DE NISTA_PUNTO
DE NIST
rr a Ty
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Teresa Gromuglio, Juan Carlos Portan-
fiero, HidaSabato, Beatriz Sario, Hugo:
Vozotti
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En el oxterior: viasuperficle USS 25
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NUMERO 38
‘OCTUBRE 1990.
Punto de Vista recibe toda su corres-
pondencia, girosy chequesanombre
de Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39,
‘Sucursal 49, Buenos Aires. Argentina,
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Composicién, crmado eimpresion:Ta-
lletes Graficos Ltodor, Viel 1444, Bue~
nos AiresDiscriminacion sexual
e integrismo moral
as resoluciones sucesivas que denegaron la persone-
I ria juridica a la Comunidad Homosexual Argentina
(CHA) casi no ha merecido de partidos politicos y or-
ganizaciones sociales una respuesta suficientemente firme y
‘esclarecedora de los valores afectados. Es facil advertir quese
‘cometié una grosera discriminacién que niega a un grupo de
ciudadanos el ejercicio de derechos fundamentales, y que lo
hace fundadoen razones que constituyen, de hecho, una con-
denaimpuesta por la sola raz6n de su condicién sexual subje-
tiva.
Por tratarse dle una minoria social sobre la que se ha ejer-
cidoen historia persecucionesy castigos, por habersido vie~
timas habituales de la intolerancia y el prejuicio, y por ser to-
davia objeto de formas éticamente repudiables de segregacion
socitl, prejuicio moral y abuso policial,la sancién que se kes
impuso debe ser calificada como una provocacién que afecta
valores basicos de libertad y democracia, Muchosconfiamos
fen que la restauracién de relaciones democriticas entre el Es-
tado y la sociedad tracrfa aparejacto un impulso dereparacién
Gticay de atencién solidaria ala situaci6n de las minorfas. Pe-
roel curso presente muestra, desde el Estado, una marcha in-
volutiva; i se ha anunciado el perdén de victimarios, para vic-
timas no cabe esperar ni justici.
‘Unaspecto central del fallo es que rechazaen particular los
objetivos piblicos de la CHA, de defensa frente a la discrimi-
. UN ft io D O;E
nacién social y a favor de la constitucién de Ambitos colecti
‘vos de estudio y discusién sobre el tema. A la diseriminacién
autoritaria se agrega la promocién de lahipocresfa: sino pue-
den ser eliminados, al menos que se mantengan fuera del es-
pacio piblico. Perotal rechazoa la publicidad delproblemacs
ala vez una objetiva complicidad con las vejaciones diversas
que los homosexuales sufren —muchas de ellas provenientes
del Ambito estatal-al amparo, justamente, del cardcter forza-
damente oculto de su condicién. Lo que se rechaza con la de-
negatoria planteada a su organizacién colectiva es precisa-
‘mente el empefio de la CHA en colocarla cuestién en una de-
liberacién pablica que es, ala vez, condicién de la defensa de
sus derechos como minoria y de la promocién de un debate
que, ala luz de las repercusiones que se suscitaron, no puede
decirse que carezca de importancia parasectores amplios dela
sociedad.
El carécter presuntamente patolégico de la homosexuali-
dad ha salido a la luz, y, por otra parte, motivé un dictamen de
la Academia Nacional de Medicina que la definié como “una
desviaci6n del instinto sexual normal” (Pagina 12,26/8/90,p.
14), Sobre laautoridad cientfica de esa venerable entidadca-
be recordar el dictamen piblico realizado hace unos afios por
¢1Prof. Osvaldo Loudct—hoy fallecidoy entonces prominen-
te figura de la Academia—a rafz del crimen de los hermanos
ee |do hacfa por lo menos cincuenta afios que la teoria etiol6gica
de la degeneracién haba perdido legitimidad enire los espe-
cialistas. El juicio conocido de los académicos que lo sobrevi-
-vieron no muestra un mejor nivel de actualizacién.'
De cualquier modo, en el marco de lucha democratica en
elqueel problema estplanteado no es larazén cientifico-mé-
dica —aunque fuera més fundada— la que est llamada a te-
‘ner una palabra preponderante, Ya que, aun sise ratarade una
“enfermedad” (;schariaextensivatal prohibiciénauna socie-
dad de diabéticos?) no se derivaque pueda negarse un derecho
ppropiode lacondicién de ciudadanos. :Por qué rechazarelob-
jetivo decrear espacios de discusi6n?, en ellos quienes sostie-
nen (contradiciendo conceptosdefinidamenteestablecidos en
las ciencias psicol6gicas y psiquidtricas de las ultimas déca-
das) una etiologfa patolégica definida podrian exponer sus
fundamentos ¢ ilustramos acerca de sus indicaciones de pre-
vvencién y tratamiento, No es desde los valores y las tradicio-
nes cientificas desde donde puede extracrse algdn fundamen-
to para la medida persecutoria; mds bien deriva de la ideolo-
‘gla concentracionariaque inspiraba alos nazis cuando perse-
guian la obra y la institucidn del sex6logo berlinés Magnus
Hirschfeld.
1Lo que agut esté en juego apunta a una cuestiGn clave de
Jainstitucionalidad democritica: Ia articulacién pluralistaen-
tre moral privada y libertades piiblicas. Yaque, dado que el fa-
lo no puede fundarseen una persecucién penal de la homose-
xualidad, se sostiene en un castigo de base moral, descargado
desde el Estado, que reprime bi: vente el movimiento ha-
cia la puesta en discurso y 1a publicidad del problema, condi-
ciones de la asociacién y defensa que dan sentidoa laentidad.
Se trata, entonces, de una persecucién estatal que busca su fun-
damento en la moral y avanza sobre acciones que no estiin pe-
rnadas porla ley. Cuando expone sus razones se sostiene.en ar-
gumentos de tres tipos: a) la homosexualidad es una desvia-
cin respecto de fines morales “naturales”; b) repugna a la
“moral media”; ¢) es contrariaa la moral de inspiracién cats
Tica.
+Laraz6n naturalista contadice abrumadoras evidencias:
deconocimient identidad sexual noes resultado directo de
Ccausas biolégicas naturales, En cuanto ala postulacdn de una
“moral natural” supone una contradicciin en los érminos, ya
+ Dadoque et Secretariode
snunciado entre las principales
de un Forode Academtss Nacionales (Carin, 1/8/90), alaluzdeca-
tos antecedentescabe interrogarsesobre el verdadero impulsoquede
alli puede provenirparacl desarrollo local del cienca. Deloqueno
abe duda es de su funci6n de museor del pensamicato, que, en tal
‘eariler guardan un innegable interés para historiadores y arquesto-
305 dl saber.
Sai] meee Rac 0 2, CNG. Ty tee £O
que ladefinicién misma de lo“natural” noescapaacontrover-
sias en base a valores. Asf, por ejemplo, el celibato puede ser
calificado de contrario a la naturaleza por quien piense que la
pulsién sexual estéal servicio de la propagacién de la especie
y puede ser juzgado como perfectamente natural por quien
sostenga que la naturaleza humana se define por rasgos de li-
bertad personal y accién racional con arreglo a fines.
+Elargumento de la"*moral media”, evidentemente, yano
habla de naturaleza sino de cultura. Dejemos de lado laestra~
falaria apelacién al ‘ser nacional” —que se verfa agraviado
ppor la existencia publica de una asociacion de homosexua-
Jes—realizada por el titular de la Tnspeceién General de Jus-
ticia, con una argumentacién que recuerda las peores tradic
nes del fascismo criollo. El fallo de la Cémara se refiere, en
cambio, ala“opinién dominante”, que veria ala homosexua-
lidad como un “disvalor” (Pégina 12, citado). Es claro que la,
‘mayoria rechazaria una cleccién—sies que algo ast fuera po-
sible— propia y personal por la homosexualidad; por eso es
ques tratade unaminorfa sexual. Pero las encuestas nomues-
tran que lamayorfalarechace como tna variante sexual acep-
table para otros, ¥ es manifiestamente falso que la opinién
preponderante avale la prohibicién a asociarse con los objeti-
‘vos qu? sustentaron el pedido de personeria juridica. Si hay
prejuicios discriminatorios respecto de a homosexualidad en
el cuerpo social, también escierto que hay un nivel de respe-
10 por las libertades pablicas y practicas iniciales de pluralis-
‘mojen se sentido c! fallo norepresenia deningdn modounes-
tado definido del parecer piiblico.
+ Queda, entonces, el inico argumento consistente: el re-
pudio irreflexivo afincado en la tradiciGn represiva de la cul-
tura moral catélica. Esl fundamentalismo moral (cuya ver-
dad desnuda C, Beccar Varela en unacarta indignadaaLaNa-
cidn: nadade"“enfermedad” es un pecado abominable que,en,
su visiGn integrista medieval, se asimila a un delito) el que
porta lasbases de un fallo que trasciende ampliamentclacau-
‘adel movimiento homosexual para enfrentarun valor funda-
mental dela construccién democritica de la sociedad: el plu-
ralismo moral.
Finalmente, la torpeza de los censores ha contribuido de-
cididamenteacolocar,al menos inicialmente,estascuestiones,
eneel centro de unaconsideracién paiblica y generé las condi-
ciones para proceder, desde la sociedad, al juicio y la sancién,
de los oscuros funcionarios y magistrados que parecen empe-
fladosen laempresa imposible—perono porello inocua y ca-
rente de peligros— de retraemos a un Estado confesional. Por
la respuesta espontinea proveniente de la sociedad queda en,
claro que el sostén ideolégico y moral de los censores es resi-
dual y minoritario respecto de convicciones presentes en la
ciudadanta; algo que ya se vio, por otra parte, cuando! Pre-
sidente de la Nacién intents en vano promover la aceptacién
piblica de su arcaica propuesta en favor de la pena de muer-
te. En todo caso, lo mas destacable es la perversa disociacion
enire aspiraciones y valores presentes en la sociedad y la per-
vivenciaen el Estado y el gobierno dentcleos cerrilmente en-
frentadosala instauracién de formas democriticas deresolu-
cign de tos confictos.
DOE V5 Basi)Benjamin y Adorno
sobre Baudelaire
De Walter Benji
a Theodor W. Adorno
‘Skovtostrand per Svendborg, 4 de octubrede 1938,
Querido Teddie:
Hace ocho dias di los dltimos toquesa lasegundaparte del
Baudelaire; dos dias ms tarde la situacién europea lieg6 a un
deseniace provisorio. La colusién de estas dilaciones histéri-
cas y de escritura me sumergicronen una inmensa tensién du-
ranie las wltimas semanas. De alliel retraso de estas lincas,
Ayerpreparé el envioa Paris de varios centenaresde libros
que tengo aqut. Pero ahora experimento cada vez mds las
sacién de que este destino sera tan transitorio para ellos como
parami. Ignoro por cuénto tiempo Europa seguir sicado ma-
terialiter respirable; pero spiritwaliter después de losaconte-
ccimientos de lasiiltimas semanas, yanoloes.Nomealegrale-
‘gar a esta conelusi6n, pero es imposible evitarla,
Parece fuera de toda duda que Rusia tolers que se le am-
putarasuextremidad europea. Y cuando Hitleraseguraque las
reivindicacionesterritorialesen Europa serén objeto de acuer-
do y las que tocan a las colonias no pueden desencadenar la
‘guerra, pienso que las reivindicaciones coloniales, para Mus-
solini, significan la guerra. S6lo hay que aguardar un poco pa-
Fa que Tiinez, poblada quizés mayoritariamente por italianos,
proporcione el nuevo objeto de un “tratado”.
Used imaginard fécilmente la gran inquietud quesufrflas
Uitimas semanas a propésito de mi mujer y, sobre todo, de
‘Traduccién de Beatriz Sarlo, a partir de 1a versi6n francesa de Guy Petitdemange: Walter Benjamin, Correspondance; 1929-1940, edicion
ida y anotada por Gershom Scholem y Theodor W. Adorno, Parts, Aubie
W.B.,Letiere 1913-1940, (necolte daG. Scholem eT. W. Adorno), Turin, Einaudi, 1978; yla inglesa aparecidaen Aesthetics and
, 1979. Los textos fueron también cotejados con la version,
Politics, New Left Books. 1977. Eltexto de Benjamin que se discute en estas carta habia sido enviado a Horkheimer, en setiembre de 1938,
para su publicaciGn en la Zeitschrift far Sozialforschung. No fue publicado entonees y aparceié en las Abhandlungen (3vols. ed. R. Tiede-
‘mann y H. Schweppenhiuser, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1974; vol. :2, como" Charles Baudelaire: Ein Lyriker im Zcitalter des
Hoch Kapitalismus”), En castellano: “El Paris del Segundo Imperio cn Baudelaire", en W. B.,.Poesia ycapitalismo; luninaciones Il, Mi
Arid, Taurus, 1972. Las canas no se publican completas en la presente traducciGn. Por otra parte, como lo sefala Susan Buick-Morss, las
reforercias que Adorno hace en la suya al Institut fr Sozialforschung fueron expurgadss de la edicién que el mismo Adomo y Scholem
prepararon (Briefe, 1955), Véase sobre el punto: S. Buck Morss, Origen de la dialéctica negativa, México, Siglo XXI. 1981, p. 314.
Pig kW ay AAO) D #E Vo Bt A ey aaStefan, Por el momento, me he enterado hace poco, no debo
temerlopeor. Sicfan estéen Inglaterra; mi mujer intentard ce-
der sus negocios sin pérdidas demasiado sensibles. Proviso-
riamente, para ganar tiempo, realizard una sesiGn formal.
asé diez dias en Copenhague haciendo preparar el ma-
rnuscrito. Elfin del verano fue extraordinario, el mAs bello que
pudierasofiarse. Peroestavez, en unaciudadque me gustatan-
£20, s6l0 vilo que estaba en el recorrido entremi mesa y el apa-
rato de radio enla“‘salade reunién’”. Aqui elotofio hacomen-
ado con fuertes tormentas. VolveréaCopenhague el préximo
‘sébado y me quedaré una semana si no sucede nada inespera-
do. Ademds, durante el verano quetermina, misrelaciones con
Brecht fueron naturales y distendidas: experimento entonces
laaprehensién de separarme de él, ya que esioy en la mejor de
Jas posiciones para ver en nuestra comunicaciGn, mucho me-
nos problemitica esta vez que lo que era costumbre, un indi-
cede su aislamiento creciente. Noexcluyo por completo una
{nterpretacion banal, a saber que este aislamiento lo priva del
placer que le producfan las provocaciones aque recurria en su
trato, pero la interpretacién més auténtica debe buscar en es-
te creciente aisiamiento la consecuencia dela lealtad a aque-
Ho que tenemos en comiin, En susactuales condiciones de:
da, lasoledad va a mirarlo cara a cara durante todo un invier-
no en Svendborg.
‘Nohelefdonada todavia de su nuevo César, porque, acau-
ssa de mi propio trabajo, una lectura de este ipo hubiera sido
imposible.
‘Supongo quecuandollegue esta carta, yahabré leido la se-
‘gunda parte del Baudelaire. Fue una carrera contra la guerra;
y pose al miedo que me apretaba la garganta, experimenté un
sentimiento de triunfo el dia en que puse a eparo de la decli-
nacién mundial (frégil reparo de un manuscrito) el capituloso-
bre “el flfincur”, proyectado hace quince afios.
‘Max [Horkheimer] ya le habré comunicado, después de
‘una minuciosacarta quele envié, los comentarios sobre lare-
laci6n entre el Baudelaire y el plan de los Pasajes. Es impor-
lante,asi le dije, que un ensayo sobre Baudelaire queno ocul-
tasuslazos con la problematica de los Pasajes, pueda ser es-
cerito como parie de un libro sobre Baudelaire. Loqueusted sa-
be sobre el libro, después de nuestras conversaciones en San
Remo, le permite per conirarium hacerse una idea bastante
exacta de la funcién desempefiada por la segunda parte que
ahora le presento. Habré notado que los temas decisivos —Io
nuevo lo siempre-igual, lamoda, el eternoretomo, losastros,
‘el Jugendstil—estin tratados, pero ningunoafondo.Laterce-
raparte deberd demostrar la convergencia evidente de las ide-
as fundamentales con e! proyecto de los Pasajes.
He recibido bien pocas cosas suyas después de que se mu-
dara al nuevo departamento. Espero tener noticias detalladas
‘cuando termine su lectura del Baudelaire. En.esa ocasi6n, por
favor, higamesaber c6mo anda suproyecto radiofnico y, so-
bre todo, qué incluye. Sigo ignorindolo todo al respecto.
Le agradezco mucho el libro sobre los aeronautas; por el
momento descansa, con todo lo que me envid, en el fondo de
Josccajones que estén lisios para partic. Anticipo con alegria su
Jectura en Paris. Agradézcale con todo mi afecto a Felizitas
[Gretel Adorno] este envio. A ella le escribiré desde Paris a
‘més tardar. Madame Favez le entregara Kierkegaard, que le
et HU INE AT, 0
‘agradezco, y Lowith (Nietzsches Philosophie der ewigen
Wiederkunft der Gleichen, Berlin, 1935). Me lo hice enviar
porque me era vil para la tercera parte del Baudelaire. De-
‘vuélvamelo, por favor, después de que lo use.
De Elisabeth Wiener, por quien pregunta Felizitas, no
tengo noticias, Pero el silencio absoluto de Scholem después
de su partida hacia América me pesa mucho. Parece haberse
disgustado por no haberme encontrado en Paris. Pero, para mi
todo estaba después de mi trabajo que, sin laestricta clausura
‘que me habia impuesto, jamais hubiera podido terminar. ;Sa-
bbe usted algo del?
Espero con impaciencia lo que pueda decirme sobre Ernst
Bloch. En attendant, miro de vez.encuando un mapa de Nuc-
va York desplegado en la picza de Stefan, cl hijo de Brecht, y
ssubo 0 bajo alo largo de laamplia calle que bordea cl Hudson,
donde se encuentra vuestra casa,
Reciba los saludos amicales desu
Walter,
‘Theodor W. Adorno a Walter Benjamin
‘Nueva York, 10 de noviembre de 1938
Querido Walter:
Elretraso de esta carta amenaza acusarme a mf y a todos.
Peroestaacusacién ya puede empezaramezclarse con una pe-
‘queria defensa, Pues va desuyo quela tardanza de casi un mes
en responder sobre su Baudelaire no puede explicarse por ne-
sligencia.
Las razones son exclusivamente de naturaleza objetiva.
Conciernen a nuestra posicién, ladetodos nosotros, frenteasu
‘manuserito y, visto mi engagementen el problema de los Pa-
‘sajes, bien puedo hablar, sin inmodestia, de mf en particular.
Espert la llegada del Baudelaire con la impaciencia més ex-
trema y, literalmente, lo devoré, Esadmirable que usted haya
podido terminar el trabajo en el plazo fijado. Y esta sdmira-
cin vuelve misdificl la tarea de hablar sobre lo que se inter-
‘pone entre mi espera apasionada y el texto.
‘Tomécompletamenteen serio suidea dehacer del Baude-
laire un modelo de los Pasajes y, un poco como Fausto a las,
fantasmagorias de Brocken, me acerqué a la escena saténica,
imaginando que muchos enigmas iban a resolverse. :Puede
disculparse queme haya dado a mi mismo laréplica de Mefis-
{feles y que muchos enigmas quedaran en pic? ¢Podri usted
comprender que la Lectura del ensayo, de sus capftulos titula-
dos uno “El flaneur"y otro “Lo moderno”, haya producido en
mi cierta decepcién?
Esencialmente, esta decepeiéntiene como motivo que,en
las partes que conozco, eltrabajo ofrece menos un modelo que.
un preludio a los Pasajes. Los temas estén reunidos, pero no
dosarrollados. En su carta a Max [Horkheimer], usted decfa
{que allf estaba su intenci6n explicita y no desconozco la dis-
ciplina ascética que se impuso para no proporcionar respues-
tastedricas decisivas a lascuestiones planteadase, incluso,pa-
ra que s6lo los iniciados percibieran esas mismas cuestiones.
ero me pregunto si tal ascetismo puede ser sostenidohasta cl
fin frente a su objeto y en un contexto que muestra una preten~
DE Vi Ft 35). isa