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Izq.: Kant.
Der.: Bien pueda
Ya hemos visto que los únicos juicios que pueden fundamentar la ciencia son los juicios
sintéticos (extensivos) a priori (universales y necesarios)
La posibilidad de la ciencia supone la posibilidad de los juicios sintéticos a priori. Por eso,
la pregunta fundamental de la crítica de la razón pura será ¿Cómo son posibles los juicios
sintéticos a priori?
1
(de RAE) trascendental.
(De transcendente).
1. adj. Que se comunica o extiende a otras cosas.
2. adj. Que es de mucha importancia o gravedad, por sus probables consecuencias.
3. adj. Fil. Se dice de los conceptos que se derivan del ser y se aplican a todos los entes.
4. adj. Fil. En el kantismo, se dice de lo que se refiere a la realidad pero excede de los límites de la experiencia.
La tarea propia de la razón pura se contiene en esta pregunta: ¿Cómo son posibles los
juicios sintéticos a priori?
(C.R.P., Introducción, VI.)
Esto enlaza con el problema fundamental que Kant se había propuesto resolver: la
posibilidad de la metafísica como ciencia. ¿Son posibles los juicios sintéticos a priori en
la metafísica?
Estética trascendental: responde a la pregunta ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a
priori en las matemáticas? Se hace una crítica a la sensibilidad y se fundamentan las
matemáticas al descubrir las formas puras a priori de la sensibilidad: espacio y tiempo.
Analítica trascendental: responde a la pregunta ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos
a priori en la física? Se hace una crítica del entendimiento y se fundamenta la física al
descubrir las formas puras a priori del entendimiento: las categorías.
Dialéctica trascendental: responde a la pregunta ¿Son posibles los juicios sintéticos a
priori en la metafísica? En ella se demuestra la imposibilidad de una metafísica como
ciencia.
LA ESTÉTICA TRASCENDENTAL
La Estética trascendental intenta responder a la pregunta sobre la posibilidad de los juicios
sintéticos a priori en las matemáticas. Para ello Kant analiza la sensibilidad
desde un punto de vista trascendental.
Kant considera que, aunque el contenido de la realidad de nuestros conocimientos ha de
provenir de la experiencia, sin embargo, la universalidad y necesidad de ella habrá de
provenir del cognoscente mismo, de la razón, que es igual para todos los hombres.
A lo que pone el sujeto en el acto de conocer, y que no corresponde a lo dado en sí, lo llama
Kant la forma del conocimiento. Esta forma es un principio a priori del propio
cognoscente.
El sujeto humano no puede conocer ningún dato empírico que no esté previamente
subsumido bajo la forma de espacio y tiempo.
1. Que el espacio y el tiempo son formas significa que no son datos empíricos o
impresiones sensibles particulares (colores, sabores, sonidos, etc.), sino los modos como
percibimos todas las impresiones, tanto internas como externas. Son formas porque
pertenecen a la estructura del cognoscente y no a lo dado exteriormente.
2. A priori significa que son independientes de la experiencia. Son la condición previa a
toda experiencia posible. Esto implica que el espacio y el tiempo no son ni substancias, ni
propiedades reales de las cosas, sino leyes del propio sujeto que pertenecen y expresan su
propia estructura.
El espacio es la forma a priori de la sensibilidad externa y el tiempo es la forma a priori de
la sensibilidad interna y externa. Ambas, espacio y tiempo, son intuiciones puras de la
sensibilidad, es decir, se aplican directamente a los datos sensibles unificándolos y
sintetizándolos en una unidad empírica.
Que es una intuición pura significa que es una representación en la que no se encuentra
nada perteneciente a la sensación. El espacio y el tiempo no son conceptos del
entendimiento, pues es la condición sin la cual no sería posible concepto alguno.
Todo ello nos lleva a negar la posibilidad de conocer la realidad en sí misma, sin que el
sujeto la haya ya sometido a sus propias leyes y estructuras.
A la cosa en sí, lo dado, lo denominó Kant noúmeno. Kant no negó su existencia, pero
admitió la imposibilidad de conocerlo. Nuestro conocimiento versa sobre fenómenos, esto
es, los objetos tal y como se nos aparecen a nuestra sensibilidad, es decir, lo nouménico
sometido a las leyes del propio cognoscente.