Sei sulla pagina 1di 19

- Alexandra, ¿qué haces aquí?

– dice Igor con un


gesto alegre y de sorpresa.

- Bueno, pensé que...que podrías estar


trabajando todavía y quise venir a visitarte,
creo que te debo una explicación.

- Claro, pero ¿cómo supiste donde trabajo? –


señaló el joven con un gesto suspicaz.

- No es tan difícil saber donde trabajas si


algunas veces has salido en la televisión, ¿no
crees?.

- ¡Claro!, discúlpame, ¡que tonto soy! – dice


mientras se toma la cabeza con las manos como
señal de vergüenza.

- Igor, no te preocupes. Quería decirte que no


fue mi intención despedirte sin razón, sólo
fue que no me sentía muy bien y necesitaba
estar un tiempo sola.

- ¿Por qué dices esto? ...

- ...¡Claro!, creo que no te importa, ¿verdad?,


¡cómo iba a pensar que tú ibas a preocuparte
por algo así de alguien que sólo viste una
vez!, creo que ahora sí que me voy – dice
Alexandra mientras da la vuelta para alejarse.

Igor duda un poco, pero decide gritar.


- ¡No, espera!, ¡no te vayas!.

Alexandra se queda quieta y gira nuevamente.

- Sabes...sé que puede parecer una locura,


pero...no sé que es lo que me pasa. Te conocí
apenas una vez y desde ese día no he dejado de
pensar en ti, te has vuelto el centro de mi
atención, sueño contigo, deseo estar contigo,
y eso me molesta, porque el sentir que mi
corazón no latía con toda la fuerza que
debiera cuando tú no estuviste a mi lado, me
hace sentir vulnerable, y mis sentimientos no
son algo que me gusta demostrar...

- ...Igor...todos estos días me he sentido


culpable por algo tan ínfimo, sin embargo
luego vienes a decirme esto y me doy cuenta
que he actuado como una idiota, pues no te
conozco, pero aquí estoy frente a ti,
pidiéndote perdón como nunca en la vida por
haberte rechazado aquella noche en la plaza y
me doy cuenta...

- ...¿qué cosa?... – dice Igor con un gesto de


amor en sus ojos.

- ...que realmente no puedo corresponderte, lo


siento, no puedo hacerte daño.
- ¿Daño?, ¡Alexandra, tú nunca me harías daño! –
dice serio.

- Hay muchas cosas de mi que tú no sabes, Igor,


y no es precisamente el tipo de cosas que uno
compartiría con alguien que recién viene
conociendo...ahora...creo que me voy.

Alexandra vuelve a tomar curso contrario a Igor,


pero él grita.

- ¡Está bien!, ¡puedes irte!, yo pensé que el


amor a primera vista podría existir, pero veo
que tú no lo entiendes de esa manera. Pero no
puedes negar que llegaste hasta aquí por una
fuerte razón, no puedes negar que no viniste a
enfrentarme para pedirme perdón por algo que
no fuera importante para ti. ¿Sabes qué?, si
quieres puedes huir, de todas formas no sería
la primera vez que me rechazas, no me importa.
Yo siempre supe que esto era una obsesión,
nada más que eso, porque el amor a primera
vista realmente no existe. Tú eres el ejemplo.

Igor sube al vehículo, lo enciende y parte raudo


hacia su casa.
CAPÍTULO 4: Mi Fuerza de Gravedad

“Decirle eso realmente fue algo que me dolió. No


quería dañarlo, pero tuve que hacerlo.
Lo que más me duele es que una vez más en mi vida
tuve que mentir para conseguir algo. Tuve que
mentir, ocultarme y huir. Una constante desde que
nací.

¿Normal?, nunca he sido normal. ¿Escuela?, jamás


fui a la escuela, no podía mostrarme por temor a
que empezaran a notar mi anormalidad, pero sobre
todo, porque no sabría si podría controlarme, y
eso era algo que me afectaba.

No hay pactos, ni hechizos, ni nada que pueda


cambiarme. Y si lo hiciera, tampoco sabría qué
hacer. Nunca he sido de otra manera, de todas
formas.

Me duele no hablarle, no ir y espiarlo sin que se


dé cuenta. Todo por protegerlo. Soy algo muy
peligroso como para involucrarse conmigo. No por
mi autocontrol, porque eso lo logré hace bastantes
siglos, sino porque me andan buscando, y estoy
segura que lo único que harían sería dañar a mis
seres queridos. Pero lo hecho de menos. Creo que
me enamoré de un extraño, como nunca antes.”
Alexandra deja de escribir en su diario. Se queda
pensativa, triste, su cara parece demostrar cada
vez más su dolor. Unas lágrimas de sangre caen por
sus mejillas.

Casa de Igor / Sábado / 09:47 am.

Igor disfruta su día libre para poder dormir un


poco más, sin embargo los pensamientos de
Alexandra impiden esas ganas y hacen que se quede
en su cama sin hacer otra cosa.

Su madre, que estaba en la cocina, golpea la


puerta.

- ¿Igor?, ¿estás despierto?.

El muchacho se incorpora rápidamente.

- Sí mamá, puedes pasar – dice mientras se


acomoda en la cama.

- Hijo, ¿estás bien?, te noto algo extraño.

- Sí...no...la verdad es que no estoy seguro.

- ¿Qué te ha pasado?, ya sabes que puedes


confiar en mí. Cuéntame qué te pasa – le dice
mientras se acerca y se sienta en el borde de
la cama, junto a su hijo.
- Mamá...¿alguna vez te enamoraste de una
persona de la cual no sabes absolutamente
nada?.

- La verdad es que no, pero sí me enamoré...

- ...¿de mi padre, cierto?...

- ...sí, pero ya vez como terminó. Y no quiero


decir que sea el caso tuyo, pero hijo...debes
conocer bien a la persona primero...tú ya eres
grande y no tengo por qué estar diciéndote
estas cosas, pero si algo que nunca dejaré de
ser es ser tu madre, por lo tanto puedo
aconsejarte hasta que seas un cuarentón,
casado, con hijos – dice mientras ríe con
ligereza.

- ...no me gusta estar así, conocí a esa mujer


y...me cautivó como ninguna otra...pero
olvídalo, parezco una niña...lo mejor que
puedo hacer es olvidarme de todo esto y
preocuparme del trabajo – dice al pegar un
salto de la cama.

- Igor, eso es algo que siempre te he criticado,


tú no puedes esconder los sentimientos de tu
corazón, el que seas hombre no quita que
tengas emociones. Lo peor que puedes hacer es
resistir esos impulsos, porque se acumulan, y
no te dejan en paz.

- Gracias mamá. Después de todo siempre es bueno


conversar contigo, aunque ya tenga 24 años –
dice al reír.

- De nada hijo, ya sabes, no tengas vergüenza en


demostrar lo que sientes. Bueno, entre otras
cosas pasaba para decirte que voy a salir por
un momento, regreso más tarde.

- Está bien, cuídate.

Los dos se abrazan y la madre de Igor se va.

- ¿Qué haré? - dice Igor pensativamente - Aún


sigo pensando que esto es una locura, pero
algo me dice que no debo dejar pasar a
Alexandra...creo que al final de cuentas por
alguna razón la conocí aquella noche. Mejor me
levanto y hago otras cosas...para sentirme
útil en esta casa.

Se sienta nuevamente en el borde de su cama.

- Pero...¿cómo puedo buscarla?, si no sé donde

vive ni lo que hace...bueno, ya se me ocurrirá


algo.
Casa de Amelia / 10:00 am.

Desde que llegó a su casa, Amelia no ha vuelto a


salir de su habitación. No puede conciliar el
sueño, ha tratado y tratado de hacerlo, pero nada
funciona. Ella no entiende su transformación
todavía y ni siquiera sabe que fue convertida, de
hecho el haber tomado sangre anteriormente fue un
deseo natural que no le resultó diferente o
impactante, sólo sintió alivio y placer al
beberla.

Los vampiros neófitos no tienen muchas reglas. Su


comportamiento es errático y confuso, se mueven
prácticamente por el instinto en toda ocasión y si
no tienen una certeza clara de su condición,
suelen vivir en una lucha interna muy difícil
entre lo que creen ser y lo que es su realidad.
Ellos necesitan comprensión y guía de la persona
que los inició o al menos de algún vampiro con más
experiencia que los pueda inducir en su nuevo
mundo.

Amelia se siente diferente, pero no entiende qué


es lo que le pasa, pues su transformación fue en
la más absoluta inconsciencia. En este momento se
siente algo incómoda por la gran sed que siente.

- ¡No sé qué es lo que me pasa! - dice la


muchacha mientras camina de un lado a otro de
su habitación - me siento diferente, mucho
mejor que antes, pero muy confundida.

- Siento que no necesito el aire, que mis pies

están más firmes que nunca sobre el suelo y


que tanto mi vista como mi olfato y mi
audición están funcionando a su máxima
capacidad.

La muchacha sigue pensando en silencio y tratando


de buscar una respuesta a su “nuevo cuerpo”. Ella
decide que es hora de volver a vivir su vida
normalmente, por lo que comienza a arreglarse para
salir de su casa. Se cambia algunas prendas, y al
mirarse al espejo siente algo raro. Mira hacia
atrás y no ve nada, por lo que regresa su vista
hacia el espejo, de pronto ve reflejado a Máximo.

Amelia pega un salto de susto.

- ¡Me asustaste!...¿cómo entraste aquí? - dice


un poco agitada.

- Hay algo que se llama ventana - dice con una

sonrisa burlona en su cara.

- ¿Acaso no sabes entrar por las puertas?

- ¿Nunca te gustaron las leyendas sobre


vampiros?

- ¿Por qué dices eso? - pregunta extrañada.


- Pues...porque lo que te voy a contar es una de

las pocas historias que son reales en nuestro


mundo.

- Sabes, no entiendo nada, ¿a qué te refieres?

- Ay Amelia, veo que no comprendes nada.


¿Siempre fuiste así de limitada?, digo, ¿en tu
vida anterior?.

Amelia se enoja y le pega una cachetada.

- ¡Eso fue salvaje!, hace tiempo que no me dolía

una bofetada, claro, porque si es que alguna


mujer me había golpeado, era sólo una humana,
veo que tienes mucha fuerza.

- ¡Ándate de aquí!, nadie te invitó. Puedes irte

por la puerta, o no, mejor por la ventana, de


la misma forma en que entraste. Como un
ladrón.

Los ojos de Máximo se vuelven rojos de furia.

- ¡Primero me vas a escuchar!, deberías


agradecerme que vine justo antes de que
cometieras el error más grande que podrías
hacer por ignorante.

- ¿Y cuál sería ese error, señor sabelotodo? -

dice con un gesto satírico.


- ¡Salir a la luz!. Te hubieras quemado como un

chícharo.

- Para eso existen los bloqueadores solares...

- ¡Tonta!, primero debes conocer tu nueva


condición.

- ¿Qué? - pregunta preocupada.

- Ya no eres humana. Cuando te ataqué hace


algunos días atrás en la fiesta, no sé por
qué, pero te dejé moribunda, lo cual fue raro,
pues yo suelo siempre terminar con mi trabajo.
Luego te llevaron al hospital y mientras
estabas ahí yo llegué una noche y te di el
regalo de la eternidad. De otra manera
hubieras muerto al cabo de unas horas. Luego
cuando despertaste yo estaba nuevamente ahí y
logré que tomaras sangre. Con eso el proceso
estaba terminado y terminó tu transformación.

Amelia mira con asombro y repugnancia.

- ¡Ahora recuerdo!, tuve algunos momentos de


conciencia mientras sentía que mi cuerpo dolía
y quemaba.

- Sí. Esa era la transformación, sentías tu


cuerpo cambiar poco a poco. Sentías esa
quemazón en cada parte de tu cuerpo. Uno a uno
tus funciones vitales fueron desapareciendo
para dar comienzo a tu nueva condición. Ahora
eres diferente. Tendrás que matar para
sobrevivir, como en la guerra, tendrás que
alimentarte de sangre, si no lo haces, poco a
poco irás secándote hasta morir. No tienes
otra opción.

Amelia está muy impactada y de sus ojos caen unas


pequeñas lágrimas de sangre. No puede dar crédito
a lo que escucha.

- Qué...¿qué me hiciste?. Ahora soy un monstruo.

¡No puede ser!, ¡no puede ser!.

De pronto golpean la puerta de la habitación. Es


Grace, su madre.

- ¿Amelia, estás bien?. Escucho mucho ruido.

- Sí mamá, nada sucede, no te preocupes.

- OK. Si necesitas algo me llamas, saldré por un

momento. Tendré mi celular por cualquier cosa.

- Bien mamá, que te vaya bien.

- Bien Amelia. Tú decides. Estamos demasiado


involucrados ahora. Me necesitas para poder
saber todo lo que requieres para desenvolverte
en esta nueva vida, si es que puede llamarse
vida. ¿Aceptas que sea tu mentor?, o no.

- ¿Y si digo que no? - pregunta desafiante.


- ¡Mueres!, así de simple. Termino con lo que
inicié aquella noche en el Gran Domo y
desaparecerás por completo. Qué triste sería
que tu nueva vida fuese tan corta...

- ...¡está bien!, ayúdame, no tengo otra opción.

Enséñame todo lo que necesito saber, guíame en


las cosas que me van a ayudar a sobrevivir
como el ser que soy ahora. De todas formas mi
desdicha no será mayor que la que ya tengo por
tener una vida vacía y sin propósito.

- ¡Gracias preciosa! - le dice Máximo, mientras

se arrodilla a darle un beso en la mano.


Gracias por dejarme ser tu mentor, no sabes lo
feliz que me hace el poder guiar a
una...pobre...quiero decir, prometedora nueva
vampira.

- Te advierto, Máximo, que no estoy dispuesta a

matar para tomar sangre. ¡Qué asco!.

- Estoy seguro que cambiarás de pensamiento


cuando lo hagas por primera vez. No hay cosa
más excitante y placentera que oler a un
humano y saber que esa es la sangre que estás
buscando. Aprenderás que cada uno de ellos
tiene una característica particular. Lo cual
hace su sangre distinta.
- ¿Por qué no podemos salir a la luz solar?

- Porque desgraciadamente esa es una de las


cosas en que los malditos humanos tienen razón
en sus historias y mitos. Bueno, fuera de
bromas, en realidad no sé la razón correcta,
pero sé lo que puede ayudarte a poder salir
sin transformarte en pollo asado.

- ¿Qué cosa?

- Esto - saca de su bolsillo una pequeña botella

que contiene un líquido.

- ¿Qué es esto?

- Es un aceite esencial hecho de muchas flores y

otros ingredientes. Se comenzó a elaborar


dentro de nuestro círculo, me refiero a los
vampiros, hace algunos siglos atrás y ha sido
el secreto mejor guardado. Espero que lo sigas
guardando.

- ¿Y qué debo hacer con esto?

- Bueno, es un ritual. Debes untarte una pequeña

cantidad en algunas partes de tu cuerpo como:


frente, mentón, pecho, ombligo, manos y pies.
Con eso quedarás protegida.

- Espera, ¿esto lo tengo que hacer cada día?


- No querida, lo bueno es que dura al menos un

mes. Durante treinta días no debes preocuparte


de nada más, salvo estar suministrada. Debes
crear algunos contactos, yo te voy a ayudar.
Pero te advierto que es escasa en ciertas
temporadas y si no consigues, deberás estar
obligada a salir sólo de noche.

- Está bien. Esto me parece gracioso, pero lo


haré.

- Gracioso será tener que asistir a tu funeral

si es que te olvidas de untarte este aceite,


así que más te vale que te lo tomes enserio.
Ahora úntate.

La muchacha coloca una cara de sorpresa.

- ¿Ahora?, no me voy a quitar la ropa en frente

tuyo. Podrías...- hace un gesto de girar con


sus dedos.

- Bueno, ¡está bien!, casi consigo verte sin


ropa - dice mientras ríe.

Máximo se da vuelta.

Amelia hace lo que le dijo el vampiro. Al untarse


una pequeña cantidad en los lugares que le dijo se
da cuenta que su cuerpo absorbe el aceite y siente
una especie de protección especial. Termina.
- Ahora sí. Me siento protegida.

- Bien. No te olvides. Dentro de un mes deberás

hacerlo de nuevo. Ahora un último consejo.

- ¿Cual? - dice Amelia.

- Nunca voy a poder entrar por la puerta si es

que no me presento formalmente a tus padres.


¿Podría venir más seguido y así tus padres me
conocen y no sospechan?. Esto de tener que
saltar hasta tu ventana me cansó.

- Bueno, pero te advierto que cualquier cosa


rara, voy a buscar la manera de deshacerme de
ti.

- Cuidado con lo que dices, Amelia. Ni siquiera

sabrías como hacerlo. Recuerda, ahora


trabajamos juntos, no te atrevas a desafiarme.
Te invito a que vayamos a alimentarnos, lo
necesitas, así damos un paseo.

Máximo se apresta a salir por la ventana.

- ¡Espera! - dice Amelia, deteniéndolo -


¿Podemos salir por la puerta?. No hay nadie en
casa. Mi mamá salió, como te diste cuenta, y
mi papá está en el trabajo. Sí, lo sé, el
sábado también trabaja.

- ¡Vamos!, es entretenido saltar por la ventana.


Máximo toma a Amelia de la mano y afirmándola pega
un salto junto a ella.

El día pasa y una tormenta se acerca. No es


inusual que en esta fecha llueva en la ciudad. El
sol poco a poco se fue ocultando entre las
intensas nubes y un viento suave pero constante
comenzó a soplar en Saint Honore.

Igor se encuentra navegando por internet, y aunque


quiera despegarse de las noticias no puede, por lo
que se encuentra visitando sitios de periódicos
online y está enterándose de las últimas noticias
del país y del mundo. A su lado, en el escritorio,
tiene una taza de café.

Una brisa entra por su ventana, por lo que se


levanta a cerrar la ventana. Mientras lo hace,
suena el timbre de su casa. Va a ver quien es.

Igor abre la puerta y grande es su sorpresa al ver


que es Alexandra.

- Alexandra...eres tú.

- Sí Igor...

- ¿Qué haces acá?, ¿cómo supiste donde vivo?

- Como dicen por ahí, preguntando se llega a


Roma...
- ¿Qué deseas?

- Igor, quiero ser sincera contigo. Tengo muchas

razones por las cuales alejarme de ti, yo no


quiero hacerte daño, se ve que eres un buen
hombre, por lo que preferiría que nos
mantuviéramos distanciados.

- A ver...si viniste a mi casa a rechazarme


nuevamente te pediría, por favor, que dejaras
tus explicaciones para otra oportunidad...

Igor comienza a cerrar la puerta.

- ¡Pero no puedo! - dice Alexandra - no puedo...

- ¿Qué dices? - pregunta confundido.

- Que traté de alejarte de mi vida, pero no


puedo. Casi no te conozco, pero sé que nos
vimos en el parque por alguna razón. Mi vida
no ha sido nunca muy tranquila ni agradable,
sin embargo tu luz y calor me lograron
cautivar. ¿Sabes?, escribo un diario, algo
quizás cliché, pero en él vuelco todos mis
sentimientos, y ahí puse sobre lo diferente y
emocionante que fue conocerte...

- ...sabes...yo escribo en un Blog acerca de lo

que siento, pues no suelo ser muy


demostrativo, sin embargo ahora me di cuenta
que la única manera de comenzar a vivir de una
mejor manera es siento sincero con mis
sentimientos, no teniendo miedo de sentirlos,
o compartirlos. Y la verdad, Alexandra, es que
no quiero esconderte que me gustas mucho y
quiero conocerte más a fondo, que en un
futuro, espero que no sea muy lejano, podamos
tener una hermosa relación...si te parece...

- ...yo sé que puede ser complicado, pero creo

que debo arriesgarme, necesito saber más de


ti, y saber si eres esa persona que he estado
buscando toda mi vida, la persona ideal...

- ...¿te parece si somos amigos?... - dice Igor

nervioso.

- ...está bien...

Igor abre la puerta completamente.

- Entonces me presento. Me llamo Igor Madden y

soy periodista. Encantado de conocerla...

- ...Alexandra Friedrich, mucho gusto...

- ¿Le gustaría pasar, señorita Alexandra?...

- Con mucho gusto - dice Alexandra riendo.

Potrebbero piacerti anche