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EL EVANGELIO INCONCLUSO
Veamos:
Final de Marcos
ΚΑΤΑ ΛΟΥΚΑΝ
KATA LOUKAN
SEGÚN LUCAS
Codex Sinaiticus
Codex Vaticanus
¿Cómo se explica todo esto? Todo apunta a que el primer texto del evangelio de Marcos que
se conservó acababa con el versículo 8 del capítulo 16. Las mujeres van al sepulcro, donde no
encuentran a Jesús, sino a un ángel que les dice que Jesús ha resucitado y que ordena a las
mujeres que transmitan a Pedro y a los discípulos el mensaje de que verán a Jesús resucitado
en Galilea. Tras esto, el evangelio concluiría diciendo lo siguiente:
"Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de
ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo".
¿Hubo otro final del evangelio de Marcos que se perdió? Los especialistas se dividen. Las
posturas son estas:
Hubo un final del evangelio original, en el que se contaban algunas apariciones, como
en Mateo y Lucas, pero ese final se perdió.
Marcos no tuvo tiempo de concluir el evangelio e interrumpió bruscamente la
redacción en este punto.
Marcos quiso finalizar su evangelio precisamente de ese modo.
En todo caso lo que parece claro es que, ya desde comienzos del siglo II, se consideró poco
satisfactorio un final tan brusco, por lo que para llenar la laguna se redactó el final que
conocemos, tomando datos de los otros evangelios. Este añadido debió efectuarse muy
tempranamente, pues el final actual ya fue conocido desde el siglo II por Taciano y San Ireneo,
y se encuentra, como hemos dicho, en la inmensa mayoría de manuscritos.
Como ya se ha dicho al principio, los versículos del 9 al final del capítulo 16 de Marcos son
considerados canónicos y, por tanto, inspirados.
En este sentido, hemos de asumir las palabras de David Rhoads, Joanna Dewet y Donald
Michie en su libro "Marcos como relato" (Editorial Sigueme, 2002, www.sigueme.es/ ). Con
este final todo queda en el aire, sin resolver, pidiendo a a gritos la esperanza de que alguien
proclame la buena noticia. ¿Quién queda al final del relato para hacer eso? No es Jesús. No son
los discípulos. No son las mujeres que huyeron del sepulcro. ¡Sólo los lectores quedan para
completar el relato!
De este modo, con el final del evangelio de Marcos en el versículo 8, son los lectores los
llamados a completar el relato. Sólo los lectores han permanecido fieles hasta el final y ahora
tienen que elegir entre huir con las mujeres o predicar audazmente a pesar del miedo y la
muerte. Al final, los lectores ideales ( o sea, también nosotros) nos vemos interpelados a
comprometernos, en ausencia de Jesús, a vivir una vida como Jesús vivió, por la fe en Dios,
hasta que Jesús vuelva; a proclamar por todas partes, a los cuatro vientos, sin miedo alguno, la
buena noticia de Jesús, el enviado de Dios y salvador nuestro.
¿Qué sabemos del evangelista Marcos más
Dedica amplio espacio a su figura la que se tiene por primera crónica histórica d
“Marcos, intérprete que fue de Pedro, puso cuidadosamente por escrito, aunqu
impartía sus enseñanzas según las necesidades y no como quien se hace una composi
“Os saluda la que está en Babilonia [quiere decirse Roma, Babilonia es el nomb
“Este Marcos dicen que fue el primero en ser enviado a Egipto, y que allí predi
La tradición alejandrina de San Marcos está tan consolidada, que aun hoy el p
Marcos”(conozca todo sobre él pinchando aquí y aquí).
Alejandría habría sido, también, escenario del martirio del evangelista. Jacobo
“El día de pascua, cuando el santo estaba celebrando la solemne misa pascual,
inhumanidad, lo arrastraron por las calles diciendo a gritos y en plan de mofa: “¡Ya
De tanto arrastrarle sobre los guijarros del pavimento, las carnes del santo iba
encerráronlo en un calabozo, en donde fue visitado primeramente por un ángel que l
Marcos, confortado con la anterior visita de Cristo, en medio del renovado tor
Quiere la leyenda que los huesos del santo evangelista sean los que reposan en l
“El año 468, en tiempos del Emperador León, los venecianos trasladaron el cu
sobornaron a los sacerdotes encargados de la custodia del sepulcro del santo evange
encontraban, se extendió por toda la ciudad un olor tan agradable, que los alejandrin
Lo cierto sin embargo, -con San Marcos, De La Vorágine no está muy semb
coincidiendo con la construcción de la primera basílica de San Marcos, luego destr
¿Qué sabemos del evangelista Marcos más allá de lo que dicen los textos canónicos?
Si ayer aportábamos la información que sobre el segundo de los evangelistas po
histórica de los personajes de la comunidad protocristiana.
Dedica amplio espacio a su figura la que se tiene por primera crónica histórica d
“Marcos, intérprete que fue de Pedro, puso cuidadosamente por escrito, aunque
impartía sus enseñanzas según las necesidades y no como quien se hace una composic
“Os saluda la que está en Babilonia [quiere decirse Roma, Babilonia es el nombr
“Este Marcos dicen que fue el primero en ser enviado a Egipto, y que allí predicó
La tradición alejandrina de San Marcos está tan consolidada, que aun hoy el pat
todo sobre él pinchando aquí y aquí).
Alejandría habría sido, también, escenario del martirio del evangelista. Jacobo D
“El día de pascua, cuando el santo estaba celebrando la solemne misa pascual, ir
inhumanidad, lo arrastraron por las calles diciendo a gritos y en plan de mofa: “¡Ya ten
De tanto arrastrarle sobre los guijarros del pavimento, las carnes del santo iban
un calabozo, en donde fue visitado primeramente por un ángel que lo consoló, y luego
Marcos, confortado con la anterior visita de Cristo, en medio del renovado torm
Quiere la leyenda que los huesos del santo evangelista sean los que reposan en l
“El año 468, en tiempos del Emperador León, los venecianos trasladaron el cuer
sobornaron a los sacerdotes encargados de la custodia del sepulcro del santo evangelis
encontraban, se extendió por toda la ciudad un olor tan agradable, que los alejandrino
Lo cierto sin embargo, -con San Marcos, De La Vorágine no está muy sembrado
la construcción de la primera basílica de San Marcos, luego destruída por el fuego, en l
Como evangelista, a Marcos corresponde, entre las cuatro figuras animadas que
El texto del Segundo Evangelio, como de hecho el de todos los Evangelios, está
excelentemente atestiguado. Aparece en todos los manuscritos unciales, C, sin
embargo, no tiene el texto completo en todos los unciales tardíos más
importantes, en su mayoría en cursivas; en todas las versiones antiguas: latina
(tanto en la Vet. It., en sus mejores manuscritos, y la Vulgata), siríaca (Pesh.,
Curet., Sin., Harcl., Palest.), coptas (Memph. y Theb.), armenias, gótica
y etíope, y es en gran medida sancionado con citas patrísticas. Sin embargo,
todavía hay algunos problemas textuales, por ejemplo, si en 5,1 se debe
leer Perasenon o Gergesenon , en 6,20, eporei o epoiei, y si en 6,20 se debe
leer el difícil autou, atestiguado por B, Aleph, A, L o autes.
Pero el gran problema textual del Evangelio se refiere a la autenticidad de los
últimos doce versículos. Se conocen tres conclusiones de este Evangelio: la
conclusión larga, como en nuestras Biblias, que contiene los versículos del 9 al
20; la corta que termina con el versículo 8 (ephabounto gar); y una forma
intermedia, que (con algunas ligeras variaciones) lee como sigue: "Y de
inmediato dieron a conocer todo lo que se les había mandado a aquellos sobre
Pedro. Y después de esto, Jesús mismo se apareció a ellos, y a través de ellos
envió de Oriente a Occidente la proclamación santa e incorruptible de
la salvación eterna". Ahora bien, esta tercera forma puede ser descartada de
inmediato. Cuatro manuscritos unciales que datan de los siglos VII al IX, la
colocan, en efecto, después de 16,8, pero cada uno de ellos hace referencia
también al final largo como alternativa (para detalles cf. Swete, op. cit., pp.
CV-CVII). Aparece también en el margen del manuscrito cursivo 274, en el
margen del siríaco harcleano y de dos manuscritos de la versión de Menfis; y
en unos pocos manuscritos de la etíope aparece entre el versículo 8 y la
conclusión ordinaria. Sólo una autoridad, la antigua k latina, lo da solo (en una
traducción muy corrupta), sin ninguna referencia a la forma larga. Esta
evidencia, especialmente cuando se compara con la de los otros dos finales, no
puede tener peso, y de hecho, ningún estudioso considera que esta conclusión
intermedia tenga ningún derecha a ser aceptada.
Podemos pasar entonces a considerar cómo se encuentra el caso entre la
conclusión larga y la corta, es decir, entre la aceptación de los versículos 16,9-
20 como una parte genuina del Evangelio original, o hacer el final original en el
16,8. A favor de la forma corta se apela a la declaración de Eusebio ("Quaest.
Ad Marín.", en PG, XXII, 937-40) como que un apologista puede deshacerse de
cualquier dificultad que surja de la comparación de Mateo 28,1
con Marcos 16,9, en lo que respecta a la hora de la Resurrección de Jesucristo,
al señalar que el pasaje en Marcos que comienza con el versículo 9 no aparece
en todos los manuscritos del Evangelio. El historiador pasa luego a decir él
mismo que en casi todos los manuscritos de Marcos, al menos, en los precisos
(schedon en apasi tois antigrahois ... ta Goun akribe), el Evangelio termina con
el versículo 16,8. Es cierto, Eusebio da una segunda respuesta que el apologista
puede hacer, y que supone la autenticidad del disputado pasaje, y dice que esta
última respuesta podría ser dada por uno "que no se atreviera a dejar de lado
cualquier cosa que se encontrara de cualquier modo en la redacción del
Evangelio". Pero todo el pasaje muestra claramente que Eusebio estaba
dispuesto a rechazar todo después de 16,8. Suele afirmarse, también, que él no
le aplicó sus cánones a los versículos en disputa, lo que demuestra claramente
que no los consideraba parte del texto original (vea, sin embargo, Scriv.
"Introd.", II, 1894, 339). San Jerónimo también dice en un lugar ( "Ad. Hedib.",
en PL, XXII, 987) que el pasaje faltaba en casi todos los manuscritos griegos
(omnibus Graeciae libris poene hoc capitulum in fine non habentibus), pero se
lo cita en otro lugar ("Comment. on Matt.", en P.L., XXVI, 214; "Ad Hedib.", en
P.L., XXII, 987-88), y como sabemos, lo incorporó a la Vulgata. Es evidente
que todo el pasaje, donde Jerónimo declara que los versículos en disputa están
ausentes de los manuscritos griegos, fue tomado casi literalmente de Eusebio,
y puede ponerse en duda si su declaración realmente añade ningún peso
independiente a la declaración de Eusebio. Parece muy probable también que
Víctor de Antioquía, el primer comentarista del Segundo Evangelio, considerara
el v. 16,8 como la conclusión. Si a esto le añadimos que el Evangelio termina
con 16,8 en los dos manuscritos griegos más antiguos, B y N, en el Sin. Siríaco
y en unos cuantos manuscritos etíopes; y que el manuscrito cursivo 22 y
algunos manuscritos armenios indican duda sobre si el verdadero final es el
versículo 8 o el versículo 20, se ha mencionado toda la evidencia que puede
aducirse a favor de la conclusión corta.
La evidencia externa a favor de la conclusión larga, u ordinaria, es sumamente
fuerte. El pasaje se encuentra en todos las grandes unciales excepto B y A---en
A, C, (D), E, F, G, H, K, M (N), S, U, V, X, Gamma, Delta, (Pi, Sigma), Omega,
Beth---en todos los cursivos, en todos los manuscritos latinos (O.L. y Vulgata)
excepto k, en todas las versiones siríacas excepto el Códice Sinaítico (en el
Peshito, Curet., Harcl., Palest.) en la copta, gótica y la mayoría de los
manuscritos armenios. En el siglo IV lo citaron o aludieron a él Afraates, la
Tabla de Cánones Siríaca, Macario Magno, Dídimo el Ciego, los Hechos de los
Apóstoles Siríacos, Leoncio, Pseudo-Efrén, San Cirilo de Jerusalén, San
Epifanio, San Ambrosio, San Agustín y San Juan Crisóstomo; en el siglo III, San
Hipólito, Vincencio, laActa Pilati, las Constituciones Apóstólicas, y
probablemente Celso; en el siglo II, San Ireneo más explícitamente como el
final del Evangelio de Marcos ("In fine autem evangelii ait Marcus et quidem
dominus Jesus", etc.--Mark 16,19), Taciano en el “Diatessaron”, y muy
probablemente San Justino (Apol. I”, 45) y Hermas (Pastor, IX, XXV, 2).
Además, en el siglo IV, de hecho, y probablemente en el III, el pasaje fue
usado en la liturgia de la Iglesia Griega, prueba suficiente de que no se tuvo
ninguna duda en cuanto a su autenticidad. Así, si la autenticidad del pasaje se
fuera a juzgar sólo por la evidencia externa, apenas habría ninguna duda sobre
él.
Se ha hablado mucho del silencio de algunos Padres del siglo III y IV, el cual se
interpreta en el sentido de que o bien no conocían el pasaje o lo rechazaban;
así se ha apelado a Tertuliano, San Cipriano, San Atanasio, San Basilio el
Grande, San Gregorio Nacianceno y San Cirilo de Alejandría. En el caso de
Tertuliano y de Cipriano hay margen para la duda, ya que, naturalmente, se
podría esperar que se hayan referido o hayan citado a Marcos 16,16, si lo
aceptaban; pero el pasaje apenas pudo haber sido desconocido para San
Atanasio (298 -373), ya que fue aceptado por Dídimo(309-394), su
contemporáneo en Alejandría (P.G., XXXIX, 687), ni para Basilio, ya que fue
aceptado por su hermano menor San Gregorio de Nisa (PG, XLVI, 652), ni para
Gregorio Nacianceno, ya que era conocido por su hermano menor, Cesáreo (PG,
XXXVIII, 1178), y en cuanto a San Cirilo de Alejandría, él en realidad lo cita a
partir de Nestorio (PG, LXXVI, 85). Las únicas dificultades serias surgen de
su omisión en B y Aleph y por las declaraciones de Eusebio y Jerónimo. Pero
Tischendorf demuestra (Proleg., p. XX, 1 ss.) que los dos famosos manuscritos
no son aquí dos testigos independientes, porque el escriba de B copia la hoja en
Aleph en el que se basa nuestro pasaje. Por otra parte, aunque el escriba
concluye ambos manuscritos en el versículo 8, revela el conocimiento de que
seguía algo más, ya sea en su arquetipo o en otros manuscritos, pues en el B,
contrario a su costumbre, deja más de una columna vacía después del versículo
8, y en Aleph el versículo 8 es seguido por un elaborado arabesco, como no se
halla en ningún otro sitio en el manuscrito, mostrando que el escribano era
consciente de la existencia de alguna conclusión que planeaba excluir
deliberadamente (cf.Cornely, "Introd.", III, 96-99; Salmon, "Introd.", 141- 48).
Así, ambos manuscritos dan testimonio de la existencia de una conclusión
después del versículo 8, la cual omiten. No podemos estar seguros si B y Aleph
son dos de los manuscritos de los cincuenta que Constantino le encargó
a Eusebio que copiara para su nueva capital; pero de todos modos fueron
escritos en un tiempo en que la autoridad de Eusebio era primordial en la crítica
bíblica y, probablemente, su autoridad es sólo la autoridad de Eusebio. Por lo
tanto, la verdadera dificultad contra el pasaje, a partir de la evidencia externa,
se reduce a lo que Eusebio y San Jerónimo dicen acerca de su omisión en
tantos manuscritos griegos, y éstos, como dice Eusebio, los correctos. Pero
cualquiera que sea la explicación de esta omisión, es preciso recordar que,
como hemos visto anteriormente, que los versos en disputa eran ampliamente
conocidos y aceptados mucho antes del tiempo de Eusebio.
Dean Burgon, defendiendo la autenticidad de los versos, sugirió que la omisión
podría haber ocurrido de la siguiente manera. Una de las lecturas de la antigua
iglesia terminaba en Marcos 16,8, y Burgon sugirió que el telos, que estaría al
final de tal lectura, puede haber inducido a error a algún escriba que tenía ante
sí una copia de los cuatro Evangelios en el que Marcos aparecía último, y del
cual faltaba la última hoja con los disputados versículos. Habida cuenta de tal
copia defectuosa, y suponiendo que cayó en manos de escribas ignorantes, el
error se propagó fácilmente. Otros han sugerido que el origen de la omisión se
ha de buscar, probablemente, en Alejandría. Que la Iglesia puso fin
al ayuno cuaresmal y comenzó la celebración de la Pascua a la medianoche,
contrario a la costumbre de la mayoría de las iglesias, que esperaban al canto
del gallo (cf. San Dionisio de Alejandría en PG, X, 1272 y ss.) Ahora bien
Marcos 16,9: “Él resucitó en la madrugada”, etc., se podría tomar fácilmente
para favorecer la práctica de las otras Iglesias, y se sugiere que los
alejandrinos pudieron haber omitido el versículo 9, y lo que sigue de
sus leccionarios, y de esta omisión pudo pasar a los manuscritos del Evangelio.
Si hay alguna fuerza en estas sugerencias, de todos modos apuntan a las
formas en que fue posible que el pasaje, aunque auténtico, pudo haber estado
ausente de una serie de manuscritos en la época de Eusebio; mientras que, por
otra parte, si los versos no fueron escritos por San Marcos, es muy difícil
entender cómo pudieron haber sido tan ampliamente aceptados en el siglo II
como para ser aceptados por Taciano y San Ireneo, y probablemente por San
Justino y Hermas, y encontrar un lugar en las versiones latina antigua y
siríaca.
Cuando volvemos a la evidencia interna, el número, y aún más el carácter, de
las peculiaridades es verdaderamente sorprendente. Las siguientes palabras o
frases no aparecen en ningún otro lugar en el Evangelio: prote sabbatou (v. 9),
no se halla de nuevo en el Nuevo Testamento, en lugar de te[s] [ton]
sabbaton (v. 2), ekeinos usado absolutamente (10, 11, 20), poreuomai (10, 12,
15),theaomai (11, 14), apiteo (11, 16) meta
tauta y eteros (12), parakoloutheo y en to onomati (17), o kurios (19,
20), pantachou, sunergeo, bebaioo, epakoloutheo (20). En lugar de la conexión
usual por kai y un de ocasional, tenemos meta de tauta (12), usteron (14), o
men oun (19), ekeinoi de (20). Entonces se insiste que el tema del versículo 9
no ha sido mencionado inmediatamente antes; que parece que se presenta por
primera vez a María Magdalena, aunque de hecho ella ha sido mencionada tres
veces en los dieciséis versos anteriores; que no se hace referencia a una
aparición del Señor en Galilea, aunque esto era de esperarse en vista del
mensaje del versículo 7. Comparativamente los tres últimos puntos tienen poca
importancia, pues el tema del versículo 9 es lo suficientemente evidente por el
contexto; aquí se explica la referencia a la Magdalena como la mujer de la que
Cristo había echado siete demonios, al mostrar el amor misericordioso del
Señor a quien antes había sido tan miserable; y la mención de una aparición en
Galilea era apenas necesaria, pues lo importante era demostrar, como lo hace
este pasaje, que Cristo fue realmente resucitado de entre los muertos, y que
sus Apóstoles se vieron obligados a creer el hecho casi contra su voluntad.
Pero, incluso cuando se dice esto, es considerable la fuerza acumulativa de las
pruebas contra la autoría de Marcos de este pasaje. De hecho, se puede ofrecer
alguna explicación de casi todos los puntos (Cf. Knabenbauer ", Com. De
Marc"., 445-47), pero es el hecho de que en el corto espaciode doce versículos
tantos puntos requieren de una explicación que constituye la fuerza de la
evidencia. En un pasaje como éste, no hay nada extraño en el uso de muchas
palabras raras en el autor. Sólo en el último capítulo apisteo es utilizado
también por San Lucas (Lc. 24,11.41), eteros se usa sólo una vez en
el Evangelio según San Juan (19,37), y parakoloutheo aparece una sola vez en
San Lucas (1,3). Además, en otros pasajes San Marcos usa muchas palabras
que no se encuentran en el Evangelio fuera de este pasaje en particular. En los
diez versículos, Mc. 4,20-29, el escritor ha encontrado catorce palabras
(quince, si phanerousthai en 16,12, no es de Marcos) que no aparecen en
ninguna otra parte en el Evangelio. Pero, como se dijo, es la combinación de
tantas características peculiares, no sólo de vocabulario, sino de materia y de
construcción, que no deja lugar a dudas a que Marcos sea el autor de los
versículos.
Sin embargo, al sopesar la evidencia interna debe tenerse en cuenta la
improbabilidad de que el evangelista concluya con el versículo 8. Aparte de la
escasa probabilidad de que haya concluido con la partícula gar, nunca podría
deliberadamente cerrar su relato de las "buenas nuevas" (1,1) con la nota de
terror que se atribuye en el versículo 16,8 a algunas de
las seguidoras de Cristo. Tampoco pudo un evangelista, sobre todo
un discípulo de San Pedro, concluir voluntariamente su Evangelio sin mencionar
alguna aparición del Señor resucitado (Hch. 1,22; 10,37-41). Entonces, si
Marcos concluyó con el versículo 8, debe haber sido porque murió o porque fue
interrumpido antes que pudiese escribir más. Pero la tradición señala a que él
estaba vivo luego de completado su Evangelio, ya que lo representa como
llevando su obra consigo a Egipto o entregándosela a
los cristianos romanos que se la habían pedido. Tampoco es fácil entender
cómo, si sobrevivió, pudo haber sido interrumpido de tal modo como para
evitar que añadiera, tarde o temprano, incluso una corta conclusión. No se
habrían necesitado muchos minutos para escribir un pasaje como el de 16,9-
20, e incluso si fue su deseo, como sugiere Zahn sin razón (Introd., II, 479),
añadir algunas porciones considerables a su obra, es todavía inconcebible cómo
pudo haberla circulado él mismo o permitirle a sus amigos circularla sin
proveerle por lo menos de una conclusión temporal o provisional. En todas las
hipótesis, entonces, el v. 16,8 parece un final imposible un final, y estamos
obligados a concluir que o bien el verdadero final se perdió o es que lo tenemos
en los versos en disputa. Ahora bien, no es fácil ver cómo se podría haber
perdido. Zahn afirma que nunca se ha establecido ni hecho probable que
siquiera una oración completa del Nuevo Testamento ha desaparecido por
completo del texto transmitido por la Iglesia (Introducción, II, 477). En el caso
presente, si el verdadero final se perdió durante la vida de Marcos, surge de
inmediato la pregunta: ¿Por qué él no lo reemplazó? Y es difícil entender cómo
pudo haberse perdido después de su muerte, pues antes de esa fecha, a menos
que él muriera a los pocos días de la compleción del Evangelio, debe haber sido
copiado, y es muy poco probable que los mismos versos puedan haber
desaparecido de varias copias.
Se verá a partir de este examen del asunto que no hay justificación para la
declaración confiada de Zahn que «puede considerarse como una de las
conclusiones críticas más certeras que las palabrasephobounto gar, 16,8, son
las últimas palabras del libro que fueron escritas por el propio autor" (Introd.,
II, 467). Cualquiera que sea la realidad, no es del todo seguro que Marcos no
escribió los versos en disputa. Puede ser que no, que son de la pluma de algún
otro escritor inspirado, y que fueron anexados al Evangelio en el siglo I o
principios del II. Un manuscrito armenio, escrita en el año 986 d.C., se los
atribuye a un presbítero llamado Aristón, que puede ser el mismo que el
presbítero Aristión que menciona San Papías como contemporáneo de San
Juan en Asia. Los católicos no están obligados a sostener que los versículos
fueron escritos por San Marcos. Pero sí son Escritura canónica, pues el Concilio
de Trento (Sesión IV ), al definir que todas las partes de los Libros Sagrados
deben ser aceptados como sagrados y canónicos, tenía en mente especialmente
las partes disputadas de los Evangelios, de los cuales esta conclusión de Marcos
es una (Cf. Theiner, "Acta gen. Conc. . Trid. ", I, 71 ss.) Por lo tanto,
quienquiera escribiese los versículos, éstos son inspirados, y todos los católicos
los deben considerar como tal.
1. Algunos finalizan en el versículo 16:8 y simplemente omiten los vv. 9-20: “Ellas
salieron huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto; y no
dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.” Así los códices Sinaítico y Vaticano, L*,
el manuscrito k de la Antigua Versión Latina, la Siríaca sinaítica,y diversos
manuscritos de las versiones antiguas armenia, georgiana y etíope. Eusebio y
Jerónimo notaron que la mayoría de los manuscritos griegos que pudieron examinar
carecían del final largo. Al parecer, ni Clemente ni Orígenes conocieron tal final.
Finalmente, aún algunos de los manuscritos que lo poseen, presentan
observaciones o marcas de los escribas indicando que se trata de una adición.
2. Otros añaden el siguiente texto: “Pero [las mujeres] les informaron brevemente
a Pedro y a los que estaban con él todo cuanto se les había dicho. Y después de
esto Jesús mismo envió por medio de ellos, del oriente al occidente, la sagrada e
imperecedera proclamación de la salvación eterna.” Entre ellos solo este versículo
en el códice Bobbiensis (k) del siglo IV o V.
3. Aún otros intercalan el versículo arriba citado antes del final largo (16:9-20) en
unciales de los siglos VII al IX (L, Psi, 099, 0112), algunos minúsculos y copias de
versiones antiguas.
4. Muchos manuscritos contienen el final largo que incluye los versículos 9-20,
algunos con el agregado del texto recién mencionado). Es el que se halla en el
llamado Textus Receptus, y es atestiguado por los unciales A C D L W Delta Sigma
Theta 047, la mayoría de los manuscritos minúsculos y de la Antigua Latina, la
Vulgata, la siríaca curetoniana y Peshitta (“vulgata” siríaca), y la versión copta.
Además de otros testimonios posteriores, Ireneo e Hipólito lo conocían; al parecer
es citado por la Epistula Apostolorum y Taciano la incluyó en su armonía
o Diatessaron de finales del siglo II.
5. Finalmente, existe una versión ampliada del final “largo” que inmediatamente
después del versículo 14 (“..porque no habían creído a los que lo habían visto
resucitado”) añade: “Y ellos se excusaron diciendo «Esta edad de iniquidad e
incredulidad está bajo Satán, quien no permite que la verdad y el poder de Dios
prevalezcan sobre la impureza de los espíritus. Por tanto, revela ahora tu justicia.»
Así le hablaron a Cristo. Y Cristo les respondió, «El término de años del poder de
Satán se ha cumplido, pero otras terribles cosas se aproximan. Y por aquellos que
han pecado yo fui entregado a la muerte, para que puedan volver a la verdad y no
pecar más; para que puedan heredar la gloria espiritual e incorruptible de justicia
que está en el cielo.»” Esta adición fue notada por Jerónimo, y es atestiguada por el
códice W adquirido en 1906 por Charles L. Freer, que data de la última parte del
siglo IV o principios del siguiente.
Aunque algunos han sostenido –por ejemplo Lohse, p. 144-145- que el Evangelio
finalizaba originalmente en el versículo 8, esto también es poco probable, en parte
porque aparece como un final anticlimático, muy poco apropiado para concluir “el
evangelio de Jesucristo”(1:1).
La versión que aparece en nuestras Biblias como los versículos 16:9-20 tampoco
parece la original, pese a ser atestiguada por muchos manuscritos. Por empezar,
hay una transición muy abrupta entre el v. 8 y el 9; el sujeto del primer versículo
(8) son las mujeres, mientras que Jesús es obviamente el sujeto en el segundo (9).
Sin embargo, en el texto griego el sujeto está tácito: “Y habiendo resucitado
temprano el primer [día] de la semana, se apareció primero a María la
Magdalena...” Este hecho no resulta evidente en muchas versiones en español
porque los traductores incluyen habitualmente el nombre de Jesús en esta frase;
así por ejemplo las versiones evangélicas Reina-Valera 1960 y 1995, la Biblia de las
Américas (en cursiva) . la Nueva Versión Internacional y la Versión Popular; entre
las católicas, la Nácar Colunga, la Biblia de Jerusalén y El Libro del Pueblo de Dios.
El estilo de estos versículos difiere también del lenguaje habitual de Marcos. De las
101 palabras griegas de los versículos 9-20, hay 75 significativas (excluidos
conjunciones, artículos y nombres propios), de las cuales 15 no aparecen en el
resto del Evangelio y 11 que sí aparecen, se emplean con un sentido diferente. Aún
considerando la diferencia del tema, el lenguaje se presenta prima facie como no
propio de Marcos.
Tampoco hay en el resto del segundo Evangelio ningún reproche tan severo como
el indicado en el versículo 14. Por otro lado, la promesa de inmunidad ante las
serpientes y el veneno no sólo es ajena a Marcos, sino a los otros tres evangelios, y
al resto del Nuevo Testamento.
Hay quienes piensan que los versículos 9-20 son un intento de armonizar el relato
de Marcos con los de los otros Evangelios canónicos; así por ejemplo Bruce y
Linnemann (citado por Kümmel). Por otra parte dicha “conclusión ha sido
impugnada, con mucho acierto”(Leon-Dufour), por Joseph Hug, en una tesis
doctoral publicada en 1978 y que no he podido consultar. Este análisis literario
indicaría que los versículos 9-20 serían un añadido original que debe datarse entre
fines del siglo primero o en todo caso antes de mediados del segundo (Metzger, p.
297). El agregado habría tenido como prpósito proveer de instrucciones misioneras
a la comunidad cristiana de habla griega con tendencias carismáticas. Desde este
punto de vista, Marcos 16:9-20 sería un testimonio muy primitivo proveniente de la
Iglesia subapostólica.
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Wessel, Walter W.. Mark. En Frank E. Gaebelein (Gen.Ed.), The Expositor’s Bible
Commentary. Grand Rapids: Zondervan, 1984 (8:791-793).
Bendiciones en Cristo,
Entonces, si los comités editoriales de las Biblias, de alguna manera reconocen que
los doce versículos finales no son originales, ¿por qué decidieron mantener los
doce versículos finales del evangelio de Marcos? “San Marcos el evangelista”,
Gioacchino Assereto. El final largo de Marcos se mantiene en la mayoría de Biblias
porque aunque las evidencias indiquen que no fue escrito por el autor original del
evangelio, su presencia en la tradición católica es tan fuerte que no se puede
ignorar y en reconocimiento a eso se incluye en la Biblia. Bruce Metzger nos lo
explica: “Hoy en día sabemos que los últimos doce versos del evangelio de Marcos
(Capítulo XVI, 9-20) no se encuentran en los más antiguos manuscritos griegos,
latinos, sirios, coptos, y armenios, y que en otros manuscritos existen astericos o
símbolos que marcan estos versos como dudosos o falsos. Eusebio y Jerónimo de
Estridón, que estaban al tanto de estas variaciones en los manuscritos, discutieron
sobre cual forma del texto era la correcta. Debemos destacar, sin embargo, que
ninguno sugirió que una forma del texto era canónica (oficial) y la otra no lo era…En
el segundo siglo, por ejemplo, el llamado final largo de Marcos era conocido por
Justino Martir y por Tatiano, quien lo incorporó en su Diatesarón. Por consiguiente,
parecen existir suficientes razones para concluir que aunque la evidencia externa e
interna contra la auntenticidad de los últimos doce versos de Marcos es
concluyente en tanto que estos versículos no provienen de la misma pluma de la
que proviene el resto del evangelio, el pasaje debe ser aceptado como parte del
texto canónico (oficial) de Marcos.”
El Códice Vaticano y el Códice Sinaítico Entonces, los dos manuscritos más antiguos
que contienen el evangelio de Marcos son el Códice Sinaítico y el Códice Vaticano,
ambos del siglo IV. Estos dos códices son, de alguna manera, las Biblias más
antiguas del mundo porque son colecciones de manuscritos que contienen la
mayoría de libros incluidos en la Biblia. Es difícil determinar cual de los dos es más
antiguo, se calcula que el Códice Vaticano es la Biblia más antigua del mundo. Lo
relevante es que ninguno de estos dos códices tienen el final largo de Marcos. Es
decir, en estos códices el evangelio de Marcos termina en el versículo ocho del
capítulo XVI. Esta es la página del Códice Vaticano en la que el evangelio de Marcos
termina en el versículo ocho. Luego del versículo ocho el escriba dejo un espacio en
blanco que no existe en ninguna otra parte del codíce. Los defensores del final
tradicional del evangelio de Marcos alegan que en el Códice Vaticano existe un
sospechoso espacio en blanco entre el final de Marcos (versículo 8 del capítulo XVI)
y el inicio del evangelio de Lucas. Este espacio en blanco no se encuentra en ningún
otra página del Códice Vaticano (ver imagen arriba). Para quienes sostienen que el
final largo de Marcos es auténtico, este espacio en blanco es prueba de que el final
largo era conocido por el escriba que copió el códice pero que este decidió no
incluirlo. Lo cierto es que varios investigadores han comprobado que el espacio en
blanco no es suficiente para que entren los doce versículos faltantes. Lo que
podemos suponer es que el escriba conocía la existencia del final largo de Marcos
pero que el manuscrito que le servía de original no lo incluía, entonces el escriba
podría haber calculado el espacio en blanco que debía dejar en caso de que alguien
decidiese posteriormente incluir el final largo. Algo similar sucede con el Códice
Sinaítico que fue rescatado del olvido por el cazador de manuscritos Konstantin
Von Tischendorf quien lo encontró en un monasterio en Egipto. En este códice, las
cuatro páginas en las que están escritos los versículos finales del evangelio de
Marcos y el inicio del evangelio de Lucas han sido reemplazadas. El reemplazo se
hace evidente porque las cuatro paginas tienen una escritura diferente al resto del
manuscrito. Es decir, fueron escritas por otro escriba. Esto ha sido usado por los
defensores de la autenticidad de los doce versículos finales de Marcos para alegar
que estas paginas fueron reescritas con la intención de eliminar el final largo de
Marcos. Se han realizado análisis que demuestran que las páginas reemplazadas no
son suficientes para contener el texto completo del final largo de Marcos. Esta es la
página del Codíce Sinaítico en la que termina el evangelio de Marcos en el versículo
ocho del capítulo XVI. En la segunda columna, luego de las últimas letras en griego
se puede apreciar una línea ornamental y, más abajo, una inscripción que dice
“Kata Markon” (de acuerdo a Juan). Si le interesa navegar por las páginas de la
segunda Biblia más antigua del mundo, lo invito a visitar su sitio web. Además,
como detalle adicional, después del versículo 8 del capitulo XVI, el escriba realizó
una línea ornamental y mas abajo escribió “KATA MARKON” que significa “de
acuerdo a Marcos”, cerrando el evangelio y dejando en claro que ese era el final. Si
le interesa navegar por las páginas de la segunda Biblia más antigua del mundo, lo
invito a visitar su sitio web. Cantidad versus calidad Otro de los argumentos de los
defensores de la autenticidad de los doce versículos finales de Marcos es que la
gran mayoría de manuscritos existentes, que se cuentan entre los miles, incluyen el
final largo. Esto es cierto, si hablamos de cantidad podemos afirmar que son
muchos más los manuscritos que incluyen el final tradicional de Marcos que los que
lo omiten. En cuanto a la calidad de las evidencias, los dos manuscritos más
antiguos y más importantes omiten el final: El Códice Sinaítico y el Códice Vaticano.
Para complicar más la controversia, podemos añadir que la mayoría de los
primeros padres de la iglesia como Ireneo de Lyon, Papias, Tertuliano, Tatiano,
Hipólito y, probablemente, Justino Mártir mencionan el final largo de Marcos. Por
otro lado, otros padres de la Iglesia como Eusebio y San Jerónimo no hacen
referencia al final largo. El obispo Teodoro de Mopsuestia (350 – 428) no parece
haber conocido el final largo de Marcos. En una de sus obras escribió: “Todos los
evangelistas nos narraron su resurrección de los muertos…el bendecido Lucas, sin
embargo, que también es el escritor de un evangelio, añadió que El (Jesús)
ascendió a los cielos para que podamos saber donde está después de su
resurrección.” Detalle de “El ascenso de Cristo”, Andre Mantegna. El comentario de
Teodoro de Mopsuestia es interesante puesto que los únicos evangelios que
mencionan la ascensión de Jesucristo son el de Marcos, justamente en los doce
versículos finales, y el de Lucas, en el capítulo 24.