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América Latina se caracteriza por ser una de las regiones más inequitativas del planeta, donde
las desigualdades de clase, etnia y género se conjugan dando lugar a que varones y mujeres,
niñas y niños, en especial quienes residen en los cordones de miseria de las grandes ciudades,
en las áreas rurales, en las comunas campesinas e indígenas, vivan en situación de pobreza,
discriminación y exclusión.
• brecha en los ingresos - el 10% más rico percibe 48% de los ingresos totales,
mientras que el 10% más pobre sólo percibe 1.6%;
• extrema concentración de la tierra en pocas manos - el índice de Gini de tierra
en América latina es mucho peor que el de cualquier otra región del mundo,
supera el 0,70;
• desigualdades en educación - “las deficiencias educativas condenan a los
jóvenes al desempleo o a las ocupaciones informales, y a otras de baja
productividad, reproduciéndose las trampas de transmisión intergeneracional de
la pobreza” (CEPAL, 2009);
• inequidades en el acceso al crédito - las estimaciones indican que los 60
millones de pequeñas y medianas empresas existentes sólo reciben el 5% del
crédito otorgado por las entidades financieras; y
• brecha digital - el número de personas que acceden a Internet está fuertemente
concentrado en los estratos con mayores ingresos, menos del 20% de la
población de la región tienen acceso directo a internet (CEPAL, 2011).
Estas enormes desigualdades también se expresan en torno a las relaciones entre hombres y
mujeres, pues aunque algunas mujeres han obtenido logros muy importantes en cuanto a sus
derechos, a la educación, a la salud, al acceso al empleo y a los medios de vida, estos logros
no llegan de la misma manera a todas las mujeres especialmente aquellas viviendo en
situación de pobreza, indígenas, afro-descendientes, con discapacidad o ubicadas en zonas
rurales o periurbanas (Banco Mundial, 2012)2. Las desigualdades de género producen
condiciones de subordinación, discriminación y opresión en todas las mujeres, pero
especialmente para aquellas que por su condición étnica y de clase, viven una doble o triple
desigualdad.
Las disparidades de género se sostienen en nuestra región por tres razones: i) políticas
planteadas que son difíciles de aplicar, con una intervención institucional única que no
establece criterios por género, grupo etario o pertenencia étnica; ii) barreras institucionales,
económicas y sociales en contra de la igualdad que se refuerzan y bloquean los progresos (por
ejemplo diferencia de salarios frente a roles similares); y, iii) diferencias de género arraigadas
en roles y normas sociales muy afianzadas (cuidado de niñas, niños y adultos mayores,
1 1
Basado en Moya Herrera, Miriam y Mónica (2013): Análisis de la situación de las mujeres en el Ecuador.
2
Banco Mundial: Informe sobre el desarrollo mundial 2012. Panorama General. Igualdad de Género y Desarrollo.
Octubre 2011.
oportunidades de recreación y uso autónomo del tiempo libre, actividades reproductivas en el
hogar, entre otras.)
Las desigualdades de género afectan de manera diferenciada, si se trata de una mujer pobre,
indígena, afro descendiente, que vive en zona rural o peri urbana, o si es una mujer que tiene
algún tipo de discapacidad o si es una mujer con una orientación sexual distinta.
Las mujeres trabajan 24 horas semanales en actividades domésticas, 18 horas más que
los hombres que dedican a estas actividades únicamente 6 horas.
Si comparamos entre lo urbano y lo rural, las mujeres del área rural trabajan 7 horas
más a la semana que las mujeres del área urbana – 25 horas en total.
Las mujeres indígenas y afro-ecuatorianas trabajan 23 horas semanales más que los
hombres indígenas y afro, en las mismas condiciones- es decir estos solamente dedican
2 horas al trabajo doméstico.
No hay un reconocimiento social del aporte que realizan las mujeres con su trabajo
doméstico remunerado y no remunerado a las cuentas nacionales. Sin embargo un
análisis que realiza el INEC, manifiesta que dependiendo del tipo de estudio que se
aplique las mujeres aportan al Producto Interno Bruto-PIB, entre el 19 y el 34%, con el
trabajo doméstico.
Esta distribución inequitativa del tiempo y la carga global de trabajo demuestran
claramente cómo la distribución de los roles establecidos para mujeres y hombres
significan una sobrecarga de trabajo para las mujeres y sobre todo el asumir en soledad
la responsabilidad del cuidado de la casa, de los niños y niñas, de las personas adultas
mayores, de las personas enfermas y con discapacidad. El tiempo es un factor limitante
en cuanto a sus posibilidades de acceso a la educación, el descanso, la recreación,
como derechos humanos vitales, y que en el caso de las mujeres significa vivir una
nueva pobreza “la pobreza de tiempo”
Todavía no se ha desarrollado a nivel estatal un sistema de protección social que
considere la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar, con lo cual la
responsabilidad del cuidado recae en los hombros de las mujeres, que con su trabajo
subsidian las políticas sociales inexistentes.
El salario promedio de una madre jefa de hogar es de 319,7 USD/mes, frente a 430,08
USD/mes para un padre jefe de hogar.
En el 2010, las mujeres recibían el 72.4% del ingreso de los hombres en el área rural,
por el mismo trabajo con el mismo nivel de esfuerzo
En relación a la autoidentificación étnica, las mujeres indígenas son las que más
altos niveles de violencia de género la viven (67%) al igual que las afro
3
INEC, ENEMDU-2010; Censo 2010.
ecuatorianas (66%), pero también es alto en las montubias (62%), las blancas
(59,7%) y las mestizas (59,1%).4
Las mujeres indígenas y afro-ecuatorianas tienen las menores oportunidades de
educación y formación (especialmente formal y de calidad), lo cual se demuestra
en los altos índices de analfabetismo 25,6% entre las mujeres indígenas, frente
al 20.25 de los hombres indígenas y comparado con la media nacional que es
del 13.9%5; pero además sufren de múltiples discriminaciones aparte del ser
mujer, como son por ejemplo su condición étnica, su nivel de educación, su
situación de pobreza, su situación de vivienda (ubicación geográfica), etc.
Las mujeres son las más afectadas por los efectos del cambio climático y las que
están más expuestas a los riesgos de desastres
El Latinobarómetro (2010) considera a América Latina como la región con
mayores reservas de agua y de materias primas en el mundo. En la población, la
percepción de que el cambio climático afecta a las personas y familias es alta
(promedio 88%). A esto se suma el hecho de que la pobreza económica en
áreas rurales sigue impulsando a migraciones crecientes con derechos
pulverizados para las poblaciones en situación de movilidad humana, fenómeno
que a su vez da lugar a nuevas nociones de ciudadanía en los países destino.
en la región andina, las afectaciones principales se encuentran asociadas al
retroceso y a la desaparición de los glaciares, la alteración de los caudales que
afecta el acceso a fuentes de agua para consumo humano la alteración de los
ecosistemas de montaña (páramos, humedales de altitud, bosques nublados) y
la afectación directa a la seguridad alimentaria de la población. Los temas
relacionados con la deforestación y la degradación de los recursos naturales son
muy importantes en los países sudamericanos como Ecuador.
En los espacios organizativos, de las zonas urbano periféricas y del área rural en cambio su
presencia en los espacios organizativos es mayoritaria y son ellas quienes hacen el trabajo
cotidiano y sostienen las organizaciones, sin embargo, a la hora de tomar las decisiones
4
Ministerio del Interior; Comisión de Transición; INEC: Primera Encuesta Nacional de Relaciones Familiares
yViolencia de Género contra las Mujeres. Ecuador. 2011
5
Comisión de Transición hacia el Consejo para la Igualdad de Género: Agenda Nacional de las Mujeres y la
Igualdad de Género 2014-2017. Quito-Ecuador. Abril 2014.
que tienen que ver con su vida, sus posibilidades de desarrollo y acceso a los recursos
técnicos y políticos, todavía hay una fuerte dependencia de la presencia masculina y
liderazgos masculinos que representan a las organizaciones de composición
mayoritariamente femeninas, lo cual amerita un análisis profundo de los patrones sociales y
culturales que mantienen estos esquemas patriarcales.