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Cinco Razones por las que No Discipulamos (2da Parte)

Por Barry Cooper

La última vez observamos el fundamento bíblico de hacer discípulos e hicimos la siguiente


pregunta, «¿por qué no estamos obedeciendo los mandamientos del Señor?» Sugerí que la
«gracia barata» fuera una de las primeras razones.

DOS RAZONES MÁS POR LAS QUE NO DISCIPULAMOS


Permítanme sugerir dos razones más por las que nuestro discipulado es tan superficial.
1. Nuestras iglesias son sensibles para los buscadores, pero insensibles para los creyentes.
En primer lugar, nuestras iglesias son sensibles para los buscadores, pero insensibles para los
creyentes. Ninguna iglesia ha hecho más para investigar y desarrollar servicios sensibles a los
buscadores que Willow Creek en Chicago. Primero comenzaron adaptando sus servicios
específicamente para los buscadores treinta años atrás.
Pero en el año 2008 publicaron los resultados de una encuesta de cuatro años sobre lo efectivos
que han sido en cumplir el llamado de Jesús de hacer discípulos (Mateo 28:19). Su conclusión
fue que después de tres décadas, necesitaban cambiar de servicios sensibles a los buscadores a
servicios que estuvieran enfocados en permitir que los creyentes crecieran en su fe: de ser
sensibles a los buscadores a ser sensibles a los creyentes.
De lo que Willow Creek se dio cuenta —de la manera más difícil— es que no podemos servir a
dos señores. Si nuestro enfoque está siempre en tratar de complacer a los buscadores, no nos
convertiremos en discípulos en crecimiento. Nuestra dieta como iglesia estará restringida a leche,
y nuestro crecimiento no estará bien desarrollado porque nunca habremos consumido alimento
sólido. El escritor de los Hebreos castiga a aquellos creyentes que nunca han progresado más allá
de «las verdades elementales de la Palabra de Dios».
…porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os
vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a
ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la
leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los
que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal. (Hebreos 5:12-14).
Para ser claros, no estoy diciendo que no hay un lugar para los servicios que se enfocan en el que
está afuera. Por ejemplo, los servicios navideños. Pero si ese es nuestro modelo general para cada
semana, los cristianos no estarán escuchando las cosas más profundas de Dios, su discipulado
seguirá siendo superficial, y como resultado serán prácticamente incapaces de discipular a nadie.
No necesitamos temer que al hacer un cambio hacia servicios más sensibles para los creyentes
nuestras iglesias dejarán de hablarle a los no creyentes. Después de todo, permaneceremos
predicando el evangelio. Y el evangelio que sostiene y hace crecer a los creyentes es el mismo
evangelio que iniciamos.
Como resultado, para beneficio tanto de los creyentes como de los no creyentes, deberíamos
estar predicando el evangelio cada semana —en cada servicio— cualquiera que sea nuestro
texto. Jesús habló de toda la Escritura como algo que testificaba sobre él (Juan 5:39). Así que
aún si estamos escudriñando el libro de Levítico, prediquémoslo de la manera que Jesús lo hizo:
apuntando hacia la redención que está en él.
Claro, si nos enfocamos en tratar de ser sensibles a los buscadores, existe la posibilidad de que
nunca prediquemos sobre Levítico o cualquier otra parte de las Escrituras que pensamos
pudieran asustar al desprevenido. Esto no es bueno. Según 2 Timoteo 3:16-17 nos recuerda:
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra».
En otras palabras, necesitamos toda la Escritura para hacer discípulos. Si descuidamos ciertas
partes de la misma porque nos preocupamos por asustar a los no creyentes, la calidad de nuestro
discipulado disminuirá drásticamente.
2. Nuestras iglesias están menos convertidas.
Segundo, nuestras iglesias están menos convertidas. Es decir, nuestras iglesias tienen menos
cristianos en ellas, así que hay menos personas dispuestas para discipularse unos a otros. Por eso
es que las razones de esto son complejas, pero permítanme sugerir dos.
En primer lugar, anteriormente, ser conocido como miembro del cuerpo de Cristo te hacía ser
cristiano. Esa es la afirmación del Nuevo Testamento.
Pero ahora, en muchas iglesias—aún aquellas grandes, y muy conocidas—puedes convertirte en
miembro simplemente con marcar una casilla en una tarjeta de bienvenida. No existe ninguno o
hay muy poco deseo de examinar la espiritualidad de la persona para tratar y averiguar si son
verdaderos seguidores de Cristo. ¿Cómo podemos esperar que las personas que no son discípulos
puedan discipular a otros?
En segundo lugar, la práctica de la disciplina de iglesia se ha perdido.
Esto era una costumbre de la iglesia del Nuevo Testamento, o por lo menos de la iglesia
obediente del Nuevo Testamento. En 1 Corintios 5, por ejemplo, Pablo dice que debemos
expulsar a los pecadores que no se arrepienten de la membresía de la iglesia.
Nuestro fracaso en obedecer el mandato de Pablo aquí está espiritualmente muerto. Da lugar a
miembros que no son discípulos. En realidad, pueden mostrar señales de estar activamente
opuestos a Cristo, a la deshonra del Señor y su evangelio. Una vez más, no podemos esperar que
las personas que no son discípulos discipulen a otros.
¿Por qué hemos descuidado estas dos cosas?
Pienso que hay diferentes razones, pero hay aquí está una de las principales: los números se han
convertido en algo tan importante para nosotros que haríamos cualquier cosa para aumentarlos.
Estamos desesperados por que las personas entren, y desesperados por que se queden. Hemos
disminuido el costo de la esperanza hacia la que más comprará.
¿Qué sucede cuando esquivamos las prácticas bíblicas de la membresía de iglesia y la disciplina?
Terminamos con una cultura de iglesia que aumenta hacia la eliminación del cristianismo,
carente de su sal y luz. Una cultura de discipulado en nuestras iglesias es imposible cuando
tantos de nuestros miembros no son discípulos. Y la influencia de aquellos miembros de iglesia
que no son discípulos en aquellos que verdaderamente buscan seguir a Cristo no será buena.
Para ponerlo de otra manera (y tomar prestada la analogía de Mark Dever), anteriormente la
puerta frontal de la iglesia era protegida cuidadosamente, mientras que la puerta trasera estaba
completamente abierta. Es decir, las iglesias eran cuidadosas con aquellos a quienes le permitían
la entrada y diligentemente disciplinaban a aquellos cuyas vidas contradecían su profesión de fe.
Sin embargo, ahora dejamos la puerta del frente abierta, y cerramos la puerta trasera porque
tenemos temor de que alguien se vaya.
Esta es nuestra manera de pensar, y por eso tristemente podemos esperar ver congregaciones que
no se discipulan unos a otros. La próxima vez, sugeriré una cuarta razón por la que no
discipulamos.

Barry Cooper estudio inglés en la Universidad de Oxford y teología en Trinity Evangelical Divinity
School.
Traducido por Samantha Paz, República Dominicana.

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