejanza entre los conceptos comparados. Por tanto,
la metáfora dice algo de una cosa a partir de establecer la analogía con una palabra que se le
parezca, diciendo algo más atinado de lo que su palabra común podría. Un ejemplo de ello
sería Homero cuando dice «la aurora de rosáceos dedos», lo cual quiere decir un tipo de rayo
del sol que sale desde el horizonte por las mañanas y se ve de color rosa. De esta manera la
metáfora sirve como una descripción del mundo que alcanza a capturar la naturaleza o la
imagen del suceso del mundo. Es por medio de esa captura que la metáfora dice verdad. Pero,
¿la metáfora sirve por sí sola o necesita de algo más? La respuesta que daré es que no. La
metáfora necesita darse en un contexto determinado para poder cobrar un sentido más
completo y acabado. Y un contexto que sirve para ello es el de la poesía. Sólo en la poesía se
alcanza a dar con profundidad el sentido de una metáfora y de aquello a lo que se refiere.
Si la metáfora es algo que se da en la poesía (y la metáfora es dadora de verdad),
entonces es posible decir que la poesía es dadora de verdad en tanto que tiene metáforas.
Podríamos aplicar un Modus Tollens a las premisas que tenemos si pensamos que son falaces.
Consideremos la primera premisa que dice ‘la metáfora es algo que se da en la poesía’ (P).
Muchos diríamos que es verdadera. Ahora en la segunda premisa se tiene que ‘la poesía es
dadora de verdad si y sólo si tiene metáforas’ (Q), puesto que la metáfora es dadora de verdad.
Entonces, si decimos P entonces Q y negamos Q, por tanto tenemos ¬ P. Este razonamiento
nos hace ver que hay una negación de P, pero ya habíamos concordado con que P es verdadera
y se puede afirmar sin ningún problema. ¿Qué quiere demostrar este MT? Lo que quiere
demostrar es que si se niega la verdad de Q, entonces se cae en un absurdo, por muy válido
que sea el razonamiento deductivo. Así pues, tenemos que Si P es verdadera, entonces Q es
verdadera.
Lo anterior sólo ha servido como una manera más de decir que si tenemos una metáfora
para decir verdad, y ésta se encuentra en la poesía; por tanto, la poesía puede decir verdad.
Quizá sea una táctica un tanto tramposa ponerlo en estos términos, pero es evidente que la
poesía, así como muchas otras cosas que se escriben, puede decir verdad. Ya sea que haga
usos de las metáforas para poder decir cosas que no se pueden decir en términos claros y
distintos. Pues bien, ¿cómo es posible hablar de una experiencia sin caer en la mera
descripción?, ¿cómo es posible hacer sentir a alguien una verdad de la experiencia si no es a
través de un poema que le despierte las mismas sensaciones y le genere la misma experiencia?
Considero que lo dicho hasta este punto es más que suficiente para decir porque la
poesía es una manera más de decir verdad. Aunque ésta no sea un sistema coherentista o un
presupuesto correspondentista, puede decir verdad en medida que hace usos de figuras
literarias como la metáfora para poder hacer evidente algo que nos cuesta trabajo ver de la
realidad. La poesía tiene la peculiaridad de someter a la subjetividad toda la objetividad del
mundo, haciéndonos propias las cosas de las que habla el mundo. Por tanto, se puede llegar
a la idea de que la poesía tiene más acercamiento a la verdad de lo que parece. Pues bien, es
Platón que por medio de la idea de belleza podemos lograr acceder al mundo de las ideas,
dado que la idea de belleza es la idea más sensible que hay. Así pues, un poema bello puede
ser verdadero en tanto que nos llega a la sensibilidad y nos eleva a lo ideal.
Pasemos ahora a ver qué tipo de verdades son de las que habla la poesía. Para ello,
retomare el poema de Dante, como caso concreto, pero ello no quiere decir que sea el único
caso en el que es aplicable.

Las verdades de las que no se puede hablar con claridad y distinción

Dante escribe la Divina Comedia en tres partes: el infierno, el purgatorio y el paraíso. Todas
y cada una de ellas narran la travesía que el poeta tiene que pasar en compañía de su maestro
Virgilio, para poder llegar a un lugar. Aquí no me ocupare de narrar de qué trata la obra del
poeta, puesto que la considero sumamente importante y me gustaría que el lector se remitiera
a ella. Sólo me serviré de un ejemplo para poder decir en qué medida hay verdades de las que
se puede hablar metafóricamente, y de las cuales no se puede hablar con claridad y distinción.
Pero antes de ello, hagamos un poco de controversia sobre el problema.
Muchos filósofos han discutido sobre cuál es la naturaleza humana. La gran mayoría
de ellos parten de la idea de que el hombre es un ser racional y otros que es un ser que se deja
guiar por las pasiones. Si bien estas dos ideas pertenecen a la modernidad, no será necesario
decir de quienes provienen. Decir esto sólo nos sirve como un caso para ver qué tan
problemático es pensar en la naturaleza humana. Pues bien, todos la pensamos en abstracto
y escindida de los casos concretos que vivimos como seres humanos.
En la poesía de Dante surge una peculiaridad. La naturaleza humana es pensada en
varios contextos que reflejan no sólo ésta, sino inclusive las actitudes preponderantes ante
determinadas situaciones. Tomemos un fragmento de la obra del poeta y analicémosla viendo
estas peculiaridades:

«Como la flor, con el nocturno hielo,


se dobla y cierra para abrirse erguida,
cuando el sol la calienta, sobre el suelo;
así en mi alma se insufló tal vida,
y tal aliento en mi ánimo abatido,
que exclame cual persona decidida»1

En este fragmento el poeta es animado por una figura angelical que le invita a seguir el
camino que Virgilio, su guía, le ha invitado seguir; pero al cual él se niega, puesto que está
muy asustado. Entonces, la figura lo anima y el poeta describe este suceso de una forma muy
bella. La cita del poema que mencionamos antes establece una analogía entre lo que es un
hombre y una flor, haciendo evidente que la naturaleza humana es una cosa muy frágil que
puede romperse. Asimismo, el ánimo dado por la figura angelical da la idea de que la
esperanza, la fe o el amor son motivos suficientes para que ésta, en su fragilidad, salga
adelante y se enfrente a lo más temible.
Lo anterior es una breve interpretación de una pequeña metáfora de tantas que hay en
la Divina Comedia que nos permite entender un aspecto del hombre y de su naturaleza, que
es muy sencillo de develar. A los ojos de Dante el hombre es un ser frágil por naturaleza y
en su esencia está el poder ser abatido por sus miedos. Sin embargo, basta con un poco de fe
para que éste pueda levantarse y seguir por su camino. Ningún filósofo, según tengo presente,
había puesto (hasta Dante), en tela de juicio cuál era la naturaleza del hombre según los
contextos en los que se desenvuelve y de las actitudes que toma.
En este trabajo no pretendo decir qué es el hombre o cuál es la idea de hombre a lo
largo de la Divina Comedia. Sólo me he servido de este ejemplo para poder dar cuenta de las
muchas cosas que se dicen metafóricamente dentro del poema que pueden decir verdades que
nos tocan a todos y a cada uno de los hombres. Es claro que cuando estamos en momentos
de fuertes adversidades, uno como individuo quiere echarse para atrás. Pues bien, uno se
reconoce frágil ante las circunstancias. No obstante, basta con un poco de esperanza; basta
con un rayo de sol, para que podamos retomar el camino y seguir en él, a pesar de nuestra
debilidad.
Así tenemos, entonces, que por medio de la metáfora en el poema de Dante es posible
decir algo verdadero, o develar algo que es perteneciente a la naturaleza humana sin muchos
rodeos técnicos o postulados teóricos. Es en esa medida de la sencillez que la metáfora, a
través del poema, logra decir verdades que se nos ocultan, pero que al mismo tiempo son

1
Dante, Alighieri. Divina Comedia. Editorial Alianza. Madrid. 2014. pág. 15
evidentes para quienes las piensan y les tratan de dar sentido. Si no le diéramos sentido a las
metáforas, entonces estas serían absurdos que no se corresponden con el mundo. Sin
embargo, sí se les da un sentido y por tanto es posible extrapolarlas a nuestra. Lo que quiere
decir esto es que a partir de la subjetividad con la que se le da sentido a una determinada
metáfora dentro de un poema, es posible ver una verdad de la cual no se podría hablar en
términos de claridad y distinción.

Conclusión

Las conclusiones a las que hemos llegado a partir de desarrollar 1 y 2 es que la poesía tiene
la posibilidad de decir cosas verdaderas, en medida que utilice la metáfora como su medio
por el cual explica acontecimientos o sucesos importantes del mundo. Pues bien, si se hace
uso de la metáfora para narrar un hecho, es porque éste no es posible de decir en términos de
claridad y distinción.
En el primer apartado revisamos la idea de que por medio de la poesía era posible
acceder a la verdad, puesto que es una manera más junto a las maneras metodológicas que
presuponen tanto un correspondentismo o un coherentismo. En el segundo apartado hemos
visto que hay verdades de las cuales no se puede hablar en otros términos que no sean los de
la metáfora. El retomar a Dante es una cosa un tanto peculiar, puesto que su poema está lleno
de metáforas, simbolismos y figuras que están dispuestas para la interpretación. De hecho, el
inicio de la Divina Comedia guarda en sí muchas cosas interesantes que tienen que ver con
la idea que este trabajo pretende hacer: romper con el prejuicio de que la poesía no dice
verdad.
Para justificar esto último veamos lo siguiente. Los animales del principio: la pantera,
el león y la loba, simbolizan aspectos del hombre que le impiden llegar a la cumbre de la
iluminación divina. De ahí que uno como hombre sea susceptible de perder el camino o de
renunciar a él, a partir de que se tienen que enfrentar a dichos animales. Asimismo, Virgilio
surge como una figura que representa a la poesía, y como aquel que le devuelve la esperanza
al poeta y lo incentiva a seguir su camino. Esta imagen es muy sugerente, puesto que parece
ser que sólo por medio de la poesía podemos llegar a una verdad única: la verdad de nuestro
ser.

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