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Departamento de Sociología
Hugo Sir.
1
• De las alzas, o no meta la mano ahí.
“Es soberano quien decide el estado de excepción.”6 Esta frase con la que Schmitt inicia su
definición de la soberanía ha sido comentada en innumerables ocasiones, y sus dimensiones
exceden largamente las intenciones de este ensayo, sin embargo, nos debe ser extremadamente útil
para comprender la configuración del problema legitimatorio planteado en la forma del sujeto
evasor.
Es de particular relevancia el hecho de que el autor subraye específicamente que quien
decide es el soberano, esto pues se traslada a la práctica una discusión que tenía una tradición
metafísica mayor y que, por lo mismo, la hacía un tanto estéril a la hora de enfrentarse a situaciones
reales de emergencia, en donde el poder soberano debía presentarse en toda su magnitud. Entonces,
la cuestión de quién es el soberano, se decide no en base al concepto de un “poder que no depende
de ningún otro”, sino que no depende de ningún otro precisamente porque es capaz de decidir el
estado de excepción, esta decisión y no otra, es decir, este caso extremo y no la norma, no el
contenido normativo de un orden jurídico, sino la decisión sobre ese orden normativo es el que
señala al soberano. En este sentido, el poder soberano se instala sobre una paradoja del derecho,
donde en palabras de Agamben: “La norma se aplica a la excepción desaplicándose, retirándose de
ella.”7 Y en este sentido, Schmitt insiste, el estado de excepción no es el caos, sino que es un orden
jurídico que se suspende, es como si existiera un orden jurídico válido, pero que en virtud de su
propia posibilidad de aplicación (a posteriori) suspende su aplicación inmediata: “aún subsiste un
orden en el sentido jurídico, si bien no se trata de un orden jurídico.” 8 Así, para Schmitt se trata de
la oposición simétrica a la situación normal, en donde el elemento de la decisión es reducido al
mínimo, en base a la operación repetitiva de la norma, en el caso de la decisión del estado de
excepción, toda norma pasa a segundo plano y salta a la luz la decisión en su máxima expresión, es
decir, sobre la suspensión del orden constitucional in toto, para la mantención de ese mismo orden
constitucional como válido.
Lo que aquí nos interesa es ir más allá del estado de excepción mismo, e indagar en su
6
Orestes H., Carl Schmitt, Teólogo de la Política, Fondo de la Cultura Económica, México, 2001, p. 23. El subrayado
es del autor.
7
Agamben, G., Homo Sacer I: El Poder Soberano y la Nuda Vida, Pre-Textos, España, 2003, p. 30.
8
Orestes H., Op. Cit, p. 27.
3
significación, para así comprender como se configura la decisión del alza del Transantiago como
una decisión soberana. Este estado de excepción, se trata como ya se aprecia, de una paradoja, es
decir, el estado de excepción crea una situación que tiene “la particularidad de que no puede ser
definida ni como una situación de hecho ni como una situación de derecho”9, esto quiere decir sobre
todo que el soberano en su decisión crea una zona de indeterminación, un espacio en donde derecho
y vida se confunden. El estado de excepción se extiende hasta que el soberano considera que la
situación ha vuelto a la normalidad, y esto no es otra cosa que un estado que puede ser normado.
“No existe una norma que pueda aplicarse al caos”10, nos dice Schmitt, y a continuación para mayor
claridad escribe: “Hay que crear una situación normal, y es soberano el que decide de manera
definitiva si este estado normal realmente está dado.”11 He aquí no sólo una aplicación más del
derecho, o una característica entre otras, sino que se trata con mayor precisión que nunca, de su
actividad constitutiva: El derecho sólo puede aplicarse a una situación normal y el soberano está
encargado de procurarla en caso de que no esté dada. Así, la zona de indeterminación que produce
el estado de excepción, debe ser resuelta (una vez que sea posible, signifique lo que signifique el
posible), con una nueva decisión sobre la normalidad, es decir, redefiniendo una realidad que se
hacía difusa con un orden que se mantenía desaplicándose, y el derecho aparece nuevamente en su
carácter normativo originario:
La decisión no se refiere ni a una quaestio iuris ni a una quaestio facti, sino a la propia relación entre
el derecho y el hecho (…) El derecho tiene carácter normativo, es “norma” (…) no porque ordene y
prescriba, sino en cuanto debe, sobre todo, crear el ámbito de la propia referencia en la vida real,
normalizarla.12
Ya a principios del año 2008, en la anterior administración, se anunciaba que para julio de
aquel año, se comenzaría a multar a los usuarios que no pagaran sus pasajes, gracias a que en
febrero de 2007 (sic) se había introducido un interesante aparatito que podía detectar aquellas
tarjetas Bip! que no habían sido validadas a la entrada de los buses. 15 Sin embargo, como era de
esperarse tal intención fue un rotundo fracaso, pues con una evasión ascendente, con unas horas
peak que imposibilitan cancelar el pasaje, entre otras razones, la idea de la multa era, simplemente,
inconcebible. No obstante, lo que nos interesa aquí no es juzgar la (ir)racionalidad de la política
pública, sino que su intencionalidad de superar el problema de la evasión desde un punto de vista
legal.
14
Y que, como se verá en el apartado que viene, no se ha podido neutralizar vía sanciones legales.
15
Información extraída de: http://www.tropezon.cl/2008/06/25/ministerio-transportes-anuncia-multas-desde-julio-
para-quienes-no-paguen-su-pasaje-en-el-transantiago/
5
Luego, estos intentos se mantuvieron en una especie de incertidumbre, en donde la
posibilidad de la multa era siempre una remota, muy remota realidad, que en el fondo no tenía
ningún efecto. Ya en febrero de 2010, sucede algo más interesante y un claro ejemplo del intento de
operar racional-legalmente: Se reúne una comisión de tres expertos, establecida por ley. Su
composición es una demostración de que el problema del Transantiago se entiende de cualquier
manera menos como un problema social o, menos aún, de legitimación política. Estuvo compuesta
por: Juan Enrique Coeymans, ingeniero y doctor en transporte de la Universidad Católica de Chile;
José Tomás Morel, economista de la Universidad Católica de Chile; y Patricio Rojas Ramos,
ingeniero comercial y magíster en economía de la misma casa de estudio. Esta selecta, y poco
variada, comisión estuvo a cargo de hacer un diagnóstico general del estado del sistema de
transporte y proponer soluciones para hacerlo solvente, y ojalá autosustentable para el 2014 (¡El
gran sueño del transporte público privado!)16 Así, se detecta que los subsidios (tanto el transitorio
hasta 2011, como el permanente hasta 2014) son insuficientes para palear las pérdidas que hacen
mella por todos lados, por lo que, se decide que quien tiene que pagar estas deudas son los usuarios,
sin ningún otro juicio (ya veíamos lo variado de la comisión de expertos) que el económico-
individualista. Según lo establece la misma ley que había dado origen al comité, el monto del alza
de las tarifas es de responsabilidad exclusiva de éste, con la única restricción de que no puede subir
más de un 5% de la tarifa total por mes. Por lo tanto, una vez hecho el diagnóstico y preparada las
medidas, sólo faltan las firmas y protocolos necesarios (que fueron demorados hasta la
administración de Piñera), para que las alzas se hagan efectivas, conforme a derecho.
Max Weber, tanto cuando define los tipos de dominación, como cuando se refiere a los
fundamentos de legitimidad de un orden jurídico, establece una tipología en donde, la forma típica
moderna es la que se entronca con la visión legal-racional. Por un lado, los fundamentos de
legitimidad son: 1) Conforme a la tradición: “creencia en la validez de lo que siempre ha sido o
existido.”17 Típicamente el Derecho Tradicional, en donde se presupone el carácter sagrado de la
tradición, incontestable, por tanto legítimo; 2) Conforme a una creencia afectiva, se le atribuye
validez a lo que es “nuevo revelado” o “ejemplar”18, aunque hay creación consciente de nuevo
derecho, este tiene legitimidad en base a una revelación de carácter profético; 3) Conforme a una
creencia racional según valores, la legitimidad está dada porque se trata de algo absolutamente
valioso. Su ejemplo más puros, según Weber, es el Derecho Natural; 4) Conforme a lo estatuido
positivamente, se obedece a los preceptos jurídicos positivos que han sido estatuidos por el
16
Ver: http://www.cooperativa.cl/expertos-analizan-nueva-alza-en-el-valor-del-pasaje-de-
transantiago/prontus_nots/2010-02-24/141413.html
17
Fariñas M. J., La Sociología del Derecho de Max Weber, Editorial Civitas, 2002, p. 168.
18
Ibíd., p. 169.
6
procedimiento usual y formalmente correcto.19 Aquí la legalidad, es fundamento de legitimidad: “o
bien por un pacto de los interesados, o bien en base a un 'otorgamiento' por una autoridad
considerada como legítima, y el consiguiente sometimiento.”20 El Derecho formal-racional moderno
o positivo, es el caso más puro.
Ahora bien, por el lado de los tipos de dominación, encontramos una tipología similar, que
supone una relación estrecha en la sociología weberiana, pero no sólo eso, sino que un diagnóstico
de época que habla de que la legitimación en la modernidad, no tiene más fundamentos válidos que
la mera legalidad, es decir, la repetición formalizada de las normas, que dan el aspecto de
inquebrantable. Así, existirían: 1) La dominación tradicional, se cree en la santidad de los
ordenamientos tradicionales y en la “legitimidad de las autoridades que ejercen esos
ordenamientos.”21 Lo que siempre se ha hecho, junto a la facultad que tienen las autoridades de
encarnar esa tradición es lo que fundamenta la dominación; 2) La dominación carismática, se basa
en un excesivo personalismo, en donde, el fundamento de legitimidad está dado por la devoción
irrestricta a una persona, sus dotes personales y sus características que muchas veces adquieren
ribetes sobrenaturales; y 3) La dominación legal de carácter racional: “cualquier derecho puede
crearse y modificarse por medio de un estatuto sancionado correctamente en cuanto a la forma.”22
Lo interesante es que se obedece a la regla estatuida, se despersonaliza la dominación. El
fundamento de toda legitimidad, es la pura legalidad, es decir, el buen orden formal y
procedimental.
Esta relación entre la legitimidad interna del orden jurídico, y el fundamento de la
dominación que se da en lo legal, en lo procedimental, en la mera forma de hacer las decisiones, es
lo que caracteriza a la legitimidad moderna según Max Weber, y es exactamente el intento que
encontramos reiteradamente tanto para justificar el alza del pasaje, como para hacer frente al
problema de la evasión. La muestra más clara del intento por controlar la evasión vía legalidad es la
amenaza de multas. La demostración patente de esta idea en la justificación de las alzas es esta
comisión de expertos, decretada por ley y seleccionados en base al Sistema de Alta Dirección
Pública, es decir, en base a una formalidad estrecha, consciente de la necesidad de legitimar las
decisiones.
19
Idem.
20
Idem.
21
Ibíd., p. 170. Cursivas mías.
22
Citado en Ibíd., p. 170.
7
la Central Autónoma de Trabajadores (CAT) ha llamado a una protesta ciudadana, que consiste
básicamente en no utilizar el Metro de Santiago (cuyo pago difícilmente puede ser evadido) y no
cancelar ningún pasaje del transporte de superficie, es decir, una evasión generalizada para ese día.
Tal llamado, no es solamente una incitación a la desobediencia, sino que fundamentalmente es la
reivindicación de la figura del evasor, para una utilización política que cuestiona la legitimidad de la
decisión tomada en cuanto a las alzas, es decir, que pretende utilizar lo que veíamos como
excepción no para completar la situación de normalidad decretada, sino justamente, para
desestabilizarla, es decir, hacer ver su ilegitimidad.
Por el otro lado, se nos aparece la insuficiencia de la legitimación racional-legal, igual o aún
más clara. El gobierno consciente de esta limitación, utilizando la estrategia de su decisión
soberana,23 señala el área de indeterminación, establece en la figura de este mismo sujeto evasor, no
un sujeto político, ni siquiera un ciudadano como cualquier otro, sino que aísla su nuda vida, resta
cualquier participación en el espacio ciudadano, para reintroducirlo con una única y definitiva
característica, el no pago del pasaje, en su figura, en su carácter de excepción se encuentra la
posibilidad de legitimar la medida, su reintroducción como culpable, que requiere que no pueda ser
juzgado de ningún otro modo que como el evasor, es la posibilidad de decretar la normalidad. El
principal peligro para la legitimidad de la decisión, es que esta zona de indeterminación sea
políticamente utilizada, por eso es que debe ser aislado de cualquier característica que pueda
hacerlo aparecer como sujeto político (y por esto mismo, es que los movimientos sociales cada vez
más utilizan la figura de la evasión, precisamente, como acción política). Para la legitimidad de la
decisión, lo único que puede ser el sujeto evasor, es un culpable; ni padre, ni madre, ni hijo, ni
estudiante, ni trabajador, única y exclusivamente una vida que no cumple la ley, una vida que no se
ajusta a la norma, y que es el causante de una alza que afecta a todos los demás. Si este sujeto se
encuentra, por tanto, en una zona donde la norma no le alcanza, lo que se ve operar es una precisa
estrategia biopolítica, que desarrollaremos en el siguiente apartado.
Michel Foucault, hacia el final del primer tomo de la Historia de la Sexualidad (La voluntad
de Saber), introduce el concepto de Biopolítica como acontecimiento que redefine, entre otras
cosas, pero principalmente, la concepción de soberanía, ya no ligada a un territorio, en el sentido
que puede comprenderse en el Príncipe de Maquiavelo, y que viene a completar y recubrir el
aparato disciplinario que se desarrolla a partir del siglo XVII, en sus palabras:
El segundo [el primer mecanismo es el disciplinario] , formado algo más tarde, hacia mediados del siglo
23
Como habíamos señalado en el primer apartado.
8
XVIII, fue centrado en el cuerpo-especie, en el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve
de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la
duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar; todos esos
problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la
población.24
Luego, en un desarrollo que en el presente ensayo no podemos seguir por completo, esta
24
Foucault, M. Historia de la Sexualidad I: La voluntad de Saber, Siglo XXI Editores, México, 2005, p. 168.
25
Véase: Foucault, M., Seguridad, Territorio, Población: Curso en el Collège de France (1977-1978), Fondo de
Cultura Económica, Argentina, 2006, p. 436.
26
Agamben, G., Op. Cit., p. 13.
9
inclusión de lo que no se puede incluir en el derecho, es decir, la vida en cuanto tal, es la que
marcaría la relación política originaria, y que lo liga punto a punto, con la noción de soberanía. El
poder de suspender el orden in toto, de establecer aquella zona de indeterminación, es la que
permite la incorporación en el orden jurídico de aquella otra categoría difusa que es la vida en
cuanto tal. Así para Agamben, a esto se debe la tradicional comprensión de la sacralidad de la vida
como algo ambiguo, que provoca tanto temor como admiración, tanto rechazo como respeto, y que,
no sería sino
la forma originaria de la implicación de la nuda vida en el orden jurídico-político (…) designa algo como
la relación 'política originaria', es decir, la vida en cuanto, en la exclusión inclusiva, actúa como referente
de la decisión soberana.27
27
Ibíd., p. 111.
28
Ver: Campaña: http://www.gobiernodechile.cl/informa/2010/05/18/¡no-meta-la-mano-ahi.html; Y el primer apartado
del ensayo.
10
discurso público se realiza atribuyéndole sólo una cualidad, la que lo hace culpable. El sujeto
evasor, es una nuda vida que evade. Y nada más. En este sentido, la excepción (no se le puede
aplicar la norma porque no paga, y que no puede ser juzgado por tal hecho), es reintroducida con
una utilización conveniente de su posición, de tal manera que no pueda ser visto más que como el
culpable de las alzas, porque en el mensaje publicitario gubernamental, no es otra cosa, no es
mostrado como otra cosa que como aquel que no paga.
Esto permite, o pretende permitir, que el orden normal pueda ser decretado. Su utilización
política en sentido propio, se hace cada vez más dificultosa, y se puede operar un control de la
población, por parte de la misma población, la versión mejorada del divide y vencerás. Así es que
esta re-entry, permite no sólo legitimar la decisión ya tomada, sino que posibilita medidas
biopolíticas en cuanto tal, es decir, control de los flujos, de los tipos de población, regulación de los
transbordos, de las zonas de pago, disminución de las horas en que puede tomarse otro bus sin pagar
el pasaje nuevamente, y un largo etcétera. Se cumple el sintagma, que según Foucault, define el
biopoder, se trata de hacer vivir y dejar morir, a diferencia del antiguo derecho de “hacer morir o
dejar vivir.”29 Ante la solución legal insuficiente, se ocupa estratégicamente la posición del sujeto
evasor, que la misma decisión había creado, y se libera esta creación, no como una persona o como
una bios (una vida política), sino en una reentrada estratégica de la nuda vida (zoé), como forma de
legitimación, como posibilidad de legitimar la operación de la política. Se deja vivir, delegando el
control, en parte, en la propia población, es decir, por fuera de la (insuficiente) legitimación legal.
Quisiera hacer una última reflexión al respecto, puesto que he escrito durante todo el ensayo
sujeto evasor, sin haberme detenido en la implicación de la palabra sujeto. Me he referido de tal
modo, pues aun cuando he considerado que es producto de la reeintroducción estratégica de la zona
de indeterminación por parte del gobierno, se trata a la vez de una posibilidad de subjetivación o a
nivel general, de politización en sentido propio. Sujeto, no es novedad, tiene la doble significación
de ser algo propio, individuo subjetivado, y de estar sujeto, su histórica dependencia al Estado, pero
esta significación en vista de la paradoja de la soberanía y de la relación con la nuda vida, se
entiende como ser soberano y estar sometido30. Es el lugar donde se entronca esta relación
paradójica, el sujeto es el residuo de la soberanía de la propia vida y su recubrimiento dentro de la
biopolítica, es así que aun cuando su utilización en este caso o en otro, esté dado desde una
estrategia legitimatoria, su misma posición limítrofe permite imaginar un desarrollo contrario, una
lucha entre el sujeto soberano en sí mismo y el sujeto sometido, y es ahí, precisamente, donde
vemos instalarse los discursos que quieren convertir al sujeto evasor, en el estandarte de una acción
29
Foucault M., Historia de la Sexualidad, Op. Cit., p. 167.
30
Ver: Agamben, G., Homo Sacer III: Lo que queda de Auschwitz, Pre-textos, España, 2003, especialmente pp. 91 a
142.
11
política, que quiere decir según la perspectiva adoptada, evitar su aislamiento como nuda vida (y su
posterior reintroducción mono-cualitativa) reinsertándolo dentro del marco mayor de una bios, de
una vida política, que tiene actividades en la polis moderna, es decir, que es padre o madre,
trabajador o trabajadora, pobre o marginado. Y que señala que, únicamente, en este marco general
vital, puede comprenderse el no pago del pasaje.
12
• Bibliografía:
− Libros Consultados:
− http://www.usachaldia.cl/
− http://www.lnd.cl/noticias/site/artic/20100512/pags/20100512021154.html
− http://www.gobiernodechile.cl/informa/2010/05/18/no-meta-la-mano-ahi.html
− http://www.tropezon.cl/2008/06/25/ministerio-transportes-anuncia-multas-desde-
julio-para-quienes-no-paguen-su-pasaje-en-el-transantiago/
− http://www.cooperativa.cl/expertos-analizan-nueva-alza-en-el-valor-del-pasaje-de-
transantiago/prontus_nots/2010-02-24/141413.html
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