Sei sulla pagina 1di 17

El ascenso de las incertidumbres (Castel):

- Creer en el progreso social es pensar que mañana será mejor que hoy y que, por lo tanto, se puede
apostar desde ahora a esa mejora todavía venidera y actuar en consecuencia. Para los sujetos sociales se
vive a través de los proyectos concretos que ponen en práctica cotidianamente, orientados hacia un
porvenir que asegurará una mejoría en su situación.
- Salimos del capitalismo industrial y entramos en un nuevo régimen capitalista: “gran transformación”.
- Plantear la cuestión de las desigualdades supone la superación de ese punto de vista del enfrentamiento
de clase contra clase. La sociedad se constituye alrededor de un continuo de posiciones salariales que son
a la vez diferentes y están estructuralmente relacionadas entre sí, puesto que forman parte de un mismo
conjunto interdependiente. Esta estructura es la de la sociedad salarial.
- La sociedad salarial funciona en la distinción. Son las grandes categorías socio-profesionales homogéneas
que componen la sociedad salarial sobre la base del lugar que ocupan en la división del trabajo las que
participan del juego de la distinción. Cada una se compara en su relación con las otras, aspirando a
acercarse a la categoría del estrato superior y a alejarse de la del estrato que se encuentra por debajo de
ella. Competencia entre grupos de profesionales.
- Así, las desigualdades pueden parecer soportables porque no están establecidas. Se pone en juego lo que
podría llamarse un principio de satisfacción diferida en función del cual cada grupo, llegado el momento,
puede programar la mejora de su condición. Reducción progresiva de las desigualdades, cada categoría
social ve cómo mejora su situación y se consolidan sus conquistas: un salario por lo menos igual al Salario
Mínimo Interprofesional de Crecimiento, un derecho al trabajo que reduce progresivamente la arbitrariedad
patronal, protecciones eficaces la enfermedad, el accidente, la suspensión del trabajo (jubilación).
- Ésa es la lógica del “compromiso social” del capitalismo industrial. Un compromiso entre intereses
divergentes. Del lado del capital, las relaciones de producción permanecen inmutables, el salariado no fue
abolido sino que, por el contrario, se extiende y se instala y sigue siendo una relación de subordinación que
el mundo del trabajo está obligado a aceptar. Pero del lado de ese mundo del trabajo, la condición salarial
se ha consolidado y en adelante está rodeada y atravesada de protecciones.
- El proletario convertido en asalariado dotado de un estatuto de empleo tiene en adelante mucho más que
perder que sus cadenas. El trabajador es el basamento de una sociedad salarial que le garantiza a él
mismo, a su familia y a la mayoría de los miembros de la sociedad las condiciones de base de su
independencia económica y de una seguridad social extendida. Transformación fundamental de la
condición salarial.

La dinámica de la descolectivización:
- Peter Wagner llama la “modernidad organizada”. El conjunto de la sociedad está atrapado en sistemas de
regulaciones colectivas que preservan cierta redistribución de los recursos, y sobre todo garantizan
protecciones extendidas a la gran mayoría de los ciudadanos de las democracias occidentales.
- En adelante, aunque las desigualdades permanezcan, la ciudadanía social conquistada sobre la base de
su trabajo le permitirá formar parte de un continuo de posiciones sociales, que es también un continuo de
derechos. Dependía de la inscripción de sus miembros en colectivos: colectivos de trabajadores con el
peso de la gran industria; colectivos sindicales que asumen los intereses homogéneos de grandes
categorías socio-profesionales; convenciones colectivas gracias a las cuales no es ya un trabajador aislado
al que se contrata, sino que se apoya en logros que fueron negociados o impuestos en forma colectiva;
regulaciones colectivas del derecho del trabajo y de la protección social; y, coronando todo, el manejo del
Estado social, que es la instancia del colectivo por excelencia.
- Presencia fuerte del Estado social que daba un carácter legal y obligatorio a los equilibrios negociados
entre los intereses del capital y los del trabajo.
- A lo largo del desarrollo del capitalismo industrial se había producido una desindividualización progresiva
de las relaciones de trabajo correspondiente a la promoción del “trabajo abstracto”, es decir, al
reconocimiento de la significación colectiva del valor trabajo. El asalariado dejó de ser un individuo aislado.
- En adelante está inscripto en los sistemas de garantías colectivas del estatuto del empleo y de la
protección social.

1
- La gran transformación producida por el advenimiento del nuevo régimen del capitalismo postindustrial. Es
una dinámica de descolectivización, o de reindividualización.
- En el plano de la organización del trabajo, primero, asistimos a una individualización creciente de las
tareas, que exige la movilidad, la adaptabilidad. En su punto límite, el colectivo de trabajo puede ser incluso
completamente disuelto, como sucede en el trabajo en red, donde algunos individuos se conectan durante
el tiempo de realización de un proyecto, y se desconectan cuando está terminado.
- El trabajo se organiza en pequeñas unidades que autoadministran su producción, las empresas apelan
más ampliamente a los temporarios y a los contratados, y practican la tercerización en una gran escala.
Los antiguos colectivos de trabajo no funcionan y los trabajadores compiten unos con otros, con efectos
profundamente desestructurantes sobre las solidaridades obreras.
- Dejan de lado a otras categorías de individuos que carecen de los “capitales”, en el sentido de Bourdieu, o
de los soportes o los recursos de base. Son así amenazados de invalidación social, ya sea porque se
desconectan de los soportes colectivos que les procuraban las condiciones de base de su independencia
social, o porque no logran inscribirse.

Las zonas grises de una sociedad de individuos:


- Límites de la promesa que sostiene la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano– que la
posibilidad de que el individuo se comporte como un sujeto libre y responsable constituye realmente el
valor de referencia de la modernidad.
- El proceso de promoción del individuo se prolonga y se intensifica. Estamos en verdad y cada vez más en
una “sociedad de los individuos”, en la cual la capacidad de conducirse como un actor social responsable
es cada vez más requerida y cada vez más valorizada. Esta afirmación de la autosuficiencia del individuo.
Podría hablarse entonces de individuos por exceso. Pero hay otros individuos que carecen de los soportes
necesarios para poder afirmar un mínimo de independencia social. Podrían ser calificados como individuos
por defecto, cuya presencia prueba hoy que la dinámica de la modernidad también conlleva una posibilidad
de descalificación del individuo.
- Y ellos pagan con dureza el hecho de ser incapaces de arreglárselas por sí mismos. La campaña actual
que estigmatiza a los asistidos e incluso a los desocupados, acusados de serlo de una manera “voluntaria”.
Dos perfiles de individuos: unos provistos de todos los recursos y otros a quienes les faltan los medios para
realizar sus aspiraciones sociales.
- La característica más específica de la coyuntura actual no es que las desigualdades se agravan, aunque
efectivamente lo hacen (los ricos tienden a volverse más ricos y los pobres más pobres). Pero, más
profundo que el aumento de las desigualdades, es preciso recalcar el hecho de que se asiste a una
transformación del propio régimen de las protecciones que hace que los “individuos por defecto” sean
remitidos hacia formas inferiores de protección. Son así devaluados no sólo porque no están integrados en
el régimen del empleo, sino también a través de los dispositivos montados para paliar las carencias del
empleo y la ausencia de protecciones construidas a partir del trabajo.
- Estas prestaciones comparten el hecho de ser inferiores a los seguros procedentes del trabajo. También
todas ellas son condicionales: son otorgadas a públicos que deben demostrar que están en déficit respecto
del régimen común. Y además tienen en común que deben inscribirse en una lógica de la contraprestación:
los beneficiarios deben colaborar con los dispositivos que les son propuestos para ayudarlos. Su obtención
exige la movilización de los beneficiarios.
- Con la degradación de la categoría del empleo y la multiplicación de las formas de subempleo, cada vez
más trabajadores (por ejemplo, los “trabajadores pobres”) carecen también de las condiciones necesarias
para conducirse y ser reconocidos como individuos de pleno derecho.

¿Una sociedad del riesgo?:


- Una sociedad que se convierte cada vez más en una “sociedad de los individuos” es también una sociedad
en la cual la incertidumbre aumenta de una manera virtualmente exponencial porque las regulaciones
colectivas para dominar todos los avatares de la existencia están ausentes.
- Pueden distinguirse por lo menos tres configuraciones principales de riesgos en la sociedad
contemporánea. Una primera constelación de riesgos se organiza alrededor de la noción de riesgo social.
Se trata de la construcción de una “sociedad de la seguridad” a través de la mutualización de este tipo de
2
riesgos mediante la tecnología del seguro obligatorio con la garantía del estado social. Esta aun constituye
la base principal de nuestro sistema de protección. Una de las mayores consecuencias de la “gran
transformación” actual es, por lo menos, su fragilización. Hoy los sistemas de cobertura de los riesgos se
ven confrontados con dos desafíos principales. El primero es que no solo la desocupación masiva y la
precarización de las relaciones de trabajo amenazan el financiamiento del sistema ampliamente fundado
en las cotizaciones salariales sino que también vuelven a poner en entredicho la generalidad de su propia
estructura, puesto que una parte creciente de la población ya no puede ser cubierta por esa modalidad de
hacerse cargo de los riesgos. El segundo desafío radica en la aparición, desde hace unos veinte años de
nuevos riesgos sociales. Hoy podría añadirse el “riesgo de desocupación” y el “riesgo de la precariedad”.
- Deslizamiento de la noción de peligrosidad hacia la de riesgo que se produjo a lo largo del SXX. Hay
poblaciones peligrosas, como locos que había que encerrar.
- “Gestión de riesgos”. Nuestra sociedad es una “sociedad del riesgo”.
- La respuesta que hay que buscar no puede ser la erradicación total de todos los riesgos, mito de una
seguridad absoluta cuya realización es imposible. Consistiría en distinguir entre los riesgos, luchar contra la
tendencia a adicionarlos y arbitrar entre aquellos que se deben tener en cuenta de manera prioritaria. Estos
riesgos son su origen, su estructura y los efectos que conllevan. No confundir los riesgos y los medios para
enfrentarlos.
- Los riesgos sociales son particularmente graves porque amenazan la cohesión de la sociedad, y al mismo
tiempo, no estamos desprovistos para enfrentarlos gracias a las tecnologías de protección social
elaboradas desde hace más de un siglo. La cuestión no es instaurar una competencia entre los riesgos.
Más bien, es producir los medios para llevar a cabo las opciones más eficaces para reducirlos, lo que pasa
por la necesidad de deconstruir la concepción globalizadora del riesgo que actualmente prevalece.

El estado social en cuestión/cuestiones:


- Esta proliferación de los riesgos contribuyo al cuestionamiento de las capacidades del Estado social.
Compromiso social del capitalismo industrial: un Estado protector, que se apoyaba en las formas de
organización colectiva del trabajo para garantizar una seguridad social generalizada. Pueden distinguirse
dos series de cuestiones que conducen a reformular en la actualidad la problemática del estado social.
Estas recaen sobre su perímetro de intervención y sobre las modalidades de su reorganización.
a) Sobre su perímetro de intervención: fin de la hegemonía del estado nacional social. La mundializacion de
los intercambios, la libre circulación de las mercancías y los capitales, van a hacer que ese estado nación
carezca de la autonomía suficiente para decidir sus políticas económicas y sociales y ponerlas en marcha.
El Estado nación no puede ya decidir solo acerca de sus políticas económicas y sociales, salvo que se
ponga en grave peligro en el plano de la competencia internacional. Para tratar de hacerles frente sería
necesaria la construcción de regulaciones transnacionales que no dejaran el campo libre a las meras
dinámicas económicas. El estado nación sigue siendo la principal instancia política donde pueden hacerse
las elecciones y tomarse las decisiones en materia de políticas sociales. El estado social no lo puede todo,
ni mucho menos, pero es el que más puede en este campo.
b) Porque el estado social no es solamente discutido por el empequeñecimiento de su perímetro de acción
sino también de su modo de funcionamiento. En efecto, procede por regulaciones generales que
conciernen a grandes categorías homogéneas de la población. Garantiza contra los riesgos, indemniza,
repara déficits o distribuye auxilios, y sus prestaciones son la mayoría de las veces derechos de crédito
exigibles por los beneficiarios. Criticas al carácter burocrático de este estado social que opera como un
distribuidor automático de recursos y que desresponzabiliza a los usuarios, reducidos al papel de
consumidores pasivos. Voluntad de flexibilizar la acción pública acercándola a las expectativas de los
usuarios lo que anima la empresa descentralizadora. Lo que aquí se busca es un mejor Estado. Políticas
publicas alrededor de proyectos que implican la participación de diferentes interlocutores. Se trata de
implicar a los beneficiarios de la intervención del Estado y de hacerlos cooperar. Ya no se trata solamente
de indemnizar o de reparar, lo ideal sería intervenir sobre los propios individuos, y con ellos, para reforzar
sus capacidades y hacerlos responsables del manejo de su vida. Estos objetivos pueden dar lugar a
resultados por lo menos ambiguos si no son controlados, se corre el riesgo de producir disparidades en el
tratamiento de las poblaciones que más necesidad tienen de ayuda. Un estado social activo puede tener el
objetivo de intervenir lo más cerca posible del individuo para reforzar sus capacidades pero con la

3
condición de tratarlo también como un sujeto de derecho. La cuestión esencial de la reorganización del
estado social es hoy, a reorganización del derecho.

La cuestión social, la cuestión urbana y la cuestión étnica:


- El trabajo constituye el epicentro de la cuestión social. Una relación estable con el trabajo bajo la forma del
estatuto del empleo ofrece el basamento para una integración a la sociedad, mientras que relaciones
desdichadas con el trabajo como la desocupación y la instalación den la precariedad vuelven a poner en
entredicho o impiden el acceso a las condiciones requeridas para tener un lugar en la sociedad y ser
reconocido como un individuo con todas sus ventajas y derechos.
- La onda de choque que nace en el epicentro del trabajo repercute en las diferentes esferas de la existencia
social.
- Desde hace algunos años, algunos trabajos importantes tendieron a desplazar ese epicentro de la cuestión
social que plantee a partir del trabajo hacia la “cuestión urbana”, y luego hacia la “cuestión étnica”.
Transferencia del centro de gravedad de la cuestión social hacia el territorio. Estos análisis parten de la
comprobación de que la conflictividad social ya no se cristaliza principalmente, como en la sociedad
industrial, en torno de los problemas relacionados con el trabajo y los grupos definidos por su lugar en la
división del trabajo. A partir de entonces, es en el espacio, y en particular en el espacio urbano, donde se
reorganizan las líneas de escisión, las oposiciones y los conflictos que estructuran la vida social y donde se
cristalizan las principales desigualdades.
- Desplazamiento que hace que el habitante, más que el trabajador, se convierta en el principal interlocutor
de los poderes públicos y, a través de la descentralización y la reorganización de las políticas públicas, es
también por lo general a partir del territorio como se redefinen los desafíos que estructuran los modos de
vida de los actores sociales. Por ese motivo la “cuestión urbana” haya reemplazado a la “cuestión social”.
- Podría decirse que el espacio urbano se ha convertido así en el receptáculo privilegiado de la cuestión
social, o incluso que, a medida que se agravan, los factores de disociación social se enquistan en el
territorio.
- Otra dimensión de la cuestión social, lo que hoy se llama la “cuestión étnica”, o incluso la “cuestión racial” A
partir de fines de los años noventa y sobre todo a comienzos de 2000 los problemas planteados por las
discriminaciones étnicas realmente comenzaron a ser llevados al debate público. Refuerzo de la cuestión.
Lo que constituye la especificidad de la cuestión étnica y la torna a tal punto explosiva, es que asocia dos
tipos de factores, unos que remiten a la etnia o la raza y otros a la clase.
- Esa etnizacion no ocupa el lugar de la cuestión social, sino que se enrosca en ella y la sobrecarga. A
semejanza de la cuestión urbana, hay que pensarla como una sobredeterminación de la cuestión social.
- Cuestión social se agrava y se carga. En particular bajo la forma de la “cuestión urbana” y la “cuestión
étnica”, que entonces deben ser analizadas a partir de lo que tienen de especifico y a la vez ser re -
inscriptas en el marco de la “gran transformación” que atravesamos.

De 1995 a 2009, ¿Y después?


- En 1995 me pareció que podía diagnosticar un deterioro de la sociedad salarial para caracterizar los
efectos de conjunto de las transformaciones en curso. Hablar de deterioro significa que la estructura de una
formación social permanece pero se fragiliza y se descompone.
- Por ejemplo, en 1995 se podía y se debía subrayar la importancia de la precarización de las relaciones
laborales que era, con la desocupación masiva, la manifestación principal de la degradación de la
condición salarial. Hoy se puede y se debe interrogar más profundamente sobre la instalación en una
precariedad que podría constituir un registro permanente de las relaciones de trabajo, una suerte de infra-
salariado en el seno del salariado.
- Hoy en día el porvenir del salariado es una vez más aleatorio. Los derechos sociales, el derecho a tener
derechos, fueron profundamente interiorizados por nuestros contemporáneos, al punto de que para
muchos de ellos forman parte del ejercicio normal de su ciudadanía. Para ellos, aun en la actualidad, los
derechos adquiridos o conquistados, no son solamente “ventajas adquiridas”, simples privilegios. Ellos
estructuran la personalidad del individuo moderno occidental constituido por su historia social como sujeto
de derecho.

4
- Más que de “trabajadores desechables” exprimidos a voluntad, el nuevo capitalismo tiene y sin duda
tendrá cada vez más necesidad de operadores responsables, móviles, polivalente, capaces de adaptarse a
los cambios incesantes, de tomar iniciativas.
- El derecho al trabajo y la protección social constituyeron los soportes de la independencia económica y
social de los trabajadores, pero a menudo también de su eficacia profesional. Si bien es cierto que las
nuevas reglas de juego del capitalismo exigen siempre más movilidad, flexibilidad, competitividad, también
podrían exigir nuevos modos de protección y de seguridad para aquellos y aquellas cuyo trabajo también
es esencial para que el mercado marche bien.
- Una nueva economía del trabajo también podría imponerse en función de otros factores como los
demográficos. Con el envejecimiento de la población y la llegada al mercado de trabajo de generaciones
menos numerosas la proporción de los activos disminuye. Si los trabajadores se vuelven más escasos, la
relación de fuerzas tan desfavorable a los asalariados en periodo de desocupación masiva puede
modificarse en su favor. El salario no está necesariamente destinado a constituir para siempre la principal
“variable de ajuste” sobre la cual se puede jugar para maximizar las ganancias y minimizar los costos. Por
cierto, si los trabajadores se vuelven proporcionalmente menos numerosos, también se puede intentar
hacerlos “trabajar más”, con mayor intensidad y más tiempo, sin que su situación deje sin embargo de
degradarse.
- La situación actual no está totalmente gobernada por un determinismo económico que iría en el sentido del
arrasamiento de los derechos del trabajo y de la protección de los trabajadores. Coexistencia de varios
paramentos. Carácter aleatorio del porvenir. La creencia en el funcionamiento armonioso del mercado
“autorregulado” se derrumba y los Estados y los fondos públicos están de regreso, por lo menos, para
salvar a los bancos.
- Imprevisibilidad del porvenir. La búsqueda de un nuevo compromiso, diferente pero homologo al del
capitalismo industrial, entre una exigencia de competitividad-flexibilidad por el lado de las empresas y una
exigencia de protección-seguridad por el lado de los trabajadores, aparece como la articulación que sería
necesario promover para que los trastornos actuales no desemboquen en una salida por la parte inferior de
la sociedad salarial, cuyo desenlace sería una re-mercantilizacion completa del trabajo.

Del método:
- La primera es que una situación actual siempre debe ser planteada en el seno de un proceso de
transformación. Es necesario hacer una “historia del presente” que comprenda la actualidad como el punto
de desenlace provisional de una dinámica que hunde sus raíces en el pasado.
- La segunda postura, esta vez en la sincronía, es que no sería posible aislar una situación social como si se
la pudiera analizar en sí misma. También aquí se trata de deslindar procesos transversales que recorren
amplios sectores de la sociedad y configuran las situaciones concretas. En particular los problemas que
parecen plantearse en la periferia de una formación social, como el inmenso problema del vagabundeo en
las sociedades preindustriales o el “problema de los suburbios” en la actualidad, deben comprenderse
como una relación de margen al centro y del centro al margen que remite tanto a lo que se juega en el
corazón de una sociedad como a lo que ocurre en las periferias. Nadie está fuera de lo social, y a menudo
son las posiciones que parecen más alejadas del centro las que más dicen sobre la dinámica interna de
una sociedad.
- No creo que se pueda acceder a una comprensión del comportamiento de los actores sociales, incluso de
lo que experimentan y de lo que los motiva, sin dar un gran lugar a las coerciones objetivas que moldean
también su vivencia más personal. Precisamente el objetivo de la sociología que yo trato de poner en
práctica es deslindar esos soportes necesarios para responder al desafío de existir en cuanto individuo en
una sociedad siempre dominada por la coerción.

La metamorfosis de la cuestión social (Castel)


- Tiempos de incertidumbre: la situación actual está marcada por una conmoción que recientemente ha
afectado a la condición salarial: el desempleo masivo y la precarización de las situaciones de trabajo, la
inadecuación de los sistemas clásicos de protección para cubrir esos estados, la multiplicación de los

5
individuos que ocupan en la sociedad una posición “inempleables”, desempleados o empleados de manera
precaria, intermitente. Para muchos, el futuro tiene el sello de aleatorio.
- 1960: matriz básica de la “sociedad salarial” moderna. Amenaza de fractura que acosa a las sociedades
contemporáneas: precariedad, vulnerabilidad, exclusión, segregación, desafiliación, relegamiento.
- ¿Qué es lo que distingue las antiguas situaciones de vulnerabilidad de masas y la precariedad actual? ¿De
qué problemas actuales se trata para restituir la memoria?
- Problemática de la integración o de la anomia. Reflexión sobre las condiciones de cohesión social a partir
del análisis de situaciones de disociación. Nuevo dato contemporáneo: la presencia de individuos ubicados
como en situación de flotación en la estructura social.
- Fuerte correlación entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo y la participación en las redes
de sociabilidad y en los sistemas de protección que “cubren” a un individuo ante los riesgos de la
existencia.
- La ausencia de participación en alguna actividad productiva y el aislamiento relacional conjugan sus
efectos negativos para producir la exclusión, o más bien, como tratare de demostrarlo, la desafiliación. La
vulnerabilidad social es una zona intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del trabajo y la
fragilidad de los soportes de la proximidad.
- La composición de los equilibrios entre estas “zonas” (integración y desafiliación) puede entonces servir
como indicador privilegiado para evaluar la cohesión de un conjunto social en un momento dado.
- Pueden existir grupos fuertemente integrados aunque cuenten con pocos recursos.
- Relaciones que existen entre la precariedad económica y la inestabilidad social.
- Hablar de desafiliación no es confirmar una ruptura, sino retratar un recorrido. El concepto pertenece al
mismo campo semántico que la disociación, la descalificación o la invalidación social.
- La zona de vulnerabilidad ocupara una posición estratégica. Reducida o controlada, ella permite la
estabilidad de la estructura social, sea en el marco de una sociedad unificada o sea bajo la forma de una
sociedad dual consolidada. Las poblaciones que habitan en esas “zonas” ocupan por este hecho una
posición homologa en la estructura social.
- En segundo lugar, los procesos que producen estas situaciones son también comparables, es decir,
homólogos en su dinámica y diferentes en sus manifestaciones.
- En el momento en que el salariado libre se convertía en la forma jurídicamente consagrada de las
relaciones trabajo, la situación salarial estaba aún asociada con la precariedad y la desdicha, y esto se
prolongó por mucho tiempo. Enigma de la promoción de un mecanismo distribuidor de la riqueza que
instala la miseria en su centro de difusión. Y hoy mismo habrá que sorprenderse del extraño retorno a partir
del cual, después de haberse superado el mal trance, el salariado corre el riesgo de volver a convertirse en
una situación peligrosa.
- Por problematización entiendo la existencia de un haz unificado de interrogantes. La “cuestión social” es
una aporía fundamental en la cual una sociedad experimenta el enigma de su cohesión y trata de conjurar
el riesgo de su fractura. Pone de nuevo en cuestión la capacidad de una sociedad para existir como un
conjunto vinculado por relaciones de interdependencia.
- Década de 1830, revolución industrial, victimas del pauperismo. Divorcio casi total entre un orden jurídico-
político fundado sobre el reconocimiento de los derechos del ciudadano y un orden económico que suponía
miseria y desmoralización masivas. El lugar de lo “social” debía desplegarse en el espacio intermedio,
restaurar o establecer vínculos que no obedecían a una lógica estrictamente económica ni a una
jurisdicción estrictamente política. Lo “social” consiste en sistemas de regulación que no son los el
mercado, instituidos para tratar de llenar esta brecha. En ese contexto, la cuestión social se convertía en la
cuestión del lugar que podían ocupar en la sociedad industrial las franjas, mas desocializadas de los
trabajadores. La respuesta a esta cuestión fue el conjunto de dispositivos montados para promover su
integración.
- La cuestiona así planteada es también la cuestión del Estado, del papel que el Estado puede ser llamado a
desempeñar en esta coyuntura. El estado social se constituyó en la intersección del mercado y el trabajo.
Regulaba el crecimiento económico y la estructuración de la condición salarial. Si la economía se re-
autonomiza y la condición salarial se desmorona, el estado social pierde su poder integrador.
- Estamos en una encrucijada: aceptar una sociedad sometida enteramente a las exigencias de la economía,
o construir una figura del estado social a la medida de los nuevos desafíos.

6
- A principios del SXX, la solidaridad debía convertirse en la asistencia voluntaria a la sociedad por ella
misma, y el estado social seria el garante. En los albores del SXXI, cuando las regulaciones puestas en
obra en el marco de la sociedad industrial se ven a su vez profundamente quebrantadas, es sin duda ese
mismo contrato social lo que hay que redefinir, recomenzando desde el principio. Pacto de solidaridad,
pacto de trabajo, pacto de ciudadanía: pensar las condiciones de la inclusión de todos para que ellos
puedan tener comercio juntos, es decir “hacer solidaridad”.

¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario) Dubet


- A pesar de lo que afirman sus principios, nuestras sociedades “eligen” la desigualdad. ¿Por qué? Algunos
son de la idea de que la desigualdad seria fundamentalmente buena para el crecimiento.
- Demostrar que la intensificación de las desigualdades procede de una crisis de las solidaridades,
entendidas como el apego a los lazos sociales que nos llevan a desear la igualdad de todos, incluida, muy
en particular, la de aquellos a quienes no conocemos.
- La lucha contra las desigualdades supone un lazo de fraternidad previo, es decir, el sentimiento de vivir en
el mismo mundo social.
- La política de la igualdad exige la preexistencia de una solidaridad elemental. La prioridad de lo justo no
puede deshacerse por completo de un principio de fraternidad anterior a la justicia misma, porque exige
que cada uno pueda ponerse en el lugar de los otros, y sobre todo de los menos favorecidos.
- En América del Norte y Europa los muy ricos son aún más ricos, y las desigualdades de patrimonio se
incrementan aún más rápido que las salariales. Se instalan el desempleo y la precariedad, en tanto que se
multiplican los trabajadores pobres, se forman “guetos” donde se concentran los más pobres.
- Reflujo de los Estados de Bienestar, un retroceso de la creencia en la capacidad de las instituciones de
garantizar una igualdad social relativa.
- Crisis da origen a movimientos populistas y xenófobos. Apenas se cree en la política y las instituciones.
Los extranjeros se convierten en el origen de nuestras desdichas. Los pobres, se dice, roban a la
Seguridad Social, los desocupados “abusan” de sus derechos y los barrios populares se han convertido en
“zonas de no derecho”.
- Los lazos de solidaridad que nos llevan a desear la igualdad social están, al parecer, irremediablemente
debilitados.
- Peso de una economía financiera fuera de control, desterritorializada y apartada de la economía real.
- La declinación de la solidaridad es la consecuencia del crecimiento de las desigualdades, y que estas
desigualdades incrementadas son el producto de mecanismos económicos a los que no podemos oponer
otra cosa que nuestra indignación.
- Cabe preguntarse si la profundización de las desigualdades no es producto del debilitamiento de la
solidaridad.
- No se trata solo de que las desigualdades y las crisis económicas afecten los lazos de solidaridad; la
cuestión también es que la debilidad de esos lazos explica la profundización de las desigualdades.
- Vivimos en sociedades plurales, abiertas, individualistas, y es en este contexto que hay que imaginar los
modos de construcción de una solidaridad y una fraternidad lo bastante robustas para que queramos
verdaderamente igualdad social.

La elección de la desigualdad:
- Hablar de la “elección” de la desigualdad. Grupos e individuos largo tiempo excluidos del circulo de la
igualdad y los derechos han terminado por acceder a él. Se han sustituido las desigualdades biológicas por
diferencias culturales juzgadas irreductibles, que exigen la separación y la protección de las culturas, a la
vez que se acepta el postulado de la igualdad de la “naturaleza humana”. Las sociedades blancas
dominantes ya no tendrían que defender su superioridad racial; deberían “protegerse” en nombre de su
diferencia y su cultura.
- Las desigualdades se refuerzan, se apoyan en los mecanismos económicos que presuntamente ahondan
las desigualdades sin que lo deseemos, en beneficio de la pequeña minoría que con ello tiene todo para
ganar.

7
- El retorno de las desigualdades seria independiente de nuestra voluntad, porque la competencia en que se
embarcan las economías y los Estados de Bienestar generaría necesariamente desigualdades sociales, en
tanto que las existentes entre los países parecen, al contrario, reducirse.
- Elegimos con frecuencia desigualdades sociales en la medida en que no ofendan nuestros principios
democráticos, e incluso cuando estos las legitiman.

El 1% y los demás:
- El crecimiento de las desigualdades sociales a lo largo de un extenso periodo y en una gran cantidad de
países fue materia de análisis para muchos economistas. Todos ellos ponen de manifiesto la concentración
de la fortuna en el grupo del 1% más rico.
- Los más ricos someten a los gobiernos a sus intereses mediante la presión de los lobbies y el peso de una
ideología neoliberal que induce a pensar que la fortuna de los ricos es buena para todos.
- “No es que la globalización sea mala o perversa, lo que ocurre es que los Estados la manejan muy mal,
esencialmente en provecho de intereses particulares”. Lo que ahonda las desigualdades no son las leyes
implacables de la globalización, sino las relaciones de fuerza ideológicas y políticas dentro de cada
sociedad.
- Como esas desigualdades dependen de nosotros, bastaría con que los “indignados” se hicieran con el
poder y denunciaran a esa casta al margen del mundo que actúa contra las sociedades y los Estados.
- ¿Cómo es posible que la gente se indigne sin ser verdaderamente capaz de actuar en sociedades
democráticas que, sin embargo, han puesto la igualdad en el centro de sus principios?
- Si el 1% arrasa con las riquezas a expensas del otro 99% que se indigna pero no hace nada es porque
estos últimos no son un bloque homogéneo capaz de actuar como tal.
- Si se profundizan las desigualdades entre el 1% y los demás, y se profundizan asimismo en el vasto
conjunto de estos últimos, no es solo porque existan mecanismos económicos implacables; es también
porque el 99% no conjuga sus esfuerzos, por la sencilla razón de que sus prácticas sociales as banales
participan en la producción de las desigualdades. Es en ese sentido que decimos que las desigualdades se
“eligen” o para ser un poco más sombríos, que se elige no reducirlas.

Separatismos:
- El centro de las ciudades se gentrifica y se aburguesa, las periferias se empobrecen, las clases medias que
no pueden vivir en el centro se alejan de la ciudad y los pobres se alejan aún más para huir de las
urbanizaciones degradadas. El precio del terreno determina las elecciones, pero esos precios son en sí
mismos el producto de las preferencias separatistas.
- Los individuos no buscan las desigualdades, pero sus elecciones las engendran. Cuanto más se ahondan
las desigualdades sociales, más se estrechan las interacciones entre quienes se asemejan desde el punto
de vista económico, cultural y a veces “étnico”.
- Si los “guetos de ricos” son producto de una elección y las clases medias huyen de las zonas consideradas
“difíciles”, al final del proceso el resultado es la creación de barrios que concentran todas las desigualdades
y todas las dificultades sociales. Por poco que esos barrios se transformen en enclaves, que las familias de
inmigrantes se hayan instalado en ellos luego de la huida de las clases populares y medias, que el
desempleo afecte allí a casi el 40% de los hogares.
- El gueto urbano termina por constituir un mundo propio cuya sociabilidad se cierra sobre sí misma, se
protege. Así, el gueto participa en su propia producción, aunque en verdad sus habitantes nunca hayan
tenido la opción de vivir en otra parte.
- Ya no solo se percibe a los pobres como clases populares explotadas, se los ve como “clases peligrosas” y
“extranjeros”.
- El barrio que podía definirse como pobre, popular, obrero se percibe entonces como patológico, peligroso,
lamentable, al margen de la sociedad, y estas categorías de juicio se interiorizan con tanta fuerza que sus
residentes se esfuerzan por escapar de ellos no bien pueden hacerlo, para alejarse de quienes son más
pobres, más extranjeros, más lamentables y más “peligrosos” que ellos mismos.
- Esos juegos de separación no proceden únicamente de la intensificación de las desigualdades; derivan de
la transformación de la naturaleza misma de estas. La antigua estructuración de las desigualdades en

8
clases sociales organizaba un mundo muy desigualitario, pero en el cada grupo podía apoyarse en su
cultura y su conciencia de clase. “nosotros los obreros” y “nosotros los burgueses”.
- Por eso las desigualdades de clase podían manifestarse como un orden social injusto, pero también como
un orden estable, en el cual se atribuía a cada quien una posición y una identidad. La destrucción gradual
de ese régimen modifica profundamente la experiencia de las desigualdades sociales.
- Somos desiguales “en cuanto” mujeres/hombres, diplomados/no diplomados, jóvenes/viejos,
sanos/enfermos, estables/precarios, etc. La conciencia de las desigualdades se individualiza, se acentúa y
se aprecia con exactitud. Lo importante, por tanto, es diferenciarnos de los más desiguales y marcar
nuestro rango y nuestra posición, porque siempre estamos bajo la amenaza de ser desiguales y
“despreciados”.
- La experiencia de las desigualdades incita pues a denunciar las grandes desigualdades al tiempo que se
consagra a defender las “pequeñas” que son las que marcan las diferencias esenciales. Las empresas
venden desigualdades que las sociedades compran con pasión.

La escuela:
- La elección de la desigualdad no solo tiene que ver con posiciones simbólicas y distinciones; es también un
problema de elección racional cuando los individuos se encuentran en una situación de competencia por la
obtención de bienes relativamente escasos o muy jerarquizados.
- Hasta comienzos de la década de 1960, las desigualdades escolares estaban inscritas en la organización
misma de la escuela, que yuxtaponía la escuela del pueblo a la de la burguesía.
- La escuela se ha vuelto más igualitaria y la cantidad de egresados se ha multiplicado. La masificación
escolar constituyo una democratización del acceso a los estudios.
- Las desigualdades escolares son consecuencia directa de la distribución desigual del “capital cultural” y de
la proximidad de la cultura escolar y la cultura burguesa. En el fondo, mientras haya desigualdades
sociales, la escuela no podrá sino relejarlas y reproducirlas de generación en generación.
- Al mismo tiempo que la masificación escolar abrió las puertas de la escuela, desplego una competencia
generalizada en la cual cada uno está interesado en obtener los bienes escolares más escasos y rentables
en el mercado de trabajo.
- Los padres saben que el desempeño escolar de sus hijos tendrá un papel decisivo en su futura trayectoria
social, y que los títulos tienen mucha influencia en el acceso al empleo y el nivel de ingreso.
- Principio de justicia indiscutible: la igualdad de oportunidades meritocrática.
- No todos los establecimientos valen lo mismo, no todas las disciplinas valen lo mismo.
- El sistema escolar es elitista porque el modo de producción de las elites rige todas las jerarquías escolares
y todo el sistema de formación, y porque determina la experiencia escolar de todos, incluidos los que
ignoran la existencia misma de las formaciones de elite.
- La propia oferta escolar se torna desigualitaria.

Culpar a las víctimas:


- Creencia en el mérito individual y en la idea de que gran parte de las desigualdades son justas y
justificables.
- Toda vez que esas víctimas estén un tanto alejadas en lo social y provengan geográficamente de otra
parte, el sentimiento de solidaridad se extingue frente al rigor d la sospecha de meritocracia.
- La economía moral del mérito y la dignidad siempre termina por culpar a las víctimas y por designar los
“casos sociales” y a los “inmigrantes” como aprovechadores.

El miedo:
- Esta inclinación a culpar a las víctimas se fortalece en la medida en que los más favorecidos y frágiles
están relativamente cerca y plantean una amenaza de caída social y desclasamiento.
- Los riesgos reales de caída y dasclasamiento se han transformado en un verdadero pánico moral.
- Cuando la adhesión a las pequeñas desigualdades se mezcla con el miedo al desclasamiento, resulta
difícil imaginar que pueda constituirse un frente común de combate contra las desigualdades.

9
- Los asalariados tienen miedo, sin duda, de perderlo todo si renuncian a las protecciones estatutarias para
compartir los riesgos, pero no es ilegitimo pensar que defienden también las desigualdades de las que se
benefician.
- La cuestión es más bien tratar de comprender porque el sentimiento solidario que induce a querer la
igualdad de todos se ha debilitado tanto, y saber qué es lo que podría fundar hoy una movilización en favor
de la solidaridad. La distancia creada entre el principio de igualdad y las desigualdades sociales invita, por
tanto, a interrogarse acerca de los fundamentos de la solidaridad, y en particular, sobre sus dimensiones
simbólicas e imaginarias: la fraternidad.

La solidaridad como condición de la igualdad:

- La creencia en la igualdad fundamental de todos es necesaria, pero no basta cuando se trata de la


búsqueda activa de la igualdad social, que se funda en lazos y sentimientos de solidaridad, semejanza y
fraternidad. Puedo desear la igualdad social de aquellos a quienes me siento próximo y relativamente
semejante, de aquellos a quienes me siento próximo y relativamente semejante, de aquellos cuya igualdad
me incumbe y por los cuales acepto pagar y renunciar a los beneficios de las desigualdades mayores. Sin
esos lazos prácticos e imaginarios, el reconocimiento de la igualdad fundamental no nos compromete
necesariamente a buscar una igualdad real.

Los fundamentos de la desigualdad:


- De manera clásica, las teorías sociales y políticas consideran que la solidaridad se apoya sobre tres
pilares. El primero es la interdependencia de las actividades económicas y sociales, la división del trabajo
en virtud de la cual necesitamos los unos de los otros, porque no podemos hacer todos nosotros mismos.
La división del trabajo crea naturalmente lazos de solidaridad.
- El segundo pilar, es de naturaleza más política. Hobbes: habida cuenta de su carácter egoísta, agresivo,
hostil por naturaleza, los hombres han aceptado ser solidarios y renunciar a su propia violencia para dejar
el monopolio de esta en manos del soberano. La solidaridad es en primera instancia de índole política y las
revoluciones democráticas constituyen un cambio en la naturaleza del contrato, porque el monarca cede el
lugar al pueblo soberano.
- La tercera familia teórica funda la solidaridad en un registro más simbólico, un imaginario de esta que es
posible definir como fraternidad. Somos solidarios porque adherimos a mitos, relatos y símbolos que nos
constituyen como “germanos”.
- Ya sea que se funde en la religión, la nación o el pueblo soberano, la construcción simbólica de la
solidaridad apela en todos casos a una comunidad imaginaria y sagrada en cuyo nombre se presta
juramento.
- Ninguna de estas tres teorías es autosuficiente puesto que todas se combinan.

Los relatos de la fraternidad:


- La solidaridad no procede exclusivamente del funcionamiento económico y los acuerdos políticos. Con
anterioridad a esta vida social, la solidaridad se apoya también en creencias y representaciones.
- Es difícil ignorar que la igualdad exige un sentimiento elemental de fraternidad.
- Una nación es, pues, una gran solidaridad constituida por el sentimiento de los sacrificios que se han
hecho y los que todavía se está dispuesto a hacer.
- Las definiciones simbólicas e imaginarias de la solidaridad generan obligaciones de reciprocidad y reparto
necesarias para la búsqueda de la justicia y la igualdad, a la vez, que ofrecen recursos subjetivos a los
individuos. Las connivencias implícitas de a pertenencia a la comunidad son recursos de la resiliencia
contra las desigualdades y el desprecio más brutales.
- Los grupos discriminados se apoderan de los relatos nacionales y los repertorios imaginarios para
denunciar la injusticia de su suerte. Los relatos de la solidaridad se convierten en una de las apuestas de
las luchas sociales.

Malestares en la solidaridad:

10
- Disociación entre las pruebas colectivas y las apuestas individuales, esto es, el sentimiento de no
reconocerse en la sociedad y sus representaciones. El sentimiento de solidaridad está en problemas. Es
probable que los individuos sufran al ver el grado de debilidad que alcanzo la fraternidad, a pesar de que
existen numerosas manifestaciones de las solidaridades más inmediatas (familias, barrio, etc).
- El retorno del pueblo y los populismos es una acción de repliegue y exclusión, dado que solo contempla la
construcción de una fraternidad a través del rechazo a quienes no son semejantes. Por otro lado, los
populismos también involucran deseos de solidaridad que movilizan “grandes relatos” convertidos en
encantamientos: el relato de la nación como comunidad y el del pueblo-clase.
- Los lazos y los sentimientos de solidaridad son el producto de largas construcciones económicas y políticas
y de relatos que terminan por forjar los imaginarios de la fraternidad necesarios para los progresos de la
igualdad.

Los silencios y las voces en America Latina (Alcira Argumedo).


- ¿Se consideran verdaderamente humanos esos seres desposeídos, agraviados por el hambre y la miseria,
marginados por las modernizaciones salvajes? ¿Cuáles son las verdades y los fundamentos inapelables
que justifican privilegios desmedidos al precio del sufrimiento de miles de millones de hombres?
- Nuestro objetivo es reivindicar el valor teórico-conceptual de esas vertientes de América Latina, la
existencia de una matriz latinoamericana de pensamiento popular, con perfiles autónomos frente a
corrientes de la filosofía y las ciencias humanas.
- Cuando señalamos la existencia de esos parámetros socioculturales fundamentales en AL, resaltando los
contrastes y continuidades, estamos lejos de imaginar bloques compactos, sin matices o mutuos
intercambios.

¿Desde que “nosotros” pensar la modernidad?:


- Tierra de dolor y de esperanzas, de desorbitadas fusiones genéticas, poca duda cabe acerca de la
heterogénea composición de una “identidad latinoamericana” propia de estos Territorios, unificados
originalmente en el proceso traumático de la conquista y la colonización.
- El reconocimiento de le heterogeneidad cultural de los sectores populares de América Latina —que resalta
ante la creciente homogeneización de sus clases dominantes y las clases medias acomodadas— surge
con fuerza como problemática de las ciencias sociales al calor de la “crisis de los paradigmas teóricos”.
- Dan cuenta de fenómenos que no pueden explicarse integralmente desde las concepciones oficializadas
en las ciencias sociales y el análisis político.
- En la constitución de la historia como historia universal a partir del siglo XVI, el ingreso de las sociedades
americanas a la Modernidad iba a producir un mapa socio-cultural de características desgarrantes. El
sometimiento, la degradación y la dramática ruptura de los equilibrios ecológicos y sociales en las grandes
culturas sedentarias. La persecución y el aniquilamiento de los grupos culturales nómades que resistieron
al dominio se vincula con la introducción masiva de esclavos negros en las regiones aptas para las
plantaciones; y a ella se agregarán nuevos contingentes colonizadores que habían de transformarse en
aristocracias espúreas. Al mestizaje y la interpenetración entre estas líneas principales se sumarían más
tarde, promediando el siglo XIX, nuevas masas de población migrante europea y diversos grupos raciales
de las regiones del Este, expulsados de sus países por la madurez de la Revolución Industrial o los
conflictos políticos y religiosos.
- Será una coexistencia conflictiva, de confrontaciones sociales y étnico-culturales, donde se producen
múltiples intercambios de significados, sincretismos religiosos, líneas de continuidad de identidades
hostigadas, incorporación de nuevas creencias y rituales que se yuxtaponen con tradiciones ancestrales.
Antiguas pautas cotidianas y lingüísticas conviven con la adopción del idioma de las clases privilegiadas de
origen europeo en tanto las formas de comunicación popular continúan asentándose en las lenguas
originarias, que no pudieron ser desplazadas.
- Casi trescientos años de levantamientos de las poblaciones autóctonas y de los contingentes negros.
Resistencias y rebeldías que dan cuenta de la reivindicación de identidades, de la profunda vocación de
autonomía y libertad, de la defensa de una condición humana negada, de mandatos culturales
subterráneos que durante la larga etapa de la conquista y la colonización alimentarían las memorias,
valores y significados de las clases subordinadas de América Latina y constituyen el sustrato de una
11
cultura popular heterogénea, de múltiples vertientes y amalgamas, que estaba lejos de sentirse expresada
en las ideas eurocéntricas absorbidas por las capas dominantes de origen blanco.
- Diagraman un cuadro de sociedades con gran complejidad interna y agudas diferencias entre sí, que
contrasta con la sincronía manifestada por las realidades políticas latinoamericanas a lo largo de su
historia.
- Es posible y necesario reconocer la existencia de una matriz propia, autónoma, de interpretación de los
fenómenos sociales. Un paradigma teórico-político alternativo, con caracteres peculiares frente a las
corrientes de pensamiento que expresan las distintas vertientes del liberalismo, el nacionalismo
aristocratizante y el marxismo ortodoxo. Afirmar la existencia de una matriz autónoma de pensamiento
popular latinoamericano.
- Implica reconocer la legitimidad de las concepciones y los valores contenidos en las memorias sociales
que, en el transcurso de cientos de años, fueron procesando la “visión de los vencidos”, una visión
diferente de la historia. Esa matriz de pensamiento con valores de orientación nacional y popular no
pretende una autarquía teórica. Por el contrario, su sistematización requiere elaborar respuestas críticas
frente a los paradigmas eurocéntricos demostrando el carácter parcial que los impregna, en tanto se
revelan incapaces de dar cuenta de la totalidad de los fenómenos procesados contemporáneamente en
cada momento histórico.
- Kant coloca las bases de una reflexión filosófica sobre una actualidad, como planteo de pertenencia a un
presente, a “un determinado nosotros, a un nosotros que se enraíza en un conjunto cultural característico
de su propia actualidad". Un presente, una actualidad, una contemporaneidad, una modernidad que, sin
duda, no incluye en ese “nosotros” a una parte significativa del género humano. La raza americana, por
efecto del clima, es “demasiado indiferente para realizar una cultura e incapaz de ejercerla, muy por debajo
de los mismos negros”.
- Ese pueblo americano supuestamente incapaz de forma alguna de civilización, carente de afectos y
pasiones, protagonizaba el más decisivo levantamiento de las masas populares de América del Sur
encabezadas por el descendiente del último rey incaico, Tupac Amaru II. La rebelión —que corona un largo
ciclo de insurrecciones y llegaría a extenderse en distintas zonas de los actuales territorios de Perú, Bolivia,
Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Venezuela— enfrentó la expoliación.
- En la heterogénea y conflictiva composición social, étnica y cultural del virreynato del Perú, conformada a
través de casi tres siglos de dominio español, la rebelión de Tupac Amaru tuvo características integradoras.
Intentaba amalgamar a los criollos, negros, mestizos e indios en una sola nación, donde no se excluía a
nadie por razones de color.
- Tupac Amaru se proclamaría Inca, Rey del Perú, pretendiendo instaurar una sociedad nueva conducida por
una monarquía incásica capaz de integrar y reconocer con un sentido “nacional” a las clases, castas,
culturas y razas que componían la realidad peruana de fines del SXVIII.
- En este sentido, consideramos que no existen marcos teóricos “inocentes” en sus consecuencias y
vinculaciones políticas. Recuperar el potencial teórico autónomo contenido en el pensamiento
latinoamericano.
- Existencia de una línea histórica nacional-popular en casi todos nuestros países. Línea histórica que
recupera las tradiciones culturales populares, las luchas de emancipación y resistencia, los intentos y aspi-
raciones autonomistas, las identidades sociales y regionales procesándose —no sin conflictos— en
articulaciones mayores.
- Desde nuestro punto de vista, las dificultades para llevar la crisis de las ciencias sociales latinoamericanas
hasta las interrogaciones más sustantivas se ligan, entre otros aspectos, con la tendencia a desvincular los
desarrollos teóricos de los condicionantes históricos, al tiempo que se ignoran, en el estudio de los
pensadores del mundo central, las “vidas paralelas” de quienes, en esos mismos momentos, pensaban y
luchaban en América Latina por construir un mundo diferente al que pretendían imponerles las grandes
potencias.

Algunas vidas paralelas:


a) La emancipación americana y la restauración europea:
- En el mismo período en que Hegel va madurando su sistema filosófico, Simón Bolívar lidera la epopeya de
la emancipación americana. Son dos contemporáneos que piensan el pasado, el presente y el futuro desde
latitudes y perspectivas disímiles. Y en tanto Hegel define a esta parte de América como pueblos sin
12
historia, incapaces de contarse entre los elegidos que aportan al despliegue universal del Espíritu, Bolívar
junto a Artigas, Hidalgo o Morelos, entre otros líderes latinoamericanos, buscaban convertirlos en
protagonistas de una historia independiente.
- El pensamiento hegeliano va a coincidir con Locke en que liberalizar y democratizar a la sociedad es
otorgarle racionalidad, lo cual significa impedir las injerencias extrañas y coartar los eventuales
despotismos mediante la ley, ante la cual todos los individuos son iguales. La historia aparece entonces
como una lucha entre naciones que mostrará a algunos pueblos en posición dominante y a otros en
condiciones subordinadas.
- Hegel juzga a América fundamentándose en las tradiciones anti-americanistas europeas que ya habían
influido fuertemente en Kant: “Los aborígenes americanos son una raza débil en proceso de desaparición.
Sus rudimentarias civilizaciones tenían que desaparecer necesariamente a la llegada de la incomparable
civilización europea. Y así como su cultura era de calidad inferior, así quienes siguieron siendo salvajes lo
fueron en grado sumo: son las muestras más acabadas de la falla de civilización... A los europeos les
tocara florecer una nueva civilización en las tierras conquistadas... Hará falta un buen lapso de tiempo para
que el europeo consiga despertar en ellos un poco de dignidad”.
- Simón Bolívar formula las coordenadas de una matriz autónoma de pensamiento que habría de recuperar
los relatos de resistencias a la expoliación colonial. “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el
europeo ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una
emanación de la Europa... Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La
mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano y
este se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros
padres diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta
desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia...Unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa. La
sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla...” (Discurso de Angostura, 1819).
- En México, luego de un primer enfrentamiento entre las elites criollas y las fuerzas coloniales, que en 1808
se definiría a favor de estas últimas, las nuevas voces de la insurgencia van a ser protagonizadas por los
campesinos y los trabajadores mineros, liderados por el cura Miguel Hidalgo y más tarde por José María
Morelos. Entre las primeras medidas, Hidalgo decreta la abolición de la esclavitud, la extinción del tributo
de los indios y la devolución de las tierras a las comunidades indianas que habían sido despojadas por los
terratenientes criollos y españoles. El nuevo líder incluye en su programa la independencia bajo la forma
republicana de gobierno; la supresión de las diferencias de castas en nombre de la igualdad y la división de
las grandes propiedades rurales que se habían ido apoderando de las tierras comunales y los cultivos de
subsistencia. Recuperación de las tradiciones comunitarias y populares y reivindicación de su dignidad.
- Los principales factores del poder realista, la jerarquía eclesiástica y las clases criollas privilegiadas,
lograran finalmente imponerse en 1815 sobre las fuerzas militares de Morelos.
- Durante esos mismos años, en la banda oriental del Rio de la Plata, el movimiento artiguista será la
expresión más claramente popular de las políticas que inicialmente promueven el proceso de
emancipación. Al calor del levantamiento rural encabezado por José Gervasio de Artigas, se irán
formulando en los años que corren entre 1810 y 1820 los lineamientos de una concepción democrática
concebida como el sustento social de la independencia. Las reivindicaciones que encarna este proyecto
emanan de las masas de indios, mestizos, mulatos, negros y una minoría de patriotas blancos que com-
ponen sus filas. Artigas supo interpretar los rasgos más profundos de la cultura y las aspiraciones de esa
compleja sociedad rural.
- Los documentos políticos de Artigas recogen muchos de los conceptos del pensamiento contractualista
europeo, en especial de Rousseau. Hablan de ley, razón, contrato social, constitución, libertad, propiedad;
sin embargo, es posible observar las profundas mutaciones que en ellos se operan al insertarlos en el
contexto de las raigambres culturales y de las demandas de las masas artiguistas. Partidario del gobierno
republicano basado en el respeto a la autonomía de las provincias, el líder oriental plantea la necesidad de
establecer un contrato social. Pero lo que preside e inspira la necesidad de este contrato no es el
resguardo del libre goce de la propiedad privada individual, sino que se trata de un contrato entre
comunidades, provincias o regiones, para la salvaguarda de la independencia de la nación. Los
contratantes no son los individuos sino los pueblos y provincias, donde la libertad es a un mismo tiempo
independencia y federalismo en cuyo marco —y sólo allí— cobra sentido y es posible la libertad individual.
La distribución de tierras promovida por Artigas favorecía ampliamente a esas capas que conformaban las

13
huestes revolucionarias; se trataba de establecer una redefinición de la propiedad que anticipa el principio
agrarista de la posesión vinculada con el afincamiento y el trabajo.
- Estado articulador de una idea de la democracia que abarca lo económico, lo político y lo social, como
modelo integral de sociedad y garantía para la consolidación de la libertad nacional e individual; ya que el
efectivo ejercicio de las libertades individuales sólo era posible en la medida en que se protegiera la
libertad de las comunidades donde estos hombres convivían.
- Desde esta perspectiva, el artiguismo plantea la organización nacional a través de estadios sucesivos de
articulación social y regional. En cada una de las comunidades, el gobierno estaría asentado en la
soberanía popular —el “gobierno inmediato”— una forma de democracia directa que suponía el ejercicio
del poder por el consenso de las mayorías participando en asambleas plenarias.
- El proyecto de Artigas —una república democrática, igualitaria, independiente, susceptible de integrar a las
capas étnicas y sociales marginadas por el dominio colonial, con fuerte inserción en las tradiciones,
creencias y culturas populares— encontrará la drástica oposición del patriciado de las ciudades con su
racionalismo ilustrado y mercantil.
- Las propuestas de Artigas, Bolivar, Hidalgo y Morelos entre otros, van a conformar las primeras
expresiones políticas de esas otras ideas de América Latina que, hasta entonces, se alimentaran
subterráneamente en las rebeliones, en las resistencias culturales y en la vida cotidiana de una vasta
población del continente a quien el esquema colonial les había negado su condición humana.

b) El mundo de fines del siglo XIX:


- Luego de casi siete décadas de confrontación con los proyectos resistentes y autonomistas populares se
han consolidado, en la mayor parte de los países latinoamericanos, regímenes oligárquicos aliados con los
intereses de Inglaterra en el sur o bajo la influencia hegemónica de los Estados Unidos en el norte. El
proyecto modernizante y europeísta de los ochenta es ya una realidad en nuestros territorios, mientras el
decadente imperio español sólo ha logrado conservar sus colonias en Cuba y Puerto Rico.
- José Marti: “El gobierno ha de nacer del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia
del país... Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repú-
blicas el mundo; pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas...”
- Una matriz autónoma de signo nacional y popular para gobernar el pueblo de los hombres naturales; una
matriz donde se inserten las más ricas ideas del pensamiento universal, pero cuyo tronco ha de ser
latinoamericano. Porque sólo por esos caminos América Latina podrá buscar las claves de su propio
enigma.
- La verdadera libertad de los indígenas, los negros, los sometidos, fue el sustento principal de su
pensamiento. Una matriz latinoamericana y popular susceptible de dar respuesta a la historia desde una
concepción no excluyente de lo humano porque “un progreso no es verdad sino cuando invadiendo las
masas penetra en ellas y parte de ellas”. De su vasta producción surgen lineamientos de comprensión y
crítica acerca de la vigencia de las grandes civilizaciones precolombinas y también del exterminio de los
indios en América del Norte; de la situación de los negros y mulatos en ambas Américas; del crecimiento
de los monopolios y sus consecuencias sociales en las metrópolis y en las políticas imperialistas; del papel
del liberalismo económico y los sectores oligárquicos aliados con los proyectos de dominio colonial y
neocolonial.
- Mientras tanto, en la Argentina, luego de varias décadas de enfrentamiento de las oligarquías porteñas y
del interior contra las alternativas federales, ha logrado consolidarse un régimen republicano con
aspiraciones modernizantes articulado con los intereses neocoloniales de Inglaterra y fuertemente
excluyente de las mayorías sociales.
- En el contexto de estas profundas transformaciones surge en 1891 la Unión Cívica Radical fundada por
Leandro Alem. “El progreso del país están preferentemente constituidos por sus fuerzas morales; y que la
grandeza de la nación reside en las virtudes de su pueblo”. Frente a la ideología positivista, civilizatoria y
“moderna” del Régimen —conformado por las oligarquías nativas en conjunción con los intereses
imperiales de Inglaterra— Leandro Alem reivindica la soberanía del pueblo “como artífice de su propio
destino”.

c) La década infame europea y latinoamericana:

14
- La Primera Guerra ha conmocionado al mundo y su resultado producirá un reordenamiento geopolítico de
gran magnitud, un nuevo equilibrio de poder entre las principales potencias capitalistas. El triunfo de la
Revolución Rusa evidencia la posibilidad de destrucción del capitalismo y motoriza una reformulación en
las realidades políticas de los principales países europeos. Darían lugar a un intenso debate entre las
fuerzas políticas de extracción marxista. La revolución socialista en Europa parecía estar a la orden del día:
es el viejo continente que conocería Mariátegui.
- Hacia 1924, sin embargo, la política europea comenzaba a tomar otros rumbos. La muerte de Lenin inicia
la lucha por el poder en la URSS que culminará más tarde con el ascenso de Stalin y el destierro de
Trotsky.
- Durante la segunda mitad de los años veinte y a lo largo del decenio de los treinta, ya signado por la crisis
mundial, el crecimiento arrasador del fascismo en Italia y el nazismo en Alemania imponen nuevas líneas
de reflexión al pensamiento marxista europeo, acosado además por el sectarismo stalinista. Los
interrogantes sobre el desarrollo de la conciencia social, en términos más complejos que los planteados por
Marx y simplificados por Lenin, se sitúa como uno de sus centros nodales.
- Las dos más grandes revoluciones que se están procesando en esos años: “Mucho ganaría la humana
justicia si todos los pueblos de nuestra América y todas las naciones de la vieja Europa comprendiesen que
la causa del México Revolucionario y la causa de Rusia la irredente son y representan la causa de la
humanidad, el interés supremo de todos los oprimidos...”.
- Resurgen con vigor los patrimonios populares ligados con las antiguas culturas precolombinas, latentes en
la masa de población indígena y mestiza. Junto a una definición del papel del Estado y las organizaciones
sociales, el nacionalismo popular encuentra sus cauces en la literatura y especialmente en el arte pictórico,
acompañando la recuperación y el reconocimiento del exquisito despliegue estético de la artesanía
tradicional.
- Vigorosa corriente de ideas populares e indigenistas, que revalorizan los patrimonios nativos y mestizos
frente a las actitudes miméticas con el pensamiento europeo. Señalan el dualismo y el conflicto entre los
dos mundos que la conquista y el posterior dominio oligárquico han generado en Latinoamérica; y serán el
sustento de las grandes propuestas políticas con vocación nacional y social.
- Haya de la Torre propone la creación de una Alianza Popular Revolucionaria para América sustentada en
cinco líneas principales: la acción contra el imperialismo norteamericano, la unidad política de América
Latina, la nacionalización progresiva de tierras c industrias, la internacionalización del Canal de Panamá y
la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas. Búsqueda de una matriz ideo-política autónoma,
capaz de comprender la especificidad de los problemas y las soluciones nacionales y sociales de estos
países.
- Matriz nacional-popular autónoma con un sentido decididamente antagónico, en su concepto de “lo
nacional” — como reivindicación de identidades sometidas— respecto del nacionalismo aberrante con
vocación imperial que se estaba consolidando en Alemania, Italia y Japón; y también de los nacionalismos
“democráticos” que en Inglaterra, Holanda, Francia, Bélgica o los Estados Unidos fundamentaban la
legitimidad de sus propias vocaciones imperiales.
- En la historia de América Latina, esos períodos de repliegue de las mayorías sociales luego de grandes
derrota, hostigamientos, traiciones o distorsión de sus identidades políticas, suelen dar la imagen de una
aceptación sumisa de los proyectos dominantes. Sin embargo, continúa un procesamiento subterráneo de
concepciones y resistencias culturales que, como tendencia general, antes o después en el tiempo y según
las particularidades de cada país, han vuelto a rearmarse en nuevas propuestas de corte nacional-popular.
- El paralelismo de ciertos rasgos esenciales entre las experiencias políticas de América Latina, remite a
patrimonios culturales profundos que se transmiten a través de las generaciones —con las peculiaridades y
transformaciones que cada una de ellas aporta en ese desarrollo— y actúan como el alimento más
sustantivo para la construcción de los proyectos populares en las distintas coyunturas de la historia.
- La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a tornarnos cada vez más
desconocidos, cada vez, menos libres, cada vez más solitarios.

Las matrices del pensamiento teórico-político:

15
a) Ciencia, política y cultura:
- La multiplicidad de corrientes teóricas, las disimiles fundamentaciones, líneas de interpretación y
metodologías de análisis presentes en el campo de los estudios del hombre, evidencian la relatividad del
conocimiento acerca de lo histórico y lo social. Con su sola presencia cuestionan la ciencia libre de valores
y los postulados de objetividad y universalidad. Evidenciando el carácter hipotético, controvertido y
controvertible de las humanidades y las ciencias sociales.
- Las ciencias humanas están intrínsecamente vinculadas con proyectos históricos y políticos de vasto
alcance, están siempre preñadas de política. Esta relación históricamente condicionada entre la producción
teórica y los procesos políticos, obliga a definir el lugar, la perspectiva desde donde se interpretan los
fenómenos sociales y problematiza la pretensión de aquellas posiciones que se autoatribuyen el patrimonio
de la ciencia considerando a las otras formas del pensamiento como políticas, ideológicas, valorativas o
precientificas.
- Son los condicionamientos políticos del presente y las posibilidades de encontrar puntos de acuerdo, las
que pueden facilitar una recuperación de la propia historia.
- Es posible recuperar, sistematizar y reelaborar en términos de rigurosidad teórica, el pensamiento popular
latinoamericano que históricamente se ha manifestado bajo la forma del discurso político o como
expresiones discursivas no académicas.
- El liberal-funcionalismo, una de las corrientes dominantes de las ciencias sociales, formula el requisito de
establecer compartimientos estancos, divisiones del saber susceptibles de desarrollos autárquicos, sin
considerar la vertebración de cada una de esas particularidades con los otros fenómenos que, en muchos
casos, inciden de manera decisiva sobre el específico problema en estudio.
- Aquello que se pretendía diferenciar “verticalmente” en supuestas ciencias autónomas vuelve de hecho a
articularse “horizontalmente” en función de las distintas concepciones que dan cuenta, desde una visión
integral, de la problemática socio-histórica.
- El análisis crítico de las corrientes de pensamiento desde una óptica global, “transdisciplinaria”, susceptible
de dar cuenta de la incorporación de los fenómenos sociales dentro de las coordenadas que trazan las
grandes líneas interpretativas, se conjuga con el requisito de abordar los fenómenos sociales e históricos
desde una determinada idea de totalidad. Totalidad como una mirada que no solo contemple en sus
principales tendencias los factores y contradicciones que juegan en una sociedad determinada sino,
además, la articulación de estos procesos en su relación con otras sociedades, con la dinámica
internacional en un momento histórico dado. Visión comprensiva, abierta y dinámica.
- Una idea de totalidad que reconoce la riqueza y complejidad del desarrollo de las sociedades y plantea la
elaboración de hipótesis, diagnósticos o supuestos acerca de las tendencias fundamentales que actúan en
los fenómenos sociales, sin caer en un generalismo abstracto o en negar la relativa autonomía con que
puede encararse el conocimiento y la investigación de aspectos específicos.
- Las vertientes de origen liberal son las que más enfatizan en la parcialización en el análisis de los
problemas históricos, políticos y sociales, negando la posibilidad científica de abordarlos desde una
perspectiva de conjunto.
- Preguntarnos hasta donde, una vez más, el debate del Norte occidental incluye solo una parte del relato.
En la otra parte, AL padece las presiones del endeudamiento externo y el comportamiento de los grupos
locales de poder económico-financiero que actúan con una implacable voracidad sobre los recursos
nacionales, desgajando a nuestras sociedades entre un bloque social concentrado, excluyente y
modernizante, y amplias capas de la población que se van empobreciendo día a día.
- Planteamos un concepto de totalidad que, sin caer en totalizaciones reduccionistas, sea capaz de develar
los silencios de las corrientes hegemónicas en las ciencias sociales y de hacer emerger las voces de los
otros protagonistas de la historia.
- Las formulaciones teóricas están inmersas en contextos culturales, son expresión de épocas históricas
particulares y se vertebran con las mentalidades predominantes en diferentes capas de la población de un
país.

b) El concepto de matrices de pensamiento:


- Denominamos matriz teórico-política a la articulación de un conjunto de categorías y valores constitutivos,
que conforman la trama lógico-conceptual básica y establecen los fundamentos de una determinada
corriente de pensamiento.
16
- Se procesan las distintas vertientes internas como expresiones o modos particulares de desarrollo teórico.
Estas vertientes constituyen ramificaciones de un tronco común y reconocen una misma matriz.
- La pregunta por la esencia de lo social, por el concepto o la naturaleza de la sociedad, es la base para la
construcción de las distintas matrices presentes en las ciencias sociales y en el pensamiento político e
ideológico.
- La definición de las matrices de pensamiento nos permite detectar las líneas de continuidad o ruptura de
los valores, conceptos, enunciados y propuestas pertenecientes a las principales corrientes ideológicas en
las ciencias sociales y en el debate político de nuestro tiempo. Es preciso establecer el significado real
adquirido por cada uno de ellos en el interior de una matriz dada; ya que los conceptos no actúan
aisladamente.
- Las matrices de pensamiento son formas de reelaboración y sistematización conceptual de determinados
modos de percibir el mundo, de idearios y aspiraciones que tienen raigambre en procesos históricos y
experiencias políticas de amplios contingentes de población y se alimentan de sustratos culturales que
exceden los marcos estrictamente científicos o intelectuales.
- Las matrices de pensamiento son expresión de procesos sociales, políticos, económicos y culturales y
tienden a incidir con mayor o menor fuerza sobre las realidades y los conflictos nacionales e
internacionales. Conforman las bases de fundamentación de proyectos históricos y guardan una fluida
continuidad con las manifestaciones de la cultura, con las mentalidades predominantes en distintos
estratos de población y en diferentes regiones, reflejando el carácter intrínsecamente polémico del
conocimiento social.

c) Matrices y paradigmas:
- La idea de matriz de pensamiento presenta algunas similitudes con el concepto de paradigma. El
paradigma hace referencia a las “realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto
tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica”, y conlleva teorías,
métodos y normas de investigación casi siempre inseparables entre sí.
- Un primer punto de diferenciación estaría dado en el hecho de que, mientras el paradigma hace referencia
específica y restringidamente al campo científico –sin tomar necesariamente en cuenta las llamados
factores externos-, las matrices de pensamiento serían las formas más sistemáticas y analíticas de
fundamentación teórica y metodológica de esos factores externos.
- Un segundo eje de diferenciación nos permitiría establecer que, en tanto el paradigma tiende a enfatizar los
momentos de crisis y ruptura de los modelos predominantes en las ciencias durante un periodo dado y su
reemplazo por nuevos patrones científicos, las matrices buscan más bien establecer las líneas de
continuidad histórica de determinadas corrientes de pensamiento, vinculadas con la recuperación explícita
o implícita de concepciones y valores fundantes que se reproducen en las distintas vertientes o
actualizaciones desarrolladas a partir de un tronco común.
- El conocimiento no es nunca un estado, sino un proceso influido por las etapas precedentes del desarrollo.
- La persistencia de los patrimonios culturales establece líneas de continuidad histórica, transmitidas de
generación en generación.
- Puede considerarse que las matrices de pensamiento son formas de tematización de determinadas
visiones del mundo que han sido procesadas por las mentalidades sociales.
- En el campo de las ciencias sociales los factores externos tienen una influencia decisiva en el desarrollo
conceptual.

d) Matrices y “epistemes”:
- Episteme: estructuras profundas, subyacentes, que delimitan al campo más amplio del conocimiento y la
percepción en una época histórica determinada.
- Fenómeno subterráneo, inconsciente, que establece el “lugar” donde los hombres están instalados y desde
el cual se conoce y actúa.
- En el marco de una misma episteme pueden convivir distintas concepciones o matrices de pensamiento.
- Tres principales matrices del pensamiento occidental predominantes: la matriz del liberalismo económico,
la matriz derivada de la filosofía jurídico-política liberal y la que estructura el marxismo.
- Argumedo: “se trata de ver cuál es el potencial teórico, las concepciones autómatas inmersas en esos
códigos ignorados, los significantes que expresan esas voces silenciadas.
17

Potrebbero piacerti anche