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COLONIAS Y EVACUACIONES
EL RETORNO
NIÑOS ABANDONADOS
NIÑOS TUTELADOS
HEROÍNAS DE LA RESISTENCIA
COTIDIANA
A consecuencia de la infección
producida por la herida, moriría varios
años después. Sin embargo, la condición
de pertenecer al bando de los que habían
ganado la guerra fue insuficiente para
garantizar que la familia disfrutara de
una situación holgada desde el punto de
vista material. Algo difícilmente
comprensible en un contexto como el
que se abrió a partir de 1939 en la
sociedad española, marcado
profundamente por la división entre
«vencedores» y «vencidos». Al no
poder certificar que su muerte era
consecuencia de una acción bélica, las
ansiadas recompensas nunca llegaron.
Tampoco la pensión que desde
septiembre de 1939 se garantizaba a las
viudas de cabos y soldados
«desaparecidos en acción de guerra en
la pasada campaña»[19].
Trabajaba en el ayuntamiento,
tampoco tenía un trabajo así, e iban,
típico, al monte, iban a cortar trigo por
ahí. Pero, claro, tenía treinta y dos
años cuando le dio la trombosis y le
metieron en el ayuntamiento a atender
la caldera y a limpiar un poco… Sí,
eran pueblos en los que no había nada,
la gente se dedicaba al monte. El
hombre quedó muy marcado con la
trombosis y ya nunca fue el mismo, y
nunca le gustaba hablar de eso. Con la
derecha ya no pudo trabajar, entonces
vivió toda la vida muy desesperado…, y
luego bebía, y… ¡bah!, bebía mucho,
porque veíase que, no sé… el hombre
debía de decir… «¡mecagüendiez!,
pasóme esto y ahora…». Salía poco,
porque en aquella época las trombosis
no se curaban tan bien. Salía de casa e
iba andando despacito, hasta que fue
luego la artrosis. Al cargarse el peso en
el mismo lado fue degenerando hasta
que se quedó en la cama, años en la
cama, y el hombre, pues yo qué sé,
contaba que… qué iba a contar, no iba
a contar nada, pero… Bebía mucho,
llegábamos a casa en Navidades y
todas las Navidades, todo el verano
bebiendo… Entonces el panorama
tampoco era… Tampoco hablábamos,
es que no hablábamos[34]…
PERCEPCIONES, SILENCIOS,
IDENTIDADES
Si en algo están de acuerdo todos los
entrevistados es en subrayar que el
perfil de los acogidos en los hogares del
Auxilio Social era variado, que en
absoluto se circunscribía al hecho de
proceder de una familia cuya identidad
se hubiera forjado en torno al
compromiso republicano o a su
condición de víctima de la represión
franquista. Los testimonios divergen
cuando se trata de transmitir la
percepción que tuvieron en su infancia
—o cómo la recuerdan de adultos—
sobre las circunstancias que rodeaban la
presencia de sus compañeros en el
hogar. La mayoría coinciden en destacar
el desconocimiento prácticamente
absoluto que tenían sobre las historias
familiares de los niños con los que se
relacionaban a diario.
El silencio sobre este tema parecía
ser una norma implícita en la rutina
cotidiana de los hogares, marcados,
como veremos, por normas disciplinares
muy rígidas, cuando no el producto de
una imposición materna. Relatos como
el de Bárbara Beamonte o el de Pedro
Ferrer, hijos ambos de hombres de
izquierdas, revelan que la decisión de
dar a conocer o silenciar el pasado
político de su padre —y el fusilamiento
en el caso de Bárbara—, la tomaban las
madres, inspiradas, con toda seguridad,
en el deseo de protegerlos en el nuevo
contexto que les había tocado vivir,
evitando que sobre sus hijos recayera el
estigma de ser «hijo de rojo». Los
pequeños la interiorizaban y las
cumplían a pies juntillas. Así lo
corrobora Carlos Giménez, para quien
«nadie iba contando “mi padre es
rojo”… Te enterabas después, de
mayor…».
Julián insiste en que «había de todo»
en los hogares, incluso algún «hijo de
“caído”», lo cual, si nos atenemos a las
categorías de la época para clasificar a
las víctimas de la Guerra Civil, hace
referencia a un soldado del ejército
franquista muerto en el frente o
asesinado por los «rojos». Sin embargo,
en su edad adulta ha ido descubriendo
muchos aspectos de la vida familiar de
sus compañeros que eran entonces
completamente desconocidos para él.
Ha sido en fechas recientes, al calor del
actual movimiento por la «recuperación
de la memoria histórica» que ha
propiciado la desinhibición de muchos a
la hora de relatar aspectos de un pasado
familiar que había sido ocultado durante
mucho tiempo.
LA INTERVENCIÓN DE LA
«GENTE DE ORDEN»
SEPARADOS Y CLASIFICADOS
LA RECONQUISTA DE LAS
«ALMAS ROJAS»
La disciplina es la sujeción a la
norma. ¿Quién dicta la norma? La
autoridad legal. ¿En qué se basa? En los
principios del derecho natural, que Dios
ha puesto en el corazón de los hombres,
y en el derecho positivo, que es o debe
ser emanación de aquel. La norma de
toda conducta humana está
fundamentada en principios morales
que, a su vez, tienen una base religiosa.
Si la Religión no sustenta la moral, esta
no tiene valor eterno ni universal. Una
moral humana es puramente biológica.
Dictada la norma, es obligado acatarla y
obedecerla. Esta sujeción a la norma,
que entraña el deber de realzar todo
acto en función de la misma, es lo que
llamamos disciplina[22].
En el fondo, es la historia de
supervivencia, y es más la historia
individual de cada cual que la
colectiva. Yo recuerdo cosas de ese
colegio, las recuerdo con bastante
nitidez, y en el recuerdo me parecen
algo sublime, precioso: un niño al que
su madre le venía a ver, muy de tarde
en tarde, y venía descalza. Un día le
robó los zapatos a la enfermera, porque
esos eran para su madre. Recuerdo el
revuelo tan tremendo que se organizó
en el colegio por el robo de los zapatos
a la enfermera, pero él resistió, resistió
sin confesar, resistió sin decirlo… Yo
no puedo asegurar que los zapatos
llegaran a la madre ni que le
estuvieran bien, pero este recuerdo me
sirve para hablar de esos aspectos de
la supervivencia, para hablar de cómo
se despierta la imaginación. Creo que
la gran ventaja, el gran regalo que nos
dejaron esa miseria y ese régimen fue
la posibilidad de encontrar
mecanismos para sobrevivir. Esto se
convirtió en una asignatura vital, y la
herramienta más importante es la
imaginación.
RESISTENCIA INDIVIDUALES Y
SOLIDARIDADES COLECTIVAS
No llegué ni a la primera
gasolinera, que existía y sigue
existiendo. Está pasado el pueblo de
Vallecas, a un kilómetro o más.
Pensaba ir a Valencia, pero yo ya había
andado mucho y dije: «¡Adónde voy
yo!». Yo creía que Valencia estaba ahí
al lado…
El fantasma de la estigmatización
siguió presente en el Auxilio Social y
acompañó a quienes pasaban por él.
«La sociedad en general no nos
quería, nos rechazaba, por eso da tanta
vergüenza hablar de esto, el Auxilio
Social siempre les decía vente…», dice
Julián en su afán de explicar la
dimensión integradora de la
organización falangista. Pero las
diferencias sociales persistían, por más
que las vías de promoción de los
internos intentaran eclipsarlas. Así lo
percibió al llegar al instituto Ramiro de
Maeztu:
EN BUSCA DE UN PASADO[19]
En el desmontaje de aquello me
encuentro los cómics de Paracuellos,
fue un gran descubrimiento y un
reencuentro con aquello y aquella
época. Tengo un contacto muy directo
con esos volúmenes. Creo que si no he
leído los seis, he leído cuatro, y los
otros dos me parecían más de lo mismo
y no quería saber más…
MEMORIAS E IDENTIDADES
MÚLTIPLES
FUENTES PRIMARIAS
PERSONAS ENTREVISTADAS:
Antón Maeso, Julia
Beamonte Berges, Bárbara
Cebollada Serrano, Aurora
De Paz Sánchez, Simón
Del Pozo Sánchez, Eulalia
Enciso Pena, Carmen
Enciso Pena, Joaquín
Enciso Pena, Josefa
Ferrer Sanmiguel, Pedro
Font Gasea, Montserrat
Gálvez Olmo, Rafael
Giménez, Carlos
Hilario*
Julián*
Mari Luz*
Pino Navarro, Carmen
Sacramento*
Usero Abellán, Adolfo
* Se omiten los apellidos por deseo
expreso de los entrevistados.
DOCUMENTACIÓN CONSULTADA:
Archivo General de la
Administración: Sección Cultura
(Fondos de Auxilio Social) y
Sección Presidencia (Secretaría
General del Movimiento).
Archivo Histórico Provincial de
Zaragoza. Fondo del Tribunal
Regional de Responsabilidades
Políticas.
PRENSA:
Arriba (1939-1940)
Boletín de Auxilio de Invierno
(1937)
Boletín de Auxilio Social
(1937-1938)
El Correo Español (1937)
Fotos. Semanario gráfico
nacionalsindicalista (1937,
1939-1940).
FUENTES SECUNDARIAS