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Imágenes
Trazos
Lenguaje hablado
Música
Especificidad
Generalidad
Reductivilidad
El mensaje terceridad
Con esta última enunciación, los aportes de Balázs se convierten en pieza clave para el estudio del
montaje y su posterior desarrollo en el que contribuyen, principalmente, Lev Kuléchov, Sergei Eisenstein,
Vsevild Pudovkin y Dziga Vertov. Balázs clasifica, entonces, las formas de edición del cine mudo según el
principio de atracción, sosteniendo que dos imágenes sucesivas forman una preposición. Pudovkin, por
su parte, habla de un principio de continuidad donde, apoyándose en un montaje simbólico y direccional,
nos dice que el sentido de una imagen es una proposición que continúa el sentido de la anterior y así
sucesivamente; es evidente que en la época de Pudovkin el lenguaje cinematográfico todavía no
contemplaba las rupturas temporales aque producen el flash back y el flash foreward. Finalmente,
Eisenstein nos habla de un principio de colisión que consiste en afirmar que la suma de dos tomas es
diferente a la suma del sentido de cada una de ellas; tal afirmación, ha sido el resultado de no respetar la
relación causa y efecto de las imágenes.
Una vez "reconocido" el cine como lenguaje, visto el montaje como elemento fundamental de aquél y
justo cuando creemos que la polémica teórica fílmica amaina, surgen nuevos ángulos analíticos y
enfoques filosóficos, psicológicos, sociológicos y de las llamadas ciencias de la comunicación en pos de
una comprensión cabal del fenómeno fílmico. Y como nuestro objeto de estudio no es encajarnos en un
desglose general de todas las teorías que han surgido en torno al cine, y en un franco afán de desmitificar
todas las teorías que ensalzan al montaje como fundamento de su lenguaje, recurrimos a Umberto Eco
para concluir el problema de las formas cinematográficas. Podríamos así resumir, a vuelo de pájaro, las
formas más representativas prevalecientes en los productos culturales de Occidente como sigue: Mientras
en el Medioevo los mensajes adquieren su forma en función de la tradición, cargados de redundancia;
el Barroco se alimenta de la invención y la sorpresa ante una nueva sociedad Burguesa dónde
la innovación se convierte en el parámetro de la modernidad y el progreso, y cuya producción cultural se
orienta a la ruptura. En la actualidad se tienen que mezclar ambas y, paradójicamente, son
el cambio social, el continuo surgimiento de nuevas tecnologías, las nuevas pautas de comportamiento y
la disolución de las tradiciones consecuencia de la globalización, los factores que obligan a la imposición
de una nueva narrativa visual basada otra vez en la redundancia. Lo anterior se debe claramente a fines
de mercado que aprovechan el ocio, el reposo y la necesidad de diversión. Sin embargo, es esta ruptura,
más que cualquier otra cosa, la causa fundamental del desarrollo del cine y su caracterización como
lenguaje, pues queda a disposición de cada autor, del desarrollo tecnológico y de la necesidad de
innovación, el que este lenguaje continúe creciendo con toda libertad, sin las convenciones de una lengua
y sin más límite que la creatividad.
3. Elementos del Lenguaje Cinematográfico.
A éstas alturas del partido hemos establecido la existencia de un lenguaje cinematográfico, entonces,
como todo lenguaje, éste debe tener una gramática: la gramática fílmica, y con ella, un conjunto de reglas
para manejarla; además, como el término denota los niveles del análisis lingüístico, de allí surge el
desglose de sus gramemas.
El primer nivel que estudiaremos es el nivel morfológico. En él se encuentran las unidades mínimas
formales llamadas morfemas cinematográficos y, en éstos morfemas, sólo existe la forma visual carente
de sentido estético tales como fotogramas, encuadres o figuras que nos denotan las unidades mínimas de
sentido.
En el segundo nivel, los morfemas cinematográficos (fotogramas, encuadres, etc.), se articulan entre sí
dando origen a las unidades mínimas de sentido estético. A este segundo nivel del lenguaje
cinematográfico que nos representa a su vez el primer nivel de la estética del filme, se le conoce como el
nivel de los motivos.
En el tercer nivel, estos motivos se conjugan en escenas y secuencias a fin de formar las unidades
sintácticas (las que construyen los grandes bloques de significado), las cuales no son más que las grandes
unidades de significación. Este es el nivel sintáctico, el espacio donde encontramos la médula del filme,
es decir, la estructura narrativa, las escenas, secuencias, los recursos del montaje, etc.
Finalmente, tenemos al cuarto nivel conocido como el nivel textual. En este nivel se contempla al filme
como unidad global, se observa como un todo formado por el conjunto de las unidades parciales a él
subordinadas; este es el nivel que da verdadera coherencia al significado estético de la obra fílmica.
Repartidos en estos cuatro niveles podemos encontrar al plano, la escena y la secuencia como elementos
del lenguaje cinematográfico, de la gramática fílmica. A continuación, procederemos a un análisis de cada
uno de ellos así como de las unidades individuales que aunque no le son exclusivos al film, sí son
elementos de su lenguaje y forman parte de la gramática fílmica propiamente dicha. Nos referimos al
tiempo, el sonido y el color.
El Tiempo Cinematográfico.
Haciendo un ejercicio, tomaremos las siguientes cuatro fotografías: en la primera vemos a un individuo
durmiendo en su cama (llamémosle Juan); en la segunda, Juan camina por la acera sosteniendo un sobre
en las manos; en la tercera Juan está parado en la entrada de la Oficina de Correos; en la cuarta, Juan se
encuentra al pie de una ventanilla, en el instante justo en que intercambia el sobre con la encargada. Con
este mínimo de elementos ya nos encontramos en condiciones de construir una pequeña historia que
resumiríamos en algo así como "Juan se despierta, va a la Oficina de Correos y deposita su sobre". Sin
embargo, esta breve secuencia de imágenes a cuya conclusión aparente podemos llegar con sólo
observarla durante veinte segundos poco más o menos, representa una acción que medida en intervalos
de tiempo real difícilmente podría ser inferior a los treinta minutos; por otra parte, si invertimos el orden
de la secuencia, estaríamos en posibilidades de cambiar rotundamente el sentido de la historia, dando
origen a otra que bien podría titularse "Juan va a la Oficina de Correos, regresa a su casa y duerme una
siesta".
Con el ejemplo anterior podemos comprender a Gianfranco Bettetini cuando dice que: "...el cine es un
aparato que produce tiempo, además de sentido; no se limita a producir una temporalidad simbólica, si
no que significa y expresa a través de una temporalidad concreta". De allí entonces uno de los elementos
fundamentales del cine: su capacidad de expandir o contraer el tiempo. El discurso del film está
organizado en una sucesión de tomas cuyas características cronológicas individuales pueden representar
cualquier momento de la enunciación, pues no están desligadas de sus contenidos y del plano de sus
significados, por eso se dice que el tiempo es materia de la expresión cinematográfica.
En el filme, el tiempo en es arbitrario. Gracias a la edición los realizadores pueden proyectar en noventa
minutos promedio los acontecimientos sucedidos a lo largo de años o décadas. Un claro ejemplo de ello lo
tenemos en 2001: odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, Kubrick, 1968), cuando ese hombre
primitivo, presa del sentimiento de júbilo y sorpresa que experimenta al ver lo frágil que es la existencia y
las posibilidades que tiene de alterarla, toma su improvisada arma y la arroja al aire. En esta secuencia,
Stanley Kubrick nos ha producido, en una sóla transición de planos, una ruptura temporal de cuatro
millones de años hasta el momento en que el hueso rotante se desvanece y se transforma en el Orion, la
nave comandada por David Bowman, pero dominada por la enigmática computadora HAL-9000.
El Último Emperador (The Last Emperor, Bertolucci, 1987), es otro ejemplo un poco más común de este
manejo temporal. La película resulta una interesante mezcla de historia épica, política e intriga dónde el
realizador nos cuenta, en 160 minutos, los últimos 59 años en la vida de Asin-Gioro "Henry" Pu-Yi
(último emperador de China), desde el momento en que asume el "trono del Dragón", a la edad de tres
años, hasta su muerte en 1967.
En ambos casos, la edición fue pieza fundamental para el manejo del tiempo en la historia y ha sido
decisión de cada realizador el énfasis que se hace en ello. Kubrick, por ejemplo, marca su prólogo con la
elipsis y ésta le sirve para hacer hincapié en el planteamiento de su historia pues, en realidad, a partir de
ese momento empieza la trama; Bertolucci por su parte, utiliza las rupturas temporales a lo largo de toda
la historia para poder representar las distintas etapas en el crecimiento del personaje central.
El Sonido.
A pesar de que la entrada del sonido al cine se da en 1927 con la producción de El cantante de jazz (The
Jazz Singer, Crosland, 1927), realmente las proyecciones siempre estuvieron acompañadas de algún tipo
de música. En esos casos, regularmente había alguien tocando una pianola y, en ocasiones, era el mismo
público quien coreaba la melodía. Importantes cintas como Los nibelungos (Die Nibelungen, Lang, 1924),
o El acorazado Potemkin (Potemkin, Eisenstein, 1925), destacaron por contar con una excelente banda
sonora incluida en la cinta, que prescindía de cualquier otro tipo de aditamento. El éxito de Alan
Crosland en El cantante de Jazz, consistió sin duda en la inclusión por vez primera de diálogos, de alli
que se le considere como la primer película Talkie.
Partiendo de lo anterior, hablaremos de la sonorización sincrónica y la sonorización asincrónica. El tipo
de sonorización al que estamos más familiarizados es el sincrónico, en él, el sonido se origina en la
imagen y nos permite observar cuál es la fuente que lo produce; al hablar los personajes, logramos verlos
y escucharlos al mismo tiempo. Aquí es donde reiteramos el mérito de Crosland pues, por sencillo que
esto parezca, la sincronización del movimiento de los labios con la emisión del sonido (lipsing), resulta
una tarea complicada, si no, basta echar una mirada al cine mexicano, que si de algo ha adolecido, es de
la sincronización sonora.
La sonorización asincrónica suele ser más ingeniosa e imaginativa que la sincrónica por tres razones
sustanciales: 1. Le permite a los directores substituir algún sonido por una imagen y viceversa; 2. los
faculta a contrastar el sonido y la imagen; 3. Los estimula a yuxtaponer sonidos e imágenes que
normalmente no ocurrirían al mismo tiempo.
Viendo El tambor de hojalata (Die Blechtrommel, Schlöndorff, 1978-79), podemos apreciar un excelente
ejemplo de esta yuxtaposición de imágenes perfectamente bien conjugadas con la mezcla de sonorización
sincrónica y asincrónica. La película narra la historia del pequeño Óskar Matzerath quien, harto del
hipócrita comportamiento de los adultos, en su tercer aniversario decide no crecer más, prefiriendo en
vez de ello tocar su pequeño tambor de hojalata y romper vidrios con su voz. Durante la secuencia del
desfile que celebra el advenimiento al poder del partido nazi en tierras kachubes (una pequeña minoría
polaca), el pequeño Óskar decide combatir la maldad alemana, entonces, armado con su tamborcito y sus
baquetas se esconde bajo la tarima principal y al ritmo del lago de los cisnes sabotea el desfile
convirtiéndolo en un auténtico carnaval.
Consecuentemente, podemos clasificar el sonido como real o comentativo. El sonido real proviene de una
fuente que podemos identificar, contrario al sonido comentativo que no proviene de una fuente visible.
Regularmente los sonidos incidentales suelen ser comentativos; en ocasiones escuchamos en una película
los toquidos de una puerta o el sonido de un timbre y, aunque no necesariamente vemos una mano
golpeando o un dedo apachurrando un botón, ello no nos impide identificarlos. De igual forma, la música
de fondo es comentativa y se utiliza para efectos dramáticos. De esta manera es como en la mayoría de las
películas de terror o suspenso, la música se emplea para indicarnos que el "malo" anda cerca o para
prevenirnos de que algo va a suceder y será fundamental para el desarrollo narrativo de la historia.
La ausencia de sonido tampoco puede ser intrascendente. En El perfecto asesino (Leon, Besson, 1996), es
fundamental para transmitir mayor dramatismo a la escena en que el corrupto detective, interpretado
por Gary Oldman, asesina por la espalda al fugitivo (Jean Reno), cuando éste se encuentra a unos
cuantos pasos de la salida del túnel que le representa la libertad. Para la escena, el director no sólo
decidió omitir el sonido de la detonación, sino también nos ha privado de la típica imagen del arma
escupiendo fuego; en su lugar, prefirió platicarnos la acción con una toma subjetiva desde el punto de
vista del fugitivo, en el momento de desplomarse (al recibir el impacto) y con una breve pero angustiante
cámara lenta. Para el espectador que ha logrado involucrarse con la trama y simpatiza con el
protagonista, la falta de grafismo le dificulta creer que su héroe (antihéroe) ha muerto: quizá sea
necesario verlo derrumbado y envuelto en su propia sangre para asimilarlo.
El Color.
A pesar de que el empleo del color difícilmente podría contar una historia por sí sólo, se ha vuelto muy
común que los realizadores hagan uso de él con intenciones más pretenciosas que las de un simple medio
para embellecer el film, en el cumplimiento de una función meramente decorativa. Se parte de la virtud
que algunos colores tienen de transmitir estados anímicos, según algún tipo de convención social,
cultural y psicológica. El rojo, por ejemplo, se asocia con la pasión, el crimen, el amor; el blanco con la
pureza, la inocencia, el bien (en contraparte con el negro); o el azul con la tranquilidad, etc. Por ello, no es
extraño que el despampanante atavío de Kim Basinger en Mi novia es un extraterrestre (My Stepmother
is an Alien, Benjamin, 1988), sea rojo de pies a cabeza, o que la insinuante, coqueta y desinhibida Kelly
LeBrock de La chica de rojo (The Woman in Red, Wilder,1984), esté vestida precisamente de eso: rojo.
Realizadores como Stanley Kubrick, Peter Greenaway o Steven Spielberg, entre otros, han encontrado en
el color la posibilidad de influir directamente en el personaje o en la historia. En El cocinero, el ladrón, su
esposa y su amante (The Cook, The Thief, His Wife & Her Lover, Greenaway, 1989), laatmósfera que
envuelve la escena del restaurante es pesada y factores como la escenografía o el vestuario contribuyen
para advertirnos que en ese lugar se propiciarán las pasiones más intensas: el amor, el odio y la venganza.
En el filme, Greenaway juega con los elementos anteriores y utiliza en el restaurant un color rojo
omnipresente en el vestuario de los personajes, los manteles, las servilletas, la alfombra, las cortinas, etc.,
presentándolo de tal forma que al cabo de un rato llega a pasar desapercibido; sin embargo, cuando la
acción se traslada a otro escenario, modifica los colores de acuerdo a las emociones que en cada uno se
desatarán. En el baño, por ejemplo, la escena es de un blanco deslumbrante, quizá porque ahí es donde
nace el "amor desinteresado" entre los personajes y a Greenaway se le ocurre que la mejor forma de
apoyar el estadío es a través del color blanco. La genialidad de este ejemplo estriba en que cuando los
personajes hacen la transición de un set a otro, el color del vestuario les cambia y se ajusta a la escena con
la misma característica cromática omnipresente.
De igual forma, en Naranja mecánica (A Clockwork Orange, Kubrick, 1971), entendemos que el color
blanco se haya empleado partiendo de la misma base; tal vez por eso el atuendo de Alex (Malcolm
MacDowell), y su pandilla es de un blanco total, pero que paulatinamente se va ensuciando, posiblemente
en un afán de Stanley Kubrick por subrayar la proporcional degradación interna que sufre el personaje.
Por otra parte, el manejo de un color en particular no necesariamente obedece a la intención de
contribuir en el desarrollo de la historia o para remarcar alguna emoción en especial. En Grandes
esperanzas (Great Expectations, Cuarón, 1997), el verde invade la pantalla por todas partes: el vestuario,
la iluminación, la asfixiante vegetación que siempre rodea las escenas, la profundidad de campo, etc., por
lo que podríamos suponer que su presencia cumple con una función específica dentro del filme; sin
embargo, el mismo Alfonso Cuarón aclaró:
"...lo único que puedo decir al respecto, es que el verde es el único color que verdaderamente entiendo.
Me gusta organizar todo el caos del mundo en un orden y en una lógica verde. Por otra parte, creo que las
emociones que transmite el verde son muy particulares y me identifico perfectamente con ellas, aunque si
me preguntas cuáles emociones son, lo único que te puedo decir es que me hacen sentir ‘verde’".
En cuanto al empleo del color o el blanco y negro, realmente no existe una regla que determine en qué
momento el filme deberá realizarse de una u otra forma. Regularmente, la decisión es responsabilidad del
director, quien posiblemente tomará en cuenta desde el presupuesto (porque evidentemente un filme en
b/n resulta mucho más barato), hasta la consideración de ciertas convenciones que relacionan al blanco y
negro con la época del cine silente y, por consiguiente, con una idea de lo "antiguo". No nos sorprende
entonces que Tim Burton, por ejemplo, para la realización del filme biográfico sobre la historia del
controvertido cineasta ED WOOD (Ed Wood, Burton, 199X), haya optado por un blanco y negro que nos
situara en la época donde Wood se desarrolló, contrario a Richard Attenborough, quien para la
realización de CHAPLIN (Chaplin, Attenborough, 1992), prefirió el technicolor, a pesar de tratarse de un
filme con características biográficas semejantes al anterior.
Las posibilidades de embellecer el film con el uso creativo del color son ilimitadas y la combinación del
color y el b/n pueden incrementar su efecto dramático, proporcionando a la historia nuevos elementos de
significado e interpretación. Esto lo sabe bien Steven Spielberg, quien en uno de sus mejores trabajos, La
lista de Schindler (Schindler’s List, Spielberg, 1993), emplea el color sólo durante el planteamiento y el
epílogo de la historia, con ello los distingue del resto de la trama y nos marca la situación espacio
temporal del film; por el contrario, para el desarrollo de la película utiliza, cual si fuera un flashback, la
excelente fotografía en blanco y negro del joven polaco Janusz Kaminski para involucrarnos y
contagiarnos del ambiente de temor, opresión y miseria que embargaba a los judíos durante la Segunda
Guerra Mundial. Ahí, confundida dentro del desolador cuadro de un campo de concentración, apenas y
destaca una pequeña vestida de rojo quien, en compañía de su madre, busca la sobrevivencia
proporcionada al abrigo de la multidud. Es posible que en ese momento entendamos a la niña de rojo
más como ícono que como personaje; un ícono que nos simboliza la inocencia, la esperanza. Por eso
cuando la vemos confundida entre los demás cadáveres, comprendemos que realmente fue el medio de
Spielberg para transmitirnos su mensaje: el holocausto no perdona y ni siquiera la inocencia tiene
esperanzas de sobrevivir.
Hemos visto el tiempo, el sonido y el color, como elementos individuales fundamentales para el lenguaje
cinematográfico. Todo film deberá contar con una mezcla equilibrada de ellos, elaborada según las
necesidades comunicativas o las características narrativas de cada realizador y además, será él quien
decida la relevancia de cada uno por sobre los demás, dictando su alternancia dentro de la película.
Para muestra, tenemos las graves notas del contrabajo de Julie, el tono del diapasón de los hermanos
Kube y sus cajitas que mugen al voltearse, el golpeteo del tapete que sacude la vecina, el raspar del rodillo
sobre la pared de Louison, la bomba de aire y los sonidos incidentales que se producen en casa de la
familia Tapioca. Todos ellos son los elementos sonoros incidentales que se sincronizan a la perfección con
el rechinar de los resortes de la desvencijada y quejumbrosa cama del carnicero que, al ritmo de sus
grotescos embates sexuales, transmite su rítmico rechinido por todo el edificio a través de los viejos
ductos de calefacción, dominando la escena. La armoniosa mezcla de elementos sonoros, su ritmo, la
iluminación, la escenografía, y la edición, convierten esta secuencia de DELICATESSEN (Delicatessen,
Jeunet y Caro, 1991), en una de las más interesantes del film, y en un claro ejemplo de armonía y
creatividad que sólo en un medio que cuente con lenguaje propio, como el cine, se pueden encontrar.
4. Toma, Escena y Secuencia
La Gramática del Lenguaje Cinematográfico
Un film se encuentra fragmentado por tomas, escenas y secuencias. En estos tres elementos se
encuentran repartidos el contenido dramático y estético de la historia; dependiendo de sus
características técnicas y duración es que nos pueden representar desde un simple dato, que
individualmente no signifique mucho, hasta una acción continua, formada con unidades de información
que la hagan comprensible por sí sola. Cada uno de ellos juega un papel determinado en
la construcción del film y, de igual manera, su forma puede ser muy variada.
La toma
La toma es un solo tiro de cámara de principio a fin; es decir: abarca desde que el director dice ¡Acción!,
hasta que dice ¡Corte!, sin importar su duración. Existen tres elementos fundamentales que la
conforman: el plano como medida de proporción (encuadre), la posición o emplazamiento de la cámara
con respecto al objeto (angulamiento) y los movimientos de cámara. Estos tres elementos se combinan
para poder brindarnos algún tipo de información respecto a la historia, de allí que a la toma se le
equipare con el plano, la unidad básica de expresión.
En el final de INTERIORES (Interiors, Allen, 1978), vemos estática la toma lateral de una ventana muy
luminosa, Entonces entra a cuadro Renata (Diane Keaton), seguida de Joey (Mary Beth Hurt), quienes
pierden la mirada en el vacío. El silencio lo rompe Joey, quien le comenta a Renata:
–El mar está tan calmado.
–Sí, está muy apacible. –le responde Renata.
Finalmente aparece Flyn (Kristin Griffith), quien sin decir palabra, se coloca al fondo... la imagen se
desvanece y aparecen los créditos. Quien no haya visto la película completa y sólo vea el final, no
comprenderá por qué Woody Allen quiso concluir la historia con esa toma tan apacible, con ese
brevediálogo; y difícilmente podrá apreciar algo más que no sean la excelente composición fotográfica o
la atinada iluminación de Sven Nivkist. Lo que sucede aquí es que por mucho que una toma represente
la exposición factual o simbólica de un objeto, personaje o acción, no deja de ser más que un punto de
vista que necesitará siempre de un contexto para una mejor lectura.
También existen imágenes que siempre llevan consigo un simbolismo convencionalmente aceptado. En
éste caso, generalmente logran transmitir su significado independientemente del contexto, de modo tal
que llegan a alterar la historia. Con la película Bajos Instintos (Basic Instinct, Verhoven, 1992), podemos
estudiar este aspecto de la toma. Segundos antes de que Catherine Tramell (Sharon Stone) en pleno
orgasmo le agujeree el pecho a su amante en turno, se ve una toma de abajo de la cama que muestra el
momento en que coge el picahielo asesino; cuando aparece esa toma, nosotros ya no necesitamos esperar
para poder adivinar lo que va a pasar, pues la simple imagen del arma nos evoca por anticipado el crimen
que se realizará. He aquí el simbolismo que de ciertas imágenes el director de una película puede
aprovecharse para explotar la función emotiva de la toma en beneficio de la historia. Hacia el final de la
película lo comprobamos, pues se produce una escena muy semejante a la anterior, sólo que ahora el
amante en turno es el detective Nick Curran (Michael Douglas). De igual forma, vemos por anticipado la
toma que nos muestra el picahielo debajo de la cama y, cuando en la acción Catherine extiende su mano
hacia atrás, todo nos hace suponer que tomará el picahielo y asesinará a Nick igual que al primer
amante... pero no sucede así. Esa toma del picahielo colaboró con el director para producirnos la última
sensación de suspenso en la película, y ha sido gracias al contexto en que se desarrolló la historia y al
simbolismo propio de la imagen que el objetivo se cumple, no obstante que el omitirla tampoco hubiera
representado cambios sensibles en el resultado final de la cinta.
Aún cuando las tomas transmiten únicamente trozos de información y por lo tanto son una parte
elemental del lenguaje cinematográfico, pueden ser bastante complejas. Esta complejidad depende de la
composición. Las tomas se distinguen por la distancia de la cámara en relación con el objetivo, por el
ángulo de cámara, por los movimientos o por la ausencia de ellos, etc. Al mencionar la variedad de las
tomas, entonces, hablamos de los distintos planos existentes y su función.
El Plano
El plano es la unidad básica de expresión fílmica. Por ir de un corte a otro, independientemente de
tamaño y tiempo, equivale a la toma o shot y puede encerrar diversos propósitos. A continuación
haremos un breve recorrido por los distintos planos existentes según su encuadre, posición o
emplazamiento y movimientos de cámara o lente.
Según Encuadre
Long Shot o Plano Largo.
Es una vista muy amplia donde lo que predomina es el paisaje, los edificios, el cielo, las particularidades
de un inmueble visto en su totalidad, de un cerro, etc., amén de las funciones emotivas con que éste plano
pueda cumplir. Su objetivo principal es contribuir a la construcción del contexto ubicando físicamente la
acción.
Full Shot o Plano General
Este plano se encuentra determinado por su altura que cubre al personaje o los personajes completos de
la cabeza a los pies. Este plano nos permite apreciar algunas características de nuestro personaje, como
su estatura, su complexión, la ropa que usa y, al mismo tiempo, nos deja apreciar el espacio en que se
mueve.
American Shot o Plano Americano.
Va desde un poco arriba de la cabeza hasta la parte inferior o superior de la rodilla. Este es un plano que
nos sirve para detallar aún más al personaje permitiéndonos apreciar mejor la expresión corporal de su
performance,
Medium Shot o Plano Medio.
Detalla cada vez más al personaje. Aquí el entorno empieza a perderse porque nuestro personaje
incrementa su presencia al ocupar un mayor espacio en la pantalla. Este plano abarca desde un poco
arriba de la cabeza, hasta el nivel de la cintura más o menos.
Medium Close-up.
Abarca desde arriba de la cabeza hasta el pecho del personaje, y empieza a detallarlo minuciosamente
hasta el grado en que casi nos impide ver su entorno. Este es un plano de detalle que nos brinda cierta
soltura, pues el personaje todavía puede trabajar con cierto rango de movimiento sin correr elriesgo de
salir de cuadro.
Close-up o acercamiento.
En el Close-up no leemos más que el rostro del personaje, ya que abarca del cabello a los hombros. Es un
plano muy cerrado que nos detalla con minuciosidad los rostros y las emociones; el entorno desaparece
acrecentando la importancia de los gestos y las miradas, por lo que tiende a meternos al mundo interior
del personaje.
Este es un plano difícil y riesgoso que casi impide el movimiento al personaje y precisa de un manejo
focal exacto para evitar indefiniciones que empobrecerían la toma.
Big Close-up o Gran Acercamiento.
Es el plano más cerrado. Puede ser de los ojos o de una parte de uno de ellos, de una mano o de una uña.
Este es un plano que detalla partes muy específicas de un rostro o de un objeto y omite, en lo absoluto,
aspectos del entorno.
Insert o Plano Detalle
Básicamente éste plano es igual que el interior, si acaso la única diferencia consiste en que el insert se
avoca más a los objetos o pequeñas acciones que al rostro del personaje.
Según posiciones de cámara:
Generalmente, la cámara se sitúa al nivel de la mirada del hombre. En la medida en que colocamos la
cámara por encima del sujeto dirigiéndola hacia abajo, estamos en posición de picada. La altura máxima
que se puede alcanzar es la posición cenital; pero a medida en que bajamos nuestro punto de vista por
debajo del sujeto dirigiendo la cámara hacia arriba, ésa picada se convierte en contrapicada o escorzo.
Según movimientos de cámara:
Existen diversos movimientos que se pueden presentar en una película:
1. Gente u objetos se mueven frente a la cámara.
2. La cámara se mueve en relación con la gente o los objetos.
3. Ambos movimientos ocurren al mismo tiempo.