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UNIVERSIDAD DE LA SALLE

FACULTAD DE FILOSOFIA
TEORÍAS LITERARIAS
JUAN CAMILO REINA
30091651

EL ENCIERRO EN LA CULTURA.

Desde los inicios de las sociedades a la mujer se le ha sometido a labores


estrictamente hogareñas. Culturalmente hablando, a ella se le ha encargado la
peliaguda tarea de educar a sus hijos y mantener limpio el hogar en el que
viven con su familia. Mientras que el hombre por el contrario, es el que lleva las
riendas en la economía familiar, es el encargado de trabajar para sustentar el
hogar y del mismo modo se encarga de tomar las decisiones importantes que
tienen que ver con las manifestaciones socio-políticas de la ciudad en la que se
encuentra viviendo. Es el único calificado para poder sobre llevar una vida
social en la esfera pública y al mismo tiempo en la esfera familiar. Esta clase de
actos han acompañado los grandes acontecimientos de la historia, la mujer
relegada a un encierro constante con trabajos continuos, manteniendo vivo su
interés en cada miembro que compone la familia y dejando en segundo plano
los sueños o ideales que alguna vez hicieron parte de ella, las únicas
decisiones que son intervenidas por ella son la de cómo y cuando preparar
cierta clase de alimentos al marido y a sus hijos.

Mucho tiempo ha tenido que pasar para que veamos cierto cambio en esta
tradición cultural ya asentada en la mayor parte de las sociedades que
componen las grandes naciones. Poco a poco la mujer ha sabido sobrellevar
esta carga y a manera de protesta con la misma sociedad que la oprime, se ha
encargado de escalar posiciones importantes en el pensamiento estructural
general que delimita a la sociedad y a los que la componen, para así lograr
vincularse en labores que no tienen nada que ver con los quehaceres del
hogar. El pensamiento femenino ahora va más allá de estas labores cotidianas,
entra en los mismos cuestionamientos que al parecer solo habían sido tratados
por pensamientos exclusivamente masculinos, pero con una deuda por saldar
con la sociedad y la opresión que la ha invadido. Lejos hasta llegar a ser
valorada de la misma manera que se puede valorar a un hombre al momento
de ser contratada para un trabajo por ejemplo. En consideración con tiempos
pasados, poco a poco se desvanece esa imagen creada por el hombre en la
que la mujer solamente es objeto del deseo, objeto o imagen que sirve como
inspiración para crear grandes obras o para dar clarividencia al más vehemente
enamorado, todo esto va de la mano con la belleza que puede desprenderse
de la apariencia de la mujer, viéndola así como un objeto sexual, que mas que
valorarla como alguien totalmente virtuoso, se valora como alguien que puede
tranquilizar todos esos deseos y pensamiento que nos lleva a pensar en
nuestra libido en su máxima expresión.

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