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El ngel de la Muerte y el rey de Israel

Se cuenta de un rey de Israel que fue un tirano. Cierto da, mientras estaba sentado en el. Trono de su reino, vio que
entraba un hombre por la puerta de palacio; tena la pinta de un pordiosero y un semblante aterrador. Indignado por su
aparicin, asustado por el aspecto, el Rey se puso en pie de un salto y pregunt:

-Quin eres? Quin te ha permitido entrar? Quin te ha mandado venir a mi casa?

-Me lo ha mandado el Dueo de la casa. A m no me anuncian los chambelanes ni necesito permiso para presentarme ante
reyes ni me asusta la autoridad de los sultanes ni sus numerosos soldados. Yo soy aquel que no respeta a los tiranos. Nadie
puede escapar a mi abrazo; soy el destructor de las dulzuras, el separador de los amigos.

El rey cay por el suelo al or estas palabras y un estremecimiento recorri todo su cuerpo, quedndose sin sentido. Al
volver en s, dijo:

-T eres el ngel de la Muerte!

-S.

-Te ruego, por Dios, que me concedas el aplazamiento de un da tan slo para que pueda pedir perdn por mis culpas,
buscar la absolucin de mi Seor y devolver a sus legtimos dueos las riquezas que encierra mi tesoro; as no tendr que
pasar las angustias del juicio ni el dolor del castigo!

-Ay! Ay! No tienes medio de hacerlo. Cmo te he de conceder un da si los das de tu vida estn contados, si tus
respiros estn inventariados, si tu plazo de vida est predeterminado y registrado?

-Concdeme una hora!

-La hora tambin est en la cuenta. Ha transcurrido mientras t te mantenas en la ignorancia y no te dabas cuenta. Has
terminado ya con tus respiros: slo te queda uno.

-Quin estar conmigo mientras sea llevado a la tumba?

-nicamente tus obras.

-No tengo buenas obras!

-Pues entonces, no cabe duda de que tu morada estar en el fuego, de que en el porvenir te espera la clera del
Todopoderoso.

A continuacin le arrebat el alma y el rey se cay del trono al suelo.

Los clamores de sus sbditos se dejaron or; se elevaron voces, gritos y llantos; si hubieran sabido lo que le preparaba la
ira de su Seor, los lamentos y sollozos an hubiesen sido mayores y ms y ms fuertes los llantos.

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