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Universidad del Rosario

Escuela de Ciencias Humanas


Conceptos Fundamentales de la Ciencia
Profesores: Néstor Miranda y Emilio Quevedo

Ramiro E. Borja M.

Reseña Reconstructiva de la Arqueología del Saber de Michel Foucault

En seguida reseño la conocida Arqueología del Saber1 de Foucault. Para ello, señalo lo que interpreto puede
tenerse por objetivo y luego tesis del texto (1.). Luego reconstruyo los principales argumentos alrededor de
éstos (2.). Cierro el trabajo con un comentario personal (3.). En aras de la brevedad y de ceñirme al campo
argumentativo, tal cual manda el formato2, no consideraré todo el libro en mi escrito. Tendré en cuenta
únicamente lo estrictamente argumentativo, dejando de lado lo que probablemente es la mayor virtud del
texto –la minuciosa formulación y descripción (valga la redundancia) de un aparato descriptivo del discurso-,
para enfocarme en la crítica que el autor hace de otros métodos (y en especial a las categorías que los
sustentan) que, al menos intuitivamente, aparecen como paralelos. Además, una porción significativa de la
argumentación, lejos de alinearse con la satisfacción del objetivo, remite a discusiones teóricas 3 de la época y,
por fuera de aquel contexto, pienso que puede prescindirse de ellas sin afectar el propósito de la reseña.
Excluiré grandes porciones del trabajo, como la descripción minuciosa del método propuesto o su posterior
comparación con la ‘historia de las ideas’ (cuyo evidente propósito es la descripción detallada del alcance del
análisis arqueológico4); me limitaré5 a señalar la crítica de Foucault hacia otras posibilidades y la forma como
él resuelve (o al menos intenta resolver) las falencias que percibe.

1.
Hecha esa primera aclaración, conviene revisar el objetivo del libro. Allí, Foucault se propone la rigurosa
elaboración de un aparato conceptual que permita la descripción sistemática del discurso 6; de sus divisiones,
de sus unidades básicas; de la estructura de sus reglas de conformación, encadenamiento y transformación; y 7
de las diferentes formas de relación entre éstos niveles y elementos. Además, el autor se propone, de
antemano, construir el método sin dar por sentada ninguna de las categorías que se suelen aplicar a ésa tarea u

1
FOUCAULT, Michel; Arqueología del Saber; Siglo XXI, 13ra Ed.; México, 1988.
2
Escuela de Ciencias Humanas; Guía 43b - ‘Cómo… Desarrollar una Reseña Reconstructiva’. Véase en
http://www.urosario.edu.co/cienciashumanas/documents/facultades/pdf/43b.pdf
3
P. ej., la conclusión del libro se ocupa largamente de marcar diferencias con el estructuralismo. Si al trabajo foucaultiano puede o debe
enmarcársele dentro de x o y apodo, es algo que, en mi opinión, no interesa para el presente escrito. Véase Ibíd.; 334 y siguientes.
4
Valga recordar, para evitar posibles confusiones, que la coincidencia entre el método de Foucault y la disciplina de la Arqueología va
poco más allá del nombre.
5
Refiriéndome únicamente a lo comprendido entre ibíd.; p. 33 a 127.
6
En principio puede definirse como cualquier conjunto de enunciados con reglas comunes de conformación. Debe entenderse en su
sentido más amplio, de hecho Foucault señala la posibilidad de aplicar el método arqueológico a análisis sobre la sexualidad, políticos,
estéticos. Véase FOUCAULT, Michel; Arqueología del Saber; Siglo XXI, 13ra Ed.; México, 1988. p. 325 y siguientes.
7
Sin que esto agote el asunto, a penas señalo los rasgos generales.
otras similares (pensemos en influencia, tradición, mentalidad o espíritu, obra y libro; por nombrar las más
evidentes); abandonar temas típicamente modernistas como el de una historia general, continua, progresiva y
coherente; y evitar aproximaciones alegóricas o interpretativas, en cambio, describir lo efectivamente dicho
tal cual aparece y se organiza. Lejos, y vale la pena hacerlo explícito, estaría la pretensión de hacer un
inventario a partir de un criterio como la ‘verdad’, hay que reiterarlo, el objetivo es describir la economía8 del
discurso, no juzgar su validez.

Antes de continuar, una breve digresión para no perderse en algunos de los términos que Foucault emplea. Mi
interpretación sugiere que habría un campo discursivo general; que contendría varias formaciones discursivas;
éstas contarían en su interior un régimen determinado de conformación de los objetos (sobre qué se habla),
enunciación (quién y como lo dice), conceptos (bajo cuales categorías se define) y temas (cuáles elecciones
teóricas se dan por supuestas o cuál es la ‘narrativa’ que relaciona lo anterior), régimen que en conjunto se
denominaría positividad9; dicha positividad caracterizaría la singularidad de cada formación discursiva y
estaría expresada en el archivo10 o grupo de enunciados que tiene por objeto al discurso (y que entiendo yo se
ubicaría al interior de cada formación discursiva); además, fungiría como a priori histórico11 de cada discurso
o formación discursiva, entiendo yo que a modo de conjunto de supuestos, que varía en el tiempo y marca las
transformaciones en el discurso. La unidad básica de todo el sistema sería el elusivo 12 enunciado13, que
interpreto como la función o el rol que ocupa una acto expresivo (cualquiera que sea la forma que adopte)
determinado en relación con un discurso, el significado que ocupa una acto expresivo dentro de una
formación discursiva. La producción de los enunciados y el discurso se daría a través de las prácticas
discursivas, que entiendo por el ejercicio de determinado juego de reglas de conformación concretas, o con
más proximidad al estilo del autor, el conjunto de condiciones de ejercicio de la función enunciativa para una
formación discursiva determinada.

El cúmulo de nociones14 que Foucault pone en juego no se agota allí, las ofrece ad nauseam; con todo, aunque
sea a penas un esbozo, lo dicho tendrá que ser suficiente por ahora. En atención al orden que me he propuesto,
consideraré a la tesis como la pertinencia del sistema arriba esbozado para superar los problemas que suponen
otras descripciones. Recuérdese que Foucault no pretende la exclusión de otros métodos, simplemente
propone el suyo como una alternativa frente a ciertos preexistentes.

2.
¿Bajo cuál criterio pueden establecerse los límites de un discurso? ¿Cuáles son las unidades que el análisis ha
8
En el sentido de estudiar las condiciones y ‘leyes’ (reglas) de producción, transformación, encadenamiento.
9
Ibíd.; p. 212 y próximas.
10
Ibíd.; p. 219 y próximas.
11
Ibíd.; p. 216 y próximas.
12
Cuya verdadera y profunda comprensión desafortunadamente superó mis capacidades.
13
Ibíd.; p. 131 y siguientes.
14
Es importante resaltar que algunas de las más conocidas (el socorrido episteme p. ej.) se refieren a la relación entre la descripción
arqueológica y la cientificidad. Véase ibíd.; p. 298 y siguientes.
de entretener? Esta es la pregunta que sirve como piedra angular a la tarea del autor; sobre eso me ocupo.
Comienzo por exponer su crítica hacia las categorías en las que usualmente se basan ése tipo de análisis.
Luego muestro la insuficiencia de ciertos criterios para, por sí solos, marcar los límites de un discurso. Por
último, señalo la proposición y articulación de un criterio complejo que satisface el propósito del autor.

¿Por qué no simplemente asumir las divisiones existentes? El pensador dice lo siguiente:
15
“Nosotros mismos no estamos seguros del uso de esas distinciones en el mundo de discursos que es el nuestro. Con
mayor razón cuando se trata de analizar conjuntos de enunciados que, en la época de su formulación, estaban
distribuidos, repartidos y caracterizados de una manera totalmente distinta: después de todo la ‘literatura’ y la ‘política’
son categorías recientes que no se pueden aplicar a la cultura medieval ni aún a la cultura clásica, sino por una hipótesis
retrospectiva y por un juego de analogías formales o de semejanzas semánticas: pero ni la literatura, ni la política, ni
tampoco la filosofía ni las ciencias, articulaban el campo del discurso en los siglos XVII o XVIII, como lo han
articulado en el siglo XIX. De todos modos, esos cortes –ya se trate de los que admitimos, o de los que son
contemporáneos de los discursos estudiados- (…) no son caracteres intrínsecos, autóctonos y universalmente
reconocibles.”
Pecan de anacrónicas, por tanto, no describirán a los discursos tal como son, sino que impondrán una
interpretación que desborda el objetivo. En consecuencia, se da por sentada la necesidad de formular unidades
de discurso correspondientes a su época, que no superponer las nuestras.

El autor comienza por atacar las nociones16 de tradición, influencia, desarrollo, evolución, mentalidad y
espíritu. La crítica común puede inferirse en la imagen de homogeneidad que incorrectamente confieren a
unas relaciones que son específicas. No describen la manera como el encadenamiento o transmisión tiene
lugar, más bien, no dejan de ser metáforas calcadas de otros dominios (evolución es el caso mas obvio, del
discurso biológico o de la Historia Natural) sin que se hayan elaborado realmente para describir los variados
fenómenos que pretenden designar. En efecto, son vaguedades de las cuales no puede formularse definición
rigurosa, pues se pone en evidencia su inaplicabilidad para el caso. Siendo más lo que esconden que lo que
describen, no comulgan con el objetivo del autor.

En seguida Foucault la emprende contra las nociones17 de libro y de obra. Para la primera, pueden señalarse
tres faltas: a) Supone que la unidad de todos los libros es la misma, y ello a todas luces no se da; piénsese
solamente en un libro elaborado por diversos autores y alrededor de temas varios, y compárese con el de una
teoría formalizada, expuesta en varios libros pero con el mismo estilo, ¿no se ve arbitraria? b) Además, un
libro ofrece múltiples remisiones que son necesarias para su comprensión, basta con observar las notas de pie
de página para concluir que estos envíos ni siquiera se dan de forma homogénea. Todo ello hace ver que la
portada y la contraportada son límites para las páginas pero no para los discursos, que se articulan a partir de
varios libros, o textos en general, y de forma diferente en cada caso. Se deja ver un criterio arbitrario que no
describe nada a nivel del discurso.
15
Ibíd.; p. 35 y 36.
16
Ibíd.; p. 33 a 35
17
Ibíd.; p. 36 a 39.
Ahora, respecto a la obra (entendida como la producción de un autor, así, se despacha también éste)
nuevamente se daría por sentada una homogeneidad más bien ausente. ¿Cuáles serían los escritos elegidos
entre los montones que se producen en la vida de un ser humano? ¿Habrá que privilegiar un chiste expuesto
en un artículo académico sobre una idea filosófica colada en una carta romántica? ¿Y si tal autor se sumerge
en una secta cualquiera y se opone a lo escrito antes por él mismo; se tendrá por dos obra separadas? Ni
mencionar una variación sutil. La pluralidad de intereses y variabilidad de creencias, que caracteriza la vida
de todo ser humano, impone aceptar que los límites de un discurso no respetan firmas. Si se quisiere
establecer un canon indudablemente se incurriría en la interpretación, pecado que Foucault no se permite aquí.

El siguiente paso18, en mi opinión, no es tan exitoso; pero sobre ello hablaré en la tercera sección. Ataca
Foucault la idea de que un discurso no tenga límites. Se opone a la idea de que un discurso remita siempre a
un origen perdido y una exclusión primigenia (inherente a toda representación, si es que lo sigo), que para
siempre marcarían al discurso y lo definirían más que por lo dicho, por lo que no se dice. Tales ideas pondrían
en jaque la pretensión de otorgar una organización o sentido definido y para siempre determinable a sus
objetos. Y Foucault exclama:
19
“Es preciso renunciar a todos esos temas cuya función es garantizar la infinita continuidad del discurso y su secreta
presencia en el juego de una ausencia siempre renovada. Estar dispuesto a acoger cada momento del discurso en su
irrupción de acontecimiento: en esa coyuntura en que aparece y en esa dispersión temporal que le permita ser repetido,
sabido, olvidado, transformado, borrado hasta su menor rastro, sepultado, muy lejos de toda mirada, en el polvo de los
libros. No hay que devolver el discurso a la lejana presencia del origen; hay que tratarlo en el juego de su instancia.”

El análisis lingüístico y la historia del pensamiento (entendida como la pregunta por el sentido ulterior de lo
aparente, como puede serlo la ‘intención del autor’) tampoco serían aprovechables. El primero se preguntaría
por las reglas de construcción de lo que eventualmente puede decirse 20, no de lo ya dicho. La segunda
tampoco se preguntaría por lo que se dijo, sino por lo que se quiso decir.

Se ha dicho que el propósito es describir el discurso tal cual es. Pero en la práctica, en las unidades ya
constituidas (suponiendo que no sean del todo arbitrarias), ¿cuál es la ligadura? Foucault propone cuatro
hipótesis que examina y pule sucesivamente; las reglas que propone serán, en conjunto reglas de formación y
constituirán en su forma concreta (si es que mi esquema inicial es correcto) una positividad característica de
una formación discursiva (y en ese sentido, los enunciados concretos correspondientes integrarían el archivo):

I. La primera de ellas 21“Los enunciados diferentes en su forma, dispersos en el tiempo, constituyen un conjunto
si se refieren a un solo y mismo objeto”. Sin embargo, ante cualquier ejemplo, se notará que no sólo ha
cambiado el objeto de ‘discursos’ que se tienen por homogéneos y bien establecidos, sino que
18
Ibíd.; p. 39 a 41.
19
Ibíd.; p. 40 y 41.
20
‘Decir’ no debe entenderse allí como lo que ha sido vocalmente articulado; es en el sentido amplio de lo que se ha enunciado.
21
Ibíd.; p. 51.
además se refieren a múltiples objetos. La propuesta entonces sería evaluar las reglas comunes de
formación de los objetos. Foucault distingue por lo menos tres categorías 22: a) superficies de
emergencia (que tomo por el ámbito en el que se hacen observables, y Foucault ofrece el ejemplo de
la ‘locura’ dentro de la familia, el medio de trabajo o la comunidad religiosa), b)instancias de
delimitación (la institución encargada de definir y delimitar el objeto, dentro del mismo ejemplo
puede ser la medicina y el Derecho) y c) rejillas de especificación (interpreto las relaciones entre los
objetos, que tienen lugar en el mismo nivel de abstracción). Por supuesto, con los objetos por sí
mismos no bastará, ¿quién hablará sobre ellos?

II. En segundo lugar 23


“…por un determinado estilo, un determinado carácter constante de enunciación”. Y,
24
después de observar la pluralidad de formas de enunciación en el discurso médico, agrega “Lo que
habría que caracterizar e individualizar sería la coexistencia de esos enunciados dispersos y heterogéneos; el sistema que rige
su repartición, el apoyo de los unos sobre los otros, la manera en que se implican o se excluyen, la transformación que sufren,

el juego de su relevo, de su disposición y de su reemplazo”. El intelectual propone al menos tres25 preguntas: a)


¿Quién puede enunciar?, b) ¿En medio de cuál ámbito institucional? y c) ¿Desde que posición en
relación con los objetos del discurso? (que entiendo también por interrogarse por la posición dentro
del ámbito institucional).

III. Ahora 26“¿no podrían establecerse grupos de enunciados, determinando el sistema de los conceptos permanentes
y coherentes que en ellos se encuentran en juego?” Y, dado su cambio y su ocasional incompatibilidad, el autor
27
agrega “Quizá se descubriera, no obstante, una unidad discursiva, si se la buscara no del lado de la coherencia de los
conceptos, sino del lado de su emergencia simultánea o sucesiva, de desviación, de la distancia que los separa y eventualmente

de su incompatibilidad”. Aquí también señala determinados aspectos para el análisis: a) las formas de
sucesión, dependencia y combinación de los conceptos (p. ej. su orden de inferencia o de deducción),
b) sus formas de coexistencia (como presencia, concomitancia o memoria; que identifico con
criterios de exclusión, de comprobación y con el acervo de conceptos en desuso respectivamente) y
c) procedimientos de intervención ( en la forma de técnicas de reescritura –asimilación de
información del campo de memoria-; métodos de transcripción –el lenguaje técnico propio del
discurso-; modos de traducción –de cantidad a calidad y viceversa-; de aproximación –que
incrementa la capacidad descriptiva de los enunciados-; de delimitación –que define un dominio o
condiciones de validez los enunciados28-; de transferencia –dónde un enunciado se lleva de un
dominio [¿objeto?] a otro-; de sistematización –que entiendo agruparía enunciados en subsistemas-)

22
Ibíd.; p. 68 y siguientes
23
Ibíd.; p. 54.
24
Ibíd.; p. 56.
25
Ibíd.; p. 82 y siguientes.
26
Ibíd.; p. 56.
27
Ibíd.; p. 57.
28
Y no se confunda con los que llamo criterios de exclusión y comprobación; éste se referiría al procedimiento de aplicación de los
criterios.
IV. Finalmente el criterio podría basarse en 29
“la identidad y la persistencia de los temas30” Sin embargo,
a partir del ejemplo de la evolución, Foucault observa que juegos incompatibles de conceptos (y por
lo tanto, puestos en formaciones discursivas diferentes) pueden dar lugar al mismo ‘tema’. En este
punto el autor encuentra una gran dificultad31; nos sugiere cautelosamente tres direcciones: a) puntos
de difracción (en tres sabores: incompatibilidad, equivalencia o enganche a una sistematización; y
que respectivamente pueden construir contradicciones, alternativas o subsistemas); b) alternativas no
elegidas (en cuyo caso deberán corresponder también las instancias de decisión; de no hacerlo se
tratará de formaciones discursivas diferentes, pero relacionadas en la forma de analogía, oposición o
complementariedad); y c) relación con prácticas no discursivas (que comprende el régimen y
procesos de apropiación del discurso; o por las 32“posiciones posibles del deseo en relación con el discurso”) .

Es el análisis de estas cuestiones, articulado33 en el orden en el que se han expuesto, que Foucault encuentra la
unidad del discurso. En el proceso, se ha constituido lo que encuentro como el cuerpo del método
arqueológico. A partir de allí emprende el análisis del enunciado como unidad básica del discurso, sin
embargo, se encuentra ya en el terreno de la descripción. Con esto será suficiente por ahora.

3.
Dije previamente que no me pareció muy afortunado uno de los ataques de Foucault 34. Interpreto, y me baso
en la intuición únicamente (pues no gozo de un conocimiento profundo al respecto) que su anónimo
contrincante no es otro que Jacques Derrida, contemporáneo y aparentemente contradictor de nuestro autor.
Es conocido básicamente por la noción de deconstrucción35, que opera bajo algunos supuestos similares a los
que Foucault ataca. Hay que aclarar humildemente, es un tema mucho más profundo de lo que yo pueda decir
aquí, aventuro sólo unas palabras.

Cuando se emprende una deconstrucción normalmente se pretende lograr al menos uno de dos objetivos
fundamentales: o bien señalar las ideologías que estructuran el texto y sus relaciones entre sí, aunque no sean
explícitas en él; o bien presentar interpretaciones plausibles pero contradictorias de un texto, y así abrirlo a
interpretaciones variadas, y no suponer un significado único y clausurado; en tanto se acepten ciertos
postulados acerca del lenguaje y de la representación en general:

29
Ibíd.; p. 58.
30
El significado de ‘tema’ para el caso, no me parece tan obvio, creo que puede entenderse como la suposición de estructura formal
determinada de relaciones entre conceptos, a modo de ‘metanarrativa conceptual’.
31
Ibíd.; p. 106
32
Ibíd.; p. 112.
33
Foucault describe detalladamente las relaciones entre los mencionados niveles. Véase Ibíd.; p. 117 y siguientes.
34
Véase el párrafo con la nota 18.
35
Véase TYSON, Lois; Critical Theory Today; Routledge, 2nda Ed.; Nueva York, 2006.
1. El signo, como unidad básica de la comunicación, estaría integrado por el par
significado/significante, donde el primero designa el ‘concepto’ y el segundo la secuencia de sonidos
o letras asociados al concepto (o en general su representación ‘material’). A su vez, el significante
sería significado frente a un tercer significante y así sucesivamente.

2. En consecuencia, el lenguaje no refiere al mundo real sino al lenguaje mismo. Y de hecho, cualquier
enunciación que se haga acerca de un significado, estará dada en los mismos términos de lenguaje.
El contenido de un término remite indefinidamente (significado diferido) hacia cadenas significantes
que aplazan el significado a través de ulteriores remisiones.

3. En estrecha relación con lo anterior, un concepto termina por definirse negativamente a partir de
aquellas cadenas significantes a las cuales no remite. El significado estaría dado por la diferencia del
término con lo no dicho o expresado por éste (significado diferencial).

Lo anterior tiene varias implicaciones que vale la pena señalar. Por un lado, todo texto estaría estructurado a
partir de oposiciones binarias donde un término se privilegia; pero éstas oposiciones son inestables y pueden
invertirse o superarse a partir del mismo texto. La forma específica de articulación de las oposiciones binarias
está dada por ideologías en cierta medida externas al texto (es por esto que la deconstrucción, como
descripción y superación de las oposiciones, revela ideologías subyacentes). Además, todo texto puede
generar interpretaciones conflictivas producto de la inestabilidad de las oposiciones en las cuales se
fundamenta.

Si hemos aceptado que el proyecto de Foucault es describir al discurso tal como es, la incompatibilidad es
clara. Podría imaginarse que la remisión se circunscriba a la formación discursiva, pero lo no dicho seguiría
marcando un enlace con otras formaciones arqueológicamente separadas. No podría él, independientemente
del método que elija, evitar el indefinido aplazamiento y la remisión del discurso ‘tal cual es’, a otros
discursos, dado que es algo inherente a la comunicación misma. Si es que es así, la prueba estaría dada por la
deconstrucción de la arqueología, sin embargo esta empresa parece difícil; Foucault se ha ocupado
meticulosamente de evitar todo tipo de oposiciones binarias o de privilegiar el extremo de alguna polaridad.
No en vano Deleuze36 ha considerado al método arqueológico como un intento muy serio de enfrentar lo que
llama la ‘multiplicidad’. Si es que he comprendido a uno y otros, el reto (de la deconstrucción de la
arqueología) parece interesante, lo dejo abierto a futuro.

36
DELEUZE, Gilles; Foucault; University of Minnesota Press; Minneapolis, 1988.
Bibliografía

1. CASTRO, Edgardo; El Vocabulario de M. Foucault; Universidad de Quilmes; visto en


http://www.scribd.com/doc/11414155/Castro-Edgardo-El-Vocabulario-de-Mfoucault.
2. DELEUZE, Gilles; Foucault; University of Minnesota Press; Minneapolis, 1988.
3. FOUCAULT, Michel; Arqueología del Saber; Siglo XXI, 13ra Ed.; México, 1988.
4. TYSON, Lois; Critical Theory Today; Routledge, 2nda Ed.; Nueva York, 2006.

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